Erased. The Untold Story of the Panama Canal – LASSO (ACHSC)

LASSO, Marixa. Erased. The Untold Story of the Panama Canal. Cambridge-Londres: Harvard University Press, 2019. 344 p. Resenha de: MAURI, Mônica Martinez. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura [Bogotá], v. 47 N. 2, jul. – dic. 2020.

Erased, la ultima obra de Marixa Lasso —historiadora panamena y profesora en la Universidad Nacional de Colombia—, nos invita a repensar la historia del canal de Panama. Con un relato minuciosamente construido a partir de fuentes documentales y orales, este volumen nos permite entender como los antiguos y prosperos pueblos que existieron en la zona central de Panama antes de la construccion del canal fueron borrados del mapa, tanto material como simbolicamente.

El principal argumento es que, al borrar de la memoria nacional una de las zonas urbanas mas potentes de la economia istmena del siglo xix, no solo se aseguro el domino estadounidense sobre el canal, sino que se busco olvidar la modernidad que habian construido republicas latinoamericanas como Panama en el siglo xix. Una modernidad que, en las jovenes republicas latinoamericanas, se concreto en una apuesta por la innovacion tecnologica y las formas de gobierno inspiradas por la revolucion francesa y la Constitucion norteamericana. Esta vision de la politica permitio dar poder local a sectores marginados en otras naciones del norte, como los indigenas o los afrodescendientes.

entre 1913 y 1916— de pueblos que concentraron una poblacion de 62.810 personas (el 14 % del total del pais). A diferencia de lo que muchas personas todavia creen, se trato de un desplazamiento que tuvo motivos politicos y no razones tecnicas. Los pueblos no desaparecieron bajo las aguas del canal o del lago Gatun, sino que fueron desmantelados para no dejar poblacion panamena dentro del espacio limitrofe al canal. Con ello, los norteamericanos ampliaron su area de influencia en el istmo y convirtieron una zona urbana en selvatica.

Lasso nos ofrece una nueva perspectiva sobre un hecho historico: la construccion del canal de Panama —estudiado de forma bastante exhaustiva por los historiadores—.

Y es que hasta el momento se habia prestado poca atencion a los primeros tres anos de construccion del canal norteamericano, un momento crucial para entender como los pueblos de la zona pasan de una jurisdiccion panamena a una norteamericana. Fue en este proceso cuando la poblacion panamena de la zona fue conceptualizada como native y la zona fue percibida como un lugar salvaje y tropical.

El primer capitulo muestra el proceso mediante el cual los Estados Unidos, tras la firma del tratado Hay-Bunau-Varilla (1903), fue ampliando su control sobre las zonas adyacentes al canal. Este tratado especificaba que Panama habia cedido a perpetuidad una zona de cinco millas a cada lado del canal, con la excepcion de las ciudades y puertos de Panama y Colon. Sin embargo, los Estados Unidos, utilizando el pensamiento higienista, se apropiaron de los puertos y las tierras aledanas al canal. En pocos anos, el servicio postal, las aduanas y la sanidad —controlados por la administracion estadounidense— convirtieron el puerto de Ancon y Panama en un solo puerto. Panama solo conservo el control sobre un pequeno embarcadero al que arrimaban pescadores y pequenos comerciantes.

En el segundo capitulo, a partir de los relatos de viajeros, se presenta una detallada descripcion de la vida en Chagres, Gorgona, Emperador y Cruces antes de 1904. Segun los testimonios, la zona contaba con muchos pueblos en los que la poblacion afrodescendiente era muy significativa. Era un lugar bien comunicado por tren, bien adaptado al trafico global, que se servia de las tecnologias modernas para hacer posible el transito de personas y mercaderias a traves del istmo.

Tambien era una zona dinamica en el plano industrial y agricola. Pero a pesar de todo esto, fueron pueblos concebidos como un obstaculo al progreso que los Estados Unidos queria traer al istmo.

El tercer capitulo aborda las consecuencias, para los antiguos pueblos de la zona, del nuevo regimen instaurado por los norteamericanos entre 1904 y 1912. El analisis de Lasso contempla tres etapas: de 1904 a 1907 las autoridades de la zona conservaron las estructuras municipales en uso; los pueblos pasaron a tener dos alcaldes, uno panameno y otro americano, al mismo tiempo que se empezaron a aplicar politicas de segregacion racial que dividieron los pueblos en nativos y americanos. De 1907 a 1912 la Isthman Canal Comission (icc) elimino los municipios de la zona y los convirtio en distritos administrativos, pero la mayoria continuo en el mismo lugar. Entre 1912 y 1915 la icc despoblo la zona, sustituyendo los antiguos pueblos por una geografia urbana.

El siguiente capitulo se centra en analizar el momento en el que se creo el debate sobre que hacer con los pueblos panamenos de la zona: .conservarlos en la zona, pero siendo gobernados y civilizados por los norteamericanos o desmantelarlos y enviar sus pobladores a otros lugares? Este dilema se resolvio en 1912, cuando las autoridades de la zona determinaron que la selva era la mejor proteccion militar para el canal y dictaron la orden de despoblamiento.

El quinto capitulo arranca con la creacion del lago Gatun, el lago artificial mas grande del mundo, y los primeros movimientos forzados de poblacion. Gorgona, en julio de 1913 fue el primer pueblo que conocio el confuso y caotico proceso de relocalizacion hacia Nueva Gorgona y Ciudad de Panama. Lasso analiza los multiples sistemas de tenencia de tierras que existian en la zona y las dificultades de la Joint Land Comission, un organismo panameno-americano, para crear politicas de compensacion que respondieran a las necesidades de los desplazados. Muchos de los habitantes, al no ser propietarios y al no contar con un contrato de alquiler anterior a 1907, no recibieron ninguna compensacion, solo tuvieron derecho a transporte gratuito para llevar los materiales que conformaban sus viviendas a otro lugar. Con todo, el despoblamiento de la zona creo un gran desconcierto entre sus antiguos pobladores y provoco un cambio de percepcion hacia los americanos.

Hasta entonces, los panamenos de la zona creian que, aunque el canal pertenecia a los americanos, la zona era una tierra en la que podian continuar viviendo. Con el traslado entendieron que la gente que habia dado vida a los pueblos del territorio durante siglos ya no tenia derechos sobre este.

“Pueblos perdidos” es el titulo del siguiente capitulo. En el se continua explicando el despoblamiento a partir del ejemplo de Nuevo Gatun —un pueblo de 8.000 personas que desaparecio entre 1914 y 1916—. Las ultimas paginas estan dedicadas al abandono que creo mas conmocion en la opinion publica panamena: el del Chagres. Este pueblo, situado al lado del fuerte San Lorenzo, fue un enclave historico del atlantico panameno comparable a Portobelo. Estos y otros despoblamientos fueron posibles gracias a un decreto, aprobado en 1912, y un acuerdo entre Estados Unidos y Panama de 1914 que ampliaba las fronteras de la zona bajo jurisdiccion norteamericana, otorgandole control sobre las tierras de los margenes del lago Gatun hasta una altura de 100 pies sobre el nivel del mar.

Tras la publicacion, en 1962, de la novela Pueblos perdidos de Gil Blas Tejeira, se instalo en el imaginario nacional panameno la idea de que los antiguos pueblos de la zona habian desaparecido bajo las aguas del lago Gatun. Una de las principales aportaciones de Lasso es poner fin a esta ilusion. Como muestra en el capitulo siete, los centros urbanos mas grandes (Emperador y Nuevo Gatun) no fueron inundados, sino despoblados, e incluso Gorgona, la supuesta ciudad que yace bajo el lago, solo fue parcialmente inundada. Este mito de la inundacion sirvio para naturalizar la desaparicion de los pueblos, pero tambien para justificar el cambio de trazado de la linea del ferrocarril hacia el Este del canal, donde fueron construidos los centros urbanos americanos. Este ultimo cambio tambien estuvo muy relacionado con el despoblamiento de los pueblos panamenos, con la necesidad de convertir una zona urbana en una zona selvatica, transformando el centro en periferia. Con todo, los americanos construyeron una nueva zona del canal con pequenos pueblos racialmente segregados, en la que no existia la propiedad privada, la agricultura ni el vicio (alcohol, juego y cabares).

En el epilogo, Lasso nos explica su recorrido por los actuales Nuevo Chagres y Nuevo Emperador, los pueblos fundados tras la despoblacion que absorbieron parte de los desplazados. A partir de los relatos de los mas ancianos, muestra como, a pesar de las politicas de olvido, los descendientes de los antiguos pueblos de la zona recuerdan su lugar de origen, se sienten parte de la historia del canal y todavia hoy sufren las consecuencias de haber sido expulsados hacia la periferia.

En el plano disciplinar, la obra de Lasso podria ser reivindicada desde la antropologia historica. Las razones son varias. La primera, porque aborda la construccion politica de la memoria y lo hace partiendo de la documentacion historica, la version etic; pero tambien teniendo en cuenta las narrativas de los descendientes de aquellos que fueron desplazados, la version emic. La segunda, porque cuestiona la naturalizacion de las explicaciones que sirvieron para despoblar de panamenos y poblar con norteamericanos la zona del canal, deconstruyendo los argumentos que utilizaron las autoridades de la epoca. Y lo hace teniendo en cuenta que las categorias —tropical, salvaje, nativo— son fruto de voluntades diferenciadoras, no de diferencias objetivas que buscan imponer un orden concreto. La tercera, porque centra su analisis en aquellos que fueron excluidos de la historia. Tal como hizo Nathan Wachtel en los Andes,1 Lasso narra el devenir de los vencidos, de aquellos que no importaron a nadie, que fueron borrados. Y por ultimo, porque incorpora una perspectiva personal que podriamos situar proxima a la autoetnografia.

Antes de la publicacion de Erased, en Panama otros trabajos ya habian mostrado las consecuencias sociopoliticas de la construccion de nuevas geografias.

La antropologa Julia Velasquez2 mostro hasta que punto a lo largo del siglo xx imaginar el Darien como un lugar salvaje fomento la especulacion sobre la tierra, a partir de iniciativas forestales, turisticas, agroindustriales y provoco el auge del narcotrafico. En este contexto, pensar el Darien como un lugar peligroso legitimo su domesticacion por parte de agentes forasteros y justifico el uso de la violencia en el proceso.

Tambien en Panama se habian escrito algunas lineas para denunciar los efectos del articulo II del tratado Hay-Bunau Varilla, en relacion con la desembocadura y areas aledanas al rio Chagres. Bonifacio Pereira (1964), miembro de la Academia Panamena de la Historia, relato el proceso de despoblacion del Chagres con bastante detalle. Explico como sus habitantes fueron despojados de sus tierras y casas sin recibir ningun tipo de indemnizacion. Incluso afirmo que se trato de un expolio que se hizo con la complicidad de las clases dominantes panamenas. Como el mismo manifesto: fueron hechos que permanecieron ocultos “tal vez para que sigamos siendo mansos, dociles, entreguistas”.3 Erased se suma a los trabajos de Velasquez y Pereira, convirtiendose en un libro que es y sera fundamental para entender la historia del istmo de Panama.

Lo es porque esta escrito por una mujer panamena desde Harvard —un centro intelectual del norte—, por lo que no pasara desapercibido. Tambien lo sera porque nos permite entender que hay muchas maneras de hacer historia, que hay episodios y personas que los poderosos quieren borrar de la historia nacional, pero que por mucho que lo intenten, la gente no olvida. Ahora solo falta encontrar un titulo que en espanol tenga la misma fuerza que Erased, y esperar que la publicacion de su traduccion abra el foco, poniendo atencion en otros episodios de la historia de Panama que tambien han sido borrados. Pienso en la invasion de Panama del 20 de diciembre de 1989, un momento que, a pesar de estar en el recuerdo de todos los panamenos, ni siquiera es mencionado en el recien inaugurado Museo de los Derechos Humanos de la Ciudad de Panama.

1. Nathan Wachtel, La Vision des vaincus. Les Indiens du Pérou devant la Conquête espagnole1530-1570 (Paris: Gallimard, 1971).

2. Julie Velasquez Runk, “Creating Wild Darien: Centuries of Darien’s Imaginative Geographyand its Lasting Effects”, Journal of Latin American Geography 14.3 (2015): 127-156.

3. Bonifacio Pereira Jimenez, Biografía del río Chagres (Panama: Imprenta Nacional, 1964) 124.

Mònica Martínez Mauri – Universitat de Barcelona. E-mail: [email protected].

Speaking of Spain: the Evolution of Race and Nation in the Hispanic World – FEROS (VH)

FEROS, Antonio. Speaking of Spain: the Evolution of Race and Nation in the Hispanic World. Cambridge: Harvard University press, 2017. 367 p. BILBAO, Julian Abascal Sguizzardi. Raça, nação e pátria: A espanholidade em movimento. Varia História. Belo Horizonte, v. 35, no. 69, Set./ Dez. 2019.

 

O livro Speaking of Spain de Antonio Feros se insere em um contexto historiográfico no qual o pretenso vínculo entre o estabelecimento de um Estado-nação e a união dinástica das Coroas de Castela e Aragão (1479) já fora pertinentemente criticado por autores como Vicens Vives (1960)John Elliott (20102018) e Bartolomé Clavero (1981). Após o impacto dessa crítica, as relações entre nação, pátria – e também raça – passaram a ser entendidas como não-evidentes e tornaram-se matéria de amplo debate.

O principal objetivo do livro é discutir os deslocamentos semânticos e controvérsias em torno dos conceitos de raça, nação e pátria entre o século XVI e princípio do XIX no contexto imperial hispânico. No que diz respeito às fontes, o autor recolhe narrativas variadas (crônicas, discursos, tratados e legislação) que desenvolveram à sua maneira os supracitados conceitos dentro do recorte estipulado, privilegiando os discursos próprios dos “espanhóis” (Feros, 2017, p.11).

A despeito das dificuldades impostas pela amplitude do arco espaço-temporal, a problemática é clara e o autor realiza um trabalho historiográfico pertinente. A leitura é fluída, sendo relevante tanto para especialistas, quanto para um público mais amplo. Inclusive, poderia ser adotado como ponto de partida para a aproximação da história do Império Hispânico pelo público brasileiro. O livro é de interesse para aqueles que estudam História Ibérica, mas também, para os que se dedicam a assuntos relacionados à América Colonial e à independência da América, pois demonstra como a estrutura das sociedades coloniais ensejaram questões acerca da significação da espanholidade (Spanishness).

Como o texto cobre um amplo recorte, a bibliografia utilizada é igualmente vasta. Em um primeiro momento, poderíamos destacar o diálogo com Tamar Herzog (2003)Pablo Fernández Albaladejo (2007) e Mateo Ballester Rodríguez (2010), autores que trabalham as complexas relações entre escalas identitárias no contexto hispânico. É interessante o destaque de Feros para as relações de tensão entre a Catalunha e a Monarquia, apontando para comparações com os conflitos no seio da monarquia britânica moderna. No ano seguinte a Speaking of Spain, Elliott publicou Scots and Catalans (2018), que discutiu muitas das questões levantadas pelo livro em questão.

Nos quatro primeiros capítulos, Feros aborda a relação entre nação, raça e pátria nos séculos XVI & XVII. O contexto inicial é o da Espanha de Isabel e Fernando – marcada pela conquista de Granada, pela expulsão dos Judeus e pelo início da exploração colonial – havendo um impulso para a criação político-discursiva de uma comunidade monárquica exclusivamente católica. Nesse quadro, eruditos formularam ideias acerca da história e da concepção de Espanha e espanholidade. O sentimento de lealdade ao local de nascimento, ou seja, à pátria (Catalunha, Biscaia, Andaluzia, etc) e a pluralidade jurídica das diversas partes da Monarquia desestabilizavam a ideia de nação como um conjunto unitário de língua, leis e povo (Feros, 2017, p.48). Apesar disso, havia um esforço para pensar o que existia de comum aos espanhóis: constituiu-se a ideia de que estavam ligados pela descendência cristã antiga, cujo patriarca era um dos netos de Noé, Tubal (considerando a narrativa bíblica de que toda humanidade proviria de sua linhagem após o dilúvio). Em uma sociedade em que havia sujeitos recentemente convertidos ao catolicismo, cuja ascendência era judaica e muçulmana, a construção de uma identidade baseada na antiguidade cristã era um fator de exclusão das chamadas linhagens conversas (que não poderiam assumir determinados cargos administrativos e religiosos), portanto criava-se a ideia de uma “pureza de sangue” dos cristãos velhos.

Outro problema em voga nos séculos XVI e XVII está evidenciado no seguinte trecho: “Eram os descendentes de espanhóis, estabelecidos em regiões não-europeias, especialmente nas Américas, espanhóis genuínos?” (Feros, 2017, p.65). O debate, originado desta indagação, girava em torno de alguns eixos centrais: qual o impacto do clima no caráter dos espanhóis nascidos na América [criollos]? Quais eram os efeitos da mistura “sanguínea” entre os descendentes de europeus, os nativos e os africanos na colônia? Nesse sentido, Feros excede a discussão da limpieza de sangre no contexto peninsular, traçando pontes com os territórios do ultramar, enfatizando como a realidade colonial também compôs esse campo problemático.

Os quatro últimos capítulos discutem as relações entre nação, raça e pátria ao longo do século XVIII e início do XIX. Nesse momento, a sociedade hispânica sofreu transformações causadas pela guerra de sucessão do início do século XVIII, levando ao trono a casa Bourbon. Os monarcas dessa dinastia possuíam um projeto de enfraquecimento das instituições regionais, especialmente no que diz respeito às regiões historicamente pertencentes à Coroa de Aragão. Nesse quadro, intelectuais reforçam que a lealdade deveria ser endereçada à pátria comum (Espanha) e não às pátrias locais. Isso indica um movimento tendencial ao longo do século XVIII de coincidência entre o conceito de pátria e nação, uma novidade no campo semântico.

Na Europa, surgiam novas teorias de hierarquização racial, e os espanhóis passavam a ser diretamente questionados sobre a histórica presença de judeus e muçulmanos em seu território, colocando em xeque seu pertencimento à raça “branca”. A visão de decadência do Império Hispânico era muito difundida, por isso os peninsulares formularam discursos de diferenciação entre eles e os criollos, sobre os quais pairava a suspeita de misturas consideradas espúrias com indígenas e africanos escravizados. As bases discursivas da limpieza de sangre, constituída por meio da elisão de hibridações étnicas, são ressignificadas no contexto do “racismo científico” para reforçar hierarquias. Alguns peninsulares apostaram no “melhoramento” das populações nativas e africanas pelo branqueamento, discurso rechaçado, via de regra, pelos criollos, os quais visavam afirmar sua posição social através de uma aparência europeizada – esses debates implicaram fissuras na noção de espanholidade.

O livro fecha com a emergência da Constituição liberal de Cádiz (1812) no contexto pós napoleônico. Nesse momento, houve um direcionamento para a construção de um Estado-nação espanhol que substituiria o sistema imperial de outrora: “A força de ligação entre os habitantes da Monarquia Hispânica deixaria de ser a partilha de uma mesma linhagem ou da mesma raça, e passaria a ser uma paixão compartilhada por sua nação e pátria” (Feros, 2017, p.252). Nesse sentido, houve um esforço para a inclusão dos territórios americanos, entretanto, durante as sessões das cortes, os criollos se sentiram marginalizados pelos peninsulares. Cabe notar a tentativa de integração dos indígenas como cidadãos, o que, segundo o autor, foi feito com o intuito de marcar o sucesso de sua assimilação pelo processo de colonização. Já os descendentes de africanos livres, foram considerados espanhóis, mas não cidadãos de pleno direito (conforme o artigo 22 de Cádiz).

Speaking of Spain é uma leitura altamente recomendada, levando em conta as bem-sucedidas articulações entre a realidade peninsular e colonial. O autor cumpre com seu objetivo de estudar os deslocamentos dos conceitos de nação, raça e pátria entre os séculos XVI e XIX, demostrando sua relação intrínseca com as mudanças político-sociais no Império Hispânico ao longo do tempo.

1No original: “Were the descendants of Spaniards who settled in non-European regions, and specially Americas, genuine Spaniards?”

2No original: “The binding force for inhabitants of the Spanish monarchy would no longer be membership in the same linage or the same race but a shared passion for one’s nation and patria.”

Referências

BALLESTER RODRÍGUEZ, Mateo. La identidad española en la edad moderna (1556-1665): discursos, símbolos y mitos. Madrid: Tecnos, 2010. [ Links ]

CLAVERO, Bartolomé. Institución Política y Derecho: acerca del Concepto Historiográfico de ‘Estado Moderno’. Revista de Estudios Políticos (Nueva Era), n. 19, Enero-Febrero, 1981. [ Links ]

ELIOTT, John. Una Europa de Monarquías Compuestas. In: ELLIOTT, John. España, Europa y El mundo de ultramar [1500-1800]. Madrid: Taurus, 2010. [ Links ]

ELIOTT, John. Scots and Catalans: Union and Disunion. New Haven: Yale University Press, 2018. [ Links ]

FERNÁNDEZ ALBALADEJO, Pablo. Materia de España: cultura política e identidad en la España moderna. Madrid: Marcial Pons, 2007. [ Links ]

FEROS, Antonio. Speaking of Spain: the Evolution of Race and Nation in the Hispanic World. Cambridge: Harvard University Press, 2017. [ Links ]

HERZOG, Tamar. Defining Nations: Immigrants and Citizens in Early Modern Spain and Spanish America. New Haven: Yale University Press, 2003. [ Links ]

VICENS VIVES, Jaume. A estrutura administrativa e estadual nos séculos XVI e XVII (Extraído de XIe Congrès des Sciences Historiques, 1960. Rapports IV: Histoire Moderne, Stockhom, Almqvisq & Wiskell, 1960, p.1-24). In: HESPANHA, Antonio Manuel (Org.). Poder e instituições na Europa do antigo regime: coletânea de textos. Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian, [1960], 1984. [ Links ]

Julian Abascal Sguizzardi Bilbao – Programa de Pós-Graduação em História Universidade de São Paulo Av. Prof. Lineu Prestes, 338, Cidade Universitária, São Paulo, SP, 05.508-900, Brasil. [email protected].

Frontiers of possession: Spain and Portugal in Europe and the Americas – HERZOG (RH-USP)

HERZOG, Tamar. Frontiers of possession: Spain and Portugal in Europe and the Americas. Cambridge: Harvard University Press, 2015. 384 p.p. Resenha de MOURA, Denise Aparecida Soares de. Uma contribuição para a pesquisa e o debate sobre a formação (Trans) territorial da Iberia. Revista de História (São Paulo) n.175 São Paulo July/Dec. 2016.

Este é um livro sobre a formação territorial de Portugal e Espanha na época moderna em dois continentes: na Europa e na América. A autora, Tamar Herzog, professora na Universidade Harvard e especialista em temas da história administrativa e da formação das identidades na América hispânica, com ênfase na história do vice-reinado do Peru, abordou este que é um dos temas, desde longa data, focalizado por grandes nomes da historiografia luso-brasileira,1 do ponto de vista dos múltiplos agentes sociais que viviam nos territórios de fronteira e que estiveram mais diretamente envolvidos com questões de posse e uso da terra.

Para Herzog a história da formação territorial ibérica não pode ser reduzida ao protagonismo do Estado, dos tratados negociados nas mesas diplomáticas internacionais, aos combates no front ou à constituição dos estados nacionais. Ao longo do foco narrativo e analítico de seu livro, o ambiente da fronteira aparece na condição de tribuna democrática, na qual fazendeiros, criadores, nobres, clero, párocos, missionários, povoadores, governadores, autoridades municipais e militares expressaram suas noções de direitos fundiários, recorrendo ao argumento dos direitos de uso antigo e costumeiro. Estes sujeitos sociais, ao longo do tempo, fizeram e desfizeram alianças para defender estes direitos que muitas vezes prescindiram da sua condição de vassalo a uma ou outra coroa, pois o que importava era o direito de posse da terra que, muitas vezes, se estendia para o território vizinho.

Para alcançar este mosaico social e inventariar diversos argumentos defensivos de direitos a autora pesquisou em volumosa e variada documentação, desde relatos de exploradores e missionários, correspondência político-administrativa e papéis judiciais existentes em arquivos de Portugal e Espanha e nos atuais países do Brasil, Argentina, Uruguai e Chile, que foram domínios territoriais destas monarquias no ultramar. A especialização da autora na história político-administrativa do vice-reinado do Peru, com foco na região de Quito, certamente influenciou a concentração de suas pesquisas de campo na região da Amazônia e Paraguai para a elaboração deste livro.

Contrastando e inter-relacionando o problema da formação territorial ibérica na Europa e na América, a autora verificou que, embora em ambos os continentes os agentes sociais tenham tido papel proativo, houve diferenças nos argumentos empregados para a defesa de direitos de uso da terra. Assim, na América, os monarcas de ambas as coroas, embora não possam ser vistos como força predominante das definições territoriais, se envolveram mais com esta questão tanto em virtude da vastidão dos territórios sobre os quais teriam de confirmar sua soberania como devido a necessidade de promoverem a incorporação de populações nativas. Como resultado, a definição das fronteiras na Europa foi menos tensa e pouco evocativa da condição de súdito português ou espanhol (p. 245).

Questões como estas estão distribuídas ao longo de uma obra dividida em duas partes contendo dois capítulos cada uma. O foco narrativo do livro é caracterizado por dois componentes que trazem preocupações teóricas com a própria escrita da história ibérica. Ou seja, a autora inverteu o paradigma narrativo Europa-América, começando a discussão do problema a partir desta última. Ao mesmo tempo, preocupou-se em romper com o modelo da divisão da história ibérica entre Portugal e Espanha, optando por tratar os dois espaços em conjunto.

No primeiro caso, seu objetivo foi o de mostrar que a “América não apenas precede a Europa, mas também introduz muitas das questões” que se tornaram objeto de sua investigação (p. 12). O efeito desta inversão em suas conclusões foi o de que as tensões e os debates dos vários agentes sociais sobre a formação territorial no Novo Mundo tiveram ressonância no Velho Mundo. A preocupação excessiva em defender este argumento levou a autora a descrever minuciosamente situações individuais de conflitos de terra em municípios de fronteira na península Ibérica, o que tornou o foco narrativo da segunda parte repetitivo. Um número menor de situações relatadas teria sido convincente, tendo em vista o volume da documentação que a fundamenta.

No segundo caso, ao tratar da história de Portugal e Espanha de maneira articulada e simultânea, a autora explicita um posicionamento teórico que está por trás dos trabalhos contemporâneos em história ibérica e que vem, desconstruindo suas fronteiras. Adeptos desta metodologia e abordagem têm recuperado a narrativa da Hispania, que persistiu para além da dissolução da União Ibérica e previa uma relação de interesses comuns entre os reinos da península Ibérica. Ainda no século XIX e sempre combatida pelos discursos nacionais, esta perspectiva de pensamento persistiu através do movimento denominado Iberismo e que pretendia a fusão de Portugal e Espanha em todos os seus aspectos.

Na primeira parte da obra, a histórica disputa entre as coroas de Portugal e Espanha pelo controle das terras da América, que remonta à assinatura do Tratado de Tordesilhas (1494), é apresentada criticamente a partir de dois planos: o do conflito das interpretações hispânicas e portuguesas das bulas, tratados e doutrinas e o das relações que estabeleceram com as populações indígenas.

Como observou a autora, as limitações de conhecimento geográfico no período, derivadas do próprio nível científico e técnico da época, contribuíram para dar vazão a muitas e variadas interpretações das determinações dos tratados e para a produção de muitos relatos, bem como debates que opuseram geógrafos e práticos do território (sertanistas) em relação ao correto curso de rios e a localização de sinais topográficos, como montanhas, e que poderiam definir os legítimos direitos fundiários de cada uma das coroas.

Entre seus súditos residentes nas zonas fronteiriças surgiram vários argumentos que poderiam endossar a defesa dos direitos de posse do território, como o do trabalho na terra, que para alguns deveria ser permanente e para outros poderia ser sazonal, como pescar, caçar, criar gado e coletar madeira; a navegação de rios, o comércio com populações nativas ou a abertura de estradas. Na medida em que estes usos e mobilidade fluvial ou terrestre inflamavam os debates, ambas as coroas se mantiveram alertas quanto à movimentação de comerciantes, sertanistas e padres missionários nas áreas em disputa, o que deu origem a um dos agentes sociais mais intrigantes e difíceis de biografar, ou seja, os espiões, que poderiam ser soldados ou sertanistas provenientes da capitania de São Vicente.

Nos arquivos e bibliotecas, a autora reuniu consistente volume de papéis públicos, na forma de correspondências trocadas entre autoridades e relatos de expedições que procuravam demonstrar a precedência na ocupação e, portanto, os direitos de posse territorial defendidos por ambas as coroas.

No segundo capítulo desta primeira parte, é discutida a relação entre conversão, vassalagem e direitos territoriais, através do trabalho intelectual e evangelizador dos missionários portugueses e espanhóis de várias ordens religiosas, cujo resultado garantiu a ambas as coroas argumentos que sustentaram suas reivindicações de direitos territoriais. Alguns desses missionários, como o nativo da Boêmia Samuel Fritz, se tornaram ícones na defesa de direitos territoriais dos espanhóis ou de denúncia das usurpações territoriais portuguesas entre seus contemporâneos e foram tidos como grandes geógrafos e reconhecedores de territórios.

O processo de formação territorial ibérica na América, portanto, contou com a efetiva atuação desses missionários que se estabeleceram justamente na região supostamente atravessada pelo meridiano de Tordesilhas, como a da Amazônia e das províncias do Paraguai. Segundo a autora, as coroas de Portugal e Espanha contavam com o poder dos missionários de persuadir os índios não somente a mudarem suas crenças religiosas, mas também a seguirem religiosos de naturalidade hispânica ou portuguesa, pois isto lhes asseguraria direitos de posse sobre territórios (p. 73).

Esta constatação estende a atuação dos missionários do campo da evangelização para o da formação territorial. Assim, suas rivalidades com outros agentes sociais na colônia não se restringiram à sua posição contrária à escravização indígena, como mostraram clássicos da historiografia.2 Várias autoridades régias, como governadores, encarregados de defender a soberania de suas coroas na América, vigiaram os movimentos dos missionários nas áreas de fronteira, classificando-os como ameaçadores da ordem vigente e, com isto, reunindo argumentos para combatê-los.

A conversão era útil para o Estado porque resultava em terras e vassalos, mas introduzia também outro problema: o do direito dos nativos a terra, um dos temas que parece ter aquecido os debates dos séculos XVII e XVIII. Com a emergência de novas diretrizes jurídicas no campo das relações internacionais, baseadas no princípio do direito natural, o conceito de soberania política sobre territórios passou a ser mediado pelo de ocupação, o que derrubou a antiga tradição de legítimo poder concessionário do papado.

Assim, as discussões sobre direitos a terra passaram a girar em torno da definição do tipo apropriado de sua ocupação e, por este viés, ambas as coroas conseguiram deslegitimar os direitos de posse dos índios convertidos. As distâncias de terras desocupadas que deveriam existir entre um grupo indígena e outro, por exemplo, consideradas espaços para caça ou para extração de seus recursos foram consideradas terras vacantes e sujeitas à ocupação pela Coroa, por exemplo. Deste modo, a ordem régia encontrou uma solução para conciliar conversão com concentração de terras, o que no longo prazo influenciou a estrutura fundiária desigual e conflituosa da América ainda nos dias de hoje.

Da formação ibérica na América a autora deslocou o seu foco, na segunda parte da obra, para o espaço da península Ibérica e nesta identificou uma série de similaridades, do ponto de vista da multiplicidade de agentes sociais e a defesa de direitos de posse territorial segundo argumentos específicos. Embora Portugal e Castela negociassem suas fronteiras desde a Idade Média, municipalidades, igrejas, contrabandistas e gente que se denominava fronteira – que vivia e se definia deste ponto de vista geográfico – questionavam divisas e negavam que sua identidade deveria coincidir com divisões político-administrativas oficiais.

Ponto alto desta parte são as constatações da autora sobre as diferenças no processo de formação territorial ibérica na América e na península. Na América, território do Novo Mundo, os conflitos por terra eram mais recentes, contavam com alianças interétnicas que se faziam e desfaziam circunstancialmente e os europeus tiveram pela frente a tarefa de apagar a história do continente, o que significou construir imagens e argumentos que suprimissem os direitos de posse dos antigos habitantes do território.

Esta última questão pode ter tido algum tipo de similaridade com o contexto das guerras de reconquista, quando os ibéricos expulsaram os mulçumanos da península. Em ambos os continentes, houve um processo de detração dos habitantes das fronteiras – fronterizos. Com esta discussão a autora cumpre sua promessa metodológica apresentada na introdução, fazendo com que as formações territoriais ibéricas nas duas pontas do Atlântico enriqueçam-se mutuamente.

Ainda nesta parte, a imagem da hidra, personagem da mitologia grega com várias cabeças, as quais sendo cortadas voltavam a nascer, serviu para indicar quão complexos foram estes conflitos, mesmo quando as divisões entre os dois reinos foram definidas. Municípios como Aroche e Encinasola (Castela) ou Serpa e Moura (Portugal), por exemplo, revezaram entre alianças e conflitos em relação à garantia de uso de suas terras, importando menos a que coroa deviam jurar vassalidade.

No bojo dos conflitos entre estas municipalidades, a autora inova ao demonstrar que as preocupações com as divisões das linhas de fronteira eram mais oriundas das populações locais do que das coroas. As fronteiras não foram, portanto, invenção dos estados ou dos monarcas, mas das populações que desejavam definir onde seu gado podia pastar, onde podiam plantar ou coletar madeiras (p. 184).

Este é um livro, portanto, cujas diretrizes teórico-metodologicas estão afinadas com uma das mais recentes abordagens da história ibérica crítica dos esquemas analíticos nacionais e que podem ser encontradas em trabalhos individuais, de grupos de discussão3 e em iniciativas de acadêmicos que optam pelo agregamento em rede. Herzog, no caso, é uma das coordenadoras da Red Columnaria.4

Mesmo diante deste volume de adeptos da ideia do tratamento articulado entre as histórias de Portugal e Espanha a autora considera que poucos ainda parecem dispostos a adotar o conceito de Ibéria como unidade de análise (p. 250) fora do convencional intervalo cronológico da União Ibérica (1580-1640).

Na tradição dos estudos latino-americanos nos Estados Unidos este trabalho de Herzog continua com perspectivas já apresentadas por certo autor na década de 1970, em tese ainda inédita e que discutiu a formação territorial da região do Madeira-Mamoré e Amazonas através também da atuação de párocos, índios, sertanistas e jesuítas, enfatizando a importância de uma questão como esta ser focalizada para além do mundo de diplomatas, conselheiros do rei e autoridades régias.5

Embora densamente fundamentado em evidências empíricas e bibliografia pertinente ao tema central da pesquisa, o livro é deficitário em relação à historiografia brasileira recente, o que chama atenção porque a proposta da autora é trabalhar a formação territorial também de Portugal na América. Um déficit como este poderia ter sido evitado com o rastreamento de artigos publicados pelas principais revistas acadêmicas em História do Brasil, do mesmo modo como a autora fez exaustivamente nas revistas em língua hispânica e inglesa.

De modo geral, a formação territorial é pensada a partir das áreas de fronteira. Mas, nos ambientes urbanos e das fronteiras internas (os sertões), observa-se um fenômeno bastante semelhante ao verificado por Herzog, ou seja, as articulações e rearticulações dos diferentes agentes sociais, independentes de hierarquias e identidades regionais, para expressão de suas noções – também variáveis no tempo – de direitos de uso da terra ou dos “chãos urbanos”, nas vilas e cidades coloniais, o que sugere que o desenho urbano dos municípios também não foi mera imposição dos poderes públicos.6

A autora conclui que o processo de definição de fronteiras na península Ibérica foi menos “nacionalizado” na Europa do que na América. Especialmente para o caso ibérico mostrou como a condição fronteiriça foi uma característica predominante das autopercepções e autodefinições sociais. Neste sentido, os indivíduos foram mais próximos de seus vizinhos regionais do que de uma estrutura política como o Estado, muitas vezes com suas instituições e agentes situados geograficamente – para não dizer também do ponto de vista das aspirações e ideias – tão distantes das populações residentes nos municípios.

Mas conforme demonstram textos de representações escritos pelas câmaras, esta situação foi muito semelhante às ocorridas em todas as partes da América portuguesa, nas quais também são observadas autodefinições que evocam o local (o ter nascido na cidade ou vila, a condição de fronteiriço, de ser republicado de câmara situada em tal ou qual vila). Neste caso, também na América portuguesa a definição de suas fronteiras foi tão pouco “nacionalizada” como na península.

Para finalizar pode-se dizer que o estilo analítico narrativo da autora em alguns momentos soa imperativo, especialmente quando quer enfatizar a ação dos múltiplos agentes sociais e sua argumentação na defesa dos direitos de posse, em detrimento dos tratados, tidos como “futilidades jurídicas” (p. 12) ou concluindo por sua “completa incapacidade” de solucionar as questões de fronteira e posse.

Entretanto, não podem ser minimizadas as forças de influência das novas tendências político-ideológicas anunciadas desde os acordos de Westfália (1648), que levaram à modernização das relações internacionais e valorização da soberania dos estados baseada no direito natural. Neste sentido, mais salutar seria ver os tratados como uma das vozes na tribuna da formação territorial ibérica, lembrando ainda que todos os agentes sociais, desde o índio ao criador de gado mais abastado, fizeram uso das instituições do Estado e dos papéis públicos para expressarem suas concepções de direito.

O trabalho de Herzog reveste-se de importância acadêmica e social. Para os historiadores profissionais apresenta rigor, coerência na aplicação de uma perspectiva analítico-metodológica. É profunda na pesquisa empírica e inova ao falar de formação territorial não do Brasil, mas de Portugal na península e na América. Para os estudantes de graduação em História esta é uma rica e provocante maneira de pensar a história do Brasil na época moderna e que contribui para a formação de percepções cada vez menos regionalizadas.

Do ponto de vista social, este trabalho traz à tona questões da história da América do Sul que ainda assombram, como a do acesso dos segmentos sociais menos privilegiados a terra, historicamente marcado por conflitos e violências.

Referências

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1Exemplos de obras clássicas que se envolveram com este tema de maneira ensaística ou aprofundada em sólida pesquisa empírica: ABREU, Capistrano. Caminhos antigos e o povoamento do Brasil. In: Idem. Caminhos antigos e povoamento do Brasil. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1975; HOLANDA, Sérgio Buarque de. Monções. 3ª edição. São Paulo: Ed. Brasiliense, 1990; CORTESÃO, Jaime. Alexandre de Gusmão e o Tratado de Madri. São Paulo: Funag, 2006. 2 vol.

2MONTEIRO, John. Negros da terra: índios e bandeirantes nas origens de São Paulo. São Paulo: Companhia das Letras, 1995.

3Destaco o grupo de discussão que se reúne anualmente no The College William & Mary, coordenado por Fabrício Prado e que tem dado tratamento trans-imperial à história do rio da Prata em especial. Destaco ainda trabalhos como: PRADO, Fabrício. In the shadows of empirestrans-imperial networks and colonial identity in Bourboun rio de la Plata (c. 1750-c. 1813). Dissertação em História colonial, História da America Latina, Emory University, 2009; PIMENTA, João Paulo. A independência do Brasil e a experiência hispano americana (1808-1822). São Paulo: Hucitec, 2015; MOURA, Denise A. Soares de. An expanding mercantile circuit in the South Atlantic in the late colonial period (1796-1821). E-Journal Portuguese History, vol. 13, n. 1. Brown: Brown University, 2015, p. 68-88. Disponível em: https://www.brown.edu/Departments/Portuguese_Brazilian_Studies/ejph/html/issue25/pdf/v13n1a03.pdfhttps://www.brown.edu/Departments/Portuguese_Brazilian_Studies/ejph/html/issue25/pdf/v13n1a03.pdf. Acesso em: 17/08/2016.

4Disponível em: http://www.um.es/redcolumnaria/index.php?option=com_content&view=article&id=6&lang=en. Acesso em: 03/08/ 2016.

5DAVIDSON, David Michel. Rivers and empirethe madeira route and the incorporation of the Brazilian far west, 1737-1808. Dissertação em História, História da América Latina, Yale University, 1970.

6SILVA, Francisco Carlos Teixeira da. Conflito de terras numa fronteira antiga: sertão do São Francisco no século XIX. Tempo n. 7. Rio de Janeiro: UFF, 1999, p. 9-28. Disponível em: http://www.historia.uff.br/tempo/artigos_dossie/artg7-1.pdf. Acesso em: 03/08/2016; MOURA, Denise A. Soares de. Disputas por chãos de terra: expansão mercantil e seu impacto sobre a estrutura fundiária da cidade de São Paulo. Revista de História, n. 163. São Paulo: FFLCH, USP, jul/dez 2010, p. 53-80. Disponível em: http://www.revistas.usp.br/revhistoria/article/viewFile/19169/21232. Acesso em: 03/08/ 2016.

Denise Aparecida Soares de Moura – Doutora em História Econômica pela Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas da Universidade de São Paulo e professora assistente doutor no Departamento de História e no Programa de Pós-Graduação da Faculdade de Ciências Sociais e Humanas da UNESP. Email: [email protected].

Where the Negroes Are Masters : An African Port in the Era of the Slave Trade – SPARKS (VH)

SPARKS, Randy J. Where the Negroes Are Masters: An African Port in the Era of the Slave Trade. Cambridge: Massachusetts: Londres: Harvard University Press, 2014. 309 p. SILVA JR., Carlos da Silva. Where the Negroes Are Masters: An African Port in the Era of the Slave Trade. Varia História. Belo Horizonte, v. 31, no. 55, Jan. /Abr. 2015.

A participação das autoridades africanas era indispensável para o bom funcionamento do comércio transatlântico de escravos. Ao longo da costa ocidental africana, a presença europeia reduzia-se a poucos fortes litorâneos, sempre sob a vigilância dos potentados locais. A estes cabia a aquisição dos cativos no interior, o transporte para o litoral e sua venda aos comerciantes europeus. O livro de Randy J. Sparks, Where the Negroes Are Masters (“Onde os Negros são senhores”), lança um olhar sobre essa questão a partir um importante porto, embora pouco estudado, do tráfico de escravos: Annamaboe (ou Anamabu, em português), durante o século XVIII. De uma pequena vila de pescadores no final do Seiscentos, Anamabu converteu-se no principal empório escravista na Costa do Ouro (atual Gana) no século XVIII, segundo estimativas do banco de dados Voyages (www.slavevoyages.org).

Em livro anterior, The Two Princes of Calabar (Harvard University Press, 2007), Sparks investigou a trajetória de dois membros da elite de Old Calabar (Velho Calabar), no golfo de Biafra, pelo mundo atlântico. Amparado em ampla pesquisa documental, o autor agora analisa o comércio negreiro na Costa do Ouro, suas relações com as autoridades africanas, os “senhores” de Anamabu, e com o mundo atlântico do século XVIII.

Entre outros méritos, Where the Negroes Are Masters contribui para os estudos do Atlântico Negro, “que compreensivelmente tem se focado no tráfico de escravos e suas milhões de vítimas, mas tem prestado menos atenção às elites comerciais africanas que facilitavam aquele comércio e eram tão essenciais para a economia atlântica quanto os comerciantes de Liverpool, Nantes ou Middelburg” (p. 6). Sparks investe, portanto, nas histórias de indivíduos – especialmente dos africanos – que participaram, em maior ou menor grau, do comércio negreiro em Anamabu.

Não por acaso, dois capítulos tratam de figuras-chave para o tráfico de escravos e que permeiam todo o livro: John Corrantee e Richard Brew. Este, funcionário britânico da Royal African Company (RAC) e mais tarde mercador particular (quando a RAC foi substituída, nos anos 1750, pela Company of Merchants Trading to Africa, ou CMTA) cuja carreira em Anamabu durou mais de vinte anos até sua morte em 1776; aquele, comandante militar africano e mais importante caboceer (do português cabeceira, literalmente “capitão”, título aplicado a altos dignatários) de Anamabu até seu falecimento em 1764. A diplomacia era peça essencial em Anamabu, e ambos utilizaram-na, cada um à sua maneira. Corrantee envolveu-se profundamente nos negócios do tráfico e usou a rivalidade entre as nações europeias (França e Inglaterra, notadamente) em proveito próprio. Richard Brew, que na década de 1760 era o maior exportador de escravos na Costa do Ouro, fez uso de sua influência para mediar conflitos tanto entre os britânicos e as autoridades locais quanto entre as principais entidades políticas na Costa do Ouro: os Fante, que controlavam Anamabu, e os Achante ou Axanti, principais fornecedores de escravos do interior.

As nações europeias tentavam a todo custo ganhar o favor de Corrantee. Os franceses queriam construir um forte em Anamabu, mas os ingleses, que já tinham um forte ali, tentavam evitá-lo de todas as formas. John Corrantee manipulou habilmente os interesses comerciais europeus em seu favor. Graças a suas manobras diplomáticas, ele pôde enviar seus dois filhos à Europa para receber educação formal. A vida desse negociante demonstra a complexidade das relações entre comerciantes europeus e mercadores africanos na costa africana durante o século XVIII. Aliás, como astutamente nota Sparks, “Corrantee e seus companheiros caboceers deveriam ocupar um lugar central na historiografia do tráfico de escravos” (p. 67).

Richard Brew, por sua vez, logo percebeu que uma das chaves para o sucesso em Anamabu estava em estreitar laços com as elites locais, o que fez através do casamento com a filha de John Corrantee. Ele formou, segundo palavras de Randy Sparks, uma “família de crioulos atlânticos” (p. 68). O conceito, emprestado do historiador Ira Berlin, aplicava-se aos africanos adaptados às línguas, modos, valores e culturas dos europeus no litoral ocidental da África. Uma alternativa à noção de “crioulos atlânticos” é o conceito de “ladinização”. Empregado primeiramente por João José Reis para o caso dos libertos baianos no século XIX (Domingos Sodré, um sacerdote africano, Companhia das Letras, 2008), ele serve sem dúvida para explicar as dinâmicas sociais e culturais na Costa do Ouro (e na costa ocidental da África como um todo) no século XVIII. Ao aprender a língua europeia e enviar seus filhos para obter educação formal (ou formar uma família com mulheres locais, no caso dos europeus), esses africanos “ladinos” aprenderam os mecanismos de negociação com as diversas nações europeias, sem tornarem-se necessariamente “crioulos” no sentido cultural.

Nos capítulos seguintes, Sparks aborda temas caros à historiografia africanista mais recente, como a origem dos africanos deportados via tráfico transatlântico, a circulação de africanos e sua articulação dos portos africanos com o mundo atlântico. No primeiro caso, punições judiciais, raptos, a prática de “panyarring” – escravizar um devedor ou um parente seu até que a dívida fosse sanada, sob pena de colocá-los em escravidão permanente – e o “pawn” (“penhora humana”) cumpriam papel importante no suprimento de escravos. Contudo, a maioria dos escravos foi capturada em guerras promovidas pelos Achante no interior da Costa do Ouro. Quanto à circulação através do Atlântico, marinheiros, escravos, ex-escravos e filhos da elite de Anamabu se deslocavam sob o manto de redes comerciais e religiosas de Anamabu para as colônias inglesas na América do Norte (em especial Rhode Island), Jamaica, Bristol, Liverpool, Londres e outros pontos do mapa do tráfico. No entanto, as mortes de John Corrantee e Richard Brew e os conflitos entre os Fante e o rei Achante contribuíram para desarticular as redes comerciais no porto de Anamabu no ultimo quartel do Setecentos. Por fim, a abolição do tráfico britânico, em 1807, declarou o ocaso de Anamabu, cuja economia se baseava, quase exclusivamente, no comércio transatlântico de escravos.

O livro é uma importante contribuição para a história da África e, ao mesmo tempo, para os estudos de História Atlântica, campo fértil no hemisfério norte mas que no Brasil ainda dá seus primeiros passos. Bem escrito, é livro de leitura fácil, que interessa não apenas ao leitor especializado, mas também ao público mais amplo. A obra conta ainda com um glossário, facilitando a vida do leitor menos familiarizado com o tema. A constante menção a Corrantee e Brew, ao longo do texto, mais do que simples repetição, enfatiza a importância de ambos no tráfico transatlântico em Anamabu. Pena que este livro, provavelmente, não será traduzido e publicado entre nós, porque no país que mais recebeu escravos do tráfico é muito pequeno o interesse de editoras por livros dessa natureza.

Carlos da Silva Jr – Doutorando Bolsista Marie Curie/European Union Wilberforce Institute for the study of Slavery and Emancipation (WISE) University of Hull Hull, UK, HU67RX [email protected].

CLARK, K. Moscow – the fourth Rome (EH)

CLARK, Katerina. Moscow, the fourth Rome: stalinism, cosmopolitanism, and the evolution of Soviet culture, 1931-1941. Cambridge: Harvard University Press, 2011. 420 p.p. Resenha de: GOMIDE, Bruno B. Novos estudos sobre a cultura soviética. Estudos Históricos, v.28 n.55 Rio de Janeiro Jan./June 2015.

Katerina Clark possui uma rica trajetória como professora de eslavística na Universidade de Yale. Seus livros são textos incontornáveis nos estudos russos. Entre eles, destaquemos The Soviet novel: history as ritual (1981), releitura inovadora do realismo socialista, e Petersburg: crucible of cultural revolution (1995), que apresentou a dinâmica complexa da vida intelectual na ex-capital do Império Russo. O novo livro da autora mostra que ela segue na linha de frente do que talvez seja o veio mais forte dos estudos de história cultural russa nas últimas décadas: as relações entre Estado e cultura.

Moscow, the fourth Rome é uma pesquisa brilhante sobre a cultura internacionalista gerada na capital soviética entre os anos 1930 e 1940. O título da obra necessita de elucidação para o leitor não especializado: remete à passagem de uma epístola escrita pelo monge Filoféi, de Pskóv, no começo do século XVI, na qual se anunciava um novo papel especial destinado a Moscou após a queda de Constantinopla. A cidade russa, após o período de domínio mongol, emergia como o principal centro cultural, religioso, político e militar. O verdadeiro cristianismo migrara da “segunda” Roma, tomada pelos Otomanos, e encontrara sua residência final na cidade russa, que então seria ressignificada: não mais o centro de uma região específica, mas a sede de uma nova cultura de âmbito mundial, sobre a qual repousariam diversas esperanças messiânicas e apocalípticas. Muitos séculos depois, a Moscou stalinista se apresentaria como um novo centro produtor de expectativas internacionalistas, um farol a atrair as atenções de intelectuais, artistas e viajantes.

O termo “internacionalismo” pode gerar estranheza aos que estão acostumados à ideia, corrente nos estudos gerados na Guerra Fria, do fechamento da sociedade soviética especialmente durante o período stalinista. Mas a noção de um monolito inexpugnável é precisamente o ponto que Clark quer discutir, substituindo-o por uma sociedade dinâmica (embora altamente repressiva) em suas relações internas e externas. A obra se insere em uma leva recente de estudos sobre as conexões internacionais de intelectuais e instituições soviéticas, entre as quais se destaca o livro de Michael David-Fox Showcasing the great experiment: cultural diplomacy and Western visitors to the Soviet Union, 1921-1941 (Oxford University Press, 2012), que traça a história da VOKS, a sociedade soviética para as relações culturais com o exterior. Os estudos de Clark e Fox se beneficiaram da abertura de arquivos russos ocorrida após o fim da União Soviética, quando os materiais de diversas instituições (além de arquivos de indivíduos particulares) se tornaram disponíveis.

Embora a riqueza da documentação seja certamente um ponto forte desses estudos, a virada fundamental, principalmente no livro de Clark, reside na radical reformulação teórica do modo como o “alto stalinismo” tem sido interpretado. A leitura tradicional, desenhada já no começo da década de 1930, ganhou força depois da Segunda Guerra, com o encorpar das teorias sobre o totalitarismo, que acabaram por se transformar no paradigma interpretativo. A sociedade e os indivíduos soviéticos (inclusive e especialmente a intelligentsia) ali apareciam esmagados pelo Estado, paralisados e desumanizados por uma terrível máquina repressiva, com a qual pouca ou nenhuma relação teriam (salvo na figura dos “colaboradores”). Essa vertente da historiografia, hegemônica no campo dos estudos soviéticos e ainda hoje campeã de presença em livrarias e páginas de jornal, teve o mérito inegável de apontar as incontáveis brutalidades do regime e de reconstituir minuciosamente os mecanismos do vasto aparato autoritário montado no país a partir de 1917. Sofreu, contudo, um abalo sonoro a partir de fins da década de 1970, sobretudo com as pesquisas da historiadora Sheila Fitzpatrick, que colocaram em relevo a participação social e a intensa mobilidade social que subjazia ao processo. Os trabalhos de Clark e outros pesquisadores, especialmente do mundo anglófono, constituem um passo a mais na desmontagem do paradigma totalitário. O foco dos trabalhos mais recentes é procurar relações mais complexas entre os anos “vinte” e “trinta”, a atividade das vanguardas e o realismo socialista (e a ideia simplista, segundo Clark, de sua “imposição” pura e simples), intelectuais e Partido, abertura internacional e fechamento xenófobo, matizando o corte muito brusco que de hábito se faz entre esses termos.

É nessa linha que Clark irá estudar a nova capital soviética: “Alegar que a cultura soviética dos anos trinta originou-se com Stalin é personalizar excessivamente as forças que a impulsionaram (…). Stalin e o aparato partidário eram inegavelmente muito poderosos, e à medida que a década avançava, passaram cada vez mais a, de fato, encomendar e monitorar os produtos culturais (…) e a implementar seus esquemas preferidos, mas eles não eram figuras extra-sistêmicas, figuras externas ao sistema cultural, e sim colhiam e mediavam, de modo seletivo, algumas das correntes dominantes no pensamento da época” (p. 6-7). A história da cultura soviética não pode ser contada em uma narrativa linear – a substituição do iconoclasmo da vanguarda por um conformismo imposto pelo partido; ela precisa ser entendida na “simultaneidade de correntes e fenômenos díspares”, em que os intelectuais possuíam “certo grau de independência (embora não necessariamente de dissidência”) (p. 29), e eram “mais implicados no sistema (mesmo que em graus variados), produtos de sua época, do que geralmente se reconhece” (p. 29). A sociedade, mesmo em meio aos piores momentos de repressão, possuía certa margem de manobra e capacidade de negociação, e a cultura soviética stalinista dialogava com antigas tradições e linhas de força que, à primeira vista, poderiam lhe parecer completamente estranhas.

Esse conjunto de argumentos é exposto principalmente por meio da trajetória de quatro intermediários, que Clark chama de “patriotas cosmopolitas”: o diretor Serguei Einsenstein; o escritor e jornalista Iliá Ehrenbur; o jornalista e editor Mikhail Koltzóv; e o escritor, fotógrafo e diretor Serguei Tretiakóv. A trajetória deles entrecruza-se com a de Lukács, Brecht, Bakhtin e de personagens importantes das relações culturais entre a União Soviética e o Ocidente, em nove capítulos que apresentam as conexões entre Berlim e Moscou no começo da década de 1930, com uma reavaliação da famosa viagem de Benjamin à capital russa (“The author as producer: cultural revolution in Berlin and Moscou”); o papel fundamental do livro e da literatura na cultura stalinista (“Moscow, the lettered city”, sugerindo, inclusive, um instigante paralelo com ideias de Angel Rama sobre a cidade latino-americana); o papel da arquitetura no remodelamento da capital soviética (“The return of the aesthetic”) e das viagens (“The traveling mode and the horizon of identity”); as noções de “Literatura mundial” e “Cultura mundial” em meados da década (“‘World literature’/‘World culture’ and the era of the Popular Front,”); os elementos teatrais presentes nos julgamentos-espetáculo e na campanha antiformalista (“Face and mask: theatricality and identity in the era of the Show Trials”); o élan específico do envolvimento com a Guerra Civil Espanhola (“Love and death in the time of the Spanish Civil War”); a função do sublime em narrativas características, no cinema e na literatura, da cultura stalinista (“The imperial sublime”); e a intensa discussão, em diversos órgãos literários e instituições, sobre os gêneros épico e lírico e sua adequação à nova cultura (“The battle over the genres”).

A simples indicação dos temas dos capítulos dá uma ideia da extraordinária quantidade de sugestões de pesquisa que o livro contém. De modo geral, a escassa historiografia brasileira sobre a cultura da Rússia soviética ainda desconhece as questões centrais trazidas pela obra de Clark.

Bruno B. Gomide – Bruno B. Gomide é professor de literatura e cultura russa na Universidade de São Paulo e pesquisador do CNPq ([email protected]).

Degrees of Freedom: Lousiana and Cuba after Slavery | Rebecca J. Scott

Rebecca Scott, mesmo para os leitores brasileiros, dispensa apresentação. Autora de diversos trabalhos sobre a abolição da escravidão em Cuba, entre eles Emancipação Escrava em Cuba – a transição para o trabalho livre (1860-1899), Scott publicou em 2005 Degrees of Freedom: Lousiana and Cuba after Slavery, em que desenvolve argumentos inicialmente apresentados no artigo “Raça, trabalho e ação coletiva em Lousiana e Cuba, 1862-1912” no livro Além da Escravidão: investigações sobre raça, trabalho e cidadania em sociedades pós-emancipação, já publicado no Brasil.

O título do livro, Degrees of Freedom, é um conceito tomado de empréstimo dos físicos e químicos, que enfatiza a necessidade da análise em várias dimensões para se chegar ao estudo de um sistema num dado momento, e é usado como metáfora pela autora que estuda o período pós-emancipação a partir de duas dimensões – a organização do trabalho e a participação política – e discute a inserção do negro na sociedade e as relações raciais em Cuba e na Lousiana após o fim da escravidão. Leia Mais