Trabajadores y trabajadoras en el siglo XIX | Archivos de Historia del Movimiento Obrero y la Izquierda | 2019

En Argentina, el campo historiográfico dedicado a examinar el desarrollo de la clase trabajadora y las izquierdas muestra una notable riqueza y vitalidad. Incluso a contramano de lo que ocurre en otros lugares del mundo –en particular en Europa, donde los estudios sobre el tema han dejado hace tiempo de ocupar un lugar destacado–, en nuestro país la historia del trabajo atrae la atención de especialistas de diferentes generaciones y crece a través de numerosos ámbitos de intercambio, diálogo y debate colectivo, entre los cuales se ubica esta revista y las diferentes iniciativas que impulsa el CEHTI.

Precisamente por su amplitud y riqueza, se trata de un campo en el cual se desenvuelven abordajes diversos, que se preocupan por encarar múltiples aristas –sociales, económicas, ideológicas, políticas y culturales– de la compleja y fascinante historia de trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, un análisis atento permite advertir también que los límites temporales que enmarcan su estudio siguen siendo bastante estrictos. En efecto, son las últimas dos décadas del siglo XIX las que parecen marcar el punto de partida de cualquier pesquisa que pretenda ubicarse en el campo de la historia de la clase obrera y siguen siendo fundamentalmente las relaciones laborales asalariadas –sobre todo de obreros varones– las que delimitan los contornos del mismo.

Por supuesto existen múltiples factores de peso que contribuyeron a definir estos marcos temporales y temáticos. A fines del siglo XIX se produjeron tanto la consolidación de un capitalismo dependiente –en el cual se generalizaron las relaciones asalariadas– como un salto en calidad en la organización política y sindical de la clase trabajadora, que definió rasgos muy duraderos de la sociedad local. A su vez, la historia argentina contemporánea sería imposible de comprender sin un cuidadoso análisis de la organización política y sindical de sus trabajadores y trabajadoras, de su influencia en el plano ideológico y cultural y del rol de vital importancia que han jugado –y siguen jugando aún– sus partidos políticos y sindicatos.

Aun así, sigue siendo significativo ese corte temporal que parece obturar una ampliación de las fronteras del campo hacia períodos anteriores y el diálogo con otro conjunto de especialistas. En efecto, son también numerosos y extremadamente ricos los estudios que examinan las experiencias y conflictos de las personas que vivían de su trabajo antes de la consolidación de ese movimiento obrero “moderno”. Así lo muestran los trabajos sobre población afrodescendiente y su experiencia de esclavitud, sobre artesanado urbano, sobre protestas y alzamientos de la población rural y urbana en el marco de los movimientos de independencia y en las décadas posteriores, por solo nombrar algunos de los campos. Lo que subsiste, sin embargo, es una falta de intercambio fluido.

Consideramos que derribar estas fronteras sería un aporte significativo para enriquecer las perspectivas de quienes nos interesamos por estudiar la historia de los explotados y explotadas, de quienes viven de su trabajo y se organizan para luchar contra un régimen opresor, perfilando y construyendo alternativas emancipatorias. El análisis de los vasos comunicantes que unen las luchas del movimiento obrero con las experiencias de resistencia de artesanos y esclavos, el estudio de las relaciones laborales híbridas que caracterizaron el proceso de expansión capitalista (la pervivencia de rasgos coactivos y serviles, la remuneración no siempre efectuada en dinero), el examen de las muy distintas variantes de invisibilización del trabajo femenino y de las tareas racializadas y feminizadas no siempre entendidas como dignas de remuneración, la reflexión sobre las resistencias de aquellos y aquellas que se buscaron la vida como pudieron: son solo algunos ejemplos de las formas en que pensamos el potencial de estos diálogos e intercambios.

Se trata, por supuesto, de un desafío que sólo puede encararse de manera colectiva. Recogiendo el guante de lo expresado ya en el número inicial de Archivos, que explicitaba la intención de trazar “fronteras generosas” en términos temporales y espaciales, el dossier que presentamos en esta ocasión buscar realizar un aporte y alentar enriquecedores intercambios en términos teóricos, metodológicos y conceptuales. En los cinco artículos que lo componen, importantes especialistas de la Argentina y el exterior proponen análisis sobre formas de trabajo, experiencias de lucha, trayectorias de organización y emprendimientos políticos e intelectuales que tienen como protagonistas a trabajadores y trabajadoras a lo largo del siglo XIX.

Gabriel Di Meglio, Raúl Fradkin y Florencia Thul abren el dossier con un recorrido de larga duración que explora los conflictos protagonizados por trabajadores criollos e inmigrantes, libres y esclavos, urbanos y rurales en el área rioplatense: su escala de análisis es amplia en términos temporales –desde fines del siglo XVIII hasta el segundo tercio del siglo XIX– y también geográficos, incluyendo en el examen lo sucedido en ambas orillas del Río de la Plata. El trabajo reflexiona también sobre la coexistencia de relaciones laborales mercantiles y coactivas, subrayando así la importancia de tomar en consideración la heterogeneidad de ese mundo del trabajo decimonónico.

Prestar atención al modo en que esos trabajadores se organizaron permite, además, echar luz sobre el rico mundo de ideologías emancipatorias que circularon entre los explotados durante este período: el artículo de Miguel Ángel Urrego, que examina el uso de los conceptos de “socialismo” y “comunismo” en la Colombia de mediados del siglo XIX, nos permite en este sentido ampliar el horizonte y advertir las potencialidades que pueden abrirse con una escala de análisis interregional. Su trabajo rastrea las tradiciones de lucha de los artesanos desde las guerras de independencia y sostiene la necesidad de dar protagonismo a los propios sectores populares locales en la elaboración de conceptualizaciones políticas.

Pero también al acotar la escala y centrar el foco en las experiencias de la vida cotidiana pueden encontrarse fascinantes pistas para examinar la compleja historia de quienes vivían de su trabajo en esa sociedad decimonónica. Es lo que revela el artículo de Valeria Pita, con su análisis de las tensiones y conflictos que surgieron entre las autoridades estatales y los trabajadores y trabajadoras que transitaban los mercados de abasto de la ciudad de Buenos Aires en las décadas centrales del siglo XIX. Su trabajo muestra cómo un análisis de los mercados urbanos porteños permite dar protagonismo a una franja de hombres y mujeres –catalogados como “vagos y mal entretenidos”, como “mujeres de vida relajada e inmunda”– que suelen escaparse de la lente de la historiografía del trabajo.

De los mercados urbanos a las fondas de los pueblos rurales de la región pampeana: el artículo de Pablo Volkind pone el foco en otro sector a menudo invisibilizado pero fundamental para el proceso de estructuración capitalista de la Argentina moderna, el de los trabajadores agrícolas. Su trabajo ofrece un análisis detallado de las particularidades del proceso de trabajo –y las gravosas condiciones de explotación– de este conjunto también heterogéneo de hombres y mujeres que se emplearon, no siempre a través de relaciones completamente asalariadas, en faenas rurales en diversos puntos de la pampa bonaerense en la segunda mitad del siglo XIX: los auténticos protagonistas que hicieron posible ese “granero del mundo” que enriqueció a la burguesía argentina y le permitió integrarse en el mercado capitalista mundial.

El artículo de Sabina Dimarco que cierra el dossier muestra que incluso en el examen de fuentes más tradicionales de la historia del movimiento obrero, como los primeros periódicos socialistas, pueden encontrarse ricas pistas para historizar la delimitación de lo que se entendía como proletariado. Su trabajo examina la forma en que estos órganos de prensa interpretaron –e interpelaron políticamente– a los obreros que carecían de ocupación, mostrando así que la idea de “desocupado” fue una construcción histórica que jugó un rol decisivo para incluir en un mismo colectivo a los asalariados y a quienes carecían de empleo y habitaban de diverso modo esos márgenes que este dossier apunta a visibilizar.

Nuestra intención es que este dossier convoque a nuevos diálogos fructíferos, que tensionen o pongan en suspenso cortes analíticos tajantes y estimulen la reflexión sobre la compleja historia de la clase trabajadora. Si cabe, queremos permitirnos dudar por un rato de la noción misma de proletariado “moderno”, por lo que oculta, por lo que pasa por alto. En absoluto se trata de retornar a conceptualizaciones como aquellas sugeridas por la historiografía de la década de 1980, que pretendía diluir a la clase obrera en una imprecisa conceptualización –los “sectores populares”– y silenciaba, sin ingenuidad política, su historia de luchas y sus perspectivas emancipatorias. Al contrario, se trata de incluir en esa historia y en esas perspectivas el lugar jugado por quienes se dejaron la piel en los trabajos invisibilizados, en las luchas pioneras, en las derrotas olvidadas, en los lugares remotos. De rastrear, a través de las experiencias situadas de trabajadores y trabajadoras, las cualidades precarias, inestables, feminizadas, racializadas de ciertos trabajos nodales para ese capitalismo en ciernes. De reconstruir aquellos procesos que delinearon los contornos de lo que fue entendido como trabajo. En suma, de hacer el intento de pensar el siglo XIX en su complejidad, sin teleologías, para hacerle justicia a sus trabajadores y trabajadoras y contribuir a reconstruir la genealogía profunda de la clase.


Organizadores

Gabriela Mitidieri 

Lucas Poy


Referências desta apresentação

MITIDIERI, Gabriela; POY, Lucas. Presentación. Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, n.14, p. 7-10, mar./ago. 2019. Acessar publicação original [DR]

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