Tristes patrias. Más allá del patriotismo y el cosmopolitismo | Francisco Colom González

El papel político de las identidades colectivas ha atraído desde hace décadas el interés de investigadores provenientes de las más diversas áreas de conocimiento. Antropólogos, filósofos, politólogos, historiadores, se han ocupado de un tema que a su interés académico añade el de su ambición de intervención en la vida pública. Este libro comienza con el autor confesando un pecado de juventud. Hace ya más de 20 años, en Razones de identidad. Pluralismo cultural e integración política,1 celebraba la irrupción del pluralismo cultural en la agenda política de las sociedades contemporáneas. Sin embargo, dos décadas después, “la rigidez sectaria de las políticas de identidad”, -la expresión es del propio autor-, le plantea serias dudas sobre el potencial democrático de las filiaciones identitarias. Para intentar resolverlas se plantea una reflexión sobre la que puede ser considerada la identidad política hegemónica de los dos últimos siglos de historia de la humanidad, la nacional.

Un tipo de reflexión que interesa, o debiera interesar, de manera particular a los que nos dedicamos a la historia, disciplina académica cada vez más tentada por una especie de neopositivismo epistemológico y, como consecuencia, cada vez más reacia a la reflexión teórica. Más todavía, en el caso de los historiadores latinoamericanos, si como ocurre en este libro, esta reflexión se articula en torno a ejemplos extraídos del mundo iberoamericano, ausente casi por completo en las grandes obras teóricas sobre nación y nacionalismo de las últimas décadas. Ausencia sorprendente, si consideramos que los territorios que habían constituido la antigua Monarquía católica fueron escenario de uno de los más tempranos y exitosos procesos de construcción nacional de la historia y que el nacionalismo ha sido y sigue siendo la principal ideología política de este continente, lo que debería hacernos reflexionar sobre algunas de las carencias de nuestra historiografía.

A partir de la constatación, obvia pero necesaria, de que el nacionalismo no es que haya vuelto, sino que nunca se ha ido, el autor intenta desentrañar las claves de una forma de pensamiento cuya endeblez conceptual no impide una formidable capacidad de movilización social y política. El número de obras que han transitado por este camino a lo largo de las décadas finales del siglo XX y primeras del XXI es tan numeroso que cabría preguntarse hasta qué punto tiene sentido volver, una vez más, sobre el problema de la nación y el nacionalismo. Duda legítima, pero injustificada en este caso.

Por el enfoque, las reflexiones político-filosóficas se articulan con la reconstrucción histórica evitando el carácter excesivamente teórico del que, desde la perspectiva de un historiador, pecan muchas de las obras sobre nación y nacionalismo. La acusación de Hastings2 de que algunos de los principales teóricos sobre la nación carecen de formación histórica no es sólo una boutade sino sólo una constatación empírica.

Porque, como se acaba de decir, es uno de los pocos libros sobre el tema en el que lo ocurrido en Iberoamérica forma parte de la trama argumentativa. A partir en gran parte de trabajos previos impulsados por el propio autor, como la enciclopédica Relatos de nación. La construcción de las identidades nacionales en el mundo hispánico,3 obra imprescindible y de referencia obligada, lo ocurrido en los nuevos Estados-nación hispanoamericanos se convierte en el eje de la explicación. Y no se trata de un nacionalista e infantil culto a las diferencias sino de que lo ocurrido en América, la ibérica y la anglosajona, tiene un carácter pionero en la conversión de la nación como forma hegemónica de identidad política de la modernidad.

Porque a pesar de esta proliferación de libros y estudios sobre la nación, son todavía muchos los historiadores, por no hablar de políticos, periodistas y demás élites mediáticas, que, parafraseando al burgués gentilhombre de Molière, siguen escribiendo en “nacionalista” sin saberlo. Siguen entendiendo las sociedades contemporáneas, y haciendo historia en el caso de los historiadores, como si las reflexiones sobre la nación y el nacionalismo desde principios de la década de los ochenta del siglo pasado nunca hubiesen existido. No se trata tanto de que la cultura popular siga siendo profundamente nacionalista, sino de que la mayoría de los historiadores profesionales siguen haciendo historia como si las naciones fuesen una realidad natural, al margen del tiempo y de la misma historia.

Y, por último, por lo que tiene de corte de caja respecto a lo que en los últimos años se ha escrito, polemizado y debatido sobre estos temas, a partir no de una síntesis aséptica sino de una discusión con lo que se ha escrito y argumentado. No repite, por enésima vez, los habituales tópicos sobre las “teorías modernistas” sobre la nación, sino que las usa, o las desecha, para construir un discurso propio, coherente y de gran fuerza explicativa.

El libro inicia con un análisis de la conversión de la nación en la forma hegemónica de identidad política de la modernidad y del papel jugado por las élites en este proceso. Un asunto no por conocido menos relevante. Las ideas de la antigüedad de los sentimientos de identidad nacional y de su carácter popular están profundamente arraigadas. No parece por ello ocioso repetir, una vez más, que en el origen de la modernidad política están unas élites que construyen el Estado y éste las naciones; tampoco, en un nivel ya más estrictamente académico, que la tantas veces repetida distinción entre nacionalismos étnicos y cívicos es menos obvia de lo que parece.

A partir de aquí Colom desarrolla toda una compleja argumentación histórico-filosófica en la que se analizan y debaten aspectos como el de la nación como relato, el papel del espacio en la imaginación nacional, la crisis del Antiguo Régimen y el origen de los nacionalismo, las relaciones memoria-historia, la eclosión de la nación como problema político en el mundo hispánico, el ambiguo papel de la religión en los procesos de construcción nacional, las relaciones entre catolicismo y nación, el papel de los museos en la imaginación de la nación. Su sola enumeración da ya idea de la riqueza de un libro imprescindible para todo aquel que quiera acercarse a estos temas.

Quizá la conclusión más sugerente del libro, y con la que resulta difícil no estar de acuerdo, es la de que los principales adversarios del nacionalismo no son ni el cosmopolitismo ni el patriotismo cívico, sino la aceptación de la contingencia y la autonomía como principios moduladores de las identidades personales y colectivas. Afirmación de profundo calado político, que plantea la posibilidad, sobre la que sería necesario reflexionar más, de que las políticas de identidad a las que se hacía referencia al principio de esta reseña no sean tanto continuadoras y herederas del proyecto ilustrado sino su negación.


Resenhista

Tomás Pérez Vejo – Escuela Nacional de Antropología e Historia, México.


Referências desta resenha

GONZÁLEZ, Francisco Colom. Tristes patrias. Más allá del patriotismo y el cosmopolitismo. Resenha de: PÉREZ VEJO, Tomás. Historia Mexicana. México, v.72, n.1 (285), jul./sep. 2022. Acessar publicação original.

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