Amado Alonso en la Argentina | Miranda Lida

Después de consolidar una distinguida trayectoria como historiadora del catolicismo argentino, casi de un modo natural Miranda Lida fue virando el registro de su producción científica hacia la historia intelectual con sesgo transnacional. Ese derrame hacia temas en apariencia nuevos, contiene tanto su atención al pulso de la historia política, social y cultural de la Argentina, como su experiencia en el manejo de algunas de las múltiples interconexiones mundiales impulsadas por la Iglesia Católica –es que podría decirse, como el especialista en historia del catolicismo francés Étienne Fouilloux y el internacionalista Robert Frank, que no hay historia del siglo XX sin la intromisión del hecho religioso. Munida de ese rico bagaje, distintos trabajos muestran esta deriva hacia ámbitos que, por razones familiares, le son muy cercanos, inscribiéndose también allí su atención al Instituto de Filología, fundado en 1922 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Condensado dicho haz de propicias circunstancias en este breve y delicioso libro centrado en la figura de quién fuera su director entre 1927 y 1946, el español Amado Alonso, la autora reconoce la directa relación con su anterior obra Años dorados de la cultura. Los hermanos María Rosa y Raimundo Lida y el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires –enriquecido por la consulta de más archivos, epistolarios y fuentes. La perspectiva global en la que lo enmarca –que podría interpretarse como un ejercicio de transdisciplina–, supera el espacio cultural de la Buenos Aires de los años veinte, treinta y cuarenta, para extenderse a la vez por diversos circuitos que van de Europa a las Américas, de España a la Argentina, y por variados registros temporales, que atraviesan categorías históricas complejas –es decir, no simples– como hispanismo, americanismo, regeneracionismo, fascismo, franquismo, peronismo. Son aquellos tiempos de plurales iniciativas culturales sobre la Argentina y la región, provenientes de distintas naciones, como EEUU, Francia, Alemania, Italia, España, que apenas logran disimular propósitos de crear comunidades de intereses e identidades. Todo este recorrido se colige en los Agradecimientos y la Introducción, así como en las Fuentes y Bibliografía de la obra.

Los capítulos 1 y 2 exponen los nexos académicos y universitarios que operaron en el espacio iberoamericano en las primeras décadas del siglo XX favoreciendo una nueva vinculación en clave cultural, que Miranda Lida expone en la singularidad del caso argentino. La presencia de los inmigrantes españoles, el lazo vivo del idioma y los principios del movimiento reformista, ayudan a explicar la decisión del entonces decano Ricardo Rojas, empeñado en dotar a los tradicionales campos humanísticos, de mayores dosis de profesionalidad y cientificidad. El autor de La restauración nacionalista gestionó ante el erudito Ramón Menéndez Pidal el concurso del Centro de Estudios Históricos de Madrid y de los estudiosos españoles que desde allí ampliaban sus saberes en los principales núcleos universitarios europeos y norteamericanos. Tras una breve y controvertida dirección del catedrático Américo Castro, seguido de efímeras gestiones, el más eficaz organizador arribó desde una España regida por la “blanda” dictadura de Primo de Rivera, donde aún persistían ciertas dosis de convivencia, como lo demuestran los encuentros de Alonso con su embajador en Buenos Aires, el escritor tradicionalista Ramiro de Maeztu, de las que hace mención Lida. El joven filólogo se introdujo bien pronto en los círculos frecuentados por las clases cultas, en foros y tertulias literarias, replicando su voz en la prensa periódica. Argumenta que ello era acorde con la expectativa de jugar un papel público conveniente para consolidar los propósitos que albergaban junto con Menéndez Pidal. Con un creciente pero trabajado respaldo universitario y social, el hacer de Alonso hizo una diferencia notable, ampliando per se o a través de sus colaboradores, los estudios filológicos españoles hacia los temas latinoamericanos y particularmente, argentinos, con análisis sobre su léxico gauchesco, relevamientos fonológicos en zonas andinas, estudios del guaraní. También se prodigó con publicaciones y conferencias en asociaciones regionales españolas en la Argentina, en particular con la Institución Cultural Española. Si transitó el circuito cultural trazado entre Buenos Aires y La Plata, recorrió diversas universidades de la región, hasta que, como consigna Lida, en 1941 comenzó a relacionarse con las principales de los Estados Unidos, como Chicago, Columbia, Harvard, Princeton y Los Ángeles.

En los apartados 3 y 4 de libro, Miranda Lida procura distribuir los ricos aspectos de la Vida Universitaria, la Vida Literaria y la Vida Pública de Amado Alonso en la Argentina. Ya estallada la guerra civil en España, se sumó al esfuerzo de Gonzalo Losada y otros socios para levantar una editorial que difundió la labor de intelectuales transterrados y donde él mismo contribuyó con obras propias y traducciones, arrimando novedades literarias y obras de los más prestigiosos especialistas de la teoría del lenguaje, en un momento que la industria editorial argentina se erigió en la más pujante de Hispanoamérica. No eligió el exilio español, pero a él se plegó, frecuentando aquellos que ya habían comenzado a llegar al Río de la Plata tras la sublevación contra la II República y los que, amparados en sus contactos preexistentes, se refugiaron en una Argentina que lejana a los focos bélicos, era “un lugar europeo y civilizado”, al decir de Emilia de Zuleta. Mientras en España se implantó la dictadura del general Franco, el Instituto de Filología argentino alcanzaba su “edad dorada” –en 1939 su alma mater madrileña era disuelta por decreto–, con una notable capacidad de irradiación continental.

Instalado en la Argentina, en 1932 había encabezado la lista de los primeros incorporados como miembro correspondiente por España de la Academia de Letras creada por el general Uriburu –proyecto por el que Menéndez Pidal y Alonso laboraron entre las figuras del canon literario de la época– y en 1936, de la Academia de la Historia impulsada por el general Justo. Las mudanzas de la II Guerra Mundial, y cómo subraya Lida, el rechazo por el régimen militar de 1943 del que nació el peronismo, arrastrando características que herían a significativos ámbitos sociales y culturales, empujaron a Alonso a aceptar ofrecimientos laborales de América del Norte, emigración que impactó negativamente en el derrotero del Instituto. Lida relata en el último de los cinco capítulos de su libro, titulado “Desenlace y conclusión”, las excusas burocráticas con que las autoridades universitarias lo obligaron a tomar tal camino a los pocos meses de asumir el general Perón, a los que habría que sumar concretos actos de amedrentamiento policial que sufrió.

Alonso llegó a echar raíces en el país: fruto del matrimonio con Joan Evans habían nacido cuatro hijos -aspectos privados a los que el libro no hace referencia. Según sus biografías, lo hizo, no sin antes visitar “privadamente” la España de Franco con su prole, lo que muestra que no se trató de un perseguido o represaliado, sino más bien, de quién prefirió libertad.

Más allá de alguna intrascendente errata de nombres –una que sí es importante es la confusión entre los posteriormente exiliados Luis Jiménez de Asúa, el renombrado jurista, y su hermano médico Felipe, encargado de negocios español en Buenos Aires entre abril de 1937 y junio del 38–, el libro de Miranda Lida reconstruye vicisitudes de personajes claves del escenario cultural argentino y compone una cercana descripción de los avatares de un instituto de investigación universitaria, que no han cambiado demasiado con los años. Lo que si lo hace propio del contexto son, por ejemplo, los vericuetos de las relaciones con los EEUU, los que se consignan y los que se imaginan, dado los intercambios y propuestas que desde allí llegaban. Resulta curioso, por ejemplo, la preocupación de Alonso por John Griffiths, profesor de Literatura Hispánica en la University of Southern California, quién a mediados de 1940 había llegado al Instituto para realizar un nonato doctorado de Estudios Hispánicos, para luego ser designado agregado cultural por el Departamento de Estado y después special assistant e informante del embajador Spruille Braden.

Cómo demuestra acabadamente con este libro, es dable esperar mucho de la productividad de Miranda Lida, capaz de promover la discusión y remover un territorio de conocimientos tan rico que incluye la internalización de las ciencias, la diplomacia cultural, los exilios, las vinculaciones trasnacionales.


Resenhista

Beatriz Figallo – Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Nodo Instituto de Historia, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario, Universidad Católica, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

LIDA, Miranda. Amado Alonso en la Argentina. Una historia global del Instituto de Filología (1927-1946)Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2019. Resenha de: FIGALLO, Beatriz. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.11, p. 236- 239, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]

BAKER Simon (Aut), Roma. Auge y caída de un imperio (T), Editorial Ariel (E), GALLO Carolina Elisabeth (Res), Pasado Abierto (PAr), Império Romano,

Simon Baker nació el 30 de julio de 1969 en Launceston (Australia), fue profesor de Estudios Clásicos de la Universidad de Oxford y se unió a la Unidad de Historia de la BBC en 1999, donde trabajó en Timewatch y en una amplia gama de programas sobre el mundo clásico. En la actualidad, es el productor de desarrollo de la serie BBC One Ancient RomeThe Rise and Fall of an Empire.

En Roma. Auge y caída… Baker realiza un recorrido por la historia del Imperio romano desde su nacimiento hasta “su caída”. Es una obra de extensión breve teniendo en cuenta que comprende 900 años de historia en unas apretadas 448 páginas. El libro, además de contribuir al debate historiográfico de diversos aspectos del mundo romano antiguo, ofrece una contundente explicación sobre la caída del imperio romano de occidente.

El libro contiene 6 capítulos, que son tomados por Baker como etapas decisivas en la vida de Roma. Podemos ver una simple división entre la primera parte, referente a los asuntos de la res publica (los primeros tres capítulos), y, una segunda parte, concerniente a los asuntos de las fronteras y las invasiones (los tres capítulos restantes).

Baker utiliza el término revolución. Es importante resaltar esta condición, puesto que los grandes cambios políticos o conflictos, para el autor son introducidos en la vida política de Roma como revoluciones que vienen a cambiar el escenario político en el que se vivía. Y a su vez, estas revoluciones podían trastocar las piedras angulares (otro término de Baker) que eran los valores con los que se fundó la República romana.

La obra comienza por un apartado titulado “Las siete colinas de Roma”. Trata de la naciente vida política de Roma que comienza con la fundación de la República. Este período fue tomado por el autor como la primera gran revolución, donde se reivindican piedras angulares que representan su idiosincrasia y a la vez el primer punto de inflexión en la historia romana.

En el primer capítulo, “La Revolución”, Baker analiza la vida de Tiberio Graco. En la naciente República se produce otra revolución que involucra a los plebeyos y los deseos de participar en la política romana; y que tiene como consecuencia la creación del Tribuno de la Plebe y las Asambleas Tribales. Hacia la República tardía, la vida romana se vuelve a convulsionar con la irrupción de los hermanos Graco. Este hecho es importante, ya que el autor lo resalta como una apología moral de la historia romana. Es decir, el camino tomado por Tiberio fue interpretado por el senado como un intento para acceder a un poder unipersonal que contrastaba con la piedra angular de la cooperación y la concordia de la República. Paralelamente, se analiza el desarrollo de una gran expansión del territorio, que tiene su punto álgido con las guerras púnicas y, por tanto, la conquista del Mediterráneo.

El segundo capítulo, “César”, Baker repasa la vida de César, y su carrera política hasta alcanzar el poder unipersonal. La trayectoria de César es resaltada, además, como el punto de inflexión más decisivo de la historia romana. Desde el comienzo del mando de Sila empieza a producirse un choque de ideas dividiendo a Roma en populares y optimates. Una de las diferencias de pensamiento que llevó a estas facciones a enfrentarse fue la discusión sobre quien debía elegir los cargos militares, si tenía que ser el Senado o si tenía que ser el pueblo.

Para los siguientes dos capítulos el autor realiza un apartado que se titula “Augusto”. Aquí se analiza muy bien como Augusto allana el camino para concentrar el poder, es decir, como el juego de persuasión y generosidad pasa a jugar a favor de Octaviano. En una escalada de poder, en el que el senado jugaba un rol importante, Augusto logra otro punto de inflexión en la historia romana a través del vaciamiento del poder senatorial y plebeyo y la reforma del ejército.

En el capítulo tres: “Nerón”, es donde se ve la situación crítica a la que llega el poder unipersonal. Así queda expuesta la magnitud del problema por la sucesión al trono, lleno de intrigas, inseguridad y asesinatos. Un ejemplo claro fue el ascenso de Nerón, gracias a la planificación de su madre Agripina. El autor considera al Imperio como una monarquía hereditaria. Al no haber hecho Augusto un legado de sistema de sucesión, el acceso al poder se veía dificultado por obstáculos muy peligrosos. La sucesión se regía con la antigua costumbre de adopción. Y la legitimidad se construía en torno al linaje sucesor de Augusto.

El capítulo cuatro “Rebelión” trata del conflicto con Jerusalén. Este conflicto rompe con otra piedra angular de Roma: la pax romana. La guerra entre judíos y romanos fue desatada por la provocación del procurador Floro al entrar a la iglesia de Jerusalén y saquearla en busca de plata. Esta provocación irritó a los judíos, quienes se levantaron en una revuelta que se propagó por toda la provincia de Judea matando miles de soldados romanos. La reacción de Roma no se hizo esperar y Nerón puso a cargo de la guerra a Vespaciano. Junto con su hijo Tito dirigieron una guerra sangrienta que duró tres años. Quedó así al descubierto el mal manejo de la administración romana y el riesgo de la ciudadanía. Una vez resuelto el conflicto y haber aplastado la rebelión, Roma disfruta de una nueva estabilidad política, llamada edades de oro.

Baker expone un último apartado titulado “Adriano”, para luego terminar con los dos ultimo capítulos. En su opinión, Adriano es el responsable de introducir otro cambio significativo que está relacionado con la administración de las fronteras. Su política fue la de mantener las fronteras y no seguir con la expansión territorial a la que estaban acostumbrados. Empieza un proceso de romanización. Pasada la crisis del siglo III y la división del imperio en un gobierno tetrárquico, Roma da un paso hacia una nueva revolución, la presencia del primer emperador cristiano.

En el capítulo cinco “Constantino”, el autor relata cómo el emperador de occidente lentamente introduce el cristianismo y cómo la nueva religión le va ganando territorio a la Roma pagana. Descripta por el autor a esta transición como otra revolución, una de la más importante. Fue tan importante hasta el punto de generar una guerra de religiones con el imperio oriental. La Roma oriental estaba gobernada por su cuñado. Pronto se desataría una guerra entre Constantino y Licinio. Constantino ganó la guerra y asumió el objetivo de estabilizar el Imperio con el cristianismo. Sin embargo, una vez asumido el poder absoluto, Constantino no impuso el cristianismo como religión oficial, sino que por medio de diferentes edictos y concesiones a la iglesia cristiana ayudaron a la fosilización de la Roma pagana. Por ejemplo, se erradicaron iglesias paganas, mediante donaciones de propiedades los obispos adquirieron poder y estatus. A su vez ayudó dentro de la iglesia cristiana a unificarse con el primer concilio, llamado Concilio de Nicea, que impuso una única doctrina cristiana.

Finalmente, en el capítulo seis “Caída”, el autor expone la causa de la caída del Imperio de occidente: las invasiones bárbaras. Fueron en oleadas desgastando el poder imperial. Este poder imperial después de la muerte de Constantino fue menguando y vaciándose de significado. Alarico y Atila son ejemplos que el autor analiza para marcar las debilidades y dificultades del ejército (otra piedra angular). Entre 378 y 476 d. C. las fuerzas que llevaron a cabo el saqueo personificaron las ondas expansivas que hundieron el Imperio de occidente. Hubo tres momentos críticos durante este periodo. Un primer momento, en el 378 d. C., cuando los godos le declararon la guerra a Roma y finalmente le ganó. En consecuencia, Roma tuvo que cederles territorio. Un segundo momento, entre 406 y 407 d. C., cuando sufre tres oleadas de invasión en manos de los hunos en el noreste del Imperio, los godos en Florencia y los vándalos, alanos y suevos en la frontera norte. Y un tercer momento, se generó cuando el ejército de Britania nombró a Constantino III emperador, y sumó el ejército de la Galia e Hispania tras derrotar a los suevos, alanos y vándalos. De esta manera el escenario en occidente era devastador, Britania, Galia e Hispania bajo el mando de Constantino III, miles de invasores filtrándose en el territorio romano, Alarico esperando firmar la paz y el emperador Honorio con las provincias de Italia, Sicilia y el norte de África. El último emperador de Roma occidental se llamaba Rómulo Augústulo, Rómulo es el nombre del fundador de Roma y Augústulo, el diminutivo de Augusto. Un curioso dato que Baker toma como un reflejo de cómo se cierra el círculo. En definitiva, la caída simbólica de occidente se remonta al año 476 d. C., cuando Odoacro no es atraído por el título de emperador y decide que las investiduras purpuras sean entregadas a Zenón, emperador de Roma oriental.

Revoluciones y piedras angulares son el aporte del autor a la hora de explicar porque las invasiones bárbaras son la causa de la caída del imperio. Esta sucesión de revoluciones cambia la estabilidad política y debilitan las piedras angulares que sostienen al imperio. En este orden de ideas, la obra se vuelve amena para que el lector a través de los capítulos que destaca el autor entienda porque el imperio más magnifico del mundo antiguo tuvo una caída tan abrupta. Aunque contenga un carácter sencillo, Baker tiene un agudo conocimiento de la vida romana y del análisis de las fuentes que usa, permitiendo una fácil interpretación al lector.


Resenhista

Carolina Elisabeth Gallo – Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

BAKER, Simon. Roma. Auge y caída de un imperio. Madrid: Editorial Ariel, 2017. Resenha de: GALLO, Carolina Elisabeth. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.11, p. 240- 244, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]

DIP Nicolás (Aut), Libros y alpargatas. La peronización de estudiantes/ docentes e intelectuales de la UBA (1966-1974) (T), Prohistoria Ediciones (E), MARTÍN Lucio Emmanuel (Res), Pasado Abierto (PAr), Peronização das Universidades Argentinas, Universidade de Buenos Ayres UBA, Séc. 20, América – Argentina

El libro de Nicolás Dip, Libros y alpargatas, se propone como una contribución al estudio del proceso de politización de las universidades argentinas durante los años sesenta y setenta. En ese campo de estudios, el autor profundiza en el proceso de peronización de docentes, estudiantes e intelectuales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para el período que se extiende entre 1966, momento de la intervención de las universidades impuesta por la flamante dictadura comandada por el general Juan Carlos Onganía, y 1974, año en que se sanciona la ley universitaria 20.654 durante la presidencia de Juan Domingo Perón. Producto de su tesis doctoral, Dip desarrolla a lo largo de cinco capítulos una investigación que se asienta sobre la reconstrucción de la trayectoria de los sectores que se identificaron con el peronismo desde una perspectiva revolucionaria, el proyecto de universidad que estos sectores tenían y que, además, buscaban implementar en el marco del tercer gobierno peronista de principios de los setenta y, finalmente, los debates, puntos de encuentro y divergencias que estos sectores peronizados entablaron con otros sujetos del campo político-cultural.

En el primer capítulo el autor indaga los momentos iniciales del proceso de peronización de diversos sectores universitarios en el período que va entre el golpe de Estado de Onganía en 1966 y la desarticulación de la CGT de los Argentinos (CGTA) en 1970. El centro de este apartado gira en torno a las formas en que estos grupos interpretaron el mencionado golpe de Estado, al peronismo y el lugar fundamental que en estas discusiones ocupó el auge, desarrollo y desaparición de la CGTA. Una cuestión que complejiza el análisis es que en el “pasaje al peronismo” que experimentan estos primeros grupos universitarios no se observan sólo puntos de ruptura, sino que también pueden rastrearse líneas de continuidad ideológica con el período anterior al golpe de 1966. Asimismo, Dip le otorga un lugar importante a la experiencia de las llamadas “Cátedras Nacionales”, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en la peronización de los estudiantes que transitaron sus clases hacia fines de los años sesenta y comenzaban a leer al movimiento liderado por Perón en clave de un nacionalismo revolucionario a tono con las rebeliones emancipatorias del Tercer Mundo.

En el segundo capítulo avanzamos en el tiempo para profundizar en los debates que los universitarios peronistas se dan hasta principios de los años setenta. Los puntos nodales de este apartado giran en torno a la aparición de la revista Antropología 3er. Mundo (1968-1973), la desaparición de las “Cátedras Nacionales” estudiadas en el capítulo anterior y la emergencia de los cuerpos de delegados en la UBA. Antropología 3er. Mundo, publicación dirigida por el antropólogo Guillermo Gutiérrez, fue una experiencia editorial anclada en el peronismo revolucionario íntimamente ligada a las “Cátedras Nacionales”. Dip la utiliza como principal insumo para reflexionar sobre la denominada cuestión universitaria que, en clave de la tradición peronista, puede entenderse en torno a dos temáticas principales. Por un lado, como la discusión sobre el desencuentro entre el movimiento dirigido por Perón y los universitarios y, por otro lado, como los debates sobre el tipo de universidad que el Pueblo necesita.

En el tercer capítulo se reconstruyen las tramas organizativas que los universitarios peronistas se dieron hacia principios de los años setenta. En un marco ceñido por la creciente radicalización político-social que dio por tierra con los proyectos de la Revolución Argentina, el regreso de Perón a fines de 1972 y la apertura electoral sin proscripciones, que tuvo como corolario el triunfo electoral que llevó a la presidencia a Héctor J. Cámpora, los sectores de izquierda del peronismo, hegemonizados por la organización político-militar Montoneros, impulsaron la organización de frentes de masas entre los cuales se destaca la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Dip inserta la organización de los peronistas universitarios en el marco más amplio de las juventudes peronistas en general, reconstruyendo diversos y simultáneos intentos de confluencia entre los que destacan espacios como el Consejo Nacional Reorganizador de la JP y la Mesa de Trasvasamiento Generacional. El estudio de diversas organizaciones estudiantiles le permite al autor afirmar que la conformación de la JUP no fue un mero producto de decisiones verticalistas, sino que un elemento clave a considerar es el sustrato de activismo y militancia previa existente a partir de la peronización de las capas media universitarias.

Si en el segundo capítulo el insumo principal fue Antropología 3er. Mundo, en el cuarto apartado se estudia la revista Envido (1970-1973) para reconstruir los debates que el peronismo de izquierda universitario se dio en torno a los problemas propios de las casas de altos estudios. Envido fue una experiencia editorial dirigida por Arturo Armada y, al igual que Antropología Tercer Mundo, se encontraba vinculada a las “Cátedras Nacionales”. Ligada al ámbito universitario, hará énfasis en el análisis de problemáticas políticas y estudios de coyuntura desde su primer número. En sus páginas se publicarán también documentos de agrupaciones universitarias peronistas junto con artículos referidos al debate político de la universidad. Dip plantea que en esta revista podemos encontrar plasmado un proyecto de universidad, propio de un nuevo peronismo universitario que el autor caracteriza como un intento de superación de la disputa entre reformistas y anti reformistas, donde se ponen en cuestión los objetivos, las lógicas y las estructuras propias de las universidades.

El quinto y último capítulo estudia los debates que los sectores universitarios e intelectuales vinculados al peronismo de izquierda se dieron en el contexto político posterior a la elección de Cámpora como presidente y a la intervención de las universidades nacionales. Así, se estudia el nivel de influencia que espacios como la JUP y la Agrupación Docente Universitaria Peronista (ADUP), ambos creados en 1973, tuvieron en la intervención de la renombrada “Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires” bajo la gestión de Rodolfo Puiggrós. Si en un primer momento estos sectores lograron una influencia importante ocupando lugares de gestión, luego de la ruptura entre Perón y Montoneros y la sanción de la llamada “Ley Taiana” de universidad nacionales, ambas en 1974, comienza el declive del peronismo de izquierda en la universidad.

Según lo reseñado, podemos finalizar afirmando que el autor busca echar luz sobre el devenir del peronismo universitario luego del golpe de Estado de junio de 1966, realizado por la autodenominada Revolución Argentina (1966-1973), haciendo énfasis en la compleja conformación del mismo y las ideas que desarrollaron sobre la universidad como espacio específico en la particular coyuntura política y social de aquellos años. Hundiendo sus raíces en el período anterior a 1966, Dip plantea la existencia de un nuevo peronismo universitario que llegó a idear un proyecto novedoso para las casas de altos estudios argentinas en el marco del regreso del peronismo al gobierno hacia principios de los años setenta.


Resenhista

Lucio Emmanuel Martín – Centro de Estudios Regionales “Prof. Félix Weinberg”. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad Nacional de Sur. Colectivo de Estudios e Investigaciones Sociales, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

DIP, Nicolás. Libros y alpargatas. La peronización de estudiantes, docentes e intelectuales de la UBA (1966-1974). Rosario: Prohistoria Ediciones, 2017. Resenha de: MARTÍN, Lucio Emmanuel. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.11, p. 245- 248, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]

RAMACCIOTTI Karina Inés (Aut), Los accidentes laborales en perspectiva histórica (T), Universidad Nacional de General Sarmiento (E), MADDALENA Pablo Daniel (Res), Pasado Abierto (PAr), História dos Acidentes de Trabalho

Las formas de resolver las problemáticas que traía toda lesión sufrida por un trabajador en el desempeño de su oficio estuvieron a la vanguardia de las discusiones acerca de cómo arbitrar los desajustes que originaban los procesos productivos. Muchos de los países europeos que a pasos firmes avanzaban tras la huella de la industrialización, para fines del siglo XIX y a la luz de la evolución de la doctrina jurídica, habían dotado de materialidad a la sanción de marcos legislativos que buscaban paliar los efectos no deseados que legaban los infortunios del trabajo. Como espejo de tales regulaciones, y un tanto diacrónicamente, las elites gobernantes y los cuadros técnicos argentinos, pusieron en la agenda política de principios de novecientos, la necesidad de normar la gestión de los accidentes de trabajo.

Los accidentes laborales en perspectiva histórica forma parte de una colección organizada por la Universidad Nacional de General Sarmiento, en la cual se pone el foco en una serie de debates parlamentarios que fueron claves en la historia argentina, en tanto suscitaron importantes controversias. El libro cuenta con una selección de documentos efectuada por Karina Ramacciotti, donde se reproducen los proyectos legislativos y los debates parlamentarios que condujeron a la sanción de la ley n° 9.688 que, sobre los accidentes de trabajo, se promulgó en 1915 en Argentina. Ramacciotti también realiza un estudio preliminar, en el cual se encarga de rescatar los antecedentes legislativos con que contó la ley de accidentes laborales, y no sólo en reparar en los elementos que se buscaron regular, sino también en ilustrar los intereses que pusieron en juego los representantes de diversos actores sociales que se decidieron a motorizar su discusión en el ámbito parlamentario. La autora sostiene que en el primer proyecto de ley para gestionar los riesgos de trabajo, que en 1902 presentaron los diputados conservadores Belisario Roldán (h) y Marco Avellaneda, estuvieron ya presentes aspectos que volvieron a discutirse en los proyectos subsiguientes: la definición de accidente, el concepto de responsabilidad patronal, la reglamentación de los seguros. En sintonía con el clima de época, la preocupación de Roldán y Avellaneda estuvo ligada a responder a las problemáticas sociales, y por medio de su carácter reformador lograr mitigar la conflictividad obrera.

La obra también indaga en otra serie de proyectos legislativos que trataron el tema de la accidentalidad en el trabajo con anterioridad a 1915. Allí, hay un propósito de evidenciar cómo voces variopintas dieron impulso a la cuestión y, a pesar de representar a sectores sociales en pugna, sus propuestas encontraron una serie no menor de puntos concordantes. Así, por ejemplo, se destaca que, en 1906, la Unión Industrial Argentina presentó un proyecto que entre sus puntos prioritarios incluyó la obligatoriedad de la contratación de un seguro obrero que recaía sobre las entidades patronales. Tal cuestión fue compartida por el proyecto de ley que, en 1907, el diputado socialista Alfredo Palacios puso a discusión de la cámara baja. Mientras para la UIA, la propuesta se orientó a darle reglamentación a una práctica generalizada en las grandes empresas, Palacios vio en las aseguradoras garantías más efectivas para que los trabajadores percibieran sus indemnizaciones. Ramacciotti también se ocupa de destacar que las agencias estatales y sus funcionarios tuvieron un rol relevante en la proyección legislativa y los debates que se dieron en su seno. Joaquín V. González, en su función de ministro del Interior, y a través de su pretendido Código Nacional del Trabajo de 1904, dedicó un título de su obra al tratamiento de los accidentes laborales. En 1907, José Matienzo, presidente del Departamento Nacional del Trabajo, presentó también un proyecto al respecto, que en los años siguientes se acompañó de una tarea ligada a la recolección de información sobre los infortunios laborales, mostrando el interés estatal por la temática y dotando a las discusiones de argumentaciones técnicas.

Ante el interrogante de por qué la sanción legislativa demoró más de una década desde que el primer proyecto para gestionar los accidentes fue presentado en el parlamento, Ramacciotti aporta una sugerente respuesta e identifica que el propio funcionamiento legislativo y sus avatares, se entrecruzaron con la especificidad de la temática tratada, que colocó a la tradición socialista frente a grupos conservadores y a ciertos sectores católicos. En contraposición a ello, la autora encuentra dos aspectos que a su criterio fueron un punto de quiebre que agilizó el tratamiento y la posterior sanción de la ley n° 9.688. Por un lado, la reforma electoral de 1912, al plantear una discusión sobre la ciudadanía política, incitó al debate y tratamiento de demandas obreras largamente desatendidas. Por otro lado, la llamada “Catástrofe del Riachuelo” que tuvo lugar en mayo de 1913 y provocó la muerte de trece obreros, dio lugar a rituales fúnebres en cuya masividad se exteriorizó la demanda a la intervención estatal, que finalmente sancionó la ley n° 9.085, por la cual se indemnizó a las familias de los trabajadores víctimas del accidente y a los heridos, constituyéndose en una norma que preludió la ley promulgada dos años más tarde.

En Los accidentes laborales en perspectiva histórica hay una aguda reflexión acerca de cómo funcionó el sistema de indemnización en favor de los trabajadores que habían padecido una lesión. Allí, se muestra el modus operandi de la indemnización en base a la renta, y se destaca que dicho mecanismo fue muy cuestionado en detrimento del resarcimiento sustentado en el capital, es decir, por el pago total del monto en una única vez. Ramacciotti pone énfasis en el desempeño de las compañías aseguradoras y los artilugios que practicaron para evitarse cumplir con sus obligaciones. Mecanismos similares fueron utilizados por los patrones, lo cual sirve a la autora para discutir la efectividad y uniformidad que puede proporcionar toda legislación al ser implementada. En diálogo con ello, se evidencia cómo las particularidades de cada caso judicializado devinieron en dictámenes jurídicos que pudieron o no accionar el derecho indemnizatorio en favor del trabajador.

El tratamiento de las enfermedades profesionales es seguido con atención en el texto, y se pone el foco en la tuberculosis como puerta de entrada para vislumbrar los vaivenes y las modificaciones que padeció la ley n° 9.688. Ramacciotti repara en las dificultades que existieron para vincular a la enfermedad como consecuencia de la tarea realizada y para determinar sobre qué patrón recaía la responsabilidad resarcitoria, fundamentalmente a causa de la paulatina manifestación de aquellas. También se indagan las inclusiones y exclusiones a que dio lugar la cobertura legislativa, y de qué manera, hasta 1940, sectores como el agrícola estuvieron exentos de los derechos laborales que otorgaba la norma. Al mismo tiempo, el reconocimiento de los accidentes antes o después de la jornada laboral también fue objeto de disputas. La interpretación jurídica fue ampliando su alcance, y para 1940 fue obligación patronal indemnizar al obrero accidentado en el trayecto entre su domicilio y el lugar de trabajo.

Ramacciotti relaciona de forma muy sugerente la cuestión de los accidentes de trabajo en diálogo con la formulación de un sistema de seguridad social, cuestión que cobra impulso en los años medios del siglo XX. Consecuencia de esos lazos, la autora divisa una serie de transformaciones institucionales que impactaron sobre el tratamiento que venía dándose a los accidentes laborales. A raíz de ello, las atribuciones de la Secretaría de Salud Pública entraron en tensión con las funciones de la Secretaría de Trabajo y Previsión bajo cuya órbita se creó el Instituto Central de Medicina Preventiva. Si bien los vaivenes políticos argentinos para mediados de la centuria pasada inhibieron la concreción de proyectos vinculados al tratamiento y rehabilitación de los obreros accidentados en el ejercicio de su tarea, hay una clara muestra de que la prevención se erigía como un componente central a la hora de constituir un sistema de seguridad social.

Por último, Ramacciotti se detiene a reflexionar en el recorrido que, desde lo acontecido en 1915, tuvo la regulación de los accidentes de trabajo a lo largo del siglo XX, como una muestra de lo imperioso que son los estudios de más largo aliento, a través de los cuales ilustrar las complejidades, las continuidades y también las rupturas que sufrió la regulación de los riesgos de trabajo en Argentina. La autora revisita las modificaciones legislativas que tuvo el tema a lo largo de las últimas tres décadas, como mecanismo para demostrar la centralidad y contemporaneidad que los accidentes de trabajo tienen dentro de la regulación de las relaciones laborales. De esa manera, en su estudio, Ramacciotti logra condensar un amplio abanico temático y temporal que atraviesa el tratamiento de los accidentes de trabajo, y nos demuestra que el tema fue y sigue siendo arena de disputa y, como en tiempos pretéritos, demanda hoy día estar inserto en la agenda estatal y ser objeto de estudio de las ciencias sociales.


Resenhista

Pablo Daniel MaddalenaInstituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

RAMACCIOTTI, Karina Inés. Los accidentes laborales en perspectiva históricaLos Polvorines: Universidad Nacional de General Sarmiento, 2019. Resenha de: MADDALENA, Pablo Daniel. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.11, p. 249- 253, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]

SARESELLA Daniela (Aut), Catholics and Communists in Twentieth-Century Italy. Between Conflict and Dialogue (T), Bloomsbury Academic (E), PATTIN Sebastián (Res), Pasado Abierto (PAr), Católicos, Comunistas, Séc. 20, Europa – Itália

La historiografía italiana sobre la Iglesia y el catolicismo emprendió en los últimos años una diversificación temática y metodológica teniendo en cuenta sobre todo la segunda mitad del siglo XX. La llamada «crisis católica» posterior al Vaticano II (1962-1965) recibió una especial atención por el diálogo cristiano-marxista y las nuevas experiencias pastorales (Santagata, 2016; Inaudi y Margotti, 2017). El libro de Saresella, que contiene una introducción, siete capítulos de contenido, conclusión, bibliografía e índex, examina las relaciones entre el universo católico y el mundo de la izquierda italiana a lo largo del siglo XX.[1] La investigación se funda en un repertorio variado de fuentes que incluyen por ejemplo desde cartas personales del archivo de Romolo Murri pasando por diarios, revistas y boletines hasta libros escritos por reconocidos católicos como Benedetto Croce y Franco Rodano, pero también en una sólida lectura de bibliografía sobre historia italiana del siglo XX. Si bien está dirigido a un público de especialistas, el libro se configura también como una buena entrada a la historia del catolicismo italiano.

En la introducción (pp. 1-6) la autora presenta la estructura general de la obra señalando el propósito de examinar el impacto de la modernidad en la cultura católica italiana en el siglo XX. Los primeros tres capítulos titulados “Christianity and Socialism in Italy: The First Period” (pp. 7-22), “Catholic Anti-Fascists and their Relationship to the Left-Wing World” (pp. 23-58) y “From Catholic Communists to the New Openness to Centre-Left Governments” (pp. 59-84) conforman una suerte de unidad iniciada con la creación del Estado italiano hasta el final del papado de Pío de XII. El lento pero estable desarrollo industrial produjo importantes procesos migratorios y la incorporación de una gran porción de la población italiana a la naciente trama fabril, pero también la consolidación de ideas socialistas.[2] Saresella sostiene que, a fines de siglo XIX, algunos católicos aceptaron que debían colaborar con un socialismo ya arraigado en la sociedad.[3] Católicos y socialistas compartieron el rechazo a las políticas del Estado liberal y a las consecuencias sociales de la consolidación del capitalismo en Italia. Ello redundó en tensiones con una jerarquía empecinada en la estricta separación entre Iglesia y política a partir del Non expedit de la Santa Sede en 1868.

El ascenso de los movimientos de derechas y del fascismo en los años de entreguerras redundó en la persecución de modernistas, innovadores y críticos. Igualmente la estudiosa se enfoca en la izquierda del Partito Popolare (PP) que apoyó el diálogo con el Partito Socialista Italiano (PSI) para impulsar reformas sociales en beneficio de obreros y campesinos, pero también para frenar el ascenso de la violencia fascista. Pero con el Partito Comunista Italiano (PCI), fundado en 1921, persistió una relación de mutua desconfianza. La consolidación del fascismo implicó arrestos y exilios de miembros del PP que habían colaborado con las izquierdas, pero también violentos ataques contra instituciones religiosas. No obstante ello, también existió una censura a católicos radicalizados por izquierda por parte de la jerarquía.[4] Saresella documenta, en el mismo período, la emergencia de católicos asumidos como comunistas quienes, en general provenientes de la Acción Católica, impulsaron un acercamiento a las clases obreras. A partir de 1943, la Iglesia aspiró a integrar a los católicos comunistas dentro de la Democrazia Cristiana (DC), sucesora del PP, en el marco de quietud política y teológica propia del papado de Pío XII. Según la estudiosa, la inmediata posguerra determinó el fin de la colaboración entre la DC y los partidos de izquierdas, pero también la exclusión de las izquierdas de las coaliciones gobernantes hasta 1958 con la incorporación del Partito Socialista Democratico Italiano.

El diálogo aunque todavía infructuoso con la izquierda vino considerado como la condición de posibilidad para alcanzar la estabilidad política.

Los siguientes cuatro capítulos, “Changing Times” (pp. 85-106), “The Long Seventies” (pp. 107-118), “The Political System Heads towards Crisis” (pp. 119-148) y “On the End of the First and Second Millennium” (pp. 149-174), se aborda desde el ascenso de Juan XXIII y la apertura de la DC con el PSI hasta la actualidad. El papado de Roncalli abrió el horizonte para un catolicismo ansioso por profundizar su diálogo con las izquierdas en vista de una posible reconfiguración revolucionaria de las estructuras sociales vigentes.[5] Atendiendo la recuperación de ideas del filósofo francés Jacques Maritain, del humanismo personalista y del marxismo humanista, se pasó del diálogo a la construcción de una agenda común. La discusión sobre el aborto y el divorcio en la década de 1970 generó una crisis entre la DC y sus votantes.[6] Si bien la DC se opuso a ambos proyectos de ley, en años de la «contestación católica» numerosas agrupaciones católicas las apoyaron fervientemente.[7] En décadas de profundas transformaciones culturales la contestación católica representó una respuesta generacional con su momento culmine en 1968. El ascenso de Juan Pablo II en 1978 redundó en el quiebre en el diálogo de la DC con la izquierda ya que promovió un catolicismo enfocado en reintroducir los valores católicos y frenar la secularización. Alianzas y colaboraciones dieron paso a conflictos y enfrentamientos. La caída del muro de Berlín y en seguida de la URSS redundó no sólo en una crisis en el PCI, sino también en la creación de la Lega Nord, la caída de la DC y la división del electorado católico sumado a los perjuicios producidos por la corrupción y la mafia en el sistema político italiano. Ahora bien, ¿qué significa ser «católico de izquierdas» a partir de 1989 con la caída de la URSS? A modo de ejemplo, en la década de 1990 significaba pertenecer, pero criticar a la DC en la búsqueda de su renovación. Asimismo incluía a ex miembros del partido ya secularizados que se incorporaron a movimientos de izquierdas. Pero, a lo largo de la década, la definición se tornó más problemática y esquiva, la autora sostiene pues que pueden identificarse dos tendencias básicas una más radical y otra moderada en propuestas, interpretaciones y lecturas de la historia italiana. En el mismo período, la Iglesia italiana se acercó a los partidos de derechas que se pusieron el objetivo de legislar en defensa de la familia, en contra de las investigaciones sobre células madre y fecundación asistida.

En la conclusión (pp. 175-178), el aporte más interesante y original de la obra, identifica cinco sensibilidades católicas y sus respectivas formas de relacionarse con la cultura de izquierdas. En primer lugar, quienes interpretaron, a partir de un «cristianismo primitivo», un compromiso común entre escatología cristiana y utopía marxista por los pobres. En segundo lugar, católicos como Benedetto Croce, quienes consideraron posible separar política y religión para, en una segunda instancia, cumplir con las obligaciones de ambas esferas. En tercer lugar, «católicos moderados» que promovieron la colaboración aun sosteniendo agendas propias con la izquierda en el contexto de oposición al fascismo en la década de 1920. En cuarto lugar, quienes se propusieron abandonar la militancia y los ribetes políticos para centrarse en la opción religiosa comprometida con los pobres y los oprimidos en el contexto del Vaticano II. En quinto lugar, la llamada izquierda cristiana democrática nacida en la posguerra que intentó, y todavía intenta, la construcción de una agenda común con la izquierda. Dichas sensibilidades presentes o bien en una coyuntura determinada de la historia italiana (entreguerras, posguerra, década de 1960, Vaticano II, etc.) o bien a lo largo del siglo XX confirma la pluralidad presente en un catolicismo usualmente percibido como homogéneo, romanista, vaticano y conservador.

Por un lado, si bien la obra presenta una narrativa sólida y esclarecedora (representativa de la diversidad territorial y política del catolicismo italiano), podría beneficiarse de una mayor precisión conceptual respecto de términos como izquierdas, marxismo, socialismo y comunismo. Por el otro, las fuentes del libro se deslizan al ritmo de la sociedad italiana partiendo de libros, cartas y contribuciones de católicos notables hacia documentos propios de una sociedad de masas (e.g. partidos, organizaciones y publicaciones). Así también la autora ilumina a partir de recorridos individuales persistencias y transformaciones en las mentalidades del catolicismo afín al mundo de las izquierdas. Por todo ello, quien quiera discutir con otras tradiciones historiográficas acerca del diálogo cristiano-marxista en el siglo XX, encuentra en la obra de Saresella una buena oportunidad para contrastar preguntas e hipótesis, pero también para identificar semejanzas y diferencias con el catolicismo italiano.

Notas

[1] El libro no es una novedad en la trayectoria de la autora que, en 2005, publicó un libro dedicado al proceso de radicalización político-teológico en el catolicismo italiano en la década entre el fallecimiento de Pío XII y el Mayo francés en 1968 (Saresella, 2005). Luego siguió una investigación dedicada a los controversiales frailes de los Siervos de María en Milán (Saresella, 2008) y posteriormente una indagación donde abordó el catolicismo italiano afín a las izquierdas (Saresella, 2011).

[2] El primer intento católico de lidiar con los desafíos introducidos por el socialismo se cristalizó en el libro del padre Carlo Maria Curci Di un socialismo cristiano nella questione operaia (1885), pero también en la creación de la Unione Cattolica per gli Studi Sociali creada por Giuseppe Toniolo que, en 1894, publicó el Programma dei cattolici di fronte al socialismo. Así también nació el llamado «socialismo evangélico» de la mano de Camillo Prampolini (1859-1930) en Emilia-Romaña y Francesco Paoloni (1875-1956) en Lacio.

[3] La autora presta atención al recorrido de Romolo Murri fundador de la Lega Democratica Nazionale y ejemplifica el diálogo con la izquierda también con la presencia del grupo de sacerdotes sociales llamados Plebei y su diario La Plebe cerca de Boloña, el Gruppo Radicale Romano con Ernesto Buonaiuti en Roma y con la exhortación por justicia social y renovación religiosa de la revista Coenobium de Lugano (1906).

[4] La oposición al fascismo proporcionó el humus para una alianza entre católicos y partidos de izquierda que se cristalizó en la Constitución Italiana en 1947.

[5] La fundación de las revistas renovadoras como Relazioni sociali (1960) o Momento (1965) en Milán, Note di Cultura (1964) en Florencia y Il tetto en Nápoles (1964), pero también de centros de investigación y reflexión como el Centro Internazionale die Documentazione e Comunicazione (1956) y el Centro di ricerca per l’emigrazione (1963) en Roma se comprende a partir del pasaje de la cruzada al diálogo. La radicalización del catolicismo italiano principalmente de los jóvenes universitarios se interpreta a partir del rol polarizador en la cultura política del Mayo francés. Allí emergieron cuestionamientos contra el concordato entre Iglesia y el Estado, pero también la relación con el capitalismo y la estructura jerárquica de la Iglesia.

[6] La creciente distancia entre la DC y sus votantes se cristalizó también con la creación de la Lega Democratica y su revista Appunti di cultura e di política.

[7] Saresella menciona a Cristiani per il socialismo y revistas como Il Regno de Boloña, Testimonianze de Florencia, Idoc y Nuovi tempi de Roma, Il tetto de Nápoles y Il Foglio de Turín.

Referencias

Inaudi, S. y Margotti, M. (2017). La Rivoluzione del Concilio. La contestazione cattolica negli anni Sessanta e Settanta. Roma: Studium.

Santagata, A. (2016). La contestazione cattolica. Movimenti, cultura e politica dal Vaticano II al ’68. Florencia: Viella.

Saresella, D. (2005). Dal Concilio alla contestazione. Riviste cattoliche negli anni del cambiamento (1958-1968). Brescia: Morcelliana.

Saresella, D. (2008). David Maria Turoldo, Camillo De Piaz e la Corsia dei Servi di Milano (1943-1963). Brescia: Morcelliana.

Saresella, D. (2011). Cattolici a sinistra. Dal modernismo ai giorni nostri. Bari-Roma: Laterza.


Resenhista

Sebastián Pattin – Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

SARESELLA, Daniela. Catholics and Communists in Twentieth-Century Italy. Between Conflict and Dialogue. Nueva York: Bloomsbury Academic, 2019. Resenha de: PATTIN, Sebastián. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.11, p. 254- 258, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]

HORA Roy (Aut), ¿Cómo pensaron el campo los argentinos? Y cómo pensarlo hoy cuando ese campo ya no existe (T), Siglo XXI (E), ROSSI Ignacio (Res), Pasado Abierto (PAr), Latifúndio, Grande Propriedade, América – Argentina

“La Argentina respira campo”, dice Roy Hora, aludiendo a que la historia de mitos evocativos en torno a la potencialidad agropecuaria de nuestro país es innegable. Sin embargo, a pesar de la importancia del campo en el debate ciudadano, el latifundio en Argentina nunca gozó de legitimidad histórica. Es por ello que el autor se propone analizar cómo la manera de concebir a la gran propiedad se transformó a lo largo del tiempo examinando intelectuales, políticos y personalidades públicas que caracterizaron el espíritu de cada época y construyeron climas de ideas. A pesar del sólido antilatifundismo en momentos concretos de la historia argentina no se lograron reformas en el régimen de tenencia del suelo. Quizás esto podría entenderse por la imaginación política nacional y el dinamismo económico con capacidad inclusiva que, a pesar de todo, tuvo el campo en la historia argentina. Con esta hipótesis central, el autor recorre en tres apartados y una reflexión sobre el presente, el imaginario político y social de los argentinos sobre el campo.

En el primer capítulo, se discute el latifundio como un problema político, en el marco colonial de la América española y signado por una visión del campo relacionada con el atraso, la ignorancia y un primitivismo emanado de una vida preponderantemente pastoril contrapuesta a la primacía de la ciudad. Luego, en las antípodas del siglo XVIII, el argumento que asociaba la ocupación del suelo basada en la cría de ganados a campo abierto con un tipo inferior de organización social se extendió por el periodo borbónico. A partir de la revolución de independencia, un campo que dejaba de lado su pasividad social, emergía a la vida política para convertirse en una fuerza destructora y proclive al salvajismo. Sería con la lectura sarmientina que la gran estancia ganadera pasar a considerarse como un espacio social donde emergían liderazgos autoritarios que impedían la conformación de una sociedad de hombres libres. Incluso, luego de la Batalla de Caseros la crítica al latifundio, argumentada como el impedimento para la plena conformación de la República y las virtudes del farmer norteamericano se agudizaron. Sin embargo, problemas urgentes de la construcción nacional en un contexto de expansión económica y bienestar popular restó importancia a la cuestión del latifundio y, finalmente, durante los años dorados del crecimiento exportador se acallaron las impugnaciones que parecían irreductibles.

En un segundo apartado, el latifundio es considerado como un problema social. A pesar de la expansión de la política democrática y el ascenso del campesinado en toda Europa durante el último cuarto del siglo XIX, la gran propiedad sobrevivió en nuestro país. Las ideas económicas imperantes, que veían como irracional e improductiva a la gran propiedad y por ello estimulaban reformas agrarias, produjeron revueltas como las de “el grito de Alcorta” en 1912 en varios lugares del globo. La impugnación a la gran propiedad, como los orígenes de los problemas sociales de una próspera agricultura familiar y la buena acogida de todo el arco político contemporáneo de esta premisa, se tradujeron en diatribas moderadas que prácticamente no cuestionaron la concentración de la tierra más allá de algunos aspectos técnicos. Finalmente, la democratización producida desde 1916 marginó los problemas del campo de la lucha política. Durante la crisis de los años treinta, aunque el problema del campo y puntualmente las críticas a la figura del terrateniente volvieron al debate público, no irritaron a una clase gobernante ni a sectores populares que migraban a las urbes en busca de posibilidades. Como afirma Roy Hora, cuando la Gran Depresión quedó atrás, aún los sectores dirigentes veían en el campo el principal sector de un modelo de desarrollo que había posibilitado la diversificación productiva y la urbanización.

En un tercer apartado la cuestión agraria, en el contexto que abre el estallido de la Segunda Guerra Mundial, pasa a ser un problema económico. El cambio en el patrón de desarrollo provocado por el ascenso del peronismo trajo como parteaguas una batería de políticas que buscaron subsanar el retroceso de la actividad agrícola y su impacto en los chacareros. Las críticas dirigidas a una desacreditada clase propietaria, la caracterizaron como la “egoísta oligarquía” y reavivaron la cuestión de la reforma agraria al punto de ser una de las insignias en la campaña electoral de 1946. Compartido por los más diversos partidos políticos, se creó un clima sobre el que incluso se incursionó en algunas expropiaciones. Sin embargo, ante el impacto negativo de esta política en el área sembrada a partir de 1948, el gobierno dio marcha atrás para refugiarse en los argumentos económicos que dieron más importancia a una mayor productividad que al régimen de propiedad. Como asegura el autor, “su peor enemigo no era la elite terrateniente y sus aliados imperialistas sino la caída del producto”, lo que en última instancia derivaba del consenso que aún gozaba el campo en un patrón de desarrollo articulado con el crecimiento manufacturero. Posteriormente, aunque durante la etapa desarrollista volviera parcialmente la crítica al campo, esta se concentraría en la preocupación por el atraso tecnológico, finalmente subsanado por el favorable contexto de la Revolución Verde y de las inversiones extranjeras.

El último capítulo, dedicado a reflexionar en torno al campo en nuestros días, parte del irregular desempeño de la economía nacional desde los setenta. La pérdida de prestigio del sector manufacturero y las estrategias aperturistas configuraron un modelo de desarrollo que a comienzos del siglo XXI abrieron nuevas oportunidades a la exportación de bienes agrarios. De allí en más, el ascenso de las economías asiáticas y su demanda de bienes agropecuarios y alimenticios con mayor valor agregado devolvieron al campo argentino su lugar de prestigio y por eso, la cuestión del latifundio perdió lugar en el debate público. El conflicto del campo en el año 2008 sería la fiel expresión de la potencialidad de las empresas rurales frente a una tradición populista que, a pesar de sus denuncias, rara vez impugnó el régimen de tenencia del suelo. Un proceso de renovación de la burguesía caracterizado por la división de enormes estancias, el arrendamiento a gran escala, la sojización y la tecnología de la siembra directa, explicarían el auge de nuevas formas societarias en las que la tierra ya no es el marco de funcionamiento empresarial, sino, solo un factor de producción que no hizo otra cosa que poner a la pequeña propiedad en retroceso.

Este es un libro imprescindible para pensar el lugar del campo en el imaginario político y social de los argentinos con una perspectiva histórica, que en definitiva conduce a una reflexión compleja en torno al lugar del campo en la actualidad. En un país en el que la balanza comercial se torna regularmente deficitaria dejando a la economía en vulnerabilidad ante los shocks de demanda, la reflexión a la que nos invita Roy Hora constituye un aporte importante para aprender a sacar mejor provecho de las oportunidades que ofrece el campo de una manera más justa y equitativa.


Resenhista

Ignacio Rossi Universidad Nacional de Luján, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

HORA, Roy. ¿Cómo pensaron el campo los argentinos? Y cómo pensarlo hoy cuando ese campo ya no existe. Buenos Aires: Siglo XXI. Resenha de: ROSSI, Ignacio. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.11, p. 259- 262, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]

LOSADA Leandro (Aut), Maquiavelo en la Argentina. Usos y lecturas/1830-1940 (T), Katz Editores (E), SANGUINETTI Joaquín (Res), Pasado Abierto (PAr), Nicolau Maquiavel, Europa – Argentina, Séc. 19-20

Maquiavelo en la Argentina. Usos y lecturas, 1830-1940 es el título del último libro de Leandro Losada. La trayectoria de este autor presenta un interés particular por el estudio de las élites y las ideas políticas argentinas hasta mediados del siglo XX. Estudiar la recepción de la obra de Maquiavelo es, de algún modo, la ampliación de esta segunda atención por la historia nacional.

El florentino, autor ineludible, se prefigura en la mente del lector desprevenido (e incluso en la del medianamente prevenido) como un personaje influyente en el pensamiento nacional, acaso acompañado de detallados estudios y alabanzas. Sin embargo, Losada desafiará esta premisa, revelando que tanto para la generación del ‘37 como para los intelectuales del siglo “corto”, su relación con las ideas maquiavelianas se encuentra signada por la polémica y el rechazo.

No será sino hasta bien entrado el siglo XX que su obra es abordada en toda su significación y actualidad. Razones de ello son su limitada distribución y las carencias materiales propias de un mercado intelectual en ciernes. Estos déficits resultan de por sí un elemento clave a considerar, pues atienden al problema de la formación de las bibliotecas -físicas y simbólicas- de los pensadores rioplatenses. A este respecto, Maquiavelo en la Argentina resulta una pieza significativa para la historia de las ideas políticas, y se relaciona con otro conjunto de obras semejantes que no son demasiado profusas.[1]

A la pregunta sobre la centralidad que tuvo la teoría de Maquiavelo en el ámbito local, se va sobreponiendo a lo largo de las páginas una cuestión mucho más amplia: el diálogo entre diversas tradiciones ideológicas, que Losada sintetizará bajo el binomio conceptual de liberalismo y antiliberalismo. Esto se refleja también en la especificidad del período elegido (1830-1940), arco vital del pensamiento liberal, que va de su auge a mediados del siglo XIX hasta su crisis durante la primera posguerra.

El libro recorrerá dos grandes momentos históricos en tres “estaciones”. El primero de ellos (“Maquiavelo, del repudio a la vigencia. 1830-1910”) comienza en tiempos del rosismo, cuando las claves para entender a Maquiavelo pasaron por haber elaborado una teoría del poder caduca y dar lugar a la noción de “maquiavelismo”. Esta última, sinónimo de inmoralidad y engaño, en ningún sentido podía ser un don que pase por virtud. El repudio a sus escritos conservaba todavía los ecos de la herencia hispánica, aun cuando los representantes de la generación del ´37 quisieran emanciparse de ella. Como autor que legitimaba el poder por el poder mismo, no será infrecuente que Rosas sea identificado con Maquiavelo, en tanto crítica fulminante a sus tácticas despóticas. Alberdi será el más sofisticado refutador de esta tradición humanista, pues “promovía” las acciones arbitrarias del Estado, la limitación de los derechos civiles y la lucha por la patria (cuyo resultado era el militarismo).

Desde el fin de siglo, los publicistas argentinos comienzan a suscribir las observaciones de Maquiavelo, dejando de ser ya un autor “obsoleto”. Se reivindica su análisis realista de la política, necesario para entender el Estado moderno y la tarea de gobierno (Alem, Quesada). Ahora Roca será “maquiavélico”, no por su brutalidad como en el caso de Rosas, sino por su astucia; y Roque Saenz Peña será un “anti-Maquiavelo”, porque durante su presidencia implementó leyes nuevas (el sufragio universal, secreto y obligatorio), ignorando las advertencias más importantes de El Principe. Esto último significaba comprender a Maquiavelo como una autoridad intelectual, utilizando su pensamiento para juzgar comportamientos políticos (Julio Costa).

Entre 1920 y 1940 Losada encuentra un nuevo clivaje sobre la reflexión maquiavélica. Así los últimos dos capítulos se debaten entre el liberalismo y el antiliberalismo. En este período, el autor se arriesga a ubicar un verdadero machiavellian moment argentino debido a la atención sin precedentes que recibe. Tanto es así, que la temática ingresa a la cultura popular de la mano de Discépolo y su tango Cambalache (1934).

En la segunda estación (“Maquiavelo y el antiliberalismo. 1920-1940”) la propuesta del antiliberalismo es dividida por el autor en una corriente nacionalista y otra católica. La nacionalista tenía en Lugones la expresión ideológica más radicalizada, pues leía en el autor de El Príncipe la fundamentación de una política “biológica” (la supervivencia) y cuya interpretación más cabal se encarnaba en Mussolini. Sin embargo, la nota más común se sostenía en la aceptación de un Maquiavelo autoritario y democrático a la vez, criticando la separación que había propiciado entre política y moral. Resonaba en los nacionalistas la necesidad de reestablecer liderazgos fuertes con contenido social, que sean enemigos de la inmoral oligarquía liberal (Ernesto Palacio y Julio Irazusta).

La vertiente católica coincidía en denostar la separación de política y moral pero su negación se extendía, en realidad, a todo el cuerpo teórico maquiaveliano. Para el catolicismo de entreguerras, Maquiavelo era un antecedente doctrinario del “totalitarismo” liberal, cuya proyección contemporánea llevaba el nombre de fascismo (Julio Meinvielle). El problema era –desde J.M. Estrada en adelante- que el liberalismo con su adoración del Estado (“estatolatría”) y su falta de objetivos sociales provocaba una combinación de violencia, comportamientos insolidarios y la búsqueda de apetitos demasiado humanos.

El final del recorrido (“Maquiavelo, entre el realismo político y la libertad. 1920-1940”) da lugar a diversos debates, ya sobre el estatus científico o la eficiencia del realismo maquiaveliano. La autonomización de la política sobre la moral es entendida por un conjunto de intérpretes diferentes a los anteriores (muchos provenientes de las cátedras de Derecho Político) como un “problema” necesario, pues es condición de existencia de la ciencia política (Enrique Martínez Paz, Carlos Astrada). Asimismo, reconocerán que El Príncipe ofrecía herramientas eficaces (signadas por el autoritarismo y la excepción) para sostener a un Estado y una sociedad en riesgo. El contexto de producción de la obra del florentino convergía con el de su lectura moderna: la percepción de estar frente a una crisis de la civilización.

No obstante, lo que se destaca en el capítulo final es el entrecruzamiento de la tradición liberal y republicana, que Losada descubre en la pluma de Mariano De Vedia y Mitre. Representando este intelectual el punto más álgido de la reflexión sobre Maquiavelo, se da completa su aceptación, llenando los vacíos de una teoría que se había criticado antes por su inmoralidad y autoritarismo, con un contenido moral y democrático. El Maquiavelo de De Vedia y Mitre es republicano (también para J. L. Romero) y un “gran legislador”, pues su objetivo es introducir las nociones del bien y el mal en la sociedad. Sobre la razón de Estado, leída por otros como fundamento del poder, dirá el intendente de Buenos Aires que su objetivo último es la libertad del pueblo. La síntesis liberal-republicana resultante refleja, de igual modo, un clima de época: el presente requiere una autoridad estatal fuerte (aunque no arbitraria), con rasgos democráticos e igualitaristas, pero divorciados de la soberanía popular.

De Vedia como Lugones serán una excepción, pero es sintomático que antes y después de la Gran guerra los publicistas no logren dar con una frecuencia democrática más plena. En línea con lo pensando por Halperín Donghi, la idea de una “república imposible” -es decir, la dificultad para encontrar un nuevo consenso democrático y republicano hacia los años ‘30- no se puede hacer más patente en las lecturas locales de Maquiavelo.

La conclusión del libro resulta al respecto revelador: existe una incomodidad en el campo intelectual argentino para abordar el fenómeno político, al no permitir que se comporte como esfera autónoma de la moral. Revisar las lecturas de Maquiavelo, a pesar de que no fue completamente reivindicado ni comprendido, es relevante porque acierta en señalar las dificultades que tiene el pensamiento nacional para abordar el liberalismo, así como los diferentes usos que hacen de la democracia.

Nota

[1] Por ejemplo: Jorge Dotti (2000), Carl Schmitt en Argentina, Rosario: Homo Sapiens; y Horacio Tarcus (2007), Marx en la Argentina: sus primeros lectores obreros, intelectuales y cientificos, Buenos Aires: Siglo XXI.


Resenhista

Joaquín Sanguinetti – Universidad Torcuato Di Tella, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

LOSADA, Leandro. Maquiavelo en la Argentina. Usos y lecturas, 1830-1940. Buenos Aires: Katz Editores, 2019. Resenha de: SANGUINETTI, Joaquín. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.11, p. 262- 265, ene./jun. 2020. Acessar publicação original [DR]

RUSTOYBURU Cecilia (Aut), La medicalización de la infancia. Florencio Escardó y la Nueva Pediatría en Buenos Aires (T), Biblos (E), ALVAREZ Matías (Res), Pasado Abierto (PAr), Medicalização da Infância, Florencio Escardó, Nova Pediatria, Cidade de Buenos Aires, América – Argentina, Séc. 20

El libro que es objeto de esta reseña La medicalización de la infancia. Florencio Escardó y la nueva pediatría en Buenos Aires, ofrece una lectura estimulante y desafiante sobre los vaivenes en los procesos de medicalización de la infancia en la Argentina del siglo XX, especialmente entre 1940 y 1970. A través de la figura de Florencio Escardó – médico, pediatra y divulgador – Cecilia Rustoyburu nos muestra una reconfiguración en torno a las formas de entender la familia, la maternidad, la paternidad y la infancia. En la figura de la “Nueva Pediatría”, los saberes biomédicos, las ciencias psi y la sociología funcionalista confluyeron para hallar la causa de diversos males en la conformación de sus vínculos familiares. Por otra parte, ni Escardó ni la Nueva Pediatría permanecieron recluidos en el consultorio médico. A través de la participación de este médico en medios de comunicación diversos -desde programas de tv hasta columnas en revistas dirigidas a la población femenina- los saberes de la pediatría psicosomática lograron tramarse con la cultura popular, hecho que no fue percibido con demasiada simpatía por las organizaciones de la corporación médica. Si esta es razón suficiente para animar enfáticamente la lectura de este libro, el capítulo final ciertamente constituye un plus difícil de exagerar. Si bien daremos cuenta de él más adelante, es necesario señalar desde el comienzo que la autora no sólo se propuso reconstruir estas complejas configuraciones discursivas, sino reponer la experiencia quienes eran sus destinatarixs: madres y niñxs.

Las partes iniciales, los agradecimientos, el prólogo y la introducción a cargo de la autora, ofrecen algunos elementos para situar el libro en una trayectoria más amplia. En efecto, allí Rustoyburu da cuenta de que esta producción escrita es fruto de su tesis de doctorado en Ciencias Sociales realizada en la UBA como parte de dos becas doctorales de CONICET, en el marco del Grupo de Estudios sobre Familia, Género y Subjetividades de la UNMdP, bajo la dirección de Norberto Álvarez y Ricardo Cicerchia. Este último, en su prólogo ubica el trabajo de Rustoyburu en el cruce de tres campos de investigación: el de la infancia y adolescencia, el de la medicalización y el de la historia de la ciencia pediátrica. Respecto del primero recoge una genealogía de análisis sobre la infancia que van de los trabajos históricos clásicos de De Mause y Aries, pasando por la psicología piagetiana y los análisis de Margaret Mead hasta el enfoque de Lois Hoffman. En cuanto al segundo campo, recoge el aporte clásico de Peter Conrad que propuso pensar a la medicalización como la construcción de problemas y soluciones médicas a cuestiones sociales. Ambos campos se cruzan con el abordaje de la historia de la pediatría y sus mutaciones, en tanto ésta se constituyó en una especialidad médica investida de autoridad para orientar científicamente el proceso de crianza.

En la introducción, la autora muestra claramente cómo se traman estos tres campos con sus intereses de investigación. Luego de presentar los relatos de Enrique, José y Norma -sobre los que volverá en el último capítulo- los enmarca en el derrotero del proceso de medicalización de la infancia y su relación con la transformación de las ideas sobre la familia, la pater/maternidad y la infancia, objeto de análisis del libro. Señala tres dimensiones sobre las que se detendrá su lectura: la transformación que la perspectiva psicosomática introdujo en la transformación de los tratamientos médicos y en la medicalización de la crianza mediante la divulgación de consejos en medios y revistas, y la recepción de estos discursos. Delimita claramente el periodo de estudio que se extiende desde la modificación introducida por la pediatría psicosomática y los saberes psi en los tratamientos de les niñes hacia la década del ‘40, hasta la clausura de algunas de las nuevas experiencias pediátricas con el ascenso del autoritarismo en los años ‘70. Por último, nos remite al amplio abanico de fuentes a las que recurre para desplegar este análisis que abarcan un espectro de géneros discursivos que van desde revistas especializadas y de divulgación, diarios, actas, expedientes y libros para rastrear los discursos de Escardó en diversos espacios, hasta relatos de vida y diarios íntimos para dar cuenta de las experiencias de niñxs y correos de lectores para reconstruir las experiencias de crianza.

En el capítulo uno, la autora recupera, a partir de trabajos de distintxs historiadorxs, el derrotero de la relación entre medicalización de la infancia y políticas estatales. Comienza señalando cómo la creciente preocupación por la mortalidad infantil como problema médico y político implicó un manifiesto interés por la salud de les niñes. La explicación que se construyó en torno a este fenómeno tuvo que ver con la negligencia e ignorancia materna. En oposición a ellas, los saberes médicos sobre lactantes y niñxs, de inspiración francesa, se ocuparon de la construcción científica de consejos de crianza. En un contexto de migraciones europeas y rural-urbanas, además, la puericultura y la homicultura fueron herramientas en procesos eugenésicos de homogeneización racial, centrados en la reforma moral y social de lxs futurxs padres. Estos conocimientos médicos fueron legitimados institucionalmente en diversos países de América Latina, y orientaron sus propuestas hacia la protección del binomio madre-hijo, alentando la lactancia materna como respuesta al problema de la mortalidad materna, pero luego hacia la década del 30, con el objetivo de construir un vínculo indisoluble entre ambos en un contexto en el que problema era la denatalidad. En este contexto, la preocupación por aumentar la población llevó al diseño de leyes y políticas públicas, y a otorgar un rol preponderante al Estado. En la década siguiente, el carácter pro-maternalista de las políticas, al tiempo que reforzaba la asociación mujer-madre y por lo tanto cierta condición de subalternidad, servían como plataforma para el reclamo de derechos. A partir del golpe del 55, el derrotero de estas iniciativas se desarrollaron en contextos de inestabilidad política a nivel nacional, de emergencia de las demandas feministas por la autonomía y el desarrollo de políticas de planificación familiar a nivel internacional, relacionadas con los debates sobre la explosión demográfica. Entre 1955 y 1966 si bien los gobiernos militares se pronunciaron defensores de los valores cristianos occidentales y buscaron fomentar el crecimiento de la natalidad, también promovieron una serie de modificaciones positivas en el estatus civil de las mujeres. Estos visos modernizadores, también se hicieron presentes en la permeabilidad en instituciones y la cultura popular de discursos psi. Fue con el retorno de Perón cuando, en un escenario de creciente violencia política, se amplió el control sobre la circulación de anticonceptivos y las iniciativas que habían incorporado terapias “psi” y parto sin dolor.

El segundo capítulo se enfoca en el derrotero de Florencio Escardo y los desarrollos de la nueva pediatría en el campo de la medicina infantil, en un contexto en el que éstos adquirieron cierta relevancia en la Sociedad Argentina de Pediatría a la vez que eran marginados de lugares como Hospitales y Universidades. Aquí Rustoyburu nos muestra las rupturas y continuidades en el devenir de Escardo – y del clima de ideas del que formaba parte – que van de la puericultura pasteuriana en diálogo con la eugenésica, donde primaban los preceptos de poco contacto entre adultos y niños, hasta su plena inscripción en la pediatría psicosomática, con sus diálogos con la psicología y la sociología funcionalista, que leía algunos malestares como enfermedades de familia. Este derrotero da cuenta de las mutaciones en el proceso de medicalización de la infancia que se relaciona con la transformación de los sentidos sobre la infancia y la maternidad, y la modificación de tratamientos. Así la inapetencia, el asma y la obesidad infantiles fueron ligadas a la conducta de lxs niñxs, el correcto funcionamiento de la familia o la sexualidad de padres y madres.

En el capítulo tercero, profundiza en los avatares de la Nueva Pediatría en el campo de la medicina infantil y lo relaciona con las modificaciones que supuso en los tratamientos y discursos sobre la infancia y la maternidad. El reordenamiento de fuerzas que devino luego del golpe del 55 invirtió el escenario precedente en que se insertaba la figura de Escardó. Al tiempo que recuperaba las posiciones académicas y en el ámbito hospitalario, y crecía su popularidad en medios de comunicación, los postulados de la Nueva Pediatría perdieron su hegemonía en el campo pediátrico, en detrimento de las posiciones de quienes sostienen tratamientos somáticos. Sin embargo, la sala xVII y la segunda cátedra de Pediatría en la Facultad de Medicina de la UBA a cargo de Escardó lograron instalar nuevas prácticas de hospitalización de los niños que, fundadas en una crítica al hospitalismo, promovían la internación conjunta de madres y niñxs movilizando argumentos provenientes de la teoría del apego y comprendiendo su presencia como una oportunidad de educar a las madres. El carácter multiplicador de las asignaturas, su posición como decano y vicerrector de la UBA y su popularidad en el mundo literario y mediático facilitaron que sus ideas se entramaran con la movilización cultural de la época. Pese a esto, las disputas entre diversos expertxs -asistentes sociales, psicologxs, enfermerxs y médics- no estuvo ausente, en un proceso en que “la medicalización de lo social se confundía con la sociologización de lo médico” (Rustoyburu, 2019: 127)

En el siguiente capítulo, la autora se dedica a analizar la construcción de la educación de lxs niñxs como problema médico. Para ello, comienza por analizar Hijo Mío…! la primera revista sobre crianza en la Argentina. En un contexto de conformación de un mercado editorial y de difusión de los saberes psi en la cultura popular que fueron terreno fértil para el proceso de medicalización de la infancia, esta revista publicada por la Sociedad de Orientación y Educación Sanitaria Viva Cien Años se constituyó en un ámbito de tensiones en el que, a diferencia de los manuales tradicionales de puericultura, medicxs, educadorxs y profesionales psi se arrogaban la experticia sobre la crianza y la educación infantil. En su interior convivieron preceptos más tradicionales del higienismo con los de una pedagogía renovada de la mano del escolanovismo, la psicoterapia y el conductismo. En sus páginas, las madres eran consideradas como aliadas de lxs medicxs y enfermeras del hogar, mientras que los padres eran interpelados en tanto figura de autoridad, pero que reconocía centralidad a las dimensiones afectivas. Según la autora, estos discursos orientados a delimitar las características apropiadas para la maternidad y la paternidad, aún en sus formas renovadas, estaban implicados en la reproducción de una matriz de género basada en la familia conyugal heterosexual. La columna “Malas costumbres de chicos buenos”, publicada entre 1937 y 1940 en la revista El Hogar bajo el seudónimo Doctor Bonanfant, promovía modelos más temperantes de autoridad familiar. En esta columna, Escardó reponía la idea del médico como un experto autorizado a intervenir no sólo en los procesos de curación sino en el clima cultural y psicológico de la familia. Rechazaba las formas autoritarias de disciplinamiento, planteando la necesidad de tener en cuenta los intereses de lxs niñxs. Mientras desacreditaba las experiencias de padres y madres, Escardó en la identidad del Doctor Bonanfant participaba en un proceso de medicalización de la educación, pero desde el marco interpretativo de la Nueva Pediatría que cuestionaba los binomios soma/psiquis o medicina/psicología, y compatibilizaba discursos higienistas con el escolanovismo.

En el capítulo quinto -el más extenso del libro- se dedica a analizar la incorporación progresiva de la Nueva Pediatría en publicaciones destinadas al público femenino. Mientras en la década de los 30, en su columna de El Hogar, Escardó priorizaba el bienestar infantil al de lxs padres, en el contexto de la década del 40 y con la consolidación del modelo tradicional de familia, sus consejos en la revista Vea y Lea se invirtieron para priorizar el respeto y las jerarquías al interior del hogar. A mediados de los años 50, la revista Nuestros Hijos señaló una ruptura con la puericultura pasteuriana que retomaba algunos de los planteos de Hijo Mío y de Escardó, inscribiéndose en los aportes de la renovación pedagógica y la psicología infantil, recuperando ideas sobre la espontaneidad de lxs niñxs y la promoción de métodos educativos no autoritarios. Ya en los años 60, el análisis de las revistas Para ti y Claudia le permiten analizar a la autora las tensiones entre la reivindicación de modelos familiares y de género más tradicionales y otros renovadores, en el marco de una revolución sexual que, para el caso Argentino, ha sido caracterizada como estancada (Wainerman, 2005) o discreta (Cosse, 2010). Por otra parte, la revista Mamina, en la que publicaban miembrxs de la segunda cátedra de Pediatría de la UBA y la Sala XVII del Hospital de Niños, evidenciaba las tensiones entre la renovación de los estilos tradicionales de vida familiar, y los preceptos funcionalistas -presentes en Anatomía de la familia, de Escardó- que sostenían roles de género relativamente rígidos. En cualquier caso, el cambio en las formas de pensar la crianza, la maternidad y la paternidad no fueron de ninguna manera lineales, como señala Rustoyburu. Tanto entre como dentro de estas revistas, las visiones contrastantes estaban al orden del día, en cuestiones relativas a la sexualidad o la disciplina infantil.

El capítulo seis, está dedicado a analizar las versiones locales de la Escuela para Padres en el marco de iniciativas transnacionales que se propusieron como transformadoras, pero sin romper radicalmente con el orden instituido. Rustoyburu ubica los inicios franceses de esta iniciativa, que emergieron en torno a la tensión sobre la provisión de educación sexual escolar en Francia en los años 30, y su proceso de profesionalización y transnacionalización, en profundo diálogo con la difusión del psicoanálisis. Posteriormente recupera las versiones vernáculas de este movimiento, tanto la Escuela para Padres promovida por Eva Giberti -esposa de Escardó y una de las principales referentes de la divulgación del psicoanálisis en medios masivos- como la propuesta de la Liga de Madres de Familia fundada por el Episcopado Argentino en 1951. En estas iniciativas convivieron la nueva figura de la mujer liberada, inserta en el mercado laboral pero atenta a sus responsabilidades maternas, los discursos del feminismo mediados por expectativas más tradicionales y el llamado a una paternidad que tuviera en cuenta el afecto. En sus diferencias y similitudes, estas propuestas daban cuenta de las inquietudes de padres y madres de clases medias y altas por la adquisición de saberes expertos para gestionar la crianza, en las que las ciencias psi y en especial el psicoanálisis tenían un lugar preponderante.

Como adelantamos al comienzo, Rustoyburu dedica el capítulo final a recuperar las experiencias de quienes han sido destinatarixs principales de los discursos y prácticas médicas: lxs niñxs y sus familiares, principalmente sus madres. Como la propia autora señala al comienzo del capítulo, los análisis históricos de la maternalización y la infancia pocas veces han explorado las historias de las madres y lxs niñxs. En el campo de los estudios históricos de la salud, cierta lectura de la perspectiva foucaultiana ha derivado en la consideración de lxs sujetxs de la intervención médica como seres pasivxs y carentes de agencia, lo que también ha dificultado pensar la historia desde la perspectiva de lxs pacientes -en este caso infantiles- y sus familias. Evitando una perspectiva empirista de la experiencia y advirtiendo que todo relato biográfico implica cierta forma de activación selectiva del pasado en el presente, mediada por los marcos interpretativos disponibles, la autora se propone dar cuenta de algunos indicios que evidencian cómo lxs sujetxs se apropiaron, resignificaron o resistieron de los discursos y las prácticas médicas a ellos destinadas. Este recorrido asume dos vías. Por una parte, recupera cuatro historias de vida de sujetxs que fueron leídos como enfermxs crónicos en su niñez recabadas a partir de entrevistas y un diario íntimo. Por otra, recoge el correo de lectores de la revista Mamina -a la que ya había dedicado parte del capítulo 4- que, si bien resultan ficcionalizadas y mediatizadas por las voces de editores o la reescritura de expertxs, posibilitan aproximarse a las experiencias y percepciones de los sectores sociales que leían la revista. Esto le permite a Rustoyburu evidenciar los efectos disímiles de los procesos de medicalización que pudieron a la vez profundizar situaciones de desigualdad de lxs niñxs o habilitar cierta morigeración de los mismos, que eran a la vez activamente reclamados por las madres, pero también señalados por la dificultad de ponerlos en prácticas.

Este libro constituye un aporte insoslayable no sólo para comprender el derrotero de la infancia y adolescencia, la medicalización y la historia de la ciencia pediátrica en el siglo XX- especialmente entre las décadas del ‘40 y el ‘70-, sino para pensar el arrastre de algunas de las interpretaciones construidas por la Nueva Pediatría, en las formas actuales de gestionar las infancias y adolescencias, y las formas renovadas que adquieren los procesos de maternalización en el presente. Si el contexto posterior a la aprobación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño en 1989 coloca la figura del niñx sujeto de derechos en primer plano, la lectura de este libro nos permite identificar cómo algo de la sensibilidad propia de esta normativa -y sus traducciones nacionales- que pone el foco en la autonomía progresiva, el derecho a ser escuchadx y el interés superior de la infancia, estaba ya presentes en los discursos promovidos, entre otrxs, por Florencio Escardó. Al mismo tiempo, su lectura permite ubicar en el largo plazo los procesos de medicalización y psicologización de la infancia, la maternidad y la crianza que permean aún hoy las políticas públicas dirigidas a niñxs y adolescentes.


Resenhista

Matías Alvarez – Instituto de Altos Estudios Sociales. Universidad Nacional de San Martín/Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

RUSTOYBURU, Cecilia. La medicalización de la infancia. Florencio Escardó y la Nueva Pediatría en Buenos Aires. Buenos Aires: Biblos, 2019. Resenha de: ALVAREZ, Matías. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 310- 317, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

PAZ TRUEBA Yolanda (Aut), Infancia/pobreza y asistencia. Argentina/ primera mitad del siglo XX (T), Prohistoria (E), BONTEMPO Paula (Res), Pasado Abierto (PAr), Infância, Pobreza, Assistência, Séc. 20, América – Argentina

¿De qué manera, a principios del siglo veinte, el Estado comenzó a involucrarse con las familias de los niños y niñas pobres? ¿Qué diferencias y similitudes existieron, en términos de intervención, entre el Estado Nacional y los provinciales o municipales? ¿Cómo fue el accionar de las instituciones privadas ante el pedido de socorro de las familias necesitadas? ¿Cuáles fueron las estrategias desplegadas por los sectores más vulnerables para lograr la asistencia? ¿De qué forma se relacionaron los asistentes y asistidos? Estas son algunas de las preguntas que tratan de responder los seis capítulos -de autoría de reconocidos investigadores e investigadoras con una larga trayectoria en pensar estas cuestiones- que conforman el libro Infancia, Pobreza y asistencia. Argentina, primera mitad del siglo XX compilado por Yolanda de Paz Trueba.

A lo largo de 139 páginas, Beatriz Moreyra, Nicolás Moretti, María Marta Aversa, Juan Manuel Cerdá, María José Billorou, Lucía Bracamonte y Yolanda de Paz Trueba retoman y profundizan no sólo intereses previos sino también cuestiones que se están desarrollando en el dinámico campo de la historia de las infancias. Prueba de esta intensidad son las apuestas de los programas de financiamiento para investigar sobre estos temas, y que hizo posible que esta compilación se editara, las diversas jornadas y mesas en eventos académicos y la conformación, hace ya cinco años, de la Red de Estudios de Historia de las Infancias en América Latina (Rehial) y a la cual inscriben algunos de los autores. Así, este libro -que forma parte de un nutrido dossier compuesto por textos de reciente publicación- es tributario no solo de la historia de las infancias sino también de aquellas que hacen foco, como señala la compiladora, en el rol del Estado, y sus límites en la gestión de políticas públicas, en las organizaciones privadas y la interacción entre actores y acciones. (12)

Con este telón de fondo, Infancia, pobreza y asistencia… tiene dos apuestas. La primera, descentrarse de la asistencia nacional y de la brindada por la ciudad de Buenos Aires a través de la Sociedad de Beneficencia. Sin dejar de ser revisitada -por ejemplo por el trabajo de María Marta Aversa- los artículos buscan las particularidades que se podían encontrar en pequeñas localidades de la provincia de Buenos Aires, o en ciudades más importantes de esa jurisdicción como Bahía Blanca, o en las provincias de Córdoba Mendoza y en el, por entonces, territorio pampeano. Adentrarse en estos espacios implicó varios desafíos, entre los que se encuentran trabajar con la singularidad de las escalas -nacional, provincial y municipal- sin perder de vista el vínculo entre ellas. En ocasiones, otros estudios tendieron a mostrar la réplica de las experiencias de la ciudad capital en espacios más acotados. Sin embargo, este libro sortea esta cuestión a partir de un acercamiento a las fuentes con una mirada renovada y diferente con la que se han interpretado archivos más transitados.

Esta apuesta “descentrada” de la ciudad de Buenos Aires, que los diferentes trabajos logran exitosamente, va de la mano de otra que sin duda la enriquece e, incluso, la hace posible. Es decir, el rescate de las experiencias y subjetividades de los actores -tanto de los que pedían socorro como de aquellos que lo brindaban- que otorgó encarnadura a los espacios estudiados. Este reto implicó que los autores se adentraran en las fuentes a partir de diversas estrategias y recursos para conocer la vida cotidiana en el asilo o en el reformatorio. De esta forma, reflexionaron sobre los espacios que los niños y las niñas transitaban en el encierro y sobre la educación y formación que recibían -en general destinada para el trabajo- o en las actividades realizadas para la institución o para el mercado. También, los artículos indagaron en la articulación con el “afuera” -sean sus padres o familias donde eran “colocados” los chicos- y en la cotidianidad de las faenas domésticas que debían realizar junto con otros trabajadores con los cuales convivían. Asimismo, exploraron sobre el personal que se empleaba en las diversas instituciones en el marco de un incipiente proceso de profesionalización, como, por ejemplo, el que tuvo lugar en el reformatorio de Mendoza y que comenzó a adoptar las formas científicas propias de las primeras décadas del siglo veinte.

Los diversos artículos que componen el libro proponen, también, la asistencia en claves novedosas. Una de ellas es la que abordan Beatriz Moreyra y Nicolás Moretti al pensar la desigualdad como una “variable relevante y distintiva” que atravesaron las experiencias vitales de niños y niñas al interior de instituciones asistenciales cordobesas (p. 17). Una pesquisa sobre los archivos del Asilo de la Sagrada Familia, los colegios dirigidos por las Hermanas del Huerto, las casas de las Terciarias Franciscanas y las escuelas salesianas mostraron la diferenciación social al interior de éstas. De acuerdo al tipo de ayuda y servicio que ofrecían y a través de la clasificación de los niños y niñas -entre huérfanos, pobres, alumnos externos, pupilos, medio pupilos y pensionados- estas instituciones naturalizaban la reproducción de las desigualdades sociales. Separaciones materiales, en secciones o edificios apartados; formación diferenciada, para el trabajo o para continuar estudios posteriores; narrativas institucionales que reforzaban la resignación y armonía de clases y jerarquías veladas bajo la noción de filantropía desinteresada, atravesaron la cotidianidad de chicos y chicas que transitaron en aquellos espacios afianzado la relación constante entre asistencialismo y desigualdad.

Otros enfoques atractivos son los que proponen María José Billorou y Lucía Bracamonte. Mientras que la primera coloca el foco en las cooperadoras escolares del territorio pampeano, la segunda se concentra en las becas de estudio solicitadas a la municipalidad de Bahía Blanca. La novedad radica en pensar estas instancias como asistencias que, sin duda, socorrían a aquellos más desposeídos, pero también a otros y otras en una posición sin tantos apremios, aunque también con necesidades que cumplir. Porque si bien las cooperadoras, como señala la investigadora, cumplieron un rol central en el sostenimiento de servicios alimentarios, a través subsidios a los “comedores” que muchas de ellas gestionaban, al mismo tiempo se las habilitó para resolver otras prioridades del sistema educativo como la creación de plazas de ejercicios y la compra de terrenos destinados a la construcción de escuelas. Es decir, necesidades que redundaban en toda la comunidad. Del mismo modo, las becas, que también formaban parte de aquello que se consideraba como “beneficencia pública”, que el estado municipal otorgaba no sólo a los más desfavorecidos, por ejemplo, asilados, sino también a integrantes de los sectores populares, muchos de ellos con aspiraciones de ascenso social, para que pudieran continuar con estudios o capacitarse en oficios. Así, si bien todos tuvieron que demostrar una “carencia”, se entregaron becas, sobre todo a las mujeres, que pidieron ayuda para asistir a instituciones musicales, a las Escuelas Normales y a la Escuela de Parteras de La Plata. Es decir, muchas mujeres jóvenes esperaban recibirse de profesoras de música -y probablemente ejercer la docencia-, de maestras o parteras y, de esta forma, ganarse el sustento. Como señala Billorou, estos casos desdibujan las “tradicionales divisiones entre menores y niños normales” (p. 97) y complejizan el rol del Estado y nuestra mirada de la asistencia en la primera mitad del siglo veinte.

Sin duda, Infancia, pobreza y asistencia… retoma algunos de los problemas que se han tornados potentes para pensar las infancias como las subjetividades, experiencias y sociabilidades de niños y niñas al mismo tiempo que otorga una nueva densidad al rol del Estado en un momento donde no se pensaba en clave de derechos. Un libro que abre futuras líneas de investigación y estimula preguntas para pensar la asistencia privada y pública, la dicotomía entre los “niños normales” y los “menores”, la desigualdad y las jerarquías sociales, las estrategias de los más desfavorecidos y de aquellos que contaban con aspiraciones de ascenso. Una obra colectiva que aporta e ilumina las infancias de las primeras décadas del siglo veinte.


Resenhista

Paula Bontempo – Instituto de Investigaciones de Estudio de Género-Facultad de Filosofía y Letras.

Universidad de Buenos Aires/ Universidad Nacional Arturo Jauretche. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

PAZ TRUEBA, Yolanda. Infancia, pobreza y asistencia. Argentina, primera mitad del siglo XX. Rosario: Prohistoria, 2019. Resenha de: BONTEMPO, Paula. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 318- 322, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

CASTILLO Patricia (Aut), El diario de Francisca (T), Hueders (E), COSSE Isabella (Res), Pasado Abierto (PAr), História da Infância, CASTILLO Patricia (Aut), GONZÁLEZ Alejandra (Aut), Infancia/ Dictadura (T), LOM ediciones (E), COSSE Isabella (Res), Pasado Abierto (PAr), América – Chile, Séc. 20, Violência, Ditadura

Los libros El diario de Francisca e Infancia / Dictadura piensan la infancia y discuten cómo recuperar su historia en el marco de la violencia represiva y los legados de la dictadura de Pinochet en el presente. Se publicaron cuando la furia contenida por las desigualdades y las tensiones sociales estallaban en cada rincón de Chile. Ese contexto político, que puso en primer plano los efectos del neoliberalismo instalado por la más larga dictadura del Cono Sur y las contiendas sociales que clausuró, les otorgó renovada actualidad a ambas obras. No fue un efecto previsto ni hubo ningún oportunismo: ambos libros son el resultado de un proyecto macerado durante casi una década que asumió, desde su origen, el desafío de ser una intervención pública y, a la vez, académica.

Ambas obras aportan a dos campos de problemas, anudados en estas obras, de enorme importancia en América Latina. Por un lado, los libros colocan en el centro la interrogación por la violencia represiva a partir de la memoria histórica. Revelan, así, la entidad que aún sigue teniendo en la región la interrogación sobre la memoria. Este ángulo, instalado temprano en los estudios rioplatenses, comenzó a dar lugar a un enfoque de carácter más netamente histórico en la más reciente producción latinoamericana. En cierto punto, como argumentaré, ambas obras reclaman, y en cierto modo contienen, las potencialidades de transitar del registro de la memoria al de registro la Historia. El proyecto interviene en ese un ida y vuelta, clave en la propia discusión en el espacio público. Por el otro, las obras parten de la infancia para esa indagación, lo que les otorga enorme atractivo. La niñez ha sido uno de los campos de enorme expansión en la última década a escala global y latinoamericana. Dicha expansión, a la que estos libros contribuyen, se produce en un cruce de fenómenos. Se produjo en el marco de la centralidad de los niños en la agenda pública y política y del protagonismo ganado por la generación criada durante la dictadura en el activismo de los derechos humanos y la discusión pública. Pero, también, en el marco de los efectos de la renovación de la historia social y las dinámicas de la historia de las mujeres y los enfoques de género –en la que no puedo aquí explayarme- y del crecimiento de los sistemas científicos a escala regional y latinoamericana que están dando paso a una producción cada vez más cuantiosa.

En ese panorama los libros se hacen eco de la historiografía de la infancia, que reclama la recuperación de la voz de los niños y las niñas y, con ellos, de sus experiencias y memorias. Al hacerlo, retoman el atractivo de la historia social para hacerle a los sujetos sin voz, en este caso a los niños y las niñas que, no olvidemos, están en el corazón de nuestra sensibilidad moderna. En ambos libros, la recuperación de la voz y la agencia infantil tiene el tenor de una confrontación polisémica. Es decir, es una discusión pasible de asumir diferentes sentidos según la batalla elegida por quien la lea. En cualquier caso, ese debate coloca en el centro la tensión entre la memoria y la historia, los dilemas en torno a la condición infantil y los desafíos -en torno a las categorías, enfoques, interpretaciones- para pensar el terrorismo de Estado.

La intervención política y académica tiene una carnadura estética. Ambas obras son libros- objeto en los que la infancia y a la memoria se hacen acto. Es decir, la propia materialidad –amorosa y bellamente producida- expresa la entidad dada a los niños y las niñas como actores del proceso histórico y motorizan la rememoración. Quisiera detenerme en la factura misma de los libros y su relación con el proyecto que sustentan.

El Diario de Francisca contiene un fragmento de la escritura autobiográfica de Francisca Márquez, en el cual ella, con doce años, relata los días del golpe de Estado de 1973, junto a una reflexión coral en torno a él. Está contenida en una caja de color sepia, llena de sorpresas. Dentro encontramos varios libros en uno, como esas cajas chinas que fascinan a los niños. Son libros con delicadas hojas, de finas tramas impresas con la tipografía perfecta para cada uno. Tienen el valor del libro-objeto al punto que cuesta decidirse a subrayar sus líneas con un lápiz. Es un objeto que semeja un regalo. Incluso tiene postales, aquellas que podría haber coleccionado las niñas de los años sesenta para formar su identidad, registrar el mundo, crecer.

Es una obra que abre el juego de lectura. Recordándonos, constituye un espacio lúdico. El cuaderno “Curso de vida” contiene una bella reproducción facsímil con portada sepia en la que nosotros, lectores y lectoras, podemos internarnos en la propia materialidad de la escritura de Francisca. La letra redondeada, que podemos ver modificarse; los diferentes colores del trazo de las lapiceras sobre el papel escolar; los dibujos, los recortes pegados, la firma estampada en cada entrada. Los cuadernos replican, seguramente, los colores y el diseño de los cuadernos escolares de aquellos tiempos.

Los otros tres cuadernos –con portadas grises- acompañan al diario y lo resignifican. “Transcripción” nos permite leer el diario facsimilar transcripta con una muy lograda composición, tipografía y edición. “Preludio” presenta la introducción de las editoras (Patricia Castilla Gallardo y Alejandra González Celis) y cuatro ensayos escritos por Vicente de Gaulejac, Susana Sosenski, Claudia Gerrero y Patricia Castillo Gallardo. Los textos componen un caleidoscopio que exploran sobre la condición infantil y la experiencia de los niños en tiempos de dictadura. En el cuaderno “Fugas” se incluyen nuevas reflexiones. Están a cargo de Rafael Mondragón Velázquez, Daniela Jara, Luciano Lutereau, Alejandra González Celis, Valeria Llobet. Este cuaderno contiene un epílogo escrito por Francisca Márquez, la antropóloga en la que se convirtió la autora del diario. Ella toma la palabra, cierra o abre, con una reflexión sobre su propia experiencia –aquella que es parte constitutiva de la subjetividad, experiencia y linaje de otros diarios, secreto y vergüenza, para tomar algunas de las ideas de los autores, y su lectura de su propio libro y de lo que éste provocó. Esto convierte a este libro en un proyecto de coproducción que, como suelen ser, exige un proceso interior difícil.

El libro es el resultado de un proyecto y una intervención colectiva. Pone en diálogo múltiples lecturas, tradiciones y pertenencias que trascienden las disciplinas, las regiones, los saberes. Los textos abren distintas claves analíticas. No es posible repasarlas todas. Nos encontramos con la discusión sobre la agencia y la autonomía de los niños y las niñas, transversal a toda la obra y central en el texto de Valeria Llobet; con las reflexiones sobre la cultura material de la infancia y las propias producciones de los niños como fuentes históricas en el texto escrito por Susana Sosenski; y el problema de la elaboración del saber del sujeto infantil y la significación de la memoria infantil con Daniela Jara; la escritura de los niños y las niñas como arte, imaginación, estética es abordada, con diferentes ángulos, por Vincent de Gaulejac, Rafael Mondragón Velázquez, Luciano Luterau y Alejandra González Celis. A ello se suma la introducción de las editoras y la operación histórica de Patricia Castillo que coloca en contexto el diario.

La polifonía, sin embargo, no es deriva. Los libros tienen una unidad. Cada movimiento hace parte de una melodía lograda, se adivina, en los diálogos compartidos a lo que se suma una edición firme capaz de deslindar las diferentes voces. En su conjunto es una apuesta por indagar la significación de lo escrito por Francisca, sin ocluir su propia voz y, al mismo tiempo, colocar a los niños y las niñas como sujetos en el centro de la discusión. En ese sentido, existe un compromiso por develar las tramas de sentidos, confrontar con el poder de los adultos (y el de la academia) sobre la palabra y el mundo de la infancia y cavar profundo en las múltiples capas abiertas por el Diario de Francisca.

Sabemos que siempre los y las lectoras podemos elegir cómo leer un libro, pero en este caso, la invitación es expresa. Está abierta a quienes quieran recrear el diario, como objeto, como cuaderno, para mirar y leer como artefacto estético. Pero, también, a quienes transiten las reflexiones escritas sin lugares comunes, sin jerga normalizada, a su antojo. No faltarán quienes recorran los libros para volver sobre la propia infancia –aún de los que no vivieron como niños o niñas los años setenta- y, con ello, en su conjunto, el libro-objeto ofrece una conexión nostálgica. Es decir, habilita un recuerdo marcado por la pérdida de un horizonte añorado que, paradójicamente, nos coloca, en este caso, frente al golpe de Estado y la elaboración de la posición ética de una niña ante la violencia y la muerte.

El Diario es también un reconocimiento a quien lo escribió, Francisca Márquez, que a lo largo de veinte años llevó sus propios cuadernos y que, con doce años, en 1973, es testigo del golpe de Estado y lo registra con su propia visión imantada de su cotidianeidad, la de una familia de clase media alta alejada de cualquier progresismo. La obra, es también, un reconocimiento a la adulta capaz de abrir sus cuadernos a la memoria y a la niña sensible, que se sonrojaba como una manzana, para quien la escritura fue un modo de habitar el mundo, de buscarse a sí misma, crecer. Con ella, el libro es un homenaje a todos los niños y las niñas que vivieron su infancia en los años oscuros de la dictadura.

Esos niños y niñas están en el corazón del libro Infancia / Dictadura, nacido en ligazón completa con El diario de Francisca. Nuevamente, Patricia Castillo compuso un libro-objeto abierto a disímiles registros -cartas, dibujos, recortes, tarjetas, regalos- con muchas caligrafías y texturas de diferentes niños y niñas. Contiene diferentes testimonios –memorias y fuentes históricas- que formaron parte de la exposición homónima curada por Castillo junto a Samuel Salgado, Nicolás Peña y Paulina Chávez, en el que trabajó un equipo de casi veinte personas. Su primera instalación en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago, entre abril y junio de 2016, recibió más de siete mil visitas. Luego, la exposición recibió aún más visitas al instalarse en otras instituciones y tuvo gran impacto en la prensa dentro y fuera de Chile.

Infancia / Dictadura, al igual que el diario de Francisca, es una obra estética a partir de los materiales del archivo creado por el Proyecto “Niñez en dictadura (1973-1989)” realizado con financiamiento del Fondo Nacional de Desarrollo y Tecnológico de Chile y con apoyo de la Universidad Diego Portales. Las piezas hoy forman parte del Archivo de la Memoria. Comenzaron a llegar al Facebook del Proyecto a medida que diferentes personas fueron interpeladas y aceptaron compartir sus recuerdos, sus tesoros. Con la idea de conocer más detalles y reproducir con más calidad esos materiales, los investigadores del proyecto fueron contactando a quienes escribían y haciéndoles entrevistas. Junto a ese proceso existió un diálogo trasnacional, al que me he referido ya, con distintos colegas en una apuesta interdisciplinaria.

Esta obra –Infancia /Dictadura- está dividida en tres partes. La primera es una introducción de Castillo con un doble registro marcado a dos colores. En el cuerpo del texto, en negro, se narra la historia del proyecto y se suman nuevas reflexiones y las deudas intelectuales en notas al pie, escritas en rojo. La segunda contiene la reproducción facsímil a todo color de una selección de las piezas llegadas al proyecto más alguna imagen de prensa o publicidades que hacen de contexto y contrapunto y extractos de entrevistas y memorias de quienes fueron niños durante la dictadura. Muchos testimonios son indicios del horror, que paralizan por su contundencia y los hay, también, con lúcido humor y sagaz observación. En cada página hay breves referencias a la imagen reproducida con los datos de origen y datación. La tercera es un Poscriptum, escrito por Alejandra González Celis y Antonia Garcia Castro, en el que se conjuga la memoria de cada una con una reflexión sobre la exposición / proyecto.

En el origen de ambas obras, El Diario de Francisca e Infancia/Dictadura, está la propia biografía de Patricia Castillo, la psicoanalista y doctora de Psicología en la Universidad de Paris VII, dedicada a los estudios de la infancia, dispuesta a recuperar sobre su propia experiencia de niña, al cumplirse cuatro décadas del golpe militar en Chile. No era una intervención vacua. Su objetivo era “contestar” la intervención de otros sobre su propio pasado. Quería desplazarse –y rechazar– la condición de objeto/sujeto analítico. Decidida a salirse de la lupa para ponerse sobre la propia introspección reflexiva. Y, al hacerlo, discutir las interpretaciones sobre la transmisión intergeneracional de las secuelas psicológicas entre una generación a otra que han pretendido explicar los padecimientos no sólo de los hijos sino, también, de los nietos de las víctimas de represión o que vivieron el exilio. Como explica la autora, esta intención derivó en un proyecto de largo aliento, con múltiples colaboraciones, diferentes intervenciones condensadas en ambos libros-objeto. No es posible agotar en estas páginas todas las derivas abiertas por las autoras y el esfuerzo polifónico, por lo que quisiera cerrar refiriendo tres problemas en torno al estudio del pasado reciente y la infancia.

El primer problema involucra la pregunta en torno a qué hacemos con los vestigios de pasado en nuestro presente. ¿Cuál es nuestra intervención intelectual? ¿Qué lugar ocupamos / debemos ocupar en las disputas por las fracturas que siguen abiertas en nuestros países? Esa intervención supone, desde mi óptica en diálogo con estos libros, darle densidad a nuestra reflexión. Eludir el juicio fácil, la visión armada. Es un desafío porque exige confrontar con una demanda de lectura que reclama la reafirmación de lo sabido, las interpretaciones consolidadas, las lecturas rápidamente aprehensibles. Pero, también, reclama eludir la seducción del efectismo de la disonancia per se. Entre esos dos polos, quien recorra las páginas de estos libros, no podrá más que abrirse al asombro y la perplejidad, ingredientes claves de cualquier relectura de ese tiempo en el que La Moneda fue bombardeada y el presidente decidió su muerte como ética y legado. Este ángulo permite volverse a preguntar por esa época de violencia política y represión feroz en toda la región. Y, hacerlo, pensando en diferentes dimensiones: la comprensión del acontecimiento, los dilemas éticos, como los enfrentados por Francisca, interpelada en su condición humana y política, los pliegues de una cotidianeidad incesante en la cual, no obstante, esa niña intuye el quiebre histórico.

El segundo problema apunta a la relación entre la memoria, el testimonio y la operación histórica. La recuperación de un testimonio o una fuente histórica no tiene sentido sino es en función del análisis que la interroga y le otorga sentido. De allí que el origen del libro, la intención por disputar con interpretaciones “psi”, significó una apertura analítica que resituó el problema sobre cómo pensar a los niños y las niñas. En la apuesta de este proyecto, la historia se vuelve central como campo de indagación y clave de interpretación: las obras colocan la diacronía y la sincronía en el nudo de su interpretación. La propia Patricia Castillo, en el “Preludio” de El Diario de Francisca, instala el contexto histórico como clave sustantiva, decisiva, para entender el relato de Francisca sobre los acontecimientos políticos que devastaron Chile y la deshumanización de la derecha.

En ese sentido, la operación histórica nos exige pensar qué categorías usamos para entenderlo. Los libros permiten, por ejemplo, volver a interrogarnos sobre las nociones de “conocimiento” y de “normalización”. Las reflexiones y los testimonios/documentos de ambos libros nos posibilitan leer los grises entre esas nociones y eludir entenderlas como dadas. Este ángulo permite pensar en toda su entidad cómo fue posible y qué significó la violencia política hecha terror en el Cono Sur. Los grises –que identifican a los tres cuadernos- permiten reponer la sorpresa y la vertiginosidad de un proceso que no estaba prefijado y que, como sucedió en los años de la independencia latinoamericana, el rápido encadenamiento de los sucesos estuvo intrincado con los procesos a escala regional e internacional. Esa vertiginosidad, en la que se atan diferentes dimensiones del proceso histórico reclama, desde mi ángulo, una reconstrucción histórica que pueda unir analíticamente la comprensión de los procesos políticos y los procesos socioculturales.

El tercer problema supone volver sobre la cuestión de la voz infantil en la historia y la historia de la infancia como intervención. En ese sentido, el diario de Francisca o a las creaciones de Infancia/Dictadura nos ofrecen una puerta que requiere quienes las interroguen, analicen e interpreten, sean adultos o niños, con la renovada actualidad que toda investigación supone. El carácter decisivo de la historia para comprender esos vestigios del pasado permite, como apuesta este proyecto, considerar a los niños y las niñas, con su irreductible visión. Pero, también, trascender esa constatación. Es decir, visibilizar a los niños y las niñas, enfrentando el poder de quien asumen su voz y, al mismo tiempo, contiene un proyecto en ciernes que involucra concebirlos una vida de entrada al proceso histórico en sí mismo. Ambas posibilidades han sido con frecuencia concebidas antagónicas, quizás, en parte como efecto de las dinámicas del propio campo. Sin embargo, no tienen por qué serlo. La reconstrucción de la experiencia de los niños y las niñas, considerándolos en relación con otros sujetos e instituciones, puede de ser la puerta para una indagación sobre el proceso histórico per se. En cualquier caso, ese trabajo de reconstrucción histórica y/o de análisis o intervención sobre la memoria, nos interpela como investigadoras/investigadores en tanto “otros” inscriptos en el propio acontecer. Es decir, el proceso histórico nos atraviesa como sujetos y exige entender no sólo el tiempo pasado, los niños que fuimos, sino también, a los niños de hoy, con condiciones sociales y políticas devenidas de los procesos abiertos por las dictaduras en el Cono Sur. Ese pasado, aun presente, que nos interpela por su carácter trágico. Retomando las palabras de Francisca Márquez, en el epílogo de su diario, “la memoria sobre los quiebres de nuestra historia aún me (nos) conmueve”.


Resenhista

Isabella Cosse – Instituto de Altos Estudios Sociales. Universidad Nacional de San Martín/Universidad de Buenos Aires. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

CASTILLO, Patricia. El diario de Francisca. Hueders, 2019. CASTILLO, Patricia; GONZÁLEZ, Alejandra. Infancia/ Dictadura. Santiago de Chile: LOM ediciones, 2019. Resenha de: COSSE, Isabella. Una discusión en torno a la historia y la memoria de la niñez y la condición de los niños y las niñas. Reflexiones a propósito de El diario de Francisca de Patricia Castillo (Hueders, 2019) e Infancia / Dictadura de Patricia Castillo y Alejandra González (Santiago de Chile, LOM ediciones, 2019). Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 323- 329, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

BONTEMPO M. Paula (Ed); BISSO Andrés (Ed), Infancias y Juventudes en el siglo XX. Políticas/instituciones estatales y sociabilidades (T), Teseo Press (E), GALLO Paola (Res), Pasado Abierto (PAr), Infâncias, Juventudes, Séc. 20

El libro que se reseña es el resultado del intercambio académico entre dos equipos de investigación de distintas instituciones que, como señala Paula Bontempo en el Prólogo, “confluyeron en pensar las infancias y las juventudes” (p.17) desde una mirada de largo plazo, en un siglo XX argentino por cierto rico – y por eso mismo complejo – en dinámicas políticas, sociales y culturales de producción de sentidos y prácticas en torno a lo infantil y juvenil.

Infancias y juventudes… se inscribe así en un campo de estudios que, particularmente en las últimas décadas, ha experimentado una potente renovación. En este sentido, más que seguir la lógica clásica de presentación de los objetivos del libro y de cada uno de los ocho capítulos que lo conforman, propongo aquí centrarme en un par de ‘tópicos’ -si se quiere, temas o núcleos centrales- que pueden considerarse como una suerte de nudos dilemáticos que recorren estos trabajos y que, creo, nos hablan de los carriles por los que está transitando la actual historiografía de las infancias y las juventudes en nuestro país. Entiendo que con esta estrategia no seré lo suficientemente justa con la singularidad y riqueza de cada uno de los artículos, pero si confío en que podré serlo con la potencialidad de la producción en su conjunto.

El primero de esos ‘nudos’ es el de las prácticas de intervención sobre las niñeces y las juventudes. O, mejor aún, el del estudio de las modalidades socialmente construidas en el pasado, de intervención sobre el mundo infantil y juvenil. Modalidades que, entre otras cosas, suponen definiciones sobre el ‘ser’ infante y el ‘ser’ juvenil y que implican, también, fronteras y delimitaciones dentro de esos mundos -así, por ejemplo, la distinción entre ‘niños’ y ‘menores’, tan cara a la construcción del estatuto infantil que tuvo lugar en la Argentina de fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX-.

Me interesa destacar en este punto como los trabajos que componen el libro retoman el análisis de esas modalidades de intervención, dando cuenta de su complejidad y heterogeneidad, atendiendo a los múltiples discursos, sentidos y actores intervinientes, y a las siempre dinámicas formas de articulación entre ellos: el Estado y sus agentes, por supuesto, pero también las asociaciones civiles, las comunidades, las bibliotecas barriales, la prensa militante.

Inferimos aquí un segundo ‘nudo’ -medianamente adelantado más arriba- referido al estudio de las representaciones sobre lo infantil y juvenil, al análisis del trabajoso proceso de construcción de sentidos unívocos de infancia y juventud y, a la vez, del de su (im) posibilidad.

Así, por ejemplo, mientras en el Capítulo 1 Florencia Castells explora en los procesos llevados adelante por la justicia criminal bonaerense contra mujeres jóvenes, como se cuelan en las miradas discordantes de los profesionales sentidos predominantes en las primeras décadas del siglo XX sobre la ‘respetabilidad’ femenina y las jerarquías sociales y etarias; en el Capítulo 3, Gisela Manzoni analiza el lugar de la infancia en el movimiento anarquista a mediados de la década de 1910, explorando los discursos de la prensa ácrata: en ella, la infancia es tanto sujeto de interpelación y movilización, como objeto de disputa con el Estado.

Leandro Sessa, por su parte, encuentra en el estudio del proyecto de la República de los Niños (Capítulo 7) una vía para desandar las miradas sobre el carácter politizante de las políticas del peronismo hacia la niñez. No se desentiende de ellas, pero una lectura atenta de los discursos sobre la iniciativa le permite mostrar que el mismo se construyó sobre un conjunto ecléctico de representaciones sobre la infancia en las que se cifraban expectativas (a veces discordantes) que excedían la mera interpelación política.

Y en este punto, es destacable la ‘apuesta’ del libro por una mirada a contrapelo, que se interroga por los destinatarios de esas intervenciones, interpelaciones y disputas.

El estudio de las conmemoraciones del ‘Día’ y la ‘Semana del Scout’ no solo le permite a Andrés Bisso (Capítulo 4) explorar las imágenes de niñez conformadas en torno a las movilizaciones y la práctica scout entre los años 1920-1940, sino también hipotetizar sobre la conformación de identidades y solidaridades infantiles. Mientras que Ayelén Fiebelkorn analiza en el Capítulo 5 las iniciativas de las bibliotecas barriales de La Plata que, en los años 1930, tenían a niños y niñas como destinatarios privilegiados. Muestra allí como estas instituciones interpelaron esas niñeces desde su identidad escolar (contribuyendo a la vez a conformarla), pero también logra dar cuenta de cierta ‘astucia’ infantil al analizar las maneras en que niños y niñas se apropiaban de esa identidad.

Señalo aquí, entonces, un último y tercer ‘nudo’. Lo que podríamos denominar (a fuerza de mucha simplificación) el ‘salto cualitativo’ que expresa un interés por recuperar, para la historia de las infancias y las juventudes, las dimensiones más micro de esos procesos de construcción e intervención, las experiencias, las agencias y las subjetividades infantiles y juveniles.

En el Capítulo 2, Claudia Freidenraj reconstruye la ‘vida cotidiana’ en una institución de encierro de la Capital Federal en la década de 1910: la Cárcel de Encausados. Recuperando en las fuentes la voz de los jóvenes y niños ‘encausados’ el trabajo desvela las dinámicas de vinculación, las solidaridades y los conflictos cotidianos, también los diferenciales de poder -diferenciales que, sin embargo, no ocluyen la resistencia o la negociación-, los sentidos que ‘dan’ y las apropiaciones que hacen los ‘menores’ de estos espacios. Y en el camino, la manera en que también ellos, en tanto actores, van ‘moldeando’ el cariz que asumen esas instituciones.

En la recuperación de esas dimensiones experienciales, los capítulos de Leandro Stagno y de Emmanuel Kahan se ocupan de explorar las identidades juveniles, sus procesos de constitución y las tensiones que las atraviesan. En el Capítulo 6, Stagno analiza prácticas y espacios de sociabilidad de los jóvenes de sectores populares en La Plata de fines de la década de 1930 y principios de la de 1940, dando cuenta de la conformación de una cultura juvenil relativamente autónoma de las formas de intervención adulta, articulada en torno a distintivos sentidos en torno a la respetabilidad masculina, en donde la fuerza -como recurso material y simbólico- ocupaba un lugar central. Mientras que, en el Capítulo 8 Emmanuel Kahan explora como la cuestión de la identidad atravesó los debates y las tensiones en el interior de la militancia juvenil judía entre los años 1960 y 1970.

Una última apreciación. Se ha señalado que una de las cuentas pendientes de la historiografía de la infancia es el abordaje de las experiencias, representaciones y modalidades de agencia infantil. Y esto debido, en parte, a la carencia de material producido por los mismos niños.[1] Sin desestimar la validez de esta apreciación, quizás valga la pena pensar en que no se trata solo de la disponibilidad de fuentes, documentos y archivos, sino de cómo nos acercamos a los tradicionales -o aquellos con los que contamos-. Con nuevos interrogantes y marcos interpretativos. Con una inquietud como la que recorre, en mayor o menor medida, los trabajos que compila el libro y que hacen de su lectura una placentera ocasión para acercarnos a las infancias y juventudes del pasado.

Nota

[1] Sosenski, Susana y Rojkin, Inés (2016) Presentación Dossier Los niños como actores sociales en la historia de América Latina (siglos XIX y XX). Trashumante, N°8, pp. 8-9.


Resenhista

Paola Gallo– Instituto de Estudios Históricos y Sociales. Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales.

Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

BONTEMPO, M. PAULA; BISSO, Andrés (Ed.). Infancias y Juventudes en el siglo XX. Políticas, instituciones estatales y sociabilidades. Buenos Aires: Teseo Press, 2019. Resenha de: GALLO, Paola. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 330- 333, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

ZAPIOLA María Carolina (Aut), Excluidos de la niñez: menores/ tutela estatal e instituciones de reforma. Buenos Aires/ 1890-1930 (T), Ediciones de la Universidad Nacional de General Sarmiento (E), LIONETTI Lucía (Res), Pasado Abierto (PAr), Menor de Idade, Estado, Cidade de Buenos Aires, Séc. 19-20

Este libro, con su recorrido por la Argentina de fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, reconstruye una de las tantas historias de desigualdades de la realidad social. Una exhaustiva investigación de Carolina Zapiola que rescata del silencio y olvido a los Domingo, Carlos, José, Julián, Enrique, Ismael, Pedro y tantos otros que no tuvieron la oportunidad de vivir la experiencia de la niñez. Ellos son los excluidos de la niñez, un sugerente planteo que ya nos interpela desde que leemos el título de este esperado libro. Ellos fueron menores portadores de otras experiencias estigmatizadoras que pasaron por el encierro y la circulación en distintas instituciones punitivas. Considerados peligrosos o en peligro, compartían un delito en común: eran pobres, por pertenecer a determinado tipo de familias, por haber trasgredido las normas de conducta o por cometer delitos menores. Aquella condición fue refrendada por la Ley de Patronato de Menores de 1919 que quedó sin efecto en el 2015 con la sanción de la Ley de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes.

¿Por qué esta periodización? En esos años proliferaron discursos provenientes de la medicina, la pedagogía y la criminología y se generan estrategias de intervención sobre esos menores. Un período bisagra de nuestra historia en tanto, al tiempo que se proclamaba una escuela pública abierta para todos los niños y niñas de la República, miembros de las elites, funcionarios y profesionales construyeron una otredad: la de los “pobres”, “abandonados”, “vagos”, “delincuentes”, “huérfanos” y “viciosos”. ¿Qué hacer con ellos? Ése era el interrogante. Las formas tradicionales que hundían sus raíces a los tiempos de la colonia de la tutela y la punición -anclada en la beneficencia pública y privada- ya no parecían acordes ante los desafíos de ese escenario social. Así se recuperan distintas acciones orientadas en dos direcciones: la sanción de una Ley de patronato que posibilitara que el Estado se convirtiera en tutor de todos aquellos menores material o moralmente abandonados y/o delincuentes -lo cual implicaba que los padres perdieran patria potestad- y la creación de escuelas de reforma donde enviarlos. Una reconstrucción que transita por la historia de la minoridad, posicionada en la interseccionalidad de la historia de la infancia y la historia del delito y del castigo.

Organizado en seis capítulos recorre, en un primer capítulo, la situación demográfica, habitacional, laboral y educativa en la ciudad de Buenos Aires entre 1880-1920. Se detiene en los marcos legales y discursos profesionales que buscaron regular la circulación espacial, el comportamiento y actividades de la niñez de distintos sectores sociales de la ciudad: una territorialidad que muestra una configuración de poder etario, de género y de procedencia social. Esas representaciones heterogéneas, ambiguas y contradictorias devinieron en los pilares de esas políticas diferenciales para la minoridad. Da cuenta del alcance relativo de la escuela pública y las ambiguas visiones respecto a la niñez y el trabajo. Si algunos denuncian las condiciones del trabajo, otros entendían que su ingreso al mundo del trabajo era una forma de salvaguardar su perdición moral. Pero fue en ese abanico de actividades que los niños realizaban en la calle que, voces como la de Ingenieros, percibieron una conexión entre el trabajo en la calle y la delincuencia. Como se explica de modo sugerente, la ocupación de las calles era una forma de hábitat. La calle ofrecía un marco de sociabilidad y devenía en ese mundo público donde poder encontrar espacios de libertad. La pregnancia del paradigma positivista -en convivencia con otros paradigmas- en la criminología puso en su centro de observación a esa población infanto-juvenil, a los “abandonados”, viciosos y/o “degenerados”, con el propósito de estudiarlos y determinar las causas sociales y/o psicobiológicas de su acción. Pero más allá del cruce de discursos, había una apuesta esperanzadora en la regeneración de esos niños y jóvenes que contenía, como dirá Zapiola, una visión menos edulcorada de la niñez.

En el segundo capítulo, titulado “En los albores de lo institucional: el Asilo Correcional de Menores Varones de la Capital”, se reconstruyen distintas experiencias de reclusión y educación de menores varones como la de esta institución. Un variado paisaje de instituciones a las que apelaron los defensores hasta que, el año noventa, deviene en parte aguas de esas alternativas de corto plazo y conservadoras a iniciativas de corte más cientificista donde aparece un nuevo elenco de funcionarios. Pero fueron años en donde no estuvieron exentas las ambigüedades por las distintas gestiones que se hicieron cargo de la administración de esta institución hasta la dirección de Adolfo Vidal y el “giro positivista” de la gestión que terminó con el desencanto del propio director. Esto lo llevaría a promover la posible salida en una Granja Modelo. Tal como circulaba en el discurso escolar de ese tiempo, el hábitat del campo salvaría esas deficiencias edilicias que presentaban las instituciones asilares.

Esto conduce a un siguiente capítulo titulado: “El campo como agente de redención: Colonia Agrícola de Menores Varones de Marco Paz”. Una nueva iniciativa que recupera lo que fue considerado en su momento como “prácticas felices” promovidas en Estados Unidos y Europa Occidental. Una apuesta esperanzadora que delineaba una convivencia entre una utopía ruralista con una lógica punitiva que delineó un programa de reeducación en un entorno rural que suponía garantizar las condiciones para la regeneración.

Sin embargo, su puesta en marcha encontró tropiezos al contener a una población heterogénea que homologaba a niños y jóvenes en su condición de menores. Esa coexistencia de la diversidad nos dice la autora, fue la piedra basal de las denuncias de su mal desempeño. Aquello fue el reverso de la utopía y de esto es lo que trata el cuarto capítulo, donde se devela los pormenores de su funcionamiento a partir de 1905. Allí convivió una población de variopinta de menores que transitaba entre los 14 y 17 años, algunos tenían cierto grado de alfabetización, otros habían transitado el mercado laboral y los menos tenían en su acervo algún tipo de delito. Este dato permite pensar en una posible estrategia de las propias familias de los sectores populares de colocar a sus hijos en la colonia, más allá de que se los nominara como abandonados. Esa diversidad de esta composición anunció su fracaso.

Ese derrotero por distintas experiencias fallidas arriba al momento culminante de la Sanción de la Ley Agote de 1919, una bisagra histórica objeto de tratamiento en el capítulo 5°. Ese proyecto en el que tantas veces había insistido su autor coincide con los desgraciados sucesos de la semana trágica, donde muchos jóvenes participaron y fueron reprimidos brutalmente por la Liga Patriótica. Sin embargo, aquí se relativiza la mirada lineal y casuística que relaciona estos sucesos con la sanción de la Ley que permitía al Estado avanzar con sus atribuciones sobre ciertos padres y sus hijos. Una iniciativa que, como se muestra, contradictoriamente terminó refrendando la posición de hogares particulares y los asilos de beneficencia. Aquella sería una combinación flexible de lo deseable y lo posible que puso en evidencia los límites del alcance de la estatalidad.

Sin embargo, la Ley habilitó nuevas experiencias, entre ellas, “alguna isla exitosa dentro de esa mar de fracasos”. Así cierra con un último capítulo donde se recupera la vida de la Colonia Hogar Ricardo Gutiérrez, “el cottage sistem de las pampas”, con algunos avances y logros institucionales que no dejaron de presentar una doble cara. Los menores que la poblaron quedaron excluidos de la escuela, la familia y el mercado de trabajo libre. El Estado se ocupó de ellos, con esas estrategias ancladas en el encierro y el trabajo tutelado. Sin embargo, fue para muchos de esos niños y jóvenes la experiencia más cercana a la de vivir la infancia.

Cierra con un epílogo donde recupera esos discursos de distintas procedencias disciplinares y las formas de intervención puestas en prácticas sobre parte de esa población etaria de sectores populares que quedó fuera de la escolarización primaria obligatoria y gratuita y que fueron objeto de estas preocupaciones y acciones en pos de su regeneración moral. Experiencias donde prevalecieron las colonias rurales y donde se materializó la atribución del Estado de intervenir sobre las familias pobres, intervención que fue delineada y ampliada con la ley de Patronato de 1919.

Sin duda este libro es la concreción de un trabajo de largo aliento de Carolina Zapiola, sustentado en un bagaje documental que transitó por la atenta lectura de anuarios estadísticos y censos; códigos, leyes y reglamentos, memorias oficiales, revistas, diarios, libro y tesis, libros de lectura y una profusa y actualizada bibliografía que le permite mostrar las distancias entre proyectos, prácticas institucionales y prescripciones normativas y las fuertes continuidades más allá de lo que se han entendido como rupturas legales y de las políticas estatales. Un erudito abordaje acompañado de un estilo narrativo fluido que invita a los y las lectoras a transitar una dura problemática que nos preocupa e interpela toda vez que se advierte la persistencia de la categoría de menor más allá del reconocimiento de la niñez como sujeto de derechos. Es, sin dudas, un texto de cita ineludible para quienes exploren la cuestión otros contextos espaciales y temporales de Argentina y Latinoamérica, donde se dé cuenta del derrotero de estos menores que quedaron -y quedan- excluidos de la niñez.


Resenhista

Lucía Lionetti – Instituto de Estudios Históricos y Sociales. Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales

Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad Nacional del Centro. E-mail: [email protected] 


Referências desta Resenha

ZAPIOLA, María Carolina. Excluidos de la niñez: menores, tutela estatal e instituciones de reforma. Buenos Aires, 1890-1930. Los Polvorines: Ediciones de la Universidad Nacional de General Sarmiento, 2019. Resenha de: LIONETTI, Lucía. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 334- 338, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

COLANGELO Adelaida (Aut), La crianza en disputa. Medicalización del cuidado infantil en la Argentina entre 1890 y 1930 (T), UNGS (E), RUSTOYBURU Cecilia (Res), Pasado Abierto (PAr), Criança, Medicalização da Infância, América – Argentina, Séc. 19-20

La crianza en disputa… forma parte de la colección Infancias y Juventudes dirigida por María Carolina Zapiola y María Florencia Gentile, para la editorial de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Se trata de una obra que realiza una serie de aportes relevantes para los campos de la historia de la infancia y de la medicina. Aborda un tramo del proceso de medicalización de la crianza, entre 1890 y 1930. Es decir, analiza cómo la educación y el cuidado de los niños se convirtieron en un asunto médico.

El período que aborda Adelaida Colangelo ha sido muy transitado por quienes han analizado la construcción del Estado Nacional en relación con los orígenes del sistema de salud y la asistencia social, y han tejido debates en torno de las formas que adquirieron la eugenesia y el higienismo. También por las historiadoras que han estudiado la maternalización de las mujeres en vinculación con la configuración de ciertas disciplinas como la ginecología y la obstetricia. Este libro retoma esos estudios, pero focaliza en la infancia. Conceptualiza, certeramente, a la construcción de ciertas ideas de niño y de naturaleza infantil como un proceso de demarcación institucional y teórico, porque entiende que la construcción de la infancia es inseparable de la configuración de la pediatría y la puericultura como campos de saberes especializados.

El libro de Colangelo parte de una problematización del presente, de su exploración etnográfica en torno de la forma en que las madres construyen sus puntos de vista sobre la crianza de sus hijos apropiándose de saberes diversos, pero donde la medicina conserva su legitimidad como fuente privilegiada. En este sentido es que la autora nos sumerge en una noción de la medicalización como un proceso inacabado, en constante resignificación. Su formación antropológica también se trasluce en la definición del objetivo de su investigación: desnaturalizar lo dado, cuestionar lo obvio, tomar distancia de esa manera que tenemos de entender a los niños, la infancia y la pediatría para dar cuenta de cómo se configuraron. Entonces, entiende a la medicina, la pediatría y la puericultura como teorías nativas que otorgan sentido a los primeros tramos de la vida, y colaboran con el sostenimiento de nuestras representaciones sobre las edades de la vida, en una clave de temporalidad lineal, de sucesión, crecimiento y apuesta de futuro. Su trabajo se remonta a fines del siglo XIX, a través del análisis de textos científicos y de divulgación como manuales de crianza, cartillas para madres y la revista Madre y Niño.

El libro consta de tres capítulos de lectura ágil. Puede resultar interesante para un público amplio porque no abunda en academicismos, ni se excede en detalles sobre fuentes o debates historiográficos. En la introducción, atrapa a los lectores a partir de una serie de preguntas que va a tramar el resto de los capítulos: “¿Qué procesos hicieron posible que las mujeres percibieran que cuidar y educar a un niño durante sus primeros años sea algo tan complejo y trascendente que no pueda quedar sólo en sus manos y las de los adultos próximos? ¿Qué representaciones sobre la niñez sostienen la necesidad de que su cuidado sea guiado por profesionales especializados? ¿De qué manera la medicina construyó y legitimó su lugar de experto acerca de la crianza infantil? ¿En qué medida esto resultó en disputa con otras ideas sobre la crianza y la niñez? ¿Y con otros saberes religiosos, tradicionales, familiares?” (Colangelo; 2019: 16).

El capítulo 1, “Pediatría y Puericultura: la constitución de una medicina del niño”, recupera el devenir de esas disciplinas en Argentina, focalizando tanto en la temprana institucionalización de las cátedras y las asociaciones profesionales como en la fundación de hospitales y salas especializadas en Buenos Aires y en La Plata. Como mencionamos anteriormente, Colangelo aborda este proceso en interrelación con la construcción de un sujeto nuevo para la medicina: el niño, como un ser en crecimiento y desarrollo, y más susceptible. La autora detalla cómo esto implicó, además, una nueva forma de conceptualizar los episodios de malestar en la infancia: de enfermedades en los niños a enfermedades de los niños.

Colangelo también profundiza en la manera que la puericultura se legitimó como un saber práctico. Reconstruye las disputas respecto de si debía o no formar parte de la medicina, pero sin perder de vista que también fue una vía para que los pediatras se convirtieran en voces autorizadas sobre temas de crianza. Su lectura sobre la divulgación de los saberes médicos resulta interesante no sólo para reconstruir la medicalización. La autora realiza una novedosa interpretación sobre la circulación de los manuales escritos por los expertos para dar cuenta de que no sólo eran consumidos por las madres con cierto nivel de instrucción sino también por los colegas. En los consultorios alejados de Buenos Aires, los niños eran atendidos por médicos clínicos que se formaban a través esos textos y disputaban recomendaciones con los curanderos.

En este capítulo, Colangelo periodiza dos momentos en el proceso de la medicalización de la crianza. Entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX, la alta mortalidad infantil, el abandono y la delincuencia habría sido la agenda de problemas que legitimaron la configuración de una red de instituciones que acabaran con ellos. En los años veinte, en cambio, la baja en las tasas de natalidad coincidió con la profesionalización de los recursos humanos, especialmente de las visitadoras de higiene y parteras, y con la preocupación por los vínculos afectivos entre las madres y sus hijos.

El capítulo 2, “Maleabilidad y evolución: la niñez construida por la medicina”, aborda a la pediatría y a la puericultura como teorías nativas sobre la infancia. Colangelo recupera aportes teóricos de Pierre Bourdieu para abordar a la niñez como una categoría social, construida. De la Antropología, recobra la idea de que las fases en el transcurso de la vida no están determinadas por lo biológico sino por las relaciones que los sujetos establecen dentro de su grupo doméstico, el parentesco y la sociedad. Y, retomando a Chris Jenks, problematiza a la niñez como estatus de persona, como un lugar social particular construido relacionalmente y a través de imágenes, representaciones y códigos en disputa. En este capítulo, profundiza en cómo se dio sentido a la noción de “naturaleza infantil”, a esas características consideradas como propias de un niño, irreductibles a otras etapas y que pone en juego una serie de distinciones entre naturaleza y civilización, herencia y ambiente, instintos y comportamientos aprendidos.

A través del análisis de los textos científicos, da cuenta de cómo se articularon conceptos y teorías en torno del crecimiento y el desarrollo como procesos naturales, en cómo se definieron parámetros de normalidad y se crearon herramientas para medirlos, como los percentiles o la antropometría. Mediante el estudio de esos discursos, Colángelo entrevé cómo los saberes de la medicina se entrecruzaron con los de la psicología, la pedagogía y el derecho. En esos intercambios interdisciplinarios también descubre las disputas entre ciertas nociones que asociaban la naturaleza de los bebés con el egoísmo y el afán de dominio, y otras que lo vinculaban con la inocencia, la bondad y la pureza. Estos debates le permiten hacer visible el carácter no obvio, y construido, de esas particularidades asociadas a los niños.

En el capítulo 3, “El ‘arte de criar niños’. La pedagogía médica de la crianza”, Colangelo focaliza en la crianza como una cuestión política, porque entiende que en ella se ponen en juego no sólo una noción de persona sino también un proyecto social. Profundiza en las estrategias educativas implementadas por los expertos, destinadas a las madres primerizas. A través de un corpus amplio y sumamente variado, distingue una vía orientada a las mujeres de clase alta y media, que utilizaba los manuales escritos por puericultores y pediatras, y otra hacia los sectores populares que distribuía cartillas, dictaba consejos en los dispensarios y se acercaba a los hogares a través de las visitadoras. En este caso, el proceso de medicalización involucraba otras instituciones, como los partidos políticos y asociaciones inmigrantes que traducían las cartillas a distintos idiomas. Colangelo también recupera la divulgación de esos saberes a través de las escuelas, mediante la creación de asignaturas específicas que disputaban a los saberes tradicionales que eran leídos como pruebas de la ignorancia. Da cuenta de cómo este proyecto civilizatorio no sólo tensionaba con las prácticas de las mujeres de las familias sino también contra la asistencia social y la beneficencia. La medicina se esgrimía como un saber científico, legitimado por las tecnologías y los principios pasteurianos. La disponibilidad de las fuentes torna difícil la recuperación de las resistencias de las madres ante estos consejos, pero Colangelo se esfuerza por leer entrelíneas para identificarlas en las insistencias recurrentes de los médicos y en la baja asistencia a las instituciones de salud.

La crianza en disputa constituye un aporte valioso para pensar la medicalización de la infancia como un proceso de larga duración, complejo e inacabado. El libro da cuenta de cómo la medicina pudo legitimarse como un saber válido sobre la crianza a través de un proceso institucional y teórico, político y epistemológico. Los interrogantes iniciales sobre la pervivencia de esas nociones sobre la naturaleza infantil, construidas a fines del siglo XIX y principios del XX, le otorgan actualidad y relevancia a la historia de ese devenir.


Resenhista

Cecilia Rustoyburu – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Mar del Plata. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

COLANGELO, Adelaida. La crianza en disputa. Medicalización del cuidado infantil en la Argentina entre 1890 y 1930. Los Polvorines: UNGS, 2019. Resenha de: RUSTOYBURU,Cecilia. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 339- 343, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

GENTILE María Florencia (Aut), Biografías callejeras: cursos de vida de jóvenes en condiciones de desigualdad (T), Grupo Editor Universitario (E), RUEDA Dulce (Res), Pasado Abierto (PAr), Biografias, Jovens, Desigualdades, Séc. 19-20, América – Argentina

En Biografía callejeras, María Florencia Gentile desarrolla un cuidadoso análisis sobre los cursos de vida de adolescentes y jóvenes de los márgenes sociourbanos del Área Metropolitana de Buenos Aires. Con ello, la autora, desde un enfoque etnográfico, aborda una de las dimensiones menos explorada de la desigualdad: la relación entre las condiciones de existencia, las experiencias biográficas y la calle. Así, poniendo énfasis en la mirada de los propios jóvenes, la hipótesis que trasciende en este libro es que calle puede convertirse en un soporte alternativo para organizar los cursos de vida en condiciones de marginalidad sociourbana. Esta obra es el resultado de un largo proceso de investigación, que desarrolla la autora a lo largo de once años, y que se corresponde con el recorrido de la tesis de máster y doctorado de la autora. El libro se estructura en cinco apartados: una introducción, tres capítulos y unas palabras finales.

En los últimos 30 años, en Argentina, se produjeron transformaciones en las clases populares urbanas que coincidieron con la crisis de la sociedad salarial a fines del siglo XX, y el aumento de la desigualdad con las políticas neoliberales de 1980 y 1990. Esto implicó relaciones más inestables e inciertas con el mercado de trabajo y otras instituciones que funcionaron como soportes sociales para la integración social y también como “umbrales de edad”, que organizaban los cursos de vida y el pasaje entre las edades. A partir de estos cambios, se tensionaron las formas en la que se organizaban, social e individualmente, los cursos de vida de las personas. Y en ese sentido, la autora procura en este libro comprender, cómo estos cambios se inscriben en los cursos de vida de los jóvenes y adolescentes en condiciones de marginalidad. Aquí es donde la calle aparece como un espacio que puede organizar los cursos de vida de estos adolescentes y jóvenes.

La autora advierte que la “calle” aparece con gran preocupación en los debates públicos e incluso académicos, donde se considera que este espacio “interrumpe” y “altera” las trayectorias de la población más joven, desvinculándolos de los espacios que le son destinados socialmente. En este caso, Gentile intenta problematizar e ir más allá de estas miradas, interpretando este espacio como un “mundo social”. Eso le permite evidenciar las múltiples dimensiones que hacen referencia los adolescentes y jóvenes de la “calle”, y mostrar su relación con los cursos de vida y el procesamiento social de las edades. De este modo, la autora va a indagar en los siguientes capítulos, cómo la calle puede organizar los cursos de estos chicos y chicas a partir de la incorporación de las biografías de tres jóvenes que le permiten ilustrar su análisis.

En el segundo capítulo, Gentile se concentra en las biografías de dos jóvenes que viven en la calle en la Ciudad de Buenos Aires. Allí se propone abordar “la salida de hogar”, a partir de cómo los propios actores construyen retrospectivamente este hecho como un “hito” o “punto de inflexión” que marca un antes y un después en sus biografías. Esta propuesta le permite, por un lado, entender a la “salida” como hecho compuesto por múltiples procesos, y por el otro, entender cuáles son las relaciones entre la calle y la organización de los cursos de vida de estos adolescentes y jóvenes. En este último punto, la autora da cuenta que la participación de la calle presenta múltiples dimensiones y heterogéneas formas de relación que son utilizadas por los chicos y chicas para el ejercicio de cierta autonomía, que hacen posible transiciones y pasajes etarios que ordenan los cursos de vida en los márgenes de la familia, la escuela, el empleo, etcétera. Pero esto no implica que la calle corresponda a un devenir lineal y monocrónico de sus cursos de vida. Por el contrario, la autora da cuenta de que los niños y jóvenes realizan una selección de elementos que brinda la calle para reelaborar y producir sentidos, experiencias y organizar sus cursos de vida.

En el tercer capítulo del libro, la autora recupera la biografía de un adolescente que a diferencia de los presentado en el capítulo anterior, no vive en la calle, pero este espacio constituye un lugar central en su socialización. El relato de este joven le permite a la autora poner en evidencia los múltiples usos de la calle para organizar los cursos de vida de estos jóvenes, y la articulación con las múltiples dimensiones de la desigualdad social. Siguiendo esto, se da cuenta de que la calle puede funcionar como “moratoria social” al margen de otras instituciones hegemónicas, que supone un recurso para el pasaje de la infancia a una experiencia de juventud específica. A su vez, la alternancia de la calle con otros espacios sociales. permite visualizar que este no es el único esquema temporal que organiza la vida de este joven. Así la autora sostiene que, dado los recursos que brinda la calle. no posibilita un estatus irreversible ni estable. La organización de los cursos de vida alrededor de ella se alternan y solapan con la escuela, el mercado de trabajo y otras instituciones.

En el último apartado del libro, Gentile retoma lo analizado en sus capítulos anteriores y sintetiza algunas de las claves de su recorrido. Dos líneas organizan esta parte. La primera, vuelve a retomar la interpretación de la calle como un “mundo social” y busca evidenciar las articulaciones con los procesos de desigualdad y otras variables sociológicas para comprender qué es lo que brinda la calle para estos chicos y chicas. La segunda parte, retoma el eje central de toda su obra, concluyendo que la calle es un esquema temporal específico que da lugar a ordenamientos de los cursos de vida, pero este espacio, advierte la autora, no reemplaza aquellas organizaciones normativas y hegemónicas, sino que se articula con ellos de manera desigual y subordinada.

El complejo análisis que propone Gentile, hace que el libro constituya un importante aporte para repensar las relaciones entre la calle y los cursos de vida de jóvenes y adolescentes en condiciones de desigualdad. Alejándose de las interpretaciones de la calle como un lugar de “desvío” y/o “problema”, el abordaje de la autora permite poner evidencia cómo la calle funciona como un ordenador en las biografías de jóvenes en condiciones de desigualdad.


Resenhista

Dulce Rueda – Estudiante Avanzada de la Licenciatura en Sociología. Universidad Nacional de Mar del Plata. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

GENTILE, María Florencia. Biografías callejeras: cursos de vida de jóvenes en condiciones de desigualdad. Ciudad de Buenos Aires: Grupo Editor Universitario, 2017. Resenha de: RUEDA, Dulce. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 344- 347, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

PASTORIZA Elisa (Aut), TORRE Juan Carlos (Aut), Mar del Plata/ un sueño de los argentinos (T), Edhasa (E), LARRINAGA Carlos (Res), Pasado Abierto (PAr), Cidade de Mar del Plata, América – Argentina

Por fin ve la luz un libro largamente esperado por todos aquellos investigadores que nos dedicamos a la historia económica y social del turismo. Era una obra de la que muchos teníamos referencia desde tiempo atrás debido a nuestros contactos personales con alguno de los autores. En mi caso, con la profesora Elisa Pastoriza, con quien llevo colaborando desde hace muchos años en publicaciones y en la organización de seminarios y sesiones en congresos internacionales. De hecho, ahora, junto al reputado sociólogo Juan Carlos Torres, gran experto en la sociología histórica del peronismo, nos ofrece este magnífico volumen dedicado precisamente al balneario argentino por excelencia, Mar del Plata, completando así sus numerosos trabajos dedicados a esta ciudad de veraneo. De hecho, los amplios conocimientos sobre el tema de Pastoriza y Torres hacen que estemos ante un libro de madurez, donde en todo momento se percibe el poso de un conocimiento acumulado a lo largo de los años. Se aprecia en la extensa bibliografía, en las fuentes utilizadas, en la cuidadosa selección de imágenes y en el propio relato, ágil, ameno y seguro. Es en estos aspectos donde más se nota la maestría que rezuma este volumen.

¿Mar del Plata otra vez? ¿Acaso no tenemos ya numerosos estudios sobre esta ciudad argentina? Sí y no. Es cierto que en los últimos años Mar del Plata ha sido objeto de análisis desde perspectivas diferentes (sociológica, económica, urbanística, etc.) por distintos autores que con solvencia han ido penetrando en la historia de la ciudad balnearia más importante de la República Argentina. Sin embargo, un estudio como el que ahora nos presentan Pastoriza y Torres se hacía ya imprescindible. Porque en él no sólo se recurre a todos esos trabajos anteriores, sino que, como ya se ha dicho, se aporta asimismo investigación propia, dando como resultado un libro de síntesis que marca un antes y un después en las investigaciones sobre Mar del Plata. Sin duda, a partir de este momento habrá que tener muy en cuenta todo lo que aquí se dice si se quiere seguir avanzando en la historia de esta ciudad. Incluso, para aumentar nuestros conocimientos sobre la historia del turismo en Argentina, la cual cuenta en estos momentos con un importante elenco de investigadores, bastantes de ellos surgidos al amparo de las enseñanzas de la profesora Elisa Pastoriza.

Desde una perspectiva fundamentalmente de historia social, los autores se fijan, pues, en los grandes cambios acaecidos en la sociedad argentina en los siglos XIX y XX tomando como estudio de caso Mar del Plata, tratando de desentrañar cómo se convirtió en el sueño de los argentinos. Sobre todo, porque inicialmente fue el sueño de unos pocos. De un simple saladero y un muelle no tardaría en convertirse a finales del siglo XIX en un balneario concebido a la europea. Pedro Luro, que había trabajado en Biarritz y en San Sebastián y, por consiguiente, conocía dos de los centros turísticos más importantes del área meridional de la fachada atlántica de Europa, quiso hacer de Mar del Plata el sueño de una minoría. Estaríamos hablando de los años en los que primaba el turismo de élite y, por tanto, sólo las capas privilegiadas tenían suficiente tiempo y dinero como para permitirse una estancia larga en un balneario como éste. Fue entonces cuando empezó la verdadera urbanización de la ciudad, gracias, en buena medida, a la llegada del ferrocarril (1886), y cuando las primeras infraestructuras turísticas (balneario, casino, hotelería, jardines, etc.) hicieron su aparición. Gracias a la conexión ferroviaria con Buenos Aires, Mar del Plata se convirtió en el destino turístico por excelencia de las élites capitalinas, a la manera de lo que sucedía en los grandes centros turísticos del continente europeo. Todas aquellas prácticas sociales que ya se conocían en otros balnearios como Brighton, Scheveningen, Ostende, Biarritz o San Sebastián se trasladaron a Mar del Plata: el paseo, el ver y el ser visto, el baño tasado, la hora del té, el jugar en el casino, el verse en los grandes salones, el ir a la moda, etc. Eran las prácticas de unas minorías adineradas que hacían de los balnearios unos centros exclusivos, donde lo que primaba era el buen tono y la distinción.

Sin embargo, esta exclusividad no se pudo mantener mucho tiempo, ya que, con la aceleración de los cambios sociales, esos espacios durante un tiempo reservado sólo para las élites, empezaron a ser frecuentados por capas sociales inferiores. Marc Boyer lo ha llamado mimetismo social, al imitar estos grupos las prácticas de esas capas altas. Es más, en 1920 un socialista ganó las elecciones municipales en Mar del Plata, toda una premonición de los cambios futuros. Y es que uno de los aspectos que más llaman la atención en la historia de Mar del Plata es la rapidez con que se convirtió en un balneario popular. Todo lo contrario de lo acaecido en otras localidades de su estilo en Europa, como San Sebastián en el caso español, donde esta exclusividad se mantuvo cuando menos prácticamente un siglo. Incluso más, si tenemos en cuenta que el propio general Franco la escogió como residencia de verano. En Mar del Plata esto no fue así. De hecho, durante los años peronistas, 1945-1955, el veraneo de los trabajadores ocupó un lugar destacado en la agenda pública. El denominado turismo social era objeto de preocupación de las nuevas autoridades del país. Tampoco esta modalidad constituía una novedad, pues se había puesto en marcha en los años veinte y treinta en países como la Unión Soviética, Italia o Alemania. También en los sistemas democráticas se había tratado de fomentar el turismo entre las capas bajas de la sociedad, estableciéndose las vacaciones pagadas, aunque con resultados más modestos que en las dictaduras ya citadas. Con el peronismo Mar del Plata se convirtió realmente en el sueño de los argentinos. A pesar de los miles de kilómetros de costa existentes en el país, sólo Mar del Plata llegó a gozar de esta consideración. Precisamente, la Colonia Vacacional de Chapadmalal devino el escenario de la obra de turismo social más monumental de los años del peronismo.

Pero aún hay más. Las políticas públicas del peronismo tuvieron un impacto determinante en la ciudad. En efecto, la ley de la Propiedad Horizontal de 1948 y los créditos otorgados por el Banco Hipotecario facilitaron el acceso a la vivienda en propiedad. De manera que en unos pocos años el 70% de centro de Mar del Plata quedó reducido a escombros, desapareciendo gran cantidad de villas y mansiones, así como jardines y arboledas. Se habían sentado las bases para la erección de los primeros rascacielos, fenómeno que se generalizó en los años cincuenta y sesenta. Este hecho y la aparición de una potente hotelería sindical cambiaron la fisonomía de Mar del Plata en unos pocos lustros, una realidad asimismo diferenciada de lo que sucedió en otros balnearios atlánticos como Biarritz y San Sebastián, donde una destrucción tan sistemática no tuvo lugar. Sólo así Mar del Plata perdió el tono de distinción que había tenido a principios del siglo XX para convertirse ahora sí en ese sueño de los argentinos ya mencionado. El hacerse con un apartamento en uno de esos altos edificios de la ciudad se convirtió en la aspiración de las clases medias. Los obreros y clases bajas podrían conformarse con pasar unos días de vacaciones en uno de los muchos hoteles sindicales existentes. El objetivo final era que un buen número de argentinos pudiesen pasar unos días de asueto en el balneario nacional por excelencia. Ese sueño del primer peronismo fue cuajando y para los años sesenta y principios de los setenta apenas quedaba nada del Mar del Plata elitista de principios del siglo. Desde luego, cada vez más argentinos disfrutaban ya de la experiencia de unas vacaciones junto al mar.

Pues bien, todo este proceso de sucesivos cambios sociales y políticos es el que Elisa Pastoriza y Juan Carlos Torres analizan con minuciosidad. Apoyándose en un conjunto de fotografías primorosamente escogidas y de textos de la época encartados en el cuerpo de la obra, ambos autores nos ofrecen la historia apasionante de una ciudad única como es Mar del Plata, destino vacacional por excelencia de los argentinos y una de las urbes balnearias más importantes de toda América Latina. Es por ello que, volviendo al principio, debo insistir una vez más en la calidad de la obra que ahora se presenta para terminar afirmando que la espera ha merecido la pena.


Resenhista

Carlos Larrinaga – Universidad de Granada, España. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

PASTORIZA, Elisa; TORRE, Juan Carlos. Mar del Plata, un sueño de los argentinos. Buenos Aires: Edhasa, 2019. Resenha de: LARRINAGA, Carlos. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 348- 351, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

IÑIGO CARRERA Nicolás (Aut), Estrategias de la clase obrera en los orígenes del peronismo (T), EUDEM (E), Grupo Editor Universitario (E), ITURBURU Facundo (Res), Pasado Abierto (PAr), Classe Trabalhadora, Peronismo, América – Argentina, Séc. 20

El libro de Nicolás Iñigo Carrera Estrategias de la clase obrera en los orígenes del peronismo tiene como objetivo “analizar el surgimiento del peronismo como un momento de la historia de la clase obrera argentina” (p. 8). Al referirse a momentos, expone una idea de proceso histórico en el que la clase obrera avanza hacia un estado de conciencia de su condición de expropiada de sus condiciones materiales de existencia. Para el historiador la lucha es el elemento constitutivo de dicho proceso. El concepto de estrategia le permite discernir si los trabajadores, a través de la medición de la correlación de fuerzas sociales objetivas y políticas, eligieron vías reformistas o revolucionarias para organizar sus acciones y perspectivas.

Se trata de un tomo de la colección La Argentina peronista: política, sindicalismo cultura, dirigida por Gustavo Contreras, que posee varios capítulos con breves apartados, en un lenguaje pensado para la divulgación del conocimiento histórico. El libro presenta bibliografía a pie de página y diversas fuentes que permiten la reconstrucción de los hechos narrados (principalmente huelgas): archivo de la DIPBA, actas de Congresos, periódicos partidarios y diarios comerciales

Son nueve los capítulos del libro, comenzando con la explicación de los conceptos clases sociales estrategias característicos del marxismo sobre los que reposa la propuesta de trabajo. Esta se desarrolla progresivamente, encadenando argumentos y anticipando conclusiones parciales para facilitar su entendimiento. A su vez, podemos destacar la labor heurística como un mérito del historiador ya que ilumina hechos poco abordados por la historiografía.

En los capítulos 2 y 3 se describen y analizan los hechos de octubre de 1945 con foco en el día 17, en tanto enfrentamiento social de carácter clasista. En esos álgidos días intervinieron en la escena pública fuerzas sociales antagónicas cuya conformación heterogénea, debe pensarse en vinculación con procesos que Iñigo Carrera aborda en apartados posteriores. Expone primero este escenario para afirmar que allí se inició una nueva etapa en la historia del movimiento obrero, caracterizada por la materialización política de una estrategia reformista que precedía temporalmente al peronismo.

En el capítulo 4 se escruta la estructura económica nacional de la década del cuarenta para reflejar la inserción de nuevos trabajadores a las relaciones capitalistas de producción, como parte de un desarrollo en extensión de las mismas. Al autor le interesa comparar esta transformación en las condiciones objetivas con el proceso de ciudadanización. Para ello compara datos estadísticos sobre las tasas de sindicalización y la participación electoral de las personas en capacidad de trabajar activamente. En la comparación de distintas etapas, reconoce en el peronismo una profundización de dicho proceso. Sin embargo, matiza la convención historiográfica según la cual los obreros estaban excluidos del sistema político, ya que sus intereses como asalariados (no como expropiados) ya venían teniendo cierta legitimidad dentro del sistema institucional del país.

El capítulo 5 problematiza las explicaciones del surgimiento del peronismo basadas en una supuesta división social entre nuevos y viejos trabajadores. En el ámbito académico, desde que Gino Germani formuló la hipótesis que vincula nuevos trabajadores “disponibles” provenientes del interior con Perón como líder político emergente, son múltiples las discusiones y posturas sobre el tema. Iñigo Carrera las retoma para polemizar con ideas como por ejemplo que la clase obrera era débil en los años treinta o que no tenía una organización de alcance nacional. Lo que estos autores clásicos comparten, para el historiador marxista, es la focalización exclusiva en el sistema institucional y los sindicatos más consolidados.

Una descripción de la situación de la clase obrera entre los años 1930-1935, marcados por la crisis económica y política, ocupa las páginas del sexto capítulo. Con una aparente parálisis inicial por la represión estatal, pero avanzando en luchas que esbozaron la unidad obrera contra el fascismo y la opresión política, dicho período atravesó una disputa por la dirección del conjunto de los trabajadores, consolidándose finalmente una estrategia mayoritaria a ser desarrollada: actuar dentro del sistema institucional vigente. Mientras la CGT apartidaria negociaba con el Estado, anarquistas y comunistas pese a la persecución impulsaban la acción directa en las calles, inclusive a través de las armas. Iñigo Carrera hace fuerte hincapié en la huelga general de 1936, convocada en solidaridad con la lucha de los obreros de la construcción. Lo paradojal de la misma fue que, siendo el momento en que más avanzó la estrategia de superar el sistema institucional, tuvo una resolución ordenada que significó el triunfo de la estrategia institucionalista de confrontación. La explicación de este pasaje no es minuciosa sino sintética ya que el autor la llevó a cabo en su libro anterior La estrategia de la clase obrera 1936 [1].

El capítulo 7 refleja el período que el historiador denomina lucha democrática de la clase obrera. La CGT de conducción socialista convocó al acto del 1 de mayo de 1936 con un pliego de fuertes reivindicaciones, manifestando rechazo al fraude electoral y la intención de desempeñar un papel dirigente en la emergente alianza social y política con sectores de la burguesía, reafirmando la preeminencia de la estrategia de formar parte del sistema institucional. Si bien la latente la posibilidad de formar un Frente Popular al estilo de los europeos no llegó a concretarse, lo que el autor quiere explicitar es cómo la clase obrera asumió una gimnasia democrática respetuosa de la institucionalidad vigente que trascendió el estado coyuntural de las relaciones de fuerza sociales.

El capítulo 8 culmina el recorrido histórico propuesto en el libro, describiendo la crisis del conglomerado de oposición y la recomposición de alianzas sociales durante los años 1943-1946. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, los partidos políticos y fracciones de la burguesía se abroquelaron frente a un gobierno militar que consideraban fascista. Por otro lado, señala Iñigo Carrera el escepticismo inicial de la clase obrera con el nuevo régimen, la persecución de dirigentes y la intervención de sindicatos. Sin embargo, la política y el discurso obrerista de Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión modificó la situación del mundo laboral y el escenario político. El movimiento obrero procuró defender sus conquistas ante la reacción capitalista, otorgándole un carácter clasista a su lucha dentro del sistema institucional. Las mejoras económicas se complementaron con la posibilidad de intervenir en la política pública. La tensión que llevó a los hechos de octubre de 1945 se resolvió finalmente en unas elecciones en las que, como propuso la CGT, los trabajadores apoyaron la candidatura de Perón a la presidencia dentro de una nueva alianza político-social que requirió la creación del Partido Laborista. Para el autor “los obreros realizaban su interés parcial en tanto ciudadanos y asalariados, ajenos a su totalidad histórica como clase expropiada” (p. 119).

El apartado final funciona como recapitulación de todo el libro mediante sintéticos textos que resumen la propuesta de investigación. Nicolás Iñigo Carrera nos ofrece, por lo tanto, una visión alternativa sobre la participación de la clase obrera en los orígenes del peronismo, que si bien influyó en nuevas camadas de investigadores, está lejos de ser dominante en la discusión académica sobre el tema. Pese a ello podemos marcar como enriquecedor que se privilegie la capacidad de agencia de los ciudadanos expropiados, quienes a partir del desarrollo de la industrialización en la Argentina tuvieron una experiencia de lucha en la que se disputaron la dirección fracciones reformistas y revolucionarias, cada una de las cuales privilegiaron caminos distintos para organizar los enfrentamientos sociales en tanto clase que, desde el enfoque marxista de este tomo de la colección, aspira a transformar sus condiciones de existencia.

Nota

[1] Íñigo Carrera, N. (2000). La estrategia de la clase obrera 1936. Buenos Aires: La Rosa Blindada-Pimpsa


Resenhista

Facundo Iturburu – Grupo “Movimientos sociales y sistema político en la Argentina Moderna”. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

IÑIGO CARRERA, Nicolás. Estrategias de la clase obrera en los orígenes del peronismo. Buenos Aires: EUDEM; Grupo Editor Universitario, 2019. Resenha de: ITURBURU, Facundo. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.12, p. 352- 355, jul./dic. 2020. Acessar publicação original [DR]

HERRERO Fabián (Aut), El Fraile Castañeda ¿El trompeta de la discordia?: Intervenciones públicas/de Mayo a Rosas (T), Prometeo Libros (E), LERICHE Rosario Janet (Res), Pasado Abierto (PAr), Fraile Francisco de Paula Castañeda

La vida del Fraile Francisco de Paula Castañeda acumula múltiples intervenciones disímiles en la “cultura pública” de la política rioplatense. Combina una vasta producción en prensa (con más de 20 publicaciones periódicas), sermones patrióticos y el impulso de obras sociales, ubicándose como uno de los sujetos que participa activamente en la trama histórica que se extiende desde las Invasiones Inglesas hasta los inicios de la “Argentina Rosista”.

En este libro Fabián Herrero condensa una amplia producción científica que viene realizando desde el año 2010. A lo largo de 16 capítulos recorre la vida del Fraile, que aunque siguiendo un sentido cronológico, no responden a un carácter biográfico y enumerativo de acontecimientos personales; por el contrario, cada capítulo es resultado del carácter difícil de abordar del personaje, por su amplio campo de acción, las fuentes por él producidas, la bibliografía que lo analiza y la necesidad de ubicarlo, contextualmente en cada momento histórico donde interviene o influye.

Si bien la investigación de Herrero puede inscribirse dentro de los estudios biográficos, no recupera exhaustivamente todos los detalles de la vida del Fraile, por el contrario, plantea la visión del actor situado, describiendo y analizando los escenarios donde se inscriben sus acciones. Al verlo inserto en la trama política posrevolucionaria encuentra la manera de visualizar el sentido subyacente a sus intervenciones, abandonando la clásica pregunta biográfica de ¿quién fue Castañeda? para formular una más enriquecedora en términos historiográficos como es ¿cuál es el papel que cumple Castañeda en el proceso histórico rioplatense?

Para aproximar respuestas, el autor busca un distanciamiento de los tratamientos tradicionales del tema, y en un recorrido por las diferentes lecturas del personaje que han acuñado sus biógrafos, busca crear una visión propia que pretende captar en toda su complejidad al mismo. Estas “entradas” que se han pensado para Castañeda coinciden en un sentido del “exceso”, que adopta diferentes versiones; la del vacío historiográfico y la indiferencia hacia la figura del fraile, la del cura loco o desobediente, como personaje histórico inclasificable, como opositor o enemigo del gobierno y aquellas explicaciones que con tono apologético remiten a Castañeda como el patriota, prócer creyente o ciudadano militante; que se basan en una imagen que el mismo fraile construye de sí mismo.

Lo que Herrero propone en términos de novedad es observar a lo largo de su trayectoria aquellas posturas que le permiten sobrevalorar los cambios políticos del fraile. Para ello plantea dos hipótesis; en primer lugar, la presencia de un hilo que une su discurso y su práctica, una lógica que repite en distintas etapas. Busca generar alianzas de poder con algunos sectores, lo que le permite posicionarse a favor o en contra según las decisiones de la facción coincidan, o no, con las aspiraciones del franciscano. Herrero encuentra que Castañeda acciona según su núcleo duro de creencias, como son la defensa de la iglesia y sus miembros, la centralidad política de Buenos Aires y la promoción de la educación. Estas son las tres líneas que mueven sus opiniones y sus acciones, en palabras de Herrero “el hilo subterráneo que pasa por debajo de las contradicciones de Castañeda” (p. 404).

Su carácter crítico es tolerado en momentos porque forma parte de la facción de poder, se vuelve más intolerante o más rebelde cuando se acerca la imposición de cuestiones que limitarán su campo de acción. Esta es la segunda hipótesis que se lee, Herrero se diferencia de las visiones de la historiografía tradicional al plantear esta capacidad del Fraile de constituir alianzas, no es rebelde, inclasificable, unitario ni federal, hace alianzas en pro de defender sus banderas. Así, el autor entiende que estudiando a Castañeda se puede comprender la “política facciosa”, tan importante en la lógica del período, es un ejemplo que en un grupo amplio que se muestra bajo una misma bandera hay discusiones y pujas de poder, de allí que las posturas que adopta el fraile nos ayudan a visualizar desde dentro esta forma de moverse en la política.

Otra cuestión a destacar, es la amplia variedad de fuentes consultadas por el autor, que contribuyen a construir la complejidad narrativa y analítica con la que se encara la obra. Como mencionamos más arriba, Herrero retoma las producciones historiográficas y literarias que han analizado al fraile realizando no sólo una lectura crítica de los textos, si no también revisando las fuentes que estos consultaron. Al hablar de Castañeda la fuente por excelencia es la prensa, explorando no sólo la por la producida, si no aquellas otras voces existentes en cada periódico como interlocutores del fraile. Como hablamos de un actor situado, el autor analiza fuentes de Santa Fe cuando Castañeda se encontraba allí en ocasión a la Convención Nacional, los periódicos que el fraile edita en esta provincia, otras publicaciones periódicas de Santa Fe y Buenos Aires, documentos de la Convención disponibles en el archivo General Paz y el Registro Oficial; y recorre también fuentes del Archivo General de la provincia de Entre Ríos sobre la polémica muerte del fraile.

Para concluir, creo que al plantear una visión propia y más compleja de la vida política del Fraile, hace que el libro consiga un enfoque superador, es un libro escrito luego del trabajo de muchos años y eso se nota, cada capítulo demuestra la complejidad de una análisis profundo y contratación de fuentes, la exploración de la vida del fraile en muchos momentos y lugares disímiles, con un contexto cambiante constantemente.

La obra de Herrero viene a inscribirse en este redescubrimiento de la biografía que ha caracterizado a la historiografía internacional en los últimos años. Si bien aún quedan muchas incertidumbres sobre cómo moverse en este campo, posibilita grandes aportes al permitir, no sólo una atención sobre cada individualidad y cómo actúa en un entorno social determinado, sino también a cómo ese mundo social atraviesa al actor por medio de múltiples relaciones.


Resenhista

Rosario Janet Leriche – Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Entre Ríos, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

HERRERO, Fabián. El Fraile Castañeda ¿El trompeta de la discordia?: Intervenciones públicas, de Mayo a Rosas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo Libros, 2020. Resenha de: LERICHE, Rosario Janet. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 287- 290, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

LIDA Miranda (Coord), FABRIS Mariano (Coord), La revista Criterio y el siglo XX argentino. Religión/ cultura y política (T), Prohistoria (E), CANCIANI Elisa (Res), Pasado Abierto (PAr), Revista Criterio, Séc. 20, Século XX, América – Argentina

El libro La revista Criterio y el siglo XX argentino. Religión, cultura y política es el resultado de un proyecto de investigación coordinado por Miranda Lida y Mariano Fabris que reúne a destacados investigadores e historiadores convocados por la rica historia de la revista Criterio. Una compilación que propone un recorrido por la compleja trayectoria de la revista a lo largo de casi 90 años de historia, que se abre a la indagación desde diversas perspectivas y enfoques, abordando temáticas políticas, sociales, culturales e intelectuales. El libro nos permite reflexionar sobre el valor de la publicación como objeto de estudio en sí misma, pero además, como fuente historiográfica que despliega múltiples vertientes al investigador. Resulta una propuesta novedosa tanto por la variedad de abordajes como por la calidad de investigadores que convoca. Está organizado en nueve capítulos siguiendo una periodización política.

En el capítulo “Una vez más acerca de los orígenes de Criterio y sus contextos”, Fernando Devoto presenta una síntesis de sus investigaciones sobre los orígenes de la revista Criterio. El historiador enriquece la obra, al tiempo que reflexiona sobre el trabajo de investigación y revisión continua, recordándonos que el conocimiento histórico avanza no sólo descubriendo nuevos documentos sino promoviendo nuevos interrogantes y lecturas. Devoto accede al archivo personal de la figura central de Criterio en su etapa fundante: el Dr. Atilio Dell’Oro Maini. Allí encuentra el potencial de cartas, notas, apuntes, consciente de la importancia de los archivos personales y el desafío como investigador de reformular esos orígenes que las circunstancias llevaban a su encuentro. Tensiones y disputas entre intelectuales católicos y eclesiásticos salen a la luz y son reconstruidos e interpretados por el historiador. En un plano metodológico confronta esa información y contextualiza en su complejidad el momento inicial y a sus protagonistas. Criterio nació como una revista católica doctrinaria inserta en una gestión de cultura institucional verticalista y autoritaria, con diferentes matices ideológicos y políticos. En esa heterogeneidad, Fernando Devoto reconoce rasgos comunes: el carácter de publicación católica y la voluntad de orientar a una opinión pública ilustrada en el mundo católico y no católico, señalando el momento excepcional de la cultura de élite.

Diego Mauro, en el capítulo “Los intelectuales católicos en tiempos revueltos: de Tribuna Universitaria al surgimiento de Criterio (1910-1930)”, aborda la etapa inicial de la revista Criterio a la luz del accionar de un grupo de jóvenes intelectuales católicos que luego de la reforma universitaria de 1918 y del cierre de la Universidad Católica, se lanza a la experiencia de los Cursos de Cultura Católica, ámbito en el que surge la revista. En ese trayecto, el autor busca comprender el lugar que ocupó esa nueva generación de intelectuales en los proyectos de las jerarquías eclesiásticas, su participación en la primera etapa de Criterio y repensar la relación con la Iglesia. Reconstruye espacios de participación de jóvenes como Atilio Dell’Oro Maini, César Pico, Rafael Ayerza, Samuel Medrano, Tomás Casares, que buscan seducir a artistas y escritores para hacerles conocer y amar la doctrina católica definiendo un nuevo tipo de intelectual católico aggiornado a las lógicas del momento, con una Iglesia decidida a intervenir en la esfera pública. Finalmente, Mauro nos presenta un amplio recorrido hacia el interior de la revista Criterio interpretando que la misma se convierte en un laboratorio político donde conviven perspectivas y proyectos discordantes.

En el capítulo “La Argentina y el mundo en Criterio (1928-1939) Temas, desarrollos y debates”, Olga Echeverría propone rastrear las perspectivas de análisis sociales y políticas en la revista Criterio desde sus inicios hasta el año 1939. Busca mostrar las tensiones de la alianza que llevaría adelante el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 y el papel de la revista en ese contexto. La autora reconoce problemáticas de tratamiento recurrente en Criterio como la educación, la ausencia de moral cristiana, la disciplina espiritual y el proyecto de catolizar la sociedad que atraviesa la revista. Ante la realidad internacional ahonda en tres procesos que recibieron mayor vigilancia en Criterio: los movimientos revolucionarios, los totalitarismos y la dinámica española, desde la dictadura de Primo de Rivera hasta el franquismo. Caracteriza ese período como combativo, por las reiteradas denuncias contra el avance del “terror rojo” y la propaganda plagada de doctrina anticristiana. Echeverría sostiene que la revista Criterio era la voz de la jerarquía, a la vez que el nexo con el laicado, escrita para adoctrinar a los sectores acomodados de la sociedad con el objetivo de construir al catolicismo como sujeto político dominante.

Miranda Lida, en el capítulo “El enigma Franceschi. Su lento e irreversible aggiornamento en la década de 1940”, propone su estudio en dos etapas. Primero, bajo el título “Un Franceschi aparentemente basculante. Del espíritu wilsoniano de 1918 al franquismo” analiza la vida y prolífica labor intelectual de Mons. Gustavo Franceschi adhiriendo inicialmente a valores democráticos. Hacia 1932, la autora nos anticipa el contexto internacional y un Franceschi, que oscila hacia modelos corporativistas, advirtiendo que, a pesar de la posición franquista de Franceschi, procura acoger a todas las voces relevantes en la revista. En la segunda etapa “1945, hora cero”, Lida captura a un Franceschi que recibe e interpreta el impacto de la posguerra y de la experiencia peronista a partir de 1945. Reconoce un nuevo Franceschi consustanciado con la fuerza liberadora que tuvo Europa luego de la caída del nazismo y el ascenso al poder de Juan Domingo Perón, que prometía respuestas a los problemas sociales. Según la autora, el año 1945 fue muy fuerte porque logra modificar sus convicciones, suavizar sus resistencias hacia el comunismo comprendiendo el nuevo orden mundial de posguerra. Lida se interroga sobre la posición de Franceschi frente al peronismo. Reconoce que Criterio se mantuvo en una posición prudente, con elogios y críticas pero sin alinearse detrás de Perón, siendo una de las pocas publicaciones antiperonistas que sobrevivió a la censura sobre la prensa opositora.

En el capítulo “Una teología para la modernidad. Criterio en el debate de ideas católico (1945-1970)”, José Zanca explora la circulación y debate de diversas corrientes teológicas europeas y el carácter de tribuna que adoptó la revista Criterio. Analiza una serie de artículos de Mons. Franceschi publicados en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Una primera serie le permiten vislumbrar un cambio de época y una Iglesia no enemiga de la democracia. En la segunda serie reconoce una apertura a las nuevas corrientes de posguerra. Zanca aborda la década de 1960 en dos períodos temporales: de 1962 a 1965 da impulso al debate conciliar que generó grandes expectativas en jóvenes laicos y sacerdotes que no estaban de acuerdo con la realidad de posguerra y veían la oportunidad de una nueva teología, y para el lustro 1965-1970 el autor señala un nuevo escenario, es decir, el proceso de mundialización del progresismo cristiano pos Concilio. Se originan sublevaciones del clero y los laicos contra los obispos en diferentes diócesis de Argentina, América Latina y Europa, erosionando la imagen de una iglesia sólida y unida, poniendo en discusión el modelo de sacerdote y el modelo de relación con el laicado y la jerarquía. De esta manera el trabajo propone nuevas lecturas a esas búsquedas teológicas reflejando la apertura de la revista Criterio a un diálogo con la modernidad.

María Alejandra Bertolotto, en el capítulo “Criterio y el cine durante el primer peronismo (1946-1955)”, analiza la mirada de Criterio con respecto al cine en el marco de un proceso de crecimiento de las industrias culturales y de consolidación de la censura como mecanismo de control y protección. Se examinan ideas, reacciones, estrategias que el cine como entretenimiento de masas suscitó en la revista más importante del catolicismo, en un espacio de modernización y secularización. A la autora le interesa poner en relación las páginas del cine de Criterio con la mirada de otros órganos de prensa católica. La hipótesis de trabajo nos dice que la Iglesia y los católicos se encontraban ante la necesidad de mantenerse aggiornados para seguir interpelando a los fieles en un mundo de cambios. Durante la década de 1930 el Estado comenzó a intervenir en la industria del cine, controles que continuaron durante el gobierno peronista. Respecto a la relación Iglesia Católica y cine, Bertolotto admite una relación difícil ante el avance de la cultura de masas, la necesidad de la Iglesia de difundir el buen cine desde la perspectiva católica y el lugar de Criterio, propagando el buen cine pero fundamentalmente formando y educando al público.

En el capítulo “Criterio, entre el ‘optimismo conciliar’ y los dilemas de la política nacional (1957-1966)”, Sebastián Pattin explora los cambios que vive la revista luego del ascenso de Jorge Mejía como director, hasta la Revolución Argentina en 1966. Plantea que la revista encarnó una identidad umbral entre una minoritaria renovación religiosa y un creciente autoritarismo político. Mejía, vinculado a los círculos teológicos europeos, renovó las páginas de Criterio tendiendo puentes con teologías abiertas a la modernidad e incorporando una generación de jóvenes intelectuales sensibles a las Ciencias Sociales. En ese contexto el Papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II. Según Pattin, el Concilio fue una oportunidad para que la Iglesia revisara su relación con la modernidad, con el Estado y el rol del laicado, siendo Criterio una “tribuna” donde Mejía interpretaba y batallaba por el sentido del Concilio Vaticano II, un camino de apertura y diálogo desde una teología de la periferia. En cuanto a la política nacional, el autor retoma la mirada local a partir del golpe de Estado contra Perón en 1955 y del llamado a reconciliación nacional, encontrando a una revista Criterio abocada a esa realidad, donde circulan ideas y con una propuesta moderada que busca cierta separación positiva entre religión y política.

Martín Vicente, en el capítulo “Industrias culturales y teorías de la comunicación social en Criterio: sobre sociedad, cultura y política desde una clave modernizadora (1966-1973)”, analiza los modos en que las preocupaciones por la industria cultural y las teorías de la comunicación social, aparecieron en la revista. Primero aborda la lectura de esos tópicos en el período objeto de estudio y luego el problema de la industria cultural, desde el caso del best-seller a la recepción de las teorías de comunicación. Ahondar en estas problemáticas permite una visión compleja de los procesos de modernización y una aproximación al universo confesional desde otras perspectivas. El contexto temporal aparece marcado por una serie de pautas que el autor sintetiza en la fórmula “modernización y autoritarismo”. Criterio era la publicación central de la alta cultura católica, abierta a los nuevos enfoques teóricos y novedades de las diversas industrias culturales que circularon en la época. Martín Vicente destaca el lugar que ocuparon esas transformaciones en la revista Criterio, recreando el vínculo entre cultura y sociedad.

En el último capítulo titulado “Criterio entre la dictadura y la democracia. Su mirada sobre los desafíos a la Iglesia Católica en un contexto transicional”Mariano Fabris nos propone indagar la revista Criterio como un actor político, analizando sus posicionamientos frente a debates trascendentales que afectaron a la Iglesia y al catolicismo en el período final de la dictadura militar y el retorno a la democracia. Se enfoca en las posiciones de Criterio frente al debate sobre el pasado reciente, incluyendo la cuestión de los Derechos Humanos y el juicio a las Juntas Militares, las disputas sobre el divorcio vincular, el Congreso Pedagógico Nacional y el llamado “destape” en la vida cultural. El autor se propone demostrar dos hipótesis: 1) en relación al debate sobre el pasado reciente sostiene que Criterio mantuvo una prudente distancia frente a la posición de la jerarquía, 2) en cuanto a los debates en torno al divorcio, el Congreso Pedagógico Nacional y los cambios en la cultura popular, entiende que las posiciones que adoptó Criterio estuvieron guiadas por la certeza que el catolicismo se debía adaptar a un nuevo escenario político y social.

Para finalizar es justo reconocer el aporte valioso al campo historiográfico que significa este libro, el esfuerzo de Miranda Lida y Mariano Fabris para concretar el proyecto y lograr una compilación fuerte, que muestra avances en la investigación al tiempo que invita a continuar escribiendo la historia de la revista Criterio.


Resenhista

Elisa Canciani – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

LIDA, Miranda; FABRIS, Mariano (Coords.). La revista Criterio y el siglo XX argentino. Religión, cultura y política. Rosario: Prohistoria, 2019. Resenha de: CANCIANI, Elisa. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 291- 296, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

CAMPODÓNICO Rossana (Aut), Entre la política y el discurso: Uruguay turístico (1960-1986) (T), Universidad de la República (E), CASTELLUCCI Daniela I. (Res), Pasado Abierto (PAr), Turismo, América – Uruguai, Discurso, Política, Séc. 20

En su reciente libro, Rossana Campodónico estudia la evolución del turismo en Uruguay en el período 1960-1986 a partir del análisis de la política turística del país y de la promoción publicitaria de atractivos y modalidades turísticas, a fin de establecer si ellas contribuyeron a su desarrollo. El libro plasma la investigación realizada en su tesis de maestría en Desarrollo y Gestión del Turismo de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina). Sin lugar a dudas el estudio realiza una importante contribución a la historia del turismo del país, como así también de América Latina, en un campo de estudio cuya producción historiográfica ha tenido un significativo crecimiento en las últimas décadas en la región.

La autora efectúa un análisis crítico sobre las características que asumió la gestión pública del turismo en un contexto político y socioeconómico complejo. Tal lo acaecido en otros países latinoamericanos en esos años, Uruguay atravesó un período de inestabilidad política provocada por el golpe de Estado que instauró la dictadura militar en 1973 y que finalizó en 1985. En este contexto, expone su preconcepto respecto del lugar que ocupó el turismo dentro de la agenda política y la prensa uruguaya durante esas décadas. Su riguroso estudio le permite, luego, constatar si esto fue así o no.

A lo largo de los capítulos Campodónico intenta responder a dos cuestiones centrales. Por un lado, si los asesoramientos técnicos nacionales y los de consultores extranjeros ayudaron a promover cambios institucionales en el período 1960-1986. Y por otro, si el discurso respecto del fomento del turismo traccionó en el desarrollo turístico del país y cómo se fue conformando la noción de “Uruguay, país turístico”. A partir de un importante corpus de fuentes, realiza un análisis de las políticas públicas a partir de la aplicación de una interesante herramienta metodológica: la Matriz Científica del Turismo. En esta matriz se cruzan las variables tiempo, espacio, motivaciones y actividades con determinadas unidades de análisis, que en este caso estuvieron centradas en el Gobierno y la comunidad.

En el capítulo cuatro, la autora comienza con el desarrollo de los inicios de la planificación en Uruguay a partir de la creación de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico a fines de los cincuenta, teniendo como una de sus funciones principales la formulación de planes de desarrollo económico. A este hecho se le suma la instauración de las bases de la Alianza para el Progreso impulsada por la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1961, donde se establece que América Latina debía recibir financiación para la realización de programas de desarrollo económico y social. De esta manera, se observa que la planificación se constituye en la estrategia para orientar las políticas públicas en el país.

Por otra parte, en este capítulo se abordan las distintas asesorías internacionales a fin de conocer si las mismas fueron tenidas en cuenta en el diseño de las políticas turísticas e identificar los objetivos que se buscaban con estas recomendaciones. Sin dudas la estacionalidad, la necesidad de aumentar la demanda y diversificar la oferta turística se constituían en las principales preocupaciones sobre las que se intentaba dar respuesta. De manera concisa la autora expone las siete asesorías que se realizaron entre 1971 y 1978, las cuales coincidieron en plantear la necesidad de efectuar estudios integrados y desarrollar alternativas ante la marcada estacionalidad de la actividad turística en el país. En este sentido, a partir del análisis realizado es posible observar el rol que jugaron los organismos internacionales en el impulso del desarrollo del turismo a través del asesoramiento técnico y ayuda financiera para la elaboración de programas durante las décadas del sesenta y setenta. Situación que se dio no sólo en Uruguay sino también en varios países latinoamericanos.

El marco institucional y los cambios ocurridos durante los años estudiados son analizados en el capítulo cinco. Según la autora, es en el período 1930-1955 donde se inicia la institucionalización del turismo en Uruguay. Creada a principios de la década del treinta, la Comisión Nacional de Turismo fue el primer organismo público, aunque a mediados de la década del sesenta deja de funcionar dando lugar a la Dirección Nacional de Turismo. Los sucesivos cambios en el rango otorgado al organismo público de turismo como las funciones asignadas permiten a la autora afirmar que la debilidad institucional que caracterizaba las gestiones de gobiernos anteriores se mantuviese en el tiempo. Las consultorías internacionales también se expidieron respecto al organismo público donde se destaca la propuesta de fortalecimiento institucional del informe de la OEA, el cual proponía la creación de áreas específicas de gestión. En línea con las recomendaciones de los organismos internacionales para fomentar el desarrollo económico de los países de la región, y en particular del turismo, la planificación del sector y la evaluación de proyectos turísticos eran fundamentales para alcanzar el desarrollo de la actividad en países como Uruguay.

Otro de los instrumentos de política pública que se mencionan en el libro es la primera Ley de Turismo (Ley Nº 14.335) aprobada a fines de 1974. Esta ley también fue producto de un asesoramiento de la OEA, que además incluyó la reglamentación de subsectores turísticos específicos. Declaraba al turismo como un factor de desarrollo económico y social y definía las competencias del Estado y del organismo público de turismo. En este marco se crea el Consejo Nacional de Turismo cuyo funcionamiento fue irregular y, de acuerdo a lo expresado por la autora, su actuación fue “un tanto inoperante” (Campodónico, 2020: 48). Otra cuestión que se observa es que la Ley imponía una política centralista del turismo en detrimento de las autonomías de los gobiernos departamentales que habían sido conquistadas en los albores del siglo XX.

Al finalizar este capítulo se desarrolla el contexto del origen del Ministerio de Turismo en 1986, cuando regresa la democracia al país. Nuevamente, se demuestra la incidencia del discurso hegemónico plasmado en las recomendaciones de las instituciones internacionales, como la Organización Mundial del Turismo, en las decisiones de los gobiernos de la región respecto a la gestión pública del turismo. Alcanzar el rango ministerial a la cartera de turismo supuso, finalmente, cumplir con las sugerencias emanadas por la OEA en sus dos informes realizados durante la década del setenta. Por otra parte, se pone énfasis en la planificación del sector y se introduce el turismo social como una política de Estado.

En el siguiente capítulo, Campodónico aborda los diferentes planes de desarrollo económico que se formularon durante esos años y en donde el Banco Interamericano de Desarrollo tuvo una importante incidencia a partir de su visión sobre el desarrollo para América Latina. El primer plan nacional fue elaborado por la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico para el período 1965-1974, constituyéndose en la base para los posteriores planes de desarrollo formulados. La autora destaca que en los años setenta las concepciones neoliberales del desarrollo incidirían en el diseño de estrategias de menor intervención del Estado y de mayor apertura comercial y financiera, los cuales se plasmaron en los dos planes de desarrollo formulados. Al final del capítulo expone un cuadro comparativo de los tres planes y concluye que existe coincidencia respecto de la importancia del turismo en la economía nacional; la definición de las áreas prioritarias; y que la política turística del período estudiado se encuentra centrada en cuatro aspectos: promoción, política tributaria, política crediticia y capacitación.

Los artículos de prensa y folletos son analizados en el último capítulo con el objetivo de determinar el modo en que se concebía la promoción respecto del desarrollo del turismo en el país. Para ello, la autora toma como objeto de estudio textos publicados por instituciones a fin de producir una imagen de sí mismas, avisos y folletos oficiales con la intención de motivar la demanda y, por último, medios de comunicación gráfica como diarios, semanarios y revistas. El análisis es acompañado por diversas imágenes de estos elementos que ilustran la descripción e interpretación de la autora. En el caso del Banco de Seguros del Estado, se observa que el Almanaque publicado por esta institución expone varios aspectos del turismo y diversas regiones del país vinculadas a las grandes obras públicas en infraestructura. Luego presenta el análisis de los avisos de la Comisión Nacional de Turismo y la Dirección Nacional de Turismo dirigidos principalmente al ciudadano con un propósito claro de adoctrinamiento respecto del turismo. Los cambios en las concepciones de crecimiento y desarrollo se van a evidenciar también en estos documentos. Aquí, la autora señala que la folletería oficial mantiene ciertas características que ya poseían en los años treinta, aunque se comienza a mostrar una oferta turística más diversificada.

Los medios de comunicación gráfica analizados, le permiten a Campodónico advertir ciertas diferencias entre ellos. En el diario El Día se observa que los artículos promocionan la zona balnearia del país como así también de su interior a fin de promover el turismo interno. En este periódico es claro el apoyo a las políticas públicas implementadas por el gobierno. En contraposición, el semanario Marcha pone en evidencia la importancia de la planificación en el desarrollo turístico del país y cuestionó el accionar del gobierno en esos años. Por otro lado, el diario El Popular se diferencia de los otros medios de comunicación dada su filiación política al Partido Comunista. Es por ello que muestra otros aspectos del turismo vinculados a las condiciones laborales y conflictos de los trabajadores de la construcción y de varios rubros del sector turístico. Por último, analiza la revista Mundo Uruguayo a la que le atribuye una elevada importancia por su contribución al fortalecimiento de la identidad del ciudadano uruguayo, vinculandolo a su fuerte vocación turística. Además de promover el turismo interno se impulsaba el turismo emisivo y se lo relacionaba con las posibilidades económicas de la población local para asumir esos gastos. Para la autora, la Sección Carta de los Lectores, merece una mención especial debido a las opiniones que allí se emitían, principalmente vinculadas a la planificación turística.

Rossana Campodónico cierra su exposición recuperando las principales conclusiones de varios capítulos. El análisis realizado permite afirmar que los asesoramientos de los organismos internacionales impulsaron cambios institucionales de importancia para el turismo. Además, queda en evidencia la ausencia de planificación turística hasta la década del sesenta, no sólo en Uruguay sino también en otros países de América Latina, adoptando luego el modelo cepalino. Respecto del recurso discursivo, considera que se constituyó en un instrumento que traccionó el desarrollo turístico en el período estudiado.

En suma, se trata de un libro que presenta un triple mérito. La obra no sólo realiza un aporte fundamental en la historia del turismo de Latinoamérica, sino que también, a partir de su lectura, puede oficiar de inspiración para la realización de estudios que abordan la evolución turística en otros países de la región, desde una perspectiva política y social. Además, desde lo metodológico, el estudio demuestra la utilidad en la aplicación de la herramienta Matriz Científica del Turismo en el análisis de las políticas públicas del sector. “Entre la política y el discurso: Uruguay turístico (1960-1986)” es, entonces, una obra que plasma los resultados de una sólida investigación que muestra el origen de algunos aspectos claves que aún tienen vigencia y que a la vez permiten comprender la situación actual del desarrollo turístico del país.


Resenhista

Daniela I. Castellucci – Centro de Estudios Históricos. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

CAMPODÓNICO, Rossana. Entre la política y el discurso: Uruguay turístico (1960-1986). Montevideo: Universidad de la República, 2020. Resenha de: CASTELLUCCI, Daniela I. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 297- 302, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

BROUÉ Pierre (Aut), Revolución en Alemania (1917-1923). Tomo I (T), Ediciones IPS (E), DOMÍNGUEZ Nahuel Agustín (Res), Pasado Abierto (PAr), Revolução,Europa – Alemanha, Séc. 20

El libro, La revolución en Alemania (1917-1923). Tomo 1, escrito por el historiador y militante trotskista francés Pierre Broué se publicó por primera vez en español en noviembre de 2019 por Ediciones IPS. Broué, quien falleció en 2005, fue profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Grenoble en Francia y especialista en la historia del movimiento obrero del siglo XX, sobre lo que publicó más de una docena de libros. El título original de la obra, resultado de la tesis doctoral del autor, fue Révolution en Allemagne (1913-1923) y se publicó en 1971 por Les Éditions du Minuit. En el tomo 1 aborda esencialmente los procesos revolucionarios que ocurren sucesivamente entre 1918 y 1921 en Alemania y su marco previo. Su meta es aportar herramientas para comprender el destino trágico de la revolución socialista en la Europa del siglo XX y echar luz sobre un proceso que cuenta con una muy limitada bibliografía específica. Estas cuestiones se abordan en este tomo a través de una presentación del autor y 27 capítulos, tres introductorios y el resto divididos en dos partes. El equipo de editores además agregó un gran número de notas aclaratorias al pie a lo largo del texto, una “Nota a la edición en castellano”, cronología, notas biográficas y una sección de abreviaturas y siglas.

En la presentación y los tres primeros capítulos, se realiza una interrogación disparadora y una contextualización de la sociedad alemana y de la socialdemocracia previa a la Primera Guerra Mundial. Allí el autor introduce la expectativa de algunos de los líderes de la Revolución Rusa, contemporáneos a los hechos estudiados, de que la revolución en Alemania y su triunfo podían desencadenar en pocos años el triunfo global del socialismo. Por otro lado, debate con la idea vertida por algunos historiadores que consideraban que esto hubiese significado una catástrofe para el país, a lo que contrapone el posterior ascenso del nazismo. Hace uso de una gran variedad y cantidad de fuentes en idioma original como correspondencia, textos de los personajes analizados, biografías y estudios especializados en diversos aspectos de la época, lo cual es una constante a lo largo de la obra. Desde una perspectiva marxista e incluso apoyado en los análisis de Friedrich Engels sobre Alemania, en el primer apartado identifica como una de las claves históricas la contradicción insostenible entre el desarrollo industrial y tecnológico del país, con su falta de colonias y mercados donde colocar sus productos. Respecto a la socialdemocracia antes de la guerra, en el segundo capítulo, repasa sus éxitos organizativos y políticos, como la conquista de más de 1 millón de afiliados, más de 4 millones de votos en las elecciones y más de 3 mil legisladores sumando los nacionales, regionales y municipales. Los límites que identifica se relacionan a un internacionalismo formal, la adaptación a una coyuntura económica que parecía de progreso continuo y pacífico, y un funcionamiento interno mediante compromisos que favorece el desarrollo de alas revisionistas, sindicalistas y burocráticas en el partido. Reconoce también en el tercer apartado, la existencia de un sector de izquierda dentro de la organización liderado por Rosa Luxemburg, que había sido uno de los paladines en la lucha ideológica contra los revisionistas, pero que tenía una influencia muy limitada dentro de la socialdemocracia y evitaba conformarse como tendencia.

En la primera parte, que abarca los capítulos 4 al 12 y se titula “De la guerra a la revolución. Victoria y derrota del izquierdismo”, Broué estudia en el capítulo cuarto, cómo el inicio de la guerra parteaguas en la izquierda alemana, de donde surge un sector mayoritario que colabora con el imperio alemán asegurando la paz civil y votando los créditos de guerra en el Reichstag, mientras otro sector de tendencia radical se agrupa detrás de las figuras de Luxemburg y del diputado Karl Liebknecht quien se niega a apoyar la política imperialista del gobierno. En este sentido, el investigador dedica una atención especial en el quinto apartado, a la evolución política del sector de izquierda que en primera instancia actuó de manera dispersa, organizó después el grupo Spartakus, integró la escisión de 1917 del Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania, y recién en 1919, meses después de la revolución que acaba con el imperio, decide fundar el Partido Comunista Alemán. En los capítulos sexto y séptimo, el historiador además destaca la influencia de la Revolución Rusa y de las calamidades de la guerra en el ascenso revolucionario del que Alemania fue parte y que conduce a huelgas masivas, formación de consejos de obreros y soldados, y motines en las tropas. El análisis del proceso revolucionario y el de las organizaciones confluyen en el octavo apartado para debatir con los historiadores que consideran que en 1918 no hubo una verdadera revolución. Broué argumenta en el noveno capítulo, que tras la caída revolucionaria del emperador llegó a establecerse una dualidad de poder entre los concejos y el recientemente conformado gobierno socialdemócrata. Si esta situación no derivó hacia un gobierno de tipo soviético al estilo ruso, fue según el autor en su décimo apartado, por la falta de un partido como el bolchevique que planteara, en el seno de los concejos la posibilidad de acciones coordinadas y explicara pacientemente la necesidad de tomar el poder. En enero de 1919 estalla una sublevación apoyada por el apenas creado Partido Comunista pero que es sofocada ante la falta de organización, según se relata en los capítulos once y doce, y termina en una contraofensiva de bandas paramilitares que asesinan a Luxemburg y Liebknecht.

Los capítulos 13 al 27 integran la segunda parte del volumen que lleva como nombre “Ensayo de definición del rol de un partido comunista”. Allí el historiador aborda la represión desatada tras la derrota de 1919 en el apartado trece, la estabilización de la situación política que deja de ser apta para la lucha por el poder en Alemania y el mundo en el catorce. Las tendencias al interior del partido se analizan en los capítulos quince a diecisiete, el intento de golpe de estado por parte del ejército en el país y la postura de los comunistas en los dieciocho y diecinueve, las relaciones con Moscú y la figura de Paul Levi en los veinte a veintidós, la conformación del Partido Comunista Unificado y el intento de desencadenar la acción de las masas en 1921 que termina en un fracaso en el veintitrés a veinticinco, así como sus consecuencias y los debates en el seno de la Internacional Comunista al respecto, en los apartados veintiséis y veintisiete. Se resalta en primer lugar, el levantamiento de masas que rechaza el efímero golpe de estado de 1920, en el que el partido se niega a defender la democracia contra el golpe como primera reacción y donde interviene de manera limitada producto de su debilidad organizativa. En segundo lugar, la conformación de un partido de masas con medio millón de afiliados, en base a la fusión de la socialdemocracia independiente y los comunistas, y el intento ultraizquierdista de provocar una acción de masas que fracasa en 1921 ante la falta de adhesión popular y la represión.

Por su análisis meticuloso y sobradamente documentado, consideramos que la obra de Pierre Broué acerca de la revolución en Alemania se torna de referencia obligada para el estudio del período de entreguerras en aquel país, así como para el análisis global del proceso revolucionario en la Europa de la época y sus organizaciones. Es un estudio que por otro lado, invita a reflexionar sobre el rol de las distintas fuerzas sociales y su capacidad para inclinar la balanza en los momentos decisivos de la historia.


Resenhista

Nahuel Agustín Domínguez – Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

BROUÉ, Pierre. Revolución en Alemania (1917-1923). Tomo I. Buenos Aires: Ediciones IPS, 2019. Resenha de: DOMÍNGUEZ, Nahuel Agustín. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 303- 306, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

RAMACCIOTTI Karina Inés (Dir), Historias de la enfermería en Argentina: Pasado y presente de una profesión (T), Edunpaz (E), MANDAGARÁN Melanie (Res), Pasado Abierto (PAr), Histórias da Enfermagem, América – Argentina

La enfermería es una de las profesiones más importantes dentro del ámbito sanitario pero su trayectoria a lo largo de la Historia ha sido un tema poco abordado por los historiadores. En este sentido, el libro “Historias de la enfermería en Argentina: Pasado y presente de una profesión” viene a llenar ese vacío. Dirigido por Karina Ramacciotti, quien se especializa en Historia de la Salud, el volumen cuenta con un apartado dedicado a las palabras preliminares, un prólogo y dieciocho investigaciones realizadas por veintitrés intelectuales, a través de las cuales se analiza la profesionalización de la enfermería en Argentina desde el siglo XIX hasta la actualidad.

En las palabras preliminares a cargo de Nora Goren, directora del Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades, y Paula Isacovich, coordinadora editorial, se advierte al lector que las investigaciones presentadas en el libro fueron reelaboradas bajo la dirección de Ramacciotti, tras ser presentadas en las Jornadas “La enfermería en Argentina: Continuidades y rupturas entre el pasado y el presente de la profesión”, realizadas en 2018 en la Universidad Nacional de José C. Paz. Pero, también, hay un segundo origen respecto del interés por trabajar la historia de las enfermeras. Como señala en el prólogo Roberto Repetto Andrada, en Argentina existe una importante escasez de personal en enfermería, algo que se ha tratado de solucionar a través de varios programas que incentivan la formación de profesionales como, por ejemplo, becas de estudio, y que, además de la precarización laboral y la sobreexplotación de enfermeros, ha sido evidente en el contexto de este año históricamente relevante para la visibilización de los problemas relativos a la salud y a los discursos e imaginarios sociales que la conforman.

El libro propone tres recorridos, por un lado, aparecen artículos que trabajan sobre las figuras destacadas de la enfermería y en los que se evidencia, también, el rol decisivo de las mujeres. En “El cuidado sanitario. Hacia una historia de la enfermería en Argentina”, Ramacciotti plantea el tema, la hipótesis, los objetivos y realiza una pequeña aproximación a las diversas investigaciones que componen el volumen. Asimismo, la autora describe los orígenes de la profesionalización de la enfermería en Argentina desde las últimas décadas del siglo XIX hasta nuestros días y se centra en la figura de la Dra. Cecilia Grierson, pionera en ese proceso como fundadora de la Escuela de Enfermeras, Enfermeros y Masajistas en Buenos Aires. Las investigaciones en torno a los aportes de Grierson se retoman en “Trayectorias que se cruzan Cecilia Grierson y María Elena Ramos Mejía”, de Ana Laura Martin, en el que se desarrolla un análisis tanto de la experiencia vital e intelectual de Grierson como de María Elena Ramos Mejía, quien ocupó varios puestos en la gestión pública a mediados del siglo XX. De la misma forma en “Con el descanso del viento. Margarita Basomba y la enfermería platense”, sus autoras Karina Inés Ramacciotti y Adriana María Valobra narran, en un primer momento, la historia de la enfermería a mediados del siglo XX en La Plata y en la ciudad de Buenos Aires, para posteriormente concentrarse en la experiencia de Margarita Basomba, quien llegó a ejercer funciones directivas en la Escuela de Enfermeras y Samaritanas de la Cruz Roja. Finalmente, otro artículo que hace referencia al rol de la mujer es “La enfermería entre la empatía y la ciencia. El método Kenny” de Daniela Edelvis Testa, en donde describe el recibimiento y la instauración del método Kenny en el tratamiento contra la polio durante la epidemia de los años cuarenta, en la cual se capacitó a un pequeño grupo de enfermeras para que utilizaran este método. La autora remarca que el hecho de que su creadora fuera una mujer generó muchas críticas entre los médicos de la época.

Otro recorrido que propone el texto se relaciona con las instituciones que se forjaron a partir de las necesidades concretas de formar enfermeras. En “La “Escuela de Nurses” del Instituto de Medicina Experimental” de José Buschini, reconstruye, en base a legajos institucionales y notas periodísticas, el recorrido del Instituto de Medicina Experimental (IME), creado en los años veinte para luchar contra el cáncer. Buschini hace especial hincapié en la “Escuela de Nurses”, dependiente del IME, que formó a un gran número de mujeres en enfermería. Al igual que el artículo anterior, “La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Buenos Aires en los años sesenta ¿Un nuevo rol para las enfermeras?” de Ramón Rayes se centra en la creación y el funcionamiento de la Escuela de Salud Pública. Esta institución nació con el objetivo de responder a las recomendaciones de los organismos internacionales y locales de mejorar la capacitación del personal sanitario. En este contexto, Ramón Rayez identifica un grupo de enfermeras que tuvieron un rol destacado como investigadoras y docentes en esa institución.

En este sentido, el volumen adopta una perspectiva federal puesto que no solo en Buenos Aires se producían importantes avances en la profesionalización de la enfermería, sino que puede apreciarse este proceso en otras provincias argentinas como Santa Fe, Mendoza, Jujuy, Tucumán, Córdoba, La Pampa, Neuquén y Rio Negro, en las que estudian diferentes aspectos: el proceso de feminización en Rosario y la creación de la Escuela de Nurses en la Universidad Nacional del Litoral (Bacolla y Allevi), las funciones de organismos de beneficencia, primero, y del estado provincial después en el proceso de profesionalización en Santa Fe (Rubinzal, Bolcatto y Sedran), un recorrido por los primeros proyectos que permitieron la capacitación de la enfermería en Mendoza (Hirschegger), breves síntesis de la historia de la profesionalización en Jujuy (Jerez) y Tucumán (Fernández y Rosales) y las mutaciones en la enfermería en la provincia de Córdoba (Rodríguez y Aizenberg). Asimismo, otras provincias aparecen representadas con: la Escuela Provincial de Enfermeras Joaquín A. Ferro en La Pampa (Billorou), el agrupamiento de los enfermeros en sindicatos en Neuquén (Beliera) y la profesionalización en Rio Negro (Jara).

Por último, aparece una línea de reflexión transversal en la que se perciben los cruces con otras profesiones, las tensiones en las prácticas concretas y ciertos estereotipos formalizados en la construcción social de la profesión. En este sentido, nos encontramos con “Maestras y enfermeras: entre el cuidado y la enseñanza” de Adrián Cammarota, quien nos muestra los principales puntos en común de las dos profesiones como, por ejemplo, la fuertemente feminización. Por su parte, la investigación de Lía Ferrero titulada “Enfermería y cuidado: tensiones y sentidos en disputa”, busca entender la subordinación de la enfermería frente a otras profesiones como, por ejemplo, la médica. Entre las causas de esa subordinación señala la feminización de la enfermería y advierte que los enfermeros desconocen la historia de su profesión que está plagada de luchas, lo cual es negativo puesto que no conocer ese pasado significa una forma de invisibilización. Finalmente, el último artículo estuvo a cargo de Paula Lehner y se denomina “Enseñar metodología de la investigación en la carrera de Enfermería a partir de la experiencia en el campo práctico preprofesional”. En él, la autora narra su experiencia al frente de la cátedra de Introducción a la Investigación en Enfermería correspondiente al área metodológica de la carrera de Enfermería de la Universidad Nacional de José C. Paz, durante el primer cuatrimestre del año 2018.

En resumen, “Historias de la enfermería en Argentina: Pasado y presente de una profesión” realiza un riguroso y variado análisis sobre un tema poco estudiado. A lo largo de los dieciocho artículos hemos podido conocer la ardua lucha que representó la configuración de la enfermería como profesión. Sin lugar a dudas, representa un importante aporte no solo para la Historia de la Salud, sino también para la Historia de las mujeres, puesto que está escrito desde una perspectiva de género debido a que en él queda al descubierto el destacado rol femenino en la lucha por la profesionalización de la enfermería.


Resenhista

Melanie Mandagarán – Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

RAMACCIOTTI, Karina Inés (Dir.). Historias de la enfermería en Argentina: Pasado y presente de una profesiónJosé C. Paz: Edunpaz, 2020. Resenha de: MANDAGARÁN, Melanie. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 307- 310, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

SEGATO Rita (Aut), Santos y Daimones. El politeísmo afrobrasileño y la tradición arquetipal (T), Prometeo (E), OJEDA Pablo Maximiliano (Res), Pasado Abierto (PAr), Politeísmo, Arquétipos, Cultura Afrobrasileira, América – Brasil

Rita Segato es reconocida en el mundo académico, principalmente, por sus investigaciones y reflexiones socioantropológicas relacionadas con el feminismo, la violencia de género y la perspectiva decolonial. Autora de una vasta obra que recorre estas temáticas, pueden citarse entre sus libros más destacados e influyentes: “Las estructuras elementales de la violencia” (2003), “La Nación y sus Otros” (2007), “La crítica de la colonialidad en ocho ensayos” (2013), “La guerra contra las mujeres” (2016) y “Contrapedagogías de la crueldad” (2018). Sin embargo –como ella misma dice–, y aunque los títulos mencionados incluyen artículos estrechamente emparentados con el tema del libro que aquí reseñamos, muchos olvidan: “que primero fui yo rubóloga”. Este posicionamiento disciplinar, seguramente extraño para la gran mayoría, sea tal vez el que mejor defina su investigación doctoral, defendida en 1984 en el Departamento de Antropología Social de la Queen’s University of Belfast. Precisamente, inaugurando la colección Pensamientos del Brasil en español –lanzada por Prometeo en 2020 con dirección de la misma Segato–, y traducido en forma magistral por Rodrigo Álvarez, “Santos y Daimones. El politeísmo afrobrasileño y la tradición arquetipal” se desprende de allí y recupera, por primera vez para el idioma castellano, gran parte de aquel valioso trabajo iniciático.

El libro se estructura en tres partes. La primera y más extensa –compuesta por cinco capítulos–, titulada “El pensamiento arquetipal del Xangô de Recife”, es la que condensa la pregunta de investigación y los hallazgos más significativos. Segato cimenta en cada uno de estos espacios, un aspecto de importancia que marca el recorrido de su sólida construcción argumentativa. El primero de ellos, “El andamiaje conceptual del culto”, introduce el tema, advirtiendonos –y anticipando de esta manera el tema central de la obra– que para ser “hijo-de-santo”, es decir, miembro pleno de una familia religiosa de algunas de las variantes de culto afrobrasileñas, es preciso haber sellado previamente un vínculo personal e irrevocable con un orixá santo, nombre que reciben las divinidades del panteón yoruba en las religiones de matriz africana. Esta relación, así establecida, es el tema que desarrollará en toda esta primera parte del libro, a partir de los conocimientos recolectados en más de cuatro años de trabajo de campo en las casas de la nación Nagô más ortodoxas y tradicionales del culto Xangô de Recife.

En el segundo capítulo: “Los orixás y como reconocerlos”, se establece que, para determinar esta relación fundamental, es preciso atravesar un proceso que comienza generalmente con una observación sistemática del comportamiento del futuro hijo por parte de la “mãe o pai-de-santo”, así como de sus futuros hermanos, más experimentados, en función de descubrir rasgos o características arquetípicas de las divinidades manifestándose espontáneamente en el sujeto. El procedimiento posterior consiste en ratificar esta percepción primigenia, a través del “jogo de buzios”, un oráculo adivinatorio sagrado conformado por dieciséis cauríes de este molusco, que sólo manipulan los jefes religiosos de cada casa. El orixá rector o “dueño de la cabeza”, así como el segundo en orden de importancia –denominado ajuntó– adjudicados a cada hijo, serán elegidos entre las seis divinidades principales adoradas en el culto. Estas deidades, con sus características singulares –actuando en conjunto sobre el hijo pero siempre de forma jerárquica entre sí– funcionarán como descriptores de la personalidad del fiel y determinarán su forma de manejarse, tanto en el espacio socio-ritual como en todas las esferas de su vida cotidiana. La misma Segato relata cómo le fueron adjudicadas Iansã e Iemanjá, como “dueña y ajuntó de su cabeza” respectivamente, mediante varias sesiones de tiradas del oráculo adivinatorio hacia el final de su trabajo de campo.

En el capítulo tres, “El santo y la persona: imágenes que articulan su relación”, la autora profundiza en el análisis de esta interacción que es llevada a cabo en una doble dimensión circular y retroalimentaria; vale decir, entre el fiel y sus orixá, y entre los orixás corregentes que se autorregulan, en una relación no exenta de conflictos. En esta constelación, que habita “en la cabeza” del fiel, mediada por los discursos presentes en la gramática religiosa del culto y un complejo conjunto de imágenes míticas –que invocan las características inequívocas y arquetípicas de cada deidad y sus posibles amalgamas–, se construyen articulaciones y negociaciones constantes que moldean tanto la personalidad como la conducta del adepto. En este sentido, Segato muestra que existe un vocabulario que puede ser manipulado religiosamente con fines terapéuticos y que actúa por refracción en tres planos: el social, el metafísico y el psíquico, a través de lo que denomina “agencias celestiales”.

Los dos capítulos que cierran la primera parte del libro, son algo más breves que sus antecesores y se distinguen de éstos, en el sentido de que no presentan datos etnográficos, sino reflexiones y elaboraciones teóricas comparativas. En el primero de ellos, “El Xangô y la tradición marginal de la imagen en el pensamiento occidental: notas para un diálogo intercultural I”, la autora incursiona en los dilemas filosóficos que emanan del vocabulario platónico y plotiniano; y particularmente, en términos como yo, alma, persona, cabeza y –sobre todo– daimon. A través de este concepto central, relaciona fragmentos de la tradición clásica que se remontan al politeísmo antiguo y construye una referencia inmediata –la imagen de la pluralidad griega intrínseca de la persona–, para abrir el diálogo con el códice afrobrasileño y acceder así a una mejor comprensión del mismo. Este planteo de la persona como una entidad múltiple es retomado, en una línea de continuidad con el capítulo cuatro, en “El Xangô de Recife y la psicología de C. Jung: notas para un diálogo intercultural II”, pero esta vez, desde la psicología analítica de los complejos, que se ocupa de aquello que se manifiesta cada vez que se constata un comportamiento autónomo de la psique en relación a la voluntad consciente, y que es aquí equiparado por Segato con el desarrollo del orixá en el proceso de construcción de la personalidad a la luz del culto.

En la segunda parte del libro, compuesta por un único capítulo titulado “La vida privada de Iemanjá y sus hijos: fragmentos de un discurso político para entender el Brasil”, se explora la familia mitológica de los orixás, conformada según la tradición por Orixalá (el gran padre), Iemanjá (la madre biológica del panteón), Ogum (el primogénito), Xangó (el segundo hijo), Oxum (la hija menor), e Iansã (que no pertenece a la familia mítica por parentesco sino por su matrimonio con Xangó). Esta sección analiza y lee –en clave política– el repertorio simbólico de los vínculos de parentesco en el espacio afrobrasileño de Recife, como un corpus discursivo en el que el elemento de creencia se confunde, a los ojos de los miembros del Xangô, con su capacidad de enunciar y de hacer ostensible, una serie de proposiciones elementales sobre el mundo que la comunidad religiosa habita. En este sentido, se pone de manifiesto una escala jerárquica valorativa y una elección de estrategias y posicionamientos de cara a enfrentar e interpretar diversos aspectos de la vida social y la ciudadanía, como: el acceso al poder y al prestigio, el valor relativo del trabajo, el sentido de la justicia, el rol de las instituciones, etc.

La tercera parte de la obra –que es también el último capítulo–, denominada “Inventando la naturaleza: familia, sexo y género en el Xangô de Recife”, demuestra que el culto realiza un esfuerzo sistemático por liberar las categorías de personalidad, parentesco, género y sexualidad de las determinaciones biológicas y biogenéticas a las cuales están ligadas en la ideología dominante de la sociedad occidental. Al respecto, la autora sostiene que esta singularidad se relaciona con la experiencia histórica de la sociedad esclavista, ya que de ella surgió el grupo humano creador del culto y “en sus relatos míticos, las divinidades que ellos llaman `santos` exhiben actitudes que los aproximan más a la debilidad humana de lo que los asemejan a los seres descriptos por la teología y la hagiografía católica” (Segato 2020: 293). En este sentido, mientras que la familia patriarcal siempre fue característica de los sectores medios y altos de Brasil, entre las clases populares y sobre todo en la población negra y mulata, es posible hallar formas de organización familiar y roles de género más flexibles o alternativos. El punto más álgido de esta afirmación, se encuentra en las funciones desarrolladas por las mães y los pais-de-santo, roles equivalentes en los que no es posible señalar ninguna atribución que distinga el desempeño o incluso el prestigio social ligado a la identidad de género o la sexualidad.

Santos y Daimones… aparece en un momento de franca revitalización para el campo de los estudios religiosos en Latinoamérica. Así, se erige como un libro imprescindible para quien aspire, no sólo a comenzar o ampliar su conocimiento en estas temáticas, sino también a profundizar en la obra de Rita Segato ya que, como la autora afirma: su iniciación en el pensamiento decolonial y feminista comenzó haciendo trabajo de campo, antes de doctorarse, en el Xangó de Recife.


Resenhista

Pablo Maximiliano Ojeda – Instituto de Investigación en Estudios de Género. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. E-mail:

[email protected]


Referências desta Resenha

SEGATO, Rita. Santos y Daimones. El politeísmo afrobrasileño y la tradición arquetipal. Buenos Aires: Prometeo, 2020. Resenha de: OJEDA, Pablo Maximiliano. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 311- 315, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

SABATO Hilda (Coord), TERNAVASIO Marcela (Coord), Variaciones de la República. La política en la Argentina del siglo XIX (T), Prohistoria ediciones (E), PÉREZ Mariana A. (Res), Pasado Abierto (PAr), República, Política, América – Argentina

Este libro, fruto del trabajo colectivo de investigadores de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad de Buenos Aires, explora el trabajoso y complejo proceso de construcción de un orden republicano en el espacio que reunió a las Provincias Unidas del Río de la Plata y que derivó en la conformación del Estado Nacional argentino en la segunda mitad del siglo XIX. A lo largo de la obra se aprecian las numerosas “variaciones” de ese proceso de construcción republicana, atravesado por diferentes proyectos y concepciones sobre cómo organizar y practicar la política y por los cambios sustanciales que marcaron a la vida política y sus instituciones en el siglo XIX. “Variaciones” dadas también por diseños territoriales surcados por períodos de fragmentación de la unidad soberana en los que convivieron con mayor o menor grado de conflictividad varias repúblicas. No obstante, la mirada de conjunto que ofrece el libro permite identificar rasgos comunes y constantes que se sostienen en el tiempo y así delinear las características propias de un orden republicano decimonónico.

Es posible identificar algunas decisiones historiográficas que estructuran las líneas argumentales del libro. La primera, unificar en el análisis al “largo siglo XIX” y evitar el clásico corte entre la primera mitad y la segunda mitad del siglo XIX, desafío rara vez encarado en investigaciones sobre la política decimonónica y que resulta particularmente fructífero en esta obra. La segunda, la afirmación de que la opción republicana constituyó un cambio radical en la vida política y social y que las novedades surgidas a principios del siglo XIX tuvieron mucho más peso a la hora de incidir en la forma de concebir y practicar la política que las instituciones, valores y tradiciones heredados del antiguo régimen. De modo que, sin ignorar las continuidades, el foco de los capítulos (en especial aquellos aspectos dedicados a pensar la primera mitad del siglo XIX) está puesto en explicar cómo los actores “experimentaron” con las innovaciones republicanas. Otra clave de lectura está en concebir a la experiencia republicana del siglo XIX como una experimentación, como una opción y un proyecto con altas cuotas de incertidumbre sobre el cual cabían múltiples interpretaciones sobre los principios, normas y prácticas que debían integrar la república. Por último, el libro parte de la constatación de que la revolución y las guerras de independencia ampliaron la escala de la política, incorporando a amplios sectores de la población a su ejercicio. Sin embargo, aunque en el libro la participación popular ocupa un lugar sustancial, el enfoque se sitúa en el análisis de las dirigencias, las que son consideradas como las protagonistas principales de la dinámica política y del proceso de construcción normativa e institucional del siglo XIX.

Si bien se trata de una compilación en la que participan diecisiete autores, todos los capítulos (menos el primero) son en coautoría, en los que se aprecia un esfuerzo muy logrado de ofrecer una mirada amplia y al mismo tiempo de síntesis de los temas tratados, mediante la incorporación de la historiografía reciente y poniendo siempre en diálogo cada uno de los capítulos que integran libro. De modo que se evita el riesgo de la fragmentación de abordajes y de temáticas que es común en compilaciones que reúnen autores diversos.

El libro se divide en dos partes. La primera (capítulos 1 a 4) ofrece una perspectiva de conjunto sobre las variantes institucionales y sus dinámicas desarrolladas a lo largo del siglo XIX. El capítulo 1, “Hacer política en tiempos de república”, escrito por Hilda Sabato, introduce varios de los problemas que serán retomados en los capítulos siguientes. Se enfoca en presentar a los actores colectivos protagonistas de la vida política del siglo XIX (el “pueblo” y las dirigencias), los mecanismos de movilización y creación de solidaridades, y los ámbitos en los que se practicaba la política.

El segundo capítulo, “Representar la república” de Leonardo Hirsch, Hilda Sabato y Marcela Ternavasio, analiza el problema de la representación política en su dimensión territorial (los proyectos centralistas, confederados y la instauración del sistema federal) y el de la representación del pueblo (el sistema representativo, los derechos de participación ciudadana y las formas de emisión y control del sufragio). Además, describe la tensión que atravesó todo el siglo XIX entre el ideal de unanimidad del cuerpo político con la efectiva vida política, en la que la pluralidad y el conflicto eran la norma. El tercer capítulo, “Construir y limitar el poder de la república” de Laura Cucchi, Irina Pollastreli y Ana Leonor Romero, aborda el complejo camino de concentrar el poder político fragmentado tras la revolución, asegurando la gobernabilidad y al mismo tiempo evitando la excesiva concentración y ejercicio arbitrario, poniendo el foco en los arreglos institucionales y políticos para definir los alcances y límites del poder ejecutivo. En el capítulo 4, “Entre la república católica y la nación laica”, Ignacio Martínez y Julián Feroni describen las redefiniciones de las jurisdicciones políticas y eclesiásticas y señalan que este proceso, lejos de seguir un recto camino hacia la modernización, estuvo marcado por fluctuaciones y negociaciones y que los conflictos desatados no deben ser interpretados necesariamente como un enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia.

La segunda parte del libro, (capítulos 5 al 10) recorre distintos “momentos” de la experiencia republicana. Mediante el análisis de coyunturas, los ensayos abordan el funcionamiento de la república y sus variaciones. El quinto capítulo, “Las repúblicas provinciales frente al desafío de crear una república unificada”, de Elsa Caula y Marcela Ternavasio, describe el momento del tercer Congreso Constituyente de 1824-1827 y su intento, otra vez fallido, de crear un orden republicano nacional. El capítulo 6, “Guerra y política durante el terror rosista (1838-1842)”, escrito por Marcela Ternavasio y Micaela Miralles Bianconi, se detiene en el momento de mayor amenaza al régimen de Rosas para describir las distintas prácticas desplegadas en pos de disciplinar a las elites de Buenos Aires y el Interior e imponer el unanimismo. El siguiente capítulo, “De la guerra a la construcción de la paz (Buenos Aires post Caseros)” de Alejandro Rabinovich e Ignacio Zubizarreta, se centra en la política y sociedad porteña en los años inmediatos a la caída de Rosas, para analizar las políticas de desmovilización y pacificación de una sociedad muy acostumbrada a la movilización y la lucha armada. El capítulo 8 “De los comicios al campo de batalla (1874)” escrito por Flavia Macías y María José Navajas, analiza los conflictos en torno a los comicios de 1874. Como señalan las autoras, allí confluyen los principales elementos que nutrían las prácticas republicanas: las elecciones, la movilización armada, la prensa y la opinión pública. En el capítulo 9 “La república convulsionada (1893)” Inés Rodjkind y Leonardo Hirsch describen el ciclo revolucionario de ese año y los desafíos que suponía para el orden conservador la recurrencia a la revolución armada como herramienta legítima de disputa política. En el último capítulo “La república puesta en escena (1811-1910)” de Ana Wilde y Alejandro Eujanián, se analiza cómo las Fiestas Mayas acompañaron y también influyeron en las distintas formas de concebir la república en un largo recorrido entre la revolución y el centenario. Cierra el volumen un epílogo escrito por Hilda Sabato y Marcela Ternavasio en el que las autoras ofrecen una síntesis del recorrido de la república y la política durante el siglo XIX.


Resenhista

Mariana A. Pérez – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto de Historia Argentina y Americana “Doctor Emilio Ravignani”. Universidad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

SABATO, Hilda; TERNAVASIO, Marcela (Coords.). Variaciones de la República. La política en la Argentina del siglo XIX. Rosario: Prohistoria ediciones, 2020. Resenha de: PÉREZ, Mariana A. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 316- 319, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

VIGNOLI Marcela (Comp), Epidemias y endemias en la Argentina moderna. Diálogos entre pasado y presente (T), Ediciones Imago Mundi (E), UBICI Juan Pablo (Res), Pasado Abierto (PAr), Epidemias, Endemias, América – Argentina, Séc. 19-20

El libro titulado “Epidemias y endemias en la Argentina moderna. Diálogos entre pasado y presente”, compilado por Marcela Vignoli, introduce al lector, en cada capítulo, a una serie de entrevistas virtuales realizadas a diversos investigadores de reconocida trayectoria académica, en el contexto de confinamiento producido por la pandemia de COVID-19. Desde esta perspectiva, ”Epidemias y endemias en la Argentina moderna” tensiona dos registros temporales: por un lado, la recuperación de distintas experiencias pandémicas pretéritas a partir del diálogo con los expertos; y por otro lado, analizar en tiempo real las circunstancias particulares en las que aún hoy todos estamos inmersos para entender y reflexionar sobre sus puntos en común.

El primer capítulo, titulado “Epidemias y racismo en Lima, 1880-1910” establece una relación entre dos coyunturas temporales muy diferentes, pero con un factor en común: la emergencia del racismo. Así pues, la entrevista realizada a la Doctora en Historia Patricia Palma vislumbra un sentimiento antichino tanto en el análisis de la peste bubónica a fines del XIX y principios del XX, “el flagelo asiático”, como con la actual pandemia producida por el coronavirus. Es decir, al instalarse la idea general del “paciente cero chino” como discurso desde las autoridades gubernamentales, ambos contextos pandémicos han funcionado como un factor determinante para profundizar lo que en realidad se trata de una problemática sociocultural mucho más profunda.

El segundo capítulo, entrevista realizada al Doctor en Historia Diego Armus, se titula “COVID-19 y tuberculosis: incertidumbres en tiempos de pandemia y la cara femenina de la tuberculosis en Buenos Aires en los años del tango clásico”. Recuperando las experiencias y repercusiones del cólera, tuberculosis y fiebre amarilla de la Argentina decimonónica, se profundiza en las dimensiones sociales y económicas en relación al acceso a los servicios de salud y su vinculación con uno de los epicentros de la actual pandemia, Estados Unidos, donde el entrevistado reside desde hace varios años.

“El edén envenenado: la primera epidemia de cólera en Tucumán, 1867-1868” es el título dado al tercer capítulo, producto de la entrevista realizada al Doctor en Historia Carlos Dimas. Aquí resulta interesante destacar la relación entre análisis epidemiológicos y otras dimensiones sociales. Lejos de entender al análisis de la salud como un campo único, lo cierto es que se encuentra íntimamente ligado a factores medioambientales, económicos, culturales, políticos y estatales. Justamente, esta última dimensión es la que toma relevancia al analizar el cólera en Tucumán durante la segunda mitad del siglo XIX, en donde se perciben articulaciones definidas en materia socioeconómica, pero “la idea de salud pública como una esfera más del Estado en formación no está presente. Es decir, los registros utilizados, refieren a políticos, comisarios y alcaldes, pero no médicos.” (Vignoli, 2020:32)

El cuarto capítulo, titulado “Paludismo, sociedad y medioambiente en el Noroeste Argentino a principios del siglo XX” es producto de la entrevista realizada al Doctor en Geografía Eric D. Carter. Aquí el punto más relevante resulta ser la relación establecida entre pobreza y enfermedad. En realidad, se refiere a una constante presente en cualquier análisis epidemiológico: “el pobre se enferma por ser pobre”. Si bien, para inicios de siglo XX, el paludismo estaba presente en todos los estratos sociales, lo cierto es que, a partir de los procesos de urbanización e higiene, la diferenciación se acentuó notablemente. Actualmente, esa relación se sigue estableciendo con el COVID-19. La culpabilidad hacia los sectores marginados radica en su aparente falta de higiene, recursos e, incluso, prácticas ‘poco recomendables’, cuando el foco debería establecerse mínimamente en la falta de acceso digno a la salud, servicios básicos y habitacionales dignos.

El quinto capítulo, entrevista realizada al Doctor en Demografía Adrián Carbonetti, se titula “Una epidemia olvidada: la gripe española en Argentina”. Se introduce al lector a un análisis retrospectivo respecto de la crisis sanitaria más importante del siglo XX, la mal llamada gripe española, y comprender las novedosas dinámicas de oferta y circulación de productos destinados a prevenir o curar la gripe ante el imperio del desconcierto social. En este sentido, se establece una relación particularmente interesante ya que el momento de crisis epidemiológica se transformó en una coyuntura clave para que comerciantes y fabricantes, mediante publicidades por demás variadas, ofrecieran productos de escaso consumo hasta ese momento, potenciados por el temor de la población ante el aparente desconcierto de las políticas públicas y la ciencia médica para contener el avance de la enfermedad. En este sentido, Adrián Carbonetti señala que “lo que se pretendía no era esos productos durante la pandemia de gripe, sino imponerlos mientras ella durara y que en momentos no epidémicos continuarán dentro del mercado”. (Vignoli, 2020:55)

“Del alcanfor a la vacuna Sabin: la polio en Argentina” es el título dado al sexto capítulo, producto de la entrevista realizada a la Doctora en Ciencias Sociales Daniela Edelvis Testa. Aquí se analiza, fundamentalmente, el impacto, las secuelas e imaginarios que sucedieron a los distintos episodios endémicos constantes de poliomielitis en la Argentina durante la primera mitad del siglo XX. Casualmente, entre otras cuestiones, el año 1956 aparece como uno de los más virulentos, coincidiendo con la caída del peronismo y el inicio de la Revolución Libertadora. Nuevamente, lejos de ser la salud un campo autónomo, se puede establecer una relación íntima entre el discurso político antiperonista de la revolución y el recurso de establecer la enfermedad como la herencia maldita del peronismo. Es decir, como en cada entrevista reseñada, la salud, más allá de su especifidad, es fundamentalmente una cuestión política.

El séptimo capítulo se denomina “Historia del Chagas en Argentina. La producción de conocimientos científicos y la configuración del problema sanitario” a cargo del Dr. Juan Pablo Zabala. En dicho apartado se realiza una historización de la enfermedad producida por la coloquialmente llamada ‘vinchuca’, desde su descubrimiento como enfermedad en 1909 gracias al Dr. Carlos Chagas, el interés del Estado en verla como problema de orden nacional, pasando por la experiencia peronista y la centralidad de Carrillo como ministro de salud, hasta el análisis de los cambios y continuidades más allá de 1955; en relación con las redefiniciones conceptuales y los significados simbólicos que produjo.

“Dengue y Coronavirus: epidemias del siglo XXI” es el capítulo final del libro, gracias a la entrevista realizada a la Dra. Adriana Álvarez. De todos los apartados, el análisis de la evidencia del dengue producido por el mosquito aedes aegypti, emerge como uno de los problemas más contemporáneos de Argentina y la región, pero que sin embargo enfrenta los mismos problemas sociales, estructurales y sanitarios de antaño. Por otra parte, historizar sobre el coronavirus es analizar el presente en términos históricos. Es decir, permite al mismo tiempo recuperar pandemias olvidadas como también responder a una inmediatez producto de la demanda social.

Así pues, este libro se materializa como una propuesta para estudiar la emergencia actual a partir no sólo de experiencias pretéritas en diálogo con el presente, así como también las particularidades que hacen de este momento un hecho inédito. Con la consolidación de las redes sociales como medios masivos de comunicación y fuente de información directa, la medicina atraviesa un nuevo desafío que alimenta la incertidumbre general: la comunicación certera en tiempos de inmediatez comunicacional. En este marco, las ciencias humanas y sociales se encuentran en una situación particular y oportuna para dar posibles respuestas a la crisis sanitaria global actual.


Resenhista

Juan Pablo Ubici – Centro de Estudios Históricos. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail:

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Referências desta Resenha

VIGNOLI, Marcela (Comp.). Epidemias y endemias en la Argentina moderna. Diálogos entre pasado y presente. Tucumán: Ediciones Imago Mundi, 2020. Resenha de: UBICI, Juan Pablo. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.13, p. 320- 323, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR]

BERGEL Martín (Aut), La desmesura revolucionaria: Cultura y política en los orígenes del APRA (T), La Siniestra Ensayos (E), ECHEVERRÍA Olga (Res), Pasado Abierto (PAr), Revolução, Cultura, Política, Alianza Popular Revolucionaria Americana – APRA, América – Peru, Séc. 20

El libro de Martín Bergel, La desmesura revolucionaria: Cultura y política en los orígenes del APRA, se inicia con un prólogo de Carlos Aguirre que sostiene que la Alianza Popular Revolucionaria Americana -el APRA- ha sido un movimiento forjado en y por la polémica y que logró constituirse en uno de los movimientos continentales más influyentes. Se trataba de una presencia arrolladora y polarizadora, capaz de generar entusiasmos casi religiosos y rechazos viscerales. Aguirre entiende que el libro de Bergel viene a sumar matices a una historiografía no muy propensa a ello y a iluminar aspectos poco conocidos de los años formativos del APRA.

El libro reúne once artículos sobre las primeras décadas, aquellas que coincidieron con el período de entreguerras y reflejan la madurez del historiador Martín Bergel y su fascinación, como él mismo sostiene, por la reconstrucción de las prácticas y los imaginarios de la primera generación aprista.

El libro, que articula política y vida intelectual con maestría, se estructura en tres partes, cuyas temáticas coinciden con los ejes principales sobre los que se ha desarrollado la historiografía académica contemporánea. La primera de ellas, “El APRA en espacios transnacionales”, abarca tres capítulos. El primero se dedica a mapear el ciclo inicial de exilios que atravesó a los militantes del APRA, aquel que abarca desde la expulsión de Haya por parte del presidente Leguía (octubre de 1923) hasta su retorno en 1931 para asumir la jefatura partidaria. Bergel entiende que la historia del APRA, a pesar de su trascendencia, sigue teniendo muchos aspectos inexplorados. Para el autor, el aprismo es un producto del exilio, no sólo por su creación lejos del Perú, sino también por sus prácticas, símbolos, su carácter de partido perseguido y, sobre todo, por su pretensión inicial de convertirse en una suerte de Internacional Americana capaz de rivalizar con la América Latina de la Revolución social. Pero, además, Bergel señala que, para el conjunto de los militantes exiliados, el destierro fue vivido como una oportunidad que beneficiaba el dinamismo y la visibilidad y no como un infortunio. En esos exilios proselitistas cobra vida una nueva versión del intelectual, el intelectual de acción, revolucionario, cuyas prácticas efectivamente intelectuales no se encontraban reñidas con el valor supremo de la acción.

Bergel considera que la aparición del APRA coincidió con el nacimiento de un abanico de organizaciones portadoras de una sensibilidad americanista y antiimperialista en la que Haya buscó sobresalir y constituirse en la estructura dominante, una suerte de “fase superior del antiimperialismo”.

En el segundo capítulo, “La desmesura revolucionaria, prácticas intelectuales y cultura vitalista en los orígenes del APRA”, la agitación americana de los años veinte se caracterizará por el desborde permanente hasta alcanzar tonos de exasperada radicalidad que toma forma como un marxismo auténticamente latinoamericano que de la mano de Mariátegui alcanzará su cenit en la revista Amauta. En este capítulo el autor analiza las ideas y las prácticas de los jóvenes que, liderados por Haya, se propusieron construir un movimiento revolucionario -el APRA- de alcance continental. Eso que hoy puede resultar desmesurado, no lo era entonces por la resonancia obtenida por sus discursos y el prestigio de sus jóvenes militantes, así la revolución peruana podía convertirse en revolución latinoamericana, una forma leninista de América Latina.

En su etapa originaria, el APRA es un partido de intelectuales provenientes de familias de clase media o acomodadas del interior del país, pero que no conformaban la elite. La mayoría de esos jóvenes rápidamente se irán vinculando con la Reforma universitaria que, en Perú -e inspirada en la experiencia argentina- se desarrolla desde 1919 con carácter propio y un temprano y efectivo encuentro con las clases subalternas. Ese carácter particular y trascendente se va a profundizar con la creación, en 1921, de la Universidad popular, impulsada fervientemente por Haya, a quien se designa rector. Junto a este carácter, también el APRA fue calificado como populista, por el liderazgo carismático, el antiimperialismo y el carácter nacional y popular. El APRA buscaba hacer cosas con palabras, pero no todas las palabras eran igualmente válidas, las poéticas, por ejemplo, debían reemplazarse por saberes más prácticos y útiles a la política. Asimismo, el exilio, sus viajes, no impidieron que el sentido de comunidad se mantuviera y esto fue gracias al fluido intercambio epistolar.

Como puede advertirse, la función de las cartas fue central en la construcción aprista y ese será el centro del análisis del tercer capítulo, “Un partido hecho de cartas, exilios, redes diaspóricas, y el rol de la correspondencia en la formación del aprismo peruano (1929-1930)”. El autor considera que cada uno de los momentos de la historia epistolar aprista merece un análisis detallado y ese es el núcleo del capítulo.

La segunda parte del libro aborda al APRA a través de sus figuras fundadoras y sus travesías iniciáticas. Allí se evidenciará la trascendencia de la Reforma Universitaria, su expansión, las redes entre los intelectuales de izquierda latinoamericanos y las nociones de Universidad popular y americanismo. Como es obvio, se destacarán entonces Raúl Haya de la Torre y el cubano Juan Antonio Mella, entre otros. Esta segunda parte se estructura en cuatro capítulos que refieren a diferentes figuras y lugares de exilio y desarrollo. En el primero de esos capítulos se desplegará el accionar de Haya por el Cono sur y se observará cómo fue ganando prestigio y fortaleza militante. Este capítulo centra su interés en las redes construidas por Haya con otros intelectuales con los que interactuaba. Para Haya de la Torre, la política era una obsesión y la política universitaria permitió armar un entramado comunitario de estudiantes e intelectuales y darle forma a su propio mito y al del APRA. Al cabo de una década había construido un partido de masas en su país, tanto como un movimiento de aspiraciones internacionales que se relaciona ambiguamente con otras organizaciones antiimperialistas de América Latina.

Los años 1920 fueron fecundos en la búsqueda de captación de la voluntad antiimperialista en Latinoamérica que ya venía de tiempo atrás y que la Reforma universitaria se encargó de reforzar. Bergel no analizará este proceso a través del texto canónico de Haya de la Torre, El antiimperialismo y el APRA, sino a través de escritos “menores” o no tan conocidos, como Con el ojo izquierdo. Mirando a Bolivia de Seoane, editado en el exilio en Buenos Aires en 1926, y que reflexiona sobre el viaje por el altiplano del año anterior. Con el ojo izquierdo contiene dos relatos y dos registros de escritura superpuesta. Es un libro de viaje que en su primera parte se deja acompañar por el lector. En el segundo registro, el yo viajero queda suspendido en descripciones con las que busca interpelar al lector con “los términos objetivos y precisos de los problemas bolivianos”. Entrenado en el periodismo, fue clave en la popularización del aprismo, al fundar en 1931 en Lima y dirigir por varios años, el diario Tribuna, que llegó para competir con El Comercio. No se trataba de un nexo inesperado u original, sus escritos tenían un tinte sociológico a diferencia de los escritos filosóficos de Deodoro Roca o Mariátegui. Seoane, a través de la realidad boliviana ratificará la centralidad que, para los jóvenes del aprismo naciente, tendrá la cuestión revolucionaria.

En el capítulo “El Testimonio Personal de Luis Alberto Sánchez, memorias inevitables de un americano del siglo XX”, publicadas entre 1969 y 1987, se refleja la extensísima obra de Sánchez que él mismo atribuye más allá de críticas y malicias, a su rol de trabajador intelectual. Como señala Bergel, si el trabajo autobiográfico suele justificarse en la idea de que narra una vida interesante, la de Sánchez se vive también como una que, como pocas, ha participado de parte de lo más sustantivo de las alternativas intelectuales y políticas del siglo XX americano. Pero, además fue un hombre de la Reforma universitaria y toda su construcción de redes y contactos nace allí y desde allí se expande para dar forma al americanismo.

La tercera y parte final del libro, “El APRA y la cultura impresa”, en sus cuatro capítulos aborda muy sugerentemente la influencia de la palabra escrita en la constitución y praxis del APRA, sobre todo luego de la caída de Leguía y cuando comenzaría a ser considerado el “Partido del Pueblo”. A pesar de su importancia, la palabra escrita del APRA no había merecido hasta el momento la atención que le otorga Bergel y que no sólo analiza el emblemático La Tribuna, sino un universo mucho más amplio y variado y no solo como fuente de información, sino también en sus funciones de artefacto que, en el despliegue de su materialidad y usos diversos, contribuyó a la construcción del APRA como un partido popular. Y, en ese plano, se construye la idea central de la importancia de las diferentes instancias de mediación que actuaron entre los movimientos populistas y sus bases sociales, entre las cuales hay que sumar las ofrecidas por las figuras intelectuales de diferente rango, incluidos los considerados locales o menores. A contramano de una percepción extendida, el populismo aprista se alimentó de la relación entre intelectuales y pueblo, porque como decía un editorial de La Tribuna de 1931, el APRA había surgido para constituir un partido de ideas y no un clan de compadritos.


Resenhista

Olga Echeverría – Instituto de estudios históricos Sociales “Profesor Juan Carlos Groso”. Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.


Referências desta Resenha

BERGEL, Martín. La desmesura revolucionaria: Cultura y política en los orígenes del APRA. Lima: La Siniestra Ensayos, 2019. Resenha de: ECHEVERRÍA, Olga. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.14, p. 259- 262, jul./dic. 2021. Acessar publicação original [DR]

BARTOLUCCI Mónica (Comp), FAVERO Bettina (Comp), En el nombre de la patria: Juventud/nacionalismos cotidianos y emociones patrióticas (Argentina/ 1955-1979) (T), Editorial Teseo (E), ARMANELLI Octavio (Res), Pasado Abierto (PAr), Pátria, Nacionalismos, Juventude, América – Argentina, Séc. 20

En el nombre de la patria: Juventud, nacionalismos cotidianos y emociones patrióticas (Argentina, 1955-1979), es una compilación realizada por Mónica Bartolucci y Bettina Favero. El libro, de realización conjunta entre investigadores de la Universidad Nacional de Mar del Plata, tiene como objetivo acercar al lector al problema historiográfico de los nacionalismos cotidianos y emociones sociales y políticas. Tomando como recorte temporal el periodo 1955-1979, los autores analizan el nacionalismo argentino desde una perspectiva novedosa que tiene en cuenta las experiencias y prácticas propias de los sujetos. Los siete capítulos que componen esta obra recorren los momentos en que hombres y mujeres transitaron su “amor a la patria”; en un contexto histórico en el que la inestabilidad política y los enfrentamientos estaban a la orden del día.

El primer capítulo, “El cóndor pasa una vez más. Antiguas causas nacionales en nuevos peronistas: Dardo Cabo y las Malvinas en 1966”, escrito por Mónica Bartolucci, analiza la llamada “Operación Cóndor” del 28 de septiembre de 1966 en el que un avión saliente de Buenos Aires hacia la ciudad de Río Gallegos, fue tomado y redirigido hacia las Islas Malvinas por una facción peronista denominada Movimiento Nueva Argentina. Aquí la autora observa cómo el accionar de este grupo, que quedó en la memoria histórica y militante como un hecho de demanda por la soberanía, permite visualizar el cruce de viejas tradiciones nacionalistas y nuevas causas revolucionarias propias de los años sesenta y la apelación al sentimiento de irredentismo sobre las Islas Malvinas. A partir de este operativo puede notarse una puerta de entrada hacia cómo una propuesta revolucionaria de los años sesenta, se mezcló con una causa entrañable propia del imaginario nacional de la sociedad argentina durante todo el siglo XX.

En el segundo capítulo de este libro, se propone al deporte como una perspectiva novedosa para visitar a la nación. Maylen Bolchinsky es la autora de “El fútbol es una fiesta: nacionalismo cotidiano, juventud y dictadura en torno a la ceremonia inaugural del Mundial 78”. Aquí se le propone al lector revisar el Mundial de Fútbol del año 1978 que tuvo lugar en Argentina. La autora propone partir del acto de inauguración del evento deportivo para analizarlo como una “fiesta patria”. La apertura del mundial permite visualizar cómo se pusieron en juego distintas formas de representar a la nación argentina, sin olvidar la impronta militar que tenía lugar en aquellos años. Bolchinsky sostiene que, en los sujetos participantes de la ceremonia, la nación se interiorizó en las prácticas corporales llevadas a cabo y en las emociones que experimentaron.

Ya en el tercer capítulo del libro, “Prácticas nacionalistas cotidianas: los jóvenes del ´Pequeño Mundo´. Mar del Plata, años sesenta”, el lector encontrará un trabajo en perspectiva local, mediante un análisis de tipo micro de la juventud marplatense. Bettina Favero observa los rasgos sociales y culturales del Oratorio Juvenil “Pequeño mundo” creado el 13 de mayo de 1961, perteneciente a la Obra Don Orione con vínculos estrechos con la Iglesia católica. Bajo un lema presentado como fundacional, “una juventud mejor por un mundo mejor”, la autora analiza a este oratorio juvenil que tiene como objetivo promover la participación y compromiso religioso de los jóvenes católicos. A partir de la óptica de los nacionalismos cotidianos, se observa cómo se experimentó la nación en torno al evento “La Caravana de la Primavera”, que actualmente es muy conocido en nuestra ciudad, visualizándolo como un acontecimiento que ayudaba a la juventud a incorporar hábitos tendientes a fortalecer a la patria, tales como el trabajo, la nobleza, la entrega al prójimo, entre otros.

En los capítulos cuatro y cinco, la nación es revisada desde una perspectiva militar, esto es, los jóvenes “soldados de la patria”. Cristian Di Renzo escribe “El nacionalismo en primer plano: el Operativo Soberanía (1978-1979) a través de las fotografías y los relatos de los soldados conscriptos”donde analiza el conocido conflicto del canal del Beagle y su situación en la década de 1970. El capítulo del autor se encuentra dividido en tres partes. En primer lugar, se observan las características centrales de la construcción del conflicto, y cómo estas son analizadas a la luz del contexto histórico de los años setenta. En segundo lugar, Di Renzo trabaja sobre el “Operativo Soberanía” y los rasgos que lo caracterizan. Finalmente, se presenta y se analizan desde el campo de la historia de las emociones, un interesante corpus de fotografías producidas por los soldados conscriptos entre octubre de 1978 y enero de 1979, junto con testimonios orales de estos sujetos. A posteriori, Francisco Mosiewicki en “Empuñar la nación: armas, cultura material e instrucción militar obligatoria para la defensa de la patria. Buenos Aires, 1970 – 1976”revisa las disposiciones emocionales presentes entre los soldados conscriptos del servicio militar obligatorio y las armas que debieron portar durante el tiempo que duró su experiencia en el ámbito militar. Mosiewicki a lo largo de este capítulo recupera cuatro trayectorias transcurridas entre 1970 y 1976, donde es posible visualizar cómo el choque entre el universo civil y militar, transforma la identidad de los sujetos que se ven obligados a empuñar aquellas armas de fuego. El lector verá aquí cómo el hecho de estar dispuesto a matar por la patria significaba entregar la propia identidad, obligado a su vez por la faceta más violenta del Estado.

En los capítulos seis y siete, la educación junto con las políticas científicas permite abordar la construcción de un modelo de nación, así como también la adhesión a la “patria”. En “La legítima nación. Disputas curriculares entre ciudadanía, democracia y nación en la educación durante el posperonismo (1955-1973)”, Augusto Geraci coloca la lupa en la asignatura “Educación Democrática”. Dicha asignatura fue creada en 1955 durante los años del gobierno de facto de la “Revolución Libertadora”, y fue un intento de este gobierno para reeducar a los estudiantes en la libertad frente a la opción totalitaria, que según esa concepción, representaba al peronismo. A lo largo del capítulo Geraci analiza esta asignatura escolar mediante distintos tipos de fuentes como decretos presidenciales, conferencias de prensa, entrevistas radiales brindadas por la Comisión Honoraria creada para la puesta en marcha de esta asignatura escolar, y los manuales escolares utilizados por los estudiantes en el periodo 1955-1973. Finalmente, se incluye el capítulo denominado “Ciencia y nación: configuraciones científicas y pugnas políticas en torno a la definición de las políticas científico-tecnológicas de la Argentina (1966-1976)”, donde Karina Bianculli analiza cómo las relaciones entre los conceptos “ciencia” y “nación”, evidenciaron un complejo debate acerca de la definición de las políticas científicas durante la autodenominada “Revolución Argentina” y hasta el final del tercer gobierno peronista en 1976. En la primera parte de este capítulo, la autora retoma los distintos estudios acerca de las políticas en ciencia y tecnología en nuestro país y luego analiza las tensiones existentes entre las configuraciones e instituciones científicas que representaron tradiciones y líneas de investigación relacionadas estrechamente con distintas ideas de nación. Este debate es reconstruido por Bianculli a través del análisis de las revistas Ciencia e Investigación y Ciencia Nueva; ambas publicaciones permiten observar con claridad las tensiones y los actores que se ubicaron en estos campos.

Este libro constituye un valioso aporte no solo para visitar los conceptos de “nación” y “patria”, sino también para pensar cómo los sujetos viven y sienten aquella nación y aquella patria, en un contexto histórico complejo signado por golpes de estado y gobiernos semidemocráticos. En el nombre de la patria: Juventud, nacionalismos cotidianos y emociones patrióticas (Argentina, 1955-1979), le permite al lector adentrarse en esos sujetos, observar qué piensan y cómo actúan. Lo que hace más rica a esta propuesta es la variedad de ámbitos que se exploran. El universo militar, el fútbol, la educación, la militancia, los espacios de participación juvenil y la ciencia, se encuentran en este libro para transportar al lector en la más profunda intimidad de los sujetos históricos.


Resenhista

Octavio Armanelli – Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

BARTOLUCCI, Mónica; FAVERO, Bettina (Comps.). En el nombre de la patria: Juventud, nacionalismos cotidianos y emociones patrióticas (Argentina, 1955-1979). Buenos Aires: Editorial Teseo, 2021. Resenha de: ARMANELLI, Octavio. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.14, p. 263- 266, jul./dic. 2021. Acessar publicação original [DR]

BRACHETTA María Teresa (Aut), Unidos: Una revista para refundar el peronismo (T), Prohistoria (E), CASAMITJANA Santiago (Res), Pasado Abierto (PAr), Peronismo, Unidos, Periódico, América – Argentina, Séc. 20

Unidos: Una revista para refundar el Peronismo, de la historiadora María Teresa Brachetta, es un libro que analiza las transformaciones al interior del partido peronista en la década de 1980 partiendo de la revista Unidos como caso testigo.

La reinstitucionalización democrática, las elecciones de 1983 y la derrota del peronismo, el debate sobre la democracia como modelo y la disputa entre “ortodoxos” y “heterodoxos” en el justicialismo, son los temas centrales que recorren todo el trabajo. El libro consta de dos partes, cada una dividida, a su vez, en tres capítulos. La primera, está dedicada al abordaje del contexto político, social, cultural e intelectual en que surge y se desarrolla la revista e incluye un recorrido por la carrera militante e intelectual de quienes la fundaron. La segunda, aborda con mayor profundidad el discurso dentro de la revista, centrándose en el debate sobre la virtual renovación del peronismo y las críticas al alfonsinismo.

En el primer capítulo, “Entre el derrumbe de la dictadura y la expectativa del retorno democrático”, la autora ubica el surgimiento de la revista Unidos en su contexto. Aquí refiere, en primer lugar, a los puntos de quiebre del régimen militar desde la política (la Multipartidaria, la derrota en Malvinas) y la cultura (Teatro Abierto, revista Humor) dando inicio a lo que llama el “colapso del régimen”. Los otros hechos de gran trascendencia para quienes fundaron la revista fueron la campaña y las elecciones presidenciales de 1983, que dieron el triunfo a Raúl Alfonsín de la Unión Cívica Radical. Este contexto es el que dio lugar al nacimiento del proyecto editorial, así como también marcó el surgimiento de una corriente dentro del partido peronista con la que Unidos dialogó constantemente: la Renovación peronista.

“Biografía de Unidos. De sobrevivir vendiendo revistas a hacer la propia” es el título del segundo capítulo, donde Brachetta analiza al “grupo nuclear” de la publicación. Para esto recurre a los testimonios de los protagonistas y realiza un recorrido personal donde destaca cómo es que llegaron a participar de la revista, quién los invitó, de dónde se conocían previamente, etc. Así, da cuenta de un espacio de intercambio de distintas tradiciones intelectuales (que tenían también antecedentes militantes en común) entre los más jóvenes que militaron en la década de 1970 y los más veteranos, de la década de 1960. Unidos creció a medida que la renovación peronista avanzaba dentro del partido y se mostraba como alternativa.

El último capítulo de la primera parte propone un abordaje de la genealogía intelectual de la revista. De esta manera, la autora encuentra en la revista Envido un pasado en común. Muchos de quienes integraron Unidos, compartieron en la década de 1970 concepciones similares de la política y Envido fue un espacio de articulación para ellos. Ya en los años de la dictadura, Controversia (editada por exiliados desde México) propuso un ejercicio intelectual frente a lo que consideraron el fin de las ideas revolucionarias en el continente. Con el final de la dictadura, quienes formaron parte de Controversia, recalaron en Unidos, La Ciudad Futura y Punto de Vista tres revistas que, a pesar de no estar dirigidas a un mismo público, nutrieron el debate intelectual de la década.

En el cuarto capítulo, “La crisis del Peronismo”, Brachetta analiza los primeros números de la revista, surgidos entre las victorias electorales del alfonsinismo de 1983 y 1985. A partir de la lectura de estos ejemplares, la autora señala la convivencia de diferentes posturas al interior de la publicación. Esta primera etapa estuvo marcada por una revisión de la crisis identitaria del peronismo. En estos años, Unidos propuso una agenda que situó en el centro del debate la crisis del peronismo (la revisión del pasado reciente, las críticas al gobierno de Isabel Perón, al lopezrreguismo y al Rodrigazo). Una crisis que se incubó a lo largo de un proceso histórico en el que convergieron múltiples factores ideológicos y políticos. Inmersa en estas reflexiones la revista creció en su perfil pluralista y presentó contribuciones que superaban con mucho el arco del peronismo “progresista”. Ya en su último número de 1985, la revista anunció su proyecto de expansión con la edición de seis números en el próximo año.

El quinto capítulo, “Los significados de la democracia. Discutir con el alfonsinismo y hablar con la Renovación peronista”, analiza el período que va de diciembre de 1985 hasta abril de 1987. En esta etapa la revista se afianzó y expandió como proyecto, cuando comenzó a constituirse como discurso alternativo, que no solo buscó confrontar con el oficialismo, sino también ser reconocida dentro del peronismo renovador. Desde la crítica al alfonsinismo (principalmente las ideas de modernización de las instituciones y del rol del Estado que el presidente planteaba) Unidos interpeló a la heterodoxia del partido, invitándola a una reformulación identitaria por sobre la “mera renovación metodológica partidaria” a la que consideraron que se reducía la estrategia renovadora.

En el último capítulo, Brachetta aborda los números finales de la revista, entre abril de 1987 y agosto de 1991. En este período Unidos mostró preocupación por la fragilidad de la democracia tras los levantamientos carapintadas y la forma en que el gobierno los resolvió, leídos como un retroceso. Respecto de la interna del partido, el año 1987 supuso el triunfo de la Renovación en varias gobernaciones, pero desde la revista cuestionaron los límites del electoralismo ya que no consideraron resuelto el problema de fondo. El triunfo de Menem en las internas de 1988 marcó un quiebre en el proyecto de la revista y en la Renovación en general. En el número 23, último de la revista (agosto de 1991), Unidos reiteró su pesimismo sobre el nivel de fragmentación del pensamiento político, pero llamó a continuar con la empresa de producir un proyecto alternativo.

De esta manera el libro aborda el recorrido de la revista Unidos y su incidencia en el campo intelectual y político de los años ’80. La autora ofrece una contribución al conocimiento de un periodo decisivo de la historia política reciente (marcado por el retorno democrático, los debates al interior del partido peronista, las transformaciones de la sociedad, el agotamiento del modelo de acumulación y la crisis económica que esto trajo). Busca (y logra) enhebrar dos vértices, el peronismo renovador de la década de 1980 y la revista Unidos como “ancla empírica”. Así, el libro contribuye a la historización de los debates que se desplegaron en torno a la Renovación peronista y la cuestión democrática desde el análisis de una de las revistas políticas más convocantes de la década.


Resenhista

Santiago Casamitjana – Centro de Estudios Históricos, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

BRACHETTA, María Teresa. Unidos: Una revista para refundar el peronismo. Rosario: Prohistoria, 2020.

Resenha de: CASAMITJANA, Santiago. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.14, p. 267- 270, jul./dic. 2021. Acessar publicação original [DR]

MRAZ John (Aut), Historiar fotografías (T), Instituto de Investigaciones en Humanidades de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (E), CIARAMITARO Fernando (Res), LUNA Hugo (Res), Pasado Abierto (PAr), História da Fotografia

Mraz es licenciado (1970), maestro (1974) y doctor (1986) en historia, por la Universidad de California, en Estados Unidos, pero su trabajo profesional y su producción académica se ha enfocado en el análisis de la historia de la fotografía y la fotografía en México. Como historiador es pionero y especialista en la representación y construcción del discurso histórico con fuentes alternativas a la tradicional “textocracia”: fotografía, video y cine. Ha publicado gran cantidad de libros, artículos y ensayos que piensan la historia de y con las fotografías. Su producción académica cuenta con más de una docena de libros y más de ochenta artículos académicos en revistas especializadas. También ha dirigido y producido varias películas, en una variedad de formatos, sobre determinadas temáticas históricas, obteniendo importantes premios nacionales e internacionales. Ha sido curador de más de treinta exposiciones fotográficas, entre México y el exterior. Desde 1984 se ha desempeñado como docente en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, comprometido con la investigación y la formación de varias generaciones de fotohistoriadores, entre México y América Latina. Desde finales de la década de 1980, ha colaborado como investigador invitado en diferentes universidades alrededor del mundo: sus estancias en Estados Unidos, Brasil, Japón, Reino Unido, Nueva Zelanda y varias instituciones mexicanas son muestra de una visión global con la que entiende y construye la fotohistoria contemporánea.

Historiar fotografías ha sido publicado por el Instituto de Investigaciones en Humanidades de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, en respuesta a la iniciativa del cuerpo académico “Hermenéutica de la Modernidad: pensamiento, arte y memoria”, encabezado por Abraham Nahón, que firma la presentación (pp. V-XI). El libro lanza una interrogación que tiene que ver con un específico interés disciplinar: ¿cómo hacer investigación desde las fotografías como fuentes históricas? Es decir, se trata de identificar y sistematizar las consideraciones teórico-metodológicas implicadas en la investigación basada en imágenes, al tiempo que, en palabras de Nahón, se plantean “nuevas preguntas e ideas para seguir trabajando la fotografía y los medios modernos como parte indispensable de las investigaciones -históricas, sociales y culturales- que estamos realizando y las que aún nos falta por emprender” (p. XI).

El volumen se divide en dos apartados. El primero, “Ver fotografías históricamente: una mirada mexicana” (pp. 15-75), [1] trata de responder a la pregunta: ¿cómo hacer historia con las fotografías (historia social) o de las fotografías (historia cultural)? Para dar respuestas sigue el pensamiento de autores que han reflexionado sobre el problema del medio fotográfico, entre ellos Vilém Flusser y Roland Barthes, al mismo tiempo que viaja a través de una muestra de fotografías tomadas por retratistas mexicanos de distintos periodos. Mediante diferentes ejercicios visuales, desde la perspectiva de la historia social, analiza detalles de la vida diaria, relaciones, mentalidades, cultura popular, etc. Hacer historia de las fotografías se refiere a descifrar el significado de una imagen, indagando quién la tomó, con qué intención, su influencia estética, así como su aparición y reaparición en los medios de distribución. Se advierte que investigar desde ambas perspectivas ofrece al análisis una mayor profundidad analítica para tratar de comprender la vinculación de la fotografía con nuestra historia, la construcción de narrativas históricas en la cultura, particularmente en las denominadas historias gráficas, la posibilidad de ver a través de las fotografías la “transparencia”, los actores con conciencia histórica en la preservación de archivos mexicanos, la visualización del pasado, documentando contactos, de clase, raza y género. Finalmente, se detalla acerca de las mentalidades de alguna época, los diversos géneros, funciones y métodos de la fotografía. Mraz señala que, debido a su importancia, es forzoso el examen de la cultura visual moderna, asumiendo un concepto clave acuñado por Flusser: la invención de las imágenes técnicas (pp. 15-16, 36-37). Se refiere a otras realidades visuales, como el cine, el video, la imaginería digital, que han generado una revolución cultural a nivel mundial tan profunda como la de la escritura lineal. Señala que –generalmente– existe cierta reticencia o indiferencia entre los historiadores para usar imágenes como fuente histórica y se mantiene la costumbre de utilizarlas como meras ilustraciones. A esta costumbre le llama “historia ilustrada”, en la que los retratos o iconos tienen simplemente una función accesoria a la narración.

En el segundo y último capítulo, “Fotografías históricas: géneros, funciones, métodos y poder” (pp. 77-127), Mraz inquiere cómo vincular el estudio y utilización de los medios visuales modernos a la disciplina histórica, ante la abrumadora cantidad y diversidad de documentos fotográficos en el presente. En una primera afirmación provocativa, argumenta que la historia del arte fotográfico (particularmente en Latinoamérica) debe entenderse como un género de la historia de la fotografía, contrario a la percepción generalizada de la imagen, cuyo dominio ha estado siempre en el ámbito de la historia del arte. Ejemplo evidente es el que resulta por la gran cantidad de reproducciones conservadas en los depósitos o archivos institucionales para tal efecto. Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de estas imágenes fue realizado por fotógrafos reconocidos. Mraz se cuestiona entonces: ¿qué hacer con el porcentaje restante?, ¿qué metodologías utilizar para atender los más de veinte diferentes géneros fotográficos identificados? Respecto a los géneros, plantea la identificación inicial de una serie de variables analíticas: quien los capta, el contexto histórico y geográfico en que se realizan, los modelos que retratan, las convenciones estéticas que emplean y los usos a los que están destinados o que se les dan. Pero advierte que: “Siempre habrá un traslape entre los géneros, y las fotografías pueden pertenecer a diferentes géneros, dependiendo del análisis que se realice” (p. 87). A partir de este punto, se centra en experiencias empíricas resultantes de su práctica profesional e individua dos situaciones explícitas: trabajos sobre fotógrafos que ejercieron su faena en medios masivos mexicanos, estableciendo una diferenciación categórica entre fotoperiodistas, fotógrafos de prensa y fotoensayistas; trabajos sobre el retrato fotográfico. Concluye el apartado reconociendo la complejidad de la tarea para descubrir los modos en que los historiadores pueden ordenar una enorme y creciente masa de documentos fotográficos, con valor histórico, e incorporarlos con rigurosidad a la disciplina.

Finalmente, este libro no solamente diseña rutas de reflexión, sino que deja claro que mirar las imágenes y la cultura visual moderna desde un enfoque crítico requiere de investigaciones interdisciplinarias que aborden metodologías diversas, ampliando su campo de estudio a las regiones y actores todavía invisibilizados. Se refrenda así el peso de la fotografía como fuente formidable para la historia, capaz de reproducir un vasto repertorio de lo visible, incluyendo, a veces, detalles que ni el propio artista tenía intención de registrar y esto ha permitido, a quien se dedica a la escritura del pasado, narrar aspectos de forma viva y más espontáneos.

Nota

[1] Ya publicado en forma de capítulo en otro libro: John Mraz y Ana María Mauad (coord.) (2015). Fotografía e historia en América Latina (pp. 13-51). Montevideo: Centro de Fotografía.


Resenhistas

Fernando Ciaramitaro – Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. E-mail: [email protected]

Hugo Luna – Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

MRAZ, John. Historiar fotografías. Oaxaca: Instituto de Investigaciones en Humanidades de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2018. Resenha de: CIARAMITARO, Fernando; LUNA, Hugo. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.14, p. 271- 274, jul./dic. 2021. Acessar publicação original [DR]

MORELLO Gustavo (Aut), Una modernidad encantada. Religión vivida en Latinoamérica (T), Editorial EDUCC (E), REBELLATO Franco Olmos (Res), Pasado Abierto (PAr), Religião, América Latina

En los últimos años en América Latina, y particularmente en el Cono Sur, el estudio de las creencias y prácticas religiosas se ha visto atravesado por una serie de debates en torno a cómo analizar y caracterizar la religiosidad en la región. Algunas investigaciones, por ejemplo, han identificado un proceso de ruptura con el monopolio católico cuya consecuencia directa sería la pluralización de creencias -usualmente tematizada como un aumento de creyentes evangélicos (Parker Gumucio, 1993; Mallimaci y Giménez Beliveau, 2007). No obstante, este análisis ha sido cuestionado, entre otras razones, debido a la falta de estudios longitudinales que permitan realizar comparaciones (Frigerio, 2018). En términos de creencias y prácticas religiosas, diversas investigaciones señalan que la “autonomía”, la “desinstitucionalización”, la “individualización” y el “cuentapropismo”, constituyen algunos los rasgos de las personas creyentes (Mallimaci, 2013; Mallimaci y Esquivel 2015). En esta serie de debates y análisis se inserta el libro, Una modernidad encantada. Religión vivida en Latinoamérica, de Gustavo Morello. En él, buscará “comprender lo que la gente hace cuando practica religión en su vida diaria” (p. 63).

Para este libro -compuesto por un apartado de reconocimientos, una introducción, seis capítulos, una conclusión, un listado de las referencias bibliográficas empleadas y un anexo en el que reconstruye la biografía de las personas entrevistadas- Morello recurrió a los datos construidos en el marco de un proyecto de investigación internacional titulado: “Las transformaciones en la religiosidad vivida en América Latina. Un estudio de las experiencias de lo trascendente entre Latinoamericanos Urbanos”. El proyecto tuvo por objeto dar cuenta de las concepciones de religión en la vida diaria de personas de estatus socio-económico medio-alto y bajo en las ciudades de Lima (Perú), Montevideo (Uruguay) y Córdoba (Argentina). Para tal fin se realizaron dos encuentros en los que se entrevistaba a las mismas personas -en el segundo momento de entrevista se realizaba lo que se conoce como “elicitación de objetos” donde se pedía a las personas que trajeran o tomaran fotos de algún objeto que les resultara significativo o importante-.

Para esta publicación el autor decidió centrarse exclusivamente en las entrevistas realizadas a personas de estatus socio-económico bajo. En términos metodológicos, la muestra, diseñada de forma intencional y utilizando la técnica de “bola de nieve”, estuvo conformada por católicos, protestantes (se incluyen evangélicos, pentecostales y protestantes históricos), “no afiliados” (ateos, agnósticos, personas sin religión de pertenencia e indiferentes.), y finalmente una categoría denominada “otras afiliaciones” que incorpora, por ejemplo, a “budistas, testigos de Jehová, musulmanes, judíos, tradiciones de pueblos originarios, afrorreligiosos, cultos sincréticos, prácticas populares urbanas, etc” (p. 29). Concretamente, el libro busca responder a la siguiente pregunta: “¿Qué encontramos cuando analizamos la religión desde América Latina y desde los pobres, en vez de usar categorías establecidas y mirar preferentemente lo que hacen las instituciones religiosas?” (p. 35). Asimismo, y para abordar esta pregunta, resulta fundamental indagar los cruces e interacciones entre religión y modernidad tal y como son vividos por las personas entrevistadas en el contexto latinoamericano.

La decisión de centrarse en los sectores más postergados económicamente posee diferentes razones, pero podría decirse que el disparador inicial surge a raíz del rechazo de un artículo que Morello envía para publicar. Lo relevante, nos comenta, fueron las observaciones del evaluador para sustentar dicha postura. Entre otros comentarios, la revisión sostenía que las personas de sectores populares “presumiblemente tienen un nivel relativamente bajo de educación y una limitada capacidad de pensar en forma crítica, deben ser respetados, pero difícilmente pueden utilizarse para llegar a cualquier conclusión general sobre la religión en la esfera pública” (p. 33). La sorpresa -y molestia- generada por tales comentarios lo llevan a ubicar decididamente a los pobres en el centro de su investigación. Cabe destacar que este recuerdo, sumado a las referencias que el autor provee en el libro sobre su trayectoria y formación como sociólogo y sacerdote jesuita, no actúan como meros hechos anecdóticos, sino que justifican y explican la elección del tema de investigación. Como desarrolla Morello, “se trata de la tradicional ‘opción para los pobres’ del cristianismo latinoamericano traducida a una estrategia metodológica. En este estudio, los pobres no son meros objetos de investigación. Ellos son los expertos” (p. 35).

A su vez, esta afirmación es una muestra de los modos en que trayectoria y experiencia vital del investigador se entrelazan con aquello que se estudia. Y la escritura, en este caso, es un modo en que este vínculo es movilizado. En este sentido, el autor combina un estilo simple y directo -reconocible en publicaciones anteriores- con la claridad y rigurosidad conceptual requerida en el ámbito académico. Este punto se expresa en la explicitación y aclaración de las categorías conceptuales utilizadas. Por ejemplo, el autor propone -y expone en reiteradas ocasiones- una definición de religión que es reconstruida a partir del análisis de las entrevistas y consiste en “una relación humana con un poder suprahumano” (p. 42).

Pero, ¿qué tipo de abordaje es empleado para comprender y caracterizar esta relación? ¿cómo se expresa entre las personas entrevistadas? El tipo de abordaje empleado para explorar y comprender las creencias religiosas, y en el cual su obra se enmarca, es el de la religión vivida (lived religion) La lived religion presta atención a aquello que las personas hacen para entrar en contacto y vincularse en su cotidianidad con “poderes suprahumanos”. Con el foco en la vida diaria, este modelo atiende al amplio abanico de prácticas que intervienen y son movilizadas en el creer, esto es: aspectos materiales, corporales, sentires y discursos. De este modo, se corre la mirada de las instituciones religiosas -evitando con ello cierto sesgo cristiano céntrico- para centrarse en sus márgenes.

En cuanto a los modos en que se expresa la relación con lo suprahumano, Morello indica, retomando los aportes de los estudios de la religiosidad popular, que la autonomía se constituye en el rasgo distintivo en que la fe es expresada y vivida; de este modo, “las personas adoptan, alteran y crean símbolos y significados religiosos, utilizando como criterio si estos elementos los ayudan con su relación con un poder suprahumano o no” (p. 108). En este marco, la conexión con lo sagrado/sobrehumano abarca un amplio repertorio de prácticas que involucran activa y creativamente al cuerpo. Entre algunas de estas prácticas, se incluyen las oraciones -ya sea en su forma tradicional/institucionalizada o creada por los mismo participantes-, meditaciones, reflexiones y conversaciones. En el caso de las conversaciones, por ejemplo, los entrevistados relatan que entablan relaciones personales, de amistad o de cercanía con lo sobrehumano. El tipo de vínculo variará de acuerdo a las características o imagen que posea lo sagrado. En algunos casos, menciona el investigador, se trata de una relación que se establece con un familiar ya fallecido; en otros puede tratarse de dios, Jesús u “otras realidades sobre-humanas”.

Debido a que la religión sucede en la cotidianidad (sin un lugar y horario específico sino cuando sienten la necesidad), es necesario, indagar en esos momentos, espacios y contextos de la vida de las personas en los que las creencias se recrean, adaptan, mezclan y viven con todos sus sentidos. En definitiva, se trata, nos dice Morello, de tener en cuenta la “modernidad vivida”, las condiciones materiales en donde se mueve y toma forma la experiencia humana; los espacios concretos, materiales, en el que las personas se asientan y con los que lidian cotidianamente. Para avanzar en su análisis el autor se basa en las transcripciones de las entrevistas, notas de campo de los investigadores que participaron del proyecto y fotos. En este caso, la modernidad vivida es captada a partir de tres representaciones: “casa”, “barrio” y “vida al aire libre”. Estos ámbitos son descriptos en su especificidad y acompañados por fotos a color junto con sus epígrafes. Así, por ejemplo, para el ámbito del hogar (o la casa) algunos de los objetos señalados como significativos por los entrevistados lo constituyen los “altares domésticos”, es decir, espacios “eclécticos” en los que pueden convivir una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen María y una foto de Einstein (ver p. 122, foto 6).

Así como la religión supone una relación o un vínculo con un poder suprahumano y esto ocurre en la vida diaria de las personas, es razonable, señala el investigador, que las creencias religiosas desborden el ámbito privado de quienes practican y “hacen religión”. De aquí surge la pregunta por lo público, ¿cómo interactúa lo religioso, desde la óptica de los entrevistados, con la “esfera pública” en América Latina? ¿cuál es el lugar de los discursos y prácticas religiosas? Aquí se indaga en la figura del Papa Francisco, lo cual permite cierto ejercicio de comparación ya que es una persona conocida en las tres ciudades de estudio. Lo que destaca Morello en este punto del análisis es que, si bien la modernidad impuso la separación de esferas, hay ciertos discursos religiosos que encuentran validez y legitimación y otros que son rechazados -entre estos últimos, se menciona, por ejemplo, la “intromisión” del Papa y líderes religiosos en relación a cuestiones de derechos sexuales y reproductivos-. No obstante, la aceptación de la intervención de “lo religioso” en el ámbito público, advierte, no debe llevar a la conclusión de un “colapso” de la separación de funciones o esferas. En todo caso lo que sucede es que “la intervención religiosa es legítima cuando empodera a las personas, cuando hace reclamos por los postergados de la modernidad; no cuando las intervenciones los deja sin poder” (p. 215).

Descripto el panorama religioso latinoamericano de esta forma se plantea el interrogante acerca de cómo caracterizar y nombrar estos complejos procesos del creer. El término que, para el autor, logra captar de manera adecuada lo observado y analizado es el de “modernidad encantada”. Esta categoría postula la idea de que modernidad y religión, para las personas entrevistadas en las tres ciudades, se encuentran imbricadas. Para ellos, la religión, la conexión y relación con lo suprahumano, forma parte de su realidad diaria; no se trata de una dimensión independiente a la que acuden esporádicamente, más bien es una relación que no entiende de límites temporales y espaciales e involucra tanto narrativas como cuerpos, símbolos y objetos. Finalmente, y aunque como se señaló el foco está puesto en la práctica religiosa cotidiana, el autor logra captar los modos en que dogmas, ideas y pautas de instituciones, grupos y comunidades religiosas son tomadas, modificadas y empleadas de forma creativa y autónoma.

Referencia

Frigerio, Alejandro (2018). ¿Por qué no podemos ver la diversidad religiosa?: Cuestionando el paradigma católico-céntrico en el estudio de la religión en Latinoamérica. Cultura y representaciones sociales, Vol. 12, Nº 24, pp. 51-95. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-81102018000100051. Consultado: 15/10/2020.

Mallimaci, Fortunato y Esquivel, Juan Cruz (2015). Pluralism and individualization in the Argentine religious field: challenges for Catholicism in the perspective of society and politics. Politics and Religion, Vol. 9, Nº 1, pp. 35-51. Recuperado de https://www.politicsandreligionjournal.com/index.php/prj/article/view/38. Consultado: 15/10/2020.

Mallimaci, Fortunato y Giménez Beliveau, Verónica (2007). Creencias e increencias en el Cono Sur de América. Entre la religiosidad difusa, la pluralización del campo religioso y las relaciones con lo público y lo político. Revista Argentina de Sociología, Vol. 5, Nº 9, pp. 44-63.

Mallimaci, Fortunato (2013). Atlas de las creencias religiosas en Argentina. Buenos Aires: Biblos.

Parker Gumucio, Cristián (1993). Otra lógica en América Latina. Religión popular y modernización capitalista. México: Fondo de Cultura Económica.


Resenhista

Franco Olmos Rebellato – Universidad Católica de Córdoba. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

MORELLO, Gustavo. Una modernidad encantada. Religión vivida en LatinoaméricaCórdoba: Editorial EDUCC, 2020. Resenha de: REBELLATO, Franco Olmos. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.14, p. 275- 279, jul./dic. 2021. Acessar publicação original [DR]

BARRANCOS Dora (Aut), Historia mínima de los feminismos en América Latina (T), El Colegio de México (E), QUEIROLO Graciela (Res), Pasado Abierto (PAr), História dos Feminismos, América Latina

Los feminismos en América Latina integra la colección Historia mínima del Colegio de México cuyo propósito consiste en presentar de manera sintética y rigurosa un objeto de estudio específico, para un público no especialista. Dora Barrancos, cultora y promotora de la Historia de las Mujeres desde hace décadas, con una vasta trayectoria vital y académica, encara de manera unipersonal un escrito con una geografía y una temporalidad que integran diecinueve Estados y, prácticamente, dos siglos de vida independiente cuando no también varias referencias al mundo colonial. Como ella misma lo advirtió, “para hacer una historia mínima hay que hacer una indagación máxima” (Barrancos, 2019: 225).

La obra está organizada en cinco partes. Un prefacio; una introducción; una primera parte dedicada a México, Centroamérica y el Caribe estructurada en nueve capítulos (uno por país); una segunda parte dedicada a América del Sur que al igual que la anterior se detiene en diez países y, finalmente, un posfacio. Tanto el prefacio como el posfacio sitúan al lector/a en el tiempo presente. Son una suerte de punta del ovillo que identifica procesos en los que la autora ahondará a lo largo de los capítulos con un abundante despliegue de datos.

Barrancos argumenta que si los feminismos nacieron, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, como un “fenómeno acotado”, en el siglo XXI, se convirtieron en un fenómeno masivo. Ahora bien, el camino que reconstruye la obra del presente al pasado no propone en absoluto una suerte de etapas evolutivas, en las que situaciones posteriores mejoran a las anteriores, sino que la autora construye procesos históricos acotados en los que debido a coyunturas específicas emergieron debates y agendas de peticiones donde se discutió la condición femenina. Precisamente el feminismo se define de manera amplia como “una corriente de pensamiento y de acción política cuyo objeto central se sintetiza en la conquista de la igualdad de derechos para las mujeres y en consecuencia su propósito es extinguir toda y cualquier tutela masculina subordinante” (Barrancos, 2020: 17). Ahora bien, el uso de feminismos en plural, a lo largo de la obra, remite a la enorme variedad de posturas que albergaron las discusiones sobre la condición femenina, incluso aún, cuando solo pudieron acordar denunciar las tutelas masculinas. Aun así, la autora enfatiza que hubo posiciones favorables a la equidad o a los derechos de las mujeres que no se identificaron con el término feminismo.

En el capítulo “Introducción”, se reponen los “primeros fulgores” y las “figuras precursoras” que, en las sociedades europeas, desde el siglo XV, reflexionaron sobre la condición de las mujeres. Allí, se concluye que el feminismo floreció en la cultura occidental, tal como la entiende José Luis Romero, así como también fue un producto de la doble revolución que erigió la modernidad, según los planteos de Eric Hobsbawm. Por lo tanto, para América Latina, Barrancos propone una periodización que ajusta a cada uno los países que recorre. Un primer ciclo de feminismos se produjo entre 1900 y 1940 bajo el liderazgo de mujeres reclutadas predominantemente en los sectores medios vinculadas a la docencia y los estudios universitarios. Sus consignas, motorizadas por el maternalismo priorizaron los derechos civiles y cívicos y se identificaron con el sufragismo. Un segundo ciclo de feminismos emergió en la década de 1970, en alianza con las disidencias sexo genéricas y se concentró en la violencia contra las mujeres. Por último, un tercer ciclo se inició en la década de 1990 e integró a los pueblos originarios y afrodescendientes bajo análisis interseccionales y postcoloniales. Fueron estos feminismos los que estallaron en el último lustro.

En las dos partes siguientes de su libro, Barrancos aborda las realidades particulares de las naciones latinoamericanas. El escrito se detiene en las/os protagonistas, las organizaciones, las acciones desplegadas y la prensa periódica. Si seleccionamos los últimos cien años de la historia nacional de cada uno de los países analizados, constatamos que durante buena parte de ellos las mujeres prácticamente carecieron de derechos civiles, políticos, sociales y sexuales. Sin embargo, las mujeres se organizaron en ligas, partidos, federaciones, asociaciones, congresos de carácter local e internacional, así como también escribieron y editaron periódicos y se manifestaron en el campo cultural y en el sistema educativo. En otras palabras, a pesar de las restricciones, se desenvolvieron en el mundo público -sin desatender el mundo privado-.

Barrancos indaga los derroteros en cada una de las sociedades seleccionadas para presentar las complejas particularidades nacionales. Así, aprendemos que la conquista de los derechos políticos estuvo condicionada por restricciones económicas y sociales porque en varios países el sufragio fue censitario y limitado a las mujeres alfabetizadas. Tampoco faltaron experiencias gradualistas en las que las mujeres, primero, fueron habilitadas para votar y ocupar cargos en los niveles municipales y, solo más tarde, en los escaños provinciales y nacionales. El libro es una invitación a pensar contrapuntos entre los diferentes procesos sociopolíticos, para comprender cómo intervienen allí las relaciones sociogenéricas constitutivas de las culturas políticas.

La pregunta por los feminismos rescata los protagonismos de las mujeres. La autora recurre a la categoría agencia para “dar a conocer los colectivos femeninos empeñados en transformar las condiciones de existencia, en modificar la falta de reconocimiento y la subordinación social” (Barrancos, 2020: 13). De esta manera, restituye a muchas mujeres a la Historia mientras que al narrar los procesos sociales con estas protagonistas construye nuevos relatos historiográficos en una escala latinoamericana. Entonces, este libro es un aporte que discute a otras narrativas androncéntricas que generalizaron nociones desacertadas sobre los procesos sociales.

Para poder desempeñar la tarea, Barrancos acudió a materiales dispersos en los no siempre accesibles archivos nacionales. La autora destaca la necesidad de conservar y construir espacios que alberguen y resguarden repositorios documentales, insumos imprescindibles, para el proceso de construcción social de conocimiento.

Como conclusión, Historia mínima de los feminismos en América Latina es un producto de su época, en la que el desborde político de los feminismos ha reforzado la legitimidad de campos de estudios en expansión, como son el análisis de las relaciones de género y la Historia de las Mujeres. Esta obra ocupará un lugar destacado en los planes de estudio académicos, en investigaciones futuras y en espacios educativos de la sociedad civil, de la misma manera que ocupará un lugar emblemático en la historia de los feminismos del continente junto a obras de la talla de La mujer en la democracia (1945) de Alicia Moreau de Justo o Ser política en Chile (1986) de Julieta Kirkwood.

Referencias

Barrancos, Dora (2017). Mi recorrido hasta la historiografía de las mujeres. Descentrada, Vol.1, N°1, pp.1-16. Recuperado de https://www.descentrada.fahce.unlp.edu.ar/article/view/DESe003. Consultado 12/02/2021.

Barrancos, Dora (2019). Los movimientos feministas en América latina en el siglo XX. En Martín, Ana Laura y Valobra, Adriana (Comps.). Dora Barrancos. Devenir feminista. Una trayectoria político intelectual (pp. 225-239). Buenos Aires: CLACSO, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires.

Barrancos, Dora (2020). Historia mínima de los feminismos en América Latina. Ciudad de México: El Colegio de México.


Resenhista

Graciela Queirolo – Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de La Plata. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

BARRANCOS, Dora. Historia mínima de los feminismos en América Latina. Ciudad de México: El Colegio de México, 2020. Resenha de: QUEIROLO, Graciela. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.14, p. 280- 283, jul./dic. 2021. Acessar publicação original [DR]

LEVORATTI Jorge (Aut), La educación en el gobierno peronista de Domingo Mercante. 1946-1952. Forjistas/ peronistas y católicos (T), Edit. Biblos (E), CERVETTO Carina Sonia (Res), Pasado Abierto (PAr), Educação, Peronismo, Domingo Mercante, Séc. 20, América – Argentina, Católicos

La educación en el gobierno peronista de Domingo Mercante, es fruto de la investigación de Doctorado de Jorge Levoratti. El estudio reconstruye el recorrido histórico de las políticas educativas y la situación de la educación durante el gobierno de Domingo Mercante en la provincia de Buenos Aires. Uno de los méritos fundamentales del libro, además de estar muy bien documentado, es desprenderse de los preconceptos construidos a partir de generalizaciones conformadas en relación con el caso nacional. Al analizar el derrotero de la política educativa del gobierno de Domingo Mercante, el autor evidencia la diversidad existente en el mundo peronista. A su vez, nos permite ingresar al universo de las tramas institucionales y administrativas, sus trasfondos políticos y la complejidad del proceso de construcción estatal. En este sentido, se sostiene que el peronismo adquirió en las distintas provincias y territorios configuraciones particulares.

Por lo tanto, el peronismo amalgamaba distintas fuerzas políticas, que determinaron un cruce de tensiones en el proceso de construcción del liderazgo político de Mercante y pusieron en evidencia la tirantez con el propio Perón. La heterogeneidad en la composición del gobierno de Mercante dio origen a fuerzas y proyectos divergentes que, en ciertos casos, desataron traumáticos enfrentamientos. Las políticas y los modelos educativos provinciales no fueron ajenos a esa conflictividad, si bien las especificidades provinciales coexistieron con los lineamientos nacionales y en determinados momentos, estas definieron la orientación de la política.

El avance en el desarrollo de las políticas educativas, entre 1946 y 1952, dependieron del caudal de poder que iba acumulando el gobernador Mercante, en este sentido, nos dice el autor: “las políticas educativas espejaron el ciclo del gobierno de Mercante”. Como interrogante central del libro, el autor se pregunta: en qué medida la política educativa de Mercante, en especial a partir de 1949, reflejaba el modelo de sociedad que animaba los actos políticos del gobernador. A su vez, busca determinar si la política educativa y cultural del gobierno provincial, permite rastrear los indicios de las divergencias con el gobierno de Perón, observando las distancias entre distintos aspectos de las iniciativas, en este campo, de ambos líderes.

El libro comienza analizando la política educativa durante la Revolución de Junio, caracterizada por una compleja inestabilidad política e ideológica, resultado de la sucesión de catorce funcionarios a cargo del gobierno, dando lugar a la implementación de varios proyectos educativos. A esto se sumó las dificultades financieras de la provincia, que imposibilitaron cumplir con las metas de escolarización, realidad que comenzó a revertirse para 1945. No obstante, el período se destaca por la adopción de medidas relevantes, como fueron, el adelantamiento del ingreso a la escuela a la edad de seis años y la extensión a siete años del ciclo primario, como ocurría a nivel nacional. Otro de los aspectos que se destacan del período, fue la presencia de sacerdotes católicos en el Consejo General de Educación que, en cierta forma, lograron imponer una agenda que revirtió la tendencia laicista de la educación provincial. La narración continúa con un capítulo necesario para ayudar a contextualizar la situación docente durante los años previos a la experiencia peronista. En este sentido, problemáticas como escalafón y salario docente, mercado de trabajo y condiciones laborales, formación profesional y demandas de perfeccionamiento, nos permiten entender la herencia recibida por el gobernador Mercante.

Los capítulos 3 y 4 se centran en las gestiones de Alejandro Greca y Estanislao Maldones, frente a la Dirección General de Escuelas. Entre junio de 1946 y julio de 1947, Alejandro Greca se enfrentó a temas como la deficitaria edificación escolar, las condiciones laborales y salariales de los maestros, a su vez, impulsó la ley de educación preescolar obligatoria, propició un modelo de desarrollo de enseñanza técnico profesional en línea con el modelo que Perón había instaurado. Sin embargo, Greca fue designado en un entramado de tensiones políticas fruto de la coalición de fuerzas que consagró a Mercante como ganador de la provincia y que pronto evidenció la debilidad del gobernador frente al dominio de las facciones. Tal cual nos muestra el autor, podemos ver en la gestión de Greca, la primera gran diferencia con las políticas educativas a nivel nacional, en la medida en que la presencia de la enseñanza religiosa estuvo ausente durante este primer año en el gobierno provincial. En el caso de la gestión de Maldones, entre 1947 y 1949, se iniciaba con tensiones propias del proceso eleccionario, pero superado algunos conflictos, su dirección fue ordenada y consolidó las líneas de acción trazadas por Greca. Se crearon jardines de infantes, se ampliaron los cargos docentes, en tanto la estructura organizativa se complejizó.

Mientras Mercante afianzaba su liderazgo político, se produjo la reforma de la Constitución provincial que habría de tener una gravitación fundamental en el área educativa, determinando la extinción de la Dirección General de Escuelas y la creación del Ministerio de Educación. Un rasgo que caracterizó la reforma constitucional provincial, fue la incorporación de los principios católicos dentro de la misma, tema analizado en el capítulo 5. En tanto, en el capítulo 6, se estudia la gestión del ministro Julio César Avanza y la dirección de enseñanza de Emilio Mignone. Este capítulo está dividido en tres apartados, en el que se observan los cambios desde el punto de vista ideológico, profundizando el giro hacia los principios católicos predicados por la Iglesia. Mientras se priorizó el proyecto de los Institutos Superiores de Pedagogía, cuyo plan de estudio acentuaba las disciplinas filosóficas, históricas y religiosas, en desmedro de la profesionalidad técnico didáctica, el desarrollo del proyecto de Escuelas Fábricas, que tuvo un gran impulso a nivel nacional, en la provincia fue insignificante. Finalmente, la Ley de Educación 5650, sancionada en 1951, enfatizaba la connotación católica de la educación.

A pesar de su fin explícito, de analizar la política educativa, este volumen contiene ingredientes, teóricos e historiográficos que lo convierten en algo más abarcador y ambicioso. Levoratti observa a través de la lente de la educación rasgos de la institucionalidad, la sociabilidad y distintas dimensiones de la política de esa compleja época y, sobre todo, ilumina cuestiones como las relaciones políticas entre Perón y Mercante. A su vez, el análisis pormenorizado que realiza el autor, permite tener una visión detallada de las pugnas y diferencias de criterios y de intereses que se dirimieron y que coexistieron, de una manera muy tensionada, entre funcionarios y políticos.

El libro resulta de un proceso de investigación que privilegió la búsqueda y consulta de fuentes primarias, en aras de superar las limitaciones advertidas en otros trabajos. La investigación cuenta con el análisis de reservorios documentales poco o nada referenciados en los trabajos existentes sobre la educación bonaerense. Se trata de un trabajo llamado a ser un referente ineludible para los especialistas en cuestiones de historia institucional y social de la educación. Como estudio de caso, sin duda, representa un avance del conocimiento disponible y despierta interrogantes con respecto a las políticas y los modelos educativos provinciales, cuestionando la perspectiva analítica tradicional que presuponía el peronismo como un todo monolítico y alineado al liderazgo de Perón.


Resenhista

Carina Sonia Cervetto – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Tres de Febrero. Universidad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

LEVORATTI, Jorge. La educación en el gobierno peronista de Domingo Mercante. 1946-1952. Forjistas, peronistas y católicos. Buenos Aires: Edit. Biblos, 2021. Resenha de: CERVETTO, Carina Sonia. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.15, p. 340-343, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]

ORBUCH Iván Pablo (Aut), Peronismo y cultura física. Democratización/sociabilidad y propaganda (T), Imago Mundi (E), RODAS Matías (Res), Pasado Abierto (PAr), Peronismo, Cultura Física, Democratização, Sociabilidade, Propaganda, América – Argentina

Este libro, resultado de la tesis de Doctorado en Educación del autor, invita a la lectura tanto al público interesado en el peronismo como a cientistas sociales en general. En el primer caso, porque es una investigación que dialoga permanentemente con estudios interdisciplinarios sobre el peronismo clásico, enriqueciendo la comprensión de este periodo histórico con nuevas e interesantes aristas, y en el segundo caso por realizar un recorrido analítico por la expansión de la cultura física y su uso propagandístico en la Argentina entre 1946 y 1955.

Iván Orbuch comienza definiendo a la cultura física como una forma de discurso que se vincula con una construcción de significados centrados en la educación física y los deportes. En ese sentido, señala que durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón, la nota distintiva de la cultura física era que excedía la referencia a la educación física escolar, asimilándola con una cultura general que toda persona debía poseer. Así, la cultura física se encontraba en pie de igualdad con la cultura literaria, científica, artística, etc.

La obra está compuesta por cinco capítulos, en los cuales analiza la democratización, sociabilidad y propaganda de la cultura física durante el peronismo clásico (1946-1955). Comienza con un capítulo que repone la cultura física de los años previos (1930-1945), e identifica continuidades y rupturas respecto a lo sucedido bajo las dos primeras presidencias de Perón. Entre las continuidades se encuentra la primacía del discurso médico, los intentos de institucionalización y la permanencia de funcionarios estatales; mientras que las rupturas radicaron en la democratización a nivel nacional de la cultura física y su uso como herramienta propagandística dentro y fuera del país.

A lo largo del libro, Orbuch demuestra que las políticas públicas peronistas en torno a la educación física y los deportes tuvieron un rol protagónico en la formación ciudadana. En esas políticas hubo una democratización de la cultura física al ampliar su acceso a capas sociales subalternas que anteriormente no accedían a ella, concibiéndola como un derecho y para tal fin el Estado llevó adelante la infraestructura necesaria. La repartición estatal encargada de esta tarea fue el Consejo Nacional de Educación Física (CNEF), el cual tuvo entre sus principales objetivos ubicar a la cultura física dentro de la medicina social propiciada por el Ministro de Salud Ramón Carrillo. Al mismo tiempo, para el autor, también había un costado de disciplinamiento en la cultura física, por la función moralizadora del cuerpo, la mente y el alma que buscó en ella el peronismo.

Para el caso de la práctica escolar de la cultura física, la actividad del CNEF no se centró sólo en las clases de Educación Física,[1] sino que también proponía introducirla en todas las asignaturas escolares mediante el cuadernillo editado en 1949 “Gimnasia compensatoria en el aula”. Su objetivo era eliminar la antinomia de lo físico con lo mental, en aras de una educación integral que contemplara lo físico, lo intelectual y lo moral. Un movimiento similar fue llevado al mundo del trabajo con el cuadernillo “Gimnasia de oficinas”, una apuesta del peronismo por adentrarse en el ámbito privado desde las políticas públicas para mejorar las condiciones de vida de la población. Este cuadernillo enumeraba las ventajas de practicar una serie de ejercicios breves a realizarse con la misma indumentaria de trabajo, los cuales ayudarían a combatir el sedentarismo y conservar la eficiencia laboral gracias al descanso mental.

No obstante, el autor se encarga de aclarar que la cultura física no fue llevada adelante a partir de la unidireccionalidad del Estado peronista, sino que hubo una confluencia entre demandas sociales y receptividad estatal por el fomento de la cultura física, lo cual también generó nuevos adeptos a ella en la sociedad civil. En el capítulo 3, Orbuch habla de la cultura física como una “cruzada”, por la realización de eventos masivos y federales en los cuales la cultura física fue central (“Fiesta de la Juventud”, “Fiesta de los Adalides” y “Fiesta Nacional de Educación Física”), y por las numerosas iniciativas parlamentarias de legisladores oficialistas y opositores que respondían a demandas populares como subsidios a clubes de barrio, dotación de infraestructura escolar, y subsidios a deportistas que representaban al país en el extranjero.

Otro aporte enriquecedor del libro es en torno a la propaganda peronista analizada en el capítulo 5, donde muestra que el peronismo se valió de la cultura física para ostentar dentro y fuera del país los triunfos de deportistas argentinos como triunfos propios, presentados como resultado de los avances de la Nueva Argentina surgida en 1946 en pos de un pueblo educado y civilizado, modelo a seguir para otros países latinoamericanos. Orbuch señala que la propaganda en torno a la cultura física también fue una herramienta política de la que se sirvió el peronismo para disputarle hegemonía continental a EEUU. Para esta propaganda tuvieron un rol fundamental la radio, revistas de divulgación y especializadas (tanto de circulación interna como destinadas a otros países), exposiciones, conferencias deportivas, congresos nacionales e internacionales, y el Sistema Internacional Radiofónico Argentino (SIRA). Así, los intentos de la Argentina peronista por posicionarse como un país referente internacional en los planos cultural, social y económico, encontraron parte de sus argumentaciones en los logros asociados a la cultura física.

Finalmente, este libro también es interesante para discutir una imagen clásica del peronismo que lo interpreta como un todo monolítico: su autor muestra que hubo tensiones internas sobre los modos de llevar a la práctica la cultura física, disputas hasta tal punto álgidas dentro del heterogéneo movimiento peronista, que el mismo Perón debió intervenir para saldar los conflictos internos.

En síntesis, Peronismo y cultura física. Democratización, sociabilidad y propaganda, es una lectura recomendada por su vinculación con tópicos anteriormente visitados tanto en estudios específicos sobre el peronismo clásico como en investigaciones de cultura y sociabilidad en general, pero desde una novedosa puerta de acceso: la cultura física.

Nota

[1] Como señala el autor, para dichas clases, el decreto 4.712/48 del Poder Ejecutivo Nacional establecía un método único de su enseñanza en todo el país, diseñado por el CNEF.


Resenhista

Matías Rodas – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

ORBUCH, Iván Pablo. Peronismo y cultura física. Democratización, sociabilidad y propaganda. Buenos Aires: Imago Mundi, 2020. Resenha de: RODAS, Matías. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.15, p. 344-347, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]

GERCHUNOFF Pablo (Aut), HORA Roy (Aut), La moneda en el aire. Conversaciones sobre la Argentina y su historia de futuros imprevisibles (T), Siglo XXI editores (E), WOOLLANDS Jennifer Lucchelli (Res), Pasado Abierto (PAr), América – Argentina, Política Econômica, Democracia, Séc. 19-20

El libro de Pablo Gerchunoff y Roy Hora es una obra dedicada a superar las divergencias analíticas entre los estudios económicos y las perspectivas históricas. El primero, licenciado en economía y profesor honorario por la Universidad de Buenos Aires, y, el segundo, doctor en historia por la Universidad de Oxford y profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes. Su función retrospectiva se orienta a mirar las problemáticas irresueltas de la nación sudamericana entre los siglos XIX y XX, por ejemplo, el crecimiento del país, los comportamientos de los mercados, la inestabilidad democrática, las conversiones monetarias, la inflación, etc.

Por esa razón, los ejes transversales dentro del relato son tres, los aspectos biográficos de Gerchunoff, las experiencias durante los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa y los debates en torno al largo siglo XIX. En la siguiente centuria, el declive del país como granero del mundo acaeció junto con el estallido de la gran guerra y la llegada al poder del radicalismo en 1916.

El primer capítulo, titulado “Entre el comunismo y peronismo”, trata de los comentarios del profesor honorario acerca de su infancia, sus padres, el rol de la política en el hogar y su juventud. Admite allí la escasa vinculación con la religión judía, su aprendizaje en torno a las ideas políticas que escuchó de niño y el papel relevante de la figura materna. Su madre era políticamente extrovertida y su padre tenía un perfil ideológico opaco. Por otro lado, se vislumbra el contexto nacional general, con Frondizi y las complejidades de un Estado cuya carencia institucional era evidente. Lo interesante para los lectores en general, estriba en los pasos de Gerchunoff en el ámbito laboral, con su inserción en el periodismo bajo la dirección de Bernardo Neustadt.

El capítulo dos, “La estación Alfonsín”, lo encuentra en la década de 1970 en la Universidad. Cuenta el profesor honorario, que anteriormente había cursado sociología, disciplina que rápidamente abandonó por otros objetivos. Al margen de lo estrictamente académico, menciona sus encuentros con líderes políticos, principalmente con el político radical Raúl Alfonsín con el que mantiene una serie de charlas. En esas reuniones, las preocupaciones más acuciantes se vinculaban con el dilema de una economía inflacionaria, las divisas del país, la deuda externa, etc. Asuntos que en la década de 1980 debilitaron al gobierno de Alfonsín por varias razones: los antecedentes económicos de la última dictadura militar, tasas de desempleo elevadas, una porción importante de los habitantes bajo la línea de la pobreza, acreedores impacientes, etc.

En el siguiente capítulo, “De Menem a la Alianza”, confirma el credo liberal de Gerchunoff y la reelaboración que él mismo hace de los términos democracia y justicia social. Según su interpretación, el menemismo les brinda un sentido y el profesor honorario una definición equidistante. En cuanto a los factores económicos, se reiteran los mecanismos dedicados a reducir la hiperinflación, la conversión del austral en peso, etc. El cierre de los años 90 culmina con la primera parte del libro.

En el capítulo cuatro, “El largo siglo XIX”, profundiza en las polémicas entre la historia económica y la economía. La periodización de ambos campos de estudios es dispar, pues la primera de ellas, se organiza a través de los contextos económicos, políticos y sociales, su hilo conductor es el Estado nacional. En cambio, la segunda, piensa en los ciclos de desarrollo, los mercados internacionales, las características demográficas regionales, entre otros nichos. En líneas generales, para Gerchunoff y Hora, las razones del estancamiento económico argentino, continúan generando controversias de diversa índole.

El capítulo cinco, “El radicalismo y la Década Infame”, abarca la ampliación del electorado, el agotamiento del modelo agroexportador y las disputas entre los actores políticos y sociales en el período de 1916 a 1930. Ello demuestra que el gobierno de Yrigoyen sorteó innumerables obstáculos, desde huelgas, crisis económicas, el congelamiento del comercio, etc. Para el licenciado en economía, el mandato de Alvear tuvo una coyuntura favorable, con una expansión considerable de la economía, aumento del consumo de la población y mejora de los ingresos fiscales, etc. Finalmente, la década termina con la caída de la bolsa de Wall Street y sus repercusiones en el ámbito local y el golpe de Estado al líder radical popular.

Los capítulos seis y siete, “De Perón a Frondizi” y “Del Proceso a Alfonsín: crisis y estancamiento” respectivamente, transitan por el fracaso del plan Pinedo, la debilidad del sistema institucional, el debate sobre la reorganización del país luego de la conflagración, el advenimiento del peronismo y los opositores. Allí los desajustes del mercado interno afectaron estructuralmente al país que, a mediados de 1950, padecía de falta de divisas, presentaba una creciente inflación y el desempleo aumentaba notablemente. En 1952, Perón adopta otra posición respecto a los Estados Unidos, por un notable desgaste económico de su gobierno, que se tradujo en medidas austeras que repercutieron en toda la sociedad.

En septiembre de 1955 se produce la denominada Revolución Libertadora. Bajo tales circunstancias, Pablo Gerchunoff y Roy Hora establecen la escasa importancia que el gobierno provisional le otorgó a la coyuntura económica. Tales cuestiones sí eran prioritarias para Frondizi y el desarrollismo que intentó aplicar previo a su derrocamiento. Para el economista, la década de 1960 marcó un punto de inflexión para los siguientes decenios, porque a partir de 1970 en adelante ya no habría más crecimiento.

El octavo capítulo, “De Menem a Kirchner”, acentúa los contrastes de la Argentina con la región latinoamericana. El doctor en historia y el profesor honorario describen de precapitalista el giro dado por el presidente Menem. Esa toma de decisiones lo diferencia de otros gobiernos peronistas, con políticas que profundizaron la inherente debilidad de la nación sudamericana en el mundo. En el noveno capítulo, “La era Macri”, los autores del libro explican el rol de los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández. El ciclo económico durante el tiempo en que gobernó el ex gobernador santacruceño se califica de óptimo y según las interpretaciones de los autores, favoreció el uso del electorado del Frente para la Victoria. Sin embargo, los años de Cristina Fernández presentaron complicaciones sistemáticas: inflación, controversia con el INDEC, corrupción, etc.

El décimo capítulo, “Un final abierto”, focaliza en la etapa de Macri y Alberto Fernández. La confrontación macrismo vs kircherismo revive las sombras de 1955, con sus agendas económicas y políticas opuestas. Tomando el presente como punto de llegada señalan el crecimiento económico y la deuda externa como los problemas que la Argentina no logró resolver. El trayecto histórico entre los siglos XIX y XX muestra cuán ambigua es la respuesta argentina ante complicaciones foráneas, formación de opiniones y la conformación de un modelo económico que permita planificar a futuro.

En líneas generales, es un libro optimista por el encuadre que Pablo Gerchunoff y Roy Hora le brindan. Los autores describen muy bien los aspectos económicos y políticos, quitando toda conceptualización peyorativa a las partes polémicas de la historia económica argentina. Muestran la amplitud de sus conocimientos, y una labor coherente y precisa con los objetivos iniciales de la obra maestra que es Moneda en el aire.


Resenhista

Jennifer Lucchelli Woollands – Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

GERCHUNOFF, Pablo; HORA, Roy. La moneda en el aire. Conversaciones sobre la Argentina y su historia de futuros imprevisibles. Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2021. Resenha de: WOOLLANDS, Jennifer Lucchelli. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.15, p. 348-351, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]

TORTTI María Cristina (Dir), GONZÁLES CANOSA Mora (Dir), BOZZA Juan Alberto (Coord), La nueva izquierda en la historia reciente argentina. Debates conceptuales y análisis de experiencias (T), Prohistoria (E), SUÁREZ Fernando Manuel (Res), Pasado Abierto (PAr), Nova Esquerda, América – Argentina, Séc. 20-21

Es de rigor que las compilaciones sean desequilibradas y heterogéneas, y es de rigor de las reseñas sobre ellas mencionarlo. Sin embargo, La nueva izquierda en la historia reciente argentina, libro dirigido por María Cristina Tortti y Mora González Canosa y coordinado por Juan Alberto Bozza, no merece esta observación. Muy por el contrario, el libro se precia de tener un claro hilo conductor y una articulación explícita entre sus diversos artículos. La amplitud y diversidad temática no atenta contra ello, sino que contribuye a su riqueza.

El libro publicado por Prohistoria replica el formato de otro muy similar editado hace algunos años por el mismo sello. Es, en definitiva, una muestra de los avances de investigación de un grupo consolidado y que hace años animan algunos de los debates más relevantes de la historia reciente. El concepto articulador, como lo señala Bozza en su breve presentación y adelanta el título del volumen, es el de nueva izquierda. Un sintagma de importancia para las discusiones en torno a las décadas del sesenta y el setenta en Argentina, América Latina y, tal vez, incluso más allá, que engloba una multiplicidad de experiencias políticas y sociales que signaron un tiempo de convulsión política, violencia y radicalización al calor de algunos acontecimientos centrales, en especial la revolución cubana de 1959.

Los sendos artículos de las directoras del libro, Tortti y González Canosa (en coautoría con Mauricio Chama), ofrecen una mirada de conjunto y abordan algunas nociones claves que aparecerán una y otra vez a lo largo del libro. Tortti ofrece una especie de nueva versión de su pionero artículo de 1999 (como también lo hizo en el libro de 2014) y presenta una vez más la definición de nueva izquierda que aúna al resto del libro. Pero no es una mera reproducción o reposición de lo ya dicho, sino que Tortti actualiza su propuesta a partir de otras lecturas y, al mismo tiempo, responde a las objeciones que se le han realizado. La idea sigue siendo la misma, sostener un concepto lo suficientemente amplio como para incluir una multiplicidad de experiencias políticas y militantes, pero sin que esto redunde en perder especificidad.

Por su parte, González Canosa y Chama analizan dos categorías transversales a casi todos los estudios sobre el período en cuestión, que podríamos extender entre 1955 y 1976, y que están atravesados por algunas confusiones y tensiones: politización y radicalización. En un artículo de corte más bien historiográfico y teórico, los autores ofrecen una panorámica de los usos de estos conceptos para el estudio de la nueva izquierda. Para ambos casos defienden un uso de las categorías que eviten las sustancialización y que abonen a una mirada compleja de los procesos históricos, pensando la politización y la radicalización más allá de las nociones que quieren atarlas a la subsunción de todas las lógicas a las de la política, para la primera, y a la primacía de la violencia, en el caso de la segunda.

El resto de los artículos son mucho más específicos, pero, y esto no es baladí, cada uno ofrece un aporte novedoso a su campo de estudios. Ya sea ofreciendo nuevas fuentes o perspectivas, investigando organizaciones o etapas de las mismas poco exploradas, o poniendo en discusión visiones o cronologías muy establecidas, cada uno de los capítulos evidencia el esfuerzo sostenido y coordinado a lo largo del tiempo de un núcleo de investigadores e investigadoras que tributan a un proyecto en común.

Los artículos de Bozza, Pis Diez y Tocho intentan poner en juego el concepto de nueva izquierda a partir de un abordaje diferente al resto del volumen. Bozza utiliza un conjunto de fuentes inexploradas, provenientes de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (conocida por sus siglas en inglés, CIA), para indagar de qué modo fue leído el proceso de radicalización latinoamericano, su vínculo con el conflicto chino-soviético y, por otro lado, el papel jugado por Cuba y, en particular, por Fidel Castro. Sus conclusiones permiten alumbrar, a partir de la información recabada, el tipo de diagnóstico del que la CIA partía y que puede ser explicativo de muchas de sus estrategias posteriores.

Pis Diez, a partir del análisis de la militancia universitaria platense, y Tocho, en base a la experiencia de gestión de los militantes en el gobierno bonaerense de Oscar Bidegain, indagan la forma en que los rasgos idiosincráticos de la militancia neoizquierdista se entrelazaban con otras lógicas, ya sea la política gremial universitaria o la gestión pública. En ambos casos, las autoras encuentran que hay una hibridación y no una mera subsunción. Pis Diez encuentra matices con respecto a la lectura que hacían las diferentes organizaciones en torno a la política estrictamente universitaria, identificando diferencias entre dos actores claves (FAUDI y FURN) y variantes coyunturales. Tocho, en la misma línea, encuentra que la experiencia estatal para los militantes del peronismo revolucionario se concibió como una extensión de su trayectoria previa, con un predominio del capital militante por sobre los criterios de expertise. Sin embargo, esto no supuso un mero uso instrumental del espacio, sino una revisión de las propias prácticas y el desafío de pensar desde el Estado. Efímera y malograda, sin embargo esta incursión dejó un legado de innovación política y ciertas especificidades que, aunque tributarias al proyecto revolucionario, no quedó anulada por sus lógicas predominantes.

Los capítulos de Cisilino, Volonté, Mariela y Santiago Stavale ofrecen, cada uno desde su objeto específico, una interesante panorámica de las organizaciones políticas de la nueva izquierda. Volonté y Santiago Stavale indagan al PRT-ERP desde diferentes focos: Volonté se sumerge en su prehistoria y orígenes a partir del FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano Popular), mientras Stavale se preocupa en caracterizar ideológicamente esta experiencia en su etapa de consolidación. El FRIP, analiza Volonté, surgió en el norte argentino (Tucumán y Santiago del Estero) y fue uno de los afluentes del PRT, pero la autora evita el sesgo teleológico. Por el contrario, intenta aislar esta experiencia de su deriva posterior y profundizar sus rasgos específicos: su idiosincrática conjunción de ideas y, más importante aún, el papel significativo de dirigentes sindicales en su conformación. El cuadro incompleto, es decir la deriva posterior, es subsanado por Santiago Stavale, quien intenta delimitar el perfil ideológico del PRT-ERP reconociendo un proceso de mixtura entre diferentes corrientes y, en especial, entre nueva y vieja izquierda. El guevarismo vietnamita que Stavale acuña para caracterizar a esta agrupación es mucho más que eso, es la cristalización de un largo proceso de definiciones y redefiniciones teóricas y prácticas. La nominación propuesta intenta matizar algunas lecturas imperantes y, sobre todo, marcar algunas operaciones de sincretismo que dieron a la organización su impronta particular.

Los artículos de Cisilino y Mariela Stavale, a pesar de sus diferencias, pueden ser abordados en conjunto. Ambos indagan experiencias que parecen representar una heterodoxia: el PCR, un partido revolucionario que no opta por la lucha armada, y el “alternativismo”, un sector del peronismo que impugna el liderazgo de Perón. El trabajo de Cisilino ofrece una visión muy completa de los orígenes del PCR, aupado sobre nuevas fuentes, que permite ver su momento fundacional y su etapa guevarista antes del maoísmo. También analiza con rigurosidad la forma en que la organización, a pesar de concebirse como revolucionaria, asume una vía insurreccional que rehúye del guerrillerismo y enaltece las experiencias levantiscas como el Cordobazo. Mariela Stavale hace algo semejante con el “alternativismo”, un subgrupo del peronismo diferente del “movimientismo” y el “tendencismo”, cuyo rasgo particular es la desconfianza a la deriva del movimiento peronista y por añadidura de su líder. No solo eso, el “alternativismo” representa un peculiar proceso de izquierdización del peronismo y no uno de peronización de la izquierda, donde la disputa por la esencia del movimiento parece estar en primer plano al calor de cierto obrerismo y defensa de la militancia de base. Ambas experiencias permiten completar un cuadro que en muchas otras ocasiones queda estrechado a las organizaciones guerrilleras, en especial ERP y Montoneros.

El artículo de cierre de María Cristina Tortti rompe con la línea del libro, pero, creo que no de forma involuntaria, abre una senda futura para el grupo de investigación. Con foco en la revista Controversia, una de las más relevantes del exilio argentino, Tortti analiza la forma en que las discusiones de la nueva izquierda se proyectaron tras la derrota política, pero, según su mirada, sosteniendo más de lo que se cree las categorías y tópicos de las décadas precedentes. A pesar del corte indiscutible que significó el golpe de 1976, la autora intenta demostrar que las experiencias de esos años subsistieron en cierto modo en los acontecimientos posteriores y que quizá sea necesario recomponer el hilo que une las experiencias de la nueva izquierda con los posicionamientos de estos actores en la reconstrucción democrática.

A modo de síntesis, el libro ofrece un conjunto acabado y sólido de pesquisas novedosas que intentan fortalecer una definición de nueva izquierda que ha sido el eje articulador de un grupo de investigación que ya lleva décadas de trabajo y aportes. También deja abierta una posible agenda de trabajo que apunte a ampliar la periodización, hundir las raíces en el proceso previo a la emergencia y consolidación de la nueva izquierda, algo en lo que ya avanzan de forma explícita en este volumen, y, por otro lado, indagar las derivas posteriores de este proceso histórico más allá del cruento saldo de la represión.


Resenhista

Fernando Manuel Suárez – Universidad de Buenos Aires. Universidad Argentina de la Empresa, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

TORTTI, María Cristina; GONZÁLES CANOSA, Mora (Dirs.); BOZZA, Juan Alberto (Coord.). La nueva izquierda en la historia reciente argentina. Debates conceptuales y análisis de experiencias. Rosario: Prohistoria, 2021. Resenha de: SUÁREZ, Fernando Manuel. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.15, p. 352-356, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]

MAYORGA Marcelo (Aut), Pieles/tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia (1780-1850) (T), Subdirección de Investigación (E), HALLER Sofía (Res), Pasado Abierto (PAr), Patagônia, Séc. 18-19, Peles, Tabaco, América – Argentina, América – Chile

La actividad lobera que tuvo lugar en Patagonia entre 1780 y 1850 permanece opaca en la narrativa histórica del territorio, generalmente enfocada en la colonización, la expansión estatal o los descubrimientos de las expediciones científicas. En su libro Pieles, tabaco y quillangos Marcelo Mayorga pone el foco no solo en la explotación histórica de pinnípedos, sino en su impacto social, estudiando las relaciones que los loberos angloestadounidenses entablaron con los aborígenes regionales. El libro se publicó en Santiago, Chile, pero el recorte geográfico que se aborda comprende un territorio que no se corresponde con las fronteras nacionales actuales y que va más allá de los procesos de territorialización estatal argentinos y chilenos propios del último tercio del siglo XX. La variable espacial se centra en la Patagonia, sus costas del Pacífico y del Atlántico, Tierra del Fuego y las islas Malvinas, y el recorrido de los actores itinerantes que las visitaron desde lugares remotos. Contar una historia de los loberos en la región ha sido complejo, relata el autor, debido a que se trata de una actividad que ha dejado escasos rastros documentales, fragmentados y dispersos, a través del mundo. Sin embargo, Mayorga ha logrado superar este obstáculo epistemológico hilando a través de la Microhistoria, relatos de viaje, trayectos loberos, y episodios que permiten observar el escenario regional del período desde una perspectiva renovadora.

El libro se estructura en cuatro capítulos. En el primero, “La caza de mamíferos marinos en el contexto de las expediciones científico-navales”, se plantea que los loberos angloestadounidenses fueron actores en un proceso expansionista que derivó, en conjunto con la caza de lobos marinos, en la generación de rutas y circuitos comerciales, y en la vinculación de espacios periféricos con las potencias centrales del comercio mundial. El extremo sudamericano se vio conectado, por medio de la actividad lobera, con lugares tan dispersos como Nueva Inglaterra, Gran Bretaña o China. Se abordan distintos antecedentes que han estudiado la caza aborigen de lobos marinos, las primeras actividades loberas que realizaron europeos y estadounidenses en la región y han sido documentadas, y distintas obras que han explorado la caza angloestadounidense de forma internacional y regional. El autor señala que las expediciones científico-navales jugaron un papel clave al divulgar los recursos costeros patagónicos, sus rutas y las fuentes de aprovisionamiento disponibles a los cazadores de mamíferos marinos. Pero las actividades cinegéticas dieron lugar a otros descubrimientos, como el de las islas antárticas, que fueron funcionales a los objetivos expansionistas de sus respectivas naciones. Mayorga considera, en este sentido, que el apelativo de “guarda marítima de avanzada,” generalmente atribuido a los balleneros por la información náutica que obtenían en sus pesquisas, se hace extensivo a los loberos en esta región. A diferencia de los cazadores de cetáceos cuyo centro de operaciones solía concentrarse en el mar abierto, los loberos permanecían por tiempos prolongados en sitios cercanos a las roquerías, generando un vínculo aún más directo con los territorios visitados.

El segundo capítulo, “La caza de lobos”, se adentra en las cuestiones técnicas y logísticas que se requerían para realizar la actividad. A través de una serie de viajes y fuentes se consideran cuestiones como las compañías involucradas, las tripulaciones y sus jerarquías, los aspectos más técnicos de las embarcaciones, y el equipamiento y provisiones necesarias, que incluían productos misceláneos como espejos, botones y adornos para comerciar con aborígenes. El autor da cuenta de las áreas más frecuentadas en la región, así como de los cambios a nivel transnacional que afectaron el mercado y por ende las rutas de las tripulaciones loberas. Mayorga ha establecido una periodización entre los años 1790-1812 y 1815-1850, donde muestra, con cartografía, los cambios de los derroteros loberos británicos y estadounidenses, respectivamente. En su análisis brinda detalles sobre las características de las presas, los métodos de caza y de desollamiento, y el procesamiento y almacenaje de las pieles. Las consecuencias de estas actividades en la región llevaron a las tripulaciones a explorar el territorio, interactuando con el medio físico y humano, extendiendo su conocimiento sobre la fauna y flora regional.

El tercer capítulo se titula “Interacción aborígenes-loberos: el caso del lobero escocés William Low” y reconstruye la trayectoria de Low a bordo de distintas embarcaciones a través de documentación heterogénea que incluye las descripciones de la región por parte de los capitanes ingleses Philip P. King y Robert Fitz Roy (1826-1834). Mayorga da un tratamiento específico a este actor histórico por su vinculación con el contexto global, nacional y regional. Low era de origen escocés, pero ha sido asociado con los esfuerzos iniciales de Chile de incorporar a la soberanía nacional el estrecho de Magallanes y sus territorios adyacentes y se radicó en la isla de Chiloé, donde continuó lobeando y transmitiendo sus conocimientos a los habitantes de ese lugar. El lobero entrelazó vínculos y tuvo desencuentros con los pueblos aonikenk, kawésqar, selk’nam y chono, presenciando rituales, embarcando aborígenes y enfrentando situaciones de conflicto, pero sobre todo a través de intercambios de modalidad mercantil que involucraban carne de guanaco, hortalizas y pieles. Asimismo, realizó servicios como piloto práctico para las expediciones británicas o para embarcaciones mercantes. Su conocimiento con respecto al territorio y a sus pueblos nativos fue luego transmitido a los marinos británicos que se encontraban en la región relevando la hidrografía, y resultó complementado y divulgado por figuras como Fitz Roy y Darwin. El capítulo permite una observación etnográfica a través de los ojos de Low, añadiendo espesura y matices en materia de tratos históricos entre foráneos y los pueblos aborígenes.

En el capítulo cuatro, “Interacción entre loberos norteamericanos y aborígenes,” se analizan dos viajes entre 1780 y 1812 y una serie de ocho viajes entre 1815 y 1850, a través de documentos inéditos como bitácoras de embarcaciones y fuentes impresas en la forma de diarios o de narraciones de viajes. Es notable el trabajo de extracción de información de las bitácoras, que suelen contar únicamente con información técnica del viaje, y la sistematización e integración de cada encuentro documentado entre aborígenes y loberos. En el abanico de interacciones aparecen conflictos, norteamericanos cautivos, encuentros entre aborígenes y desertores, e intercambios comerciales en los que abundaban el alcohol, el tabaco y la carne de guanaco, entre otros elementos. La complejidad de los encuentros se analiza dando cuenta de las diferentes relaciones con cada población nativa. Si las relaciones con el pueblo aonikenk solían involucrar trueques de carne y quillangos, por ejemplo, los chonos en cambio podían ofrecer productos de su agricultura rudimentaria. Entrado el siglo XIX, los pueblos kawésqar y chono se documentan comerciando pieles de pinnípedos y nutrias con las tripulaciones loberas, directamente involucrados en la industria peletera.

En las consideraciones finales, se concluye que la presencia de loberos en el extremo sur patagónico implicó una estrecha relación con los aborígenes que poblaban la región, ya sea en términos cooperativos o de enemistad. Se da cuenta de situaciones cotidianas en que los subordinados y dependientes no eran los pueblos originarios, y se establece que la relación era conveniente y estratégica para los loberos en materia de aprovisionamiento. De un total de 43 interacciones documentadas, se da paso a análisis cuantitativos y cualitativos en base a las referencias derivadas de las 15 embarcaciones que el autor ha reunido, y que constituyen solo una muestra de las más de cien embarcaciones que en diferentes períodos tocaron las costas del extremo sur americano. El autor da cuenta de las instancias de intercambio que se han estudiado y sus particularidades con cada población originaria.

Este libro constituye el primer antecedente que ha estudiado y analizado las relaciones entre distintas tripulaciones loberas y aborígenes en la región. Es una obra que permite comprender la Patagonia y sus islas adyacentes como un territorio histórico de caza de pinnípedos. Aporta, de manera indiscutible, tanto a la historiografía patagónica chilena como argentina, al dirigir su atención a actores e intercambios en períodos y espacios que han sido poco explorados en narrativas nacionales o globales. El libro, por último, genera nuevas preguntas en términos de cómo afectó la actividad, los paisajes y la población de pinnípedos en Patagonia o qué otras implicaciones sociales, que no han podido ser recuperadas en la documentación, tuvieron las incursiones loberas en el territorio.


Resenhista

Sofía Haller – Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas. Centro Científico Tecnológico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Centro Nacional Patagónico, Argentina. E-mail:

[email protected]


Referências desta Resenha

MAYORGA, Marcelo. Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia (1780-1850). Santiago, Chile: Subdirección de Investigación, 2020. Resenha de: HALLER, Sofía. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.15, p. 357-360, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]

GRILLO María del Carmen (Aut), GONZÁLEZ PITA Alexandra (Aut), La Revista de Historia de América: Silvio Zavala y la red de estudios americanistas/ 1938-1948 (T), Universidad Austral (E), Facultad de Comunicación (E), Teseopress (E), FERNÁNDEZ Cristina Beatriz (Res), Pasado Abierto (PAr), Revista de Historia de América, Periódicos, Silvio Zavala, Rede de Estudos Americanistas

El libro que nos ofrecen María del Carmen Grillo y Alexandra Pita González es valioso en muchos sentidos, entre los cuales destacamos dos: el objeto específico que aborda, la prestigiosa Revista de Historia de América,[1] y la perspectiva metodológica con la cual se analiza esta revista académica y la red nucleada a su alrededor.

Las secciones preliminares del volumen consisten en los agradecimientos de rigor y en una introducción. Les siguen cinco capítulos, las conclusiones, apéndices y la bibliografía. En principio, es de notar la dimensión de autorreflexión institucional propia de este estudio, porque fue producto de una investigación financiada por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia,[2] el mismo instituto que estuvo vinculado al surgimiento de esta revista a finales de los años 30 del siglo XX. De las cuestiones señaladas en la sección introductoria, merece destacarse la pregunta por el sentido de un trabajo de esta naturaleza, pregunta que de algún modo responde el subtítulo del libro: se trata de analizar la relación entre Silvio Zavala y una red de estudios americanistas en un decenio, 1938-1948, que fue fundacional para esta revista de ya larga tradición. Además, resulta sumamente productiva la concepción de las publicaciones periódicas como dispositivos culturales que no solamente son soportes sino discursos heterogéneos que recogen voces y prácticas significativas para un grupo de personas, en este caso, los hacedores de la RHA. También son dignas de atención las apreciaciones sobre las peculiaridades de abordar un objeto como una revista académica, que no es lo mismo que una revista cultural, y la noción de una red intelectual o académica aglutinada por los estudios americanistas pero no equivalente a una red americanista en sentido estricto, porque los agentes que interactuaron en ella no tenían los mismos propósitos y estaban determinados por diversas tradiciones, propias del quehacer historiográfico en cada región de América. Las autoras rescatan, asimismo, el rol de Silvio Zavala como editor, una faceta que ha quedado obliterada por su prestigio como historiador.

Son meritorios los aspectos metodológicos del libro, entre ellos el uso de las notas al pie, que no sólo citan fuentes y establecen un diálogo con el texto principal sino que, a la vez, abren camino a nuevas indagaciones. Elegir una revista como ésta permite ponderar el rol de los bibliógrafos y de los archivistas en la labor historiográfica, no sólo porque la RHA les concedió un lugar protagónico tanto en sus contenidos como en la metodología historiográfica que promovía, sino también porque la red y la revista le debieron mucho, en su gestación, a la labor de archiveros y bibliógrafos. En cuanto al IPGH, en el México de los años 30, veía en las disciplinas de la Historia y la Geografía un modo de acercar entre sí a los países miembros de esa entidad, pero las autoras evitan caer en una interpretación maniquea de la revista como un simple agente publicitario del mencionado instituto o del panamericanismo en general –término que no aparece en el título de la revista, como bien hacen notar. La articulación entre trayectorias personales e institucionales es, sin dudas, uno de los mejores logros de este volumen, articulación sostenida en la recuperación de los diálogos intelectuales a través de la correspondencia, motivada por los procesos de edición, redacción y corrección de la RHA, así como por los viajes de los estudiosos de la red, debidos a razones académicas o al exilio español. Valga como ejemplo la figura magisterial de Rafael Altamira, quien proyectó sobre sus discípulos, muchos de ellos gestores de la RHA, un modo de hacer historia, sobre todo en esos años fundacionales de la publicación.

Dos capítulos tienen que ver, precisamente, con la dimensión operativa de la revista: “Una publicación científica de estudios históricos” y “Una red intelectual y académica”. Podemos apreciar, en esas páginas, una minuciosa reconstrucción de los aspectos de orden material de esta publicación: las imprentas, los correctores, el tipo de papel, las cuestiones tipográficas. Para ello resultaron de utilidad el archivo de los editores y la correspondencia, ambos muy bien aprovechados por las autoras. Tratándose de la primera revista de alcance continental dedicada a la Historia en español en América Latina, es esclarecedor también el mapa de las revistas precursoras, aunque publicadas en España o los EEUU. Si bien la RHA no contaba con un programa explícito, funcionaba como un espacio de diálogo articulado gracias a figuras como Silvio Zavala, quien había regresado a México desde España con el inicio de la guerra civil; a ciudades como Madrid, México, Washington y Buenos Aires, y a instituciones como el Centro de Estudios Históricos, la Casa de España y el IPGH. Su enfoque historiográfico estaba marcado por una metodología adscripta a la tradición cientificista rankeana centrada en el documento, y su norte fue siempre la profesionalización de la labor historiográfica. Mucho de ello se logró gracias a lo que Pita González y Grillo llaman el círculo virtuoso de la distribución y la búsqueda de colaboradores entre especialistas de distintos países, además de la conformación de una red de responsables nacionales, como Lewis Hanke en los EEUU o José Torres Revello en Argentina. Los gráficos y tablas con que cuenta el libro permiten apreciar los puntos fuertes y débiles de esta red, sin desmedro del estilo de escritura, que es también muy claro y atractivo, pues narra los avatares de la revista casi como una aventura: la reconstrucción de un significativo capítulo de nuestra historia intelectual.

Otros tres capítulos están armados en función de las secciones de la revista. El primero es “Investigación documental y acervos nacionales: los artículos”. En él, las autoras se detienen en analizar cómo estaba conformada la sección de artículos, que ocupaba un tercio del espacio físico de la revista pero que marcaba la impronta que se le quería imprimir. Para los artículos eran convocados nombres de prestigio y se los seleccionaba con mucho cuidado, porque se trataba de predicar con el ejemplo y mostrar qué tipo de trabajo historiográfico propiciaba la RHA. Era una decisión editorial no publicar trabajos de divulgación ni traducciones, sino exclusivamente trabajos de investigación originales. Se analiza, además, quiénes publicaban y sobre qué temas, y se explica cómo se armó la red institucional que buscaba posicionar a los distintos archivos nacionales. Es decir que, si bien había un archivo modélico, el Archivo de Indias en Sevilla, donde se habían formado varios de los colaboradores, también se buscaba dar cabida a publicaciones derivadas de los archivos nacionales latinoamericanos, ya fuesen producto de la información recopilada en esos archivos o bien estudios cuyo tema era la formación de esas mismas instituciones y su funcionamiento. El segundo de estos capítulos, “Una biblioteca crítica para el historiador: libros y revistas”, se ocupa de deslindar los criterios tanto de las reseñas como de las notas bibliográficas, secciones que fueron cruciales, por la cantidad y calidad del material recibido, para gestar la biblioteca del IPGH. Es muy esclarecedora la reconstrucción del rol de distintos agentes de la red que fueron proveedores tanto de reseñas como de material bibliográfico desde distintas ciudades, así como de su relación con determinadas casas editoras o universidades. Una figura en la que se detienen, que se hizo cargo de esta sección, es la de Agustín Millares Carlo. De la misma manera, en el capítulo “Contenidos de actualidad: noticias y necrológicas”, hay un personaje central: Ernesto de la Torre Villar, responsable de la sección de noticias desde 1945, en la que aparecían novedades sobre historiadores, instituciones, eventos, la enseñanza de la historia y de sus disciplinas auxiliares, como la archivística o la paleografía. En cuanto a las notas necrológicas, como suele ocurrir con este tipo de discursos, sirvieron para conformar genealogías intelectuales que las autoras sistematizan a partir de unas tablas muy clarificadoras, que hacen visibles a los autores de las necrológicas, a los homenajeados y las relaciones entre ellos (personales, discipulares o institucionales).

El volumen se cierra con una conclusión, una bibliografía actualizada y pertinente, bien elegida, y anexos que consisten en listados: de la correspondencia de los gestores de la RHA y de las revistas que, a su vez, son mencionadas en ella. Se trata, en definitiva, de un libro riguroso y ameno, cuya disponibilidad en acceso abierto en internet facilita su circulación y lectura, un desafío que, con las variables propias de su época, Silvio Zavala supo sortear con éxito para la misma RHA.

Notas

[1] De aquí en más, RHA.

[2] En adelante, IPGH.


Resenhista

Cristina Beatriz Fernández – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

GRILLO, María del Carmen; GONZÁLEZ PITA, Alexandra. La Revista de Historia de América: Silvio Zavala y la red de estudios americanistas, 1938-1948. Pilar / Buenos Aires: Universidad Austral; Facultad de Comunicación; Teseopress, 2021. Resenha de: FERNÁNDEZ, Cristina Beatriz. Pasado Abierto. Mar del Plata, n.15, p. 361-365, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR]

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