La restauración en la Nueva Granada (1815- 1819) | Daniel Gutérrez

La llegada de Pablo Morillo, acontecimiento nombrado tradicionalmente como la Reconquista, cuenta con unas particularidades que permite ver, más que una acción de reconquista, las implicaciones que este término contiene: una experiencia de intento y fracaso por aplicar castigos y absoluciones con fines de restaurar el poder monárquico. Los levantamientos y dificultades que los Borbones habían vivido no son comparables con la revolución que estaba teniendo lugar en Hispanoamérica después de la abdicación de Bayona y el interregno, razón por la cual la realidad comprendida entre 1815 y 1819, a partir de la vuelta del rey, va más allá de una simple reconquista, habiendo no solo “justicia” y represalias por la deslealtad a la Corona, sino también acciones de perdón y reconciliación que deberían ser entendidas en el proceso de las restauraciones, iniciado en 1815. El fin de la temporalidad sugerida por el autor, que sí dista del sugerido para las restauraciones europeas, responde a que ese año, 1819, fue el año en que se derrotó defi nitivamente al régimen español en la Nueva Granada.

El anterior es el argumento central de La restauración en la Nueva Granada, texto escrito por Daniel Gutiérrez como resultado de su estancia en Francia. El libro invita a reinterpretar renovando la conceptualización y, con ello, a renovar también la perspectiva de la restauración, para así entender que el proceso que se dio en la Nueva Granada no fue simplemente una pugna entre pacificadores y revolucionarios. En otros términos, la invitación del texto es a ver en los hechos las formas de perdón y castigo, junto con las formas de representación que se desarrollaron en torno a ellas, para así dilucidar las resistencias a la restauración y las contradicciones en el accionar del gobierno de Fernando VII para restablecerse en la Nueva Granada. Alejarse de la perspectiva que castiga a unos, los pacificadores, y glorifica a otros, los revolucionarios, es uno de los logros de esta investigación.

El texto, con el fin de sustentar lo enunciado, está dividido en tres apartados que muestran en el proceso de restauración unas conclusiones distintas a las tradicionales. Intenta, además, alejarse de las grandes generalizaciones y aseveraciones descuidadas, teniendo en cuenta la experiencia vivida en otros países, para aquilatar mejor la gravedad de las cosas. También, tiene en cuenta la experiencia que se dio en otras regiones distintas a las que estuvieron enfrentadas de forma más directa a Morillo, como lo fue Medellín o Riohacha. La organización del libro responde, por otra parte, no a la ordenación de hechos temporales, sino a unas temáticas generales planteadas por Gutiérrez.

En la primera parte del libro el autor se esfuerza por mostrar por qué se aduce que el término restauración, en su acepción usualmente entendida desde la caída de Napoleón, es el más adecuado para entender la fuerza con la que se realizaron los actos, más que los términos reconquista y contrarrevolución. Se analiza, bajo el concepto de restauración, el contexto neogranadino frente al europeo, resaltando las similitudes y diferencias que guardan para comprender por qué las causas de la violencia neogranadina se encuentran en las luchas que ocurrieron antes de la llegada de Morillo. A partir del estudio de este precedente, Gutiérrez logra mostrar que la violencia no fue una pauta en el período, sino que, por ejemplo, en el caso de Medellín, hubo procesos anteriores que motivaron a la conciliación y el perdón, y no a la violencia y retaliación como en algunos territorios como Venezuela, en donde ya habían acontecido acciones violentas que difícilmente saldrían del imaginario.

La segunda parte del libro está más orientada a la minucia, esto es, a analizar lo que se comentó en el anterior apartado: la valorización de la pacificación como un proceso mucho más amplio, en el que hubo lugares mínimamente pacificados, es decir, que no albergaron a tropas de Morillo o lucharon contra estas. Se presentan casos de lugares tales como Medellín, que contaron con una serie de funcionarios del rey que supieron resistir a las negligencias de Morillo. Además, se muestra cómo, por ejemplo, en el caso de Francisco Montalvo, existió un proceso anterior de restablecimiento español poco violento que vino a obstaculizar los deseos de imposición a través del ejército y las órdenes de Morillo. Con esto se piensa también la restauración anterior a la llegada de Morillo, cuando las élites y los funcionarios, aun fieles al régimen español, contaban con una legitimidad que, evidentemente, las tropas del rey no podían derribar.

Es decisivo, entonces, el papel de estos funcionarios para la derrota o victoria del régimen español, no solo por cuanto frenaron o ayudaron a las tropas de Morillo, sino también por cuanto supieron camuflar su espíritu revolucionario o autónomo frente a la Corona. Entender el reino como un reino de las veletas, tal como se titula un apartado del libro, en el que los revolucionarios, muchas veces de familias importantes, pudieron insertarse dentro del sistema de los peninsulares pese a sus convicciones revolucionarias, es relevante en el análisis que sugiere el autor. La capacidad de estos por formar representaciones a través de dinámicas relacionadas al olvido y al perdón, junto con una actitud de no juzgar de manera tan severa como los realistas radicales, dio como resultado un proceso mucho más satisfactorio. Se buscó, ya ganada la revolución, olvidar ese pasado español a través de dinámicas distintas a la violencia y no como lo pretendían las tropas de Morillo: con medidas severas. Frente a esto, el autor hace un rastreo y uso de fuentes bastante destacable, en donde logra mostrar, a su vez que deja vacíos por investigar, cómo en varios lugares se fue borrando cualquier esbozo de titubeo frente al nuevo régimen a través de la creación de formas de representación opuestas a la Corona.

La poca capacidad de negociación de Morillo y sus tropas, expone Gutiérrez, radicalizó el proceso de desacralización del rey y de enaltecimiento de un nuevo ícono: Simón Bolívar. En la última parte se profundiza en esta idea volviendo sobre viejos mitos y relatos de Bolívar, para plantear algo distinto. Por ello, el papel de los revolucionarios para combatir con un fantasma, el rey ausente en América, es presentado por el autor para ver cómo aprovecharon la coyuntura los revolucionarios. El miedo hacia la victoria realista da un sentido y una representación a la revolución. A través de una fuente que remite a las representaciones del rey en pinturas —que el autor se encarga de problematizar muy elocuentemente—, se otorga una importancia a los revolucionarios y a la imagen de Bolívar, sin dejar a un lado a quienes lo apoyaron, y exaltando la particular función que tuvo Bolívar como insignia en el proceso de restauración, diálogo que combina con una muy necesaria reflexión sobre los símbolos patrios y los héroes en el relato histórico. Más que la victoria de uno sobre otro, se evalúa la doble relación que existe entre restauración —como proceso que exacerbó sentimientos, pues fue injustamente violento— y la revolución, con sus símbolos, como catalizadora de esas fuerzas sometidas a la violencia.

La restauración en la Nueva Granada se inscribe, después de todo, en una historiografía mucho más amplia, en la que se entienden los procesos desde una globalidad y se hace evidente la importancia del revisionismo. Se encuentra dentro de un marco historiográfico no muy abundante en Colombia que se enfoca en la restauración como hecho fundamental para que la independencia se haya dado a cabalidad, sin detenerse en procesos que en autores como Isidro Vanegas o Armando Martínez, especialistas en la ruptura independentista, son mucho más recurrentes. Su marco de referencia para abordar la temática se encuentra en la historiografía venezolana y en una escasa historiografía sobre el caso neogranadino. Por lo demás, la tesis y la reconstrucción histórica es realizada a través de una recolección de fuentes responsable, sin necesidad de salir de las fuentes que se encuentran dentro de los archivos regionales. El autor logra, a partir de esto, dar una perspectiva del asunto que renueva las visiones historiográficas sumamente ceñidas a la glorificación de unos y el castigo de otros, en las que la restauración es presentada como “un fenómeno endeble, sin consistencia ni racionalidad”1 , y no como la coyuntura donde confluyeron fuertes sentimientos que permitieron la ruptura total.

Más allá de la sugerencia sobre el término restauración, es la manera en la que se tratan de entender —a través del castigo y el perdón y de la pacificación y la revolución— las dicotomías como relaciones dialécticas en las que el castigo de unos puede beneficiar la estrategia de perdón de otros, que el autor ofrece una visión nueva de los procesos que encaminaron a la nación a representarse como autónoma. Sobre este último punto, también cabría mencionar algo, y es que el libro, adicionalmente, se sumerge en el mundo de las representaciones, siendo capaz de reconstruir a los actores más relevantes del proceso, pero sin desdeñar a los actores secundarios y su papel. Este libro puede catalogarse como un intento de entender el proceso de independencia desde una perspectiva más amplia y ambiciosa, a través del detenimiento en su punto más álgido: la restauración.


Resenhista

José Alejandro Gómez García – Universidad Industrial de Santander, Colombia. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

GUTIÉRREZ, Daniel. La restauración en la Nueva Granada (1815- 1819). Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2016. Resenha de: GARCÍA, José Alejandro Gómez. Artificios. Revista Colombiana de Estudiantes de Historia. Bogotá, v. 18, n.2, p. 105-108, ene. 2021. Acessar publicação original [DR]

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