Los últimos años de Fernando el Católico | Miguel Ángel Ladero Quesada

Entre noviembre de 1504 y septiembre de 1517 en Castilla transcurre un período que el autor ha caracterizado como “teñidos por un cierto aire de provisionalidad”, años sobre los cuales los trabajos históricos no abundan y que tienen como personaje central y determinante a la figura de Fernando el Católico.

  1. A. Ladero Quesada, quien es uno de los mayores especialistas en el período de los Reyes Católicos, a través de un análisis marcadamente político, sencillo y profundo, muestra la situación general de Castilla y Aragón desde los últimos años de Isabel I hasta la llegada de Carlos de Gante a la península.

El primer capítulo, “Panorama a comienzos del siglo XVI”, comienza con una mirada general del reinado de Fernando e Isabel, al que describe teniendo en cuenta distintos períodos: entre 1480 y 1491 dedicados a la reorganización política de Castilla y a la afirmación del poder monárquico; 1492 marca el momento central del reinado con la llegada a América y la conquista de Granada. A partir de ese momento, se puede observar que mientras crece la figura de Fernando en la escena europea -con las alianzas matrimoniales, el interés por los territorios italianos y norteafricanos- la figura de Isabel parecería ensombrecerse, muy golpeada a partir de la muerte de su hijo y heredero Juan en 1497, de la nueva heredera Isabel en 1499 y del hijo de ésta el infante Miguel en 1500 y la sospechas sobre la incapacidad de la heredera Juana. La vitalidad de Isabel disminuye mientras el predominio de Fernando en el gobierno de Castilla es cada vez más importante.

Por otra parte, Fernando como rey de Aragón -si bien en este reino el ejercicio del poder real estaba rodeado de mayores precauciones que en Castilla- logra algunas innovaciones que permitieron reorganizar la cúpula de poder de los diferentes reinos que lo componían- Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca- para adaptarlas a las nuevas circunstancias derivadas de la unión dinástica. No obstante, bajo la cúpula de una monarquía común continuaron siendo, Castilla y Aragón, dos regímenes distintos en cuanto a las relaciones entre poderes y prácticas de administración.

El autor realiza un apartado especial con respecto a los primeros pasos en América cuya incorporación permite una expansión, organización y disfrute de recursos que no se pueden dejar de tener en cuenta para la comprensión del período.

Siguiendo la línea cronológica de los sucesos, el segundo capítulo, “Esperando a la reina Juana 1505-1506”, se centra en la política de Fernando luego de la muerte de Isabel en 1504. Por el testamento de su esposa debía desempeñarse como gobernador y administrador del reino hasta que la heredera Juana, que residía en los Países Bajos, llegara a España. En el trascurso de ese tiempo, las disputas por el poder entre el rey católico y el marido de la heredera, Felipe el hermoso, es señalada como un “juego de astucias”. El acercamiento al rey francés marcará una pieza esencial en ese juego. Fernando logra adelantarse casándose con Germana de Foix, sobrina de Luis XII, lo que obliga a Felipe a morigerar su actitud y llegar a un acuerdo con su suegro.

A pesar de la situación castellana, Fernando no perderá de vista su interés por el Mediterráneo: Nápoles y algunas plazas del norte africano como Mazalquivir fueron su objetivo primordial.

La llegada de Felipe y Juana a Castilla se realiza con gran solemnidad, la entrevista entre éstos y Fernando estuvo marcada por desencuentros, pero finalmente son reconocidos como reyes de Castilla. Apenas unos meses más tarde Felipe muere repentinamente, el 25 de septiembre de 1506, dejando a Juana embarazada de su quinta hija y sin ningún interés por los asuntos de gobierno.

El tercer capítulo, “De la muerte de Felipe I al retorno de Fernando V. 1507-1508”, es la parte medular de la obra; aparece como el personaje central, junto con el protagonista, el cardenal Cisneros. Éste se convierte en el artífice de la continuidad de la obra de los Católicos, iniciada en el siglo anterior; logrará el retorno del Fernando al gobierno castellano a pesar de algunos sectores nobiliarios se resistían a esa posibilidad; blindará a Juana para que no sea utilizada por alguna facción, al igual que a Fernando el segundo hijo varón de Juana y Felipe que había sido criado en la corte castellana. Durante su ausencia de Castilla el Rey Católico se había ocupado directamente de sus dominios incluyendo un viaje a Nápoles para ejercer sus derechos hereditarios sobre dicho reino. Allí realizó un amplio programa de reorganización. Desde el sur italiano Fernando regresó a Castilla, donde se encontró con su hija y se hizo cargo efectivo del gobierno castellano.

Procedió a restablecer la gobernación del Reino y a reanudar las relaciones exteriores, a la vez que se reanudaba la vida y festejos cortesanos, tan importantes como demostración de poder

Entre 1509 y 1512, Ladero Quesada señala en el capítulo 4 como “Los años del apogeo del gobierno fernandino”. Juana es instalada en el palacio de Tordesillas, en el que permanecerá hasta su final; de su matrimonio con Germana de Foix nació un niño que murió al poco tiempo, mientras en la corte castellana permanecerá, al lado de su abuelo, el infante Fernando. Entre abuelo y nieto se establecería un fuerte lazo por lo que muchas veces llegó a plantearse la idea de que podría ocupar algún lugar en la sucesión.

1511 marcaría un giro político, los problemas italianos en los que intervenían Francia y el emperador alemán se acrecentaban y, en esas circunstancias, la diplomacia del Católico se desplegó en todo su esplendor para pacificar la zona, pero en 1512 con la vuelta de la guerra abierta todo parece indicar que las aspiraciones de Fernando se reducían a conservar el sur dentro de su corona.

El rey aragonés interviene en Navarra, presa de luchas por el poder, anexándola sin mayores problemas. El respeto político y un gobierno firme lograron que esa incorporación fuese definitiva.

Allende el Atlántico, se continuaba con la exploración y la incorporación de territorios que debían organizarse. Es la época de distintos gobiernos, con diferentes suertes, y la aparición del problema del trato a los indios con la aplicación del Requerimiento.

Entre 1513 y 1515 en el capítulo 5, “La ancianidad del rey”, se nos muestra la lenta declinación de la salud de Fernando. Luego de la campaña que culminó con la incorporación de Navarra, su salud había presentado altibajos que se prestaron a todo tipo de especulaciones, entre ellas la idea de dividir los reinos entre sus nietos Fernando y Carlos, aunque esto no hubiera sido compatible con su proyecto político. El objetivo primordial de Fernando era asegurar la unión de los reinos de España para su sucesor, sin hostilidades entre ellos y manteniendo la constitución interna que cada uno tenía. Falleció en Madrigalejo el 23 de enero de 1515.

Nada más morir Fernando había que solucionar quien se ocuparía del gobierno de los reinos hasta la llegada del heredero Carlos que aún estaba en Flandes. Éste es el tema central del capítulo 6 “Fin de una época 1515-1516”. Se acordó que el gobierno de Castilla lo ejerciera el anciano cardenal Cisneros; para Aragón Fernando había designado para ocupar ese cargo a su hijo el arzobispo don Alfonso y para Cerdeña, Nápoles y Sicilia, Carlos mantuvo quienes ejercían esos cargos desde época anterior así como el cuerpo diplomático.

A pesar de su vejez Cisneros actuó de manera excepcional entre febrero de 1516 y noviembre de 1517: se encargó de la situación de Navarra, del norte África, de mantener la paz en Castilla, de controlar y ordenar la Hacienda Real. Si bien hubo algunas revueltas locales la tranquilidad fue más que aceptable hasta la llegada del nuevo rey con quien mantenía constante comunicación. Finalmente, apenas arribado Carlos a la península, Cisneros murió habiendo sido capaz de sostener la política marcada por los Reyes Católicos, con él termina una época iniciada por aquéllos 43 años antes.

En las reflexiones finales más que una síntesis de la obra son las reflexiones de un historiador compenetrado con un tema que le es propio. Destaca como ideas centrales: la claridad de los fines políticos de Fernando que tenía como objetivo la defensa de la unión de los reinos heredados e incorporados y la pervivencia de la idea de cruzada que alimentaban la lucha contra los infieles, pero sostiene enfáticamente que le parece desmedido decir que el rey buscó una monarquía universal. Fernando concebía a España como una nación histórica, como patria común de los que habitaban en ella, que manteniendo sus diferencias regionales debían tener un gobierno superior común, un monarca común; dominaba en él la idea de la razón de dinastía como razón de estado, para asegurar la permanencia mediante la legitimidad. Defendió y ostentó la preeminencia regia.

Es un libro de trama sencilla, pero de profundo y sólido contenido, conjunción que sólo lo puede hacer un maestro de la Historia Medieval como lo es Miguel Ángel Ladero Quesada.


Resenhista

Cecilia Bahr – Universidad Católica Argentina.


Referências desta Resenha

QUESADA, Miguel Ángel Ladero. Los últimos años de Fernando el Católico. Madrid: Dykinson, 2019. Resenha de: BAHR, Cecilia. Estudios de Historia de España. Buenos Aires, v. 22, n. 2, p. 193-196, 2020. Acessar publicação original [DR/JF]

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