Anales del Instituto de Chile | Bernardino Bravo Lira

Finalizando ya el siglo xx, han aparecido algunas obras corno las de Paul Johnson y de Karl Dietrich Bracher que presentan las primeras visiones de conjunto sobre la centuria, pero estos trabajos son, forzosamente, provisionales y dejan de lado hechos importantes como la disolución del imperio Austro-Húngaro.

Haciendo estas consideraciones previas, Bernardino Bravo Lira nos introduce en un estudio que analiza las consecuencias de la disolución de la doble monarquía danubiana.

Dividido en ocho secciones el trabajo nos va presentando las particularidades del imperio Austro-Húngaro y las consecuencias derivadas de su fin. La idea central que va uniendo cada una de ellas es que a la caída de este imperio se remonta la actual división del mundo en dos bloques regidos por los Estados Unidos y la Unión Soviética, respectivamente, lo que provoca, a juicio de Bravo, que el suceso originado luego de la primera guerra mundial sea, todavía, “un suceso contemporáneo en el sentido más estricto del término”.

El primer acápite lleva por título De Carlomagno a Carlos I de Austria. En él Bravo Lira aborda el fin efectivo del imperio bajo el reinado de Carlos I, quien luego de finalizada la gran guerra en noviembre de 1918, decidió “suspender el ejercicio de sus poderes imperiales” se proclamó en república austriaca que nacía para unirse a Alemania, ya que “sin emperador, Austria carecía de destino histórico propio y, por lo tanto, también de conciencia de sí misma”. Carlos I, en el exilio, tuvo que intervenir para evitar esta anexión, la que sólo se realizó en 1938.

El título de esta sección proviene del conocido aserto de Jordanes, quien señaló que los imperios terminan con gobernantes del mismo nombre de su fundador.

Si Austria-Hungría no existiera, habría que inventarla se titula el segundo acápite. Recogiendo lo expresado por Palacky en 1848, Bravo Lira esboza el significado histórico y político del imperio, en el que coexistían pueblos, lenguas y religiones diversas, que respondía a un ideal universal, la unidad en la variedad.

La inexistencia del imperio provocó que el espacio danubiano fuera dominado por sus vecinos, el imperio Ruso y Alemania, pero corno dice el autor “una Alemania nazi y de una Rusia Soviética”.

La tercera sección lleva por título De la dominación nazi a la Soviética. En ella el autor describe los cambios ocurridos en el mapa político de Europa Central luego de la gran guerra, y el consiguiente surgimiento de lo que podriamos llamar Estados artificiales en el espacio anteriormente ocupado por Austria-Hungría, destruyéndose el equilibrio geopolítico de Europa Central. Al surgimiento del totalitarismo soviético, según el. autor, siguió el nacional socialista en Alemania, los que ocuparon, respectivamente, los Estados de Europa Central, escapando a éste sino sólo Austria, aspecto que trata Bravo en el cuarto acá pite titulado Los Estados sucesores del imperio Austro-Húngaro. Para el autor “si es duro pasar de una monarquía a una oligarquía que domina sin contrapeso, tal vez ningún caso ha sido tan patético como el de los Estados sucesores del imperio AustroHúngaro”, los que terminado el dominio Habsburgo han “vivido las horas más amargas de su historia … “.

La quinta sección es la denominada El ocaso de los imperios. En ella Bravo Lira realiza un breve análisis de lo que es un imperio y cuál ha sido su significado histórico, concluyendo que en el siglo xx se da el término de ellos: el Chino en 1912, año en que Sun Yat Sen instauró la República China, el Ruso Zarista en 1917 y el Austro-Húngaro, finalmente. El ocaso de los imperios, a juicio de Bravo no puede desvincularse del surgimiento de los Estados totalitarios, lo que le confiere nombre al sexto acápite: El alba de los totalitarismos. El totalitarismo Ruso y el Nazi surgieron y se dieron dentro del marco de imperios que acababan de desaparecer, “y al que trataron de reeditar bajo una forma ideológica”. El fundamento trascendente de la idea del imperio fue reinterpretada “bajo la forma de una tarea inmanente: la de imponer. .. la dominación de una clase … o de una raza”.

A la séptima sección Bravo la denomina Fin de la Edad Moderna. En ella aclara que el imperio tenía un fundamento sacral y se asentaba sobre pactos con los pueblos; al terminar la segunda guerra mundial no hubo tratados de paz, lo que según el autor “es otro signo del cambio de época”. Los países triunfantes en esa conflagración, siguiendo a Bravo, delimitaron en la Conferencia de Yalta (1945) lo que serían sus esferas de influencia, sin considerar la opinión de los pueblos afectados. Yalta es, entonces “un símbolo del siglo XX y del fin de una época, la Edad Moderna, así como Tordesillas lo fue en el siglo xv, del comienzo de esta misma época”. En 1494 se inició la preponderancia mundial europea y ésta terminó en 1945: los Estados Unidos y la Unión Soviética son potencias extraeuropeas.

El último acápite es el que Bravo denomina La partición de Europa y del mundo. En él explica que la disolución del imperio Austro-Húngaro significó la destrucción del equilibrio político de Europa Central y que para el viejo continente significó el fin de su supremacía mundial, puntos que ya ha consignado, pero a nuestro juicio lo que resulta más relevante de él, es la repercusión, en Latinoamérica, de la nueva división del mundo, puesto que antes de la gran guerra los países hispanoamericanos tenían estrechas vinculaciones con Europa; terminado el conflicto, el viejo continente fue reemplazado por los Estados Unidos en lo económico.

En lo político la desaparición del imperio Austro-Húngaro dejó un vacío geopolítico, pero no así en lo cultural.

Concluye Bravo Lira diciendo que “desaparecido el imperio Austro-Húngaro, ni Europa ni el mundo volvieron a ser los mismos. Con él terminó irremisiblemente una época”.

En general, el estudio presenta una estructura congruente. Tiene un gran respaldo bibliográfico y es de una lectura fácil y amena. Es interesante el planteamiento del autor en el sentido de que el imperio Austro-Húngaro constituía una especie de “zona de seguridad” que evitaba el expansionismo alemán y el ruso. Igualmente lo es la idea del término de la Edad Moderna en 1945, pero creemos que este punto específico merece profundizarse aún más. El trabajo responde completamente a su título, pero consideramos que su mayor valor radica en que abre nuevas interrogantes, nuevas vías de investigación y de discusión académica.


Resenhista

Cristián Guerrero Lira


Referências desta Resenha

LIRA, Bernardino Bravo. El fin del Imperio Austro-Húngaro, fin de una época en la historia mundial. En Anales del Instituto de Chile 1988. Santiago, 1988. pp. 49-71. Resenha de: LIRA, Cristián Guerrero. Cuadernos de Historia. Santiago, n.9, p. 200-201, Diciembre, 1989. Acessar publicação original [DR]

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