Experience and Teleo­logy in Ancient Historiography. ‘Futures Past’ from Herodotus to Augus­tine – GRETHLEIN (RA)

GRETHLEIN, J. Experience and Teleo­logy in Ancient Historiography. ‘Futures Past’ from Herodotus to Augus­tine. Cambridge: Cambridge University Press, 2013. Resenha de: SIERRA, César. Revista Archai, Brasília, n.18, p. 407- 416, set., 2016.

Lo primero que me ha venido a la mente tras leer la propuesta de Jonas Grethlein es que se trata de un libro que trabaja las técnicas de los historiadores para generar sensaciones en los lectores. Concretamente aborda cómo la historiografía desarrolló una narrativa empática, destacando los siguientes rasgos: teleología, enárgeia  (viveza en la narración) y mímesis. Por descontado que el análisis es mucho más rico y elaborado pero destaco las que, a mi juicio, son los recursos más analizados en el libro. El autor parte de una larga investigación sobre este tema lo cual se nota en la calidad del resultado.

La estructura del libro se divide en una introducción metodológica y tres apartados centrales: I) experien ce: making the past present; II) Teleology: the power of retrospect; y III) Beyond experience and teleology. en la primera parte se aborda el estudio de Tucídides, Jenofonte, Plutarco y Tácito; en la segunda tenemos a Heródoto, Polibio y Salustio; y, finamente, se analizan las Confesiones de agustín de Hipona. Una trayectoria que abarca prácticamente toda la antigüedad clásica y orienta la obra hacia una perspectiva global de la historiografía. Todo ello viene acompañado de una edición esmerada, que cuenta con los siempre útiles índices onomásticos y de pasajes citados además de una recopilación bibliográfica final. Magnífica edición como es habitual en las publicaciones de Cambridge University Press.

No muchos historiadores están en condiciones de abarcar con solvencia un período tan amplio como propone Grethlein y ello es muy loable, como también lo es su atención a las diferentes sensibilidades y escuelas historiográficas modernas. La selecta bibliografía en varios idiomas da buena cuenta de mi aserto. Por mi parte, centraré la discusión en aquellos autores que más he trabajado: Heródoto, Tucídides, Jenofon- te, Polibio y Plutarco.

Respecto a Heródoto, el autor destaca el uso de la retrospección en su conocidas digresiones (p.185). Desde mi punto de vista, el autor selecciona muy bien los pasajes en los que Heródoto introduce al público en el relato. Por ejemplo, las lágrimas de Jerjes en el Helesponto cuando contempla su ejército en todo su esplendor cruzando el paso y se lamenta de que toda esa muchedumbre desaparecerá con el tiempo, reflexión sobre lo efímero de la grandeza y la vida huma- na (Hdt.7.56.2). al respecto Grethlein capta muy bien que esta alusión a lo que ve y dice el monarca persa es una técnica narrativa para poner al público en una situación en la que el pasado se hace presente. También es muy destacable su análisis del lenguaje críptico de los oráculos, que precisan de una elevada hermenéutica para ser descifrados. en concreto, el autor centra su atención en los signos (sêmeîon) que introducen los oráculos en la narración de Heródoto, un presagio a menudo interpretado erróneamente por los humanos. Valgan como ejemplos el oráculo que vaticinó la ruina de Creso (Hdt.1.54.1), interpretado erróneamente por el monarca lidio, y el famoso oráculo sobre la muralla de madera que debía proteger a los atenienses frente a Jerjes, bien descifrado por Temístocles (Hdt. 8.51.1). Creo que el autor acierta al señalar que la obra de He- ródoto con frecuencia traslada al lector adelante en el tiempo y prueba de ello es que la Historia termina con la toma de Sesto por la Liga de Delos, los infortunios amorosos de Jerjes con su hermana y las enigmáticas palabras de Ciro I sobre la degeneración moral de los persas. Todo ello introduce la idea de que un imperio decae mientras otro nace (p. 206 -207).

En cambio, la descripción moral o psicológica de los protagonistas persas no está suficientemente bien trabajada. Bajo mi punto de vista, las cualidades y defectos de personajes como Jerjes o Leónidas respon- den a modelos que tienen sus raíces en la épica griega. Por ejemplo, Jerjes representa un monarca arrogante y despótico, comparable en algunos rasgos al agamenón homérico; que contrasta con el sacrificio de Leó- nidas cuyo trágico destino es similar al de aquiles 1. Por tanto, Heródoto simplifica los rasgos de la perso- nalidad de los protagonistas persas con la voluntad de acercarlos al público griego. Todo ello influye también en su relato historiográfico.

El análisis de Grethlein sobre Tucídides se centra en el ‘presentismo’ y la elaborada técnica del ateniense a la hora de introducir pequeños detalles en la narración. Me ha gustado especialmente el análisis del célebre discurso fúnebre de Pericles (p. 50), presentado como un argumento fuertemente teleológico. También la costumbre del ateniense al avanzar los planes estratégicos y después narrar los eventos, de esta manera el lector puede aventurar el resultado. el autor está muy acertado destacando que se introducen pequeños de- talles en la descripción de batallas o se define el estado de ánimo de los ejércitos con la intención de generar empatía en el lector. Son datos intrascendentes para la comprensión del fenómeno objeto de estudio pero que sirven para captar la atención del lector y generar un escenario. Por ejemplo, en el debate sobre la suerte de los mitilenos (Th.3.36) el autor llama la atención sobre el suspense creado por Tucídides (p.44). Como sabemos, se decidía en asamblea la suerte de los sublevados de Mitilene y, en una primera votación, los atenienses decidieron ejecutarlos a todos, enviando una nave con dicha orden; no obstante, tras deliberar mejor la situación decidieron no suprimirlos a todos y enviaron otra nave que tuvo que adelantarse a la anterior para transmitir las órdenes correctas. esto se puede explicar de muchas maneras pero, como indica Grethlein, es notable la intención de Tucídides de generar un suspense trágico.

Acerca del análisis que se realiza en el libro so- bre la obra de Tucídides, sólo reseñar que sería recomendable incluir una valoración sobre la ‘Pentecontecia’. en mi opinión, hay una división básica a nivel metodológico entre el libro I y el resto de la obra de Tucídides. El primer libro cumple la función de prefacio donde se aborda el pasado griego anterior a la guerra del Peloponeso desde una óptica fuertemente teleológica, por ejemplo: los episodios de Pausanias y Temístocles, la ‘ arqueología’, la citada ‘Pentecontecia’. La cuestión está muy estudiada y pienso que ayudaría a completar el buen enfoque que el autor ha realizado sobre Tucídides 2.

Personalmente considero que el mejor capítulo del libro es el dedicado al estudio de  la Anábasis  de Je- nofonte. en esta ocasión el foco de la narración pasa del exterior al interior de la acción. el autor percibe muy bien el giro narrativo que toma la Anábasis tras la muerte de los generales griegos (An.3.1.4) y el cambio total de contexto tras Cunaxa. Ciertamente a partir de la emboscada que termina con el mando de la tropa mercenaria, la narración se aproxima gradualmente hacia Jenofonte, quien adquiere protagonismo en la improvisada dirección de los Diez Mil. Se destaca el valor narrativo de los diálogos y discursos a sabiendas de que el lector interpreta que son de primera mano. Lo anterior genera una sensación casi novelesca de la narración que tiene su punto álgido en la llegada de los griegos al mar (p.60). Para mantener el ‘presentismo’ y la tensión narrativa, Jenofonte utiliza un gran abanico de recursos: descripción, focalización interna, discursos, presagios y finales abiertos. estos rasgos otorgan a la Anábasis un carácter ‘empírico’ muy particular.

Lo único objetable a este apartado es que el autor no haya realizado alguna anotación al hecho de que Tucídides también fue protagonista de la acción histó- rica. Como sabemos, el historiador era estratego cuando anfípolis cayó en manos del espartano Brasidas (Th.5.10). Su participación y responsabilidad en este conflicto condicionaron su interpretación del suceso, valorando positivamente a Brasidas y negativamente a Cleón 3. Hubiera sido interesante valorar los recursos expositivos de Tucídides en relación a este suceso y al conjunto de la obra.

La buena dinámica que el autor sostiene a lo largo del libro se mantiene en su análisis de Polibio. en este caso abunda en la enárgeia, con especial atención al ambiente que se vivió durante la proclamación de la libertad griega patrocinada por Flaminino en los Jue- gos Ístmicos (Plb.18.46.12), o la vívida descripción del paso de escipión entre los cadáveres del campo de ba- talla en Zama (Plb.38.20.1). Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención son las interesantes aportaciones sobre teoría de la historia que se plantean tras valorar el uso del término historíe  en Polibio (1.3.4). No cabe duda de que este análisis rompe con la monotonía del libro y enriquece su aportación. No obstante, merecería la pena realizar un análisis más completo para apreciar la evolución del término desde el siglo V a.C. hasta ese preciso pasaje donde se utiliza en su acepción moderna. De esta forma apreciaríamos mejor le peculiaridad que propone Polibio 4 (p.230). Por lo demás, el capítulo nos parece de lo más edificante.

Finalmente, llegamos al apartado que más desentona con el buen nivel del libro. Para un libro de esta temática considero que no es acertada la inclusión de Plutarco y su Vida de Alejandro. el autor es consciente del problema que supone añadir una biografía, máxime cuando el propio Plutarco sostiene que no escribía historia (Plu. Alex. 1.1). Personalmente no me convence la justificación de Grethlein en las prime- ras páginas del capítulo. No digo que sea imposible el análisis, sólo pienso que los objetivos, la finalidad y el público potencial de la biografía y la historiografía no coinciden. aparte podemos considerar la diferencia metodológica entre ambos géneros. No obstante, comprendo la posición del autor al señalar que Plutarco no era refractario a la historiografía, de hecho, para elaborar sus biografías utiliza en gran medida fuentes históricas. en este sentido, Historia y biografía mantienen un delicado equilibrio pero considero el víncu- lo insuficiente. Por ejemplo, en Sobre la malevolencia de Heródoto, el biógrafo sostiene que un historiador debe decantarse por la narración de los actos buenos y nobles (Plu.Mor. 855C) 5. Esta elección del evento historiable es legítima por parte de Plutarco pero tiene evidentes implicaciones sobre la técnica narrativa. Así pues, la Vida de Alejandro será una narración con una potente enárgeia como corresponde a los objetivos del género literario al que pertenece. al margen de todo esto, considero que el autor conoce bien la obra de Plutarco y maneja con criterio la bibliografía.

Como conclusión general, al libro quizás le falte analizar cómo afectaron todas estas técnicas narrativas a la ecuanimidad del relato historiográfico. De la misma manera que el autor describe la sensación que se traslada al lector también se puede valorar las intenciones del historiador al construir el relato. así, la cuidada descripción de un suceso y la minuciosa incorporación de detalles no sólo generan empatía en el lector sino que trasladan una opinión. Dicho de otra manera, el historiador impone su punto de vista con la intención de manipular la memoria colectiva. Por ejemplo, situémonos en el contexto de la guerra del Peloponeso y, concretamente, en los prolegómenos de la campaña en Sicilia. Desde mi punto de vista el objetivo de Tucídides es mostrar lo desacertado de la inva- sión y lo ignorante que era el dêmos ateniense acerca de la extensión, riqueza y poder de la isla. Para fundamentar esta tesis, Tucídides introduce previamente una digresión etnográfica y geográfica sobre Sicilia, detalla las diferentes posturas de Nicias y alcibíades en la asamblea e incluso reflexiona sobre el interés de los jóvenes ateniense en emular las gestas de sus an- cestros; utilizando muchas de las técnicas que el autor desarrolla en el libro. Dicho de otro modo, hay una voluntad de generar una opinión y no sólo que el lector experimente una sensación. Por descontado, cuando al historiador no le interesa, todos los detalles y los esfuerzos por recrear la acción histórica desaparecen.

Con todo, considero que Experience and Teleology es un libro muy interesante y que aporta importantes elementos de debate a la historiografía y sus técnicas literarias. Si bien he mostrado algunos puntos de des- acuerdo, ello se debe a que el libro genera una profunda reflexión y deja una buena sensación en el lector. Por tanto, un libro totalmente recomendable.

Notas

1 En un trabajo anterior sugerí que Heródoto realiza un con- traste entre el ‘mal gobernante’ Jerjes/a gameón y el ‘buen gobernante’ Leónidas/a quiles y Temístocles/Odiseo; Sierra (2011).

2 Por ejemplo, cito los artículos clásicos de Konishi (1970) y Westlake (1955).

3 Una buena síntesis se encuentra en Mazzarino (1974, p. 253 -257).

4 De nuevo un tema muy trabajado, remito a otro clásico; Meier (1987).

5 Un análisis interesante de este escrito desde la historiografía se encuentra en Marincola (1994).

Referências

KONISHI, H. (1970). Thucydides’ Method in the episodes of Pausanias and Themistocles. AJPh 91 n.º1, p.52 -69.

MARINCOLA, J. (1994). Plutarch’s refutation of Herodotus. Classical World 25, p.191 -203.

MAZZARINO, S. (1974). Il pensiero storico classi­co. v.1, Roma -Bari, Laterza.

MEIER, CH. (1987). Historical answers to histori- cal questions: the origins of history in ancient Greece. Arethusa 20 n.º1 -2, p.41 -57.

SIERRA, C. (2011). Jerjes, Leónidas y Temístocles: modelos griegos en el relato de Heródoto. Historiae 8, p.65 -91.

WESTLAKE, H. D. (1955). Thucydides and the Pentekontaetia. CQ 5 n.º1, p.53 -67.

César Sierra – Università della Calabria (Italia). E-mail: [email protected]

Acessar publicação original

 

Como se constrói um santo. A canonização de Tomás de Aquino | Igor Salomão Teixeira

O professor e pesquisador Igor Teixeira, do Departamento e do Programa de Pós-Graduação em História da Universidade Federal do Rio Grande do Sul, apresenta agora, em livro, uma versão do seu trabalho que resultou na tese defendida na própria UFRGS para a obtenção do título de Doutor. Entretanto, não se trata da tese propriamente dita, como o próprio autor ressalta em sua introdução. Trata-se de uma versão revisada, rediscutida, com uma linguagem que, se em alguns pontos lembra um texto acadêmico – já que não deixa de sê-lo! – tem como grande destaque, pela nossa concepção, a função de ter transformado o texto em uma narrativa que pode ser muito bem lida tanto por acadêmicos quanto por não acadêmicos. A narrativa é ágil, de fácil compreensão e com uma argumentação que se concatena entre todas as propostas defendidas ao longo dos estudos do autor.

O período em questão é de interesse forte pelo público: é o momento em que temos o papado de Avignon, o momento em que se passa tanto o pano de fundo de Os reis malditos, de Maurice Druon, e O nome da rosa, de Umberto Eco, sucessos comerciais. A proposta do livro é compreender o porquê da canonização de um personagem importante, muito conhecido e pouco discutido, principalmente na historiografia brasileira: Tomás de Aquino. A canonização ocorreu no dia 18 de julho de 1323 e foi realizada por João XXII (papa entre 1316-1334). Utilizando-se de um grande conjunto de documentação, que contém tanto as atas dos frades dominicanos, as bulas de João XXII, os processos inquisitoriais da canonização quanto a primeira hagiografia feita sobre Tomás de Aquino, escrita pelo também frade dominicano Guilherme de Tocco, Teixeira explora o assunto em um livro que prende a atenção do leitor. Leia Mais

Variações sobre o prazer: Santo Agostinho, Nietzsche, Marx e Babette – ALVES (Tempo)

ALVES, Rubem. Variações sobre o prazerSanto Agostinho, Nietzsche, Marx e Babette.  São Paulo: Editora Planeta do Brasil, 2011. 188 p. Resenha de: COSTA, Tati. Livro para saborear: método científico regado a sensibilidades. Tempo v.19 no.35 Niterói jul./dez. 2013.

Pelo que sei, só existe um lugar, no universo inteiro,
onde o puro pensamento é capaz de mover
a matéria. Esse lugar é o corpo. No corpo, a gente
pensa na moqueca e a boca fica cheia d’água. (p. 144)

Resenhar obra de Rubem Alves é saboroso desafio pela qualidade de sua escrita e erudição de seus conhecimentos. Resenhar, com objetivo de circulação acadêmica orientada ao conhecimento histórico, é como acrescentar pitada de pimenta ao desafio. Porque a experiência de vida narrada pelo autor, então aos 77 anos, carrega uma provocação ao fato de que ambientes educacionais, acadêmicos e científicos ignoram o aspecto sensível do conhecimento e as dimensões do amor, prazer, desejo e alegria. Felizmente, nas ciências humanas, algumas experiências com história do tempo presente têm se dedicado a desafios semelhantes. Por exemplo, já se trilha com sabedoria a história das sensibilidades; já se trabalha, há algum tempo, a arte de uma boa conversa nas pesquisas com história oral. E, na história cultural, cada vez mais nos debruçamos sobre as artes e artistas da poesia e literatura, da música, da culinária, das imagens, buscando dimensões de economias do desejo ali presentes. Desde o início, o autor sugere aproximações entre a construção do conhecimento e a gastronomia, destacando as coincidentes raízes etimológicas de saber e sabor. Recorda inclusive que, antigamente, quando uma comida era saborosa, dizia-se: “esta comida sabe bem”.

O livro transita por variações nas quais os objetos de análise são retomados por diferentes pontos de vista e, a cada capítulo, têm caráter ensaístico. Além do prefácio, do próprio autor, 12 ensaios variam bastante em estrutura narrativa. Nos títulos, lê-se marcante presença de bom humor, combinado com provocações críticas. As notas de rodapé, por exemplo, recebem o nome de notas de canapé, termo que Rubem Alves considera mais apropriado, pois devem ser “coisas pequenas e saborosas, algumas doces, outras apimentadas, que abrem o apetite, e que são servidas no meio da festa”.1

Atenta, sobretudo, às questões de história e memória, algo que ocupa significativamente a cena dos atuais estudos históricos, minha observação versa sobre o potencial metodológico da obra como contribuição para as pesquisas em História cultural, História do tempo presente e História oral. Além disso, o livro oferece uma bela retomada de autores clássicos, prato cheio para quem pesquisa apropriações e percursos de leitura a respeito de Nietzsche, Marx, Fernando Pessoa, Bachelard, Paulo Freire, Wittgenstein, Manoel de Barros, Guimarães Rosa, William Blake, entre outros.

A velhice é o ponto de onde fala (ou escreve) o autor: “A consciência da morte nos dá uma maravilhosa lucidez”.2 Tal singularidade sobre a fase da vida nos informa a respeito tanto dele quanto das categorias que lhe são atribuídas: escritor vencedor do prêmio Jabuti em 2009, professor emérito da Universidade Estadual de Campinas (Unicamp), pedagogo, poeta, cronista, contador de estórias, ensaísta, teólogo e psicanalista.

Quando fala sobre envelhecimento, refere-se às metamorfoses do ser humano ao longo do tempo, o processo histórico das mudanças no corpo e nas perspectivas sobre a experiência. Em se considerando a frequente participação de pessoas idosas na História oral, o testemunho do autor sugere ingredientes úteis à linha epistemológica interessada em considerar as elaborações, as composições narrativas, os processos de autopercepção que operam durante a produção e registro dos relatos, como sinalizam Walter Benjamin,3 Alessandro Portelli4 e Eduardo Coutinho.5

Outro diálogo importante: a realização de entrevistas é ato de sensibilidade que exige o gosto por uma boa conversa, e uma epistemologia sobre o prazer da boa conversa é um dos elementos presentes na obra. O encontro entre a pessoa que pesquisa histórias de vida e aquela que narra é um espaço de arte e sabedoria, onde o prazer do corpo revela-se essencial. A dimensão do corpo como elemento de conhecimento tem fundamental importância para quem trabalha com o tema da memória na história. Lembremos, por exemplo, da discussão de Henri Bergson em “Matéria e Memória,”6 atualizada no debate de Ecléa Bosi7 sobre sociedade e memória nas lembranças dos velhos e complementada no diálogo com Paul Ricoeur8 na dimensão da memória compartilhada entre as pessoas “próximas”. Considerando-se as diversas operações entre memória individual e coletiva, é através do universo corporal que a lembrança de uma experiência vivida se inscreve na pessoa.

Mas a memória vive tanto de lembranças quanto de esquecimento, tema que recebe de Rubem Alves um ensaio específico, intitulado “O esquecimento: Barthes (ou ‘Me esqueci do sabido para me lembrar do esquecido’)”. Leem-se algumas propostas produzidas na velhice, quando Barthes dedicou-se à pesquisa e à experimentação. Outra lição importante para o trabalho com História oral:

se quero viver, devo esquecer que meu corpo é histórico, devo lançar-me na ilusão de que sou contemporâneo dos jovens corpos presentes, e não de meu corpo passado.9

A relação entre saberes e fases da vida, alvo da reflexão de Rubem Alves, delineia uma rota de aproximação da obra com o fazer histórico no contemporâneo:

Há uma idade em que se ensina o que se sabe; mas vem em seguida outra em que se ensina o que não se sabe: isso se chama pesquisar.

Não estaria aí uma inspiração para a história do tempo presente? Uma história escrita a partir da compreensão de que essa ciência chegou à “beira da falésia,” e que toma como objeto de atenção o próprio processo de construção da pesquisa, em seus caminhos e descaminhos, escolhas e descartes, enfim, a “operação historiográfica” em si, tomada como objeto de análise.

Por aí transitamos para o diálogo com a concepção de ciência discutida pelo autor: embate sobre os limites da objetividade em relação às subjetividades e saberes do corpo, um universo além do saber “lógico-racional”. Afinal, indaga Rubem Alves, o que faz uma boa moqueca? O livro de receitas não é garantia de sucesso se não contar com a experiência da cozinheira. Por aí se insere a questão do método científico regado a sensibilidades: juntar ingredientes só resultará em uma boa moqueca se for capaz de gerar água na boca. E, para isso, é imperativo contar com os saberes do corpo, que vão desde a memória do gosto ideal de uma moqueca, passam pela sabedoria dos gestos de salpicar temperos e mexer os ingredientes até atingir o ponto.

A inspiração, esse elemento que todos conhecemos (buscamos, ao menos), é essencial nas escolhas do prato a preparar, das quantidades e qualidades de ingredientes, nos momentos de aumentar ou diminuir o fogo. Por esse caminho, Rubem Alves nos conduz ao paradoxo da (im)possibilidade de um método para a escrita ou para a inspiração. Contudo, tal ponto faz da obra uma inspiradora provocação! Preocupado com que a própria escrita seja prazerosa como uma boa conversa, nos ensina sobre as relações entre oralidade e escrita e sugere alguns temperos narrativos para se contar uma boa história:

Um artigo científico é isso: o relato do caminho que se seguiu para se ir do ponto de onde se partiu até o ponto aonde se chegou. Isso se chama método. Mas o corpo não entende a linguagem do método. Método são procedimentos racionais. Mas o corpo é um ser musical. “O organismo é uma melodia que se canta,” diz Merleau-Ponty citando o biólogo Uexküll.10

Mesmo que Rubem Alves defenda sua escrita “contra o método,” com a licença e respeito profundo ao autor, ouso ler, a partir do livro que tenho em mãos, uma proposta metodológica. Não se trata de um método linear, objetivo, racional, como o da ciência cartesiana ou, para a história, no sentido hegeliano. Trata-se, a meu ver, de uma metodologia da inspiração e das sensibilidades — considerando que o sufixo possa ser uma forma de situar em palavras um sentido mais aberto de conhecimento.

Tratar de métodos e metodologias é demanda presente. Diversas áreas da ciência tiveram uma “crise” ou “virada” epistemológica,11 principalmente nas transições e revoluções que caracterizaram o decorrer do século XX. Depois do que se nomeou linguistic turn, o próprio papel do autor na produção do conhecimento científico é reconhecida como questão-chave e, se buscarmos uma emergência da temática, poderemos desfiar interessante debate, reunindo temporalidades por meio das obras de Walter Benjamin,12 Roland Barthes,13 Michel Foucault14 e Giorgio Agamben.15 Daí se decanta um desafio de como operar a transição, à la Deleuze e Guattari, da “árvore do conhecimento” para o conhecimento “rizomático”.16

É com uma escrita por imagens, de caráter sensivelmente rizomático, que se exibe no livro uma metodologia para a construção do saber sensível: no modo de escrever, acompanhado por boa música; no conselho, “para aprender lógica, leia poesia;” nas mil e uma maneiras diferentes que o autor encontra para inserir o diálogo com autores e teorias ou, como ele gosta de dizer, nas conversas com os autores. E traz até uma “receita” para encontrar inspiração, por meio da descrição de Nietzsche:

Repentinamente, com certeza e sutileza indescritível, algo se torna visível, audível, algo nos sacode em nossas últimas profundezas e nos lança por terra… A gente não busca, ouve. Não pede ou dá, aceita. Como o relâmpago, um pensamento se ilumina, com necessidade, sem hesitações com respeito à sua forma.17

Com a metáfora: “ideias são bailarinas, a inspiração é a solista,” o texto se compõe organicamente como num corpo de baile. A cadência do conhecimento científico que considere a inspiração como elemento metodológico está afinada, por exemplo, com o trabalho de Durval Muniz Albuquerque Jr.,18 quando diz que a história é a arte de “inventar” o passado, e com a defesa de João-Francisco Duarte Jr.19 por uma educação (do) sensível. Ambos pontuam uma metamorfose do próprio olhar sobre a verdade, ao longo da história da ciência: mais do que absoluta, a verdade figura como o horizonte de possibilidades, quando se considera a relação de interdependência entre a realidade observada e o seu registro pelo observador.

Rubem Alves ocupa-se dos limites da linguagem para dar conta da experiência sensível. E os problemas que ocorrem quando a ciência, estritamente racional, ignora ou silencia uma importante gama de conhecimentos presentes nos saberes do corpo, não ditos em palavras puramente lógicas. Como uma trilha do prazer, propõe a metodologia da sapiência culinária: ter conhecimento do desejo e do que fazer para produzi-lo. A função da inteligência, nesse sentido, “é organizar o poder de tal forma que ele se transforme em ponte entre o desejo e seu objeto”.20

Nesse sentido, destaco “Os saberes do corpo,” sexto ensaio do livro, dedicado a uma ideia “bergsoniana”: a percepção que temos de algo é a percepção de seus efeitos sensíveis, processo que ocorre de modo muito íntimo nos caminhos da subjetividade. Além do conhecimento acumulado, verificado e atestado, existe um nível subjetivo do conhecimento, elaborado por cada pessoa. Um exemplo: a forma como cada pessoa sente o sabor da mesma manga. A experiência é incomunicável, impossível de traduzir-se em palavras, menos ainda em dados verificáveis.

Sete são os ensaios dedicados ao que arrisco chamar de uma epistemologia do conhecimento sensível. Seguem-se outros cinco em torno das variações sobre o prazer. Inspiram-se na prática, algo comum no universo musical, de compor “variações sobre o mesmo tema”. Além de obras eruditas que trabalham a partir dessa modulação, as Jam Sessions de blues ou jazz têm a mesma levada, com boa dose de improvisação. A cada ensaio, Rubem Alves compõe uma variação sobre o prazer, partindo do ponto de vista de uma área do conhecimento, em companhia de um autor central. A primeira variação, teologia, possui como ponto de partida um texto de longa história. Trata-se do De doctrina christiana, de Santo Agostinho (354–430 d.C.). A segunda variação, filosofia, é uma conversa com Nietzsche, escrita de modo transliterário, em que as ideias “nietzscheanas” são transpostas ao texto, com destaque para a especialidade de Nietzsche: ir além da preocupação com as coisas que podem se tornar palavras, para buscar o universo do indizível, que é visível, audível, sensível. A terceira variação, economia, é uma conversa do autor com Marx, num cenário boêmio, regado a cerveja e envolto por uma fumaça de charuto. A quarta variação, culinária, aproxima os temas da ciência e do saber ao espaço culinário, conversando com cozinheiras como Babette.

Acompanha o cafezinho, do ensaio Post scriptum, um saboroso chocolate mentolado dedicado à ausência do amor e do prazer na educação. Pela minha leitura a partir da História, devemos compartilhar essa observação, já que nosso ofício está ligado à educação em todos os níveis da escola formal, do ensino básico até o superior. E, mesmo quando não nos dedicamos diretamente à docência, concentramo-nos em pesquisas, estamos a produzir um conhecimento que, para ter sentido de ser, carrega o devir de se dirigir a um público e servir como ferramenta do saber.

O gosto que fica na boca após a leitura desse livro delicioso é o sabor de um texto escrito com prazer. Metáforas na arte da escrita, permeada por imagens da culinária e da música, revelam a importância da experiência pessoal e da potência sensível para o exercício da pesquisa e construção do conhecimento científico. Para Rubem Alves, o primeiro passo é o sonho. Levar o corpo a trabalhar, por prazer, mais do que por dever. Que o professor se ponha a sonhar e a ensinar a sonhar… Por isso, encerro com uma frase do filósofo e escritor Euclides Sandoval, leitor de Nietzsche e professor durante 40 anos, do ensino básico à faculdade de Artes, em um de seus cadernos diários: “Antes de uma aula, é preciso que o professor durma… E sonhe”.

1 Rubem Alves, Variações sobre o prazer: Santo Agostinho, Nietzsche, Marx e Babette, São Paulo, Editora Planeta do Brasil, 2011, p. 7.         [ Links ] 2 Idem, Ibidem, p. 9.
3 Walter Benjamin, Magia e técnica, arte e políticaEnsaios sobre literatura e história da cultura. São Paulo, Brasiliense, 1987.         [ Links ] 4 Alessandro Portelli, “A Filosofia e os Fatos. Narração, interpretação e significado nas memórias e nas fontes orais,” Tempo, vol. 1, n. 2, Rio de Janeiro, 1996, p. 59-72.         [ Links ] 5 Eduardo Coutinho, “O cinema documentário e a escuta sensível da alteridade”, Projeto História, n. 15, São Paulo, 1997, p. 165-191.         [ Links ] 6 Henri Bergson, Matéria e memóriaensaio sobre a relação do corpo com o espírito, 4. Ed., São Paulo, WMF M. Fontes, 2010.         [ Links ] 7 Ecléa Bosi, Memória e sociedade: lembranças de velhos, 3. Ed., São Paulo, Cia das Letras, 1994.         [ Links ] 8 Paul Ricoeur, A memória, a história, o esquecimento, Campinas, Editora da Unicamp, 2007.         [ Links ] 9 Roland Barthes apud Rubem Alves, Variações sobre o prazer: Santo Agostinho, Nietzsche, Marx e Babette, São Paulo, Editora Planeta do Brasil, 2011, p. 52.         [ Links ] 10 Rubem Alves, Variações sobre o prazer: Santo Agostinho, Nietzsche, Marx e Babette, São Paulo, Editora Planeta do Brasil, 2011, p. 17.         [ Links ] 11 Dentre possíveis abordagens, menciono autores que situam o tema em suas áreas de estudo, com a ressalva de serem escolhas dentro de variado e saboroso menu! Roger Chartier debate a história entre certezas e inquietudes; Fritjof Capra dedica-se ao diálogo entre teorias das ciências físicas e biológicas, com sistemas políticos e sociais; Beatriz Sarlo pensa a emergência da cultura da memória a partir da guinada subjetiva. Cf. Roger Chartier, À beira da falésiaa história entre certezas e inquietudes, Porto Alegre, Ed. UFRGS, 2002.         [ Links ] Fritjof Capra, As conexões ocultasciência para uma vida sustentável, São Paulo, Cultrix, 2005.         [ Links ] Beatriz Sarlo, Tempo passadocultura da memória e guinada subjetiva, São Paulo, Cia das Letras; Belo Horizonte, UFMG, 2007.         [ Links ] 12 Aqui me refiro ao ensaio “O autor como produtor”, de 1934, Walter Benjamin, Magia e técnica, arte e políticaEnsaios sobre literatura e história da cultura. São Paulo, Brasiliense, 1987.         [ Links ] 13 Roland Barthes, “A morte do autor” (1968), In: ______. O rumor da língua. 2. Ed., São Paulo, M. Martins, 2004, p. 65-78.         [ Links ] 14 Michel Foucault, O que é um autor?, 4. Ed., Lisboa, Passagens; Vega, 2000.         [ Links ] 15 Giorgio Agamben, “O autor como gesto,” In: ______. Profanações, São Paulo, Boitempo, 2007, p. 55-62.         [ Links ] 16 Giles Deleuze, Felix Guatari, “Introdução: Rizoma,” Mil platôscapitalismo e esquizofrenia, vol. 1, Rio de Janeiro, Ed. 34, 1995, p. 11-37.         [ Links ] 17 Rubem Alves, Variações sobre o prazer: Santo Agostinho, Nietzsche, Marx e Babette, São Paulo, Editora Planeta do Brasil, 2011, p.23.         [ Links ] 18 Durval Muniz Albuquerque Jr., HistóriaA arte de inventar o passado, Bauru, Edusc, 2007.         [ Links ] 19 João-Francisco Duarte Jr., O Sentido dos SentidosA Educação (do) Sensível, 4. Ed., Curitiba, Criar Edições, 2006.         [ Links ] 20 Rubem Alves, op cit., p. 147.

Tati Costa – Programa de Pós-Graduação em História da Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC) – Florianópolis (SC), Brasil. E-mail: [email protected].