Where caciques and mapmakers met: border making in eighteenth-century South America | Jeffrey Alan Erbig Júnior

John Fea Lucy Barnhouse e Jeffrey Alan Erbig Junior Imagem Current
John Fea,  Lucy Barnhouse e Jeffrey Alan Erbig Júnior | Imagem: Current

Bons livros, nas ciências humanas ou na literatura, são aqueles que fisgam o leitor com personagens ou situações paradoxais. Assim faz Where caciques and mapmakers met: border making in eighteenth-century South America. Em cinco capítulos originados de um périplo de dez anos de pesquisas por 27 arquivos e sete países, Jeffrey Erbig Jr. mostra como o processo de territorialização dos Estados ibéricos na fronteira luso-platina da América ocorreu em estreita dependência e subordinação às relações e permissões dos grupos indígenas locais autônomos.

Where caciques and mapmakers metNos últimos vinte anos várias têm sido as contribuições para a discussão de processos como esse (Guy, Sheridan, 1998Adelman, Aron; 1999Gil, 2007Garcia, 2007Herzog, 2015Prado, 2009Lennox, 2017) e o livro de Erbig Jr., atualmente professor no Departamento de Estudos Latinos e Latino-americanos da Universidade da Califórnia,1 soma novos inquéritos e respostas a essa literatura. Leia Mais

Migración peruana en Santiago: prácticas, espacios y economías – GARCÉZ H (EA)

GARCÉZ H., Alejandro. Migración peruana en Santiago: prácticas, espacios y economías. Santiago: Ril Editores, 2015. Resenha de: CORTÉS, Vicente. Estududios Atacameños, San Pedro de Atacama, n.51, dic., 2015.

  1. ¿Qué es “un problema de espacio”?

¿Qué es lo que un etnógrafo puede decirnos acerca del espacio? El libro Migración peruana en Santiago, del profesor Alejandro Garcés (Universidad Católica del Norte), aborda “un campo de fenómenos que describen la presencia y la diferencia que la migración peruana introduce en el espacio urbano [de Santiago]” (14-15). El problema parece, de esta forma, fácilmente definido: un problema de concentración de migrantes peruanos, y la ocupación o territorialización del espacio público, que dan lugar a una “aglomeración de lo peruano” (15). Problema de espacio inmediatamente correlativo y coextensivo a un problema identitario, o mejor —como dice con precisión el auto—, a un problema de denotación.

  1.   De la antropología a una etnografía fenomenológica

No habría que equivocarse, sin embargo. No hay unidad hipostasiada de “lo peruano” ni mucho menos la intención de delimitar “el espacio de lo peruano”. El autor pretende, a la vez, mucho más que la mera taxonomización, identificación y caracterización de un grupo supuestamente homogéneo, y también mucho menos; puesto que el autor parece haber renunciado de entrada al saber antropológico que tiende a reducir la sociedad o colectividad migrante a una supuesta identidad peruana (determinante de todo un carácter, de una serie de hábitos, de un ethos correlativo a una esencia, si se quiere), reducción que no es sino la reducción del problema del proceso migratorio a un problema policial o psicológico. Mucho más también, puesto que se trata de un trabajo etnográfico: la descripción de una población en proceso de migración y de los modos de producción de espacios (residenciales, económicos, culturales, de ocio). De suerte que la pregunta no es “¿qué es lo peruano?”; la pregunta es “¿cómo ‘lo peruano’ ha llegado a constituirse en la forma en que precisamente se ha constituido y se sigue constituyendo?”. Dicho de otra forma: ¿cómo lo peruano ha llegado a constituirse en un proceso experiencial que es indisociablemente interno y externo? El lector atento habrá notado que estamos frente a un libro con profundas raigambres filosóficas: toda una etnografía fenomenológica de la experiencia migrante, una etnografía de los fenómenos de formación social de la ocupación territorial migrante. Así las cosas, para hacer la etnografía de la territorialización peruana en Santiago, no se puede intervenir el “campo de fenómenos” con un logos supuestamente anterior a la voz (y menos cuando la unidad de un grupo, como nota el autor [19] solo puede fijarse por el trayecto que va de un país de origen a una ciudad de destino). Es necesario dejar discurrir la voz del migrante y atender a lo que dice. Y es precisamente como comienza esta investigación: el etnógrafo logra introducirse en una reunión de migrantes peruanos en la discoteca-restaurante La Conga (Santiago Centro) para no solamente “presenciar” o “ver”, sino también, y sobre todo, escuchar la voz migrante. ¿Qué se dice? Sería ingenuo creer que el etnógrafo se encontrará por fin con la expresión auténtica de “lo popular” del “otro”. Los problemas son de praxis: los migrantes plantearon problemas tales como la necesidad de construir una “mediación entre origen y destino” (problema residencial o de “territorialidad otra” [32]), o “la disputa de una legitimidad para la interlocución con las autoridades locales chilenas” (problemas de fiscalización y policial); por último, la necesidad de “desconcentrar la zona” económica ocupada por ellos mismos en Santiago Centro (problema de la “economía étnica”). Al “problema de espacio”, problema de la “diferencia migrante” (21), responde, desde dentro, toda una política de espacios. Lección profunda: cuando no se tiene nada que decir, hay que comenzar por escuchar.

  1. Espacio y lugar

Con esto tenemos también la matriz directora del presente trabajo: no se trata de saber cuán o cuán poco integrados están los peruanos (por qué no los colombianos, o los mismos chilenos, pregunta el autor en una nota importante de la página 19); tampoco se trata de acusar discriminaciones. El problema es el de la “constitución de un locus”, esto es, no de un mero espacio indeterminado, homogéneo, sino de un lugar cualitativamente diferenciado: “locus de recursos” o de “estigmatización”. En efecto, “estos espacios presentan en su interior un carácter propio, una especificidad de interacciones y prácticas sociales, de sentidos producidos por la experiencia migrante, que le dotan de una densidad específica” (20). ¿Quiere esto decir que volvemos al paradigma del migrante popular, identificado como tal y obligado a expresarse como tal? En ningún caso2. A la delimitación territorial (residencial y comercial) corresponde una dinámica interna que “determina su propia permeabilidad” (20). Y es que las dinámicas de estos lugares requieren constantemente de flujos extraños al círculo circunscrito a lo identitario (como es el caso de la articulación de las economías étnicas con capitales de pequeños empresarios chilenos), que dislocan el imaginario antropológico de la pureza de la economía étnica (capítulo tres). Porosidad del espacio, entonces, de los lugares ocupados por los migrantes peruanos; porosidad que en nada contradice la constitución de una colectividad, sino que la implica, más bien. De modo tal que, si hay algo como “lo peruano” en Santiago de Chile, esta identidad se construye, en esta ciudad, por sus espacios, o más bien por los modos de ocupación, de territorialización (que es siempre, por supuesto, una re-territorialización), a partir de una multiplicidad de individuos migrantes que vienen a conectarse —entre sí y con “autóctonos”— con sus particularidades en una compleja trama de ocupación territorial: formación de un “lugar”, de una diferencia en el espacio. Y aquí entra sin duda un tercer y último problema: no solo hay un problema de espacios, ni un problema de la diferencia migrante, sino también un problema de denotación, es decir, de los modos de denominación de “lo peruano” con los que, tanto desde dentro como desde fuera, “se aglutinan diversos sentidos acerca del espacio [ocupado por los migrantes peruanos]” (28). Aglutinación significante y funcional del espacio de identificación que se constituye como lugar a partir de determinaciones y denominaciones tanto extrínsecas como intrínsecas.

  1. “Centralidades migrantes”

El autor se ve en la necesidad de inventar el concepto de “centralidad migrante”, que permite una exploración de la experiencia migrante a partir de tres ejes: uno, el “vínculo entre lo espacial y lo social”; dos, las “formas comerciales y prácticas de ocupación del espacio público”; y tres, las formas de denotación, de estigmatización y de confinamiento que surgen de las instituciones locales chilenas. Así, este concepto permite incluir en el estudio de la experiencia migrante la “yuxtaposición de la concentración de la residencia y del comercio migrante” (22), distanciándose del concepto clásico de “enclave”, por no adaptarse a la complejidad del objeto de estudio de la presente investigación3. Ciertamente este distanciamiento no debe ser interpretado en términos de oposición. El autor es consciente de la importancia de los trabajos de Portes (y otros) al respecto: mediante el concepto de “enclave” ha sido posible explorar un fenómeno social que no se correspondía con la matriz de desarrollo de las ciudades elaborado por la escuela de Chicago (41-46)4. La migración peruana en Santiago, efectivamente, responde a algunos de los criterios que podrían hacer creer que se trata de un enclave en sentido estricto. Sin embargo, “supone otra estrategia de integración al mercado de trabajo, al mismo tiempo que constituyen un nuevo patrón de asentamiento urbano” (45). Por ejemplo: en los emprendimientos peruanos en Chile no hay una clara división social del trabajo (empresario peruano que contrate peruanos como mano de obra barata), sino que descansan muchas veces en el trabajo familiar (107-111). Pero sobre todo, mientras que “la fuerza de la idea de enclave radica en su capacidad de confinar unas prácticas, la idea de centralidad migrante parte de la descripción de lo confinado para comunicarlo con aquello que le rodea, esto es, le definen también su permeabilidad, su porosidad” (48). En efecto:

“(…) las formaciones comerciales de la migración peruana en Santiago forman parte de la construcción de un espacio público de la migración, un marco de visibilidad para la heterogeneidad propia de lo urbano, y en esa línea podemos interpretarlas como una estrategia de apropiación del espacio urbano en el marco de la experiencia migrante peruana, que aglutina una diversidad de otras dimensiones que por supuesto exceden la dinámica propiamente económica o comercial” (49).

Las centralidades migrantes determinan así la unidad fenoménica de investigación del presente estudio.

De este modo se articula el libro en torno a los diferentes aspectos que implica el concepto de “centralidad migrante”: primero, se propone un “examen del proceso económico interno que da lugar a los comercios”, que permite mostrar los límites de la noción de “economía étnica” (capítulo tres); segundo, un “análisis de las centralidades migrantes como espacios en que se produce un proceso de territorialización de la experiencia migrante” a través de la “construcción de una memoria de la ocupación de estos espacios en Santiago de Chile” (capítulo cuatro); tercero, se trata de la cuestión de la ocupación del espacio público (calle), ocupación que funciona como principio de reproducción de la experiencia migrante (capítulo cinco); por último, en cuarto lugar, y como consecuencia de lo analizado en el capítulo anterior, se analizan los “dispositivos que operan en contra de la indisciplina que estos usos suponen, y que valiéndose de la supuesta inseguridad, ilegalidad y falta de higiene vinculadas al comercio de alimentos, denotan y/o estereotipan lo peruano para confinarlo en otro lugar, para relocalizar una diferencia que se hace molesta sobremanera en espacios del centro de la ciudad, ahora recargados de sentido patrimonial” (capítulo seis).

  1. Algunas remarcas conclusivas

El libro da cuenta de una profunda y larga investigación, tanto de un acabado estudio de campo como de una potente discusión intelectual, a la vez etnográfica y filosófica. De esta forma, se es capaz de responder a la pregunta: ¿qué es lo que un etnógrafo podría enseñarnos acerca del espacio? Contra la construcción de imágenes guiadas por criterios comunicacionales, hay que responder de manera tajante: hay una producción, una formación siempre colectiva del espacio, o más bien, como ya se dijo, del lugar; una apropiación y apertura colectiva de los espacios de la ciudad. El libro de Alejandro Garcés es una obra importante para la etnografía en Chile y está sin duda marcado por el esfuerzo de toda una generación de antropólogos y sociólogos que tanto ha buscado la rigurosidad científica como la creatividad conceptual.

Notas

2Aunque el autor no lo cita, hay varios puntos de encuentro teórico con Le philosophe et sespauvres de J. Rancière.

3El “enclave étnico” se define como “la concentración en un espacio físico de firmas empresas étnicas que emplean una proporción significativa de trabajadores de la misma minoría” (43).

4“Contra la supuesta idea de la dispersión espacial como proceso geográfico simultáneo a la integración social de los migrantes, las trayectorias de estos mismos en destino nos hablan de una persistencia del centro como una importante fuerza aglutinadora de la residencialidad y de la economía migrante en la ciudad” (61).

Vicente Cortés – Universidad Alberto Hurtado y Universidad Diego Portales.

Acessar publicação original

[IF]

BUSTOS Beatriz (Comp), PRIETO Manuel (Comp), BARTON Jonathan (Comp), Ecología política en Chile: naturaliza/ propriedade/ conocimiento y poder (T), Editorial Universitaria (E), GIMINIANI Piergiorgio (Res), JACOB Daniela (Res), Estudios Atacameños (EA), Ecologia política, América/Chile (L), Natureza, Propriedade, Conhecimento, Poder

BUSTOS, Beatriz; PRIETO, Manuel; BARTON, Jonathan (Compiladores). Ecología política en Chile: naturaliza, propriedade, conocimiento y poder. [Sn.]: Editorial Universitaria, 2015. Resenha de: GIMINIANI, Piergiorgio;  JACOB, Daniela. Estudios Atacameños, San Pedro de Atacama, n.53, nov., 2016.

 

El libro “Ecología política en Chile: naturaleza, propiedad, conocimiento y poder”, editado por Beatriz Bustos, Manuel Prieto y Jonathan Barton, reúne a doce investigadores afiliados a universidades nacionales e internacionales, que comparten un interés en el estudio de los procesos eco-políticos que están afectando Chile. Los nueve capítulos que componen este libro dan fe de una gran heterogeneidad de enfoques analíticos y de las localidades de investigación. A pesar de su diversidad, los capítulos de “Ecología Política en Chile” se encuentran organizados a partir de una reflexión conceptual sobre los elementos claves para establecer un análisis comparativo y un diálogo entre las distintas posibilidades de investigación abiertas por la ecología política. Los editores proponen pensar la ecología política a partir de cuatro dimensiones: naturaleza, propiedad, conocimiento y poder. Al problematizar estas cuatro dimensiones, el libro nos invita a preguntarnos sobre cuáles son las naturalezas que las prácticas de uso y conservación de recursos naturales producen desde el punto de vista tanto ontológico como epistemológico.

El enfoque hacia la producción ontológica y epistemológica de la naturaleza en cuanto proceso político es una de las principales novedades del volumen. Sin embargo, no es la única. En los debates analíticos y políticos existe una tendencia a reducir la ecología política a oposiciones dicotómicas, que obscurecen la fragmentación e hibridación de lo político en las relaciones de poder en juego en los conflictos ambientales. Los capítulos de este libro, en particular los capítulos de Palomino-Schalscha y de Román y Barton, nos invitan a considerar el conflicto socio-ecológico más allá de categorías binarias, demostrando el carácter inmanentemente político de estos procesos. Esto va acorde al planteamiento de los autores sobre la ecología política como una postura que “rompe con el mito de la naturaleza como fenómeno prepolítico” (50). La reflexión sobre lo político avanzada por los autores de este libro, nos ayuda a reconocer las especificidades de este fenómeno en la ideología y lógica neoliberal. Esta consideración es inevitable debido a que cualquier estudio de ecología política en Chile, un bastión del neo-liberalismo desde el comienzo de la dictadura militar en 1973, hace evidente los mecanismos particulares de esta ideología en los procesos extracción y, en menor medida, de conservación de recursos naturales en la esfera pública como privada. A diferencia de lo que pueda pensarse en un primer momento, el neoliberalismo no es simplemente la ausencia de Estado, sino que más bien se caracteriza por la reconfiguración de la gobernanza pública según modelos de lógica financiera, (y ya no la teoría política o filosofía moral) con el fin de sustentar la expansión del mercado, en este caso, de recursos y servicios naturales. A pesar del evidente énfasis de la gobernabilidad medio ambiental neoliberal en el extractivismo, el neoliberalismo en el campo ecológico (como en tantos otros) no es un fenómeno exento de contradicciones. El ejemplo más evidente es el así llamado “neoliberalismo verde”, que mediante la propiedad privada de territorios coarta el extractivismo de recursos, iniciativa que va acorde a las lógicas y expansión del mercado. Como bien señala Palomino-Schalscha en su capítulo sobre los senderos pewenche Trekaleyin en el Alto Bío-Bío, dentro de las mismas lógicas neoliberales, hay espacio para la reapropiación de estas por parte de la sociedad civil, dando espacio a la contestación con el efecto de producir espacios de “aguante”, como fue propuesto por la antropóloga Elizabeth Povinelli (2011).

Otro aspecto llamativo de este libro es la apertura de un espacio de diálogo teórico entre corrientes de pensamiento que no suelen entrar en relación. Los capítulos de este libro se inspiran tanto en los principios de la acumulación por desposesión desarrollado por David Harvey (2003) y en general por la geografía neo-marxista a las corrientes post-humanas, inspiradas en el trabajo de Donna Haraway (2008) y Bruno Latour (2008) en el estudio de la ciencia y tecnología. La relación entre estas dos corrientes permite ver cómo su conjunción es solo en apariencia contradictoria. Por un lado, un enfoque estructural nos permite ver quién produce e impone modelos epistémi-cos dominantes sobre la naturaleza; por otro lado, una perspectiva post-humanista nos invita a reconocer cómo el conocimiento en sí mismo, es un proceso de construcción ontológico donde resulta difícil plantear una clara distinción entre conocimientos científicos y sociales. Ambas posibilidades coexisten en conflictos medioambientales, como el desastre ambiental provocado por la celulosa Arauco que vio la pérdida de vida de cien Cisnes de Cuello Negro en Valdivia, presentado por Sepúlveda y Sundberg, y el desarrollo de enfermedades causada por la sobrepoblación de salmón comercial en todo el sur de Chile analizado por Bustos. El estudio de estos tipos de casos se vuelve necesario por una reflexión crítica constante sobre la cultura del experticia, como un campo de saber a -politicizado que caracteriza la producción de conocimiento y políticas públicas en Chile.

Otras dos novedades relevantes de este libro son la pro-blematización del concepto de propiedad en las disputas medioambientales y la relación entre colonialismo y ex-tractivismo en juego, en los procesos eco-políticos contemporáneos en Chile. Los capítulos de Manuel Prieto y David Tecklin, demuestran como la propiedad es una relación de poder práctica más allá de su carácter legal. De esta forma, la propiedad aparece tanto como una imposición gubernamental y como un campo político abierto a fracturas, contradicciones y resistencias. La relación entre extractivismo y colonialismo es evidente en consideración de una larga historia de expropiación de recursos naturales hacia los pueblos originarios en Chile, legitimizada, principalmente, por mecanismos legales de propiedad como el de la terra nullius. La faceta opuesta del racismo ambiental es la penetración de ideas y símbolos asociados a los pueblos indígenas en el movimiento ambientalista, un fenómeno ampliamente documentado a nivel global (Tsing 2005). A pesar del riesgo implícito de esencializar las sociedades indígenas, el conocimiento de sus nociones eco-cosmológicas pueden contribuir al problemático reconocimiento de la diversidad cultural en Chile (o más bien su falta) y al desarrollo de nuevos valores medioambientales universales, un punto planteado por Rozzi en su capítulo sobre ética biocultural.

A pesar de las contribuciones que se han hecho explícitas, hay una interrogante que inevitablemente aparece al leer el texto ¿Hasta qué punto este libro sólo aplica marcos teóricos globales, provenientes de centros de producción de conocimiento a Chile, que vendría a ser periférico a estos? De hecho, rellenar un vacío analítico en un lugar como Chile, puede parecer inicialmente como el trabajo típico de traducción de conceptos desarrollados en los centros de una particular disciplina, en este caso los departamentos de geografía en las universidades del “norte”, y la aplicación de esto a un contexto supuestamente periférico. La centralidad de la traducción entre centros y periferias del saber académico ha sido destacada en los estudios coloniales para recalcar cómo ciertos lugares son destinados a ser casos de estudio y otros centros de producción de teoría. Es innegable que en este libro hay un interés loable en presentar al lector chileno e hispano hablante, algunas de las discusiones globales contemporáneas en geografía desarrolladas principalmente en el mundo anglófono. Sin embargo, la comunicación generada entre los contribuidores de este libro, de distintos contextos académicos, demuestra implícitamente no solo lo que el estudio del caso chileno puede beneficiar en términos de comprenderse a sí mismo mediante marcos teóricos globales, sino también lo que la comunidad académica y política global puede aprender de Chile. De esta manera, algunos conceptos que han tenido su génesis en el norte vienen a desterritorializarse y a enriquecerse con otras experiencias, dialogando y modificando el modo en que aparecen en el lugar de su génesis estos mismos conceptos.

Más allá de las contribuciones y discusiones teóricas de este libro, que hemos listado anteriormente, vale volver también a lo planteado por Tom Perreault en el prefacio del libro “el conocimiento académico crítico sirve tanto para la crítica como para la acción” (9). Esta frase, estrechamente vinculada a los orígenes de la ecología política y a su relación a los movimientos sociales, deja desde un comienzo este libro como una promesa inacabada. La función crítica está cumplida con creces, ahora queda esperar a ver cómo estas ideas son capturadas y resignificadas en las luchas ambientales que se están dando en el Chile actual, para sólo de este modo pasar a la tan ansiada acción.

Referências

Latour, B. 2008. Reensamblar lo social: una introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires: Manantial.         [ Links ]

Harvey, D. 2003. The new imperialism. Oxford University Press.         [ Links ]

Haraway, D. J. 2008. When species meet. Vol. 224. U of Minnesota Press.         [ Links ]

Povinelli, E. A. 2011. Economies of abandonment: Social belonging and endurance in late liberalism. Durham, NC: Duke University Press.         [ Links ]

Tsing, A. L. 2005. Friction: An ethnography of global connection. Princeton University Press.         [ Links ]

Piergiorgio Di Giminiani – Programa de Antropología y CIIR (CONICYT/FONDAP/15110006), Pontificia Universidad Católica de Chile. Avenida Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago ([email protected]).

Daniela Jacob – CIIR (CONICYT/FONDAP/15110006), Pontificia Universidad Católica de Chile. Avenida Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago ([email protected]).

Acessar publicação original

[IF]

 

 

 

 

Cartografia sentimental: transformações contemporâneas do desejo – ROLNIK (HU)

ROLNIK, Suely. Cartografia sentimental: transformações contemporâneas do desejo. [São Paulo: Estação Liberdade], 2007. Resenha de: ATHAYDE, Maria Cristina de O. O cartógrafo e as noivinhas. História Unisinos 13(3):314-317, Setembro/Dezembro 2009.

Suely Rolnik, em seu livro Cartografia sentimental: transformações contemporâneas do desejo, contempla-nos, nesse ensaio, com uma inusitada viagem pelo mundo da psicanálise e da subjetividade. O que poderia parecer, em um primeiro instante, uma mistura um tanto quanto difícil de ser assimilada por leitores(as) desavisados(as), é uma deliciosa aventura que nos leva a acompanhar a trajetória de um cartógrafo, um alter ego da autora? A autora é psicanalista, crítica de arte e de cultura e curadora. É professora titular da PUC-SP, onde coordena o Núcleo de Estudos da Subjetividade, no Pós-Graduação de Psicologia Clínica. Seu principal campo de pesquisa são as políticas de subjetivação na atualidade, tratadas de uma perspectiva transdisciplinar.

Seu trabalho privilegiou, desde os anos 1990, a arte contemporânea em sua interface com a política e a clínica. Com o advento dos estudos culturais, ou melhor, da História Cultural, temas como os abordados pela autora, uma psicanalista, passaram a ser antropofagicamente devorados e, posteriormente, assimilados e inseridos na escrita de historiadores e pesquisadores das ciências humanas em geral. Um lugar de destaque para esses estudos sobre a subjetividade deve ser reservado para Michel Foucault e suas pesquisas sobre a constituição do sujeito.

A subjetividade é um tema abordado não somente pelas diversas psicologias, mas também por outras disciplinas como a filosofia. Foucault (1985), que tinha formação em ambas as disciplinas, mostrou-nos como os sujeitos são constituídos. Scott (1995), uma das teóricas do gênero, afirma que as mulheres e os homens se constituem e se constroem na relação.

E Simone de Beauvoir (1967, p. 9) apregoava que “não se nasce mulher: Então, como Suely Rolnik nos mostra a mudança na política de subjetivação? Utilizando-se de vocábulos e conceitos reservados a um círculo restrito de leitores(as), a autora nos conduz a uma viagem cartográfica em companhia das noivinhas. Estas são vinte e quatro figurastipo que funcionam como personagens conceituais na resistência à sociedade disciplinar própria do capitalismo industrial.

A autora, ao servir-se de uma linguagem cinematográfica e do olhar subjetivo de uma câmera explícita, na parte inicial do livro, realiza o caminho que o cartógrafo percorrerá para mapear as trajetórias das noivinhas e os três movimentos do desejo. Com esta leitura, conhecemos o corpo vibrátil que nos permite apreender a alteridade em sua condição de campo de forças vivas que nos afetam, as quais se fazem presentes em nosso corpo, sob a forma de sensações.

O cartógrafo de Rolnik (2007) acompanha as possíveis trajetórias da nossa noivinha que vivia em um regime fordista e disciplinar, em seu ápice nos anos de 1950. São apresentadas algumas cenas, takes que acompanham o encontro da noivinha com o seu homem. A autora, utilizando-se de uma nomenclatura criativa, nomeia as figuras-tipo como, por exemplo, a “aspirante-a-noivinha” que se transforma em “aspirante-a-noivinha-que-vinga”; enquanto isso, dando uma olhadinha numa outra tela, vemos uma outra “aspirante-a-noivinha” que se transforma em “aspirante-anoivinha- que-gora”. Esta pode ter dois destinos: “noivinhaque- gora-e-gruda” ou “noivinha-que-gora-e-descola”.

As personagens apresentadas são a chave explicativa das cenas seguintes, pois se apresentam por intermédio do olhar vibrátil do cartógrafo que as acompanha na sua expedição até os anos de 1980. Mas, de fato, o que Suely Rolnik e o cartógrafo desejam mostrar, ao nos conduzirem em uma expedição em companhia das novinhas? A resposta talvez resida na identificação da procura do desejo, pensado como um processo de produção de universos psicossociais. Esta resposta também é a chave para entender como se dá o processo de produção de novos modos de subjetividade que foram afetados sobremaneira pela emergência do neoliberalismo.

Na explicitação necessária do método de abordagem da autora e da sua antropofagia, percebemos que a autora se utilizou de diversas fontes, ao compor seu corpus documental. Mesclando letras de músicas, trechos de filmes e obras de vários autores, a autora criou um estilo próprio de referenciar essas fontes. A referência é apenas parcial, como a própria autora explicita na introdução.

Frequentemente, não é à presença do próprio estrangeiro [autor] que o leitor terá acesso, mas à sua presença já metabolizada. Isso se percebe pelas citações, nem sempre literais, muitas vezes consubstanciadas numa evocação de ideias alheias que sofreram transformações, ao se incorporarem à elaboração e ao estilo desse texto cartográfico.

Essa presença pode ser reconhecida, visualmente, pela utilização do recurso do itálico na sua escrita. A presença metabolizada constitui seu método antropofágico, mediante o qual a autora, como os modernistas de 1922, devora os estrangeiros e, depois de devidamente assimilados, utiliza-os em seus escritos e demais manifestações artísticas. Há uma declarada admiração a Oswald de Andrade e ao Movimento Antropofágico, ambos referenciados no livro, como revela o trecho a seguir.

É que a antropofagia em si mesma é apenas uma forma de subjetivação, em tudo distinta da política identitária. Ela se caracteriza pela ausência de identificação absoluta e estável com qualquer repertório, a abertura para incorporar novos universos, a liberdade da hibridação, a fl exibilidade de experimentação e de improvisação para criar novos territórios e suas respectivas cartografias (Rolnik, 2007, p. 19).

Por exemplo, ao falar de desejo, Rolnik (2007) utiliza-se dos escritos de Deleuze e Guattari, que, por sua vez, já haviam deglutido, ou melhor, tinham se referenciado nos estudos de Spinoza. Outro conceito fundamental para a compreensão do texto de Rolnik (2007, p. 11) é o da micropolítica. Questões que envolvem os processos de subjetivação em sua relação com o político, o social e o cultural, por meio dos quais se configuram os contornos da realidade em seu movimento contínuo de criação coletiva integram esse conceito.

Além das noivinhas, como figuras centrais do livro, temos a temática do desejo e os modos de produção de subjetividade. O desejo, abordado ao longo de toda a trama, assim como as noivinhas e a subjetividade, é apresentado pela autora e desenhado em três movimentos, delineados no encontro entre a noivinha e o seu pretendente. Como diz Rolnik (2007, p. 31):

O 1.º movimento do desejo: no encontro, os corpos, em seu poder de afetar e serem afetados, se atraem ou se repelem. Dos movimentos de atração e repulsa geramse efeitos: os corpos são tomados por uma mistura de afetos. Eróticos, sentimentais, estéticos, perceptivos, cognitivos… E seu corpo vibrátil vai mais longe: tais intensidades, no próprio movimento em que surgem, já traçam um segundo movimento do desejo, tão imperceptível quanto o primeiro. Ficam ensaiando, mesmo que desajeitadamente jeitos e trejeitos, gestos, expressões de rosto, palavras… É que, você sabe, intensidades buscam formar máscaras para se apresentarem, torna-se”. se “simularem”; sua exteriorização depende de elas tomarem corpo em matérias de expressão. Afetos só ganham espessura de real quando se efetuam.

O terceiro movimento do desejo é o processo de simulação que se põe a funcionar, assim como se fazem os movimentos de territorialização e desterritorialização. Essas ações correspondem, respectivamente, ao nascimento de mundos e aos mundos que se acabam.

O cartógrafo de Rolnik (2007) nos leva para uma viagem histórica e geográfica que mapeia cartografias nas quais as noivinhas se territorializam como raízes ou rizomas, mas poucas se aventuram numa viagem que as desterritorializem. A autora, contudo, afirma que a máscara que a figura feminina veste tem o seu deadline, ainda mais nos tempos que correm, quando a vida dos territórios e de suas respectivas máscaras anda cada vez mais curta. As máscaras ou os artifícios são consequências do segundo movimento do desejo e, por conseguinte, de todo o movimento do desejo.

A autora tipifica, perfeitamente, em seu texto, todo o movimento de transformações que aconteceram com as figuras femininas, ou, simplesmente, com as mulheres a partir da segunda década do século 20.

Além de ser um livro escrito por uma psicanalista que se propunha a testemunhar a tortuosa luta pela criação de outra política de produção de subjetividade e de cultura e sua consolidação nos final dos anos de 1970 e constituir um balanço inicial dos anos de 1960 e 1970, focaliza o início dos anos de 1980. Desse modo, faz uma imersão na memória das sensações vividas naquele período e não das representações estabelecidas no imaginário da época, que ainda hoje perdura.

Podemos pensar este livro como altamente ligado ao feminismo e ao estudo das relações de gênero. Explico: a autora aborda muitas questões que são trabalhadas e estudadas por feministas ou pesquisadores das relações de gênero.

Na primeira parte do texto, podemos fazer ilações com os escritos de Betty Friedan e os dilemas enfrentados por várias mulheres das décadas de 1950 e 1960, que não tinham outra opção que não fosse o casamento. De igual maneira, é possível estabelecermos, como a autora fala, uma “empresa doméstico-matrimonial” (Rolnik, 2007), retratada mais detalhadamente na parte dois do livro. O cartógrafo, por meio de seu olhar criterioso, percebe a mulher se ocupando do espaço doméstico e gastando seu tempo entre compras, cuidados com o corpo e com o bem-estar do marido e dos filhos; enfim, a “noivinha-que-vinga” gerenciando uma pequena empresa do lar. Enquanto isso, o marido lida com as ações da bolsa e tudo o mais que se liga ao mundo dos negócios. É o retrato daquela antiga divisão: espaço privado versus espaço público. Às mulheres, estavam reservadas a esfera do lar e as tarefas a ele pertinentes; aos homens, o espaço público, com todas as suas sutilezas, as negociações e o poder.

Na segunda parte do livro, Rolnik (2007) nos mostra como essas noivinhas vivenciaram as transformações que ocorreram na parte ocidental do globo terrestre. A autora nos relata que, nesse processo de desterritorialização da subjetividade, as mulheres foram as mais atingidas.

Tal processo foi acentuado pela instalação da mídia, pela informatização do planeta e pela entrada maciça das mulheres no mercado de trabalho e na vida pública, portanto. A autora aponta que as mulheres desconheciam essa condição de trabalhadoras fora de casa, embora alguns estudos apontem que, em várias épocas, exerciam trabalho fora de seu domicílio, confirmando que esta não é uma condição da modernidade. Podemos destacar os estudos de Catherine Hall (1991) e de Michelle Perrot (1998).

Acompanhando, no texto de Rolnick (2007), o cartógrafo em sua viagem linear pela nossa história contemporânea, chegamos à era da mídia e dos “anos dourados”. Segui-lo-emos na sua expedição, presencianado os destinos das três noivinhas: “a-que-vingava”, a “quegorava- e-grudava” e a “que-gorava-e-descolava”. Elas se transmutam em militantes, feministas, hippies, liberadas e alternativas dentre outras. A formação dessas novas subjetividades é interessante de ser apreendida nas figuras das feministas, das militantes e das liberadas.

O desejo, em psicanálise, é sentido e pensado como falta: somos o sujeito da falta. Estamos sempre em busca de algo que nos complete, remetendo a uma sensação de que um dia fomos seres completos. Assim, Rolnik (2007) trabalha com a noção de carência. Na primeira parte do livro, as noivinhas buscam essa completude em um casamento, quiçá, em um homem que possa suprir todas as suas carências e expectativas. É um formar de subjetividade que orbita em torno dessa relação com o outro, ou seja, uma mulher dos anos de 1950, que almeja realizar o sonho de ser dona de casa, uma noivinha que gira em torno da figura masculina, de onde extrai sua dignidade e toda sua possibilidade de estruturar-se psíquica e socialmente.

Enquanto isso, na segunda parte do livro, dentre todas as formas possíveis de produção de subjetividade abordadas pela autora, podemos pensar no modo como a militante forja a sua nova subjetividade. A autora aponta que essa subjetividade, nas militantes, é formada por dois mitos: o da identidade cultural nacional-popular e o da revolução.

A temática da subjetividade foi abordada por Foucault (1984) em algumas de suas obras como em sua História da Sexualidade. Em O uso dos prazeres, o autor nos mostra como se dá o processo de subjetivação do indivíduo grego. Foucault (1984), utilizando-se do método genealógico, realiza um trabalho histórico da formação durante a Antiguidade, de uma hermenêutica de si, de como o ser humano se reconheceu como homem do desejo. Por meio de quais jogos de verdade o homem se percebe como o objeto e “através dos quais o ser se constitui historicamente como experiência, isto é, como podendo e devendo ser pensado?” (Foucault, 1984, p. 12).

Não podemos esquecer que as técnicas do cuidado de si diziam respeito ao homem grego que viveu entre os séculos V e IV a.C. Este homem deveria ser um homem livre e, por conseguinte, um cidadão grego. Foucault relata como o cuidar de si se tornou uma moral sexual, diferentemente do que se estabeleceu nos primeiros séculos nas quais o cuidado de si implicava em uma nova experiência de si.

Diversamente de Foucault (1984), que, em seus estudos, utilizava um aporte referendado em material empírico, Rolnik (2007) nos apresenta, em seu ensaio, o resultado de sua tese de doutoramento. Este é mais um suporte para os estudos dos modos de produção de subjetividade do que um livro que seja escrito com base em uma pesquisa empírica. Por exemplo, os trechos de música e ou de filmes citados servem como suporte para uma análise teórica que coadunam com aquilo que a autora quer retratar.

Retomamos o questionamento inicial quanto à possibilidade de o cartógrafo ser um alterego da autora, entendendo alterego como uma expressão da personalidade do próprio autor de forma geralmente não declarada. A resposta evoca a experiência da autora como exilada que morou em Paris por dez anos. Como ela mesma salienta, este livro é o seu primeiro trabalho após a escrita de Micropolítica: cartografias do desejo, com Felix Guattari (Guattari e Rolnik, 1986). De alguma forma, e bem presente, além, é claro, em vista do fato de ter escrito o livro, podemos entrever Suely em suas noivinhas.

Referências

BEAUVOIR, S. 1967. O segundo sexo: a experiência vivida. Rio de Janeiro, Difusão Europeia do Livro, 499 p.

FOUCAULT, M. 1984. História da sexualidade 2: o uso dos prazeres. Rio de Janeiro, Graal, 232 p.

FOUCAULT, M. 1985. História da sexualidade 3: o cuidado de si. Rio de Janeiro, Graal, p. 246 p.

GUATTARI, F.; ROLNIK, S. 1986. Micropolítica: cartografias do desejo.

Petrópolis, Vozes, 327 p.

HALL, C. 1991. Sweet Home. In: M. PERROT (org.), História da vida privada: da revolução francesa à primeira guerra mundial. São Paulo, Companhia das Letras, vol. 4, p. 53-87.

PERROT, M. 1998. Mulheres Públicas. São Paulo, Fundação Editora UNESP, 159 p.

SCOTT, J. 1995. Gênero: uma categoria útil de análise histórica. Educação e Realidade, 20:71-99.

Maria Cristina de O. Athayde – Mestranda do Programa de Pós- Graduação em História da UFSC. Participante do Laboratório de Estudos de Gênero e História (LEGH/ UFSC). E-mail: [email protected].