La espiritualidad del subdesarrollo: trabajo/ trabajadores y ocio en la prensa católica colombiana (1958-1981) | Andrés Felipe Manosalva Correa

La lectura de este interesante y sugestivo libro no solo me permite decir cosas, sino también remojar la memoria. De adolescente conocí el semanario El Campesino, que se vendía los domingos en la plaza de mercado que quedaba justo al frente de la imponente iglesia de Corinto, Cauca. Era un mercado fabuloso, generoso, grandioso, esplendoroso, que cubría la vastedad toda de la plaza. Era colorido también. De abajo subían los negros con su bulla y sus productos, y de arriba bajaban los indios con sus cosechas a cuestas de cebolla larga, zanahoria, remolacha, y tanta cositería comestible de tierra fría y alta. Del mercado corinteño se surtía todo el sur del próspero y pujante Valle del Cauca. Era una mezcla dominguera de razas que le daban al pueblo un aire de cosmopolitismo nacional. Era la vida misma puesta en escena. Al pueblo llegaban todos los periódicos que en domingo seducían por sus ediciones enormes y coloridas: El Tiempo, El Espectador, la Voz Proletaria y El Campesino. Mi padre compraba El Espectador y Voz Proletaria. Yo, al escondido, compraba El Campesino. Me gustaba el formato, la dimensión de sus fotografías y lo elemental de sus mensajes. Era un periódico para gente simple, apenas para los que supieran leer, pero bien diseñado. Se notaba la buena financiación con la que contaba. Llegaba a la parroquia y de allí se voceaba en la plaza compitiendo con los culebreros que nunca faltaban, con los vendedores de menjurjes, de telas y tanta cosa rara de un mercado que parecía del medioevo. Eran los tiempos de Pablo VI, el papa del progreso de los pueblos, que había estado en Colombia o estaba por llegar. Páginas enteras lo promocionaban. Corría el final de la intrépida década de 1960 y el general Rojas asustaba amenazando regresar al poder. Su prensa, pequeña pero pegajosa e insidiosa emulaba con El Campesino y le peleaba la feligresía en plazas liberales.

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Ferroviarios del Central Argentino. La conformación de un colectivo de trabajadores (1902-1933) | Laura Badaloni

Diversos debates convergen en el campo de la historia social de los trabajadores, dándole un curso renovado y ampliando sus alcances. Cuestiones relativas a la concepción misma de clase, las particularidades étnicas y de género, como así también el uso de distintas escalas espaciales que permiten el abordaje y aprehensión del objeto de estudio desde múltiples puntos de vista, enriquecen las nuevas investigaciones. La obra de la Dra. Laura Badaloni es ejemplar en este sentido, no sólo por captar estas problemáticas y nutrirse de ellas, sino porque ha logrado a través de una rigurosa y apasionada labor hermenéutica, suplir la vacancia en análisis historiográficos enfocados en los vínculos capital-trabajo, incorporando a ellos las políticas de gestión de la mano de obra. A partir de la concepción thompsoniana de clase, adopta una perspectiva relacional y transnacional poniendo en diálogo las experiencias obreras y empresariales, las cuales recupera a partir de la exégesis de un extenso acervo documental. Leia Mais

The Everyday Nationalism of Workers: A Social History of Modern Belgium | Maarten Ginderachter

Maarten Ginderachter Foto Maria Roudenko
Maarten Ginderachter | Foto: Maria Roudenko

Si bien este libro se ocupa de pasajes históricos de Bélgica lejanos para América Latina, considero pertinente llamar la atención sobre su estimulante propuesta: estudiar los nacionalismos “desde abajo”, es decir, colocando el foco de atención en las formas en que los nacionalismos son vividos por los ciudadanos “de a pie”; aquellos que no forman parte de las elites políticas o culturales, también desarrollan sus propias representaciones sobre la nación y la identidad nacional y cuentan con agencia propia para apropiarse o rechazar la simbología nacionalista oficial.

Se trata de una propuesta de suma valía ya que hasta ahora se han estudiado muy poco los horizontes de recepción de los nacionalismos. Y debo señalar que Maarten Van Ginderachter, autor del libro, no es ningún advenedizo en estos temas, toda vez que ha desarrollado esta línea de estudio en capítulos como “On the appropriation of national identity. Studying liux de mémoire from below”),1 que aborda las apropiaciones sociales y resignificaciones sobre los “lugares de memoria” de los que habló Pierre Nora. Además, ha coordinado libros como National Indifference and The History of Nationalism in Modern Europe, 2 donde se estudia el concepto de national indifference como guía para abordar los rechazos y apatías sociales que encuentra el nacionalismo oficial (el difundido por el Estado). Asimismo, coordinó el libro Emotions and Everyday Nationalism in Modern European History 3 donde se discute sobre las emociones que enrolan los nacionalismos vistos desde la perspectiva de la población en su vida cotidiana. Leia Mais

Y a la vida por fin daremos todo… Memorias de las y los trabajadores y extrabajadores de la agroindustria de la palma de aceite en el Cesar, 1959-2018 | Centro Nacional de Memoria Histórica

Filosofia e Historia da Biologia 16
SMNH. Y a la vida por fin daremos todo… | Detalhe |

SCOTT The common wind 19Este libro es una reconstruccion colectiva de la memoria de las y los trabajadores y extrabajadores de la palma en el departamento del Cesar (Colombia) entre 1950 y 2018, donde hubo al menos 249 victimas que tuvieron relacion directa con la organizacion sindical. Las organizaciones que participan del informe son la Fundacion de Apoyo y Consolidacion Social para los desplazados por la Violencia en Colombia —fundesvic—, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria del Cultivo y Procesamiento de Aceites y Vegetales —sintraproaceites— y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Agropecuaria —sintrainagro—.

Este ejercicio de memoria se llevo a cabo entre el 2017 y el 2018 y abarca seis decadas. Tuvo como trasfondo un conjunto de informacion proveniente de distintas tecnicas y fuentes: entrevistas, documentos personales de los afiliados a los sindicatos, talleres de memoria, prensa escrita, archivos institucionales, material secundario. Aunque es el primero que, desde el Centro Nacional de Memoria Historica (cnmh), tiene como eje central al sector palmero, la violencia antisindical ha sido abordada, a nivel de registro e investigacion, tanto por organizaciones no gubernamentales, como por entidades sindicales y academicos, desde hace ya al menos tres decadas en el pais.[1] Si bien el informe fue publicado por el cnmh en 2018, su lanzamiento publico no estuvo exento de polemica con la actual direccion del cnmh, en cabeza del historiador Ruben Dario Acevedo Carmona, teniendo lugar finalmente en la Universidad de los Andes, el 29 de mayo de 2019. En su momento, el portal La Silla Academica titulo el episodio como “la lucha de poder detras de la memoria”.[2] El capitulo introductorio del informe lleva por nombre “Siembra y ampliacion del cultivo de palma, conflictos laborales e inicios de la organizacion sindical”. Alli se describen los antecedentes de la llegada de la palma y el proceso social y politico de formacion de la organizacion sindical. El capitulo narra que antes de la llegada de la palma, en el Copey (norte del Cesar), habia cultivos de algodon, arroz, tabaco y sorgo, donde empresas como El Labrador s.a. y empresarios que vinieron de menos a mas en la region —tal es el caso de Alfonso Lozano Pinzon o Misael Carreno— jugaban un papel importante. A partir de relatos de exfuncionarios de una de las empresas formada en 1971, Palmeras de la Costa s.a., y de extrabajadores de Indupalma, se reconoce que el cultivo de palma comienza a entrar en San Alberto (sur del Cesar) entre 1958 y 1961 a traves de Agraria La Palma o Indupalma, y que su llegada, ademas de traer consigo “gentes de todas las regiones, facilita las primeras formas de organizacion de los trabajadores […] y la creacion del primer sindicato de Indupalma en 1963” (p. 39). Estos relatos dan cuenta del rol de los sindicatos en las huelgas de 1971 y 1977 y las distintas “acciones de presion” a Indupalma. Ademas, describen la institucionalidad comunitaria local impulsada por el activismo sindical, especialmente en San Alberto, a traves de la creacion de juntas comunales, comites de mujeres, comite de presos politicos, fondo de solidaridad, comite deportivo y creacion de barrios obreros como El Primero de Mayo (pp. 80-84). Leia Mais

Con los vientos del Cordobazo. Los trabajadores clasistas en tiempos de violencia y represión | María Laura Ortiz

A cincuenta años del Cordobazo, María Laura Ortiz nos invita a reflexionar sobre el mundo obrero cordobés con esta exhaustiva investigación. Enmarcada en un análisis históricamente situado que vincula coyunturas con estructuras y acciones sociales con condiciones de posibilidad, la autora realiza una relectura de la emergencia y la trayectoria del clasismo cordobés entre 1969 y 1982. A partir del reconocimiento de otras propuestas interpretativas, este estudio profundiza en los vínculos entre la cultura obrera local y las prácticas sindicales clasistas poniendo en cuestión diversas perspectivas nacionales generalizadoras. La estructura del trabajo reposa en una (re)conceptualización del clasismo que supera definiciones estáticas y dicotómicas en torno a la identidad clasista y las tradiciones políticas con las que se identifican.

A los efectos de ampliar las pesquisas y superar ciertos esquemas y barreras historiográficas, Ortiz recupera memorias del pasado reciente y objetiva los sentidos que subyacen en las tradiciones obreras, indagando en fuentes inéditas – como los “archivos de la represión” – mediante el uso de una pertinente metodología científica propuesta por la historia oral y cultural que dota de originalidad al texto. Dos partes organizan la investigación, siendo la primera la que por un lado refuerza aquella conceptualización a partir de los aportes culturalistas de algunos autores como Raymond Williams, Eric Hobsbawm, Richard Hoggart y James Petras. Por otro lado, y al mismo tiempo, la noción de clasismo es reinterpretada a partir de la caracterización del modelo industrial cordobés, la lógica de funcionamiento entre lo industrial y lo territorial en la ciudad y las transformaciones económicas, sociales y culturales ocurridas con el Cordobazo, el Navarrazo y el golpe de Estado de 1976; acontecimientos que incidieron sobre las posibilidades de expresión de las organizaciones clasistas. Leia Mais

I sepolti vivi / Gianni Rodari e Silvia Rocchi

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Giane Rodari nell’ URSS, 1979. La Repubblica /

RODARI G I sepolti vivi“Sotto terra va il minatore, /Dove è buio a tutte le ore “. Sono versi di Gianni Rodari inseriti in I luoghi dei mestieri, ( Torino, Einaudi, 1960), una filastrocca fatta per i bambini, per la scuola, per imparare e anche per divertire. Ma alle spalle di quei versi, come spesso gli accadeva, c’era una storia vera. Alcuni anni prima, nel 1952, nelle vesti di cronista del settimanale “Vie nuove”,  egli aveva raccontato lo sciopero dei minatori di Cabernardi, provincia di Ancona, la più grande miniera di zolfo d’Europa. Lì 300 persone si erano asserragliate a 500 metri di profondità per difendere il loro lavoro.  Con la diligenza del cronista il giovane Rodari indica i fatti, elenca i numeri,  traccia un quadro della politica industriale del colosso Montecatini nel contesto della nuova Europa: produttività, modernizzazione…

Ma a un certo punto del racconto abbandona il filo della cronaca e segue la storia di Ernesto e Maria, due giovani sposi, separati dallo sciopero. Lui chiuso nelle viscere della terra, lei tenuta lontana dalle cure per il loro bambino e per il vecchio padre, ma anche dalla pressione delle forze dell’ordine che impedivano contatti diretti, rendendo pesante perfino la consegna del cibo. Rodari concentra l’attenzione su come quei giovani stessero vivendo non un’avventura, né una disgrazia, ma l’impegno per fare del proprio lavoro il mezzo con cui costruire Il loro futuro. Ma anche il loro disperato bisogno di vedersi, solo per uno sguardo, per una parola e immagina Ernesto rischiare la lunga, faticosa e pericolosa risalita per una ’uscita di sicurezza’ dalla miniera, non controllata dalla polizia perché ritenuta impraticabile. Un cunicolo da percorrere a tratti strisciando, fatto di gradini appena accennati e addirittura di arrampicate con funi, lungo un percorso che sembrava non finire mai e sempre con un rischio incombente.  Scrive Rodari : “Cinque ore di strada per nulla fece Ernesto Donini, un giovane minatore di Pergola, domenica, ventidue giugno. Voleva rivedere la moglie, dopo ventiquattro giorni, almeno per un istante. Maria non c’era. Ernesto gridò a qualcuno che l’andasse a chiamare, forse stava attorno alla miniera. Ma  alla fine dovette rassegnarsi e ridiscendere”. Per trovarsi all’appuntamento convenuto, la giovane moglie aveva lasciato il bambino di un anno al vecchio padre dalla salute malferma e aveva percorro 12 km a piedi. Ma, al momento opportuno, la polizia impedì loro di incontrarsi e anche solo di parlarsi.

Così Rodari racconta ciò che non era visibile della lotta operaia: l’umiliazione, con cui chi ha il potere cerca di sfibrare la resistenza di chi potere non ne ha.Hanno fatto bene Ciro Saltarelli e Silvia Rocchi a riprendere e valorizzare questo vecchio reportage, costruendo un libro ( Gianni Rodari, Sepolti vivi, da un’idea di Ciro Saltarelli e illustrazioni di Silvia Rocchi, con un pensiero di Gad Lerner, Torino, Einaudi, 2020)  che grazie ai disegni di Silvia Rocchi permette di tornare a riflettere con più calma sul senso del lavoro di Rodari. Perché questo libro non parla del passato. L’umiliazione come strumento di oppressione, oggi più che mai, è all’ordine del giorno in tutte le latitudini della terra. Ma attuale è anche l’impegno per combatterla. E su questo versante l’opera di Rodari è preziosa.  Per comprendere l’importanza di quello che era pur sempre uno dei tantissimi episodi di conflittualità economico-sociale dei cruciali anni 50, occorre ricordare che erano passati solo pochi anni dall’entrata in vigore della Costituzione repubblicana con al primo articolo il suo fondamento nel lavoro.Se per difendere il salario era necessario ricorrere a forme di lotta che mettevano a rischio la salute e la vita; se la polizia interveniva rendendo più difficile la resistenza, parteggiando così per una delle parti in conflitto, allora cos’era cambiato rispetto al fascismo? Quale discontinuità aveva introdotto l’assetto repubblicano? Qual era il senso vero della Repubblica fondata sul lavoro?Era chiaro che le recenti conquiste politiche non erano la fine, ma solo l’inizio di un nuovo cammino. Di un lungo cammino, per il quale necessitavano forze nuove e nuovi strumenti. Era questo il fronte su cui Rodari impegnò tutta la sua forza creativa. Lo disse espressamente presentando La grammatica della fantasia (1972): insegnare “tutte le parole a tutti, non perché tutti siano artisti, ma perché nessuno sia schiavo”.

Il senso politico del lavoro narrativo dedicato ai bambini di Rodari non sta nel denunciare ingiustizie dolore e umiliazione di chi lavora, né di dare voce a chi non l’ha mai avuta. Molto più radicalmente egli elabora strumenti di lotta, mezzi che servano a chi li usa per difendersi e contrastare chi fa della parola e della cultura uno strumento di dominio. E come campo di battaglia scelse, lui maestro elementare, la scuola e i bambini che la vivevano. A loro ha dedicato la vita, scrivendo cose la cui bellezza da sola testimonia amore e dedizione. Così come, in questo testo, le tavole di Silvia Rocchi.

Franco Martina

Link per acquisto del libro: https://www.edizioniel.com/prodotto/i-sepolti-vivi-9788866566243/


RODARI, Gianni. I sepolti vivi. Da un’idea di Ciro Saltarelli. Illustrazioni di Silvia Rocchi. Resenha de: MARTINA, Franco. L’attualità di Gianni Rodari: “Insegnare le parole a tutti, perché nessuno sia schiavo”. Clio’92, 13 dic. 2020. Acessar publicação original

Quando la FIAT parlava argentino. Una fabbrica italiana e i suoi operai nella Buenos Aires dei militari (1964-1980) | Camillo Robertini

Quando la Fiat parlava argentino es producto de los estudios de posgrado y del trabajo de posdoctorado realizado por Camillo Robertini entre dos países: Italia y Argentina. El joven historiador viene haciendo una apuesta algo novedosa en el campo de la historia oral en relación a la utilización de las redes sociales. Según manifiesta en la introducción, parte de su experiencia de investigación sobre el tema ha transitado por la recuperación de memorias en medios no tradicionales como Facebook y otros escenarios virtuales.

El libro posee una narración fluida ocupándose de un tema por demás interesante y de un periodo histórico con claras repercusiones en el presente. De este modo, invita a pensar dos ejes de discusión en nuestra historiografía, aunque sin dudas exceden el marco nacional: por un lado, el pasado reciente de la Argentina junto con las posibles vías de abordaje histórico de los procesos traumáticos y de la violencia política; por otro, el papel de la clase obrera durante los llamados “años 70” y la dicotomía tradicional que caracteriza su accionar como “resistencia” o “inmovilidad”. Leia Mais

Cuando los trabajadores salieron de compras. Nuevos consumidores/publicidad y cambio cultural durante el primer peronismo | Natalia Milanesio

La tesis del libro de Natalia Milanesio plantea que la ampliación de las posibilidades de consumo de los sectores obreros durante el primer peronismo, y el consecuente surgimiento de lo que ella denomina “consumidor obrero”, generó en la sociedad argentina profundos cambios culturales ya que estos constituyeron una fuerza social modernizadora que modeló una nueva cultura comercial.

La primera parte del libro describe medidas que no han merecido tanta atención como las ya conocidas –aumentos de salarios, control de precios, convenios colectivos, etc.,– pero fueron vitales para ampliar y sostener el mercado de consumo: por ejemplo, la creación de la Dirección Nacional de Alimentos (DNA) para el control de estos productos o la ley que controlaba la veracidad de la información que difundía la publicidad. Leia Mais

Trabalho e trabalhadores no Nordeste – Análises e perspectivas de Pesquisas Históricas em Alagoas, Pernambuco e Paraíba | Tiago Bernardon de Oliveira

A noção de “experiência” concebida por Edward Thompson na sua célebre obra A Formação da classe operária inglesa, publicada pela primeira vez em 1963, foi cara para o desenvolvimento da História do Trabalho no mundo e no Brasil [1]. No país, desde sua ascensão no departamento de História da Universidade Estadual de Campinas (Unicamp), nas últimas décadas do século XX, pesquisadores tentam deslocar temas e objetos historiográficos que ligam a história de trabalhadores com, apenas e necessariamente, seus órgãos organizadores – partidos, sindicatos e líderes políticos –, mas juntando estes com suas próprias tradições, culturas, ideias, pensamentos, ideologias e construções sociais.

Não obstante, uma tendência ainda forte parece perdurar no país, embora com embates significativos e pesquisas já consolidadas em sua contramão – a narrativa de uma História do Trabalho e de trabalhadores centrada no eixo Rio-São Paulo ou, quando não, tomando exemplos destes estados e suas experiências como centros de referências e moldes a serem seguidos pelos agentes, organismos e instituições de outras regiões. A historiadora Silvia Petersen, em meados dos anos 1990, já havia alertado que “a história operária brasileira poderia alcançar outro patamar político se houvesse a articulação dos resultados das pesquisas regionais”[2], mas o fato é que o “Rio de Janeiro e São Paulo foram constituídos como centros definidores de sentido para a história operária do Brasil”[3] e que, no caso de seu objeto de estudo,

[…] as pesquisas acadêmicas sobre o movimento operário no Rio Grande do Sul, que aparecem nos anos 70, também tiveram por horizonte o que aconteceu no centro do país, tomado como padrão. Há uma preocupação correta em buscar referências nas regiões política e economicamente hegemônicas, mas estes trabalhos tiveram via de regra o viés de fazer aproximações na ausência de investigações mais precisas, de transferir explicações para suprir lacunas na investigação local.[4]

O símbolo do anarquista italiano de São Paulo ou do trabalhismo carioca, assim como a industrialização dessas cidades, não parecia encaixar-se em uma população marcada pela perduração do coronelismo, uma industrialização incipiente, uma menor onda de imigração e a permanência de trabalhos análogos à escravidão, como no Nordeste e Norte. Só cabia ao examinador dessas regiões tratar qualquer manifestação política ou social como exógena ao movimento operário brasileiro do período. Focos de estudos das relações de trabalho como no Ceará e na Bahia, a partir da Universidade Federal do Ceará (UFC), por exemplo, estão descentralizando tal visão. As reflexões de Marcel Van der Linden sobre a História Global do Trabalho e a ideia de que as considerações e experiências do hemisfério sul apresentam diferentes performances, igualmente sintomáticas para entendermos o capitalismo mundial e suas resistências, também tiveram papel fundamental neste processo[5].

É nesse ínterim, que o livro Trabalho e trabalhadores no Nordeste – Análises e perspectivas de Pesquisas Históricas em Alagoas, Pernambuco e Paraíba, organizado por Tiago Bernardon de Oliveira, e que conta com a colaboração de diversos especialistas e estudiosos de tais regiões, está alocado. Ele é resultado do I Ciclo de Debates sobre História do Trabalho, realizado no Centro de Humanidades da Universidade Estadual da Paraíba (UEPB), entre os dias 12 e 14 de agosto de 2013, onde, de acordo com seu organizador,

[…] cerca de 300 estudantes e professores dos cursos de Licenciatura em História, Geografia, Pedagogia, Letras e Direito debateram perspectivas de análise histórica sobre o trabalho e os trabalhadores do Nordeste com painelistas vindos da Paraíba, de Pernambuco e de Alagoas, que se dirigiram ao Brejo paraibano com recursos praticamente inexistentes e desprendida generosidade, baseada no compromisso de fazer expandir o conhecimento histórico como forma de ação política.[6]

Percebe-se, tanto nessa intenção bem como na escolha dos capítulos do livro, a ação política e social que seus autores e idealizadores estavam buscando, incluindo aí desde o escrever sobre o tema nestas regiões, quando divulgar tais pesquisas, ainda mais em universidades e centros educacionais sem tantos recursos, quanto no sudeste do país. Nisso, é perpassado também a relação dos estudos do trabalho com a questão racial. Muitas pesquisas da temática desconsideram o peso da escravidão e da diferença de cor de trabalhadoras e trabalhadores que ocupavam os mesmos postos de trabalho, assim como a relevância de discutir o tema da escravidão como fator considerável para a constituição das relações trabalhistas no Brasil. O livro traz importantes contribuições nesse sentido, ainda mais no Nordeste, onde a tese do “imigrante branco do trabalho livre” substituindo o negro no período republicano cai por terra.

É necessário citar que esse projeto tem relação com a construção do Núcleo de Documentação Histórica do Centro de Humanidades (NDH-CH) da UEPB, “cujo início remonta a meados de 2010, quando começaram as negociações que resultaram em um convênio firmado entre a UEPB e o Tribunal Regional do Trabalho da 13ª Região (TRT-13)”[7] , no qual está se tentado o impedimento “às ordens de descarte dos autos findos arquivados por mais de cinco anos pelas instâncias superiores daquele tribunal”[8] , o que revela a dificuldade em conseguir documentos para tais pesquisas. Mesmo diante disso, Tiago Bernardon de Oliveira, doutor em História pela Universidade Federal Fluminense (UFF) e especialista em História do Trabalho, atuante principalmente no tema da construção do anarquismo e do sindicalismo revolucionário no Brasil, para além dos eixos comuns, mas também interessado na história do reformismo sindical e do socialismo e ultimamente na História do Trabalho no Nordeste, encabeçou a organização da obra, que foi publicada também no SciELO books, mostrando a preocupação com a divulgação e leitura democráticas de tal livro.

Na realidade, numa duração um pouco maior, também podemos alocar o livro dentro dos esforços do GT Mundos do Trabalho, projeto no interior da Associação Nacional de História (ANPUH), organizado durante o XX Simpósio Nacional de História (Florianópolis, 1999), onde um grupo de historiadores resolveu encabeçar um espaço de debate particular dentro dos encontros e congressos propostos pelo organismo, que tem as renovações da história do trabalho em âmbito global e brasileiro como eixo norteador. Desde aí, este GT contribui para reunir pesquisadores de todo o Brasil, além de favorecer iniciativas que descentralizem a história do trabalho e dos trabalhadores além de seus polos mais estudados.

O livro em questão foi dividido em 14 capítulos, além de uma apresentação, que envolvem diversos temas correlatos ao fenômeno do trabalho em Alagoas, Pernambuco e Paraíba, como as relações escravistas, o pós-abolição e suas características nestas regiões, o movimento operário e suas performances, cotidiano, cultura e repressão, além da reflexão sobre as fontes utilizadas – fato que evidencia seu lugar nos recentes debates da História do Trabalho. O primeiro capítulo, O mundo do trabalho na sociedade escravocrata brasileira: um panorama sobre a Paraíba escravista, escrito por Solange Pereira da Rocha e Matheus Silveira Guimarães, versa sobre a escravidão indígena e a africana nos princípios da colonização do Brasil, que embora seja alocada aos séculos XVI e XVII, nos dá indícios sobre as relações estruturais trabalhistas na longa duração que foi construída no Brasil. O segundo capítulo, O homem livre e pobre no Brasil oitocentista, de Cristiano Luís Christillino, continua, nesse sentido, num período depois, no século XIX, analisando os pobres numa sociedade escravocrata e as conexões entre este processo no Rio Grande do Sul e na Paraíba.

O terceiro capítulo, Para o estudo das origens da organização dos trabalhadores em Alagoas: periodizando o mutualismo, de Osvaldo Batista Acioly Maciel, abre no livro as pesquisas sobre as relações trabalhistas de caráter livre, no período republicano brasileiro, embora nas regiões estudadas, e em boa parte do país, a linha entre o trabalho escravo e livre era bem tênue como ressaltada na obra. O autor faz uma análise atenciosa do mutualismo de Alagoas e suas transformações particulares, marcadas pelas relações clientelistas, e sua transição para o sindicalismo. Já em Reformistas e revolucionários: as lutas internas do movimento operário pernambucano e a formação do Grupo Comunista de Recife (1917-1922), de Frederico Duarte Bartz, é mostrada a dinâmica do movimento operário num momento tido como ápice na historiografia, que teve, nas regiões estudadas, influência do reformismo, embora com tensionamento do anarquismo e, com a Revolução Russa, a construção do comunismo. Nesse período, nem sempre houve resistências explícitas e somente políticas, mas culturais e versadas no cotidiano, fato estudado por Waldeci Ferreira Chagas em Cotidiano de trabalhadores urbanos na Parahyba moderna.

Avançando para além da fase da Primeira República, em Vigilância e ações de furto: estratégias de resistência operária na Companhia de Tecidos Rio Tinto (Paraíba-1959), de Eltern Campina Vale, é analisado o processo de repressão e resistências de trabalhadores com características próprias da região estudada, que, mesmo na fase convencionada como “redemocratização”, usava, por parte da classe dominante, uma linguagem e atitudes bastante repressivas e de controle social, a fim de controlar o trabalho e os trabalhadores na Paraíba. Em Golpe civil-militar e repressão ao movimento sindical no imediato pós-golpe no estado da Paraíba, Paulo Giovani Antonio Nunes aborda também o tema da repressão, neste caso, sobre os trabalhadores, a partir do Golpe de 1964. Neste estudo, utilizam-se a legitimação da violência e a repressão enquanto métodos que viriam a ser seguidos para conter a organização e a resistência à disciplina do trabalho na região estudada.

Debruçando-se em reflexões sobre fontes, personagens e temas atuais, Ana Beatriz Ribeiro Barros Silva, em Acidentes, adoecimento e morte no trabalho como tema de estudo da História, também trata sobre a exploração da força de trabalho no capitalismo, e, em particular, nestas regiões que têm acidentes de trabalho, e nas doenças ocupacionais desenvolvidas nas atividades produtivas como forma de controle social e disciplina. Com essa mesma linha, n’A indústria dos corpos exauridos na plantation açucareira no Nordeste do Brasil, de José Marcelo Marques Ferreira Filho, é analisada a relação entre as doenças ocupacionais e os acidentes de trabalho, provenientes da exploração nas plantations canavieiras da Zona da Mata de Pernambuco, entre 1963 e 1973.

Mariângela de Vasconcelos Nunes, em Uma cultura da esperteza: histórias de ócios, táticas e astúcias no ofício do agave, revela algumas formas de resistência dos trabalhadores – longe de serem passivos a estes processos – da manufatura do agave, na região dos Velhos Cariris, no sertão da Paraíba. Fundindo a análise de resistências culturais e políticas, baseada, substancialmente, em depoimentos orais, emergem táticas desenvolvidas pelos trabalhadores da região como o ócio e outros mecanismos, que agiam como uma verdadeira forma de trabalho “moral”, construída pelos seus agentes. No capítulo seguinte, Maria do Socorro de Abreu e Lima, em Trabalhadores rurais diante da violência, defende que, apesar do uso de uma brutal violência dos latifundiários e do Estado diante das mobilizações e movimentos de Pernambuco, entre a década de 1960 e fins da de 1980, os trabalhadores rurais conseguiram forjar formas de organização, e de bastante complexidade, inclusive com disputas na construção do sindicalismo rural pernambucano. Essa tradição construiu e também se chocou com o período da redemocratização abordado por Marcela Heráclio Bezerra, intitulado “Com muita vara é que se levanta uma casa e com muita lenha é que se levanta o fogo”: greves e conquistas trabalhistas da classe canavieira em Pernambuco durante os anos 1980, no qual é investigado o processo de construção das lutas dos trabalhadores canavieiros do Estado de Pernambuco, na fase de abertura política – inclusive debatendo essa conjuntura e adicionando temas relevantes como os da violência de gênero entre trabalhadores.

No penúltimo capítulo, Christine Rufino Dabat n’A rica história dos trabalhadores segundo os arquivos da Justiça do Trabalho: incitação à pesquisa apresenta alguns trabalhos acadêmicos realizados ao longo da última década, feitos pelo Grupo de Estudos “Trabalho e Ambiente na História das Sociedades Açucareiras – UFPE”, coordenado pela autora, juntamente com Maria Socorro de Abreu e Lima, no qual se reflete sobre o uso de fontes, a partir de um debate historiográfico internacional sobre o tema. No último capítulo, Francisco Fagundes de Paiva Neto utiliza-se de um estudo micro-histórico n’A biografia de Monsenhor Luigi Pescarmona e as lutas sociais na Diocese de Guarabira-PB para revelar as conexões entre imigração, religião, e a construção da consciência de classe, a partir de elementos culturais e formas de resistência diversas, tal como encontrada na trajetória do personagem.

A diversidade dos temas, embora buscando uma unidade – a construção da consciência de classe, a operação do capitalismo e do Estado Nacional brasileiro e suas formas de controle – na Paraíba, Pernambuco e Alagoas, mostra que, longe de ser um assunto sem nada para garimpar da História do Trabalho no Brasil, tem muito a ser feito, inclusive se levarmos em conta a proporção continental do nosso país, que está além das áreas tipicamente estudadas. Olhar além das fronteiras usualmente definidas – não deixando de ignorar aspectos fundantes e estruturais, já que, de fato, a questão da imigração em massa e das relações de trabalho, em áreas tipicamente mais industrializadas, são importantes para compreendermos muito dos processos e construções das relações de trabalho no Brasil – pode nos dar respostas sobre a experiência particular da nossa classe trabalhadora se juntarmos todos esses casos, o regional, o nacional e o global, ou seja, uma história que precisa ser alocada na história dos trabalhadores do mundo. Ademais, esses trabalhadores contidos no livro, ao estarem mais próximos aos trópicos, também podiam estar –mesmo com seus projetos e sonhos perdidos e esmagados – com respostas mais próximas ao sol, da redenção.

Notas

1. Ver MATTOS, Marcelo Badaró. E. P. Thompson no Brasil. Outubro, São Paulo, v. 14, n. 6, p. 81-110, 2006. Disponível em: http://outubrorevista.com.br/e-p-thompson-no-brasil/. Acesso em: 27 ago. 2019.

2. PETERSEN, Silvia. Cruzando fronteiras: as pesquisas regionais e a história operária brasileira. Anos 90, Porto Alegre, v. 3, n. 3, p. 129-153, 1995. p. 132. Disponível em: https://seer.ufrgs.br/anos90/article/view/6150/3644. Acesso em: 26 ago. 2019.

3. Idem.

4. Idem.

5. Ver LINDEN, Marcel Van der. Trabalhadores do Mundo: ensaios para uma história global do trabalho. São Paulo: Editora Unicamp, 2013.

6. OLIVEIRA, Tiago Bernardon de. Trabalho e trabalhadores no Nordeste – Análises e perspectivas de Pesquisas Históricas em Alagoas, Pernambuco e Paraíba. Campina Grande: Eduespb, 2015. p. 10.

7. Idem.

8. Idem.

Kauan Willian dos Santos –  Doutorando em História pela Universidade de São Paulo (USP) São Paulo, SP, Brasil. E-mail: [email protected]  Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3677-9397

OLIVEIRA, Tiago Bernardon de. Trabalho e trabalhadores no Nordeste – Análises e perspectivas de Pesquisas Históricas em Alagoas, Pernambuco e Paraíba. Campina Grande: Eduespb, 2015. Resenha de: SANTOS, Kauan Willian dos. Trabalho e trabalhadores mais próximos ao sol. Revista Nordestina de História do Brasil. Cachoeira, v.2, n.3, p.158-164, jul./dez. 2019. Acessar publicação original [DR]

Montevideo, ciudad obrera. El tiempo libre desde las izquierdas (1920-1950) | Rodolfo Pirrini Beracocheia

A través de esta obra el historiador Rodolfo Porrini acerca al lector a una faceta de la vida de los trabajadores montevideanos poco conocida: el uso del tiempo libre. Este acercamiento se produce a partir de la mirada de tres corrientes de izquierda con destacada influencia en el medio local en los treinta años estudiados (comunistas, socialistas y anarquistas). A través de estas el autor busca dar a conocer un aspecto generalmente ignorado en la historiografía de los trabajadores y los sectores populares en el Uruguay que priorizan el estudio de sus formas de protesta, organización y expresiones ideológicas. Subyace también un cuestionamiento a la imagen del Uruguay como «país de capas medias» que ha llevado a la invisibilización de sus rasgos obreros. Asimismo, brega por jerarquizar la importancia del tiempo de no-trabajo y reconocer su especificidad.

El libro es una edición, pensada para alcanzar un público amplio, de la tesis de Doctorado en Historia de la Universidad de Buenos Aires titulada Izquierda uruguaya y culturas obreras en el «tiempo libre»: Montevideo (1920-1950) dirigida por la historiadora Mirta Zaida Lobato. Esta tesis obtuvo el primer premio en la categoría «Ensayo de Historia, biografías y temas afines» rubro inédito de los Premios Anuales de Literatura del año 2014 del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. Leia Mais

Laborers and Enslaved Workers: Experiences in Common in the Making of Rio de Janeiro’s Working Class/1850–1920 | Marcelo Badaró Mattos

A versão em inglês do livro de Marcelo Badaró Mattos é um feito da história social brasileira em seu notável esforço de reconhecimento de excelência internacional.1 Debruçado sobre contexto específico – a cidade do Rio de Janeiro entre a segunda metade do século XIX e as primeiras décadas do século XX –, o livro prossegue com a proposta de E. P. Thompson de derrubar as muralhas separadoras da história da agitação da classe trabalhadora da história cultural e intelectual do resto da nação (como está afirmado na Formação da classe trabalhadora inglesa, em seu prefácio). Como resultado, Mattos protagoniza um momento característico da historiografia brasileira, que é o foco na coexistência de trabalhadores livres e libertos, trabalhadores escravizados, ou não-livres. (Ou, simplesmente, trabalhadores.) Ao considerar a classe como processo e como uma relação – e não como um dado da estrutura social –, Mattos esclarece ser infrutífero voltar atrás no tempo apenas em busca de experiências de trabalhadores livres. Leia Mais

A greve de 1917 – Os trabalhadores entram em cena | José Luiz Del Roio

José Del Roio constrói sua narrativa a partir da leitura de historiadores especialistas em História Política, Social e Econômica, ligados ao movimento dos operários no Brasil, como Michael Hall e Suely Robles Reis de Queiroz a militantes intelectuais que viveram no período, como Everardo Dias e Astrojildo Pereira. Além disso, utiliza em seu arcabouço historiadores como Edgar Rodrigues, que se dedicaram aos estudos do anarquismo no Brasil, um campo que ainda carece de estudos e debates, sendo subjugado por uma memória oficial. Neste sentido, Del Roio dará voz a esses sujeitos anarquistas em seu livro “A greve de 1917 – Os trabalhadores entram em cena”, (São Paulo: Alameda, 2017).

Com relação às fontes empregadas pelo escritor, mas antes propriamente de indicá-las, é necessário relatar a relação entre o autor e elas. José Del Roio, radialista, ativista do Partido Comunista Brasileiro (PCB) na década de 60 e fundador, junto a Carlos Marighella, da Ação Libertadora Nacional (ALN), foi um dos que possibilitou a preservação do acervo de Astrojildo Pereira, durante o regime de ditadura militar. O acervo contém vários documentos reunidos sobre o “Movimento operário no Brasil”, folhetos, reportagens de jornais da época, canções, convocações e comunicados do Comitê de Defesa Proletária (CDP), que hoje permanecem no Centro de Documentação e Memória (CEDEM), em São Paulo e que foram utilizados como fontes para o livro.

Diante disso, em meio a um cenário brasileiro contemporâneo, marcado por passeatas, greves gerais e paralisações de várias categorias, no qual há luta por mais transparência política e direitos básicos dos trabalhadores, o livro escrito por José Luiz Del Roio cumpre papel relevante na divulgação de um acontecimento. Fenômeno que há cem anos sinalizaria o início das movimentações sindicais e da organização popular em torno de melhorias nas condições de trabalho do operariado paulista. O autor nos leva, através de sua interpretação, à análise e imaginação ao mundo dos trabalhadores nos bairros Brás, Mooca, e outros de São Paulo, que para ele representou a máxima do movimento sindicalista revolucionário, mas também o início de sua decadência.

Em sua obra, dividida em cinco capítulos, que totalizam cerca de 130 páginas, José Luiz Del Roio busca traçar, inicialmente, os elementos históricos que antecedem a eclosão dos protestos, modificações sociais em São Paulo que, desde o final do século XIX, possibilitaram um crescimento demográfico e industrial na cidade. Decorrente dessas transformações há consequências fundamentais ao contexto da greve. A vinda de imigrantes europeus após a abolição da escravatura, que circunscreveu a formação de uma mão-de-obra ainda com resquícios da escravidão e que, portanto, foi submetida muitas vezes ao trabalho compulsório, fator que elevou ainda mais a pauperização das relações de trabalho. Simultâneo a isso, o aumento e mudança de produção para suprir demandas durante a Primeira Guerra Mundial, o crescimento desordenado destas fábricas e das condições precárias impostas aos trabalhadores acabam propiciando o surgimento de movimentos anarquistas e anarcossindicalistas como resistência a este panorama, tornando-se alvo de discussão do autor no capítulo dois. Segundo o autor, o anarcossindicalismo, apresentando-se como uma cisão anarquista dos sindicatos socialistas, obteria uma atuação mais ampla e direta a favor do operariado através de uma luta mais insurrecional.

No capítulo três há uma maior ênfase na descrição pormenorizada destes protestos e de casos e indivíduos específicos que atuam no desenrolar das paralisações. O autor traz luz às dificuldades e toda a repressão que os grevistas passaram por parte do Estado. Também ganha destaque do escritor a contribuição dos jornalistas à greve, inclusive nas intermediações das negociações, uma vez que a maioria dos diretores do Comitê de Defesa Proletária eram vinculados a estes meios, a exemplo de Edgard Leuenroth, condutor de um meio de comunicação anarquista, a Plebe.

Por fim, nas últimas duas divisões do livro há elaboração de um balanço do movimento, entretanto, se por um lado são destacados os ganhos que o operariado adquiriu e a repercussão que a greve teve em outras regiões do país, por outro são elencadas as sucessivas ações repressivas que sofreram os líderes grevistas após julho de 1917, a estruturação de um sindicalismo moderno advindo da cisão do movimento anarquista no Brasil, além do montante de mortos e desaparecidos nos conflitos, dados que só podem ser discutidos pelo escritor por meio de fontes extraoficiais, visto que os anúncios e denúncias de desaparecidos geralmente eram publicados somente nos jornais anarquistas.

A resistência contra o Estado e a oficialidade dos fatos é algo marcante que permeia toda a obra de José Del Roio. Ele coloca os trabalhadores de 1917 como sujeitos ativos na luta pelos seus direitos e que resistem às forças em contraposição ao seu movimento. O autor faz parte dessa resistência que ainda permanece, também pela escolha de uma documentação não oficial. Apesar de não haver muito sobre as personagens femininas que participaram da greve – o que o autor reconhece e justifica devido à falta de uma documentação – elas são mencionadas como significantes, e as fotografias trazidas ao final do livro as mostram atuantes nas manifestações. Ele não as esquece, assim como também os anarquistas ou os mortos em confronto com a polícia. Logo, a história a contrapelo torna-se aqui presente.

Por fim, torna-se relevante neste trabalho de Del Roio o resgate da greve de 1917 a partir da demonstração das relações deste fenômeno histórico com o movimento anarquista. Evidenciar a relevância desta influência, que adveio da Europa, principalmente através dos imigrantes italianos, ressalta as relações culturais e sociais entre estes e o operariado brasileiro, corroborando o ecletismo dos trabalhadores paulistas no início do século XX. Atitude metodológica que apresenta esses sujeitos históricos de forma complexificada, demonstrando como compreendiam e sintetizavam os ideais anarquistas, aplicando-os em suas visões de mundo e no cotidiano em prol da luta social.

Deste modo, a obra atende bem ao seu propósito, pois a condensação das ideias em um livro menor e a utilização de uma linguagem acessível acabam permitindo uma exposição da greve de 1917 para além do âmbito acadêmico, atingindo um público mais amplo. Da mesma forma, o anexo de fontes ao final do livro, que contém de imagens à recortes de jornais anarquistas, também agrega para um maior envolvimento da obra com um público mais leigo, que talvez não fosse ter acesso a tal documentação por outros meios. Portanto, mesmo o autor não sendo historiador, sua experiência de vida, aliada à apresentação recorrente das fontes pelas quais Del Roio não se abstém, enriquece seu trabalho como pesquisa.

Kauana Silva de Rezende – Estudante do 7º período do curso de História (Licenciatura e Bacharelado) na Universidade Federal do Paraná

Pâmela de Souza Oliveira – Graduada em História (Memória e Imagem) pela Universidade Federal do Paraná.


DEL ROIO, José Luiz. A greve de 1917 – Os trabalhadores entram em cena. São Paulo: Alameda, 2017. Resenha de: REZENDE, Kauana Silva de; OLIVEIRA, Pâmela de Souza. Cadernos de Clio. Curitiba, v.8, n.2, p.135-139, 2017. Acessar publicação original [DR]

Trabalhadores dos trilhos: imigrantes e nacionais livres, libertos e escravos na construção da primeira ferrovia baiana (1858-1863) – SOUZA (RBH)

SOUZA, Robério S. Trabalhadores dos trilhos: imigrantes e nacionais livres, libertos e escravos na construção da primeira ferrovia baiana (1858-1863). Campinas: Ed. Unicamp, 2016. 272p. Resenha de: VITO, Christian G. de. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.37, n.74, jan./abr. 2017.  

Há muito tempo a história do trabalho é escrita exclusivamente sob as perspectivas do trabalho assalariado, da “proletarização” (ou mudança para o trabalho assalariado) e das organizações de trabalhadores assalariados. Enquanto esses aspectos têm sido confundidos com “modernidade” e com o surgimento e expansão do capitalismo, a escravidão e outras relações de trabalho forçado têm sido marginalizadas como “atrasadas” e não-capitalistas. Neste livro convincente e bem escrito, Robério S. Souza subverte essas abordagens tradicionais e mostra uma história do trabalho mais inclusiva, baseada em novas conceituações. O autor aborda a construção da ferrovia Bahia and San Francisco Railway no período de 1858 a 1863, mas em vez de vê-la como um símbolo da modernidade tecnológica, de investimentos estrangeiros “progressistas” e do trabalho livre, ele aponta para a compatibilidade do capitalismo com o trabalho forçado, indica múltiplas imbricações entre o capital britânico e os universos da escravidão, e destaca a presença de escravos na força de trabalho, contrariando os regulamentos da legislação imperial de 1852. Da mesma forma, o autor aborda os trabalhadores migrantes europeus – especialmente os “italianos” -, mas, em vez de corroborar a narrativa padrão de que eles seriam vetores de mão de obra livre qualificada, traz à baila a precariedade de sua liberdade e a compara com a dos “nacionais livres” e com as condições dos escravizados. Em termos mais gerais, Souza insiste na complexidade da composição da força de trabalho, em vez de buscar os trabalhadores assalaria­dos ideais típicos dentro dela: dessa perspectiva, ele consegue abordar as rela­ções concretas entre os trabalhadores permeando as condições legais e as relações de trabalho e apontando para as suas experiências e momentos de solidariedade compartilhados, bem como os conflitos que surgiram entre eles.

Esses argumentos fundamentais são brilhantemente apresentados na introdução, a estrutura do livro é bem projetada e o estilo mescla bem panoramas quantitativos precisos, momentos de reflexão e descrições detalhadas de eventos e biografias individuais. Os três primeiros capítulos informam o leitor sobre o mundo dos “senhores dos trilhos” e sua conexão com a economia escravista da província da Bahia (cap. 1), esboçam a “demografia social” da força de trabalho da ferrovia (cap. 2) e, em seguida, abordam a reconstrução da materialidade das tarefas, incluindo detalhes das obras em cada uma das cinco seções diferentes em que o canteiro de obras foi dividido (cap. 3). Os dois últimos capítulos focalizam, em detalhe, a agência e as experiências dos trabalhadores. O Capítulo 4 centra-se naqueles que migraram para o Brasil provenientes do Reino da Sardenha, descreve a greve que organizaram em 1859 e discute suas conexões mais amplas com as mobilizações de outros trabalhadores (incluindo os escravos) e as práticas de repressão e controle social implementadas pelas autoridades. O capítulo 5 examina de perto a multidão aparentemente desconexa e desordenada que compunha a força de trabalho e aborda as “lógicas internas que forjaram ou dificultaram a experiência e o processo de conformação de identidades” (p.34-35). Acompanhando o texto, um mapa histórico permite visualizar os territórios atravessados pela ferrovia (p.116), e 19 belas fotografias históricas – a maioria delas da Coleção Vignoles do Instituto de Engenheiros Civis de Londres – fazem que os trabalhadores, as localidades e as obras adquiram concretude para os leitores. De fato, em vez de serem apenas um suporte visual passivo, especialmente no capítulo 3, as fotografias são diretamente integradas e discutidas no texto. A maior parte das fontes primárias é extraída de várias seções do Arquivo Público do Estado da Bahia (Apeb) e inclui a correspondência entre várias autoridades, listas de passageiros que entraram no porto da Bahia e documentos produzidos pela polícia e pelas autoridades portuárias que se revelaram fundamentais para a compreensão tanto da dinâmica do controle social quanto da vida dos trabalhadores como indivíduos.

Como seu livro anterior sobre os emaranhados das relações de trabalho na Bahia no período imediatamente seguinte à abolição da escravidão, este trabalho mais recente de Souza está profundamente inserido na nova e revolucionária historiografia brasileira sobre o trabalho.1 O autor reconhece especialmente a sua dívida intelectual às obras de Sidney Chalhoub e Henrique Espada Lima (p.30). Ainda assim, precisamente por causa da qualidade deste livro, poder-se-ia esperar também um diálogo mais amplo do autor com as obras internacionais que abordam contextos comparáveis e questões relacionadas. Esse diálogo poderia ter fortalecido a sua interpretação em vários pontos e, simultaneamente, realçado o impacto deste volume para uma comunidade acadêmica maior. Por exemplo, os estudos sobre a força de trabalho igualmente complexa, mas montada de forma diferente, empregada na construção das ferrovias cubanas antes da abolição da escravidão na ilha caribenha (1880) poderiam ter fornecido referências comparativas úteis sobre a questão-chave da conexão entre liberdade e não-liberdade.2 Ao mesmo tempo, o livro de Souza é um complemento significativo às investigações recentes na História do Trabalho nos transportes, com as quais ele compartilha a crítica aos “binários padronizados entre coerção e liberdade” e para as quais contribui indiretamente expandindo o foco do “trabalho no transporte” para o trabalho que construiu as infraestruturas do transporte.3 A obra é também uma contribuição preciosa para a renovação da história da migração italiana do século XIX e início do século XX, para além das limitações dos estudos tradicionais que tendem a ver os trabalhadores italianos isolados do resto da força de trabalho e, particularmente, fora do trabalho forçado. Por sua vez, a nova abordagem acadêmica sobre a diáspora italiana, com a consciência da importância das conexões translocais e da pesquisa arquivística em múltiplos locais, poderia ter respaldado a sugestão de Souza sobre a relação entre as demandas dos trabalhadores sardos no Brasil e a turbulência política na Itália às vésperas da unificação nacional (p.188-190).4

Em um nível diferente, o argumento central do autor sobre a compatibilidade entre o capitalismo e o trabalho não-livre ecoa, entre outras, as descobertas do estudo pioneiro de Alex Lichtenstein sobre a economia política do trabalho de prisioneiros no período pós-emancipação do Sul dos Estados Unidos e as de um recente volume sobre trabalho forçado após a escravidão, organizado por Marcel van der Linden e Magaly Rodríguez García.5 De maneira mais geral, o argumento de Souza sobre as fronteiras fluidas entre liberdade e não-liberdade coincide com a questão-chave do longo debate sobre o trabalho livre e não-livre e também está alinhado com a reconceituação da classe operária proposta pelos estudiosos da História Global do trabalho, apontando para a necessidade de ir além do foco padrão sobre o trabalho assalariado, passando a estudar todos os tipos de relações trabalhistas que foram imbricadas no processo de mercantilização do trabalho.6 Finalmente, e de forma semelhante a outras obras brasileiras sobre a história do trabalho, os capítulos 4 e 5, em especial, mostram a importância do estudo simultâneo das relações de trabalho e da agência e organização dos trabalhadores – uma combinação que tem sido particularmente rara na História Global do trabalho até agora. De fato, a adoção do conceito de “experiência” – explicitamente tomado de empréstimo a E. P. Thompson – fornece a Souza uma ferramenta para adentrar a questão da formação contraditória da identidade de classe entre os trabalhadores que estavam “juntos, mas não misturados” (p.237) e, assim, frequentemente presos entre a unidade e a divisão em fronteiras nacionais, étnicas e legais.

Essas imbricações entre o trabalho de Souza e a historiografia do trabalho mais ampla ressaltam seu potencial para intervir em debates ainda maiores, beneficiando-se dela, ao mesmo tempo, em alguns pontos interpretativos. De modo algum essas observações críticas ofuscam os méritos deste livro. Na realidade, este volume é um daqueles preciosos estudos empíricos que podem inspirar e moldar pesquisas em outros locais e épocas, para além do seu tópico específico e do seu escopo cronológico. Por essa razão, traduções múltiplas deste livro são altamente desejáveis.

Referências

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Notas

1 SOUZA, 2011. Ver esp.: CHALHOUB, 1990LIMA, 2005CHALHOUB, 2012FORTES et al., 2013.

2Por exemplo: OOSTINDIE, 1984FADRAGAS, 1998.

3 BELLUCCI et al., 2014. Citação da Introdução dos editores, p.5.

4 GABACCIA; OTTANELLI, 2001.

5 LICHTENSTEIN, 1996LINDEN; RODRÍGUEZ GARCÍA, 2016.

6 BRASS; LINDEN, 1997LINDEN, 2010.

Christian G. de. Vito – Research Associate, University of Leicester; Lecturer, Utrecht University. Utrecht University, Department of History and Art History. Utrecht, The Netherlands. E-mail: [email protected].

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Organizar e proteger: trabalhadores, associações e mutualismo no Brasil (séculos XIX e XX) – BATALHA; MAC CORD (TES)

BATALHA, Claudio; MAC CORD, Marcelo (Orgs.). Organizar e proteger: trabalhadores, associações e mutualismo no Brasil (séculos XIX e XX). Campinas: Editora Unicamp, 2015, 280p. Resenha de: VELASQUES, Muza Clara Chaves. Revista Trabalho, Educação e Saúde, Rio de Janeiro, v.14, n.2, mai./ago. 2016.

O livro Organizar e proteger: trabalhadores, associações e mutualismo no Brasil (séculos XIX e XX) oferece ao leitor alguns dos estudos históricos mais recentes sobre o tema. Organizado por representantes de duas gerações de historiadores do trabalho, Claudio Batalha e Marcelo Mac Cord, a publicação dá continuidade à coleção Várias Histórias, criada pelo Centro de Pesquisa em História Social da Cultura (Cecult) do Instituto de Filosofia e Ciências Humanas da Universidade Estadual de Campinas (Unicamp). Desde a sua origem, o Cecult (1995) foi um dos principais espaços de renovação da história social, dinamizando as reflexões teóricas e da produção da história no uso das metodologias e fontes, com destaque para as investigações das experiências dos trabalhadores brasileiros nos estudos do século XIX e da primeira metade do século XX.

As formas de atuação dos trabalhadores nos seus locais de trabalho; o contato dos trabalhadores pobres com outros sujeitos históricos e as estratégias de resistência no embate entre as classes sociais; os espaços de sociabilidade, lazer e formas de expressão da vida cotidiana dos trabalhadores; e os laços de solidariedade, resistência e costumes são temas presentes nas dissertações e teses produzidas pelo Centro. Observa-se nestas produções a herança dos trabalhos que inauguraram, a partir de fins dos anos 1970, no Brasil um novo olhar da história social na interpretação dos temas da história da cultura e da história do trabalho, em um estreito diálogo com a produção do historiador inglês E. P. Thompson.1

Nos anos 1980, com o fim da ditadura civil-militar no país, assistimos à reestruturação das universidades públicas e, com elas, um novo fôlego na divulgação das pesquisas na área das ciências humanas. Nos núcleos acadêmicos de pesquisas históricas este movimento teve um importante papel através das revistas que ajudaram a impulsionar o diálogo entre os pesquisadores brasileiros e, consequentemente, fomentaram a produção historiográfica. No prolongamento deste movimento, como canal de divulgação das atuais pesquisas, a coleção Várias Histórias tem colaborado para a maior visibilidade do campo da história social, buscando divulgar uma produção que ajudou a desconstruir a hegemonia das explicações mais generalizantes e ortodoxas, principalmente nos estudos da escravidão, pós-abolição, trabalho escravo, trabalho livre e experiências operárias. O livro Organizar e proteger deve ser visto a partir deste contexto.

Com capítulos articulados com base nas análises de um objeto comum – as experiências associativas dos trabalhadores dos séculos XIX e XX –, o livro apresenta uma discussão pouco conhecida para o público que está fora dos círculos das pesquisas no campo da história. Batalha e Mac Cord, ao reunirem importantes estudos de especialistas da história social do trabalho na discussão das formas de organização de ajuda mútua dos trabalhadores ao longo do Império e primeiros anos da República brasileira, trouxeram questões essenciais a respeito da cultura associativa nas cidades do Rio de Janeiro, Recife, Salvador, Maceió, Florianópolis, Campinas, além de algumas cidades do estado de Minas Gerais. Os autores dos nove capítulos da obra acabaram compondo um quadro que nos permite compreender a complexidade das associações mutualistas e das relações destas com os trabalhadores livres e escravos.

Partindo da proposição, explicitada na introdução do livro, de que as formas associativas que se multiplicaram na Europa, no decorrer do século XIX , são herdeiras das concepções iluministas do século XVIII, podemos observar nelas a defesa da vida pública e de ampliação da participação social, acompanhadas pelo sonho da meritocracia. Compreendem-se assim as bases do pensamento que conduziu a construção das diversas associações na Europa que reuniam “inteligências, virtudes e vontades” em seus grêmios literários e científicos, influenciando as experiências associativas nas colônias e ex-colônias europeias. A ideia de civilização e progresso somada aos valores e às práticas associativas terão grande peso na construção da sociedade liberal. Na sua origem europeia, o associativismo de início do século XIX refletia a fragmentação social vigente. As classes ‘subalternas’ não compunham os quadros de associados das organizações das elites letradas, e a burguesia proprietária não ficou de fora das experiências associativistas. Reuniam-se em entidades de classe que protegiam seus interesses econômicos e de atuação política. Trabalhadores também se organizaram em entidades de classe, pois entendiam que eram fundamentais para suas estratégias de sobrevivência.

Segundo os organizadores da obra, até o início dos anos 1980, os debates históricos, com raras exceções, trataram de ler o associativismo no Brasil como uma “espécie de pré-história da classe operária”. A partir de fins da mesma década, uma nova geração de historiadores debruçou-se nas pesquisas sobre o mutualismo no Brasil. Arquivos e fontes inéditos para o estudo das associações começaram a ser investigados, trazendo abordagens e interpretações renovadas sobre o associativismo, o que resultou em análises que puderam compreender as variadas formas que as práticas da ajuda mútua assumiram na nossa sociedade dos séculos XIX e XX.

Neste sentido, essas três últimas décadas foram suficientes para promover um acúmulo de conhecimento histórico sobre as formas de associativismo dos trabalhadores brasileiros e, em especial, sobre o mutualismo, como explicam os organizadores. Entendendo que as práticas do mutualismo no Brasil não são uma mera transposição dos modelos da experiência europeia, Batalha e Mac Cord chamam a atenção para as primeiras décadas do século XIX, onde encontramos a forma ‘clássica’ do associativismo no Brasil. Esta pode ser vista tanto na constituição das lojas maçônicas anteriores à independência, nas formas organizativas das elites letradas e proprietárias do Império dos anos 1830, como nas sociedades de trabalhadores artífices do mesmo período, que promoviam o auxílio mútuo e o aperfeiçoamento profissional para os seus membros.

Em um mergulho nas páginas de Organizar e proteger, fica claro para o leitor que a opção dos autores por um modelo de pesquisa que privilegia o estudo de caso permite que se chegue à principal chave de leitura para a compreensão do mutualismo como fenômeno histórico da sociedade brasileira. A chave encontra-se no olhar para as especificidades do objeto pesquisado. Os recortes de tempo e espaço nas análises revelam a dinâmica caleidoscópica das associações de ajuda mútua nas diferentes cidades estudadas.

Os autores do livro aprofundam a crítica às ‘verdades’ históricas consolidadas pela produção historiográfica anteriormente produzida, unindo-se aos avanços das pesquisas atuais sobre o mutualismo. Para Batalha e Mac Cord, os novos estudos opuseram-se às leituras que naturalizaram uma evolução das corporações de ofício como se estas necessariamente desembocassem no mutualismo e, na sequência, na formação dos sindicatos. Insistiram também na crítica à afirmação de que a construção da consciência de classe dos trabalhadores só era possível apenas a partir das organizações sindicais e partidos operários. Como importante contribuição do processo histórico da formação da classe trabalhadora no Brasil, o livro traz em seus capítulos a ampliação desse debate. As variações das conjunturas politico-sociais que envolveram as experiências mutuais impedem qualquer leitura cristalizada em busca de uma forma única do mutualismo no Brasil.

É possível compreender na leitura dos capítulos que as associações mutualistas foram criadas por diferentes grupos sociais. Algumas mutuais possuíam em seus quadros de sócios membros com identidades muito próximas, mas podia existir também em seu interior um distanciamento social muito grande entre seus membros. Esta contradição construía uma dinâmica de disputas e hierarquias no interior das associações, que também não foram por todo o tempo uma exclusividade dos trabalhadores. Ao oferecer serviços e benefícios, acabavam abrigando outros membros de origens distintas. No processo de surgimento das sociedades mutualistas ao longo da segunda metade do século XIX, as diversas experiências associativas de trabalhadores criaram identidades mais precisas no processo de manutenção de suas solidariedades e solução de conflitos.

Nas associações coloniais traduzidas por meio das irmandades leigas, pode-se ver a religião como um importante elo de união entre os trabalhadores. Junto a elas, os sentidos da solidariedade, da confiança na proteção mútua, assim como a ajuda material, mantinham hierarquias e obrigações que influenciaram as ações mutualistas na continuidade do século XIX. As experiências religiosas das irmandades mantiveram-se ativas nas formas de inclusão e exclusão social e racial existentes nas associações durante o Império, demonstrando que não só as corporações de ofício tiveram esse poder.

Outra nova questão é entendermos que a lógica associativa nem sempre esteve ancorada pelo primado da necessidade. Trabalhadores pobres sempre recorreram às mutuais, cooperativas ou sindicatos, onde podiam contar com as formas de assistência oferecidas, porém as condições de vida e trabalho podiam ser secundarizadas ou combinadas à priorização de elos que lhes conferiam identidades sociais. Logo, o mutualismo não pode ser lido apenas como a busca pela assistência na sua função previdenciária. Valores, ações festivas, rituais e outras práticas de construção de vínculos ainda menos estudadas, promovidas pelas sociedades de ajuda mútua, estavam presentes neste universo investigado pelos historiadores do livro.

Outra questão de destaque apresentada em alguns capítulos é como a condição social e a cor definiam a manutenção dos vínculos e hierarquias numa conjuntura de escravidão e fim da escravidão. Ser negro, em muitos casos, era fator de exclusão das associações. Porém, na luta contra a exclusão, observamos entidades de auxílio mútuo constituídas exclusivamente por homens pretos. Neste sentido, é grande a contribuição das pesquisas para o entendimento do complexo momento de convivência do trabalho escravo e livre para a história do trabalho. Em muitos casos, as sociedades mutualistas eram também um espaço de afirmação de identidade étnica e, muitas vezes, um indicador de status de seus sócios.

A não admissão de escravos ou libertos como sócios às vezes possuía o significado de estabelecer uma prática que procurava garantir ocupação para os sócios no mercado de trabalho e acentuar a diferenciação em relação ao trabalho escravo.

Ao resgatar as atas das reuniões e relatórios de atividades das mutuais, seus regimentos e jornais de época, as vozes dos trabalhadores puderam ser lidas e o entendimento sobre o processo de formação da classe operária ganhou profundidade. Se não existe uma simetria regional e temporal que defina esse processo uniformemente, as experiências reveladas pelas fontes apontam para relações cada vez mais ricas em suas complexidades. Fugindo dos esquemas deterministas vemos que as antigas irmandades religiosas, as sociedades mutualistas e os sindicatos operários compartilharam experiências. Não era raro no século XIX ver filiados que mantinham seus antigos laços com as irmandades religiosas e as associações de auxílio mútuo. E mais, alguns construíram elos com os sindicatos operários criados no século seguinte que incluíam vínculos com movimentos grevistas.

As investigações das experiências dos operários com as irmandades religiosas e profissionais de pretos no século XIX revelaram que o intercâmbio de práticas e ideias existiu entre eles em um nível que unia membros de diferentes cidades do país nos primeiros anos da República.

Batalha, que influenciou fortemente a geração de historiadores que compõem os capítulos do livro, afirma que não existe a possibilidade de compreensão de uma identidade da classe operária composta pelo trabalho regular e organizado sem entendermos as primeiras sociedades de artesãos que desenvolveram a ideia de valorização dos ofícios qualificados e da visão positiva de trabalho, que tratava de distinguir os trabalhadores dos pobres (sempre associados ao vício e ao ócio).

Tal discurso contribuía para um processo de construção de identidade de classe, reforçado pelas propostas dos cursos profissionalizantes desenvolvidos por algumas mutuais que herdaram esta prática das corporações de ofício para melhor qualificar os associados para o trabalho.

O papel do Estado também tem destaque nas discussões que os estudos apresentam no livro. As formas de controle que as autoridades públicas exerciam sobre as associações marcam não apenas o sentido da regulamentação do associativismo na questão da livre iniciativa, mas dizem respeito principalmente aos limites impostos pelo controle das formas de organização dos trabalhadores.

Ao colocar de lado a leitura da história política clássica, trazendo a ampliação da categoria ‘cultura’ como modo de vida (incluindo aí as experiências de sujeitos comuns nas relações cotidianas de vida e trabalho), a história do trabalho é capaz de ouvir os trabalhadores. Podemos afirmar que a leitura de Organizar e proteger oferece enorme contribuição para que isto ocorra. Mesmo partindo de concepções historiográficas nem sempre idênticas, os autores reforçam a necessidade de o pesquisador olhar para os sujeitos comuns da história. Essa atitude na pesquisa pode servir para os investigadores de diferentes áreas, principalmente para os estudiosos dos processos de trabalho da saúde.

Entender que as relações de trabalho atuais estão permeadas por preconceitos étnicos e que estes carregam formas históricas das experiências de organização dos trabalhadores, compreender que os laços de organização dos trabalhadores nem sempre são determinados pelo topo das esferas hierárquicas da administração ou da gestão do trabalho – ou ainda pela escala da formação educacional – nos aproximam da possibilidade de maior compreensão e construção do que é o trabalhador técnico da saúde na história e nos dias de hoje. Tais relações de trabalho e formas de organização dos trabalhadores transitam pelas demandas que atravessam costumes, tradições, valores, laços de solidariedade, trajetórias de vida e experiências coletivas. Não esquecendo que os trabalhadores, em suas lutas, a partir de suas necessidades e das identidades construídas, foram capazes de reinventar antigas formas de organização e autoproteção na luta por seus direitos.

Notas

1 The making of the English working, de E.P. Thompson, teve sua primeira edição em 1963 na Inglaterra, tornando-se a partir de então uma obra seminal para os estudos da história social do trabalho. A primeira edição no Brasil data de 1987 e foi lançada pela editora Paz e Terra em três volumes.

2Autores e seus respectivos capítulos: Mônica Martins (“A prática do auxílio mútuo nas corporações de ofícios no Rio de Janeiro da primeira metade do século XIX”); Aldrin A. S. Castellucci (“O associativismo mutualista na formação da classe operária em Salvador, 1832–1930”); David P. Lacerda (“Mutualismo, trabalho e política: a Seção Império do Conselho de Estado e a organização dos trabalhadores na cidade do Rio de Janeiro, 1860–1882”); Ronaldo P. de Jesus (“Associativismo entre imigrantes portugueses no Rio de Janeiro Imperial”); Osvaldo Maciel (“Mutualismo e identidade caixeiral: o caso da Sociedade Instrução e Amparo de Maceió, 1882–1884”); Marcelo Mac Cord (“Imperial Sociedade dos Artistas Mecânicos e Liberais: mutualismo, cidadania e a reforma eleitoral de 1881 no Recife”); Claudia Maria Ribeiro Viscardi (“O ethos mutualista: valores, costumes e festividades”); Rafaela Leuchtenberger (“A influência das associações voluntárias de socorros mútuos dos trabalhadores na sociedade de Florianópolis, 1886–1931”); Paula Christina Bin Nomelini (“O mutualismo e seus diversos significados para os trabalhadores campineiros nas primeiras décadas do século XX”).

Muza Clara Chaves Velasques – Fundação Oswaldo Cruz, Escola Politécnica de Saúde Joaquim Venâncio, Rio de Janeiro, Brasil. E-mail: [email protected]

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Trabalhadores e política no Brasil: do aprendizado do Império aos sucessos da Primeira República – CASTELLUCCI (RBH)

CASTELLUCCI, Aldrin A. S. Trabalhadores e política no Brasil: do aprendizado do Império aos sucessos da Primeira República. Salvador: Eduneb, 2015. 251p. Resenha de: VISCARDI, Cláudia. Revista Brasileira de História. São Paulo, v.36, n.71, jan./abr. 2016

O discurso historiográfico – muito por sua relação interdisciplinar com a sociologia histórica – se constrói a partir de alguns paradigmas que, embora contribuam para a apresentação dos resultados de pesquisa e confiram certo grau de objetividade ao campo, podem gerar distorções em seus resultados. Refiro-me especialmente aos conceitos e às categorias. Seu uso pode interferir sobre a pesquisa, distorcendo a análise ou funcionando como verdadeiros diques a controlar os resultados. Para ser mais específica e ir diretamente à reflexão que pretendo fazer acerca do livro de Castellucci, dois conceitos que permeiam a sua obra são postos em relação, opondo-se às abordagens anteriores que sempre os trataram como mutuamente excludentes: os conceitos de cidadania e de oligarquia. Basta recorrermos a qualquer manual da sociologia política, do mais simples ao mais sofisticado, para encontrarmos esse par de conceitos como antitéticos, na medida em que a ausência do primeiro é a essência do segundo.

A historiografia brasileira levou essa disparidade (no sentido literal de pares opostos) ao senso comum, relegando a participação política, as lutas pela cidadania, e sobretudo suas conquistas, a um período posterior à plena consolidação do capitalismo entre nós. Por essa razão, os períodos anteriores a 1930 são categorizados como oligárquicos e, por assim o serem, nenhum historiador a eles deve se dirigir na expectativa de encontrar sujeitos em luta e em exercício da cidadania política. Vistos como massas de manobra da classe senhorial, submetidos ao paternalismo, às redes clientelares ou à violência, seus atores tonaram-se destituídos de identidade e autonomia, inseridos nas categorias escravos, povo, massa, classes dominadas, pobres, desvalidos, assistidos e marginais, entre outras tantas.

Claro que muito se ganha com o uso de tais categorias. Facilitam análises, sobretudo as de caráter comparativo. Unificam o discurso, permitindo o diálogo transdisciplinar. Nos ajudam a perceber rupturas e mudanças. Mas muito se perde também, principalmente os historiadores, cujo olhar sobre o passado deve prevenir qualquer tipo de anacronismo, compreendendo os indivíduos imersos em seu tempo, sem que o seu horizonte de expectativa contamine a análise do passado. Categorias unificadoras criam sérios riscos para a análise do passado. Conceitos que hoje compartilhamos podem não fazer sentido entre os contemporâneos sobre os quais lançamos nosso olhar, como há muito nos advertiram não só os historiadores collingwoodianos, mas também os alemães liderados por Koselleck. Perde-se não só a possibilidade de nos surpreendermos com as fontes, mas também, à semelhança dos ansiosos, corre-se o risco de olhar o passado em busca do futuro, perdendo a chance de usufruir daquilo que o passado pode efetivamente nos proporcionar.

Felizmente, nos últimos anos acompanhamos tentativas bem-sucedidas de revisionismo historiográfico, feitas com o fim de romper com a camisa de força das categorias e dos conceitos e abrindo o olhar do historiador para as experiências de luta e conquista de cidadania, em passados bastante remotos. No período compreendido entre os anos finais do Império e a Primeira República, novos estudos têm revelado uma presença mais ativa dos indivíduos e grupos nos campos político e cultural. Entre eles, destaco o encontro que tive com o livro de Aldrin Castellucci e falarei das agradáveis surpresas que sua leitura me proporcionou.

Com fôlego de um nadador em águas profundas, Castellucci apresenta ao leitor um conjunto muito amplo de questões. Ao se impor tantos desafios, vê-se obrigado a encontrar suas respostas num mar de fontes. Deriva daí a primeira surpresa. Nós, pesquisadores do campo da história social e da história política, temos por fontes preferenciais a imprensa, os anais parlamentares, os documentos das associações organizadas, as estatísticas, as memórias, as correspondências e a documentação oficial. Castellucci se vale de todo esse conjunto a um só tempo, ao passo que igualmente recorre a inventários post-mortem, almanaques e testamentos. O volume é muito grande, o que confere à tese e ao leitor, a um só tempo, um porto seguro e a certeza da propriedade de seus resultados.

O livro é uma versão modificada de sua tese de doutorado defendida em 2008 na Universidade Federal da Bahia (UFBA). Tem como foco principal a análise da relação entre trabalhadores e Estado a partir do acompanhamento de uma agremiação que apresentou três facetas em diferentes momentos. O Centro Operário da Bahia, originado do Partido Operário de 1890 e que teve uma dissidência em seu primeiro ano de existência, a União Operária Baiana. Nessa relação o autor privilegiou a participação do Centro nos diferentes processos eleitorais.

O livro é dividido em cinco capítulos. O primeiro (“As Regras do Jogo”) aborda os marcos jurídicos que delimitavam a prática eleitoral brasileira nos anos finais do Império e ao longo da Primeira República. Trata-se de uma boa síntese que ajuda o leitor a acompanhar a participação eleitoral da agremiação diante das mudanças nas regras do jogo político brasileiro. Considero como ponto alto desse capítulo a análise dos indicadores de participação eleitoral de outros países no mesmo período, contribuição valiosa que insere o Brasil, comparativamente, no circuito de direitos políticos usufruídos pela população em diversos lugares do mundo. Tal análise permite ao leitor perceber que a exclusão de parcela significativa da população da cidadania política não foi uma originalidade tupiniquim, mas encontrava correspondência em várias democracias liberais contemporâneas. Destaca-se também nesse capítulo uma análise minuciosa da Constituição do estado da Bahia, objeto em geral relegado a segundo plano no debate sobre eleições e partidos no Brasil.

O capítulo 2, intitulado “A Montagem de uma Máquina Política Operária”, aborda o processo de formação do Partido Operário da Bahia levando em consideração sua trajetória de cisões e rearticulações, entre elas, o surgimento da União Operária Baiana e do Centro Operário. Trata-se de um capítulo onde Aldrin apresenta para o leitor seus principais atores e o modo como foram construídos e reconstruídos ao longo do tempo. O ponto alto desse capítulo, no meu entendimento, é a demonstração dos esforços do Centro Operário em intervir no jogo político com o fim de ampliar direitos, sobretudo os sociais. Como estratégia, vinculou-se às elites locais numa tentativa de ampliar suas bases, que se tornaram, por conseguinte, policlassistas.

“Os Trabalhadores e o seu Mundo” é o título dado ao terceiro capítulo do livro, que enfrenta uma tarefa difícil, mas na qual Aldrin obteve êxito: o de traçar um perfil sócio-ocupacional e étnico-nacional dos membros do Centro Operário. O uso das fontes notariais lhe permitiu concluir que mais de 74% dos associados ao Centro eram artesãos, ou seja, trabalhadores mais qualificados. Revela com esse perfil a presença, entre os associados do Centro Operário, de uma elite trabalhadora – dona de oficinas e dos instrumentos de trabalho – e de uma elite política e econômica, como industriais, comerciantes e políticos, entre outros. Para que o capítulo não se resumisse a levantamentos estatísticos, Aldrin trouxe para o texto a análise de algumas biografias, de modo que o leitor ampliasse sua visão sobre o perfil dos membros da agremiação. Na análise da composição racial de seu grupo, concluiu que o percentual de brancos era inferior a 23%, sendo os demais pretos, pardos e mestiços. O que mais chama atenção é que a agremiação era menos branca que a própria Bahia (75,9% contra 68%). Aldrin mostra ao leitor o que já se esperava – mas é sempre importante ver comprovado -, que os poucos brancos existentes pertenciam à elite política e econômica dos associados. Mostra igualmente as relações do Centro Operário com as mutuais e as irmandades, com o fim de identificar a formação das diferentes redes que compunham a sociedade civil baiana no período e de mostrar que muitos membros do Centro eram também sócios das mutuais e membros das irmandades a um só tempo. Certamente é esse o melhor capítulo do livro, o que nos mostra como o Centro Operário se compunha e de que forma interagia com diferentes setores da sociedade civil para que seus fins fossem atingidos.

Os capítulos 4 e 5 tratam do ideário político e social dos membros (“O Sonho com a República Social”) e da atuação político-eleitoral da agremiação (“Os Eleitos da Classe Operária”), respectivamente. O quarto capítulo, em minha opinião, contrasta com os demais em razão das dificuldades enfrentadas pelo autor no acesso ao imaginário político dos sujeitos – tarefa muito desafiadora tendo em vista a falta de fontes e as complexidades próprias ao tema. Ressalta a diversidade de culturas políticas (o autor prefere falar em “ideário político”) compartilhadas pelos associados, revelando uma heterodoxia que reunia a um só tempo o marxismo, o cristianismo, o republicanismo, o positivismo, o abolicionismo e o liberalismo. Identificou em meio a essa diversidade dois valores recorrentes: o de ajuda mútua e o do cooperativismo. Tal heterodoxia refletir-se-ia na prática política de seus membros, que lutavam pela ampliação dos direitos dos trabalhadores e, ao mesmo tempo, assumiam, na visão do autor, o papel de “reformistas sociais”, sem questionarem, em nenhum momento, a ordem estabelecida. Essa participação política resultou em conquistas para os trabalhadores, mas também gerou facções internas. Não obstante, o autor destaca a eficiente intervenção do grupo sobre a política local ao conseguir eleger trabalhadores para vários cargos, tornando-se uma engre- nagem eleitoral a contribuir com o pleno funcionamento da máquina política republicana.

A análise de Castellucci desmistifica uma série de afirmações recorrentemente encontradas na literatura sobre o mundo do trabalho no Brasil, principalmente as de viés marxista. A ausência de uma “consciência de classe” a inspirar as ações do Centro Operário é atestada não só pela composição por demais heterogênea da agremiação, mas também pelas suas hierarquias internas, que submetiam trabalhadores menos qualificados às lideranças, em relações que acabavam por repetir as de clientelismo e patronagem, comuns na época. Tal ausência impediu também que o Centro Operário se mobilizasse em torno de mudanças mais estruturantes e objetivasse apenas ganhos mais imediatos para a categoria, a exemplo da expansão dos direitos sociais. Nesse momento, em minha visão, Castellucci “escorrega” em sua avaliação, na medida em que deposita no Centro uma expectativa que seus membros poderiam não compartilhar. Talvez, em sua heterogeneidade, desejassem apenas ter uma ação efetiva na política com o fim de obter ganhos sociais, o que não era pouco, sem imprimir mudança mais radical no ordenamento político e econômico no qual estavam inseridos. Retira assim do grupo a autonomia antes concedida, ao afirmar que a burguesia os usava como eleitores, o que poderia ter interferido negativamente para a formação de uma “consciência de classe” (p.111). Ora, a leitura do texto não faz ver ao leitor que o Centro era objeto de manipulação e muito menos que pudesse ou quisesse desenvolver uma consciência de classe específica. Ao contrário, o livro mostra uma organização autônoma, que se valia das relações com as elites para obtenção de ganhos para a categoria e que reproduzia em seu interior a cultura paternalista contra a qual não se colocava, até por estar nela inserido. Por diversas vezes o autor afirma que os associados não viam contradições em suas relações com o poder público, com as elites e nem mesmo com a polícia, desde que seus ganhos fossem viabilizados, numa demonstração clara do pragmatismo político.

Outra importante contribuição de Aldrin Castellucci refere-se à manifesta ligação dos trabalhadores do Centro com o republicanismo. Tal abordagem reforça a ideia de que a república não foi exclusivamente uma construção da elite, à revelia do povo, que dela pouco tinha conhecimento. O autor revela que o novo regime foi recebido com otimismo pelos trabalhadores, pois viam nele a possibilidade de ampliação de seus direitos, o que de fato ocorreu, segundo suas análises. Outra importante contribuição é a constatação de que muitos libertos se tornaram trabalhadores na Bahia e não foram relegados à marginalidade social. Além disso, o Centro se tornou um importante espaço de interação social por parte dos negros recém-saídos do cativeiro.

Por fim, o trabalho de Aldrin se reveste da maior importância por tratar de uma região fora do eixo Sul-Sudeste, o que expressa o vigor da historiografia brasileira após a expansão da pós-graduação. Dessa forma, ganhamos todos com a possibilidade de compreensão das diversidades nacionais e evita-se a generalização que pouco tem nos ajudado a compreender nossa sociedade multicultural.

Iniciamos esta resenha a falar sobre os prejuízos que o uso de conceitos e categorias rígidas pode causar sobre os resultados da pesquisa histórica. A maior contribuição do livro de Castellucci foi ter evitado essa armadilha, ao relacionar a cultura paternalista e oligárquica aos anseios e lutas por cidadania de pretos, pardos e mestiços e ao comprovar sua efetiva participação na construção e consolidação do projeto republicano. Só por essa razão, a leitura de Trabalhadores e Política no Brasil já valeria a pena.

Cláudia Viscardi – Departamento de História e Programa de Pós-Graduação em História, Universidade Federal de Juiz de Fora (UFJF). Pesquisadora do CNPq. Juiz de Fora, MG, Brasil. E-mail: [email protected]

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Riqueza e miséria do trabalho no Brasil III – ANTUNES (TES)

ANTUNES, Ricardo (Org.). Riqueza emiséria do trabalho no Brasil III. São Paulo: Boitempo Editorial, 2014,464 p.p. Resenha de: CHINELLI, Filippina. Revista Trabalho, Educação e Saúde, Rio de Janeiro, v.14, n.1, jan./mar. 2016.

Lançado em 2014, em meio à crise socioeconômica, política e moral que o país atravessa, o terceiro volume de Riqueza e Miséria do Trabalho no Brasil, organizado por Ricardo Antunes, demonstra que a dinâmica do capitalismo contemporâneo analisada nos volumes anteriores da obra se aprofundou: o trabalho segue central na produção de valor, ao mesmo tempo em que continua se esfacelando como direito e se acentuam os processos de terceirização, precarização, informalização, ou seja, de vulnerabilização das condições de vida que afetam, em graus variados, os trabalhadores do mundo.

O livro constitui mais uma importante contribuição para a análise do que Antunes denomina de ‘laboratório capitalista’, realizada através de 25 artigos de autoria de pesquisadores tanto em início de formação quanto de reconhecimento nacional e internacional, combinando, “pesquisas coletivas, reflexões conjuntas, mas preservando o decisivo espaço de autonomia de cada pesquisador” (p. 9).

Tendo como fio condutor a compreensão das “heranças oriundas do padrão taylorianofordista de produção” e as “emergências decorrentes dos novos experimentos produtivos que resultam da acumulação flexível e presentes de modo expressivo no universo produtivo brasileiro” (p. 9), os autores se detêm nas transformações do mundo do trabalho e suas repercussões materiais e subjetivas sobre os trabalhadores, com olhos postos no Brasil, mas considerando as configurações que o capitalismo vem assumindo nos países centrais.

Santana assinala na orelha do livro que não se trata mais de analisar essas metamorfoses e transformações no Brasil da última década “como um ente em transição geral de um modo a outro, mas em mudança dentro de um estado já definido que precisa ser conhecido, interpretado e transformado”. Cabe agora tentar apreender os resultados desse processo, intenção que se revela pela leitura em conjunto dos artigos da coletânea.

Ao contrário das interpretações laudatórias que prometeram um quase paraíso aos trabalhadores do mundo, o que une os textos é uma perspectiva teórica profundamente crítica do mundo do trabalho, assentada no materialismo histórico, conforme delineado logo na primeira parte, cujos artigos apresentam discussões de caráter eminentemente conceitual que articulam, de forma explícita ou não, as interpretações do material empírico no qual se baseiam. Nela, denominada “Sistema global do capital e a corrosão do trabalho”, autores como Antunes e Druck, Mézáros, Bihr, Linhart, Alves, entre outros, tratam, de forma rigorosa, de temas como terceirização, trabalho abstrato, precarização, imigração, subjetividade, trabalho imaterial, estranhamento, alienação etc, relacionando-os aos processos que, em escala mundial, produziram o capitalismo flexível, o que vem se dando à custa da segurança material e subjetiva dos trabalhadores e da crescente fragmentação do tecido social, tanto no centro quanto na periferia do sistema, atingindo inclusive aqueles antes protegidos de suas intempéries.

As implicações subjetivas do regime flexível de organização do trabalho são abordadas em vários destes artigos, o que demonstra o interesse crescente da sociologia do trabalho contemporânea pelo tema. É preciso tentar apreender e analisar como o capitalismo flexível se justifica, como também quais são, como funcionam e quais os efeitos sobre os trabalhadores e as sociedades dos insidiosos dispositivos que objetivam o controle e a adesão ativa de todos aos objetivos das empresas.

É disso que se ocupam, por exemplo, Danielle Linhart, Giovanni Alves e Caio Antunes. Na opinião de Linhart, nem mesmo os empregados estáveis das grandes empresas estão a salvo das consequências psicológicas – e também físicas – consequentes aos novos modelos de gestão que produzem o que denomina ‘precariedade subjetiva’ caracterizada por sentimentos de isolamento, insegurança, angústia experimentados pelos trabalhadores. Em suas palavras, os “assalariados têm medo de não ser capazes, quer ocupem postos altos ou subalternos. Eles sabem que são continuamente avaliados, comparados, julgados; sabem que são explicitamente exigidas pela administração moderna a excelência e a capacidade permanente de ir além, de provar que merecem o lugar que têm e se convencerem do próprio merecimento (p. 51)”. “Desses dois pontos de vista”, acrescenta a autora, “o fracasso torna-se catastrófico, e o medo de enfrentá-lo causa uma angústia real” (p. 51).

Alves, também tendo como preocupação as estratégias gerenciais mobilizadas pela atual organização do trabalho, afirma que o “capitalismo manipulatório”, expressão que toma emprestado de Luckács, se esmera na disputa pela captura da subjetividade, processo produzido pela “disseminação de uma pletora de valoresfetiche, expectativas e utopias de mercado que constituem o que denominamos de inovações sociometabólicas, que perpassam não apenas os espaços de produção, mas também o espaço da reprodução social” (p. 55).

Procedendo a uma análise eminentemente teórica com base em Marx e Luckács, Caio Antunes trata da subjetividade em relação ao conceito de alienação. O autor afirma que a alienação sob o capitalismo repercute em graus diferenciados nos aspectos coletivos e privados, objetivos e subjetivos de todas as esferas da vida contemporânea. Nessa perspectiva e com base em Mészáros, ele ressalta que a alienação, “para além de interpor-se na relação direta que se estabelece entre o homem e a natureza, (…) sobrepõe-se, condiciona, conforma historicamente a categoria trabalho” (p. 127), não permitindo o desenvolvimento pleno da subjetividade humana.

A segunda parte do livro, intitulada “As formas de ser da reestruturação produtiva no Brasil e a nova morfologia do trabalho”, traz artigos que se debruçam sobre a configuração atual de diferentes setores produtivos da economia do país. A referência aos textos se limitará aos temas neles analisados, alguns dos quais estreantes quando considerados os volumes anteriores. Abordam-se nesta seção tópicos como construção civil e intelecto coletivo; telemarketing, telecomunicações e a nova divisão internacional do trabalho; prestação de serviços e situação do trabalho no telemarketing e nas telecomunicações brasileiras nos anos 2000; trabalho docente voluntário; trabalho de rua e informalidade; trabalho precarizado de trabalhadores de apoio técnico das artes; divisão sexual e condições de trabalho de vida de mulheres e homens inseridos no segmento avícola no contexto de integração de uma grande empresa no setor; trabalho na agricultura canavieira; trabalho das ‘caixas’ em hipermercados ligados a multinacionais do setor; trabalho degradante dos cortadores de cana.

“Os sindicatos na encruzilhada: ação e resistência dos trabalhadores” é o título da última parte da obra que se ocupa de questões do sindicalismo brasileiro atual. Sória, por exemplo, analisa as relações ambíguas e contraditórias entre a elite do sindicalismo de caráter propositivista e os fundos de pensão, no contexto de refluxo do movimento sindical e dos governos lulistas. Articula as dimensões político-conjuntural e teórico-ideológica para explicar o envolvimento ativo de lideranças sindicais nesse processo sob a justificativa de que, para lutar contra o capitalismo e proteger os interesses dos trabalhadores, era necessário que a gerência dos fundos passasse para as mãos de sindicalistas, o que acabou por promover forte – e, acrescente-se, perigosa – aproximação com o empresariado do país.

Nogueira trata das relações entre trabalhadores, sindicatos e uma empresa multinacional do setor automobilístico paulista, mostrando suas ambiguidades e contradições. Considera que na atualidade elas se caracterizam pelo “paradigma negocial e participativo”, mas também conflitivo, “o que indica a formação de um novo corporativismo de tipo societário, legitimado pela própria base operária na fábrica, diferentemente do padrão do sindicalismo corporativista estatal existente no Brasil” (p. 370).

No penúltimo artigo desta parte e também da coletânea, com base em material empírico sobre o trabalho dos teleoperadores paulistanos, Braga analisa as relações que vigem no país entre Estado e sindicatos, com ênfase nos governos lulistas. Em perspectiva semelhante à de Sória, afirma que os sindicatos se tornaram importantes atores no que se refere ao investimento capitalista no país por meio da gestão de fundos salariais e de pensão. O autor ressalta que essa configuração começa a dar sinais de esgotamento, expresso na recente onda de manifestações que se verificou em todo o país. Contudo, embora alguns desses movimentos expressem tendências progressistas, ele reconhece que a “evolução da luta de classe no país é, fundamentalmente, reprodutivista e, em consequência, conservadora” (p. 399).

Fechando a coletânea, Marcelino se ocupa da atuação sindical de trabalhadores terceirizados de Campinas. Em sua opinião, embora a terceirização resulte em limites às possibilidades de ação dos sindicatos devido à “precariedade das condições de trabalho e da fragmentação das categorias” (p. 401), as dificuldades não são intransponíveis, visto que vários deles conseguem empreender um trabalho combativo e reivindicativo, caso do Sindicato da Construção Civil, diferentemente do Sindicato dos Comerciários, cuja atuação se caracteriza pela conciliação. Sobre as experiências analisadas, Marcelino ressalta que o caráter da ação “não é dada (…) apenas pela composição da base, mas é resultado de uma combinação entre esse elemento e as condições políticas, sociais e econômicas, o peso da estrutura sindical corporativa, o papel desempenhado pelas direções sindicais, o histórico de luta de cada categoria e o desenrolar de enfrentamentos exteriores às empresas e cruciais para a construção de uma atmosfera de embates classistas” (p. 417).

Finalmente cabe ressaltar que Riqueza e miséria do trabalho no Brasil III amplia e enriquece o objetivo da série: dar ao conhecimento dos interessados, sejam alunos e professores da área de humanas, seja o público em geral, as faces atuais do capitalismo brasileiro, constituindo-se em leitura indispensável para todos aqueles que acreditam em sua superação.

Filippina Chinelli – Fundação Oswaldo Cruz, Escola Politécnica de Saúde Joaquim Venâncio, Laboratório do Trabalho e da Edu-cação Profissional em Saúde, Rio de Janeiro, Brasil. E-mail: [email protected]>

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Cavando direitos: as leis trabalhistas e os conflitos entre os mineiros de carvão e seus patrões no Rio Grande do Sul (1940-1954) – SPERANZA (RBH)

SPERANZA, Clarice Gontarski. Cavando direitos: as leis trabalhistas e os conflitos entre os mineiros de carvão e seus patrões no Rio Grande do Sul (1940-1954). Porto Alegre: Anpuh, Oikos, 2014. 295p. Resenha de: LONER, Beatriz Ana. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.35, n.70, jul./dez. 2015.

Recentemente veio a público, como obra da Coleção Anpuh-RS, o livro de Clarice Gontarski Speranza sobre as lutas dos mineiros de carvão de Arroio dos Ratos e Butiá, no Rio Grande do Sul, em meados do século XX. O significativo, nesse livro, é que faz uma bem-sucedida aproximação entre o movimento operário dos trabalhadores do carvão e as demandas desses mesmos trabalhadores à Justiça do Trabalho, permitindo, nesse intercâmbio entre as duas dimensões, visualizar a forma como as leis trabalhistas eram percebidas e qual seu papel na luta coletiva e individual da categoria.

O livro é representativo de uma nova série de pesquisas acadêmicas, que, inspiradas no historiador inglês E. P. Thompson, procuram estudar as relações dos trabalhadores com as leis do trabalho promulgadas no período varguista e as formas como esses sujeitos tentaram se utilizar dos instrumentos legais em suas reivindicações.

Trata-se de um tema inovador, em termos do conhecimento histórico, inicialmente pelo tipo de trabalhador, pois o estudo dos mineiros no Rio Grande do Sul tem comparecido mais em pesquisas de cunho antropológico. Acrescenta-se que a união da análise do movimento reivindicatório tradicional de uma categoria, incluindo suas campanhas salariais, greves e mobilizações, com suas demandas frente à Justiça do Trabalho é tema ainda mais incomum, não só pela relativa novidade do uso desta última fonte, mas também porque os pesquisadores costumam estudar apenas um nível dessas reivindicações, ou as demandas trabalhistas ou aquelas baseadas na força autônoma dos trabalhadores.

Ao proceder diferentemente, Clarice descortina um amplo conjunto de relações entre os dois lados da luta dos mineiros, como o fato de que muitos acontecimentos e incidentes ocorridos durante as mobilizações eram, posteriormente, alvos de demandas à justiça pelos trabalhadores, os quais vinham buscar o que julgavam seus direitos não respeitados pelas empresas. Ou seja, ganhando ou perdendo no confronto, o próprio embate poderia gerar situações que implicavam descumprimento de outros direitos estabelecidos.

A autora faz o levantamento completo dos processos trabalhistas e das demandas na Justiça do Trabalho dessa categoria durante períodos extremamente importantes, como o Estado Novo e os anos de 1945 a 1964. Além de um levantamento quantitativo, há também o uso qualitativo de alguns processos, num demonstrativo abrangente das formas de utilização dessas fontes no trabalho de pesquisa.

Com respeito aos processos no interior da própria justiça, a autora avalia a importância, para a vitória ou derrota da ação trabalhista, do cumprimento do ritual processual, ou seja, da necessidade de cumprir todas as etapas do processo, por parte de reclamados e reclamantes. Segundo Clarice, a própria empresa perdeu ações, em alguns momentos, porque descuidou-se do encaminhamento do processo. Isso trouxe um aprendizado mútuo dos querelantes, com respeito a como apresentar as ações e como utilizar a Justiça do Trabalho, com ganhos de causa significativos em alguns momentos (para ambos os lados), graças ao manejo adequado das reivindicações e exposições dos motivos das queixas, justificativas ou recursos.

Ainda com respeito às relações entre uma forma e outra de luta, a autora se interroga sobre a diferenciação de sentenças de acordo com as peculiaridades de cada juiz, vislumbrando a existência de certo ethos comportamental, ou melhor, de um comportamento desejado, por parte de alguns juízes, em relação às greves e outras manifestações operárias.

Bem escrito e com estilo, o livro se constitui numa leitura agradável e um bom exemplo de uma nova safra de pesquisadores que tentam, a partir da visão sobre a relação entre justiça e trabalhadores apresentada por Thompson, estudar as relações desse setor do aparato legal do Estado com os atores sociais envolvidos, especialmente nos inícios da instituição da justiça trabalhista, ou seja, quando o próprio papel da justiça e seu impacto sobre os conflitos empregado-patrão ainda estavam sendo estabelecidos.

Clarice destaca que o Direito, para Thompson, seria “uma arena, onde se digladiam, permanentemente forças contraditórias; a possibilidade de vitória pontual das classes dominadas, a legitimação e o fortalecimento da dominação pela lei e a limitação do arbítrio dos dominantes” (p.38). Para a autora, “o direito evidencia-se assim, como um campo complexo onde se travam batalhas com repercussões importantíssimas em outros âmbitos sociais e não deve ser entendido numa perspectiva reducionista, que não ilumine as diversas possibilidades dadas pelas variadas esferas da lei, em especial sua constituição formal e sua aplicação prática” (p.38).

Justamente esse aspecto ambíguo de sua regulação e domínio pelo Estado, com influência do empresariado, embora seja também instrumento passível de utilização pelos trabalhadores na sua busca por direitos, é um dos aspectos mais fascinantes do uso desses acervos trabalhistas. Vencendo a complexa e aborrecida forma ritual desses instrumentos legais e adicionando a eles boa dose de conhecimento extraprocessual do contexto, Clarice consegue ler nas entrelinhas e captar dados que servem também para buscar indícios da solidariedade (ou não) entre os operários, de suas relações com os patrões e, principalmente, capatazes, e do que esperavam da justiça. Elucida, também, as estratégias e táticas utilizadas pelos patrões, as quais, frequentemente, lhes permitiam vantagens, mesmo nas reivindicações em que o direito do empregado era certo, como a prática de fazer acordos informais. Com a desistência do processo, o empregado recebia rapidamente, mas valor monetário menor do que lhe caberia por direito.

A pesquisa de Clarice Speranza consegue também visualizar outros temas, como a importância das mulheres dos mineiros no contexto das lutas dessa categoria, ao descrever sua participação nas iniciativas dos maridos ou companheiros. Afinal, seu emprego era a garantia de sustentação do próprio projeto de família operária e de sua permanência na cidade, a qual poucas oportunidades oferecia fora da empresa. A garantia do emprego e o nível de remuneração salarial eram, aí, um problema mais familiar e comunitário do que em outras regiões.

Não deixa a autora de assinalar o poder de pressão da empresa sobre seus trabalhadores e a própria justiça, especialmente durante o período de maior controle representado pela entrada do Brasil na Segunda Guerra Mundial, sob a ideia de que o trabalhador mineiro não podia faltar ao serviço, pois era considerado como um “soldado” na “batalha da produção”.

Com respeito à autonomia e ao significado da justiça e das sentenças, pode-se entrever que, se houve juízes que conseguiram manter certa coerência em seus julgamentos e sentenças, por outro lado houve aqueles que buscaram intervir no ambiente de trabalho e condicionar os trabalhadores ao uso de formas apenas moderadas de reivindicações, especialmente durante a análise dos processos que foram impetrados para julgar comportamentos ocorridos durante a greve. Ou seja, havia um ethos jurídico social ao qual juízes e advogados queriam condicionar os trabalhadores. Estes, por sua vez, não queriam abrir mão de seus instrumentos tradicionais – os quais a própria autora demonstra serem mais eficazes que a justiça – em suas lutas.

Dessa forma, se o aprendizado é inerente ao contexto, é constante também a dialeticidade das relações entre os vários agentes que vivem do – e ao redor do – trabalho nas minas. Apesar das novas possibilidades abertas com o apelo à Justiça do Trabalho, transparece o fato de que as maiores vitórias da categoria ocorreram fora, por meio de greve e de ações ativas a favor de suas reivindicações, deixando para a justiça determinar os dados secundários dessas ações, ou seja, as sequelas que aparecem em função da realização da greve e da forma como esta mexe com os ânimos tanto de empregados, quanto de seus superiores, em termos de direitos e deveres respeitados ou não.

Se as formas de comportamento das partes envolvidas frente ao aparato legal da justiça trabalhista foram tão detalhadas nesse livro, o sentido foi o de trazer a público formas normalmente insuspeitadas, mas possíveis, de tratar com esses materiais jurídicos e que podem, portanto, servir de estímulo para futuras pesquisas. Mas o livro não se limita a esses acervos, pois também utiliza entrevistas com os trabalhadores e consultas à documentação da empresa, o que permite apresentar um panorama razoável do que seria a vida nas comunidades mineiras gaúchas e sua dependência intrínseca das empresas e do trabalho minerador.

Enfim, o livro de Clarice deve ser lido por todo pesquisador do trabalho que procure se basear nos métodos thompsonianos de análise, como prova de um trabalho cuidadoso, perspicaz e valioso, na perspectiva tanto de demonstração da utilidade da pesquisa nessas fontes, quanto da compreensão das lutas desse setor da classe operária brasileira, os mineiros de carvão.

Beatriz Ana Loner – Universidade Federal de Pelotas (UFP). Pelotas, RS, Brasil. E-mail: [email protected].

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Viagem a bordo das Comitivas Pantaneiras | Débora Alves Pereira

Débora Alves, jornalista, mestre em Meio Ambiente e Desenvolvimento Regional pela Uniderp – Universidade para o Desenvolvimento do Estado e da Região do Pantanal –, trabalha no SBT MS desde dezembro de 2001 exercendo a função de repórter desde outubro de 2013 e é editora e apresentadora do jornal SBT MS 1º Edição da mesma emissora. Dentre os seus principais destaques em premiações está o prêmio de Melhor Vídeo Étnico Social no II Festival Social Latino Americano de Cisne, Vídeo e TV com a produção do vídeo Conceição dos Bugres em 2001.

O livro intitulado Viagem a bordo das Comitivas Pantaneiras (2014) é resultado do desenvolvimento de sua pesquisa no Mestrado de Meio Ambiente da Uniderp (hoje pertencente ao grupo Anhanguera). Composto de 192 páginas intercaladas de textos e imagens que buscam retratar a realidade das comitivas pantaneiras e o meio ambiente em que estão inseridas. Leia Mais

Operários da empreitada: os trabalhadores da construção da estrada de ferro Noroeste do Brasil (São Paulo e Mato Grosso/ 1905-1914) | Thiago Moratelli

Thiago Moratelli, natural de Bauru, quilômetro zero da Noroeste do Brasil (NOB), graduou-se em História pela Universidade do Sagrado Coração e é mestre em História Social do Trabalho pela Universidade Estadual de Campinas, onde defendeu sua dissertação em 2009, que resultou neste brilhante livro sobre os trabalhadores da construção da NOB.

Durante a graduação, Moratelli estagiou no Museu Ferroviário de Bauru e passou a visitar o Sindicato dos Trabalhadores das Empresas Ferroviárias de Bauru, Mato Grosso do Sul e Mato Grosso, para consultar fontes sobre os sindicatos de ferroviários, objeto de seu trabalho de graduação, em um contexto ainda impactado pelo processo avassalador de privatização da Rede Ferroviária Federal que provocou demissões em massa na NOB. Leia Mais

Saúde do trabalhador na sociedade brasileira contemporânea – MINAYO et al (TES)

MINAYO, Carlos; MACHADO, Jorge Mesquita Huert; PENA, Paulo Gilvane Lopes. (Orgs.). Saúde do trabalhador na sociedade brasileira contemporânea. Rio de Janeiro: Editora Fiocruz, 2011, 540 p. Resenha de: LEÃO, Luís Henrique da Costa. Revista Trabalho, Educação e Saúde, Rio de Janeiro, v.10 n. 2, p. 347-351, jul./out.2012.

Esta obra oferece ao leitor uma revisão do campo da saúde do trabalhador no Brasil considerando suas dimensões teórico-conceituais e político-institucionais, bem como apresenta dilemas, desafios e perspectivas teóricas e práticas para a área diante das transformações econômicas e sociais da atualidade.

Nos últimos anos verifica-se um quadro de mudanças caracterizado por globalização dos mercados, reestruturação produtiva e incorporação de novas tecnologias, coexistindo com processos de trabalho tayloristas-fordistas, além da expansão do setor de serviços e do aumento de trabalho informal e exclusão social, ao lado dos problemas estruturais da formação social do Brasil.

Em face dessa conjuntura, que também modifica o perfil dos trabalhadores e a dinâmica do emprego/desemprego, o livro aborda questões essenciais para os horizontes científico e institucional da saúde do trabalhador.

Foi organizado por pesquisadores de significativa trajetória no surgimento e desenvolvimento desse campo no Brasil – Carlos Minayo Gomez, sociólogo e pesquisador da Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz), Jorge Mesquita Huet Machado, médico e tecnologista da Fiocruz e Paulo Gilvane Lopes Pena, médico e professor da Universidade Federal da Bahia – e reuniu pesquisadores de diferentes instituições de ensino e pesquisa do país, favorecendo interlocuções férteis sobre o saber acumulado na área.

A origem do livro está relacionada às atividades do Grupo de Trabalho de Saúde do Trabalhador da Associação Brasileira de Pós-Graduação em Saúde Coletiva (Abrasco), que em 2007 realizou o I Simpósio Brasileiro de Saúde do Trabalhador (I Simbrast) no Rio de Janeiro, com a participação de vários pesquisadores. O objetivo foi fazer um balanço da área avaliando suas conquistas e avanços, assim como limitações e entraves. Ao mesmo tempo, buscou identificar carências e vislumbrar tendências à luz das transformações atuais.

Diversos textos apresentados e discutidos naquele encontro compõem o conteúdo deste livro, formando uma coletânea diversificada, dinâmica e coletiva que contribui para o processo de desenvolvimento desse campo no país.

O livro é iniciado, no texto introdutório, com uma reflexão crítica acerca da construção e trajetória da saúde do trabalhador, suas características, marco teórico-conceitual e impasses atuais. Minayo-Gomez problematiza a noção de ‘campo’ da saúde do trabalhador, com base nos pressupostos de Bourdieu, afirmando que esse conjunto de conhecimentos e práticas interdisciplinares, multiprofissionais e interinstitucionais nascido no contexto da redemocratização brasileira do início da década 1980, na verdade, se insere no campo das relações saúde-trabalho. Nele, a saúde do trabalhador, como perspectiva da saúde coletiva, supera dialeticamente concepções hegemônicas da medicina do trabalho e saúde ocupacional e noções reducionistas de causa e efeito ancoradas em modelos mono ou multicausais que relacionam doença a um agente ou a fatores de risco dos ambientes de trabalho. Além disto, considera o trabalhador como sujeito ativo nos processos e se baseia na compreensão da saúde como direito vinculando- se, como campo institucional, aos princípios do Sistema Único de Saúde (SUS).

Sob essas premissas identificadoras do campo e a partir da noção de habitus, também de Bourdieu, Minayo-Gomez questiona se de fato existiria um grau de coesão teórica e prática entre os diversos pesquisadores e trabalhadores da área a ponto de compartilharem o mesmo paradigma. Ele constata que é preciso avançar bastante, pois o ‘campo’ está fragmentado e “não há uma verdadeira comunidade teórico-prática, com conceitos, categorias e planos de ação acordados, trabalhando com um único paradigma” (p. 32). Ao finalizar, ele chama a atenção para a necessidade de aprofundamento teórico, institucional e fortalecimento do movimento coletivo dos trabalhadores para a construção contínua da área.

O livro foi subdividido em quatro partes, iniciando com oito capítulos que analisam o estado das práticas com foco nas políticas públicas de prevenção e vigilância, e em algumas experiências institucionais.

Os autores discutem os desafios da política de saúde do trabalhador em direção ao desenvolvimento sustentável e a necessidade de considerar a categoria trabalho como determinante nos processos saúde-doença, apresentam os pressupostos da vigilância em saúde do trabalhador no contexto do SUS, avaliam a estratégia da Rede Nacional de Atenção Integral à Saúde do Trabalhador (Renast), mencionando fragilidades como o distanciamento do controle social e a baixa articulação intra e intersetorial.

São abordadas ainda a política nacional de humanização, a implantação das políticas setoriais de ergonomia, as lutas pelo controle do benzeno no Brasil e a potencialidade do conceito de território para análises e intervenções em saúde, trabalho e ambiente.

Esse conjunto de textos de caráter avaliativo e propositivo sinaliza diversos pontos críticos a serem superados para a efetiva institucionalização da saúde do trabalhador no Brasil e sugere caminhos para o fortalecimento das políticas e ações institucionais.

Os quatro capítulos da segunda parte tratam de outros fenômenos marcantes na realidade brasileira: os acidentes e os agravos à saúde relacionados ao trabalho. Questões cruciais são debatidas, tais como as dificuldades e possibilidades de dimensionamento do número de acidentes de trabalho no país, os impactos do modelo produtivo do agronegócio brasileiro à saúde e ao ambiente, e o desafio da caracterização das doenças dos trabalhadores.

Diante dos processos de saúde-produção-doença, que inclusive refletem históricos conflitos sociais brasileiros, os autores propõem a criação de meios para melhoria das condições de trabalho e vida dos trabalhadores, afirmando a necessidade de movimentos que “ponham fim à ideia de que mortes no trabalho, mesmo ‘no varejo’, sejam aceitáveis” (p. 223), e a importância de “problematizar a vida que se discute em saúde do trabalhador, porque alguns trabalhos, mesmo com todo o avanço tecnológico, permanecem matando lentamente, ou até abruptamente” (p. 290).

É pertinente destacar que uma importante contribuição dessas discussões foi a incorporação da temática ambiental, que trouxe para o debate a relação saúde, trabalho e ambiente, ampliando a principal categoria de análise da área – o processo de trabalho e sua relação com o processo saúde-doença – e demandando novas perspectivas de ação intersetorial e transversal com vistas à sustentabilidade ambiental e social.

Outras questões fundamentais para a saúde do trabalhador nas atuais conjunturas do mundo do trabalho são as relações entre subjetividade e trabalho. Crescem as demandas de sofrimentos psíquicos que desafiam a gestão, os profissionais do SUS e demais setores. Esse tema é aprofundado no terceiro bloco do livro. São seis capítulos que trazem reflexões críticas sobre o trabalho na atualidade com base em autores como Negri e Hardt, discutem criticamente sobre o ‘mental’ no trabalhar na perspectiva da ergologia, debatem as principais abordagens do campo da saúde mental e trabalho, como a psicodinâmica do trabalho, e expõem a diversidade de acepções dos construtos subjetividade e sofrimento na produção científica em saúde do trabalhador.

Essas discussões, embasadas em abordagens distintas e até mesmo conflitantes, enriquecem o campo da saúde do trabalhador e aprofundam conceitos para o processo de compreender intervir nas vivências dos trabalhadores.

Outras importantes contribuições podem ser percebidas na última parte, que em seus seis capítulos enfoca dimensões do trabalho em serviços e as questões de gênero. Neles são expostos os fundamentos teóricos sobre a noção de serviços e os desafios da saúde do trabalhador nesse contexto, as complexidades e condições de trabalho no setor saúde, as contribuições da ergologia para o campo da saúde pública, a divisão sexual do trabalho na educação e as características e desafios do trabalho em telemarketing.

Esses capítulos aprofundam as reflexões sobre a saúde do trabalhador diante da emergência de um novo paradigma produtivo centrado no setor terciário, que alterou o padrão industrial dos séculos XIX e XX. Fato relevante, pois historicamente o campo da saúde do trabalhador focalizou o paradigma industrial na academia e nas ações institucionais. As transformações dos processos e organização do trabalho do novo modelo calcado no setor de serviços desafiam a saúde do trabalhador e exigem inovadoras perspectivas de análise-intervenção. À luz dessas tendências, o livro realizou um importante trabalho de contextualização teórica e metodológica, contribuindo para a superação da ênfase dos estudos no setor secundário da economia que fora motivo de críticas ao campo.

Importante chamar a atenção também para o setor primário, uma vez que a agricultura é outra realidade desafiadora no Brasil. O país é um dos maiores exportadores de commodities, como soja, café e cana e apresenta sérios problemas no que tange às condições de vida e trabalho no mundo rural. Uso de agrotóxicos, precarização das relações de trabalho e situações extremas como mortes por exaustão em canaviais são alguns exemplos. Os capítulos 6, 7 e 11, inclusive, apontam a necessidade de maior articulação acadêmica e política em prol da melhoria das condições nesse setor.

Percebe-se, portanto, que o livro analisa o trabalho em sua integralidade, considerando não apenas os riscos físicos, químicos, biológicos e mecânicos dos ambientes laborais, mas também as relações sociais. Além das condições de trabalho, a categoria organização do trabalho foi abordada, dando relevo às pressões, às hierarquias, às relações de poder, à divisão e conteúdo das tarefas nas novas dinâmicas produtivas do capitalismo.

Após expor os blocos temáticos do livro e suas contribuições, convém ainda ressaltar lacunas no campo da saúde do trabalhador, observadas pelos autores, que poderiam formar uma agenda de pesquisa. No âmbito acadêmico revela-se a falta de rigor conceitual sobre a relação do trabalho com o processo saúde-doença e ausência da interdisciplinaridade nas pesquisas, bem como a repetição de discursos simplificadores e a ênfase nos trabalhadores como objetos de estudo passivos. E, do ponto de vista institucional, verifica-se a falta de políticas integradas, poucas avaliações das ações, distanciamento entre pesquisadores, representantes de trabalhadores, gestores e formuladores de políticas, e dificuldades de um diagnóstico da real situação da classe trabalhadora.

A estas limitações soma-se a fragilidade do movimento de trabalhadores organizados como sujeitos ativos e impulsionadores das políticas. Refreou-se a sua atividade protagonista na definição de linhas de ação conformando uma atuação de ‘controle social’ dos governos, em instâncias instituídas como conselhos de saúde, comissões intersetoriais, entre outras.

Alguns capítulos abordam essa importante temática, demonstrando a necessidade de debater academicamente a questão da participação dos trabalhadores e fomentar maiores articulações para que esse movimento coletivo, ora fragilizado, seja protagonista das ações.

Lacunas como essas, segundo os organizadores do livro, “só serão superadas por meio da intensificação da articulação entre as análises teóricas, as propostas políticas e as ações de intervenção, conforme tem sido a tradição desse campo” (p. 21).

Em síntese, o livro traz reflexões cruciais sobre as principais questões da saúde do trabalhador, empreendidas com lucidez, perspicácia, rigor científico e compromisso com a transformação da realidade, marca histórica da área. Constitui-se como obra de referência para interessados no tema, oferecendo um ‘estado da arte’ das políticas e das práticas da saúde do trabalhador na atualidade, cuja relevância e pertinência são inegáveis. Os enriquecedores subsídios teórico-metodológicos trazidos contribuem para a solidez do campo e convoca pesquisadores, trabalhadores, técnicos e demais atores sociais a um renovado compromisso coletivo com um bem inalienável: a vida, a saúde dos trabalhadores.

Luís Henrique da Costa Leão Universidade Federal Fluminense, Niterói, Brasil. E-mail: [email protected]

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Bananas: How the United Fruit Company Shaped the World – CHAPMAN (M-RDHAC)

CHAPMAN, Peter. Bananas: How the United Fruit Company Shaped the World. 2019. Resenha de: ORTEGA, Antonino Vidal. Memorias – Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe, Barranquilla, n.13 Barranquilla jul./dez. 2010.

En torno a la década de los años 60 del siglo XIX un joven ingeniero norteamericano llamado Minor Keith, destinó sus energías a la labor de construir los primeros ferrocarriles en América Central, en concreto en Costa Rica. Al desarrollar su labor intuyó la inmensa oportunidad que las selvas de este pedazo de América le ofrecían para establecer un imperio comercial y así surgió la United Fruit Company, que comenzó al lado de la línea del ferrocarril y se convirtió en un poder mundial.

La compañía construyó un imperio a partir de las bananas y como bien nos cuenta el autor del libro Peter Chapman, se la conoció bajo muchos nombres: la frutera, el Yunai, el Pulpo o sencillamente la Compañía. Entre sus prácticas mercantiles, además de su éxito capitalista, se destacó por llevar a cabo prácticas económicas de dudosa legalidad que sometía a la competencia, esquilmaba a los pequeños gobiernos de América Central y explotaba indiscriminadamente a sus trabajadores. De ahí nació la expresión República Bananera que dura hasta nuestros días y que se asocia a la idea de resaltar las deficientes gestiones políticas y económicas de un país, con el ingrediente generalizado de la corrupción y de la dependencia de alguna fuerza externa, y desde luego la connotación de una alta carga despectiva con la que se denominó a una gran parte de los países de la gran cuenca del Caribe.

A través del libro se sugiere que esta gran empresa pionera de la importación masiva sentó el precedente para la codicia institucionalizada de las multinacionales de hoy en día, que dejaron de lado toda ética, en pos del lucro y la acumulación de capital, violando sistemáticamente legislaciones y derechos en países con institucionalidad débil. Interesante y valioso trabajo que nos hace reflexionar sobre el mundo actual y sobre el pasado siglo, y la expansión norteamericana en la región del Caribe, ya que la vida de la multinacional acabó en el 1975 con el suicidio en Manhattan de Eli Black el hombre que regía los destinos de United Brands una enorme corporación que cinco años antes había apropiado de la UFC.

La United dividió el mundo Caribe en dos zonas. Una, la de los países en donde se instalaban las plantaciones; y otra, la de los que ofrecían la mano de obra. Grosso modo los primeros fueron los países de los litorales continentales y los segundos las Antillas grandes y pequeñas tierras herederas de las antiguas plantaciones esclavistas del azúcar y el tabaco. Motivo de fuertes flujos migratorios que oscurecieron racialmente los litorales del Caribe centroamericano.

A lo largo del trabajo Peter Chapman nos reconstruye las acciones de la Compañía en golpes de Estado y presiones a los gobiernos de Honduras, Guatemala, El Salvador, Panamá, Costa Rica y Colombia. También la valiosa actividad de la misma en la II Guerra Mundial e incluso la participación en la fallida invasión de Cuba en Bahía Cochinos. Todo un itinerario increíble de intervenciones políticas que en más de una ocasión llegó a incomodar al departamento de Estado. El general una radiografía de la Geopolítica del imperio y sus corporaciones en la región.

Quisiera comentar que la UFC también tuvo un fuerte protagonismo en esta parte del Caribe y que en el litoral colombiano hubo un enclave de la compañía que se hizo famoso en la historia por la mención que Gabriel García Márquez hizo en Cien años de soledad de la masacre que a finales 1928 el ejército colombiano, por orden del gobierno central, llevó a cabo en la población de Ciénaga en el departamento del Magdalena

A raíz de la novela se organizó una discusión sobre el alcance de la dicha matanza, llegando a sostener la historiografía más conservadora que todo fue un exageración de literatura y la prensa ideologizada de la época y que los muertos no fueron más de una docena, sostenido por historiadores de reconocido prestigio. Ahora, en esta historia que nos presenta Peter Chapman reconstruida desde fuentes de información anglosajonas, tenemos la certeza de lo involucrada que estuvo la compañía y de cómo influyó en el desenlace final de la huelga que de todas formas había tomado un carácter violento con la quema de algunas instalaciones de la UFC. El miedo a la revolución bolchevique justificó la intervención y no hubo medias tintas.

A pesar de ser una época de bonanza y prosperidad en el mercado bananero y la economía en general, los trabajadores realizaban su labor en unas condiciones poco dignas. La compañía desestimó todas las peticiones de los trabajadores y consideró que todo era fruto de instigaciones políticas de comunistas y anarquistas solicitando al gobierno que el ejército ocupara la zona bananera. En la noche del día 6 de diciembre en la plaza de la localidad de Ciénaga hubo una gran concentración de trabajadores para manifestar sus reivindicaciones laborales. Las tropas instalaron ametralladoras en las azoteas de varios edificios y según un telegrama enviado al Secretario de Estado del gobierno del presidente Calvin Coolidge, Frank Kellogg se decía que los militares tenían órdenes de sus altos mandos de no ahorrar munición al enfrentar a los obreros. Se abrió fuego y en una primera información se habló de cincuenta muertos. Más tarde la propia embajada de los Estados Unidos corrigió la cifra y habló de quinientos a seiscientos muertos. Sólo un soldado fue asesinado. Por último un despacho de la embajada dirigido al secretario de Estado a mediado de enero de 1929 reportaba que el número de huelguistas asesinados por el ejército colombiano excedía el millar y este último conteo provenía de la UFC (pag.104). Muchos responsables, pocas responsabilidades y total impunidad. Así podría quedar zanjada la discusión historiográfica a cerca del número de obreros masacrados.

Para concluir, el autor Peter Chapman en la actualidad escribe para Financial Time y fue durante años corresponsal en América Central y México para Latin American Letters, The Guardians y BBC. El libro tiene un ritmo rápido, está muy bien documentado y como dijo Publishers Weekly en su reseña crítica es un relato impactante y aleccionador sobre las perversidades que puedan surgir de las corporaciones superpoderosas y la globalización sin límite.

Antonino Vidal Ortega – Universidad del Norte

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Ouvrières des Lettres – CONSTANS (CP)

CONSTANS, Ellen. Ouvrières des Lettres. Limoges, Pulim, 2007, 177 p. Resenha de: GARZONI, Lerice de Castro. Ouvrières des Lettres. Cadernos Pagu, Campinas, n. 34, Jan./Jun. 2010.

Entre o final do século XIX e meados do XX, as escritoras francesas que publicavam romances católicos e populares empregavam a expressão “ouvrières de lettres” para se referir à sua própria ocupação. Sob esse título, Ellen Constans nos apresenta uma pesquisa amplamente documentada, cujo objetivo é entender as dificuldades e contradições da inserção das mulheres na literatura, ou seja, a recepção e o desenvolvimento de seu trabalho enquanto autoras de romances. Além de partir de uma constatação das próprias contemporâneas, o título empregado também traz em si questões sobre o tipo de literatura que produziam. No fim do século XIX, segunda era de ouro do folhetim, eram inúmeros os debates sobre a legitimidade da chamada “literatura industrial” que, segundo seus detratores, seria produzida como mercadoria e segundo as leis do mercado, completamente distante do ideal artístico da literatura institucional.

Era nesse domínio, de qualidade amplamente questionada, e muitas vezes com a justificativa de ganhar a vida, que as mulheres debutavam na ocupação de “ouvrière de lettres“. A palavra “ouvrière“, que pode ser traduzida como trabalhadora ou operária, refere-se, acima de tudo, a uma mulher que executa um trabalho manual ou mecânico em troca de remuneração. Mas isso não significava que fosse visto como um epíteto depreciativo, pelo contrário, as escritoras evocavam a expressão para se referir a sua ampla e significativa produção literária. São essas inúmeras visões sobre o trabalho dessas autoras, assim como suas mudanças ao longo do tempo, que a pesquisa de Constans revela.

O livro coloca em xeque o consenso existente nos meios acadêmicos de que, até meados do século XX, há muito poucas autoras na literatura francesa. Afinal, contradizendo essa visão, apresenta uma série de testemunhos de contemporâneos sobre a participação das mulheres como escritoras desde 1840, sobretudo na confecção de folhetins (romances publicados aos pedaços nos jornais e revistas). Assim, para encontrar essas mulheres e entender sua relação com o público, Ellen Constans considera importante compreender a distância entre literatura popular e literatura legítima, assim como as origens desse processo de inviabilização e de ocultação dessas autoras. Ela constata que

a sacralização da escrita e a institucionalização da Literatura estão ligados a um processo de hierarquização e exclusão, que apaga as mulheres e as classes populares, ‘trabalhadoras’, como autoras e leitoras, respectivamente (15).

Além disso, para estudar o período em que a entrada das mulheres na literatura se inicia, é preciso considerar a questão da “escrita feminina”, objeto de inúmeras pesquisas e teorizações nos anos 1970 e 1980. Porém, a autora identifica nesse debate a tendência em estudar apenas a participação das mulheres na literatura legítima, sem considerar a produção de massa, como se as pesquisadoras feministas caíssem na armadilha construída pelos críticos da literatura popular de outrora. A principal colaboração de Constans, portanto, é relacionar as colaborações esparsas dessas autoras que escreveram romances folhetins em revistas de ampla circulação ou publicaram suas obras em coleções de romances populares entre o fim do século XIX e meados do XX. Os procedimentos para selecionar e observar essa documentação são expostos no primeiro capítulo, “Chercher la femme”, no qual é apresentado um balanço inicial da pesquisa nas coleções e periódicos de grande difusão publicados ao longo da Terceira República (1875-1940).

A partir desse balanço, é possível identificar os tipos de escrita então considerados como legítimos à participação das mulheres. Na literatura popular, a presença feminina é mais freqüente em coleções sentimentais ou generalistas, o que inclui o romance de amor ou dramático, sendo quase inexistente nas séries policiais e de aventura. Nos periódicos, a maior parte dos textos e romances escritos por mulheres apresenta sentido educativo, configurando a participação das escritoras como uma extensão de seu papel de mãe e educadora na esfera privada. Para Constans, esses dados mostram que a publicação da escrita feminina era admitida pela crítica e pela opinião pública desde que fosse restrita às zonas secundárias da literatura e que reforçasse os papéis tradicionalmente femininos. A partir dessas considerações, é possível compreender a grande presença de mulheres em publicações católicas, proporcionalmente bem maior que no segmento laico.

O contato com essas obras, sobretudo na imprensa, coloca um segundo problema: a questão do pseudônimo, um recurso que não só dificultaria a identificação das escritoras, já que muitas usavam nomes masculinos, mas seria um indício do mal-estar suscitado entre elas em relação à escrita literária e sua publicidade. Relativizando essas considerações, Constans parte em busca dos outros sentidos do pseudônimo, analisando a escolha dos nomes, seu caráter subjetivo e ambíguo. Esse é o tema do segundo capítulo do livro, “Jeux de masques”, no qual ela enfatiza que o uso do pseudônimo pode funcionar como um jogo com os leitores, a exemplo das máscaras usadas no carnaval. A autora constata que muitas mulheres escolhiam seu nome de solteira ou optavam por variações do nome verdadeiro, o que mostra que o pseudônimo não serve necessariamente para esconder sua identidade, pois há um movimento dúbio entre afirmar e mascarar a autoria.

Sobre a identidade dessas autoras que publicaram ao longo da Terceira República Francesa, Constans também reúne informações recolhidas nos arquivos da Société de Gens de Lettres (sociedade de defesa dos interesses profissionais de escritores), nos contratos firmados entre elas e os responsáveis de editoras ou periódicos e nas biografias existentes. O cruzamento dessas fontes permite a reunião de informações como sua cidade de origem, a profissão dos pais, o estado civil e seus recursos financeiros. Assim, no terceiro capítulo, “‘Ouvrières de lettres’ ou la vrai vie“, somos convidados a conhecer um pouco mais sobre a vida dessas mulheres, sobretudo a relação entre escrita e renda, pois a autora avalia as reais possibilidades de viver da literatura ao longo do período estudado.

No quarto capítulo, “Regards croisés“, a autora analisa as falas dos contemporâneos sobre essas escritoras. Mais uma vez, ela recorre ao material da Société de Gens de Lettres, sobretudo os pedidos de admissão, nos quais a requerente deveria ser apresentada por um dos membros da sociedade. Tanto suas características pessoais como as de sua produção literária eram alvo de avaliação por uma comissão de escritores. Além desse material, a autora analisa os artigos críticos que foram publicados na imprensa após a publicação de romances populares ou folhetins escritos por mulheres, destacando que a crítica institucional não se interessava pela produção da “literatura industrial”. Os textos analisados são extremamente relevantes para compreender as concepções de literatura e os critérios de avaliação dessas obras e de suas escritoras.

A distinção entre romances católicos e romances populares é retomada nos dois últimos capítulos, enfatizando as diferenças entre eles e os motivos da maior participação feminina em livros e jornais religiosos. Antes, porém, a autora mostra o que há de comum nesses escritos de larga circulação e consumo. Assim, no capítulo cinco, “Écrire – Voyages à travers les contrées du roman de large consommation“, a autora mostra a recorrência das histórias de amor nesse tipo de publicação, o que permite que ela conclua que o gênero sentimental, ainda que tenha funções diferentes nos romances católicos e nos laicos, constitui uma característica compartilhada pela literatura de massa.

A autora mobiliza uma série de fontes e estratégias para cercar seu objeto, mas é no sexto capítulo, “Le Roman catholique et B.C.-B.G. ou bien penser pour bien écrire“, que ela se dedica mais demoradamente à análise de dois jornais católicos, nos quais a colaboração de escritoras foi bem marcante desde a última década do século XIX. Chama a atenção o cuidado de Constans em apresentar os periódicos e sua história, mostrando como a inserção da escrita feminina se deu nesses suportes específicos. Ela analisa as contradições dos organizadores dessas folhas que, condenando o romance popular como um veneno social, passam a usar a mesma fórmula para propagar os princípios cristãos e, mais que isso, a incentivar a colaboração de mulheres como folhetinistas. Da mesma forma, os romances qualificados como “B.C.-B.G.”, publicados como folhetins de revistas de moda ou em coleções como Stella e Fama, também propagavam a religião católica, em tom menos militante, por meio da escrita feminina. Constans compara alguns enredos e conclui que durante todo o período estudado (1875-1940) esses romances não apresentaram mudanças significativas.

No último capítulo, “Au coeur du Roman populaire“, a autora acompanha a trajetória de algumas das mulheres que tiveram seus Romances publicados em coleções populares antes de 1914. A partir desse ano, as autoras ganharam mais espaço nesse meio, consolidando definitivamente sua presença na literatura francesa na década de 1930. Os motivos dessa maior aceitação das autoras, a visão que elas mesmas tinham sobre a literatura de massa e seu “confinamento” a temas amorosos são questões trabalhadas nesse capítulo. Segundo Constans, “as romancistas populares de diversas gerações não se viam como investidas de uma missão, elas escreviam para responder aos desejos e gostos, reais ou supostos, do público, aos seus hábitos de consumo, e também às mudanças de suas expectativas, porque o público quer, para seu prazer, ao mesmo tempo, o conhecido e o novo” (135).

Ainda que tenham feito sucesso e publicado inúmeras obras, a maior parte dessas “ouvrières de lettres” caiu no esquecimento, sendo ignorada inclusive por estudiosos contemporâneos. Nesse contexto, a autora resgata seus nomes e trajetórias e, com isso, busca mostrar que, mesmo dentro dos limites da produção de massa, elas encontraram um espaço de expressão e contribuíram para a expansão da participação feminina em trabalhos considerados como masculinos, ou seja, para a igualdade entre os sexos e a “democratização cultural” Há, portanto, um tom militante no trabalho de Constans que, herdeiro da “História das Mulheres”, busca dar visibilidade às escritoras francesas de outrora, insistindo na existência de mulheres enquanto sujeitos históricos.

Por um lado, chama a atenção que uma pesquisa importante como essa, que acompanha o processo de inserção das mulheres no campo da produção literária francesa, tenha sido empreendida apenas no início do século XXI. Constans parece nos alertar sobre a importância de retomar a observação de trajetórias femininas ao longo do tempo, como uma renovação dos princípios da “História das Mulheres”. Por outro lado, fica evidente que o foco nas autoras compromete, em alguns momentos, a análise apresentada. Na leitura dos pedidos de admissão enviados à Societé de Gens de Lettres, por exemplo, a ausência de menções aos mesmos documentos em relação aos homens escritores inviabiliza que o leitor compreenda quais eram os critérios mobilizados na avaliação dos escritores dos dois sexos e aqueles restritos ao julgamento das mulheres. Da mesma forma, o estudo dos pseudônimos femininos ganharia maior densidade em comparação com aqueles empregados entre os escritores. Enfim, no momento de selecionar e organizar os documentos analisados, o emprego de uma perspectiva de gênero seria capaz de conferir mais fundamentos para os argumentos apresentados.

O estudo é extremamente relevante na medida em que, a partir de evidências esparsas, consegue reconstruir a “arte” de escritoras até então ignoradas pela história literária. Ao longo do livro, entendemos porque, ao lado de outros escritores da “literatura industrial”, elas foram legadas ao esquecimento, o que levaria a crer que a participação feminina nesse campo só teria acontecido a partir da segunda metade do século XX. Ao retroceder ao final do século XIX, acompanhando os desafios e contradições dos homens e mulheres envolvidos com a publicação de romances femininos na imprensa e em coleções populares, Constans nos possibilita observar algumas das soluções encontradas por esses sujeitos naquele momento histórico.

Lerice de Castro Garzoni – Doutoranda em História no Instituto de Filosofia e Ciências Humanas, Universidade Estadual de Campinas (Bolsista Fapesp e Capes). E-mail: [email protected].

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l espejismo de la plata. Trabajadores y empresarios mineros en una economía en transición. Atacama, 1830-1870 | Hernán Venegas Valdebenito

La provincia de Atacama se constituyó tempranamente en un verdadero “polo de desarrollo” desde el punto de vista económico, tecnológico y social. Desde el mismo siglo XVIII, miles de compatriotas migraron a esa zona buscando mejores condiciones de vida y de existencia, lo que ciertamente tiene una relación intrínseca con su principal riqueza: la minería. A fines del período colonial, por ejemplo, la institucionalidad borbónica –signada por la creación del Real Tribunal de Minería en 1787– buscó precisamente reactivar aquella actividad, lo que se profundizó una vez avanzado el período republicano, como lo han constatado Marcelo Carmagnani, Luz María Méndez y Jorge Pinto, entre otros estudiosos del Norte Chico.

Originada en una tesis de Magíster en Historia de la Universidad de Santiago de Chile, el texto de Hernán Venegas “El espejismo de la plata. Trabajadores y empresarios mineros en una economía en transición. Atacama, 1830-1870”, penetra en un período que ha recibido relativamente una escasa atención, más todavía en los estudios de historia social y económica. Denominado por Carmen Cariola y Osvaldo Sunkel como el “primer ciclo de expansión económica”, que se inaugura con el descubrimiento de Chañarcillo en 1832 y que fi naliza con la gran crisis económica originada cuatro décadas más tarde, ha sido recuperado recientemente por los historiadores. Los textos más globales de Luis Ortega, de Sergio Villalobos y Rafael Sagredo y los más específicos de María Angélica Illanes, Gabriel Salazar y Pierre Vaysierre, entre otros, se han encargado de plantearnos una visión más o menos general de este proceso histórico. Leia Mais

El capital de la esperanza. La experiencia de los trabajadores en la construcción de Brasilia – RIBEIRO (IA)

RIBEIRO, Gustavo Lins. El capital de la esperanza. La experiencia de los trabajadores en la construcción de Brasilia. Buenos Aires: Ediciones Antropofagia, 2006. 247p. Resenha de: GARCÍA, Anália M.; PALERMO, Hernán M. Intersecciones en Antropología, Olavarría, n.8, ene./dic., 2007.

El Capital de la Esperanza constituye una versión modificada -inédita hasta el momento- de la tesis de Maestría de Gustavo Lins Ribeiro, bajo la dirección de Lygia Sigaud dentro del Programa de Post-Grado en Antropología de la Universidad de Brasilia en 1980. Representa un antecedente de sus investigaciones futuras, como su tesis de doctorado sobre la construcción de la represa hidroeléctrica argentino-paraguaya Yacyretá, como forma de producción denominada “proyectos de gran escala“. En la versión actual, el autor incorpora fotografías de la época con alto valor testimonial. Lins Ribeiro es actualmente Profesor regular del Departamento de Antropología de la Universidad de Brasilia e Investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil.

La propuesta del libro se basa en el registro y reconstrucción de la memoria de los trabajadores de la construcción de la Capital Federal Brasilera según su propia experiencia cotidiana. El objetivo es recuperar la versión de los miles de trabajadores anónimos, alejándose de la versión oficial y de la ideología dominante encarnada desde el poder que lleva a la realización de una de las obras de infraestructura más destacables: la construcción de la ciudad en un período de tan sólo cuatro años -entre 1956 y 1960-, y que implicó el traslado de 60.000 migrantes. El tópico central del texto es el cruce entre la historia nacional brasilera y las experiencias vividas desde la subalternidad, en contraste con la literatura existente -para la épocacargada de una dimensión idealizada del proceso, y con la que el autor contrasta su perspectiva.

El texto está organizado en una introducción y cuatro capítulos basados en un recorte de los distintos niveles que caracterizan la situación de los trabajadores. La introducción se desarrolla sobre un eje teóricometodológico en el que se define la perspectiva conceptual que adopta el autor, basado en tópicos marxistas y en la línea de la economía política; y un eje histórico en el cual pone en situación el proyecto de construcción de la capital y la ideología nacionalista dominante que lo impulsa.

El autor comienza por el estudio de la ideología que impulsa el proyecto, y en ese proceso, va construyendo una caracterización de Brasilia plausible de ser comparada con otros casos en donde la forma productiva adoptada adquiere dimensiones particulares. Por ello, enmarca “La Obra del Siglo” -como fue denominada esta construcción-, en el marco de un gran proyecto de construcción civil. La unidad de análisis es retomada como una totalidad dotada de particularidades que obedecen -en mayor medida- a decisiones políticas más que a una lógica de rentabilidad económica. Por lo tanto, es central en el recorrido del texto, el papel del Estado a través de la empresa constructora estatal -Compañía Urbanizadora de la Nueva Capital, NOVACAP- que organiza la producción en el territorio y construye el espacio social en el que se dirime la situación de los trabajadores.

El aislamiento de la zona elegida -tanto en términos geográficos como de los centros de poder-, y el enorme dimensionamiento de la obra –gigantismo-, constituyen dos características estrechamente vinculadas entre sí. Ambas explican las condiciones objetivas que, sumadas a la decisión política de entonces, determinan que la empresa estatal se constituya como fuente de poder político y que el territorio de la construcción adquiera aspectos de enclave en donde la subordinación de los individuos en su cotidiano obe dece a los intereses vinculados a la construcción, y no a las leyes de la nación.

Este gran proyecto se caracteriza por demandar un gran cantidad de trabajadores -migrantes- hasta su fecha de inauguración, tiempo en el cual se llega al fin de los requerimientos de producción y -repentinamente- esta fuerza de trabajo queda desocupada, que según los planes del gobierno, debiera abandonar la zona, “…la cuestión del porqué aquellos que construyeron la ciudad no tuvieron derecho a permanecer en ella.” (Lins Ribeiro 2006: 16).

Por otra parte, en el plano ideológico se concibe como una obra de redención nacional, sentido que también determina la subjetividad de los trabajadores frente al conflicto capital-trabajo y la necesidad de aumentar los ritmos de producción. En este sentido, es interesante la recuperación de la categoría de pioneros para designar a los trabajadores, directamente relacionados con la expansión de las fronteras del país hacia el interior. Según uno de los relatos, “éramos verdaderos esclavos, pero esclavos de un ideal” (Lins Ribeiro 2006: 173).

En el primer capítulo, se remite a la caracterización de los trabajadores, reconstruyendo -a través de categorías analíticas- el perfil de los trabajadores seleccionados y las diferencias internas entre ellos, lo que resulta relevante en tanto no concibe una masa homogénea de trabajadores. Organiza estas diferencias de acuerdo a: 1) trayectorias laborales previas, 2) la composición de la fuerza de trabajo en trabajadores solteros, casados sin familia y trabajadores con familia, 3) la diferencia entre personal calificado y no calificado; 4) las relaciones de amistad que exceden el dominio de la producción como el surgimiento de regionalismos como sustituto de la red de cooperación recíproca basada en el parentesco y la vecindad; y por último 5) trabajadores contratados por la compañía estatal, a diferencia de los contratados por firmas particulares, que contaban con mayor seguridad en el empleo. Estas distinciones permiten dar cuenta de la heterogeneidad de situaciones y desentrañar la lógica de selección de las empresas constructoras que centran su demanda en trabajadores jóvenes, sin problemas de salud, sin familia, y preferentemente con calificación. Por otro lado, la preeminencia de hombres solos determina una restricción de la existencia de la esfera doméstica en el territorio -expresado fundamentalmente por la escasez de mujeres y de viviendas para familias- que garantiza la subordinación de la reproducción de los trabajadores a la esfera de la producción. En tanto que el emplazamiento de la producción es provisorio, es explícito el desinterés en la sedentarización de los trabajadores a través de las restricciones a la instalación de familias, factor de reproducción de la fuerza de trabajo y de la vida social.

El capítulo siguiente describe de manera exhaustiva el espacio de reproducción de la fuerza de trabajo, los campamentos, a la vez que demuestra una completa subordinación del espacio no productivo al productivo. El campamento es un costo asumido por la construcción en función del ejercicio del control cotidiano de la fuerza de trabajo y su inmovilidad. En este sentido, el campamento es una totalidad subordinada a la administración del proceso productivo que asegura continuidad, asiduidad y puntualidad de los trabajadores, a la vez que regula los tiempos no productivos y las reglas de comportamiento -ocio y alimentación- según los requerimientos de la obra y no sobre la base de las necesidades de los sujetos. El campamento como forma de vivienda hace efectiva la subordinación de la vida cotidiana del trabajador a la esfera productiva.

En el tercer capítulo, se concentra en la descripción y análisis de la esfera productiva y las distintas formas de explotación a las que se ve sometida la fuerza de trabajo. La excepcionalidad del ritmo de producción conocido como “ritmo Brasilia” impone una distinción clásica entre la extensión de la jornada de trabajo y la intensificación de ella. La extensión de la jornada es ipso facto lo que constituye el real aumento del salario mínimo por encima de la media nacional. La evaluación subjetiva de la posibilidad de agregar horas extras, transfiriendo tiempo libre al tiempo de trabajo aparece como una opción o deseo del trabajador. Por otra parte, la intensificación de la producción a través de la tarea -contrato negociado por tiempo-, y la empreitada -remuneración fijada en términos del producto final-, permiten que el operario se autoadministre e incremente el ritmo de la producción.

De ambas formas de elevar el ritmo de producción se deduce que el tiempo libre es el tiempo mínimo de descanso fisiológico y cultural indispensable y que el fetichismo del salario se constituye como un obstáculo que impide el movimiento político y se tiñe de la ideología de redención nacional.

El cuarto capítulo analiza los conflictos surgidos del gran proyecto, agrupados en tres grandes grupos problemáticos, reconstruidos por el investigador, en función de la creciente intensidad que representaron -el tiempo de ocio, la alimentación en los comedores y la vivienda-. Esta última fuente de conflictos remite a la falencia del proyecto del Estado y su provisoriedad, tanto por la presión demográfica ejercida en la Ciudad Libre como por las llamadas “invasiones” de tierras que dieron lugar al surgimiento de ciudades satélite.

Ante los conflictos, resalta la actuación de la Guardia Especial de Brasilia -GEB-, la policía que se asienta sobre el territorio y bajo la administración de la NOVACAP. Por ser los representantes directos de la dominación y órgano mediador de conflictos a través de la violencia, la GEB es la expresión final del control político que la NOVACAP ejerce sobre los trabajadores. Por otra parte, el tratamiento de los conflictos demuestra que no es el salario el foco de reivindicaciones sino el mejoramiento de las condiciones de vida.

En la conclusión en la que remite a la conceptualización de los grandes proyectos y sobre las que desarrollará su trabajo futuro. En este caso, Brasilia se representa como un caso paradigmático de una totalidad compleja como son las grandes obras de construcción civil.

El capital de la esperanza es una excelente etnografía que incorpora el relato histórico de una de las obras más emblemáticas de América Latina a la vez que representa un contexto de producción intelectual latinoamericana signada por la recuperación de las voces silenciadas de la dominación.

Analía M. García – CONICET, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. E-mail: [email protected]
Hernán M. Palermo – CONICET, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. E-mail: [email protected]

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O Trabalhador Gráfico (Edição fac-similar) / Adelaide Gonçalves e Allyson Bruno

A História sempre teve incontáveis narradores, em quaisquer épocas e lugares. Sabese, porém, que nem todas as narrativas se prestam à construção da História dita “oficial”. Por isto, em seu laborioso trabalho de fabricar mitos e heróis, os escribas da Corte se esmeram em filtrar informações, descartando aquelas que antagonizam a autoridade de plantão e alijando para os bastidores personagens que eventualmente desagradam, incomodam ou – suprema ousadia – afrontam as forças dominantes.

Preciosas versões dos acontecimentos acabam, dessa forma, desaparecendo nos desvãos do tempo. O que é lamentável, pois muitas vezes a face oculta dos conflitos, dos pactos e celebrações, dos pequenos e grandes inventos e descobertas, guarda informações imprescindíveis: a crônica do soldado revela-se mais rica e colorida que a do general; a do peão, mais contundente e esclarecedora que a do patrão.

Felizmente, vem-se disseminando a consciência de que há essa outra História para ser contada e, sobretudo no ambiente acadêmico, os pesquisadores têm-se dedicando ao resgate de uma memória que, por conta do descaso – quando não, da destruição consciente – ameaçava perder-se para sempre. Na Universidade Federal do Ceará, a Profª Adelaide Gonçalves, do Curso de História, lidera um trabalho de extraordinário alcance, voltado em especial para o restauro da crônica operária. Fragmentos representados por jornais, panfletos, manifestos, programas partidários, hinos, fotografias, revistas e outras peças ligadas ao mundo do trabalho têm sido pacientemente recolhidos, resultando em contribuição inestimável para o patrimônio imaterial de nossa gente.

Em “A imprensa libertária do Ceará – 1908-1922”, lançado pelas Edições UFC e Sindicato dos Jornalistas, em 2001, Adelaide reproduz alguns jornais que difundiram as teses libertárias no início do Século XX. Ao analisar esse período, ela se reporta à violência policial exercida contra aquelas folhas. Revela, como exemplo do arbítrio, a invasão da tipografia de O Operário, de Camocim, em 1928, e a prisão de seu editor, Francisco Theodoro Rodrigues.

Trabalho do mesmo alcance e significado é “Ceará Socialista – Anno 1919”, também apresentado ao público no ano passado, sob a mesma chancela editorial. Aqui é mostrada, em fac-símiles, a coleção completa daquele semanário, reunida ao longo de laboriosa busca em arquivos públicos e particulares.Agora, em parceria com Allyson Bruno, e sempre com o selo das Edições UFC e apoio do Sindicato dos Jornalistas, a Profª Adelaide entrega ao público “O Trabalhador Gráfico”, onde reproduz a coleção inteira desse jornal, preservada pelo Sindicato dos Trabalhadores nas Indústrias Gráficas no Estado do Ceará.

Realça, em todo o trabalho desenvolvido a partir do Curso de História da UFC, a preocupação em socializar resultados. A publicação dos dados coletados, em edição facsimilar, amplia o sentido da pesquisa, na medida em que facilita o acesso a um material que jazia nas gavetas do esquecimento e, assim, pedagogicamente, contribui para disseminar a consciência da preservação da memória. Enriquece ainda mais a iniciativa o estudo preliminar inserido nessas publicações, onde os pesquisadores analisam o material coletado, lançam um olhar crítico sobre seu conteúdo, interpretam tendências e sublinham pormenores que não poderiam passar despercebidos.

Em sua maioria de pequeno formato e duração efêmera, parcos de recursos técnicos e beirando a indigência em termos financeiros, os jornais operários que circularam no Ceará no Século XIX e início do Século XX enquadram-se na tradição dessa imprensa, que se voltava para a defesa do emergente movimento dos trabalhadores e que, heroicamente, procurava evidenciar as contradições do sistema vigente. Como acontecia no resto do País, os periódicos da província empenhavam-se na denúncia das condições gerais de trabalho, sem dispensar as intervenções de caráter doutrinário. Antes de mais nada, procuravam mobilizar o trabalhador para a luta, destacando-se pelo vigor dos seus editoriais, inspirados tanto nas questões locais quanto nos princípios do internacionalismo proletário.

O papel desses periódicos na sociedade seria reconhecido pelos profissionais presentes ao 1º Congresso Brasileiro de Jornalismo, realizado no Rio, em setembro de 1918. Entre as recomendações emitidas, ao final do evento, contemplavam-se temas ainda atuais nos dias de hoje, como a imprescindibilidade da ética jornalística, a necessidade da escola de jornalismo e o cuidado que deveriam ter os editores diante da publicidade nociva e do noticiário policial.

Com relação à imprensa operária, o documento recomendava às classes trabalhadoras fundar e manter órgãos de comunicação ligados às suas corporações, “pelos quais sejam afirmados os seus intuitos e os seus propósitos, com a elevação da linguagem indispensável à defesa de todas as causas justas”.

Protótipo desse gênero de periodismo, o Trabalhador Gráfico é entendido, pelos pesquisadores da UFC, como “uma das expressões da luta e do ascenso do movimento dos trabalhadores no Ceará, nos anos de 1920”. Órgão do Sindicato dos Trabalhadores Gráficos, recém-fundado, reunia não apenas dirigentes da categoria, mas também militantes de outros ofícios, alguns deles ligados ao Bloco Operário e Camponês (BOC). Seus artigos e editoriais, seções e colunas são um rico manancial de informações sobre os personagens e temas que aqueciam o movimento operário cearense naquela época. Circulou entre abril e outubro de 1930 e, no primeiro número, ao apresentar suas credenciais, descarta a idéia de ser “uma tribuna em que se discutem assuntos políticos ou religiosos, científicos ou literários”. Queria, talvez, exorcizar-se com relação à pasmaceira e mediocridade imperantes nos pasquins da intelectualidade burguesa. Preferia ser uma “bigorna onde muitos malhos rebatam, produzindo um só ruído – o de despertar a classe de operários gráficos do Ceará dessa modorra letárgica em que se acha”.

O projeto do jornal era, pois, tornar-se uma ferramenta da conscientização e mobilização de toda uma categoria profissional, que parecia, na época, indiferente ao próprio destino. A poderosa simbologia da bigorna e do malho sugere o propósito de ter a organização sindical um instrumento forte para fazer ressoar uma nova mensagem, aguilhoar os sonolentos gráficos, que, segundo o editorialista, se mostravam apáticos diante dos ideais que então agitavam outros segmentos dos trabalhadores. “É este o único motivo que nos trouxe à arena”, arremata o texto de primeira página.

Bigorna, malho, arena… Fica patenteada a disposição para a luta. E as armas são vigorosos instrumentos de trabalho que, metaforicamente, deveriam traduzir o poder da palavra escrita. Assim era o Trabalhador Gráfico. Assim se comportava a imprensa operária naqueles tempos de medo e arbítrio, quando, malgrado o tacão dos poderosos, começavam a disseminar-se idéias renovadoras, no mesmo ritmo em que se forjava a consciência de classe e se aglutinavam, em sindicatos, as hostes dos oprimidos. Ao reconstituir a memória da imprensa operária, os pesquisadores do Curso de História fazem pulsar de novo as manchetes e textos flamejantes que incitavam o trabalhador a defender os seus direitos. Para os que não se contentam em conhecer apenas a transcrição oficial da história – ou seja, a narrativa produzida sob encomenda, inspiração e com total aprovo das elites – a leitura de “O Trabalhador Gráfico” é um convite à reflexão sobre o nosso passado recente e, quem sabe, um guia para os embates futuros.

Italo Gurgel – Universidade Federal do Ceará


GONÇALVES, Adelaide; BRUNO, Allyson (Orgs.) O Trabalhador Gráfico (Edição fac-similar) Fortaleza: Edições UFC, 2002. Resenha de: GURGEL, Italo. Revista Trajetos, Fortaleza, v.2, n.3, 2002. Acessar publicação original. [IF].