Después del 68: la deriva terrorista en Occidente | Juan Avilés, José Manuel Azcona, Matteo Re

Deriva conjuga los acontecimientos del mayo francés con el terrorismo europeo de las décadas posteriores, un nexo que enmarca y contextualiza el proceso en conjunto; vínculo que, además, le otorga un significado polivalente porque combina dos cuestiones que no alcanzaron consenso en su definición; por un lado, la trascendencia de las jornadas del 68 y, por otro, un significado concluyente del término terrorismo. Es por ello que establecer una línea de continuidad que los vincule –tanto como consecuencia trágica de la época o por extravío y declive del movimiento– resulta un argumento que no alcanza para explicar la totalidad, ya que no considera, por ejemplo, la dérive situacionista como campo de experimentación de nuevas situaciones subversivas como un fin en sí mismas, o la hipótesis del terrorismo como un antimovimiento social desarrollada años atrás por Wieviorka (1991). De acuerdo con las voces de distintos protagonistas (Cohn-Bendit, 1987) es posible reconstruir una ruptura que se consumó tras el reflujo de la protesta: clivaje que legitimó la decisión de reinterpretar estrategias y tácticas a futuro y borró la distancia entre retórica y acción. Sommier (2013: 150), discute que la base crucial de los grupos terroristas hayan sido los profusos llamados a la violencia declamados desde la década anterior, en tanto que remarca “la distancia entre las intenciones declaradas por un colectivo y la disposición individual a actuar”. Para superar la etapa ya agotada y “llegar al extremo”, estas organizaciones elaboraron sucesivas narrativas para justificar su paso a la violencia revolucionaria, tejiendo una telaraña crítica sobre el 68. Así revolución perdió su halo romántico y al- canzó un nuevo significado –al igual que violencia, primero difusa y declarativa pero ahora como un salto al vacío hacia la lucha armada–, que se proyectará con un excluyente prisma militarizado. Por eso, esta ruptura no solo fue respecto al movimiento sino también a los parti- dos comunistas oficiales, grupúsculos, anarquistas y otras referencias políticas contemporáneas. Y para alcanzar una línea de acción superado- ra de la experiencia previa, se estructuraron en organizaciones clan- destinas blindadas y militarmente jerarquizadas. Desde el inicio los responsables de la obra advierten que no debe considerarse una línea de continuidad entre ambos fenómenos, no hay relación entre la ilusión del 68 y el terrorismo de la siguiente década (12) ni tampoco es un legado directo (14); pero, aun así, deriva no pierde su connotación de situación facilitadora entre uno y otro. En el capítulo que abre el volumen, J. Avilés examina los orígenes del terrorismo revolucionario europeo de la década de los setenta y le otorga sentido al título de la obra. Su concepto de deriva explica que el terrorismo no es consecuencia directa de los años de la contestación o por la actividad de una franja extrema de la nueva izquierda, aunque no hubiese obtenido sustento político sin la convulsión social anterior. De aquí se desprende que el 68 fue condición necesaria pero no suficiente y es en el desarrollo diferenciado de las distintas realidades donde el autor expone el núcleo fuerte de su hipótesis. Para el caso francés, los argumentos ideológicos de los radicales sirvieron como contención para el paso definitivo al terrorismo (39); para el italiano en cambio, la “violencia difusa (…) proporcionó un caldo de cultivo” (43). Cierra el texto caracterizando a estas organizaciones como sectas de fanáticos desconectadas de la realidad –argumento recurrente en otras partes y lugares– en vez de, en equivalencia con su propia exposición sobre el caso francés, continuar indagando en las razones que sostuvieron los terroristas para construir la visión del mundo sobre la que basaron sus prácticas; precisamente porque, tal como señala al principio, fueron “disímiles en sus aspiraciones” aunque “se influyeron mutuamente” (19). Quizá hubiese resultado más sustancioso proseguir con la idea de revolución inminente, que resultó tanto un “estímulo para el activismo violento” como una “decepción que radicalizaría aún más a algunos” (33), examinarla respecto a la interacción entre ambas y desde ahí sumergir aún más el análisis. No obstante, es una introducción teórica notable, tanto que enmarca los textos siguientes. J. M. Azcona por su parte elabora un apretado relato cronológico de los hechos y enfoca su análisis sobre la actividad terrorista y remarca que no es posible examinarla sin la protesta previa ni descartar que su final produjo una enajenación de la realidad. Resta considerar entonces la posibilidad de equiparar esta circunstancia con alguna forma radicalización emergente del proceso político-social de mayo y que, por tanto, obliga a contextualizar históricamente el conjunto. El término radicalización tampoco resuelve la contraposición entre pérdida del objetivo inicial y continuación natural del proceso previo que lo ha incubado, sino que lleva en un momento de su exposición (65) aludir a que sólo “una parte de sus protagonistas” devendrán terroristas, pero de inmediato señalar que su origen es un “producto cultural” de la época y, en un sentido más abstracto todavía, a una “crisis del marxismo-leninismo”. Pero también apela a la difusa y abarcadora idea de una generación inmersa dentro de un clima de época o cultural que resultara el sostén crucial de la experiencia terrorista posterior. Esta cuestión refiere al marco específico que posibilitó la emergencia de un tipo de expresión determinada, que no fue única en su época y, por lo tanto, equiparable con otras experiencias, lo que le quita fuerza al argumento que aspira aplicar estas variables delimitadas al caso europeo. Con el supuesto que el marxismo se había convertido en una categoría excluyente de análisis e interpretación de la realidad, pueden encontrarse los elementos facilitadores del terrorismo negro como repudio y enfrentamiento activo, pero dejaría de lado la tradición movilizadora del fascismo europeo. Cada época desarrolla el contexto de su propia expresión, aunque no alcanza para explicar el 68 en su totalidad. El potencial utópico-subversivo, también presente en otras épocas y contextos, conviene desarrollarlo en su especificidad. En este caso, la deriva terrorista del 68 no sería sino uno entre otros productos de ésta; y su especificidad, en definitiva, sería la liberación del potencial transformador que no sólo alcanzó a la izquierda sino también otros ámbitos: la profunda idea que el cambio era una instancia superadora del presente fuera de toda discusión y que, además, era posible, resultó el paso de la utopía imaginada –cualquiera que esta sea– a la acción (verdadero imperativo de la época) para volverla real. Por ello hablar de la deriva terrorista del 68 implica resumir el 68 en el terrorismo –será condición necesaria pero nunca excluyente– y subsumir toda aquella experiencia a uno sólo de sus posibles caminos posteriores. Y aunque ambas hipótesis pudieran ser complementarias, recaen en un lugar común que no dilucida la problemática referida, debido a que si se trata de un producto cultural entonces avanzó sobre toda ideología; y si fue una crisis del marxismo-leninismo (incluidas las críticas al modelo soviético) sus efectos alcanzar únicamente a la izquierda. Las dos hipótesis resultan escasas debido a que, por ejemplo, si los valores puestos en discusión no fueron exclusivamente interpelados por la izquierda sino por toda una generación, abarcó a todas las expresiones políticas e ideológicas. Por lo tanto, un producto cultural o clima de época excede ideologías y expresiones políticas concluyendo que resultó un hecho político-cultural que trascendió su aspecto generacional. A continuación, Azcona junto a M. Re indagan los orígenes del pensamiento revolucionario latinoamericano y su desarrollo durante las décadas 60-70, con particular énfasis en el alcance simbólico-práctico que tuvo en Europa, y donde destacan la relevancia de la influencia de sentido inverso que alcanzaron la figura del Che y la imagen de los Tupamaros, las que irradiaron un romanticismo que incidió con mayor fuerza en el imaginario político-militar de las organizaciones europeas que el mayo francés sobre América Latina: “todo lo soñado y acontecido con las guerrillas en América Latina –resalta Azcona a partir de una serie de entrevistas realizadas en Uruguay– repercutía de manera directa en las aulas universitarias europeas” (92). En tanto, los dos capítulos siguientes exponen las redes trasnacionales del anticomunismo en América Latina y la influencia que irradió el marxismo sobre el nacionalismo europeo. En apariencia disímiles, ambos textos logran expandir el contexto histórico del terrorismo revolucionario europeo. El primero de ellos, escrito por X. Casals, pone al descubierto las bases ideológicas y la construcción de redes trasnacionales anticomunistas instruidas para reprimir la influencia latinoamericana que ejercía sobre el extremismo europeo indicado más arriba y, puertas adentro, para abortar cualquier intento de crear una “nueva Cuba”; y en el siguiente N. Brooke sostiene que el 68 estimuló la búsqueda de un mundo distinto, en este caso catalizada por la creación de un Estado nacional (más adelante se abordan los casos en España: sobre ETA por G. Fernández, la kale borroka de J. Lezamiz, que abordan la cuestión del terrorismo vasco, sobre la izquierda radical, escrito por J. Fernández y sobre el FRAP y GRAPO de J. Catalán; como así también se incluyen trabajos sobre Córcega, de X. Crettiez, Portugal, S. Ferreira y Palestina, por R. Velasco), aunque su influencia “no predisponía automáticamente a los movimientos nacionalistas hacia estrategias violentas” (169). Se desprende entonces que la violencia política de cualquier signo estuvo siempre presente alimentando a diferentes manifestaciones, tanto reaccionarias como antagonistas, y se convirtió en el catalizador del ideario de las organizaciones extremistas. A renglón seguido, Azcona examina a los movimientos contraculturales de la época para lo que expone la imagen de toda una generación que se inventó y construyó una nueva visión del mundo –donde las más variadas expresiones artísticas jugaron un papel fundamental (como lo abordan más adelante J. Martínez y A. Urrutia)– en un camino donde “la liberación personal y social iban de la mano” (198). La premisa reside en que el mundo no puede cambiarse si ese cambio no inicia en primera persona – imposible discernir uno sin lo otro–, y lo que nació como un poderoso lazo hermanado se debilitó respecto al papel fundacional de la violencia dentro de los cambios que se sentían inminentes. La búsqueda de la verdad absoluta cambió de sentido y lo espiritual dejó paso a lo terrenal, ya que la revolución será por voluntad de los hombres. Esas vinculaciones que se entremezclaron oscilaban “entre la afinidad y la oposición” (206) dentro de un “imaginario compartido” (207), producto de una efervescencia donde todo lo deseable parecía volverse posible, según el capítulo signado por M. Alonso, y enmarcadas por una “cadena volcánica de la nueva geografía de las revoluciones” (212); atmósfera que permitió la “germinación de grupos violentos” (218). En lo que respecta al papel jugado por los intelectuales, si se considera de su exclusiva responsabilidad politizar el proceso y “ampliar, idealizar y proporcionar la ideología marxista justificando conscientemente la ejecución de la violencia revolucionaria” (240-1), como afirma M. Abdiu en el capítulo siguiente, queda de lado entonces el peso propio de todas las otras convulsiones que tuvieron lugar durante aquellos años. Los grupos extremistas voltearon su mirada hacia esos procesos contemporáneos en pleno desarrollo, considerados ejemplares por su vector ideológico internacionalista, y que les justificó, nuevamente, considerar el 68 como una instancia agotada. Pero nada de aquello era nuevo, sólo había cambiado la forma de procesarlos: ahora bajo una exclusiva lectura militarizada del mundo y de la vida. Leia Mais

The Crime of Nationalism: Britain, Palestine, and Nation-Building on the Fringe of Empire – KELLY (THT)

KELLY, Matthew Kraig. The Crime of Nationalism: Britain, Palestine, and Nation-Building on the Fringe of Empire. Oakland, CA: University of California Press, 2017. 264p. Resenha de: SCHONK JR., Kenneth. The History Teacher, v.52, n.3, p.529-530, may., 2019.

Matthew Kraig Kelly argues that the long-held conception that Palestinian nationalism is equal to criminality was a conscious construct by British and Zionist (“Zionist” is used here to represent Israeli nationalists) agents to marginalize and negate Arab agency in the Middle East. At its core, The Crime of Nationalism is the story of how ideas, opinions, and biases become discourse. Specifically, Kelly reconstructs the evolution of what he calls the construction of a “crimino-national” narrative of the Great Revolt of 1936 and its immediate and long-term aftermath (p. 2). At the onset of this era, Palestinian insurgency was taken by the British at face-value: a burgeoning nationalist movement seeking political agency in the years after Sykes-Picot, when British interests in southwest Asia were increasingly influenced by Zionist leaders. As tensions flared in 1936, the British began to categorize Palestinian action as criminal and terrorist, thereby associating any and all action by the latter as irrationally violent and dissolute. Within a period of just a few years, Arab transgression—whether it was conducted through political negotiation or in public protest—was defined as violence intent on undermining the ascendant Anglo-Zionist social order.

Kelly queries as to who has the right to use force. Through the use of letters, political missives, and newspaper accounts of all sides involved in this conflict, he convincingly argues that the British came to undermine Palestinian efforts to utilize violent—and peaceful—tactics in their nationalist endeavors. Such efforts yielded myriad results for the British. Primarily was that Arab action in Palestine was saddled with a discourse of violence, thereby negating any nationalist outcome.

Relatedly, such a discourse has had the effect of creating a global consensus that Palestinian nationalism was—and is—tantamount to criminal and terrorist activity.

Moreover, this direct involvement by the British in defining Palestinian action helped to justify any violent actions by the British and Zionists as being done in the name of justice and the maintenance of social order. In sum, these actions enabled the British and Zionists to self-justify their own use of force against Palestinians. This narrative transgresses both the historiography and conventional wisdom of the era that, Kelly argues, has been constructed by the British and has been incorrectly reified in scholarly works on the history of Palestine. As such, Kelly serves to correct this historiography, shedding light on how an ahistorical narrative becomes cemented.

This book has many applications for syllabi in myriad undergraduate and graduate courses on the modern Middle East, as well as those on the British Empire.

Adopters should not be dissuaded by the relatively brief time period covered in The Crime of Nationalism, as the implications of the events in question have relevance up through the present day. Less obvious is the teaching applicability in global history courses on nationalism, crime and criminality, and historical theory. Kelly consistently and effectively demonstrates how events in Palestine were influenced by and had connections to historical events and agents abroad. One such example regards the specter of recent events in Ireland, and how this shaped Britain’s response to the Great Revolt of 1936 and the events that followed in its wake. Thus, the book has a transnational aspect that provides a point of entry—and value—for those who may not be experts in the history of the Middle East. Moreover, Kelly’s arguments regarding the discursive construct of criminality will be of great interest and use for courses on the history of law and order. Additionally, the book has applicability in courses on historiography and historical methods. How Kelly corrects the narrative of the Great Revolt demonstrates the value of an applied empiricism that employs a post-modern analysis of the construction of historical discourse. As noted above, Kelly rightfully intends this as a work that corrects a historiography that has long perpetuated mistruths about the events of 1936. In this regard, The Crime of Nationalism teaches to transgress—that is, how to skillfully and tactfully provide voice to the historically marginalized.

Kenneth Schonk Jr. – University of Wisconsin–La Crosse.

Acessar publicação original

[IF]

Guerra Civil. Super Heróis: Terrorismo e Contraterrorismo nas Histórias em Quadrinhos | Victor Callari

Pouco explorada pelos historiadores, as fontes iconográficas ganharam nesses últimos anos um espaço de destaque no cenário historiográfico. As mudanças de perspectivas desenvolvidas no decorrer do século XX e também no início do XXI possibilitaram uma ruptura com leituras tradicionais que restringiam o trabalho do historiador aos arquivos e seus documentos considerados oficiais, e abriram espaços para novos questionamentos, abordagens e metodologias que ampliaram significativamente as possibilidades de compreensão de eventos passados e da contemporaneidade. A entrada dos historiadores nesse ramo diversificou ainda mais as produções acadêmicas. Autores conhecidos do grande público, como Peter Burke, Ivan Gaskell, Carlo Ginzburg, entre outros, se aventuraram em obras com essa abordagem, e se tornaram referências no âmbito acadêmico. Por outro lado, pesquisadores em início de carreira também vêm se aventurando e promovendo, mediante suas pesquisas, uma expansão significativa nesses estudos, muitos deles partindo de objetos até então pouco explorados pela historiografia.

Foi nesse novo cenário que a Editora Criativo publicou a obra “Guerra Civil. Super Heróis: Terrorismo e Contraterrorismo nas Histórias em Quadrinhos” (2016), resultado da dissertação de mestrado realizada dentro do Programa de Pós-Graduação em História e Historiografia da Universidade Federal de São Paulo – Unifesp, sob orientação da professora Drª Ana Nemi, escrita por Victor Callari professor da rede particular tanto no Ensino Superior quanto na Educação Básica. Callari possui publicações em periódicos acadêmicos nacionais e participações em eventos internacionais, em temas relacionados às histórias em quadrinhos, memória, holocausto, terrorismo, entre outros assuntos pertinentes a sua área. Leia Mais

Somalia: State Collapse, Terrorism and Piracy | Brian Hesse

O livro Somalia: State Collapse, Terrorism and Piracy é a compilação de uma edição especial Journal of Contemporary African Studies, organizada por Brian Hesse, professor de ciência política na Universidade Northwest Missouri State. O professor Hesse possui outras publicações sobre África, em especial relacionada à política externa americana, como o livro The United States, South Africa and Africa: of grand foreign policy aims and modest means. Além disso, tem a peculiaridade de ser guia sazonal de safári na África pela empresa americana Cawabunga Safari. Este livro está dividido em sete capítulos, produzidos por autores diferentes, e analisa aspectos, como a formação do atual governo de união, a ligação da Somália com o terrorismo global, a influência da diáspora somali na política do país, a dinâmica da pirataria e onde o cenário político, econômico e social funciona bem na Somália. O livro concentra-se em explicar a falência do Estado somali por meio de três eixos: clãs, terrorismo e pirataria – estes somados às intervenções estrangeiras e agravados por elas. Trata-se de um livro recente, publicado pela primeira vez em 2011, e que reflete sobre os problemas atuais da Somália, assim como sobre as causas destes.

O primeiro capítulo, Introduction: The myth of Somalia, de autoria do próprio organizador do livro, apresenta a história da Somália independente, com ênfase na fragmentação do Estado somali. A atual Somália é a junção das antigas Somalilândia Britânica e Somalilândia Italiana, as quais ficaram independentes em 1960, formando a República da Somália. Os somalis étnicos estão espalhados por várias regiões do Chifre da África: Quênia, Etiópia, Djibuti e na região que se proclamou a República da Somalilândia. Além desses, os refugiados e a diáspora Somali estão localizados em países da África, do Oriente Médio, da Europa e da América do Norte. Desde 1992, a Somália já passou por três intervenções militares sob a chancela da ONU, além da presença de inúmeras Organizações Não-Governamentais (ONG). Leia Mais

Times of Terror: Discourse/ Temporality and the War on Terror | Lee Jarvis

Os ataques terroristas de 11 de setembro de 2001 foram alvo de intenso debate ao longo dos últimos anos. Diversos foram os analistas que, por meio dos mais distintos vieses teóricos e metodológicos, procuraram avaliar o que aconteceu, o que mudou e o que se manteve inalterado no sistema internacional. Todavia, retomando a profícua distinção proposta por Lynn-Doty (1993) entre perguntas do tipo por que (why-questions) – interessadas em investigar porque determinadas ações e/ou decisões foram tomadas – e perguntas do tipo como (how-questions), cuja meta é entender como sentidos são produzidos e dados aos mais diversos sujeitos sociais, podemos argumentar com certa segurança que este ultimo tipo de pesquisa associado à Guerra ao Terror se desenvolveu apenas mais recentemente na área de Relações Internacionais. O livro ora resenhado é uma valiosa tentativa nessa segunda linha. Leia Mais

Globalização, Democracia e Terrorismo – HOBSBAWM (CTP)

HOBSBAWM, Eric. Globalização, Democracia e Terrorismo. São Paulo: Companhia das Letras, 2007. Tradução de José Viégas. Resenha de: SILVA, Karla Karine de. Sobre a Globalização, a Democracia e o Terrorismo. Cadernos do Tempo Presente, São Cristóvão, n. 01 – Outubro de 2010.

Em seu mais recente livro, Globalização, Democracia e Terrorismo (Tradução José Viegas. São Paulo: Companhia das Letras Ed. 2007, R$ 36,00), o historiador egípcio Eric Hobsbawm reúne uma coletânea de palestras e conferências pautadas em alguns dos temas mais atuais da contemporaneidade. Dividida em dez capítulos, sua obra analisa fatos e situações focadas principalmente nos séculos XX e XXI. Hobsbawm aborda diferentes e relevantes problemas, como os impérios hegemônicos estabelecidos por Estados Unidos e Grã-Bretanha e suas diferenças; o fim da Guerra Fria e suas conseqüências; a democracia em suas diversas particularidades; o terrorismo, esta novidade apenas aparente na geopolítica, a crescente violência e seus deslocamentos de eixos; a expansão do Império norte-americano. Todos os escritos são permeados por discussões sobre guerra, paz, segurança, nacionalismo, globalização, economia e ordem pública. Há também considerações significativas sobre o futebol, relacionado com criatividade a alguns dos temas mencionados.

Eric Hobsbawm nasceu em Alexandria, em 1917, e educou-se na Áustria, na Alemanha e na Inglaterra. Historiador contemporâneo, recebeu o título de doutor honoris causa em universidades de diversos países. Lecionou até se aposentar no Birkbeck College, da Universidade de Londres, e posteriormente na New School for Social Research, de Nova York. Publicou no Brasil obras como Era dos Extremos (1995), Ecos da Marselhesa (1996), Sobre História (1998), O Novo Século (2000) e Tempos Interessantes (2002).

Embora não deixe de mencionar exemplos sobre guerra, globalização e terrorismo em um punhado variado de países nos cinco continentes, as conferências selecionadas para o livro concentram-se nas políticas norte-americana e britânica. Hobsbawm deixa claro sua crítica e contrariedade ao expansionismo do governo de George W. Bush (2000-2008). O historiador põe em perspectiva comparada os fenômenos que fizeram desses países – EUA e Inglaterra – grandes impérios, ao mesmo tempo em que apresenta suas diferenças. Tratando-se da Grã-Bretanha, centro da economia mundial no século XIX, Hobsbawm explica que suas pretensões expansionistas eram, e são, sobretudo comerciais. Dos anos 1800 até a primeira metade do século XX, o império britânico era o maior exportador de produtos manufaturados, ainda detentor de uma força naval incomparável e, embora tenha encontrado um forte concorrente tecno-industrial (EUA) no século seguinte, reestruturou-se no mercado investindo ainda mais em instituições financeiras, bancos e exportação de capitais.

Os EUA também têm um vasto mercado-mundo tecno-industrial e sua frota aérea não enxerga concorrentes. Entretanto, sua política externa expansionista pautada em parte na exportação do chamado “modelo americano de ser”, e mais incisivamente pela ocupação militar de países mais fracos, valendo-se da ideologia que Hobsbawm classifica de “uma missão imperial (…) a implicação messiânica da convicção fundamental de que sua sociedade livre é superior a todas as demais e está destinada a tornar-se o modelo global”, difere em muito dos ideais britânicos de superioridade. O reconhecimento de seus limites e da não interferência nas políticas internas dos países “ocupados” economicamente pela Grã-Bretanha, impedem-na de cair na megalomania messiânica americana.

A ênfase que Hobsbawm confere às discussões sobre as hegemonias norte-americana e britânica se justifica pelo fato de que, diante das crises mundiais, – principalmente as que emergiram com o fim da “Guerra Fria” – apareceram pequenos Estados independentes e internamente conflituosos. Isto facilitou o acesso de grupos terroristas a armamentos mais sofisticados, aumentou da violência e inflacionou as guerras civis (as guerras larvais em “países sem importância” para os falcões do exército americano são o melhor exemplo disto). O mundo Pós-Guerra Fria experimentou histerias diante de catástrofes (aquecimento global), pandemias (AIDS, gripe aviária) e viu, pela TV e Internet, a ascensão da propaganda do terrorismo. Por isto, o historiador afirma que é urgente a necessidade que os povos têm de um sistema governamental que interfira positivamente como agente promotor da ordem global. Seriam os EUA, potência mundial militar e tecnológica, tal agente? Esta questão permeia toda a obra do autor, especialmente os capítulos seis a oito.

O conceito atual de democracia-liberal, muito distante dos seus ideais originais, tem sido desculpa para as “intenções” messiânicas americanas. O autor ressalta que esta proposta estadunidense não resolve os problemas, tampouco está ali o modelo de governo a ser seguido pelas nações do mundo. As diferenças culturais, as necessidades de cada povo e as variadas concepções de mundo dentro das culturas, elegem qual modelo de governo adéqua-se melhor aos problemas das diversas sociedades.Neste sentido, a ânsia de um governo adequado às necessidades de um grupo ou a resposta a algum tipo de imperialismo, tem alimentado a crescente onda de terrorismo. A análise de Hobsbawm sobre os agentes do terror e os elementos que lhe dão embasamento é provocativa. Ele considera que este não se concentra em grupos ativistas específicos como, por exemplo, ETA, IRA, Al-Qaeda, Hamas, Al Fatah, Jihad Islâmica da Palestina, Hezbollah, Tigres Tâmeis, Partido dos Trabalhadores do Curdistão etc., mas acentuadamente está presente em Estados (autoritários ou liberais), nas suas táticas de coerção e “controle”.

Em suma, Globalização, Democracia e Terrorismo traça vividamente um painel do cenário político internacional analisando a situação mundial e os problemas mais agudos com que nos confrontamos atualmente. Mais do que uma mera apresentação da situação mundial, o autor deixa claro sua oposição às intervenções armadas como desculpa para resolver questões internacionais. Condena fortemente as pretensões imperialistas e hegemônicas, aceleradoras da violência e, sobretudo, demonstra sua preocupação com o colapso no qual o mundo se encontra atualmente. Em época de guerras, falências e forte crise econômica, uma obra como esta pode nos auxiliar a observar de maneira crítica as ondas rápidas dos acontecimentos no tempo presente.

Karla Karine de Jesus Silva – Graduanda em História pela Universidade Federal de Sergipe. Bolsista PIBIC/CNPq. Integrante do Grupo de Estudos do Tempo Presente – GET.

Consultar publicação original

America between the wars: from 11/9 to 9/11 | James Goldgeiger

Após o fim da Guerra Fria, o debate acerca de qual seria a melhor estratégia para os Estados Unidos adotarem em substituição à contenção se tornou um tema muito controverso para os analistas de Relações Internacionais e, principalmente, para os formuladores de política e tomadores de decisão do país. A dificuldade para se encontrar um novo termo e um projeto de ação de longo prazo se tornou um desafio instigante. Em tal contexto, examinando a história recente da política externa norte-americana de 09/11, a queda do Muro, à 11/09, os atentados terroristas ao território continental, James Goldgeiger e Derek Chollet em America Between the Wars oferecem uma interessante análise desta fase 1989/2009.

Passando pelos governos Bush sênior (1989/1992), Bill Clinton (1993/2000) e George W. Bush (2001/2008), o texto define estas duas décadas como “os anos modernos entre guerras” (modern interwar years). A obra discorre sobre os principais acontecimentos, os diferentes conceitos cunhados no período e o debate acadêmico e político que vigorou ao longo destes anos, mostrando de forma perspicaz a dificuldade dos EUA em reencontrar um sentido norteador de sua atuação no Sistema Internacional após a eliminação do rival soviético. Mais do que diferenças, os autores apontam as semelhanças em táticas e retóricas entre as administrações (em particular o recorrente tema da democracia e do lugar especial da liderança no mundo, associada ao seu intervencionismo) que enfrentaram estes momentos do pós-Guerra Fria, identificando-os, como indica o subtítulo do livro de “os anos mal-compreendidos entre a queda do Muro de Berlim e o começo da Guerra Contra o Terror (GWT)”. Leia Mais

The history of lessons: power and rule in imperial formations – SAADA (RIHGB)

SAADA, Emanuelle. “The history of lessons: power and rule in imperial formations”. Items & Issues. New York. Social Science Council. V.4, n.4, Fall/Winter, 2003/2004. Resenha de: BOCHAT, Lêda Rodrigues. Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, Rio de Janeiro, v.165, n.422, p.265-266, jan./mar., 2004.

Lêda Boechat Rodrigues – Sócia emérita do IHGB.

Acesso apenas pelo link original

[IF]