La urbanización del río Tunjuelo: desigualdad y cambio ambiental en Bogotá a mediados del siglo XX | Vladimir Sánchez Calderón

En el marco de los desarrollos recientes que viene adelantando la historia ambiental colombiana, el nombre de Fabio Vladimir Sánchez es quizás uno de los que figura con más regularidad en distintos espacios. La apreciación no se limita a su producción científica, pues se extiende a la participación que el profesor Sánchez ha demostrado tener en redes académicas y eventos de notable enriquecimiento para este campo; varios de ellos promovidos inicialmente por él (mesas temáticas, dosieres, paneles y conversatorios), pero coordinados de manera colaborativa con colegas, estudiantes de diferentes niveles formativos y jóvenes investigadores adscritos a su semillero Geohistorias, en el que proyectos afines a la historia urbana también han encontrado un asidero para recuperar, con especial interés, los procesos de metropolización ocurridos en el oriente colombiano. A los resultados anteriores hoy se suma la afortunada aparición del libro que aquí se reseña, derivado de la tesis doctoral que Sánchez realizó en la Universidad de los Andes y publicado por el sello editorial de la Universidad Industrial de Santander, donde actualmente se desempeña como profesor de la Escuela de Historia.

El trabajo de Vladimir Sánchez está compuesto por un prólogo, introducción, cuatro capítulos, conclusiones y una sección de anexos. Tiene por objeto analizar la relación socioambiental que se tejió a mediados del siglo XX entre: (1) la acelerada urbanización de Bogotá apoyada en el uso de materiales compuestos como el concreto reforzado; (2) la minería de agregados en el río Tunjuelo con la que se quiso apalancar esa gran transformación; y (3) la ocurrencia periódica de inundaciones en los barrios Tunjuelito, Meissen y San Benito, todos ubicados a las orillas del Tunjuelo y expuestos a desastres cuyas causas fueron atribuidas desde el discurso oficial y periodístico a la violencia «espontánea» de la naturaleza, o a la ignorancia de los habitantes de la zona, aun cuando la influencia de la extracción minera sobre los cambios en la dinámica del río ya estaba identificada en la época1. Ello sin contar intervenciones simultáneas de gran envergadura que estuvieron igualmente vinculadas a los repetidos desbordamientos, tales como la construcción de tres embalses con los que la Empresa de Acueducto de Bogotá buscó abastecer de agua las áreas central y norte de la ciudad.

Trazadas esas coordenadas, el profesor Sánchez ofrece al lector el relato de lo que en varios pasajes del libro denomina una «invisibilización selectiva». La expresión alude a las condiciones estructurales que facilitaron tanto al gobierno distrital como a una entronizada industria de la construcción, minimizar la demostrada correlación entre el despliegue de sus proyectos en el río y las calamitosas inundaciones del sur bogotano. Al respecto, el autor es cauto en anotar que aquel ocultamiento de causas propias a los desastres no respondió necesariamente a una agenda complotista que buscara blindar a tales actores privilegiados de sus responsabilidades ambientales. Y aunque la salvedad sea apropiada en la medida que Sánchez habla hasta donde sus fuentes se lo permiten, la investigación sí logra reconstruir un sugerente cuadro de alianzas técnico/políticas que permitieron a las grandes empresas mineras, por ejemplo, evadir estudios críticos que cuestionasen los impactos de sus procedimientos extractivos en los flujos cambiantes del agua o en la destrucción de los suelos.

Para Sánchez, dicha evasión fue efectiva gracias a la connotación que se tenía de la minería como una actividad estandarizada, pero principalmente, gracias a la representación que en la época se estableció del concreto (hecho a base de cantos rodados y arenas depositadas) como condición de posibilidad para dar forma a una ciudad moderna, vanguardista cuando menos, que comenzaba a seducir a la opinión pública con obras referenciales en materia de planeación urbana como el edificio Avianca, la Carrera Décima o el aeropuerto El Dorado. Visto desde el régimen discursivo del momento, resultaba inconcebible que una atmósfera de mejoras materiales como esa, proveedora a gran escala de empleos, revoluciones arquitectónicas y hasta de viviendas para sectores populares, tuviese algo que ver con las catástrofes naturales de un área marginal habitada por individuos «tercos» quienes, aparte de instalar sus barrios en zonas inestables –y aquí se parafrasea la prensa del periodo–, arrastraban el estigma de haber autogestionado sus asentamientos en predios «ilegales».

Así, el no encontrar en la documentación una estrategia deliberada de invisibilización, no impide al autor presentarnos un contexto de profundas asimetrías en donde la racionalidad desarrollista del Estado y la legitimidad adquirida por colectivos industriales como los constructores, incidieron significativamente en la normalización de tragedias para las cuales no se propusieron diagnósticos ni soluciones profundas; al menos no hasta finales de los años 1960, cuando varios de los barrios próximos al Tunjuelo consolidaron su formalización ante las autoridades de planeación en Bogotá. Ciertamente, esta es una ventaja analítica de la mirada estructural que predomina en la obra. Al tematizar la alineación de intereses que tuvo lugar entre urbanizadores, empresas mineras y entidades oficiales, Sánchez demuestra que las omisiones de estos frente a los desastres ocurridos en la cuenca del río llegaron a ejercerse de manera casi inconsciente, sin silenciamientos explícitos, toda vez que juntos ensamblaban un robusto aparato institucional con capacidades legales, financieras y mediáticas para disuadir cualquier tentativa de reclamación.

Basta con volver sobre las expectativas de crecimiento que la asistencia técnica internacional y la política doméstica depositaron en el renglón de la construcción, para inferir que las violencias atadas a la urbanización de la capital colombiana no eran una cuestión coyuntural que recayera en personalidades concretas. Por el contrario, estas se hallaban entroncadas en la distribución misma del espacio urbano, al tiempo que se manifestaban sutilmente en el diseño de políticas públicas, en saberes revestidos de aparente neutralidad como la planificación, y en la no menos importante gestión del territorio. De ahí que el libro del profesor Sánchez llegue a complementar un prolífico corpus de estudios empeñados en indagar cómo la conquista de la modernidad en la ciudad latinoamericana ha tenido una estridencia capaz de acallar o, en su defecto, disimular sus grandes contradicciones sociales.

Y en buen momento llega la obra, sobre todo para nivelar un desbalance historiográfico aún presente entre abordajes de tipo más social que estudian desde hace décadas la urbanización en Bogotá, y un número todavía reducido de trabajos que integran la incidencia de «lo ambiental» al rastreo de dicho objeto. Porque, hay que decirlo, de la Bogotá de mediados del siglo XX se han establecido varias cosas: que recibió las olas migratorias de La Violencia con mayúscula; que su casco tradicional se densificó; que los sectores más acomodados aprovecharon la mala excusa del Bogotazo para justificar un desplazamiento hacia el norte el cual venían adelantando desde los treinta; que la estratificación social por clases se concretó en un clima de industrialización y expansión burocrática; que esa estratificación se tradujo espacialmente en una polarización alargada norte-sur y, en suma, que muchas de sus dinámicas contemporáneas de desigualdad encuentran importantes raíces en aquellos años2 . Sin embargo, a la narración de esas tramas le seguían haciendo falta personajes o, si se quiere, unidades de análisis poco exploradas para una comprensión más compleja del problema. En esa tarea, el autor acierta al adentrarse en las afecciones de doble vía producidas entre los procesos humanos de intervención espacial y los fenómenos ambientales que delimitan los marcos de acción de esos procesos.

Por lo tanto, a las ya conocidas historias de planificadores, urbanistas, élites y obreros, Sánchez adiciona una constelación de elementos igual de influyentes en el desenvolvimiento de la ciudad como lo han sido el río, los sedimentos, las montañas, los vientos y, por supuesto, un inventario de artefactos entre los que se incluye el concreto, tuberías, embalses, buldóceres y otros tantos. La deuda teórica con Latour salta a la vista, especialmente con el interés del antropólogo francés por cuestionar la oposición entre naturaleza-cultura y recuperar las interacciones entre humanos y no humanos que han dado personalidad a la aún ilegible experiencia moderna.

Esa recuperación se hace patente desde el primer capítulo, que dedica buena parte de su desarrollo a la historia geológica del río Tunjuelo y a las características topográficas que facilitaron a su cono fluvio-glaciar, constituirse en el principal depósito de agregados de la ciudad hasta comienzos del siglo XXI. Así, en un recorrido de larga duración que por momentos evoca el tono de Fernand Braudel en la primera parte de su célebre Mediterráneo, Sánchez empalma macroprocesos de diez millones de años con la tecnificación de una industria local de la construcción que, desde los años 1950, comenzó a valerse de los materiales asentados en el río para sus mezclas de concreto. En pleno recorrido, el autor mapea las firmas y canteras que al cabo de pocas décadas se integraron a un ambicioso itinerario de crecimiento metropolitano y contribuyeron a incrementar –que no determinar– el riesgo de inundaciones en la parte baja de la cuenca, ya fuese vertiendo sedimentos que se asentaban en el lecho y limitaban la capacidad del río para transportar agua, o construyendo diques de contención que, si bien protegían las áreas de extracción, trasladaban la posibilidad de desbordes a las zonas de los barrios.

La cuota puesta por los embalses del acueducto distrital en la coproducción de catástrofes no fue menor. En el capítulo dos, Sánchez expone cómo la apertura de sus compuertas durante las temporadas de lluvias incrementaba el nivel del río en su parte más plana. A eso se sumaba la determinación que los asesores técnicos de la Empresa de Acueducto, en consenso con urbanizadores y residentes de la ciudad, tomaron para fijar al Tunjuelo como destino final de desechos domésticos. Durante el periodo de análisis, esa distribución desigual del agua fue contestada desde los barrios. A propósito, los capítulos tres y cuatro son de gran riqueza testimonial en la medida que Sánchez acude a metodologías cara a cara como la entrevista para mostrar dos aspectos claves de esta historia: (1) los esfuerzos colectivos con los que los habitantes de la cuenca levantaron sus asentamientos y compensaron la ausencia del Estado adaptando un terreno vulnerable por vías tanto legales como directas; y (2) la forma en que los desastres se convirtieron en oportunidades extraordinarias para que los vecinos de los barrios hicieran visibles sus problemáticas y tuvieran un estrecho margen de maniobra en la toma de decisiones gubernamentales. En fin, se trata de dos capítulos en donde los bazares, las colectas, las peticiones escritas a directorios políticos, las juntas de acción comunal o la autoconstrucción de rellenos para prevenir inundaciones ganan protagonismo al presentarse como repertorios populares con los que la institucionalidad tuvo que negociar eventualmente.

Queda más que expuesta la recomendación del reseñista para leer este trabajo. De entrada, se aconseja a los lectores poco familiarizados con la historia ambiental tener paciencia para aquellos fragmentos en donde el autor trae a la mesa argumentos de orden hidrológico, cuantitativo o geológico. No solo por el importante esfuerzo didáctico que Sánchez ha puesto en ilustrar los procesos descritos con diagramas de altísima calidad, sino porque comprenderlos en sus propios lenguajes técnicos es garantía de estar construyendo verdadera interdisciplinariedad, es decir, más allá de las ciencias sociales por ellas mismas.

Finalmente, y esto no es elemento secundario, es una investigación cuyo tema movió las fibras de su artífice mucho antes de que considerara hacer carrera en la academia. Desde el prólogo, Sánchez se remonta a las aproximaciones que tuvo con su campo de estudio cuando apenas empezaba a ejercer como geógrafo encargado de monitorear las condiciones ambientales en la Alcaldía Local de Tunjuelito. En consecuencia, la obra tiene un importante grado de esa reflexividad etnográfica que a veces nos falta a los historiadores cuando se trata de revelar nuestro lugar social dentro de los problemas que abordamos. De tal suerte que, en medio de los tecnicismos y la rigurosa documentación utilizada, no será imposible encontrar la voz propia e incluso política de un autor que hoy nos sensibiliza, con sólidas razones, sobre los hilos imperceptibles que unen la desigualdad urbana con la cada vez más acuciante desigualdad ambiental.


Notas

1 Vladimir Sánchez Calderón, La urbanización del río Tunjuelo: desigualdad y cambio ambiental en Bogotá a mediados del siglo XX (Bucaramanga: Ediciones UIS, 2021), 46.

2 Dada la voluminosa producción de historia urbana y social alrededor de Bogotá, se recomienda la lectura de trabajos con balances recientes como el de Amparo de Urbina y Fabio Zambrano, Impacto de El Bogotazo en la actividad residencial y en los servicios de alto rango del centro de Bogotá (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2019).


Referencias

De Urbina, Amparo y Fabio Zambrano. Impacto de El Bogotazo en la actividad residencial y en los servicios de alto rango del centro de Bogotá. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2019.

Sánchez Calderón, Vladimir. La urbanización del río Tunjuelo: desigualdad y cambio ambiental en Bogotá a mediados del siglo XX. Bucaramanga: Ediciones UIS, 2021.


Resenhista

Oscar Daniel Hernández Quiñones – Doctorando en Historia de América Latina de la Universidad Católica de Eichstätt-Ingolstadt (Alemania). E-mail: [email protected]  https://orcid.org/0000-0003-2793-1772


Referências desta Resenha

SÁNCHEZ CALDERÓN, Vladimir. La urbanización del río Tunjuelo: desigualdad y cambio ambiental en Bogotá a mediados del siglo xx. Bucaramanga: Ediciones uis, 2021. Resenha de: QUIÑONES, Oscar Daniel Hernández. Ciencia Nueva. Revista de Historia y Política. Pereira, v. 6, n. 1, p.188-192, ene./jun. 2022. Acessar publicação original [DR/JF]

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