Locuras en primera persona. Subjetividades/ experiencias/ activismos | Rafael Huertas

“La producción de conocimiento es siempre un proceso colectivo.”

Así inicia Rafael Huertas su nuevo libro: Locuras en primera persona. Subjetividades. Experiencias. Activismos. Es un buen aviso de lo que en esencia nos trae: un saber construido por un amplio entretejido de voces que “nunca es definitivo”. En el caso de los estudios psi, de manera deliberada, se ha decidido mantener silenciada a la “primera persona” de estas voces de conocimiento colectivo durante años. Se ha decidido generar literatura científica sobre la locura desde la imposición externa, desde la disección quirúrgica, desde el “cuerdismo”. Una clínica que observa, no una clínica que escucha. Y lo hace desde un marco cultural concreto y normativo.

Podemos quedarnos ahí o, atender por fin, a toda una literatura de saber en primera persona sin la cual no podrá llegarse a un entendimiento real del sufrimiento psíquico. Y en este último término de hecho me corrijo, pues, se trata más bien de un sufrimiento social resultado de una exclusión dirigida por los grupos hegemónicos. Esta literatura ya existe, lleva mucho tiempo produciéndose, toma cada vez más fuerza. Y Rafael Huertas acude a retratar esta parte de la historia, bajo la luz de tres focos: el arte, el género y el activismo.

El arte al que alude el autor es el arte de la palabra, que se plantea aquí como una manera de disidencia intrínseca y diferente en cada escritora, señalando interesantes ejemplos de artistas que reflejaron de alguna manera en su obra su creativa supervivencia. Y, algo que, por suerte, Rafael Huertas nunca olvida tratar: los escritos de personas anónimas psiquiatrizadas, respecto al cual existe un amplio trabajo en el “Proyecto Leganés” y la publicación Cartas desde el manicomio (O. Villasante, R. Candela, A. Conseglieri, P. Vázquez, R. Tierno y R. Huertas, 2018). Añade un interesante capítulo sobre los fanzines y periódicos realizados desde los manicomios, de los cuales algunos lograron llegar más allá de los muros del psiquiátrico para llamar a la concienciación social. Llegan, desde las páginas del libro, para lanzarnos mensajes tan potentes y actuales como el siguiente de la revista Altozano: “Tratamos de contarte toda nuestra verdad, ¿te atreves a compararla con la tuya? Nuestro hospital tiene las puertas abiertas, ¡¡Ábrenos tu casa!! No olvides que mañana tú puedes estar en el Altozano.”

Tenemos en esta publicación un crítico recorrido histórico siempre contextualizado en los “afueras” que atravesaban “la escritura cautiva” y su significado como “ritual de subordinación”. No se puede ser poeta sin libertad, no hay otra búsqueda tras la poesía que la libertad. Y la libertad está en juego porque ampliar los límites de lo aceptado por las autoridades sociales, implica el riesgo de ser tomado por peligroso, por loco, implica poder enloquecer; y eso, a día de hoy, sigue siendo una condena. Y así, en un estado de supuesta psicosis, las poetas escriben su decisión de resistencia. Denuncian desde su testimonio la vivencia del encierro convocándonos a todos en dicho llamado. Escribir desde la disidencia. Desde la doble subalternidad de ser mujer y loca. ¿Para qué?

Aquí entran en el ensayo el activismo feminista y el activismo loco, porque “lo personal es político”. Judi Chamberlin. Kate Millet. Resistencia colectiva. Grupos de apoyo mutuo. Sujeto político. Vínculos feministas. No se trata de un activismo dentro del ámbito de lo sanitario, atraviesa el orden social y se transforma en un movimiento de liberación.

Viendo el documental “Zauria(k)”, pensé lo valiente que resultaba que terminaran con un bloque titulado “Vulnerabilidad”. Yo misma, aprendí a admitir mi propia vulnerabilidad mediante los escritos de una de las “escritoras locas” que se incluyen en este ensayo, Annemarie Schwarzenbach. Tal vez por eso, entre otros aspectos, el activismo loco genera tanta salud: hace grieta en las fantasías de omnipotencia de la sociedad actual y denuncia la violencia social y sanitaria. Hace grieta en la institución de la productividad esclavista.

Rafael Huertas, como historiador que no aparta la mirada del presente, escribe un libro que acude a la necesidad de contar esta “Historia actual”. Porque, para explorar el devenir del ser humano por la otredad del tiempo, hay que explorar el discurso colectivo y que todas las voces sean nombradas. Citando al propio autor al cierre: “los movimientos sociales contemporá- neos conllevan elaboraciones alternativas de saberes, formas diferentes de interpretar la realidad y enunciaciones que no están centradas en experticias reconocidas. Esto requiere espacios diferentes de producción discursiva, lugares donde utopías por definición inalcanzables, encuentran cierto grado de concreción real que, aun quedando lejos de las aspiraciones e ideales del movimiento, cumplen funciones muy importantes porque posibilitan la producción de conocimiento y permiten nuevas experiencias y contradiscursos.” El gran poema humano de la utopia libertaria esta siendo recitado por la “locura en primera persona”. Y aquí, se narra cómo.


Resenhista

Miriam Baquero Leyva – Centro de Salud Mental de Parla (Madrid). E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

HUERTAS, Rafael. Locuras en primera persona. Subjetividades, experiencias, activismos. Madrid: Los libros de La Catarata, 2020. Resenha de: LEYVA, Miriam Baquero. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia. Madrid, v.73, n.1, 2021.

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