Historia mínima del yoga | Adrián Muñoz, Gabriel Martino

Uno de los más recientes episodios de las Historias Mínimas se destaca de los demás tomos de esta renombrada colección publicada por El Colegio de México y dirigida por Pablo Yankelevich. Es bien sabido que es una hazaña destilar cualquier tema complejo en un producto que ofrezca una síntesis clara y accesible a un público no especializado sin renunciar al rigor académico. La ya clásica Historia mínima de México publicada en 1973 ha acompañado a un sinnúmero de estudiantes en este país y ha inspirado esta importante colección de divulgación académica que desde 2004 ha ampliado su horizonte a otras disciplinas aparte de la historia. Sin embargo, a diferencia de la Historia mínima de la literatura mexicana del siglo XX (por dar un ejemplo), este volumen sobre la temática del yoga se aventura en un proyecto que, a primera vista, pudiese no parecer demasiado ambicioso. Sin embargo, lo complejo de este proyecto es no solamente que abarca un lapso de tiempo inusualmente extenso, sino que también se encuentra con un problema de semántica: cuándo se habla del yoga, ¿a qué se refiere uno? Las respuestas son muchas y muy variadas ya que dependen de a quién esté dirigida la pregunta y de su momento histórico. Los autores están muy conscientes de su incrucijada al advertir a sus lectores lo siguiente: “Como podrá apreciar el lector con nuestra aclaración, el título de la portada es en esto engañoso: no habrá una historia, sino varias; no existe el yoga, sino múltiples formas de yoga” (p. 10). Leia Mais

Historia mínima de la inquisición | Gabriel Torres Puga

Historia mínima de la inquisición es el libro más reciente de Gabriel Torres Puga sobre el Tribunal del Santo Oficio. Se publicó en 2019, bajo el sello editorial de El Colegio de México, como parte de la colección Historias Mínimas. La obra consta de 18 capítulos, cuenta con dos mapas, una cronología, y una lista de libros y artículos especializados. Es una síntesis bibliográfica bien lograda, con interpretaciones novedosas bastante sólidas, producto de años de reflexión, conversaciones entre pares e impartición de cursos y conferencias, con trabajo de archivo y una extensa lectura de temas que van más allá del Santo Oficio los cuales exploran, en términos amplios, la intolerancia institucional en el Antiguo Régimen. Esto último sobresale en el diálogo que entabla con la historiografía inquisitorial clásica y reciente, en la recuperación de argumentos y problemas historiográficos diversos, así como en la formulación de discusiones con las obras escritas por H. Charles Lea, H. Kamen, C. Ginzburg, D. Moreno, S. Schwartz, F. Soyer, J. Martínez Millán, J. Chuchiak, A. de Zaballa, M. Lourenço, S. Alberro, S. Bastos, J. Amelang, F. Bethencourt, R. Darnton, D. Muñoz Sempere, F. Martí Gilabert, A. Cicerchia, E. La Parra y M.A. Casado, entre otros. Leia Mais

La historia y lo cotidiano | Pilar Gonzalbo Aizpuru

Catorce capítulos son los que integran el libro colectivo coordinado por la doctora Pilar Gonzalbo Aizpuru que lleva por título La historia y lo cotidiano, publicado por El Colegio de México. Cuenta además con un excelente texto de introducción a cargo de Verónica Zárate Toscano. Se trata de una obra que se inscribe en la línea de investigación del Seminario de Historia de la Vida Cotidiana de la institución editora. La mayoría de los autores aquí congregados cuenta con diversos estudios en el mismo filón de la historia, en los que se revela el dominio de las pautas de la especialidad, lo cual abona a la alta estima del libro. Leia Mais

Moverse para no extinguirse. Trayectoria productiva y movilización social de pequeños lecheros de Chihuahua/México/1950-2018 | Luis Aboites Aguilar

Nativo de Ciudad Delicias, Chihuahua, Luis Aboites Aguilar emprende la tarea de analizar la movilización de pequeños propietarios agrícolas y las adversidades que han debido sortear para no extinguirse como productores de leche en esa ciudad. Las causas, las demandas y trayectoria del movimiento lechero que se expresan principalmente a nivel local son múltiples pero también adquieren sentido cuando el autor las contextualiza, las inserta y vincula con la producción y la industrialización de la leche, en otras regiones, en el país y en el mercado internacional. La investigación es atractiva por la complejidad del escenario de una movilización que, siendo local, está marcada por las lógicas del mercado lechero, el cambio tecnológico, las iniciativas de los gobiernos e instituciones estales y federales en distintas coyunturas políticas desde los años 1950 hasta 2018, año en que terminó el manuscrito. Leia Mais

La América española: entre el Pacífico y el Atlántico. Globalización mercantil y economía política/1580-1840 | Mariano A. Bonialian

Es una tarea especial reseñar un libro cuya génesis he podido observar de forma más o menos continua. Con esto no quiero sugerir que tenga algún mérito en el desarrollo de las ideas y en los logros de la investigación que Mariano Bonialian presenta en su más reciente obra, La América española: entre el Pacífico y el Atlántico, que muestra una nueva ampliación y profundización de las preguntas e inquietudes que lo están guiando desde su primer libro. Aparte de algunas discrepancias puntuales, como son necesarias para poder entrar al debate, ha habido una coincidencia fundamental en nuestras ideas sobre la necesidad de concebir la historia latinoamericana, en particular su época colonial, no como un proceso cerrado sino caracterizado por su inserción en sus relaciones al exterior, tal como lo propone, por ejemplo, la historia global. Entre los vínculos externos y los desarrollos internos, variables en el tiempo y en el espacio, hubo una interdependencia dialéctica que dio origen a una historia rica y polifacética. Leia Mais

Movilidad social y sociedades indígenas de Nueva España: las elites/ siglos XVI-XVIII | Solange Alberro

La magistral pluma de Solange Alberro nos deleita nuevamente con un texto de controversia, inteligente, informado y de una gran actualidad. En él nos muestra a los indios coloniales, en especial a los grupos dirigentes, como sujetos a una gran movilidad y no como entes pasivos y sufrientes. El libro es una muestra de la dificultad de utilizar el término indio como una categoría de análisis. Aunque en la época dicha palabra era comúnmente usada por las autoridades españolas, Solange Alberro postula la necesidad de enmarcar el problema del indio dentro de las clasificaciones sociales de la época: estamento, nación, corporación. Desde fechas muy tempranas, los indígenas se insertaron en el esquema jurídico y social español, dentro del sistema que dividía a la sociedad en clérigos, nobles y plebeyos; por otro lado, las personas se distinguían a partir del término nación, bajo el cual diferentes grupos humanos se definían básicamente por la lengua (zapotecas, vascos, otomíes, gallegos), aunque estaban jurídicamente sujetos a entidades políticas mayores (reinos e imperios); por último, se consideraba a los individuos insertos en esquemas corporativos por medio de los cuales ejercían sus derechos (como el sufragio para elegir a sus representantes) y cumplían con sus obligaciones bajo la normatividad de estatutos y constituciones. Las comunidades indígenas no sólo se organizaban como corporaciones cuyos cabildos las representaban, sus miembros también pertenecían a diversas cofradías y hermandades, formando cuerpos sociales diversos. Sin negar la situación de miseria y marginación de la mayor parte de los macehuales, el sistema español homologó a todas las poblaciones campesinas indígenas bajo el esquema de los comuneros europeos. Sin embargo, no todos los denominados “indios” eran campesinos. Leia Mais

Un desafío a la Real Universidad de México: el arribo de grupos de bajo rango social | Rodolfo Aguirre Salvador

El libro Un desafío a la Real Universidad es una de las últimas entregas de la colección “La aventura de la vida cotidiana” dirigida por la doctora Pilar Gonzalbo Aizpuru, donde se nos ofrece una muestra de un método particular para acercarse al estudio de la historia. Leia Mais

Mexiko: presencia y representación en las publicaciones en lengua alemana entre 1914 y 1945 | Emma Julieta Barreiro, Bernd Hausberger

El Colegio de México publicó en 2021 el libro Mexiko: presencia y representación en las publicaciones en lengua alemana entre 1914 y 1945 que fue coordinado por la literata y traductora Emma Julieta Barreiro y el historiador Bernd Hausberger. Se trata de una obra en la que once autores exploran la forma en que periodistas, científicos, escritores y fotógrafos germanoparlantes retrataron a México, los mexicanos y lo mexicano de la Primera a la Segunda Guerra Mundial. Con ello, los autores muestran la variedad de publicaciones donde se presentó a México y nos incentivan a seguir estudiando las formas en que autores extranjeros han construido el imaginario sobre este país y su población. Leia Mais

Las conexiones del mundo y el Atlántico/ 1450- 1850 | Marcello Carmagnani

El libro Las conexiones del mundo y el Atlántico, 1450- 1850, es una novedad editorial de la pluma de Marcello Carmagnani. En español, es una coedición de El Colegio de México, el Fideicomiso Historia de las Américas y el Fondo de Cultura Económica. 1 Es una contribución necesaria de una interpretación de la historia mundial que toma como escenario central el océano Atlántico. Lo hace mediante una serie de elementos que se constituyen en ejes de análisis de un problema extenso, complejo, diverso, con diferentes aristas y de gran aliento. Se ocupa de un espacio de amplias dimensiones, en el que se involucran de manera directa, tradiciones culturales de varios orígenes como las europeas, africanas y americanas; pero junto con ellas, también, las del continente asiático, sin dejar de ver las especificidades. Leia Mais

Historia mínima de las izquierdas en México | Ariel Rodríguez Kuri

El reto para una obra como Historia mínima de las izquierdas en México, de Ariel Rodríguez Kuri, no era menor: hay más de un siglo de eventos y luchas cuya diversidad reclama entender su especificidad histórica, mientras que coyunturas como la de 2018 revelan la necesidad de identificar sus elementos comunes. Me parece que el autor no sólo hace contribuciones importantes en ambos planos, sino que llega a ellas con originalidad. Son varias las perspectivas para el estudio de las izquierdas mexicanas que logra trascender: aquellas intelectuales elaboradas a partir de teorías, ideologías o personajes clave; las de carácter más organizacional, centradas en partidos y grandes siglas; o bien las tipológicas, basadas en familias o dicotomías conceptuales como reforma/revolución. Leia Mais

Historia mínima de la Suprema Corte de Justicia de México | Pablo Mijangos y González

Quiero comenzar esta reseña recuperando la tesis de Pablo Mijangos respecto a la imposibilidad de entender la trayectoria de la administración de justicia en México sin considerar el papel de la Suprema Corte en el desarrollo histórico del país. Esto no es un asunto menor si se toma en cuenta que en días recientes la Suprema Corte de Justicia ha sido objeto de discusiones públicas en el ámbito nacional, al haber declarado la validez constitucional de la pregunta, aunque reformulada, que propuso el presidente Andrés Manuel López Obrador sobre si se debe o no enjuiciar a los expresidentes. El tema es por demás complejo, pero relevante por el precedente que establece en la relación entre el Ejecutivo de la Cuarta Transformación y la judicatura de los Derechos Humanos. Dejando de lado que este asunto tenga que ver con un trasfondo político, el tema de la consulta popular, desde mi perspectiva, nos acerca a uno de los planteamientos más interesantes de la obra reseñada: el equilibrio entre la política y el derecho, pues, como lo muestra el autor, la Corte no está desconectada de su entorno, sino que se compone de individuos con intereses políticos, quienes imparten justicia e interpretan las leyes en contextos específicos, con base en el derecho vigente y de cara a la sociedad y la opinión pública. Leia Mais

Museo del universo: los Juegos Olímpicos y el movimiento estudiantil de 1968 | Ariel Rodríguez Kuri

Museo del universo explica cómo fue que, entre julio y octubre de 1968, la geopolítica del mundo terminó contenida en la ciudad de México. La obra está estructurada en dos grandes partes: los capítulos 1, 2 y 4 están dedicados a los Juegos Olímpicos y en ellos se analizan los aspectos diplomáticos, los conflictos políticos y los obstáculos financieros que enfrentó el régimen priista cuando la ciudad de México fue elegida sede de la mayor gesta deportiva del planeta; los capítulos 5 al 8 están dedicados a analizar, mes a mes, el desarrollo del conflicto que enfrentó a una amplia gama de jóvenes citadinos con los cuerpos de seguridad del Estado y con las autoridades políticas nacionales. Entre estas dos grandes partes, como una forma de mostrar la manera en que se configuraba la esfera pública nacional hacia la segunda mitad de los años sesenta, el autor incluyó un capítulo en el que aborda el debate originado tras el incendio de la catedral metropolitana en enero de 1967. Leia Mais

Historia mínima de los feminismos en América Latina | Dora Barrancos

Este reciente libro de Dora Barrancos (2020) se propone hacer un recorrido por el devenir de los feminismos en los distintos países de América Latina. Saliéndose de los estrechos márgenes metodológicos de la academia, Barrancos logra narrar con solvencia y claridad los hitos más importantes de la lucha de las mujeres en cada uno de los países de la región en un largo siglo XX. Dedica el último capítulo, que actúa como prefacio, a analizar la agenda y el fenómeno de masividad que caracterizan a los feminismos del siglo XXI. Antecede al estudio de cada país una introducción sobre los movimientos feministas en el mundo, desde sus orígenes hasta el presente, síntesis que enmarca los procesos locales y permite mostrar el carácter internacionalista de los feminismos, pero también las particularidades latinoamericanas y de cada país en cuestión.

La obra deja en evidencia lo políticamente convulsionado que fue el siglo XX en toda la región y cómo los mecanismos de explotación económico-sociales que lo han convertido en el continente de mayor desigualdad han afectado particularmente a las mujeres, pues siguen siendo las «menos reconocidas y las más victimizadas por la pobreza» (p. 13). Leia Mais

Militantes de la izquierda latinoamericana en México/1920-1934. Prácticas políticas/redes y conspiraciones | Sebastián Rivera Mir

El libro de Sebastián Rivera Mir que ahora presentamos tiene la virtud de abordar el papel desempeñado por México como centro de atracción de diversos militantes de izquierda latinoamericanos desde una óptica novedosa que aglutina una gama de facciones y grupos de exiliados que conformaron redes de acción política, de cooperación, pero también de confrontación. Impresiona la pluralidad de actores y de organizaciones que el autor presenta de manera fluida e interesante a lo largo de los seis capítulos que se incluyen en la obra. Como todo buen historiador, Rivera Mir se dio a la tarea de revisar una multiplicidad de fuentes primarias resguardadas en archivos nacionales y extranjeros: documentos, periódicos y revistas provenientes de España, México, Chile, Perú, Cuba, Argentina, Colombia, Uruguay y Estados Unidos. Además, todo este esfuerzo investigativo también se sustenta en una amplia bibliografía que recorre la problemática desde diferentes frentes teóricos y metodológicos: el estudio de las sociabilidades, el análisis de redes y la perspectiva transfronteriza. Así, el lector encontrará un dialogo recurrentemente con la historiografía especializada, con autores y escuelas fundamentales para el análisis de los militantes de izquierda latinoamericanos en el periodo de estudio. Desde el inicio reconocí la dificultad inherente de la empresa emprendida por el autor: desentrañar y explicar las labores intelectuales, político-partidistas, e ideológicas de hombres y mujeres que por asares del destino, como se suele decir, coincidieron en México. Particularmente, considero sumamente complicado lograr un equilibrio entre la multiplicidad de experiencias de vida que aparecen en el estudio. Dicho de otra manera, Rivera Mir logra analizar las labores de asociaciones como las del Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), el Partido Revolucionario Venezolano, el Partido Socialista Peruano, la Liga Antiimperialista de las Américas, entre muchas más, sin privilegiar a una sobre las otras. Por supuesto, es también cierto que personajes de la talla del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, del cubano Julio Antonio Mella, del boliviano Tristan Marof, del venezolano Carlos León, del peruano José Carlos Mariátegui (desde fuera de México) y del nicaragüense Augusto C. Sandino, aparecen a lo largo del texto como ejes que articulan la indagación. Sin embargo, insisto, el autor logra configurar una visión global del fenómeno estudiado. Es fundamental en el planteamiento la reconstrucción del escenario o “territorio” del exilio. En este sentido, más allá de los “marcos ideológicos estáticos”, el abordaje de la vida cotidiana de los militantes extranjeros que llegaron a México permite entender el desenvolvimiento político de estos emigrados: ¿quiénes fueron el soporte emocional y material de los recién llegados? ¿Quiénes fungieron como mediadores en la articulación de estas redes? ¿qué papel desempeñaron los gobiernos y las instancias de inteligencia en estas circunstancias? Son algunas de las preguntas que guían el análisis de los diferentes apartados. Un militante, nos advierte Sebastián, no sólo podía cambiar de un partido a otro, “de aprista a comunista (por ejemplo), sino que además podía generar conexiones con miembros de otras organizaciones que comúnmente se enfrentaban en el ámbito internacional. Así, el énfasis de la investigación se encuentra en las “estrategias de supervivencia, en los intercambios culturales y en las prácticas políticas” de las diferentes oleadas de exiliados, privilegiando los vínculos transfronterizos, evitando, de esta manera, las visiones limitadas que se concentran únicamente en la Nación como unidad de análisis. Además, queda claro, tras la lectura del libro, que detrás de los eventos y preocupaciones de estirpe latinoamericana, el escenario internacional determinó de manera importante las acciones de esos militantes: la Revolución Rusa, la crisis financiera del 29, y la irrupción del fascismo, son algunos ejemplos de esto. Leia Mais

Historia mínima de Uruguay | Gerado Caetano

Hasta entrado el siglo XXI Uruguay había ocupado un lugar relativamente marginal en las colecciones generales sobre la historia de América Latina, salvo algunas referencias y capítulos específicos (como el trabajo de Juan Antonio Oddone en el tomo X de la Historia de América Latina coordinada por Leslie Bethell o las referencias de Tulio Halperin Donghi en la Historia Contemporánea de América Latina). Esta situación ha cambiado en las últimas dos décadas, probablemente resultado, por un lado, de la inserción de los historiadores uruguayos en redes académicas internacionales y, por otro, de la formación de investigadores que han realizado estudios de posgrados en el exterior, a lo que se podría agregar la ruptura con algunos de los paradigmas historiográficos más cercanos a posiciones nacionalistas. Ejemplo podrían ser los tres tomos dedicados a Uruguay que se incluyeron en la colección América Latina en la Historia Contemporánea financiada por la Fundación Mapfre de España y editada por Planeta. La Historia mínima del Uruguay escrita por Gerardo Caetano se podría insertar en esa línea de cambio historiográfico que ha permitido incorporar al Uruguay a relatos globales y perspectivas que buscan analizar los fenómenos locales en una escala latinoamericana y global. Leia Mais

Ciudad de voces impresas. Historia cultural de Santiago de Chile, 1880- 1910 | Tomás Cornejo

Las repercusiones de un asesinato, ocurrido en 1896, son la excusa que Tomás Cornejo utiliza como plataforma de observación histórica para analizar el surgimiento de nuevos circuitos culturales en la capital chilena entre 1890 y 1910. La muerte de Sara Bell (y las implicancias de su pareja, de la empleada doméstica y amante del asesino, del juez del caso, de la Policía, etc.) permite estudiar las formaciones discursivas, los distintos géneros escriturales, sus autores y productores y, especialmente, los receptores de esas publicaciones que caracterizaron a la cultura santiaguina a fines del siglo XIX y en la primera década del XX. Sin embargo, no se trata de un trabajo de historia cultural cerrado, es decir, donde los objetos de investigación son autosustentables y se explican por sí mismos; por el contrario, el autor da cuenta de qué forma el asesinato que origina la investigación, solo se entiende en el contexto posterior a la guerra civil de 1891, que fue el escenario que ambientó la discusión sobre esa muerte trágica.

El primer capítulo aborda la situación de Chile en el cambio de siglo, con particular énfasis en el clima político y las transformaciones sociales que vivió la sociedad del período. Esta parte del libro, que se podría decir oficia de introducción, cumple con lo que se señaló más arriba y es la necesaria relación entre un contexto y los artefactos culturales a trabajar, para plantear que es imposible entender la aparición de estos últimos sin tomar en cuenta la coyuntura. Leia Mais

Católicos/ liberales y protestantes. El debate por las imágenes religiosas en la formación de una cultura nacional (1848-1908) | Gabriela Díaz Patiño

El conflicto entre la Iglesia católica y el Estado mexicano durante el siglo XIX ha sido objeto de numerosas historias políticas e institucionales. Este enfrentamiento ha sido visto como sinónimo de la guerra entre liberales y conservadores, la cual, a su vez, habría resultado del choque inevitable entre dos bloques homogéneos: la tradición católica y la modernidad liberal. La tesis sobre la inconmensurabilidad entre los valores y los principios de la tradición católica y la modernidad liberal tiene sus orígenes en la propia historiografía liberal que comenzó a escribirse en México desde finales del siglo XIX, y se vio reforzada por la sociología histórica de las religiones de cuño francés, introducida en México hacia la década de 1990 1, consolidando así la imagen del catolicismo como una institución antimoderna. Más aún, la aparición de un tercer actor en este conflicto, el protestantismo, fue presentado desde hace algunas décadas como un aliado incondicional en las causas nacionalistas, liberales y progresistas, cuya presencia atravesaría la segunda mitad del siglo XIX y se consolidaría como tal durante la revolución mexicana. Hoy en día, estas miradas, algunas veces reduccionistas y otras veces maniqueas, difícilmente se sostienen, si bien han sido necesarios nuevos enfoques historiográficos para dar cuenta de ello. Las biografías han sido un recurso recurrente en los últimos años, aunque éstas se han enfocado la mayoría de las veces en los grandes jerarcas de la Iglesia decimonónica. La autora del libro aquí reseñado ha optado por un camino distinto para adentrarse en los conflictos religiosos y políticos del siglo XIX: una historia cultural de las imágenes religiosas. Leia Mais

Raza y política en Hispanoamérica – PÉREZ VEJO; YANKELEVICH (RHYG)

PÉREZ VEJO, Tomás; YANKELEVICH, Pablo (coords.). Raza y política en Hispanoamérica. Ciudad de México: Iberoamericana, El Colegio de México y Bonilla Artiga Editores, 2018 (1ª edición 2017). 388p. Resenha de: ARRE MARFULL, Montserrat. Revista de Historia y Geografía, Santiago, n.41, p.199-205, 2019.

El conjunto de trabajos presentados en esta compilación realizada por Tomás Pérez Vejo y Pablo Yankelevich, que en total suman diez, incluyendo dos capítulos de los compiladores, es un apronte serio y actualizado del ya muy referido –aunque nunca agotado– tema de la construcción nacional en las diversas repúblicas americanas. El elemento novedoso en este caso es la sistemática inserción de la discusión sobre la “raza” que guía cada uno de estos trabajos, en un esfuerzo por hacer converger los idearios de identidad nacional que emergieron en América tras las independencias y las conflictivas relaciones político-sociales evidenciadas en estos espacios, a las que, con cada vez más fuerza y honestidad, definimos como racializadas .

Para los compiladores, proponer el análisis de estas dinámicas nacio- raciales en los siglos XIX y XX aparece como necesario ya que, según indican, “no es que la raza formase parte de la política, sino que era el fundamento de la política misma” (p.12). Partiendo, así, de esta premisa, los diez autores convocados ensayan y demuestran cómo es que las ideologías racialistas que se gestaron en América desde la conquista o desde el siglo XVIII ilustrado, calaron profundamente y configuraron de manera compleja las propuestas romántico-nacionalistas, liberales y cientificistas de los siglos XIX y XX –a lo menos–, hasta mediados del siglo pasado. Leia Mais

Historias Conceptuales | Guillermo Zermeño Padilla

Com um título que reitera as contribuições do historiador mexicano Guillermo Zermeño Padilla para os estudos das linguagens políticas nas últimas décadas, a obra Historias Conceptuales reúne um conjunto de dez artigos originalmente publicados de 2005 a 2014 que, apresentados em versões modificadas, encerram, de acordo com o autor, um ciclo de investigações dedicado à crítica histórica baseada em análises de conceitos. Sendo uma “obra aberta”, na medida em que não pretende explorar exaustivamente cada um dos assuntos tratados, mas sim mostrar traços essenciais do processo de transformação e sedimentação de certas palavras em conceitos modernos, Historias Conceptuales revela como diversos vocábulos e conceitos comumente utilizados em descrições históricas e sociológicas são, em seu cerne, invenções, transformações, ressignificações ou reapropriações linguísticas da chamada “modernidade” – entidade semântica discutida pelo historiador na introdução de sua obra.

Em “El ‘espacio público’ como concepto histórico: Habermas y la nueva história política”, Zermeño Padilla recria o contexto histórico-filosófico do projeto habermasiano, discutindo sua penetração na dimensão historiográfica hispano-americana e enfatizando suas contribuições para a obra de François-Xavier Guerra. Percorrendo especialmente o conceito de “público” ou “espaço público”, o autor aborda o impacto do modelo de Jürgen Habermas na obra coletiva Los espacios públicos en Iberoamerica (1998), coordenada por Guerra e Annick Lempérière. Ao fazê-lo, Zermeño Padilla pontua apropriações da tipologia habermasiana – como a utilização do conceito de “espaço público” para esclarecer as peculiaridades da incorporação dos países iberoamericanos à modernidade (p.51) -, bem como críticas a essa tipologia – dentre outras, as dificuldades em descobrir a formação de um espaço burguês de opinião pública na gênese das nações iberoamericanas (p.55). Zermeño Padilla inclui, também, considerações de especialistas europeus sobre a obra de Habermas, em particular a periodização por ele estabelecida, o emprego de um modelo marxista convencional e a conotação teleológica inerente ao termo “burguês”. Zermeño conclui o capítulo indicando que o espaço público não deve ser reduzido à opinião pública, e que o distintivo desta modernidade a que se referem Habermas e Guerra consiste no privilégio que ela confere ao âmbito da escrita e a suas formas de circulação, viabilizadas pela liberdade de imprensa e pela materialidade do impresso (p.62). Clamando pela tradição como principal sustento da modernidade e por uma reformulação desse conceito, Zermeño Padilla sugere que é preciso compreendê-lo como um conceito de temporalidade, sem confundi-la com o que pode ser uma forma “aparente” de modernidade (p.65).

Em “De la historia como un arte a la historia como una ciencia”, o autor discute a transformação semântica da voz “história” no período de transição do regime político e intelectual da Nova Espanha para o mexicano ou republicano (p.67). Ao montar seu argumento, Zermeño Padilla parte da distinção entre “voz” e “palavra”, bem como de alguns preceitos de Reinhart Koselleck quanto à conjunção das histórias sincrônica e diacrônica na segunda metade do século XVIII, quando um novo sentido de temporalidade atravessou o vocabulário político e social da época (p.69). Percorrendo as diversas instâncias de ressignificação conceitual e epistemológica de “história”, Zermeño evoca o período em que esta era concebida fundamentalmente como “um saber dirigido a entreter, instruir e ilustrar”(p.75), uma “arte” a ser ensinada e aprendida mediante métodos instruídos, como se vê nas Gacetas do México e nos escritos de José Ignacio Bartolache, José Antonio Alzate y Ramírez e Francisco Xavier Clavijero. O autor trata, ainda, do processo de politização da voz “história”, bem como da consagração do neologismo “história contemporânea”, processo no qual “história” se tornou entidade filosófica e científica, passível de incorporação aos processos de Independência e às posteriores discussões sobre os trezentos anos de opressão colonizadora espanhola.

No seguinte artigo, “Los usos políticos de América/americanos (1750 – 1850)”, Zermeño Padilla refaz a trajetória das vozes que dão título ao texto, centrando-se no período compreendido entre a crise do Antigo Regime e a emergência de formas constitucionais das nações modernas. Procedendo de publicações periódicas como fontes primárias, o historiador contempla os distintos estágios de transformação semântica das vozes “América” e “americanos”. De acordo com o autor, o período entre 1750 e 1850 permite vislumbrar uma progressão semântica que atravessa os dois termos, percurso que vai do geográfico ao político e que retorna do político ao cultural como resultado da impossibilidade de conformar uma unidade política continental após as emancipações (p.147). Para tanto, Zermeño Padilla trata da possível percepção de certo sentido de orfandade e isolamento por parte dos habitantes da geografia americana em relação à Espanha nas três primeiras décadas do século XIX, o que teria ocorrido em concomitância com o desenvolvimento de um sentimento nacionalista não mais fundado no contraste secular entre americanos e europeus, mas sim na contraposição das nações americanas entre si, num contexto de autorreivindicações das identidades nacionais emergentes.

O texto seguinte, escrito em co-autoria com Peer Schmidt, se intitula “De las ‘libertades’ a la Libertad”. Segundo Zermeño e Schmidt, o sentido das palavras muda conforme os espaços de experiência ou de contato comunicativo em que se inserem. Dessa maneira, o vocábulo liberdade não possui a mesma conotação se aplicado a um contexto prisional (em que o indivíduo é castigado com a privação da liberdade) ou a um contexto de escravidão (no qual se anula o direito de ser livre por meio de uma obrigação laboral imposta) (p.149). Centrando suas análises no longo século XIX, os autores tratam dos vários sentidos que o termo e alguns vocábulos dele derivados, como “livre”, “libertador” ou “liberal”, possuíra no longo século XIX. As situações analisadas são diversas: desde que Miguel Hidalgo y Costilla utilizara a expressão “liberdade política” em 1810, passando pela reivindicação da liberdade de imprensa e opinião presentes no texto do Decreto Constitucional para la Libertad de la América mexicana, sancionado em Apatzingán em outubro de 1814, até o episódio em que o jovem general Porfírio Díaz, combatente das forças antiimperialistas, levantou-se em armas contra Benito Juárez e exigiu respeito à “la libertad del sufragio popular” em 1871, bem como quando em 1910 Francisco Madero empreendera, em nome da “libertad electoral”, a deposição do mesmo Porfírio Díaz da Presidência do México. Evidentemente, Hidalgo y Costilla, o Decreto de Apatzingán, Porfírio Díaz e Francisco Madero – bem como as outras personagens do capítulo – não estão tratando da mesma “liberdade”, uma vez que cada uma das vozes evocadas, representadas pelo mesmo signo terminológico mas não sendo jamais a mesma voz, sofreu diversas transformações semânticas durante o longo século XIX mexicano.

Em “De las ‘revoluciones’ a la Revolución”, Zermeño Padilla se pauta nas “consequências sistêmicas” da Revolução Francesa para tratar dos efeitos linguísticos da crise de 1808 no território da Nova Espanha. Partindo do chamado Grito de Dolores de 1810, cujo adensamento semântico fora amparado pelo estabelecimento da Constituição de Cádiz, o historiador percorre as diversas instâncias de apropriação, adequação, desvalorização ou ressignificação em que se inscreveu o termo “revolução” ao longo do século XIX mexicano. Zermeño Padilla menciona aqui diversas contribuições epistemológicas, tais como a de Carlos María de Bustamante, cronista cujo “Diario histórico de México” fora escrito num período de depreciação do termo; de José María Luís Mora, que inserido no contexto de 1836 alegava que até o conquistador Hernán Cortés deveria ser considerado precursor da luta da Nova Espanha por sua independência (p.184); e de Lorenzo de Zavala, para quem o termo “revolução” implicava uma noção de temporalidade consciente que segregava a História em dois momentos cuja dobradiça era o ano de 1808. O historiador conclui o sexto capítulo da obra sugerindo que a Revolução de Ayutla e a nova Constituição de 1857 teriam encerrado o ciclo revolucionário mexicano inaugurado em 1808, e que um novo ciclo se iniciaria em 1876 com a expedição do Plan de Tuxtepec por Porfírio Díaz.

De acordo com Zermeño, “civilização” é um neologismo setecentista legado do francês e não se encontra em léxicos anteriores a 1780 (p.193). A partir daí, o autor acompanha a trajetória do vocábulo, tratando de sua estabilização como conceito e abordando as transformações semânticas que o permearam no século XIX, contemplando não apenas o contexto da Nova Espanha e do México, mas também a dimensão peruana no subitem “Emancipación y Dilemas Políticos”. Ao longo do capítulo, Zermeño trata de uma primeira mutação sofrida pelo vocábulo, entre a Revolução Francesa e o período napoleônico, perseguindo seus vestígios semânticos em circunstâncias pautadas por temas como liberalismo e ilustração, a própria concepção de “civilização moderna”, a questão das subalternidades, e as discussões referentes a sua associação aos termos “ordem” e “progresso” nas últimas décadas do XIX.

“Pobreza: historia de un concepto” é o mais dissonante dos capítulos no que diz respeito ao recorte temporal da obra. Isso porque Zermeño escapa ao chamado “umbral clássico da história conceitual” (1750 a 1850) e estuda a genealogia da voz a partir de indícios legados pela Antiguidade Cristã e Medieval, bem como por noções elaboradas no seio do cristianismo primitivo. Considerando que a partir da segunda metade dos setecentos a pobreza desgarrou-se paulatinamente da carga religiosa que sempre a engendrara, Zermeño aborda temas como mendicância, esmola, indigência, até situar a voz como problema de Estado e discutir algumas de suas implicações no léxico contemporâneo. Objetivando “desnaturalizar” a noção de “pobreza”, o historiador alega que mesmo quando a voz se manteve associada a seu sentido comum e geral – que designa uma situação de carência ou incapacidades básicas (p.213) -, sua semântica foi modelada por diversas operações de incorporação ou descartes de sentidos. Tanto o que se incorporou quanto o que se descartou iluminam a utilização do conceito nos dias de hoje.

Em “Del mestizo al mestizaje: arqueología de un concepto”, Zermeño Padilla trata da aparição histórica da mestiçagem como uma noção que “aspira a descrever a identidade nacional do México” (p.261). Sua hipótese é de que “a invenção da mestiçagem como princípio regulador da identidade nacional moderna [mexicana] teve um efeito negativo (no nível das representações) em relação à população ‘indígena’ (denominada assim a partir do século XIX)” (p.263). Situando leitores e leitoras em relação a diversas figuras relevantes para a compreensão tanto do fenômeno como do processo histórico mais amplo, Guillermo Zermeño atribui a José Vasconcelos a competência de ter convertido uma noção singular sociológica (“mestiço”) em um conceito universal de caráter filosófico (“mestiçagem”) (p.266), destacando neste decurso a importância da Revolução de Ayutla e do triunfo da reforma de Benito Juárez para a transição de uma a outro – processo que culmina com a celebração do chamado Día de la Raza em 12 de Outubro de 1917. A conversão de “mestiço” a “mestiçagem” encabeçada por Vasconcelos teria, de acordo com Zermeño, inserido o debate numa pauta biologicista da evolução humana, o que leva o autor a reivindicar que um dos aspectos mais problemáticos no estabelecimento do conceito “mestiçagem” esteja no fato de que sua construção tenha se dado com base na subjugação e desvalorização das populações indígenas.

No capítulo sobre os conceitos de “cacique”, “caciquismo” e “caudillismo”, o penúltimo da obra, Guillermo Zermeño percorre o legado histórico-semântico do termo “cacique” e de seus derivados, tomado originalmente das línguas caribenhas e empregado inicialmente no contexto do Império espanhol para designar “certas formas político-administrativas e certos intermediários entre o poder espanhol e as populações indianas” (p.298). No artigo, Zermeño mostra como a reinvenção dos termos – atentando-se de modo menos enfático a “caudillismo”, o que traz certa carência à totalidade da proposta do capítulo – se forjou em contextos específicos. Uma de suas intenções aqui, com base na aparição e evolução do termo na imprensa mexicana ao longo dos séculos XIX e XX, é esclarecer por quais razões e de que modo o termo “cacique” se transformou numa instância catalisadora das múltiplas características do regime político mexicano (p.317).

O último capítulo de Guillermo Zermeño Padilla intitula-se “La invención del intelectual y su crisis”. Dada a amplitude do tema, o historiador contempla a formação do campo intelectual no México do século XX, partindo da premissa geral de que o Antigo Regime pré-industrial hispano-americano, com ou sem revolução social, teria gerado as condições necessárias para o desenvolvimento de um novo tipo de “sábio” definido pela criação de um espaço comunicativo específico. Considerando as contribuições de figuras tais como Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Gómez Morin, José Vasconcelos e Octavio Paz, o historiador trata da paulatina consumação identitária do intelectual em âmbito mexicano, explicitando algumas das diferenças entre a mencionada geração e a anterior. Para Zermeño, assim como o período pré-industrial teria outorgado aos “filósofos” positivistas – no caso mexicano, chamados “científicos” – o papel de “questionar o velho inventário do saber coletivo”, o século XX teria delegado à figura do “intelectual” mexicano a missão de conformar um novo saber crítico que estivesse consciente de sua capacidade de imiscuir-se na História (p.325).

Além de confirmar as fecundas colaborações de Guillermo Zermeño Padilla para o campo investigativo das linguagens políticas, Historias Conceptuales convida-nos a refletir, enhorabuena, sobre algumas das instâncias que engendram as experiências discursivas ao longo da história, propondo aos leitores e leitoras uma série de percursos fundamentais acerca dos vocábulos e conceitos em distintos cenários da modernidade. Se, de acordo com Zermeño, “a história conceitual é apenas a porta de entrada para questões apaixonantes acerca do significado e do sentido que existe em escrever histórias no umbral mutante em que nos encontramos na atualidade, relacionado com a crise do tempo histórico especificamente moderno” (p.20), Historias Conceptuales cumpre o papel de bússola no âmago deste umbral, que, apesar de permeado por múltiplos desafios, pode ser traduzido e decodificado na medida em que nos empoderamos, especialmente como historiadores e historiadoras, do magistral artifício político que é a consciência histórica da e sobre a linguagem.

Referência

ZERMEÑO PADILLA, Guillermo. Historias Conceptuales. Ciudad de México: El Colegio de México/Centro de Estudios Históricos, 2017.

Mariana Ferraz Paulino – Mestranda em História Social (USP) E-mail: [email protected]


ZERMEÑO PADILLA, Guillermo. Historias Conceptuales. Ciudad de México: El Colegio de México/Centro de Estudios Históricos, 2017. Resenha de: PAULINO, Mariana Ferraz. História Conceitual: sentidos da modernidade hispano-americana. Almanack, Guarulhos, n.18, p. 489-495, jan./abr., 2018. Acessar publicação original [DR]

Iberoamérica y España antes de las Independencias, 1700-1820. Crecimiento, reformas y crisis | Jorge Gelman, Enrique Llopis e Carlos Marichal

Algunas veces las obras colectivas resultan en una suma de textos escasamente cohesionados en torno a un período, un espacio geográfico o un tema genérico que apenas logran disimular la carencia de objetivos metodológicos y hipótesis estructurantes en torno a las cuales hacer un aporte al avance del conocimiento. El libro en comento no corresponde a este tipo de publicaciones, ya que define con claridad el ámbito temático en que se inscriben sus ensayos. Por un lado, sus textos dan cuenta del estado de las economías de Iberoamérica y España, en su amplia heterogeneidad, en vísperas de las independencias nacionales. Por otro, revisitan la noción de que las reformas administrativas introducidas por las monarquías de España y Portugal a mediados del siglo XVIII impulsaron un prolongado período de expansión económica, tanto en las metrópolis como en sus colonias, que comenzó a declinar al comienzo de la última década de la centuria hasta llegar a una crisis que, en gran medida, explicaría el colapso del orden colonial. Como dicha noción, admitida a partir de los aportes de John Lynch, es en extremo general, la obra se encarga de contrastarla con distintas realidades americanas y metropolitanas para, según corresponda, confirmarla, descartarla o matizarla.

Para el caso del Río de la Plata Jorge Gelman y María Inés Moraes muestran que, en efecto, desde la década de 1760 se registra un ciclo de expansión articulado por el flujo de plata altoperuana hacia el Atlántico. Aunque este circuito comienza a declinar junto con el inicio de la crisis del orden colonial, la economía en su conjunto logró mantenerse estable gracias al fortalecimiento del intercambio entre Buenos Aires y las regiones interiores y, simultáneamente, al desarrollo de la ganadería en las provincias, que dio lugar a una fase de exportación de carne y cueros que se prolonga hasta el período nacional.

Sobre el desempeño del virreinato peruano, Carlos Contreras da cuenta de todas las aristas que impiden tener una noción precisa que explique la casi triplicación del PIB a lo largo del siglo XVIII. Además de la separación del Alto Perú, que le restó su principal fuente de recursos mineros, los indicadores demográficos, agrícolas y fiscales apuntan a una expansión sólo imputable al fortalecimiento de las economías regionales, el intercambio comercial entre ellas y la incorporación de un significativo contingente de indígenas a la población asalariada. Lo anterior permitió resolver la falta de mano de obra en la minería e incrementar la recaudación virreinal a través del tributo.

Menos variables en juego tiene el Virreinato de Nueva Granada, el que a partir de los datos de sus Cajas Reales, entre 1761 y 1800, Adolfo Meisel caracteriza como una economía rudimentaria, basada en el tránsito aurífero a través del río Magdalena, la ganadería en la provincia de Santa Marta y el mantenimiento de las fortalezas de Cartagena de Indias con los aportes del situado de Quito y Bogotá. El período examinado muestra un crecimiento del producto de 1,6% anual en promedio, cifra muy cercana a su ritmo de crecimiento demográfico, lo que da cuenta de una economía muy precaria, al borde de la subsistencia y sobre la que tuvieron muy pocos efectos las reformas administrativas de mediados del siglo XVIII.

Para el caso cubano José Antonio Piqueras describe una situación que resulta por completo ajena a las reformas borbónicas y sus consecuencias. Teniendo al azúcar como base de su economía, durante el siglo XVIII su consumo aumentó de forma extraordinaria en el mundo, aunque el ritmo de producción en Cuba fue inferior al de otras regiones competidoras, ya que hasta la última década de la centuria se mantuvo aferrada a los métodos tradicionales. No obstante estas limitaciones, el autor constata que la economía de la isla creció sostenidamente y, más aun, que dicha expansión coincide con las distintas guerras internacionales, pues, estando comprometida directamente o no en cada conflicto la Corona española, aportó recursos adicionales para reforzar el aparato militar de la Gobernación (“diluvio de plata”); otras regiones productoras, como las Antillas y Barbados, fueron escenario de enfrentamientos por lo que Cuba ocupó su lugar en el abastecimiento del comercio mundial de azúcar; y porque la apertura del intercambio con países neutrales, durante los conflictos de España con Francia e Inglaterra, en la práctica permitieron al azúcar cubano acceder al mercado de las trece colonias rebeldes, un consumidor seguro y generoso.

Sobre México la recopilación aporta dos estudios que contribuyen a, por lo menos, matizar la visión pesimista que impera sobre el desempeño de su economía durante las últimas dos décadas virreinales. Luis Jáuregui y Carlos Marichal ofrecen una visión panorámica de la economía novohispana entre 1760 y 1810 a partir de tres indicadores: la acuñación de monedas de plata, el comportamiento del comercio exterior y el del comercio interno, estos últimos dimensionados por su aporte tributario a las arcas virreinales. Los autores comienzan constatando que entre 1770 y 1810 la acuñación de pesos de plata creció a un ritmo oscilante entre el 1 y el 1,4% y que sus pulsaciones respondieron a la disposición de azogue (mercurio) antes que a otros factores sensibles para una actividad que, estimulada por las reformas de la década de 1760, arrastraba a los demás sectores productivos con su demanda por bienes y servicios.

Aunque el impacto del aumento en la producción de monedas de plata fue limitado para el comercio interno, ya que no se acuñaban monedas divisionarias, este creció a lo largo del período impulsado por el crecimiento de la población urbana que, además de alimentos, demandaba manufacturas y bienes artesanales de elaboración local. Mientras que el comercio exterior, animado por la liberalización de 1789, también marcó una tendencia ascendente.

Sin embargo, la noción común apunta a que la economía novohispana finicolonial experimentó una severa recesión y crisis demográfica, que en gran medida provocaron la disolución del vínculo con la metrópoli europea. Ernest Sánchez Santiró discute esta afirmación señalando que se trata de impresiones subjetivas del período 1815-1820, cuando las guerras de independencia sí habían afectado al aparato productivo, lo que llevó a muchos contemporáneos a formarse una impresión negativa de las décadas anteriores.

En base a las cuentas fiscales y a criterios metodológicos, el autor matiza y desmiente varios de estos supuestos. Sobre la disminución de la población, del orden de las 250 a 500 mil personas, asegura que más bien se trató del despoblamiento de los principales núcleos urbanos, personas que huyeron de los enfrentamientos hacia sectores rurales. En cuanto a la caída de la producción minera, estimada por algunos en torno al 50%, señala que esta es una apreciación fundada a una baja en la acuñación de plata, pero si se considera que los ingresos de los estancos del azogue y la pólvora no muestran fluctuaciones significativas, estaríamos en presencia de un contrabando masivo de metal en bruto. Sobre la caída superior al 40% del comercio exterior para la década de 1810, señala que ella corresponde a las cifras que entrega el Consulado de Veracruz y que dan cuenta de la situación del hasta entonces principal puerto de intercambio con Europa. Pero que si se considera el incremento de la actividad de los puertos menores, tenemos que el flujo mercantil no disminuye sino que cambia de dirección, imponiéndose el comercio hacia otras regiones.

Resulta interesante el hecho de que todos los diagnósticos pesimistas sobre el desempeño de la economía mexicana del crepúsculo colonial conviven con la constatación de un aumento en la recaudación fiscal. Sánchez Santiró explica esta aparente paradoja con una lista de nuevos impuestos, contribuciones forzosas y alzas tributarias que, junto con resolver esta contradicción, da a entender porque la temprana república mexicana emprendió un camino liberalizador de facto.

En relación a Brasil, el libro incluye dos estudios que permiten comparar la evolución histórica de las colonias españolas con las lusas en Américas, teniendo como referencias que ambas monarquías emprendieron procesos de reformas administrativas que apuntaban a impulsar el desarrollo económico. En el primero de estos ensayos, Angelo Alves Carrara se propone evaluar el resultado de las reformas pombalinas, introducidas en la década de 1750, en el escenario de una economía que llevaba más de sesenta años de expansión minera, pero que sus centros productivos en Minas Gerais no habían logrado estimular el desenvolvimiento y la diversificación productiva en las demás provincias. Esto porque la propiedad de los yacimientos estaba en extremo concentrada y empleaba muy poca mano de obra, de preferencia esclava, lo que representaba escasos incentivos para la agricultura y la ganadería.

Si algún cambio debe la economía brasilera al ciclo minero es el haber propiciado que Río de Janeiro desplazara a Salvador como principal núcleo portuario y comercial de la Capitanía, consagrado por el traslado de la corte hasta la ciudad carioca en 1763. La demanda urbana de la novel capital sí logró incentivar el desarrollo de las economías regionales y con ello a otras actividades de exportación, como el algodón y el café, que diversificaron la base de exportación y lograron la ocupación efectiva de regiones interiores. Sin embargo, el autor atribuye este fenómeno al aumento de la demanda europea por dichos productos, más que a las medidas diseñadas por el marqués de Pombal, cuyo único mérito sería haber logrado afinar el aparato de recaudación fiscal.

Luego, un interesante artículo de Joao Fragoso dedicado a entender por qué ni el ciclo de exportaciones mineras ni luego las reformas pombalinas lograron modernizar la economía brasilera, ya sea a través de la formación de una clase burguesa que liderara una necesaria transformación de la relaciones sociales e invirtiera sus utilidades en mejorar los procesos productivos, o de políticas concretas que facilitaran a la economía brasilera superar la fase preindustrial. Tal atraso es atribuido por el autor a la permanencia de una “sociedad regida por los muertos”, heredada del ciclo azucarero y que sobrevivió en el tiempo como consecuencia de la persistencia de un afán de nobleza que poco aportaba para el inicio de una transición hacia el Capitalismo. De esta forma, la organización social de la plantación de azúcar, basada en la esclavitud y métodos productivos primitivos, continuó vigente durante todo el ciclo de expansión minera. Entonces, la continuidad de la costumbre de legar parte importante de las fortunas, ya sea a través de donaciones, censos y capellanías, en la práctica dejó un limitado volumen de capital para reinvertir en la producción. Mientras que la permanencia de un régimen laboral esclavista impidió la formación de un mercado de consumo que se constituyera en una demanda interna significativa, al mismo tiempo que encadenaba las exportaciones brasileras al circuito imperial portugués formado por Lisboa – Río de Janeiro – Luanda – Goa, mediante el cual las utilidades de las exportaciones terminaban pagando el consumo de bienes suntuarios y la compra de esclavos.

Al final del ensayo, el autor señala que un indicador importante para establecer el perfil de una estructura económica radica en identificar cuál es el principal agente que controla el mercado del crédito. En el caso brasilero, hacia 1740, este actor sería el comercio esclavista y la propia Iglesia, más preocupados en perpetuar el sistema “esclavista católico” que de impulsar transformaciones de tipo capitalistas y burguesas.

Sobre la situación de España en la segunda mitad del siglo XVIII, Enrique Llopis analiza su comportamiento demográfico y económico constatando que su población creció a un promedio anual del 0,4%, inferior al 0,52 europeo, y que las provincias de Cataluña y Murcia fueron donde este incremento se dio con mayor intensidad. Esto, por el dinamismo del sector manufacturero que contrasta con el moderado desempeño de la agricultura y la ganadería predominantes en las regiones interiores y meridionales. El general, todos los sectores económicos mostraron una tendencia al alza, destacándose los sectores agrícolas que modernizaron sus métodos productivos y comenzaron a requerir menos mano de obra. Lo anterior se reflejó en un acelerado crecimiento de la población urbana, lo que redundó en una caída salarial y en altos niveles de marginalidad.

Luego, el autor constata que, hasta 1790, la economía española creció moderadamente. Pero, a partir de entonces y como consecuencia de la Revolución Francesa, enfrentó una severa recesión, agravada por una seguidilla de epidemias, convulsiones sociales y guerras que terminaron por provocar un descenso demográfico cercano al 15%. Curiosamente, durante el mismo período se registró un alza en la recaudación fiscal (25% promedio anual), gracias a la continuidad, y a veces aumento, del aporte americano y a la introducción de impuestos directos sobre las actividades productivas y el comercio. Como es bien sabido, estos recursos no fueron destinados a revertir el ciclo económico sino que fueron invertidos en el financiamiento de la política exterior imperial.

Se complementa el trabajo de Llopis con el artículo de Pedro Tedde de Lorca, dedicado a examinar la política financiera ilustrada entre 1760 y 1808. Para Carlos III el manejo de estas variables debía tener como objetivo estimular la producción de bienes y servicios, para luego la Corona extraer sus ingresos gravando al comercio y el tráfico de caudales. Además, debía llevar a cabo el anhelo planteado en 1749 por su tío Fernando VI, en orden a dejar atrás el antiguo régimen de castas y privilegios, introduciendo un sistema tributario universal y proporcional a las rentas. Sin una fórmula política para alcanzar tal objetivo y con la permanente necesidad de financiar las guerras internacionales en que se comprometió para proteger su monopolio comercial, la monarquía borbónica continuó recurriendo a las remesas de las Indias y a un creciente endeudamiento, configurando una ecuación que, de forma creciente e irremediable, arrojó números negativos.

El último ensayo de la recopilación en comento, de Rafael Dobado y Héctor García, está dedicado a perfilar el bienestar biológico de la América borbónica, y hacer una comparación internacional en base a salarios y estaturas. El estudio arranca constatando que en la América borbónica el trabajo asalariado estuvo mucho más extendido que lo que comúnmente se ha supuesto, lo que permite los cálculos sobre ingreso y desigualdad que los autores presentan. Luego y a partir de algunos ajustes metodológicos, sus resultados apuntan a señalar que en comparación con las principales ciudades europeas, durante la segunda mitad del siglo XVIII, América española tuvo un nivel de salarios más alto. El análisis presentado no se basa en el ingreso nominal, sino que en la cantidad de ciertos productos que permitían adquirir distintos promedios salariales. Entonces, las estimaciones arrojan que en América un salario equivalente al europeo permitía un mayor consumo de carne, azúcar y granos. Ciertamente, esta afirmación es matizada si se consideran distintas particularidades regionales, como la abundancia de tierras desocupadas en el Río de la Plata, Nueva Granada y Chile, que explicaría el alto consumo de proteínas animales por el predominio de la ganadería; o la prevalencia de costumbres prehispánicas en México y los Andes Centrales, que mantuvieron alta la oferta de granos.

En cuanto a las estaturas, se tomaron los casos de Yucatán, Campeche y México entre 1730 y 1780, que se compararon con los disponibles para diversas ciudades europeas en el mismo período, arrojando resultados de nuevo favorables a América que, en el caso de la población blanca de Maracaibo, la situaría dentro de las más altas del mundo. Una explicación para esto sería la elevada ingesta de carne, pero no resulta válida para México central, que se ubica debajo del promedio internacional, lo que obedecería a la influencia genética del componente maya.

A partir de la última década del siglo XVIII los indicadores económicos y antropométricos americanos comienzan a declinar, aunque a un ritmo inferior al que registran en Europa y Asia, lo que conduce a afirmar que los grandes problemas de América son la desigualdad y el lento crecimiento, pues sus valores promedio no permiten entender el origen del subdesarrollo y la pobreza.

En síntesis y volviendo a los objetivos planteados al comienzo, los trabajos reunidos en la recopilación comentada ofrecen una visión de la economía hispanoamericana antes de la Independencia y confirma la advertencia de que siempre es necesario tener en cuenta que convivían realidades regionales muy diversas, por lo que conclusiones y explicaciones generales deben ser hechas con cautela. Luego, esta heterogeneidad regional también debe ser considerada al momento de evaluar la hipótesis de un gran declive económico y biológico como trasfondo y causa estructural de la disolución del orden colonial. Los casos presentados indican que se trata de una exageración proveniente, en algunos casos de crónicas contemporáneas alarmistas, y en otros de errores metodológicos en la agrupación y análisis de los datos cuantitativos disponibles. Además de dar cuenta de los objetivos que se propusieron los editores, la obra tiene el mérito de ofrecer visiones renovadas de diferentes espacios americanos, líneas interpretativas útiles para comprender algunos desarrollos históricos que siguieron al período estudiado y vetas de investigación que permitirían explicar de forma aún más exhaustiva las distintas singularidades que se aprecian en la historia económica de Iberoamérica. Una de ellas es el comercio al interior y entre las colonias, pues aunque muchas veces es mencionado como una variable para explicar por qué cierta estructura económica mantiene su dinamismo o se ralentiza a un ritmo inferior al que se aprecia en las cifras agregadas a nivel imperial, su respaldo empírico es frágil.

En suma, Iberoamérica y España antes de las Independencias aborda tres cuestiones de importancia para todo ámbito desde donde se cultive la historia americana: la primera es que, comparada con el Viejo Mundo, la calidad de vida en América pareciera ser no tan desmejorada como se ha dado por supuesto, por lo tanto la “herencia colonial” tendría menor responsabilidad en los cuadros de pobreza, desigualdad y subdesarrollo que se aprecian durante el período nacional, que es donde habría que buscar explicaciones más rigurosas. Luego, se confirma la noción, aunque mucho más atenuada, de que América colonial experimentó un ciclo de expansión a partir de las reformas de mediados del siglo XVIII y otro de recesión desde la última década de esa centuria. Hasta ahora la mayor parte de los estudios que han intentado entender esta oscilación se han encapsulado buscando causalidades al interior del imperio, en lugar de atender a los fenómenos globales, que es donde parecieran estar las respuestas más sencillas y satisfactorias. Esto conduce a una última consideración, en especial para quienes se dedican a la economía colonial: se ha convertido en un hábito buscar en las variables fiscales las causas de las palpitaciones de las distintas economías regionales, como si los monarcas y sus súbditos experimentaran por igual fortunas y miserias. Los artículos reunidos en la obra demuestran que esta aproximación es insuficiente, incluso errónea, pues todos ellos muestran que, en distintos grados, al iniciarse el siglo XIX los mercados internos habían alcanzado una dinámica autónoma de suficiente vigor como para comenzar a albergar intereses y concebir proyectos distintos a los de sus metrópolis.

Jaime Rosenblitt B. – Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile. E-mail: [email protected]


GELMAN, Jorge; LLOPIS, Enrique; MARICHAL, Carlos (Coordinadores). Iberoamérica y España antes de las Independencias, 1700-1820. Crecimiento, reformas y crisis. México D. F.: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora; El Colegio de México, A. C., 2014. Resenha de: B., Jaime Rosenblitt. Hispanoamérica e Iberoamérica: una convergencia en el ocaso del mundo colonial. Almanack, Guarulhos, n.13, p. 215-220, maio/ago., 2016.

Acessar publicação original [DR]

El imperio de las circunstancias: las independencias hispanoamericanas y la revolución liberal española | Broberto Breña

O novo livro do historiador mexicano Roberto Breña merece destaque tanto por seu empenho em abordar, de forma bastante sugestiva, diversos aspectos da história política do mundo revolucionário hispânico, como por seu esforço em produzir um texto destinado também a um público mais geral interessado no assunto. El imperio de las circunstancias: las independencias hispanoamericanas y la revolución liberal española, composto por oito capítulos que contemplam cenários espanhóis e hispano-americanos de inícios do século XIX, representa uma continuidade de outros trabalhos do autor sobre o chamado “primeiro liberalismo” espanhol, as revoluções hispânicas e questões de cunho mais acentuadamente historiográfico.

Logo nas primeiras páginas, Breña anuncia duas ideias centrais de seu texto: “império das circunstâncias” e “ciclo revolucionário hispânico”. Referente à primeira, o autor afirma que centrou seu interesse na vida e obra de certos personagens, convencionalmente conhecidos como precursores dos processos emancipatórios hispano-americanos, e como as diferentes circunstâncias que os rodeavam teriam desempenhado papel decisivo em suas ações. Breña constrói e defende, ao longo do livro, a ideia de que tais circunstâncias (sociais, políticas, econômicas) não teriam permitido, com frequência, que esses personagens atuassem como desejavam. Sobre a segunda, ao inserir os processos de independência da América hispânica e a revolução liberal espanhola em um denominado “ciclo revolucionário hispânico”, o autor propõe uma leitura, numa perspectiva eminentemente política-intelectual, que privilegia a ligação direta entre acontecimentos peninsulares e americanos. A exemplo do que vem fazendo grande parte da historiografia a respeito, Breña destaca que foram alguns episódios metropolitanos e seus desdobramentos que provocaram uma série de respostas das colônias a precipitarem o início da história enfocada. Partindo, então, de uma abordagem que enfatiza a dimensão hispânica das revoluções tratadas no livro, o autor mostra cautela diante do chamado enfoque “atlântico”, o qual insere tais processos revolucionários num cenário mais amplo de movimentos político-ideológicos, a partir de uma série de pressupostos com os quais não está inteiramente de acordo.

A maneira como as informações e ideias são apresentadas e trabalhadas no livro evidencia o esforço do autor em construir e relacionar elementos diversificados de um mesmo contexto histórico. Dentre os oitos capítulos, o primeiro e o sexto, sobretudo, abordam o cenário metropolitano. O primeiro capítulo enfatiza a crise provocada pela orfandade da monarquia espanhola, as soluções políticas peninsulares adotadas após a invasão napoleônica e seus impactos e repercussões na América hispânica. O capítulo 6 trata da Constituição de Cádiz de 1812 e das formas de representação nela implicadas como marcos iniciais de uma vida política moderna no mundo hispânico. Neste apartado, Breña comenta sobre a importância do “primeiro liberalismo” espanhol e a efervescência constitucional vivida nos territórios hispano-americanos, enfatizando como esta Constituição amparou, em diferentes localidades, os primeiros processos eleitorais, influenciou aspectos jurídicos, debates ideológicos e a própria cultura política como um todo. Diretamente sobre as ideias liberais espanholas e sua influência no que agora se poderia denominar de “primeiro liberalismo hispano-americano”, o autor afirma que “el liberalismo que empieza a manifestarse en los diversos territorios americanos tuvo connotaciones distintas respecto al metropolitano” (p.197), demonstrando que no decorrer dos processos de independência da América hispânica aspectos centrais da ideologia e de práticas liberais sofreram modificações consideráveis. Finalmente, Breña aborda as ambiguidades e tensões que caracterizaram esses princípios políticos em ambos os lados do Atlântico, mostrando como o tema do republicanismo manteve estreita vinculação com o liberalismo neste contexto revolucionário.

Os capítulos 2, 3, 4 e 5 apresentam personagens, seus escritos e ideias entre o final do século XVIII e o início do XIX. Ao analisar, dentre outros, Francisco de Miranda, Simon Bolívar, San Martín, Bernardo Monteagudo e Servando Teresa de Mier, o autor trata de seus pensamentos, projetos e anseios, trilhando uma espécie de caminho no qual introduz o leitor a realidades políticas, sociais e ideológicas de diferentes partes da América hispânica, em especial durante seus processos de independência. Retomando uma das ideias centrais do livro, Breña faz uma reflexão sobre esses homens e seus supostos “fracassos” (ideia antiga na historiografia, mas aqui baseada na obra do historiador alemão Stefan Rinke, Las revoluciones en América: las vías a la independencia 1760-1830. México, El Colegio de México, 2011), para tentar demonstrar como as circunstâncias teriam se imposto sobre o pensamento e a ação de tais personagens. Sua argumentação é sustentada na ideia de que elementos como o caráter “prematuro” de alguns movimentos independentistas, a impossibilidade de algumas capitais imporem suas autoridades e legitimidades, e a adoção da forma republicana de governo em sociedades sem experiência alguma com instituições representativas teriam conformado um “império de circunstâncias” que, de modo distinto em cada caso, resultaria ser mais poderoso que a vontade de líderes.

Assim, para Breña, esses protagonistas exibiriam uma capacidade muito limitada para exercerem influxos sobre acontecimentos políticos, salvo em situações mais imediatas, como ele próprio afirma:

[…] los procesos emancipadores americanos se caracterizan, entre otras muchas cosas, porque casi todos los grandes líderes que participaron en ellos fracasaron en los proyectos políticos que se propusieron y porque en la mayoría de los casos (tratándose, insistimos, de líderes de primer nivel) no pudieron pasar de la fase bélica a la fase de estabilización o de construcción y, cuando lograron hacerlo, muchos de ellos fracasaron políticamente” (p.136).

No entanto, quando se concebe a inexistência de qualquer história de sociedades que seja totalmente movida por vontades individuais, a constatação de que os “próceres” das independências eram capazes de incidir sobre suas realidades apenas de forma muito limitada, submetidos que estavam a condicionamentos impostos pela realidade que lhes dava significado, as ideias de “fracasso” e “império das circunstâncias” parecem necessitar menor ênfase do que Breña a elas concede. Mesmo assim, é de inegável valor a tentativa do autor em expor vinculações entre acontecimentos peninsulares e americanos, bem como apresentar sustentos doutrinais e ideológicos, instabilidades e ambiguidades políticas como sendo compartilhados nestes espaços pari passu a particularidades de cada território.

Outro aspecto a chamar a atenção é o fato do processo independentista mexicano ser apresentado como um caso distinto. Breña argumenta, por exemplo, que características como a magnitude da revolução social iniciada por Miguel Hidalgo, ou o fato da independência mexicana ter se consumado por meio de um acordo “não violento” entre elites políticas e militares o distinguiram dos demais abordados no livro, afirmando que:

[…] las características señaladas dan al Virreinato de la Nueva España un lugar distinto, que acrecienta su carácter distintivo por el hecho de que, como es sabido, se trataba del territorio más rico, más poblado y cuya capital, la Ciudad de México, no tenía parangón en el contexto hispanoamericano (p.148).

Por certo, o autor não deve desconsiderar especificidades como essas, aliás presentes em toda parte e em todo tempo no processo geral que analisa; porém, ao colocar a Nova Espanha nesse lugar, sendo ele próprio um historiador mexicano, o livro de Breña parece recomendar ao leitor a sensação de cautela quanto à adequação de considerar-se esse um caso verdadeiramente peculiar. Caso contrário, não se perderia aí um dos elementos mais ricos que ele mesmo nos mostra, isto é, o caráter geral de um contexto e de um processo cravado de particularidades?

Os últimos dois capítulos, 7 e 8, apresentam, respectivamente, discussões de caráter metodológico e historiográfico. No 7, é possível acompanhar um profícuo debate metodológico que nos leva à posição do autor frente a imersão dos processos revolucionários hispânicos no denominado “ciclo revolucionário atlântico”. Breña reconhece que a adoção do enfoque atlântico pode trazer contribuições importantes, mas também postula que tal perspectiva tende, de maneira geral, a realçar semelhanças e continuidades entre processos específicos, pouco considerados como tais. Para o autor, a falta de similitudes entre, por exemplo, as revoluções norte-americana, francesa e as hispano-americanas, e o fato destas últimas terem sido majoritariamente conformadas por guerras civis a envolverem diversos grupos étnicos, realçariam diferenças pouco ou nada valorizadas por aquele enfoque. Aqui, Breña não nega denominadores comuns ou influências recíprocas entre tais revoluções, mas ressalta a inconveniência de interpretar as hispânicas como resultado de um suposto contagio ideológico-doutrinal proveniente dos Estados Unidos ou da França, postura reveladora de uma forte carga anglo-saxã contida em muitos dos adeptos do enfoque atlântico.

Por fim, o capítulo 8 apresenta posições e um compromisso de Breña frente à questão das comemorações dos bicentenários das revoluções hispânicas. Para ele, as mesmas deveriam favorecer a abertura de espaço para publicações, seminários, congressos, etc., que elaborassem, incentivassem e promovessem, além de uma revisão historiográfica crítica, uma visão mais complexa e abrangente dos acontecimentos do mundo hispânico entre 1808 a 1830. O autor manifesta que essas comemorações poderiam representar inclusive uma excelente oportunidade para a expansão do tema para além dos circuitos acadêmicos (o que não necessariamente implica o abandono do rigor metodológico), o que evoca novamente um dos objetivos bem cumpridos deste livro.

Permeado por notas explicativas e comentadas que ajudam a situar o leitor em debates mais amplos, e encerrado com um apêndice a oferecer “una bibliografía mínima de literatura secundaria sobre las revoluciones hispánicas desde la perspectiva, sobre todo, de la historia política e intelectual”, El império de las circunstancias, com seu forte teor crítico e amplo repertório de conhecimentos da matéria, representa indubitável contribuição positiva a uma historiografia que não para de crescer ao passo que – felizmente – não cessa de se renovar (p.299).

Priscila Ferrer Caraponale – Doutoranda em História pela Universidade de São Paulo (FFLCH/ USP – São Paulo/Brasil). E-mail: [email protected]


BREÑA, ROBERTO. El imperio de las circunstancias: las independencias hispanoamericanas y la revolución liberal española. México, D.F.: EL Colegio de México; Centro de Estudios Internacionales, 2013. Resenha de: Priscila Ferrer Caraponale. O ciclo revolucionário hispânico e suas “circunstâncias”. Almanack, Guarulhos, n.8, p. 162-165, jul./dez., 2014.

Acessar publicação original [DR]

La nación y su historia. Independencias, relato historiográfico y debates sobre la nación: América Latina, siglo XIX | Guillermo Palacios

Nessa coletânea de artigos, coordenados pelo historiador Guillermo Palacios, os autores lançam um novo olhar sobre a história da historiografia oitocentista na América Latina e a sua emergência no contexto da formação dos Estados e da construção das nações e das identidades nacionais.

A obra, a partir de uma perspectiva comparada das diversas situações historiográficas ibero-americanas, se propõe também a dar lugar a futuras indagações e pesquisas sobre o tema, e ser útil tanto a investigadores como a estudantes universitários. Neste sentido, este trabalho vem se juntar a uma série de outros estudos publicados na última década, sobre a formação de Estados e nações na América Latina. Cabe chamar a atenção para o fato de que os autores preferem usar, em seus artigos, a expressão “relato historiográfico” e não história (muito embora este termo seja utilizado em um sentido lato em diversas ocasiões no decorrer da obra), com o intuito de “diferenciar lo que parece ser un momento pre-moderno de la práctica de narrar el pasado, y su profesionalización, ya em los últimos años del siglo o en los primeros del XX” (p.09).

O livro faz alusão, em seu subtítulo, às independências ibero-americanas, pois, segundo Palacios, elas se constituem em marco histórico nas visões que as elites regionais, produtoras dos relatos históricos, projetam sobre o passado com vistas ao futuro, “mas em uma operação que busca cimentar o poder no presente” (p.12). Portanto, as guerras de independência e os processos imediatos que as seguem são o ponto de partida das “histórias nacionais” na América Latina. A relação da “história nacional” (oficial) será matéria, em muitas ocasiões, de disputa entre liberais e conservadores, em sua luta pelo poder político nos recém estados instaurados ou em torno dos projetos diferenciados de Estado e Nação. Neste sentido, a partir da produção de relatos historiográficos que se pretendem nacionais, se trata de fixar o passado, de uma vez por todas no imaginário coletivo, sempre de acordo com as representações, aspirações e interesses das elites. Por isso, a questão da “verdade” histórica é um elemento central, o fio condutor, em muitos dos relatos analisados pelos autores da coletânea. Contudo, não só a questão da “verdade”, mas também o “esquecimento” histórico é objeto de análise dos diversos autores, no que se refere à (re) elaboração de histórias nacionais.

La nación y su historia se divide em nove capítulos e, grande parte dos autores, focaliza uma ou várias obras capitais da historiografia do século XIX dos diversos países da América Latina, visando analisar os sentidos que estas obras outorgam às sociedades pós-coloniais.

Elias José Palti, em La nación argentina: entre el ser y el acontecimiento, se ocupa da obra Historia de Belgrano y la independência argentina, de Bartolomé Mitre. Visando analisar a construção de narrativas genealógicas sobre a nação, fundamenta seus argumentos em autores como Ernest Renan, José Chiaramonte e Benedict Anderson. O artigo de Palti acaba por revelar o caráter controvertido que assumiu o processo de afirmação de um estado centralizado, edificado na Argentina, na segunda metade do século XIX, e vê como problemática a concepção de uma ideia de nacionalidade anterior à formação dos estados na América Latina. Sobre a historiografía colombiana, Juan Carlos Vélez Rendón sugere, em seu ensaio Las luchas narrativas de una nación escindida, uma reflexão sobre a obra pioneira de José Manuel Restrepo, Historia de la revolución de la República de Colombia en la América Meridional, editada em Paris, em 1827, considerada o marco explicativo da revolução de independência. Em um segundo momento do ensaio, Rendón analisa as releituras realizadas sobre a obra capital de Restrepo, elaboradas por historiadores como José María Samper, Joaquim Posada Gutiérrez e José Manuel Groot, no decorrer do século XIX.

Cada uma das (re)interpretações e (re)significações da Historia de la revolución de la República de Colombia por parte de Samper, Posada e Groot, se inscreve em meio a um processo político contencioso, de cisão política que atravessava a sociedade colombiana em meados do século XIX, e que, portanto, incidiu sobre as releituras desses historiadores. Neste sentido, Rendón centra-se em alguns temas, que foram objeto de reinterpretações e polêmicas historiográficas na época, e que descortinam, no plano historiográfico, as lutas entre as elites (liberais e conservadoras) acerca da forma pela qual se devia edificar e organizar o Estado, e quais deveriam ser considerados os elementos constitutivos da futura nação colombiana.

Por sua vez, Guillermo Zermeño Padilla, em Apropiación del pasado, escritura de la historia y la construcción de la nación en México, parte dos seguintes questionamentos: em que sentido e até onde um evento jurídicopolítico, a declaração de independência do México em 1821, pode afetar a forma de escrever a história? Como a história se torna um fato natural, essencial, que passa a fazer parte da linguagem de uma coletividade com a tomada do poder por uma elite ou grupo? Como os “novos mexicanos” se apropriaram do passado e converteram, de forma anacrônica, os cronistas espanhóis do período colonial em “historiadores mexicanos”? Para responder a tais perguntas, Padilla se vale da análise dos escritos históricos do jesuíta Francisco Javier Clavijero e das obras de historiadores como Lucas Alamán, José Justo Gómez de la Cortina, Carlos Bustamante, Garcia Icazbalceta, Vicente Riva Palacio e Justo Serra, buscando compreender os vínculos entre a formação do discurso histórico nacional e a formação política da nação no México.

No caso peruano, Mark Thurner, professor da Universidade da Flórida, no capítulo intitulado La invención de la historia nacional en el Perú decimonónico, a partir de uma perspectiva iconográfica, discorre sobre a historiografia e suas relações com a história nacional. Embasado em teóricos como Hayden White e Jacques Rancière, o autor centra-se no papel motriz que desempenha o nome próprio na narrativa histórica a partir da análise dos discursos históricos e iconográficos sobre o país realizados pelo filósofo e historiador espanhol Sebastián Lorente (1813-1884), considerado o fundador da história peruana. Segundo o autor, Lorente inventou a “história peruana” como o “relato completo” de todas as coisas memoráveis jamais alcançadas pelos “peruanos”, em um território literário ou imaginado, projetado de forma retroativa, mas com vistas ao futuro. O fez com um estilo inspirador e ameno, e com a aprovação do sistema educativo do Estado (p.114). Thurner analisa ainda as obras e ideias principais dos historiadores sociais do século XX peruano, como José de la Riva Aguero e Víctor Andrés Belaúnde, críticos da historiografia de Lorente. Cabe salientar que o aspecto central no artigo de Thurner é seu estudo sobre os elementos literários e conceituais que tornaram possível pensar, até a atualidade, que o Perú é, ao mesmo tempo, um sujeito coletivo e singular.

Fundamentar a existência histórica de uma nação, fruto de um mosaico de pertenças, foi o desafio encontrado pela historiografia equatoriana, no século XIX, analisada pela historiadora Ana Buriano no capítulo La construcción historiográfica de la nación equatoriana en los textos tempranos. Em realidade, conforme Buriano, tudo era complexo e desconcertante na realidade do país daquela época: o sentimento de pertenças múltiplas, o problema da fragmentação territorial-administrativa, o regionalismo e a superação das identidades regionais/locais, dentre outras dificuldades para promover uma só nação, um só Estado. Neste sentido, Ana Buriano analisa o papel de destaque dos historiadores (e da História oficial), na forja do amálgama nacional equatoriano no século XIX. Historiadores, como Velasco e Gabriel García Moreno que, apelando ao passado, desde o presente marcado por conflitos, buscaram selecionar elementos que dessem coesão e sentido de pertencimento ao coletivo social após a independência do país, e no contexto de instauração do regime republicano.

No sexto capítulo, El pueblo soberano versus la plebe proselitista, Marta Irurozqui parte da candidatura presidencial de Evo Morales, em dezembro de 2005, e dos comentários dicotômicos dos diversos meios de comunicação sobre a população indígena e sua vinculação com a política nacional, para analisar as relações entre discurso historiográfico e etnização política na Bolívia, no período compreendido entre 1825 e 1922. Irurozqui divide o tema em três partes, nos quais aborda: a origem dos males nacionais, os problemas enfrentados pelo regime republicano após a independência, e o processo narrativo de etnização. A autora enfatiza em seu estudo não os possíveis problemas ocasionados pela elaboração de estereótipos, mas a negação do indígena e do mestiço como sujeitos e agentes históricos, negação essa legitimada pelas “verdades” históricas e, na atualidade, pela reedição de essencialismos identitários que justificam novas exclusões dos agentes históricos. Contribuição importante para a reflexão acerca de outras realidades latino-americanas, nas quais a dubiedade existente entre preconceito social e racial obscurece a análise dos mais lúcidos teóricos e intelectuais.

O Brasil também é contemplado em La nación y su historia, com o esclarecedor texto de Maria Ligia Coelho Prado, intitulado Emblemas de Brasil en la historiografia del siglo XIX: monarquia, unidade territorial e evolución natural. Nele, a autora, a partir de uma perspectiva historiográfica, literária e iconográfica, analisa algumas questões relativas à concepção e à elaboração dos primeiros textos da “história nacional”. Segundo Maria Ligia Prado, a historiografia oficial brasileira nasceu da convergência de ideias e vontades políticas, com coerência de objetivos, repetição de imagens e ampla permanência de algumas de suas ideias cardeais, dentre elas, a da transição política não violenta. Assim sendo, a autora analisa o papel do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro (IHGB) na configuração de um perfil da futura nação e na produção de uma visão homogênea do Brasil no interior das elites regionais. Além dos vínculos entre o Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro e o nascimento da historiografia nacional oficial, a autora menciona a importância da Academia Imperial de Belas Artes no conjunto produtor de imagens fundacionais do Brasil. Destaca a relevância da pintura histórica na construção da nação e de um sentimento de identidade no cenário político brasileiro do século XIX. Dentre os pintores, a autora privilegia a análise de alguns artistas e seus quadros, como o de Victor Meirelles, “A Primeira Missa no Brasil”, de 1861, mas também Pedro Américo e seu monumental “Independência ou Morte” e, ainda, Modesto Brocos, com “A Redenção de Cam”, de 1895. Um dos objetivos principais de Maria Ligia Prado é o de entender a construção de temas e a formulação de interpretações da História do Brasil pelos integrantes do IHGB. É, neste sentido, que a autora analisa as interpretações de Karl Friedrich Von Martius, de Adolfo Varnhagen, de Capistrano de Abreu, de Silvio Romero, de Manuel de Oliveira Lima e de Joaquim Manuel de Macedo, entre outros.

Prado examina três questões centrais alojadas no cerne da construção historiográfica nacional e que marcaram as gerações posteriores de historiadores como poderosas visões e concepções formadoras do imaginário social e como integrantes de mitologias políticas brasileiras (p.290). São elas: a elaboração da ideia de monarquia como garantia da unidade do território e da grandeza nacional, por oposição aos regimes republicanos das ex-colônias espanholas; a ideia de Brasil como uma sociedade única, resultado de mesclas raciais e culturais entre índios, brancos e negros; a construção da visão de História do Brasil como uma evolução suave e continua em que se destaca a ausência de rupturas violentas.

Rafael Sagredo Baeza, no oitavo capítulo da obra, proporciona ao leitor um estudo sobre a história nacional do Chile e sua relação com a História Natural. Baeza, através da análise de História Física e Política de Chile, do naturalista francês Claudio Gay, considerada a primeira narração histórica sobre o passado desse país, elaborada no período republicano. Portanto, neste texto original, Rafael Baeza destaca o papel determinante que os naturalistas tiveram no reconhecimento científico dos países que exploraram; mas também no papel igualmente significativo que tiveram na conformação de nacionalidades, no desenvolvimento de identidades regionais, na integração de povos e sociedades ou na identificação de um destino comum proposto pelos estados que se pretendem nacionais na América Latina oitocentista.

Por fim, Ezio Serrano Páez, no último capítulo da obra, contribui com uma discussão sobre os discursos e intervenções dos deputados liberais e conservadores que participaram em dois congressos constituintes: o Congresso de Valência (1830) e outro, também na mesma cidade, em julho de 1858. Discursos e intervenções essas carregadas de valor historiográfico, o que fez com que Serrano Páez buscasse determinar dentro da percepção do histórico, o lugar ocupado pelos conceitos de pátria, nação e estado nos contextos mencionados e elaborados pelas elites desse país.

Em suma, La nación y su historia, escrita em linguagem agradável por diversos autores ibero-americanos, e estruturada de forma coerente com a sua proposta inicial, alcançando a diversidade e o equilíbrio entre os diferentes estudos, trata-se de uma obra de crucial importância para todos os que compartilham de uma mesma inquietude: a compreensão das relações entre historiografia e a formação de nações, identidades e estados na América Latina no século XIX.

Janete Silveira Abrão – Doutora em História Contemporânea pela Universitat de Barcelona (UB-Barcelona/Espanha) e professora no Departamento de História da Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (FFCH/PUC-RS-Porto Alegre/Brasil). E-mail: [email protected]


PALACIOS, Guillermo (Coord.). La nación y su historia. Independencias, relato historiográfico y debates sobre la nación: América Latina, siglo XIX. México: El Colegio de México/ Centro de Estudios Históricos, 2009. Resenha de: ABRÃO, Janete Silveira. Independências, relatos historiográficos e debates sobre a nação na América Latina. Almanack, Guarulhos, n. 1, p. 170-173, jan./jun., 2011.

Acessar publicação original [DR]