Ecología y subsistencia de los cazadores-recolectores en el Campo de Dunas del Centro Pampeano – NAHUEL (IA)

SCHEIFLER Nahuel A noticiasdoce.com .ar 2014 cazadores-recolectores

SCHEIFLER Nahuel A. Scheifler/noticiasdoce.com.ar/2014.

SCHIFLER N A Ecologia y subsistencia de los cazadores recolectores cazadores-recolectoresSCHEIFLER A. Nahuel. Ecología y subsistencia de los cazadores-recolectores en el Campo de Dunas del Centro Pampeano. Buenos Aires. Sociedad Argentina de Antropología, 2019. 272p. Resenha de: FRONTINI, Romina. Zooarqueología en el Campo de Dunas del Centro Pampeano: nuevos aportes para comprender la subsistencia durante el Holoceno medio y tardio. Intersecciones en Antropología, Buenos Aires, v.1, n.21, p.113-114, 2020.

El libro Ecología y subsistencia de los cazadores-recolectores en el Campo de Dunas del Centro Pampeano, de Nahuel Scheifler, deriva de un trabajo de investigación de cinco años como parte de la tesis doctoral del autor. En él se aborda la subsistencia de los grupos nativos durante el Holoceno medio y tardío en el sistema Lagunar Hinojo-Las Tunas y en la Depresión de Vallimanca, sectores en los que las investigaciones sistemáticas eran escasas hasta el momento.

El libro se estructura en diez capítulos. En el capítulo 1, el autor realiza el planteo general del tema ubicándolo espacial y temporalmente. Sintetiza los antecedentes de las primeras investigaciones en el sector de estudio, desarrolladas a partir de la década de 1930, y enuncia los objetivos de la investigación. La aproximación al tema de estudio es realizada desde la zooarqueología, con énfasis en la tafonomía, lo que permite evaluar el grado de resolución e integridad de los ensambles bajo estudio.

En el capítulo 2, Scheifler expone que la ecología del comportamiento humano y, específicamente, el modelo clásico de amplitud de la dieta constituye el marco teórico y conceptual a partir del cual serán interpretados los datos. Este marco teórico, ampliamente desarrollado en arqueología, resulta operativo para evaluar las estrategias de adaptación de los grupos que habitaron el Campo de Dunas Pampeano en relación con las características y fluctuaciones del ambiente. De este modo, y sobre la base de información ambiental, biológica y etnográfica, el autor formula una jerarquización de los recursos animales de la Región Pampeana, en la cual el guanaco es la especie de mayor importancia, seguida por el venado de las pampas, el ñandú, el armadillo y otras especies de menor porte.

En el capítulo 3 se desarrollan la caracterización geomorfológica y ambiental del sector bajo estudio y las variaciones de las condiciones ambientales durante el Holoceno. Esta información es articulada con la historia del poblamiento humano en la Región Pampeana (Capítulo 4) y con la jerarquización de los recursos faunísticos presentada en el capítulo 2, para formular las hipótesis de trabajo (Capítulo 5).

La descripción de la metodología del análisis arqueofaunístico y tafonómico se presenta en el capítulo 6, e incluye una serie de herramientas metodológicas (índices de riqueza, heterogeneidad y equitatividad taxonómica) apropiadas para dar respuesta a las preguntas de investigación. En el capítulo 7, el autor presenta la información estratigráfica, cronológica y del contexto arqueológico de los tres sitios estudiados: La Susana 1, Huencú Nazar y Laguna Cabeza de Buey 1. Para cada uno de ellos se presenta apoyatura gráfica (esquemas de plantas de excavación, fotos de paisaje, gráficos de distribución de materiales) que facilitan el acceso a la información.

La integridad y resolución de los conjuntos arqueológicos es abordada a partir de la comparación de diferentes variables tafonómicas que permitieron establecer variabilidad en los conjuntos en relación con los procesos culturales y naturales de formación de los sitios (Capítulo 8). De este modo, el autor pudo identificar claramente el origen humano de ciertos restos y el rol mixto en la depositación de especies pequeñas.

En el capítulo 9 se desarrolla la contrastación de las hipótesis sobre la base de la información presentada, a partir de la comparación inter- e intrasitio desde una perspectiva temporal. De este modo, el autor da cuenta de las variaciones temporales ocurridas en la amplitud de la dieta de los grupos cazadores recolectores y su vinculación con las fluctuaciones en el clima y en la disponibilidad de los recursos de mayor rango.

En el capítulo 10, integra la información novedosa generada en este libro con los antecedentes regionales y discute, a la luz de las nuevas evidencias, los modelos de subsistencia propuestos para la región.

Múltiples aspectos de esta obra son destacables. Uno de ellos es que permite diversos niveles de lectura. Un primer nivel está vinculado estrictamente con la información arqueofaunística original presentada en este volumen, minuciosamente descripta y que resulta muy valiosa para llenar un vacío de información en las investigaciones de la Región Pampeana. De esta manera, la obra contribuye a avanzar en el conocimiento de los modos de vida de los grupos nativos durante el Holoceno. De las interpretaciones realizadas se pone de manifiesto que la relación de los grupos con su ambiente debe ser abordada y comprendida en rangos espaciales significativos para los hombres y que las unidades de análisis tomadas son pertinentes para dar cuenta de los mecanismos adaptativos en un área particular. Las decisiones humanas en el pasado generaron adaptaciones múltiples de acuerdo con las circunstancias puntuales.

Otro nivel de lectura, más general y que puede ser de interés para un público amplio y no especialista, está dado por la síntesis de la información arqueológica disponible sobre el poblamiento de la Región Pampeana. La manera de organizar la información constituye una adaptación de la propuesta de Zangrando (2009) e incluye una división de la historia en tres grandes etapas: Ocupación pionera, Regionalización e Intensificación, que resultan operativas para sistematizar la información disponible. De este modo, el texto resulta en un capítulo de síntesis actualizado y relevante para un público amplio que puede incluir estudiantes y jóvenes en formación.

Otro aspecto para destacar es que esta obra, tal como lo expresa el autor, no está cerrada, sino que constituye un punto de partida. Es el inicio, con sólidas bases, de propuestas interpretativas que contribuyen al conocimiento de la arqueología de la Región Pampeana pero que deben ser contrastadas y redefinidas con el avance de las investigaciones. Celebro las expectativas del autor para repensar sus propuestas cuando exista nueva información que ponga de relieve la característica dinámica del conocimiento científico.

Por último, tengo la convicción de que esta obra tendrá un rol destacado en la historia de las investigaciones en la Región Pampeana y se transformará en un texto de consulta permanente, y en un referente por su sistematicidad y claridad en la expresión de las ideas. Resulta un aporte de excelencia para la arqueología regional, ¡los invito a disfrutarla!

Romina Frontini[email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur, Argentina Zooarqueología en el Campo de Dunas del Centro Pampeano: nuevos aportes para comprender la subsistencia durante el Holoceno medio y tardío Intersecciones en Antropología, vol. 21, núm. 1, 2020 Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Referencias

Zangrando, A. F. (2009). Historia evolutiva y subsistencia de cazadores-recolectores marítimos de Tierra del Fuego. Sociedad Argentina de Antropología.

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l Sitio Chenque I. Un cementerio prehispánico en La Pampa occidental. Estilo de vida e interacciones culturales de cazadores recolectores del Cono Sur americano – BERÓN (IA)

BERÓN, Monica (Comp.). El Sitio Chenque I. Un cementerio prehispánico en La Pampa occidental. Estilo de vida e interacciones culturales de cazadores recolectores del Cono Sur americano. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, sd. 532p. Resenha de: DILLEHAY, Monica. Violencia, salud y vida social expresada en patrones mortuorios de cazadores y recolectores de La Pampa. Intersecciones en Antropología, Buenos aires, v.20, n. 2, ago./ dic., 2019.

Mónica Berón y sus colegas presentan un excelente análisis interdisciplinario de las prácticas de entierro para explorar las relaciones de salud, sociales y demográficas de los cazadores y recolectores en el cementerio de Chenque I en el Parque Nacional de Lihué Calel en La Pampa occidental.

El sitio data de hace 1050 a 290 años, con un hiato entre 700 y 400 AP, probablemente debido a la sequía y el abandono en la zona. Los datos son únicos en calidad y detalle debido al énfasis en el uso a largo plazo, pero intermitente, del cementerio comunal. Al ver los entierros en el cementerio como elementos activos de distintos grupos sociales a lo largo del tiempo, los autores analizan un conjunto de datos locales que demuestran el uso de ciertas tradiciones de entierro y las diferencias socioculturales, y cómo ciertos factores afectaron la deposición y preservación del entierro. Además, las prácticas mortuorias expresan una igualdad social abierta y una membresía comunitaria más inclusiva a medida que los niños se incorporaban al cementerio.

En general, los datos de entierro sugieren los cambios diacrónicos en el género, las definiciones de grupos sociales y la salud, aunque en tiempos históricos tempranos se muestran estados sociales ligeramente diferentes, pero no tanto entre los sexos como entre las edades.

Más específicamente, el diseño espacial de los entierros –principalmente en forma de paquetes discretos temporalmente– y el tratamiento de cuerpos en Chenque I demuestran varias fases de desarrollo. En las fases iniciales, los entierros eran primarios simples, secundarios simples y múltiples y disposiciones simples. Para las fases posteriores, los entierros más complejos están presentes en forma de primarios dobles y presentan diferentes formas de tratamiento de los cuerpos. Los entierros posteriores se agrupan, mientras que los más tempranos se colocan al azar, y los posteriores muestran una progresión hacia una mayor complejidad social.

Uno de los períodos más interesantes de la práctica mortuoria es entre 400 y 290 AP, el período histórico, cuando hay más violencia evidenciada en los huesos y cuando los muertos, en su mayoría, estaban envueltos con pieles pintadas adornadas con cuentas de materias primas malacológicas. También, la falta de entierros intrusivos de periodos sucesivos y la separación espacial de los grupos de entierros en diferentes paquetes sugieren que el cementerio representa un lugar de memoria y posiblemente un conocimiento de dónde se ubicaron los entierros anteriores.

Berón examina bienes y adornos (e.g., tocados, cuentas, metales) asociados con los cuerpos, que en ocasiones incluyen materiales exóticos importados como turquesa, cobre nativo, cobre estannífero y plata, derivados a través de adquisiciones directas y, más probablemente, “down-the-line”, intercambio presumiblemente de los Andes del noroeste de Argentina o del sur de Bolivia. La presencia de metal a partir de 1000 años es la más temprana en las regiones pampeana y patagónica. El estudio de Cimino y Pastorino (pp. 263-284) sobre la malacología de las cuentas demuestra la importación de conchas de los océanos Pacífico y Atlántico. Hay tocados que demarcan a ciertos individuos, en un caso especial tal vez un guerrero. Diferentes tratamientos de entierro y adorno están presentes para niños y adultos. En resumen, se analiza el papel de los tipos de bienes y adornos para la identificación sociocultural, y el análisis de los bienes y sus asociaciones con cuerpos de diferentes sexos y edades es especialmente exitoso. El estudio detectó algunas pruebas de estatus de individuos y mostró diferencias en los que recibieron un tratamiento de entierro ligeramente especial, como el posible guerrero.

El análisis de la salud es algo diferente de otros temas examinados, ya que señala con poca frecuencia las diferencias de edad y sexo entre los cuerpos.

El estudio de Luna (pp. 101-136) sobre el perfil de mortalidad revela lo que parece ser un número excesivo de jóvenes enterrados, con un gran número de muertes antes de los 10 años. Aunque casi la mitad de la población total nunca llegó a la edad adulta, muchos otros murieron entre los 20 y 40 años de edad, en concordancia con los perfiles de mortalidad de otras sociedades de cazadores-recolectores prehistóricos de todo el mundo. La edad promedio en el momento de la muerte no cambió drásticamente con el tiempo o incluso difirió mucho entre hombres y mujeres adultos.

El análisis de hipoplasia del esmalte, caries, hiperostosis porótica / cribra orbitalia, periostitis y, en particular, trauma / fracturas, produjo algunos resultados interesantes. La cantidad de daño post mortem a los esqueletos, especialmente en el ambiente seco del desierto del sitio, es algo sorprendente. Los estudios de Di Donato (pp. 137-164) y Oliva (165- 176) sobre los huesos, la entomología y otros análisis revelan daños significativos en algunos casos. El estudio de Aranda y Araujo de paleoparásitos (pp.

327-340) también indica alteraciones considerables de los huesos. Además, Diana (pp. 341-365) estudió el estrés físico en los huesos adultos, que mostró diferencias por edad y sexo que se relacionan principalmente a diferentes tareas de trabajo. Luna y Aranda (pp. 419-452) también revelaron diferentes patrones bucales a lo largo del tiempo y por edad y sexo. El estudio de Musaubach y Babot (pp. 397- 418) de los microrresiduos en los dientes reveló el consumo de Bromus y otras plantas comestibles.

Uno de los patrones más notables del registro de entierros de Chenque I, especialmente en los últimos tiempos, es la evidencia de violencia y guerra. Al parecer, hubo dos períodos de conflicto mayor: 1050-700 AP, cuando dicho conflicto pudo haber sido más restringido y regional, y 435-290 AP, cuando hubo una interacción intergrupal más intensa y una contienda interétnica más amplia, que es el período colonial. En esta última etapa, la violencia puede haberse asociado con una mayor movilidad, la llegada de nuevos grupos y la disputa por las rutas de intercambio en los Andes hacia el oeste, con un mayor contacto entre diferentes grupos de diferentes áreas (especialmente la región de Araucanía y Chubut). Los estudios de Barberena et al. (367-395) sobre los isótopos confirman la presencia de entierros locales y no locales y sugieren un movimiento transandino entre el este u oeste durante el último período. La presencia de adornos de concha marina de los océanos, tanto del Pacífico como del Atlántico, también sugiere un movimiento y/o intercambio entre el este u oeste. Sin embargo, como se señaló anteriormente, debe haber habido algún intercambio y movimiento hacia el norte, como lo sugiere la presencia de turquesa y cobre.

El estudio de los artefactos líticos por Velárdez (pp.173-223) y Carrera Aizpitarte (pp. 225-262) revela la diversidad tecnológica y las materias primas derivadas de fuentes locales y no locales; también evidencia la movilidad y el intercambio entre áreas.

En un capítulo al principio del libro, Molinari (pp. 49-74) analiza la comunidad moderna de Lihué Calel y su participación en la arqueología del parque nacional y en el patrimonio cultural en general.

El libro termina con una larga discusión entre Guastavino, Berón y Di Biase (pp. 497-525) acerca de temas similares, que muestra que el sitio del cementerio no solo es para los muertos prehistóricos sino también para la sociedad actual.

Este estudio mostró que la sociedad de cazadores- recolectores de la Pampa occidental no era tan simple como podríamos haber imaginado. Con la metodología interdisciplinaria y la base de datos presentada para Chenque I, los arqueólogos pueden comparar el sitio con diferentes características de entierro en otros sitios, utilizando una variedad de factores y períodos de tiempo para obtener una imagen más clara respecto de si otras sociedades de cazadores y recolectores en el Cono Sur y en otros lugares osciló en composición social y complejidad a lo largo del tiempo. A lo largo de la historia, muchas sociedades de cazadores y recolectores en todo el mundo parecen haber pasado de niveles más bajos a niveles más altos de complejidad social.

La metodología del libro también es útil por su configuración intertemporal, que permite a los investigadores de Chenque I ajustar bien las identificaciones temporales y culturales de las diferentes fases de uso del sitio. En resumen, el libro pretende ser una nueva línea de base para los estudios de enterramiento en el Cono Sur (y en otros lugares), en los que los académicos pueden usar los datos resumidos y las tendencias de enterramiento para explorar estos problemas y analizar de manera más sistemática los diferentes sitios, períodos y culturas.

Al final, al igual que con cualquier estudio a gran escala, hay problemas y nuevas preguntas sin respuestas. Por ejemplo, me gustaría haber visto más información sobre los patrones de asentamiento locales o regionales que relacionen el cementerio con otros tipos de sitios, especialmente con cualquier sitio residencial conocido posiblemente vinculado a Chenque I. También pensé que debería haber un análisis más comparativo del sitio con otros cementerios de cazadores-recolectores en todo el continente, especialmente con respecto a la violencia doméstica e intergrupal. También se necesita más explicación del significado de los paquetes de entierro separados. Finalmente, quizás en el futuro se puedan realizar análisis genéticos en una muestra de individuos de diferentes paquetes para probar sus afinidades locales y no locales.

A pesar de estas pocas preocupaciones, el libro de Berón y sus colegas trata sobre uno de los mejores y más minuciosamente investigados sitios de cementerios de cazadores-recolectores prehistóricos e históricos en América del Sur. Es una lectura obligada para profesionales y estudiantes interesados en este nivel de la sociedad indígena y específicamente en los patrones mortuorios. Este volumen establece un nuevo estándar para investigaciones científicamente rigurosas que se acompañan de interpretaciones intuitivas de la base de datos y asociaciones con la comunidad viva local. Todos los capítulos están bien concebidos y repletos de datos empíricos. Berón y sus colegas también son diligentes en revelar cualquier sesgo y el contexto dentro del cual se acercan al registro arqueológico.

Sería refrescante si presenciáramos mucho más de este tipo de arqueología.

Tom D. Dillehay – Universidad de Vanderbilt, EEUU, Department of Anthropology / Universidad Austral de Chile, Puerto Montt, Chile, Nashville, TN 37325, Estados Unidos. E-mail: [email protected].

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Carnívoros y huesos humanos de Fuego Patagonia: aportes desde la Tafonomía Forense – MARTIN (IA)

MARTIN, Fabiana María. Carnívoros y huesos humanos de Fuego Patagonia: aportes desde la Tafonomía Forense. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 2006. 204p. Colección Tesis de Licenciatura. Resenha de: MARTÍNEZ, Gustavo. Intersecciones en Antropología, Olavarría, v.10 n.2, jul./dic., 2009.

Recientemente se ha ejemplificado y discutido con casos de estudio concretos si los enfoques tafonómicos desarrollados en el marco de programas de investigación arqueológicos ofrecen una voz más a la hora de las interpretaciones arqueológicas o si ejercen una suerte de tiranía que tira por tierra todo aquello que hemos defendido como producto de la conducta humana (Gutiérrez 2009).

Dentro de este planteo, me interesa resaltar de donde surge el problema o la elección del tema de estudio llevado a cabo por Fabiana Martin: de un proyecto arqueológico con una fuerte preocupación por entender la tafonomía en varios de sus aspectos. La premisa, en este caso, es entender el uso de los cuerpos humanos por carroñeros como recursos alimenticios y sus consecuenciasconsecuencias tafonómicas. A la aplicación de metodologías propias de estudios contemporáneos y fósiles de casos arqueológicos la autora suma los resultados de las investigaciones desarrolladas en el campo de la Tafonomía Forense, introduciendo así variables de estudio que complejizan las historias tafonómicas de los restos humanos. En este sentido, la introducción de la Tafonomía Forense al campo de aplicación arqueológica, en tanto marco de referencia, es una innovación metodológica importante que implicó sumergirse en la teoría y metodología de los análisis forenses para derivar expectativas de modificaciones causadas por carroñeros sobre huesos humanos, tanto en contextos naturales como arqueológicos. Sin duda, esta no es una tarea menor, ya que obligó a la autora a considerar y trabajar fuertemente en la adecuación de resultados y escalas de aplicación al registro arqueológico a través de la búsqueda de análogos modernos derivados de la Tafonomía Forense (e.g., enfoques tafonómicos experimentales y naturalistas). En esta adecuación escalar, el tiempo, la resolución e integridad resultaron variables importantes cuando se consideran los objetivos forenses y los arqueológicos. El foco principal de la Tafonomía Forense es dilucidar las causas de muerte en contextos actuales en tanto que, desde una perspectiva arqueológica, uno de los intereses principales es tratar con la contemporaneidad de los huesos que componen un entierro o un depósito arqueológico y registrar los grados y modos de destrucción de las unidades óseas involucradas. La discusión y análisis por parte de la autora del denominado Locus E3, en la localidad Tres Arroyos, es un caso paradigmático de esta tarea: aquello que originalmente había sido considerado como un entierro secundario fue reinterpretado como un depósito causado por la acumulación de huesos pertenecientes a un cuerpo que se desplazó naturalmente hacia una trampa natural. En este caso, los elementos óseos presentan numerosas marcas de carnívoros producidas antes de su depositación final. Como menciona la autora, los tafónomos forenses se concentran en la acción de carnívoros que “modifican la escena del crimen”, en un tiempo inmediato. Sin embargo, como arqueólogos también estamos interesados en ver cómo los carnívoros enmascaran otras marcas o alteraciones en restos óseos humanos que se producen en instancias antemortenperimorten y postmorten. En otras palabras, desde una perspectiva tafonómica, los arqueólogos nos interesamos más en la destrucción y dispersión de las unidades, que en las causas de muerte de los individuos. Así, el lector encontrará en este libro cómo se entrelazan coherentemente análisis tafonómicos de restos óseos humanos desde marcos forenses, arqueológicos, paleontológicos y paleoecológicos.

En este sentido, la autora analiza variables y efectos tafonómicos (e.g., estudio longitudinal de carcasas, datos y modelos de carroñeos de cánidos, meteorización, geoformas y potencial de entierro, estabilidad, marcas de roedores, carnívoros, raíces, abrasión, presencia de líquenes, de manchas de manganeso, etc.) cuyos resultados se combinan con evidencia estratigráfica, experimental, conservacional, etnográfica, etc. Sobre esta base, se suman aquellas evidencias derivadas de los estudios forenses como estadios de desarticulación y dispersión de restos óseos humanos, consumo de tejidos blandos humanos y patrones de marcas producidos en huesos humanos por diferentes carroñeros.

Desde el punto de vista de la aplicación de esta metodología, una de las virtudes de este trabajo es la variabilidad de casos elegidos para su aplicación. El rango de los mismos va desde huesos humanos cuidadosamente enterrados y/o protegidos hasta huesos sueltos en sitios diversos de Argentina (e.g., Frailes) y Chile (e.g., Cerro Johnny, Cerro Tetera, Cueva de los Chingues, Tres Arroyos). En otras palabras, se toma ventaja del estudio de huesos humanos en diferentes situaciones, tanto de hallazgo como de completitud, sin descuidar ningún tipo de evidencia, con un tratamiento sistemático de la misma que disminuye la posibilidad de sesgos en la interpretación. Los siguientes casos ejemplifi can este proceder.

En el Cerro Johnny, en el campo volcánico de Pali Aike, se registró un entierro primario en excelentes condiciones de preservación, con tejidos blandos, con segmentos articulados, envuelto en un quillango y que, a pesar de estas condiciones, presentó intensas modifi – caciones efectuadas por carroñeros (zorros grises). Sin embargo, a pesar de la intensidad de estos procesos, no se detectó dispersión de restos óseos. Esta situación habría sido favorecida por el hecho de que el sitio funcionó también como una madriguera y esto explica el carroñeo pasivo de los carnívoros sobre estos huesos enterrados, sin generar la dispersión de los mismos.

En el Cerro Tetera, también en el campo volcánico Pali Aike, se registraron unos pocos huesos dispersos y desarticulados, tanto en superficie como semienterrados y con mala preservación. Se trata de una madriguera de carnívoros pero, paradójicamente, los huesos que se esperaría posean mayor frecuencia de marcas (e.g., fémur, coxal, tibia, etc.) no muestran evidencias de carroñeo.

Estos dos casos muestran claramente la variabilidad de situaciones a la que se enfrentó la autora a través de la aplicación sistemática de la metodología ya apuntada a todos los casos por igual, mas allá del origen, grado de completitud y conservación de los contextos analizados. La variabilidad de casos investigados mostraron que esta metodología es un instrumento valioso y útil a la hora de inferir historias tafonómicas sin asumir a priori estados naturales o situaciones arqueológicas.

Fabiana Martin nos informa también que algunos mamíferos como los zorros excavan y carroñean entierros humanos que yacen hasta 30 cm de la superfi cie del terreno, exponiendo cuerpos completos, partes de estos, tejidos blandos, etc., y que estos carroñeros son capaces de mover pequeñas rocas en cuevas para acceder a los esqueletos humanos.

Son variadas e importantes las implicaciones de los contenidos de este libro para la Arqueología y Tafonomía en general y, sobre todo, para la interpretación de sitios donde se registran restos óseos humanos. En primer lugar, la diversidad de situaciones enfrentadas por la autora mostró variabilidad de situaciones de carroñeo, a pesar de que los mismos agentes (e.g., zorros) estuvieran envueltos en ellas. Independientemente de la información sobre las marcas producidas y la intensidad del daño, son destacables los aspectos relacionados al transporte hacia madrigueras solapadas espacialmente con sitios de entierro. En segundo lugar, este trabajo muestra que los estudios tafonómicos de restos óseos humanos, concretamente referidos al carroñeo y a la acción de ciertos carnívoros, poseen un importante potencial para realizar inferencias paleoecológicas, de interacción entre carnívoros y humanos en ecosistemas determinados tales como el del caso de estudio, Patagonia Meridional y Tierra del Fuego durante los últimos 2000 años. Asimismo, estos resultados fueron integrados con otros contextos de Patagonia, como el caso del Lago Salitroso, donde también los esqueletos humanos fueron carroñados por zorros. En tercer lugar, el enfoque novedoso de la aplicación de la Tafonomía Forense a estos casos de estudio no sólo cobra relevancia en sí mismo, sino que puso de manifi esto el enorme potencial del sistemático trabajo actualístico llevado a cabo durante casi 25 años en el área. Claramente, los seguimientos tafonómicos en Patagonia meridional y Tierra del Fuego mostraron su utilidad y su versatilidad para ser combinados en forma coherente con líneas de investigación generadas en otras disciplinas, como los estudios forenses.

En cuarto lugar, este trabajo es aplicado a variadas situaciones donde se entrelazan esferas ligadas a la etología de ciertos predadores y a ciertas dimensiones de la conducta humana, como las prácticas mortuorias. El complejo manejo de los cadáveres evidenciado arqueológicamente en las regiones Pampeana y Patagónica incluye desde la exposición de los cuerpos a las condiciones atmosféricas, su entierro, en algunos casos el desentierro de los mismos, descarne, armado de fardos funerarios en modalidades secundarias, etc. El trabajo de Fabiana nos muestra cómo, en cualquiera de estas instancias, los carnívoros pueden estar presentes y nos alerta sobre la importancia de tener en cuenta su acción. Pero además se observa, como en el caso de Cerro Johnny, cómo la conducta humana (e.g., modalidad de inhumación) también condiciona el accionar de estos predadores y las trazas que fi nalmente dejan sobre los restos óseos humanos.

El punto de partida de este trabajo (una necesidad arqueológica y no tafonómica en sí misma), el recorrido seguido (una metodología plural, con base en analogías relacionales coherentemente aplicadas) y los resultados a los que arriba Fabiana Martin en este libro hacen que esta suerte de paradoja multivocal y/o tiránica se desvanezca.

Referências

Gutiérrez, M. A. 2009 Tafonomía ¿tiranía o multivocalidad? En Perspectivas Actuales en Arqueología Argentina, editado por R. Barberena, K. Borrazzo y L. A. Borrero. CONICET, Buenos Aires. En prensa.

Gustavo Martínez – CONICET, INCUAPA. Facultad de Ciencias Sociales (UNCPBA). Avda. del Valle 5737, B7400JWI, Olavarría, Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]

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Tramas en la Piedra. Producción y Usos del Arte Rupestre – FIORE; PODESTÁ (C-RAC)

FIORE, Dánae; PODESTÁ, María Mercedes. Tramas en la Piedra. Producción y Usos del Arte Rupestre. Buenos Aires: AÍNA (Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología), WAC (World Archaeological Congress) y Sociedad Argentina de Antropología, Altuna Impresores, 2006. 278p. Buenos Aires. Resenha de: OLIVERA, Daniel E. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.39, n.2, p. 287-290, dic. 2007.

El libro Tramas en la Piedra reúne una serie de trabajos presentados en las Secciones 3 y 4 del VI Simposio Internacional de Arte Rupestre (29 de noviembre al 4 de diciembre del 2003, Jujuy, Argentina), coordinadas por Dánae Fiore y Agustín Llagostera, respectivamente. Este Simposio, una de las más importantes reuniones científicas de la especialidad, convoca a especialistas del tema de todo el mundo, pero muy especialmente de Latinoamérica y constituye un campo fértil para debatir ideas y actualizar el estado de las investigaciones en arte rupestre.

Es auspicioso que se hayan editado estos trabajos, cuyos 26 autores poseen reconocida trayectoria en el tema y son verdaderos referentes para todo aquel que desee incursionar en el apasionante universo del Arte Rupestre.

Existen diversos aspectos a destacar sobre la obra. En primer lugar, que se trata de versiones de las ponencias revisadas y corregidas por los autores y evaluadas por destacados especialistas previo a su publicación. Por otra parte, la variedad de las temáticas tratadas convierten a esta obra en elemento de consulta permanente, con especial referencia al tema de producción y usos del arte rupestre. Finalmente, la cuidada edición, la prolijidad de los gráficos y fotos y la rica bibliografía citada en los trabajos son un mérito incuestionable que debe asociarse a buena medida a la seriedad y capacidad de las editoras Dánae Fiore y María Mercedes Podestá.

Desearíamos detenernos algo más en los contenidos de los diferentes aportes, ya que existen abundantes motivos de interés que merecen destacarse.

En primer lugar, la Introducción escrita por las editoras posee dos aspectos importantes. Primero realizan un apretado y profundo resumen histórico de las tendencias teóricas que sirvieron de marco a las investigaciones en arte rupestre en arqueología. Es destacable la rigurosidad, análisis crítico y capacidad de síntesis puesta de manifiesto por las autoras en este punto. A continuación, esbozan los contenidos de los diferentes capítulos destacando los aspectos más relevantes de cada uno de ellos.

Debido al comentario anterior, evitaremos ser reiterativos en la descripción de los contenidos de cada capítulo, ya que estos han sido resumidos brillantemente por las editoras. Sin embargo, realizaremos algunas reflexiones generales que consideramos pertinente destacar sobre el valor de los mismos.

El primer bloque de tres capítulos se dirige a analizar producción y uso del arte en función de su relación profunda con el proceso creativo. Martí Mas Cornelia es el único autor que trata una temática europea sobre la andaluza Cueva del Tajo de las Figuras en Cádiz (España). Sin embargo, su aporte metodológico es muy valioso, ya que reúne diferentes vías analíticas combinando técnicas de campo, laboratorio y experimentales, consiguiendo aportar una proposición hipotética novedosa y sugerente: el interés de los autores del arte rupestre por comunicar información faunística que, además, muestra cierta diacronización en relación a los cambios de la misma en el ambiente. Dejamos a lectores más especializados la discusión sobre las interesantes implicancias de esta hipótesis.

El trabajo de Fiore acerca de la distribución espacio-temporal nos plantea interesantes reflexiones sobre cómo el análisis tecnológico y distribucional de sitios con arte pueden aportar importantes resultados para evaluar aspectos procesuales y poblacionales en el caso particular de la Patagonia Argentina, pero con implicancias metodológicas y teóricas que pueden ser útiles en su aplicación a otras áreas diferentes. Es llamativa la conclusión de la autora respecto de que técnicas distintas (pintura y grabado) mostrarían transmisión y reproducción espacio-temporal diferencial de acuerdo a sus características materiales y cualidades visuales.

Eminentemente relacionado en su orientación con el anterior, el trabajo de Crivelli Montero también apunta a considerar las diferencias en el aumento de sitios a través del tiempo y sus variaciones estilísticas en la cuenca media y superior del Río Limay Nordpatagonia, como relacionadas con diferentes intencionalidades en el mensaje al observador del arte. Al principio estarían orientados a ser compartidos por miembros corresidenciales para promover aspectos de cohesión social, mientras posteriormente se dirigirían hacia miembros de otros grupos con las implicancias étnicas y territoriales que ello conlleva. Es sugestivo el uso de variables cronológicas y cuantitativas en los trabajos de Fiore y Crivelli para su análisis, lo que, en mi opinión, abre perspectivas importantes acerca de la relación entre el arte rupestre y otros aspectos del registro arqueológico para analizar cuestiones de poblamiento, funcionamiento y territorialidad en los procesos sociales arqueológicos.

Los siguientes diez capítulos presentan una variada gama de intereses que tienen que ver con la producción de arte rupestre en relación al uso del arte y dinámica social. El primero de ellos, de Fernández, apunta al análisis del estilo de grecas en la misma área anterior (Cuenca del Río Limay) para discutir cronología a través de distintos indicadores incluyendo fechados radiocarbónicos de sitios unicomponentes, proponiendo la fecha más antigua para ese estilo (700 años a.p.) documentada en la región.

El trabajo de Belardi y Goñi, por su parte, aporta una rica discusión sobre la utilización de un modelo de circulación y uso del espacio entre las cuencas altas y bajas de la región de los lagos Strobel-Cardiel (Santa Cruz, Patagonia Argentina). El modelo utiliza el arte rupestre como un elemento central de evidencia, combinado con la tecnología lítica y equipamiento del espacio. El trabajo es realmente sugerente en lo que respecta a la interpretación de la estructuración logística de espacios diferentes por parte de las poblaciones y donde las imágenes del arte habrían sido usadas como mecanismos de circulación de información. Siguiendo la misma línea, Ferraro y Molinari analizan los componentes del arte rupestre de dos sitios en la meseta del Lago Strobel, y basándose en criterios estilísticos, tecnológicos y estructurales de los paneles rupestres concluyen que a partir de los últimos 2.500 años el espacio de la meseta sufre una jerarquización manifestada en el uso reiterado por parte de los grupos cazadores-recolectores durante la transición Holoceno Medio a Tardío.

Los siguientes tres trabajos tienen una relación importante entre sí, no sólo porque corresponden a la misma región, Antofagasta de la Sierra (Puna de Cata-marca, Argentina), sino porque se orientan teórica, metodológica y analíticamente dentro de los mismos parámetros claros y precisos que tienen que ver con la interacción entre las poblaciones humanas, su paisaje y los recursos de subsistencia con indudables repercusiones sociales y simbólicas. El primer trabajo, de Aschero, apunta al estudio de varios sitios que cubren un lapso de 4.500 a 2.500 años a.p. y cree notar la relación entre el arte y las crecientes actividades patoriles cuando aún continúan las de caza recolección. Estas modalidades parecen estar buscando su coexistencia frente al posible conflicto en un proceso inicial de mayor complejidad social y creciente circunscripción espacial.

A continuación, el mismo Aschero junto a Martel y López Campeny, presentan una propuesta audaz y novedosa respecto de ciertos motivos rectangulares con diseños geométricos internos en la misma región anterior. Estos denominados “cartuchos” los ubican entre el 0 y los 500 años a.p. en virtud de variadas evidencias contextúales y los relacionan a diversos aspectos de la vida social y económica de los grupos agropastoriles tempranos de la región. La sugestiva propuesta apunta a que dichos motivos, disímiles en cuanto al diseño, pero idénticos técnicamente, no solamente establecerían límites físicos de espacios (productivos, domésticos, funerarios, etc.), sino que estarían estableciendo diferencias identitarias de linajes sociales e, incluso, elementos simbólicos de vinculación con los ancestros. Agregan a la información arqueológica elementos etnográficos del mundo andino actual, lo que incrementa el interés de la propuesta.

Finalmente, también para Antofagasta de la Sierra, Martel propone una relación entre sectores con recursos básicos para las prácticas socioeconómicas y la producción de arte rupestre, para el período Formativo (3.000 a 1.500 años a.p.). Martel observa que existiría una relación proporcional entre la densidad de sitios con arte y la oferta de recursos entre las quebradas altas y los sectores intermedios de la cuenca. Debido a que los sectores intermedios serían los más ricos propone, apelando a conceptos de disminución del riesgo ambiental, que su control social sería más proclive a situaciones de conflicto. Los motivos de enfrentamiento en el arte rupestre, más abundantes allí que en las quebradas altas, avalarían esta proposición. La riqueza del trabajo se manifiesta en proponer una relación firme entre aspectos comunicativos del arte y variables socioeconómicas.

El siguiente trabajo, de Podestá et al., resulta novedoso en su tratamiento de evidencias rupestres históricas en Ichigualasto (San Juan, Argentina) relacionadas con el arreo de vacunos, actividad muy común a fines del siglo XIX y principios del XX. Esta actividad fue de gran importancia no sólo para las regiones del NOA, sino que establecía vínculos trasandinos con Chile. La información de los grabados asociados a los arrieros, donde sobresalen las marcas de ganado, se enriquece con el aporte de la documentación histórica y los relatos de los informantes que sobreviven de esa época. Los autores consideran a los grabados no sólo con aspectos de identidad, uso de caminos e información para los arrieros, sino incluso lo consideran una supervivencia de una expresión simbólica que los liga a una larga tradición indígena de más de 10.000 años de realizar grabados en las rocas.

El trabajo de Núñez et al. retoma el apasionante tema del arte rupestre como vinculado de manera directa con los contextos socioeconómicos del pasado. Analizan la variación en el uso del arte entre los períodos Arcaico Tardío (ca. 4.815-3.950 años a.p.) y el Formativo Temprano (ca. 3.200-2.400 años a.p.) en la Puna de Atacama (Chile). A partir de múltiples líneas de evidencia, que no excluye el cambio ambiental, analizan la variación desde el primer contexto cazador-recolector hacia las sociedades pastoriles formativas donde se evidencia una indudable complejización sociopolítica. Encuentran que las asociaciones entre los estilos representativos de ambos momentos muestran una serie de elementos transicionales que indican la derivación del uno al otro, donde se incrementa el carácter público de la representación icónica en los momentos pastoriles.

A continuación, el trabajo de Valenzuela et al. indaga en el vínculo entre el uso del arte rupestre y sus lugares de emplazamiento para los petroglifos y geoglifos del Valle de Lluta en el Norte de Chile. A través del análisis detenido de 29 sitios, correspondientes a los períodos Intermedio Tardío y Tardío (ca. 1.100-1.550 d.C), notan que el emplazamiento y las actividades desarrolladas varían según las dos modalidades de arte. Los geoglifos estarían orientados a una expresión pública asociada a zonas de tránsito este-oeste conectadas a redes de intercambio regional e interregional. Los petroglifos, por el contrario, se asocian a caminos locales de caravanas, contextos domésticos y ceremoniales con baja visibilidad y escasa exposición pública. Esto se altera en sólo dos casos donde se ubican en sectores polifuncionales que articulan áreas productivas, domésticas y caminos, lo que los lleva a la conclusión de que estas expresiones actuarían en la marcación y sacrali-zación de espacios sociales, al mismo tiempo que denotarían la jerarquización y el prestigio que adquirieron estos lugares.

El mismo apasionante tema del caravaneo andino abordan Núñez y Cartajena en su trabajo sobre el sitio Purilacti 1 y su arte rupestre. Asocian directamente este sitio con las rutas caravaneras que conectaban el oasis de San Pedro de Atacama con el sector del Río Loa durante el desarrollo de la cultura San Pedro (400-1.200 d.C). Son importantes las evidencias que asocian al sitio a la funcionalidad caravanera y a la tradición San Pedro. Pero más interesante aún es el vínculo con el sitio Inca e histórico Purilacti 2 que no sólo indicaría la continuación del uso de las rutas preincaicas, sino que la presencia de motivos grabados coloniales e históricas (siglos XIX y XX) muestran, más allá de la lógica variación icónica, la continuidad del uso de los sitios cuyo emplazamiento espacial ocupaba un lugar principal en el entramado de rutas y funcionalidades de la práctica caravanera a través del tiempo.

Los tres trabajos que cierran el volumen, referidos al ámbito de la Patagonia Argentina, son una conclusión importante del mismo, en relación a los usos que pueden tener las manifestaciones rupestres en el presente.

El primero de ellos, de Belelli y Podestá, aborda el tema de cómo los circuitos eco turísticos implementados en el valle del Río Manso Inferior incluyen el sitio “Paredón Lanfré”, el cual se convierte en un foco de atracción para los visitantes. Las autoras destacan cómo la intervención científica asegura tanto el respaldo de la información para el turista como los recaudos para la preservación del sitio. Asimismo, destacan al sitio como parte de la reconversión económica regional y auguran que en el futuro la incorporación de nuevos sitios abrirá excelentes perspectivas de desarrollo para la zona.

Contrasta en parte con lo anterior el caso presentado por Belelli en el siguiente trabajo, referido a los sitios del Valle Medio del Río Chubut, donde la fuerte presión para la incorporación de los sitios con arte a los circuitos turísticos se realiza sin la suficiente planificación ni tomando las medidas adecuadas de protección del ambiente y el registro arqueológico y paleontológico. Los numerosos años de investigación en la región autorizan a la autora a llamar la atención sobre el rol jugado en este proceso por los diferentes actores sociales en el uso del patrimonio. Más allá de los intentos de los investigadores y algunas autoridades provinciales por implementar una gestión sustentable, la autora advierte que la falta de control adecuado pone en riesgo el patrimonio del arte rupestre al acelerarse los procesos de degradación del mismo.

Finalmente, el trabajo de Onetto analiza el proceso que se desarrolló en el sitio Cueva de las Manos (Río Pinturas, Santa Cruz, Argentina) que a través del interés científico inicial y los prolongados esfuerzos del recordado arqueólogo Carlos Gradín, llevó a la puesta en valor del sitio y a su uso como atracción turística al ser declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO debido a sus cualidades excepcionales. La autora, partícipe directa de las actividades de manejo implementadas, relata los mitos y realidades resultantes de las tareas de gestión y administración de Cueva de las Manos, que se convirtió en un sitio de alto valor tanto social como académico.

El apretado resumen de las páginas anteriores es sólo un pálido reflejo de las emociones y el interés que recibí al leer esta obra. Fue para mí una oportunidad excelente para poner al día mis informaciones e ideas sobre la problemática y redescubrir su importancia como registro para la interpretación acabada de los procesos sociales y económicos del pasado.

No me caben dudas que se ha de convertir en una lectura imprescindible tanto para los expertos en el arte rupestre, en especial de la región andina y patagónica, como para todo arqueólogo que indague en sus investigaciones sobre el pasado prehispánico de Sudamérica.

Las cualidades de este volumen son variadas y todas de gran importancia, pero deseo destacar muy especialmente dos de ellas. Primero, la contribución al terreno metodológico, que muestra el avance permanente en metodologías cada vez más confiables para el estudio del arte rupestre indígena donde confluyen aportes que van desde la arqueología a la etnografía y, en segundo término, la riqueza de ideas que a través de contribuciones hipotéticas sólidas apuntan a jerarquizar la discusión científica sobre las sociedades prehis-pánicas. Esto muestra que la tantas veces sostenida y controvertida afirmación de acusar a los estudios de arte de estar al límite de la especulación y carecer del rigor científico necesario, si es que alguna vez tuvo sustento, hoy está lejos de reflejar la realidad de este tipo de estudios.

Los colegas que han aportado sus esfuerzos para conformar esta obra echan definitivamente por tierra esa veleidosa afirmación anterior y colocan al arte rupestre como un registro riguroso y fundamental para aportar a los estudios del pasado humano. Se trata de un libro que no sólo aporta utilidad científica, sino que produce un innegable placer en su lectura. Recorriendo sus páginas recordé al autor Henry James, ya que sentí que iba atravesando ese entramado pétreo del título para ir descubriendo esa evasiva “figura en el tapiz” que sólo se hace visible cuando se posa en ella la mirada constante y sistemática.

Daniel E. Olivera – CONICET-INAPL y Universidad de Buenos Aires; Buenos Aires. E-mail: [email protected]

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Arqueología de la Educación. Textos, indicios, monumentos. La imagen de los indios en el mundo escolar – PODGORNY (IA)

PODGORNY, Irina. Arqueología de la Educación. Textos, indicios, monumentos. La imagen de los indios en el mundo escolar. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología. Buenos Aires, 1999. 222p. Resenha de: ENDERE, María Luz. Intersecciones en Antropología, Olavarría, n.1, ene./dic., 2000.

La Dra. Irina Podgorny cuenta con una sólida formación en arqueología y antropología y ha publicado numerosos trabajos en temas relacionados con historia de la ciencia en Argentina, en especial de la arqueología y la antropología en el período de institucionalización de las mismas y de la creación de los grandes museos nacionales hasta la primera mitad del siglo XX.

En este trabajo se reproduce en parte su tesis doctoral “Arqueología y Educación: la inclusión de la arqueología pampeana en la educación argentina”, presentada en 1993. Lo que ha sido excluido de la versión original es la segunda parte en la cual se analizaban los trabajos científicos en base a los cuales se organizó el estudio del pasado indígena entre 1880 y 1940, por haber sido objeto de publicaciones anteriores de la misma autora y que no son ajenos al lector familiarizado con la producción de Podgorny en los últimos años (en especial Podgorny 1999).

Esta publicación, aunque tardía, no es menos oportuna ya que aborda una cuestión poco explorada en Argentina, cual es la presentación de la arqueología y del pasado indígena en la enseñanza primaria (actual EGB) en la provincia de Buenos Aires. Pese a que la relación entre arqueología y educación es una cuestión que ha sido objeto de reflexión por parte de autores extranjeros (en particular MacKensie y Stone 1990), en el marco de la denominada arqueología postprocesual (Hodder 1986), la producción de trabajos que se ocupen específicamente de cómo se enseña la arqueología y el pasado indígena en la escuela en Argentina es muy escasa. Si bien se reconoce en los ámbitos científicos que el pasado prehistórico está virtualmente excluido en la educación formal argentina, no hay suficientes trabajos de investigación que contrasten esta afirmación con la realidad cotidiana que se vive en las aulas.

Desde la arqueología postprocesual se ha enfatizado la subjetividad de la interpretación del pasado y su manipulación desde el presente, manipulación de la que no ha sido ajena la arqueología (ver Kohl y Fawcett 1995; Díaz-Andrew y Champion 1996). En esta línea interpretativa, recobra especial interés la indagación de cómo el pasado o determinadas versiones del pasado han servido de fundamento a políticas hegemónicas, así como a la consolidación de una identidad nacional única -y al mismo tiempo negadora de toda posible diversidad étnica o cultural-, sobretodo en las nuevas naciones surgidas a partir de procesos de descolonización.

En este sentido, la educación formal constituye un instrumento idóneo para difundir la idea de nacionalidad cuya fuerza homogeneizante requiere necesariamente la negación y exclusión de todo pasado que pueda proveer de algún resquicio para una versión que difiera de la historia oficial, así como la exaltación de aquello que pueda servir de base a las “nuevas” tradiciones nacionales (en el sentido de Hobsbawm y Ranger 1983).

En ese marco la indagación sobre la presentación del pasado indígena y la inserción de la arqueología en la currícula escolar -tanto en la formación de docentes como de alumnos-, así como en los libros de textos permite comprobar qué lugar ocupaban en la “versión oficial” del pasado y comprobar cómo el mismo se fue modificando a través del tiempo.

Este trabajo abarca el período 1880-1990 en los cuales -destaca Podgorny- se ponen de manifiesto dos diferentes modelos culturales de nación: el de la homogeneidad cultural y el crisol de razas, correspondiente a la etapa de la consolidación institucional del país (1880-1940) y el de nación pluricultural evidenciado en las políticas culturales instrumentadas desde la restauración democrática de 1983.

La propuesta de Podgorny consiste en analizar las representaciones acerca de los indígenas en la educación formal en la provincia de Buenos Aires con el fin de “comprender los usos de tales imágenes en la consolidación del sentimiento de pertenencia a la nación”.

Reconociendo su basamento metodológico en la “arqueología del saber” de Foucault (1969) en el cual “los discursos y saberes son definidos como ´monumentos ´ y analizados en su materialidad”, Podgorny señala que “los discursos que se originan y se usan en la vida cotidiana en la escuela pueden ser definidos como monumentos de una cultura contemporánea que contiene en sí elementos procedentes de las mentalidades y culturas del pasado, más allá de la voluntad de los participantes actuales de ese discurso, (…) tales restos pueden ser hallados también en el discurso de los científicos y, desde ese punto de vista, ambos tipos de discursos pueden ser equiparados” (pág. 4).

Esta “arqueología de la educación” argentina es reconstruida mediante análisis de contenido de documentos, entrevistas, observación participante, etnográfica y encuestas y se basa en tres tipos de evidencias: los contenidos curriculares, la realidad en el aula -a través del caso de estudio- y el análisis de los textos escolares, que permiten evaluar no sólo los contenidos sino también la articulación entre arqueología y educación a través del tiempo.

La obra se estructura en dos partes. En el capítulo primero de la primera parte, aborda la situación escolar contemporánea a través del análisis de las imágenes, los presupuestos y las categorías utilizadas en la presentación de los pueblos aborígenes de los programas de educación primaria y demás documentación oficial en la provincia de Buenos Aires entre 1975-86, período durante el cual se produce el paso de un modelo hacia el otro. En el capítulo segundo, se contrasta la reforma curricular impuesta desde el Estado con la realidad en el aula, tomando como caso de estudio escuelas de la zona sur del Gran Buenos Aires, en las cuales se efectuó el trabajo de campo entre 1987-1989. En el tercero, aborda los conceptos de historia y ciencias sociales que manejan los docentes entrevistados durante el trabajo de campo y en el cuarto, las representaciones de los pueblos indígenas y las ideas acerca de los indios que expresan los alumnos.

Al final de la primera parte, la autora marca las contradicciones existentes en el mundo escolar: “mientras que en los documentos y manuales se define a la argentina como un país pluricultural y plurilingüe, los contenidos y la lógica de la organización de los contenidos tienden a una presentación que entraña la exclusión de los pueblos indígenas” (pág. 100). Al tiempo que señala que las categorías que efectivamente se usan en la escuela primaria, presentan a los pueblos indígenas como entidades naturales desconectados tanto de su propia historia como de la historia nacional.

En la segunda parte del libro, Podgorny analiza la presentación de las sociedades indígenas en los textos utilizados en las escuelas bonaerenses entre 1880 a 1989, reconstruyendo la relación entre arqueología, discursos acerca de la nacionalidad y contenidos educativos a través del tiempo. Es allí donde se pone de manifiesto la segunda contradicción, ya que mientras el modelo de crisol de razas continuó vigente en gran parte del siglo XX, la fluida relación entre investigación arqueológica y educación que existía hasta 1925, comenzó a eclipsarse desde entonces hasta su total desconexión.

Las razones de esta crisis Podgorny las busca más allá del ámbito estrictamente educativo y se remite a la disputa entre arqueología e historia en ocupar un lugar de privilegio en el discurso intelectual -y político sobre los orígenes de la nacionalidad argentina. Por otro lado, esa desconexión fue agravada por “la relativa autonomía de las editoriales con respecto a la información que hacen circular” y a la reiteración año tras año de la misma información a través de un proceso que la autora califica de “autoplagio” de los manuales escolares (pág. 171). Finalmente, la realidad educativa aportó un elemento adicional: pese a la existencia en el mercado de manuales que responden al cambio de modelo curricular desde 1980, los viejos manuales seguían siendo usados en el aula para fines de esa década. Y lo que es aún peor se puede estimar que están todavía hoy en uso, tomando en consideración la conclusión a la que arriba la propia autora luego de relevar los textos escolares usados en las escuelas investigadas: “el desfasaje entre la fecha de publicación del libro y las del uso por un niño, oscila entre los tres y los treinta años” (pág. 163).

En conclusión, este trabajo tuvo en el momento de su producción y sigue teniendo aún una gran cuota de originalidad pues ilustra con datos de la realidad la distancia que media entre la información arqueológica que se maneja en los ámbitos universitarios y académicos y la contenida en los manuales de instrucción básica y, lo que es peor aún, las categorías que manejan docentes y alumnos sobre la arqueología y sobre los pueblos indígenas y su pasado. La lectura de las respuestas de los entrevistados es a la vez divertida y trágica, cuando se comprueba que los equívocos de los niños escasamente puedan ser aclarados por los docentes. Podgorny enfatiza que este trabajo “es una evidencia arqueológica de la situación de la enseñanza de la historia hacia fines de la década de 1980” y que no pretende que sea visto como el presupuesto de una realidad inmutable. Sin embargo, por más optimistas que seamos con los beneficios que hayan traído dieciséis años de democracia, el tiempo que requieren los cambios en educación permite suponer que no se esté demasiado lejos de la realidad actual en muchas aulas del país.

Reflexionar sobre esta cuestión, es también el punto de partida para un nuevo desafío para los arqueólogos en Argentina, cual es cómo presentar la arqueología al público de una manera más democrática y pluralista (ver Jameson 1997; también Stone y Molyneaux 1994; McManus 1996).

En este sentido, la elección de este trabajo para su publicación en la colección Tesis doctorales de la Sociedad Argentina de Antropología ha permitido la difusión de una investigación que no merecía permanecer inédita y que sin duda será de gran utilidad, no sólo para la reflexión de los propios arqueólogos, sino de todos aquellos que estén de algún modo involucrados con la presentación del pasado a través de la educación formal y no formal.

Referências

Díaz-Andreu, M. y T. Champion (eds.). 1996 Nationalism and Archaeology in Europe. UCL Press, Londres.    [ Links ]

Foucault, M. 1969 La arqueología del saber. Siglo XXI, México.   [ Links ]

Hobsbawm, E y T. Ranger (eds.). 1983. The Invention of Tradition. Cambridge University Press, Cambridge.    [ Links ]

Hodder, I. 1986 Reading the past; current approaches to interpretation in archaeology. Cambridge University Press, Cambridge.    [ Links ]

Jameson, J. (ed.). 1997 Presenting Archaeology to the Public. Diging for Truth. Altamira Press, Londres.   [ Links ]

Kohl, P y C. Fawcett (eds.). 1995 Nationalism, Politics and the Practice of Archaeology. Cambridge University Press. Cambridge.    [ Links ]

MacKensie, R. y S. Stone (eds.). 1990 The Excluded Past. Archaeology in Education. Routledge, Londres.    [ Links ]

McManus, P. (ed.) 1996 Archaeological Display and The Public. Museology and Interpretation. Institute of Archaeology, UCL, Londres.    [ Links ]

Podgorny, I. 1999 El argentino despertar de las faunas y de las gentes prehistóricas. Coleccionistas, Museos y estudiosos en la Argentina entre 1880 y 1910. EUDEBA, Buenos Aires.   [ Links ]

Stone, P. y B. Molyneaux (eds.). 1994 The Presented Past. Heritage, Museums and Education. Routledge, Londres.   [ Links ]

María Luz Endere – INCUAPA – Departamento de Arqueología. Facultad de Ciencias Sociales. UNCPBA. Avenida Del Valle Nº 5737. B740JWI Olavarría. Buenos Aires. Correo electrónico: [email protected]

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