Estrategias de la clase obrera en los orígenes del peronismo | Nicolás Carrera

Estrategias de la clase obrera en los orígenes del peronismo, último libro de Nicolás Iñigo Carrera, es el séptimo volumen de la colección “La Argentina peronista: política, sindicalismo, cultura” dirigida por Gustavo Contreras. La colección condensa el triple objetivo de congeniar el trabajo de especialistas académicos, proporcionar los avances historiográficos sobre uno de los nudos problemáticos centrales del siglo XX argentino y armonizar un relato orientado, también, al público no especialista, sin por ello perder la densidad analítica.

La obra consuma una trilogía iniciada por Iñigo Carrera con La estrategia de la clase obrera, 1936, publicada en el año 2000, y La otra estrategia. La voluntad revolucionaria (1930-1935), editada en 2016, que, de conjunto, sintetizan décadas de investigación de uno de los más importantes especialistas en el estudio de la clase obrera argentina. Estructurado en nueve capítulos cortos y de lectura ágil, el libro concentra su análisis en los años que van de 1943 a 1946 aunque la dinámica explicativa hunde sus raíces y tiende lazos hacia el período que se abre a partir del golpe de Estado de 1930, repasando múltiples aristas y hechos como huelgas generales, enfrentamientos callejeros, participación electoral, panorama gremial, la construcción del enemigo de clase, entre otros. Leia Mais

El pueblo. Auge y caída de la clase obrera (1910-2010) | Selina Todd

En El pueblo. Auge y caída de la clase obrera (1910-2010), Selina Todd se propone analizar cómo la clase ha sido un componente ineludible de toda discusión sobre el curso de la política y la sociedad británica del siglo XX hasta nuestros días. Todd es una destacada historiadora británica, cuyas perspectivas analíticas se inscriben en la tradición de la historia social marxista. En este trabajo, como en el conjunto de su obra, recupera los trazos fundamentales de las nociones thompsonianas de la clase a las cuales le añade el análisis de otras dimensiones de la identidad y la experiencia como el género, la raza y la generación.

En el marco temporal amplio y complejo abordado en este libro para Todd existieron dos puntos de inflexión que indican el auge y el declive de la clase. La Segunda Guerra Mundial fue el primero. En este punto, despliega una de las ideas centrales de su hipótesis: luego de la contienda bélica la clase emerge como “pueblo”, representando el momento de máxima convergencia entre los intereses de clase y los intereses nacionales. Las necesidades de la producción armamentística crearon por primera vez el pleno empleo, lo que permitió, entre otras cosas, crecer como fuerza económica y política. El pueblo, remarca Todd, se aseguró que estas fortalezas prevalecieran una vez terminada la guerra, eligiendo a un gobierno laborista en 1945 que dejó un importante legado de conquistas sociales (Seguro Nacional de Salud, educación gratuita, seguridad social integral y pleno empleo). Leia Mais

Biography of a Hacienda: Work and Revolution in Rural Mexico – NEWMAN (RAHAL)

NEWMAN, Elizabeth. Biography of a Hacienda: Work and Revolution in Rural Mexico. Tucson: University of Arizona Press, 2014. Resenha de: ÁLVAREZ, Hernández. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, Buenos Aires, v.1, n.9, p.89-94, 2015.

A pesar de su importancia histórica, el estudio arqueológico de las haciendas mexicanas de la época porfiriana (1876-1910) es aún incipiente en la arqueología, aunque ha comenzado a generar cierto interés entre algunos investigadores extranjeros y locales. Aquellos que han decidido tomar el reto se han abocado a indagar, principalmente, sobre la vida cotidiana de la clase trabajadora de las haciendas y sus familias, debido a la escasez de documentos al respecto y a los sesgos de la historia oficial con respecto a las condiciones en que vivían estos peones acasillados (Hernández 2014; Meyers 2012; Sweitz 2012). En este sentido, el libro de Elizabeth Newman constituye otro intento por comprender el impacto que tuvo la incorporación del sistema capitalista en la identidad de los individuos y la comunidad que laboró y habitó en una hacienda de producción agrícola, San Miguel Acocotla, de la región de Atlixco, Puebla, en la zona central de México.

A partir de una narrativa salpicada de anécdotas personales, pasajes íntimos, ficción realista e incluso disertaciones auto reflexivas, la autora pretende involucrarnos en las vicisitudes de su experiencia personal en el estudio arqueológico de una hacienda poblana y las motivaciones que la llevaron a emprender esta investigación histórica. Su intención en este trabajo es criticar las suposiciones tradicionales sobre las experiencias cotidianas de los trabajadores –jornaleros, peones, capataces, rancheros y sus familias– al interior de las haciendas. Sin embargo, también se ocupa de la familia de los hacendados, de sus conflictos y ansiedades sobre las consecuencias que traería la Revolución Mexicana (1910) y, por ende, la pérdida de sus privilegios de clase.  La fortaleza discursiva y la rigurosidad histórica del texto de Newman son producto del uso de variadas fuentes de información como los archivos oficiales, los mapas, la historia oral, el estudio etnoarqueológico de la comunidad descendiente y, por supuesto, la investigación arqueológica de los lugares de habitación de los trabajadores de San Miguel Acocotla. Por ejemplo, la evidencia material obtenida a partir de la excavación del conjunto habitacional de los peones le permitió conocer los patrones de consumo al interior de esta hacienda y considerar que los análisis clasistas, en este caso de los más desprovistos, son importantes para entender las dinámicas sociales de sitios multiétnicos como lo fueron las haciendas mexicanas de la época revolucionaria.

El libro se compone de ocho capítulos en donde se presenta el devenir histórico de San Miguel Acocotla desde la época colonial hasta la actualidad. En el primer capítulo se comenta sobre el contexto en el que surgieron las primeras haciendas mexicanas durante la época colonial (1519-1810) y su consolidación durante la etapa del México independiente. No obstante, la autora advierte que resulta difícil tratar de categorizar las haciendas mexicanas ya que sus características han sido muy variadas a través del tiempo y el espacio.

De acuerdo con Newman, la narrativa oficial señala que después de la Independencia (1810) las poblaciones rurales se vieron desprotegidas durante un largo período de tiempo debido a la inestabilidad política derivada de la guerra contra la dominación española. Estos procesos derivaron en conflictos sociales, económicos y políticos que se prolongaron por varias décadas y tuvieron su momento álgido durante la Revolución Mexicana de 1910. Este movimiento social armado fue una consecuencia de los constantes conflictos entre las comunidades indígenas y los terratenientes, generalmente de origen español, que buscaban mantener sus privilegios. El conflicto se agudizó debido a los problemas derivados de la enajenación de las tierras y las presiones sociales derivadas de la erosión de los modos de vida rurales y la introducción de los nuevos modos de trabajo y organización derivados del modelo capitalista industrial, como en el caso de los distintos tipos de haciendas mexicanas –ganaderas, henequeneras, mineras- del siglo XIX.

San Miguel Acocotla fue una de esas haciendas cuya historia se remonta al período colonial pero cuya época de esplendor sobrevino con la implementación de un sistema de peonaje, acasillamiento y explotación laboral de los campesinos poblanos para la producción de trigo y maíz a escala industrial. En el segundo capítulo del libro Newman presenta lo que será su estudio sobre dicha hacienda. Como ella misma manifiesta, su intención fue registrar los procesos de cambio social acaecidos en San Miguel Acocotla y llenar las lagunas de la historia escrita con datos materiales provenientes de una investigación arqueológica exhaustiva. La investigación de Newman en Acocotla busca acercarnos a la vida cotidiana de los trabajadores de la hacienda a partir de la excavación de su lugar de habitación: la calpanería. Además, entre las estrategias empleadas para cumplir con los objetivos planteados, y contrastar la evidencia material, se incluyeron otros procedimientos metodológicos como la investigación etnográfica, el trabajo etnoarqueológico y la recopilación de la historia oral entre la comunidad descendiente.

El capítulo tres aborda la historia escrita, disponible en el Archivo General de la Nación, sobre la hacienda San Miguel Acocotla. Los archivos históricos consultados contienen información sobre los distintos dueños de la hacienda, datos sobre la división de tierras, mapas, además de descripciones sobre las comunidades colindantes. Esta información abarca la historia de la propiedad entre los siglos XVIII y XIX. Para Newman, esta información histórica es importante para acercarnos al contexto en el que se desarrolló la finca, pero si queremos obtener mayor detalle sobre los pobladores resulta imprescindible ampliar las fuentes de información. Por lo tanto, al incluir las historias orales, la etnoarqueología y la investigación arqueológica, la autora busca añadir unas cuantas notas más a la melodía que trata de reconstruir.  El cuarto capítulo resulta bastante interesante ya que versa sobre la investigación etnoarqueológica y de recuperación de la historia oral de los antiguos habitantes de San Miguel Acocotla que ahora viven en la comunidad de La Soledad, Morelos. Durante esta fase de la investigación, se recolectaron historias orales, datos etnográficos y etnoarqueológicos sobre las formas de vida y los espacios domésticos de dicho poblado, con la intensión de generar información comparativa para los datos arqueológicos. Newman describe cómo se aventuró, junto con estudiantes y ayudantes de campo, a indagar sobre la arquitectura vernácula, el uso del espacio doméstico y las historias de vida de los pobladores descendientes de los trabajadores de la hacienda. Comunidades como La Soledad crecieron a raíz de la disolución de las haciendas y la repartición de tierras a los campesinos producto de la Reforma Agraria (1915).  A partir del estudio sistemático de los espacios residenciales y la arquitectura doméstica de 381 terrenos del poblado, además de entrevistas sobre las actividades domésticas y la vida cotidiana de los actuales pobladores de La Soledad, Newman encontró varias implicaciones conductuales y simbólicas producto del estudio etnoarqueológico. Por ejemplo, la autora observa que en las casas tradicionales el espacio exterior llega a ser más importante que el espacio interior, este varía de persona a persona, además, la cocina tiene una importancia vital y la función de los cuartos puede ser difícil de discernir. A partir de estas premisas, la autora espera llegar a entender los vestigios espaciales, arquitectónicos y materiales que serán investigados arqueológicamente en la hacienda.Landa 2015: 89-94(Reseña) 92  En el quinto capítulo se reconstruye el proceso de intervención arqueológica en la Hacienda San Miguel Acocotla. Las actividades se centraron en el estudio y excavación de la calpanería, el espacio doméstico de los peones de la hacienda. Se trata de un edificio, hecho de bloques de adobe y tejas, que tenía 37 cuartos de 3.5 m² a manera de celdas. Se supone que cada uno de estos cuartos pudo albergar a una familia nuclear. A partir de las actividades de prospección, muestreo y excavación de espacios exteriores e interiores se pudo conocer la historia constructiva del edifico y recuperar diversos objetos que, aunque insignificantes, muestran aspectos de la vida cotidiana de los trabajadores y sus familias. Además, a partir de esta intervención arqueológica fue posible contrastar los patrones observados en los espacios domésticos habitados por la comunidad descendiente.  El capítulo seis versa sobre la arquitectura, la vida doméstica, el poder y el control social al interior de la hacienda de Acocotla. Newman menciona que la arquitectura es uno de los medios confiables para analizar las dinámicas sociales del pasado y las constantes negociaciones entre las necesidades del hacendado y los trabajadores agrícolas. Por ejemplo, en las haciendas, los dueños construyeron casas para sus trabajadores, esto les permitió controlar la mayoría de los aspectos de su vida cotidiana y les sirvió para crear un medioambiente que promovió una jerarquía social estratificada. A través de la arqueología histórica es posible acercarnos a estudiar estas tensiones y negociaciones que generalmente no aparecen manifiestas en la historia oficial.  Los modos de alimentación y la evidencia cerámica son tema del séptimo capítulo. Este apartado se basa en el hallazgo de diversos artefactos domésticos, principalmente restos de vasijas cerámicas, y los huesos de animales que se encontraron en un basurero dispuesto al exterior de la calpanería. Se recuperaron diversos tiestos cerámicos de barro vidriado, loza fina y porcelana que nos hablan del comercio de cerámica suntuaria y utilitaria en la región central mexicana hacia finales del siglo XIX, siendo Puebla una de las regiones productoras por excelencia del país. Además, las distintas formas de los cacharros indican el uso de estas vasijas para preparar tortillas, caldos o salsas. Aunque también hubo candelabros y braceros que se usaron en diversas prácticas rituales.

Por otra parte, se recuperaron poco más de 3000 huesos de animales, de los cuales cerca del 90% fueron mamíferos domésticos como vacas, cerdos, cabras, ovejas y conejos. Igualmente hubo restos de aves como pollos, patos y pavos que son una muestra de los patrones de alimentación que, al parecer, se han mantenido constantes a través del tiempo en las zonas rurales de México.

Finalmente, en el último capítulo Newman hace un recuento de los pequeños hallazgos producto de las intervenciones arqueológicas en los cuartos de la calpanería. Estos objetos, al parecer poco significativos, son una muestra de la presencia de ciertos agentes que generalmente has sido olvidados en la narrativa oficial como son las mujeres, los niños y los ancianos. Entre los artefactos femeninos se hallaron candeleros y otros objetos rituales como cruces, rosarios y pendientes. También hubo algunas cuentas de joyería, aretes, decoración para ropa y ciertos amuletos. Destaca la presencia de tres malacates y un dedal que sirvieron para el hilado y el tejido. Entre la cultura material vinculada a los infantes se encontraron fragmentos de botellas de medicina, una figa que servía como amuleto para proteger a los niños del mal de ojo, cinco canicas, 41 figurillas que sirvieron como juguetes y varios objetos de origen prehispánico a manera de reliquias.  En conclusión, el estudio transdiciplinario emprendido por Newman en una hacienda porfiriana de la región poblana es un excelente ejemplo de las nuevas tendencia en la investigación en arqueología histórica. Su preocupación por generar una narración alternativa que incluya a los actores frecuentemente olvidados es fundamental para acercarnos de una manera diferente al pasado reciente. Además, su constante preocupación por entender las dinámicas sociales y la negociación de los distintos estratos sociales, tanto históricos como actuales, es una enseñanza que debemos valorar y un ejemplo a seguir en nuestras propias investigaciones.

Referências

Hernández Álvarez, Héctor 2014. Corrales, chozas y solares: estructura de sitio residencial de la Hacienda San Pedro Cholul, Yucatán. Temas Antropológicos. Vol. 36 N° 2: 129-152.

Meyers, Allan 2012. Outside the Hacienda Walls: The Archaeology of Plantation Peonage in Nineteenth-Century Yucatán. University of Arizona Press. Tucson.

Sweitz, Sam, R. 2012. On the Periphery of the Periphery: Household Archaeology at Hacienda San Juan Bautista Tabi, Yucatán, Mexico. Springer. New York.

Héctor Hernández Álvarez – Es Licenciado y Maestro en Ciencias Antropológicas con especialidad en Arqueología por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Doctor en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Trabaja como Profesor-Investigador en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán. Director del Proyecto Arqueología Histórica en la Hacienda San Pedro Cholul. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Autor del libro Etnoarqueología de grupos domésticos mayas: identidad y espacio residencial de Yaxunah, Yucatán (2014) publicado por la UNAM y editor del libro Identidades y cultura material en la región maya (2010), publicado por la UADY.

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A reinvenção da classe trabalhadora (1953-1964) – LEAL (PH)

LEAL, Murilo. A reinvenção da classe trabalhadora (1953-1964). Campinas/SP: Editora da Unicamp, 2011, 517 p. Resenha de SANTOS, Antonio Carlos dos. Vivendo no fim dos tempos de classe trabalhadora e o populismo. Projeto História, São Paulo, n. 48, Dez. 2013.

É público e notório que, diferentemente dos demais historiadores marxistas britânicos – como passaram a ser conhecidos os autores oriundos do Grupo de Historiadores do Partido Comunista da Grã-Bretanha (PCGB) –, Edward Palmer Thompson (1924-1993) foi o único capaz de desenvolver uma verdadeira “escola historiográfica”, ou seja, reunir um número extenso de admiradores e seguidores em todo o mundo, dedicados a aplicar em suas pesquisas os mesmos métodos e concepções presentes em A formação da classe operária inglesa (1963), Projeto História, São Paulo, n. 48, Dez. 2013   Senhores e caçadores (1975), Costumes em comum (1991) e nas demais obras thompsonianas.

No Brasil, como é de praxe em relação à circulação das ideias, o pensamento de Thompson chegou tardiamente, mais precisamente no final dos anos 1970 e início da década seguinte; no entanto, coincidiu de forma precisa com as greves operárias capitaneadas pelos metalúrgicos do ABC paulista, que marcaram o surgimento do chamado “novo sindicalismo”. Desde então sua influência na historiografia brasileira foi cada vez mais sentida nas várias linhas de pesquisa e, de modo especial, entre os historiadores sociais do trabalho.

Foram publicados em nosso país, nos últimos quase quarenta anos, inúmeros livros nitidamente inspirados em Thompson, sendo que a grande maioria deles apresentaram relevantes contribuições para uma melhor compreensão do mundo do trabalho no Brasil. Entre eles, podemos destacar os pioneiros Trabalho urbano e conflito industrial (1977), de Boris Fausto; História da indústria e do trabalho no Brasil (1982), de Francisco Foot Hardman e Victor Leonardi; e Cultura e identidade operária (1987), organizado por José Sergio Leite Lopes.

A reinvenção da classe trabalhadora de Murilo Leal é uma das mais recentes obras que trilham estes mesmos caminhos, após terem sofrido um breve refluxo no início dos anos 1990 e alcançarem plena recuperação a partir da segunda metade daquele decênio até os dias atuais; fenômeno este apontado por seu prefaciador Marcelo Badaró Mattos, um dos principais estudiosos dos meandros do pensamento thompsoniano e de sua influência no Brasil.

Murilo Leal Pereira Neto fez licenciatura, mestrado e doutorado em História Social pela Universidade de São Paulo (USP) e é atualmente professor de História do Brasil na Universidade Federal de São Paulo (Unifesp). Este é seu segundo livro, pois já havia publicado, em 2002, A Projeto História, São Paulo, n. 48, Dez. 2013   esquerda da esquerda: Trotskistas, comunistas e populistas no Brasil contemporâneo (1952-1966).

Em A reinvenção da classe trabalhadora, Murilo Leal analisa as lutas operárias ocorridas na cidade de São Paulo entre o segundo governo Vargas e o golpe militar de 1964, dando ênfase às grandes mobilizações daquele período – a Greve dos 300 Mil em 1953, a dos 400 Mil em 1957 e a dos 700 Mil em 1963 – e às mais importantes categorias profissionais da época: os trabalhadores metalúrgicos, que passavam pelo aumento do seu peso na economia brasileira, e os têxteis, que conheciam o declínio de um predomínio conquistado desde a eclosão da Primeira Guerra Mundial.

Entre os aspectos positivos presentes neste estudo está a superação de uma “lacuna” apontada por muitos na própria obra-prima de Thompson, A formação da classe operária inglesa, ou seja, a não abordagem de dados objetivos mais palpáveis da classe trabalhadora no contexto socioeconômico da Grã-Bretanha entre 1790 e 1830. Diferentemente disto, Murilo Leal nos oferece um quadro bem preciso das grandes transformações vivenciadas pela sociedade paulistana em meados do século XX, frutos de um novo ciclo de industrialização, marcado pela implantação de empresas multinacionais e a ocorrência de um novo fluxo migratório do Nordeste para o Sudeste brasileiro.

Outra observação digna de nota diz respeito à visão articulada entre a realidade das fábricas, enquanto espaços de produção, e os locais de moradia dos trabalhadores nos bairros periféricos da cidade, onde se dava a reprodução da força-de-trabalho. O autor consegue estabelecer um vínculo interessante entre as lutas sindicais – com destaque para a organização dos trabalhadores no interior da fábrica – por melhores condições de trabalho e aumentos salariais e as mobilizações populares em torno das reivindicações por moradia, transporte e contra a carestia. Projeto História, São Paulo, n. 48, Dez. 2013   Lançando mão das mais variadas e ricas fontes historiográficas, Murilo Leal parte da leitura atenta de uma vasta bibliografia e de jornais – tanto os de ampla circulação quanto os produzidos pela própria imprensa operária –, e se embrenha também na pesquisa de documentos oficiais da Câmara Municipal de São Paulo, de atas de reuniões e assembleias sindicais, de entrevistas com lideranças e militantes daquele período, e até mesmo de anotações dos agentes infiltrados do Departamento de Ordem Política e Social (DOPS).

Mesmo tendo como referência privilegiada a aplicação de conceitos caros à concepção thompsoniana, tais como a valorização da “experiência” na construção da classe e da consciência de classe dos trabalhadores, ou mesmo da existência de uma “economia moral da plebe” motivando e orientando suas revoltas; Murilo Leal também recorre às contribuições de outros expoentes da chamada História Social Inglesa. É o caso de suas análises a respeito das comemorações do Primeiro de Maio, das realizações de piqueniques e concursos, da organização de campeonatos de futebol e de outras programações frequentes no “calendário operário” – Páscoa, Dia das Mães, festas juninas, dia da categoria etc. –; momentos em que se apoia nos estudos feitos por Eric Hobsbawm sobre as atividades culturais operárias. Utiliza-se também dos conhecimentos produzidos por George Rudé, acerca dos “motins da fome” nas sociedades pré-industriais europeias, para investigar os piquetes grevistas e demais revoltas populares contra os aumentos nos preços das passagens de ônibus, trens e de alimentos ocorridos nas décadas de 1950 e 1960 na capital paulista.

Outro exemplo digno de nota é a utilização das noções de “circularidade das culturas de classe”, “incorporação e repressão” e “estruturas de sentimento” de Raymond Williams; ou mesmo da interpretação dada por este pensador britânico ao termo “hegemonia” de Antonio Gramsci. Trata-se das reflexões de Murilo Leal sobre a “crise de Projeto História, São Paulo, n. 48, Dez. 2013   representação” que se abateu sobre a classe trabalhadora brasileira, em suas relações com o Estado, os comunistas e trabalhistas, o que, na opinião do nosso autor, determinaram a não fundação de um partido independente de trabalhadores naquela conjuntura política específica.

Talvez, uma das poucas críticas que se possa fazer a este livro é o fato de que, provavelmente diante de um imperativo de exposição didática, as três partes em que foi dividido – “Determinações”, “Práticas: lutas, reivindicações, organizações” e “Representações: cultura e política” – ficaram um tanto estanques, embora complementares. Tal observação poderia ser feita especialmente quanto à última parte, quando os conceitos de Thompson, Hobsbawm e Williams são mais efetivamente trabalhados e poderiam, a nosso ver, se relacionarem mais estreitamente no próprio momento em que as ricas informações constantes nas duas primeiras partes fossem formuladas.

O aspecto polêmico do trabalho está intimamente ligado à abordagem que o autor dá à questão do assim chamado “populismo”; tema complexo e controverso que dificilmente poderia ser ignorado por ele diante da época estudada. É sabido que muitos pensadores brasileiros intitulam de República Populista o período 1950-1964, e que a grande maioria dos políticos que nela atuaram – Getúlio Vargas, Jânio Quadros, Adhemar de Barros, Juscelino Kubitschek e João Goulart entre outros – foram classificados de populistas.

Nascido no interior dos debates de sociólogos em busca de um melhor entendimento dos fenômenos sociopolíticos que ocorriam em sociedades que viviam um franco processo de urbanização e industrialização antes, durante e após a Segunda Guerra Mundial – com destaque para Brasil, Argentina e México entre os demais países latino-americanos –, o conceito populismo se expandiu para as áreas das ciências políticas e dos estudos históricos, criando fortes raízes em todas elas. Em linhas gerais, se referia às práticas políticas de líderes que Projeto História, São Paulo, n. 48, Dez. 2013   manipulavam as classes populares, de modo especial os trabalhadores urbanos que haviam acabado de chegar do campo, pouco organizados e portadores de novas demandas, tais como os direitos trabalhistas e melhores condições de vida e de trabalho nas grandes cidades e nas fábricas. Desta forma, o populismo sofreu e ainda sofre ferrenhas críticas tanto da direita, que o acusa de mobilizar e utilizar as reivindicações populares para angariar mais poder político, quanto da esquerda, que o enxerga como uma forma de menosprezar a capacidade da classe trabalhadora em se auto-organizar e desenvolver uma consciência política própria.

É necessário, pois, contextualizar A reinvenção da classe trabalhadora em um debate mais amplo que se instaurou a partir do final da década de 1980, quando a questão do populismo transformou-se em uma das principais polêmicas da historiografia brasileira do trabalho, mais precisamente com a publicação de A invenção do trabalhismo (1988) por Angela de Castro Gomes. Muitos dos seguidores de Thompson no Brasil começaram a buscar um paralelo entre a noção de “paternalismo” utilizado por ele e o populismo; ou mesmo a tentar interpretar o que Thompson queria realmente dizer quando utilizou várias vezes, em A formação da classe operária inglesa, o termo populismo. Concluíram então que a perspectiva thompsoniana dos trabalhadores enquanto agentes históricos não era totalmente incompatível com o conceito de populismo.1  Neste sentido, a presente obra de Murilo Leal fornece uma valiosa contribuição a este debate, quer concordamos ou não com seus argumentos e conclusões. Em primeiro lugar, quando aponta os inúmeros erros cometidos pelos comunistas e trabalhistas brasileiros naquele momento, o que inviabilizou a organização independente da classe trabalhadora; assim como a impediu de se constituir enquanto direção política e social de um novo “bloco histórico” que implementasse um profundo processo de reformas com perspectivas socialistas, capaz inclusive de evitar o Golpe Militar de 1964. Em segundo lugar, quando, após estabelecer um diálogo crítico com a chamada Escola Sociológica Paulista – representada pelas reflexões de Florestãn Fernandes, Francisco Weffort e José Álvaro Moisés –, nos propõe uma interpretação do populismo enquanto uma aliança classista entre os trabalhadores e outros setores sociais; aliança esta com forte potencial para estabelecer um projeto sociopolítico contra-hegemônico; mas que, no período estudado, acabou contribuindo para a incorporação da classe trabalhadora ao projeto industrializante da burguesia brasileira.

Professor de História na rede municipal de ensino, mestre em História Social pela PUC-SP.

1 Para uma melhor compreensão deste debate, muito sumariamente descrito neste parágrafo, recomendo a leitura dos seguintes artigos: FORTES, Alexandre. Formação de classe e participação política: E. P. Thompson e o populismo. In: Anos 90. Porto Alegre, v. 17, n. 31, pp. 173-195, jul. 2010 [Disponível em: www.seer.ufrgs.br/index.php/anos90/article/view/18941/11035. Acesso em: 10 abr. 2014]; PESTANA, Marco M. A centralidade da obra de Thompson na rediscussão do populismo. In: Caminhos da História. Vassouras, v.7, edição especial, pp. 131-140, 2011 [Disponível em: www.uss.br/pages/revistas/ revistacaminhosdahistoria/v7EdicaoEsp2011/pdf/014_-_A_Centralidade_da_ Obra_de_Thompson.pdf. Acesso em: 13 abr. 2014].

Antonio Carlos dos Reis Santos – Professor de História na rede municipal de ensino, mestre em História Social pela PUC-SP.

Os batalhadores brasileiros: nova classe média ou nova classe trabalhadora? – SOUZA (TES)

SOUZA, Jessé de. Os batalhadores brasileiros: nova classe média ou nova classe trabalhadora?. Editora UFMG, 2010, 354 p. Resenha de: TEIXEIRA, Marcia de Oliveira. Revista Trabalho, Educação e Saúde, Rio de Janeiro, v.11, n.2, maio/ago. 2013.

Maria, Maria
É o som, é a cor, é o suor
É a dose mais forte e lenta
De uma gente que ri
Quando deve chorar
E não vive, apenas aguenta
Mas é preciso ter força
É preciso ter raça
É preciso ter gana sempre
Quem traz no corpo a marca
Maria, Maria
Mistura a dor e a alegria
(Maria, Maria – Milton Nascimento)

Economistas e sociólogos debatem a emergência de uma nova fração da classe média no Brasil; para muitos, efeito das políticas de transferência de renda e acesso ao microcrédito, enquanto para outros, da estabilidade econômica. A contribuição de Jessé de Souza e da equipe do Centro de Estudos sobre Desigualdade ao debate é parte de um projeto de pesquisa de maior fôlego. Os batalhadores brasileiros: nova classe média ou nova classe trabalhadora?, somado a outras publicações, é uma tentativa de construir uma teoria de classes sociais para o Brasil contemporâneo. Para tanto, destaca a reprodução dos privilégios de classes e das desigualdades sociais duráveis, as dimensões simbólicas e não-econômicas constituintes da reprodução das classes, bem como a dinâmica entre relações fordistas e pós-fordistas em uma sociedade periférica.

O quadro interpretativo de Batalhadores foi construído no diálogo com Max Weber, Pierre Bourdieu, Bernard Lahire e Richard Senneth. Ele enfatiza o passado incorporado dos atores individuais e sua posição na compreensão prática do mundo, as disposições construídas e operadas em diferentes situações de vida; os contextos de socialização e de atuação significativos na trajetória de vida dos indivíduos de determinada classe. O diálogo ácido com Sérgio Buarque de Holanda, Raimundo Faoro e Roberto DaMatta, aprofundado em outras publicações, não foi abandonado. O intuito é criticar as interpretações do Brasil assentadas na negatividade da herança ibérica, no personalismo, no patrimonialismo e na caracterização de uma modernidade incompleta.

Há um diálogo secundário com a produção etno-metodológica, com as concepções da teoria ancorada e com o interacionismo informando o desenho da pesquisa, a prática de campo e a análise das concepções de mundo formadas e operadas pelos batalhadores. Especificamente com relação à teoria ancorada, destaco o zelo pela empiria.

Um aspecto valorizado por Jessé de Souza (para contrapor-se à ideia da nova classe média no Brasil) é o fato de Batalhadores resultar de uma extensa pesquisa de campo. Entretanto, em nenhum momento o leitor conhece as condições de realização da pesquisa de campo, tampouco sobre os instrumentos de pesquisa. Pouco foi dito sobre a escolha das regiões, das cidades e sobre os entrevistados. A descrição das condições de realização da pesquisa fortalece o argumento, além de ser tópico obrigatório em face do quadro teórico-metodológico utilizado.

Ao contrário dos economistas, para Jessé de Souza as análises centradas na renda não permitem compreender os processos constitutivos das ‘classes sociais’ e suas fronteiras. Ele parte da economia política, privilegiando as dinâmicas entre as relações de produção e as classes sociais para construção de sua teoria sobre classes no Brasil. Essa opção é essencial para entendermos porque batalhadores não formam nova fração da classe média.

Classes sociais são constituídas por aportes ideológicos, éticos, morais, educacionais, compreendidos pela noção de cultura. Mas não é possível gerar uma teoria do processo de produção do mundo social (e sua compreensão pelos indivíduos) e da formação de classes centrada na matriz cultural. O desafio de Jessé de Souza é construir uma análise não hierárquica capaz de considerar os diversos fluxos entre as dimensões cultural e material.

Batalhadores distinguem-se, e, portanto, autorizam Jessé de Souza a reivindicar sua condição de classe, pela “pequena incorporação dos capitais impessoais mais importantes da sociedade moderna, capital econômico e capital cultural” (p. 327). A burguesia define-se pela reprodução de ambos, enquanto a classe média pela reprodução do capital cultural.

Como ‘renda’ não é um elemento delimitador de ‘classe’, observamos uma enorme diversidade entre os indivíduos caracterizados como ‘batalhadores’. Há ‘batalhadores empreendedores’ constituídos por pequenos comerciantes (lojinhas de garagem, barracas de rua ou em feiras, lojinhas de bairro e comunidades populares), donos de indústrias de pequeno porte (confecções, serralheria, carpintaria) e pequenos agricultores. De modo geral, são ex-trabalhadores rurais, ex-empregados do comércio ou do setor industrial, os quais perderam seu emprego por demissão ou fechamento das empresas. No caso das mulheres, o abandono dos maridos as transforma em única fonte de geração de renda da família. Há também os batalhadores ‘assalariados’ dedicados ao trabalho em pequenas e médias indústrias, vendedores, técnicos, profissionais do setor de serviços como telemarketing.

Jessé de Souza destaca mobilidade entre frações de classe e classes (batalhadores, empreendedores e ralé). Muitos depoimentos tratam de mudanças bruscas no nível de renda, acesso a trabalho permanente e a moradia. Mesmo os ‘batalhadores empreendedores’ não se afastam significativamente de situações de vulnerabilidade. Patrão ou empregado portam as mesmas marcas constitutivas da classe, a dinâmica das interações sociais, as visões de mundo e o modo de operá-lo e, principalmente, estão sujeitos às mesmas práticas de dominação do capital financeiro. O trabalho desempenha uma posição essencial na reprodução material e na concepção de mundo do batalhador.

É preciso compreender o mundo que autoriza o ‘batalhador’ a se reproduzir como classe. Para Jessé, não se trata do mundo dominado pelas sobrevivências coloniais ou por arranjos pré-capitalistas, tampouco pelo fordismo. Ao contrário, há uma correlação entre a emergência dos batalhadores e o processo de transição para o capitalismo financeiro. Processo de transição situado na periferia, na qual a produção fordista foi severamente excludente, mantendo parte da força de trabalho à margem. Ele explica assim o grande impulso que os batalhadores conheceram nos últimos anos. O mundo social dos batalhadores é formado por trabalhos flexíveis, pela provisoriedade de estratégias de vida, pela necessidade de adaptar-se rapidamente às condições de trabalho mutantes e a mercados reconfigurados por tendências da estação. Os batalhadores são efeito do processo de incorporação de trabalhadores pobres excluídos da sociedade fordista às novas formas de organização do trabalho e da produção.

Os batalhadores asseguram inserção no mundo do trabalho do capitalismo financeiro (como proprietário de pequenos negócios e/ou empregados) pela constituição de um conjunto de disposições, entre outras, para disciplina, autocontrole e pensamento prospectivo. Estamos lidando, por conseguinte, com uma classe social apta e pronta para trabalhar em jornadas extensas, em pequenos negócios realizados em ambiente improvisados, sem garantias e direitos trabalhistas; onde o dono e o empregado, em geral de uma mesma família, labutam lado a lado e estão sujeitos às mesmas condições de trabalho pouco salubres; onde as relações de trabalho e a produção são imprevisíveis, pois dependem de mercado de consumo de produtos sazonais, formados por consumidores de pequeno poder de compra, recentemente fortalecido pelos programas de transferência de renda, além da previdência social; onde muitos ‘patrões’ estão sujeitos a tornarem-se empregados pela escassez de créditos, mudanças bruscas no mercado de consumo, aumento da concorrência, ação da fiscalização. Digo que os batalhadores estão aptos e prontos porque possuem os conhecimentos práticos e intelectuais (disposição), além do potencial para desenvolvê-los, e admitem as condições do trabalho flexíveis. Eles (in)corporam essas condições como naturais, porque as relacionam com condições herdadas ou compreendem que por intermédio delas poderão assegurar para si e para sua família condições de vida mais dignas. Nos relatos, “condições de vida mais dignas” significam acesso permanente a trabalho, moradia, comida e educação. Os batalhadores não se afastam definitivamente de situações de vulnerabilidade, afastam-se apenas das mais extremas.

Para compreendermos a disposição para o trabalho dos batalhadores é preciso olhar com mais atenção os processos de construção e reprodução de concepção de mundo e das ‘disposições’. Jessé de Souza considera a religião como um dos elementos fundamentais na construção de mundo dos batalhadores e, nesse sentido, de sua reprodução como classe social no capitalismo periférico. A religião opera por intermédio das trajetórias exemplares (mescladas aos exemplos familiares); da valorização do trabalho árduo (‘trabalho duro’ no roçado, no pequeno comércio ou pequena oficina), no desenvolvimento e exercício de uma solidariedade com familiares, vizinhos e membros da congregação; na reprodução de uma concepção herdada de família; na valorização de atitudes em prol de uma vida melhor. Cabe aqui observar a conexão entre ‘vida melhor’ e futuro (inexistente na ralé). Para os batalhadores, projetar o futuro implica não voltar a viver situações de extrema vulnerabilidade. A concepção de mundo fruto da vivência religiosa (em uma ‘comunidade’ congregada em torno de uma igreja e seu pastor) associa-se às percepções forjadas na vivência prática em diferentes situações de vida regulada pelo trabalho.

A formação das dimensões éticas e morais essenciais ao trabalho duro nos batalhadores com origens rurais, notadamente no nordeste, estão imbricadas com ações de entidades ligadas à Igreja Católica. Nas periferias urbanas e, mais recentemente na região rural, as religiões pentecostais dominam. De fato, Jessé de Souza chama atenção para como religiões pentecostais, desde sua origem nos Estados Unidos da América na primeira metade do século XX, capturaram as demandas sociais e religiosas de migrantes do campo, trabalhadores da pequena indústria e do comércio das periferias urbanas.

Outro elemento constitutivo da concepção e interações sociais dos batalhadores é a família. Família e relações familiares que transcendem o modelo pais e filhos, cuja lógica de estruturação é o direito sucessório na propriedade do capital. Trata-se de famílias com configurações bastante diversas, mas firmemente amarradas pela valorização do ‘trabalho duro’, do compromisso com a manutenção da reprodutibilidade da própria família, o estímulo para investir na melhoria da educação, mas sempre conciliada com o trabalho.

A conclusão decepciona, mesmo considerando que o volume de dados exige prazos mais dilatados (necessidade que não é acompanhada pelo imperativo da publicação mais célere dos resultados). Mas ao final de 248 páginas de apresentação e análise de material empírico, o leitor espera mais do que uma retomada à crítica do livro A classe média brasileira: ambição, valores e projetos de sociedade de Bolivar Lamounier e Amaury de Souza. Esse livro é importante enquanto representativo de estudos comprometidos com ideologias de classes e partidos políticos. A crítica à incapacidade desses estudos colaborarem para a compreensão da dinâmica das classes sociais no Brasil na periferia do capitalismo financeiro era o ponto de partida de Batalhadores. A conclusão deveria retomar exatamente o projeto de produção de uma teoria original, apresentado na introdução, agora à luz dos dados sistematizados.

O trabalho de Jessé de Souza tem o mérito de preservar a complexidade das relações sociais e das interações entre classes (simplificadas ou desconsideradas por outros estudos). Mas é necessário aprofundar a análise dos fluxos e fronteiras entre a classe média, os batalhadores e a ralé; bem como ampliar os estudos empíricos para testar a capacidade explicativa do modelo proposto por Jessé de Souza. Será que ele seria diverso em espaços onde encontramos relações de produção fordistas e dinâmicas econômicas diferentes das encontradas no Norte, Nordeste e mesmo na zona da mata mineira?

Marcia de Oliveira Teixeira – Fundação Oswaldo Cruz, Rio de Janeiro, RJ, Brasil. E-mail: [email protected]

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Escravizados e livres: experiências comuns na formação da classe trabalhadora carioca | Marcelo Badaró Mattos

Durante décadas, os pesquisadores avaliaram que o nascimento da classe trabalhadora brasileira foi epifenômeno mecânico das determinações estruturais: o florescimento do capitalismo industrial e a expansão do trabalho assalariado, após o fim do sistema escravista. Essas duas determinações estruturais teriam exacerbado a luta de classes ou, antes, engendrado a própria classe trabalhadora, que, nesse processo, adquiriu consciência de seu papel histórico, fundando sindicatos e partidos classistas na transição do século XIX para o século XX. Portanto, a formação da classe trabalhadora brasileira estava inextricavelmente ligada ao trabalho industrial-fabril e operário. O trabalhador livre e o trabalhador escravo no Brasil eram abordados, quase que invariavelmente, numa relação de dicotomia fixa, como duas categorias antagônicas e dissociadas, que jamais se aproximavam ou entrecruzavam em termos de vivências e experiências político-culturais.

Talvez, por isso, durante um longo tempo os especialistas da história social do trabalho ficaram apartados dos especialistas da história da escravidão. Os primeiros, quando investigavam a formação da classe trabalhadora brasileira, costumavam negligenciar a participação dos escravizados e ex-escravizados no processo. Já os segundos não davam a devida importância às experiências escravas no processo social do trabalho. Felizmente, esse panorama vem mudando, e as falsas dicotomias sendo superadas. Os historiadores estão cada vez mais se convencendo de que essas duas áreas de estudos e pesquisas são confluentes, entrelaçam-se, tecem interconexões, devendo, portanto, ser tematizadas de forma dialógica. Leia Mais

Do cabaré ao lar – A utopia da cidade disciplinar- Brasil: 1890-1930 – RAGO (VH)

RAGO, Margareth. Do cabaré ao lar – A utopia da cidade disciplinar- Brasil: 1890-1930. Editora Paz e Terra, 1985. Resenha de: FARIA Maria Auxiliadora. Varia História, Belo Horizonte, v.2, n.2, p.147-148, jun., 1986.

A convite, do prefaciador Edgar de Decca e da própria Autora. participei da viagem. E o fiz com gosto por estar, como outros, preocupada em resgatar na tecitura histórica da República Velha práticas cotidianas do operariado brasileiro.

No Brasil, esta tentativa é nova. E como tudo que é novo, inquietante. Ao se tentar por exemplo, reconstituir os processos de morar dos trabalhadores. suas formas de lazer e de educação, sua sexualidade e mesmo as sutilezas de suas resistências frente às diversas instâncias do Poder, revela-se o até então irrevelado. Redimensiona-se o papel histórico da classe operária, recuperando-a não em suas generalizações mas em suas particularidades, ou no seu cotidiano.

Para penetrar nesse mundo novo necessário se faz, tal como propõe a Autora, empreender uma viagem. Todavia, não se pode levar na bagagem preconceitos há muito arraigados: que a classe operária brasileira da Primeira República era social e politicamente atrasada; que os anarquistas não propuzeram nenhuma forma organizada de resistência; e além de outras ”verdades consagradas” a de que as classes dirigentes, ocupadas na manutenção do Estado Oligárquico cujo sustentáculo econômico era o setor agrário-exportador, não construiram, a nível do espaço urbano em geral e da fábrica em particular, dispositivos especiais de domesticação do operariado.

O cenário é quase sempre a cidade de São Paulo, apesar de o subtítulo referir a: Brasil 1890·1930. O objeto de estudo: o cotidiano do operariado e, em especial dos adeptos da doutrina anarquista. E assim que Margareteh Rago tenta, e com êxito, desvendar as inúmeras formas utilizadas no processo de adestramento dos operários para torná-los mais produtivos, mais dóceis e mais disciplinados. Aptos a desfrutar, portanto, de um espaço – a cidade- que longe de ser o local mesmo do conflito deveria tornar-se o da harmonia.

No sumário do lívro, mais que um índice, um apelo da Autora, um chamamento à leitura: “Fábrica satânica/fábrica higiênica- A colonização da mulher -A preservação da infância- A desodorização do espaço urbano”. Introduz em cada um desses capítulos não apenas emocionantes relatos fundados em dados empíricos, mas também e principalmente, ricas interpretações subsidiadas por pensadores como E.P. Thompson e Michel Foucault. Utiliza-se também de O. Montgornery e Mário Tronti. quando se preocupa em analisar práticas explícitas ou veladas de resistência operária. Assim, a Autora contribui decisivamente à construção de uma nova historiografia sobre a classe operária e o movimento anarquista na Primeira República.

Mas se a contribuição é decisiva, não se pode negar que o arrojo de M. Rago ao penetrar “no interior das fábricas, dos bairros e vilas operárias do inicio da industrialização do país” para atingir os objetivos propostos, resultou num certo comprometimento da análise no tocante a temas polêmicos. como sejam: o mito do amor materno, o aleitamento infantil, o problema do menor abandonado ou mesmo a questão da segregação social do espaço urbano, que ela preferiu chamar de “desodorização do espaço”. A ideologizaçâo que atribui ao saber médico, leva o leitor menos atento a repudiar a evolução da medicina e a introdução de técnicas sanitárias e higiências no espaço urbano. Assim também, a atribuir à medicina preventiva, e ao incentivo à amamentação um lugar de peças decisivas num plano diabólicamente tramado no sentido exclusivo de domesticar a mulher operária e preparar cidadãos saudáveis e aptos a se integrarem ao mercado de trabalho. Ainda sobre a mulher conclui, à pág. 206, que o projeto de domesticação da classe operária redefiniu papéis e que a ela (mulher) “foi designado o triste destino de vigilante do lar e de mãe de família. Todos os comportamentos que se produziram fora destes parâmetros recobriram-se do estigma da culpabilidade e da imoralidade. Entre as figuras da Santa Maria e da Eva, nenhum espaço foi permitido à mulher. a despeito de todas as solicitações que o mundo industrial lançava sobre ela”.

Da idéia de “triste destino” talvez lhe tenha ocorrido outra, que deu título ao livro: “Do cabaré ao lar”, ou aí estaria o duplo de que tanto fala o prefaciador? Como ele mesmo afirma. que a liberdade do literato não é a mesma do hitoriador, ocorreu-me o que se contava no meu tempo de estudante: Um aluno, não sei bem se de História ou de Sociologia, teria ido à biblioteca em busca do livro “Raizes do Brasil” do saudoso Sérgio Buarque de Holanda. Não o encontrando na prateleira apropriada, pediu auxilio a uma funcionária que lhe passou a seguinte advertência:- “Você está equivocado. Esse livro deve ser procurado na seção destinada às obras de botânica”.

Quem empreender com a Autora a viagem proposta certamente colocará o livro na prateleira adequada, e o destacará como obra inconfundível. A densídade com que desvenda a trama do cotidiano operário apesar de pequenos desvios de percurso, acaba por desmistificar algumas verdades. Entre outras, a de que, apesar de todas as tentativas de silenciamento, operários em geral e anarquistas em particular, foram capazes de apresentar formas: de resistência ao conjunto de normas disciplinares que lhes foram impostas nos primeiros anos de industrialização brasileira.

Maria Auxiliadora Faria – Professora Adjunta do Departamento de História da FAACH/UFMG.

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