Los más ordenaditos. Fascismo  y juventud en la dictadura de Pinochet | Yanko González Cangas

Los más ordenaditos. Fascismo y juventud en la dictadura de Pinochet es el título del nuevo libro del antropólogo Yanko González. En este, el autor realiza un estudio detallado, a partir del trabajo etnográfico y de fuentes, sobre el pro­ceso de fascistización al régimen institucional de Augusto Pinochet que vivieron los jóvenes derechistas chilenos. En consecuencia, González busca comprender y reconstruir, desde la memoria de los protagonistas, la producción de subjeti­vidades, experiencias juveniles y generacionales vinculadas a las juventudes de Estado de Pinochet y Jaime Guzmán.

En su “Introducción”, González plantea que la dictadura tuvo desde sus ini­cios la misión de organizar a los jóvenes para que fuesen agentes que la apoyaran y perpetuaran, buscando así formar “juventudes leales” al régimen. A través de la pregunta ¿Cómo cambia la formación identitaria con 1973? El autor explica que, una vez ocurrido el golpe de Estado, Pinochet, y sobre todo Guzmán, simpatizan­te del franquismo e inspirado en este, articularía la fascistización de la juventud. El concepto hace referencia a un proceso inacabado, capaz de aprehender ele­mentos menos mutables del fascismo y resignificarlos bajo la institucionalidad vigente en aspectos políticos, socioculturales y económicos, profundizando así el proceso mismo.

El libro de González se divide en tres partes. En la primera, “Golpe generacio­nal”, el autor analiza el impacto que tuvo para la juventud chilena la irrupción de la dictadura y su represión identitaria. En consecuencia, el capítulo 1 analiza el desarrollo histórico de la identidad juvenil chilena, centrándose en los 60’. Así, marcados por la generación Beat, de liberación y desarrollo de sus propios referentes, el autor plantea que en los 60’ ocurrió un cambio de democratización y pluralización identitaria juvenil, siendo los y las jóvenes quienes ahora explo­ran, dialogan y socializan, enriqueciendo su formación identitaria y siendo sus protagonistas (González, 2020, 35).  “Éramos los que no eran hippies los que no eran de izquierda los que no eran marihuaneros” (González, 2020, 47). Con este testimonio de Javier Leturia, exmilitante gremialista, González inicia su capítulo 2. Tal como se desprende del testimonio, los afectados fueron jóvenes que, políticamente, no eran disidentes al régimen institucional, ya que toda oposición fue eliminada, siendo el foco los sobrevivientes a través de un discurso projuvenil. El principal mecanismo para impulsar esto fue por medio de la Secretaría Nacional de la Juventud (SNJ), formada en 1973 bajo el alero de Guzmán. Su objetivo era la captación y construc­ción de un nuevo arquetipo juvenil, el cual fuera consecuente con el régimen y lo perpetúe. Este nuevo arquetipo se consiguió con el golpe estético-cultura, rearticulando así a la juventud. A través de la restricción de libertades públicas, de políticas represivas y de expresiones individuales, como los cortes de pelo, se coartó la expresión juvenil. Así, la dictadura se concentró la reeducación de las conciencias, la defensa de la institucionalidad y perpetuación del dogma. Teniendo en cuenta el impacto del “Golpe generacional”, González continúa con la parte II “Juventudes de Estado y conexiones generaciones” donde analiza la fascistización.

El capítulo 3 desarrolla los lineamientos de la SNJ y cómo logró articular a esta juventud sin libertad de expresión. Con el fin de procurar la unidad de la juventud chilena, entorno a tareas y actividades en bien de la nación y la comunidad, la Secretaría se convirtió en el espacio ideal para esto. A través de actividades deportivas, campamentos y eventos autogestionados por jóvenes, no solo se captaba su interés, sino también permitía la transmisión de los valores institucionales e invisibilizar los problemas y críticas al régimen, camuflando y/o embelleciendo la realidad social existente. Así, la SNJ fomentaba la desmo­vilización y despolitización juvenil, apaciguando también su característica re­beldía. En este sentido, la SNJ actuaba como organismo de politización pasiva, ayudando a evitar la asociatividad política y contestataria, pero otorgando un espacio para la juventud.

Pese al espacio que otorgó la SNJ, hubo jóvenes que buscaron formas de par­ticipación política activa para defender y promover los ideales del régimen, lo cual es trabajado en el capítulo 4. El espacio referido fue recogido por el Frente Juvenil de Unidad Nacional (FJUN), fundado en 1975, inspirado en el gremialismo y bajo el alero de Guzmán. González se refiere a estos como “cuerpos interme­dios” debido a que son quienes permiten limitar la acción del Estado pero que a su vez refuerzan el mensaje dogmático desde las bases. Así, la necesidad de coop­tar la rebeldía juvenil, cada vez minoritaria, se dio de dos formas: una pasiva (SNJ) y otra activa (FJUN). En consecuencia, las “juventudes de Estado” comenza­ron a consolidarse producto de esta doble politización y su mayor protagonismo, profundizando así la fascistización y planteando la pregunta ¿De dónde surge?

La interrogante planteada es tratada en el capítulo 5, el cual invita al lector a comprender distintas teorías del devenir del fascismo desde los años 50 en adelante. El autor destaca la definición de Robert Paxton, que señala que las dic­taduras latinoamericanas no son propiamente fascistas, sino más bien cuentan con adornos fascistas. Esto se explica en que las dictaduras no desencadenan el entusiasmo popular de los fascismos ni tampoco un apoyo apasionado, siendo la dictadura de chilena una altamente jerárquica. González expone también la explicación estructuralista económica, la cual trataría de que estos regímenes son el resultado de un agotamiento de los modelos económicos previamente im­plementados, articulándose una forma de Estado-autoritario de nuevas bases po­líticas, económicas y sociales. Teniendo en consideración esto, el autor plantea que hay un problema en las insuficiencias de respuestas en torno a la fidelidad civil, su consentimiento y la esfera simbólica de la producción de subjetividades que reforzaron a la institucionalidad. A partir de esto, González plantea que, si bien es complejo catalogar la dictadura de fascista, si hubo un proceso de fas­cistización. El FJUN, acompañado de la SJN, fue el cuasi “partido único” de facto impulsado por la diseminación del ultranacionalismo, basado en la visión palin­genésica de renacimiento de la nación que responde, según el autor, tanto a la noción de “ideología” como de “religión” (2020, 125). Por medio de herramientas comunicativas e instrumentos simbólicos y retóricos de raíz fascista, se produjo una fidelización en una generación vista como renovación y marcada ideológi­camente.

De esta manera el capítulo 6 aborda la apropiación del modelo de “juventu­des de Estado” español en Chile. González explica la relación chilena-española, visibilizando el intercambio de documentación, publicaciones y planes de estu­dio de ambos países, la cual se explica por la afiliación de Guzmán con el fran­quismo, permitiendo la aplicación del modelo con la SNJ y el FJUN. Así, González narra que la juventud vivió la fascistización en España por medio de deportes, campamentos, actividades y eventos a favor de Franco, fomentando el culto al líder. Pese a la caída institucional del franquismo, Guzmán y Pinochet estaban convencidos que en Chile si podía funcionar. Ignacio Astete, líder fundacional del FNUJ, lo refleja en su testimonio: “Todo esto tiene como modelo lo que había en España, la organización juvenil que se hacía al alero del Estado”. (González, 2020, 175). Así, González llega a su parte III “Fidelización y fascistización ritual” (cap. 7 y 8).

El capítulo 7 trata la apropiación del modelo en Chile. Diversos testimonios relatan que el adoctrinamiento se dio en actividades deportivas y recreativas, como campamentos, al igual que en curso y charlas. Sumado a esto, tanto la SNJ como el FJUN fomentaron la creación de líderes, siendo referentes para sus pares. Esta formación tuvo su episodio más icónico cuando el FJUN anunció la creación de un partido pinochetista, siendo explicito el adoctrinamiento y la similitud con España.

Finalmente, en base a la analogía de la juventud como héroes de la Concep­ción, el capítulo 8 analiza el acto de Chacarillas de 1977 y el vínculo con los már­tires caídos. Como señala González, la Batalla de la Concepción era un episodio histórico conocido por la población chilena, por lo que el régimen lo utilizó para su propósito. Así, “Chacarillas 77” buscó apropiar y deificar la figura juvenil, por medio de elementos simbólicos propios de culto, como lo es la liturgia. Este acto reflejaba una obra desde el pueblo para el bien común, cuyo fin era activar la fe, la fidelidad y la materialización de los dogmas institucionales. A partir de esta metáfora, se eligieron 77 jóvenes pilares del FJUN y la SNJ, quienes cristaliza­rían la fascistización ritual, destacando el carácter palingenésico y apropiándose ellos de la figura de héroe de la nación, el régimen y la juventud.

De esta manera, el libro de González nos invita a comprender las subjetivida­des y vivencias de la derecha juvenil de la dictadura a través del proceso de “fas­cistización”. El estudio no solo remite a entender la complejidad de la formación de la identidad juvenil a favor del régimen, sino también plantear interrogantes de ¿Cómo ha envejecido, ha perdura o mutado? Este texto es menester para com­prender desde el aspecto antropológico, silencios que la Historia no ha podido abordar.


Referências desta resenha

GONZÁLEZ CANGAS, Yanko. Los más ordenaditos. Fascismo  y juventud en la dictadura de Pinochet.  Santiago:  Editorial Hueders, 2020, 365 pp. Resenha de: GODOY, Tomás Marqués. Revista chilena de historia social popular. Santiago, v.2, n.4, jul. 2021. Acessar publicação original.


Tomás Marqués Godoy – Chileno. Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. | Contacto: :[email protected] Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2956-2851 

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