La historiografía en tiempos globales | Ingrid Simson e Guillermo Zermeño Padilla

A modo de exergo, los historiadores Ingrid Simson y Guillermo Zermeño comienzan la introducción de La historiografía en tiempos globales con esta frase de Michel de Certeau “la historiografía se mueve constantemente junto con la historia que estudia, y con el lugar histórico donde se elabora” (p. 7). Desde ese momento sabemos que nos encontramos ante una obra que va a cuestionar la escritura de la historia, sus condiciones de posibilidad y sus relaciones con nuevas formas de entender el mundo. El texto es una selección de algunas de las ponencias revisadas y ampliadas que tuvieron lugar en el simposio “La historiografía en tiempos globales” durante el XVII Congreso de la Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos ( AHILA) en Berlín en 2014. Su centro de atención, como el título lo indica, gira en torno al reconocimiento de una realidad interconectada y globalizada que afecta la forma en la que pensamos y hacemos la historia.

En las últimas décadas, la presencia de la historia global es cada vez más notable en la academia, revistas, programas de posgrado, libros y espacios de debates historiográficos. Su ascenso durante los años noventa representó una atractiva reactivación de la historiografía en un momento en el que la historia moderna, progresiva y lineal, entraba en crisis. Sin embargo, como bien lo plantean los autores en la introducción, quienes contribuyen a esta corriente aún no han llegado a un consenso acerca de su objeto de estudio o de las metodologías de este nuevo campo y quedan algunas interrogantes por responder: “¿Cómo distinguirla, por ejemplo, de la historia universal o de la historia mundial? y ¿qué relación hay entre la historia global y la globalización?” (p. 8).

Desde fines del siglo XX asistimos también a una época de constantes mutaciones geopolíticas donde nuevos modelos comunicacionales han transformado nuestra experiencia del tiempo. Todo esto repercute directamente en las formas de hacer historia pues no podemos “ignorar que la historiografía funciona como indicio de las distintas problemáticas de cada uno de los presentes históricos” (p. 18). Mientras que la historia se ocupa del pasado, el tiempo de la historiografía es el presente. Las corrientes historiográficas del siglo XX lo demuestran bien. Por sólo poner dos ejemplos, el nacimiento de la historia social en Francia estuvo relacionado con el auge de los enfoques geográficos, económicos o sociológicos de las ciencias sociales, y el predominio de la historia cultural en los años setenta recibió el impulso de los giros antropológico y lingüístico y de conceptos que comenzaban a cuestionarse en la sociedad, como son los de mujer, infancia, vida privada, familia. La historia global vendría a ser así una forma de leer nuestro tiempo. Su emergencia como síntoma de una época es una de las premisas que se tejen a lo largo del libro.

Las preguntas que guían estas reflexiones son: ¿qué significa hacer historia en tiempos globales?, ¿a qué obedece el surgimiento de la historia global durante las últimas décadas?, ¿qué consecuencias tiene o tendrá ello para la historiografía?, y ¿debe la historia global acudir a nuevas metodologías y discursos para representar la complejidad de sus propuestas? A partir de estas ideas, y teniendo en cuenta los retos de una época global, la intención de los ensayos agrupados en La historiografía en tiempos globales es poner

[… ] en primer plano las relaciones entre historiografía y globalización en su doble dimensión: por un lado la historia a la vez como devenir, proceso, y como narración, escritura; por el otro, la globalización como una categoría espaciotemporal o histórica y como signo de una época que tensiona la producción intelectual en la que entran en juego múltiples saberes, entre ellos la historia, la literatura, la sociología, la ciencia política, la antropología, las ciencias jurídicas, la filosofía, la medicina, la filosofía, el arte y las ciencias en general (p. 18).

Muchas veces en las compilaciones es difícil encontrar un hilo conductor que agrupe los textos. En el caso de La historiografía en tiempos globales sucede todo lo contrario. Desde la introducción se comienzan a articular orgánicamente las interrogantes y reflexiones que atraviesan la obra. El volumen está organizado en cuatro capítulos: “La historiografía en un tiempo incierto”, “Aproximaciones a la historia en tiempos de globalización”, “Globalización, filosofía, historia y antropología” y “La historia global en movimiento”. Además de las ponencias del congreso, el primer capítulo reúne cuatro nombres esenciales para pensar la historiografía contemporánea: Reinhart Koselleck, François Hartog, Karl Schlögel y Hans Ulrich Gumbrecht. Los emblemáticos autores se centran en cuestiones primordiales de los debates teóricos en torno a la historia: la importancia de ésta para pensar el presente, sus distintas semánticas, las tensiones con el auge de la memoria y las implicaciones del giro espacial.

En el segundo capítulo, los trabajos de George Zeidan Araújo, Fabio Franzini, Juan Andrés Bresciano, Lizette Mora y Luis Ferla problematizan la historia global, sus temáticas, enfoques y el lugar que ocupa el estudio del propio término global dentro de ésta. Como bien recalcan, la perspectiva global no sólo responde a transformaciones sociopolíticas a nivel mundial, sino también a los debates teórico-metodológicos dentro de la propia disciplina en las últimas décadas. Esas discusiones están relacionadas con la aparición de nuevos temas y enfoques: los estudios poscoloniales y decoloniales, los estudios de la memoria, la historia ambiental y las humanidades digitales, los cuales implican una perspectiva global para su cabal comprensión.

La incorporación de África, Asia y América Latina en los análisis globales ha sido uno de sus mayores atractivos, lo cual ha posicionado esta tendencia dentro del panorama académico de los últimos años. Las posibilidades que brinda para adentrarse en espacios anteriormente obviados por las historias nacionales occidentales han sido aprovechadas por muchos autores. Como bien afirma Federico Navarrete Linares, “la historia global no sólo cuestiona los mitos excepcionalistas de las naciones, sino el eurocentrismo de la historia universal moderna, para enfatizar el carácter multipolar e interconectado del devenir humano” (p. 227). De este atractivo parten los análisis de Francine Iegelski, Federico Navarrete Linares, Stefan Rinke, Ingrid Simson y Guillermo Zermeño Padilla en el tercer y cuarto capítulo. En sus textos reflexionan sobre cómo llevar la historia global a América Latina, qué caminos seguir al ser una propuesta dominantemente anglosajona, y qué papel tendría Latinoamérica como un centro productor de historia global.

El libro también fija su mirada en las distintas variantes de cómo hacer la historia global, sus roces con la historia intelectual, los estudios regionales, la historia cultural, la historia económica y los resultados provechosos que pueden salir de estos hermanamientos. El enfoque global ha servido para brindar nuevas luces sobre temas antes trabajados desde los marcos nacionales y así lo demuestran los análisis sobre los años sesenta globales, la Guerra Fría, las economías y políticas imperiales, los procesos migratorios y la recepción y circulación de ideologías de la mano de Eric Zolov, Nikolaus Böttcher, Hugo Fazio, Odd Arne Westad o Saskia Sassen, por sólo mencionar algunos.

Si bien la mayoría de los autores del libro establecen un análisis del término globalización, discuten sus orígenes y significados, o sus textos están atravesados por esta compleja definición, pudiera ser interesante un mayor cuestionamiento de lo que entendemos por “mundo globalizado”, como han hecho Roland Robertson y Giacomo Marramao al insistir en pensar la realidad actual de forma glocalizada más que glo bali zada, teniendo en cuenta lo global a través de lo local. Por otro lado, aunque a lo largo del volumen se cuestionan las ambigüedades que hoy supone la historia global en cuanto a metodologías y definiciones, sería provechoso ahondar más en las posibles dificultades o críticas que se le hacen desde otras historiografías, tales como ¿es realmente posible dar un enfoque global a cualquier objeto de estudio?, ¿el interés de abarcar varias o muchas conexiones no hace que se pierdan particularidades?, o ¿no es el enfoque global, a pesar de querer romper con ello, una visión eurocentrista y homogeneizante?

Sin duda alguna, en un solo libro es imposible abarcar tantas discusiones. Lo que sí es seguro es que en un mundo hiperconectado, en el que cada día se desecha con más velocidad la información del día anterior y en el que la posverdad y las fake news parecen enterrar las certezas de los discursos modernos, La historiografía en tiempos globales nos muestra importantes análisis para, como historiadores, enfrentarnos a los desafíos de esta globalidad. A la vez, conforma una importante selección que actualiza e instruye sobre los derroteros de la historia global y sus más recientes propuestas, lo cual lo convierte en un ejemplar de imprescindible lectura para pensar la historia y la historiografía hoy.


Resenhista

Grethel Domenech Hernández – Universidad Iberoamericana.


Referências desta Resenha

SIMSON, Ingrid; PADILLA, Guillermo Zermeño (Eds.). La historiografía en tiempos globales. Berlín: Edition Tranvía, 2020. Resenha de: HERNÁNDEZ, Grethel Domenech. Historia Mexicana. México, v.72, n. 4 (288), abr./jun. 2023. Acessar publicação original [DR]

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