Cidade latinoamericana / Urbana / 2016

Ciudad latinoamericana: teorías, actores y conflictos

A finales del siglo XIX Latinoamérica culmina el tránsito de un sistema de ordenamiento territorial basado en las ciudades-república y hereditario de los sistemas imperiales español y portugués hacia uno caracterizado por repúblicas de ciudades (Mejía, 2013). Al despuntar el siglo XX la ciudad, especialmente cuando llevaba el estatus de capital, se convertía en un espacio dinámico de circulación de personas, mercancías e ideas. Así, simultáneamente durante la primera mitad del siglo pasado, en algunas de ellas se iniciaron debates y reflexiones sobre temas similares como la puesta en marcha de proyectos de urbanismo, la construcción de medios de transporte modernos o la creación de redes de servicios públicos. La difusión de estas discusiones a través de revistas de sociedades profesionales y académicas así como la realización de los primeros congresos internacionales de municipios, o las primeras conferencias internacionales entre grupos de profesionales y expertos locales y extranjeros daban lugar a los primeros intercambios intelectuales a nivel latinoamericano cuyo objeto de estudio era la ciudad misma. Ahora bien, a pesar de las herencias compartidas y de las similitudes entre ciudades, la idea de ciudad latinoamericana surge como proyecto intelectual sólo desde la segunda mitad del siglo XX.

La ciudad latinoamericana es subsidiaria de la construcción de la propia idea de América Latina. Es decir, una noción y un nombre articulados a una doble oposición: como ´nuevo mundo´, opuesto a Europa, y como ´latina´, opuesta a la América Sajona, la del norte (Altamirano, 2005). Esa doble diferenciación es constitutiva de la idea de América Latina, nombre que en determinadas coyunturas político-intelectuales ha eclipsado otros intentos de identificación regional tales como el de Sudamérica, Hispanoamérica, Nuestra América o Iberoamérica.

La referencia a ciudades adjetivadas como latinoamericanas precisa otras consideraciones más específicas. Buenos Aires, Santiago de Chile, São Paulo, Caracas, Lima y Ciudad de México, entre otras, comparten similitudes y diferencias. Su inserción geográfica o el compartir un pasado colonial no permiten su mera identificación y unificación como ´ciudades latinoamericanas´, obviando, por ejemplo, sus dispares procesos de urbanización a lo largo del tiempo.

Una estrategia de abordaje de este asunto ha sido entender la ´ciudad latinoamericana´ como construcción cultural, cuya existencia se verifica entre los años cincuentas y setentas del siglo pasado, es decir, mientras hubo voluntad intelectual de construirla como objeto de conocimiento y acción así como actores e instituciones dispuestos a hacer efectiva esa vocación (Gorelik, 2005).

Realidad y representación, la ciudad latinoamericana comparte diversos procesos sociales, económicos, políticos y urbanos así como se construye conceptualmente a partir de diversas redes e instituciones. Uno de sus interrogantes centrales consistió en cómo abordar e intervenir sobre los procesos de urbanización en América Latina. Las respuestas ensayadas hicieron reaparecer la aludida doble oposición que signaba a la idea de América Latina, en tanto se interrogaban las diferencias respecto a procesos previos de urbanización en contextos centrales así como los eventuales aprendizajes a extraer de los mismos.

La idea de ´ciudad latinoamericana´ fue producida entre la década del cincuenta y del setenta a partir de intercambios intelectuales entre instituciones como la Sociedad Interamericana de Planificación, la Comisión Económica para América Latina, el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, la Organización de Estados Americanos, la Organización de las Naciones Unidas, la Comisión de Desarrollo Urbano y Regional de Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, múltiples centros de estudios e investigaciones así como los nacientes organismos de planificación urbana y regional. A pesar de sus diferencias, esas organizaciones promovieron la producción de teorías e investigaciones sobre la ciudad latinoamericana a partir de conceptos desplegados en la propia región. Así, postulaban que los acelerados procesos de urbanización en América Latina tenían diversas especificidades y señalaban inconvenientes respecto a la preeminencia de teorías y herramientas provenientes de ´contextos centrales´. Sin embargo, la propia producción de la idea de ´ciudad latinoamericana´ supuso tanto el accionar de expertos latinoamericanos – muchos de los cuales habían sido formados en los Estados Unidos – como la colaboración e interlocución – a partir de financiamientos, visitas e investigaciones – con instituciones e investigadores de los Estados Unidos y, en menor medida, de Europa.

De los múltiples recorridos posibles para abordar la ´ciudad latinoamericana´, cabe destacar tres momentos protagonizados por una serie de actores (instituciones, académicos y movimientos sociales), ideas (desarrollo, modernización, dependencia) y conflictos.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, las ideas promovidas desde organismos como la Comisión Económica para América Latina (Prebisch, 1950), consolidan en América Latina la voluntad político-intelectual de aprovechar las ventajas del sub-desarrollo. Así, buscaron impulsar un “crecimiento hacia adentro” a través de una política de industrialización por substitución de importaciones que hiciera posible la modernización productiva del continente. En ese contexto, las ciudades latinoamericanas son vistas de manera ambivalente. Por un lado, son valoradas como vectores y principales promotoras de esa modernización. Por otro, son abordadas como el escenario de una serie de asincronías que impedían superar los rasgos más persistentes de la sociedad tradicional: urbanización sin industrialización, reducción de las tasas de mortalidad a la par de altos niveles de natalidad, incremento de la migración campo-ciudad sin capacidad de esta última de procesar la presión demográfica, entre otros aspectos (Germani, 1973). Estos elementos configurarían el que sería el principal rasgo de la ciudad latinoamericana: la marginalidad.

El fenómeno de la marginalidad será señalado como el principal obstáculo para el desarrollo. Por un lado, por evidenciar la incapacidad de los sistemas económicos de la región para incorporar al proceso productivo a aquellos grupos que se desempeñan en áreas de escasa cualificación y productividad (Rosenblüth, 1968). Por otro, por la amenaza política que representaba la avalancha popular sobre las urbes en los diferentes formatos de vivienda precaria (barriadas en Lima, callampas en Santiago de Chile, favelas en Río de Janeiro, villas miseria en Buenos Aires, etc.) (Rios, 1960). Asimismo, será definida como la falta de participación y pertenencia a la sociedad de un sector de la misma que queda excluido de la vida urbana moderna por la persistencia en su comportamiento de rasgos culturales rurales y tradicionales (Vekemans y Silva, 1969). La marginalidad inaugura un período pesimista en el pensamiento social de la región, en la medida que pasa a ser identificada como un anatema de la modernización. Sin embargo, al asumir que tenía un carácter transitorio se reforzaba la confianza en las políticas de reforma urbana como posible solución.

A finales de los años 60, la Teoría de la Dependencia consolidará el pesimismo intelectual al reconsiderar el sub-desarrollo y la marginalidad. Éstos ya no serán abordados como una mera etapa susceptible de ser superada, sino como elementos inherentes de la dinámica capitalista que, para su desarrollo, requiere de una división internacional del trabajo en la cual le cabe a América Latina una posición subordinada (Cardoso y Faletto, 1969). Este giro tendrá dos consecuencias para la ciudad latinoamericana: por un lado, la consolidación de una teoría regional que identifica al subcontinente como parte de la periferia capitalista; por otro lado, la comprensión de la marginalidad como un producto de las tendencias estructurales de sociedades de esa periferia dependiente. La existencia de un polo o masa marginal, afuncional para la acumulación capitalista, será el eje central de una teoría de la “Urbanización Dependiente” que buscará articular la historia del fenómeno urbano y sus correspondientes desequilibrios a las sucesivas formas de dependencia de América Latina (Quijano, 1967).

A partir de este punto, el polo marginal dejará de ser definido como masa para ser conceptualizado como un actor central de los procesos de cambio social. Así, a partir de la experiencia de los pobladores chilenos durante el gobierno de Salvador Allende, surge la categoría de “Movimientos Sociales Urbanos”, definidos como una forma novedosa y territorializada de lucha de clases (Castells, 1972). Desde otras claves teóricas y políticas, eran vistos como comunidades que proporcionan nuevas posibilidades para la reconstrucción social urbana en base a las vecindades, vínculos regionales y de parentesco, asociaciones de ayuda mutua y actividad política de pequeños grupos (Morse, 1965). Asimismo, se le atribuirá a estos grupos no solo la condición de víctimas de la expoliación urbana (Kowarick, 1979), sino además la de artífices principales de una ciudad democrática, sobre todo por las tomas y ocupaciones de terrenos que propiciaron, estableciendo lo que se consideró como una fisonomía propia de las ciudades latinoamericanas.

Desde la década del ochenta en adelante, las condiciones políticas y económicas cambian y cobran relevancia categorías alternativas a la ciudad latinoamericana. El reposicionamiento de España propicia la creciente centralidad de lo Iberoamericano, lo que implica el despliegue de nuevas redes de ciudades autodenominadas iberoamericanas – como la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas o el Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano – y la intensificación de la circulación de políticas urbanas promovidas por expertos catalanes, madrileños y andaluces en gran parte de América Latina.

Por otra parte, algunos de los actores que promovieron previamente la agenda de la ´ciudad latinoamericana´ abrazarían otras categorías tales como la de ´ciudades del tercer mundo´, ampliando el universo hacia ciudades de África y Asia. Posteriormente, ese desplazamiento tomará nuevas formas en términos teóricos y políticos alrededor de la idea de ´Sur Global´, deudora de aportes de las teorías poscoloniales.

Durante los años noventas, la problemática de la globalización y sus impactos sobre las ciudades de la región intensificarán la aludida deslatinoamericanización. Esto supuso una creciente focalización en otras geografías y conceptos, en tanto el destino de cada ciudad en América Latina comenzó a ser abordado en relación a actores que trascendían la región y estaban crecientemente desnacionalizados, como ser el capital trasnacional. En un marco de competencia entre ciudades, cada una de éstas buscó insertarse – aún de modo periférico – en un mapa de ciudades globales. Así, conceptos como el de “ciudad global” se deslizan desde lo descriptivo a lo normativo y son difundidos no sólo como categoría de análisis, sino también como el único e inexorable modelo capaz de garantizar la supervivencia de las ciudades en el contexto de globalización.

Las últimas décadas atestiguan el debilitamiento de la ciudad latinoamericana como construcción cultural y como proyecto político e intelectual. Sin embargo, algunos emprendimientos dan cuenta de su perduración aunque desde coordenadas políticas y teóricas diversas. Iniciativas de articulación regional de países, como el Mercosur, tuvieron un correlato en redes de ciudades como Mercociudades. Asimismo, se intensificó la circulación regional de variadas políticas urbanas producidas en América Latina, como ser: Porto Alegre y el presupuesto participativo; Medellín y Curitiba y las intervenciones en transporte urbano y diseño de espacios públicos; Bogotá y su modelo de ciclovías, entre otras. Desde el punto de vista académico, diferentes instituciones y redes perseveran en una interlocución regional, como serla Red Iberoamericana de investigadores sobre Globalización y Territorio y grupos de trabajo específicos del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, a la vez que diversas iniciativas prosiguen interrogándose sobre la especificidad de la urbanización en América Latina y la necesidad de producir conocimiento en y sobre la región, tales como la Red Latinoamericana de Investigadores sobre Teoría Urbana, entre otras. Por otra parte, variados movimientos sociales articulados con sectores académicos y políticos han insistido en movilizar un imaginario latinoamericano que reivindica una cierta geopolítica de la resistencia regional ante lo que consideran como procesos de urbanización excluyentes, como ser remociones, segregación urbana y gentrificación. En esa dirección, se destaca la apropiación y circulación regional de perspectivas como las del derecho a la ciudad.

Para este número especial tenemos la oportunidad de presentar un dossier que incluye una selección de las ponencias presentadas durante la mesa “La ciudad latinoamericana: teorías actores y conflictos (Siglo XX-XXI)”, la cual tuvo lugar en el IV Congreso de la Internacional del Conocimiento en la ciudad de Santiago de Chile en octubre de 2015. Este evento se desarrolló en los locales de la Universidad de Santiago y tuvo el auspicio del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA-USACH). El objetivo planteado en este simposio fue comprender la cuestión urbana en América Latina a partir de las teorías que buscaron pensarla, de los actores que la animaron y de los conflictos que le dieron forma.

En esta ocasión quisimos incluir artículos que abordaran desde disciplinas y perspectivas distintas elementos que permitan comprender procesos asociados a la producción y evolución de la ciudad latinoamericana. En ese sentido, los distintos artículos plantean perspectivas desde lo geográfico, lo político, lo económico, lo histórico, lo social y lo cultural.

Referências

ALTAMIRANO, Carlos. Para un programa de historia intelectual y otros ensayos. Buenos Aires: Siglo XXI, 2005.

CARDOSO, Fernando; FALETTO, Enzo. Desarrollo y dependencia en América Latina. México: Siglo XXI, 1969.

CASTELLS, Manuel. La cuestión urbana. México: Siglo XXI, 1972.

GERMANI, Gino. El Concepto de Marginalidad: Significado, raíces históricas y cuestiones teóricas, con particular referencia a la marginalidad urbana. Buenos Aires: Nueva Visión, 1973.

GORELIK, Adrian. 2005. A produção da ´cidade latinoamericana´. Tempo Social, vol. 17, n. 1, 2005, p. 111-133.

KOWARICK, Lúcio. A Espoliação Urbana. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1979.

MEJÍA, Germán. La aventura urbana de América Latina. Madrid: Fundación Mapfre, Taurus, 2013.

MORSE, Richard. 1965. Recent Research on Latin American Urbanization: A Selective Survey with Commentary. Latin American Research Review, vol. 1, n. 1, 1965, p. 35-74.

PREBISCH, Raúl. The economic development of Latin America and its principal problems. New York: United Nations, 1950.

QUIJANO, Anibal. Dependencia, Cambio Social y Urbanización en Latinoamérica. Santiago: División de Asuntos Sociales CEPAL, 1967.

RIOS, José, ed. Aspectos Humanos da Favela Carioca – estudo sócioeconômico elaborado por SAGMACS. Sao Paulo: O Estado de Sao Paulo, 1960.

ROSENBLÜTH, Guillermo. Problemas Socio-Económicos de la Marginalidad y la Integración Urbana. Revista Paraguaya de Sociología, vol. 5, n.11, 1968, p. 11–74.

VEKEMANS, Roger; SILVA, Ismael. El Concepto de Marginalidad. En: DESAL (ed.) Marginalidad en América Latina: un ensayo de diagnóstico. Santiago de Chile: Herder, 1969, p. 15-63.

Guillermo Jajamovich – Instituto de Estudios de América Latina y El Caribe. E-mail: [email protected]

Alexis Cortés – Universidad Alberto Hurtado. E-mail: [email protected]

Diego Arango López – École des Hautes Études en Sciences Sociales. E-mail: [email protected]


JAJAMOVICH, Guillermo; CORTÉS, Alexis; LÓPEZ, Diego Arango. Editorial. Urbana. Campinas, v.8, n.3, set / dez, 2016. Acessar publicação original [DR]

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