Españoles hacia América. La emigración en massa/ 1880-1930 | Nicol´s Sánchez-Albomoz

La cercanía al cumplimiento de los 500 años de la llegada de los españoles a América ha multiplicado el número de investigaciones y publicaciones en diferentes áreas de la historia común. No podía quedar ausente de estas preocupaciones lo referido a la emigración española de fines del siglo x1x y primeras décadas del xx. Proceso que involucró a tres millones y medio de personas que atravesaron el “charco” para instalarse temporal o definitivamente en tierras americanas.

Quién con mayor propiedad podía asumir la tarea de recoger parte de las investigaciones realizadas que el distinguido profesor Nicolás Sánchez-Albomoz. Figura en la que confluyen acabados conocimientos sobre la evolución demográfica de España y América, avalados por publicaciones ampliamente difundidas, a más de su experiencia personal de vivir en el exilio como hijo del presidente de la República Española en el exilio, Claudio Sánchez-Albomoz (1962-1971).

Precedido por un prólogo en que el compilador evalúa el trabajo reciente de los historiadores dedicados hoy día a la emigración española, el libro recoge catorces trabajos presentados en los congresos de Gijón y Mariñán en 1985, más los de Blanca Sánchez y Císar Yález, aportados especialmente según el autor, para este volumen. Ocho de ellos están referidos al problema migratorio analizado desde el punto de vista de las regiones de partida de los emigrantes españoles y siete desde la perspectiva de los países latinoamericanos de arribo.

Con claros aportes referidos a las fuentes a utilizar y enfoques metodológicos, nos parecen en general mejor logrados los primeros, en tanto que los de la perspectiva americana constituyendo un buen apronte, no sobrepasan los trabajos que desde Cuba y Santo Domingo hasta los países del Cono Sur han abordado la inmigración y que han superado el primer enfoque meramente cualitativo o demográfico.

En el primer estudio centrado en los cincuenta años de migraciones transatlánticas masivas, que corren de 1880 a 1930, Rafael Anes Álvarez, en “La gran emigración asturiana”, confirma la acentuación de salida de asturianos hacia América, al elevarse la entrega de pasaportes-año de 2.000, en los períodos más socorridos a 7.000 que se entregan en este lapso. Las causas de esta emigración, están dadas por la presión demográfica. En 1857 el porcentaje de habitantes por kilómetro cuadrado era de 56,6, en tanto que la media de España era de 32,6. La crisis del campo y el consiguiente abandono por la población joven que no encontró en la minería y en la industria oferta de trabajo suficiente, sumados a la “leyenda rosa” que cubría el retomo de América, aumentaron las ansias de los asturianos a abandonar el terruño en busca de mejores días.

Eran estos emigrantes jóvenes y con escasa preparación, no obstante las escuelas creadas especialmente para capacitar al joven para un futuro viaje a Ailílérica, razón que se transformó en un serio obstáculo para abrirse campo en América. Otra causa de la masiva salida de emigrantes jóvenes, Anes Álvarez la funda en el cumplimiento del servicio militar obligatorio, motivo que obligaba al favorecido a prestar 7 u 8 años de servicio.

Anes Álvarez estima que en la cincuentena señalada entre 320 y 360 mil asturianos habían transmigrado a América, fundamentalmente a la isla de Cuba y al Río de La Plata. Asentado en nuevas tierras el asturiano sueña con hacer fortuna, enviar remesas al pueblo, o volver al cabo de unos cuantos años con un capital que le permitiera una vida holgada y contribuir con obras de tipo social, al propio tiempo que instalar algún negocio o industria. Anes presenta un buen número de sociedades con sus capitales, creadas entre 1896 y 1905, en las cuales los capitales indianos tuvieron mucho que ver.

Aun cuando el autor no trabaja fuentes primarias, el ensayo resulta ser una visión clara y globalizada del tema.

Tomando como fuente sustantiva ciertos protocolos notariales, Moisés Llorden Miñambres se refiere a “Los inicios de la inmigración asturiana a América, 1858-1870”. El autor escruta con gran habilidad esta documentación, logrando de ella variada y sólida información que le permite caracterizar el contingente asturiano migrante, en la etapa previa a la emigración masiva.

Centra su atención, en primer lugar, en la legislación que a mediados del siglo XIX comienza a controlar el transporte marítimo y, de paso, en las condiciones contractuales a que se somete el armador en el traslado de pasajeros. En este sentido, el mayor control ejercido, hizo que la documentación aumentara considerablemente: nómina de pasajeros, procedencia, precio de pasajes, menús, condiciones sanitarias, etc. Esta información le permite constatar los cambios que conlleva el proceso.

Fundamental para los estudios de migraciones son los datos que obtiene de las “escrituras de obligación de buen trato”, donde aparece la procedencia geográfica de cada migrante, como asimismo, la edad y el sexo, y la relación familiar con otros emigrados a América. La documentación alcanza a proyectar el estudio hasta las remesas que los emigrados se aprestan a enviar, en tanto la suerte les es favorable, una vez asentados en América. Como asimismo el regreso del indiano después de 10 ó 15 años y los sectores en que preferentemente invierten los capitales acumulados en América.

Completa la trilogía de estudios sobre la emigración asturiana, el de María Cruz Morales Saro, acerca de “Las fundaciones de los indianos en Asturias”.

Señalando de paso la dificultad en la selección y acceso a las fuentes, el interés del trabajo se centra en la temática de las fundaciones que a juicio de la autora puede ser analizada desde la perspectiva de varias disciplinas: la historia económica, la historia social, la historia de la arquitectura. Siendo amplísimo el campo que se benefició con el aporte de las remesas indianas, lamentablemente el trabajo queda restringido a las construcciones de hospitales y escuelas más espeáficamente, producto de la acción de las fundaciones.

Resulta evidente en el estudio el déficit de escuelas ubicadas en zonas rurales para España en general, a fines del siglo XIX y primer cuarto del presente. Esta situación contrasta- con la que se observa en Asturias, donde existía un número apreciable de escuelas levantadas con el dinero venido de América. Cuantificar el monto de las remesas para estos fines, y más si se trata de establecer el origen individual o colectivo de los aportes, resulta particularmente difícil. En un informe de 1922, citado por María Cruz Morales se expresa que el número de escuelas fundadas con capitales americanos total o parcialmente, en toda España, es de 800, correspondiendo a 350 a Asturias. Tales cifras superaban lo que a la fecha el Estado podía hacer en este campo.

A lo anterior, la autora agrega la información de una mejora sustancial en la funcionalidad de los edificios escolares: diseño, orientación, ventilación, iluminación, servicios, etc., sin dejar de lado la ornamentación, la que incluye lugares recordatorios del patrocinador indiano, como también numerosas especies vegetales traídas de América que perpetúan lo que se ha llamado “la nostalgia de las nostalgias”. Las mejoras rebasan el ámbito netamente arquitectónico y se proyectan en el campo pedagógico propiamente tal, producto de la influencia de los avances en este campo en norte y Sudamérica.

El único tema sobre la emigración gallega, que contiene el libro está abordado por Alejandro Vázquez González, con “La emigración gallega. Migrantes, transportes y remesas”. La década corrida entre 1830 y 1840, es señalada por el autor como el momento en que la economía gallega había llegado al máximo de su expansión, en el marco de las limitadas condiciones en que se desarrollaba. El crecimiento demográfico asociado a la falta de posibilidades de trabajo en el agro y en la industria, fueron, a su parecer, motivo de un vasto movimiento migratorio.

Con definida orientación americana, la emigración gallega masiva presenta cuatro períodos con fases de aumento y retroceso señalados por coyunturas históricas de Galicia o de los países de destino.

El contingente gallego que emigró, representó el 50% de la emigración española total, con un cuociente de emigración definitiva superior al 60%, lo que a la postre vino a significar según Vázquez González: “La expatriación definitiva de aproximadamente de un cuarto de millón de gallegos cada 25 años”.

Los rasgos de los emigrantes dan un perfil caracterizado por el predominio de hombres jóvenes, quienes dentro de América, se dirigen a Cuba, Brasil y Argentina, preferenciando a esta última nación, en el primer tercio de este siglo.

Como en otros trabajos del compendio, se hace especialmente referencia a la legislación que atañe al proceso migratorio. Como asimismo, a la red de enganche que se estableció, al propio tiempo que se enfatiza en que el gallego que emigró fue aquel que poseía al menos lo necesario para afrontar el costo del viaje.

Título aparte es el dedicado a las remesas monetarias enviadas por los emigrados a sus familiares y a las destinadas a inversiones mayores, las cuales, a juicio del autor, aún no están suficientemente estudiadas y donde él, particularmente, pone el acento. De origen fundamentalmente campesino, los emigrantes favorecieron con sus remesas la modernización del agro, las actividades educacionales, las construcciones y la preparación de nuevas oleadas de emigrantes. No deja de lado el autor los beneficios que obtuvo la sociedad gallega a través de las ganancias que trajo consigo el negocio de transportar a emigrantes, que aunque inferior al de las remesas, se canalizó hacia diversas actividades industriales, comerciales y de servicios.

Sin duda, por la metodología empleada en éste, es uno de los mejores estudios del compendio.

Para abordar “Los movimientos migratorios vascos, en especial hacia América”, Emiliano Fernández de Pinedo utiliza, además de las estadísticas oficiales de emigración e inmigración procedente de los notarios y de los cónsules franceses en San Sebastián, otras particularmente novedosas, las cuales son para Guipúzcoa dos encuestas acerca del paradero en 1874 y 1875, de los varones nacidos en 1857 y 1858; y para Vizcaya, una “Estadística del interrogatorio sobre emigración de los pueblos de Vizcaya”, de 1881.

Tras una crítica en las fuentes, logra construir una serie de cinco cuadros que le permiten caracterizar cuantitativa y demográficamente al elemento vasco emigrante, en su mayor parte hombres jóvenes, poseedores de un oficio, a la vez que, detectar las causas de la decisión de partir, resumida en el deseo de hacer fortuna, de mejorar la condición económica, evitando así su proletarización.

César Yáñez Gallardo, en su trabajo “Cataluña: un caso de emigración temprana”, comienza por aclarar dos ideas generalmente aceptadas, pero equívocas, acerca de la emigración española hacia América. Una, la supuesta prohibición a tales traslados antes de 1856 y, la otra como derivación de la anterior, la ausencia de emigración hacia América antes de la fecha mencionada. Para tales efectos se vale de disposiciones reales que permiten los traslados y, fundamentalmente, de la documentación notarial sobre autorizaciones y fianzas para emigrar, además de la documentación registrada en archivos de la administración local sobre altas y bajas en el padrón de habitantes. Con esta información, el autor elaboró cuadros que revelan una tendencia significativa en la emigración hacia América, ubicada entre la emigración “temprana” y la “masiva”.

Yáñez Gallardo, para explicar la emigración catalana a América en las décadas centrales del siglo x1x, se basa en las consecuencias de dos factores que se interrelacionan: el nuevo marco en que se desarrollan las relaciones comerciales exteriores de Cataluña y el inicio de un proceso de industrialización centrado en las zonas de mayor densidad demográfica y del litoral que atraía población a las fábricas y, a la vez, ponía en jaque a los sectores de las manufacturas urbanas que no se modernizaban. Estos gremios que iban siendo desplazados (sastres, zapateros, toneleros, panaderos, etc.), visualizan en las nuevas sociedades americanas mejores posibilidades económicas y sociales evitando así su reconversión en obreros del tipo de las primeras fases en la revolución industrial.

El autor hace una salvedad importante, al señalar que, no obstante el proceso de industrialización que se produce simultáneamente en el litoral y en el interior, la emigración es sólo costera, fenómeno que tiene su explicación en la difusión de la información, la cual resultaba estar más al alcance de las ciudades que habían estado tradicionalmente en contacto con América.

Con esta última conclusión el autor suma a la variable puramente económica en las motivaciones de los que emigran a América, otra de tipo cultural.

Interesante, por la cantidad de elementos que Antonio M. Bernal pone en análisis, resulta el tema de “La emigración de Andalucía”.

Como en otros casos referidos a la emigración española, el autor revela que con frecuencia análisis hechos para otras regiones de la península se hacen extensivos a Andalucía. Conclusiones que a juicio del autor no son consistentes con los comportamientos poblacionales, económicos y sociales de la región.

Las causas de la salida hacia América se originarían en unas de corte estructural referidas a la propiedad de la tierra y, otras, debidas a la presión demográfica, las cuales desembocaban en condiciones de vida miserables para los jornaleros que no veían otra alternativa que la de emigrar.

Esto no fue tan claro en Andalucía. La superpoblación a que se hace referencia no alcanzaría altas cotas generalizadas, sino regionales, proviniendo los emigrados preferentemente de las provincias andaluzas litorales-orientales. La Andalucía occidental, por el contrario, presentaba condiciones favorables de expansión que incluso atraía inmigrantes procedentes del norte español y de Portugal.

En la emigración andaluza americana, posterior al 900, Antonio Bernal la identifica como una salida de jornaleros de las zonas del latifundio interior, la que no puede ser atribuida, exclusivamente, al pauperismo campesino, sino a la represión del movimiento anarquista cuya acción es posible localizar claramente en América (Uruguay y Argentina).

En términos cuantitativos, para el autor la fuerte presencia andaluza en América colonial es en tiempos contemporáneos sólo un recuerdo, siendo el elemento andaluz minoritario en las cuotas hispanas hacia América.

De los retomados andaluces existe poca constancia, comparada con los indianos, gallegos o asturianos. Por el contrario, son claros los aportes de los emigrantes al movimiento obrero en los países de destino, como también su manifiesta postura autonomista para su patria de origen: Andalucía.

Cierra la primera parte del libro “Un siglo de emigración Canaria”, de Antonio M. Macias Hernández. Tras evaluar el estado alcanzado por los estudios realizados acerca del movimiento migratorio canario, el autor plantea el problema bajo una perspectiva metodológica interesante y es allí donde radica su aporte. Expone la estrecha relación entre las migraciones y el desarrollo económico capitalista experimentando tanto en el archipiélago, cuando en las zonas receptoras de emigrantes.

Las etapas, los motivos, la cuantía y el destino de la emigración canaria son analizados con precisión, siempre en el marco de la vía capitalista, a cuyos vaivenes se asocian, a veces en forma no muy conveniente, los matices migratorios. Interesante resulta el período comprendido entre 1890 y 1914, en el que se conjugan retomo, emigración golondrina e inmigración europea a las islas, proceso que se ve truncado por la Gran Guerra, dejando al descubierto la vulnerabilidad de la sujeción al sistema capitalista.

El último decenio del estudio (1920-1930), coincide a juicio del autor con una fase de auge de la acción librecambista en las islas, provocando al mismo tiempo un freno a la emigración, incluso a la temporera.

Particularmente interesante, inquisitivo y motivador resulta el ensayo de Blanca Sánchez Alonso al abordar “La emigración española a la Argentina, 1880-1930”, tema con que se inicia la segunda parte del libro en que se encara la emigración española desde el ángulo de los países de destino.

La conexión entre la salida de los españoles de la península y la crisis de las estructuras económicas y sociales con los distintos matices regionales, parece ser la clave de las razones del éxodÓ hispánico.

Para la autora parece más fácil, probablemente por su ángulo geográfico de observación, definir las razones que los españoles tuvieron para elegir a la Argentina como lugar de arribo. Entre estos motivos estarían la diferencia de renta per cápita entre una y otra nación, favorable al español emigrante y, en un plano más global, la relación entre la llegada de españoles y los ciclos de la economía argentina, acentuándose la llegada en las fases de expansión. Sólo algunas de las numerosas interrogantes que se plantea la autora en el escrito son abordadas con mayor atención. La emigración golondrina y las remesas tienen un espacio, quedando por de pronto establecida su importancia y la necesidad de un estudio más amplio.

En su línea de trabajo ya conocida, Roberto Cortés Conde plantea con profundidad el tema “Migración, cambio agrícola y políticas de protección. El caso argentino”. En esta oportunidad, con muchos fundamentos Cortés Conde se refiere al efecto que las políticas cambiarlas y monetarias tuvieron en España sobre el empleo y, consecuentemente, en la emigración española. Demuestra, además, la importancia de estas variables al señalar que la decisión de emigrar no estuvo siempre relacionada con la situación del país protector. Para este caso en estudio, Argentina, las circunstancias de recepción fueron las mismas para todos los inmigrantes (mayoritariamente italianos y españoles), lo que conduce a poner mayor atención en los factores de expulsión. Este modelo de estudio lleva al autor a proponer y poner énfasis en un análisis de conjunto de los factores del país de salida y de los de llegada, en un espectro más amplio e integrado, en el cual se producen ajustes y reacondicionamientos de los factores productivos.

Nuevas luces sobre el tratamiento de la inmigración española al Brasil ofrece José de SouzaMartins en “La inmigración española en el Brasil y la formación de la fuerza de trabajo en la economía cafetalera, 1880-1930”. La premisa de la cual parte el autor es la tendencia hasta tiempos recientes, de considerar al inmigrante como sustituto de la mano de obra esclava y, de asignarles características comunes fuese cual fuese su origen y nivel cultural y social. Estimar también que una vez asentados en tierras brasileñas su trayectoria o comportamiento también habría sido similar.

A través del trabajo, el autor prueba lo peligroso y erróneo de estas generalizaciones, valiéndose de una comparación entre la emigración italiana y la española. De hecho, la española más tardía en el tiempo habría llegado en circunstancias menos favorables en el mercado de trabajo cafetalero, que la italiana. De otra parte, subraya que la inmigración italiana fue estratificada –Campesinatos, obreros, comerciantes, capitalistas e intelectuales–, a diferencia de la española que fue preferentemente una inmigración de campesinos. Incluso a los mismos inmigrantes españoles llegados en distintos momentos, entre 1880 y 1930, les corrió distinta suerte

“Características de la inmigración española en Cuba, 1904-1930”, es el trabajo que presenta Fe Iglesias Garáa. Una evaluación de las fuentes introduce al lector en el problema de la inmigración hispana a la isla. Tal como reza el título, se caracteriza el proceso desde el punto de vista cuantitativo y demográfico, quedando menos clara la inserción y aporte de los españoles en estas tres décadas tan relevantes del movimiento inmigratorio masivo en Latinoamérica.

Otro trabajo sobre el Caribe, es el de Birgit Sonesson acerca de “La emigración española a Puerto Rico. ¿Continuidad o irrupción bajo nueva soberanía?”. Para los interesados en la temática, el escrito tiene el mérito de aportar información sobre una región efectivamente poco explorada desde el ángulo migratorio. Por este motivo resulta valiosa, al igual que en el trabajo anterior sobre Cuba, la descripción de las fuentes disponibles. Buen comienzo para estos estudios es iniciarlos, como lo ha hecho este autor, con la cuantificación del proceso y con la relación de la legislación que respaldó el movimiento antes y después de la integración de Puerto Rico a los Estados Unidos.

Concluye esta compilación con un trabajo dedicado a “Los españoles en México del Porfiriato a la Revolución”, de Clara E. Lida. La autora asegura que no obstante la poca significancia cuantitativa-0,2% en 1910, del elemento inmigrante español en relación al total de la población mexicana, éste no ha pasado desapercibido en la sociedad mexicana. El estudio, que va del Porfiriato a la Revolución, centra su atención en el conflicto entre las Xenofobias y las Xenofilias ante el extranjero matizado con las Etnofobias y Etnofilias frente a los indígenas. Interesante resulta, además de las referencias a las fuentes posibles consultar, el reconocimiento a los temas posibles de abordar siempre en el marco de una inmigración sólo cualitativamente relevante.

Esta nueva obra se viene a sumar a los esfuerzos de investigación que tanto en España como en Latinoamérica· se están realizando con vistas a abordar el tema de la inmigración desde nuevas perspectivas de estudio.


Resenhista

Carmen Norambuena Carrasco.


Referências desta Resenha

SÁNCHEZ-ALBOMOZ, Nicolás (Compilador). Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930. Madrid: Alianza Editorial, 1988. Resenha de: CARRASCO, Carmen Norambuena. Cuadernos de Historia. Santiago, n.9, p. 210-215, Diciembre, 1989. Acessar publicação original [DR]

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