Aquellos otros inversores | Raúl Jacob

En la década de 1970, pero con mayor empuje en las dos décadas siguientes, los Históriadores uruguayos comenzaron a estudiar a la industria y a los empresarios, tanto nacionales como extranjeros, y a la inversión exterior. Con la renovación del campo historiográfico en el país y en América Latina, al abordarse temáticas económicas y sociales, este tipo de investigaciones ayudaron a deconstruir y problematizar ciertos lugares comunes. Una visión vulgar de la História uruguaya – aún presente, no obstante, en la academia – marcaba la presencia insoslayable del estado, en especial en la etapa batllista, como industrializador del país, ante una burguesía nacional débil o inexistente, considerando además, a la inversión británica, como la única de envergadura durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX. La obra de autores como Luis Stolovich, Alcides Beretta Curi y Raúl Jacob1, ha servido para corregir o matizar estos planteos. En las Jornadas Rioplatenses de História Comparada: Respuestas reformistas al Estado oligárquico (1890 – 1930) organizadas por el CLAEH en 1989, evidenciado el desarrollo de estos estudios, se les dio cabida.2 No obstante esto, en la agenda institucional y en el interés del público, estas temáticas siguen siendo marginales. Quizás pueda deberse esto a la especificidad de las investigaciones, a un abordaje más descriptivo que interpretativo, o a un enfoque basado en la teoría de redes, la microHistória o los estudios de caso; pero tampoco se puede desechar la desidia o la pereza intelectual de los lectores y/o académicos ante planteos poco transitados.

El presente libro de Raúl Jacob3 Aquellos otros inversores 4 parece hacerse eco de esta encrucijada. Si por una parte viene a sumarse a las líneas de investigaciones efectuadas tanto por él mismo como por otros Históriadores, insistiendo en la descripción y los estudios de caso como la mejor forma de reconfigurar esquemas interpretativos demasiado generales, develando a su vez, aspectos ocultos del pasado, por otra parte, parece encontrar otra vez el vacío que público, crítica y academia vienen demostrando ante estas temáticas.

LA IED: DESBROZANDO EL CAMINHO

Aunque este trabajo es mayormente descriptivo como el autor lo reconoce y declara, en la primera parte y en el final se realizan numerosas precisiones metodológicas y conceptuales.

Se indaga sobre la inversión externa directa (IED) de aquellos inversores no-británicos, esos otros menos conocidos o ignorados. Pero ¿por qué inversiones externas y no inversiones extranjeras? En el anexo, buscando definiciones, se aclara este distingo: “Es necesario admitir que el inversor puede ser extranjero, pero también puede ser un uruguayo domiciliado en el exterior, o que reside en su país pero opera financieramente desde otro.”5 Por eso se propone esta definición: “INVERSIÓN EXTERNA: todo capital proveniente del exterior, reconociendo a las personas físicas o jurídicas por su domicilio y no por su nacionalidad.”6

Una vez construido un marco conceptual al menos tentativo, surge el problema de las fuentes.

Los problemas para evaluar la IED en los períodos anteriores al surgimiento de las instituciones internacionales que hoy se encargan de ellas son de dos tipos: conceptuales y metodológicos. Pero ellos adquieren vida una vez que se cuenta con las fuentes que aportan los datos. Los países, además de los capitales, importan sus estimaciones y aceptan la metodología con que se realizaron las mediciones.

Existe un camino alternativo que es trabajar con fuentes nacionales, con los informes de las oficinas encargadas de fiscalizarlos.

Para los años previos al fin de la segunda guerra mundial se puede utilizar el material […] de la Inspección General de Bancos y Sociedades Anónimas. Esta repartición del Ministerio de Hacienda fue cambiando de nombre a partir de su fundación en la década de 1910. La principal precisión sobre el alcance de estas cifras es que incluye exclusivamente a las sociedades anónimas y por lo tanto proporciona una visión limitada de los montos de la IED. También existe la probabilidad de algunos errores en la clasificación por nacionalidades.7

Esto trae aparejado diversos problemas en torno a una posible “tipología empresarial”. Si es más o menos fácil rastrear a las sociedades anónimas en los registros de la IED, otras iniciativas permanecen ocultas o son más difíciles de catalogar.

La inversión externa que ofrece más dificultades para su consideración es la de los “hombres de paso”, comerciantes o empresarios rurales que se establecían durante un tiempo más o menos prolongado – muchas veces el período de su edad activa – en otro país, y que terminaban sus días de regreso en el solar natal. El punto en cuestión es si no tenían una matriz o una oficina en el lugar del que procedían. El caso de los inmigrantes es más sencillo: si no mantenían lazos que los ligaban empresarialmente a su patria no se los relacionaba con la IED, pues sus sucesores serían ya hijos del país que los recibía.8

Dificultad similar ofrecen las empresas free standing, dado que la integraban inversionistas de varios países, incluso del receptor.

Las empresas que el Históriador trata de rastrear preferentemente, son las que él denomina “transnacionales”. Empresas grandes, pequeñas o medianas, en las que no solamente están incluidas las industriales, sino las de servicios, considerando a las bancarias, financieras y comerciales. “Es que lo sustantivo de su definición, del proceso de transnacionalización, implica la apertura de por lo menos una sucursal o filial en el exterior, y ella(s) debe(n) ser coordinada(s) y dirigida(s) por la casa matriz.”9

En relación a las transnacionales se destaca el fuerte peso de Argentina en la región, mediatizando nuestra economía. “En tal sentido Uruguay fue, para una gran parte de ellas, una provincia argentina más.”10

Otra modalidad fue la internacionalización de empresas familiares, “exportando” parientes y/o allegados. A Jacob – al igual que a Beretta Curi – le interesa indagar las redes familiares y su incidencia en el mundo empresarial. El entramado empresarial no podría entenderse, en numerosos casos, sin tener en cuenta este elemento.

EL CALIDOSCOPIO EMPRESARIAL

La IED alemana, argentina, belga, brasileña, canadiense, francesa, holandesa, italiana, sueca, suiza y soviética, entre otras menores, es la que analiza el libro, viendo sus diversas modalidades por rubro y su funcionamiento.

Se las categoriza, en rasgos generales, como empresas del agro, o la agroindustria, del sector importador y exportador, de bancos y seguros, de transporte, construcción, químicas, de maquinarias, electrodomésticos, textiles, de servicios – hotelería y gastronomía – y culturales. Todo un variopinto abanico de inversiones. También un amplio abanico de formatos: desde la poderosa empresa multinacional, a la pequeña de tipo familiar con apenas una sucursal o filial en el exterior.

Aunque la inmigración alemana en Uruguay no fue importante, si lo fueron sus inversiones.11 Las principales fueron en el agro y la exportación de frutos del país. La familia Lahusen se instaló en Argentina y Uruguay a mediados del siglo XIX. En el departamento de Colonia, en 1854, fundaron el establecimiento rural “Los Cerros de San Juan”. En 1888 se abrió en Montevideo la barraca Lahusen y Cía, como una dependencia de la matriz en Buenos Aires.

Otros sectores en los que se incorporó el empresariado alemán fueron la industria cárnica, la cervecera, la láctea y la del cemento. Merecen especial destaque las inversiones en la industria eléctrica de la Siemens y en la química de la Bayer.

Con todo, se debe apreciar que:

Si bien las firmas alemanas fueron numerosas, los montos de la IED eran inferiores a los británicos y norteamericanos debido a su debilidad en actividades que requerían gran concentración de capital, como ferrocarriles y empresas de servicios públicos, minas y yacimientos de petróleo, frigoríficos, etc.

El capital alemán no llegó a controlar resortes claves de la economía uruguaya. Si se atiende a las formas más complejas de organización empresarial, las sociedades anónimas, a comienzos de la década de 1930 más de la mitad se encontraba invertido en el sector agroexportador, en dos compañías agropecuarias y una barraca exportadora de frutos del país.12

Durante la segunda guerra, con la confección de listas negras denunciando a las empresas pro-nazi, la inversión se resintió.

En 1942 el comercio entre Uruguay y Alemania cesó por completo.

La relación con Argentina, fue y continúa siendo, de las más gravitantes. Entre 1891 y 1940 entre el 7% y el 18% de las exportaciones tuvieron ese destino, proviniendo de allí entre el 7% y el 22% de las importaciones.

En el litoral fue donde más repercutieron sus inversiones. En el departamento de Colonia, por ejemplo, englobaron a las empresas extractivas (Ferro), de navegación y hotelería (Mihanovich) y textiles (Campomar).

El capital argentino fue clave en ramas como la textil y la hotelera y turística. También controló una parte del comercio, como la empresa Bunge y Born.

Por la cercanía y la comunidad de lengua, influyó en la industria cultural (editoriales Claridad, Losada y Tor).

Como síntesis se puede señalar que el país mostró un ambiente empresarial “altamente dependiente de Argentina, incluso en lo que refiere a las filiales y sucursales de transnacionales de los más diversos orígenes.”13

Las inversiones brasileñas son de larga data, y en el siglo XIX, se desplegaron especialmente en tierras. También figuran en actividades financieras y bancarias, siendo el ejemplo más antiguo y renombrado el del barón de Mauá.

Las inversiones italianas y francesas contaron con el apoyo de las colectividades radicadas en el país, las cuales les brindaron un mercado de consumidores y capitales.

La IED francesa abarcó los bancos y seguros, la exportación, la química, los transportes y la industria editorial, mientras que la italiana además de algunos de estos rubros incursionó en la importación (Marelli, Fiat y Pirelli) y la industria de bebidas (Cinzano).

Ambos países tuvieron en Uruguay cámaras de comercio. La URSS, finalmente, estableció en 1928 una sucursal de la IUZHAMTORG (South American Trading Corporation) con el objeto de realizar un comercio bilateral, intercambiando materias primas uruguayas por derivados del petróleo. En 1932 firmó un convenio con ANCAP para el suministro de 20.000 toneladas de nafta y 10.000 de kerosene.

El régimen de Terra interrumpió las relaciones con la URSS. Por esto, la sociedad cesó sus actividades en marzo de 1936.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Aquellos otros inversores inserto – y dialogando – en una particular trayectoria historiográfica de estudios sociales y económicos, viene a confirmar algunos juicios y a corregir otros.

Barrán y Nahum han resaltado el influjo de Argentina en el agro y el comercio del país.14 Nuestra modernización, en parte, fue un reflejo de la que se producía en la vecina orilla.

Para la industria cabe ver un proceso similar, no sólo por la IED argentina, sino por la que llegó aquí pivotada desde allí. Numerosas empresas europeas usaron a la Argentina como trampolín para proyectarse a la región.

La idea del Uruguay como periferia de la periferia, queda así bosquejada.

Otro elemento que merece reseñarse – aunque el autor no lo aborda explícitamente – es el rol del estado.

“La presencia y proyección del Estado en el espacio económico y social ha impregnado profundamente la História uruguaya. Tanto es así, que los actores sociales y los desempeños individuales se han percibido desdibujados y disminuidos.”15

Una História “estado-céntrica” ha tendido a ocultar el rol dinamizador del empresariado local y la inversión externa. Muchas brechas dejadas por el estado en la actividad económica – quizás más de las que suele pensarse – fueron cubiertas por ambos.

Este rescate minucioso de aquellos otros inversores lleva a repensar estos tópicos. “Es un lugar común afirmar que toda investigación resuelve problemas y plantea otros. Es cierto, y ésta no podía escapar a esa norma” – afirma el autor. Pero en este caso, cuestionar desde una posición marginal, casi tras bambalinas, los lugares comunes de la História uruguaya, bien vale la pena.

Notas

1 Entre otros título, conviene citar los siguientes: Luis Stolovich, Poder Económico y empresas extranjeras en el Uruguay actual, Montevideo, Centro Uruguay Independiente, 1989; Alcides Beretta Curi, El imperio de la voluntad, Montevideo, Fin de Siglo, 1996; Raúl Jacob, Breve História de la industria en el Uruguay, Montevideo, FCU, 1981; Idem, 1915 – 1945. Las otras dinastías, Montevideo, Proyección, 1991.

2 Se destaca en especial la ponencia de Alcides Beretta Curi y Alicia Morón Jacoel, “Industriales argentinos y uruguayos ¿hacia la era fabril? (1875 – 1930)”, In: Jornadas Rioplatenses de História Comparada. El Reformismo en contrapunto. Los procesos de modernización en el Río de la Plata (1890 – 1930), Montevideo, CLAEH – EBO, 1989.

3 Raúl Jacob (1946) es investigador del Programa de História Social y Económica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y miembro de la ANII. Entre otros, además de los citados anteriormente, ha publicado los libros: Consecuencias sociales del alumbramiento (1872 – 1880), Montevideo, EBO, 1969; Inversiones extranjeras y petróleo, Montevideo, FCU, 1979; Más allá de Montevideo: los caminos del dinero, Montevideo, Arpoador, 1996; Brevísima História del Partido Ruralista, Montevideo, Arpoador, 2006.

4 JACOB, Raúl, Aquellos otros inversores, Montevideo, Arpoador, 2011.

5 JACOB, R., 2012, p. 269.

6 Op. cit., p. 272.

7 Op. cit. p. 8.

8 Op. cit. p. 11.

9 Op. cit. p. 13.

10 Op. cit. p. 15.

12 Op. cit. p. 29.

13 Op. cit. 16. Esta tendencia sigue hasta la actualidad. En el período 2001 – 2009 los fondos captados por Uruguay provenientes de la vecina orilla representaron un 20 % de la IED. Los principales sectores de inversión fueron los agronegocios, industrias manufactureras y servicios. (La Diaria, 3 de mayo de 2012)

11 Pero si se piensa en las sociedades anónimas de principios de la década del treinta, fue más bien modesta: un 2% del total, frente a Gran Bretaña que representaba el 78% y los EE.UU con el 14 %. (Op. cit. p. 25).

14 BARRAN, José Pedro, NAHUM, Benjamín, 1973, 1977.

15 BERETTA CURI, Alcides, 1996, p. 329.

Referencias

AA.VV, El reformismo en contrapunto. Los procesos de modernización en el Río de la Plata (1890 – 1930), Montevideo: CLAEH – EBO, 1989.

BARRAN, José Pedro, NAHUM, Benjamín, História rural del Uruguay moderno. T. III. 1895 – 1904. Recuperación y dependencia, Montevideo: EBO, 1973.

Idem, História rural del Uruguay moderno. T. V. La prosperidad frágil (1905 – 1914), Montevideo: EBO, 1977.

Idem, História rural del Uruguay moderno. T. VI. La civilización ganadera bajo Batlle (1905 – 1914), Montevideo: EBO, 1977.

BERETTA CURI, Alcides, El imperio de la voluntad, Montevideo: Fin de Siglo, 1996.

JACOB, Raúl, Aquellos otros inversores, Montevideo: Arpoador, 2011.


Resenhista

Scirgalea Ricardo Sebastian – Profesor de História; periodista. Realiza una maestría en História en la Universidad de Montevideo (Uruguay).


Referências desta Resenha

JACOB, Raúl. Aquellos otros inversores. Montevideo: Arpoador, 2011. Resenha de: SEBASTIAN, Scirgalea Ricardo. Un panorama heterogéneo y desconocido La inversión externa en Uruguay. Fronteira: Revista de História. Dourados, v.14, n.25, p.195-200, jan./dez. 2012. Acessar publicação original [DR]

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