Qaraqara-Charka. Mallku, Inka y Rey en la Provincia de Charcas (Siglos XV-XVII) – PLATT et al (C-RAC)

PLATT, Tristan; BOUYSSE-CASSAGNE, Thérèse; HARIS, Olivia. Qaraqara-Charka. Mallku, Inka y Rey en la Provincia de Charcas (Siglos XV-XVII). Historia Antropológica de una Confederación Aymara. La Paz: Instituto Francés de Estudios Andinos, Plural Editores, University of St. Andrews, University of London, ínter American Foundation, Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, 2006. 1088p. Resenha de: ORÍAS, Paola Revilla. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.41, n.2, p.309-311, dic. 2009.

En abril del año 2006 apareció: Qaraqara-Charka. Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas (siglos XV-XVII). Historia antropológica de una confederación aymara [en adelante QQCH]. Se trata de la cristalización de un proyecto de investigación emprendido por Tristan Platt, Thérése Bouysse-Casagne y Olivia Harris [en adelante TTO], antropólogos e historiadores comprometidos en la indagación del pasado andino, quienes durante años recopilaron, estudiaron e interpretaron el material que presentan en este volumen.

El sólido análisis crítico propuesto se centra en las manifestaciones políticas, económicas, sociales y culturales del territorio Qaraqara-Charka -confederación de etnias regionales y señoríos prehispánicos de América del Sur que se fue constituyendo en conjunto político después del eclipse de Tiwanaku (Platt et al. 2006:25)-, durante las épocas prehispánica y colonial, atendiendo particularmente al papel y desenvolvimiento de los señores naturales en los diferentes contextos en que ejercieron su autoridad. La idea parece haber sido gestada en Sucre (Bolivia) en los años ochenta, con el aliento de intelectuales como John Murra, Thierry Saig-nes y Gunnar Mendoza.

En el propósito colaboraron estudiosos como Thomas Abercrombie, Mercedes del Río, Roger Ras-nake, Carlos S. Assadourian, Teresa Gisbert, Rossana Barragán, Jorge Hidalgo, Martti Parssinen, Ana María Presta y Nathan Wachtel entre otros, lo que junto a la amplia covertura institucional internacional de que fue objeto la publicación, nos señala la envergadura del proyecto acometido. Hasta aquí, ningún investigador o grupo de investigadores se había enfrentado a un reto historiográfico de tal magnitud sobre las raíces profundas de Charcas.

Tres son los momentos y escenarios cuyos pormenores analiza este libro: el mundo prehispánico, la incorporación de la Confederación Qaraqara-Charka al Estado Inca y posteriormente al Imperio español sobre la base de una alianza de intercambio recíproco.

Al inicio encontramos un rico, puntual y breve ensayo de interpretación antropológica de conjunto, pero no estamos aquí ante una historia monográfica concluyente sobre Charcas, sino ante una mirada indagatoria y reflexiva en torno a las manifestaciones socio-culturales, similitudes, diferencias, trato e interacción que se estableció entre los señoríos Qaraqara y Charka, de éstos con las demás federaciones de Charcas y con otras regiones.

La obra está dividida en cinco capítulos principales: Culto, Encomienda, Tasa, Tierra y Mallku, cada uno con un conciso ensayo de interpretación que introduce el contexto específico de la documentación transcrita en extenso al final del libro. Muchos de los documentos presentados, hasta aquí inéditos, nos llegan por primera vez reunidos y con un sólido aparato crítico.

Atendiendo a la subjetividad inmanente a cada texto y los criterios de verdad de la época, el análisis crítico documental le da especial relieve a la indagación en las condiciones de producción, en lo que dicen y parecen callar las voces interactuantes, sumergiendo la atención del lector en diferentes procesos de construcción de la memoria. No olvidemos que hay historiadores y antropólogos envueltos en una empresa que combina técnica y método de archivo con trabajo de campo, además de algunos acercamientos arqueológicos e incluso climatológicos. La práctica interdisciplinaria ciertamente enriquece el trabajo y suscita interrogantes desde diferentes ángulos. Estamos ante una moderna exégesis de fuentes que deja entrever formas alternativas de integración y análisis de datos, y que permite la (deReconstrucción de la vida prehispánica y colonial en Charcas. Diferentes lecturas parecen posibles. No podía ser de otra manera al tratarse de la historia de una sociedad en esencia polifónica y multicultural, donde las voces de los sujetos históricos parecen yuxtaponerse.

El capítulo “Culto” presenta dos probanzas de méritos, una de un cura vasco de la diócesis de Charcas y otra de un párroco de Chayanta. El valor de estos textos está en relación con la poca documentación que hay al respecto para Charcas. En el capítulo “Encomienda”, encontramos tres cédulas bastante tempranas que permiten entender la organización de Qaraqara y de Charka, así como la constitución de los centros de poder de la zona. “Tasa” por su parte remite a documentos sobre pleitos entre indios y encomenderos, así como a cálculos oficiales que, elaborados en diferentes momentos, proporcionan valiosos datos sobre contabilidad y monetización colonial, aclarando el panorama tributario. En “Tierra”, los autores seleccionan y abordan el estudio de algunos casos individuales documentados, los mismos que, ampliando el lente analítico, permiten comprender la realidad política local y regional de las fronteras entre ayllus.

Dada la variedad de los problemas planteados y la dinámica de su estructura, los capítulos suelen entrecruzarse y complementarse en su contenido, lo que a su vez indica que diferentes recorridos son posibles dependiendo del interés del lector.

El marco temporal abarca a grandes rasgos los siglos XV-XVII, aunque hay documentos que sobrepasan estos límites. Por otro lado, algunos textos podrían pasar como piezas de microhistoria, ya que, si bien toman en cuenta la coyuntura individual, con un cambio de lente permiten identificar un contexto más amplio. En otros casos, en un mismo texto se entrecruzan varias temporalidades relacionadas por cierto lugar común, el mismo que permite reconocer elementos de larga duración dentro de una visión braudeliana. Y es que, antes que buscar huellas prehispánicas en el tiempo diacrónico, el afán de contextualización de TTO busca entender cómo prácticas culturales concretas lograron ir cobrando nuevos sentidos por medio de la interacción de los actores.

El territorio de la Confederación Qaraqara-Charka se presenta como un espacio diferenciado -política y culturalmente hablando- del Collao, cuya tendencia hegemónica en la zona antes de la llegada de los Inca se debió a su privilegiada posición económica, política y geográfica estratégica dentro del Qullasuyu (Platt et al. 2006:28). No obstante, fuera de todo presentismo concluyente, los mapas presentados se anuncian sólo referenciales, dando prioridad al estudio de las personas en relación al de los territorios. Así, los autores nos dejan sospechar el dinámico contacto que hubo entre grupos de puna y de valle, sobre la base de obligaciones de reciprocidad política, religiosa y militar entre comunidades, trayéndonos a la mente aquel modelo de autosuficiencia estudiado por Murra y Condarco Morales para la zona andina (Condarco Morales y Murra 1987). La postura es más cautelosa a la hora de reflexionar sobre la posible tradición dual de gobierno, pero llega a proponer que se trató de una confederación formada por Charka vila y Charka hanco: “Así se justificaría que, más tarde, los Qaraqara siguiesen clasificándosejunto con los Charka” (Platt et al. 2006:47).

Una de las reflexiones más interesantes que nos ofrece QQCH gira en torno al estudio de la autoridad indígena en Charcas. Esta es presentada como una fuerza dinámica y transformadora de sí y de su entorno en el contacto y la convivencia diaria en el escenario colonial. Precisamente, el último capítulo “Mallku”, presenta probanzas de méritos y servicios de señores naturales, relatos personales sobre el linaje de algunas familias que, en la larga duración, permiten descubrir ciertos objetivos de encumbramiento y de poder escondidos entre líneas dentro de un escenario más amplio que el individual. En este sentido una pieza clave es el “Memorial de Charcas”, pronunciamiento de los mallku de la zona en que instan al Rey a proveer los remedios necesarios en diferentes aspectos concernientes a la situación del indígena después de las reformas toledanas; pero, particularmente, buscando el restablecimiento de sus derechos y estatus de altas autoridades prehispánicas, enumerando los servicios hechos a los Inca y al Rey y pidiendo ser tratados como nobles españoles. Resalta aquí el acusioso análisis del papel y estrategias de los mallku de Charcas para acomodarse en contexto colonial. Este documento reúne los puntos esenciales abordados en los diferentes capítulos, y cuya preocupación de transcripción y reedición parece haber sido una de las motivaciones principales de la gestación de QQCH.

En pos de comprender mejor la posición, relación e influencia de los señores naturales de Qaraqara y Charka, así como la transformación diacrónica de las sociedades andinas, TTO proponen una aproximación rigurosa a dos momentos ineludibles: La llegada del Inca Wayna Qhapaq, y el posterior reordenamiento del Estado Inca por Gonzalo y Hernando Pizarro en 1538.

Por los datos expuestos evidenciamos que lejos de rebelarse, los aymarás habrían optado por una política de alianzas con Pachakuti y Wayna Qhapaq, la misma que les ayudó a garantizar ciertos privilegios y una notable autonomía dentro de su territorio. Teniendo en cuenta que los Inca dependían bastante de Charcas en su empresa de conquista, el sometimiento habría sido más bien una especié de pacto de intercambios recíprocos (Murra 1975:IV). Bouysse-Casagne sostiene incluso que los Inca no sólo dejaron su impronta en Charcas, sino que éstos tomaron muchos elementos sociales y culturales de esta región del Sur para el gobierno del Estado multiétnico.

A pesar de la innegable dificultad que implica reconocer la superposición de derechos y obligaciones en este escenario de reciprocidad y rivalidades entre mallku, la perspectiva antropológica de este estudio nos muestra la importancia que conservaron los señoríos de Charcas en la vida política del Tawantinsuyu o Estado multiétnico andino, a partir de la relación de sus autoridades con el Inca.

En lo que a la imposición del dominio hispano se refiere, éste no habría sido el resultado del enfrentamiento entre dos bandos opuestos, pero de un combate desde varios frentes rivales (dos Inca, dos sacerdotes, varios mallku, los españoles). Para TTO, la capacidad de negociación del príncipe Pawllu con los señores naturales locales lo convierten sin duda en: “el que conquistó el Qullasuyu para el Rey de España” (Platt et al. 2007:111).

Sea como fuere, QQCH muestra mediante estas reflexiones cómo desde los primeros años de convivencia entre españoles e indígenas, pero particularmente después de 1569, se puso en marcha todo un proceso de desestructuración que sufrieron las sociedades andinas, en el que el Virrey Toledo dejó una fuerte impronta. La documentación expuesta y la lectura propuesta traza el desarrollo de las interacciones entre los actores, las mismas que llevaron a la organización paulatina de una nueva sociedad en Charcas. TTO sugieren incluso que en este período se habría ido organizando poco a poco en Potosí un “archipiélago colonial”, con una lógica radial en torno al mercado naciente integrado por la minería, la agricultura, el trabajo artesanal y una serie de nuevas tareas dentro de una red comercial inédita en la zona1. La coyuntura política posterior a la llegada del Virrey, así como el accionar de los señores naturales, habrían sido desde esta perspectiva fundamentales para consolidar los cambios. Toledo habría motivado por ejemplo que el mallku tradicional se convirtiera intermediario entre el indígena y la Corona, intentando dar fin a la antigua organización dual, y distanciándose sustancialmente de la autoridad tradicional.

No obstante, y considerando que la historia está llena de matices, como bien muestran TTO es necesario destacar que muchos de los documentos presentados en esta obra dejan ver que ciertas reglas internas de sociabilidad andina tradicional perduraron -aunque no intactas- en diferentes aspectos dentro de celebraciones o en muestras de generosidad (Platt et al. 2006:659). El interés de este libro radica precisamente en ver cómo, en qué medida y bajo qué circunstancias fueron cambiando estas prácticas y sus referentes dentro del imaginario cultural de Charcas, para articularse dentro de la nueva sociedad colonial.

La contribución de este volumen a la historiografía andina es sin duda sumamente rica y sólida. Su lectura es absolutamente recomendable y necesaria para los estudiosos del pasado andino.

Agradecimientos: Comprometo especialmente mi gratitud el Doctor Jorge Hidalgo L. cuyas acertadas recomendaciones fueron de gran ayuda. Asimismo, agradezco los valiosos comentarios de los evaluadores que ayudaron a mejorar la calidad de este trabajo.

Notas

1 Aunque hubo algunos lugares como Macha, donde Platt argumenta que la organización vertical logró subsistir marcando una continuidad en la larga duración (cf. Platt et al. 2006:538).

Referencias

Condarco Morales, R. y J. Murra 1987 La Teoría de la Complementariedad Vertical Eco-Simbiótica. HISBOL, La Paz.         [ Links ]

Murra, J. 1975 Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino. IEP, Lima.        [ Links ]

Platt, T., T. Bouysse-Cassagne y O. Harris 2006 Qaraqara-Charka Mallku, Inka y Rey en la Provincia de Charcas (siglos XV-XVII) Historia Antropológica de una Confederación Aymara. IFEA, Plural, University of St. Andrews, University of London, ínter AmericanFoundation, Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, La Paz.        [ Links ]

Paola Revilla Orías – Magíster Historia. Mención América, Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Vikings: a Era dos conquistadores | Philip Wilkinson

Dentre todas as culturas do passado ocidental, sem sombra de dúvida, os vikings ocupam um lugar especial no imaginário social do mundo contemporâneo. São temas de jogos, brinquedos, filmes, quadrinhos, festivais e letras de música pop e rock. [1] Em parte devido a esse sucesso, grande quantidade de livros de popularização são publicados com muita freqüência. Isso acarreta duas conseqüências básicas: uma positiva, onde temos o interesse inicial dos jovens leitores direcionados para o estudo da Idade Média, levandoos a terem cada vez mais contato com outras obras, essas sim, resultados diretos de estudos acadêmicos; e outra negativa, pois nem sempre os livros de divulgação são escritos por especialistas, ocasionando alguns equívocos e a persistência de erros interpretativos.[2]

Dentro deste contexto, temos a publicação de Vikings: a Era dos conquistadores, do britânico Philip Wilkinson. O autor é um destacado escritor, editor e roteirista de dezenas de títulos envolvendo temas históricos de divulgação, tanto da Antiguidade e medievo quanto de assuntos modernos, e até mesmo enciclopédias e recursos áudiovisuais.

Uma das suas últimas obras, Vikings: a Era dos conquistadores, é visualmente magnífica, repleta de belas ilustrações, gráficos, fotografias e maquetes tridimensionais, o que certamente colaborará para o sucesso do livro entre crianças e pré-adolescentes. A divisão da obra segue um modelo tradicional de obras congêneres, em três partes: a primeira, que reconstitui a história dos escandinavos na Era Viking; uma segunda, recontando alguns mitos e aspectos religiosos; e uma terceira, que aborda o cotidiano, a vida material e o progresso tecnológico e artístico.

A primeira parte (Primórdios, Barcos de guerra, Invasões, Exploradores navais, Jornadas pelo interior,) analisa a origem e a constituição das principais características que definiram o modo de ser e viver dos vikings, em especial, abordando os aspectos náuticos e a estrutura das embarcações – a principal arma de guerra e propiciadora das colonizações e explorações longínquas. O maior elemento caracterizador dos vikings – seus equipamentos de guerra e suas técnicas de combate – foi amplamente descrito em duas páginas com encarte lateral, detalhando inclusive nomes e designações. Mas os aspectos de interiorização comercial, mercantil e política dos vikings pela Europa não foram esquecidos, aprofundando outros aspectos além do caráter guerreiro e exploratório dos escandinavos, o que certamente contribuirá para uma representação mais equilibrada e positiva dos vikings no imaginário do leitor.

O capítulo “sagas e lendas” reconstitui algumas facetas da literatura medieval nórdica, mas é a mitologia que possui os maiores atrativos: uma bela ilustração entre as páginas 17 e 18, reproduz a estrutura cosmogônica do universo, e a página posterior concede informações sobre as deidades mais famosas. Neste momento, ocorrem alguns lapsos. Primeiro, em termos iconográficos: Odin é representado em um elmo com asas laterais e Thor utilizando um elmo com chifres. Nenhuma fonte medieval permite esse tipo de caracterização, e certamente o ilustrador foi influenciado pelo moderno imaginário sobre os vikings e seus deuses, criado durante o Oitocentos e permanecendo como imagem icônica e estereotipada até nossos dias (Langer 2002: 7-9; 2009a: 133- 147). Outro equívoco, muito comum, é considerar Loki como “deus da maldade”. Na realidade, a percepção desta entidade no pensamento nórdico era extremamente complexa e distante dos referencias do ocidental moderno, e era geralmente apoiada no eixo ordem e caos – em alguns momentos Loki era necessário à manutenção da ordem do universo; em outras, ele era necessário para causar desordem e conflitos. Em todo caso, é uma figura ambígua, complexa e enigmática, impossível de ser entendida apenas pelo referencial maniqueísta e simplista do homem contemporâneo (Dumézil 1986: 9- 53).

A sociedade viking foi abordada em uma seção sobre “Reis e leis”, enfocando as formas básicas de legislação e dominação política nas diversas áreas da Escandinávia. E de forma muito comum em outros livros similares, a mulher e a criança foram enfocados numa seção denominada “Vida diária’, abrangendo também a alimentação, a habitação e as diversões dos nórdicos durante o medievo. Um aspecto pouco comum na literatura de popularização sobre os nórdicos – a informação sobre o artesanato e as sofisticadas fases artísticas dos escandinavos – foi enfatizada na seção “Artes vikings”, com belas reproduções fotográficas.

Os aspectos religiosos são tratados no capítulo “morte e sepultamento”, com menções às práticas funerárias, como a inumação e a cremação, as runas e as estelas rúnicas. Mas outros aspectos importantes da religiosidade, como a magia, os centros cerimoniais, os festivais e os sacrifícios foram omitidos. Deixando pouco espaço para que o leitor possa ter mais familiaridade e conhecimento de um tema tão distante dos tempos atuais, as crenças e valores pagãos que existiam antes da cristianização da Escandinávia (Langer 2009b: 143)

A última parte do livro, “Desfechos”, explora a introdução de novos valores na Escandinávia, ocasionando diversas transformações sociais, políticas e culturais. Entre elas, a influência do processo de centralização monárquica, o feudalismo e o cristianismo, este último ocasionador não somente da presença de novos elementos sociais, mas também arquitetônicos, como a construção de igrejas de aduelas na Noruega.

O livro possui outros méritos, como uma excelente cronologia visual, abordando as mais importantes etapas e acontecimentos da Era viking (p. 29); recursos interativos, como a reconstituição de uma habitação nórdica, que permite ao mesmo tempo vislumbrar tanto o exterior quanto o interior da mesma (p. 20); um disco de decodificação da escrita rúnica e um barco viking em alto relevo, ambos extremamente atrativos para o público infanto-juvenil. Além disso, houve a inclusão de dois mini livros colados ao texto, cada um com 10 páginas. O primeiro, uma adaptação da Crônica anglo-saxônica (p. 4), uma das mais importantes crônicas históricas da alta Idade Média, e o outro, fragmentos adaptados da Saga de Njal (p. 16), importante documento literário da Islândia Medieval. Sendo ambas inéditas em língua portuguesa, as suas inclusões certamente proporcionarão uma excelente introdução a dois tipos diferentes de fontes históricas, uma produzida por povos não escandinavos, e a outra, realizada por nórdicos após a cristianização e vários séculos após a Era Viking – mas se reportando tematicamente a ela, um exemplo de saga de família do período feudo-cristão.

Em um momento onde a criança e o jovem estão cada vez mais distantes dos métodos tradicionais de obtenção do conhecimento, como a ida a bibliotecas, a pesquisa e a leitura de livros, certamente o livro de Wilkinson pode constituir um excelente meio de divulgação e até mesmo de recurso paradidático no ensino de história. No aguardo da publicação de obras mais especializadas e da tradução de fontes primárias da Era Viking, certamente os livros de popularização são sempre bem vindos ao grande público.

Notas

1. Em nosso país existem muitos poucos estudos traduzidos sobre o impacto dos vikings no mundo contemporâneo. Para um panorama deste tema, consultar especialmente: Glot 2002: 188-191; Mjöberg 1980: 207-239; Langer 2009a: 133-147.

2. Existem várias obras de popularização sobre vikings em língua portuguesa, com variados níveis de qualidade, a exemplo de Clarke 1983; Gibson 1990; Clare 1993; Brochard & Krähenbühl 1996; MacDonald 1996; Guy 1998; Táti s.d.

Referências

BROCHARD, Philippe & KRÄHENBÜHL, Eddy. Os vikings: senhores dos mares. São Paulo: Editora Augustos, 1996.

CLARKE, Helen. Os vikings. Lisboa: Editorial Verbo, 1983.

CLARE, John D. Vikings. São Paulo: Editora Manole, 1993.

DUMÉZIL, Georges. Loki. Paris: Flammarion, 1986.

GIBSON, Michael. Os vikings. São Paulo: Melhoramentos, 1990.

GLOT, Claudine. Drakkars sur grand écran. In: GLOT, Claudine & LE BRIS, Michel. L´Europe des Vikings. Paris: Hoebeke, 2002, pp. 188-191.

GUY, John. Como viviam os vikings. Lisboa: Didáctica Editora, 1998.

LANGER, Johnni. The origins of the imaginary Viking. Viking Heritage 4, 2002. Disponível em: http://www.abrem.org.br/viking.pdf Acessado em 10 de abril de 2010.

_____ Deuses, monstros, heróis: ensaios de mitologia e religião viking. Brasília: Editora da UNB, 2009a.

_____ Vikings. In: FUNARI, Pedro (org.). As religiões que o mundo esqueceu. São Paulo: Contexto, 2009b, pp. 130-143.

MAcDONALD, Fiona. Vikings. São Paulo: Editora Moderna, 1996.

MJÖBERG, Jöran. Romanticism and revival. In: WILSON, David (org.). The northern world: the history na heritage of Northern Europe. New York: Harry Abrams, 1980, pp. 207-239.

TÁTI, Miécio. Os vikings. Rio de Janeiro: Ediouro, s.d.

Johnni Langer – Departamento de História – UFMA. E-mail: [email protected]


WILKINSON, Philip. Vikings: a Era dos conquistadores. São Paulo: Ciranda Cultural, 2008. Resenha de: LANGER, Johnni. Popularizando os Nórdicos. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.9, n.2, p. 41-43, 2009. Acessar publicação original [DR]

III Simpósio Nacional e II Internacional de Estudos Celtas e Germânicos | Moisés R. Tôrres e Adriene B. Tacla

De 8 a 11 de julho de 2008, na Universidade Federal de São João Del Rei, Minas Gerais, realizou-se o III Simpósio Nacional (2ºinternacional) de Estudos Celtas e Germânicos, subordinado ao tema “Saber e poder entre celtas e germanos: formação, representação e transformação” que figura como subtítulo deste Livro de Atas. O Promotor do evento foi o grupo Brathair de Estudos Celtas e Germânicos, que, iniciado em 9 de julho de 1999 numa Reunião Nacional da Associação Brasileira de Estudos Medievais (ABREM) cumpria então nove anos de criação, mas que, embora recente, mantinha uma linha de atuação que começava a se constituir em tradição. Não sendo uma associação, mas um grupo de pesquisa, o GECG tem primado pela seriedade e cientificidade não só dos trabalhos do grupo, mas também dos convidados a participar na revista Brathair e nos simpósios e colóquios. É o que transparece neste volume de atas, onde o nível e qualidade dos textos dos contribuintes de outros países – Klaus Millitzer, Ramón Sainero, e Helmut Birkhan (ausente do simpósio por doença) – valoriza e ressalta os trabalhos dos convidados nacionais – Norma M. Mendes, Elisa Abrantes, Mônica Amim, e Rita C. M. Pereira – bem como dos membros do próprio grupo organizador.

Um livro de atas, porém, não reflete toda a amplitude do seu evento; neste caso há, além de conferencistas que por motivos alheios à sua e à nossa vontade não incluíram seu trabalho nas atas, mas sobretudo as dezenas de contribuições de estudantes que representaram um dos maiores objetivos e resultados do grupo Brathair: o estímulo aos jovens acadêmicos brasileiros para que se interessem pelos estudos celtas e germânicos e os incluam em seus projetos de vida intelectual, ao menos como parte de objetivos mais amplos, como os estudos medievais, e as influências da pré-história na cultura atual. Neste aspecto o Livro de Atas reflete bem o simpósio: são duas seções – Saber, poder e religiosidade (8 textos) e Literatura e preservação do saber (5 textos) abrangendo quatro momentos bem definidos ao longo da história cultural européia. No primeiro vemos a formação das tribos germânicas (Millitzer) e a organização do poder celta na Idade do Ferro (Tacla); no segundo sente-se o impacto do Império Romano (Mendes) e a proto-história romano-celta (Olivieri); no terceiro vemos a permanência forte dos celtas e germanos na formação da Europa medieval, quer na política (Lupi), quer na literatura (Amim, Pereira, Zierer) e na filosofia (Tôrres) com temáticas que se definem na cultura medieval a partir de fontes pré-históricas, indo até às raízes sânscritas (Sainero); e finalmente no período contemporâneo ressaltando a presença das tradições quer na imaginação de elfos e fadas (Birkhan) quer no romance (Abrantes).

Vejamos alguns traços gerais, ou mais marcantes, das duas áreas nas quais se distribuíram as pesquisas/palestras: política, e literatura. A formação da Europa a partir da desintegração do Império teve como um de seus fatores constantes e determinantes a consolidação de nações a partir da aglutinação de grupos, ou etnias (etnogênese); os elementos, ou focos aglutinadores foram diversos: na Idade do Ferro destacaram-se as chefias, embora a concepção sobre seu domínio seja contestada, mas que em diversas formas permaneceu ao longo dos séculos; no caso da Escócia as chefias foram importantes, mas a ação dos monges irlandeses (ou seus discípulos) foi preponderante para reforçá-las ideologicamente; entre as tribos germânicas pode destacar-se a importância da nobreza guerreira, enquanto na Lusitânia o sistema de economia imperial romano redefiniu a comunidade nativa.

Por outro lado, as forças que atuaram na formação das nacionalidades, e consequentemente da Europa como um todo, não foram apenas as lideranças mais evidentes, como os chefes, os monges, os nobres, e os comerciantes/empresários, mas também forças mais discretas, quase ocultas, que mantiveram identidades tradicionais, como as druidesas (ou o que a elas pode equivaler). Assim decorreu a Alta Idade Média, quando as tradições celtas e germânicas convergiram para a constituição das nacionalidades e reinos; posteriormente a consolidação destes reinos deu lugar a uma convivência, em que, no seio do cristianismo, na Baixa Idade Média, as lendas e contos antigos foram refeitos e recompostos em literatura escrita com abrangência mais ampla. É o caso do Mabinogion, coletânea de narrativas originárias do País de Gales, e da literatura em torno da demanda do Graal, esta de muito mais ampla circulação na Europa; nela se reflete e configura um conjunto de fontes – bíblica, heróica, cavalheiresca, cortês – que constitui uma das obras pedagógicas da cultura européia e ocidental.

Outro aspecto importante da contribuição celta e germânica para a formação da identidade européia está na Filosofia, já que, em questões antigas, como a existência de conceitos universais (que de fato respondem à pergunta: como pensamos?) problema que já vinha desde os filósofos de Atenas, a contribuição de teólogos de diversas origens étnicas, convergindo para uma discussão comum, mostrou como na Baixa Idade Média os celtas e germanos já eram, junto com italianos e outros povos, plenamente europeus, e parte integrante e atuante da civilização ocidental. Uma questão destacada em diversos trabalhos é a peculiar e forte presença da mulher nas sociedades celtas, revelada por diversos tipos de literatura e personagens: rainhas irlandesas e seus triângulos amorosos, adivinhas e videntes que deram continuidade à memória dos druidas, fadas e ondinas que ainda povoam a imaginação de crianças e adultos – “dominam o universo”, no dizer do Professor Birkhan – e estão presentes na literatura irlandesa contemporânea personificando a identidade celta.

Este Livro de Atas tem muitos méritos, e certamente um deles é o fato de ser a primeira publicação brasileira, em livro, com textos de pesquisadores brasileiros, sobre temas celtas e germânicos, antecipando-se assim às publicações de outros simpósios e colóquios do grupo Brathair que o precederam. Além disso, apresenta um panorama deste estudos, como se viu, tanto em amplitude histórica quanto temática, que, apesar do exíguo número (13) de títulos consegue ser uma introdução geral para quem se interessar pelo assunto. Finalmente as metodologias, pacientes e cautelosas, fundamentadas em extensas bibliografias e notas (num total de 33 páginas, 13% do texto, e 380 obras citadas) são o plano aval e garantia da seriedade e espírito científico com que se deve trabalhar, e se trabalha no Brasil, os estudos das culturas celtas e germânicas.

João Lupi – UFSC. E-mail: [email protected]


TÔRRES, Moisés Romanazzi; TACLA, Adriene B., e outros (coordenadores). Livro de Atas. III Simpósio Nacional e II Internacional de Estudos Celtas e Germânicos. São João Del Rei: UFSJ e Brathair, 2008. Resenha de: LUPI, João. Saber e Poder entre Celtas e Germanos. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.9, n.2, p. 46-47, 2009. Acessar publicação original [DR]

A Galicia celta | Antonio Balboa Salgado

Quem estudou, mesmo que brevemente, algumas questões da história e da cultura dos celtas já se deparou com as grandes divergências que aparecem entre os investigadores, sobretudo nos últimos anos. Os estudiosos dos celtas da Galiza (os castelhanos preferem que se diga Galícia) não fogem à regra, e não será difícil encontrar entre eles opiniões diferentes em pontos importantes da história dos celtas galegos (ou calaicos). Duas coisas são certas: que há hoje em dia muitos pesquisadores com trabalhos sérios e pesquisas alentadas, e que o acervo de conhecimentos obtido ainda não é suficiente para se dirimirem as divergências, algumas delas das mais relevantes e fundamentais, como as que Balboa Salgado coloca no início do seu livro: qual o conceito de celtas? Os galegos têm origens celtas?

Três são as posições básicas com que o A. abre a discussão: para os estudiosos mais conservadores, e para os nacionalistas galegos do século XIX, os celtas constituíam um povo que, em invasões e migrações, disseminou pela Europa ocidental uma cultura bem identificada e distinta das demais – mas hoje, tais invasões são muito discutíveis, e as idéias de povo e de cultura celta devem entender-se com muita variedade de concretizações, e flexibilidade de definição. A reação contrária seria a segunda opinião, e consistiu em negar a própria existência dos povos e culturas celtas, que não seriam mais do que construções literárias, às vezes com propósitos políticos separatistas; também esta posição cética radical não é mais aceitável, frente à convergência de inúmeros testemunhos e pesquisas, que constituem o arcabouço da metodologia do autor. Embora ainda se encontrem estudiosos que mantêm opiniões próximas a estas duas antagônicas a posição atual, que Balboa segue, é crítica sem ser negativa. É neste sentido, cuidadoso, e procedendo por análises precisas dos vestígios encontrados, que Balboa empreende seu trabalho de exposição geral do celtismo galego. Nele recolhe e completa três publicações suas sobre religião, guerra, e língua, que permanecem como os capítulos do livro. Como é de praxe em obras desta natureza o autor começa por apresentar as narrativas de antigos escritores gregos e romanos – Estrabão, Pompônio Mela, Plínio, Floro – sobre os diversos povos calaicos; passa ao estudo das inscrições em estelas funerárias e tésseras; como nestas os indivíduos se dizem celtas, da comparação entre elas e as narrativas, e outros dados arqueológicos, Balboa conclui que na Galiza Romana (a Galécia) e pré-romana existiram povos que se consideravam, e eram considerados, celtas. Destes dados iniciais retira ainda o autor duas hipóteses: a existência de chefias locais, e a importância da hospitalidade na sociedade galega antiga.

É sobre tais elementos preliminares que Balboa vai construindo o esboço geral da Galiza celta, sempre confirmando a celticidade com novos dados obtidos, sobretudo pela arqueologia. Na religião o A. destaca os santuários esculpidos na rocha no alto dos montes, mostrando a existência de sacrifícios e daí a possível existência de uma classe religiosa; analisando porém as referências ao tema supõe que as pessoas encarregadas do culto teriam organização e poderes inferiores aos dos druidas de outras regiões célticas. As poucas alusões aos deuses – nomeadamente Lug, em Lugo – que se encontram, mormente epigráficas, mostram também certa afinidade com o panteão de outros povos celtas. Muitos outros topônimos e termos referentes a objetos têm origem evidentemente celta, e é destes paralelismos que o A. se serve amplamente para confirmar sua suposição de que os galegos têm origem celta indiscutível.

Balboa faz constantes referências aos celtiberos e particularmente aos lusitanos, que viviam em estreita vizinhança com os calaicos do sul, o atual Norte de Portugal, entre Douro e Minho. Faz muitas alusões à Irlanda, tanto no vocabulário como em aspectos da sociedade (juramentos, irmandades) – relação histórica que conhecemos bem através de Raimón Sainero, palestrante do simpósio do Brathair em São João Del Rei (cf. resenha do Livro de Atas). Tal como Sainero e outros pesquisadores, Balboa procura por vezes enquadrar os traços celtas da Galiza no quadro mais amplo indoeuropeu. Mas por vezes deixa passar, ou esquece, alusões que poderiam reforçar esse paralelismo, como no topônimo Eburia, e Eburus, que ele cita e que corresponde ao de Évora em Portugal e a York na Nortúmbria; ou o gaulês Dumnorix, o Rei da Fortaleza, que poderia ter comparado com dun, ou duns, povoado fortificado, na Escócia. Aparte estas e outras falhas menores (falta de mapas com os nomes das atuais localidades e rios que ele cita) o livro é muito bem documentado com imagens e mapas antigos, e é de elogiar a variedade de fontes e, sobretudo, o uso criterioso dos textos.

João Lupi – UFSC. E-mail: [email protected]


BALBOA SALGADO, Antonio. A Galicia celta. 2ª edição. Santiago: Edicións Lóstrego, 2007. Resenha de: LUPI, João. Os galegos têm origens celtas? Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.9, n.2, p. 44-45, 2009. Acessar publicação original [DR]

Sagas Islandesas / Brathair / 2009

Dentre toda a produção literária do medievo, certamente as sagas islandesas ocupam um lugar diferenciado, seja pela grande quantidade, diversidade ou qualidade do material preservado. Certamente, elas poderiam ter tido um impacto muito maior na cultura ocidental, caso tivessem sido preservadas em uma língua com influência continental mais abrangente, como foi o caso do antigo inglês, antigo saxão e antigo-alto-alemão. Em todo caso, as sagas constituem um foro privilegiado das atuais pesquisas sobre a Escandinávia e a Europa Setentrional, não somente para refletir sobre o mundo nórdico, mas também para evidenciar sua influência sobre a Europa medieval e, ao mesmo tempo, demonstrar as conseqüências e marcas culturais por elas legadas. Estas estão presentes até nossos dias, seja no cinema, seja na literatura (como nos livros de Tolkien), seja na cultura de massa. A própria palavra saga transformou-se em sinônimo de uma ação aventuresca e heróica, tanto no umbral da História quanto no da Ficção. Nada mais justo do que se investigar a recepção e a estrutura destas fontes para o contexto da própria época em que foram elaboradas.

A revista Brathair foi pioneira na elaboração de pesquisas sobre Escandinávia Medieval em nosso país, com a publicação de artigos, resenhas e entrevistas acerca desta temática desde 2003. Com a elaboração desde dossiê específico sobre sagas islandesas, percebemos que o interesse por parte tanto de graduandos quanto por professores e medievalistas no estudo das fontes escandinavas vem se ampliando e diversificando bastante, além do que nota-se o crescente contato e participação de pesquisadores estrangeiros, presentes desde a primeira edição da Brathair.

O dossiê inicia-se com o artigo da professora Chiara Benati, Faroese Oral Tradition and Icelandic Saga: The Case of the Ásmund Cycle, tratando de como a tradição literária de Asmund foi recepcionada no contexto sócio-cultural das ilhas Faroe, um aspecto pouco explorado pelas pesquisas, bem como apresentando algumas discussões sobre a relação entre oralidade e sagas islandesas.

Em seguida, o artigo de Ricardo da Costa e Renan Birro, Os ricos proprietários rurais e a cristianização da Islândia (sécs. IX-XIII), trata de um tema importante mas ainda pouco explorado em nosso país: a transformação religiosa da Europa Setentrional durante o medievo.

O professor João Bittencourt contribuiu com o artigo Aventura e Magia no Mundo das Sagas Islandesas, apresentando uma excelente sistematização de alguns temas relacionados à magia nas sagas islandesas.

Por sua vez, o artigo de Johnni Langer Galdr e feitiçaria nas sagas islandesas: uma análise do poema Bulusbæn analisa especificamente as concepções sobre a feitiçaria nórdica durante a Baixa Idade Média.

Outro trabalho relacionado às crenças religiosas dos escandinavos é Mito e magia na Volsunga saga, de Claudio Moniz, em que o autor discorre sobre uma das mais importantes criações literárias medievais, recentemente traduzida para o português.

Em outra perspectiva, o tema dos mercenários é examinado no artigo Os varangos nas sagas islandesas, de Théo Moorsburger, discutindo a relação entre História e Literatura Nórdica.

Outra contribuição internacional faz-se presente com o artigo Der lautlose Weg zur Walküre: von Nibelungenlied zu Prosaedda, de Peter Hvilshøj Andersen, que examina as conexões entre mito e literatura, especialmente nas sagas islandesas e literatura germânica.

A seção de tradução foi contemplada com a importante contribuição de Mariano Gonzales Campo, que apresenta a inédita tradução ao espanhol da Óláfs saga kyrra.

O dossiê encerra-se com a entrevista do escandinavista alemão Rudolf Simek, uma das maiores referências aos estudos nórdicos em línguas germânicas.

Esperamos que a presente edição especial possa despertar um maior interesse nas novas gerações de pesquisadores, além de servir como referencial bibliográfico e de pesquisa. Agradecemos todos os que apóiam os estudos celtas e germânicos em nosso país e prestigiam a revista Brathair.

No momento da redação deste dossiê, fomos informados do falecimento do escandinavista Claudio Moniz, associado ao NEA-UERJ e pesquisador de mitologia nórdica. Fica aqui nossa homenagem a um importante colaborador do grupo Brathair e esperamos que seus trabalhos iluminem as futuras gerações de germanistas!

Johnni Langer – Professor Doutor (UFMA). E-mail: [email protected]

Álvaro Bragança Júnior – Professor Doutor (UFRJ). E-mail: [email protected]


LANGER, Johnni; BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro. Editorial. Brathair, São Luís, v.9, n.1, 2009. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

Estudos Celtas e Germânicos em Perspectiva / Brathair / 2009

Atualmente, os estudos celtas e germânicos têm ocupado cada vez mais espaço tanto nas disciplinas acadêmicas, em eventos científicos, como também tem ampliado seu escopo para obras de popularização, encontradas facilmente em livrarias e editoras. Historiadores, arqueólogos, lingüistas, críticos literários, geógrafos, gastrônomos, entre outros, voltam cada vez mais seu foco de estudo para os celtas e germanos. Com os olhos direcionados para esta perspectiva, a revista Brathair apresenta o dossiê Estudos Celtas e Germânicos em perspectiva, em que pesquisadores brasileiros e estrangeiros apresentam suas atuais investigações neste sentido.

O primeiro artigo, The Scandinavians in Poland: a re-evaluation of perceptions of the Vikings, de Gregory Cattaneo, realiza uma criteriosa investigação sobre a percepção dos vikings no imaginário europeu contemporâneo, especialmente as apropriações nacionalistas e ideológicas dos escandinavos para a Polônia. Um tema extremamente importante, não somente pelas escassas pesquisas nesta área, mas pela relação entre o passado material e seus usos nas sociedades modernas.

Em seguida, Gustavo H. Sartin realiza a reflexão teórica: O surgimento do conceito de “Antiguidade Tardia” e a encruzilhada da historiografia atual, rediscutindo as fronteiras entre o mundo antigo e o início da Idade Média, onde os povos germânicos – ou “bárbaros”, no sentido clássico e pejorativo – tiveram um papel fundamental.

Em relação aos povos germânicos do período de migração, temos ainda a importante tradução de Alexandre Ribas de Paulo, Origo Gentis Langobardorum, o primeiro texto escrito pelo Longobardos (c. séc. VII). Na seção de resenhas, Johnni Langer analisa o livro Vikings, a era dos conquistadores, de Philip Wilkinson, discutindo sua inserção no papel de divulgação e popularização dos escandinavos medievais.

Em seguida, o professor João Lupi resenha duas obras. A primeira, A Galícia celta, de Antonio Balboa Salgado, discute a questão de identidade céltica dos povos ibéricos, em especial, os galegos. A segunda obra resenhada é Saber e Poder entre Celtas e Germanos, onde faz um balanço da produção acadêmica envolvendo os estudos de celta e germanos, particularmente este sendo o resultado de um evento promovido pelo grupo Brathair.

E para terminar a edição, uma entrevista com João Lupi (UFSC), a respeito dos estudos celtas e germânicos no Brasil.

Agradecemos aos leitores da revista Brathair o apoio e o prestígio por todos estes anos de sua publicação, que completa exatamente uma década de existência. E convidamos os pesquisadores para participarem de nosso próximo número, cujo dossiê será: Paganismo e cristianismo entre celtas e germanos.

Johnni Langer – Professor Doutor (UFMA). E-mail: [email protected]

Luciana Campos – Professora Mestre (UFMA). E-mail: [email protected]

CAMPOS, Luciana; LANGER, Johnni. Editorial. Brathair, São Luís, v.9, n.2, 2009. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

Dossiê / Brathair / 2010


Brathair, São Luís, v.10, n.1, 2010. Acessar dossiê [DR]

 

Amazônica | UFPA | 2009

Amazonica Revista de Antropologia da UFPA Amazônica | UFPA

Amazônica  – Revista de Antropologia da Universidade Federal do Pará (2009) é um periódico científico internacional, voltado a promover o debate, a construção do conhecimento e a veiculação de resultados de pesquisas científicas relativas às populações nativas da região Amazônica, nos quatro campos da antropologia.

Amazônica pretende ser um fórum de debates para integrar cientistas que atuam nos diversos países amazônicos, de forma a romper as barreiras nacionais que têm mantido suas produções científicas isoladas e dificultado o diálogo.

Incentiva-se a publicação de artigos de cunho transdisciplinar e resultados de pesquisas que envolvam equipes interinstitucionais e transnacionais.

São também aceitos trabalhos que, ainda que não versem sobre sociedades amazônicas, tenham importância inequívoca para o avanço do conhecimento científico sobre a região.

Uma vez que essa é uma revista transdisciplinar e transnacional, os autores deverão ser capazes de expor suas idéias de forma compreensível para cientistas das diversas nacionalidades e das diversas disciplinas que estudam a diversidade e variabilidade da experiência humana.

São aceitos artigos em português, inglês, espanhol e francês. A revista publica artigos originais inéditos, relatórios de pesquisa, notícias de pesquisas em andamento, resenhas, traduções, resumos de teses e ensaios fotográficos.

Periodicidade: Semestral, publicada em março e setembro.

Esta revista oferece acesso livre imediato ao seu conteúdo, seguindo o princípio de que disponibilizar gratuitamente o conhecimento científico ao público proporciona maior democratização mundial do conhecimento.

ISSN 2176-0675 (Online)

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Antropologia Social/Cultural., Arqueologia., Linguística., Antropologia Física/Biológica.

Estudios Históricos | CDHRPBVR | 2009

Estudios Historicos Uruguai Amazônica | UFPA

Estudios Históricos (Rivera, 2009-) é a revista eletrônica no Centro de Documentación Histórica del Río de la Plata y Brasil Dr. Walter Rela (Rivera-Uruguay).

Es con enorme placer que nos dirigimos a ustedes para hacerles llegar el primer ejemplar de la revista digital Estudios Históricos, medio de comunicación académica que hemos creado en el ámbito del Centro de Documentación Histórica del Río de la Plata y que está abierto a la participación y colaboración de todos ustedes desde este momento.

Estudios Históricos es un nuevo espacio académico destinado a la difusión de los conocimientos, investigaciones, ensayos, seminarios, encuentros, entrevistas, proyectos de investigación en curso, en los campos de la Historia, Geo-Historia y Antropología, en sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales, que se desarrollan en la cuenca del Plata, entendiendo por tal a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, sin perjuicio de divulgar trabajos provenientes de América, Europa y otros partes del mundo.

La pluralidad de ideas y miradas sobre los diferentes temas nos anima a pensar que este será un espacio de reflexión crítica, sobre nuestras disciplinas, un punto de encuentro y enlace entre investigadores de diferentes lugares.

[Periodicidade semestral]

ISSN 1688 5317

Acesso livre

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Counting the dead: The culture and politics of human rights activism in Colombia – TATE (A-RAA)

TATE, Winifred. Counting the dead: The culture and politics of human rights activism in Colombia. Berkeley: University of California Press, 2007. 400p. Resenha de: STEMPER, David M. Antípoda – Revista de Antropolgía y Arqueología, Bogotá, n.8 jan./jun., 2009.

The 1989 murders of three Colombian presidential candidates and the end of the Cold War marked the beginning of another phase in this Andean nation’s decades of civil strife. since then, tens of thousands of Colombians have died and 3.8 million—disproportionately Afro-Colombians—have been internally displaced due to political violence. Much of the violence occurs in massacres that make the flesh creep. In Counting the Dead, Winifred Tate attempts to empower the victims of human rights violations in Colombia. she successfully accomplishes the goal of “making them count.” An unintended consequence of human rights (HR) activism is that the paramilitary death squads received training in international humanitarian law. Now, thugs avoid murdering more than four people at the same time and place, the international definition of a massacre. Instead they use chainsaws to cut up the victims, burying legs in different pits or in scattering arms across the landscape and along the rivers.

Tate has spent much of the last 18 years participating in and conducting fieldwork on Colombian human rights. Te seven chapters and 40 pages of endnotes (some of the best writing of the book) reflect her thorough understanding of political violence in the Andes. Te book provides an institutional ethnography of three types of Colombian activists and professionals—nongovermental organizations (NGOs), state agencies, and the military. Secondary actors are Colombian guerrillas, paras, and police, and international NGOs and United Nations and government agencies. She examines a 30-year history of changes, identifying three phases: the start and consolidation of HR activism from the late 1970s to the end of the Cold War (1989-91); HR professionalization from the rewriting of the Constitution in 1991 (creating new legal mechanisms such as tutela and an Office of HR Ombudsman) to september 11; and the period of the War on Terrorism to the book’s completion in 2007. Te main focus is 1989 to september 11, 2001 and the efforts by NGOs, government officials, and the military to classify violence and assign responsibility. Obvious, sensible, and always in need of repeating, her argument is that statistics about violent deaths are embedded in politics, cultural practices and traditions, and stakeholders’ contesting the meanings of why paras, narcos, the Army, or the guerrillas annually murder hundreds of Colombians.

Te author capably handles the book’s key concepts—agency, discourse and frames, public transcripts, the troubling HR trade offs between individual versus collective and community responsibilities, impunity, genocide, “intermesticity” (international and domestic issues conflated as in what makes an NGO “international”), networks and nodes of activists (based on Manual Castells’ essays), among several others. Her use of Michael Taussig’s insights on the emotions and meanings of political death and terror in Colombia is as deft as it is subtle. One of the most superbly used concepts is political culture (pg. 35 and note 5). Mixing together the best of the reasoning of sally Engle Merry, Eric Wolf, and others, with the brilliant writing of the Colombian maestro of history, Marco Palacios, Tate defines the concept as ” how individuals imagine their relations to the state as well as the institutions that channel political power and participation.” This case study of Colombian HR is an excellent example of why political culture is still one of anthropology’s most important theoretical tools.

A minor comment about the book is what Tate did not include but might want to an a second edition of this description of human rights, violence, conflict resolution that will influence future work in the field. One suggestion would be a chart with milestones that date when the groups listed in the abbreviations began or ended their noteworthy activities. such a chronology might include names and dates of presidents and other major actors. It would benefit readers unfamiliar with Colombia and make visible at a glance the changes in political culture. A second suggestion is to include on the map more names of the major localities made infamous due to murders by the military, paras, and guerrilas or famous due to the efforts to create peace (Apartadó, Chengue, Maparipán, Puerto Elvira, Trujillo, etc.). A final suggestion is to describe more about the police and their recent participation in defending human rights in Colombia’s big cities, the role of activists outside of Colombia such as the “Colombia Support Group in Madison, Wisconsin,” and the findings of Victoria Sanford on Colombian death squads and peace communities.

There is also some fuzzy writing and insufficient description of the interview methodology. Te overuse of concepts such as “production,” “sites,” and “landscape” is distracting. Not all of Colombian impunity, refugees, and HR reports would seem to merit interpretation as “produced” nor perhaps should a United Nations Commissions be described by Colombian HR activists (page 179) as “their ability to view this landscape as a locality.” Equally confusing, almost annoying, are descriptions of interviewees as “dressed in the uniform of a midlevel state official, pink shirt and blue tie and big watch (pg. 237),” “a lawyer, one of many in cheap suits and polyester ties (pg. 248),” “a petite blond …with careful makeup and substantial gold jewel (pg. 272),” and “chubby, dark-skinned mestizo (pg.282).” Reliance on office waiting rooms “as rich fieldwork opportunities,” in which the types of posters (Che Guevara or international scenes) and furniture are the bases for interpretations of “class differences” among NGOs are not convincing (pgs. 153, 185, 237). A couple of sentences are incomprehensible: “My experience as the receptacle for fantasies of global connection was just beginning, however.” (pg.177).

Research methods involved a careful review of documents in archives in several countries, participant observation in public forums and conferences, and approximately 61 open-ended interviews (pg. 16-17). It is unclear whether Tate conducted the interviews with a questionnaire. This requires further explication. A questionnaire and responses that were described in an appendix or the endnotes, perhaps even tabulated to allow others to skim them for correlations, would highlight even more one of Tate’s fascinating findings about emotions, identity, and social movements. For example, most activists answered questions about why they were motivated to risk their lives with the word “mística” (mystique or otherworldliness, pg. 148). But what does this mean? Description of the questions and general background on the respondents would allow even greater understanding of the Colombians creating these social movements. Is “mística” more frequent among women than men? Older Colombians from small towns and rural areas or only those from big cities? Catholics, Protestants, or non-believers? College educated and having traveled outside Colombia or high-School educated with few visits to Bogotá or travel on a plane? such information would give Tate’s analysis of Colombian social movements greater weight. More information about the questionnaire, respondents, and their answers would help decide which of Max Weber’s notions on the significance of congregational and ethical religion to broad sociocultural transformations are relevant. This ethnography clearly confirms some of Weber’s insights. More methodological rigor is necessary to decide on which notions the findings on Colombian HR activism cast serious doubts.

Readers most likely to benefit from this book are those interested in social movements, emotions and activism; religion and change; the military’s relation to society and paramilitaries; and the unintended consequences of the Colombian and U.S. “war” on drugs and terror. All of them will agree with the author’s policy prescription: Colombians need to rein in their security forces, bring more of the human-rights abusers to justice, and strengthen the rule of law. such a “culture of lawfulness” would go far to ending the country’s more than 60 years of violence during which plata o plomo, a bullet or a bribe, has made the rule of law a loser.

Overall, Winifred Tate has penned a persuasive history of a region and topic that have been both misunderstood and neglected. Her efforts to inspire—or, if necessary, shame—individuals, companies, organizations, and governments into honorable behavior are exhaustive and creative.

David M. Stemper – Adjunct Associate Professor, School of International Service, American University Washington, D.C. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Alfareros del Imperio Huari. Vida Cotidiana y Áreas de Actividad en Conchopata – PARAVICINO (C-RAC)

PARAVICINO, José Ochatoma. Alfareros del Imperio Huari. Vida Cotidiana y Áreas de Actividad en Conchopata. Lima: Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, 2007. pp. 328p. Resenha de: LOZA, Carmen Beatriz. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.40, n.2, p.235-237, dic. 2008.

La reciente aparición del último libro del arqueólogo y antropólogo peruano José Ochatoma Paravicino ofrece numerosas pistas de investigación futuras al haber presentado un enfoque novedoso sobre la vida cotidiana y las áreas de actividad de Conchopata (Andes Centrales). Se trata de un conocido centro secundario Huari, en Perú, cuya principal actividad estuvo concentrada en la producción especializada de cerámica fina con iconografía y acabado magistral, la cual fue posible de producir dentro de un patrón jerárquico. El esfuerzo investigativo del autor consistió en proponer la comprensión de la utilización del espacio, la organización de la producción y los sistemas de creencias y rituales entre los Huari durante el siglo IV. Todo esto planteando la discusión de categorías arqueológicas y antropológicas que se redefinen y aclaran a la luz de los datos empíricos de Conchopata, sitio arqueológico situado al noroeste de la Plaza Mayor de la ciudad de Ayacucho, pero cuyas evidencias se dispersan hasta las inmediaciones del aeropuerto.

Este libro fue escrito a partir de la redacción de su tesis para obtener el grado de Doctor en la Universidad Nacional Autónoma de México, bajo la dirección de la arqueó loga mexicana Linda Manzanilla Naim. La estructura del libro refleja una arquitectura de un trabajo académico desarrollado en siete capítulos (incluidas las consideraciones finales). La elección del terreno de investigación no fue hecha al azar, más bien se funda en apreciaciones anteriores que caracterizaban el sitio de Conchopata como un gran centro de producción cerámica, excavado por el propio autor en distintas oportunidades.

Apoyado en esos antecedentes, se propuso excavar y analizar la evidencia arqueológica considerando diversas escalas de análisis. Así, “la unidad mínima es el área de actividad, luego la unidad doméstica y, en una escala jerárquica mayor estaría la vida cotidiana”. Su objetivo principal consiste en comprender el ámbito de la organización social ligada a la subsistencia y la reproducción familiar. En esa línea se centró en el análisis de la producción de cerámica ahondando en todas sus etapas, observando paralelamente la ideología de la fabricación y distribución tanto en las áreas ceremoniales y las tumbas, como en los depósitos de ofrendas.

El primer capítulo es esencial porque sirvió de piedra angular para plantear la discusión sobre los linea-mientos teóricos que servirán de lazos con los capítulos siguientes, donde se utilizó la información arqueológica a la luz de muchas de las nociones claves y elecciones metodológicas utilizadas a lo largo del texto. De este modo, presenta el corpus teórico donde se discuten conceptos centrales. Por un lado, aquéllos que están muy relacionados con el análisis del espacio: áreas de actividad, unidades domésticas y espacio social. Por el otro, conceptos más técnicos como especialización artesanal y taller. El conjunto de esas nociones es revisado tomando en cuenta tanto la bibliografía internacional como aquella producida localmente a partir de evidencia arqueológica de Conchopata.

Mientras que en el segundo capítulo se muestra el entorno ambiental complementado con la descripción geomorfológica que sirve de sostén para el análisis de los recursos no metálicos como la arcilla y sus bancos que servían para la producción de la cerámica en gran escala. Téngase presente que la especialización se debe a que los pobladores de Conchopata tenían dificultades para dedicarse a la agricultura, pero supieron sacar partido de la abundancia de mantos arcillosos convirtiéndose en eximios especialistas alfareros. Dentro de este mismo capítulo se repasan, en una perspectiva de larga duración, las visiones sobre el sitio desde 1492 hasta las investigaciones anteriores al 2007. Justamente, gracias a ese balance bibliográfico se revela que esos análisis se habrían centrado en la taxonomía descriptiva de cerámica, aislando el contexto social de producción.

El tratamiento de la esfera de reproducción familiar se desarrolla, ampliamente, en el tercer capítulo apoyado en la cerámica “doméstica” o “utilitaria” como una fuente sin parangón para entender la reproducción social, a pesar de lo subestimada que estuvo por los estudiosos de Conchopata. Por esa razón, fue necesaria una propuesta de clasificación morfológica de los diversos tipos de vasijas a fin de distinguir: la preparación de alimentos, el servicio y consumo de alimentos, el transporte y entrenamiento. También, la evidencia arqueológica permitió distinguir fuera del área de la cocina otras más: la del descanso, almacenamiento, patios y basurales.

El cuarto capítulo está dedicado a la esfera de la producción cerámica. Dos dimensiones bien definidas lo caracterizan: Por un lado, una presentación del espacio arquitectónico mostrando las áreas definidas de producción alfarera y grandes concentraciones de herramientas y desgrasantes. Por el otro, la tecnología para la producción, aspecto que es tratado de manera más extensa. Por ejemplo, se precisa el empleo de azadas y azadones multifuncionales, las porras discoidales perforadas y los batanes. Apoyado en esa información, nos introduce al manejo de la preparación arcillosa y su amasado. El autor muestra claros ejemplos del empleo de moldes que servían para dar cuerpo a las cerámicas cocidas en hornos cerrados ubicados al interior de las unidades habitacionales. Importante evidencia de la utilización de un alto nivel tecnológico.

El quinto capítulo reconstruye la arquitectura de las unidades domésticas dentro de un contexto urbanístico cuyo estilo correspondería a “horizonte arquitectónico ortogonal celular”. Mostrándonos que Conchopata fue “sede de una ciudad muy importante que al parecer, en sus primeras fases, competía con la metrópoli Huari”. Justamente en ese momento de pugna se produjo la especialización cerámica. Para entender mejor los patrones arquitecturales se presentan las características de muros, pisos, accesos, hornacinas, áreas abiertas, banquetas y canales de drenaje.

El sexto capítulo está relacionado a la esfera ideológica de la cotidianidad. Se identifican los diversos contextos: las áreas ceremoniales, las ofrendas y los sistemas de entierros. Para estos últimos se propone una tipología a partir de los componentes básicos. Uno de los indicadores más valiosos es el análisis de la cerámica en particular de las vasijas rituales y votivas. Estos temas son complementados por la información arquitectónica sobre los entierros dentro de las unidades domésticas, lo cual es un elemento importante de la cosmovisión de los habitantes de Conchopata. Este dato es esencial porque nos permite ampliar las informaciones sobre los espacios ceremoniales cerrados y abiertos.

Finalmente, el séptimo capítulo de manera sintética presenta los logros de la excavación dando coherencia a la diversidad de temas desarrollados en los seis capítulos precedentes. Reafirma su idea de que las condiciones ambientales fueron esenciales para la ocupación de Conchopata. Plantea que se produjo en “una etapa previa al Estado Huari donde el crecimiento de la población habría generado el desplazamiento de algunos agricultores hacia las zonas de baja productividad agrícola, quienes en su afán de obtener los recursos necesarios para su subsistencia, se habrían especializado en la producción de cerámica”. Posteriormente se dedicaron tiempo completo a esa actividad bajo el mando de las élites dominantes Huari.

El autor nos propone la noción de vivienda-taller alfarero como un espacio aislado si no más bien conectado con otros espacios habitacionales y ceremoniales. Esto significa que existía una multifuncionalidad de los sitios donde se desarrollaban diversas actividades domésticas o rituales. Existían algunos talleres donde se producía cerámica a tiempo completo y otros a tiempo parcial, pero sea cual fuere la modalidad parecería que sirvió para pagar tributo entre otros productos manufacturados.

Algunas habitaciones guardaban secretamente a los muertos (con quienes convivían), pero también se construían mausoleos para éstos. El culto a los antepasados fue central, al igual que el denominado “Dios de los Báculos y otras deidades”. El estudio de la ideología religiosa se constituyó en una clave para entender el posterior abandono de Conchopata.

En suma, el libro de Ochatoma Paravicino, a diferencia de muchos trabajos donde la teoría no se armoniza con los datos empíricos, es un caso donde existe una buena sincronización. Además, el libro tiene el mérito de presentar una revisión bibliográfica exhaustiva de un arco temporal bastante amplio: desde 1927 hasta 2007, sobre los trabajos realizados en Conchopata y en torno al sitio. El examen pasa obligatoriamente por los estudios locales peruanos y los resultados obtenidos por los investigadores extranjeros interesados por Conchopata. Señalo esto como algo provechoso, pues en algunos estudios internacionales se prescinde de los trabajos arqueológicos andinos locales, sin que ello problematice a los autores sobre lo fragmentario de sus estados de arte. En todo caso, la presentación cronológica de la bibliografía debió ser mejor articulada en la narrativa del autor porque se presenta como una sucesión de fechas, cuando sabemos que reflejan cambios teóricos o metodológicos que se fueron produciendo en la ciencia arqueológica.

El centro de la reflexión estuvo claramente explicitado al recrear la cotidianeidad que, como lo reconoce el autor, ha sido una temática sumamente compleja para su estudio. Al igual, que la demostración de la especialización jerarquizada de la producción alfarera que habría permitido la definición y la legitimación de las élites locales Huari.

Queda claro a través del libro que las élites Huari organizaban el trabajo de los alfareros, logrando que algunos se especialicen en la producción de bienes utilitarios de amplia distribución. Mientras que otros vendrían a ser “especialistas agregados” encargados de prestar servicios a un patrón. El autor ahonda en el aspecto de la especialización gracias a las excavaciones de los sitios habitacionales y deja claro que existía un pequeño grupo de especialistas en cerámica fina con rica iconografía. Al respecto, es importante señalar que en el último capítulo la problemática de la cerámica es abordada de manera dispersa y redundante, lo cual habría podido evitarse con una puntualización temática en uno solo de los apartados.

Algo semejante sucede a nivel narrativo con la problemática de los rituales domésticos cuya evidencia material -en restos de camélidos, cuyes o conchas enterrados en pequeñas fosas cavadas en las paredes- merecería alguna comparación y una mayor profundización. En todo caso, este y otros aspectos forman parte de los avances, y nuevas propuestas para la comprensión de la sociedad Huari, dignos de dilucidarlos, debatirlos y problematizarlos en el futuro a la luz de esta importante publicación sobre Conchopata.

Carmen Beatriz Loza – Directora de Investigación INBOMETRAKA, La Paz, Bolivia.

E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Norse warfare: unconventional battle strategies of the ancient viking | Martina Sprague

Os escandinavos são alguns dos mais famosos guerreiros do medievo. Suas ações de pirataria e feitos militares são popularizadas pelo imaginário e cultura de massa até nossos dias, ao mesmo tempo em que constituem temáticas de investigações pelos acadêmicos contemporâneos, sempre buscando compreender o impacto nórdico no continente europeu: “Os vikings estavam entre os povos mais belicosos e resistentes que jamais assaltaram a civilização” (Keegan 2006: 372).[1] A maior parte dos pesquisadores vêm buscando explicações para o sucesso das empreitadas nórdicas, geralmente dentro de dois referenciais, um interno – que procura as motivações dentro dos próprios valores sociais e culturais da Escandinávia, e outro externo, relacionado principalmente com os fatores econômicos, políticos e sociais da Europa cristã.[2]

Em sua recente obra, Norse warfare, a historiadora Martina Sprague [3] estrutura a maior parte de suas problemáticas de investigação dentro do referencial internalista. Deste modo, o livro pode ser dividido em três partes distintas: a que engloba os capítulos 1 ao 4, referente às características gerais da sociedade escandinava e do estilo de vida dos vikings; uma segunda abrangendo a tecnologia náutica, equipamentos militares e técnicas de batalha (capítulos 5 a 7) e a terceira, exemplificando o tema com guerreiros famosos (capítulos 8 a 15).

O primeiro capítulo (Raids on the Christian world) trata do impacto causado pelas incursões de pirataria e pilhagem dos nórdicos pela Europa nos séculos VIII e IX d.C. A autora reconstrói as incursões por meio de diversas fontes não escandinavas (como os Anais de São Bertin, As crônicas anglo-saxãs, cartas de Alcuino, a Gesta Normannorum, entre outras), mas procurando sempre contrastá-las com fontes escandinavas (especialmente as sagas), buscando assim uma reflexão histórica que consiga atingir as motivações sociais e culturais destas atividades – não ficando apenas nos estereótipos e imagens degradantes fornecidos pelos povos atingidos. Inclusive, a imagem dos raids vikings como desorganizados – muito comum nas fontes nãoescandinavas – é contestada pela autora: os ataques surpresas realizados por pequenos grupos criavam uma idéia de caos a povos acostumados com a presença de exércitos regulares, seja para manutenção da ordem quanto em ações militares. O modus operandi típicos destes grupos atacantes (entrar, assaltar, enriquecer e sair) é competentemente comparado por Sprague aos soldados de forças especiais dos tempos contemporâneos, onde o ataque de pequenas unidades com objetivos específicos e bem determinados, o uso de táticas, maneabilidade, flexibilidade, rapidez, surpresa e boa comunicação fazia toda a diferença: deixou boa parte das forças militares européias sem ação, alterou o panorama político e intranquilizou boa parte das populações européias da Alta Idade Média.

Os capítulos 2 (Live hard, Die with honor) e 3 (Going a-Viking) aprofundam o entendimento do papel do guerreiro na cultura nórdica, especialmente como os ideais de força, lealdade e coragem encontravam respaldo na religiosidade, na política e nas leis. A experiência de “sair como um viking”[4] não somente concedia oportunidade aos jovens para obterem uma melhor formação e experiência militar, mas também um melhor status na sociedade. No caso dos adultos, tanto o enriquecimento quanto as motivações religiosas eram impulsionadoras destas participações. A figura do líder demonstra essa ideologia: o guerreiro mais forte, de maior coragem e com mais sucesso nas batalhas era o indicado ao papel de comando, sempre coadunado com os modelos heróicos da tradição oral e religiosa.

A autora também concede um pequeno vislumbre na questão dos mais polêmicos guerreiros da Escandinávia Viking, os berserkers (no nórdico antigo – plural: berserkir; sing.: berserkr). Estes constituíam um grupo militar de elite, associado diretamente às crenças odínicas (da qual seriam inspirados no momento de fúria alucinada) e utilizados em operações terrestres no front da formação (para um primeiro ataque e choque) e em batalhas náuticas para proteger o navio real.[5] A autora preocupa-se em tentar explicar o estado alterado de consciência destes guerreiros pela teoria mais tradicional, surgida durante a década de 1950, a de que estes utilizariam bebidas e substâncias alucinógenas (como o fly acaris e a Amanita muscaria), mas não elenca os experimentos mais recentes que a questionam totalmente, comprovando a limitação da capacidade de batalha pelos efeitos colaterais provocados no guerreiro. A historiadora conclui o tema, afirmando que os berserkers eram muito admirados e temidos, mas o seu emprego militar foi limitado no período viking, devido à exigência de lealdade e confiança para os padrões sociais verificados no período, algo questionável, visto que a representação destes personagens nas sagas é variável e algumas vezes pode ter sido influenciada pelo referencial do período cristão em sua elaboração textual. De qualquer maneira, algumas fontes (como a Egil saga einhenda ok Ásmundar berserkjabana 8) apresentam os berserkers como soldados de extrema confiança do rei, realizando operações especiais a seu mando. A relação entre a percepção social e o registro histórico-literário é algo ainda passível de várias abordagens para o futuro (as formas de representação literária dos berserkers não dependeriam originalmente de sua percepção para os camponeses da Escandinávia viking, que os temiam, e a aristocracia, que contratava seus serviços e os enaltecia?)

Os capítulos 4 (Building the ship) e 5 (Seamanship and navigation) aprofundam a questão do grande referencial tecnológico dos escandinavos em relação aos métodos europeus do período, o navio de guerra, “um recurso contra o qual nenhum reino europeu tinha antídoto” (Keegan 2006: 371). O sucesso das empreitadas dos vikings não se explica somente pela sua superioridade tecnológica, mas também pelo grande conhecimento de navegação, orientação e sobrevivência pelo litoral (navegação de cabotagem) e alto mar, especialmente pelo Atlântico Norte. O navio adapta-se perfeitamente ao tipo de guerra anti-convencional praticada pelos soldados – naves robustas, espaçosas e flexíveis, importantes tanto para uma aproximação num curto espaço de tempo, como também imprescindíveis para uma rápida e segura saída de regiões pouco favoráveis em termos geográficos ou militares. Um pequeno detalhe omitido pela autora é referente à fabricação das velas (como também das roupas para alto-mar): elas não somente eram revestidas de alcatrão e gordura animal, mas originalmente feitas de um tipo de lã impermeável, obtidas de carneiros das altas montanhas.

O capítulo seguinte (weapons and armor) detalha a questão do armamento nórdico: os escudos de madeira e sua utilização como principal defesa corporal; as espadas com a média de dois quilos, simples e funcionais; lanças e dardos, utilizados a distância ou corpo a corpo; o machado de batalha e seu efeito devastador para a psicologia do inimigo; arcos e flechas como retardadores do avanço das tropas opositoras. As cotas de malha e os capacetes eram pouco utilizados, geralmente pelos aristocratas e pessoas mais ricas. Para Sprague, os equipamentos de batalha eram muito pouco diferentes dos outros povos europeus do período e o que explicaria o sucesso dos vikings seria muito mais a sua capacidade de comando, estratégia e liderança nos ataques.

Sem dúvida, o capítulo mais importante é o sétimo (Military organization and battlefield tactis), demonstrando que a formação do guerreiro nórdico provinha essencialmente de uma sociedade baseada na honra, bravura e no preparo para a guerra, muito mais do que um treinamento organizado, extensivo e disciplinado. A estratégia básica para qualquer tipo de operação militar era o conhecimento prévio do local a ser atingido (seja por informações de comerciantes, espiões ou mercenários), antecipando- se ao inimigo e preparando-se previamente para a batalha. No caso das pilhagens, tanto a inexistência de defesa permanente quanto os conflitos internos das regiões a serem atacadas (como Irlanda, Inglaterra e França) colaboraram para o triunfo escandinavo.

A população, geralmente camponeses, era responsável pela manutenção dos navios e da provisão do exército. Com o avanço das conquistas, da colonização nórdica e da centralização monárquica em várias regiões, a necessidade de armadas profissionais – incluindo oficiais, guarnições fortificadas e equipamentos mais padronizados – tornou-se freqüente. Alguns guerreiros e seus oficiais chegaram a viver periodicamente em guarnições separadas das cidades.

A descrição do cenário de batalha é aprofundada pela autora em diversos momentos, como, e.g., a situação do líder – considerado o homem mais forte e corajoso– que comanda o front da formação junto ao seu melhor subordinado e protegido por uma formação circular de escudos, sendo o primeiro homem a confrontar o inimigo. Quanto mais intrépido e audaz fosse o chefe, mais eficiente seria seu exército. Nos confrontos internos da Escandinávia, a probabilidade de confusão e acidente pelo fogo inimigo ou amigo era muito comum, como na famosa batalha de Stiklestad (Stiklarstaðir) na Noruega em 1030.

Outra preocupação da autora é com a descrição dos métodos de batalha naval, muito pouco explorados pelo cinema e literatura, consistindo desde a preparação das embarcações até em como podiam ser movimentadas umas com relação às outras, além do tipo de armamento utilizado (arcos e flechas, dardos, projéteis).

O capítulo oitavo descreve os mais renomados guerreiros profissionais da Escandinávia medieval, os jomsvikings, que serviam basicamente na fortaleza de Jomsborg, no Báltico. Realizavam duros testes de admissão e viviam sob um estrito código de ética e comportamento, sendo extremamente fiéis a seus companheiros e sem nenhum medo da morte. Participaram de uma das mais sangrentas batalhas dos vikings, a de Hjörungavágr (entre noruegueses e dinamarqueses, século X).

Outro renomado grupo militar nórdico, os varegues, são analisados no capítulo seguinte. Após a instalação dos suecos na área eslava oriental, formaram-se várias cidades e centros comerciais, que constituíram a base para os futuros ataques escandinavos à cidade de Bizâncio, na época a mais importante do medievo euroasiático. Logo, o sucesso dos vikings os colocou a serviço mercenário de outros povos, como foi o caso da guarda do próprio imperador de Bizâncio. Neste caso, o serviço estrangeiro constituía um meio de se obter prosperidade e fama para o referencial interno da Escandinávia, como foi o caso do rei norueguês Harald Hardrada. A principal função da guarda vareguiana era o de escolta, guarnição e policiamento da cidade.

Outros casos históricos e legendários analisados por Sprague são os de Ragnar Lodbrok e seus filhos (campanhas na Inglaterra anglo-saxônica); Rollo (pirataria e posteriormente colonização feudal na França); Erik Segersäll (o vitorioso), triunfante na batalha de Fýrisvellir (980, Suécia); Olaf Trygvason, o cristianizador da Noruega; Canuto (Knut), o Grande, construtor do maior império viking, unificando temporariamente a Inglaterra, Dinamarca e Noruega; Harald Hardrada, o último líder viking.

O livro de Sprague, enquanto manual sistematizador, não tem a competência e o detalhamento da obra de Paddy Griffith (The Viking Art ofWwar), mas certamente é uma ótima leitura recomendada aos iniciantes nas investigações sobre a história, cultura e literatura da Escandinávia Medieval.[6] Seu grande mérito é demonstrar que os vikings não foram mais cruéis do que os outros povos de sua época, nem que “a brutalidade é exclusiva dos não cristãos” (Sprague 2007: 309), diz a autora, citando as ações de Carlos Magno no processo de evangelização forçada dos saxões. Apesar da reputação dos nórdicos como uma cultura violenta, sua herança cultural ainda fascina o homem moderno por sua audácia, dinamismo e mobilidade.

AGRADECIMENTO

Ao Prof. Dr. Álvaro Alfredo Bragança Júnior (UFRJ) pelos comentários e sugestões ao presente texto.

Notas

1. O historiador John Keegan possui uma visão extremamente tradicional sobre os nórdicos, impregnado do referencial britânico e francês sobre os povos ditos “bárbaros”, contrapostos aos civilizados: “(…) os vikings e magiares pagãos ainda viviam no mundo primitivo de deuses vingativos ou distantes ao qual pertenciam os povos teutônicos e da estepe antes de ouvirem a palavra de Cristo ou Maomé (…) cristãos, tal como o inglês São Bonifácio, apóstolo dos germânicos, também morreram como mártires no esforço de implantar o evangelho entre povos selvagens (…) Com efeito, uma Europa pós-romana sem a Igreja romana teria sido um lugar bárbaro” (Keegan 2006: 373, 374). A percepção sobre os antigos germanos vem sofrendo modificações, advindas da tradição acadêmica alemã, como podemos perceber na recente obra do historiador francês Jérôme Baschet: “ Bárbaro (…) a conotação negativa adquirida por este termo torna difícil empregá-lo hoje sem reproduzir um julgamento de valor que faz de Roma o padrão da civilização e de seus adversários os agentes da decadência, do atraso e da incultura (…) Interrogar-se sobre as noções de barbárie e de civilização e pôr em dúvida a possibilidade de julgar as sociedades humanas em função de tal oposição: é também isso que nos convida a história da Idade Média” (Baschet 2006: 49, 26). Também historiadores britânicos vêm questionando o antigo modelo de perceber as culturas não-romanas: “O declínio do Império romano não deve ser considerado a derrota da ‘cultura’ pelo ‘barbarismo’, mas sim um choque de culturas. Os Ostrogodos, Visigodos, Vândalos e outros grupos tinham suas próprias culturas (valores, tradições, práticas, representações e assim por diante). Por mais paradoxal que possa parecer a expressão, houve uma ‘civilização dos bárbaros’” (Burke 2000: 246). O referencial de Keegan sobre uma suposta superioridade religiosa do cristianismo em relação ao paganismo nórdico também é questionável: “nenhuma religião ou crença conduz à barbárie ou é uma proteção contra ela (…) O discurso do civilizador tem sempre esta estrutura: ‘Vamos levar a civilização (ou a verdadeira religião) aos povos bárbaros. Nossa superioridade nos autoriza a tratá-los como inferiores. Eles nos devem gratidão, já que contribuímos para arrancá-los de sua barbárie – ou da ignorância, ou do paganismo’. De modo geral, a noção de civilização serve tanto para valorizar a si mesmo como para justificar a sujeição de outros povos (ou sociedades)” (Wolf 2004: 28). O próprio ato do pesquisador em emitir juízos de valor sobre o passado tem uma longa tradição de questionamentos: “A função do historiador é compreender, não julgar o passado. Logo, o único referencial possível para se ver a Idade Média é a própria Idade Média” (Franco Júnior 1986: 20). Algumas vezes, referenciais sobre as religiosidades do passado remetem às próprias convicções pessoais dos acadêmicos, como no caso de John Keegan: “ (…) o ângulo de abordagem de religiões que já desapareceram costuma ser bastante diferente do que se aplica às religiões cuja vigência continua no presente (…) se vincula às repercussões das militâncias e vivências religiosas presentes hoje em dia” (Cardoso 2005: 209).

2. Para uma visão sistemática e crítica da arte da guerra entre os vikings, o melhor autor é Griffith 1995, que possui detalhados gráficos, tabelas, ilustrações, esquemas e uma competente descrição das fontes mais importantes para o estudo da temática, ao final da obra. Outros estudos complementares para a história militar escandinava são: Whittock 1997; Siddorn 2003; Short 2009.

3. Martina Sprague nasceu em Estocolmo e é mestre em História Militar pela Universidade de Norwich, Estados Unidos. É também autora do livro Sweden: an illustrated history.

4. O termo víkingr refere-se no contexto centro-medieval (fontes a partir do século XI) a toda pessoa que saía além mar para atividades de navegação, comércio, mas especialmente aos atos relacionados à pilhagem ou pirataria e atividades militares. A concepção original parece estar relacionada aos habitantes do fiorde de Vik (Hall 2007: 8).

5. Para um referencial genérico da temática dos berserkers, consultar Langer 2007b: 44-47. Uma excelente sistematização do tema com farta bibliografia é disponível em Ward 2004. Sobre a questão da inexistência histórica da conexão entre o deus Odin e os berserkers e a polêmica das fontes literárias medievais, verificar Liberman 2004: 97-101. Aqui questionamos o autor: sua idéia de que somente a Heimskringla associa este deus aos berserkers (portanto, o escritor Snorri Sturluson teria se apropriado de forma fantasiosa do folclore de seu tempo) e que os guerreiros alucinados não tem nenhuma relação com cultos religiosos é limitada. Existem fontes materiais para comprovar isso: a plaqueta de Torslunda; o fragmento de Gutenstein; capacetes pré-vikings e saxões com gravuras de guerreiros portando máscara de lobo e urso e em posição de dança. O imperador bizantino Constantino VII no Livro das cerimônias descreveu o que ele denominou de “dança gótica”, realizada pela guarda vareguiana com máscaras e peles (Barry 2003: 3). Como a série de fontes imagéticas sobre os berserkers está conectada aos simbolismos do deus Odin (muitas possuem dois pássaros, representações de Hugin e Munin), confirma-se o relato de Snorri como sendo originalmente de tradição pagã e não uma criação do período cristão. Outro erro de Liberman é procurar vestígios dos berserkers diretamente na mitologia: realmente os einherjar e a caça selvagem não têm nenhuma relação direta com os berserkers. Contudo, uma coisa são as narrativas mitológicas e outra os cultos: enquanto os einherjar, as valquírias e o valhala são temas imaginários, os berserkers são personagens históricos e enquadrados dentro da religiosidade, dos cultos e crenças da Era Viking. Por este motivo foram excluídos pelas leis islandesas de 1123 – pela associação aos ritos odínicos, e não simplesmente por serem enquadrados como fora da lei ou bandidos sociais, como quer Liberman 2004: 101. A respeito das transformações mítico-religiosas e dos estados alterados de consciência dos berserkers, verificar: Grundy 1998: 103-120. Para um excelente estudo comparativo das atividades dos berserkers entre os antigos germanos e na Escandinávia da Era Viking: Birro & Fiorio 2008. Porém, apresentamos algumas correções a esta última pesquisa. Reiterando Benjamin Blaney, o artigo afirma que a figura 2, plaqueta de Torslunda, com a imagem de um guerreiro com duas lanças – seria uma representação do deus Odin (Birro & Fiorio 2008: 60, 61).Trata-se de um equívoco interpretativo. Na maioria das fotografias e reconstituições ilustrativas deste objeto, a figura em questão não é caolha, mas possui dois olhos com o mesmo tamanho e forma. Todas as representações antigomedievais que permitem uma identificação objetiva de que são figuras desta deidade – pingentes, esculturas em madeira de igrejas norueguesas, etc, possuem um dos olhos fechados (para um panorama, ver Boyer 2004: 5-12). Somente algumas que não possuem este detalhe são consideradas como Odin pelos especialistas – como a estela gotlandesa de Ardre VIII – um resultado obtido pela análise de toda a cena/conjunto: pelo fato do deus montar o cavalo de oito patas, Sleipnir (se bem que existe a possibilidade de ser um morto em batalha, montado no dito cavalo, bebendo hidromel que recebera de uma Valquíria ao lado…); ou de figuras sendo devoradas por um lobo (como esculturas em igrejas e o relevo na cruz de Gosforth). Para estes temas, consultar Langer 2006, 2007a. Outro fato que desacredita esta interpretação de Blaney, e conseqüentemente também Birro & Fiorio, é o contexto da cena da plaqueta de Torslunda. Além de duas lanças, a figura porta uma espada – algo inusitado em se tratando de imagens de Odin, tanto para o período pré-viking quanto viking (a espada não é um dos objetos/atributos do deus caolho). Além disso, a figura está nitidamente em caracterização de dança, o que confirma algumas fontes bizantinas para o culto odínico dos berserkes. O capacete da dita figura não apresenta “duas serpentes gêmeas”, como afirma o artigo (Birro & Fiorio 2008: 61), e sim contém a figura de dois corvos na extremidade de um par de chifres. Isso é confirmado pela presença de outros objetos semelhantes encontrados em Starayja Ladoga e relevos em capacetes anglo-saxões e pré-vikings. Também em diversas imagens do período de migrações da antiguidade germânica foram representados guerreiros com lança e acompanhados por dois pássaros. A serpente não tem ligação direta com os cultos odínicos e a maior parte dos especialistas em mitologia-religiosidade viking (Régis Boyer, Rudolf Simek) e cultura material (Richard Hall 2007: 219, James Graham-Campbell), entre outros, identificam as duas figuras da plaqueta de Torlunsda como sendo dois guerreiros “dançando” para Odin. O artigo também relaciona uma interessante problemática investigativa: “A imagem dos combatentes acometidos pelo berserkgangr sofreu transformações à medida que o cristianismo penetrou na Escandinávia, pois os berserks passaram a despontar na literatura, ora como heróis, ora como vilões – um exemplo é a luta entre Egill e Ljótr; o oponente do herói era um berserk perverso e viciado em batalhas que desposou forçosamente a filha de um camarada de Egill” (Birro & Fiorio 2008: 65) Dependendo da fonte analisada, os berserkers podem ter conotação positiva, e em outros momentos negativa. Todavia, não poderia ser simplesmente a reprodução ou conservação de uma tradição oral escandinava dos tempos vikings, onde os guerreiros possuíam certa temeridade entre os camponeses e mais prestígio entre os aristocratas? Tal questão necessita de maiores aprofundamentos críticos.

6. A obra possui um excelente glossário terminológico, notas detalhadas e um eficiente índice remissivo. A bibliografia é genérica e não contém todos os títulos consultados: para isso é necessária uma revisão às notas dos capítulos. As fotografias são em preto em branco e não possuem muita qualidade de resolução.

Referências

BARRY, Stacy. Berserker: a ferocius viking warrior. Lambda Alpha Journal 33, 2003. Disponível em http://soar.wichita.edu/dspace/bitstream/10057/868/1/LAJv.33%2Cp2- 9.pdf  Acessado em 05 de janeiro de 2009.

BASCHET, Jérôme. A civilização feudal: do ano mil à colonização da América. São Paulo: Globo, 2006.

BIRRO, Renan Marques & FIORIO, Jardel Modenesi. Os cynocephalus e os úlfheðnar: a representação do guerreiro canídeo na Historia Langobardorum (séc. VIII) e na Egils saga (c. 1230). Mirabilia 8, 2008. Disponível em: www.revistamirabilia.com Acessado em 05 de janeiro de 2009.

BOYER, Régis. Ódinn: guia iconográfico. Brathair 4 (1) 2004. Disponível em: www.brathair.com Acessado em 05 de janeiro de 2009.

BURKE, Peter. Variedades de História Cultural. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2000.

CARDOSO, Ciro Flamarion. Um historiador fala de teoria e metodologia. Bauru: Edusc, 2005.

FRANCO JÚNIOR, Hilário. A Idade Média: nascimento do Ocidente. São Paulo: Brasiliense, 1986.

GRIFFITH, Paddy. The Viking Art of War. London: Greenhill Books, 1995.

GRUNDY, Stephan. Shapeshifting and berserkergang. Disputatio 3, 1998. Disponível em: http://books.google.com/books?hl=ptBR&lr=&id=nn0zubJW264C&oi=fnd&pg=PA104&dq=berserkir&ots=- iDPcBdRe4&sig=uoeTI7rn6CpsmHIKjyxKg6lxk30 Acessado em 05 de janeiro de 2009.

HALL, Richard. Exploring the World of the Vikings. London: Thames and Hudson, 2007.

KEEGAN, John. Uma história da guerra. São Paulo: Cia das Letras, 2006.

LANGER, Johnni. The origins of the imaginary viking. Viking Heritage 4, 2002. Disponível em: http://www.abrem.org.br/viking.pdf Acessado em 05 de janeiro de 2009.

_______. Técnicas de guerra dos vikings. Valholl, 2005. Disponível em: http://www.ljosalfaheim.org/valholl/costumes_tecnicas-batalha.htm Acessado em 05 de janeiro de 2009.

_______. As estelas de Gotland e as fontes iconográficas da mitologia Viking. Brathair 6 (1) 2006. Disponível em: www.brathair.com Acessado em 05 de janeiro de 2009.

_______. O mito do dragão na Escandinávia: parte dois – as Eddas e o sistema ragnarokiano. Brathair 7(1) 2007a. Disponível em: www.brathair.com Acessado em 05 de janeiro de 2009.

_______. Fúria e sangue: os berserkers. Desvendando a História 3 (16), 2007b. Disponível em: Templo do conhecimento: http://www.templodoconhecimento.com/portal/modules/smartsection/item.php?itemid=227 Acessado em 05 de janeiro de 2009.

LIBERMAN, Anatoly. Berserkir: a double legend. Brathair 4(2) 2004. Disponível em: http://www.brathair.com/revista/numeros/04.02.2004/berserkir.pdf Acessado em 05 de janeiro de 2009.

SHORT, William R. Viking weapons and combat techniques. London: Westholme Publishing, 2009.

SIDDORN, J. Kim. Viking weapons and warfare. London: Tempus Publishing, 2003.

WARD, Christie. Berserkergang, 2004. Disponível em: http://www.vikinganswerlady.com/berserke.shtml Acessado em 05 de janeiro de 2009.

WHITTOCK, Martyn. Wars of the Vikings. London: Heinemann Educational Books, 1997.

WOLF, Francis. Quem é bárbaro? In: NOVAES, Adauto (org.). Civilização e barbárie. São Paulo: Cia das Letras, 2004.

Johnni Langer – Departamento de História UFMA. E-mail: [email protected]


SPRAGUE, Martina. Norse warfare: unconventional battle strategies of the ancient vikings. New York: Hippocrene Books, 2007. Resenha de: LANGER, Johnni. Guerra ao modo viking. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.8, n.2, p. 85-93, 2008. Acessar publicação original [DR]

Variations in the expression of Inka power – BURGER; MORRIS; MATOS (A-RAA)

BURGER, Richard L.; MORRIS, Craig; MATOS, Ramiro (Org.). Variations in the expression of Inka power. [Sn]: Dumbarton Oaks, 2007. Resenha de: HERRERA, Alexander. Antípoda – Revista de Antropolgía y Arqueología, Bogotán.7 Bogotá jul./dez. 2008.

La adveridad de formas en las que se manifiesta el poder político, militar y religioso a lo largo y ancho del Tawantinsuyu —una de las más sofisticadas y complejas formaciones socio-políticas indígenas del continente americano— es una de las características que más inquietudes investigativas ha despertado en las últimas décadas. Otrora considerado como un imperio despótico y monolítico, las investigaciones de los historiadores John Howland Rowe y María Rostworowski Tovar de Diez Canseco, y los antropólogos John Victor Murra y Reiner Tom Zuidema —homenajeados con la dedicatoria del evento y del volumen— no solo han permitido revaluar el imperialismo inca, sino que han abierto las puertas a múltiples acercamientos teóricos y metodológicos.

El impecable volumen editado por Burger, Morris y Matos, ofrece una visión panorámica de las investigaciones arqueológicas de fines del siglo XX que permite evaluar la influencia de los cuatro pensadores mencionados, a la vez que demuestra el creciente dinamismo de los estudios inca. Su publicación diez años después del evento se debe, en parte, a una serie de sensibles fallecimientos que anuncian el fin de una era —John Rowe en Mayo de 2004, Craig Morris en Junio y John Murra en Octubre de 2006. La presencia de notables trabajos de síntesis regionales para la sierra y costa central de Perú, el oriente boliviano y el noroeste argentino, así como sobre la producción social y simbolismo de objetos y artefactos textiles, metálicos y de piedra hace que este volumen mantenga una vigencia que probablemente perdurará por décadas, tal y como ha sucedido con otros volúmenes andinos editados por la Universidad de Harvard y Dumbarton Oaks.

A modo de introducción, Craig Morris presenta un sucinto ensayo bibliográfico que resume los aportes centrales de Murra, Rostworowski, Rowe y Zuidema en el contexto de la interfase entre arqueología e historia. Propone una agenda para la arqueología andina que articule la independencia de los testimonios materiales con el análisis crítico de las fuentes históricas, integrando así el estudio etnográfico. Aunque esto es lo que la mayoría de investigadores del fenómeno inca buscan hacer, cabe resaltar la falta de consenso en torno a cómo integrar la investigación arqueológica, etnográfica, lingüística e histórica.

Arellano y Matos, por ejemplo, reconstruyen la historia cultural de una provincia inca en la sierra central del Perú combinando el estudio pormenorizado de fuentes etnohistóricas con décadas de estudio arqueológico en los alrededores del centro administrativo inca de Pumpu (Brown 1992, Matos 1994). Al igual que en otras partes del Tawantinsuyu el patrón de asentamiento inca se distingue con facilidad del patrón local. Destaca la diversidad de estrategias para la fundación de asentamientos sobre pueblos o santuarios locales (acaso destruidos intencionalmente) cercanos a ellos (acaso respetando su importancia simbólica) o en lugares previamente deshabitados. El encuadre de la distribución de sitios inca, de los sitios locales, de los diversos estilos de cerámica tardíos existentes en la región y de la información etnohistórica es una tarea que no solo requiere trabajo de campo y archivo, sino también una reflexión teórica sustentada en torno a la relación entre la cultura material y las identidades del momento.

Charles Stanish y Brian Bauer, en cambio, ponen en relieve los centros de peregrinaje inca, específicamente el camino desde la Península de Yunguyu hasta la Isla del Sol, en el lago Titicaca. Según los autores, el imperio “alteró el paisaje en la región sur del Titicaca para crear un amplio centro de peregrinaje en el cual conceptos ideológicamente útiles eran reforzados mediante la participación de la élite y la gente del común”. Esta propuesta se inclina a favor de una interpretación de la ideología materializada en la Isla del Sol —registrada durante la prospección arqueológica de la isla— como herramienta de las élites, haciendo paralelos con imperios de la tradición eurásica. La separación analítica de sentimientos religiosos y materialidad, sin embargo, sugiere un modelo en el cual los peregrinos habrían sido cooptados por la monumentalidad de los templos inca de manera automática.

“Los incas en el sur” es el título del sintético aporte de Terence D’Altroy, Verónica Williams y Ana María Lorandi, un trabajo que resume años de investigaciones en el noroeste argentino. Acompañado de mapas originales regionales y de sitios, los autores dan cuenta de los significativos avances, a la vez que proponen una reinterpretación de la historia inca a partir de los resultados de las investigaciones en el valle norte de Calchaquí, en el Bolsón de Andagalá y en las docenas de santuarios de gran altura. La intensidad de las transformaciones para intensificar la producción agrícola y el hecho de que los fechados por radiocarbono indiquen la presencia inca antes de lo señalado por las fuentes históricas, les induce a replantear la profundidad estructural del impacto inca sobre las sociedades locales, abriendo las puertas para repensar su interrelación desde la arqueología.

Chincha fue un señorío de orientación marítima que, según las fuentes históricas, se benefició con la expansión del Tawantinsuyu. Las investigaciones realizadas desde la década de 198 0 en Huaca La Centinela, revisten considerable interés pues si bien confirman la alianza entre ambas formaciones, los resultados no sustentan los modelos de dominación tradicionales, centrados en el control del tráfico de conchas marinas y otras mercancías. Craig Morris e Idilio Santillana analizaron la arquitectura pública y de élite para determinar el impacto de las remodelaciones asociadas a la construcción de templos y palacios inca sobre los espacios públicos Chincha, incluyendo el oráculo de Chinchaycamac. La imposición de principios de organización duales materializa jerarquías en la arquitectura pública que van de la mano con un mayor énfasis en los espacios públicos abiertos. Las estrategias de integración, vistas desde la arquitectura, constituyen así un vehículo para acercarse a la complejidad de las negociaciones políticas, articuladas en el plano religioso, y les sugieren a los autores una configuración de poder compartido.

El trabajo de Lucy Salazar corta de raíz con uno de los mitos más difundidos en torno a la población de Machu Picchu. Los restos mortuorios recuperados por la Expedición Yale de 1912 constan de 174 individuos hallados en 104 abrigos rocosos; hombres, mujeres, niños y fetos. Muchos de ellos murieron viejos y enfermos, aunque sus momias se hallaban acompañadas de objetos suntuarios de cerámica y metal. La interpretación de estos hallazgos —publicados en un detallado catálogo (Burger y Salazar 2004)— a la luz de una visión de Machu Picchu como la hacienda real (royal estate) dedicada al culto de la momia del inca Pachacuti Yupanqui, le sugiere a Salazar un complejo mapa de la composición étnica, entre los que destaca la presencia de metalurgos y orfebres chimú. Así, una parte importante de los habitantes de Machu Picchu serían especialistas camayoq, sirvientes yana del culto al inca difunto, es decir, de Iñaca Panaca Ayllo. Las implicancias para entender las estrategias de poder de los grupos de descendencia reales son sugerentes y remiten al estudio comparativo de la arquitectura palaciega.

En un trabajo deliciosamente detallado, Susan Niles y Robert Bateson reconstruyen el palacio de Quispiwanka, construido para el inca Huayna Capac en su “hacienda real” de Yucay, en el valle del Urubamba. El minucioso registro y análisis de los restos de una docena de estructuras visibles en superficie, no solo les permite estudiar las particularidades de este palacio —los torreones y el acceso, la plaza con roca wanka central, los canales y el lago artificial, entre otras—, sino determinar las características de un estilo arquitectónico que, a la vez que se ajusta a los cánones inca, buscaba un efecto arquitectónico distintivo. Según los autores transmitiría el sello personal del inca Huayna Capac y de su arquitecto Sinchi Roca.

La propuesta de Albert Meyers de repensar la historia inca a partir de la arqueología, se basa en la comparación de Cochasquí y Samaipata, sitios inca ubicados en los confines norte y suroriental del Tawantinsuyu, en la interpretación de la sucesión de estratos de remodelación asociados a la ocupación inca y, en especial, en las evidencias de planes de construcción “malintencionados”, pensados para alterar radicalmente espacios ceremoniales anteriores. En línea con el trabajo de Meyers, María de los Angeles Muñoz describe la kallanka de Samaipata y discute las implicancias de la distribución de los huecos de poste para reconstruir la forma del techo. A la vez que hace uso de la analogía etnográfica para sustentar una relación con el oriente a partir de este rasgo arquitectónico, interpreta las diferentes fases de ocupación en términos de las fuentes históricas. Meyers, en cambio, deja de lado de manera consistente las fuentes históricas, los fechados directos y las analogías como parte de una estrategia metodológica que pone sobre el tapete los orígenes de los estilos inca —en cerámica, escultura y arquitectura.

Desde la historia del arte Tom Cummins se acerca a la manera en la cual los vasos, tejidos y tumbas decorados con motivos inca expresan el poder, recordando la trascendencia de los estudios iconográficos para la arqueología Moche y Nazca, por ejemplo. Las imágenes y en especial los dibujos de Guaman Poma en un manuscrito inédito de la “Historia del origen y genealogía real de los reyes incas del Perú” de Fray Martín de Murúa, ilustran un argumento claro: los objetos y sus atributos solo se entienden en su relación con otros objetos y con cuerpos (a lo cual agregaría lugares y tiempos). El acercamiento relacional al contenido simbólico de los vasos keru akilla y a los textiles kum-pi decorados, unido al estudio de fuentes inéditas —incluyendo el inventario de bienes de Felipe II— da lugar a una interpretación —ricamente comentada en extensas notas— de las túnicas, objetos y estructuras con motivos tokapu como emblemas que, en un contexto ceremonial, constituyen el poderío inca a nivel simbólico. El acercamiento de Cummins, resuena con el trabajo de Rebecca Stone sobre una de las más complejas túnicas inca en existencia: el unku de la colección de Dumbarton Oaks. Decorada con 312 tokapu que alternan 23 motivos básicos —y variantes— el desorden resultante contrasta con la idea del inca como “ordenador del mundo”. Distanciándose de las interpretaciones que proponen un sistema de escritura basado en tokapu, Stone sugiere que la distribución de diseños “equiparaba etnicidades visualmente [y] mitigaba la heterogeneidad, en un mensaje aparentemente propagandístico que buscaba persuadir a los sujetos en potencia que podrían caber dentro de los dictámenes inca” (p. 404). La variabilidad en los coloridos motivos abstractos, evita elementos narrativos para construir una jerarquía elaborada y a la vez flexible, ligada a proyectos a futuro.

Las décadas de estudio que Heather Lechtman ha dedicado a la metalurgia andina se hallan plasmadas en una impecable síntesis de la arqueometalurgia inca. Prescindiendo largamente de las fuentes etnohistóricas, sesgadas por las ansias de hallar —y fundir— los objetos de oro y la plata, Lechtman se pregunta por el uso que el Tawantinsuyu hace del sistema metalúrgico trimetálico andino. Destaca, por un lado, las incrustaciones de metales —de diferente color— y por el otro la creación del bronce estañífero, acaso la aleación imperial por excelencia. Pese al volumen de producción, a lo amplio del área de distribución y a la presencia de dos tipos de cabezas de estandarte o insignias de esta aleación, similares a las hachas de guerra europeas, Lechtman sostiene que el rol de los metales continuó siendo esencialmente el mismo. Su uso principal era como arma política y diplomática, antes que militar.

Los khipu constituyen uno de los más antiguos y discutidos campos para el estudio de la cultura material inca. Gary Urton y Carrie Brezine utilizan el hallazgo arqueológico, en 1956 , de 21 khipu depositados en una vasija en el sitio administrativo inca de Puruchuco, ubicado en los confnes orientales de la ciudad de Lima, para demostrar un acercamiento basado en el paradigma que los khipu representan un archivo. Es decir, se trataría de un registro “censal” de lugares y personas —en el sentido de la Historia general del Perú de Murúa— según el paradigma dominante en este campo (aunque véase: Salomón 2006). El detallado estudio de las correlaciones numéricas, de color, torsión y posición de los diferentes nudos, anclado a un sólido análisis de las fuentes en torno al sistema inca decimal de organización política, a la vez bipartito y jerarquizado, le sugieren a los autores la existencia de tres niveles jerárquicos de contabilidad. Aunque la significación de objetos, lugares, personas y animales en los nudos por parte de los khipukamayuq aún no se ha esclarecido, los avances en el entendimiento de su estructura son evidentes.

En resumen, el volumen pone en evidencia la magnitud y diversidad de los aportes de la arqueología para el estudio del Tawantinsuyu. Tal y como Burger señala en su reflexión final, este estudio de lo inca obliga a repensar la noción de poder, o al menos a utilizarla con mayor discernimiento para empezar a entender la gigantesca capacidad de congregación coordinada que atestiguan los templos, terrazas, caminos, canales y pueblos construidos en los albores de la conquista.

Referências

Brown, David 1992 Administration and Planning in the Inka Empire: A Perspective from the Provincial Capital of Pumpu,Central Peru. Ph.D. Department of Anthropology, University of Texas.        [ Links ]

Burger, Richard y Lucy Salazar 2004 Machu Picchu: Unveiling the mysteries of the Incas. Yale University Press, New Haven y Londres.        [ Links ]

Matos, Ramiro 1994 Pumpu: Centro administrativo Inka en la puna de Junín. Editorial Horizonte, Lima.        [ Links ]

Salomón, Frank 2006 Los quipocamayos: El antiguo arte del khipuen una comunidad campesina moderna. IFEA/IEP, Lima.        [ Links ]

Alexander Herrera

Acessar publicação original

[IF]

Shamans of the Foye Tree: Gender, Power and Healing Among Chilean Mapuche – BACIGALUPO (C-RAC)

BACIGALUPO, Ana Mariella. Shamans of the Foye Tree: Gender, Power and Healing Among Chilean Mapuche. Austin: University of Texas Press, 2007. 21p. Resenha de: DILLEHAY, Tom D. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.40, n.1, p.103-104, jun. 2008.

Ana Mariella Bacigalupo’s Shamans of the Foye Tree: Gender, Power and Healing Among Chilean Mapuche is a descriptively rich and theoretically nuanced ethnographic analysis of Chilean Mapuche shamans or machis. Aimed at a wide audience of scholars and students, Bacigalupo raises critical theoretical questions relevant wherever religion, gender and body politics, spiritual power, and the identity of indigenous people in the nation-state intersect. At a time when the world is focused on efforts to understand religious manipulations of politics, political interpretations of religion, and clashes between political agendas and religions of the world, this book sheds light on the complexities and dynamics of these concerns from the viewpoint of indigenous gender structures and practices. Besides being an illuminating ethnography on Mapuche shamanism, Bacigalupo succeeds greatly in problematizing constructions of gender, spiritual power, health and healing, and race and culture, as politically strategic discourses invoked in discrete religious settings that both replicate and challenge modern formations of subjectivity, personhood, and performance. As indicated in the book’s title, a metaphoric centralizing theme is the foye or cinnamon tree, which serves as a source of symbolic healing and medicinal qualities, as well as a sacred emblem of shamanic authority and ritual performance.

Specifically, Bacigalupo hails the importance of examining the margins of indigenous shamanism in Chile to understand the subjective workings of the state apparatus as it affects the Mapuche and linkages between local and national ideologies. In using conceptual constructs drawn from anthropology and other social sciences, her ultimate objective is not just to understand shaman’s lives but also to understand what women’s and men’s shamanic lives can reveal about the cultural construction of self and about the workings of the wider religious and political system of the Mapuche within the Chilean nation-state. Herein lies an important lesson for anthropologists about the value and relevance of the discipline to understanding wider political processes and to processes of subject formation.

Anthropological attention to processes of subject formation has generated critical observations regarding how these processes change over time and space, doing much to ground and specify the theoretical insights of other fields as well. Scholars have demonstrated how groups of people make and remake themselves through the prisms of race, class, gender, occupation, and ethnicity-categories that have been linked to “culture” in different ways at different historical moments. Set in this context, Bacigalupo explores how the subject formation of biological sex can mask other important issues such as gendered constructions of sexuality and personhood and ruptures in shaman gendered and sexual identities. Bacigalupo’s theoretical departure draws on the works that examine both female and male shaman’s strategy responses to current circumstances within a changing Mapuche society, emphasizing both boundary crossing and production. The most vivid illustration of these dynamics is an examination of the significance of balanced, gender-salient power in traditional and contemporary healing practices based on ancestral worship and spirituality. Bacigalupo’s mapping of this particular case also illustrates how state-making apparatuses can be utilized by indigenous authorities to reinforce and transgress cultural and gender boundaries for achieving similar purposes: economic or political gain and the disruption or reinforcement of structures of traditional authority. In this regard, Bacigalupo is especially intuitive in seeing that the gender divisions of labor and the social position of both men and women have the potential to shape shamanism and its aesthetic and healing values.

Above all, the book is an effort informed by the complementary expertises of Bacigalupo as an ethnographer, ritual practitioner, and historian. The ethnography explores the complex ways in which indigenous cultural traditions interplay with the increased introduction of new and different non-ethnic ideologies, engaging state politics and leading, in some ways, to revitalized shaman renewal ceremonies that have invigorated gender political identities. Bacigalupo, as a historian, documents transformations as a religion oriented toward universal accessibility of shamanic teachings irrespective of gender and political status. And Bacigalupo, as an ethnographer practitioner brings vivid color and accuracy to the healing practices and spiritual beliefs of modern-day Mapuche machis. She demonstrates clearly how region wide patterns of healing authority, grounded already in a shared set of cultural resources, are shaped by responses to shared threats from both inside and outside the indigenous culture. Bacigalupo also points out that Mapuche shamans previously have either been examined in terms of spiritual labors and performers or not given much attention at all. When given attention, most studies have situated shamans within marginalized social settings that convey an artificial boundedness that does not always account for the real life-dynamics of the religious and political geography of shamans and their realistic identities within their own society.

Shamans of the Foye Tree stresses the importance of gendered power relations, which is a neglected topic in Mapuche ethnographies and in shaman studies in general. In this regard, this book represents a significant anthropological contribution to round out a picture of cross-gender shamanism in a modern world. Aside from gender identity and shaman’s sexualities, Bacigalupo deals with machi’s construction of authority in the Chilean neo-liberal state, in which machi are usually typed by the state as sorcerer’s and sexual deviants. But Mapuche healers are therapeutic and political entrepreneurs, often creating social hierarchies of both healing practices and institutionalized personhoods among themselves and others. Coming into view in this study are the new ways in which nationalist politics engage with Mapuche shaman renewal and its encounter with western religious sects, and the ways in which these encounters impact the effort to more strongly assert indigenous gender and occupational (shaman) identity. While not discounting traditionalist tendencies of resistance and revival, Bacigalupo is specifically interested in demonstrating how reaffirmation of practices of shamans has the means through which modernist forms can be adopted by local communities undergoing rapid change. Two of the several major contributions of this book are the insights that Bacigalupo provides into the thinking of some of the shamans who shape their society and into machi perceptions of themselves and of their place in the world. The result is a splendidly rendered ethnography that advances a wealth of informed analysis about specific renewal rituals and gendered power relations while suggesting many insights into the process of gendered shamanistic practices throughout the region.

All in all, this book provides plenty of new data, ideas, and questions for a wide range of scholars and students in studies of shamanism, gender, power and hierarchies, and identity politics. The book is destined to make a wide mark on the field, because of the broader intersection between gender, politics, and religious interaction that is at its core. Shamans of the Foye Tree is a must read for any scholar and student interested in these topics and in South American indigenous groups.

Tom D. Dillehay – Vanderbilt University, Nashville, USA. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Contra la Tiranía Tipológica en Arqueología: Una Visión desde Suramérica – GNECCO; LANGEBAEK (C-RAC)

GNECCO, Cristóbal; LANGEBAEK, Carl Henrick. (Editores). Contra la Tiranía Tipológica en Arqueología: Una Visión desde Suramérica. Bogotá: Facultad de Ciencias Sociales, CESO, Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes, 2006. 272p. Resenha de: LOZA, Carmen Beatriz. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.40, n.1, p.99-102, jun. 2008.

Ninguna lectura –con un mínimo de atención y sensibilidad– dejaría de presentar y reflexionar sobre este denso, polémico y novedoso libro suramericano, destinado a mostrar la necesidad de sobrepasar los ámbitos de la tipología y, por esa vía, descentrar la narrativa arqueológica de los estrechos límites que imponen los modelos y las categorías. Me refiero a diez ensayos, escritos por un número equivalente de arqueólogos suramericanos, en los que la investigación rigurosa, el espíritu crítico y la claridad expositiva se alían al servicio de la discusión sobre los alcances de la tipología arqueológica. En efecto, se trata de observar cómo las evidencias de la cultura material se colocan dentro de proporciones ordenables, reduciéndolas para convertirlas en suficientemente manejables, obviamente, dentro de una dirección operativa, cómoda y útil, susceptible de atraer numerosos adeptos a esta opción metodológica.

La propuesta del libro es, desde el inicio, provocativa: inventar nuevas categorías, nuevas formas de interpretar, nuevas propuestas analíticas a la luz de una evaluación de la literatura teórica y un análisis de la información arqueológica. Ese ofrecimiento se concretiza en un libro que se posesiona de manera directa “en contra de la tiranía” tipológica, expresada en una aplicación automática, irreflexiva, apolítica y poco crítica de los datos arqueológicos suramericanos. Por esa razón, los autores se adhieren a varios postulados básicos. Uno de ellos, considerar que la universalización se produce a condición de que la teoría que construye las tipologías requiera que ese criterio se cumpla. El otro postulado, prevenir sobre la supuesta neutralidad objetiva de la tipología, a la cual califican de un producto social como cualquier otro. Por eso mismo aseguran que no “…escapan de la lucha ideológica; no son inocentes construcciones y neutras sino dispositivos de poder…” (Gnecco y Langebaek 2006:ix).

De ahí que utilicen los postulados señalados como leitmotiv de los ensayos escritos en base a los datos arqueológicos provenientes de diferentes estudios de caso. Todos los autores proponen lecturas que “cuestionan la tiranía del pensamiento tipológico” en sus formas abusivas y dominantes. Sin que ello signifique emplearla desde una perspectiva no prescriptiva, más bien crítica y heurística que conduciría a formular interpretaciones “alternativas y sugerentes”, es decir, propuestas transitorias, provocativas a las interpretaciones reiterativas que confirman, una y otra vez, los modelos institucionalizados, forzando muchas veces los propios datos para que coincidan con estos últimos.

¿Cómo ese grupo de arqueólogos suramericanos plantea tamaño desafío metodológico?, ¿cuáles son los ámbitos que se dedican a estudiar y sobre qué tipo de evidencia?, ¿cómo se posesionan con relación a la tipologización desde sus estudios de caso? Los diez ensayos independientes que componen el libro han dado respuestas a estas interrogantes. Cada respuesta es, sin duda, única. No sólo porque hay estudios de caso donde se discute el manejo de la tipología en condiciones específicas de su aplicación, sino porque cada texto está sujeto a condicionamientos propios de su objeto de análisis y de sus horizontes ideológicos. Esto no quita que, vistos los capítulos en su conjunto, las respuestas esbozadas por todos ellos presentan también rasgos comunes, preocupaciones similares, idénticos desafíos metodológicos, entregándonos una imagen unitaria de los peligros de una tipologización.

El primer capítulo, escrito por la investigadora Cristina Barreto desde Brasil, guarda distancia del determinismo ecológico a pesar de su popularidad. Más bien, la autora construye su narración recordando los prejuicios con que se ha mirado a las sociedades de las tierras bajas del subcontinente –considerándolas carentes de complejidad; luego, de simples e igualitarias y, finalmente, limitadas en sus estructuras políticas jerárquicas. A partir de esas lecturas que provienen de la arqueología y de la analogía etnográfica, la autora se pregunta: ¿Por qué no se desarrollaron sociedades más complejas en la región o por qué no duraron mucho en el proceso evolutivo de la sociedad? La respuesta la bosqueja apoyada en un examen crítico y agudo de los modelos de evolución social fuertemente influenciados por el determinismo ecológico. Para Barreto, estos modelos habrían tenido un rol de “plaga” que se propaga en la comprensión del desarrollo evolutivo de las sociedades amazónicas. Sin embargo, sus datos contradicen los modelos de desarrollo cultural amazónico que enfatizan limitantes ecológicos y que tienden a explicar cualquier asentamiento grande en la región como consecuencia de ocupaciones repetidas de lugares favoritos. Barreto invita a considerar las particularidades locales, los fenómenos sociales (como la demografía, la intensificación ritual, la movilización de la fuerza de trabajo) y la constitución y mantenimiento de interacciones supralocales para tener una visión más integral.

El segundo capítulo discute el llamado “Sistema de interdependencia regional” del Orinoco en Venezuela, caracterizado por la horizontalidad política y la complementariedad ecológica. Rafael A. Gasson realiza un detallado balance bibliográfico con la particularidad de contrastar datos sobre el problema de las organizaciones políticas del área. La pregunta que lo guía es: ¿cómo estaban estructurados los sistemas durante la época prehispánica y qué relación existió entre las organizaciones sociopolíticas del área y el tamaño y complejidad de los sistemas? Para ello, escudriña las definiciones y controversias acerca de los sistemas regionales de intercambio. De ello deduce que no hubo un macrosistema regional de interdependencias en el Orinoco, sino más bien sistemas y subsistemas regionales de intercambio. Asimismo, invita a desechar la visión primordialista a favor de “una perspectiva que tome en cuenta la diversidad, la complejidad y la prioridad explicativa de los procesos históricos” a partir de nuevos datos (Gasson 2006:47).

Siguiendo con el terreno venezolano, el tercer capítulo, de Rodrigo Navarrete, estudia los palenques y empalizadas, a partir de una revisión del problema de la complejidad social durante el período del contacto en el oriente de Venezuela. Partiendo de una perspectiva de análisis bibliográfico cronológico, desarrolla una narrativa lineal para entender la información etnohistórica, etnográfica y arqueológica como documento iluminador de la depresión del Unare. Repasa detalladamente la visión europea temprana, prestando atención a los palenques complejos dejando al descubierto “los silencios” existentes en las fuentes sobre las mujeres y sobre los individuos no pertenecientes a las élites, producto de una representación eurocéntrica, andinocéntrica y elitista (Navarrete 2006:61). Con el propósito de complementar esas visiones se adentra en las referencias coloniales tardías para mostrarnos una mutación gradual de los palenques. Finalmente, ese recorrido lo conduce a afirmar que: “Las diferencias en las versiones de este pasado específico no están sólo determinadas por diferencias metodológicas sino por interpretaciones y posiciones de los autores” (Navarrete 2006:66). Por esa razón, el autor sugiere como derrotero establecer un análisis donde la cultura material tenga un papel comunicativo justo ahí donde no existen documentos. Obviamente, considerando “las transformaciones sociopolíticas Palenque y los cambios de los diferentes intereses políticos de los actores sociales que escribieron los documentos, de quiénes produjeron sus prácticas materiales en la vida cotidiana y de los antropólogos que las interpretaron” (Navarrete 2006:67).

Alejandro F. Haber, en el cuarto capítulo, nos introduce al problema de la relación entre la caza y la domesticación, alejándonos de las causalidades unidireccionales y determinismos para concentrarse en la vicuña, a partir de los estudios de la Puna de Atacama. Dicho estudio parte del postulado de renunciar a “aplicar sobre el mundo un pensamiento tipológico que lo interpreta según la realidad virtual sostenida por las grandes narrativas teóricas”, razón por la cual prefiere atender a las teorías locales acerca de las condiciones de las relaciones entre los seres del mundo. Apoyado en datos etnográficos y lingüísticos quechua-aymaras se adentra en la búsqueda de categorías explicativas que den cuenta de las relaciones domésticas y los vínculos de los hombres con los animales silvestres. Recoge el concepto de uywaña para explicar la producción y reproducción de las vicuñas; pero, también para entender las relaciones entre los humanos y no humanos.

El quinto capítulo es redactado por Andrés Laguens sobre el espacio social y recursos en la arqueología de la desigualdad social. Apoyado en los conceptos “campo y espacio social”, provenientes de la teoría del sociólogo francés Pierre Bourdieu, desarrolla una estrategia para entender las desigualdades sociales preeuropeas. Dicha propuesta es presentada en toda su amplitud. En primer lugar, a partir de un inventario sumamente cuidadoso de los conceptos que son utilizados en el análisis, por ejemplo desigualdad, diferenciación, clase, campo social o recursos. Esta revisión es capital para dar cabida a las elecciones metodológicas cuali-cuantitativas para la definición del espacio social desde el registro arqueológico del valle de Ambato, en Catamarca, entre los siglos VI y XI a.C. Con la ayuda de ese arsenal teórico, el autor logra determinar que el volumen y la estructura de los recursos son dos dimensiones descriptivas importantes en la caracterización de la desigualdad social, siendo esta última una dimensión relacional, relativa y multidimensional.

El sexto capítulo, de Axel E. Nielsen, está destinado a mostrar que las tipologías neoevolucionistas son herramientas teóricas inadecuadas para conceptualizar los procesos sociales que permiten el tránsito del período Medio al período Intermedio Tardío. Pero, sobre todo, impiden aprehender el modelo de “jefatura” y su aplicación al noroeste argentino. Tal constatación se desprende de un análisis minucioso de las variables utilizadas en determinados contextos que permitieron la formulación de los modelos, pero también de las transformaciones sociales andinas en las jefaturas del siglo XVI. Considerando sobre todo literatura etnohistórica y etnográfica andina plantea los rasgos del espacio social andino y deduce que el modelo etnohistórico se ajusta más a la interpretación del registro arqueológico del período de Desarrollos Regionales.

El séptimo capítulo, de Víctor González, presenta una evaluación de un modelo de localización geográfica de asentamientos en Alto Magdalena. Se trata de ver hasta qué punto se cumplen las expectativas teóricas y hasta qué punto podemos caracterizar los cacicazgos agustinianos como sistemas tributarios. Apoyado en el empleo de patrones geográficos para señalar la disposición espacial de los centros monumentales, señala la disposición espacial de dichos centros.

El octavo capítulo, redactado por Wilhelm Londoño, se centra en discutir el estereotipo de cacicazgo en Tierradentro, a partir de una narrativa que contrasta los datos etnohistóricos y arqueológicos para mostrar la diferenciación social en el sur occidente de Colombia. A su manera, desea contrarrestar la transferencia del derrotero histórico de occidente al resto de las culturas pasadas y presentes. Dicha tarea la realiza repasando los conceptos y planteamientos de Reichel-Dolmatoff y de sus sucesores, los cuales son discutidos y presentados ampliamente, mientras que para tener una idea del manejo de artefactos que se empleaban todavía en el contexto colonial ceremonial, se ahonda en el registro etnohistórico para comprender el universo indígena simbólico.

Cristóbal Gnecco, en el noveno capítulo, discute el concepto de desarrollo prehispánico desigual en el sur occidente de Colombia. En realidad, se ataca al desarrollo por su “pesada carga política, por sus connotaciones evolucionistas que fundan el orden colonial” (Gnecco 2006:191). Una manera de hacerlo es ahondar en la forma en que diversos estudiosos fueron construyendo sus marcos conceptuales, pero además rastreando cómo éstos fueron influyendo en las explicaciones e interpretaciones sobre las entidades prehispánicas. Examina las relaciones intrarregionales ahondando sobre los objetos que circulaban y las trayectorias que debieron seguir.

Finalmente, el último capítulo, escrito por Carl Henrik Langebaek, muestra la posibilidad de inferir analogías de los documentos y la etnología para la comprensión de la sociedad muisca. Se trata de advertir al lector acerca de la manera en que se está asumiendo la información etnohistórica, cuyos resultados son muchas veces discutibles y merecen una revisión más detallada.

En suma, esta obra fundadora nos muestra la madurez en los estudios arqueológicos suramericanos, al probar extensamente que las más recientes investigaciones no se construyen como simple reflejo de teorías, modelos y categorías replicadas redundante e irreflexivamente. Mas, al contrario, los ensayos prueban que se trata de deconstruir las narrativas del pasado en la búsqueda de una coherencia interna entre datos de cultura material y teoría. No deja de sorprender, sin embargo, la falta de una síntesis final que redondee lo planteado en la decena de ensayos y establezca las relaciones existentes entre los textos, en sus propuestas metodológicas y datos arqueológicos. La corta introducción no llega a llenar ese importante vacío del libro.

En el libro hubiese sido importante utilizar otros notables contraejemplos provenientes de Bolivia, Chile, Ecuador y Perú para tener un verdadero panorama de los cambios que se están operando a nivel teórico y conceptual en la arqueología suramericana. Estamos seguros de que los mismos habrían complementado mucho lo realizado por los autores desde Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela. Señalo esto porque el peso específico de la arqueología andina en Suramérica es gravitante en la actual configuración continental. Además, más allá de ofrecernos contraejemplos, la arqueología andina habría aportado mucho con el manejo de las fuentes etnohistóricas y los datos etnográficos por el mismo hecho de poseer una larga tradición en ese campo. Aunque hay, ciertamente, varios ensayos que han mostrado una sensibilidad particular por el manejo de la información documental llamada “etnohistórica”, esta información debe ser leída cuidadosamente porque también es reflejo de una ideología y producto de un contexto histórico específico.

Sea como fuere, las reflexiones y el trabajo de campo realizados por los arqueólogos que produjeron este libro son una muestra de que la institucionalización de la arqueología en una parte de Suramérica ha sido un factor que coadyuvó la construcción de una arqueología crítica. Esto se debe a la influencia de factores económicos y políticos que permiten a los arqueólogos de los países desde donde se trabajó el libro, tener mayores recursos para sus investigaciones y la prueba es la confección editorial de este libro desde la Universidad de los Andes. Los arqueólogos que lo escribieron se hallan trabajando en países donde la investigación científico-arqueológica cuenta con el respaldo de una estabilidad institucional, la cual, en la práctica, no es homogénea a todos los países sudamericanos y, en menor medida, a los andinos. La discusión sobre tipología en algunos países no es el centro del debate, pues existen actividades de rescate y conservación que ocupan gran parte de su trabajo y reflexión.

Carmen Beatriz Loza – Directora de Investigación INBOMETRAKA, La Paz. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Morte, Funeral e Vida Após a Morte: Explorando Atitudes em Relação à Mortalidade, Ritual e a Concepção de Outro Mundo. Da Europa da Idade do Ferro à Alta Idade Média / Brathair / 2008

Mortalidade é tema que povoa a mente humana em toda sua existência. As atitudes humanas diante da morte e do desconhecido após a morte têm despertado grande interesse de pesquisadores, não só por revelarem uma gama de visões e rituais, mas, sobretudo, por demonstrarem ser fundamentais na compreensão de aspectos sócio-culturais, isto é, de visões de mundo, construção da memória, de ancestralidade e da própria vida em sociedade. Morte e o Outro Mundo são, pois, temas freqüentes na literatura, mitologia e achados arqueológicos de todas as sociedades.

Durante as últimas décadas, as produções culturais vinculadas à morte e ao além têm despertado particular interesse dos acadêmicos, que têm, por conseguinte, enveredado pelo estudo dos ritos funerários, concepções e crenças ligadas à morte e ao Outro Mundo, suas representações na literatura e no folclore, assim como xamanismo, dentre outros temas. Os sentimentos a respeito dos mortos aparecem, ao lado das representações mitológicas e religiosas, como consolidação das relações sociais e de parentesco. Assim é que a seção Dossiê desta edição da revista BRATHAIR, visa trazer diferentes olhares acerca dessas temáticas, atreladas aos temas mais recentes de investigação sobre os celtas e germanos.

O primeiro trabalho, Dvergar and the dead, de autoria do medievalista argentino Santiago Barreiro, apresenta uma original pesquisa a respeito das concepções escandinavas, os interpretando como agentes neutros do estranho e refletindo laços sociais dentro do universo mítico nórdico. Ao mesmo tempo, realiza uma crítica à Escandinavística francesa que interpreta os dvergar como representações dos mortos.

Em seguida, o historiador Jorge Ricado da Câmara em seu artigo Fons Sulis: a água e o outro mundo celta, não somente investiga as crenças relativas às populações celtas e suas estratégias culturais de resistência à dominação romana, mas também oferece algumas perspectivas das novas problemáticas e metodologias concernentes às interpretações materiais de antigas áreas de culto, especialmente as da Inglaterra da Idade do Ferro.

Outra abordagem material dos cultos e representações sobre os mortos nos é concedida pelo arqueólogo espanhol Andrés Pena Graña, desta vez investigando a área ibérica no artigo Túmulos, mouros, gigantes, salvaje caza. Através de uma perspectiva comparativa de conjuntos mitológicos europeus, especialmente dos celtas e germanos, Pena Graña procura interpretar os vestígios de tumbas megalíticas e suas manifestações rupestres, contrapondo-se, às teorias de migrações indo-européias.

Na seção Artigos, quatro artigos de medievalistas apresentam várias contribuições para os estudos celtas e germânicos. O primeiro, Isidoro de Sevilha: natureza e valorização de sua cultura pela Hispânia tardo antiga, de Ronaldo Amaral, apresenta um viés original dos estudos sobre o importante intelectual alto-medieval ao analisar como o mesmo foi percebido ainda em sua época por outros intelectuais visigodos. Logo a seguir, Entre a Gallia e a Francia, de Edmar Checon de Freitas, analisa as transformações da Gália romana para a França Merovíngia. Os estudos germano-medievais ainda são contemplados por um artigo do medievalista alemão Klaus Militzer, O caminho dos peregrinos: do Sacro-Império Romano Germânico a Santiago de Compostela, onde ele reflete sobre as peregrinações dos germanos em direção ao importante centro religioso de Compostela, na Espanha. Encerrando a seção, temos um estudo de literatura céltica de Rita Pereira, A literatura arturiana na Idade Média: fontes, transformações, permanências. Dando continuidade ao debate do dossiê da edição anterior da revista – Brathair 7 (2) 2007, a pesquisadora demonstra a reapropriação identitária da literatura arturiana por nobres e cavaleiros, como forma de reafirmar a sua identidade e seu espaço na sociedade medieval.

A seção Resenhas apresenta duas reflexões sobre obras cujo tema é correlato ao presente dossiê. A primeira, Runas e magia, realizada pelo escandinavista Johnni Langer, apresenta uma crítica a dois lançamentos no país, tratando de reapropriações esotéricas da religiosidade dos antigos vikings. Em contra partida, em Arqueologia funerária francesa: Novas perspectivas, a arqueóloga / historiadora Adriene Baron Tacla comenta o lançamento de nova coletânea francesa sobre práticas funerárias, organizada por Luc Baray, Patrice Brun e Alain Testart e que traz o resultado de um seminário de pesquisa realizado no Collège de France no período de 2001 a 2003.

Por fim, e também relacionada com o tema do dossiê, a seção Entrevistas traz um encontro com o renomado medievalista brasileiro Hilário Franco Júnior, pensando algumas questões metodológicas e temáticas acerca das concepções da morte e do além celto-germânico.

Esperamos que o presente número da BRATHAIR possa incentivar novos estudos celto-germânicos em nosso país, mas também servindo como foco de discussão para os estudos humanísticos em geral. Com este intento, os próximos dossiês contemplarão, respectivamente, os debates acerca de: A mulher celta e germânica: novas perspectivas (Brathair 8 (2) 2008) e Sagas islandesas (Brathair 9 (1) 2009).

Adriene Baron Tacla – Professora Doutora. Pós-doutoranda LABECA, MAE / USP. E-mail: [email protected]

Johnni Langer – Professor Doutor. Departamento de História (UFMA). E-mail: [email protected]


TACLA, Adriene Baron; LANGER, Johnni. Editorial. Brathair, São Luís, v.8, n.1, 2008. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

A mulher celta e germânica – Novas perspectivas / Brathair / 2008

Ao longo de oito anos consecutivos, a Revista Brathair vem colaborando com as discussões acadêmicas acerca dos estudos celtas e germânicos. Com suas publicações semestrais e simpósios bianuais, o grupo tem procurado fomentar a pesquisa e o debate interdisciplinares, proporcionando, assim, aos seus leitores artigos de diversos e renomados especialistas.

Nas últimas décadas, o número de trabalhos dedicados à História das Mulheres e aos Estudos de Gênero vem crescendo, mas, ao que parece, no Brasil, as contribuições referentes à História Antiga e Medieval ainda são esparsas. Pesquisas envolvendo a temática nas sociedades celtas e germânicas vem ocupando especial destaque em línguas inglesa e alemã, principalmente com as publicações de: Lyn Webster (Celtic women); Jennifer Heath (The women of celtic myth); Christina Harrington (Women in a celtic church); Judith Jesch (Women in the viking Age); Jenny Jochens (Old Norse images of women); Sarah Anderson (The women in Old Norse literature and myth), Zoe Borovski (Women and performance in Old Norse Literature), Carol Clover (Men, women, and power in early Northern Europe; Maiden warriors and other sons), Caroline Bynum (Holy feast and holy fast. The religious significance of food to medieval women); Ingrid Bennewitz e Ingrid Kasten (Genderdiskurse und Körperbilder im Mittelalter. Eine Bilanzierung nach Butler und Laqueur); Eva Maria-Carne (Die Frauengestalten bei Hartmann von Aue. Ihre Bedeutung im Aufbau und Gehalt der Epen.) dentre outras.

O dossiê, aqui publicado, apresenta sete artigos que exploram o universo do Gênero e da História das Mulheres. Os primeiros cinco artigos são análises de textos literários e imagens medievais. A mestranda em Artes da UFES, Elza Heloisa Filgueiras propõe o exame das representaçoes mitológicas femininas, que foram cristianizadas, em iluminuras de um manuscrito do séc. XV das Metamorfoses de Ovídio. Seguindo a linha da tradição de textos germânicas, temos os artigos de Jennifer Hufnagel e Sabrina Hufnagel, ambas graduadas pela Otto-Friedrich-Universität Bamberg. A primeira, tendo como base as Estrofes Femininas do trovador Kürenberg, demonstra como o trovador delineia um feminino mais emancipado. A segunda apresenta uma discussão acerca da personagem Kriemhild, de A Canção dos Nibelungos, à luz dos Estudos de Gênero, mais especificamente na interseção entre corpo e poder. A análise da Melusina na obra de Jean D’Arras é o foco do artigo apresentado pela professora da UEMS Márcia Maria de Medeiros. Mestre em Literatura Alemã pela USP e doutoranda pela mesma Universidade, Valéria Sabrina Pereira nos guia numa perspectiva comparativista pelo universo das táticas femininas de poder, tecendo uma comparação entre o universo germânico d’ A Canção dos Nibelungos e o islandês, representado n’A Saga Volsungos.

O artigo teórico de Tatiane Sant’Ana Coelho Reis, graduada em História pela UFRJ, apresenta a discussão acerca do estudo da masculinidade, que começou a se desenvolver após o paradigma dos estudos das mulheres. A autora demonstra, assim, que falar em gênero não implica somente falar das mulheres, mas também dos homens. Na mesma vertente da discussão teórica, a professora da UFRJ e pesquisadora do CNPq, Andréia Cristina Lopes Frazão da Silva, uma das grandes especialistas brasileiras em Estudos de Gênero da Idade Média, aborda os estudos de gênero de matriz pós-estrutralista e convida os medievalistas brasileiros a repensar suas pesquisas. De acordo com Silva, “os estudos de gênero pós-modernistas apresentam uma opção vigorosa ao propor análises sobre os saberes / significações sobre a diferença sexual aliado ao das hierarquias, assimetrias, negociações e micro-poderes, sem a pretensão de propor conclusões gerais.”

O escandinavista e professor da UFMA Johnni Langer apresenta uma resenha sobre o livro de Martina Sprague Norse warfare: unconventional battle strategies of the ancient vikings, no qual a autora apresenta as características gerais da sociedade escandinava e o estilo de vida dos vikings, abordando além da tecnologia náutica, os equipamentos militares e as técnicas de batalha e exemplificando o tema com guerreiros famosos.

Fechando o presente dossiê apresentamos uma entrevista com a especialista alemã em Estudos de Gênero da Idade Média, a catedrática em Filologia Alemã da Idade Média (Deutsche Philologie des Mittelalters) Ingrid Bennewitz da Otto-FriedrichUniversität Bamberg.

Nada melhor do que lembrar das palavras da Prof. Dr. Bennewitz para encerrar a nossa apresentação: “Gênero ainda não adquiriu a dignidade científica de outras categorias de análise.” Esperamos, assim, que este dossiê seja a todos os interessados um deleite e para aqueles que ainda não se aventuram no universo do gênero, um desafio a trilhar tão fascinante estrada.

Daniele Gallindo Gonçalves Silva – Professora Mestre. Doutoranda, Otto-Friedrich-Universtät Bamberg. E-mail: [email protected]

Luciana Campos – Professora Mestre. UNIVIMA. E-mail: [email protected]

Filippo Lourenço Olivieri – Professora Mestre. CEIA / UFF. E-mail: [email protected]


SILVA, Daniele Gallindo Gonçalves; CAMPOS, Luciana; OLIVIERI, Filippo Lourenço. Editorial. Brathair, São Luís, v.8, n.2, 2008. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

Territórios & Fronteiras | UFMT | 2008

Territorios e Fronteiras3 Amazônica | UFPA

A Revista Territórios e Fronteiras (Cuiabá, 2008-) publica artigos, resenhas, entrevistas, dossiês e edições críticas de documentos relacionados, preferencialmente, à disciplina da História e aos temas associados à constituição de territórios e fronteiras na história, em suas diferentes formas, realidades e dimensões. Administrada e apoiada financeiramente pelo Programa de Pós-graduação em História da UFMT, cuja área de concentração é “História, Territórios e Fronteiras”, a revista tem por meta constituir um espaço de debates e de divulgação da produção científica vinculada a esses temas. O periódico também recebe contribuições interdisciplinares e ligadas a áreas afins, a exemplo da Sociologia, Antropologia, Educação, Geografia, Ciência Política, Relações Internacionais etc.

Periodicidade semestral.

Acesso livre.

ISSN 1984-9036

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

 

Pratiques funéraires et sociétés. Nouvelles approches en archéologie et en anthropologie sociale | L. Baray, P. Brun e A. Testart

O homem olha a morte com medo, curiosidade e reverência. Ela desperta, ao mesmo tempo, a sensação de termo e de recomeço, sendo interpretada de diversas formas pelas diferentes culturas e religiões ao longo de toda a história. De fato, o desconhecido e o âmbito do sobrenatural representados pela morte têm provocado e alimentado a imaginação humana em todas as sociedades e épocas. Inúmeros estudos de antropologia, sociologia e psicologia têm demonstrado que os enterramentos representam importantes marcos na vida social, porque pontuam a memória pessoal e coletiva, impõem uma ruptura na ordem social e suprem a necessidade de reorganização das relações pessoais e sociais ante a morte. Criam eles elos entre gerações presentes e pretéritas, fundando pontes entre o mundo dos mortos e dos vivos, dando a alguns mortos um lugar na memória e na vida de sua sociedade e a outros relegando ao total esquecimento e obliteração.

Os estudos sobre morte e funerais não são novidade na arqueologia francesa, nem tampouco nos estudos da Idade do Ferro Européia em geral. Em verdade, constituem os enterramentos o tipo de documentação arqueológica mais explorada e melhor conhecida, representando, pois, a base de nossos conhecimentos acerca dessas sociedades, sobretudo no que diz respeito à primeira Idade do Ferro na Europa Centro-Ocidental. Desde os primeiros inventários de monumentos publicados no século XIX que as tumbas em montículo, sobretudo as faustosas, têm despertado o interesse tanto de leigos quanto de pesquisadores profissionais. Então, assim como hoje, a pergunta central era a mesma: Como lidavam essas populações com a morte e com a perda de seus entes queridos, líderes e heróis?

A princípio, o principal foco de análise estava na descrição simples da forma e caráter desses enterramentos. Uma tal abordagem sempre se manteve aliada aos estudos de inventários locais e regionais, dominados pela descrição densa de sítios. Se por um lado não podemos dizer que essa abordagem tenha sido completamente descartada, por outro, é preciso destacar que novas abordagens foram se afirmando a partir dos anos 70, sobretudo ante os avanços das técnicas de análise e de novas metodologias de pesquisa, além das abordagens interdisciplinares. Essas se tornaram características da chamada “Nova Arqueologia”, onde a obra The Archaeology of Death (Chapman, Kinnes & Randsborg 1981) se tornou um dos grandes marcos. Seguia ela a trilha indicada pelos trabalhos de Ucko (1969) e Tainter (1978), que entendiam os enterramentos como prática social, para tanto defendendo o uso da etnografia para analisar os ritos e achados funerários, evitando, por conseguinte, uma análise simplista desses achados.

Na França, inúmeros foram os volumes e teses dedicados ao tema, tal como La Mort, les morts dans les sociétés anciénnes (Gnoli & Vernant 1982), e também inúmeros foram os congressos que o debateram; a exemplo dos colóquios Anthropologie physique et archéologie: méthodes d’étude des sépultures. Toulouse 1982 (Duday & Masset 1987), Monde des morts, monde des vivants en Gaule rurale. Orléans 1992 (Ferdière 2000), Archéologie de la mort, archéologie de la tombe au premier âge du Fer. XXIe colloque international de l’AFEAF, Conques – Montrozier 1997 (Dedet et al. 2000), e Archéologie des pratiques funéraires. Approches critiques. Glux-en-Glenne 2001 (Baray 2004), para só citar alguns. Mas, então, por quê novo evento sobre essa mesma temática? O quê, afinal, nos traz esta coletânea de novo?

Em poucas palavras: ação humana e abordagem interdisciplinar. Pode-se dizer que tal perspectiva não é em si uma inovação, mormente se considerarmos os trabalhos da academia de língua anglo-saxã, onde não só há um constante debate com a antropologia, como também uma ampla tradição de pesquisa acerca do que a morte nos diz sobre as sociedades viventes, isto é, acerca do que podemos inferir das sociedades a partir dos dados funerários; como postularam os trabalhos de Fleming (1972, 1973) para a pré-história inglesa (bem como todos que o sucederam – e não foram poucos) e, mais recentemente, para a Grécia Antiga, as publicações de Ian Morris (1987, 1992). Contudo, esses trabalhos não encontraram grande repercussão na arqueologia francesa, que até muito recentemente privilegiou abordagens dominadas por sítios e com poucos recursos ao diálogo com a antropologia. Assim é que a coletânea Pratiques funéraires et sociétés possui um forte diferencial.

Ela se originou de um seminário que reuniu etnólogos e arqueólogos no Laboratório de antropologia social do Collège de France, realizado em colaboração com a Unité Mixte de Recherche (UMR) Archéologie et Sciences de l’Antiquité (ArScAn) de Nanterre e a UMR 5594 Archéologie, Cultures et Sociétés de Dijon, de 2001 a 2003. Seu objetivo era aprofundar a compreensão do das práticas funerárias e seus usos e relevância sociais, trazendo um novo olhar que não estivesse preso tão somente às escavações. Contudo, como destacam os organizadores no prefácio da obra, a reflexão etnológica ficou restrita ao trabalho de Testart (pp.9-13), com os demais versando sobre a arqueologia funerária de diferentes períodos e sociedades, a saber: do Egito antigo (pp. 229-244, 245-256, 257-266), de Tell Shiukh Fawqâni (pp. 267-276, 277-284, 285-294), da Idade do Bronze em Oman (pp.295-319), da China da realeza Chu (pp.359-369), do México pré-colombiano (pp.371-390), de Fidji no séc. XIX (pp. 391-407), Chipre na Antigüidade e medievo (pp.409-415), da Antigüidade grega (pp.321-349, 351-358), da Europa mesolítica (pp.15-35) e neolítica (pp.37-67, 69-76, 77-90, 91-99), da França nas Idades do Bronze (pp.101-114, 115-132) e do Ferro (pp.133-154, 155-167, 169-189) e conquistada por Roma (pp.191-205, 207- 228).

A questão central desse amplo debate é: O que se pode dizer das sociedades a partir de seus vestígios funerários? Como destaca Testart (pp.9-10), uma tal pergunta apresenta grandes dificuldades de resposta. Primeiramente, por conta da grande diversidade de práticas funerárias e pelas diferenças de conhecimento e procedimento das próprias disciplinas, haja vista a resistência dos etnólogos em lidar com os dados materiais e também a raridade desses dados para as sociedades com que eles costumam lidar (p.9). Depois, porque, tradicionalmente, esse questionamento implicaria tratar de desigualdade social, produção, acúmulo ou redistribuição de riqueza, implicando que: a) no que se refere à construção das tumbas, que “…para a maior parte dos etnólogos e historiadores da religião (…) [se deveria a] razões religiosas” (p.10), mas que para os cientistas sociais aludiria também a questões sociais; b) no tocante aos depósitos funerários, se apresentaria o debate acerca deles como propriedade ou não do morto e de seu grupo de parentesco. Para responder a essas questões não se pode fazer conclusões preconcebidas ou descontextualizadas. Ao contrário, “é preciso hipóteses fortes, um conhecimento mínimo das variações etnográficas em matéria de política funerária e uma elaboração de critérios arqueológicos novos” (p.11). Logo esse o debate desse seminário, tal como de toda a arqueologia interpretativa, se coloca na definição dos limites de interpretação e dos critérios de análise e de comparação.

No tocante às sociedades celtas (área de concentração do presente periódico), nos interessam, particularmente os capítulos acerca da França proto-histórica e galoromana. Essas contribuições se dividem em dois grupos: 1) estudos de casos, 2) estudos regionais, e 3) reflexões amplas, propondo modelos gerais.

No primeiro grupo, encontramos dois trabalhos sobre necrópoles no Aisne, um sobre a região do Languedoc ocidental e outro sobre um caso de Luxembrugo. Le Guen e Pinard (pp.101-114) nos apresentam os resultados preliminares das práticas funerárias da necrópole da Idade do Bronze de Presles-et-Boves, “Les Bois Plantés” (Aisne). Com uma detalhada análise de antropologia física associada ao estudo da tipologia e cronologia dos demais depósitos, mostram eles a diversidade existente nas práticas de cremação dessa necrópole. Diferentemente, Desenne, Auxiette, Demoule e Thouvenot (155-167) fazem um estudo mais denso do caso da necrópole de Bucy-leLong “La Héronnière” no período de La Tène A (cerca de 475 a 300 a.C.), propondo a análise da forma das prática funerárias (considerando as etapas de preparação do morto, da tumba e dos depósitos) como via de percepção da estrutura social. Eles mostram que, se por um lado, os achados de Bucy-le-Long não diferem das demais necrópoles do vale do Aisne, por outro, eles se destacam pela maior concentração de tumbas com carros (quatro no total) – e por serem todas elas femininas; vale destacar que “na cultura do Aisne-Marne, só 5% das tumbas com carros (…) contêm um mobiliário claramente feminino” (p.166). Nessa necrópole, como no restante daquelas da Idade do Ferro francesa encontra-se uma combinação de práticas locais (com seleções específicas de objetos), aliadas a regras funerárias mais amplas, com a organização por grupos familiares e regras estipuladas de deposições funerárias.

Também tratando das necrópoles da Idade do Ferro, Florent Mazière (pp.133- 154) examina a questão da morte no sul da França a partir do caso do Languedoc ocidental no séc. VII a.C. Centrando suas observações na transformação social da passagem do bronze final para a Primeira Idade do Ferro, Mazière se debruça sobre a questão do aumento de complexidade social, a construção de uma sociedade fortemente hierarquizada e de uma chefia forte, se propondo a apontar as nuanças e complementos desse esquema tradicional. Para tanto, traçando um rápido balanço da documentação funerária dessa região e dos recentes trabalhos de escavação, Mazière vem mostrar como é possível ter um novo olhar acerca desses achados. Sua análise traça desde os detalhes das formas de enterramento e violação de tumbas ainda na Antigüidade até a emergência de uma pequena elite (cujos enterramentos se encontram nas proximidades das necrópoles tradicionais) e suas relações com o Mediterrâneo. Trata-se de abordagem que bebe na tradição, mas que também explora novas possibilidades; tem, pois, grande potencial e avança no debate.

Por outro lado, enveredando pelo período galo-romano, Polfer (pp.191-205) propõe uma reflexão sobre os problemas metodológicos para a análise social de enterramentos, tomando por base o estudo do caso da necrópole de Septfontaines (Luxemburgo). Dentre os pontos por ele levantados destaca-se o questionamento do postulado tradicional que considera os depósitos funerários como expressão direta da riqueza e do status sócio-político do morto quando em vida; ponto este também debatido por diversos contribuintes da presente coletânea e que se mostra de vital importância para os estudos de pré- e proto-história, onde não há documentação textual de época para contrapor-se à material.

No segundo grupo, encontramos, não por acaso, os trabalhos de Brun e Baray, que não apenas possuem vasta produção na área (o primeiro como grande nome da área de estudos proto-históricos franceses e o segundo que tem despontado desde idos de 2000 como especialista de práticas funerárias da Idade do Ferro francesa), mas que se destacam, sobremaneira, pela criação de modelos téoricos. Patrice Brun (pp.115- 132) propõe, aqui, uma reflexão sociológica mais ampla para as práticas funerárias da Europa da Idade do Bronze. Em verdade, ele vem debater alguns dos grandes problemas – e limitações – com que se deparam os arqueólogos ao analisar os vestígios funerários e suas implicações para a análise sociológica de sociedades da proto-história. Traçando um breve panorama das diferentes regiões européias na Idade do Bronze, Brun mostra que à primeira vista, apesar das trocas interregionais, deparamo-nos com fenômenos regionais que não estão interligados e não são interdependentes; donde, configuram variabilidades de hierarquização tanto a nível temporal quanto espacial. Porém, alerta ele que, numa análise macroscópica sincrônica (que por sinal é a marca de seu trabalho intelectual), temos um mesmo fenômeno: o aumento de complexidade social, com a formação de elites emergentes. Em linhas correlatas, Baray (pp.169-189) se propõe a compreender o aumento de complexidade e as transformações sociais na Europa ocidental da Idade do Ferro. Lançando mão de uma análise que correlaciona a materialidade dos depósitos e da questão da riqueza, Baray cria um modelo tripartite da riqueza na Europa ocidental da Idade do Ferro, calcado no prestigio e num sistema de clientela. Para ele, os depósitos funerários revelam não somente o estatuto do morto, mas, acima de tudo uma ideologia política. No seu próprio dizer, para o período da primeira Idade do Ferro (principalmente da segunda metade do séc.VI a.C. ao primeiro quartel do séc. V a.C.), “o depósito de riqueza age como metáfora do sucesso social do morto” (p.186). Assim, ele traça dois ideais funerários: o ideal do valor guerreiro e de competição sócio-política, que predomina nos enterramentos (do séc. VIII a meados do séc.VI a.C. e do segundo quartel do séc. V ao fim do séc.IV a.C.), e o ideal da sociabilidade e das redes de clientela personificadas pelo banquete, que vigora nos períodos de meados do séc.VI ao primeiro quartel do séc. V a.C. e do IIIº ao Iº séculos a.C.

A esses dois trabalhos, vem se unir a contribuição de Blaizot, Bonnet e Batigne Vallet (pp.207-228). Analisando o uso de depósitos de cerâmica em enterramentos galo-romanos, voltam-se eles para as práticas e gestos rituais; temática pouco explorada, posto que a maioria dos arqueólogos se preocupa mais com a questão desses depósitos como oferenda para o morto e expressão de sua condição estatutária (p.207). Para tanto, os autores não enveredam pelo tradicional exame da funcionalidade e qualidade dos vasos, preferindo, ao invés, tratar dos usos rituais desses objetos. Eles observam uma distinção entre depósitos primários (vasos com oferendas sólidas) e depósitos secundários (vasos com oferendas líquidas) (pp.209- 210), cuja deposição sugere uma seqüência de deposição na cerimônia fúnebre. Como esperado, eles mostram que os conjuntos de depósitos não são homogêneos na Gália romana e que vários desses artefatos passavam por um tratamento especial (queima, quebra ou mutilação) quando incluídos no depósito ritual (pp.218-220); procedimento de fato corrente em depósitos votivos e funerários em toda a Europa proto-histórica. Contudo, sua principal contribuição está em chamar a atenção dos pesquisadores para o fato de que os estudos cerâmicos podem nos fornecer mais dados do que somente a cronologia dos enterramentos ou o status do morto, permitindo-nos “reconstruir” parte significativa da seqüência ritual que envolvia atos de deposição. Como vários estudos recentes têm destacado, é na ação humana que se encontra nossa nova fronteira de pesquisa.

Apesar desse termo “ação humana” não estar claramente afirmado nessa obra, e de ainda estar pouco presente no debate acadêmico francês, ao contrário do anglosaxão onde tem proliferado a reflexão sobre o tema (cf. Dobres 2000, Gardner 2004), essa é, a nosso ver, a grande contribuição dessa coletânea. É em si um primeiro passo rumo a esse debate, procurando demonstrar que não é preciso abandonar os perfis tradicionais de pesquisa da arqueologia funerária francesa, mas sim associá-lo a novas formas de pensar e de inquirir os vestígios materiais.

Se retomarmos, então, a questão central desse livro, vemos que os trabalhos acerca das sociedades da proto-história da Europa ocidental vêm também nos chamar a atenção para o fato de que os enterramentos não devem ser vistos como um mero reflexo nem das crenças no Outro Mundo, nem da estrutura social ou das formas de sociabilidade. É preciso (e possível) ir além.

Referências

BARAY, L. (dir.) Archéologie des pratiques funéraires. Approches critiques. Actes de la table ronde organisée par l’UMR 5594 du CNRS, université de Bourgogne “Archéologie, cultures et societés. LaBourgogne et la France orientale du Néolithique au Moyen Âge” et BIBRACTE, Centre archéologique européen. Glux-en-Glenne, 7-9 juin 2001. Glux-en-Glenne: BIBRACTE, Centre archéologique européen (Collection Bibracte, 9), 2004.

CHAPMAN, R., KINNES, I., RANDSBORG, K. (eds.) The Archaeology of Death. Cambridge, Cambridge University Press (New Directions in Archaeology), 1981.

DEDET, B., GRUAT, P., MARCHAND, G., PY, M., SCHWALLER, M. (eds.) Archéologie de la mort, archéologie de la tombe au premier âge du Fer. Actes du XXIe colloque international de l’AFEAF, Conques – Montrozier 8-11 mai 1997. Lattes, CNRS (Monographies d’Archéologie Méditerranéenne), 2000.

DOBRES, M.-A., ROBB, J.E. (eds.) Agency in Archaeology. London: Routledge, 2000.

DUDAY, H., MASSET, C. (eds.) Anthropologie physique et archéologie: méthodes d’étude des sépultures. Actes du colloque de Toulouse, 4, 5 et 6 novembre 1982. Paris, Éditions du Centre national de la Recherche scientifique: Presses du CNRS diffusion, 1987.

FERDIÈRE, A. (ed.) Monde des morts, monde des vivants en Gaule rurale. Actes du Colloque ARCHÉA/AGER (Orléans, Conseil Régional, 7-9 février 1992). Tours, FÉRACF/LA SIMARRE, 2000.

FLEMING, A. Vision and Design: Approaches to Ceremonial Monument Typology. Man (N.S.) 7(1), 1972, pp. 57-73.

______. Tombs for the Living. Man (N.S.) 8 (2), 1973, pp. 177-193.

GARDNER, A. (ed.) Agency Uncovered: Archaeological Perspectives on Social Agency, Power, and Being Human. London: UCL Press, 2004.

GNOLI, G., VERNANT, J.P. (eds.) La Mort, les morts dans les sociétés anciénnes. Cambridge: Cambridge University Press & Editions de la Maison des Sciences de l’Homme, 1982.

MORRIS, I. Burial and Ancient Society: The Rise of the Greek City-State. Cambridge: Cambridge University Press (New Studies in Archaeology), 1987.

_______. Death-ritual and Social Structure in Classical Antiquity. Cambridge: Cambridge University Press (Key Themes in Ancient History), 1992.

TAINTER, J.R. Mortuary practices and the study of prehistoric social systems. Advances in Archaeological Method and Theory 1, 1978, pp. 105-141.

UCKO, P. J. Ethnography and archaeological interpretation of funerary remains. World Archaeology 1 (2), 1969, pp. 262-280.

Adriene Baron Tacla – Pós-doutoranda, LABECA MAE/USP. E-mail: [email protected]


BARAY, L., BRUN, P. et TESTART, A. (Eds.). Pratiques funéraires et sociétés. Nouvelles approches en archéologie et en anthropologie sociale. Dijon: Éditions Universitaires de Dijon, 2007. (Collection Art, Archéologie & Patrimoine). Resenha de: TACLA, Adriene Baron. Arqueologia funerária francesa: Novas perspectivas. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.8, n.1, p. 111-116, 2008. Acessar publicação original [DR]

As moradas secretas de Odin: um estudo esotérico sobre a tradição nórdica | Mirella Faur

Os deuses nórdicos vêm fascinando o homem moderno desde a invenção da imprensa e a publicação das Eddas e das Sagas após o Renascimento. Em especial, com o advento do esoterismo e do ocultismo, os antigos cultos e mitologias foram retomados, recriados e interpretados segundo referenciais que muitas vezes afastam-se do que era concebido originalmente pelos escandinavos. É o caso do livro Mistérios nórdicos: deuses, runas, magias, rituais, de Mirella Faur, que propõe uma recuperação da antiga tradição nórdica, mas que na realidade é uma obra que mescla informações acadêmicas contemporâneas com diversos anacronismos criados por pensadores da atualidade. Um inventário de todos os erros, fantasias e equívocos de interpretação do livro transcenderia o espaço desta coluna, motivo que nos limita a apresentar apenas alguns destes lapsos e, principalmente, a refletir sobre a ideologia wiccana que esteve envolvida por trás da elaboração do texto de Mirella.

Ao caracterizar os sacrifícios realizados pelos Vikings, a autora afirma que estas práticas foram oriundas de contatos com as “tribos sanguinárias das estepes russas” (p.35), uma afirmação sem nenhuma comprovação histórica. As imolações já eram comuns desde os germanos da antiguidade, como atestam muitas das fontes clássicas (Langer 2004: 61-85). Também a respeito de registros visuais sobre os mitos, Faur equivoca-se: “Várias das imagens do Ragnarök existiam nas lendas escandinavas muito antes da cristianização. Existem pedras antigas na Suécia gravadas com cenas do Ragnarök” (p. 44). Na realidade, não existem imagens originalmente pagãs desta cena mítica. Em nosso levantamento sobre as estelas da ilha sueca de Gotland, o maior acervo visual pré-cristão da mitologia germânica disponível, não encontramos sequer uma imagem desta cena (Langer 2006: 10-41). Todas as esculturas sobre o Ragnarök foram produzidas em regiões e períodos de contato do paganismo com o cristianismo, no final da Era Viking (como as imagens produzidas em cruzes da área britânica). Em síntese, as antigas tradições orais sobre a batalha final dos deuses foram preservadas em manuscritos e seu núcleo básico talvez contenha muito do pensamento pagão original, mas as cenas visuais que restaram já possuem uma forte interferência e seleção cristã. Ainda no tema de imagens, a autora faz uma sistematização de símbolos que possuem realmente caráter pagão (como o valknut, o fylfot, o mjöllnir), mas enganou-se ao representar alguns, como um coração (segundo ela, “antiga representação dos atributos femininos”, p. 410)– que não ocorre no período germano antigo ou viking, ao menos em estelas e monumentos sagrados; e a espiral, que existiu somente na Escandinávia préviking.

Em relação ao simbolismo religioso das embarcações, novamente Mirella Faur equivocou-se: “Antes que os barcos se tornassem símbolos das conquistas vikings ou servissem como túmulos dos guerreiros, eles reproduziam nos petróglifos a Deusa como a doadora de vida e luz; o barco simbolizava a sua yoni (vulva) ou o veículo da deusa solar” (p. 426). Nada comprova isso: nas gravuras em rochas da Idade do Bronze sueca de Karlslund, os barcos estão associados a homens portando peles e chifres de animais, muitos com pênis eretos, portanto, associados à fertilidade e ao poder sexual masculino. Algumas destas gravuras também contém rodas solares junto a barcos, mas não sabemos se o Sol já era neste período considerado uma deidade feminina. No período pré-Viking da ilha de Gotland, muitas estelas funerárias contém espirais e rodas solares representadas acima de embarcações, uma clara alusão à morte e a passagem do morto para o outro mundo.

A autora preserva a equivocada concepção de que o culto aos Vanes foi mais antigo que o dos Ases: “o mundo pacífico dos adoradores dos Vanir foi dominado pela cobiça e violência dos conquistadores indo-europeus, cujo panteão formado por senhores do céu, dos raios, dos trovões e das batalhas foi se sobrepondo às divindades autóctones que regiam a terra, as forças da natureza, a fertilidade e a sexualidade” (p. 428), algo sem nenhuma comprovação histórico-arqueológica. Na realidade, divindades masculinas conectadas com o céu e com a guerra já apareciam na Escandinávia Neolítica, muito antes das invasões indo-européias, e eram simbolizados por figuras fálicas portando machados e lanças (Davidson 1987: 21).

Outro erro de Mirella é em relação à influência política das deusas: “Existem registros detalhados da devoção de certos reis, que dedicavam templos, estátuas e homenagens às suas madrinhas e protetoras. Posteriormente, o lugar dessas deusas responsáveis pelas dinastias reais e as vitórias nos combates foi outorgado a Odin, Frey, Thor e Tyr” (p. 429). Que registros são esses? Infelizmente a autora não concede maiores detalhes. Todas as fontes disponíveis (obras de Saxo Gramaticus, Snorri Sturlusson, etc) apontam que tanto as dinastias reais pré-Vikings quanto do período Viking eram consideradas influenciadas objetivamente pelo deus Odin (e em alguns poucos casos, por Freyr). Aliás, até mesmo os antigos reis germanos se consideravam descendentes diretos de Wotan e tinham muito orgulho disso (Davidson 1987: 31).

A maior parte da obra dedica-se ao estudo e interpretação das runas (p. 139-379), dentro de uma caracterização muito comum também em outros livros disponíveis em português sobre divinação, sem muitas novidades.[1] A associação de algumas runas a asteróides como Ceres e Vesta e planetas como Urano e Netuno (p. 143, 164, 273), todos invisíveis a olho nu e desconhecidos pelos escandinavos medievais, é ridícula. Não se sabe exatamente que runas eram utilizadas para previsão do futuro e nem que métodos de leitura eram empregados, ao menos durante a Era Viking. Os manuscritos medievais conhecidos como galdraboks são muito posteriores e contém influências mágico-esotéricas alheias à religiosidade pré-cristã. Em especial, o método de divinação apresentado como cruz rúnica (p. 319), nada mais é que uma adaptação do conhecido método da cruz celta do Tarot, transposto para as runas. Outras aplicações mágicas com as runas descritas no livro, como a relação com os pranaiamas da ioga e o stadhagaldr (a ioga rúnica), popularizados pelos esotéricos Ralph Blum e Edred Thorsson (p. 399), são concepções contemporâneas, sem relação direta com a religiosidade Viking.

Durante a descrição da prática mágica do seiðr, a autora possui uma postura ambígua. Primeiro adota a concepção de que o caráter negativo desta magia foi devido ao registro tardio de algumas sagas, já influenciadas pelo cristianismo, sendo seu caráter positivo o verdadeiro aspecto existente na sociedade viking (p. 413). Em um momento posterior do livro, ela apresenta uma outra visão, a de que o seiðr já era considerado negativo pelos escandinavos pagãos, devido a sua relação com os homens efeminados (p. 420). Apesar de ser um tema complexo ainda sujeito a maiores pesquisas, algumas investigações revelam que o verdadeiro poder religioso e social da mulher escandinava era o da esfera privada, onde o seiðr era fundamental, oposto à esfera pública, dominada pelo odinismo e posteriormente pelo cristianismo. Isso foi revelado magistralmente pela pesquisa de Borovsky 1999: 6-39. Já para Schurbein (2003: 129), o xamanismo foi a primeira forma de poder entre as escandinavas, enquanto Dommasnes (2005: 104) reforça os conflitos existentes entre a magia feminina doméstica e a religiosidade pública (todas afirmações de mulheres e pesquisadoras acadêmicas, então, não é uma conspiração masculina de minha parte…).

Na verdade, o intento maior de Mirella Faur é transmitir ao leitor a idéia de que a religiosidade nórdica original era a efetuada por mulheres ou pelo sagrado feminino: “Prevaleciam os ritos e rituais femininos em relação aos masculinos, por ser o universo das mulheres muito mais complexo, amplo e diversificado” (p. 430). Uma afirmação totalmente errônea, se levarmos em conta que desde a pré-história os cultos de divindades masculinas eram os mais preponderantes e importantes na sociedade escandinava em seus aspectos públicos: “As cenas representadas nas rochas mostram rituais de um culto predominantemente masculino, indicado para guerreiros e agricultores, nos quais a mulher desempenha pequeníssimo papel, sendo-lhe apenas permitido aplaudir as procissões” (Davidson 1987: 26). Isso não desmerece de maneira nenhuma a importância das mulheres para a sociedade escandinava, sendo elas no período Viking as transmissoras de quase todo o conhecimento e cultura (Jochens 2005: 217-232).

Em todo momento de seu livro, Mirella Faur leva o leitor a pensar que tanto o pequeno papel das divindades femininas nos mitos e na religiosidade foi causado por uma misoginia dos transcritores dos manuscritos: “O advento do cristianismo levou a uma perseguição intensa do princípio sagrado feminino” (p. 431), quanto do próprio trabalho dos acadêmicos modernos (!), em sua maioria homens: “iniciei a árdua tarefa de procurar a verdade primeva, soterrada sob a poeira dos tempos e fragmentada pelas interpretações tendenciosas dos monges cristãos e dos historiadores e pesquisadores do sexo masculino” (p. 15). Mas o que se percebe de forma geral nos manuscritos transcritos durante o período cristão, no tocante à feitiçaria nórdica masculina e feminina, é que seus praticantes não foram necessariamente descritos como sinistros ou satanizados, mas caracterizados dentro de regras de micro-política das comunidades (Ogilvie 2006: 1-8).

A própria mitologia nórdica, em sua forma como nos foi legada pelas fontes medievais, é questionada por Mirella:

“Da mesma maneira que o mito da criação, a descrição do Ragnarök foi feita pela ótica masculina (…) Nenhuma outra deusa, nem mesmo as Valquírias, é mencionada na grande batalha final (…) A guerra e a destruição jamais foram provocadas ou sustentadas por manifestações do princípio sagrado feminino, pois nenhuma deusa provocou o Ragnarök, participou dele ou colaborou para que ele ocorresse” (p. 44, 45).

Para se entender a batalha final, é preciso estudar o próprio fenômeno da cosmologia e cosmogonia nórdica, sendo que todas as ações realizadas pelos deuses no início dos tempos e em sua trajetória colaboraram para o caos futuro, devido à própria ambigüidade e contradições das divindades masculinas e femininas – neste caso, incluindo desde a “promiscuidade” de Freyja até o ato de Frigg para tentar salvar Balder, não sendo, portanto, as deusas omissas na ordem dos acontecimentos. Para um melhor aprofundamento, ver o estudo de Jesch (2003: 133-140).

Mas qual seria a causa deste posicionamento da autora? Em seu capítulo “O princípio feminino na tradição nórdica” (p. 425) encontramos as respostas. Mirella foi influenciada diretamente pela esoterista Diana Paxson, que auxiliou Marion Bradley a escrever o romance As Brumas de Avalon, durante os anos 1970 e uma das divulgadoras da wicca diânica. Surgido na Califórnia, esse ramo wiccano é conhecido pelo seu radicalismo feminista, propagador da utopia do matriarcado (que nunca foi comprovado historicamente em nenhuma sociedade, vide Georgoudi 2007: 24-27) e pela falsa concepção de que existiu uma poderosa magia feminina européia e um culto a uma única deusa desde a pré-história, perseguida pelo poder masculino pagão e depois pelo cristão, mas que sobreviveu na forma da bruxaria medieval [2].

Em outro livro, As moradas secretas de Odin: um estudo esotérico sobre a tradição nórdica, de Valquíria Valhalladur, encontramos muitos dos mesmos equívocos de Mirella Faur, especialmente o uso da stadhagaldr e ativação de chacras com as runas (p. 79-150), além da idéia de uma ancestralidade autóctone do culto aos vanires (“eram pacíficas, sedentárias e, provavelmente, matriarcais e apologistas da igualdade dos sexos”, p. 66). Alguns novos erros: “Ao contrário dos alfabetos gregos e romanos, as runas nunca se tornaram um sistema fonético fixo” (p. 14). Mas e as centenas de textos em estelas e monumentos na Escandinávia? Antes de tudo, as runas eram uma forma de escrita alfabética, sendo a magia uma aplicação secundária, assim como sua ligação com a cura e relacionadas diretamente ao culto das dísir (Nasstrom 2000: 361). Erros históricos também são comuns: “os barcos Knörr eram temidos por quem cruzasse na sua rota” (p. 157). Esse era o termo empregado para os barcos cargueiros e comerciais, que não utilizavam carrancas, nem escudos ou remos, portanto, não infligiam medo a ninguém. A autora desconhece cronologias sobre os Vikings: “Esses guerreiros desbravaram territórios até se instalarem como um temível império rival dos romanos” (p. 157).

As obras esotéricas, desta maneira, acabam criando muitas falsas interpretações sobre a história, a religiosidade e a sociedade da Escandinávia da Era Viking, confundindo especialmente os neófitos em leituras sobre estes temas. Tanto para os estudantes e pesquisadores quanto para os interessados na reconstituição das antigas práticas religiosas e mitos pré-cristãos, só resta aguardar a publicação de livros mais sérios e fundamentados em nosso país ou recorrer a bibliografia acadêmica em línguas estrangeiras.

Notas

1. O estudo das runas ainda é extremamente precário em nosso país, mesmo dentro da academia. Como exemplo, em uma recente monografia de bacharelado em História na cidade de Vitória (ES), a pesquisadora Mila Marques cometeu vários equívocos sobre o tema da Escandinávia Medieval, entre eles atribuindo a autoria do poema éddico Hávamál, integrante da Edda Poética, ao poeta islandês Snorri Sturlusson: “A intenção foi pesquisar as representações rúnicas no poema Hávamál na obra Textos Mitológicos das Eddas (1220) de Snorri Sturluson”. O poema em questão é anônimo, mais antigo que a Edda Prosaica de Snorri, do qual ele próprio faz citações (Cf. Hall 2007: 211). Outro equívoco de Mila Marques é a respeito da estrutura do poema: “O maior interesse desta pesquisa foi analisar o capitulo 4 do Hávamál intitulado: A História das Runas de Odin”. Cf. Marques, Mila. Defesa de pesquisa acadêmica. Na trilha das runas. Disponível em: http://www.milarunas.net Último acesso: 2 de dezembro de 2008. O Hávamál não possui títulos ou divisões nas estrofes do manuscrito medieval. Esses lapsos demonstram que os estudos sobre runas em nosso país ainda necessitam de maior seriedade e referências bibliográficas de obras acadêmicas, bem como a co-orientação de especialistas nos estudos escandinavísticos.

2. Sobre esse assunto e uma reflexão historiográfica para a wicca diânica, consultar o artigo de Campos e Langer (2007: 12-18).

Referências

BOROVSKY, Zoe. Never in public: Women and Performance in Old Norse Literature. Journal of American Folklore 112 (443), 1999, pp. 6-39.

CAMPOS, Luciana de & LANGER, Johnni. The wicker man: reflexões sobre wicca e o neo-paganismo. Fênix 4 (2), 2007, pp. 1-21. Disponível em: http://www.revistafenix.pro.br/PDF11/ARTIGO.2.SECAO.LIVRE-JOHNNI.LANGER.pdf Último acesso: 31 de outubro de 2008.

DAVIDSON, Hilda. Escandinávia. Lisboa: Editorial Verbo, 1987.

DOMMASNES, Liv Helga. Su corazón se modeló sobre una rueda: las mujeres entre la ideologia y la vida en el pasado nórdico. Treballs d’Arqueologia 11, 2005, pp. 91- 113. Disponível em: http://ddd.uab.es/pub/tda/11349263n11p96.pdf Último acesso: 31 de outubro de 2008.

GEORGOUDI, Stella. L’invention d’un mythe: le matriarcat. Les collections de L’Histoire 34, 2007, pp. 24-27.

_____. Bachofen, o matriarcado e a antiguidade: reflexões sobre a criação de um mito. In: PANTEL, Pauline (dir.). História das mulheres, vol 1. Lisboa: Edições Afrontamento, 1993, pp. 569-590.

HALL, Richard. Exploring the World of the Vikings. London: Thames and Hudson, 2007.

JESCH, Judith. Sexuality, wisdom and heroism: female figures in Norse myth and legend. Women in the Viking Age. London: The Boydell Press, 2003, pp. 133-147.

JOCHENS, Jenny. La femme Viking en avance sur son temps. In: BOYER, Régis. Les Vikings, premiers européens. Paris: Éditions Autrement, 2005, pp. 217-233.

LANGER, Johnni. Midvinterblot: o sacrifício humano entre os Vikings e no imaginário moderno. Brathair 4 (2), 2004, pp. 61-85. Disponível em: www.brathair.com Último acesso: 31 de outubro de 2008.

_____. Religião e magia entre os Vikings. Brathair 5 (2), 2005, pp. 55-82. Disponível em: www.brathair.com Último acesso: 31 de outubro de 2008.

_____. As estelas de Gotland e as fontes iconográficas da mitologia Viking. Brathair 6 (1), 2006, pp. 10-41. Disponível em: www.brathair.com Último acesso: 31 de outubro de 2008.

MARQUES, Mila. Na trilha das runas. Disponível em: http://www.milarunas.net/ Último acesso: 3 de dezembro de 2008.

NASSTROM, Britt-Mari. Healing hands and magical spells. In: BARNES, Geraldine & ROSS, Margaret. Old Norse Myths, Literature and Society. Sydney: Centre for Medieval Studies, 2000, pp. 356-362. Disponível em: http://www.arts.usyd.edu.au/departs/medieval/saga/pdf/0000-all.pdf Último acesso: 14 de novembro de 2008.

OGILVIE, Astrid. Weather and Wichcraft in the Sagas of Icelanders. The Thirteenth International Saga Conference. Durham University, 2006, pp. 1-8. Disponível em: http://www.dur.ac.uk/medieval.www/sagaconf/home.htm Último acesso: 17 de outubro de 2008.

SCHNURBEIN, Stefanie. Shamanism in the Old Norse tradition. History of Religion 43 (2), 2003, pp. 116-138.

Johnni Langer – Departamento de História UFMA. E-mail: [email protected]


FAUR, Mirella. Mistérios nórdicos: deuses, runas, magias, rituais. São Paulo: Madras, 2007. VALHALLADUR, Valquíria. As moradas secretas de Odin: um estudo esotérico sobre a tradição nórdica. São Paulo: Editora Madras, 2007. Resenha de: LANGER, Johnni. Runas e Magia. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.8, n.1, p. 106-110, 2008. Acessar publicação original [DR]

The Cord Keepers. Khipus and Cultural Life in a Peruvian Village – SALOMON (C-RAC)

SALOMON, Frank. The Cord Keepers. Khipus and Cultural Life in a Peruvian Village. London: Duke University Press, 2004. 331p. Resenha de: PLATT, Tristan. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.39, n.2, p.285-286, dic. 2007.

Enderezando al vapor un torcido palo de aliso, un fabricante de varas en Tupicocha (un pueblo histórico en la precordillera limeña) explicó su procedimiento mediante una comparación. El etnógrafo traduce: “la ‘costumbre’ endereza lo que [Isaiah] Berlin llamó (siguiendo a Kant) la ‘madera torcida de la humanidad'”. Tales interpolaciones autoriales son características del estilo hermenéutico de Frank Salomon: busca la frase inglesa o la teoría noratlántica que mejor se ajusta a las intenciones lingüísticas o culturales andinas. Y la idea de “ajustarse” una cosa con otra expresa un ideal generalizado en la civilización andina, que Salomon hace suyo: así como las superficies irregulares deben ser raspadas o moldeadas para que puedan juntarse sin desigualdad, las diferentes ideas y formas lingüísticas deben encontrar su equivalencia mediante la traducción acertada, y los cuerpos campesinos deben recombinarse simétricamente en contextos sociales productivos mediante la propiciación del equilibrio y la participación equitativa. Tal estilo de cultura democrática busca acuerdos sobre una necesaria disciplina creativa: la equivalencia y la jerarquía están cada cual al servicio de la otra; los ideales compartidos de comportamiento social (“la ‘costumbre'”) canalizan el flujo errático de las inclinaciones individuales bajo los vigilantes ojos de las autoridades comunitarias elegidas cada año. La necesidad de reglamentar el servicio y la responsabilidad comunitarios, modelando de antemano la colaboración social y dejando constancia de ella después, ha sido, según el argumento de Salomon, un motor fundamental detrás del desarrollo del arte del khipu en Tupicocha. Este nuevo libro de Frank Salomon marca un hito en el estudio de los Andes y de la literacidad comparativa. En primer lugar, es una etnografía del uso y performance del khipu en una comunidad actual que, contra todo lo que podría esperarse, sigue poseyendo y manipulando en contextos ceremoniales un conjunto de estos enigmáticos “manojos de cuerdas anudadas” (como los llamaba un notario en el siglo XVI), uno (antes dos) para cada uno de los diez ayllus (grupos corporativos patrilineales) que conforman la comunidad. Y es el contexto del uso cultural lo que ha faltado, precisamente, en los análisis de los especímenes conservados en los museos. Así aprendemos, por ejemplo, que los quipo-camayos [sic] se envuelven alrededor de los cuerpos de las autoridades de los ayllus durante las fiestas de comienzos del año, indicando su continuidad con los sistemas significativos de los tejidos. Encarnando el proyecto colectivo de comunidad, sostienen y legitiman la autoridad de cada nuevo representante de ayllu.

El descubrimiento de khipus en plena acción en una moderna aldea andina es doblemente sorprendente, porque Tupicocha se sitúa en el centro del antiguo “archipiélago vertical” de Checa, uno de los cinco “miles” (waranqa) incaicos que conformaron Huarochiri (Bajo Yauyos). Todos se mencionan en el famoso “Manuscrito de Huarochiri”, escrito en quechua del siglo XVII temprano, que ya fue editado y traducido al inglés por Frank Salomon y George Urioste (Texas 1991 [1608]). Además, Tupicocha también posee archivos comunitarios y privados, e incluso 128 libros manuscritos que registran los acontecimientos de la vida comunitaria desde 1870 hasta el presente, desautorizando totalmente los antiguos estereotipos liberales, aún corrientes, sobre el “campesino analfabeto”. Estos libros serán objeto de un tercer trabajo sobre el crecimiento de la literacidad vernacular y las prácticas gráficas en Tupicocha, en cuanto la escritura alfabética sólo terminó reemplazando la literacidad de los khipus después de la guerra chilena del Pacífico. Muestran nuevamente que los programas modernos de alfabetización diseñados en ignorancia de las formas preexistentes de literacidad simplemente carecen de sentido (como ha argumentado Brian Street para el caso de Iran).

Salomon está consciente de la oportunidad y la responsabilidad que le ha sido asignada por este azar de la historia. Muestra cómo la comunidad entera se involucró en la investigación, especialmente el joven Nery Javier, encargado por su bisabuelo desde su lecho de muerte con la conservación del arte del khipu. Hoy, los guardianes de las cuerdas ya no las saben leer, y tampoco las construyen y reconstruyen para nuevos propósitos actuales; al mismo tiempo, han llegado a ser emblemáticos de la identidad tupicochana en el Perú de Toledo. Salomon ha intentado responder a las preocupaciones de los aldeanos, y también trabajar con ellos para producir una amplia reconsideración teórica del “problema de los khipus”.

Los resultados son emocionantes. Los khipus incaicos se sitúan al lado de otras formas semasiográfi-cas de inscripción (la semasiografía registra información independientemente del habla de cualquier idioma específico), empleadas por otros “Estados tempranos”, tales como el proto-Cuneiforme que, según Peter Da-merow, debería considerarse no como “un intento defectuoso de representar el habla, sino como intentos exitosos de representar conocimientos”. En el caso de los khipus, la iconicidad está siempre presente en la disposición de los conjuntos de datos que contienen, enunciando y “ajustándose” a la estructura de las acciones sociales. Así, en tiempos pasados fueron continuamente anudados y re-anudados en Tupicocha para actualizar determinados planes de acción; por ejemplo, la mobilización de equipos de trabajo colectivo. Las cuerdas pendientes se cambiaban de posición a lo largo de la cuerda principal (el nudo con que se ata cada cuerda es un simple hitch, fácilmente suelto para dejar pasar las cuerdas intermedias), o simplemente eran quitadas y reemplazadas; los khipus de Tupicocha están llenos de huellas de tales manejos (“rellenos, cosidos, la anudación de cuerdas pendientes por la mitad, y la superposición de cuerdas añadidas”): uno aprende a percibir el conjunto abierto de técnicas utilizadas por los dedos ágiles de los guardianes para relacionar y revisar información. La idea de una correspondencia exacta con una realidad emergente incluso da lugar al uso ritual de los khipus como oráculos (khipumancia). Y Salomon interpreta esta relación entre la estructura del khipu y la realidad no-linguística como evidencia para un “camino no tomado” en el Mundo Antiguo, que en una opción cultural de trascendental importancia ha preferido generalmente en-fatizar la “fijeza” y la posibilidad de una “equivalencia hablada” como rasgos definitorios de la “escritura”, en lugar de la modelación flexible y los ajustes constantes entre realidades materiales que encontramos en Tupicocha.

Las ideas claves de Salomon -simulación, modificación y constancia- pueden ser extendidas, por ejemplo, a las “secuencias de acciones” necesarias para cantar hazañas pasadas, estableciendo la secuencia temática de canciones dentro de una serie mayor. Precisamente esta función “historiográfica” es realizada hoy por las cuerdas anudadas utilizadas por algunos grupos amazónicos, por ejemplo, los Yagua del Perú, que aparentemente conmemoran batallas intertribales que remontan muchas décadas, e incluso siglos, antes del presente (Chaumeil 2005). ¿Acaso su funcionamiento puede echar luz sobre los khipus llamados “históricos” en las fuentes tempranas? Quizás sea prematuro ver las “estructuras elementales de la literacidad-ttfpu” en las prácticas amazónicas, pero a la luz de los hallazgos de Salomon es posible que las primeras cuerdas fuesen efectivamente desarrolladas independientemente, antes de atarse en grupos a una cuerda principal.

Entonces, si no podemos esperar saber todo lo que se esconde en los antiguos khipus, desprovistos de contexto, que yacen en los museos, podemos ahora preguntar cómo, por qué, y qué cosas podrían haber simulado, y a través de qué transiciones los ajustes colectivos al nivel local se transformaron en las “estadísticas frías” de la administración fiscal estatal. Leer el trabajo de Salomon es encontrar que, de repente, las puertas se han abierto tanto para el estudio de los khipus como para la teoría de la inscripción. En cuanto a los tupicochanos, el antropólogo ha merecido su confianza: son asombrosos la cautela y el rigor de la argumentación que conduce a la lectura experimental del khipu M-01. Pero el resultado es otro fruto más en la cornucopia ofrecida por este libro extraordinario, que nos enseña que, a nivel local, no es tanto que los khipus se refieren a aspectos de la vida social cotidiana según un código congruente con las estructuras del habla, sino más bien que la gente debía vivir los patrones sociales silenciosamente preencarnados por los khipus. La exploración de la iconicidad de los khipus como conjuntos de datos, utilizando las percepciones ofrecidas por Salomon, pueden todavía enseñarnos a mirar de otra manera lo que yace delante de nuestros ojos. Quizás resulte (para parafrasear el epígrafe sugerente de John Murra) que el arte del khipu “no está perdido: sólo ahora se está reencontrando”.

Referencias

Chaumeil, J.P. 2005 Mémoire nouée: les cordelettes á Noeuds en Amazonie. En Brésil Iridien. Les Arts des Amérindiens du Brésil. Paris, Galeries Nationales du Grand Palais (21 March-27 June).

Salomon, F. y G. Urioste 1991 [1608] The Huarochiri Manuscript. Texas.

Tristan Platt – University of St Andrews. Scotland, U.K. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Tramas en la Piedra. Producción y Usos del Arte Rupestre – FIORE; PODESTÁ (C-RAC)

FIORE, Dánae; PODESTÁ, María Mercedes. Tramas en la Piedra. Producción y Usos del Arte Rupestre. Buenos Aires: AÍNA (Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología), WAC (World Archaeological Congress) y Sociedad Argentina de Antropología, Altuna Impresores, 2006. 278p. Buenos Aires. Resenha de: OLIVERA, Daniel E. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.39, n.2, p. 287-290, dic. 2007.

El libro Tramas en la Piedra reúne una serie de trabajos presentados en las Secciones 3 y 4 del VI Simposio Internacional de Arte Rupestre (29 de noviembre al 4 de diciembre del 2003, Jujuy, Argentina), coordinadas por Dánae Fiore y Agustín Llagostera, respectivamente. Este Simposio, una de las más importantes reuniones científicas de la especialidad, convoca a especialistas del tema de todo el mundo, pero muy especialmente de Latinoamérica y constituye un campo fértil para debatir ideas y actualizar el estado de las investigaciones en arte rupestre.

Es auspicioso que se hayan editado estos trabajos, cuyos 26 autores poseen reconocida trayectoria en el tema y son verdaderos referentes para todo aquel que desee incursionar en el apasionante universo del Arte Rupestre.

Existen diversos aspectos a destacar sobre la obra. En primer lugar, que se trata de versiones de las ponencias revisadas y corregidas por los autores y evaluadas por destacados especialistas previo a su publicación. Por otra parte, la variedad de las temáticas tratadas convierten a esta obra en elemento de consulta permanente, con especial referencia al tema de producción y usos del arte rupestre. Finalmente, la cuidada edición, la prolijidad de los gráficos y fotos y la rica bibliografía citada en los trabajos son un mérito incuestionable que debe asociarse a buena medida a la seriedad y capacidad de las editoras Dánae Fiore y María Mercedes Podestá.

Desearíamos detenernos algo más en los contenidos de los diferentes aportes, ya que existen abundantes motivos de interés que merecen destacarse.

En primer lugar, la Introducción escrita por las editoras posee dos aspectos importantes. Primero realizan un apretado y profundo resumen histórico de las tendencias teóricas que sirvieron de marco a las investigaciones en arte rupestre en arqueología. Es destacable la rigurosidad, análisis crítico y capacidad de síntesis puesta de manifiesto por las autoras en este punto. A continuación, esbozan los contenidos de los diferentes capítulos destacando los aspectos más relevantes de cada uno de ellos.

Debido al comentario anterior, evitaremos ser reiterativos en la descripción de los contenidos de cada capítulo, ya que estos han sido resumidos brillantemente por las editoras. Sin embargo, realizaremos algunas reflexiones generales que consideramos pertinente destacar sobre el valor de los mismos.

El primer bloque de tres capítulos se dirige a analizar producción y uso del arte en función de su relación profunda con el proceso creativo. Martí Mas Cornelia es el único autor que trata una temática europea sobre la andaluza Cueva del Tajo de las Figuras en Cádiz (España). Sin embargo, su aporte metodológico es muy valioso, ya que reúne diferentes vías analíticas combinando técnicas de campo, laboratorio y experimentales, consiguiendo aportar una proposición hipotética novedosa y sugerente: el interés de los autores del arte rupestre por comunicar información faunística que, además, muestra cierta diacronización en relación a los cambios de la misma en el ambiente. Dejamos a lectores más especializados la discusión sobre las interesantes implicancias de esta hipótesis.

El trabajo de Fiore acerca de la distribución espacio-temporal nos plantea interesantes reflexiones sobre cómo el análisis tecnológico y distribucional de sitios con arte pueden aportar importantes resultados para evaluar aspectos procesuales y poblacionales en el caso particular de la Patagonia Argentina, pero con implicancias metodológicas y teóricas que pueden ser útiles en su aplicación a otras áreas diferentes. Es llamativa la conclusión de la autora respecto de que técnicas distintas (pintura y grabado) mostrarían transmisión y reproducción espacio-temporal diferencial de acuerdo a sus características materiales y cualidades visuales.

Eminentemente relacionado en su orientación con el anterior, el trabajo de Crivelli Montero también apunta a considerar las diferencias en el aumento de sitios a través del tiempo y sus variaciones estilísticas en la cuenca media y superior del Río Limay Nordpatagonia, como relacionadas con diferentes intencionalidades en el mensaje al observador del arte. Al principio estarían orientados a ser compartidos por miembros corresidenciales para promover aspectos de cohesión social, mientras posteriormente se dirigirían hacia miembros de otros grupos con las implicancias étnicas y territoriales que ello conlleva. Es sugestivo el uso de variables cronológicas y cuantitativas en los trabajos de Fiore y Crivelli para su análisis, lo que, en mi opinión, abre perspectivas importantes acerca de la relación entre el arte rupestre y otros aspectos del registro arqueológico para analizar cuestiones de poblamiento, funcionamiento y territorialidad en los procesos sociales arqueológicos.

Los siguientes diez capítulos presentan una variada gama de intereses que tienen que ver con la producción de arte rupestre en relación al uso del arte y dinámica social. El primero de ellos, de Fernández, apunta al análisis del estilo de grecas en la misma área anterior (Cuenca del Río Limay) para discutir cronología a través de distintos indicadores incluyendo fechados radiocarbónicos de sitios unicomponentes, proponiendo la fecha más antigua para ese estilo (700 años a.p.) documentada en la región.

El trabajo de Belardi y Goñi, por su parte, aporta una rica discusión sobre la utilización de un modelo de circulación y uso del espacio entre las cuencas altas y bajas de la región de los lagos Strobel-Cardiel (Santa Cruz, Patagonia Argentina). El modelo utiliza el arte rupestre como un elemento central de evidencia, combinado con la tecnología lítica y equipamiento del espacio. El trabajo es realmente sugerente en lo que respecta a la interpretación de la estructuración logística de espacios diferentes por parte de las poblaciones y donde las imágenes del arte habrían sido usadas como mecanismos de circulación de información. Siguiendo la misma línea, Ferraro y Molinari analizan los componentes del arte rupestre de dos sitios en la meseta del Lago Strobel, y basándose en criterios estilísticos, tecnológicos y estructurales de los paneles rupestres concluyen que a partir de los últimos 2.500 años el espacio de la meseta sufre una jerarquización manifestada en el uso reiterado por parte de los grupos cazadores-recolectores durante la transición Holoceno Medio a Tardío.

Los siguientes tres trabajos tienen una relación importante entre sí, no sólo porque corresponden a la misma región, Antofagasta de la Sierra (Puna de Cata-marca, Argentina), sino porque se orientan teórica, metodológica y analíticamente dentro de los mismos parámetros claros y precisos que tienen que ver con la interacción entre las poblaciones humanas, su paisaje y los recursos de subsistencia con indudables repercusiones sociales y simbólicas. El primer trabajo, de Aschero, apunta al estudio de varios sitios que cubren un lapso de 4.500 a 2.500 años a.p. y cree notar la relación entre el arte y las crecientes actividades patoriles cuando aún continúan las de caza recolección. Estas modalidades parecen estar buscando su coexistencia frente al posible conflicto en un proceso inicial de mayor complejidad social y creciente circunscripción espacial.

A continuación, el mismo Aschero junto a Martel y López Campeny, presentan una propuesta audaz y novedosa respecto de ciertos motivos rectangulares con diseños geométricos internos en la misma región anterior. Estos denominados “cartuchos” los ubican entre el 0 y los 500 años a.p. en virtud de variadas evidencias contextúales y los relacionan a diversos aspectos de la vida social y económica de los grupos agropastoriles tempranos de la región. La sugestiva propuesta apunta a que dichos motivos, disímiles en cuanto al diseño, pero idénticos técnicamente, no solamente establecerían límites físicos de espacios (productivos, domésticos, funerarios, etc.), sino que estarían estableciendo diferencias identitarias de linajes sociales e, incluso, elementos simbólicos de vinculación con los ancestros. Agregan a la información arqueológica elementos etnográficos del mundo andino actual, lo que incrementa el interés de la propuesta.

Finalmente, también para Antofagasta de la Sierra, Martel propone una relación entre sectores con recursos básicos para las prácticas socioeconómicas y la producción de arte rupestre, para el período Formativo (3.000 a 1.500 años a.p.). Martel observa que existiría una relación proporcional entre la densidad de sitios con arte y la oferta de recursos entre las quebradas altas y los sectores intermedios de la cuenca. Debido a que los sectores intermedios serían los más ricos propone, apelando a conceptos de disminución del riesgo ambiental, que su control social sería más proclive a situaciones de conflicto. Los motivos de enfrentamiento en el arte rupestre, más abundantes allí que en las quebradas altas, avalarían esta proposición. La riqueza del trabajo se manifiesta en proponer una relación firme entre aspectos comunicativos del arte y variables socioeconómicas.

El siguiente trabajo, de Podestá et al., resulta novedoso en su tratamiento de evidencias rupestres históricas en Ichigualasto (San Juan, Argentina) relacionadas con el arreo de vacunos, actividad muy común a fines del siglo XIX y principios del XX. Esta actividad fue de gran importancia no sólo para las regiones del NOA, sino que establecía vínculos trasandinos con Chile. La información de los grabados asociados a los arrieros, donde sobresalen las marcas de ganado, se enriquece con el aporte de la documentación histórica y los relatos de los informantes que sobreviven de esa época. Los autores consideran a los grabados no sólo con aspectos de identidad, uso de caminos e información para los arrieros, sino incluso lo consideran una supervivencia de una expresión simbólica que los liga a una larga tradición indígena de más de 10.000 años de realizar grabados en las rocas.

El trabajo de Núñez et al. retoma el apasionante tema del arte rupestre como vinculado de manera directa con los contextos socioeconómicos del pasado. Analizan la variación en el uso del arte entre los períodos Arcaico Tardío (ca. 4.815-3.950 años a.p.) y el Formativo Temprano (ca. 3.200-2.400 años a.p.) en la Puna de Atacama (Chile). A partir de múltiples líneas de evidencia, que no excluye el cambio ambiental, analizan la variación desde el primer contexto cazador-recolector hacia las sociedades pastoriles formativas donde se evidencia una indudable complejización sociopolítica. Encuentran que las asociaciones entre los estilos representativos de ambos momentos muestran una serie de elementos transicionales que indican la derivación del uno al otro, donde se incrementa el carácter público de la representación icónica en los momentos pastoriles.

A continuación, el trabajo de Valenzuela et al. indaga en el vínculo entre el uso del arte rupestre y sus lugares de emplazamiento para los petroglifos y geoglifos del Valle de Lluta en el Norte de Chile. A través del análisis detenido de 29 sitios, correspondientes a los períodos Intermedio Tardío y Tardío (ca. 1.100-1.550 d.C), notan que el emplazamiento y las actividades desarrolladas varían según las dos modalidades de arte. Los geoglifos estarían orientados a una expresión pública asociada a zonas de tránsito este-oeste conectadas a redes de intercambio regional e interregional. Los petroglifos, por el contrario, se asocian a caminos locales de caravanas, contextos domésticos y ceremoniales con baja visibilidad y escasa exposición pública. Esto se altera en sólo dos casos donde se ubican en sectores polifuncionales que articulan áreas productivas, domésticas y caminos, lo que los lleva a la conclusión de que estas expresiones actuarían en la marcación y sacrali-zación de espacios sociales, al mismo tiempo que denotarían la jerarquización y el prestigio que adquirieron estos lugares.

El mismo apasionante tema del caravaneo andino abordan Núñez y Cartajena en su trabajo sobre el sitio Purilacti 1 y su arte rupestre. Asocian directamente este sitio con las rutas caravaneras que conectaban el oasis de San Pedro de Atacama con el sector del Río Loa durante el desarrollo de la cultura San Pedro (400-1.200 d.C). Son importantes las evidencias que asocian al sitio a la funcionalidad caravanera y a la tradición San Pedro. Pero más interesante aún es el vínculo con el sitio Inca e histórico Purilacti 2 que no sólo indicaría la continuación del uso de las rutas preincaicas, sino que la presencia de motivos grabados coloniales e históricas (siglos XIX y XX) muestran, más allá de la lógica variación icónica, la continuidad del uso de los sitios cuyo emplazamiento espacial ocupaba un lugar principal en el entramado de rutas y funcionalidades de la práctica caravanera a través del tiempo.

Los tres trabajos que cierran el volumen, referidos al ámbito de la Patagonia Argentina, son una conclusión importante del mismo, en relación a los usos que pueden tener las manifestaciones rupestres en el presente.

El primero de ellos, de Belelli y Podestá, aborda el tema de cómo los circuitos eco turísticos implementados en el valle del Río Manso Inferior incluyen el sitio “Paredón Lanfré”, el cual se convierte en un foco de atracción para los visitantes. Las autoras destacan cómo la intervención científica asegura tanto el respaldo de la información para el turista como los recaudos para la preservación del sitio. Asimismo, destacan al sitio como parte de la reconversión económica regional y auguran que en el futuro la incorporación de nuevos sitios abrirá excelentes perspectivas de desarrollo para la zona.

Contrasta en parte con lo anterior el caso presentado por Belelli en el siguiente trabajo, referido a los sitios del Valle Medio del Río Chubut, donde la fuerte presión para la incorporación de los sitios con arte a los circuitos turísticos se realiza sin la suficiente planificación ni tomando las medidas adecuadas de protección del ambiente y el registro arqueológico y paleontológico. Los numerosos años de investigación en la región autorizan a la autora a llamar la atención sobre el rol jugado en este proceso por los diferentes actores sociales en el uso del patrimonio. Más allá de los intentos de los investigadores y algunas autoridades provinciales por implementar una gestión sustentable, la autora advierte que la falta de control adecuado pone en riesgo el patrimonio del arte rupestre al acelerarse los procesos de degradación del mismo.

Finalmente, el trabajo de Onetto analiza el proceso que se desarrolló en el sitio Cueva de las Manos (Río Pinturas, Santa Cruz, Argentina) que a través del interés científico inicial y los prolongados esfuerzos del recordado arqueólogo Carlos Gradín, llevó a la puesta en valor del sitio y a su uso como atracción turística al ser declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO debido a sus cualidades excepcionales. La autora, partícipe directa de las actividades de manejo implementadas, relata los mitos y realidades resultantes de las tareas de gestión y administración de Cueva de las Manos, que se convirtió en un sitio de alto valor tanto social como académico.

El apretado resumen de las páginas anteriores es sólo un pálido reflejo de las emociones y el interés que recibí al leer esta obra. Fue para mí una oportunidad excelente para poner al día mis informaciones e ideas sobre la problemática y redescubrir su importancia como registro para la interpretación acabada de los procesos sociales y económicos del pasado.

No me caben dudas que se ha de convertir en una lectura imprescindible tanto para los expertos en el arte rupestre, en especial de la región andina y patagónica, como para todo arqueólogo que indague en sus investigaciones sobre el pasado prehispánico de Sudamérica.

Las cualidades de este volumen son variadas y todas de gran importancia, pero deseo destacar muy especialmente dos de ellas. Primero, la contribución al terreno metodológico, que muestra el avance permanente en metodologías cada vez más confiables para el estudio del arte rupestre indígena donde confluyen aportes que van desde la arqueología a la etnografía y, en segundo término, la riqueza de ideas que a través de contribuciones hipotéticas sólidas apuntan a jerarquizar la discusión científica sobre las sociedades prehis-pánicas. Esto muestra que la tantas veces sostenida y controvertida afirmación de acusar a los estudios de arte de estar al límite de la especulación y carecer del rigor científico necesario, si es que alguna vez tuvo sustento, hoy está lejos de reflejar la realidad de este tipo de estudios.

Los colegas que han aportado sus esfuerzos para conformar esta obra echan definitivamente por tierra esa veleidosa afirmación anterior y colocan al arte rupestre como un registro riguroso y fundamental para aportar a los estudios del pasado humano. Se trata de un libro que no sólo aporta utilidad científica, sino que produce un innegable placer en su lectura. Recorriendo sus páginas recordé al autor Henry James, ya que sentí que iba atravesando ese entramado pétreo del título para ir descubriendo esa evasiva “figura en el tapiz” que sólo se hace visible cuando se posa en ella la mirada constante y sistemática.

Daniel E. Olivera – CONICET-INAPL y Universidad de Buenos Aires; Buenos Aires. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

 

Actas del Primer Simposio Nacional de Arte Rupestre (Cusco, noviembre 2004) – HOSTNIG; FUFFROY (C-RAC)

HOSTNIG, Matthias Strecker; FUFFROY, Jean (Editores). Actas del Primer Simposio Nacional de Arte Rupestre (Cusco, noviembre 2004). Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos, tomo 12 de la “Collection Actes et Mémoires” de l’Institut Francais d’Études Andines, 2007. 473p. Resenha de: SEPÚLVEDA, Marcela. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.39, n.2, p.291-292, dic. 2007.

La publicación de las Actas del Primer Simposio Nacional de Arte Rupestre de Perú, realizado en Cusco en noviembre de 2004, se inserta en la continuidad de una reciente y creciente realización de congresos y simposios relativos al estudio del arte rupestre sudamericano, y en este caso más precisamente del Perú. Frente a la monumentalidad de otras manifestaciones arqueológicas del pasado, el arte rupestre aparecía, hasta ahora, como un testimonio menor de las prácticas y de los modos de vida de los antiguos habitantes de estos territorios, tendencia que está siendo remediada.

Las Actas reúnen 21 trabajos ordenados en cuatro secciones según las áreas geográficas a las que se refieren: norte, centro, sur del Perú y otros países, haciendo eco del interés de investigadores de otras regiones por participar en dicho evento. La riqueza de las manifestaciones rupestres existentes en estas regiones concierne grabados, pinturas y geoglifos en toda su magnificencia, deleitándonos con una impresionante variedad de técnicas, formas, imágenes y composiciones.

Los trabajos abarcan distintas y variadas temáticas: desde recientes descubrimientos, como en el caso de los grabados de la región de Amazonas presentados por Arturo Ruiz Estrada; los de la Amazonia cusqueña, descritos por Henry Gamonal y Alberto Pineda; o los de Cerro Negro en la cuenca de Chicama ilustrados por Daniel Castillo; hasta aproximaciones funcionales, ilustradas por ejemplo en el trabajo sobre las lajas pintadas del sur del Perú de Renata Faron-Bartels; o la aproximación sintética sobre la funcionalidad de los sitios con grabados del Perú, con base en las evidencias provenientes del sitio de Checta, en el Departamento de Lima de Jean Guffroy; o el trabajo de Percy Paz Flores sobre los camélidos descubiertos en unas terrazas de cultivos del importante sitio de Choquek’iraw; o en el proyecto sobre los grabados de la meseta del Lago Strobel en Patagonia Argentina los cuales definirían un espacio de convergencia, presentado por Rafael Goñi y colaboradores. Se incluye en esta línea funcional el trabajo de Thomas Heyd sobre unas estructuras de cantos rodados en Norteamérica interpretadas como “ruedas medicinales”.

La prolija descripción de la relación entre un grabado y su soporte nos otorga también interesantes evidencias para su interpretación, como en el caso del “prisionero del tiempo”, un grabado del sitio Alta Las Guitarras, en el Río Moche al norte del Perú presentado por Cristóbal Campana. Un único trabajo de índole estilístico es dedicado a la reevaluación de los estilos de los geoglifos del Valle de Lluta en Chile presentado por Luis Briones y colaboradores. Otros trabajos sobre geoglifos de la costa sur del Perú de Markus Reindel y colaboradores y de la costa norte de Daniel Castillo y Victor Corcuera, nos recuerdan la necesidad de efectuar nuevas labores de documentación sobre este tipo de manifestaciones. De manera similar, un proyecto de documentación y registro de arte rupestre en Ecuador presentado por Diego González, nos recuerda su riqueza y la necesidad de generar un mayor interés por este tipo de manifestaciones en ese país.

Un interesante proyecto relacionado con la conservación de los sitios de arte rupestre y la geología de los soportes es ilustrado en el trabajo de Raúl Carreño y colaboradores. El estudio integra un análisis geológico de los soportes utilizados para la realización de arte rupestre en el área del Cusco. La relación entre los sitios de arte rupestre, la conservación y el turismo es también discutida a través de la elaboración de planes de manejo presentados en los trabajos de Mercedes Podestá y Diana Rolandi, y Teresa Vega en diferentes sitios de Argentina, y por Jesús Gordillo en el conocido sitio de Miculla, en el extremo sur del Perú. Cronológicamente, los trabajos abordan diferentes momentos de la historia andina desde períodos formativos, como los estudios de Ignacio Alva y Renzo Ventura, referente a los grabados de Cerro La Cal, en el norte del Perú, hasta el período colonial, que incluye los trabajos de Rai-ner Hostnig y César Del Solar sobre grabados del Cusco. En este contexto, Matthias Strecker y Freddy Taboada presentan un sugestivo ensayo sobre el arte rupestre de la cuenca del Lago Titicaca, demostrándonos la trascendente continuidad de una práctica que perduró por varios milenios.

La edición de las Actas por el Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) es una garantía adicional respecto de la calidad y originalidad de los manuscritos. La obra se integra a la “Collection Actes et Memoir es” que reúne publicaciones de trabajos presentados en coloquios organizados por el Instituto. De la edición en particular vale destacar sus textos bien impresos con ilustraciones claras y de buen tamaño, lo que representa un complemento fundamental para la lectura de los capítulos. Esto permite que un lector no familiarizado con los temas presentados pueda asombrarse ante tanta variedad de manifestaciones rupestres presentes en Perú y en otras regiones, mientras que el especialista podrá encontrar valiosa información gráfica para fines comparativos o de otra índole.

La realización de este simposio y el consecuente encuentro entre investigadores que se destacan por su trayectoria en el estudio de estas temáticas desde diferentes experiencias, sin duda, permitirá que en el futuro se vayan madurando nuevas aproximaciones, abordando otras temáticas como la construcción del paisaje, los contextos de uso y producción asociados a los sitios de arte rupestre, además de su relación con determinadas prácticas, ceremonias u otros definidos por un particular contexto histórico social y cultural. Las Actas nos recuerdan la complejidad del arte rupestre, recalcando la necesidad de reflexionar también sobre los problemas teórico-metodológicos que acompañan su estudio. Siendo las primeras actas de un simposio dedicado entera y exclusivamente al estudio del arte rupestre peruano, sin duda, éstas marcarán un precedente para futuros simposios, tal como el realizado en noviembre de 2006 en Trujillo.

La originalidad e interés de estos trabajos radica en la necesidad de recordar cuan valioso puede ser el estudio del arte rupestre para la comprensión de las sociedades pasadas del Perú. Finalmente, quisiera agradecer a los organizadores y diferentes participantes por la iniciativa de realizar y publicar los resultados de este amplio simposio sobre arte rupestre peruano, considerando que su estudio ha sido por mucho tiempo margi-nalizado a pesar de las obras inspiradoras como las de Eloy Linares Málaga, Antonio Núñez Jiménez, Jean Guffroy, Hans Niemeyer y Rainer Hostnig, quienes han permitido dar a conocer internacionalmente su presencia. Espero, sinceramente, que se sigan realizando nuevos encuentros, incentivando la investigación y la necesidad de proteger un patrimonio complejo y frágil.

Marcela Sepúlveda – Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá, Arica. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Zooarqueología del sur de los valles Calchaquíes (Provincias de Catamarca y Tucumán, República Argentina) – IZETA (C-RAC)

IZETA, Andrés D. Zooarqueología del sur de los valles Calchaquíes (Provincias de Catamarca y Tucumán, República Argentina). Oxford: BAR International Series 1612, 2007. 164p. Resenha de: CARTAJENA, Isabel. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.39, n.2, p.293-294, dic. 2007.

La reciente publicación de Andrés Izeta aborda el análisis de conjuntos arqueofaunísticos provenientes de yacimientos ubicados al sur de los valles Calchaquíes (Valle de Santa María y Valle del Cajón), en el marco de un proyecto regional sobre las sociedades prehispánicas que habitaron estos valles. En general, los sistemas aldeanos del periodo Formativo (primer milenio a.p.) son poco conocidos, en especial las estrategias de subsistencia basadas en economías mixtas donde se integran la caza y el pastoreo. La naturaleza de estas economías y el rol que le caben tanto a la caza como al pastoreo es un tema que recién comienza a ser abordado y que parece caracterizar a las sociedades formativas de los Andes Centro-Sur. De igual forma, a nivel de los asentamientos es poco conocida la reproducción y economía doméstica, aspecto que también se explora en esta obra. En este contexto, el autor presenta un cúmulo de datos a través de una perspectiva diacrónica y sincrónica, buscando a través de nuevas propuestas metodológicas datos que le permitan acercarse a la comprensión de estas economías mixtas. La sólida trayectoria de Andrés Izeta junto a su experiencia en el análisis de restos arqueofaunísticos de los valles Calchaquíes en general, le permiten abordar este problema con un manejo metodológico acabado, capaz de generar nuevos y diversos datos que le ayudan a modelar los sistemas de subsistencia formativos.

El trabajo se encuentra organizado en cuatro partes, cada una de las cuales está compuesta por capítulos. En la primera parte, a modo de introducción general, el autor plantea sus objetivos a la luz de los antecedentes existentes para esta región y en relación a los modelos de subsistencia propuestos para la puna y el área valliserrana (capítulo 1). A continuación, en el segundo capítulo se describen los marcos geográficos y ambientales en los cuales se localizan los yacimientos estudiados. El trabajo se focaliza en tres sectores, la Falda Occidental del Aconquija, Valle del Cajón y el Valle de Santa María, conformando diversas unidades del paisaje de la región, las que podrían repercutir en una distribución diferencial de la fauna. Con el fin de caracterizar de forma más certera especies que pudieron estar presentes en el pasado en el área de estudio, el autor coteja la información proveniente de diversas fuentes como los escritos de cronistas, el registro etnográfico y las fuentes actuales acerca de distribución de especies en el área.

En la segunda parte se presentan los aspectos teó-ricos-metodológicos, comenzando por la definición de las unidades observacionales tales como la identificación a nivel de elemento, determinación taxonómica de los restos y clases de edad. La identificación interespecífica de los camélidos se realizó a través de análisis morfológicos comparativos y multivariados cuantitativos, a través de la aplicación de herramientas estadísticas. Lo anterior, le permitió al autor una discriminación y asignación más ajustada de cada uno de estos elementos a una especie en particular. Posteriormente, se presentan las unidades de análisis, las que pueden ser separadas en unidades derivadas (cuantificación) e interpretativas (espacio-temporales). De esta forma, la metodología propuesta se encuentra diseñada para que a través de análisis cualicuantitativos se pueda generar una diversidad de información que permita la utilización de diferentes modelos. El marco de análisis se explícita en el capítulo 4, donde se advierte un enfoque con una fuerte orientación tafonómica puesto que el grado de integridad del conjunto tendrá una fuerte incidencia en las inferencias alcanzadas. El autor hace especial hincapié y denota gran rigurosidad en el análisis de la destrucción del material óseo mediado por la densidad ósea, utilizando para ello el Número Mínimo de Elementos (MNE) de cada una de las zonas diagnósticas, con el fin de obtener un perfil más completo de la posible destrucción. Por su parte, las modificaciones culturales son estudiadas a partir de indicadores como marcas de procesamiento, alteraciones térmicas, forma-tización y perfil de fragmentación.

Cabe destacar dentro de los aportes metodológicos de este trabajo, la utilización del Sistema de Información Geográfica (GIS), en general poco aplicado pero que ha demostrado una alta eficiencia para la cuantificación del MNE o para el análisis de patrones de fragmentación. Cada fragmento preservado, sea un elemento o espécimen es registrado y puede ser representado gráficamente, lo que permite observar en forma más rápida la fragmentación de cada elemento y del conjunto, como así también establecer patrones de fracturas y procesamiento. Lo anterior denota el alto potencial de este tipo de tecnología aplicada a los estudios ar-queofaunísticos ya que permitiría la cuantificación de diversos rasgos. Finalmente, la atención se centra en tres modelos asociados a las acciones de transporte, reparto a nivel intrasitio y consumo, que pueden dar cuenta desde la apropiación hasta el descarte de los restos.

En la tercera parte se detallan los sitios de los cuales provienen los materiales arqueofaunísticos analizados, con las fechas obtenidas en cada uno de ellos, las plantas de las estructuras y la disposición de las cuadrículas analizadas, lo que permite comprender de mejor forma el contexto al cual se asocian los restos estudiados.

En los siguientes capítulos se presentan los análisis detallados de los conjuntos arqueofaunísticos. Dentro del capítulo 6 se incluyen todos los yacimientos ubicados en la Falda Occidental del Aconquija tales como Loma Alta, Potrero del Atingal, Tesoro-1 y 2. En el siguiente capítulo, se presentan los resultados obtenidos del sitio Yutopián ubicado en el Valle del Cajón y finalmente y en el capítulo 8, los sitios del Valle de Santa María, Bañado Viejo y Morro de las Espinillas. Se aplicó sistemáticamente la misma metodología de análisis para los sitios antes mencionados y para los conjuntos tanto de adultos como de subadultos. Este procedimiento le permitió al autor un gran cúmulo de datos comparables entre los diversos yacimientos tanto sincrónicos como diacrónicos.

Sin embargo, como bien señala el autor en la cuarta parte (capítulo 9), donde se discuten los datos obtenidos, el grado de definición de los materiales de los diversos sitios es distinto. Estas diferencias no sólo se expresan en términos de variabilidad interna sino en cuanto al tipo de información obtenida. En este capítulo se introduce la dimensión temporal, a través del ordenamiento de los yacimientos en cuatro bloques temporales, Bloque Temporal 1 (2.000-1.700 a.p), Bloque Temporal 2 (1.700-1.500 a.p.), Bloque Temporal 3 (1.500-1.200 a.p.) y finalmente Bloque Temporal 4 (1.100-1.000 a.p.), lo que permite la comparación de los conjunto a través del tiempo, donde sorprendentemente no se observan grandes diferencias. De igual forma, se analiza la distribución espacial de los restos, lo que permite identificar diversos eventos en una misma estructura.

Finalmente, en el capítulo 10, el autor realiza una evaluación de los resultados obtenidos en relación con los aspectos metodológicos, los datos obtenidos y su aporte a la discusión de un modelo de caza y pastoreo, concluyendo que la presencia constante de guanaco y vicuña en los sitios analizados denota la importancia de la caza en la economía de las aldeas formativas. Si bien, la cría de ganado doméstico habría sido un componente importante dentro de estos sistemas, su utilización como alimento no sería el factor principal ya que como lo denota la estructura etaria de los conjuntos, el ganado habría sido criado hasta edad adulta para la obtención de productos secundarios como lana y transporte. Del mismo modo, aporta nuevos datos para comprender la distribución y el consumo diferencial de los camélidos y la utilización de otros taxones como cérvidos, vizcachas y quirquinchos, representados en casi todos los conjuntos.

El libro se encuentra dirigido a un público familiarizado con la zooarqueología, dada la especificidad de sus contenidos, dentro de cuyo ámbito cobra gran relevancia, puesto que nos propone una estructura de análisis sistemática que puede ser aplicada a diferentes registros, teniendo en cuenta las características particulares de cada uno de los conjuntos analizados y la aplicación de nuevas técnicas de análisis. Sin embargo, los temas abordados por el autor en cuanto a la generación de un modelo de caza y pastoreo, como también nuevas formas de abordar el reparto y consumo diferencial, pueden acercarnos entre otros a la comprensión de las diferencias sociales, aspecto de vital importancia en el desarrollo de las sociedades formativas; en este sentido, esta obra adquiere un carácter de interés general. Desde esta perspectiva, este trabajo mueve nuestro foco de atención comúnmente centrado en temas como la domesticación de los camélidos y nos obliga a indagar en nuevos campos metodológicos que nos permitan generar indicadores para abordar la naturaleza y complejidad de las sociedades formativas y que puedan ser aplicados más allá del área Circumpuneña.

Isabel Cartajena – Departamento de Antropología, Universidad de Chile, Santiago. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

The quest for the shaman: shape-shifters, sorcerers and spirithealers of Ancient Europe | Miranda Aldhouse-Green

O fenômeno do xamanismo vem atraindo intensamente a atenção de acadêmicos há cerca de duas décadas, além de ser praticado por muitos adeptos em grandes cidades do mundo e até mesmo no Brasil. Neste contexto, a recente publicação dos arqueólogos Miranda e Stephen Aldhouse-Green, The quest for the shaman, é emblemática por realizar uma sistematização do tema, além de apontar várias outras perspectivas para os estudos das práticas mágico-religiosas. Este livro se insere em uma nova perspectiva dos estudos arqueológicos, não tendo apenas uma preocupação com os objetos materiais em si mesmo, mas também preocupados com sua inserção em uma ampla rede de significados sócio-culturais: “O estudo da cultura material, de todo o imenso artesanal de artefatos que fazem parte do cotidiano do ser humano depende, em muitos casos, da interação da arqueologia com outras áreas” (Funari 2003: 85).1 Miranda Jane Green é uma das mais conceituadas celtólogas e especialistas em Idade do Ferro européia, enquanto Stephen Aldhouse-Green é pesquisador de pré-história do Velho Mundo. Além de considerações teóricas advindas do estudo de sítios arqueológicos, mitologia, literatura e história comparada, os autores também investigaram o fenômeno do xamanismo in loco, entre os Mapuche no Chile, utilizando metodologia antropológica.

A introdução (Shamanism, p. 9-18), elabora uma discussão conceitual e bibliográfica sobre o tema. Os autores propõem novas perspectivas de abordagem pelo viés da cultura material e psicológica, preocupando-se mais em tratar o xamanismo como uma visão de mundo do que como um sistema religioso no sentido tradicional. A discussão de que esta prática teria sido uma construção discursiva de acadêmicos foi abandonada,2 em detrimento da concepção de que é um fenômeno relacionado com a feitiçaria, o ritual e o curandeirismo. Também a visão tradicional de que o conceito do transe ou estado alterado de consciência é fundamental para circunscrevermos os cultos xamânicos3 permanece no livro, mas atrelado a recentes estudos de neuropsicologia, simbolismo e performance social. Este último aspecto é tratado com mais detalhes: o “teatro” do xamã é essencial para a construção de sua figura pública, criando condições materiais para a eficácia simbólica de um contato espiritual. Desta maneira, os objetos arqueológicos encontrados no sítio são delineados também dentro desta perspectiva sócio-cultural, procurando reconstruir o fenômeno europeu com analogias vindas da América, Ásia, Austrália e Sibéria.

O segundo capítulo (Beyond the stone Gates, p. 19-64), explora as possibilidades do registro xamânico durante o Paleolítico, contrastando os registros fósseis e materiais com as teorias de William Davies e David Lewis-Williams. Aqui as supostas origens dos cultos estão atreladas diretamente com o nascimento da arte, da consciência de uma cosmologia, enfim, da criação da própria religiosidade humana – uma conseqüência, segundo os autores, da fixação e intervenção de imagens cerebrais. E a capacidade de entrar em transe seria limitada a um pequeno número de pessoas, que passam a controlar a religião ao mesmo tempo em que a sociedade torna-se estratificada. Assim, percebemos uma profícua união teórica entre o pensamento biológico-psicológico com as considerações da arqueologia e da sociologia. A última parte deste capítulo, realiza um interessante debate sobre o fenômeno da therantropia – o último estágio do estado alterado de consciência, segundo a teoria de William Davies, que produziria visões de monstros e criaturas antropomórficas, especialmente relacionada com as narrativas mitológicas e literárias do lobo e do lobisomem.

O capítulo seguinte (Swan’s wings and chamber tombs, p. 65-88), discute o xamanismo durante os períodos Mesolítico e Neolítico, especialmente entre os vestígios megalíticos da Irlanda. Neste momento os autores fazem uso especialmente das pesquisas de Jeremy Dronfield, segundo o qual a arte megalítica (constituída de motivos geométricos, dando destaque para a figura do espiral) teria sido criada para realizar experiências religiosas nas tumbas. Estudando a distribuição, tipologia e identidade dos motivos artísticos, Dronfield criou a hipótese da “experiência do túnel”, associando os estados alterados de consciência e visões da morte com as passagens nas câmaras megalíticas. Apesar de Miranda e Stephen Aldhouse-Green considerarem esta idéia complexa e polêmica (a união entre arte e práticas mortuárias), referenciam a mesma como hipótese em sua sistematização.

O quarto capítulo (Rock and gold, p. 89-110), examina o tema na Idade do Bronze européia. Os principais sítios arqueológicos examinados nesta análise são os provenientes da Escandinávia, especialmente os importantes conjuntos petroglíficos de Bohuslän, Boglösa, Scania e Litslena, todos situados na Suécia. A grande maioria das representações destes locais é figurativa, mostrando em especial cenas de homens dançando, portanto máscaras, equipamentos de guerra, cenas de fertilidade e consagração, barcos, animais e variados desenhos geométricos como círculos raiados. Seguindo certa tradição analítica, os autores dedicam sua interpretação para mitos relacionados com o transcurso solar e os ritos funerários. Alguns objetos que também são associados a motivos celestes e a mitos solares são o cone de Etzelsdorf e o recentemente polêmico disco de Nerbra, ambos da Alemanha, e o carro solar de Trundholm, da Dinamarca.

Os capítulos quinto e sexto (Priests, politics and power, p. 111-142 e Monsters, gender-benders and ritualist in the roman empire and beyond, p. 143-178) examinam com detalhes as fontes arqueológicas da Idade do Ferro e as literárias greco-romanas. Os temas mais explorados pela dupla de pesquisadores são as visões de explorações de outros mundos – típica de relatos de experiências xamânicas durante o transe – e as questões relacionadas com o status dúbio destes praticantes, tanto a nível social quanto sexual. Um dos momentos mais interessantes é o confronto entre o relato clássico de Tirésias com Odin, deus dos escandinavos, especialmente no que diz respeito às suas ambivalências sexuais e o papel de negociadores de outros mundos. Outros relatos igualmente mencionados com destaque são os de Plínio, o velho, Tácito e a Saga de Erik, o vermelho.4 Tanto na literatura romana quanto na celta e nórdica, os autores identificam a importância do triplismo a nível simbólico e cosmológico – refletindo o imaginário religioso original da Eurásia, onde os mitos xamânicos dividem o cosmos em três níveis e nove mundos. A nível material, o triplismo é manifestado especialmente na arte escultural, por exemplo, nas representações de deuses latinos com três faces ou três chifres, e a nível simbólico nas figuras do triskelion, triqueta e valknut, estes últimos da área celto-nórdica.5

O último capítulo (Myths and magic, p. 179-202), detalha várias análises sobre a literatura e mitologia de origem céltica, em especial, as fontes literárias galesas e irlandesas da Idade Média. Diversos personagens dos manuscritos Mabinogi e Táin Bó Cúailnge, como Pwyll, Math, Lleu, Gwydion e Cu Chulainn, são analisados dentro de uma perspectiva de conexões com o xamanismo,6 especialmente em seus contatos com outros mundos e metamorfoses animais. Em outro momento, os autores debatem o tema das profetisas e profetas nas ilhas britânicas, como Fedelma e Cathbadh, estabelecendo algumas relações entre magia e política, entre as quais as advindas da realeza e da sucessão dinástica.7 Também relacionado a poderes proféticos e xamanismo é o fenômeno do druidismo, onde os sacerdotes ligam-se a múltiplas funções no mundo Celta.8 Alguns dos mais peculiares casos de druidismo-xamânico são os denominados “homens pássaros”, profetas que vestiam peles de pássaros, conectados ao simbolismo destes animais como intermediários do outro mundo, do poder sobrenatural e do “vôo xamânico”.

Na conclusão do livro (p. 203-211), talvez o ponto mais importante destacado pelos autores seja a respeito de uma revisão do conceito diacrônico de xamanismo e em problematizar como os elementos tradicionais deste fenômeno mágico-religioso foram manifestados em diferentes modelos de expressão na arte, na sociedade e nas culturas européias. Em particular, a possibilidade de futuros estudos sobre tradições religiosas sobrevivendo abaixo da romanistas e reputadas como superstições na Idade Média, e, de que forma a herança do paganismo foi manipulada ou “filtrada” pelos redatores cristãos dos manuscritos.

O livro possui uma bela e bem cuidada estrutura iconográfica. Dezenas de gráficos, mapas, tabelas, ilustrações e fotografias coloridas e em preto e branco tornam o texto muito mais acessível ao leitor. Em especial, as ilustrações de Anne Leaver reconstituindo as atividades da profetisa Veleda (p. 117) e do uso de runas entre os germanos antigos (p. 123), ambas descritas por Tácito, foram bem pesquisadas.

A obra é recomendável não apenas aos interessados em história da religião e da magia na Antiguidade e Idade Média. É um valioso instrumento reflexivo para os pesquisadores interessados na documentação arqueológica enquanto reflexo de práticas, ideologias e simbolismos sócio-culturais. Neste sentido, a Arqueologia não se torna excludente do conhecimento produzido em outras áreas das ciências humanas, mas cria a possibilidade de uma interação entre as várias vias de interpretação do passado. Investigando o tema do xamanismo dos remanescentes pré-históricos à literatura de origem Celta, Miranda e Stephen Aldhouse-Green também tornam possível o diálogo interdisciplinar, algo muito necessário aos atuais estudos acadêmicos em nosso país.

Notas

1. Um exemplo do recente interesse arqueológico pelos estudos xamânicos: Price (2001; 2004: 109-126).

2. Sobre o xamanismo em geral e sua relação com as religiosidade e mitologias da Europa pré-cristã, conferir a sistematização de alguns debates críticos recentes (como limites metodológicos e conceituais de abordagem, além da questão da construção discursiva da academia), especialmente os vinculados à Antropologia e história da religião: Stuckard (2005: 123-128). Para recentes discussões sobre o xamanismo urbano no Brasil e suas implicações teórico-metodológicas, verificar: Magnani (1999: 113- 140).

3. Para um debate clássico sobre esta perspectiva, conferir: Eliade 1998 (originalmente escrito durante os anos 1950).

4. O historiador Carlo Ginzburg demonstra a sobrevivência folclórica de mitos e símbolos de origem xamânica euro-asiáticas em plena Idade Média, que constituíram a base das imagens sobre bruxaria e o fenômeno imaginário do sabá das bruxas: “um único esquema mítico foi retomado e adaptado em sociedades muito diferentes entre si, do ponto de vista ecológico, econômico e social” Ginzburg (2001: 162).

5. Para um debate sobre o xamanismo entre os germanos, especialmente na Escandinávia da Era Viking, verificar: Schnurbein (2003: 116-138); Langer (2004: 98-102).

6. Para o historiador francês Christian-J Guyonvarc’h (1997: 218-219) é um erro associar o xamanismo aos Celtas, citando como reforço a esse posicionamento o clássico de Mircea Eliade, Le chamanisme et les techniques archaiques de l’extase, 1951. Porém, constatamos que neste referido livro (Eliade 1998: 416- 417), o autor cita algumas narrativas confirmando mitos e ritos de caráter extático, portanto xamânicos, entre os Celtas. Também o historiador italiano Carlo Ginzburg, em sua formidável obra sobre mitos medievais, faz um detalhado levantamento de diversas fontes confirmando o xamanismo céltico: Ginzburg 2001: 111-112, 115-118, 121-123, 128, 191-193.

7. Vários acadêmicos atuais acabam perpetuando fantasias, anacronismos e interpretações equivocadas em se tratando de temas relacionados com a mulher nas sociedades antigas, especialmente a céltica. Um dos mais correntes destes erros é o vínculo com a utopia do matriarcado: “O dragão pagão é antes de tudo um símbolo de poder; símbolo da mulher que já possuiu um lugar social garantido pelo matriarcado céltico em épocas remotas” (Rocha, 2003). Em uma perspectiva ainda mais equivocada, a pesquisadora canadense Manon Dufour (Mestre em Ciências da Religião pela Universidade de Quebec) analisou os supostos aspectos sacerdotais da mulher celta antigo-medieval por meio da obra literária contemporânea As Brumas de Avalon, além de também defender uma feminilidade sagrada e o matriarcado entre os Celtas, mesclando as teorias de tripartição de Dumézil com um referencial feminista radical e o simbolismo dos arquétipos (cf. Dufour 1999: 5-21). Para um referencial da construção da utopia do matriarcado entre o academismo oitocentista e sua inexistência de um ponto de vista arqueoantropológico para qualquer período da História, verificar a sistematização de Georgoudi (1990: 569-590, 2007: 24-27).

8. A respeito do druidismo entre os Celtas, ver: Lupi 2004: 70-79.

Referências

DUFOUR, Manon B. L’existence de la druidesse: une perception renouvelée du concept de féminité en Occdent. Recherches féministes 12 (2), 1999, pp. 5-21.

ELIADE, Mircea. O xamanismo e as técnicas arcaicas do êxtase. São Paulo: Martins Fontes, 1998 (originalmente escrito durante os anos 1950).

FUNARI, Pedro Paulo. Arqueologia. São Paulo: Contexto, 2003.

GEORGOUDI, Stella. Bachofen, o matriarcado e a Antiguidade: reflexões sobre a criação de um mito. In: DUBY, Georges & PERROT, Michelle. História das mulheres no Ocidente, vol. 1. Porto: Edições Afrontamento, 1990. pp. 569-590.

_____ L’invention d’un mythe: le matriarcat. Les collections de L’Histoire 34, 2007, pp. 24-27.

GINZBURG, Carlo. História noturna: a origem do sabá. São Paulo: Cia das Letras, 2001.

GUYONVARC’H, Christian-J. Magie, medicine et divination chez les Celtes. Paris: Payot, 1997.

LANGER, Johnni. Poder feminino, poder mágico. Brathair 4 (1), 2004, pp. 98-102. Disponível em: http://www.brathair.com/Revista/N7/review_magia_seid.pdf Acessado em 13 de maio de 2007.

LUPI, João. Os druidas. Brathair 4 (1), 2004, pp. 70-79. Disponível em: http://www.brathair.com/Revista/N7/druidas.pdf Acessado em 02 de maio de 2007.

MAGNANI, José Guilherme Cantor. O xamanismo urbano e a religiosidade contemporânea. Religião e Sociedade 20 (2), 1999, pp. 113-140.

PRICE, Neil (ed.). The archaeology of shamanism. London: Routledge, 2001.

_____ The archaeology of seiðr: circumpolar traditions in Viking pre-Christian religion. Brathair 4 (2), 2004, pp. 109-126. Disponível em: http://www.brathair.com/Revista/N8/archaeology_seidr.pdf Acessado em 02 de maio de 2007.

ROCHA, Fábio Libório. A bruxa, a serpente, e as fadas: a discriminação feminina e o conceito de maravilhoso na Europa Medieval. Monografias.com, 2003. Disponível em: http://br.monografias.com/trabalhos/discriminacao-feminina/discriminacaofeminina.shtml Acessado em 04 de junho de 2007.

SCHNURBEIN, Stefanie V. Shamanism in the Old Norse tradition: a theory between ideological camps. History of Religions 43 (2), 2003, pp. 116-138.

STUCKARD, Kocku von. Constructions, normativities, identities: recent studies on shamanism and neo-shamanism. Religious Studies Review 31 (3/4), 2005, pp. 123- 128.

Luciana de Campos – Professora Mestra. Doutoranda em Letras UNESP. E-mail: [email protected]

Johnni Langer – Pós-doutor em História pela USP bolsista da FAPESP. E-mail: [email protected]


ALDHOUSE-GREEN, Miranda; ALDHOUSE-GREEN, Stephen. The quest for the shaman: shape-shifters, sorcerers and spirithealers of Ancient Europe. London: Thames and Hudson, 2005. Resenha de: CAMPOS, Luciana de; LANGER, Johnni. O Xamanismo do Paleolítico aos Celtas. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.7, n.2, p. 164-168, 2007. Acessar publicação original [DR]

Ambiorix. La résistance des Belges face aux Romains. Racontée aux enfants… et aux grands qui l’ont oublié | Dominique Bockstael

Dominique Bockstael é professor e tradutor de latim em Bruxelas, e assíduo leitor da obra de Júlio César; baseado nela publicou em 1960 um livro sobre Ambiorix, intitulado O javali das Ardenas (cognome do personagem), e refez agora esse texto para inseri-lo numa coleção de vários títulos sobre a História da Bélgica contada às crianças. O caráter didático transparece não só no estilo romanceado, mas também nas notas explicativas, nos mapas de povos gauleses, nas imagens, completadas por uma cronologia e um breve dossiê sobre o modo de vida dos gauleses; no final são ainda listados, com endereços, os museus históricos da Bélgica, particularmente os galoromanos.

A narrativa segue fielmente o texto de César no De Bello Gallico (livro 5, cap. 24 a 41; livro 6: 2 a 43; livro 8: 24 e 25), sem uso aparente de outras fontes. Vejamos a história. Júlio César submeteu os celtas das Gálias, porém a conquista e ocupação do território não se processou facilmente: a resistência à invasão foi seguida em toda a parte de revoltas contra Roma. Ou como diriam as aventuras de Astérix e Obélix: “Toda a Gália está ocupada pelos romanos… Toda? Não! Uma aldeia habitada por irredutíveis gauleses resiste ainda e sempre ao invasor.” De fato depois da vitória decisiva contra Bogduognat e os nérvios em 57 a.C. César estabeleceu na Gália Belga sete legiões reforçadas por cinco coortes; elas impuseram o domínio romano sobre a confederação dos povos belgas, que se estendia entre os rios Reno e Sena. Mas o próprio Júlio César dizia: “De todos os povos da Gália os belgas são os mais fortes” e a revolta eclodiu em 54 a.C. liderada pelo rei dos eburões, Ambiorix.

A coligação gaulesa, reunindo guerreiros de diversos povos, infligiu aos romanos uma derrota esmagadora em Aduatuca (atual Tongeren ou Tongres, um pouco ao norte de Liège). Mas Cícero – o irmão do orador e político – que comandava a legião acampada entre os nérvios, apelou a Júlio César, então a caminho da Itália; César retrocedeu e derrotou os belgas, perseguindo e massacrando os fugitivos. Apenas Ambiorix e uns poucos fiéis companheiros de armas conseguiram se refugiar na floresta, onde nunca foram encontrados. E por alguns anos Ambiorix permaneceu na esperança e na lenda como aquele rei que um dia voltará das brumas para, qual Dom Sebastião, libertar seu povo – até ser esquecido por muitos séculos.

O livro de Bockstael relata essa rebelião transpondo para uma linguagem romanceada a Guerra da Gália na explícita intenção, presente no subtítulo, de tornar acessível às crianças belgas um dos fatos fundadores da sua identidade nacional. Mas o texto não se limita a expor campanhas militares e batalhas, e aproveita as narrações fictícias para descrever a vida quotidiana dos belgas: como eram as casas, quais os trabalhos domésticos, o papel das mulheres na guerra, as relações de família, as virtudes admiradas, o que se comia e bebia, onde e como se dormia, os trabalhos do campo.

O fio condutor da ação é o pequeno grupo que se forma em torno de Ambiorix e que ao final vai compor a escolta que se esconde com ele na floresta; esta é a trama de ficção com diálogos e detalhes que dão vivência ao desenrolar do romance. Mas a didática e a imaginação literária têm uma direção doutrinária e ideológica: defender a unidade e a identidade da Bélgica atual; o teor da empolgação da narrativa e dos adjetivos é não apenas patriótico e épico, mas ufanista: os belgas são (caps. II a IV) intrépidos e dispostos a todos os riscos na revolta contra o opressor; seus valorosos guerreiros são heróicos, seus chefes indomáveis, e na luta morrem como bravos. Em contrapartida (ibidem) os romanos são cruéis, brutais, ladrões gananciosos que pilham tudo o que encontram; a vergonhosa rapina dos legionários não poupa sequer os tesouros sagrados; foi com assassinatos e incêndios que eles sujeitaram, humilharam e ultrajaram um povo altivo e livre, atacado sem motivo; e os gauleses que se aliam aos romanos são traidores detestados e infames. Daí a sede de vingança dos que escaparam dos ataques das legiões, vingança que acorda as virtudes ancestrais, desperta a raiva e acende a coragem.

O bardo canta louvores aos valorosos filhos dos nobres, “de um povo orgulhoso e forte cujas vitórias ressoarão por toda a Gália”. É neste estilo encomiástico que prossegue toda a primeira parte do livro (até ao capítulo VII); mas já aqui se assinala o ponto fraco dos gauleses: estão divididos na oposição ao dominador, não têm disciplina, não têm um plano de ataque, suas ações são isoladas e sem envergadura. O texto abre assim o caminho para uma segunda parte (caps. VIII a XIV e epílogo) em que aparece o ponto de vista do adversário e dominante: a inteligência e tática de comando, e o valor dos legionários; os soldados extenuados e feridos são, perante Júlio César que lhes passa revista, heróicos e firmes combatentes, e o comandante se emociona com os “belos legionários” estropiados mas de pé no seu posto, e lhes diz que o Senado e o povo romanos lhes devem “ a mais bela conquista da sua história” (95). A partir do cap. X a derrota total é inevitável, e começam a ser acusados aqueles que compactuam com os romanos: eles são pérfidos, traidores, usurpadores; Júlio César conseguiu até que certos gauleses menos escrupulosos ajudassem as legiões a pilhar os bens dos vencidos. Os legionários, quase sem oposição, destroem tudo, arrasam as povoações, e para os sobreviventes só existe a servidão ou a morte: “é o fim do mundo” (cap.XII, 113, e 117).

O patriotismo desta narrativa, que pode parecer um tanto ingênuo e excessivo, tem seu sentido numa Europa que aboliu as fronteiras e onde a identidade nacional precisa ser reforçada (aos olhos de muitos); como a Bélgica vive há um século a fratura de sua unidade nacional, devido à luta dos flamengos contra o poder dos valões, a identidade começa pela unidade. Por isso o autor insiste em usar os nomes que assinalam a existência secular de uma entidade que antecipa a nação, referindo-se ao povo em geral ora como gauleses, ora como belgas, e lembra, sempre que vem a propósito, que o território onde se desenrola a ação se chamava Gália Belga; marca a cada página a diluição das diferenças entre os povos que compõem a coligação belga: nérvios, aduatas, eburões, trevinos… todos se uniram contra o invasor, todos são “filhos de brenn” isto é nobres guerreiros gauleses. Na trama da história, eles são belgas e, longinquamente, lançaram as raízes da Bélgica moderna. Assinale-se ainda que o fato de a Bélgica ser um país novo (sua independência data de 1831) obriga a um certo esforço, perante as nações milenares da Europa, de procurar antepassados e origens tão antigas quanto as dos outros.

O recuo até aos belgas é estratégico, pois quando no século IV a.C. eles entraram na região depois chamada Flandres já traziam uma importante miscigenação germânica – curiosamente o autor não o assinala – sinalizando assim, na convivência atual entre valões e flamengos, um objetivo de unidade nacional, se não étnica. É importante destacar que foi só depois da independência que os belgas “descobriram” o seu herói Ambiorix, através do poema de Joannes Nolet de Brauwere van Steeland, datado de 1841; e a primeira estátua ao herói nacional foi erigida em Tongeren (Atuatuca Tongorum) em 1866 (inaugurada em 5 de setembro). Aliás, os eburões eram etnicamente mais germânicos do que celtas, e numa pesquisa de 2005 Ambiorix o gaulês goza de mais popularidade entre flamengos (germânicos) do que entre valões (de língua e cultura francesa). Como disse João Ameal: cada povo escolhe os antepassados que quer e lhe convêm. Ambiorix foi convocado, a posteriori, a unificar a Bélgica – à custa dos romanos; ele não imaginava, quando se refugiou na floresta, que sua ação ia ser tão importante e de tão longo prazo.

João Lupi – Departamento de Filosofia UFSC. E-mail: [email protected]


BOCKSTAEL, Dominique. Ambiorix. La résistance des Belges face aux Romains. Racontée aux enfants… et aux grands qui l’ont oubliée. Fléron: Éditions Jourdain Le Clercq, 2005. Resenha de: LUPI, João. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.7, n.2, p. 169-171, 2007. Acessar publicação original [DR]

Historias del Desierto: Arqueología del Norte de Chile – RIVERA (C-RAC)

RIVERA, Mario. Historias del Desierto: Arqueología del Norte de Chile. La Serena: Editorial del Norte, 2002. 238p. Resenha de: BAIED, Carlos A. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.39, n.1, p. 135-136, jun. 2007.

Northern Chile and the Atacama Desert, in particular, has long been recognized as rich repositories of well-preserved archaeological remains and for its diversity in material culture. Conceptualizing this richness, however, became a major task for archaeologists who eagerly introduced John V. Murra’s vertical archipelago model as the preferred explanatory paradigm. Once transferred from the ethnohistorical to the archaeological context this model provided the much needed theoretical framework for understanding the variety of archaeological finds, and the tools to look into past resource exploitation practices and systems. Today, we know that the coast and valleys of southern Peru and north Chile were settled by multiple ethnic groups that displayed exchange-based mechanisms responsible for trans-Andean movement of a large variety of natural resources. Indeed, understanding Chilean coastal and hinterland archaeology north of the Loa River -particularly when looking at similarities in artifact assemblages- heavily relies, at least for the Andean Formative, on the existence of a core upland polity that was in need of and accessing maritime, coastal, and valley resources west of the Andes.

Over the past thirty years, Mario Rivera, has been one of the leading advocates of this explanatory paradigm. Historias del Desierto, a timely synthesis of the prehistory of the Chilean desert north, follows up on this line of thought incorporating an up to date discussion of what we currently know about coastal adaptations, highland developments, and the wide-range of valley-oases settlement patterns present in the Atacama Desert. Totaling some 198 pages of text, this book is organized into eight chapters preceded by a brief introduction. Informative figures, tables, and color photographs add to the extensive bibliography that represents almost the full bag of references to the most important works on the archaeology of north Chile.

Historias del Desierto opens with three exquisite quotes of Chilean poets followed by a brief summary on the history of archaeological research and a discussion of the geographic background and a culture history of the Chilean north. Past this section, the first two chapters of the book address early and Archaic upland and coastal adaptations. A brief look into the early upland hunters reveals that only a few archaeological localities have been systematically excavated and that most of our current knowledge relies on the analysis of surface reconnaissance, limited test-pits, and occasional excavations. Rivera’s presentation and discussion of this evidence is cautious in interpretative comments, a fact that points to the weaknesses in the proxy data. The book continues in its second chapter with a comprehensive chronology of the Chinchorro tradition that includes a brief discussion of the distribution of coastal sites with close attention given to maritime-coastal adaptations and their material culture. Here, mortuary practices take a leading role at the time of defining culture change. What I perceive is missing in these two chapters is a presentation and further discussion of the archaeological evidence provided by upland and coastal southern Peruvian sites. Early fish-shellfish gathering-oriented settlements such as those evidenced at Quebrada Jaguay, Quebrada Tacahuay, and Quebrada de los Burros in the nearby Tacna area are absent in the discussion. In all, a missed opportunity to integrate findings and explanations beyond borders, even in a book that is perse bounded by its title: The Archaeology of North Chile.

The third chapter deals with Mario Rivera’s area of exceptional expertise: the Formative of North Chile. Here is where the author focuses on what appeals most to him bringing to the project much of his own experience of working along the eastern escarpment and coastal areas of the north. The work he started in the 1970’s and has continued for more than three decades led him to define and characterize the Alto Ramirez Phase, a local development neatly tight through exchange and interaction to Wankarani (early Formative) and Pukara (full Formative), two contemporaneous upland developments in the nearby area of Lake Titicaca. Abundant and well-preserved surface evidence of human habitation and of highly-developed land use practices -that were already in place by approximately 2,800 B.P-are evident almost everywhere in north Chile. Two coastal localities, Camarones and Pisagua are treated extensively and a large number of radiocarbon age determinations are provided. At the core of Rivera’s argument is the existence of a transitional phase in which the Chinchorro Tradition coexists with an emergent Andean Tradition along the coast.

Chapter four includes the most recent information available for Ramaditas, a Late-Formative village-farming site in the Quebrada de Guatacondo. In many ways, Ramaditas and the group of sites in the Guatacondo archaeological district are unique because of excellent preservation of architectural features, the presence of a vast network of irrigation canals and agriculture fields, fabric, basketry, and macro-botanical remains. The settlement area -including structures and agricultural fields- has been estimated in approximately 600 hectares. Radiocarbon age determinations place occupation at this site within the Alto Ramirez II Phase, between 2,500-2,000 years B .P., a time span when large village-farming communities first appear in this sector of the Andes. Indeed, Ramaditas represented one of the earliest occupations in the Guatacondo District, a series of six roughly contemporaneous village-farming sites and associated structures arranged along the present-day Guatacondo gully. Archaeobotanical samples from Ramaditas provide evidence of Prosopis, Zea, and Chenopodium among the edible plants and the analysis of human feces suggests that wild algarrobo pods may have been at the core of the community diet. In addition, the combined study of pollen, starch, and phytoliths shows a diet that included Chenopodium, potato, algarrobo pods, and maize. Protein residue analysis of feces also suggests reliance on small mammals and fish for meat. In all, this chapter wraps up a little more than ten years of work by Mario Rivera at this site and lays the groundwork for the years to come in which remaining questions on water availability, irrigation, cultigens, and agriculture practices are certainly going to be addressed. The text in this chapter is supported by useful in-text tables and by exceptional color photos such as air-views of the site and agriculture fields.

Chapters five and sixth address the periphery, specifically the areas of Tiwanaku expansion in the lower valleys of Arica and San Pedro de Atacama. The chronological sequences developed by M. Uhle, J. Bird, and P. Dauelsberg for Arica are discussed and reinterpreted by Rivera as he stresses the impact of Chiribaya and Tiwanaku on the Azapa sequence. The periphery role is also addressed, more extensively, when looking at the Inka State and its political area of influence. A few sites are discussed and a long list of localities ascribed to this time-period is given.

Chapter seven moves beyond the realm of archaeology and into the field of ethnohistory as it addresses Colonial north Chile. Trade, exchange, and the role of ethnic groups in pursuing this practice are at the core of this section that also includes the reproduction of old Colonial-era maps that help stress the economic and political meaning of this otherwise marginal area of the Chilean north. Here too, trans-Andean commerce and interaction plays a leading role in understanding this time-period.

The last chapter of this book provides space for reflection on the legacy and withstanding of adaptive strategies in this part of the Andes. The archipelago model is by all means a compelling paradigm for addressing the long occupation sequence that spans for more than 10,000 years. Indeed, following Mario Rivera’s line of thought, the two Traditions, Chinchorro and Andean, trace back their roots to the Amazon lowlands and the Titicaca uplands respectively. My feeling here is, however, that little emphasis is placed in addressing alternative explanatory models, such as horizontal-type movements along the coast, which could also account for similarity -and divergence- in material culture and settlement patterns.

The chronological and geographic focus of this book provides for both strength and weakness. Strength because Mario Rivera fluidly brings to the project much of his own experience of working along the eastern escarpment and coastal areas of north Chile, a work that in the 1970’s took him to define and characterize the local Alto Ramirez Phase. Weaknesses because of the major task of producing a synthesis that starts more than 10,000 years ago and ends with the Colonial history of the region, an endeavor that, although magnificently done by Rivera, does not allow for the discussion of specific site characteristics, site formation processes, and for addressing thoroughly the enormous amount of data that each locality provides to the archaeologist. Because of this, it is a short book, but, by no means, a book short of ideas.

For those with specialized interest either in the prehistory of South America or the archaeology of the Atacama Desert, Historias del Desierto is unavoidable. Beyond a few production flaws in editing, Mario Rivera succeeds quite nicely in achieving a well thought synthesis of the archaeology of north Chile.

Carlos A. Baied – Latin American Studies Program, The University of Montana, Missoula, USA, and Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina. E-mail: [email protected]

Notas

Esta reseña fue publicada previamente en Latin American Antiquity, vol. 18, num. 1, 2007.

Carlos A. Baied – Latin American Studies Program, The University of Montana, Missoula, USA, and Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Los Antiguos Habitantes del Salar de Atacama, Prehistoria Atacameña – MARTÍNEZ (C-RAC)

MARTÍNEZ, Agustín Llagostera. Los Antiguos Habitantes del Salar de Atacama, Prehistoria Atacameña. Antofagasta: Universidad Católica del Norte, Editorial Pehuén, 2004. 215p. Resenha de: SANTORO, Calogero M. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.39, n.1, p.137-139, jun. 2007.

Esta nueva obra de Agustín Llagostera es para disfrutarla y descubrir que es posible difundir el conocimiento científico a un público lector, que va más allá del reducido grupo de especialistas que componen nuestra disciplina y con ello cultivar el interés por conocer la prehistoria atacameña. Con esta obra Agustín abre la puerta para que cualquier persona pueda adentrarse a través de sus relatos, fotos y dibujos, en la historia de los distintos pueblos que habitaron el territorio atacameño en épocas anteriores a la invasión europea en el siglo XVI, de allí el término de prehistoria Atacameña.

Como autor, Agustín integra dos grandes talentos que se ven muy bien reflejados en esta obra, por un lado su gran rigurosidad científica y, por otro una habilidad plástica para reproducir distintas escenas de la vida diaria de los antiguos habitantes del Salar de Atacama. Desde un punto de vista formal, el libro impresiona por la finura artística de la diagramación, que integra un texto ameno, generoso de espacio para hacer notas al margen, acompañado de ilustraciones, la gran mayoría de ellas dibujos a mano alzada realizadas por el propio Agustín, y la de otros artistas. Estas ilustraciones son, también, una manera distinta de presentar su “ensayo” sobre la prehistoria Atacameña; a través de lo que define como la “máquina del tiempo llamada arqueología” en un genuino intento por descubrir la “presencia de mujeres y hombres detrás de los artefactos y de acercar a los lectores a la calidez de lo humano de los protagonistas”.

El libro está estructurado en seis capítulos bien balanceados en cuanto a la extensión de su contenido, por lo que dan buena cuenta de una construcción de la prehistoria de los territorios atácamenos, con un fuerte apego a los datos disponibles e interpretaciones que distan mucho de ser historias imaginarias, veta que a su vez no ha sido explorada en la literatura chilena como en otros lugares del mundo, donde la vida de los pueblos antiguos ha inspirado una serie de historias noveladas o novelas históricas.

En el capítulo 1 el autor magistralmente muestra los detalles de los diferentes ambientes que integran el Salar de Atacama, que a pesar de ser un gran territorio yermo, sirvió como eje articulador y de referente geográfico para las poblaciones que se parapetaron en los oasis, quebradas y zonas altas al este de esta cuenca salada. En este contexto el autor presenta a los grupos de cazadores que comenzaron a colonizar estos territorios hace cerca de 13.000 años. Enfatiza, por un lado, su capacidad para integrar recursos de caza y recolección de frutos silvestres de las escasas plantas que crecen en la zona, y cómo a partir de ello estructuraron modos de vida más bien móviles, lo que les permitió mantenerse en estos territorios a pesar de las importantes fluctuaciones climáticas que por momentos provocaron condiciones mucho más secas que las actuales. Es interesante notar que Agustín no sólo hace una descripción interpretativa de la vida de los primeros habitantes del Salar de Atacama, sino también va explicando cómo se ha generado el conocimiento que permite darle sustento científico a su visión de los hechos rescatados a través de la arqueología, lo que en los capítulos siguientes se hace implícito.

El capítulo 2 está dedicado a una de las fases de cambio más significativas en la historia de la humanidad y que en este caso representan lo que Agustín define como “los cimientos de la sociedad atacameña” en la medida que se estructuraron pequeñas aldeas de comunidades de horticultores lo que permitió dejar de depender completamente de los medios de la subsistencia de caza y recolección. Con ello adquieren mayor estabilidad económica que da pie para el establecimiento de aldeas pequeñas y nuevas formas de convivencia social. Las comunidades se organizaron política y económicamente de manera distinta a sus antecesores los cazadores recolectores de quienes mantuvieron la destreza en la fabricación de instrumentos líticos y toda la experiencia de manejar plantas y animales silvestres por más de 8.000 años. Esta es la época de la domesticación de camélidos, proceso que Agustín deja caer en la experiencia de las mujeres, a través de la crianza de “chulengos” huérfanos. Esto es una propuesta interesante, dado que en literatura clásica de cazadores recolectores se estima que las labores de caza la realizaban los hombres, por lo tanto teóricamente habrían tenido una relación más cercana con los animales silvestres. Las mujeres y los niños, en cambio, dedicados corrientemente a la recolección de frutos silvestres, habrían tenido una mayor relación con el proceso de domesticación de plantas, que incluyó productos hoy día de gran valor comercial como el maíz y la quínoa. Detrás de estas actividades económicas se esconde un complejo mundo que abarca la materialización de nuevas prácticas religiosas, descritas, por ejemplo, a través de lo que interpreta como “infante mensajero” sobre la base de los objetos rituales que acompañan a este infante en su tumba. El capítulo tiene además detalles respecto del uso de tecnologías como la cerámica, la textilería, la metalurgia, el uso de piedras preciosas y la relación de esta zona con áreas alejadas como el oriente de los Andes, donde destaca el rol de las caravanas de llamas, uno de los rasgos culturales que caracterizarán luego a las poblaciones del Salar.

En el capítulo 3 el autor lleva adelante una tesis interesante que lo desliga de la clásica secuencia histórica cultural que marca a las reconstrucciones históricas a lo largo de los Andes. Propone que una vez consolidadas las aldeas de los horticultores de la época anterior las comunidades del Salar enfrentaron la tarea de buscar y crear una identidad propia. Para sustentar esta propuesta el autor revisa, describe e ilustra distintos aspectos de la forma como se estructuró la vida en el Salar, donde resaltan variadas expresiones de identidad que no sólo se reducen a las formas e iconografía de los tejidos y cerámica, sino también a los peinados, gorros, collares, deformación craneana y otros ornamentos que fueron estructurando una identidad étnica. Resalta el rol de las tabletas de rituales de madera tallada ligadas a la absorción de sustancias alucinógenas, que partiendo de formas simples terminan grabándose con sofisticados personajes que Agustín ha definido como los “dioses atácamenos”. Esta época, señala el autor, se caracteriza también por el surgimiento de estructuras políticas centralizadas donde surgen símbolos de prestigio y poder, cuyos líderes posiblemente manejaron una red de “tráfico” exterior.

En el capítulo 4 Agustín se aboca a mostrar cómo las sociedades muy bien afincadas en el Salar se integran a un gran sistema político, económico y cultural representado por el estado imperial de Tiwanaku. De esta manera, el acento del relato no radica en la “influencia de este imperio en la zona” sino en las transformaciones que ocurren en las sociedades atacameñas a consecuencia de la interacción con Tiwanaku y con otras sociedades de regiones aledañas como el noroeste argentino. Esta época de cambios se visualiza muy bien a través de la rica iconografía de personajes mitológicos, antropo y zoomorfos desplegados en las tallas de madera de las tabletas para alucinógenos, que contrastan con la iconografía más naturalista de la época anterior. Este cambio representaría profundas transformaciones en las sociedades atacameñas, donde resalta una ideología de sacrificios humanos, cuyas características y significados trata de explicar el autor. En la esfera tecnológica sobresale la introducción del bronce, lo que sumado a una proliferación de piezas de oro, representa el surgimiento de linajes o señoríos complejos, como el de Larache.

En el quinto capítulo relata primero los efectos de la desarticulación del sistema imperial de Tiwanaku, lo que habría provocado también que los líderes locales atácamenos, como los de Larache perdieran prestigio y poder. Se produce un fraccionamiento político y los tradicionales bienes de prestigio dejan de producirse y reaparecen otros como los objetos de plata, que el autor interpreta como signo de la competencia entre distintas facciones de las sociedades atacameñas. Desaparecen también del escenario social las imágenes todo poderosas de los dioses tiwanacotas, lo que muestra un cambio ideológico importante, donde el único “sobreviviente” es el personaje conocido como el “Sacrificador”, plasmado en otro tipo de soporte, como los tubos de inhalación de alucinógenos. El “empobrecimiento cultural” se expresa también en la discontinuación de la producción de objetos finamente labrados, reemplazados por bienes de corte más bien utilitarios. La fragmentación política se expresa en el surgimiento de poblados defensivos, junto a un decaimiento del poder de los shamanes de la época anterior, reemplazados por líderes más preocupados de la defensa física de sus comunidades, a través de alianzas estratégicas interétnicas para hacer frente a presiones tanto externas como internas. En ese nuevo orden social se imponen otros personajes ideológicos, donde destaca la figura del cóndor.

Toda esta dinámica interna se vuelve a transformar con las enmiendas impuestas por el estado imperial del Inka, que entre otras cosas dota de mayor prestigio y poder a los líderes locales para que sirvan a los propósitos del Estado. Destaca en este nuevo escenario una baja importante en los índices de violencia, marcado en fracturas y otros traumas corporales muy comunes en la época anterior. En el ámbito ideológico el estado imperial introduce nuevas prácticas como son los sacrificios en santuarios localizados a gran altura sobr la cima de los principales cerros y volcanes que bordean al Salar de Atacama. Lo interesante de todo este proceso de integración social es que ocurre, como destaca el autor, sin la instalación de asentamientos imperiales propiamente tal. Toda esta dinámica social estaba en proceso de cristalización cuando la capital del Cuzco fue invadida por el Estado de Castilla, lo que dio inicio a un nuevo proceso de interacción social, en desigualdad de condiciones, lo que no sofocó sin embargo una serie de episodios de resistencia que retardaron, pero no detuvieron el proceso de transformación de las sociedades atacameñas en los ámbitos políticos, económicos, ideológicos y tecnológicos.

Al terminar la lectura, el lector coincidirá con Don Misael Camus, Rector de la Universidad Católica del Norte, que el libro es “fascinante y acogedor” y querrá volver a repasar los detalles de la epopeya histórica de la “gente de esta tierra” o likan-antai.

Reseñado por Calogero M. Santoro – Instituto de Alta Investigación, Departamento de Antropología y Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. E-mail: [email protected].

Acessar publicação original

[IF]

 

História em Reflexão | UFGD | 2007

Historia em Reflexao2 2 Amazônica | UFPA

Revista Eletrônica História em ReflexãoREHR (Dourados, 2007-) é uma publicação do discentes de Mestrado e Doutorado do Programa de Pós-Graduação em História da Universidade Federal da Grande Dourados (PPGH-UFGD).

A REHR recebe contribuições em fluxo contínuo e tem como objetivo divulgar trabalhos acadêmicos desenvolvidos na área da História que possibilitem refletir sobre o fazer histórico, bem como em suas relações com a Literatura, a Sociologia, a Antropologia, a Geografia, a Linguística, Educação, entre outros, de forma a propiciar melhor compreensão nos estudos da História e promover a interdisciplinaridade. Ademais, não privilegia uma especificidade temática, na medida em que prevê a divulgação de trabalhos originais.

A Revista Eletrônica História em Reflexão, destina-se tanto a estudantes de graduação e pós-graduação que tenham interesse nos trabalhos publicados, assim como professores de graduação e pós-graduação. Aceita trabalhos em português, inglês e espanhol sob a forma de artigos, entrevistas, resenhas de livros, comentários sobre fontes inéditas, resumos expandidos de trabalhos de conclusão de curso, dissertações e teses, textos livres produção iconográfica e audiovisual e notas breves.

Periodicidade semestral.

Aceso livre.

ISSN 1981 2434

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

 

Anais do I Colóquio de Estudos Celtas e Germânicos: Religiosidade e Interpretatio / Brathair / 2007

O evento promovido pelo grupo BRATHAIR e pelo Centro de Estudos Interdisciplinares da Antigüidade (CEIA) da Universidade Federal Fluminense (UFF), demonstra o crescimento e a recente maturidade dos estudos celto-germânicos. Áreas de pesquisas que eram marginais e / ou periféricas nas investigações sobre o passado europeu, assumiram nos últimos dez anos um grande implemento em nosso país. Se por um lado, os pesquisadores titulados que se dedicam aos temas destes povos no período antigo e medieval já possuem uma razoável quantidade de pesquisas em diversas instituições de ensino superior, também os estudantes de graduação estão apresentando um maior interesse nesta área.

Dentro deste panorama, certamente o grupo BRATHAIR possui um destaque especial. Criada em 1999, a entidade vem cumprindo seus objetivos básicos, o de colaborar com o estímulo e a colaboração entre os estudiosos, permitindo o intercâmbio dos resultados de pesquisas efetivas ou em andamento, além de levar este conhecimento a um público mais amplo, acadêmico e não-acadêmico.

Como resultado de uma postura interdisciplinar e interinstitucional, o grupo BRATHAIR contou com a organização e infraestrutura do CEIA / UFF para realizar o evento de 2007. Sendo um núcleo de estudos das áreas de História e Letras, o CEIA se destaca como uma das referências nacionais no estudo da Antigüidade. Além da participação dos membros do Grupo de Estudos Celtas – subordinado ao CEIA –, o evento, também, contou com a participação de diversos medievalistas da UFF.

Os temas propostos para o evento, Religiosidade e Interpretatio, revelam algumas das tendências mais promissoras nos estudos celto-germânicos. Se por um lado a maioria das fontes documentais antigas e medievais estão recebendo novas formas de leitura, análise e conexões (através do estudo das interpretationes), as pesquisas sobre religiosidade são fundamentais para se entender a contribuição cultural, social e política dos povos de origem indo-européia no Ocidente. Com isso, a maior parte dos trabalhos apresentados foram inseridos dentro de uma destas temáticas, que em alguns casos acabaram por assumir formas híbridas.

Esperamos que a parceria do grupo BRATHAIR e do CEIA estimule as novas gerações de pesquisadores, especialmente no estado do Rio de Janeiro, promovendo o debate e a reflexão sobre o passado. E aguardemos o II Colóquio, previsto para 2009.

Johnni Langer – Professor Doutor. Pós-Doutor em História Medieval pela USP. E-mail: [email protected]


LANGER, Johnni. Apresentação. Brathair, São Luís, Edição Especial 1, 2007. Acessar publicação original  [DR]

Acessar dossiê

 

Civilização da barbárie? Os bárbaros e as sociedades mediterrâneas: encontros, desencontros e confrontos / Brathair / 2007

A Revista Brathair, cumprindo com seu objetivo acadêmico precípuo, qual seja, fomentar os estudos de cunho interdisciplinar acerca das civilizações celtas e germânicas, assim como investigar os desdobramentos, resquícios, lacunas e desaparecimentos de seus traços culturais desde os primeiros indícios histórica e arqueologicamente datados até as novas descobertas nos albores do século XXI, apresenta aos leitores neste número contribuições de vários e renomados especialistas sobre uma diversidade de temas, que têm em comum o mundo celta-germânico.

Assim é que, em seu sétimo ano, a Brathair publica o dossiê Civilização da barbárie? Os bárbaros e as sociedades mediterrâneas: encontros, desencontros e confrontos, que visa trazer ao público brasileiro algumas das questões atualmente em debate acerca das relações entre as populações ditas “bárbaras” com o Mediterrâneo. As contribuições que nos chegaram foram primordialmente dedicadas aos contatos de celtas e germanos com o Império Romano. Tal se explica, primeiramente, pelo grande interesse que tal temática tem despertado nos classicistas brasileiros desde os anos 90. Depois, em virtude da centralidade deste debate tanto para pré-historiadores quanto classicistas. Os estudos sobre contatos e colonialismo continuam crescendo e, em verdade, se tornam cada vez mais interessantes, uma vez que nos aprofundamos nas diversidades regionais e na ação humana.

Questões acerca do imperialismo romano e o revisionismo dos conceitos de “aculturação”, e “Sincretismo Cultural” na forma de romanização e de construção do Império Romano têm sido centrais no debate internacional desde fins dos anos 70, mais recentemente enverendado pela construção de identidades locais e as formas de articulação entre culturas locais e cultura imperial.

Em meio a este debate, o presente dossiê traz o resultado de duas pesquisas recentes que trabalham o processo de romanização e a construção de uma cultura imperial na Península Ibérica e um artigo sobre as interações entre Roma e a Germânia.

O artigo de Leonard A. Curchin, The Romanization of Art in Celtiberia (Central Spain), Professor Titular da Universidade de Waterloo (Canadá), mostra como o processo de romanização daquela região da Peninsula Ibérica criou uma arte denominada “provincial”, em que se misturam elementos do conquistador aos nativos de origem celta.

Como segunda contribuição ao dossiê tem-se o elucidativo e instigante artigo de Pedro Paulo Funari e Cláudio Carlan (NEE-UNICAMP) que versa sobre o tema Romanos e Germânicos: lutas, guerras, rivalidades na Antigüidade Tardia, cujo centro do estudo foca como através da numismática relações de tensão entre romanos e germânicos podem ser evidenciados nos séculos finais do Império Romano do Ocidente.

Fechando o dossiê, Norma Musco Mendes (LHIA-UFRJ) analisa, em seu trabalho Roma e o Império: Estruturas de Poder e Colapso, as questões pertinentes à criação, apogeu e derrocada dos impérios, no caso em estudo, o Império Romano. Sua análise nos traz um balanço do processo de expansão romana, tecendo, em particular, comentários substanciais sobre a província da Lusitânia.

Na Seção de Artigos, Eduardo Fabbro (UNB) discute em seu texto Juliano, o apóstata e a entrada dos francos no império romano; primavera de 358, a partir das informações coletadas do historiador Amiano Marcelino, as contingências que levaram a tribo germânica dos francos, de fundamental papel nos séculos seguintes para a formação da Europa medieval, a adentrarem as regiões de domínio romano à época do imperador Juliano.

O vikingologista Johnni Langer (USP) apresenta-nos em seu artigo O Mito do Dragão na Escandinávia suas reflexões acerca da presença do animal fabuloso na tradição eddaica, tanto prosaica quanto poética, e tendo como ponto principal o Ragnarök, episódio considerado por muitos mitólogos como fim e reinício da mitologia nórdica, além de incluir em seu estudo subsídios materiais a partir de achados arqueológicos.

A Seção de Resenhas traz uma resenha do livro de Edmond Baily, A lenda de diamante. Sete lendas do mundo celta. São Paulo: Madras, 2006, intitulada Druidismo cristão? feita por Luciana de Campos. A articulista discorre sobre a época e as circunstância sócio-culturais que permearam a sua publicação em princípios do século XX, sem, porém, deixar de assinalar, ao lado da contribuição da obra para a difusão da cultura celta, os vários equívocos e erros históricos acerca dos celtoi presentes nessa compilação de lendas.

Em seguida, João Lupi, em uma resenha com tema correlato ao dossiê deste número, apresenta-nos a obra de Laurent Flutsch, L’Époque romaine ou la Mediterranée au nord des Alpes. Lausana: Presses polytechniques et universitaires romandes, col. Le Savoir Suisse, 2005. Em seus comentários críticos, o estudioso de Florianópolis demonstra como a obra, inserida numa coleção com dados introdutórios sobre a história da Suíça e preparada por um arqueólogo de Lausanne-Vidy, é antes de tudo uma chamada de consciência histórica e política aos suíços, em que o passado celta deve ser resgatado e quase venerado.

Na seção de Entrevistas, Johnni Langer conversa com o arqueólogo Frank Røberg sobre o tema Arqueologia Escandinava: da Pré-História aos Vikings, em que se discute várias teorias da Arqueologia, com ênfase maior na questão dos vestígios em terras nórdicas desde a Pré-História até á era viking.

Como texto inédito colocado à disposição de estudiosos e leigos, na seção de Tradução, temos Os livros das cartas do bispo São Patrício tradução para o português feita por Dominique dos Santos, precedida por pequena introdução, apresentada juntamente com o texto original em latim, e seguida de bibliografia e notas explicativas.

Com essa plêiade de textos, artigos e contribuições de alto grau acadêmico acreditamos que a Revista Brathair cada vez mais se aproxima de seu ideal de consolidar em nosso país uma área de estudos e pesquisas interdisciplinares sobre as culturas celtas e germânicas. Tal finalidade continuará a ser nossa meta e, para tanto, os próximos números da Revista trarão os dossiês ‘Lenda e Mitologia Arturiana’ e ‘Morte, Funeral e Vida após a Morte. Explorando atitudes em relação à mortalidade, ritual e a concepção de Outro Mundo. Da Europa da Idade do Ferro à Alta Idade Média’. Convidamos, pois, a todos que continuem a contribuir para esse esforço conjunto de construção das áreas de Estudos Célticos e Germânicos na academia brasileira!

Adriene Baron Tacla – Professora Doutora

Álvaro Alfredo Bragança Júnior – Professor Doutor


TACLA, Adriene Baron; BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro Alfredo. Editorial. Brathair, São Luís, v.7, n.1, 2007. Acessar publicação original  [DR]

Acessar dossiê

 

Mitos Arturianos / Brathair / 2007

Desconstruindo a falácia de que no Brasil não há pesquisa, pesquisadores ou mesmo publicações sobre mitos arturianos, o número 7 / 2 – 2007 da Revista Brathair apresenta um dossiê sobre este tema tão instigante e apaixonante que desperta o interesse tanto de acadêmicos comprometidos com a seriedade e qualidade de seus trabalhos como do público leigo sempre ávido por conhecer e, cada vez mais compreender – por intermédio da pesquisa rigorosa e criteriosa – o universo do rei Artur, dos cavaleiros da Távola Redonda e das gentis damas e as suas aventuras e façanhas.

Este dossiê não é um trabalho isolado da equipe Brathair, pois vêm a dar continuidade ao número especial da revista “Matéria da Bretanha” que foi ao ar em 2004 onde é possível já encontrar trabalhos de pesquisadores especializados nesta “Matéria”.

Com a publicação desses dois números a Revista Brathair vem se consolidando como o único espaço brasileiro de publicações especializadas sobre celtas, germânicos e, conseqüentemente, sobre mitologia arturiana.

O dossiê traz seis artigos que exploram vários aspectos da mitologia arturiana. O artigo de Pricila Reis Franz apresenta uma análise da personagem Guinevere sobre três pontos de vista literários distintos, Daniele Galindo e Souza mostra como se deu a construção das personagens femininas, lançando um olhar sobre os modelos femininos e masculinos em Parzival de Wolfram von Eschenbach Já as historiadoras Adriana Zierer e Rita de Cássia Mendes Pereira analisam a influência dos cavaleiros arturianos como modelos monárquicos e nobliliárquicos adotados em Portugal dos séculos XII e XIII até o século XV. Marcus Baccega apresenta um análise sobre a imagem do rei Artur no imaginário medieval e Luciana de Campos apresenta uma pequena análise da mulher na literatura arturiana.

Os artigos presentes neste número também demonstram a qualidade e a importância que a Revista Brathair tem alcançado em terras de além-mar. O professor de Literatura Irlandesa na UNED / Espanha, Ramón Sainero, é um dos grandes nomes da pesquisa das literaturas celtas e de sua posterior influencia na literatura européia. Sainero escreveu um artigo sobre as origens históricas, mitológicas e literarias da Península Ibérica.

Johnni Langer encerra seu estudo sobre o mito do dragão na Escandinávia, desta vez analisando as narrativas de sagas islandesas integrantes da tradição nibelungiana, e de como elas contribuíram para a formação do herói de origem medieval, idealizado a partir do século X.

O professor chileno Enrique Palacios realiza uma sistematização das fontes que trataram do mito da divindade escandinava Loki e sua integração ao sistema mitológico germânico.

O Professor João Lupi, comemorando a sua aposentadoria na UFSC, mas não descansando na sua cruzada druídica para a divulgação da cultura celta, nos oferece uma resenha muito interessante sobre o líder belga Ambiorix – analisando como figuras históricas célticas foram utilizadas pelas nacionalidades européias com fins de legitimação social e cultural, especialmente no Oitocentos.

Johnni Langer e Luciana de Campos apresentam uma resenha sobre a ultima publicação de Miranda Green onde ela analisa pormenorizadamente a questão do xamanismo, da pré-história à Alta Idade Média de origem céltica e nórdica, utilizando uma metodologia interdisciplinar aplicada aos estudos de religiosidade.

E, por fim há a entrevista com uma das maiores autoridades européias em Mitologia Arturiana, o professor da Universidade do Porto, José Carlos de Miranda. Nesta entrevista o público poderá conhecer de forma descontraída – mas nem por isso menos rigorosa! – um pouco mais do universo arturiano pelas palavras desse renomado pesquisador.

É, pois, com grande prazer – e também com grande orgulho! – que as editoras e toda a equipe Brathair apresentam ao público brasileiro e estrangeiro este novo número da revista cumprindo mais uma vez o compromisso de difundir com seriedade e competência os estudos celtas e germânicos na terra brasilis.

A todos os leitores desejamos boa leitura na companhia desses modernos cavaleiros, amantes das aventuras arturianas em tempos de ciberespaço!

Luciana de Campos – Professora Mestre

Adriana Zierer – Professora Doutora

Organizadoras


CAMPOS, Luciana de; ZIERER, Adriana. Editorial. Brathair, São Luís, v.7, n.2, 2007. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

A lenda de diamante: Sete lendas do mundo celta | Edmond Baily

A tradução de obras celtológicas, tanto de estudos acadêmicos quanto de fontes históricas e literárias, sempre são bem-vindas, pois infelizmente os pesquisadores brasileiros deparam-se com a dificuldade de encontrar tais obras em língua materna nas estantes das bibliotecas e livrarias. Mas o que percebemos é que há um interesse do mercado editorial em publicar obras antigas que, na maioria das vezes, trazem representações equivocadas a respeito dos Celtas, mas que podem fazer grande sucesso apelativo com o público. A tradução de A lenda de diamante, do francês Edmond Bailly, vem justamente de encontro a esse propósito.

A obra apresenta sete narrativas – as sete lendas – e um capítulo intitulado “Notas e esclarecimentos”, onde são arroladas explicações tanto de termos que aparecem nas narrativas como “consciência”, “eternidade das almas”, “religião”, entre outras como também de termos diretamente ligados à cultura celta: “druidismo”, “Ogham” e “vates”. Muitas dessas definições estão permeadas de idéias esotéricas, espíritas e algumas advindas da celtomania francesa dos séculos XVIII e XIX.

Publicada pela primeira vez na França em 1909 (La légend de diamant), quando a Doutrina Espírita já estava consolidada, o livro apresenta a sociedade celta e, em particular os Druidas como monoteístas, preocupados com o “bem da humanidade” e em viverem única e exclusivamente para realizar a vontade do Pai Celestial. Essas construções são fictícias e não correspondem às descrições dos druidas feitas por autores clássicos como Júlio César, Cícero e Plínio, para citar alguns.[1] Essas idealizações, tanto dos celtas, como dos druidas presentes na obra, vinham de encontro às intenções de um determinado grupo que, procurava projetar no passado, suas concepções de mundo, de vida, de religião e de fé. A França por fazer uma exaltação ao seu passado gaulês e, por vezes, buscar ali inspiração para o seu forte nacionalismo, foi o cenário perfeito para que florescessem obras como A lenda de Diamante.

A primeira lenda “O encantamento da harpa” apresenta logo no terceiro parágrafo um equívoco quanto ao panteão celta. Há a menção da deusa do mundo inferior Hela, que pertence ao panteão escandinavo! Os celtas não possuíam divindades guardiãs dos mundos subterrâneos. Esse equívoco cometido pelo autor e por outros autores do mesmo período deve-se à ausência de conhecimentos e de uma pesquisa mais aprofundada sobre os mitos e o panteão celta que, infelizmente ainda não existia no final do século XIX e início do XX,[2]

e reflete parte das fantasias que, lamentavelmente ainda povoam o imaginário contemporâneo.

A terceira narrativa “O único amor” traz a estória de uma desilusão amorosa e dos transtornos ocasionados por ela. A jovem Gwennola, filha de uma grande “colar de ouro” – essa é denominação que os grandes chefes e guerreiros recebem nas narrativas de Bailly – tem o seu amor recusado por Yvor um exímio harpista. Com a recusa de Yvor em aceitar Gwennola como esposa, é desencadeada uma terrível guerra entre os demais pretendentes e a moça é obrigada a vagar sem rumo até encontrar Niod, que lhe mostra uma perspectiva: ela deve deixar o orgulho e o egoísmo e sair pelo mundo levando alento, conforto e cura a todos que necessitarem. Seguindo as ordens de Niod, Gwennola parte e, por onde passa, não deixa de oferecer ajuda a quem necessita. Passa então a ser conhecida como a “viúva virgem”. Todos esses elementos contidos na narrativa estão repletos de ensinamentos cristãos onde é preciso sofrer para conquistar as glórias eternas. Há uma passagem já no final da narrativa que reflete não só os preceitos cristãos, mas também a crença em uma reencarnação evolucionista como meio de purificação e elevação do espírito:

“- Levante-se, minha irmã bem-amada. E não perca a confiança, sua grandeza á superior à minha, pois lhe foi dado se humilhar e se arrepender. Doravante, você não estará mais sujeita à servidão dos sentidos, embora sua libertação ainda não seja completa, pois você recaiu no Abred de Necessidade e está exposta ao Mal e à Morte. Será preciso que você renasça ainda duas vezes, nesse mundo de dor, nessa mesma pátria da qual a faço protetora. Duas vezes ainda o artesão do orgulho estenderá para você os frutos envenenados de seu pomar. Duas vezes ainda você será a carne para o holocausto. Então, eu a levarei, finalmente liberta, para a luz da morada eterna de nossa perpétua felicidade!…” (Bailly 2006:52).

Nesta mesma narrativa há a menção aos eubages que, são descritos como uma “espécie de adivinho da antiga Gália. Hierarquicamente abaixo dos Druidas, encarregava-se da parte externa dos cultos” (p. 46). Segundo autores clássicos latinos como Diodoro, explica que o vate realizaria os sacrifícios (humanos, por exemplo) e interpretaria os augúrios. Mas, essa função também é atribuída aos druidas. Na verdade, o vate poderia estar numa hierarquia inferior ao druida. Na antiga Irlanda, o ensino máximo era reservado à formação em druida, portanto, o vate/eubage seria responsável pelo ofício do sacrifício, enquanto o druida teria funções de cunho mais teológico/filosófico, e seria o responsável pela doutrina e interpretaria os sacrifícios. Na verdade, ambas as funções se confundem, pois druida não deixa de ser um termo geral. Essa nota da tradução merecia um cuidado maior na sua elaboração para elucidar com mais clareza o leitor que pode não estar familiarizado com as terminologias da religiosidade celta.

Na narrativa “Os do Carvalho” encontramos a descrição de uma legião romana tentando a golpes de machado derrubar um grande carvalho sagrado. Para tentar impedir tal ato os druidas permanecem nos galhos da árvore recitando as tríades e os demais ensinamentos. Os sacerdotes são apresentados ao leitor como homens benevolentes que estão sendo vítimas da intolerância romana que procura não só exterminar sua religião, mas também todo o seu conhecimento. O desfecho da narrativa mostra a redenção dos druidas em um sacrifício:

“Quando o sacrifício foi consumado, quando vítimas e algozes dormiam, quietos, na reconciliação do sono da morte, as almas dos Do Carvalho voaram, puras e santas, sobre as asas impetuosas da fogosa cotovia. E enquanto os eleitos de Gwynfyd saldavam a feliz libertação de seus irmãos bem-aventurados, aqui embaixo, maravilhosas rosas de cor púrpura desabrochavam sobre as brancas túnicas dos sacrificados, chamando os Da Terra para a comunhão de Sabedoria e de Amor!” (p. 118).

Essa representação dos druidas lembra em muito o martírio sofrido por muitos cristãos que, por defenderem a sua fé, morreram assim como os druidas nas mãos dos romanos. Percebe-se claramente um juízo de valor do autor onde apresenta os druidas como homens bons e puros e apresentados como os eleitos de Deus e, os romanos como vilões que, tinham como missão exterminar os escolhidos e, que por isso mesmo eram severamente punidos. Uma visão maniqueísta de celtas e de romanos.

A última narrativa “Os do Awen” traz uma personagem muito conhecida das estórias arturianas: Merlin. Este é apresentado como um sábio e talentoso bardo que, em companhia de mais outros dois igualmente geniais travam uma disputatio com o Demônio, o artesão de todos os males. Enquanto há o embate, o próprio Jesus Cristo assiste a tudo e, glorioso no final defende e acolhe os três bardos como novos emissários da boa nova. Ao colocar o Cristo como personagem de uma narrativa de suposta origem celta, o autor procura conceder aos druidas um perfil cristão. Essa construção anacrônica deste povo como precursor do cristianismo muito tempo antes deste surgir, faz com que alguns pesquisadores sejam adeptos do que convencionou-se denominar como “cristianismo druídico”.[3] Uma fantasia que procura conferir aos druidas uma imagem de pureza e benevolência, para tentar desconstruir a imagem descrita nas fontes clássicas como executores de sacrifícios humanos e incitadores de guerra. Infelizmente essa representação dos druidas é ainda apresentada em muitos cursos e livros esotéricos e, por mais que as pesquisas arqueológicas, históricas e literárias apresentem uma visão contrária, ainda há resistência em aceitá-la. E, essa resistência muitas vezes tem sido um grande entrave para uma divulgação de pesquisas sérias sobre os celtas. Além essas fantasias há outras como a das avós-druidas, que nada mais são do que invenções de ditos pesquisadores que baseiam suas investigações em uma visão distorcida e envolta em brumas das fontes clássicas, aliadas é claro, à sua relutância em admitir que seus argumentos, muitas vezes, nada mais são do que frutos de sua fértil imaginação.

Com relação ao pensamento de Bailly, esse tem fortes raízes na celtomania e no esoterismo francês. Durante o final do século XVIII, diversas publicações literárias popularizaram o interesse pela língua e religiosidade dos antigos habitantes da Gália. E, apesar do sucesso das coleções de antiquários pela Europa, a Arqueologia desta época ainda era muito insipiente em termos metodológicos, popularizando várias fantasias relacionadas aos Celtas: os grandes megálitos (como Carnac e Stonehenge) foram considerados de origem druídica. O sucesso destas hipóteses arqueológicas vão se somar a uma perspectiva nacionalista pela França, e regionalista na Grande Bretanha, especialmente no início do Oitocentos, onde a memória a respeito dos gauleses foi cristalizada sob a forma de culto do passado (Launay 1978: 11-18). Um dos mais emblemáticos livros desta tendência é Monuments celtiques, 1805, de Jacques Cambry (Cunliffe 1999: 12). Mas essa valorização extremada de um passado idealizado também teve diversos momentos anacrônicos, e um dos mais contundentes foi a idéia fantasiosa entre os escritores da primeira metade do século XIX de que os druidas e Celtas foram adoradores de uma única divindade (Ellis 2001: 132), nas palavras do próprio Bailly: “(…) Druidismo, nada esteve mais ausente dessa grande crença que o Politeísmo” (p. 144).

Em particular, um texto do escritor M. Édouard Fourmier obteve um certo êxito nos meios intelectuais franceses. Publicado originalmente na revista Siècle em 1847, e posteriormente num livro de 1859 (Le vieux neuf), o texto seria uma espécie de registro folclórico de antigas tradições dos bardos da Gália, mas na realidade possuía diversos anacronismos: monoteísmo, crença na reencarnação evolucionista, dogma dos druidas para com a caridade humana e divina, entre outros aspectos. O mesmo texto de Fourmier foi publicado no primeiro ano da Revista Espírita, de 1858, periódico editado por Allan Kardec, o codificador do Espiritismo. Kardec havia se interessado pelo fenômeno do mesmerismo e das mesas girantes a partir de 1854, e adotado esse nome que teria origem em uma suposta vida passada que teve como druida na Gália. Seu túmulo, datado de 1869, foi construído imitando um dólmen. As influências da celtomania no Espiritismo Kardecista ainda são objetos de poucos estudos, mas as conexões existiram.[4] O druida, neste caso, seria uma espécie de antecipador do modelo de pureza de conduta e dos valores morais idealizados para os religiosos do Oitocentos, transfigurados em um passado nacional de cunho heróico (a Gália). O fato é que a idéia de um monoteísmo druídico sobreviveu tanto no Espiritismo quanto no esoterismo francês. No primeiro caso, o exemplo mais famoso é o livro de Leon Denis, O gênio céltico e o mundo invisível, publicado em 1927.

Outra forte influência no livro de Bailly advém do esoterismo, a exemplo da citação: “herança dos antepassados, o Arquidruida que, ele próprio, havia recebido do grande sacerdote atlante” (p. 9). A imagem dos druidas como descendentes dos atlantes foi criada pela teosofista Helena Blavatsky, especialmente em A doutrina secreta, de 1888.[5] A obra de Bailly, desta maneira, foi influenciada diretamente pelas idéias existentes desde Fourmier, mas radicalizou ainda mais os elementos monoteístas, originando o que podemos considerar de druidismo cristão (ou cristianismo druídico), o ápice do anacronismo em escritores populares da França. Muitas obras esotéricas modernas ainda perpetuam fantasias e anacronismos advindos dos séculos passados,[6] prejudicando uma popularização de idéias corretas sobre os Celtas.

As editoras brasileiras, ao invés de publicarem qualquer material sem nenhum critério, poderiam traduzir obras clássicas ou de investigadores renomados, a exemplo das dezenas de livros de Miranda Green, ainda inéditos em nosso país. Apesar deste panorama editorial, os estudos acadêmicos sobre Celtas no Brasil estão aumentando qualitativa e quantitativamente, deixando cair por terra algumas afirmações preconceituosas daqueles que insistem em afirmar que os estudos celtas se constituem como mero apêndice dos estudos clássicos, germânicos e medievais. A busca por informações de maior qualidade pelo público leigo já é um sinal dessa transformação.

AGRADECIMENTOS: Ao professor Fillipo Olivieri, pelas informações preciosas sobre os Druidas e a Gália.

Notas

1. Para referenciais bibliográficos e acadêmicos sobre o druidismo, consultar: Lupi 2004: 70-79.

2. “Mas, pouco mais bem informados do que os antigos, os amantes do celtismo perpetuam as velhas confusões. É preciso citar esta frase de Malo Corret de La Tour d’Auvergne, nativo de Carhaix, extraída de seu ‘Origens Gaulesas’, aparecido no ano da ponte de Lodi, onde ele se mostra menos bom lingüista do que intrépido granadeiro: ‘Vários dos hinos gauleses… estão contidos num poema erse, chamo a Edda… Esse monumento rúnico… seria próprio para nos esclarecer sobre os Celtas…’ Ele visivelmente ignorava que a palavra ‘erse’ designa o dialeto gaélico da Escócia, que a Edda é uma coletânea de lendas escandinavas e que as runas constituem o antigo alfabeto germânico”. Launay 1978: 12.

3. O termo é muito popular em textos espanhóis, para contextualizar o cristianismo praticado em povos germânicos e celtas logo após a conversão: http://www.nuevorden.net/r_204.html; http://www.elamigobuster.c.telefonica.net/aurelius.htm Acessados em 18 de junho de 2007. 4 Em termos sócio-históricos, o Espiritismo kardecista foi uma influência de idéias do mesmerismo, celtomania, esoterismo, cristianismo e ciência popular do século XIX. Para algumas reflexões sobre as origens do Espiritismo, especialmente as influências anglo-americanas na formação das novas idéias religiosas e funerárias da França, consultar Cuchet 2007: 74-90.

5. Blavatsky rompeu com algumas tradições do período, por exemplo, creditando os monumentos megalíticos diretamente aos atlantes e não aos druidas e Celtas (Blavatsky 1888: vol. 2: 756). Outra idéia inovadora da teósofa no imaginário da época foi a de que os atlantes possuíam uma tecnologia muito sofisticada, como o uso de aeroplanos e inventos motorizados, uma idéia muito utilizada depois por videntes e escritores. Mas uma imagem sobre os druidas permaneceu: a de sacerdotes com alto grau de moralidade e ética. Para considerações acadêmicas sobre as relações do atlantismo com o esoterismo oitocentista consultar: Vivante & Imbelloni 1939: 175-186.

6. A exemplo do escritor Cláudio Crow Quintino, que entre outras considerações, perpetua representações idílicas e moralistas da sociedade Celta e do druidismo, herdeiras do esoterismo oitocentista, mas com alguns novos elementos da literatura New Age pós-Brumas de Avalon: “(…) a sociedade celta (…) vivia em harmonia com o mundo à sua volta (…) Entrevê-se nesse procedimento a elevação de consciência ecológica dos celtas (…) uma sociedade em que tanto homens quanto mulheres desfrutavam dos mesmos direitos e prerrogativas (…) sem Roma, teriam os celtas formado um império e se corrompido da mesma forma? É provável (…) Os celtas (…) não eram bárbaros iletrados, tampouco apreciadores de sanguinários sacrifícios humanos”. Quintino 2002: 23, 239, 240, 241; “Ser celta é viver intensamente, é vencer desafios, é cantar quando um ente querido morre (…) Ser celta é, no fim das contas, ser humano”. http://druidismo.com.br/m_ensaios-secelta.htm Acessado em 21 de junho de 2007.

Referências

BLAVATSKY, Helena Petrovna. The secret doctrine, 6 vol., 1888. Edição completa online: http://www.theosociety.org/pasadena/sd/sd-hp.htm#pt23 Acessado em 25 de junho de 2007.

CUCHET, Guillaume. Le retour des esprits, ou la naissance du spiritisme sous le second empire. Revue d’histoire moderne et contemporaine 54 (2), 2007, pp. 74-90.

CUNLIFFE, Barry. Celtomania and Nationalism: c.1700-1870. In: ______. The Ancient Celts. London: Penguin Books, 1999, pp. 11-16.

ELLIS, Peter Berresford. Druidas: el espíritu del mundo Celta. Madrid: Oberon, 2001.

GREGÓRIO, Sérgio Biagi. Druidismo e espiritismo, 1998. http://www.ceismael.com.br/artigo/artigo001.htm Acessado em 20 de junho de 2007.

LAUNAY, Olivier. A civilização Celta. Rio de Janeiro: Otto Pierre Editores, 1978. Le spiritisme chez les druides, 1858. http://perso.orange.fr/charles.kempf/rs1858/18580402.htm Tradução impressa disponível em: A revista espírita: jornal de estudos psicológicos, 1858. São Paulo: Edicel, s.d.

LUPI, João. Os druidas. Brathair 4 (1), 2004, pp. 70-79. http://www.brathair.com/Revista/N7/druidas.pdf Acessado em 02 de maio de 2007.

QUINTINO, Claudio Crow. O livro da mitologia Celta: vivenciando os deuses e deusas ancestrais. São Paulo: Hi-Brasil, 2002.

VIVANTE, Armando & IMBELLONI, J. Libro de las Atlantidas. Buenos Aires: Jose Anesi, 1939.

Luciana de Campos – Doutoranda em Letras UNESP/SJRP. E-mail: [email protected]


BAILY, Edmond. A lenda de diamante: Sete lendas do mundo celta. São Paulo: Madras, 2006. Resenha de: CAMPOS Luciana de. Druidismo Cristão? Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.7, n.1, p. 96-100, 2007. Acessar publicação original [DR]

Os príncipes da Irlanda. Livro 1: a saga de Dublin | Edward Rutherfurd

O romance escrito pelo autor inglês radicado há mais de dez anos nas terras irlandesas – Edward Rutherfurd que, ao longo de suas quase setecentas páginas procura recontar a história da formação tanto de Dublin como da Irlanda, possui certa base de pesquisa histórica, alguma atualização nas discussões acadêmicas e historiográficas, mas, preservou em sua narrativa, imagens estereotipadas e temas polêmicos.

As duas primeiras partes do romance, Dubh Linn e Tara, envolvem o passado céltico da ilha, enfatizando os aspectos religiosos e sociais. A religiosidade pagã é mostrada com respeito e reverência, porém, com certo referencial da literatura esotérica atual, possuindo pouca ou nenhuma semelhança com as narrativas míticas irlandesas, embora conserve alguns nomes próprios que aparecem em textos como “Deidre” e “Noise”, por exemplo. Na questão do sacerdócio, o autor, ao mesmo tempo em que se mostra conhecedor de bibliografia especializada – ao descrever os druidas portando roupas e acessórios de pássaros, portanto realizando práticas xamânicas (ver AldhouseGreen, 2005: 195-197) em outras passagens da obra acaba cometendo erros (a posição de druida era hereditária, p. 30) ou assumindo posições equivocadas (as druidesas tendo o mesmo poder dos druidas e a mesma tonsura, p. 84, ou mesmo tendo um poder maior que os reis, p. 87).

Sobre polêmicas envolvendo o papel das druidesas ver Ellis (2001: 105-130). Na realidade, em nenhuma sociedade antiga a mulher teve papel religioso predominante em relação ao masculino, sendo essa representação da sacerdotisa amplamente poderosa um referencial anacrônico. Em seu estudo The World of the Druids, Miranda Green apresenta uma análise das fontes clássicas onde são descritas as funções dos druidas. Nessa obra, Green menciona que existiam mulheres sábias que poderiam ser aliadas dos druidas, mas, em hipótese alguma, podem ser consideradas druidesas. O uso da tonsura druídica por mulheres como aparece descrita no romance é uma licença poética do autor que, dentro do universo ficcional tem liberdade para criar, mas jamais pode conferir um caráter verdadeiro a essas criações. Essas descrições parecem estar aliadas ao discurso esotérico atual que procura mostrar que as mulheres eram realmente poderosas e detentoras de um conhecimento que foi perdido e que precisa ser resgatado.

Outras situações envolvendo mulheres também apresentam problemas, como a suposta liberdade feminina em relação à escolha do casamento (p. 42), outro anacronismo muito comum nos escritos contemporâneos e esotéricos sobre os Celtas. Essa liberdade feminina descrita e defendida no romance de Rutherfurd pode ter sido influenciada pelo romance As brumas de Avalon, onde a autora Marion Zimmer Bradley confere às personagens femininas um grande poder de decisão e de autoridade interferindo nas decisões de governantes e reis e subordinando os druidas ao seu comando. Essa visão da mulher é extremamente fantasiosa, pois descreve um poder feminino que nunca existiu, transformando a vida das mulheres radicalmente para melhor, mostrando assim que, no passado, as sociedades realmente eram harmônicas porque viviam sob uma ginecocracia e, tudo se degradou depois que as mulheres foram destituídas. Essa visão equivocada é infelizmente hoje defendida por correntes esotéricas que instigam as mulheres modernas a buscarem àquela liberdade; utopia essa que seria um retrocesso para as mulheres. Essa reivindicação de um grande poder feminino que foi perdido, mas que ainda persiste em alguma regiões, é defendido ferozmente por alguns acadêmicos que insistem em atribuir um poder druídico a algumas mulheres da Armórica atual. Conhecidas como “avós druidas”, essas mulheres seriam as detentoras e guardiãs de todo o saber que fora extinto com a chegada do cristianismo. O mais apropriado a dizer dessas mulheres é que elas não são os receptáculos do conhecimento advindo dos druidas, mas sim guardiãs das tradições folclóricas que podem sim ter reminiscências da cultura celta. Afirmações como estas partindo de acadêmicos estão travestidas de uma militância semelhante ao discurso esotérico que querem provar a todo custo que a cultura celta ainda se mantém pura e viva como nos séculos que antecederam a cristianização e que cabe às mulheres estabelecer esse resgate no presente. Teses como essas figuram muito bem no campo da ficção, não devendo em hipótese alguma ser levadas a sério no campo da investigação científica comprometida com a análise séria e criteriosa das fontes.

O terceiro capítulo, São Patrício, envolve o processo de cristianização da região. Neste momento, o autor mostra-se bem atualizado, demonstrando que o conhecimento sobre este personagem histórico é controverso e muito polêmico. Rutherfurd constrói a narrativa seguindo a atual concepção de que Patrício não teria sido o primeiro evangelizador da Irlanda, sendo antecedido por várias comunidades e até bispos, que após sua morte foram transformados em seus discípulos. Ou seja, uma construção hagiográfica dos fatos históricos (p. 220). A estratégia de evangelização adotada, primeiro converter os druidas e membros importantes para depois o restante das comunidades, também está presente no romance. Mesmo o intenso conflito entre mosteiros rivais foi citado (p. 202), demonstrando que o escritor não adotou nenhuma concepção idealista da fé cristã. No romance há uma perfeita integração entre cristão e pagãos, principalmente por parte dos druidas convertidos que aceitam a nova religião de forma pacífica encontrando pontos em comum com a antiga crença e até exaltando o cristianismo como a verdadeira religião e que só ela é capaz de conduzir os homens ao único criador. Uma passagem interessante da narrativa apresenta um diálogo entre a personagem Deirdre e o druida convertido Larine, onde este relata à sua interlocutora que “(…) a Igreja Cristã contém todo o saber do mundo romano”. (p.166). Essa afirmação do personagem demonstra o cristianismo como possuidor de uma herança do mundo clássico, e, aqueles que se convertem têm acesso a toda verdade humana. Por essa passagem é possível perceber uma clara exaltação ao cristianismo e da figura do bispo Patrício em detrimento da antiga religião e do conhecimento druídico.

O processo de invasão e colonização dos Vikings foi desenvolvido nos capítulos 4 e 5. O contexto social foi bem descrito, mostrando tanto os conflitos entre noruegueses e irlandeses, quanto suas interações e casamentos interétnicos. A descrição da famosa batalha de Clontarf, envolvendo o também famoso líder Brian Boru, ao contrário, foi pouco explorada em termos de narrativa militar, sendo por isso muito decepcionante.

Os piores momentos da obra foram a permanência de dois estereótipos. O primeiro é referente aos Celtas usarem um crânio como taça para brinde em comemorações e festas (p. 34). Trata-se de uma imagem literária fantasiosa, criada pelos gregos e perpetuada pelo medievo em diante (Langer 2003: 32). O segundo estereótipo, mais grave ainda, é a caracterização dos guerreiros Vikings portando elmos com chifres (p. 191). Uma fantasia criada e popularizada no Oitocentos, totalmente desmentida pela pesquisa acadêmica (Langer 2002: 07).

O romance de Rutherfurd possui muito mais qualidades que as obras do escritor brasileiro Orlando Paes Filho (como a série Angus), que deixa explícito em suas linhas uma profunda militância cristã mostrando desprezo por outras crenças que não estejam subordinadas à Igreja Católica, fato esse que compromete em muito a narrativa. Desagradando àqueles que, admiradores da literatura de aventura, não professam a mesma religião defendida com tanta veemência nos romances de Paes Filho, que jamais pode ser comparado a outros romances históricos como os escritos por Margareth Yourcenar, Bernard Cornwell ou José Saramago, deve este livro ser lido com critério.[1]

Nota

1. Esta resenha contou com a colaboração do Prof. Dr. Johnni Langer, especialmente nos capítulos 4 e 5, referentes aos Vikings na história da Irlanda.

Referências

ALDHOUSE-GREEEN, Miranda & Stephen. The Quest for the Shaman: shapeshifters, sorcerers and spirit-healers of Ancient Europe. London: Thames & Hudson, 2005.

CORRÁIN, Donnchadh Ó. Ireland, Wales, Man, and the Hebrides. In: SAWYER, Peter (Org.). The Oxford Illustrated History of the Vikings. London: Oxford Press, 1997, pp. 83-109.

ELLIS, Peter Berresford. Mujeres druidas. In: Druidas: el espíritu del mundo Celta. Madrid: Oberon, 2001, pp. 105-130.

GREEN, Miranda. The World of the Druids. London: Ed. Thames and Hudson, 1997.

LANGER, Johnni. The origins of the imaginary Viking. Viking Heritage Magazine 4, 2002, p. 07-09. Disponível em: http://www.abrem.org.br/viking.pdf Acessado em 20 de setembro de 2006.

_____ Mitos e verdades sobre um povo guerreiro. Universo fantástico da Idade Média 1 (1), 2003, pp. 31-33.

LANGER, Johnni & CAMPOS, Luciana de. Mini-curso: história da Irlanda Celta e Viking. Resumos, II Ciclo Internacional de Estudos Antigos e Medievais/VIII Ciclo de Estudos Antigos e Medievais. Assis: UNESP, 2006, pp. 58.

LUPI, João. Os druidas. Brathair 4 (1), 2004, pp. 70-7. Disponível em: www.brathair.com Acessado em 05 de Janeiro de 2007.

GUYONVARC’H, Christian-J. Magie, médicine et divination chez les Celtes. Paris: Éditions Payot, 1997.

OLIVIERI, Filippo Lourenço. A literatura irlandesa e as fontes clássicas e arqueológicas. Brathair 5 (1), 2005, pp. 45-55. Disponível em: www.brathair.com Acessado em 05 de Janeiro de 2007.

RAFTERY, Barry. Ireland: a world without the Romans. In: GREEN, Miranda J. (org.). The Celtic world. London: Routledge, 1996, pp. 636-653.

Luciana de Campos – Doutoranda em Letras UNESP/SJRP. E-mail: [email protected]


RUTHERFURD, Edward. Os príncipes da Irlanda. Livro 1: a saga de Dublin. São Paulo: Record, 2006. Resenha de: CAMPOS, Luciana de. A História da Irlanda, dos Celtas ao Medievo1. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.2, p. 122-124, 2006. Acessar publicação original [DR]

Sangue de gelo | Orlando Paes Filho

Desde o século XIX a literatura vem tomando a História como locus privilegiado de inspiração. O denominado romance histórico sempre encontrou sucesso entre os leitores ávidos de aventuras, em detrimento de narrativas puramente fantasiosas, a exemplo da ficção científica. Mas essa aproximação entre história e literatura nem sempre rendeu bons frutos: “A literatura apropriou-se tanto dos fatos quanto dos personagens históricos, modificando-os de maneira a, muitas vezes, perpetuar falsas representações” (Campos 2005: 106) [1]. Nesta perspectiva, os romances envolvendo os escandinavos da Era Viking algumas vezes mantiveram estereótipos e em outras ocasiões refletiram uma boa reconstituição sócio-histórica. No primeiro caso, temos a narrativa Vikingaliv (de Vinje 1860), repleta de moralismos cristãos e preconceitos, enquanto The long journey (Johannes Jensen 1924), Gryningsfolket (Jan Fridegard 1944), The long ships (Frans G. Bengtsson 1941-1945) incluem-se no segundo caso: ótimas reconstituições, unindo qualidade narrativa com as pesquisas acadêmicas disponíveis no período (Mjöberg 1980: 237-238; Lönnroth 1999: 247-249).

No primeiro caso, também podemos incluir o novo romance de tema nórdico do escritor Orlando Paes Filho, Sangue de gelo. Nesta obra, são narradas as aventuras da personagem Seawulf Yatlansson num período anterior ao romance Angus, o primeiro guerreiro. O escandinavo é convocado para resgatar a filha de um rei, capturada por um traficante de escravos, sob ordens do danês Ivar, o sem-ossos, durante o ano de 843 d.C. O estilo narrativo de Orlando Paes Filho não evoluiu em nada desde o primeiro romance publicado em 2003, com descrições de batalha, situações cotidianas, conflitos e rivalidades entre os nórdicos, que em muitos momentos tornam-se cansativas e até enfadonhas. A estrutura geral do livro é dividida entre o romance (p. 13 a 158), seguido de um anexo e de muitas ilustrações (p. 159 a 253), aqui residindo um dos seus primeiros pontos fracos: mesmo para os fãs da série, ele mostra-se decepcionante, visto que entre as 253 páginas do livro, somente 88 páginas de texto são dedicadas à narrativa romanceada em si. Para os leitores que já possuem Angus, o primeiro guerreiro, os livros Vikings e Artur da coleção universo Angus, a decepção é ainda maior: praticamente todas as ilustrações de Sangue de gelo são repetidas destas três edições. O autor parece não estar interessado numa obra qualitativa e sim, em muito lucro e expansão comercial de seu produto. Isso é nítido quando analisamos a obra de um ponto de vista acadêmico.

Na contra-capa, Paes afirma que este romance em questão foi produto de uma longa pesquisa: “Ao longo desses anos, Orlando trabalhou incessantemente na pesquisa histórica e religiosa”. Mas os erros textuais e iconográficos apontam para uma outra conclusão. Por exemplo, na descrição do guerreiro chamado Hagarth, este aparece portando “um machado duplo nas mãos” (p. 25). Qualquer pessoa com um mínimo de conhecimento em armamentos medievais sabe que os nórdicos empregavam somente machados de uma lâmina, ao qual o próprio escritor faz referência em ilustração do anexo (p. 240). Esse dado pode ser obtido mesmo em publicações traduzidas ao português (como Graham-Campbell 1997: 54; para maiores detalhes ver Griffith 1995: 176-177). Infelizmente, o imaginário artístico é que tratou de popularizar o estereótipo do imenso guerreiro Viking portando machados de dois gumes descomunais – vide a ilustração Duelo entre Seawulf e Wulfgar (Paes Filho 2003: 35) e Ataque surpresa (idem: 340).

Outro estereótipo é a suposta presença de uma bússola magnética primitiva entre os escandinavos, a exemplo da popularizada pelo filme Vikings, os conquistadores, de 1958: “Seawulf confirmou a rota, consultando sua pedra mágica. Se um pedaço de ferro fosse nela esfregado, ele apontaria para o norte” (p. 70). Na realidade, a Arqueologia nunca confirmou este tipo de material e sim, de uma bússola solar (gnômon), que seria um disco de madeira cujo ângulo da sombra determinaria a latitude e o norte geográfico. Vestígios deste equipamento foram descobertos nos anos 1960 na Groelândia e mais recentemente no Báltico, e reconstituições imagéticas podem ser vislumbradas no Brasil até mesmo em ilustrações de livros paradidáticos (como Brochard 1996: 47).

Alguns erros históricos também estão presentes no romance. Na descrição da alimentação durante as travessias marítimas, estas são basicamente mingau de aveia (p. 101). Na realidade, este era um alimento específico para a vida cotidiana em terra, durante todo o ano (Graham-Campbell 2001: 123-124) e que não era útil para a vida no mar, visto que a umidade poderia facilmente estragá-lo: “a vida a bordo, eu já comentei, não devia ser fácil, em particular no caso de grandes travessias. A comida – peixe seco, carne seca e salgada, manteiga salgada, algas secas, pão torrado, reserva de água potável – era escassa” (Boyer 2000: 117).

Algumas terminologias estão equivocadas como: “uma armada de nórdicos poderia ser facilmente confundida com uma frota de daneses” (p. 91). Na realidade, tanto dinamarqueses (na Era Viking: Danes, Heruls), quanto suecos (Gottar, Svear) e noruegueses (Raumariki, Granii, Aetelrugi, Arothi e Raumi) são indistintamente povos nórdicos (Haywood 1995: 25).

Alguns erros com imagens sugerem uma edição publicada com muita pressa e sem nenhum critério de revisão. Por exemplo, as notas 32, 33, 34, 40 e 41 (referindo-se às ilhas bálticas de Öland e Gotland) remetem ao mapa inserido na página 164 (que contém apenas a Dinamarca e sul da Suécia), mas na realidade, o correto seria os mapas das páginas 167 e 168 (com detalhes do Báltico sueco).

Outro erro, muito pior se levarmos em conta a credibilidade do leitor e fã da série, é a utilização da mesma imagem para diferentes cidades nórdicas. Entre as páginas 112- 113, a ilustração refere-se à“cidade mercantil de Paviken” (situada no oeste de Gotland), e na página 244, a mesma ilustração (em tamanho diminuído) é descrita como “cidade de Dublin” (capital da Irlanda). A imagem foi anteriormente utilizada também nos livros Angus: o primeiro guerreiro (p. 252) e Vikings (Universo Angus, p. 29) para representar Dublin. Para uma análise crítica dos erros da representação desta cidade viking pela equipe do livro, consultar Langer (2006a).

Desta maneira, o ponto mais fraco do livro acaba sendo mesmo as imagens. Entre as poucas ilustrações inéditas inseridas no romance, encontramos a proliferação de estereótipos criados durante o século XIX: Odin (p. 14), apresenta a divindade nórdica com uma estética advinda das óperas germânicas, com um machado de guerra imenso (o correto seria uma lança), cota de malha, um capacete com asas laterais (outra fantasia oitocentista) e pior, com os dois olhos intactos (ele perdeu um segundo as Eddas); a ilustração Jovem Seawulf (p. 36) repete a fantasia do capacete com asas, assim como a do deus Thór (p. 182). A fraca inspiração e qualidade artística da equipe de ilustradores é demonstrada pela reutilização de imagens clássicas: Guerreiros vikings (p. 50), repete fielmente a pintura de N. Wyeth The first Cargo, de 1910, mas deixando os guerreiros do primeiro plano com cabelos loiros. Trata-se de uma representação também estereotipada, principalmente pelo uso dos capacetes com chifres, algo totalmente em desuso na arte contemporânea com temática escandinava e, de maneira muito estranha, incluída em uma obra que se diz realizada após “anos de pesquisa”.[2] Em outra ilustração (Funeral de Thorsfastr, p. 44) percebemos um plágio de má qualidade da pintura The Viking funeral, do britânico Franck Dicksee, 1893. Aliás, no primeiro volume da série Angus, esta mesma imagem recebeu o título de Funeral de Wulfgar (p. 40), mostrando um reaproveitamento iconográfico também para outras ilustrações: Chegada de Seawulf em Cait (p. 27, em Angus), tornou-se Batalha contra vikings daneses (p. 83, em Sangue de gelo); Armada de Seawulf (p. 28) transforma-se em Desembarque em Öland (p. 98); Sítio de York (p. 90), torna-se Batalha contra Ivar (p. 140); Ataque a Cait (p. 30), é rebatizada de Batalha contra saxões (p. 32); Armada de Angus (p. 272) vira Rothger lidera o desembarque (p. 136). Economia de artistas gráficos? Ou um recurso para diminuir despesas e ter mais lucro?

Acreditamos que a literatura possui grande importância para a divulgação dos estudos acadêmicos: “os romances têm o poder de provocar nos leitores o interesse e a busca por uma perspectiva científica dos fatos históricos” (Campos 2005: 106). Mas esse não é o caso de Sangue de gelo e da coleção Angus [3], que procura através de uma linguagem e pesquisa medíocre atrair somente o interesse de adolescentes fãs de RPG, perpetuando estereótipos e falsas imagens sobre Idade Média. Nosso país merece a tradução de romances sobre nórdicos medievais com maior qualidade literária, como as séries do espanhol Manuel Velasco e do sueco Frans Bengtsson, além do recente O último reino, de Bernard Cornwell (publicado no Brasil pela Record), que com certeza vão ampliar muito mais o conhecimento dos interessados na fascinante Era Viking.

Notas

1. Mas as fronteiras entre história e literatura são muito nítidas, sendo a primeira uma ciência e a segunda uma forma de manifestação artística: “O historiador copia o que aconteceu; o poeta, o que poderia ter acontecido” (Teixeira 2004: 98); “Desde Aristóteles, história e ficção se avizinham, mas os compromissos de uma e outra são distintos. Da ficção, se espera o uso sistemático da imaginação, e, no caso do romance, em geral um compromisso com a verossimilhança; da história, se pretende a verdade” (Pimentel Pinto 2006: 98).

2. Para uma análise do estereótipo dos Vikings portando chifres, ver Langer (2002: 6-9, 2005: 89).

3. Para detalhes de outros erros históricos, anacronismos e estereótipos na coleção Angus, consultar Langer (2003: 67-70). Para uma análise dos referenciais de moralidade cristã do historiador Ricardo da Costa na obra paradidática Vikings (coleção Universo Angus), consultar Langer (2006a, 2006b).

Referências

BOYER, Régis. La vida en el barco. In: _____ La vida cotidiana de los vikingos (800- 1050). Barcelona: Hachette, 2000.

BROCHARD, Philippe & KRÄHENBÜL, Eddy. Os Vikings, senhores dos mares. São Paulo: Editora Augustus, 1996.

CAMPOS, Luciana de. Entre glórias muitas e grandes feitos de heróis. História Viva 23, 2005, p. 106.

CORNWELL, Bernard. O último reino (Primeiro volume da trilogia Crônicas Saxônicas). São Paulo: Editora Record, 2006.

GRAHAM-CAMPBELL, James. Os viquingues: origens da cultura escandinava, vol. I. Madrid: Del Prado, 1997.

_____ (org.). The Viking World. London: Frances Lincoln, 2001.

GRIFFITH, Paddy. The Viking Art of War. London: Greenhill Books, 1995.

HAYWOOD, John. Historical Atlas of the Vikings. London: Penguin, 1995.

LANGER, Johnni. The origin of imaginary Viking. Viking Heritage Magazine, Centre for Baltic Studies/Gotland University, n. 4, 2002, p. 6-9

_____ Resenha de Angus: o primeiro guerreiro, de Orlando Paes Filho. Brathair 3 (1), 2003, p. 67-70. www.brathair.com Acessado em 31 de outubro de 2006.

_____ O perigo dos estereótipos. História Viva 18, 2005, p. 98.

_____ Os nórdicos e a academia: resenha de Vikings (coleção Universo Angus), parte I e II. Necult: Nordeste & Cultura, 2006a. www.necult.com Acessado em 31 de outubro de 2006.

_____ O historiador e o julgamento: respostas ao professor Ricardo da Costa. Necult: Nordeste & Cultura, 2006b. www.necult.com . Acessado em 31 de outubro de 2006.

LÖNNROTH, Lars. The Vikings in History and legend. In: SAWYER, Peter (ed.). The Oxford Illustrated History of the Vikings. Oxford: Oxford University Press, 1999.

MJÖBERG, Jöran. Romanticism and revival. In: WILSON, David M. The Northern World: the history and heritage of Northern Europe: AD 400-1100. New York: Harry N. Abrams, 1980.

PAES FILHO, Orlando. Angus: o primeiro guerreiro. São Paulo: Arxjovem, 2003.

PIMENTEL PINTO, Júlio. De história e de ficção. História Viva 29, 2006, p. 98.

TEIXEIRA, Ivan. Literatura e História. História Viva 4, 2004, p. 98.

Johnni Langer – Pós-doutorando em História pela USP bolsista da FAPESP. E-mail: [email protected]


PAES FILHO, Orlando. Sangue de gelo (Coleção Angus Saga). São Paulo: Prestígio editorial, 2006. Resenha de: LANGER, Johnni. A Volta do Romance Viking à Brasileira. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.2, p. 125-128, 2006. Acessar publicação original [DR]

Caravanas, Interacción y Cambio en el Desierto de Atacama – RODRÍGUEZ (C-RAC)

RODRÍGUEZ, José Berenguer. Caravanas, Interacción y Cambio en el Desierto de Atacama. Santiago: Sirawi Ediciones, 2004. 604p. Resenha de: NIELSEN, Axel E. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.38, n.1, p. 158-161, jun. 2006.

En un reciente artículo, Dobres y Robb (2005:161) afirman que los buenos estudios de caso son capaces de impulsar una disciplina porque superan la aplicación de teorías a situaciones particulares, convirtiéndose en ejercicios de construcción teórica por derecho propio. Lejos de limitarse a “contrastar” un modelo, esta forma de teorizar parte de ciertas proposiciones generales y un cuerpo de datos específico, y mediante un énfasis en los aspectos inductivos y analógicos del pensamiento, es capaz de arribar a una comprensión novedosa y de alcances generales respecto a un determinado campo de la realidad. Creo que esta idea hace justicia a los méritos de esta obra que, presentándose como un “estudio de caso” -la evaluación del modelo de movilidad giratoria (MG) de Núñez y Dillehay (1979) a la luz de evidencias de la Región de Antofagasta correspondientes al período Intermedio Tardío (PIT)-, se convierte en un original trabajo de reflexión sobre la interacción interregional y sus relaciones con los procesos sociopolíticos y culturales en general.

Por cierto, la elección de esta vía de acceso al problema no es casual. Bajo la influencia de la obra de Murra, la interacción interregional ha suscitado un enorme interés en la antropología andina. El modelo más invocado por los arqueólogos surandinos al referirse a este tema, sin embargo, no ha sido la “verticalidad,” sino la MG. Paradójicamente, esta popularidad ha hecho poca justicia a la propuesta de Núñez y Dillehay, ya que lo único que suele implicarse al citarla es que se piensa que las caravanas tuvieron un papel destacado en la circulación de bienes -lo que en última instancia no es mucho más que reconocer que la llama es un eficiente animal de carga- sin tomar en consideración la multiplicidad de proposiciones teóricas y substantivas que definen a este modelo. En tales circunstancias, un estudio sistemático de las relaciones entre tráfico y proceso social en un contexto surandino como el que encara Berenguer, debía partir necesariamente de una detallada disección de la MG.

El libro consta de 10 capítulos. El primero, de carácter introductorio, emprende un cuidadoso análisis de la MG que sirve de plataforma para formular los objetivos e interrogantes que guiaron la investigación y culmina con una exposición de la perspectiva teórica adoptada. En esta última hay dos aspectos que distinguen su aproximación. Uno de ellos es el papel protagónico atribuido a los espacios internodales (“elongados” en los términos de la MG) en los sistemas de interacción interregional y en los procesos sociales relacionados, una propuesta que se ancla firmemente en el concepto de espacialidad -el espacio y las relaciones sociales se constituyen recíprocamente- propias de la geografía constructivista. Esta premisa justifica la elección del Alto Loa -una zona que desde otras perspectivas se consideraría marginal- como lugar privilegiado para encarar la investigación. Otro aspecto importante concierne al papel que juegan en la interacción las identidades, ya sea a nivel de los colectivos sociales participantes o de individuos específicos (p. ej. los caravaneros). Esta idea respalda la atención que se dedica al estudio de ciertas prácticas y vestigios arqueológicos vinculados al tráfico que probablemente operaron como diacríticos culturales o sociales -p. ej. arte rupestre, muros-y-cajas- a la vez que proporciona un marco conceptual para su interpretación.

Los dos capítulos siguientes sintetizan la información existente sobre temas que son relevantes para la contextualización del problema: el escenario geográfico-ambiental y sus variaciones pasadas; etnografía y etnoarqueología del pastoreo y el caravaneo en los Andes; antecedentes locales de investigación sobre interacción prehispánica y sus principales indicadores materiales y los procesos generales de cambio ocurridos en la Región de Antofagasta durante la “Prehistoria Tardía” o lapso comprendido entre aproximadamente 500 y 1.535 d.C. Aunque estos capítulos desempeñan un papel auxiliar en el plan de la obra, como marco de referencia de la investigación, no son simples recuentos de antecedentes, sino que incluyen observaciones novedosas, apreciaciones y tomas de posición respecto a varias cuestiones de interés (p. ej. cronología, organización política regional) que no es posible detallar aquí por razones de espacio.

El Capítulo 4 está enteramente dedicado a la localidad donde se desarrolló la investigación (el sector Santa Bárbara de la subregión del Alto Loa), presentando el medio ambiente, los antecedentes arqueológicos e históricos y datos etnoarqueológicos sobre la vivienda pastoril. El autor muestra que, aunque dotado de escasas posibilidades para el asentamiento permanente de grandes poblaciones, este oasis -ubicado a unos 3.000 msm en un ambiente de desierto extremo- debió ofrecer recursos indispensables para la logística de caravanas transitando entre el Loa Medio, Tarapacá, el Altiplano de Lípez y la costa.

El Capítulo 5 detalla la metodología y el diseño de investigación, a la vez que sirve de nexo con la parte medular de la obra, consistente en un minucioso estudio de las vías de circulación, los asentamientos, los sitios de muros-y-cajas y el arte rupestre de Santa Bárbara con el objeto de esclarecer la relación de estos elementos con el tráfico de caravanas (los cuatro interrogantes específicos que busca responder el libro). El análisis de vías de circulación interregional -antiguos senderos y segmentos de un camino Inka (Capítulo 6)- constituye una buena ilustración de las posibilidades del enfoque adoptado, ya que permite definir con notable precisión el lugar de la localidad en la red de tráfico interregional apelando exclusivamente a evidencias internodales. El ejercicio resulta sorprendente para quienes estamos habituados a trabajar en ambientes más lluviosos, como el altiplano y los valles de su borde oriental, donde la vegetación y los fenómenos de remoción sólo permiten encontrar (a veces) vías formalizadas, como el Inkañam. A través del análisis de 17 senderos el autor demuestra la importancia del tramo sur del sector Santa Bárbara en el tráfico caravanero interregional, identificando los rastros concretos de tres rutas que estaban activas durante el PIT y conducían hacia: (1) Tarapacá; (2) Norte de Lípez y (3) el sureste, con destino a la cuenca del Salado, Sur de Lípez y/o Chichas. Mientras que las primeras dos verifican empíricamente rutas anticipadas por el modelo de MG, la tercera constituye un hallazgo imprevisto de la investigación. Valga señalar que estudios recientes de vías, sitios de ofrenda y paraderos de caravanas en el lado boliviano de la Cordillera Occidental confirman la segunda y tercer ruta definida por Berenguer. Una de ellas (2) ingresa por los portezuelos de Ascotán y del Inca, conduciendo alternativamente hacia el sector Chiguana-Colcha K por el valle del río Pucara o hacia el valle de Alota por el abra de Cuatro Mojones. La otra (3), remonta el río Silala y tras cruzar el Desierto de Siloli llega al sector Mallku-Soniquera, sin descartar la posibilidad de que comunique los otros destinos postulados.

El Capítulo 7 expone los resultados de las investigaciones realizadas en tres sitios del tramo sur de Santa Bárbara correspondientes a los últimos siglos del PIT, un lapso que el autor subdivide en dos fases locales. Conjugando distintas líneas de evidencia (estratigrafía, arquitectura, cerámica, lítico, arqueofauna, etc.) el autor argumenta que los asentamientos conglomerados SBa-103 y SBa-119 fueron estancias ocupadas por sendas unidades domésticas de filiación atacameña dedicadas al pastoreo y agricultura de pequeña escala, mientras que el alero SBa-110 fue un sitio utilizado fundamentalmente por las caravanas en tránsito por el lugar, asimilable a una “jarana de ocupación prolongada” (Nielsen 1997).

Los Capítulos 8 y 9, dedicados al estudio de los sitios de muros-y-cajas y al arte rupestre respectivamente, se distinguen por el empleo de dos aproximaciones metodológicas que rara vez se combinan, dado que suelen representar tendencias contrapuestas en la disciplina, pero que aquí se conjugan hábilmente para desplegar una visión muy comprehensiva de un tipo de registro que no es sencillo abordar. En ambos capítulos se ensaya primero una perspectiva “externa,” que apela a la contrastación de hipótesis múltiples, las analogías comparativas generales propias de la etnoarqueología y el análisis proxémico para inferir la cronología, usos y contextos sociales de interacción propios de las conductas asociadas a estas expresiones materiales. Llegado a este punto, el autor cambia de enfoque y se aventura por una ruta interpretativa más cercana al “enfoque histórico directo.” Mediante un minucioso cotejo con casos cultural e históricamente relacionados documentados por la etnohistoria y la etnografía andinas, busca ingresar al “interior” de estas expresiones materiales y explorar el sentido que pudieron tener para sus creadores. El resultado es -a mi juicio- uno de los aportes sobresalientes del libro, ya que pone en foco aspectos culturales, idiosincráticos de las prácticas de interacción interregional que los modelos economicistas relegan a un lugar secundario, pero que resultan fundamentales para comprender cómo este fenómeno se torna socialmente significativo y cuáles son sus expresiones arqueológica concretas.

Por esta doble vía, el autor propone que los muros-y-cajas fueron mesas ceremoniales donde los caravaneros ofrecían a los dioses de los cerros (Mallkus) y Pachamama “comidas” apropiadas para estos comensales sagrados (p. ej. minerales de cobre, conchas marinas) con el propósito de invocar o agradecer su protección en los viajes. La presencia de este tipo de estructuras exclusivamente en el Loa le permite postular que funcionaron como diacríticos culturales de caravaneros afiliados al Sistema Atacama.

Cabe preguntarse si su ausencia en la cuenca del Salar de Atacama responde a un problema de muestreo o refleja distinciones entre los habitantes de diferentes partes del desierto homónimo que no parecen evidentes en otros registros que comunican cierta unidad para el Sistema, p. ej. cerámica, arquitectura, textiles. Esta última posibilidad abonaría la idea -enunciada en varias partes del libro- de una división de Atacama en tres “subsistemas” autónomos, Alto Salado, Loa Medio y Oasis de Atacama.

Parece oportuno además recordar un contexto vinculado al ceremonialismo caravanero actual en Lípez que podría ser relevante para la interpretación de estos sitios. Me refiero a la talvarita, un mojón generalmente confeccionado con trozos de cuarzo blanco que suele ubicarse a varios cientos de metros de la vivienda, en un lugar de gran visibilidad ya en la ruta que seguirá la recua. El día de la partida, los familiares del llamero le acompañan hasta aquí, donde realizan las últimas libaciones y permanecen -a veces por horas- despidiendo a la caravana hasta que se pierde de vista. Cuando se acerca la época del regreso, las mujeres preparan chicha y la llevan a la talvarita cada mañana, escudriñando el horizonte a la espera de los viajeros. Cuando éstos llegan, aquí se comparte por primera vez la bebida y a veces, según cuentan, el caravanero toma una de las cargas y la transporta a su espalda hasta la casa, como si fuera él mismo una llama, dando así comienzo a la ceremonia del retorno. Si la analogía fuera apropiada, llevaría a pensar los muros-y-cajas también como “umbrales” que articulaban la casa con la ruta y que los caravaneros (¿locales?) debían atravesar -al partir y al retornar- mediante los ritos apropiados.

El arte rupestre del sector tiene una riqueza extraordinaria. Para épocas tardías, Berenguer detecta la existencia de dos estilos (Santa Bárbara I y II) que atribuye al “complejo caravanero” a partir de su temática (hileras de llamas, a veces con carga, elementos alóctonos) y de su asociación con senderos y otros vestigios de tráfico. El arte rupestre tardío de Santa Bárbara no representaría un desarrollo autóctono basado en estilos anteriores, sino que irrumpiría en la localidad por obra del tráfico interregional. El análisis espacial del arte sugiere que las ceremonias asociadas relacionaban tanto a los caravaneros con residentes locales, como a los caravaneros entre sí. El autor interpreta las representaciones como expresiones de una tecnología prefigurativa en la que los motivos imitarían su finalidad; mediante el arte, los caravaneros anticiparían simbólicamente el éxito de sus viajes. El énfasis puesto en la representación de tocados, camisas, petos y otros diacríticos culturales, en cambio, reflejarían la voluntad de proclamar la membresía de los viajeros y sus derechos al uso de la ruta, un punto que nos recuerda la importancia de las identidades como mediadoras en el acceso a recursos críticos.

El último capítulo integra todos estos datos para definir el papel de Santa Bárbara en el tráfico caravanero, evaluar las implicancias del estudio para la MG y discutir las relaciones entre tráfico de caravanas y procesos sociopolíticos en el sur andino. Durante la segunda mitad del PIT las estancias atacameñas de esta localidad (SBa 103 y 119), argumenta Berenguer, habrían operado como controles sobre el tráfico de minerales de cobre procedentes de las cercanas minas de Conchi y El Abra hacia otras regiones, mientras que el alero SBa-110 ubicado entre ambas constituiría una jarana abierta a caravaneros de diversos orígenes, pero atentamente vigilada por los atacameños residentes. La “lugarización” del oasis -el proceso histórico mediante el cual se constituyó en un espacio socialmente significativo- fue resultado de este doble juego de relaciones y negociaciones (caravaneros-residentes, caravaneros-caravaneros), plasmado en un heterogéneo repertorio de sitios ceremoniales e iconografías rupestres emblemáticas.

Desde una perspectiva más amplia, el protagonismo de Santa Bárbara como nudo de tráfico evidenciaría el renovado auge que cobró el caravaneo en estas rutas durante las postrimerías del PIT, tras una etapa inicial (fase Yaye) de aislamiento y conflictos vinculada al ingreso de sociedades altiplánicas de orientación colonizadora que irrumpieron en los oasis del desierto de Atacama en busca de tierras aptas para la agricultura de riego en un contexto de sequías crónicas. Este auge sería el fruto de negociaciones de los dirigentes atacameños, que lograron los acuerdos necesarios para abrir las rutas hacia el norte (Tarapacá) y este (Lípez y más allá) por el Alto Loa a cambio de ceder espacios dentro del propio territorio para la instalación de enclaves de los Sistemas Pica y Mallku en Quillagua y el Alto Salado, respectivamente. El autor entiende estas negociaciones en el marco de alianzas entre élites de distintos asentamientos-eje y regiones en control de un tráfico de bienes de prestigio vinculados a un marco esotérico compartido que jugaba un papel destacado en su propia reproducción.

Si este escenario es correcto, la coexistencia entre sociedades “colonizadoras” y “giratorias,” lejos de significar un “freno al desarrollo” como lo propusieran Núñez y Dillehay (1979), habría operado como un importante motor de cambio sociopolítico y desarrollo cultural. Más aún, el espacio elongado del Alto Loa habría jugado un papel crucial en estos cambios, demostrando la gravitación que pueden asumir los internodos en los procesos sociales vinculados a la interacción interregional.

El libro concluye con una discusión de aspectos específicos de la MG a la luz de los datos expuestos, ratificando algunos, proponiendo significativos ajustes en otros e identificando avenidas de investigación para el futuro. Como afirmé al comienzo, la interacción interregional es uno de los temas protagónicos de la arqueología surandina, siendo tratado en alguna medida por muchos investigadores con distintos tipos de datos y desde aproximaciones teóricas y metodológicas diversas. Así las cosas, es probable que no haya un acuerdo unánime con todas las propuestas de Berenguer, especialmente porque el caudal de información (original y édita) que teje en sus argumentos es muy vasto y porque el autor no vacila en explorar y definirse respecto a temas que son difíciles de abordar desde la arqueología, aunque fundamentales para este tipo de estudios. De lo que no tengo dudas, sin embargo, es que en los próximos años no podremos discutir la interacción interregional en los Andes circumpuneños sin “dialogar” con esta obra.

Referencias

Dobres, M. y J.E. Robb 2005 “Doing” agency: Introductory remarks on methodology. Journal of Archaeological Method and Theory 12:159-166.

Nielsen, A.E. 1997 El tráfico caravanero visto desde la Jara. Estudios Atacameños 14:339-371.

Núñez, L. y T.S. Dillehay 1979 Movilidad Giratoria, Armonía Social y Desarrollo en los Andes Meridionales: Patrones de Tráfico e Interacción Económica. Universidad Católica del Norte, Antofagasta.

Axel E. Nielsen – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto Interdisciplinario Tilcara, Argentina. [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

Arqueología y Sociedad. Luis Guillermo Lumbreras – CARRÉ; Del ÁQUILA (C-RAC)

CARRÉ, Enrique González; Del ÁGUILA, Carlos. Arqueología y Sociedad. Luis Guillermo Lumbreras. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, Museo Nacional de Arqueología y Antropología, INDEA, 2005. 320p. Resenha de: GÁNDARA, Manuel. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.38, p.145-149, n.1, jun. 2006.

Este testimonio pretende dar cuenta de la trayectoria de un distinguido científico social peruano dedicado al quehacer arqueológico, etnológico e histórico. El análisis de su obra es un tema que deberá ser abordado por especialistas provistos de mayor lucidez y menos subjetividad, aunque el afecto y la identificación son también maneras de ser objetivos y consecuentes (de la “Presentación”, p. 20).

Con estas certeras y afectuosas palabras, los editores de este magnífico volumen dejan constancia de la intención y alcance del libro que nos ocupa. Y son apropiadas para abrir esta reseña, de cuyas limitaciones alertamos desde ahora al lector: por un lado, de espacio y de “lucidez”, que impiden pretender aquí un análisis detallado; y por otro lado, al aquejarme la misma subjetividad, afecto e identificación para con el autor que los editores apuntan.

Aunque a la distancia y sin el privilegio de un contacto más frecuente, me considero también un alumno del Dr. Lumbreras (o “Lucho”, como le llamamos en México). Nunca fui formalmente su discípulo, a pesar de que cada año de mi formación en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, a inicios de los años setenta, el Dr. Jaime Litvak hacía el solemne y feliz anuncio de que “este año sí, repito,  vendrá el Dr. Lumbreras a dar clases”, pero nunca llegó. Años más tarde asistí parcialmente como oyente a un curso que dictó en el CIESAS, más una síntesis de arqueología peruana que un tratamiento de la arqueología social -aspecto que a muchos nos interesaba más que el caso empírico: desde que leímos La Arqueología como Ciencia Social (Lumbreras 1974), era claro que estábamos ante un cambio radical en la teoría arqueológica, cambio que en México estaba representado sobre todo por las figuras de Felipe Bate y Julio Montané, recién exiliados de Chile.

Aprender directamente sobre teoría con Lumbreras sucedió hasta la década de 1980, y ya más en un plano de discusión entre colegas (aunque la asimetría era obvia): en las discusiones del llamado “Grupo Oaxtepec” a las que tuve la fortuna de ser convocado, y que personalmente culminaron mi tránsito de la arqueología procesual a la arqueología social. El diálogo continuaría en Colombia y Venezuela; y luego, en la década del noventa, en España, México y Brasil. Lumbreras siempre nos impresionó por su capacidad de integrar teoría y práctica, técnica y empiria, sobriedad metodológica y pasión por la disciplina. Durante este trayecto pasé de ser un discípulo a ser un amigo. Así que me encuentro en un predicamento similar al de los editores del volumen. Pero espero que, aún así, ofrecer al menos una semblanza del libro, que de entrada recomiendo como lectura obligada a todos los interesados en la teoría arqueológica en general, y la arqueología social en particular.

El Recuento de una Generosa Contribución a la Teoría

El libro es una compilación de los artículos más sobresalientes de Lumbreras en torno a la teoría arqueológica. Son la contraparte, si se quiere, de sus libros de síntesis regional y aplicación de la arqueología social al caso peruano, que son bien conocidos incluso fuera del ámbito marxista. Por primera vez tenemos reunidos textos que documentan el trayecto de Lumbreras desde sus inconformidades con la arqueología de historia cultural (en la que se formó), hacia su formulación de la arqueología social, inspirada en el marxismo; y de los sucesivos ajustes, ampliaciones y aplicaciones de esta posición teórica a diferentes ámbitos: desde aquellos relacionados a la obtención e interpretación del registro arqueológico, hasta la formulación de teorías sustantivas sobre problemas específicos (como el de las sociedades clasistas y el estado).

El autor y los editores han decidido que los artículos se presenten tal como aparecieron (salvo por las obligadas correcciones a errores tipográficos y algunas cuestiones formales), por lo que el volumen se convierte en un corpus obligado sobre el trayecto de la visión de la arqueología social de Lumbreras. Salvo por la introducción, escrita específicamente para el volumen, el resto de los artículos han sido retomados de fuentes que no siempre son fáciles de consultar fuera del Perú, como sería el caso de la Gaceta Arqueológica Andina, cuya fama siempre fue mejor que su distribución fuera del ámbito andino. Como comentaré adelante, esta característica ofrece al mismo tiempo ventajas -el contar con este corpus como documento histórico- como desventajas, dado que en ausencia de un artículo de cierre, a manera de postcripto, en que algunos de los puntos fueran actualizados por el autor, no siempre es fácil intuir la última opinión de Lumbreras sobre algunos temas.

El libro se organiza en siete capítulos y un anexo fotográfico. Los capítulos, a su vez, están compuestos de artículos de temáticas similares, escritos en diferentes momentos. Así, la organización del libro es más bien temática que cronológica, dado que se buscó darle coherencia a los capítulos más que simplemente presentar, en el orden de su escritura original, una lista indiferenciada de trabajos (cosa que, huelga decir, hubiera sido difícil, dado que varios se publicaron en versiones previas antes de alcanzar la forma final que se presenta en el libro).

Los capítulos son: (1) Fundamentos para una crítica de la arqueología cultural -sobre el objeto de estudio de la arqueología; (2) Hacia una teoría de la observación, que “busca definir los instrumentos epistemológicos que sirven de base a la investigación arqueológica” (p. 39); (3) La búsqueda del dato empírico (sobre técnicas y procedimientos de obtención de datos); (4) La elaboración del dato empírico (sobre el análisis del material arqueológico); (5) Ensayos sobre teoría y método (que incluye un estudio histórico sobre Max Uhle y dos reflexiones sobre el método (la primera de orden general sobre el estudio de la conducta humana como fenómeno social y la segunda sobre la historia oral); (6) Estudios arqueológicos sobre el origen del Estado, en el que aborda tanto la teoría childeana sobre la revolución urbana como su propia formulación de una teoría sustantiva sobre el origen de las clases sociales, el estado y el urbanismo, y la aplica al caso andino; y un último capítulo, (7) Notas sobre la arqueología como profesión, que Lumbreras encuentra “más doméstico” (p. 42), al tratar sobre estas cuestiones en el ámbito peruano, pero que resulta altamente ilustrativo sobre los posibles paralelos en el desarrollo de la profesionalización de la arqueología en nuestros países. Complementa el volumen una brillante presentación por los editores, que nos regalan además una emotiva semblanza biográfica del autor; y la introducción del propio Lumbreras, que además de darnos el contexto histórico de los textos, ofrece una reflexión global sobre su desarrollo.

En conjunto, como se verá, el texto aborda prácticamente todos los aspectos de la teoría: desde los que tienen que ver con la ontología de la posición teórica (donde destaca su crítica a la concepción tipológica, “culturalista” de las culturas arqueológicas); las cuestiones epistemológicas (en lo que toca a las teorías de la observación y la manera en que se constituye el dato); las de orden metodológico y técnico (procedimientos de campo y gabinete); y por supuesto, las del para qué, u orientación valorativa, que permean todo el volumen y complementan la toma de posición que el autor inaugurara desde 1974 cuando propuso acercar la práctica académica a la práctica política al incorporar el materialismo histórico como marco de referencia para ambas. A esta presentación de la posición teórica, completa aunque fragmentada por la propia naturaleza de la antología, la complementan ejemplos de aplicación, y notablemente la producción y sucesivo perfeccionamiento de una teoría sustantiva, la del origen de las clases, el estado y el urbanismo.

Evidentemente, ante tal riqueza, amplitud y profusión de temáticas, es imposible hacer justicia en una reseña que es, por naturaleza, más modesta en ambición y más limitada en espacio que un ensayo crítico de fondo. Así que concentraré mis comentarios subsiguientes en algunas de las temáticas tratadas, sin duda reflejo de mis propios intereses más que de la propia riqueza interna de los textos.

Un trayecto Complicado, pero Fértil a cada Momento

Los artículos que componen el volumen representan momentos diferentes en el desarrollo de la posición del autor, por lo que documentan más una trayectoria que un punto de vista unificado -aunque hacia el cierre del libro, es más factible ver cómo el enfoque se hace cada vez más congruente. En cierto sentido, son ilustrativos de la propia trayectoria de la arqueología social, que ha seguido rutas curiosamente paralelas en los diferentes países iberoamericanos en los que se desarrolló.

Así, vemos a un Lumbreras preocupado por debatir, al inicio de este trayecto, con las concepciones tipológicas de la cultura, que asociaban conjuntos de restos cerámicos a grupos étnicos, y los cambios en estos tipos (y en materiales tales como la lítica o la arquitectura) a cambios culturales. Esta arqueología, heredera de la historia cultural boasiana, es el punto de partida para la rebeldía de Lumbreras: confunde los productos con los productores, y vacía de contenido histórico la historia para convertirse en un recuento largo y aburrido de rasgos tipológicos (p. 57 y ss). A esta concepción, marcada en Sudamérica por las propias polémicas que introdujeron en su momento los enfoques de la arqueología de asentamientos, y luego la de la ecología cultural, Lumbreras opone una concepción de corte materialista, inspirada en la obra de Gordon Childe. Algunos de los primeros artículos (Capítulo 1) son un rescate de las dimensiones que Childe propone para la identificación de culturas, que van más allá de las similitudes formales o estilísticas, para tomar en cuenta los procesos de asociación, distribución y recurrencia. En ese sentido, Lumbreras se opone a la historia cultural clásica, pero al apoyarse en Childe asume, como efecto inevitable, su modelo normativo de la cultura -modelo que siempre fue discordante con el resto de la propuesta childeana, seguramente porque estaba fuertemente sedimentada en este autor antes de que diera su viraje definitivo hacia el marxismo

Así, finalmente las culturas reflejan normas (p. 75), cuya ubicación debe ser mental, aunque se compartan socialmente. Esta conceptualización de la cultura Lumbreras la sostendría todavía en 1974, al retomar la diferencia entre cultura material y cultura no-material, que siempre nos pareció una manera muy peculiar de expresar el materialismo (proponer una ontología dual, en que a lo material se une ¡lo no material!). Pero ahora nos parece más claro que es precisamente la herencia childeana, con todo y sus propios titubeos, lo que se observa en estos primeros trabajos. Sin duda, la posición childeana era superior a aquellas contra las que Lumbreras polemiza. Pero, sin duda también, crea una tensión que me parece sigue latente, entre una posición normativa como la que sostiene en la mayoría de sus trabajos tempranos, y que no es sino la criticada por la arqueología procesual (p. ej. en Binford 1965); y una totalmente marxista, y con la que Lumbreras entiendo concuerda, pero que no aparece realmente tomada en cuenta en el texto, como sería la de Felipe Bate (1978, 1998). Quizá su reacción al término mismo de “cultura” lo lleva a tomar distancia incluso con esta propuesta. Este es un tema que ha salido a la luz en nuestras discusiones con Felipe más de una vez, y que creo sigue sin resolverse por entero. Al menos no siento que haya una toma clara de partido en el texto, pero ello puede deberse precisamente a que no hay un artículo de cierre, en que estos puntos de tensión se clarifiquen.

Irónicamente, en lo epistemológico Lumbreras no duda en separarse de la historia cultural y los supuestos de neutralidad teórica de los datos empíricos, e incluso recupera el concepto de “teoría de la observación” (Capítulo 2); y repudia que la elección de técnicas de campo y gabinete sea asunto de gustos personales. Claramente denosta la “estratigrafía artificial”, por niveles métricos, por ejemplo; o de los procedimientos analíticos que podríamos llamar “univariables” (Capítulos 3 y 4).

En el área del método (Capítulo 5), no duda en señalar las deficiencias que caracterizan a un enfoque totalmente de orientación inductiva. La arqueología, como bien reconoce, debe incorporar la deducción, la inducción e incluso la transducción (o analogía). Con ello, se deslinda claramente de dos posiciones extremas: la inductivista estrecha, de la arqueología tradicional, y la deductivista igualmente estrecha, de ciertas variantes de la arqueología procesual. Es también notorio que no recurre a la muletilla (errónea, en mi opinión) de proponer que el método a seguir es el “método marxista”: primero, porque ello revelaría una confusión entre método y teoría y, segundo, porque la teoría marxista es evaluable, como cualquier otra teoría, mediante el método científico general. De otra forma, la arqueología marxista quedaría aislada, en una especie de “inconmensurabilidad paradigmática” al estilo de Kuhn (1971): encerrada en un ámbito desde el que no puede compararse o competir con otras teorías, ya que dependería de un “método” que le sería exclusivo y que otras posiciones no reconocerían como compartido, y por lo tanto, incapaz de ayudarnos a seleccionar la mejor.

He de confesar que hace ya tiempo, y durante algunos años, pensé que este rechazo al enfoque inductivo, que sintetiza los datos y los “interpreta” de acuerdo a algún esquema a priori, era más un señalamiento de intenciones que una realidad en la obra de Lumbreras. Me temo que he sido no solamente insistente, sino hasta impertinente, en nuestras charlas al reclamarle que, en consecuencia, nos dé una teoría del origen de las clases que trascienda una narración de las peripecias del caso andino. Creo que Lumbreras está cada vez más cerca de lograrlo.

Hace ya muchos años, le señalaba el riesgo de plantear lo que parecía ser la causa de la aparición de las clases: la apropiación del excedente (o plusproducto, como prefiero llamarle), una vez que dicho plusproducto se produjo mediante la revolución neolítica. La pregunta era: ¿y por qué es enajenado por una clase? La respuesta original era una forma de “ontologización”: “por la naturaleza humana”, parecía entenderse. La respuesta es insatisfactoria, por cuando menos dos razones: primero, si es un asunto de naturaleza humana, entonces todas las sociedades agrícolas debieron terminar convirtiéndose en Estados; segundo, porque si esta naturaleza humana (de rapiña, de injusticia) es inherente al hombre, entonces no le veía yo sentido al programa revolucionario: no importa lo que hagamos, siempre retrocederemos para expresar nuestros más bajos instintos. A lo que Lumbreras reaccionaba con fuerza diciendo que “¡de ninguna manera, no es eso lo que se propone!”, y luego trataba de clarificar su propuesta. A partir de los años ochenta esa propuesta empezó a tomar una forma más clara, que recuperaba parte de la tradición childeana: el papel de los especialistas. Especialistas que no eran “malos por naturaleza”, sino que jugaban un papel estructural crucial en el desarrollo de las sociedades complejas, al ser los responsables de dos tecnologías fundamentales e indispensables en varios de los casos de estados arcaicos: el control del agua y el control del calendario; luego se unieron los expertos en la guerra y en el intercambio; empezaban a perfilarse los actores sociales cuyo “poder de función” iba más allá de las buenas o malas intenciones.

Ahora el reto era “el cómo” del proceso. De nuevo, si la aparición de estos especialistas es inevitable, todas las sociedades agrícolas tendrían que ser estatales, cosa que Lumbreras reconocía no era el caso. A partir de las ideas que desarrolló en los ochentas y afinó a principios de los noventas, ahora cuenta con algo mucho más cercano a un “esbozo explicativo”, que va más allá de lo anecdótico (Capítulo 6).

Lumbreras clarifica la(s) pregunta(s) explicativas: “Apareció esto [las clases, el Estado y las ciudades] todo a la vez y si todo se debe a las mismas causas o cada institución fue apareciendo independientemente a lo largo del proceso histórico. Si hubo en los Andes algún momento cuando todos los hombres fueron iguales, cuando no había gobernantes ni gobernadores [sic] y todos debían trabajar en las mismas cosas para sobrevivir: si hubo alguna época sin ejército; si no hubo ciudades desde siempre, ¿cuáles fueron las circunstancias, las causas del o los momentos en que todo esto apareció en los Andes? Es una pregunta, por cierto, de connotaciones generales o universales, porque en varias partes del mundo -en Mesoamérica, el Próximo y el Lejano Oriente- se produjo una situación similar” (p. 262).

Lumbreras piensa que en la literatura no existe una explicación satisfactoria (al menos del lado de la tradición marxista, representada en los años setenta por los seguidores del “Modo de producción asiático”, p. 264). Así que intenta formular una. A reserva de hacer en otro momento un análisis teórico detallado, como el que hemos propuesto en otro lado (Gándara 1992), puede resumirse la propuesta en algunos principios fundamentales.

La precondición para el proceso es la revolución neolítica (p. 265), que “tendió a avanzar en todas direcciones, desarrollando y creciendo”; de forma tal, que en “donde la agricultura pudo ser exitosa”, se generó un incremento demográfico y en la producción. En algunos casos, esto llevó a la creación de redes de intercambio y la complejización de procesos productivos y distributivos, lo que a su vez condujo a la aparición de sociedades jerarquizadas. En otros momentos Lumbreras parece estar convencido de que este tipo de sociedades no son el antecedente del Estado (p. ej. p. 273); aquí (p. 265) no es claro su papel. Pero parece que es en situaciones más adversas al cultivo en donde se darán las condiciones para el cambio, vía el desarrollo de nuevas tecnologías que requieren de especialistas, y que permitirán la intensificación agrícola: entre ellos, los especialistas en riego y en el calendario. Estos especialistas requieren una dedicación de tiempo que los separa del proceso productivo directo, lo que genera una primera división social del trabajo:

Es decir, la sociedad se escindirá en clases sociales, separadas por una diferente participación en el proceso productivo, y con relaciones desiguales de producción y consumo (p. 267).

Pero esto solamente sucederá en (a) condiciones en las que no es factible depender de otros recursos alternativos (como la caza y la pesca) como condiciones principales de la reproducción; o (b) en los que no se requiera de procesos técnicos progresivamente más complejos (Ibid); estas condiciones explicarían por qué el proceso no se dio, por ejemplo en la Amazonia.

El proceso llevará a que las instalaciones requeridas por los especialistas se constituyan en el núcleo de los futuros centros urbanos, dado que los procesos productivos ahora podrán realizarse no solamente en el campo (como sucedería con los talleres asociados a templos), fenómeno cuya intensidad variará con la importancia de los especialistas en este proceso (lo que explicaría que no fuera universal, como en el caso de Ayacucho, cuyo desarrollo se “congeló” -p. 268). La aparición de un aparato de control, a favor de una clase, agilizó el desarrollo de esta nueva infraestructura, por lo que para Lumbreras, “las clases sociales, la ciudad y el Estado aparecen, pues, juntos como consecuencia de una misma causa originaria” (p. 271). El crecimiento de estos primeros estados llevó, en condiciones de circunscripción y bajo un continuo aumento demográfico, a que algunos de estos estados que él llama “primarios” se hicieran expansivos, tomando a la guerra como mecanismo para la extensión de su poder, y finalmente llevando a un segundo tipo de estado que él llama “Arcaico” (pp. 272-3). Este proceso se dio en los Andes entre los años 500 a.C. y 500 d.C. Este segundo tipo de estado depende de un nuevo especialista, el especialista en la guerra, cuyo estamento finalmente domina al conjunto del estado.

Es interesante señalar que para Lumbreras, estos estados iniciales parecen haber sido propietarios tanto de la fuerza de trabajo como de la propia tierra:

La clase dominante quedaba como propietaria de la fuerza de trabajo (que incluía a los trabajadores, sus instrumentos y medios de producción; mientras que los productores directos de los bienes de consumo quedaban como propietarios de su fuerza de trabajo, enajenada a los instrumentos y medios productivos de los que los especialistas eran únicos poseedores (p. 254).

Esta propuesta, que suena contradictoria (eran o no propietarios de los medios de producción los trabajadores), no corresponde a otras formulaciones del propio autor, quizá porque es previa (y quizá todavía no definitiva). Lo cierto es que aunque se hace mención explícita del término “Sociedad clasista inicial” (p. 245), la teoría respectiva (o su autor, hasta donde me doy cuenta, Felipe Bate [1984]), no se menciona.

La propuesta es mucho más rica que lo que esta apretada síntesis permite presentar aquí, por lo que remito al lector a los propios textos. Pero quedan preguntas que seguramente nos mantendrán ocupados durante un buen tiempo: si los factores de diferenciación de las condiciones originales para el inicio del proceso tienen que ver con la facilidad o dificultad para extender la productividad agrícola, ¿no acaba entonces siendo de nuevo el ambiente la variable clave? Si hemos rechazado los modelos demográficos ¿no son estos reincorporados -con todo y la noción de “circunscripción” propuesta por Carneiro (1970) (que tampoco aparece citado)? Si, hasta donde sabemos, las guerras preindustriales nunca fueron de exterminio, ¿cómo aliviaría el problema de la presión sobre los recursos el dominio de otros pueblos? (problema original para la formulación de Carneiro y que al importarlo Lumbreras, se trae consigo). En fin, la lista de cuestionamientos posibles es larga, pero lo único que eso indica es que nos acercamos finalmente a algo que parece ser una auténtica teoría explicativa. Solamente un análisis teórico cuidadoso, más detallado de lo que es factible hacer aquí, arrojará luz al respecto.

Algunas Observaciones Finales

Este libro es una medida de la importancia de la contribución de Lumbreras a la disciplina, que además muestra que la buena teoría no tiene por qué estar divorciada de un sólido dominio de la técnica o de la información empírica: a Lumbreras no se le puede acusar de ser un teórico que “jamás fue al campo” o que “ignora los datos” -dos argumentos que se han esgrimido en contra de la arqueología social. Su sólida y pródiga contribución muestra que esta posición teórica no es solamente especulación en las estratosferas de la teoría, sino una diestra articulación de todos los niveles de la disciplina.

Una nota final, de corte menor, pero pensando en la segunda edición que seguramente veremos de este libro, que como otros de Lumbreras se agotará en poco tiempo: creo que el diseño editorial puede mejorarse. A la impecable edición que nos han regalado González y del Aguila, valdría la pena reforzarla con algunas convenciones que la composición tipográfica ayudaría: si bien agrupar por capítulos temáticos permite entender mejor el conjunto, el que entre un artículo y otro no se cambie de página, ni se utilice una tipografía que claramente indique que estamos en un texto diferente (que puede ser cronológicamente previo), resulta potencialmente confuso. La ficha de cada artículo aparece solamente al pie de página, en donde un lector poco atento podría no notarla. Creo que separar tipográficamente cada artículo, así como incluir la ficha junto a su título (así como en el índice), ayudaría a seguir mejor la secuencia de producción de los textos.

Un último señalamiento tiene que ver con la naturaleza más o menos coloquial de algunas de las publicaciones en que aparecieron originalmente varios de los artículos: al tratarse quizá de textos más bien destinados a la divulgación, Lumbreras no incluye referencias a los autores que usa. Obviamente, este problema no es atribuible a los editores, que simplemente han compilado los originales. Pero hace difícil al lector rastrear la fuente de algunos conceptos, o el blanco de alguna polémica -ejemplos: “teoría de la observación”, o “circunscripción” y “sociedad clasista inicial”, aludidos antes. Pecatta minuta, sin duda, en un texto de gran importancia, destinado a convertirse en un clásico de la teoría arqueológica, y en particular, de la arqueología social latinoamericana.

Referencias

Bate, F. 1998 El Proceso de Investigación en Arqueología. Crítica, Barcelona.

Bate, F. 1978 Sociedad, Formación Económico-Social y Cultura. Ediciones de Cultura Popular, México.

Bate, F. 1974 Hipótesis sobre la sociedad clasista inicial. Boletín de Antropología Americana 9:47-86.

Binford, L. 1972[1965] Archaeological systematics and the study of culture process. En An Archaeological Perspective, editado por L. Binford, pp. 194-207. Academic Press, New York.

Carneiro, R. 1970 Theory of the origin of the State. Science 169:733-738.

Gándara, M. 1992 El análisis teórico: aplicaciones al estudio de la complejidad social. Boletín de Antropología Americana 25:93-104.

Kuhn, T. 1971 La Estructura de las Revoluciones Científicas. F.C.E., México.

Lumbreras, L. G. 1974 La Arqueología como Ciencia Social. Histar, Lima.

Manuel Gándara – ENAH, México. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Arqueología y Sociedad. Luis Guillermo Lumbreras – CARRÉ; Del ÁQUILA (C-RAC)

CARRÉ, Enrique González; Del ÁGUILA, Carlos. Arqueología y Sociedad. Luis Guillermo Lumbreras. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, Museo Nacional de Arqueología y Antropología, INDEA, 2005. 320p. Resenha de: IBÁÑEZ, Francisco Gallardo. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.38 n.1, p.150-151, jun. 2006.

Este libro reúne diversos textos sobre teoría y método en arqueología publicados con anterioridad. Su introducción es confesional, auténtica y autocrítica. En ella, Lumbreras describe con sinceridad su propio desarrollo político e intelectual, en especial aquel referido al marxismo y la arqueología. Hay importantes pasajes en la nota introductoria y otros ensayos donde expone su permanente incomodidad con el concepto de cultura que, luego de haber suscrito la propuesta de Felipe Bate, opta ahora por su abandono en beneficio de una categoría instrumental: la unidad arqueológica socialmente significativa (Bate 1978:37-38). El título del libro no es casual, nos habla sin rodeos de su rechazo sobre tal concepto.

En mi opinión, los libros son buenos por las ideas nuevas que promueven o por las polémicas que provocan. Este libro como otros del Profesor Lumbreras satisface ambos requerimientos. Para quienes no lo conocen, hay que decir que su categoría de Profesor le viene de una cualidad única y personal, es acogedor, con mucha experiencia en el oficio, sabe escuchar y no pierde ocasión para animar el debate. Algo que como él sabe bien, yo tampoco puedo evitar. En particular, si el tema es la arqueología, la cultura y la concepción materialista de la historia (rótulo acuñado por Engels luego de la muerte de Marx). Su abandono del concepto de cultura no es un capricho, sino un acto que arroja sobre la mesa el viejo dilema de ¿qué es la realidad?, asunto que para nosotros los “marxistas leninistas” (como gustaba llamarnos el general), es una oferta que no podemos rechazar.

En este campo de problemas, es imposible escribir sin aludir a la arqueología social, de la cual soy un simpatizante, pero no un militante. En lo medular estaré siempre de acuerdo con sus promotores, pues todos hemos leído a Marx, Engels y Lenin; creemos que “la explotación del hombre por el hombre” es un hecho injusto y vergonzoso; participado en movimientos revolucionarios durante el siglo XX; sufrido la persecución derechista casi tanto como hemos vivido y en lo general lucimos bastante saludables, pero estoy convencido que en esta corriente algo anda mal, pues es evidente que existe un desequilibrio de proporciones entre las innumerables proposiciones y los escasos resultados, cuestión que debería hacernos sospechar que es probable haya un muerto en el ropero. Sin embargo, sería poco honesto no reconocer la contribución de Felipe Bate (1978), en cuanto a que la cultura no es más que la expresión fenoménica de una formación social. Este fue el segundo punto de inflexión en este movimiento intelectual, el primero y originario: La Arqueología como Ciencia Social (Lumbreras 1974).

Apariencia y Esencia, Cultura e Infraestructura

Respecto al concepto de realidad, podemos decir que es algo que se presenta ante los sujetos como el campo donde ejercen su actividad práctico sensible y sobre la cual surge la intuición práctica inmediata de ella (ver Kosik 1967). En el mundo de las relaciones efectivas entre las personas sean estas de carácter formal o informal, profanas o sagradas, económicas o artísticas, es que cultivamos y maduramos nuestra conciencia ordinaria del mundo, el sentido común y el conocimiento. Este conjunto de prácticas humanas y significados, que es particular y concreta a un lugar, una época y una historia, es lo que hace distintivo a un pueblo de otro. Básicamente es a esto lo que -con mayor o menor fortuna- apuntan las definiciones de cultura en antropología, normas y valores, saberes y prácticas que pertenecen al reino del fenómeno o las apariencias, al mundo sensible y significativo en el que vivimos todos, nosotros y los otros, los del presente y los del pasado.

El registro arqueológico no es más que el resultado intencional (la manufactura de un instrumento de trabajo) y no intencional (el mismo instrumento, pero extraviado) de este conjunto de prácticas que atribuimos al mundo fenoménico, superestructural o cultural. Para el marxismo, descontado aquel naturalista ingenuo propio de Bujarin y Plejanov, la realidad es concebida como un claroscuro de verdad y engaño:

Su elemento propio es el doble sentido. El fenómeno muestra la esencia y, al mismo tiempo, la oculta. La esencia se manifiesta en el fenómeno, pero sólo de manera inadecuada […] El fenómeno indica algo que no es el mismo, y existe sólo gracias a su contrario (Kosik 1967:27).

Este mundo superestructural de lo vivido y experimentado tiene sus propias reglas (desde las tecnologías de producción cerámica a la decoración de la cestería, desde las formas de cooperación productiva a los protocolos de un jefe de Estado), pero estas reglas sólo pueden ser comprendidas en tanto revelamos su esencia o estructura. En este sentido, el marxismo es un tipo de estructuralismo (Lévi Strauss lo dijo con propiedad), pues distingue con claridad la diferencia entre fenómeno y esencia, entre representación y concepto, entre movios

miento visible y movimiento real interno, entre superestructura e infraestructura. Ambos aspectos constitutivos están contenidos en el mundo de lo real, pero sólo a través del análisis es que podemos capturar la esencia de las cosas, el concepto que le corresponde, su movimiento real interno, su infraestructura. De aquí que Marx haya tenido el cuidado de prevenir a sus lectores en el primer Prólogo de su obra El Capital.

Dos palabras para evitar posible equívocos. No pinto de color de rosa, por cierto, las figuras del capitalista y el terrateniente. Pero aquí sólo se trata de personas en la medida en que son la personificación de categorías económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural el desarrollo de la formación económico-social, menos que ningún otro podría responsabilizar al individuo por relaciones de las cuales él sigue siendo socialmente una criatura por más que subjetivamente pueda elevarse sobre las mismas (Marx 1987:8).

El Profesor Lumbreras lleva razón al afirmar que los contextos arqueológicos son el producto de acciones sociales concretas:

Los restos arqueológicos organizados en contextos determinados constituyen unidades arqueológicas socialmente significativas, que no son otra cosa que testimonios de eso: actividades de individuos o grupos de personas cuyos actos -de orden social o humano- dejaron testimonios materiales cognoscibles (p. 73).

Sin embargo, para respetar en sentido estricto la fórmula de Marx (al menos como yo la entiendo), tales contextos no son más que el resultado de las acciones de los sujetos en el mundo de lo sensible, lo vivido, imaginado y experimentado, contienen su esencia pero no la revelan (función de ocultamiento y disimulo que opera a nivel de la ideología) sino por los modelos infraestructurales que, en última instancia, nos hacemos a partir de ellos.

Epílogo

Ninguna ciencia social que yo conozca ha invertido tanto tiempo y esfuerzo en develar los misterios de la cultura como la antropología (por colonialista que sea su origen), y tan sólo por eso, siempre me ha hecho sentido ese viejo aforismo acuñado por Willey y Phillips de que la arqueología es antropología o nada (Gallardo 1983), sin embargo, dudo que todos los antropólogos estén dispuestos a suscribir la idea de la cultura como superestructura e ideología, por consiguiente, y ya que el marxismo no es algo que se encuentre en algún lugar preciso en el mapa del pensamiento y prácticas de quienes lo profesan o lo han profesado (incluido Marx a quien disgustaban los sistemas filosóficos), tal vez el dictamen más apropiado sea finalmente que la arqueología es arqueología o nada, una disciplina que trata con la superestructura de manera crítica en tanto es capaz de vulnerar sus ideologías para revelar su infraestructura, no simplemente por definirla sino para darle sentido a la vida ordinaria, para adquirir conciencia de aquello de lo que somos víctimas y no lo sabemos. Nadie eligió ser campesino o sacerdote, esclavo o señor, explotado o explotador.

 

Referencias Citadas

Bate, F. 1978 Sociedad, Formación Económico-Social y Cultura. Ediciones de Cultura Popular, México.

Gallardo, F. 1983 La arqueología ¿una ciencia social? En Arqueología y Ciencia: Primeras Jornadas, editado por L. Suárez, L. Cornejo y F. Gallardo, pp. 90-102, Museo Nacional de Historia Natural, Santiago de Chile.

Kosik, K. 1967 Dialéctica de lo Concreto. Editorial Grijalbo, México.

Lumbreras, L.G. 1974 La Arqueología como Ciencia Social. Ediciones Histar, Lima.

Marx, K. 1987[1867] El Capital. Tomo I / Libro Primero, El Proceso de Producción del Capital. Siglo Veintiuno Editores, México.

Francisco Gallardo Ibáñez – Museo Chileno de Arte Precolombino. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Salud e Interculturalidad en América Latina. Perspectivas Antropológicas – JUÁREZ (C-RAC)

JUÁREZ, Gerardo Fernández. Salud e Interculturalidad en América Latina. Perspectivas Antropológicas. Quito, Ediciones Abya-Yala, 2004, 350p. Resenha de: MADARIAGA, Carlos; GAVILÁN, Vivian; VIGUERAS, Patricia; MADARIAGA, Vesna. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.38, n.1, p. 152-155, jun. 2006.

Gerardo Fernández Juárez, autor de varios artículos y libros referidos al tema de la salud en comunidades andinas, coordina esta extensa obra producto de investigaciones realizadas en América Latina, cuya finalidad central fue ver las posibles aplicaciones que la antropología social y cultural puede sugerir en relación con la salud y la enfermedad.

El texto reúne a veinte autores que reflexionan acerca de los problemas teóricos y metodológicos que hoy enfrentamos para comprender el proceso salud-enfermedad-atención; informan acerca de experiencias interculturales y exponen investigaciones acerca de modelos conceptuales que sustentan las enfermedades, los sistemas terapéuticos y su relación con las categorías de cuerpo y persona diferentes al modelo biomédico hegemónico.

La diversidad de temas y de enfoques aplicados constituye la mayor riqueza de este proyecto editorial. Los trabajos muestran un gran esfuerzo por comprender las prácticas en el ámbito de la salud en nuestros países. Es posible afirmar, sin embargo, que el conjunto de los artículos se asientan en un gran ángulo de mirada, aquel que postula una crítica a la universalidad y a la ahistoricidad que subyace al modelo biomédico. Como resultado, tenemos un libro clave para elaborar el estado del arte no solo en la problemática de la salud intercultural como un problema social que se debe abordar con urgencia, sino también para reflexionar acerca de los presupuestos ontológicos y epistemológicos del estado actual de las llamadas ciencias naturales y sociales en general y de las ciencias médicas en particular.

Comelles y M. Caramés abren el debate planteando la necesidad de enmarcar el proceso de salud-enfermedad-atención en una perspectiva histórica y cultural, argumentando que la medicina actual es producto de una sociedad en particular: la occidental y capitalista. Para estos autores, el problema de las ciencias médicas radica en la negación de las relaciones sociales en la cual ella se inserta. Hipótesis que corroboran las experiencias concretas sobre salud intercultural en América Latina y que el mismo texto informa (Cf. R. Campos, L. Abad, Campos y Citarella, J. López, J. Michaux, A. Flores, G. Orobitg, J.P. Chaumeil, G. Fernández, A. Caprara, Citarella y otros).

Comelles acomete el obligatorio reencuentro de la medicina con la cultura como uno de los principales desafíos en el amplio campo de la salud para los inicios del tercer milenio. Su recapitulación hacia la sociedad clásica europea en busca de la tekhné hipocrática para rescatar de ella su condición de ciencia fundada en una amalgama entre el conocimiento impreso en tratados eruditos y la praxis de unos doctores metidos en el mundo experiencial de sus enfermos, en su comunidad, se nos asemeja a un retorno nietzscheano hacia ciertas bases epistémicas fundantes de una medicina enraizada en la cultura epocal. Medicina que se niega a sí misma en etapas posteriores de su propio desarrollo histórico, con el surgimiento del capitalismo y el Estado liberal. El autor alude, con la instauración hegemónica del modelo biomédico en la clínica, a la pérdida de ciertas prácticas de producción del saber-poder sanatorio de los doctores que se gestaba en el proceso dialógico entre conocimientos de diversos tipos (médico, religioso, mágico, popular, etc.), lo cual facilitaba un nivel de consenso social con el enfermo y su medio humano, suficiente como para otorgarle capacidad curativa.

La clínica que se inaugura sobre los restos de esas prácticas pasa a ser una disciplina empotrada en el discurso científico inaugurado por la razón iluminista, que comanda todo el devenir de las ciencias desde el derrumbe de la época medieval hasta nuestros días. Con ella se acaban formas incipientes de construcción colectiva del saber y se introduce la validación de las verdades a partir de su comprobación experimental o empírica, en los marcos de las teorías explicativas unilineales en boga. Al decir de Comelles, se termina la relación medio (sociedad, cultura)- enfermedad y empieza el reino de otra relación, más específica y unívoca: naturaleza-enfermedad. Dicho de otro modo, la enfermedad, de pathos social deviene en fenómeno natural. La nueva forma de conocer la realidad en el campo de la salud y la enfermedad que emerge con este vuelco paradigmático traslada el dominio del cuerpo por la medicina (y, naturalmente, por los médicos) a un escenario privativo de los “especialistas”, de las instituciones sanitarias y las políticas de Estado. Escenario en el que profesionales, tratados de medicina, dispositivos de salud, planes y programas están diseñados para operar sobre un mundo humano reificado, reducido a sus miserias biológicas y descontextualizado de las realidades sociohistóricas que lo condicionan y lo limitan.

El modelo biomédico es la ideología médica del liberalismo económico, la herramienta teórico-metodológica con la que opera en el dominio del proceso salud-enfermedad-atención. El divorcio que promueve activamente respecto de las ciencias sociales obedece a la necesidad de preservar el cuerpo del sujeto aislado de todo influjo interpretativo que amenace con incorporar un campus explicativo-comprensivo que reconozca a la persona humana, a este ser social que es, al mismo tiempo, sujeto individual y social, y que se encuentra multideterminado en una compleja trama de relaciones sociales.

El autor revisa el andamiaje histórico de la medicina desde una óptica de la arqueología foucaultiana para ofrecernos una problematización de gran trascendencia acerca de cómo la versión más actualizada de esta ideología médica es cuestionada desde campos de pensamiento y de acción contrahegemónicos, en tiempos que se disputan como todavía modernos o definitivamente posmodernos.

En la misma línea, M. Camarés afirma que el modelo biomédico tendería a atomizar tanto al sujeto de estudio (el enfermo) como al objeto de estudio (la enfermedad), lo cual impediría contemplar y abordar esta última de una manera procesual, dialéctica y contextualizada. Para esta autora, “el lenguaje de la biomedicina como un hecho social está cargado de significados sociales que manifiestan relaciones de poder y que, al mismo tiempo, al estar investido de un aura de poder está legitimado para construir formas de conocer, intervenir así como de homogeneizar, entre otros, al cuerpo pieza anatomopatológica, al individuo enfermo-paciente a la propia enfermedad –entidad nosológica– a las relaciones profesional sanitario-usuario, médico-paciente; en definitiva al mundo” (p. 35). En este marco de análisis, muestra cómo la ruptura que se hace en la relación medio-cultura-enfermedad se expresa en la formación de los profesionales de la salud. Estos no son socializados únicamente en términos de habilidades técnicas sino también formados dentro de una cultura particular, a través de un proceso de construcción ideológico-cultural caracterizado por lo que ella llama biologicismo o determinismo biológico. Pone, de este modo, énfasis en la dimensión político-ideológica de la enseñanza y formación profesional de los agentes de la salud. Por una parte, nos recuerda cómo los programas educativos se fundan en la certidumbre de tener por particularidad la universalidad. Parafraseando a Bourdieu, “la universalidad de los intereses particulares es la estrategia de legitimación por excelencia, que se impone con una urgencia particular a los productores culturales, siempre incitados por toda su tradición a pensarse como portadores y portavoces de lo universal, como ‘funcionarios de la humanidad'”. Situación que constituye, en nuestra opinión, un obstáculo difícil de enfrentar, dado que se halla incorporado en los agentes (cultura subjetivada) y en las instituciones (cultura objetivada) (Bourdieu 2005:158), lo que plantea el principal desafío del enfoque intercultural en salud en América Latina.
En nuestra propia experiencia de salud comunitaria en el norte chileno hemos observado a personas que se presentan del siguiente modo: “yo soy Carmen y soy un cáncer terminal” o “soy bebedor problema con dependencia”. La patología pasa a ser parte de su identidad, logra disipar las propias sensaciones, sentimientos y hasta la sintomatología porque un bebedor problema con dependencia debe comportarse de tal forma y tener estos síntomas, tomar tales medicamentos, ir a control y hacer lo políticamente correcto si quiere gozar de la atención y buen trato del equipo.

De acuerdo con Comelles, el debate sobre la diversidad en salud y sobre el papel de lo cultural surge en dos circunstancias históricas distintas. La primera es el despliegue del proyecto de la biomedicina y la salud pública en países no occidentales, que no tienen por qué compartir los rasgos judeocristianos o ilustrados característicos de la articulación entre el modelo médico y el pensamiento liberal occidental. La segunda circunstancia es distinta y se refiere al problema que plantea hoy en los países desarrollados una demanda cualitativamente sesgada basada en cuidados de salud, enfermedades crónicas y degenerativas y medicalización de formas de aflicción en toda la población, así como los problemas que plantea la diversidad cultural que acarrean los procesos migratorios. Es en este segundo contexto que se inscribe la preocupación de Arancha Meñaca. Su artículo titulado “Salud y migraciones” expone el caso de la inmigración ecuatoriana en España con el objeto de comprender mejor las relaciones entre los procesos de salud-enfermedad-atención y los fenómenos migratorios.

Meñaca propone que es preciso asumir un concepto de cultura no esencialista y, por lo tanto, considerar en el análisis su vinculación con los aspectos socioeconómicos implicados en las migraciones. En este sentido, insiste en la necesidad de conocer las comunidades de origen de los inmigrantes, tanto en las razones de emigración como también los contextos sociopolíticos de las mismas, en los que un aspecto clave es el conocimiento del funcionamiento de los sistemas sanitarios. Por otra parte señala que es importante analizar los contextos receptores a fin de observar las estrategias que utilizan en sus procesos de integración.

Xavier Albó, por su parte, expone conceptos básicos acerca de la interculturalidad y sus implicaciones en el campo de la salud. Para el autor la relación de culturas diferentes en un contexto de relaciones de poder implica considerar distintos niveles: el interpersonal, el grupal y el estructural. Apuesta por comprender las relaciones entre culturas en un contexto de relaciones de poder; el enfoque intercultural en salud tendría que reconocer las culturas en juego (los agentes de salud y los agentes que acuden en busca del servicio). Ve aquí de parte de los profesionales un problema ético al subvalorar la cultura del otro (paciente) y la desconfianza de este último respecto de las prácticas médicas hegemónicas, lo que lleva a bloqueos culturales que se deberían derrumbar. De este modo, afirma que ello no será posible sin una lucha en contra del neocolonialismo en lo económico, político-social y cultural.

Luisa Abad nos informa acerca de la experiencia en atención de salud en las comunidades Aguarunas en la Amazonia peruana. Describe cómo ha operado el sistema de salud pública, imponiendo el modelo biomédico, bajo una forma asistencialista y en un contexto que se orienta más al control de la población indígena que a satisfacer sus propias necesidades. Su tesis es que para aplicar la interculturalidad en estas poblaciones es necesario estudiar a fondo la etiología de las enfermedades, las formas de terapia indígenas y su farmacopea, las relaciones existentes entre patologías, medio ambiente y espacio terapéutico, las variables de género en la consideración de la enfermedad y su tratamiento, las relaciones institucionales y de poder entre médicos pacientes y especialistas médicos nativos, etc.

Los resultados de los trabajos de investigación empírica incluidos en el texto, y sus consecuentes reflexiones nos hablan de la diversidad de aspectos involucrados en aquello que hoy llamamos salud intercultural. Los relatos etnográficos y experiencias personales de sus autores muestran sus aproximaciones a una realidad compleja, no de un modo distante sino formando parte de la trama de relaciones. Roberto Campos, por ejemplo, expone cómo en nuestros países “el fenómeno de autoatención curativa es un fenómeno social generalizado, que la automedicación es creciente en los sectores populares, que existe una bien conservada cultura médica materna, que ellas establecen estrategias particulares para cada evento de enfermedad de acuerdo a sus conocimientos y experiencias previas; que realizan complementariedad de tratamientos biomédicos y populares, y que estas estrategias curativas deben ser conocidas por el personal de salud con el fin de establecer una mejor relación médico paciente” (Cf. página 132).

Ferrandiz y P. Pitarch, por su parte, llaman la atención cómo en los Altos de Chiapas la medicina indígena se relaciona con la adscripción a grupos religiosos. R. Campos y L. Citarella nos informan acerca del esfuerzo por crear un programa de formación en salud intercultural en el nivel de posgrado en Bolivia, implementado en el departamento de Potosí dirigido a suplir la ausencia parcial o total de una capacitación específica de los médicos, enfermeras y dentistas sobre las características socioculturales de los pueblos indígenas con los cuales se pretende trabajar en forma cotidiana.

De esta manera, Luisa Abad concluye en que la historia de la medicina en América Latina es la historia de una negación. La clasificación de la medicina indígena como etnomedicina, medicina popular, medicina ancestral, medicina tradicional, etc., se impone para evidenciar la subalternidad de sus agentes. Para ella el problema de la aplicación de la salud intercultural radica en la grave crisis que sufre la medicina (académica) en relación a los niveles, grados, tonos y modos de comunicación entre el médico (entendido como persona que sabe curar) y el paciente (entendido como ser doliente) que se sabe o se considera enfermo y que precisa de la ayuda especializada. Esa confianza en el médico (léase yatiri, chamán, etc.) sin embargo no se ha perdido en el mundo indígena, muy a pesar de los insistentes intentos de la OPS en la década de los ochenta y noventa por introducir la medicina occidental basándose en las contundentes cifras ofrecidas por los respectivos países sobre las tasas de mortalidad materno infantil, perinatal etc., causadas por enfermedades infectocontagiosas, principalmente, y que llevaron a muchos pueblos indígenas a idealizar y sobreestimar la capacidad de “los remedios” frente a sus propios especialistas o terapias.

Sugiere que para que la salud intercultural sea un hecho es necesaria la participación real y no tutelada de los verdaderos actores sociales de las comunidades. No obstante, se echa de menos en el texto algún cuestionamiento acerca del concepto de paciente. Asimismo, a excepción de algunos artículos, no se presentan experiencias ni reflexiones en relación a las prácticas de salud de la población no indígena o mestiza, ni cómo ellas se vinculan a la clase social y a la condición de género, cuestiones que, a nuestro entender, forman parte del enfoque intercultural en salud. Si asumimos que la salud es un producto sociohistórico, el contexto sociopolítico en el cual ésta se presenta debe ser recuperado en el análisis a fin de explicitar las relaciones de desigualdad existentes entre ricos y pobres y entre hombres y mujeres. Sólo de este modo es posible evidenciar cómo el modelo biomédico, al no verlas, contribuye a reproducir las desigualdades sociales e inequidades en el acceso a la salud. Por otra parte, cabría también tomar nota de la ausencia de una crítica a las miradas de los cientistas sociales en relación a la invisibilidad de la “biología” o su determinismo social y/o cultural, que inhibe la comunicación entre las disciplinas.

Mientras el modelo biomédico aún no sacia su necesidad de enfermedades y de enfermos (por tanto, de doctores, hospitales, fármacos e intervenciones quirúrgicas), para lo cual proliferan nuevas nosologías y taxonomías, la sociedad neoliberal modifica drásticamente las maneras de enfermar, incorporando en esta transformación los nuevos fenómenos (contra)culturales, las condiciones y calidad de vida del capitalismo, los fenómenos anómicos, las llamadas patologías de la pobreza, etc., procesos que más que aumentar la carga de enfermedades acrecienta el malestar social. La ideología médica no reconoce (no logra ver) este malestar en la sociedad moderna, por lo tanto medicaliza todo, desde las emociones normales hasta las respuestas fisiológicas de tipo adaptativo. Crítica que abre puertas a la legitimación de nuevas propuestas epistemológicas en el campo de la salud y, especialmente, de la salud mental, con la irrupción del modelo biopsicosocial, que incorpora el enfoque comunitario, la interdisciplinariedad, la participación de diversas formas del saber, la intersectorialidad, el trabajo en redes, un nuevo concepto de equipo de salud, etc. Desde esta nueva perspectiva sí es posible construir nuevas prácticas en salud, entre las cuales la interculturalidad constituye una de las más importantes, en la medida en que nos llama al desafío de explicitar nuestra propia cultura, evidenciar nuestra posición en las relaciones de poder e intentar construir nuevas relaciones humanas que incorporen una mirada integral sobre cada uno de los tres componentes de la ecuación salud-enfermedad-cuidado.

De este modo, para nosotra(o)s como trabajadores de la salud y de la cultura en/y para América Latina el libro es, sin duda, una gran fuente de inspiración para pensar y practicar con la comunidad un modelo médico humanizado, inscrito en relaciones sociales más equitativas y para avanzar hacia un mayor y mejor acercamiento entre las disciplinas.

Referencia

Bourdieu, P. 2005 Intelectuales, Política y Poder. Eudeba, Buenos Aires.

* Esta referencia forma parte del trabajo en curso del Proyecto SA05I20016 del Fondo Nacional de Investigación y Desarrollo en Salud de CONICYT, Chile.

Carlos Madariaga – Servici/o de Psiquiatría Hospital de Iquique, Chile. [email protected]
Vivian Gavilán – Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto. Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile. [email protected]
Patricia Vigueras – Escuela de Enfermería Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile. [email protected]
Vesna Madariaga – [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Salud e Interculturalidad en América Latina. Perspectivas Antropológicas – JUÁREZ (C-RAC)

JUÁREZ, Gerardo Fernández. Salud e Interculturalidad en América Latina. Perspectivas Antropológicas. Quito, Ediciones Abya-Yala, 2004, 350p. Resenha de: VARGAS, Luis Alberto. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.38, n.1, p.155-157, jun. 2006.

América Latina abarca un territorio enorme, cuya diversidad de ámbitos geográficos y la extensión de sus latitudes se refleja en paisajes muy diferentes, donde se han desarrollado numerosos grupos indígenas a lo largo de su historia. El mundo de la cultura occidental apenas comienza a percibir este fenómeno y a reconocer identidades, donde hasta ahora ha percibido uniformidades.

El campo de la salud es un buen ejemplo de lo anterior. A los diferentes sistemas médicos de la región se les ha considerado un conjunto, suponiendo la homogeneidad de las culturas indígenas, así como la manera como han incorporado la teoría y la práctica de otros sistemas venidos del resto del mundo, comenzando por el aportado por los conquistadores españoles y seguido de cerca por los de los esclavos africanos traídos contra su voluntad.

Por otra parte, el ejercicio profesional basado en la biomedicina ha sido cegado por sus indudables éxitos, entre los que destacan el control de las enfermedades transmisibles, los logros de la cirugía y la anestesia, la producción de fármacos eficaces y tantas más. Como resultado de lo anterior, ha dejado de lado el contexto verdaderamente humano de los problemas de salud, los padeceres y las enfermedades, con sus componentes emocionales, sentimentales, sociales y culturales.

Le reacción contra este estado de cosas ha llegado de dos principales fuentes: los médicos formados con un genuino enfoque humanista y los antropólogos quienes han experimentado los problemas de atención de las personas y comunidades quienes no participan de la visión occidental. Es interesante destacar que son pocas las manifestaciones de inconformidad organizada que han surgido entre los usuarios de los servicios de salud.

El libro reseñado tiene la virtud de recoger estas inquietudes para América Latina. Está constituido por 20 capítulos de autores quienes trabajan en esta región, desde instituciones locales, españolas y una francesa. Algunos contenidos son valiosas reflexiones teóricas, bien apoyadas en la bibliografía y en otros se ofrecen experiencias directas, vividas en diversas comunidades indígenas y mestizas. También se ofrece una panorámica general de la situación, mientras que otros capítulos se concentran en una zona particular o abordan un problema concreto, por ejemplo las enfermedades identificadas por algún grupo indígena.

No estimo adecuado reseñar cada capítulo, sino prefiero ofrecer algunas reflexiones en torno al conjunto de los temas abordados, como producto de la experiencia de nuestro grupo de trabajo en México.

Mi primera inquietud es plantear lo que realmente queremos decir al hablar sobre salud e interculturalidad. Es claro que nos referimos al contacto entre personas o grupos con diferente cultura cuando está en juego su salud. Así planteado el tema es aún ambicioso, ya que la salud permea a una gran cantidad de las actividades humanas. Yo considero que realmente nos referimos a la atención y el tratamiento de los problemas de salud personales y colectivos. Para entender lo anterior, debo aclarar algunos conceptos.

Entendemos por comunicación y acciones interculturales a las que se derivan de la interacción y diálogo respetuoso y equilibrado entre personas o grupos de diferentes culturas; sin ser la simple yuxtaposición de contenidos ya elaborados.

Para mí ha resultado muy práctico distinguir tres componentes de un mismo proceso: problema de salud, padecer y enfermedad. El problema de salud son las alteraciones morfológicas, fisiológicas o conductuales que permiten saber que una persona ha salido de lo que para ella era normal y estimaba como saludable. Síntomas y signos comunes de dichos problemas de salud son la fatiga, el dolor, el sangrado o la aparición de tumoraciones visibles o palpables. Esta salida del cauce de la normalidad provoca en cada persona un conjunto de sentimientos e inquietudes basadas en su propia personalidad, experiencias biográficas, acervo cultural y otros factores, que determinan que se viva el problema de salud de una manera absolutamente personal, lo que constituye el padecer. En determinado momento la persona misma sola, o con la ayuda de personas cercanas o los variados especialistas médicos de diferentes sistemas, encontrará que su padecer puede ser explicado por una enfermedad.

Las enfermedades que identifican los distintos sistemas médicos son realmente abstracciones hechas a partir de una serie de elementos comunes a los problemas de salud de un grupo de personas. Como hace siglos lo señaló Hipócrates: no hay enfermedades, sino enfermos. Nosotros modificaríamos la frase para decir que no hay enfermedades, sino personas con padeceres y también hay padeceres sin enfermedad. Desde luego es importante recalcar que las enfermedades son identificadas por cada sistema médico y, por lo tanto, todas ellas son dependientes de la cultura. De esta manera estamos obligados a reconocer que no solamente son válidas las enfermedades reconocidas por la biomedicina, aunque tengan un fundamento científico, sino también lo son el susto, el empacho y tantas otras que reconocen los sistemas médicos indígenas americanos.

Ahora bien, también hemos postulado la sutil diferencia entre la atención de los problemas de salud y los padeceres y el tratamiento de las enfermedades. Los padeceres requieren de apoyos sociales y emocionales, además de aquellos necesarios para satisfacer necesidades tan básicas como las de comer, mantenerse limpio y protegido o en reposo. En cambio, los tratamientos son el conjunto de medidas encaminadas específicamente para prevenir, aliviar, paliar o curar las enfermedades.

De lo someramente expuesto en las líneas anteriores, se postula que nuestro centro de interés en el campo de la salud y la interculturalidad es dicha atención de los problemas de salud y los padeceres, así como el tratamiento de las enfermedades. Lo anterior puede parecer obvio, pero la realidad demuestra que no lo es tanto. Los antropólogos quienes trabajamos en América Latina hemos estado activos colaborando principalmente con los sistemas de salud gubernamentales, pretendiendo incorporar en ellos la visión y las necesidades de sus usuarios. En la obra que reseñamos, también destaca que hemos apoyado las demandas de los grupos indígenas. Donde menos hemos funcionado es en el apoyo individual a los pacientes y en las labores de la salud pública, a pesar de las experiencias ganadas a lo largo de nuestra historia.

Ahora bien, de la experiencia de nuestro grupo y acorde con lo que aparece en varios de los capítulos del libro que nos ocupa, debemos postular tres alternativas para la comunicación y las acciones interculturales en materia de salud.

Las acciones y la comunicación intercultural espontáneas se derivan de aquella relación que se establece entre individuos o grupos de diferentes culturas, sin preparación ni capacitación previa, y que se guía -por lo general- mediante el sentido común. En ocasiones tal tipo de situación es forzada por las circunstancias.

Las acciones y la comunicación intercultural informadas se realizan cuando una de las partes, haciendo acopio de información -casi siempre publicada- sobre la cultura con la que se propone interactuar, pero sin buscar la participación activa de sus interlocutores.

Las acciones y la comunicación intercultural adecuadas o propositiva se realizan voluntariamente y con vocación humanista, después de una preparación, sensibilización y capacitación que conduce a mejores resultados mediante el diálogo respetuoso, tolerante y flexible entre las personas de las dos culturas.

En el campo concreto de las acciones y la comunicación intercultural en salud se debe partir de la capacidad de moverse equilibradamente entre conocimientos, creencias y prácticas culturales diferentes respecto a los procesos bioculturales salud-enfermedad, vida-muerte, y los conceptos sobre el cuerpo y la espiritualidad propios y ajenos. Dichas percepciones suelen estar contrapuestas y requieren de tolerancia y respeto entre quienes interactúan, evitando la imposición de una cultura sobre otra, sino más bien una tercera vía donde se aproveche lo más adecuado de las alternativas presentes.

La lectura del libro aquí reseñado apoya las ideas generales que hemos expuesto y destaca la necesidad de emplear el enfoque adecuado o propositivo. Su lectura es altamente recomendable, no solamente para el relativamente pequeño grupo de antropólogos quienes nos ocupamos de este asunto, sino también para los integrantes de los equipos de salud de cualquier sistema. Las tareas que debemos realizar entre profesiones, para el beneficio de los habitantes de nuestra región, necesariamente serán producto del diálogo respetuoso y equilibrado al que hemos hecho alusión.

Desde luego la obra constituye también un apoyo de suma utilidad para las labores docentes que se llevan a cabo en las instituciones del sector de la salud y el de la antropología. Hago votos para que quienes estamos activos en este campo encontremos las vías para dialogar y en un plazo razonable seamos capaces de producir los libros de texto capaces de apoyar la formación de los técnicos y profesionales que sigan adelante con las labores iniciadas por el relativamente pequeño grupo que somos ahora.

Luis Alberto Vargas – Instituto de Investigaciones Antropológicas y Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Museu Emílio Goeldi | MPEG | 2006

Museu Emilio Goeldi5 Amazônica | UFPA

Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi Ciências Humanas (2006) é sucessora do “Boletim do Museu Paraense de História Natural e Etnografia”, fundado por Emílio Goeldi em 1894. A missão da revista é publicar trabalhos originais em Antropologia, Arqueologia, Línguas Indígenas e em áreas afins. Aceita contribuições em português, espanhol, inglês e francês para as seguintes seções: artigos de pesquisa, artigos de revisão, comunicações breves, memória, resenhas de livros, teses e dissertações. É publicado trimestralmente (abril, agosto e dezembro).

A abreviatura de seu título é Bol. Mus. Pára. Emílio Goeldi. Cienc. Murmurar. , que deve ser usado em bibliografias, notas de rodapé e referências e tiras bibliográficas.

O Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Humanas tem uma política de acesso aberto.

Periodicidade quadrimestral

ISSN 1981-8122

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Mitologia Germânica e Celta / Brathair / 2006

A revista Brathair sempre ofereceu estudos envolvendo o tema dos mitos europeus. Mas em especial, a edição 4 (1) 2004 dedicou-se ao dossiê temático da revista: Mitologia e religião Celta e Germânica. Dois anos depois, novamente a revista vem brindar seu público com uma edição especial sobre este tema. Se por um lado as investigações, em específico nesta área, ainda não contam com expressiva quantidade de pesquisadores nacionais, já podemos perceber a formação de um pequeno núcleo de interessados, desde graduandos até professores, promovendo pesquisas de qualidade.

O dossiê inicia-se com o artigo de Patrícia Pires Boulhosa, A *mitologia escandinava de Georges Dumézil: uma reflexão sobre método e improbabilidade. Nele, a pesquisadora sistematiza diversas críticas sobre a teoria da tripartição do mitólogo francês Georges Dumézil, especialmente as advindas de fontes da Escandinávia do período Viking. Sem dúvida, um texto importante para a germanística brasileira, tanto por seu caráter teórico quanto metodológico, instigando os novos estudos sobre o tema.

Em seguida, o artigo do renomado professor Ciro Flamarion Cardoso, Aspectos da cosmografia e da cosmogonia escandinavas. Em um brilhante e erudito trabalho, Cardoso analisa um dos mais famosos poemas édicos, a Völuspá, utilizando pressupostos teórico-metodológicos de Todorov, além de refletir sobre a mais recente historiografia da religiosidade e mitologia da Escandinávia da Era Viking. Além de um qualitativo referencial de método para as novas gerações, este artigo de Cardoso também reflete essencialmente sobre as fontes primárias advindas do medievo, suas utilizações e contexto para os estudos envolvendo os mitos nórdicos.

O terceiro artigo do dossiê é Mythica Scandia: repensando as fontes literárias da mitologia Viking, de Johnni Langer, onde o autor realiza uma sistematização crítica acerca dos estudos sobre fontes literárias do século XII e XIII, especialmente islandesas, e sua utilização para os estudos de mitologia e religiosidade dos escandinavos medievais.

Filippo Lourenço Olivieri contribui com o quarto artigo, Os Celtas e o culto das águas: crenças e rituais. Sendo um tema de escassa investigação em nosso país, este estudo sobre mitologia e religiosidade dos povos Celtas demonstra o enorme potencial que ainda pode ser efetuado sobre a temática do culto às águas, que o cristianismo medieval soube explorar muito bem no processo de evangelização e arquitetura religiosa.

Na seqüência, Das Märchen vom Schlauraffenland, ou A História de um País de Monos e Loucos, de Sylvia Maria Trusen, explora a sobrevivência de temas míticos medievais na cultura folclórica germânica do Oitocentos. A obra dos irmãos Grimm ainda representa um enorme potencial de investigação para os germanistas.

O último artigo do dossiê conta com uma participação internacional: A cabra e o bode nos bestiários medievais ingleses, da medievalista portuguesa Angélica Varandas. Em seu interessante estudo, a historiadora procura entender os simbolismos e significações para o imaginário medieval, de certos animais e suas origens cristãs e clássicas. Uma área de investigação ainda precária no Brasil e que sem dúvida, pode tornar-se tema de valiosas contribuições para o futuro.

Na seção artigos, uma tradução do excelente trabalho “Fuga poética” de Almqvist, de Lars Lönnroth (Universidade de Göteborg, Suécia), um dos maiores especialistas em literatura escandinava. Nele, o pesquisador analisa a peça teatral Amorina (1822), do sueco Carl Almqvist, seu contexto original e modificações posteriores ao romantismo, bem como sua recepção no mundo contemporâneo.

Em seguida, apresentamos uma resenha do livro Os príncipes da Irlanda: a saga de Dublin, de Edward Rutherfurd, foi realizada por Luciana de Campos. Um romance histórico que, apesar de suas deficiências e erros, pode ser uma leitura útil para os que tem interesse pela história antiga e medieval da Irlanda.

Outra resenha, Sangue de gelo (Coleção Angus Saga), do escritor Orlando Paes Filho, foi realizada por Johnni Langer. Nesta resenha, percebemos como um romance histórico de péssima qualidade pode tornar-se propagador de estereótipos e falsas imagens sobre os Vikings e a Idade Média.

A edição foi abrilhantada por uma entrevista do conceituado professor Ruy de Oliveira Andrade Filho, com o título Estudos Germânicos Medievais. Sem dúvida, um texto que deve ser conhecido por todos aqueles que tem interesse em medievalismo e a propagação dos estudos germânicos em nosso país. A revista também traz uma tradução do anglo-saxão, Fragmento de Finnsburh (século X d.C.), realizada por Erick Ramalho. Demonstrando que o Brasil também tem potencial para realizar pesquisas de tradução de fontes primárias da Idade Média, a exemplo da Europa e outras regiões.

Esperamos que esta edição da revista Brathair possa contribuir com novos rumos da pesquisa acadêmica, incentivando, instigando, questionando e, principalmente, oferecendo perspectivas teóricas e metodológicas para as gerações futuras e seus objetos de pesquisa. Para as próximas edições, preparamos outros dossiês temáticos, facilitando a identificação e o conhecimento das pesquisas: Civilização da barbárie? Os bárbaros e as sociedades mediterrâneas – encontros, desencontros e confrontos (sécs. VII a.C. – IV d.C.), Brathair 7 (1) 2007; Mitos arturianos: do medievo ao contemporâneo, Brathair 7 (2) 2007; Morte, Funeral e Vida após a Morte. Explorando atitudes em relação à mortalidade, ritual e a concepção de Outro Mundo, Da Europa da Idade do Ferro à Alta Idade Média, Brathair 8 (1) 2008. Aguardamos as novas contribuições para o periódico, acreditando que cada vez mais, os estudos Celtas e Germânicos estão sendo consolidados no Brasil.

Johnni Langer – Professor Doutor

Luciana de Campos – Professora Mestre

Organizadores


LANGER, Johnni; CAMPOS, Luciana de. Editorial. Brathair, São Luís, v.6, n.2, 2006. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

La Geste du Prince Igor | Christiane Pighetti

Obra destinada ao grande público, apresentada e traduzida do russo para o francês com grande maestria, por Cristiane Piqhetti.

Trata-se de um dos documentos mais importantes da literatura medieval Ucraniana, escrito em eslavo eclesiástico por volta de 1185, o poema traz referências a épocas muito mais remotas, tornando-se uma importante fonte para o estudo deste período.

Os documentos mais antigos da literatura ucraniana surgidos em tempo do esplendor político e cultural do Estado de Kiev e do Estado da Galícia e Volínia mostram grande riqueza de formas e possuem elevado valor artístico. São marcados pelo espírito heróico de uma nação que, embora ainda se alimente de antigas tradições eslavas pagãs, com orgulho toma consciência da nova fé cristã.

O original do “Canto sobre a campanha de Igor”, durante vários séculos ficou desaparecido, sendo redescoberto em 1795 pelo Barão Alexij Mussin Púshkin, sendo feita uma cópia com a qual foi presenteada a imperatriz Catarina II. O Barão Púshkin logo se deu conta do valor da obra, traduzindo-o para o russo da época, e tratando de fazer uma edição tipográfica deste documento. Contou com a colaboração dos historiógrafos Malinovski e Ramenski, editando a obra em Moscou, em 1800.

Em 1812, o incêndio ocorrido durante a ocupação Napoleônica em Moscou, destruiu a biblioteca Púshkin, desaparecendo para sempre o manuscrito. Assim para fins de estudo existe somente a copia oferecida a Catarina II, reescrita várias vezes, com todas as implicações e decorrências desta transmissão.

Porém as referências ao “Slovo” em outros documentos da época, atestam sua autenticidade, corroborada por Roman Jakobson ainda em 1948. Atualmente não há ninguém que coloque sob suspeita a certeza de que a obra é de fato do séc. XII e reflete acontecimentos históricos reais.

Trata-se de uma obra que registra o ápice da rica criação literária dos tempos do Principado da Rus´ de Kiev, um paralelo dos poemas épicos do mundo Romano-Greco-Escandinavo, com quem a Ucrânia de então, mantinha estreitas relações.

O poema “Canto sobre a campanha de Igor”, extravasa os limites da literatura Ucraniana, para se tornar uma obra prima da cultura eslava oriental rutena, e um dos tesouros da literatura universal.

Em meados do séc. XI a poderosa e terrível tribo dos cumanos, governada por Khans, invadiu a Ucrânia, denominada então Rutênia, pelas fronteiras do sudeste tendo ocupado dentro de pouco tempo as regiões dos rios Volga e Don, do Mar de Azov e do Mar Negro até o Danúbio.

Em 1185, os príncipes Igor Sviatoslavytch, seu filho Volodymyr Ihorevytch, e o filho menor Oleg Ihorevytch, seu irmão Vsévolod e seu sobrinho Sviatoslaw, empreenderam uma expedição contra os cumanos que eram chefiados pelos Khans Kontchák e Gzá. A expedição terminou em desastre total. Os príncipes rutenos foram cercados, derrotados e caíram prisioneiros. Somente Igor teve a sorte de escapar da prisão. Todos os outros com seus exércitos jamais recuperaram a liberdade, com exceção de Volodynyr que se casou com a filha do Khan Kontchák e voltou à Ucrânia em 1187.

Esta expedição contra os cumanos serviu de tema para a epopéia heróica do “Canto sobre a campanha de Igor”, escrita – segundo novas pesquisas – no séc. XIII por um autor anônimo.

“La Geste du Prince Igor” é um poema heróico, cavalheiresco, fundamentado na honra e na fé, que são os dois grandes princípios da sociedade medieval.

Este poema atinge o nível da genialidade da criação literária. Ele retrata a própria alma do povo ucraniano em estado de permanente angústia, frente a constante ameaça da perda da liberdade, como também atinge o âmago do ser humano em suas complexas relações com as forças transcendentais da natureza e do universo.

Oksana Boruszenko – Universidade Federal do Paraná e Universidade de Kiev. E-mail: [email protected]


PIGHETTI, Christiane (Trad.). La Geste du Prince Igor. Paris: La Différence, 2005. Resenha de: BORUSZENKO, Oksana. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.1, p. 42-43, 2006. Acessar publicação original [DR]

Thor: filho de Asgard | Geraldo Cantarino

Essa fantástica ilha do Brasil, tão estreitamente vinculada a toda mitologia de São Brandão, pertence, com esta à antiga tradição céltica preservada até os dias de hoje. Richard Henning.

Nos bancos escolares, aprendemos que o nome do nosso país, Brasil advém da abundância de determinada madeira existente no litoral, chamada pau-brasil onde se extraia um corante vermelho de grande valor comercial na Europa que entrava no Renascimento, mas ainda respirava ares medievais. Este corante púrpura, como nos esclarece Sérgio Buarque de Holanda na clássica obra da historiografia brasileira Visão do Paraíso, “desde o século IX era conhecido no comércio árabe e italiano sob os nomes de Brasil e verzino” (Holanda, 1994: 173). Desde o Oitocentos, alguns estudos já demonstravam que o nome Brasil não proveio da cor da madeira em brasa, mas teria raízes mais antigas, provenientes de mitos celtas. Constante na cartografia européia dos séculos XIII ao XVI, a fabulosa ilha de Hy-Brazil possivelmente foi inspiração para que o imaginário português preterisse esse nome aos oficiais Vera e Santa Cruz, de caráter mais político e religioso: “primeiro houve o nome, depois o lugar que foi nomeado” (Souza, 2004: 35). As denominações burocráticas cederam lugar à terminologia mítica, apesar de posteriormente alguns autores coloniais acreditarem que este nome teria advindo da madeira homônima, um engano que se perpetua até nossos dias. Durante os anos 1940 a 1960, alguns estudos historiográficos fizeram levantamentos preliminares e algumas conclusões sobre as raízes deste passado filológico (a exemplo de Sérgio Buarque de Holanda e Gustavo Barroso), acabaram não criando outras pesquisas ou influenciando novas perspectivas. Em 2000, em um pequeno verbete para o livro Dicionário do Brasil colonial, o historiador Ronaldo Vainfas afirmou que o vocábulo Brasil teria provindo do imaginário europeu pré-cabralino e que teria sido utilizado pelos portugueses como mito geopolítico. Desta maneira, as referências sobre o tema nunca passaram de pequenas citações ou estudos rápidos, não originando dissertações ou teses, nem mesmo artigos mais detalhados ou a busca de fontes confiáveis nos arquivos europeus.

É neste contexto que foi publicado o livro Uma ilha chamada Brasil, do jornalista Gerlado Cantarino. Aproveitando-se da falta de interesse genérico dos acadêmicos e dentro de uma perspectiva estritamente comercial, Cantarino publicou uma obra que peca pela linguagem extremamente coloquial, pela falta de seriedade documental e pelo grande apelo esotérico e mesmo fantasioso de seu autor.2 Mitos tradicionais do Ocidente, como a Atlântida, a presença de fenícios e vikings na América do Sul3 , entre outros, foram tratados como fatos ou possibilidades, em detrimento da “verdade oficial” mantida pela academia, num tom verdadeiramente conspiratório especialmente pelos antigos escritores de 1850 a 1940. Uma ideologia típica desde o século XIX: tentar demonstrar o verdadeiro passado nacional, originando o que muitos denominam de “Arqueologia Fantástica” ou “Neodifusionismo”, teoria que procurou demonstrar o contato transoceânico entre os europeus e americanos antes das viagens de Colombo e Cabral. Reciclando antigas narrativas de autores coloniais, estes teóricos afirmavam que diversos povos, entre eles hebreus, africanos, escandinavos e fenícios, haviam estado no Brasil e América do Sul há vários séculos. Para isso baseavam-se em supostas inscrições misteriosas encontradas nas florestas ou sertões (na realidade, arte pré-histórica dos indígenas) ou enviadas para os grandes centros (como as famosas inscrições fenícias, que com o tempo provaram ser apenas falsificações)4. Com o início do século XX, todas estas teorias demonstraram ser apenas idéias fantasiosas, sem comprovações arqueológicas e carregadas de preconceito, racismo e intolerância pelo verdadeiro passado brasileiro, o povoamento indígena. A citação de Cantarino do livro Antiga História do Brasil, de Ludwig Schwennhagen – onde afirmava que o sítio de “7 Cidades” no Piauí seria o vestígio de uma antiga cidade fenícia, na realidade, formações geológicas naturais – beira simplesmente o ridículo (Cantarino, 2005: 85-86). A reiteração da famosa pedra da Paraíba (2005: 92-93), supostamente encontrada em 1872, já foi estudada por vários especialistas, tanto epigrafistas quanto historiadores, que demonstraram ser uma fraude realizada no Brasil Imperial. Até nossos dias, existem diversos escritores, quadrinistas e roteiristas de cinema que empregam essas idéias neodifusionistas, procurando convencer o grande público de que este passado mítico realmente existiu. Infelizmente, o jornalista Geraldo Cantarino perpetua esse procedimento, criando obstáculos para que um estudo realmente sério e acadêmico possa ser efetuado sobre as origens celto-irlandesas do nome do nosso país, esse sim passível de estudo e que infelizmente foi tema apenas de abordagens parciais. O caminho para pesquisas futuras está aberto, mas resta o cuidado para os investigadores não serem atraídos para referências enganadoras e sem qualidade, a exemplo do livro Uma ilha chamada Brasil.

O jornalista Geraldo Cantarino se dispôs a desenvolver uma extensa pesquisa sobre as origens celtas do nome Brasil e, como autor da pós-modernidade tanto suas leituras e pesquisas mereciam ser mais densas e profundas como exige o período em questão – há menções à obra de autores consagrados, como Capistrano de Abreu e Gustavo Barroso – e não se fixar em autores praticamente desconhecidos e a panfletos como citados no primeiro capítulo da obra: “(…) e encontrei-me, outra vez, com aunt Caitlín que havia feito uma cópia do material distribuído na palestra de Tralee” (Cantarino, 2004: 19) esquecendo-se de pesquisas já consolidadas como a realizada nos anos 1950 por Sérgio Buarque de Holanda e que se mantém atuais.

Logo no prefácio de Uma ilha chamada Brasil, encontramos alguns problemas que denotam o desconhecimento do autor ao tratar do tema. Na página 13, o autor escreve: “(…)observatórios lunares abandonados que, embora inativos, repousam em isolamento esplêndido ao longo do litoral ocidental celta” (Cantarino, 2004: 13 – grifo nosso). Há aqui uma informação equivocada, que o leitor desconhecendo que os celtas foram povos que habitavam a Europa desde a Ásia Menor (Galácia) até a Irlanda, podem acreditar que só este último país foi um reduto celta, como, atualmente muito esotéricos querem acreditar e, pior ainda, difundir essa falsa idéia. Um outro equívoco ainda relacionado à Irlanda diz que o Brasil deve seu nome à Irlanda (Cantarino, 2004: 14). Existe uma confusão feita pelo autor, pois este nome não está associado ao folclore irlandês, mas sim aos celtas que originalmente habitaram aquele país. Mais grave ainda é observar que estas informações constantes no prefácio da obra foram escritas por um autor escocês!

A narrativa de Cantarino vai se construindo de forma extremamente informal e jocosa utilizando a primeira pessoa do singular, transparecendo que o autor está escrevendo um diário e tratando o leitor como um infante recém alfabetizado, que descobre o prazer de descobrir um novo texto. Há ainda um tom “memorialista” na narrativa extremamente parcial e não condizente com a linguagem jornalística que o autor parece quer empregar em sua obra. Ainda no primeiro capítulo há uma menção aos irlandeses que durante o século XIX migraram para o Brasil fugindo da grande fome. Este episódio foi tema de um artigo intitulado “Cego furor homicida”, escrito pelo editor Christopher Burden e publicado na revista Nossa História. O artigo em questão é muito mais completo e elucidativo do que a descrição de Cantarino e apresenta qual foi a verdadeira razão da presença irlandesa nas terras brasileiras durante o Primeiro Império.

A narrativa que em primeira instância propunha-se a apresentar aos leitores uma abordagem séria das origens celto-irlandesas do nome Brasil vai-se construindo como obra de ficção e não como narrativa jornalística comprometida com a realidade e nem como um relato histórico sério já que o autor utiliza-se de construções condizentes com as narrativas ficcionais:

“Zarpei rumo ao desconhecido. (…) Desviei da correnteza por onde passa a história oficial para percorrer antigos atalhos e rotas marginais, inclusive aquelas por onde fluem as águas mágicas do realismo fantástico. Pelo caminho, fadas, semideuses e figuras mitológicas surgiram na minha frente em aparições virtuais” (Cantarino: 2004, 37).

A jocosidade utilizada pelo autor para tratar de temas que são fontes de estudos como o realismo fantástico e a mitologia de pesquisadores como Fraçoise Le Roux e Christian Guyonvarc’h que dedicaram suas pesquisas para comporem trabalhos detalhados e extremamente sérios sobre a mitologia celta aqui parecem serem estes temas daqueles que insistem em descobrir uma outra verdade que parece se apresentar somente aos esotéricos. Cantarino, a exemplo da máxima da célebre série de TV dos anos 1990 “Arquivo X”, busca a verdade lá fora e não a aprofunda nas obras sérias dedicadas ao tema e nem apresenta novas perspectivas realmente comprometidas com a cientificidade. A descrição apresentada da ilha de Hy-Brasil não aparece como a de um paraíso, mas sim de um lugar recorrente nas narrativas infantis:

“É a morada escolhida por fadas, dragões e deuses aposentados. Ou, ainda, duendes, gnomos e antigas tribos, quando não mais encontram um lugar para ficar no mundo contemporâneo” (Cantarino, 2004: 43).

Afirmando que Hy-Brasil é o local escolhido pelos “deuses aposentados” o autor parece, mais uma vez caracterizar a ilha mítica como um objeto a ser explorado apenas pela ficção não merecendo ser o foco de estudo de historiadores e mitólogos, por exemplo.

Mas, infelizmente os equívocos do autor não transparecem apenas nas análises e interpretações sobre as origens celtas do nome Brasil, pois também ele transmite ao leitor dados errados sobre pesquisadores quando afirma ser paulista a arqueóloga Niède Guidon (Cantarino, 2004: 73). A pesquisadora em questão é francesa e trabalha no Brasil há muitos anos realizando pesquisas no Parque Nacional da Serra da Capivara no Piauí onde luta bravamente contra as intempéries e os parcos recursos governamentais para manter um dos grandes legados do homem pré-histórico brasileiro.

Uma idiossincrasia cometida pelo autor é denominar celta como raça: “(…) definir o que passou a ser chamado Raça Celta” (Cantarino, 2004: 112). Do ponto de vista da Antropologia moderna, o conceito de raças está ultrapassado, só existe uma raça há cerca de 30 mil anos na Terra, o Homo sapiens sapiens. Os celtas podem ser definidos por um conceito etno-lingüístico, como um povo falante de uma mesma língua indo-européia.

O capítulo seis do livro, intitulado “Significado religioso”, se detém a uma longa descrição de narrativas das viagens de São Brandão e sua busca pelo Paraíso. O autor ao apresentar versões da Navigatio não procura analisá-las em profundidade, apresentando ao leitor as impressões sobre a busca do paraíso de Hy-Brasil que foram construídas por poetas desde a Idade Média até o século XIX. Não há análise ou discussão densa acerca das narrativas destas viagens, somente traduções livres e pequenas conclusões inócuas sobre a busca do paraíso terreal, seja pelo santo ou por aqueles que enveredam na leitura.

Há um capítulo dedicado as representações de Hy-Brasil nas diversas artes como sugere o título “Arte e Literatura” onde o autor mais uma vez apresenta uma relação da várias representações que a busca da ilha paradisíaca recebeu desde da Idade Média até a contemporaneidade. Especificamente em um parágrafo Cantarino traça um paralelo entre a ilha de Avalon que, segundo Jean Markale trata-se de “uma ilha maravilhosa da tradição céltica, uma espécie de terra das bem-aventuranças onde há maçãs que dão frutos o ano todo e que explica seu nome derivado de uma palavra galesa e bretã, aval, maçã” (Markale, 1999: 29). O simbolismo da “Ilha das Maçãs” ou o paraíso celta foi bem analisado no artigo “Significados medievais da maçã: fruto proibido, fonte do conhecimento, ilha paradisíaca” de Adriana Zierer. Neste texto, a pesquisadora de estudos célticos faz não só uma análise pormenorizada do simbolismo da maçã nas artes plásticas e na literatura como também as representações de Avalon em diversas narrativas de origem celta e, principalmente no mito arturiano.

O tema das origens celtas do nome Brasil é, ainda, infelizmente pouco explorado por pesquisadores brasileiros, sejam eles historiadores ou críticos literários e, este desinteresse muitas vezes abre precedentes para que diletantes façam pesquisas com qualidade sofrível ou, pior sem qualidade alguma e a divulguem e perpetuem estereótipos e imagens fantasiosas. A obra em questão enquadra-se nesta descrição. Há ainda muito a ser pesquisado tanto sobre as origens celtas do nome da Terra brasilis como das raízes medievais que estão presentes e impregnadas na cultura popular e no cotidiano deste os tempos da colônia e que são constantemente desprezados pelos pesquisadores, que parecem ainda relutar em aceitar que somos fruto de uma mentalidade medieval.

Geraldo Cantarino em sua pesquisa pecou pelo uso excessivo da linguagem coloquial que é inadmissível numa pesquisa mesmo que essa seja de popularização. As descrições tornam a obra ainda mais enfadonha e denotam falta de critério por parte do autor na escolha das suas fontes. Esperamos que os estudantes universitários que ora iniciam suas pesquisas nos estudos celtas (que segundo alguns somente poucos escolhidos merecem realizá-los, o que ao nosso ver é um erro) não se inspirem nesta obra e muito menos a tomem como referência.

Notas

1. A presente resenha recebeu a colaboração do Prof. Dr. Johnni Langer (PD-USP, bolsista da FAPESP). Conceitos e idéias integrantes do texto são de co-autoria do colaborador.

2. Outro autor que recentemente retoma as teorias neo-difusionistas é o explorador norte-americano Jim Woodman, em duas obras: Ancient New World: A Journey Across Medieval América. Xlibris Corporation, 2001 e The ancient inscriptions of Paraguay. Epigraphic Societu, 1989. No primeiro livro (pp. 75-82), o pesquisador analisa o mito da ilha Hy-Brazil e no segundo, supostas inscrições existentes no Paraguai que ele interpreta como sendo de origem Celta. Por sua vez, o francês Jacques de Mahieu interpretava as ditas inscrições como sendo de origem Viking. Na realidade, elas têm origem pré-histórica indígena, sendo, portanto, fantasiosa qualquer outra interpretação. Em uma série de fotografias em um site que atualmente não está mais disponível em conteúdo pela internet (Arthur Franco: A Idade das Luzes e os Megalitos de HyBrasil), o esotérico gaúcho Arthur Franco tentava demonstrar que no Rio Grande do Sul encontravam-se diversos megálitos gigantescos, alguns com até 100 metros de altura, supostamente realizados pelos Celtas em incursões pelo Brasil. Pelo exame nas fotografias, percebemos que se tratavam de formações geológicas naturais, tomadas como artificiais. No Brasil e na América, existem casos de megalitismo, mas de origem indígena com dimensões modestas, sem nenhuma relação com o de origem européia e muito menos Carnac e Stonehenge. Este autor também publicou uma obra de cunho esotérica com conteúdo parcialmente disponível na internet: A idade das luzes. Porto Alegre: Editora Wodan, 1997 (Disponível em: http://www.bibliotecavirtual.pro.br/historia/hebreus4.html Acessado em 20 de setembro de 2006). Outro pesquisador brasileiro que defende a presença Celta no passado brasileiro é Luiz Caldas Tibiriçá, sem nenhuma comprovação científica por parte da comunidade acadêmica. Sobre suas pesquisas ver: http://www.terra.com.br/istoegente/50/testemunha/index.htm . Acessado em 20 de setembro de 2006. A internet ainda disponibiliza vários textos sobre o encontro de inscrições Celtas (ogâmicas) na América, todas sem nenhuma viabilidade científica: Irish in América before Columbus http://www.aislingmagazine.com/aislingmagazine/articles/TAM17/Columbus.html Acessado em 20 de setembro de 2006.

3. Para considerações sobre os Vikings na América do Norte, ver Langer, 2006: 28-30; sobre os navegantes nórdicos no Brasil pré-cabralino, do qual não ocorre nenhuma evidência científica até nossos dias, vide Langer, 2004: 22-25.

4. A respeito da antiga teoria de que navegadores fenícios e hebreus teriam estado no Brasil e do qual não existem comprovações arqueológicas, ver os estudos de Langer, 2002: 87-108; 2003: 75-102. Sobre os conceitos racistas, eurocêntricos e preconceituosos destas antigas teorias, ver Langer, 2001: 222-228.

Referências

BARROSO, Gustavo. O Brasil na lenda e na cartografia antiga. São Paulo: GRD, 2000, p. 97-155.

BURDEN, Christopher. Cego furor homicida. Nossa História 2 (18), 2005.

CARRARA, Angelo Alves. O mistério das inscrições fenícias. Nossa História 1 (7), 2004.

FUNARI, Pedro Abreu. A origem do nome Brasil. Ultratextos: leitura e conhecimento. Disponível em: http://www.ultratextos.com.br/?template=ultratextos&link=exibetexto&id=1170. Acessado em 20 de setembro de 2006.

HOLLANDA, Sérgio Buarque. Visão do paraíso. São Paulo: Brasiliense, 1994, p. 173.

JOFFILY, Geraldo. A inscrição fenícia da Paraíba. Revista de História, USP, 46, 1973.

LANGER, Johnni. As cidades imaginárias do Brasil. Curitiba: Secretaria de Estado da Cultura do Paraná, 1997.

_____ Ruínas e Mitos: a Arqueologia no Brasil Imperial. Tese de doutorado em História pela UFPR, Curitiba, 2001.

_____ Signos petrificados e civilização: a inscrição fenícia da Paraíba e outras questões arqueológicas no Brasil Imperial. Pós-História 10, 2002.

_____ Ciência e imaginação: a pedra da Gávea e a Arqueologia no Brasil Imperial. Habitus 1 (1), 2003.

_____ Vikings no Brasil? Nossa História 1 (3), 2004.

_____ Vikings na América. Desvendando a História 2 (10), 2006.

_____ O porquê de se estudar Celtas e Vikings no Brasil. Necult, 08/07/2006. Disponível em: www.necult.com Acessado em 20 de setembro de 2006.

MAGASICH-AIROLA, Jorge & DE BEER, Jean-Marc. América Mágica. São Paulo: Paz e Terra, 2000, p. 2001.

MARKALE, Jean. Nouveau dictionnaire de mythologie celtique. Paris: Pygmalion, 1999.

SOUZA, Laura de Mello e. O nome do Brasil. Nossa História 1 (6), 2004.

VAINFAS, Ronaldo. Dicionário do Brasil colonial. Rio de Janeiro: Objetiva, 2000, p. 81.

ZIERER, Adriana. Significados medievais da maçã: fruto proibido, fonte do conhecimento, ilha paradisíaca. Mirabilia 1, 2001. Disponível em: www.revistamirabilia.com Acessado em 20 de setembro de 2006.

Luciana de Campos – Professora Mestre. Doutoranda em Letras, UNESP1 [email protected]

CANTARINO, Geraldo. Uma ilha chamada Brasil: o paraíso irlandês no passado brasileiro. Rio de Janeiro: Mauad, 2004. Resenha de: CAMPOS, Luciana de. As raízes celtas do Brasil. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.1, p. 44-49, 2006.

CANTARINO, Geraldo. Uma ilha chamada Brasil: o paraíso irlandês no passado brasileiro. Rio de Janeiro: Mauad, 2004. Resenha de: CAMPOS, Luciana de. As raízes celtas do Brasil. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.1, p. 44-49, 2006. Acessar publicação original [DR]

YOSHIDA Akira (Aut) et ali, Thor: filho de Asgard (T), Panini Comics (E), LANGER Johnni (Res),  Brathair (Btr), Representações (l), Thor, História em Quadrinhos

Johnni Langer – Pós- doutorando em História pela USP, bolsista da FAPESP. E-mail: [email protected]


YOSHIDA, Akira et alli. Thor: filho de Asgard. São Paulo: Panini Comics, 2005. Volume 1-12. Resenha de: LANGER, Johnni. As representações do deus Thor nas HQs. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.1, p. 50-54, 2006. Acesso apenas do link original [DR]

Les Lacustres. Archéologie et mythe national | Marc-Antoine Kaeser

A coleção “Le savoir suisse” (www.lesavoirsuisse.ch ) conta atualmente 34 títulos dedicados a tornar acessíveis ao grande público as pesquisas universitárias da área francófona suíça, com temas históricos e questões pertinentes à identidade nacional da Confederação Helvética – mas, por estranho que pareça, não há ainda um volume dedicado aos helvécios. A presente obra, n. 14 da coleção, tem por objetivo refazer e criticar o mito da origem dessa mesma identidade nacional: os povos lacustres, os habitantes pré-históricos cujas características peculiares teriam marcado o ponto de partida da cultura alpina nessa região de montanhas e lagos que hoje se conhece pelo nome de Suiça.

Marc-Antoine Kaeser tem um perfil que o assinala como um cientista que há tempos vem se debruçando sobre o tema: entre suas publicações estão as que versam sobre a ideologia do suposto pacifismo lacustre (1997), a busca de antepassados operacionais (1998), o mito do fantasma lacustre (2000), as representações coletivas e construção da identidade nacional (2002) – temas que se destacam nos títulos que já publicou, e que mostram uma intenção clara de corrigir o discurso e a mentalidade políticas alimentadas por teorias científicas mais idealistas do que realistas. A frase com que abre este volume é bem explícita: “Há um século e meio a aldeia lacustre ocupa um lugar privilegiado na representação coletiva do passado pré-histórico da Suíça” (p. 9). E, contudo, hoje em dia os suíços se perguntam: esse povo lacustre existiu mesmo, dessa maneira como nos descrevem os historiadores? E eles são de fato os nossos antepassados? A resposta vem logo (ib.) radical: “A arqueologia contemporânea responde simplesmente com uma negação categórica – porém circunstanciada”. De fato ao longo do livro M.A. Kaeser tempera bastante essa negação: os povos pré-históricos alpinos não viviam em aldeias lacustres de palafitas, mas as povoações construídas nas margens dos lagos tinham algumas casas edificadas sobre postes dentro de água. Não existiram aquelas grandes plataformas que avançavam lago adentro, suportadas por colunas de madeira, e por sua vez suportando toda a aldeia. No sentido tradicional do termo não houve povo lacustre nem civilização lacustre entre as montanhas alpinas, mas houve uma população dispersa e variada, subsistindo com diversos tipos de economia além da pesca no lago, que construiu aldeias junto aos lagos – não sobre eles.

O autor passa a descrever a origem e evolução da “mitologia nacionalista”, começando pela grande seca de 1853/54 que, tendo posto a descoberto extensos trechos nas margens dos lagos, permitiu aos estudiosos identificar e reconstituir as populações ditas lacustres; e coube ao Presidente da Associação dos Antiquários de Zurique, Ferdinand Keller, iniciar uma série de publicações que constituíram o início da construção desse mito da origem nacional suíça. Numa época em que, após os tumultos das invasões francesas, a consciência nacional se afirmava por toda a Europa, a descoberta de que a Suíça também tinha um passado pré-romano, e que esse passado era digno de memória, dava aos suíços antepassados dos quais podiam se orgulhar. Daí até à representação gráfica idealizada das aldeias lacustres foi um passo. Kaeser ilustra a sua obra com muitos desenhos desse período, quando os “proto-helvécios” apareciam como vivendo em paz e harmonia com a natureza. Inspirados em Rousseau os historiadores suíços discípulos de Ferdinand Keller repassaram para esses ancestrais imaginários as virtudes que os suíços contemporâneos se atribuem: austeridade, pureza, não contaminação pelos males da civilização, cultivo da paz; o povo lacustre teria ainda sido o criador da linguagem, e, portanto, seria a sociedade humana mais antiga – um oásis de tranqüilidade no meio do mundo agitado (p. 62), um paraíso perdido para os demais, mas preservado para os suíços.

O autor vai descrevendo a construção popular dessa identidade nacional, mostrando o papel político da arqueologia. Contudo na década de 1920 os arqueólogos alemães, na seqüência dos trabalhos de Hans Reinerth, iniciaram o combate à “ideologia lacustre suíça”, negando a originalidade dessa sociedade e até sua existência; os suíços viram na destruição da representação dos lacustres uma agressão não só à pré-história nacional, mas à própria identidade nacional suíça, e, portanto, um atentado perpetrado pelo imperialismo alemão, secundado pelas ambições nazistas. A reação nacionalista não se fez esperar, mas a retomada das pesquisas arqueológicas sob outras perspectivas acabou dando razão, parcial, às críticas. Concluiu-se que os povos pré-históricos que ocuparam o atual território da Suíça viviam em diversos tipos de meios físicos (não só nos lagos), portanto em culturas diferenciadas (não homogêneas), e apenas alguns deles construíram algumas casas sobre plataformas de palafitas. As pesquisas arqueológicas de Emil Vogt na década de 1950 estabeleceram novos parâmetros de investigação que foram se afirmando até hoje, e que o autor vai apresentando numa narrativa acessível mesmo para quem não conhece arqueologia nem está a par dos embates doutrinários do nacionalismo suíço; mapas, gráficos, uma breve cronologia (desde o fim da glaciação de Würm até à submissão dos helvécios em 58 a.C.) além de uma bibliografia sucinta ajudam o leitor a acompanhar a argumentação de Marc-Antoine Kaeser.

A obra termina com algumas considerações e retrospectivas: por um lado o “mito da civilização lacustre” persiste, mas, menos ingênuo e menos “crença” adaptou-se eficazmente a idéias recentes incarnando o ideal de uma Suíça “harmoniosa, pacífica, igualitária e solidária”: mais ainda, a aldeia lacustre passou a ser uma referência para a doutrina ecológica (p. 132). Por outro lado, a arqueologia tomou suas distâncias com respeito a essa representação coletiva: “a arqueologia deve reconhecer e assumir o fato de que a interpretação do passado comporta quase inevitavelmente uma dimensão ideológica”; porém onde essas representações incluem visões errôneas e imaginações fictícias o arqueólogo tem obrigação de intervir e desmenti-las. Deve fazê-lo, contudo, de maneira pontual, e não atacar o mito como um todo, pois este é um saber que dá significado ao presente. O arqueólogo, ao contrário, deve abster-se do presente e dos saberes não científicos “para interrogar e compreender o passado” (p. 133).

João Lupi – Departamento de Filosofia UFSC. E-mail: [email protected]


KAESER, Marc-Antoine. Les Lacustres. Archéologie et mythe national. Lausanne: Presses polytechniques; Universitaires romandes, 2004. Resenha de: LUPI, João. Povos lacustres: arqueologia, história ou mito? Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.1, p. 55-56, 2006. Acessar publicação original [DR]

Ritual and Domestic Life in Prehistoric Europe | R. Bradley

O conceito de “ritual” tem sido largamente debatido por antropólogos desde a criação da Antropologia como disciplina. Em arqueologia, o âmbito do ritual, bem como aquele da religião, foi, até recentemente, considerado como vago, impreciso, irracional e incerto, e, por conseguinte, amplamente evitado por grande parte dos arqueólogos. Em verdade, ritual era mais freqüentemente empregado sem claros critérios e aleatoriamente para nomear estruturas e achados cuja função era, a princípio, obscura para os arqueólogos, a ponto de se tornar “anedota” – tudo o que não tinha função prática aparente, passava, então, a ser designado como “ritualístico” (cf. Orme 218-19; Whitehouse 1996). A década de 90 trouxe, porém, um largo manancial de estudos, sobretudo na academia de língua anglo-saxã, preocupados com questões referentes à religião e às formas rituais, visando “reabilitar” o âmbito do ritual para a pesquisa acadêmica, rompendo com a visão do sagrado como epifenômeno e demonstrando sua relevância para a interpretação da cultura material. Entre os préhistoriadores, destacou-se sobremaneira o trabalho de Parker Pearson (1996) [1], que descortinou novas possibilidades de análise, tornando-se grande divisor de águas. Seguindo a linha de análise apontada por Parker Pearson, a tese de doutoramento de J.D. Hill (1995) tornou-se, sem sombra de dúvida, um marco no campo. Hill questionou profundamente os modelos de análise de hillforts para os assentamentos da Idade do Ferro em Wessex (Sul da Inglaterra). Refutando a idéia desses assentamentos como centros controladores da produção e de redistribuição nessas sociedades, propôs ele que tais assentamentos eram, em verdade, centros cerimoniais. Isto porque os depósitos em poços/covas nos assentamentos eram resultado de rituais e não de restos de lixo residencial, de modo que tais depósitos constituíram vias de ritualização da vida cotidiana.

É justamente na trilha indicada por Hill, que Bradley (doravante referido como B.), desenvolve seu Ritual and Domestic Life in Prehistoric Europe. Rompendo com a visão bipolar de “sagrado” x “profano”, “irracional” x “racional”, procura B. demonstrar a profunda relação entre o sagrado e a vida cotidiana, entre práticas rituais e a vida nos assentamentos da Europa pré-histórica desde o Neolítico até a Idade do Ferro. Fazendo uso dos trabalhos de Bell (1992) e de Humphrey e Laidlaw (1994), prefere ele, tal como Hill, o uso do conceito de “ritualização” ao de “ritual”, pois que se trata de prática, que, como define Bourdieu (1977), consiste em habitus, isto é, um conjunto de disposições habituais que define e in-forma as convenções sociais. Tal fornece ao pesquisador meios de compreender a performance ritual não como algo distante e/ou a parte do cotidiano, mas sim como permeando todas as instâncias da vida de uma comunidade.

Para tanto, B. estrutura seu argumento em sete capítulos, organizados em duas partes – “Parte 1 – a importância das coisas comuns” (capítulos 1 a 3) e “Parte 2 – onde incide a ênfase” (capítulos 4 a 7). Parte 1 consiste, em verdade, no desenvolvimento do artigo “A life less ordinary: the ritualisation of the domestic sphere in later prehistoric Europe” publicado por B. em 2003, e originalmente apresentado como palestra em Cambridge em 2002. No capítulo 1, B. define a problemática e abordagem teórica adotada no livro, propondo que, ao invés da tradicional distinção entre sítios sagrados e assentamentos, encontra-se, na Europa pré-histórica, uma união desses âmbitos. No capitulo 2 “A consagração da casa”, ele aponta como aspectos da vida doméstica (e, sobretudo, das estruturas de habitat) da Europa pré-histórica estão marcados por um significado ritual que os distingue e torna não-ordinários, a ponto de em Heuneburg o local de uma habitação de alto status ter sido utilizado como base para a construção de um montículo funerário (p. 57). No capitulo 3 “Uma questão de Cuidado”, ele demonstra como “na pré-história, o ritual deu à vida doméstica sua força, e [como], em retorno, a vida doméstica proveu uma organização de referência para rituais públicos. [Donde,] ritual e vida doméstica (…) formavam duas camadas que parecem ter sido precisamente superimpostas” (p.120).

A parte 2 procura, então, pontuar: 1) os contextos e locais onde tal superposição pode ser encontrada: agricultura (cap. 4), enterramentos, depósitos votivos e metalurgia (cap. 5); e 2) as performances de rituais públicos e rituais domésticos (cap.6). Neste último, B. mostra ser impossível traçar uma distinção entre oferendas rituais e o conjunto doméstico, posto que as atividades em assentamentos, monumentos e santuários não estavam dissociadas e seguiam o mesmo padrão.

A título de conclusão, o capítulo 7 desvenda novos pontos a serem abordados em pesquisas futuras seguindo esta forma de abordagem. Primeiramente, a transformação da relação homem-ambiente e da noção de propriedade com o desenvolvimento do processo de domesticação e sedentarização das sociedades pré-históricas européias. Depois, a inter-relação entre assentamentos, monumentos e santuários, a construção de enterramentos sobre assentamentos e/ou terras aráveis nas Ilhas Britânicas (no continente, ao contrário, os enterramentos encontram-se em terras não-aráveis), e o significado dos celeiros e poços de estocagem de alimentos, bem como sua relação com o sagrado, isto é, com a arquitetura de certas fontes sagradas e com os enterramentos em poços (muitas vezes realizados em antigos poços de estoque de grãos, haja vista os achados de Danebury). Finalmente, alerta ele para a necessidade de futura reflexão acerca das categorias teóricas empregadas para o estudo tanto da esfera ritual quanto da doméstica.

B. vem, com maestria, unir pontos que têm sido amplamente debatidos para o estudo das sociedades “pré-históricas” européias na academia de língua inglesa, a saber: 1) entender que ritual não se encontra vinculado tão somente à religião, mas que permeia toda a vida de uma sociedade; 2) a necessidade de compreender que grande parte dos achados arqueológicos de que dispomos advêm de contextos rituais (não somente em santuários e enterramentos, mas em fundações de casas, atividades artesanais, poços de estocagem e extração); e 3) a necessidade de abandonarmos a lógica simplista do “utilitário” x “simbólico” na interpretação desses achados.

Eis, pois, que uma nova forma de abordagem se consolida, oferecendo-nos a possibilidade de compreender as estruturas de assentamentos através de um viés menos simplista, menos corriqueiro, ressaltando, no dizer de B. (2003), “uma vida menos ordinária”.

Nota

1 Apesar de só ter sido publicado em 1996, este trabalho circulou entre os colegas ingleses desde 1990, causando grande impacto (Woodward 2002: 71).

Referências

BELL, C. Ritual Theory, Ritual Practice. New York/ Oxford: Oxford University Press, 1992.

BOURDIEU, P. Outline of a Theory of Practice. Cambridge: Cambridge University Press, Cambridge studies in social anthropology – 16, 1977.

BRADLEY, R. A life less ordinary: the ritualisation of the domestic sphere in later prehistoric Europe. Cambridge Archaeological Journal 13 (1), 2003, pp. 5-23.

HILL, J.D. Ritual and Rubbish in the Iron Age of Wessex: a Study on the Formation of a Specific Archaeological Record. Oxford: Tempus Reparatum, BAR British Series 242, 1995.

HUMPHREY, C. & LAIDLAW, J. The Archetypal Actions of Ritual: A Theory of Ritual Illustrated by the Jain Rite of Worship. Oxford: Clarendon Press, 1994.

ORME, B. Anthropology for Archaeologists: an Introduction. London: Duckworth, 1992, Chap. 5, pp.218-254.

PARKER PEARSON, M. Food, fertility and front doors in the first millennium BC. In: CHAMPION, T.C. & COLLIS, J.R. (eds.) The Iron Age in Britain and Ireland. Sheffield: University of Sheffield; J.R. Publications, 1996, pp.117-129.

RENFREW, C. (ed.) The Archaeology of Mind. Cambridge: Cambridge University Press, New Directions in Archaeology, 2001.

WHITEHOUSE, R.D. Ritual objects – archaeological joke or neglected evidence? In: WILKINS, J.B. (ed.) Approaches to the Study of Ritual. London: Accordia Research Institute/University of London, 1996, pp. 9-30.

WOODWARD, A. Sherds in Space: pottery and the analysis of site organisation. In: HILL, J.D. & WOODWARD, A. Prehistoric Britain: the Ceramic Basis. Oxford: Oxbow, Prehistoric Ceramics Research Group/Occasional publication 3, 2002, pp. 62-74.

Adriene Baron Tacla – Doutoranda em Arqueologia St Cross College, Oxford. E-mail: [email protected]


BRADLEY, R. Ritual and Domestic Life in Prehistoric Europe. London: Routledge, 2005. Resenha de: TACLA, Adriene Baron. Práticas Rituais e Assentamentos Pré-históricos na Europa. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.6, n.1, p. 57-59, 2006. Acessar publicação original [DR]

Los Incas del Cuzco. Siglos XVI-XVII-XVIII – ROWE (C-RAC)

ROWE, John Howland. Los Incas del Cuzco. Siglos XVI-XVII-XVIII. Cusco: Instituto Nacional de Cultura; Multi; Imprenta Edmundo Pantigoso EIRL, 2003. 417p. Resenha de: OCHOA, Jorge A. Flores. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.37, n.2, P. 269-271, dic. 2005.

Con el título de Incas del Cuzco. Siglos XVI-XVII-XVIII, se presenta esta antología de investigaciones realizadas por el Dr. John Howland Rowe. Así culmina la tarea de alcanzar al público cuzqueño muestra de su vasta y valiosa producción intelectual, que durante años estuvo dirigida a investigar aspectos poco tocados, o ignorados, por otros investigadores de los incas preinvasión, como de los que continuaron con la tradición incásica, ya viviendo bajo el gobierno colonial de los siglos XVII y XVIII. La selección es decisión del Dr. Rowe, a base de la propuesta que le presenté. La antología tiene su sello, mostrando que uno de los temas principales de su preocupación intelectual fueron los incas. Es el interés que lo trajo al Cuzco, a donde llegó a comienzos de la década de los años cuarenta del siglo pasado. Desde entonces se convirtió, durante casi cincuenta años, no en visitante temporal o estacional de nuestra ciudad, sino residente, que se ausentaba por meses para ocupar su cátedra en la University of California en Berkeley. Allí capacitó y formó legión de estudiosos que dedicaron su afán a la investigación de los andes centrales, unos dedicándose al trabajo arqueológico, otros al etnológico y también a la etnohistoria, aunque es frecuente que combinen todas esas tácticas. Sus discípulos forman importante conjunto de estudiosos con prestigio logrado por la calidad de sus investigaciones del antiguo Perú.

Así como formó especialistas en los andes desde su posición académica en Estados Unidos, aquí en el Cuzco fue guía permanente para estudiantes, jóvenes que preparaban tesis de grado. Los comentarios, a los trabajos que le pedían leer, fueron siempre estimulantes, animando al trabajo serio, que estuviera lejos de la fácil publicidad. También ejerció docencia no en el aula, sino de manera informal, individual, coloquial, que es muy fructífera. Dejó profunda huella en todos los que tuvieron el privilegio de acceder a sus enseñanzas.

Su contribución al desarrollo científico cuzqueño, merece valoración especial. Señalemos parte de ella. Fue fundador de la Sección de Arqueología en la Universidad Nacional de San Antonio Abad en 1946, siendo muy joven, casi estudiante universitario. Las clases se iniciaron el 14 de julio de 1946. San Antonio Abad fue la primera universidad nacional que incluyó el estudio de esta ciencia e inició su enseñanza universitaria. Entre los primeros alumnos estuvieron Luisa Béjar Núñez del Prado, Oscar Núñez del Prado, Gabriel Escobar, Carlos Kalafatovich, Guillermo Fuentes Díaz. Funcionó hasta 1948, cuando el dictador Odría nombró una Comisión Reorganizadora de la Universidad, que intentó clausurarla, trasladándola a la Facultad de Letras, donde funcionó como Sección de Historia y Antropología.

El Dr. Rowe también tuvo a su cargo la Dirección del Museo e Instituto Arqueológico -ahora Museo Inka-. Inició la catalogación científica, organizó la administración, dando énfasis a la biblioteca, a la que dotó de valiosa colección de libros. Hasta ahora se utiliza el libro de registro hecho de su puño y letra.

Con el Dr. Rowe comienza la arqueología científica en el Cuzco. Abrió el inmenso capítulo de lo pre-inca, puesto que hasta entonces todo vestigio arqueológico era considerado inca. Este capítulo comenzó con el descubrimiento del asentamiento de Chanapata, que dio origen al estilo cultural del mismo nombre. Mediante excavaciones precisó la existencia de lo inmediato a lo inca imperial, que bautizó como Killki. Con estas y otras evidencias, diseñó la primera secuencia del desarrollo cultural del valle del Cuzco, como expuso en su conocido libro An Introduction to the Archeology of Cuzco, publicado en 1944, que además incluye el plano del Qorikancha, que posee vigencia a pesar del tiempo transcurrido desde entonces. Este libro, no traducido aún al castellano, es fundamental para quienes trabajan en la arqueología del Cuzco. Vale aquí hacer presente una posición del Dr. John Howland Rowe. No es partidario de publicar libros, considera que la mejor contribución se halla en los artículos científicos, que dan a conocer los últimos avances de la investigación científica. El aporte que se realiza de esta manera responde mejor a la velocidad con que avanza el conocimiento científico.

Su contribución al conocimiento del Tawantinsuyu, ha merecido el reconocimiento del gobierno peruano, que le ha conferido la Orden del Sol, la más alta condecoración con que se honra a quienes contribuyen de manera significativa con el país. Por la misma razón la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cuzco le confirió el grado de Doctor Honoris Causa y le nombró Profesor Honorario. Siguiendo el antiguo dicho, nuestro centro de estudios se honró honrando.

El tiempo que pasaba en el Cuzco, estaba totalmente dedicado a la investigación, sea realizando exploración de sitios arqueológicos, cuando no excavaciones, revisando colecciones, buscando documentos en el Archivo Histórico. “Los papeles”, como decimos a la documentación histórica, son de su permanente interés. Recordemos -por ejemplo- que cuando el Dr. Sergio Quevedo Aragón fue Presidente de la Comisión Reorganizadora de la Universidad, le comunicó al Dr. Rowe que en el rectorado había unos papeles antiguos. De inmediato el Dr. Rowe se interesó por ellos. Contaba el Dr. Quevedo que al ingresar al rectorado encontró al Dr. Rowe sentado en el piso, revisando los documentos. Muy contento le comunicó que era nada menos que el expediente del juicio que José Gabriel Thupa Amaro sostuvo con los Betancourt. Documento importante que está intercalado con pinturas de escudos de armas, todo el gran valor para conocer más del caudillo del movimiento nacionalista del siglo XVIII.

El tiempo que pasaba en el Cuzco, aunque corto para sus múltiples propósitos, no impedía que aceptara participar en la vida intelectual del Cuzco, ofreciendo conferencias, que siempre tuvieron nutrida y atenta audiencia. Junto con su esposa, la Dra. Patricia J. Lyon, fueron activos participantes en los Tinkuy, el Encuentro Anual que organiza el “Centro de Estudios Andinos Cuzco”, en el mes de agosto, desde hace veinticinco años. Varios trabajos que forman parte de la presente antología originalmente fueron ponencia que presentó en los Tinkuy.

La búsqueda de información en el Archivo Histórico, la combinaba con salidas de campo, para cotejar y verificar la información escrita con las evidencias arqueológicas. Para estas excursiones invitaba a estudiantes o jóvenes graduados, que aprendían en el campo la importancia de la información escrita, que permitía conocer mejor lo que se visitaba y el valor de recorrer los sitios arqueológicos de inmediaciones del Cuzco.

Los trabajos, especialmente los de los últimos años de su residencia en nuestra ciudad, estuvieron dirigidos a la investigación histórica de los incas. Me permitiría llamarlo al estudio etnohistórico de los incas, aunque creo que el Dr. Rowe no compartiría completamente este punto de vista. Sin embargo, es innegable que su formación antropológica era la que le permitía tener el conocimiento detallado que tiene de los incas, desde los de los siglos XV y XVI preinvasión, a los que vivieron ya bajo el doloroso gobierno colonial de los siglos XVII y XVIII.

Considero que esta preferencia temática es la que primó para que eligiera sus trabajos que tienen que ver con la perspectiva cultural e histórica de los incas, sin incluir ninguno de los que son estrictamente de tipo arqueológico. La distribución, agrupándolos en tres capítulos, con que se los presenta en esta compilación, sigue su preferencia, considerando grandes temas culturales, antes que siguiendo un orden de sentido cronológico. En la Primera Parte trata de la Historia y Organización Social, preinvasión. Resalto, en forma arbitraria, el de los grados de edad, porque su tratamiento muestra cómo se analiza un tema que es clásico en los estudios antropológicos. Aportes significativos son los incas no reales, que ayudarán a entender reclamos modernos de filiación incásica. La constitución Inca es de singular importancia para comprender la forma como estuvo organizada la ciudad del Cuzco. El “misterio” de Machupiqchu, que ha dado lugar a tanta lucubración, es mostrado con coherencia, tanto en la persona de su constructor como del sentido y función que tuvo.

La religión es el tema central de la Segunda Parte. Siendo importante en las antiguas civilizaciones clásicas, lo fue igualmente entre los incas, que fue sociedad de grandes manifestaciones religiosas. Es de mención especial el que trata el origen del culto al Dios Creador, tanto por esclarecer su existencia, como porque forma parte de un permanente debate. Se complementa con el análisis de las oraciones con que se dirigían al Creador.

En la Tercera Parte los trabajos van dirigidos a delinear lo que denomina el Movimiento Nacionalista Inca en la Colonia. Expone una propuesta original del Dr. Rowe. Resumiendo en pocas líneas, considera que lo Inca, como cultura, sentimiento e ideología, no desapareció con la invasión española y la posterior imposición del gobierno colonial. Los incas continuaron su tradición, desarrollando una cultura de resistencia, que puede ser verificada en el presente. La cultura Inca continuó asumiendo nuevas formas de organización social, con fuerte sentido del ser Inca, que devendría en verdadera ideología. Se manifiesta en varias formas, como la creación estética plasmada, por ejemplo, en los retratos de los nobles incas o arte visual en los qeros, los polícromos vasos rituales Inca de los siglos XVII y XVIII. El nacionalismo Inca inspiró los movimientos de la liberación del siglo XVIII, que llegaron al clímax con José Gabriel Thupa Amaro, quien dirigió la mayor rebelión de toda América contra el gobierno colonial.

En la publicación se conserva la bibliografía de cada trabajo, para evitar confusiones u omisiones que pudieran ocurrir al fundirlas en una bibliografía general. Por expresa disposición del autor, reiterada por su esposa la Dra. Patricia J. Lyon, los nombres propios de etnias, grupos, individuos, lugares y de otro tipo, conservan la escritura de los originales. Resalto la de palabras sujetas a controversia como Inca escrito con “c” en lugar de “k” y Cuzco con zeta. Subrayo que el Dr. John H. Rowe tiene suficiente solvencia académica y usa argumentos científicos que respaldan su decisión para la forma de escribir las palabras quechua y del español de los siglos que investiga.

Hago mención especial a la decisión del Dr. John Howland Rowe de permitir la publicación de esta antología como una pequeña parte de su gran producción bibliográfica. Espero que en un futuro cercano haya otras

con las investigaciones de la arqueología del Cuzco. El reconocimiento especial es también porque tuvo ofertas de universidades y editoriales de Lima, para publicar una selección de sus trabajos, las que siempre rechazó, porque su decisión fue que un libro de ese tipo debía ser publicado en el Cuzco. Ahora que se hace realidad su deseo, deseamos compartirlo por quienes tenemos el privilegio de conocerlo y esperábamos ver publicada parte de su extraordinaria labor. Es también un homenaje a los incas y a la ciudad que tanto quiere el Dr. Rowe, hecho realidad gracias al consentimiento y colaboración de la Dra. Patricia J. Lyon, compañera de actividad y afanes científicos, así como de su hija, la investigadora de tejidos andinos, Ann Pollard Rowe. Les agradecemos por su comprensión y colaboración, puesto que sin su apoyo no hubiera sido posible que este libro sea realidad. Nuestro agradecimiento al Dr. Jorge Villafuerte Recharte, Director del Instituto Nacional de Cultura Región Cuzco, por decidir la publicación, así como a Percy Ardiles, Director de Actividades Culturales del INC por el esfuerzo y dedicación puestos para que culmine el proyecto de Los Incas del Cuzco. Siglos XVI-XVII-XVIII.

Comentario de Jorge A. Flores Ochoa – En el prólogo del libro en comento. Cuzco, mayo del 2003. Centro de Estudios Andinos. Cuzco, Perú.

Acessar publicação original

[IF]

Los Cazadores Después del Hielo – MASSONE (C-RAC)

MASSONE, Mauricio. Los Cazadores Después del Hielo. Santiago: Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2004; pp. 173, Santiago. Resenha de: PÉREZ, Christian García.. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.37, n.2, p.272-274, dic. 2005.

Después del retiro de los hielos durante el Pleistoceno final y antes de que se formara completamente el estrecho de Magallanes por el alza de los niveles marinos, animales y seres humanos alcanzaron Tierra del Fuego y dejaron trazas materiales de su paso en la cueva de Tres Arroyos 1, ubicada en el norte de la actual Isla Grande. Hasta esta apartada región arribó, en 1981, el arqueólogo Mauricio Massone Mezzano, entonces parte del Instituto de la Patagonia, con la esperanza de elegir un área de la isla y un tema de investigación. Estas tareas lo llevaron a realizar prospecciones en la estancia Tres Arroyos, cerca de la localidad fronteriza de San Sebastián, lugar que le depararía años de fructíferas investigaciones, cuyos resultados más importantes se entregan en el libro que aquí reseñamos.

Organizada en diez capítulos, esta obra es el resultado de la tesis de Magíster en Arqueología (Universidad de Chile) del autor, quien a través de sus páginas nos presenta las evidencias e interpretaciones que señalan que los materiales arqueológicos de Tres Arroyos 1 son una manifestación cultural de la modalidad de cazadores tempranos, denominada Fell 1, originalmente descubierta en la zona volcánica oriental de Pali Aike por Junius Bird y más tarde en la provincia de Última Esperanza por Hugo Nami.

Tal como se explica en el capítulo I, las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 1983 y más tarde en 1986 en Tres Arroyos 1, proporcionaron al autor las primeras dataciones radiocarbónicas para un contexto arqueológico de cazadores tempranos en Tierra del Fuego, así como evidencias que podían relacionarlo con otros sitios arqueológicos de Patagonia meridional. De paso, los resultados obtenidos renovaron el interés por discutir el cambio cultural y la continuidad, en un ambiente donde la existencia de un antes y un después en la formación del estrecho y de la isla de Tierra del Fuego, ofrece un laboratorio para la puesta a prueba de diferentes hipótesis.

Producto de la importancia de los hallazgos y comprendiendo que había pesquisado los restos materiales de una antigua curva en el tiempo, el autor interrumpió los estudios de campo por diez años, a la espera de constituir un proyecto de investigación integral sobre el hombre temprano y el paleoambiente, reunir un equipo de investigadores y gestionar los recursos necesarios. Dicho proyecto, que fue llevado a cabo entre 1996 y 1999, generó resultados que permitieron no sólo entregar una interpretación del contexto de la ocupación inicial del sitio, sino también inscribirlo dentro del proceso de poblamiento temprano de América y puntualmente de Patagonia, tal como se expone a lo largo de toda esta obra.

Una muestra del papel que le caben a las ocupaciones tempranas de Tres Arroyos 1 en el proceso del poblamiento inicial del territorio patagónico, puede obtenerse de la lectura del capítulo 2, donde se ofrece al lector una actualizada síntesis de la historia de la investigación paleoambiental y arqueológica del Pleistoceno final en Magallanes y Tierra del Fuego, con especial referencia a la modalidad de cazadores tempranos Fell 1. De particular interés para el autor son los avances en la investigación arqueológica y paleoambiental de la zona durante la década de los ochenta y noventa del siglo recién pasado, debido a que permitieron el planteamiento de nuevos temas de investigación, como la exploración de la presencia de fauna pleistocénica extinguida y grupos paleoindios en Tierra del Fuego. Sin embargo, el escaso acercamiento existente entre los estudios paleoambientales y arqueológicos, hacía necesario establecer puentes que aproximaran ambos conocimientos con el objeto de emprender la exploración del poblamiento temprano de la región, labor que llevaría a cabo el autor con su proyecto de investigación entre los años 1996 y 1999 sobre “Hombre temprano y paleoambiente en Tierra del Fuego”.

Una revisión de las posiciones teóricas y de los conceptos utilizados en la arqueología americana en la investigación del poblamiento temprano del continente, se entrega en el capítulo III, con el objeto de situar la discusión acerca de este proceso en Tierra del Fuego. Teniendo presente que las ocupaciones humanas de las que trata esta obra se circunscriben al período anterior a la formación del estrecho de Magallanes, en algún momento de la transición Pleistoceno-Holoceno, la elección del autor de algunos tópicos teóricos resultan interesantes de considerar, debido a que plantean nuevas interrogantes para futuras investigaciones. Entre estos destacan la discusión en torno a si el poblamiento de Tierra del Fuego resultado del arrinconamiento de las poblaciones en el extremo del mundo o de la elección a través de decisiones adaptativas, o si las ocupaciones de Tres Arroyos 1 se inscriben en la dinámica de territorios de borde.

Considerando que el objetivo central de este libro es dar cuenta del contexto cultural y paleoambiental de las primeras ocupaciones del sitio Tres Arroyos 1, en el capítulo IV, el autor expone sus objetivos específicos de investigación, su estrategia de estudio y la conformación de un equipo multidisciplinario que estuvo a cargo del análisis e interpretación de los materiales culturales y de la evaluación de las condiciones paleoambientales, elementos que le permitieron a la postre plantear dicho contexto en este libro.

El capítulo V sobre los cazadores tempranos de Tres Arroyos 1, constituye la exposición sintética de los antecedentes ambientales y culturales relacionados a las ocupaciones tempranas del sitio, los que son más tarde expuestos con mayor detalle por el autor. Particularmente, los datos arqueológicos aquí presentados sobre fogones, artefactos líticos y óseos, restos faunísticos y de materiales colorantes, sus características y el conjunto de dataciones radiocarbónicas a los que están asociados, constituyen el núcleo de la argumentación en relación a su participación en la modalidad cultural de cazadores tempranos Fell 1.

El capítulo VI, titulado “En torno al fuego”, presenta un análisis espacial intrasitio basado en cinco estructuras de combustión registradas en Tres Arroyos 1, el que sin duda representa el aspecto más relevante y novedoso del libro. Relevante, por los alcances interpretativos que su ejercicio permitió al autor, así como por la información inédita que se entrega, y novedoso, debido a que los análisis de las plantas de excavación de los fogones tienen el mérito de ensayar una metodología imaginativa (definiendo áreas de influencia cercana, radios intermedios y zonas alejadas), para vislumbrar qué tipo de actividades se llevaron a cabo en torno al fuego y cómo se estructuran espacialmente los restos culturales en relación a cada uno de los fogones. Los análisis espaciales en los planos vertical y horizontal de los materiales culturales asociados a las estructuras de combustión, plantean, a su vez, elementos para discutir la conservación y alteración de los depósitos, las asociaciones de artefactos y basuras con los fogones, así como vislumbrar muy someramente la segregación de actividades temporalmente diferenciadas y múltiples ocupaciones, aun cuando el autor descarta la posibilidad de identificar eventos singulares en el tiempo. Finalmente, estos análisis son complementados con la integración y comparación con datos arqueológicos sobre los fogones de otros sitios tempranos participantes de la modalidad cultural Fell 1, como son Fell, Pali Aike, Cueva del Medio y Lago Sofía 1, ofreciendo la posibilidad de observar similitudes y diferencias en estos rasgos arqueológicos.

En el capítulo VII, se exponen los resultados de los análisis de los artefactos líticos y óseos, así como de restos de colorantes. De particular importancia resultan los análisis de la industria lítica, labor realizada por el arqueólogo Donald Jackson, debido no sólo a que proporcionan antecedentes sobre fragmentos de puntas del tipo cola de pescado (reconocidas como indicadores diagnósticos del Paleoindio sudamericano y de la modalidad cultural Fell 1), sino que muestran la presencia en las ocupaciones de aprendices de talla lítica y la utilidad del análisis de remontado de piezas líticas para la inferencia de las actividades en el espacio interior del alero.

Igualmente importante, la información respecto a los artefactos óseos, muestra una temprana producción de adornos, como cuentas de collar, lo que, sumado al registro de colorantes, ofrece una mirada a posibles prácticas de ornamentación, las cuales tendrían entonces una larga presencia en la zona.

El capítulo dedicado a los materiales arqueológicos no sólo informa y discute la organización espacial de los materiales al interior del sitio, sino también los pone en el contexto de los datos arqueológicos obtenidos en otros sitios relacionados a la modalidad Fell 1 de Magallanes y de la provincia de Santa Cruz en Argentina, ofreciendo de esta manera una visión general de las similitudes y diferencias en la cultura material de estas poblaciones.

Por otra parte, el capítulo VIII, donde se exponen los resultados de los análisis faunísticos, no sólo resulta interesante por la presencia de fauna extinguida, como el caballo (Hippidion saldiasi) o el milodón (Mylodon sp.), sino también por la presencia de otros animales menos conocidos pero igualmente extinguidos, como una especie de zorro (Dusicyon avus) y un camélido de mayor tamaño que el guanaco actual (Paleolama sp.). En este sentido, resulta muy valiosa la presentación de fechas taxón en varias de estas especies, debido a que permiten precisar no sólo su relación con el contexto cultural, sino también su posición cronoestratigráfica en Tierra del Fuego. Igualmente interesante resulta la discusión con respecto a la posibilidad de caza del milodón, que se opone a otras opiniones (como la de Saxon y Borrero) y plantea una alternativa de caza y consumo de este animal.

En el siguiente capítulo IX, una vez que se ha revisado los antecedentes arqueológicos de Tres Arroyos y las posibles relaciones con otros sitios de Patagonia meridional, se da cuenta de los elementos que componen la tradición cultural Fell 1 en Magallanes y Tierra del Fuego. Probablemente, este es otro de los grandes méritos de este libro, el definir geográfica, temporalmente y materialmente una tradición cultural temprana de cazadores recolectores en Patagonia y Tierra del Fuego.

La definición de esta unidad cultural, más allá de las diferencias de los contextos arqueológicos, permite generar expectativas sobre el registro arqueológico, así como plantear nuevas hipótesis sobre diferentes aspectos de esta tradición cultural que deberían incidir, desde mi opinión, en la incorporación y explicación de la variabilidad de estas poblaciones tempranas, tema que no es abordado en este libro.

Finalmente, en el capítulo X se exponen las proyecciones futuras de investigación, particularmente relacionadas con la investigación de temas sobre los cuales no se dispone de mucha información en la actualidad, tal como la complementación alimenticia por medio de la recolección de vegetales y moluscos, el papel de los roedores en la dieta, la necesidad de contar con sitios abiertos que muestren la variabilidad de las actividades de las poblaciones tempranas, la discusión de cuáles son los criterios para abordar el poblamiento de una zona de borde, la necesidad de contar con técnicas de excavación y registro de grano fino que puedan ser comparables, etc.

Tal vez el único tema futuro no sugerido por el autor sea el relacionado a la calibración de las dataciones radiocarbónicas con el objeto de normalizar el tema de la temporalidad en los estudios de la prehistoria patagónica. En síntesis, se trata de una obra que expone claramente los procesos naturales y culturales que han actuado en la formación del sitio de Tres Arroyos 1, entregándonos los elementos para juzgar como lectores los alcances de las interpretaciones del autor. En este sentido, constituye un aporte al conocimiento y discusión sobre las poblaciones de cazadores recolectores tempranos de Patagonia, así como del poblamiento americano. Sólo resta felicitar al autor por su trabajo y recomendar la lectura de esta obra a todos aquellos interesados en el proceso de poblamiento humano de este confín de la Tierra.

Christian García Pérez – Programa de Magíster en Antropología, Universidad de Tarapacá-Universidad Católica del Norte, Arica, Chile. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Monte Verde. Un Asentamiento Humano del Pleistoceno Tardío en el Sur de Chile – DILLEHAY (C-RAC)

DILLEHAY, Tom. Monte Verde. Un Asentamiento Humano del Pleistoceno Tardío en el Sur de Chile. Santiago: Colección Serie Universitaria, LOM Ediciones, Universidad Austral de Chile, 2004. 173p. Resenha de: POLITIS, Gustavo G. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.37, n.2, p.275-276 dic. 2005.

Este libro es una síntesis de las investigaciones llevadas a cabo por Tom Dillehay y un numeroso grupo interdisciplinario de científicos en el sitio Monte Verde, en el sur de Chile. Es la versión reducida de los dos volúmenes publicados en inglés por la Smithsonian Institution Press en 1989 y 1997. Ambos volúmenes causaron un alto impacto en el debate sobre el poblamiento americano y sentaron las bases para una renovada discusión que giró sobre dos ejes: una antigüedad mayor a 12.000 años a.p. y una forma de vida distinta de la inferida para los cazadores Clovis. Si bien para el primer tema ya habían suficientes datos de otros sitios como para proponer una antigüedad pre-Clovis en América del Sur (como lo refleja una discusión ya clásica, ver por ejemplo Bryan 1973, 1975; Bryan et al. 1978; Cardich et al. 1973; Haynes 1974; Lynch 1974; Ochsenius y Gruhn 1979); el segundo aspecto tuvo un aporte significativo con los datos obtenidos en Monte Verde. En este sitio se evidencia que hace unos 13.000 años a.p. algunos de los grupos humanos que habitaban América del Sur tenían una economía generalizada basada tanto en la recolección de plantas como en la caza de grandes animales. Y que además ocupaban sus campamentos durante períodos mucho más largos que los inferidos para otros sitios contemporáneos.

Los dos volúmenes en inglés estuvieron acompañados de un duro debate en diferentes ámbitos (congresos, revistas científicas de primer nivel, ver por ejemplo entre muchos otros, Adovasio y Pedler 1997; Anderson 1999; Fiedel 1999; Meltzer 1999; West 1993) y hasta se organizó una visita de expertos al sitio que pretendió resolver la polémica in situ y llegar a una especie de acuerdo final (ver Gore 1997; Meltzer et al. 1997). Como ya he expuesto en otro artículo (Politis 1999) la sola opinión de un puñado de expertos no parece ser la manera más adecuada de validar hallazgos ni de confirmar hipótesis. El consenso sobre la aceptación de las hipótesis y modelos propuestos por Dillehay y colaboradores debe llegar de la lectura detallada, objetiva y desapasionada de las evidencias, las que, afortunadamente están pormenorizadas en los dos volúmenes en inglés y resumidas en el texto en castellano.

Sin embargo, una de las principales discusiones se produjo cuando Fiedel (1999), luego de una lectura crítica del segundo libro (el de 1997), notó una serie de inconsistencias que lo llevaron a plantear serias dudas sobre el sitio y a reactivar nuevamente el debate. Debido a esto, Dillehay, Collins y el resto de los investigadores del proyecto se dieron cuenta que las correcciones que los diferentes autores de los capítulos habían realizado a las pruebas de imprenta, en el examen final del libro, nunca habían sido incorporadas a la versión impresa. Afortunadamente, Smithsonian Institution Press publicó un tercer texto de “Erratas” en donde se subsanaron más de 950 errores grandes y se clarificaron las principales dudas de Fiedel.

En el libro en español, objeto de este comentario, se explica todo este proceso y, aunque el detalle de la información presentada es mucho menor, se aclaran los principales errores que tenía el segundo volumen. Ese es uno de los aportes originales de la obra ya que presenta un producto compacto, resumido y corregido de los dos libros originales en inglés. La otra contribución de esta síntesis en castellano es que pone a disposición de un público más amplio la información relevante del sitio y las hipótesis centrales generadas por el equipo multidisciplinario de investigación. Esto entonces tiene un doble valor: llegar más allá de los especialistas (lo que es cada vez más necesario en la arqueología contemporánea) y a la vez poner en español, a disposición de estudiantes e investigadores, los resultados obtenidos en uno de los sitios más importantes para discutir el poblamiento americano.

Este libro resume los aspectos más relevantes de Monte Verde: los patrones arquitectónicos, los rasgos culturales, los análisis líticos y faunísticos, el paleoambiente y la cronología. De esta manera, se puede acceder a descripciones relativamente completas y amenas sin tener que internarse en los capítulos originales de los volúmenes en inglés que, a veces, son demasiado detallados y asequibles sólo para superespecialistas.

Otro punto importante del libro es que está muy bien ilustrado. Las fotos son abundantes, a color y se notan muy bien los detalles. Esto es particularmente significativo en un sitio como Monte Verde, con un registro atípico, porque permite evaluar las características de los rasgos arquitectónicos, del material lítico y de los instrumentos de madera. Así, las ilustraciones son de gran ayuda para que el lector pueda evaluar por sí mismo las interpretaciones de Dillehay y colaboradores. Hay también mapas, perfiles y croquis que completan la información presentada. Por último, debe remarcarse que la traducción y edición en español de esta síntesis estuvo a cargo de la arqueóloga uruguaya Cecilia Mañosa, quien figura como colaboradora. El trabajo de Mañosa es muy bueno y el texto no tiene errores. La lectura es ágil y se han traducido adecuadamente los términos técnicos que frecuentemente se prestan a confusión.

Para terminar con esta reseña deseo expresar que quienes quieran conocer en detalles aspectos específicos de la investigación de Monte Verde deben ir a los dos volúmenes en inglés. Este libro en español no los reemplaza. Sin embargo, es una muy buena síntesis de uno de los sitios más importantes para entender el poblamiento americano. Y el hecho de que esté en español y en un lenguaje ameno y accesible permite su discusión en clases y lo proyecta hacia un público más amplio. De alguna manera, contribuye a disminuir esa brecha que existe entre América del Norte y América del Sur en la generación, difusión y validación de la información arqueológica.

Referencias

Adovasio, J. y D. R. Pedler 1997 Monte Verde and the antiquity of humankind in the Americas. Antiquity 71:573-80.

Anderson, D. 1999 Monte Verde and the way american archaeology does business. Discovering Archaeology 1 (6). Special report 19-20.

Bryan, A. 1973 Paleoenvironmental and cultural diversity in Late Pleistocene South America. Quaternary Research 3:237-256.

Bryan, A. 1975 Paleoenvironmental and cultural diversity in Late Pleistocene South America. A rejoinder to Vance Haynes and a reply to Thomas Lynch. Quaternary Research 5:151-159.

Bryan, A., R. Casamiquela, J. M. Cruxent, R. Gruhn y C. Ochsenius 1978 An El Jobo mastodon kill at Taima-taima, Venezuela. Science 200:1275-77.

Cardich, A., L. A. Cardich y A. Hajduk 1973 Secuencia arqueológica y cronología rediocarbónica de la Cueva 3 de Los Toldos (Santa Cruz, Argentina). Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 7 (n.s.):85-123.

Dillehay, T. 1989 Monte Verde. Late Pleistocene Settlement in Chile. Volume 1. Paleonvironment and Site Context. Smithsonian Institution Press, Washington and London.

Dillehay, T. 1997 Monte Verde. A Late Pleistocene Settlement in Chile. Volume 2. The Archaeological Context and Interpretation. Smithsonian Institution Press, Washington and London.

Fiedel, S. 1999 Artifact provenience at Monte Verde: Confusion and contradictions. Discovering Archaeology 1(6). Special Report: Monte Verde Revisited: 1-12.

Gore, R. 1997 The most ancient americans. National Geographic 192:92-99.

Haynes, C. V. 1974 Paleoenvironment and cultural diversity in the Late Pleistocene South America: A reply to A. L. Bryan. Quaternary Research 4:378-382.

Lynch, T. 1974 Early man in South America. Quaternary Research 4:356-377.

Lynch, T. 1990 Glacial-age man in South America: A critical review. American Antiquity 55:12-36.

Meltzer, D. 1999 On Monte Verde. Discovering Archaeology 1(6). Special Report: Monte Verde Revisited: 16-17.

Meltzer, D., D. Grayson, G. Ardila, A. Barker, D. Dinkauze, C. V. Haynes, F. Mena, L. Núñez y D. Stanford 1997 On the Pleistocene antiquity of Monte Verde, Southern Chile. American Antiquity 62:659-63.

Ochsenius, C. y R. Gruhn, editores 1979 Taima-taima. A Late Pleistocene Paleo-Indian kill site in Northwestern South America -Final Reports of the 1976 Excavations-. South American Quaternary Docummentation Program. República Federal Alemana.

West, F. 1993 Review of palaeoenvironment and site content at Monte Verde. American Antiquity 58:166-167.

ANDROS IMPRESORES www.androsimpresores.cl

Gustavo G. Politis – CONICET- Universidad Nacional del Centro de la Pcia. de Buenos Aires y Universidad Nacional de La Plata, Argentina. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF].

 

A Sombra dos Homens: A Saga de Tajarê: Livro I | Roberto de Sousa Causo

Persiste no Brasil, pelo menos desde o final do século XIX, o mito arqueológico correspondente a uma possível colônia Viking no país. Tal mito nasce por volta de 1839, quando os membros do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro recebem uma carta que faz menção à existência de inscrições feitas em uma montanha próxima por povos possivelmente anteriores a Cabral [1].

Desde então, as especulações e fantasias sobre navegadores perdidos nunca cessaram de ocorrer até nossos dias no imaginário popular e nas obras de alguns intelectuais. Ainda que nenhum historiador ou arqueólogo leve tais teorias a sério, elas continuam a ser exploradas pelos escritores “esotéricos” e também por escritores de fantasia.

É justamente o que faz Roberto de Sousa Causo no livro: A Sombra dos Homens – A Saga de Tajarê: Livro I. Não é intenção do autor tentar provar a veracidade destas teorias, mas sim usá-las para contar uma boa história de fantasia. Sua narrativa é fluente, direcionada ao publico jovem, que tem na obra uma boa oportunidade de conhecer um pouco das lendas e mitos vikings e brasileiros.

É justamente esta mistura de criaturas mitológicas de continentes e matrizes culturais tão diferentes que torna este pequeno livro uma pérola para iniciar os jovens no conhecimento da mitologia, tanto a de matriz viking européia quanto a de matriz ameríndia brasileira.

A narrativa tem semelhanças estéticas com aquelas desenvolvidas pela fantasia heróica internacional – J. R. R. Tolkien, Robert Howard e Marion Zimmer Bradley. Nos vemos, assim, imersos nesta paisagem de magos, espadachins, monstros, reis e feiticeiros. Um universo onde o herói, Tajarê, à semelhança de Conan o bárbaro, personifica certos traços humanos, no caso, bravura aliada à força física.

Roberto Causo, com bastante competência, faz interagir em sua narrativa diferentes criaturas mitológicas: Caaporas (os homens dos pés virados), Anhangá (deus indígena), Loki (deus nórdico), Guaranguás (peixes-boi), botos e etc. Também faz interagir concepções místicas / religiosas de ambas as culturas através dos personagens Sjala (uma feiticeira nórdica) e Sotowái (pajé indígena).

Na parte final do livro descreve uma batalha entre duas criaturas mitológicas: o Kraken [2] e o Mboitatá (criatura mitológica brasileiro-ameríndia). Outro destaque são as guerreiras amazonas avistadas por Carvajal em 1541, as Icamiabas, que segundo tradição folclórica, seriam guerreiras de uma sociedade matriarcal. Estas têm um papel importante no desenrolar da narrativa.

O autor, entretanto, comete alguns erros ao apresentar os Vikings, baseando algumas de suas descrições em lugares comuns difundidos pela mídia e não em pesquisa histórica mais detalhada, como ao apresentar, tanto em suas descrições quanto nas ilustrações que compõe o livro, os guerreiros Vikings com elmos adornados com chifres.

Segundo o professor Johnni Langer:

“A maior diferença entre o estereótipo moderno e o verdadeiro guerreiro, reside no uso de capacetes. Um dos únicos exemplares recuperados, em um túmulo norueguês, é abobadado com um penacho central e uma viseira para proteger o nariz e as faces. Em desenhos gravados em megalíticos, pedras decoradas e estatuetas, todas apontam para uma mesma conclusão: o capacete era de formato cônico, liso e sem qualquer protuberância, especialmente cornos” (LANGER, 2005).

Na verdade foram os povos escandinavos que evoluíram durante a Idade do Bronze (2000 a 500 a.C.), que “muitas vezes usavam os capacetes com cornos, que se tornaram símbolos das caricaturas dos vikings. Quando a era viking chegou, entretanto, essas coberturas já estavam em desuso havia muito tempo” (HALE, 2005: 75).

Estes pequenos erros históricos acontecem durante a sua narrativa, mas na mão de um professor competente podem se tornar aliados importantes no ensino-aprendizagem, pois possibilitam ao professor confrontar tais descrições com descobertas arqueológicas, construindo assim um conhecimento crítico e não apenas “empanturrando” o aluno de datas e dados poucos significativos para eles, ainda que possam ser inestimáveis e interessantes para o professor.

Outro elemento importante a destacar nesta obra é a forma como diferentes culturas apresentam-se umas às outras, ou seja, aquele estranhamento do primeiro contato entre povos distintos. Em tempos de guerras étnicas e religiosas, a forma com que Roberto Causo aborda este primeiro contato é bastante significativa, ao evidenciar em sua narrativa que sempre olhamos o outro a partir de nossa própria matriz cultural. Vejamos um exemplo:

“Tajarê viu que das tantas-águas surgiam grandes monstros maiores que um jacaré-açu ou uma jibóia-gigante e que só podiam ser cobras-mboi que eram contadas nas lendas. Tajarê sentiu medo, porque tinha pensado que não mais habitava as feituras mágicas,.

As cobras-mboi foram chegando mais perto e rastejaram com muitas pernas pra areia e então Tajarê entendeu que estes não podiam ser bichos-vivos. Quando homens esquisitos saíram das cobras-mboi, Tajarê de igual entendeu que esses eram na verdade canoas muito grandes cheias de remos e com uma cara feia como devia ser a de uma cobra-mboi entalhada no alto de um pau bem na frente” (CAUSO, 2004: 22).

Este relato da chegada de um drakkar [3] , barco nórdico com proa em forma de dragão as praias brasileiras na visão de um indígena, é bastante significativo ao evidenciar tanto a forma como diferentes culturas podem se “olhar” e “ver” o outro a partir de suas próprias matrizes culturais. Contudo, também evidencia o cuidado do autor com a linguagem, sempre tentando não usar termos e referências lingüísticas modernas para descrever ambientes, pessoas e criaturas mitológicas.

Já foi demonstrado por diversas pesquisas históricas que mitos arqueológicos de uma possível colonização Viking ou Fenícia no Brasil não passaram de projeções culturais dos intelectuais da jovem nação brasileira, esperando com isso construir um passado glorioso e europeu que justificaria a possibilidade de se formar uma civilização de matriz européia nos trópicos.

Ainda que estes mitos não tenham se confirmado podem ser bem trabalhados pela literatura de fantasia, possibilitando tanto a constituição de uma literatura brasileira de gênero, quanto um ponto de partida para o ensino de história, principalmente para aqueles professores que têm a difícil tarefa de despertar o interesse dos alunos do ensino fundamental e médio para questões históricas. Afinal, nada como uma boa “estória” para despertar a vontade de conhecer a história.

Notas

1. Para maiores detalhes aconselhamos a leitura do artigo: Vikings no Brasil? do professor Johnni Langer, disponível em: http://www.nossahistória.net/default.aspx?pagid=EPKCNQRK. Acesso em: 16/10/2005.

2. No livro, o escritor apresenta o Kraken como uma criatura mitológica supostamente Viking, suposição esta que se mostra errônea. Na verdade, este mito surge após a Idade Média durante as grandes navegações da Idade Moderna, provavelmente nos séculos XVI e XVII. Ver: The Kraken http://www.unmuseum.org/kraken.htm.

“Ele é produto direto da mentalidade cristã medieval, não tendo subsídios na mitologia viking. Teria sido influenciado pelo Leviatã hebraico e por narrativas reais de polvos e lulas gigantes. Segundo a lenda teria sido a causa de vários naufrágios, onde seus tentáculos levavam os navios para o fundo do mar, especialmente no norte europeu.” Cf: RONECKER, Jean-Paul. O simbolismo animal. Paulus: SP, 1997, 205-207.

O relato do kraken tornou-se mais popular a partir do século XVIII, com a intensificação da navegação, especialmente na Noruega. Um relato muito famoso é o do bispo de Pontoppidan, de Bergen, 1755. No século XIX, poetas românticos ajudaram a popularizar o kraken, como Lorde Tennyson. Cf. O grande livro do maravilhoso e do fantástico. Seleções do Reader’s Digest, Lisboa: 1977, p. 421.” Informações gentilmente cedidas por Luciana de Campos, na lista de discussão [email protected].

3. Segundo o professor Johnni Langer, “Drakkar, é uma denominação latinizada de origem francesa, empregada para os navios Vikings. O termo escandinavo original para navio de guerra era Langskip”.

(LANGER, 2003: 60. Nota 16). No caso especifico de um navio Viking que pudesse navegar até o continente americano, como é narrado no livro, o modelo a ser usado seria o Knorrer, já que: “Barcos à vela foram construídos para comércio, exploração e colonização: por exemplo, os pesados navios de calado profundo, os Knorrer, transportavam os vikings, através do Atlântico, até o continente americano”. (HALE, 2005: 77).

Referências

HALE, John. Os Navios Vikings. Scientific American História – Ciência na Idade Média. São Paulo: Segmento-Duetto, 2005 (01): 72-77.

LANGER, Johnni. O Mito do Dragão na Escandinávia (Primeira parte: Período Préviking). Revista Brathair 3 (1), 2003: 42-64. Disponível em: http://www.brathair.com

____________. Os Vikings na História e na Arte Ocidental. 2005. http://www.nethistoria.com/index.php?pagina=ver_texto&titulo_id=137&secao_id=460&imageField 222.x=19&imageField222.y=8.

Edgar Indalecio Smaniotto – Filósofo. Professor do ensino fundamental, Mestrando em Ciências Sociais, UNESP/Marília. E-mail: [email protected]


CAUSO, Roberto de Sousa. A Sombra dos Homens: A Saga de Tajarê: Livro I. São Paulo: Devir, 2004. Resenha de: SMANIOTTO, Edgar Indalecio. Mitologias vikings e ameríndias encontram-se numa emocionante história de fantasia heroica. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.5, n.2, p. 117-120, 2005. Acessar publicação original [DR]

Nachklassische Romane und höfische “Novellen” | Helmut Birkhan

Como produto de suas aulas ministradas durante o semestre de inverno de 2003- 2004, Helmut Birkhan apresenta ao público leitor o quinto volume da série História da antiga literatura alemã à luz de textos escolhidos, um manual dividido em oito volumes que contém, de maneira sucinta, porém bem embasada lingüística, literária e historicamente as principais obras escritas e ou compiladas no espaço germanófono continental durante a Idade Média. Neste número, o autor preocupa-se em discutir sobre textos menos conhecidos dos germanistas, tanto de língua alemã quanto estrangeiros.

À guisa de introdução ao volume, Birkhan circunscreve a época de sua análise, isto é, mais ou menos entre 1200 e 1300. O erudito austríaco abarca neste volume as obras, cuja temática se prende à Antigüidade ou a Bizâncio. É interessante notarmos que normalmente nos curricula universitários dos cursos de língua e literaturas de língua alemã muito pouco espaço é dado à produção literária em alemão anterior ao século XVIII [1], menos ainda ao período de tempo abarcado pela pesquisa do autor de Romances pós-clássicos e “novelas” corteses.

A partir de uma discussão sobre o desenvolvimento dos conceitos metodológicos referentes às obras, primeiramente classificadas como “epigonais” e hoje em dia como pós-clássicas, Birkhan (2004, 10) discute e afirma a existência de “novos juízos valorativos em favor daquelas obras anteriormente difamadas”. Do mesmo modo são apresentados romances menos conhecidos com temática arturiana, mitológica [2], poemas com forma similar à das canções de gesta, alguns excertos de romances de amor e romances de aventura, trechos de quatro “novelas” em versos e, por fim, trechos de um drama medieval em médio-alto-alemão.

Como este volume, de número 5, integra a série História da antiga literatura alemã à luz de textos escolhidos e devido à temática ser circunscrita ao período cronológico visto no volume precedente, o autor prescinde de informações de cunho histórico-social, optando, pois, por uma análise das obras à luz das informações retiradas dos próprios textos, o que configura uma escolha metodológica, em nosso ver, pertinente, na medida em que sua análise literária traz consigo os elementos culturais da época em questão.

Aspecto importante para facilitar a apreensão dos dados acadêmicos sobre as obras e momento histórico estudados é a preocupação do autor em apensar ao fim do volume uma série de reproduções de iluminuras, fotos, capas de fac-símiles e páginas de manuscritos, quadros genealógicos, esboços arquitetônicos e até mesmo uma discutível partitura do Titurel de Wolfram. No trabalho com a Idade Média, para nós brasileiros distante e praticamente alheia ao nosso passado, é fundamental a disponibilização da maior quantidade possível de dados, a fim de tornar menos incompleto o painel do objeto que estudamos.

O cuidado de Helmut Birkhan não apenas com a apresentação do conteúdo, porém com sua efetiva e merecida valoração está expressa no comentário da última capa do volume, que traduzimos:

“O livro é dirigido àqueles que querem uma introdução na criação romanesca medieval (em especial no romance arturiano). Serão analisadas aquelas obras, que freqüentemente são desqualificadas como romances de aventuras, as quais, porém, são extremamente interessantes sob uma perspectiva psicológica, da ciência da cultura e sob várias outras.”

No tocante às obras em mittelhochdetusch com reminiscências da Antigüidade Clássica são arrolados autores como Herbort von Fritzlar, Albrecht von Halberstadt, Konrad von Würzburg, dentre outros. Um texto que nos chama a atenção pelo seu quase total desconhecimento pelos medievistas brasileiros é Eraclius, de Otte, de quem não há praticamente informação alguma. A obra, de datação provável entre 1190 e 1230, apresenta temática bizantina. Birkhan inicia sua análise com um resumo do texto, entremeado com comentários da mais variada ordem acerca da originalidade do fazer poético de Otte, composição da obra, intertextualidade e informações de cunho histórico contidos no conto.

Com relação aos temas arturianos encontram-se listados e discutidos pelo pesquisador de Viena os seguintes títulos: [3]

1 O Lanzelet de Ulrich von Zatzikhoven

2 O romance de Segremors em médio-alto-alemão

3 Os “fragmentos de Titurel” de Wolram von Eschenbach

4 Titurel mais recente de Albrecht – Merlin de Albrecht von Scharfenberg [4]

5 O Lancelote em prosa

6 Diu Crône [5] de Heinrich von dem Türlin

7 O casaco

8 O Wigalois de Wirnt von Grâvenberc [6]

A matéria mitológica, presente por exemplo em Gauriel e Muntabel, de Konrad von Stoffeln, traz o universo das fadas e elfos [7] ao leitor moderno, no que personagens humanos se envolvem sentimentalmente com seres pertencentes ao mundo místico. Nesse momento podem ser inferidos comentários intertextuais com relação ao Tannhäuser, romance em alemão do século XIII sobre um cavaleiro, que decide se dedicar exclusivamente ao amor venal, optando por viver com Vênus, depois de desventuras no mundo social perfeito da cavalaria cristã.

As canções de gesta, embora de tradição mais antiga no continente europeu e de influência predominantemente francesa, foram bem representadas entre os séculos XII a XIV no espaço germanófono. Uma outra vertente da produção de gesta liga-se às sagas com a personagem Guilherme – em francês Guillaume d´Orange – 8, cujos primeiros textos remontam à primeira metade do século XII! Em alemão, a obra Willehalm de Wolfram von Eschenbach tematiza essa personagem e dentre todas as outras é a mais conhecida.

Os romances de amor e de aventura, bem como as novelas corteses em verso e como também o drama medieval são analisados através de exemplos textuais, nos quais Birkhan atenta pra detalhes lingüísticos, exegéticos e filológicos das obras.

Na História da antiga literatura em alemão à luz de textos escolhidos – parte V: romances pós-clássicos e “novelas” corteses há a versão completa de todos os fragmentos textuais para o Neuhochdeutsch, moderno-alto-alemão, o que acreditamos ser de capital importância não apenas para o leitor germanofalante, porém principalmente para os discentes de língua portuguesa, interessados em acompanhar a evolução histórica do idioma alemão, investigar suas características e ter, com isso, facilitado seu acesso às fontes primárias.

Por fim, se lembrarmos que as aulas de Saussure serviram de base à Lingüística Moderna e guardando as devidas proporções, somos de opinião de que a obra de Helmut Birkhan ora resenhada se inscreve dentro daquelas que podem se constituir entre nós como marco para o início de uma tradição de pesquisa com textos quase que totalmente desconhecidos, conferindo à Medievística Germanística e à Filologia Germânica o velho motto latino Labor omnia vincit. O trabalho tudo vence!

Notas

1. Para um maior detalhamento sobre o assunto cf. BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro Alfredo. Deutschsprachige Literatur des Mittelalters – Beispiel einer methodischen Perspektive zur Behandlung von älteren Texten im Literaturunterricht. In: WIESINGER, Peter et alii. Akten des X. Internationalen Germanistenkongresses Wien 2000. Bern: Peter Lang, 2002. Jahrbuch für Internationale Germanistik, Reihe A, Volume 57, p. 203-209.

2. Trata-se neste caso de contos, cujos temas giram ao redor de problemas no casamento de seres humanos com seres femininos da “baixa mitologia”, como fadas e elfos. Cf. BIRKHAN, 2004, p. 159.

3. Não nos esqueçamos de que no volume

4. são trabalhados textos arturianos vistos pelo cânone como modelares, acompanhados por uma concisa, mas eficiente listagem com dados sobre o surgimento do mito e sua comprovação histórica. Cf. BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro Alfredo. Literatura romanesca da época dos Staufer. In: SILVA, José Pereira da. (Org). Revista Philologus. Rio de Janeiro: CiFEFiL, 2005. Ano 11, nº 32, p.156-159.

4. A obra de Scharfenberg é vista por Birkhan como continuação da estruturação estrófica temática de Titurel. Cf. BIRKHAN, 2004, p. 99-100.

5. Em português, “A coroa”.

6. Para a listagem completa remetemos o leitor interessado a Birkhan, 2003, p.5.

7. Convém lembrar que elfos pertencem à mitologia germânica, diferenciando-se de duendes, de fundo celta.

8. Orange, aqui, é uma cidade do provençano Departamento de Vaucluse, cuja etimologia provém do galoromano Arausio. Cf. BIRKHAN, 2004, p. 195.

Álvaro Alfredo Bragança Júnior – Departamento de Letras Anglo-Germânicas Faculdade de Letras Programa de Pós-Graduação em História Comparada UFRJ. E-mail: [email protected]


BIRKHAN, Helmut. Geschichte der altdeutschen Literatur im Licht ausgewählter Texte. Wien: Edition Praesens, 2004. 296 Seiten. Band 12, Teil V: Nachklassische Romane und höfische “Novellen”. Resenha de: BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro Alfredo. Romances Pós-Clássicos e “Novelas” Corteses. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.5, n.2, p. 114-116, 2005. Acessar publicação original [DR]

La Tirana del Tamarugal – ATENCIO (C-RAC)

ATENCIO, Lautaro Núñez. La Tirana del Tamarugal. Antofagasta: Universidad Católica del Norte, Ediciones Universitarias, 2004. 173p. Resenha de: HASCHE, Renato S.J.; CAMUS, Misael. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.37, n.1, p. 96-97, jun. 2005.

Comentario de Renato Hasche. SJ*

La Tirana es un evento que interesa al teólogo, al historiador y al antropólogo cultural. El tema de la inculturación religiosa, planteado por la antropología, ha ingresado en la reflexión teológica desde el Concilio Vaticano II, cuando destaca que “múltiples son los vínculos que existen entre el mensaje de salvación y la cultura humana. Dios, en efecto, al revelarse a su pueblo hasta la plena manifestación de Sí mismo en el Hijo encarnado, habló según los tipos de cultura propios de cada época” (GS,58).

Un centro de aglomeración y, a la vez, foco de irradiación cultural-religiosa ha sido la Tirana del Tamarugal. Este santuario mariano, en el centro de la Primera Región de Chile, es un fenómeno especialmente típico de inculturación. Lo mítico originario, el flujo étnico andino, la emergente nacionalización de sus rasgos, y todo esto impulsado hoy por una fe cristiana a prueba de distancias desérticas, de climas calcinantes o gélidos, se manifiesta cada año en una colorida mezcla de lenguajes.

Consciente de la riqueza y complejidad del tema, el investigador Lautaro Núñez le ha dedicado años de observación, reflexión y análisis desde la perspectiva de su especialidad. El departamento de Teología de la Universidad del Norte acoge los resultados de su indagación, considerándolos un valioso aporte para entender la fe cristiana en el ámbito del Norte Grande chileno.

Comentario de Misael Camus. **

La obra que comentaremos La Tirana del Tamarugal, del Dr. Lautaro Núñez A., Premio Nacional de Historia, año 2002, académico de la Universidad Católica del Norte, se constituirá entre los referentes historiográficos más importantes sobre la religiosidad mariana popular no sólo en cuanto a un estudio profundo sobre el desarrollo de esta devoción con asiento en el poblado de la Tirana, en la Región de Tarapacá, sino para toda la expresión religiosa tanto de Chile como de América Latina.

La obra contiene variados méritos que es necesario comentar, con el objeto que el lector descubra los diferentes hilos conductores de esta investigación.

A través de los distintos capítulos es posible seguir, desde tiempo muy remoto, la devoción del culto a la Virgen del Carmen, hasta lograr situar la instalación y desarrollo en el entorno geográfico de La Tirana. El autor, con abundantes datos, precisa la descripción de los bailes religiosos: mascaradas, morenos, chunchos, pastoriles y chinos. En este sentido, el lector podrá individualizar el origen de los mismos tanto desde sus fuentes hispánicas como de las etnias originarias o trasplantadas en América, es decir, el origen español, indio, criollo, mestizo y negro. Incluso hay precisiones extremadamente delicadas como son las referencias a los instrumentos musicales de los mismos. Desde esta perspectiva amplia, también es interesante subrayar que en la obra se esboza una historia económica de la zona, yendo desde la explotación del tamarugo, el carbón, el salitre y la aceituna.

Los aportes más significativos son, sin duda, aquellos que tienen relación con el origen de la devoción mariana en su advocación de la Virgen del Carmen. En este sentido es loable resaltar los aportes de la obra en los siguientes aspectos: El autor precisa, con abundantes fuentes documentales, el itinerario tanto de la devoción carmelitana como de los bailes religiosos en ese entorno. Entre estos últimos sobresalen los Bailes Chinos. Esta precisión histórica del desarrollo de La Tirana, como centro de culto mariano, se concentra desde 1830 hasta el presente. Esto significa que el autor observa la consolidación del centro cultural en este tiempo, es decir, logra precisar cómo a través de más de una centuria, siglo XVII, la devoción se incubó lentamente hasta lograr su solidez. Para ello, recurre a fuentes documentales que muestran la vinculación de la devoción a familias y, por otro lado, expone la articulación del relato primordial sobre su origen, con antecedentes hispánicos y originarios. En esta perspectiva son iluminadoras las hipótesis, pues se constituyen en un gran aporte en la actual comprensión del desarrollo de la devoción, haciéndola más nítida y transparente tanto en el conocimiento del fenómeno religioso como en la comprensión de la importancia de este centro mariano. En esta línea de tiempo, iniciada en 1830, el investigador establece varios períodos de desarrollo. El primero es aquel que cubre desde 1830 a 1860, coincidente con la explotación del tamarugo, iniciándose la consolidación de la devoción; luego, el tiempo que va desde 1868-1886, cuando sobresalen los hitos como el terremoto de 1868 y la construcción del nuevo templo para el “mundo” salitrero. Sin duda, la etapa 1910-1820 es un tiempo que profundiza la importancia del lugar por el crecimiento económico del sector, con la incorporación de cabreros, arrieros, hacheros, leñeros y agricultores. Finalmente, concentra todo el esfuerzo documental en precisar que desde 1930 a 1950 se aprecia la consolidación definitiva del centro cultural, con el aumento significativo de los bailes religiosos, tanto que define estos años como de la “explosión” de los bailes religiosos. Otros aspectos relevantes del trabajo de este historiador, antropólogo y arqueólogo, son las profundidades que logra en sus descripciones de la fiesta misma: nos revela la articulación compleja del culto a la Virgen del Carmen, describiendo la estructura religiosa que se crea en torno a la Virgen: camareras, centinelas y alféreces. Las descripciones de fuentes inéditas y orales, son preciosas. La dimensión religiosa propiamente tal el autor la desarrolla con delicadeza y respeto a la misma y, de tal forma, que a través de un adecuado conocimiento de las fiestas religiosas logra individualizar cómo el cuerpo doctrinal cristiano va penetrando en la comunidad. Así se tiene la constante referencia a la fiesta de Corpus, a los Patronos, Santos, Ángeles, y la espiritualidad básica del proceso evangelizador: pecados capitales, ofrendas por la vida y el trabajo.

Es de esperar que estos comentarios a la obra de nuestro querido Lautaro Núñez sirvan al lector para recorrer los capítulos de este estudio. Resta sólo felicitarlo por este aporte.

El lector, creyente especialmente, podrá encontrar más de alguna osada hipótesis antropológica; éstas son propias de los investigadores, pero en cuanto creyente debe aprender a valorizar el legítimo anhelo de todo investigador de acercarse lo mejor posible a la verdad científica y, por otro lado, extraer de estos estudios aquello que les permite profundizar su visión de fe, pues así su visión se hará más transparente, más rica y plena de espiritualidad. No cabe duda que en este estudio no sólo se encuentran hipótesis científicas. Ante todo Lautaro nos lanza en la profundidad de la reflexión sobre nuestra fe, especialmente cuando en más de alguna referencia documental oral Lautaro cita a su propia madre, una camarera de la Virgen, quien, por una parte, le transmitió las tradiciones de uno de los cultos marianos más importantes del Chile andino, y por otra, su devoción a la virgen.

Notas

Renato Hasche S.J. – Prólogo de la primera edición, 1992, cuando don Renato Hasche era Director del Departamento de Teología, Universidad Católica del Norte.

Misael Camus – Rector Universidad Católica del Norte, prólogo a la presente edición de 2004.

Acessar publicação original

[IF]

 

El Dios Cautivo. Las Ligas Patrióticas en la chilenización compulsiva de Tarapacá (1910-1922) – MIRANDA (C-RAC)

MIRANDA, Sergio González. El Dios Cautivo. Las Ligas Patrióticas en la chilenización compulsiva de Tarapacá (1910-1922). Santiago: LOM Ediciones, 2004. Resenha de: ATENCIO, Lautaro Núñez; PRIETO, Carlos Maldonado. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.37, n.1, p. 98-101, jun. 2005.

Comentario de Lautaro Núñez Atencio*

Recién hemos terminado de leer esta otra obra del historiador Dr. Sergio González Miranda, quien con su proverbial rigurosidad, despliega una notable factografía, para aquello que nos ha acostumbrado en todos sus escritos, esto es, su rigor en el buen manejo de las fuentes, que dan cuenta de hechos tan sólidamente documentados, que pareciera que en sí mismos estos archivos lo conducen, en este caso, a la revelación del episodio más aterrador que se recuerde de violencia estatal y civil, ejercida sobre la sociedad peruana de la postguerra salitrera. Algo se sabía de las persecuciones de las así llamadas “Ligas Patrióticas”, ocurridas a comienzos del siglo XX, entre archivos medio ocultos y voces acalladas, primero en la clandestinidad y luego en la pena de sentirse exiliados en lo que recién había sido su propia tierra.

Desde el título queda claro que se trata de sucesos dramáticos ocurridos en la comarca tarapaqueña, como si aquel Dios Cautivo anterior a los Incas, el travieso Tarapacá, hubiera marcado para siempre el destino de la región, trasladándose hacia la Colonia cuando el Señor Cristiano es abatido y cautivo por los Moros del autosacramental de La Tirana y se libera al fin de los diablos figurines para transformarse luego en la sociedad tarapaqueña. Esta vez cautivo en las provincias que pasaron a ser chilenas y que para desperuanizarlas cayeron en manos de los demonios xenófobos organizados en un movimiento pronacista orientado a martirizarlos y expulsarlos por vencidos, cholos y complotadores. Por lo mismo, es un segmento gris de una historia regional no incluida en las Historias Generales y que sería irrepetible y casi incomprensible en las “otras” regiones enmarcadas en el modelo del “Reyno” de Chile.

Ahora se puede entender de dónde viene ese afán integracionista y bolivariano del autor, quien, como sujeto y objeto de su propia historia, recoge a sus hermanos de los países vecinos, porque él sabe que esta comarca fue construida por indios, negros, españoles, criollos y mestizos desde la colonia, y que la modernidad salitrera atrajo a emigrantes andinos y europeos como trabajadores o capitalistas, es decir, todos en la construcción de una región llamada multiétnica y plurinacional. Comparable a una “California” en donde al menos sus trabajadores tenían trabajo estable, alimentación suficiente y educación para sus niños, además de otra oficina cercana para rearmar su “payasa” sin descontar ese juego moderno que los ingleses de la pampa llamaban football…

El autor nos llevará a la identificación de una comarca con un destino minero-colonial y decimonónico, sostenida por la pujanza de familias criollas y peruanas de esa naciente nación que con sus gentes tarapaqueñas iniciaron la asombrosa conquista de la pampa salitrera, espacio nunca ocupado, ni siquiera por los pueblos indígenas. Así, nos enseñaron a crear riqueza, fundar pueblos en el medio de la nada y de paso inaugurar los primeros puertos que establecerían las conexiones capitalistas con los mercados más importantes del primer mundo de esa época.

Claramente, la sociedad tarapaqueña no tenía pares en el Perú Rural, preñado de suspiros limeños y estilos de vidas coloniales. Los tarapaqueños no sólo pusieron sus viñas y fincas al servicio de una explotación minera a escala industrial, sino que asimilaron rápidamente las influencias ejercidas localmente por el arribo de agentes de cambios capitalistas y tecnológicos, que implantaron en este escenario las virtudes de la revolución industrial inglesa.

Así era la sociedad tarapaqueña derrotada de la guerra, emprendedora y responsable del tremendo sacudón ejercido sobre las tradiciones culturales y tecnológicas, derivadas del régimen colonial y su ascenso a la más moderna explotación salitrera, como los más genuinos pioneros, constituyendo una identidad absolutamente particular, distante y distinta del resto del Perú, siempre asociada a un sentimiento de lealtad territorial sea cual fuere el destino de las campañas militares. ¿Cómo “desperuanizar” entonces a un sentimiento tarapaqueño que ya cumplía cerca de 400 años de memorias compartidas, entre oasis y desiertos aislados, en el confín más inalcanzable tanto colonial como republicano? ¿Cómo destruir la imagen de pertenencia de la más autónoma y progresista comarca surperuana?

De esta lectura se desprende que si bien es cierto la guerra entre guerreros de verdad término por el año 1883 con la campaña de la sierra, esta otra guerra interior, civil y solapada, destinada a expulsar a una población no intrusa ni conquistadora, sino la verdadera dueña de casa, recién se iniciaba por el año 1910. Era la gran fiesta del centenario de Chile y la exaltación del recurrente hipernacionalismo cayó al desierto de tal manera, que hasta, incluso, en los santuarios católicos se elevó el Himno de Yungay… y fue entonces que se procedió a aplicar la más grande limpieza étnica que se recuerde en la historia patria, sustentada por el poder de los vencedores tras una política deliberada de violencia institucionalizada.

Sergio, el más dilecto iquiqueño e historiador de nacimiento, se filtró entre los archivos y testimonios vivientes, porque él sabe recorrer todas las metodologías de las ciencias sociales no como divertimentos teóricos, sino como instrumentos objetivos para revelar reconstrucciones reales con “carne y hueso” en el decir de Sonia Montecinos… y después de recorrer todos los escenarios de estos tristes sucesos casa (o) a casa (o), lugar por lugar, gente a gente, nos abre esta ventana indiscreta que nos deja ver por primera vez aquello que se rumoreaba en voz baja entre nuestras familias. No es fácil comprender lo patético de esta notable investigación. Si tan sólo nos imagináramos hoy una ocupación, primero militar y luego civil con expulsiones perentorias, de tal modo que al volver de nuestro trabajo se nos ordenara sacar una maleta y subirnos a un camión con destino al aeropuerto y en 24 horas decidir qué haremos con nuestras vidas en Chiloé… Fue así que 40.000 refugiados peruano-tarapaqueños desembarcaron en El Callao al son de bandas musicales para luego ser trasladados a locales abandonados sin más ayuda, apiñados entre el hambre y la pena en lo que después sería la Urbanización Tarapacá. Sergio debió emocionarse al leer los nombres de sus calles, todas con recuerdos de la tierra cautiva y que, poco a poco, los llevó a crear un país imaginado bajo el ideario de un retorno victorioso ofrecido por el populismo del Presidente Leguía, aunque esos sueños legítimos desde la peruanidad se fueron alejando cada vez más a través de hijos, que, nacidos en El Callao o en Tarapacá en el nuevo escenario de postguerra, perdían para siempre la nitidez del memorial bien encubierto y, por cierto, de las terribles “Ligas Patrióticas”.

En esta obra, las hazañas del matonaje de la más granada selección de peloduros y malandrines a sueldo, es testimoniado con una documentación casi íntima que nos cuenta de la expulsión de sacerdotes, de la destrucción y del manejo criminal del periodismo de la época, de saqueos de casas y bienes privados, expropiación de recursos naturales y las listas “negras” del terror institucionalizado, que sacudían el alma de tantos pampinos, portuarios y vallesteros1. El autor analiza esta cuestión en el marco del discurso civilizatorio de la corriente balmacedista acerca de un terrorismo marcado como “cholo”, hasta el triunfo de la sensatez y talento social del León de Tarapacá, quien de un rugido electoral borró en buena medida aquello que en este libro se lee sin rodeos como la “desperuanización de la provincia”, “xenofobia patriotera” y “chilenización de almas”. No en vano desde este tiempo la China del Carmen, sale junto al unico baile “chileno” que inicialmente venía desde el norte chico, encabezada por los Chinos promesantes. Esta vez con la conducción de los primeros capellanes chilenos. En verdad, no hubo organización ni institución alguna ni la propia educación, que no se pusiera al servicio de la limpieza étnica, oportunidad en que la mentira comunicacional llegó hasta anunciar una nueva guerra para justificar tanta injusticia, frente a un Estado nacional victorioso que no sabía qué hacer con esta regiones anexadas…

Las conclusiones, más que búsquedas de responsabilidades y desborde de amargura por los doblemente vencidos, son únicamente preguntas inteligentes que darán lugar a otras investigaciones que se derivarán de esta historia. Entre éstas jerarquizamos aquella que queda como corolario siempre latente: ¿Qué debió ocurrir entre los que se quedaron, con sus descendientes, para construir un nuevo y legítimo país nortino, inseparable de la nueva nacionalidad chilena y, a su vez, no perdieran los afectos con la otra ausente? ¿Cómo los refugiados lejos de Tarapacá pudieron armar con pedazos de recuerdos un imaginario regional, radicándose en un país que no era su pequeña patria tarapaqueña?

La reunión clandestina del Comité Pro Patria comenzó temprano cerca del muelle de Caleta Buena a fines de abril del año 1918, y con voz firme y marcada el señor Dubois señalaba los nombres de los trabajadores peruanos que debían abandonar el puerto. Higinio Núñez, del Valle de Quisma, hace ya cinco horas que está arrinconado con su familia en una casucha en la Puntilla de Iquique, agotado después de una larga caminata con unos caletinos a la espera de lo peor. A la tercera amanecida, las puertas aparecen marcadas con una cruz de alquitrán negro. Les espera un vapor con cientos de refugiados con destino a El Callao. Cada persona solamente con una sábana a modo de atado, llena de las más queridas pertenencias y nada más… Tres días después las bandas de música y gloria a los héroes tarapaqueños; cuatro horas más, todos apiñados en recintos abandonados por insalubres… Al próximo día, todos a cargar donde sea para vivir en un país que los llamaba “chilenos”… Su esposa Vernal, de San Lorenzo de Tarapacá, se enloqueció de pena y yace en el cementerio del Callao; su hijo Santiago se resbaló cargando verduras en la recova y vivió limitado para siempre; su otro hijo José, chileno de nacimiento y sabedor que legalmente puede hacer su servicio militar en Chile, se escapa a Iquique. Higinio y Santiago dejan su “Perú”, porque nunca lo entendieron y porque así lo exige el vals criollo “todos vuelven a la tierra en que nacieron…”. Ahora el hijo de José, y nieto de Higinio, puede escribir este prólogo, pero ya es demasiado tarde para creer que la historia los absolverá… Nos basta con que Sergio González haya revelado tanta violencia innecesaria y que ambos no demostremos ni un pedacito de resentimiento, pero que nunca jamás gente alguna justifique esa imagen de aquellas dos señoritas Loayza, aterrorizadas detrás de la mampara de la casa de Mr. Locket, a la espera de la peor turba antiperuana, esperando al “Corvo” y su defunción escrita entre risa y juerga, en el rey de los pasquines: “El Lucas Gómez”.

Gracias, Sergio, por enseñarnos que el dolor del terror fortalece a nuestros pueblos, cualquiera sea su nacionalidad, y que aún es posible proponer los más insospechados reencuentros de verdadera integración subregional, con ethos compartidos, y gracias también por estos escritos que engrandecen a nuestras historias regionales casi olvidadas. El himno peruano estaba vivo en una victrola piqueña y lo cantábamos casi en silencio en el día del país del nunca jamás… y los más jóvenes descubríamos que, de tanto olvidar, habíamos aprendido a amar intensamente a la nueva patria prometida.

Comentario de Carlos Maldonado Prieto*

En este macizo y corajudo estudio histórico, sólidamente basado en abundante documentación de primera fuente y testimonios de muchos testigos, recogida con esmero y dedicación en Iquique, Lima y un sinnúmero de pueblos de la Pampa, el conocido sociólogo e historiador tarapaqueño Sergio González, sin un ánimo de reabrir viejas heridas, se adentra en un episodio sórdido y subterráneo, desconocido para la mayoría de los chilenos. El autor analiza, con oficio y rigor académico, el surgimiento, apogeo y declinación de las Ligas Patrióticas que practicaron lo que hoy día podríamos denominar una “limpieza étnica” en las provincias nortinas, años después que Chile las anexara gracias al triunfo militar en la Guerra del Pacífico.

Esta violencia xenófoba fue uno de los muchos infaustos sucesos acaecidos durante la larga posguerra que se extendió entre 1883 (Tratado de Ancón) y 1929 (devolución de Tacna). Fue un período de álgida confrontación, caracterizado por aprestos bélicos de ambos bandos, rompimiento de relaciones diplomáticas y consulares, reclamaciones ante la Liga de las Naciones, etc.

En términos más amplios, se podría afirmar que dicha posguerra permanece vigente de cierta manera hasta nuestros días. Es probable que recién llegue a su fin cuando Bolivia abandone su actual enclaustramiento geográfico y entre Chile y Perú haya una reconciliación sincera basada en el reconocimiento crítico del pasado común.

En esa línea se inserta el libro de Sergio González, convirtiéndose en una contribución neta al proceso que él mismo denomina “reivindicación de la palabra tolerancia, concepto fundamental en sociedades multiculturales y abiertas como América Latina en general y Chile en particular” (pp. 152).

Solamente develando el pasado, mostrando las motivaciones, los aciertos y los errores de nuestros antepasados podremos contribuir a establecer la verdad histórica y desterrar los odios de antaño, esos que todavía no terminan y que de vez en cuando son explotados por sectores interesados. Qué duda cabe que todavía existen muchas heridas no cicatrizadas del todo, producto del rencor generado por la anexión territorial, la larga ocupación militar de Lima y otras capitales provinciales, en el caso peruano, y la pérdida de la cualidad marítima, en el boliviano.

Rescato especialmente la frase ­convertida prácticamente en lema­ de Sergio González que dice que “los chilenos no podemos ser negadores o soberbios frente a una historia que reclama emerger de la oscuridad, con el propósito de asumir lo que nos corresponde en la difícil reconciliación para la paz y la integración de nuestros pueblos” (p. 151).

Por otro lado, el autor afirma algo muy importante, que, a diferencia de las disputadas provincias de Tacna y Arica, hasta el centenario no hubo una chilenización compulsiva de Tarapacá por parte de las autoridades estatales y que, por el contrario, siempre existió tolerancia hacia la comunidad peruana, sus medios de prensa, organizaciones sociales, celebración de efemérides nacionales, etc. La región se caracterizaba por la diversidad étnica, pues vivían allí representantes de más de treinta y seis nacionalidades. “La chilenización hasta 1910 en Tarapacá fue la de un Estado de derecho que se legitima. Hasta 1910, en Tarapacá existían periódicos, imprentas, colegios, bombas de incendio, clubes deportivos y sociales, filarmónicas, mutuales, empresas, curas, logias masónicas, etc., peruanos, lo que cambia en 1911, señalando un punto de inflexión en la política nacional hacia esta provincia” (p. 30).

Sin embargo, a partir de 1911 surgieron las Ligas Patrióticas que contrataban matones a sueldo para agredir a la población peruana residente, obligándola con ello a emprender la huida a lugares más seguros. Eso ocurrió con miles de tarapaqueños que, forzados por la violencia xenófoba de las Ligas y alentados en parte por las promesas de apoyo material del gobierno del Presidente peruano Augusto B. Leguía, encontraron refugio en Lima y otras ciudades peruanas. Sin embargo, los refugiados “fueron condenados a la pobreza y por ello algunos regresaron a las salitreras desafiando todos los riesgos. Recién en los años cuarenta recibieron un terreno baldío [en El Callao], el ex fundo La Chalaca, que se llamaría más tarde Urbanización Tarapacá y que fue comprado con parte del pago realizado por Chile al Perú, después del Tratado de Lima de 1929. Las casas ofrecidas por el gobierno peruano jamás fueron construidas” (p. 21).

Sergio González confirma, además, que las Ligas surgieron en forma espontánea, pero señala que las autoridades chilenas fueron tolerantes con ellas e incluso las utilizaron políticamente en muchas ocasiones. Pese a ello, a partir de 1918 las Ligas escaparon del control estatal.

El autor también analiza la relación de las Ligas y el movimiento obrero pampino, subrayando el papel internacionalista de líderes como el socialista Luis Emilio Recabarren, cuyo periódico El Despertar de los Trabajadores, denostado como pro peruano, debió sufrir el asalto de las hordas pagadas por las Ligas.

En resumen, este novedoso estudio sobre las Ligas Patrióticas nortinas es una contribución a la historiografía regional del norte chileno y al entendimiento sobre los complejos procesos políticos, diplomáticos, económicos, sociales y culturales que conformaron la larga posguerra que debieron sufrir los antiguos rivales de la Guerra del Pacífico. Además, entrega luces sobre los orígenes de la xenofobia, el nacionalismo y el fascismo chilenos, fenómenos muy poco estudiados en el país. De cierto modo, esta obra también es un llamado de atención ante el aparecimiento de incipientes muestras de intolerancia hacia los inmigrantes peruanos que se avecindan en nuestro suelo.

Notas

1 Refiérase a la gente que vivía en el Valle de Quisma.

Carlos Maldonado Prieto – Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama.

Lautaro Núñez Atencio – Investigador independiente, Santiago. E-mail: [email protected].

Acessar publicação original

[IF]

Literatura e História Celto-Germânica / Brathair / 2005

A revista Brathair completa mais uma edição, desta vez com um dossiê sobre Literatura e História de origem Celta e Germânica. Desde o século XVIII, o Ocidente vem sendo fascinado por estas antigas literaturas que desde então têm merecido muitas publicações, estudos e as mais variadas interpretações artísticas e culturais. Seja na forma das poesias de cunho nacionalistas do Ciclo Ossiânico, criadas pelos escoceses, ou pelas óperas de Richard Wagner, ambas no Oitocentos, a imaginação artística não deixou de ser contagiada pelos antigos bardos e skalds. Em pleno século XX temos a retomada das sagas escandinavas com nos romances de J. Tolkien e o mito arturiano continua mais vigoroso do que nunca. Tanto as sagas escandinavas como as narrativas celtas estão repletas de elementos fantásticos que se fundem a realidade e apresentam aos leitores ao longo dos séculos mundos extraordinários que, com o passar do tempo parecem ficar mais vivos e despertar cada vez mais o interesse tanto dos estudiosos como dos amantes da boa literatura mitológica. Examinar essas reinterpretações pela arte literária é cada vez mais um desafio para os acadêmicos, e temos certeza que esta edição proporcionará valiosos instrumentos para análises futuras.

A literatura de origem Celta é analisada por Fillipo Olivieri no artigo A literatura irlandesa e as fontes clássicas e arqueológicas ; Henrique Samyn ( O bardo na poesia pondaliana ), Tatiana Caldas ( Entre a deusa e a bruxa ). A herança germânica está representada no trabalho de Reinaldo Lopes, analisando a obra de Tolkien – que também é o tema da entrevista com a professora Lenita Esteve s da USP. Marlon Maltauro analisa O papel da mulher Viking na Volsunga Saga , enquanto que o professor Álvaro Bragança Júnior apresenta uma resenha de uma obra da literatura alemã. A seção artigos apresenta trabalhos com perspectivas variadas, que vão desde as fontes anglo-saxãs ( Uma re-edição do manuscrito rectitudines , de Ana Lacerda), fontes arturianas ( Merlin , de Ana Donnard), temas irlandeses ( Quem foi São Patrício ?, de Dominique dos Santos), imaginário sobre os Vikings ( Erfi, de Johnni Langer), Sacro Império Romano Germânico ( Existiu um projeto imperial de História ?, de Vinicius Araújo), Literatura medieval e arte oitocentista ( O Rei Marcos e Isolda: Interpretando uma Pintura Oitocentista de Temática Celta) , de Luciana de Campos).

Acreditamos que este primeiro dossiê “Literatura e História” conseguiu congregar artigos importantes não só no que diz respeito a seriedade nas análises mas é uma mostra da importância e espaço que os estudos celtas e germânicos estão conquistando no Brasil.

Luciana de Campos – Professora Mestre

Johnni Langer – Professor Doutor

Organizadores


CAMPOS, Luciana de; LANGER, Johnni. Editorial. Brathair, São Luís v.5, n.1, 2005. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

Sacro Império Romano-Germânico / Brathair / 2005

O mundo medieval descortina-se ao estudioso pós-moderno de forma paradoxal. Alguns observam nele marcas embrionárias das tensões atuais, enquanto outros simplesmente relegam-no a um plano terciário. A Revista Brathair, neste seu primeiro número de 2006, resgata um pouco da contribuição daquela época através de seu Dossiê Sacro Império Romano-Germânico, bem como artigos presos ao mundo anglo-alemão, além da apresentação de resenhas de obras há pouco lançadas no mercado editorial.

Pensando na importância, não apenas geográfica, porém principalmente política do assim chamado SACRO IMPÉRIO ROMANO GERMÂNICO e ainda procurando divulgar estudos acerca de sua origem e organização, preparou-se o Dossiê, com artigos variados, cuja linha mestra, porém, prende-se ao tema central.

No primeiro artigo, ‘Honor Imperii: a estruturação político-militar do Sacro Império no século XII’, Vinícius César Dreger de Araújo lega-nos informações sucintas, porém precisas acerca do surgimento, desenvolvimento e afirmação do poder imperial, tendo como ponto central a questão da organização militar e suas imbricações políticas. ‘“De Servo a Vigário de Cristo”. A Potestas Papal no Período de Gregório VII’, de Agemir de Carvalho Dias configura-se num estudo do poder de Gregório VII, um dos mais importantes e influentes pontífices da época medieva e traz alguns elementos sobre sua influência nas diretrizes políticas e espirituais do Sacro Império.

Na Seção de Artigos, Elton Oliveira Souza de Medeiros, em seu ensaio ‘O Conceito Germânico de Aristocracia em Beowulf’, analisa a concepção de aristocracia através de uma obra literária, a saber, Beowulf, talvez o mais significativo texto em Old English existente, fortalecendo a idéia de que um testemunho literário serve como base para investigações de ordem historiográfica. O pesquisador Johnni Langer trata em seu estudo ‘Religião e Magia entre os Vikings: uma sistematização historiográfica’ um alentado quadro evolutivo das principais correntes historiográficas que se debruçaram sobre o tema religião e magia viking, sistematização extremamente útil àqueles que trabalham com essa temática.

‘A centralização política promovida por Rotário, no século VII, por intermédio da codificação do direito penal dos longobardos’, de Alexandre Ribas de Paulo, focaliza o estabelecimento da tribo longobarda na Península Itálica e, no século VII, a utilização pelo rei Rotário de práticas do Direito Romano com vistas à legitimação e afirmação incontestável do poder régio centralizador.

‘Do motivo da falsa noiva ao tema da inveja: uma leitura comparada entre três contos dos Irmãos Grimm e o episódio de “A falsa Genevra”’ de Sylvia Trusen completa a Seção. A autora, ao focar a compilação de elementos dos assim denominados contos de fada pelos Irmãos Grimm, desenvolve seu ensaio baseando-se em uma análise de motivos literários, em que o universo germânico é sucintamente tratado.

Como Resenhas, Álvaro Alfredo Bragança Júnior discute a obra de Helmut Birkhan, Geschichte der altdeutschen Literatur im Licht ausgewählter Texte. Wien: Edition Praesens, 2004. 296 Seiten. Band 12, Teil V: Nachklassische Romane und höfische “Novellen”, cujo título em português seria Romances Pós-Clássicos e “Novelas” Corteses, obra que faz parte de oito volumes que versam sobre as origens de uma literatura em língua alemã até o século XVI.

Edgar Indalecio Smaniotto ao resenhar o texto de Roberto de Sousa Causo. Mitologias vikings e ameríndias encontram-se numa emocionante história de fantasia heróica em A Sombra dos Homens: A Saga de Tajarê: Livro I. São Paulo: Devir, 2004 discute cientificamente sobre a plausibilidade do tema em questão.

Pelo exposto, o presente número da Revista Brathair, cujo Dossiê Sacro Império Romano-Germânico, Artigos e Resenhas tratam do mundo germânico medieval, promete reunir dois fundamentos da pesquisa, em que acreditamos firmemente, prodesse et delectare, isto é, ser útil e deleitar!

Álvaro Alfredo Bragança Júnior – Professor Doutor

Moisés Romanazzi Tôrres – Professor Doutor

Organizadores


BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro Alfredo; TÔRRES, Moisés Romanazzi. Editorial. Brathair, São Luís, v.5, n.2, 2005. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

Mittelhochdeutsche, vor – und frühhöfische Literatu | Helmut Birkhan

Atualmente, onde cada vez mais é incrementado o diálogo interdiscursivo, interdisciplinar e interepistemológico, percebe-se a necessidade de revitalização de estudos de base diacrônica, que procurem ajudar ao homem contemporâneo entender os processos e mecanismos de desenvolvimento social, no que a linguagem literária possui uma forte participação como repositório cultural. Consoante essa assertiva, pesquisadores de História, Literatura, Antropologia, Arqueologia, dentre outras ciências, devem procurar o estabelecimento de Grupos de Trabalho Integrados, os quais, com a utilização das metodologias específicas de pesquisa, contribuem para uma melhor apreensão do objeto comum em análise. Talvez, nesse momento, no campo dos estudos germânicos ligados a uma proposta de Germanística Intercultural, encontre-se na Medievística Germanística a episteme necessária que integralize uma junção de lingüistas, teóricos das literaturas germanófonas, historiadores – para apenas citar alguns profissionais – com o intuito de trazer ao homem do século XXI as riquezas do homem medieval expressas em seus textos. [1]

Um dos mais respeitados eruditos, professor catedrático da Universidade de Viena, germanista, celtólogo e medievalista, Helmut Birkhan lega-nos uma série de oito Studienbücher – livros de iniciação ao estudo universitário -, publicada pela Editora Praesens, a saber: parte I –Literatura em antigo-alto-alemão e em antigo-saxão; parte II – Literatura em médio-alto-alemão pré-palaciana e em seus primórdios corteses; parte III – Trovadorismo e poesia sentenciosa da época dos Staufer; parte IV – Literatura romanesca da época dos Staufer; parte V – Romances pós-clássicos e “novelas” corteses; parte VI – Épica heróica da época dos Staufer e no início dos Habsburgos; parte VII – Trovadorismo, poesia sentenciosa e contos versificados da última fase dos Staufer e dos primeiros Habsburgos.[2] Pelo exposto através dos títulos, Birkhan pretende fornecer aos estudantes de Germanística manuais de iniciação à literatura medieval em alemão, conjugando a isso em sua obra elementos de ordem histórica, em nosso ver indispensáveis para uma melhor compreensão da época estudada.

O texto é dividido em capítulos, que sempre são precedidos de uma contextualização histórica sobre as dinastias, de onde as obras são provenientes, i.e., os sálios (p.8-14) e os Staufer (p.130-135). Posteriormente têm-se comentários elementares sobre os principais textos, de ordem religiosa no tocante aos sálios (p.18-109) e acerca das duas obras consideradas como “literatura histórica”, (p.109). Ao apresentar a primeira delas, a Canção de Anno, Birkhan demonstra quão indispensável é a união entre discurso literário e contexto histórico no mundo medieval:

“A Canção de Anno é a primeira epopéia contemporânea em língua alemã. Ela reúne história da humanidade, história cristã da salvação e história mundial com uma apresentação tipológica da vida do bispo Anno de Colônia.”(p.109)

Ao tratar da segunda, a Crônica dos Imperadores, (p.117-129) o estudioso austríaco discorre sobre as características da obra, desde a transmissão do texto, com dados sobre o compilador ou autor da obra, tece comentários sobre a datação da mesma e sobre as fontes para a sua composição com alguns excertos textuais.

Se durante o período dos Sálios há a predominância de uma literatura religiosa, vêse, por outro lado, o início da afirmação de um tipo de escrita, que se centra nas práticas e costumes, no modus vivendi e modus cogitandi dos bellatores. Canções, Lieder, que descrevem heróis da Antigüidade e suas façanhas, Alexandre, Rolando, temas que lidam com o Oriente, Flôre e Blanscheflûr, assim como as épicas trovadorescas Duque Ernesto e Rei Rother e epopéias trovadorescas lendárias [3], Oswalt, Orendel e Salomão e Markolf, configuram esta nova arte da palavra, que tem na corte seu modelo.

Como por nós mencionado em resenha previamente feita [4], Birkhan não se preocupa com uma introdução ao seu texto, mas sim arrola a bibliografia por ele analisada. Já que os fragmentos textuais estão em médio-alto-alemão, estágio segundo do desenvolvimento do idioma alemão, não há a versão para o Neuhochdeutsch, o que demonstra a natureza da obra voltada para alunos e estudiosos nativos. Entretanto, por considerarmos o trabalho meritório, ficaria aqui uma sugestão para a preparação de um glossário com os principais termos do médio-alto-alemão em alemão moderno, à guisa de facilitação para o pesquisador estrangeiro.

No que diz respeito à organização do volume, nota-se a observância ao aspecto cronológico, que leva o leitor a relacionar mais seguramente o mundo das idéias e o mundo dos homens em mudança nos séculos XI e XII.

Preocupações com o conteúdo (p.42 et alii) e com a paráfrase de excertos originais (p.39-40 et alii) perpassam a obra, com o intuito de fornecer as informações lingüísticas, estilísticas e literárias básicas sobre os textos. No entanto, os Anexos merecem comentário à parte.

De significativa importância para a visualização das informações transmitidas, os Anexos colocam à disposição mapas lingüísticos, excertos de manuscritos, documentos e testemunhos em runas e língua alemã. Uma genealogia dos otônidas, sálios e Staufer, além de um gráfico sobre os romances alexandrinos medievais em alemão, latim e francês completam o quadro, que une Iconografia, Arqueologia, Língua e Literatura a partir do mundo germânico pagão até à época abarcada no volume.

Neste volume há uma presença ínfima de textos em língua latina, o que corroboraria o vernáculo como língua de prestígio dentro do fazer artístico no Sacro Império. Como o título da série prende-se à Geschichte der altdeutschen Literatur im Licht ausgewählter Texte, História da antiga literatura em alemão à luz de textos escolhidos, tal seleção nos induz à pergunta, não formulada na Parte I: quais os critérios para selecionar e indexar determinados textos em detrimento de outros? Cremos que o cânon, aliado à experiência docente do pesquisador, tenha sido os fatores decisivos para a escolha. Somos, outrossim, de opinião que o autor deveria discorrer a respeito em uma reedição da obra.

Por fim, Mittelhochdeutsche, vor- und frühhöfische Literatur, volume II da série supra citada, apesar da linguagem mais simples, é extremamente útil, organizada com precisão e muito bem fundamentada, prestando à Medievística Germanística uma valiosa ajuda para tornar contemporâneo o medievo germanófono, daí ser para nós indispensáveis as palavras anônimas

Quidquid homo nescit, vix discit, quando senescit.

O que o homem desconhece, dificilmente aprende quando envelhece!

Notas

1. Cf. BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro Alfredo.Resenha de BIRKHAN, Helmut.Geschichte der altdeutschen Literatur im Licht ausgewählter Texte. Wien: Edition Praesens, 2002. 217 Seiten. Teil I: Althochdeutsche und altsächsische Literatur.. In: KESTLER, IZABELA (Org.) Rio de Janeiro: UFRJ, Faculdade de Letras, 2005. Volume IX (no prelo).

2. A parte VIII ainda não foi publicada.

3. Epos, no original, equivalendo à epopéia clássica, ao narrar a história de um herói ou coletividade

4. Cf. nota ii.

Álvaro Alfredo Bragança Júnior – Departamento de Letras Anglo-Germânicas Faculdade de Letras Programa de Pós-Graduação em História Comparada UFRJ. E-mail: [email protected]


BIRKHAN, Helmut. Geschichte der altdeutschen Literatur im Licht ausgewählter Texte. Wien: Edition Praesens, 2002. 217 Seiten. Band 7, Teil II: Mittelhochdeutsche, vor – und frühhöfische Literatu. Resenha de: BRAGANÇA JÚNIOR, Álvaro Alfredo. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.5, n.1, p. 141-143, 2005. Acessar publicação original [DR]

Curso de literatura inglesa | Jorge Luís Borges

Originário de aulas ministradas na Universidade de Buenos Aires durante a década de 1960 [1], o livro ainda mantém um interesse vivo pelas valiosas conclusões que Borges sugere de seus conhecimentos em fontes manuscritas e impressas de línguas germânicas. Os sete primeiros capítulos – ou aulas – referem-se aos períodos da Antigüidade e Idade Média. Neles, o professor explicita sobre as técnicas poéticas, as características e os princípios da literatura dos antigos saxões e dos escandinavos. Também demonstra em suas aulas que o panorama político europeu, especialmente da Inglaterra, foi muito favorecido pelas invasões nórdicas. É justamente neste aspecto que Borges revela muito mais que uma simples admiração por estes povos, identificando as personagens com um passado glorioso e heróico: “Os Vikings talvez tenham sido a gente mais extraordinária entre os germanos da Idade Média. Foram os melhores navegantes da sua época (…) à maneira de muitos escandinavos cultos, não era apenas guerreiro mas, além disso, era poeta” (p. 22).

Simplificadores do moderno idioma inglês, os antigos escandinavos possibilitaram a consolidação do futuro império britânico, segundo as mesmas idéias de Borges (pp.100-102).[2] Essa visão heróica e gloriosa dos bárbaros pode ser percebida pelo espaço concedido à análise dos épicos anglo-saxões, como Beowulf e das sagas islandesas. Para o escritor, o período em que viveram estes aventureiros não era simplesmente uma época de desordem e caos, mas um momento extremamente propício para a formação de estruturas literárias complexas: “uma época bárbara mas que propendia à cultura, que gostava da cultura”(p.20). Assim, podemos incluir os estudos teóricos de Borges como a culminação de um processo de recuperação da imagem do bárbaro que teve início no século XVIII e que foi essencialmente centrada na literatura.

Ao contrário do Renascimento e sua revalorização da cultura clássica, o Setecentos foi marcado pelo ressurgimento dos estudos da literatura dos povos da Europa Setentrional, especialmente os de origem Celta e Germânica [3]. Manuscritos foram traduzidos e publicados nas línguas modernas, obras teóricas surgiram, novos poemas e narrativas foram criadas ao estilo das arcaicas. Esta adaptação e reinterpretação literária esteve atrelada à concepções de fundo nacionalista, tão em voga na época. Os intelectuais, na realidade, estavam preocupados em resgatar valores tais como identidade social e demarcar as origens do que eles então definiam como sendo suas nações. A literatura servia diretamente tanto como marco simbólico desta consciência nacional, como um instrumento de propaganda dos valores antigos que deveriam ser resgatados.

Um caso especialmente estudado por Borges diz respeito ao Ciclo Ossiânico [4]. Durante o século XVIII, a Escócia procurou criar uma identidade diferenciada da Inglaterra (de origem histórica anglo-saxônica), mas que o mesmo fosse alternativa ao passado Celta comum aos irlandeses. James Macpherson [5] foi incumbido de recolher lendas na Escócia, de origem irlandesa mas que foram alteradas e sintetizadas para que sua região tivesse uma identidade nacional própria. O resultado foi a obra Fingal: Ancient Epic Poem in Six Books (1762), que fez grande sucesso em toda a Europa pré romântica. [6] O Ciclo Ossiânico também conhecido como Ciclo de Finn apresenta narrativas supostamente ambientadas no século III d.C. O ciclo de narrativas traz longas composições muito populares entre as gentes simples da Irlanda durante a Idade Média. Essas narrativas de cunho popular em muito se assemelham as narrativas do Ciclo Arturiano ou Bretão [7] compostas a partir do século XII principalmente na França. Esses dois ciclos de narrativas mais se aproximam do que se distanciam pois, além do caráter popular e folclórico de suas narrativas têm em comum as aventuras de suas personagens. Os Fiannas são considerados uma espécie de guarda de elite do grande rei da Irlanda. Entre as suas tarefas estão o recolhimento de impostos e a proteção dos mais fracos. As incumbências dos Fiannas são praticamente as mesmas dos Cavaleiros do Távola Redonda, fiéis servidores do rei Artur. Muitas das aventuras narradas no Ciclo Ossiânico podem ser comparadas com as do Ciclo Arturiano. Acreditamos que a semelhança narrativa mais próxima seja uma aventura vivida pelo próprio Finn, na aventura amorosa intitulada Diarmaid e Grinné. Grinné é uma jovem que vai ser entregue como concubina para o rei Finn mas ela se apaixona por Diarmaid, jovem cavaleiro e fiel servidor de Finn. Sabendo da paixão dos jovens o rei Finn finge que desistiu de manter a jovem como concubina, mas durante uma caçada ele constrói uma armadilha para que Diarmaid morra. Ao perceber a trama de morte inevitável Grinné não consegue avisar seu amado e, ao vê-lo morto deixa-se morrer ao seu lado. Essa “aventura” é o arquétipo da mais conhecida narrativa do Ciclo Arturiano, Tristão e Isolda, onde os jovens incapazes de concretizarem seu amor em vida se deixam morrer para que o sentimento sobreviva após a morte e possa se consumar. O tema do amor que só é possível se concretizar após a morte sempre trágica ou violenta dos amantes é recorrente na literatura ocidental desde a Antigüidade e para os românticos foi um tema profícuo, não só pelo fascínio que ele exercia e que foi representado tanto na prosa como na poesia dos autores dessa escola literária, mas que inspirou também pintores e escultores que representaram com beleza as malezas arquitetadas por Eros e Tanatos.

A narrativa de Tristão e Isolda que tem a sua matriz em Diamaid e Grinné teve desde o século XII muitas versões. No século XII Béroul e Thomás de Inglaterra compuseram duas das mais conhecidas e estudadas versões, Gottfried de Estrasburgo no século XIII compôs uma versão mesclando elementos da cultura celta com a cultura germânica e que no século XIX serviu de inspiração para Richard Wagner compor a sua versão da tragédia dos amantes. E, por fim no século XIX, Joseph Bédier, filólogo francês estabeleceu uma versão onde mescla elementos das três narrativas medievais mas que se iguala em beleza e elementos fundamentais para se estudar a força do mito do amor eterno que sobrevive após a morte.

O amor dos jovens Diarmaid e Grinné e Tristão e Isolda é um sentimento puro, que se encontra em seu estado “natural”, ele ainda não foi corrompido por convenções sociais, podemos dizer que, grosso modo, esse sentimento é algo sentido apenas por bárbaros, pessoas que não receberam o refinamento social devido e é por essa mesma razão que os românticos – tanto escritores como pintores – tão avessos às convenções vão eleger o “amor bárbarico” como um dos principais temas de suas obras, representando assim toda a sua rebeldia e insatisfação com as leis, padrões e moldes sócio- culturais vigentes. [8]

Além deste caráter puramente estético, no século XIX a imagem do bárbaro foi reforçada como incentivo nacionalista, mas desta vez com cada região tendo os seus próprios mitos literários. Os países da Escandinávia utilizaram seu patrimônio cultural dentro de especificidades regionais, onde os sentimentos patrióticos incorporaram elementos da literatura, história e mitologia dos tempos pagãos. Especialmente o historiador e poeta Erik Geijer no livro Svenka folkets historia (História dos povos suecos, 1836) utilizou a sociedade dos antigos nórdicos como um modelo social perfeito, onde a harmonia do povo e de seus líderes foi quebrada pela chegado do cristianismo e do feudalismo.[9] O “espírito” dos tempos passados era refletido na arte decorativa, no interior das casas e dos edifícios, nos jornais, na vida cotidiana e nas idéias políticas, sempre em consonância com o progresso tecnológico e social dos tempos modernos.[10] A poesia e a literatura romântica da Escandinávia refletiam diretamente os mitos nórdicos com ideologias políticas do presente. Obras literárias como a famosa Frithiofs Saga (1825) de Esaias Tegner, apesar de conter heróis medievais, possuem comportamentos e valores condizentes com a realidade histórica vivida pela Suécia do Oitocentos.

Concedendo especificidade ao contexto inglês, Borges examinou em suas aulas um conjunto de artistas que resgataram a imagem bárbara durante o final do século XIX, a Irmandade Pré-Rafaelita. [11 ]Os temas preferidos do grupo eram a mitologia arturiana, temas medievais e escandinavos. Os principais escritores pré-rafaelitas que Borges analisou foram Dante Gabriel Rosseti [12] e William Morris [13]. Rosseti foi um dos fundadores do movimento e peça fundamental para entender a principal ideologia artística reinante na época vitoriana. Segundo Borges, a valorização de temas medievais visava essencialmente a busca da nobreza no passado. Em uma época onde a tecnologia, o urbanismo e a industrialização tomavam grande vulto na Inglaterra, os artistas voltam-se para a busca do belo – idealizada nas figuras femininas de Isolda, Guinevere e Morgana – e no herói, principalmente no rei Artur, Tristão e Lancelot. Tanto estas figuras femininas quanto masculinas pertencem ao ciclo arturiano, um conjunto de narrativas de origem Celta, que foram mescladas aos princípios cristãos do comportamento cavalheiresco da Idade Média, como já vimos. Com isto, temos duas formas básicas da imagem do bárbaro realizada pelos artistas pré-rafaelitas: de um lado, o bárbaro (herói pagão), que é resgatado em sua forma pura, de um ponto de vista estético e histórico.[14] De outro lado, o herói pagão que foi cristianizado e moldado pelo cavalheirismo medieval, principalmente na forma dos personagens arturianos.

Um dos principais idealizadores do herói pagão foi o poeta William Morris. Além de tradutor de várias Sagas e epopéias escandinavas, o artista escreveu poemas narrativos resgatando o que Borges denomina de “consciência do germânico” dentro da História e arte inglesa.[15] Em um deles, The Earthly Paradise (1870), a mitologia nórdica é apontada diretamente como elemento nostálgico e nobiliárquico da sociedade inglesa: “Oh Breton, and thou Northman, by this horn/Remember me, who am of Odin’s blood”.[16] Ou seja, aqui o narrador apresenta o rei inglês como descendente direto do deus Odin, o principal do panteão germânico. Um resgate literário dos valores simbólicos das antigas sociedades, em plena Inglaterra vitoriana. Em outra obra, Sigurd the Volsung (1876), a importância do herói pagão de origem escandinava foi ainda mais acentuada. Baseado em manuscrito islandês homônimo, este poema épico enfatizava a tragédia, a derradeira morte do principal personagem. Esta característica essencialmente romântica, também seria muito comum ao movimento pré-rafaelita com a predileção iconográfica dos artistas pelas narrativas trágicas de Tristão e Isolda [17] e da morte de Artur.[18] Mas não podemos nos esquecer que os próprios deuses germânicos também eram essencialmente trágicos, pois ao contrário da mitologia clássica (onde todas as divindades são imortais), eles teriam um final, durante a batalha de Ragnarök. Explicando a existência de telas como Odin (1870) e Freyr (1870), por Edward BurneJones,[19] onde as duas divindades apresentam um olhar melancólico, ambas olhando para baixo e numa atmosfera de extrema tristeza. Outro momento trágico resgatado por este movimento artístico é o funeral, que surge ao final do poema Sigurd, de Morris (com a morte do herói e o suicídio de Brunhilde na pira funerária) e na famosa tela de Francis Dicksee, Funeral of a Viking (1893).

A imagem literária do homem e também da mulher bárbara que foi construída durante os séculos seja na literatura como nas artes plásticas, em muitos momentos não foi uma imagem negativa, mas procurou exaltar determinadas virtudes que para os jovens idealistas românticos estavam um tanto esquecidas. Ao nos expor com maestria e bom humor aspectos tanto da literatura inglesa como da efervescência cultural que foram os séculos XVIII e XIX na Inglaterra, Borges nos oferece também novas perspectivas de análises de fontes importantes não só para uma maior compreensão das letras, mas das representações de figuras que ainda hoje povoam nosso imaginário e nos encantam!

Ao apresentar suas aulas durante um período conturbado da história latino-americana, Borges não ensinou apenas nomes, autores e características literárias, ele concedeu aos seus alunos uma aproximação com a literatura germânica – e repete o feito com os seus leitores de hoje – de se encantarem com a beleza das letras compostas em um momento especial, onde resgatar a imagem e o espírito dos bárbaros não era somente uma fonte de inspiração e um modelo estético mas sim uma admiração pelo espírito de liberdade e de criatividade.

Notas

1 O livro foi organizado por Martín Arias e Martín Hadis, através de transcrições das aulas ministradas por Borges na Universidade de Buenos Aires.

2 Muito da imagem que o teórico transmite em suas aulas na década de 1960 provinha do cinema: “E eles, enquanto isso, vêem como os vikings vão desembarcando. Podemos imaginar os vikings com seus elmos ornamentados com chifres, ver chegar aquela gente toda” (p. 60). Essa representação dos guerreiros nórdicos portando chifres com ornamentos córneos surgiu durante o início do Oitocentos, produto de uma arte romântica e nacionalista, promovendo o resgate viril e poderoso dos Vikings. Posteriormente, essa fantasia popularizou-se nas histórias em quadrinhos, literatura e cinema. Conf. LANGER, Johnni. The origins of the imaginary Viking. Viking Heritage Magazine, University of Gotland/Centre for Baltic Studies, Visby (Sweden), n. 4, 2002. Borges deve ter estruturado este estereótipo em filmes como Príncipe Valente (1954) e romances populares, dos quais cita The Long Ships (do original Röde Orm, 1945, versão inglesa da década de 1950).

3 Designamos literatura de origem Celta toda produção literária originada do folclore ou tradição oral e transcrita após o século VIII em países como a Irlanda (Celtas irlandeses), Escócia (Pictos e Escotos), País de Gales, Bretanha inglesa e francesa (Bretões) e França (Gauleses). A de origem germânica refere-se aos países escandinavos e Islândia (Vikings), Alemanha (Germanos antigos) e Inglaterra (Anglosaxões). Borges realizou um estudo clássico sobre literatura germânica: BORGES, Jorge Luís & VAZQUES, Maria E. Literaturas germanicas medievales. Buenos Aires: Falbo Librero, 1965.

4 “Le Cycle de Finn, ou Cycle Ossianique, est le cycle consacré à la province du Leinster. Mais il déborde de loin les frontières de ce petit état et se retrouve, très florissant, dans l’Écosse tout entière. C’est le Cycle de Finn, transmis par la tradition orale depuis de siècles, que Mac Pherson a connu et quíl a répandu dans toute l’Europe. Car Fingal n’est autre que le nom romantique de Finn et Ossian celui de Oisin (= le Faon). Finn est le roi. Mais à la différence de Conchobar, il n’exerce pas une autorité légale sur l’Irlande ou sur une troupe de véritables nomades, de guerriers errants, qui sont passés à la posterité sous le non de Fianna (Fenians). Ces Fianna ont vraisemblament eu une existence historique, au temps du roi suprême Cormac Mac Airt, c’est-à-dire à la fin du IIe. Siècle de notre ère. Ils constituaient une sorte d’État dans l’État, et ils furent souvent en froid, nom seulement avec le roi suprême mais aussi avec les différents rois de provinces ou de tribus sur le territoire desquels ils exerçaient leurs talents”. MARKALE, Jean. L’épopée celtique d’Irlande. Paris: Payot, 1993, p. 159.

5 “James Macpherson nasceu nas Highlands da Escócia, nas Terras Altas da Escócia, nas serras da Escócia, no ano de 1736, e morre em 1796. (…) Macpherson nasce e se cria num lugar agreste ao norte da Escócia, onde ainda se falava um idioma gaélico, isto é, um idioma celta, afim, naturalmente, ao galês, ao irlandês e à língua bretã levada à Bretanha – antes chamada Armórica – pelos bretões que se refugiaram das invasões saxãs do século V” (Borges, 2002: 157-8).

6 “Como Macpherson não queria que os personagens fossem irlandeses, fez de Fingal, pai de Ossian, rei de Morgen, que era a costa setentrional e ocidental da Escócia (…) Macpherson foi acusado de falsário (…) Atualmente, não nos interessa se o poema é ou não é apócrifo, mas o fato de que nele já está prefigurado o movimento romântico” (Borges, 2002: 166). Uma das pinturas mais famosas inspiradas na obra de Macpherson é Ossian na margem do Lora invocando os deuses ao som de uma harpa, de Grançois Gérard (sem data). Nesta composição, temos os elementos chaves do romantismo europeu: atmosfera de mistério e horror, elementos ruinísticos, atmosfera onírica, e é claro, os elementos advindos da mitologia Celta. Conforme: WOLF, Norbert. A pintura da era romântica. Lisboa: Taschen, 1999.

7 “O Ciclo Bretão, no qual se destacam os feitos do rei Artur e dos Cavaleiros da Távola Redonda, as aventuras de Galvain, Lancelot, Tristão e Isolda, Parcifal e a Demanda do Santo Graal, tem origem céltica. Na História Britonum, de Nennius, obscuro historiador latino do século VIII, Artur aparece como herói dos celtas britânicos contra os invasores anglo-saxões. As versões autenticamente célticas da lenda estão no Mabinogion, coleção de narrações na língua do País de Gales; aqui a figura de Artur e dos Cavaleiros já perdeu todo o caráter histórico, achando-se inteiramente transformados pela vivíssima imaginação céltica, nutrida de lendas de feiticeiros, fadas, florestas encantadas, castelos misteriosos, espectros. O Mabinogion na sua forma atual, foi redigido só no século XIV; os seus heróis célticos já têm a feição de cavaleiros franco-normandos. Para o mundo não céltico, a mesma transformação foi operada pelo ‘historiador’ Geoffrey of Mommouth, cuja fantástica História Regum Britanniae que foi escrita entre 1135 e1138; parece que Geoffrey pretendeu criar, intencionalmente, um pendant inglês da geste francesa. O último retoque, enfim, foi de natureza religiosa. Deu-se sentido cristão a certos episódios do ciclo, e como episódio final apareceu, em vez da viagem do rei Artur para a ilha de Avalon, paraíso dos celtas, a Demanda do Santo Graal e a transformação da Távola Redonda de grupo de cavaleiros aventurosos em irmandade de cavaleiros místicos”. CARPEUAUX, Otto Maria. História da Literatura Ocidental. Volume I Rio de Janeiro: Alhambra, 1978, 2ª edição, p. 140.

8 LE BRIS, Michel. Barbares romantiques, Norsemen et Saxons. In: GLOT, Claudine & LE BRIS, Michel (orgs.). L’Europe des Vikings. Paris: Éditions Hoëbeke, 2004, p. 162-165. Na literatura francesa do século XIX, o Viking torna-se o herói romântico perfeito: aventureiro, sem nenhum temor, feroz, galante e essencialmente, livre. “Un personnage, dont le nom est déjà intervenu plusieurs fois, rassemble ce que le XIXe siècle a voulu mettre, en ce sens, sous le mot viking: c’est celui du roi de mer. L’expression seule suffisait déjà à déchaîner imaginations et passions: iéal aristocratique mêlé à tous les parfums de l’aventure, lois de l’héroïsme et de la brutalité (…) Le Viking, c’est l’homme libre”. BOYER, Régis. Le mythe Viking dans les lettres françaises. Paris: Editions du Porte-Glaive, 1986, p. 83-103.

9 LÖNNROTH, Lars. The Vikings in History and legend. In: SAWYER, Peter. The Oxford illustrated history of the Vikings. London: Oxford University Press, 1999, p. 238.

10 Além disso, cada país escandinavo resgatou a memória dos tempos Vikings dentro de um referencial próprio, condizente com a realidade política então vigente (p.ex., a Suécia de 1814 a 1905 foi unida com a Noruega, ao mesmo tempo em que mantinha uma grande rivalidade com a Dinamarca).

11 Em inglês Pre-Raphaelite Brotherhood, grupo de artistas britânicos fundado em 1848 e dissolvido cerca do ano 1853. Movimento de reação ao convencionalismo da arte vitoriana, que buscava através da inspiração literária e simbólica, mitológica ou bíblica, restituir à pintura a pureza alcançada antes de Rafael, ou seja, no século XV. Seus representantes mais famosos foram Dante Gabriel Rosseti, W. H. Hunt, J. E. Millais, F. Brown, E. Burne-Jones e William Morris. O pintor brasileiro Eliseu Visconti chegou a ser influenciado pelo movimento. Conf. Grande Enciclopédia Larousse Cultural. São Paulo: Nova Cultural, 1998, vol. 19, p. 4772. A Irmandade Pré-Rafaelita fundou uma revista chamada The Germ (O Germe) para divulgar suas idéias, pinturas e poesias. BORGES, op. cit., p. 284. Para uma crítica estética deste movimento artístico ver: GOMBRICH, Ernest H. A história da arte. Rio de Janeiro: Zahar Editores, 1979, p. 404. Para o teórico Arnold Hauser, os pressupostos do pré-rafaelismo residiam em seu caráter poético/literário, espiritualista, histórico e simbólico: “(…) são idealistas, moralistas e eróticos envergonhados, como a grande maioria dos vitorianos (…) une um realismo que encontra expressão num deleite em ínfimos detalhes, na reprodução prazenteira de cada folha de grama e de cada prega de saia (…) exageram os sinais de perícia técnica, talento imitativo e perfeito acabamento”. HAUSER, Arnold. História social da arte e da literatura. São Paulo: Martins Fontes, 1998, p. 840-842.

12 Dante Gabriel Rosseti: pintor, desenhista e poeta inglês (Londres, 1828 – Kent, 1882). Filho do escritor napolitano Gabriele Rossetti, exilado por suas opiniões políticas. Foi um dos fundadores da confraria prérafaelita. Seus quadros (Ecce ancilla Domini, 1850; O sonho de Dante, 1871) e poesias (A moça eleita, 1850) inspiram-se em lendas medievais e temas da poesia primitiva inglesa e italiana. Grande Enciclopédia Larousse Cultural. São Paulo: Nova Cultural, 1998, vol. 21, p. 5137.

13 William Morris: poeta, artista e ativista político inglês (Essex, 1834 – Hammersmith, 1896). Inovador da estamparia e xilogravura. Escreveu poesias narrativas como The Life and Death of Jason (1867) e The Earthly Paradise (1868), poemas pós-românticos, medievalistas. Traduziu a Eneida (1876) e a Odisséia (1887) e interessou-se pelas literaturas escandinavas. Grande Enciclopédia Larousse Cultural. São Paulo: Nova Cultural, 1998, vol. 17, p. 4090.

14 O herói pagão sobreviveu na literatura arturiana sob a forma do mago Merlin, um druida (sacerdote dos Celtas) que ainda mantinha seus poderes sob o surgimento do cristianismo. Este personagem arturiano também recebeu diversas representações pelos pré-rafaelitas durante o Oitocentos: O engodo de Merlin (1874), de Edward Burne-Jones; Merlin e Nimue (1870), de Gabriel Rossetti. Também as representações de feiticeiras, fadas e druidas fizeram sucesso na arte vitoriana: Morgan Le Fay (1864), de A. Sandys; Os druidas trazendo o azevinho (1890), de George Henry e A. Horned.

15 Segundo Borges, a literatura inglesa havia esquecido suas raízes germânicas. Foi com o romantismo que essa vertente foi redescoberta, algo impensável com Shakespeare e totalmente consciente no caso de William Morris e os pré-rafaelitas. BORGES, op. cit., p. 356-357.

16 “Ó bretão, e tu Normando, por este chifre/Lembre-se de mim, que sou do sangue de Odin”. Texto original retirado de BORGES, 2002: 359.

17 A personagem Isolda foi muito representada pelos pré-rafaelitas, especialmente Burne-Jones, Rosseti, Morris e Francis Dicksee. A imagem de Isolda resgata muitos dos valores da mulher pagã, em meio à sociedade cristã das primeiras versões literárias. O seu amor impossível com Tristão inspirou o romance de Shakespeare, Romeu e Julieta. Contemplação, redenção e tragédia tornaram-se as características essenciais do movimento pré-rafaelita. Sobre o tema ver: CAMPOS, Luciana de. Uma leitura de Tristão e Isolda à luz da crítica feminina. Brathair 1 (2), 2001: 11-18 (www.brathair.cjb.net); CAMPOS, Luciana de. Em busca da bela dos cabelos de ouro: um estudo da representação da mulher/rainha Celta em Tristão e Isolda de Béroul. Tese de doutorado em Teoria Literária (Linha de pesquisa: História, Cultura e Literatura). Unesp/São José do Rio Preto, 2005.

18 Praticamente em todo o movimento pré-rafaelita, o rei Artur é quase sempre representado morrendo ou já morto na ilha de Avalon: L’morte d’Artur (1860) de James Archer – as rainhas choram ao lado de seu corpo próximo à praia; O rei Artur em Avalon (1894) de Edward Burne-Jones – o corpo do trágico rei repousa sobre uma ilha da costa da Bretanha, velado por nove rainhas. Para uma discussão historiográfica acerca de fontes literárias arturianas, consultar: ZIERER, Adriana. Artur: de guerreiro a rei cristão nas fontes medievais latinas e célticas. Brathair 2 (1), 2002: 45-61 (www.brathair.cjb.net).

19 Sir Edward Burne-Jones: pintor e desenhista inglês (Birmighan 1833 – Londres 1898). Aluno de Rosseti, uma das figuras marcantes do pré-rafaelismo; sua obra mistura mitologia antiga, lendas medievais e a religião cristã. Grande Enciclopédia Larousse Cultural. São Paulo: Nova Cultural, 1998, vol. 5, p. 996.

Referências

BORGES, Jorge Luís & VAZQUES, Maria E. Literaturas germanicas medievales. Buenos Aires: Falbo Librero, 1965.

BOYER, Régis. Le mythe Viking dans les lettres françaises. Paris: Editions du Porte-Glaive, 1986.

CAMPOS, Luciana. Uma leitura de Tristão e Isolda à luz da crítica feminina. Brathair 1 (2), 2001: 11-18 (www.brathair.cjb.net).

_____ Em busca da bela dos cabelos de ouro: um estudo da representação da mulher/rainha Celta em Tristão e Isolda de Béroul. Tese de doutorado em Teoria Literária (Linha de pesquisa: História, Cultura e Literatura). Unesp/São José do Rio Preto, 2005.

CARPEAUX, Otto Maria. História da Literatura Ocidental. Volume I. Rio de Janeiro: Alhambra, 1978, 2 ª edição.

DABEZIES, André. Mitos primitivos a mitos literários. In: BRUNNEL, Pierre (org.). Dicionário de mitos literários. Rio de Janeiro: Zahar, 1997.

GOMBRICH, Ernest H. A história da arte. Rio de Janeiro: Zahar Editores, 1979.

HAUSER, Arnold. História social da arte e da literatura. São Paulo: Martins Fontes, 1998.

LANGER, Johnni. The origins of the imaginary Viking. Viking Heritage Magazine, University of Gotland/Centre for Baltic Studies, Visby (Sweden), n. 4, 2002.

_____ Rêver son passé. In: GLOT, Claudine & LE BRIS, Michel (orgs.). L’Europe des Vikings. Paris: Éditions Hoëbeke, 2004.

LE BRIS, Michel. Barbares romantiques, Norsemen et Saxons. In: GLOT, Claudine & LE BRIS, Michel (orgs.). L’Europe des Vikings. Paris: Éditions Hoëbeke, 2004.

LÖNNROTH, Lars. The Vikings in History and legend. In: SAWYER, Peter. The Oxford illustrated history of the Vikings. London: Oxford University Press, 1999.

MARKALE, Jean. L’époppé celtique d’Irlande. Paris: Payot, 1993.

WAWN, Andrew. The Vikings and the victorians: inventing the Old North in 19Th-Century Britain. London: D.S. Brewer, 2002.

WOLF, Norbert. A pintura da era romântica. Lisboa: Taschen, 1999.

ZIERER, Adriana. Artur: de guerreiro a rei cristão nas fontes medievais latinas e célticas. Brathair 2 (1), 2002: 45-61. (www.brathair.cjb.net)

Johnni Langer – Professor da UNICS, PR. E-mail: [email protected]

Luciana de Campos – Professora Mestre. Doutoranda em Letras/UNESP. E-mail: [email protected]


BORGES, Jorge Luís. Curso de literatura inglesa. São Paulo: Companhia das Letras, 2002. Resenha de: LANGER, Johnni; CAMPOS, Luciana de. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.5, n.1, p. 144-150, 2005. Acessar publicação original [DR]

Habitus | PUC-GO | 2005

Habitus PUC GO Amazônica | UFPA

Habitus (2005) é uma publicação semestral do Instituto Goiano de Pré-História e Antropologia que visa divulgar a produção científica nas áreas de arqueologia, antropologia, da documentação audio-visual e do meio-ambiente, tendo como eixo central a investigação e a produção culturais das sociedades humanas e intercâmbio com 339 instituições.

A periodicidade da Revista Habitus é semestral e o recebimento das submissões é ininterrupto.

Esta revista oferece acesso livre imediato ao seu conteúdo, seguindo o princípio de que disponibilizar gratuitamente o conhecimento científico ao público proporciona maior democratização mundial do conhecimento.

ISSN 1983-7798

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Antípoda | UNIANDES | 2005

Antipoda2 Amazônica | UFPA

Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología is a publication that comes out every three months (January-March, April-June, July-September, and October-December) at the beginning of each of the periods indicated. It was created in 2005 and funded by the School of Social Sciences of the Universidad de los Andes (Colombia). It aims to contribute to the advancement and dissemination of anthropological and archaeological knowledge, and to the critical analysis of sociocultural, methodological and theoretical topics that are relevant for the diverse subfields of the discipline and of other related fields in the social and human sciences. Antípoda constitutes an open, critical, pluralist forum in which hitherto unpublished articles and studies are published in Spanish, English and Portuguese.

Antípoda has a special interest in disseminating the experiences and the results of anthropological studies and of social research on the anthropologies of the world, especially those of Latin America.

Acesso livre

Periodicidade trimestral

ISSN 1900-5407 (Impresso)

ISSN 2011-4273 (Online)

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

L’Europe des Vikings | Claudine Glot e Michel Le Bris

Para o imaginário ocidental, os Vikings sempre foram vistos como bárbaros cruéis, assolando e destruindo as costas européias durante a Idade Média. Apesar de estudos acadêmicos escandinavos desde o século XIX demonstrarem outras facetas desta cultura, foi somente a partir dos anos 1960 que a historiografia contemporânea iniciou uma nova concepção sobre os nórdicos. O historiador britânico Peter Sawyer (The Age of the Vikings, 1962) e o francês Lucien Musset (Les invasiones: le second assault contre l’Europe chrétienne, 1965) reabilitaram os guerreiros Vikings, especialmente para o contexto social e político dos tempos medievais. Desde então, diversos estudos demonstraram a complexidade da arte, da estrutura social, as concepções mitológicas e religiosas dos antigos escandinavos, e como eles interferiram nos rumos políticos do Ocidente, deixando diversas marcas perceptíveis até hoje.

A recente publicação L’Europe des Vikings comprova esse interesse renovado pelos audaciosos aventureiros da Escandinávia. Lançado simultaneamente com uma megaexposição na Abadia de Daoulas (França) [1], o livro reuniu alguns dos maiores especialistas do mundo na área da Vikingologia, desde mitólogos, arqueólogos, historiadores, epigrafistas até museólogos. A direção da obra foi de Claudine Glot (Centro do Imaginário Arturiano) e Michel Le Bris (Centro Cultural Abbaye de Daoulas) [2].

O pesquisador com maior quantidade de trabalhos é Régis Boyer (professor emérito da Universidade de Paris-IV-Sorbonne). No artigo Les dieux, les hommes, le destin, faz uma sistematização sobre a religiosidade nórdica pré-cristã, cuja principal característica era a ausência de centralizações tanto a nível teológico quanto a nível organizacional. Não possuíam dogmas, sacerdotes no sentido moderno do termo (sem castas ou iniciações), sem “fé” e ritos [3]. Ao contrário de outros sistemas religiosos, os escandinavos não privilegiavam a força bruta ou os valores essencialmente marciais em seus cultos, mas sim, as noções de fertilidade-fecundidade pelo viés da magia. A reverência às forças da natureza e os cultos aos ancestrais foram preponderantes, tanto na forma de padrões mitológicos quanto no cotidiano social. Se para os mitos enquanto narrativas simbólicas, Boyer ainda conserva uma influência direta de Georges Dumézil, ao continuar dividindo-os em três níveis (variantes líquidos, telúricos e solares-aéreos), percebemos que a importância concedida para as artes mágicas vem progressivamente tendo importância em seus estudos. Em seu clássico de 1981 (Yggdrasil: la religion des anciens scandinaves), Boyer já denotava a relevância dos rituais de magia na sociedade nórdica, neste artigo percebemos que esta perspectiva tornou-se mais acentuada, especialmente para os ritos de Nið (infames e dessacralizadores), Seiðr (divinatórios sagrados) e Blót (sacrifícios propiciatórios). Preocupados essencialmente com seu destino, os Vikings procuravam o conhecimento deste através de todos os meios possíveis. Segundo a perspectiva de Boyer, a religião para os Vikings era baseada profundamente na ação, em valores de reciprocidade, uma “prodigieuse leçon d’énergie et de confiance en la vie” (p. 29).

Em outro trabalho, De la hache à la croix, Boyer concede sua interpretação para o processo de cristianização da Escandinávia, um tema que vem ganhando cada vez mais importância no medievalismo. O historiador mantém duas posições básicas e interdependentes. A primeira enfatiza a transferência de um modelo religioso do continente para as terras do norte. Os pagões Vikings possuíam um contato prévio com o cristianismo, tanto pelas viagens exploratórias e comerciais, conhecendo seus ritos, crenças e hábitos (especialmente pelos intercâmbios com Constantinopla). Isto foi uma das razões que, ao contrário da lenda, não houveram conversões feitas de sangue e mártires. Já na literatura islandesa, sua redação utilizou os textos hagiográficos em latim, o modelo clássico de um rei convertido ou a vida de um santo local. É o que Boyer denomina de aggiornamento, muito mais que uma mudança de mentalidade, uma adaptação das novas tendências com o antigo. Isso pode ser exemplificado com o fato da Igreja tolerar e mesmo incentivar a utilização de inscrições rúnicas – consideradas mágicas pelo paganismo – ou pelo fato dos templos cristãos serem erigidos em áreas de antigos cultos pagãos [4]. O segundo aspecto enfatizado por Régis Boyer é o político. Durante a Era Viking, os reis possuíam um carisma sagrado, mas por outro lado não tinham autoridade suprema. O cristianismo trouxe novas possibilidades para o aumento da centralização do poder real, além de possuir um sistema hierárquico extremamente piramidal. A religião nórdica antiga não tinha dogmas, rituais precisos e definidos, templos, iniciação sacerdotal, enquanto o cristianismo fornecia além de tudo isso, também a possibilidade de contatos mais freqüentes com a Europa, como a própria manutenção simbólica dos reinos. Mas com isso, o Viking não pode ser mais livre e independente. Ele simplesmente desaparece: “le christianisme aura été l’un des grands facteurs d’extinction du Viking” (p. 147).

Mais um estudo integrante do livro é La longue histoire des runes, de Alain Marez (Universidade de Bordeaux-3). Uma das fontes mais prestigiadas nos atuais estudos de Escandinávia, a runologia ou epigrafia rúnica possui a vantagem de reconstituir a história através dos próprios povos nórdicos e não em documentos escritos posteriormente. Em 1999 foram calculados cerca de 3.200 inscrições rúnicas na Suécia, 900 na Noruega e 700 na Dinamarca. Um grande potencial para novas pesquisas e interpretações da sociedade escandinava. Marez é partidário da opinião de que as runas surgiram no século II d.C., influenciadas pelos alfabetos da região norte da Itália, o Piemonte subalpino, especialmente pela migração entre os povos do norte e sul da Europa. Durante o século III, a Dinamarca predominava na produção de inscrições, mas no período de migrações até a Era Viking, a Suécia tornou-se preponderante.

No primeiro período de produção rúnica, o principal suporte das inscrições foi o metal, mas com os escandinavos houve a posterior preponderância das gravações em rocha. A maioria do conteúdo é bem curto, sendo muitas sequências do futhark [5] de caráter mágico ou de nomes próprios, bens familiares, conjurações e malefícios. As vezes as inscrições funerárias traziam o nome do defunto ou do gravador. Em sua origem, a prática de gravar nomes era feita por uma elite social, membros da aristocracia. E a partir do século V, apareceram as estelas rúnicas sobre pedras para honrar o morto. As estelas com serpente rúnica (runslangen) apareceram na Suécia central do século XI. A fórmula dos textos é bem simples: “X elevou esta pedra (em memória de) Y (seu parente, amigo)”. Caso as circunstâncias da morte sejam excepcionais, o texto exaltava o bom caráter do defunto. O “centro de gravidade” da tradição rúnica situava-se na província de Uppland, norte do lago Mälar (Suécia). Concentrada na sede da monarquia dos Svear, uma rica aristocracia de famílias muito influentes favorecia o surgimento de uma literatura rúnica. Atualmente as estelas escandinavas, especialmente da Suécia, estão sendo tema de inúmeros estudos que procuram relacionar o texto com aspectos sociais, religiosos e econômicos, permitindo uma visão muito mais ampla das potencialidades desta fonte [6].

Segundo Marez, após a cristianização a Igreja não encarou as runas como vetores do paganismo e acabou adotando-as em suas cruzes e objetos de culto. Com o triunfo da escrita alfabética latina, o futhark escandinavo começou a decair, mas no século XIII ocorreu uma nova variação para tentar rivalizar com o latim – o futhark medieval do século XIV, utilizado nos funerais cristãos, epitáfios, marcas de propriedade, nas assinaturas de artistas, carpinteiros e escultores. Os bastões rúnicos (runakefli) foram calendários muito populares, uma das últimas formas do futhark, utilizados em 1300. Para o desfecho do artigo, Marez cita uma frase do epigrafista francês Lucien Musset: “l’emploi vivant des runes cesait, la runologie naissait…” (p. 39). Com o surgimento dos movimentos esotéricos a partir do Oitocentos, as runas tornaram-se muito populares, especialmente como oráculos divinatórios. Mais do que nunca, estudos acadêmicos sobre o alfabeto rúnico e seu verdadeiro significado na Antigüidade são necessários. Neste sentido, o artigo de Marez além de uma ótima introdução, esclarece vários procedimentos metodológicos sobre epigrafia, evitando que as runas continuem apenas a serem imaginadas como algo misterioso e transcendental.

Michel Le Bris (Centro Cultural Abbaye de Daoulas) assina o interessante artigo Barbares romantiques, Norsemen et Saxons. Neste trabalho, o autor recupera alguns aspectos do imaginário moderno sobre os bárbaros. Não podemos pensar os Vikings, Saxões e outros grupos sem levar em consideração as representações literárias e artísticas realizadas pelos europeus a partir dos séculos XVIII e XIX [7]. Le Bris enfatiza principalmente como os artistas desta época utilizaram a imagem do bárbaro como um reflexo de suas próprias inquietudes, de seus medos e de suas aspirações políticas ou ideológicas. Poetas como Chateaubriand e Thierry enfatizaram a figura do bárbaro com um significado de liberdade, o selvagem liberto na natureza. Já para Burgh, Hulme e a escola escocesa, houve a pretensão em demonstrar a origem gótica da liberdade inglesa e as idéias democráticas de seus antecessores ingleses. O grande mito bárbaro da época foi reinventar a explosão, a liberdade e a terra, em uma figura que fascina ou é temida, o homem nãogrego, do tumulto, da tempestade, da desordem, da desgraça. Bárbaros podiam ser os homens da Convenção ou Napoleão, convertido em Átila: após Waterloo, os bárbaros do Norte salvam a democracia e livraram a Europa dos bárbaros do sul. Os jovens românticos franceses se proclamavam bárbaros para se opor à Academia. Ainda para Le Bris, os novos bárbaros nasceram no interior da própria sociedade européia depois de 1831, as hordas obscuras que se levantaram na sociedade, os proletários. Enfim, a representação barbárica foi extremamente polimórfica, variando conforme o contexto político e social, ou ainda, dependendo do referencial artístico.

Em Les mille trésors de l’île de Gotland, Malin Lindquist (Museu Regional de Visby, Gotland) perfaz um panorama dos atuais estudos sobre a ilha de Gotland, uma das mais importantes regiões da Era Viking. O local serviu para manter a independência política dos chefes em relação a Suécia: ainda no período Vendel, os Götar já possuíam um dialeto e uma cultura diferenciada do resto da Escandinávia. A ilha foi centro do comércio LesteOeste, concentrando as influências vindas do Oriente e por isso mesmo um grande alvo para piratarias desde tempos remotos. O grande diferencial cultural da região foram as maravilhosas estelas funerárias. Com uma elegância refinada, decoradas com símbolos de glória, de morte e ressurreição, cenas dramáticas e dragões entrelaçados. As mais antigas serviam como pedras de túmulo (séc. V) e as mais recentes (séc. XII) como memoriais de propriedade. A decoração das pedras consiste em motivos espiralais, representações estilizadas de animais e outras de simbologias religiosas dos Vikings. As imagens ilustram os acontecimentos que marcaram a vida de um defunto enquanto era vivo. Foram erigidas não muito longe das rotas, pontes e locais de passagem: constituíram essencialmente monumentos para serem vistos e recordados – um importante elemento legitimador da ordem política (a classe dos Jarl) e da ordem religiosa (os cultos odínicos) [8]. As pedras rúnicas do século XII testemunham a ruptura do paganismo e do cristianismo, um dos grandes temas de investigação nos atuais estudos de epigrafia nórdica.

A obra ainda contém outros estudos importantes, como La Finlande et les Vikings, de Leena Söyrinki-Harmo (Museu de Helsinki, Finlândia), concedendo algumas perspectivas entre o contato dos escandinavos com as populações finno-ungricas. James GrahamCampbell (Universidade de Londres), traça um panorama das invasões nórdicas no extremo da Grã-Bretanha (Jarls des îles d’Écosse), enquanto Neil Price (Universidade de Uppsala), reconstitui as invasões e a formação das colônias escandinavas na Inglaterra (Angleterre: de la violence à la royauté). A descoberta e colonização do Atlântico Norte foi enfatizada por Jean-Yves Marin (Museu da Normandia) em seu artigo Les Vikings ont-ils découvert l’Amérique?, enquanto os raids pelo Mediterrâneo foram contemplados por Claudine Glot (L’Espagne et la Méditerranée).

O livro conta com uma estrutura gráfica espetacular, reproduzindo além de fotografias de diversos artefatos arqueológicos, ilustrações e pinturas de museus europeus e coleções particulares. Algumas destas obras de arte são muito pouco reproduzidas em publicações, como Pirates normands au IX siécle, de Évariste Luminais (1894); Le reliquaire, de Henri-Georges Charrier (1881); Gissur défiant les Huns, de Peter Arbo (1886); Les Rois des mers, de Alfred Didier (século XIX). Enfim, um lançamento imprescindível para os vikingólogos e muito útil também para os medievalistas em geral, pesquisadores e amantes dos fascinantes escandinavos.

Notas

1. A exposição L’Europe des Vikings foi realizada na Abadia de Daoulas, França, de 14 de maio a 14 de novembro de 2004. Dirigida por Michel Le Bris, teve como principal consultor técnico/curador o historiador Régis Boyer. A exposição contou com mais de 600 peças provenientes de 40 museus da Suécia, Noruega, Dinamarca, Finlândia, Islândia, Inglaterra, Russia, França e coleções particulares.

2. O Centre Culturel Abbaye de Daoulas situa-se na Bretanha Francesa é um órgão dedicado exclusivamente aos estudos de imaginário e mitologia (http://www.abbaye-daoulas.com.fr). O Centre de l’Imaginaire Arthurien também sediado na Bretanha Francesa, sendo um importante centro de referência sobre mitologia arturiana. (http://perso.wanadoo.fr/merlin77/cia.htm).

3. Boyer chama a atenção para o fato da Edda Poética não ter uma única prece verdadeira: “Au demeurant, le corpus impressionnant des textes ‘religieux’ que nous propose l’Edda poétique ne nous offre pas une seule véritable prière!” (p. 146).

4. O reaproveitamento de áreas sagradas foi uma tendência em grande parte das áreas evangelizadas pelo cristianismo: ocorreu no Peru (Igrejas construídas acima das bases de templos incas), México, Irlanda e Escandinávia. Na Inglaterra, região de Glastonbury, foi construído um mosteiro – a primeira Igreja do país – em um tradicional local de cultos pagãos, local sagrado do druidismo (ENGER, Michael (dir.). Fata morgana. Michael Enger Film Production for ZDF/Arte, 2001. VHS, documentário, 45 min.). Na Escandinávia muitas paróquias foram erigidas em locais tradicionais do paganismo nórdico (as áreas das antigas reuniões – things – foram as escolhidas para a edificação de Igrejas, como em Uppsala, Suécia). A continuidade da ostentação de estelas rúnicas em locais públicos ainda demonstrava a riqueza familiar, mas passava agora a ser um ato encorajado pela Igreja. Muitos temas pagãos presentes nas estelas foram reinterpretados pela nova fé. Heróis como Sigurðr combatendo o dragão Fafnir transformaram-se no Cristo triunfante destruindo a besta; a representação do deus Þórr pescando a serpente do mundo foi reencenada como sendo Cristo capturando o leviatã. Apesar de não ser fácil traçar a mudança de mentalidade no período de conversão, as inscrições rúnicas são uma excelente fonte para a investigação dos historiadores. As possibilidades de novas análises ainda são muito grandes. Conf. SAWYER, Birgit. The Viking-Age Rune-Stones: custom and comemmoration in early Medieval Scandinavia. London: Oxford University Press, 2003.

5. O futhark é o nome que se emprega para o alfabeto rúnico, derivado dos seis primeiros nomes dos sinais em Old Norse, na escrita Rama Longa e Rama Curta (PAGE, Raymond Ian. Runes. London: British Museum Press, 2000, p. 9).

6. Muitos runologistas revelam o quanto é promissora a investigação sistemática da epigrafia rúnica e dos monumentos Vikings. Pesquisas sobre genealogias, aspectos administrativos e eclesiásticos, dados estruturais do paganismo, o período inicial de evangelização na Escandinávia, autorias e estilos de confecção rúnica, todos estes aspectos ainda dependem de maiores esclarecimentos. As pesquisas futuras devem estabelecer uma relação entre o conteúdo, design e a ornamentação das estelas rúnicas.

7. Também participamos no livro em questão com um artigo sobre a formação do imaginário a respeito dos escandinavos, Rêver son passé, p. 166-169. Outros estudos que tratam do imaginário contemporâneo sobre os Vikings: LANGER, Johnni. The origins of the imaginary Viking. Viking Heritage Magazine, University of Gotland/Centre for Baltic Studies. Visby (Sweden), n. 4, 2002; BOYER, Régis. Le mythe Viking dans les lettres françaises. Paris: Editions du Porte-Glaive, 1986; WAWN, Andrew. The Vikings and the victorians: inventing the Old North in 19Th -Century Britain. London: D.S. Brewer, 2002; LÖNNROTH, Lars. The Vikings in History and legend. In: SAWYER, Peter. The Oxford illustrated history of the Vikings. London: Oxford University Press, 1999.

8. Sobre estes aspectos das estelas de Gotland, ver o estudo: LANGER, Johnni. Morte, sacrifício e renascimento: uma interpretação iconográfica da estela Viking de Hammar I. Revista Mirabilia n. 3, 2003. www.revistamirabilia.com

Johnni Langer – Universidade do Contestado, SC. E-mail: [email protected]


GLOT, Claudine; LE BRIS, Michel (Orgs.). L’Europe des Vikings. Paris: Éditions Hoëbeke, 2004. Resenha de: LANGER, Johnni. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.4, n.2, p. 159-163, 2004. Acessar publicação original [DR]

Historia Andina en Chile – HIDALGO (C-RAC)

HIDALGO L, Jorge. Historia Andina en Chile. Santiago:
Editorial Universitaria, 2004. 705p. Resenha de: MARTÍNEZ C, José Luis. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.36, n.2, p. 525-530, jul. 2004.

Comentado por José Luis Martínez C.*

Cuando se reseña un libro, pocas veces se tiene el extraño privilegio de reseñar simultáneamente una vida intelectual y hacer, además, un recuento sobre la historia de una disciplina. No sé si estaré a la altura de las circunstancias, dado que no sólo se trata de un libro muy especial, sino de que soy deudor de varios de los hitos que marcan la trayectoria del pensamiento de su autor. Y si a eso se le agrega que se trata, también, un poco de historiarnos a nosotros mismos, la pequeña cofradía de etnohistoriadores e historiadores indígenas en Chile, se comprenderá que la tarea no es pequeña.

Este volumen reúne algunas de las investigaciones -no todas-que Jorge Hidalgo fue realizando, solo y acompañado con otras y otros investigadores, y que se tradujeron en diversos artículos entre los años 1971 y 2003. Sus treinta capítulos son, claramente, expresión de toda una vida intelectual, de las pasiones, las búsquedas, los debates (por qué no) que marcaron a Jorge Hidalgo y que, también, nos influyeron a muchos de nosotros. En esos primeros años de las décadas de los años setenta y ochenta la tarea parecía aún más titánica que ahora. No sólo había que investigar y publicar sobre temas en su gran mayoría inéditos para una disciplina como la historia, sino que había que hacerlo al amparo de los grandes debates que cruzaban a todos nuestros países. ¿Era (y sigue siendo) posible construir una historia andina o debemos restringirnos a las historias nacionales, que cortan, segregan a partir de fronteras construidas recién en el siglo XIX? y que incorporara a los colectivos indígenas, usualmente silenciados en las historiografías nacionales? ¿Una historia que fuera en parte común a varios países (más allá del hecho colonial)? ¿No era eso también parte del esfuerzo colectivo de una América latina que quería entenderse a partir de sus propios procesos, elaborando sus propias categorías analíticas? Cada uno de estos capítulos se encuentra íntimamente ligado a alguno de esos momentos de debate y representa una propuesta. Me parece interesante destacar que, a pesar del tiempo transcurrido y del evidente desarrollo de los estudios sobre las sociedades indígenas en los países andinos así como en Chile, esas continúan siendo tareas pendientes y los enfoques permanecen vigentes. Los invito a leerlos agregándoles esa perspectiva, a reconocerlos como parte de un proceso mayor que les da unidad y que les proporciona nuevos sentidos.

Este es un libro que ha sido largamente esperado por generaciones de alumnos. La dispersión en la publicación de los trabajos de Jorge Hidalgo (muchos de ellos editados en Inglaterra, Estados Unidos o Perú, por nombrar algunos) hacía que -a ratos- la tarea de los y las estudiantes por conocerlos fuera en sí misma un verdadero trabajo de investigación, cuando no significaba que -como profesores- teníamos que abrir nuestras bibliotecas personales para que ellos pudieran leerlos. Y es que tenían que leerlos, porque, como lo verán los lectores de este volumen, se reúnen en éste muchos artículos que, en un determinado momento, fueron pioneros: “Incidencia de los patrones de poblamiento en el cálculo de la población del Partido de Atacama desde 1752 a 1804” (publicado en 19781), por ejemplo, fue el primer trabajo publicado en Chile que planteaba que las dinámicas sociales y culturales de las poblaciones atacameñas, acostumbradas a movilizarse a lejanos lugares para asegurar el acceso a recursos remotos, habían incidido de manera determinante en la realización de los padrones de revisita coloniales (los censos de la época) y que era necesario, entonces, replantear completamente el análisis demográfico de esas comunidades. “Algunos datos sobre la organización dual en las sociedades protohistóricas del Norte Chico de Chile” (escrito en 19712) fue, tal vez, uno de los primeros trabajos que plantearon, en Chile, la posibilidad de que algunas estructuras sociales y políticas indígenas fueran más complejas que lo percibido hasta entonces y que propuso una manera diferente de analizar los datos de los cronistas del siglo XVI, línea de reflexión que fue continuada en un análisis posterior (Culturas y etnias protohistóricas: área Andina Meridional, 19823) en el que Jorge Hidalgo elaboró una primera mirada desde la etnohistoria sobre América andina meridional y que apareció en la “Historia de América Latina” de la Universidad de Cambridge4. Los trabajos recién citados son tan solo algunos de los muchos que abrieron camino a nuevas investigaciones y que impulsaron a varias generaciones de investigadores a interesarse por esos temas.

Jorge explica, en su Introducción, tanto la organización del libro como algunos de los temas abordados en sus trabajos y nos entrega, así, un primer marco de comprensión de su libro. Pero quiero decir que su trabajo va mucho más allá de lo que él, con humildad, no se atreve a destacar. Por esos años (comienzo de los setenta), por ejemplo, por primera vez teníamos una visión etnohistórica más o menos de conjunto sobre esa América Andina meridional a la que me acabo de referir, con una propuesta que vinculaba la problemática de una sociedad con otras, que se atrevía a incursionar en análisis de datos estadísticos y demográficos proporcionando materiales para una discusión -por ejemplo- de la gran crisis demográfica de los siglos XVI y XVII. No sólo eso, Jorge, destacado discípulo de John Murra, generó este análisis sobre América a partir de los modelos teóricos más actualizados en ese momento, los que proporcionaban los estudios sobre las sociedades andinas centrales, abandonando viejos esquemas descriptivos que clasificaban a las sociedades prehispánicas en más o menos primitivas, más o menos civilizadas, para adentrarse en un intento de comprensión de sus estructuras sociales y políticas, o en sus dinámicas culturales. Podemos discutir hoy día la validez o aplicabilidad de varios de los conceptos o del modelo general, pero no me cabe duda que abrió nuevas perspectivas.

Y los artículos sobre Atacama de los siglos XVII y XVIII son clásicos en el más amplio sentido de la palabra. Fue el primero en constituir a Atacama en una unidad de estudio, en plantearse la pregunta por sus singularidades y lo hizo no desde la simple descripción de una región o de sus poblaciones, sino desde el análisis de sus estrategias de vida, de sus formas de resistencia ante la dominación colonial y las presiones tributarias, de sus huidas hacia otros territorios aprovechando viejas pautas culturales y antiguos lazos sociales, así como, también, desde el análisis de los efectos e impactos del dominio colonial, de la desestructuración que significó en las estructuras políticas, sociales y culturales indígenas la dominación española, sin dejar afuera el estudio de los cambios culturales y de la emergencia de nuevas estructuras políticas.

Posteriormente yo también me dediqué al estudio de las sociedades indígenas en Atacama y con los años se han ido incorporando varias y varios colegas. Personalmente estoy convencido de que fue Jorge Hidalgo, con los artículos que ahora se publican reunidos en este libro, el que nos abrió el camino para hacerlo. Y valga aquí una mención adicional: no se trata de reconocer únicamente el impacto académico y científico de sus trabajos. Jorge ha sido siempre extraordinariamente generoso para facilitar sus materiales, para permitir que otros los conociéramos y trabajáramos con ellos. Aprovecho esta tribuna para agradecérselo públicamente.

Hace ya tiempo que todos sabemos que Jorge puso a Atacama, Tarapacá y Arica en el mapa de las rebeliones antiespañolas del siglo XVIII. No sólo las tupamaristas, las más conocidas, sino también contribuyó a hacer visible la inestabilidad anterior, que precedió a las grandes revueltas. Y lo hizo en muchos casos con una finura que provoca el placer de la lectura. El rastreo de los pasos de Tomás Paniri (uno de los líderes de la rebelión en Aiquina y el río Loa) o el análisis de los aspectos mesiánicos de las rebeliones que permiten entender parte del marco ideológico que las rodeó; la descripción de las vinculaciones entre una y otra localidad durante y después de alguna rebelión (el caso de Ingahuasi), son trabajos que trascienden lo anecdótico y local para permitirnos pensar situaciones similares ocurridas más allá de los bordes de la región atacameña o de los Altos de Arica.

No quiero resumir ni describir todos los capítulos, sería largo y para eso ya el mismo Jorge hizo un agrupamiento analítico en su Introducción. Quiero más bien señalar -en mi caso personal- cómo mi propia reflexión y la de algunos y algunas de mis colegas fue siendo impactada y alentada por estos trabajos. Y en esta línea de conversación, hay una dimensión del trabajo intelectual y disciplinario de Jorge, que está en los artículos presentados en este libro, que quiero destacar: es la que resulta de una colaboración interdisciplinaria (tan cara y central a la etnohistoria andina) sobre todo con los arqueólogos. Los intentos de correlacionar datos documentales con arqueológicos no siempre terminan siendo felices. Muchas veces -las más- son mayores las objeciones que destacan las dificultades metodológicas que subyacen a una u otra proposición, o al uso acrítico de materiales arqueológicos y documentales, en fin… Y así es frecuente que uno termine siendo su propio “interdisciplinario”, si se me permite la expresión, porque resulta más fácil trabajar con uno mismo, usando los materiales arqueológicos, etnolingüísticos o antropológicos de los otros en su propio análisis, que trabajando directamente con los otros. Pero Jorge intentó un camino más difícil: escribir con los amigos arqueólogos, estar en terreno con ellos para hacer allí la reflexión común. A mí siempre me han resultado interesantes su trabajos con Focacci sobre la multietnicidad en Arica y los trabajos sobre el período incaico (que lamentablemente no fueron incluidos en este volumen, ¿podemos esperar el tomo 2?).

¿Y qué hay con los desafíos intelectuales y éticos? Hay aquí varios envites que quiero destacar. El primero es el que se anuncia en el título: Historia andina en Chile. En un país que con frecuencia olvida su carácter latinoamericano y que fija sus ojos -a veces con obstinación- en otros mundos como el europeo y el norteamericano, se olvida aun con más frecuencia nuestro carácter -también- de país andino. Lo andino ha quedado relegado a “los otros”, los “indios”, los que están más allá de nuestras fronteras y que, a ratos, incomodan; o a lo folclórico en la música, en algún carnaval o en lo exótico.

Y Jorge viene a desafiar esas miradas para recordar, para insistir, para impedir negar que hay una historia andina en Chile. Que no es únicamente la historia de los otros que un grupo de locos hace desde Chile (como podría ser si entre nosotros hubiera un grupo de africanistas, por ejemplo), sino en su sentido más profundo y perturbador, de señalar que en Chile hay una parte de nosotros que es historia andina, que algunos pueden intentar seguir negando pero que forma parte de nuestros procesos humanos y que no se restringe al norte de Chile anexado después de la guerra de 1879, sino que tiene que ver también con el periodo prehispánico del valle central y que durante el período colonial y el siglo XIX impactó también en la historia -al menos- del norte chico.

Usualmente, entre los historiadores chilenos más tradicionales, se suele pensar, representar y describir a las sociedades indígenas como parte de “los otros”, los que están o estuvieron “más allá”, siempre en unas fronteras y al lado de afuera de ellas. No nos olvidemos que la historiografía oficial, la más difundida, ha señalado majaderamente que “en Chile” se produjo un pronto mestizaje y que los indios, los “verdaderos” indios quedaron más allá de los ríos o en los desiertos, siempre distintos a nosotros. O, también, se nos señala que es necesario estudiar a las sociedades indígenas en tanto nuestras “raíces”, parte de un pasado en el que podemos -más o menos y nunca tanto- reconocernos, pero que son, por lo mismo, objeto del estudio no de los historiadores, sino ante todo de los arqueólogos. Y lo que Jorge ha venido planteando desde hace ya 30 años es que eso no es cierto. Que durante todo el período colonial y el republicano nuestro país y toda América fueron un espacio de convivencias y confrontaciones (nada de espacios de refugio). Que las economías coloniales no pueden ser entendidas sin considerar la participación indígena en mercados, haciendas, obrajes y minería; que no se pueden dejar al margen los espacios de ruralidad en los cuales operaron y tuvieron una vida propia tantas instituciones coloniales y republicanas; que las haciendas y los hacendados (una de las estructuras más relevantes en la formación de naciones como las nuestras como lo han destacado tantos historiadores) no pueden ser entendidas, o lo serían muy mal, si olvidamos que en muchísimas de ellas fueron los encomendados, los habitantes de los pueblos de indios, los fugados antitributarios, los que las hicieron funcionar. Pero no sólo como mano de obra, sino que en muchos casos manteniendo estructuras políticas, sociales y culturales que permearon la misma vida colonial y republicana. Consecuentemente, este es, también, un libro de historia colonial.

Pero lo relevante, finalmente, es que Jorge Hidalgo ha sabido mostrarnos a las sociedades andinas en Chile como sujetos históricos (que a ratos fueron incluso sujetos de su propia historia) y en esa dimensión el desafío que sigue ahí, latente, es el de construir análisis históricos que los incluyan como parte de una historia social que será incompleta si no los considera. Tengo la convicción de que todas estas son razones más que poderosas para leer Historia Andina en Chile.

Comentado por Celia L. Cussen*

Diego Barros Arana, en el primer tomo de Historia General de Chile, describió el viaje de regreso de Chile al Perú que hizo Diego de Almagro en la primavera de 1536. El viejo español se negó a volver por el difícil camino de la cordillera que había recorrido para llegar a Chile, y prefirió atravesar los desconocidos desiertos de Atacama y Tarapacá. Barros Arana, basando su versión de los sucesos en los cronistas de la Conquista, nos dice que al salir de Copiapó el valiente militar “se halló en el desierto” donde “redobló su paso” hasta llegar, a mediados de octubre, al pequeño pueblo de Atacama. “Allí fue reuniéndose todo el ejército para renovar sus provisiones antes de penetrar en las llanuras desiertas de Tarapacá. Sus caballos estaban tan flacos y extenuados que tuvieron que darles dieciocho días de descanso en Atacama para poder proseguir la marcha”5. Este relato de la temprana estadía de un grupo de españoles en un pueblo atacameño es bastante curioso, sobre todo porque habla del poblado sin mencionar a sus habitantes, quienes, se puede suponer, tuvieron algo que ver con el reabastecimiento de la fuerza expedicionaria. Barros Arana no se detiene para averiguar la reacción de los indígenas del lugar a la forma de ser del bando de españoles, ni siquiera para comentar su evidente buena disposición para cobijar y alimentar a estos europeos sedientos y sus caballos extenuados. El historiador chileno estaba limitado por sus fuentes, por cierto, y también por una visión de la historia que tiende a pasar por alto el punto de vista indígena, una actitud que compartía con los demás historiadores del siglo diecinueve y de la mayor parte del siglo veinte. Hasta hoy se observa que el ninguneo del indígena mantiene su vigencia entre aquellos que prefieren fijar su mirada en la experiencia hispana de los sucesos, y que ubican las raíces culturales de esta nación mestiza en los valores ibéricos del honor, el prestigio y la dominación a la fuerza. Esta visión del indígena inerte vencido por el astuto y ambicioso español fue puesta a prueba por un grupo de investigadores hace ya tres décadas. El reciente libro de Jorge Hidalgo, Historia Andina en Chile, demuestra el desarrollo y el alcance del desafío historiográfico a esa perspectiva.

Historia Andina en Chile contiene capítulos de la historia del norte de Chile escritos por Jorge Hidalgo a lo largo de más de treinta años. Algunos estaban inéditos hasta ahora, otros habían aparecido en diversas revistas especializadas, incluyendo Estudios Atacameños y Chungara. Varios de estos artículos son frecuentemente citados por los especialistas de la historia andina, pero otros estaban prácticamente perdidos para el mundo académico chileno e internacional. Juntos, forman un cuadro de la historia de los pueblos originarios de Arica, Tarapacá y Atacama desde los primeros años de la época colonial hasta avanzado el siglo 18. También encarnan la revolución en la manera de escribir la historia en que participó Jorge Hidalgo.

Jorge Hidalgo forma parte de un grupo internacional y cosmopolita de historiadores que, en los años 60 y 70, se comprometieron a cuestionar la visión tradicional de la historia colonial como herencia hispana y emprendieron la difícil tarea de reconstruir el pasado de las comunidades indígenas de América Latina desde otra perspectiva. En este grupo figuran hombres y mujeres de Latinoamérica, Europa, y los Estados Unidos, entre ellos Enrique Tandeter, Brook Larson, Thierry Saignes y Nancy Farriss, un grupo formidable de historiadores quienes han dejado un legado intelectual que inspira a sus muchos alumnos.

Algunos de estos investigadores se encontraron a mediados de los años sesenta en el Centro de Historia Americana de la Universidad de Chile, con Rolando Mellafe y John Murra como sus maestros. Allí, Jorge Hidalgo, Karen Spalding, Osvaldo Silva y Luis Millones, entre otros, compartieron ideas y formaron grandes lazos de amistad, haciendo de la solitaria disciplina de la investigación histórica un proyecto compartido. Después partieron a las mayores universidades de Europa y Estados Unidos para perfeccionarse y luego emprender la imponente y, para ellos, urgente tarea de reconstituir las historias de los grupos étnicos que sobrellevaron el dominio hispano6.

La dificultad de percibir la reacción indígena al régimen colonial era inmensa. Había que crear nuevos métodos y buscar más allá de los cronistas que formaban la fuente principal de las generaciones precedentes. Había también que mirar más allá de su propia disciplina, y así estos historiadores echaron mano de las técnicas de otros campos académicos. Participaron en excavaciones con colegas de arqueología para descubrir patrones precoloniales del comportamiento indígena, y estudiaron las técnicas de antropólogos emergentes, como Clifford Geertz, quienes se dedicaron a descifrar los códigos culturales de las sociedades no-occidentales de Oceanía y África. Estos antropólogos daban pistas que ayudaron a ver cómo una sociedad entiende su mundo y cómo crea estructuras de poder sostenidas en el tiempo por soportes ideológicos y simbólicos. Los nuevos historiadores aplicaron estas herramientas al estudio del pasado indígena, en un método que ellos llamaban la etnohistoria, y que Jorge Hidalgo ha definido como una “disciplina que combina las preguntas, las hipótesis y modelos desarrollados por los antropólogos con las técnicas documentales de los historiadores” (p. 651).

Con la sensibilidad por la cultura material del arqueólogo y la preocupación por el contexto sociocultural del antropólogo, Jorge Hidalgo, como sus colegas, empezó a trabajar con las herramientas imprescindibles de nuestra disciplina, los documentos escritos. Este libro da cuenta de los múltiples viajes de Jorge Hidalgo a los archivos coloniales fuera de Chile, incluyendo el Archivo de Indias por cierto, pero también a los depósitos documentales de Argentina, Bolivia y Perú. Como la zona desértica del norte de Chile carecía de los grandes recursos humanos y naturales que solían atraer a los españoles, los documentos sobre la región eran relativamente escasos. Más encima, casi siempre habían sido producidos por los españoles para sus propios propósitos, con conceptos y categorías mentales que poco o nada tenían que ver con la forma indígena de sobrellevar en términos económicos, sociales y culturales la pesada realidad colonial. Por lo tanto, había que leerlos de soslayo, buscando en títulos, procesos judiciales y visitas, las referencias a los diferentes grupos originarios de la zona. En estos documentos Jorge Hidalgo logró encontrar la voluntad y acción del indígena, opacadas y deformadas por el idioma y la jerga notarial de los españoles.

Después de pasar años revisando documentos, Jorge Hidalgo y sus colegas encontraron que había tendencias que se repetían en uno y otro lugar de la América española. El principal descubrimiento de este grupo de historiadores provocó una revolución en la forma de mirar el mundo indígena: los pueblos originarios de América demostraron una creatividad asombrosa para remendar de mil maneras las redes sociales rotas y rasgadas por las epidemias, las exigencias tributarias, y los desplazamientos producidos por el régimen colonial. Como escribe Jorge Hidalgo, “La capacidad política y creativa de los pueblos originarios, si bien sufrió por la desorganización o destrucción de sus aparatos creados en una historia milenaria, no se detuvo y dentro de los estrechos límites de la dominación colonial, fueron capaces de hacer su propia historia. Conocer estas realidades, acciones y proyectos históricos ha sido nuestro programa de investigación por varias décadas” (p. 16).

Jorge Hidalgo presenta muchos ejemplos rigurosamente documentados de estas realidades, en los cuales se aprecia “la voluntad o capacidad de los indígenas para organizarse, cambiar las tradiciones y hacer uso de los elementos coloniales favorables a sus intereses… para superar condiciones históricas críticas” (p. 381). Así, por ejemplo, nos presenta el caso notable de la formación del nuevo cacicazgo de Codpa en los altos de Arica en el siglo XVII. En el vacío político creado por el régimen colonial, diversas poblaciones étnicas removidas de sus lugares y grupos de origen se reconstituyeron en un nuevo grupo étnico.

En algunos casos, Jorge Hidalgo fija su atención sobre las grandes fisuras en la historia andina. Uno de esos momentos de ruptura se materializó en una serie de rebeliones de los grupos indígenas entre 1770 y 1781, como reacción a los esfuerzos de los Borbones de darle una vuelta más a la tuerca tributaria que ya tenía atoradas a las comunidades indígenas. Fue un movimiento que atravesó toda la zona andina sur. Sin embargo, para Jorge Hidalgo era imprescindible entender las variaciones que se daban de este gran movimiento en cada localidad, un estudio que exigía un esfuerzo historiográfico micro-regional basado en un examen minucioso de las fuentes. Así, logró demostrar que la resistencia armada de 1781, la rebelión de Tupac Amaru, afectó de manera muy diferente a las comunidades de los altos de Arica, Tarapacá y Atacama debido a variables como la capacidad de negociación y acción política que algunos caciques ejercían dentro de los marcos legales, y la calidad de las relaciones entre los pueblos y sus curas doctrineros.

En este libro, Jorge Hidalgo también realza los cambios de pequeña escala, fracturas más que fisuras en términos históricos, pero de gran relevancia para la supervivencia de las comunidades indígenas como grupos étnicos. Está, por ejemplo, el caso del corregidor de Atacama que estableció escuelas para enseñar castellano a los niños de la zona, prohibiéndoles hablar su propio idioma, el cunza, dentro o fuera de la sala, una política de profundas consecuencias para las comunidades andinas. Entre los otros impactos del régimen colonial está el abandono de sus pueblos de parte de los hombres que no podían pagar su tributo, quienes dejaban a sus familias y comunidades con una carga aún más pesada. O el caso de la curandera indígena que falló en sus esfuerzos por sanar a una española, y, como consecuencia, fue acusada de participar en un maleficio y desterrada de la provincia por bruja. Estos episodios son sintomáticos de las presiones que seriamente amenazaban cualquier capacidad de respuesta cultural de parte de los pueblos de indios.

Aquí no hay una sola narrativa, sino una variedad de temas, descubrimientos, y aportes teóricos. Tampoco vemos a los indígenas totalmente aislados de la población hispana, mestiza y negra de la zona. Jorge Hidalgo demuestra cómo los indígenas compartían el espacio urbano de Arica con los españoles, y, de alguna forma, un espacio cultural también: los indígenas que participaron en la rebelión general de 1781 sustentaron sus acciones en sueños milenaristas que incorporaron supuestas profecías de Santa Rosa y San Francisco Solano al discurso simbólico que prometía el retorno del orden moral de sus antepasados.

La publicación de Historia Andina en Chile no sólo presenta la oportunidad de resaltar los logros alcanzados por medio de herramientas interdisciplinarias para investigar el pasado. También pide que nos preguntemos acerca del propósito de escribir la historia y la relación entre la historiografía y nuestra imagen de país. En una nación democrática como Chile, la forma en que los ciudadanos piensan colectivamente sobre su pasado está en manos de sus historiadores. Jorge Hidalgo, al estudiar con herramientas renovadas las perspectivas y reacciones creativas de los grupos étnicos de la época colonial, de alguna forma desordena la narrativa heroica de corte hispánico del pasado nacional. Propone pensar en un Chile que incluye grupos indígenas cuyas experiencias históricas no son necesariamente compatibles con la forma acostumbrada de concebir el país, y pide que ampliemos nuestra mirada histórica para abarcar el pasado de una ciudadanía pluriétnica.

Esta obra de Jorge Hidalgo nos guía por el mundo colonial de los indígenas del norte de Chile, y, en el trayecto, establece una vara muy alta en la investigación de problemas de la historia. Para muchos, los métodos que él y sus contemporáneos desarrollaron para estudiar las comunidades indígenas han sido la inspiración de investigaciones centradas en otros grupos de la época colonial, tales como los indígenas radicados en los centros urbanos, los esclavos negros y castas e incluso las dueñas de casa criollas. Al igual que las comunidades indígenas, estos grupos, alejados de los centros de poder, elaboraron su visión del mundo en respuesta a las cambiantes realidades coloniales, y participaron en la formación de una sociedad colonial mucho más compleja que aquella imaginada por los historiadores en el pasado.

Los especialistas de la antropología y la historia no son los únicos beneficiados de los aportes de Jorge Hidalgo. En 2003 la comunidad indígena Aymara de Ticnamar le dirigió una carta pidiendo que les mandara en forma urgente la Revisita de los Altos de Arica de 1773, un documento que él descubrió en el Archivo Departamental de Tacna, y que forma la base de sus estudios de etnogénesis del cacicazgo de Codpa. Este documento, reza la carta, les ayudará “una enormidad” a proteger sus tierras porque les permitiría “conocer con exactitud [de] qué troncos de familias venimos, quiénes desaparecieron, y quiénes se incorporaron a través del tiempo”. Concluye la carta: “Una vez más, Sr. Hidalgo, le reiteramos nuestros infinitos agradecimientos, el habernos dado la oportunidad de leer su libro publicado el año de 1978, sobre lo que fue el pasado colonial del cacicazgo de Codpa, del cual ahora podemos decir con orgullo que tenemos un pasado histórico y [que permite] recuperar nuestra identidad aymara”7.

Notas

1 Estudios Atacameños 6:53-111.

2 Boletín del Museo de Historia Natural año XV, N° 78.

3 Chungara 8:209-253.

4 The Cambridge History of Latin America, editado por Leslie Bethell, vol. II, pp. 91-117. Cambridge University Press, Cambridge, 1984.

5 Diego Barros Arana, Historia General de Chile Tomo I (Santiago: Editorial Universitaria/Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1999), 156-157.

6 Nota de los editores. En este grupo se incluye en Chile Agustín Llagostera, arqueólogo, todos impulsados por John Murra quien insistía en la necesidad de estudios superiores.

7 Nota de los editores. Este documento y la carta en comento se publicaron en Chungara Revista de Antropología Chilena 36:103-204. Jorge Hidalgo, Nelson Castro y Soledad Gonzalez.

José Luis Martínez C. –  Universidad de Chile, Santiago. E-mail: [email protected][email protected]

Celia L. Cussen – Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile. E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Yatiris y Ch’amakanis del Altiplano Aymara; Sueños, Testimonios y Prácticas Ceremoniales – JUAREZ (C-RAC)

JUAREZ, Gerardo Fernández. Yatiris y Ch’amakanis del Altiplano Aymara; Sueños, Testimonios y Prácticas Ceremoniales. Quito: Abya Yala, 2004. 300p. Resenha de: van KESSEL, J. J. M. M. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.36, n.2, p. 531-534, jul. 2004.

Comentario de J.J.M.M. van Kessel*

Se trata de los yatiris y ch’amakanis aymaras de las provincias Omasuyo e Ingaví del departamento de La Paz, como también de los curanderos “residentes” en La Paz. Desde el principio, el autor corrige el malentendido de muchas personas que identifican el ch’amakani con el laika, el “brujo”. Éste trabaja con los espíritus de la oscuridad: el “maligno” y los del uku-pacha; pretende hacer un daño mortal a solicitud de sus clientes; pide fuertes pagos ya que su “trabajo” es, para él mismo, espiritualmente peligroso y socialmente aborrecido; sus víctimas pueden “sacarle la vuelta” y devolver el mal sobre su propia cabeza y, además, a consecuencia de su pacto con el diablo, el brujo termina como un “condenado”. El ch’amakani en cambio, si bien trabaja con los mismos dioses tutelares de la oscuridad, pretende aplacarlos con ofrendas adecuadas para conseguir así que suelten las almas de sus clientes enfermos cuando sus almas, y sus vidas, están siendo devoradas. El autor hace bien en aclarar desde un principio que ambos preparan “platos” ­ofrendas­ para los mismos comensales: los espíritus de la oscuridad, pero con objetivo diferente. El primero lo hace para aplacarlos en defensa del cliente y del maestro mismo; el segundo lo hace para movilizarlos para hacer daño.

Gerardo Fernández Juárez (GFJ) presenta tres testimonios centrales ­dos de yatiris y uno de un ch’amakani­ junto con el relato de una serie de conversaciones, confidencias y prácticas rituales, tanto en su variante urbana como entre quienes permanecen en el altiplano.

Un punto de su continua atención es el proceso de cambio cultural, social y ritual-técnico, constatado cada vez que GFJ compara sus observaciones durante visitas anteriores, en la década de los años ’80, con las actuales (2002 y 2003); y también cuando compara las prácticas actuales de la región circumlacustre con las de los curanderos “residentes”. Los cambios en los rituales y en las mesas corresponden a una respuesta creativa ­y muy aymara­ del curandero a la demanda de los pacientes migrantes urbanos, que sufren profundamente por el proceso acelerado de cambio cultural cuando el impacto y las fuertes presiones del nuevo medio social y económico les causa conflictos, desajustes y desequilibrios psicosociales, que en el campo eran desconocidos. El medio urbano cambia también al mismo curandero, que para sobrevivir en la ciudad debe trabajar por dinero, lograr la afluencia de clientes y operar con eficiencia.

El primer capítulo describe la figura del yatiri y del ch’amakani, tanto de la comunidad tradicional en el campo, como del medio urbano. Relata su proceso de iniciación, sus técnicas predictivas y sus procedimientos rituales. El segundo capítulo recoge los testimonios de curanderos que cuentan con lujo de detalles sus prácticas profesionales, relatan su dramática iniciación a través de los sueños, la comunicación con los seres tutelares que detentan los poderes vitales, las visitas rituales a los lugares de fuerza y el valor de las ch’allas, las libaciones ceremoniales. El tercer capítulo trata de las mesas, las ofrendas compuestas preparadas para los seres tutelares, los ingredientes particulares para cada uno de ellos, conforme el problema del paciente, las formas de elaboración y las oraciones y palabras rituales que lo acompañan. Los capítulos dos y tres son la parte fuerte del libro y tratan el tema con abundantes detalles para demostrar la infinita variedad del ritual terapéutico, personalizado según el estilo y la especialidad del curandero, el problema del paciente y el carácter y las preferencias de los dioses tutelares comprometidos. El cuarto capítulo indaga sobre la responsabilidad y eficacia terapéutica de los yatiris, a partir del concepto aymara del ser humano y sus tres almas, las kimsa ch’iwi (las “tres sombras” gemelas): aminuajayu y kuraji. Se agregan 40 fotografías, una bibliografía amplia y completa sobre el tema, aunque sin discutir ni evaluar estas obras. Encontramos también un número muy grande de notas explicativas y/o complementarias referentes mayormente a los relatos de sus entrevistados.

Las publicaciones anteriores de GFJ. Si leemos este libro después de los anteriores del mismo autor, y si lo leemos como complemento de los mismos, podemos apreciar el avance (a primera vista modesto) de un prolongado proceso de desarrollo y maduración de una investigación que se ha iniciado en la segunda mitad de la década de los años ochenta. Queremos evaluar el avance constatado. Estos libros son: El Banquete Aymara (1995)1Entre la Repugnancia y la Seducción (1997)2Testimonio Kallawaya (1997)3 y finalmente Aymaras de Bolivia (2002)4.

El Banquete Aymara es la tesis doctoral de GFJ que tiene como tema la comida en el concepto y en la cosmovisión aymara, donde todo es vida y donde todos los seres comen: humanos, divinos, wak’as y elementos de la naturaleza. Se trata de un entorno que es “vivo” y poblado por depredadores simbólicos: los dioses comen, los santos comen, las montañas comen, Papa Santo Roma (el bastón de mando de la autoridad andina) come también… y si no comen, se enojan. El tesista trata de la comida sagrada ­ofrenda y sacrificio­ que los yatiris preparan para servirla a esta variedad de comensales al modelo de la comida aymara, sea ordinaria, festiva o ritual. El oficio del curandero con sus rituales terapéuticos cobra un sentido sagrado en un contexto sacerdotal, cual es: restaurar la vida del universo vivo y de todos sus componentes: espirituales, naturales y humanos: restableciendo equilibrio y armonía a todo nivel: entre wak’as, salqa y jaque; entre comuneros; entre los parientes de una familia; y también en la persona misma del paciente, usurpado y/o usurpador; que con o sin razón está siendo devorado, y que es un depredador sea indebido o “con licencia”. En este contexto, los yatiris son, más que simples curanderos ocupados con problemas de salud humana, sostén y puntal de este universo vivo. En su efecto aparece la medicina aymara, más que una tecnología andina particular, como un saber y una sabiduría; un saber-criar la vida y un saber-curarla. Aparece el yatiri como “el sabio” de la crianza, el que sabe curar la salud humana. Verdad que se trata de un concepto integral de la salud, integrada y reintegrada en su entorno material y social, natural y divino. En todo su discurso el autor se limita al ritualista y su mesa citando ampliamente sus oraciones y palabras rituales, aunque sin mayor análisis de contenidos.

Entre la Repugnancia y la Seducción. Este trabajo pretende entregar una visión general sobre las ofrendas complejas en los Andes. Investiga primero los antecedentes proporcionados por los cronistas, para posteriormente describir y caracterizar las ofrendas actuales y la función de quienes las ejecutan.

Profundiza en las distintas categorías de mesas: su carácter y estilo según los diferentes comensales y los anfitriones, la función y la finalidad de las principales clases de mesas para los dioses tutelares, sean los de la luz o de las tinieblas, sean del arajpacha, del akapacha o del manqhapacha; sean con fines de aplacar los enojos, proteger, defender o dañar al enemigo; y siempre con intención de asegurar o restaurar un equilibrio, o un pago recíproco, sea éste una “pagancia” o un “daño”. Este libro retoma la tesis sobre la mesa ritual del yatiri, enfocando de nuevo sus comensales, ingredientes y anfitriones. Un paso más es la descripción de unas mesas específicas, como la “gloria mesa” (preparada para las divinidades del arajpacha), la pachamama mesa, la mesa negra, la chullpa mesa. Tangencialmente menciona también unos temas de la medicina aymara: las técnicas del diagnóstico y la etiología aymara de las enfermedades.

Testimonio Kallawaya. Basado en el extenso testimonio de un curandero kallawaya residente en La Paz y asociado a la “Sociedad Boliviana de Medicina Tradicional”; basado también en amplia observación personal, GFJ describe en dos capítulos centrales la farmacopea kallawaya y las mesas, como recurso básico de la ritualidad curativa. Las presenta como variantes de las mesas aymaras. Describe nuevamente los comensales, los ingredientes de las mesas y el desarrollo de cinco clases de mesas u ofrendas de salud que acompañan la terapia simbólica del kallawaya. Concluye señalando, pero lamentablemente sin discurso exhaustivo, que la particular conceptualización kallawaya de la enfermedad es sustancialmente diferente de los cánones académicos.

Aymaras de Bolivia es una monografía etnográfica que sigue el esquema descriptivo clásico. Después de exponer el ciclo vital y el ciclo productivo del comunero aymara, presenta un cuadro global del sistema aymara de la salud y la enfermedad. Describe nuevamente la figura y el proceder ritual de los yatiris locales, las enfermedades frecuentes, en especial las enfermedades culturales, como el susto, la agarradura, la maldición, el mal del sacamantecas y su etiología. Finalmente describe la celebración de la muerte y señala la situación del aymara “entre dos mundos” por el cambio cultural. Este libro no sobrepasa el nivel descriptivo ni el enfoque objetivo-positivo de la etnografía tradicional. Si bien ofrece un bosquejo global y resumido del sistema de salud, no llega a indagar sobre la dimensión propia de la cultura no-material, como la ética, la cosmovisión y la mitológica relacionadas.

¿Qué es lo nuevo del libro “Yatiris y ch’amakanis“?, podemos preguntarnos ahora. Con una mirada a los cuatro libros anteriores podríamos pensar que se trata por un ochenta por cien de una nueva variante del mismo tema de las mesas rituales.

Escribiendo y recordando, GFJ nos muestra nuevas señales del proceso el cambio cultural entre los aymaras “residentes” del medio urbano, visible en la mesa, en la terapia ritual, en la demanda y la oferta de salud. Podríamos lamentar el que aquí el autor desaprovecha la oportunidad de analizar a fondo este proceso dramático e irreversible del cambio sufrido por el pueblo aymara y reflejado en la práctica de la medicina tradicional; y también que no nos muestra la continuidad y vigencia de la cosmovisión que se regenera en el ambiente urbano latino-occidental, para dar así en la yema de la medicina aymara: la actual, hic et nunc, y la de siempre. Es como el genotipo del sistema de salud andino que perdura, mientras su fenotipo cambia. Aun sin su análisis, el enfoque de las señales del cambio valoriza el libro. GFJ se interesa particularmente a demostrar los cambios en la figura del yatiri mismo. Su argumento ­disperso en los cuatro capítulos del libro­ es que a diferencia del yatiri del campo, que trabaja gratis, o por lo que el cliente le regale ­”su voluntad”­, los “residentes” trabajan por dinero e instalan su consultorio. Se profesionalizan al estilo urbano, arman la mesa y desarrollan el ritual con apuro; venden (con la ayuda de parientes) los ingredientes para la mesa; desarrollan los rituales sin la discreción, el silencio y la tranquilidad exigidas por los wak’as del campo; inventan nuevos ingredientes para la mesa cargados con significados y simbolismos referidos a nuevos problemas (dinero, amor, negocios, viajes, estudios, vivienda). Crean una mesa no-tradicional para kunturmamani: para la vivienda, que para residentes es una necesidad primaria y un problema de urgencia. Atienden los problemas endémicos en la ciudad: conflictos matrimoniales y las tensiones por las grandes diferencias económicas entre ricos y pobres. No se limitan a una sola especialidad como en el campo. Buscan su clientela, promocionan su capacidad profesional y la buena calidad de su servicio. Son micro-empresarios, cobijados en un gremio legalizado; pagan contribuciones al municipio y al sindicato. Traen parientes del campo en calidad de ayudante, luego los ayudan a trabajar como yatiris independientes e integrarse en el medio urbano creándoles así una fuente de trabajo para sobrevivir.

Son criticados por otros residentes (diciendo que trabajan por lucro, sin vocación, o sin experiencia). Son criticados también por los yatiris del campo. Para éstos es sagrado el compromiso moral de servicio al enfermo y a las divinidades: “sin avaricia, sin lujuria, ni gula”. Es su código de honor: no trabajar por dinero y siempre estar disponible cuando la comunidad o el enfermo lo necesita, en la conciencia de que desempeñan funciones básicas en el sostén de la vida del ayllu, el mismo que comprende todo el universo espiritual y natural del aymara que es el marco de la vida del aymara. El yatiri residente ha perdido esta función, y es más bien una especie de asistente social para el aymara residente.

GFJ señala estos cambios tan relevantes en la figura del yatiri urbano y en su clientela. Se aflige vivamente por su dramatismo. Señala también la continuidad en la vocación del yatiri. Ambos, los del campo y los “residentes”, continúan dando sentido a la enfermedad y a la salud, a la fortuna y a la desgracia y a todos los hechos que complican y dificultan la vida personal, familiar y comunitaria en el altiplano andino. Admira la continuidad en la vocación profética. Sin embargo, a pesar de reconocer un campo de estudio de tanta relevancia social y urgencia, no entra por esta puerta de acceso para profundizar la comprensión del fenómeno de cambio cultural y los problemas psicosociales causados por el proceso de la transculturación, la demanda del cliente que los sufre y el yatiri residente que responde creativamente a la demanda. Nuevo es, en breve, que este libro señala la adaptación del yatiri residente a la vida urbana y de su oferta asistencial a la necesidad del aymara urbano.

Aparte de enfocar el cambio cultural, el libro tiene un segundo “más”. Lo encontramos en que GFJ privilegia los ricos testimonios del yatiri Carmelo y tres otros curanderos. Estos contienen más información que largos capítulos de sofisticada descripción. Es información envuelta en un castellano muy “maltratado”, un castellano “de identidad andina”. Estos testimonios merecen un buen servicio hermenéutico y una detenida reflexión y aun meditación para apreciar su insospechada riqueza. Aquí podría lamentarse el que el investigador académico no asume para el lector su servicio de intérprete y comunicador de esta riqueza. Significativa es la evaluación de la boca del mismo autor: “Es una experiencia reveladora de gran impacto intelectual y enriquecedora personal y profesionalmente, para mí y para cualquier persona”; palabras que recuerdan la base de la intersubjetividad en que radica su investigación. Dice que “es un privilegio” (p. 15) y confiesa que es movido por una clara simpatía y un sincero amor al mundo aymara de Bolivia; que su aprecio y admiración lo tienen fascinado por la medicina tradicional por ser una respuesta eficaz y convincente a la demanda aymara de una salud integral ¿Da prueba con esas expresiones de una visión objetiva, científica del fenómeno? ¿No cae en un subjetivismo inaceptable?

El tercer “más” del libro está en los testimonios de los yatiris y en las abundantes y largas citas de sus oraciones y palabras rituales, expresadas en parte en un aymara mestizado y en parte en un castellano andinizado. Pocas veces encontramos en las monografías etnográficas sobre la temática una “antropología hablada”; es común encontrar las monografías “mudas” que pecan por silenciar el pensamiento más propio y profundo de los andinos mismos que se pretende interpretar. Es de apreciar que GFJ registró la palabra ritual del yatiri, aunque también es de lamentar ­nuevamente­ que casi no analiza su contenido. Se limita a unas explicaciones esporádicas. Respeta las palabras del mismo informante y de su testimonio; tanto que la interpretación es mínima. En realidad, la palabra del informante no es “autosuficiente”. El investigador debe interpretarla para el lector, ya que es propio de su función como investigador y la razón de la monografía.

Mucho más interesante que esta carencia es que, a través de estos testimonios, los “informantes” pasan a ser, innegablemente, coinvestigadores y “coautores” del libro y que por lo mismo los yatiris hacen trascender al investigador Gerardo los cánones tradicionales de la cientificidad clásica ­¡método fatal para un tema intercultural!­ y procuran, sin darse cuenta, llevarlo, por la coautoría misma, a un método de investigación llamado por algunos: “metacientífico”, pero un método que es más apropiado en ciencias socioculturales, por cuanto no está basado en la objetividad de los datos empíricos y comprobables, sino en la intersubjetividad del conocimiento compartido que es generado mediante un proceso de reflexión-diálogo-comunicación-comprensión intercultural. Este tipo de conocimiento metacientífico, pero auténtico, que está basado no en la experiencia personal y visión subjetiva del investigador ­sería un conocimiento subjetivo y no confiable­, sino en la “intersubjetividad” de dos coinvestigadores de diferente identidad cultural que se entienden (y que logran hacerse entender a su público lector). Se trata de una postura “revolucionaria” del científico, que merece una palabra más.

La postura del investigador. En el transcurso de su investigación, GFJ ha fomentado una relación afectiva y de admiración frente a sus principales informantes y aun de compadrazgo con algunos de ellos. En su relato da testimonio del respeto y la delicadeza con que los trató y también de la satisfacción que experimentó por su amistad.

Esta postura, esta presencia activa, participativa y afectiva en el escenario aymara que el investigador buscó conocer, entender e interpretar, ciertamente sería cuestionada por el científico clásico, que la caracterizaría como expresión de un subjetivismo incompatible con la postura del científico y discordante con el carácter científico de la investigación. Sin embargo, en los días de la postmodernidad ha crecido ya una concepción diferente entre los científicos en ciencias socioculturales. Ellos argumentarían que no sufre la calidad científica del libro por efecto de la aplicación de un método que no cumple con los cánones de una clara objetividad positiva. Todo lo contrario. Porque el llamado “método positivo” de observación ­fría, objetiva e imparcial­ y de análisis de datos registrados con esta objetividad ­análisis a modo de una computadora o máquina procesadora de datos­; digo, este método positivo no logra los fines de la investigación sociocultural, que son: conocer, entender e interpretar la realidad andina integral, y esta es una realidad no-positiva, no-material, sino metafísica (si se quiere): un universo vivo, lleno de fuerzas y poderes, espíritus y seres que escapan al instrumento científico de observación y registración. Mirando ahora al autor de este libro, constatamos que el instrumento metacientífico que él maneja ­la observación participativa, la vivencia afectiva compartida­ es un aparato sensible que logra captar los datos valóricos del universo andino; un aparato que compromete al investigador, porque éste pasa a ser un actor más en el fenómeno que se investiga; pero no un aparato subjetivo. La postura de compromiso es más bien un puente de conversación y comunicación interhumano entre el investigador y los yatiris con su mundo; éstos viven y respiran en el mundo metafísico aymara y se manejan en este universo como relacionadores entre el enfermo y su entorno animado: de jaquewak’as y puruma (gente, divinidades y la naturaleza silvestre); relacionadores entre el akapacha, el arajpacha y el manqhapacha (el mundo de arriba, de acá y de adentro). Por el logro de hacer un puente de diálogo al mundo espiritual, valórico y ético del yatiri, no sería justo hablar de subjetivismo en el método. Con un término más apropiado hablaríamos de intersubjetividad: donde dos personas ­dos sujetos­ como son: el investigador y el yatiri, conversan, se comunican y se entienden: y de esta conversación nace un conocimiento nuevo, confiable, verídico y auténtico, vertido en este libro, que en ciencias socioculturales calificamos certeramente y con toda razón como “conocimiento científico”. No hay otro puente para llegar al mundo aymara.

No puede faltar aquí la nota crítica. Referente a la redacción del libro y a la edición gráfica del libro, el estilo de redacción de GFJ no es siempre muy formal. Más que discurso, se usa un estilo de relato o conversación. Las unidades, los capítulos, parecen poco estructurados, sin introducción ni conclusión formales. El relato comienza a fluir y termina sin aviso ni señal. El lenguaje también es menos preciso, como es propio de una conversación. Se usan muchas palabras poco precisas e incompatibles con las exigencias primarias de Descartes que pide “términos y conceptos claros y precisos”. Si bien se puede aducir como razón que así se logra cierta homogeneidad entre coautores ­académico y andino, ver arriba­ eso no justifica la ocurrencia de unas frases largas y mal compuestas y de una puntuación descuidada (ej. p. 265).

Un defecto, mínimo pero frecuente, viene de la edición digital que está plagada de espacios superfluos entre texto y puntuación. También hay errores de imprenta (hasta en el índice de materias: kujari en vez de kuraji), errores de márgenes y cursivos (ej. p. 262) y soluciones poco estéticas para pasajes bilingües (ej. p. 227) y notas marginales (ej. p. 195). Otro lamentable defecto es la pésima calidad gráfica de las 40 fotografías.

Un inconveniente especial para el lector curioso forman las abundantes y largas notas de interés. Contamos 53 páginas con 574 notas en letras pequeñas que, si bien dan amplia información complementaria en asuntos de datos primarios y relatos de los entrevistados, de explicaciones marginales del autor y de interpretación de las citas de sus informantes, dejan mucho material explicativo de interés al margen del relato y dificultan seriamente una lectura fluida del libro. Ciertamente, esta forma de redactar el libro ayuda al lector apurado cuando se conforma con lo esencial del libro. Sin embargo, el problema de las notas se torna grave en el capítulo que describe las mesas rituales. Allí aparecen para cada una de las cinco mesas otras tantas enumeraciones largas y exhaustivas de ingredientes, elementos, gestos y secuencias de orden que, uno a uno, encuentran su interpretación o explicación en otra lista larga de 293 notas. Tenemos que reconocer que aquí existe una dificultad real para lograr una redacción más adecuada. Si bien las notas son necesarias en tanto que dan información complementaria en asunto de datos primarios, se destroza así la ceremonia terapéutica en mil fracciones y elementos rituales, y la matan. La persona del maestro, del paciente y de los dioses tutelares están fuera del foco, se tornan invisibles, desaparecen por completo. La vivencia participativa del autor no llega al lector y el resultado de la observación participante se reduce a una especie de diccionario. Pero un “diccionario del yatire” eclipsa la celebración y mata el fenómeno vivo.

Conclusión

Si conocemos las obras anteriores de GFJ, este libro resulta ser un nuevo complemento porque incluye más que antes a los maestros yatiris como coautores. Igual que los anteriores, este libro parece, más que un discurso único de estricta coherencia lógica, una serie de conversaciones, un conjunto de pinceladas, aspectos, casos, temas específicos, elementos de la medicina aymara. Leemos de: mesas, iniciación, tipos curanderos. Se insiste en la infinita variación de mesas, métodos, instrumentos, estilos, aphällas, clientelas, demandas y expectativas de la medicina andina. Es por eso que ahora, más que antes, se hace sentir la falta de la obra integral y completa que integra todo lo que es: “La Medicina Aymara”, una medicina como sistema integral de salud no-occidental y como tecnología médica radicalmente (es decir: “de raíz”) diferente; una medicina que es la pieza fundamental y definitoria de la identidad sicológica y cultural aymara y una medicina que será plenamente apreciable por sus fuertes raíces en el medio social, religioso, económico, geográfico e histórico, radicado también en la tradición e identidad cultural aymara. Para GFJ, la recolección de datos de terreno termina. Su base de datos para la mesa terapéutica aymara ya llega a ser completa. Ahora ha comenzado ­siempre en diálogo con los maestros aymaras­ la reflexión creativa, la visión integral compartida, el diseño con la visión “intersubjetiva” en que el académico y el maestro aymara, juntos, se comprometen. Así es el largo camino, el período silencioso de la gestación, hasta el nacimiento de aquella obra definitiva. Esperamos ahora una obra maestra, monumental, concluyente y definitiva, tal como lo intenta exitosamente Ina Rösing con su obra Mundo Ankari sobre la medicina Kallawaya. ¿Pedimos mucho? Ciertamente, pero entiéndase como voto de confianza hacia el autor de este libro: Yatiris y Ch’amakanis.

Notas

1 El Banquete Aymara: Mesas y Yatiris (La Paz, Hisbol, 1995).

2 Entre la Repugnancia y la Seducción; Ofrendas Complejas en los Andes del Sur (Cuzco, CBC, 1997).

3 Testimonio Kallawaya; Medicina y Ritual en los Andes de Bolivia (Quito, Abya Yala, 1997. Este libro fue reeditado al año siguiente en España con el título de: Los Kallawayas: Medicina Indígena en los Andes Bolivianos (La Mancha, España; Ed. Univ. de Castilla, 1998).

4 Aymaras de Bolivia; entre la Tradición y el Cambio Cultural (Quito, Abya Yala, 2002).

J.J.M.M. van Kessel – Casa Francisco Titu Yupanqui. Instituto para el Estudio de la Cultura y Tecnología Andina, Iquique.

Acessar publicação original

[IF]

 

Os Druidas. Os Deuses Celtas com Formas de Animais | D’arbois de Jubainville

Escritos entre os anos de 1904 e 1905 quando uma doença prendia-o ao leito e mais tarde se constituiu do material por ele usado em suas aulas, Jubainville oferece ao leitor/estudioso brasileiro uma rica fonte de estudos acerca da religião celta.

Jubainville com um texto simples e preciso faz um percurso histórico acerca da classe sacerdotal dos Druidas, apontando a suas funções dentro da sociedade celta, sua importância para o aprendizado tanto da alta magia como também da arte da composição e da narrativa e da história do povo celta e o próprio aprendizado druídico. Esse conhecimento era transmitido oralmente o que obrigava tantos os “alunos” como os “professores” a exercitarem constantemente sua memória. Ao descrever o ensinamento tanto dos druidas como dos bardos, que freqüentavam por mais de vinte anos as escolas mantidas pelos Druidas, Jubainville nos mostra como estas funcionavam e a importância da manutenção da oralidade:

Os Judeus e os Cristãos têm um livro, a Bíblia; os Maometanos têm um livro, o Alcorão; os Druidas também tinham um livro, mas ele não estava escrito. Era uma compilação de versos e essa compilação era tão desenvolvida que, para conseguir sabe-la bem, ou mesmo para compreende-la mais ou menos, foram necessários vinte anos de estudos a um certo número de alunos. (JUBAINVILLE, 2003: 57).

Mas, infelizmente toda essa “estrutura” das “colégios” mantidos pelos druidas e todo o conhecimento oriundo da oralidade com a conquista romana foi quase que totalmente extinto. Alguns pequenos focos de resistência foram mantidos e poucos druidas tanto na Gália como nas Ilhas Britânicas mantiveram seus alunos e desta forma, conseguiram preservar um pouco do seu conhecimento e história mantidos pela oralidade.

As conquistas romanas empreendidas nas povoações celtas da Gália e das Ilhas Britanicas não foram capazes de destruir completamente todo o poder que dos druidas. Durante a romanização dos celtas os druidas perderam muito de seus alunos que, por imposição, recebiam uma educação romana, aprendendo o latim e os costumes do conquistador, numa tentativa desses de exercer maior influência sobre os conquistados mas, havia aqueles que se recusaram a isso e deixavam seus filhos sob a guarda dos antigos sábios:

A grande epopéia que conta a criação das vacas de Cooley mostra-nos o Druida Cathu rodeado de alunos aos quais dá suas lições. Na redação mais antiga, os alunos são em número de cem. O escriba cristão ao qual devemos esse texto teve trabalho para constatar esse número: são, escreveu, “cem estouvados que estudam perto de Cathu a ciência druídica” (JUBAINVILLE, 2003: 80-81).

Todos os registros que sobreviveram – e os utilizados por Jubainville – são relatos dos conquistadores entre eles, De Bello Gallico, escrito por Julio César e Anais, de Tácito. Essas fontes apresentam uma visão do conquistador já impingindo certos juízos de valores às práticas sociais do povo conquistado. Jubainville, ao utilizar as fontes romanas para as suas pesquisas vai nos apresentando outros aspectos da sociedade celta que ficaram encobertos sob o véu da conquista.

A segunda parte do livro traz um estudo sobre os deuses celtas e as suas formas de animais. Analisando o mais famoso épico irlandês A razia das vacas de Cooley (Tain Bô Cualngé) e o percurso do herói Cûchulainn a serviço da rainha Medb, o autor vai nos apresentando o panteão celta e as formas de animais que os deuses tomavam fosse para proteger e guiar o herói ou para punir alguém que infringia alguma lei ou tabu.

A deusa da guerra Morrigan aparece para Cûchulainn em vários momentos da narrativa para provocá-lo. Ela aparece ora, como uma loba cinzenta, ora como uma vaca branca de orelhas vermelhas ou um corvo. Este último é o arauto das batalhas mais sangrentas e da morte. Analisando as formas de animais assumidas pelos deuses Jubainville nos mostra as metamorfoses sofridas pelos deuses para poderem exercer seu poder e, medirem forças com os mortais que, como Cûchulainn, ao longo da epopéia assemelha-se aos deuses. Ao analisar as formas de animais o autor mostra a profunda ligação dos celtas com a natureza e a sua obediência aos ciclos sazonais aos quais estava ligada a sua sobrevivência:

“Os pagãos, a princípio, adoraram a natureza tal qual ela se apresentava a eles: em primeiro lugar, o céu de onde vêm o dia, o calor e a tempestade; em segundo lugar, O mar, tão propício e freqüentemente tão perigoso para os navegantes; e em terceiro lugar a terra que habitamos”. (JUBAINVIILE, 2003: 107).

Esta análise realizada por Jubainvelle dos druidas e das formas animais dos deuses oriundas do seu material didático foi e ainda é de grande importância para o entendimento do funcionamento da sociedade celta e da sua religião. Esta obra vem preencher uma lacuna nas traduções dos estudos acadêmicos a respeito dos celtas no Brasil. Uma pesquisa de grande importância juntamente com as suas outras obras que, ainda carecem de tradução e, apesar de já contarem com mais de um século de existência ainda são fundamentais.

Luciana de Campos – Doutoranda em Letras/Unesp Docente da FAFI-UV. E-mail: [email protected]


JUBAINVILLE, H. D’arbois de. Os Druidas. Os Deuses Celtas com Formas de Animais. São Paulo: Madras, 2003. Resenha de: CAMPOS, Luciana de. Sacerdotes e divindades Celtas. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.4, n.1, p. 96-97, 2004. Acessar publicação original [DR]

Mitologia e Religião Celta e Germânica / Brathair / 2004

“Em geral, o mito é oral e recusa a palavra escrita, e isso ocorreu muito mais nos mitos celtas que nos mitos cristãos; mas sua permanência no espírito da sociedade tornou necessário que os cristãos os utilizassem e transformassem a seu proveito. Essa transformação teve de ser a menor possível para que os povos celtas continuassem a reencontrar-se em uma tradição viva”. Paul Verdier, Mitos celtas, 1997.

“(…) o ‘teutão’ cristaliza as hostilidades em larvas dirigidas instintivamente contra o inimigo hereditário que não podemos dispensar, pois ele também se acha à altura de nossos terrores secretamente cultivados, de nossas carências: nele queremos ver a ordem cega, a disciplina de ferro, toda essa profundeza obscura, semi-solar, semi-sexual, masculinista que sem sombra de dúvida e com a maior soberba despreza as taras evidentes de que sofre, com graus diversos de lucidez, nosso inconsciente coletivo, e que sentimos por trás da suástica”. Régis Boyer, Mitos germânicos, 1997.

No dia 9 de julho de 1999 durante o encontro da ABREM na Universidade Estadual do Rio de Janeiro, alguns medievalistas conversaram sobre criação de um grupo de estudos celtas. Havia carência de estudos acadêmicos em nosso país sobre a temática das culturas da Europa pré-cristã, apesar de vasta bibliografia esotérica traduzida para o português. O grupo acabou sendo formado e além disso, começou também a estudar os povos germanos. Nestes 5 anos de existência, o grupo Brathair criou uma revista virtual, formou pesquisadores especializados e prepara-se para realizar o seu primeiro simpósio nacional. Ainda é algo modesto, comparado com a estrutura que estes estudos possuem na Europa, mas com certeza é um trabalho honesto no sentido de qualificar o campo de um saber que cada vez mais torna-se extremamente importante em nosso país.

Nesta segunda edição especial da revista Brathair, apresentamos algumas pesquisas envolvendo questões relacionadas com a mitologia e a religiosidade nas sociedades pré-cristãs.

Em primeiro lugar, apresentamos o estudo Óðinn: guia iconográfico, do professor Dr. Régis Boyer (Universidade de Paris-XI-Sorbonne), um dos maiores especialistas em Escandinávia Medieval. Neste estudo, Boyer trata da estrutura morfológica da mais importante deidade da mitologia germânica, além de apresentar análises sobre a sua representação iconográfica da Idade Média até os tempos atuais. Compreender o significado do deus Óðinn é entender a própria religiosidade e o modo de vida dos guerreiros germânicos da Antigüidade até o período medieval.

Em seguida, apresentamos o artigo Breves observações sobre a Edda em prosa, da historiadora Dra. Patricia Pires Boulhosa. Em um denso artigo, Boulhosa analisa uma das mais importantes fontes para o estudo da mitologia germânica, o livro Edda em prosa do islandês Snorri Sturluson. Partindo dos pressupostos paleográficos, a autora discute as duas vertentes básicas tanto nas traduções quantos nas interpretações modernas do manuscrito original: a do grupo que pretende ver nele padrões míticos originais dos povos germânicos pré-cristãos e a do grupo que pretende discernir as interferências cristãs e clássicas na elaboração da obra. O artigo de Boulhosa tem um interesse especial não somente para os iniciantes nos estudos germânicos, mas também para todos aqueles que procuram atualizar-se com as mais recentes teorizações envolvendo manuscritos medievais.

O terceiro trabalho da revista é o artigo O paganismo anglo-saxão: uma síntese crítica, de autoria do professor Dr. Ciro Flamarion Cardoso (UFF). Com ampla experiência nos estudos teóricos em História das religiões, Cardoso apresenta sua postura metodológica para o exame das fontes germânicas, especialmente as anglo-saxônicas. Partindo do entendimento das religiões como “ideologias historicamente orgânicas”, criadas por Antonio Gramsci, o professor Ciro Cardoso apresenta um bem atualizado quadro das investigações acadêmicas britânicas sobre paganismo, utilizando dados toponímicos, arqueológicos, etimológicos e fontes literárias como os escritos de Beda. Além de ser um instrumento extremamente importante para os futuros estudos, o artigo de Ciro Cardoso permite reflexões profundas sobre a relação entre a ideologia política com as formas simbólico-míticas das sociedades, especialmente das pré-cristãs, onde as religiosidades não constituíam um sistema social à parte das instituições (como no do mundo moderno).

O historiador Eduardo Fabbro é autor do quarto artigo, Sonhos e visões: a cultura popular germânica pela luz dos Nibelungos. Utilizando como fontes as narrativas literárias do Nibelungenlied e da Völsunga Saga, Fabbro examina a interação entre as práticas da cultura popular e a erudita, abordando o tema do fantástico visionário e alguns simbolismos relacionados ao futuro. Desta maneira, algumas práticas religiosas dos germanos são recuperadas neste estudo, demonstrando a potencialidade no estudo das fontes literárias medievais.

O quinto trabalho é de autoria do professor Dr. Johnni Langer (UNC), intitulado Guerreiras de Óðinn: as valquyrjor na mitologia Viking. O artigo examina as origens, morfologias e significados de um dos mitos germânicos mais populares de todos os tempos. O autor observa a relação intrínseca existente entre os símbolos religiosos e a ideologia social, refletindo padrões de legitimação da ordem política da sociedade escandinava durante a Idade Média.

O prof. Dr. João Lupi (UFSC) participa com um artigo sobre os druidas. Grande parte do que foi escrito sobre os sacerdotes da cultura Celta desde o século XVI foi fantasioso. A proposta de Lupi é uma revisão dos textos clássicos, contrapondo-os com estudos acadêmicos recentes para estabelecer ao menos dois elementos iniciais de interpretação: a organização dos druidas e sua sabedoria no que toca ao conhecimento da natureza. Sem dúvida, uma grande contribuição teórica para um tema praticamente sem estudos traduzidos no Brasil.

O último artigo é de autoria do prof. Dr. Moisés Romanazzi (UFSJ), que estuda a transformação das ideologias germânicas acerca do poder e sua integração nas doutrinas e vivências latinas e cristãs. Analisando as idéias orientais sobre o poder divino dos reis e imperadores mostra como elas se padronizaram no Ocidente e de que modo configuram o Sacro Império Romano Germânico.

Na seção de resenhas, o número contou com três participações, uma tradução para o português e dois lançamentos, um em língua inglesa e outro em francês.

A primeira resenha é uma análise da clássica obra de D’Arbois Jubainville, Os Druidas. Os Deuses Celtas com Formas de Animais, resenhada pela profa. Ms. Luciana de Campos (UNESP / FAFI). Numa obra imprescindível para o entendimento do funcionamento da sociedade celta e da sua religião, Jubainville faz um percurso histórico acerca da classe sacerdotal dos Druidas, apontando a suas funções e sua importância para o aprendizado da magia, arte, composição e da história do povo celta.

A próxima resenha é o livro Nine worlds of Seid-Magic: ecstasy and neoshamanism in North European paganism, da antropóloga norte-americana Jenny Blain, resenhado pelo prof. Dr. Johnni Langer (UNC). Blain publicou uma obra fundamental para o estudo da mais importante prática mágica na Escandinávia da Era Viking, o Seiðr. Estudando esta magia, além dos aspectos religiosos e míticos, podemos conhecer melhor as disputas ideológicas existentes nas diversas classes sociais dos nórdicos e suas relações com aspectos relacionados a gênero e papéis sexuais.

Por último, uma resenha da pesquisadora Ms. Adriene Baron Tacla sobre o livro Territoires Celtiques – Espaces ethniques des agglomérations protohistoriques d’Europe occidentale, organizado por D. Garcia e F. Verdin. A obra discute a questão da interação humana com o ambiente geográfico nas sociedades pré-históricas da Europa ocidental, reunindo especialistas de várias nacionalidade européias. O livro além do estudo temático dos povos de origem céltica, também evidencia algumas das abordagens teóricas da arqueologia, como o tradicional estruturalismo, o processualismo e os métodos pós-processuais. O confronto entre os tradicionais métodos explicativos e a sedução das novas possibilidades de análise.

Temos convicção que o público apreciará os trabalhos desta edição especial da revista Brathair. É o resultado do esforço de uma geração de pesquisadores e de novos temas de pesquisa, que certamente criarão muitas possibilidades de expansão para o estudo das culturas célticas e germânicas em nosso país.

Céad mille failté! (Gaélico irlandês: Cem mil felicidades!).

Vestu Heilar Óðinn ok ginn-heilog goð! (Nórdico antigo: Salve Odin e todos os mais sagrados deuses!).

João Lupi – Professor Doutor. Departamento de Filosofia / UFSC. E-mail: [email protected]

Johnni Langer – Professor Doutor. Departamento de História / UNC. E-mail: [email protected]


LUPI, João; LANGER, Johnni. Editorial. Brathair, São Luís v.4, n.1, 2004. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

Nine worlds of Seid-Magic: ecstasy and neo-shamanism in North European paganism | Jenny Blain

Em 1854 um dos primeiros estudos acadêmicos sobre religião nórdica foi publicado. Realizado pelo historiador norueguês Rudolph Keyser, o livro The religion of northmen concedia muito pouco espaço para a prática mágica do Seiðr, estrategicamente discutida num capítulo intitulado “feitiçaria”. Segundo este pesquisador, o Seiðr teria um caráter secreto e muito misterioso (KEYSER, 1854). Mesmo a tradução exata da palavra sempre foi muito debatida. Em 1935 D. Strömbäck publicou um estudo clássico sobre o tema, Sejd: Textstudier I nordisk religionhistoria, o primeiro a propor a conexão entre práticas xamanistas lapônico-finlandesas e os cultos Vikings (1), retomada parcialmente por Eliade em 1951 (Le chamanisme) e plenamente por Thomas DuBois em 1999 (Nordic religions in the Viking Age).

Dentro do contexto desse debate, a antropóloga norte-americana Jenny Blain apresenta sua mais recente contribuição: o livro Nine worlds of Seid-Magic. A principal proposta da autora não é realizar um estudo historiográfico ou literário, mas sim entender o desenvolvimento do Seiðr dentro da sociedade moderna, seus valores e sua relação com a prática original da Idade Média. Para entender essa conexão, ela utiliza a metodologia dos estudos de gênero, principalmente as teorias de J. Butler; análise de fontes literárias do século 12 à 14 e observação participante de vários meses com praticantes de neo-xamanismo europeu e indígenas da América do Norte.

Afinal, o que é Seiðr? Para Boyer (1981, p. 144) a palavra significaria tanto “canto” como “união”, ao contrário da maioria das traduções, que entendem a mesma como “feitiçaria” (WARD, 2001). Por sua vez, Jenny Blain prefere utilizar vários conceitos ao longo do livro, testando todos conforme o contexto analítico. O que todos concordam é que o Seiðr teria sido uma prática mágica realizada essencialmente por mulheres (seiðkonas) durante a Era Viking, algumas vezes utilizando cantos, outras vezes utilizando técnicas de adivinhação.

Os primeiros quatro capítulos do livro são dedicados a contextualizar as práticas do Seiðr moderno, questões conceituais e introdutórias, além de descrições de narrativas xamanísticas. É a partir do capítulo 4 (Approaching the spirits), que a obra se torna mais interessante aos estudos historiográficos. Blain retoma o conceito de Mircea Eliade para explicar o fenômeno do xamanismo, isso é, seria toda técnica de êxtase para alcançar experiências em outro mundo. Logo de início a autora tem uma constatação muito interessante: não há nas sagas elementos primordiais ao xamanismo – a supremacia de homens nos cultos, a ocorrência de tambores ritualísticos e a existência do xamanismo como um prática central na comunidade (toda ela aceitando o ritual). Sabemos que no Seiðr Viking as mulheres eram preponderantes, mas era a religião sob a forma de sacerdotes masculinos que prevalecia socialmente (com variações de culto). As seiðkonas eram marginalizadas ou mesmo estrangeiras atuando momentaneamente nas comunidades. E tambores nunca foram encontrados pela arqueologia e são mencionados raramente nas fontes.

A questão social do Seiðr é fundamental para Blain: quando as relações com as praticantes são negativas na comunidade, elas eram denominadas de fordæða (ou mesmo seiðkonas), mas ao contrário, quando estas relações eram positivas, elas eram chamadas de spákona. Outra técnica mágica conhecida na Era Viking, o Spá (profetizar), várias vezes confunde-se nas fontes com o Seiðr. Muitas das situações positivas das mulheres que realizavam magia registradas pelas sagas, refere-se ao papel profético ou de cantos mágicos realizados para benefício de alguns membros ou de toda a comunidade envolvida. Sempre associados com algum caráter de fertilidade e prosperidade. Como na situação em que uma mulher é chamada para resolver o problema da fome de um vilarejo (por meio de cantos obteve peixes…), ou na Groelândia, quando uma spákona foi solicitada para predizer o progresso da comunidade, algo que ela fez por meio da invocação de espíritos (varðlokur).

A situação mais complexa para análise são os momentos em que a magia feminina foi considerada maléfica, não importando a classe social da praticante. O caso mais famoso é a rainha Gunnhildr da Noruega, uma seiðkona, acusada de feitiçaria e atos malévolos. Para Blain, essa rainha encarnaria o protótipo do mal e da mulher vingadora no mundo nórdico, manifestado pela misoginia das fontes. Gunnhildr foi inimiga do célebre Viking Egil Sakalla-Grímsson.

O capítulo 7 (Ergi seiðmen, queer transformations?) analisa a polêmica relação entre homens e a magia Seiðr. A maior parte das fontes tratou os praticantes masculinos como Ergi, passivos sexuais ou efeminados. O problema é que nos dias atuais existem muitos homens que se envolvem com esse tipo de ritual nórdico e contestam esta visão (2). As fontes que tratam dessa circunstância são de dois tipos: as que se referem aos deuses e as que citam situações históricas. No primeiro tipo, temos as famosas passagens do Lokasenna 23, 24 e Ynglingasaga 7, onde o deus Óðinn foi acusado de ser Ergi, justamente por ter se envolvido com o Seiðr. Lembramos que esse tipo de magia era associada aos deuses Vanires, especialmente à deusa Freyja e existem registros de cultos ligados a sacerdotes efeminados (3).

No contexto histórico, existem dois episódios muito populares. Rögnvald, filho do rei norueguês Haraldr Finehair, com mais 80 homens acusados de praticar Seiðr, foram queimados – um ato totalmente aprovado pela comunidade (Haralds saga hárfagra 36). Outro rei, Óláfr Tryggvason, também mandou executar 80 seiðmaðrs (BLAIN, 2002: 112). Para analisar esses e outros episódios violentos, Blain recorre à teoria do chamado “terceiro gênero”, homens que encarnariam papéis tanto masculinos quanto femininos na sociedade nórdica. A principal sustentação para esse ponto de vista pela autora, é uma passagem do poema Hyndluljóð 32, que cita os três principais tipos de praticantes de magia nórdica: völvas (videntes, outro termo para spákonas e seiðkonas), vitkis (homens que praticavam a magia rúnica, Galldr, também chamados de galdramaður) e Seiðberender. Neste último, teríamos um exemplo de terceiro gênero – homens efeminados com papéis as vezes tolerados, as vezes reprimidos pela sociedade escandinava. Baseada na teórica inglesa J. Butler, a autora realiza uma interessante discussão sobre gênero, que não reside apenas no sexo biológico e nem confinado na oposição binária dos papéis coletivos, mas sim numa noção de performance: a atividade dos homens efeminados na comunidade e os limites de sua transgressão nas fronteiras fixas dos códigos e leis sociais sobre comportamento sexual.

Ainda nesse mesmo capítulo, influenciada pelas novas perspectivas da antropologia (como a obra de A. Salmond), Blain trabalha o conceito de religião como algo sempre mutável nas sociedades, recebendo influências externas, ao mesmo tempo que se modifica internamente no decorrer da História. O momento mais interessante é a discussão dos termos Ergi e Nið, dentro do contexto das fontes. Deixando sempre claro o uso dessas palavras como insultos, e seguindo reflexões do historiador sueco Meulengracht Sørensen, a autora envereda para o conceito de Nið com conotações políticas e sociais. Ela consegue vislumbrar (p. 131), que a acusação de Óðinn por Loki e os conflitos históricos mencionados, não se baseavam apenas nas categorias de gênero, mas faziam parte de uma oposição interna entre “os guerreiros de Óðinn” e os “praticantes de Seiðr”. E é justamente nesse instante que percebemos a maior deficiência do livro: poderia ter analisado muito mais a fundo essa perspectiva. Talvez se tivesse consultado o clássico Du mythe au roman, 1970, de Georges Dumézil, a autora teria elementos analíticos muito mais eficientes. Em um trecho rápido, mas extremamente denso, o famoso mitólogo explora o insulto a Óðinn e a queima histórica dos seiðmaðrs como reflexo de uma rivalidade religiosa interna ao mundo Viking, uma “magia nobre” – identificada ao deus caolho, e outra “menos nobre ou baixa”, vinculada à deusa Freyja e aos vanires (DUMÉZIL, 1992: 79-96).

Em nosso ponto de vista, o que estava em jogo na antiga sociedade escandinava não eram apenas relações de gênero e padrões de comportamento sexual, mas tensões entre diferentes formas de culto (4). A elite (Jarls), maiores cultuadores de Óðinn – onde presenciamos os casos de execução pública de homens praticantes de Seiðr; e ao contrário, as menções às mulheres do Seiðr nas fontes, nem sempre bem vistas, mas quase sempre necessárias nas comunidades de fazendeiros (bóndis) – justamente, a classe dos Karls, a exemplo do caso mencionado dos fazendeiros da Groelândia. Existiria um conflito direto entre formas religiosas públicas da elite (dominadas pelo referencial masculino/odinista) e a magia privada dominada por mulheres (cultuadoras de vanires)? Enquanto que nas comunidades de fazendeiros essas tensões seriam suplantadas pelas necessidades cotidianas, atendidas pelo Seiðr? E a misoginia das fontes é apenas influência do período cristão ou reflexo direto do pensamento Viking?

Essa é a perspectiva que acreditamos que sejam necessárias novas investigações, um caminho multi-disciplinar: o estudo entre as variações das formas de cultos + classes sociais + gênero + sexualidade, que geraram tanto as tensões sociais quanto os referenciais sobre homem e mulher na Era Viking. E também novos estudos linguísticos e historiográficos para entender com mais profundidade as noções de Seiðr, Nið e Ergi nas sociedades escandinavas cristãs dos séculos 12 a 14 (a época em que foram redigidas as fontes).

Sem ter a densidade analítica de autores acadêmicos como Boyer (1981), Davidson (1993) e DuBois (1999), o livro de Jenny Blain ainda assim será uma referência muito importante para todos aqueles que querem entender melhor o papel da magia e da religião no mundo nórdico medieval.

Agradecimentos: à historiadora Luciana de Campos, pelas informações sobre teoria de gênero e história das mulheres.

Notas

1. Infelizmente esse livro de D. Strömbäck permanece inédito em inglês, francês e espanhol.

2. Um exemplo é o artigo esotérico de Ed Richardson, Seiðr Magic, publicado na internet. Segundo esse autor, os rituais dos guerreiros Berserkers e Ulfhednar utilizariam a magia Seiðr. Mas isso não é corroborado por nenhuma fonte literáriohistórica nem referencial bibliográfico acadêmico. Na realidade, Richardson utilizou outros autores esotéricos (como Jan Fries e Nigel Pennick) para referenciar essa informação. Como os Berserkers são identificados com elementos extremamente viris dentro da cultura Viking, não seria uma forma de alguns neo-paganistas tentarem legitimar a prática do Seiðr para homens em nossos dias? Esse artigo também possui outros erros: o uso do Seiðr para guerras e batalhas; a descrição dos deuses Vanires como sendo um antigo povo escandinavo (algo nunca confirmado pela arqueologia ou historiografia). Os melhores e mais documentados textos na Web sobre Seiðr são os de Paxson (1997), Blain & Wallis (2000), Berlet (2000) e Ward (2001). Segundo o excelente estudo de Berlet (2000), homens viris na Era Viking seriam adeptos da prática do Galldr (magia rúnica, a exemplo do herói Sigurðr da Völsunga Saga e do poetaguerreiro Egil Sakalla-Grímsson, este último filho de um Berserker).

3. Saxo Grammaticus (Gesta Danorum VI, v, 10), cita que o herói varonil Starkatherus ficou horrorizado quando presenciou cultos para o deus Freyr realizados na Suécia Viking: os homens realizariam danças efeminadas (effeminatos corporum motus) e teriam “trejeitos mimosos” (DUMÉZIL, 1992: 140). Os Lapões realizavam cultos onde os homens se travestiam de mulheres (idem, p. 141). Tácito citou a tribo germânica dos Naharvalos, onde existia um sacerdote que presidia os cultos vestidos de mulher (Germânia 44). Segundo Heródoto (História), entre os Citas ocorria uma casta de sacerdotes efeminados chamados de Enarees (homem-mulher). O antropólogo Timothy Taylor cita vários casos de sacerdotes xamanistas que mutilavam ritualísticamente a região genital, na Europa, Ásia e Índia. O mesmo pesquisador apresenta uma análise de certas figuras do caldeirão de Gundestrup (originário da Dinamarca do século II a.C.), apresentando androginia ritualística, onde as figuras andróginas portam espadas, com pelos nos ombros e seios (TAYLOR, 1997: 203-211). Mircea Eliade menciona sacerdotes xamanistas que se vestem de mulheres entre os tchuktche asiáticos, esquimós, índios da América do Sul e Norte (berdaches: homens-mulheres). A explicação do mitólogo para esse fenômeno universal é clássica: “A transformação simbólica e ritual explica-se provavelmente por uma ideologia derivada do matriarcado arcaico”. (ELIADE, 1998: 286). A respeito do homossexualismo na cultura Viking, o trabalho mais documentado é o da historiadora Christie Ward (2002).

4. Em seu excelente artigo Galldr and Seiðr, Robert Berlet apresenta uma perspectiva muito próxima de nossas problemáticas. Para ele, existiria a prática do Seiðr – dominada por mulheres e com técnicas muitas vezes agressivas/malévolas, quebrando as convenções sociais; e a magia rúnica (Galldr) – totalmente dominado por homens viris, especialmente voltada para proteção e com caráter nobre. Odinistas míticos (Sigurðr) e históricos (Egil Skallagrimssom) foram treinados nessa última arte mágica. Assim, para Berlet, Seiðr e Galldr seriam essencialmente diferentes em seus resultados (Berlet 2000).

Referências

BLAIN, Jenny & WALLIS, Robert. Seiðr, Gender and Transformation, 2000. http://www.thetroth.org/resources/jenny/nfldpaper.html

BERLET, Robert. Galldr and Seiðr: Two Sides of the Same Coin. Gender & Identity in Viking Magic, 2000. http://www.publiceye.org/racism/Nordic/viking-magic.htm

BOYER, Régis. Yggdrasill: la religion des anciens scandinaves. Paris: Payot, 1981.

DAVIDSON, Hild Roderick Ellis. The lost beliefs of Northern Europe. New York: Paperback, 1993.

DUBOIS, Thomas A. The intercultural dimensions of the Seiðr ritual. In: _____ Nordic religions in the Viking Age. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1999.

DUMÉZIL, Georges. A magia má dos Vanes. In: _____ Do mito ao romance. São Paulo: Martins Fontes, 1992.

ELIADE, Mircea. Técnicas de êxtase entre os antigos germânicos. In: _____ O xamanismo e as técnicas arcaicas do êxtase. São Paulo: Martins Fontes, 1998.

KEYSER, Rudolph. Sorcery. In: _____ The religion of the northmen. New York, 1854. http://www.northvegr.org/lore/northmen/016.php

MONTEIRO, Paula. Magia e pensamento mágico. São Paulo: Ática, 1986.

PAXSON, Diana L. Sex, Status and Seidh: homosexuality and Germanic Religion. Idunna n. 31, 1997. http://www.hrafnar.org/seidh/Sex-status-seidh.html

RICHARDSON, Ed. Seiðr Magic, 1998. http://www.phhine.ndirect.co.uk/archives/ess_seidr.hytm

TAYLOR, Timothy. Xamãs travestidos/Sexo tântrico na Dinamarca da Idade do Ferro. In: _____ A pré-história do sexo. Rio de Janeiro: Campus, 1997.

WARD, Christie L. Women and magic in the Sagas, 2001. http://www.vikinganswerlady.com

_____ Homosexuality in the Viking Age, 2002. http://www.vikinganswerlady.com

Johnni Langer – Departamento de História/ UNC. E-mail: [email protected]


BLAIN, Jenny. Nine worlds of Seid-Magic: ecstasy and neo-shamanism in North European paganism. London/New York: Routledge, 2002. Resenha de: LANGER, Johnni. Poder feminino, poder mágico. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.4, n.1, p. 98-102, 2004. Acessar publicação original [DR]

Territoires Celtiques – Espaces ethniques des agglomérations protohistoriques d’Europe occidentale | D. Garcia e F. Verdin

Desde a década de 70, a partir das transformações na geografia, do diálogo com a história e a antropologia, bem como do surgimento de novas formas e técnicas de análise com o uso de SGI (Sistema Geográfico de Informação), o estudo do espaço e da paisagem despontou como área de interesse para a arqueologia. Encontrando fértil terreno, sobretudo nos países de língua anglo-saxã, veio ele a se consolidar nos anos 90 como área de debate e especialização sob a forma de ‘arqueologia da paisagem’. Tendo por base a relação homem-ambiente, o estudo das formas de apropriação da paisagem tem contribuído largamente para o desenvolvimento da análise das sociedades ditas “pré-históricas”, apontando novas perspectivas para a compreensão da dinâmica dos assentamentos e das práticas sociais e religiosas de tais populações.

O livro ‘Territoires celtiques. Espaces ethniques et territoires des agglomérations protohistoriques d’Europe occidentale’, organizado por Dominique Garcia e Florence Verdin, vem no bojo dessa transformação reunir pela primeira vez especialistas que não de língua inglesa para discutir a questão da interação humana com o ambiente e o espaço sob a forma de ordenação do território e, portanto, da paisagem nas sociedades pré-históricas da Europa ocidental. Consiste esta obra, em verdade, no resultado do ‘XXIV e colloque international de l’AFEAF. Martigues, 1-4 juin 2000’, onde ‘territórios dos assentamentos e dos povos proto-históricos da Europa ocidental’ constituiu o tema geral de debate com apresentação de vinte e dois artigos em contraposição a oito trabalhos em torno do tema regional ‘territórios étnicos e territórios cívicos no sudeste da Gália: permanência e mutação (sécs. II a.C. – II d.C.)’. Reúne ele, pois, especialistas franceses, espanhóis, suíços, alemães e belgas a tratar do estado atual da pesquisa arqueológica acerca da construção do território em diversas regiões da Europa ocidental a partir de diferentes metodologias de análise e teorias interpretativas.

Abrindo o volume, Philippe Leveau apresenta um balanço das linhas de estudo e abordagem do território, traçando a trajetória do termo e, tendo por base o contraponto com as sociedades greco-romanas, suas implicações políticas, étnicas ou cívicas. Porém, ao contrário do que se poderia supor, não está ele a propor a definição de fronteiras políticas estáveis de Estados tradicionais na Antigüidade, mas sim compreender a dinâmica dos territórios, apontando diferentes formas de uso do espaço e da paisagem. Conforme aponta o autor, mais do que um debate, apresenta-se aos pesquisadores o desenvolvimento do conhecimento arqueológico não só dos assentamentos, mas, sobretudo, da zona rural, que só recentemente, ainda que de forma restrita, começou a ser explorada.

Em verdade, esta obra procura pontuar os avanços do conhecimento e da prática arqueológica para a compreensão dos sítios e artefatos em relação aos locais onde foram encontrados. Assim é que a maior parte dos artigos concentra-se em estudos de caso ou estudos regionais, analisando a construção e a dinâmica territorial em regiões da Península Ibérica, França, Suíça, Alemanha e Bélgica, abrangendo desde o período do Bronze final até o período romano. Fazendo uso de diferentes métodos de análise – desde os polígonos de Thiessen até SGI, procuram os autores contribuir com estudos que combinam as mais diversas formas de documentos (assentamentos, enterramentos, cerâmica, numismática, epigrafia, depósitos votivos, santuários, textos clássicos e toponímia), dando uma noção de conjunto e complementaridade dos sítios e achados.

No entanto, não se pode dizer que haja um caráter uníssono nas contribuições (neste sentido, muito se lamenta a ausência das discussões na publicação). Por exemplo, os trabalhos de R. Plana Mallart e A. M. Ortega, de J. Sanmartí, e de C. Belarte e J. Noguera abordam a questão do território de sítios ibéricos segundo uma abordagem de cunho mais tradicional, que supõe a estruturação deste a partir da criação de lugares centrais (segundo a teoria de Christaller) que dominam vastas regiões (modelo/método dos polígonos de Thiessen), controlando vias de comunicação, a produção e toda uma hierarquia de assentamentos.

Dentre os numerosos artigos acerca das sociedades gaulesas, há igualmente uma predominância desta sorte de interpretação. Patrice Brun, em sua análise do território dos Suessiones, também emprega o método dos polígonos de Thiessen e o modelo de lugares centrais a fim de identificar a dinâmica do território dos Suessiones durante os séculos II e I a.C. Entende ele que os oppida constituiriam o centro de estruturação do território, constituindo um “… nó de redes econômicas, políticas, ideológicas que asseguram a coesão territorial” (p.313).

De forma um tanto diferente, Dominique Garcia faz um balanço das transformações do território no sul da Gália desde o Bronze final até fins da Idade do Ferro, traçando uma evolução do território, inicialmente ‘… pouco hierarquizado (…), descontínuo e temporário’ (p.91), sendo depois, durante a primeira Idade do Ferro, transformado em vastos territórios étnicos que sofreram profundas mudanças com a fundação de Massalía. Para a autora, o interesse massaliota no controle tanto da costa quanto da rota rodaniana altera a ordenação do território das populações indígenas da Gália meridional, ocasionando a criação de assentamentos ao longo dos rios e instigando, no seu entender, uma “urbanização” (pp.95-96). Em verdade, defende ela que tal fenômeno se deveria “… a uma evolução da organização social das populações indígenas (…), bem como da participação dos gauleses do sul na rede comercial mediterrânea” (p.100).

Já autores como Büchsenschütz, através do caso dos Bituriges, e Gruat e IzacImbert, com a análise do território dos Rutênios, procuram fazer uso de novos recursos e vertentes, aproximando-se da produção de linha anglo-saxã. Todavia, mesmo esses trabalhos não se desvencilham totalmente do modelo de lugares centrais a dominar e estruturar o território. Isso se deve em parte a uma limitação da documentação arqueológica, e parte ao uso de uma hierarquização tipológica das formas de assentamento.

Uma interessante contribuição para questionar os modelos generalizantes, em particular o monolitismo dos ‘lugares centrais’, é apresentada no artigo de P. Jud e G. Kaenel. Trabalhando com o caso das populações do Platô Suíço e sul do Reno na segunda Idade do Ferro ao início do império romano, eles demonstram a existência de três formas de ordenação do território, duas delas em regiões atribuídas aos Helvetes – na parte ocidental do Platô Suíço uma ocupação mais complexa, fortemente estruturada por meio da criação de pontes e rotas, santuários e numerosos oppida, enquanto no leste do Platô Suíço, ao contrário, não se verifica tão forte organização do território. Por outro lado, na região sul do Reno, atribuída aos Rauraci, revela-se uma ordenação do território com habitats fortificados localizados na periferia do território, assegurando suas fronteiras e o controle de vias de passagem essenciais para o eixo renaniano (p.304).

Vale, aqui, igualmente contrapor dois trabalhos que enfocam a relação entre território e enterramentos. Thierry Janin empreende uma análise das necrópoles e do espaço geográfico no Languedoc ocidental na primeira Idade do Ferro segundo uma ‘economia de bens de prestígio’, onde o processo de hierarquização promove a criação de centros ‘proto-urbanos’, que, por sua vez, vêm a estruturar o território dessas populações. Por outro lado, Laurent Olivier, Bruno Wirtz e Bertrand Triboulot, ao analisar os ‘Conjuntos funerários e territórios do domínio hallstattiano ocidental’, questionam as formas de análise espacial tradicionalmente empregadas na arqueologia, propondo, em seu lugar, o uso do conceito de informação espacial, obtido a partir do cálculo da combinação de atributos dos contextos funerários em estudo. Este método, que vai além dos métodos estatísticos geralmente empregados, permite traçar a posição e extensão dos grupos culturais e a agregação de suas necrópoles. Donde por meio de uma análise espacial aprofundada, propõem eles um estudo da distribuição e projeção territorial das populações da Idade do Ferro na Europa centro-ocidental.

Fechando a obra, Alain Daubigney articula um balanço das interpretações teóricas acerca da organização territorial e política aplicadas ao estudo do Bronze final e início da Idade do Ferro (até Hallstatt C) na França e na Europa ocidental, demonstrando a existência de elites locais emergentes controlando os territórios tribais.

Em verdade, evidencia-se, nesta obra, o conflito de paradigmas que hoje marca o estudo das sociedades “pré-históricas” européias. De um lado, as tradicionais abordagens estruturalistas, os modelos e métodos homogeneizantes amplamente empregados pela arqueologia processual, que mascaram as singularidades locais. De outro, temos as abordagens pós-processuais, chamando nossa atenção para estudos não generalizantes e uso de métodos que nos permitam analisar essas sociedades de forma mais aprofundada, enveredando pela dinâmica local.

Aqui, esse embate aparece de forma um tanto restrita, pois que a grande maioria dos autores se encontra parte ainda fortemente presa aos grandes modelos explicativos, e parte seduzida pelas possibilidades abertas por novas tecnologias e meios de análise da documentação. Trata-se, portanto, de um debate em aberto, e nem por isso menos fascinante.

Adriene Baron Tacla – Doutoranda em arqueologia Institute of Archaeology, University of Oxford. E-mail: [email protected]


GARCIA, D.; VERDIN, F. (eds.) Territoires Celtiques – Espaces ethniques des agglomérations protohistoriques d’Europe occidentale. Paris: Editions Errance, 2002. Resenha de: TACLA, Adriene Baron. Territórios celtas. Um debate acerca da relação entre paisagem, poder e religião. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.4, n.1, p. 103-105, 2004. Acessar publicação original [DR]

El Mundo Andino. Población, Medio Ambiente y Economía – MURRA (C-RAC)

MURRA, John V. El Mundo Andino. Población, Medio Ambiente y Economía. Lima: Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú e Instituto de Estudios Peruanos IEP, 2002, 511p. Resenha de: PETERS, Ann; SANTORO, Calogero.  Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.36 n.1, p. 241-245, ene., 2004.

Comentado por Ann Peters*

Esta nueva edición de los ensayos principales de John Murra, publicada por el Instituto de Estudios Peruanos en conjunto con la Pontificia Universidad Católica del Perú, es un tesoro. No solamente porque reúne su obra en una forma hermosa, duradera y legible, sino porque nunca antes se ha podido apreciar bien la dialéctica de su desarrollo a través de cincuenta años de investigación.

Murra nunca ha tenido paciencia por quienes toman su planteamiento, por ejemplo, acerca del manejo Inka de poblaciones mitimaes o acerca de la estrategia productiva del “archipiélago vertical”, para criticarlo, al demostrar que el modelo publicado no encuadra precisamente con los detalles de un nuevo caso. Cada planteamiento, modelo o corrección del modelo en la obra de Murra, surge del encuentro con un conjunto específico de textos y evidencias. Habrá que esperar siempre, al encontrar un nuevo texto o al estudiar la historia de otro lugar, un planteamiento modificado acerca de la organización social andina. Este principio de la especificidad de cada análisis es básico al estudio “sustantivo” de formaciones económicas particulares a cada tiempo, lugar y sociedad. Por lo mismo, los trabajos de Murra se consideran entre los más contundentes de la escuela de Karl Polanyi. Al repasar los trabajos reunidos en El Mundo Andino, es notorio el constante proceso de considerar nuevas evidencias en que Murra prueba y modifica sus conceptos acerca de la sociedad Inka y las sociedades andinas.

Cuando quise seguir antropología al nivel de posgrado, vivía en Lima. Estaba estudiando español, arqueología y métodos de investigación textil. Para mis amigos, en su mayoría estudiantes de San Marcos, solamente había un antropólogo en Norteamérica que valía la pena. Sus trabajos sobre la historia Inka tuvieron relevancia tanto para los etnógrafos como para los arqueólogos, tanto para quienes profundizaron en aspectos ideológicos como para los que buscaban entender las relaciones económicas andinas. Y era de los pocos investigadores extranjeros que publicaban sus análisis en la letra chica y papel gris entonces accesibles a los estudiosos en el Perú.

Así fue que postulé a ser estudiante de John Murra. Al escuchar su conferencia pública en Lima en 1980 y las discusiones apasionadas que siguieron después, me sentí contenta con ese compromiso. Al llegar a Cornell, supe recién de su origen rumano, emigrante joven a Chicago, y voluntario en la guerra civil española. Supe que vivió lo duro y contradictorio de las Brigadas Internacionales, así como la persecución anticomunista en EE.UU. Aunque aquellas experiencias lo marcaron en personalidad y en perspectiva, el factor más importante en su práctica como investigador y como profesor era su compromiso apasionado con “lo andino”.

En sus clases, nos introdujo al gremio de andinistas, por referir a todos los últimos estudios como si nosotros, por supuesto, hubiésemos ya leído todo. “Como recordarán, por lo que nos dice Olivia…”, declaró Murra, y nosotros fuimos buscando entre revistas y libros (aún no existía internet) para saber de Olivia Harris y de sus trabajos entre los Laymi de Bolivia, publicados en Bolivia o en Francia. Coleccionamos grises fotocopias, entre ellos los ensayos que el mismo Murra había publicado en fuentes diversas, casi todos en los países andinos y casi todos en español.

Para mi trabajo final de su clase de etnohistoria andina, Murra me hizo un tremendo favor. Me pasó las fotocopias de sus fichas originales de todas las fuentes históricas en las cuales basó el capítulo de su tesis doctoral acerca del tejido en el estado Inka, con la sugerencia que yo las usara para escribir sobre otro aspecto o argumento distinto de lo que él había desarrollado. Entusiasmada, empecé la tarea. Descubrí que no pude encontrar ningún aspecto de las fuentes que había quedado fuera de su discusión, ni argumento bien fundado por una conclusión distinta. El análisis de la tesis de Murra corresponde nítidamente a las fuentes existentes en el momento que él la escribió. Sentí su favor como una trampa y me avergoncé del ensayo poco novedoso que pude escribir para la clase. Me costó un tiempo darme cuenta que él, en ese momento, me dio la oportunidad de aprender la base de su método y el principio de su trabajo meticuloso de incorporar cada dato, y visión realmente nueva al esfuerzo constantemente renovado y renovador de comprender el mundo andino.

Comentado por Calogero M. Santoro*

El Mundo Andino, Población, Medio Ambiente y Economía, de John V. Murra, es una obra largamente esperada por el propio autor, quien por varios años trabajó junto a Franklin Pease, para conseguir una edición corregida y aumentada del libro Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino, que se publicó, igualmente, en el IEP (Matos 1975Murra 1975Pease 1975). Esta edición, sin embargo, se debe al esfuerzo final de Mariana Mould de Pease, Carlos Contreras, director de publicaciones del mencionado Instituto y Heather Lechtman (presidenta del Instituto de Investigaciones Andinas de New York; Mould de Pease 2003:17).

El libro Formaciones fue comentado por Jorge Hidalgo (1975) en el volumen 5 de Chungara, lo que hace propicio reseñar esta nueva versión ampliada y actualizada del libro, publicado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú y el Instituto de Estudios Peruanos. John Murra ha acompañado a esta revista desde sus comienzos y ha sido un visitante permanente de este rincón de la costa centro sur de los Andes, donde hasta hace poco tiempo tuvo la ilusión de establecer un refugio temporal, en un esquema de “verticalidad transcontinental”. En cualquier caso, su presencia en Arica y, en particular, en el Departamento de Arqueología y Museología en San Miguel de Azapa, fue siempre un encuentro estimulante. A través de este comentario, quiero agradecer al autor por el envío de un ejemplar del libro desde su departamento del tercer piso de un edificio en la calle Bufallo en Ithaca, New York, hace menos de un año.

Esta obra representa uno de los pilares más importantes para los estudios de la organización económica, social y política andina y por esta razón: “Murra es reconocido como uno de los etnohistoriadores más importantes, quien iniciara una `una nueva era’ en el estudio de los incas” (Pärssinen 2003:29). Murra prefiere hablar de historia andina lo que define como “una disciplina que trata de juntar en una misma actividad tanto el logro precolombino, a través de la arqueología, la lingüística y la etnografía, en estrecha colaboración con el estudio de los textos escritos durante los siglos coloniales” (Murra 2002:438).

La preocupación por las instituciones sociales andinas se perfila en el autor, desde los años cuarenta cuando trabajaba en su tesis doctoral. Durante este período reconoce la influencia de la etnología de grupos africanos como los barotse (estudiados por Gluckman) cuyo manejo social de excedentes de producción se corresponden con el concepto de “redistribución” de Polanyi. En este marco Murra define una de las instituciones que caracterizan el sistema político-económico andino, la m’ita (Murra 1978:11-12) y el fenómeno de la redistribución a nivel del estado Inka, que explica el bienestar social destacado por los cronistas y que atribuyeron a señores generosos preocupados de todos los miembros de la comunidad. La propuesta de Polanyi (1957) de una antropología económica se cruza con el empeño de Murra de desarrollar la “táctica” de la etnohistoria para tratar de entender la organización económica del estado Inka, plasmado primero en su tesis doctoral, defendida en el año 1955, publicada en inglés el año 1980 y en castellano el año 1978.

En el libro Formaciones se compilaron doce ensayos publicados entre 1958 y 1973, en diferentes revistas, o leídas en distantes reuniones antropológicas, tanto en inglés como en español, pero tienen como hilo conductor la preocupación “por comprender la organización económica y política del Tawantinsuyu” (Murra 1975:19). Esta nueva compilación es mucho más contundente, puesto que encierra un total de 26 obras escritas y publicadas entre 1958 y 1998, donde más de una tercera parte se escribió con posterioridad al año 1975. Además tres de los artículos de la edición del año 1975 fueron revisados por el autor. Por lo tanto se trata de una obra renovada que revitaliza su vigor intelectual original.

El “Mundo Andino”, consecuentemente, mantiene una tremenda coherencia interna, puesto que profundiza en la línea argumental desarrollada por el autor, definida en el título del primer libro, vale decir, las formas de organización económica y política propias de los Andes. Instituciones sociales que permitieron el funcionamiento del macrosistema del Tawantinsuyu que integraba importantes soportes tecnológicos para el manejo de la agricultura, los metales, la textilería y todo un sistema de organización social que articuló el trabajo productivo, con el fin de obtener las rentas necesarias para mantener la operación del estado. En esta oportunidad Murra no agregó un nuevo prólogo y deja que los lectores descubran los avances de los años posteriores a 1975.

Los 26 artículos se separan en ocho capítulos, referido el primero a poner de relieve las primeras impresiones de los conquistadores europeos, sorprendidos y admirados por los logros andinos, que grafica con la expresión “nos hazen mucha ventaja”, atribuida a Pedro Cieza de León (Murra 2002:32). Con estos términos titula el artículo de apertura de la obra. Murra ha insistido en esta y otras circunstancias que la búsqueda y estudio de los primeros documentos generados por la administración europea es clave para mejorar la comprensión acerca de la historia andina (ver Pärssinen 2003:29, quien reconoce la influencia de Murra en esta materia). El segundo capítulo encierra tres artículos dedicados al sistema de organización política del estado Inka, sus estrategias de expansión y funcionamiento. Destaca los principios fundamentales de la mit’a, un sistema que, aunque tiene parangones en otros estados preindus-triales, como se menciona anteriormente, Murra la define como una institución típicamente andina y un factor clave en la operación del estado, lo que ha sido reconocido por varios autores (D’Altroy 1992:10Morris y Thompson 1985:93-95Moseley 1992:67-69). El sistema no impuso impuestos en especie a los comuneros como ocurre en otros estados preindustriales. Éstos debieron entregar, en cambio, una cuota de fuerza de trabajo que el Estado utilizaba para obtener “las rentas públicas que permitieran la existencia del ejército, la burocracia, una corte y demás funciones estatales” (Murra 2002:153).

El tercer capítulo encierra tres artículos relacionados con el modelo de verticalidad desde su versión clásica publicada en 1972 (Murra 1972) y sus propias reconsideraciones para darle un contexto geográfico más limitado al modelo original. El modelo evidentemente ha influido fuertemente en las interpretaciones arqueológicas de los Andes del sur (ver, por ejemplo, Covey 2000Santoro et al. 2003msSchiappacasse et al. 1989Stanish 1992), como así también estudios etnohistóricos provinciales (Durston e Hidalgo 1997Hidalgo y Durston 1998). En particular, estudios arqueológicos realizados en el valle de Lluta permiten sostener un posible caso de verticalidad manejado por poblaciones de los valles costeros asimilable al “tercer caso: etnias pequeñas, con núcleos en la costa central” (Murra 2002:101Santoro et al. 2003ms).

El cuarto capítulo encierra tres artículos destinados a describir la función política, económica e ideológica de la producción, distribución e intercambio de sistemas de producción agrícola relacionada con tubérculos y maíz, la producción de tejidos y tráfico del mullu. El sistema de producción de tubérculos, realizado en el ámbito de las propias comunidades y orientado básicamente a la subsistencia, se contrapone al sistema de producción del maíz que cumplió funciones principalmente ceremoniales. Estos dos sistemas no habrían alcanzado a integrarse en un sistema único estatal al ser interrumpido el proceso por la invasión europea (Murra 2002:151-152). Después de la producción agrícola, la segunda mayor preocupación del estado fue la producción textil a través, igualmente, de la mit’a. Los tejidos fueron un elemento clave en la reproducción de la vida cotidiana como así también en ceremonias funerarias y en ropajes vinculados a personajes del aparato religioso y gobernante Inka. El Estado necesitaba de gran cantidad de tejidos para funciones políticas e ideológicas, por lo que mantenía reservas de lana, derivadas de hatos de camélidos controlados por el Estado, que proveían a las tejedoras de cada comunidad. Los kurakas locales habrían jugado un rol fundamental en la producción textil, lo que les habría permitido adquirir ciertos privilegios en el proceso de la redistribución y reciprocidad involucrados en este circuito productivo estatal. El último artículo de este capítulo esta dedicado al tráfico del mullu desde la costa sur del Ecuador. El mullu tiene una gran demanda ritual al considerarse alimento de los dioses. Además, fue un elemento clave en ceremonias para la lluvia, en comunidades que dependían fuertemente de la agricultura, en los Andes centrales. Este capítulo deja abiertas una serie de preguntas con desafíos importantes hacia la arqueología, para encontrar no sólo las huellas de los que procesaban las conchas en la costa de Ecuador, sino también obtener ciertos indicios respecto de los clientes que demandaban estas conchas (Murra 2002:173).

El capítulo quinto integra tres artículos sobre autoridades étnicas tradicionales, referidos a las estructuras políticas anteriores al Inka. Se trata de grupos étnicos como los lupaca que representan uno de los ejemplos clásicos del sistema de manejo espacial andino, en su relación con el Estado. Se trata de casos donde los documentos muestran procesos dinámicos de cambio antes, durante y después de los Inka. Como en los capítulos anteriores, Murra tiene una serie de preguntas para la arqueología, como la relación entre los reinos lacustres y el Tawantinsuyu, cuestión que ha sido revisada por varios autores (Covey 2000Pärssinen y Siiriäinen 1997Stanish 1992, 1997).

El sexto capítulo encierra la mayor cantidad de artículos vinculados con la organización económica andina. Seis de los nueve artículos fueron publicados el año 1975. Destaca en la nueva versión la profundización en el tema de la mit’a (Murra 1983), una de las instituciones que distinguen el sistema político-económico andino y traspasa gran parte del análisis de los distintos aspectos de la organización del Estado. La discusión se centra en la ausencia de tributo y mercado en los Andes, rasgo consustancial a otras formaciones estatales de América y otros continentes. La búsqueda de Murra por descubrir las particularidades del sistema se cruza con los conceptos de redistribución y reciprocidad propuestos por Polanyi (1968 [1944] citado por van Buren 1998:340Polanyi 1957).

Tanto en sus escritos y presentaciones orales, Murra ha insistido en que no se puede entender el sistema andino con los principios de la economía capitalista. La búsqueda por identificar diferencias fundamentales del sistema andino (“lo andino”; van Buren 1998:340) ha sido el foco central de sus críticos, que insisten que la preocupación por la especificidad inhibe la identificación de principios generales comunes a otros sistemas estatales. Murra insistirá en que no se pueden explicar los sistemas de organización económica a base de los principios de la economía capitalista y junto con Polanyi (1957) insistirá en la necesidad de estudiar los sistemas preca-pitalistas para entender sus principios fundamentales. El análisis de Murra, como se puede ver en casi todos los capítulos, está lejos de quedarse exclusivamente en la particularización ciega del sistema andino.

El capítulo siete contiene dos artículos dedicados a autores de época colonial, como Guamán Poma de Ayala, a quien Murra destaca como el autor que representa una visión indígena más interna del sistema. Luego está un personaje de origen español, el doctor Barros, y otros oidores o juristas, como Polo de Ondegardo y Matienzo. Murra estima que las “opiniones y gestiones pro-indígenas” del doctor Barros permiten “ampliar nuestra visión del debate que acompaña la temprana instalación colonial” (Murra 2002:426). Principalmente, porque su posición insistía en que era necesario “comprender la organización autóctona”, cuestión que desaparece con la reforma de Toledo (Murra 2002:428). El doctor Barros, dice Murra, merece la atención de los estudiosos de la historia andina, que debiera integrar a arqueólogos, lingüistas y etnógrafos.

Los dos artículos del capítulo ocho y final del libro reflejan el espíritu multidisciplinario que debieran tener los estudios andinos. En este contexto aparece la figura del ingeniero Kosok dedicado a documentar los sistemas de riego en los Andes, una de las tecnologías que sostuvieron una base económica sólida para el funcionamiento de las sociedades prehispánicas. “El estudio de la etnología contemporánea y de la lingüística debería complementarse con los resultados de las excava-ciones y con el examen crítico de las fuentes escritas.

Para ello es necesario crear equipos interdisciplinarios que integren las tres tácticas; de lo contrario, los esfuerzos aislados seguirán siendo marginales e inadecuados al gran tema del desarrollo de las civilizaciones americanas” (Murra 2002:172). La discusión final se centra en la necesidad de realizar estudios comparativos con otras sociedades de complejidad similar en otras partes del mundo, como lo sugiriera Cunow (1981, 1896 citado por Murra 2002:460). Para llegar a estas comparaciones generales, es necesario tener una comprensión equivalente de las distintas instituciones y sistema de organización política, económica e ideológica desarrollados en los Andes con una perspectiva diacrónica que integre las tácticas disciplinarias señaladas antes.

El libro está lleno de referencias complementarias referidas a la arqueología que puede entregar nexos importantes para tratar temas de continuidad y transformación social. En este contexto, cabe destacar la manera como Murra construye sus argumentos en los que integra una amplia diversidad de fuentes. Éstas no son sólo documentales, sino también literatura del ámbito arqueológico, buscando evidencias y expresiones materiales del funcionamiento de las instituciones andinas de organización social, política y económica. Sorprende su búsqueda, por ejemplo, en reportes arqueológicos del siglo XIX, para la zona de Arica (Safford 1887, citado por Murra 2002:97), la utilización de manuscritos que nunca se publicaron formalmente, reconociendo las ideas y datos de cada uno de los consultados, agregando incluso comunicaciones personales, ponencias o debates en congresos y seminarios. Este estilo tiende a desaparecer en la práctica profesional más reciente, donde la proposición de nuevos argumentos se construye a partir de señalar los vacíos o falencias de estudios previos. Esto forma parte de la lógica del método científico normativo, que no prescribe, sin embargo, que se desconozca el aporte de datos, ideas y proposiciones fundacionales de los mismos autores a los que se cita, principalmente, por sus falencias. La construcción del conocimiento se sustenta no sólo en los aciertos, sino también en los desaciertos. La literatura sobre la historia andina presenta omisiones de este tipo y afectan a Murra y otros autores que han sido fundamentales en la consolidación de la disciplina.

Agradecimientos: Proyecto Fondecyt 1030312 y a los estudiantes del seminario Complejización Social en Zonas Marginales del programa de Magíster en Antropología de la Universidad Católica del Norte y Universidad de Tarapacá, realizado entre noviembre 2003 y marzo 2004, con quienes discutimos algunos de los temas tratados en este comentario.
Referencias

Covey, R. A. 2000 Inka administration of the far south coast of Peru. Latin American Antiquity 11:119-138.         [ Links ]

D’Altroy, T. N. 1992 Provincial Power in the Inka Empire. Smithsonian Institution Press, Washington and London.         [ Links ]

Durston, A. y J. Hidalgo 1997 La Presencia Andina en los Valles de Arica, Siglos XVI-XVIII: Casos de regeneración Colonial de Estructuras Archipielágicas. Chungara 29:249-273.         [ Links ]

Hidalgo, J. 1975 Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino, John V. Murra. Chungara 5:144-151.         [ Links ]

Hidalgo, J. y A. Durston 1998 Reconstitución Étnica Colonial en la Sierra de Arica: El Cacicazgo de Codpa, 1650 1780. En Actas del IV Congreso Internacional de Etnohistoria Tomo II:32-75. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.         [ Links ]

Matos, J. 1975 Presentación. En Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino, pp. 7-8. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.         [ Links ]

Morris, C. y D. E. Thompson 1985 Huánuco Pampa an Inca City and its Hinterland. Thames and Hudson, London.         [ Links ]

Moseley, M. 1992 The Incas and their Ancestors. Thames and Hudson, Londres.         [ Links ]

Mould de Pease, M. 2003 Prólogo a esta edición. En El Mundo Andino Población, Medio Ambiente y Economía, pp. 13-21. IEP Ediciones, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Lima.         [ Links ]

Murra, J. 1975 Introducción. En Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino, pp. 19-22. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.         [ Links ]

Murra, J. 1978 La Organización Económica del Mundo Andino. Siglo Veintiuno, Instituto de Estudios Peruanos, México.         [ Links ]

Murra, J. 2002 El Mundo Andino Población, Medio Ambiente y Economía. IEP Ediciones, Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.         [ Links ]

Murra, J. 1983 La mit’a al Tawantinsuyu: prestaciones de los grupos étnicos. Chungara 10:77-94.         [ Links ]

Pärssinen, M. 2003 Tawantinsuyu el Estado Inca y sus Organización Política. IFEA Instituto Francés de Estudios Andinos, Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.         [ Links ]

Pärssinen, M. y A. Siiriäinen 1997 Inka-style ceramics and their chronological relationship to the Inka expansion in the southern lake Titicaca area (Bolivia). Latin American Antiquity 8:255_271.         [ Links ]

Pease, F. 1975 Prólogo. En Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino, pp. 9-18. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.         [ Links ]

Polanyi, K. 1957 The economy as instituted process. En Trade and Market in the Ancient Empires, editado por K. Polanyi, C. M. Arensberg y H. W. Pearson, pp. 243-270. The Free Press and the Falcon’s Wing Press, Glencoe, Illinois.         [ Links ]

Santoro, C. M., Á. Romero G. y V. G. Standen 2003ms Interacción social en los períodos Intermedio Tardío y Tardío, Valle de Lluta, Norte de Chile. Taller Andino del Instituto de Investigaciones Andinas, editado por John Topic. Instituto de Estudios Peruanos IEP, Lima (en prensa).         [ Links ]

Schiappacasse, V., V. Castro y H. Niemeyer 1989 Los Desarrollos Regionales en el Norte Grande (1.000-1.400 d.C.). En Culturas de Chile. Prehistoria. Desde sus Orígenes hasta los Albores de la Conquista, editado por J. Hidalgo, V. Schiappacasse, H. Niemeyer, C. Aldunate e I. Solimano, pp. 181-220. Editorial Andrés Bello, Santiago.         [ Links ]

Stanish, Ch. 1992 Ancient Andean Political Economy. University of Texas Press, Austin.         [ Links ]

Stanish, Ch. 1997 Nonmarket imperialism in the prehispanic Americas: The Inka occupation of the Titicaca Basin. Latin American Antiquity 8:195-216.         [ Links ]

van Buren, M. 1998 Rethinking the vertical archipelago ethnicity, exchange, and history in the South Central Andes. American Anthropologist 98:338-351.

Ann Peters – Latin American Studies Program. Cornell University. Etno-Arqueología andina 119 First St. Ithaca, Ny 14850. [email protected]

Calogero M. Santoro – Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto, Departamento de Arqueología y Museología, Universidad de Tarapacá, Casilla 6-D, Arica, Chile. [email protected]

Acessar publicação original

[IF]

 

Religión, Ritual y Vida Cotidiana en los Andes: Los Diez Géneros de Amarete; Segundo Ciclo ANKARI: Rituales Colectivos en la Región Kallawaya, Bolivia; Mundo ANKARI – RÖSING (C-RAC)

RÖSING, Ina. Religión, Ritual y Vida Cotidiana en los Andes: Los Diez Géneros de Amarete; Segundo Ciclo ANKARI: Rituales Colectivos en la Región Kallawaya, Bolivia; Mundo ANKARI, Vol. 6. Madrid: Iberoamericana – Vervuert, 2003. Resenha de: Van KESSEL, Juan. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.36, n.1, p.246-247, ene. 2004.

Comentado por Juan van Kessel*

Se trata de la edición en castellano del sexto volumen de la obra MUNDO ANKARI, sobre rituales de los Kallawayas de Bolivia. Recordemos: los 4 volúmenes del primer ciclo de la serie aparecidos entre 1987 y 1991 tratan de manera clásica y absolutamente definitiva sobre los rituales curativos de los Kallawayas en el círculo de la familia (1). El segundo ciclo investiga sus rituales colectivos y pretende “superar los déficit en el tratamiento de estos rituales”. El volumen 5 trata de los rituales para llamar la lluvia, y el actual volumen, con el extraño título “Los diez géneros de Amarete”, trata de los rituales colectivos en Amarete, una comunidad particular de la región Kallawaya, que merece atención especial por la curiosa organización social en que se basan sus ceremonias: “los diez géneros”. Son géneros simbólicos de las personas con amplias repercusiones prácticas en la vida cotidiana, la religión y el ritual. Su fundamento es el género de la chacra que cada comunero, tanto hombre como mujer, posee y transmite a sus hijos (pp. 106-107). Así se encuentran: hombres masculinos, hombres masculinos-masculinos, hombres masculinos-femeninos, hombres femeninos-masculinos, hombres femeninos-femeninos, mujeres masculinas-masculinas, etc. Curioso es también que los amareteños pueden cambiar su género simbólico, de manera que entonces deben sentarse, caminar, bailar, actuar y ofrecer sacrificios de una manera diferente a la de antes. Es el caso de algunos cargos de representación comunal con género propio. Al asumir un cargo con género, se deja a un lado el propio género de chacra por el tiempo que dura el cargo. En última instancia, el género simbólico es determinado por el sol (salida/ocaso) y el cuerpo humano (derecha/izquierda) y sus dos indicadores resultan ser hanan/hurin (arriba/abajo) y kuraq/sullk’a (mayor/menor).

La pregunta impaciente del lector es: El sistema de los múltiples géneros simbólicos, ¿es algo más que una simple curiosidad? ¿Tiene un real sentido transcendental para el mundo amareteño? Sin duda es este el caso. El género (biológico y simbólico) es el principio de la organización social y del orden cosmológico (cf. p. 636). La máxima es que “todo debe estar pareado, casado” -cada cosa con su contraparte: ofrendas, chacras, aguas, rituales, dirigentes, etc.- para que sea completa, estable y equilibrada, operativa, eficiente y fértil. Sin su contraparte, las cosas no tienen sentido y no SON realmente. Me atrevo a interpretar el argumento así: en la cosmo-visión del amareteño, y del andino en general (y prefiero decir: “en su pacha-vivencia”) todo tiene vida, es ser viviente y debe ser alimentado, criado, regenerado a la manera de los seres vivientes. Todos los seres vivientes participan de la vida universal del pacha, el megaorga-nismo. En los grandes rituales colectivos -como verdadera tecnología simbólica- se regenera, alimenta, cría y fortalece la vida del pacha, del triple mundo de los humanos, la naturaleza y las divinidades. En síntesis, el ritual colectivo de Amarete basado en sus 10 géneros pretende juntar las cosas con su contraparte y casarlas para su regeneración, fuerza y duración. Así se asegura la vida del pacha: divinidades, naturaleza y runa (la comunidad humana). El ritual colectivo de Amarete basado en los 10 géneros simbólicos es para reafirmar el orden existencial. El género que se recibe de la chacra expresa, a la vez, una sorprendente relación co-existencial hombre-tierra, concretamente del comunero con su chacra.

La autora confiesa (p. 640) que el descubrimiento y la explicación de los diez géneros simbólicos y de los principios en adjudicar el género simbólico le tomó seis años con largas estadías en terreno. El principio de los géneros simbólicos echa una luz particular sobre el ritual colectivo de Amarete, una luz indispensable para ver y entender el sentido émico? de los rituales. La autora los describe e interpreta bajo esta luz. Ina Rösing (en adelante: IR) cumple con este propósito y logra una verdadera obra maestra: inédita y de mayor relevancia en la producción antropológica contemporánea. Veamos la estructura de la obra.

El libro con sus 878 páginas está articulado en tres secciones. Encontramos dos capítulos introductorios, que describen la geografía y el contexto social de la región, definen el objeto de la investigación y señalan sus premisas metodológicas, las que por su carácter innovador en la investigación sociocultural merecen que las destaquemos más abajo. Se señala también la impresionante base de datos de este volumen registrada en decenas de libros con apuntes de campo, en centenas de cintas grabadas y transcritos en varios miles de páginas, y en muchas centenas de excelentes fotografías. Luego la autora presenta sin más preámbulos el tema mismo de los diez géneros y su notable importancia en la vida de la comunidad. IR agrega amplia información sobre la historia de su investigación y su insólita odisea como investigadora. Con esta información previa, la autora describe (cap. 3) la vida en Amarete, a partir de su geografía sagrada, articulada, y de su concepto del tiempo con un calendario festivo extraordinariamente rico en que a cada paso se encuentran las reglas relativas a los géneros. Con un ejemplo -la labor familiar cotidiana del cultivo de la papa- IR muestra que es imposible cotidianizar el trabajo aparentemente profano y que el tiempo y el espacio siempre son especiales y de carácter sagrado. ¡Elocuente ejemplo! que le vale como un previo teórico muy significativo, porque enseña que las ocupaciones de cada día, el carácter sagrado del espacio y la articulación festiva del tiempo “sólo son tres polos de un mismo centro: la religión andina”.

En la segunda sección (cap. 4-8), la parte principal del libro, la autora trata del ritualismo colectivo en que el tema de los diez géneros es el hilo conductor que atraviesa los cuatro rituales agrícolas cíclicos que ella describe: La papa en el ritual Irwi (cap. 4), el ritual Q’owa con el baile y la labranza de los varones másculinos y femeninos (cap. 5), la labranza ritual en el Jach’ana (cap. 6) y la huilancha en la cumbre de una montaña sagrada (cap. 7). Como complemento, describe un ritual amare-teño de emergencia para llamar la lluvia (cap. 8).

En la tercera sección (cap. 9-10) la autora intenta descifrar la lógica de las temáticas de género y espacio, una lógica flexible, variable y llena de improvisación, que permite la innovación y la evolución del ritual conforme las circunstancias y contextos cambiantes (cap. 9). En el último capítulo ella compara el ritual amareteño basado en los diez géneros, con el de las otras comunidades kallawayas, demostrando así su absoluta peculiaridad. Luego revisa toda la literatura andina para reforzar esta conclusión y termina con un listado de las cuestiones que siguen abiertas y que muestran la urgencia de una investigación etnohistórica para entender el proceso enigmático de la formación y transformación del ritual kallawaya (cap. 10).

Ina Rösing (IR) tiene un estilo de escribir agradable y entretenido; sabe presentar la investigación como un desafío y la descripción de los hechos culturales como una aventura. Por otra parte, pareciera que la traducción desde el alemán ha sido tan cuidadosa y detallada, tan cercana al texto original, que a ratos afecta a la fluidez y la fácil comprensibilidad del texto español. La autora rechaza enérgicamente y con buenas razones la “antropología muda” de Wachtel, Rivière, Platt, y otros (p. 80). (“El yachac masculla una oración y procede a…” ¿Qué oración? No se sabe). Grato efecto de la “antropología hablada” de IR es la inclusión de gran número de oraciones andinas (transcritas en quechwa y castellano), extensas, hermosas, fuertes, que acompañan e interpretan los rituales irradiando andinidad y haciendo brillar la pacha-vivencia de los ritualistas andinos (ver: pp. 250-257, 402-406, 442-449, 555-559, etc.). El libro contiene también 75 excelentes fotografías etnográficas que son más ilustrativas que largas descripciones verbales. Además de ello, IR logra facilitar considerablemente la comprensión del tema y el discurso, de por sí complejos, por el recurso de “cajas de sinopsis”, 54 en total. Finalmente encontramos amplios y valiosos anexos de vocabulario, bibliografía e índice de autores citados, y un apéndice de 43 “reglas relativas a los 10 géneros de Amarete”. Aparecen pocos errores de imprenta. El libro lleva también 15 croquis fotocopiados del cuaderno de apuntes de la investigadora, que le confieren la grata fragancia del campo y situaciones complejas y confusas, pero es lamentable que, en tan prestigiosa edición, estos croquis son difíciles de leer y, al menos en parte, casi imposibles de descifrar. Otra observación sería que en la base de datos, tan completa en su registro de los rituales, se echaría de menos -como rica vena no aprovechada- que no quedaron registrados y analizados la música y la textilería en el contexto del ritual colectivo. Para el antropólogo, éstas dos son también elocuentes portadoras de información cultural. Lo mismo vale decir también sobre la dieta y la gastronomía en el contexto ritual, que interpretaría el significado de la presencia y la actividad ritual de la mujer, y con mayor razón por cuanto IR lamenta el papel ritual demasiado pobre de la mujer amareteña. Se supone que la música de conjunto producida en Amarete (mal llamada “folklórica”) nunca es simple diversión, sino expresión ritual propia y orgánica; los tejidos, como las vestimentas llevadas en los rituales, las prendas y manteles usados para la mesa ritual, son también expresión de identidad y rol social, de cosmovisión y estructura religiosa.

Vale ir a una discusión crítica sobre la metodología investigativa que IR maneja en todas sus pesquisas kallawayas, pero que en este volumen ella aplica con mayor rigor y llegando hasta sus consecuencias. Como investigadora, IR se ubica entre los revolucionarios de la epistemología del saber científico que no aceptan el objetivismo clásico y con mayor razón rechazan el positivismo en ciencias socioculturales. En cambio, apuestan no al subjetivismo ni al personalismo, sino a la dialéctica y la intersubjetividad como base de la confiabilidad y la veracidad del conocimiento científico generado en la aventura de la investigación antropológica (2). De ahí también el interés de IR por una “antropología hablada”, es decir, por los investigados tales como son: no objetos de estudio, sino seres humanos e interlocutores. La dialéctica y la intersubjetividad es la postura casi inevitable de todo investigador que adopta en forma consecuente las técnicas de la observación y la investigación `participante’. La exigencia de neutralidad valórica y la pretensión de la objetividad más absoluta eran las características de la postura del positivismo clásico y la conditio sine qua non para `generar conocimiento científico’. En cambio, en el ambiente de una epistemología de la dialéctica y en un proceso interactivo entre investigador e investigado que ha de generar el conocimiento científico, la postura intersubjetiva es la que garantiza la veracidad y la confiabilidad del saber científico en ciencias socioculturales. De ahí también que IR como investigadora participante incluye su presencia activa en el registro de los rituales colectivos. Ella nunca pretende un registro simplemente objetivo y anónimo; nunca disimula su presencia, tal como lo exigía en tiempos pasados el código de objetividad y cientificidad positiva. La vemos continuamente presente en el proscenio de la investigación. Ella participa en la acción registrada (p.ej. p. 336) y sus colaboradores participan en la investigación en calidad de verdaderos coinvestigadores de su propia realidad, y ya no como simples informantes locales (pp. 68 ss). Es la observación (e investigación) participativa llevada a sus consecuencias. Cuando IR presenta sus tres coinvestigadores indígenas como muy apreciados amigos de confianza y compadres (p. ej. las pp. 648 y ss.), es ésta la actitud consecuente de la observación (e investigación) participativa. IR, la investigadora académica, es al mismo tiempo la portavoz de confianza de los investigados, donde ellos como coinvestigadores no saben expresarse en el lenguaje académico: ella los interpreta. Atención: la posición de los “coinvestigadores” no es la misma que la del(a) investigador(a) académico(a). Además, aparece otra piedra en el camino: en el informe final, la investigadora asume el papel de traductora del lenguaje popular al académico. En la investigación participativa (la que en sus consecuencias llega a ser “investigación interactiva“; nada lo prohíbe), la perspectiva de la investigación depende, en parte, de la posición que ocupa la investigadora en el proscenio y de la postura valórica que ella lleva.

Vislumbramos en el libro de IR el supuesto que a los kallawayas -los coinvestigadores, sujetos de la investigación- corresponde también garantizar la confiabilidad y la veracidad del saber científico generado en la investigación intersubjetiva interactiva. De ser así, la autodefinición de los investigados, la autointer-pretación de su propia realidad cultural, tiene cierta prioridad sobre la visión del académico que es una visión externa y desde fuera. La primera no reemplaza ni degrada la segunda, sino que ambas se complementan en el proceso de la investigación intersubjetiva, interactiva. Pero los mismos kallawayas pasan a ser la primera autoridad moral para sustentar la veracidad y por eso la cientificidad del saber generado en la odisea de la investigación. Al final, y como exigencia propia del método, encontramos que el ritualista de Amarete y los comuneros en general -los sujetos de la investigación, y ya no simplemente su objetivo- han de reconocerse en la interpretación de su ritual y autorizarla de algún modo, como sello y garantía de veracidad. Es lógico que IR no se conforma con interpretaciones de tipo ético (pp. 759ss), que sólo representan la visión académica del investigador. Ella presenta una interpretación compartida. Efectivamente, la interpretación debe ser de alguna manera reconocida, adoptada y autorizada por los investigados.

Puntualizamos que -aparte de una epistemología dialéctica- este método participativo-interactivo llevado por IR está basado en dos componentes especiales: 1. la presencia y actuación de la investigadora en el proscenio de la investigación, y 2. la participación de los kallawayas en calidad de coinvestigadores.

Sin embargo, esta metodología y la epistemología subyacente llegan necesariamente a su punto crítico. En la discusión al respecto, la consecuencia de su rigor es un punto criticable y criticado, pero también un punto justificable y sostenible.

  1. La actitud y postura del investigador respecto a su objeto de estudio puede llegar a un punto crítico. IR no escapa a esta `crisis’. Consecuente con su principio metodológico, ella se identifica `émicamente’, en visión y criterio, con sus coinvestigadores kallawayas. ¡CASI siempre! Ella asume desde la primera página una actitud de admiración por la organización social y ritual kallawaya, pero alguna vez abandona esta posición, p. ej. cuando se refiere a la interpretación de los ritualistas con respecto a catástrofes y desgracias naturales, explicándolas como castigo por errores en el ritual y por la deuda sacrificial. Entonces IR se expresa necesariamente en forma neutral, objetiva, distante, reservada; “En la opinión de los amare-teños…”; “Según ellos…” (pp. 514-519).
  2. Otro efecto inevitable del método participativo-intersubjetivo (digamos ya: interactivo) es que la investigadora influye en el proceso formativo del ritual que ella investiga. IR lo reconoce (p. 678). Esta es una real consecuencia del método. El rechazo de la interpretación científica objetiva y valóricamente neutra en ciencias socioculturales, y la adopción del principio de la intersubjetividad como base del conocimiento generado, abren la posibilidad de la intervención del investigador en su objeto de estudio. Es más: la justifican dentro de exigencias estrictamente éticas. Esto es un elemento totalmente nuevo en el discurso sobre el conocimiento científico y en la metodología de la investigación socio-cultural, postmoderna.
  3. Otro efecto del método es que ya no se niega ni se disimula la relación emocional y afectiva entre el investigador y la comunidad investigada. IR lo reconoce y ella asume este compromiso. Tocando el tema del futuro incierto y la fe en la fuerza de la tradición amareteña, ella suspira: “…solo cabe compartir con los amareteños esta esperanza” (p. 681). Por lo mismo se explican y se justifican las expresiones dramáticas y nostálgicas de la autora (pp. 781ss.), haciéndose eco de la denuncia del “etnocidio del desarrollo (de la modernización, del inevitable cambio)”, llamado también “holocausto al progreso”. Impresiona también la frase final del libro donde IR pone de hecho su firma autográfica bajo la obra (3): “Irrefutablemente Amarete va a cambiar. Pero lo que Amarete hasta ahora ha realizado y creado, lo que ha configurado y desplegado constituye en todo caso una hazaña cultural fascinante a la que, con este mi libro, le quisiera levantar un monumento” (p. 785). Es la `antropología de compromiso’. Efectivamente, en la metodología de IR no hay rastro de la pretención de la `neutralidad valórica de la investigación’, pero ella demuestra que en ciencias socio-culturales se trata de una cienti-ficidad diferente.

Lo anterior no significa de ninguna manera dar paso a cierta permisividad en los códigos de la metodología, ni una falta de rigor científico. La prueba está en el capítulo 10 del libro donde alguien podría reprocharle un excesivo rigor del método, un perfeccionismo irritante, una odisea casi absurda y masoquista. En los párrafos 3 y 4 (pp. 694-780) se trata de demostrar que la estructura social y ritual de Amarete basada en los 10 géneros es un caso único en la región de los kallawayas, en todo el mundo andino y en el mundo tout court. Sabemos que el desafío más difícil siempre es demostrar empíricamente que no existe un segundo caso; parece una misión imposible. Sin embargo, IR la asume, provocando en el lector más pragmático no solo admiración, sino también irritación, cuando se siente llevado por 85 largas páginas de sofisticados senderos para demostrar que “Amarete es único”. El pragmático diría que este párrafo es sólo para el metodólogo y para el fiscalizador crítico. Para él, esta parte del libro vale como pieza digna del archivo. Nótese que, mientras el pragmático se irrita, el Prinzipienreiter entre los metodólogos quedaría insatisfecho, porque la prueba empírica de IR referente a la unicidad de Amarete no es (y nunca podrá serlo) totalmente impermeable y hermética.

Sin embargo, aun sin meterse en esta discusión queda la pregunta: ¿Se trata en estos párrafos “sofisticados” de un juego personal de IR, fascinada por el misterio de Amarete? ¡No! Los conceptos de los géneros simbólicos, sus principios y sus indicadores resultan ser definiciones y comparaciones salidas de la concepción de los amareteños, de su modo de concebir la realidad (ritual y social) local, no de la imaginación creadora de IR. Los conceptos relacionados de los 10 géneros de Amarete son, irrefutablemente, conceptos “émicos” (pp. 759ss.).

La conclusión de que “Amarete es único” -aunque parezca banal- levanta un problema mayor: ¿Cómo se explica que Amarete sea único? Los capítulos 9 y 10, que contienen las conclusiones del libro, son los de mayor interés para la formación de la teoría antropológica. Muestran una de las vías de un proceso de cambios rituales y de estructuras sociales. Las pp. 646-647 señalan ya el origen etno-histórico local de Amarete, y de su proceso de creciente complejidad del sistema de ordenación basado en el género. La comunidad de Amarete parece haberse aferrado tenazmente a este sistema de ordenación; lo elaboró y lo amplió constantemente conforme las nuevas situaciones. En cambio, las otras comunidades kallawayas parecen haber soltado poco a poco este principio de ordenación social y cúltico, al compás de los cambios socio-económicos y políticos. Resulta que la etno-historia puede ser muy local, conforme a: (a) los contextos locales cambiantes, y (b) las respuestas diferentes de los lugareños y sus dirigentes y ritualistas. IR habla de un proceso etno-histórico de traducción: se trata de la capacidad creativa local de traducir el ritual tradicional en un contexto nuevo, un proceso de traducción (p. 717). No parece aceptable que la aparición de un gran maestro ritualista carismático en la historia local, como Pasqual Tapia (compadre e informante principal de IR), sea un único y fantástico cometa en la historia kallawaya; debe haber una tradición ritual mayor. En una investigación etno-histórica podrían descubrirse los maestros de Don Pascual y la razón por la que precisamente en Amarete se haya desarrollado tan complicado y sofisticado, tan único e impresionante ritual colectivo basado en los 10 géneros simbólicos de los comuneros y la pacha, con sus cerros, chacras y agua.

Para explicar el extraño hecho que en todo el universo kallawaya sólo los amareteños se han organizado en base a los 10 géneros simbólicos y para conseguir más claridad en el bosque de las posibilidades e hipótesis, resulta definitivamente necesario desentrañar la dimensión etno-histórica de la investigación; una exhaustiva investigación etno-histórica para entender la formación y transformación del ritual local de Amarete. La autora es la primera en reconocerlo y sugerirlo (pp. 676, 680, 691).

Sobre la investigadora: IR, la maestra investigadora, es admirable por su asombrosa capacidad de trabajo, su inagotable energía, su absoluto rigor científico. Admirable es también por su actitud de autocrítica y su exigencia hasta el extremo con respecto a su propia investigación. Como investigadora es perfeccionista, incansable. Ciertamente no peca de falsa modestia; muestra sin reservas su propia excelencia. En las partes de su investigación bibliográfica, critica implacablemente los vacíos y las deficiencias metodológicas de insignes colegas investigadores, pero siempre reconociendo cabalmente sus valores y valorando generosamente sus logros (p.ej. el cap. 10, en que valora y critica a P. Flores, N. Wachtel, T. Platt y G. Rivière). Como colega investigadora IR es tan respetable como temible. Como maestra investigadora ella sabrá, sin duda, potenciar el todo de sus discípulos.

Sobre la investigación: En mi opinión, la obra completa del MUNDO INKARI de IR es y será siempre un clásico en creatividad científica e información antropológica; y un abre-caminos para la metodología postmoderna en ciencias socio-culturales. La obra es una digna continuación de los tomos anteriores. Una investigación de largo alcance, de gran rigor, de mayor relevancia y que descubre una realidad cultural muy profunda, jamás sospechada e imposible de descubrir con una metodología positivista: demostrando que las grandes obras nacen no del robot académico, sino de un gran amor.

Notas

 

(1) El primer ciclo del Mundo Ankari (los Vols. 1-4) comprende:

IR: Die Verbannung der Trauer (Llaki Wij’chuna). Nächtliche Heilungsrituale in den Hochanden Boliviens; Mundo Ankari, Band 1; Nördlingen: Greno, 1987.

IR: Dreifaltigkeit und Orte der Kraft: die Weisze Heilung. Nächtliche Heilungsrituale in den Hochanden Boliviens; Mundo Ankari, Band 2; Nördlingen: Greno, 1988.

IR: Abwehr und Verderben: die Schwarze Heilung. Nächtliche Heilungsrituale in den Hochanden Boliviens; Mundo Ankari, Band 3; Frankfurt: Zweitausendeins, 1990.

IR: Die Schlieszung des Kreises: Von der Schwarzen Heilung über Grau zum Weisz. Nächtliche Heilungsrituale in den Hochanden Boliviens; Mundo Ankari, Band 4; Frankfurt: Zweitausendeins, 1991.

El segundo ciclo del Mundo Ankari comienza con el volumen 5 de la obra, titulado:

IR: Rituale zur Rufung des Regens. Zweiter ANKARI-Zyklus: Kollektivrituale der Kallawaya-Region in den Anden Boliviens; Mundo Ankari, Band 5; Frankfurt: Zweitausendeins, 1993.

(2) Con Peter Kloos podemos considerar el conocimiento intersubjetivo como el fundamento de la epistemología dialéctica y del saber científico en las ciencias socio-culturales de la época actual, postpositivista: P. Kloos, Filosofie van de antropologie, Ed. Martinus Nijhoff, Leiden, pp. 25 ss.

(3) Este modo personal de hacerse presente el antropólogo en su informe, es lo que Peter Kloos, o.c. (defensor de la postura intersubjetiva como fundamento epistemológico del nuevo método científico en ciencias socio-culturales, y como garantía de credibilidad y veracidad) señala como “la autografía del investigador” justificándola y exigiéndola por la misma razón que el artista tiene para firmar su obra, ya que se trata de su interpretación fidedigna de la realidad observada.

Juan van Kessel – Instituto para el Estudio de la Cultura y Tecnología Andina (IECTA), Av. Diego Portales 2046, Iquique. E-mail: [email protected].

Acessar publicação original

[IF]

 

 

LEPAARQ | UFPEL | 2004

Lepaarq Amazônica | UFPA

O periódico Cadernos do LEPAARQ (2013) é uma publicação semestral eletrônica do Laboratório de Ensino e Pesquisa em Antropologia e Arqueologia, do Instituto de Ciências Humanas, mantido pela Universidade Federal de Pelotas (LEPAARQ/ICH/UFPEL). Seu escopo é a divulgação científica nas áreas de Antropologia, Arqueologia e Patrimônio, publicando as seguintes sessões: (1) artigos, (2) relatórios e notícias institucionais, (3) resenhas, (4) notas de pesquisa, (5) ensaios visuais, (6) Traduções e (7) Dossiês.

Os Cadernos do LEPAARQ é uma publicação semestral, portanto cada volume anual corresponde a dois números. A data de submissão dos manuscritos será 31 de dezembro para a primeira edição (janeiro a junho) e 30 de junho para a segunda edição (julho a dezembro).

Atualmente os Cadernos não adotam limites, mínimos ou máximos, para número de artigos por edição. Por ser um periódico de fluxo contínuo, o número de artigos publicados em cada edição corresponderá sempre ao fluxo editorial da revista.

Esta revista oferece acesso livre imediato ao seu conteúdo, seguindo o princípio de que fornecer conhecimento científico gratuito ao público proporciona maior democratização global do conhecimento.

Periodicidade semestral

ISSN 1806 9118 (Impresso)

ISSN 2316 8412 (Online)

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Aventuras da Távola Redonda: estórias medievais do Rei Artur e seus cavaleiros | Antonio L. Furtado

Com o convidativo título de Aventuras da Távola Redonda: estórias medievais do Rei Artur e seus cavaleiros, mais uma vez, Antonio Furtado apresenta ao público brasileiro outra tradução [1] das narrativas da “Matéria da Bretanha”. As estórias do Rei Artur e dos Cavaleiros da Távola Redonda que, nos séculos XII e XIII encantaram tanto a nobreza, pois naquelas narrativas estavam presentes os ideais mais elevados e os modos e maneiras que esta mesma nobreza vivenciava e, também enchia os ouvidos e o imaginário dos menos abastados que, talvez, almejassem serem súditos de um rei justo como Artur e protegidos por cavaleiros como Lancelot e Gawaine.

Essas “aventuras” empreendidas tanto próprio Artur como pelos seus cavaleiros estão impregnadas pelo maravilhoso que, não são estranhos às personagens, pois fazem parte do cotidiano, como nos explica Todorov no livro As Estruturas Narrativas, os elementos sobrenaturais não provocam qualquer reação particular nem nas personagens nem no leitor implícito” (TODOROV, 1979: 160). Muitas personagens das narrativas são conduzidas para situações onde se deparam com seres sobrenaturais, como gigantes, tema da primeira “aventura”, onde o próprio rei Artur enfrenta um gigante monstruosos na narrativa “O gigante do Monte Saint Michel”:

– Irei à frente, disse Artur, para combater o gigante. Vireis atrás de mim, e atentai para que nenhum de vós interfira enquanto eu mesmo puder valer, já que de outra ajuda não necessito. Pareceria covardia vir outro, além de mim, a combatê-lo. Socorrei-me, porém se perceberdes minha necessidade. (FURTADO, 2003: 70).

Artur parte sozinho para enfrentar o gigante e deixa claro os seus companheiros, que devem socorrê-lo só em caso de necessidade. Vemos aqui a representação do rei que está sempre à frente dos seus nas batalhas e faz questão de que a lei seja também aplicada a ele, como nos mostra John Boorman no seu filme Excalibur, de 1980, na cena em que a rainha Guinevere é acusada de adultério por um cavaleiro e implora ao seu marido e rei para que não seja julgada, mas Artur, responde que a lei deve ser aplicada também ao rei, caso isso não ocorra, não há justiça. Artur deve marchar à frente de seus cavaleiros na caça das aventuras.

Em “O juramento ambíguo de Isolda”, Artur e mais alguns cavaleiros, como seu sobrinho Gawaine (que nos apresentado como Galvão), “o mais cortês de todos os homens”, são chamados para julgarem Isolda esposa do rei Marcos, Duque da Cornualha e tio de Tristão, que foi acusada de adultério por três barões da Corte da Cornualha.

O rei Artur é convocado por Isolda por ser conhecido como o mais justo e nobre dos reis e por repudiar todo e qualquer ato de vilania. E, como Artur e seus cavaleiros representam os ideais da cortesia e da honra, vemos nas palavras de Galvão todo o asco que o ato dos barões contra Isolda lhe causa:

– Tio, se tenho permissão, a justificação que está combinada terminará mal para os três felões. O mais dissimulado é Ganelon: conheço-o bem e ele a mim. Já o derrubei em um lamaçal, durante uma justa forte e encarniçada. Se pego de novo, por São Richier, Tristão não precisará mais vir. Se puder agarrá-lo com as mãos, farei nele bastante estrago e o enforcarei no alto de um morro. (FURTADO, 2003: 160).

Os cavaleiros não hesitam em atender o apelo de uma donzela ou mesmo de uma rainha que esteja em perigo, pois são estas as oportunidades que esses homens de armas e de cortesia têm para fazerem valer seu juramento de defenderem as mulheres e os mais fracos, partirem em busca de aventuras e, talvez, conseguirem o amor da mulher que necessita de socorro.

As narrativas que têm como personagem principal Artur ou outro cavaleiro, fluem de maneira a cativar o leitor, com se este estivesse envolvido pela voz dos trovadores que, habilmente “encantavam” os homens e mulheres dos séculos XII e XIII quando apresentavam as aventuras e, mais ainda, os ideais que essas aventuras e as personagens representavam.

A leitura de Aventuras proporciona o resgate da ambientação, das falas das personagens e, principalmente, das suas atitudes, sejam elas de indignação perante a injustiça – como a de Galvão – ou de bravura e até de desolamento. As personagens arturianas estão vivas e, nas páginas do livro de Furtado é possível “viajar” ao lado de Galvão, Lancelot e Percival; seja na busca do Santo Graal ou no salvamento de uma donzela.

A tradução primorosa do francês antigo onde o estilo, a linguagem e o conteúdo mantiveram-se fiéis aos originais como o próprio autor afirma na Introdução da obra é um convite a mais – tanto aos estudiosos e pesquisadores da Idade Média, como aos leitores em geral – para que se descubra o mundo arturiano e da Matéria da Bretanha.

Aventurar-se pelas páginas dessa obra é como um mergulho no universo mágico do mito arturiano e um eterno encantar-se com as estórias do “rei que não morreu, apenas dorme e, em breve, retornará…”

Nota

1. Em 2001 foi publicada pela Editora Vozes a tradução dos Lais de Maria de França. Tradução de Antonio Furtado e prefácio de Marina Colassanti.

Luciana de Campos – Doutoranda em Letras UNESP/São José do Rio Preto. E-mail: [email protected]


FURTADO, Antonio L. (Organização e tradução). Aventuras da Távola Redonda: estórias medievais do Rei Artur e seus cavaleiros. Prefácio de Gilberto Mendonça Teles. Petrópolis- Rio de Janeiro: Vozes, 2003. Resenha de: CAMPOS, Luciana de. Cavaleiros da Aventura. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.3, n.2, p. 62-63, 2003. Acessar publicação original [DR]

Matéria de Bretanha em Portugal | Leonor Curado Neves

Uma iniciativa como esta das organizadoras é sempre bem-vinda: informa-se na Introdução que estas Atas representam a recolha de um Colóquio e, por sua vez, de vários seminários realizados por e em favor de alunos do mestrado em Literatura Portuguesa Medieval, não só do Departamento de Literaturas Românicas da Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa, como de outras universidades portuguesas, os quais, ao longo de 1999-2001, tiveram por tema de estudos a “matéria de Bretanha”. É, de fato, louvável oferecer tal oportunidade a futuros pesquisadores que, sob a orientação de nomes conhecidos como Irene Freire Nunes, Ivo Castro, José Carlos Ribeiro Miranda, Ana Sofia Laranjinha e outros, além de um convidado “estrangeiro”, Michelle Szkilnik, têm a chance de prosseguir na carreira tomando por base modelos de investigação rigorosos e cientificamente respeitados. Cumprimentos às organizadoras pela abertura, nem sempre usual nos meios acadêmicos.

Contudo, por isto mesmo, por seu caráter de sumário heterogêneo, a obra é qualitativamente desigual – risco, ao que parece, conscientemente abraçado, pois também referido na Introdução. Nem se poderia esperar o contrário: dificilmente um mestrando teria a experiência crítica de Irene Freire Nunes, a quem se deve a edição de A Demanda do Santo Graal (cópia portuguesa), de 1995, trabalho que, embora não substitua o de Magne, a ele se acrescenta como consulta obrigatória; ou de Ivo Castro, que há anos vem preparando a edição do José de Arimatéia, igualmente destinada a somar-se à de H. H. Carter, a mais conhecida; ou, ainda, de José Carlos Ribeiro Miranda, cujas teses, aliciantes e revolucionárias, acerca da organização cíclica da Vulgata e da Pós-Vulgata, em diálogo cerrado com as propostas até então indiscutíveis de Fanni Bogdanow, têm suscitado tanta polêmica. Por enquanto, pelo que se deduz da maioria das comunicações recolhidas, seus autores estão antes para aprender com eles que para ombreá-los em perspectivas analíticas. O que não desmerece, reitere-se, a participação do grupo, disposto a enfrentar as teias extremamente complexas da matière – para cujas profundezas míticas Ana Paiva Morais chamou a atenção (p.125).

Compreensíveis as discrepâncias, mas nem por isso livres de reparos, a começar pelos lugares-comuns, espécie de estigma do assunto desde que dele se apossou a mídia, o cinema americano e uma certa imaginação popular aficcionada por fadas, duendes e dragões. Aqui, nas Atas, não se extrapola, é evidente, para a banalização; porém, elas não se isentaram de retornar à repisada idéia de que o Amadis de Gaula propõe uma cavalaria humanizada, cortesã, em consonância com a “revolução” provençal do século XII e como contraponto à elevada espiritualização da Demanda e ao paradigma ascético representado por Galaaz (p. 105); ou também à desgastada constatação de que a carnalidade de Lancelote, plena de erotismo e de sensualidade, espelho às avessas do grandioso filho bastardo, está atrelada a sentimentos cristãos de culpa, castigo, remorsos, reincidências, contrição – empecilhos em muito responsáveis, no plano simbólico, pela decadência de Artur e pela destruição do reino de Logres (p. 267); ou, ainda, à intrigante concepção da figura feminina, ora vítima de um discurso misógino, tendo Eva como respaldo emblemático, ora heroína de um discurso enaltecedor, abrindo espaço para a Virgem Maria e para uma série de reformas por que passava a Igreja na Idade Média Central (p. 69). Conclusões como estas não podem mais ser pontos de chegada, mas de partida, são pertença daquela já extensa bibliografia de fundo que deve assessorar qualquer projeto de trabalhos na área. Conhecê-la bem evita não só a repetição indesejável, como as comparações esdrúxulas do tipo de “um artigo de jornal, Tristão e Isolda, duas novelas camilianas e sociologia de Luhmann” (p. 277) – único texto da obra que realmente não precisaria estar ali.

O longo artigo de Irene Freire Nunes (20 páginas), “Merlin, o elo ausente” (p. 29), não traz grandes novidades enquanto “tese” – sabe-se, hoje, que o mito de Merlin veio se constituindo por etapas, das tradições orais às recriações literárias, e que a figura é “elo” indispensável na lógica estrutural de todo o ciclo – mas é utilíssimo, porque repassa várias vertentes que concorreram para a edificação do poderoso mago no imaginário coletivo, bem como resenha os principais estudos que foram, a pouco e pouco, montando o quebra-cabeças. O mesmo se pode dizer do ensaio de Ivo Castro, “Sobre a edição do Livro de José de Arimatéia” (p. 59) – uma defesa contundente, e justa, do minucioso labor filológico que exige a preparação de qualquer desses textos, a exigir não só o domínio de um vasto instrumental técnico, de teor comparativo, mas também boa dose de ousadia, de sensibilidade perceptiva e de criatividade. Embora bem provido das duas condições, como demonstra sua dissertação de doutorado apresentada à Universidade de Lisboa em 1984, o autor confessa dúvidas que, ao final do artigo, desnudam o quanto ainda se tem por avançar, por responder, por “demandar”: que lugar ocupa no estema da Estoire o manuscrito francês [do José de Arimatéia] que serviu de exemplar à tradição peninsular? Quem trouxe para Portugal os manuscritos da Estoire, da Queste e da Mort Artu, e possivelmente do Merlin, terá trazido outros (Lancelot, Tristan)? A “coesão” da “matéria de Bretanha”, cada vez mais documentada, será “retrato” da realidade ou “miragem”? (p. 68). Neste sentido – o das indagações que estimulam – José Carlos Roberto Miranda tem uma bela proposta sobre o papel de Elaim, o Branco, filho de Boorz, muito menos “estrela” que seu casto pai, na continuação da linhagem de Lancelote, depois que seu “duplo” Galaaz (nas palavras de Miranda) assume de vez a condição angélica. A pujante formulação, se suscitar interesses mais amplos, pode ser encontrada em Galaaz e a ideologia da linhagem (Lisboa: Granito, 1998), onde José Carlos relaciona a organicidade do universo arturiano e a questão sociológica linhagística própria de uma estrutura feudal como a da Baixa Idade Média. E para encerrar o rol de colaborações que movem à verticalização dos diálogos, continuam fundamentais as análises genológicas (p. 125, em que pese à opção por hermetismos de linguagem), as devassas do plano simbólico (p. 81, p. 145, p. 241) ou, como fez Michelle Szkilnik, de modo original, as localizações das chamadas “personagens secundárias”, cujo papel vai muito além de simples “mediadoras” na narrativa.

Como se percebe, comutados “prós” e “contras”, as Atas sobre A matéria de Bretanha em Portugal prestam à causa serviço de mérito. Quando menos por recolocar, no centro da arena, tema tão mais polissêmico quanto mais cindido entre a visão ligeira, incompatível com a realidade histórica de curta e longa duração em que todo o ciclo se insere, e a visão acadêmica, que muitas vezes peca por excesso oposto, em seu anseio de “precisão”, ao subestimar as diversas e quase sempre obscuras camadas culturais compactadas na matière. As coordenadoras estiveram atentas ao equilíbrio de linhas, o que já de si recomenda a obra.

Lênia Márcia Mongelli – Universidade de São Paulo / ABREM. E-mail: [email protected]


NEVES, Leonor Curado; MADUREIRA Margarida e AMADO, Teresa. (Coordenadoras). Matéria de Bretanha em Portugal. Lisboa: Colibri, 2001. Resenha de: MONGELLI, Lênia Márcia. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.3, n.2, p. 64-65, 2003. Acessar publicação original [DR]

Contos-de-fadas celtas

As narrativas selecionadas e apresentadas por Joseph Jacobs em Contos-de-fadas celtas são um convite para penetrarmos no fascinante mundo da mitologia celta. Os pequenos contos escritos ao estilo dos contos populares recolhidos pelos irmãos Grimm apresentam os elementos fantásticos comuns a esse tipo de narrativa: seres de outro mundo vem buscar os humanos para compartilhar as delícias da eterna juventude ou então, as personagens principais são grandes heróis capazes de toda e qualquer façanha para alcançar os seus objetivos. Alguns desses heróis são os protagonistas de determinadas histórias que fazem parte dos grandes ciclos das narrativas celtas, como por exemplo, o Ciclo Histórico ou o Ciclo de Finn. A maioria das narrativas foram reescritas e adaptadas durante a Idade Média e sofreram uma forte influência do cristianismo o que modificou um pouco algumas de suas características mas conservaram a essência da mitologia celta. As narrativas aqui selecionadas faziam parte da tradição oral do povo celta habitante das terras da Irlanda, Escócia e País de Gales e ainda hoje mantém vivos todos esses “contos-de-fada” como manifestação folclórica.

A primeira narrativa, “Connla e a donzela encantada” apresenta o herói Connla do Cabelo de Fogo, filho do rei Conn das Cem Lutas. Connla deixa-se seduzir por uma bela moça vinda do outro mundo. Ela o convida a seguí-la para juntos viverem em um lugar paradisíaco, onde ninguém sofre com doenças, a velhice ou morte. Conn, o pai tenta impedir o filho de partir nessa viagem sem volta mas, Connla parte com a jovem rumo ao pôr-do-sol e nunca mais são vistos. No desenrolar da trama elementos importantes da cultura celta vão sendo apresentados: a donzela aparece em uma curragh, barca de cristal mágica, utilizada para chegar ao Reino dos Mortos ou à Ilha de Avalon, ela oferece a Connla uma maçã, fruto sagrado e, por mais que esse fosse devorado, era sempre reconstituído.

Com uma narrativa ágil que prende o leitor ao texto os contos vão sendo apresentados de maneira a não só entreter, mas também, a apresentar a riqueza da cultura e mitologia celta.

Outra narrativa bastante interessante é “O’Shee Na Gannon e o Gruagach”. Esse conto vai apresentar o nascimento mágico da personagem título, O’Shee:

“O’Shee na Gannon nasceu de manhã, recebeu seu nome ao meio dia, e à noitinha foi pedir a mão da filha do rei de Erin em casamento”. (p.139)

Além demostrar como a personagem nasce, cresce e decide se casar no mesmo dia, ela escolhe como noiva a filha do rei de Erin, nome mitológico da Irlanda, clara referência ao passado mítico do país e a sua importância para o presente.

Mas, não só referências aos lugares sagrados e a alguns heróis desconhecidos existem nas narrativas; há um conto, “O pretendente de Olwen” onde o rei Artur e alguns dos futuros cavaleiros da Távola Redonda são personagens. Esse conto apresentado aqui em versão resumida mas conservando o eixo narrativo é um dos contos integrantes d’O Mabinogion [1]. O conto está nos “Quatro Contos Nativos Independentes”, segunda parte da obra e vai narrar a busca de Culhwch por sua pretendente, Olwen. O rei Artur, a mais conhecida personagem das narrativas que evocam tanto a mitologia celta como o imaginário medieval, é o pivô central da disputa pela mão da bela Olwen, auxiliando o primo Culhwch a conseguir vencer as provas para conseguir casar-se com a donzela. Nessa narrativa há descrições das armas utilizadas por alguns dos componentes das tropas do rei e, essas breves descrições apresentam a grandiosidade desses instrumentos nos remetendo ao espírito guerreiro dos celtas, mostrando a necessidade desse povo estar sempre atento às guerras e invasões de outros povos, fato constante e, portanto, era preciso estar em sempre em estado de alerta.

As descrições, tantos das armas como dos lugares e das personagens são realizadas de maneira sucinta, não há riqueza de detalhes, o que é uma características das narrativas mais curtas que privilegiam os aspectos fantásticos e mágicos esses sim, descritos com mais detalhes pois são o centro da narrativa. Há ainda alguns contos onde a personagem é visitada por seres fantásticos, como duendes e fadas e esses os agraciam com bons ou maus presentes dependendo da atitude do ser humano para com os seres etéreos.

As vinte e seis narrativas constantes no volume são uma pequena amostra da riqueza e beleza da mitologia celta e apresentadas na forma de narrativas curtas mas bem construídas, são fonte de conhecimento da cultura e sociedade celta e oferecem ao leitor e ao estudioso, subsídios para uma maior compreensão da importância do povo celta para a cultura ocidental.

Os elementos da narrativa fantástica estão presentes em todas as narrativas apresentadas e são eles, os responsáveis por enfatizarem o caráter mítico de cada conto e, desta forma, oferecer ao leitor – seja ele conhecedor da mitologia celta ou não -, uma chave para abrir as portas do fascinante mundo do povo celta.

Nota

1. A edição utilizada d’O Mabinogion é a seguinte: MORAIS, José Domingos (tradução e introdução) O Mabinogion. Lisboa: Assírio e Alvim, 2000.

Luciana de Campos – Doutoranda em Letras/UNESP/S.J. Rio Preto. E-mail: [email protected]


JACOBS, Joseph (seleção). Contos-de-fadas celtas. São Paulo: Landy Editora, 2001. Resenha de: CAMPOS, Luciana de. Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos. São Luís, v.3, n.1, p.65-66, 2003. Acessar publicação original [DR]

Chilenizando a Tunupa. La Escuela Pública en el Tarapacá Andino 1880-1990 – MIRANDA (C-RAC)

MIRANDA, Sergio González. Chilenizando a Tunupa. La Escuela Pública en el Tarapacá Andino 1880-1990. Santiago: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Colección Sociedad y Cultura, 292p. Resenha de ROSAS, Luís Alberto Galdames; CORTEZ, Héctor González; CASTRO, Guillermo Williamson. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.35 n.1, ene., 2003.

Comentado por Luis Alberto Galdames Rosas*

El libro de Sergio González Miranda que edita la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos nos propone dos títulos: Chilenizando a Tunupa, lanza al ruedo sin tapujos la contraposición de dos culturas: la chilena y la aymara, pero también sugiere un vínculo unidireccional determinado por las desiguales condiciones de poder entre ambas.

Chilenizando a Tunupa ilumina una asimetría que busca calar hondo en lo andino y promover una transformación profunda y consciente entre los pobladores aymaras de Tarapacá.

El segundo título: La escuela pública en el Tarapacá andino 1880-1990 corresponde, desde lo formal y explícito, al eje temático que organiza y sistematiza un conjunto de investigaciones que Sergio González ha llevado a cabo en el ámbito educacional.

Una nutrida bibliografía, fuentes documentales escritas procedentes de diversos archivos y testimonios orales proporcionan al autor de la obra una plataforma erudita construida a lo largo de su vida profesional. Con este sólido soporte, Sergio González se plantea como propósito “analizar la acción chilenizadora del Estado a través de la escuela pública, en el mundo andino de Tarapacá”.

Esta acción, desestructuradora para la cultura local, habría de provocar, sin duda, algún tipo de reacción por parte de la población andina. Por ello, adicionalmente a su propuesta central y no por esto menos relevante, González Miranda la dinamiza y plantea como tesis “que la actitud del hombre andino no fue pasiva frente al embate de las distintas agencias del Estado”.

Si bien la obra se puede clasificar derechamente en el campo de la producción historiográfica ofrece, además, una perspectiva interdisciplinaria que proviene de la amplia formación académica del autor en diversos campos del conocimiento y de su dilatada experiencia en terreno como investigador social y como hijo de la pampa.

Acaso por dicha formación, que reconoce raíces en la ciencia occidental positiva y por su práctica de vida, que lo ha puesto en contacto con el mundo andino y lo ha hecho permeable a sensibilidades culturales distintas a la propia, González Miranda busca instalarse en una posición equidistante entre un discurso oficial del Estado y sus agencias y visiones fundamentalistas tan en boga durante las últimas dos décadas.

No estoy convencido de que logre el mentado equilibrio, pero ello más que una crítica al autor constituye un llamado de atención a una visión andina que aún no ha sido capaz de construir y validar alternativas teórico-metodológicas que acojan con rigor el ethos aymara.

De esta búsqueda de equilibrio de percepciones distintas del mundo, el autor acepta y propone como herramienta significativa la práctica de una educación intercultural que asuma sin conflicto la existencia de lo diverso.

Nueve partes y un epílogo dan cuerpo a la obra. La primera de ellas, “Del refugio a la globalización”, resulta indispensable: allí se explicita el marco conceptual en el que mora y se despliega históricamente la escuela pública en Tarapacá. Asimismo, indica con rigor y lucidez la relevancia explicativa del ciclo de la expansión del salitre, que da cuenta en gran medida del carácter de los vínculos entre el Estado y la población andina y, más específicamente, de la necesaria articulación entre la fuerza de trabajo andina y las oficinas salitreras y del maridaje entre estas últimas y las comunidades campesinas merced al rol abastecedor de insumos agrícolas.

Para Sergio González, este contexto no es un mero telón de fondo que se pueda levantar o bajar indiscriminadamente para dar cuenta de la presencia de las escuelas públicas en Tarapacá; constituye, además, el guión por el que se orientan los papeles de los actores sociales y políticos y actúa como foco de luz que otorga significación a sus relaciones.

El desarrollo del transcurso en la obra, tan propio del trabajo del historiador, va contextualizando la presencia de la escuela pública, vinculando sus rasgos a los diversos procesos de reformas educacionales acaecidas durante el período de estudio que determina su autor.

Así, entre 1880 y 1930, la población andina de Tarapacá tendrá acceso a escuelas públicas que desplazarán abruptamente el modelo de las antiguas escuelas parroquiales que venían de la Colonia. Y el cambio suscitado no es menor. Durante este período, el autor nos recuerda la atmósfera nacionalista que imperaba en el territorio y que obligó a los pobladores andinos a redefinir sus relaciones con los hermanos de etnia en Bolivia.

Siguiendo un orden conscientemente planeado, primero la escuela se instaló en el espacio pampino; entre 1929 y 1930 la escuela se extenderá a los valles y a la puna altiplánica.

En la década de los 50, Estado y comunidades andinas se darán la mano en un mutuo interés por integrarse a la sociedad global, y para ello la difusión de escuelas públicas en el interior constituía, sin duda, una herramienta eficiente e insustituible.

Con gran agudeza, Sergio González advierte cómo durante los 60 se marca el fin del profesor normalista, desapareciendo el Estado Docente y dando paso al Estado Subsidiario. En este contexto, se abren los surcos para el crecimiento de la educación privada.

Especial mención merece, a nuestro juicio, el análisis que el autor lleva a cabo a propósito del período del Régimen Militar. En efecto, el énfasis puesto en la simbología patria, por ejemplo, no es otra cosa que la expresión de una mirada geopolítica según la cual lo aymara era percibido como una entidad ajena y contrapuesta a lo nacional, ligado a lo boliviano y por ende negativo desde la óptica geopolítica. En otro lugar hemos postulado que la presencia de la escuela y de otras agencias del Estado en el interior constituye, durante este período, una segunda etapa de chilenización.

Al momento de concluir estas pinceladas sobre la obra, me parece oportuno subrayar un regalo adicional que nos ofrece Sergio González y que trasciende los límites del territorio de Tarapacá. Me refiero al vacío que advierte respecto al conocimiento del profesor normalista. Nos hacen falta estudios profundos, rigurosos y aplicados que den cuenta contextualizadamente de su rol y de su paradigma. Resulta estimulante para las Universidades regionales recoger este desafío y afrontarlo aunque sea, en un primer momento, a través de memorias de títulos o tesis de postgrado. A esta labor habría que incorporar, ¿por qué no?, investigaciones similares en torno a los profesores de Educación General Básica y de Enseñanza Media.

Desde el orgullo disciplinario, estos desafíos no parecen ser empresas que puedan ser emprendidas solamente por las así llamadas ciencias de la educación. Hace falta reconocer y asumir el aporte de la Historia como disciplina y del conjunto de las ciencias sociales. Tal vez sin proponérselo conscientemente, Sergio González abre en este sentido rutas no transitadas. Replicar su enfoque a lo ancho del territorio podría resultar un primer intento digno de seguir y constituye, a mi juicio, un imperativo intelectual ineludible.

Comentado por Héctor González Cortez*

El Libro Chilenizando a Tunupa, del profesor Sergio González, es un aporte muy importante para la comprensión del mundo andino de esta región, nuestro Tarapacá profundo. Como todo buen libro fruto de la investigación acuciosa, aporta considerable y novedosa información sobre el tema de la introducción de la escuela pública entre los aymaras del interior de la Región de Tarapacá entre 1880 (año de la anexión a Chile de este territorio) y 1990 (el año del inicio de la transición a la democracia en nuestro país). La información y el análisis son contextualizados dentro de las políticas nacionales del Estado y las reformas educacionales implementadas dentro del período. También se enseña el contexto social y político existente en el país, la región y en la propia zona andina donde se va a introducir la escuela pública. Además, se caracteriza la labor y la visión de los propios docentes que ejercieron en las escuelas dispersas por las comunidades del interior.

En términos metodológicos se hace una acertada combinación de información bibliográfica y de documentación de archivos. Utiliza entrevistas y cuestionarios a los docentes y directivos de esas remotas escuelas. Se combinan así procedimientos historiográficos con el uso de recursos cualitativos más cercanos a la antropología y cuantitativos más próximos a la sociología. La información es analizada utilizando enfoques teóricos novedosos, para la forma en que hasta ahora se había procedido con este tema en el mundo andino del norte de Chile. El profesor González recurre a conceptos como los de “campo”, “habitus” y “violencia simbólica” de Pierre Bourdieu; a los aportes de la “microfísica del poder” de Michel Foucault; o al concepto de “violencia estructural” de Johan Galtung.

Pero, apuntando a lo que considero más importante de un buen libro, sus tesis son “provocadoras” en el sentido más acertado que puede tener la provocación: obligarnos a reaccionar sobre nuestras propias certidumbres y obsesiones. Desde mis preocupaciones antropológicas sobre el mundo andino, este trabajo del profesor González me ha provocado varias reflexiones, algunas de las cuales quiero compartir con ustedes.

Creo distinguir dos leitmotiv en las tesis que atraviesan el libro Chilenizando a Tunupa:

Que la introducción de la educación pública entre los aymaras del interior de la región no se debe entender solamente como la imposición de un Estado interesado en “chilenizar” a una población pasiva. Queda claro que fueron muchas veces los propios aymaras los que solicitaron las escuelas e incluso entregaron facilidades para ello.

Que los encargados de implementar el sistema, los propios profesores, no fueron plenamente conscientes de la violencia que ejercieron sobre los alumnos y la cultura aymara. Que sólo fueron agentes de una violencia estructural y simbólica ejercida desde la sinrazón de la razón del Estado, de una relación de poder entre Estado y saber.

Desde mi punto de vista, el libro Chilenizando a Tunupa es un texto antropológico. A propósito de “los otros” (la preocupación clásica de la antropología) trata sobre “nosotros”, examinando las políticas y prácticas, la violencia simbólica y estructural, que implicó la introducción de la educación pública entre los aymaras de las comunidades del interior.

Al hacerlo nos enseña la necesidad de, al menos, matizar aquellas propuestas que siguiendo un planteamiento dualista y unidireccional han planteado el holocausto de la cultura aymara, situando a la introducción de la educación pública como uno de los principales agentes de su hecatombe. Nadie duda que los aymaras fueron “chilenizados” y que una de las vías principales para hacerlo fue la educación fiscal. El libro del profesor González nos obliga ahora a indagar cuánto hicieron los propios aymaras por llegar a ser chilenos.

Por último me gustaría anotar que, curiosamente, cuando a partir de los años sesenta se masifica la presencia de la educación pública en el interior, los aymaras empiezan a dejar sus comunidades. Sabemos que uno de los principales factores de la emigración es la búsqueda de más educación para sus hijos, más de los seis años que, en promedio, ofrecen las escuelas de sus comunidades. Curiosamente también, este proceso no ha sido unidireccional ni el fenómeno puede inscribirse en un marco de comprensión dualista. Primero, porque la realidad enseña que no se trata de un asunto entre el campo opuesto a la ciudad. Los aymaras siguen circulando entre estos dos polos con redes complejas de movilidad de personas, bienes y capital cultural. Segundo, porque muchos jóvenes con los más altos niveles de educación encabezan hoy los procesos de reetnificación de su pueblo y varios de ellos están hoy presentes aquí en este acto.

La comprensión de estos procesos y fenómenos pasa por asumir su complejidad, por incorporar nuevos procedimientos de análisis. El libro del profesor González es un gran aporte en este último sentido.

Comentado por Guillermo Williamson Castro*

El libro Chilenizando a Tunupa. La Escuela Pública en el Tarapacá Andino 1880-1990, del académico de la Universidad Arturo Prat de Iquique, Prof. Dr. Sergio González Miranda, plantea una serie de reflexiones sobre la historia educacional de Chile vinculada a lo que es el desarrollo de las regiones y la expansión territorial del Estado-nación.

El libro entretiene, enseña y contribuye al conocimiento pedagógico y a la comprensión de la historia de la I Región de Tarapacá y con ello a la historia educacional de Chile, de sus pobladores rurales, de sus educadores, de sus pueblos indígenas. En un trabajo de investigación de varios años, hace un recorrido por las Reformas Educacionales y sus impactos en las prácticas docentes y las relaciones de los procesos educativos, con los contextos sociopolíticos-económicos de la Región. Analiza los procesos de “chilenización” a través de los cuales el Estado-nación se fue consolidando en las regiones que hace algo más de un siglo pertenecían a Bolivia y Perú, y en las comunidades ancestrales aymaras que ocupaban esos territorios. Metodológicamente utiliza una dinámica de presentación de los planteamientos semejante a las ondas del mar, transita entre los aspectos globales, estructurales de los procesos que analiza y las vivencias y testimonios de la cotidianeidad, y mantiene ese ritmo a lo largo del texto, lo que enriquece su lectura y su proximidad con la vida de los sujetos que día a día han construido la historia global. En su marco referencial utiliza categorías quizás hoy día poco usadas en las concepciones hegemónicas en las Ciencias Sociales, por ejemplo, las de violencia simbólica o estructural, de currículum oculto, de las relaciones entre saber y poder, pero que no por ello son de poca validez.

Comentarios emergentes del texto

Quisiera brevemente reseñar algunas reflexiones que me provocó la lectura del libro. Presentar un libro no es re-narrarlo, sería como contar una película y su final, hay que guardar el misterio que debe ser develado por el lector o lectora, pero también es estimular a su lectura crítica, reflexiva y constructiva. Quiero hacer algunos comentarios que me surgen a partir de la lectura como incentivo a conocer esta publicación, enfatizando algunos aportes temáticos a la comprensión de los procesos educacionales, más que realizando una crítica a ellos, que deberá hacer cada lector o lectora durante y luego de la lectura.

Aporte a la historia de la Educación Rural y de los/as profesores/as normalistas

La reivindicación crítica y autocrítica de los maestros rurales normalistas constituye un eje central del texto. La historia de la educación rural permite muchas perspectivas de análisis, pero sin duda que ninguna puede desconocer el esfuerzo de miles de profesores y profesoras normalistas que la hicieron y hacen posible, unos proletarizándose en ella, otros convirtiéndose en miembros económico-sociales de las comunidades, como medieros, comerciantes, intermediarios de las economías de sobrevivencia con los mercados locales, pero todos ­en su función de educadores­ representando la expansión y presencia del Estado-nación en las comunidades más alejadas del poder. “Hicieron patria” no sólo en el sentido común de construir la extensión de la sociedad a los campos y establecer soberanía cultural y territorial, sino en la más política de consolidar el Estado-nación en todos los rincones del país, “hacer patria” era “chilenizar” desde la educación pública. Y esto no como tareas individuales ­de la que docentes hacen autocríticas­ sino como parte de los procesos estructurales de imposición de modos de producción capitalistas, de una hegemonía cultural y lingüística, del poder del incipiente estado y de la democracia. El libro cuenta parte de esa historia rural de la educación, analizando críticamente el papel docente en la instalación del Estado y de la educación pública, y a través de ella de la hegemonía cultural de la sociedad. Establece un discurso histórico que se estructura entre lo que se produce en la sociedad global, con las Reformas Educacionales (principalmente en las de comienzo de siglo), expresión de los procesos políticos, económicos y sociales estructurales, con lo que sucede en las comunidades rurales del altiplano en su dinámica vital con la pampa y el litoral. Con ello aporta a la comprensión de la educación chilena y de la educación rural, rompiendo el eje de investigación focalizada en la zona central del país donde la Hacienda, hegemónica hasta la Reforma Agraria, parecía expresar el referente de análisis que englobaba homogéneamente la diversidad de territorios y contextos socioculturales del país rural. Aparecen otras zonas rurales, otros sujetos sociales, otros profesores y profesoras, otras expresiones de dominación y resistencia cultural. Pero también muestra que la Educación Rural no fue ni es equivalente a la Educación Intercultural Bilingüe (EIB): en realidad no consideraba la especificidad de lo aymara.

El papel del Estado y el movimiento indígena: la chilenización

Se analiza el papel del Estado en la chilenización de los territorios pertenecientes hasta hace algo más de un siglo a Perú y Bolivia. Esta es una parte de la historia social e indígena, educacional y de la EIB de Chile poco abordada, es una zona oscura de nuestra historia pedagógica. El libro abre la perspectiva de análisis aproximándose a las resistencias de docentes peruanos y bolivianos, a los cambios en las comunidades al fijarse límites nacionales a los territorios aymaras, donde antes no existían, discute la educación privada y la pública. Reafirma el carácter autoritario, modernizador y hegemonizante del Estado y sustenta ­como perspectiva de análisis­ el que las comunidades aymaras, el Estado y las empresas mineras (según la etapa de desarrollo de la minería) establecieron relaciones de negociación que involucraba demanda indígena por educación y aportes a escuelas, lo que en la práctica apuntaba a una estrategia social indígena de integración a través de la educación. La resistencia no se visualiza por la movilización social directa, sino más bien a través de mecanismos de negociación y formas de integración cultural (educación) y económica (asociándose a redes de servicios o de producción de ciertos insumos para las empresas mineras). Es una perspectiva a ser discutida y profundizada.

Una oportunidad y un desafío: la EIB para todos (tejido intercultural)

Se hacen una serie de interesantes aportes que sólo enunciaré. Un valor intrínseco es el aporte de la academia y del autor a los fundamentos históricos de la EIB, a la producción de conocimiento de base y mejor comprensión sobre ella, en particular sobre la realidad aymara que, en relación a la mapuche, aún tiene grandes campos desconocidos. Se deja en claro que la educación rural históricamente no ha considerado la EIB, que son expresiones educacionales distintas aunque operen en comunidades indígenas. El Estado en su proceso de expansión político tenía interés en constituirse como Estado-nación en todo el territorio y por ello no tenía preocupación en reconocer las culturas originarias. Los docentes no siempre fueron conscientes de este papel, por el contrario, lo asumían “patrióticamente” gracias a la ideología modernizadora y nacional de las Escuelas Normales, por ello algunos hacen una reflexión crítica sobre los procesos que vivieron hasta los noventa: la cultura y lengua aymara y la interculturalidad no constituyeron para ellos un referente pedagógico, muy por el contrario, se trataba de invisibilizarla de un modo autoritario, como ejemplifican algunos testimonios de indígenas. Se afirma la demanda de las comunidades al Estado por escuelas, aunque no siempre reivindicando la presencia de su cosmovisión; lo que expresa una actitud activa de construcción de planteamientos al menos de adecuación a los nuevos y cambiantes contextos estructurales de poder y dominación.

Pero junto a este mirar de denuncia, se plantea la EIB como una oportunidad en la que hoy es necesario tener confianza. La Reforma Educacional iniciada en la década de los noventa por los Gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia se presenta, por sus características, como un esfuerzo de expresión política que reconoce la diversidad y el pluralismo cultural. Hay aquí una señal prospectiva de valoración de la EIB. Además resulta muy importante el uso de la categoría interculturalidad como referida a todos, lo que se manifiesta en la construcción de tejidos interculturales en los territorios, por cuanto no coloca la EIB sólo para los pueblos indígenas sino para el conjunto de la sociedad en sus relaciones socioculturales y lingüísticas en contextos de pluralismo cultural. Esta visión, correcta a juicio nuestro y de los pueblos, dirigentes e intelectuales indígenas, supone una igualdad de status lingüístico y de diálogo entre culturas, lo que no se da hoy, donde lo que impera es la dominación de cultura, pueblos (y clases). Hay aquí un tema de discusión. Este escenario es un desafío a construir que, a juicio nuestro, hoy pasa históricamente por el fortalecimiento orgánico, social, cultural, político de los pueblos, al establecimiento de alianzas amplias con otros sectores dominados e intelectuales y educadores críticos, junto a la denuncia y desarrollo de procesos de comunicación tendientes a generar una mayor comprensión y ojalá conciencia de la pluralidad cultural y los derechos humanos para el conjunto de la sociedad. Es valioso el análisis que coloca la interculturalidad como un punto intermediario que supera las reaccionarias categorías que afirman la contradicción entre modernidad y tradición, entre civilización o barbarie colocando a los pueblos indígenas en una noción de bárbaros tradicionalistas.

El papel del texto en la trasmisión ideológica

Finalmente es muy interesante cómo analiza y resalta el papel y la importancia del texto como vehículo de trasmisión y afirmación ideológica en el currículo y en la enseñanza. Presenta un enfoque crítico a los textos de estudio, como instrumento principal de los maestros en su quehacer pedagógico y de los niños y niñas en su aprendizaje, en relación a su función central en los procesos educativos de dominación cultural. Este es un campo de investigación, de estudio y sobre todo un desafío político-pedagógico de la Reforma Educacional en marcha, más aún en contextos de descentralización educacional y de hegemonía de empresas ­incluso multinacionales­ en la producción de textos, pese a los esfuerzos del Ministerio de Educación por generar pautas indicativas tendientes a afirmar la pluralidad cultural y el respeto por la diversidad en ellos.

La historia y la regionalización

Finalmente el libro es una reivindicación de las regiones. Es un modo de pensar Chile desde una región: la de Tarapacá. La historia de Chile y de la Educación se ha escrito desde el centro territorial del poder: Santiago y la zona central. El autor ofrece una parte de la historia de Chile oculta, la de un pueblo y un conjunto de sujetos sociales que hacen y han hecho historia fuera de ese eje de poder. Construir Chile, construir la democracia y el desarrollo es construir regiones y para ello es necesario conocerse y construir sentido de desarrollo territorial con identidad. A ello también contribuye el libro. Chile es construido no sólo en Santiago y la zona central, es más que la historia de las oligarquías agrarias o industriales, es más que los poderes financieros, es la historia de hombres y mujeres, con sus defectos, potencialidades y contradicciones, amores y pasiones, culturas y conciencia, que han hecho y hacen historia cotidianamente en todo el territorio del país. Quizás habría sido interesante profundizar más la visión indígena de los procesos sociales de que trata el libro, pero la perspectiva del autor estaba centrada en otros sujetos sociales. Aquí, sea cual sea la perspectiva crítica del lector frente al texto, hay un aporte de gran valor: hacer región es construir su identidad y para esto conocer su historia es algo fundamental.

Dos observaciones

Al leer el texto aparecen dos carencias a juicio nuestro que podrían ser tratadas en otros estudios o complementarse a éste. En primer lugar el análisis que se hace del período de la dictadura militar (1973-1990). No se profundizan los procesos de resistencia docente a las directrices y medidas del poder autoritario, como la municipalización de la educación y al autoritarismo en sí mismo, tanto en la cotidianeidad de las escuelas como orgánicamente, v.gr. en la Asociación Gremial de Educadores de Chile (AGECH); faltó mostrar la persecución a profesores ­entre ellos muchos normalistas­ y cómo la escuela rural durante este período fue considerada como lugar donde eran relegados profesores críticos. También al tratar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) que nos rige hasta hoy, no se le relaciona con el conjunto de otras leyes de amarre que la dictadura dejó para la democracia y que consolidan un sistema económico neoliberal y una democracia limitada.

En segundo lugar, con las categorías de violencia simbólica y estructural, del discurso pedagógico como violencia social, coincidimos plenamente, sin embargo consideramos que falta un análisis del ejercicio del poder por parte de las alianzas de clases que la han ejercido. Sin estas categorías, es difícil establecer históricamente las relaciones entre Saber y Poder y determinar los componentes de la ideología que se trasmite a través de los textos, la pedagogía, la formación inicial docente. Un análisis histórico debe considerar esta variable, pues las relaciones de dominación/subordinación, de ejercicio de violencia y sufrimiento de la violencia, de violación de derechos humanos y de injusticia en su ejercicio, no pueden ser analizados en abstracto sino en relación a las fuerzas, organizaciones, categorías o clases sociales que se enfrentan contradictoriamente en la sociedad en su conjunto y en territorios específicos. La EIB en cuanto expresión política de la educación y campo de lucha, resistencia, alianzas y cooperación político-social, cultural-lingüística, no es ajena a ese contexto mayor, es parte de él con sus propias características.

Reflexión final

El libro nos plantea una discusión sobre la instalación y concepciones de la escuela pública y las políticas de Estado, que hoy se hace cada vez más necesaria en los nuevos contextos de país y de las relaciones entre los pueblos indígenas, el Estado y la sociedad global.

Sin duda que es interesante el aproximarse a una lectura regional de temas nacionales, o dicho de otra manera, conocer cómo los procesos estructurales de una sociedad se expresan en los diversos territorios que los reconstruyen, se apropian, resisten de maneras diferenciadas al “hacerse carne” en la vida cotidiana y en las estructuras regionales o locales de poder. Y también descubrir los procesos propios, autónomos, instalados en el largo acontecer de los tiempos de las comunidades que conforman las sociedades locales y regionales. La Educación es política decía con razón Paulo Freire, la educación es cultura como construcción humana, tiene sentido para todos o para algunos, es funcional a las estructuras de dominación, pero también conlleva gérmenes de rebeldía y transformación en la medida en que la pluralidad de creencias, sueños e ideales humanos se infiltran en los docentes y en los estudiantes, se enfrentan y tensionan discursos y significantes de las existencias personales y colectivas. La historia de los educadores es parte de la historia de construcción del país y de las comunidades rurales, las Reformas Educacionales expresaron momentos críticos de cambios institucionales y económicos nacionales e internacionales, la historia de la EIB (y su prehistoria) refleja el modo en que se establecieron y establecen las relaciones del o de los Estados con los pueblos indígenas.

Hoy en el contexto de una economía capitalista neo-liberal que entra en contradicción con profundos valores humanos de cooperación, igualdad, libertad, solidaridad, respeto por la naturaleza; de un sistema político de democracia limitada por un conjunto de leyes, ilegítimas en su origen, que han sido legitimadas por la necesidad de la gobernabilidad, pero que no responden a los requerimientos de la sociedad, afectando la real participación social de las comunidades rurales e indígenas, de los educadores. Con derechos humanos aún no vigentes para las grandes mayorías y las minorías del país, es muy difícil hacer una verdadera EIB que responda a los objetivos de establecer un nuevo trato entre Estado y pueblos indígenas, que cancele al menos parte de la deuda histórica con estas comunidades, que asuma pedagógicamente reivindicaciones culturales y lingüísticas, que permita igualdad de oportunidades para una educación de calidad con pertinencia. Pero también hay un tiempo de oportunidad para la EIB: la sociedad está valorando el pluralismo cultural y existe una mayor conciencia del carácter multicultural de la sociedad. Hay en desarrollo una Reforma Educacional donde por primera vez la EIB tiene un espacio político, recursos, ideas; los pueblos indígenas han ido sistematizando sus saberes y organizando sus demandas pedagógicas; progresivamente se ha ido acumulando conocimiento de base, técnico y empírico sobre la didáctica intercultural; en las escuelas se desarrollan múltiples experiencias en diversos campos de quehacer educativo; en algunas regiones lo indígena empieza a encontrar sentido global y a formar parte de la reflexión y acción colectiva. A aprovechar estas oportunidades llama el libro y a ello invitamos a los/las lectores/as.

Réplica de Sergio González Miranda*

Jorge Luis Borges, en Ficciones, nos recuerda que en el octavo libro de la Odisea se lee que los dioses tejen desdichas para que a las futuras generaciones nos les falte algo que cantar. Pareciera que quienes escriben libros, sea de literatura o ciencia, también investigan para tejer historias para que a las generaciones futuras nos les falte material para la vida.

Precisamente, desde comienzos de los años ochenta yo venía tejiendo esta historia sobre la presencia de la escuela pública chilena en el Tarapacá andino, pues me parecía que, por un lado, no había una visión de conjunto sobre este problema y, por otro, había conjeturas que, si bien parecían plausibles, era necesario corroborarlas. El tiempo pasaba y, a mi parecer, algunas de esas conjeturas se estaban convirtiendo en prejuicios.

Goethe dice en el Fausto “que con la elaboración de las ideas pasa lo mismo que con la obra de un tejedor, en la cual una simple presión del pie pone en movimiento un millón de hilos.” Quizás, algunos piensan que cuando una idea se refuta deberíamos deshacer el tejido hecho, pero con Karl Popper sabemos que una tesis refutada es el punto más firme en el telar del conocimiento.

Este libro, como muy bien observa Héctor González, tuvo por misión refutar una hipótesis, a saber: la idea o conjetura sobre el “etnocidio” (algunos autores llegan a denominarle “holocausto”) del mundo andino producto de la presencia del Estado Nacional en sus comunidades, y en especial de la escuela pública. Esta hipótesis la habíamos transformado en una verdad casi doctrinaria en los años ochenta. Además lo que veían nuestros ojos, con relación a la desintegración cultural de la sociedad andina frente a una creciente atracción urbana y sus instituciones, eran datos que aparentemente confirmaban dicha conjetura. Con este proceso de asimilación-desintegración no quedaba otra actitud que esperar impávidos la muerte o desaparición del mundo andino, desconociendo la complejidad del fenómeno cultural y humano.

Posiblemente mi espíritu científico popperiano respecto de la investigación sociológica e histórica y, como bien acota el profesor González Cortez, antropológica, para el caso de este estudio, me llevó a poner en duda la hipótesis del etnocidio. Como bien señala Luis Galdames, una investigación de esta naturaleza rebasa con mucho el campo exclusivo de la educación.

La escuela pública no era sólo un aparato de reproducción cultural, sino más bien se trataba de un “campo”, en palabras de Pierre Bourdieu, es decir, todos los actores participaban de alguna forma del fenómeno cultural. La llegada de la escuela pública a la pampa salitrera primero, seguidamente a los valles de precordillera y al altiplano después, en un período que abarcó un siglo, expresó un proceso de clara presencia y acción del Estado nacional, empero los pobladores no fueron meros contenedores de políticas públicas en educación, sino que se movilizaron con plena conciencia de una necesidad de escolarizarse para fines bien concretos. Ellos ya contrataban maestros particulares (bolivianos primero y chilenos después), desde comienzo del siglo veinte, para que les enseñaran el castellano a sus hijos. El gran fenómeno salitrero fue, sin duda, el efecto demostración para esa reivindicación cultural de los pobladores andinos. Sabemos que la industria salitrera no fue precisamente un diseño del Estado-Nación, sino más bien del capitalismo internacional.

A pesar de lo anterior, es necesario reconocer que hubo dominación del Estado-Nación respecto de la sociedad andina, pero ésta fue hegemónica, como diría Antonio Gramsci, es decir, los pobladores también tuvieron la posibilidad de influir a su dominador. Los campesinos tuvieron una conducta proactiva en favor de la presencia de la escuela en sus comunidades, llegando incluso a donar terrenos y casas, y, por otra parte, los maestros rurales hicieron una labor no sólo integradora a la identidad nacional, sino también emancipadora para dichas comunidades debido al ethos normalista que reprodujo en el aula los valores de la democracia.

Cabe una mención a la observación del profesor Luis Galdames Rosas, respecto del profesor normalista. Le agradezco que vea en este libro una mirada de contexto, por un lado, y un camino a futuras investigaciones sobre este importante actor del desarrollo regional. Al maestro normalista lo habíamos transformado en el gran culpable de la desintegración cultural del mundo andino, sin detenernos a reconocer sus aportes, tampoco de las condiciones y desafíos que debieron enfrentar y menos que eran, casi todos, muy jóvenes. Sostenidos en su ethos y en una misión bien definida, dos factores tan ausentes en la educación actual, emprendieron una de las hazañas educativas más notables de nuestra Historia regional.

Cuando el investigador tiene una perspectiva histórica o, como en este caso, trabaja con gran cantidad de información historiográfica, puede ver procesos, fenómenos que van cambiando en el tiempo. La chilenización no fue la misma a fines del siglo diecinueve, a medianos o fines del veinte. Hubo momentos de profundización del fenómeno, en otros de inflexión o retroceso. De lo que no cabe duda es de la constatación del proceso, pero no sabíamos cómo actuaron los diferentes actores y agentes en su desarrollo y, especialmente, como señala Héctor González, no conocíamos ni conocemos cuánto hicieron los propios aymaras por chilenizarse.

En los cien años de la presencia chilena en Tarapacá, y específicamente de la escuela pública, desde los primeros decretos firmados por Patricio Lynch hasta la promulgación de la LOCE, se puede afirmar que hubo efectivamente un proceso chilenizador, en determinados períodos compulsivos y simbólicamente violentos, generalmente confundido con un proceso civilizatorio sarmientino, donde chilenización y civilización suelen confundirse. Que dicho proceso generó un cambio cultural profundo en el mundo andino, pero que no fue el conjeturado “holocausto” o “etnocidio”, porque dicho mundo fue y es dinámico, complejo y culturalmente más flexible de lo que podíamos imaginar en los años ochenta.

Por lo mismo, podemos decir que todavía la sociedad andina está viva y tiene futuro, sea en las comunidades reales de la precordillera y el altiplano o en las comunidades imaginadas en las grandes ciudades.

Es por ello que se justifica con mayor razón el esfuerzo realizado por la Universidad Arturo Prat en pos de la formación de profesores de educación básica intercultural bilingüe, porque ellos utilizando la propia escuela pública podrán revertir en parte ese proceso de asimilación cultural. También ese esfuerzo ha permitido entender, sin prejuicios, la relación intercultural entre dos mundos complementarios al interior de un mismo territorio y nacionalidad, donde el joven andino puede desarrollarse con pertinencia en uno y otro sin perder su identidad. El ancla y la brújula que menciona Manuel Castells, refiriéndose a la relación entre identidad y globalización.

La visión modernizadora ve en esa identidad un pantano que impide el progreso, en vez de ver el ancla de la cultura, los pies seguros para enfrentar los vientos de cambios. Por su parte, la visión tradicionalista ve en la escuela el “etnocidio”, en vez de ver la brújula que permite orientar al joven la globalización. En este punto, el comentario del profesor Guillermo Williamson, quien además representa al Estado-Nación actual, es plenamente pertinente, demostrando con sus palabras y su presencia un cambio en las relaciones entre los mismos agentes que antes hicieron de la chilenización un fenómeno de violencia compulsiva. Como dijo, efectivamente hay una señal prospectiva de valoración de la EIB, tanto en el reconocimiento de los tejidos interculturales en territorios como Tarapacá como en la necesidad de una EIB para toda la sociedad chilena.

El título de este libro se refiere al dios andino Tunupa-Tarapacá, pero como expresión de un pueblo que vivió un proceso de asimilación cultural por parte de ciertas agencias del Estado, entre ellas la escuela, durante los siglos XIX y XX. Sabemos que en el siglo XXI los desafíos futuros que enfrentará la cultura andina, sin duda alguna, serán aún más complejos.

Este libro tiene deudas pendientes, facturas por su nacimiento, con Fondecyt y la Dirección de Investigación de la Universidad Arturo Prat, que posibilitaron la investigación de archivo y terreno. También con el Centro Barros Arana, con el Instituto Isluga y Terranuova por la edición del manuscrito.

Una mención especial para el Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto, del cual formo parte y que representa el espacio de investigación y reflexión por excelencia de estos temas de interés regional.

Les agradezco a los tres profesores: Héctor González, Luis Galdames y Guillermo Williamson, por sus interesantes comentarios. Para terminar, quisiera decir, con Borges, que la “historia es un inmenso libro…”, por tanto, este libro Chilenizando a Tunupa no es más que un par de líneas de ese libro eterno y verde de la vida. Al fin y al cabo, cada nuevo libro como cada nuevo hombre es en el fondo todos los libros y todos los hombres. Sacado definitivamente del telar, dejo entonces a Chilenizando a Tunupa en vuestras manos, porque ya no me pertenece.

Comentarios

1 Estos comentarios se presentaron en la ceremonia del lanzamiento del libro, en la Universidad Arturo Prat, Iquique, el día 2 de abril de 2003.

Luis Alberto Galdames Rosas – Departamento de Antropología e Historia, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.

Héctor González CortezDepartamento de Arqueología y Museología, Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. E-mail: [email protected]

Guillermo Williamson Castro Profesor del Departamento de Educación y del Instituto de Desarrollo Local y Regional de la Universidad de La Frontera, Temuco. Actualmente se desempeña como Coordinador Nacional del Programa de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación. E-mail: [email protected]

González Miranda – Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile. Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto. E-mail:
sergio.gonzalez.miranda @cec.unap.cl

Acessar publicação original

[IF]

 

Matéria da Bretanha / Brathair / 2003

As florestas, os castelos, os vestidos das damas e as armaduras sempre reluzentes dos cavaleiros vão compondo os cenários das narrativas que encerram a Matéria da Bretanha. Escritas entre os séculos XI e XIV, as aventuras ambientadas na corte do rei Artur e vividas pelos seus cavaleiros até hoje povoam o imaginário ocidental e são o objeto de estudo– e porque não dizer de paixão? – de historiadores, literatos, antropólogos, arqueólogos e demais pesquisadores, que se deixam encantar pelas narrativas arturianas.

Corroborando o nosso pensamento, J. Saraiva em Crepúsculo da Idade Média em Portugal (1988:60), afirma que a Matéria da Bretanha nos envolve num mundo encantado de mar, floresta, nevoeiro, fadas, filtros mágicos e metamorfoses.

Este primeiro número temático da Revista Eletrônica do Grupo de Estudos Celtas e Germânicos – BRATHAIR – traz aos seus leitores um conjunto de cinco artigos e duas resenhas, onde são analisados alguns textos que integram a Matéria da Bretanha. Os textos centram-se nas representações do ciclo arturiano nas literaturas européias da Idade Média, utilizando obras anônimas como, por exemplo, A Demanda do Santo Graal, ou de autores como Wolfram von Eschenbach (Parsifal) e de outras narrativas relacionadas às Ilhas Britânicas, como A Viagem de São Brandão.

O artigo de Antonio Furtado (PUC / RJ) traz um estudo de um conto intitulado La mule sans frein que se encontra em seu último livro, Aventuras na Távola Redonda (Vozes, 2003). Analisando o significado do freio que uma jovem e bela dama incumbe Sir Gawain de procurar, Furtado vai comparando a demanda do cavaleiro em busca do freio da mula com outros textos, onde também se empreende a busca por objetos mágicos e os desafios que esta emanda apresenta e como são superados. As aventuras de Gawain para auxiliar a dama são expostas de maneira a cativar o leitor e, mais ainda, fazê-lo viajar ao lado do cavaleiro. É um convite à aventura no mundo arturiano!

Ainda nas empreitadas de viagem, o texto de Paulo Roberto Soares de Deus (UNB) apresenta uma análise da narrativa da viagem de São Brandão. O texto, que foi apresentado na sua forma escrita pela primeira vez no século X, narra a viagem empreendida por São Brandão e seus companheiros na busca do Paraíso. O texto de Soares analisa as questões da cultura clerical e dos elementos folclóricos que estão presentes no texto de A Viagem de São Brandão, refletindo sobre como esses dois temas estão expostos na narrativa irlandesa. As questões de oralidade e escrita são debatidas no artigo e apresentam reflexões elucidativas acerca dessa questão que é constante, quando se analisam os textos da Matéria da Bretanha.

Relacionado também à questão da viagem é o tema do romance de cavalaria A Demanda do Santo Graal, estudado por Adriana Zierer (UEMA), mostrando Artur com características de rei ideal. A obra trata das aventuras dos cavaleiros de Artur em busca do Graal, cálice com o sangue de Cristo recolhido da Cruz, capaz de garantir plenitude material e espiritual. Segundo a autora, ainda que o rei Artur seja coadjuvante na trama do romance, possui elementos de rei- guerreiro e justo, que aparecem em obras arturianas anteriores, como, por exemplo, a Historia Regum Britanniae, de Geoffrey de Monmouth. Zierer apresenta a intertextualidade entre as duas obras e aponta Artur como um modelo régio utilizado pelo monarca português Afonso III para o seu fortalecimento político no século XIII.

Com relação ao tema do sangue no Ocidente Cristão, José Rivair Macedo (UFRGS) apresenta uma parte de seus estudos sobre o assunto, com um artigo sobre o papel do sangue nos romances arturianos. Segundo o autor, o sangue neste período poderia estar ligado à paixão e ao adultério (através de exemplos em Tristão e Isolda e O Cavaleiro da Charrete), à fertilidade (como o Graal), à vingança (o sangue jorraria na presença do causador da morte) e à impureza (sangue puro / impuro). Neste último caso, a impureza estava diretamente associada à lepra. Um exemplo pode ser dado no romance de cavalaria A Demanda do Santo Graal, no qual indivíduos puros como Galaaz e a irmã de Persival são capazes de curarem leprosos através de seu sangue.

Diretamente ligado à questão do sangue puro / impuro, é o estudo de Daniele Gallindo (UFRJ / PPGHC) acerca da mortificação da carne em Parsifal, de Wolfram von Eschenbach e em O Pobre Henrique de Hartman von Aue. Em ambas as obras, o pecado da luxúria teria sido a causa de uma doença incurável, como no caso da lepra que acometeu o cavaleiro pecador Henrique, ou a moléstia de Anfortas, o rei pescador. Tanto Henrique quanto Anfortas

são curados por intermediação de pessoas puras, uma donzela e o cavaleiro predestinado, Parsifal. Nos dois casos, Deus mandara a punição, para que o cristão pudesse se regenerar, o que une as idéias de sofrimento físico e salvação.

Com relação às resenhas, Lênia Márcia Mongelli (USP / ABREM) apresenta os dados sobre a publicação Matéria da Bretanha em Portugal, a qual contém os trabalhos do Colóquio sobre o tema realizado em Portugal na Universidade de Lisboa, coordenado por Margarida Madureira e Teresa Amado. O livro contém textos de autores consagrados sobre o assunto, como Irene Freire Nunes, responsável pela última edição de A Demanda do Santo Graal (1995), Ivo Castro, tradutor da versão portuguesa do Livro de José de Arimatéia, a ser publicada em breve e de José Carlos Miranda, autor de A Demanda do Santo Graal e o Ciclo Arturiano da Vulgata (1998).

A resenha do livro de Antonio Furtado Aventuras na Távola Redonda (Vozes: 2003) apresenta um “convite” tanto ao leitor quanto ao estudioso para mergulhar nas aventuras vividas pelos Cavaleiros da Távola Redonda nas mais diversas demandas e descobrir os encantos das narrativas arturianas. Luciana de Campos (UNESP) apresenta o livro de Furtado, estabelecendo analogias com filmes e também com outros textos, mostrando a importância dos estudos acerca da Matéria da Bretanha.

Com este número temático Matéria da Bretanha, a Revista BRATHAIR pretende contribuir para o aprofundamento dos estudos sobre as narrativas medievais de fundo céltico. Para o ano de 2004, além do próximo número temático do periódico, cujo tema é Religião e Mitologia Celta e Germânica, o Grupo de Estudos Celtas e Germânicos pretende ampliar as discussões e reflexões dos pesquisadores brasileiros através da realização de um Simpósio Nacional, cujos detalhes serão em breve anunciados ao público interessado.

Adriana Zierer – Professora Mestre.

Luciana de Campos – Professora Mestre.

Coordenadoras


CAMPOS, Luciana de; ZIERER, Adriana. Editorial. Brathair, São Luís v.3, n.2, 2003. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

 

Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânico | São Luís, v.1, n.1, 2001 / v.20, n.2 2020. (S)


Brathair. São Luís, v.20, n.2 (2020)

As doenças têm História

Editorial

Homenagem a Maria do Amparo Tavares Maleval

Dossiê 2020.2 – As doênças têm História/The diseases have History

Artigos/Articles

Traduções/Translation

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.20, n.2, 2020.

As doenças têm História

Rhetoric Turn and Medieval History

Organização: Dario Internullo e Marcus Baccega

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.19, n.2, 2019): Gênero na Idade Média

Editorial

Editorial – Dossiê Gênero na Idade Média

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.19, n. 1, 2019.

Paisagem e Memória entre Celtas e Germanos

Editorial

Dossiê 2019.1 |

Artigos/Articles

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.18, n.2, 2018.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.18, n.1, 2018.

Editorial

Dossiê 2018.1 |

Artigos/Articles

Traduções/Translation

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.17, n.2, 2017.

Editorial

Dossiê 2017.2 |

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.17, n.1, 2017

Dossiê: Matar e morrer na Idade Média

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.16 n.2, 2016.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.16, n.1, 2016.

Editorial

EDITORIAL – HOMENAGEM A JACQUES LE GOFF, Brathair. São Luís, v.1

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.15 n.2, 2015.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.15 n. 1, 2015.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.14, n.2, 2014.

Editorial

Dossiê v. 14, n.2 (2014) |

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.14, n.1, 2014.

Editorial

Dossiê V. 14,, n.1 (2014)

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.13, n.2, 2013.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.13, n.1, 2013.

Editorial

Artigos/Articles

Traduções/Translation

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.12, n.2, 2012.

Editorial

Resenhas/Review

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.12 n.1, 2012.

Editorial

Resenhas/Review

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.11, n.2, 2011.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.11, n.1, 2011.

Editorial

Artigos/Articles

As representações de juventude, de velhice e de morte na Edda Poética e na Edda em Prosa

Resenhas/Review

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.10, n.2, 2010.

Editorial

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.10 n. 1, 2010.

Resenhas/Review

Entrevistas

Dossiê V. 10,, n.1 (2010)


Brathair. São Luís, v.9, n.2, 2009.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.9 n.1, 2009.

Editorial

Artigos/Articles

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.8, n.2, 2008.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Entrevistas


Brathair. São Luís, v.8, n.1, 2008.

Editorial

Dossiê V. 8,, n.1 (2008)

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.7, n.2, 2007.

Editorial

Dossiê V. 7,, n.2 (2007)

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Entrevistas


Brathair. São Luís, v.7, n.1, 2007.

Editorial

  • EDITORIAL
  • Adriene Baron Tacla, Álvaro Alfredo Bragança Júnior | PDF

Dossiê V. 7,, n.1 (2007)

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Traduções/Translation


Brathair. São Luís. Edição Especial (1), 2007.

ANAIS DO I COLÓQUIO DE ESTUDOS CELTAS E GERMÂNICOS: RELIGIOSIDADE E INTERPRETATIO 

Editorial

Dossiê Parte I: CELTAS


Brathair. São Luís, v.6, n.2, 2006.

Editorial

Dossiê No. 6 (2)/ 2006

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Entrevistas


Brathair. São Luís, v.6, n.1, 2006.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Entrevistas

Matéria da Bretanha e Medievalismo no Brasil

  • Lênia Márcia Mongelli | PDF

Brathair. São Luís, v.5, n.2, 2005.

Editorial

Dossiê No. 5 (2)/ 2005

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.5, n.1, 2005.

Editorial

Dossiê No. 5 (1)/ 2005 | Entre a Deusa e a Bruxa: reflexões sobre o imaginário pagão em Agustina Bessa-Luís

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Entrevistas


Brathair. São Luís, v.4, n. 2, 2004.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.4, n.1, 2004.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.3, n.2, 2003.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.3, n.1, 2003.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Traduções/Translation


Brathair. São Luís, v.2, n.2, 2002.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.2, n.1, 2002.

Editorial

EDITORIAL

  • Álvaro Alfredo Bragança Júnior | PDF

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.1, n.2, 2001.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review


Brathair. São Luís, v.1, n.1, 2001.

Editorial

Artigos/Articles

Resenhas/Review

Brathair | UEMA | 2001

Brathair4 Amazônica | UFPA

A Brathair – Revista de Estudos Celtas e Germânicos (São Luís, 2001-) foi criada pelo Brathair – Grupo de Estudos Celtas e Germânicos, com o objetivo de fortalecimento dos estudos das culturas celta e germânica e é um periódico pioneiro acerca desses estudos no Brasil. O Grupo Brathair está cadastrado no diretório de pesquisa do CNPq e a revista está atualmente sediada na Universidade Estadual do Maranhão (UEMA), em São Luís. A revista é semestral e de acesso livre.

Em seus quase vinte anos de existência, tem publicado artigos de pesquisadores internacionais consagrados por exemplo, Ciro Cardoso (UFF), do Brasil, e também investigadores de outros países como Klaus Militzer (Universität Bochum) e Jean-Claude-Schmitt (EHESS). Assim, o período oferece ao público interessado e especializado material de qualidade e de livre acesso na temática dos celtas e germanos. A revista publica em português, inglês, alemão, italiano, espanhol e francês.

A revista BRATHAIR propõe-se a divulgar artigos e resenhas de livros sobre celtas e germanos em português, inglês, francês, alemão, espanhol e italiano – produzidos por profissionais de diversas áreas do conhecimento, a saber: história antiga e medieval, filosofia, filologia, antropologia, arqueologia, literaturas medievais e em línguas celtas, germânicas e latinas. Optamos por publicá-la na Internet, a fim de torná-la acessível a estudiosos e ao público interessado nas culturas celtas e germânicas, ampliando, sobretudo no Brasil, o debate e a produção acadêmicos em tais áreas de pesquisa.

Periodicidade semestral

Esta revista oferece acesso livre imediato ao seu conteúdo, seguindo o princípio de que disponibilizar gratuitamente o conhecimento científico ao público proporciona maior democratização mundial do conhecimento.

ISSN 1519-9053

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Anos 90 | Porto Alegre, v.1, n.1, 1993 / v.25, n.48, 2018.

 

Anos 90. Porto Alegre, v. 25, n. 48, 2018.

Dossiê: História e Patrimônio: questões teóricas e metodológicas

Editorial

Apresentação

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 25, n. 47, 2018.

Editorial

Dossiê: Violência, Guerra e Migração no Mundo Antigo |

Apresentação

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 24, n. 46, 2017.

Editorial

Apresentação

Artigos


Anos 90. Porto Alegre, v. 24, n. 45, 2017.

Dossiê: As conexões e as dinâmicas atlânticas na formação do mundo moderno |

Editorial

Apresentação

Artigos


Anos 90. Porto Alegre, v. 23, n. 44, 2016.

Editorial

Apresentação

Entrevistas | Regina Weber, Mara Cristina de Matos Rodrigues |

Artigos

Entrevista | Ecos de uma ditadura recente: entrevista com Carlos Fico | Valter Martins |

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 23, n. 43 (2016.

Editorial

Apresentação

Dossiê História Política: problemas e estudos |

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 22, n. 42, 2015.

Usos públicos e políticos da memória: construções, conflitos e representações

Editorial

Apresentação

Dossiê: Usos públicos e políticos da memória – Construções, conflitos e representações |

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 22, n. 41, 2015.

ESTADOS UNIDOS: HISTÓRIA E HISTORIOGRAFIA

Editorial

  • Editorial | Igor Teixeira |

Apresentação

Dossiê: Estados Unidos – História e Historiografia |

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 21, n. 40, 2014.

História das Sociedades Africanas: Temas, Questões e Perspectivas de Estudo

Editorial

  • Editorial | Igor Salomão Teixeira, Luiz Alberto Grijó |

Apresentação

Dossiê: História das Sociedades Africanas: temas, questões e perspectivas de estudo |

Artigos

Entrevista | Duas imagens de Hernán Cortés: uma conversa com Christian Duverger | Maria Emilia Granduque Granduque Jose |

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 21, n. 39, 2014.

História e cultura histórica no alvorecer da época moderna (séculos XIV-XVII)

Editorial

Apresentação

Dossiê: História e cultura histórica no alvorecer da época moderna (séculos XIV-XVII) |

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 20, n. 38, 2013.

Universo normativo e relações de poder na Idade Média: doutrinas, regras, leis e resoluções de conflitos entre os século |

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 20, n. 37, 2013.

Redes Latino-americanas

Apresentação

Redes Latino-americanas (n.37)

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 19, n. 36, 2012.

Dossiê História e Mídia 

Apresentação

Dossiê: História e Mídia (v.19 n.36)

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre v. 19, n. 35, 2012.

Dossiê Ditaduras de Segurança Nacional no Cone Sul 

Apresentação

Dossiê: Ditaduras de Segurança Nacional no Cone Sul (n. 35) |

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 18, n. 34, 2011.

Dossiê História Indígena na América | Número organizado por Eduardo Neumann |

Expediente

  • Expediente | Comissão Editorial e Ficha Técnica – Anos 90 |

Apresentação

  • Apresentação | Eduardo Neumann |

Dossiê: História indígena na América

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre v. 18, n. 33, 2011.

Dossiê: Campanha da Legalidade |

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 17, n. 32, 2010.

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre v. 17, n. 31, 2010.

Dossiê: Mundos do Trabalho |

Artigos


Anos 90. Porto Alegre, v. 16, n. 30, 2009.

Dossiê Antiguidade no Brasil Contemporâneo 

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre v. 16, n. 29, 2009.

Dossiê História Intelectual Latino-Americana

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 15, n. 28, 2008.

Dossiê A História e suas fontes |

  • Número organizado por: Benito Bisso Schmidt |

Apresentação

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 15, n. 27, 2008.

Dossiê África – Brasil |

  • Número organizado por: Regina Xavier e Regina Weber |

Apresentação

  • Apresentação | Comissão Editorial |

Dossiê: África – Brasil

Artigos

Entrevista | Entrevista com Bárbara Weinstein | Regina Xavier |

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre v. 14, n. 26, 2007.

Dossiê História e Memória

  • Número organizado por: Benito Bisso Schmidt e Regina Weber |

Apresentação

Dossiê: História e Memória

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre, v. 14, n. 25, 2007.

  • Número organizado por: Benito Bisso Schmidt |

Apresentação

Dossiê: História e Gênero

Artigos

Resenhas


Anos 90. Porto Alegre v. 13, n. 23/24, 2006

  • Número organizado por: Claudia Wasserman e Benito Bisso Schmidt |
  • Memórias, percursos e desafios | Docência e orientação no Pós-Graduação da Universidade Federal do Rio Grande do Sul: uma trajetória | Helga Iracema Landgraf Piccolo |
  • A Pós-Graduação em História: novas e velhas questões | Sílvia Regina Ferraz Petersen |
  • Cultura e representações, uma trajetória | Sandra Jatahy Pesavento |
  • De doutor a professor, a história de um iatrocídio (ou “Do primeiro pós-graduação ninguém esquece!”), 1986-1990 | Cesar Guazzelli |
  • A trajetória do Núcleo de Pesquisa em História do IFCH/UFRGS | Lizete Oliveira Kummer |

Linhas de pesquisa – Reflexões |

Ex-alunos – Repensando Itinerários |

Artigos

Resenhas

Programa de Pós-Graduação em História | Programa de Pós-Graduação em História | Comissão Editorial Anos 90 |


Anos 90. Porto Alegre, v.12, n.21-22, jan. Dez 2005.

Dossiê Etnicidade | Número organizado por: Regina Weber e Benito Bisso Schmidt | 

Apresentação

Traduções | Internacionalismo: um breviário | Perry Anderson |

Dossiê etnicidade

Artigos


Anos 90. Porto Alegre, v. 11, n. 19, 2004.

Apresentação

Dossiê I – Trabalhismo(s)

Dossiê II – Foucault: jogos e diálogos

Artigos


Anos 90. Porto Alegre, v. 10, n. 18, 2003.

Apresentação

  • Editorial | Claudia Wasserman |

Artigos

  • De Memorias, Olvidos y Contramemorias: la nueva disputa por la historia en México | Carlos Antonio Aguirre Rojas |
  • La Vigencia del Pensamento de Simón Bolívar | Samuel Moncada |
  • Historiografia Peruana: onde estamos, como chegamos e para onde vamos? | Paulo Drinot |
  • La Circulación de Ideas en el Mundo Periférico: algunas presencias, influencias y reelaboraciones del pensamiento latinoamericano en África | Eduardo Devés Valdés |
  • Percurso Intelectual e Historiográfico da Questão Nacional e Identitária na América Latina: as condições de produção e o processo de repercussão do conhecimento histórico | Claudia Wasserman |
  • Fronteiras Americanas na Primeira Metade do Século XIX: o triunfo das representações nos Estados Unidos da América | Cesar Augusto Barcellos Guazzelli |
  • Entrevista | “América Latina al Final del Milenio” – Entrevista com os historiadores argentinos Tulio Halperín Donghi e José Carlos Chiaramonte | Cesar Augusto Barcellos Guazzelli, Maria Medianeira Padoin |
  • Entrevista com o historiador Serge Gruzinski | Eduardo Neumann, Temístocles Cezar |

Resenhas

  • Wasserman, Claudia. Palavra de Presidente. Porto Alegre: Editora da Universidade, 2002 | Carla Ferreira |
  • Martins, Maria Helena (org.). Fronteiras Culturais. Brasil-Uruguai-Argentina. São Paulo: Ateliê Editorial/Prefeitura de Porto Alegre/Centro de Estudos de Literatura e Psicanálise Cyro Martins, 2002
  • | Maria da Glória de Oliveira |  Programa de Pós-Graduação em História


Anos 90. Porto Alegre, v. 10, n. 17, 2003. 

Apresentação

  • Comissão Editorial Anos 90 |

Apresentação

  • Apollonia, Arqueologia e História Antiga | Francisco Marshall |
  • História antiga e arqueologia clássica | A Arqueologia Clássica e Ciências Humanas | Maria Beatriz Borba Florenzano |
  • Disciplina, racionalidad y militarismo romano – claves para comprender elementos clásicos en la cultura latinoamericana | Cecilia Ames |
  • Leituras do mito e a Escola de Cambridge | Hugo Francisco Bauzá |
  • O mundo espiritual dos caçadores-coletores sedentarizados na Anatólia | Jak Yakar |
  • Cidades mesopotâmicas: história e representações | Kátia Maria Paim Pozzer |
  • Reflexiones sobre el parentesco como practica dominante en el egipto pre-estatal | Marcelo Campagno |
  • Ktema es aiei: a “prolixidade do silêncio” tucidideano (século XX) | Francisco Murari Pires |

Dossiê projeto Apollonia

  • Projeto Apollonia – histórico, resultados e perspectivas científicas | Francisco Marshall |
  • Apollonia, história do sítio, suas pesquisas e escavações | Israel Roll |
  • Apollonia fenícia e helenística | Thiago Bonfada de Carvalho |
  • Apollo e Apollonia | Ilan Shachar |
  • Apollonia romana e sua villa marítima | Raquel Rech |
  • A Apollonia tardo-antiga e a cristianização do espaço | Márcio Rogério da Costa Letona |
  • O Desenvolvimento da arquitetura militar na Palestina durante os séculos XII e XIII: o estudo de caso do Castelo de Arsur | Edison Bisso Cruxen |
  • Paisagem rural na Palestina romana: instrumentos de trabalho | Carlos Roberto Galvão Sobrinho, Maria Beatriz Borba Florenzano |

Resenhas

  • Stansbury-O’Donnell, Mark D.. Pictorial Narrative in Ancient Greek Art. | Paulina Terra Nólibos |

Programa de Pós-Graduação em História


Anos 90. Porto Alegre v. 9, n. 16, 2001.

Apresentação

  • Comissão editorial anos 90 |

Apresentação | José Rivair de Macedo | Saber e poder ao tempo de Afonso X de Castela |

  • Considerações sobre o uso político do conceito de justiça na obra legislativa de Afonso X | Cybele Crossetti de Almeida |
  • Situação legal dos judeus em Castela medieval: uma tolerância limitada | Rita de Cássia Boeira Campos |
  • Afonso X e a legitimação do poder real nas Cantigas de Santa Maria | Marina Kleine |
  • Afonso, o Sábio, e os mouros: uma leitura das Siete Partidas | José Rivair Macedo |
  • A astrologia na corte de Afonso X, o Sábio: o Libro de las Cruzes | Carlinda Maria Fischer Mattos |
  • Traição e lesa-majestade no pensamento de Afonso X | Luciane Chiesa de Souza |
  • Breve panorama sobre a obra jurídica do reinado de Afonso X de Castela | Laura Beck Varela |
  • Cultura e sociedade em Portugal | A mentalidade de cruzada em Portugal (séculos XII-XIV) | Ricardo da Costa |
  • Poder real e Igreja em Portugal no século XIII: contributo do arquivo do Vaticano | Maria Alegria Fernandes Marques |
  • O ideário cavaleiresco e o universo arturiano nas crônicas de Fernão Lopes | Nei Nordin |
  • O “maravilhoso” no Livro de Linhagens do Conde D. Pedro: uma proposta de análise | Aline Dias da Silveira |

Programa de Pós-Graduação em História 

  • Resumo de dissertações apresentadas no PPG de História sobre Idade Média: 1998-2002 | Comissão editorial anos 90 |
  • Dissertações e tese defendidas em 2001 e 2002- PPG em História da UFRGS | Comissão editorial anos 90 |


Anos 90. Porto Alegre v. 9, n. 15, 2001.

Apresentação

  • Apresentação | Comissão Editorial anos 90 |

Artigos

Ficções criadoras: auisa | A ambigüidade do silêncio: o Holocausto como problema teórico | Pedro Spinola Pereira Caldas |

  • Acervs identidades nacionais | Anne-Marie Thiesse |
  • Apóstata do germanismo ou alemão arrivista: a trajetória de Lindolfo Collor até a Revolução de 1930 | Luiz Alberto Grijó |
  • As telenovelas latino-americanas e os públicos pós-comunistas – o caso da Bulgária | Aglika Stefanova |
  • O duplo espelho: o humor na literatura do Rio Grande do Sul | Cesar Augusto Barcellos Guazzelli |
  • A “indústria” do anticomunismo | Rodrigo Patto Sá Motta |
  • “El gaucho sin patria”: a canção anarquista na Argentina | Rafael Rosa Hagemeyer |
  • Teoria e Pesqos documentais da UFRGS: Riqueza e desorganização | Regina Weber, Nívea Heinen, Lizete Kümmer |

]esenhas

  • FURTADO, Celso. O longo amanhecer – ensaios sobre a formação do Brasil. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1999. | João Henrique dos Santos |
  • Vizentini, Paulo Fagundes e Milman, Luís. Neonazismo, negacionismo e extremismo político. Porto Alegre, Editora da Universidade/CORAG, 2000. | João Fábio Bertonha |

Anos 90. Porto Alegre v. 8, n. 14, 2000.

Apresentação

  • Apresentação | Sandra Jatahy Pesavento |

Artigos

  • Como a história faz o historiador? | Antoine Prost |
  • Patrimônio e museu: história e memórias da cidade | Zita Rosane Possamai |
  • Em busca da cidade ideal: o planejamento urbanístico como objeto da história cultural | Marlise Giovanaz |
  • As leituras da memória: a cidade imaginária de um cronista do sul | Sandra Jatahy Pesavento |
  • O punhal de Martinha: o Rio de Janeiro nas crônicas de Machado de Assis | Fabio Muruci dos Santos |
  • O mundo virado de ponta cabeça: inversão simbólica e resistência cultural na caricatura porto-alegrense do século XIX | Maria Angélica Zubaran |
  • “Afinal quem sou eu?” – elementos da comicidade na dramaturgia de Qorpo-Santo | Nádia Maria Weber Santos |
  • Habitação e cidade: ordenação do espaço no mundo clássico | Francisco Marshall |
  • A cidade-jardim: entre o discurso e a imagem – uma reflexão sobre o urbanismo de Porto Alegre | Célia Ferraz de Souza |
  • História do conforto na cidade de São Paulo | Denise Bernuzzi de Sant’Anna |
  • Modernidade urbana e dominação da natureza: o saneamento de Pelotas nas primeiras décadas do século XX | Paulo Roberto Rodrigues Soares |
  • Modernas seduções urbanas: a eletrificação no Rio de Janeiro da belle époque | Amara Silva de Souza Rocha |
  • Os melhoramentos urbanos como estratégias de dominação social | Rafael Augustus Sêga |
  • Segregación residencial: un acercamiento sociohistórico | Jorge Rodríguez Vignoli |
  • Rumo ao capitalismo: das cidades asiáticas às cidades virtuais | Roberval de Jesus Leone dos Santos |
  • Topografia e estratificação social: representações e mecanismos de poder na cidade medieval | Cybele Crossetti de Almeida |

Anos 90. Porto Alegre v. 8, n. 13, 2000.

Apresentação

  • Apresentação | Sandra Jatahy Pesavento |

Artigos

  • Comissão 500 Anos: atividades no biênio 1999/2000 | Fábio Kühn, Eduardo Neumann, Cesar Augusto Barcellos Guazzelli |
  • 500 anos de Brasil, 100 anos de futebol gaúcho: construção da “província de chuteiras” | Cesar Augusto Barcellos Guazzelli |
  • Brasil 500 anos – aspectos sociais: a sociedade brasileira no final do século XX | Ana Maria Frapporti |
  • A reinvenção do Brasil: considerações em torno dos 500 anos | Fábio Kühn |
  • Crise de identidade nacional e a festa da rememoração nos anos 90 em Portugal | Maria Manuela Tavares Ribeiro |
  • Depor as armas – a travessia de Cony e a censura no Partidão | Beatriz Kushnir |
  • Os transterrados espanhóis e a representação da França fraterna: 1939-1945 | Claudio Bertolli Filho |
  • O conceito de representação social nas obras de Denise Jodelet e Serge Moscovici | Rafael Augustus Sêga |

Resenhas

  • Rivalidades e solidariedades no movimento operário (Porto Alegre 1906-1911) | Benito Bisso Schmidt |
  • Sociedade e política na Primeira República | Ricardo de Aguiar Pacheco |

Anos 90. Porto Alegre v. 7, n. 12, 1999.

Apresentação

  • Apresentação | Sandra Jatahy Pesavento |

Artigos

  • Geografias da memória: a literatura brasileira entre história e genealogia | Ettore Finazzi-Agrò |
  • O eurocentrismo do testemunho: relatos de viagem no Rio Grande do Sul do século XIX | Maria Angélica Zubaran |
  • Rumos e rumores | Vera Follain de Figueiredo |
  • Dez hipóteses (e algumas conjeturas) para o conhecimento histórico no próximo milênio | Sílvia Regina Ferraz Petersen |
  • Tempo, providência e apocalipse na Historia francorum , de Gregório de Tours | José Rivair Macedo |
  • Opinião pública e ação política | Adriano S. Lopes da Gama Cerqueira |
  • Disputa e reconfiguração na televisão brasileira | Valério Cruz Brittos |
  • As marcas da história no cinema, as marcas do cinema na história | Miriam de Souza Rossini |

Anos 90. Porto Alegre, v. 7, n. 11, 1999.

  • Entrevista | Entrevista com Robert Levine: a fala de um historiador brasilianista | Sonia Ranincheski |  |

Artigos

  • Slavery and freedom in nineteenth-century America | Eric Foner |
  • Varnhagen e os relatos de viagem do século XVI: ensaio de recepção historiográfica | Temístocles Cezar |
  • Imagens do Brasil do século XVII: um estudo sobre o Atlas de Albernas | Maria Eliza Linhares Borges |
  • A “nova” historiografia brasileira | Margareth Rago |
  • Ordenar progredindo: a obra dos intelectuais de Umbanda no Brasil da primeira metade do século XX | Artur Cesar Isaia |
  • A eugenia no Brasil | Maria Eunice de S. Maciel |
  • O futebol da canela preta : O negro e a modernidade em Porto Alegre | Gilmar Mascarenhas de Jesus |
  • Práticas de coleção: seleção e classificação dos restos do passado | Marlise Maria Giovanaz |
  • A Capela Positivista de Porto Alegre e seu acervo | Elisabete Leal, Paulo Pezat |

Resenhas

  • História social da criança abandonada | Déa Fenelon |

Anos 90. Porto Alegre v. 6, n. 10, 1998.

Artigos

  • Novos públicos, novas políticas, novas histórias: do reducionismo econômico ao reducionismo cultural: em busca da dialética | Emilia Viotti da Costa |
  • Relações Brasil – América Latina durante o governo Geisel: discussão sobre o projeto hegemônico brasileiro (1974-1979) | Antônio Carlos Lessa |
  • Uma política exterior não estatal? Os fasci all’estero e a política externa do Partito Nazionale Fascista, 1919-1943 | João Fábio Bertonha |
  • Panamericanismo y Bloques Regionales. La mediación ABC en el conflicto mexicano-estadounidense | Delia del Pilar Otero |
  • La Conflictiva definición de lo público en un estado católico. El caso chileno, 1810-1885 | Sol Serrano |
  • Cento e cinqüenta anos do Manifesto do Partido Comunista: para enterrar os grandes mortos | Roberval de Jesus Leone dos Santos |
  • Uma outra modernidade: médicos brasileiros na União Soviética | Claudio Bertolli Filho |
  • Revoluções brazileiras: a história como vontade e representação | Roberto Vecchi |
  • Acre – a Hotentótia esmaltada? | Ana Brancher |
  • Ideologia, mentalidades e imaginário: cruzamentos e aproximações teóricas | Márcia Janete Espig |

Resenhas

Silva, Eduardo. Dom Obá II D’África, O Príncipe do Povo. Vida, tempo e pensamento de um homem livre de cor | Paulo Roberto Staudt Moreira |


Anos 90. Porto Alegre v. 6, n. 9, 1998.

Artigos

  • Imagining an Industrial Community: Industrialist and Working-Class Culture in Postwar Brazil | Barbara Weinstein |
  • Encontros étnicos em situações de industrialização | Regina Weber |
  • Las relaciones hispano-portuguesas en el norte de Mato Grosso, siglos XVIII-XIX | Chiara Vangelista |
  • Los Mbayás en la frontera norte paraguaya. guerra e intercambio en Concepción, 1773-1840 | Nidia R. Areces |
  • Fronteras étnicas: consideraciones generales a partir de un caso particular: el chaco argentino | Fernando Luis Blanco |
  • “La parte femenina de la cultura” Imagem de lo indígena y modernismo en Casa-Grande y Senzala | Ricardo O. Pasolini |
  • Sobre Fronteira e Liberdade – Representações e Práticas dos Escravos Gaúchos na Guerra do Paraguai (1864/1870) | Paulo Roberto Staudt Moreira |
  • Indícios em representações: denominações em torno da colônia africana | Eduardo Kersting |
  • Enigmas arqueológicos e civilizações perdidas no Brasil novecentista | Johnni Langer |

Anos 90. Porto Alegre v. 5, n. 8, 1997.

Artigos

  • Teoria da comunicação e teoria da recepção | Jacques Leenhardt |
  • Estado Novo e cidadania: a assistência social em discussão | Cezar Honorato |
  • Da Cidade Maravilhosa ao País das Maravilhas: Lima Barreto e o caráter nacional | Sandra Pesavento |
  • Quaresma: um relato de massacre republicano | Edgar Salvadori De Decca |
  • Ainda o movimento operário como objeto historiográfico | Silvia Regina Ferraz Petersen |
  • As biografias na historiografia do movimento operário brasileiro | Benito Bisso Schmidt |
  • Vida associativa: por uma nova abordagem da história institucional nos estudos do movimento operário | Claudio H. M. Batalha |
  • Corpo e controle | Joana Maria Pedro |
  • A atuação do Tribunal do Santo Ofício no extremo sul do Brasil: um caso porto-alegrense (1790-1795) | Fábio Kühn |

Programa de Pós-Graduação em História


Anos 90. Porto Alegre v. 5, n. 7, 1997.

Apresentação

  • Comissão editorial anos 90 |

Artigos

  • O tempo desorientado: Tempo e história. “Como escrever a história da França?” | François Hartog |
  • Crônica: A leitura sensível do tempo | Sandra Jatahy Pesavento |
  • A modernidade em crise, a América Latina em questão | Verónica Patrícia Aravena Cortes, Denise Carvalho |
  • A guerra do sertão como “evento de mídia” na Europa de 1897 | Berthold Zilly |
  • Como era gostoso o meu pão francês: a greve dos padeiros de Porto Alegre (1933-1934) | Alexandre Fortes |

Programa de Pós-Graduação em História

  • Uma avaliação da produção historiográfica sobre os círculos operários | Álvaro Barreto |
  • Campo x cidade: o discurso católico frente à modernização da agricultura no Rio Grande do Sul | Carla Simone Rodeghero |

Anos 90. Porto Alegre, v. 4, n. 6, 1996.

Artigos

  • O conservadorismo como via para a modernidade | Francisco Carlos Teixeira da Silva |
  • Etnicidad y formación nacional en America Latina y el Caribe | EKees Koonings |
  • Distraerse en Buenos Aires: perfiles sociales y prácticas culturales enlos cafés y despachos de bebidas | Sandra Gayol |
  • Cangaço e política: a época de Antônio Silvino na imprensa | Marianne Wiesebron |
  • Memória histórica e historiografia da Cruzada Albigense | José Rivair Macedo |
  • A historicidade trágica | Francisco Marshall |
  • Linhas de pesquisa e as dissertações/teses nos Programas de Pós-Graduação em História: algumas idéias para discussão | Sílvia Regina Petersen |
  • O gênero biográfico no campo do conhecimento histórico: trajetória, tendências e impasses atuais e uma proposta de investigação | Benito Bisso Schmidt |

Resenhas

  • LEVINE, Robert. O sertão prometido: o massacre de Canudos no nordeste brasileiro | José Rivair Macedo |

Anos 90. Porto Alegre v. 4, n. 5, 1996.

Artigos

  • La soberania nacional: entre la modernidad y el globalismo | Ignacio Sosa Alvarez |
  • América Latina: democracia e ajuste estrutural | Theotônio dos Santos |
  • Políticas sociais e estabilização econômica no Brasil | Pedro César Dutra Fonseca |
  • As relações Brasil-Venezuela e os desafios da Ordem Global emergente | Paulo Fagundes Vizentini |
  • Da apatia recíproca ao entusiasmo de emergência: as relações Brasil-Europa Ocidental no Governo Geisel (1974-1979) | Antônio Carlos Lessa |
  • A “Pax Britânica” e a independência do Uruguai: Estado-Tampão e balcanização do espaço platino | Enrique Sierra Padrós |
  • As orientações fundamentais da política externa do primeiro governo Vargas | Eduardo Munhoz Svartman |
  • Monografias, dissertações e teses: apontamentos para o início de uma discussão | Margarida Neves |
  • A Greve geral de 1917 em Porto Alegre | Adhemar Lourenço da Silva Jr |

Resenhas

  • Ronaldo VAIFAS, A heresia dos índios: catolicismo e rebeldia no Brasil colonial, SP: Companhia das Letras, 1995 | Clodoaldo Bueno |

Anos 90. Porto Alegre, v. 3, n. 4, 1995.

Artigos

  • Terratenientes y política en Buenos Aires: la experiência de la liga Agraria (1892-1923) | Roy Hora |
  • Estancieiros e “lavradores”: Rio Grande do Sul, século XVIII | Helen Osório |
  • Doqueiro: entre o controle e o acidente | Cezar Honorato |
  • A resistência além oceano: os “fuorusciti” italianos e a experiência anti-fascista dos anos 30 | João Fábio Bertonha |
  • A formação da empresa pública no setor elétrico gaúcho | Gunter Axt |
  • A História do Brasil na Alemanha (1980-1994) | René E. Gertz |
  • Relação entre história e literatura e representação das identidades urbanas no Brasil (séculos XIX e XX) | Sandra Jatahy Pesavento |
  • Estruturalismo e pós-estruturalismo na perspectiva do conhecimento histórico | Temístocles Cezar |
  • Estrutura e ação na sociologia das revoluções modernas: Skocpol e Tilly | Marco A. C. Cepik |

Anos 90. Porto Alegre v. 3, n. 3, 1995.

Artigos

  • A República não oligárquica e o liberalismo dos empresários | Angela de Castro Gomes |
  • El legado de los Annales braudelianos | Carlos Antonio Aguirre Rojas |
  • Historiografia gaúcha | Helga I. L. Piccolo |
  • From slaveholders monarchy to paulista republic, Brazil 1850-1849 | Jens Hentschke |
  • Um outro olhar para a Antiguidade: a contribuição de Moses Finley | José Rivair Macedo |
  • A violência e a equação público privado | Renato Paulo Saul |
  • Cruzando fronteiras: as pesquisas regionais e a história operária brasileira | Silvia Regina Ferraz Petersen |

Resenhas

ANTONACCI, Maria Antonieta M. A vitória da razão (?) | Déa Ribeiro Fenelon |


Anos 90. Porto Alegre v. 2, n. 2, 1994.

Artigos

  • Apresentação / A antropologia na atualidade | Cornélia Eckert |
  • A ciência política na atualidade | Céli Regina Jardim Pinto |
  • Sociologia contemporânea e crise social | José Vicente Tavares dos Santos |
  • Literatura brasileira contemporânea: a busca da expressão nacional | Regina Zilberman |
  • Geografia hoje: algumas reflexões | Silá Mesquita |
  • Psicologia na atualidade | Tania Mara Galli Fonseca |
  • Alguns impasses da produção historiografáfica recente no Brasil | Carlos Fico |
  • Os Annales no Brasil: algumas reflexões | Marcia D´Allessio |
  • Acervos sobre história platina existentes nos cursos de pós-gradução do estado do Rio Grande do Sul | Heloísa Jochims, Ieda Gutfreind |
  • O público e a República | Luiz Felipe Falcão |
  • Trabalhadores e máquinas: representações do progresso (Brasil: 1880-1920) | Sandra Jatahy Pesavento |
  • Vida e trabalho num bairro fabril: depoimentos | Heloísa J. Reichel, Maria Luiza Martini, Francisco Carvalho Jr, Eliane Garcia, Regina Shenkel Weiss |

Anos 90. Porto Alegre v. 1, n. 1, 1993.

Artigos

  • A nova historiografia e o imaginario da Republica | Jose Murillo de Carvalho |
  • A mulher e a familia na historiografia latino-americana recente | Eni de Mesquita Samarra |
  • El problema de los orígenes de los estados hispanoamericanos en la historiografia reciente y el caso de Rio de la Plata | José Carlos Chiaramonte |
  • Participación política, ciudadania e historiografia argentina | Hilda Sabato |
  • Nuevos rumbos en la história social argentina | Ricardo Falcón |
  • As marcas da pantera: Michel Focault na historiografia brasileira contemporânea | Luzia Margareth Rago |
  • Memórias, ruinas e imaginação utópica: sobre algumas raízes românticas da modernidade no Brasil | Francisco Foot Hardman |

Pagu | Unicamp | 1993

Pagu3 Amazônica | UFPA

Cadernos Pagu (Campinas, 1993-), publicação quadrimestral interdisciplinar, tem como objetivo contribuir para a ampliação e o fortalecimento do campo interdisciplinar de estudos de gênero, dando visibilidade à produção realizada no Brasil e promovendo o intercâmbio de conhecimento internacional sobre a problemática. Publica artigos inéditos com contribuições científicas originais, que colaborem para a inovação teórica, metodológica e/ou agreguem conhecimento empírico inovador, e debates em torno de textos teóricos relevantes no campo dos estudos de gênero, viabilizando, assim, a difusão de conhecimentos na área e a leitura crítica da produção internacional.

Tem publicado contribuições das seguintes áreas: Antropologia, Sociologia, História, Ciência Política, Letras e Linguística, História da Ciência, Educação. Mais recentemente, também de áreas como Direito, Psicologia, Comunicação, Saúde Coletiva e Serviço Social. Estimula a publicação de artigos de diferentes áreas disciplinares, desde que estabeleçam uma discussão com as teorias de gênero e feministas, buscando articulações entre gênero e outras diferenças (raça/etnia, cultura, classe, idade/geração, sexualidade e outras). São bem-vindas contribuições em língua portuguesa, espanhola ou inglesa.

A publicação dos cadernos pagu iniciou-se em 1993 e desde então vem contribuindo para a constituição do campo de estudos de gênero no Brasil. A revista foi criada em um momento em que os estudos de gênero já contavam com alguma legitimidade acadêmica no país e a intenção era ampliar sua visibilidade, difundindo e estimulando a produção de conhecimento na área.

A criação do cadernos pagu foi resultado de mais de dois anos de leituras, pesquisas e debates, nos quais integrantes do Núcleo de Estudos de Gênero – Pagu mapeavam os avanços na produção sobre gênero e seus impasses. O primeiro número foi inteiramente redigido por integrantes do Núcleo, cujos artigos esboçavam essas inquietações. Entre o segundo e o terceiro número, a publicação redefiniu sua política editorial e, simultaneamente, abriu para contribuições de pesquisadoras/es brasileiras/os e estrangeiras/os. Para tanto, constituiu-se um corpo de pareceristas ad-hoc e foram criados o Comitê e o Conselho Editorial. A partir do quinto número, a revista contou com financiamento externo à universidade.

De fato, há dois momentos na história da publicação, visíveis em diversos aspectos da revista, que estão ligados à obtenção do apoio de diversas agências -FAPESP, FAEPEx (Fundo de Apoio ao Ensino, à Pesquisa e à Extensão, da Unicamp) e, sobretudo, CNPq, que concedeu o apoio mais relevante em termos de recursos e de continuidade a partir de 1996. Esses financiamentos foram cruciais para o crescimento da publicação, não apenas no que se refere à melhoria da qualidade gráfica e à incorporação de maior número de textos, mas também à adequação às normas editoriais, à ampliação do Conselho Editorial, ao registro em diversos indexadores nacionais e internacionais.

Periodicidade quadrimestral.

Acesso livre.

ISSN 1809 4449 (Impresso)

ISSN 0104-8333 (Online)

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Museu Paulista | USP | 1993

Anais do Museu Paulista1 Amazônica | UFPA

Anais do Museu Paulista (São Paulo, 1993-) vem sendo publicado desde 1922. A partir de 1993, o periódico passou a circular em nova série, com o subtítulo História e Cultura Material. Trata-se de revista acadêmica que traz à discussão temas afeitos à cultura material como mediadora de práticas sociais, bem como abordagens inovadoras sobre processos históricos e museológicos.

Em 2018, o periódico passou a operar no sistema de publicação contínua, em um único volume anual, com submissão de manuscritos tramitada exclusivamente no sistema informatizado para recebimento e gestão de manuscritos do Portal de Revistas da Universidade de São Paulo (USP).

Periodicidade anual.

Acesso livre

ISSN 0101-4714 (Impressa)

ISSN 1982-0267 (Online)

Acessar resenhas [Postar 1993-2017 / Não publicou resenhas no período 2018-2021]

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Estudos Feministas | UFSC | 1992

Estudos Feministas Amazônica | UFPA

A Revista Estudos Feministas (Florianópolis, 1992-) é uma revista trimestral indexada que circula nacional e internacionalmente, com o objetivo de divulgar textos cientificamente originais nos idiomas português, espanhol e inglês, na forma de artigos, ensaios e resenhas sobre gênero e feminismos que possam estar relacionados a um disciplina particular ou interdisciplinar em sua metodologia, teoria e literatura. Os artigos publicados contribuem para o estudo de questões de gênero e derivam de diferentes disciplinas: sociologia, antropologia, história, literatura, estudos culturais, ciência política, medicina, psicologia, teoria feminista, semiótica, demografia, comunicação, psicanálise, entre outras.

Trabalha em regime de rotação institucional desde 1992 e foi publicado pela primeira vez pela Coordenação Interdisciplinar de Estudos Contemporâneos da Escola de Comunicação da Universidade Federal do Rio de Janeiro. Posteriormente, o Programa de Pós-Graduação em Ciências Sociais e o Instituto de Filosofia e Ciências Sociais da Universidade Federal do Rio de Janeiro assumiram a responsabilidade pela edição da Revista. Desde 1999, o Centro de Filosofia e Ciências Humanas e o Centro de Comunicação e Expressão da Universidade Federal de Santa Catarina abrigam a revista. Atualmente, é incorporado ao Instituto de Estudos de Gênero, órgão que reúne pesquisadores de diferentes disciplinas [áreas de conhecimento e atividade] da UFSC, que têm como denominadores comuns os estudos feministas e as perspectivas de gênero.

Periodicidade quadrimestral

Acesso livre

ISSN 0104-026X (Impresso)

ISSN 1806-9584 (Online)

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Andes – Antropología e Historia | UNS | 1991

Andes Antropologia e Historia Amazônica | UFPA

Revista Andes – Antropología e Historia (Salta, 1991-) publica artículos científicos inéditos, resultantes de investigaciones en Historia, Antropología, Crítica literaria y disciplinas afines, con especial énfasis en estudios sobre problemáticas andinas. [Universidad Nacional de Salta – Argentina].

Periodicidade semestral.

Acesso livre.

ISSN 0327-1676 (Impresso)

ISSN 1668-8090 (On line).

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos [2005-]

100 anos de República / Varia História / 1990

As datas históricas têm sido, às vezes, motivo de grandes comemorações por pa1e de governos ou de órgãos oficiais, sempre interessados em enaltecer este ou aquele feito de figuras destacadas de nossa História. Mas, em geral, nada se aproveita depois dessas comemorações, uma vez que os promotores das festividades preocupam- se, muito mais, com sua própria promoção pessoal do que com uma reflexão crítica a respeito do evento. Isto aconteceu, por exemplo com o bi- centenário da Inconfidência Mineira, onde, além de tudo, foram poucas ou quase nenhuma as comemorações por parte dos Governos Federal e Estadual. A mesma coisa pode ser dita a respeito da abolição da escravatura no Brasil. A não ser algumas festas folclóricas com muita capoeira, samba e axé, praticamente nada se fez para discutir a questão do negro na sociedade brasileira. E tem sido assim com quase todos os fatos históricos de grande relevância.

Os Cem Anos de República no Brasil não poderiam ser diferentes. Os governos, praticamente, nada fizeram. Não houve preocupação em financiar pesquisas ou trabalhos que pudessem contribuir com um conhecimento mais crítico deste nosso tão conturbado e tão longo período histórico. Mas, quem melhor soube falar sobre esta falta de visão crítica a respeito de nossa História é aquele que se insere entre os maiores nomes, se não o maior de todos, dentre os atuais historiadores brasileiros: o Professor Francisco lglésias. Em artigo publicado no jornal “O Estado de Minas”, de 16 / 08 / 89, onde comenta o livro de Carlos Guilherme Mota sobre a Revolução Francesa, ele diz: ·o bicentenário da Revolução Francesa provocou e provoca ainda centenas de livros na França: o importante é que eles são escritos em perspectiva crítica, única forma válida de comemoração de datas. Talvez haja mais volumes de contestação do movimento que de celebração – prova de maturidade nacional, de povo que não cede jamais na análise crítica, como estabeleceu no século XVII o filósofo Descartes – um dos símbolos da nacionalidade -, com a dúvida metódica. Só assim se justifica a história comemorativa, sem descambar para o badalativo, como se dá no Brasil, sempre evocando o passado em suas datas com reverência ingênua, júbilos às vezes indevidos. Entre nós, as de Minas ou do Brasil – autoridades só se lembram da História nos feriados, para louvores, em perspectiva não só ideológica como redutora de figuras ou fatos a seus interesses Foge-se da História como estudo para usá-la na defesa de situações presentes, como se viu nas poucas festas oficiais referentes à Inconfidência Mineira e decerto se verá nas referentes à República. Falta aos atuais dirigentes – autoridade para falar em tais eventos, que eles negam na prática, em geral até traindo-os”.

Pensando assim, como o Professor lglésias, é que um grupo de Professores dos Departamentos de História e Ciência Política, da Faculdade de Filosofia e Ciências Humanas da Universidade Federal de Minas Gerais, decidiu promover um Seminário de caráter nacional para discutir e tecer considerações críticas a respeito dos cem anos de República já vividos pelo Brasil. Para a realização deste evento os dois Departamentos envolvidos fizeram uma Comissão composta pelos Professores Leônidas Prates Lafetá e Domingos Antônio Giroletti (do Departamento de Ciência Política) e Evantina P. Vieira e Douglas Cole Libby (do Departamento de História) além da funcionária Marlene de Fátima Maciel como Secretária.

O programa desenvolvido durante o Seminário teve como preocupação fundamental uma diversificação de temas. Não se pretendia ficar discutindo somente as causas ou fatores históricos que levaram à Proclamação da República no Brasil. Assim pensando, foi desenvolvido uma temática abrangente o suficiente que permitisse o convite de Professores com preocupações as mais variadas de forma a dar ao seminário e, sobretudo aos seus participantes, uma oportunidade para uma reflexão bastante crítica de todo este período histórico. O programa ficou organizado da seguinte forma:

A Abertura do Seminário 100 ANOS DE REPÚBLICA NO BRASIL foi feita de maneira solene, tendo o Professor Paulo Roberto Saturnino Figueiredo, Diretor da FAFICH, presidido a primeira sessão onde o Professor Fábio Wanderley Reis proferiu a conferência sobre AUTORITARISMO E REPÚBLICA, (dia 21 / 11); no dia seguinte, na parte da manhã, o Professor Michael Hall, da UNICAMP discorreu sobre O SINDICATO NA REPÚBLICA BRASILEIRA e teve como debatedores os Professores Michel Marie le Ven (do Departamento de Ciência Política) e Eliana Regina F. Dutra (do Departamento de História). Na parte da tarde foi a vez da Professora Maria Célia Paoli, da USP, falar sobre MOVIMENTOS SOCIAIS NA REPÚBLICA e que teve como debatedores os Professores Malori José Pompermayer (do DCP), Maria Elisa P. Unhares e Maria Auxiliadora Faria (ambas do OH); no dia 23, à tarde, o Professor Ademir Gebara, da UNICAMP, falou sobre RESQUÍCIOS ESCRAVISTAS: A TRANSIÇÃO DO REGIME DE TRABALHO NA REPÚBLICA, tendo como debatedores os Professores Douglas C. Libby e Evantina Pereira Vieira (do OH) e Vera Alice Cardoso Silva (do DCP); na manhã do dia seguinte, 24, o Professor Renato Boschi, do IUPERJ, discorreu sobre o tema REPÚBLICA NO BRASIL: MODELO PLURALISTA, MODELO CORPORATIVISTA e teve como debatedoras as Professoras Mônica Mata Machado Castro (do DCP) e Lucília de Almeida Neves Delgado (do OH); na tarde deste mesmo dia o Seminário foi encerrado com uma brilhante conferência do Professor Francisco lglésias sobre 100 ANOS DE REPÚBLICA NO BRASIL: UMA AVALIAÇÃO. Nesta, como nas outras conferências, o público pôde debater com os Professores convidados.

Alguns dos conferencistas do Seminário deixaram textos escritos para publicação neste número especial e conjunto da REVISTA DE HISTÓRIA e dos CADERNOS DO DCP. Outros artigos foram gentilmente cedidos por Professores da FAFICH para compor este número especial que, além de celebrar o centenário da República no Brasil, é, também, um evento comemorativo dos 50 anos de fundação da FACULDADE DE FILOSOFIA E CIÊNCIAS HUMANAS DA UFMG.

Não seria justo, da parte dos membros da Comissão Organizadora do Seminário, esquecer de pessoas e órgãos que contribuíram de maneira definitiva para o brilho dessa organização. Assim sendo, gostaríamos de deixar os nossos agradecimentos em primeiro lugar aos professores e alunos que tiveram uma participação direta no evento seja como conferencistas, seja como debatedores. Em seguida, gostaríamos de enfatizar nossos agradecimentos ao Exmo. Sr. Ministro da Cultura, Dr. José Aparecido de Oliveira, que aprovou e determinou a liberação de recursos financeiros para a realização do Seminário, através do Instituto de Promoção Cultural que teve, na pessoa de seu Diretor Executivo, Dr. José Carlos da Costa Oliveira, um grande aliado para a realização deste evento; à Pró- Reitoria de Extensão da UFMG, que administrou os recursos ao Professor Paulo Roberto Saturnino Figueiredo, Diretor da FAFICH, que colocou toda a infra-estrutura da Faculdade à disposição do Seminário, possibilitando, assim, um bom andamento dos trabalhos; à professora Rúbia Roberta Rodrigues do Departamento de Comunicação Social e Coordenadora do Setor de Criação Gráfica do Centro Audiovisual da UFMG, pelo belíssimo trabalho na criação do cartaz que divulgou o Seminário; e, finalmente, ao CNPq, cujos recursos financeiros permitiram a publicação deste número especial dos CADERNOS DO DCP e da REVISTA DO DEPARTAMENTO DE HISTÓRIA.

Belo Horizonte, novembro de 1989.

Leônidas Prates Lafetá – Professor


LAFETÁ, Leônidas Prates. Apresentação. Varia História, Belo Horizonte, v.6, n.10, nov., 1990. Acessar publicação original [DR]

Acessar dossiê

Secuencia | IIJMLM | 1985

Secuencia Amazônica | UFPA

Secuencia (México, 1985-) onsidera para su publicación artículos originales que sean el resultado de una investigación científica y que representen una clara contribución al debate y conocimiento del devenir histórico, cultural, social y político de México e Iberoamérica desde el periodo colonial al siglo XXI. Busca ser un referente entre estudiantes y especialistas en las diferentes áreas de la Historia, la Etnohistoria, la Sociología, la Ciencia Política, la Economía, la Geografía, Antropología y las Ciencias Sociales aplicadas. […] Secuencia es una publicación de acceso abierto editada por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.

Periodicidade quadrimestral.

Acesso livre.

ISSN 0186-0348

ISSN 2395-8464 (Electrónico)

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

CEBRAP | CEBRAP | 1981

CEBRAP3 Amazônica | UFPA

Novos Estudos CEBRAP (1981) é uma publicação quadrimestral impressa e on-line do Centro Brasileiro de Análise e Planejamento. Destina-se à publicação de trabalhos científicos originais nas áreas de Sociologia, Política, Economia, Direito, Filosofia, Antropologia, Artes e Humanidades. O objetivo da revista é publicar estudos relevantes e contribuir para o debate intelectual com uma variedade de temas.

Periodicidade quadrimestral.

Acesso livre.

ISSN 1980-5403

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Historia | UC | 1981

Cuadernos de Historia Amazônica | UFPA

La revista Cuadernos de Historia (Santiago, 1980-) recibe para su publicación artículos originales de investigación de Historia, Arqueología, Antropología y otras disciplinas de las Ciencias Sociales y de las Humanidades, considerando la perspectiva histórica y procurando que contribuyan a difundir el debate metodológico y el intercambio académico bajo los más altos estándares de calidad y ética. La revista publica fuentes poco conocidas que sean relevantes para la investigación, además de reseñas de libros aparecidos en los dos años anteriores a su envío al equipo editorial.

Periodicidade semestral

Acesso livre

ISSN: 0719-1243

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

Chungara | UT | 1972

Chungara Amazônica | UFPA

Chungara Revista de Antropología Chilena (Arica, 1972-), es publicada por el Departamento de Antropología, de la Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.

Su objetivo principal es difundir estudios originales, empíricos o teóricos, en distintos campos de la antropología y ciencias afines entre los que se incluyen antropología social o cultural, arqueología, bioarqueología, etnobotánica, etnohistoria, geografía, historia, lingüística, paleoecología, semiótica, zooarqueología, museología y patrimonio.

La revista tiene como foco geográfico a la región andina de Sudamérica, sin embargo, se aceptan manuscritos de otras áreas geográficas con aportes teóricos y metodológicos compatibles a las temáticas de la revista con fines comparativos. En este ámbito, las contribuciones tanto teóricas como empíricas deben contribuir a la comprensión, replanteo y generación de problemas en las distintas disciplinas de la antropología y ciencias afines.

Periodicidade trimestral.

Acesso livre.

ISSN 0717-7356 versión en línea

ISSN 0716-1182 versión impresa

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos

IHGACE | IHGACE | 1887

Revista do Instituto do Ceara Amazônica | UFPA

A Revista do Instituto do Ceará (Fortaleza, 1887-) é considerada o maior patrimônio gráfico do Ceará, editada desde 1887, ano de fundação do Instituto do Ceará (Histórico, Geográfico e Antropológico), é entregue, anualmente, à sociedade cearense.

Essa Revista, conhecida como a “Revista do Instituto do Ceará”, vem sendo publicada sem qualquer interrupção desde a sua fundação. Consta de trabalhos realizados preferencialmente por seus sócios efetivos no estudo dos assuntos históricos, geográficos e antropológicos voltados particularmente para o Estado do Ceará.

[Periodicidade anual].

Acesso livre.

ISSN 0100-3585

Acessar resenhas

Acessar dossiês

Acessar sumários

Acessar arquivos