Historia de la Legión española. La infantería legendaria. De África a Afganistán | Luis Eugenio Togores

En ¡A mí la Legión!, película de 1942, lo primero que ve el espectador después de los créditos de producción es una placa que dice lo siguiente: “Sea esta película un homenaje a todos los que dieron su vida por la Patria al grito de ¡¡Viva la Legión!!”. 1 Este mismo espíritu parece adoptar Luis Eugenio Togores en su Historia de la Legión española. La infantería legendaria. De África a Afganistán, una auténtica apología sobre los hechos de armas, el carácter y las formas de vida de la Legión Española. Curiosamente, el libro no tiene introducción. En ningún momento el autor presenta sus objetivos, el estado de la cuestión o las preguntas que lo motivaron a escribir sobre el tema. Los giros literarios predominan en la profusión de anécdotas que introduce, relatando los hechos con la soltura del corresponsal de guerra, en lugar de intentar un enfoque más analítico. De hecho, el libro no presenta problemas a explicar, sino que parte de una serie de convicciones que quiere plasmar de manera rotunda. Su gran objetivo no declarado es convencer al lector que la Legión ha sido una de las mejores unidades militares de todos los tiempos. Las fuentes que expone son, casi enteramente, provenientes de la propia Legión: cartas de legionarios, documentos del Ejército y memorias de oficiales. Además, utiliza los lemas del Credo Revolucionario como si fuesen una representación pura de la realidad. Raramente cita libros o fuentes alternativas, y cuando lo hace, no es para hacer un contraste o generar preguntas, sino para confirmar sus conclusiones o destruir argumentos contrarios a ellas. El inconveniente que Togores parece no advertir es que su procedimiento perjudica su credibilidad. Ante el elogio constante de las virtudes legionarias, sin contraste o moderación algunos, el lector termina por perder la medida de lo verosímil y puede dudar de todas las afirmaciones del historiador.

La otra gran idea que circula a lo largo del libro es que “La Legión de hoy es igual a la de ayer y a la de mañana” (p. 645). Togores cree fervientemente en la esencia inmutable de la Legión, conformada por un espíritu de cuerpo que mantienen la cohesión de los legionarios, a lo largo de las décadas. Yendo aún más allá, afirma que el alma de la Legión la vincula con los viejos Tercios de Flandes, más que con las unidades similares de su época. De este modo, España cambia, la guerra cambia, pero los Tercios se mantienen suspendidos en la historia.

Más allá de este esencialismo, Togore divide la historia de la Legión en tres grandes períodos, que encierran tres distintas generaciones de legionarios, de acuerdo con la coyuntura y el tipo de conflictos que les tocó atravesar. La primera generación (1920-1945) fue de los hombres que participaron de los combates de Marruecos, la Guerra Civil y la División Azul. El autor remonta los orígenes de la Legión a los conflictos en las plazas de Marruecos desde el siglo XIX, describiendo al atrasado Ejército español, así como la guerra en Filipinas y en Cuba. En sentido teleológico, las derrotas en Ultramar y las vicisitudes en el Magreb conducen a la Legión. En la mirada de Togores, esta era inevitable y fue José Millán-Astray el hombre providencial para concretar la tarea. El autor está maravillado por el carácter del fundador de los Tercios, el cual reúne todas las virtudes que representa la Legión. Togores muestra una clara preferencia por este tipo de narración, centrada en nombres propios y anécdotas brillantes, en lugar de una indagación más social de la Legión. Su pluma se detiene en todos los títulos y rituales coloridos de las Banderas legionarias, pero no brinda datos de cuántos hombres las componían o cuáles eran sus procedencias. La descripción del alistamiento de los legionarios es apresurada y hasta dudosa. En cuanto a la guerra de Marruecos, el conflicto es narrado en todo detalle, con los motivos de los rifeños, los problemas de cooperación con los franceses y la actuación heroica de los legionarios.

El marco histórico español es explicado de manera inconsistente. Algunos momentos, como la Restauración o el gobierno de Franco, son descriptos superficialmente, mientras que otros momentos, como la República o la Segunda Guerra Mundial están profundamente abordados. Con todo, por momentos, la historia de la Legión se pierde. El autor no logra insertarla completamente en la historia de España, sino que se dedica a contar dos historias paralelas, los legionarios, por un lado, y la Península, por otro, que se relacionan poco la una con la otra. De este modo, la Legión parece tener una vida propia, ajena a lo que pasa en España.

Togores tampoco pretende ser objetivo para contar la historia. Su visión de la Guerra Civil es contundente. La izquierda española y el comunismo internacional se encargaron de destruir el régimen republicano por dentro y forzaron a los generales africanistas a la sublevación, para salvar a España de sí misma y de los “rojos”. El relato hace aparecer a los nacionales como el bando más débil que se repuso a un Frente Popular mucho mejor armado. La profusión de explicaciones sobre el material militar soviético, las Brigadas Internacionales y la crueldad de las milicias rojas contrasta con la gallardía del Ejército de Franco y la no mención de las intervenciones italianas y alemanas. Por otro lado, no parece haber lugar para la crueldad, el vicio o la torpeza en la Legión descrita por Togores. Si bien el autor reconoce que algunos de sus hombres pertenecían a esa clase de pendencieros que, en todas las épocas, se enrolan en unidades mercenarias, la patria, el honor y la lucha contra el comunismo están por encima de todas las motivaciones. En cuanto a Franco, Togores lo describe como uno de los más grandes militares de su época y de la historia española y como un estadista pragmático que supo conducirse con inteligencia en el contexto de la Guerra Fría.

Desde entonces, se abre un período de reestructuración de las fuerzas armadas españolas. Es la segunda generación (1956-1975), los años de la descolonización de Marruecos y el Sahara Occidental. Durante estos veinte años, la Legión vivió un doble proceso. Por un lado, el aislamiento y la mala imagen que sufría España impidieron la modernización de su Ejército. Según Togores, hasta bien entrados los ‘60, la Legión se siguió asemejando más a una unidad del período de entreguerras que a las modernas fuerzas especiales de la OTAN. Por otro lado, la necesidad de conducir la descolonización de manera ordenada obligó a Franco a incrementar el tamaño de otras tropas profesionales, como los Regulares y los Paracaidistas, colocadas bajo tutela de la Legión. Siguiendo a Togores, las unidades españolas no fueron derrotadas en las posesiones africanas, sino que debieron abandonar el territorio por decisiones políticas, ya que, desde la derrota francesa en Dien Bien Phu, Franco habría aceptado la irreversibilidad de la descolonización.

En estos capítulos relativos la descolonización, el autor no solo desarrolla todas las operaciones militares, sino que se interesa en la historia cotidiana de la Legión, describiendo su estilo de vida y sus formas de relacionarse con la población nativa. Según el autor, la hospitalidad, la afabilidad y la diplomacia de los legionarios con los diversos bandos son parte de su espíritu. Togores también analiza las implicancias de la guerra en el desierto en los métodos de los Tercios. Fue el conflicto en el Sahara Occidental el que obligó a la modernización del Ejército colonial español, con la incorporación de nuevos vehículos, armamento, unidades especiales y tácticas móviles. Con todo, la ausencia del contexto se hace notar en estos capítulos. A diferencia del entusiasmo que demuestra en contar el camino a la Guerra Civil, Togores no explica adecuadamente el fenómeno general de la descolonización. El análisis político del autor se reduce a las ideas de Franco y las injerencias marroquí y argelina. Más elocuente aún es su visión de las transformaciones sociales en España. Desde la perspectiva del autor, el crecimiento económico de España y el movimiento contracultural de la juventud produjeron una moda de antimilitarismo y pacifismo idiota, que redujeron la cantidad de voluntarios para enlistarse en la Legión. Por otro lado, la violencia terrorista de ETA desviaba la atención del escenario africano y la ancianidad de Franco quitaba energía al régimen. El tono general de estos capítulos es de cierta melancolía por la partida de la Legión del Magreb y del Sahara.

A caballo entre esta etapa y la siguiente, Togores describe la difícil adaptación de los legionarios a sus nuevas bases en las Canarias y la Península, así como a la nueva situación posfranquista. En general, Togores tiene malas opiniones de todos los gobiernos civiles españoles desde la Transición. El autor sostiene que, si, en más de una ocasión, el PSOE ha querido disolver los Tercios, habría sido la necesidad de participar en las misiones de la OTAN en Irak y los Balcanes el factor que garantizó la supervivencia de la Legión. El gobierno de Felipe González debía participar de estas iniciativas si quería ver reconocido su status de potencia occidental y de democracia liberal. Dado que enviar a los profesionales de los Tercios tenía mucho menos costo político que enviar a jóvenes conscriptos, la Legión continuó con vida.

De este modo, la tercera generación (1992-2014) es la primera que fue enviada a conflictos que, según el autor, no tenían nada que ver con los intereses españoles. Son los años de la completa modernización de la Legión de acuerdo con los parámetros de otras fuerzas especiales occidentales. El propio autor menciona que las misiones de la ONU y la OTAN ayudaron a purgar la Legión de los vicios que se habían acumulado en la ociosidad. Togores dedica numerosas páginas a explicar los conflictos de los Balcanes, Irak y Afganistán. Aunque su comprensión de estos parece lúcida y hay cierta tentativa de objetividad, el autor no puede evitar una sutil parcialidad a favor de los nacionalistas serbios y en contra de los regímenes islámicos. Sus evaluaciones de los gobiernos de José María Aznar y José Luis Zapatero son críticas y ambiguas, cuestionando el servilismo para con Estados Unidos, pero aceptando su inevitabilidad. En cuanto a la Legión, el relato se humaniza un poco. Ya no hay grandes gestas que contar. Togores describe las misiones de los legionarios en los Balcanes, Afganistán e Irak como “tareas de ONG”. Aun así, se ocupa de afirmar que la Legión tuvo la actuación más destacada entre todas las unidades internacionales. Togores también elogia las relaciones de los legionarios con las poblaciones locales y otras unidades occidentales.

La conclusión que se extrae del libro es que, a pesar de la completa integración de los pintorescos legionarios en las fuerzas convencionales de la Alianza Atlántica, el espíritu africanista sigue intacto, por lo cual la esencia de los Tercios de Flandes, de Marruecos y del Sahara es la misma y se transmite de generación, haciendo de ellos una de las mejores unidades militares de todos los tiempos. Las propias preferencias metodológicas del autor lo conducen a este desenlace. Togores no parte de estudios previos, ni contrasta fuentes. Parece escribir sobre una hoja en blanco y, mediante un discurso contundente y lleno de datos a su favor, busca convencer al lector sobre sus convicciones africanistas.


Nota

1 Juan de Orduña (director). (1942). ¡A mí la Legión! [Película]. Cifesa.


Resenhista

Salvador Lima – Instituto Universitario Europeo/GEHiGue Universidad de Buenos Aires/Instituto Ravignani, Argentina salvador. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

TOGORES, Luis Eugenio. Historia de la Legión española. La infantería legendaria. De África a Afganistán. Madrid: La Esfera de los Libros, 2016. Resenha de: LIMA, Salvador. Secuencia. Reseñas, 2022. Acessar publicação original [DR/JF]

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