Compromiso militante y producción historiográfica. Hernán Ramírez Necochea y Julio César Jobet (1930-1973) | Gorka Villar Vásquez

Gorka Villar Vasquez Imagem Researchgate
Gorka Villar Vásquez | Imagem: Researchgate

El libro que presentamos estudia la producción historiográfica de Hernán Ramírez Necochea (1917-1979) y Julio César Jobet (1912-1980), a propósito de sus compromisos militantes en los partidos Comunista y Socialista de Chile, respectivamente. Lejos de reproducir lugares comunes sobre ambos historiadores, esta obra –escrita en el marco de una tesis de magíster en Historia– aborda de manera prolija, metódica y fundamentada a dos exponentes de la historiografía marxista clásica. De esa manera, Gorka Villar nos propone tomar distancia de visiones reduccionistas y homogeneizadoras con respecto al pensamiento histórico de ambos intelectuales, así como de esfuerzos apologéticos en su defensa. Por el contrario, nos invita a comprender la relación entre producción historiográfica y compromiso político de manera contextualizada, examinando complejos espacios de disputa sociopolítica en el siglo XX chileno, como lo eran el campo académicohistoriográfico y la opinión pública.

Compromiso militante y producción historiográfica…, se extiende desde 1930 – década en que ambos historiadores iniciaron sus estudios en la Universidad de Chile, así como sus respectivas militancias políticas– hasta el golpe de Estado en 1973, que significó una fractura irreparable de la comunidad democrática chilena en la que participaron Hernán Ramírez y Julio César Jobet. A lo largo de cinco capítulos, esta obra nos muestra el modo en que los historiadores se encuentran vinculados a diferentes espacios culturales y sociopolíticos, permitiéndonos conocer desde diferentes ángulos los contextos de producción de la historiografía chilena en el siglo XX. En ese sentido, Gorka Villar argumenta que, si bien ambos historiadores marxistas fueron militantes e influidos por sus compromisos políticos, también tuvieron la capacidad de incidir en sus partidos, al mismo tiempo que eran respetados académicos de la Universidad de Chile y fueron influenciados por la historiografía liberal de 1930 (p. 20). Estamos en presencia, entonces, de un fenómeno complejo situado en el siglo XX chileno que guarda varios niveles y ejes de análisis, vinculados a la historia intelectual, a la nueva historia política, a la historia de la historiografía y a los usos políticos de la historia. Leia Mais

La idea de Europa en el mundo Romano: Proyecciones Actuales | Alejandro Bancalari Molina

La primera década de los años 2000 podemos recordarla como un periodo de aperturas y reflexiones de la sociedad en un contexto globalizado, ante esta nueva situación los trabajos históricos se orientaron a trabajar bajo estos nuevos paradigmas que trajo consigo la globalización. El presente texto del destacado Historiador e Investigador Alejandro Bancalari Molina, puede enmarcarse perfectamente en esta corriente historiográfica. Debemos recordar que anteriormente el autor escribió el libro Orbe Romano e Imperio Global: la romanización desde Augusto hasta Caracalla, publicado por Editorial Universitaria durante el año 2007, el cual podemos reconocer como la antesala del análisis que el autor realiza en la presente obra, donde se ha enfoca en dos cuestiones principales: 1) la sentimentalidad de ser parte de la unión europea, la identidad que envuelve a los habitantes de Europa y 2) la reflexión histórica que subyace a esta idea de identidad europea, que tiene antecedentes directos en el mundo romano. Leia Mais

El Perú y su Independencia. Reflexiones ante el Bicentenario | José Agustín de la Puente Candamo

Jose Agustin de la Puente Candamo Foto Hugo PerezArchivo El Comercio
José Agustín de la Puente Candamo | Foto: Hugo Pérez/Archivo El Comercio

El Perú y su Independencia. Reflexiones ante el Bicentenario, el reciente libro póstumo de José Agustín de la Puente Candamo y editado por José de la Puente Brunke, nos presenta la reedición de una selección de textos sobre la independencia del Perú escritos a lo largo de setenta años. En estos, se aprecia claramente su visión del proceso independentista peruano e hispanoamericano. El primero influenciado por la idea de peruanidad y la vinculación con el mestizaje propuestas por José de la Riva-Agüero y Víctor Andrés Belaunde, así como la idea del Perú «como sujeto histórico que se va formando a lo largo de siglos» (XV), y el segundo como la «maduración» del sentimiento americano frente a la metrópoli desde —para él— mediados del siglo XVIII hasta las guerras napoleónicas de inicios del siglo XIX.

El libro cuenta con doce capítulos agrupados en dos partes, una introducción, un colofón y bibliografía general. En la introducción, se reproduce el discurso de agradecimiento al Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Ricardo Palma (2007), donde se da cuenta su acercamiento a la Historia, los motivos que lo llevaron a seguir la docencia y el estudio de la independencia, así como la importancia de los cursos de historia del Perú en el ámbito escolar y universitario, muchas veces dejados de lado. Leia Mais

Región y Nación. La construcción provincial de Chile. Siglo XIX | Armando Cartes Montory

La construcción de los Estados nacionales, como tema de interés de la historiografía, ha cobrado cada vez más importancia en las investigaciones sociales desde la década de 1980. El escurridizo concepto moderno de “nación”, según es definido por Hobsbawm (2018), ha estado en el centro del debate. Muchas de las discusiones sobre el tema se han concentrado en abordar las múltiples formas que esta abstracta idea ha tomado para convertirse en una realidad tangible para las personas que habitamos este mundo. Obras claves, como Comunidades imaginadas, de Benedict Anderson (1993), alentaron la reflexión sobre el tema en espacios extraeuropeos. No obstante, este tipo de producciones tambalearon a la hora de aplicar el análisis en la realidad latinoamericana y trabajos como el coordinado por François Xavier-Guerra y Antonio Annino (2008), entre otros, se preocuparon por pensar el problema desde un escenario diferente y con particularidades. En Chile, la inquietud también fue acogida, impulsada en parte por los festejos del bicentenario y por trabajos como el de Julio Pinto y Verónica Valdivia (2009), o el editado por Gabriel Cid y Alejandro San Francisco (2009), los cuales son referencia en esta materia, por nombrar solo algunos.

Esta brevísima lista sobre trabajos que estudian la construcción de la idea de “nación” sugiere que la dimensión territorial necesita ser considerada. La “nación” no fue un molde aplicable a cualquier realidad. Lo escrito para Europa o Asia no es extrapolable al contexto latinoamericano, pues, pensando el problema desde este espacio, surgen matices y texturas que deben ser consideradas. Lo mismo es válido desde América Latina hacia Chile, donde, si bien existen grandes redes de relación, abordar el tema anclado desde un punto en específico del mapa brinda nuevas miradas y genera diferentes sentidos de observación. Leia Mais

Circulaciones/ tránsitos y traducciones en la historia de la educación | E. Galak, A. Abramowski, A. Assaneo, I. Frechtel

Circulaciones, tránsitos y traducciones en la historia de la educación es un libro digital fruto del trabajo conjunto entre la editorial de la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE) y la Sociedad Argentina de Investigación y Enseñanza en Historia de la Educación (SAIEHE). Inaugura una colección denominada Nuevos enfoques en historia de la educación, que se propone reunir las producciones de un campo en crecimiento y renovación. En este caso, la obra expresa una perspectiva transnacional desde la que se analizan formas de circulación de personas y de saberes a través de diferentes soportes materiales y en diferentes coyunturas de los siglos XIX y XX. Leia Mais

Ecología política en Chile: naturaliza, propriedade, conocimiento y poder – BUSTOS et al (EA)

BUSTOS, Beatriz; PRIETO, Manuel; BARTON, Jonathan (Compiladores). Ecología política en Chile: naturaliza, propriedade, conocimiento y poder. [Sn.]: Editorial Universitaria, 2015. Resenha de: GIMINIANI, Piergiorgio;  JACOB, Daniela. Estudios Atacameños, San Pedro de Atacama, n.53, nov., 2016.

El libro “Ecología política en Chile: naturaleza, propiedad, conocimiento y poder”, editado por Beatriz Bustos, Manuel Prieto y Jonathan Barton, reúne a doce investigadores afiliados a universidades nacionales e internacionales, que comparten un interés en el estudio de los procesos eco-políticos que están afectando Chile. Los nueve capítulos que componen este libro dan fe de una gran heterogeneidad de enfoques analíticos y de las localidades de investigación. A pesar de su diversidad, los capítulos de “Ecología Política en Chile” se encuentran organizados a partir de una reflexión conceptual sobre los elementos claves para establecer un análisis comparativo y un diálogo entre las distintas posibilidades de investigación abiertas por la ecología política. Los editores proponen pensar la ecología política a partir de cuatro dimensiones: naturaleza, propiedad, conocimiento y poder. Al problematizar estas cuatro dimensiones, el libro nos invita a preguntarnos sobre cuáles son las naturalezas que las prácticas de uso y conservación de recursos naturales producen desde el punto de vista tanto ontológico como epistemológico.

El enfoque hacia la producción ontológica y epistemológica de la naturaleza en cuanto proceso político es una de las principales novedades del volumen. Sin embargo, no es la única. En los debates analíticos y políticos existe una tendencia a reducir la ecología política a oposiciones dicotómicas, que obscurecen la fragmentación e hibridación de lo político en las relaciones de poder en juego en los conflictos ambientales. Los capítulos de este libro, en particular los capítulos de Palomino-Schalscha y de Román y Barton, nos invitan a considerar el conflicto socio-ecológico más allá de categorías binarias, demostrando el carácter inmanentemente político de estos procesos. Esto va acorde al planteamiento de los autores sobre la ecología política como una postura que “rompe con el mito de la naturaleza como fenómeno prepolítico” (50). La reflexión sobre lo político avanzada por los autores de este libro, nos ayuda a reconocer las especificidades de este fenómeno en la ideología y lógica neoliberal. Esta consideración es inevitable debido a que cualquier estudio de ecología política en Chile, un bastión del neo-liberalismo desde el comienzo de la dictadura militar en 1973, hace evidente los mecanismos particulares de esta ideología en los procesos extracción y, en menor medida, de conservación de recursos naturales en la esfera pública como privada. A diferencia de lo que pueda pensarse en un primer momento, el neoliberalismo no es simplemente la ausencia de Estado, sino que más bien se caracteriza por la reconfiguración de la gobernanza pública según modelos de lógica financiera, (y ya no la teoría política o filosofía moral) con el fin de sustentar la expansión del mercado, en este caso, de recursos y servicios naturales. A pesar del evidente énfasis de la gobernabilidad medio ambiental neoliberal en el extractivismo, el neoliberalismo en el campo ecológico (como en tantos otros) no es un fenómeno exento de contradicciones. El ejemplo más evidente es el así llamado “neoliberalismo verde”, que mediante la propiedad privada de territorios coarta el extractivismo de recursos, iniciativa que va acorde a las lógicas y expansión del mercado. Como bien señala Palomino-Schalscha en su capítulo sobre los senderos pewenche Trekaleyin en el Alto Bío-Bío, dentro de las mismas lógicas neoliberales, hay espacio para la reapropiación de estas por parte de la sociedad civil, dando espacio a la contestación con el efecto de producir espacios de “aguante”, como fue propuesto por la antropóloga Elizabeth Povinelli (2011).

Otro aspecto llamativo de este libro es la apertura de un espacio de diálogo teórico entre corrientes de pensamiento que no suelen entrar en relación. Los capítulos de este libro se inspiran tanto en los principios de la acumulación por desposesión desarrollado por David Harvey (2003) y en general por la geografía neo-marxista a las corrientes post-humanas, inspiradas en el trabajo de Donna Haraway (2008) y Bruno Latour (2008) en el estudio de la ciencia y tecnología. La relación entre estas dos corrientes permite ver cómo su conjunción es solo en apariencia contradictoria. Por un lado, un enfoque estructural nos permite ver quién produce e impone modelos epistémi-cos dominantes sobre la naturaleza; por otro lado, una perspectiva post-humanista nos invita a reconocer cómo el conocimiento en sí mismo, es un proceso de construcción ontológico donde resulta difícil plantear una clara distinción entre conocimientos científicos y sociales. Ambas posibilidades coexisten en conflictos medioambientales, como el desastre ambiental provocado por la celulosa Arauco que vio la pérdida de vida de cien Cisnes de Cuello Negro en Valdivia, presentado por Sepúlveda y Sundberg, y el desarrollo de enfermedades causada por la sobrepoblación de salmón comercial en todo el sur de Chile analizado por Bustos. El estudio de estos tipos de casos se vuelve necesario por una reflexión crítica constante sobre la cultura del experticia, como un campo de saber a -politicizado que caracteriza la producción de conocimiento y políticas públicas en Chile.

Otras dos novedades relevantes de este libro son la pro-blematización del concepto de propiedad en las disputas medioambientales y la relación entre colonialismo y ex-tractivismo en juego, en los procesos eco-políticos contemporáneos en Chile. Los capítulos de Manuel Prieto y David Tecklin, demuestran como la propiedad es una relación de poder práctica más allá de su carácter legal. De esta forma, la propiedad aparece tanto como una imposición gubernamental y como un campo político abierto a fracturas, contradicciones y resistencias. La relación entre extractivismo y colonialismo es evidente en consideración de una larga historia de expropiación de recursos naturales hacia los pueblos originarios en Chile, legitimizada, principalmente, por mecanismos legales de propiedad como el de la terra nullius. La faceta opuesta del racismo ambiental es la penetración de ideas y símbolos asociados a los pueblos indígenas en el movimiento ambientalista, un fenómeno ampliamente documentado a nivel global (Tsing 2005). A pesar del riesgo implícito de esencializar las sociedades indígenas, el conocimiento de sus nociones eco-cosmológicas pueden contribuir al problemático reconocimiento de la diversidad cultural en Chile (o más bien su falta) y al desarrollo de nuevos valores medioambientales universales, un punto planteado por Rozzi en su capítulo sobre ética biocultural.

A pesar de las contribuciones que se han hecho explícitas, hay una interrogante que inevitablemente aparece al leer el texto ¿Hasta qué punto este libro sólo aplica marcos teóricos globales, provenientes de centros de producción de conocimiento a Chile, que vendría a ser periférico a estos? De hecho, rellenar un vacío analítico en un lugar como Chile, puede parecer inicialmente como el trabajo típico de traducción de conceptos desarrollados en los centros de una particular disciplina, en este caso los departamentos de geografía en las universidades del “norte”, y la aplicación de esto a un contexto supuestamente periférico. La centralidad de la traducción entre centros y periferias del saber académico ha sido destacada en los estudios coloniales para recalcar cómo ciertos lugares son destinados a ser casos de estudio y otros centros de producción de teoría. Es innegable que en este libro hay un interés loable en presentar al lector chileno e hispano hablante, algunas de las discusiones globales contemporáneas en geografía desarrolladas principalmente en el mundo anglófono. Sin embargo, la comunicación generada entre los contribuidores de este libro, de distintos contextos académicos, demuestra implícitamente no solo lo que el estudio del caso chileno puede beneficiar en términos de comprenderse a sí mismo mediante marcos teóricos globales, sino también lo que la comunidad académica y política global puede aprender de Chile. De esta manera, algunos conceptos que han tenido su génesis en el norte vienen a desterritorializarse y a enriquecerse con otras experiencias, dialogando y modificando el modo en que aparecen en el lugar de su génesis estos mismos conceptos.

Más allá de las contribuciones y discusiones teóricas de este libro, que hemos listado anteriormente, vale volver también a lo planteado por Tom Perreault en el prefacio del libro “el conocimiento académico crítico sirve tanto para la crítica como para la acción” (9). Esta frase, estrechamente vinculada a los orígenes de la ecología política y a su relación a los movimientos sociales, deja desde un comienzo este libro como una promesa inacabada. La función crítica está cumplida con creces, ahora queda esperar a ver cómo estas ideas son capturadas y resignificadas en las luchas ambientales que se están dando en el Chile actual, para sólo de este modo pasar a la tan ansiada acción.

Referências

Latour, B. 2008. Reensamblar lo social: una introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires: Manantial.         [ Links ]

Harvey, D. 2003. The new imperialism. Oxford University Press.         [ Links ]

Haraway, D. J. 2008. When species meet. Vol. 224. U of Minnesota Press.         [ Links ]

Povinelli, E. A. 2011. Economies of abandonment: Social belonging and endurance in late liberalism. Durham, NC: Duke University Press.         [ Links ]

Tsing, A. L. 2005. Friction: An ethnography of global connection. Princeton University Press.         [ Links ]

Piergiorgio Di Giminiani – Programa de Antropología y CIIR (CONICYT/FONDAP/15110006), Pontificia Universidad Católica de Chile. Avenida Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago ([email protected]).

Daniela Jacob – CIIR (CONICYT/FONDAP/15110006), Pontificia Universidad Católica de Chile. Avenida Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago ([email protected]).

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Construyendo un sujeto criminal. Criminología, criminalidad y sociedad en Chile. Siglos XIX y XX | Marco Antonio León León

Asistimos desde los años noventa a un creciente interés por la historia del delito y el castigo en América Latina. Objeto hasta entonces infrecuente en la historiografía latinoamericana, muchas veces pensado y asumido como un tema propio del mundo del derecho, han ido progresando los trabajos que ponen la atención en las transformaciones en la criminalidad y el castigo. Es así, por ejemplo, que son notorios los avances en los estudios sobre las prisiones en el continente, especialmente en el último cuarto del siglo XIX y comienzos del XX. Sin dudas se ha convertido en un referente en esta materia el estudio de Marco Antonio León León sobre las cárceles chilenas “Encierro y corrección. La configuración de un sistema de prisiones en Chile, 1800 – 1911” publicado en el año 2003. De alguna manera, la aparición del libro “Construyendo un sujeto criminal. Criminología, criminalidad y sociedad en Chile. Siglos XIX y XX” de este investigador da continuidad a esta obra confirmando la idea de Ricardo Salvatore que es desde la punición que metodológicamente debe partir cualquier indagatoria sobre la historia del delito. Leia Mais

La invisibilidad del cuidado a los enfermos crónicos: un estudio cualitativo en el barrio de Oblatos – ROBLES-SILVA (REF)

ROBLES-SILVA, Leticia. La invisibilidad del cuidado a los enfermos crónicos: un estudio cualitativo en el barrio de Oblatos. Guadalajara: Editorial Universitaria, 2007. 390 p. Resenha de: RAMÍREZ-CONTRERAS, Maria. Cuidar a enfermos crónicos en condiciones de pobreza: entre la dificultad y la invisibilidad. Revista Estudos Feministas v.18 n.1 Florianópolis Jan./Apr. 2010.

El libro La invisibilidad del cuidado a los enfermos crónicos: un estudio cualitativo en el barrio de Oblatos es el resultado de una investigación etnográfica, realizada en un sector popular en una ciudad mexicana. Su autora, Leticia Robles Silva, presenta una propuesta para analizar las prácticas y experiencias cotidianas de cuidadoras de enfermos crónicos, y analizar el fenómeno del cuidado desde la perspectiva de sus actores: las mujeres. Es decir, en este libro se recupera la experiencia de cuidar a un enfermo crónico desde la perspectiva de la cuidadora.

Coloquialmente decimos que desde que nacemos hasta que morimos somos cuidados por alguien y además, a lo largo de nuestra vida, en más de una ocasión, estaremos en contacto con el cuidado ya sea por familiares, amigos o conocidos, o más aún, nosotros mismos vamos a llevar a cabo el “arduo” trabajo de cuidar. El cuidado no sólo es una situación de la que nadie escapa a lo largo de la vida; sino también es un fenómeno social siempre presente a nuestro alrededor. El cuidado, afirma la autora, incluye todo aquello que se hace para ayudar al otro a satisfacer sus necesidades básicas, desarrollar o mantener sus capacidades y habilidades necesarias para su funcionamiento en la sociedad, y para evitar o aliviar el dolor y el sufrimiento de una manera atenta, respetuosa y sensible; en pocas palabras, cuidar es un trabajo inevitable y nada sencillo.

La autora argumenta dos circunstancias por las cuales es pertinente estudiar el cuidado: el aumento de las enfermedades crónicas y el creciente fenómeno del envejecimiento. En México, como en otros países latinoamericanos, el número de personas que padecen una o más enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o cáncer es cada vez mayor. Aunado a la enfermedad crónica, el fenómeno del envejecimiento es cada día más una realidad observable, cada vez hay menos niños y más ancianos en el mundo. Ambos fenómenos no sólo afectan al individuo que enferma o envejece, sino también a otro número igual o mayor de familiares que se ven obligados a cuidarlos. Varios millones de personas en el mundo han pasado a ser cuidadoras de algún familiar enfermo o viejo, sumándose a los millones de enfermos y ancianos afectados por ambos fenómenos. La importancia numérica de la enfermedad crónica y el envejecimiento no es un asunto exclusivo de enfermos y ancianos sino también de cuidadoras. Sin cuidadoras no podría sobrevivir enfermo alguno, argumenta la autora.

En su obra, la autora delimita su objeto de estudio al cuidado de enfermos crónicos, realizando un invaluable análisis en el espacio del hogar, al demostrar cómo el cuidado involucra trabajo y no únicamente sentimientos, y cómo es un campo de poder y dominio sobre la mujer ya que, a pesar de ser un trabajo que conlleva actividades arduas y complejas, es un trabajo femenino e invisible.

La invisibilidad del cuidado a los enfermos crónicos: un estudio cualitativo en el barrio de Oblatos es una obra que no puede dejar de ser leída, en la cual se buscan explicaciones sobre la enfermedad, los enfermos, su familia y sus cuidadoras, que van más allá de los acercamientos tradicionales en este campo con conceptos tales como “redes sociales” y “apoyo social”; es decir, es un esfuerzo por aproximarse a un fenómeno social invisible, situándose a nivel microsocial para analizar el cuidado desde una perspectiva cultural y de género en aras de ofrecer una explicación antropológica del cuidado como una vía analítica para entender la valoración del cuidado como una carga pesada y, al mismo tiempo, dilucidar el funcionamiento de un dispositivo de control social para retener a las mujeres en el cuidado, es decir, en su papel de cuidadoras.

¿Cómo funciona el cuidado? Es la pregunta de investigación que orienta el análisis a lo largo del libro. Pero también la autora se plantea el reto de entender por qué se convierte en una carga pesada a través de analizar el contenido y la organización del cuidado, y dilucidar posteriormente los mecanismos que garantizan la permanencia de esa mujer en el cuidado. Cabe señalar que la construcción empírica exigió cuatro años de trabajo de campo.

El objetivo principal de La invisibilidad del cuidado a los enfermos crónicos: un estudio cualitativo en el barrio de Oblatos y la razón por la que debe ser leído tanto por profesionales de la salud como por enfermos y por supuesto por cuidadoras, es para comprender ese mundo invisible del cuidado y descubrir la respuesta a las preguntas: ¿Cuáles son esas condiciones sociales que explican la valoración del cuidado como una carga pesada? Y ¿Por qué a pesar de “casi” todo, las mujeres que son cuidadoras no abandonan el cuidado?

El libro está dividido en tres partes de una manera didáctica, lo cual hace que cualquiera disfrute a cada momento de su lectura y se sienta llevado de la mano para entender cuestiones que van desde la complejidad de la problemática del cuidado, el contexto en el que se desarrolla dicha problemática, las particulares con que cada cuidadora y enfermo viven la enfermedad, los conceptos básicos sobre el cuidado y cómo se hizo el estudio, hasta los enriquecedores resultados de una investigación bien realizada.

En la primera parte de la obra se encuentran dos capítulos donde se presenta el problema teórico sobre el cuidado, así como su acercamiento metodológico, describiendo no sólo las entrevistas a profundidad, sino también su proceso de registro, la elaboración de notas de campo, la utilización de fuentes secundarias, la organización del material, la observación y los distintos análisis realizados. La segunda parte se compone de dos capítulos que describen el contexto social en el que vivían las cuidadoras y los enfermos; donde la autora nos hace viajar hasta la época de la Colonia al oriente de la ciudad de Guadalajara, México, para situarnos en los orígenes de Oblatos, el lugar donde se hizo el estudio, recreando a sus primeros habitantes, sus primeras construcciones y su economía, para después introducirnos en el contexto social actual de la vida de las cuidadoras de esta obra, y ofrecernos una descripción puntual de cómo es que vivían los enfermos con la diabetes a lo largo del tiempo. Finalmente la tercera parte está compuesta por cuatro capítulos que dan respuesta a las dos preguntas centrales de investigación planteadas por la autora.

En esta tercera parte, se dedica un capítulo a explicar el proceso de designación de la cuidadora. En el siguiente capítulo se analizan el contenido y la organización del cuidado, lo cual incluye una pormenorizada descripción de cuáles son las acciones de cuidado y cómo se organizan en líneas de cuidado en el contexto de la vida cotidiana, familiar y social de la cuidadora. En otro capítulo se desglosan las trayectorias del cuidado mostrando como el cuidado se transforma a lo largo del tiempo; y en el último capítulo se describen el contenido y el funcionamiento del panóptico, utilizando el concepto de Foucault, para explicar por qué no se abandona el cuidado a pesar de ser una carga pesada, y cómo existe un proceso de devaluación de la cuidadora. La autora nos ofrece evidencias de cómo ninguna de las cuidadores abandonó su rol a pesar de expresar deseos por “abandonarlo todo”, y su permanencia la explica a partir de la existencia de un panóptico en torno al cuidado, el cual funciona como un dispositivo disciplinario, para someter a la cuidadora a las normas morales del cuidado. Pero en las cuidadoras de Oblatos estuvo presente también la resistencia, encaminada a sobrevivir hoy y no a transformar el sistema de dominación del cuidado. Al final la obra cuenta con una sección interesante, donde la autora, de una manera integradora y precisa, resume los hallazgos más sobresalientes de su investigación y ofrece algunas reflexiones sobre el futuro del cuidado en Oblatos.

El libro cumple con su cometido, hacer visibles varios rasgos invisibles del cuidado, y ofrecer nuevos datos para abrir el rumbo a nuevas investigaciones. Asimismo nos convence y nos invita a la reflexión de qué es el cuidado y cómo se otorga, pero también de qué es ser pobre y vivir en la pobreza cuando se cuida a un enfermo crónico. Nos hace recapacitar de que, a pesar de los adelantos tecnológicos, la presencia de una cuidadora es indispensable si se quiere sobrevivir ante las crisis del padecimiento o ante las discapacidades sufridas por la vejez y la enfermedad crónica. Y finalmente, por esas ventajas tecnológicas, el libro puede ser adquirido en la editorial por compra en línea. Así que no tendrá pretexto para no leerlo.

La invisibilidad del cuidado a los enfermos crónicos: un estudio cualitativo en el barrio de Oblatos es una clara muestra de excelencia académica; la investigación que le dio origen fue reconocida en México con el Premio Fray Bernardino de Sahagún por el Instituto Nacional de Antropología e Historia en el año 2002.

María Guadalupe Ramírez-Contreras – Universidad de Guadalajara, México

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Historia Andina en Chile – HIDALGO (C-RAC)

HIDALGO L, Jorge. Historia Andina en Chile. Santiago:
Editorial Universitaria, 2004. 705p. Resenha de: MARTÍNEZ C, José Luis. Chungara – Revista de Antropología Chilena, Arica, v.36, n.2, p. 525-530, jul. 2004.

Comentado por José Luis Martínez C.*

Cuando se reseña un libro, pocas veces se tiene el extraño privilegio de reseñar simultáneamente una vida intelectual y hacer, además, un recuento sobre la historia de una disciplina. No sé si estaré a la altura de las circunstancias, dado que no sólo se trata de un libro muy especial, sino de que soy deudor de varios de los hitos que marcan la trayectoria del pensamiento de su autor. Y si a eso se le agrega que se trata, también, un poco de historiarnos a nosotros mismos, la pequeña cofradía de etnohistoriadores e historiadores indígenas en Chile, se comprenderá que la tarea no es pequeña.

Este volumen reúne algunas de las investigaciones -no todas-que Jorge Hidalgo fue realizando, solo y acompañado con otras y otros investigadores, y que se tradujeron en diversos artículos entre los años 1971 y 2003. Sus treinta capítulos son, claramente, expresión de toda una vida intelectual, de las pasiones, las búsquedas, los debates (por qué no) que marcaron a Jorge Hidalgo y que, también, nos influyeron a muchos de nosotros. En esos primeros años de las décadas de los años setenta y ochenta la tarea parecía aún más titánica que ahora. No sólo había que investigar y publicar sobre temas en su gran mayoría inéditos para una disciplina como la historia, sino que había que hacerlo al amparo de los grandes debates que cruzaban a todos nuestros países. ¿Era (y sigue siendo) posible construir una historia andina o debemos restringirnos a las historias nacionales, que cortan, segregan a partir de fronteras construidas recién en el siglo XIX? y que incorporara a los colectivos indígenas, usualmente silenciados en las historiografías nacionales? ¿Una historia que fuera en parte común a varios países (más allá del hecho colonial)? ¿No era eso también parte del esfuerzo colectivo de una América latina que quería entenderse a partir de sus propios procesos, elaborando sus propias categorías analíticas? Cada uno de estos capítulos se encuentra íntimamente ligado a alguno de esos momentos de debate y representa una propuesta. Me parece interesante destacar que, a pesar del tiempo transcurrido y del evidente desarrollo de los estudios sobre las sociedades indígenas en los países andinos así como en Chile, esas continúan siendo tareas pendientes y los enfoques permanecen vigentes. Los invito a leerlos agregándoles esa perspectiva, a reconocerlos como parte de un proceso mayor que les da unidad y que les proporciona nuevos sentidos.

Este es un libro que ha sido largamente esperado por generaciones de alumnos. La dispersión en la publicación de los trabajos de Jorge Hidalgo (muchos de ellos editados en Inglaterra, Estados Unidos o Perú, por nombrar algunos) hacía que -a ratos- la tarea de los y las estudiantes por conocerlos fuera en sí misma un verdadero trabajo de investigación, cuando no significaba que -como profesores- teníamos que abrir nuestras bibliotecas personales para que ellos pudieran leerlos. Y es que tenían que leerlos, porque, como lo verán los lectores de este volumen, se reúnen en éste muchos artículos que, en un determinado momento, fueron pioneros: “Incidencia de los patrones de poblamiento en el cálculo de la población del Partido de Atacama desde 1752 a 1804” (publicado en 19781), por ejemplo, fue el primer trabajo publicado en Chile que planteaba que las dinámicas sociales y culturales de las poblaciones atacameñas, acostumbradas a movilizarse a lejanos lugares para asegurar el acceso a recursos remotos, habían incidido de manera determinante en la realización de los padrones de revisita coloniales (los censos de la época) y que era necesario, entonces, replantear completamente el análisis demográfico de esas comunidades. “Algunos datos sobre la organización dual en las sociedades protohistóricas del Norte Chico de Chile” (escrito en 19712) fue, tal vez, uno de los primeros trabajos que plantearon, en Chile, la posibilidad de que algunas estructuras sociales y políticas indígenas fueran más complejas que lo percibido hasta entonces y que propuso una manera diferente de analizar los datos de los cronistas del siglo XVI, línea de reflexión que fue continuada en un análisis posterior (Culturas y etnias protohistóricas: área Andina Meridional, 19823) en el que Jorge Hidalgo elaboró una primera mirada desde la etnohistoria sobre América andina meridional y que apareció en la “Historia de América Latina” de la Universidad de Cambridge4. Los trabajos recién citados son tan solo algunos de los muchos que abrieron camino a nuevas investigaciones y que impulsaron a varias generaciones de investigadores a interesarse por esos temas.

Jorge explica, en su Introducción, tanto la organización del libro como algunos de los temas abordados en sus trabajos y nos entrega, así, un primer marco de comprensión de su libro. Pero quiero decir que su trabajo va mucho más allá de lo que él, con humildad, no se atreve a destacar. Por esos años (comienzo de los setenta), por ejemplo, por primera vez teníamos una visión etnohistórica más o menos de conjunto sobre esa América Andina meridional a la que me acabo de referir, con una propuesta que vinculaba la problemática de una sociedad con otras, que se atrevía a incursionar en análisis de datos estadísticos y demográficos proporcionando materiales para una discusión -por ejemplo- de la gran crisis demográfica de los siglos XVI y XVII. No sólo eso, Jorge, destacado discípulo de John Murra, generó este análisis sobre América a partir de los modelos teóricos más actualizados en ese momento, los que proporcionaban los estudios sobre las sociedades andinas centrales, abandonando viejos esquemas descriptivos que clasificaban a las sociedades prehispánicas en más o menos primitivas, más o menos civilizadas, para adentrarse en un intento de comprensión de sus estructuras sociales y políticas, o en sus dinámicas culturales. Podemos discutir hoy día la validez o aplicabilidad de varios de los conceptos o del modelo general, pero no me cabe duda que abrió nuevas perspectivas.

Y los artículos sobre Atacama de los siglos XVII y XVIII son clásicos en el más amplio sentido de la palabra. Fue el primero en constituir a Atacama en una unidad de estudio, en plantearse la pregunta por sus singularidades y lo hizo no desde la simple descripción de una región o de sus poblaciones, sino desde el análisis de sus estrategias de vida, de sus formas de resistencia ante la dominación colonial y las presiones tributarias, de sus huidas hacia otros territorios aprovechando viejas pautas culturales y antiguos lazos sociales, así como, también, desde el análisis de los efectos e impactos del dominio colonial, de la desestructuración que significó en las estructuras políticas, sociales y culturales indígenas la dominación española, sin dejar afuera el estudio de los cambios culturales y de la emergencia de nuevas estructuras políticas.

Posteriormente yo también me dediqué al estudio de las sociedades indígenas en Atacama y con los años se han ido incorporando varias y varios colegas. Personalmente estoy convencido de que fue Jorge Hidalgo, con los artículos que ahora se publican reunidos en este libro, el que nos abrió el camino para hacerlo. Y valga aquí una mención adicional: no se trata de reconocer únicamente el impacto académico y científico de sus trabajos. Jorge ha sido siempre extraordinariamente generoso para facilitar sus materiales, para permitir que otros los conociéramos y trabajáramos con ellos. Aprovecho esta tribuna para agradecérselo públicamente.

Hace ya tiempo que todos sabemos que Jorge puso a Atacama, Tarapacá y Arica en el mapa de las rebeliones antiespañolas del siglo XVIII. No sólo las tupamaristas, las más conocidas, sino también contribuyó a hacer visible la inestabilidad anterior, que precedió a las grandes revueltas. Y lo hizo en muchos casos con una finura que provoca el placer de la lectura. El rastreo de los pasos de Tomás Paniri (uno de los líderes de la rebelión en Aiquina y el río Loa) o el análisis de los aspectos mesiánicos de las rebeliones que permiten entender parte del marco ideológico que las rodeó; la descripción de las vinculaciones entre una y otra localidad durante y después de alguna rebelión (el caso de Ingahuasi), son trabajos que trascienden lo anecdótico y local para permitirnos pensar situaciones similares ocurridas más allá de los bordes de la región atacameña o de los Altos de Arica.

No quiero resumir ni describir todos los capítulos, sería largo y para eso ya el mismo Jorge hizo un agrupamiento analítico en su Introducción. Quiero más bien señalar -en mi caso personal- cómo mi propia reflexión y la de algunos y algunas de mis colegas fue siendo impactada y alentada por estos trabajos. Y en esta línea de conversación, hay una dimensión del trabajo intelectual y disciplinario de Jorge, que está en los artículos presentados en este libro, que quiero destacar: es la que resulta de una colaboración interdisciplinaria (tan cara y central a la etnohistoria andina) sobre todo con los arqueólogos. Los intentos de correlacionar datos documentales con arqueológicos no siempre terminan siendo felices. Muchas veces -las más- son mayores las objeciones que destacan las dificultades metodológicas que subyacen a una u otra proposición, o al uso acrítico de materiales arqueológicos y documentales, en fin… Y así es frecuente que uno termine siendo su propio “interdisciplinario”, si se me permite la expresión, porque resulta más fácil trabajar con uno mismo, usando los materiales arqueológicos, etnolingüísticos o antropológicos de los otros en su propio análisis, que trabajando directamente con los otros. Pero Jorge intentó un camino más difícil: escribir con los amigos arqueólogos, estar en terreno con ellos para hacer allí la reflexión común. A mí siempre me han resultado interesantes su trabajos con Focacci sobre la multietnicidad en Arica y los trabajos sobre el período incaico (que lamentablemente no fueron incluidos en este volumen, ¿podemos esperar el tomo 2?).

¿Y qué hay con los desafíos intelectuales y éticos? Hay aquí varios envites que quiero destacar. El primero es el que se anuncia en el título: Historia andina en Chile. En un país que con frecuencia olvida su carácter latinoamericano y que fija sus ojos -a veces con obstinación- en otros mundos como el europeo y el norteamericano, se olvida aun con más frecuencia nuestro carácter -también- de país andino. Lo andino ha quedado relegado a “los otros”, los “indios”, los que están más allá de nuestras fronteras y que, a ratos, incomodan; o a lo folclórico en la música, en algún carnaval o en lo exótico.

Y Jorge viene a desafiar esas miradas para recordar, para insistir, para impedir negar que hay una historia andina en Chile. Que no es únicamente la historia de los otros que un grupo de locos hace desde Chile (como podría ser si entre nosotros hubiera un grupo de africanistas, por ejemplo), sino en su sentido más profundo y perturbador, de señalar que en Chile hay una parte de nosotros que es historia andina, que algunos pueden intentar seguir negando pero que forma parte de nuestros procesos humanos y que no se restringe al norte de Chile anexado después de la guerra de 1879, sino que tiene que ver también con el periodo prehispánico del valle central y que durante el período colonial y el siglo XIX impactó también en la historia -al menos- del norte chico.

Usualmente, entre los historiadores chilenos más tradicionales, se suele pensar, representar y describir a las sociedades indígenas como parte de “los otros”, los que están o estuvieron “más allá”, siempre en unas fronteras y al lado de afuera de ellas. No nos olvidemos que la historiografía oficial, la más difundida, ha señalado majaderamente que “en Chile” se produjo un pronto mestizaje y que los indios, los “verdaderos” indios quedaron más allá de los ríos o en los desiertos, siempre distintos a nosotros. O, también, se nos señala que es necesario estudiar a las sociedades indígenas en tanto nuestras “raíces”, parte de un pasado en el que podemos -más o menos y nunca tanto- reconocernos, pero que son, por lo mismo, objeto del estudio no de los historiadores, sino ante todo de los arqueólogos. Y lo que Jorge ha venido planteando desde hace ya 30 años es que eso no es cierto. Que durante todo el período colonial y el republicano nuestro país y toda América fueron un espacio de convivencias y confrontaciones (nada de espacios de refugio). Que las economías coloniales no pueden ser entendidas sin considerar la participación indígena en mercados, haciendas, obrajes y minería; que no se pueden dejar al margen los espacios de ruralidad en los cuales operaron y tuvieron una vida propia tantas instituciones coloniales y republicanas; que las haciendas y los hacendados (una de las estructuras más relevantes en la formación de naciones como las nuestras como lo han destacado tantos historiadores) no pueden ser entendidas, o lo serían muy mal, si olvidamos que en muchísimas de ellas fueron los encomendados, los habitantes de los pueblos de indios, los fugados antitributarios, los que las hicieron funcionar. Pero no sólo como mano de obra, sino que en muchos casos manteniendo estructuras políticas, sociales y culturales que permearon la misma vida colonial y republicana. Consecuentemente, este es, también, un libro de historia colonial.

Pero lo relevante, finalmente, es que Jorge Hidalgo ha sabido mostrarnos a las sociedades andinas en Chile como sujetos históricos (que a ratos fueron incluso sujetos de su propia historia) y en esa dimensión el desafío que sigue ahí, latente, es el de construir análisis históricos que los incluyan como parte de una historia social que será incompleta si no los considera. Tengo la convicción de que todas estas son razones más que poderosas para leer Historia Andina en Chile.

Comentado por Celia L. Cussen*

Diego Barros Arana, en el primer tomo de Historia General de Chile, describió el viaje de regreso de Chile al Perú que hizo Diego de Almagro en la primavera de 1536. El viejo español se negó a volver por el difícil camino de la cordillera que había recorrido para llegar a Chile, y prefirió atravesar los desconocidos desiertos de Atacama y Tarapacá. Barros Arana, basando su versión de los sucesos en los cronistas de la Conquista, nos dice que al salir de Copiapó el valiente militar “se halló en el desierto” donde “redobló su paso” hasta llegar, a mediados de octubre, al pequeño pueblo de Atacama. “Allí fue reuniéndose todo el ejército para renovar sus provisiones antes de penetrar en las llanuras desiertas de Tarapacá. Sus caballos estaban tan flacos y extenuados que tuvieron que darles dieciocho días de descanso en Atacama para poder proseguir la marcha”5. Este relato de la temprana estadía de un grupo de españoles en un pueblo atacameño es bastante curioso, sobre todo porque habla del poblado sin mencionar a sus habitantes, quienes, se puede suponer, tuvieron algo que ver con el reabastecimiento de la fuerza expedicionaria. Barros Arana no se detiene para averiguar la reacción de los indígenas del lugar a la forma de ser del bando de españoles, ni siquiera para comentar su evidente buena disposición para cobijar y alimentar a estos europeos sedientos y sus caballos extenuados. El historiador chileno estaba limitado por sus fuentes, por cierto, y también por una visión de la historia que tiende a pasar por alto el punto de vista indígena, una actitud que compartía con los demás historiadores del siglo diecinueve y de la mayor parte del siglo veinte. Hasta hoy se observa que el ninguneo del indígena mantiene su vigencia entre aquellos que prefieren fijar su mirada en la experiencia hispana de los sucesos, y que ubican las raíces culturales de esta nación mestiza en los valores ibéricos del honor, el prestigio y la dominación a la fuerza. Esta visión del indígena inerte vencido por el astuto y ambicioso español fue puesta a prueba por un grupo de investigadores hace ya tres décadas. El reciente libro de Jorge Hidalgo, Historia Andina en Chile, demuestra el desarrollo y el alcance del desafío historiográfico a esa perspectiva.

Historia Andina en Chile contiene capítulos de la historia del norte de Chile escritos por Jorge Hidalgo a lo largo de más de treinta años. Algunos estaban inéditos hasta ahora, otros habían aparecido en diversas revistas especializadas, incluyendo Estudios Atacameños y Chungara. Varios de estos artículos son frecuentemente citados por los especialistas de la historia andina, pero otros estaban prácticamente perdidos para el mundo académico chileno e internacional. Juntos, forman un cuadro de la historia de los pueblos originarios de Arica, Tarapacá y Atacama desde los primeros años de la época colonial hasta avanzado el siglo 18. También encarnan la revolución en la manera de escribir la historia en que participó Jorge Hidalgo.

Jorge Hidalgo forma parte de un grupo internacional y cosmopolita de historiadores que, en los años 60 y 70, se comprometieron a cuestionar la visión tradicional de la historia colonial como herencia hispana y emprendieron la difícil tarea de reconstruir el pasado de las comunidades indígenas de América Latina desde otra perspectiva. En este grupo figuran hombres y mujeres de Latinoamérica, Europa, y los Estados Unidos, entre ellos Enrique Tandeter, Brook Larson, Thierry Saignes y Nancy Farriss, un grupo formidable de historiadores quienes han dejado un legado intelectual que inspira a sus muchos alumnos.

Algunos de estos investigadores se encontraron a mediados de los años sesenta en el Centro de Historia Americana de la Universidad de Chile, con Rolando Mellafe y John Murra como sus maestros. Allí, Jorge Hidalgo, Karen Spalding, Osvaldo Silva y Luis Millones, entre otros, compartieron ideas y formaron grandes lazos de amistad, haciendo de la solitaria disciplina de la investigación histórica un proyecto compartido. Después partieron a las mayores universidades de Europa y Estados Unidos para perfeccionarse y luego emprender la imponente y, para ellos, urgente tarea de reconstituir las historias de los grupos étnicos que sobrellevaron el dominio hispano6.

La dificultad de percibir la reacción indígena al régimen colonial era inmensa. Había que crear nuevos métodos y buscar más allá de los cronistas que formaban la fuente principal de las generaciones precedentes. Había también que mirar más allá de su propia disciplina, y así estos historiadores echaron mano de las técnicas de otros campos académicos. Participaron en excavaciones con colegas de arqueología para descubrir patrones precoloniales del comportamiento indígena, y estudiaron las técnicas de antropólogos emergentes, como Clifford Geertz, quienes se dedicaron a descifrar los códigos culturales de las sociedades no-occidentales de Oceanía y África. Estos antropólogos daban pistas que ayudaron a ver cómo una sociedad entiende su mundo y cómo crea estructuras de poder sostenidas en el tiempo por soportes ideológicos y simbólicos. Los nuevos historiadores aplicaron estas herramientas al estudio del pasado indígena, en un método que ellos llamaban la etnohistoria, y que Jorge Hidalgo ha definido como una “disciplina que combina las preguntas, las hipótesis y modelos desarrollados por los antropólogos con las técnicas documentales de los historiadores” (p. 651).

Con la sensibilidad por la cultura material del arqueólogo y la preocupación por el contexto sociocultural del antropólogo, Jorge Hidalgo, como sus colegas, empezó a trabajar con las herramientas imprescindibles de nuestra disciplina, los documentos escritos. Este libro da cuenta de los múltiples viajes de Jorge Hidalgo a los archivos coloniales fuera de Chile, incluyendo el Archivo de Indias por cierto, pero también a los depósitos documentales de Argentina, Bolivia y Perú. Como la zona desértica del norte de Chile carecía de los grandes recursos humanos y naturales que solían atraer a los españoles, los documentos sobre la región eran relativamente escasos. Más encima, casi siempre habían sido producidos por los españoles para sus propios propósitos, con conceptos y categorías mentales que poco o nada tenían que ver con la forma indígena de sobrellevar en términos económicos, sociales y culturales la pesada realidad colonial. Por lo tanto, había que leerlos de soslayo, buscando en títulos, procesos judiciales y visitas, las referencias a los diferentes grupos originarios de la zona. En estos documentos Jorge Hidalgo logró encontrar la voluntad y acción del indígena, opacadas y deformadas por el idioma y la jerga notarial de los españoles.

Después de pasar años revisando documentos, Jorge Hidalgo y sus colegas encontraron que había tendencias que se repetían en uno y otro lugar de la América española. El principal descubrimiento de este grupo de historiadores provocó una revolución en la forma de mirar el mundo indígena: los pueblos originarios de América demostraron una creatividad asombrosa para remendar de mil maneras las redes sociales rotas y rasgadas por las epidemias, las exigencias tributarias, y los desplazamientos producidos por el régimen colonial. Como escribe Jorge Hidalgo, “La capacidad política y creativa de los pueblos originarios, si bien sufrió por la desorganización o destrucción de sus aparatos creados en una historia milenaria, no se detuvo y dentro de los estrechos límites de la dominación colonial, fueron capaces de hacer su propia historia. Conocer estas realidades, acciones y proyectos históricos ha sido nuestro programa de investigación por varias décadas” (p. 16).

Jorge Hidalgo presenta muchos ejemplos rigurosamente documentados de estas realidades, en los cuales se aprecia “la voluntad o capacidad de los indígenas para organizarse, cambiar las tradiciones y hacer uso de los elementos coloniales favorables a sus intereses… para superar condiciones históricas críticas” (p. 381). Así, por ejemplo, nos presenta el caso notable de la formación del nuevo cacicazgo de Codpa en los altos de Arica en el siglo XVII. En el vacío político creado por el régimen colonial, diversas poblaciones étnicas removidas de sus lugares y grupos de origen se reconstituyeron en un nuevo grupo étnico.

En algunos casos, Jorge Hidalgo fija su atención sobre las grandes fisuras en la historia andina. Uno de esos momentos de ruptura se materializó en una serie de rebeliones de los grupos indígenas entre 1770 y 1781, como reacción a los esfuerzos de los Borbones de darle una vuelta más a la tuerca tributaria que ya tenía atoradas a las comunidades indígenas. Fue un movimiento que atravesó toda la zona andina sur. Sin embargo, para Jorge Hidalgo era imprescindible entender las variaciones que se daban de este gran movimiento en cada localidad, un estudio que exigía un esfuerzo historiográfico micro-regional basado en un examen minucioso de las fuentes. Así, logró demostrar que la resistencia armada de 1781, la rebelión de Tupac Amaru, afectó de manera muy diferente a las comunidades de los altos de Arica, Tarapacá y Atacama debido a variables como la capacidad de negociación y acción política que algunos caciques ejercían dentro de los marcos legales, y la calidad de las relaciones entre los pueblos y sus curas doctrineros.

En este libro, Jorge Hidalgo también realza los cambios de pequeña escala, fracturas más que fisuras en términos históricos, pero de gran relevancia para la supervivencia de las comunidades indígenas como grupos étnicos. Está, por ejemplo, el caso del corregidor de Atacama que estableció escuelas para enseñar castellano a los niños de la zona, prohibiéndoles hablar su propio idioma, el cunza, dentro o fuera de la sala, una política de profundas consecuencias para las comunidades andinas. Entre los otros impactos del régimen colonial está el abandono de sus pueblos de parte de los hombres que no podían pagar su tributo, quienes dejaban a sus familias y comunidades con una carga aún más pesada. O el caso de la curandera indígena que falló en sus esfuerzos por sanar a una española, y, como consecuencia, fue acusada de participar en un maleficio y desterrada de la provincia por bruja. Estos episodios son sintomáticos de las presiones que seriamente amenazaban cualquier capacidad de respuesta cultural de parte de los pueblos de indios.

Aquí no hay una sola narrativa, sino una variedad de temas, descubrimientos, y aportes teóricos. Tampoco vemos a los indígenas totalmente aislados de la población hispana, mestiza y negra de la zona. Jorge Hidalgo demuestra cómo los indígenas compartían el espacio urbano de Arica con los españoles, y, de alguna forma, un espacio cultural también: los indígenas que participaron en la rebelión general de 1781 sustentaron sus acciones en sueños milenaristas que incorporaron supuestas profecías de Santa Rosa y San Francisco Solano al discurso simbólico que prometía el retorno del orden moral de sus antepasados.

La publicación de Historia Andina en Chile no sólo presenta la oportunidad de resaltar los logros alcanzados por medio de herramientas interdisciplinarias para investigar el pasado. También pide que nos preguntemos acerca del propósito de escribir la historia y la relación entre la historiografía y nuestra imagen de país. En una nación democrática como Chile, la forma en que los ciudadanos piensan colectivamente sobre su pasado está en manos de sus historiadores. Jorge Hidalgo, al estudiar con herramientas renovadas las perspectivas y reacciones creativas de los grupos étnicos de la época colonial, de alguna forma desordena la narrativa heroica de corte hispánico del pasado nacional. Propone pensar en un Chile que incluye grupos indígenas cuyas experiencias históricas no son necesariamente compatibles con la forma acostumbrada de concebir el país, y pide que ampliemos nuestra mirada histórica para abarcar el pasado de una ciudadanía pluriétnica.

Esta obra de Jorge Hidalgo nos guía por el mundo colonial de los indígenas del norte de Chile, y, en el trayecto, establece una vara muy alta en la investigación de problemas de la historia. Para muchos, los métodos que él y sus contemporáneos desarrollaron para estudiar las comunidades indígenas han sido la inspiración de investigaciones centradas en otros grupos de la época colonial, tales como los indígenas radicados en los centros urbanos, los esclavos negros y castas e incluso las dueñas de casa criollas. Al igual que las comunidades indígenas, estos grupos, alejados de los centros de poder, elaboraron su visión del mundo en respuesta a las cambiantes realidades coloniales, y participaron en la formación de una sociedad colonial mucho más compleja que aquella imaginada por los historiadores en el pasado.

Los especialistas de la antropología y la historia no son los únicos beneficiados de los aportes de Jorge Hidalgo. En 2003 la comunidad indígena Aymara de Ticnamar le dirigió una carta pidiendo que les mandara en forma urgente la Revisita de los Altos de Arica de 1773, un documento que él descubrió en el Archivo Departamental de Tacna, y que forma la base de sus estudios de etnogénesis del cacicazgo de Codpa. Este documento, reza la carta, les ayudará “una enormidad” a proteger sus tierras porque les permitiría “conocer con exactitud [de] qué troncos de familias venimos, quiénes desaparecieron, y quiénes se incorporaron a través del tiempo”. Concluye la carta: “Una vez más, Sr. Hidalgo, le reiteramos nuestros infinitos agradecimientos, el habernos dado la oportunidad de leer su libro publicado el año de 1978, sobre lo que fue el pasado colonial del cacicazgo de Codpa, del cual ahora podemos decir con orgullo que tenemos un pasado histórico y [que permite] recuperar nuestra identidad aymara”7.

Notas

1 Estudios Atacameños 6:53-111.

2 Boletín del Museo de Historia Natural año XV, N° 78.

3 Chungara 8:209-253.

4 The Cambridge History of Latin America, editado por Leslie Bethell, vol. II, pp. 91-117. Cambridge University Press, Cambridge, 1984.

5 Diego Barros Arana, Historia General de Chile Tomo I (Santiago: Editorial Universitaria/Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1999), 156-157.

6 Nota de los editores. En este grupo se incluye en Chile Agustín Llagostera, arqueólogo, todos impulsados por John Murra quien insistía en la necesidad de estudios superiores.

7 Nota de los editores. Este documento y la carta en comento se publicaron en Chungara Revista de Antropología Chilena 36:103-204. Jorge Hidalgo, Nelson Castro y Soledad Gonzalez.

José Luis Martínez C. –  Universidad de Chile, Santiago. E-mail: [email protected][email protected]

Celia L. Cussen – Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile. E-mail: [email protected]

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Historia General de Chile – ARANA (RCA)

ARANA, Diego Barros. Historia General de Chile. Santiago: Editorial universitária y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2000. Resenha de: RODRÍGUEZ, Mario Orellana. Revista Chilena de Antropologia, n.15, p.169-172, 1999.

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Tipos humanos en la poesia folclórica chilena. Ensayo filológico, antropológico y sociológico – DANNEMANN (RCA)

DANNEMANN, Manuel. Tipos humanos en la poesia folclórica chilena. Ensayo filológico, antropológico y sociológico. Santiago: Editorial Universitaria, Colección Imagen de Chile, 1995. Resenha de: BIALOGORSKI, Mirta. Revista Chilena de Antropologia, n.14, p.159-161, 1997/1998.

Mirta Bialogorski – Universidad de Buenos Aires. Conicet.

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Historia social de Chile y América | Rolando Mellafe

Reseñar una obra de la naturaleza de la presente entraña un doble compromiso; el primero apreciar a cabalidad la notable concepción historiográfica de su creador, nuestro reciente Premio Nacional de Historia.

El segundo, intentar sintetizar, desde la propia perspectiva del autor, el texto en cuestión, destacando algunos de los múltiples enfoques, sugerencias metodológicas, directrices para la investigación, en las que tan generosamente se prodiga, a través de una incursión vertical y horizontal por las realidades sociales. Estas son entendidas a la manera braudeliana, como todas las formas amplias de la vida colectiva y sus representaciones en los campos de la economía, las arquitecturas sociales, las mentalidades colectivas, etc. Leia Mais

Guerra y sociedad en Chile. La transformación de la Guerra de Arauco y la esclavitud de los índios | Alvaro Jara

Resenhista

Sergio Vergara Q. – Universidad de Chile.

Referências desta Resenha

ALVARO, Jara. Guerra y sociedad en Chile. La transformación de la Guerra de Arauco y la esclavitud de los índios. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1981. Resenha de: Q., Sergio Vergara. Cuadernos de Historia. Santiago, n.1, p. 161-164, diciembre, 1981.

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