The Age of Agade. Inventing empire in ancient Mesopotamia – FOSTER (PR)

FOSTER Benjamin R The Age of Agade
Benjamin R. Foster and Karen Polinger Foster— 2011 Felicia A. Holton Book Award . www.archaeological.org/

FOSTER B The age of agade The Age of AgadeFOSTER, B. R. The Age of Agade. Inventing empire in ancient Mesopotamia. Londres y Nueva York: Routledge, 2016. 438p. Resenha de: GARCÍA, J. Álvares. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.185-189, 2019.

Profesor de Asiriología en la Universidad de Yale, Benjamin R. Foster es un gran especialista en estudios sobre el Próximo Oriente antiguo. De entre sus líneas de investigación están la Historia, general, económica y social de Mesopotamia así como también sus estudios sobre literatura mesopotámica contando con trabajos como el galardonado Civilizations of Ancient Iraq (2010) o la obra Before the Muses (última edición de 2005), una antología de la literatura acadia ya considerada una obra clave en los estudios sobre historia intelectual del Próximo Oriente antiguo.

En el presente trabajo, encuadrado en esa línea de investigación más centrada en los estudios históricos, la intención del autor es mostrar las características políticas sociales, económicas y culturales que se desarrollaron en la región de Mesopotamia durante el periodo de Akkad y por qué motivos este periodo fue visto como un referente a lo largo de la Historia posterior del Próximo Oriente durante la antigüedad.

El primer capítulo está dedicado a la historia política de Akkad. Este periodo comienza con la llegada al trono de Kish de Sargón y sus diferentes campañas de conquista, ganándose la fama de gran rey con la que se le recordará en periodos posteriores. No obstante, su hijo y sucesor, Rimush, tendrá que hacer frente a un conjunto de revueltas tras la muerte de su padre; incluso es posible que acabara sus días asesinado. Tras esto, su hermano Manishtushu alcanzó el trono iniciando un programa de conquistas y de consolidación de las mismas. Posteriormente, su hijo Naram-Sin toma las riendas del estado y su reinado constituirá el apogeo del Imperio. Al igual que antecesores suyos tuvo que hacer frente a levantamientos, por lo que es posible que el recuerdo de la represión ejercida contra los sublevados le valiera la fama posterior de rey soberbio. Durante el reinado de Naram-Sin se llevó a cabo un amplio programa constructivo y una serie de reformas administrativas y burocráticas. En política exterior, junto a las conquistas también se desarrolla la diplomacia, con matrimonios dinásticos con reinos fronterizos. Por último, el sucesor de Naram-Sin, Sharkalisharri será el último gran rey de Akkad. Finalmente, las sublevaciones e invasiones exteriores, en un contexto de crisis económica y descontrol territorial, provocarán la caída de este proyecto político.

El autor reserva el capítulo segundo a dar las claves de la sociedad durante el periodo acadio. Seguramente sea el régimen ecológico de la zona norte de Mesopotamia la que de coherencia al territorio original acadio frente a la llanura aluvial del sur, Sumer. Es en esta zona donde se desarrolla (pero no exclusivamente) un sustrato etno-lingüístico acadio. Si en términos jurídicos debemos hablar de dos grupos de población: libres y esclavos, vemos que en términos socioeconómicos estos se diversifican en relación a las propiedades y los medios con los que cuentan. Las relaciones entre los miembros de las distintas clases sociales se rigen por redes clientelares y de patronazgo. De esta forma, la administración se organiza como una red de patrones y clientes que tienen en su cúspide al propio rey, seguido por sus familiares más allegados, administradores centrales, provinciales, cultuales, militares y todo el personal administrativo dependiente de ellos.

En el capítulo tres, el autor hace una descripción de los asentamientos acadios y de aquellos centros constatados arqueológicamente desde donde el poder acadio ejercía su autoridad tanto en Mesopotamia como en la periferia. De los diferentes asentamientos se destaca la especial importancia dada por parte de la administración imperial a la explotación económica de sus territorios circundantes así como a su papel estratégico como centros de recepción de materias primas desde la periferia, como Tell Brak, Assur o Susa. Finalmente, el autor reflexiona sobre si se puede calificar al estado acadio como Imperio, afirmando que sí si atendemos al programa de conquistas y control del territorio y a la ideología real que se desarrolla de “dominio universal”. En relación al anterior, en el capítulo cuatro se explican el conjunto de bases económicas y las actividades y trabajos desarrollados en torno a ellas. Las principales actividad económica es la agricultura y la ganadería, donde era fundamental la explotación de la región del sur mesopotámico (Sumer). En cuanto al trabajo, éste estaba basado en trabajadores dependientes a tiempo completo y trabajadores reclutados en épocas muy específicas, todos retribuidos mediante sistemas de raciones. En relación a la ganadería, destacaba la oveja por su lana, la principal materia de transformación y exportación. En lo referente al comercio y transporte, el autor destaca los cursos fluviales como vía principal de comunicación, además de ser fuente de recursos pesqueros. La última parte del capítulo está dedicada al conjunto de actividades de transformación de materias primas en alimento, destacando la molienda y la producción de cerveza.

El siguiente capítulo versa sobre el conjunto de actividades de tipo artesanal/industrial que se desarrollaron en el periodo acadio. Muchas son herederas de épocas anteriores, pero durante ésta podemos apreciar una alta estandarización producto de una mayor concentración de artesanos en talleres reales y una mayor cantidad de bienes gracias a, por un lado, una mayor importación de materias primas y, por otro, una mayor demanda por parte de las élites. Así pues, el autor comienza analizando la producción cerámica; pero destaca sobre todo los trabajos en metal, piedra y madera. alcanzándose una gran maestría técnica en ellas. También hay que destacar los textiles en lana o en piel; así como las artesanías más selectas como la ebanistería o los aceites perfumados.

En lo que respecta al capítulo seis, dedicado a la religión, el autor destaca una serie de innovaciones pese a la gran continuidad en la evolución de la religiosidad mesopotámica. Las divinidades acadias que se incorporan al panteón mesopotámico destacan por ser divinidades celestiales: Shamash, Sin, Ishtar, etc. y por participar en una mitología guerrera. De entre las mayores innovaciones está la deificación de ciertos reyes en vida, como Naram-Sin, junto a la elevación de Ishtar a lo alto del panteón nacional y la política de integración de cultos y divinidades acadias con sumerias. Si bien podemos identificar ciertos templos particulares del periodo acadio, en la mayor parte de los santuarios reina la continuidad. En estos se aprecia la vinculación entre religión y política puesto que son los reyes los que llevan a cabo ritos y realizan ofrendas suntuosas. Entre las formas de piedad colectiva siguen estando las festividades, las cuales carecen de un calendario estandarizado para todo el imperio.

En cuanto al aspecto militar, tratado en el capítulo siete, vemos como los reyes acadios recogen una serie de tradiciones anteriores, como el denominarse elegidos por Enlil para reinar sobre Mesopotamia. Pero, por otra parte, fomentaron el aspecto guerrero del rey y sus capacidades personales como aptitudes necesarias para ejercer la realeza. En lo tocante a la composición y armamento del ejército, vemos que esto no cambia demasiado respecto a periodos anteriores, exceptuando la organización del mismo que es puesto bajo la autoridad de militares profesionales.

El corto capítulo ocho está dedicado al comercio y las diferentes formas de intercambio. Como ya se ha dicho, la llanura mesopotámica carece de una serie de materias primas fundamentales que debían importarse; en época acadia lo que se aprecia es un incremento en dichas importaciones. En torno a la naturaleza de este comercio, la existencia de mercaderes privados que podían estar también al servicio de las grandes instituciones, la existencia de medios de pago estandarizados como la plata y la cebada, así como también de tasas, impuestos y precios estipulados indican que la economía real del periodo era plenamente tributaria y no exclusivamente redistributiva.

El capítulo nueve viene a tratar todo lo referente a las artes y a la producción literaria. Aquí podemos apreciar una línea transversal en el arte acadio, la inclinación por representar la ideología real basada en el militarismo, la fuerza, la heroicidad y la especial relación del rey con los dioses. La escultura, el relieve e incluso la glíptica, desarrollan estos temas y en ellas se alcanza una alta perfección técnica considerándose el periodo clásico de la escultura en Mesopotamia. En literatura sobresale la princesa y sacerdotisa Enheduanna. Esta poetisa (primera de la literatura mundial) también sirvió con su obra a la ideología real a través de sus himnos a los dioses y a los reyes. En prosa destacan las inscripciones conmemorativas, y la epistolografía, que adquieren un importante valor literario. En esta producción literaria hay que destacar el uso paralelo del acadio y el sumerio como lenguas eruditas, junto al desarrollo de la música que acompañaba la representación de las composiciones literarias. Por último, la matemática y la cartografía cuentan con una importante presencia asociada a la administración.

Una vez señalada la identidad del arte y la producción intelectual, el autor centra el capítulo diez en definir los valores humanos acadios, en otras palabras, la identidad acadia. En primer lugar a través de ciertos aspectos de la vida cotidiana como el nacimiento, la niñez y la educación, la vida familiar y la casa y la muerte y el funeral. Pero el autor también analiza los sentimientos y las emociones; de las cuales solo tenemos testimonio de las experimentadas por las élites. Aquí el autor comenta como se entendía en el periodo acadio la felicidad y la tristeza, el amor y la sexualidad y el espíritu competitivo entre los miembros de la élite que pugnaban por ascender dentro de la administración imperial.

En el capítulo once, el autor reflexiona sobre la memoria de los reyes de Akkad en periodos posteriores de la historia de Mesopotamia. Si bien algunos de ellos siguieron siendo reverenciados e incluso se mantuvo su culto funerario, otros recibieron el castigo y la deshonra. Sin embargo, en su gran mayoría las estelas de los reyes acadios permanecieron en los santuarios en donde fueron erigidas, siendo copiadas por escribas y eruditos. De hecho, el autor traza una relación entre menciones a los reyes acadios en la literatura profética posterior y los hechos contados en las estelas, por lo que dichos presagios se inspiraban en estas narraciones. Las crónicas posteriores no se olvidaron tampoco de los reyes acadios generándose incluso en torno a ellos una rica literatura épica. Por su parte, el legado acadio se aprecia en los nombres y titulatura de muchos reyes posteriores, queriendo emular la fuerza y poder de sus antecesores.

El último capítulo de la obra consiste en una reflexión sobre los estudios en torno al periodo acadio. Así pues, su presencia en la historiografía sobre el próximo oriente antiguo comienza con el descubrimiento, entre mediados y finales del siglo XIX, de textos e inscripciones que hacían referencia a los reyes acadios. A partir de aquí se sucedieron durante la primera mitad del siglo XX los hallazgos y las interpretaciones sobre quiénes eran y de donde procedían. Y fue a partir de entonces cuando se empezaron a publicar las primeras síntesis. No obstante, no fue hasta el descubrimiento de los archivos de Ebla en 1975 cuando se empezó a contar con un volumen importante de información.

De este modo, Benjamin R. Foster nos ofrece una completa y detallada síntesis del periodo acadio. Podemos ver cómo el denominado Imperio de Akkad hereda una serie de procesos históricos, sociales y económicos que se iniciaron en etapas previas, así como también un conjunto de estructuras políticas e ideológicas que recogen los reyes acadios. Sin embargo, este conjunto de características heredadas se potencian en esta etapa a todos los niveles: una más alta concepción de la realeza, una burocracia estatal más sólida, una explotación de los recursos más intensiva, un deseo de compenetración de las identidades socioculturales que componían Mesopotamia. Una aceleración de procesos que alcanza el apogeo en durante el reinado de Naram-Sin. Se generó así un conjunto de características exclusivas sin las cuales no podríamos explicar la historia posterior. De esto se dieron cuenta incluso los propios antiguos, reteniendo en su memoria a los poderosos reyes acadios.

No obstante, el profesor Foster es demasiado optimista al calificar de “Imperio” al proyecto político de los reyes acadios. Esto va más allá de un simple calificativo, puesto que el concepto histórico de “imperio” encierra unas connotaciones ideológicas y unos desarrollos políticos, sociales, económicos y culturales mucho mayores que aquellas a las que llegaron los reyes de Akkad. Sin lugar a dudas este periodo marcó la historia posterior de Mesopotamia en particular y del Próximo Oriente en general, dejando una fuerte impronta en el imaginario colectivo de la región. No obstante, aquellos que defienden la naturaleza imperial del estado acadio, se dejan llevar por las fuentes posteriores que tanto veneraron la tradición de aquellos reyes. Si estudiamos la naturaleza del periodo en su contexto, vemos un alcance limitado del “Imperio” tanto en su plano ideológico como fáctico.

En este sentido, hay que decir que el debate no cosiste en preguntarse si Akkad fue o no un imperio, un error metodológico por el cual se pretende adscribir el hecho a un concepto historiográfico convirtiendo así el concepto y no el hecho en el objeto último de nuestra investigación, perdiendo por tanto el concepto su capacidad de ser herramienta explicativa del hecho histórico. Por este motivo, en primer lugar, debemos preguntarnos, ¿qué es un imperio? Si lo estudiamos desde una perspectiva más amplia, podemos ver que, a lo largo de la historia, el denominador común de todo imperio es su ideología, por lo tanto, no podemos disociar imperio de imperialismo. En este sentido, el profesor Mario Liverani hace una interesante reflexión sobre el concepto “misión imperial” en su recentísima obra, Assiria. La preistoria dell’imperialismo, Bari: Laterza, 2017. Según este concepto, la clave para poder calificar una estructura política de imperio es la necesidad de conquistar, unificar, ordenar y gobernar el mundo, generándose unas estructuras políticas e ideológicas que se derivan de este conjunto de intenciones.

Siguiendo esta norma, no podríamos calificar de imperio al estado que crean los reyes acadios. Para empezar, los afanes de dominio universal de los que hacen gala los reyes acadios no corresponden a una ideología imperialista, sino más bien a una propaganda real propia del periodo por la que desean legitimar su gobierno a través de sus propias cualidades guerreras, heroicas y, en ciertos casos, divinas. Esto se aprecia además en que los reyes de Akkad, una vez unificada Mesopotamia, no dirigen empresas de conquista más allá, sino más bien desarrollan una serie de campañas destinadas a mantener bajo control puntos estratégicos necesarios para el abastecimiento de materias primas. Esto igualmente lo vemos en la producción artística y literaria, encaminada a servir de canal de propaganda de la realeza y no a ser la muestra de la gloria y el poder el supuesto imperio.

En su vertiente más económica, la posición de vanguardia que toma la región de Akkad frente a Sumer no se debió tanto a la política económica activa de los reyes acadios, sino que responde a una dinámica ecológica por la cual los territorios aguas arriba de los dos grandes cauces fluviales tienen ventaja sobre las tierras que hay en la llanura aluvial, cuyas aguas tienden a la salinidad y el estancamiento. Si bien no podemos negar que el dominio acadio sobre toda Mesopotamia y ejercido desde esa región del norte (económicamente más favorable) pudiera acelerar el proceso, tampoco podemos afirmar de ninguna manera que fuera una política consciente de los reyes acadios. En primer lugar, porque es un proceso ecológico que se encuadra en un marco cronológico mucho más amplio, que se inició antes de las conquistas de Sargón de Akkad y que continuará tras la caída del dominio acadio, con la excepción del periodo de gobierno de la III dinastía de Ur y sólo gracias a los ingentes esfuerzos de sus gobernantes por revertir dicho proceso.

Igualmente, en su faceta socio-cultural, no podemos adscribir a los reyes acadios el que el elemento semítico de la sociedad se anteponga al elemento sumerio. Esto tiene un proceso paralelo al ecológico del que hemos hablado anteriormente. Se trata de un proceso etnolingüístico por el cual aquellas lenguas que encuentran facilidades de traducción y reproducción en otras del entorno tienden a perpetuarse. En este sentido, el sumerio, pese a haber sido la lengua en la que se escribieron los primeros textos y constituir la base cultural de los primeros estados de Mesopotamia, no deja de ser un grupo etnolingüístico aislado, sin paralelos en otras lenguas. Por el contrario, el acadio, como lengua perteneciente al tronco semítico, encuentra fácil traducción y perpetuación en otras lenguas del entorno, como el eblaíta; por lo tanto, la fluidez de información es mucho mejor entre distintos territorios. Así pues, de forma semejante a lo que se ha comentado sobre el proceso ecológico que se desarrolla en Mesopotamia, el proceso etnolingüístico que favorecía al elemento acadio sobre el sumerio pudo ser acelerado por los reyes acadios, pero no podemos adscribirles a ellos el mérito de tal hecho puesto que continuará en periodos posteriores cuando los reyes acadios ya eran tan sólo un recuerdo y el sumerio quede relegado por completo al papel de lengua erudita.

Así pues, calificar de “Imperio” al estado unificado de Mesopotamia bajo el gobierno de la dinastía de Akkad sería algo erróneo. Pese a esto, no podemos obviar el hecho de que no se trató de un estado territorial más, puesto que se implementan muchas de las estructuras políticas y económicas previas, así como se aceleran muchos de los procesos históricos sin los cuales no podríamos entender la Historia posterior del Próximo Oriente. Por este motivo, Mario Liverani, en la obra conjunta que él mismo edita, Akkad, the first world empire: structure, ideology, traditions, Padova: Sargon, 1993; recurre al término de “red imperial”. Según este concepto, el estado acadio no habría cambiado las estructuras políticas y económicas previas, sino que se habría asentado sobre ellas controlando exclusivamente las relaciones entre las mismas, convirtiéndose así el estado central en punto de intersección de dichas estructuras.

Juan Álvarez García – Universidad Autónoma de Madrid.

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De ὅρος a limes: el concepto de frontera en el mundo antiguo y su recepción – FERNÁNDEZ; De La FUENTE (PR)

FERNÁNDEZ, M. Alviz; DE la FUENTE, D. (Eds.). De ὅρος a limes: el concepto de frontera en el mundo antiguo y su recepción. Madrid: Escolar y Mayo editores, 2017. 256p. Resenha de: De la HOZ, E. Yepes. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, p.191-194, 2019.

Cuando uno tiene la suerte de que llegue a sus manos un libro que trata la cultura antigua de tan forma tan relevante para el presente como De ὅρος a limes: el concepto de frontera en el mundo antiguo y su recepción, se siente agradecido. Quizá pudiera llevar a engaño un título, por lo demás perfectamente ajustado al contenido, que llevaría a pensar que se trata de otro trabajo académico y erudito más sobre la antigüedad. Y, en efecto, guarda el rigor y el buen hacer del trabajo universitario, pues se trata de la publicación de los resultados de un proyecto de investigación de dos años (entre 2012 y 2014), bajo el mismo título y a cargo del Dr. David Hernández de la Fuente (Universidad Complutense de Madrid); proyecto vinculado a la UNED, con la participación de otras universidades e investigadores nacionales e internacionales. El engaño no viene por esta parte, sino por la a veces tan mal interpretada labor de estas instituciones, la de sus profesionales y su vínculo con sus circunstancias. Pero un estudio monográfico del concepto de frontera en el mundo antiguo necesariamente nos lleva a cuestionarnos directamente sobre nuestro propio tiempo. No es este el lugar para discutir la distinción que podría haccerse entre presente y actualidad, simplemente diré que este libro está apegado a un presente que difícilmente puede comprenderse sin las ideas clásicas de límite o frontera en su recepción, pero huelga decir que también es un libro que tiene mucho que decir sobre una dolorosa actualidad.

De ὅρος a limes: el concepto de frontera en el mundo antiguo y su recepción confronta nuestro imaginario vinculado a lo fronterizo con el de nuestros antepasados (la primera frontera que hay que pensar), no con cualquiera, con aquellos de los que decimos que sentaron las bases del derecho, la filosofía o la poesía occidentales. Que nos confronte con ello no quiere decir que se limite a darnos noticia de la existencia de conceptos fundamentales como ὅρος, πέρας o limes, cuál era su significado y cómo evolucionaron y se transmitieron en sus diferentes usos políticos y militares, además nos enseña cuáles son los límites que entran en juego en el momento en que se reduce el ámbito de su sentido a su dimensión estrictamente material, la más sangrante, sin duda, pero no la única. Que no todas las fronteras se pueden tocar es algo de lo que tenemos experiencia diaria. Pero que todas ellas nos atraviesan de un modo u otro, definiendo nuestra manera de decir «nosotros», no es una reflexión que podamos simplemente pasar por alto. Este libro, de marcado carácter interdisciplinar y plural, señala insistentemente esos lugares limítrofes que la mayor parte del tiempo se nos escapan. Al enseñarnos cómo veían los antiguos las separaciones y los tránsitos entre diferentes mundos, nos ayuda a comprender un poco mejor los nuestros, al mismo tiempo que indica qué es lo que en nosotros ya no responde a un pensamiento clásico de lo fronterizo.

Tras unas breves palabras introductorias de los editores, Marco Alviz Fernández (UNED) y David Hernández de la Fuente, el libro comienza propiamente con la contribución de Federiza Pezzoli (Universidad Carlos III de Madrid), cuyo título, “Frontera y límite en los textos literarios griegos”, subraya el carácter filológico de una discusión a propósito de las distintas apariciones de los términos relacionados con lo limítrofe en los textos clásicos griegos desde Homero hasta Plutarco, pasando por Platón, Aristóteles, Demóstenes, Heródoto, Tucídides, etc. Un texto que, pese a su brevedad, funciona muy bien como introducción terminológica (en griego), poniendo al lector en una situación adecuada no sólo para seguir el resto del libro, también para profundizar en algunas de sus tesis. Se señala, además, el aspecto lingüístico de lo limítrofe, tan fundamental como actual.

Por su parte, el texto de David Hernández de la Fuente, “Dioniso y Hefesto: cruzando las fronteras entre el campo y la ciudad”, ya supone la primera sorpresa. A través de una interpretación de aquellos dos personajes míticos griegos nos presenta la complejidad y profundidad del imaginario griego, del que sólo podemos participar hoy en la medida en que lo traducimos a otro lenguaje. La cuestión de la representación, bajo el aspecto de una reflexión sobre del lugar de los dioses, los mitos y la religión en la cosmovisión griega, es uno de los temas fundamentales de este texto. El otro, sin duda, es la separación entre el campo y la ciudad, división sociopolítica que, en lo simbólico, quedaría reconciliada por el significado de Dioniso y Hefesto como dioses mediadores, y, en lo efectivo, por las celebraciones públicas en su honor, donde el vino (regalo de Dioniso) guarda el poder para apaciguar los conflictos sociales.

“Il «confine» tra verità e finzione: Filippo II e Alessandro Magno” de Giuseppe Squillace (Università della Calabria) es uno de los dos textos en otro idioma que se recogen en este volumen; el otro, “I blemi alle frontiere dell’Alto Egitto nella letteratura tardoantica” de Daria Gigli (Università degli Studi di Firenze). Ambos, escritos en un italiano muy accesible, evidencian el carácter internacional de este proyecto. El primero investiga las figuras de Filippo II de Macedonia y su legendario hijo, Alejandro Magno, y las intrigas (militares, políticas, religiosas) a través de las cuales estas figuras traspasaron la frontera hacia la ficción mítica. No menos legendarios, los blemios, pueblo antiguo nómada fronterizo con la zona del Alto Egipto, son los protagonistas del texto de Daria Gigli. Su historia de constantes luchas fronterizas es indisociable de la mitificación de su belicosidad por la literatura tardoantigua. En una línea parecida, Ricard Blanco López (IES Santa Eulalia, Terrassa) y su “El pueblo peonio a través de las fuentes literarias clásicas: de fronteras naturales a provincia romana”, reconstruye lo que pudo ser el itinerario histórico de este pueblo a través una lectura de las fuentes clásicas, desde la Ilíada, donde el pueblo peonio aparece como aliado del troyano, hasta los testimonios en época romana de la importancia que alguna vez tuvieron en la región norte de la actual Grecia. Estos tres textos, cada uno a su modo, son claros ejemplos de la importancia histórica de las fuentes literarias clásicas, que con las modernas técnicas filológicas e historiográficas se han revalorizado.

El estudio que presenta Marco Alviz Fernández (UNED) sobre la compleja figura del «hombre divino», “El concepto de θεῖος ἀνήρ”, concentra varios de los límites que definen nuestra época respecto de la clásica. Ya sea religiosa, antropológica, social, literaria o filosófica, cualquier pregunta por el significado del vínculo de la deidad con la humanidad se realiza necesariamente desde el lado de los que vemos a ciertos hombres como modelos de virtud. Aproximarnos a la figura del θεῖος ἀνήρ, al modo como quizá lo hacían algunos de los grandes nombres de nuestra tradición, nos obliga a tomar distancia respecto de toda una historia de interpretaciones que han precipitado el sentido de lo que hoy entendemos por «hombre divino». Que la frontera entre lo humano y lo divino no es una más entre otras se aprecia desde el momento en que pone de manifiesto ciertos límites de lo conceptual, no sólo por el lado de lo sobrehumano, también por la dificultad que entraña pensar el límite en cuanto tal. Pero es la búsqueda de la causa primera (otro nombre para la divinidad), lo que ha impulsado el pensamiento occidental. Origen inaccesible más que desde la reconstrucción a partir de unos efectos que revelarían los secretos del cosmos a un alma virtuosa, capaz de rastrear en ellos sus propios límites, y de este modo trascenderlos. Ninguna más capaz ni más divina que la de la Platón, que encontró en los números, como enseña Jorge Cano Cuenca (Universitat Autònoma de Barcelona) en su texto “La causa divina y la introducción de número y límite: el Timeo y el Filebo de Platón y los limitantes e ilimitados de Filolao de Crotona”, el fondo del límite, pues no puede haber dios, mundo u hombre sin geometría, esto es, sin razón en la composición.

Con “Nuevas perspectivas sobre el concepto de frontera en época romana”, la aportación de Aránzazu Medina González (Universidad de Granada), se abre la sección dedicada al mundo romano. A partir de una crítica sustentada en una arqueología del concepto de frontera en general, denuncia el reduccionismo que ha sufrido el romano en particular, rescatando así sus matices. No es fácil decidir cuál fue el «origen» de la frontera, si una marca en la tierra o una en el imaginario, razón por la cual un estudio así trasciende cualquier hecho histórico y nos sitúa ante la pregunta por la necesidad de los límites y la transformación de su significado. También José María Blanch Nougués (Universidad Autónoma de Madrid) y su “«Status civitatis» y la frontera en la antigua Roma” ahondan en el estudio del significado de lo fronterizo en el mundo romano antiguo. Muchas cosas les debemos a los romanos, pero de entre todas ellas se pueden destacar el derecho y la lengua. La ciudadanía romana (en sus diferentes formas) aparece como el punto de encuentro entre diversas culturas y modos de decir, donde las fronteras materiales fijas y de intenciones políticas y militares eran constantemente traspasadas por la búsqueda de un proyecto común, que lejos de ser ideal, también estuvo marcado por recelos, tensiones internas e imposiciones no sólo de carácter militar.

No hay frontera sin intercambio. No hay cultura sin frontera. Sabemos que no todas las lindes son externas, que no hay exterior indiferente al interior, y viceversa. Las distintas manifestaciones artísticas, siempre muy sensibles a la experiencia de los intercambios culturales, son algunas de las señas que definen lo más propio de un modo de comprender el mundo en constante transformación. “La frontera entre la Galia y Germania como espacio de apertura estilística y el retrato imperial durante el siglo III”, de Alejandro Cadenas González (UNED/Universität Potsdam), rastrea los orígenes de un cambio estético en el mundo romano, vinculado a un cruce de influencias con el arte galo y el germano (incluye imágenes como apoyo documental). Por su parte, “El mar, la última frontera” de David Álvarez Jiménez (Universidad Internacional de La Rioja/Grupo Barbaricum) estudia las relaciones del mundo romano con el mar, desde la desconfianza que podría producir entre sus gentes el contacto con lo indomable y misterioso de la naturaleza, peligrosidad que habría calado marino era imposible sustentar el Imperio, haciendo del Mediterráneo el centro geopolítico de la época. La contribución de Eike Faber (Universität Postdam) lleva por título “Más allá de las fronteras del imperio. Los hunos, Atila y el Imperium Romanum”, y es otro claro ejemplo de cómo lo que está más allá de los límites constituye su más más acá. Un texto sorprendente, quizás demasiado breve y en algunos puntos un tanto oscuro, especialmente en su referencia a los conceptos de Deleuze y Guattari y a su aplicación al caso concreto de la relación entre el mundo romano y el de los hunos, que pide ser profundizada y ampliada.

El trabajo de Saúl Martín Gonzáles (IES Gabriela Mistral, Arroyomolinos/Asociación Zamora Protohistórica), El saltus como limes interno: minas y rutas en la Sierra de Francia en época romana” es un ejemplo de buen hacer metodológico. Con una precisión y un conocimiento de la materia admirables, presenta a parir del caso concreto la Sierra de Francia lo que significó en términos prácticos la romanización de un territorio (también incluye imágenes).

La tercera sección estaría compuesta por los textos dedicados a algunos aspectos de la recepción de la noción clásica de frontera. Toda herencia señala insistentemente un límite, sobre todo si este es constantemente traspasado por su acogida, y llama a ser pensado. “Órdenes militares y fronteras en la España medieval” de Carlos Barquero Goñi (UNED) estudia la importancia de las órdenes militares en la responsabilidad sobre la frontera. Con las religiones del Libro aparecieron las guerras santas y nuevas perspectivas sobre la legitimidad que influyeron sin duda en la idea de lo fronterizo. Andrea Castro Soto (Universidad Complutense de Madrid) y su “Límites de la democracia y la antidemocracia en la recepción moderna de la figura de Sócrates” retoman el viejo debate a propósito de la implicación de la filosofía en la política a través de ciertas lecturas de la figura de Sócrates. Detrás de los debates sobre si Sócrates (normalmente el Sócrates platónico) es o no un demócrata está la idea (platónica, quizá socrática) de que el mejor de los hombres sólo puede serlo si es de lo mejor. Por último, “Los límites de la política: Hannah Arendt y la polis griega” de Cristina Basili (Universidad Carlos III de Madrid) presenta las tesis de esta pensadora alemana muy preocupada por lo político y lo griego, y nos enseña que los límites y posibilidades de lo humano se dicen en un lenguaje político que abre la comunidad a ser de otro modo.

Dieciséis aportaciones (252 páginas) que hacen que De ὅρος a limes: el concepto de frontera en el mundo antiguo y su recepción sea un completo estudio colectivo sobre la materia, y por ello muy recomendable tanto para los que quieran profundizar en el estudio de la frontera como para los que simplemente quieren una lectura agradable que les enseñe cómo comprendían los antiguos su mundo y cómo algunos conceptos son aun hoy de aplicación.

Ethan Yepes de la Hoz – Universidad Autónoma de Mad.

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Música y noches de moda. Sociedades, cafés y salones domésticos de Murcia en el siglo XIX – CLARES CLARES (PR)

CLARES CLARES, M. E. Música y noches de moda. Sociedades, cafés y salones domésticos de Murcia en el siglo XIX. Murcia: Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2017. 474p. Resenha de: TEROL, E. Micó. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.195-197, 2019.

El Servicio de publicaciones de la Universidad de Murcia ha editado Música y noches de moda. Sociedades, cafés y salones domésticos de Murcia en el siglo XIX, trabajo imprescindible para comprender los hábitos musicales de socialización de los murcianos durante la centuria decimonónica. El mismo título, Música y noches de moda, inspirado en el lenguaje periodístico del momento, como indica la propia autora, nos sitúa en la esencia de la obra. El objetivo principal de este trabajo es estudiar la música que se generó y consumió en los salones de asociaciones culturales, casas particulares y cafés de la Murcia del siglo XIX. Estos núcleos de producción y consumo musical, extraordinariamente dinámicos, fueron también espacios idóneos para la enseñanza de la música y de la cultura en general, como ha quedado patente en el trabajo de la Dra. Clares.

El campo de investigación y ámbito de estudio de la Dra. Clares se centra en la música española de los siglos XVIII al XX, prestando especial interés a la música murciana. La prensa periódica constituye el soporte documental de mayor peso en las investigaciones de la autora -también de este estudio, como ya constató en sus trabajos La vida musical murciana en la primera mitad del siglo XIX a través de la prensa: estudio y documentario; en su Tesis Doctoral La vida musical de Murcia durante la segunda mitad del siglo XIX y en diversos artículos centrados en la música teatral y en asociacionismo murciano de los siglos XIX y XX. Un minucioso vaciado de diversas colecciones y prensa periódica murciana le ha permitido recoger noticias de interés social y cultural para poder contextualizar con detalle la actividad musical de la capital murciana del Levante Español. Este sólido conocimiento del contexto y el manejo de las fuentes hemerográficas ha permitido a la autora analizar con mayor conocimiento y profundidad la socialización musical murciana. Destaca, por otro lado, la consulta al valioso archivo del Casino de Murcia, cuya documentación ha aportado a la Dra. Clares las claves para reconstruir la trayectoria de esta importante entidad murciana, todavía existente.

La obra de la Dra. Clares muestra los usos de la música de una ciudad española de la periferia, invitándonos a reflexionar sobre el enfoque reduccionista que tenemos en torno a la música española del siglo XIX. La autora examina el papel de la música en una ciudad de provincias de extraordinario dinamismo, los espacios de sociabilización del momento (cafés, salones de asociaciones y de ámbito doméstico); los hábitos de entretenimiento de la época; los gustos y la recepción del repertorio musical; la evolución de diversos géneros musicales: ópera, zarzuela, música de salón y aporta centenares de datos e información sobre composiciones de autores murcianos. La excelente idea de reproducir ilustraciones de la moda femenina de la segunda mitad del siglo XIX, como trajes sociales, nos acerca, todavía más si cabe, al ambiente de la época.

La obra está estructurada en una Introducción y tres grandes bloques, divididos en ocho capítulos: 1) La música en las sociedades culturales y recreativas (capítulos 1-3), 2) La música en los cafés (capítulos 4-5) y 3) La música en el ámbito doméstico (capítulos 6-8). El estudio se complementa con unas Conclusiones y diecinueve Apéndices. La bibliografía, los índices de Tablas, Ilustraciones, Gráficos e índices Onomástico y Toponímico cierran este magnífico estudio prologado por María Gembero-Ustárroz, Científica Titular de la Institución Milá y Fontanals del CSIC.

Esperanza Clares desgrana entre los capítulos 1-3 la trayectoria de treinta sociedades culturales y recreativas murcianas que resultan cruciales para comprender el importante papel que desempeñaron en la difusión de nuevos repertorios musicales dentro de la sociedad burguesa de la segunda mitad del siglo XIX. La sociedad murciana acudía a estos espacios de sociabilización, como ocurría en otras capitales de provincia, en busca de esparcimiento pero también de instrucción. Particularmente relevantes resultaron en Murcia la Escuela de Canto y Declamación para la carrera artística y teatral italiana y española (1881-1892), que llegó a suplir la falta de un conservatorio local, la sociedad recreativa El Casino de Murcia, que contó con orquesta propia, y organizó variadísimas actividades, desde veladas-concierto hasta bailes de sociedad y el Círculo Industrial (1862-1878), denominado posteriormente Liceo (1878-1883), que fomentó la música teatral y en su seno nació, en 1873, la Escuela de Canto y Declamación Padilla. En su análisis, la Dra. Clares demuestra que este tipo de instituciones no solo fueron cruciales para entretejer redes de socialización y canalizar el recreo de la ciudadanía sino también para atender a la –cada vez mayor- demanda de enseñanza de la música. Por tanto, este tipo de asociaciones lúdico-culturales asumieron el rol fundamental de proporcionar educación musical a la sociedad, ante una debilitada capilla de música de la catedral, otrora encargada de cubrir este rol, ante la ausencia de un plan de estudios general y de ámbito nacional que incluyera la música entre sus materias obligatorias en las enseñanzas primarias e incluso ante la ausencia de escuelas municipales de música o un conservatorio oficial en la ciudad de Murcia. Así pues, se trata de un amplio estudio de la implicación de cada una de las asociaciones analizadas y se ofrece, por primera vez, un análisis del entramado de todas ellas en una misma ciudad.

En los capítulos dedicados a la Música en los cafés (capítulos 4-5), Esperanza Clares indaga en otro espacio para la sociabilización, particularmente de moda desde mediados del siglo XIX, y a los que acudía la sociedad murciana “de cualquier condición social” en busca de ocio y entretenimiento: los cafés. La autora ha podido reconstruir gracias a las noticias aparecidas en la prensa diaria cuáles eran las formaciones instrumentales más habituales en las veladas-concierto que ofrecían, sus intérpretes, las piezas musicales que se podían interpretar en días laborales o festivos, el horario habitual y la frecuencia en que solían ofrecerse estos conciertos. Mención especial tuvo el Café Oriental, inaugurado en agosto de 1875, que se convirtió en uno de los predilectos para los murcianos y en el que llegó a actuar en alguna ocasión coros de las compañías que actuaban en teatros de la capital. El capítulo dedicado a los cafés es, junto a la música en los salones particulares, una de las partes más enriquecedoras del libro, dado que aborda una temática realmente poco estudiada por la musicología española.

La celebración de veladas-concierto en salones de casas particulares y trastiendas de almacenes de música (capítulos 6-8) fue una actividad muy frecuente en la época. Se trata de reuniones sociales que ofrecían los anfitriones a amigos y familiares, y en las que se les obsequiaba con dulces y licores. Estas “soirées” o conciertos privados incluían música, bailes e incluso, en alguna ocasión, la representación de alguna zarzuela. La autora reconstruye cómo transcurrían estas veladas desde la primera que documenta en la prensa murciana en 1865. El repertorio que se podía oír en estas veladas incluía arreglos de números de ópera y zarzuela; piezas de salón (fantasías, variaciones, nocturnos, mazurcas y valses, entre otros) para piano y o armonio; música de cámara, música religiosa y música popular. Particularmente destacadas fueron las veladas ofrecidas en el almacén de música de Adolfo Gascón y en el domicilio del compositor Antonio López Almagro.

En definitiva Música y Noches de Moda es un documentado estudio de más de cuatrocientas páginas que nos traslada a las costumbres y formas de vida de Murcia en el siglo XIX. Una obra de enorme valor por su rigor científico y por las magníficas aportaciones que supone para el estudio de la música española decimonónica. Merece la pena disfrutar con su lectura.

Elena Micó Terol – Profesora de Secundaria.

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Género y sociedad en el Egipto romano. Una Mirada desde las cartas de mujeres – ZABALEGUI (PR)

ZABALEGUI, A. Goñi. Género y sociedad en el Egipto romano. Una Mirada desde las cartas de mujeres. Oviedo: Ediciones de la Universidad de Oviedo, 2019, 360p. Resenha de: PERALES, A. Izquierdo. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.199-201, 2019.

La doctora Goñi Zabalegui nos sumerge, a partir de las cartas de las mujeres en el Egipto romano, en la historia social de Egipto bajo el dominio del Imperio. Esta publicación es la adaptación en formato libro de la tesis doctoral de la autora, Cartas papiráceas de mujeres del Egipto Romano: género y sociedad. Esta obra se incluye dentro de la Colección Deméter vinculada al grupo de investigación Deméter. Maternidad, género y familia de la Universidad de Oviedo, cuyo objetivo es la implantación y desarrollo de los estudios de género a través de dicha colección monográfica.

Para realizar este estudio la autora parte de la obra de R. S. Bagnall y R. Cribiore, Women’s Letters from Ancient Egypt, 300 BC-AD 800 que, a principios de nuestro siglo, realizaron una recopilación de los papiros y los ostraca de las mujeres desde época ptolemaica hasta parte de la Alta Edad Media. No obstante, decide profundizar en la situación concreta de las mujeres en el Egipto romano, abarcando un periodo histórico desde el siglo I a. C. al siglo III d. C. El libro se centra en tres ámbitos de la sociedad de este periodo: las relaciones sociales, la movilidad y las actividades económicas. La premisa de su autora es que un estudio exhaustivo de las cartas de este momento puede aportar una visión sobre las relaciones de género y de poder, así como la situación en que se encontraban las mujeres en este contexto.

En el primer capítulo se analizan las cartas en papiro de mujeres y la práctica epistolar durante este periodo. La autora señala que, en general, el acceso al papiro no fue caro ni difícil, aunque en algunas zonas el acceso al mismo debió ser más caro, por lo que parece ser el motivo por el cual encontramos reutilización de papiros o el uso de ostraca. Por otro lado, mientras que durante el Egipto ptolemaico la documentación se halla principalmente en el contexto funerario, en el Egipto romano aparece en el espacio urbano. No obstante, hay pruebas de correspondencia en época ptolemaica, ya que había un sistema bastante desarrollado de correspondencia entre el monarca y los subordinados, aunque la mayor parte de las cartas en papiro proceden de época romana.

Durante el segundo capítulo se retratan las relaciones sociales a través de la correspondencia. La familia constituye entonces la unidad básica de organización social y, por otro lado, es un vehículo de construcción de identidades. Había diferentes tipos de familia (nuclear, extensa, y hermanos y/o hermanas que convivían de forma independiente o con sus parejas en una misma vivienda) que podían variar dependiendo del cambio de estatus del individuo. Además, los matrimonios consanguíneos fueron habituales hasta su desaparición en el siglo III d. C. Asimismo, se trata de un periodo con altas tasas de mortalidad, un factor que influyó a las estructuras familiares de la época, y en el caso de las mujeres hay muchas muertes vinculadas al parto.

En cuanto a la situación de la mujer, mientras que el derecho egipcio proporcionaba una mayor libertad a las mujeres, en época ptolemaica se introduce la figura del tutor legal para las féminas, que continúa hasta época romana. Aunque las mujeres siguieron gozando de cierta autonomía pese a esta figura legal, se vieron afectadas ya que, aunque no dependían del tutor para gestionar propiedades o negocios, o para presentar una demanda, sí que precisaban de su compañía en determinados momentos de procesos judiciales, y, por otro lado, su participación política se vio afectada por el derecho latino y las limitaciones que este establecía para desempeñar la mayoría de oficios públicos en la zona griega del Imperio romano. Dentro del contexto familiar, al mismo tiempo, las mujeres tenían un papel importante dentro de la vida de los hijos en la tradición greco-egipcia: las madres, incluso las abuelas, podían decidir sobre la vida de los hijos.

En cuanto a las relaciones fuera del núcleo familiar las amistades también tenían un papel importante en la sociedad grecolatina, sin embargo su concepto de amistad va más allá del actual, ya que adquieren un papel primordial dentro de la esfera pública y política.

Por otro lado se encuentran las relaciones de dependencia, los esclavos y las esclavas por ejemplo, aunque en las cartas aparecen en ocasiones difuminados con otro grupo de personas cuyo estatus no aparece definido, pero que sabemos que recibían un jornal muy pequeño, por lo que su relación de dependencia podría equipararse a la de los esclavos. En las cartas la forma de comunicación de las personas dependientes es diferente, porque se muestra la necesidad o el deseo de desempeñar correctamente la tarea que se les ha encomendado, ya que probablemente en el pasado recibieron alguna crítica por no haber desempeñado bien la función encomendada, como bien señala la autora.

Se destaca que las relaciones sociales no solo están marcadas por el poder, sino que también están influidas por la reciprocidad, algo que tuvo una gran importancia en el mundo grecorromano. La reciprocidad regulaba todas las relaciones sociales, pero también las relaciones entre las personas y los dioses.

En el tercer capítulo aborda los espacios relacionados con las cartas, desde el hogar hasta los viajes. El acceso a la vivienda en el Egipto romano era privilegiado en esta provincia, cuyo valor económico lo podemos estudiar a través de contratos (alquiler, compraventa, matrimoniales), testamentos, así como los préstamos de dinero en los que se hipoteca la casa. Por otro lado, la diferencia entre lo público y lo privado es fundamental para entender los roles de género en el mundo antiguo. El papel de la mujer en la vida pública queda muy limitado debido al derecho latino, por lo que solo realizaron participaron en algunas actividades religiosas con poco poder ejecutivo, siempre determinadas por el estatus económico de las mujeres.

Asimismo hay pruebas en las cartas de los viajes de las mujeres. Dependiendo de la situación socioeconómica de cada mujer podía viajar sola o acompañada: había mujeres que solo estaban acompañadas por otros viajeros del camino, conocidos o familiares, y esclavos o escoltas en el caso de las mujeres de un estatus social elevado.

A lo largo del cuarto capítulo se detiene a analizar el rol de las mujeres dentro de la economía a través de las cartas privadas. En de este contexto el papel de las cartas fue fundamental, ya que en ellas se produce la comunicación de gestiones administrativas, por lo que forman parte de un corpus de documentación administrativa que nos permite entender la distribución y administración de la economía durante este periodo. Durante el periodo de ocupación romana se consolida la propiedad privada, lo cual provoca una fragmentación de la misma y el aumento de las parcelas pequeñas en la chora egipcia, fruto de las herencias, lo cual determina la situación socioeconómica tanto de hombres como de mujeres.

Finalmente la autora proporciona al lector un apartado de anexos: en el primer anexo encontramos una serie de tablas descriptivas con el nombre del documento, el emisor o emisora, el destinatario o destinataria, el lugar donde se ha encontrado el documento, y la fecha en que está datado; en el segundo anexo describe y analiza brevemente cada una de las cartas que se han tenido en cuenta para la realización de su estudio; y, finalmente, en el tercer anexo la autora proporciona una serie de mapas e ilustraciones.

En definitiva, el trabajo realizado por Goñi Zabalegui es, sin lugar a dudas, fundamental, no solo para entender la historia del Egipto grecorromano, sino también para el estudio del Imperio romano, la historia de género, la historia de la economía y la historia social. Además, a través de esta obra se contribuye claramente al desarrollo y la difusión de la papirología. Su obra tiene una magnífica profundidad y diversidad cuyo alcance va más allá de un estudio de género, ya que la cantidad de datos y perspectivas que maneja la autora demuestran la calidad de su estudio. Por otro lado resultaría sumamente interesante ampliar este mismo estudio a los otros periodos que aparecen en la obra de Bagnall y Cribiore, para así culminar realizando un estudio comparativo de los cambios sociales y de la construcción del género entre el año 300 a. C. y el 800 d. C. Asimismo, también supondría un gran aporte científico una profundización en la historia emocional a través de las cartas de las mujeres: por ejemplo, tratando cómo vivían su emocionalidad y qué tipo de vínculos se generaban dentro de la familia. No obstante, el estudio de la autora ya es de por sí bastante extenso y polifacético, y es en sí mismo un gran aporte para el mundo de la investigación.

Alejandra Izquierdo Perales – Universidad Complutense de Madrid.

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This Vast Southern Empire: Slaveholders at the Helm of American Foreign Policy – KARP (PR-RDCDH)

KARP, M. .This Vast Southern Empire: Slaveholders at the Helm of American Foreign Policy. Cambridge: Harvard University Press, 2016. 360p. Resenha de: CAPRICE, K. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p. 187-188, 2018.

In This Vast Southern Empire, Matthew Karp steps back from the previous historiography of the slaveholding antebellum South, a historiography that situates slaveholders as antiquated and inward looking, and, instead, Karp sees a slaveholding Southern elite looking outward in an attempt to enshrine their vision of modernity: a world economy run on slave labor. Karp bookends his study with the 1833 British emancipation of the West Indies, seen by Southerners as a global threat to the proliferation of slavery, and the creation and ultimate failure of the Confederate States of America, which Karp deems the “boldest foreign policy project of all” (p. 2). In this fresh take, Karp argues that, from 1833 to 1861, Southern elites eagerly utilized Federal power to secure the safety of slavery, not just in the United States, but throughout the Western Hemisphere.

By looking globally, Karp provides new and broader understandings to events previously seen as having only insular motivations. American interest in Cuba was less about the expansion of American slavery, Karp argues, and more about blocking the expansion of British anti-slavery, what Karp brilliantly terms as the “nineteenth-century domino theory” (p. 70). In a similar vein, Karp shows that Polk’s decision to push for war with Mexico, while pursuing peace with Great Britain over the Oregon question, was at least partially due to the fact that war with Mexico would not put the institution of slavery at risk. Insights from Karp’s global perspective do not end with the antebellum period, but extend into the policies of the Confederate government. As Karp explains, the immediate Confederate abandonment of the states’ rights platform was presaged by the Southern embrace of Federal power during their antebellum reign over American foreign policy. Through his argument, Karp provides yet another nail in the coffin which so securely holds the myth that the Civil War was fought for states’ rights rather than slavery.

In the epilogue, Karp closes by considering the imperialism of the 1890s as merely a continuation of the Southern elite’s original vision. Karp’s assessment, one deserving of far greater treatment, provides a steady timeline of white supremacy, framed originally as pro-slavery, and its position as the driver of American foreign policy. Previous views of the antebellum South as outmoded and inflexible, Karp makes astoundingly clear, dangerously underestimate a sectionalist dream of modernity with global reach. Along with a new understanding of the South, Karp also reframes the antebellum period, providing a transtemporal reassessment of the period typically considered “the coming of the Civil War.” Karp reimagines the early nineteenth century South as a growing slave empire from 1833 onward, an empire which required Republican success in politics and Union victory in war to overthrow, an assessment that is as imaginative as it is successful.

In the field of Civil War studies, which can at times view national borders as opaque and impassable, Karp’s work may be seen as so concerned with looking outward that it obscures the internal, but such criticism would be short sighted. Karp is adding to a historiography which is more than adequately saturated with examinations of the domestic struggles that eventually brought about war. David M. Potter’s 1977 The Impending Crisis, for example, is widely considered a masterwork on the coming of the Civil War, and it was certainly not the first or last published on the subject. Karp’s voice is a welcome addition, and his arguments should help convince many in the field to look beyond the black box in which we occasionally place ourselves while studying the Civil War.

Kevin Caprice – Purdue University.

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Mujeres y símbolos en la Roma Republicana. Análisis jurídico-histórico de Lucrecia y Cornelia – BRAVO BOSCH (PR-RDCDH)

BRAVO BOSCH, M. J. Mujeres y símbolos en la Roma Republicana. Análisis jurídico-histórico de Lucrecia y Cornelia. Madrid: Dykinson, 2017. 333p. Resenha de: MÉNDEZ SANTIAGO, B. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, 183-186, 2018.

Nos encontramos ante un sugerente trabajo en el que la profesora María José Bravo continúa, esta vez en solitario, con una línea de investigación en la que ha venido destacando en los últimos años, cuando coordinó, junto a la profesora Rosalía Rodríguez, dos interesantes obras colectivas: Mulier: algunas historias e instituciones de derecho romano (2013) y Mujeres en tiempos de Augusto: realidad social e imposición legal (2016). En esta ocasión, se servirá de dos poderosas figuras de la Roma antigua, Lucrecia y Cornelia, para indagar en algunas de las instituciones jurídicas e históricas más significativas dentro de la historia de la Roma republicana. Estas mujeres, así como los hechos que protagonizaron, tendrían una influencia futura que traspasará con mucho los límites espacio-temporales del mundo romano.

En la introducción al libro se analizan algunas cuestiones interesantes, y que nos servirán de guía para entender el presente trabajo. Entre ellas, se destaca la necesidad sentida por los romanos de utilizar y actualizar sus mitos nacionales de modo que del tránsito de la República al Imperio no se derivara un cambio sustancial en los llamados «valores romanos». En lo que respecta a las mujeres, el nuevo régimen implementado por Augusto pretendió que estas adaptaran su vida a la de sus antecesoras, nobles heroínas que aparecían en las historias como siempre dispuestas a cualquier sacrificio para lograr el bienestar y la supervivencia de Roma. Así, Lucrecia y Cornelia serán “símbolos de un comportamiento ejemplar y de una capacidad de sacrificio al nivel de lo que se esperaba de toda mujer romana” (p. 25).

En el primer capítulo de los tres en que se divide el libro, que lleva por título Imbecillitas sexus, María José Bravo comienza destacando la singularidad de sus dos casos de estudio, sobre todo de Cornelia, en un sistema patriarcal imperante que estimaba que las mujeres, al constituir el “sexo débil”, estaban necesitadas de tutela y protección perpetuas. Para ilustrar lo anterior, la autora menciona el Senadoconsulto Veleyano, en el que, bajo una aparente protección del patrimonio de las mujeres, se encuentra la misoginia más absoluta, en la creencia de que estas deben ser tan solo amparadas en virtud de “la debilidad de su sexo” (p. 36). Sin embargo, por contraste, María José Bravo nos recuerda que la tutela mulierum fue, a medida que iba avanzando la República, perdiendo poco a poco su significado, de modo que algunas mujeres, las casadas sine manu, podían realizar negocios jurídicos y disponer de su patrimonio con relativa libertad, al necesitar tan solo de la firma de un tutor que, en la práctica, solían elegir ellas mismas. Seguidamente, la autora relativiza el pretendido «feminismo» de Gayo que, según algunos autores, se basa en el simple hecho de que no utilizó en sus obras algunos términos latinos peyorativos como infirmitas, imbecillitas o fragilitas en relación las mujeres. Este jurista, en sus Instituciones, habla de levitas animi (y no de infirmitas sexus) cuando hace referencia a este colectivo. Sin embargo, como muy bien se señala en el texto, el carácter peyorativo del adjetivo levitas, como mucho, “no demuestra más que la intención de Gayo de no ofender a nadie, en un intento de equilibrar las distintas posibles opiniones al respecto” (p. 66). El segundo capítulo, que lleva por título El honor de Lucrecia: de la Monarquía a la República, es un concienzudo análisis de la figura de una de las primeras matronas de las que tenemos constancia dentro de la historia de Roma, de una mujer de cuya desgracia supuestamente se siguió, de manera directa, uno de los cambios más importantes a los que tendría que hacer frente Roma: el paso de la Monarquía a la República. Tras recordarnos los pormenores y las inconsistencias del relato de Tito Livio, María José Bravo explica que la voluntad de la virtuosa Lucrecia solo se quebró al saber que, de seguir resistiéndose a su agresor, el honor de su familia podría resultar mancillado. A la autora le llama la atención, sobre todo, el hecho de que, en el relato de Ab Urbe Condita, Sexto Tarquinio, el hijo de Tarquinio el Soberbio, rey de Roma, se arrogue la capacidad de castigar a Lucrecia cuando este castigo, en caso de producirse, le correspondería ejercerlo, en virtud de una ley atribuida a Rómulo, al marido, Lucio Tarquinio Colatino, y solo una vez que hubiera sometido el caso a un “juicio familiar” que, en su opinión, no tendría carácter obligatorio, sino consultivo. Tras ceder ante Sexto Tarquinio, Lucrecia llamó a su padre, Espurio Lucrecio Tricipitino y a su marido, Colatino, y, tras contarles lo sucedido, se clavó una daga en el corazón. María José Bravo explica, con buen tino, la inexistencia, en el vocabulario latino, de una noción comparable a la del suicidio actual, y transmite a la perfección el hecho de que este acto era visto “como un gesto propio de la mayor lealtad posible (…) un gesto único de entrega en defensa del valor y del honor de su propia gens familiar” (p. 107), llevando a Lucrecia a ser reconocida como una auténtica heroína. Tras analizar brevemente la simbología de la daga que Lucrecia emplea para darse muerte, la autora aborda la posición de San Agustín respecto a la violación y suicidio de Lucrecia, demostrando que se este autor pretendía demostrar la superioridad de las mujeres cristianas —que pese a haber sido violadas no habían optado por esta solución— ante una de las figuras más emblemáticas de la historia pagana de Roma. Aunque la autora acepta parte de la teoría de Guarino, sobre todo en lo relativo a que el estupro de Lucrecia no produjo un cambio automático de la Monarquía a la República, rechaza otras partes de su argumentación; en particular su defensa de la inexistencia de esclavitud en esta época histórica y su condena de la supuesta debilidad mostrada por Lucrecia al ceder a Sexto Tarquino. Para María José Bravo, “la correspondencia entre la vil acción contra Lucrecia y la violencia contra los últimos Reyes de Roma les sirvió a los antiguos para tranquilizar su conciencia, creando una astuta analogía entre la muerte de una materfamilias defensora del honor familiar y la expulsión, destierro y muerte de los soberbios Tarquinios” (p. 137). La historia de Lucrecia se mostraría de capital importancia, en la mente de los escritores de la antigüedad, para comprender la aceptación unánime por parte del pueblo romano primitivo de esa nueva forma de organización política, la República, que resultaba tan distinta de la monarquía anterior. El último epígrafe de este segundo capítulo se dedica a la institución del consilium domesticum, abordado en relación al episodio de Lucrecia. Tras hacer patentes las numerosas sombras e incertidumbres que rodean a este supuesto tribunal (por ejemplo, su composición, si era un tribunal de jurisdicción civil o penal, si actuaba iure proprio o ejercía una competencia delegada por la autoridad pública) y citar numerosos ejemplos posteriores de convocatoria del mismo, la autora opta por afirmar que, a tenor de las fuentes conservadas, lo más “razonable” es considerar al iudicium domesticum un órgano consultivo que, convocado tan solo para dirimir casos especialmente graves, se erigió en un instrumento “al servicio de la familia pero de consumo interno” (p. 159). El tercer capítulo, titulado Cornelia, madre de los Gracos, nos sitúa ante una de las matronas más famosas de toda la historia de Roma, ante una mujer educada que supo transmitir a sus hijos unos valores y una cultura por la que sobresalieron entre sus contemporáneos. A continuación, y a modo de introducción, María José Bravo nos habla de los padres de Cornelia, Publio Cornelio Escipión Africano y Emilia Tercia, incidiendo en la notable independencia de la que hizo gala esta mujer, que vino a coincidir, además, con el momento en el cual la mayor parte de la doctrina sitúa el inicio de la emancipación de las mujeres romanas. Esta “liberalización”, como ocurre con cualquier proceso de cambio, no estuvo exenta de dificultades y obstáculos, siendo uno de ellos la promulgación de la Lex Voconia (169 a. C.) que, al limitar la capacidad de las ciudadanas romanas para heredar, es interpretada aquí como una reacción del patriarcado dominante en un período de crisis social. A renglón seguido, se aborda el matrimonio de Cornelia y Tiberio Sempronio Graco, retrasando su datación hasta los años 180-175 a. C. e interpretando el enlace como una estratégica alianza familiar propiciada por una Emilia que, ya viuda de Escipión Africano, estaba tratando de acallar definitivamente las críticas que se suscitaran sobre la honorabilidad de su familia a raíz de un escándalo político en el que se vieron envueltos tanto su marido como su cuñado Lucio. Tras comentar el famoso episodio de las serpientes ─en el cual Tiberio Sempronio Graco, debiendo elegir sobre qué reptil atravesar, si el macho o la hembra, decide dar muerte al primero, aunque ello le fuera a suponer a él el mismo destino─, María José Bravo dedica unas sentidas páginas a reivindicar la figura de un Tiberio Sempronio Graco que, pese a completar un cursus honorum ejemplar, terminó siendo “víctima” de la fama de su suegro y de sus hijos. Fallecido alrededor del 154 a. C., Cornelia decidió no volver a casarse, permaneciendo univira, y consagrando el resto de sus días a la educación de sus hijos e hijas. En el siguiente apartado, titulado Materfamilias, se parte de un breve repaso a la indumentaria femenina para pasar, a continuación, a hablar del edicto de protección del pudor (De adtemptata pudicitia), por medio del cual los romanos pretendían proteger la pudicitia de aquellas ciudadanas que eran consideradas “respetables” por sus rectas costumbres. Así, este edicto no protegerá ni a las esclavas ni a las impúdicas. El siguiente apartado, dedicado al análisis de la figura de Cornelia como madre, comienza con un largo comentario de la Lex Oppia (215 a. C.), ley suntuaria que, promulgada en un momento en el que Aníbal se encontraba a las puertas de Roma, comenzó a ser muy criticada por las propias mujeres una vez que, al sucederse una serie de campañas militares victoriosas que mejoraron enormemente la situación económica de la urbs, su mantenimiento dejó de tener razón de ser. Así, en el año 195 a. C., las mujeres pertenecientes a los estratos sociales más elevados, tras recabar el apoyo de algunos tribunos de la plebe, y ocupando determinados lugares públicos, consiguieron su abrogación, y ello a pesar la férrea oposición de Marco Porcio Catón, uno de los políticos más influyentes de la época, conocido por su carácter reaccionario y su defensa a ultranza del mos maiorum. Seguidamente se analizan, de manera independiente, las figuras de sus hijos Tiberio, Cayo y Sempronia. En lo referente a los dos primeros, María José Bravo, partiendo de su exquisita formación (tutelada por su madre Cornelia), trata de comprender su ideología para, así, explicar mejor las motivaciones subyacentes a la redacción y puesta en práctica de la Lex Sempronia Agraria, por medio de la cual los Graco buscaron una redistribución más equitativa de la propiedad de la tierra en Italia, primero, y en todos los territorios dependientes de Roma, después. La dificultad de llevar a cabo estas reformas forzó a los tribunos a llevar a cabo una política agresiva que sacudió varios de los cimientos del sistema republicano. Así, al veto de un colega tribuno de la plebe, Tiberio respondió con su destitución, imponiendo el poder de decisión de los comicios a la auctoritas senatorial. La facción más conservadora, alarmada ante una situación descontrolada, respondió haciendo uso de la violencia callejera, primero, e institucional (en forma de Senatusconsultum ultimum), después, con la que suprimió físicamente a dos “revolucionarios” que, además, trataron —en el caso de Tiberio— o consiguieron —en el de Cayo— resultar reelegidos para el tribunado, poniendo en riesgo un edificio político que ya comenzaba a mostrar sus primeras grietas de importancia. Particularmente interesantes resultan las páginas dedicadas por María José Bravo a las otras reformas políticas auspiciadas por Cayo, de las que quisiera destacar, por sus implicaciones, la Lex frumentaria, la Lex Sempronia iudiciaria y la Lex Sempronia de civitate sociis danda, por medio de la cual llegaba a proponer la concesión del derecho de ciudadanía romana a los itálicos y el ius suffragii al resto de los aliados, que no salió adelante y que motivaría, andado el tiempo, el estallido de la llamada “Guerra Social”. A continuación, se analiza la figura de Sempronia, incidiendo tanto en la sospechosa muerte de su marido, Escipión Emiliano, como en su papel como transmisora de la memoria familiar, aspecto este último de gran interés. El capítulo se cierra recordándonos, brevísimamente, a una Cornelia que se pasó el resto de su vida cultivando la memoria de sus hijos ya fallecidos. Desde nuestro punto de vista, y conociendo ciertos datos que no ha tratado la autora en su monografía (Plut. CG 13.2), tal vez Cornelia estuviera, con su actitud, promoviendo también su fama futura, que perduraría ligada, sobre todo, a sus hijos y a su famoso padre. El capítulo dedicado a Cornelia prosigue con un repaso de sus dos “cartas” a su hijo Cayo, que han llegado hasta nuestros días gracias a que Cornelio Nepote decidió incluirlas en sus Vidas. En su comentario de las mismas, en el que María José Bravo deja clara su adhesión a aquellos estudiosos que abogan por su autenticidad, nos recuerda, muy oportunamente, la habilidad de Cornelia “para realizar discursos, organizar debates, y presenciar encuentros intelectuales (…) en los que sus hijos seguramente se adiestraron antes de comenzar su carrera política” (pp. 267-268). A modo de epílogo, se destaca que la erección de una estatua de bronce en honor a Cornelia constituyó un hito en la historia de las mujeres en Roma, pues hasta entonces ninguna mujer histórica había ostentado el honor de ver su imagen plasmada en una escultura pública en su ciudad. Este reconocimiento, unido a la fama de sus hijos, fue el detalle final que elevaría a esta mujer a la categoría de ‘leyenda’. En el apartado dedicado a las conclusiones la autora sintetiza las principales ideas del trabajo que reseñamos. El sistema de puntos empleado resulta bastante interesante, pues permite al lector hacer un repaso general pero sistemático por los distintos contenidos que se han ido exponiendo a lo largo del libro, haciendo las veces de una especie de índice temático que facilitará la búsqueda de información tanto en sucesivas lecturas como en consultas de información puntuales. Sin duda alguna, nos encontramos ante una obra muy interesante en la que, a través del estudio particular de dos mujeres romanas de época republicana, se consigue llegar a una visión mucho más amplia de algunas de las instituciones que regían la vida de las mujeres pertenecientes a la élite social romana. A juicio de quien escribe estas líneas, el trabajo de María José Bravo destaca por su uso pormenorizado y directo de las fuentes clásicas, y lleva el sello de alguien que destaca por su conocimiento de la literatura secundaria, algo que queda perfectamente plasmado en unas notas al pie de página que, por su extensión, llegan a erigirse en un subtexto que ayudará a aquellos quienes quieran profundizar sobre un determinado tema. Sin embargo, el hecho de que la autora rara vez traduzca las citas de las obras que comenta puede limitar la difusión de este trabajo entre los no especialistas.

Borja Méndez Santiago – Universidad de Oviedo.

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Menorca entre fenicis i púnics / Menorca entre fenicios y púnicos – PRADOS et al (PR-RDCDH)

PRADOS, F.; JIMÉNEZ, H.; MARTÍNEZ, J. J. (Eds.). Menorca entre fenicis i púnics / Menorca entre fenicios y púnicos. Murcia: Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía de la Universidad de Murcia. 2017. 320p. Resenha de: MISSINGHAM, P. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, 179-182, 2018.

Menorca, as its name implies, is the ‘small’ island of the Balearics, easily overshadowed by Mallorca, and when it comes to Phoenician and Punic affairs, also and especially, by Ibiza. This has resulted in an unfair knowledge ‘vacuum’ surrounding the island of Menorca. In a similar vein, the archaeology of the Talaiotic culture, subject of a submission to UNESCO, has distracted attention away from the other archaeology present on the island. This book seeks to address this issue. A team of archaeologists lead by Fernando Prados, from the University of Alicante, have been at work since 2014 in an effort to elucidate the presence and status of any Phoenicio-Punic archaeology. This book has the feeling of a once-in-a-generation event and sets a high standard for future Menorcan archaeology books to be measured against.

Of the eleven articles published here, seven are in Spanish and four are in Catalan, with possibly a few Menorquí terms for good measure. A few linguistic tips for the foreign reader, the mysterious oval object on page 163 helpfully labelled ‘mac de la mar’ is a beach pebble, and the ‘denes’, subject of the article starting on page 219 are beads. Otherwise, the only terms likely to cause any real difficulty are chronological references based on the local indigenous culture, the Talaiots or Talayots. The introduction conveniently defines ‘postalaiotic’ as circa 550-123 bc, which effectively covers the entire Punic period, with a little overlap, looking at Carthage here, at each end.

Menorca, as Maria i Ballester, the Conseller de Cultura i Educació, tells us in his Presentació, has been chosen to host the XVI International Dry Stone Walling Congress in autumn 2018. This effort reflects the efforts of the Balearic Islands to have dry stone construction seen by UNESCO as an intangible heritage. The timing of the archaeological work undertaken in Menorca coincides with the candidature of the Talaiotic culture to World Heritage status.

González Wagner sets the scene in his Prólogo by reminding us that the archaeology of Menorca has to be seen as a continuous fluctuating cultural interchange between the Talaiotic culture, the Punics (whether from Ibiza or elsewhere), and the other ‘extra-menorcan’ artefacts in which they trade. In their opening passage, Introducción – Del gris al blanco. La isla de Menorca en el mapa fenicio y púnico, Prados, Jiménez & Roca state that while the Phoenicio-Punic archaeology of Ibiza and Mallorca can be shown in its multicoloured glory, that of Menorca, until this monograph anyway, remained a hazy blur being barely covered in any publications. Which means that the heavy burden of introducing this topic properly, with a solid foundation, falls on the current authors. This new knowledge could form part of a heritage management plan, along the lines of The Route of the Phoenicians, or the Path of Hannibal. Many have contributed to this volume, thank you!

The first article proper by Domínguez Monedero, El ejército de Aníbal, una fuerza de mercenarios, follows the mention of the Path of Hannibal in the introduction, to provide an account of the rise of the Carthaginian practice of employing foreign mercenaries, and how this may be reflected in the archaeological record, typically by the deposit of coinage such as the 56 coins found at Castillo de Doña Blanca probably struck in Melilla. Other evidence may include the construction of S’hospitalet Vell on Mallorca, or Son Catlar on Menorca. The third possible thread of evidence is the number of small bronze figurines, Mars Balearicus, which appear to derive from southern Italian influence, and deposited perhaps as ex voto offerings.

Ramon, in the next article, Pecios y ¿colonias? materiales púnicos en las Islas Baleares, examines 8 Balearic shipwreck sites, four each off Mallorca and Menorca, and also a brief mention of one off Corsica, along with two ‘anchorages’ and finds the maritime ceramic assemblages broadly similar to those found at terrestrial sites. The high percentage of Ibizan goods can be read as an indicator of local suzerainty. The enclosure of Na Galera shows Ibizan construction techniques, while also eschewing the use of Talaiotic pottery. Na Guardis may have been permanently occupied by Ibizans but probably from the 6th century onwards was used as a neutral trading place. In both Mallorca and Menorca, there was a low uptake of Punic technologies such as writing, wheel thrown pottery and coinage. Only Na Galera and Na Guardis show clear Punic control. Colonisation models used elsewhere don’t really seem to apply; Ibizan Punic influence seems to result from commercial activity.

Niveau de Villedary provides the next article, Nuevos datos sobre la evolución formal y estilística de los “pebeteros en forma de cabeza femenina”. A propósito del ejemplar de Torralba d’en Salord (Alaior, Menorca). Of all the perfume burners ever found in Menorca, this article examines the best documented, and accessible, example available – the example from Torralba d’en Salort. This burner is compared against other possible parallels across the Punic world, noting stylistic differences and similarities. The goddess depicted may have originated with the Eleusian mysteries, but she is easily and often modified to conform with local religious practice. The earlier burners found in coastal sites, with closer links to Carthage, may reflect Astarte, or later Tanit.

The fourth, and titular paper is by Prados & Jiménez and is entitled Menorca entre fenicios y púnicos: una aproximación arqueológica desde la arquitectura defensiva. The Talaiotic period can be defined as running from circa 850 – 550, although the start of the period is slowly drifting earlier. The arrival of the Phoenicians, can be seen by the Egyptian Imhotep figurine from Torre d’en Galmés, along with the introduction of fish and other marine products to the existing foodways, along with a rise in violence visible in human skeletal remains. There is also a rise in the number of walls built, still in a Talaiotic architectural tradition, although the only concluded example appears to be Son Catlar, along with a corresponding increase in burning and destruction of habitations. Punic architectural influence may have been recently detected underneath Magon. At Trepucó, there exists defensive structures far beyond the needs to defend against the locals; their stature may possibly a result of the Punic wars. These defensive elements, evidently ultimately from Syracuse, can be seen at Son Catlar, with parallels across the Hellenistic world, although the Punic cubit, rather than a Greek measure, was the unit used during construction. The ceramics from Son Catlar are practically the same as those from Cartagena. In contrast, those from Torrellafuda present a mixture of Talaiotic and Punico-Hellenistic styles.

The next article by Anglada, Ferrer, Plantalamor & Ramis is the first in Catalan – Continuïtat cultural en època de canvis: la producció i preparació d’aliments a Cornia Nou (Maó, Menorca) durant els segles IV-III aC. At the site of Cornia Nou are two edifices, dated to 1100/600 and 400/200 respectively. The close proximity of the two settlements allows direct comparison of their foodways. Of the two, the elder has by far the larger bone assemblage. Of interest here is not only the new presence of dog bones (perhaps as a food source), equines, and turtles, but a doubling by proportion of cattle bones, incidentally much smaller cattle than those from contemporary Tharros, Sardinia. Disappointingly, the ceramics from the older edifice are not discussed, but from the newer, two clear preferences can be discerned – a clear preference for Punic vessels for liquids, but with an almost exclusive use of indigenous wares for cooking. Although lithics, particularly quern stones are discussed, the diminutive size of the artefact labels on figure 13 render the discussion difficult to follow. The evidence for the consumption of dogs is discussed briefly in the later Ramis article.

De Nicolás, Gornés & Gual examine cult objects in Indicis d’un santuari púnico-talaiòtic en el poblat de Biniparratx Petit (Sant Lluís, Menorca). Two bronze figurines (perhaps representing Odysseus and Isis) and some terracotta ceramics were found in the late 19th century near Sant Lluis. Unfortunately, there was some confusion of place names making the source of the artefacts subject to doubt even before the damage caused by the construction of the airport. Excavations on the north-west edge found a Naviform settlement datable to 1500 bc, and on the south-east edge a settlement from the 8th century was found. At the later settlement, with two houses, an out-of-context terracotta figurine sherd was found during investigations. The southernmost house, number 1, produced a beach pebble complete with an inscribed Tanit symbol, leading to ideas of the reutilisation of previous funerary spaces for storage. House 2 has two small chambers which could be interpreted as altars, possibly naiskoi. The ceramics inside the house date from the 4th and 2nd centuries, the house itself suffering minor destruction, before continuing through to the 1st century AD. The Roman phase produced some 40,000 sherds, or 1.5 tonnes, comprising a minimum of 665 amphorae. The archaeology, taken as a whole, shows the three crises typical of eastern Menorca – the overwintering of the Carthaginian fleet, the Roman invasion, and the rise of Roman urbanisation. The male bronze figurine has been identified as Odysseus, or perhaps Philoctetes, while the female one is probably that of Isis, possibly modelled on a 2nd century original from the Greek colony of Rhodes in Spain.

The seventh article, a group effort by Jiménez, Prados, De Nicolás, Adroher, Torres, Martínez, García, López, Expósito & Carbonell is titled, Prospección arqueológica en Torrellafuda (Ciutadella, Menorca). Al encuentro de la Menorca púnica. The enclosure of Torrellafuda appears to have been built in two phases, an earlier cyclopean phase followed by a typically Punico-Hellenistic pattern of architecture, smaller than the original construction perhaps reflecting a defensive stance. Place-name analysis may indicate a Berber origin for the site. The enclosed village was heavily modified in the late 19th century, although the walls are largely recognisable. Aerial photos from 1956 show potential features, and future lidar may be interesting, but for now the features have been located and mapped using GPS. The most promising result has been the discovery of a right angled stone structure. In the intramural area, Campanian and Punico-Ibizan ceramics were found dating from the 3rd and 2nd centuries. Surface collection was done on three transects to the south, and another three, shorter, to the north, with all materials once analised returned to their original location. The majority of the fragments, some 57%, date to the 3rd century BC to the 1st century AD representing the likely date of the settlement. The number of republican Italian amphorae almost matches the quantity from Ibiza, but are twice the number from Tarragona. Coupled with the pertaining coarsewares, the presence of the amphorae indicates the presence of wine, and the inclusion of Menorca in the Mediterranean economy.

Back to Catalan for a discussion by Ramis of, Evidències de contactes exteriors al món talaiòtic a partir de l’estudi del registre faunístic. Almost all the animals in the Balearics have been introduced by humans, not all at once, but gradually over centuries, giving rise to new methods of exploitation and incidentally allowing the later evaluation of the exterior influence involved. The time period involved ranges from the end of the 2nd millennium BC to perhaps the 1st century when true Romanisation can be determined, and geographically covers Mallorca and Menorca. The animals considered are the deer, rabbit, equines, chickens, weasels, cats, turtles, and snails. While it is possible to demonstrate an increase in size for sheep, that for goats and cattle is more problematic, although an introduction of cattle from Tharros, Sardinia, would have been desirable. Changes of exploitation can be seen with the introduction of consumption of dogs, and of fishing, fish here including cetaceans.

The last Catalan article, Denes púniques de pasta de vidre a Menorca: el conjunt del cercle 7 de Torre d’en Galmés by Ferrer Rotger & Riudavets González concerns the discovery of glass and faïence beads at Cercle 7. The abrupt abandonment of the site has provided archaeologists with an unusual opportunity to explore an almost intact settlement, leading to the discovery of 42 beads of probable Ibizan origin and some cockle shells. These beads may have been regarded as status objects, as they accompanied their owners after death, frequently being found in necropoli with possible apotropaic function, with until now only small numbers found in domestic settings. At Cercle 7, the clustering of the finds suggests a perishable material was used to link them together, and their location inside the cercle could indicate they were elements in daily life.

Staying with cercles, Torres Gomariz in, Cercles menorquins: aproximación a la influencia de la arquitectura púnica en las viviendas postalayóticas de Menorca, examines the living quarters. From the 6th century, changes can be seen in the Menorcan way of life, in particular in housing, due to the increasing Punic-Ibizan influence. Menorcan cercles have been a subject of intense interest to antiquarians and archaeologists for 200 years, being finally recognised as ‘standardised domestic units’ in the early 1960s. The model for this standardisation can be matched against other Punic examples in Sicily and North Africa, some Menorcan examples even adopting the opus africanum method of wall construction. The layout of the house, with rooms around a central ‘patio’ reflects the newly fragmented social structure. The unequal commercial exchanges with the Phoenicians may have been the catalyst behind the formation of an hierarchical society.

The last article of this book by Torres, Obrador & De Nicolás called Ba’al-Hammon, Caelestis y el dios del plenilunio en el santuario con taula de Son Catlar (Ciutadella) demonstrates the continuing polyglot nature of life in Menorca. Two stones bearing inscriptions in the Latin script were found in the 1920s at Son Catlar. A further stone with Latin script, but Punic content, and a fourth stone with a 2nd century Punic inscription have since been found. Tanit, renamed as Caelaes(tis), through a last minute correction has been dated to the 2nd century AD. The first two inscriptions mentioned reading LACESE and LACESEN respectively could be interpreted as being addressed, in Punic with Latin letters, to the moon god. Besides these four inscriptions on stone, is another written in the Punic script on an ostracon, and in the Greek alphabet dedicated to Diodorus, perhaps to be interpreted as ‘Gift from Baal’. Examples of the name, Caelaestis, in mainland Spain, appear in fully Romanised urban settings. Associated with the sanctuary at Son Catlar is a cistern perhaps for ritual use. Secondary symbols of the gods, bulls for Baal and perfume burners for Tanit, appear in numerous other places in Menorca, showing the importance of Punic religion there.

Pete Missingham – University of Bristol.

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A Short History of Migration – LIVI-BACCI (PR)

LIVI-BACCI, Massimo. A Short History of Migration. Cambridge: Polity Press, 212. 157p. Resenha de: SALAMANCA RODRÍGUEZ, A. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.189-192, 2018.

A Short History of Migration is not only a history book: it is also a thought-provoking analysis of the present and future of migration which includes some policy suggestions and interesting reflections about the evolution of migration policies and demographics in Europe from a longue durée perspective. Almost a decade after its publication, the predictions of the book are still up-to-date and relevant to the current debates on migration in Europe. The author, Massimo Livi-Bacci (b. 1936) is one of the leading voices in the field of demography and a Professor Emeritus of Demography in the University of Florence. During his prolific career, he has published books and articles about the historical demographic evolution of colonial America, Mediterranean countries such as Italy and Spain, as well as introductory handbooks to global historic demography such as A Concise History of the World Population.

The main argument of A Short History of Migration is that migration is not a problem or an exceptional situation, but rather, a common strategy to improve one’s living conditions as well as a force that contributes to global economic development. Illegal migration is, according to Livi-Bacci, the result of inadequate migration policies, which normally regard migration as a temporary fix to a labour shortage. A Short History of Migration is “an attempt to bring together reflections, insights and notes” (p. x) that Livi-Bacci has collected during his career. The disparate origins of the different chapters of the book can be noticed, as the style and content differs significantly, though they are satisfactorily connected.

The book is divided into nine chapters. In the three initial chapters, Livi-Bacci offers some theoretical background. In the following three, he explores the migratory history of Europe in the last five centuries. The three final chapters examine the link between migration and globalization and offer some reflections on migratory policies and how migration is commonly perceived, as well as suggestions to improve the effectiveness of such policies. The first chapter analyses briefly some of the causes, circumstances, and consequences of the early human expansion and waves of organized migration like the German Drang nach Osten, the colonization of North America, and the settlement of Asiatic Russia. According to Livi-Bacci, these migrations were not caused by scarcity in their places of origin, but by the favourable conditions and the advantages settlers would find in the new lands.

In the second chapter, the author introduces the concept of “reproductive fitness” (p. 15), a mathematical formula that combines mortality, fertility, and population flows to assess the Evolution groups. Groups like the French Canadians were particularly successful thanks to the “settler effect” (p. 18): migrant families in rural areas tended to produce numerous offspring (pioneer couples had, on average, 28 grandchildren) that allowed them to claim more land and expand the colony. The third chapter explores the efforts of polities to promote migration in order to expand or protect their territory, offering examples from Medieval and Early-Modern Europe.

Chapter four covers the “consistent flow of transoceanic migration” (p. 35) between Europe and America from the beginning of European colonization 1500 until the Industrial Revolution (1800), as well as other movements of population within Europe, that had become a “significant exporter of human resources” (p. 43). Improvements in the speed, frequency and security of transportation by land and sea increased mobility and facilitated the emergence of seasonal labour markets. Cities in Europe attracted migrants from rural areas, and the number and percentage of urban population in the continent rose significantly. Even though the impact of European migration in America was dramatic, numerically it was “modest” (p. 44): only one million per century.

In the fifth chapter, Livi-Bacci narrates the great European flow to the Americas, which started in the nineteenth century, and lasted until the First World War (1914). More than 50 million Europeans crossed the Atlantic during the period. The three interconnected and “fundamental forces” explaining this process are “demographic growth, agricultural revolution, and globalization” (p. 52): improvements in agricultural productivity and the decline of mortality rates caused a surplus of impoverished rural population who, thanks to the improvement of transportation, sought a better life in cities, other regions of Europe, and overseas. In the following chapter, the author explains how this trend reversed between 1914 and 2010. The demographic transition ended, and Europe entered a period of low fertility and low mortality. “Differential paths of development” (p. 68) in the continent created economic and demographic disparities in the continent that encouraged internal migration from East to West, and from South to North. The demand for unskilled labour caused an increase of immigration from poorer Third World countries since the 1980s. Its impact has been significant, preventing European countries from economic stagnation and demographic decline.

Chapter seven analyses the three phases of globalization and its impact on the population of the Americas, which correspond roughly with the chronology of the three previous chapters: the early phase of colonialism, the Industrial Revolution of the nineteenth century, and the period from the end of World War II to the present. Livi-Bacci presents migration as one of the spheres of globalization. In colonial America it took three different shapes: political (elites), economic (merchants, settlers and adventurers), and forced labour (slaves). In the nineteenth century, Europeans migrated to the Americas mostly as urban workers. Slowly, the United States and other American countries implemented policies to supervise, channel, restrict, and control emigration, especially after the First World War. The Americas attracted European migrants up until the 1970s, when the Southern European economies caught up with their South American counterparts. The eighth chapter reflects on the present circumstances of immigration to Europe by looking at the role that migration has played historically in globalization, the current demographic situation in Europe, and the “political and philosophical bases” (p. 90) of immigration policies. According to Livi-Bacci, the period of history characterized by “active policies to attract immigrants” (p. 89) has ended. Contrarily, migration today is seen as a “phenomenon to limit and regulate” (p. 90), “an uncontrollable agent of social change” (p.89). The author proposes his own solutions, which we will briefly discuss below. The last chapter reviews in detail some of the policies that wealthy countries have enforced in the last fifty years to limit and regulate migration. Most of these policies are directed towards facilitating the presence of temporary workers while preventing permanent migration. Livi-Bacci thinks these measures are doomed to fail, as migrants would try to find a way to stay, either legally or illegally. He provides some historical examples of this, as the “Bracero Program” (p. 114) implemented in the 1940s between US and Mexico, or the situation of Turkish guest workers in Germany. Finally, Livi- Bacci lists some of the international organizations that address migration (the International Global Migration Facility and the International Organization of Migration, among others), and explains why they are, in his opinion, ineffective. He proposes the creation of a World Migration Organization to protect the rights of the migrants and to prevent deaths at sea, abuses and misinformation, although he considers this possibility somewhat “utopian,” despite being “urgent” (p. 123).

A Short History of Migration is a concise, stimulating, and readable book. It has considerable strengths that make it an indispensable work for all those who are interested in demography, migration, and European and American history. Certainly, the reader needs to have some essential background knowledge of late-modern Western history in order not to get lost with all the historical references. Nevertheless, Livi-Bacci’s lively and straightforward style make A Short History of Migration an accessible book even for non-specialized audiences. The last two chapters address the effectiveness of current migration policies and are also an interesting read for everybody concerned with politics and migration.

The author offers a long-term perspective that allows us to comprehend the different phases of the migration flows from, within, and to Europe, written in a way that is both detailed and succinct. This analytical longue durée approach is supported by extensive, varied, and up-to-date bibliographical references, a consistent use of figures and statistics, and by the introduction of some theoretical tools and concepts explained in a clear and simple manner. These formulas and concepts can be useful for scholars and researchers who want to analyse movements of population. The nine tables included in an appendix are especially helpful for history students and researchers, allowing the readers to extract their own conclusions and make connections for further investigation.

Livi-Bacci provides riveting comparisons between the causes and consequences of modern migrations and European emigration in the nineteenth century. This allows him to draw interesting conclusions about the interconnection of economic globalization, migration, and development: the gap between rich and poor countries encourages migration, but “social and educational advance” (p. 93) push in the opposite direction, as they increase the perceived indirect costs of migration. Another eye-opening comparison is between the death-rate of slaves in the Transatlantic routes during colonial times and the migrants trying to cross the Mediterranean to reach Europe: two percent. The figure is meant to emphasize the necessity to regulate migration in a way that protects the rights and dignity of the migrants, whose deaths at sea could be easily avoided.

A Short History of Migration does not only narrate and investigate the past: it offers interesting reflections on how migration is perceived by the European public and how migration policies are designed and implemented. Most interestingly, in the last two chapters the author analyses the present demographic and migratory landscape in Europe and proposes alternatives and possible solutions. Livi-Bacci is not an idealist, he thinks migration needs to be controlled. However, he advocates for a change in philosophy: Europe should not regard migrants as temporary workers who would cover gaps in the labour market, but rather as integral members of society whose well-being should be assured. Migration policies thus need not to only evaluate working qualifications, but also to assess the human qualities of the future newcomers that “favour inclusion in the long term” (p. 105). Immigration of foreign students, particularly, should be encouraged, as it provides a reserve labour supply. Livi-Bacci is also worried about the rights and dignity of the migrants. He proposes changes in migration policies, not only to better Europe and prevent demographic decline, but also to protect migrants from misinformation, human trafficking, and death.

The main problem with A Short History of Migration is the title. Livi-Bacci does not claim anywhere in the book that his intention is to provide a coherent and consistent summary of the global history of migration. Instead, he synthesizes brilliantly the migratory history of Europe and the colonial Americas. The Eurocentrism of the book is deliberate and intentional. However, the back cover suggests that the book “provides a succinct and masterly overview of the history of migration, from the earliest movements of human beings out of Africa into Asia and Europe to the present day.” This may disappoint those readers who are indeed looking for a global migration history book. The attention paid to the different groups of population who migrated to the Americas is distributed unequally: Europeans receive more coverage than African slaves or Asian indentured workers. The absence of a bibliography at the end of the book is another error of the editors, which is an essential section in any history book, especially if it is an introductory text, as readers may want to expand their knowledge.

Another potential limitation of the book is its macro-historical perspective. Even though such approach is enjoyable and intriguing for readers who already have some background knowledge in History, it may alienate the general public. Livi-Bacci’s narrative leaves no space for anecdotes, particular examples, or personal accounts that could engage the non-specialized reader. The author is a demographer, so he is accustomed to talk about population as numbers and figures. This style risks de-humanizing migrants, whose individual lives, decisions, and constraints are lost in the stream of statistics. Additionally, even though Livi-Bacci’s policy suggestions are appealing and well-argued, he could be accused of being politically biased. “Conservatives are unlikely to embrace these proposals” (p. 106), he explains in the eighth chapter. As a result, his work could be discarded by other academics or policy-makers just because he appears to be left-leaning. Finally, A Short History of Migration appears to be a collection of essays rather than a coherent history book. Livi-Bacci does an excellent job in linking some of the topics addressed in the different chapters to a certain extent, but the style and content of the first three chapters and the two latter ones differs greatly. Whereas the book begins with a set of theoretical tools for historical research, it ends with an analysis of the present policies of the migration receiving countries. The connection between the beginning and the end of the book is rather loose, though the condensed and systematic exploration of Europe’s migratory history in the central chapters offers several associations.

In relation with other recent historical accounts of migration in the market, the main difference between them and A Short History of Migration is Livi-Bacci’s analytical approach. Works like Patrick Manning’s Migration in World History (Routledge, 2005) or Michael H. Fisher’s Migration: A World History (Oxford University Press, 2014) follow a chronological style, without the theoretical introduction or the reflections about current events and policies present in Livi-Bacci’s book. Those two books, however, explore migration history from the Prehistory to the present, beyond the Euroamerican context, offering a broader, global overview, both temporally and spatially. On the contrary, Christiane Harzig and Dirk Hoerder’s What is Migration History? (Polity, 2009) offers a shorter history of migration but a more extensive theoretical section, comparing the different understandings of migration by historians in the last century, as it serves as an introduction to the field to prospective history students. Livi-Bacci does not systematically analyse the development of the field of migration history, but he offers a good synthesis of the writings of other authors throughout his book, quoting select paragraphs.

On the whole, A Short History of Migration is a remarkable book, combining both theories and historical facts, offering revealing connections between past and present, and providing a diagnosis of the shortcomings of current migration policies. Unfortunately, the title of the book is misleading, as it focuses mostly on the history of European trans-Atlantic migration in the last five centuries. If it was called A Short History of Modern European Migration, it would deliver exactly what it promises. In spite of this, Livi-Bacci’s book is an interesting and engaging read, offering in less than 125 pages valuable theoretical insights, a well-written synthesis of Europe’s migratory history supported by numerical and statistical data, and a perceptive interpretation of the role of migration in today’s Europe.

Alejandro Salamanca Rodríguez – Carl von Ossietzky Universität Oldenburg.

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Scholarship and Inquiry in the Ancient Near East – RICHARDSON; GARFINKLE (PR-RDCDH)

RICHARDSON, S.; GARFINKLE, S. (Eds.). Scholarship and Inquiry in the Ancient Near East (=Journal of Ancient Near Eastern History special issue, vol. 2/2, 2015) Berlin: de Gruyter, 2016. 179p. Resenha de: ÁLVAREZ GARCÍA, J. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.137-139, 2017.

La obra fue editada a petición de Seth Richardson y Steven Garfinkle (quien es además coeditor de la revista junto con Marc van de Mieroop). El tema central de este número especial versa sobre la producción, organización y edición del conocimiento cuneiforme. Para aproximarse a este tema se eligieron cuatro ámbitos en torno a los cuales se han realizado cuatro contribuciones por parte de distintos estudiosos sobre la historia del conocimiento en el Próximo Oriente Antiguo.

Como el propio Richardson afirma en la introducción al volumen (Introduction: Scholarship and Inquiry in the Ancient Near East, pp. 91-107) el primer problema al que se deben enfrentar los distintos investigadores es a la tendencia general de estudio sobre los corpora cuneiformes. Ésta consiste en la edición y comentario de los textos y las prácticas que los generaron sin tener en cuenta las operaciones intelectuales ni los medios sociales en los que estas actividades se desarrollaron, extrayendo el texto de su entorno socio-cultural.

Por lo tanto, los artículos que recoge el volumen pretenden ahondar en una serie de cuestiones como la organización y acceso al conocimiento y su transmisión, la figura y autoridad del escriba/erudito y su propia percepción como copista y autor de su trabajo. Así mismo se analizan los medios político, social y económico en el que estos trabajos intelectuales tomaron forma y con los que se relacionan. Del mismo modo, también se tratan en las distintas contribuciones las prácticas y los procesos interpretativos por parte de los escribas hacia los textos que recibían, con los trabajaban y con los que interactuaban. Finalmente, también se analizan cuestiones epistemológicas en torno a lo que el propio escriba y erudito pensaba sobre sí mismo y sobre su actividad.

Este trabajo sigue una tendencia muy actual en la investigación sobre el Próximo Oriente antiguo que gira en torno a la erudición y la producción intelectual. Sin embargo, esta nueva forma de aproximarse al mundo de los estudiosos en la antigüedad próximo-oriental no se habría conseguido sin establecer su “autonomía conceptual”, huyendo de los esquemas de las civilizaciones clásicas sobre pensamiento, filosofía y erudición en torno a las que tradicionalmente han girado esta clase de investigaciones; es decir, era fundamental concebir el conocimiento producido en los scriptoria próximo-orientales como esencialmente distinto y culturalmente independiente de lo que se desarrolló posteriormente en el mundo clásico. De esta forma, contamos desde la década de los noventa y muy especialmente en los últimos años con trabajos y proyectos en torno a la historia intelectual próximo-oriental.

Las cuatro contribuciones a este volumen se pueden organizar en dos grupos. El primero consistiría en los dos primeros artículos que versan sobre el desarrollo de la actividad intelectual en el área mesopotámica en dos periodos consecutivos, siendo el primero el dedicado al arco cronológico que va desde la invención de la escritura hasta el final del periodo paleobabilónico y el segundo desde ese momento hasta el final de la cultura cuneiforme durante la dominación helenística. El siguiente grupo trataría áreas donde la cultura cuneiforme mesopotámica fue cultivada, pero de donde no era originaria; consiste en dos artículos dedicados al desarrollo del cuneiforme en el mundo Hitita y en Ugarit respectivamente.

La primera contribución corre a cargo de Paul Delnero bajo el título Scholarship and inquiry in Early Mesopotamia (pp. 109-143) donde analizará distintos aspectos de la producción intelectual cuneiforme desde la invención de la escritura hasta finales de periodo Paleobabilonico (3400 a.C. – 1600 a.C.). El primer aspecto que estudia sobre la cultura cuneiforme es la cuestión de la autoría, en torno a la cual el autor define su carácter compartido entre aquellos que copian y transmiten las obras escritas y aquellos otros que las representan. Otro aspecto que trabaja es el de la organización del conocimiento y las funciones de la educación cuneiforme: aportar mecanismos prácticos para su desarrollo posterior y crear una cierta conciencia de clase en el conjunto de los escribas, una suerte de élite intelectual al servicio del poder y separada de la masa iletrada con escaso acceso al conocimiento. Si bien la posesión del conocimiento generaba una identidad de clase al servicio del poder siendo el conocimiento un potente instrumento de control social; esta función sólo podría adquirir su significado en la representación de la ideología ante una audiencia. Es decir, si entendemos el conocimiento como marca de la élite política, este instrumento solo adquiere autoridad cuando se pone en práctica a través de una red de agentes e instituciones que representan los distintos rituales y contenidos de los textos cuneiformes.

Alan Lenzi continúa con la descripción de la erudición cuneiforme en Mesopotamia desde la época kasita hasta el periodo tardío. En el artículo que titula Mesopotamian Scholarship: Kassite to Late Babylonian Periods (pp. 145-201) Lenzi, atendiendo a estos textos específicamente, observa una notable continuidad en los métodos de trabajo pese a proceso de canonización de los corpora eruditos, puesto que vemos innovaciones a través de comentarios y ampliaciones. Además, parece haber una reivindicación de la figura del escriba al indicar su nombre en los colofones de las obras, una manera de señalar el orgullo por su profesión. En el I milenio, los comentarios se hacen mucho más detallados y extensos que en el periodo anterior, lo cual indica una reflexión profunda en torno a las obras clásicas de la cultura mesopotámica, siendo la base de tal reflexión la escritura que era concebida como el mecanismo para aprehender el mundo. En este periodo y muy especialmente a lo largo del I milenio, estos intelectuales están íntimamente ligados con los aparatos de poder, ofreciendo sus servicios a las altas esferas sociales y políticas en sus consultas. Sin embargo, un importante proceso dentro de este largo periodo fue el de la expansión del saber mesopotámico a otras áreas durante el Bronce Final; de ser un conocimiento prácticamente circunscrito al área mesopotámica, pasa a convertirse en un conocimiento capaz de adaptarse a otras realidades culturales.

Es dentro de este proceso de expansión del saber cuneiforme a otras áreas donde se desarrollan las dos contribuciones siguientes. La primera, In Royal Circles: The Nature of Hittite Scholarship (pp. 203–227), ha sido escrita por Theo van der Hout y gira en torno a la actividad intelectual en Hattusa, uno de los puntos donde el saber mesopotámico tuvo más arraigo. Lo que pretende el autor es establecer la identidad del erudito hitita separado de la del simple burócrata, para poder establecer la auténtica naturaleza de la intelectualidad hitita. Vemos como una vez más el autor considera los colofones como una preciada fuente para conocer la identidad de los escribas y sus relaciones, además de ser un indicativo de cierta conciencia de clase entre los eruditos. A esto se suma el alto estatus social con el que contaban los escribas eruditos en el mundo hitita, muy cercanos al poder político y a distintas altas autoridades. Al igual que en el área mesopotámica la educación se podría dividir en dos estadios, un primer estadio enfocado a adquirir las competencias más básicas para la administración y un segundo con un estudio profundo de los textos de cara a una especialización en la erudición cuneiforme. Serían aquellos escribas que alcanzarían el segundo estadio de conocimientos los que constituirían la cúspide intelectual de la sociedad, los que firmarían sus obras en los colofones y los que pretenderían diferenciarse de los simples escribas administradores. Sin embargo, la escasez de textos sumero-acadios en Hattusa con colofón firmado indica que sólo un pequeño círculo de escribas se dedicaba a cultivar el saber mesopotámico.

El último artículo de este número especial consiste en un trabajo conjunto de los profesores Robert Hawley, Denis Pardee y Carole-Roche Hawley titulado The Scribal Culture of Ugarit (pp. 229–267) sobre las prácticas eruditas en Ugarit, ciudad costera del Norte de la actual Siria, que además de convertirse en un potente emporio comercial durante el Bronce Final, también fue un importante polo de atracción del saber mesopotámico del cual encontramos numerosos ejemplos en casas privadas donde se constituyeron centros de enseñanza. Como los propios autores señalan Ugarit es un lugar idóneo para estudios de historia intelectual al existir una cultura escrita dual (silábica y alfabética) que nos permite establecer comparaciones, diferencias y relaciones entre el conocimiento importado y el local. Este estudio de la producción intelectual ugarita se puede explicar a través de la tensión que se desarrolla entre la tradición y la innovación. Así pues, los autores se valen del modelo procedente del idealismo alemán sobre el desarrollo histórico comprendido en tres estadios (tesis – antítesis – síntesis) para dar una perspectiva intelectual e histórica al desarrollo de la erudición en Ugarit. Al igual que en otras zonas, aquí también los colofones nos aportan una gran cantidad de información sobre la identidad de los escribas. El primero (tesis) lo compondrían los eruditos dedicados al cultivo del cuneiforme mesopotámico, considerado un saber de prestigio y autoridad. Sin embargo, en torno al s. XIII a.C. se desarrolla desde las altas esferas políticas un sistema de escritura paralelo de carácter alfabético, de esta manera algunos escribas marcan su identidad y exploran nuevas vías de innovación (antítesis). Durante el último periodo de existencia del reino de Ugarit ambos sistemas convivieron y se retroalimentaron (síntesis).

A lo largo de estas cinco contribuciones sobre el tema de la erudición en el Próximo Oriente antiguo se pueden definir cuatro claves para entender la producción intelectual cuneiforme y que marcan las nuevas vías de investigación: la relación entre los escribas, la relación entre el escriba y el texto cuneiforme, la relación entre el escriba y el poder político y la relación entre el escriba y la identidad cultural. Los escribas en el Próximo Oriente Antiguo establecían su identidad social a través de su conocimiento erudito que los distinguía del resto de la población o incluso de otros escribas menos cualificados. Su trabajo no consistía en la mera copia de los textos cuneiformes, sino en la reflexión en torno a ellos, estudiándolos, comentándolos, ampliándolos, una relación muy especial entre erudición y escritura. Esta actividad venía amparada por los poderes políticos que veían en el conocimiento cuneiforme un potente instrumento de control social y mantenimiento de las estructuras de poder, el cual se servía de estos eruditos para poner en práctica dicho conocimiento ante una audiencia. Finalmente, está la cuestión de la relación con la identidad cultural, un aspecto mucho mejor apreciable en aquellas zonas donde el cuneiforme silábico no era originario. Por una parte, un enriquecimiento cultural a través del saber mesopotámico que les aportaba un prestigio social elevado, y por otra un cultivo del saber local, incluso en un sistema de escritura nuevo, que les vinculaba con la identidad colectiva. Seguramente, una última contribución a este volumen que versara sobre la recepción y producción de conocimiento en Asiria habría completado de manera excelente este estudio sobre la actividad erudita en el Próximo Oriente antiguo.

Así pues, vemos como la historia intelectual no es una rama apartada de los estudios históricos en el Próximo Oriente antiguo, sino intrínseca a las sociedades en donde estos conocimientos se desarrollaron.

Juan Álvarez García – Universidad Autónoma de Madrid.

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Manifiesto por la Historia – GULDI; ARMITAGE (PR-RDCDH)

GULDI, J.; ARMITAGE, D. Manifiesto por la Historia. (traducción de Galmarini, M. A. The History Manifesto, 2014). Madrid: Editorial Alianza, 2016. 292p. Resenha de: HERNÁNDEZ, Juan Jesús Botí; GIMÉNEZ, David Omar Sáez. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.141-143, 2017.

La edición de Manifiesto por la Historia que aquí reseñamos es una traducción al castellano de Marco Aurelio Galmarini del original publicado en inglés por la Universidad de Cambridge en 2014. Sus autores son Jo Guldi y David Armitage: Jo Guldi es profesora en la Universidad de Brown, en Providence (Estados Unidos), y ha dedicado buena parte de su obra a estudios sobre la historia de Gran Bretaña y, sobre todo, a la política económica. Por su parte, David Armitage es profesor en la Universidad de Harvard, especialista en historia intelectual e historia del mundo.

Aunque hay quien ha señalado la originalidad del título de la obra, subrayando especialmente el término manifiesto como algo provocador y poco usual, lo cierto es que no se trata de algo novedoso, pues viene a unirse a una serie de títulos que se han publicado en la última década, sirviendo de ejemplo el conocidísimo La utilidad de lo inútil de Nuccio Ordine (2013), que también se publicó con el subtítulo Manifiesto, y que coincidía en algunos aspectos con el contenido de esta obra.

El conjunto del libro consiste en una dura crítica a la hiperespecialización y el cortoplacismo, planteando la Historia como una ciencia que, ante el avance de las nuevas tecnologías y la pérdida de perspectivas a largo plazo para enfrentar problemas como pueda ser el cambio climático, ofrezca respuestas globales y aporte una visión crítica. Manifiesto por la Historia es, por tanto, una dura pero necesaria autocrítica que plantea que los propios especialistas han debilitado la ciencia histórica, haciéndole perder peso e influencia, creando la idea de que ante grandes problemas como crisis económicas, climáticas, bélicas, etc., la Historia no puede aportar nada.

Esta idea, que a muchos les puede parecer absurda, está cada vez más asentada en el imaginario colectivo, y día a día vemos cómo la ciencia histórica, junto a otras disciplinas sociales y humanísticas, va desapareciendo de los planes de estudios, de los presupuestos nacionales, etc. Según los autores, esta pérdida de utilidad pública es culpa de los propios historiadores, que desde mediados del siglo XX han venido constriñendo sus estudios a aspectos cada vez más especializados, contrayendo sus escalas temporales y generando una obra tremendamente compleja y alejada de las necesidades reales de la sociedad, e incluso del entendimiento del gran público.

El libro está estructurado en introducción, cuatro capítulos y una conclusión. Además, viene acompañado de un índice de figuras y un índice analítico que remite a conceptos, autores, acontecimientos históricos, etc.

La introducción, bajo el título ¿La hoguera de las humanidades?, realiza un recorrido exhaustivo por la problemática que ya hemos planteado, describiendo cuáles son esas dificultades que plantea el mundo actual, inmerso en una crisis acelerada. Desde la primera línea la autocrítica está presente y, sirviéndose de la fórmula con que Karl Marx y Friederich Engels introducían su Manifiesto del Partido Comunista, Guldi y Armitage afirman: “Un fantasma recorre nuestra época: el fantasma del corto plazo”. Así, ya en la introducción, los autores hacen alusión a la importancia del papel de la Historia en la sociedad: “La Historia es una espada de dos filos, uno que abre nuevas posibilidades para el futuro y otro que deja atrás el ruido, las contradicciones y las mentiras del pasado”.

El primer capítulo se titula Avanzar mirando hacia atrás: el surgimiento de la ‘longue durée’. En él se deja claro que la historia a largo plazo no es algo novedoso, sino por el contrario algo que viene de mucho tiempo atrás y que fue progresivamente abandonado en las décadas finales del siglo XX. Para ello se exponen las obras y aportaciones de distintos autores, con especial mención a Fernand Braudel como creador del concepto de longue durée. En este capítulo se puede observar una cierta añoranza del pasado historiográfico, haciendo continuas alusiones a la influencia que los historiadores tuvieron en disciplinas como la economía o la política en tiempos pretéritos. Aunque también se exponen los peligros y los errores que supuso en aquellos tiempos, tales como el presentismo. Así, por poner un ejemplo, declaran los autores en relación a los tiempos de Braudel: “La Historia a largo plazo era una herramienta para dar sentido a las instituciones modernas, hacer comprensibles los programas utópicos y concebibles por la sociedad los programas revolucionarios”.

A lo largo de toda la obra son abundantes, excesivas en algún punto, las referencias a la problemática del cambio climático, y quizá en este ejemplo extraído del primer capítulo podamos comprender cuál es el planteamiento acerca de la utilidad pública de la Historia que plantean estos dos historiadores: “el papel de la Historia no debería consistir solamente en vigilar la información sobre la responsabilidad respecto del cambio climático, sino también en señalar las direcciones alternativas, los atajos utópicos, las agriculturas distintas y los modelos de consumo que se han desarrollado mientras tanto”. En este primer apartado se afirma que cada vez más personas miran a la Historia en busca de respuestas a problemáticas a largo plazo como esta, por lo que inmediatamente surge el interrogante: ¿están preparados los historiadores para ofrecer esas respuestas? Guldi y Armitage señalan que la Historia puede ofrecerlas, pero que la visión cortoplacista que ha marcado la investigación y la enseñanza de esta disciplina en los últimos tiempos no.

El segundo capítulo, titulado El pasado breve, o la retirada de la ‘longue durée’, expone cuáles han sido esos cambios que han llevado a abandonar la longue durée de Braudel en favor del cortoplacismo. En él se describe cómo en la segunda mitad del siglo XX la disciplina comenzó a promover una concentración y concreción de fuentes e interrogantes y, por tanto, también del período y materia investigados. De esta manera se propició una hiperespecialización que llevó a saber mucho sobre aspectos cada vez más reducidos, descuidando así los grandes interrogantes, que quedaban sin responder.

Este proceso conllevaba una elitización, quedando así el debate y la exposición de resultados reducidos a pequeños círculos de eruditos, y agravando a su vez la crisis de utilidad social que pudiera tener la Historia. Guldi y Armitage citan a autores que ya en los años ochenta habían puesto en duda la contribución de la excesiva especialización a campos fundamentales como la educación.

El tercer capítulo se titula Lo largo y lo corto. Cambio climático, gobernanza y desigualdad a partir de la década de 1970. En este apartado del libro se analizan las tres problemáticas que le dan título (cambio climático, gobernanza y desigualdad), para concretar todo lo dicho hasta el momento y demostrar cómo la falta de investigación histórica en estos temas en particular ha generado una serie de mitologías e ideas distorsionadas que, a menudo de forma consciente, han condicionado la forma en que hoy la sociedad entiende algunos de ellos. Señalan los autores que la ausencia de historiadores ha propiciado la presencia de especialistas menos cualificados procedentes de otras disciplinas que han asumido la responsabilidad de condensar el conocimiento de siglos y milenios. Así, se cita como ejemplo en el libro la forma en que los economistas han construido un discurso a largo plazo que ha idealizado la economía de libre mercado.

El cuarto capítulo nos trae de nuevo al presente y nos propone un tema de suma actualidad ya desde el título: Grandes cuestiones; big data. Aquí nos plantean los autores que la sobrecarga de información es en sí misma un síntoma de la crisis de pensamiento que venimos padeciendo, y que tanto para el estudio histórico como para otras ciencias y la vida cotidiana se han hecho indispensables las herramientas de búsqueda de información. De hecho, los expertos se han dado cuenta de que para mantener la capacidad de persuación necesitan condensar big data para crear un relato conciso y divulgativo. La utilización de palabras clave es un ejemplo de este fenómeno de recogida de datos, que obviamente se ha expandido a distintos tipos de software (Google Book Search, Paper Machines…). Según los autores, gracias a estas herramientas se facilita la comparación de informaciones cuantitativas, lo que ayuda a producir modelos comparativos de variables a lo largo del tiempo y, por tanto, hace de la Historia “un árbitro de los principales discursos del antropoceno”.

Al fin, llegamos a la conclusión titulada, donde los autores realizan un balance general de todo lo expuesto y concluyen tres líneas a seguir en la escritura de la Historia: la apertura al gran público, haciendo accesibles y comprensibles los relatos elaborados por los historiadores; la atención y empleo de nuevas herramientas de visualización, en especial digitales, por parte de los historiadores; y, por último, la fusión entre lo “micro” y lo “macro”. En relación a este último aspecto, hay que señalar que ya en los capítulos anteriores los autores habían dejado clara su posición favorable también a la microhistoria y, en general, a líneas de investigación más reducidas, tan solo criticaban su generalización, hegemonía y condicionamiento en las tendencias de investigación recientes. En la conclusión vuelven a aclarar esta cuestión defendiendo que lo “micro” representa lo mejor de la metodología del historiador, mientras que lo “macro” plantea los auténticos interrogantes de interés común, por lo que insisten en alcanzar un equilibrio entre ambas concepciones.

No obstante, lo más interesante de la conclusión es el tono optimista que emplea. Se incide en la idea de que desde hace algunos años se vienen publicando estudios que siguen estos criterios, que la ciencia histórica está cambiando y que comienza a corregir errores. Se defiende que no todo está perdido y que, según los autores, los historiadores pueden y deben volver a ocupar el papel de maestros públicos, de guías sociales, que ya ocuparan en tiempos pasados aunque sin renunciar a la rigurosidad. Esto queda especialmente claro en las líneas finales del manifiesto: “¡Historiadores del mundo, uníos! Hay un mundo por ganar, antes de que sea demasiado tarde”.

Nos gustaría terminar diciendo que el manifiesto-ensayo ofrece al historiador un punto de vista novedoso basado en teorías que podrían parecer desfasadas por su antigüedad. Desde nuestro punto de vista, los autores aciertan al buscar en el pensamiento de Braudel un enfoque adecuado para la investigación histórica, pero falla a la hora de plantearlo en su texto. Precisamente por tratarse de un manifiesto, sus ideas no son desarrolladas de manera adecuada, quedan en cierta medida expuestas pero no se profundiza en su entendimiento, con lo que en ocasiones no se termina de comprender el propósito de los autores, o la forma en la que se deberían desarrollar estas ideas. Esto contrasta bastante con otras secciones del manifiesto donde el planteamiento se vuelve farragoso y repite hasta la extenuación algunos conceptos, sobre todo los relacionados con big data y cambio climático. En esos dos apartados es donde los autores, en lugar de incidir en su teoría, se pierden en la explicación de ejemplos que, a veces, no resultan del todo útiles, y quedan como una mera enumeración de ejemplos y casos concretos que no llevan a ninguna parte.

No obstante, debemos incidir en la idea de que el mensaje general que expone esta obra es absolutamente necesario en los tiempos actuales ante la aparente pérdida de utilidad social de la disciplina histórica, y de su progresiva destrucción y marginación por parte de instituciones y autoridades.

Juan Jesús Botí Hernández – Profesor de Secundaria – Ad Absurdum

David Omar Sáez GiménezProfesor de Secundaria – Ad Absurdum

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Empire of cotton: A globalhistory – BECKERT (PR-RDCDH)

BECKERT, S. Empire of cotton: A globalhistory. 2006. Resenha de: MULLINS JÚNIOR, R. D. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, 159-160, 2016.

Every year in Virginia, many teachers instruct students that capitalism is a system in whichgovernment stays out of the way. The author of this review, being a former high school teacher inVirginia, taught this very concept. Nevertheless, Sven Beckert tells a different story in his book Empire of Cotton: A Global History. Beckert argues that not only was the state involved in the development of capitalism, but also “the needs of nation-states were not conflicting”, meaning that in many instancescapitalism intertwined with goals of the state (p. xxi) He uses a commodity, cotton, as a centerpieceto exemplify his point. From the onset, the reader may think they are embarking on a history ofcotton, but that is not Beckert’s goal. His goal is to tell the story of capitalism, by focusing on a topicthat everyone knows something about: cotton.

Beckert begins his book by discussing cotton’s presence in South America a “half of millennium ago” in small villages in “what is today called Mexico” (p. 3). By starting the story this early, he not only shows that “cotton had a long history”, but he also shows that so did capitalism (p. xx). Next, Beckert addresses Christopher Columbus’ landing in 1492; Columbus’ landing was a major event that “recast global connections” and made way for the global rise of capitalism (p. 31). It is after making this point that Beckert is able to get to the meat of his story.

From the landing of Columbus, Beckert progresses, arguably quickly, through roughly four hundred years of history. Through out the four hundred years, he describes the different phases of capitalism, and how different nations experienced it. Although this is a daunting task, Beckert does well in this endeavor and describes how major events, such as the American Civil War, affected capitalism (p. 242-273). By looking at world changing events such as wars, Beckert is able tocapitalize on exemplifying how capitalism had global connections. By emphasizing how major eventshad worldwide ramifications, he is successful in the pursuit of constructing a global history.

As Beckert reaches into the nineteenth and twentieth century, he supports his argumentof state involvement in capitalism even more by discussing how when individuals from differentc ountries attempted to enter the global world of cotton, “they learned about the importance of strongstates to industrialization” (p. 412). Although this point is not direct, it strengthens Beckert’s argumentby showing that although many argue capitalism is a system in which government should stay outof the way, a strong state is practically a prerequisite for entering the industrial realm. As Beckert concludes, he reminds the reader that even into the twentieth century, “the trajectory of the empire of cotton converged more and more with the goals of state-led development” (p. 436).

Beckert thoroughly researched this work, which is evident by examining his notes at the end of the book. However, the choice of having the notes at the end can be laborious when the readerwants to reference one of his notes, as it requires constantly flipping to the back of the book. It wouldbe helpful to have notes within the page for a quick reference, which would provide a smoother read.

Aside from arrangement issues, Beckert makes a statement that could have used more clarification. While describing how America was different from the rest of the world, he discusses that America was the only colonial ruler “which had made cotton-growing territories available byremoving the native people who had dwelled on those lands for centuries” (p. 359). Here it wouldhave been helpful if Beckert could have added more context to this statement. One could arguethat the precedent of taking native lands for business endeavors started with Spanish and English colonization. Although Beckert specifies he is talking about cotton, the way in which he argues thispoint makes it appear as if America set the precedent for taking native lands for business endeavors.

Sven Beckert successfully conquered the task of writing a thorough history of capitalism. Hischoice to focus on a commodity, rather than on individuals, offer a unique and intriguing story to thoseinterested in economic history or the history of capitalism. His story is best suited for the professional historian, but would also be something of interest to the economist or possibly even the political philosopher due to his focus on state affairs. Beckert reminds the reader through his narrative of atruth that is present even today; “a world that seems stable and permanent in one moment can be radically transformed in the next” (p. 443).

Ricky D. Mullins Júnior – History and Social Studies Education at Virginia Tech (Blacksburg, VA. USA).

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Los reinos bárbaros em Occidente – COUMERT; DUMÉZIL (PR-RDCDH)

COUMERT, M.; DUMÉZIL, B. Los reinos bárbaros em Occidente. Resenha de: CASTILLO LOZANO, J. A. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.161-162, 2016.

El libro que nos proponemos reseñar es una traducción de Rafael G. Peinado Santaella delconocido libro Les royaumes barbares en Occident (Presses Universitaires de France, 2010) ycuya autoría recae en Magali Coumert y Bruno Dumézil. Magali Coumert es profesora titular en laUniversidad de Bretaña occidental y su campo de estudio siempre ha versado en la época conocidacomo Antigüedad Tardía y/o Alta Edad Media, destacando su obra L’origine des peuples. Les récitsdu Haut Moyen Áge occidental (550-850) (Institut d’Études Augustiniennes, 2007). El segundo autorde este libro es Bruno Dumézil que es profesor titular en la Univerdad de París Oeste-Nanterre LaDéfense y su campo de estudio ha estado enfocado sobre todo al mundo de la tardoantigüedadcon cierta predominancia del reino austrasiano en sus trabajos, de ahí que sea autor de grandespublicaciones entre la que debemos destacar su obra de referencia: La Reine Brunehaut (Fayard,2008).

El estudio de los pueblos germánicos siempre ha sido un tema que ha originado abundantesdebates desde las primeras voces que los señalaban como destructores del Imperio romano hastaa aquellas que en el s. XIX-XX los ponían como los padres fundadores de las naciones europeasa la luz de la génesis de los nacionalismos europeos. En definitiva, este nuevo volumen pretendearrojar luz sobre la interesante historia de estos pueblos.

El libro está compuesto por una serie de capítulos que van acordes a las principales ideas quesurcan la mente de los historiadores de este periodo histórico y que se articulan en torno a la entrada,el establecimiento y la consolidación de los reinos de estas gentes/nationes. De esta manera, enel primer capítulo se nos hace un recorrido sobre aquellas fuentes a las que debemos acudir a lahora de conocer el pasado de estos pueblos antes del contacto con el imperio de la ciudad eterna,Roma (11-17). Estas fuentes son los etnógrafos antiguos (como es el caso de Heródoto), las fuenteshistoriográficas romanas (como es la conocida obra de Tácito: Germania), los restos materiales através de los estudios arqueológicos y, finalmente, la Historia Gentium, es decir, la historia de losorígenes de estos pueblos creadas (o puestas por escrito) mucho tiempo atrás en un intento dedotar de historia y legitimidad a los reinos bárbaros como es el conocido caso de la Getica u Origeny gestas de los Godos de Jordanes. Este capítulo se complementa con una teoría actualizada enla que, siguiendo las últimas tesis del mundo académico, se deja de señalar una supuesta invasióno macro-migración (pp. 17-22), un concepto que tiene claros tintes políticos, para ir dando fuerzaa una migración constante que al mismo Imperio le favorecía, sin olvidar el interesante proceso de etnogénesis progresiva que se iba dando (pp. 22-25).

El segundo capítulo (“Roma y sus vecinos”, pp. 31-54) y el tercero (“Las formas delestablecimiento”, pp. 55-76) son complementarios e intentan sintetizar esos contactos que hubieronentre Roma y los reinos bárbaros antes de la caída de la pars occidental del Imperio. Siguiendo unmodo divulgativo, no carente de un método científico totalmente pulido, el libro traza la existenciade ese limes, de esas fronteras vivas del Imperio que eran testigos de la entrada y de la convivenciaentre esos “bárbaros” y los habitantes del Imperio. De igual manera, se muestra como Roma, dentrode ese espíritu pragmático que siempre la caracterizó, adoptó a estas tribus para su beneficio propio.

Es decir, siempre que pudo sacar beneficio de ellas, lo sacó bien fuera a través de pactos, como losconocidos foedus, o a través de la asimilación directa de este mundo a su organigrama estatal bienformando parte de las tropas regulares o de la administración pública. Todas estas ideas, si bien hansido estudiadas por grandes expertos, nosotros intentamos recogerlas y analizarlas en un recienteartículo nuestro centrándonos en el pueblo godo.

En los siguientes capítulos, bajo los títulos “La cultura bárbara en el siglo V” (pp. 77-99) y“La construcción de los Estados Bárbaros” (pp. 101-125) se nos muestra un momento clave enel devenir de la historia europea ya que tras la simbólica caída de Roma en el 476, la autoridadimperial en Occidente desaparece, se crea un vacío que estos pueblo tenderán a llenar. Si bien escierto, que ya en este mismo siglo, Roma no tenía la suficiente autoridad como para manejar loshilos del destino de estos bárbaros por lo que en cierta medida este proceso de la génesis de losreinos bárbaros lo podemos retrotraer antes de esta fecha simbólica. De este modo, los autores deesta monografía pretenden arrojar una síntesis completa de este complejo pero apasionante arcocronológico a través de las fuentes arqueológicas y literarias.

El último capítulo del libro (“La conversión de los reinos bárbaros”, pp. 101-126) correspondesegún los presupuestos teóricos de los autores al último momento del proceso de la consolidaciónde estos reinos que ya se vienen viendo ellos mismos como los continuadores/herederos del otrorapoderoso Imperio romano.

El libro finaliza con unas breves conclusiones (pp. 147-148) y una selección de aquellasfechas más significativas para los autores y de los trabajos más importantes para adentrarse en estecampo de estudio (el traductor del libro añade una breve selección de títulos recientes en españolsobre este tema).

En definitiva, y a modo de conclusión, nos encontramos ante una monografía que con untono divulgativo intenta demostrar y trazar una historia general de los pueblos bárbaros desde sullegada y primeros contactos con el Imperio romano hasta su instalación como reinos. En definitiva,se trata de una buena manera para aproximarse por primera vez a estos temas y que sirve como unmagnífico recurso para aquellos alumnos o personas con inquietudes que se enfrentan por primeravez a este complejo mundo.

José Ángel Castillo Lozano – Universidad de Murcia

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La luz de Cristo – DÖLGER (PR)

DÖLGER, F. J. La luz de Cristo. Madrid: Ediciones Encuentro, 2015. 98p. Resenha de: SÁNCHEZ, Alejandro Ruiz. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, 2ª época, p.129-131, 2015.

La luz de Cristo, publicado originalmente en 1936, es el segundo libro de Franz Joseph Dölger traducido al castellano, siendo el anterior una selección de sus trabajos con el título Paganos ycristianos. El debate de la Antigüedad sobre el significado de los símbolos. En esta ocasión seabordan las relaciones entre estos distintos credos a través de la luz. La obra es presentadapor Pedro Sabe Andreu, quien realiza una introducción que nos aporta datos claves para podercomprender de forma correcta el texto. Del mismo modo la obra cuenta con un prólogo a cargo deManuel González López-Corps, profesor de la Universidad eclesiástica San Dámaso de Madrid.

El autor de este volumen es Franz Joseph Dolger (1879-1940), un intelectual alemán, sacerdotey profesor en varias universidades de este país como la de Bonn o miembro de instituciones comola Academia Pontificia de Arqueología de Roma. Su ámbito de estudio se centró en el Cristianismoprimitivo, abarcando dentro de este un amplio espectro de temas, sin dejar de abordar los nexos deunión de esta religión con los credos paganos.

La obra está estructurada en seis capítulos, a los que antecede un prólogo y una introducción.

En la segunda se hace un interesante repaso por la vida del autor, que se va combinando con suobra. Por lo que al entrelazar ambas vamos viendo como sus vivencias influyen en sus publicacionesy como estas van evolucionando. A continuación hay una pequeña explicación de los propósitos desu proyecto, indispensable para entender el texto que leeremos en posteriores páginas.

La introducción continúa contando cómo es el método utilizado por Dölger, que se basaprincipalmente en las fuentes literarias, leyendo siempre que es posible los originales griegos olatinos y consultando traducciones de obras en otros idiomas antiguos. Asimismo utiliza elementosvisuales como fotografías o dibujos. También se nos indica la forma en la que están compuestas susobras, a partir de opúsculos sobre temas concretos y un aspecto llamativo, que es su aproximaciónal mundo pagano. La introducción se cierra con la estructura que adopta el libro, así como aspectosrelativos a la traducción del mismo y finaliza con un apartado de carácter bibliográfico.

La luz de Cristo se inicia, con unas consideraciones del autor acerca del motivo que le llevóa escribir esta obra, para pasar posteriormente al primero de los apartados en los que se divide lamisma.

El primer capítulo titulado Salve, amada luz… nos habla de una colección de saludos que enla Antigüedad se utilizaban en relación a la luz. Se comienza con los usados en el contexto paganocomo el saludo al nuevo día o el vespertino. Tanto aplicados al Sol o a las lámparas; en relación conesta iluminación artificial se insiste en la relación que el hecho de encender un objeto iluminadortiene en la antigüedad pagana y posteriormente cristiana tanto en Oriente como en Occidente, conuna gran carga simbólica de corte positivo ya que esta combate a la oscuridad y a las tinieblas.

El segundo de los apartados del libro se llama Luz buena. Como bendición pagana… En estesegundo apartado Dölger se centra en el mundo de cultura griega, en concreto en el simbolismo quetenía la luz artificial. Según el autor la iluminación tanto en el ámbito cultural, como en el domésticode un espacio tras la puesta sol tenía connotaciones beneficiosas. Para explicar este hecho seapoya en autores como Varrón, Clemente de Alejandría y Orígenes.

Continúa el libro con Cristo como la luz sin ocaso. El saludo salve luz sin ocaso. El autorexplica que al inicio de los cantos u oraciones los cristianos utilizaban la fórmula: “salve, luz”. Estaestaba en relación con la ya vista en el primer capítulo, el saludo pagano al Sol. El saludo sepodía completar con variantes como “luz eterna” o “luz santa”. Del mismo modo Dölger explica quesurgieron otras fórmulas como “salve, luz eterna” que contraponían a la divinidad con el Sol astral.

Para aportar claridad sobre los argumentos expuestos utiliza el testimonio de numerosos autorestanto paganos como cristianos como son: Metodio de Olimpo, Prudencio y Cipriano de Cartago.

Tras esto pasa a hablar el autor sobre El himno vespertino cristiano luz gozosa, y la acciónde gracias a la luz, el lucernario de los capadocios. La expresión “luz gozosa” de la que se hablaen este punto equivale a otras que ya anteriormente comentó el autor como luz buena o amadaluz. Como indica el título del apartado, otro aspecto que se comenta en él es la oración que sepronunciaba en algunos lugares de Asia Menor a la hora de introducir una luz en una habitación,esta es la acción de gracias del lucernario según Gregorio de Nisa. El autor nos habla de dos tiposde lucernarios, los religiosos y los domésticos, y a lo largo de la obra se irá jugando con ambosambientes indistintamente. Como conclusión al tema se indica que la invocación “luz gozosa” seenlaza en la tradición del antiguo saludo a Sol que es sustituido por el saludo a la verdadera luz,Jesucristo.

En el punto número cinco de su ensayo, La bendición cristiana de la luz en Occidente. Dölgernos habla del sincretismo que se produce en las provincias occidentales del Imperio Romano entrela religión pagana y la cristiana. Ejemplo de ello es que al encender una luz o introducir una lámparaen una estancia se realizaba una oración. Esta oración vespertina a la luz se podía realizar tanto enámbitos públicos como domésticos; se nos ofrecen referencias de ambos, como Tertuliano, Hipólito,Cipriano de Cartago, Prudencio o Jerónimo. Lo que queda claro de ellas es la comparación deCristo con la luz o con el Sol eterno, ya que en Nicea se le denomina “luz de luz”.

Lumen Christi-Deo gratias… es el sexto y capítulo final del libro, en él se comienza por explicarla ceremonia del sábado santo en la cual se producía la acción de gracias a la luz (lumen Christi);anteriormente este ritual también se efectuaba en otras ocasiones, e incluso fuera de contextoslitúrgicos. Para ilustrar esto último el autor se apoya en una lámpara originaria de Sicilia y dospatenas procedentes de la actual Argelia. Posteriormente se pasa a comentar diferencias en laceremonia de la luz en lugares como Jerusalén e Hispania, para lo que se utiliza como fuente a laperegrina hispana Egeria. Finaliza el apartado expresando la idea de que la luz tras el atardecer,tanto en ámbitos cristianos como paganos, era indudablemente un elemento unido a la felicidad,para lo cual se citan autores como Amiano Marcelino, Apuleyo o Jerónimo.

Para finalizar esta edición cuenta con una serie de cuatro índices, que se articulan de lasiguiente forma: índice de personajes, autores y obras de la Antigüedad y el Medievo de citasbíblicas, de autores modernos y de obras, y trabajos del académico alemán.

Como balance final queda añadir que la obra de Dölger propone una interesante confrontaciónentre las bendiciones y ritos vespertinos, especialmente cantos y oraciones, realizados tanto porpaganos como cristianos en la Antigüedad. Cuenta para ello con una abundante bibliografía, queabarca desde fuentes directas de ambas corrientes religiosas hasta la historiografía más modernaen su momento de publicación. Imprescindible es también aludir a la gran cantidad de notas al pieque resultan muy aclaratorias debido a lo específico de la materia tratada. Con todo ello, el profesoralemán realiza un interesante ejercicio de sincretismo religioso en el que combina los textos con elementos materiales de forma muy acertada.

Alejandro Ruiz SánchezUniversidad de Murcia.

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Teaching History Creatively – COOPER (PR)

COOPER, H. (Ed.). Teaching History Creatively. Londres: Routledge, 2013.  185p. Resenha de:  SOLA BELLAS, M. Gil de. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, p.133-137, 2015.

Teaching History Creatively es un libro orientado a los docentes cuya labor se desempeñaprincipalmente durante los primeros años de la educación escolar, más concretamente los últimosaños de Educación Infantil y toda la Educación Primaria, aunque también podría adaptarse a losniveles de enseñanza superiores. A través del mismo se pretende introducir a los docentes a laenseñanza de la historia de manera creativa a partir de la realización de investigaciones históricasaptas para el alumnado, de forma que se desarrolle su pensamiento histórico. Esto dotará alos alumnos de una serie de recursos esenciales para el adecuado aprendizaje de la historia, ypermitiendo que éstos realicen su propia representación del pasado yanalizar los hechos históricosdesde un punto de vista crítico.

Pensar históricamente implica, por lo tanto, poner en práctica una serie de procesos quesobrepasan lo meramente conceptual. Para lograr que los alumnos piensen históricamente se hade conseguir, entre otras cosas, el desarrollo de una conciencia histórica, fomentar la imaginacióny la creatividad que les permitirán elaborar hipótesis, y aprender a analizar e interpretar los hechoshistóricos. Todos estos factores son analizados y desarrollados en este libro mediante una seriede estudios de caso que permitirán no sólo comprobar cómo la enseñanza de la historia de formacreativa permite que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea más significativo para el alumnadosino que además proporcionan ideas variadas y concretas sobre cómo poner en práctica este tipode enseñanza.

El libro se divide en tres grandes bloques, precedidos por un prólogo de Teresa Cremin, laeditora de la serie Learning to teach in Primary School, a la que pertenece este libro, y una breveintroducción del libro por parte de Hilary Cooper, editora del mismo.

En el prólogo del libro, Cremin indica que el alto nivel de especificidad del currículo en elReino Unido durante los últimos veinte años ha supuesto un desafío para los docentes que, pesea verse más limitados respecto a los contenidos, han buscado el desarrollo de nuevas estrategiasque buscan enseñar creativamente y para la creatividad. Asegura que enseñar creativamente esimportante para trabajar el currículo de forma innovadora, pero que además es importante enseñarpara la creatividad, de manera que se busque el desarrollo de la competencia creativa del alumno.

Para ella, la creatividad en el proceso enseñanza-aprendizaje se asocia con innovación, originalidad,propiedad y control, y asegura que esta serie de libros, que muestran principios de enseñanzabasados en investigaciones y no exclusivamente en principios teóricos, busca ofrecer apoyo a losdocentes que busquen desarrollar la creatividad y la curiosidad de sus alumnos.

Cooper, en su prefacio, indica que la intención de este libro es la de ofrecer pruebas de quela historia es una asignatura que merece la pena trabajar de forma creativa. Muestra cómo este libro es un trabajo oportuno, tanto por el momento en el que se está llevando a cabo, cuandose pide a los alumnos que sean capaces de elaborar un pensamiento histórico que les permitaobtener conclusiones y realizar argumentaciones entre otros aspectos, como por la importanciade la promoción de la creatividad en el aula de historia, puesto que ambos conceptos estáninterrelacionados.

La primera parte del libro, que lleva por título The essential integration of history and creativity,está dividido en dos capítulos, ambos elaborados por la didacta británica. En ellos se explica deforma más extensa por qué la creatividad y la historia son interdependientes.

En el primer capítulo, Why must teaching and learning in history be creative?, Cooper afirmaque es posible aprender de manera creativa y trabajando el currículo de forma transversal mientrasque se desarrollan además las inteligencias múltiples, y todo ello a partir de una serie de conceptosbásicos. En primer lugar se deben identificar áreas de investigación, definir problemas y elaborarpreguntas. Para ello es necesario desarrollar lo que ella llama “possibility thinking” o pensamientode posibilidad, definido como la “habilidad de considerar una serie de posibles respuestas operspectivas diferentes para responder a una pregunta, problema o situación”. Esto permite quese trabajen la imaginación y la empatía de los alumnos, que serán capaces de crear nuevospensamientos basándose en el comportamiento y reacciones que otras personas podrían tener.

Además se permite al alumnado correr riesgos basándose en sus conocimientos o en su falta de losmismos como forma de favorecer la tolerancia a la incertidumbre, y mejorando su autoconfianza. Otroaspecto indispensable es la colaboración para favorecer el aprendizaje compartido y las habilidadescomunicativas del alumnado no sólo a la hora de responder preguntas sino para elaborar preguntasnuevas que lleven a nuevos pensamientos y posibilidades de investigación. Todo esto estaráenfocado a una meta: los alumnos deberán llegar a conclusiones propias que tendrán más valorpor haber sido alcanzadas de forma activa y creativa, y que podrán posteriormente investigar. Porúltimo, Cooper menciona las ideas de Ryle, quien indica que la creatividad supone “saber cómo”,es decir, comprender que toda disciplina está basada en investigaciones previas, y “saber que”, esdecir, el conocimiento conceptual. Posteriormente, relaciona todos estos conceptos básicos coninvestigaciones recientes en el campo de la psicología y la neurociencia, y para finalizar el capítuloexplora los diferentes aspectos que muestran la relación existente entre dichos conceptos y laforma en la que los historiadores investigan y elaboran la historia, es decir, la manera en que loshistoriadores piensan la historia.

En el segundo capítulo, Supporting creative learning in history, la propia Cooper demuestra,a partir de las teorías constructivistas de autores como Piaget, Bruner y Vygotsky, que es posibleque los alumnos lleven a cabo investigaciones históricas elaboradas de la manera explicada en elcapítulo anterior. A continuación indica la forma en la que los docentes pueden crear un ambienteadecuado para favorecer la enseñanza creativa y la enseñanza para la creatividad en el aula a partirde una serie de valores y estrategias a la hora de orientar la sesión, organizar el espacio del aula y,en general, crear una atmósfera propicia para el fomento del aprendizaje creativo de la historia porparte del alumnado.

La segunda parte del libro, titulada Creative approaches to aspects of historical enquiry,consta de siete capítulos elaborados por distintos autores. En ellos se muestra cómo las teoríasconstructivistas del aprendizaje junto con la creatividad y la historia pueden favorecer el desarrollodel pensamiento investigador del alumnado, todo ello a partir de investigaciones llevadas a cabo porlos autores de cada capítulo.

El primer capítulo se titula Investigating activities using sources. Elaborado por Harnetty Whitehouse, propone diferentes actividades a partir de las cuales se busca el desarrollo delpensamiento histórico y creativo del alumnado de Educación Infantil y Primaria a partir de pequeñasinvestigaciones relacionadas con la historia de su entorno más próximo y en colaboración con laUniversidad de West of England, que proporciona no sólo materiales sino diferentes formas deabordar los contenidos a trabajar con los alumnos. Se trata de un ejemplo de la necesidad de lacolaboración y la planificación a la hora de elaborar actividades creativas si se quiere alcanzar un resultado satisfactorio. Como conclusión del capítulo, se muestra cómo se ha estimulado elinterés del alumnado y cómo es posible llevar a cabo actividades abiertas y creativas basadas enun currículo cuyos contenidos son muy específicos.

El título del segundo capítulo es Using archives creatively. Su autora, Sue Temple, muestraen él cómo el acceso a fuentes primarias reales permite al alumnado comprender la forma en quetrabajan y desarrollan teorías los historiadores. Generalmente, estas fuentes primarias suelen seredificios o artefactos, pero Temple sugiere actividades basadas en la utilización de documentosprimarios que se encuentran en los archivos municipales, como censos, mapas, diarios, imágeneso documentos sobre cualquier elemento del entorno del alumnado. Estos documentos deben ser,según ella, ricos, fiables y relevantes para el alumnado, y enfoca las actividades indicando a losalumnos que son “detectives de la historia”y que, basándose en esos documentos, deberán descubrirqué ocurrió a una persona o un lugar determinado. Se trata de actividades que implican de formaactiva al alumnado, que estimulan su interés y sobre todo desarrollan habilidades de investigación,pensamiento histórico y conciencia social y de pertenencia a un entorno concreto.

Moore, Houghton y Angus son los autores de Using artefacts and written sources creatively,el tercer capítulo de este segundo bloque. Proponen actividades en las que los alumnos debenrecrear la historia mediante la decodificación de fuentes escritas y de pequeñas investigacionessobre artefactos. Tanto los documentos escritos como los objetos permiten a los alumnos hacersepreguntas sobre el período de la historia que se trabaje. En primer lugar, a partir del objeto, deberánelaborar su propia versión de la historia utilizando las tecnologías de la información y la comunicación(TIC), y que luego se comparará con la realidad mediante una fuente escrita relativa a ese mismoperiodo. Esto permite a los alumnos no sólo desarrollar su capacidad creativa sino también sushabilidades de investigación, deduccion, análisis y comparación de información desde un punto devista crítico.

El cuarto capítulo es un estudio de caso denominado Creative approaches to time andchronology, y llevado a cabo por Moore, Angus, Brady, Bates y Murgatroyd para desarrollarel pensamiento cronológico del alumnado a partir de objetos, la vida de personas o momentosimportantes de la historia. Para los autores de este capítulo, ser capaces de pensar cronológicamenteno consiste únicamente en memorizar fechas y nombres, sino que implica la habilidad de secuenciareventos, relacionarlos y establecer comparaciones entre ellos, de manera que no sólo sean hechosaislados sino conceptos que se interrelacionan y que dependen unos de otros. Para ello, sugierenla elaboración de diferentes líneas del tiempo en las que se secuencien, por ejemplo, palabras devocabulario específico, imágenes, objetos, etc., además de otro tipo de actividades basadas en lainvestigación sobre un tema concreto y su desarrollo a través de la historia, como la escritura.

Jon Nichol es el autor de Creativity and historical investigation: pupils in role as historydetectives (proto-historians) and as historical agent, el siguiente capítulo de la segunda parte dellibro, y cuya investigación propone, como el título indica, el uso del rol de detective por parte de losalumnos para resolver una serie de misterios basados en determinados momentos de la historia.

El papel de detective-historiador, semejante al desarrollado por Temple en el segundo capítulo deeste mismo bloque, permite a los alumnos investigar la historia a partir de preguntas relevantespara obtener respuestas que les acerquen a la resolución del misterio propuesto por el docente.

Las actividades propuestas permiten abordar de forma creativa y activa conceptos opuestos peropertenecientes al mismo periodo de la historia, como son cristianismo e islam, jihad y cruzada,migración y asentamientos, etc.

El sexto estudio de caso, llevado a cabo por Dodwell y titulado Using creative drama approachesfor the teaching of history, utiliza el teatro y la narración de historias, mitos y leyendas propiasde su entorno más próximo para fomentar el pensamiento creativo y la curiosidad del alumnado.

Basándose en estas historias, se proponen diversas actividades de creación de obras de teatro,narración, improvisación, cambio de roles, danza y canto…, que los alumnos deberán realizar, y enlas que la investigación previa y el trabajo cooperativo son esenciales tanto para la motivación delalumnado por los relatos pertenecientes al folklore de lugares próximos y lejanos como para que la adquisición de contenidos históricos se produzca de forma adecuada. De esta manera se otorgavalor histórico a las narraciones propias de la cultura de cada lugar, teniendo presente que se hacreado o adaptado una obra ficticia que tiene como base en realidades históricas concretasEl último capítulo del segundo bloque se titula Creativity, connectivity and interpretation. Suautor, Jon Nichol, se centra en el desarrollo de la capacidad de interpretación de la historia por partedel alumnado como habilidad indispensable para comprender la historia y desarrollar el pensamientohistórico y creativo. Las actividades propuestas están basadas en pequeñas investigacioneshistóricas en las que los alumnos deben actuar como historiadores: analizar documentos oartefactos históricos, investigar acerca del periodo histórico en el que se encuentran, realizar unareconstrucción cronológica de los hechos que se extraen de dichos documentos o artefactos y apartir de la misma elaborar una interpretación de la historia relativa al material analizado. En este tipode actividades, la capacidad del docente para conectar de forma creativa los contenidos históricoscon la actividad es esencial, puesto que debe proporcionar a los alumnos el material necesario parala investigación y orientarlos en su trabajo, pero las conclusiones y las interpretaciones han de serrealizadas exclusivamente por el alumnado.

Finalmente, la tercera parte del libro ofrece, desde una perspectiva más amplia, la manerade introducir en el aula de Educación Primaria la enseñanza creativa de la historia. Este tercerúltimo bloque se titula A broader perspective of creativity and history, y se divide en tres capítulos.

En el primero, titulado Creative exploration of local, national and global link, Harnett y Whitehousedemuestran como puede trabajarse el contenido histórico desde lo local a lo global de maneracreativa a partir de experiencias significativas para el alumnado que puedan relacionarse con lahistoria de la localidad, así como del país y del continente en el que se encuentran, por ejemploa partir de la vida de un personaje local, de los alumnos y sus familias, de nombres de calles, deobjetos…, que se relacionarán con entornos cada vez más amplios tanto en el tiempo como en elespacio. Este tipo de actividades no sólo permite desarrollar el pensamiento histórico y espacial delalumnado de una manera motivadora, sino que además les insta a buscar relaciones y favorece eldesarrollo del pensamiento cronológico y analítico.

En el segundo capítulo, Creative approaches to whole school curriculum planning for history,Maginn describe como trabajar creativamente el currículo de historia de forma transversal a travésde la diversidad cultural del centro escolar. En los primeros años, la historia se trabaja de formamanipulativa, a través de artefactos que permitan al alumnado elaborar sus propias hipótesis sobreel pasado. Conforme avanzan en la etapa, las investiaciones serán más analíticas y concretas. Estopermite a los alumnos de los distintos niveles no sólo conocer las diferentes culturas que les rodean,sino además establecer relaciones, analizar las causas y efectos de la diversidad cultural en suentorno próximo, y adquirir conceptos que van más allá de lo puramente histórico.

El último capítulo de la tercera parte y, por lo tanto, del libro, se titula Awakening creativity. Enél, Cooper narra la historia de Sybill Marshall, profesora en un pueblo inglés en la década de 1950,y de cómo ésta desarrolló su propio pensamiento creativo y el de sus alumnos a través de la historialocal. Cooper asegura que fue esta historia la que le inspiró a trabajar en esta dirección y que, portanto, es una forma idónea para concluir este libro.

En definitiva, estamos ante una herramienta muy útil, cuyos estudios de caso pueden sermodificados, adaptados y puestos en práctica en cualquier etapa del sistema educativo español.

Las breves explicaciones teóricas permiten que los docentes menos familiarizados con el temase introduzcan en el mismo, obteniendo además nuevas fuentes en las que apoyarse en caso denecesitar más información. Las actividades propuestas son originales, creativas y breves, por loque pueden ser puestas en práctica en cualquier momento del curso escolar, aunque, como biendicen todos los autores que colaboran en el libro, la preparación por parte del docente es esencial ygeneralmente supone meses de trabajo previo, por lo que no contiene actividades que puedan serllevadas a cabo de forma improvisada en el aula. Desde nuestro punto de vista, ofrece situacionesmuy interesantes que, realizadas de forma adecuada, permiten explorar la historia de una maneradiferente y permitiendo que el alumnado sea una parte activa del proceso de enseñanza–aprendizaje. Estas mismas actividades pueden relacionarse unas con otras o trabajarse de forma aislada, peroel aprendizaje final será, en cualquier caso, más significativo que si se centra únicamente en elaspecto memorístico.

Marta Gil de Sola BellasUniversidad de MurciaAcessar publicação original

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Con el fenicio en los talones. Los inicios de la Edad del Hierro en la cuenca del Mediterráneo – GÁLVEZ (PR)

GÁLVEZ, Marisa Ruiz. Con el fenicio en los talones. Los inicios de la Edad del Hierro en la cuenca del Mediterráneo. Barcelona: Editorial Bellaterra, 2013. 377p. Resenha de: MONDÉJAR, Celso M. Sánchez. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, 2ª época, p.157-159, 2014.

El último libro publicado por Marisa Ruíz-Gálvez, profesora titular de la UniversidadComplutense de Madrid desde 1989, trata en profundidad el contexto histórico que posibilitó eldesarrollo y expansión de la denominada cultura fenicia. Un interesante ejercicio motivado por lanecesidad de mantener actualizada su asignatura de “Protohistoria del Mediterráneo”. Este libronace, en palabras de la autora, de las inquietudes de sus alumnos y de la necesidad de sistematizaruna bibliografía que cambia de año en año.

La obra se estructura en torno a cinco capítulos principales, a los que hay que añadir unaintroducción y una recapitulación final. Los títulos de cada tema se inspiran en películas, música yobras literarias, que dotan de un aspecto poco convencional al acostumbrado en trabajos de cortecientífico, unos epígrafes cercanos que son a la vez una declaración de intenciones. El propósitode la autora, como bien indica en su Introducción y Agradecimientos, es dirigirse a un público noespecializado, pero sin renunciar a un profundo aparato documental.

Antes de entrar al contenido del libro, es preciso señalar algunos detalles dignos de mención.

Con el fenicio en los talones mantiene un formato similar a otros títulos que integran la colección“Arqueología” dirigida por M. E. Aubet. Por un lado, las portadas de la serie poseen unos elementoscomunes como distribución de los títulos, colores, tamaño y tipografía. El interior del libro mantieneasí mismo el patrón empleado en las demás obras integradas en la colección. La uniformidad formalde la serie es por tanto un punto a su favor en cuanto a presentación y profesionalidad se refiere.

Para explicar convenientemente lo que denominamos como “Protohistoria”, o más bien laEdad del Hierro en la cuenca mediterránea, es preciso comenzar por una introducción al sistemapalacial en el Próximo Oriente, que tuvo su máximo exponente durante la última fase de la Edaddel Bronce. El desgarro del palacio y su papel como organismo redistribuidor de intercambios yrelaciones internacionales hizo que el panorama político, económico y social en Oriente Próximocambiara, cuyos ecos resonaron a lo largo del Mediterráneo durante la incipiente Edad del Hierro.

Bajo el epígrafe Un palacio para un rey, Marisa Ruíz-Gálvez describe las funciones de lospalacios como centros redistributivos y de poder. La codificación de los registros mediante laescritura y el uso de unos pocos sistema de pesos y medidas con amplísima aceptación hicieronposible no sólo un control sobre las mercancías, sino también el establecimiento de unos valoresde cambio internacionales que permitían un comercio a larga distancia. A pesar de que el palaciojugaba un papel determinante en el desempeño de la actividad económica, existe de forma paralelaun comercio privado desarrollado en ocasiones por esos mismos representantes estatales. Elavance de ambos comercios no fue contradictorio ya que cubrían distintas demandas. No obstanteen los últimos momentos del Bronce Final el comercio privado fagotizó la demanda del comercioestatal propiciando, en opinión de la autora, la caída del sistema palatino.

En el siguiente capítulo titulado Un mundo que agoniza, se introduce brevemente lacuestión de la caída del sistema palacial oriental y analiza diversos contextos. Se nos presenta ladesintegración de las realidades políticas del Bronce Final. El mundo micénico se diluye a causa deuna tradición palatina escasamente enraizada y de una estructura política más cercana a la jefaturaque a un estado. Egipto mientras tanto, en un intento de controlar las mercancías, edifica enclavesfortificados que actuaban como “aduanas”, para poco después perder el control de sus vasallossirio-palestinos y replegarse en sí mismo, contentándose con fiscalizar los bienes intercambiadosy regir nominalmente la zona. Paralelamente las ciudades fenicias/cananeas rellenan el vacío depoder producido por la desaparición del control egipcio y muestran una secuencia de ocupacióncontinuada, sin traza alguna de la catástrofe producida por unos cada vez más cuestionadosPueblos del Mar, y que mantienen profundos contactos con el Egeo y Chipre. No hay consensoentre los especialistas a la hora de valorar la dimensión política y económica de Chipre, pero pareceque la isla mantuvo una continuidad respecto a su época anterior con unos añadidos aportesdemográficos egeos y levantinos, y la reestructuración de los hábitats que modifican su trazadourbano e incorporan lienzos murarios.

Muerte y transfiguración. El inicio de la Edad del Hierro en el este del Mediterráneo es el títulocon el que se introduce al tercer capítulo del libro. Mediante un análisis contextual del Levante, Chipre, Creta y el Egeo, la autora incide en el naturaleza no tan catastrófica de la denominada “Edad Oscura”, si no más bien en una serie de cambios ya latentes en época palacial que pudieronmadurar debido a la ausencia del control monopolista del rey. El nacimiento de identidades es unrasgo característico que emerge en estos momentos y posibilita, un tiempo después, lo que M. Liverani en su obra “Más Allá de la Biblia” denomina “estados étnicos”, concretándose en el augede los dioses políados (Yahweh, Kemosh, Baal/Melqart, etc). Aunque sin detallar los pormenores deeste proceso, Marisa Ruíz-Gálvez coincide con Liverani en situar en este momento el inicio de uma etnogénesis que culminará hacia el siglo IX a. C. Sin embargo, la cuestión principal que determinael estudio las primeras fases de la Edad del Hierro es sin duda la pobre información arqueológica e histórica disponible, como consecuencia del cambio hacia un hábitat disperso en el que el palacioya no es un núcleo imprescindible, sumado a una escasísima información textual por el uso, muy probablemente, de materiales perecederos. Por ello son frecuentes los dilemas cronológicos que acausado la división de los académicos entre una cronología baja, defendida por I. Finkelstein y launiversidad de Tel Aviv, y los que sustentan una cronología alta, cuyo representantes son A. Ben Tory E. Mazar en la Universidad Hebrea.

En el capítulo Despúes de Dios…la casa de Quirós. El mediterráneo Central entre finales delII milenio y los inicios del I milenio a. C. la autora aplica la hipótesis de M. E. Aubet acerca de lacontinuidad en los karum levantinos a las culturas centromediterráneas, (vilanoviana, sarda, etc).

Marisa Ruíz-Gálvez sostiene hubo una razonable estabilidad en la red de contactos mediterráneosque interrelacionaba diferentes esferas culturales entre sí y que no cesa con el colapso del sistemapalacial del Bronce. La huella arqueológicamente más visible es la transferencia de mercancías ytecnologías de claro origen oriental, que fueron asumidas y readaptadas por sociedades locales. Laexpansión hacia el Occidente fue, como según parece desprenderse de los datos más recientes, unajoint venture motivada quizás por un interés comercial que requeriría de la fundación de pequeñosemporios inmersos dentro de la esfera territorial indígena, pero a la misma vez apartada de ella,facilitando un contacto más estable con un hinterland ya poblado.

El último capítulo titulado ¡Bienvenido Mr. Fenicio! Tartessos y los inicios de la colonizaciónfenicia del Occidente mediterráneo comienza con una sintética exposición de los dos modelos a losque se adhieren los diversos investigadores, ya sea el modelo marxista propuesto por C. GonzálezWagner y C. Alvar, o el sugerido por M. E. Aubet, de la cual la autora es seguidora. La principal diferencia está en los modelos explicativos de la colonización, particularmente en lo referente a suorigen. Se señala la problemática en torno a los eventos históricos procedentes de Oriente y lascronologías absolutas, que presentan serios problemas a la hora de interconectarlos entre sí y quezanjen, de una vez por todas, el “por qué” de la colonización fenicia del Occidente.

Finalmente, queremos distinguir determinados aspectos de la obra. Con el fenicio en lostalones es un libro limpiamente estructurado, en donde cada capítulo cuenta con una introduccióny una recapitulación final, que inicia y sintetiza respectivamente un contenido desarrollado conabsoluta claridad y elegancia. La autora usa generalmente una bibliografía bastante actualizadacomo podemos comprobar viendo las citas, con numerosas obras publicadas a partir del año 2000.

Sin embargo también contiene algunos datos desfasados o insuficientemente tratados, como asumirque Ramsés II fuera el faraón tras el Éxodo, o la inexistente alusión al papel de la religión en laformación de los ya mencionados estados étnicos.

La autora señala reiteradamente la relevancia de la escritura alfabética, no sólo como vehículosimbólico de ideas o palabras, sino como elemento clave en el desarrollo de la autoconciencia,la identidad y una progresiva complejidad social. Igualmente defiende, por medio de datosarqueológicos, una continuidad entre el Bronce Final y la Edad del Hierro. La continuidad culturalentronca con una continuidad antropológica bajo una óptica estructuralista, asumiendo la propuestade sociedades parentales, también llamadas sociedades de casa, procedente de los trabajos de P.

Levi-Strauss y J. D. Schloen, ofreciendo una alternativa al modelo materialista histórico defendidopor M. Liverani. Así mismo, se desprende de su obra que es partidaria de la cronología baja de I.

Finkelstein y por lo tanto la acerca a la propuestas de la Universidad de Tel Aviv, aunque autores comoM. Artzy, a quien suele hacer referencia, no sean partidarios de la misma. En definitiva, Marisa Ruíz-Gálvez propone una serie de sugerentes hipótesis basadas en datos arqueológicos recientes, peroal mismo tiempo hace comprensible una época generalmente desconocida y fascinante, cuando segestaron buena parte de las denominadas culturas clásicas que han servido como referencia parala construcción de nuestra identidad actual.

Celso M. Sánchez Mondéjar – CEPOAT.

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La vida cotidiana en Babilonia Y Asiria – CONTENAU (PR)

CONTENAU, G. La vida cotidiana en Babilonia Y Asiria. Traducida por Pablo Herrero. Resenha de: TORRES, Ángel Luis González. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, p.157-179, 2007.

Estructura

La obra de Georges Contenau, traducida por Pablo Herrero, está dividida en cuatrocapítulos a los que se añade un apartado de Conclusión, precedidos de una introduccióny con dos apéndices finales con la bibliografía y las notas aclaratorias (Referencias).

Cada capítulo está a su vez dividido en múltiples epígrafes, de mayor o menorbrevedad, sin numeración1, siguiendo una secuencia más o menos ordenada por temáticasencadenadas.

La INTRODUCCIÓN de apenas dos páginas sirve a su autor para justificar laelección del periodo histórico, por ser a su entender el mejor conocido. Tras un brevísimobosquejo de la historia del Próximo Oriente en dicho periodo (apenas un párrafo)enumera las fuentes que ha utilizado y a la vez le han permitido decantarse poreste lapso de tiempo: las tablillas de Assur y Babilonia, en especial Anales, rituales,himnos, correspondencia (tanto real – funcionarial como privada), la biblioteca deAssurbanipal en Nínive y por último los monumentos y descubrimientos arqueológicos(en especial Korsabad, Nínive, Assur y Babilonia).

Dedica también especial atención a las fuentes exógenas, es decir, los historiadores– viajeros del mundo griego.

El primer capítulo, titulado NOCIONES GENERALES, se divide en noventa epígrafes:

  1. El país.
  2. Los habitantes.
  3. Historia de Mespotamia de 700 a 500 antes de Jesucristo.
  4. La cronología.
  5. Las clases sociales2.
  6. La familia. La habitación.
  7. El hombre libre y el matrimonio.
  8. El esclavo.
  9. Su venta.
  10. Los esclavos del templo.
  11. El rescate.
  12. La habitación.
  13. La casa.
  14. El empleo de la arcilla.
  15. El techo y el piso superior.
  16. La decoración18. El mobiliario.
  17. Alumbrado y calefacción.
  18. La ciudad. Su plan.
  19. Babilonia.
  20. Los grandes edificios. El Mermes.
  21. El Eufrates y su puente.
  22. Aducción de agua.
  23. Las murallas.
  24. Las puertas.
  25. El campo. Los canales.
  26. Fertilidad debida a la irrigación.
  27. La navegación.
  28. La espuerta y el <<kelek>>.
  29. La pesca.
  30. Los huertos.
  31. El huerto de Merodak-Baladan.
  32. Los corrales.
  33. La agricultura. Los cereales.
  34. La laya y el arado.
  35. La trilla.
  36. Ventas y préstamos en grano.
  37. El ganado. El asno.
  38. El asno salvaje y el caballo.
  39. El ganado bovino.
  40. Corderos. Cabras. La industria de la leche.
  41. El camello.
  42. Pastores y perros.
  43. Ventas de ganado.
  44. Animales salvajes. La caza.
  45. Los transportes por carretera.
  46. La caravana.
  47. La vida cotidiana3,50. El saludo matinal.
  48. El aseo. Cabello y barba.
  49. El jabón.
  50. El barbero.
  51. El traje masculino.
  52. Modas femeninas.
  53. El sello.
  54. Las comidas.
  55. El pan.
  56. La bebida. La cerveza y el vino de palmera.
  57. El vino.
  58. La palmera.
  59. La seudofecundación de la palmera en los bajorrelieves.
  60. Legumbres, pescado y carne.
  61. Los saltamontes.
  62. Queso, confitería y frutas.
  63. La vajilla.
  64. Las bebidas fuertes.
  65. Trabajo y comercio4.
  66. Relaciones entre en vendedor y el comprador.
  67. La responsabilidad.
  68. Organización del trabajo en Capadocia.
  69. Objetivos del comercio.
  70. La organización del trabajo en la caravana.
  71. El comercio en Nuzi.
  72. La firma Murashu en Nippur.
  73. Los salarios.
  74. El destajo.
  75. Los vigilantes.
  76. El coste de la vida.
  77. El patrón de cambio.
  78. Valor de las mercancías.
  79. Cobre y bronce.
  80. Hierro, oro y plata.
  81. La fundición de estatuas y sus dorados.
  82. Vasos y joyas.
  83. El alfarero.
  84. El cestero.
  85. El mercader de telas.
  86. El confitero.
  87. El vendedor de canciones.

Estos epígrafes pueden ser divididos en cuatro apartados, delimitados por el propioautor por el uso de la letra en cursiva.

El primer apartado sería propiamente el que contiene las nociones generales,como son el marco geográfico, la descripción étnica, lingüística, una breve historiadel periodo estudiado (700 al 500 a.C.) y el marco cronológico es decir, los seis primerosepígrafes.

El segundo apartado que el autor subtitula Las clases sociales así como los dosrestantes, La vida cotidiana y Trabajo y comercio, más que ser nociones generalesentran de lleno en el análisis de la vida cotidiana que lleva por título la obra. Epígrafestan específicos como El mobiliario, El saludo, El jabón, El coste de la vida o Elconfitero son prueba de ello.

El segundo capítulo, titulado EL REY Y EL ESTADO, lo conforman treinta ycinco epígrafes:

  1. El palacio real.
  2. El palacio de Korsabad.
  3. Las excavaciones.
  4. La planta del palacio.
  5. Los palacios secundarios.
  6. Jardines y <<jardines colgantes>> de Babilonia.
  7. La decoración. Los bajorrelieves.
  8. Los palacios provinciales.
  9. La idea de monarquía.
  10. Reglas de accesión al trono.
  11. La designación divina.
  12. El rey de Asiria no es un dios.
  13. Designación del sucesor.
  14. La consagración.
  15. La jornada civil del rey. El vestido.
  16. Joyas y armas.
  17. Los carros reales.
  18. El mobiliario real.
  19. El marfil.
  20. Diversiones. Banquetes. Música. Danza.
  21. La caza.
  22. El séquito real.
  23. El gobierno. La diplomacia.
  24. Recepción de tributarios.
  25. El tributo de cedros del Líbano.
  26. La guerra.
  27. Los dioses lo ordenan.
  28. El ejército.
  29. Zapadores y artilleros.
  30. El campamento.
  31. El botín.
  32. La octava campaña de Sargón.
  33. Saqueo de Musasir.
  34. La guerra de Elam y el saqueo de Susa.
  35. La marina de guerra.

En este capítulo prima el estudio de las estructuras de poder, centrándose casiexclusivamente en el Imperio Nesoasirio. Se detallan diversos aspectos de la vida cotidianadel monarca y de parte de su corte. La última parte se centra en varios puntosde lo que Georges Contenau denomina en múltiples ocasiones «la industria nacionalde Asiria», esto es, la guerra.

Analiza algunas de las motivaciones de los conflictos, así como uno de los principalesresultados de éstos, los tributos, terminando por analizar la maquinaria militardel Imperio, que demostró ser la más poderosa de su época.

Conviene destacar la narración que hace del descubrimiento y excavación del palaciode Korsabad (epígrafes 2 a 4), narrando de forma casi anecdótica los conflictosentre las misiones francesas e inglesas en el proceso. Más adelante trataremos estepunto con mayor detenimiento.

162Siguiendo un esquema característico del estilo del autor, tras detallar los aspectosgenerales, se centra en situaciones concretas que corroboran lo anteriormente detallado,en este caso campañas militares concretas de época sargónida.

Es éste uno de los capítulos más apropiados para conocer la cosmovisión del puebloasirio en su época de máximo esplendor. Su vinculación a la divinidad, en especialel dios Assur, que no sólo dicta sus acciones militares (epígrafe 27 Los dioses loordenan) sino que rige algo tan importante y vital como es la sucesión en el trono, locuál fue siempre fuente de conflictos, como el propio Contenau muestra con el casode Senaquerib y la sucesión de Asarhaddon.

El tercer capítulo, titulado EL PENSAMIENTO MESOPOTÁMICO, consta decincuenta y un epígrafes:

    1. ¿Qué opinaba el hombre de Babilonia?
    2. <<Doctrina del nombre>>.
    3. La voz. Los nombres de persona.
    4. El tono de los encantamientos.
    5. Poder de la escritura, del dibujo, de la estatuaria, de los cantos y de la danza.
    6. Necesidad de ocultar el verdadero nombre.
    7. Poder de los números.
    8. Juegos de palabras y de escritura.
    9. Los enigmas.
    10. El <<vestido de Marduk>>.
    11. BRG’YH rey de KTK.
    12. La simbólica asiria.
    13. La sabiduría5.
    14. La escritura. La educación del escriba.
    15. Evolución de la escritura.
    16. De la pictografía al silabismo.
    17. El desciframiento.
    18. La escritura criptográfica.
    19. La biblioteca de Assurbanipal.
    20. La literatura asiriobabilónica.
    21. La literatura religiosa. El poema de la creación.
    22. El diluvio.
    23. Los mitos de Zu y el dragón Labbu.
    24. El poema llamado de la caída.
    25. La leyenda de Ninurta.
    26. 5 En cursiva en el original.
    27. La exaltación de Ishtar.
    28. La realeza de los infiernos.
    1. La bajada de Isthar a los infiernos.
    2. La epopeya de Gilgamesh.
    3. Gilgamesh en el arte.
    4. Los mitos de Adapa y Etana.
    5. Narraciones morales. El <<Justo paciente>>. La sabiduría babilónica.
    6. Género lírico. Algunos himnos.
    7. Las fábulas.
    8. El género histórico.
    9. Estilo y valor histórico.
    10. Correspondencia particular. Correspondencia real.
    11. Las ciencias. Objeto de revelación.
    12. ¿Sociedades de misterios?40. Las matemáticas.
    13. Compilaciones de problemas.
    14. Geografía. Cartografía.
    15. El calendario. La astronomía.
    16. Tablas de estrellas fijas.
    17. Las Ciencias Naturales. Botánica. Zoología. Mineralogía.
    18. La Química.
    19. Convencionalismos artísticos.
    20. La estatuaria.
    21. El bajorrelieve.
    22. La perspectiva.
    23. Representación del galope.

Este tercer capítulo continúa la línea inaugurada por el anterior acerca de la cosmovisióndel hombre mesopotámico de los años 700 a 500. Partiendo de la que elautor denomina <<doctrina del nombre>>, con el ejemplo de BRG’YH rey de KTK(epígrafe 11), pasa a analizar el sistema de escritura, su aprendizaje y evolución,siempre teniéndola como un objeto de poder, casi de culto, regalo de los dioses.

Comenta posteriormente algunos de los textos más conocidos de bagaje mesopotámicoen sus versiones asiriobabilónicas (epígrafes 21 a 32) muy centrado siempreen el aspecto religioso, pasando de ahí a generalidades acerca de los distintos génerosliterarios y terminando con el arte representativo, en especial la escultura.

El cuarto y último capítulo se titula LA VIDA RELIGIOSA y está compuesto decuarenta y seis epígrafes:

  1. Documentación.
  2. Falta de unidad y contradicciones.
  3. Reforma de la primera dinastía babilónica.
  4. Religión naturalista primitiva y evolución.
  5. Lista de los dioses. Primera tríada: Anu, Enlil, Ea.
  6. Segunda tríada: Sin, Asmas, Ishtar.
  7. Inurta, Nusku, Nergal, Adad, Tammuz.
  8. Los demonios.
  9. Representación de la divinidad.
  10. Atributos y símbolos de los dioses.
  11. Números y astros de los dioses.
  12. Estatuas divinas.
  13. Intentos de sincretismo.
  14. El hombre <<hijo de su dios>>.
  15. Nacimiento de la mística.
  16. Valor moral de los dioses.
  17. Sus poderes. El Destino.
  18. El pecado. Su confesión.
  19. La duda.
  20. Los templos.
  21. El templo de Marduk en Babilonia.
  22. La torre escalonada.
  23. El clero. El rey sacerdote.
  24. Los adivinos. Los chantres.
  25. Los exorcistas.
  26. Clero inferior y personal de los templos.
  27. Robos y querellas en los santuarios.
  28. Los oficios.
  29. Las fiestas religiosas.
  30. La adivinación. Su justificación.
  31. Los dioses de la adivinación. Los sacerdotes.
  32. Diversos tipos de mántica. Los sueños.
  33. La hepatoscopia.
  34. La astrología.
  35. Presagios de nacimientos o de encuentros fortuitos.
  36. La magia. Las fuentes.
  37. Los dioses de la magia. Los sacerdotes y su técnica. El encantamiento.
  38. Posibilidades de la magia babilónica.
  39. La Medicina.
  40. Fase sacerdotal.
  41. Aparición del espíritu crítico.
  42. La fase prehipocrática.
  43. La muerte. El pueblo y los nobles. Los funerales. El Más allá.
  44. Los sarcófagos.
  45. El sustituto real.
  46. La condición de los muertos.

Este último capítulo podemos dividirlo en dos partes diferenciadas claramente.

La primera dedicada a la teología del pueblo mesopotámico, especialmente centradaen Babilonia, donde vemos la evolución desde la religión primitiva (naturalista) a lareligión más personalizada de época neobabilónica, pasando por las tríadas que hanconformado la base de su panteón, con múltiples contradicciones e intentos de sincretismoque den uniformidad al conjunto variopinto de divinidades que conformaban lareligión mesopotámica.

La segunda parte está dedicada a la práctica de la religión (epígrafe 20 y siguientes): exorcismo, encantamiento, magia, clero…

Especial atención merece el ámbitode la Medicina, con su evolución desde la magia a la física, con la aparición del espíritucrítico.

Termina el capítulo con un análisis somero de la muerte y su enfoque por parte delpueblo y de sus elites, así como del acto de los funerales y de la condición del Másallá, con un pequeño aporte, quizás algo desubicado, de la figura del sustituto realpara momentos nefastos.

La CONCLUSIÓN del libro, que ocupa apenas dos páginas, reincide en la tesisdel autor que impera en toda la obra acerca de las grandes similitudes existentes entrela forma de vida estudiada y la imperante en su actualidad (inicios de la segunda mitaddel siglo XX), así como en las diferencias notables dentro del ámbito del mundoespiritual, no sólo con nuestra época, sino también con sociedades contemporáneas al700-500 a.C. como la egipcia.

La BIBLIOGRAFÍA es característica del momento, con obras que van desde 1849hasta la más reciente de 1950. Las distintas obras van ordenadas por capítulos y dentrode éstos en bloques temáticos. En ellos tenemos autores tan relevantes como A. Layard,E. Cassin, L. Delaporte, R. Labat, A. Parrot, D. Luckenbill, J. Klima, y E. Ebeling.

La mayoría de las obras son de lengua francesa, siguiéndole en orden decrecientelas obras en lengua inglesa y alemana, destacando la total ausencia de obras en castellanoo incluso de autores de habla hispana.

Respecto a las REFERENCIAS, hay que destacar que la fórmula utilizada deagruparlas todas, debidamente ordenadas, en la parte final del libro, no favorece elritmo de lectura, siendo sustancialmente más incómodo este sistema que el de notas166al pie de página, que formalmente facilitan su accesibilidad y la propia comprensiónglobal del libro. No son estas referencias notas aclaratorias, sino citas bibliográficasen su totalidad.

Desarrollo de la obra

La obra de Georges Contenau posee un valor añadido, el de servir de bisagra entrelos modos decimonónicos y de principios del s. XX de hacer Historia y los usoscaracterísticos de la segunda mitad de ese siglo, más en línea con el pensamiento y elmétodo científico modernoSu obra La vida cotidiana en Babilonia y Asiria está plagada de claros ejemplosde ambos sistemas. Si bien para el lector actual las muestras del uso del método científicono llaman la atención por ser las imperantes en casi cualquier estudio histórico,los rasgos de esa forma de hacer la Historia tan característica de finales del s. XIX yprincipios del s. XX no dejan de resaltar en el conjunto de la obra.

El uso del lenguaje literario y sus recursos propios, en especial a la hora de introducirtemas, es quizás el primero de estos aspectos que llaman la atención. Epítetostales como «noble animal», «guerra desgraciada», «inauditas dificultades», «quejumbrosochirriar» o «saludable temor» son frecuentes a lo largo de toda la obra, asícomo el uso continuo de la primera persona del singular en sus afirmaciones interpretativas.

En todo momento se percibe cierta admiración por la historiografía del siglo XIX,aventurera, literaria y romántica. La narración de Contenau es muy descriptiva, conuna fuerte impronta de un destacado conocimiento del terreno de primera mano, condivertidas anécdotas que acercan su lectura al público general.

Una de las características que acompañan al historiador decimonónico es su carácteraventurero, viajero, que participa de la vida social de los pueblos que habitanel territorio estudiado y se sirve de este conocimiento para profundizar en su estudiohistórico. Este fenómeno devino en la etnología comparada actual y sin duda es unode los principales pilares en los que se basan las teorías de Contenau, tal y como manifiestade forma explícita en la breve Conclusión de la obra.

En referencia a esto, y a modo de una brevísima y no especificada historia de lainvestigación, Contenau nos narra, con su estilo literario y casi novelesco, con continuasreferencias casi anecdóticas, las excavaciones que tuvieron lugar en el palaciode Sargón II, en Korsabad. Resulta éste un relato de aventuras, casi heroico, donde senarran los conflictos existentes entre las misiones francesa y británica.

Huelga decir que Contenau deja entrever de manera clara su opinión sobre estosconflictos, con la tendencia propia de su nacionalidad. Los británicos, en especialRassam, habían «privado a Francia de un tesoro inestimable, pues, en vista de los re167sultados obtenidos en la zona inglesa, los arqueólogos franceses no hubieran dejadode excavar en su concesión»6. Ese tesoro inestimable es el botín de las excavacionesen Mosul. Para él el conflicto es una especie de competición entre el Louvre y el MuseoBritánico. No cabe plantearse siquiera los derechos de los iraquíes sobre los materialesencontrados. Prueba de esta actitud es la manifestación de su preocupaciónpor la falta de espacio en el Museo del Louvre: «Las copias fueron a parar al Museode las Colonias, con lo que se demostró una vez más que el Louvre ya no puede contenerla totalidad de sus colecciones»7.

La tendencia patriótica es más perceptible que nunca en este epígrafe (tercero delsegundo capítulo), como se puede apreciar a modo de ejemplo en la descripción dela nacionalidad de Botta: «nacido en Milán, cuando esta ciudad formaba parte delImperio»8.

La emisión de juicios de valor a lo largo de todo el desarrollo de la obra no essiempre tan velada. En ocasiones son directas y claras alusiones o declaraciones.

Probablemente el mejor ejemplo lo tenemos cuando habla de la esclavitud: «prácticadegradante, a la que se vuelve con gran facilidad cuando se subordinan los derechosdel individuo al Estado»9. También se puede percibir de forma clara cuando hablandodel concepto de responsabilidad en el ámbito del comercio establece el siguienteparalelismo con la actualidad: «Las compañías de navegación y ferrocarril actualespretenden en todo momento escamotear sus responsabilidades con el usuario»10.

Los paralelismos son una constante a lo largo de toda la obra. No sólo con elpresente, como se acaba de ver y se detalla más adelante, sino también con diversosperiodos históricos, como la Edad Media europea, e incluso con regiones tandistantes como Méjico para explicar procesos de riego, preparación de alimentos,cultivos, extracción de bebidas, etc. Pero sin duda el paralelismo más frecuente es eldel Egipto faraónico. Se aprecia en él cierta dosis de difusionismo, lo cual encaja conel chovinismo francés al que se hacía referencia anteriormente. Llega a comparar elcarácter de los egipcios (jovialidad natural) con el de los mesopotámicos (no sabenreír11). Las afirmaciones acerca del carácter de un pueblo concreto son frecuentes a lolargo de toda la obra.

Respecto a los paralelismos del presente, los hay generales, en base a un estudioetnográfico comparado, con los usos y costumbres del Próximo Oriente actual, comoes el caso de la habitación, la estructura de la casa tradicional o incluso de la alimentación. Los hay, por otro lado, mucho más concretos y dispares, como los que realizaentre ciertas tradiciones de la corte asiria y la del sultán de Marruecos en base al usodel parasol o incluso con la corte pontificia, con el mosquero o flabellum12.

Dado el frecuente uso de estas comparaciones con el presente, a veces el lectorpuede llegar a confundirse con la descripción de un motivo, al no quedar especificadosi pertenece al pasado, al presente o a ambos periodos.

No todos los paralelismos son externos. También los hay internos, en base a diferentesperiodos históricos. A veces se basa en costumbres documentadas en épocasanteriores, tan lejanas como Ur III o el reinado de Hamurabi, para sacar conclusionesacerca del periodo estudiado (750-500 a.C.). Las referencias al Código de Hamurabison constantes y recurrentes. Conviene destacar aquí una contradicción menor, perono por ello menos real. Si en la introducción afirmaba centrar su estudio entre losaños 700 y 500 antes de nuestra era, en el desarrollo del libro amplía este periodo conlos cincuenta años anteriores, es decir, a partir del 750 a.C.

Quizás el cenit del uso de los paralelismos sea la comparación que el autor hacede la filosofía intrínseca de los mesopotámicos, muy en especial de los babilónicos.

Es contrastada con la egipcia, la platónica e incluso con la occidental (como es elcaso de Schopenhauer). Un claro ejemplo de esto lo tenemos en el análisis que hacede la doctrina del nombre en los diferentes periodos anteriormente citados13.

La visión eurocentrista de base occidental también se ve manifestada en repetidasocasiones con las continuas referencias a las excavaciones francesas en Mesopotamia.

Considera en esa línea de pensamiento que la evolución de las ideas y de lasformas es más lenta en Oriente que en Occidente, lo cuál justifica con el «lento»progreso que se aprecia en Mesopotamia en los aspectos formales. Se aprecia entrelíneas cierta euforia triunfalista por los avances de la técnica occidental (transporte,irrigación, construcción) aunque sin menoscabo de los usos tradicionales.

Una de las principales preocupaciones del autor, es el de acceder a un uso históricode la rica tradición mitológica de los pueblos del Próximo Oriente, con especial atencióna los mitos mesopotámicos y egipcios. Se percibe en varias ocasiones su interéspor racionalizar, dando un sentido lógico y pragmático, los mitos y leyendas, como esel caso del unicornio, cuando hablando de la perspectiva escultórica en el galope delcaballo sostiene: «Cuando se trata de un cornúpeto visto de perfil, se imagina dichoperfil de modo tan riguroso que un cuerno oculta al otro, lo que puede haber dadoorigen al mito del unicornio»14.

Estos esfuerzos se suelen basar en análisis comparados de datos históricos conlos mitológicos, y si bien sus conclusiones no son siempre acertadas, como nos handemostrado las investigaciones posteriores, nunca llega a los extremos interpretativosde otros autores, como es el caso de R. Graves con la mitología griega15.

Una de las más destacada características del estilo histórico de Georges Contenauconsiste en valorar el carácter del conjunto de un pueblo de una forma un tanto generalistay quizás simplista. Junto a la comparación anteriormente detallada acerca delos caracteres de los mesopotámicos frente a los egipcios, insiste en este aspecto aldecir que «El mesopotámico es poco sensible a las bellezas de la naturaleza»16.

En otras ocasiones lleva esta cuestión más allá, diferenciando entre el refinamientobabilónico y los espartanos y rudos asirios. En realidad esto es un estudio de dosmotivos diferentes por oposición mutua. Justifica esta diferenciación en base a diversosfactores: el sustrato de población previo (sumerios), elementos exógenos (indoeuropeosy asiánidas) y la diferencia de clima, menos riguroso en el sur mesopotámico,aunque también caluroso y regular, aspecto al que da gran importancia.

Para Contenau, los sumerios son el elemento civilizador de la región. Los semitas(asirios y babilonios) se desplazaron desde el oeste de la alta Siria y adaptaron losingenios sumerios a su mentalidad, quedando manifiesta en todo momento su admiraciónpor sus predecesores. Cuando la Historia propiamente comienza en Mesopotamia,dice Contenau, los sumerios y semitas estaban ya muy mezclados.

El uso de las fuentesEl conocimiento directo de las fuentes es condición previa e ineludible para cualquierestudio histórico. Su número, así como la calidad de la información por ellasaportadas debe ser motivo de análisis. En La vida cotidiana en Babilonia y Asiria deGeorges Contenau no encontramos ningún capítulo o epígrafe completo dedicado acomentar las fuentes utilizadas por el autor. Ciertamente en la introducción encontramosuna sencilla enumeración de las éstas: las tablillas de Assur y Babilonia, enespecial Anales, rituales, himnos, correspondencia oficial y privada, la biblioteca deAssurbanipal en Nínive y los monumentos y descubrimientos arqueológicos (conespecial énfasis en Korsabad, Nínive, Assur y Babilonia). A esto suma la informaciónaportada por los historiadores griegos, con atención especial a Estrabón y sobre todoa Herodoto.

Junto a estas fuentes por él enumeradas, hay que añadir el uso que hace de la Biblia.

Se percibe cierto esfuerzo por acomodar los hallazgos arqueológicos modernos con el texto bíblico: «Cuenta la Biblia que Hazael, rey de Damasco (segunda mitaddel siglo IX), tuvo que abandonar en una de sus batallas contra el rey de Asiria, unalitera de gala adornada de marfil. Se trata, sin duda, de los ejemplares hallados enArslan-Tash, la antigua Hadatu, en la alta Siria, en un palacio asirio»17.

Encontramos también una referencia bíblica al Éxodo, situándolo cronológicamenteen el Imperio Nuevo Egipcio, tras la expulsión de los hicsos, bajo el reinadodel faraón Ramsés.

Para la reconstrucción de aspectos primordiales de la vida cotidiana, en especialen el Capítulo segundo EL REY Y EL ESTADO, con los usos y costumbres de la corteasiria, se basa principalmente en los relieves palaciegos. Un caso paradigmático eneste aspecto es el del mobiliario real. Para su descripción usa un relieve de época deAssurbanipal citándolo en la referencia correspondiente, pero dado el detallado análisisque hace de su descripción, se echa en falta la reproducción del relieve, de modoque el lector pueda seguir de forma asequible el texto, tal y como hace con otrasrepresentaciones que no son analizadas con tanto detalle, pero sí que son ilustradas amodo de ejemplo general.

Para los usos y costumbres propios de la vida cotidiana en Mesopotamia, Contenaurecurre sobre todo a las fuentes neobabilónicas, incluso al Código de Hamurabi.

Por el contrario, para el estudio de la vida en la corte y de la realeza, se centra demodo casi exclusivo en Asiria, muy en especial en Sargón II y en su bisnieto Assurbanipal.

La Arqueología es estimada en todo momento por el autor. Prueba de ello lo tenemosen la descripción que hace de los hallazgos de las excavaciones del ya mencionadoBotta en el palacio de Sargón II y de la posterior misión norteamericana de1929.

Siguiendo su técnica de explicar generalidades partiendo de la descripción decasos particulares, así como su estilo literario, con frecuentes anécdotas, nos narracomo en la excavación de este palacio se encontró un conjunto de edificaciones contres patios con sus respectivos edificios y dentro de cada uno de ellos una entrada,una sala y una alcoba.

Contenau nos cuenta que al principio se creyó que era el harén para las «tres reinasprincipales18» dado que esto podía ser verosímil en base a la ley musulmana19, sintener en cuenta lo disparatado de esta idea por ser tan diacrónica. Con posterioridad,en base a estudios más recientes, se llegó a la conclusión de que se trataba de capillasanexas al palacio real.

Pese a estos «desajustes», Contenau sostiene que la asiriología nació con Botta, em 1842, con las excavaciones llevadas a cabo en el palacio de Sargon II en Korsabad.

El principal corpus de fuentes utilizadas en esta obra es sin duda el de las fuentesescritas. Son estas las que permiten una datación cronológica más o menos exacta,como son las listas de epónimos (limu) y la Historia Sincrónica. Es gracias a descubrimientosde este tipo que podemos obtener una cronología absoluta que nos ofrezcaun adecuado marco para el estudio del periodo, como es el caso del reciente (para elautor) descubrimiento de la contemporaneidad de Hamurabi de Babilonia y Samsi-Adad de Asiria.

Estos descubrimientos deben ir siempre acompañados de un estudio crítico, quesirva para obtener datos verificados y consecuentemente verídicos.

Es probablemente en el tercer capítulo, titulado EL PENSAMIENTO MESOPOTÁMICO, donde el uso de las fuentes escritas deja patente con mayor claridad suutilidad. Del epígrafe 14 al 20 nos habla de la destacada importancia de la escrituraen las sociedades mesopotámicas, con especial atención a los escribas, garantes deesta arcana sabiduría.

Del epígrafe 21 al 37 Contenau nos ofrece un estudio de los principales textosreligiosos de la literatura de la época. El propio poema de la Creación Enuma elish20encontrado en la biblioteca de Assurbanipal, constituye la base de la religión neobabilónica.

Más allá de su interés literario, esto ofrece al estudioso una ventaja añadida parael estudio de la vida cotidiana, ya que, como sostiene el autor, el mesopotámico sefiguraba a los dioses a su imagen y semejanza, por lo que el estudio de las relacionesentre ellos puede ofrecernos ciertas claves para comprender las relaciones existentesentre los miembros de la sociedad humana, muy en especial para el estudio de lasrelaciones familiares.

Esto último se puede percibir con mayor claridad en la época más tardía del periodoestudiado, con la aparición del fenómeno que Contenau denomina Hijo de midios. La relación mostrada entre el fiel y la divinidad asume situaciones sociales yfamiliares existentes con gran frecuencia en el mundo familiar, como es la adopción,el repudio y la propia nomenclatura de atributos paternofiliales que se establece entreel hombre y el dios.

El trabajo con las fuentes escritas en las tablillas no está exento de problemas. Elpropio autor se queja del grado de desconocimiento existente aún sobre los idiomas queusaban la escritura cuneiforme, en especial del sumerio. Aunque contrastando con esto,él mismo usa traducciones propias del acadio para ciertos términos, pero no adjunta eloriginal ni su transcripción, lo cual fomentaría el aprendizaje del lector interesado.

En ocasiones encontramos terminología acadia cuyo uso ha sido sustituido porotras formulaciones más acordes con el estado actual de los conocimientos filológicosdel mundo mesopotámico, como es el caso de tartan para el actual turtanu (generalen jefe), o incluso discordancias con la nomenclatura actual, como cuando serefiere al rey asirio Tiglaht-Pileser como Teglat-Falasar.

Esta terminología no por ser antigua es menos correcta en ocasiones. El uso de laforma Teglat-Falasar es reivindicado actualmente por varios estudiosos de la lenguaacadia como el más correcto por su mayor similitud con el original, aunque en términosgenerales la otra nomenclatura está más extendida.

El último de los pilares sobre el que se asienta La vida cotidiana en Babilonia yAsiria con respecto a las fuentes utilizadas lo conforman los historiadores – viajerosgriegos. Estas fuentes exógenas se centran casi exclusivamente en Estrabón y Herodoto,con notable preponderancia de este último.

En ocasiones el propio Contenau aporta datos de autores griegos dándolos prácticamentepor ciertos, sin proceder a contrastarlos ni a acompañarlos de aparato crítico.

Podemos ver un ejemplo de esto cuando hablando de los caballos medos en época persa,hace referencia a un dato indicado por Herodoto: «El sátrapa de Babilonia, que gobernabala región más rica del Imperio, poseía un acaballadero con más de ochocientossementales y dieciséis mil yeguas; así lo afirma el mismo historiador (refiriéndosea Herodoto)»21. Evidentemente es éste un dato anecdótico difícilmente contrastablecon fuentes más verificables, pero el autor adolece aquí de una apostilla crítica.

Pero este fenómeno no es siempre el ofrecido por Contenau. En otras ocasionesvemos como dedica amplios esfuerzos a contrastar los datos de los historiadores– viajeros griegos con los aportados por las otras fuentes, en especial la Arqueología.

Claro de ejemplo de esto es la comparación que realiza entre los datos de los autoresgriegos, Herodoto y Ctesias en este caso, y los aportados por la arqueología sobrelas murallas de Babilonia. Concluye con una frase reveladora de este espíritu crítico:«Conviene, pues, acoger con circunspección todas las cifras que las excavaciones nohayan verificado»22.

El motivo de la família

Para poder comprender el conjunto de la obra La vida cotidiana en Babilonia yAsiria de Georges Contenau, siguiendo la pauta por él mismo establecida a lo largode todo el libro, conviene quizás analizar un motivo concreto para de ese modo verreflejado los aspectos generales antes mencionado en un tema delimitado claramente.

Para ello centraremos nuestro análisis en el motivo de La familia mesopotámica. Eséste un motivo de carácter primordial para entender el conjunto de la vida cotidianade una sociedad, ya que es el primer y principal ambiente donde se desarrolla en sudía a día, sujeto a unas leyes y normas sociales que sirven de guía a su evolución.

Su estudio y la comparación con el tratamiento que otros autores hacen del mismomotivo nos servirán para demostrar gráficamente los variados estilos de cada uno delos autores y de las obras que componen nuestro trabajo.

Pese a existir enormes diferencias entre los distintos estratos sociales, capas socialeslas denomina Contenau, el autor considera que se pueden analizar aspectos comunessuficientes entre los favorecidos y los no favorecidos para un estudio generalaplicable a ambos grupos. Para la vida del rey se dedica un capítulo aparte en la obra,el segundo en este caso.

La familia, sostiene Contenau, se funda principalmente en el matrimonio, teóricamentemonógamo, aunque en todo momento se admiten las esclavas concubinas. Lamujer depende del padre o de los hermanos varones (mayores o menores indistintamente)para la decisión matrimonial.

Los esponsales son el paso previo al matrimonio mismo. En ellos el prometidoderrama perfume sobre la cabeza de la prometida, entregando regalos y provisiones aella y a la familia de ella, de manera que la muchacha pasa ahora a depender exclusivamentede su nueva familia, la del novio, pues Contenau define el matrimonio comola entrega (definitiva) de la mujer a su marido.

Los regalos son asunto clave para comprender el fenómeno del matrimonio desde elpunto de vista jurídico y por ende social. La ceremonia del matrimonio iba acompañadade un contrato matrimonial. Frente a esto, el autor defiende que una cohabitación de almenos dos años podía equivaler al contrato, al menos en el caso de las viudas.

Al contraer matrimonio tanto el hombre como la mujer aportan bienes. En caso deque la mujer pase a habitar en la casa del marido, aporta el shirku, dote que se une alajuar. Esta dote queda para los hijos, con garantías que el autor define como exclusivas.

Contenau enumera una mayor variedad de regalos y donaciones por parte del marido,con diferentes características y fines cada uno.

El dumaki lo entrega el marido en caso de que la mujer, tras el matrimonio, decidapermanecer en la casa paterna, por lo que se hace esta donación para el cuidado dela casa. Si el marido muere sin hijos ni hermanos, la viuda puede disponer de él a suantojo, pero en caso de no ser así, los hijos o hermanos pueden reivindicarlo si no hasido consumido, lo cuál deben probar mediante testigos o, de ser necesario, con juramentosu ordalías23.

El marido podía entregar en otro caso el nudunnu, donación que hace a la posibleviuda solidaria de las deudas del marido en caso de ser necesario.

Existen dos clases más de entregas. El tirhatu es la donación que el marido hacedurante los esponsales y que será propiedad de la mujer en todo momento, incluso encaso de repudio. El zubullu consiste en un regalo en víveres y provisiones que segúnContenau se consume probablemente durante las festividades de la propia boda, o ensu defecto un regalo en plomo, plata u oro.

El autor resume así la tipología de las donaciones, a modo de conclusión: «Enresumidas cuentas: la diferencia entre estas donaciones es que una es irrevocable (latirhatu), mientras que las otras pueden ser revocables (dumaki y nudunnu) a menosque hayan sido consumidas (zubullu)»24.

El destino de estos regalos varía en términos generales en caso de fallecimiento dealguno de los cónyuges. Si el marido muere la mujer deberá casarse con un parientepróximo del esposo (hermanos o primos). En caso de no hacerlo vuelve a la tutelapaterna y debe entregar los regalos excepto los bienes consumidos.

En caso de que sea la mujer la que fallece, si el novio no desea casarse con algunahermana, recobra los regalos que no sean consumibles (en especial alimentos).

La ceremonia del matrimonio entre individuos libres consistía, según Contenau,en la colocación por parte del novio de un velo en la novia delante de testigos y ladeclaración: «Ella es mi mujer».

La cuestión del velo tiene gran importancia para Georges Contenau. El velo en laley asiria es distintivo de la mujer libre. Está prohibido a siervas y cortesanas. Comonuestra de este hecho, expone que el título de esposa sólo se otorga a la primera mujera la que se impone el velo.

La concubina (esirtu) sólo puede llevar velo cuando acompaña a la mujer legítimafuera de la casa. Este derecho concedido ya a los babilónicos por el Código deHamurabi persistió durante la totalidad de la primera mitad del primer milenio antesde nuestra era. La concubina, siendo por definición esclava, permanece siempre ensituación inferior a la de la esposa, conservando las obligaciones de su clase, destacaContenau.

En La vida cotidiana en Babilonia y Asiria Contenau sostiene la teoría ya demostradade que la situación de la mujer en Mesopotamia, distando mucho ser igual a ladel hombre, no era tan negativa como en otras sociedades de raíz semítica, aunquesin atribuir este factor diferenciador al elemento sumerio heredado como hacen otrosautores25.

Bajo Sargónidas y Neobabilónicos, la mujer libre no era oficialmente objeto decompra, pero Contenau defiende que hay documentos que indican claramente que sepodía hacer de forma más o menos solapada. Si bien varios autores coinciden en estateoría, Contenau aventura la tesis sin citar realmente las fuentes. Únicamente pone unejemplo concreto de una dama que compra una mujer y toma posesión de ella con elfin de de casarla con su hijo26.

Quizás este punto refleje mejor que el resto una parte importante del estilo deGeorges Contenau: enunciar tesis o afirmaciones sin citar en muchas ocasiones lasfuentes específicas que le llevan a su conclusión, a la vez que la acompaña de unejemplo concreto, que sin concretar si es significativo o no en base a un adecuadoaparato crítico, sirve para reflejar la teoría o idea expuesta.

La situación de la mujer puede percibirse con claridad en el hecho de que puedeservir a modo de fianza de las deudas del padre. Si durante esto queda sin parientesmasculinos, el acreedor, sostiene Contenau, puede llegar a disponer de ella. Estasituación, para el autor, no mejora con el tiempo, ya que la ley asiria silencia partede los derechos que una mujer tenía como madre en época de Hamurabi. De hecho,en caso de viudez y de no existir hijos, la ley, con tácita reprobación, se desinteresatotalmente de la viuda: «Irá adonde quiera».

Del mismo modo vemos como en Mesopotamia, se da la tradición de «seguir elvientre de la madre», esto es, los hijos de un matrimonio entre una mujer libre y unesclavo son libres. Contradictoriamente, a poca distancia de esta afirmación encontramosotra en sentido totalmente opuesto: «Se nacía esclavo o se caía en la esclavitud;lo primero, si el padre lo era»27. Este tipo de contradicciones internas son escasas enla obra, aunque sin duda llaman la atención del lector y plantean interrogantes aclaratorios.

Para que un esclavo se casara con una mujer libre, su amo tenía que darle el consentimiento.

Como Contenau explica anteriormente, tanto ella como sus hijos permaneceránlibres. En el caso de que ella aporte una dote, ésta se invertirá en un negocioy cuando el esclavo muera, la viuda recuperará la cuantía de la dote y la mitad de losbeneficios, siendo propiedad la otra mitad del dueño del esclavo. Leyendo esta explicaciónpuede surgir la duda de si también sucede de esta forma en el caso de que elesclavo sea liberado, pero Contenau no hace ninguna referencia a ello.

La situación inicial de los hijos no dista tanto de la de la mujer, en rasgos generales.

Los derechos del padre son tan amplios que puede dejarlos también como fianzaa sus acreedores, del mismo modo que podía disponer de las hijas.

Contenau afirma que algunos documentos notariales consideran al padre dueño ypropietario del hijo. En esta afirmación podemos apreciar también el estilo característicodel autor, al no citar las fuentes concretas a las que se refiere y en las que basasu tesis, pero acompañándola de una comparación con el presente: «Estos términosnos muestran hasta qué punto la concepción mesopotámica del carácter paternal eradistinta de la nuestra»28.

El poder del padre era tal, que no sólo se podía vender a sí mismo como esclavo,sino a sus hijos y a su mujer también en caso de deuda. En teoría, nos dice Contenau,cuando se saldaba la deuda debían ser liberados, lo que no siempre ocurría realmente,por lo que la ley asiria procuraba impedir que los esclavos liberables no fueran retenidosindebidamente.

Las obligaciones de los hijos son varias. Contenau pone el ejemplo del caso defallecimiento intestado del progenitor. Los hijos deben mantener y ocuparse de la madreque permanecerá en la casa conyugal. En caso de existir hijos de un matrimonioanterior, los hijos del segundo matrimonio podrán remitirla a los primeros para queellos sean los que se ocupen de la mujer.

En la sociedad mesopotámica la concubina que daba un hijo a su dueño no variabasu condición, pero tras el fallecimiento del amo, tanto ella como su hijo eran liberados.

De hecho, cuando una esposa compra una esclava como sirvienta o concubina desu marido, si ésta le da hijos, deja de ser propiedad de la esposa.

El fenómeno de la adopción es otro aspecto fundamental de la familia en el queConteneau se centra en menos de una página, pero con un incesante aporte de datos,aunque de nuevo se echa en falta referencias a fuentes específicasExistan hijos o no, ya sea de la esposa como de la concubina, de la que Contenausostiene que puede formar parte de la familia, el matrimonio puede adoptar otros.

Éstos ostentarán los mismos derechos de herencia que el resto de hijos, pero nunca ensu detrimento.

El acto de la adopción se hace ante testigo. En él, el adoptado ofrece un regalo dediverso valor al padre como agradecimiento. Contenau expone en este caso que esteregalo dio a lugar a ciertos procedimientos para eludir la ley, sobre todo en ventas debienes que no se podían vender, sino únicamente transmitir por herencia, caso de feudosreales. De nuevo el autor aquí no nos da referencias de las fuentes específicas quedemuestran esta afirmación, pero añade un caso concreto de un mercader del sigloXV a.C. de la región de Kirkuk.

Los poderes del padre sobre los hijos llegaban también a los que lo eran por adopción.

Cuenta Contenau que el padre «puede, si quiere, invalidarla (la adopción) ydespachar al hijo adoptivo»29.

En la ley babilónica, vemos el caso contrario. Si un hijo renegaba de su padre o desu madre, éstos pueden mandar venderlo como esclavo, rasurándole la cabeza (unode los símbolos externos de los esclavos).

Según Contenau, la necesidad de abundante mano de obra por parte de la sociedady del Estado se tradujo en el considerable desarrollo de las familias numerosas, a lavez que favorece la extensión del fenómeno de la adopción. Para Contenau esto estáíntimamente ligado a la idea que vincula el poder rector del padre de familia con elpoder rector del jefe de la comunidad.

Junto a estos datos genéricos acerca de la estructura de la familia en Asiria y Babilonia,la obra está plagada de anécdotas sobre el modo de vida cotidiano, como es eldetalle de que las familias mesopotámicas se daban los buenos días besándose.

Conclusiones

El estudio de La vida cotidiana en Babilonia y Asiria de Georges Contenau nosofrece una amplia muestra de los últimos ejercicios de la tradición historiográfica característicade finales del siglo XIX e inicios del XX a la vez que se puede apreciar enella los primeros rasgos de la metodología científica actual. Es sin duda un ejemploparadigmático de la evolución de los estudios históricos hacía un mayor empirismo,pero acompañado de una formulación literaria que embellece el conjunto de la obracon un estilo más ameno y destinado no sólo al lector especializado en la materia,sino a todo aquel interesado en los aspectos más antropológicos y culturales de laHistoria en general y de la Historia del Próximo Oriente en particular.

Si bien la obra cuenta en el apéndice anteriormente mencionado con una ampliabibliografía, así como numerosas citas a algunas fuentes, o, más frecuentemente, acolecciones de fuentes, hemos podido comprobar a lo largo de nuestro análisis deltexto como éste adolece en múltiples ocasiones de referencias a las fuentes concretasque permiten a su autor establecer las conclusiones e interpretaciones que constantementeaparecen en el desarrollo de la obra.

Es característico del autor suplir esta carencia con ejemplos concretos que ilustransu tesis, pero éstos tampoco van remitidos a una fuente concreta en varias ocasiones.

Los ejemplos ofrecidos, generalmente basados en los textos recuperados en las tablillas,nos muestran situaciones específicas que responden, según el criterio del autor,a las afirmaciones anteriormente expuestas en la obra, aunque en algunos momentosestos ejemplos son adornados con ciertas dosis de fantasía, ya que a menudo las fuentesque el propio Contenau utiliza únicamente son registros contables o administrativos,que no permiten un desarrollo total de la historia que muestran.

Un ejemplo de esta situación son los epígrafes dedicado a los comerciantes deKul-tepé, en Capadocia (epígrafes 71 al 73 del primer capítulo), con especial aten178ción al comerciante Pushukin, así como los epígrafes 74 y 75 del mismo capítulodedicados a la firma Murashu en Nippur. Con estos dos ejemplos como punto departida, Contenau analiza el comercio en el Próximo Oriente.

El comercio y el móvil económico es un aspecto destacado en la obra de Contenau,aunque no tan fundamental como sugieren y defienden otros autores. Este hechole sirve para introducir otro aspecto característico de su obra, como son las reflexionespersonales sobre el devenir histórico e incluso el presente: «A primera vista pareceque los móviles de la historia han cambiado desde la Antigüedad; en realidadno han cambiado en absoluto y nos convencemos de ello cuando algún indicio nospermite entrever las razones de las grandes expediciones del pasado»30.

La continua emisión de extrapolaciones con el presente y de juicios de valor oreflexiones personales son una constante en la obra que si bien no aportan datos tangibles,si nos acercan a la mentalidad del autor que obviamente impregna toda la obray redunda en el carácter humanista que la Historia posee, o debe poseer, además de sucarácter puramente empírico.

Una conclusión que la obra nos proporciona es el interés que su autor demuestrapor constatar que es aún mucho el trabajo que queda por hacer. Además de lasreferencias a las ya referidas carencias filológicas del momento, plantea en variasocasiones cuestiones sin resolver todavía que, sin ser relevantes para la comprensiónde la temática de la obra, sirven para mostrar el amplio abanico de posibilidades yrespuestas que los estudios orientales pueden ofrecer aún.

No es ésta una manera de dejar temas abiertos formalmente. El planteamientode la problemática suele acompañarse las distintas interpretaciones que diferentesautores han ido dando como posible respuesta, lo cual no sólo incentiva el interés dellector, sino que tiene el valor añadido de insinuarle, aunque sea levemente, el nutridomundo de posibilidades interpretativas existente, siempre a debate.

Buen ejemplo de esto son las diferentes interpretaciones del bajorrelieve existenteen el Louvre donde vemos dos personajes entregados a la caza y de diferente altura;este detalle, sumado a otros que el propio Contenau enumera, ha provocado la controversiade si se debe a la existencia de una perspectiva artística o si es el resultadode una gradación social31.

Las conclusiones del propio autor expresadas en su correspondiente apartado nosmuestran sus sentimientos encontrados con respecto a los pueblos que habitaban laantigua Mesopotamia. Termina la obra de la siguiente manera: «La civilización mesopotámicaha sido una de las más brillantes de la Antigüedad y, sin embargo, ¡cuánpocos de entre nosotros hubieran querido vivir en Babilonia!»32.

Esta reflexión final de Georges Contenau se debe a que si bien constantementeiguala los aspectos más formales de la vida cotidiana de la antigua Mesopotamia conlos usos y costumbres del actual Próximo Oriente, en especial Irak, marca la diferenciaen el ámbito espiritual, la cosmovisión propia vinculada al ámbito religioso. Losdioses mesopotámicos son definidos por el autor como rudos, violentos, vengativos ygroseros, siempre prestos al castigo y fuente de inspiración constante de miedos entresus fieles. Estas divinidades, sumadas a los demonios y constantes presagios sembraríande temor y subyugarían la vida cotidiana de los mesopotámicos.

Reincidiremos por último en un aspecto determinante de la obra que se debe teneren cuenta para su uso. El autor recurre especialmente a las fuentes babilónicas parasu estudio de usos y costumbres, pero para el análisis de la vida de la realeza y la altanobleza se limita casi con exclusividad al ámbito asirio. Del mismo modo atribuye ala impronta asiria gran parte de los atributos usados por la realeza persa, herencia dela corte sargónida que los monarcas aqueménidas copiaron en abundanciaSi bien es obvio que las similitudes entre ambos pueblos son extremadamentenumerosas, conviene que el historiador moderno tenga en cuenta que sí existierondiferencias en determinados aspectos. La elección de unas fuentes u otras por partede la obra de Georges Contenau sin duda viene dada por su mayor o menor cantidaden uno u otro aspecto. Pero dado el amplio periodo de tiempo transcurrido desde queel autor escribió su obra hasta nuestros días, esa diferencia ha ido superándose conel abundante material aportado por las recientes excavaciones y sus consecuentesinvestigaciones.

La vida cotidiana en Babilonia y Asiria de Georges Contenau, con las posiblesdeficiencias que contenga, es pese a todo una obra de referencia obligada para los estudiosde vida cotidiana y mentalidades del Próximo Oriente. Es uno de los primerosesfuerzos coherentes de plasmar en un único texto los principales aspectos que contienela vida cotidiana de los pueblos de la antigua Mesopotamia.

La historiografía francesa ha demostrado ser guía para este tipo de estudios, comodemuestra la tradición mantenida por otros destacados autores como Jean Bottéro yGeorges Roux.

Estudios como éste de usos y costumbres están cada vez más en boga, demostrandoser imprescindibles para nuestra comprensión de los fenómenos históricos, másallá de la Historia plagada de batallas o de los grandes personajes que la forjaron nocon su sólo esfuerzo, sino conjuntamente con el total de los pueblos que protagonizaronla Historia de la Humanidad.

Notas

1 Para este estudio numeraremos los epígrafes para facilitar su manejo.

2 En cursiva en el original.

3 En cursiva en el original.

4 En cursiva en el original.

5 En cursiva en el original.

6 CONTENAU, G. La vida cotidiana en Babilonia y Asiria. Barcelona. 1951. Pag. 115.

7 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 122.

8 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 113.

9 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 30.

10 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 89.

11 Ambas afirmaciones se pueden encontrar en la conclusión de la obra, pag. 296.

12 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 136.

13 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 169.

14 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 239.

15 GRAVES, R. Los mitos griegos. Madrid. 1985.

16 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 237.

17 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 139.

18 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 117.

19 La ley musulmana sostiene que en caso de existir poligamia, las mujeres deben ser tratadas con

absoluta igualdad.

20 Cuando en lo alto… Frase que inicia el poema de la Creación.

21 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 64.

22 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 45.

23 Para un acercamiento al tema de las ordalías mesopotámicas nos remitimos al artículo de LAFONT, «El juicio del dios-río en Mesopotamia», Introducción al Antiguo Oriente. De Sumer a la Biblia. Paris. 1992. (Edición española de 1996, Barcelona).

24 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 22

25 BOTTÉRO, J. «Las libertades de las mujeres en Babilonia». Introducción al Antiguo Oriente. De Sumer a la Biblia. Paris. 1992. (Edición española de 1996, Barcelona).

26 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 21.

27 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 24.

28 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 22.

29 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 23.

30 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 93.

31 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 143.

32 CONTENAU, G. Ibidem. Pag. 296.

Ángel Luis González Torres – IPOA. Murcia.

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Señores de todo el mundo. Ideologías del Imperio en España,Inglaterra y Francia (en los siglos XVI, XVII y XVIII) – PAGDEN (PR)

PAGDEN, A. Señores de todo el mundo. Ideologías del Imperio en España, Inglaterra y Francia (en los siglos XVI, XVII y XVIII). Barcelona: Ed. Península, 1997. 313p. (1ª edición). Traducción de M. Dolors Gallart Iglesias. Resenha de: MOLINA-NIÑIROLA, Francisco Javier Asturiano. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, 2ª época, p. 2007.

Autor 

El autor del libro que reseñamos es Anthony Pagden, historiador inglés formadoen Santiago de Chile, Londres, Barcelona y Oxford. Fue profesor adjunto de Historiaintelectual moderna de la Universidad de Cambridge y miembro del consejo dedirección del King’s College, y titular de la cátedra «Harry C. Black» de Historia dela Universidad Johns Hopkins, Baltimore (Estados Unidos). Ha colaborado regularmenteen The Times Literary Supplement, The New Republic y The New York Times. En la actualidad es profesor en la Universidad de California.

Pagden es autor de varios libros de historia de la teoría política y social del imperialismoeuropeo. Entre sus obras destacan European Encounters with the New World:From Renaissance to Romanticism; La caída del hombre natural; El Imperialismoespañol y la imaginación política; y entre sus obras más recientes Civil SocietyHistory and Possibilities (2001), Peoples and Empires (2001), La Ilustración y susenemigos (2002); y, como editor, The Idea of Europe from Antiquity to the EuropeanUnion (2002).

Estructura de la obra

Se trata de un extenso libro de 313 páginas de denso pero riguroso contenido histórico. Tras una extensa Introducción en la que el autor enmarca y centra su obra y nos avanza algunos de los grandes temas que va a tratar, y que casi por sí sola podríaconstituir un capítulo aparte, Pagden articula el desarrollo del libro en 7 capítulos dediferente longitud. Se extiende sobre todo en los capítulos 2 («Monarchia universalis»), 3 (Conquista y colonización) y 4 (Expansión y conservación), mientras que losrestantes son bastante más reducidos.

El libro se enriquece con una extensa Bibliografía (19 páginas) y un enorme aparatocrítico (nada menos que 32 páginas de Notas al final del libro), además de undetallado Índice onomástico y un Sumario.

Comentario

En esta obra, que parece ser la primera en comparar teorías del imperio en elmundo moderno, Anthony Pagden realiza un minucioso trabajo sobre colonialismoe imperialismo, en la línea habitual de su campo de estudio, con un profundo y detalladoanálisis de las ideologías que inspiraron tres de los grandes imperios de Europa occidental.

Aunque el subtítulo del volumen nos indica que el período temporal estudiadoson los siglos XVI, XVII y XVIII, el autor nos hace un verdadero recorrido porel pensamiento político de la Antigüedad Clásica y además se adentra en el sigloXIX, llegando hasta la emancipación de Hispanoamérica. Así pues, el estudio dePagden se centra temporalmente entre los siglos XVI y XIX y se limita solamentea tres de los imperios europeos (España, Inglaterra y Francia), y únicamente en suproyección americana. Aunque aparecen citadas otras potencias imperiales europeas(en especial Holanda y Portugal), sólo se hace brevemente y en relación conlas otras tres.

Pagden señala que el mundo moderno se ha configurado a partir de los cambiosiniciados con la creación y caída de los modernos imperios coloniales. Para él, elcolonialismo que comienza con la expansión europea de finales del s. XV dio lugara migraciones masivas, ocasionó la destrucción de pueblos enteros, generó nuevasnaciones y en su fase final creó nuevos Estados y nuevas formas políticas, además decrear las modernas rutas comerciales y vías de comunicación.

El autor explica que los imperios europeos tienen dos historias distintas, pero interdependientes. El libro se centra en la primera de estas fases, que empezaría conel descubrimiento y colonización de América por los europeos, que comienza conel primer viaje de Colón (1492) y termina hacia 1830 con la derrota de los ejércitosrealistas en Sudamérica. La otra fase, de la que el libro apenas trata, es posterior yempieza con la ocupación de Asia, África y la zona del Pacífico hacia 1730, pero queno toma fuerza hasta finales del s. XVIII, cuando empieza el declive de la hegemoníaeuropea en América.

El mismo autor nos explica que ha realizado un estudio eurocéntrico, un intentode comprender qué pensaban los europeos de los imperios que habían creado y delas consecuencias a las que tuvieron que hacer frente. También intenta ilustrar laevolución que experimentó este pensamiento, y mostrar que en torno a las primerasdécadas del s. XIX se habían forjado unas pautas de expectación que determinaríanen gran medida las relaciones posteriores que mantendría Europa con casi todo elresto del mundo.

A lo largo del libro, el autor analiza los argumentos de diversos ideólogos, teóricosy pensadores de diferentes países (ya que no sólo aparecen autores españoles,ingleses y franceses, aunque lógicamente sean los más abundantes) en relación conlos tres grandes imperios objeto de estudio. El método que para ello utiliza es el de lacomparación, un método no usual, aunque el autor ya tiene en cuenta que los distintos aspectos tratados no tuvieron la misma importancia ni recibieron igual atenciónde modo simultáneo en los tres imperios.

Anthony Pagden describe el curioso proceso ideológico que tuvo lugar durantetoda la Edad Moderna en relación con los imperios que se fueron creando. Un procesoque comenzó con la apología de la evangelización y la conquista del siglo XVI,dio paso a la crítica y descrédito de la misma idea de imperio ante los problemas ydificultades que iban surgiendo, y finalizó con el nacimiento de un nuevo ideal decosmopolitismo en la época de la Ilustración, pasándose de esta forma a la idea desustituir a los imperios por federaciones de estados libres, independientes e iguales.

Al mismo tiempo, y paralelamente al estudio ideológico, estamos asistiendo aldesarrollo de la evolución política de los imperios coloniales americanos, desde sucreación en el siglo XVI hasta su crisis y desaparición por los procesos emancipadoresque comenzaron a finales del siglo XVIII.

El autor va señalando a lo largo de los capítulos la importancia de aspectos quefueron motivo de amplias discusiones ideológicas como la conquista y colonización; lamisma creación, evolución y significado de los imperios; el papel de los metales preciososy sus consecuencias; la emigración, la agricultura, el comercio, la esclavitud, eldebate entre expansión y conservación, la relación entre la metrópoli y las colonias…CríticaSe cumplen ahora 10 años de la publicación en castellano de esta obra. Podemosdecir que nos encontramos con un libro verdaderamente moderno y original, ya quese trata del primero que analiza comparativa y paralelamente las teorías e ideologíasdel imperio en tres países (España, Inglaterra y Francia) de modo simultáneo a lolargo de toda la Edad Moderna, teniendo en cuenta además los precedentes y las consecuenciasposteriores.

184Para ello el autor ha realizado una enorme labor de documentación, consultandonumerosas fuentes históricas de muy diversa temática y procedencia, desde la AntigüedadClásica hasta las fuentes historiográficas actuales. Por ello la labor de recopilacióny organización del material bibliográfico nos parece digna de mención, configurandoasí una obra erudita y muy completa, aunque no exenta de complejidad.

Se trata, pues, de un trabajo de historia intelectual en su más amplio sentido: profundo,original, intenso, sólidamente argumentado e intelectualmente estimulante, dealto nivel científico.

Sin embargo, al mismo tiempo se podría comentar que en algunos momentos dela lectura es difícil distinguir las opiniones personales y conclusiones a las que vallegando el historiador de las desarrolladas por los escritores o pensadores históricoscitados en el texto, ya que ambas van apareciendo entremezcladas en el discurso y enmuchas ocasiones no queda muy clara la separación entre ellas. Y debido al lenguajey tecnicismos utilizados en ciertos momentos, algunos pasajes pueden parecer dedifícil comprensión.

La enorme cantidad de Notas que aparecen en cada capítulo, y que Pagden hapreferido colocar todas juntas al final del libro en vez de colocarlas a pie de página, esquizás un aspecto que también podría destacarse. Si por una parte la proliferación denotas enriquece el libro aportando muchos más datos complementarios (algunas notasen sí mismas son bastante extensas), por otra parte puede hacer más compleja (ylenta) su lectura y restarle al libro agilidad. Si el lector opta por ir consultando a cadamomento las notas que van apareciendo a lo largo de la lectura, ésta puede hacerse untanto ardua.

Anthony Pagden ya nos señala en el Prefacio que su libro es una versión muyampliada y revisada a partir del núcleo inicial del curso semestral que impartió en lacátedra Carlyle de la Universidad de Oxford, en 1993. Esto ya puede ser indicativode que el historiador ha realizado un estudio de alto nivel intelectual y científico, ypara enfrentarse a él el lector debe estar previamente preparado y formado, porqueaparecen numerosos datos, conceptos y personajes históricos que deben conocersey enmarcarse en su contexto histórico y en su corriente de pensamiento, o de otramanera el lector corre el riesgo de extraviarse o no sacar el máximo provecho de sulectura.

Por ejemplo, como una muestra de la erudición de la que Pagden hace gala, en ellibro aparecen varias citas en la lengua original del escritor que se menciona (latín,inglés, francés), y también muchas obras, conceptos o palabras en su idioma original(en latín, griego, inglés, francés, alemán o italiano), lo que presupone una buenapreparación intelectual y lingüística por parte del lector. Algunas veces aparece sutraducción al castellano, pero otras no. Esta misma preparación cultural previa podríaser necesaria también ante el uso de una terminología jurídica en la discusión de cier185tos asuntos, con conceptos de derecho romano, derecho civil y derecho natural porejemplo; e incluso cuando el autor realiza un profundo estudio lingüístico sobre elorigen y significado de algunos términos importantes como imperio, monarquía, etc.

Se podría criticar la aparición de algunas aseveraciones discutibles, como la alusiónal «azar» en el caso del imperio español (un concepto abstracto y relativo quemerecería quizá un mayor debate histórico, tanto fuera como dentro del libro); o lacrítica a la democracia que aparece al final del libro. Y en general hay una escasa alusiónal papel de la religión y a las Iglesias cristianas europeas, ya que no sólo el papelde la Iglesia católica en América no aparece muy desarrollado (aunque por supuestosí hay alusiones al Papado y a las bulas de donación), sino que apenas se menciona elpapel del protestantismo y de las diversas iglesias protestantes.

Es interesante la utilización que hace Pagden en este libro del Método comparativo,señalando que desde Raynal los historiadores han permanecido indiferentes antelas posibilidades que ofrecía la comparación. Es quizás esto lo que hace de esta obraun verdadero libro moderno y original, que pudiera abrir el camino a otros estudiossimilares.

En definitiva, con este libro creemos que Anthony Pagden hace una interesanteaportación a los estudios coloniales e imperialistas, enfocado desde el punto de vistade cómo el pensamiento europeo afectó a las relaciones entre los pueblos y los Estadosde Europa; un pensamiento cuyo impacto no sólo influyó en el desarrollo de esosmismos imperios, sino que tiene aún profundos efectos en las relaciones internacionalesde la actualidad.

Francisco Javier Asturiano Molina-Niñirola

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Anibal – LANCEL (PR)

LANCEL, Serge. Anibal. Barcelona: Sn. 1997. 309p. Resenha de: EGEA, Alejandro. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

Una nueva biografía sobre uno de los estrategas más geniales que ha dado la historia, Aníbal, es eltrabajo que nos ofrece este catedrático de arqueología en Grenoble, conocido por sus estudiosdentro del campo de la arqueología púnica, concretamente por sus excavaciones en la propia Cartago. La bibliografía que mana cada año sobre Aníbal y todo lo relacionado con la 2ª Guerra Púnica es muy complicado de rastrear y las monografías sobre este tema son muy abundantes encualquier librería o biblioteca. Sin embargo, el estudio que Crítica propone al lector es presentado, apriori, como un detallado, imparcial y riguroso estudio sobre el hombre que emprendería una de lasaventuras más geniales que nos han transmitido las fuentes.

El autor sigue muy fielmente los textos de Polibio de Megalópolis y Tito Livio, recurriendo a otrasfuentes literarias (Apiano, Silio Itálico, Diodoro o Nepote) y a la arqueología cuando las lagunas deaquellos obligan a ello. Estructurado ordenadamente y estudiando, previamente, los antecedentes, ya posteriori las consecuencias históricas de la figura protagonista, el núcleo central de la obra sebasa, como no, en la “expedición de conquista” que inicia Aníbal en Cartago Nova y que lo lleva alas mismas puertas de Roma. Frente a otros biógrafos que simplemente plasman las fuenteslinealmente en su obra, aquí los textos literarios son, normalmente, contrastados y estudiados,dejando en simple hipótesis los relatos no muy fiables, según el punto de vista, siempre discutible,del autor.

En nueve capítulos va relatando los inicios, desarrollo y culminación de un proyecto imposible, queestuvo a punto de cambiar la historia. Desde que Amílcar Barca sale de Cartago con su hijo Aníbal(con sólo nueve años de edad), se investiga paulatina y atentamente la forja de un personajehistórico único, verdadero actor principal de toda una guerra: desde sus primeras campañas contrapueblos de Iberia, el sitio de Sagunto, el maravilloso relato del paso de los Alpes, las victorias queponen a Roma al borde del abismo (Tesino, Trebia, Trasimeno y la hecatombe de Cannas), donde elestratega muestra sus verdaderas posibilidades, el estancamiento de la operación, la pérdida deCartago Nova y la consecuente pérdida de Iberia, el fracaso, la derrota en Zama y el exilio final.

Todo ello contrastado siempre con la visión de la guerra desde Roma: su caos interno, la sucesiónde mandos militares y cónsules que se ven impotentes y apabullados uno tras otro, la magnitudpolítica del clan de los Escipiones y en especial un seguimiento cuantioso a la persona de PublioCornelio Escipión (más tarde llamado Africanus), verdadero y único contrapeso que Roma expuso ala increíble calidad de Aníbal.

Gracias a un buena documentación gráfica, los acontecimientos quedan perfectamente encuadradosen el espacio, siguiendo los sucesos relatados muy fácilmente y sin perderse, en ningún momento,entre tal cantidad de nombres propios y de lugares antiguos que abundan en el libro. Las batallas yestrategia militar seguida por uno y otro bando son razonadas claramente y en ellas el autor hahecho un buen seguimiento, planteándolas a su vez gráficamente, mediante una recopilación demapas, lo cual es de agradecer.

Como punto curioso y valorable frente a otras semblanzas del personaje sorprende el últimocapítulo, donde dedica unas páginas a comprobar la herencia, la leyenda y la imagen de Aníbal quesurgen tras su muerte y permanecen hasta nuestro tiempo, en el mundo del arte, de la literatura, dela ciencia militar y la historia en general.

En resumen, una biografía bastante completa, muy recomendable y fácil de leer, sobre unossucesos, archiconocidos, acontecidos a finales del siglo III a.C., pero que son despedazadossabiamente para que logremos una visión total y sencilla de lo que fue la 2ª Guerra Púnica y lo quesignificó Aníbal en su desarrollo. No olvida ningún escenario de la guerra (Hispania, Grecia,Cartago, Roma, Sicilia, etc.), si bien, estamos seguros que no será, ni mucho menos, la biografíadefinitiva. El motivo de esta afirmación no es la calidad, siempre cuestionable del libro, sino laincreíble atracción que ejerce Aníbal sobre los historiadores y estudiosos de la antigüedad. Enpalabras del autor, las cuales comparto totalmente: “sin el golpe de látigo que dio al mundo de sutiempo, nuestra herencia no sería la misma”.

Alejandro Egea

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Que es la Filosofía Antigua? – HADOT (PR)

HADOT, Pierre. ¿Que es la Filosofía Antigua?, México: Sn., 1998. 338p. (Primera edición enfrancés 1995). Resenha de: MOLINA, Antonio I. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

Por Filosofía entendemos un fenómeno histórico y espiritual que nace en el 28 de mayo del 585 a.C. fecha en la que se reconoce el inicio del pensamiento racional, tras su separación del mito . Para elautor de esta obra P. Hadot, eminente estudioso del pensamiento grecorromano, la filosofía no debeentenderse como mera teorización, fría palabra o simple discurso, sino como “un modo de vida”,que determina de forma decisiva el discurso filosófico. En opinión de Hadot “el discurso justifica laelección de vida y desarrolla todas sus implicaciones: se podría decir por una especie de casualidade reciproca, la elección de vida determina el discurso y este origina la elección de vida justificándolateóricamente” (193pg). Esta hipótesis, junto a la creencia certera de que toda conversión filosófica requiere necesariamente de un cambio en el individuo, y de la noción del “otro”, es decir que no hayfilosofía sin sociedad, son las ideas que repetitivamente Hadot defiende a lo largo de su libro.

Este presenta tres partes claramente diferenciadas por su mismo autor. La primera parte “Ladefinición platónica del filósofo y de sus antecedentes”, constaría de 4 capítulos. En los que sedescribe la semblanza de los primeros pensadores griegos, siendo su mayor punto de interés, y detodo el libro, la figura de Sócrates, inmortalizada por Platón en el Banquete (Cap. IV). En el Banquete de Platón se creo la figura por esencia del filósofo. Como argumenta Hadot, “Eros y Sócrates personifican, uno de una manera mítica, el otro de manera histórica, la figura del filósofo”(54pg). Al igual que el Eros, hijo de la Riqueza y de la Pobreza, Sócrates es un ser intermedio, amedio camino entre la sabiduría y la ignorancia, que se esfuerza por alcanzar su objeto de deseo, laSofía, pero sin éxito. Pues sólo Dios es sabio, el hombre filósofo. La ruptura entre sabiduría yfilosofía, queda fijada, y el filósofo condenado a comenzar una búsqueda que nunca se ha de acabar,su destino es a la vez trágico e irónico.

La segunda parte “La filosofía como modo de vida”, se inicia con la descripción de las dos escuelasque mayor éxito tuvieron en el mundo antiguo, la Academia y el Liceo. En ambas existió unanecesidad común de formar y modelar al “otro”, pero mientras en la escuela platónica había unaeminente intencionalidad practica, entiéndase política, en Aristóteles y su escuela se pierde poco apoco en pos de alcanzar la vida teorética o contemplativa que va a marcar la figura del sabio (Cap,V-VI). Las grandes escuelas de época helenística como el estoicismo, el cinismo, el epicureísmo oel escepticismo, son calificadas por Hadot como terapéuticas (117pg), pues dieron una mayorimportancia al individuo y sus problemas, pero no renegaban de la posibilidad de cambiar lasociedad mediante el ejemplo de sus vidas, más que por sus palabras. En las escuelas filosóficas deépoca imperial (Cap VIII), esta concepción de la filosofía se mantendrá, pese a la temprana nociónde la “autoridad” de los clásicos, no bastaba con adquirir conocimientos si estos no pasaban aformar parte de la Naturaleza del hombre. Finalmente (Cap IX) muestras sus conclusiones, ademásde oponerse a la concepción chamánica de la cultura griega de algunos autores como Dodds y Mircea Eliade y retratar la figura del sabio en el mundo antiguo.

En la tercera y última parte de su obra “Ruptura y continuidad. La Edad Media y los tempos modernos”, (cap, X-XII) se analiza la influencia del cristianismo en la filosofía, corriente religiosaque se llegara a definir a si misma como filosofía, y como consecuencia una forma de vida, aunqueposteriormente la filosofía quedará destinada a ser una justificación teológica de la religión. Hadotacaba su exposición reflexionando si tal comprensión de la filosofía es aplicable a nuestros días o sipor el contrario se cumple la máxima de Thoreau “En nuestros días hay profesores de filosofía, perono filósofos”.

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Memorias del Mediterráneo – BRAUDEL (PR)

BRAUDEL, Fernand. Memorias del Mediterráneo. Madrid: S.n, 1998. 381p. Resenha de: NÚÑEZ, Ana M.  Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

Tal vez lo primero que cabe advertir sobre el libro es que no se trata de una obra escrita recientemente, sino que es un encargo al autor en 1968 como parte de una colección sobre el passado del Mediterráneo. Sin embargo, el autor de El Mediterráneo en tiempos de Felipe II, no llegó apublicar lo en su día y ahora lo encontramos recuperado por Jean Guilaine y Pierre Rouillard, quienes, debido al lapsus temporal entre autoría y edición, se han ocupado de revisarlo y anotarlo debidamente sin alterar el manuscrito. Coincide la publicación de este libro con la nueva edición completa hecha sobre manuscritos hasta ahora inéditos de la obra clásica de Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio de historiador, escrito en 1943, quizá no sea un hecho casual la revisiónde estos dos autores.

Supone, pues, el libro que reseñamos un viaje por el Mediterráneo desde su génesis geológica hastala fundación de Constantinopla y la irrupción del cristianismo, en navegación de cabotaje p

Aspectos de la vida cotidiana de los judíos en la España medieval – MONTENEGRO (PR)

MONTENEGRO, E. Cantera. Aspectos de la vida cotidiana de los judíos en la España medieval. Madrid: UNED, 1998. 247p. Resenha de: GARCIA, Pedro J. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

En esta obra monográfica el profesor Enrique Cantera Montenegro, titular de Historia Medieval enla Universidad Nacional de Educación a Distancia, nos presenta de forma clara y concisa un estudiosocio-cultural de la minoría étnico-religiosa judía en la España Medieval.

En el prólogo se pone de manifiesto la necesidad de este tipo de obras: “..en la que se ofrezca unaperspectiva de carácter general. Esta ausencia obliga a acudir, necesariamente, a trabajos publicadosfuera de España…”.(pág.12).

El trabajo se articula en cuatro capítulos: el primero dedicado a la vida religiosa hace hincapie en elaspecto idiosincrático de la religión judía, dando esto fuerza en su identidad y cohesión comocomunidad. En segundo lugar, se expone la vida cotidiana en el seno familiar, destacando laimportancia de esta institución. El tercer capítulo se destina al hábito del vestir en la comunidadjudía y finalmente hace un recorrido por los sectores urbanos que configuran la célula dehabitabilidad y convivencia.

El capítulo I: “La vida religiosa de los judíos españoles en la Edad Media”. Se exponen losdiferentes aspectos litúrgicos del mundo judío y como éstos condicionan su existencia. Entre ellosdestaca la Oración, acto de fe en el que los judíos se manifiestan con Dios a través de salmos,himnos y bendiciones. El Shabat (descanso) es el signo de la alianza con Dios y se debe dedicar alconocimiento de Yahveh; también marca el final de la semana judía. El calendario judío (lunar) estáimpregnado de festividades que marcan el ciclo litúrgico judío y que en su mayoría tienen su origenen la Torah.

Los movimientos que se desvinculan de la tradición ortodoxa también son analizados, como elpensamiento místico, los movimientos mesiánicos, o la influencia de Maimónides que comoexpresa Cantera Montenegro fue el “.representante más destacado del aristotelismo dentro delpensamiento hebreo”(pág.55). Cierra el capítulo un análisis de las creencias supersticiosas de losjudíos españoles: magia, adivinación, hechicería y brujería.

El capítulo II: “La vida cotidiana en la unidad familiar”. Nos informa de la importancia de la familiacomo organización social, ya que “la religión judía considera el matrimonio como el estado socialperfecto” (pág.111). La familia queda estructurada en torno a un régimen patriarcal, quedando lamujer relegada en su función social a sus obligaciones como esposa y madre. Uno de los fines delmatrimonio era la perpetuación del linaje, por lo que una mujer judía podía ser repudiada en caso deesterilidad. La importancia de la perpetuación del linaje lo ejemplifica la institución del Levirato(Deuteronomio,XXV,5ss.) en la que una mujer que enviudaba debía contraer matrimonio con unode sus cuñados que fuera soltero y que no tuviera que romper un compromiso matrimonial. Pese aque esto fue la norma en la antigüedad, en el período posbíblico se limitaron las obligaciones queimponía el Levirato. Hay que destacar la trascendencia de las ceremonias religioso-familiares, entreellas la circuncisión , principal signo de la identidad del judaismo. Más allá de una ceremonia deiniciación , simboliza la alianza con Yahveh y la integración al seno de la comunidad religiosaelegida por Dios. Otros aspectos en los que se profundiza son la educación y los hábitosalimenticios, ambos profundamente influenciados por las prescripciones religiosas.

El capítulo III: “Los hábitos de vestir entre los judíos españoles”. En él se analizan las formas devestir habiendo utilizado entre otras fuentes las mimiaturas de códices y manuscritos hebreos.

Según el autor, aunque los judíos conformaban una comunidad diferenciada en sí misma dentro dela mayoritaria representación cristiana, no se basaba esta diferenciación en la forma de vestir, que alparecer debió ser bastante similar. Esta similitud podría ser la causa de que a partir del IV conciliode Letrán (1215) las instituciones tanto civiles como religiosas, introdujeran algunas ordenanzasreferentes a la indumentaria de los hebreos. Por tanto, fue a partir del siglo XIII cuando lalegislación en los ámbitos de la Europa occidental obligaba a los judíos a llevar sobre sus ropas las”señales distintivas”. Entre éstas señas destacan la rota, rueda o rodela. También las autoridadesreligiosas judías impusieron algunas prescripciones en las formas de vestir.

El capítulo IV: “El barrio judío”. Nos muestra las diferentes instituciones socio-religiosas queconforman las juderías en el marco de la ciudad medieval. El hecho de que los judíos formenespacios urbanos propios tiene por finalidad ..”garantizar la pervivencia del colectivo, así comopropiciar el mantenimiento de los imprescindibles lazos de protección y ayuda mutuas”.(pág.145).

La comunidad judía quedaba regulada por la Aljama que gozaba de autonomía para gobernarse ydictar sus propias ordenanzas. Esta autonomía en aspectos religiosos, jurídicos, fiscales,etc, emanade los principios del derecho romano. La Aljama consta para su funcionamiento de oficialesespecializados y la financiación se llevaba a cabo a través de sisas que recaían sobre el consumo decarne y de vino. Con los ingresos se mantenían las instituciones religiosas y socio-asistenciales. Lasinagoga es el principal edificio, ya que en él se congrega la comunidad para el culto, así como paraotras funciones: centro de instrucción y estudio bíblico, centro benéfico y asistencial,etc. Otrosedificios descritos son los baños, los hornos, la carnicería,etc..

La monografía se completa con un glosario de términos hebreos con carácter didáctico y unapéndice documental en el que se transcribe un manual para inquisidores del siglo XVI con ampliasreferencias de las manifestaciones externas de la religiosidad judía. También incluye una selección bibliográfica que sin tratar de ser exhaustiva si que presenta los títulos de referencia obligada.

Pedro J. Garcia

 

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Historias de marmol. La arqueología clásica española en el s.XVIII – MORA (PR)

MORA, Gloria. Historias de marmol. La arqueología clásica española en el s.XVIII. Madrid: Sn, 1998.176p. Resenha de: GARCIA, Pedro J. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

Uno de los aspectos más destacados de ésta publicación es que nos ofrece una visión de conjuntosobre la arqueología española del s.XVIII, ya que hasta ahora la historiografía arqueológica enEspaña había sido estudiada en trabajos aislados y concretos.

Pese a que la parte central de la publicación lo configura el estudio de la arqueología en “el siglo delas luces”, Gloria Mora no pierde de vista los antecedentes de esta ciencia auxiliar de la Historia y lededica un capítulo a ..”La historia y la arqueología en España en los siglos XVI y XVII”. En él sedescribe como la cultura Renacentista influyó en España provocando el estudio de lasmanifestaciones artísticas del mundo grecorromano. Aunque éste estudio, en ciertos campos fuelimitado por la implantación de la Contrarreforma que intentó en todo momento que fueranolvidados aquellos ideales clásicos que se identificaban con el paganismo.

Es la época en la que se está formando el Estado Moderno, y los monarcas españoles mostrarán suintención de crear Historias Generales en las que se justifique la hegemonía de su poder, para así,doblegar y controlar a nobleza e iglesia. Con la intención de exaltar el pasado de la nación sefalsificaron e inventaron muchos documentos históricos. Entre los personajes que influyeron en lacreación de éstas historias figura el dominico italiano Giovanni Anni que en una obra dedicada a losReyes Católicos los hace descendientes directos de Noé, enlazando el origen de la nación con elmundo bíblico. Los apuntes sobre nuestra historia de este famoso erudito se dejarán notar en obrasposteriores, así como otras invenciones que pueblan los “Falsos Cronicones”.

Dos figuras destacadas del siglo XVI cuyas obras continuarán despertando admiración en losilustrados son Ambrosio de Morales y Antonio Agustín. Este último está considerado el fundador dela numismática como ciencia por otorgarle una metodología propia que se aprecia en su obra”Diálogos de medallas, inscripciones y otras antigüedades”. Suya es la cita .. “Yo mas fe doi a lasmedallas y tablas piedras que a todo lo que escriven los escritores”. La cita pese al paso del tiempomantiene toda su vigencia sobre la objetividad de la cultura material que nos aportan lasexcavaciones, frente a la subjetividad de todo escrito.

Otros eruditos realizaron una gran labor de estudio en epigrafía, numismática y toponimia, comoJuan Fernández Franco ó Rodrigo Caro cuyos trabajos por identificar las ciudades antiguas fueronmuy destacados. A partir del siglo XVI se levantó un gran interés por las piezas y objetosarqueológicos pero no será hasta el siglo XVIII cuando se comience a practicar la arqueología decampo y a estudiar estos objetos como fuentes históricas.

Con las aportaciones de la dinastía Borbónica al desarrollo de la Ilustración se abre el segundocapítulo de este trabajo. Serán Fernando VI y Carlos III quienes más interes muestren por elfomento de los estudios clásicos. Entre las innovaciones que aportaron la nueva casa reinantedestacan la creación de las Academias y la financiación de los “Viajes Literarios”. La Academia dela Historia se constituyó el 18 de abril de 1738 por Felipe V y como se expone en el decreto defundación, entre sus objetivos figuran : “expurgar la historia de nuestra nación de las fábulas conque la habían manchado, por una parte la credulidad, y por otra la malicia de ciertos impostores”, y” la formación de un Diccionario Histórico-Crítico-Universal de España” que permita el”conocimiento de muchas cosas que obscureció la antigüedad, o tiene sepultadas el descuido” (pág38). Con su fundación, la monarquía depositaba en ella las bases para la investigación científica delpasado y el control de las intervenciones arqueológicas. De esta manera, la Real Academia de laHistoria se convirtió en el núcleo en torno al cual gravitaban el resto de academias provinciales,destacando la de Buenas Letras de Sevilla.

La autora hace un recorrido por los diferentes “Viajes Literarios” que se realizaron por Españasufragados por la monarquía y que tenían como misión recoger todas las antigüedades ydocumentos sobre la historia de España. Destacan los llevados a cabo por el Marqués deValdeflores, D. José Ortiz y Sanz, o el de Pérez Bayer recogiendo inscripciones y monumentos deépoca romana por tierras de Andalucía.

En cuanto al coleccionismo, es un movimiento que dota a sus poseedores de prestigio. La colecciónReal o la de los Duques de Alba fueron de las más ricas, formadas por piezas de procedenciaitaliana. En España no se dio un mercado de antigüedades como en Italia ya que todos los objetoshallados entraron a formar parte de la colección del “Gabinete de medallas y otras antigüedades”, loque denota el control de la monarquía sobre las excavaciones a través de las academias.

La parte central de este trabajo la constituye la exposición de la arqueología de la Ilustración quecontinua de la mano de la tradición anterior, realizándose estudios de numismática, epigrafía ytoponimia. Prueba de ello, son las reediciones de las obras de Antonio Agustín y Ambrosio deMorales. La única diferencia con respecto a los siglos anteriores, es que las academias y otrasinstituciones de creación borbónica planifican y dictan las directrices a seguir para el estudiohistórico-arqueológico.

El interés por la antigüedad se basaba en el mundo romano, por la identificación de la monarquíaborbónica con la cultura greco-latina y por el carácter clasicista de la Ilustración. El nacimiento delestudio de otras culturas es fruto de otro contexto histórico: el del Estado Liberal. Época en la que elclasicismo será en cierta manera rechazado por identificarse con el absolutismo.

Las recopilaciones de monedas e inscripciones antiguas realizadas en Europa despertó el interés delos estudiosos españoles por hacer lo mismo en su propio país. A este respecto, los resultados fueronde gran valor, posteriormente para el epigrafista alemán Ernst Willibald Emili Hübner para elaborarel C.I.L. II, dentro del proyecto dirigido por Mommsen para recoger las inscripciones latinas delImperio Romano.

Los trabajos de numismática recogen aspectos tanto del campo histórico como del filológico,ayudándose para ello de las aportaciones dadas por humanistas de la talla de Antonio de Nebrija oJerónimo Zurita.

Entre las obras sobre monedas figuran el primer “Diccionario Numismático General” de TomásAndrés de Gusseme o la obra del P. Flórez “Medallas de las colonias, municipios y pueblos antiguosde España”.

La investigación sobre la toponimia y el estudio de las ruinas en época ilustrada se apreciaperfectamente en obras como el “Diccionario de los pueblos y despoblados de España” o “LaEspaña Sagrada” del padre Enrique Flórez. Las excavaciones no son muy numerosas y en lamayoría de los casos son llevadas a cabo para demostrar la antigüedad de un lugar y no para elestudio de los restos materiales. Pese a ello, se describen los trabajos de campo que se dieron poriniciativa oficial en lugares como Segóbriga, Sagunto,Itálica, Mérida, etc…

La protección real otorgada a las excavaciones y a los hallazgos, obligaban a que las solicitudes deactuación arqueológica fueran aprobadas y que se informara sobre lo encontrado a los ministros.

El último capítulo está destinado a trazar el panorama arqueológico español en Italia bajo el reinadode Carlos III en Nápoles, siendo financiadas las excavaciones en Pompeya, Herculano, y Estabia.

Los trabajos realizados en las ciudades sepultadas por el Vesubio impactaron a los estudiosos de laépoca y convirtieron a Nápoles en un importante centro de investigación y difusión.

El trabajo que se articula a medio camino entre la arqueología y la historiografía posee todo elmerecimiento de entrar a formar parte de la prestigiosa serie de publicaciones Anejos de ArchivoEspañol de Arqueología tanto por su contenido científico como por su claridad expositiva.

Pedro J. García

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Maria, mujer mediterránea – GÓMEZ-ACEBO et al (PR)

GÓMEZ-ACEBO, Eva M.I.; BATISTA, E.; NAVARRO, N.; TEJERA, M. Del Pino; LÓPEZ, D. Ruiz. Maria, mujer mediterránea, Bilbao: Desclée De Brouwer, colec. En clave de mujer…,1999. 317p. Resenha de: DIOS, Eva M. de. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

María es uno de los referentes dentro de la teología, este libro nos muestra la cara oculta de um personaje bíblico que todavía tiene mucho que decir, sólo hay que pararse a descubrirlo; cada puntode vista es un acercamiento, un paso más hacia el conocimiento de una mujer que supo ser unapersona de su espacio y de su tiempo.

Un grupo de teólogas se ha encargado de distintos aspectos de la persona de María para analizarla desde otra perspectiva; todas ellas pertenecen al ATE (Asociación de Teólogas Españolas).

Isabel Gómez-Acebo es también licenciada en Ciencias Políticas, dirige y participa en estacolección. Ella hace la introducción, las conclusiones las comparte con Mercedes Navarro y seencarga de desarrollar el punto referente a “María y la cultura mediterránea”; en él se presenta a lamujer mediterránea con unos rasgos culturales propios como hija, madre y esposa. El ambientecultural mediterráneo es la clave que influye en los primeros pensadores cristianos para ir creandoal tipo de mujer encarnado en la figura de María.

Esperanza Bautista, Licenciada en Derecho, desarrolla el apartado de: “El culto de María en laliturgia de la Iglesia y en la religiosidad popular”. Empieza con los orígenes del mito y susreferencias a las divinidades mediterráneas mostrando también las diferencias; continúa con elpersonaje de María en su contexto social, como se ha ido modificando su figura con el paso deltiempo hasta nuestros días en el culto mariano impulsado por Pablo VI y concluye con la necesidadde una revisión de María.

En el tercer capítulo, Mercedes Navarro Puerto, doctora en Psicología, nos introduce en lapsicología de la religión analizando la función de las imágenes simbólicas de María, que nodebemos perder, pero que son necesarias transformar a la luz de las fuentes bíblicas y los dogmasmarianos.

El cuarto apartado está dedicado a “María en la espiritualidad y en el culto”. Realizado por Maríadel Pino Tejera, teóloga, como sus compañeras, y diplomada en Profesorado de EGB. En su estudionos presenta, como ella misma dice, una mirada rápida a la historia de la Iglesia en lo que respectaal papel de María en la espiritualidad y el culto; además se fija en la sobriedad con que aparece en laliturgia de la Iglesia; sobre todo posterior al Vaticano II.

Demetria Ruiz López, maestra de lengua francesa y española, se encarga del estudio bíblico de lapersona de María (“María a la luz de la Biblia”); el recorrido por cada los evangelistas nos muestralo que María representa para cada uno de ellos: para Mateo, la compañera de José; en Lucas, lamujer liberada; en Marcos, pariente de Jesús que conquista su pertenencia a la familia de Cristo; yen Juan es el símbolo de Israel a camino entre el desierto y la Tierra Prometida.

Se termina el libro con un apartado de conclusiones que nos ofrecen aportaciones al desarrollo delpensamiento mariológico.

El libro aporta una nueva perspectiva a la figura de María; también, a la de nosotros mismos comopersonas inmersas culturalmente en el ámbito del Mediterráneo. Tengo que decir, muy a mi pesar,que en el apartado de bibliografía faltan citas bibliográficas que aparecen en las notas a pie depágina y uniformidad en las citas que ayudaría a sanar la curiosidad del lector que quiera adentrarseen alguno de tantos temas interesantes que podemos encontrar en dicho libro.

Eva M. de Dios

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or los diferentes protagonistas de este espacio de manera diacrónica, encallando el autor en preguntas y reflexiones, en cierta manera retóricas, esenciales a la explicación y constantemente bandeado por los vientos difusionistas. No se trata de un manual, porque se limita a hechos y Cuestiones puntuales, claves, porque no sólo tiene fin didáctico, sino que trasciende estos objetivos dibujandopara nosotros el marco en el que se dan cita el investigador y los actores del drama.

El libro es provocativo, en él, a los impresionantes conocimientos del autor se une su espíritu crítico, para estímulo intelectual del lector, quien al tiempo puede evaluar las aportaciones de la historiografía al estado de la cuestión. Completada con un atlas cartográfico y un índice de términos históricos y geográficos (muy escasas son las ilustraciones a mi pesar), la obra del profesor Braudel, especialista, no debemos olvidarlo porque se advierte en su concepción de la Antigüedad, en el sigloXVI, es capaz de inspirar y “avivar el seso dormido” del lector preocupado por su propio debate interno en el estudio de la Historia.

Ana M. Núñez

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Origenes de la Monarquía Hispanica: propaganda y legitimación (ca. 1400-1520)

NIETO SORIA, J. M. Origenes de la Monarquía Hispanica: propaganda y legitimación (ca. 1400-1520). Madrid: Dykinson, 1999. Resenha de: ALMAGRO, Pérez. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

Se trata de un Proyecto de Investigación Multidisciplinar dirigido por J. M. Nieto Soria, catedráticode Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid, y un equipo de investigadores dediversas áreas: Historia Medieval, Moderna, del Arte, Paleografía y Diplomática, Derecho,Literatura, Ciencias y Técnicas historiográficas. Sus análisis contrastados con otros especialistaseuropeos han dado esta compleja y atractiva visión de un tema muy influenciado por el momentoactual en la Historia.

El estudio aborda dos cuestiones: la ‘propaganda’ y la ‘legitimidad’ de la ‘Monarquía Hispánica'(unión de la Corona castellana y aragonesa con Isabel y Fernando) entre la fecha 1400-1520(transición de la época medieval a la moderna bajo un velo de transformaciones ideológicas,políticas y sociales). Ambos conceptos, muy debatidos en los últimos años, explican la plasmaciónde los intereses de una institución a través de sus mañas y manipulaciones para con el resto de losgrupos sociales; mientras hay, en palabras de los autores, ‘creación de consenso’ desde la legalidadde las instituciones, política y manifestaciones artístico-literarias.

‘Sociedad política’ (págs. 25-173), ‘Instrumentos Institucionales’ (págs. 177-272), ‘Retóricaspropagandísticas’ (págs. 273-368) y ‘Apéndice documental’ (págs. 369-604) son los epígrafes en quese compartimenta el libro. La primera parte se ocupa de la figura de la realeza (dinastía Trastámara),nobleza, ciudades y clero, y los instrumentos de propaganda y expresión del poder y legitimaciónideológica que utilizan a través de la retórica, símbolos, ceremonias, escenarios, manifestaciones eimágenes.

La segunda parte ronda la cuestión de representatividad y legitimación política desde la creación deun aparato burocrático (Asamblea y Cortes), el ordenamiento de la justicia y moneda en base a lalegalidad de la norma y centralización por parte del Estado; y la propaganda y mecanismosinquisitoriales hacia el grupo de judeoconversos.

El tercer nivel se centra en las manifestaciones escritularias, literarias y artísticas: conjunto defacetas que alcanzan con su simbología todos los niveles de vida.

Para finalizar la obra, diversas fuentes documentales y fotográficas complementan la temática depropaganda y legitimación de poder; tal es el siguiente texto:”Exhortaçión o y formación de buena e sana doctrina, fecha por Pedro de Chinchilla al muy alto emuy poderoso y esclareçido prinçipe y señor don Alfonso, por la graçia de Dios rey de Castilla y deLeón, en grand cuydado y deseo de servir a vuestra clara y real señoría e dobdiçia de laconservaçión e acreçentamiento de vuestro alto e magnífico estado.

Magnánimo e bienaventurado rey y señor, puse en obra de escribir en este breve tratdo algunascosas que pareçcieron san doctrina para el uso de buena e virtuosa vida, con las quales vuestra realseñoría podrá dar orden al derecho y buen regimiento de vuestros regnos e a la pacificaçión esosiego dellos…” (Biblioteca Menéndez y Pelayo de Santander, Ms. 88, fols. 1v-3v -son 57 fols. Laobra completa-).

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La Crisis 1898 – VILLAR (PR)

VILAR, J.B. (DIR). Anales de Historia Contemporanea, n.14. Monográfico sobre: La Crisis 1898, MURCIA, 1999. Departamento de Historia Moderna Contemporánea y de América, Servicio de Publicacion esd e la Universidad de Murcia, Murcia, 1999. Resenha de: PEREZ, M. C. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

Anales de Historia Contemporánea realiza un estudio sobre la crisis del 98 con motivo del centenario de la pérdida colonial en América y el Pacífico. Los autores han pretendido hacer unapuesta al día de cómo marcha la investigación tras los numerosos encuentros científicos que hantenido lugar en los últimos años. Para ello se han servido de reediciones de textos contemporáneos alos hechos, o los novedosos estudios informatizados, exposiciones, prensa y televisión.

La obra cuenta con la participación de investigadores de diversas universidades españolas (Murcia,Madrid, Cantabria) y de otras instituciones (Archivos Históricos locales y nacionales) que nosaportan variedades de miras según las fuentes de las cuales se han servido (archivos, biografías,oralidad, cine…).

De la siguiente manera se divide el monográfico; un primer apartado dedicado a “Corrientes de Interpretación y Fuentes” (págs. 17-73), donde hay varios niveles de análisis: seguimientohistoriográfico de lo que supuso el 98, acercamiento a la época durante el franquismo a través de losrecuerdos y memoria de los protagonistas y crítica de los fondos de archivos provinciales ygenerales, fuentes inéditas y esenciales para entender la historia de la Península en el contexto americano.

El segundo apartado lleva por título “El Marco Internacional” (págs. 77-175), y se centra en la diplomacia española con las potencias extranjeras de EE.UU. y Europa (Italia, Austria-Hungría,Alemania y Francia) en el entorno americano, asiático y africano.

“Del Marco Nacional al Regional” (págs. 179-294) es el siguiente guión, donde se insiste en el devenir de los acontecimientos en la fecha de 1898 (conflictos, crisis – a nivel político(regeneracionismo), religioso (implantación de minorías protestantes)-, y los efectos sentidos de esos cambio en Murcia).

Se añaden otras dos partes, “Varia” (págs. 297-391) dedicada a temas regionales y nacionales, y “Bibliografía” (págs. 393-433) con casillas de estudios críticos, recensiones y bibliografías.

C. Pérez Almagro

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La Europa atlantica en la Edad del Bronce. Un viaje a las raices dela Europa occidental – PRIEGO (PR)

PRIEGO, M Ruiz-Galvez. La Europa atlantica en la Edad del Bronce. Un viaje a las raices dela Europa occidental. Barcelona: Editorial Crítica 1998, 399p. Resenha de: ARANDA, Luis. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

La autora recoge, en ocho capítulos, seis años de duro trabajo que han dado como resultado unamuy interesante obra sobre el modo de vida de las comunidades del II milenio a.C. ubicadas geográficamente en el extremo occidental de nuestro continente europeo. El libro ofrece valiososenfoques interpretativos muy novedosos que suponen un mayor acercamiento a la realidad histórica.

E igualmente importante y destacado es el tratamiento conferido a la Península Ibérica, merecido encualquier caso, pues tanto su estratégica posición geográfica (es la cabeza de puente entre el Mediterráneo y el Atlántico) como su especial desarrollo sociocultural en estos momentosconcretos, hacen inevitables menores llamadas de atención. En este sentido me permito aplaudir a laautora, que no duda en trascender del título de su libro, y dedica las páginas que sean necesariaspara analizar lo que está ocurriendo en el Mediterráneo, pues con ello ayuda a comprender losprocesos acaecidos en la fachada atlántica.

El enfoque de la obra queda definido por Ruiz-Gálvez en el primero de los capítulos: se trata de unenfoque estrictamente historicista (no antropológico), pero no ligado por eso al estudio tipológico cultural de las sociedades, sino al estudio de esas sociedades en sí mismas. Por supuesto, la cultura material no queda por ello desdeñada, pero no es la base de la exposición de la autora. El caminopara expresar dicha exposición se apoya en el análisis de fuentes, mas no sólo fuentesarqueológicas, como cabría esperar para un libro de Prehistoria, sino también fuentes escritasmedievales e incluso modernas, eddas y sagas escandinavas o mitología griega. Método de trabajodiscutible, aunque no exento de lógica.

Los capítulos fuertes del libro son el 5, el 6, y el 7 (“Las relaciones atlánticas de la PenínsulaIbérica. I: Los primeros contactos”, “II: El auge de los intercambios”, y “La transición BronceFinal/Edad del Hierro: ¿transformación o continuidad?”, respectivamente), pues es en ellos endonde la profesora vierte sus conocimientos sobre interacción entre comunidades, procesos decambio, cultura material, etc. Los capítulos precedentes constituyen la base conceptual necesariapara la aprehensión de dichos conocimientos. Creo por esto que el esquema estructural de la obraresponde a un buen criterio metodológico. Así, los capítulos 1 y 2 (“Bases teórico-metodológicas” y”Circuito atlántico y comercio”) sirven para explicar términos: qué es el Bronce Atlántico, qué es elBronce Inicial con respecto al Bronce Final, qué cronología tiene; o qué es comercio y quéintercambio, qué es el don, qué importancia tiene la mujer en las relaciones grupales e intergrupales,etc. En este sentido, Ruiz-Gálvez va citando varias propuestas de algunos autores y asume para sílas que más le convienen.

En los capítulos 3 y 4 (“Vías y medios de transporte” y “Los condicionamientos físicos”), la autorase define braudeliana cuando afirma que el medio hace al hombre y que, por tanto, la geografíaocupa un papel primordial en el devenir diario de las comunidades humanas, llegando en ocasionesal más evidente determinismo. Con especial atención, según la tónica presente en toda la obra, a laPenínsula Ibérica, se hace un análisis de las posibilidades de contactos entre las comunidades delBronce, y se alcanza la conclusión de que las condiciones imperantes en aquella época (en materiatanto de medios de transporte como de acceso a los recursos naturales) son similares a lascaracterísticas de los países preindustriales del siglo XIX, o incluso del XX, para el caso de algunas regiones aisladas. De ahí emanan dos ideas: las fuentes medievales y modernas pueden ser tenidasen cuenta; el conservadurismo de las sociedades campesinas es fortísimo, hace 20 años y hace 4000años.

El nexo central en torno al cual gira todo el libro, y en especial, los tres capítulos centrales, es el siguiente pensamiento: el comercio es la causa fundamental -que no única- de los cambios quetienen lugar en el seno de estas sociedades prehistóricas. Y ello por dos razones: porque conlleva laintegración entre distintas comunidades, con la transmisión de ideas y habitantes que eso supone; yporque genera competencia política y social dentro de cada grupo. Este comercio, o mejor, intercambio, se establecería en dos niveles: objetos de prestigio, bienes de subsistencia, aunque em algunos casos ambos niveles se entrecruzarían, resultando entonces que el control de ciertos recursos especiales llevaría consigo la ostentación de un determinado status superior. Ruiz-Gálvezse refiere al ganado y a la sal, dejando un poquito de lado la cuestión de la posesión de la tierra, quetiene también su importancia, no obstante, sobre todo en las transiciones respectivas del Cobre alBronce (c.2300), y del Bronce al Hierro (c. 1200-750). Para la autora, la ganadería, favorecida porun clima idóneo, generaría redes de intercambio (marcadas por estelas, ídolos-guijarro, ídolosmenhir) que supondrían una territorialidad, y automáticamente, daría lugar a la aparición de alguien(en singular o en plural) que controlase dicho territorio. Este nivel de desarrollo económico y socialresultó atractivo a los comerciantes mediterráneos (sobre todo en el ámbito ibérico) y su influenciaderivó en una aceleración del sistema, que no en un surgimiento del mismo. Ruiz-Gálvez explicaeste proceso con la llamada teoría de los sistemas mundiales de Sherratt, diferenciando un centro,una periferia, y un margen, que van evolucionando y participando cada vez más en losintercambios.

El capítulo 8 (“Tiempos largos y tiempos cortos”) no es más que una relación entre arte, evidenciafuneraria y etnicidad con procesos más o menos largos y lentos. Los tiempos cortos serían losmomentos puntuales (p.e., crisis), los tiempos largos hablarían del mundo de las innovaciones y delas mentalidades, parafraseando a Le Goff.

Hasta aquí la obra de Marisa Ruiz-Gálvez. Creo que sería muy interesante añadir un aspecto que meparece relevante, como es la cuestión ideológico-religiosa a estos grupos del Bronce atlántico, pesea ser tremendamente difícil de observar en grupos prehistóricos. La profesora se excusa: “confiesohumildemente mi incapacidad y mi falta de formación para captar e interpretar debidamente talesaspectos a partir del registro arqueológico.

Quiero destacar también el acierto de la autora al incluir un práctico y muy útil glosario de términos arqueológicos. Sin embargo, en lo referente al repertorio bibliográfico, lo considero excessivamente conciso, pues creo que admitiría más obras, aunque Ruiz-Gálvez lo considere “excesivo para um manual”.

Luis Aranda

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Cristianismo y cultura clásica – COCHRANE (PR)

COCHRANE, N. C. Cristianismo y cultura clásica. México: Sn., 1949. Resenha de: NAVARRO, Antonio. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

ÍNDICE

1.- ¿POR QUÉ UNA NUEVA LECTURA DE UN LIBRO VIEJO?

2.- AUTOR Y OBRA

3.- PRESENTACIÓN Y ESTRUCTURA DE LA OBRA

4.- ELEMENTO INTEGRADOR DE LA OBRA: “PENSAMIENTO Y ACCIÓN”

4.1.- LA DECADENCIA DE LOS VALORES Y LAS VIRTUDES CLÁSICAS

4.2.- EL NUEVO ORDEN DEL CRISTIANISMO

5.- ANÁLISIS COMPARATIVO DE ALGUNOS TÉRMINOS QUE SUFREN UNCAMBIO CONCEPTUAL EN EL TRÁNSITO DEL CLASICISMO AL CRISTIANISMO

6.- CONCLUSIONES

7.- BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

8.- ANEXOS

1.- ¿POR QUÉ UNA NUEVA LECTURA DE UN LIBRO VIEJO?

A quien lea la última obra de F. Fukuyama, “La Gran Ruptura”[1], puede llamarle la atención eltema y la forma de enfocarlo. En ella, el controvertido autor, se ocupa y se preocupa de lo que élllama “el capital social” por ser la clave para entender y valorar la ruptura que supone eladvenimiento de la “era informática”. Una ruptura en la que, a lo largo de su razonamiento, seconstata que va a resultar muy difícil prescindir de los temas eternos de la filosofía, máxime,cuando la discusión de lo que está en juego es la supervivencia de la especie.

Es quizá este pensamiento el que me ha llevado a la lectura del libro “Cristianismo y CulturaClásica” de C. N. Cochrane. Un libro que he leído a fondo y he procurado entender a pesar de laturbia y lejana edición en español que ha llegado hasta nosotros. Un libro, repleto por lo demás, delas abundantes reflexiones metafísicas que tan honda trascendiencia han tenido a lo largo de lahistoria del pensamiento humano, y de cuyo especial y original tratamiento ofrecido por este autor,he creído interesante redescubrir. Aunque me cabe la sincera duda, entre otras cosas por su escasadifusión, de que su mensaje haya llegado a un número considerable de lectores, de ahí la motivaciónde este trabajo. Un trabajo en el que, además de mostrar el núcleo temático principal de la obra (laevolución producida en el pensamiento y acción humanas en el tránsito del clasicismo alcristianismo), también intento explicar las razones de esa condición de polvoriento libro olvidado debiblioteca.

2.- AUTOR Y OBRA

Charles Norris Cochrane nació en 1889. Cursó estudios en Toronto (Canadá) y en Oxford(Inglaterra). Fue profesor de historia antigua en la Universidad de Toronto; también secretario de laAsociación Histórica Canadiense de 1925 a 1927; y durante la Segunda Guerra Mundial, miembrode la Comisión Real del Departamento de Justicia del Gobierno Canadiense. Entre 1941 y 1945,año de su muerte, celebró varias conferencias en diversas universidades norteamericanas, entre ellasPrinceton y Yale. Entre sus obras, además de ésta, cuya primera edición en inglés data de 1939, hayque destacar la de”Tucídides y la ciencia de la historia”, publicada en 1929.

3.- PRESENTACIÓN Y ESTRUCTURA DE LA OBRA

Viene plasmado este ensayo en una extensión de quinientas páginas que se distribuyen en tresgrandes partes. La primera, titulada “La reconstrucción”, está compuesta por cuatro capítulos: elprimero llamado “Pax Augusta: la República restaurada”; el segundo “Romanitas: Imperio yRepública”; el tercero “Roma aeterna: la apoteosis del poder”; y el cuarto “Regnum caesaris regnumdiaboli”. La segunda parte lleva por título “La renovación”, y está compuesta por cinco capítulos: elprimero llamado “La Nueva República: Constantino y el triunfo de la cruz”; el segundo “QuidAthenae Hierosolymis? El callejón sin salida del constantinismo”; el tercero “Apostasía y reacción”;el cuarto “Estado e Iglesia en la Nueva República”; y quinto “Teodosio y la religión de Estado”. Ypor último, la tercera parte llamada “La regeneración”, está compuesta a su vez por tres capítulos: elprimero llamado “La Iglesia y el reino de Dios”; el segundo “Nostra philosophia: el descubrimientode la personalidad”; y tercero “Necesidad divina e historia humana”.

Semejante distribución guarda sin duda una profunda relación con la estructura interna de la obra.

Una estructura que se ajusta perfectamente a la dialéctica hegeliana[2] , y donde su “reconstrucción” adopta la disposición de una “tesis” en la que se plasma la génesis, evolución y decadencia delorden clásico. Su “renovación” la de una “antítesis” donde el cristianismo articula un orden nuevo ycontrapuesto al clásico. Y su “regeneración” la de una “síntesis” por la que los Padres de la Iglesia,muy especialmente San Agustín, articulan todo un cuerpo filosófico cristiano susceptible de crearun nuevo y definitivo orden, en el que se recoge todo lo que de positivo tenían los dos anteriores,aunque superándolo y perfeccionándolo.

Con respecto a las fuentes, no cabe duda que sigue un patrón de corte tradicionalista, ya que sutrabajo está basado y fundamentado única y exclusivamente en las obras clásicas llegadas hastanosotros, tal y como él mismo deja constancia en el prólogo de la obra y según voluntad propia.

Aunque ello no le resta originalidad al ensayo, ya no sólo por la temática central de la obra (laevolución del pensamiento y acción humanos), sino también por el planteamiento y plasmación dela misma: “dejar que los protagonistas de uno y otro lado hablaran, en cuanto fuera posible, por símismos”[3] . Temática y planteamiento que quizá sean fruto de esas nuevas corrienteshistoriográficas que empiezan a recorrer el planeta de los eruditos, y entre las cuales, podemosencontrar tipologías similares y anejas a ésta en la “historia de las mentalidades”, circunscrita alámbito de Annales; o en la idea de más alcance de “ideología” que introduce y utiliza el ámbitomarxista.

Unas corrientes historiográficas que sin duda se encuentran influídas a su vez por la filosofía delmomento y de la que, obviamente, también beberá esta obra que me ocupa. Pero, hallar con lalectura de una sóla obra, la tendencia o afinidad filosófica de un autor determinado es fráncamentedificil, máxime si el autor pretende evitar plasmar, en la medida de lo posible, su propioposicionamiento, como es este caso. No obstante, la neutralidad o impermeabilidad absoluta en elplano de la expresión es, según mi opinión, prácticamente inexistente, por cuanto semejante actoconlleva necesariamente un posicionamiento personal con respecto al tema u objeto de la misma,aunque sólo sea en su estructura, su disposición o su secuencia. Es por ello, por lo que, extrayendode esta obra el elemento vertebrador de la misma, y los pilares en torno de los cuales pretendefundamentar tal vertebración, se pueden descubrir en Cochrane residuos de distintos autores ycorrientes, de entre las cuales, aquella que responde a la denominación de “personalismo”, y que seextiende en el orbe erudito entre los años 1920 y 1940, es la que más afinidad o concordanciapresenta con semejante temática.

Dicha corriente, si bien coincide con otras que le son coetáneas en la exaltación y primación delhombre, difiere con ellas en el matíz marcadamente comunitario y social que profesa, frente alindividualismo extremo de aquellas. Además, es un posicionamiento profundamente ligado alcristianismo, por cuanto defiende la importancia de la tradición cultural cristiana en el seno de lacultura occidental, sobre todo en la conformación del concepto de persona como sinónimo deigualdad de todos los hombres, por ser critaturas de Dios y estar hechos a su imagen y semejanza.

Una concepción que los principales representantes de esta corriente, colocan por encima desociedades como la griega y la romana, por abogar y defender éstas un modelo de persona decarácter desigualitario.

Pero además de lo expuesto, y que como se verá guarda profunda relación con los parámetrosprincipales de esta obra de Cochrane[4], el elemento principal y vetebrador de la misma, que versasobre el cambio operado en el pensamiento y acción en el tránsito del clasicismo al cristianismo, ysobre la importancia que el primero, el pensamiento, tiene en la redifinición de una accióndeterminada, está también profundamente influído por esta corriente filosófica. Y ello es así, porqueen el trabajo de reflexión filosófica de sus representantes, su finalidad última no será la mera teoría,sino la acción práctica, la actividad. Cosa que les aleja de posiciones estáticas e inertes en supeculiar visión y concepción de la persona, y que les sitúa bajo el influjo de la dialéctica hegelianade moda, en la que todo ser es proceso, devenir y dinamismo.

Pero semejante afinidad temática con el “personalismo” no resta importancia a las posiblesaportaciones de otros autores o corrientes de pensamiento. Así por ejemplo, autores como ArnoldToynbee y Oswald Spengler, ya obordan extensamente en sus obras la temática de las civilizacionescomo ente orgánico sujeto a génesis, madurez y decadencia. Incluso este último, Spengler[5], yatrata allá por 1918 en su “Decadencia de Occidente” algunos puntos que Cochrane en la presenteobra amplía y sobredimensiona, tales como: el principio de polaridad en el pensamiento clásico; laahistoricidad e inmovilidad de susodicho pensamiento frente a la noción lineal y de progreso queintroducen algunas religiones orientales, muy especialmente el cristianismo; la depravación de losvalores tradicionales en el marco urbano; etc. Cosa que permite situar y catalogar las influencias deCochrane por la época en que éste llevó a cabo su obra, y en el seno de un “ambiente de opinión”con respecto a la temática de su trabajo, ya tratado por algunos autores, aunque sólo fuese a modode meras pinceladas.

Por otra parte, y avanzando un poco más en el plano expositivo, si bien la estructura externapresenta una cierta concordancia con la interna dentro de una lógica discursiva de corte hegeliano,en el seno de cada uno de los capítulos la disposición temática es un tanto desordenada y amorfa,por cuanto encadena hechos y materias de forma asistemática y con continuos saltos hacia delante yhacia atrás, con la dificultad que ello conlleva de cara a la comprensión de temas tan complejoscomo los sistemas de creencias, de valores y de virtudes. No encontraremos pues, ni apartados nisubapartados, ni cualquier otra forma de organización o estructura, con lo que dada la extensión dealgunos de ellos, resulta bastante más dificil la retención de conclusiones que, como es lógico, acada poco va plasmando. Cosa que convierte la obra en un gran jeroglífico de una casi imposiblesolución, compuesto por una buena temática y con un buen planteamiento, pero con un enigmáticodesarrollo que dificulta in extremis la comprensión del mensaje pretendido por el autor.

He encontrado también que la traducción de la obra no es muy buena, y no es que yo sea unexperto, pero la sintáxis de muchas de las frases es tan dificil y retorcida que uno no sabe si ladificultad de comprensión de un párrafo concreto se debe a su contenido o a la exposición delmismo, lo que me ha llevado en ocasiones, a copiar yo mismo el párrafo con una sintáxis másacorde con la que usualmente empleamos; dando como resultado la perfecta comprensión de éste.

Las erratas en la obra también son frecuentes, lo que desconozco es si son de imprenta, del traductoro de ambos a la vez, ya que si bien se pueden encontrar las típicas palabras mal escritas en las quese suprime o altera alguna vocal o consonante; también hay otras en las que, al estar perfectamenteescritas y con pleno significado, te hacen dudar sobre si son una errata o si has leído el párrafodemasiado deprisa como para poder comprender su pleno significado. Un ejemplo de ello se puedever con la palabra “principado”, o, como pone el texto, “principio”[6] . Leyendo el mismoencontramos: “Bajo el principio, los derechos y obligaciones de aquélla fueron de nuevoreconocidos…”. Pero si leemos todo el texto vemos que la palabra “principado” tiene más sentidotanto en la frase como en el párrafo, aunque, en una obra, como ésta, donde el contenido másimportante de la misma es de tipo filosófico, nunca estás seguro si se te ha escapado por ahí algún”principio” de esos extraños, con lo cual, la duda está servida.

Tal vez, la confluencia de todos estos factores negativos en el plano expositivo hayan influidopoderosamente en el poco interés despertado por esta obra, tal y como deja patente su lejanaimpresión allá por el año 1949, sin que se hayan producido reimpresiones posteriores en español.

Unos factores que conforman un cóctel altamente negativo y determinante de cara a la aceptación ydifusión de la misma, en comparación con otras similares y coetáneas suya. Porque, si bien elinflujo de la corriente “personalista”, que presenta unas características específicas en el planofilosófico, es importante en la determinación de la obra; no es un factor decisivo a la hora deexplicar su fracaso, dado a que dicha corriente era una compilación eminentemente ecléctica delresto de corrientes filosóficas contemporáneas: existencialismo, marxismo, etc. Además, y fruto deesas corrientes, la historiografía experimentó un desarrollo temático que gozó de gran éxito yaceptación, y del que considero también participó esta obra, tal y como apunté más arriba, por loque tampoco se podría atribuir su fracaso al empleo de una temática desfasada. Así pues, la falta declaridad y de sencillez expositivas, así como la deficiente organización interna en el seno capitular,pueden ser los factores que mejor respondan a la tendencia al olvido de esta obra.

4.- ELEMENTO VERTEBRADOR DE LA OBRA: “PENSAMIENTO Y ACCIÓN”

Tal y como el autor expone en el prólogo de la obra, la intención de su trabajo es el de mostrar lametamorfosis que se produce en el pensamiento y acción del hombre en el tránsito del clasicismo alcristianismo. El porqué de este singular estudio, lo plasma en un pequeño comentario que hace en laparte dedicada a la “Renovación”, donde textualmente dice: ” Las controversias cristológicas queinmediatamente irrumpen y que debían proseguir durante la mayor parte del siglo IV, pueden, talvez, ser dejadas de lado como peleas futiles y nada edificantes por quienes perversamenteconsideran ser el pensamiento función de la materia. Mas para los que creen que lo que hacen loshombres tiene directa relación con lo que piensan y con lo que desean, será imposible evitar lostemas de discusión suscitados en la época. Y, desde este punto de vista, dichos temas incumben alhistoriador no menos directamente que al teólogo, y no podrá, pues, descuidarlos salvo a costa deno acertar con lo que fue realmente central en los movimientos políticos, sociales y económicos deaquel entonces”[7] . Un aspecto este también considerado, o al menos tenido en cuenta, por otrosautores, como es el caso de Jaeger, que refiriéndose a las elegías de Tirteo en cuanto a suimpregnación de un ethos pedagógico, apunta sobre éstas que : “Las normas que imponen alpensamiento y acción de los individuos no nacen de la tensión y las exigencias que inevitablementese siguen de la guerra, sino que son el fundamento del cosmos espartano en su totalidad”[8] .

Todo ello sirve sin duda a Cochrane para entablar una relación directa entre filosofía e historia,entre la forma de ver y concebir el cosmos, la naturaleza y el hombre, y la forma de actuar en talescampos. Ejemplificación de lo cual, pretende llevar a término en el seno de una sociedad de fronteraentre dos mundos, el clásico y el cristiano, donde las acuciantes contraposiciones y metamorfosisresaltan precisamente esa interrelación filosófico-histórica. Cosa que inevitablemente llevará alautor a una contínua polarización temática en el seno de su exposición.

El momento histórico en que va a llevar a cabo tal pretensión, va a ser la época imperial, desde susorígenes con Augusto, hasta su cataclismo con la caída y pérdida de la parte occidental del imperio.

El porqué elige esta época y no otra, es, según el autor, “por su hallazgo de la expresión definitiva yfinal del orden clásico”[9]. Y es que, con Augusto, se culmina un esfuerzo que había comenzadovarios siglos antes en la Hélade, consistente en la creación de un mundo capaz de dar seguridad a lacivilización. También, lógicamente, por ser el marco de aparición y desarrollo del primercristianismo.

La originalidad de semejante punto de vista, no está exenta de dificultad por cuanto trata algo tanvolátil, particularista y etéreo como es el pensamiento, y la capacidad de éste como principal factorde la motivación humana hacia una acción determinada. Un punto de vista pues, del que es muydificil la extracción de conclusiones serias y bien fundamentadas, máxime cuando el objeto dedicho estudio se encuentra en el pasado. No obstante, y a pesar de las limitaciones que entraña,Cochrane aprovecha y obtiene un gran rendimiento de las fuentes escritas llegadas hasta nosotros ypertenecientes a la etapa en cuestión de su estudio. Un rendimiento del que cabría cuestionarse suvalidez, por extrapolar al grueso de la población, unas consideraciones extraídas de una ínfima partede la misma, como son, los escritores o literatos. Una dificultad que supera airoso, ya que focalizasu atención en un aspecto de la vida personal y social que tiene fácil constatación, no sólo en lasobras de los clásicos, sino también en el marco legal que lo ampara y protege, y en losacontecimientos históricos propiamente dichos que lo confirman.

Ese aspecto son los valores y las virtudes clásicas, las cuales se encuentran íntimamenterelacionadas con lo que el hombre, a nivel particular y social, piensa; y con la motivación que, através de ese pensamiento, son capaces de insuflar a la acción humana. De ahí que la mayor parte deeste ensayo, se ocupe de la génesis, utilización y decadencia de los valores y virtudes quecaracterizan y determinan al hombre y a la sociedad clásica (primera y segunda parte de la obra); encontraposición a los valores y virtudes aportados por el cristianismo, cuya génesis, a manos de losprincipales Padres de la Iglesia (muy especialmente San Agustín), se encarga de plasmar en laúltima parte del mismo.

4.1.- “LA DECADENCIA DE LOS VALORES Y LAS VIRTUDES CLÁSICAS”

La pretensión de Cochrane en el tratamiento de tal decadencia, será en primer lugar su constatacióna través de los escritores y demás eruditos del clasicismo que han llegado hasta nosotros. Una vezconseguido tal propósito y demostración, comienza a retrotaerse en el tiempo con el objeto de irplasmando los oriundos valores y virtudes de la sociedad romana en su conjunto, y por los que fueimpelida a la conquista y dominio del mundo conocido. Pero no se queda ahí, sino que en labúsqueda del origen de los más fundamentales de esos valores y virtudes retrocede hasta la Hélade,considerada por él, germen del mundo civilizado frente a la barbarie.

Semejante construcción sirve a Cochrane para introducir las características principales delpensamiento clásico. Un pensamiento que aunque evoluciona y cambia en algunos puntos einterpretaciones según la corriente filosófica del momento, se mantiene constante en algunos de suselementos integrantes. Una de dichas constantes es la polarización entre el mundo sensible y elinteligible, reflejado por Cochrane en su exposición de las acciones y hechos históricos con unagran variedad terminológica, tal y como puede observarse en el Anexo I. Polarización de la quetambién participa el hombre por ser considerado un compuesto de cuerpo y alma. Pero lo másimportante de esa polarización, es que en ella se encuentran dos de los aspectos reguladores delhombre como categoría individual y social, como son la “virtud” (correspondiente al ámbito omundo sensible), y la “fortuna” (correspondiente al inteligible). Y es aquí donde se produce ydesarrolla toda la obra de nuestro autor, por cuanto viene a ser la plasmación de una serie de valoresy virtudes que han sido capaces de crear y mantener la civilización como tal, en su secularenfrentamiento con la barbarie. Un logro que la mente clásica es incapaz de aceptar, si no es por latambién intervención de la suerte, los dioses o la fortuna. Creando de tal forma un “orden” que darespuesta a todas las demanandas del ser humano como entidad física y psíquica, y donde la”acción” misma viene supeditada a ese orden arquitectónico, prefigurado y estático; de una formaaleatoria, según los designios de la “fortuna” y lejos de la libre voluntad personal.

El problema se plantea en el momento en que se trastocan esos valores y virtudes, ya que,modificándose éstos, se modifica también el orden establecido, dando lugar a una serie deconvulsiones sociales que hacen peligrar la civilización como tal. Pues bien, trasladado esto alámbito romano, las pertubaciones y guerras civiles que se produjeron al final de la república fueronconsecuencia de un proceso o dinámica de cambio semejante. Y es aquí donde Cochrane introducela “Reconstrucción” llevada a cabo por Augusto, y que era fruto de ese desajuste de los pilaresmentales que habían formado al romano como individuo subordinado a los intereses de lacomunidad y de la patria; y que tenía como base del sustento familiar y personal, el esfuerzo de supropio trabajo en la tierra, combinado con un ideal ético de austeridad. El motivo de dicho cambiotenía su origen en la dinámica expansionista que había adoptado la república, y que la conducíanhacia un imperio formado por una gran masa heterogénea de culturas que aportaban, además de susriquezas, sus peculiares cosmovisiones, religiones, filosofías, etc. al romano. Y el resultado delmismo era el abandono progresivo de los pilares de austeridad, trabajo y comunidad; en pos deotros basados en la opulencia, ociosidad e individualidad, propias de una de las grandes culturas porellos engullida: la de la Hélade. Y es que, por la época en que había tenido lugar tal engullimiento,la Hélade estaba lejos ya de sus también oriundos pilares comunitarios que tanto habíancaracterizado a la polis, encontrándose dominada a nivel filosófico por unas corrientes queprimaban los valores apuntados de individualismo, egotismo, hedonismo, etc. Tales corrientes eranel epicureísmo y el estoicísmo.

La empresa de Augusto, si bien tuvo un notable éxito a nivel político por cuanto comportabatambién una racionalización de recursos, colonización, consolidación territorial, etc.; resultó ser unfracaso en la recuperación de esos oriundos valores y virtudes, entre otras cosas, porque la sociedadcomo tal, había tomado la costumbre de focalizar no sólo dichos valores y virtudes en su príncipe,sino también su fortuna, con lo cual, en cierto modo se veían librados del sudoroso cumplimiento delos mismos en beneficio de esos otros de carácter individualista y hedonista. Como resultado de elloCochrane ve la reaparición de las convulsiones sociales acaecidas ahora en el siglo tercero, siendosu también momentánea solución la aplicación de más gobierno y control estatal articulada porDiocleciano.

Este es el momento que aprovecha Cochrane para introducir su “Renovación”, nombre que hacegala no ya a la rehabilitación de los primitivos valores y virtudes, sino a la adopción de otrosnuevos, acordes con una nueva moral, capaz de dinamizar y cohesionar otra vez al imperio. Elintroductor de los mismos será Constantino, el cual, como buen conocedor de la sociedad delmomento, vió en el cristianismo el elemento principal para la revitalización del viejo orden; a la vezque, como buen y pragmático político que era, vió en los cristianos el soporte último y necesariopara su acceso al “trono”, dada la importancia e influencia que tenía ya su número y algunos de susprosélitos; con lo que no hizo más que aprovecharlo.

Deja constancia Cochrane del cambio positivo introducido por Constantino, en la plasmación de laspalabras de crítica al mundo y filosofía clásicas articuladas por Lactancio[10] en su “De Officiis”,donde declara la incapacidad del clasicismo de servir como aglutinante social al defender valoresindividualistas y egoístas (germen únicamente de perpetua desavenencia) frente a los altruistas,comunitarios y sociales que defiende la sabiduría procedente de la religión, capaces de crear unasociedad de ayuda mutua. Una crítica que extenderá también al imperialismo competitivo, por serun factor destructor de la fraternidad entre los hombres y la unidad de la raza humana. Abogando,como solución a esos defectos, por la familia como principal valor de la vida asociada, basada en lacosanguinidad y los ideales comunes, en vez del orden político-económico imperante hasta elmomento. Y apelando al verdadero significado del término”justicia”, que para él no es otro quefilantropía, amor al prójimo e igualdad; desvanecido en el orbe romano en favor de los “honores,purpurae y fasces”.

Pero estos nuevos valores y virtudes introducidos por Constantino y llevados a su máximacombinación y simbiosis con el Estado por Teodosio, pretendían en última instancia utilizar la fecomo un principio político más y en sustitución de la antigua funcionalidad del panteón pagano.

Con lo cual, y según Cochrane, ello significaba que más que cristianizar la civilización lo que sepretendía era civilizar a la Iglesia, así como identificar a Dios con el mantenimiento de lasinstituciones. Cosa que, más que una confusión de ideas, se trata de un enmascaramiento más de uncorazón profundamente pagano y un último, y desesperado intento, de conseguir un mundo nuevosin sacrificar ningún elemento sustancial del antiguo. Aunque el resultado de tal finalidad fuetatalmente el inverso, ya que la introducción del cristianismo como principio cohesivo, sirvió sólopara añadir un final y decisivo elemento a las fuerzas que pugnaban por disolver el orden romano yque simbólicamente se ejemplificó en el saco de Roma acaecido en el 410.

Así pues, todo este marco situacional, sirve a Cochrane para afirmar que la caída de Roma fue lacaída de una idea, o del sistema de vida basado en un complejo de ideas al que cabe llamarclasicismo (un matiz con evidentes resonancias hegelianas[11] ); y cuyas deficiencias, deberánllevar al sistema a su ruina. Un hecho que al ser percibido por los emperadores, procuraronrenovación pactando con el cristianismo en aras a la vigorización del Estado, siendo la únicadiferencia entre ellos, el grado de asentimiento que estaban dispuestos a otorgar a las demandascristianas. Cosa que no era más que una “política”, un uso político de una nueva religión de estado,con vistas a un funcionalismo económico y social; y que a la larga, no sirvió sino para acelerar elcolapso y fin del sistema, al pulverizar la ya debilitada fe en los ideales clásicos, perdiendo así todosu sentido tradicional. Un uso político del cristianismo que, en su calidad de “ingénuo”, era aúnincapaz de defenderse frente a semejante instrumentalismo y, todavía más, de plantar cara al mundode Platón y de Cicerón.

4.2.- EL NUEVO ORDEN DEL CRISTIANISMO

Con la vana pretensión de revitalización del orden clásico por medio del cristianismo mostrada en elpunto anterior, da comienzo Cochrane a la última de las tres grandes partes en que divide su obra, yque recibe el nombre de “Regeneración”. En ella, deja de tener importancia, por cuanto ya noaparece, la referencia al hecho histórico como tal y como ejemplificación del orden sociopolíticodel momento, para dedicarse única y exclusivamente a mostrar los principales puntos y tesis de lapatrística precursora a Agustín, así como la primera filosofía cristiana articulada por éste en base aesos y a otros puntos conceptuales o filosóficos.

El objetivo de tal exposición, es mostrar que del orden clásico precedente y de la adopción de losvalores y virtudes cristianos iniciados por Constantino, surge un nuevo orden que recoge y superalos elementos positivos de los otros dos, en una síntesis integradora que tiene en el Credo Niceno labase fundamental de toda su estructura. Según este nuevo orden, el cosmos, el universo, el mundo,la realidad misma dejan de ser vistos como una contraposición entre dos mundos o concepciones,una ideal y otra material, unidas según las más diversas construcciones mentales. Pasando a serconcebidos como “creación” de Dios, de un sólo Dios que es y actúa como “una sóla esencia, cuyanaturaleza se halla plenamente expresada en su orden y actividad (en lenguaje cristiano diría: comoun Dios en tres personas, el Padre increado, el Hijo increado y el Espírutu Santo increado). Fórmulaen la que la Primera Persona, Ser, es el principio creador, ignoto e incognoscible, salvo en cuanto semanifiesta en la Segunda y Tercera persona; la Segunda Persona, Principio de Inteligencia, se revelacomo el logos, ratio u orden del universo; mientras que la Tercera Persona, Espíritu, es el principiode movimiento en éste. Afirmar que esas personas o hipóstasis son increadas, es afirmar suexistencia como principios, y como tales, no hay que confundir sus personas. Pero al mismo tiempo,como unidad substancial, tampoco admiten separación. Con lo cual, se ofrecen con carácter deTrinidad que puede ser descrita como la que ES invariablemente; invariablemente SABE; einvariablemente QUIERE”[12].

Una concepción que más gráficamente, y según las diversas denominaciones con que aparece en laobra, puede verse en el Anexo II, y a cuya imagen y semejanza está hecho el hombre, tal y comotambién puede verse en susodicho Anexo. Un hombre que de tal guisa y “objetivamente”, seencargó de descubrir Agustín por un procedimiento que él mismo calificó como “conocimientoinfalible”, por ser un conocimiento que uno experimenta en sí mismo y lejos de toda mediaciónsensual o imaginativa. Un conocimiento que, de tal forma, eleva a la categoría de “substancial”:”Está fuera de duda que existo, y que conozco y amo esa existencia. En esas verdades no hace mellaalguna la argumentación de los académicos: ¿qué más da que uno se equivoque? Porque si meequivoco, existo. El que no existe, no sabría equivocarse. Así, si estoy equivocado, ese mismohecho destaca mi ser. Porque si, pues, cuando estoy equivocado, existo, ¿cómo podré equivocarmeen cuanto mi existencia, dado que existo si estoy equivocado? De modo que si debo existir paraequivocarme, aun si anduviere equivocado, está fuera de duda que no puedo engañarme en esto, queme conozco como conociente. Porque si sé que existo, también sé esto: que sé. Y a estas dos notas,puesto que las amo, añado el amor, como tercera nota de igual valor a las dos ya conocidas.”[13]Además, en el seno de este nuevo orden, la finalidad de los valores y virtudes cristianos no será yala consolidación y triunfo de la civilización sobre la barbarie, sino la consolidación y triunfo de laverdad sobre el error. Una lucha que Agustín concibe como la de dos comunidades o sociedades, lade Dios y la secular, movidas por diferentes “deseos”, ya que, mientras lo que anima a la sociedadsecular es el amor de sí mismo hasta llegar al desprecio de Dios; lo que anima a la sociedad divinaes el amor de Dios hasta llegar al desprecio de sí mismo. Aquélla se enorgullece de sí misma;mientras que la otra en el Señor; aquélla busca la gloria de los hombres; ésta cuenta como su mayorgloria su conciencia de Dios. Deseos todos que pueden ser llamados respectivamente codicia yamor.

Así considerada, la historia para el cristiano, y al igual que para el clasicismo, aparece como”conflicto de opuestos”, pero los elementos de oposición no resultan los que el clasicismo habíaimaginado. Sino que la historia es la memoria de una lucha, no para la realización de valoresmateriales o ideales, sino para la materialización, incorporación y registro en la conciencia de losvalores reales, los valores de verdad, belleza y bondad; es decir, Dios mismo.

Pero donde tal vez se observe mejor la síntesis que supone el nuevo orden con respecto a los dosanteriores, es en la noción de Estado o comunidad organizada que posee y defiende SanAgustín[14] . Una noción donde defiende los logros del clasicismo, al considerar que, por vicioso odefectuoso que en principio pareciera, el esfuerzo secular de la humanidad no había sido en vano.

Siendo su único problema, la aceptación de un principio o arché deficiente que, una vez revisado ysuplantado adecuadamente, supondría a sus compatriotas el cumplimiento de la promesa romana, esdecir, la pervivencia milenaria de su civilización. Aunque tal aceptación estaba cargada de matices.

Uno de ellos era ver al Estado no ya como forma final de la comunidad, sino meramente comoinstrumento regulador de las relaciones del hombre exterior. Pero sólamente eso, ya que el papel delEstado, al ser puramente formal, consideraba que podía “reconstruir” o “renovar” pero no”regenerar”; como era su pretensión. Así que, admitir como final cualquier tipo de dualismo entre el”hombre moral” y la “sociedad inmoral”, suponía, según su punto de vista, la negación de lapromesa de Cristo que textualmente dice: “mi reinado no es DEL mundo, sino que mi reinado no esde ESTE mundo”; subvirtiendo con ello el fundamento de la esperanza cristiana.

Así que la solución por él concebida iba más allá y pretendía la “integración” de sus dos nocionesde sociedad, de la “Civitas Terrena” y la “Civitas Dei”, en una nueva visión de ésta basada en launidad de fe y el vínculo de la concordia, en una unidad absoluta que así contituída suponía “uncuerpo en Cristo”. Siendo al mismo tiempo universal, aunque en un sentido en el que no pudo soñarni siquiera el Imperio Romano: potencialmente tan amplia e inclusiva como la misma raza humana.

Una noción que, lejos de hacer violencia a la personalidad humana, existía para promover su máspleno desarrollo posible. Por ello, y a tal efecto, no era totalitaria, ni comunista ni fascista; sinoprofundamente democrática, y ello por varias razones. La primera, porque reclutaba sus ciudadanosen todas las razas y todas las culturas. La segunda, porque imponía a todos por igual las mismasobligaciones y deberes: aquellos que prescribe la Ley del Amor. Y la tercera, porque al asumir quetodos los hombres eran pecadores, rechazaba las pretensiones del superhombre salvador, terrenaprovidencia a cuya virtud y fortuna era invitada la humanidad a confiar su destino. Razones todasellas por las que la sociedad cristiana se tenía por una “sociedad perfecta”, en la que, en vez de laapariencia de paz garantizada por el secularismo, incluía la substancia de una paz en que aparece lamás colmada medida de orden y concordia posibles en los seres humanos, la paz de una asociacióncuyos miembros “gozan a Dios, y en Dios se gozan uno a otro”. Y a esta paz se obligaban en unnuevo juramento o sacramento, concebido, no como entrega parecida a la del ciudadano del mundo,que cedía su voluntad para que se la custodiase el soberano, sino como pacto de emancipación de latemporalidad, que juntamente concertaban hombres que en ello se profesaban ajenos al secularismo.

Era un pacto que no sujetaba a la divinidad del César, sino que salvaba de ella, lo que místicamentese proclama mediante el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Todo ello suponía al mismo tiempo, un voto de firme oposición a cuanto negase o rechazase lasdemandas del Evangelio, cosa que viene a confirmar en el ámbito cristiano, y al igual que sucedieraen el pagano, la importancia y trascendencia de la relación filosofía-historia, pensamiento-acción,introducido por Cochrane y apuntado al principio de este punto, dado el condicionamiento que elprimero impone a la acción. Es por ello por lo que, la peculiar articulación del pensamientocristiano formulado por Agustín, otorga una nueva funcionalidad a la “acción” humana propiamentedicha, distinguible de su homónima pagana en varios puntos y características, siendo los másimportantes: la desvinculación de la aleatoriedad incontrolada de la “fortuna”, en beneficio del librealbedrío de la voluntad humana; y su condición natural e intrínseca a todos y cada uno de los”cuerpos” de la naturaleza, como consecuencia de su semejanza creativa a Dios.

Con este nuevo orden, en el que vienen integrados y superados los parámetros de los dos anteriores,Cochrane da por terminada su pretensión de demostración de la evolución que sufre el pensamientoy acción humanos en el tránsito del clasicismo al cristianismo. No obstante, ésta es unaconsideración de cosecha propia, ya que lleva a tal extremo su pretensión de “dejar hablar a losprotagonistas de uno y otro lado”, que da la sensación de dejar inconclusa su obra.

5.- ANÁLISIS COMPARATIVO DE ALGUNOS TÉRMINOS QUE SUFREN UN CAMBIOCONCEPTUAL EN EL TRÁNSITO DEL CLASICISMO AL CRISTIANISMO: (Anexo III).

No cabe duda que de esta densa obra de Cochrane otros lectores verán y sacarán otro u otroselementos vertebradores de la misma susceptible/s de catalizar su contenido. Yo, en cambio, me hecentrado sólo en éste por considerarlo lo suficientemente integrador y comprehensivo de todo loapuntado y sugerido por el autor. No obstante, y dado a que la obra es muy prolífica y rica en laplasmación de contrastes entre las dos épocas tratadas, he llevado a cabo una recopilación deaquellos términos en los que se ve claramente la metamorfosis operada en los mismos en el tránsitode los dos mundos, y que, sin duda, determina y ejemplifica las diferentes formas de ver,aprehender, pensar, actuar, etc. del hombre de la época.

APOTEOSIS

Como tal, se significaba en el clasicismo al proceso por el cual el hombre de cualidadessobresalientes inherentes a su “virtud”, y rodeado de un halo de suerte sobrenatural relativa a la”fortuna”, se elevaba a la categoría de un dios. Un proceso en el que, según Dodds[15], tenía unpapel importante la peculiar significación del término “theos”, dado a que no tenía las mismasresonancias de temor y lejanía que para nosotros entraña la palabra Dios. Ya que, en la tradiciónpopular griega, un dios se diferenciaba de un hombre ante todo por el hecho de estar exento de lamuerte y por los poderes sobrenaturales que ello le confería. De ahí la frase, según él tantas vecesrepetida, de que “el hombre es un dios mortal, y un dios es un hombre inmortal”. Todo lo cual, lelleva a considerar la posibilidad de tomar erróneamente por un dios a un hombre, con tal de que éstehiciera alguna demostración de poderes sobrenaturales. No obstante, y salvando las distancias, eséste un proceso que sigue en vigor en nuestros días, tal y como puede constatarse en un recienteartículo de un semanario[16], referido a un personaje tan actual como Maradona.

En el cristianismo, en cambio, esta concepción sufre un vuelco radical, ya que esa discriminadoradivinización del superhombre clásico, deja paso a una divinización para todos y cada uno de loshombres y según las sólidas bases de las promesas consignadas por San Pedro y San Juan en lasEscrituras: “…para que seáis partícipes de la naturaleza divina…”; “…y a cuantos le recibieron, dióautoridad para hacerse hijos de Dios” [17]. La única condición necesaria a tal efecto era la creenciaen Cristo.

ARCHÉ O PRINCIPIO

Este es uno de los puntos básicos en los que se apoya la dialéctica cristiana en su contraposición conla clásica, y en su estudio, muestra Cochrane la metamorfosis de los “primeros principios” en elseno de ambas filosofías. Y es que, para el clasicismo, estos principios de los que se derivaba laexistencia misma, no eran otros que ciertos elementos constitutivos de la naturaleza (fuego, aire,agua, tierra, atosmos, etc.), individualizadamente o en conjunto; o bien una serie de ideas de las quese derivaba, a modo de copia imperfecta, el mundo real propiamente dicho. Cosa que daba lugar auna polarización conceptual de los mismos en dos corrientes de pensamiento que se mantendrándurante toda la etapa clásica: materialistas e idealistas[18].

El cristianimo verá en tal concepción, el origen de todas las deficiencias, vicios y errores del mundogrecorromano, considerándolo pues un punto de partida defectuoso. Problema que se solucionabaaceptando el trinitarismo como tal punto de partida, como materia de directa e inmediataaprehensión, reconocible únicamente por su funcionamiento y poder. Una concepción que, lejos defavorecer el oscurantismo, buscaba ser conjetura de toda inteligibilidad en aras de la liberación, nosólo espiritual y moral, sino también intelectual. Además, procuraba sustento a la Romanitas misma,es decir, a todo ese cúmulo de peculiaridades culturales que caracterizaban a la civilización clásicacomo tal y en contraposición a la barbarie, otorgándole una nueva revitalización en sus pretensionesmilenaristas. Así, por ejemplo dirá Agustín:”Acá reside la seguridad de un admirable Estado; porque jamás podrá una sociedad ser idealmentefundada ni mantenida como no sea sobre el asiento y por el vínculo de la fe y de la fuerte concordia,en que es objeto de amor el bien universal, que en su más alto y verdadero carácter es Dios mismo,y en que los hombres se aman uno a otro con entera sinceridad hacia Él, y el venero de su amorrecíproco es el amor de Aquel a cuyos ojos el espíritu de su amor no podrá ser celado” [19].

BIEN

En el clasicismo, para la satisfacción del bien definitivo se ofrecían dos posibilidades generales[20].

La primera consistía en la vida de pensamiento, y es ejemplificada por Cochrane en la persona deSófocles, el cual, en su famoso coro de su Antígona, había proclamado la conquista de la naturalezapor la “mente versátil del hombre”, es decir, la conquista de todo cuanto hay en la naturalezaexcepto la muerte. La segunda venía representada por la vida de acción, siendo su ejemplificaciónVirgilio, autor que buscó los diferentes modos de explicarla y justificarla, a la vez que descubrió lacompensación de la misma en el bien y en la eternidad del conjunto. Toda una articulación queofreció a sus compatriotas como motivación para trabajar y morir, reservando un cielo de apoteosisindividual a los espíritus excepcionales que pudiesen ser definidos como salvadores del Estado.

Los cristianos, en cambio, rompieron con estas interpretaciones al afirmar que para el hombre elbien es la vida eterna, consistente en el conocimiento y amor de Dios como principio del propio ser.

Un bien que además, y en contraposición al carácter colectivo o corporativo de éste en elclasicismo, era estrictamente personal e individual, ya que se basaba y era objeto de su inmediataexperiencia. De ese conocimiento infalible de la propia existencia, saber y amor, dependiente yderivado de la existencia, saber y amor divinos.

CIENCIA Y SABIDURÍA

Para el clasicismo la ciencia era el conocimiento basado en razones, en causas, y totalmentecontrapuesto al de otras formas inferiores de conocimiento, tales como la sensación y laexperiencia. Su objetivo era, por tanto, lo universal y necesario, y su ideal la pura razón operando invacuo. Un ideal de conocimiento que es imposible y absurdo, ya que, como Agustín[21] insiste enafirmar, no puede haber conocimiento sin sentimiento, ni sentimiento sin conocimiento.

Por tanto, para el cristianismo[22] , la mayor parte de lo que el clasicismo llama ciencia, jamásalcanza el nivel de verdad universal, sino que posee el carácter de verdad experimental, esto es, deverdad hincada en generalizaciones de la experiencia. Es por ello incapaz de satisfacer el apetito defelicidad, al cual aspira el hombre por las propias condiciones de su ser. Por ello se muestradependiente de la sabiduría, fuente de valores a cuya sóla luz cabe conseguir el bien soberano. Unasabiduría que es considerada por Agustín como aprehensión intelectual de lo eterno, (frente a laaprehensión racional de lo temporal, que es la obra de la ciencia), así como función de la razón,visto el servicio que rinde y siendo la más exaltada de las funciones de tal naturaleza, al procurarnada menos, que la aprehensión del principio creador, del que depende la pura posibilidad derazonar.

Esta sabiduría cristiana, es independiente de la ciencia y suple además las deficiencias de ésta, conel suministro de una nueva visión del cosmos y del lugar que el hombre ocupa en él. Una visiónque, lejos de antropomorfismos, coloca al hombre y a su universo juntos, como expresión de unaactividad benéfica: la actividad del principio creador y motor; o dicho de otro modo, como criaturacuyo origen, naturaleza y destino se encuentran determinados por la voluntad de Dios.

ESTADO

Centrándonos en Roma, y de la importancia que tenía la “propidad” (res privata) para el romano,basa Cochrane el origen del Estado como “res pública” y en contraposición a ella. De esta forma,define la república como “lo que pertenece al pueblo”, siendo entendido éste como sociedadorganizada sobre la base de derechos convenidos e intereses comunes. Derechos e interesescomunes que se articulaban para procurar una vida mejor y más feliz, y que, en una sociedad cuyabase económica principal era la agrucultura, pasaba por asegurar y defender la propiedad, la “resprivata”. Una función que con el paso del tiempo y con el incremento de su capacidad poblacional yterritorial se fue desarrollando hasta límites insospechados. Esta misma obra de Cochrane, muestrala evolución a que se somete el Estado tras cada período de crisis: de monarquía a república y deésta a imperio; aumento del gobierno o control gubernamental en ámbitos y competencias; etc. ElEstado era en definitiva, y para el clasicismo, un fin en sí mismo, la culminación y signo distintivode la civilización frente a la barbarie. No obstante, el proceso evolutivo a que fue sometido le llevóa degenerar los ideales sobre los cuales se había formado, llegando así con Diocleciano a albergartal transformación que en vez de servir al ciudadano, el Estado existía para ser servido poraquél[23] . Deviniendo una gran máquina de opresión y regulación, en su agonizante pretensión deevitar el colapso.

Con el advenimiento del cristianismo y su incorporación a una situación cada vez más privilegiadaen el seno del Estado, la conceptualización de éste como fin de la civilización, va pasando poco apoco a un segundo plano. En algunos casos, como el de Lactancio[24], la existencia y pervivenciade éste sólo ha de verse como transitoria y en tanto en cuanto persistan vicio e ignorancia. Con locual, la Romanitas, únicamente hallará justificación en la medida en que sirva a las demandas de laHumanitas, cuyos principios, una vez vayan ganando aceptación, conllevarán la paulatinadesaparición del Estado en pos de una sociedad sin coerción y sin clases, gobernada únicamente porla ley del amor.

En otros casos, no tan drásticos como éste, el Estado será visto como la culminación de un procesoútil y necesario, pero no suficiente, como será el caso de Agustín. Un proceso que dejaba de servisto como la finalidad última de toda forma de asociación humana, para devenir en meroinstrumento regulador de las relaciones del hombre exterior, con una utilidad meramente formal,susceptible únicamente de reconstruir o renovar al hombre y a la sociedad. Una funcionalidadlimitada e incompleta para Agustín, que aspiraba a un tipo de comunidad de carácter universal, uncuerpo en Cristo, de carácter substancial y susceptible de regenerar definitiva y finalmente alhombre y la sociedad clásicas[25].

ÉTICA

Una parte importante de la obra de Cochrane versa sobre la moral, concretamente sobre ladegradación que sufre ésta tras la política imperialista seguida por la república, y que pone encontacto al romano con una gran cantidad de riquezas y corrientes filosóficas de tipo individualista,egotista y hedonista. Cuyo resultado será la pérdida de aquellas actitudes comunitarias y cohesivaspropias de los primeros tiempos, en pos del vicio y la corrupción. En sí, todas esas pautas deconducta moral respondían a una finalidad meramente estructural y social más que religiosa, dondela única misión del individuo era ajustarse a las demandas que el orden social preestablecidoexigiera. Así que, como dice Ambrosio de Milán, “El resorte de la conducta y motivo del deber, sehallaba en la propia realización o el ajuste a las demandas sociales”[26].

Frente a esta función “formal” de la moralidad en el clasicismo, el cristianismo propone una moralde carácter substancial, basada en la “ley del amor”, y por tanto, eminentemente religiosa. Siendoofrecida como doctrina de salvación al individuo y, a través de éste, a un mundo hechopodredumbre y desintegración. Dicha “ley del amor”, en palabras de Agustín comprende: “todas lasdiscusiones y escritos de todos los filósofos, y todas las leyes de todos los Estados. Y formulada endos preceptos de los que penden, según las palabras de Cristo, toda la ley y los prefetas: Amarás alSeñor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y a tu prójimo como a tímismo”. “Ésta es vuestra física, vuestra ética, aquí vuestra lógica; aquí también la salvación para elEstado que merezca alabanza”[27].

FE Y RAZÓN

Un punto éste también importante en la presente obra y uno de los pilares de la filosofíaagustiniana, cuya concepción, en el sentido de la mutua compatibilidad, concertó no pocas críticas,no sólo por parte pagana, sino también en el seno de los diferentes credos cristianos. Por partepagana[28], la mutua incompatibilidad venía de la concepción y significación misma de ambostérminos, según la cual, no se trataba más que un conflico entre la ciencia y la superstición, en queel ciego recibimiento de una fe ajena, increíble, era propuesto como alternativa al secular esfuerzode la Romanitas, y que no era otro que descubrir en la naturaleza y la razón, una regla para la guíade la vida humana. Visto así, el cristianismo asumía el carácter de una religión de escape, quepretendía, en un mundo creado por la propia imaginación, refugio contra las severas exigencias delorden natural. Tenía para ellos la fe más de opinión, con la carga subjetiva que ello conlleva, que deconocimiento “objetivo”, como es el caso de la razón. Y es que, una de las característicasprecisamente de la razón clásica, era su tendencia a la consecución del ideal de objetividad, a travésdel descubrimiento de una técnica o de una dialéctica de la trascendencia.

Por parte cristiana en cambio, las opiniones al respecto presentan una cierta evolución que va de lacerrazón total a la razón por parte de Tertuliano, a una profunda aceptación, integración einterdependencia entre ambas por parte de Agustín. Con respecto al primero, cita Cochrane algunospasajes de su obra de los cuales se deduce su conclusión: “No saber nada contra la norma de fe, essaberlo todo”. Pasajes que nos dicen lo siguiente: “¿Qué tiene que ver Atenas con Jerusalén, laAcademia con la Iglesia?…No necesitamos curiosidad desde Jesucristo, ni de averiguación despuésdel evangelio. ¿Qué sentido tiene ese prurito de especulación ociosa? ¿Qué probará esa inútilafectación de una curiosidad descontentadiza, a pesar de la fuerte confianza de sus asertos? Fuealtamente adecuado que Tales, mientras sus ojos vagaban por los cielos en su observaciónastronómica, diese de bruces en un pozo. Ese contratiempo puede servir de lo mejor para ilustrar eldestino de quienes se ocupan de las estupideces de la filosofía. ¿Qué hay de común entre el filósofoy el cristiano, el alumno de la Hélade y el alumno del Cielo, el que trabaja por su reputación y elque lo hace para salvarse, el que fabrica palabras y el que fabrica hechos, el que erige y el quedestruye, el metedor de errores y el artífice de la verdad, el que roba la verdad y el que la custodia?[29] Como puede verse, toda una muestra de hostilidad hacia la razón y la filosofía que le llevaráademás a afirmar la doctrina de la encarnación del modo más provocativo. Dice así: “El Hijo deDios nació: por vergonzoso que ello sea, no me avergüenza; el Hijo de Dios murió, es creíble por lamisma razón de la sandez de ello; y, habiendo sido enterrado, se levantó de nuevo: es cierto porquees imposible”[30] .

Por su parte Agustín[31], no adoptó con respecto a la razón un tipo de posicionamiento tan radicalcomo el de Tertuliano. El suyo, como híbrido que era de la tradición filosófica clásica y el dogmasurgido del Concilio de Nicea, adoptaba un posicionamiento más integrador y coherente que el desu predecesor. Para empezar, consideraba que la razón en el hombre era una peculiaridadtípicamente humana, una dotación divina por estar hecho el hombre a imagen y semejanza de Dios,aunque insuficiente para alcanzar por sí sola la verdad. Por ello necesitaba de un complemento, deuna garantía de fiabilidad, en la elaboración de sus construcciones mentales. Tal garantía se la dió lafe, es decir, la creencia de que todas las conclusiones a las que llegaba la mente humana eran frutode una iluminación, de una desvelación divina. O en otras palabras, tenían su origen en Dios mismo.

Así, para Agustín, la creencia precedía al saber, aunque ello no significaba que supliera a éste, yaque la fe no la consideraba como entendimiento, sino sólo como el camino que a él lleva: “La fe esel peldaño de la intelección, y la inteligencia es la recompensa de la fe”[32] . Por tanto, es elentendimiento el que abre las puertas de la sabiduría, que no es otra cosa que la posesión de laverdad. En tal sentido, apunta Jose Antonio García-Junceda[33] que el entender lo que creemos noshace contemplar la verdad, porque lo que creemos, es Dios, y éste es la verdad. Por lo que,penetrando en su comprensión, nos acercamos a Él. O como gráficamente dice San Agustín en unode sus sermones: “…entiende para creer, cree para entender. En pocas palabras os voy a decir cómohemos de comprender ésto sin controversia alguna: entiende para creer mi palabra, cree paraentender la palabra de Dios”[34].

Se puede afirmar, por tanto, que San Agustín abogaba por una combinación entre fe y razón, entrereligión y filosofía, como medio para alcanzar la verdad. Una verdad que es el germen de todafelicidad humana, y que para él, no es otra cosa que Dios mismo.

FELICIDAD

Para el clasicismo[35], la felicidad estaba fundamentada casi exclusivamente en la satisfacción de laparte orgánica o natural del hombre, cosa que llevaba a su máxima expresión con la civilización, esdecir, con el triunfo del orden frente a la barbarie y la vida desordenada. Un orden alcanzablemediante la seguridad y la autonomía, es decir, mediante el dominio del medio ambiente omonopolización del poder físico y económico. Se podría decir pues, que el punto de vista clásicocon respecto a la felicidad, es de tipo meramente orgánico, por cuanto de la disposición ordenada delas partes del cuerpo, deriva la cesación del deseo.

El punto de vista cristiano, por voca de Agustín[36] , también encuentra la felicidad en el orden,siendo su negación confusión y desdicha. Pero al considerar al hombre como alma encarnada, elverdadero orden humano deberá ser a la vez orgánico y espiritual, esto es, vida ordenada ysalvación del ser viviente. Cosa que comporta la creencia en la vida eterna, consistente en elconocimiento y amor de Dios como principio del propio ser. Es decir, será el considerarse uno a símismo como “creado”, con lo que su conciencia del “yo”, se ve para siempre dependiente de unincondicionado e inagotable venero de Esencia, Sabiduría y Poder, a cuya imagen está formado.

HISTORIA

A lo largo de la presente obra, el papel y la significación de la historia es parte fundamental de lamisma, por cuanto sirve a Cochrane para exponer la evolución del pensamiento y acción del hombreclásico al cristiano. No es por ello extraño, que exponga las diversas conceptualizaciones de lamisma desde sus orígenes como poema hasta la época de San Agustín. Así, tenemos que para elámbito eminentemente clásico, la historia comienza a tener significación como poesía, siendo sumáximo representante Homero[37], el cual, plasma al hombre enfrentado a un misterioso universoque su imaginación alborotada puebla de fuerzas demónicas, a las que pretende reducir en unaespecie de orden. Una empresa que, de su poder para vencer los obstáculos que se le presentan,dependerá su suerte o su destino y la posibilidad de alcanzar el ideal heróico. Una construccióncuyos elementos integrantes sacaba Homero de la vida corriente, presentándolos en forma de cuentoreferido para entretenimiento de los oyentes, a la vez que servía de relato plausible o convincente delos hechos, según los ven el poeta y su auditorio.

En un escalón más avanzado se encuentra Heráclito[38] , según el cual, el logos o sabiduría quegobierna todas las cosas es eterno, universal e independiente de las convenciones humanas. Es loque él llama “justicia natural”, y que le sirve para desacreditar la obra de poetas teológicos al modode Homero, cuya imaginación, llena el universo de dioses antropomórficos que intervienen en losasuntos humanos. El esfuerzo de su obra, será pues averiguar cómo funciona esa ley de la justicianatural, cuyo proceso viene determinado tanto para él como para el resto de precursores de latradición jónica, por la “materia” de la naturaleza. En ésta distingue cuatro elementos constituyentes(fuego, aire, agua, tierra) destinados a seguir una senda hacia arriba y hacia abajo (esto es, elmovimiento en el tiempo y en el espacio) según una ley por la cual, la muerte de uno se convierteen la vida de otro. De forma que, el cosmos, se revela increado y perpetuo flujo, compuesto por launión, armonía y equilibrio de distintos elementos, que originan contraposiciones como día y noche,alto y bajo, etc. La armonía a que dan lugar es el resultado del conflicto; base por la que llegan a laconclusión de que “todo es engendrado por la lucha”. Infiriendo de aquí, que “lucha es justicia”, yde entre ella, el ejercicio guerrero es padre y rey de todos.

A la luz de estos principios de Heráclito, Heródoto[39] representa un escalón más avanzado ytendente también a la superación del relato o crónica, común y usual hasta el momento. El logos desu obra será la investigación, y por tanto, la adopción del punto de vista filosófico en detrimento delpoético. Siendo su propósito, el de abarcar el estudio de los hechos, de los valores y de la causación;suscitando a tal efecto problemas de antropología, etnología, sociología, política, costrumbres, y unlargo etcétera capaz de ofrecer un vívido panorama del pensamiento y acción de su época. Su objetoconsiste, pues, en asentar los elementos de una cosmología, a cuya luz quepa esclarecer el choqueentre Persia y la Hélade; estudiando para ello las causas, el arché o principium, de la acción yreacción en la naturaleza del hombre. Así, su cosmos será espacial, temporal y material;engendrador de sus propias fuerzas motivadoras, cuyo flujo y reflujo tiene lugar según una ley queobra mecánicamente para mantener un equilibrio natural. Esta ley, que puede ser llamada decompensación, constituye para Heródoto el verdadero logos o explicación del movimientocósmisco. Ley o norma a la que todos los procesos físicos se hallan finalmente sujetos, y sutendencia es la de restringir o frenar el crecimiento de las cosas que se inclinen a sobrepasar lanorma. Un cosmos, pues, que puede ser explicado como la materia en movimiento. Un movimientooscilante que también integra al hombre en un proceso cuyo recorrido y duración no será más que elrecorrido y duración emprendido en sentido contrario, a modo de péndulo, y en un eterno juego decompensaciones y contrapesaciones. El papel, pues, del hombre en el proceso histórico, no es másque el de un espectador pasivo que carece de poder para influir en el curso de los acontecimientos.

Subsiguientes empeños de la historiografía clásica, pueden ser considerados intentos de escapar alas conclusiones a que llegó Heródoto; el más destacado de los cuales, según nuestro autor, fueTucídides[40]. Éste, propone la historia como búsqueda de la verdad en base a unas líneas positivasy metodológicas específicas: investigación sobre la conducta de los hombres, ya sea individual ocolectivamente, procurando un cuerpo de útlies generalizaciones a partir de una “pluralidad decausas”, al menos dobles, y que cabe denominar como “hombres por circunstancias”. Ellopresuponía considerar al hombre como organismo susceptible de génesis y destrucción, y sometidoa alteraciones; y reconocer también que posee una capacidad real, aunque limitada, para elpensamiento y la actividad creadora. De esta forma la vida, se presenta como lucha contínua einterminable, ya que el hombre, como causa, debe siempre hacer frente a las circunstancias o almedio ambiente. Un medio ambiente que en parte es físico, y en parte psíquico y moral. Así, elmovimiento de la vida humana consiste en hacer y padecer, en responder a estímulos que procuraentender y gobernar. Y ya que lo más probable es que los hombres respondan de forma parecida aestímulos también parecidos, surgirán uniformidades o secuencias de conducta igualmentediscernibles en individuos y en grupos. Por ello, la sociedad organizada, se mostrará comosostenido empeño de asegurar por métodos políticos los cimientos económicos y morales de lafelicidad humana. Pero, en calidad de tal, está expuesta en cualquier tiempo a sacudidas que tal vezle hagan perder el equilibrio. Y, sean cuales fueren sus últimas repercusiones psicológicas, es dignode atención que, en general, esas sacudidas procedan del exterior. Pone en tal caso, el ejemplo de lapeste en Atenas. Un suceso que permaneció fuera del alcance de la razón y el cálculo, materia depura contingencia, suerte o azar. Y cuyo resultado fue hacer añicos las convenciones del ordenpúblico, a la vez que el temor a los dioses y el respeto de la ley perdieron su poder de frenar.

Desde este punto de vista, dirá Cochrane que la investigación de Tucídides muestra un carácterapenas menos desconcertante que el de Heródoto. Porque la historia que deberá contarnos, versarásobre la humana razón vencida y aplastada por las fuerzas de la irracionalidad. Pero si loincalculable interviene en los negocios humanos para destruir, también sirve para crear. Al menosese fue el parecer de Polibio[41], el cual identificó tal concepto con el de providencia, tratándolocomo un eslabón perdido en una cadena de causación, susceptible de ser invocado cuando lasexplicaciones naturales fallaran. Una providencia que adoptará el nombre de “fortuna”, y de cuyaadoración seguirá la adoración de los agraciados con ella. Concepción que penetraría en el orberomano y acompañaría a la Ciudad Eterna y a los césares hastas el advenimiento del cristianismo.

Tal y como, un erudito romano de la talla de Cicerón, se encargó de dejar constancia en tal sentido,definiendo la historia como: “una especie de poema en prosa, cuyo objeto es deleitar al lectorexcitando las emociones trágicas, sobre todo agudamente estimuladas por un animado relato decircunstancias mudables y de vicisitudes de la fortuna humana”[42] .

Tras estas nociones, diche Cochrane que acecha el sentido de que el ritmo de la historia humanadepende de fuerzas que, amigas u hostiles, son de todas formas extrañas a la humanidad. Unasfuerzas que la antigüedad creyó ver como tortuosas o curvas, representándolas en tal sentido, comosendero que sube o baja o como rueda y que recibe el nombre de “teoría de los ciclos”. Según ésta,el clasicismo, dejando de lado el carácter y significasción únicos de cada evento histórico, tenía lacreencia de una interminable reiteración de situaciones “típicas”. Una visión que para Agustín[43],está basada en la incapacidad de la inteligencia científica para recibir la noción de “infinito” y a suconsiguiente insistencia en el cierre del círculo. Cosa que es consecuencia a su vez, delfuncionamiento mismo de la razón humana, dada su disposición a rechazar aquello que le es deimposible asimilación.

Además, para los cristianos, la teoría de los ciclos negaba el mensaje cristiano para la salvación delos hombres representado en la noción del “saeculum”, considerado, desde su principio hasta su fin,como contínuo y progresivo descelamiento del principio creador y motor. Según ésto, y paraAgustín, la historia no consiste en una serie de patrones repetidos sino que marca un avanceefectivo, aunque vacilante, hacia una meta final, que como tal, tiene principio, medio y fin. La suyaes pues, una historia fundamentada en la Bíblia, en la que sólo en Dios y en su plan de salvación, sehace comprensible el drama de la historia en su desarrollo único. Por ello, para él, la historia esprofecía, esto es, su verdadera significación se halla no en el pasado ni en el presente, sino en elfuturo, en la vida del mundo venidero. Un mundo que él constata y demuestra con la siguienteargumentación: “La venida de Cristo a la carne, junto con todas las magníficas obras cumplidas enél y realizadas en su nombre, el arrepentimiento de los hombres y el nuevo sesgo de sus voluntadeshacia Dios, la remisión de los pecados, …, la resurrección de los muertos, la eterna supremacía de dela glorísima sociedad de Dios y su goce eterno de la visión divina; todos esos acontecimientosfueron predichos y prometidos en las Escrituras; y tan gran copia de estas predicciones aparecencumplidas, que nos asiste el derecho, por propio espíritu de devoción, de anticipar el cumplimientode las restantes”[44].

ORDEN Y MOVIMIENTO

El concierto entre ambos términos era uno de los problemas principales del clasicismo, y así nos lohace ver Cochrane a lo largo de toda su obra. Y es que, el hombre clásico no concebía más que elprincipio del orden. Un orden que sólo abarcaba la lógica de lo objetivo, material y corpóreo;dejando lo contingente, el cambio, el movimiento y todo aquello que escapaba a la lógica objetiva,en manos de dioses, demiurgos, hado, suerte o circunstancias, en una palabra, en lo quedenominaban fortuna. Dice además Cochrane, que esta forma de ver el mundo fue una de las causasde la decadencia y ruina imperial, porque al actuar única y exclusivamente en la construcción de unmundo estático, en el que los cambios y el devenir quedeban fuera de toda previsión y consideradoscomo perniciosos, no articuló los medios necesarios para adaptarse a esos cambios, sino que losignoró en favor de la reconstrucción del viejo orden. Todo lo cual, era también consecuencia de suparticular visión del tiempo y la historia como cíclicos, como repetición de los mismos “tipos”humanos y de las mismas situaciones una y otra vez.

Para el cristiano, en cambio, tal concepción era distinta. En primer lugar por la introducción”Evangélica” de la noción del “milenio”, la culminación del cual era el fin de los tiempos, elapocalípsis y posterior juicio final. Con lo que se introducía una visión lineal del tiempo y de lahistoria, una visión de “progreso”, con un principio o pasado, un presente o intermedio, y un final ofuturo. Y en segundo lugar, porque al ver al hombre como reflejo de Dios, y por tanto, trino comoÉl, hacía del orden y del movimiento una condición intrínseca y propia de la naturaleza humana. Laexplicación que a tal proceso da Agustín es harto compleja, y groso modo viene a decir, que lapercepción espacio-temporal (elementos componentes del movimiento) es relativa y propia de cadaindividuo, conformando una “ley” particular e interior que lo activa y distingue del resto deindividuos: “somos lo que somos por la ley interior de nuestro ser”[45] . El funcionamiento de dichaley está basado en la interacción e interrelación de un sustrato esencial (derivado del Padre), de unorden o logos (derivado del Hijo) y de un movimiento específico a cada ser (derivado del EspírituSanto). Toda una articulación que libra al hombre de la contingencia de la “fortuna”, al iluminar laoscuridad que este término venía a denominar en la razón, y en la que tiene también cabida lanaturaleza en su conjunto al moverse según este principio intrínseco y particularista. Siendoprecisamente con el movimiento, con la actividad incesante, como se crea y mantiene la naturalezade cada ser, y lo que permite, como dice Agustín, “que las hormigas no produzcan elefantes”[46].

PERSONA

El sentido clásico[47] de esta palabra se circunscribía al ámbito jurídico y significaba “sujeto dederecho legal”.

Para el cristiano[48] esta palabra también sirve para atribuir una dotación al sujeto, pero en estecaso esa dotación es de latentes poderes espirituales, no materiales, activables por el Verbo residenteen el mismo hombre, y en virtud del cual, puede participar de la naturaleza divina. Con lo cual, elhombre se hace inmortal e inmune a la destrucción intelectual y moral del hombre natural.

PROPIEDAD

Es uno de los pilares de la civilización clásica como tal, por cuanto es la base de las relacioneshumanas, de los derechos y los deberes, tanto públicos como privados. Además, su función era la deasegurar la independencia y permitir cualquiera de las alternativas de una sociedad bien ordenada,que en opinión de Cicerón no eran otras que: ” la inactividad sin pérdida de la propia posición y laactividad exenta de riesgo”. Es tanta su importancia, que Cicerón no ve otro fin al Estado que suprotección, al menos, eso se deduce de la lectura del siguiente párrafo: “El primer cuidado de losque tienen a su cargo la dirección de los negocios públicos, será cerciorarse de que cada cual se veaasegurado en sus posesiones, y de que no se produzca, por parte del gobierno, invasión alguna delderecho privado… Tal es, realmente, la razón por la cual Estados y Repúblicas fueron creados.

Porque aunque la propia naturaleza induzca a los hombres a congregarse, sin embargo, por laesperanza de proteger lo suyo buscaron ellos el amparo de las ciudades”[49].

Por su parte el cristianismo[50] dirá por boca de Agustín, que todo lo que hay en la faz de la tierra(agua, alimentos, ganado, etc.) es proporcionado por la providencia para proveer a la humanidad deforma apropiada para la vida mortal. Y como tal, es de todos y no es de nadie, aunque el apasionadoafán materialista y egoísta lleva al hombre a adueñarse de los mismos y a explotarlos en pos de supropio beneficio. Por ello para Agustín, la propiedad, cualquiera que sea la forma que ésta adopte,se convierte en inmutable fundamento de la relaciones humanas, destinada a desviar y pervertirconceptos como los de la personalidad, el matrimonio y la familia, a la vez que crea un ideal deindependencia y aislamiento, el aislamiento de la propia suficiencia económica y moral.

VALORES

El clasicismo[51] defendía valores individualistas y egoístas, germen únicamente de perpetuadesavenencia en su lucha por los “honores, purpurae y fasces”.

El cristianismo[52] en cambio defendía valores altruistas, comunitarios y sociales capaces de crearuna sociedad de ayuda mutua. Defiende también la fraternidad universal frente al imperialismocompetitivo propio del clasicismo.

VERDAD

Es y ha sido uno de los mayores interrogantes de la filosofía desde sus orígenes, ya que los filósofosse han interesado siempre por los grandes enigmas de la humanidad: Dios, el alma, el mundo, lanaturaleza de las cosas, el conocimiento, … Pues bien, es en la respuesta a esos interrogantes y en elmétodo empleado para confeccionarla donde discreparán mundo clásico y cristianismo. Para losprimeros es la razón la única que puede acercarse a esos interrogantes, una razón pura y separada dela parte sensual del hombre, tal y como apuntara Julio Cesar : “…como verdad aprehendida a la fríaluz de la razón, libre de odio y amor, ira y piedad, pasiones que ofuscan la mente”[53].

Para los cristianos en cambio, ese ideal clásico de verdad se revela como herético, es decir, comoresultado de una arbitraria preferencia o elección, como una construcción ideada por el hombre ensu afán de “hacerse uno mismo su propia verdad”, de justificar su conducta por medio de conceptosracionales a los que se manifiesta ciega y obstinada adherencia. Aunque, según Cochrane, ello nosignifica que sea totalmente inútil, sino que goza de una cierta validez, pero limitada a unaconvencionalidad de la que ella misma es también fruto. Con lo cual, como verdad, su valor esmeramente utilitario o pragmático, y teñido de una relatividad de la que, como “inventivo”, nopuede sustraerse. En cambio, como ideal de conocimiento, éste es, humanamente hablando,imposible y absurdo, ya que, como Agustín[54] insiste en afirmar, no puede haber conocimiento sinsentimiento, ni sentimiento sin conocimiento. Siendo con la integración de ambas, la única forma deconseguir una verdad cuyo valor sea esencial y creador: el de la verdad divina.

VIRTUDES

Las virtudes propias de la antigüedad clásica, son todo un conjunto de cualidades personales queensalzan al individuo portador de las mismas por encima de sus iguales y como miembro de unacomunidad o grupo civilizado. Son un objetivo o una tendencia idealizada a la que pretendenaproximarse todos los miembros de esa comunidad o grupo y como contraposición a la barbarie. Lasignificación misma que estas cualidades representaban, sufrió algunos cambios y evoluciones en elseno del mismo período clásico. De forma que no es raro que la visión del valor o fortaleza seadistinta en la Hélade o la primera Roma, donde tal cualidadad era relativa a la virtud física, que enla Roma de Cicerón, donde esta virtud era entendida como moral. Con todo, en una y otra épocaensalzan al hombre de cualidades elevadas, al superhombre. Siendo las más importantes de estasvirtudes: la sabiduría, la justicia, el valor o la fortaleza y la templanza.

Posteriormente, con el cristianismo, y dado el cambio de valores que éste representa, las virtudesdejarán de ser ese elemento avalador de la excelencia individual y de la preeminencia de unoshombres sobre otros; pasando a designar cualidades altruistas, comunitarias y sociales. Así, no esraro que Lactancio[55] vea la virtud en la hospitalidad, en la redención de los cautivos, en ladefensa de las viudas, en el cuidado de los enfermos, y en el enterramiento de los extranjeros ymenesterosos. Pero también las virtudes clásicas tienen cabida en el seno del cristianismo, de hecho,según Vogt[56] , para los cristianos de los siglos IV y V la elocuencia forma parte de las virtudesinherentes a un hombre destacado. No obstante, la mayoría de las veces, dichas virtudes clásicaseran adoptadas con un sentido diferente, de tal forma que, el mismo principio que encaminado a lapersecución de fines mundanos causa confusión moral y ruina, es concebido por ejemplo porAgustín[57] , como rindiendo la fuerza motriz necesaria para la obtención de una paz creativa, queno es otra, que el interior reino de Dios. Así tenemos por ejemplo que la templanza, pasará a servista como el amor que se entrega por completo a aquello que es amado; la fortaleza como el amorque tolera fácilmente todas las cosas por causa de aquello que se ama; la justicia como el amor quesirve sólo a la persona amada y que prev alece con rectitud; y la prudencia, como el amor que eligesagazmente aquellas cosas que le favorecen en detrimento de las que le perjudican.

6.- CONCLUSIONES

Aparte de la constatada metamorfosis acaecida en el pensamiento y acción del hombre tardoantiguo,parece claro que Cochrane consigue hacernos ver el clasicismo como ese particular sistema de vida,capaz de cubrir con éxtito las necesidades, anhelos y esperanzas humanas, tanto a nivel individualcomo social, en un momento y lugar determinados de la historia y como contraposición a la vidasalvaje, desordenada y bárbara. Un sistema que, lejos de ser definitivo, estaba sujeto al cambio y aldevenir. Procesos que no contemplaba ni consideraba y que, cuando sucedieron, provocaron todo undesajuste en el mismo que condujo a su colapso y destrucción. Ello supondrá la adopción de otrosistema de vida, basado en el cristianismo, y capaz de superar las deficiencias del anterior. Unsistema que, al ser aún imperfecto, precisará de un esfuerzo de integración y síntesis del que surgiráun nuevo y definitivo orden, capaz de conseguir la realización humana en el plano individual ysocial.

Pero además, con la plasmación y apuesta por semejantes evidencias, Cochrane también dejaconstancia de una parte de su pensamiento personal, por más que su pretendida intención sea laneutralidad expositiva. Un pensamiento que se revela partidario precisamente del proceso, eldevenir y el dinamismo; en detrimento del carácter estático del ser. Cosa que permite situarle tras laestela de la corriente idealista surgida de la filosofía kantiana, de la que Hegel es uno de susmayores exponentes, y que tan hondas resonancias dejó en las corrientes de pensamientoposteriores, caso, por ejemplo, del personalismo.

Así, y teniendo en cuenta semejantes influencias, no es raro que su planteamiento responda a unalógica aceptable, si no fuera por la enmarañada y amorfa exposición capitular que dificulta sucaptación. Una exposición que, si bien es fecunda y rica en la plasmación de hechos históricos(útiles para una adecuada contextualización teórica) en las dos primeras partes de la obra, es muysuperficial y eminentemente teórica en la tercera. Una parte en la que creo debería haber sido másexplícito y prolífico, al menos como en las anteriores, dada la culminación y superación que suponecon respecto a las otras dos, y dada también la curiosa y singular pervivencia de muchos restosclásicos en el seno de un estado abiertamente declarado como católico. Y es que, la realidad quepercibe el hombre tardoantiguo, es harto más compleja y rica que la simple metamorfosis plasmadapor Cochrane, por cuanto supone la pervivencia, introducción e interrelación de múltiples factores yvariables pertenecientes a ambos sistemas de vida. Que ello es así, lo demuestra el hecho de que enel año 408, estando ya consolidado el cristianismo como religión de Estado, se mantuviera el”Templum annonae” en aquellos santuarios paganos que cuidaban del bienestar público, como porejemplo el hieron de Cibeles en Pesinunte[58]. O el perseverante afán de predicadores ygobernantes en erradicar las prácticas paganas, constatado en actas y edictos por ellos proclamados,y llevadas a cabo en fechas tan avanzadas como finales del siglo séptimo[59]. Cosa que demuestraque, en el proceso de cristianización, el paganismo pervivió durante algún tiempo, y que lapreeminencia del credo cristiano no supuso una brusca desaparición de la tradición pagana.

No obstante, y en honor a la verdad, es importante resaltar el hecho de que Cochrane abandona enalgunas ocasiones, esa concepción un tanto simplista en el tránsito del clasicismo al cristianismo,como cuando constata las diversas formas de comprensión-asimilación de la nueva religión,diciendo que “para considerable número de gentes que no gustan de pensar y sí de seguir lasdirectivas del emperador, se trataba nada más que de sustituir a Júpiter por Cristo, al sacrificio porla Eucaristía, al taurobolium por el bautismo, pretendiendo para sí mismos que todo lo demás seguíaigual. Pero para los incapaces de contentarse con una vida de flagrante incongruencia, tal soluciónera imposible, suponiendo para ellos una renuncia a todos los valores naturales, incluso aquellosreferidos a las más sencillas satisfacciones de la vida normal”[60].

Con todo, salvo algunas excepciones como ésta, Cochrane no profundiza en esta complejainterrelación de cosmovisiones, valores, costumbres, etc. que supone el hecho histórico como tal.

Pasando por alto connotaciones tan importantes, como por ejemplo, el hecho de que el cristianismodistaba mucho de esa novedad y frescura en sus preceptos[61] que pretende darnos a entenderCochrane, sino que gran parte de ellos, o bien eran adoptados de otros cultos, o bien eranincorporados de la amplia tradición o usos sociales. Un ejemplo de esto puede verse en elvocabulario, el cual, ante la carencia de términos con los que definir las nuevas concepcionesteológicas, doctrinales, litúrgicas, etc. ; se apropió de la terminología que circulaba en el ambientereligioso contemporáneo al que, al mismo tiempo se iba amoldando, ya que tenía que convivirprecisamente en ese entorno al que había de ofrecer soluciones novedosas. Y al igual que elvocabulario, se pueden observar otros muchos ejemplos[62] en la simbología, los rituales, elsistema de creencias, etc.; susceptibles de catalogar al cristianismo como un híbrido de la realidad yambiente del momento.

Otra evidencia similar, y muy interesante en este sentido, la aporta Jaeger en su “Cristianismoprimitivo y paideia griega”, donde resalta la importancia que tuvo el mundo griego superviviente dela época helenística, en la expansión y conformación del cristianismo. Un cristianismo que, albeneficiarse de la difusión del idioma griego en la parte oriental del imperio romano, incluyendoaquí a gran parte del pueblo judío, se apropió también de muchas de las construcciones mentalescaracterísticas de la paideia griega, como por ejemplo la utilización de tópicos empleados en eldiscurso retórico, y que servían para dar fuerza y consistencia a la propia argumentación. Así,apunta Jaeger[63] , un topos negativo como: “Envidia y contienda han asolado grandes ciudades yarrancado de raíz grandes naciones”; podía adoptar la forma de una figura retórica llamada”amplificatio”, por medio de la cual, el orador mostraba que el asunto del que estaba hablando habíasido, con frecuencia, la causa de grandes males. Una fórmula empleada por San Clemente Romanoy San Pablo, entre otros, y que, junto a otras muchas, iban dirigidas a un auditorio que lascomprendía y también las utilizaba. De ahí la evidencia de semejante influencia.

Una influencia que, bien de forma directa a través de los judíos helenizados, o bien de formaindirecta a través de la pervivencia de las diferentes disciplinas griegas en el sistema educativoromano que llegaron y formaron a hombres como Agustín, conformó el pensamiento cristiano deforma tal que, como dice Marrou, se puede decir existe una uniforme continuidad entre laantigüedad y la edad media: “c´est un même effort humain qui s´est perpétué et qui fonde l´unité denotre civilisation méditerranéenne, occidentale…”[64] .

7.- BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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– CAMERON, A.: “El mundo mediterráneo en la antigüedad tardía”; Editorial Crítica, Barcelona1998.

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– GARCÍA-JUNCEDA, J.A.: “La cultura cristiana y San Agustín”; Editorial Cincel, Madrid 1987.

– JAEGER, W.: “Paideia: los ideales de la cultura griega”; Editorial Fondo de Cultura Económica,Madrid 1993.

– JAEGER, W.: “Cristianismo primitivo y paideia griega”; Editorial Fondo de Cultura Económica,Madrid 1995.

– MARROU, H.I.: “Saint Agustín et la fin de la culture antique”; E. de Boccard, Paris 1938.

– MOUNIER, E.: “Manifiesto al servicio del personalismo”; Ed. Taurus, Madrid 1976.

– RABADE, S. y otros: “Historia de la filosofía”; Editorial G. del Toro, Madrid 1982.

– SPENGLER, O.: “La decadencia de occidente. Bosquejo de una morfología de la historiauniversal”; Editorial Espasa-Calpe, Madrid 1976.

– VOGT, J.: “La decadencia de Roma. Metamorfosis de la cultura antigua, 200-500”; EdicionesGuadarrama, Madrid 1981.

ANEXO I

TERMINORLOGÍA CON LA QUE ABARCA LOS ÁMBITOS DE:

COSMOS ————————————-

NATURALEZA

DIO/ESALMA CUERPOSUJETO OBJETOETERNO TEMPORALRAZÓN SENTIDOSESPÍRITUAL CARNALMENTE CUERPOMUNDO IDEAL MUNDO MATERIALSUBSTANCIAL CONTINGENTEFORMA MATERIAINMUTABLE MUTABLEFORTUNA VIRTUD

HOMBREALMA CUERPO

ANEXO II

TERMINOLOGÍA CON LA QUE ABARCA EL ÁMBITO DE:

DIOS

DIOS PRINCIPIO CREADOR Y MOTORBIEN SOBERANOSABIDURÍAFELICIDADVERDAD

LA TRINIDAD

PADRE HIJO ESPÍRITUESENCIA SABIDURÍA PODERESENCIA ORDEN CONOCIMIENTOSER NATURALEZA CONCIENCIAVERDAD BELLEZA BONDAD

EL HOMBRE

CUERPO ALMA VOLUNTADEXISTENCIA CONOCIMIENTO VOLUNTADSER INTELIGENCIA PROPÓSITOSENSIBLE PERCEPTORA AMOR

ANEXO III

ANÁLISIS COMPARATIVO DE ALGUNOS TÉRMINOS QUE SUFREN UN CAMBIOCONCEPTUAL EN EL TRÁNSITO DEL CLASICISMO AL CRISTIANISMO:

CLASICISMO CRISTIANISMOAPOTEOSIS

Antonio Navarro

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El collar del Neanderthal. En busca de los primeros pensadores – FERRERAS (PR)

FERRERAS, J. L. Arsuaga. El collar del Neanderthal. En busca de los primeros pensadores. Madrid: Col Tanto por Saber, Editorial Temas de Hoy, 1999. 311p. Resenha de:  Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

La lectura que Juan Luis Arsuaga, codirector del Proyecto Atapuerca y Paleoantropólogo reconocido, nos propone no es sólo una exposición de teorías científicas difíciles de entender paraun lector no habituado a ellas, sino que mediante un lenguaje llano, abierto y muy expresivo, junto aejemplos y paralelismos e, incluso, alguna anécdota, acerca al lector un poco más al conocimientode quiénes habitaron estas tierras en los orígenes de la Historia.

El autor nos lleva de la mano, por la Prehistoria en general, a través de un camino que haplanificado recorrer en tres etapas, es decir, en tres partes: “Sombras del Pasado” (sobre el origen dela especie humana); “La vida en la Edad del Hielo” (acerca de los modos de vida del hombre); y”Los contadores de historias” (el neanderthal frente al hombre moderno).

Cada una de ellas, a su vez, está estructurada en otros tres capítulos que pretenden darnos a conocerdistintos aspectos de la Prehistoria. Y para facilitar aún más ese conocimiento, los nueve capítulosestán subdivididos en diversos apartados que actúan como ventanas que van iluminando el senderopor el que caminamos.

Además en esta estructura se incluyen un Prólogo y un Epílogo, aparte de bibliografía sobre cada capítulo y otros apartados. Si nos detenemos un momento en cada capítulo observaremos qué podemos encontrar en ellos. El capítulo uno nos acerca a la propia evolución de la especie humana.

El autor muestra las relaciones existentes entre los hominoideos y los homínidos, y su evolución através de los estudios genéticos y de los restos fósiles encontrados hasta el momento.

El capítulo dos está dedicado al primer ser que se considera humano, el Homo Habilis, y alpoblamiento de Asia por un muy posible pariente suyo, el Homo Erectus. En el capítulo tres sehabla de una rama de los homínidos propiamente europea, los neanderthales. Se explican susprincipales características y se establecen comparaciones con el hombre moderno.

El siguiente capítulo trata la flora y, por extensión, la climatología que conocieron nuestrosantepasados, desde un punto de vista universal para llegar de forma gradual a otro únicamentepeninsular. El capítulo cinco está dedicado a la fauna, siguiendo el mismo esquema del capítuloanterior, desde lo general hasta lo particular. En el capítulo seis nos habla el autor de los medios desubsistencia de los grupos humanos en el momento en que los animales y plantas, de los quedurante generaciones se habían alimentado, comienzan a desaparecer. En el capítulo siete tratamosde descubrir cuál es la vida media de un hombre prehistórico para, de este modo, acercarnos alconocimiento de “qué pasó en la Sima de los Huesos” y por qué se acumularon los cadáveres de almenos treinta y dos individuos de distintas edades en el mismo lugar. El capítulo ocho trata dedilucidar qué surgió primero, si el lenguaje o el pensamiento, sobre todo para determinar en quémomento los homínidos comenzaron a ser realmente humanos. En el noveno se nos habla ya delhombre moderno y de sus cualidades, así como de sus diferencias con el neanderthal, cómo secomportaban y qué posible relación existía entre ambos.

Por último, en el Epílogo se hace un repaso rápido de lo expuesto en todos los capítulos y se hablade la Prehistoria en la Península Ibérica.

Hasta aquí hemos echado un vistazo a las etapas del camino de la Prehistoria que Arsuaga nospropone. Nos quedaría mencionar cómo y con qué debemos equiparnos en este viaje. Para ello elautor nos cita constantemente, a lo largo de todo el libro, mucha bibliografía y autores que hantratado, y tratan, cada uno de los temas que se exponen. El problema de estas citas es que la mayoríade las veces sólo aparecen los nombres del autor y de la obra, sin que se incluyan notas a pie depágina.

Además encontramos cuadros y dibujos que son bastante útiles para no perderse dentro delcontenido de cada capítulo. Y, por supuesto, multitud de referencias a los hallazgos de la Sierra de Atapuerca.

De este modo, al final de nuestro camino observamos que en el interior de este libro pueden hallarseplanteamientos y cuestiones muy interesantes y novedosas sobre la forma de ver la Prehistoria, quevan desde la simple excavación e interpretación de restos arqueológicos hasta los estudiosantropológicos y etnológicos acerca de tribus actuales como los Hadza, y la aplicación de métodosde investigación prestados por otras ciencias como la Geología, la Biología, la Genética, etc., a la investigación prehistórica.

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Aproximación a la Historia de los Baños de Mula – CASTAÑO (PR)

CASTAÑO, Juan González; FERNÁNDEZ, Rafael González. Aproximación a la Historia de los Baños de Mula. Mula, 1996, 45p. Resenha de: ROS, Antonio E. Huelbes. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.3, p.182-183, 1997.

Antonio E. Huelbes Ros

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Los simbolos cristianos primitivos – DANIÉLOU (PR)

DANIÉLOU, Jean. Los simbolos cristianos primitivos. Bilbao: Ediciones Ega, colee. Trípode, 1993, 122p. Resenha de: DIOS y SÁNCHEZ, Eva Arde.  Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.3, p.180-181, 1997.

Eva Arde Dios y Sáncñez

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Cultura y Ocio en una ciudad de retoguardía (Murcia, 1936-1939) – ABELLÁN (PR)

ABELLÁN, Maria Concepción Ruiz. Cultura y Ocio en una ciudad de retoguardía (Murcia, 1936-1939).  Murcia, Real Academia Alfonso X El Sabio, 1993. 378p. Resenha de: AGUIRRE, Cándida Torres. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.3, p.177-181, 1997.

Cándida Torres Aguirre. 

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The Ríse of Western Christendom. Triumph and Diversíty, A.D. 200-1000 – BROWN (PR)

BROWN, Peter. The Ríse of Western Christendom. Triumph and Diversíty, A.D. 200-1000. Blackwell Publishers, 1996. 353p. Resenha de: GÓMEZ, José Antonio Molina. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.3, p.176-177, 1997.

José Antonio Molina Gómez 

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Manual de Historia de Cartagena – (PR)

Manual de Historia de Cartagena. Murcia, 1996. 415p. Resenha de: NAVARRO, David Munuera. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.2, p.175-176, 1996.

David Munuera Navarro

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Los manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta años de estudio – PIÑERO; FERNÁNDEZ-GALIANO (PR)

PIÑERO, Antonio; FERNÁNDEZ-GALIANO, Dimas (Eds.). Los manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta años de estudio. Córdoba, 1994. 226p. Resenha de: GÓMEZ, José Antonio Molina. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.2, p.158-159, 1996.

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La otra “ida de Alfonso XII – De La CIERVA (PR)

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Julio D. Muñoz Rodríguez

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Eva M. Martí Coves

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Tiro y las colonias fenicias de Occidente – AUBET (PR)

AUBET, María Eugenia. Tiro y las colonias fenicias de Occidente. Edición ampliada. Barcelona: Crítica/Arqueología, 1994. 371p. Resenha de: RODRIGUEZ, Jorge A. Eiroa. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.2, p.149-151, 1996.

Jorge A. Eiroa Rodríguez

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El tiempo en la Historia – WHITROW (PR)

WHITROW, G. J. El tiempo en la Historia. Barcelon: Ed. Crítica/Historia y Teoría, 1990. 261p. Resenha de: MARTÍNEZ, Antonia Maria Legidos. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.2, p.147-149, 1996.

Antonia María Legidos Martínez

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Platon, les mots el les mythes – BRISSON (PR)

BRISSON, L. Platon, les mots el les mythes. París: Maspero, 1982, 238p. Resenha de: AMORÓS, Pedro. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.2, p.145-147, 1996.

Pedro Amorós

P U JIW A ,4IORÓSAcessar publicação original

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Panta Rei | UM | 1995

Panta Rei2 The Age of Agade

Panta Rei (1995-) es una revista científica digital de carácter internacional que publica investigaciones sobre Historia, Didáctica de la Historia y disciplinas afines.

Desde esa fecha la filosofía de la revista ha perseguido los mismos fines. El objetivo es recoger nuevas propuestas e investigaciones que favorezcan el avance del conocimiento histórico, siempre en constante evolución y movimiento.

Edita
Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía – CEPOAT
Edificio Universitario Saavedra Fajardo. Universidad de Murcia C/ Actor Isidoro Máiquez, 9 / 30007 – MURCIA – ESPAÑA / TFNO: 868883890
cepoat(arroba)um.es / Web: www.um.es/cepoat/pantarei

La periodicidad de la revista es anual.

ISSN 2386-8864 (electrónico)

ISSN 1136-2464 (impreso)

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Los Enigmas de Tarteso – ALVAR; BLÁZQUEZ (PR)

ALVAR, J.; BLÁZQUEZ, J. M. (Eds.). Los Enigmas de Tarteso. Madrid: 303p. Ediciones Cátedra. Historia/Serie Menor. 1993. 303p. Resenha de: VIVANCOS, Alejandro Egea. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.108-111, 1995.

Alejandro Egea Vivancos

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Villa de Fortuna. Carta Puebla – GOMARIZ (PR)

GOMARIZ, María Cano. Villa de Fortuna. Carta Puebla. Excmo. Ayuntamiento de Fortuna, Murcia, 1994. Resenha de: GÓMEZ, José Antonio Molina. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.108, 1995.

José Antonio Molina Gómez

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Los misterios paganos y el misterio cristiano – LOISY (PR)

LOISY, Alfred. Los misterios paganos y el misterio cristiano. Barcelona: Ediciones Paidós Orientalia,1967. 252p. (Reimpresión em España 1990). Resenha de: PEREA, Catalina Ibernón. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.105-106, 1995.

Catalina Ibernón Perea

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La Ciudad de Carthago Nova: Las Emisiones Romanas – FORCADA (PR)

FORCADA, María del Mar Llorens. La Ciudad de Carthago Nova: Las Emisiones Romanas. Universidad de Murcia, 1994. 408p. Resenha de: LÓPEZ, Julio A. Martínez. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.105-106, 1995.

Julio A. Martínez López

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El Imperio romano. Economía, sociedad y cultura – GARNSCY; SALLER (PR)

GARNSCY, P.; SALLER, R. El Imperio romano. Economía, sociedad y cultura. Barcelona: Ed. Crítica, 1991. Resenha de: ROS, María Soledad Crespo. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.103-104, 1995.

María Soledad Crespo Ros

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Marcus Aurelius. A biography – BIRLEY (PR)

BIRLEY, Anthony. Marcus Aurelius. A biography. London: 1966, 230p. (Edición revisadade 1993). Resenha de: MANCEBO, Sacramento Cantero. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.102-103, 1995.

Sacramento Cantero Mancebo

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Mentalidad y tradiciénen la Serranía de Yeste y de Nerpio – MONTÉS; ASENCIO (PR)

MONTÉS, Juan Franciso Jordán; ASENCIO, Aurora de la Peña. Mentalidad y tradiciénen la Serranía de Yeste y de Nerpio. Albacete: Institulo de Estudios Albacetensesde la Excma. Diputación deAlbaccte. Serie l-Estudios-N, 67, 1992. 362p. Resenha de: Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.100-101, 1995.

José Antonio Molina Gómez

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Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales – HODDER (PR)

HODDER, L. Interpretación en Arqueología. Corrientes actuales. Edición ampliaday puesta al día. Barcelona: Ed. Crítica, 1994. 233p. Resenha de: CARRILLO, Juan Gallardo. Panta Rei. Revista Digital de Ciencia y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.99-100, 1995.

Juan Gallardo Carrillo

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