The gray zones of medicine, healers and history in Latin America | Diego Armus e Pablo Gómez

Detalhe de capa de The gray zones of medicine healers and history in Latin America
Detalhe de capa de The gray zones of medicine, healers and history in Latin America

En los últimos años, los historiadores sociales de la medicina se han interesado en las ideas y prácticas de la medicina no oficial, a veces llamada medicina popular, mostrando la inestabilidad de la medicina ortodoxa occidental defendida por profesionales formados y celebrados en las universidades (Farias, 2012Buisan, 2019; Hernández Berrones, Palma 2019; Sowell, 2001). Estos estudios demuestran que no existió una sola medicina popular, indígena o afroamericana, tampoco existió un solo tipo de practicante (podían ser curanderos, hueseros, parteras, homeópatas, herbolarios, creadores de remedios mágicos, o una combinación de lo anterior) y que estos podían tener un rol importante fuera de la medicina. Podían ser líderes entre las personas esclavizadas, conocidos vendedores de remedios y otras mercancías, líderes religiosos y hasta políticos. Desde un punto de vista metodológico, estos estudios han consolidado nuevas formas de investigación como la historia oral, la búsqueda sistemática de informaciones en noticias periodísticas o la indagación en los archivos para trabajar con los juicios. De esta manera, han permitido registrar las opiniones no oficiales sobre la salud y las epidemias que generalmente no aparecen en los materiales impresos de la época o en las fuentes primarias más convencionales de las instituciones médicas oficiales.

Este libro (Armus, Gómez, 2021) viene a enriquecer esta literatura con una serie de ensayos sobre diversos personajes en Argentina, el Caribe, Colombia, Guatemala, México, Perú, la República Dominicana y Brasil. En términos temporales, los estudios cubren desde el periodo del siglo XVII hasta la actualidad. Los editores del libro y los autores de los capítulos son distinguidos historiadores latinoamericanos y norteamericanos que ya han producido trabajos importantes en esta área de estudios. Todos los personajes que aparecen en los capítulos son figuras fascinantes y es importante destacar la participación de mujeres. Muchos de ellos eran itinerantes, se preocuparon más de la legitimidad popular de sus intervenciones que de las aprobaciones del poder, tuvieron una importancia fundamental en la resistencia a la esclavitud, explotación y discriminación y mantuvieron generalmente una estrecha relación con la religión. Según los editores, los personajes estudiados desafiaron el control y la persecución por parte de autoridades políticas y eclesiásticas quienes a veces los toleraban y en otras ocasiones no dudaron en condenarlos moralmente y en criminalizarlos. Como resultado, el conocimiento sobre el cuerpo humano y la enfermedad en la sociedad fue ambiguo, resbaladizo, incoherente y hasta contradictorio. Leia Mais

The Gray Zones of Medicine: Healers & History in Latin America | Diego Armus, Pablo F. Gómez

Como parte de las últimas tendencias que caracterizan el desarrollo de la historia de la ciencia y la medicina, el giro global ha puesto de relieve el rol de personajes intermediarios en trascender las fronteras nacionales/locales de análisis, y criticar los aspectos político-culturales detrás de historias, muchas veces invisibilizadas, sobre saberes tradicionales en los procesos de modernización de los estados latinoamericanos (Cueto y Duarte, 2020). Sin lugar a dudas, este renovado interés puede brindar nuevas luces sobre la historia global de la curación (history of global healing), la cual evidencia un avance significativo en el último siglo de los sistemas de salud pública sobre las políticas de cuidado e higiene de las sociedades, y donde las prácticas de curación tradicionales, en lugar de mantenerse al margen de la supuesta hegemonía de la ciencia occidental, pueden entablar un diálogo de intercambio mutuo de conocimientos, o bien de disputas sobre la legitimidad médica y la validez de un conjunto de saberes (Hokkanen and Kananoja 2019). Leia Mais

Peripheral nerve: health and medicine in Cold War Latin America | Anne-Emanuelle Birn e Raúl Necochea López

Anne Emanuelle Birn Imagem University of Toronto
Anne-Emanuelle Birn | Imagem: University of Toronto

Scholars of Latin America are familiar with the narrative of the Cold War in the region. The stories we tell about the second half of the twentieth century often rely on narrative scaffolding provided by the Cold War; after all, the global influence of the ideological, political, economic, and military battles between the United States and Soviet Union permeated all aspects of people’s lives to various degrees. In these stories, the Latin American Third World is presented as influenced, persuaded, and pressured by the two global superpowers while politicians and policymakers made decisions about the path nations would take towards development and globalization (see, e.g., Smith, 2007). In Peripheral nerve: health and medicine in Cold War Latin America , Anne-Emanuelle Birn and Raúl Necochea López present a different way to look at the Cold War era in Latin America, with a more nuanced view of how different people in different places experienced, reacted to, and acted during the Cold War. This is not an alternative approach meant to decenter the Cold War: on the contrary, the authors and editors illustrate the complexity of the Cold War on the ground, on the so-called peripheries of development. This book demonstrates that people in Latin America had the “nerve” to face international pressures and make choices that, while under the veil of the Cold War dichotomy, had more to do with the individual local realities than the larger battle between First and Second Worlds. To learn how Latin Americans dealt with the Cold War on a local and international level this book is essential. Leia Mais

A irresponsabilidade médica | Philippe Meyer || Contra a desumanização da medicina: crítica sociológica das práticas médicas modernas | Paulo Henrique Martins

No último século, a medicina sofreu profundas transformações, fruto da incorporação de recursos diagnósticos e terapêuticos inimagináveis ao final do século XIX. Da eletrocardiografia à tomografia computadorizada, da descoberta da penicilina aos modernos marcapassos cardíacos, muitas das melhorias foram aplicações diretas da física, da química e da biologia ao ato médico de cuidar dos enfermos. A medicina adquiriu status de ciência e, antes de tudo, alcançou uma eficácia anteriormente imprevista na capacidade de curar, aumentar o tempo de vida e fazer viver melhor.

Com sucesso variável, cada nação desenvolveu seus esforços de universalização do acesso da população a tais recursos, cada vez mais caros e eficazes. Formou-se, assim, um mercado consumidor de produtos farmacêuticos, médico-hospitalares e serviços de saúde, movimentando hoje gigantescos orçamentos públicos e privados. O ato médico passou a ser objeto de interesses econômicos e, por que não dizer, ditado também por uma dinâmica de mercado. O conhecimento de como funciona a medicina e, principalmente, a definição de como ela deve funcionar deixou de ser interesse da classe médica e passou a ser objeto de atenção de toda a sociedade. Leia Mais

El vocabulario de la medicina en el español del siglo XVIII

Hace años se publicó por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas una curiosa continuación de las páginas del Quijote, del mundo cervantino; el autor era un niño, el futuro rey Felipe V, quien introdujo una nueva dinastía en el trono de España, acompañada de algunos aires de modernidad. Sin duda el rey Sol se ocupó de que sus nietos tuviesen esmerada educación, en época de personajes de la talla de Fenelon o Bossuet. No es extraño así que el primer Borbón en el trono del imperio español tuviera interés por la lengua castellana, imponiéndola en sus reinos, tal como su dinastía había hecho con el francés en los suyos. Resulta pues comprensible que el siglo XVIII fuera época de rápida uniformidad y castellanización; la lengua empieza a extenderse en múltiples lugares en que antes el latín o las lenguas vernáculas distintas habían tenido importancia. Lugares en los que pronto se extendió fueron las instituciones consagradas a la ciencia, en la que las coronas y alguna nueva burguesía estaban interesadas. Leia Mais

Los avances de la medicina actual | Pedro Frontera

Nos señala el autor en el prólogo cómo la última gran pandemia, que aparece más de cien años después de la gripe mal llamada “española”, estudiada por María Isabel Porras, ha puesto en duda muchas de nuestras convicciones. Retoma textos de Pedro Laín Entralgo y de José María López Piñero, en que se anuncian muy brillantes perspectivas para la salud y la vida de los humanos, de los seres humanos de países privilegiados y pertenecientes a las clases ricas o acomodadas. Recuerdo al mismo Laín comentar que la “española” no fue tan grave, pues él mismo había sobrevivido. Pero en otras ocasiones también reconocía que entre la patología infecciosa quedaban todavía esos extraños seres que se denominan virus y que parecen ser -bromeaba sobre ello- los numantinos de la batalla médica contra la enfermedad. En efecto, aunque el siglo XX conoce un gran triunfo sobre las infecciones y los incrementos demográficos se deben sobre todo a la victoria sobre ellas, no todo está tan claro. Las bacterias y otros gérmenes no han desaparecido por completo y, desde luego, los virus ahí están y permanecerán por mucho tiempo. Gripe, viruela, poliomielitis, Ébola, VIH, SARS, MERS, virus del Nilo, coronavirus… siguen causando graves -y leves- enfermedades en todo el mundo, incluso en el privilegiado. Recuerdo hace muchos años escuchar a mi hermano Rafael que en el futuro la gripe sería un recuerdo. Pues no, el virus supo adaptarse y pervivir en formas en general más atenuadas. Leia Mais

Amamentação e políticas para a infância no Brasil: a atuação de Fernandes Figueira, 1902-1928 / Gisele Sanglard

A desnaturalização da infância como uma idade da vida que requer cuidados muito específicos e da maternidade e amamentação como essências feminina têm sido temas recorrentes nas pesquisas históricas, uma vez que estes processos são vistos como construções e tiveram diversos sentidos ao longo do tempo. O desenvolvimento da medicina e de suas especialidades, dentre outros fatores, interliga-se a estes processos de criações de sentido, (res)significando aspectos como a alimentação e os cuidados materno-infantis à higiene, à puericultura e aos conhecimentos científicos. No Brasil, a temática da infância surgiu no debate público como assunto ligado à civilidade e à cidadania, no contexto do final do século XIX, mas também foi fruto de disputas em que muitos projetos entraram em choque e cujos resultados eram incertos para os contemporâneos. As práticas de assistência à infância ao longo do século XX foram ressignificadas como políticas públicas e envolveu diferentes agentes como médicos, educadores, filantropos, mulheres ligadas a obras de caridade e a correntes feministas maternalistas, religiosos, profissionais liberais e agentes públicos que exerceram funções políticas e administrativas nos órgãos estatais voltados para política de cuidados.

Pensando neste campo de discussões, o livro Amamentação e políticas para a infância no Brasil: a atuação de Fernandes Figueira, 1902-1928, organizado pela professora Gisele Sanglard2, contribui ao pensar as relações muito próximas entre medicina, filantropia, políticas públicas e infância. As trajetórias dos médicos filantropos, tendo como fio condutor as ações iniciais do médico Fernandes Figueira, incluindo seus espaços de atuação como congressos, revistas e instituições científicas, coincidem por atravessar ações em prol da criança, seja no âmbito da filantropia como na organização de políticas públicas. Ao mesmo tempo, este percurso permite pensar os processos de legitimação da pediatria e da puericultura como especialidades médicas, buscando normatizar práticas relativas ao cuidado diário e à alimentação dos infantes, aspectos até então tratados como esferas privada e feminina.

A obra constitui-se como um desdobramento de áreas de interesse de pesquisa da professora Sanglard, atualmente coordenadora do Programa de Pós-graduação em História das Ciências e da Saúde – Casa de Oswaldo Cruz Fiocruz e presidente da Sociedade Brasileira de História das Ciências, destacando-se o Rio de Janeiro, a assistência, a filantropia, a primeira república e a saúde pública.

Em cinco capítulos, a obra defende o argumento de que as propostas do médico Fernandes Figueira a respeito do aleitamento materno e as políticas para a infância repercutiram em ações de médicos, filantropos, intelectuais e jornalistas, não apenas no Rio de Janeiro, mas em outras realidades brasileiras, destacando a atuação baiana. Para Figueira, era mediante esse consórcio entre benemerência, ciência, inteligência e perspicácia que se conseguiria vencer o problema da mortalidade infantil no Brasil da primeira república3.

Além dos artigos, o livro possui uma seção de imagens das atividades desenvolvidas na Policlínica das Crianças e Instituto de Proteção e Assistência à Infância, instituições pioneiras no atendimento materno-infantil nas primeiras décadas do século XX no Rio de Janeiro. Ademais, a obra traz um fac-símile da segunda edição do Livro das mães: consultas práticas de higiene infantil, publicado em 1920 pelo médico Fernandes Figueira.Por essa multiplicidade de abordagens, o livro foi premiado em 2017 pela Associação Brasileira de Editoras Universitárias (ABEU), na seção Ciências da Vida.

Na apresentação, a organizadora remete o leitor à trajetória de Antônio Fernandes Figueira, médico que fez parte, juntamente com Moncorvo Filho e Luiz Barbosa, da primeira geração de pediatras brasileiros. O lugar-social experienciado por Figueira ao longo da carreira – escritor em revistas e livros, ocupou cargos em instituições hospitalares e no IHGB e fundou a Sociedade Brasileira de Pediatria (SBP) – permitiu consolidar a sua imagem não apenas em torno da ciência, mas da puericultura, aquele preocupado com a primeira infância. Ambas reúnem, em uma só figura, a ciência e a infância [4].

No primeiro capítulo, “Alimentação na primeira infância: médicos, imprensa e aleitamento no fim do século XIX”, Karoline Carula aborda o contexto de defesa do aleitamento materno, relacionando a uma mudança que se pretendia para própria ordem familiar. Buscava-se forjar a família fundamentada em uma sociedade burguesa liberal. O discurso médico, neste contexto, por meio de argumentos higienistas, buscava delinear os novos parâmetros a serem adotados pelas famílias. O aleitamento materno mereceu destaque, visto que era considerado a melhor forma de alimentação do bebê [5]. Desta forma, as análises da autora estão concentradas em matérias veiculadas pelo jornal A Mãi de Familia, que circulou na capital imperial entre 1879 e 1888, e em teses defendidas na Faculdade de Medicina do Rio de Janeiro no mesmo período, nas quais se dissertou sobre diferentes modos de aleitamento na primeira infância. Uma das estratégias recorrentes era a associação aleitamento materno e natureza, ressaltando o instinto materno. Os médicos foram unânimes em considerar o aleitamento materno como a melhor maneira de alimentar o bebê. As mulheres que não amamentavam seus filhos, entregando-os às amas de leite, foram duramente condenadas e consideradas desnaturadas. O aleitamento mercenário, por sua vez, foi profundamente associado pelos médicos à escravidão, e muitos dos argumentos a que recorreram para desqualificar o método se fundamentaram no fato de a maioria das amas de leite ser cativa.

No segundo capítulo, “Fernandes Figueira e a política de assistência à infância: Estado, filantropia e aleitamento materno”, Gisele Sanglard afirma que a necessidade de organizar a assistência no Brasil da Primeira República (1889-1929) está diretamente relacionada à emergência da chamada “questão social”. Nesse cenário, as mulheres, as crianças e a família em geral se tornam objeto da atenção de médicos, de filantropos e do Estado. O texto enfoca a ação de Fernandes Figueira em prol do aleitamento materno a partir da criação de consultórios de lactantes, onde seria realizada a educação das jovens mães, espaços de baixo custo de manutenção e por isso se multiplicaria pela cidade, auxiliados por beneméritos. A importância do trabalho dos consultórios de lactantes estava no acompanhamento médico. Portanto, dirigia esforços para abertura de ligas voltadas para primeira infância, de associações maternas ou de creches [6]. A filantropia é considerada uma das facetas da sociedade da belle époque e o seu investimento social, político e financeiro culminou na criação de instituições voltadas para assistência materno-infantil, como o Instituto de Proteção e Assistência à Infância/ IPAI (1899); a Policlínica de Botafogo (1899); a Policlínica das Crianças (1909), vinculada às ações da Misericórdia carioca; e o Hospital São Zaccharias (1914), também da Misericórdia carioca e vinculado à cátedra de clínica pediátrica da FMRJ. Na década de 1920 seria inaugurado o primeiro hospital público voltado para a infância, vinculado à Inspetoria de Higiene Infantil do Departamento Nacional de Saúde Pública [7]. Figueira era favorável à “parceria” estabelecida entre o poder público e a sociedade civil, pois, segundo ele, o Estado não conseguiria amparar todas as mães pobres, ficando a seu cargo as tarefas de fiscalização, orientação e assistência.

No terceiro capítulo, “Salvando o esteio da nação: Moncorvo Filho e o Instituto de Proteção à Assistência à Infância no Rio de Janeiro”, Maria Martha de Luna Freire apresenta uma outra possibilidade de assistência à infância, pois as ações do pediatra Moncorvo Filho incorporavam a questão da alimentação infantil de forma abrangente e inclusiva, num aparente esforço em se adequar às estratégias que já vinham sendo adotadas pelas mulheres, apoiando-as, corrigindo-as quando julgasse necessário e conferindo-lhes um selo de cientificidade. Se por um lado incentivava a adoção de nutrizes – desde que vigiadas pela família e examinadas e supervisionadas pelos médicos –, de outro, tolerava e orientava o aleitamento misto e o artificial [8]. Conforme este princípio, adotou no IPAI o modelo francês das Gotas de Leite de fornecimento de leite esterilizado simultaneamente à oferta de assistência e orientação técnica a mães e filhos [9]. Moncorvo aparentemente tentava proporcionar às mulheres alternativas alimentares mais seguras para seus filhos e reduzir os riscos de distúrbios do aparelho digestivo e, consequentemente, de adoecimento e morte infantis.

Em “Entre a assistência e a higiene: saúde pública e infância no Rio de Janeiro e na Bahia – 1921-1933”, Luiz Otavio Ferreira e Lidiane Monteiro Ribeiro analisam o modo como os órgãos públicos atuaram para pôr em prática a política oficial de higiene infantil, promovida após a reforma sanitária da década de 1920, em contraposição ao papel desempenhado pelas entidades privadas filantrópicas na política de Estado para a infância pobre. Para tanto, os autores descrevem as ações de duas agências públicas de higiene infantil: a Inspetoria de Higiene Infantil (IHI), sediada na capital federal (Rio de Janeiro), comandada pelo médico Fernandes Figueira, e o Serviço de Higiene Infantil (SHI), sediado em Salvador, dirigido pelo pediatra Martagão Gesteira. Os órgãos eram repartições do Departamento Nacional de Saúde Pública (DNSP) e seriam responsáveis não apenas pela assistência, desenvolvidas pela filantropia, mas pela higiene infantil propriamente dita, incluindo atendimento hospitalar, oferta de remédios no caso de diagnóstico de doenças, postos de higiene, inquéritos sanitários e visitas domiciliares realizadas por enfermeiras visitadoras [10] . Apesar de as diretrizes oficiais do IHI preconizarem que os serviços públicos e privados de assistência atuassem de forma independente, na prática, no caso da Bahia, os serviços misturavam-se às atividades desenvolvidas pela Liga Baiana Contra Mortalidade Infantil, entidade filantrópica também dirigida pelo pediatra Martagão Gesteira. Nos jornais locais era constante o apelo para que as elites baianas apoiassem os consultórios de lactantes ou higiene infantil e as creches mantidos pela Liga com a orientação técnica do SHI.

No quinto capítulo, “Embaixadores da academia: puericultura, congressos da criança e a repercussão multinacional da medicina brasileira”, Okezi T. Otovo argumenta que os médicos brasileiros engajaram-se completamente em diálogos multinacionais sobre puericultura e assistência, especialmente via Conferências Pan-Americanas, ocorridas após 1916, incorporando ideias criadas no exterior e contribuindo com conceitos inspirados na realidade nacional. Perceber as similaridades de muitas nações latino-americanas possibilitou a distinção da França, de onde veio a teoria inicial da puericultura, e dos EUA, pela relevância global pós-guerra. Porém, é válido ressaltar que o pan-americanismo não foi a única influência nas políticas brasileiras de saúde infantil, especialmente quando se analisa os contextos dos anos 1930-40, e a eugenia e puericultura se tornaram aspectos explícitos do programa nacional da família [11].

Completa o elenco de textos do livro o fac-símile Livro das mães: consultas práticas de higiene infantil, cuja intenção era tornar mais “acessível” os saberes científicos na medida em que se propunha a escrever diretamente para as mães e comentar dúvidas, ditas cotidianas, a respeito das práticas de maternagem e os cuidados com o bebê. Nos capítulos, as mais de 100 dúvidas respondidas pelo médico, tais como “Que alimento convém a um recém-nascido?”, “o umbigo do meu filhinho, que vae completar onze dias, dessora, e às vezes até sanguíneo ou purulento […]”, “qual a melhor alimentação da criança?”, “como e quando operar o desmame?”, “qual a melhor mamadeira?”, “Porque chora a criança?”, perpassam pelo cotidiano das mulheres que se tornam mães até mesmo nos dias atuais. No entanto, é significativo o fato de que os questionamentos deveriam ser sanados não pelas mães, avós, comadres, vizinhas, etc., como era a prática mais habitual no universo feminino, mas pelo médico pediatra, detentor do conhecimento científico e, portanto, apto a aconselhar da forma mais correta.

Em verdade, o livro permite compreender as tentativas de legitimação do saber e do ofício de médicos, na gestão do corpo feminino, da maternidade e da infância. Outras possibilidades de pesquisas surgem a partir de então. As mulheres/mães seguiam as indicações apontadas pelo médico? Na prática, outros saberes relacionados ao cuidado, à higiene, à alimentação da infância permaneciam? As mulheres foram aliadas dos médicos? O que podemos afirmar é que somente quando elas passam a compartilhar a maneira de pensar dos médicos sobre como criar os filhos e adotam as práticas preconizadas, a pediatria se estabelece. No entanto, as práticas de maternagem constituem-se na esfera da multiplicidade e da incerteza e, no que se refere à saúde, não raro, ainda podemos encontrar aquela mãe que mesmo levando o bebê frequentemente ao pediatra utiliza-se ainda de chás e rezas, ou aquela que introduz uma mamadeira de fórmula de leite por considerar que “seu leite é fraco”.

Na historiografia brasileira, temas como o corpo, as práticas populares e médicas sobre saúde e doenças, bem como a crescente intervenção médica nas práticas maternas desde finais do século XIX têm aproximado campos de produção relacionado à história das mulheres e das relações de gênero e história da saúde [12]. As primeiras pesquisas que tratam, mesmo que de forma tangencial, das práticas relacionadas à maternidade surgem por volta dos anos 1990 [13] e atualmente têm abordado os saberes e as práticas sociais relativas ao parto, à maternidade, às profissões das parteiras e enfermeiras, bem como o maternalismo no Brasil [14].

Esta última possibilidade incorpora estudos mais recentes que problematizam temas como políticas públicas materno-infantis; práticas e instituições benemerentes e os discursos e práticas de assistência médica à maternidade e à infância [15].

O livro Amamentação e políticas para a infância no Brasil: a atuação de Fernandes Figueira, 1902-1928 é reflexo da abertura de diálogos e certamente abre novos caminhos de compreensão e desnaturalização não apenas da infância, mas das práticas de maternagem, bem como permite uma outra chave de leitura para compreensão da complexidade do processo de higienização da sociedade brasileira nas primeiras décadas do século XX, sendo, por isso, uma leitura necessária.

Notas

  1. SANGLARD, Gisele (org.). Amamentação e políticas para a infância no Brasil: a atuação de Fernandes Figueira, 1902-1928. Rio de Janeiro: Editora FIOCRUZ, 2016. 324 p.
  2. Ibid., p. 16.
  3. Ibid., p. 26.
  4. Ibid., p. 33.
  5. Ibid., p. 59.
  6. Ibid., p. 60.
  7. Ibid., p. 90-93.
  8. Ibid., p. 94-97.
  9. Ibid., p. 104-108.
  10. Ibid., p. 128.
  11. MARTINS, A. P. V.; FREIRE, M. M. L. História dos cuidados com a saúde da mulher e da criança. In: PIMENTA, T. S.; HOCHMAN, G. História da saúde no Brasil. São Paulo: Hucitec, 2018. p. 182- 224.
  12. DEL PRIORE, Mary. Ao sul do corpo: a condição feminina, maternidades e mentalidades no Brasil Colônia. Rio de Janeiro: José Olympio; Brasília: Edunb, 1993.
  13. MARTINS, A. P. V. Gênero e assistência: considerações histórico-conceituais sobre práticas e políticas assistenciais. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro, v. 18, p. 15-34, dez. 2011; MARTINS, A. V. O Estado, as mães e os filhos: políticas de proteção à maternidade e à infância no Brasil na primeira metade do século XX. Humanitas, Belém, v. 21, p. 7-31, 2006; MARTINS, A. P. V. Visões do feminino: a medicina da mulher nos séculos XIX e XX. Rio de Janeiro: Editora Fiocruz, 2004; MOTT, M. Maternalismo, políticas públicas e benemerência no Brasil (1930-1945). Cadernos Pagu, Rio de Janeiro, n. 16, p. 199-234, 2001; MOTT, M. L.; BYINGTON, M. E. B; ALVES, O. S. F. O gesto que salva: Pérola Byington e a Cruzada Pró-Infância. São Paulo: Grifo Projetos Históricos e Editoriais, 2005; ROHDEN, F. Uma ciência da diferença: sexo e gênero na medicina da mulher. Rio de Janeiro: Ed. FIOCRUZ, 2001.
  14. FREIRE, M. M. L. Mulheres, mães e médicos: discurso maternalista no Brasil. Rio de Janeiro: Editora FGV, 2009.

Lívia Suelen Sousa Moraes Meneses – Mestre em História do Brasil – UFPI. E-mail: [email protected].


SANGLARD, Gisele (Org.). Amamentação e políticas para a infância no Brasil: a atuação de Fernandes Figueira, 1902-1928. Rio de Janeiro: Editora FIOCRUZ, 2016. 324 p. Resenha de: MENESES, Lívia Suelen Sousa Moraes. Desnaturalizando a amamentação e os cuidados com a infância: a atuação da Medicina, da filantropia e das políticas públicas na assistência à infância nas primeiras décadas do século XX. Outros Tempos, São Luís, v.17, n.29, p.389-395, 2020. Acessar publicação original. [IF].

Graduados en Medicina por la Universidad de Irache (1613-1769) | Fernando Serrano Larráyoz

Fernando Serrano Larráyoz, licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Zaragoza y doctor en Historia Medieval por la Universidad Pública de Navarra y, en la actualidad, profesor titular de Universidad en el Departamento de Cirugía, Ciencias Médicas y Sociales de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá nos acerca en esta oportunidad una obra centrada en el análisis de aquellos estudiantes de la Universidad de Irache que obtuvieron sus títulos en medicina, ofreciendo material de consulta invaluable que, a la vez, se convierte en fuente para futuras investigaciones. Leia Mais

Medicina e saúde pública na América Latina | Marcos Cueto e Steven Palmer

CUETO Marcos
Marcos Cueto | Foto: José Jesus Oscar

CUETO M Medicina e saaúde pública na ALA doença pertence não só à história superficial dos progressos científicos e tecnológicos como também à história profunda dos saberes e das práticas ligadas às estruturas sociais, às instituições, às representações, às mentalidades.

Jacques Le Goff

A necessidade de se pautarem estudos do campo da saúde numa perspectiva histórica originou, nas últimas décadas, novos horizontes analíticos para as condições de emergência de saberes voltados à explicação do social na determinação de processos patológicos, bem como de práticas médicas e de saúde. Nesse quadro, a história estaria apta a compreender contextual e temporalmente as políticas de saúde e suas práticas confrontando novos temas, metodologias, problemas e alternativas que requalifiquem suas interpretações. Partindo, então, dessa necessidade da documentação mais ampla possível de vários tipos e origens (documentos institucionais, didático-pedagógicos ou iconográficos, registros de viajantes, religiosos, naturalistas e cronistas etc.) -, essa concepção de história da medicina e da saúde implicou a ampliação de métodos e quadros de análise, repercutindo os saberes e as práticas no campo da medicina e da saúde pública, assim como seus espaços institucionais de ensino, pesquisa e trabalho. Com a mesma força, ampliou as práticas e representações do homem comum e os espaços de associações profissionais, sociedades científicas e periódicos, sem perder de vista o universo popular, suas formas de organização e sua leitura do mundo que o cerca. Leia Mais

Lepra, medicina e políticas de saúde no Brasil (1894-1934) – CABRAL (HCS-M)

CABRAL, Dilma. Lepra, medicina e políticas de saúde no Brasil (1894-1934). 2013. (Coleção História e Saúde), Rio de Janeiro: Editora da Fiocruz, 2013. 333pp. Resenha de: FARIA, Lina. A hanseníase e sua história no Brasil: a história de um “flagelo nacional”. História Ciência Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro, v. 22 n.4 Rio de Janeiro Oct./Dec. 2015.

Fruto de uma tese de doutorado em história pela Universidade Federal Fluminense, orientada por André Luiz Vieira de Campos, Lepra, medicina e políticas de saúde no Brasil (1894-1934), de Dilma Cabral, representa uma nova contribuição à historiografia, que já se consolidou no Brasil e é discutida amplamente pela autora, pesquisadora do Arquivo Nacional. O período focalizado, dos primeiros anos da República até os anos da Revolução de 1930, é essencial para se entender a relação entre instituições nacionais e pensamento e ação sanitárias, quando se intensificou a interação com a conjuntura internacional.

Como se sabe, o termo hanseníase é criação recente no Brasil, a metáfora que procura abrandar um estigma, mas o título dado pela historiadora mantém o termo lepra, mais antigo e com tradução direta em vários idiomas, leprosy,lèpreLepra. Entre as doenças transmissíveis, a lepra, ou hanseníase – termos que utilizaremos indistintamente –, continua sendo, segundo a Organização Mundial da Saúde (OMS, 8 set. 2010), uma das principais causas de neuropatia periférica e incapacidade funcional no mundo. A doença faz parte da dramaturgia do sofrimento humano desde a Antiguidade, mas sua identidade etiológica remonta ao final do século XIX, quando o médico norueguês Gerhard Henrik Armauer Hansen, ao analisar material de lesões cutâneas, descobriu o Bacillus leprae, causador da doença (Castro Santos, Faria, Menezes, 2008).

Nas últimas décadas do século XIX, surgiu, nos meios científicos, um grande interesse na enfermidade. No Brasil, a história da saúde pública no controle da hanseníase demonstra a preocupação das autoridades sanitárias em extinguir a doença por meio do isolamento e confinamento do doente nos hospitais colônias. “Doença transmissível, incapacitante e mutilante” (Cunha, 2002), a hanseníase foi tratada durante décadas com severas políticas – públicas e privadas – de isolamento compulsório. A segregação constituiu a base da profilaxia e influenciou a maneira como a saúde pública brasileira lidou com a doença e com os doentes, ao atingir as instituições oficiais e filantrópicas. Os processos e contextos de isolamento se estenderam por várias regiões do mundo e, tanto entre nós como na Argentina, “as instituições privadas se assemelharam profundamente nas suas maneiras de atuação complementar às políticas públicas de então” (Leandro, 2013, p.921).

Ao identificar esse crescente interesse pela hanseníase, Dilma Cabral teve como objetivo observar o embate dos diferentes modelos explicativos da doença pela medicina e as incertezas e discordâncias quanto aos melhores meios de ação, entre 1894 e 1934. Esse período foi o cenário, segundo a autora, de dois momentos importantes nos modos de enfrentamento: o primeiro, a criação, em 1894, do Laboratório Bacteriológico do Hospital dos Lázaros; o segundo, a extinção, em 1934, da Inspetoria da Lepra e Doenças Venéreas (note-se que o Serviço Nacional de Lepra foi o arcabouço institucional em substituição à inspetoria, em maio de 1944).

A autora lembra, em sintonia com a literatura internacional, que o debate científico sobre a forma de transmissão e o controle confundia-se com outras questões presentes na agenda política e sanitária da época: eram os discursos e narrativas sobre contágio, eugenia, raça, moralidade, miscigenação, nacionalismo e construção nacional, como destaca o historiador da Casa de Oswaldo Cruz, Flávio Coelho Edler, nas orelhas do livro. Edler, desde logo, lembra que o estabelecimento do Laboratório Bacteriológico do Hospital dos Lázaros, fato crucial nas políticas da lepra, permitia perceber como a investigação nacional se alinhava aos novos referenciais científicos da medicina internacional.

A autora fundamentou sua obra em extensa pesquisa histórica, que incluiu a consulta a periódicos importantes, como o Brasil Médico, e levantamentos em arquivos institucionais, como os Arquivos da Academia Nacional de Medicina, para compreender e analisar o modelo interpretativo da hanseníase, nas décadas finais do século XIX e início do XX.

Num primeiro momento, analisa os discursos médicos brasileiros em torno da etiologia da doença; o surgimento de novas hipóteses e paradigmas sobre o conhecimento científico da hanseníase – os pontos de convergência e de divergência quanto à forma de invasão e disseminação do Bacillus leprae no organismo humano. A seguir, discorre a respeito da construção do consenso médico sobre a natureza bacilar da hanseníase, quando a teoria da hereditariedade cede lugar à teoria do bacilo. A difusão da microbiologia e da bacteriologia, e o avanço das pesquisas das causas da doença, em várias partes do mundo, contribuíram de forma decisiva para a hipótese bacilar na etiologia da hanseníase, ressalta Dilma Cabral. Esse processo deu lugar a um novo campo de debates sobre o conhecimento científico da doença e seus modelos explicativos. A partir de então, a explicação multicausal perde força no meio científico internacional, que passa a aceitar o bacilo de Hansen como causa exclusiva da doença.

O texto expõe, em densa narrativa de mais de trezentas páginas, “uma história brasileira da lepra”. Os contextos, processos e momentos decisivos são discutidos ao longo de capítulos bem construídos, em que se destacam os temas da lepra e o debate médico-científico da época, a discussão do “problema sanitário nacional” e o modo como a administração sanitária do período procurou enfrentá-lo. Os pontos centrais são arrolados: a doença gerou uma preocupação com a saúde pública e se tornou uma área importante da atuação do Estado brasileiro. O movimento sanitarista, no período a que vimos chamando de “primeira reforma sanitária” do início do século XX (Castro Santos, Faria, 2003), identificou nas precárias condições sanitárias do país o principal problema associado à difusão da doença como um “flagelo nacional”; posição que conferiu à doença, segundo a autora, um lugar de destaque entre as endemias nacionais. A obra analisa as estratégias utilizadas pelos leprologistas para conferir legitimidade e reconhecimento aos problemas da doença e os caminhos que os levaram à elaboração de um plano nacional de controle.

Ao começar o século XX, lembra a autora, a hanseníase era endêmica na maioria das regiões brasileiras, porque se alastrava de forma progressiva e incontrolável, em um quadro favorecido pelas precárias condições de vida e agravado pela falta de conhecimentos clínicos e laboratoriais sobre a doença. Em 1903, Oswaldo Cruz assume a Diretoria Geral de Saúde Pública e dedica à hanseníase uma atenção maior, resultando, no ano seguinte, na publicação do Regulamento Sanitário da União, com a exigência de notificação compulsória e isolamento obrigatório em domicílio, colônias agrícolas, sanatórios, hospitais e asilos (Brasil, 8 mar. 1904).

As dezenas de colônias de leprosários, preventórios e dispensários, mobilizadas pela ação da Inspetoria de Lepra e Doenças Venéreas, primeiro órgão federal de perfil campanhista, criado em 1920, dariam às medidas de profilaxia um alcance nacional. A criação da inspetoria foi um momento de “inflexão” no combate à doença no país, como mostra Dilma Cabral em seu livro. Ainda que marcada por limitações institucionais e financeiras, a inspetoria, subordinada ao Departamento Nacional de Saúde Pública, sinalizava uma “inflexão” nas ações de governo, como uma efetiva política pública. Foram tempos que boa parte de nossa literatura insiste em definir como “anteriores” às políticas nacionais de saúde (Mercadante, 2002) – a Primeira República, analisada apenas como o tempo de instauração do seguro social, das decantadas caixas de aposentadoria e pensões, de resto voltadas para a reduzida população trabalhadora urbana. Por vezes, coletâneas que arrolam tais argumentos, historicamente frágeis, abrigam também textos que apontam em sentido oposto, isto é, no sentido exaustivamente apontado pela obra de Dilma Cabral (ver Lima, 2002). Esse será o caminho mais promissor para a historiografia dos sistemas de saúde no Brasil.

Antes de 1920, a doença ainda não havia se convertido em política pública de alcance nacional, à diferença das medidas de profilaxia contra a ancilostomíase, implantadas no país, em grande escala, ainda nos últimos anos do governo de Venceslau Brás. Criado em maio de 1918, o Serviço de Profilaxia Rural dava prioridade àquela endemia, além da doença de Chagas e da malária; até a aprovação do Regulamento Sanitário de 1920 e da criação da Inspetoria de Lepra e Doenças Venéreas, o combate à hanseníase era executado pelos estados (Minas Gerais, São Paulo e Maranhão, com maior incidência de enfermos) e com auxílio de entidades filantrópicas, que adotavam de modo geral o isolamento dos doentes. O estudo de Dilma Cabral mostra os passos seguidos pelo combate à enfermidade, de questão filantrópica a problema de saúde pública, em âmbito nacional, a partir dos anos 1920 (ver também Mendonça, 1923Souza-Araújo, 1954Agrícola, 1960). Segundo a autora (p.269), 18 estados brasileiros estavam sendo cobertos pela ação da inspetoria três anos após a criação da inspetoria.

A inspetoria tinha por finalidade “superintender e orientar o serviço … em todo o território nacional” (Brasil, 16 set. 1920), assumindo o isolamento como principal medida profilática para o caso da hanseníase. O art. 136 previa a instalação e o funcionamento de leprosários, hospitais e dispensários em todo o território nacional. As ações da inspetoria previam também uma ampla campanha de propaganda e educação higiênica sobre sinais e sintomas, em colônias, dispensários, preventórios e hospitais especializados.

Deve-se enfatizar que o controle da hanseníase e das doenças venéreas exigia a ação educativa e a adoção, pela população, de medidas preventivas de cuidado com o corpo e com o meio ambiente. As atribuições da nova inspetoria permitiram que várias regiões mais pobres pudessem contar com o apoio federal para a ação preventiva de educação higiênica. As campanhas de esclarecimento à população objetivavam difundir preceitos de higiene e alertar sobre possíveis formas de transmissão. Esses aspectos têm sido discutidos nesse e em outros trabalhos sobre o tema, a exemplo de Faria (2007)Maciel (2007);Castro Santos, Faria, Menezes (2008); e Leandro (20132009).

Nos anos 1930, a centralização administrativa instaura-se sob o governo de Getúlio Vargas. Os ventos de expansão federal da década de 1920 ganham intensidade. Os programas de saúde pública e as medidas concernentes à profilaxia da lepra, por parte da União, impulsionados pelos processos de urbanização e industrialização, inserem-se no panorama geral de centralização técnica e administrativa. A década de 1920 marcara a inclusão da lepra, da tuberculose e das doenças venéreas na órbita das preocupações do Estado. Pela iniciativa de Vargas, em 1930, “a criação do Ministério da Educação e Saúde Pública dimensiona o grande valor que o problema havia adquirido no cenário político nacional” (p.296).

A obra transpõe o limiar da leprologia, os modelos médicos em discussão, os aspectos clínicos e o conjunto de intervenções e programas de controle, para conduzir o leitor a uma viagem pelas conjunturas histórica, política, social e sanitária do país entre 1894 e 1934. Vêm à tona, então, o discurso político de transformação da saúde em espaço de políticas públicas, as correntes de pensamento sobre a civilização brasileira e o “caráter nacional”, os debates políticos sobre as questões de higiene, o combate às grandes epidemias e endemias que castigavam o país.

Ao estudarmos a história da hanseníase e da busca da erradicação, percebemos a complexidade de aspectos envolvidos, que alcançam os níveis da política, da ciência, da cultura e da sociedade. Cabe destacar, em especial, a questão do estigma, presente nos discursos da época e até nossos dias. Associada ao estigma, a doença significou a exclusão do convívio social em função do isolamento, por vezes durante toda a vida, dos portadores da doença. O isolamento assume, no período estudado, certa naturalização, o que reforça uma percepção de continuidade nas propostas formuladas para o controle da lepra em diferentes momentos. Falar sobre a hanseníase no Brasil nos remete à discussão de “identidades deterioradas” e à contribuição da sociologia de Erving Goffman (1985). O trabalho de Dilma Cabral dá visibilidade a esses seres sofridos e invisíveis, quase sempre banidos dos direitos da convivência e da cidadania.

Referências

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Lina Faria – Professora, Instituto de Humanidades, Artes e Ciências (IHAC)/Universidade Federal do Sul da Bahia (UFSB). [email protected]

Luiz Antonio de Castro Santos – Professor, IHAC/UFSB. [email protected]

Medicine & Health Care in Early Christianity | Gary B. Ferngren

Em 1874, o inglês John William Draper publicou o livro The history of the conflict between religion and science. Como o próprio título denota, o autor adotava uma perspectiva segundo a qual existiria um antagonismo entre religião e ciência desde que o cristianismo ascendeu politicamente.[2] Cerca de vinte anos depois, Andrew Dickson White publicou A history of the warfare of science with theology in Christendom, em que adotava uma ótica similar à de Draper. [3]

Esses dois trabalhos experimentaram um grande sucesso comercial, influenciando na produção posterior dos historiadores da ciência. Dessa forma, tornaram-se as principais referências numa tendência historiográfica conhecida como tese do conflito. Segundo seus adeptos, a História da Ciência seria constituída de uma série de conflitos entre religião e ciência, tendo nos casos de Galileu Galilei e Charles Darwin seus exemplos mais ilustres. Leia Mais

Gênese e desenvolvimento de um fato científico – FLECK (HU)

FLECK, L. Gênese e desenvolvimento de um fato científico. Belo Horizonte: Fabrefactum, 2010. 201 p. Resenha de: CURI, Luciano Marcos; SANTOS, Roberto Carlos dos. Fleck e a(s) ciência(s): um olhar sociocultural. História Unisinos 15(3):472-475, Setembro/Dezembro 2011.

Os leitores de língua portuguesa agora já podem usufruir da obra do médico e teórico judaico-polônes Ludwik Fleck intitulada Gênese e desenvolvimento de um fato científico. Lançada no Brasil no dia 13 de setembro de 2010, durante o Colóquio de História e Filosofia da Ciência [Ludwik Fleck] realizado em Belo Horizonte na UFMG3, em homenagem ao próprio Fleck, a edição vem preencher uma lacuna há muito já verificada.

Embora a obra de Fleck ainda seja pouco conhecida, sua importância não é pequena nem ultrapassada. Seu trabalho já estava traduzido para o inglês (1979), italiano (1983), espanhol (1986) e francês (2005) antes da presente tradução brasileira (2010). A republicação em alemão data de 1978. O restante de sua obra epistemológica encontra-se disponível em alemão e inglês (Cohen e Schnelle, 1986)4.

O livro Gênese e desenvolvimento de um fato científico foi originalmente publicado em alemão, na Suíça em 1935. A trajetória biográfica de Fleck foi decididamente bastante acidentada, o que em parte explica a pouca divulgação de seu livro. Ele, seu único filho (Ryszard Arie Fleck) e esposa (Ernestina Waldman) foram vítimas da ocupação nazista na Polônia durante a Segunda Guerra Mundial e foram enviados para os campos de concentração de Auschwitz e Buchenwald (cf. Lothar e Schnelle, 2010 [1986], p. 3). Embora Fleck, esposa e filho tenham sobrevivido à guerra, o mesmo não aconteceu com amigos, colegas e o restante da família.

Durante a guerra, Fleck prosseguiu suas pesquisas e desenvolveu uma nova técnica de obtenção da vacina antitifo a partir da urina dos doentes. Tal realização despertou a cobiça dos nazistas, que preservaram sua vida, interessados na sua formação e habilidade científica.

Após a guerra, Fleck retornou à Polônia, onde atuou como professor universitário e membro de importantes associações científicas de seu país. No período entre 1946 e 1957, Fleck desenvolveu intensa atividade científico-acadêmica: orientou quase 50 teses de doutorado, publicou 87 artigos científicos e participou de vários congressos científicos, um deles, inclusive, no Brasil em 1955: o II Congresso Internacional de Alergistas, realizado no Rio de Janeiro entre os dias 6 e 13 de novembro daquele ano (Condé, 2010, p. XV). Em 1956, Fleck sofreu um infarto e descobriu que estava com câncer. A partir deste momento, sua saúde piorou consideravelmente. Essa nova conjuntura o levou a emigrar com sua esposa para Israel, país onde seu filho vivia desde o fim da guerra. Lá faleceu em 1961, vítima de um segundo infarto.

Outro motivo que dificultou a divulgação da obra de Fleck foi sua decisão após a guerra de seguir uma carreira na área da microbiologia, à qual dedicou maior empenho e na qual publicou maior número de trabalhos.

Embora hoje sua notoriedade se deva ao presente trabalho ora traduzido, este foi ignorado durante décadas. Sua redescoberta, em parte, deve-se a Thomas Samuel Kuhn e ao comentário que inseriu em seu livro sobre a “monografia de Fleck”.

Após ter sido praticamente ignorado por várias décadas, Gênese e Desenvolvimento de um Fato Científico, (re) aparece em 1979, em sua tradução para o inglês, na qual o primeiro desses ilustres apresentadores não foi nada menos do que Thomas Kuhn. Cerca de duas décadas antes, em grande medida, Kuhn havia sido o responsável por essa (re)descoberta do livro de Fleck ao afirmar também no prefácio de A Estrutura das Revoluções Cientificas: “encontrei a monografia quase desconhecida de Ludwik Fleck, […], um ensaio que antecipa muitas de minhas próprias idéias” (Condé, 2010, p. IX).5

O livro de Fleck divide-se em quatro capítulos, mais um prefácio do próprio autor datado de 1934. O autor parte de um fato cotidiano de sua lida médica para desenvolver sua reflexão epistemológica: a sífilis.

Assim, o primeiro capítulo faz uma recapitulação histórica para mostrar “como surgiu o conceito atual de sífilis” e já enseja sua explicação utilizando, mesmo que implicitamente em algumas passagens, os conceitos que se desenvolvem nos três últimos capítulos. O segundo capítulo, intitulado “Consequências para a teoria do conhecimento da história apresentada de um conceito”, demonstra o condicionamento histórico-social do pensamento e introduz as noções de protoideias (préideias), estilo de pensamento e coletivo de pensamento.

Na página 62, Fleck cita a importância da biologia na formação de sua epistemologia e esclarece a presença das mutações na formação do pensamento. Relembrar a citação da biologia por parte de Fleck é importante para marcar a distinção que o separa de toda a tradição anterior de reflexão sobre a ciência, o chamado Círculo de Viena, bem como de Karl Popper, cujo livro havia sido publicado em 1934 (Popper, 1993).

No terceiro capítulo, “Sobre a reação de Wassermann e sua descoberta”, Fleck demonstra a construção do fato hoje plenamente conhecido como “reação de Wassermann” (teste diagnóstico da sífilis) e introduz uma reflexão crítica sobre a tão propalada objetividade como critério seguro para discernimento do conhecimento científico.

Essa reflexão é muito importante para a historiografia de modo geral, pois propõe uma percepção problematizadora, não ingênua, sobre a visão retrospectiva habitual dos historiadores e desmistifica a existência concreta da chamada objetividade. Nesse momento, aborda-se a questão do erro na construção da ciência de maneira inovadora para a época.

No quarto capítulo, “Aspectos epistemológicos da história da reação de Wassermann”, Fleck introduz a noção de saber num sentido já bem próximo ao que Michel Foucault definirá mais tarde. Nesse capítulo, aparecem as noções de círculo esotérico (dos cientistas) e círculo exotérico (saber popular), e discute-se a circulação de saberes e conteúdos entre os dois. Também se explicitam as noções de conexões ativas e passivas, e ressalta-se a importância dos manuais de ciência na formação de novos profissionais. Para Fleck, o estilo de pensamento de determinada área do saber em determinada época consiste numa predisposição a uma percepção direcionada (Fleck, 2010, p. 198). No final do capítulo, alude ao estilo de pensamento indiano e chinês, num dos muitos exemplos que evoca, e evidencia que sua reflexão possui um escopo muito maior e pode ser extrapolada para inúmeras outras searas.

Desde modo, o livro de Fleck possui outras possibilidades que, no geral, só recentemente começam a ser exploradas. Habitualmente, suas noções de estilo de pensamento e coletivo de pensamento são consideradas precursoras e semelhantes às de épistémè de Foucault6 e de paradigma em Thomas Kuhn (Cf. Kuhn, 2006). Contudo, essa posição já foi criticada por Bruno Latour.

No posfácio à edição francesa da obra de Ludwik Fleck, Bruno Latour (2005) sugere que uma das injustiças dirigidas a esse pensador (refere-se a Fleck) é o fato de seu conceito de “coletivo de pensamento” ter sido considerado um mero “precursor” da noção de “paradigma” de Kuhn. Segundo Latour, para Fleck não se tratava apenas de estudar o contexto social das ciências, mas de perseguir todas as relações, os embates e as alianças envolvidas na produção do conhecimento e na história do pensamento. Latour o considera, assim, um pioneiro ainda atual e instigante (cf. Machado, 2008, p. 122).

Assim, a obra de Fleck aponta que as ideias científicas circulam inexistindo rupturas totais, ou abruptas, como mais tarde sugeriu Thomas Kuhn. Fleck demonstra a existência de inúmeros reposicionamentos sociais, as chamadas mutações, que possibilitam a gênese e o desenvolvimento de um fato científico. Esses adventos ocasionam a desestabilização de conceitos antigos, do estilo de pensamento de outrora, permitindo o surgimento de novos objetos científicos.

A história da sífilis de Fleck, portanto, não equivale às congêneres de sua época. Diferentemente das abordagens então recorrentes, ele evidencia a construção social da sífilis e demonstra como a reação de Wassermann introduziu um novo estilo de pensamento que reconfigurou o entendimento da própria doença. Para Fleck, o conhecimento científico é um fenômeno social e cultural. A cultura é que torna possível e legitima a ciência e não se constitui num embaraço na lida dos cientistas ou um percalço no caminho da objetividade.

O primeiro estudo epistemológico de Fleck afirmava que as “doenças” são construções coletivas dos médicos7. No seu segundo trabalho epistemológico, ele radicalizou esta idéia e explicou que os agentes causadores das doenças (infecciosas), as bactérias, são também construções dos cientistas8. […] Posteriormente, em seu livro de 1935, Gênese e desenvolvimento de um fato científico […] Fleck desenvolve a ideia sobre o papel das práticas profissionais na construção e validação dos “fatos científicos”. O conhecimento, explica ele, não pode ser concebido fora do grupo de pessoas que o criam e o possuem. Um fato científico é como uma regra desenvolvida por um pensamento coletivo, isto é, um grupo de pessoas ligadas por um estilo de pensamento comum (Löwy, 1994, p. 236-237).

Aqui é preciso reconhecer que a leitura da obra de Fleck demanda uma contextualização que o prefácio e o prólogo realizam satisfatoriamente. Isso ocorre por vários motivos. O texto de Fleck se repete. O primeiro capítulo, por exemplo, para aqueles que não estão familiarizados com o estudo histórico das doenças, pode parecer um pouco enfadonho. Contudo, é a partir da história da sífilis que ele desenvolve sua epistemologia, e o primeiro capítulo é a apresentação do caso a ser estudado, ou seja, da sífilis. Neste caso específico sobre a história da sífilis, alguns leitores mais informados poderão objetar que o texto de Fleck se encontra desatualizado. Quanto à sífilis certamente, quanto ao projeto epistemológico não. Fleck não aborda, por exemplo, a famosa contenda sobre a origem da sífilis, se é americana ou europeia. Isso, no entanto, é secundário. Aplicando a teoria fleckiana ao próprio Fleck, a compreensão destas mudanças na percepção da sífilis tem motivações sociais.

Ele próprio ressalta que a história de uma doença (ou de um fato científico, para usar seus termos) nunca está completa; é sempre tarefa inacabada. Assim, desde a publicação do seu livro, outros temas tornaram-se relevantes no que tange à sífilis e que, em 1935, não estavam tão presentes no estilo de pensamento e no coletivo de pensamento da época.

Para Mauro Condé, professor do Departamento de História da UFMG e um dos articuladores da tradução brasileira, a epistemologia fleckiana possui maior flexibilidade e resolutividade que as demais abordagens teóricas interpretativas da(s) ciência(s) hoje disponíveis. Para ele, a obra de Fleck permanece rica, instigante e atual.

Um dos maiores desafios que o pensamento de Fleck nos oferece talvez seja o de tentar compreender um fato científico a partir de um “sistema de referência”, no qual múltiplas “conexões passivas” e “conexões ativas” se equilibram e os fatos surgem e se desenvolvem. Enfim, devemos abandonar as dicotomias das posições radicais de uma descrição empírica, por um lado, ou de uma postulação lógica, por outro, para abraçar o conhecimento que emerge da atividade humana em suas interações com o social e a natureza (Condé, 2010, p. XIV-XV).

Assim, a leitura da obra de Fleck, situada na fronteira entre sociologia, história e filosofia da ciência, pode ser edificante em várias áreas do conhecimento, pode ser mesmo desconcertante em alguns momentos. Contudo, certamente, trata-se de uma empreitada profícua para historiadores e todos aqueles que têm na sua lida a refl exão sobre o social e o cultural.

A tradução brasileira, é importante registrar, foi feita com rigor e cuidado e incluiu o prólogo de Lothar Schäfer e Thomas Schnelle intitulado “Fundamentação da perspectiva sociológica de Ludwik Fleck na teoria da ciência” escrito originalmente para a edição espanhola de 1986. Deslize editorial foi a omissão no final do livro das referências bibliográficas do próprio Fleck, presentes no original em alemão e na tradução em inglês e espanhol. Elas contêm informações importantes.

Uma delas é a citação que Fleck faz da obra de Karl Popper e que aparece apenas no final. Tais referências são indicativas da atualidade das leituras de Fleck e da diferenciação que queria demarcar e estabelecer. Outra queixa é a ausência de fotografias e mais dados biográficos sobre Fleck, que a presente tradução brasileira deveria conter pela oportunidade ímpar que constituiu de divulgação do próprio autor no Brasil e nos demais países de língua portuguesa.

A expectativa agora é para que a editora Fabrefactum disponibilize o restante da obra epistemológica de Fleck em língua portuguesa, ou seja, os sete artigos por ora apenas disponíveis em inglês e alemão. Isso contribuirá de maneira decisiva para a consolidação no cenário brasileiro deste importante autor e de suas refl exões sobre a História, a Sociologia e a Filosofia das Ciências.

Referências

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Revista Brasileira de Ciências Sociais, 23(68):109-124.

POPPER, K. 1993 [1934]. A lógica da pesquisa científica. São Paulo, Cultrix, 567 p.

Notas

3 Na FAFICH (Faculdade de Filosofia e Ciências Humanas), no Auditório Baesse.

4 Trata-se de sete artigos publicados entre 1927 e 1960. São eles: “Algumas características específicas do modo médico de pensar” (1927); “Sobre a crise da realidade” (1929); “Observação científica e percepção em geral” (1935); “O problema de uma teoria do conhecimento” (1936); “Problemas da ciência da ciência” (1946); “Olhar, ver e saber” (1947) e “Crise na ciência” (1960) Cf. Condé (2010, p. VIII). Esses textos em inglês encontram-se em: Cohen e Schnelle (1986).

5 No original de Thomas Kuhn a afirmação citada encontra-se na página 11 (Kuhn, 2006).

6 A noção de épistémè aparece em inúmeras ocasiões na obra foucaultiana. Apenas para citar alguns exemplos: As palavras e as coisas (2000c [1966]); Arqueologia do saber (2000b [1969]) e A ordem do discurso (2000a [1970]).

7 Trata-se do artigo de 1927: “Algumas características específicas do modo médico de pensar”.

8 Trata-se do artigo de 1929: “Sobre a crise da realidade”

Luciano Marcos Curi Centro – Doutor em História pela UFMG. Universitário do Planalto de Araxá Av. Ministro Olavo Drummond, 5 38180-084, Araxá, MG, Brasil.

Roberto Carlos dos Santos – Mestre em História Social pela UFU. Centro Universitário de Patos de Minas Rua Major Gote, 808 38702-054, Patos de Minas, MG, Brasil.

Outras falas: feminismo e medicina na Bahia (1836-1931) – RAGO (CP)

RAGO, Elisabeth Juliska. Outras falas: feminismo e medicina na Bahia (1836-1931). São Paulo, Annablume/Fapesp, 2007. Resenha de: BENATTE, Antonio Paulo. Outras falas: feminismo e medicina na Bahia (1836-1931). Cadernos Pagu, Campinas, n. 32, Jan./Jun 2009.

Outras falas é fruto de tese de doutorado em Ciências Sociais defendida na PUC-SP em 2005. O subtítulo,g Feminismo e medicina na Bahia, revela de imediato uma dupla contribuição: à história das relações de gênero e à história do saber médico no Brasil, especialmente a medicina da mulher. Há tempos a evidência do protagonismo da mulher na história não é mais uma novidade historiográfica; apesar disso, o trabalho de Elisabeth Juliska Rago vem somar a esse campo uma contribuição importante por várias razões, das quais elencarei duas ou três.

A proposta do estudo é “fazer emergir historicamente as condições de vida de mulheres e as diferenças geracionais de práticas feministas que envolveram suas respectivas ações” (25). O livro insere-se plenamente no conjunto daqueles trabalhos que não apenas afirmam o papel atuante da mulher como sujeito histórico, mas também, nas palavras da autora, reivindicam “uma releitura do passado que permita pluralizar a percepção das subjetividades femininas constituídas na experiência da vida cotidiana” (61-62). Trata-se de uma história eminentemente biográfica, gênero que vem sendo redimido e redimensionado nos últimos anos. O que faz com que a obra não recaia na biografia tradicional, factual e sem profundidade analítica, é o seu consistente embasamento teórico, especialmente quanto à história e à sociologia das relações de gênero na modernidade ocidental.

O livro abrange um quase século de história brasileira. Narra os trabalhos e os dias de Francisca Rosa Barreto Praguer e Francisca Praguer Fróes, mãe e filha, nascidas na Bahia provinciana, senhorial e escravocrata do século XIX, e que se rebelaram contra o “destino” que lhes era imposto enquanto mulheres. Francisca Rosa, a mãe, destacou-se como literata atuante na imprensa em defesa da emancipação feminina; Francisca Praguer Fróes foi uma das primeiras formandas em medicina pela Faculdade de Medicina da Bahia, em 1893, especializando-se em ginecologia e obstetrícia; na trilha da mãe, criticou a dominação masculina e defendeu publicamente idéias feministas.

Quanto às fontes primárias, a documentação é ampla, rica, variada e bem explorada. Trata-se, em ambos os casos, de mulheres de letras. O meio letrado, a ambiência na cultura escrita deixou uma série de documentos: memórias, crônicas, poemas, diários, cartas, discursos, artigos científicos, prontuários médicos, panegíricos, necrológios, etc. Esse corpus é complementado com depoimentos orais recolhidos de uma descendente das duas Franciscas. Há, assim, uma cuidadosa heurística das fontes textuais produzidas pelos sujeitos biografados e sua família, ou que direta ou indiretamente a eles dizem respeito. Na falta de indícios diretos, não deixou a autora de recorrer à história comparada, referindo-se às trajetórias de outras mulheres em contextos e situações semelhantes ou diferentes.

É notável, ao longo de todo o estudo, a concretude da análise que recusa noções abstratas e universais em prol de particularidades concretas e contingentes, vale dizer, históricas: “… não se adota aqui uma perspectiva essencialista da mulher, o que forçosamente dissiparia os contornos de classe, raça, geração, cultura e religião” (33). A “mulher” não é nunca considerada um ente universal abstrato, mas um sujeito constituinte da história e por ela constituído, com relativas margens de autonomia, conforme os contextos que lhes foram dados viver. Semelhantemente aos indivíduos, os grupos sociais: as famílias baianas da elite são situadas num período histórico complexo, de modernização conservadora da economia e da sociedade e de transformações políticas e culturais abrangentes. Por conseguinte, há, ao longo da narrativa, um constante movimento dialético do micro para o macro-histórico, um deslocamento que vai do cotidiano até abarcar a realidade social mais ampla que envolve indivíduos e grupos e, sem determinismos de quaisquer tipos, marca profundamente suas trajetórias existenciais.

A obra tem, portanto, virtudes metodológicas para além do tema propriamente dito, qual seja, a equilibrada complementaridade dos olhares micro e macro: busca-se sempre, como diz a autora, “retraçar momentos de experiências vividas como expressão de processos historicamente situados” (26). Ainda nesse sentido, a autora, sem fazer propriamente micro-história, é muito atenta ao que denomina “as miudezas aparentemente insignificantes da vida cotidiana, tanto na esfera pública quanto na privada” (52). Longe de ser anedótica, essa atenção é determinante no gênero biográfico adotado, pois contribui para a riqueza da análise e para a própria fluência da narrativa. Ela aparece tanto na saborosa análise das memórias de Francisca, a mãe, sobre a Vila da Cachoeira, na Bahia provinciana de meados do XIX, quanto na descrição da trajetória de Francisca, a filha, na Salvador da República Velha. Ou seja, os indivíduos e grupos são constantemente colocados diante de estruturas e conjunturas que eles próprios contribuem para conservar e transformar. A variação de escala permite à autora realizar uma “hermenêutica do cotidiano” sem desligá-lo dos processos mais amplos que o situam e circunscrevem. Esse jogo ininterrupto entre o macro e o micro torna possível iluminar existências pontuais sem obscurecer o entorno, e vice-versa, e essa me parece uma das principais virtudes do estudo.

A autora, movida por sensível empatia, evita o criticismo a posteriori que freqüentemente julga e condena a ação de indivíduos do passado conforme critérios supostamente mais “progressistas” do presente do próprio “juiz”. Essa atitude, no fundo anacrônica, é muito comum em campos densamente ideologizados, como o é o feminismo e os estudos de gênero. Conscientemente, Elisabeth Rago critica essa postura a fim de melhor compreender o pensamento e a ação possíveis no contexto dos indivíduos, sem hipostasiar qualquer dever-ser supra-histórico. Assim, embora não deixe de ressaltar a coragem vanguardista de Francisca Rosa em assumir publicamente a defesa da mulher e a necessidade de sua emancipação frente ao sistema de dominação masculina, ou de louvar justamente o pioneirismo de Francisca Praguer Fróes como pioneira militante na área da medicina da mulher, a autora não violenta nem alisa a história. As biografadas são sem dúvida mulheres bastante singulares, que estão entre as precursoras do feminismo na Bahia e no Brasil, sem deixar de ser, afinal, mulheres de carne e osso, alma e espírito, limites e contradições, assim como as mulheres (e os homens) que conhecemos na realidade, quer dizer, na vida como ela é, não como gostaríamos que fosse. Em outras palavras, a concretude da análise e a fidelidade documental impedem que se recaia na heroicização romântica de personagens idealizadas, vale dizer, que nunca existiram. Não se trata de inventar o que poderia ou deveria ser, mas de problematizar de modo realista o que foi efetivamente. O estudo evidencia, assim, as tensões, negociações, contradições, barreiras e limites presentes na organização social de gênero.

Por isso mesmo, trata-se de uma leitura extremamente atenta à efetiva historicidade da consciência feminista e das relações de gênero. As biografadas são pessoas que se constituíram a si próprias, ao mesmo tempo em que eram constituídas pela história que vivenciaram e ajudaram a construir. Ao trabalhar com a noção de subjetividades múltiplas, o estudo busca perceber como as mulheres “forjaram soluções no interior do sistema de gênero (…) redefinindo suas próprias trajetórias e sinalizando, desse modo, que o sistema de dominação [patriarcal] não era nem total nem absoluto” (63).

Outra virtude da obra está em não descurar os condicionantes de classe presentes no pensamento das duas feministas, inseridas totalmente no espaço-tempo em que viveram e atuaram. A atenção à história social – freqüentemente desqualificada hoje em dia – permite apreender mais complexamente a historicidade da consciência de gênero e a própria heterogeneidade dos ideários feministas no Brasil do século XIX e primeiro terço do XX.

A obra suscita ainda elementos de reflexão e prática historiográfica a partir de um diálogo com uma ampla bibliografia nacional e estrangeira sobre a condição feminina, as relações de gênero e a história do saber médico, especialmente da medicina da mulher. Será lido com proveito por estudiosos desses campos, especialmente no que tange à condição e situação de mulheres de letras e ciências, posto que problematiza a emergência e participação das mulheres nos campos intelectual, literário e científico da sociedade brasileira num período de intensas transformações históricas.

Em suma, ao narrar itinerários, nunca puramente individuais, de emancipação feminina, a autora constrói um estudo denso e minucioso sobre a condição da mulher – e especialmente da mulher de elite – na Bahia do fim do Império e das primeiras décadas da República. Para tanto, vale-se de uma abordagem essencialmente interdisciplinar. A narrativa analítica deixa ver a formação dupla da autora, em História e em Ciências Sociais: a erudição documental, a abordagem processual e a atenção aos detalhes significativos revelam a mão da historiadora; o uso rigoroso de conceitos e categorias da sociologia e da antropologia mostra o olhar mais estrutural da cientista social. Essa combinação resulta, como diria Paul Veyne, numa “história conceitualizante” bem tramada e contada. Elisabeth Rago é uma contadora de histórias, sem deixar de ser cientista social e historiadora. Essa combinação torna seu livro ao mesmo tempo gostoso e proveitoso de ser lido dentro e fora da academia.

Antonio Paulo Benatte– Pesquisador-colaborador do Depto. de História do Instituto de Filosofia e Ciências Humanas da Unicamp. Bolsista Fapesp. [email protected].

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Batallas contra la lepra: Estado, medicina y ciencia en Colombia | Diana Obregón Torres

Diana Obregón é professora e pesquisadora da Universidade Nacional da Colômbia e seu livro é uma versão mais abrangente de sua tese de doutoramento em história da cência, defendida na Universidade de Virgínia, em 1996. Partindo de um interesse geral sobre a constituição das associações científicas no final do século XIX e início do XX na Colômbia, a autora se surpreendeu com o grande número de artigos sobre lepra, fazendo-a supor que os médicos, na época, não tivessem outra preocupação como foco de atenção e análise. Essa descoberta causou-lhe a princípio verdadeiro horror, sobretudo “… por las figuras que por lo general acompañan las descripciones médicas …” (p. 11). Embora não constituíssem seu interesse central, a autora não poderia deixar de notar essa presença.

Algum tempo depois, ao se debruçar sobre o desenvolvimento da teoria microbiana e sobre como a bacteriologia influenciou e modificou as práticas médicas na sociedade colombiana, a autora voltou a deparar com a doença. Dessa vez, os grandes nomes da bacteriologia local, como Juan de Dios Carrasquilla e Federico Lleras Acosta, estavam profundamente envolvidos com a pesquisa sobre a lepra. Assim, Diana percebeu que era preciso entender um pouco mais a doença e descobrir que lugar ela ocupara naquela sociedade, qual sua importância no desenvolvimento da bacteriologia. Tudo isso sem perder de vista o potencial estigmatizante, uma vez que a lepra gera transformações nas percepções humanas e nas relações sociais e culturais, pelo aspecto físico que muitos dos pacientes podem apresentar ao longo do tempo, por causa das seqüelas da doença.1 Leia Mais

Race/ Place/ and Medicine:The Idea of the Tropics in Nineteenth-Century Brazilian Medicine | Julyan G. Peard

Esse livro oportuno e bem escrito ilumina partes da ciência brasileira que até recentemente haviam permanecido esquecidas — tal como a Escola Tropicalista Bahiana que constitui o centro da pesquisa —, apesar mesmo da considerável bibliografia já produzida sobre a ciência e a medicina coloniais, quase sempre sinônimo de medicina tropical, que entretanto raramente consideraram os países latino-americanos pois já eram nações independentes nos períodos focalizados por essa historiografia.

Julyan Peard rejeita a antiga interpretação de que a ciência no Brasil era inexistente ou pouco significativa anteriormente ao século XX. Com uma respeitável coleção de fontes primárias e secundárias, ela conta aos leitores uma história diferente e agradável sobre a Escola Tropicalista Bahiana, que se iniciou previamente à revolução bacteriológica e à grande expansão colonial européia. Em suas palavras: “um grupo de médicos no século XIX no Brasil, visando adaptar a medicina ocidental para melhor atacar questões específicas desse país tropical, buscaram novas respostas para a velha questão de se as doenças de climas quentes seriam ou não distintas daquelas da Europa temperada. Em sua busca, usaram os instrumentos da própria medicina ocidental para se contrapor às idéias a respeito da fatalidade dos trópicos e de seus povos, e reivindicaram a competência brasileira”. Leia Mais

As artes de curar: medicina, religião, magia e positivismo na República Rio-Grandense, 1889-1928 – WEBER (RBH)

WEBER, Beatriz Teixeira. As artes de curar: medicina, religião, magia e positivismo na República Rio-Grandense, 1889-1928. Santa Maria: Editora da UFMS; Bauru: EDUSC, 1999. 249p. Resenha de: SILVEIRA, Anny Jackeline Torres. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.22, n.43, 2002.

O final do século XX reservou descobertas surpreendentes no campo do conhecimento médico, tanto na área da identificação como no tratamento dos males que atingem o corpo de homens e mulheres. O anúncio do mapeamento da seqüência dos genes que compõem o DNA humano, realizado durante a última década pelos pesquisadores do consórcio público internacional Projeto Genoma Humano (PGH), tem sido tratado como a maior conquista da área médica, inaugurando mesmo uma nova era do conhecimento sobre a humanidade. Alguns afirmam que a medicina aproxima-se agora das ciências exatas, pela precisão com a qual esta descoberta poderá municiar o saber médico na identificação e solução das doenças1.

Estamos cada vez mais próximos de uma visão de doença pautada exclusivamente por uma explicação científica, em que os exames realizados por equipamentos ultra-modernos e o recurso à bioquímica responderiam a todas as necessidades e enfermidades do corpo humano? Não há como negar que tal descoberta representa uma grande vitória da medicina laboratorial, pautada no desenvolvimento da técnica e da tecnologia que envolve as descobertas do que se convencionou chamar a “era bacteriológica”. Porém, notícias como estas tendem a reforçar no imaginário social uma visão homogeneizadora e evolucionista do saber médico e de suas práticas. É sobre um mundo bastante contraposto a tal visão que nos fala o livro de Beatriz Weber, As artes de curar.

Elegendo como espaço de pesquisa a sociedade do Rio Grande do Sul na passagem do século XIX para o XX, a autora examina aspectos variados e interligados que caracterizariam a história do saber médico nesta região. Dentre eles, podemos citar as diferentes práticas de cura a que recorria sua população, a luta pela constituição de um campo profissional pelos médicos diplomados, as interferências que a ideologia positivista exerceu no reconhecimento da profissão, o papel da religião, da caridade e da magia na percepção da doença pelos leigos e sua interferência na posição que era assumida pelos médicos diante das mesmas. Sua análise aponta para uma realidade na qual práticas, saberes e crenças, diversos em seus fundamentos e procedimentos, partilhavam de forma às vezes conflituosa, às vezes em sobreposição ou harmonia, um mesmo espaço de ação.

Segundo Beatriz Weber, o poder da medicina é fruto de um processo que foi sendo construído durante todo o século XIX, e vai se consolidar no Rio Grande do Sul apenas por volta da década de quarenta. A teoria positivista e a forma como a medicina era por ela encarada tiveram papel importante neste processo. Conforme a autora, o positivismo era uma marca na formação das elites políticas do Rio Grande Sul e interferiu nas reações do poder público às tentativas de parte do corpo médico em criar restrições ao exercício de sua prática profissional, à adoção de medidas de intervenção para evitar a propagação das doenças e àquelas relativas à organização do espaço e da higiene urbana.

Bastante interessante é a descrição que a autora efetua sobre o modo como o saber médico é percebido por Comte e pelos partidários do positivismo, especialmente a idéia de que a medicina está subordinada à moral e à imagem que aproxima o médico do sacerdote: “aquele que diz o que é preciso fazer e o que se pode esperar, que traz a resignação em nome de uma ordem superior quando a ação não pode modificá-la” (p. 36). Havia, no Rio Grande do Sul, vários médicos partidários do positivismo. No entanto, nem todos partilhavam completamente das proposições dos seus teóricos a respeito do saber e da prática médica, mostrando, assim, como são variadas as possibilidades de apropriação das teorias que circulavam naquele momento, com leituras específicas dentro de contextos determinados.

Sobre este aspecto, chamam a atenção as justificativas elaboradas pelos membros do Apostolado Positivista do Brasil a respeito da defesa da liberdade no exercício da arte de curar. O profissional desta arte devia exercer uma influência espiritual sobre seus pacientes, era preciso que o médico se esforçasse para conquistar sua confiança. Era através dela, somada à sua conduta e ao seu devotamento, que o médico imporia a autoridade de sua palavra, e não por uma reserva de mercado estabelecida pela lei ou pela força. Antes de criticar os empíricos, dos quais teria nascido, a medicina (dita científica) devia apropriar-se dos seus resultados que foram confirmados pela experiência. Além disto, a confiança angariada pelos práticos e empíricos junto à população era fruto de uma identidade de crenças por eles partilhada, de concepções de mundo muito mais próximas do que, por exemplo, as que seriam professadas e propostas pelos médicos diplomados. Miguel Lemos, do Apostolado Positivista, contrapunha a figura do médico moderno aos seus “primitivos confrades, que sabem sinceramente fazer partilhar aos seus doentes a confiança que eles têm nos meios que empregam” (p.43). Este fator talvez também explicasse o sucesso de muitos “charlatães indignos”. À ciência, dizia então, era necessário penetrar no espírito da população para ser aceita.

A autora aborda também as relações entre as crenças positivistas e as questões da higiene e da intervenção pública nos espaços urbanos, e a influência que as teorias científicas sobre o contágio/transmissão (miasmas, bacteriologia) exerceram sobre a administração gaúcha, marcada pela ação de políticos positivistas. Ela frisa que, muitas vezes, concepções teóricas diferenciadas eram agregadas pelas instituições públicas, assim como pelos próprios médicos. Isto põe em cheque a perspectiva evolucionista e triunfalista do conhecimento científico, pautado por conquistas cada vez mais amplas e por uma aproximação sempre maior com a verdade. E não eram só filiações a abordagens distintas sobre a doença e a cura ¾ muitas das quais na época eram consideradas “científicas”, como o espiritismo e a homeopatia, entre outros ¾ que caracterizavam os médicos do período. Havia as crenças de caráter “subjetivo”, como a própria religião, que também marcava a prática de muitos desses profissionais.

Beatriz Weber aborda ainda o processo de constituição de “uma solidariedade corporativa e de um consenso profissional” entre os médicos diplomados. Isto se faz através de instituições como hospitais, associações ou entidades profissionais e da própria Faculdade de Medicina. Porém, como mostra a autora, este não é um processo linear ou simples, mas um caminho conflituoso marcado por desavenças políticas e filosóficas. Ao mostrar que estes médicos não eram os únicos portadores de um saber sobre as doenças e a cura; que seu conhecimento era marcado por incertezas teóricas, além das dificuldades práticas (como o instrumental precário, por exemplo); que participavam de outras crenças, como a religião, que influíam na forma como viam o processo de cura e seu próprio papel como profissionais, a autora desmistifica mais uma vez a velha imagem gloriosa e triunfante da medicina e a noção de que a constituição do poder que este saber exerce sobre a sociedade tenha sido fruto de um projeto homogêneo e sempre vitorioso.

Faz parte, ainda, da sua análise, o papel desempenhado pela Santa Casa de Misericórdia no processo de formação de um campo de saber específico, a transformação de suas funções assistênciais em terapêuticas e de produção de conhecimento, e as tensões que eram criadas pela convivência de práticas e saberes distintos. Por fim, Beatriz Weber mostra a permanência, durante todo este processo de afirmação do saber médico “científico”, das outras diversas práticas de cura às quais recorriam os diferentes grupos sociais. Nesta parte, a autora enfatiza uma perspectiva de análise que toma os grupos populares como sujeitos atuantes na organização do mundo no qual viviam, superando as interpretações que vão apresentar estes grupos como meros objetos ou pacientes de um projeto de normatização (neste caso, de “medicalização” da sociedade), ou que encaram suas ações apenas como uma reação à imposição destas normas disciplinadoras e dominadoras. Conforme afirma Beatriz Weber, estes setores sociais “interagiram socialmente com criatividade e participaram ativamente das definições do mundo em que viveram”(p.18).

Em sua conclusão, a autora nos diz que

(…) as diversas formas de organização para a cura … não se impuseram inclementes umas sobre as outras, garantindo o predomínio de uma visão. Intercambiaram-se elementos entre as concepções, compondo universos explicativos próprios, muitas vezes ambíguos e contraditórios … Muitas desenvolveram formas de atuação que as mantiveram em atividade até hoje. (p.228).

Isto nos leva a pensar sobre as afirmações emitidas pela imprensa sobre a conquista representada pela descoberta do código genético humano, apresentadas no início deste texto. Será mesmo tão absoluto o triunfo identificado nesta conquista? Como têm reagido as pessoas comuns a este avanço anunciado? O que muda na sua perspectiva sobre a doença e o processo da cura? Será que esta descoberta vai fazer esvaziar a peregrinação de pacientes que procuram o “Lar São Luiz”, o Centro do médium Chico Xavier2 e outras diversas “casas de cura”, terreiros de umbanda ou benzedeiras que se espalham através do País? Vamos deixar de lado os velhos chás para o resfriado, a enxaqueca ou outro mal-estar qualquer?

A feição que tem tomado o noticiário a respeito destas descobertas se inscreve na tradição, apontada por Maria Clementina P Cunha na apresentação da obra em exame, que

(…) atribui ao saber [especialmente ao saber dito científico], com sua intrínseca pretensão de deter a verdade, um potencial quase ilimitado de controlar e moldar a sociedade segundo seus próprios desígnios (p.15).

Se a genética promete à sociedade grandes conquistas, ela também apresenta fracassos e erros ¾ que, porém, não encontram publicidade tão marcante nos meios de comunicação. Além disto, ela propõe questões de caráter ético que afetam toda a sociedade e que, portanto, não deverão ser decididas num âmbito cultural, social e político restrito, como até então tem sido feito. É preciso, como nos mostra o livro em exame, ultrapassar a imagem asséptica da medicina [e da ciência como um todo] que lança fora toda crença, toda subjetividade, toda diversidade que fundamentou este saber e suas práticas sobre a cura. A ciência não é tão poderosa e hegemônica como muitas vezes deixa transparecer, nem homens e mulheres vivem ou elaboram o seu cotidiano a partir de uma perspectiva exclusivamente científica, de uma visão de mundo informada apenas pelos saberes que compõem esta esfera da produção cultural da sociedade. A leitura de Beatriz Weber contribui de forma significativa para ultrapassarmos essa visão linear e progressista que ainda hoje marca a imagem do conhecimento científico.

 

Notas

1 “[O] Projeto Genoma Humano, promete a era da bio-medicina de precisão”; “A transcrição … do código genético inaugura a era da medicina como ciência quase exata”. Folha de S. Paulo, “Genoma” (Caderno Especial). São Paulo, 27 de junho de 2000.

2 O “Lar São Luiz” e o centro de Chico Xavier são conhecidas “casas de cura” que realizam consultas e operações espirituais. A primeira está localizada no Rio de Janeiro, e a segunda, em Minas Gerais.

Anny Jackeline Torres Silveira – Coltec – UFMG, Doutoranda UFF.

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Medicina/ leis e moral: pensamento médico e comportamento no Brasil (1870-1930) | José Leopoldo Ferreira

Houve, de fato, um processo de medicalização da sociedade brasileira? Ou o que aconteceu foi uma socialização da medicina? Se houve, como tal processo se deu? Essas são as questões que José Leopoldo procura analisar em seu livro, levando-se em consideração a forma trabalhada por outros autores na investigação desse processo, tais como Jurandir Freire Costa, em Ordem médica e norma familiar, e Roberto Machado et alii de Danação da norma. Qual o papel da medicina legal nessa trajetória?

O livro é dividido em seis capítulos, nos quais se procurou analisar como o pensamento médico foi direcionado para objetos da vida social, tais como o crime, o sexo e a morte. O corte cronológico escolhido para análise e consideração pelo autor foi o período da Belle Époque, por possuir ampla e criteriosa reflexão científica sobre tais temas na literatura médica, tendo os médicos nesse momento feito da medicina uma ‘ciência da moral’. Leia Mais

As profissões imperiais: medicina/ engenharia e advocacia no Rio de Janeiro (1822-1930) | Edmundo Campos Coelho

A primeira coisa a dizer sobre o livro é que ele encanta pela qualidade da escrita, que não submerge aos ditames do ‘sociologuês’ corrente e nos apresenta um texto claro, fácil e agradável. Mas ele também é louvável pela qualidade da pesquisa realizada, ampla e completa. O autor soube reunir extensa documentação e informação bibliográfica da melhor qualidade para produzir um quadro rico em nuanças das nossas profissões clássicas em início de carreira. Nesse estudo, Edmundo Campos Coelho propõe-se a expor a sua própria “versão do processo de constituição das profissões tradicionais (medicina, advocacia e engenharia) ao longo do século XIX e das primeiras décadas do seguinte” (p. 34). A ênfase do autor recai sobre a dimensão institucional do processo no sentido amplo, isto é, procurando esclarecer as teias de relações sociais que fornecem as bases institucionais para a definição da posição dos grupos profissionais. As histórias da Academia Imperial de Medicina, do Instituto dos Advogados Brasileiros e do Instituto Politécnico Brasileiro, dos consensos e conflitos em torno dessas instituições e de suas sucessoras, compõem uma trama complexa dentro da qual o Estado tem papel destacado – “é o fio que unifica a trama e lhe dá alguma unidade” – sem ser o responsável exclusivo pelo desenrolar da mesma. Leia Mais

Estudos Feministas | UFSC | 1992

Estudos Feministas

A Revista Estudos Feministas (Florianópolis, 1992-) é uma revista trimestral indexada que circula nacional e internacionalmente, com o objetivo de divulgar textos cientificamente originais nos idiomas português, espanhol e inglês, na forma de artigos, ensaios e resenhas sobre gênero e feminismos que possam estar relacionados a um disciplina particular ou interdisciplinar em sua metodologia, teoria e literatura. Os artigos publicados contribuem para o estudo de questões de gênero e derivam de diferentes disciplinas: sociologia, antropologia, história, literatura, estudos culturais, ciência política, medicina, psicologia, teoria feminista, semiótica, demografia, comunicação, psicanálise, entre outras.

Trabalha em regime de rotação institucional desde 1992 e foi publicado pela primeira vez pela Coordenação Interdisciplinar de Estudos Contemporâneos da Escola de Comunicação da Universidade Federal do Rio de Janeiro. Posteriormente, o Programa de Pós-Graduação em Ciências Sociais e o Instituto de Filosofia e Ciências Sociais da Universidade Federal do Rio de Janeiro assumiram a responsabilidade pela edição da Revista. Desde 1999, o Centro de Filosofia e Ciências Humanas e o Centro de Comunicação e Expressão da Universidade Federal de Santa Catarina abrigam a revista. Atualmente, é incorporado ao Instituto de Estudos de Gênero, órgão que reúne pesquisadores de diferentes disciplinas [áreas de conhecimento e atividade] da UFSC, que têm como denominadores comuns os estudos feministas e as perspectivas de gênero.

Periodicidade quadrimestral

Acesso livre

ISSN 0104-026X (Impresso)

ISSN 1806-9584 (Online)

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