Historia conceptual y crisis de la modernidad/Historia y Grafía/2015

Los ensayos reunidos en este expediente parten de una premisa elemental: los conceptos no son sólo palabras que designan al mundo y sus objetos, sino signos activos en torno a los cuales se organizan y codifican los órdenes de la experiencia. Todo concepto tiene una historia. Aparece en cierto momento y queda archivado en otro. Resurge con nuevos significados y desplaza su umbral de significación hacia ámbitos impensados. Se debilita también y demanda su actualización o su desplazamiento. Pero su eficacia social –su capacidad de fungir como un significante– no depende de su historia. Depende de las peculiaridades de su movimiento desde la esfera de la especulación y el pensamiento hacia el plano de inmanencia en el que se producen las imágenes de pensamiento que codifican los espacios de subjetivación social. De ahí que la historia de un concepto sólo encuentre sentido como una historia de la contingencia, es decir, una historia de los poderes y los regímenes discursivos en los que adquiere su específica multiplicidad. Y la parte sustantiva de esta historia consiste en el devenir del concepto; un devenir cifrado por el marco de la contingencia que habilita (y propicia) sus significados, y que reside acaso en tres momentos (los cuales nunca aparecen separados): la producción del concepto; las formas como se concatena con otros conceptos para definir un territorio de significación; y su despliegue en un plano de inmanencia, donde disemina filiaciones, identidades y solidaridades, y, al mismo tiempo, límites de diferenciación. Leia Mais

Memoria latente e historia de las emociones/Historia y Grafía/2014

Desde hace más de dos décadas, el tema de la historia de las emociones ocupa un lugar cada vez más visible en las reflexiones sobre la historia de la subjetividad y la cultura. No es un tema nuevo. Desde los años veinte y treinta, trabajos como los de Johan Huizinga, Norbert Elias y Lucien Febvre fijaron preguntas y paradigmas sobre la forma en que el mundo de las emociones expresa y, a la vez, configura los planos de subjetividad que definen a las diferentes esferas de un orden social y cultural. Durante décadas, permanecieron como trabajos aislados y solitarios, mientras la historia de lo social y lo político se mantenía separada de las interrogantes por su relación con los espacios de producción de subjetividad. El giro cultural de los años ochenta trajo un nuevo interés por el estudio de la función que desempeñan las emociones en la constitución de los procesos de sociabilidad en distintas épocas y culturas. En la actualidad, se ha transformado en un complejo campo de investigaciones y debates que siguen cuatro direcciones distintas. Leia Mais

La producción cinemática del pasado: aporías y disyunciones/Historia y Grafía/2012

Afirmar que la historia es un ejercicio de interpretar —e imaginar — el pasado desde la perspectiva de nuestros conceptos implica hoy un lugar común. No lo es, en cambio, reflexionar en que el imaginario histórico supone que esos conceptos cobran vigencia social sólo si adquieren la dimensión de una forma dramática, es decir, no sólo la forma de un relato de ficción sino su escenificación explícita, su puesta en escena. En la cultura moderna, el diverso universo de las representaciones históricas (la escritura de la historia, la novela civil, la pintura épica, el monumento, la lápida, los rituales públicos de la memoria, etcétera) encuentra en el mundo de la performance uno de sus elementos constitutivos. Para los modernos, el pasado no es simplemente lo que ha sido, es el ser de lo que ha sido.1 Ese singular modo del ser se despliega como un acontecer: no lo acaecido sin más sino el acontecer de lo acaecido, el acontecimiento. La relación entre el acaecer y el acontecimiento está dada —de manera siempre interminable— por los órdenes de la representación. Leia Mais