Ensayos y debates sobre historia intelectual y marxismo | Archivos de Historia del Movimiento Obrero y la Izquierda | 2021

Historia intelectual y marxismo son dos perspectivas teóricas y procedimientos de análisis cuyos vínculos y entrelazamientos –si es que efectivamente puede sostenerse que los mismos existen, por supuesto– resultan en más de un sentido problemáticos. Una de las principales razones de este desencuentro fundamental es que la primera es una división temática de la historiografía que, hacia fines de la década de 1960 y comienzos de la de 1980, emerge en el norte global –con especial epicentro en la academia norteamericana– no sólo como reacción a la Kulturgeschichte y una más antigua historia de ideas sino también como consecuencia de la propia crisis (y crítica) del marxismo. Para los marxistas más presuntamente fieles, por su parte, hacer este tipo de historia siempre ha constituido una suerte de herejía, pues, a su entender, habría sido el mismo Marx quien la tachó de idealista y en consecuencia se opuso a ella. Uno de los pocos seguidores del gigante de Tréveris que osó inscribir (parte de) su trabajo en el área de estudio en cuestión fue Perry Anderson (Campos de batalla, de 1992), quien, a principios de los años 90 del siglo pasado, además de referirse al mismo como “un campo de batalla de enfoques que rivalizan entre sí”, trazó los contornos generales del que quizás fuera el primer programa marxista propiamente dicho de historia intelectual en sentido amplio.

Por entonces, esta tematización abierta y conflictiva de la especialidad proporcionada por el autor de Consideraciones sobre el marxismo occidental campeaba también entre historiadores intelectuales del mainstream académico. Fue así que, en 1993, un estudioso del marxismo y la teoría crítica francfortiana como Martin Jay (Campos de fuerza: entre la historia intelectual y la crítica cultural) podía señalar que la historia intelectual era “un campo de fuerza de diferentes impulsos” en el que confluyen, se arremolinan e incluso hibridan segmentos completos de las humanidades y las ciencias sociales –a saber, la filosofía, la filología, la crítica literaria hermenéutica, la antropología cultural, corrientes historiográficas diversas, varias ramas de la sociología, etcétera–. Un poco más recientemente, Anthony Grafton –integrante del comité editorial del prestigioso Journal of the History of Ideas–, en el artículo “La historia de las ideas: preceptos y prácticas, 1950-2000 y más allá”, publicado en Prismas en 2007, fue incluso más lejos y sugirió que la misma es no tanto “una subdivisión borrosa de la historia” como “una zona sísmica intelectual donde las placas tectónicas disciplinares” convergen y se entrechocan, “produciendo ruidos de todo tipo”. Leia Mais