Comunidades/historia local e historia de pueblos. Huellas de su formación | Mirta Zaida Lobato

Desde una perspectiva local y por medio de la participación de varios/as historiadores/as, Comunidades, historia local e historia de pueblos… se propone hallar las huellas de formación de comunidades en el marco de la sociedad capitalista; abarca un extenso período desde mediados del siglo XIX hasta las últimas décadas del siglo XX.

El libro consta de una introducción y dos partes. La primera parte, estructurada en seis capítulos, se centra en la vida cotidiana, el trabajo y la protesta en la construcción de comunidades en Argentina y Montevideo; y la segunda constituye un desarrollo sobre la cultura, la memoria y el patrimonio en la conformación de comunidades, compuesta por los restantes tres capítulos. Cada apartado tiene autoría propia.

Aquí nos encontraremos con fuentes por demás diversas e interesantes, entre ellas relatos, periódicos locales, cartas, archivos municipales, judiciales, policiales, de fábricas, papeles sindicales, testimonios orales y visuales, diarios, publicaciones periódicas, censos nacionales y municipales.

En la introducción la editora plantea una concepción de comunidad entendida como las transformaciones emocionales, sociales, políticas, morales que compartieron hombres, mujeres y niños/as como parte de una historia común. En su obra se destaca el sentimentalismo, las costumbres, la vida cotidiana y una pluralidad de sujetos históricos que no se limitan únicamente al espacio fabril, sino a múltiples rasgos culturales.

En el primer capítulo, Laura Caruso se sitúa en la Huelga Grande de 1904 en el barrio de La Boca, en la ciudad de Buenos Aires. Su estudio de la huelga general portuaria focaliza la configuración espacial, laboral y social de la protesta, haciendo hincapié en la construcción de solidaridades e identidades en el barrio como respuesta a las malas condiciones de trabajo y a la escasa presencia estatal. A esto se añadía la precariedad infraestructural y el malestar de los sectores trabajadores. Ese año marca un hito en la comunidad portuaria: si bien sus integrantes no lograron vencer la represión ni la militarización del barrio, constituyeron una comunidad a orillas del Riachuelo que supo desplegar estrategias que consolidaron lazos entre sujetos, organizaciones y trabajadores.

A continuación, el texto de Agustina Prieto trata sobre la Refinería Argentina del Azúcar, espacio industrial y obrero situado en Rosario a inicios del siglo xx. Esta fábrica pautó el pulso productivo de los barrios que surgieron en sus inmediaciones. No obstante, las condiciones de trabajo presentaban ciertas deficiencias que incluían, entre otras, la explotación de mano de obra de niños y mujeres. La prensa denunció frecuentemente las deficientes condiciones sanitarias de los barrios obreros y la imperiosa necesidad de resolver estos problemas, que cristalizaron en el ciclo de huelgas desplegado hacia la primera década del siglo. La comunidad tuvo la capacidad de responder, organizarse y estrechar lazos de solidaridad en un contexto de heterogeneidad: multiplicidad de idiomas, costumbres y tradiciones, la incertidumbre laboral, las condiciones de vida material y la ausencia de instituciones públicas.

En el tercer capítulo, Florencia Gutiérrez nos sitúa a inicios de la década de 1950 en el pueblo de Bella Vista, Tucumán. Un grupo de obreros del ingenio Leales se reunió para escribir al presidente Juan D. Perón en respuesta a la convocatoria que lanzó en diciembre de 1951 para que personas e instituciones enviasen propuestas que serían incorporadas al Segundo Plan Quinquenal. Estas cartas permiten recuperar las voces de los “de abajo” y acercarnos, en primera persona, a sus preocupaciones: cómo concibieron el problema del techo y cómo articularon sus demandas. Gutiérrez expone la forma en que estos hombres y mujeres forjaron lazos de solidaridad y reciprocidad, identificaron sus intereses y demandas y se movilizaron para dirigirse al presidente.

El capítulo de Daniel Dicósimo analiza la formación, el auge y la decadencia de una comunidad obrera creada en torno a la elaboración del cemento. Tiene como eje fundamental la empresa Loma Negra, situada en la cercanía de los pueblos Villa Cacique y Barker, en el sudeste de la provincia de Buenos Aires. La forma de resolver la cuestión del “mercado interno” fue otorgar viviendas para las familias obreras y la construcción de villas cercanas a las fábricas. Estas unidades productivas dan cuenta de una serie de prácticas que no sólo atraían y fijaban la mano de obra, sino también la disciplinaban, menoscabando la acción colectiva y sindical. Como bien menciona el autor, la disciplina laboral era necesaria para mantenerse dentro del mercado de trabajo y, además, para conservar la vivienda obrera.

Julia Soul, en el quinto capítulo, tiene por objetivo analizar la instalación de Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), situada en la ciudad de San Nicolás, en el norte de la provincia de Buenos Aires, en los años comprendidos entre 1961 y 1991. Aborda la emergencia de la comunidad en tanto forma de articulación de intereses sociales y políticos, y las posteriores movilizaciones ante los despidos y la privatización de SOMISA. Este apartado hace especial hincapié en la forma en la cual se desarrollaron las relaciones sociales en un contexto de continuas transformaciones, así como también en aquellos actores –organizaciones sindicales y vecinales– fundamentales a la hora de configurar el espacio urbano.

El sexto capítulo, de Rodolfo Porrini, da cuenta del barrio Cerro, ubicado en el oeste de Montevideo, Uruguay, caracterizado por tener una extensa radicación de industrias cárnicas. Este apartado aborda el período 1930-1970, coyuntura en la que se produjo la formación, el desarrollo y el declive de una sociedad orientada al frigorífico. Por ello pone de relieve los entramados sociales y culturales generados a partir de la gran diversidad de actores y asociaciones que interactuaban con la industria (inmigrantes, religiosas, políticas, sindicales) y el modo en que éstos afrontaron y resistieron, más tarde, la crisis y el desempleo.

El primer capítulo de la segunda sección se asienta en el barrio de Barracas, de la ciudad de Buenos Aires, a partir de fines del siglo XIX. Ludmila Scheinkman focaliza la instalación de grandes fábricas que condujo al posterior desarrollo urbano, estrechamente relacionado con la vida del obrero y la construcción de la identidad e historia de la comunidad barrial, así como también fueron puestas en marcha las solidaridades vecinales ante los obstáculos habitacionales y los problemas de salubridad.

El siguiente artículo, escrito por Alba González, relata la historia del pueblo de Liebig, ubicado al centro-este de la provincia de Entre Ríos. Sus comienzos se remiten a la construcción de la empresa Liebig’s Extract of Meat Company Ltd. a orillas del río Uruguay en 1903, y el consiguiente desarrollo de un poblado cuyo objetivo era albergar a los obreros de la fábrica. No obstante, años más tarde la empresa decidió abandonar el país y, en consecuencia, el gobierno donó tierras para la construcción del pueblo dentro de la provincia. A pesar de esto, la fábrica contribuyó a crear fuertes lazos identitarios y patrimoniales entre los pobladores, que aún hoy en día siguen arraigados en la memoria colectiva. Tanto los antiguos trabajadores como las nuevas generaciones abrazan una herencia comunitaria que consideran legítima para “el Pueblo”.

El último capítulo, escrito por Mirta Lobato, profundiza las nociones de comunidad y memoria plasmadas en el Museo 1871 de Berisso, situado en la provincia de Buenos Aires y fundado en el año 1999. Su nombre no es arbitrario, sino que representa la fecha de fundación de la ciudad, relacionada con la instalación del saladero de los Berisso. El museo es una creación colectiva que se mantiene gracias al esfuerzo que realiza la Asociación de Amigos, de modo que se trata de un museo privado, conformado por donaciones de la población local, y no recibe recursos estatales. Así pues, la particularidad de esta institución reside en la recuperación de lo cotidiano y la historia viva de una comunidad organizada alrededor del mundo del trabajo, que es lo que el discurso del Estado-nación excluyó. Este museo representa el modo en que una comunidad se compromete con su historia. En consecuencia, el pasado se vuelve accesible por medio de su función pedagógica en tanto vislumbra vestigios de un pasado compartido a quienes lo visitan.

En síntesis, Mirta Zaida Lobato nos ofrece un conjunto de estudios de lo local como proceso de construcción. Aquí recoge aspectos del mundo del trabajo y la experiencia; los vínculos de los trabajadores con la política, los partidos y el Estado; las relaciones de género, clase, raza y generaciones. Es una invitación a reflexionar acerca de la participación de quienes protagonizaron nuestra historia y que, en ocasiones, quedan descentralizados por la disciplina académica tradicional en pos de los grandes acontecimientos. Entendemos que estos sujetos desempeñaron un rol activo y dinámico en la construcción del pasado, dejando sus huellas en el presente.


Resenhistas

Erika Vicente – Universidad Nacional del Centro.

Micaela Grondona – Universidad Nacional del Centro.


Referências desta Resenha

LOBATO, Mirta Zaida (Ed.). Comunidades, historia local e historia de pueblos. Huellas de su formación. Buenos Aires: Prometeo, 2020. Resenha de: VICENTE, Erika; GRONDONA, Micaela. Anuario IEHS, v. 37, n.2, p. 309-311, 2022. Acessar publicação original [DR/JF]

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