Varieties of Monastic Experience in Byzantium, 800-1453 | Alice-Mary Talbot

En los años recientes se ha generado un interesante resurgimiento a nivel académico de los estudios medievales y bizantinos. En particular, los temas vinculados a la religiosidad y fe medievales siguen despertando el interés de connotados investigadores en los más prestigiosos centros académicos del mundo.

La autora de la obra que presentamos en esta reseña es la destacada bizantinista norteamericana Alice Mary-Talbot. Ella recibió su doctorado en Estudios Bizantinos por la Universidad de Columbia, en Nueva York (1970) y destacó por su labor académica, la traducción de fuentes al inglés, por realizar conferencias en diferentes universidades europeas y norteamericanas y también por ser una prolífica escritora. Sus temas de interés han sido la religiosidad del Imperio Bizantino y en particular, el desarrollo del monacato y la hagiografía. Ha sido editora ejecutiva del Oxford Dictionary of Byzantium, directora de la Academia Medieval de Norteamérica y directora emérita del Centro de Investigación Dumbarton Oaks, en Washington.

En esta nueva obra del año 2019, Alice-Mary Talbot nos presenta una revisión de la vida monástica del Imperio Bizantino entre los siglos IX al XV. En el prefacio nos comenta que no pretende hacer una historia general del monasticismo. Su propósito –nos dice– es mucho más modesto: entregar un panorama tipológico que dé cuenta de la “variedad de experiencias monásticas en Bizancio, las múltiples vías en las cuales hombres y mujeres piadosos renuncian al mundo secular con el objeto de consagrar sus vidas a la oración y al servicio de Cristo” (p. IX) Y asimismo, nos comenta la división básica que se observa en el mundo monacal: entre la vida comunitaria (o cenobítica) y la vida solitaria (o eremita).

Ya en la introducción, Alice-Mary Talbot nos entrega un panorama general del monasticismo cristiano, desde sus orígenes en el siglo III y hasta el siglo XV. Es en esta sección donde ella nos explica las razones por las cuales decidió enfocar su estudio entre los siglos IX al XV. La razón que nos parece de mayor peso es que hay una mayor disponibilidad de fuentes, ya que las normas monásticas que eran transmitidas de forma oral comienzan a ser puestas por escrito, por lo que a partir de este momento es posible aproximarse al estudio de la vida cotidiana en los monasterios. Para finalizar esta sección, la autora nos entrega una pormenorizada revisión de las principales fuentes disponibles para el estudio del monacato bizantino (p. 8-14).

El libro se divide en cuatro capítulos. En el primero de ellos describe las comunidades monásticas masculinas, a través de la forma de vida de dos famosos monasterios de la época: Stoudios (Constantinopla) y Lavra (Monte Athos). En esta sección, y gracias al apoyo de las fuentes, la autora nos describe vívidamente varios aspectos de la vida cotidiana en ellos: el régimen de trabajo y de oración de los monjes; su forma de alimentación; el sistema de penitencia que debían cumplir si cometían alguna falta, entre otras (p. 19-25). En este capítulo Alice-Mary Talbot nos presenta dos comparaciones interesantes: la vida en los monasterios urbanos y rurales (tomando como ejemplos Stoudios y Lavra) y también compara el monasticismo bizantino y occidental a partir de varios criterios: la formación teológica recibida por los monjes; las reglas de pobreza, de alimentación y sueño que debían seguir, entre otras diferencias (p. 48-52).

El segundo capítulo está dedicado a la forma de vida de los conventos femeninos, que en su mayoría fueron de tipo cenobítico. La autora nos describe aquí la vida de tres monjas de la época y a partir de estas historias, comenta las razones por las cuales se construyen sus conventos: para “brindar un refugio a las mujeres que deciden escapar del mundo” y “agradecer por todas las bendiciones recibidas en vida” (p. 60). También nos relata las razones por las cuales las mujeres llegan a los conventos: en su niñez, por voluntad de sus padres o por orfandad, por lo que no tenían mayores opciones para decidir, mientras que la mayoría llegaban tras la viudez. Además, nos entrega una comparación entre los monasterios masculinos y femeninos y señala la existencia de los monasterios mixtos, mucho menos conocidos en general (p. 69-98). Y en especial, enfatiza el rol cultural y social desempeñado por los conventos, a través de la iluminación de manuscritos, creación de íconos, tratados teológicos o himnográficos. Y por último, destaca su papel como instituciones de caridad, y de ser un espacio en el cual las mujeres cumplían una serie de funciones que no eran accesibles para ellas en otros espacios de la sociedad de esa época (p. 98-100).

El tercer apartado se centra en los Eremitas y las montañas sagradas. Según la autora, es una forma especial de devoción que es mucho menos popular: son hombres y mujeres que abandonan el modelo cenobítico, siguen una vida ascética y de oración en solitario, en lugares apartados como bosques, cuevas, montañas, entre otros. Esta forma especial de devoción incluye una serie de ejercicios espirituales, un régimen de alimentación frugal, el abandono de sus pertenencias personales, entre otras acciones, lo que les permitía concentrar toda su atención en una vida de intensa oración, y así alcanzar el estado de hesychia, de paz y quietud del alma, por lo cual muchos santos vivieron antes como eremitas (p. 102). Talbot agrega que los eremitas vivían de la bondad de aquellos que les dejaban provisiones, o ellos mismos visitaban comunidades en forma ocasional para hacerse de “un poco de pan, vino y sal”.

El último capítulo explora los modos alternativos de monasticismo, entre los que menciona a los reclusos, quienes como su nombre indica, viven en total aislamiento, encerrados en cuevas, celdas, templos, o torres, por lo que también dependen de otros para alimentarse. Generalmente –agrega la autora– viven en este régimen por un cierto período de tiempo y luego transitan hacia alguna otra forma de vida monástica (p. 134). Luego, nos encontramos con los santos estilitas quienes realizaban su vida de oración en la cima de una columna, que podía alcanzar unos 50 pies de altura o más, por lo que también dependían de otros para alimentarse. Los santos estilitas gozaron de gran fama debido a esta extrema forma de vida ascética, que simbolizaba la renuncia a toda distracción humana, para buscar el ascenso del espíritu hacia el cielo (p.147). En tercer lugar, encontramos a los Locos por Cristo, que son aquellos que fingen locura, con el objeto de humillarse a sí mismos, atrayendo para sí la burla y la humillación de otros. Por último, destaca a aquellos monjes (as) sin afiliación aparente a ninguna autoridad. En estos casos generalmente vivían en grupos pequeños, o en forma solitaria encerrados en sus propios hogares. Lo destacable aquí es que todas estas formas alternativas de monasticismo se caracterizaron por el individualismo, la fluidez y la flexibilidad, en contraste con las comunidades cenobíticas (p. 172).

Durante todo este período existió una amplia discusión en los círculos monásticos respecto a cuál de todos ellos era el modo más excelso de vida monástica: si el cenobítico o eremita. Ante esto, la autora concluye que no podemos reducir el mundo monástico a esta discusión. Es necesario reconocer no solamente el rol que cumplieron a nivel social, sino que también es importante considerar la variedad y flexibilidad que existió en el mundo monacal bizantino (p. 190).

Si bien, nuestra autora plantea que su fin es modesto, creemos que estamos frente a una obra fundamental para nuestro entendimiento del monacato bizantino. Especialmente para aquellos investigadores que deseen aproximarse al estudio de la vida cotidiana en los monasterios, y al mismo tiempo, obtener una visión transversal de las fuentes disponibles hoy en día, con lo cual consideramos que la autora logra entregarnos una panorámica muy actualizada sobre este tema.

Alice Mary Talbot nos muestra en esta obra una gran erudición y sensibilidad, fruto de su vasta experiencia en investigación en temas de religiosidad y monacato. Al destacar las formas de vida y sus diferentes grados de flexibilidad, ella nos entrega una mirada mucho más compleja, pero al mismo tiempo muy humana y profunda de las relaciones monacales en el Imperio Bizantino.

Por lo anterior, creemos que la visión entregada por la autora en esta obra nos permite aproximarnos a los anhelos e ideales de todos aquellos hombres y mujeres que decidieron renunciar al mundo para seguir el llamado de Cristo. La vida monástica –con su amplio grado de complejidad y flexibilidad como nos enseña Alice-Mary Talbot– implica la búsqueda permanente de la perfección humana y el anhelo de un vínculo más estrecho con Dios y con su comunidad.

¿Por qué siguen atrayendo la atención los estudios históricos sobre la religiosidad y la fe del ser humano? Tal vez… como nos comentaba el destacado medievalista chileno, don Héctor Herrera Cajas, porque “…todo movimiento histórico es antes que nada un movimiento del alma...”1

Quizás, la pervivencia y permanente renovación de estos temas en pleno siglo XXI nos habla de la necesidad de escuchar qué nos dicen las voces del pasado respecto a las grandes inquietudes del alma… aquellas que son al mismo tiempo los grandes motores que impulsan a las sociedades a lo largo de la historia.

Nota

1 Herrera Cajas, Héctor. “El presente: tiempo de la acción.” En: Revista Mapocho, N°01, Ediciones de la Biblioteca Nacional, Santiago, 1963, p. 283.


Resenhista

Helena Rojas Torres – Estudiante Programa de Magíster en Historia. Universidad Adolfo Ibáñez. E-mail: [email protected]


Referências desta Resenha

TALBOT, Alice-Mary. Varieties of Monastic Experience in Byzantium, 800-1453. Notre Dame, Indiana: University of Notre Dame Press, 2019. Resenha de: TORRES, Helena Rojas. Intus-Legere Historia. Viña del Mar, v. 14, n.2, p. 320-323, 2020. Acessar publicação original [DR]

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