Entre a caridade e a ciência: a prática missionária e científica da Companhia de Jesus (América Platina, séculos XVII y XVIII) – FLECK (HU)

FLECK, E.D. Entre a caridade e a ciência: a prática missionária e científica da Companhia de Jesus (América Platina, séculos XVII y XVIII). São Leopoldo: Oikos, 2014. 559 p. Resenha de: AVELLANEDA, Mercedes. Creencias y prácticas en torno a la salud y a la enfermedad en las reducciones jesuitas del Paraguay durante los siglos XVII y XVIII. História Unisinos 21(3):458-460, Setembro/Dezembro 2017.

El libro de Eliane Fleck Entre a caridade e a ciência: a prática missionária e científica da Companhia de Jesús aborda una dimensión muy poco estudiada hasta el presente, el mundo de las emociones y de las sensibilidades que se manifiestan en las cosmovisiones particulares de los mundos culturales, en este caso el indígena y el blanco que se entrecruzan y se transforman por la experiencia vivenciada. Los trabajos reunidos que se van hilvanando a lo largo de la obra representan el recorrido, de más de tres décadas de investigación, desarrollado sobre las misiones jesuíticas del Paraguay desde una perspectiva muy original, la exploración científica de la naturaleza como aliada indispensable para el desarrollo de la medicina y de la evangelización.

La investigación de Eliane nos introduce concretamente en el mundo de las creencias y de las prácticas terapéuticas relacionadas con los temas de salud y enfermedad durante los siglos XVII y XVIII. La originalidad de su abordaje centrado en la cura de las almas y de los cuerpos, dos instancias íntimamente ligadas al proceso de evangelización, da cuenta de la lucha de los jesuitas contra las creencias indígenas sobre el poder de los espíritus, las enfermedades que los acechan y la imperiosa necesidad de construir nuevos significados para consolidar su liderazgo espiritual y humanitario entre los recién reducidos.

Si bien la historia de las Misiones Jesuitas tiene una vasta producción académica que recorre los principales temas en torno a las realizaciones de los religiosos en las distintas esferas de su accionar social, político, económico y religioso, esta obra también se inserta en la corriente de trabajos más recientes, que recuperan el conocimiento de los propios actores sociales tanto guaraníes como jesuitas sobre su entorno, para indagar los fenómenos de transferencia cultural, ligados indefectiblemente a la agencia indígena y a las prácticas de los misioneros, contribuyendo de esa manera a los proce sos de transformación y refinamiento de las visiones historiográficas más actuales.

Toda la obra recorre como se fueron recopilando y elaborando los conocimientos sobre la farmacopea indígena y jesuítica a lo largo de los siglos XVII y XVIII y representa el fruto de sucesivas investigaciones centradas en la medicina que se efectuaba en las reducciones. Dividida en cuatro grandes secciones, la obra abarca la mirada indígena sobre la enfermedad y la muerte, los esfuerzos realizados por los misioneros para desarrollar remedios para la cura, la circulación de ese saber y las diferentes causas de enfermedad y muerte entre guaraníes y misioneros de las reducciones.

En su análisis, Eliane nos introduce, primero, en el imaginario indígena y sus interpretaciones sobre enfermedad y muerte entre guaraníes, rodeados de poderosos espíritus que atraviesan su existencia. Estos los acechaban en la espesura de la selva, imponiendo sus reglas de comportamiento social, y tabúes que hacían peligrar la existencia de todos. Los jesuitas debían librar una batalla permanente para cambiar la cosmovisión indígena y las prácticas de los shamanes que le imprimían a la enfermedad un poder mágico que solo podía ser doblegado por ellos, al ser los únicos capaces de penetrar en el mundo de las fuerzas sobrenaturales, encontrar el remedio y regresar para reestablecer el equilibrio psíquico y emocional de la persona. La importancia de este aspecto hará que los religiosos busquen romper con estas creencias y encontrar, a través del desarrollo de una farmacopea nativa, los remedios necesarios para la cura de las enfermedades.

En la búsqueda de comprender las prácticas impulsadas por los misioneros, la autora analiza la construcción de representaciones elaboradas por los religiosos para entender de qué modo los jesuitas organizan y manifiestan sus preocupaciones y sus propias consideraciones relacionadas con sus experiencias sociales. Esto le permite a Eliane contraponer dos visiones del mundo sobre la enfermedad, la guaraní y la jesuita, que coexisten en el siglo XVII y que no son antagónicas. La autora nos hace ver que los guaraníes, influenciados por los resultados de los religiosos y los nuevos métodos eficaces para combatir las enfermedades, aceptan el nuevo ordenamiento social aunque las fugas dejan entrever asimismo la coexistencia de cierta resistencia.

Al focalizarse en los contextos de epidemias en el que tendrán que accionar los religiosos, la autora pone de relieve la necesidad de los religiosos de elaborar la fabricación de remedios en las mismas reducciones, y para ello desarrollar un conocimiento de las plantas nativas. De ese modo se impulsará la construcción de un saber específico en las reducciones que luego se difundirá en un espacio mayor, a través de las recetas magistrales elaboradas desde las boticas instaladas en los Colegios de Buenos Aires y de Córdoba.

En la reconstrucción de esta inmensa labor de la cual poco se ha investigado, la autora se sirve del análisis de las Cartas Anuas y de las obras de referencia de los misioneros que se dedicaron a la medicina, como la obra Materia Médica del padre Pedro Montenegro. A través de este recorrido la autora reconstruye cómo las reducciones jesuitas del Paraguay fueron un importante laboratorio de investigación y experimentación, donde se exploraron las propiedades terapéuticas de las distintas especies nativas para la cura de enfermedades, contribuyendo al conocimiento científico de su época.

Desde el punto de vista formal, la obra se divide en cuatro partes bien diferenciadas que van dando cuenta ampliamente del camino recorrido por Eliane en su investigación a través de los años, analizando los progresos efectuados al interior de las reducciones, los procesos de reconfiguración del conocimiento médico que se elabora en la práctica y su impacto a la larga para combatir las distintas enfermedades al interior de las misiones.

La primera parte consta de un capítulo que nos introduce en la geografía de las misiones y en las representaciones de los guaraníes y de los religiosos entorno a las concepciones de enfermedad como maleficio y la eficacia de los métodos. Un segundo capítulo nos ofrece las propias imágenes que los misioneros construyeron acerca de esos fenómenos, para poner en valor una sensibilidad que desarrollaron en relación a sus prácticas, donde se van delineando dos cosmovisiones entrelazadas inexorablemente por la situación de contacto, la indígena y la jesuita, que representan el punto de partida y el contexto específico de abordaje de la investigación.

Una segunda parte nos introduce de lleno en la medicina que se practicaba en las misiones, los problemas de salud entre los guaraníes, el desarrollo de una farmacopea experimental, y las prácticas curativas. Seis son los capítulos que van hilvanando este recorrido a través del problema del contacto inicial y la propagación de epidemias en épocas de carestía, junto con las medidas que toman los padres Montoya, Asperger y Montenegro para evitar la propagación de los contagios. De igual modo, adquiere relevancia y se pone de manifiesto el propio conocimiento de los guaraníes a través de los informantes locales que acompañan a los religiosos en la recolección de las plantas, el señalamiento de sus cualidades curativas, como se da la fabricación de algunos jarabes y bálsamos para aliviar los síntomas y la elaboración conjunta de herbarios para resguardar la información.

La tercera parte consta de otros tres capítulos, que ponen de manifiesto como los Colegios de Río de Janeiro, Buenos Aires y Córdoba fueron, en la misma época, importantes centros de propagación de conocimientos médicos por sus boticas y recetas magistrales, ofreciendo un servicio muy útil a la población local desprovista de medicinas. Y como, gracias a las investigaciones realizadas en las misiones, se pudo contribuir y avanzar en el desarrollo de la farmacopea nativa y en su propagación tanto en América como en Europa. Al respecto, se analiza el papel relevante que tuvo el Colegio de Córdoba como centro de formación intelectual de universitarios desde donde se difundían y transmitían esos saberes.

La cuarta y última parte de esta obra se compone de cinco capítulos, que abarcan el tema de la muerte, sus causas y las curas que se dan tanto entre los indígenas reducidos como entre los misioneros que los acompañan.

El análisis de las Cartas Anuas y de los censos de las reducciones permite a la autora explorar los índices de natalidad y mortandad de los guaraníes reducidos y comprender la eficacia de la farmacopea desarrollada en las reducciones, junto con la exploración de las condiciones de salud y el promedio de vida de sus integrantes.

El análisis del trabajo del hermano Pedro de Montenegro es una muestra de lo que sucedía en las misiones con la experimentación de plantas, los conocimientos indígenas, las prácticas de higiene a ser observadas en el trato con los enfermos y los efectos de los remedios elaborados.

De igual modo los dos inventarios de la botica del Colegio de Córdoba que contienen una gran variedad de aguas, aceites, tinturas, ungüentos, vinos, esencias de flores y bálsamos son relevantes para comprender la labor desarrollada por los padres boticarios.

En su recorrido, Eliane logra un abordaje diferente donde se pone en valor la experiencia vivida en las misiones que nos revela entre guaraníes y misioneros un proceso de contacto profundo atravesado por diferentes variables que van a producir inexorablemente transformaciones culturales y cambios profundos tanto en las prácticas cotidianas como en las concepciones más profundas sobre las nociones del cuerpo y su devenir. De ese modo no se trata de resaltar la lógica del contacto y el acomodamiento mutuo de dos culturas, sino avanzar en la comprensión de la larga duración, para visualizar las transformaciones sociales más profundas. Si bien su rico abordaje contempla los aportes de ambas culturas en el avance de la medicina y el conocimiento científico, al mismo tiempo reconoce diferencias en la forma de abordar el mundo sobrenatural.

La perspectiva antropológica le permite calibrar la lógica de los diferentes actores sociales, y recorrer en la experiencia compartida los aciertos de sus intercambios culturales. La autora nos muestra cómo. a través del tiempo, los guaraníes incorporaron las prácticas sobrenaturales de los misioneros, las sumaron a las suyas y la experiencia dio por fruto nuevas cosmovisiones. Sin desconocer los aspectos conflictivos de este proceso, nos muestra como los religiosos también se nutrieron del saber de los indígenas y ampliaron las fronteras del conocimiento científico sobre la flora y fauna americana.

El libro de la Dra. Eliane Fleck, al desplegarse en numerosos temas relacionados con el conocimiento de las prácticas médicas y la farmacopea americana, representa, para todo aquel que se proponga avanzar en esa dirección, una obra de consulta obligada para seguir pensando esos temas. La reconstrucción del contexto, la incorporación de la agencia indígena, las prácticas sociales asociadas a la medicina, el intercambio de cosmovisiones, la complementación jesuita guaraní en la construcción de nuevos conocimientos y los remedios y sus usos terapéuticos, sin duda, son puntos fuertes de esta obra que nos muestran la riqueza de pensar la antropología y la historia como enfoques necesariamente entrelazados para seguir profundizando en los procesos sociales y avanzar en nuevas direcciones de una historiografía renovada.

Mercedes Avellaneda – Docente investigadora del Instituto de Ciencias Antropológicas, Sección Etnohistoria de la Universidad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Puán 450 oficina 504, Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected].

Gobernar la pobreza. Prácticas de caridad y beneficencia en la ciudad de Santiago, 1830-1890 | Macarena Ponce de León

La publicación que reseñamos se enmarca en un ámbito de investigación que tradicionalmente había sido objeto de estudio de los trabajadores sociales y de los cientistas políticos. Nos referimos a las políticas sociales. Si la formación disciplinaria del Trabajo Social exigía estar atento a las acciones públicas y privadas que configuraron los ámbitos de su desarrollo profesional, para las Ciencias Políticas el estudio de las políticas sociales era la marca distintiva en la consolidación de su perfil técnico y de asesoría directa al poder del Estado. Para la historiografía de los últimos años son un signo modernizador de la sociedad y una entrada para estudiar de manera problematizadora la constitución de actores, la construcción de saberes, la gestión de los problemas sociales y el desarrollo de instituciones de intervención1.

La investigación de Macarena Ponce de León es un avance con respecto a los distintos estudios que habían situado el origen de las políticas sociales en la década de 1920 2. La autora se propone explorar la labor desarrollada por sectores de la elite en pro del mejoramiento de las condiciones de los pobres y las modalidades asociativas que se dieron para cumplir con ese mandato. Ofreciendo un estudio del andamiaje institucional sobre el cual se construyó la beneficencia privada y pública, aborda la evolución de lazaretos, dispensarios, hospicios y hospitales en el marco de la racionalización de la atención médica, como resultado del reconocimiento social de los médicos y los avances del higienismo. Toda esta especialización de la atención medical supuso un doble proceso de diferenciación de los pobres. Primero, separando la enfermedad de la pobreza, con lo cual se focalizó la atención en aquellos sujetos factibles de ser rehabilitados: mendigos que podían aprender un oficio, mujeres abandonadas y niños huérfanos. En una lógica que mezclaba la prevención y el interés regenerativo a través del trabajo, se buscaba romper con el círculo de la pobreza. Segundo, diferenciando los pobres desvalidos de aquellos que en situación de pobreza estaban en condición de proveerse su propio sustento, es decir eran válidos para el trabajo. Las distintas reglamentaciones persiguieron la vagancia y mendicidad o fueron sometidas a un estricto control, ofreciendo un sistema de rehabilitación a través de la cárcel y el trabajo forzado. Leia Mais

Moinho, esmola, moeda, limão: conversa em família – LAMOUNIER (RBH)

LAMOUNIER, Bolívar. Moinho, esmola, moeda, limão: conversa em família. São Paulo: Augurium, 2004. 431p. Resenha de: NOVINSKY, Anita Waingort. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.27, n.54 , dec. 2007.

Com uma obra que vem revolucionar a historiografia brasileira – Moinho, esmola, moeda, limão: conversa em família –, Bolívar Lamounier se lançou numa aventura histórica cujas proporções se estendem da mais profunda fantasia ao mais sério rigor científico.

Num volume de 431 páginas que lemos como se fosse o mais atraente romance, o autor mergulha no passado e fala a todos nós, leigos e historiadores, que buscam encontrar um elo entre o que somos e toda a galeria de antepassados, que não conhecemos, que viveram e lutaram antes de nós, para sobreviver com o trabalho, a caridade, o negócio, as plantas e a natureza.

Inicialmente, Lamounier partiu de um sentimento, uma curiosidade, uma curiosidade que nos preocupa a todos: quem somos? Não apenas como seres biológicos, mas como seres sociais.

Parte então fascinado pelos nomes. O que significam os nomes? E os sobrenomes? Como se formaram? Como evoluíram? Para responder a estas questões o autor penetra fundo no poço da história, vai ao Império Romano, vai à Idade Média, vai às Cruzadas. De onde veio seu nome? Buscou pistas, vasculhou o longínquo passado atravessando a realidade vivida pelos homens, suas lutas para sobreviver, suas misérias, até chegar ao grande tema político – a formação dos Estados Nacionais – e a alucinante corrida pela posse das riquezas. Mostra-nos que os apelidos e sobrenomes são derivados de ofícios, e isso é uma constante no mundo; entretanto, esse fenômeno não se verifica na onomástica brasileira durante o período colonial, talvez por causa da escravidão, talvez porque Portugal não permitia o desenvolvimento da colônia, limitada apenas a produzir para o Reino.

Os apelidos, na Europa em geral, têm origem em uma ocupação – que depois se generaliza e se transforma em sobrenome hereditário. Lamounier foi buscar seus ancestrais, longínquos, que viveram em outro universo, diferente do nosso, e caminhando através da história chega até nós – e até as fantásticas conquistas da técnica, sempre num crescendo até ancorar em Minas Gerais.

Vejamos o caminho percorrido pelo autor: partiu de quatro focos – o moinho, a esmola, a moeda e o limão. Partiu de um mundo onde a identificação das pessoas era precária e incipiente, para o mundo onde a identificação é completamente institucionalizada. Passou de um mundo ‘ignominioso’, sem nomes, ou de nomes difusos e instáveis, para o mundo atual, onde a identificação individual é minuciosa.

Apresenta-nos então o ‘moinho’ e a ‘miséria’, que era percebida como condição imutável, para em seguida chegar à ‘moeda’, quando se formam os Estados Nacionais, que controlam a fabricação e a circulação do dinheiro – e por último, nos conduz ao ‘limão’. Desses quatro focos evolui o mundo na direção do progresso.

Assim, duas visões de mundo se confrontam: uma é hostil à modernidade, nostálgica de um mundo mais simples; outra valoriza as conquistas materiais e a cultura, como caminho para uma vida humana mais feliz.

Lamounier mostra-nos o destino humano em um tempo quando tudo era desígnio divino e inexistia a idéia de progresso. A pobreza era aceita como algo natural e os reinos praticavam a caridade não para ajudar o ‘outro’, mas para salvar sua própria alma. As esmolas, escreve Lamounier, eram vistas como recibos de depósitos a serem cobrados no céu. Essa visão de mundo se manteve durante séculos.

As restrições religiosas que bloqueavam o progresso científico são quebradas no século XVIII, até que no século XX, depois da Segunda Guerra Mundial, a Igreja passa por um processo de ‘esquerdização’, principalmente na América Latina, desaguando na Teoria da Libertação.

A industrialização e a modernidade tornaram a sociedade moderna extremamente vulnerável, e o socialismo aumentou ainda mais a centralização e a burocratização do Estado. Talvez, pensa o autor, as organizações não governamentais (ONGs) possam auxiliar na direção de uma nova política social.

Afinal, parece que nos encontramos numa situação angustiante e insolúvel, numa encruzilhada sem saída. De um lado, o mundo melhorou – hoje há muito menos pobres do que há dois ou três séculos. De outro, navegamos num agitado mar de violência destrutiva. Lamounier nos confronta com esse mundo paradoxal e pergunta: qual a saída?

Do moinho, da pobreza, da esmola, Lamounier passa para a moeda – e tece a mais curiosa história sobre sua origem e progresso. Durante séculos a escassez de moedas de pequeno valor dificultava as transações básicas da vida cotidiana e entravava o desenvolvimento do comércio. A moeda é uma criação recente – e seu desenvolvimento resultou de um processo lento que só se completou em estágio bem avançado do capitalismo. Como meio universal de troca, a moeda é um fenômeno do século XIX. Surgem então os patronímicos derivados da moeda.

Em se tratando de nomes, Lamounier lembra que há um mito corrente, de que os portugueses descendentes dos judeus, os cristãos-novos, traziam nomes de frutos e árvores, como, por exemplo, os Oliveira, Lima, Pereira, Carvalho. É verdade que esses nomes aparecem também entre os cristãos-velhos e em outros países, mas o que surpreende é a constância de alguns deles entre os cristãos-novos.

Sobre a mentalidade que na época predominava entre as elites dirigentes portuguesas, Lamounier nos mostra que estava conectada com a Contra-Reforma, a Inquisição e o Absolutismo. A falsa aparência de riqueza de Portugal coexistia com o seu obscurantismo – expresso numa instituição de terror, a Inquisição, cujos efeitos sobre a economia e a alma dos homens ainda não foram devidamente analisados.

No momento em que a Europa se reformula com o Iluminismo, quando filósofos expressam e criticam o mundo, a política, a religião, d. João V – chamado de “rei freirático”, porque todas as noites ia aos conventos dormir com as freiras – esbanja o ouro brasileiro para ostentar os famosos autos-de-fé, aos quais assistia com verdadeira paixão, rodeado de toda a nobreza.

Não creio que o furor inquisitorial tenha diminuído sob d. João V. Ao contrário, foi durante seu reinado que a Inquisição agiu com maior furor, prendendo e penitenciando centenas de luso-brasileiros, tanto em Portugal como no Brasil. Só fechou suas portas em 1821, continuando porém a existir no século XX, sob o nome de “Congregação para a Doutrina da Fé”, da qual foi diretor e ideólogo o atual papa Bento XVI.

Lamounier lembra-nos um aspecto sumamente interessante de nossa vida colonial no século XVII, o mandonismo de nossos fazendeiros de açúcar, que controlavam a Câmara e desacatavam os governantes enviados da Metrópole. Quem na realidade mandava no Brasil eram os senhores de engenho, que tinham verdadeiros exércitos, e os chamados “homens bons”, que controlavam todos os setores da vida – os preços, a construção de estradas e a Câmara.

Lamounier sugere uma resposta à questão formulada por Sérgio Buarque de Holanda e que permanece sem resposta até hoje: por que o Santo Oficio da Inquisição nunca estabeleceu um Tribunal no Brasil, se o tiveram México, Cartagena e Peru?

Depois da expulsão dos holandeses e durante a crise do açúcar, Portugal se ergue economicamente com o descobrimento do ouro, e, enquanto o Brasil manda toneladas do metal para Portugal, o povo morre de fome. A metrópole não permitia a livre iniciativa, a criação de uma universidade, nem a existência da imprensa, e proibia qualquer atividade que não fosse a extração do ouro.

O quadro de Minas Gerais que Lamounier nos pinta, revela o desastre da colonização – a Inglaterra enriquecia com o nosso ouro, e Portugal comprava luxo às custas do Brasil. O que impressiona é ler sobre a violência e as crueldades da sociedade mineira – que para o autor são conseqüência do regime absolutista.

Segundo certos autores, quando o ouro acabou, a população de Ouro Preto ficou reduzida – a economia murchou, a população empobreceu, as terras das minas foram abandonadas e surgiu outro tipo de sociedade. Mas Lamounier discorda de Celso Furtado sobre a atrofia econômica de Minas depois da extinção do ouro, e analisa opiniões controversas de diversos autores.

Através da busca curiosa de si próprio, Lamounier se lança na investigação crítica da história, atravessando campos diversos das ciências humanas. Parte da singularidade para chegar ao todo. Às vezes parece esperançoso, às vezes cético.

Como evoluiu a vida material do homem, como progrediu a sociedade, com seus desastres e suas vitórias, com suas cruezas e suas generosidades – e para onde partimos?

Lamounier nos mostra os paradoxos da trajetória humana. De um lado, a luta para preservar o que já está estruturado, de outro a ânsia de mudança. Se de um lado decaímos – pois à medida que evoluímos, evolui a crueldade, a violência, a anti-ética –, de outro, materialmente, quanto progresso e quanta inovação!

Depois de percorrer o mundo, reconstituir o cotidiano, refletir sobre a violência e a crueldade dos homens, os meios de subsistência, os alimentos, a casa, o mobiliário, os costumes, os talheres, as baixelas, as políticas reais e a mentalidade, depois de nos conduzir ao moinho ao século XX, Lamounier volta às suas memórias e origens. Retorna ao século XVIII, quando vivia seu antepassado Afonso Lamounier, que aos 20 anos chega sozinho de Lisboa para a Comarca do Rio das Mortes. O que o trouxe para as Minas? Aventura, ascensão social, dinheiro? Ou talvez, quem sabe, o estigma de sua ascendência na sociedade racista de Portugal?

No Brasil, Afonso Lamounier recebe terras e sesmarias, e seu bisneto Lamounier Godofredo faz parte do primeiro Congresso Republicano. Bacharel em Direito, deputado do Império, pronuncia-se enfaticamente sobre a separação entre Estado e Igreja, sobre a liberdade de culto e liberdade de consciência; luta pelo direito do voto feminino, pela reforma salarial e pelo anti-militarismo, participando da Constituinte de 1891.

E ainda outro Lamounier, Gastão Marques Lamounier, cujo talento o levou para a carreira de músico, e o curioso Levindo Lamounier, trineto daquele primeiro jovem que chegou ao Brasil e foi viver no sertão.

É interessante que a ‘obra aberta’ de Bolívar Lamounier nos mostra diversos caminhos – e nos sugere as mais diversas idéias e considerações. A mais sugestiva que perpassa o pensamento do leitor é, talvez, a sua identificação com a Sobornost, palavra que designa os princípios fundamentais do ‘viver russo’, pelos quais cada ser humano é visto como uma singularizarão da vida de muitos.

Compreender o ser humano como a singularização de muitos, como nos ensina Gilberto Safra, significa que cada ser humano é a singularização da vida de seus ancestrais, assim como o pressentimento daqueles que ainda virão. Quando estamos frente a alguém, estamos frente à singularização dos ancestrais. Cada indivíduo é único – e é também múltiplo. Não é possível abdicar à condição humana sem pensar o homem através da história. Porque o homem não é só ser natural. É também histórico. A vida de cada um de nós só pode ser percebida na estrutura e forma da nossa própria família. Ao mesmo tempo em que o homem é filho da natureza, é fruto de seus ancestrais.

A obra de Bolívar Lamounier identifica-se com essa concepção de forma magistral. Deu-nos uma lição para repensar quem somos. Escreveu um livro sobre história do Brasil e encontrou o seu próprio lugar nessa história, compartilhando seu destino com os que estão, com os que foram e com os que virão.

Anita Waingort Novinsky – Laboratório de Estudos sobre a Intolerância – Universidade de São Paulo (USP). Av. Prof. Lineu Prestes, 159 (prédio da Casa de Cultura Japonesa, subsolo), Cidade Universitária Armando de Salles Oliveira, Butantã. 05508-000 São Paulo – SP – Brasil. E-mail: [email protected]

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