Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches – SKINNER et. al (EURE)

SKINNER, Mark W.; ANDREWS, Gavin J.; CUTCHIN, Malcolm P.. Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches. Nueva York: Routledge, 331 P.p. ISBN: 978-113-824-115-2. Resenha de: SÁNCHEZ-GONZÁLES, Diego. Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches. EURE (Santiago) v.46 n.137 Santiago ene. 2020.

El aumento de la esperanza de vida se ha convertido en uno de los mayores logros de la humanidad y, paradójicamente, el envejecimiento de la población se observa con preocupación, como uno de los principales retos globales del siglo xxi. Al respecto, gobiernos de todo el mundo se enfrentan a la necesidad de revisar sus políticas de salud, sociales y asistenciales; sin embargo, existe una menor atención gubernamental hacia las implicaciones de los entornos urbanos y regionales en el envejecimiento.

Hoy existe evidencia científica de que la esperanza de vida y la longevidad se explican, sobre todo, por factores ambientales, cuyas características determinan la promoción de la salud y del envejecimiento activo, así como favorecen el retraso de la dependencia. A pesar de ello, existe un limitado conocimiento sobre cómo entender las claves geográficas respecto de dónde se produce el envejecimiento y la forma en que las personas mayores experimentan los lugares, así como las transformaciones físicas, sociales y económicas derivadas de sociedades que envejecen en espacios urbanos y rurales. Dicho conocimiento geográfico es esencial para posibilitar el futuro diseño de políticas de envejecimiento, así como propiciar una mejor planificación gerontológica de las comunidades.

El libro titulado Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches, editado por los reconocidos geógrafos Mark W. Skinner (Universidad de Trent, Canadá), Gavin J. Andrews (Universidad McMaster, Canadá) y Malcolm P. Cutchin (Universidad Estatal de Wayne, Estados Unidos), y publicado en la prestigiosa editorial Routledge, se justifica en la necesidad de actualizar el estado del arte sobre las contribuciones geográficas al estudio del envejecimiento y al diseño de políticas públicas enfocadas hacia una sociedad que envejece. Esta reciente rama de la gerontología tiene su génesis en la geografía del envejecimiento y su posterior confluencia con los aspectos espaciales de la gerontología. Durante décadas, las cuestiones geográficas y su incidencia en la población de edad, así como la relación entre el envejecimiento y los entornos físico-sociales, han sido abordadas desde el campo multidisciplinar de la gerontología ambiental, donde han predominado las consideraciones psicosociales. Por su parte, la obra que aquí se comenta tiene por objetivo actualizar las contribuciones teóricas y metodológicas de la gerontología geográfica, una rama gerontológica centrada en las cuestiones geográficas del envejecimiento, como la comprensión de los patrones espaciales del envejecimiento de la población, el movimiento y la migración de la población de edad, los servicios de salud e infraestructuras, los entornos cotidianos de las personas mayores, las experiencias espaciales del envejecimiento en el lugar y su relación con la salud y la dependencia, y las adaptaciones del entorno del adulto mayor frente al cambio climático.

Esta novedad editorial se desarrolla a lo largo de 331 páginas y 25 capítulos, agrupados en cinco partes, y con contribuciones de una treintena de destacados geógrafos, arquitectos, urbanistas y gerontólogos anglosajones, procedentes de Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda y Hong Kong. En la primera parte del libro, Introducción, compuesta de dos capítulos, los editores, Skinner, Andrews y Cutchin, presentan la estructura de la obra y se aproximan a los principales fundamentos teóricos de la gerontología geográfica, a partir de una revisión de la literatura sobre los abordajes clásicos y las nuevas perspectivas geográficas sobre el espacio y el lugar en la gerontología. Estos autores argumentan la necesidad de favorecer la comprensión geográfica de las implicaciones del espacio, el territorio, el lugar, el paisaje y las escalas en el estudio del envejecimiento de la población, la vejez y la situación de las personas mayores, cuyo conocimiento debe ser clave en el desarrollo de políticas sobre envejecimiento y en la planificación gerontológica de ciudades y territorios.

Perspectivas geográficas del envejecimiento es el título de la segunda parte del libro y se desarrolla a lo largo de cinco capítulos, donde se exponen los principales campos geográficos que, tradicionalmente, se han interesado en el envejecimiento, como geografía de la población, geografía de la salud, geografía social y cultural, planificación urbana y regional, y medioambiente. En los capítulos 3 al 5, Wiles, Milligan & Tarrant, y Rosenberg & Wilson presentan las contribuciones destacadas y las actuales discusiones teóricas y metodológicas en relación con el estudio del envejecimiento, como la influencia del ambiente sobre la salud de las personas mayores (geografía de la salud) y la vulnerabilidad social de este colectivo en espacios urbanos, asociada a problemas de exclusión social, discapacidad y dependencia (geografía social y cultural). En los capítulos 6, de Phillips, y 7, de Díaz-Moore, los autores hacen hincapié en las relaciones de la geografía con los campos multidisciplinares de la planificación urbana y la gerontología ambiental. Al respecto, la geógrafa Judith E. Phillips reivindica una mayor implicación de los planificadores y diseñadores en la generación de entornos urbanos amigables con las personas de edad, a partir de incorporar un amplio enfoque holístico del entorno (físico-construido, natural, social), así como propiciar la participación de las personas mayores en la configuración de sus lugares cotidianos. A continuación, el arquitecto Keith Díaz-Moore se interesa por los avances en la gerontología ambiental, prestando especial atención a la importancia de la experiencia espacial de envejecer en el lugar, como espacio físico, social y simbólico.

La tercera parte, Escalas geográficas de investigación, se desarrolla entre los capítulos 8 y 14, posibilitando una aproximación a las diferentes escalas geográficas en el estudio de las cuestiones gerontológicas. A través de las aportaciones de doce autores (Phillips y Feng, Rishworth y Elliott, Buffel y Phillipson, Skinner y Winterton, Lovell, Martin- Matthews y Cloutier, y Herron), se favorece la comprensión del envejecimiento como un fenómeno global, con implicaciones internacionales, regionales y locales. Precisamente, las distintas contribuciones posibilitan un acercamiento al reto del envejecimiento de la población en los países en desarrollo, a las cuestiones relativas al envejecimiento en las comunidades rurales y urbanas, a las experiencias espaciales de envejecer en el lugar (vivienda y barrio), y a la escala micro del cuerpo. Al respecto, David R. Phillips y Zhixin Feng abordan el fenómeno global del envejecimiento, cuyas estimaciones mundiales suelen ocultar notables diferencias regionales y nacionales. De hecho, se prevé que en solo tres décadas en las regiones en desarrollo, como América Latina y Asia, uno de cada cuatro habitantes tendrá 60 y más años, lo que puede desbordar la limitada capacidad de respuesta de sus gobiernos, sociedades y familias. Por ello, es preciso no seguir demorando por más tiempo el abordaje de las cuestiones geográficas del envejecimiento, tanto a través del estudio de los efectos del cambio regional en este fenómeno y las nuevas demandas de salud, sociales y residenciales de este sector de población, como de las adaptaciones ambientales de una sociedad que envejece ante un escenario de cambio climático.

Los aspectos críticos de la gerontología geográfica, título de la cuarta parte, se centra en los principales conceptos geográficos, como lugar, espacio y paisaje. Entre los capítulos 15 y 18, Golant, Rowles, Cutchin y Hanlon realizan valiosas aportaciones en la materia a través del análisis de la importancia del apego al lugar en el proceso de envejecimiento, así como las implicaciones de las adaptaciones residenciales en la atención de la dependencia. Aquí, el geógrafo Stephen Golant argumenta que los adultos mayores son reacios a mudarse y prefieren envejecer en sus hogares; sin embargo, suelen tener poca experiencia en relación con los retos de envejecer y no están familiarizados con las opciones de adaptación ambiental. Al respecto, en la vejez las decisiones residenciales (adaptación del entorno o mudanza) están condicionadas por las capacidades personales (salud funcional y cognitiva, optimismo, recursos económicos, ayuda asistencial), las posibilidades de adaptación de los entornos físicos (vivienda, barrio), y la información disponible sobre alternativas residenciales. Precisamente, este autor argumenta que las estrategias de afrontamiento residencial están condicionadas por las experiencias de dominio ambiental (competencia para realizar actividades de la vida diaria) y de confort residencial; no obstante, algunas estrategias son discutibles, como la negación de los problemas del entorno y el ignorar las medidas viables de adaptación. Seguidamente, en los capítulos 19 al 21, Gatrell, Walsh, y G. M. Joseph y A. E. Joseph analizan los dominios de inclusión y exclusión que afectan a las personas mayores, como las influencias del ambiente en su movilidad y accesibilidad, y los efectos de las transformaciones del entorno (gentrificación urbana) sobre la población envejecida, así como sus implicaciones en el germen de los espacios de resistencia habitados y defendidos por personas mayores. A continuación, los capítulos 22 y 23, encabezados por Kearns y Coleman, y Winterton, exploran la influencia terapéutica de los paisajes naturales en la salud y calidad de vida de las personas mayores, destacando la importancia cuantitativa y cualitativa de los entornos y elementos naturales (parques, áreas verdes, jardines) en la promoción del envejecimiento activo y saludable.

Finalmente, en Discusión, la quinta y última parte del libro, la prestigiosa geógrafa Sheila Peace, seguida de los editores del libro, Cutchin, Skinner y Andrews, reflexionan sobre los avances, las perspectivas y los desafíos a los que se enfrenta el campo interdisciplinario de la gerontología geográfica. Esta constituye un área de oportunidad para los especialistas en estudios urbanos y regionales que no debe ser subestimada y que debe implicar un profundo ejercicio de autocrítica, pero también de reafirmación de la importancia de las cuestiones geográficas en el estudio del envejecimiento. A modo de conclusión, se subrayan los aspectos teóricos y metodológicos más destacados y abordados a lo largo de la obra.

En síntesis, el libro proporciona una valiosa perspectiva interdisciplinar de la gerontología geográfica, realizada desde una visión anglosajona. Sin embargo, la ausencia de teorías y visiones desarrolladas en otras latitudes geográficas redunda en una revisión algo imcompleta del estado del arte. Con todo, el libro resulta de gran interés para los estudiosos del entorno del envejecimiento, en especial geógrafos, arquitectos y urbanistas, y alienta el impulso de nuevas líneas de investigación que serán claves en la comprensión del fenómeno global.

Tras su lectura se aviva el debate sobre el papel de algunas disciplinas, como geografía, arquitectura y urbanismo, en el estudio del envejecimiento. De hecho, las críticas se ciernen sobre la falta de consenso respecto del futuro de la geografía dentro del campo multidisciplinar de la gerontología, ya sea por sus contribuciones en el desarrollo de la gerontología ambiental, o bien de la gerontología geográfica. Más allá de alimentar posibles discusiones terminológicas, en cierta medida estériles, existe la necesidad de reivindicar la importancia de las cuestiones geográficas en la gerontología. Justamente este campo multidisciplinar reclama una mejor formación gerontológica de los profesionales cuyas acciones inciden en el ámbito del envejecimiento o en la vida de los adultos mayores, como médicos, psicólogos, geógrafos, arquitectos, urbanistas y diseñadores. Tal formación debiera ir acompañada tanto de un mayor esfuerzo teórico y metodológico en la materia, como de la identificación de nuevos ámbitos de estudio y el fomento de la cultura interdisciplinar, colaborativa y de intercambio a partir del trabajo en equipo.

Obras del calado de la reseñada resultan de enorme interés para suscitar el necesario debate interno de académicos y profesionales de las ciencias sociales y humanidades ante los desafíos del envejecimiento en la región. En los próximos años, las investigaciones pueden contribuir a poner de relieve la importancia cada vez mayor de las cuestiones geográficas del envejecimiento de la población y sus implicaciones en gerontología. Sin duda, esta nueva realidad demográfica abre un enorme campo laboral a los especialistas en estudios urbanos y regionales, a la vez que su saber puede ser decisivo en el diseño de entornos amigables y el desarrollo de políticas y programas de envejecimiento activo y saludable en el lugar, las cuales serán claves para afrontar con ciertas garantías los desafíos gerontológicos que nos aguardan en este siglo xxi.

Diego Sánchez-González – Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España. E-mail: [email protected].