Los fuertes de la Araucanía | Sergip Villalobos

Sergio Villalobos, tal vez el historiador vigente más longevo y productivo de nuestro tiempo, presenta una obra más sobre la Araucanía, esta vez con relación a los fuertes, persiguiendo la idea de que más que elementos defensivos, fueron garantes del contacto cultural y de la vida fronteriza.

En cuanto a los aspectos generales, el libro cuenta con treinta y nueve capítulos más un prólogo, que tratan sobre la continuidad y cambio que sufrieron estas estructuras defensivas principalmente al sur del Biobío, desde la época colonial hasta finales del siglo XIX. Además, se incluyen treinta y una fotografías inéditas tomadas por el autor entre las décadas de 1970 y 2000, junto con nueve dibujos que recrean algunos paisajes y destacamentos militares basados en diversas fuentes, los cuales son identificados con las siglas S.V.R (Sergio Villalobos Rivera). Mientras que los dibujos pretenden subsanar la falta de registros de la época sobre estos espacios humanos, las imágenes son una muestra del archivo fotográfico que Villalobos ha guardado durante su larga trayectoria académica, muchas de ellas conocidas por alumnos de varias generaciones y diferentes universidades.

El historiador ha tratado el tema de la Araucanía en aproximadamente quince obras diferentes, entre libros, capítulos de libro y artículos, sin contar sus historias generales. En esta ocasión, viene a reforzar una vez más la teoría de la “vida fronteriza”, inaugurada formalmente en Relaciones fronterizas en la Araucanía (1982) y desarrollada principalmente en Araucanía: temas de historia fronteriza (1985), Los puelches en la vida fronteriza (1989) y La vida fronteriza en Chile (1992) entre otras. En este sentido, el autor escribe “Esa transformación [la vida fronteriza] afectó la índole de los fuertes, que no obedecieron ya al propósito de avanzar y mantener la dominación, sino que cumplían la función de vigilar el sector fronterizo y servir de base para los contactos pacíficos” (p.95).

Los primeros cinco capítulos de la obra tratan acerca de las diversas formas defensivas, específicamente sobre los fuertes indígenas como los pucaras en el Norte y la resistencia de los promaucaes en la zona central chilena. La inclusión en el estudio de las defensas indígenas se debe a que, en el transcurso de la vida fronteriza, donde se origina el fenómeno de la transculturación, se provocaron mutuas influencias entre los fuertes españoles y aborígenes. Lo anterior es mencionado en el Prólogo (p.7) y se desarrolla en los capítulos Diversas formas defensivas (p.11); La defensa de los indígenas (p.11): La resistencia indígena en los desiertos del norte (p.13); La resistencia promaucae (p.18) y Los fuertes araucanos (p.68). Villalobos desecha, una vez más, la tesis “ingenua” de Indalicio Téllez sobre la “raza militar” que supuestamente eran los araucanos o mapuche. El historiador comenta: “todos los pueblos, cualquiera sea su nivel cultural, desarrollan virtudes militares cuando se trata de defender su territorio, sus familias y la vida misma” (p.68). Con ello, discute cualquier postura que refiera a un determinismo racial, aludiendo a que la razón por la que los indígenas no prevalecieron fue por la lucha desigual a la que se enfrentaron, mas no por una inferioridad genética.

El resto de la obra se centra en los fuertes y formas defensivas españolas e hispanocriollas hasta el capítulo Impacto de la Independencia (p.135). A partir de esta sección comienza el análisis del desarrollo de las fortificaciones por parte de los chilenos durante el siglo XIX.

En cuanto a los fuertes españoles, el historiador hace hincapié en la heterogeneidad y evolución de sus estructuras defensivas, las cuales variaron desde los campamentos provisorios de campaña (pp. 21-22) hasta las casas fuertes (pp. 22-27). Estas últimas, según Villalobos, fueron una “extraña forma defensiva” que fue utilizada tempranamente y de forma provisoria en sectores como Copiapó y el valle de Quillota, pasando a ser una “institución de la Conquista” gracias a Pedro de Valdivia durante su paso por la Araucanía. A pesar de que las casas fuertes y los rústicos campamentos evolucionaron en los fuertes mismos, Villalobos aclara que en general ellos mantuvieron sus toscas estructuras, siendo débiles y precarios en comparación a los europeos, escribiendo en torno a las falencias que “muchas veces eran soluciones evidentes las que podían generar la calidad de los fuertes, pero no se las llevaba a cabo por pereza o negligencia” (p.62).

En la época de la Independencia y el desarrollo de la República, la importancia de los fuertes comenzó a decaer, debido a la estabilidad lograda con los indígenas durante los parlamentos en las postrimerías de la colonia. No obstante, las nuevas fundaciones en la línea del Malleco atrajeron campesinos, agricultores modestos, comerciantes, ociosos y malhechores, fundando y refundando ciudades importantes, así como “lugares infames, entre luces y sombras” (p.144). Esto podría enmarcarse en el fenómeno de la “picaresca en Arauco”, el cual fue estudiado en detalle por el autor en Vida fronteriza en la Araucanía. El mito de la guerra de Arauco de 1995 (pp. 76-84), obra en la cual introdujo la idea de que los hispanos trasladaron el ethos de la picaresca del Siglo de Oro a la zona. Cabe señalar que con esto el historiador extiende dicho fenómeno a los chilenos en el siglo XIX, demostrando con ello la continuidad y el cambio de la vida fronteriza en torno a los fuertes.

Durante la “incorporación” de la Araucanía o la “ocupación” de misma, términos utilizados indistintamente por el autor (p.95) (p.152), los fuertes volvieron a cumplir su doble propósito: consolidar la defensa y el avance contra los indígenas a la vez que ser garantes del contacto cultural y la formación de pueblos y ciudades. Sin embargo, su importancia perduró hasta las campañas de Gregorio Urrutia en 1882 y la fundación de Villarrica en 1883, cuyos remanentes fueron el levantamiento de los de Freire, Cunco, Pucón, Pillún y Manquén.

En suma, el historiador añade nuevos antecedentes a los estudios sobre la Araucanía, donde la propuesta va más allá de una historia militar, sino que se trata del análisis sobre los grandes procesos culturales, económicos, sociales y políticos como es característico del autor. Con este libro breve, ahonda en la frontera como categoría en el análisis histórico, así como en la Historia fronteriza, temáticas que se siguen desarrollando en cátedras, centros de investigación además de programas de postgrado, y que sin duda Villalobos es su precursor.


Resenhista

Felipe Ignacio Orellana – Centro de Investigaciones Históricas. Universidad San Sebastián. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

VILLALOBOS, Sergio. Los fuertes de la Araucanía. Santiago: UBO Ediciones, 2019. Resenha de: ORELLANA, Felipe Ignacio. Intus-Legere Historia. Viña del Mar, v. 14, n.1, p. 317-319, 2020. Acessar publicação original

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