Web History – BRÜGGER (A)

BRÜGGER, Niels (Ed.). Web History. Nueva York: Peter Lang, 2010. Resenha de: QUIROGA, Nicolás. Antíteses, v. 3, n. 6, jul./dez. 2010.

Hace unos años la debilidad que muchos entreveían en las herramientas satánico-tecnológicas contra el libro era la incómoda actividad de leer en un monitor parpadeante; en la actualidad la crítica que uno de esos críticos tiene para hacerle al Ipad es que aún no logra emular el contraste del papel y la tinta. Mientras tanto, Amazon ya vende más ebooks para su Kindle que hardcovers.

Un día, sin que sepamos bien cómo, nos acostumbraremos a otros soportes para la lectura, y vendrá otro Agustín a contarnos sobre los que leen con implantes visuales o con pantallas que dejan caer unos grafos a velocidad constante, como en cualquiera de las Matrix (el ejemplo destaca la absoluta dependencia de los dispositivos tecnológicos con el libro, al menos como metáfora).1 Los cambios ligados a las llamadas nuevas tecnologías de la comunicación no obedecen sólo al avance tecnológico y a la creación de consumidores. A veces, las tecnologías se incorporan a la vida cotidiana de tal modo que, en poco tiempo, nadie las culpa de los males del mundo.

En lo que respecta al campo historiográfico debido al fortalecimiento de áreas de investigación histórica ligadas a historia reciente, algunos materiales audiovisuales ganaron legitimidad. El aura de lo viejo se hizo menos conmovedora, el dominio del saber historiador se hizo más amplio. ¿Qué pasará cuando haya que usar a Google como nuestro bibliotecario? ¿Será realmente necesario incorporar la información de la web al archivo del historiador o historiadora? Y si es así, ¿es necesario historizar los documentos digitales?, ¿dónde fueron a parar las páginas web que hoy ya no están online?, ¿Cómo recuperar las versiones de las páginas que sí están hoy en funcionamiento pero que ya no están estructuradas como hace dos, tres, diez años? , ¿Podremos concebir una serie estable de balizas en torno a la documentación digital tal como ha sido concebido el control académico sobre, por ejemplo, los documentos inquisitoriales? Preguntas de esa naturaleza impulsan la escritura de Web History, un libro que antes fue congreso (“Web_Site Histories: Theories, Methods, Analysis”, Dinamarca, octubre de 2008).2 Se trata de uno de esos libros que debe perdonar a sus lectores.

Debe disculpar a quienes, intrigados por las preguntas, buscan en él un manual o una introducción a la web. En efecto, de un libro que hizo de la web su foco de investigación, y esto significa que no va más atrás de los años noventa (el protocolo http funciona desde 1991; el web browser Mosaic surgió unos años después, en 1993), y significa que si bien no aborda otros dominios de internet, debe “tocar” algunas cuestiones ligadas a ese objeto, internet, ya demasiado general. Pero en sus páginas no hay definiciones básicas, referencias introductorias. El libro considera una vasta literatura preexistente y filia sus escritos en torno a cinco estratos analíticos –revisitados en la introducción firmada por el editor–: la historia de la web como un todo (análisis de nivel infraestructural: redes, protocolos, instituciones, etc.); la historia de la web sphere (redes y comunidades alrededor de un evento o práctica específicos); la historia de un website en particular; la historia de una página y, finalmente, la historia de elementos específicos como la publicidad o el uso de las imágenes.

Pese al énfasis analítico y al impulso clasificador que sobrevuela muchos artículos, a lo largo del libro esos cincos estratos se harán borrosos y convendría concebirlos más bien como “ventanas” o focos. El libro debió desentenderse de la multiplicidad de áreas que recurren a ese campo naciente denominado “digital history” o “digital humanities”. Sin duda, como ocurrió con otras tecnologías como la fotografía o la televisión, los acentos demasiado cargados sobre su condición de práctica o bien sobre su condición de documento o bien sobre su historia como tecnología propiamente dicha ensombrecen los abordajes liminales como los de Web History. La estrategia para aliviar las lecturas demasiado ancladas en áreas vinculadas pero con sus propios cuestionarios ha sido la de estructurar el volumen en cuatro partes.

La primera de ellas es una “teórica”, en la que dos artículos presentan dos enfoques no antagónicos sobre los modos de abordar el objeto de estudio. En esa sección reina una clave “textual” para el análisis de web, que sin duda se discute y se discutirá aún más. Acaso demasiado formales, los textos de Niels Brügger (“Website History: An Analytical Grid”) y de Kirsten Foot y Steven Schneider (“Object-Oriented Web Historiography”) intentan reconducir los esfuerzos de las investigaciones hacia zonas más estables y capaces de incluir las diversas energías que se concentran en la construcción y lecturas de un sitio web. Brügger las concibe como “fuerzas motrices” y Foot y Schneider intentan contenerlas en la doble grilla de análisis sobre su objeto (como “motivo” y como “artefacto”), a través del ejemplo de su propio trabajo en el proyecto de webArchivist.org (http://webarchivist.org), september11.archive.org (http://september11.archive.org). Resulta evidente que de todas ellas los autores se inclinaron por indagar sobre las que refieren a la producción de contenidos.

La segunda sección del libro trata sobre web cultures. La palabra “cultura” allí, sin embargo, sólo conserva su vaga referencia a una totalidad dada, a una red de sentido. No se desarrolla, en ese apartado, líneas de análisis fecundas como las que se ensayaron desde la media ethnography (un abordaje que tendencialmente se desmediatiza, que considera los usos de los nuevos medios de comunicación como parte de la vida cotidiana de las personas –vida esta que se piensa no como “contexto”, sino como el “texto” mismo). Hay que desplazarse hasta investigaciones como las de Tufte, Miler y Slater o Pearce y Artemesia para indagar sobre esas formas de tratamiento de las “culturas” o las “subculturas” o más apropiadamente con la cita inevitable de Janice Radway, de las “comunidades” online.3 Los cuatros trabajos de la segunda sección de Web 3 TUFTE, Thomas. Gauchos Going Global. A Critical Assessment of Cultural Globalization. In: KIVIKURU, Ullamaija (ed.). Contesting the Frontiers. Media and dimensions of Identity.

Suecia: Nordicom, 2001; MILLER, Daniel y SLATER, Don. The Internet. An Ethnographic History arrojan luz sobre ciertas comunidades a través de un análisis histórico, aunque en algunos casos esa perspectiva es más bien una arqueológica que alimenta abordajes que remiten al Goffman de Presentación del yo en la vida cotidiana… Dos de esos trabajos (los de Ken Hillis y Dominika Szope) revisitan comunidades con webcams. Esos textos hacen referencia a dos telepresencias míticas como son, por un lado, la webcam que apuntaba a la máquina de café – la primera cámara, que les permitió a los miembros de la red chequear la existencia de café antes de iniciar una caminata inútil (http://en.wikipedia.org/wiki/Trojan_Room_coffee_pot)–; y por el otro, la de Jennifer Ringley, una flaca que decidió vivir con la cámara encendida, dando origen a lo que se hoy se conoce como lifecasting. En el caso de Hillis, la comunidad de referencia es un grupo de queer/gays angloparlantes que hacia fines de los noventa comenzaron a usar la cámara web para comunicarse. La construcción de las identidades, la performatividad de la práctica del lifecasting y la fetichización de una tecnología ya fetichizada remiten a una serie de debates que en los estudios sobre género encontraron tempranamente en el campo de lo virtual y sus inextricables vínculos con el cuerpo y el self un espacio de reflexión animado y creativo. Por otro lado, Dominika Szope, con el examen de la experiencia de GreenTeaGirlie y la comparación con el mencionado de Jennifer Ringley, reflexiona sobre el autorretrato online. Pesadas categorías como “mirada”, “voyeurismo”, “exhibicionismo” se mezclan en su artículo con el débil pero sutil sintagma “ventana”, para pensar la producción de sentidos sobre nuestras máscaras y cotidianidad. Luego de leer esos capítulos, las webcams y el software social devienen parte de la “cosa política”, como bien apunta Szope.

Los otros dos capítulos de la sección analizan sobre los modos en los que la web afecta a comunidades que desde el sentido común no nos inclinaríamos a pensar que pudieran ser atravesadas por la comunicación virtual. Así, Alexander Halavais indaga sobre las redes del nacionalismo blanco norteamericano, entre 1996 y 2006, y Albrecht Hofheinz lo hace sobre allah.com, un website en la urdimbre global, y diversa de las interpretaciones de textos sagrados del Islam.

En ambos casos, Internet no puede retener el término “red” en su definición puesto que los “terroristas”, por un lado, y los lectores y promotores de textos islámicos, por el otro, ya están densamente enredados en la vida “real”. Aparecen en estos textos problemas reconocidos en la investigación histórica.

Halavais hace hincapié en las prácticas terroristas del racismo antes que en el racismo y, al hacerlo, modifica las redes que analizará: aleja a los racistas norteamericanos de las redes racistas europeas y los pone cerca de los sitios web de los partidarios del EZLN (según su percepción del terrorismo). Hofheinz, quien se propone ensayar una “descripción densa” de un sitio web, finaliza su artículo argumentando que “la historia del sitio no comienza en la web”. Sin embargo, entre la etnografía geertziana frente a otros mundos de significación y el conocimiento exhaustivo de Hofheinz sobre los conflictos de poder en el interior del mundo islámico, existe la misma y consistente distancia que entre el extrañamiento y la verificación. Pese a ello, el texto sobre allah.com es uno de los más importantes de la compilación por su combinación de conocimientos históricos y su integración con nuevos documentos y nuevas preguntas.

La tercera sección, “Web Industries and Media Institutions”, está integrada por cuatro textos que tratan sobre empresas y desarrollos online. El análisis de las estrategias institucionales –negocios y comunicación– pone a esta sección más cerca de algunas líneas de investigación que provienen de la “historia de la empresa”. Un artículo que intenta una periodización del auge y caída del período dot.com; otro que evalúa diversas estrategias de empresas finlandesas ligadas a la comunicación, frente a la convergencia entre los nuevos medios y los tradicionales; un tercero sobre la evolución de un área de la BBC (BBC Online News, http://www.bbc.co.uk/news/); y un último sobre la “mediamorfosis” en los diarios de Dinamarca. Es sin dudas la sección más experimental de Web History y a eso se debe, tal vez, sus por momentos rígidas relaciones entre conceptos y casos. Sin embargo, al construir cuestionarios que periodicen de distinta manera lo que suele ser una cadena de tecnologías cada vez más rápidas, baratas y calientes, el estudio sobre los modos de enfrentar cambios tecnológicos y prácticas culturales, desde el punto de vista de la producción de contenidos, se hace fuerte y nos provee de otra ventana a la historia de la web.

La cuarta sección se denomina “Preserving and Presenting” y con cuatro artículos aspira a discutir aspectos relacionados con la preservación de materiales de la web y con la presentación online de esos materiales. También Nicolás Quiroga en esta sección dos artículos son estudios de caso (el que trata acerca del sitio sobre la masacre de Virginia Tech, http://april16archive.org/, y el que se ocupa de un “museo” de la web dinamarqués: webmuseum.dk, http://webmuseum.dk/). Los otros dos textos son transversales: uno reflexiona sobre la historia de las publicidades online y el otro trata sobre la construcción de un mejor sistema vivo para la web y su pasado, a partir de una revisión de los trabajos de Paul Otlet en las primeras décadas del siglo XX. Este capítulo es importante porque la pregunta sobre las fuentes puede rastrearse en todas las secciones del libro. Pero el tema ha sido sólo en parte atacado: un capítulo específico sobre el sitio archive.org y la WayBack Machine (http://archive.org) se revela necesario luego de revisar los cuatro textos de la última sección y de leer el epílogo de Brügger (“The future of Web History”) que aspira a trazar las primeras líneas de un futuro programa de investigación sobre la web. En ese último trabajo, el compilador de Web History hace hincapié en tres problemáticas y precisamente una de ellas es sobre el archivo de la web (las otras dos hacen referencia a la cuestión de la infraestructura y los límites nacionales que padecen los proyectos en este campo). Archive.org es el lugar donde se guardan parte de los sitios webs tomadas en distintos momentos de la existencia de esos sitios. Una suerte de álbum del pasado de la web. Un estudio histórico a nivel de sitios web necesariamente comenzará con preguntas para y sobre archive.org.

Finalmente el libro debe disculpar a su propio prologuista (Charles Ess) quien le reclama una perspectiva más inclusiva, es decir, la incorporación de aproximaciones a otras realidades nacionales. En verdad eso sería muy interesante en los casos en los que investigadores e investigadoras de regiones “no desarrolladas” tramiten del mismo modo problemáticas generales que este libro aborda. Pero si se trata de compilar las líneas hegemónicas entre los emprendimientos culturales que conciben a la web como una opción secundaria para el trabajo en papel, entonces no, no es tan interesante: para una visión tradicional del hacer histórico y el uso instrumental de la web mejor hacer otro libro, un libro de sentido común (del que también puede existir una versión “global”).

Web History es uno de los libros de “Digital Formations”, la colección de la editorial Peter Lang que se ocupa de la investigación en internet (aún si el sintagma “digital research” todavía es ambiguo). El libro es heterogéneo, toca tema no centrales de la investigación histórica y algunas de sus entradas son aún demasiado parecidas a las ponencias que le dieron origen; sin embargo es un libro que desde sus secciones presenta muy bien las problemáticas que en algunos centros de producción del conocimiento comienzan a estabilizarse como áreas. Para aquellos investigadores e investigadoras que empiezan a intuir que, desde un tiempo a esta parte, la web está ocupando un poco más de tiempo en su trabajo, este es un libro que vale la pena hojear.

Notas

1 Sobre estos temas puede leerse la producción de Jakob Nielsen, uno de los más grandes expertos en usabilidad. Disponible en: <http://www.useit.com/alertbox/>. Acceso en: 13/08/2010.

2 El programa del evento puede consultarse en: <http://cfi.au.dk/en/events/conferences/wsh08/program/>. Acceso en: 13/08/2010.

Approach, Reino Unido, 2001; PEARCE, Celia y ARTEMESIA. Communities of Play. Emergent Cultures in Multiplayer Games and Virtual Worlds. EEUU, MIT, 2009.

Nicolás Quiroga – Doutor em História e Professor da Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMP) e pesquisador do Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Teconológicas (CONICET) / Argentina.