Minería y mundo festivo en el Norte Chico. Chile/1840-1900 | Milton Godoy Orellana

Milton Godoy ha estudiado a lo largo de la última década una metáfora que, en palabras del mismo autor, fue utilizada frecuentemente por viajeros y connacionales para referirse a un país fragmentado y con escasos grados de integración1. El presente libro logra entregar nuevas miradas respecto a esta región, desde una comprensión cultural, social y política, nutriendo la historiografía en cuanto a las relaciones sociales y la sociabilidad popular, que el siglo XIX amerita.

El resultado de esta investigación es una construcción historiográfica sustentada en la relación entre los sujetos populares y su entorno, donde se logra apreciar elementos fundamentales y cotidianos que ayudan a comprender las dinámicas de vida que se desarrollaban en cada valle, quebrada o puerto del Norte Chico. El autor, desde las primeras páginas, propone una mirada analítica de esta región, definiendo las principales problemáticas que aborda la investigación y la historiografía respectiva.

El título de esta obra nos introduce en un contexto especial, casi simbólico, de lo que significa una región, Minería y mundo festivo (…) es una síntesis muy singular, sustentada en dos elementos que un estudio regional o de historia social sobre esta zona no puede soslayar. En base a esto es que el texto postula una mirada del Norte Chico como un fenómeno de integración con sus propios tiempos y dinámicas que, con la construcción del Estado, se fue reordenando y entrando en un período de conflictos con la supervivencia de sus prácticas por sobre la ley y los agentes del Estado.

El primer capítulo, planteado como una introducción al trabajo, propone una mirada sustancial y novedosa de cómo pensamos el tiempo y la temporalidad quienes estudiamos la historia. Vale mencionar que la comprensión de la insularidad se puede extrapolar en todos los aspectos de la región, un cuestionamiento respecto a por qué es importante estudiar estos problemas, a estos sujetos y en este espacio. Uno de los aportes más interesantes que se puede desprender de este capítulo es el acabado análisis metodológico respecto de las fuentes usadas, puesto que el autor realiza una crítica tanto al resguardo y conservación de las fuentes históricas necesarias para investigar y estudiar esta región, como también al poco conocimiento de los historiadores acerca de los paraderos de las mismas, razón por la que este trabajo se desmarca de todos los anteriores publicados sobre la región, ya que el apartado documental que presenta es un recorrido por la zona y por los lugares donde la historia fue transcurriendo.

Probablemente, el segundo capítulo, titulado “Región y sociedad en el Norte Chico”, sea uno de los aportes más importantes e interesantes de este libro en cuanto a historia regional como un proceso amplio, movida por el interés de entender el todo regional. Este nos introduce en un debate respecto a qué es la región y cómo ha sido estudiada, por lo que resulta en un excelente estado del arte respecto al concepto y lo material. Sin lugar a dudas, cualquier persona que se encuentre fuera de esta región, incluso del país, podría comprender sin ninguna dificultad lo que significa el Norte Chico para la historia de Chile, desde el punto de vista económico, geográfico y social. Es por esta razón que el libro se puede catalogar como una obra heredera de lo que nos planteó Braudel en su gran obra “El mundo mediterráneo en la época de Felipe II”2 . Este capítulo también resulta interesante de revisar desde el punto de vista de la metodología de la investigación histórica, ya que se formula como un catálogo de fuentes y bibliografía importante para cualquier investigación sobre el Norte Chico; el autor nos menciona que es dable señalar que el problema no es la carencia de “evidencias documentales”, sino la falta de investigación eficiente3. Vale decir que este capítulo funciona como un resumen recopilatorio y analítico de todas las propuestas del autor a lo largo de los últimos quince años respecto al concepto de región y estudios regionales. Dicho esto, el capítulo es la puerta de entrada a la investigación, ya que nos propone una manera material de ver el Norte Chico; entonces, los capítulos siguientes son un recorrido por los distintos pueblos y villas que se encuentran en este.

El tercer capítulo, titulado Fiestas religiosas, sociabilidad popular y control social en el Norte Chico, 1840-1900, nos propone que la religiosidad es uno de los fenómenos más interesantes dentro de la sociedad del Norte Chico, puesto que es el resultado del mestizaje propio de la cultura española con el indigenismo de la región. Estos elementos que florecen naturalmente en la población no fueron bien vistos por la alta sociedad que no comprendía esta hibridación de culturas y reprimía la fe popular, la peregrinación y los elementos colindantes a estos, como la fiesta, la feria y la ingesta alcohólica por parte de los mineros en estas celebraciones. Claramente esto no es un fenómeno particular del Norte Chico ni mucho menos de Chile; esto ha sido profundamente estudiado por la historiografía mexicana para dicho país, con autores como Enrique Florescano y Bárbara Santana como editores de una gran obra titulada La fiesta mexicana4.

Respecto al mundo festivo, el Norte Chico es una gran peregrinación de fiestas religiosas que nacen espontáneamente de la adoración de una imagen, que representando principalmente a la Virgen otorga identidad popular a la población, ya que desde la élite era incomprensible que se adorara de tal manera a esta figura femenina del mundo católico. Esta religiosidad tan fervorosa es materializada hasta el día de hoy a través de los chinos, mineros danzantes que ya había estudiado anteriormente el autor5, quienes, a través de manifestaciones populares en espacios públicos, tributaban, a través del sacrificio, a todas las figuras adoradas a lo largo de la región. Por supuesto que estas fiestas, como bien relata el autor, terminaban en borracheras y en lugares no apropiados para una sociedad tradicional: las chinganas. Estas han sido prohibidas a lo largo de la historia de Chile por estar lejos de los estándares de la moral y de las buenas costumbres. Este capítulo se encuentra articulado de manera tal que el lector puede ir entrometiéndose junto a los sujetos populares, en los distintos momentos que tenían estas fiestas religiosas, terminando, como era costumbre, en riñas y peleas, maltrato y violencia.

El cuarto capítulo sigue la misma línea del anterior, pero estudia el fenómeno del carnaval, titulándose Carnaval y disciplinamiento en el Norte Chico, 1840-1900. Si bien no lo mencionamos para el capítulo III, ambos abordan el tema del control social y como el Estado, a través de distintias agencias, intentó controlar, prohibir y sancionar las situaciones expuestas. El recurso del orden y control de los sectores populares, quienes, a juicio de la oligarquía gobernante, poseían un conjunto de prácticas culturales que debían modificarse, no fue privativo de las élites de esta centuria6 . Como bien logra definir el autor en este capítulo, el carnaval es la herencia cultural más antigua de los sectores populares, es un fenómeno que ha logrado permear distintas culturas y, en el Norte Chico, la chaya ha sido la expresión natural. La participación popular en estas expresiones sociales y culturales eran de gran preocupación para la élite. Desde el discurso constructor del orden solo se veían las figuras ridículas, las estrepitosas carcajadas, la disolución en el lenguaje y el desparpajo del populacho que se manifestaba en “las palabras más soeces en plena calle con escándalo de los transeúntes7.

Todos los fenómenos que se ven reflejados en el carnaval, más allá del desorden, también hablan de su contraposición, del orden que se intentaba imponer constantemente a los sectores populares controlando gran parte de los aspectos de su vida, pero cuando la fiesta llegaba al pueblo se desataba un clima que parecía que ninguna agencia estatal podía dominar. Los días de carnaval eran celebrados en la termporada estival, coincidiendo con los días soleados y la época de cosechas, marcada por la abundancia que provocaba y estimulaba en las personas un mejor talante, aparejando de una mayor predisposición al intercambio social y al esparcimiento8. La investigación que tiene este capítulo demuestra el conocimiento no solo de la región, sino también de las dinámicas sociales y culturales que envuelven a las sociedades de la época, puesto que la comprensión de la religiosidad, del trabajo y de la fiesta en un mismo proceso, como el carnaval, se desarrolla de tal manera que es comprensible el sentimiento generado en esta época, al punto que, cuando el autor se refiere a las máscaras, es casi natural comprender el razonamiento de la sociedad por estos elementos.

El quinto capítulo estudia un elemento que muchas veces se da por sentado, un nuevo análisis sobre los elementos y símbolos de las festividades patrias, para la construcción del Estado nacional en una región que estaba lejos de ser incluida en el proyecto que se gestaba desde la capital, pero que, a través de estos elementos simbólicos, logra unificar la idea de nación. La construcción de la patria a través de las celebraciones ya existentes, el control de lo que signifique y simbolice al viejo mundo y a la monarquía, aunque tomando la figura del patrón o patrona como elementos propios del país. Es posible pensar que el siglo XIX fue el tiempo de la confrontación de la trompeta y las campanas, representantes simbólicos del Estado y la Iglesia9. La lucha y confrontación entre Estado e Iglesia generó grandes conflictos en cuanto a quién tenía el control, siendo el Estado y su propio ordenamiento quien impulsaría la reducción de las festividades religiosas, en especial las practicadas extramuros.

Es interesante como, a través de los capítulos, se va jugando con el espacio público y lo privado para comprender el disciplinamiento y control social. Vale decir que los fenómenos estudiados para este libro los podemos encontrar hasta el día de hoy, ya instaurados, naturalizados y, sobre todo, institucionalizados, por lo que se vuelve interesante reflexionar en qué medida el control social y el disciplinamiento lograron su cometido. Las fiestas religiosas y los vestigios del Estado nación en el Norte Chico para las celebraciones son algo aún vivo y tangible, aunque el carnaval se comprende de una manera distinta. La construcción del Estado desde los símbolos y la creación de nuevas festividades para otorgar una nueva identidad de este nuevo país que estaba naciendo se pueden traducir perfectamente en la construcción de las fiestas patrias, específicamente en la institucionalización del dieciocho como un elemento de fusión social, desde el populacho hasta la élite que conmemoraría esta fecha con gran ímpetu; élite que, mediante el ordenamiento, instauró estas festividades en cada localidad, pueblo o cuidad del Norte Chico.

Finalmente, el capítulo titulado La fiesta: un espacio de confrontación política en el Norte Chico, 1840-1900, se constituye como corolario de esta investigación. Es imprescindible pensar la conclusión de este libro bajo esta cita: “Entonces, dadas las intenciones de las elites de modificar las costumbres de los individuos, en el contexto de una sociedad regional sometida a los embates de la modernización y el capitalismo incipiente, los trabajadores defendieron sus derechos y reaccionaron a los procesos de disciplinamiento social y cultural en los espacios que le fuere posible. Espacios predilectos fueron aquellos en que debido al encuentro, se abandonaba la soledad y escasa oposición que podía sustentar un pequeño grupo de trabajadores en faenas dispersas y con pocos operarios”10. Debido a esto, la comprensión de la fiesta como un espacio para la revuelta y el desorden popular fue coartada por el Estado nacional desde sus inicios. Probablemente este sea uno de los capítulos más débiles, en cuanto a profundidad y extensión, pero también nos aporta grandes reflexiones. Una de estas es en base a un texto de James Scott11, en el contexto del carnaval, su celebración no provoca rebeliones, pero sí era el espacio privilegiado para la agresión reprimida, convirtiéndose en la ocasión idónea para esto12. El análisis de este tipo de situaciones históricas nos ayuda a comprender como la élite y el Estado han buscado siempre el orden, y cualquier manifestación de lo contrario debe ser ordenada a través de la represión, al igual como lo vimos durante las manifestaciones en el año 2019.

Los balances historiográficos que presenta esta investigación son interesantes de revisar, porque nos plantea, finalmente, como las élites latinoamericanas han mirado y tratado el problema de la fiesta, el carnaval; y la laicización del Estado ha interferido en la restricción de los fenómenos públicos en espacios privados, ordenando el territorio, autorizando lugares para estas celebraciones, con la creación de parques y plazas, dejando en pocos metros cuadrados lo que antes se daba a lo largo de todos los pueblos y ciudades; lo que antes significaba libertad, ahora significa control: de lo que se hace, como hacer, cuando se hace y por cuanto tiempo se hace.

El miedo de la élite a los sectores populares la llevó a controlarlos cada vez más, redujendo sus libertades, sus creencias, sus únicos momentos de dispersión social a elementos simbólicos de la patria. El Norte Chico, una región llena de celebraciones religiosas que se volvían fiestas peregrinantes hacia vírgenes que protegían a estos sujetos, quienes les pedían trabajo, comida y licor, ahora deben respetar fechas, espacios y formas de celebrar. Los carnavales, expresión más pura de la mixtura cultural europea y los distintos pueblos indígenas a través de la chaya, se vieron coartados por los temores que generaba tener un pueblo alegre, libre, borracho y festivo. Es cosa de preguntarnos hoy en día ¿cómo celebramos?, ¿qué celebramos? ¿Por qué solo armamos una fiesta para el 18 de septiembre?

La minería, un fenómeno que se ha estudiado extensamente para grandes producciones, no ha sido tan investigada para el mundo artesanal y aquí se nos propone una manera más humana de acercanos a estos sujetos, a comprender como era su vida, a mirarlos desde una postura cotidiana, a comprender los juicios, los despidos y los crímenes. Estos “bárbaros” para las élites Chile central, eran vistos de otra manera por la élite local, la relación entre sujeto popular y las distintas élites locales nos hacen querer mirar de una manera distinta la producción historiográfica sobre la región.

Los aportes de este libro no son meramente historiográficos, también presenta una gran cantidad de imágenes, pinturas y mapas que ayudan a que la comprensión del Norte Chico sea más cercana, tangible y, sobre todo, accesible. También viene a complementar la obra historiográfica del Dr. Godoy, quien cierra íntegramente una trilogía de libros relativos al Norte Chico, comenzada por Chinos. Mineros danzantes del Norte Chico, siglos XIX-XX (2007); Mundo minero y sociabilidad popular en el Norte Chico. Chile 1780-1900 (2017) y, finalmente, Minería y mundo festivo, Norte Chico 1840-1900 (2021).


Notas

1 Milton Godoy, Minería y mundo festivo en el Norte Chico. Chile, 1840-1900 (Santiago: Ed. Del Despoblado, 2021), 182.

2 Fernand Braudel, La Mediterranée et le monde Méditerranéen à l’epoque de Philippe II (Malakoff: Armand Colin, 2017).

3 Godoy, Minería y mundo festivo…, 142.

4 Enrique Florescano y Bárbara Santana, coord. La fiesta mexicana (Ciudad de México: Fondo de la Cultura Económica, 2016).

5 Milton Godoy, Chinos. Mineros danzantes del Norte Chico, siglos XIX-XX (Santiago: Ed. Universidad Bolivariana, 2007).

6 Godoy, Minería y mundo festivo…, 317.

7 Ibídem, 328.

8 Ibídem, 353.

9 Ibídem, 424.

10 Ibídem, 516.

11 James Scott, Los dominados y el arte de la resistencia (Ciudad de México: Ed. Era., 2000).

12 Godoy, Minería y mundo festivo…, 526.


Resenhista

Benjamín Tapia Maturana – Licenciatura en Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. Correo electrónico: [email protected] ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1575-2793


Referências desta Resenha

ORELLANA, Milton Godoy. Minería y mundo festivo en el Norte Chico. Chile, 1840-1900. Santiago: Ed. del Despoblado, 2021. Resenha de: MATURANA, Benjamín Tapia. Revista de Historia. Concepción, v.2, n.29, p.725-730, jul./dic. 2022. Acessar publicação original [DR/JF]

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