Éramos iglesia…en medio del pueblo. El legado de los Cristianos por el Socialismo (1971-1973) | Michael Ramminger

Michael Ramminger, teólogo del instituto de Teología y Política en Munster, Alemania, mezcla en el presente libro dos intereses ya manifestados en investigaciones previas, el estudio histórico del cristianismo rebelde y el interés por el Tercer Mundo. En este caso, se adentra en un análisis crítico y extenso acerca del grupo de los Cristianos por el Socialismo (CPS). De entrada, hay que reconocer que la obra de Ramminger es un aporte para la comprensión de una parte de la historia de Chile, desde una perspectiva política y social. Entrega luces sobre un movimiento nacido en el Chile de la Unidad Popular (UP) que, si bien era minoritario, no era marginal dentro del mundo eclesiástico. El autor hace un largo barrido por la historia del siglo XX profundo chileno e incluso se remonta hasta 1925 para hallar los antecedentes de los Cristianos por el Socialismo en Chile. Junto a esto, el autor propone, por un lado, que el grupo encuentra sus raíces en otros dos procesos, en el nacimiento del cristianismo social chileno en los ’50 y, por otro, en los esfuerzos reformadores de la Iglesia Católica Romana y la nueva teología de liberación. Para el alemán, el grupo está ubicado en la avanzada de esta teología rebelde. Como postulado central el autor plantea que los CPS no alcanzaron ni desarrollaron una eclesiología propia, no obstante, en la práctica sí esbozaron una nueva forma de entender el cristianismo. A pesar de esto, el autor señala que no fracasaron por este motivo, sino porque la jerarquía católica no renunció a su eclesiología imperial y por la ejecución del golpe de 1973.

En el fondo, según Ramminger, un gran acierto de los cristianos socialistas fue que dejaron abierta la posibilidad de una interpretación alternativa del cristianismo. Para el autor, los CPS estuvieron en la medianía entre ser una organización y un movimiento. Quizás, a lo que más se pareció fue a un grupo de discusión/corriente de opinión. Por otro lado, el autor despeja una duda habitual, los cristianos socialistas no estaban conformados solo sacerdotes, pero sí estaban liderados por ellos. Tenían distintas fisionomías según cada provincia/región, en Santiago ocurrían que estaban conformados más sacerdotes que laicos, en el resto del país era exactamente al revés. Sin embargo, pese al “desorden interno”, los CPS eran un grupo lleno de vitalidad y energía. Por cierto, una de sus principales diferencias con otros sectores del catolicismo, es que sus exponentes estaban dedicados de lleno al trabajo poblacional y de base. En los encuentros nacionales del CPS los que participaban eran mayoritariamente católicos, muchos de ellos sacerdotes, jesuitas o corazonistas, pero también participaban pastores evangélicos y laicos. El grupo se fue gestando a partir de la confluencia en distintos encuentros, recibieron influencias de la “Iglesia Joven”, pero nacieron a partir del Grupo de los 80 y la reunión “La participación de los cristianos por el socialismo”. Para decirlo con todas sus letras, entre ser Martín Lutero o Ignacio de Loyola, los cristianos chilenos abrazaron la segunda opción: quedarse en la iglesia renovándola. Sin embargo, jamás el cambio interno de la iglesia fue prioridad para los CPS. La historia de los cristianos socialistas también es la historia de la disputa con la jerarquía eclesial chilena, ellos generaron molestia en la Iglesia oficial. A partir de su trabajo en poblaciones, ellos veían más valores cristianos en el socialismo que en el capitalismo. Los CPS no solo existían para rebatir la supuesta incompatibilidad entre el socialismo y el cristianismo, sino que también para señalar que era deber de todo cristiano ser socialista. El obispado respondió desde los primeros momentos de los cristianos socialistas, señalando que el sacerdocio debía ser públicamente apolítico y que abrazar a otra ideología ponía en riesgo la unidad católica. Por parte del sector más conservador del catolicismo fueron acusados con una serie de imputaciones, una de ellas fue que ellos eran responsables de alimentar la “Lucha de las clases”. Los CPS replicaban que no existía ninguna promoción de ningún conflicto pues solo daban cuenta de una realidad. Otra acusación que tuvieron que sortear fue la de ser clericalistas. Ramminger señala que respondieron a esto planteando que defendieron siempre la autonomía de lo político, por lo tanto, difícilmente podían ser leídos como clericalistas. Asimismo, fueron acusados de promover la violencia revolucionaria, de ser mayoritariamente extranjeros (por lo tanto, de estar influidos desde afuera). En cambio, Ramminger insiste en que los cristianos socialistas proponían eran un proyecto genuinamente chileno y no una importación de cristianos románticos de afuera. A su vez, según la jerarquía católica, ellos confundían sus obligaciones sacerdotales con sus inclinaciones partidistas. Por lo mismo, los invitaron a renunciar a la iglesia o a meditar sobre su permanencia en la institución. En definitiva, los CPS eran un grupo para el cual las ideas de la Doctrina Social de la Iglesia eran insuficientes y esto los diferenció de otros grupos como la Democracia Cristiana (DC), ya que este partido sí veía con muy buenos ojos aquel pensamiento eclesial. Los cristianos socialistas fueron un grupo que condenaba con más fuerza a la violencia estructural que a la violencia insurreccional. Por cierto, Ramminger es capaz de reflejar la particularidad de los cristianos por el socialismo, pues era un grupo que elaboraba tesis propias sobre el acontecer nacional. Entre ellas, destaca la idea del “amor al prójimo eficaz”, ella consistía en que el amor por el otro debía sustentarse en la realidad y en enfrentar las injusticias. En el libro se ofrece un panorama que refleja de manera muy prolija la vorágine que significó el proceso de la UP, sus cortos tres años. El grupo de los Cristianos por el Socialismo creció desde las reuniones de algunas decenas de sacerdotes, hasta ser un movimiento-organización con una burocracia que, aunque difusa, demostraba las ansias revolucionarias reales del grupo que tenía ramificaciones en el resto de América Latina. Además, proporcionaba aportes a los debates que proponía el gobierno de Salvador Allende, por ejemplo, en el tema del nuevo tipo de educación que requería Chile. Como se ve, lejos de ser solo el período de polarización política en suelo chileno, la UP fue un período de explosión de creatividades. Los CPS se vieron fortalecidos con la UP, y también la fortalecieron a ella con debates y discusiones como los emanados en el Encuentro Nacional de Primavera de 1972 que, de hecho, permitió un debate ampliado entre todos los partidos de izquierda. Tenían prestigio y fueron vistos como una fuerza moderadora, un grupo capaz de articular y condensar las distintas sensibilidades existentes en la UP. Además, fueron un grupo que desarrolló una alta conciencia política que les permitió “oler” el golpe antes de que este fuera ejecutado, incluso, tuvieron una reunión con el presidente Allende para advertirle de la proximidad del golpismo.

Asimismo, para los CPS era clave fijar la idea de que lo más cristiano era cambiar las estructuras de la desigualdad y no enfrentarlas solo desde la caridad. Entonces, para ellos el compromiso político era fundamental y asumían que tenían como tarea desideologizar a la Iglesia Católica chilena, pues según ellos, la Iglesia veía como natural posicionarse siempre del lado de los dominadores. En el fondo, los CPS se convencieron que catolicismo oficial, en su visión y en su misión servía para mantener las estructuras de la desigualdad y la dominación.

Entre los cortos años de vida de los CPS, Ramminger destaca algunos hitos como la reunión del 1972 en Chile. En ese entonces, cristianos socialistas de toda América Latina vinieron a nuestro país a discutir lo que para el autor fue el conclave más importante de la teología de la liberación hasta entonces, siendo, por lo tanto, un conclave con significación mundial. En ese entonces, los más de 400 delegados debatieron acerca de la alianza estratégica entre marxismo y cristianismo, sobre dependencia, desarrollo y socialismo. Otro momento importante para el grupo, fue la visita de Fidel Castro a Chile a fines del 1971. Todo esto porque el líder cubano los escuchó, los alentó y los invitó a visitar Cuba. Dicho viaje se efectuó y fue clave para que los CPS fortalecieran sus redes internacionales.

Ramminger también nos narra una historia de la persecución y plasma acertadamente las censuras a sacerdotes como Antonio Llidó e Ignacio Pujadas. Esta persecución también tuvo otras caras, por ejemplo, al mismo tiempo en que la jerarquía fue implacable con los socialistas, no tuvo reparos con grupos católicos conservadores que señalaba que el gobierno de la UP era un “castigo divino”. Los CPS se radicalizan al calor del período y en el último año tuvieron una línea más cercana al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). La lucha del MIR entre los más pobres de los pobres coincidía con el trabajo de base del CPS. Si bien según el autor, después del triunfo de UP en las elecciones municipales de 1971, los CPS fueron críticos tanto de la vertiente más institucionalista de la UP, pero también las tácticas del MIR, estas diferencias se fueron aminorando. Por lo tanto, Ramminger demuestra que la polarización vivida a nivel nacional durante la UP no fue ajena a la Iglesia. Metodológicamente, el teólogo alemán evidencia una ardua búsqueda empírica y da garantías tanto de pulcritud como de diversidad de fuentes. La riqueza del material archivístico es una proeza del autor, en especial, si recordamos que con la persecución del golpe se destruyó bastante material sensible de los CPS y otras organizaciones. El libro viene acompañado de un largo apéndice documental y el autor entrevistó a personajes claves tales como Mariano Puga, Diego Irarrázaval y Martín Gárate. Si pudiéramos establecer algunas críticas al libro tendríamos que señalar en primera instancia, que quizás faltó aclarar el papel jugado por las monjas o las mujeres laicas en los CPS. En segunda instancia, nos parece que a Ramminger le faltó analizar más críticamente la falta de puentes y diálogos entre los Cristianos por el Socialismo y la DC. Todo esto porque, remitiéndonos a postulados como los de Tomás Moulian, un entendimiento entre la DC y la UP hubiese sido clave para evitar que Chile pasara sus horas más oscuras entre 1973 y 1990. Finalmente, tal como destaca el autor, si bien la jerarquía católica no tramó el golpe, fue en parte gracias a los CPS el catolicismo no quedó manchado como golpista. Sin embargo, Ramminger, expone que, en silencio, la mayoría de Iglesia apoyó el golpe. Los cristianos socialistas experimentaron en carne propia la ferocidad de la dictadura cívico-militar encabezada por Pinochet, porque proporcionalmente en comparación con otros grupos eclesiásticos fueron muy reprimidos después del 11 de septiembre, muchos de ellos fueron asesinados y perseguidos. Con respecto a las herencias del grupo, aunque pudiera creerse que son nulas porque el grupo se desarticuló, Ramminger plantea que algunos de los planteamientos actuales del Papa Francisco coinciden con los postulados de los CPS. A pesar de ello, en lo fundamental los Cristianos por el Socialismo son una “oportunidad perdida” en el diálogo entre el cristianismo y la izquierda. Finalmente, sólo nos queda destacar que Ramminger haya rearticulado la historia de los CPS. Como mencionamos, se puede pensar que por la defunción de algo su aporte es nulo, sin embargo, es central generar análisis de grupos u organizaciones que, si bien no existen, sus legados se mantienen de alguna u otra forma. Para muchas y muchos el vínculo con el catolicismo y/o cristianismo está quebrado por diversas razones. Este libro puede servir para que un grupo grande de personas pueda comenzar a restituir y resignificar el sentido del catolicismo, ya que en algún tiempo histórico algunos de sus exponentes estuvieron firmemente comprometidos con la transformación profunda de la sociedad.


Resenhista

Tomás Manuel Fábrega – Licenciado en Historia de la Universidad Diego Portales.


Referências desta Resenha

RAMMINGER, Michael. Éramos iglesia…en medio del pueblo. El legado de los Cristianos por el Socialismo (1971-1973). Santiago: LOM, 2019. Resenha de: FÁBREGA, Tomás Manuel. Revista Izquierdas, 49, 2020. Acessar publicação original [DR/JF]

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