Disputar la ciudad – MONTEALEGRE; ROZAS-KRAUSE (EURE)

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MONTEALEGRE, Pía; ROZAS-KRAUSE, Valentina. Disputar la ciudad: sometimiento, resistencia, memorialización, reparación. Talca: Bifurcaciones, 2018. 200 pp. Resenha de: VIVANCO, Lucero de. Disputar la ciudad: sometimiento, resistencia, memorialización, reparación. EURE (Santiago) v.46 n.138 Santiago mayo 2020.

El extenso desarrollo de los estudios sobre autoritarismos, violencia política, derechos humanos y memoria social en América Latina y el mundo no hace más que expresar la necesidad de continuar profundizando estos temas, labor indispensable para la consolidación de prácticas, instituciones y regímenes democráticos. Bajo la convicción de que estas problemáticas deben ser tratadas interdisciplinarmente si se quiere capturar la complejidad que las caracteriza, Disputar la ciudadsometimiento, resistencia, memorialización, reparación, constituye una significativa contribución, al ingresar desde la perspectiva contemporánea y global de los estudios urbanísticos y sus vínculos con el campo de la memoria.

En consecuencia, el primer aporte que hay que reconocerle a este libro es su aproximación enriquecedora, pues añade una dimensión espacial a las interpretaciones temporales y simbólicas del problema. Se rebasan así tanto las reflexiones historiográficas como los estudios sobre memoria hechos desde la literatura y los estudios culturales, usualmente anclados en las representaciones estéticas y el develamiento de las ideologías políticas dominantes. Disputar la ciudad, alternativamente, despliega las relaciones teóricas –y sus correspondientes estudios de casos– entre procesos de memorialización y transformaciones urbanas, entendiendo que los contextos urbanos y las disputas de poder entre la ciudadanía y los regímenes autoritarios promueven e instauran los espacios de memoria.

En efecto, en la “Introducción”, de las editoras, y en los ocho capítulos que conforman este libro subyace, por un lado, el entendimiento de que la memoria –siguiendo a Elizabeth Jelin– es una zona de batalla, una instancia en la que narrativas, subjetividades y afectos ingresan a la arena del poder en busca de visibilidad, reconocimiento y legitimación; y, por otro lado, la idea de la ciudad como una geografía contenciosa, de enfrentamiento continuo entre grupos hegemónicos y subalternos, centro y periferia, gentrificación y desplazamiento, transformación y tradición, regulación y segregación, violencia y resistencia. La vinculación entre violencia de Estado y disciplinamiento urbano, primero, y entre espacio y memoria histórica, después, se explica y justifica entonces como una instancia relacional, bajo la impronta de la “disputa”. En este sentido, el libro está alineado sobre dos pilares: uno teórico, que amplía el concepto de memoria con el de pugna de poder; y otro metodológico, que explora las transformaciones urbanas que son suscitadas por los procesos de memorialización.

Otro de los aportes de este libro es que los ocho capítulos que siguen a la introducción se organizan en cuatro secciones funcionales a cuatro conceptos clave, señalados ya en el título del libro: “sometimiento”, “resistencia”, “memorialización” y “reparación”. Estos conceptos son comprendidos, según las propias editoras, como “espacios relacionales de la memoria” (p. 9), donde el espacio no se limita a ser definido como un escenario contenedor, y la memoria no se constriñe a ser concebida como proceso social anclado en el tiempo. Sometimiento, resistencia, memorialización y reparación son, bajo esta perspectiva, operaciones de disputa urbana.

Como explican las propias editoras, pero también como se desprende de los estudios de caso, el sometimiento, primer eje conceptual del libro, está dado, desde la perspectiva racionalista de la modernidad, por “la metáfora de la ciudad como un cuerpo enfermo, como un enemigo del orden que debe ser dominado” (p. 9). En este marco, urbanismo es la marca del poder jerarquizado actuando sobre el espacio, para sanar, higienizar, controlar la ciudad; para someterla. Los estudios que conforman esta sección tienen el foco puesto en dos ciudades europeas: Roma y Sofía.

Respecto de Roma, Federico Caprotti, en “Patologías de la ciudad: hipocondría urbana en el fascismo italiano”, recuerda y discute la particular visión negativa que el fascismo tenía de esta ciudad, y que expresaba mediante un discurso dualista explícito que contraponía la “naturaleza prístina” a la “sociedad enferma”. El estudio analiza las razones que cimientan este rechazo: por un lado, el temor ante el potencial subversivo de la ciudad y, por otro lado, el peligro de la ciudad en tanto portadora de afecciones sociales y morales. Se explica así la orientación de las políticas de dicho régimen hacia la ruralización y la desurbanización.

Respecto de Sofía, en “Sobre los sin-casa: caos, enfermedad y suciedad en la Sofía de entreguerras”, Veronika Dimitrova aborda críticamente el tema de las transformaciones urbanas experimentadas por esta ciudad en el marco de su designación como capital de Bulgaria. Explica la autora que la ciudad se reguló casi exclusivamente en su parte central, dejando la periferia fuera de la planificación, lo que tuvo como consecuencia el desarrollo de barrios de personas “pobres sin-casa”. Dimitrova sostiene que, a diferencia de otros Estados europeos, “aquí es posible hablar de modernización y expansión urbana en cuanto proceso de negociación” (p. 47) que se lleva a cabo como una expresión de resistencia al poder.

“Si el sometimiento es una acción relacionada al poder jerárquico, la resistencia es inherente al poder ciudadano” (p. 11), plantean las editoras siguiendo a Michel De Certeau. Se entiende así que el espacio se configura como una táctica de resistencia urbana, segundo eje conceptual, frente a un amplio arco de violencias: desde las más visibles y materiales de los regímenes autoritarios, hasta los violentos eufemismos del capital. Bajo este segundo apartado se presentan dos importantes estudios sobre las ciudades de Santiago de Chile y São Paulo.

Diene Soles, en “Reconfigurando lo público y lo privado en el Santiago de Pinochet: un análisis de género”, releva la capacidad articuladora de las mujeres para crear organizaciones ciudadanas, no solo frente al empobrecimiento de la población derivado de la implementación de políticas neoliberales, sino también demandando la vuelta a la democracia como un modo de rechazar la violencia inmanente del régimen. Argumenta la autora que, mediante estas tácticas de resistencia, se quiebra la distribución tradicional de género entre lo privado y lo público. Se logra así que los espacios íntimos y domésticos sean usados como lugares de acciones colectivas y, más importante aún, que las mujeres se conciban a sí mismas como actoras sociales y agentes de cambio.

En “Procesos de significación en los modos de resistencia urbana”, Beatriz Dias y Eneida de Almeida levantan el caso de la megaciudad de São Paulo, para reconocer en ella diversos colectivos de arte urbano que actúan desde una periferia marginada, excedente directo del poder económico. Estos colectivos se despliegan desde el pensamiento-acción, como faces de la lucha por el derecho a la ciudad y la resistencia a la segregación urbana. Un punto central de la argumentación radica en la construcción de identidades, en tanto que los sujetos que interactúan con los colectivos, “al transformar la ciudad a partir de los deseos y necesidades colectivas, su propia identidad también es reconfigurada” (p.102).

Por memorialización, tercer eje conceptual, las editoras entienden “la concreción de un recuerdo en un lugar”, la instancia en la que “la relación entre memoria y espacio se materializa” (p. 13). Santiago de Chile y Medellín son las ciudades que reciben la atención de los dos estudios de esta sección. Coinciden ambos en expresar las disputas por la memoria cuando se trata de conmemorar a las víctimas, ya que la “víctima” –su definición, su identificación, su reconocimiento–, muchas veces imposibilitada de abandonar una “zona gris”, en el decir de Primo Levi, es también motivo de pugnas y exclusiones.

Carolina Aguilera, en “Santiago de Chile visto a través de espejos negros. La memoria pública sobre la violencia política del periodo 1970-1991 en una ciudad fragmentada”, hace el seguimiento histórico y crítico a la inscripción de memoriales en el espacio público en conmemoración de las víctimas de violaciones a los derechos humanos, perpetradas desde 1970 hasta el fin del régimen pinochetista. Su argumento busca demostrar la interconexión entre la distribución urbana de los memoriales y la propia segregación socioeconómica de la ciudad, develando así la heterogeneidad subyacente a los procesos de memorialización y la naturaleza combativa de la memoria. Cabe destacar que la autora facilita a sus lectores una línea de tiempo y una cartografía de los memoriales erigidos durante este periodo.

Medellín viene de la mano de Pablo Villalba en “Entre ruinas, lugares y objetos residuales: la memoria en la ciudad de Medellín”. En línea con los “ejercicios de memoria” que están en la base de los procesos de paz en Colombia, el autor afirma que se ha admitido un pluralismo en las marcas y los eventos urbanos de memorialización. Sin embargo, advierte de una serie de fenómenos que, al darse en paralelo, parecen promover una política de la amnesia: la condición efímera de las acciones conmemorativas, junto a la vertiginosidad del ritmo citadino; la destrucción del patrimonio arquitectónico y la comercialización para el consumo masivo y turístico de la memoria (por ejemplo, la narco-memoria) convergen así para forjar, más bien, una memoria sin historia.

El cuarto y último eje conceptual de este libro, reparación, asume que, “así como la memoria requiere de lugares para situarse, la reparación también tiene una dimensión espacial” (p. 15). Los memoriales cumplen, entonces, una doble función: pública, de rememorar el trauma social y generar espacios para rituales de reparación; e íntima, al ser una instancia de recogimiento efectivo para los procesos de duelo y sanación individual, especialmente cuando no se cuenta con los cuerpos de las víctimas para realizar los correspondientes ritos funerarios. Los estudios que se desarrollan bajo este eje abordan ambas dimensiones de la reparación. Pero también retoman la idea de la ciudad como organismo vivo, para plantear que esta puede y debe ser atendida en la recuperación de sus heridas.

Bajo el concepto de reparación, el estudio de Yael Navarro, “Espacios afectivos y objetos melancólicos: la ruina y la producción de conocimiento antropológico”, se focaliza en Chipre en el contexto de su división en 1974. Ese año, como consecuencia de la invasión turca, chipriotas griegos y turcos tuvieron que desplazarse dentro de la isla a las zonas que les habían sido asignadas en función de sus respectivas nacionalidades. En este contexto, y con una impronta teórica fuerte, Navarro discurre por una serie de categorías como afecto, melancolía, ruina, huella y fantasma, para indagar ya no en las relaciones intersubjetivas de la memoria, sino en las interacciones de lo humano y lo material, teniendo en la superficie del discurso la pregunta implícita por la posibilidad de reparación.

Finalmente, Estela Schindel, en “«Ahora los vecinos van perdiendo el temor». La apertura de ex centros de detención y la restauración del tejido social en Argentina”, se focaliza en la recuperación de los espacios que funcionaron como centros clandestinos de detención en la dictadura, y en su conversión en espacios de memorialización. Se trata de una geografía del terror recapturada y reapropiada por la ciudadanía, para revertir las narrativas del miedo, contribuir con la reconstrucción de “los lazos sociales quebrados” y promover “prácticas y usos del espacio contrarios a los impuestos por el régimen dictatorial” (p. 185).

De acuerdo con lo dicho, este libro resulta imprescindible por varios motivos. Entre ellos, por la acuciosidad del tratamiento teórico llevado a cabo por las editoras y por los autores y autoras en los distintos casos de estudio. También porque el conjunto de capítulos constituye un catálogo de calidad de las variadas metodologías y aproximaciones críticas con las que se puede acometer reflexivamente las relaciones entre ciudad, violencia y memoria. Por último, porque el libro en su organicidad amplía desde las disciplinas espaciales el necesario e inagotado campo de los estudios sobre memorialización y derechos humanos.

Este libro llega para reforzar la colección Cuervos en Casa de la editorial Bifurcaciones –Conocer la ciudad, filmar la ciudad, mover la ciudad (próximo)–, que reúne valiosos trabajos que aportan, desde distintas temáticas y perspectivas, a una comprensión más integral y compleja de los fenómenos urbanos.

Referências

De Certeau, M. (1984). The practice of everyday life. Berkeley, ca: University of California Press. [ Links ]

Halbawchs, M. (1992). On collective memory (The Heritage of Sociology Series). Chicago, il: University of Chicago Press. [ Links ]

Jelin, E. (2012). Los trabajos de la memoria (Serie Estudios sobre Memoria y Violencia). Lima: Instituto de Estudios Peruanos (iep). [ Links ]

Levi, P. (2011). Trilogía de Auschwitz. Barcelona: El Aleph. [ Links ]

Lucero de Vivanco – Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile. Email: [email protected].

World heritage and sustainable development. New directions in world heritage managemen – LARSEN; LOGAL (EURE)

LARSEN, P. B.; LOGAN, W. World heritage and sustainable development. New directions in world heritage management. Londres / Nueva York: Routledge, 2018. 310 p. Resenha de: NAVAS-CARRILLO, Daniel; NAVARRO-DEPAPLOS, Javier. Patrimonio mundial y desarrollo sostenible: ¿hacia un nuevo modelo de gestión? EURE (Santiago) v.46 n.138 Santiago mayo 2020.

La publicación que nos ocupa, editada por P. B. Larsen y W. Logan (2018), es el resultado de una ambiciosa iniciativa colectiva surgida tras la aprobación de la “Política para la incorporación de la perspectiva del Desarrollo Sostenible en los procesos de la Convención del Patrimonio Mundial”, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en noviembre de 2015 (Unesco, 2015a). A través de dieciocho capítulos organizados en cuatro secciones, los editores presentan un riguroso análisis donde recogen la amplia y diversa red de perspectivas que se tejen en torno a los bienes culturales, naturales o mixtos declarados o incoados como Patrimonio Mundial. De esta forma, Larsen y Logan exponen, en voz de reconocidos autores, desde una muestra de las posiciones oficialistas vinculadas al Centro del Patrimonio Mundial (incluyendo a los organismos asesores del Comité del Patrimonio Mundial y otras administraciones públicas involucradas), hasta abiertos e innovadores puntos de vista provenientes del ámbito universitario y profesional.

Incluido en la colección Key Issues in Cultural Heritage, este número busca aportar una visión internacional y transdisciplinar al debate abierto sobre la actualización de la gestión de estos bienes. El panel de los autores, formado por catorce mujeres y trece hombres, tiene representación de los cinco continentes, a través de más de quince países (Francia, Australia, Bélgica, Bruselas, Colombia, Dinamarca, Alemania, Italia, Rusia, Surinam, Suecia, Suiza, Tanzania, Turquía, Reino Unido y Vietnam, entre ellos). La edición trata de motivar así un espacio de encuentro de especial interés entre investigadores y expertos en este campo de estudio desde múltiples disciplinas, que van desde la Arquitectura, la Antropología, la Arqueología o las Artes Gráficas hasta la Administración de Empresas, la Ecología, la Etnología, la Geología o el Urbanismo. Esta doble característica, multidisciplinar e internacional, establece a su vez una doble entrada a la publicación: por una parte, a partir de la reflexión y conocimiento proporcionados por los autores, se constituye como material de referencia para avanzar en la implementación del documento aprobado en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas; por otra, sirve de manual para conocer las posiciones tomadas en la materia desde campos científicos adyacentes o complementarios. El resultado es, por lo tanto, una colección de textos de necesaria consulta no solo para la actualización del conocimiento de los profesionales de diferentes generaciones, sino que también resulta indispensable su incorporación como material docente en forma de abecé para la correcta capacitación de los futuros responsables de la protección, conservación y gestión del Patrimonio Mundial.

El capítulo introductorio juega un papel determinante en la comprensión de las claves que subyacen en la estructura y organización de las distintas contribuciones. El primer bloque se completa con dos ensayos que profundizan en los principales hitos acontecidos en la evolución conceptual y legislativa de la relación entre la noción de Desarrollo Sostenible y la Convención de Patrimonio Mundial. Los autores de estos capítulos ubican el inicio de este proceso en el “Informe Brundtland”, de octubre de 1987, y en las “Directrices Operativas de 1994”. A pesar de la aparición de estos dos hitos a finales del siglo xx, los avances más significativos han tenido lugar en la última década, aunque sin haber trascendido más allá de la dimensión teórica. Este hecho nos lleva a resaltar la validez de esta monografía, la cual queda respaldada por su reciente fecha de publicación y por su potencial para convertirse en un necesario manual para la implementación de las determinaciones y directrices incluidas en la mencionada Política de Desarrollo Sostenible y Patrimonio Mundial.

La segunda sección, aunque construida a partir de enfoques teóricos, está alineada con la dimensión instrumental, por su planteamiento de retos para la modernización de las herramientas de gestión. Sus seis capítulos recogen en detalle los principios generales (Derechos humanos, Igualdad, Sostenibilidad a largo plazo), así como las cuatro dimensiones centrales (desarrollo económico inclusivo, desarrollo social inclusivo, paz y seguridad, sostenibilidad ambiental) a partir de los cuales se ha estructurado el documento de la Unesco. Es reseñable que mientras cuatro de los seis capítulos se centran respectivamente en cada una de estas dimensiones, los otros dos discuten sobre dos aspectos específicos dentro de la dimensión social de la sostenibilidad: los derechos de los pueblos indígenas y la igualdad de género. En opinión de estos autores, esos dos capítulos son especialmente pertinentes y necesarios. El patrimonio se ha argumentado tradicionalmente desde un punto de vista elitista, eurocéntrico y masculino. La atención en las comunidades rurales, las clases trabajadoras o los pueblos indígenas ha aumentado considerablemente durante el último siglo, mientras que la perspectiva de género está comenzando a incluirse en los discursos patrimonialistas. En este sentido, el desafío no solo reside en considerar a estos otros actores en la valoración patrimonial. También implica garantizar el respeto de sus derechos en el entorno de los enclaves declarados Patrimonio Mundial, especialmente en relación con los efectos del turismo y la globalización y las amenazas que suponen las concatenadas crisis económicas globales o el auge de los proteccionismos nacionalistas. La pertinencia de la inclusión de estos grupos o derechos viene determinada, además, por la necesidad de contribuir en el camino hacia la plena igualdad y el empoderamiento de los grupos de exclusión como actores vitales para la consecución y consolidación de un desarrollo sostenible.

A continuación, los editores recogen la visión de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (uicn), el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (icomos), y el Centro Internacional para el Estudio de la Conservación y Restauración de los Bienes Culturales (iccrom), los tres organismos internacionales que asesoran al Comité del Patrimonio Mundial en sus decisiones. Por un lado, esta tercera parte está destinada a que neófitos comprendan el esfuerzo que realizan estas instituciones para garantizar la preservación del Patrimonio Mundial. Cada capítulo sintetiza la trayectoria de una de estas organizaciones desde su fundación, de acuerdo con los cambios conceptuales experimentados al respecto. Por otro lado, buscan aclarar la posible integración de sus funciones y responsabilidades (evaluaciones de las propiedades del patrimonio natural, cultural y mixto, así como la provisión de instrumentos, conocimientos y habilidades para su conservación) en las pautas de Desarrollo Sostenible. A este respecto son particularmente interesantes las recientes iniciativas desarrolladas por icomos para promover la implementación de la política desde una perspectiva ética.

La última parte se centra en proporcionar enfoques empíricos y de escala múltiple a través de una amplia selección de estudios de casos internacionales. Este apartado recoge el análisis del conjunto de sitios del Patrimonio Mundial de Vietnam, incluidos cinco sitios culturales (Ciudadela Imperial de Thang Long-Hanoi, Ciudadela de la Dinastía Ho, Complejo de Monumentos Hué, Ciudad Antigua de Hoi An y Santuario de My Son), dos sitios naturales (Bahía de Ha-Long y Parque Nacional Phong Nha-Ke Bang) y un sitio mixto (Complejo Paisajístico de Trang An). Otros llevan a cabo el estudio detallado de un sitio cultural único, como en los casos de El Cairo histórico (Egipto), Ciudad de Bamberg (Alemania), Paisaje Cultural Cafetero Colombiano o Ciudad de Piedra de Zanzíbar (Tanzania). El último de los aportes se ocupa del centro histórico incluido en la zona de amortiguamiento del Sistema de Irrigación de Dujiangyan (China). Los argumentos que motivan la selección podrían ser discutidos; de hecho, en ella se refleja el desequilibrio que persiste actualmente entre los sitios culturales y las otras dos categorías, bienes naturales y mixtos, exigiendo una mayor proporción de estos últimos. Sin embargo, los casos seleccionados cubren las cinco regiones de la Unesco (África, Estados Árabes, Asia y el Pacífico, Europa y América del Norte, América Latina y el Caribe), las tres categorías, los diez criterios de selección y un amplio marco temporal (1979-2014). Los editores parecen así haber tratado de incorporar las directrices recogidas en el documento Estrategia global para una Lista del patrimonio mundial equilibrada, representativa y creíble (Unesco, 2015b), alineándose y aplicando el equilibrio geográfico como piedra fundamental de un reparto justo y certero.

Antes de concluir esta recomendación, es necesario resaltar el interesante índice terminológico que se incluye al final del libro. Con más de 300 entradas, permite profundizar en el conocimiento particularizado de los conceptos, temas y agentes recogidos a lo largo de los diferentes capítulos. En este sentido, el libro de Peter Billie Larsen y William Logan no solo nos permite abordar los desafíos actuales en la adaptación de los procesos del Patrimonio Mundial a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sino que se presenta como un texto oportuno y de gran actualidad que abre la puerta a múltiples investigaciones transversales. El visible esfuerzo de la edición por reconocer, desarrollar y divulgar los distintos sistemas de gestión de los bienes del Patrimonio Mundial, una fase fundamental para garantizar el legado del patrimonio a las generaciones presentes y futuras, es quizás el aspecto más definitorio y singular de la publicación. El marco teórico-práctico que queda definido por Larsen y Logan parece poder convertirse en un referente crucial para gestores noveles, investigadores experimentados o administraciones públicas interesadas en aplicar políticas conscientes y sostenibles en torno a un Patrimonio Mundial que deberá enfrentarse en próximas fechas a retos consustanciales a su viabilidad.

Referências

Brundtland, G. H. (1987). Our common future. Brundtland Report. Oxford: Oxford University Press. En http://netzwerk-n.org/wp-content/uploads/2017/04/0_Brundtland_Report-1987-Our_Common_Future.pdf [ Links ]

Jokilehto, J., Cleere, H., Denyer, S., & Petzet, M. (2005). The World Heritage List “Filling the Gaps – an Action Plan for the Future. Munich: International Council on Monuments and Sites (icomos). En http://openarchive.icomos.org/433/1/Monuments_and_Sites_12_Gaps.pdf [ Links ]

Unesco (1994). Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial. París: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. En https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000138676_spa [ Links ]

Unesco (2015a). Policy for the integration of a Sustainable Development perspective into the processes of the World Heritage Convention. Paris: United Nations Educational Scientific and Cultural Organization. En https://whc.unesco.org/document/139146 [ Links ]

Unesco (2015b). Estrategia global para una Lista del patrimonio mundial equilibrada, representativa y creíble: Informe sobre el seguimiento de la resolución. París: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Culturahttp://whc.unesco.org/archive/2015/whc15-20ga-9-es.pdf [ Links ]

Daniel Navas-Carrillo – Universidad de Sevilla, Sevilla, España. E-mail: D. Navas-Carrillo [email protected]

Javier Navarro-De-Pablos – Universidad de Sevilla, Sevilla, España. E-mail: J. Navarro-De Pablos, [email protected].

Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches – SKINNER et. al (EURE)

SKINNER, Mark W.; ANDREWS, Gavin J.; CUTCHIN, Malcolm P.. Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches. Nueva York: Routledge, 331 P.p. ISBN: 978-113-824-115-2. Resenha de: SÁNCHEZ-GONZÁLES, Diego. Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches. EURE (Santiago) v.46 n.137 Santiago ene. 2020.

El aumento de la esperanza de vida se ha convertido en uno de los mayores logros de la humanidad y, paradójicamente, el envejecimiento de la población se observa con preocupación, como uno de los principales retos globales del siglo xxi. Al respecto, gobiernos de todo el mundo se enfrentan a la necesidad de revisar sus políticas de salud, sociales y asistenciales; sin embargo, existe una menor atención gubernamental hacia las implicaciones de los entornos urbanos y regionales en el envejecimiento.

Hoy existe evidencia científica de que la esperanza de vida y la longevidad se explican, sobre todo, por factores ambientales, cuyas características determinan la promoción de la salud y del envejecimiento activo, así como favorecen el retraso de la dependencia. A pesar de ello, existe un limitado conocimiento sobre cómo entender las claves geográficas respecto de dónde se produce el envejecimiento y la forma en que las personas mayores experimentan los lugares, así como las transformaciones físicas, sociales y económicas derivadas de sociedades que envejecen en espacios urbanos y rurales. Dicho conocimiento geográfico es esencial para posibilitar el futuro diseño de políticas de envejecimiento, así como propiciar una mejor planificación gerontológica de las comunidades.

El libro titulado Geographical Gerontology: Perspectives, Concepts, Approaches, editado por los reconocidos geógrafos Mark W. Skinner (Universidad de Trent, Canadá), Gavin J. Andrews (Universidad McMaster, Canadá) y Malcolm P. Cutchin (Universidad Estatal de Wayne, Estados Unidos), y publicado en la prestigiosa editorial Routledge, se justifica en la necesidad de actualizar el estado del arte sobre las contribuciones geográficas al estudio del envejecimiento y al diseño de políticas públicas enfocadas hacia una sociedad que envejece. Esta reciente rama de la gerontología tiene su génesis en la geografía del envejecimiento y su posterior confluencia con los aspectos espaciales de la gerontología. Durante décadas, las cuestiones geográficas y su incidencia en la población de edad, así como la relación entre el envejecimiento y los entornos físico-sociales, han sido abordadas desde el campo multidisciplinar de la gerontología ambiental, donde han predominado las consideraciones psicosociales. Por su parte, la obra que aquí se comenta tiene por objetivo actualizar las contribuciones teóricas y metodológicas de la gerontología geográfica, una rama gerontológica centrada en las cuestiones geográficas del envejecimiento, como la comprensión de los patrones espaciales del envejecimiento de la población, el movimiento y la migración de la población de edad, los servicios de salud e infraestructuras, los entornos cotidianos de las personas mayores, las experiencias espaciales del envejecimiento en el lugar y su relación con la salud y la dependencia, y las adaptaciones del entorno del adulto mayor frente al cambio climático.

Esta novedad editorial se desarrolla a lo largo de 331 páginas y 25 capítulos, agrupados en cinco partes, y con contribuciones de una treintena de destacados geógrafos, arquitectos, urbanistas y gerontólogos anglosajones, procedentes de Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda y Hong Kong. En la primera parte del libro, Introducción, compuesta de dos capítulos, los editores, Skinner, Andrews y Cutchin, presentan la estructura de la obra y se aproximan a los principales fundamentos teóricos de la gerontología geográfica, a partir de una revisión de la literatura sobre los abordajes clásicos y las nuevas perspectivas geográficas sobre el espacio y el lugar en la gerontología. Estos autores argumentan la necesidad de favorecer la comprensión geográfica de las implicaciones del espacio, el territorio, el lugar, el paisaje y las escalas en el estudio del envejecimiento de la población, la vejez y la situación de las personas mayores, cuyo conocimiento debe ser clave en el desarrollo de políticas sobre envejecimiento y en la planificación gerontológica de ciudades y territorios.

Perspectivas geográficas del envejecimiento es el título de la segunda parte del libro y se desarrolla a lo largo de cinco capítulos, donde se exponen los principales campos geográficos que, tradicionalmente, se han interesado en el envejecimiento, como geografía de la población, geografía de la salud, geografía social y cultural, planificación urbana y regional, y medioambiente. En los capítulos 3 al 5, Wiles, Milligan & Tarrant, y Rosenberg & Wilson presentan las contribuciones destacadas y las actuales discusiones teóricas y metodológicas en relación con el estudio del envejecimiento, como la influencia del ambiente sobre la salud de las personas mayores (geografía de la salud) y la vulnerabilidad social de este colectivo en espacios urbanos, asociada a problemas de exclusión social, discapacidad y dependencia (geografía social y cultural). En los capítulos 6, de Phillips, y 7, de Díaz-Moore, los autores hacen hincapié en las relaciones de la geografía con los campos multidisciplinares de la planificación urbana y la gerontología ambiental. Al respecto, la geógrafa Judith E. Phillips reivindica una mayor implicación de los planificadores y diseñadores en la generación de entornos urbanos amigables con las personas de edad, a partir de incorporar un amplio enfoque holístico del entorno (físico-construido, natural, social), así como propiciar la participación de las personas mayores en la configuración de sus lugares cotidianos. A continuación, el arquitecto Keith Díaz-Moore se interesa por los avances en la gerontología ambiental, prestando especial atención a la importancia de la experiencia espacial de envejecer en el lugar, como espacio físico, social y simbólico.

La tercera parte, Escalas geográficas de investigación, se desarrolla entre los capítulos 8 y 14, posibilitando una aproximación a las diferentes escalas geográficas en el estudio de las cuestiones gerontológicas. A través de las aportaciones de doce autores (Phillips y Feng, Rishworth y Elliott, Buffel y Phillipson, Skinner y Winterton, Lovell, Martin- Matthews y Cloutier, y Herron), se favorece la comprensión del envejecimiento como un fenómeno global, con implicaciones internacionales, regionales y locales. Precisamente, las distintas contribuciones posibilitan un acercamiento al reto del envejecimiento de la población en los países en desarrollo, a las cuestiones relativas al envejecimiento en las comunidades rurales y urbanas, a las experiencias espaciales de envejecer en el lugar (vivienda y barrio), y a la escala micro del cuerpo. Al respecto, David R. Phillips y Zhixin Feng abordan el fenómeno global del envejecimiento, cuyas estimaciones mundiales suelen ocultar notables diferencias regionales y nacionales. De hecho, se prevé que en solo tres décadas en las regiones en desarrollo, como América Latina y Asia, uno de cada cuatro habitantes tendrá 60 y más años, lo que puede desbordar la limitada capacidad de respuesta de sus gobiernos, sociedades y familias. Por ello, es preciso no seguir demorando por más tiempo el abordaje de las cuestiones geográficas del envejecimiento, tanto a través del estudio de los efectos del cambio regional en este fenómeno y las nuevas demandas de salud, sociales y residenciales de este sector de población, como de las adaptaciones ambientales de una sociedad que envejece ante un escenario de cambio climático.

Los aspectos críticos de la gerontología geográfica, título de la cuarta parte, se centra en los principales conceptos geográficos, como lugar, espacio y paisaje. Entre los capítulos 15 y 18, Golant, Rowles, Cutchin y Hanlon realizan valiosas aportaciones en la materia a través del análisis de la importancia del apego al lugar en el proceso de envejecimiento, así como las implicaciones de las adaptaciones residenciales en la atención de la dependencia. Aquí, el geógrafo Stephen Golant argumenta que los adultos mayores son reacios a mudarse y prefieren envejecer en sus hogares; sin embargo, suelen tener poca experiencia en relación con los retos de envejecer y no están familiarizados con las opciones de adaptación ambiental. Al respecto, en la vejez las decisiones residenciales (adaptación del entorno o mudanza) están condicionadas por las capacidades personales (salud funcional y cognitiva, optimismo, recursos económicos, ayuda asistencial), las posibilidades de adaptación de los entornos físicos (vivienda, barrio), y la información disponible sobre alternativas residenciales. Precisamente, este autor argumenta que las estrategias de afrontamiento residencial están condicionadas por las experiencias de dominio ambiental (competencia para realizar actividades de la vida diaria) y de confort residencial; no obstante, algunas estrategias son discutibles, como la negación de los problemas del entorno y el ignorar las medidas viables de adaptación. Seguidamente, en los capítulos 19 al 21, Gatrell, Walsh, y G. M. Joseph y A. E. Joseph analizan los dominios de inclusión y exclusión que afectan a las personas mayores, como las influencias del ambiente en su movilidad y accesibilidad, y los efectos de las transformaciones del entorno (gentrificación urbana) sobre la población envejecida, así como sus implicaciones en el germen de los espacios de resistencia habitados y defendidos por personas mayores. A continuación, los capítulos 22 y 23, encabezados por Kearns y Coleman, y Winterton, exploran la influencia terapéutica de los paisajes naturales en la salud y calidad de vida de las personas mayores, destacando la importancia cuantitativa y cualitativa de los entornos y elementos naturales (parques, áreas verdes, jardines) en la promoción del envejecimiento activo y saludable.

Finalmente, en Discusión, la quinta y última parte del libro, la prestigiosa geógrafa Sheila Peace, seguida de los editores del libro, Cutchin, Skinner y Andrews, reflexionan sobre los avances, las perspectivas y los desafíos a los que se enfrenta el campo interdisciplinario de la gerontología geográfica. Esta constituye un área de oportunidad para los especialistas en estudios urbanos y regionales que no debe ser subestimada y que debe implicar un profundo ejercicio de autocrítica, pero también de reafirmación de la importancia de las cuestiones geográficas en el estudio del envejecimiento. A modo de conclusión, se subrayan los aspectos teóricos y metodológicos más destacados y abordados a lo largo de la obra.

En síntesis, el libro proporciona una valiosa perspectiva interdisciplinar de la gerontología geográfica, realizada desde una visión anglosajona. Sin embargo, la ausencia de teorías y visiones desarrolladas en otras latitudes geográficas redunda en una revisión algo imcompleta del estado del arte. Con todo, el libro resulta de gran interés para los estudiosos del entorno del envejecimiento, en especial geógrafos, arquitectos y urbanistas, y alienta el impulso de nuevas líneas de investigación que serán claves en la comprensión del fenómeno global.

Tras su lectura se aviva el debate sobre el papel de algunas disciplinas, como geografía, arquitectura y urbanismo, en el estudio del envejecimiento. De hecho, las críticas se ciernen sobre la falta de consenso respecto del futuro de la geografía dentro del campo multidisciplinar de la gerontología, ya sea por sus contribuciones en el desarrollo de la gerontología ambiental, o bien de la gerontología geográfica. Más allá de alimentar posibles discusiones terminológicas, en cierta medida estériles, existe la necesidad de reivindicar la importancia de las cuestiones geográficas en la gerontología. Justamente este campo multidisciplinar reclama una mejor formación gerontológica de los profesionales cuyas acciones inciden en el ámbito del envejecimiento o en la vida de los adultos mayores, como médicos, psicólogos, geógrafos, arquitectos, urbanistas y diseñadores. Tal formación debiera ir acompañada tanto de un mayor esfuerzo teórico y metodológico en la materia, como de la identificación de nuevos ámbitos de estudio y el fomento de la cultura interdisciplinar, colaborativa y de intercambio a partir del trabajo en equipo.

Obras del calado de la reseñada resultan de enorme interés para suscitar el necesario debate interno de académicos y profesionales de las ciencias sociales y humanidades ante los desafíos del envejecimiento en la región. En los próximos años, las investigaciones pueden contribuir a poner de relieve la importancia cada vez mayor de las cuestiones geográficas del envejecimiento de la población y sus implicaciones en gerontología. Sin duda, esta nueva realidad demográfica abre un enorme campo laboral a los especialistas en estudios urbanos y regionales, a la vez que su saber puede ser decisivo en el diseño de entornos amigables y el desarrollo de políticas y programas de envejecimiento activo y saludable en el lugar, las cuales serán claves para afrontar con ciertas garantías los desafíos gerontológicos que nos aguardan en este siglo xxi.

Diego Sánchez-González – Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España. E-mail: [email protected].

Fronteras urbanas: los mundos sociales de la torres de Buenos Aires – ELGUEZABAL; ZAPPA (EURE)

ELGUEZABAL, Eleonora; ZAPPA G. Fronteras urbanas: los mundos sociales de la torres de Buenos Aires. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Café de las Ciudades (col. Sociología), 2018. 298 pp. Resenha de: NOVICK, Alicia. Fronteras urbanas: los mundos sociales de la torres de Buenos Aires. EURE (Santiago) v.45 n.136 Santiago set. 2019.

El título del libro, Fronteras urbanas, es provocativo, pues podría suponerse que se trata de un libro más de la amplia serie de trabajos sobre segregación y fragmentación urbana y social. Estas investigaciones ponen en general el foco en las urbanizaciones cerradas que reconfiguran la expansión metropolitana o en los edificios enclave que reorganizan el espacio de la ciudad consolidada, a los cuales examinan críticamente en tanto contracara de la integración e interacción social propias de las ciudades. En general, las fronteras materiales y los dispositivos tales como rejas, garitas, cámaras y otros mecanismos de vigilancia de esas gated communities son visualizados como dispositivos de autosegregación, condensadores de una creciente diferenciación entre ricos y pobres. Este texto retoma esas consideraciones –muchas de ellas ya casi lugares comunes– para iluminar matices e intersticios, cambiando la escala y los procedimientos de observación, haciendo visible lo invisible y proponiendo interpretaciones que obligan a desandar el camino de lo ya conocido.

El libro de Eleonora Elguezabal, traducción de una primera versión en francés (Elguezabal, 2015), que fue a su vez reformulación de una tesis de doctorado defendida y premiada en l’École des Hautes Études en Sciences Sociales en 2011, sostiene que las fronteras urbana, vistas desde los “mundos sociales” presentes en las torres de Buenos Aires, no son rígidas. La investigación muestra que se trata de delimitaciones móviles, inestables –tal como se desarrolla en la primera parte del libro, titulada “Labilidades”– y susceptibles de ser atravesadas, tal como se desarrolla en la segunda y última parte del mismo, titulada “Porosidades”. El terreno del estudio está constituido por las torres, “palabra que se usa de manera corriente para nombrar edificios residenciales de categoría cuya construcción conoció un auge muy marcado en Buenos Aires desde los años noventa”, tomando en cuenta los múltiples actores que participan de su producción. Conceptualmente, en un contexto de amplias referencias teóricas, la investigación se funda en los “mundos sociales” de Howard Becker (19822006) y en las linked ecologies de Andrew Abbot (2005), procesados mediante los procedimientos de una “microsociología de inspiración etnográfica” y el recorrido de una sociología reflexiva, precisada como tal en el prefacio –una maravillosa reseña del trabajo– por Christian Topalov, su director de tesis.

¿Qué son las torres? La argumentación no se apoya en las tipologías arquitectónicas –edificios exentos, en altura, o de otra morfología edilicia precisa– sino en la pluralidad de voces presentes en la constitución de su objeto de estudio, tales como la publicidad de los agentes inmobiliarios, los discursos de los movimientos sociales barriales que protestan en contra de los edificios en altura, de los habitantes, así como las designaciones populares y académicas, que en sus superposiciones, diálogos y pugnas revelan lo que está en juego. El procedimiento es tributario, indudablemente, del trabajo sobre las palabras desarrollado por los programas de estudio liderados por Christian Topalov (2010). Sobre esas huellas, más que un “estado de la cuestión” que da cuenta de la bibliografía sobre la problemática, se trata de una historia de la palabra torre, en sus usos situados, que la autora utiliza para dar cuenta del conflictivo terreno de estudio que está construyendo y de su inestabilidad. Es particularmente interesante seguir la lectura minuciosa de las acepciones eruditas: “torres amuralladas”, “torres jardín”, “torres country” –versión urbana de los countries de la suburbanización de Buenos Aire– en sus diversas explicaciones e interpretaciones. Elguezabal logra restituir esta amplia gama de textos dentro de una doble conversación: la que se establece con la comunidad académica internacional en torno de la fragmentación urbana, y la que remite a las posiciones críticas que se gestan en la coyuntura política argentina de fines del siglo xx e inicios del siglo xxi, mostrando además que, después de esa fecha, las torres fueron desapareciendo de las investigaciones locales. En esa operación, logra dar cuenta de las condiciones de producción del discurso experto, mostrando que los investigadores estigmatizan el fenómeno que intentan interpretar al ponderar las formas de esos enclaves desde factores globales, o tomando al pie de la letra las estrategias de diferenciación de los habitantes y promotores inmobiliarios, soslayando de ese modo las grietas e inconsistencias que se visualizan al contemplar las variadas escalas.

Al considerar la heterogeneidad de trayectorias habitacionales y las estrategias de distinción de quienes las habitan, la inestabilidad del objeto torre se hace extensiva a las afirmaciones acerca de la existencia de enclaves de ricos y de procesos de autosegregación. Las diferencias que resultan de las localizaciones urbanas, pero sobre todo los conflictos que se dirimen dentro de los edificios, pues “proximidad espacial no es proximidad social”, dan cuentan de que no siempre viven allí “los que ganan”. ¿Qué forma toman las desigualdades sociales observadas desde el interior de esos espacios cerrados?, se pregunta la autora. Para responder a ese interrogante revisa las identidades, prácticas e interacciones de quienes se ocupan del “trabajo de enclave”. Además de promotores, arquitectos, cientistas sociales y habitantes, la autora examina el rol de los administradores –inscritos en un registro público que controla la actividad–, pero también de quienes participan de la gestión, el mantenimiento, la seguridad y la limpieza y, por ende, de la producción material y simbólica de los inmuebles. Dicho de otro modo, las torres son visualizadas como espacios de trabajo. Desde esa perspectiva, como se recuerda en el libro, la calificación simbólica de un espacio –en este caso, de un inmueble residencial– no resulta directamente del proyecto de sus promotores o sus arquitectos. El juego de clasificaciones que comienza con la promoción inmobiliaria, la comercialización y la ocupación de los habitantes, se continúa en la puesta en funcionamiento de los inmuebles, en los cuales se cristalizan las disposiciones de los habitantes respecto a sus viviendas y a su posición de clase vis-à-vis las de los empleados, que, a su vez, intervienen y contribuyen con su trabajo a hacer realidad o a poner en cuestión las pretensiones de los copropietarios.

Es precisamente en ese análisis donde se visualiza la productividad empírica de los “mundos sociales” de Becker, que subrayan la importancia de considerar a todos aquellos que participan en una actividad. “La naturaleza de esas relaciones entre la gente no está dada, no es algo que pueda establecerse a priori o resulte de una definición. Se trata de algo que resulta de observarlos en acción, mirando qué es lo que ellos hacen”. Como precisa Becker, en ese análisis es posible ver “qué es lo que hacen”, “si están en conflicto”, “si trabajan en conjunto y están a la vez en conflicto”. (Becker & Pessin, 2006). En la investigación de Elguezabal, ese procedimiento de observar “en acción” requirió de un fino trabajo etnográfico en el terreno, de la realización de más de 120 entrevistas, con resultados triangulados con otros materiales, tal como se consigna en el Anexo del libro. La diferenciación de “los intendentes” del resto de los empleados, los alcances de vigilancia –que se presenta como un signo de “prestigio” y de “estatus” de estos edificios, pero opera más en el control interno que en la seguridad exterior–, las “changas” –que establecen redes de relaciones entre el personal y los habitantes– iluminan una fina y controvertida red de relaciones entre los habitantes y el personal, en sus diferentes estatutos y jerarquías. Como se afirma, lo que está en juego no es tanto diferenciar el afuera y el adentro –mediante porteros y televisores, rejas u otros dispositivos–, pues prevalecen estrategias que apuntan a reforzar las fronteras internas que separan a los propietarios entre sí, iluminando así los conflictos y desajustes en los procesos de segregación. Generalmente los enclaves no son, como dice la autora, de exclusión, sino de disimulación. Una revisión de la sociología clásica de las profesiones, desde las miradas renovadas de Abbot (2005), le permite tejer esa espesa tela donde se juegan los roles de los trabajadores sindicalizados, los tercerizados, los precarios, considerando los procesos y las relaciones internas y externas que dan lugar a una reclasificación permanente.

Más que certezas, el itinerario que nos propone Elguezabal pone el énfasis en las incertidumbres, revisitando las grandes categorías e ideas establecidas, mostrando las grietas en esas fronteras urbanas mediante una reflexividad que, como señala Topalov en el prefacio, es resultado de un camino de investigación que, a partir de la “observación de las pequeñas cosas”, es capaz de poner de manifiesto la fragilidad de los conceptos más firmes. Se trata de un sendero que no parte de problemáticas, objetos de estudio o procedimientos establecidos a priori, sino que se va construyendo a lo largo de un itinerario “sin mapa, pero con brújula”. Esa fascinante práctica de investigación de la autora entra en consonancia con la operación de traducción que efectúa entre muy diversas disciplinas: entre los aportes de la etnografía, la sociología del trabajo y la teoría de la organización, la sociología urbana, la arquitectura y el urbanismo. Reflejo de lo anterior, los cinco jurados de su tesis de doctorado fueron un antropólogo, un etnógrafo, un sociólogo, un economista y un arquitecto. Todos ellos coincidieron en elogiar las competencias de Elguezabal para dar cuenta de las problemáticas que se planteó resolver, respetando las matrices de las diferentes disciplinas. Por detrás de esa capacidad de articulación se perfila el itinerario de una autora argentina con estudios en Francia y pasantías de investigación en Londres y Chicago, que desarrolló así una gran capacidad para desempeñarse con solvencia entre países, idiomas y culturas académicas.

Es indudable el aporte conceptual, metodológico y empírico de su investigación. Tal vez, desde la dimensión territorial, en la acepción de territorio de la geografía humana y desde los estudios urbanos hubiera sido interesante sumar reflexiones sobre la espacialidad y la historicidad de los objetos estudiados, tomando en cuenta lógicas de localización, la materialidad de los dispositivos y sus diferencias con los edificios tradicionales, sobre todo en una ciudad sedimentada como Buenos Aires. Sin embargo, esta observación acerca de la consideración de los espacios y los tiempos no remite a carencias del trabajo realizado; más bien, apunta a identificar algunas de las muchas pistas que se abren para ser desarrolladas en futuras investigaciones.

El texto es excelente. Se trata de un libro que es producto de una investigación relevante y original, que desafía muchos de los presupuestos de la literatura académica. Más ampliamente, el trabajo interpela un modo de hacer investigación que nos recuerda que, para dar cuenta de la complejidad, es necesario revisar lo grande y lo pequeño, lo singular y la norma; y recurrir a la articulación de actores, escalas y perspectivas de análisis para hacer visible lo invisible y, sobre todo, para poder decir, como en este libro, algo que aún no había sido dicho.

Referências

Abbot, A. (2005). Linked ecologies: States and universities as environments for professions. Sociological Theory, 23(3), 245-274. https://doi.org/10.1111/j.0735-2751.2005.00253.x [ Links ]

Becker, H. (1982). Arts Worlds. Berkeley, ca: University of California Press. [ Links ]

Becker, H. & Pessin, A. (2006). Howard S. Becker et Alain Pessin : Dialogue sur les notions de monde et de champ. Sociologie de l’Art, 2006/1 (OPuS 8), 163-180. https://www.cairn.info/revue-sociologie-de-l-art-2006-1-page-163.htm [ Links ]

Elguezabal, E. (2011). La production des frontières urbaines. Les mondes sociaux des “copropriétés fermées” à Buenos Aires. Tesis doctoral. École des Hautes Études en Sciences Sociales (ehess) París. [ Links ]

Elguezabal, E. (2015). Frontières urbaines. Les mondes sociaux des copropriétés fermées. Rennes: Presses Universitaires de Rennes, coll. Géographie sociale. [ Links ]

Topalov, Ch., Coudroy de Lille, L., Depaule, J-C. & Marin, B. (2010). L’Aventure des mots de la ville: A travers le temps, les langues les sociétés. París: Robert Laffont. [ Links ]

Alicia Novick – Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, Argentina. E-mail:[email protected].

Neil Brenner. Teoría urbana crítica y políticas de escala- BUITRAGO (EURE)

BUITRAGO, Álvaro Sevilla. Neil Brenner. Teoría urbana crítica y políticas de escala. Barcelona: Icaria. Col. Espacios Críticos. v. 9, 2017. 296 pp. Resenha de: LETELIER, Luis-Francisco. Neil Brenner. Teoría urbana crítica y políticas de escala. EURE (Santiago) v.45 n.136 Santiago set. 2019.

Se suele reconocer y compilar el trabajo académico de una persona cuando su carrera o está bien avanzada o ha terminado. El primer mérito de este libro es ir contra esta corriente. Neil Brenner es un intelectual nacido en 1969, está en plena actividad y su pensamiento sigue en continuo despliegue y cambio. Es, por tanto, la revisión de una obra que está en transformación. El segundo aspecto que destaca en este trabajo es la simbiosis entre biografía y obra. Como lo hacen todos los libros de la colección “Espacios críticos” de la editorial Icaria, aquí también se sitúa al pensador en su contexto y se revelan relaciones, acontecimientos y giros metodológicos que permitieron y estimularon los viajes y virajes del pensamiento y de la obra. Un tercer aspecto destacable es que el libro no es una mera antología. Está construido en diálogo entre editor y ‘personaje’. El mismo Brenner contribuye con textos inéditos y narra episodios de su vida personal y académica a través de una extensa entrevista; al mismo tiempo, Álvaro Sevilla Buitrago (el editor) propone lecturas del trabajo de Brenner a partir de su participación en grupos de investigación dirigidos por él. Estos tres aspectos –reconocer a un intelectual en plena producción, poner al autor en contexto, e ir más allá la idea de antología– contribuyen a dar coherencia y marco al foco principal del texto: la trayectoria del pensamiento del autor acerca de la cuestión urbana.

El libro dibuja la trayectoria del pensamiento de Brenner en dos momentos. El primero, y más extenso, es la preocupación por las formas escalares de los procesos de acumulación capitalista, y el rol del Estado, en tanto que institucionalización de proyectos y estrategias, en la producción de esas escalaridades. El segundo momento se inicia problematizando dos nociones básicas del primer momento: la escala y la ciudad. A la primera se le quita su lugar como único principio organizador de la espacialidad. A la segunda se le desconoce su capacidad para describir lo urbano en un contexto de cambios espaciales acelerados. A partir de esta problematización se inicia la exploración de las formas y procesos de la urbanización planetaria, segundo momento del pensamiento de Brenner.

Respecto a las espacialidades estatales, una piedra angular es la crítica que hace Brenner a la visión dominante de la disolución del poder de los Estados nacionales, a la cual contrapone la idea de reestructuraciones de la espacialidad estatal. La hipótesis central de esta etapa es que “la fase actual de reestructuración global ha reconfigurado radicalmente la organización escalar de los procesos de territorialización bajo el capitalismo, relativizando la primacía de la escala nacional y, simultáneamente, reforzando el rol de las escalas supranacionales y subnacionales en esos procesos” (Brenner, 2004, p. 44).

En este contexto, la globalización es vista como una fase que busca un nuevo arreglo espacial y escalar que estabilice un marco institucional y geográfico para asegurar la acumulación del capital. El espacio fordistakeynesiano, integrado en la escala nacional y sostenido en políticas redistributivas y de cohesión social, se derrumba en la segunda mitad de los años 1960, producto de una disminución de la tasa de acumulación, y ve surgir el nuevo arreglo globalneoliberal, en el que las espacialidades estatales se conforman a partir de procesos de descentralización y disgregación de la gobernanza en diversas escalas, y unas políticas que apuntan ya no a la cohesión, sino a la competitividad territorial.

No se trata, entonces, de la disolución de la estatalidad, sino de su reestructuración en nuevas escalas y formas de gobernanza, las cuales –según Brenner– no pueden estudiarse en abstracto, sino atendiendo a: i) los marcos regulatorios y los acuerdos políticos que prevalecieron durante el periodo fordistakeynesiano; ii) los patrones históricos de formación de crisis, de desarrollo desigual y de protesta sociopolítica; iii) la interacción de las iniciativas neoliberales con los marcos regulatorios, patrones de desarrollo territorial y alianzas sociopolíticas de la etapa anterior; y iv) la evolución de las agendas políticas neoliberales en su interacción conflictiva con condiciones económico-políticas, disposiciones regulatorias y geometrías de poder contextualmente específicas.

En la construcción de estos nuevos arreglos institucionales, las ciudades se consolidan como nuevos escenarios-escalas que permiten conformar una geografía ‘glocalizada’ de los procesos de acumulación de capital. En este contexto, las ciudades actúan como incubadoras para las principales estrategias políticas e ideológicas que permiten la continuidad del dominio neoliberal (Smith, 2002). El empresarialismo urbano y las ciudades empresarializadas serán la forma clave para la producción de nuevas geografías glocalizadas del poder estatal nacional y de una nueva espacialidad de acumulación.

Junto con poner énfasis en los procesos de espacialidad estatal que acompañan la implantación del neoliberalismo, Brenner destaca que esta espacialidad es un terreno político institucional en disputa. Sobre él actúan diversas fuerzas sociales que tratan de incidir en las geografías de la actividad estatal. En este contexto se insiste en que la escala no es una realidad objetiva, sino un medio de lucha política por el control del espacio y del proceso de acumulación.

La transición al segundo momento se inicia con dos capítulos: “Mil hojas” y “¿Qué es la teoría urbana crítica?”. El primero retoma la idea lefebvriana del espacio social polimórfico. El espacio no puede entenderse con referencia a un único principio o patrón omnicomprensivo. En su lugar pueden distinguirse diversas dimensiones imbricadas, aunque analíticamente distintas: el lugar, donde tienen un papel central los actores, las identidades y las resistencias; el territorio, espacio en el que se toma control y se establecen límites; las redes, ámbito de interacciones transversales entre localización y unidades organizadas y geográficamente dispersas. Lo anterior implica que más que hablar de una economía política de la escala, hay que hablar de las ‘economías políticas escaladas’; y que, para comprenderlas, es necesario observar el modo en que actúan conjuntamente todos los principios de organización antes mencionados. En “¿Qué es la teoría urbana crítica?”, Brenner, para quien la teoría crítica debe estar siempre observando el horizonte de lo posible para identificar alternativas emancipadoras, se pregunta cómo influyen los cambios actuales en los horizontes de la emancipación. Su respuesta es que las nuevas dinámicas espaciales vinculadas a una urbanización planetaria cambian el modo en que debemos estudiar lo urbano. La urbanización ya no se refiere solo a la expansión de las grandes ciudades: estamos asistiendo a la intensificación y extensión del proceso de urbanización a todas las escalas espaciales y en toda la superficie del espacio planetario (Lefebvre, 2003 [1970]; Schmid, 2005). En este contexto, la teoría urbana crítica debe tener un lugar central en la teoría crítica general: se requiere una reorientación urbanística de la teoría crítica.

Se introducen así dos ideas que abren un nuevo ciclo de pensamiento. Primero, la configuración de las espacialidades del capitalismo y de las estatalidades no se juega solo en torno a las escalas; operan también otros principios que es necesario considerar: el lugar, el territorio y, sobre todo, la red. Esto obliga a entender el espacio urbano no como una jerarquía de escalas, sino como un entramado complejo y polimórfico. Segundo, la idea de la urbanización planetaria. Esta nueva realidad implica la necesidad de producir cambios epistémicos y teóricos profundos en la manera en que nos aproximamos y describimos lo urbano. Se entra de lleno al segundo momento con “La era de la urbanización planetaria”. En este artículo, Brenner critica la epistemología de los estudios urbanos que conciben como objeto único la ciudad, distinto de lo suburbano o lo rural. Propone reemplazar este modelo dicotómico por conceptualizaciones multiescalares, territorialmente diferenciales, morfológicamente variadas y rigurosamente procesuales, donde no cabría la división urbanorural, sino más bien distintas expresiones de lo urbano. La ciudad sería el objeto, y lo urbano la condición que realmente habría que estudiar. En un segundo artículo, “Nuevos horizontes: hacia la investigación de la urbanización planetaria”, Álvaro Sevilla Buitrago, a partir de su participación en el Urban Theory Lab (utl), profundiza en el trabajo que realizan Brenner y sus colaboradores en orden a explorar las transformaciones conceptuales de la teoría urbana contemporánea y poner en tensión la hipótesis de la urbanización planetaria, al extremo de buscar evidencias de procesos de urbanización en lugares como el Amazonas, el Océano Pacífico o la atmósfera.

Pese a insistir en su carácter total, Sevilla Buitrago, siguiendo trabajos recientes de Brenner, hace hincapié en que la urbanización planetaria no es uniforme; por el contrario, señala, “la urbanización planetaria conserva los rasgos fundamentales de territorialización capitalista en el sentido de promover patrones de desarrollo espacial desigual que acentúa los contrastes entre los diversos enclaves y modos de urbanización” (p. 276).

En orden a dar cuenta de la nueva realidad urbana planetaria y heterogénea, Brenner y sus colaboradores proponen un nuevo repertorio de conceptos. Se proponen tres categorías para tipificar los procesos de urbanización, los que corresponden a momentos dialécticamente conectados: i) urbanización concentrada, el momento que entendemos como ciudades o áreas metropolitanas; ii) urbanización extendida, territorios funcionales a los procesos de aglomeración, que por más lejanos que se encuentren están siempre vinculados al desarrollo de las actividades diarias de las aglomeraciones; y iii) urbanización diferencial, en tanto momento de destrucción y creación de nuevas formas de urbanización a partir de urbanizaciones concentradas o extendidas. Para Sevilla Buitrago, sin embargo, la urbanización diferencial se entiende mejor como totalidad que agrupa los momentos anteriores antes que como un tercer momento en iguales términos.

Junto a estas categorías y en una nueva reelaboración de Lefebvre, Brenner y Schmid distinguen tres dimensiones de urbanización: prácticas espaciales, regulación territorial y vida cotidiana, equivalentes a las nociones lefebvrianas de prácticas espaciales, representaciones del espacio y espacios de representación, y destacan la necesidad de explorar las conexiones entre los distintos momentos y dimensiones de urbanización en una perspectiva histórica (Brenner & Schmid, 2015).

Este segundo momento del pensamiento de Brenner se caracteriza por un trabajo investigativo más colectivo y flexible, organizado en núcleos de investigación en distintos países que conforman una red transdiciplinaria en la que se cruzan las perspectivas de la geografía crítica y los estudios urbanos, la economía política, las ciencias ambientales y el diseño. Este empeño se caracteriza, además, por la producción de visualizaciones de los procesos de urbanización descritos, en un esfuerzo de síntesis cuasi diagramático.

Neil Brenner. Teoría urbana crítica y políticas de escala es un libro polifacético y dinámico, pero a la vez exhaustivo y completo. Permite una visión panorámica del pensamiento de uno de los teóricos urbanos más reconocidos de nuestro tiempo, pero, al mismo tiempo, ayuda a generar un cuadro de la discusión urbana actual relevando cuestiones centrales, tales como la relación entre neoliberalismo y estatalidad; proceso de acumulación y espacialidades; la articulación entre lo global y lo local en el marco del capitalismo actual; y la distinción, –crucial según mi punto de vista– de la idea de ciudad como objeto, y de lo urbano como condición.

Referências

Brenner, N. (2001). Entrepreneurial cites, ‘glocalizing’ states and the new politics of scale: Rethinking the political geographies of urban governance in Western Europe. Working Paper 76a/76b. Cambridge, ma: Center for European Studies, Harvard University. [ Links ]

Brenner, N. (2004). New State Spaces: Urban governance and rescaling of statehood. Nueva York: Oxford University Press. [ Links ]

Brenner, N. & Schmid, C. (2015). Towards a new epistemology of the urban? City, 19(2-3), 151-182. http://dx.doi.org/10.1080/13604813.2015.1014712 [ Links ]

Lefebvre, H. (2003 [1970]). The urban revolution. Minneapolis: University of Minnesota Press [trad. cast.: La revolución urbana, Madrid: Alianza Editorial, 1972]. [ Links ]

Schmid, C. (2005). Theory. En R. Diener, J. Herzog, M. Meili, P. de Meuron & C. Schmid, Switzerland: An urban portrait (pp. 163-224). Basel: Birkhäuser Verlag. [ Links ]

Sevilla A. (2017). Nuevos horizontes: hacia una investigación de la urbanización planetaria. En Á. Sevilla (ed.), Neil Brenner. Teoría urbana crítica y políticas de escala. Barcelona: Icaria (col. Espacios Críticos, 9). [ Links ]

Smith, N. (2002). New globalism, new urbanism: Gentrification as a global urban strategy. Antipode, 34(3), 427-450. https://doi.org/10.1111/1467-8330.00249 [ Links ]

 

Luis-Francisco Letelier – Universidad Católica Del Maule, Talca, Chile. E -mail: [email protected].

 

 

 

Merecer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano – OZLAK (EURE)

OZLAK, Oscar. Merecer la ciudad. Los pobres y el derecho al espacio urbano. Buenos Aires: Eduntraf, Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2017. 391 pp. Resenha de DELGADILLO, Victor. La ciudad no espara culaquiera. EURE (Santiago) v.45 n.135 Santiago  2019.

Veinte y seis años después de su primera edición (1991), reaparece Merecer la ciudad, un libro que debería formar parte del currículo y de la biblioteca básica de las licenciaturas y posgrados en estudios urbanos en América Latina. Era una obra prácticamente inconseguible, que en partes circulaba de manera clandestina en pdf y en fotocopias. En ella, como reconoce el propio autor en esta nueva edición, el tiempo transcurrido desde su publicación no ha hecho mella. El origen de la investigación académica que le sirve de sustento, concluida en 1981, fue el deseo de consignar y dejar un testimonio doloroso, pero muy lúcido y rigurosamente académico, del impacto de las políticas públicas impulsadas por la última dictadura militar en Argentina (1976-1983), particularmente sobre la redistribución espacial de los sectores populares en Buenos Aires. Momentos aciagos en que los derechos ciudadanos fueron confiscados y las instituciones democráticas se vieron arrasadas.

En el prólogo a esta segunda edición, Ozlak explica por qué rehusó reeditar su obra las varias veces en que se lo propusieron: no solo quería actualizarla (con fuentes que en su momento no estaban disponibles o eran inaccesibles), sino que deseaba investigar la evolución de los casos estudiados con el retorno de la democracia, indagar si se resolvieron, reaparecieron o agravaron los problemas investigados. El resultado de esta actualización son dos libros, este que reseñamos, en el cual se actualizan datos que le ayudan al autor a mesurar o reforzar sus observaciones; y otro de próxima aparición, con los desenlaces y dilemas de los casos tratados desde el retorno de la democracia en 1983.

Merecer la ciudad analiza cuatro temas: el descongelamiento de alquileres y un nuevo código de edificación que generó un incremento de los precios del suelo y restringió el mercado de vivienda a los sectores de altos ingresos; la erradicación de los asentamientos informales precarios (villas de emergencia) y la expulsión forzada de los villeros; la construcción de autopistas de peaje con expropiación de inmuebles; y la relocalización de las industrias.

Quienes citan con interés y gusto a David Harvey, Neil Smith o Neil Brenner (republicados por las editoriales locales y transnacionales y por diversos medios electrónicos) se sorprenderán al encontrar que en este libro, escrito en 1981 y publicado por primera vez en 1991, Ozlak ya hablaba de una política urbana “revanchista”, del “blanqueamiento” de la ciudad, del desplazamiento (in)indirecto y con uso de la fuerza de miles de pobres (nacionales y extranjeros) considerados indignos de residir en Buenos Aires, para destinar esos espacios reconquistados a consumidores “dignos” de la ciudad; es decir, población de mayores ingresos (lo que ahora se llama gentrificación). Además, en este bellísimo libro, Ozlak describe de manera muy simple y clara eso que ahora llamamos “el derecho a la ciudad”.

El derecho al espacio urbano

Para Ozlak, el derecho al espacio urbano consiste en la capacidad de la gente para fijar un lugar donde residir o donde realizar una actividad económica dentro del espacio urbano (derecho de uso), así como participar en la decisión sobre el presente y el futuro de ese espacio, y su derecho a hacerlo. Tal derecho nada tiene que ver con ser propietario o no de ese lugar; también incluye a grupos de población que ocupan el espacio de manera informal, pero se encuentran tolerados o amparados por el Estado.

El espacio urbano es diverso en su accesibilidad y en la calidad de los diferentes servicios urbanos y equipamientos colectivos que alberga, así como en sus condiciones de transporte, fuentes de empleo, opciones de educación y salud. Tales características influyen en la ubicación de la vivienda y las actividades económicas. Para Ozlak, el derecho al espacio urbano es el derecho al uso y goce de las diversas oportunidades económicas y sociales, y bienes desigualmente ubicados, que están asociados al lugar de residencia o a aquel donde se efectúan las actividades económicas. Perder tal derecho implica el desarraigo físico, la desaparición de oportunidades y el deterioro en las condiciones de la vida material de la gente.

Una ciudad para quien la merece

Tal vez la política urbana más brutal de la dictadura militar (1976-1983), de las analizadas por Ozlak, es el desmantela- miento de los asentamientos precarios de los pobres y la erradicación de miles de personas de bajos ingresos. Los casi ocho años de gobierno militar implicaron una profunda reconstitución de la estructura social y urbana de Buenos Aires capital federal, y la “restauración” de un orden imaginado por los militares y las elites socioeconómicas en el poder. Ozlak cita textualmente (p. 109) el discurso de la autoridad militar local, según el cual “Vivir en Buenos Aires no es para cualquiera, sino para el que lo merezca”. La justificación era doble: por un lado, el objetivo de preservar la salud y la belleza de la ciudad; y por otro, los estigmas sobre la población que vivía en las villas y que “no requería” la asistencia del Estado: delincuentes, mafiosos y extranjeros que poseían autos, comercios, terrenos y casas; gente que no pagaba impuestos por servicios urbanos y que vivía sin moral alguna.

Para Ozlak, la villa miseria o de emergencia constituye, en la mayoría de los casos, una “estación de paso” en la carrera por la vivienda para los migrantes del campo, que buscan en la ciudad una oportunidad de ascenso social y económico. Sin embargo, para algunos otros también es la “última estación”, donde han caído los que perdieron toda esperanza de integrarse al medio urbano. En Buenos Aires esta forma de asentamiento prosperó a partir de 1940 y en el transcurso del tiempo tuvo diferentes respuestas por parte de los gobiernos locales: tolerancia, asistencialismo, diálogo, mejoramiento, reubicación en otras alternativas habitacionales, erradicación puntual. El golpe militar de 1966 lanzó (sin éxito) un plan de erradicación de las villas de emergencia de la Capital (20.000 familias) y de la zona metropolitana o Gran Buenos Aires (70.000 familias), por considerarlas una “aberración urbana”.

Con este antecedente, la última dictadura militar (1976-1983) emprendió la erradicación de las villas miseria, llegando a deportar en trenes especiales a sus países de origen a contingentes de bolivianos y paraguayos que allí residían (en el mejor estilo neonazi). Curiosamente, la erradicación fue implementada por la Comisión Municipal de Vivienda (un organismo que debería fomentar y no destruir las soluciones habitacionales). Los desalojos se realizaron en tres fases. Todos los pasos y procedimientos tenían las características de un operativo militar. En la primera etapa se realizaba un diagnóstico físico y social, y se entregaba a los residentes un Certificado de Asentamiento Precario. En la segunda fase se demolían de inmediato casas abandonadas y se impedía la construcción de nuevas; se exigía el pago por la reparación de instalaciones eléctricas; se introdujo en cada villa un Departamento de vigilancia interna que “motivaba” a la población a encontrar una solución habitacional (compra de terreno, vuelta a su país de origen). Para quienes, después de esas fases de amedrentamiento, no se habían ido, venía la fase de erradicación propiamente tal, que incluía “apoyo” para traslado a un terreno propio, retorno a su país y, en pocos casos, apoyos crediticios. En un comienzo la erradicación se concentró en la zona norte, cerca del estadio donde se celebró la Copa del Mundo de 1978, donde residen las clases medias y altas. Según Ozlak, en 1976 se estimaba que había 224.335 personas habitantes en villas de emergencia, pero para 1980 quedaban 40.533. Así, en cuatro años, poco más de 180.000 personas habían sido erradicadas.

Transformaciones en el mercado de vivienda urbana

En 1976, la Junta Militar sancionó, con una celeridad inusual, la ley 21342, que estableció el gradual descongelamiento de los alquileres de vivienda. Una medida pública originada en 1943 —como en otras ciudades latinoamericanas—, que en la segunda posguerra mundial procuraba redistribuir los ingresos a favor del sector de inquilinos. Con el descongelamiento de alquileres, cerca de medio millón de personas (458.103) perdió definitivamente el privilegio que tuvo durante 36 años; de ellas, 186.571 (el 40,7%) se encontraban en la capital. En ese momento, la brecha entre los alquileres libres y los congelados se había ensanchado enormemente.

Para Ozlak, la hora de la “revancha” había llegado para una burguesía y un gobierno militar que argumentaban que apenas el 1,42% de la población en régimen de alquiler congelado era jubilada. Así, sostenían, el problema podría resolverse por la gente misma, pues tuvo décadas para ahorrar y conseguir una mejor vivienda. Según Ozlak, entre 1977 y 1978 se iniciaron 46.339 juicios de desalojo en escala metropolitana. Sin embargo, se lamenta el autor, a pesar de la dimensión de la tragedia no hubo un cataclismo social, ni se registraron disturbios o manifestaciones. En el contexto de la Copa del Mundo de 1978, la ciudad asistió insensible a un drama que no trascendió más allá del ámbito de las familias afectadas.

Una misión redentora

En todos los casos que analiza el autor, se trata de políticas públicas que plantean restricciones reales y potenciales a la radicación urbana de diferentes segmentos de clases populares, que siempre han constituido una amenaza latente para las elites y los grupos en el poder. Todas ellas produjeron, en mayor y menor medida, el desplazamiento de la población de menos ingresos desde el centro hacia la periferia de la metrópoli, donde debió encontrar una solución habitacional y de servicios en las crecientes zonas marginales. Las políticas de los militares tenían un tono “reparador” frente a situaciones que consideraban injustas, antiestéticas y abusivas. Así, se eliminaron los privilegios de las leyes de inquilinato y se restauraron las leyes del mercado de alquiler; se expulsó de la ciudad a los pobres; se construyeron las carreteras que “exigía” una ciudad moderna; y en general se pretendió generar condiciones de calidad de vida acorde a la “jerarquía” de Buenos Aires. Este nuevo orden urbano se basó en tres principios:

  • Restauración del libre mercado para maximizar el interés individual y, a través de él, el interés colectivo; (supuestamente) proveer —según la ley de la oferta y la demanda— las viviendas necesitadas por los desprotegidos a menores precios; y fomentar el esfuerzo propio de cada persona para acceder a una vivienda.
  • Establecimiento del carácter subsidiario del papel del Estado. Este, que era visto como un mal administrador e incapaz de resolver el déficit de vivienda, debía otorgar incentivos para el libre mercado que indujeran a maximizar el interés individual.
  • Desactivación de la acción colectiva, según el principio de que el individuo es el único legítimo defensor de sus intereses.

Los golpistas justificaban sus políticas: en el pasado se hablaba de erradicar las villas de emergencia y las leyes de alquileres se prorrogaban sin que nadie tuviera el valor de tomar una decisión definitiva. Así, la acción estatal, bajo la dictadura militar, se convirtió en una empresa redentora que merecía una gratitud eterna: el gobierno militar hizo lo que otros gobiernos querían, pero no se atrevieron a hacer.

Colofón

Este bellísimo y brutal libro tiene una profunda actualidad, pese a los 37 años de su primera versión mecanografiada y 27 años de su primera publicación. Diversas políticas urbanas en muchas ciudades latinoamericanas, indistintamente de la orientación política de los gobiernos en turno, continúan desplazando a los sectores populares a las periferias distantes, y embelleciendo y mejorando selectas áreas urbanas centrales a través de políticas de espacio público, ciclovías, “recuperación” del patrimonio, etcétera. Los códigos y las normas urbanas, como en la Buenos Aires retratada por Ozlak, favorecen la promoción de un mercado inmobiliario de vivienda, comercios y servicios cada vez más caros, dirigidos a clientes con capacidad adquisitiva. Todo ello termina por dejar en evidencia que el actual proyecto de las elites se basa en el principio de que la ciudad latinoamericana no es para cualquiera.

Víctor Delgadillo – Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Ciudad de México, México. E-mail: [email protected].

[Relatos de uma] ciudad trizada Santiago de Chile MÁRQUEZ (EURE)

MÁRQUEZ, Francisca. [Relatos de uma] ciudad trizada Santiago de Chile. Santiago: Ocho Libros, 2017. 255 pp. Resenha de IMILAN, Walter. [Relatos de uma]ciudad trizada Santiago de Chile. EURE (Santiago) v.45 n.134 Santiago ene. 2019.

[Relatos de una] ciudad trizada es un intento de conceptualizar los modos de habitar en Santiago de Chile que recoge más de dos décadas de investigación de su autora, Francisca Márquez, una voz reconocida de la antropología urbana en Chile. La obra es la síntesis de un programa de investigación que plantea una lectura para comprender cómo los habitantes de Santiago se relacionan con sus barrios y con la ciudad. El texto toma la forma de una memoria personal, que en ocasiones se acerca al estilo de un cuaderno de campo etnográfico, mientras que en otras asume el carácter de un análisis arquitectónico y urbanístico. Tales aproximaciones se combinan para dar forma a un ensayo sólido que discute diferentes aristas conceptuales de la vida urbana y de los procesos de construcción de identidad, junto con entregar antecedentes de más de una decena de barrios de Santiago, con énfasis en los proyectos urbanos que les dan vida y sus transformaciones producto de las formas de vida que los ocupan. No obstante, el objetivo del libro es más ambicioso que proveer un conjunto de análisis de cada caso abordado. Se propone construir, tal como su título indica, un “relato” de la ciudad de Santiago, reconociendo la multiplicidad que en ella se da, pero dando cuenta a la vez de su articulación en una suerte de “espíritu del lugar”, que contribuye a la construcción de un imaginario urbano. En efecto, el libro es una obra original en el contexto local, al integrar diferentes fuentes para la construcción de un relato que pone en el centro las percepciones y significaciones de los habitantes, pero, por sobre todo, sus afectos y emociones. Se puede decir que el propósito del libro es develar los afectos que vinculan a los habitantes entre sí y con la ciudad.

Los barrios de Santiago son el principal objeto de estudio de esta obra, que integra sus elementos físicos –a veces acompañados en su descripción por sugerentes croquis de Rodolfo Arriagada– y los discursos e historias que les dan existencia material, imbricados con descripciones que hablan de las formas en que sus habitantes se relacionan. En esta combinación, el libro se puede leer como uno de historia urbana, gracias a antecedentes novedosos en la concepción de determinados barrios; y a la vez como de antropología, en cuanto se vuelca a la pregunta respecto de cómo los habitantes se relacionan entre sí y con la materialidad y espacialidad de sus barrios.

La hipótesis que sostiene el relato de la ciudad se devela en las primeras páginas de la obra. La autora nos invita a mirar la ciudad de Santiago desde su propia experiencia: recoge en la introducción el descubrimiento, en su plena infancia, de la ciudad como espacio vivido y soñado el día mismo del bombardeo al Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973. De ese día, la autora comparte su observación de las columnas de humo que se levantan en el horizonte, imagen vicaria de una ciudad/sociedad que ha quebrado la posibilidad de construir un proyecto colectivo. Es el momento en que se triza la ciudad, se triza su comunidad. En el relato del libro, en los años posteriores al quiebre institucional, cada barrio y sus habitantes serán expresión y cuerpo de un creciente proceso de individuación cuyo correlato en la vida urbana se traduce en fragmentación, desolación, sumisión, temor, desarraigo, agobio, malestar, entre otras afectos y sentimientos de una ciudad que no logra restablecer un sentido colectivo. Esta es la base desde la cual la autora despliega una historia cultural de la ciudad de Santiago, propósito escasamente desarrollado hasta ahora para el caso de Santiago. Excepción a ello es La muralla enterrada (2001), ensayo del escritor Carlos Franz sobre la construcción literaria de Santiago, en cual –coincidentemente con Márquez– describe una ciudad segregada y fragmentada, compuesta por conjuntos de habitantes que temen el encuentro con el otro. La diferencia entre ambos es que Franz, basado en numerosas obras literarias que transcurren en Santiago, plantea la trizadura de la ciudad desde principios del siglo xx como ethos de la ciudad de Santiago, mientras que Márquez, si bien lo reconoce, se basa en una investigación empírica cualitativa para dar un mayor énfasis a los efectos de la dictadura militar.

El libro está organizado a partir de cinco partes: Imaginarios, Identidades, Fronteras, Distinción y Márgenes. En la primera se plantea la importancia de los imaginarios como estrategias para organizar al interior de la ciudad lo similar entre sí, la diferencia, la desigualdad y alteridad. Los imaginarios, siempre en disputa, en el caso de Santiago habrían demarcado a través de la historia procesos de segregación y exclusión, expresados por la clásica distinción de Vicuña Mackenna en el advenimiento de la ciudad moderna santiaguina entre ciudad letrada e iletrada, así como la ciudad vivida por los habitantes y la ideal trazada por los planificadores del siglo xx.

En la sección de Identidades se parte de la premisa según la cual la ciudad es un espacio de búsqueda permanente por reconstruir identidades, cuya base se ha visto cercenada por la experiencia del migrante rural en la urbe y que ha implicado una destrucción de la comunidad de origen. Esta distinción hace referencia a la tradición de sociedad versus comunidad trabajada tempranamente por la sociología urbana. En este contexto de desarraigo, la autora plantea que el barrio surge como el espacio central para la recomposición de las identidades colectivas, como oportunidad para reconfigurar las relaciones cara a cara y cotidianas que se han dejado atrás.

En la sección de Fronteras se aborda en específico la historia de La Chimba, como un barrio que ha acompañado buena parte de la historia urbana de Santiago en cuanto territorio “otro” que no se deja reducir a las categorías modernizadoras de la ciudad. La Chimba aparece como un espacio liminal, en transición, de acogida y expulsión, auto-gobernado y rebelde a las acciones racionalizadoras de la planificación urbana.

En la sección Distinción se recorre la historia de una decena de barrios, tales como Jardín del Este, Población San Gregorio, Torres de Tajamar, Villa Portales, entre otros, para dar cuenta de la forma en que cada uno de ellos expresó específicos proyectos político-urbanos. No obstante, más allá de la revisión histórica, es la experiencia actual de sus habitantes la que toma el centro de esta sección. En términos generales, se trata de experiencias que en la actualidad se encuentran lejos de los principios emancipatorios o de encuentro que original-mente los animaron.

En la sección Márgenes se abordan barrios de producción social del hábitat. Las historias de la población San Gregorio, del campamento El Resbalón y de Villa La Reina retratan el tesón colectivo por construir un hábitat digno, protagonizado por sus propios habitantes. El relato sobre estos espacios emblemáticos en la historia de las luchas por la vivienda de la segunda mitad del siglo xx va desde la organización colectiva al individualismo, desde el acompañamiento de diversas políticas públicas que vieron en estos esfuerzos un proceso ciudadano positivo para el país, al abandono y olvido actual.

Estas dos últimas secciones se desarrollan a través de breves y ágiles narraciones, las que permiten construir una compleja imagen de conjunto de la ciudad y dan vida a la parte más rica en términos empíricos y de análisis del libro. En ellas se propone leer lo metropolitano desde lo barrial (García Canclini, 2005). Siguiendo la estrategia predominante en la antropología urbana latinoamericana, Márquez aborda su desafío desde las microhistorias de los habitantes barriales, y de las relaciones que se construyen entre vecinos y las formas físicoespaciales –insertos en los discursos de la planificación ya sea formal o de producción social del hábitat– que dan vida a la arquitectura y urbanismo de los territorios de residencia. La base empírica de esta sección proviene de diferentes proyectos de investigación que la autora ha desarrollado en el transcurso de casi dos décadas.

El soporte teórico del libro remite a las corrientes de la antropología simbólica e interpretativa, así como de análisis de historia y teoría de la arquitectura y urbanismo. De estas fuentes, la ciudad es vista como un conjunto de discursos que se imbrican entre sí. Inspirado en la distinción trialéctica lefebvriana, el libro conjura discursos provenientes de los planificadores, de los habitantes y de sus disputas. Casi en todos los casos abordados en el libro, se trata de barrios construidos por un discurso moderno emancipatorio, con trazas reconocibles ya sea de los movimientos moderno de arquitectura, o de discursos políticorevolucionarios del siglo xx. Se trata de proyectos de ciudad que buscan, al menos en su formulación discursiva, la igualdad, la dignidad y la reivindicación. Por otra parte, se encuentran los habitantes cuyos relatos describen un repliegue desde la calle –de lo público y de la vecindad–, para recluirse en sus viviendas, en el imperio del espacio privado.

La última sección del libro, Epílogo, retorna sobre el quiebre entre esos relatos, quiebre que representa la trizadura del barrio y, en consecuencia, la imposibilidad de reconstrucción de las identidades colectivas en la ciudad.

Visto así, el libro logra su objetivo de explorar en relatos que permitan comprender la segregación, individuación y exclusión entre los habitantes. El resultado de todas estas narraciones se deja describir como desolación y desigualdad, como un malestar permanente en el ser habitante de Santiago.

El relato que nos propone Francisca Márquez para la ciudad de Santiago es, sin duda, uno de un proyecto fallido permanentemente. No obstante, se podría plantear que en la actualidad se desarrollan nuevas formas de asociatividad y resistencias cada vez más complejas. Es posible que en estas nuevas configuraciones el barrio pierda fuerza como unidad de sentido, mientras que surgen otras –especialmente lideradas por las generaciones jóvenes–, cuyas bases de vinculación se sostienen en nuevas territorialidades convocadas a través de redes sociales y comunidades de intereses especiales. Esto requiere de nuevas investigaciones empíricas que excede la empresa de esta obra.

Lo cierto es que el libro [Relatos de una] ciudad trizada está llamado a transformarse en un clásico de los estudios urbanos en Chile y de la reflexión cultural urbana en el ámbito latinoamericano. Y ello no solo por sus atractivas narraciones barriales o su debate teórico para definir lo urbano, sino también porque, hasta ahora, es de las pocas obras que se aventuran a construir una historia compleja de la ciudad de Santiago desde una mirada interdisciplinaria y con énfasis en las trayectorias de sus habitantes, entregando claves de interpretación para ser discutidas.

Referências

García Canclini, N. (coord.). (2005). La antropología urbana en México. México, d.f.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Universidad Autónoma Metropolitana, Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Franz, C. (2001). La muralla enterrada. Bogotá: Planeta. [ Links ]

Walter A. Imilan – Universidad Central de Chile, Santiago, Chile. E-mail: [email protected]ç.