Historia conceptual y crisis de la modernidad/Historia y Grafía/2015

Los ensayos reunidos en este expediente parten de una premisa elemental: los conceptos no son sólo palabras que designan al mundo y sus objetos, sino signos activos en torno a los cuales se organizan y codifican los órdenes de la experiencia. Todo concepto tiene una historia. Aparece en cierto momento y queda archivado en otro. Resurge con nuevos significados y desplaza su umbral de significación hacia ámbitos impensados. Se debilita también y demanda su actualización o su desplazamiento. Pero su eficacia social –su capacidad de fungir como un significante– no depende de su historia. Depende de las peculiaridades de su movimiento desde la esfera de la especulación y el pensamiento hacia el plano de inmanencia en el que se producen las imágenes de pensamiento que codifican los espacios de subjetivación social. De ahí que la historia de un concepto sólo encuentre sentido como una historia de la contingencia, es decir, una historia de los poderes y los regímenes discursivos en los que adquiere su específica multiplicidad. Y la parte sustantiva de esta historia consiste en el devenir del concepto; un devenir cifrado por el marco de la contingencia que habilita (y propicia) sus significados, y que reside acaso en tres momentos (los cuales nunca aparecen separados): la producción del concepto; las formas como se concatena con otros conceptos para definir un territorio de significación; y su despliegue en un plano de inmanencia, donde disemina filiaciones, identidades y solidaridades, y, al mismo tiempo, límites de diferenciación. Leia Mais