The Dasmariñases, Early Governors of the Spanish Philippines – CROSSLEY (LH)

CROSSLEY, John Newsome. The Dasmariñases, Early Governors of the Spanish Philippines. London and New York: Routledge, Taylor & Francis Group, 2016, 264 pp. Resenha de: BOTIJA, Antonio Real. Ler História, v.72, p.231-235, 2018.

1 Esta novedad bibliográfica se inserta en la temática de los trabajos sobre los gobernadores hispánicos de las islas Filipinas. Su autor es John Newsome Crossley, cuya carrera docente e investigadora se ha caracterizado por un enfoque multidisciplinar en instituciones de Reino Unido y Australia. Esta ha transcurrido entre su interés por las matemáticas, la informática y la historia de las matemáticas desde la década de 1970 y sus investigaciones más recientes sobre la presencia hispánica en las islas Filipinas pasando por su inquietud por la Parisian music theory en la década de 1990. Actualmente, Crossley continúa investigando sobre dicha teoría, es Profesor Emérito en la Universidad de Monash y prepara una traducción de una historia no publicada de las islas Filipinas, conocida como Lilly Historia, datada en torno a 1600. Más concretamente en el terreno de sus investigaciones sobre las islas Filipinas, Crossley ha publicado numerosos trabajos –entre ellos, se destaca Hernando de los Ríos Coronel and the Spanish Philippines in the Golden Age (Ashgate, 2011)– que han sido bien recibidos por el mundo académico.

2 Este último libro de Crossley sobre los Dasmariñas ha sido publicado a través de Routledge, Taylor & Francis Group en Londres y Nueva York en 2016 y contiene dos particularidades destacables con respecto a los anteriores estudios sobre gobernadores del archipiélago, los cuales se han concentrado en Legazpi o figuras del siglo XVII y XVIII. En efecto, como el propio título indica, The Dasmariñases, Early Governors of the Spanish Philippines trata el papel de Gómez Pérez Dasmariñas y Luis Pérez Dasmariñas, es decir, dos miembros de una familia (padre e hijo respectivamente) que ejercieron dicho cargo de gobernador en una etapa inicial del periodo colonial (siglo XVI) en el archipiélago. La principal relevancia de esta aportación estriba en desarrollar los desafíos a los que ambos tuvieron que hacer frente en el ejercicio de dicho oficio en virtud de la combinación de su cultura política hispánica y la diversidad cultural con la que se encontraron tanto en el propio archipiélago, como en las entidades políticas colindantes.

3 La organización del trabajo presenta una estructura en dieciocho capítulos y un epílogo. Crossley también añade un glosario con términos al inicio de la obra e introduce imágenes de un viaje personal al archipiélago y del Códice Boxer a lo largo de la misma. De hecho, el autor propone una sugerente interpretación sobre el origen de dicho códice en el capítulo 13: se trataría de un proyecto comisionado por el propio gobernador Gómez Pérez Dasmariñas. Asimismo, Crossley reproduce las instrucciones dadas a dicho Gómez Pérez Dasmariñas en agosto de 1589 tras su nombramiento como gobernador de las islas Filipinas al final del libro.

4 El inicio del trabajo (capítulos 2 y 3) está dedicado a explicar las razones que condujeron a la elección de Gómez Pérez Dasmariñas para servir en la defensa de la religión y del rey como nuevo gobernador del archipiélago filipino: su devoción religiosa y limpieza de sangre (originario del noroeste peninsular, es decir, de un área con escasa penetración de al-Andalus, asiduo en las celebraciones religiosas y caballero de la Orden de Santiago) y su experiencia militar y administrativa en un espacio de frontera hispánica con el Islam (corregidor en Murcia). La supresión de la audiencia del archipiélago suponía que la única autoridad colonial del mismo fuera Gómez Pérez Dasmariñas, desconocedor de este escenario del sudeste asiático, pero motivado para continuar su servicio contra el enemigo musulmán al sur del mismo según Crossley. No obstante, la contemplación de este aspecto era reducido en sus instrucciones, en las cuales se insistía en la necesidad de preservar la pacificación conseguida en el archipiélago y la extensión de los dominios cristianos (el anhelo de la conquista de China), así como se instaba al gobernador a acabar con los abusos con respecto a los nativos, enseñarles la doctrina religiosa y salvaguardar a la población castellana y/o novohispana a través del pago a los soldados y la construcción de navíos.

5 Las instrucciones también contemplaban la culminación de la catedral y las fortificaciones de Manila por parte del nuevo gobernador y su apoyo a los hospitales y al colegio de huérfanas. El autor muestra mediante cartas de los pobladores de las islas cómo la puesta en marcha de estas medidas al inicio de la llegada de los Dasmariñas supuso una buena recepción en las islas (capítulo 4). No obstante, la presencia del nuevo gobernador implicó también asperezas con respecto a Domingo de Salazar, obispo del archipiélago, puesto que la principal prioridad para el primero era que los naturales pagaran el tributo por la evangelización y la protección, pero el segundo exigía que no se aplicara dicho cobro en los casos en los que los nativos del archipiélago no recibieran la formación religiosa, especialmente, por falta de compromiso de los encomenderos. Asimismo, el obispo reclamaba que la Corona cuidara de los chinos de las islas a través de las eliminaciones de las restricciones de su comercio por parte del gobernador, aunque no fueran súbditos del rey (capítulo 5). De hecho, Gómez Pérez Dasmariñas tuvo que lidiar a lo largo de su gobierno con su deseo de controlar la presencia china en el archipiélago por su excesivo número, el cual hacía temer un ataque, y su dependencia económica para el funcionamiento del galeón (capítulo 10). Crossley desarrolla entre ambos capítulos las expediciones de pacificación al valle de Magat, situado al norte de la isla de Luzón, durante el gobierno de Gómez Pérez Dasmariñas (capítulos, 6, 7, 8 y 9).

6 Posteriormente, se tratan, por un lado, dos graves problemas de su gobierno plasmados en la amenaza japonesa sobre el archipiélago (capítulo 11) y la ausencia de respuestas a sus cartas desde la Corte (capítulo 12) y, por otro lado, el final del mismo con la redacción de su testamento (capítulo 13) y su muerte en 1593 a manos de los remeros chinos de la embarcación en la que se desplazaba en una expedición hacia Ternate, es decir, contra el mencionado enemigo musulmán (capítulo 14). El gobierno interino de Luis Pérez Dasmariñas (hasta la llegada de Antonio de Morga, nuevo teniente de gobernación, en julio de 1595, así como del nuevo gobernador, Francisco Tello de Guzmán, un año más tarde) y su presencia posterior en las islas se desarrollan en los capítulos finales del trabajo (capítulos 15, 16 y 17) hasta su muerte en la revuelta de los sangleyes de 1603 (capítulo 18). Finalmente, se debe mencionar que Crossley abre y cierra este estudio con el destino común de padre e hijo (capítulo 1) y sus cualidades (epílogo) respectivamente.

7 Precisamente, esta estructura supone el punto fuerte de la obra de Crossley porque permite apreciar las continuidades y las diferencias en el gobierno del padre y el hijo en virtud de su mencionada cultura política y dicha diversidad cultural con la que ambos se encontraron en el archipiélago. En efecto, el primer capítulo, los capítulos dedicados a la figura de Luis Pérez Dasmariñas y el epílogo muestran al lector aspectos a los que el hijo tuvo que hacer frente en relación con la experiencia de su padre: por ejemplo, la defensa de la fe contra el Islam (Luis Pérez Dasmariñas también formó parte de la expedición hacia Ternate), la preocupación y la dependencia con respecto a los chinos del archipiélago y el tipo de fallecimiento (la pérdida de la cabeza en un levantamiento chino). De hecho, dicho planteamiento del trabajo contribuye a probar la hipótesis de Crossley, la cual se basa en que el comportamiento intolerante de estos dos gobernadores con respecto a los musulmanes del sudeste asiático y su ambigüedad en relación a la población china de las islas demostraban tanto las dificultades que ambos experimentaron en el ejercicio de su oficio, como el arraigo secular de la lucha contra el Islam en la cultura política hispánica. Asimismo, Crossley refleja también las diferencias entre el padre y el hijo: la organización de expediciones más ambiciosas y menos realistas por parte del segundo (Camboya) y, en cuanto a la devoción religiosa, la dependencia del hijo más estrecha que la del padre con respecto a los religiosos, concretamente, los dominicos.

8 Este trabajo presenta pocos puntos débiles, pero es necesario señalar dos aspectos que lo podrían haber completado. Por un lado, el autor insiste a menudo en que padre e hijo sirvieron en la defensa de la religión y del rey sin ánimo de lucro en función de las apreciaciones contempladas en diversas cartas de sus contemporáneos y de cronistas posteriores. Sin embargo, Crossley no menciona ninguna referencia a la sección de Contaduría del archipiélago filipino del Archivo General de Indias en la que, posiblemente, hubiera podido apreciarse una relación más estrecha de la familia Dasmariñas y/o de sus allegados con el galeón y las cajas reales. Esta documentación podría haber consolidado dicha idea de la ausencia de ánimo de lucro o, quizás, podría haber mostrado otra faceta menos positiva de los gobiernos de padre e hijo.

9 Por otro lado, Crossley plantea el problema de la comunicación en virtud de la ausencia de respuesta a las cartas del gobernador Gómez Pérez Dasmariñas por parte del rey, puesto que solo dos barcos llegaron desde Acapulco a Manila durante su gobierno y ninguno con correspondencia regia. Asimismo, la dependencia de las islas con respecto al virrey novohispano tampoco se plasmó en una documentación significativa procedente de México. Si bien es cierto que el autor muestra acertadamente sus principales objetivos, como el papel de Oriente en el desarrollo del mundo y de las civilizaciones europeas a través del impacto de la diversidad cultural en el gobierno de los Dasmariñas o el traslado de la concepción del enemigo musulmán de Europa a Asia en la mentalidad de dichos gobernadores, el problema de la distancia en la cultura política hispánica no fue exclusivo de las islas Filipinas. Por tanto, alguna referencia a dicho problema en otros espacios del imperio con situaciones similares (por ejemplo, Chile con respecto a Lima y la Corte) hubiera sido interesante en relación a la mencionada cultura política.

10 En cualquier caso, estos dos aspectos no ensombrecen en absoluto una obra completamente recomendable para estudiar los problemas de gobernanza de la Monarquía Hispánica en el sudeste asiático en los inicios del periodo colonial.

Antonio Real Botija – Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), España. E-mail: [email protected].

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