Castigar la disidencia. Juicios y condenas en la elite dirigente rioplatense/1806/1808-1820 | Irina Polastrelli

Una voz –para muchos inesperada– emerge nítida al comienzo y al final del libro: es la de Gervasio Antonio Posadas. No se trata del nombre más rutilante de la dirigencia política rioplatense del período revolucionario, pero sí de uno muy significativo. Integró el segundo Triunvirato y fue el primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata durante casi un año. Y es una figura clave para el libro porque, antes y después de ocupar estas funciones, Posadas fue juzgado y condenado a diferentes penas por la Junta en 1811 –absuelto al final del mismo año por el Primer Triunvirato– y por el directorio de Rondeau, después de lo cual pasó por más de una veintena de cárceles hasta ser indultado en 1821.

La voz potente de Posadas –además de bien elegida– está, como todas las otras voces que surgen del libro, bien trabajada por la autora. Han pasado por el filtro honesto de una joven profesional de excelentes dotes metodológicas. Subrayo esto porque uno de los escollos más serios que presenta el trabajo con las “fuentes judiciales” –sinécdoque que aplana una variedad de documentos para referir sobre todo a expedientes de procesos judiciales– radica justamente en que su polifonía emerge de voces que, orientadas por el emisor o domesticadas por los agentes judiciales, persiguen un objetivo. Pueden pasar cosas peores, como que esas declaraciones no hayan sido requeridas; que los archivos conserven alegatos atribuidos, declaraciones obtenidas bajo presión o condenados sin proceso. Por último, esos relatos destinados a conseguir lo que cada quien decía que era justo para sí –”mi mejor derecho” o “que se me haga justicia”– se edificaban con una argamasa que solía sacrificar verdades en proporciones variables.

Para salir de este problema sin perder la elegancia, examinar las intenciones del sujeto que enuncia es tan importante como cruzar fuentes, ya que a veces la inexistencia de un texto está explicada en la existencia de otros, y solo una investigación paciente puede reconstruir la inscripción en la historia de lo que –por azar o por motivación– pudo haber sido borrado. Las memorias de Posadas son, en este sentido, un caso ejemplar: que un miembro de la élite haya sido juzgado –como muestra la autora para algunos casos– no es sinónimo de que haya sido debidamente procesado. Que haya sido indultado no quiere decir que haya sido demostrada cabalmente su culpabilidad anterior. Pero todo esto es anecdótico. Polastrelli no se regodea en la sospecha sobre la pulcritud de algunos procesos y nos muestra algo más importante: esa judicialización de la disidencia política fue coetánea de la búsqueda por una institucionalidad, incluso si no había tiempo ni espacio para todo lo que un óptimo de institucionalidad suponía.

La autora sale airosa de los desafíos metodológicos que le presentan las fuentes y, además, encuentra una veta de alto rinde: en la definición de los delitos políticos (lesa patria, facción, infidencia, conspiración, alta traición) se configura algo que va más allá de la búsqueda de un orden normativo y que alcanza rango constructivo. Su libro revela cosas cuyo impacto todavía hay que medir. En los desplazamientos de la definición del objeto cuya lesión se castiga (el bien protegido) pueden leerse además los sondeos por la creación de una institución política cuyo carácter sagrado ya no es imputable a Dios. Menudo cambio. ¿Obtendrían tan pronto –y por simple desplazamiento– el carácter de sagrado la patria o la soberanía popular, la cual era a esas horas todo un work in progress? Sobre este cruce entre estudios jurídicos y estudios políticos –como los asumió Busaal desde la historia del derecho o Jean-Christophe Gaven, desde las ciencias políticas– hay horizonte para avanzar.

El libro documenta bien un principio que es importante refrescar: la justicia implica juicio, el juicio implica proceso y los procesos provocan una rajadura en el tiempo, un espacio de incertidumbre durante el cual, aunque todo parezca claro, la flecha puede torcerse. En Castigar la disidencia podemos ver que si hubo una preferencia por el juicio para resolver conflictos políticos resignificando la justicia bajo una teórica división de poderes, para realizar esta última no basta su invocación. Incluso más: su concreción no significa per se el perfecto funcionamiento del ideal republicano, cuya metabolización en la vida política requiere de mucho más que la división e independencia de los poderes.

El libro, prologado por Eduardo Zimmerman, además de llevar aguas a la historia política, es una contribución relevante a la historia de la justicia rioplatense. Documenta y analiza cambios en las formas de juzgar –calibra permanencias y novedades entre los modos antiguos y los nuevos, surgidos de las transformaciones revolucionarias– así como en la cultura jurídica y judicial de los actores. Polastrelli ha dejado mucha tela para seguir pensando las vinculaciones entre política y justicia más allá de la organización institucional o de la judicialización del disenso político –nivel donde se evidencia que la perspectiva está construida a partir de claves de historia política–.

Por último: la publicación de este libro es un premio que la Academia Nacional de la Historia dio a la mejor obra inédita 2015-2016, escrito por una joven colega formada en la Universidad Pública –de la cual ahora es docente–. Su base es una tesis resultante de un doctorado becado por CONICET bajo la dirección de Marcela Ternavasio. La trayectoria agrega valor, porque hay que pasar por el cuerpo lo que significan doce años en la vida de una persona joven, pero también en la vida de un colectivo científico, para ver cuánta inversión requiere obtener gemas como esta, que nos deja insumos para discutir tópicos valiosos, tales como el control de los funcionarios públicos, la persecución de los disidentes o la judicialización de la política. Castigar la disidencia recién comienza su recorrido. Dialogaremos con él durante mucho tiempo. Quizás nos ayude a hablar sobre estos temas desprovistos de la melancolía que transmite ese Saturno devorándose a uno de sus hijos que Goya pintaba, justamente alrededor de 1820, sobre una de las paredes de la Quinta del Sordo, su nueva casa.


Resenhista

Darío G. Barriera – Investigaciones Socio-Historicas Regionales. Universidad Nacional de Rosario. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, Rosario, Argentina.


Referências desta Resenha

POLASTRELLI, IRINA. Castigar la disidencia. Juicios y condenas en la elite dirigente rioplatense, 1806/1808-1820. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 2019. Resenha de: BARRIERA, Darío G. PolHis. Revista Bibliográfica del Programa Interuniversitario de Historia Política, n. 27, p. 266-269, ene./jun. 2021. Acessar publicação original [DR/JF]

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