Patrañas que me contó mi profe. En qué se equivocan los libros de historia de los Estados Unidos | James Loewen

En todos los sistemas educativos contemporáneos, incluso en las democracias occidentales, existe una tendencia a construir una narrativa histórica moldeada por múltiples formulaciones ideológicas e identidades culturales. Esa narrativa cristaliza en los libros de texto de la educación secundaria de muy diferentes formas; toma relevancia a través de unos arquetipos temáticos elementales. Las adecuaciones del relato histórico son connaturales al sistema de creencias y a la simbología nacional del país. Mediante la sucesión de varias generaciones de docentes y gestores educativos, se han producido desconexiones entre las tendencias historiográficas generales y el proceso de consolidación de la interpretación histórica en los libros de texto.

En el caso concreto de los Estados Unidos, las narrativas históricas, reproducidas en los libros de texto, no vienen impuestas de forma programada a través de la legislación educativa, sino que se basan en una especie de acervo colectivo. Dicho acervo dimana de una especie de experiencia acumulativa de todo el sistema. De forma progresiva y algunas veces improvisada, los hechos históricos son presentados al alumnado de manera “legendarizada”, por la implementación de un mecanismo pedagógico de transmisión de valores y principios en el temario. En otros casos, son presentados de manera parcialmente distorsionada, por la síntesis selectiva que se aplica para registrar elementos en dicho temario.

El libro es una pieza de divulgación (destinada a un público especializado en temáticas históricas) y es el resultado del análisis de varios libros de texto (llevado a cabo durante décadas). El ensayo histórico tiene un desarrollo argumentativo planteado sobre varios casos de estudios, ubicados en varios contextos históricos. En definitiva, el libro, editado por Capitán Swing Libros2 (está destinado para un público muy concreto) se compone de treces capítulos e interesantes contribuciones en la introducción inicial y el epílogo. En la introducción se reflexiona sobre los fallos estructurales que han generado esas disfuncionalidades en los recursos de enseñanza. En el epílogo se reflexiona sobre las metas que deben marcarse los gestores educativos y los historiadores para revertir las narrativas sobre el pasado estadounidense (alejadas de la realidad conocida y contrastada). Podríamos calificar a Patrañas que me contó mi profe como una obra de “divulgación de alta gama”, con un formato de especialización poco arraigado entre los productores bibliográficos españoles. Muchos de los aspectos tratados en este libro eran vistos como exageraciones y disonancias el año de su primera publicación en inglés, pero ahora están en plena vigencia y se han convertido en un auténtico referente para muchos activistas estadounidenses.

En el primer capítulo, “Incapacitados para la historia: el proceso de heroización”, se reflexiona sobre una fuente de estereotipia muy extendida en todos los contextos de la historia estadounidense: la construcción icónica del héroe. James Loewen3 no deja lugar a dudas sobre su opinión sobre esta práctica habitual en el proceso de construcción de los textos históricos. Las personalidades históricas que son ensalzadas casi a la categoría divinidad entran en un proceso degenerativo de mitificación. El resultado de dicho proceso suele ser casi siempre el mismo, la dulcificación de comportamientos personales y la disimulación de hechos históricos reprobables.

“1493: la verdadera importancia de Cristóbal Colón” (capítulo segundo) se centra en la desaparición de una gran cantidad de consecuencias desencadenadas con motivo de la conquista del continente americano. Cristóbal Colón es retratado en los libros de texto estadounidenses como uno personaje clave en el acontecer histórico, sin antecedentes vitales y sin motivaciones políticoinstitucionales. En líneas generales, se proyecta una imagen de Colón, sobre todo a raíz de las celebraciones del segundo centenario de la Independencia de los Estados Unidos, como el primer héroe “americano”, con un legado equiparable al de los Padres Fundadores y al de Abraham Lincoln. También fue presentado como elemento de simplificación de las periodizaciones históricas para el continente americano.

La Edad Moderna fue un periodo lleno de sombras, tanto en las metrópolis europeas como en sus colonias ultramarinas. La conquista de la región norteamericana causó devastación en el hábitat natural de las comunidades indígenas; ocasionó desplazamientos demográficos en el mejor de los casos y una gran cantidad de calamidades y persecuciones para los pueblos indígenas (conocidos generalmente entre los libros de texto como nativos americanos). La elevación a categoría de los hechos acontecidos en torno a la primera celebración de “Thanksgiving Day” obvia totalmente la violencia derivada del proceso de conquista. En 1620, la presencia de los Padres Peregrinos no suponía precisamente un contexto de concordia y respeto hacia las sociedades indígenas preestablecidas en toda la región. En palabras de Loewen: “Glorificar a los Peregrinos es peligroso” (véase página 168). El tercer capítulo lleva el título de “La verdad sobre la primera Acción de Gracias”.

“Ojos de piel roja” es el literario y sugerente título del cuarto capítulo. Posiblemente, los pueblos indígenas hayan sido uno de los colectivos sobre los que más mentiras y difamaciones se han vertido. Desde los libros de texto decimonónicos, la terminología utilizada para describir los pueblos amerindios establece taxonomías raciales y tiene un cierto componente racista y despectivo. Después de todo, los movimientos activistas (vinculados a los colectivos socioculturales indígenas) han conseguido muchos avances sobre los contenidos en libros de texto, con rectificaciones muy importantes (en los temas de la época colonial) y con objetivos de representación inclusiva y multicultural (en los marcos de la legislación educativa, local y federal).

El quinto capítulo, “Lo que el viento se llevó: la invisibilidad del racismo en los manuales de historia de los Estados Unidos”, abre una de las líneas temáticas más polémicas del libro. Los aspectos que aquí se presenta están de plena actualidad; presentes en el debate surgido en el trasfondo de las protestas raciales que recorren los Estados Unidos. Los temas vinculados a la escalada de tensión política y económica sobre el uso de esclavos, la Guerra Civil y la marginación social de los negros en la fase de reconstrucción de la Unión suelen ser los que más controversia desatan, por motivos obvios. Sin embargo, la ausencia de relevancia del racismo en otras fases históricas también es muy evidente. Desde la década de 1960, se han conseguido muchos avances en este sentido a la hora de redactar unos contenidos docentes dotados de una mayor sensibilidad socio-cultural.

Merece la pena transcribir un párrafo del autor: “[…] Los educadores dicen que hay que enseñar historia, porque nos permite observar el presente en perspectiva. Si hay una cuestión actual con la que los autores deberían relacionar la historia que narran es el racismo. Sin embargo, mientras los manuales de historia conviertan el racismo blanco en algo invisible en el siglo XX, ni ellos ni los alumnos que utilizan esos libros serán capaces de analizar con inteligencia las relaciones raciales durante el siglo XXI” (véase página 300). El sexto capítulo lleva por título: “John Brown y Abraham Lincoln: la invisibilidad del antirracismo en los manuales de historia de los Estados Unidos”, en estas páginas se recogen muchas voces que denuncia la ausencia total de los elementos ideológicos antirracistas en los diferentes apartados del temario. Como por ejemplo tópicos que estuvieron presentes en el debate de los años previos a la Guerra Civil, un periodo que provoca innumerables problemas para los diseñadores de libros de texto, ya que los deja en una posición muy comprometida. Desde el punto de vista del autor, el antirracismo es una de las grandes aportaciones de los Estados Unidos a la civilización occidental, por tanto, tiene que estar convenientemente representado en los recursos de aprendizaje para el alumnado.

El título del séptimo capítulo, “La tierra de las oportunidades”, sintetiza a la perfección uno de los temas más polémicos, ideologizados y manidos de los sistemas de propaganda del capitalismo estadounidense. Los estudiantes de secundaria, al entrar en contacto con el discurso sobre prosperidad económica y promoción social (integrado en los temarios de historia) interiorizan una serie de preceptos, creencias y valores sobre el crecimiento económico, la construcción nacional y el desarrollo de la ciudadanía, que no se corresponden con la realidad social y laboral. En relación a los libros de texto, tanto en el pasado como en el presente, el concepto de clase ha estado muy denostado y la conflictividad laboral ha sido prácticamente obviada. Desde el punto de vista del autor, la desigualdad y la pobreza no pueden ser sepultadas por el relato triunfalista de la educación respecto a los temas de historia económica estadounidense.

Entre otras muchas cosas, en estas páginas se realiza una crítica a las posiciones ideológicas de los historiadores conservadores que añoran un modelo educativo de tiempos pasados, que formula su lógica en la creación de una imagen gubernamental sólida y uniforme, basada en los principios tradicionales de la nación. Según el profesor Loewen, el conservadurismo cae en una idealización sistemática de los modelos político-legislativos del pasado. En el mismo sentido, también critica a las interpretaciones tradicionalistas de la historia. Dicho criterio de interpretación determina que las autoridades federales deberían contener y limitar el relato multicultural en los libros de texto, a través de la inclusión temática relativa a las minorías raciales, la igualdad de género, las asimetrías culturales, la evolución de las convenciones sociales, los idearios de transformación, et cetera. “Vigilando al Gran Hermano: qué enseñan los libros de texto sobre el Gobierno federal” es sugestivo título del octavo capítulo.

En el capítulo noveno, “¿Y qué tiene de malo?: la decisión de no fijarse en la guerra de Vietnam”, el título contiene una formulación retórica muy utilizada por el conservadurismo en sus intervenciones en medios de comunicación, que se ha utilizado en muy diferentes contextos para tratar de pasar por alto cuestiones muy negativas de la agenda política o para intentar naturalizar aspectos ideológicos favorables al sistema de creencias de la “América” conservadora. El autor cierra el capítulo con una cita muy afilada, de Michael Kammen (Mystic Chords of Memory: The Transformation of Tradition in American Culture): “[…] Los graduados de secundaria tienen derecho a saber lo suficiente sobre la guerra de Vietnam como para poder participar con conocimiento de causa en esos debates. Después de todo, son ellos a los que se pedirá luchar en nuestra próxima guerra (y en la actual), se parezca o no a Vietnam.” (véase página 446).

“Por el desagüe de la memoria. La desaparición del pasado reciente” (capítulo décimo) reproduce una estrategia de los gestores educativos para eliminar cuestiones polémicas de los temarios, para evitar generar espacios de reflexión y pensamiento crítico con casos de estudio del pasado reciente. Los hechos históricos recientes (recogidos en los materiales de aprendizaje) son retratados de forma aislada y testimonial, para evitar caer en conflictos de naturaleza ideológica con los implicados políticos, las administraciones de Bill Clinton (Partido Demócrata) y George W. Bush (Partido Republicano). A este respecto, hay que tener en cuenta la fecha de publicación original del libro, por ese motivo no se realiza ninguna alusión a la gestión política de Barack Obama.

En la investigación se afirma que los libros de texto dan una peculiar y parcial visión de la idea de progreso a lo largo de la historia estadounidense. Al fin y al cabo, el concepto de progreso ha sido glorificado políticamente durante generaciones, pero ese concepto ha sido desvinculado de aspectos científicos y sociales cuando confrontaba con cuestiones relativas al sistema de creencias de la “América” conservadora. El marco teórico de la idea de progreso está sobredimensionado en el contexto histórico decimonónico, pero tiene un gran número de limitaciones en la fase histórica de los siglos XX y XXI. El décimo primer capítulo es titulado de forma categórica: “El progreso es nuestro producto principal”. Una de las afirmaciones más interesantes del profesor Loewen, de todas las que contiene esta publicación, sostiene que cuando los planteamientos críticos se diluyen en los discursos históricos, de forma inconsciente, esa falta de análisis crítico lleva a la gente a pensar que el estudio de la historia es irrelevante para el futuro.

El capítulo décimo segundo, “¿Por qué se enseña historia de este modo?”, formula en su título una pregunta retórica, para dar comienzo al conjunto de páginas más interpretativas del ensayo, debido a que aquí se proyectan sobre los lectores dudas y convicciones surgidas del estudio (llevado a cabo durante décadas) de varios libros de texto de la educación secundaria estadounidense. En líneas generales, el autor concluye que en el temario existen muchos componentes irrelevantes y erróneos, que reproducen una imagen de la realidad histórica estadounidense parcial y distorsionada. Desde finales de la década de 1970, se han conseguido muchos avances en la modificación de contenidos de los libros de texto, pero todavía existen muchos componentes que corroboran la afirmación de que dichos libros no son veraces. La mera compilación de informaciones históricas satura la capacidad de asimilación de los estudiantes y contribuye a la atomización de la narrativa en las diferentes fases de estudio.

El profesor Loewen considera que la configuración de los libros de texto fomenta el aprendizaje memorístico y la ausencia del pensamiento crítico sobre los hechos históricos. De tal manera, los estudiantes que asisten a clases de historia no tienen los recursos necesarios para desarrollar un pensamiento crítico e independiente sobre el pasado de su país. En el proceso de examen de conocimientos adquiridos, el sistema educativo estadounidense evalúa el conocimiento de una serie de datos y abstracciones relacionadas con los hechos históricos, a través de modelos de tipo test. El proceso de argumentación queda desplazado en gran medida por los modelos de evaluación. En opinión del autor, esta metodología de enseñanza y evaluación contribuye a que el alumnado considere que los libros de texto sobre historia no son interesantes y que el conocimiento histórico no contribuirá en nada a su proceso de formación. “¿Qué consecuencias tiene enseñar historia de este modo?” es el título del capítulo décimo tercero.

A modo de conclusión, se puede considerar que las diferentes generaciones de estadounidenses no han recibido una formación histórica apropiada, porque el temario está lleno de imprecisiones y presenta múltiples subdesarrollos temáticos. Los elementos ideológicos del temario (patriotismo simbólico, nacionalismo doctrinal, literalismo exegético, etnocentrismo normalizado, convencionalismo social, sexismo estereotípico y apropiacionismo cultural) contribuyen a mitificar muchos acontecimientos y personajes de la historia de los Estados Unidos. Indirectamente, el proceso de ideologización del temario desencadena en manifestaciones de pensamiento único y en relatos estandarizados de interpretación histórica. La buena enseñanza histórica se basa en un análisis contextualizado y en la profundización de sus causas y consecuencias. Los libros de texto actualizados y revisados deben ser la base de la docencia histórica en la educación secundaria.

Notas

2 El libro reseñado fue publicado originalmente en inglés (primera edición en 1995 y segunda edición en 2007), por la editorial The New Press (Nueva York), con el título: Lies My Teacher Told Me: Everything Your High School History Textbook Got Wrong (traducido por Jesús Cuellar). Catpitán Swing Libros fue fundada en 2008 (Madrid, España), por dos sociólogos: Daniel Moreno Zambrana y Miguel Ángel Durán. En poco más de una década, el proyecto empresarial se ha consolidado firmemente. La estrategia inicial de la empresa sigue teniendo vigencia, la publicación de todo tipo de ensayos relacionados con las disciplinas de las ciencias sociales (historia, sociología, economía, ciencia política y medios de comunicación) y el pensamiento filosófico. Dicha estrategia de publicación de ensayos reproduce un claro patrón para la selección de títulos: autores extranjeros, contribuciones de gran repercusión global en la crítica y buena acogida entre los consumidores anglosajones.

3 Sociólogo e historiador estadounidense, nacido en Illinois (1942). Se formó en el Carleton College (Northfield, Minnesota) y en la Harvard University (Cambridge, Massachusetts). De su larga trayectoria como docente, destacan sus años al servicio de la University of Vermont (Burlington, V.) y The Catholic University of America (Washington D.C.).


Resenhista

José Antonio Abreu Colombri – Doctor en Ciencias Sociales y Jurídicas por el Programa de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Alcalá. Licenciado en Periodismo (Universidad Rey Juan Carlos) e Historia (Universidad Complutense de Madrid).


Referências desta Resenha

LOEWEN, James. Patrañas que me contó mi profe. En qué se equivocan los libros de historia de los Estados Unidos. Madrid: Capitán Swing Libros, 2018. Resenha de: COLOMBRI, José Antonio Abreu. Antíteses. Londrina, v.13, n. 26, p. 572-579, jul./dez. 2020. Acessar publicação original [DR]

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