Quantitative Methods in Archaeology Using R – David Carlson

CARLSON David Quantitative Methods
David Carlson. www.researchgate.net/project/Quantitative-Methods-in-Archaeology-Using-R

CARLSON D Quantitative Methods in Archaeology Using R Quantitative MethodsLos métodos cuantitativos ocupan un lugar central en la arqueología contemporánea y son objeto de numerosas publicaciones cada año, desde manuales universitarios hasta artículos teóricos y técnicos. Su desarrollo va de la mano del acceso a recursos informáticos cada vez más potentes y versátiles, tanto hardware como software. En el caso de las aplicaciones estadísticas se cuenta con soluciones propietarias y de código abierto. Entre las segundas se destacan lenguajes de programación como Python o R. Aquí haremos foco sobre el segundo de estos lenguajes y sobre un manual de reciente publicación: Quantitative Methods in Archaeology Using R, de David L. Carlson, publicado en 2017 por Cambridge University Press.

Res un lenguaje especializado en análisis estadístico y la generación de gráficas (plots), mantenido, distribuido y documentado por CRAN Project (Comprehensive R Archive Network). Además de la gratuidad, las ventajas de R incluyen flexibilidad y potencia analíticas, la posibilidad de almacenar todos los pasos de un análisis y una biblioteca de paquetes desarrollada por la comunidad de usuarios, que contempla una gama exhaustiva de disciplinas y técnicas. Finalmente, con un dominio mínimo de R es posible crear funciones y paquetes nuevos, existiendo ya algunos específicos para arqueología (e. g. Price et al., 2016).

La principal desventaja de Res que la casi totalidad de las operaciones se realizan por medio de una consola de comandos o de un archivo de código fuente y, por lo tanto, es necesario conocer su sintaxis y la forma en que una función opera sobre distintas estructuras de datos (vectores, listas, data frames). Si bien Rcuenta con una amplia documentación y bibliografía, más tutoriales y foros de discusión de programadores como stackoverflow, hay muy pocos textos introductorios dedicados a su aplicación en arqueología. Quantitative Methods in Archaeology Using R (QMARen adelante) realiza una contribución muy importante a la cobertura de esta vacancia.  El autor, David L. Carlson, fue profesor de antropología de la Universidad de Texas A&M hasta 2019 y el manual reseñado es la síntesis de su labor docente al frente de cursos de grado en métodos investigación arqueológica, además de su experiencia investigativa. Previamente, Carlson ya había escrito guías auxiliares de R para manuales introductorios de estadística arqueológica (e. g. Drennan, 2010; Shennan, 1997).

La meta de QMARes brindar una guía práctica a la aplicación en Rde distintas técnicas estadísticas. El manual cubre al menos dos áreas. En primer lugar, introduce el lenguaje R al público inexperto, familiarizando al lector con la instalación, interfaz de usuario, paquetes y librerías, importación de datos, sintaxis, operaciones y conceptos centrales de la programación orientada a objetos (funciones, clases e instancias de objetos, tipos de datos, etc.). A lo largo de los capítulos, a la par que se introducen distintos tipos de análisis, Carlson brinda ejemplos paso a paso de codificación, nuevas librerías y funciones, preparación de datos para análisis o de cómo agregar detalles a las figuras. Cada capítulo cierra con una lista completa de las funciones utilizadas.  Segundo, QMAR brinda un arsenal amplio de aproximaciones cuantitativas a los datos arqueológicos. La introducción repasa algunos de los grandes problemas y preguntas de la arqueología. En ella se describen los distintos tipos de medidas utilizadas (dicotómicas, nominales, ordinales, numéricas, etc.), se clasifican los datos cuantitativos de la arqueología en cuatro tipos -de forma, composición, edad y localización- y se reseñan cuatro grandes áreas de los métodos cuantitativos -estadísticas descriptiva, inferencial y bayesiana y aprendizaje estadístico. A partir del capítulo 3 el libro hace un recorrido progresivo que inicia con la estadística descriptiva, la generación de tablas y gráficos, siguiendo con la transformación de datos (distribución, ponderación, escalado, etc.), la contrastación de hipótesis, análisis de correlación, técnicas exploratorias multivariadas, culminando con algunos problemas y técnicas específicas de arqueología, tales como la distribución espacial de hallazgos, seriación y diversidad de conjuntos artefactuales. Al explicar un método, Carlson detalla su base teórica y metodológica, su alcance y cómo interpretar su resultados. Las demostraciones del manual se basan en datasets arqueológicos reunidos en la librería archdata de R, de manera que el lector pueda reproducirlos. Como cabe esperar, QMARno agota el extenso arsenal de métodos cuantitativos disponibles hoy (e.g. estadística bayesiana o ciencia de datos), pero da una base adecuada para abordarlos subsecuentemente.  Hay que destacar que QMARes también un recetario; el código de un ejemplo puede ser tomado como base y adaptado a nuestros propios datos y problemas. El código completo de los ejercicios está disponible para bajar desde la página web del autor (https://sites.google.com/a/tamu.edu/dlcarlson/home). Carlson pone también a disposición del público guías auxiliares de R para diversos manuales de estadística. Hay que señalar que de una versión a otra de Ro de sus librerías puede variar la sintaxis de una determinada función, por lo que a veces podemos vernos en la necesidad de modificar un comando.

Es muy probable que en los próximos años seamos testigos de un uso más extendido de R y, probablemente, Python entre los arqueólogos de América Latina. Es por ello que QMAR es un excelente punto de partida.

Carlson, D. L. (2017). Quantitative Methods in Archaeology Using R. Cambridge: Cambridge University Press Drennan, R. D. (2010). Statistics for archaeologists. Springer.

Shennan, S. (1997). Quantifying archaeology. University of Iowa Press.

Carlos Belotti López de Medina – Es doctor en arqueología por la Universidad de Buenos Aires y actualmente se desempeña como investigador en el Instituto de las Culturas (IDECU, UBA, CONICET). Su especialidad es la zooarqueología de las sociedades agroalfareras del Noroeste argentino.

Para citar este texto:


CARLSON, David L. Quantitative Methods in Archaeology Using R. Cambridge Manuals in Archaeology. Cambridge: Cambridge University Press, 2017. Resenha de: BELOTTI, Carlos. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, Buenos Aires, v.2, n.13, p.101-104, 2019.

Conservation Practices on Archaeological Excavation: Principles and Method – PEDELI; PULGA (CL)

PEDELI, Corrado; PULGA, Stefano. Conservation Practices on Archaeological Excavation: Principles and Methods, 2013. Resenha de: AZEVEDO, Paula de Aguiar Silva. Cadernos do LEPAARQ– Textos de Antropologia, Arqueologia e Patrimônio, v.12, n.24, 2015.

Na busca da conservação de qualquer material é necessário entender as suas particularidades, perceber as suas necessidades e aprender as características do contexto desse material. Quando falamos de remanescentes arqueológicos, nosso entendimento deve alcançar toda a sua trajetória. Ele foi produzido, utilizado, passou pelo processo de enterramento para ser descoberto e estudado. Durante esse caminho o material pode se apresentar de diversas formas, sendo imprescindível que o monitoramento de seu estado de conservação se dê desde a escavação arqueológica. Mas a conservação in situ ainda é um desafio, não só pela complexidade das ações que essa envolve, como também a dificuldade da formação de um profissional qualificado para essas ações, além das barreiras que podem surgir na comunicação entre o profissional conservador e o arqueólogo. Isso implica no reconhecimento dos arqueólogos da necessidade das ações de salvamento ao mesmo passo da busca contínua de uma dupla-formação do conservador-restaurador, onde este possa compreender e participar do processo de uma pesquisa arqueológica.

No livro Conservation Practices on Archaeological Excavation: Principles and Methods de Conrrado Pedeli e Stfano Pulga, temos importantes informações sobre princípios e métodos de conservação in situ, numa visão ampla que abarca diversas tipologias de materiais e sítios arqueológicos. Aborda desde o planejamento da escavação até a conservação de estruturas a longo prazo. Apesar de ainda não possuir uma tradução para o português, o texto é desenvolvido numa linguagem simples e de fácil compreensão dos termos técnicos, comumente usados na área de conservação e restauração. É um tipo de leitura que pode ser feita por ambas as áreas pois, enquanto o arqueólogo pode se familiarizar com os conceitos que implicam a conservação, o próprio conservador encontra um guia sobre a ações que envolvem a conservação em escavações arqueológicas. É um texto direcionado para o profissional da conservação, apontando as necessidades e desafios que podem acometer uma escavação arqueológica, incluindo a conservação do sítio em si. É importante ressaltar que o livro foi escrito num contexto italiano/europeu trazendo sempre referencias de sítios históricos. Ao aplicar as medidas apresentadas no livro devemos levar sempre em consideração o contexto do sítio arqueológico e, se necessário, fazer adaptações.

Um dos problemas que podem surgir entre o conservador e arqueólogo é a diferente visão que os envolvidos numa escavação podem ter sobre uma mesma situação. Há pontos no texto onde os autores demonstram as diferentes expectativas que esses profissionais podem ter, por exemplo, na retirada de um objeto do solo. Enquanto o conservador pode considerar apenas a fragilidade do objeto, preferindo por intervenções imediatas ao mesmo, o arqueólogo pode preferir ações mais demoradas para que sejam feitos todos os registros necessários. Essa divergência deve ser resolvida através do diálogo em que se encontre a melhor abordagem, respeitando a materialidade do objeto em consonância com as necessidades das pesquisas arqueológicas.

Logo no primeiro capítulo Excavation and Conservation os autores colocam a necessidade do planejamento das medidas de conservação. Para isso, é necessário o envolvimento do conservador-restaurador desde o início dos preparativos. Assim, pode-se coletar informações sobre os diversos fatores que influenciam a conservação in situ, como a tipologia do sítio, o tipo de escavação, a sua localização, condições climáticas e questões relativas à logística geral e econômica. Esses e outros dados ajudam o profissional da conservação a planejar uma margem de ação, podendo assim separar tipos de materiais que podem ser necessários, a viabilidade de algumas técnicas, inclusive contribuir para esquematização de logísticas, como o transporte adequado desse material. Nas palavras dos autores, na página 06: “[…] conservation as an integral part of archaeological process, starting with the act of excavation, continuing through the period of study and interpretation, and concluding whit publication of the final report”.

O tipo de solo também influencia na preservação do material, havendo variações de permeabilidade, componentes minerais, etc. Solos argilosos, por sua facilidade de absorver água, tornam-se menos permeáveis a gases atmosféricos, enquanto solos arenosos, mais permeáveis. A temperatura também desempenha um papel importe na preservação desses materiais, mesmo que enterrados. Pode propiciar o aparecimento de microrganismos, acelerar reações químicas e na sua variação provocar a dilatação e contração dos materiais, causando-lhes estresse físico.

Durante o enterramento o material passa por um processo natural de alterações e com passar do tempo cria-se um equilíbrio. Essa interação entre meio e o objeto nunca cessam por completo, mas a sua aceleração diminui consideravelmente conforme passar do tempo. Quando um material é recuperado do contexto arqueológico, ele passa por uma drástica mudança ambiental em que os fatores de degradação podem começar a agir rapidamente sobre eles. A madeira, por exemplo, tem boas possibilidades de preservação em ambiente ácidos ou mesmo alcalinos, desde que este seja um ambiente molhado e com pouca presença de ozônio. Ao retirar esse objeto deve-se ter extremo cuidado pois, uma mudança drástica para um ambiente incorreto pode acarretar o colapso da estrutura e consequente perda do objeto. No planejamento de uma escavação um conhecimento prévio das características do sitio arqueológico é um diferencial na conservação do objeto, dando assim a possibilidade do conservador se preparar para casos mais delicados.

As medidas de conservação apresentadas abarcam não apenas os objetos móveis, mas levam em consideração também os registros arqueológicos imóveis, como estruturas e pinturas murais. Durante o processo de desenterramento o objeto é evidenciado progressivamente a medida que as camadas de terra são retiradas. Pode levar dias até que este seja completamente retirado do solo, trazendo assim, implicações a conservação do objeto que fica exposto a ambientes diferentes. Nesse caso é preciso um olhar atento para perceber o comportamento desse objeto, e se necessário aplicar alguns cuidados, como a instalação de algum tipo de cobertura além de processos de estabilização ou consolidação.

As coberturas ajudam a evitar a incidência excessiva de luz solar, chuva e até mesmo neve. Alguns tipos podem inclusive ajudar no controle de umidade relativa e temperatura. É importante ressaltar que a eficiência do abrigo vai depender diretamente do material utilizado para a sua construção, assim como as próprias características ambientais do local onde ocorre a escavação. No caso de estruturas, ainda há a possibilidade desses abrigos serem utilizados na proteção do sítio a longo prazo. No capítulo seis Covering and Shelters, encontramos indicações dos possíveis materiais a serem utilizados na construção dos abrigos, assim como possibilidades de construção.

Nesse processo de equilíbrio do objeto com o meio, o solo pode representar um papel importante na estabilidade estrutural do objeto. Consequentemente, muitos remanescentes arqueológicos durante e depois de sua retirada do solo podem apresentar uma certa fragilidade, fazendo-se necessário medidas de estabilização. Ela acontece com uma intervenção na estrutura do material, utilizando-se de meios de escoramento, bandagens e até mesmo cintas. Ou uma intervenção mecânica, envolvendo a utilização pontual de um material aderente. A decisão de qual a melhor forma de se estabilizar deve levar em conta as necessidades que se apresentarem e observar como ela funciona a longo prazo, tendo em vista que qualquer decisão deve permitir a continuação do trabalho do arqueólogo e ser reversível.

A consolidação envolve ações que visam devolver ao material as suas propriedades naturais, permitindo a sua manutenção. No entanto, os autores nos alertam para a subjetividade dessa definição e lembram que as características originais do objeto não podem ser recuperadas. Toda ação de conservação deve ser bem pensada e executada. No caso do excesso de consolidantes num objeto, alterações físicas e químicas podem acomete-lo, provocando a sua deterioração a longo prazo. A consolidação pode acontecer em objetos, pinturas murais e mosaicos, como também nas paredes estratigráficas do sítio arqueológico, sendo esta técnica de alta complexidade. É preciso entender o estado em que esse material se apresenta, conhecer as propriedades do adesivo a ser utilizado e decidir pelo melhor método de aplicação. Utiliza-se a impregnação quando se deseja substituir a perda do ligante original do material e a injeção para o preenchimento de fissuras ou rachaduras. É oferecido ao leitor no apêndice quatro do livro, um método de preparação dos consolidantes que podem ser utilizados e suas concentrações

Quando falamos de biodegradação estamos acostumados a pensar em micro-organismo, mas na conservação de sítios arqueológicos é preciso levar em conta também os macro-organismos. Plantas trepadeiras e outros tipos de vegetação que, podem provocar a desintegração ou decomposição dos materias. O fenômeno da biodegradação acontece em relação a outros fatores como temperatura favorável e acúmulo de umidade. Uma forma de tratar esse problema é agindo sobre esses fatores, sendo este um método indireto que atua no ambiente que propicia essas manifestações. Em casos como grandes estruturas onde o controle do ambiente é difícil, podem ser aplicados métodos diretos que implicam em ações sobre o objeto. Atentando sempre para fato de o tratamento não ser mais prejudicial ao material do que a própria biodegradação.

A limpeza faz parte da escavação arqueológica, mesmo se limitando a uma pré higienização do objeto e esta pode oferecer risco quando aplicada de maneira abusiva. A limpeza é uma ação irreversível, ela nunca deve ser executada para se ter um objeto mais limpo, mas sim com o objetivo de tornar as suas características mais compreensíveis. Existe a técnica de limpeza seca utilizando-se pequenos pinceis, a limpeza úmida com o auxílio de esponjas, tendo-se o cuidado para não abrasonar a superfície dos objetos. O tipo de limpeza mais comum é a molhada, onde ocorre a submersão dos objetos em água. Ela é desaconselhada em alguns materiais como metais ou vidros com iridescência. Os autores ainda salientam que a água é um solvente universal eficiente, não havendo necessidade de submeter o material a outros solventes orgânicos.

Após a limpeza, os materiais devem ser adequadamente colocados em embalagens que não interajam com os achados arqueológicos, além de separados por tipologia. As peças que são guardadas úmidas devem ter furos em suas embalagens permitindo a circulação de ar. Ao guardar um objeto molhado que deva permanecer dessa forma, deve-se usar embalagens selantes que mantenham a umidade. Essas mesmas embalagens também podem ser usadas para objetos secos que não podem ser expostos à umidade, com o auxílio de sílica gel. É preciso estar atento à documentação e registro desses materiais, tanto o registro arqueológico quanto as informações de conservação que podem ser desde observações feitas durante a escavação, até intervenções realizadas no objeto in situ. É preciso também saber as condições do armazenamento que esse material recebe até chegar a sua área de guarda. Mesmo que sejam guardados temporariamente num espaço, podem ocorrer danos devidos as condições ambientais adversas como chuva, temperatura e umidade relativa incorreta. Sempre ressaltado que esses depósitos temporários de fato devem se comportar como temporários e que o material fique o mínimo de tempo possível neles.

Ainda em 1990 a Carta de Lausanne nos coloca a necessidade da conservação dos sítios arqueológicos, preservando esse patrimônio em seu contexto original, tendo em vista a necessidade contínua de sua gestão e manutenção. No capítulo Long-Term Conservation of Site Features sãos apresentadas as dificuldades envolvidas nas ações de preservação desses sítios arqueológicos. Podendo-se fazer o re-enterramento, nesse caso é necessário considerar o material que será utilizado, pois não deve prejudicar os registros arqueológicos que permanecem em campo ao mesmo passo que permite futuras escavações. E mesmo para aqueles que são deixados a exposição ou grandes estruturas, questões de logística, orçamento e profissionais precisam ser observados para que haja uma manutenção e preservação desses espaços.

O livro tem uma grande amplitude no seu desenvolvimento, desde a preparação para escavação, degradação dos materiais, características do solo, consolidação de objetos e estruturas, passando por prevenção de ataques biológicos e incluindo ações de preservação posteriores ao sítio. Ele se constitui como um importante guia para o conservador, entretanto não aplaca a necessidade de se aprofundar nos temas expostos, assim como a ir a campo e adquirir experiência em escavações arqueológicas. As ações que envolvem a conservação em escavações são complexas e demandam uma grande área de conhecimento. E da mesma forma que a conservação deve ser vista desde o início da escavação, também deve prorrogar-se além dela. Para preservação dos materiais escavados será necessário pensar numa conservação a longo prazo envolvendo o acondicionamento desse material, sua conservação preventiva e mesmo a necessidade de restaurações. Ainda se faz necessário uma bibliografia brasileira que trate especificamente da conservação em escavações arqueológicas que trate das particularidades dos sítios brasileiro.

Referências

ICOMOS, Carta para a proteção e a gestão do patrimônio arqueológico ICOMOS/ICAHM. Carta de Lausanne, 1990. Disponível em: <http://portal.iphan.gov.br/portal/baixaFcdAnexo.do?id=262>. Acesso em: Mar. 2015.

PEDELI, C.; STEFANO, P. Conservation Pratices on Archaelogical Excavation – Principles and Methods. Translated by: Erik Risser. Los Angeles: The Gatty Conservation Institute, 2013.

Paula de Aguiar Silva Azevedo –  Graduanda do Curso de Conservação e Restauração de Bens Culturais Móveis da Universidade Federal de Pelotas (UFPEL), Brasil. Bolsista do Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq), Brasil; de Iniciação Científica no Laboratório de Ensino e Pesquisa em Antropologia e Arqueologia da Universidade Federal de Pelotas (LEPAARQ-UFPel), Brasil.

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Abordagens estratégicas em sambaquis – GASPAR; SOUZA (BMPEG-CH)

GASPAR, Maria Dulce; SOUZA, Sheila Mendonça de (Orgs.). Abordagens estratégicas em sambaquis. Erechim: Habilis Editora, 2013. 311 p. Resenha de MILHEIRA, Rafael Guedes. Metodologia de pesquisa em sambaquis: uma leitura sobre abordagens estratégicas. Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Humanas, Belém, v.9 no.1, jan./abr. 2014.

Quando me deparei na livraria com esta obra, intitulada “Abordagens estratégicas em sambaquis”, eu já sabia que o conteúdo traria grandes contribuições metodológicas para a área de Arqueologia no Brasil. É o tipo de trabalho que eu costumo chamar de “Arqueologia na veia”, pois trata de temas específicos da Arqueologia (no caso, técnicas de campo), de maneira ortodoxa e interdisciplinar, contribuindo na direção de como e por que fazer trabalhos de campo, otimizando recursos e maximizando resultados. Ao iniciar as primeiras páginas, foi ficando evidente que o livro, embora tenha um foco centrado na temática dos sítios sambaquieiros da costa litorânea brasileira, dialoga e propõe técnicas de campo que podem ser facilmente utilizadas em todos os sítios arqueológicos pré-históricos (e não seria exagero incluir os sítios históricos) do Brasil. Aliás, essa foi também a impressão de André Prous na apresentação do livro, ao comentar que “o presente livro será, sem dúvida, de grande utilidade para os estudantes e pesquisadores – não apenas para aqueles que estudam os sambaquis, mas também para todos os praticantes de Arqueologia”.

Na introdução, as organizadoras recorrem a um breve histórico das pesquisas em sambaquis no Brasil desde o século XIX, os avanços e desafios dos últimos anos, sobretudo com o acúmulo de conhecimento resultante de grandes projetos temáticos financiados, predominantemente, por agências nacionais e públicas de pesquisa, amplamente divulgados no cenário nacional e internacional. Esses projetos foram a base das experiências dos autores dos treze capítulos do livro, e é claro que as discussões amadurecidas só chegaram ao alto nível de qualidade por conta da formação de equipes interdisciplinares, experientes e altamente comprometidas com o estudo dos sambaquis da costa brasileira. O livro, além do formato impresso, é acompanhado (opcionalmente) por um CD-ROM, que é o “Guia ilustrado das abordagens estratégicas em sambaquis”. Esse guia é um banco de imagens devidamente legendadas, que exemplificam as orientações metodológicas apresentadas nos textos, tornando a leitura da obra mais didática e acessível.

Seria demasiadamente enfadonho sintetizar aqui o conteúdo e as discussões de cada um dos capítulos do livro. Porém, arrisco-me a classificar os temas dos textos em três tópicos latu sensu: prospecção e registro de imagens em campo; estudos e coleta para sedimentologia e geoarqueologia; análises e coleta de material bioarqueológico (zooarqueologia, arqueobotânica e antropologia física). Embora haja uma divisão de temáticas abordadas no livro, há algumas questões que permeiam todos os textos e que merecem ser destacadas, por exemplo: como coletar amostras em campo, para que coletá-las e como registrá-las e acondicioná-las devidamente para análises futuras em laboratório. São questões relevantes e que atormentam (pelo menos, deveriam atormentar) qualquer coordenador de campo, na medida em que nos fazem pensar sobre a fragilidade e sutileza do registro arqueológico, a facilidade em confundir, misturar e perder amostras e, portanto, dados arqueológicos. E, por fim, refletir sobre o tamanho adequado das amostras versus o tamanho, geralmente limitado, das nossas reservas técnicas espalhadas pelo Brasil.

Eis uma das principais contribuições do livro: os autores conseguem, com maestria, demonstrar que é possível realizar intervenções pontuais nos sítios arqueológicos, minimizando os impactos físicos aos pacotes deposicionais e maximizando os resultados interpretativos. Essa conta positiva é possível com a padronização adequada e experimentada de coletas amostrais, que permitem obter vestígios microscópicos oriundos desses sítios arqueológicos monumentais, materiais que, embora sejam micro em tamanho, ao serem identificados, permitem avançar em discussões de larga escala, que vão da economia e dieta alimentar até práticas de manejo da paisagem e conformação territorial; vide o caso dos parasitos, o estudo da fauna ictiológica e o estudo dos carvões que compõem as fogueiras rituais e de aquecimento residencial.

A padronização das amostras em volume, formato e registro são temas importantes e que foram amplamente discutidos no livro por quase todos os autores. Da mesma forma, os autores foram bastante contundentes ao incentivar o uso de protocolos de coleta altamente padronizados, que permitam a comparação das amostras no processo laboratorial. Porém, há um aspecto que me preocupou na leitura e que poderia ter sido mais bem conduzido, talvez, até mesmo, por um capítulo à parte: o perigo da ‘superpadronização’. Os autores demonstraram uma grande preocupação em tecer uma escrita que, não obstante tenha um caráter bastante técnico, consiga atingir os recém-iniciados em Arqueologia. É até curioso um texto acadêmico que ensina como segurar a pá, para que lado e em que sentido se deve realizar uma limpeza e retificação de perfil, e de que forma se deve preencher um diário de campo.

Com certeza, os autores estiveram preocupados em manter uma linguagem bastante clara e acessível, visto que, no cenário nacional universitário, novos cursos de graduação em Arqueologia vêm sendo criados sistematicamente, o que gera novos leitores. Eu, como professor de práticas de campo e laboratório, fico extremamente agradecido, pois vale lembrar que, nas graduações brasileiras, utilizar um texto em língua estrangeira é quase um atentado, portanto textos que ‘traduzam’, por assim dizer, técnicas e métodos difundidos internacionalmente são muito bem-vindos. Entretanto, retomando minha preocupação com a ‘superpadronização’, fiquei pensando que um jovem leitor poderá facilmente entender que as escavações arqueológicas devem atingir um alto nível de padronização, em que todas as informações devem ser protocoladas em fichas de conteúdo fechado e limitadas em seus campos de respostas, uma espécie de ‘ficha de ticar’, em que caberia ao arqueólogo coletar amostras em volumes pré-determinados, preencher os protocolos e armazená-las adequadamente para incorrer corretamente às análises laboratoriais. Certamente, não foi essa a mensagem que moveu o interesse dos autores ao compor a obra, contudo vale a pena lembrar os leitores de que fazer ciência requer um alto grau de sensibilidade e subjetividade e que, não seria incorreto dizer, em Arqueologia, pelo caráter empírico, confiar no feeling não é ceder à falta de objetividade.

Trago essa discussão exatamente pela minha experiência como professor de graduação e pós-graduação em Arqueologia, e por estar imerso num cenário em que essa disciplina é cada vez mais demandada pelos empreendimentos de engenharia no Brasil, por conta das práticas de licenciamento ambiental. No contexto das atividades de licenciamento, vem se tornando senso comum que a qualidade das pesquisas arqueológicas está relacionada ao volume de dados que gera e, sobretudo, à confiabilidade técnica que conformou os dados. Nesse sentido, a padronização das informações registradas em campo vem sendo tomada como essencial, refletindo qualidade e confiabilidade na pesquisa. Logo, o estabelecimento de um protocolo de coleta, em todas as etapas do quotidiano da pesquisa, permite aos arqueólogos gerarem dados ‘a toque de caixa’, com baixo índice de subjetividade científica e que nega ou dificulta o exercício da reflexão. Nesse sentido, é importante ressaltar que o livro em tela contribui para a divulgação de técnicas padronizadas, que devem ser adotadas nas diferentes pesquisas após reflexões aprofundadas, algo que, muitas vezes, a Arqueologia de contrato não atende.

Há, ainda, outro aspecto a destacar. A coleta e o estudo cuidadoso das coleções artefatuais e das amostras biológicas em campo elucidam uma discussão emergente no Brasil. Cada vez mais, arqueólogos têm se debruçado sobre uma tendência recente em desvalorizar, de certa forma, atividades interventivas nos sítios arqueológicos, baseando-se no discurso do preservacionismo e da limitação das reservas técnicas. Da mesma forma, desconsideram a importância de análises sobre coleções fragmentárias, argumentando que somente as coleções artefatuais mais significativas deveriam ser abordadas, pelo seu cunho elucidativo, simbólico e educativo. Porém, com a leitura da obra, fica também evidente que foi somente com novas intervenções arqueológicas em sítios já bastante estudados, e com base em análises de coleções até então desconsideradas pelo seu aspecto microescalar ou secundário, que novos modelos teóricos sobre as sociedades sambaquieiras puderam ser constituídos, ou seja, esses modelos são fruto de trabalhos de campo exaustivos, experimentação, discussões amadurecidas e publicação de dados. Invariavelmente, essas novas intervenções arqueológicas avolumaram as reservas técnicas, o que leva a discussão para além da Arqueologia tradicionalmente realizada no Brasil, invadindo temas como gestão do patrimônio arqueológico, reservas técnicas, ciência da conservação e museologia.

Na busca da popularização de uma abordagem estratégica bem pensada, que dialogue com pesquisas nacionais e internacionais, a obra contribui amplamente para o desenho de projetos de pesquisa e, com certeza, se tornará uma boa referência. Considerando o pool de pesquisadores que contribuíram para a tessitura do livro, e pelo seu conhecimento de técnicas importantes que ultrapassam as práticas de campo, fico na expectativa da publicação de um segundo volume, composto por abordagens metodológicas em laboratório, envolvendo as mesmas temáticas já abordadas na obra.

Rafael Guedes Milheira – Universidade Federal de Pelotas. E-mail: [email protected]

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La espacialidad en Arqueología. Enfoques, métodos y aplicación – GORDILLO; VAQUER (A-UBA)

GORDILLO, Inés; VAQUER, José María (Ed). La espacialidad en Arqueología. Enfoques, métodos y aplicación. Quito: ABYA YALA, 2013. 389p. Resenha de: QUESADA, Marcos N. Arqueología, Buenos Aires, v. 19, n. 1, p.211-213, 2013.

No muchas líneas de investigación han cobrado el impulso que en las últimas décadas tuvieron aquellos enfoques interesados en comprender las lógicas de las formas espacia­les de la cultura (o mejor, de las formas culturales de la espacialidad), que solemos eng­lobar bajo la denominación de Arqueología del Paisaje. Ya se sabe que se trata de una denominación que aporta poco para definir una línea de trabajo homogénea, al contra­rio, más bien esconde una notable variedad de aproximaciones teóricas, metodológicas y técnicas, y por supuesto, que están animadas desde distintos posicionamientos ideológicos y políticos. Esa variedad es precisamente una de las primeras impresiones que provoca la lectura del volumen que estoy Reseñando.

Se trata de una cuidada edición a cargo de Inés Gordillo y José María Vaquer que reúne trabajos que habían sido presentados en el marco de un simposio organizado por ellos mismos en el XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina realizado en octubre de 2010 en la ciudad de Mendoza. Tuve la oportunidad de participar en ese simposio y recuerdo el notable grado de interés y parti­cipación que los temas presentados desperta­ban en los participantes. El libro es igual de convocante.

Inicia con un capítulo introductorio de los editores que propone un breve relato de los principales aportes de distintos autores, principalmente anglosajones, a la configuración actual de la arqueología del paisaje y una presentación general de los nueve capítulos que integran el volumen. El libro está organizado en tres grupos de trabajos. Los dos primeros se relacionan a la espacialización de ciertas representaciones plásticas en dos casos muy diferentes. En primer lugar, Natalia Carden explora a través de las condiciones de empla­zamiento y visibilidad de dos grupos de dise­ños rupestres -curvilíneos y manos negativas- las lógicas implicadas en la producción del espacio ritual hacia el final del Holoceno me­dio y el tardío en un sector de la meseta pata­gónica. En el tercer capítulo Alexandre Guida Navarro destaca las diferencias en las formas de representación del motivo de la serpiente emplumada en Chichén Itzá y nota la vincu­lación de esta variabilidad con la organización arquitectónica de la ciudad maya. La princi­pal hipótesis de Navarro para comprender esta distribución es que las distintas formas de representación de la serpiente codificaron sentidos particulares para los diferentes sec­tores de la ciudad al tiempo que expresaron la autoridad política de un importante rey maya siendo metáfora del nuevo orden social que este encarnaba.

Los siguientes cuatro capítulos están des­tinados al estudio de los paisajes agrarios. Alejandro Díaz, autor del cuarto capítulo del volumen, se interesa por el grado de autono­mía que las familias campesinas de Laguna Blanca (Catamarca) mantuvieron sobre la or­ganización del trabajo agrícola durante el pri­mer milenio de nuestra era. Para ello adapta eficazmente el estudio del diseño de las redes de riego a su caso lo que le permite propo­ner que la gestión de la tecnología agrícola se realizó a escala doméstica en un contexto sociopolítico descentralizado. En el capítulo cinco Alina Álvarez Larraín y Sonia Lanzelotti se concentran en los paisajes arqueológicos de Mesada de Agua Salada y Terraza de Andalhuala-Banda en el sur de Yokavil (Catamarca) que registran ocupaciones agrícolas y residenciales a los largo de los períodos agroalfareros temprano y tardío. Su análisis busca desagregar las racionalidades subyacentes a la construcción de los paisajes a lo largo del tiempo y en efecto, en base a la sistematización de diversa información de campo su­gieren la existencia de una racionalidad tem­prana, orientada a una apropiación doméstica de la producción, que es luego reemplazada, durante el período tardío, por una racionalidad orientada a la generación de excedentes. Trabajando también en espacios arqueológicos de larga duración, Martín Orgaz y Norma Ratto caracterizan distintos paisajes agrícolas de la región de Fiambalá (Catamarca) que se remontan a los primeros momentos del pe­riodo agroalfarero pero que, algunos de ellos, fueron luego ocupados durante los periodos tardío e inca. El interés de los autores está en incorporar en estas caracterizaciones elemen­tos del paisaje que, proponen, se vinculan a la construcción de la memoria social y la apro­piación de los espacios de producción. Así, piedras grabadas, cerros y tumbas, elementos significativos de las geografías andinas, son pensados en términos de ancestralidad, cosmología y materialización de la apropiación. En alguna medida el siguiente capítulo, a cargo de Juan Pablo Guagliardo, retoma estos temas. El autor propone una metodología de análisis locacional basada en el empleo de SIG para reconstruir los paisajes agrarios de Villa Candelaria (Lípez, Bolivia) y reconocer cambios y continuidades en su configuración a través de los periodos prehispánico tardío, inca y colonial. Encuentra que existió en tiempos prehispánicos cierta continuidad en una lógica de construcción del paisaje orientado a una administración colectiva de los medios de producción, lo que le sugiere la perdura­ción de códigos compartidos en relación a la autoridad de los ancestros materializados en las chullpas. En cambio, propone una marca­da ruptura en el período colonial cuando los espacios agrícolas comienzan a subdividirse y delimitarse de modo individual.

Un tercer grupo de capítulos está destinado a comprender la organización de los espa­cios aldeanos y de las prácticas sociales que tomaban lugar allí. José María Vaquer, autor del octavo capítulo del volumen, se pregunta de qué modo pudo reproducirse un habitus corporativo, como propone que se organiza­ba la sociedad de Cruz Vinto (Lipez, Bolivia) en un espacio arquitectónico que parece es­tar organizado por la agregación de unida­des domésticas. Encuentra la respuesta con el descubrimiento de que algunas activida­des domésticas, particularmente el consu­mo de alimentos, tomaban lugar en espacios con mínimas restricciones a la percepción y acceso de otros pobladores del pukara y de los ancestros-chullpas, lo cual, postula el autor, les permitía participar directa o indi­rectamente de esas comidas generando me­diante la repetición de esas prácticas un ha­bitus corporativo. Luego, Adriana Callegari, María Elena Gonaldi, Gisela Spengler y Eugenia Aciar analizan la arquitectura de La Cuestecilla (La Rioja, Argentina) distin­guiendo los espacios públicos, domésticos y productivos. Centrándose en los primeros, en su organización espacial, arquitectura mo­numental y relaciones con otras aldeas más menos próximas, interpretan La Cuestecilla como un centro de culto regional. El último capítulo del volumen cuya autoría es de Inés Gordillo aborda un tema relativamente poco tratado: los procesos de abandono. La autora es convincente cuando destaca la importan­cia histórica de estos procesos y por lo tanto de su estudio arqueológico y aún más cuando lo ejemplifica con los notables contextos de abandono de los sitios Aguada del valle de Ambato (Catamarca, Argentina).

Debo advertir que el lector no tendrá en sus manos un libro de teoría, aunque ningún capí­tulo carece de esta. Ni será un libro de meto­dología y técnicas para el análisis del espacio, aunque todos los capítulos dan cuenta de una notable creatividad para el desarrollo, incor­poración y adaptación de distintos enfoques y estrategias de observación para el estudio de la espacialidad. Tampoco se trata de una compilación de casos de estudio, aunque los autores se esfuerzan en informar sobre la im­portancia del caso para la comprensión de las respectivas historias regionales. En cambio, los distintos trabajos incluidos en el volumen pueden ser considerados ensayos que atravie­san todos estos niveles de análisis problema­tizando, en relación a los lugares y momentos históricos particulares, diferentes aspectos o concepciones de ese fenómeno que llamamos espacio, muchas veces complejizándolo me­diante la incorporación de otros procesos y conceptos como tiempo, memoria, ancestrali­dad, apropiación, etc., explorando, con mayor o menor éxito, formas de aproximarse a su caso de estudio e implementando estrategias y técnicas de observación en distintas mate­rialidades y, muchas veces, sugiriendo temas y problemas para futuras agendas. A mi juicio es justamente esta transversalidad lo que man­tiene la vitalidad de esta línea de investigación, la arqueología del paisaje, en estas latitudes.

Pienso en lo frustrante que resulta terminar una lectura con la sensación de que nada ha pasado. No es este el caso. Personalmente, La Espacialidad en Arqueología. Enfoques, Métodos y Aplicación me resultó una lectu­ra estimulante. Me llevó a distintos lugares y momentos del continente. Me acercó resul­tados de investigaciones sobre temas a los cuales no estoy muy vinculado y me permitió profundizar en otros que me son más próxi­mos. Me sugirió repensar temas y problemas asumidos y, ya sea por acuerdo o disenso, me inspiró nuevas formas de acercarme a aspec­tos de mi propia investigación. No puedo de­jar de recomendar su lectura.

Marcos N. Quesada – CONICET  Escuela deArqueología  Universidad Nacional deCatamarca  Av. Belgrano300 (CP K4700AAP)  SanFernandodel ValledeCatamarca. E-mail:  [email protected]

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Produccíon artesanal y especializada en Mesoamérica. Áreas de actividad y procesos productivo – MANZANILLA; HIRTH (CA)

MANZANILLA, Linda R.; HIRTH, Kenneth (Orgs.). Produccíon artesanal y especializada en Mesoamérica. Áreas de actividad y procesos productivos. México: – Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 2011. 316p. Resenha de: MORAGAS, Nathalia. Clio Arqueológica, Recife, v.26, n.2, 2011.

Linda Manzanilla es una destacada investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene una dilatada experiencia en investigaciones arqueológicas en México, Egipto, Turquía y Bolivia, entre otros lugares. Su área de interés principal reside en Teotihuacan pero sus investigaciones y ha llevado profundizar sobre aspectos del surgimiento y desarrollo de las formaciones estatales tanto en esta ciudad como en las otras áreas geográficas mencionadas. Asimismo, su línea de investigación privilegia interdisciplinariedad en la investigación de la vida doméstica lo que le ha permitido articular una metodología propia para la excavación arqueológica de dichos contextos.

Kenneth G. Hirth es Profesor del departamento de antropología de la universidad de Pennsylvania. Suárez interés es el desarrollo del estado en el mundo prehispánico enfocado sobretodo el estudio de la economía de la antigüedad. Tiene una amplia experiencia en investigaciones arqueológicas orientadas al registro cartográfico y el estudio de talleres artesanales. Sus investigaciones se han centrado en el problema de la producción, la distribución y el consumo de recursos y productos, tanto en contextos domésticos como de élite. Sus investigaciones se han desarrollado principalmente en el altiplano central de México pero también ha participado en proyectos en Honduras, Guatemala, Perú, Turquía, y Norteamérica.

Si estos dos investigadores aúnan esfuerzos para dirigir y editar una publicación que trate sobre la producción artesanal en Mesoamérica sólo podemos augurar que es un libro de gran interés para todos aquellos que trabajen en concreto el altiplano mexicano y en 446 General para todos aquellos que estén interesados en los procesos de producción artesanal de las sociedades antiguas.

En arqueología, la naturaleza e importancia de la producción artesanal especializada es reflejo del desarrollo de las sociedades complejas y de la complejidad cultural. En el caso mesoamericano dicho proceso no es una excepción y nos permite inferir modos de organizaciones sociales, económicas e ideológicas dentro de las sociedades en que se inserta. Cuando la producción artesanal supera el nivel de subsistencia de los conjuntos domésticos y de venir si no cuestión de estado, sí que de un elemento clave para el desarrollo urbano y territorial.

Este volumen recoge 10 propuestas metodológicas desde la arqueología experimental y la observación de huellas de manufactura y uso bajo el microscopio, con el fin de sustanciar el estudio sobre la producción de objetos, las tradiciones tecnológicas y los estilos en varios estudios de caso escritos por destacados investigadores de instituciones mexicanas y estadounidenses. Todo los capítulos de libro están firmados por investigadores que actualmente desarrollan dichos trabajos por lo que la actualidad de los datos y las informaciones son un aspecto positivo a valorar. Las áreas de estudio van desde Teotihuacan, las minas de obsidiana de la Sierra de las Navajas en Hidalgo, el valle de Oaxaca, Xochicalco, Puebla, Templo Mayor de tenochtitlan y Otompan y abarcan un amplio período cronológico que va des del clásico hasta los años previos a la conquista. Los materiales analizados van desde el trabajo de la concha, la lapidaria, la obsidiana y las figurillas de cerámica pero también muestran avances en el estudio de otros materiales más complejos identificar en el registro arqueológico como son la producción de la sal o los atavíos rituales de las vestimentas de los miembros de las élites que por su carácter perecedero (plumas, algodón …) son mucho más complejos de apreciar y analizar.

Cabe destacar además, el capítulo introductorio en donde Kenneth G. Hirth hace un análisis teórico- metodológico de los dos diferentes acercamientos que se utilizan para el estudio de la producción artesanal. El primero, es el acercamiento contextual, el cual examina la escala, organización integración de la producción en el contexto social donde se realizan trabajo, y para lograrlo analiza la ubicación y cantidad herramientas y desechos de manufactura recuperados en contextos de producción (pag14). El segundo, es el acercamiento tecnológico, que analiza la tecnología empleada para practicar la artesanía. De esta manera, mediante la comprensión de los procesos de producción, los arqueólogos obtener una mejor apreciación y entendimiento de las habilidades necesarias para manufacturar objetos completos (pag 14).

El libro es académicamente relevante ya que como hemos dicho no tan sólo proporciona mayores datos sobre aspectos específicos de las culturas del Altiplano mexicano sino que nos permite tener un marco de análisis comparativo teórico – metodológico aplicable a otras culturas del pasado.

Natalia Moragas – Universitat de Barcelona

https://periodicos.ufpe.br/revistas/clioarqueologica/article/view/246704/35679

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Past Bodies. Body-Centered Research in Archaeology – BORIC; ROBB (DP)

BORIC, Dusan; ROBB, John (Eds). Past Bodies. Body-Centered Research in Archaeology. Oxford: Oxbow Books; The Cromwell Press, 2008. Resenha de: BUDJA, Mihael; PETRU, Simona. Documenta Praehistorica, v.37, 2010.

The body in archaeology is both omnipresent and invisible.” (Bori! and Robb, p.1) The book is a collection of essays resulting from two symposia, ‘Past Bodies’ in Cambridge in 2006, and ‘Acting and Believing: An Archaeology of Bodily Practices’, held at the Society for American Archaeology meetings at San Juan, Puerto Rico in 2006. The book is in four sections, with papers grouped by general theme or approach in order to draw attention to cross-disciplinary linkages. The first section presents a general introduction to social theories of the body and an overview of relevant archaeological methodologies.

The second presents studies of the represented body, and the third, studies of the body in death. The fourth section contains studies which cut across traditional domains of study such as representation and burial, and focus upon the socially contextualised body at particular historical moments.

The articles range from the hunter-gatherers of the Upper Palaeolithic through modern British populations. The majority refers to the European sequence, but there are discussions of Near Eastern, North American and Mesoamerican cases. The book offers three theoretical implications: (i) it underscores the productive richness of the concept of the body in archaeology; (ii) it shows that the archaeology of the body is not the monopoly of a single province of archaeology, particularly data-rich regions; (iii) it goes beyond such stereotypes and prejudices as ‘symbols, gender, agency, social relations and ritual experience, etc., are all very well, but you can only do them where you have texts’.

The book’s most significant contribution is its evidence and argumentation highlighting the partiality of the, traditionally Western, homo clasus conception of the embodied being. It accomplishes this through various demonstrations of the ‘relationality of embodied subjects’ and ‘fractal thinking’. It also addresses issues relating to questions of epistemology (knowledge and representation of the body), phenomenology (lived representations of the body), and ontology (the material bodily properties and capacities of our antecedents). The case studies provide explorations of corporeal knowing, sensing and being, and archaeology’s concern with the ‘open’ and varied relationships that exist between embodied subjects and the social bodies of tribe and society.

Mihael Budja and Simona Petru

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Arqueologia da Amazônia – NEVES (RHAA)

NEVES, Eduardo Góes. Arqueologia da Amazônia. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2006. 86p. Resenha de: SCHIAVETTO, Solange Nunes de O. Revista de História da Arte e Arqueologia, Campinas, n.6, p.178-180, dez., 2006.

O livro de Eduardo Góes Neves, Arqueologia da Amazônia, parte da coleção Descobrindo o Brasil, vem somar-se ao quadro de publicações recentes de arqueólogos dispostos a apresentar para o grande público as várias possibilidades (temáticas e teórico-metodológicas) que a disciplina propõe em solo brasileiro.

A exemplo deste volume, podemos citar, da mesma coleção: A arte rupestre no Brasil, de Madu Gaspar, e Palmares, ontem e hoje, de Pedro Paulo Funari e Aline Vieira de Carvalho. Fora da coleção Descobrindo o Brasil, mas ainda da Jorge Zahar, há o recente O Brasil antes dos brasileiros: a pré-história do nosso país, de André Prous. A editora Contexto também tem publicado obras que seguem a mesma linha, como, por exemplo, a Pré-História do Brasil, de Pedro Paulo Funari e Francisco Silva Noelli (2002). São obras importantes para pesquisadores, professores, estudantes e interessados em Arqueologia brasileira, sobretudo porque lançam por terra o caráter pretensamente unilateral do discurso científico, apresentando muitas possibilidades de abordagem da cultura material do passado. No que diz respeito ao livro Resenhado, seu grande desafio reflete-se em sua delimitação geográfica: a extensão de terras amazônicas e o reduzido número de pesquisas arqueológicas realizadas até o momento naquele espaço, dado salientado pelo autor já na introdução.

Neves introduz suas idéias alertando para a necessidade de se resgatar o caráter cultural da Amazônia, afirmando que há um grande desconhecimento da história de sua ocupação milenar, com uma visão propagada de “natureza intocada”. Esta visão, segundo o autor, reflete-se atualmente nas mentalidades que propõem estratégias voltadas para o desenvolvimento sustentável da Amazônia. Ele chama a atenção, baseado em dados arqueológicos, para a diferença entre a ocorrência de sítios que demonstram ocupação densa no passado e a distribuição atual de terras indígenas.

Segundo uma nova vertente de interpretação da história cultural da Amazônia, essa diferença foi provocada pela colonização do local no século XVIII, intensificada pelo ciclo da borracha, ao fim do século XIX e início do XX.

Há, no livro, a proposta de se olhar para o passado remoto buscando parâmetros para as políticas do presente. Nessa linha, o autor sugere três ações importantes: (1) reconhecer a ocupação densa da bacia amazônica por diferentes povos indígenas no final do século XV; (2) perceber continuidades entre esses povos do passado no presente (apesar dos processos de mudança cultural); (3) reconhecer que a ocupação précolonial guia processos de ocupação no presente.

No tópico que apresenta “O meio físico”, Neves desenvolve suas idéias defendendo a diversidade como conceito-chave para a compreensão da Arqueologia amazônica, questionando a visão que geralmente se tem de um ecossistema homogêneo, ocupado por grupos também homogêneos. Constrói o quadro físico da área pesquisada a partir de alguns temas, tais como a formação do rio Amazonas e seus afluentes, a variação anual das chuvas e do nível dos rios, propiciando dois períodos bem definidos (cheia e seca), a falsa idéia de que os solos amazônicos são totalmente férteis, o contraste entre áreas ribeirinhas (onde os sítios são mais densos) e áreas de terra firme. Todos esses elementos físicos, segundo o arqueólogo, influenciam nos padrões de ocupação da Amazônia, revelando quatro compartimentos: (1) faixa paralela à Cordilheira dos Andes (Bolívia, Peru, Equador e Colômbia); (2) áreas ribeirinhas e alagadas; (3) áreas de interflúvio (ou “de terra firme”); (4) zonas de estuário e litoral (partes dos estados do Amapá, Pará e Maranhão). Neste último compartimento, onde floresceu a civilização marajoara, foram encontrados sítios com a cerâmica mais antiga da América do Sul.

Ainda neste tópico, o autor chama a atenção para o fato de que a biodiversidade do contexto amazônico, além de fornecer alimentos para as sociedades indígenas, também inspirou fortemente suas culturas.

A essa biodiversidade Neves acrescenta a sociodiversidade presente na Amazônia, em termos lingüísticos (com povos falantes de tupi-guarani, arawak, carib, gê e línguas isoladas) e socioeconômicos (povos nômades – caçadores/pescadores/coletores – e sedentários – agricultores), lembrando que a Arqueologia evidencia essa variabilidade no passado. Finaliza o tópico indicando a Amazônia como um contexto de grande variabilidade geográfica, o que teria influenciado o processo de sua ocupação pelos grupos humanos.

No tópico “O início da ocupação humana”, o autor apresenta os principais registros arqueológicos que sugerem a antiguidade da presença humana na bacia amazônica, fixando o início da ocupação em 11 mil anos atrás, apesar de ressaltar que os dados são escassos e que maiores investigações podem modificar o quadro temporal de ocupação da Amazônia. Salienta um padrão de subsistência desses primeiros habitantes (valorização da biodiversidade, não capturavam grandes animais, eram pescadores, coletores e caçadores de animais pequenos). Há, também, a confirmação, a partir de dados arqueológicos, da ocupação da Amazônia antes do advento da agricultura, apontando para tipos de economia diversificados na época pré-colonial.

O tópico tem como discussão central a ocorrência de variações climáticas e ecológicas durante o Holoceno. Tais mudanças, de acordo com Neves, podem ter ocasionado o esvaziamento demográfico de algumas regiões amazônicas constatado pelo registro arqueológico. Curiosamente, os sítios anteriores a 6000 a.C. são mais conhecidos do que aqueles que poderiam evidenciar ocupação entre 6000 e 1000 a.C., mas os vestígios mais abundantes são aqueles com datações a partir de 3 mil anos atrás, período em que os dados disponíveis demonstram ter havido um aumento nas condições gerais de precipitação e umidade. As mudanças refletem no vestígio arqueológico, apresentando para este último período sítios muito mais densos. O autor diz, porém, que esta lacuna pode não estar relacionada a um relativo esvaziamento demográfico gerado por modificações climáticas, o que leva a uma segunda hipótese, que diz respeito a problemas nas estratégias de levantamento utilizadas pelos arqueólogos.

No tópico “A transição para a agricultura e o início da produção cerâmica”, Neves desenvolve suas idéias sobre domesticação de plantas, agricultura e advento da cerâmica defendendo uma não-linearidade nos processos de adaptação, sendo a ocupação, segundo ele, muito mais baseada em economias diversificadas, tais como caça, pesca e coleta, do que apenas na agricultura. No que concerne à domesticação de plantas, algumas áreas são vistas como centros e as demais, receptoras de inovações. A Arqueologia postula para as Américas dois principais centros: a Mesoamérica e os Andes centrais. Atualmente, segundo o autor, a Amazônia também tem sido vista como um desses centros de domesticação (da mandioca e da pupunha) na bacia do alto Madeira e seus afluentes (atual Rondônia).

Aqui, Neves levanta um problema referente à técnica agrícola da “coivara”, conhecida também como “de toco” ou “de corte e queima”. Alguns autores defendem a impossibilidade de se manter populações sedentárias com o cultivo realizado por meio da coivara, dada a necessidade constante de mudança de lugar. No entanto, Neves diz que esse argumento é baseado na observação de sociedades contemporâneas, as quais utilizam, para a abertura de roças, machados e facões de metal. Segundo o arqueólogo, pode haver uma diferença entre os padrões de cultivo em roças de coivara do passado e do presente, sugerindo para o passado uma menor mobilidade dos grupos, principalmente pela utilização de machados de pedra, que tornariam mais lento o trabalho de abertura de roças.

No que diz respeito ao início da produção da cerâmica e sua associação ao desenvolvimento da agricultura, Neves diz que os dados amazônicos são mais complexos, pois as cerâmicas mais antigas (5000 e 3500 a.C.) fazem parte de contextos em que a agricultura não havia sido plenamente adotada. Este fator poderia indicar uma não-ruptura com modos de vida anteriores, fortalecendo a idéia de economias diversificadas e de mudanças não lineares.

No penúltimo tópico, “Ascensão e queda das sociedades complexas da Amazônia”, o autor retoma uma das principais hipóteses do livro. Sugere que a ocupação humana da Amazônia não foi um processo regular e cumulativo, podendo a alternância “entre períodos de aparente estabilidade e outros de mudanças relativamente bruscas nos padrões de organização social, econômica e política” ser percebida nos vestígios arqueológicos. A hipótese vai ao encontro das transformações nos padrões ocupacionais notáveis a partir de 2 mil anos atrás (aumento no tamanho, densidade e duração de ocupação nos sítios arqueológicos).

Acrescenta-se a isso o que o autor chama de “verdadeira explosão cultural”, refletida nas diferentes “tradições” arqueológicas definidas pelos pesquisadores que trabalham em contexto amazônico.

Unindo os dados arqueológicos aos paleoclimáticos, Neves considera viável postular uma correlação entre as mudanças climáticas ocorridas a partir de 1000 a.C. e as transformações nos vestígios arqueológicos.

Modos de vida plenamente agrícolas foram possíveis graças a um aumento no índice de chuvas e expansão das florestas.

A partir dessa hipótese, o autor apresenta o que é conhecido como “terra preta”, estabelece suas conexões com assentamentos sedentários e descreve as principais tradições ceramistas já pesquisadas, que correspondem a esse período em que os dados arqueológicos evidenciam grandes aldeias: Pocó, Marajoara, Polícroma, Incisa e Ponteada (cujas cerâmicas mais conhecidas são a Tapajônica e a Santarém) e Maracá.

Ainda dá exemplos de trabalhos de campo que fizeram uso da tradição oral a partir do contato com indígenas da região (com os índios Palikur, no rio Urucauá, Tariano, rio Uaupés, bacia do alto rio Negro, e Kuikuru, no alto Xingu), alertando para a importância da estreita ligação entre antropólogos, arqueólogos e as comunidades que se sentem diretamente afetadas pelas pesquisas acadêmicas.

O autor finaliza o tópico ponderando sobre o impacto da colonização nessas sociedades indígenas, sugerindo aos pesquisadores que evitem interpretações simplistas quanto à história da Amazônia pré-colonial.

Exemplifica uma dessas interpretações, de que as sociedades indígenas do passado estariam caminhando para um tipo de organização complexa, como um Estado, e que esse “desenvolvimento” teria sido rompido pelo contato com os não-índios. Afirma ainda que os registros arqueológicos evidenciam bases econômicas centradas no grupo doméstico, com autonomia econômica e, conseqüentemente, instabilidade política de longo prazo, ocasionando ocupação e abandono de grandes assentamentos. Finaliza o livro argumentando mais uma vez que os resultados são provisórios e carecem de mais pesquisas na região, além de defender o conhecimento da Amazônia “a partir de seus próprios parâmetros culturais e ecológicos”.

Como colocado no início da Resenha, o livro de Eduardo Góes Neves faz parte de um interessante movimento, por parte dos arqueólogos, dirigido à sociedade em geral e ao público leigo que se interessa pelo passado de seu país. Apresenta, de forma clara, as principais discussões em torno do registro arqueológico pesquisado na Amazônia e demonstra uma preocupação ao esclarecer que o que temos são resultados parciais, resultantes do número reduzido de pesquisas em região tão ampla. Além de mais pesquisas arqueológicas de campo – que, com certeza, são ainda necessárias em várias partes do Brasil –, é também imprescindível criar uma consciência profissional coletiva, entre arqueólogos, para a importância de múltiplas interpretações advindas de variadas vertentes teóricas. Assim, propostas de tornar públicos resultados de pesquisas científicas, como este livro de Eduardo Góes Neves, serão cada vez mais viáveis e muito bem-vindas.

Solange Nunes de O. Schiavetto – Doutoranda em História Cultural, IFCH/Unicamp Docente da Universidade do Estado de Minas Gerais (UEMG/Poços de Caldas) Pesquisadora do NEE/Unicamp.

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Arqueología y Sociedad. Luis Guillermo Lumbreras – CARRÉ; Del ÁQUILA (C-RAC)

CARRÉ, Enrique González; Del ÁGUILA, Carlos. Arqueología y Sociedad. Luis Guillermo Lumbreras. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, Museo Nacional de Arqueología y Antropología, INDEA, 2005. 320p. Resenha de: IBÁÑEZ, Francisco Gallardo. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.38 n.1, p.150-151, jun. 2006.

Este libro reúne diversos textos sobre teoría y método en arqueología publicados con anterioridad. Su introducción es confesional, auténtica y autocrítica. En ella, Lumbreras describe con sinceridad su propio desarrollo político e intelectual, en especial aquel referido al marxismo y la arqueología. Hay importantes pasajes en la nota introductoria y otros ensayos donde expone su permanente incomodidad con el concepto de cultura que, luego de haber suscrito la propuesta de Felipe Bate, opta ahora por su abandono en beneficio de una categoría instrumental: la unidad arqueológica socialmente significativa (Bate 1978:37-38). El título del libro no es casual, nos habla sin rodeos de su rechazo sobre tal concepto.

En mi opinión, los libros son buenos por las ideas nuevas que promueven o por las polémicas que provocan. Este libro como otros del Profesor Lumbreras satisface ambos requerimientos. Para quienes no lo conocen, hay que decir que su categoría de Profesor le viene de una cualidad única y personal, es acogedor, con mucha experiencia en el oficio, sabe escuchar y no pierde ocasión para animar el debate. Algo que como él sabe bien, yo tampoco puedo evitar. En particular, si el tema es la arqueología, la cultura y la concepción materialista de la historia (rótulo acuñado por Engels luego de la muerte de Marx). Su abandono del concepto de cultura no es un capricho, sino un acto que arroja sobre la mesa el viejo dilema de ¿qué es la realidad?, asunto que para nosotros los “marxistas leninistas” (como gustaba llamarnos el general), es una oferta que no podemos rechazar.

En este campo de problemas, es imposible escribir sin aludir a la arqueología social, de la cual soy un simpatizante, pero no un militante. En lo medular estaré siempre de acuerdo con sus promotores, pues todos hemos leído a Marx, Engels y Lenin; creemos que “la explotación del hombre por el hombre” es un hecho injusto y vergonzoso; participado en movimientos revolucionarios durante el siglo XX; sufrido la persecución derechista casi tanto como hemos vivido y en lo general lucimos bastante saludables, pero estoy convencido que en esta corriente algo anda mal, pues es evidente que existe un desequilibrio de proporciones entre las innumerables proposiciones y los escasos resultados, cuestión que debería hacernos sospechar que es probable haya un muerto en el ropero. Sin embargo, sería poco honesto no reconocer la contribución de Felipe Bate (1978), en cuanto a que la cultura no es más que la expresión fenoménica de una formación social. Este fue el segundo punto de inflexión en este movimiento intelectual, el primero y originario: La Arqueología como Ciencia Social (Lumbreras 1974).

Apariencia y Esencia, Cultura e Infraestructura

Respecto al concepto de realidad, podemos decir que es algo que se presenta ante los sujetos como el campo donde ejercen su actividad práctico sensible y sobre la cual surge la intuición práctica inmediata de ella (ver Kosik 1967). En el mundo de las relaciones efectivas entre las personas sean estas de carácter formal o informal, profanas o sagradas, económicas o artísticas, es que cultivamos y maduramos nuestra conciencia ordinaria del mundo, el sentido común y el conocimiento. Este conjunto de prácticas humanas y significados, que es particular y concreta a un lugar, una época y una historia, es lo que hace distintivo a un pueblo de otro. Básicamente es a esto lo que -con mayor o menor fortuna- apuntan las definiciones de cultura en antropología, normas y valores, saberes y prácticas que pertenecen al reino del fenómeno o las apariencias, al mundo sensible y significativo en el que vivimos todos, nosotros y los otros, los del presente y los del pasado.

El registro arqueológico no es más que el resultado intencional (la manufactura de un instrumento de trabajo) y no intencional (el mismo instrumento, pero extraviado) de este conjunto de prácticas que atribuimos al mundo fenoménico, superestructural o cultural. Para el marxismo, descontado aquel naturalista ingenuo propio de Bujarin y Plejanov, la realidad es concebida como un claroscuro de verdad y engaño:

Su elemento propio es el doble sentido. El fenómeno muestra la esencia y, al mismo tiempo, la oculta. La esencia se manifiesta en el fenómeno, pero sólo de manera inadecuada […] El fenómeno indica algo que no es el mismo, y existe sólo gracias a su contrario (Kosik 1967:27).

Este mundo superestructural de lo vivido y experimentado tiene sus propias reglas (desde las tecnologías de producción cerámica a la decoración de la cestería, desde las formas de cooperación productiva a los protocolos de un jefe de Estado), pero estas reglas sólo pueden ser comprendidas en tanto revelamos su esencia o estructura. En este sentido, el marxismo es un tipo de estructuralismo (Lévi Strauss lo dijo con propiedad), pues distingue con claridad la diferencia entre fenómeno y esencia, entre representación y concepto, entre movios

miento visible y movimiento real interno, entre superestructura e infraestructura. Ambos aspectos constitutivos están contenidos en el mundo de lo real, pero sólo a través del análisis es que podemos capturar la esencia de las cosas, el concepto que le corresponde, su movimiento real interno, su infraestructura. De aquí que Marx haya tenido el cuidado de prevenir a sus lectores en el primer Prólogo de su obra El Capital.

Dos palabras para evitar posible equívocos. No pinto de color de rosa, por cierto, las figuras del capitalista y el terrateniente. Pero aquí sólo se trata de personas en la medida en que son la personificación de categorías económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural el desarrollo de la formación económico-social, menos que ningún otro podría responsabilizar al individuo por relaciones de las cuales él sigue siendo socialmente una criatura por más que subjetivamente pueda elevarse sobre las mismas (Marx 1987:8).

El Profesor Lumbreras lleva razón al afirmar que los contextos arqueológicos son el producto de acciones sociales concretas:

Los restos arqueológicos organizados en contextos determinados constituyen unidades arqueológicas socialmente significativas, que no son otra cosa que testimonios de eso: actividades de individuos o grupos de personas cuyos actos -de orden social o humano- dejaron testimonios materiales cognoscibles (p. 73).

Sin embargo, para respetar en sentido estricto la fórmula de Marx (al menos como yo la entiendo), tales contextos no son más que el resultado de las acciones de los sujetos en el mundo de lo sensible, lo vivido, imaginado y experimentado, contienen su esencia pero no la revelan (función de ocultamiento y disimulo que opera a nivel de la ideología) sino por los modelos infraestructurales que, en última instancia, nos hacemos a partir de ellos.

Epílogo

Ninguna ciencia social que yo conozca ha invertido tanto tiempo y esfuerzo en develar los misterios de la cultura como la antropología (por colonialista que sea su origen), y tan sólo por eso, siempre me ha hecho sentido ese viejo aforismo acuñado por Willey y Phillips de que la arqueología es antropología o nada (Gallardo 1983), sin embargo, dudo que todos los antropólogos estén dispuestos a suscribir la idea de la cultura como superestructura e ideología, por consiguiente, y ya que el marxismo no es algo que se encuentre en algún lugar preciso en el mapa del pensamiento y prácticas de quienes lo profesan o lo han profesado (incluido Marx a quien disgustaban los sistemas filosóficos), tal vez el dictamen más apropiado sea finalmente que la arqueología es arqueología o nada, una disciplina que trata con la superestructura de manera crítica en tanto es capaz de vulnerar sus ideologías para revelar su infraestructura, no simplemente por definirla sino para darle sentido a la vida ordinaria, para adquirir conciencia de aquello de lo que somos víctimas y no lo sabemos. Nadie eligió ser campesino o sacerdote, esclavo o señor, explotado o explotador.

 

Referencias Citadas

Bate, F. 1978 Sociedad, Formación Económico-Social y Cultura. Ediciones de Cultura Popular, México.

Gallardo, F. 1983 La arqueología ¿una ciencia social? En Arqueología y Ciencia: Primeras Jornadas, editado por L. Suárez, L. Cornejo y F. Gallardo, pp. 90-102, Museo Nacional de Historia Natural, Santiago de Chile.

Kosik, K. 1967 Dialéctica de lo Concreto. Editorial Grijalbo, México.

Lumbreras, L.G. 1974 La Arqueología como Ciencia Social. Ediciones Histar, Lima.

Marx, K. 1987[1867] El Capital. Tomo I / Libro Primero, El Proceso de Producción del Capital. Siglo Veintiuno Editores, México.

Francisco Gallardo Ibáñez – Museo Chileno de Arte Precolombino. E-mail: [email protected]

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Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales – HODDER (PR)

HODDER, L. Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales. Edición ampliaday puesta al día. Barcelona: Ed. Crítica, 1994. 233p. Resenha de: CARRILLO, Juan Gallardo. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.99-100, 1995.

Juan Gallardo Carrillo

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