Neoliberalismo: Linajes cursos y discursos en América Latina | História Unisinos | 2021

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Neoliberalismo | Fotomontagem: Juliana Pereira/Guia do Estudante/Reprodução

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De tiempo en tiempo, cuando se abate una crisis, es recurrente que se desempolven viejos obituarios acerca del neoliberalismo. Los Estados rápidamente activan sus estructuras para socorrer al sistema capitalista en apuros adelantando políticas que antes se habrían visto renegadas, pero que vuelven al ruedo.

Hemos observamos entonces, desde otras experiencias similares, que, una vez pasado el cimbrón, ciertas ideas retornan a sus carriles habituales mostrando y demostrando en medio de la disfunción un enorme poder de resiliencia. Se trata de una palabra algo bastardeada, pero que -en este caso- se podría aplicar a pie juntillas. El neoliberalismo parecería tener tantas vidas como los gatos, tal y como juguetea -a través de esa metáfora- el título de una reciente compilación de Dieter Plehwe, Quinn Slobodian y Phillip Mirowski (2020). Por ello, puede ser prematuro decretar un réquiem para el neoliberalismo. Las hipótesis sobre su reformulación entonces no pueden ser desacartadas como apuntaron diversos trabajos formulados tiempo antes de la actual coyuntura.

El análisis del pasado resulta así crucial. Ayuda a comprender mejor los fenómenos tanto en sus estructuras como también en sus sucesivas transformaciones históricas. La dialéctica de los hechos desempeña un papel decisivo y, aunque las coyunturas pueden traer imprevistos, no hay que olvidarse de la máxima de Albert Einstein según la cual “Dios no juega a los dados”. Pensar el neoliberalismo es indispensable, ya que el análisis teórico debe servir de base para la praxis política, algo que no por obvio se ha descuidado, pues el neoliberalismo no caerá de maduro, sino que presentará batallas, metamorfoseándose si le es preciso.

La convocatoria para este dossier mantiene justamente la pretensión de volver a un viejo tema: los linajes y cursos del neoliberalismo enfocándose en América Latina y el Caribe. Si bien siempre habrá algo de nuevo bajo el sol, también el peso del pasado permanece a veces transfigurado, pero -en todo caso- (re)encauzando los flujos y los transbordes.

Los cambios y transformaciones a los que accede la hegemonía, generalmente, no son fáciles de advertir ni resultan de identificaciones obvias. Están normalizados como la razón natural de las cosas, y los cambios no se alcanzarán automáticamente fruto de coyunturas adversas.

Se trata de décadas y décadas de construcción y reconstrucción permanentes de estructuras sociales amplias, dinámicas y, por ello, complejas que, por lo mismo, poseen un gigantesco potencial de inercias, inclusive para aplastar los gérmenes de alternativas que, poco a poco, se alzan en un horizonte todavía nebuloso.

En un largo proceso de gestación, el neoliberalismo no sólo se anidó, sino que se arraigó en América Latina desde finales de los años cincuenta a partir de una variedad de matices que siguen siendo objeto de conocimiento, investigados, reconocidos.

Hemos visto cómo diferentes linajes han influido en la región: la escuela austríaca, las corrientes alemanas del ordoliberalismo y la Economía Social de Mercado, la vertiente estadunidense de Chicago y, más adelante, la Escuela de Virginia de la Elección Pública, como desdoblamiento de ella. Los linajes neoliberales se imbricaron en el contexto de las realidades locales, desde las cuales derivaron características específicas a los casos nacionales, lejos de la idea de un pensamiento estandarizado ni único. Esta reducción también extendida al análisis crítico del neoliberalismo, justamente, desatendió estas tonalidades dando margen para que el enemigo a combatir encontrará más oportunidades para renovar sus fuerzas y volver a erguirse.

Más allá de un fenómeno reducido al campo intelectual, en Latinoamérica se llevaron a cabo las primeras experiencias en concreto del neoliberalismo y se inspiraron políticas públicas de gran trascendencia, hay que seguirlo subrayando: mucho antes que en Europa, los Estados Unidos u otros continentes. Margareth Thatcher y Ronald Reagan, considerados íconos políticos generalmente rememorados, asumen después de la experiencia chilena guiada por los Chicago Boys desde 1973, sin todavía entrar a considerar el caso brasileño a partir del año 1964, que resultaría emparentado con la vía neoliberal alemana.

De este modo, podemos señalar fusiones y confusiones relacionadas con las periodizaciones usualmente asumidas dentro de la implantación del proyecto político y el modelo socioeconómico neoliberales, pues si bien la irradiación teórica se dio desde los países centrales, su praxis encuentra la oportunidad y las condiciones propicias en la periferia latinoamericana. Ello nos habla sobre la necesidad de asumir las trayectorias de forma no lineal, es decir, como compleja, para develar y descubrir sus lógicas y, especialmente, sus contradicciones. También para entender y explicar las formas cómo el neoliberalismo ha logrado recomponerse ante las sucesivas crisis por las que atravesó y hasta la presente, aunque cada vez más exasperando tanto sus límites objetivos -como lo evidencia la profundización de la crisis civilizacional en el capitalismo actual- como sus límites subjetivos y que son particularmente visibles a partir de nuevas oleadas antineoliberales consagradas en todo tipo de movilizaciones sociales y protestas populares masivas en las calles alrededor del mundo, pero que mantienen un epicentro especial en América Latina y el Caribe.

Para responder a esos interrogantes, el presente dossier recoge diferentes artículos que discuten el neoliberalismo tanto en su forma de teoría económica como centrados en procesos y mecanismos ideológicos que se articulan con estructuras y prácticas sociales, justamente los aspectos claves de este patrón y, más allá, del actual modo de acumulación. De hecho, en esto último, se identificarían también sus capacidades para internalizarse selectiva y diferencialmente entre los segmentos sociales y no solo existir como una vanguardia defendida por grupos selectos en el orden intelectual.

Analizar el neoliberalismo de esta manera exige entonces un abordaje transdisciplinario, privilegiando miradas que también puedan escudriñar todas sus esferas, muchas de las cuales aún no han sido exploradas lo suficiente.

En particular, los estudios de caso (en perspectiva comparada) aquí desarrollados mantienen gran significación en la medida en que amplían la comprensión desde los trazos finos del fenómeno, antes que estandarizando estos procesos, a veces, superficialmente.

Desde el reduccionismo economicista presente en varios análisis del pasado se ha logrado “abrir” los debates y análisis sobre el neoliberalismo transitando hacia miradas con mayor intensidad y complejidad sociológicas en estudios más recientes, justamente, los aportes emergentes más significativos dentro de la literatura disponible por el momento. Este trance ha propiciado relecturas sobre el neoliberalismo que enriquecen su descripción, al poner al descubierto nexos antes insospechados. Por ejemplo, la actual reedición de las (ultra) derechas políticas e ideológicas ha traído de vuelta llamar la atención sobre las relaciones ab origine entre el neoliberalismo y la Doctrina Social de la Iglesia (católica).

Varios de los artículos que aquí se presentan contribuyen en esa dirección. Sugieren nuevas reconstrucciones de los panoramas históricos y actuales. Más allá de las perspectivas adoptadas, el diálogo y los debates, sea desde variantes marxistas hasta las alternativas foucaultianas, han sido posibles atendiendo a la dimensión empírica del neoliberalismo y su existencia efectiva, rescatando una fuerte relación entre (infra)estructuras y superestructuras valorada en su dimensión dialéctica.

Es el caso de la contribución de Gabriel Onofre, quien analiza la circulación de Friedrich Hayek dentro de la red transnacional de think tanks en América Latina entre 1950 y 1980. La rueda de la fortuna le sonrió a Hayek después de la guerra y su libro Camino de servidumbre fue parido en “buena hora”, pues los horrores vividos habrían hecho olvidar otros no menos importantes. La trayectoria intelectual hayekiana, la cual no se reduce a la producción teórica, sino que es ilustrativa de la organización y articulación del pensamiento neoliberal en concreto, tiene ahí un punto de inflexión, pero hay que reconocer que en otros tiempos había sido un profeta sin interlocuciones de influencia en ámbitos macrosociales.

Sin embargo, quince años después de su polémica con John Maynard Keynes, las visiones económico-políticas habían girado hacia las visiones neoliberales, en particular sobre el papel del Estado y los “peligros” que acarrearía la intervención estatal. Mientras que las propuestas keynesianas se resquebrajaban, la palabra “libertad” se elevaba al sentido de la semántica neoliberal, aunque fuera un mero refuerzo discursivo. Así, el neoliberalismo se asume como proyecto contrarrevolucionario en donde figuras como Friedman, Mises y el mismísimo Hayek serán referencias intelectuales inspiradoras, en lo teórico y en lo práctico, y, en esa medida, estudiados en el contexto de la construcción regional del neoliberalismo.

Desde otro filón clásico, Rejane Hoeveler desarrolla la participación de las redes internacionales en la implementación de medidas neoliberales en la región. En este caso, a través del análisis de una institución clave: el Council of Americas, entidad parte de una arquitectura mayor, pues dos miembros de la familia Rockefeller, Nelson y David, después, capitanearan la recomposición del capitalismo en escala planetaria y cuyo momento álgido lo encarnó la Comisión Trilateral (fundada en 1973) y que se encargaría de diseñar los rasgos principales de la actual fase de globalización, a través de varias propuestas difundidas en sus conocidos Informes.

No es extraño entonces el hincapié que se realiza en torno a la deuda como motor de la dependencia, pues el neoliberalismo representó renovar el sometimiento de América Latina al nuevo orden mundial, lo que era duramente cuestionado en los años setenta por teorías que buscaban el desarrollo endógeno, incluso, autóctono. Las fuerzas neoliberales han utilizado estos mecanismos para disciplinar gobiernos y teorías.

Enseguida, la relación entre neoliberalismo y las dictaduras cívico-militares que nos refiere Carla Longhi, retomando un caso aún vigente como es el brasileño y que muchas veces resulta omitido o marginado en los grandes análisis como cuna y pionero del neoliberalismo, revela detalles históricos fundamentales para dar cuenta de su instalación en singular en Brasil, pero como antecedente sine qua non en América Latina. Inclusive, el caso brasileño se anticipa a lo que ocurriría casi una década después en Chile desde Pinochet, replicando lo que sería un esquema dentro del nacimiento concreto del neoliberalismo. Por ello, la vinculación entre neoliberalismo y el autoritarismo cobra mucho sentido, sabiendo que no fue episódica ni mucho menos anecdótica, sino visceral. Fue precisamente en los prolegómenos de los golpes de Estado y en los primeros años dictatoriales que la eclosión neoliberal desnudó sus facetas autoritarias, punitivas y, por qué no decirlo, criminales, parte de la articulación de los gobiernos de facto cívico-eclesial-militares.

Longhi advierte, precisamente, las dificultades para catalogar las políticas económicas adoptadas por Brasil en aquella época, rotuladas generalmente en torno al nacional-desarrollismo autoritario, pues fue bajo una dictadura que se impulsó un gran crecimiento instrumentado desde el Estado. El accionar del Estado, inclusive con planeación, y la promoción del crecimiento industrial han sido elementos centrales para ciertas variantes neoliberales (como la ordoliberal). Basta recordar que el ímpetu por la planificación también estuvo presente en el renacimiento alemán, que usó el Estado para levantarse después de la guerra, e igualmente el hecho de haberse impulsado políticas como la de creación del Banco Central, que tenían como foco el problema inflacionario, sirviendo la experiencia sajona como caso testigo. También porque en Brasil bajo el gobierno autoritario es cuando se instituye el Fundo de Garantia por Tempo de Serviço (FGTS) y se llevan adelante diversas privatizaciones que procuran impulsar un naciente mercado de capitales, observándose, al menos en sus intenciones, la idea de cooptar con ello a las masas de trabajadores en una visión paternalista de esa relación calcada desde los pensamientos que la Iglesia Católica profesaba.

Esto nos alerta que la vía chilena hacia el neoliberalismo, a la cual se refieren Marcelo Casals y Andrés Stefane, puede seguir siendo paradigmática en la región, pero tal vez no la primera, pues lo que ocurría en Brasil le precede, aunque todavía no se lo tilde como neoliberal y pertenezca a un linaje diferente. De todos modos, nos lleva a un punto clave, el de la precisión conceptual, pues en su larga historia es difícil -aunque no imposible- encuadrarlo.

El caso chileno, desde el punto de vista de Casals y Stefane, en todo caso, fue un episodio que se presentó claramente con tal denominación y, a partir de allí, como parangón. Se trataría entonces de un proceso afiliado con mayor intensidad a las vertientes ortodoxas que se promocionaban desde Chicago, con algunas influencias que quedaron solapadas, pero que hoy vuelven a salir a la luz. La propuesta de Jaime Guzmán, por ello, retrata el correlato con el caso brasileño, donde el IPES amalgamó nociones de la Doctrina Social de la Iglesia y se valió del ámbito corporativo para luego disiparse. Como sucede en el caso chileno, se constata que en las realidades nacionales el influjo internacional fue asegurador clave para enraizar, nutrir y, hasta cierto punto, controlar el proceso de la construcción neoliberal.

Por su parte, el estudio de Mariana Heredia y Pablo Nemiña desmenuza, tras bambalinas, la gran experiencia de estabilización argentina de la convertibilidad, la cual posteriormente sería llevada a otros rincones, no solo de América Latina, sino también del mundo. La conclusión sobre su instauración a contrapelo de las ideas que emanaban desde los centros neoliberales y que conformaban su núcleo duro -el Consenso de Washington establecía tipos de cambio fluctuantes como fórmula ideal- es una tesis que coincide con lo enunciado anteriormente por Dieter Plehwe (2011), quien se aproxima también desde esta experiencia nacional para mostrar cómo la idea sobre el pensamiento único no pasa de ser sólo un intento de encuadramiento que no se corresponde con las realidades de la implantación neoliberal y en la cual se divisan diferentes fórmulas y formulaciones, aunque convergentes en un mismo proyecto neocapitalista (Puello-Socarrás, 2015).

Esto subraya una vez más la idea de neoliberalismos (en plural) que pueden coincidir en términos generales, pero que en lo concreto de su anidación y enraizamento expresan tácticas diferentes, hasta con antagonismos (aunque no contradicciones) entre sus diversas corrientes. Es cierto que en determinado momento las diferencias eran muy sutiles o no se exponían abiertamente, pero aún existían y disputaban espacios con aquellas que conformaban el mainstream de la época. Una observación a la hora de pensar también sus posibles reconfiguraciones ante la crisis actual, para lo cual su anterior núcleo duro ortodoxo parece agotar sus respuestas.

La posibilidad de desempolvar del arcón soluciones no ortodoxas como el ordoliberalismo es algo que autores como Christian Joerges y Josef Hien (2017) vienen sustentando hace un tiempo, recuperando la importancia de los instrumentos de la política económica, decisivos para el actual momento, como el Estado y la planeación coordinada, lo que ya fueron testados en otras experiencias históricas o tuvieron influencia, inclusive en los espacios latinoamericanos, que hoy están saliendo a la luz en nuevas miradas sobre el fenómeno, que ha sido más diverso de lo que usualmente se ha pensado (Ramírez, 2020).

Al final de cuentas, estamos ante un brutal desajuste del mercado que requiere de un nuevo ordo. Igualmente, una mirada más atenta a lo que el neoliberalismo anticipaba como la “desaglutinación social” y a sabiendas que para avanzar en el proyecto debía lidiar con el descontento.

Posiciones radicales de izquierda aún provocan resquemores y están sujetas a chantajes de parte de la clase dominante, quien ve en la amenaza un instrumento de contención. Así, las ideas de terceras vías recorren el horizonte como falsa propuesta de resolver la tensión, como en otros momentos la propia Doctrina Social de la Iglesia se proponía, lo que el ordoliberalismo exaltaba.

En tal sentido, varios trabajos subrayan la relación primigenia del neoliberalismo con el autoritarismo, lo que Matías Saidel la actualiza en relación con los espectros políticos e ideológicos de las (ultra)derechas, fenómeno reeditado en la actualidad, identificando el marco de las políticas económicas en diversos espacios latinoamericanos derivadas del reflujo impuesto por los gobiernos de la Oleada Rosada y a partir de los golpes de Estado institucionales de nueva generación, pero que conservan rasgos de antaño.

Esta alianza permite entender dinámicas de la capacidad hegemónica neoliberal que ha sido raramente alcanzada, tal vez, solo en periodos puntuales y efímeros de su existencia.

Y, quizás lo más importante, que los neoliberales no han tenido empacho en establecerla, con lo cual se comprueba más una vez la existencia de la Paradoja Ortodoxa1, que nos ilustra acerca de la disociación del discurso neoliberal y su praxis. La libertad es vista como una extensión y consecuencia natural de la libertad económica sin que existiese impedimento moral para el uso de regímenes de fuerza en el pasado, así como en el presente líderes y grupos de derecha, presuntamente renovados, pero para nada “liberales”, les sirven como trampolín para retornar al poder de la dirigencia política, el comando de las políticas y, en últimas, la renovación de la dominación social.

Estas aproximaciones facilitan mostrar cómo las nuevas derechas se presentan como nacionalistas, pero asumen políticas que favorecen intereses foráneos, lo que también había ocurrido en épocas pasadas, cuando desde las dictaduras se desmontó el modelo substitutivo entregando las economías nacionales a la financiarización trasnacional. Apelar a sentimientos patrióticos sigue siendo un recurso relativamente infalible, no importa si ha sido efectivamente vaciado de su esencia.

En una nota de investigación, Ana Belén Mercado expone los avances de su tesis doctoral en torno al papel desempeñado por la Revista y el Instituto Ciencia Política de Colombia en el contexto de los años ochenta y noventa, destacando las particularidades de las formas organizativas y de comunicación adoptadas por el neoliberalismo. La red de redes, especialmente de think tanks de expansión planetaria, enraizados fuertemente en las realidades locales, se ha convertido en una caja de resonancia crucial -justamente, una metáfora usada por el Instituto de Pesquisas e Estudos Sociais (IPES) de Brasil para referirse a la gigantesca red de medios asociados a sus actividades-.

Las revistas no solo han existido como megáfonos en tiempos de menor alcance en la conectividad, sino que también actúan como vasos comunicantes desde donde fluye la circulación de las ideas, esenciales para el proyecto del poder, como bien nos ilustra el artículo de Gabriel Onofre. Por ello, no es casual que fuese justamente Friedrich Hayek el que diera el empujo inicial a la experiencia neoliberal en Guatemala a partir de la circulación de un folleto que imprimiera el Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES), de México, clave para la consolidación de la actual Universidad Francisco Marroquín, una de las más célebres entidades “libertarias” de América Latina y el Caribe.

Estudios como los de Mercado y Onofre son ilustrativos en tanto realizan radiografías planimétricas en las formas cómo el neoliberalismo se enraíza por estas latitudes, proporcionando datos que podemos triangular, al nivel empírico, con otros casos.

Como es fácil desprender, constatamos que el nombre del Centro mexicano es la traducción exacta al castellano del brasileño IPES, cuyas fuentes hemerográficas nos han relevado que poseía relaciones con el mismo, con artículos similares que eran publicados en sus vehículos de comunicación y divulgación públicas. Estos esfuerzos tuvieron respaldos desde diferentes organizaciones foráneas, entre las que descollan fundaciones privadas como Rockefeller y McGregor, impulsoras y sistematizadoras de los recursos de refuerzo discursivo dirigidos hacia amplios segmentos sociales, inclusive niños y jóvenes. Al fin y al cabo, más que una simple teoría económica, el neoliberalismo es la ideología que daría forma a la actual etapa de desarrollo desigual del capitalismo, y fue a través de esa ingente tarea comunicacional que consiguió victorias (relativas, pero -al fin y al cabo- determinantes) en planos subjetivos en los cuales, insistimos, también se alcanzan límites en sus contradicciones.

Cierra el dossier, en su categoría de artículos, el texto de Hillary Hiner, Ana López y Manuela Badilla, quienes nos regresan a nuestro punto de partida: si presenciamos el final de los finales del neoliberalismo.

La interrogante no es una casualidad que surja, en medio de esta coyuntura, desde el lugar de enunciación chileno y articulando una perspectiva feminista, históricamente asociada a las opresiones socioculturales que se exacerban no sólo con el neoliberalismo, sino también con las dificultades de acceso al mercado de trabajo y las exigencias y obligaciones impuestas a las mujeres para ocuparse de los cuidados familiares (ciertamente, trabajos precarizados y, generalmente, no pagos).

Grupos subalternos, pero especialmente las mujeres trabajadoras, han sido quienes han sufrido más crudamente las consecuencias de la sociedad capitalista neoliberal, pero al mismo tiempo quienes han formulado respuestas más activas, pues han debido organizarse mejor para ocupar espacios y así recomponer movimientos que en Chile convergen alrededor del año 2019 en torno a un núcleo antineoliberal. De cualquier forma, no se debe festejar antes de tiempo. El neoliberalismo ha sido muy hábil en incorporar a su discurso elementos que inicialmente le fueron antagónicos y hoy por hoy, antes que debilitarlo, lo fortalecen. Por ejemplo, varias posiciones medioambientalistas -antes que rotundamente: ecologistas- han propiciado la inclusión y la diversidad, pero también se han elevado herramientas sistémicas con las que se buscan maximizar aún más los rendimientos de la mano de obra y obtener sinergias organizacionales, sin que con ello se altere el carácter ni la naturaleza explotadora, dominadora u opresora del proyecto o del modelo.

Finalmente, y aún sin proponérselo, este dossier dispone y propone diálogos intertextuales que, desde miradas particulares y a partir de perspectivas teóricas variadas, pretenden sumar a la profusa bibliografía ya producida sobre el neoliberalismo, intentando valorar que, en medio de la saturación, todavía existen márgenes para continuar transgrediendo los umbrales del conocimiento y las praxis y actualizarlas. Un ejercicio que nos resulta imprescindible para componer una gramática del todo; un imperativo académico, pues sólo percibiendo al neoliberalismo en la complejidad de su totalidad y sus conexiones es que encontraremos las bases para su superación política. Anticipamos para los y las lectores una excelente experiencia, bajo la expectativa de que se produzcan más y mejores reflexiones, justamente, el propósito que anima este métier.

Referencias EVANS, Peter B. The State as Problem and Solution: Predation, Embedded Autonomy, and Structural Change. In: HAGGAR, Stephan y KAUFMAN, Robert R. (eds.), The Politics of Economic Adjustment, Princeton, Princeton University Press, 1992, pp.139-181.

JOERGES, Christian; HIEN, Josef. 2017. Ordoliberalism, Law and the Rule of Economics. Oxford, Hart Publishing.

KAHLER, Miles. 1989. Orthodoxy and its Alternatives: Explaining Approaches to Stabilization and Adjustment. In: Joan NELSON (ed.), Economic Crisis and Policy Choice. Princeton, Princeton University Press, p. 33-62.

PLEHWE, Dieter. 2011. Transnational Discourse Coalitions and Monetary Policy: Argentina and the Limited Powers of the “Washington Consensus”. Critical Policy Studies, 5(2):127-148.

PLEHWE, Dieter; SLOBODIAN, Quinn; MIROWSKI, Phillip (orgs.). 2020. Nine Lives of Neoliberalism. London, Verso.

PUELLO-SOCARRÁS, José Francisco. 2015. Desarrollo: Paleontología (política) de una idea (neoliberal). Estudios Críticos del Desarrollo, 5(8):47-81.

RAMÍREZ, Hernán. 2020. La influencia alemana en el pensamiento y las políticas económicas brasileñas: desde mediados de los cincuenta a los setenta. Simposio de la ADLAF (Asociación Alemana de Investigaciones sobre América Latina).


Organizadores

Hernán Ramírez (UNISINOS/CNPq-Brasil) [email protected] José Francisco Puello-Socarrás (ESAP-Colombia) [email protected] [email protected] 


Referências desta apresentação

RAMÍREZ, Hernán; PUELLO-SOCARRÁS, José Francisco. Neoliberalismo: linajes, cursos y discursos en América Latina. História Unisinos. São Leopoldo, v.25, n.2, p.186-190, maio/ago, 2021. Acessar publicação original [IF]

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