En busca de una opinión pública moderna. La producción hemerográfica de los españoles exiliados en Inglaterra y su apropiación por la prensa mexicana/1824-1827 | María Eugenia Claps Arenas

Este libro corresponde a la publicación de una tesis de maestría presentada en la UNAM en 1999, que, como muchas otras y a veces de manera indebida, dormía en una biblioteca universitaria. De hecho, estos ejercicios académicos constituyen un corpus desigual que, por su naturaleza misma y sus limitantes de extensión, ofrecen a menudo una historia sumamente fragmentada. Esta última consideración se verifica par ticu lar men te cuando se trata de la historia de la prensa mexicana, cuyo peculiar desarrollo, iniciado en la última década del siglo XX, desbroza desde entonces un territorio gigantesco. Publicar una antigua tesis no es empresa sencilla. Requiere a la vez selección e integración pertinentes de la abundante historiografía considerablemente aumentada en los últimos 20 años, y, en consecuencia, y más allá del rastreo de la información o del dato bruto esparcido en la bibliografía, una revisión a veces profunda de las consideraciones analíticas iniciales, elaboradas en una época remota. Agregamos que la historia de la prensa oscila de manera permanente entre el uso de la prensa como fuente para la historia y el estudio de la prensa como objeto de estudio en sí, es decir, como medio de comunicación. Este último enfoque es el menos común, en particular para el estudio de la temprana prensa decimonónica. Supone la ampliación del campo de observación, la ubicación y contextualización de la esfera pública impresa urbana (que no refleja a toda “la sociedad”), en este preciso periodo, no realmente subyugada por los periódicos sino más bien sumergida en la abundante y dominante “folletería”, así como cierta distancia objetiva respecto a los conte nidos o más bien discursos periodísticos, entonces contemplados en tanto que elementos de complejas y cambiantes estrategias mediáticas. Asimismo, supone debatir y aclarar conceptos y categorías históricas problemáticas como son, por ejemplo y en el presente caso, “opinión pública”, “apropiación” o la llamada “modernidad”. Leia Mais

Public Opinion in Early Modern Scotland/ c.1560–1707 | Karin Bowie

This is Karin Bowie’s second book about the history of public opinion in Scotland. Her first, in 2007, examined the period 1699-1707 in depth, covering the debate leading up to the Union of Parliaments.(1) The present book deals with a longer period, and has no single focus like the Union. Instead it discusses a larger range of political debates – and some religious debates, at least to the extent that these affected politics. Nevertheless, the questions driving the new book are similar. What was ‘public opinion‘, and how was it expressed? Or, what were people’s opinions, and how did they express them? The ‘public’ is never a singular thing that has a single opinion. Bowie’s book is thus about debate, and about processes of debate.

When historians discuss public opinion, what often interests us is the balance of opinion on debated topics. Was a given topic ‘popular’ or ‘unpopular’? Would a majority of the population have voted for or against (say) the Reformation at the time when it was being proposed? Historians of the early modern period cannot conduct opinion polls, but we recognise that the opinions that such polls would have measured did exist in some way. When we write of the ‘popularity’ of the Reformation, or indeed of its ‘unpopularity’, we are making statements that are to some extent psephological. Leia Mais

En tela de juicio. Justicia penal/ homicidios célebres y opinión pública (México/ siglo XX) | Elisa Speckman Guerra

¿Qué tienen en común el cantante Augusto Guty Cárdenas y el militar Humberto Mariles? Por supuesto, la celebridad que obtuvo cada uno en su ámbito profesional (la música y el deporte ecuestre, respectivamente), pero también el sino de la tragedia. Cárdenas murió a balazos, en la cumbre del éxito, con apenas 26 años, en 1932. Poco más de treinta años después, Mariles mató a tiros y vio eclipsar su buena estrella al involucrarse en asuntos criminosos. Uno víctima, el otro victimario, aunque en los procesos judiciales que se desarrollaron en torno a ellos se intentó demostrar que Guty Cárdenas fue menos víctima de lo que parecía y Humberto Mariles, menos victimario de lo que todos los indicios apuntaban. Los suyos son apenas dos de los diversos casos que analiza Elisa Speckman en su libro En tela de juicio. Leia Mais

La forja de una opinión pública. Leer y escribir en Buenos Aires/1800- 1810 | Pablo Martínez Gramuglia

La obra se basa en la investigación doctoral de su autor, premiada en 2020 por la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA). Con un enfoque que trama la historia intelectual y cultural ofrece sugerentes reflexiones a la historia política del periodo final del régimen español en el Río de la Plata y los inicios de la Revolución. Indaga en los modos en que el impreso impactó en las prácticas de lo escrito y en las configuraciones de diversos públicos lectores, dialogando y en cierto punto debatiendo con los estudios que, en una estela habermasiana, han reconstruido la configuración de una esfera pública en la cual las nuevas modalidades de escribir informaron las propias estrategias personales de los actores, contribuyendo a su creación como “autores” en la última década colonial. Leia Mais

El lenguaje político de la república: aproximación a una historia comparada de la prensa y la opinión pública en la américa española/1767-1830 | Gilberto Loiaza Cano

El objetivo del libro es determinar las semejanzas y las diferencias de los elementos discursivos expuestos en los periódicos de las principales capitales de los virreinatos americanos, más tarde repúblicas. De este modo, se recrea una visión de conjunto acerca de las condiciones de enunciación que permitieron crear un lenguaje político común en las nacientes repúblicas de letras. Leia Mais

A conquista da opinião pública: como o discurso manipula as escolhas políticas – CHARAUDEAU (A-RL)

CHARAUDEAU, P.. A conquista da opinião pública: como o discurso manipula as escolhas políticas. Corrêa, Angela M. S.. São Paulo: Contexto, 2016. 192p. Resenha de: SPARAS,  Marcelo, IKEDA, Sumiko Nishitani; A manipulação do discurso político. Alfa, Revista de Linguística, São José Rio Preto, v.63 n.3, São Paulo Sept./Dec. 2019.

A obra A conquista da opinião pública: como o discurso manipula as escolhas políticas apresenta, em 192 páginas, além da Introdução, três capítulos, assim, intitulados: “O que é a opinião pública?”, “A manipulação da opinião pública” e, finalmente, “Crise da opinião, crise da democracia: os sintomas de uma crise política da pós-modernidade”.

(1) “O que é a opinião pública?” divide-se em (a) “Um pré-requisito: como se constrói a identidade coletiva”, (b) “Da opinião coletiva à opinião pública”, (c) “A fabricação da opinião pública”, (d) “Uma confusão a evitar: a opinião não é o eleitorado” e (e) “A consciência cidadã: O difícil paradoxo”.

(2) “A manipulação da opinião pública” abrange: (a) “A manipulação no mundo político”, (b) “A manipulação no mundo midiático” e (c) “Conclusão”.

(3) A “Crise da opinião, crise da democracia: os sintomas de uma crise política da pós-modernidade”, trata dos seguintes assuntos: (a) “A questão da soberania num regime democrático”, (b) “A questão do contrapoder”, (c) “As razões de uma crise política da pós-modernidade” e (d) “Entre democracia de opinião e democracia participativa”.

A maneira como o autor explica conceitos complexos que cercam a construção da opinião pública, por meio de uma linguagem acessível, mesmo aos iniciantes ao assunto, acrescida de exemplos (na maioria, franceses) do mundo atual é que proporcionam uma leitura fluente e de fácil compreensão.

Por outro lado, para os pesquisadores – tanto da análise do discurso como de outras áreas como sociologia, política e comunicação – o livro vem mostrar e esclarecer os conteúdos implícitos que jazem nas subjacências do texto, fatos que contribuem no processo persuasivo do discurso.

O primeiro capítulo – “O que é a opinião pública?” – relata a construção da identidade coletiva, que se constitui no que Rimbaud (2009) resumiu em Eu é o outro, ou seja, só existo porque existe um outro diferente de mim. O grupo se constrói segundo fatores sociais (e.g., posição que ocupamos e papéis que desempenhamos) e culturais (e.g., conjunto de práticas de vida dos membros do grupo; representações que fazem do mundo).

A identidade coletiva é frágil e deve ser constantemente defendida (processo de diferenciação). Nesse processo de construção, há grupo que se isola e grupo que domina outro (tentativa de assimilação). A assimilação (ou integração) pode ser verificada, por exemplo, no caso da imigração vista pelo país de acolhida, que a exigirá em troca da permissão de entrada.

Uma opinião é um julgamento pessoal ou coletivo, uma avaliação, que um indivíduo faz sobre os seres ou os acontecimentos do mundo, e é, por conseguinte, subjetiva e relativa. O mesmo não acontece com os saberes de crença, que contemplam explicações objetivas.

No momento da enunciação, não há palavra coletiva (um coro, por exemplo, para proferir a mesma palavra), mas um indivíduo que a pronuncia e que pretende que sua opinião seja compartilhada. Uma vez compartilhada, a opinião poderia ser considerada verdadeira. A opinião coletiva não é, pois, a soma de opiniões individuais, assim como a identidade de um grupo não é a soma das identidades individuais.

A opinião pública necessita de motivos: acontecimentos que se apresentam a ela e ao grupo que a sustenta (políticos, pesquisas de opinião, mídias), e emerge por reação de indivíduos em situação que eles julgam insustentáveis. Assim, para que a opinião pública se manifeste, é necessário que surja um acontecimento suscetível de tocar muitos indivíduos. Um acontecimento que cause problemas e que não esteja resolvido. Charaudeau alerta para a confusão a se evitar: opinião com eleitorado. Ele trata de vários acontecimentos que abalaram a opinião pública francesa e finaliza o capítulo com o difícil paradoxo que cerca a consciência cidadã. Para ele, é preciso distinguir pertencimento e sentimento identitário: pertence-se a um grupo por nossa identidade social de idade, sexo, meio familiar, etc. O sentimento identitário procede de uma idealização; ele se constrói subjetivamente em referência a um grupo no qual desejamos nos reconhecer, ao qual nos ligamos por intermédio de crenças. A consciência cidadã é “um condensado do querer estar juntos e do querer viver juntos e é de ordem simbólica.” (CHARAUDEAU, 2016, p.63).

No segundo capítulo – “A manipulação da opinião pública” – o autor trata da manipulação da opinião pública no mundo político que pode ser feita por meio de manipulação do discurso se utilizando da sedução. Para tanto, Charaudeau assevera que um líder carismático tende a manipular a opinião pública com mais desenvoltura e especifica alguns tipos de carisma, como por exemplo, o carisma messiânico, que, segundo Max Weber, está relacionado com o dom da graça. Para Weber (2003), ao contrário de boa parte da corrente de especialistas no assunto, o mérito não deve ser dado ao tipo de carisma em si, mas à sua dominação e seus efeitos. Numa linha de raciocínio mais sociológica e histórica, Weber vê a dominação carismática como a essência para se compreender esses fenômenos sem necessariamente se deter na substância, ou elemento, que faz de uma figura um líder, em contraponto a seus prosélitos. Embora Weber foque prioritariamente no indivíduo carismático, a relação deste com o coletivo chamava também sua atenção, uma vez que somente a partir do reconhecimento do seguidor, e mesmo da comunidade em que ele vive, a existência do carisma é formada. O referido dom da graça não é necessariamente de ordem divina; pode ser uma força interior. No caso do ator político, Charaudeau cita Cristo como exemplo de alguém que possuía o dever kantiano do tipo faça o que deves, além de figuras menos relacionadas à religião, como é o caso do general Charles De Gaulle que, segundo o autor, era dotado de uma grandiosidade tal, que possuía a missão de salvar a França.

Há, na opinião do autor, outros líderes carismáticos como os que exploraram as raízes fundadoras de um povo, apelando para a revolta, como fez Hugo Chaves em seus discursos ao se referir a Simon Bolívar e às árvores das três raízes2.

Um outro tipo de carisma, a que se refere Charaudeau, é o carisma cesarista, que está relacionado com o ethos de potência que pode ser expresso através de diferentes figuras. Elas aparentemente são figuras de virilidade exacerbada, podendo até ser expressas por aventuras sexuais como era o caso do ex-presidente norte americano John Fitzgerald Kennedy e do ex-presidente italiano Sílvio Berlusconi. Há também figuras de energia, que se manifestam por hiperatividade como acontecia com Fidel Castro e Che Guevara. Entretanto, existe um ethos menos relacionado à potência, porém mais relacionado à coragem, como pode se observar no discurso do ex-presidente argentino Juan Domingos Perón sobre o Peronismo. Charaudeau deixa claro que o carisma político é de outra natureza em relação aos outros tipos de carisma, pois parece haver duas forças antagônicas que permeiam essa relação: de um lado, há o poder – um lugar indeterminado – mas com força de dominação; do outro, um povo – uma entidade global um tanto amorfa – sem limites definíveis, mas um suposto lugar de contrapoder.

Esse mesmo capítulo, iniciado pelo subcapítulo “A manipulação do mundo político”, traz outros subcapítulos sobre manipulação da opinião pública intitulados: “A manipulação do discurso de sedução dramatização”, “A manipulação pela exaltação de valores”, “O discurso populista como reciclagem dos discursos extremistas”, “O discurso como fator de embaralhamento das oposições políticas”, “A manipulação no mundo midiático”.

Em a “A manipulação do mundo político”, Charaudeau, faz um apanhado sobre política e sobre atores políticos. Ele trata da ideia de que a palavra política circula num espaço público e está sujeita às suas restrições, ou seja, nesse espaço as trocas ocorrem não entre indivíduos, mas entre entidades ou instâncias coletivas, que se definem por meio de estatutos e de papeis sociais. É nesse espaço político que existem as duas instâncias mencionadas pelo autor, que são as instâncias política e cidadã.

A seguir, encontramos uma subseção sobre a manipulação pelas pesquisas de opinião, que se subdivide em: “A pesquisa da opinião pública que é um discurso”, “Diferentes tipos de pesquisa de opinião”, “Um espelho deformante da sociedade”, “Análise de uma pesquisa de opinião que causa complexidade”, “Um bom exemplo de manipulação” e “As pesquisas formatam a opinião pública”, seguida de uma conclusão sobre a manipulação.

Em “A manipulação do discurso de dramatização”, o autor defende que o discurso político, longe de ser uma verdade absoluta, procura interpelar o outro por meio de apelos aos sentimentos e fazendo encenações, como num palco teatral no qual se apresentam dramas e tragédias a fim de manipular a opinião pública. Esse discurso pode despertar um movimento de protesto, como alguma injustiça causando indignação, e um estado de angústia na opinião pública. Há episódios na história em que esse discurso justificava, por exemplo, intervenções militares em países estrangeiros onde se estigmatizavam os inimigos absolutos como Saddam Hussein, Slobodan Milošević e Osama Bin Laden.

Já em “A manipulação pela exaltação de valores”, tem-se uma questão subjetiva a ser pensada que seria a noção ou o significado do termo valores. Todos os políticos declaram defender valores de suas nações, a democracia, a república, etc. Entretanto, a questão é que determinados valores podem ser julgados pela utilidade e bom funcionamento da vida social em determinada época e, esses mesmos valores, podem ser tidos como valores que são obstáculos para o desempenho da economia e, até mesmo, do bem estar social, como ironiza Luís Fernando Veríssimo em seu texto Silogismo, publicado no jornal O Globo:

[…] A nossa estabilidade e o nosso prestígio com a comunidade financeira internacional se devem à tenacidade com que homens honrados e capazes, resistindo a apelos emocionais, mantêm uma política econômica solidamente fundeada na miséria alheia e uma admirável coerência baseada na fome dos outros. O país só é viável se metade da sua população não for3.

Neste mesmo bloco, em “O discurso populista como reciclagem dos discursos extremistas”, Charaudeau lida com as matrizes ideológicas francesas tanto de direita como de esquerda para, na sequência, tratar do discurso populista como sendo uma reciclagem dos discursos extremistas. O discurso populista consistente com a tradição dominante na ciência política comparativa, define o populismo como uma forma de política baseada no “aviltamento moral de elites e uma veneração concomitante das pessoas comuns” (KRIESI, 2004, p.362, tradução nossa)4. Segundo o autor, o populismo é denunciado como uma antecâmera do totalitarismo. Ele apregoa a vitimização de um povo, exaltação de determinados valores desse povo e a satanização dos culpados feita por meio da figura do bode expiatório. O discurso populista como fator de embaralhamento das oposições políticas traz exemplos da história ocorridos tanto na Europa como nos países latino-americanos, africanos ou do Leste. Para o autor, o discurso populista tem origem histórica na extrema direita, porém pode se alinhar, para fins estratégicos, ao discurso da extrema esquerda.

Nessa linha de pensamento, o populismo de esquerda almeja um Estado forte, sem economia de mercado, mas a serviço do povo para o qual deve redistribuir a riqueza. Do mesmo modo, o populismo da direita defende as classes menos favorecidas, mas sem a intervenção estatal. No caso da França, essas classes são representadas por uma população do interior agrário acrescida de uma pequena burguesia de comerciantes e artesões. Já o populismo de esquerda luta pelo conjunto de integrantes da classe dita popular como operários, proletários e os ilegais. Como inimigos, os populistas de direita têm não só o establishment, mas uma hipotética aliança socialista comunista. Os inimigos, no caso dos populistas de esquerda, seriam as forças ditas reacionárias, chamadas em outras épocas de fascistas.

A seção intitulada “A manipulação no mundo midiático” essa parte apresenta uma subdivisão que trata de uma característica do discurso que vai desde a superdramatização da informação à peopolização do político. A estratégia que os políticos usam para alcançar eleitores indecisos, por meio de argumentação não política, contribui não apenas para a personificação, mas também para a predominância da propaganda televisiva. Além disso, “a publicidade negativa ao atacar o oponente direciona a atenção do eleitor à característica pessoal dos candidatos com mais intenção de votos” (ANSOLABEHERE; IYENGAR, 1995, p.258, tradução nossa)5. Como consequência, as personalidades com maior intenção de votos se tornam o principal motivo de votos, em detrimento dos programas políticos ou dos temas de campanha, tendo como um efeito colateral duvidoso a celebrização da política, ou seja, a peopolização. Segundo o autor, a peopolização se distingue do populismo por ter uma característica no discurso que fala da vida privada dos famosos como celebridades, ídolos do cinema, esporte, arte, etc. Este é o apanágio das revistas de fofocas. Esse fenômeno é uma faca de dois gumes, pois dessacraliza o(a) político(a) pela aproximação com o eleitor(a), tirando-o(a) de seu pedestal, porém ressacralizá-lo(a) “pelo fato de introduzir humanidade numa função que, por definição, é desumanizada” (CHARAUDEAU, 2016, p.124).

Sob o título “A manipulação pelas pesquisas de opinião”, Charaudeau analisa a pesquisa de opinião afirmando que esta é na realidade um discurso, pois, para ele, uma pesquisa é um ato de linguagem que traz em seu bojo um conjunto de perguntas e respostas. Desse modo, a pesquisa de opinião pode induzir uma resposta, pois, de maneira geral, toda pergunta impõe um esquema de fala no qual é inserido aquele que é perguntado. Outrossim, pode-se pensar no interrogador como alguém que quer saber algo com determinado objetivo.

O autor faz um apanhado geral dos vários tipos de pesquisa e argumenta que elas podem ser um espelho deformante da sociedade (palavras do autor), pois alimentam a dramaturgia eleitoral, ou seja, permitem que comentaristas políticos, com suas próprias ideologias, comentem os resultados das pesquisas dentro de seus próprios vieses. Assim as pesquisas podem manipular a opinião pública, uma vez que constituem, por sua vez, atos de formatação de um pensamento do qual não se sabe o que representam.

Em conclusão, o autor vê, nas pesquisas de opinião, a falta de limite entre estratégias legítimas de persuasão ou a amostragem de um cenário por meio das pesquisas e a intenção de manipulação das mentes.

Por fim, no terceiro capítulo – Crise de opinião, crise da democracia: os sintomas de uma crise política da pós-modernidade – o autor aborda os fenômenos muito discutidos nos dias de hoje que são as crises de opinião e da democracia. Nos regimes monárquicos, devido ao poder supostamente ter uma origem divina, a voz que representa um povo adquire sua soberania por um regime absoluto de crenças; no entanto, num regime democrático, “a voz vem de baixo, ou seja, da opinião pública” (CHARAUDEAU, 2016, p. 152) e isso, nem sempre, se traduz por um alinhamento entre a opinião pública e o(s) representante(s) dessa opinião. Se tomarmos como exemplo uma, dentre várias instâncias que ocorreram na política brasileira, podemos citar o caso do julgamento pela Câmara dos Deputados de Brasília, que isentou o atual Presidente da República Michel Temer de ser investigado pelo Supremo Tribunal Federal (STF) apesar de a grande maioria dos brasileiros, fato revelado por algumas pesquisas de opinião, ser a favor da autorização para que o STF pudesse decidir se abriria ou não um processo criminal contra o mandatário.

Em seguida, pode-se ler sobre as possíveis noções relacionadas a essas crises da democracia e do poder como o contrapoder, que advém da opinião pública na forma de alguma reivindicação, serem ignoradas. Segundo Charaudeau, uma democracia plena sem um contrapoder inexiste. O grande princípio democrático é o da delegação provisória do poder de um povo a um representante, que em teoria vai representá-lo em decisões vitais que afetarão de modo contundente a vida desse mesmo povo. O contrapoder tem, nesse caso, um papel importante na regulação da soberania de um representante para que a política de um país não seja feita apenas em nome de uma maioria ou uma minoria ativa sem nenhuma justificativa.

No livro em referência, Charaudeau amplia essas ideias aqui discutidas e circunstancia sua análise acerca da construção da opinião pública. Ele constrói uma atividade discursiva sobre como se pode manipular as pesquisas de opinião. A obra tenta detalhar como ocorrem os discursos manipuladores, levando em conta os processos de construção identitária individual e coletiva trazidos à tona por sentimentos, valores, teatro político e o carisma.

Vale ressaltar a importância social da leitura do livro tanto para quem quer pensar sobre estratagemas utilizados para a conquista da opinião pública como para a compreensão de estratégias discursivas existentes no atual momento histórico. Em regimes democráticos, são os políticos que representam a voz do povo, mas para que cheguem ao poder, eles precisam usar o discurso para conquistar os cidadãos. E é por meio da palavra que se seduz, que se persuade, que se manipula e que se regula a vida social e política

Referências

ANSOLABEHERE, S; YIENGAR, S. Going Negative: How Attack Ads Shrink and Polarize the Electorate. Michigan: Free Press, 1995. [ Links ]

KRIESI, H. The populist challenge. West European Politics. Abingdon, v. 37, p. 361-378, 2004. [ Links ]

RIMBAUD, A. Correspondência. Tradução de Ivo Barroso. Rio de Janeiro: Topbooks, 2009. [ Links ]

VERISSIMO, L. F. Silogismo. O Globo, Rio de Janeiro, 24 mar. 2000. [ Links ]

WEBER, M. Le savant e le politique. Paris: La Découverte/Poche, 2003. [ Links ]

2 Alusão às figuras históricas Simón Bolívar, Simón Rodriguez e o general Ezequiel Zamora.

3 VERÍSSIMO, L. F. O Globo, 24/03/2000, citado pelos autores.

4 No original: “[…] moral debasement of elites and the concomitant veneration of ordinary people” (KRIESI, 2004, p. 362).

5 No original: “[…] negative publicity in attacking opponents directs the attention of voters to the personal characteristics of the candidates with the most votes” (ANSOLABEHERE; IYENGAR, 1995, p.258).

Marcelo SAPARAS – Universidade Federal da Grande Dourados (UFGD). Faculdade de Comunicação, Artes e Letras. Dourados – MS – Brasil. [email protected].

Sumiko Nishitani Ikeda – Pontifícia Universidade Católica de São Paulo (PUCSP). Faculdade de Filosofia, Comunicação, Letras e Artes. São Paulo – SP – Brasil. Departamento de Linguística. [email protected].

Amsterdam’s Atlantic: Print Culture and the Making of Dutch Brazil – GROESEN (RH-USP)

GROESEN, Michiel van. Amsterdam’s Atlantic: Print Culture and the Making of Dutch Brazil. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2017. Resenha de: FERREIRA, Bictor Bertocchi. O mundo atlântico pelo prisma da opinião pública. Revista de História (São Paulo) n.178 São Paulo  2019.

Em seu mais recente trabalho, o historiador neerlandês Michiel van Groesen dá sequência a seus estudos sobre a cultura impressa europeia referente à América e ao mundo atlântico. Se, em sua tese de doutoramento, o agora professor de História Marítima da Universidade de Leiden teve por objeto a publicação dos relatos de viagem e as estratégias editoriais da família De Bry (GROESEN, 2008), em Amsterdam’s Atlantic: Print Culture and the Making of Dutch Brazil o autor escreve a história de como as ações militares, comerciais e evangelizadoras da Companhia das Índias Ocidentais (WIC) no Atlântico foram assimiladas pela população de Amsterdam, transformando-se em objeto de acalorado debate público.

O termo Print Culture (Cultura Impressa) incluído no subtítulo não expressa, entretanto, a real dimensão do livro. As mídias impressas e as práticas sociais a elas relacionadas representam, indubitavelmente, parcela substantiva do estudo de Groesen. Porém, a unidade de análise por meio da qual a história da ascensão e queda do “Brasil holandês” se apresenta em sua totalidade histórica é a da “opinião pública”. O objetivo da obra é mostrar não apenas como o mundo atlântico invadiu os circuitos de informação e discussão de Amsterdam, mas também a maneira pela qual esses mesmos canais e a própria lógica do debate público impactaram os rumos dos acontecimentos atlânticos. Nas palavras do autor,

“Print may have initiated and stimulated popular interest in Brazil, but public opinion and its reflections in print ultimately determined how and why Dutch Brazil came to be ‘Amsterdamnified’.” (GROESEN, 2017, p. 8).

Por esta razão, ao apresentar os argumentos de Amsterdam’s Atlantic, o historiador ressalta mais uma vez a centralidade do conceito de opinião pública:

“By emphasizing public opinion, I therefore aspire to achieve two broader goals. First, I will demonstrate the relevance of Atlantic history for the Dutch Republic, in that information from across the ocean transformed opinion making at home in a way other colonial ventures had never done. And, second, I will demonstrate the relevance of the Dutch Republic for Atlantic history, urging scholars to look beyond the discourse of empire that has traditionally favored Spain and Britain (and to a lesser extent Portugal and France) and appreciate the crucial role of news, information, and public opinion in the making of the Atlantic world.” (GROESEN, 2017, p. 9).

Que a unidade de análise de Amsterdam’s Atlantic ultrapassa a cultura impressa podemos constatar também pela diversidade de fontes manejadas por Groesen. Nos primeiros capítulos, os argumentos são construídos sobretudo a partir dos “jornais” (newspapers) publicados semanalmente por Broer Jansz. e Jan van Hilten, além dos “mapas de notícias” (news maps, p. 51) comissionados pela WIC e produzidos por Claes Jansz. Visscher e Hessel Gerritsz. Porém, em função do aumento da presença neerlandesa no Atlântico e o vai-e-vem contínuo de soldados, marinheiros, ministros da Igreja Calvinista, mercadores, indígenas e africanos, o conjunto de testemunhas oculares das vicissitudes americanas fez ampliar as redes informais de comunicação, dilapidando a proeminência das mídias impressas. Por meio de cartas privadas, diários, um album amicorum, panfletos avulsos, sermões, poemas e até mesmo pelas petições dirigidas à WIC, o autor consegue inferir e mapear essas redes, fazendo-nos ver a importância das relações entre familiares, vizinhos e conhecidos, o poder do púlpito e os contatos travados na região portuária, nas tabernas, bordéis, hospedarias e imediações da Bolsa de Amsterdam. Atento aqui à junção entre história urbana e história da comunicação, o autor assim reconstitui espacialmente a arena de informação e discussão por meio da qual o Atlântico penetrava a cidade.

Os seis capítulos que compõem o livro organizam o enredo de uma forma ao mesmo tempo cronológica e temática, o que torna a leitura fluida e a compreensão do texto clara. Ao passo em que a história do “Brasil holandês” vista a partir de Amsterdam se desenrola, passando pelo gradual envolvimento da população com temas brasileiros, a celebração das primeiras vitórias, o crescimento das tensões e disputas, o jogo da “culpabilização” pela derrota e a rememoração da antiga colônia, Groesen nos apresenta os elementos que definem o engajamento da opinião pública com as matérias atlânticas. Nesse sentido, reflete-se, por exemplo, sobre os gargalos da comunicação entre Europa e América, responsáveis por formatar uma “cultura de antecipação” (culture of anticipation): a demora das notícias amplificava a expectativa da população, estimulando hábeis editores a prepararem livretos e panfletos para o imediato momento da confirmação das vitórias militares.

Outro aspecto diz respeito ao já citado aumento dos canais de informação sobre o Atlântico, que não só diminuía a primazia das mídias impressas tradicionais, como também facilitava a apropriação das matérias atlânticas por segmentos médios e baixos da população, conferindo-lhes capacidade de agência frente às instâncias que geriam a Companhia. Isso pode ser visto na maneira frequente com que mães, esposas e viúvas de soldados e marinheiros traziam demandas às reuniões da Câmara de Amsterdam (um dos cinco escritórios que compunham a administração da WIC). O relativo sucesso com que tais mulheres exigiam o pagamento dos soldos de seus familiares mostra o quão bem informadas mantinham-se pelas redes de comunicação existentes sobre o que ocorria do outro lado do oceano. A aparente preocupação em receber as demandas e, acima de tudo, aceitar os pedidos, revela, por sua vez, o cuidado dos diretores em manter a credibilidade da Companhia em alta.

As tentativas da WIC de criar um consenso público em torno das iniciativas coloniais no Brasil mostraram-se, a médio prazo, infrutíferas. Se nos primeiros anos, os esforços publicísticos da Companhia e a conjuntura de vitórias marítimas foram suficientes para manter um relativo “controle” do debate público, com a Insurreição Pernambucana (1645) e o crescente endividamento da empresa, antigas fraturas antes abafadas reapareceram com virulência em panfletos anônimos, mostrando que também o mundo Atlântico estaria sujeito à feroz “cultura de discussão” (discussion culture) de Amsterdam. Esse aspecto da opinião pública é sintetizado por Groesen através do neologismo Amsterdamnified (capítulo 5), termo retirado de um panfleto escrito pelo poeta inglês John Taylor em 1641. A expressão resume a maneira como o acirramento do debate público em Amsterdam poderia, por vezes, sair da esfera de controle das autoridades municipais, adquirindo uma dinâmica própria na qual escritores profissionais e editores, protegidos pelo anonimato, inflamavam a audiência urbana. Em defesa da colônia, panfletos acusavam de traição oficiais do exército, ou mesmo regentes de Amsterdam, pela alegada recusa de apoio à WIC. Folhetos contra os defensores da Companhia, em contrapartida, também se tornaram abundantes no período, criticando o estado calamitoso da Nova Holanda. O ano de 1649, em particular, experimentou o apogeu das praatjes (diálogos), gênero de panfletos impressos nos quais os temas cotidianos eram apresentados através da encenação de conversas entre figuras típicas locais.

Ao fim, a WIC perderia a batalha doméstica pela opinião pública, erodindo parte do que lhe restava do suporte político nas Províncias Unidas e apressando, segundo o autor, a queda de Recife. Os regentes de Amsterdam, justamente no momento em que a Companhia mais precisava de auxílio financeiro, recusaram-se a salvar a colônia em apuros. O abandono do “Brasil holandês” pela cidade teria, com efeito, um papel decisivo nos rumos da guerra luso-neerlandesa.

A perda da colônia americana não significou, todavia, o fim das representações sobre o Brasil nas Províncias Unidas. No sexto capítulo, Groesen apresenta quais imagens permaneceram vivas na memória coletiva dos neerlandeses. Impulsionando tal esforço de rememoração encontrava-se, em primeiro lugar, a própria campanha publicística levada a cabo pelo conde João Maurício de Nassau, que utilizaria o conjunto de pinturas, livros e utensílios referentes ao Brasil como capital político na corte de Haia. Ao lado das obras patrocinadas por Nassau, circulavam também no mercado neerlandês os quadros feitos por Frans Post após seu retorno a Haarlem. Os temas e motivos tropicais pintados nessa fase de sua carreira passariam a impulsionar uma imagem supostamente “exótica” do Brasil, em franco contraste com as representações do período de ocupação da colônia, detentoras de “elementos etnográficos” particulares ao impulso nassoviano. Finalmente, a imagem do Brasil permaneceria indiretamente presente na celebração dos almirantes da WIC. A partir da década de 1650, dá-se início nas Províncias Unidas àquilo que ficaria conhecido como o “culto aos heróis navais” (LAWRENCE, 1992). Livros e biografias coletivas sobre as principais batalhas e almirantes dariam grande espaço à rememoração de homens que fizeram sua fama no Atlântico, como Hendrick Loncq, Jan Lichthart, Joost Banckert e Jacob Willekens. Piet Heyn, o mais célebre de todos, se tornou conhecido não apenas pelo roubo da frota de prata (1628), mas também pelos ataques a Salvador em 1624 e 1627, sobre os quais desde a segunda metade do século XVII até a segunda metade do XIX seria produzida rica iconografia.

O argumento central de Amsterdam’s Atlantic repousa no conceito que amarra o livro na Conclusão: a existência de um Atlântico Público durante o período moderno. Groesen quer com isso chamar atenção, em primeiro lugar, para o ávido interesse com que o Atlântico era acompanhado pelas audiências europeias. Vitórias e derrotas em pontos extremos do oceano repercutiam no circuito de informações e nos espaços de debate público, mostrando que a matéria atlântica havia se transformado em elemento da cultura política europeia. Mas, no caminho inverso, o autor mostra pelo exemplo do “Brasil holandês” como a cultura de discussão e o acirramento do debate público mantinham estreita relação com os rumos dos acontecimentos atlânticos. As opiniões defendidas calorosamente nos circuitos de discussão tinham a capacidade de influenciar os agentes e instituições engajadas nas tarefas coloniais: o Atlântico transformava-se, assim, em opinião veiculada na praça pública, impactando as respostas com que estados e companhias europeias reagiam aos desafios imperiais.

“Contemporaries in Amsterdam (and possibly elsewhere in Europe) realized that their own opinions might help consolidate or change the course of Atlantic developments. This not only raised the stakes of public debate in early modern Europe but also raises the significance of a ‘public Atlantic’ for the field of Atlantic history.” (GROESEN, 2017, p. 194).

Embora o livro se coloque como um estudo sobre História Atlântica – o que sem dúvida alguma é -, o conceito de Atlântico Público tal qual formulado por Groesen não é operativo para todo o mundo atlântico. Vale lembrar que o livro fornece um estudo de caso que, segundo o autor, poderia ser extrapolado para outras comunidades políticas europeias, para as quais o Atlântico também teria relevância enquanto matéria de discussão pública. Que todos os exemplos se refiram às sociedades europeias se explica pela própria unidade de análise subjacente ao estudo:

“The making of news and opinion on Dutch Brazil was an exclusively European affair.” (GROESEN, 2017, p. 4).

Com efeito, Groesen mostra implicitamente como a compreende e quais os limites de sua aplicação: o resultado, ao fim, é que embora o Atlântico seja público, o público que discute mediante opiniões não é atlântico, mas exclusivamente europeu.

A história do ocaso da WIC e do “Brasil holandês”, contada a partir da opinião pública de Amsterdam, pode por vezes tornar opacas algumas das grandes tensões políticas entre grupos e frações de classe que operavam por trás de panfletos anônimos. Em alguns momentos do livro – sobretudo no capítulo 5 – a ênfase dada à lógica do debate público – em particular a seus aspectos editoriais – acaba por relegar a um plano secundário as forças sociopolíticas rivais à WIC, que possivelmente manejaram de forma ativa tais canais. Veja-se por exemplo o ciclo de diálogos anônimos publicados em 1649 contra a Companhia, o qual Groesen limita-se a classificar como uma “poderosa campanha midiática emanada de Amsterdam”, sem questionar especificamente qual ou quais grupos poderiam ter de fato se engajado nessa polêmica. Os “diálogos” de 1649 servem, para o autor, como exemplo da citada “Amsterdamnização” do debate público. Mesmo com a dificuldade advinda da natureza das fontes arroladas – escritos anônimos -, o leitor perde a referência dos interesses econômicos e geopolíticos subjacentes. Com efeito, a dilapidação da credibilidade da WIC parece ter sido obra apenas dessa lógica do debate público e de seus “profissionais”.3

A crítica, porém, em nada reduz a qualidade e relevância de Amsterdam’s Atlantic, uma vez que a grande questão de fundo da investigação de Groesen – ponto candente dentro da historiografia da colonização europeia no Novo Mundo – gira em torno do impacto que a colonização das Américas teve para os rumos das sociedades europeias. Vale lembrar que John Elliot, em The Old World and the New: 1492-1650 – um dos primeiros a elaborar a questão em seus contornos precisos -, havia minimizado o poder do Novo Mundo como referência cultural ao Velho. No início dos anos 2000, o estudo de Benjamin Schmidt, que assim como Groesen parte da experiência colonial neerlandesa do século XVII, já respondia ao problema em novos termos, apontando a importância da América e dos americanos como referência fundamental na construção do discurso político neerlandês durante a Guerra dos Oitenta Anos (SCHMIDT, 2006). A originalidade de Groesen é enfrentar o problema por meio de uma outra unidade de análise – até então pouco explorada nos estudos sobre o mundo atlântico -, desafiando, mais uma vez, a ideia de que o impacto da América na Europa teria sido menor ou tardio.

As contribuições de Amsterdam’s Atlantic ultrapassam, portanto, o campo historiográfico do “Brasil holandês”, colocando-se no ponto de intersecção entre História Atlântica e História Moderna. O livro apresenta um rico conjunto de evidências que sustentam as teses propostas, comprovando, assim, a importância das notícias atlânticas para a cultura política europeia.

1O autor também editou o livro The Legacy of Dutch Brazil (GROESEN, 2014).

2“a powerful media campaign emanating from Amsterdam throughout 1649.” (GROSEN, 2017, p. 138). Há dois aspectos importantes na maneira como o autor lida com a questão. De um lado, a disputa é descrita como uma luta entre Zelândia e Amsterdam, sem levar em conta os grupos econômicos que, na maior cidade holandesa, apoiavam a Companhia. Por outro, a ênfase na “Amsterdamnização” do debate, promovida por uma mídia impressa sem sujeitos ou grupos concretos, nubla os interesses em jogo. “In the second half of the 1640s, the print media exploited the polarization to an extent that public discussion on Brazil could be conducted only by anonymous authors and printers whose addresses and names did not exist. At the same time, their rhetoric concretely named and shamed public figures such as Amsterdam burgomasters and the local directors of the West India Company or used stereotypically ordinary citizens to castigate the corrupted regent class.” (GROESEN, 2017, p. 156, grifo nosso).

3Como não pensar no paralelismo entre o que se discute no capítulo 5 e os acontecimentos que marcaram o ano de 2016 na Inglaterra e nos Estados Unidos? Sem embargo da distância entre o século XVII e o mundo contemporâneo, a aproximação dos dois contextos pode ter ao menos uma importante valia: tanto quanto a lógica dos canais de discussão, importa investigar a participação furtiva de agentes com desigual capacidade de intervir nos debates públicos.

Editores responsáveis pela publicação:

Iris Kantor e Rafael de Bivar Marquese.

Referências

GROESEN, Michiel van. The Representations of the Overseas World in the De Bry Collection of Voyages (1590-1634). Leiden & Boston: Brill, 2008. [ Links ]

GROESEN, Michiel van . The Legacy of Dutch Brazil. Cambridge: Cambridge University Press, 2014. [ Links ]

GROESEN, Michiel van . Amsterdam’s Atlantic: Print Culture and the Making of Dutch Brazil. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2017. [ Links ]

LAWRENCE, Cynthia. “Hendrick de Keyser’s Heemskerk Monument: The Origins of the Cult and Iconography of Dutch Naval Heroes”. Simiolus: Netherlands Quarterly for the History of Art, Vol. 21, No. 4, 1992, p. 265-295. [ Links ]

SCHMIDT, Benjamin. Innocence Abroad. The Dutch Imagination and the New World, 1570-1670. Cambridge: Cambridge University Press, 2006. [ Links ]

Victor Bertocchi Ferreira – Mestrando pelo Programa de Pós-Graduação em História Social do Departamento de História da Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas da Universidade de São Paulo e bolsista da Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo – FAPESP, processo 2016/21278-5). E-mail: [email protected].

Livros e impressos: retratos do Setecentos e do Oitocentos – NEVES (HH)

NEVES, Lúcia Maria P. das (org.). Livros e impressos: retratos do Setecentos e do Oitocentos. Rio de Janeiro: EdUERJ, 2009, 333 p. Resenha de: Resenha de: CAMPOS, Adriana Pereira. Crítica e opinião na imprensa brasileira dos Setecentos e Oitocentos. História da Historiografia. Ouro Preto, n. 7, p. p.350-356, nov./dez. 2011.

Com o fenômeno da expansão das pós-graduações no Brasil, as coletâneas registraram crescimento conjunto. Essa feliz combinação permite que hoje se produzam no país livros temáticos em diversos campos de pesquisa, com enriquecedora contribuição de distintos autores. Esse é o caso da obra Livros e impressos, organizada pela historiadora carioca Lúcia Maria Pereira das Neves, professora da Universidade Estadual do Rio de Janeiro. O objeto central de análise do livro compreende a constituição histórica da imprensa e do mercado editorial no país, abordados a partir da visão particular dos autores-colaboradores.

A diversidade de abordagens reunidas no volume em questão, contudo, só fez realçar a unidade temática que uma obra do gênero deve perseguir, deixando ao largo o risco, sempre presente, de o empreendimento não ultrapassar os limites de uma simples compilação. Os leitores poderão observar, assim, a recorrente preocupação dos autores em examinar a construção de uma esfera pública de crítica, bem como a constituição da opinião pública no Brasil na passagem do Setecentos para o Oitocentos. A imprensa e o mercado editorial convertem-se em objeto das inquietações dos autores, assim como, a formação da cultura política nacional. Não se estranha, portanto, que dos dez capítulos da coletânea, seis façam referência explícita a Jürgen Habermas (1984), formulador do conceito de esfera pública, foco de análise do livro. Outra preocupação recorrente da obra consiste na constituição dos espaços de formulação das linguagens políticas. Com efeito, o leitor confronta-se com o fato de a imprensa possuir papel fundamental na formação do Estado brasileiro, enquanto lugar da crítica e da autonomia. O livro dedica-se, portanto, ao ambicioso projeto que inclui objeto e instrumental teórico da história cultural para decifrar problemas da história intelectual (do livro e dos impressos) e da história política.

A coletânea examina também algumas noções fundamentais para a compreensão do surgimento da imprensa no Brasil. Mais precisamente, como a formação da esfera pública no país se processou por meio da transição entre periódicos mais típicos do Antigo Regime, submetidos ao escrutínio do monarca, para outros de conteúdo mais crítico e de opinião. Os primeiros compreendiam as gazetas e, os segundos, os jornais. Essa delimitação fica mais claramente demarcada na Parte I da coletânea intitulada Imprensa, livros e representações.

No capítulo de abertura desta parte, Maria Beatriz Nizza da Silva elabora um quadro dos primeiros anos de desenvolvimento da imprensa no Brasil, quando se criou a Impressão Régia em 13 de maio de 1808. A autora explora a Gazeta do Rio de Janeiro e a Idade d’ouro do Brasil (Bahia), que seguiam rigidamente o modelo das gazetas, cujo objetivo resumia-se a divulgar notícias recolhidas das grandes metrópoles europeias. De igual modo, houve a tentativa de reproduzir no Rio de Janeiro e na Bahia o sistema dos almanaques, periódico de divulgação de informações dos calendários solar, lunar, religioso, histórico etc. A iniciativa não logrou êxito, talvez porque os brasileiros já dispusessem de notícias da Corte no Rio do Janeiro por meio do Almanaque de Lisboa, que circulava amplamente no Brasil. O experimento mais crítico da época constituir-se-ia nos jornais literários, que versavam sobre história, literatura, mineralogia, entre outros assuntos, e pretendiam despertar o interesse do leitor nas artes, na literatura e na ciência. Além disso, durante a década de 1820, começavam a circular no Brasil os primeiros periódicos de divulgação do saber político, tais como o Seminário cívico, O bem da ordem, O amigo do rei e da nação e o Conciliador do Reino Unido. Obedecendo ao formato dos jornais, essas folhas já revelam a necessidade de liberdade da imprensa e a recusa em obedecer às limitações do rígido modelo das gazetas.

No segundo capítulo da primeira parte, Neil Safier discute a contribuição de um editor em particular à formação da opinião pública emancipacionista no Brasil. O autor examina a adesão de Hipólito da Costa à causa da emancipação dos escravos e da erradicação do tráfico por meio de seus artigos publicados no Correio braziliense. Debate ainda, amplamente, a posição de Hipólito da Costa em relação a sua defesa da extinção gradual da escravidão, que previa como fase preliminar a abolição do comércio de escravos, após o que se perseguiria, prudentemente, a extinção total da escravatura. Neil Safier julga a posição de Hipólito da Costa como ambivalente e ambígua, desconsiderando, porém, ser essa a posição de diversos defensores da emancipação dos escravos prevalecente no exterior. O juízo parece mais uma cobrança anacrônica do que uma apreciação balanceada do posicionamento político do editor, que escrevia do exílio na Inglaterra. Hipólito, cumpre notar também, reproduzia a ideia predominante à época na Europa, justamente a de emancipação gradual, o que não era pouco ao se considerar tratar-se de um membro da elite brasileira. À parte essa ressalva pontual, a contribuição de Neil Safier é importante por colocar Hipólito como editor e formador de certa opinião pública no país, propugnando teses emancipacionistas em pleno alvorecer do século XIX.

Empalmando a polêmica da emancipação escrava, o jornal de opinião editado por Hipólito inaugurava a sua trajetória preocupado com a divulgação de ideias novas no Brasil, reverberando as noções de liberdade numa terra marcada pelo cativeiro.

Lúcia Maria Bastos encerra a parte primeira do livro com a discussão da imprensa como espaço de crítica e de consagração servindo-se das resenhas de livros publicadas em folhas científicas e literárias no Oitocentos. A divulgação das obras convertia-se, segundo a autora, em ponto de interesse comum para uma elite intelectual em formação à época. As livrarias e as tipografias transformavam-se em espaços de socialização dos integrantes dessa elite, despertando em tais indivíduos o interesse por novidades políticas veiculadas nas obras debatidas. A historiadora, ademais, conclui que as reuniões conferiam prestígio aos participantes que, assim, alcançavam destaque na boa sociedade do Rio de Janeiro.

Na segunda parte do livro, constituída de quatro capítulos, verifica-se clara preocupação com a análise do papel dos impressos nas práticas políticas do período. No primeiro capítulo, Roger Chatier introduz a discussão conceitual a respeito da revolução da leitura operada no século XVIII. Do inventário de suas pesquisas, Roger Chatier afirma que essa transformação no século do Iluminismo foi apenas uma das revoluções da leitura, pois outras a precederam “ligadas à invenção do códex, às conquistas da leitura silenciosa, à passagem do modelo monástico da escrita para o escolástico da leitura” (NEVES 2009, p. 101). Outras ainda a sucederiam no século XIX, como “a democratização do público do impresso, e, hoje, com o aparecimento do texto eletrônico” (NEVES 2009, p. 102). Ele discorda das teorias que opõem uma leitura tradicional (intensiva) a uma leitura moderna (extensiva), esta última como a característica revolucionária única no século XVIII. Na primeira, o leitor encontrar-se-ia limitado a um corpus tradicional de textos lidos, relidos e memorizados. Na segunda, consumiria avidamente impressos novos e efêmeros, submetendo-os à crítica. O autor alerta, porém, que os romances e a literatura de cordel eram lidos, relidos e memorizados em pleno Setecentos. Subsistia, portanto, nessas novas formas de impressos, certa leitura intensiva. Desse fato, conclui Chartier ter havido, sim, certa multiplicidade das leituras à época. Com efeito, a variedade da produção impressa e a criação de novos tipos de jornais contribuíram não apenas para a formação de uma esfera pública de opinião, mas também para o estabelecimento dos pilares de uma sociabilidade política que colocou os negócios do Estado sob o escrutínio da crítica. A revolução ocorrida no século XVIII residiu, por conseguinte, na capacidade de multiplicar a leitura dos impressos.

Ainda na segunda parte do livro, José Augusto dos Santos Alves destaca a oralidade como um dos elementos constitutivos da opinião pública na passagem do século XVIII para o XIX. O autor evidencia a associação entre a oralidade e a escrita na divulgação da notícia e da informação, bem como na constituição do sujeito político e da opinião pública. A ocorrência do espaço público liberal firma- -se não apenas no encontro de leitores cultivados, esclarece o autor, como também no de leitores populares, tanto alfabetizados quanto iletrados, instaurando o debate mais amplo dos acontecimentos, anteriormente restrito aos grupos dominantes. As notícias transmitidas em voz alta, a leitura em círculos e outros encontros de divulgação oral das informações escritas configuram o transbordamento da crítica para grupos mais extensos, convertendo a palavra em “coisa pública” (NEVES 2009, p. 10).

Marco Morel, de sua parte, aborda a mudança no modelo de imprensa regular do Oitocentos, quando as chamadas gazetas, periódicos tradicionais das monarquias cederam lugar aos jornais, que se pretendiam formadores de povos e nações. A imprensa do Antigo Regime, como as gazetas, experimentou mudanças importantes e assimiladas posteriormente. Marco Morel expõe as transformações na Gazeta do Rio de Janeiro, órgão oficioso da Corte recém- -chegada à América portuguesa. Atribui a ampliação no tamanho das folhas do periódico à afluência de notícias e à liberdade de imprensa após a adesão de D.

João ao moderno constitucionalismo. Incluíam-se em suas páginas, por solicitação da própria gazeta, cartas dos leitores interessados em divulgar as luzes. Introduziam-se, paulatinamente, comentários do editor aos textos e documentos transcritos, assim como se noticiavam proclamações políticas de diversas localidades do Brasil. O movimento de autonomia do país provocaria a ampliação das opiniões e a redução das transcrições, demarcando a transição da Gazeta para um jornal, que se consolidaria em maio de 1824 com a nova denominação de Diário fluminense. Semelhante trajetória, como mostra Marco Morel, percorreu a Gazeta pernambucana, cuja conversão operou-se entre os anos de 1822 e 1824. Da trajetória descrita, portanto, observa-se que a mudança de um periódico do tipo do Antigo Regime para um mais crítico e de opinião pode ter se operado ainda no interior mesmo das gazetas, cujos redatores transformavam sua intervenção “na busca de se formular um ideário que se tornasse hegemônico, das tentativas de imposição de determinadas linhas políticas e de campos de interesse” (NEVES 2009, p. 179).

O último capítulo da segunda parte, de autoria de Marcello Basile, trata da questão federalista, cuja faceta ficou mais conhecida na historiografia como a descentralização promovida pela reforma constitucional concretizada pelo Ato Adicional. Segundo o autor, o assunto adentrou o Parlamento a partir da emergência do grupo de liberais exaltados que, por meio da imprensa e de suas associações, tiveram amplo êxito na repercussão do tema junto à sociedade.

Desse capítulo, depreende-se a importância da imprensa na mobilização política durante o período, que impunha certa pauta de assuntos no legislativo do Império. Verifica-se, igualmente, aquilo que Marco Morel e outros autores da coletânea chamam de imprensa de opinião, pois se nota os jornais dos liberais exaltados propalando a federação como princípio de participação política, enquanto a imprensa moderada e, sobretudo, áulica, rejeitava a ideia. O autor explora a imprensa como fonte, pois em sua narrativa a respeito das inúmeras votações da matéria, ele se deparou com diversos intervalos temporais sem registro nos anais. A solução empregada foi o recurso a jornais como o Aurora fluminense e o Jornal do commercio, solucionando, assim, tais omissões e resgatando importantes pronunciamentos que forneceram a sucessão quase diária das votações da questão federal no parlamento brasileiro.

A terceira parte do livro, intitulada “Livros, cultura e poder”, adentra os meandros da produção e da mercantilização dos livros. O primeiro capítulo, de lavra de Luiz Carlos Villalta, discute a vigilância do Antigo Regime sobre os livreiros, os livros proibidos e as livrarias em Portugal. Essa interessante investigação desvenda os caminhos, ou melhor, os descaminhos dos livros interditos e os expedientes empregados pelos livreiros para satisfazer o mercado.

O autor utiliza os documentos da Intendência Geral de Polícia e da Inquisição, responsáveis pela censura literária em fins do Setecentos e inícios do Oitocentos. De tais fontes, o autor identificou, por exemplo, as artimanhas dos importadores em encomendar os livros em folhas, deixando para encaderná-los em Portugal.

Outro recurso para contornar os censores consistia na alteração dos títulos para o correspondente em latim, despistando o conteúdo interdito dos livros.

Um estratagema adicional residia no envio de listas truncadas aos fiscais, omitindo-se, convenientemente, autores das obras ou mencionando-se vagamente o seu título. Eventualmente, recorria-se à autorização expressa de algumas pessoas poderem receber livros defesos como professores e membros do clero. A vigilância, no entanto, recaía sobre a troca desses livros com pessoas não autorizadas. Certos livreiros, assim, obtinham licenciamento para realizar o comércio de obras proibidas, mas os censores se incomodavam com os desvios que esse comércio autorizado assumia depois do ingresso das obras em Portugal.

Inclusive, os próprios comerciantes participavam dos esquemas para o contrabando dos títulos cujo destino deveria ser estrito às pessoas autorizadas pelo governo português. Outro ponto que o capítulo colabora para a reflexão geral da coletânea é a formação de certo ambiente de discussão e crítica, de onde germinaria uma esfera pública, conforme definição de Habermas. As livrarias convertiam-se em espaços de acesso à leitura de livros defesos e, amiúde, cediam lugar a discussões sobre o próprio conteúdo apreendido. Os indivíduos podiam dar voz à razão pública por meio do debate e da reflexão coletiva das obras lidas. O autor sugere em suas conclusões que as obras que ultrapassaram o bloqueio da censura contribuíram, de certa forma, para minar as representações e a fidelidade ao soberano, na medida em que seus leitores terminaram por instaurar um ambiente de crítica e de recepção de novas ideias.

O penúltimo capítulo do livro (segundo da terceira parte), de Ana Carolina Galante Delmas, recorre também a uma abordagem criativa e cuja interpretação parece muito sugestiva dos modos particulares de as pessoas lidarem com o poder. As dedicatórias às autoridades constantes nos impressos, para a autora, não revelam simplesmente um gesto de subserviência ao poder. Em sua opinião, significam importante expressão textual da interdependência na política. Mais uma vez, neste capítulo, verifica-se a preocupação com a formação da esfera pública pelo debate que se veiculava nos periódicos e livros em circulação. No início do Oitocentos, no entanto, a impressão constituía-se em privilégio concedido ao livreiro que se dispunha a ingressar na tarefa de editoração. As obras, por consequência, possuíam significado semelhante, uma vez que as bibliotecas tornavam-se a personificação de prestígio, avaliadas pela qualidade e raridade de seus volumes. A biblioteca real, portanto, deveria corresponder ao prestígio do soberano. Por outro lado, a obra que constasse nas prateleiras da realeza ganhava em prestígio e a homenagem postada no livro podia garantir o ingresso nesse templo dignitário. O autor, ao dedicar seus escritos ao monarca, por exemplo, podia garantir sua exclusão no rol dos defesos, o que representava grande vantagem. Além disso, a dedicatória poderia contribuir para o estreitamento dos laços com o rei e denotar, por outro lado, como bem observou Ana Carolina, os impulsos políticos de uma época. No Brasil, por exemplo, as homenagens postadas nos livros demarcaram, nos anos iniciais do Oitocentos, o desejo de permanência de D. João, o desejo de melhorar a sorte do Brasil com a presença da Corte nos trópicos. O levantamento das obras, elevadas à posição de reverência às autoridades, mostra que circulavam no período colonial, inclusive nos dois lados do Atlântico, volumes portadores de ideias ilustradas, em parte porque seus respectivos autores logravam alcançar a graça real por meio do galanteio registrado nas páginas iniciais.

Tania Maria Bessone encerra a coletânea com a história do rico e numeroso acervo da biblioteca de Rui Barbosa, conservado por toda a família após a morte de seu proprietário. Mantida na íntegra, fato raro na história das bibliotecas particulares, o conjunto desses livros demonstra, consoante a autora, a ambição consciente de Rui Barbosa em causar impacto com suas aquisições. Mais uma vez o livro, ou melhor, a sua coleção, conferia marca distintiva de prestígio a um cidadão. Tânia Bessoni evidencia em seu texto que poucas bibliotecas com essa natureza sobreviveram aos seus donos e isso, talvez, constitua-se numa das características mais preciosas da Biblioteca de Rui Barbosa. Nela é possível não apenas encontrar valioso acervo, mas também contabilizar obras que podiam granjear distinção ao colecionador. A preservação do mobiliário, bem como da organização dos livros, demonstra a dedicação de homens como Rui Barbosa para com suas bibliotecas. Ademais, trata-se da prova como os impressos adquiriram prestígio no Brasil e passaram a ocupar lugar de destaque na residência dos homens cultos do país.

Como última palavra, é mister louvar a iniciativa de Lúcia Maria Pereira Neves, que com o livro em tela não apenas nos remonta à história dos impressos e dos livros no Brasil, como também esclarece ao leitor os meandros da formação da opinião pública no Brasil imperial. Os diferentes textos, ao cobrirem o fenômeno da construção da imprensa e do mercado editorial, bem como da formação da opinião pública no país, revelam, em suas diferentes abordagens e temas, aspectos essenciais da política na passagem dos Setecentos para o Oitocentos, além de apontar aos interessados fecundas linhas de investigação futura.

Referências

 HABERMAS, Jürgen. Mudança estrutural da esfera pública: investigação quanto a uma categoria da sociedade burguesa. Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1984.

NEVES, Lúcia Maria P. das (org.). Livros e impressos: retratos do Setecentos e do Oitocentos. Rio de Janeiro: EdUERJ, 2009.

Adriana Pereira Campos – Professora associada Universidade Federal do Espírito Santo. E-mail: [email protected] Avenida Fernando Ferrari, 514 29075-910 – Vitória – ES Brasil.

As Relações entre o Brasil e o Paraguai (1889-1930): do afastamento pragmático à reaproximação cautelosa | Francisco M. Doratioto || José Martí e Domingo Sarmento: duas idéias de construção da hispano-América | Dinair A. Silva || Segurança Coletiva e Segurança Nacional: a Colômbia entre 1950-1982 | César Miguel Torres Del Rio || Entre Mitos/ Utopia e Razão: os olhares franceses sobre o Brasil (século XVI a XVIII) | Carmen L. P. Almeida || A Parceria Bloqueada: as relações entre França e Brasil/ 1945-2000 | Antônio C. M. Lessa || Políticas Semelhantes em Momentos Diferentes: exame e comparação entre a Política Externa Independente (1961-1964) e o Pragmatismo Responsável (1974-1979) | Luiz F. Ligiéro || Dimensões Culturais nas Relações Sindicais entre o Brasil e a Itália (1968-1995) | Adriano Sandri || Opinião Pública e Política Exterior nos governos Jânio Quadros e João Goulart (1961-1964) | Tânia M. P. G. Manzur || O Parlamento e a Política Externa Brasileira (1961- 1967) | Antônio J. Barbosa || Los Palestinos: historia de una guerra sin fin y de una paz ilusoria en el cercano oriente | Cristina R. Sivolella || Do Pragmatismo Consciente à Parceria Estratégica: as relações Brasil-África do Sul (1918-2000) | Pio Penna Filho || Entre América e Europa: a política externa brasileira na década de 1920 | Eugênio V. Garcia

As relações internacionais, enquanto objeto de estudo, vêm se desenvolvendo de maneira satisfatória nos últimos anos no Brasil. Parte desse avanço é devido ao surgimento de cursos de pós-graduação na área, que colocam o estudo das relações internacionais, de modo geral, e a inserção externa do Brasil, em particular, no centro das preocupações de pesquisa. O primeiro programa de pós-graduação em História das Relações Internacionais na América do Sul foi criado na Universidade de Brasília, em 1976. Em torno desse Programa formou-se uma tradição brasiliense de estudo de relações internacionais. Ao longo de mais de vinte anos de atuação, o Programa produziu cerca de sessenta dissertações de mestrado e, com a implantação do doutorado em 1994, doze teses.

Uma particularidade das teses de doutorado do Programa é a diversidade temática. A ampliação dessa linha de pesquisa permitiu a modernização da História das Relações Internacionais. Assim, junto com os estudos que privilegiam as relações bilaterais do Brasil, inseriram-se novos temas e objetos de investigação. Com efeito, há estudos que aprofundam a análise das parcerias estratégicas, a opinião pública, a imagem, a segurança internacional, o pensamento político, as relações internacionais do Brasil e as relações internacionais contemporâneas. Tais estudos evidenciam a diversificação de olhares sobre a inserção internacional do Brasil. Leia Mais