Dibujar la nación. La Comisión Corográfica en la Colombia del siglo XIX | Nancy P. Appelbaum

Este libro fue originalmente publicado en inglés con un título diferente, Mapping the Country of Regions. The Chorographic Commission of NineteenthCentury Colombia (The University of North Carolina Press, 2016), y recibió en 2017 el Premio Iberoamericano al Libro Académico sobre el siglo XIX de la Latin American Studies Association (LASA). Reflejo de una política editorial que procura una mayor circulación para un libro importante, el nuevo título refiere a una práctica que fue común a varias de las nacientes repúblicas latinoamericanas: cartografiar el territorio sobre el que pretendían ejercer soberanía. lo cual, con el fin de prestigiar esa labor y justificar el alto costo que esas expediciones exigían, se contrataron muchas veces expertos extranjeros para dirigirlas, como fue el caso de Claudio Gay (1830-1841) en Chile, o del propio Agustín Codazzi, primero en Venezuela (1830-1840) y luego en la República de Nueva Granada (1850- 1859).

No es sorprendente entonces que los materiales producidos por la Comisión Corográfica hayan sido editados a lo largo del siglo XIX y XX, y hayan sido objeto de diversos trabajos historiográficos que recurrieron a esos materiales fundamentalmente como fuente de datos. Sin embargo, pese a ser un tema ya trabajado, en Dibujar la nación, la autora propone un diálogo original entre unas historiografías que no siempre dialogan entre sí. El argumento del libro se apoya tanto en las contribuciones recientes de la academia colombiana dedicada a la historia social y cultural de la ciencia, como en los aportes provenientes de la academia norteamericana en torno a las categorías de raza, género y nación. No casualmente Appelbaum ha realizado diversas estancias de investigación en Bogotá desde la realización de su tesis doctoral (Muddied Waters: Race, Region, and Local History in Colombia, 1846-1948. Durham, N.C.: Duke University Press, 2003. 314 pp., con traducción al español en 2008), al tiempo que ha dirigido el Latin American and Caribbean Area Studies Program en Binghampton University, State University of New York, donde también es profesora de Historia desde 1998.

A través del análisis de parte de los textos e imágenes producidos por los integrantes de la Comisión Corográfica durante sus casi diez años de actuación, Dibujar la nación devela con erudición histórica e historiográfica cómo operaban jerarquías raciales y de género en las representaciones sobre los espacios y los tipos humanos definidos como regionales. El énfasis puesto en la interlocución entre texto e imagen está impuesto en parte por el objeto, porque ya desde las expediciones del siglo XVIII se habían privilegiado los registros visuales como forma de publicitar los resultados científicos. Sin embargo, una de las principales contribuciones metodológicas del libro es demostrar que su análisis permite dar cuenta de cómo esa cultura visual colaboró en la construcción de naciones.

De ahí la importancia que tiene a lo largo del texto el análisis de las 38 figuras que se incorporan en el relato, que van desde un mapa actual, en el que se reconstruyen los trayectos realizados por la comisión (elaborado por Brad Skopyk), a los diversos materiales elaborados por la comisión, como ser las estampas y los mapas corográficos -o regionales- de diferentes provincias, o el mapa de todo el estado que, al igual que ocurrió con los primeros mapas de otras naciones latinoamericanas, fue impreso en Paris, en 1864 con base en los trabajos de Codazzi.

Como argumento principal la autora propone que las miradas jerarquizadas sobre los distintos pueblos y espacios se explican porque los integrantes de la comisión se veían sometidos a la tensión entre “la homogeneidad anhelada y la heterogeneidad evidente” de la nación (p. XXIV). Porque, mientras mediante su actuación procuraban construir una nación unificada y homogénea, el país se debatía en torno a la adopción de un Estado federal, para lo cual era preciso definir las unidades que compondrían esa federación, y señalar y dibujar sus diferencias relativas. Pero, también, en un nivel más general, esa paradoja evidenciaría el doble deseo de igualdad y jerarquía al que se vieron sometidas las élites latinoamericanas que abrazaron el proyecto republicano, enfrentadas a la tensión entre los ideales de igualdad y libertad y el deseo de mantener su preeminencia social basada en el prestigio y el privilegio económico, lo cual se vería reflejado, por ejemplo, en la ambivalencia de los comisionados sobre los informantes locales y sobre los sectores populares, de quienes reconocían cierta dependencia, pero a quienes los enfrentaba su deseo de convertirlos en otra cosa.

El libro se estructura en torno a esa paradoja y se organiza en una introducción, en la que se definen los puntos de partida, ocho capítulos, unas conclusiones y un abultado apartado de bibliografía y fuentes.

En el análisis de la composición de la comisión (capítulo 1), se resaltan las biografías trasnacionales de sus miembros, y se advierte sobre la necesidad de no esencializar diferencias entre extranjeros y suramericanos, porque ellos se sentían parte del mismo “mundo ilustrado”. Por otra parte, se señala que si bien la comisión no fue partidista, sus miembros entraron y salieron de los trabajos científicos por causa de las guerras, por lo que su actuación se vio mediada por las tensiones entre liberales y conservadores características de esa época.

El capítulo 2 aborda las formas de circulación del conocimiento propias del siglo XIX que ayudan a entender por qué, ante la imposibilidad tecnológica y financiera de realizar una triangulación de todo el territorio, se optó por la adopción del método corográfico, que implicaba combinar cartografía, imágenes, estadísticas y textos para resaltar la especificidad de cada provincia. Para explicar esas decisiones, la autora analiza el precedente venezolano en el que se había seguido un método semejante, y la recurrencia a Humboldt como inspiración y como forma de validarse entre los hombres de ciencia.

En los capítulos dedicados a algunas de las regiones visitadas por la comisión (capítulos 3, 4 y 6), la autora procura demostrar cómo los comisionados colaboraron en la instalación de la idea de Colombia como “país de regiones”; idea que circula incluso en la actualidad y que es uno de los puntos neurálgicos del libro, como se desprende de su título original en inglés. A lo largo de esos capítulos la autora muestra cómo, en consonancia con las teorías raciales en boga en el siglo XIX, los comisionados otorgaron un mayor o menor grado de civilización a las diversas regiones de acuerdo al mayor o menor grado de mestizaje de sus pueblos con la población de origen europeo, de lo que se desprendía su confianza en el blanqueamiento futuro que daría lugar a la homogenización de la “raza granadina”. Asimismo, la autora reconstruye la forma en que el comportamiento sexual de la mujer era utilizado por los miembros de la comisión como un indicador del grado progreso alcanzado por un grupo o comunidad, lo cual estaba implícito en cómo eran representadas sus vestimentas y las actividades a las que eran asociadas en las estampas que las tenían por protagonistas.

Por otra parte, el libro también analiza a la comisión como proyecto material, y no solo de representación (capítulo 5), pues además de la elaboración de mapas, la tarea implicaba inventariar los recursos y las potencialidades productivas. Y tal vez lo más importante, mediante la producción de una serie de imágenes se pretendía dar a publicidad esas informaciones con el cometido de atraer inversiones e inmigrantes.

Para los comisionados, provenientes fundamentalmente de los Andes y especialmente de Bogotá, las tierras altas más “avanzadas” estaban destinadas a gobernar a las tierras bajas del Pacífico y de los Llanos Orientales, por lo que, tal como lo señala Appelbaum en el capítulo 7, al realizar una historia natural y de los tipos humanos existentes en el territorio buscaron fundamentar la preeminencia andina basados en la geología, la prehistoria y la historia.

En el capítulo 8, se analiza cómo el final abrupto de la comisión, tras la muerte de Codazzi, truncó sus planes editoriales y se repasa el periplo de lo que efectivamente llegó a la imprenta y las disputas entre quienes se reconocían “herederos” intelectuales de esos trabajos y quienes cuestionaban la fidelidad de los resultados obtenidos por causa de los métodos empleados.

Finalmente, en las conclusiones, en un ejercicio intelectual propio de los buenos historiadores, Applebaum coloca los trabajos de la Comisión Corográfica en una perspectiva de más largo plazo. Y sostiene que, así como se pueden identificar en los estereotipos de raza y género usados por los comisionados algunas continuidades respecto al uso de las castas en la época colonial, también es posible encontrar desdoblamientos posteriores de esos estereotipos en el siglo XIX y XX. Especialmente preocupada por algunas derivaciones actuales de la idea de Colombia como “país de regiones”, que textos e imágenes de la Comisión Corográfica colaboraron a sedimentar, la autora advierte que mayor autonomía regional no es sinónimo de mayor democracia, pues la propia idea de “región” esconde profundas desigualdades existentes al interior de esos espacios pretendidamente homogéneos.


Resenhista

Lucía Rodríguez – Universidad de la República.


Referências desta Resenha

APPELBAUM, Nancy P. Dibujar la nación. La Comisión Corográfica en la Colombia del siglo XIX. Bogotá: Fondo de Cultura Económica; Universidad de los Andes; Ediciones Uniandes, 2017. Resenha de: RODRÍGUEZ, Lucía. Claves. Revista de Historia. Montevideo, v.5, n.8, p. 297 – 301, ene./jun. 2019. Acessar publicação original [DR]

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