Relaciones tumultuosas: Estados Unidos y el primer peronismo – RAPPORT; SPIGEL (RBPI)

RAPOPORT, Mario & SPIGUEL, Claudio. Relaciones tumultuosas: Estados Unidos y el primer peronismo. Buenos Aires: Emecé, 2009, 522 p. Resenha de: BUCHRUCKER, Cristian. Revista Brasileira de Política Internacional. v.53 no.1 Brasília Jan./July 2010.

Estamos en presencia de una muy importante contribución a la historiografía argentina, en una temática que siempre suscita renovadas preguntas y debates. A lo largo de una introducción, 16 capítulos y una conclusión se analiza una época decisiva, no sólo de la historia nacional, sino también del devenir de la historia internacional. Dos apéndices, uno estadístico y el otro documental cierran el libro, ofreciéndole al lector valiosos elementos adicionales para su propia evaluación crítica. Los ocho primeros capítulos están dedicados a los antecedentes inmediatos de la década del primer peronismo. Se establecen allí las grandes líneas de las relaciones argentino-norteamericanas a partir de 1933, conectándolas siempre con el más antiguo vínculo británico y el entonces tan polémico tema de la Alemania nazi. El legendario choque entre el embajador Spruille Braden y Juan Perón (1945-46) se ubica justamente en la sutura entre dos épocas, yuxtaponiendo buena parte de los mitos y realidades de la Segunda Guerra Mundial al inicio de las tensiones mundiales que se convertirán en la Guerra Fría.

Los ocho capítulos siguientes desarrollan los altibajos de la primera y segunda presidencia de Perón, conservando la dinámica expositiva de la parte anterior, en la que las figuras relevantes siempre se muestran interactuando con restricciones y oportunidades cambiantes que surgen del entorno regional e internacional. Desfilan así la normalización de las relaciones (1946-47), las conferencias interamericanas y el Plan Marshall, la proclamación de la “Tercera Posición”, la crisis de 1949, el inicio de un viraje (1950), el retorno de los conflictos (1951-52), la nueva política peronista (1952-53) y las renovadas tensiones de 1953-54, hasta culminar con la caída del gobierno en 1955. El aparato erudito que fundamenta todo esto es extenso y sólido: los autores han consultado las fuentes documentales relevantes de Argentina, Estados Unidos, Gran Bretaña y las Naciones Unidas en 38 archivos y colecciones, más de 300 libros y capítulos de libros, 46 artículos de publicaciones periódicas e internet, así como 25 diarios y periódicos argentinos, 10 norteamericanos, 6 británicos y 7 de otros países americanos y europeos.

A pesar de estar firmemente anclada en los documentos, cosa que siempre debe ser elogiada, esta no es simplemente una tradicional historiografía narrativa-lineal, sino un estudio consciente de la necesidad de hacer explícitos sus supuestos teóricos. En ese sentido resulta especialmente significativo el siguiente pasaje:

“Los enfoques teóricos que han descuidado el análisis profundo de la vinculación entre los procesos económicos, políticos y estratégicos niegan la existencia de la contradicción en tanto concepto central de las ciencias sociales y asumen esa ‘incoherencia’ como muestra de una posible irracionalidad institucional. En resumen, suplantan el análisis complejo de la realidad en el proceso de toma de decisiones en materia de las políticas exteriores […] por la interpretación psicológica de los individuos o de las instituciones y/o por la competencia burocrática resultante. Pierden así de vista la verdadera índole de los factores que pujan entre las bambalinas del poder, o de esos pocos que lo ostentan, como titula su libro de memorias uno de los más perspicaces diplomáticos británicos de la época, Sir David Kelly, quien desde la embajada en Buenos Aires seguía paso a paso la conducta de estos actores.” (p.62)

Rapoport y Spiguel logran desplegar una época no sólo relatando, sino tambien analizando y explicando toda su complejidad, mostrando los nexos entre política interior y exterior, el peso de la economía y el claroscuro de las ideas. Todo eso da origen a un oscilante campo de fuerzas condicionantes, que permite más de una opción, pero que también implica costos para cualquier camino que se tome y siempre reserva una gran cuota de incertidumbre a la hora de prever resultados. Este enfoque supera claramente las deficiencias de numerosos ensayos sobre el siglo XX argentino hasta fines de la década de 1990, difundieron el cómodo estereotipo del “actor racional” operando en “los mercados” según una única doctrina económica válida o conduciendo un país como estadista iluminado que tiene recetas preparadas de antemano para todas las contingencias. Ya el título de esta obra permite advertir que no vamos a encontrar tales simplificaciones. Más fieles al mundo real, los autores nos introducen en “relaciones tumultuosas” y heterodoxias, dejando la linealidad y las ortodoxias (del tipo del “librecambio” universalmente bienhechor) relegadas a las páginas de ciertos manuales.

Sobre este trasfondo se hacen más inteligibles ciertas continuidades históricas, no sólo en lo referente a las estructuras, sino incluso en la actuación de determinadas figuras, como fue el caso de Braden, que ya en los años 30 había chocado con la diplomacia argentina, esa vez en la persona del canciller Carlos Saavedra Lamas. Paso a paso, vinculando magistralmente las fuentes con el análisis crítico, los autores logran una reconstrucción histórica que no deja mitos en pie. Creo que en esta reseña resulta especialmente interesante referirse a tres de esos lugares comunes de vida excesivamente larga.

En primer lugar: la pretensión del sedicente “realismo” de entender la política internacional como la interacción entre Estados que se conciben como bloques homogéneos. Lo que este libro muestra claramente es que en cada encrucijada deben ser estudiados cuidadosamente los diferentes sectores internos (coaliciones de políticos y diplomáticos, militares y grupos empresarios) y las recurrentes tensiones entre “duros” y “blandos”, entre rupturistas y negociadores. Y esto vale tanto para Buenos Aires como para Washington.

En segundo lugar, la vieja tesis del supuesto carácter “nazi” del golpe militar del 4 de junio de 1943. Conectando su propia investigación con los resultados sólidos alcanzados por la historiografía a nivel internacional, los autores llegan a la conclusión de que el tópico de la “amenaza nazi” fue “la modalidad principal que adoptó la legitimación de la acción política de los Estados Unidos en el conflicto con la Argentina, buscando el logro de sus objetivos y la expansión de su influencia, en la que trató de doblegar a su voluntad a sucesivos regímenes argentinos: Castillo, la junta militar de 1943, Perón”. (p.83)

Por último, la supuesta falta de adecuación de una Argentina excesivamente arrogante al escenario internacional de los años cuarenta y cincuenta. Variaciones de esta tesis se encuentran en una parte no despreciable de la lo que se viene publicando desde hace décadas, a menudo con el agregado conjetural de que una política argentina más “adecuada” y humilde hubiese dado como resultado vaya a saber qué maravillosos beneficios para los argentinos. Sin embargo, ni la historia comparada con otros países en situaciones aproximadamente similares, ni el estudio detallado de las relaciones argentino-norteamericanas han logrado producir muchas pruebas que avalen esas apreciaciones. En ese sentido, las conclusiones a que llegan Rapoport y Spiguel después de su paciente indagación resultan un verdadero ejemplo de rigor analítico y apego a la evidencia documental. En el “desafío nacionalista” de la política exterior peronista no fueron lo fundamental ni el “estilo de gobierno”, ni “un liderazgo circunstancial”, ni una “inadecuación”. En realidad, tanto el oficialismo como “buena parte de la oposición” consideraban que “el carácter periférico y dependiente del país respecto de las grandes potencias” no era una “condición natural”, sino un obstáculo que debía ser superado. En el desarrollo concreto de la política exterior, esta percepción básica (que no parece haber estado muy alejada de la realidad) no pudo manifestarse en una sola línea, sino que tuvo cambios de instrumentación, dado el “el contexto de una determinada correlación de fuerzas a nivel nacional e internacional.” En el diseño de esos cambios “la gama de opciones” disponibles estaba determinada también por el “sustento social y objetivos del proyecto gubernamental.” Habiéndose dado esas condiciones, no resulta sorprendente que quedasen descartadas, “tanto una ruptura radical del tipo de vinculación externa que había caracterizado a la Argentina, como una ‘asociación estable’ que supusiera la subordinación periférica a una gran potencia.” (p.447)

Como siempre que se escribe historia, nadie puede pretender que se ha dicho alguna vez “la última palabra”. Pero de este libro cabe decir que sus excepcionales características lo convierten en referencia obligatoria para todos los que pretendan informarse seriamente y entender en profundidad no sólo las relaciones entre Estados Unidos y el primer peronismo, sino también sus proyecciones hasta nuestro tiempo.

Cristian Buchrucker – Professor de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina) y investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Conicet ( [email protected]).

 

El fascismo en el siglo XX. Una historia comparada – BUCHRUKER (RBPI)

BUCHRUCKER, Cristian. El Fascismo en el Siglo XX. Una historia comparada. Buenos Aires, Emecé Editores, 2008, 270 p. Resenha de: BERNAL-MEZA, Raúl. Revista Brasileira de Política Internacional. v.52 n.2 Brasília July/Dec. 2009.

Los movimientos fascistas en Europa surgieron en Estados-naciones concretos, cuyo análisis histórico, social y político encuentra, en cada caso, elementos singulares. Sin embargo – y particularmente a través de los ejemplos “clásicos”- se transformó en un fenómeno de impactos mundiales.

El fascismo clásico – a través de los casos del fascismo italiano y del nacionalsocialismo alemán, que permiten definir un modelo genérico – surgió en Europa occidental como respuesta a dos “fin de ciclo” que, como crisis terminales, marcaron la evolución del sistema internacional: el orden de Viena – nacido con la caída de Napoleón y cerrado con la Primera Guerra Mundial – y la conjunción de cambios profundos, súbitos y violentos que caracterizaron los veinte años siguientes a los Acuerdos de Versailles de 1919; a saber: la crisis del orden liberal, las consecuencias económicas de la paz y la crisis del 30.

Desde una perspectiva comparada, con un abordaje multidimensional que le permite al autor escapar del peligro de explicaciones monocausales, muy presentes en los debates que dominaron la segunda mitad del siglo XX, el libro estudia el fascismo desde sus orígenes, en la primera postguerra, hasta la actualidad. Metodológicamente responde a un plan ordenado en torno a cuatro ejes orientadores: causas; potencialidad universal; ubicación de los ejemplos en relación a los legados doctrinarios y económico-sociales de corrientes clásicas (conservadurismo, liberalismo y socialismo) y proyección contemporánea. En nueve capítulos, Buchrucker desenvuelve este trabajo de investigación desde la prehistoria de los fascismos hasta la situación en la presente post Guerra Fría; pasando desde el momento de su emergencia, el análisis de los dos principales ejemplos y sus trayectorias; un breve estudio sobre otros movimientos y regímenes, similares o cercanos y unas Conclusiones en las cuales confronta la ideología fascista con la Democracia en el mundo contemporáneo.

Si bien los denominados “fascismos clásicos” ocupan la mayor parte de la obra, ésta aporta también conocimientos sobre otros casos: Francia Bélgica, España, Portugal. Los dos primeros, identificados como “protofascistas” o “protonacionalsocialistas”, no tuvieron una expresión en un gobierno concreto, como sí fue el caso de los segundos. Brevemente se presentan cuatro casos de Europa centro-oriental (Austria, Hungría, Rumania, Croacia); dos ejemplos latinoamericanos (Argentina y Brasil) y dos casos asiáticos (Japón, China), que completan el marco de referencia de los movimientos fascistas en el siglo XX.

El estudio comparado, particularmente en el caso de los dos fascismos clásicos, vincula de manera sistemática lo doméstico con lo internacional; cotejando ambos permanentemente, lo que permite una derivación muy importante, al establecer las “convergencias” que permitirían hablar del fascismo como un fenómeno genérico. Tanto el fascismo italiano como el nacionalsocialismo alemán surgen como fuerzas opositoras a las luchas sociales identificadas como “de izquierda”. En ese sentido, ambos movimientos comparten una posición común en defensa de los intereses oligárquicos terrratenientes y del gran capital industrial.

El fascismo italiano, fue una opción política que resultaba atractivo a las clases medias urbanas y rurales (p. 55). En el caso del nacionalsocialismo, sus componentes sociales estaban entre los latifundistas prusianos, los grandes industriales de la siderúrgia y el carbón, una parte de los altos mandos militares y del mundo empresario (pp. 81-82). En ambos casos, el componente obrero no fue importante. Tanto en Italia como en Alemania, la oferta ideológica de una misma familia política resultó especialmente atractivo para sectores de las clases medias urbanas y rurales; los grupos profesionales muy vinculados al Estado y el sistema educativo, los veteranos de guerra y los varones jóvenes (p. 86).

Casi al pasar el autor nos da una opinión que resulta fundamental para vincular a ambos fascismos con los sectores políticos conservadores de Italia y Alemania. Dice Buchrucker: “Las similitudes de la entrega del poder a fascistas y nazis fueron evidentes: siempre surgió de una negociación con los conservadores y después de que Mussolini y Hitler diesen numerosas pruebas de que los componentes aparentemente socialistas de su ideología no implicaban un ataque a la propiedad privada” (p. 87). Ambos se presentaban como contrarios al liberalismo, la democracia y el socialismo, pero defensores del gran capital.

La opción por la alianza de los fascismos y el revisionismo respecto del orden internacional también vincularon a los casos italiano y alemán. Ambos se presentaron como las “ideas superadoras” respecto del pasado y como una revolución internacional salvadora contra el peligro de las democracias liberales. El componente internacional común a ambos fascismos fue la percepción generalizada de que los nacionalismo autoritarios constituían la “ola del futuro”, con lo cual proyectaban una idea de pan-fascismo o una “transnacional” fascista que, en los hechos, nunca llegó a concretarse. El antisemitismo, presente también en otros casos nacionales – aunque no en todos (por ejemplo, ausente en España y Portugal) – no consiguió tampoco transformarse en una idea movilizadora común y, si bien ambos fascismos clásicos se presentaban como la embestida contra el “Estado mundial internacional de los judíos”, entre los aspectos importantes que los diferenciaban, estuvo el hecho que el atisemitismo no fue relevante en el PNF italiano. De igual modo, la apelación y compromiso con un “nuevo orden” (mundial), acabó con la propia derrota de ambos Estados fascistas.

Ambos fascismos jugaron en la escena internacional gran parte de su legitimación interna; de la misma manera como se apreciaría más tarde también en tantos regímenes populistas y neo-autoritarios, incluyendo varios latinoamericanos.

El “espacio vital” que requería la nación para su supervivencia justificaba la guerra y ésta era el camino para ocupar el supuesto sitial internacional que le correspondía a las naciones alemana e italiana. La guerra era el camino para alcanzar el status de “gran potencia”. Tanto en Italia como en Alemania no existieron frenos institucionales posibles para impedir la decisión de guerra tomada por el respectivo líder y, si bien el Italia existió la institución del rey, éste no intervino en contra de la decisión imperialista.

De manera general, el fenómeno fascista – tanto en los modelos clásicos como en los los protofascismos – mantuvo ciertos elementos comunes, como el principio del liderazgo – la piedra angular de una teoría que pretendía consolidar la legitimidad del nuevo (o potencialmente futuro) Estado – y la representación, en la cual el movimiento es el líder; puesto que el primero no existe sin el segundo.

Es cierto que el fascismo surge como respuesta al internacionalismo proletario y revolucionario propuesto por Lenín, entonces impulsado desde el Estado bolchevique y para enfrentar la liga de naciones del idealismo kantiano, impulsado por el pensamiento de Wilson. Desde esta perspectiva, el “fascismo clásico” era contrario al socialismo y al comunismo, pero también al liberalismo: Sin embargo, ni el fascismo italiano ni el nacionalsocialismo fueron contrarios al capitalismo. Como dice Buchrucker en las Conclusiones: “la pretensión totalitaria que desarrolla el régimen fascista reserva una considerable autonomía a las élites del poder económico; al tiempo que respeta el status quo de la propiedad privada”.

Si bien el autor señala algunas similitudes estructurales entre el proyecto totalitario del fascismo y el estalinismo, marcando también una aproximación de las prácticas de los aparatos represivos fascistas con las soviéticas – afirmación esta última con la que no estamos de acuerdo porque el mismo abordaje multidimensional del libro permite dejar de lado cualquier semejanza -, afirma con severidad la existencia de afinidades del fascismo con ciertas corrientes de derecha. Desde esta perspectiva, se distancia de autores clásicos del fenómeno fascista, como Renzo De Felice y Stanley Payne.

Uno de los aspectos más importantes de esta obra es su abordaje multidimensional, desde la perspectiva interna o doméstica, de ambos fascismos clásicos y su imbricación con las relaciones internacionales. Sin que el autor lo señale explícitamente, estas experiencias no hubieran sido posibles en un contexto sistémico en el cual las “otras” grandes potencias no lo hubieran permitido. El componente “internacional” es tanto cuanto más importante en la medida que los regímenes fascista italiano y nacionalsocialista alemán justificaban parte de su propia existencia en la proyección (expansión) territorial internacional de sus respectivos países.

Como resultado de la experiencia histórica y a pesar de los esfuerzos contemporáneos de grupos políticos y pensadores por crear vínculos transnacionales y promover un revival de la ideología fascista (que el autor trata en el apartado “Las redes transnacionales”), el fascismo no pudo reencarnar como régimen en ningún Estado.

El libro concluye con una interesante caracterización de lo que, finalmente, vinieron a ser las democracias estables del siglo XX, a la vuelta del impacto sistémico mundial que implicó el fenómeno fascista; cuya presencia, aunque contenida, no puede soslayarse. Como dice Buchrucker, “el mensaje fascista mantiene hoy su lugar en la marginal subcultura de extrema derecha que existe prácticamente en todos los continentes” (p. 230).

Como otros historiadores del fenómeno fascista – Payne, Nolte, De Felice – el autor incursiona también en la búsqueda de una identificación genérica del fascismo. Describe así al fascismo clásico a partir de sus elementos “prehistóricos”, considerando los niveles nacionales de modernización económico-social; la existencia de sub-culturas dominantes antidemocráticas y anti-igualitarismo; el papel que jugaron en ambos casos los elementos vinculados a la historia de las relaciones internacionales (frustración colonialista; aspiración de ascender al rango de gran potencia) y la valoración que ciertos grupos políticos hicieron de los resultados y consecuencias que para las naciones fascistas tuvo la Primera Guerra Mundial.

Buchrucker toma posición frente a otros estudiosos del fenómeno fascista, al señalar que “en la década de 1930 estos dos movimientos políticos habían establecido regímenes lo suficientemente afines para autodesignarse (y ser percibidos por otros) como pertenecientes a un mismo género o familia ideológica, a la que viene bien el rótulo de fascista” (p. 159).

Desde el punto de vista de los estudios internacionales, el libro cumple cabalmente su objetivo de ser una historia comparada, en la cual, junto con analizar y exponer los respectivos contextos internos o nacionales, proyecta éstos sobre el escenario internacional. Encontramos así, en esta historia comparada, un análisis del fascismo como fenómeno internacional, al proyectar sobre la política mundial el accionar de Estados que se convirtieron en revolucionarios porque se opusieron al status quo sistémico y buscaron operar sobre éste enfrentando los componentes básicos de la legitimidad de una estructura de poder mundial liderado por un grupo de grandes potencias, dentro de las cuales no figuraban ni Alemania ni Italia.

Al evaluar el legado del fascismo, en la perspectiva de su continuidad en el tiempo, se advierte que los fascismos y protofascismos no lograron proyectarse, de manera significativa, más allá de la desaparición de su respectivo líder, salvo en el caso argentino, si consideramos al peronismo como un movimiento fascista que, a diferencia de otros autores (Payne, De Felice), Buchrucker no comparte.

Ls pregunta que queda es si los ejemplos del fascismo clásico y de los protofascismos constituyen una base empírica sobre la cual extraer una síntesis abstracta de lo que es el fascismo como una de las grandes “tradiciones de pensamiento” (liberalismo, conservadurismo, socialismo-marxismo). En este sentido, el libro constituye una excelente fuente analítica para que cada uno, en su propia evaluación, extraiga aquello que le permite explicar – al menos parte – de su tiempo histórico: pasado y presente.

Raúl Bernal-Meza – Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y Profesor de la Universidad de Buenos Aires, Argentina ([email protected])

Resenha de: BERNAL-MEZA, Raúl. Revista Brasileira de Política Internacional. v.52 n.2 Brasília July/Dec. 2009

O interesse e a regra: ensaios sobre o multilateralismo – FONSECA JR (RBPI)

FONSECA JUNIOR, Gelson. O interesse e a regra: ensaios sobre o multilateralismo. São Paulo: Paz e Terra, 2008. 362 p. ISBN 978-85-7753-072-

O conjunto de ensaios sobre o multilateralismo reunido pelo embaixador Gelson Fonseca Jr em “O interesse e a regra” revelam as preocupações do autor sobre o papel a ser cumprido pela Organização das Nações Unidas na ordem internacional do século XXI. O livro é dividido em um artigo central, inédito, escrito depois de o autor ter deixado suas funções na ONU, e outro cinco artigos escritos há mais tempo, já publicados, que dialogam com o texto principal na medida em que tratam de temas que muitas vezes se cruzam e se complementam.

O artigo central discute a importância da referência de legitimidade emanada das Nações Unidas na dinâmica de contraposição constante que existe entre os interesses particulares dos Estados nacionais e o conjunto de regras e normas construído na arena multilateral. A busca pela legitimidade das ações internacionais dos estados nacionais no palco global é que faria a mediação entre o particular e o universal, entre a vontade individual e a norma multilateral. No texto, rico em exemplos históricos, fruto da vasta experiência do autor enquanto diplomata e estudioso das relações internacionais, o autor esquiva-se de se referenciar exclusivamente a uma linha teórica para entender o fenômeno do multilateralismo onusiano. Embora parte do artigo seja dedicada a desenvolver as idéias de John Ruggie, perspectivas funcionalistas, construtivistas e realistas alternam-se ao longo do texto. Frente à complexidade e à diversidade dos temas analisados, essa escolha se converte em um trunfo do artigo.

O autor reconhece que a ONU forja seu lugar em meio às influências políticas e econômicas dos Estados, que condicionam a oferta dos serviços prestados pela instituição. O fórum multilateral, mais do que resolver, expressa as desigualdades intrínsecas ao sistema internacional contemporâneo, revelando-as. A capacidade multilateral dos países é distinta, sendo que o recurso ao soft power é importante para prevalecer na ONU, principalmente na articulação da identificação do argumento individual com o interesse da comunidade internacional. Assim, mesmo quando se está de acordo quanto aos fins, a ONU enfrente problemas para articular os meios necessários à sua implementação. E a irregularidade passa a ser uma marca constante da sua oferta multilateral.

A ONU, contudo, conforme assinala o autor, dispõe de uma oferta ampla e consolidada de serviços que, embora seja de prestação irregular e não exclusivo da instituição, continuam sendo a referência de legitimidade para a comunidade internacional. Os estados a usariam tanto na construção dos argumentos no fórum multilateral, na intenção de transmutar o interesse particular em vontade multilateral, como considerariam os constrangimentos que surgiriam a partir de uma atuação que contrariasse suas orientações, resoluções ou normas.

Nisso, há outro importante ponto do argumento do autor, de que há graus diferentes de legitimidade que podem ser emprestadas pela ONU. Desde uma resolução sem voto da Assembléia Geral, de consenso fluido até normas mais firmes e precisas de tradução imediata ao comportamento dos Estados. Analisando as transformações da legitimidade, o autor investiga três temas: a atuação do Conselho de Segurança, a importância da ONU para o processo de descolonização africana e a atuação da instituição em temas relacionados ao desenvolvimento.

Completam a obra um artigo sobre a governabilidade democrática na ordem internacional e os seus reflexos sobre os graus de legitimidade das Nações Unidas, dois artigos com foco regional, um a respeito das articulações de posições da América Latina e Europa na ONU e outro sobre as possibilidades da CPLP no multilateralismo contemporâneo, além de um artigo que discute como uma ordem multipolar afetaria o funcionamento do multilateralismo. Fecha o livro o texto de introdução à obra Rousseau e as Relações Internacionais (2005).

Nada pode indicar que a ONU deixará de ser um ator importante na ordem internacional que atualmente se engendra. O maior risco à ONU, apontado por Gelson Fonseca, é justamente de perder a referência de legitimidade, principalmente no “quase” monopólio que detém para promover a paz. As utopias políticas regem os atores. Na falta delas, o interesse particular é o norte. Uma ONU forte, ainda que imperfeita, mas referência de legitimidade na cena internacional, é uma utopia válida aos dias atuais de renovação do espírito multilateral, o que confere a pertinência e a relevância ao livro de Gelson Fonseca Jr.

Leandro Freitas Couto – Analista de Planejamento e Orçamento do Ministério do Planejamento, Orçamento e Gestão, Mestre e Doutorando em Relações Internacionais pela Universidade de Brasília – UnB ([email protected])

Rev. bras. polít. int. vol.52 no.2 Brasília July/Dec. 2009

 

The Post-American World – ZAKARIA (RBPI)

ZAKARIA, Fareed. The Post-American World. New York and London: W. W. Norton & Company. 2008, 292 p.

Passadas quase duas décadas do fim da Guerra Fria e da rigidez bipolar, ainda hoje permanecem muitas incertezas acerca da natureza do atual sistema internacional. Assim, neste complexo cenário em que os destinos de seus atores se entrelaçam num contexto favorável a conexões da mais variada ordem, surgem algumas questões paradigmáticas. Qual o cenário que se desenha para o futuro próximo? E qual o papel a ser desempenhado pela superpotência remanescente nesta nova ordem? Estas indagações norteiam a reflexão que faz Fareed Zakaria em seu mais novo livro, The Post-American World, uma obra que se apresenta como uma lúcida leitura acerca do mundo pós-Guerra Fria e das tendências que lhe dão forma.

Apesar de o título, à primeira vista, nos remeter à assertiva “duroselliana” de que todo império perecerá (DUROSELLE, Jean-Baptiste. Todo Império Perecerá: Teoria das Relações Internacionais. Editora UnB: Brasília, 2000), The Post-American World não é mais um prelúdio sobre o declínio da proeminência norte-americana no mundo. A obra é uma saudação ao nascimento de uma genuína ordem global marcada pela ascensão de outros atores dotados de significativos recursos de poder. Para chegar a este ponto, inicialmente Zakaria descreve as três grandes mudanças tectônicas que ocorreram ao longo dos últimos quinhentos anos e que moldaram o sistema internacional.

A primeira delas foi a ascensão do mundo ocidental iniciada no século XV e que, a partir de sua incrível expansão, ao fim do século XVIII, lançou as bases da modernidade tal qual conhecida atualmente. A ascensão dos EUA no século XIX como a maior potência mundial, a única na história capaz de rivalizar qualquer provável combinação entre Estados, marcou a segunda grande mudança na estrutura internacional de poder ao ensejar, principalmente ao longo dos últimos vinte anos, um domínio sem precedentes nos registros da História Moderna.

Por fim, vivenciamos hoje o cenário referendado na obra, a terceira grande mudança na estrutura de poder da era moderna denominada por Zakaria como “the rise of the rest“. Esta emergente configuração é marcada por uma grande difusão de poder em que seus atores, muitos deles não-estatais, não são apenas meros coadjuvantes, mas sim atuantes players capazes de determinar os rumos da sociedade internacional em suas várias dimensões (p.36). E qual o papel dos EUA em tal estrutura?

Embora, para Zakaria, no nível político-militar, o mundo ainda seja unipolar, sob a hegemonia norte-americana, nas demais esferas – industrial, econômica, financeira, social, cultural – há uma significativa mudança na distribuição de poder em favor de outras potências, o que de forma alguma sugere um possível declínio do poderio dos EUA.

Isso porque o país se mantém na vanguarda dos avanços e inovações em áreas vitais como ciência e tecnologia, segundo Zakaria, os combustíveis que o movem e garantem sua proeminência. Portanto, o poderio militar dos EUA não é causa de sua força, mas sim a conseqüência.

Desta forma, neste cenário rotulado como “pós-americano”, o reconhecimento por parte dos EUA da existência de uma ordem marcada pela ascensão de uma miríade de atores relevantes em termos de poder, bem como sua capacidade de conviver harmoniosamente como parte dela, são questões fundamentais com as quais se depara o sistema internacional para garantir sua estabilidade.

Eis, então, o papel central a ser desempenhado pelos EUA. Nesta estrutura eles terão menor poder relativo, contudo, suas idéias e ideais continuarão dominantes. Assim, os EUA encontram, à sua frente, uma grande oportunidade de moldar e liderar este processo de mudança, mas somente se aceitarem que o “mundo pósamericano”, composto por uma grande diversidade de vozes, é uma realidade a ser celebrada, e não contestada.

Caso contrário, adverte Zakaria, corre-se o risco de se vivenciar uma profunda dissuasão de poder causada pela emergência de incontroláveis forças contestatórias. Portanto, o desafio central neste cenário marcado pela “ascensão do resto” está em impedir que as forças do crescimento global se tornem as forças da desintegração da ordem mundial construída ao longo das últimas décadas.

Por fim, cumpre destacar alguns aspectos de caráter teórico particularmente relevantes para os internacionalistas que se debruçarem na leitura desta obra. Como perceptível, Zakaria utiliza a análise sistêmica em termos de subdivisões setoriais e considera o comportamento dos agentes em termos de seus atributos, o que nos permite verificar a distribuição de capacidades entre os diferentes atores em cada um destes setores de forma independente.

Com base nesta abordagem, torna-se perfeitamente possível considerar que, em um dado campo, como o econômico, haja uma estrutura multipolar ao passo que, na esfera político-militar, por exemplo, prevaleça, ainda, a unipolaridade, o que aproxima o modelo de Zakaria ao sistema uni-multipolar de Samuel Huntington (HUNTINGTON, Samuel. The Lonely Superpower. Foreign Affairs, vol. 78, n.02, Mar/Apr.1999, p.35-49).

Igualmente relevante é a importância conferida por Zakaria a elementos cognitivos na composição desta estrutura. O autor mantém a importância das forças materiais, contudo, ressaltando que o significado atribuído pelos atores a elas é, em muitos casos, determinante, o que o aproxima da perspectiva construtivista de Alexander Wendt (WENDT, Alexander. Social Theory of International Politics. Cambridge: Cambridge University Press, 1999) que propõe uma leitura sociológica das relações internacionais como uma ponte entre a epistemologia positivista (existência de uma realidade objetiva) e a ontologia pós-positivista (realidade socialmente construída).

Observa-se, então, que, no mundo pós-americano de Zakaria, as idéias e as imagens nacionais, ou identidades, atuam como elementos capazes de influenciar no estabelecimento de objetivos e na ordenação de preferências na formação dos interesses destes atores. Quando discorre sobre os super-emergentes – China e Índia – Zakaria utiliza argumentos que permitem ao leitor inferir que as idéias não dizem respeito apenas ao ambiente social no qual os atores interagem, mas também ao conteúdo de questões materiais e ao significado de poder que é constituído por contextos culturais onde as identidades tomam forma.

Em suma, nesta agradável leitura construída em estilo leve e fluido, contudo sem superficialidades, Zakaria traz ao campo de estudo uma nova visão sobre a distribuição de poder nas relações internacionais do pós-Guerra Fria, o que faz da obra uma importante referência. No atual momento paradigmático em que os EUA demonstram a vitalidade de sua democracia ao eleger o primeiro presidente negro de sua história, após oito anos de um governo contestado e controverso, The Post-American World surge não apenas como um convite à reflexão, mas como leitura indispensável para se compreender a natureza das forças profundas que moldam a estrutura internacional.

Mesmo para aqueles que discordem do proposto continuísmo da proeminência norte-americana na conformação deste cenário, os insights apresentados nesta obra, de forma lúcida e coerente, nos apontam um novo caminho a ser trilhado tendo como baluarte o colosso norte-americano, mais vigoroso do que nunca, contudo, não mais sozinho na condução dos rumos desta nova e desafiante jornada.

Fábio Albergaria Queiroz – Doutorando em Relações Internacionais pela Universidade de Brasília – UnB ([email protected])

Rev. bras. polít. int. vol.52 no.1 Brasília Jan./June 2009

 

Peace in International Relations – RICHMOND (HH)

RICHMOND, Oliver P. Peace in International Relations. Abingdon: Routledge, 2008, 232p. Resenha de: CAVALCANTE, Fernando. Revista Brasileira de Política Internacional. v. 52, n. 1, Brasília Jan./June 2009.

No campo de estudos, as Relações Internacionais surgiram com o fim último de evitar tragédias como a Primeira Guerra Mundial. Seus estudiosos, não lograram desenvolver um entendimento preciso da paz: ao contrário, concentraram-se nas dinâmicas do poder e da guerra, assumindo o entendimento realista de que a violência é inerente à natureza humana e às relações entre estados. Esta é a crítica mais ampla das pesquisas de Oliver Richmond e transparece nas publicações anteriores do autor, dentre as quais se destacam Maintaining Order, Making Peace (2002), The Transformation of Peace (2005) e Challenges to Peacebuilding: Managing Spoilers During Conflict Resolution (2006).

Em Peace in International Relations, Richmond aprofunda sua crítica e analisa as concepções de paz (frequentemente implícitas) nas teorias das Relações Internacionais. Ao apontar as limitações das abordagens deterministas/positivistas na primeira parte do livro, o autor clama por abordagens interdisciplinares e entendimentos plurais no estudo do tema. Nesse sentido, as abordagens póspositivistas, apresentadas na segunda parte, podem facilitar o desenvolvimento de ontologias, teorias e métodos que permitam um melhor entendimento da paz.

Partindo de uma epistemologia positiva, os idealistas concebem a paz de forma universal, sustentada na harmonia entre os povos e nas instituições; é uma visão normativa. Para os realistas, críticos da “utopia” idealista, a paz não é mais que uma quimera, a simples ausência de violência – é uma paz negativa, como viria a ser posteriormente definida. Os Marxistas, por sua vez, apresentam uma idéia de paz calcada na justiça social e na igualdade de classes, a ser atingida após a eliminação das estruturas (violentas) que perpetuam a dominação econômica de umas classes sobre as outras. Traços comuns dessas teorias, de acordo com o autor, são o materialismo, a racionalidade instrumental, a sua pretensão de cientificidade e a suposta análise objetiva e imparcial da realidade.

Ainda na primeira parte, Richmond retoma o argumento de The Transformation of Peace, desconstruindo a concepção de paz liberal – um híbrido das três visões anteriores – e verificando sua apropriação por determinados atores (Ocidentais) que buscam a conservação de uma ordem de estados soberanos, democráticos e market-oriented – não raro por meios violentos, como intervenções. Finalmente, são abordadas as contribuições dos peace and conflict studies, uma espécie de transição entre positivismo e pós-positivismo. Para o professor da Universidade de St. Andrews, sua importância reside na tentativa de entender a paz mais ambiciosamente, não apenas a partir das perspectivas dos estados e elites, mas também das preocupações em torno dos direitos humanos, das questões de gênero e do papel desempenhado por entidades não estatais.

Na segunda parte do livro, são analisadas as teorias críticas e as pósestruturalistas. Essas abordagens oferecem conceitualizações de paz bastante mais sofisticadas, assentadas em epistemologias positivas que visam a pazes emancipatórias. Os críticos teorizam uma paz pós-vestfaliana, em que a soberania territorial não mais desfigure as relações entre estados. Tal formulação reflete, em sentido mais amplo, a insatisfação com o pensamento mainstream das ciências sociais e devota-se à análise de temas como hegemonia, dominação e patriarcalismo, sendo fortemente influenciada pela Escola de Frankfurt. Os pós-estruturalistas procuram avançar este entendimento ao questionar as relações entre conhecimento e poder, partindo dos trabalhos de filósofos como Michel Foucault e Jacques Derrida. Sua visão de paz envolve a aceitação das diferenças e a rejeição de todas as soberanias, a fim de que estas não levem a disputas de poder ou à coerção.

Alguns pontos, contudo, não são tratados no livro com a profundidade desejável: é o caso, por exemplo, das teorias construtivistas e feministas. O autor tampouco desenvolve consistentemente sua proposta de agenda interdisciplinar da paz, limitando-se apenas a esboçar algumas “asserções preliminares”. A leitura é ainda marcada pela característica falta de linearidade na apresentação dos argumentos do autor – questão relativizada com a inclusão de introduções e conclusões em cada capítulo. Tais faltas, contudo, não tiram do livro o mérito maior de consolidar a discussão sobre a paz no debate acadêmico das Relações Internacionais, dando seqüência à obra e aos esforços anteriores de Richmond. Peace in International Relations é um texto ímpar para estudantes e acadêmicos interessados nas questões teóricas dos estudos da paz e dos conflitos.

Fernando Cavalcante – Doutorando em Política Internacional e Resolução de Conflitos pelo Centro de Estudos Sociais da Universidade de Coimbra – Portugal. E-mail: [email protected].

O universalismo europeu: a retórica do poder – WALLERSTEIN (HH)

WALLERSTEIN, Immanuel. O universalismo europeu: a retórica do poder. São Paulo: Boitempo, 2007, 146p.  Resenha de: MULLER, Paulo Ricardo. Revista Brasileira de Política Internacional. v.52, n.1, Brasília Jan./June 2009.

Em O universalismo europeu (tradução do original de 2006, The european universalism) Wallerstein confronta o realismo da construção das relações internacionais contemporâneas com uma necessidade humanista de produção de alternativas aos modelos hegemônicos de sistema-mundo. A partir deste conceito – sistema-mundo -, forjado em obras anteriores suas, o autor busca sistematizar uma série de argumentos que compõem críticas à globalização e aos discursos universalistas que a acompanham, explicitando de que forma estes discursos representam visões européias particulares universalizadas junto aos processos de expansão econômica, política, cultural e militar de países da Europa ocidental e dos Estados Unidos sobre o restante do mundo. Este “universalismo europeu” é incorporado à própria historiografia ocidental como narrativa central da evolução dos povos e países em direção à formação de um sistema-mundo moderno fundado nas relações entre Estados-nação e no valor do “desenvolvimento” e do “progresso” como processos que devem levar, necessariamente, às formas de organização social identificadas como “civilizadas”, exemplificadas pelas sociedades européias em diferentes períodos históricos.

O universalismo europeu deve ser substituído por um “universalismo universal”, ou seja, um projeto de sistema-mundo que busque incorporar e representar valores largamente compartilhados tanto na escala das relações interpessoais quanto na escala das relações interestatais. As condições sociais para a construção de um universalismo total são apontadas pela análise de situações de disputa entre a visão expansionista do modelo europeu de civilização e visões alternativas que buscaram relativizar a superioridade evolutiva auto-atribuída do ocidente em relação a outros contextos geopolíticos. Ao explicitar estas disputas, Wallerstein desmistifica a posição hegemônica da Europa ocidental e dos Estados Unidos no sistema-mundo moderno mostrando processos histórica e socialmente localizados de construção e consolidação desta posição por meio de mecanismos de poder econômico, político e militar. Estes mecanismos são analisados nos três capítulos centrais dos livros, respectivamente dedicados aos discursos universalistas do colonialismo, do orientalismo e da cientificidade, mostrando como estes discursos articulam valores que se reproduzem, contemporaneamente, na globalização, nos direitos humanos e na democracia.

Ao relacionar estes discursos com diferentes períodos históricos, o autor procura desconstruir a retórica que legitima o status quo das relações de poder na arena internacional, mostrando que os processos de dominação se consolidam em meio a debates e questionamentos do cerne dos argumentos que afirmam a universalidade do modelo ocidental de desenvolvimento e civilização. É a função da análise do debate sobre o “direito de intervenção” (droit d’ingérence) agenciado pelo colonialismo espanhol para justificar a imposição de práticas cristãs aos ameríndios sob o argumento de que as práticas pagãs seriam contrárias às “leis naturais”. Também é o que fica expresso na análise sobre a constituição do orientalismo como doutrina política que justifica o colonialismo na Ásia sob o argumento de que as “civilizações orientais” – as sociedades asiáticas dotadas de códigos escritos: China, Império Otomano, Índia e Pérsia – teriam estancado seu progresso rumo à modernidade por não articularem os valores universais pregados pelo cristianismo e pelo ideário civilizatório.

Estes argumentos são reiterados contemporaneamente pelos movimentos de dominação e expansão econômica e geopolítica dos países ricos sobre o restante do mundo, desta vez em nome dos direitos humanos dos grupos mais fracos em países com conflitos civis ou em nome da implantação da democracia nestes países, ou ainda da inclusão de um número cada vez maior de pessoas na globalização de mercado. A pergunta que o livro nos traz é: quem tem o direito de intervir em nome dos direitos humanos ou da democracia, se ao fazê-lo também o direito básico à autodeterminação é desrespeitado? Em uma época que sinaliza uma crise de legitimidade das potências dominantes, a resposta sugerida é a de que os questionamentos ao “universalismo europeu” ainda hegemônico possam resultar em estruturas de relações internacionais que não tenham apenas os Estados como atores centrais, mas também redes sociais que promovam encontros entre diferentes visões de mundo, e a partir da constatação dos valores compartilhados nestes espaços, construir uma proposta de “universalismo universal”.

Paulo Ricardo Muller – Mestrando em Antropologia Social pela Universidade Estadual de Campinas – Unicamp. E-mail: [email protected]

Política Internacional (IBRI) 1993-2021

Revista Brasileira de Política Internacional e1594074945310 Política Internacional (IBRI)

Revista Brasileira de Política Internacional (RBPI) é uma publicação semestral fundada em 1958 no Rio de Janeiro pelo Instituto Brasileiro de Relações Internacionais (IBRI), uma organização não-governamental, sem fins lucrativos, com objetivos culturais.

A RBPI é a mais antiga publicação especializada nos temas da agenda internacional, é uma das mais tradicionais da América Latina e uma das mais influentes no campo no Sul Global. A RBPI assumiu desde o início um papel de destaque na vida cultural e acadêmica do país. Transferida para Brasília em 1993, a RBPI desempenha um papel privilegiado no estudo das Relações Internacionais em geral.

O RBPI examina o amplo campo das Relações Internacionais sob várias perspectivas. Publica estudos de caso originais e artigos de teoria sobre temas relacionados à política, economia, sociologia, segurança, meio ambiente e outros assuntos prementes de relevância contemporânea. A RBPI valoriza manuscritos interdisciplinares e é receptiva a uma ampla variedade de tradições metodológicas.

O RBPI é um periódico de acesso aberto e adota o modelo de publicação contínua.

Todas as contribuições publicadas são submetidas à arbitragem científica, seguindo o sistema de revisão por pares.

A abreviação de seu título é Rev. bras. polít. int. , que deve ser usado em referências bibliográficas, notas de rodapé e notas de fim e em legendas bibliográficas.ada pelo seu nome abreviado: Dados. 

[bolsonaro]