Lexicón de formas discursivas cultivadas por la Compañía de Jesús | Perla Chinchilla
Leer implica mucho más que pasar la vista por encima de un texto. Leer es una acción comparable con un viaje que requiere planeación, sueños, movimientos, desplazamientos, objetos, voces y silencios. La obra titulada Lexicón de formas discursivas cultivadas por la Compañía de Jesús parte, precisamente, de esta certeza, donde la lectura y el proceso de comunicación entre autores e interlocutores comienza antes de que las palabras levanten el vuelo para ser comprendidas por el lector, por medio de la expectativa de quien toma una obra impresa, la reconoce y la acepta.
La obra que aquí se reseña, dirigida por la doctora Perla Chinchilla Pawling, requiere de una vasta reflexión por la amplitud de sus contenidos y la profundidad de su mensaje, pues más que un libro se trata de un proyecto colectivo1 de gran aliento que parte de una interrogante disruptiva en el ámbito de la historia, la sociología y las letras: ¿cómo reconocían, los habitantes de la modernidad temprana, la identidad de un impreso? Es decir, antes de zambullirnos en la lectura de los contenidos de una obra, ¿cómo sabemos que en verdad estamos frente a un florilegio, un sermón, un tratado o un lexicón?, ¿cómo podríamos estar seguros de que nuestro deseo de leer una crónica se verá satisfecho desde el primer momento en que tenemos la obra en nuestras manos?
La respuesta la encontramos en el concepto de “forma discursiva”, una categoría heurística que remite a la materialidad de los artefactos impresos y su relación con las expectativas de los lectores. Previo a los géneros discursivos,2 es importante reconocer la materialidad de las obras, sus trazos, caracteres y marcas de fabricación comunes que les otorgan una identidad específica y guían a los lectores. Por ejemplo, un lexicón es una forma discursiva que consiste en una serie de entradas más o menos breves donde se describen e historizan palabras de una lengua o que se encuentran relacionadas con un mismo tema. Bastaría con hojear una obra de estas características para confirmar su identidad y comenzar su lectura.
Así, el Lexicón de formas discursivas cultivadas por la Compañía de Jesús es una ventana a la aplicación del concepto de “forma discursiva” como estrategia de investigación documental que, en este caso, nos permite acceder a la enorme diversidad de impresos e indicadores editoriales presentes en las fuentes jesuitas. Aunque no todas las formas discursivas se encuentran impresas,3 en esta obra se privilegian aquellas formas que lograron una estabilidad en el devenir del tiempo y proporcionaron una consistencia identitaria a los textos. La propuesta, en suma, consiste en encontrar los vínculos entre la semántica condensada en un discurso y su soporte material; es decir, pensar el acto de leer como una actividad que nos aproxima a discursos siempre materializados.
Ahora bien, esta relación entre el discurso y su materialidad es contingente pues, como todos los campos del conocimiento a lo largo de la historia, ha sufrido modificaciones indiscutibles y se encuentra en desplazamiento perpetuo. Con una mirada diacrónica y próxima a las ideas de Michel Foucault4 sobre la producción controlada de los discursos y su parcelación arbitraria, la doctora Chinchilla admite que el conocimiento académico y sus diferentes disciplinas se han modificado desde aquellos días que vieron nacer a la ciencia moderna, “haciendo obsoletas algunas formas discursivas, transformando otras y generando muchas nuevas” (p. 28). En una suerte de sociología o una historia cultural de las obras impresas, en este libro se pretende “restituir al discurso su carácter de acontecimiento, temporal y cambiante”.5
En su trasfondo teórico y metodológico, este Lexicón puede considerarse el fruto de una comprensión prolija de las ideas de Roger Chartier6 y Michel de Certeau,7 quienes aseguran que las formas materiales afectan el sentido de los contenidos, por lo que la lectura debe entenderse como el resultado de las relaciones anudadas entre el propio texto, el objeto que lo porta y la práctica que lo aprehende.8 De Certeau nos dice, en particular, que “La imprenta representa esta articulación del texto sobre el cuerpo por medio de la escritura. El orden pensado -el texto concebido- se produce en cuerpos -los libros- que lo repiten, al formar empedrados y caminos, redes de racionalidad a través de la incoherencia del universo”.9 Los soportes de la impresión ejercen un poder que guía a los lectores, difunde las palabras, segmenta el conocimiento y ordena las ideas; y ahí, en tan significativas tareas, están las formas discursivas.
La relevancia de este Lexicón la encontramos en que el concepto de “formas discursivas” se consolida como una poderosa herramienta de crítica documental que motiva un viraje en el trabajo historiográfico hacia aspectos que, al menos en la historiografía francesa, se habían considerado meramente descriptivos. La aplicación de esta metodología propuesta por la doctora Chinchilla, si bien es de carácter universal e invita a la reflexión sobre cualquier ámbito documental, encontró un afortunado asidero en la investigación de las obras impresas por la Compañía de Jesús.
La Bibliothèque de la Compagnie de Jesús de Carlos Sommervogel abarca una gran variedad de documentos hasta el siglo XIX que constituyen una parte representativa de la producción jesuita. Los especialistas del equipo coordinado por la doctora Chinchilla, eligieron alguna forma discursiva de su interés y comenzaron a trabajar con el acervo de Sommervogel durante cuatro años para decantar sus resultados en la obra que aquí se presenta. Las entradas del Lexicón se concentran en los paratextos de cada documento y exhiben las formas discursivas a través de una breve descripción de su materialidad, su referente semántico, su función social, sus contenidos y estructura, frecuencia de publicación y sinónimos y subformas. Por mencionar algunos casos, las “Crónicas” -descritas por Carlos Arturo Hernández Dávila- son compilaciones de historias que siguen un riguroso orden cronológico; su extensión es mayor al centenar de páginas e incluyen licencias, dedicatorias, censuras, índices y erratas. Asimismo, los “Ejercicios” -entrada elaborada por Genevieve Galán Tamés- son impresos de formatos pequeños y medianos, en un tamaño que va de 15 a 30 cm; su extensión varía de 15 a 622 páginas, con una portada interior poco ornamentada. Todos los “Ejercicios” cuentan con dedicatorias y licencias al inicio que aseguran la ortodoxia en la materia; su función consiste en proporcionar reglas o consejos para la búsqueda de la perfección o mejorar en alguna destreza, tal como la subforma denominada “Ejercicios espirituales” de la que se desprenden los Exercitia Spiritualia de Ignacio de Loyola (1548).
Otras formas discursivas identificadas en el Lexicón son el Acta Sanctorum, los Anales, Breves Relaciones de…, Catálogos, Catecismos, Descripciones Geográficas, Devociones a…, Florilegios, Manifiestos, Martirologios, Menologios, Novenas, Oratorios, Sermones, Thesis, Tratados y Viajes, por mencionar algunas; todas ellas perfectamente descritas en sus atributos y funciones dentro y fuera de la Compañía de Jesús.
La obra del Lexicón es extensa, pero no requiere de una lectura continua, sino de una sensibilidad hacia su metodología; es una obra abierta que sugiere su ampliación futura con nuevas formas discursivas o,10 en su caso, en otros corpus documentales.11 Este Lexicón es la culminación de una larga trayectoria profesional de la doctora Chinchilla, dedicada a comprender el tránsito de “la cultura de la oralidad” cara a cara, a “la cultura del impreso” durante el Barroco y el mundo de la comunicación masiva. Es la materialización de un trabajo de décadas que nos abre las puertas para ingresar a una manera novedosa de estudio historiográfico donde se espera que sean las nuevas generaciones quienes lo adelanten.
La lectura es un acto complejo que ha superado la dura prueba del tiempo. No obstante, y como quedó plasmado al inicio de esta reseña, leer es una actividad que no sólo tiene relación con las ideas y las palabras, sino que se refiere a materialidades cambiantes y a formas discursivas que se estabilizan o que desaparecen. En este marco, la condición electrónica supone hoy un nuevo reto porque el soporte material se ha disuelto y el discurso se inscribe ahora en soportes digitales, cuya presencia física es objeto de debates controvertidos. Con la conciencia de que los límites de cada forma discursiva son históricos, la propuesta de este Lexicón se proyecta al futuro y nos alecciona, porque el cambio de un libro impreso a uno digital no es en exclusiva de orden superficial; es un cambio de identidad.
La autora de la reseña trabajó con la primera edición, impresa; meses después de publicada ésta, el Lexicón salió a la luz en formato electrónico y es la edición que circula comercialmente, con el mismo pie de imprenta. N. del Ed.
Notas
1 Apoyado desde el 2013 por el Plan Nacional de Desarrollo (pnd), el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación del Conacyt (Peciti) para la “Ciencia Básica” así como el Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Este proyecto incluyó tanto la participación de becarios de licenciatura y maestría para ubicar fuentes y elaborar tablas de comprobación, como la de numerosos especialistas en el tema.
2 Un género discursivo es la confluencia de un contenido temático específico, un estilo verbal y una composición de recursos léxicos. Así, los géneros discursivos se enfocan en aquello que se comunica. Las formas discursivas, por su parte, abordan los aspectos observables de una obra.
3 Se les reconoce como formas discursivas por su longevidad y estabilidad. Existen casos “híbridos” que combinan la oralidad con la forma impresa (como los panegíricos) y los casos “límite” con ediciones conformadas por manuscritos (como las cartas de misión y las cronologías). Por otro lado, algunas obras sí llegaron a imprimirse, pero se diluyeron con el paso del tiempo y no llegaron hasta nuestros días (como los bestiarios).
4 Michel Foucault, El orden del discurso (México: Tusquets, 1970).
5 Foucault, El orden del discurso, 51.
6 Roger Chartier, Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna (Madrid: Alianza Universidad, 1994).
7 Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano, v.1, Artes de hacer (México: Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, 2000).
8 Chartier, Libros, lecturas y lectores, 46.
9 De Certeau, La invención,157.
10 La identificación de formas discursivas en el siglo XX supone un desafío, sobre todo a partir de la comercialización editorial y la creación de nuevas categorías.
11 Pensamos en archivos y colecciones de documentos sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología desde el siglo XVII como los resguardados por el Museo Británico y el Museo de Ciencias en Londres. Véase: 6 de julio de 2021. https://www.sciencemuseum.org.uk/researchers/library-and-archives-national-collec-tions-centre%3E.
Referencias
Chartier, Roger. Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna. Madrid: Alianza Universidad, 1994.
De Certeau, Michel. La invención de lo cotidiano. V. 1, Artes de hacer. México: Universidad Iberoamericana, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, 2000.
Foucault, Michel. El orden del discurso. México: Tusquets, 1970.
Resenhista
Blanca María Cárdenas Carrión – Escuela Nacional de Antropología e Historia México. Correo: blankz23.bc@gmail.com orcid: https://orcid.org/0000-0002-0086-2984
Referências desta Resenha
CHINCHILLA, Perla (Dir.). Lexicón de formas discursivas cultivadas por la Compañía de Jesús. México: Universidad Iberoamericana, 2018. Resenha de: CARRIÓN, Blanca María Cárdenas. Entre el discurso y su materialidad. El Lexicón de formas discursivas cultivadas por la Compañía de Jesús. Historia y Grafía, n.58, p.245-250, 2022. Acessar publicação original [DR/JF]