Wilhelm Ostwald: The Autobiography | Robert Smail Jack, Fritz Scholz

A despeito de um prestígio reduzido entre os químicos de hoje, Wilhelm Ostwald (1853-1932) foi um dos mais importantes nomes da Química entre o final do século XIX e o início do século XX. Sua relevância deve-se não apenas aos seus trabalhos sobre equilíbrio químico, catálise e cinética química, mas principalmente à sua atuação para o estabelecimento e popularização da Físico-Química e configuração moderna do ensino da Química, que em certa medida, permanece até os dias de hoje. Contudo, Ostwald é mais conhecido por ter sido adepto do Energeticismo e como consequência disso, por sua forte rejeição à teoria atômica, divulgada em inúmeros livros e artigos. Leia Mais

Padre Cícero do Juazeiro do Norte: a construção do mito e seu alcance social e religioso

A proposta da tese é ampla, desafiadora, trabalhosa e de perfil interdisciplinar e transdisciplinar. Diz seu autor:

Tomando a figura de Padre Cícero como referência é possível perceber um processo de santificação que coincide com a construção do mito. Porém este santo mitificado tem algo de específico: ele foi construído pela religiosidade popular e ainda hoje pertence a ela. Afinal, o patriarca do Juazeiro do Norte, carinhosamente chamado como “meu padim”, é um santo que “vive no sol” pelo fato de ter morrido afastado das Ordens sacerdotais (TOLOVI, 2015, p. 5). Leia Mais

O homem que amava os cachorros | Leonardo Padura

O livro de Leonardo Padura é uma daquelas obras de ficção que tem o poder de apequenar o historiador/leitor, pela sua narrativa de tirar o fôlego. Só mesmo uma obra despretensiosa quanto à História ciência poderia navegar tão livremente pelos personagens e contextos históricos. A narrativa, todavia, prende o leitor justamente pelo que traz de história e pelo respeito à história acontecimento, a história dos personagens entrelaçada no contexto em que se encontravam.

O respeito à história é garantido no que para o historiador é algo fundamental: no trato com as fontes bibliográficas e documentais, algo que consumiu do autor mais de cinco anos de trabalho, a colaboração de diversas pessoas em Cuba, no México, na Espanha, na Rússia, na França, na Dinamarca, no Canadá e na Inglaterra. Isso garantiu – conforme Padura em nota de agradecimento ao final do livro – a “fidelidade possível (…) aos episódios e à cronologia da vida de Leon Trotski” e uma “presença esmagadora da história em cada uma de suas páginas” (p.587), mesmo tratando-se de um romance. Leia Mais

Botitas Negras en Calama. Género, magia y violencia en uma ciudad minera del norte de Chile – KRAUSHAAR (RCH)

KRAUSHAAR, Lilith. Botitas Negras en Calama. Género, magia y violencia en uma ciudad minera del norte de Chile. Santiago de Chile. Ceibo Ediciones, 2016. 398p. Resenha de: ESPIRITO-SANTO, Diana. Revista Chilena de Antropología, n.34, p.109-111, jul./dic., 2016.   

Este texto fue tomado de la presentación del libro, el 16 de Noviembre, en la Sala de Teatro Cinema.

Sabía que la antropóloga Lilith Kraushaar trabajaba con magia, relaciones y políticas de género, violencia y economía del poder en el culto a un espíritu de una señora que había muerto trágicamente en una ciudad minera en el norte de Chile. Pero no más. Cuando ella me pidió que participara de la presentación de su libro Botitas Negras en Calama, me di cuenta de que su trabajo era más que una simple etnografía de la biografía (y necrografía) de una mujer del ambiente. Además de trazar una historiografía rizomática, plural, de los hechos y del contexto de su construcción posicionada en múltiples sectores de la sociedad calameña, el libro también intenta entender la gran fe que sus varios caminos y encarnaciones, así como las intersecciones del significado de su muerte, siguen inspirando en los habitantes de estas precarias economías políticas. Este trabajo demuestra destreza en múltiples niveles de análisis discursivo y narrativo, socio-histórico y de cultura material, y es la combinación experta y sensible de estos métodos sumamente antropológicos, lo que es verdaderamente inspirador. Así es que gracias a Lilith por haber escrito este libro.

Botitas Negras es Irene Iturra, una mujer de 27 años brutalmente asesinada en los alrededores de Calama en 1969. Los detalles de su muerte son violentos en cualquier estándar: fue encontrada con la cara, cuero cabelludo y pechos cortados, sin una mano, piel y tendones de brazo, y semi-desnuda, como si hubiera sido violada. Se notó que vestía botas negras, la marca que la sexualizó desde ese momento, y que además la identificó. Tanto en los medios de comunicación, en la policía como en la población se genero un sinnúmero de hipótesis coherentes con la división sexual y económica del trabajo, y también con las ideologías de género y poder de ese tiempo y espacio: que había sido víctima de un triángulo amoroso, de alguna venganza o ira de parte del “marido”. Finalmente, cuando se produjo la imagen de “prostituta” en los medios de comunicación, se vio el asesinato como una conclusión casi naturalizada de un “ambiente” sexualmente depravado, y se apuntó a los males de una ciudad con vicios mineros descontrolados. Sin embargo, como sabemos, el caso se quedó sin culpables.

Pero Lilith Kraushaar no nos pinta un cuadro simple o sencillo de este “ambiente”, ni del enredo de conexiones en las cuales Irene Iturra se mueve, a veces secretamente de su celosa pareja, a veces con esperanza para su futuro en la prostitución. La autora nos recrea no solo el lenguaje del contexto bohemio de Chillán y Calama, trazando los pasos de Irene por una multitud de espacios y las discusiones públicas más amplias que siguieron, sino que es minuciosa hasta con el más pequeño detalle socio-histórico y documental, tejiendo una historia compleja, rica, cuyas partes sin embargo encajan de una forma disonante, en ángulos rectos, como la historia siempre es, vista de perspectivas diferentes. No hay una narrativa; hay muchas, paralelas, simultáneas, que hacen a la vez total sentido en el trabajo aquí expuesto.

Este no es solamente un libro sobre el comercio sexual en centros mineros; es también un tratado antropológico y crítico sobre la propia organización económica, sexual, y social en comunidades mineras en Chile, una organización que tiene fuertes raíces en las compañías norteamericanas que promovían modelos de familia y género que producían (y producen) tensiones irreconciliables. El hecho es que Irene Iturra desafió la tenue barrera construida entre esposas de trabajadores, protegidas por su marido y fieles a él, y las demás: solteras, mujeres nocturnas, prostitutas, sujetas a la violencia indiscriminada de sádicos. Al hacerlo, Irene puso en relieve estas mismas categorías, confundiendo los dos roles.

Pero tal como Irene utilizaba diferentes nombres, encarnando personajes diferentes según el contexto y las relaciones sociales que cultivaba en él, su cuerpo y la figura que sobresale eventualmente de su muerte tendrá repercusiones, algunas inesperadas. De hecho, hay que decir que Lilith hace más que caracterizar un espacio histórico: también ha escrito una especie de antropología del amor y de los sentimientos calameños, por medio de la magia dejada al pie del altar de Botitas Negras: cartas, velas, flores, placas, cigarros, cerveza, dulces y otros regalos que se enmarcan dentro del homenaje y de los pedidos que jóvenes y viejos pero especialmente mujeres, le vienen hacer a ella. De Irene Iturra a Botitas Negras hay una transformación: la prostituta se vuelve maestra en temas del ambiente, de clientes y prostíbulos; como ente sexual, se convierte en especialista del amor y atracción; como esposa, en temas de matrimonio y vida doméstica; la mujer asesinada y violada se vuelve la protectora de otras mujeres, experta en técnicas de venganza; se vuelve milagrera y destructora a la vez. Sus múltiples resignificaciones no son extrañas a otros difuntos especiales, no solo en Chile. La cultura material hace el milagro posible; materializa la esperanza. Por alguna razón nosotros antropólogos de fenómenos religiosos le prestamos especial atención. La figura de Irene es, por lo tanto, reclamada y rehecha en Botitas, disputada por distintos grupos con diferentes creencias relativas a la muerte y a sus prácticas funerarias.

En la segunda parte del libro, por lo tanto, Lilith nos lleva por los variadísimos motivos que impulsan el culto a Botitas, la santa prostituta. Al final, vemos que se anuda perfectamente un lado del libro con el otro: aparte de otras solicitudes, las mujeres que vienen a la tumba, desamparadas, saben que Botitas “entiende”, como dice Lilith, y cito,

lo que implica el ser mujer en esta ciudad minera, con todos los impedimentos y los papeles que se le atribuyen: conservar la familia, arreglársela con varios tipos de trabajo para obtener un sueldo, complacer sexualmente, vivir con el sueldo de otro, competir entre mujeres, admitir el privilegio masculino de escoger entre varias mujeres, el entretenimiento homosocial, situaciones todas que anuncian la expresión diaria y la eventualidad de la violencia en las relaciones de género, amparadas por las instituciones y el mercado capitalista (p. 296).

Pero, para finalizar, podemos decir que si por un lado, a través del culto a Botitas se articulan las condiciones del capitalismo industrial y los valores subjetivos mantenidos por la gente en una ciudad minera en tiempos actuales, en tanto “muerta” Irene Iturra trasciende estas mismas condiciones. Ella no es solo testigo de la historia verídica, de hechos socio- económicos refractados a través de su biografía, pero también en cierto modo hace y rehace historia.

Dice Stephan Palmié (2002: 4-5), un antropólogo y historiógrafo de religiones afro-cubanas, que en un sentido muy concreto, cada forma de conocimiento histórico involucra proposiciones sobre el papel de los muertos en el mundo de los vivos, conformado como es por la existencia y agencia pasada de humanos.

Estos conocimientos hacen reclamos al pasado; un pasado que viene a instanciar, mantener o contestar un mundo presente. Pero estos reclamos no deberán ser vistos como concepciones objetivistas de representaciones históricas, como si el pasado fuera sujeto de fácil rescate o recuperación. La historia, nos cuenta Palmié, es, invariablemente, constituida por imaginación histórica, por historias personales y familiares inacabadas, discursos y imágenes que compiten, donde no hay una linealidad entre realidades pasadas, a ciertas distancias temporales, y el presente.

Tomar en serio a los muertos afro-cubanos es, según él, indagar sobre las relaciones entre el pasado y el presente que subyacen a un orden contemporáneo pero quedan no-reconocidos, en silencio, no obstante que su existencia en el mundo haya tenido consecuencias que todavía resuenan entre los vivos.

A mi modo de ver, y en consonancia con lo que señala Palmié, lo que logra el culto a Botitas es también eso: traer a la consciencia que el pasado no terminó, y nunca va a terminar. Hay personajes, como los afroamericanos, pero también Irene Iturra, cuyas historias no son la propiedad especial de sus descendientes, sino parte del patrimonio ético e intelectual del Occidente como tal. Mientras que los muertos de que habla Palmié hacen parte de la formación de la modernidad Atlántica, como espíritu, podemos igualmente proclamar que Botitas pertenece a una conformación mucho más grande que los contornos de su propia vida.

Referências

Palmié, S. 2002. Wizards and Scientists: Explorations in Afro- Cuban Modernity and Tradition. Duke University Press, Durham

Diana Espirito-Santo – Profesora Asistente de Antropología, Pontificia Universidad Católica de Chile. E-mail: [email protected].

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O Cavaleiro Negro: Arlindo Veiga dos Santos e a Frente Negra Brasileira – MALATIAN (FH)

MALATIAN, Teresa. O Cavaleiro Negro: Arlindo Veiga dos Santos e a Frente Negra Brasileira. São Paulo: Alameda, 2015. Resenha de: NACHTIGALL, Lucas Suzigan. Faces da História, Assis, v.3, n.2, p.261-264, jul./dez., 2016.

A seguinte resenha visa analisar o livro O Cavaleiro Negro: Arlindo Veiga dos Santos e a Frente Negra Brasileira, da historiadora Teresa Malatian, cujo objetivo central é abordar a participação de Arlindo Veiga dos Santos na Frente Negra Brasileira, desde sua fundação em 1931 até sua dissolução com o estabelecimento do Estado Novo em 1937. Ademais, o livro, lançado no ano passado, aborda também a formação do intelectual e sua atuação em movimentos sociais pelo fim da segregação e pela inclusão do negro na sociedade brasileira.

Sua constituição de pouco mais de trezentas páginas é dividida em vários pequenos capítulos, nos quais são dissertados aspectos da vida e da obra de Arlindo Veiga dos Santos e, consequentemente, das lutas, jornais e associações negras do final da década de 20 e 30.

Após um breve, porém pertinente, prefácio da professora Maria de Lourdes Monaco Janotti2, o livro segue trabalhando a história de Arlindo Veiga dos Santos, ferrenho militante negro, católico e monarquista, que atuou vivamente no Estado de São Paulo durante as décadas de 20 e 30, militando a favor da inserção do negro e pela instauração, no Brasil, de uma monarquia corporativista católica ultraconservadora, distinta dos monarquistas tradicionais, reformistas e liberais.

O livro inicia com a narração dos primeiros anos da formação de Arlindo Veiga dos Santos e seu irmão, Isaltino Veiga dos Santos, ressaltando sua origem de uma família humilde, cujos pais eram cozinheiros, mas que, apesar de terem poucos recursos financeiros, faziam questão de que seus filhos homens estudassem e tivessem uma boa educação.

Posteriormente à conclusão de seus estudos no Colégio São Luiz, de ensino caracteristicamente jesuíta, Arlindo Veiga dos Santos conseguiu, junto de seu irmão, estudar na Faculdade de Filosofia e Letras de São Paulo (hoje parte da PUC-SP), onde concluíram seus estudos.

Durante a faculdade, bem como no colégio que estudara anteriormente, Arlindo Veiga dos Santos recebeu uma formação em filosofia e em oratória, que foi de grande relevância para sua carreira. Foi também neste período que entrou em contato com o neotomismo, vertente filosófica construída a partir do pensamento de Tomás de Aquino e que, politicamente, advogava por uma visão de mundo medieval, notadamente antiliberal, antidemocrática, antiparlamentar, e que se colocava como alternativa ao socialismo, ao comunismo, ao anarquismo e à democracia liberal. Essa vertente filosófica marcaria, então, o cerne de suas obras e militância, e o intelectual se inspiraria também em movimentos políticos autoritários, como o fascismo italiano, para formular seu modelo de regime monárquico católico e corporativista e sua defesa da inclusão social do negro.

O livro segue contextualizando Arlindo Veiga dos Santos diante da intelectualidade negra nos anos 20, abordando as relações sociais dos negros no período e suas redes de sociabilidade construídas em torno de um associativismo cultivado a partir e em torno da recreação e de eventos como bailes e festividades.

Nesse contexto, teve início a ação panfletária de Arlindo Veiga dos Santos, fomentando o surgimento e o crescimento de diversos movimentos negros, como o Centro Cívico Palmares, que funcionava como uma escola, uma biblioteca, assim como, um centro comunitário e um espaço doutrinário de sociabilidade dos negros. Ali também eram confeccionados jornais escritos para a população negra, onde os “irmãos Santos” eram assíduos colaboradores, panfletando pela integração do negro na sociedade dentro de sua perspectiva católica.

Pouco depois da malsucedida tentativa de se estabelecer o Congresso da Mocidade Negra, um núcleo que centralizaria a militância negra, Arlindo Veiga dos Santos participara da formação da Frente Negra Brasileira (FNB), onde atuaria ativamente até sua extinção em 1937. Malatian discorre, então, sobre a constituição dessa frente, dos embates ideológicos internos ao grupo, especialmente entre Arlindo Veiga dos Santos, monarquista de direita, e Correia Leite, ligado a grupos socialistas e comunistas, onde Arlindo Veiga dos Santos assume, impondo sua liderança ao grupo.

Com a vitória de Arlindo Veiga dos Santos, a Frente Negra cresce, estendendo seu alcance muito além dos negros da classe média e congregando muitos populares, tanto na capital como pelo interior, onde diversas sedes foram abertas. Com isso, foi possível promover campanhas pela educação dos negros, bem como outras, como as que defendiam a necessidade de sair do aluguel e adquirir a casa própria e a admissibilidade de negros na Guarda Civil de São Paulo.

Simultaneamente, o livro também trabalha a face política da Frente Negra, desde a participação de negros na Revolução de 32, enquanto o movimento se mantinha neutro, denunciando o caráter oligárquico das elites revolucionárias, as aproximações de Arlindo Veiga dos Santos e, com ele, a FNB, com o integralismo de Plínio Salgado, que estreitaram muito as relações em vários momentos durante a década de 30.

Essa face política culminou com a candidatura de Arlindo Veiga dos Santos para a Constituinte de 1933 e, após o fracasso da candidatura, o lento afastamento do intelectual da presidência da Frente Negra Brasileira, onde ele permaneceria como membro atuante até 1937, quando suas atividades foram encerradas pelo Estado Novo.

O livro, como é possível notar, possui seu conteúdo centralizado na ação de Arlindo Veiga dos Santos e sua militância negra, monarquista e autoritária, com especial enfoque em sua participação na Frente Negra Brasileira e jornais negros subjacentes, como o Voz da Raça e o Clarim da Alvorada, onde participou junto de seu irmão Isaltino.

Sua postura e governos autoritários são diversas vezes apresentados e ressaltados pela autora, bem como os elementos de inspiração medieval que, aliados à aproximação de ideologias e movimentos autoritários, tornaram ímpar sua atuação no movimento negro das décadas de 20 e 30. Sua campanha pela educação, como mostra a autora, obteve profundos resultados.

O autor pregava a realização de uma “nova abolição”, para combater a “escravidão moral”, que assolava o Brasil após a abolição formal da escravidão, e que a educação traria a redenção para o negro, e divulgava assiduamente a necessidade de escolarizar os filhos. Com esforço conseguiram criar uma escola seriada, com alguns professores, e lutar contra o analfabetismo em crianças e adultos, profissionalizá-los e capacitá-los a combater a desigualdade e o preconceito que os negros enfrentavam.

A visão de Arlindo Veiga dos Santos, como nos mostra Malatian, era maniqueísta, centrada no combate entre o bem (católicos, nacionalistas) e o mal (comunistas, socialistas, anarquistas, liberais, entre outros). Nesse embate, os negros deviam lutar pela integração plena na sociedade brasileira, combatendo pela Pátria contra seus inimigos, como o preconceito e doutrinas perniciosas (socialismo, comunismo, liberalismo) para o progresso da Nação.

O estilo de escrita do livro é bastante característico da autora Teresa Malatian. Como seu livro anterior a respeito do Patrianovismo, Império e Missão: Um novo monarquismo em brasileiro (Editora Nacional, 2001), Malatian aborda a década de 30, com seus movimentos religiosos, sociais e políticos, com bastante familiaridade. Os capítulos, curtos, são apresentados de forma breve e temática, mas sucessiva e bem entrelaçada. Sua redação, que lhe é particular, é muito fluída e agradável, o que facilita a leitura e absorção da quantidade de informação que a autora traz à obra.

São apresentados, nos capítulos, uma quantidade relevante de trechos de artigos jornais, poemas e cartas, o que divulga e disponibiliza o acesso a essa documentação. Ao final de muitos desses capítulos, diversas fotografias relacionadas às temáticas são apresentadas, ilustrando os argumentos da autora (o que tem relevância quando se tratam de escolas, bandeiras, uniformes). Porém, infelizmente, a diagramação delas, na fase da edição, acabou fazendo com que algumas delas, como as imagens 05 e 06 (pág. 48 e 49, respectivamente), ficassem estranhas e demasiadamente pequenas, utilizando uma página inteira em uma foto minúscula. Outras, por conta da impressão, ficaram tão escuras que dificultou a definição do que estava representado, ou distinguir as pessoas. Como são problemas de simples resolução, é possível que seja solucionado em alguma eventual reedição.

Apesar desses detalhes, o livro permanece como uma boa escolha de leitura clara e fluída, acompanhada de uma história consideravelmente rica de conteúdo e informações. Esse conteúdo não trata profundamente acerca da atuação de Arlindo Veiga dos Santos na Ação Imperial Patrianovista Brasileira – tema abordado no livro supracitado da autora, e também no seu mestrado e doutorado – mas contextualiza a ação do intelectual e seu monarquismo católico e autoritário dentro do movimento negro da época, o que carecia de trabalhos dedicados.

Certamente, a obra oferece uma leitura útil para aqueles interessados tanto no movimento negro quanto nos movimentos católicos e de inspiração política autoritária da época, principalmente por contextualizar muito bem Arlindo Veiga dos Santos, seus embates e ideias, no movimento negro, e oferecer um panorama bem abrangente de sua ação como militante negro, católico, monarquista e nacionalista.

A autora do livro, doutora Teresa Malatian, é docente titular do curso de História da Faculdade de História, Direito e Serviço Social da Universidade Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho – UNESP – campus de Franca. Possui titulação de Mestre em História, pela PUC/SP, com a dissertação A Ação Imperial Patrianovista Brasileira (1978) e de Doutora em História, pela FFLCH – USP, com a tese Os Cruzados do Império (1988). Atualmente, desenvolve principalmente pesquisas sobre os movimentos monarquistas no Brasil República, História do Brasil e historiografia.

Notas

2 Maria de Lourdes Monaco Janotti é professora da Universidade de São Paulo (USP), autora do livro “Os subversivos da República” (1986), que abordou os monarquistas e sua militância nos anos iniciais do regime republicano no Brasil.

Referências

JANOTTI, Maria de Lourdes Mônaco. Os Subversivos da República. São Paulo: Brasiliense, 1986.

MALATIAN, Teresa. A Ação Imperial Patrianovista Brasileira. Dissertação (Mestrado em História). Pontifícia Universidade Católica de São Paulo, São Paulo, 1978.

MALATIAN, Teresa. Os Cruzados do Império (1988). Tese (Doutorado em História).

Universidade de São Paulo, São Paulo, 1988.

MALATIAN, Teresa. Os Cruzados do Império. São Paulo: Contexto, 1990.

MALATIAN, Teresa. Império e missão: um novo monarquismo brasileiro. 1.a. ed. São Paulo: Companhia Editora Nacional, 2001.

MALATIAN, Teresa. O Cavaleiro Negro: Arlindo Veiga dos Santos e a Frente Negra Brasileira. São Paulo: Alameda, 2015.

Lucas Suzigan Nachtigall – 1. Mestre em História pela UNESP/Assis. E-mail: [email protected].

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Pesquisa (Auto)Biográfica | ABPAB | 2016

Pesquisa Autobiografica

A Revista Brasileira de Pesquisa (Auto)Biográfica (Salvador, 2016-) é um periódico quadrimestral, publicado pela Associação Brasileira de Pesquisa (Auto)Biográfica (BIOgraph), que tem por principal objetivo a publicação de artigos acadêmico-científicos inéditos, que aprofundem e sistematizem a pesquisa empírica com fontes biográficas e autobiográficas, assim como de caráter epistemológico, teórico-metodológico, visando a fomentar e promover o intercâmbio entre pesquisadores brasileiros e de outros países, no âmbito do movimento biográfico internacional, como política de socialização de estudos vinculados à pesquisa (auto)biográfica em Educação.

Periodicidade quadrimestral.

Acesso livre.

ISSN 2525-426X

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Brasil: Uma Biografia – SCHWARCZ; STARLING (DSSC)

SCHWARCZ, Lilia Moritz; STARLING, Heloisa Murgel Brasil: Uma Biografia. São Paulo: Companhia das Letras, 2015, 792 pp. Resenha de: MAYNARD, Andreza Santos. Diacronie Studi di Storia Contemporanea, n. 26, n. 2, 2016.

Edito nel 2015 dalla casa editrice Companhia das Letras, il libro è il risultato del lavoro congiunto di Lilia Moritz Schwarcz (professoressa dell’Universidade de São Paulo) e Heloisa Murgel Starling (professoressa dell’Universidade Federal de Minas Gerais). Benché fosse intenzione delle autrici sfuggire alle classificazioni, si tratta di una sintesi che affronta più di cinquecento anni di storia del Brasile. L’ampio volume di 792 pagine è suddiviso in 18 capitoli.

L’analisi sviluppata nel libro parte dai primi contatti degli europei con gli indigeni brasiliani, all’inizio del XVI secolo, e giunge fino alla contemporaneità: per l’esattezza sino al periodo successivo al ritorno alla democrazia, con la ripresa del governo da parte dei civili, in seguito all’elezione di Fernando Henrique Cardoso alla presidenza, nel 1995. L’opera offre tre raccolte di immagini di diversa tipologia: dipinti, illustrazioni, fotografie e documenti dell’epoca.

Su internet sono reperibili molte informazioni sul libro. Le librerie e i siti dediti al commercio online forniscono dati sull’opera e non è raro imbattersi in lettori che esprimono apprezzamenti entusiastici. All’interno di una strategia di commercializzazione, la stessa Companhia das Letras ha diffuso la parte iniziale in formato .pdf: il lettore curioso può così avere accesso a una parte del testo prima di decidere se procedere o meno all’acquisto del volume, che costa mediamente da 39,90 a 54,51 reais. In considerazione della fama di Lilia Moritz Schwarcz nel mercato editoriale brasiliano, del numero di pagine e di immagini, della qualità materiale e intellettuale dell’opera, si può affermare che non si tratti di una cifra esorbitante.

Una delle particolarità che attirano maggiormente l’attenzione sul libro è la proposta delle autrici di partire dalla biografia per comprendere il Brasile in prospettiva storica. Gli autori ci informano del fatto che “i brasiliani” sono i protagonisti di questa narrazione, gli uomini pubblici così come i personaggi “quasi anonimi”. Ed è con loro che gli autori iniziano l’opera. Sulla copertina troviamo una fotografia del 1958 scattata da Marcel Gautherot: l’immagine mostra uomini che lavorano all’edificazione del Senato Federale. Grazie questa provocazione iniziale, ricaviamo l’impressione che questa sia un’opera sulla storia della costruzione del paese: qualcosa che è stato realizzato da brasiliani famosi così come sconosciuti.

Nell’introduzione vengono esposte alcune idee e metodi che pervadono l’opera. Da un lato apprezziamo l’uso dei riferimenti letterari, una delle caratteristiche che conferiscono levità al testo. Al contempo, veniamo messi a parte delle nozioni di cittadinanza, democrazia, repubblica e giustizia sociale che verranno riprese nel corso dei capitoli. La visione critica delle autrici riguardo alla formazione storica del Brasile è permeata da queste categorie. Per quel che riguarda la nozione di cittadinanza si percepisce una sintonia con il testo di José Murilo de Carvalho Cidadania no Brasil: o longo caminho1, benché non sia menzionata l’opera e neppure l’autore. Possiamo considerare questa come l’altra particolarità del libro scritto da Schwarcz e Starling, ossia la tendenza a ridurre al minimo i riferimenti ad autori ed opere, così come l’uso di citazioni e note. Queste sono rispettosamente collocate in fondo al volume in modo da non interrompere il flusso del testo.

Anche nell’introduzione, le autrici si avvalgono di riferimenti letterari come Lima Barreto e Guimaraes Rosa. Ma è di Gustave Flaubert – e del suo personaggio Madame Bovary – che si servono per rifarsi al bovarismo, richiamandosi così a Sérgio Buarque de Holanda; un concetto che fa riferimento ad un’alterazione nella percezione della realtà. Le autrici associano le affermazioni di Lima Barreto e Sérgio Buarque de Holanda per affermare che «i brasiliani hanno un qualcosa di Bovary»2. Negare che il Brasile sia come questo personaggio, significherebbe creare le condizioni per una costruzione idealizzata dal paese. Secondo Schwarcz e Starling, il «bovarismo nazionale» si coagula con il “familismo”, ossia l’abitudine di trasformare ciò che è pubblico in privato. È possibile comprendere come in questo risieda la ricerca dell’identità nazionale.

Come si è accennato in precedenza, l’opera si apre affrontando il tema dei primi contatti (e alleanze) tra le società indigene e gli stranieri. In termini generali si può affermare che ci sono poche menzioni di autori accademici nell’opera; quando le rinveniamo, normalmente si tratta di autori classici. Ad esempio nell’introduzione è menzionato Sérgio Buarque de Holanda e le sue formulazioni sul «bovarismo nazionale» e sull’«homem cordial», l’uomo cordiale.

Nel secondo capitolo, dedicato all’impresa coloniale e alla produzione dello zucchero, la menzione a Gilberto Freyre è quasi obbligatoria e viene rispettata. È attraverso la sua opera che ci si approccia alla storia del mondo dello zucchero, seppure in forma letteraria, secondo il gusto delle autrici. Anche dando uno sguardo alla bibliografia si può percepire come questa sia incentrata su opere internazionali e lavori pubblicati in Brasile, soprattutto negli Stati di San Paolo, Rio de Janeiro e Minas Gerais.

In contrasto con la dolcezza dello zucchero, troviamo l’amarezza della schiavitù. Uno dei temi affrontati nel secondo capitolo è infatti ciò per cui in questo periodo il colore diviene «un marcatore sociale fondamentale»3: viene sviluppata una riflessione sui contrasti tra la vita dei nobili che non si dedicavano al lavoro manuale e i servi, che vivevano nelle senzalas, le catapecchie destinate agli schiavi. L’intento è quello di fare il punto sui differenti aspetti della società, per quanto facendo riferimento alla produzione della canna e dello zucchero le autrici si avvicinino all’ambito economico. Ci si concentra dunque sui profitti, sulla produzione dello zucchero e sul commercio. Il tema principale è dunque la canna da zucchero, mentre gli schiavi vengono trattati brevemente per essere poi ripresi nel capitolo successivo.

Il capitolo 3 è dedicato al tema della schiavitù in Brasile. Nell’introduzione, le autrici avevano già affermato come questa esperienza abbia marcato la storia sociale del paese. Si comprende quale sia l’eredità della schiavitù attraverso l’esperienza del dolore e della violenza di cui fu vittima la parte della popolazione povera e nera, così come dai processi di esclusione sociale. Questo capitolo risulta particolarmente duro, tanto quando affronta i maltrattamenti subiti dai neri durante le diverse epoche storiche, quanto nella misura in cui stimola la riflessione sulle pratiche violente esistenti nel paese e rivolte nei confronti della popolazione nera. Ci si oppone alla tesi secondo la quale il brasiliano non sarebbe violento così come a quella in grazia di cui esiste un mito della “democrazia razziale”. Le autrici lanciano poi una provocazione in merito alla permanenza delle pratiche discriminatorie e delle ingiustizie sociali a tutt’oggi patite dai neri.

Uno dei capitoli che spicca maggiormente è l’undicesimo, che tratta del Secondo Regno (1840-1889). Dal momento che Lilia Moritz Schwarcz ha scritto il libro As barbas do Imperador4, era prevedibile che il capitolo privilegiasse la figura di Pedro II. Il testo è particolarmente piacevole: si apprezza la commistione di informazioni relative agli aspetti privati e altre di carattere pubblico. La descrizione dei dettagli dell’intimità dell’imperatore senza dubbio costituisce un’attrattiva per il lettore. Per quel che riguarda le nozze contratte con l’imperatrice, si afferma che:

[…] tuttavia, neppure il migliore delle cerimonie nasconde le frustrazioni e molto si disse su quelle di Pedro. Malgrado le informazioni che abbiamo ricavato riguardo alle virtù dell’imperatrice, sembra che l’imperatore riuscisse a notare solamente i difetti: Teresa Cristina era bassa, obesa e un po’ zoppa. Si dice che il giovane monarca non sarebbe stato in grado di mascherare la sua delusione vedendola e che scoppiò a piangere tra le braccia della contessa di Belmonte, la sua governante, e sulla spalla del maggiordomo Paulo Barbosa, che gli avrebbe detto: «Si ricordi della dignità della sua carica. Faccia il suo dovere, figlio mio»5.

In questo passaggio risulta evidente la sensibilità che permea il libro. Le autrici sottolineano come una figura politica così eminente come Pedro II avesse sentimenti, volontà e problemi sentimentali, così come qualsiasi “quasi anonimo”: promuovono dunque l’umanizzazione dell’imperatore. Il tono intimista della descrizione di cui sopra è accompagnato da un’analisi che privilegia gli aspetti della politica nazionale dell’epoca. Questo è un esempio dello sforzo che le autrici hanno fatto per promuovere una connessione fra il pubblico e il privato. Nel capitolo 17, consacrato alla dittatura militare, le autrici ammettono la mancanza di unanimità in campo storiografico, anche se è possibile rinvenire una presa di posizione storiografica – quantunque anche politica – di fronte al “golpe” e al “regime militare”. L’approccio adottato nel capitolo si approssima dunque alla polarizzazione politica.

I decenni più recenti rimangono fuori dall’opera; le autrici giustificano questa scelta in considerazione del fatto che: «il tempo presente appartiene un po’ a ciascuno di noi e, probabilmente, tocca al giornalista prenderne nota con precisione e spirito critico»6. Marc Bloch discorderebbe dalle autrici su questo punto; nel libro L’Étrange Défaite7, mostra quanto sia importante l’analisi che lo storico produce indagando il tempo presente.

La struttura sensibile e allo stesso tempo critica dei capitoli porta nel lettore il desiderio di “saperne di più”. Le autrici, infatti, malgrado i propositi iniziali, arrivano sino a menzionare i governi Lula e Dilma Rousseff, la crisi politica attuale del Brasile e persino le manifestazioni di piazza che, dal giugno del 2013, hanno reso evidente l’inquietudine del popolo brasiliano di fronte ai molti casi di corruzione che hanno coinvolto i politici di vari partiti. Tuttavia, come detto in precedenza, c’è una scelta precisa alla base della scelta che mette da parte i fatti più recenti della storia nazionale. La giustificazione di ordine metodologico per lasciare il tempo presente ad una prossima opportunità di studio, deriva dal fatto che lo storico lavora con progetti già conclusi e per questa ragione la riflessione storica sui governi Fernando Henrique Cardoso e Lula deve ancora essere affrontata. Tuttavia l’argomentazione appare fragile a fronte di una grande mole di lavori accademici che analizzano il periodo, oltre all’abbondante disponibilità di documentazione prodotta dall’Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE).

Nella conclusione le autrici ritornano sulla nozione di cittadinanza e commentano la difficile pratica di questa nozione in Brasile; ci si sofferma quindi sullo sforzo dei brasiliani per ottenere la democrazia e la repubblica. Al contempo sottolineano come la schiavitù modellò la società brasiliana con caratteristiche che permangono tutt’oggi. Risulta tuttavia bizzarro il fatto che le autrici abbiano lasciato da parte il periodo più recente della storia brasiliana, caratterizzato dall’inclusione sociale, da una diminuzione della disuguaglianza sociale, da un aumento dei neri nelle università grazie al sistema delle quote e dall’inserimento dell’obbligatorietà per legge dell’insegnamento della Storia della Cultura afro-brasiliana e indigena (leggi 10.639/2003 e 11.645/2008), una significativa conquista dei movimenti sociali.

Certamente siamo lontani da una situazione ideale, ma lasciare da parte l’analisi di questi cambiamenti genera problemi. Forse è questo il “tallone d’Achille” dell’opera: menzionare l’attualità senza imbarcarsi in un’analisi corrispondente. In altre parole rimarchiamo l’assenza di un’analisi della storia del tempo presente a fronte di riferimenti significativi ad esso.

In realtà si fa un rapido accenno ai provvedimenti sociali del governo Lula. La testimonianza degli scandali legati alla corruzione, coinvolgendo i principali dirigenti del Partido dos Trabalhadores (PT) occupa uno spazio maggiore nel testo. Le manifestazioni di piazza dei brasiliani del 2013 sono menzionate, ma compaiono solamente in termini generici come una manifestazione democratica del popolo brasiliano. Queste, di fatto, lo furono; tuttavia è opportuno precisare che il programma delle manifestazioni del 2013 era aperto anche a istanze più “conservatrici”. Tra le richieste vi era la fine della corruzione, ma anche il ritorno dei militari al potere, la cessazione del sistema delle quote nelle università e dei programmi sociali del governo federale. In calce all’opera, dopo la conclusione, le autrici inseriscono una sorta di “avviso” che avverte che il libro è andato in stampa quando sono avvenute le manifestazioni del 13 e del 15 di marzo del 2015. Questa insistenza nel menzionare fatti del presente senza l’accompagnamento di un’analisi critica risulta problematica sia dal punto di vista metodologico, sia da quello politico. Infine occorre puntualizzare che si tratta di un testo didascalico e analitico, ma soprattutto fluido e la cui lettura risulta piacevole. Si nota la preoccupazione delle autrici nel mantenere un linguaggio adatto ad un pubblico diversificato, non solamente accademico. L’opera risulta di immediato interesse per chi si occupa di storia del Brasile – storici, sociologi, politologi, antropologi, economisti –, ma può suscitare interesse anche al di fuori dell’ambito accademico. I capitoli possono essere letti in ordine progressivo, ma sono autonomi l’uno dall’altro.

Notas

1 CARVALHO, José Murilo de, Cidadania no Brasil: o longo caminho, Rio de Janeiro, Civilização brasileira, 2009 [12 ed.].

2 SCHWARCZ, Lilia Moritz, STARLING, Heloisa Murgel, Brasil: Uma Biografia, São Paulo, Companhia das Letras, 2015, p. 16.

3 Ibidem, p. 71.

4 SCHWARCZ, Lilia Moritz. As Barbas do imperador, D. Pedro II: um Monarca dos Trópicos. São Paulo, Companhia das Letras, 1999.

5 Ibidem. p. 273.

6 Ibidem, p. 20.

7 BLOCH, Marc, A estranha derrota, Rio de Janeiro, Jorge Zahar, 2011 [ed. orig. L’Étrange Défaite, Paris, Société des Éditions Franc-Tireur, 1946].

Andreza Santos Cruz Maynard si è laureata in Storia presso l’Universidade Federal de Sergipe, ha conseguito la Laurea specialistica nell’Universidade Federal de Pernambuco e si è addottorata presso l’Universidade Estadual Paulista “Júlio de Mesquita Filho”. Ricercatrice post-dottorale in Storia dell’ Universidade Federal Rural de Pernambuco, è stata borsista CNPq/FAPITEC con una borsa DCR (2014-2016). Fa parte del Grupo de Estudos do Tempo Presente (GET/UFS/CNPq) ed è professoressa del Colégio de Aplicação dell’Universidade Federal de Sergipe.

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R. G. Collingwood: A Research Companion – CONNELLY et al (IJHLTR)

CONNELLY J R G Collingwood A research companionCONNELLY, James Connelly; JOHNSON, Peter Johnson; LEACH, Stephen. R. G. Collingwood: A Research Companion. London: Bloomsbury, 2015.  293p. Resenha de: HUGHES-WARRINGTON, Mamie. International Journal of Historical Learning Teaching and Research, London, v.13, n.2, p.14-15, 2016.

In 1992, I became the fortunate owner of a small photocopied guide to the R. G. Collingwood papers in the Bodleian Library, Oxford. This much-thumbed, much-annotated booklet became the first item in a collection of transcriptions and notes that soon spilled over the limits of a single folder and settled into a row of boxes that continues to grow today.

Such was the lot of a researcher on the life and works of Robin George Collingwood (1889– 1943), philosopher, archaeologist, historian and luminary of Oxford University in the first half of the twentieth century. Until now. Connelly, Johnson and Leach’s companion for researchers admirably fulfils its aims of providing a comprehensive and systematic listing of materials by and on Collingwood and of placing those materials in the context of a detailed chronology of his life (p. 2).

The book is helpfully divided into eight sections, covering a biography, a chronology of life events, letters, unpublished and published works by Collingwood and his commentators and details of the many archive holdings. The largest section – a description of correspondence – is arguably the most helpful, for the volume and scattered nature of holdings provides a considerable challenge to any budding researcher. The chronology is also a powerful aide to understanding Collingwood’s battle with failing health, which he describes rather poignantly in a 1941 letter to Christopher Hawkes as the time ‘since the superincumbent sword of Damocles became clearly visible, and here I am driving a pen, though not well’ (p. 137).

To those who would argue that it is an important rite of passage for new researchers to find materials for themselves, the simplest rebuttal is that comprehensive aids for research assist in the development of a comprehensive and nuanced understanding of the ideas and life events of individuals and groups. Moreover, they minimise the risk of misunderstandings that arise from not having considered particular materials, protecting students, early career researchers and those interested in Collingwood because of his connections to others from the dreaded ‘but you haven’t read x’ of the experienced Collingwood researcher.

There is a little to quibble about the book. The biography (pp. 3–6) gives the reader little sense of The Idea of History as a posthumous collection brought together by Collingwood’s student, T. M. Knox, or of the significant discovery in 1993 of missing chapters from The Principles of History in the basement of Oxford University Press. The published Collingwood is only the tip of an extensive manuscript collection that shows the evolution of his thought at work.

Nor does the book give the reader a sense of what to expect when they see a Collingwood manuscript for the first time. Collingwood’s handwriting is far from challenging as far as philosophers go, and his use of recycled exam scripts provide a helpful reminder of the Oxford in which he worked. But readers do need to be warned about his liberal use of ancient Greek terms, as well as his predilection for quoting from poems without noting their source. What was customary intertextual reference in Oxford of the 1930s can take the present day reader by surprise, and the best remedy is to begin with the revised editions of Collingwood’s philosophical work – starting notably with David Boucher’s edition of The New Leviathan (1992) – as they contain transcriptions and explanatory notes to a significant group of manuscripts.

Finally, the collection does not explicitly give the reader a sense of the balance of Collingwood’s interests in toto, as distinct from a year-by-year summary. This is a significant gap, as an analysis of the Collingwood corpus can remind us not to pass over his contributions to aesthetics when we see the vast lists of writings on archaeology, metaphysics and the philosophy of history.

But these are minor quibbles, and given the significant opportunities for research posed by a still largely untapped group of writings, this Research Companion is a welcome introduction to those new to Collingwood studies.

Marnie Hughes-Warrington – Australian National University, Australia. E-mail: [email protected].

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Un simple ciudadano, José Artigas [Catálogo] | Museu Histórico Nacional

La muestra “Un simple ciudadano, José Artigas” montada en el Museo Histórico Nacional (MHN – Casa de Rivera) como exposición permanente hasta la actualidad, es sin duda uno de los más importantes aportes a la conmemoración de los bicentenarios de la gesta revolucionaria. La muestra está conformada principalmente por pinturas, además de algunas esculturas y objetos, en su mayoría pertenecientes al acervo del Museo Histórico Nacional. Constituye el relevamiento de una enorme variedad de representaciones de una figura de fundamental importancia en la historia de Uruguay y la región y de la cual es de destacar que no existen prácticamente obras plásticas testimoniales, es decir, retratos tomados del natural. Por ello el ejercicio se torna más atractivo: reunir los rostros de “los Artigas” que resultan tan disímiles entre sí al verse juntos, y que de ese modo no sólo dejan en evidencia ideas e intenciones distintas en su creación, sino también, como los tiene toda interpretación, desconocimiento y “encubrimientos”. Leia Mais

João da Silva Feijó: um homem de ciência no Antigo Regime português – PEREIRA; SANTOS (HCS-M)

PEREIRA, Magnus Roberto de Mello; SANTOS, Rosângela Maria Ferreira dos. João da Silva Feijó: um homem de ciência no Antigo Regime português. Curitiba: Editora da UFPR, 2012 (Coleção Ciência e Império, v.1), Curitiba: 1046pp. Resenha de: MOSCATO, Daniela Casoni. A vida de um homem de ciência no Antigo Regime português. História Ciência Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro, v. 22 n.4 Rio de Janeiro Oct./Dec. 2015.

Como podemos, como historiadores, narrar a vida de um indivíduo? O que contaríamos, ou omitiríamos, nos caminhos e descaminhos de uma trajetória humana? Perguntas como essas perseguem os que decidem entrar nessa empreitada historiográfica. Reflexo disso pode ser percebido na contínua produção acadêmica dedicada ao estudo de indivíduos e em “pistas” que cada ensaio, em particular, aponta acerca desse tipo de análise. Essa produção biográfica, democrática e diversificada perpassa por personagens consagrados, como é o caso de Norbert Elias (1995), no estudo Mozart: sociologia de um gênio , e por indivíduos comuns, como o moleiro Domenico Scandella, o Menocchio, indivíduo construído belamente por Carlo Ginzburg (1998). Nessas relações e construções, os autores demonstram particularidades analíticas numa tentativa de apresentar caminhos possíveis, geralmente labirínticos, aos estudos biográficos.

A biografia encontra-se, assim, no centro das preocupações de historiadores, como aponta Giovanni Levi (1998) em seu clássico texto “Usos da biografia”. A própria ideia de biografia tornou-se variada e apresenta, atualmente, alguns gêneros que embasam as análises históricas, tais como “a prosopografia e a biografia modal”, que, com base em dados biográficos, objetivam uma prosopografia, descartando, muitas vezes, o interesse pela biografia particular, que, desse modo, apresenta-se como ilustração do comportamento de um determinado grupo, como é o caso da análise realizada em Intelectuais à brasileira , de Sergio Miceli (2001); a “biografia e o contexto”, em que o contexto – época, meio e ambiência – caracteriza uma “atmosfera que explicaria a singularidade das trajetórias” (Levi, 1998, p.175); a “biografia e a hermenêutica”, gênero mais utilizado pela antropologia interpretativa e pela história oral; e, finalizando, “biografia e casos extremos”, cujo exemplo principal é o já citado trabalho de Carlo Ginzburg. Esse gênero, geralmente, alcança o contexto histórico pelas “margens” do campo social, identificadas nas biografias de personagens singulares. Diante de tais variações biográficas e da leitura aprofundada da obra João da Silva Feijó: um homem de ciência no Antigo Regime português , pode-se afirmar que tal estudo não se define por uma dessas categorias. Ademais, não se atrela, meramente, à trajetória de João da Silva Feijó (1760-1824).

É importante esclarecer que a narrativa do naturalista João da Silva Feijó é o primeiro volume da Coleção Ciência e Império, um empreendimento nada modesto que tem como objetivo principal apresentar determinados personagens luso-brasileiros, bem como toda sua produção textual. Essa tarefa hercúlea é apoiada pelo Centro de Documentação e Pesquisa de História dos Domínios Portugueses, alocado no Departamento de História da Universidade Federal do Paraná. Essa incursão biográfica não se finda em João da Silva Feijó, e o segundo volume, dedicado a Francisco José de Lacerda Almeida, já foi publicado. Em seguida, virão outros nomes, como Luis Antônio de Oliveira Mendes, Elias Alexandre da Silva Correia, Joaquim José Pereira, Antonio Pires da Silva Pontes, Francisco José de Lacerda.

Esse primeiro volume tem 1.062 páginas, organizadas em duas partes. A primeira apresenta a longa trajetória do naturalista luso-brasileiro João da Silva Feijó; a segunda parte é uma compilação de sua produção científica e compreende 188 documentos – correspondências, remessas, memórias, textos científicos etc. – investigados em arquivos portugueses e brasileiros.

Pereira inicia sua narrativa respondendo, diretamente, à seguinte questão: “Quem foi João da Silva Feijó?”. Um dos raros luso-brasileiros que conseguiram viver, regularmente, da ciência, Feijó cursou filosofia pela Universidade de Coimbra, tal qual alguns brasileiros do Setecentos, e exerceu a profissão de naturalista na África, em Portugal e no Brasil, sempre a serviço do Império português.

Todavia, se nas primeiras páginas a resposta do autor se mostra um tanto didática, não se pode concluir que o mesmo constrói uma biografia clássica, que expressaria, com base na redução de escala focada no sujeito, as dimensões estruturais e a dinâmica social. Parte do texto, intitulada “Uma biografia nada exemplar”, é elaborada por meio de análise minuciosa de diferentes representações do naturalista, construídas por outros autores. Portanto, Pereira busca compreender como a figura de João da Silva Feijó se apresentou em outros estudos, entre eles, os da historiografia portuguesa e norte-americana.

Esse caminho metodológico é instigante e permite ao leitor conhecer as várias representações desse sujeito. A primeira delas é um verbete elaborado pelo geógrafo veneziano Adriano Balbi, em 1822, que destaca os manuais organizados por Feijó para o ensino de botânica e zoologia. Nessa exposição, Pereira apresenta fatos distorcidos e dialoga com cada referência identificada, como as de Carl Friedrich Philipp von Martius, de 1837, e as de Miguel Colmeiro, de 1858. O ápice de tal explanação é o momento em que esclarece o leitor sobre como o desconhecimento de partes da documentação, hoje disponíveis, permitiu a elaboração da imagem de um indivíduo pouco exemplar e a identificação de informações básicas distorcidas. Erros acumulados, que se repetiram ao longo do século XIX, talvez expliquem como esse personagem foi, aos poucos, esquecido pela historiografia brasileira.

Com o intuito de aventar tais representações, o autor analisa, minuciosamente, uma rica documentação – memórias científicas, cartas, periódicos, documentação escolar etc. – para esclarecer possíveis erros e amparar outra narrativa da vida desse naturalista. Nessa perspectiva, constrói o indivíduo biografado. Em “Fazendo-se naturalista”, destaca o jovem Feijó e seu período como estudante de filosofia natural, na Universidade de Coimbra; o desenvolvimento de relações com outros luso-brasileiros no Jardim da Ajuda, em Lisboa; e os estreitos laços estabelecidos com dom Rodrigo de Souza Coutinho, o conde de Linhares. Esses elementos são o pano de fundo para a análise de sua formação em história natural e da posição ocupada nessa sociabilidade científica, que era composta por nomes como Domingos Vandelli e Alexandre Rodrigues Ferreira.

Em “Um naturalista num ninho de cobras”, descreve os anos vividos em Cabo Verde, onde Feijó permaneceu entre junho de 1776 e dezembro de 1795. Tal descrição é fundamentada, especialmente, em um relato de viagem composto por um conjunto de cartas destinadas ao então ministro Martinho de Mello e Castro. Em tal documento, intitulado “O itinerário filosófico que contém a relação das ilhas de Cabo Verde disposto pelo método epistolar”, Pereira destaca: a descrição da fauna, da flora e dos costumes locais; os problemas enfrentados por seu biografado – como o da falta de uma equipe de apoio em suas pesquisas; e as funções burocráticas que começou a acumular a partir da década de 1790.

“Un certain Feijào” é dedicada ao retorno a Lisboa. Nessa parte, Pereira ressalta os trabalhos acadêmicos referentes à produção de salitre, o trabalho na Ajuda – onde organizou um herbário com as espécies botânicas enviadas do arquipélago africano – e a aproximação de Feijó com a República das Letras, comprovada pela publicação de alguns de seus estudos. Essa condição de “homem de múltiplos instrumentos” gerou grandes críticas, como as do naturalista alemão Herinrich-Friedrich Link. A esse respeito, Pereira pontua elementos importantes para a compreensão dos discursos de exclusão e exaltação presentes na ciência moderna: “Link buscava afirmar a sua superioridade como intelectual fazendo pouco daqueles colegas que pertenciam a ambientes científicos considerados provincianos ou periféricos” (p.76). Por outro lado, por ser considerado “homem de múltiplos instrumentos”, Feijó retornou ao Brasil como sargento-mor das milícias da capitania do Ceará.

Em terras brasileiras, recebeu a incumbência de checar as notícias sobre os depósitos de salitre natural, questão que ocupava lugar importante na política científica portuguesa para o Nordeste brasileiro, debate analisado no subtítulo “Um naturalista no Ceará”. Por aproximadamente 15 anos, o naturalista permaneceu na capitania e, além da busca ao salitre, recolheu diversos espécimes que foram enviados ao Jardim Botânico, ao Museu da Ajuda e ao Real Jardim Botânico de Berlim. O autor ainda destaca, sempre amparado pela vasta documentação produzida por Feijó e sobre ele, as publicações de textos referentes à sua atuação no Nordeste e o seu uso por viajantes que estiveram no Brasil no século XIX, como Henry Koster, Johann Baptiste von Spix e Carl Friedrich Philipp von Martius, e Wilhelm Ludwig von Eschewege.

Em toda a trajetória do naturalista Feijó, o autor esclarece seu envolvimento com as estruturas científicas, políticas e sociais presentes no Império português; e, sempre que possível e necessário, atenta para a atuação dessa elite naturalista, representada por seu eleito, em tais articulações. Para Pereira, Feijó tinha um “ar de modernidade” e circulava por espaços importantes, como o da maçonaria e o das Repúblicas das Letras. As últimas páginas são dedicadas à compreensão de como ocorreu a colaboração de Feijó no processo de Independência do Brasil, movimento ao qual ele aderiu, destacando-se no Manifesto do Povo do Rio de Janeiro, que pedia a permanência do príncipe dom Pedro I no país, e na reorganização da maçonaria em terras brasileiras.

João da Silva Feijó, como bem colocou o autor, foi um homem de seu tempo: participou do movimento português das Luzes, estudou os espécimes naturais de três continentes, vivenciou as construções e as mudanças de paradigmas científicos, acompanhou as rupturas do Império lusitano e, consequentemente, os primeiros embates políticos brasileiros. Contudo, apesar de sua presença em momentos importantes da história portuguesa e brasileira, o naturalista João da Silva Feijó foi esquecido, por um certo tempo, pelos estudos historiográficos. A esse respeito, o livro aqui resenhado não é somente uma tentativa de resgaste de sua vida e obra, mas uma importante ferramente para se “resgatar também um fragmento expressivo da memória científica do Grande Império Lusitano com o qual muitos dos ‘filósofos’ luso-brasileiros haviam sonhado” (p.119).

Referências

ELIAS, Norbert. Mozart : sociologia de um gênio. Rio de Janeiro: Jorge Zahar. 1995. [ Links ]

GINZBURG, Carlo. O queijo e os vermes : o cotidiano e as ideias de um moleiro perseguido pela Inquisição. São Paulo: Companhia das Letras. 1998. [ Links ]

LEVI, Giovanni. Usos da biografia. In: Ferreira, Marieta de Moraes; Amado, Janaina (Org.). Usos e abusos da história oral. Rio de Janeiro: FGV Editora. 1998. [ Links ]

MICELI, Sergio. Intelectuais à brasileira. São Paulo: Companhia das Letras. 2001. [ Links ]

Daniela Casoni Moscato – Doutoranda, Departamento de História/Universidade Federal do Paraná. [email protected]

Ángel Rama: um transculturador do futuro | Flávio Aguiar e Joana Rodrigues

Resultado do seminário internacional “Jornadas Latino-Americanas: Ángel Rama, um Transculturador do Futuro”,2 que teve lugar nas dependências do Memorial da América Latina, no mês de novembro de 2009, o livro foi organizado pelos próprios responsáveis pelo evento, os professores Flávio Aguiar e Joana Rodrigues e publicado pela editora UFMG em 2013, inserido na coleção Humanitas.

Realizado ao longo do mês de novembro e organizado em duas mesas redondas bastante concorridas, nele foram distribuídos certificados para aqueles de deles participaram com pelo menos 75%. Somado a isso, também nos é relatado, em sua “Apresentação”, a participação da filha de Ángel Rama, Amparo Rama, que pronunciou um depoimento sobre o pai e fez a leitura de algumas cartas trocadas entre ele e o crítico paulista Antonio Candido, com alguns trechos publicados no livro em questão, retiradas de seus arquivos pessoais.
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Oder Auschwitz Vor Gericht | Ronen Steike

Ronen Steinke’s essay is characterised by the journalistic style the author chose for his work, which however is supported by a wide array of documents as evidence of his reading of Fritz Bauer’s life and work. The subtitle of the book is quite a different matter, though, as it sounds restrictive compared with the contents and in fact with the Attorney General himself.

His work is not just about the Auschwitz-Prozess, even if that was the highlight and maybe also the beginning of a downward parabola in Bauer’s legal career, but there were also another two key events, as also perfectly recalled by Steinke’s book, such as his decisive cooperation with the Israeli secret service in finding Adolf Eichmann ‑ in order to have him tried in Israel, and not in Germany, where, due to the magistracy’s compromised position with the earlier regime, he would not have been fairly tried – and the Remer-Prozess which rehabilitated Claus Schenk von Stauffenberg and all those who had made an attempt on Hitler’s life on July 20th 1944. Leia Mais

Luís Carlos Prestes: um revolucionário entre dois mundos – REIS FILHO (RBH)

REIS FILHO, Daniel Aarão. Luís Carlos Prestes: um revolucionário entre dois mundos. São Paulo: Companhia das Letras, 2014. Resenha de: SALES, Jean Rodrigues. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.35, n.69, jan./jun. 2015.

Luís Carlos Prestes nasceu em janeiro de 1898 e morreu em março de 1990. Em sua longa vida, participou de momentos marcantes da história do país e das esquerdas em particular. Nos anos 1920, foi um dos líderes do movimento que percorreu o Brasil em oposição ao governo Artur Bernardes e à forma de organização do regime republicano. Nos anos 1930, passou longo período na União Soviética, onde aderiu definitivamente ao comunismo e pavimentou sua entrada no Partido Comunista Brasileiro (PCB). Após retornar ao Brasil, participou da chamada Intentona Comunista, em 1935. Derrotado o movimento, esteve preso por vários anos, até emergir na segunda metade dos anos 1940, liderando um revigorado PCB após o final da guerra.

Com o governo Dutra, enfrentou nova fase de perseguições a partir da cassação do registro do PCB e nova imersão na clandestinidade. Do final dos anos 1950 até o golpe de 1964 viveu, com o PCB, os anos intensos da conjuntura dos governos Juscelino Kubitschek e Jânio Quadros, a renúncia deste e a conturbada posse de João Goulart. Entre 1961 e 1964, esteve presente nos debates sobre as Reformas de Base e outros projetos de desenvolvimento do país. Após o golpe, viveu novo e longo exílio na União Soviética, de onde acompanhou e foi protagonista da crise orgânica do PCB. De volta ao Brasil, em 1979, até a sua morte, participou, direta ou indiretamente, dos grandes eventos da redemocratização. Em linha geral, teve um posicionamento crítico ao PCB, aos partidos de esquerda e à chamada Nova República.

Pela dimensão da participação de Prestes nos eventos aqui sumariamente arrolados, poderíamos nos perguntar sobre a viabilidade de se escrever uma biografia completa sobre sua trajetória pessoal e política nesse quase um século de existência. As dificuldades colocadas para um empreendimento dessa natureza podem explicar o fato de o livro Luís Carlos Prestes: um revolucionário entre dois mundos ser o primeiro a assumir essa tarefa.1

Para dar conta da complexidade do longo período estudado, Daniel Aarão Reis dividiu a trajetória de Prestes em três grandes conjunturas, demarcadas por eventos políticos mais amplos e pela história de Prestes no interior do PCB: a primeira seria de 1898 a 1935; a segunda, de 1936 a 1964, e a terceira, de 1964 a 1990.

Além do próprio mérito de biografar uma figura representativa da história da esquerda brasileira no século XX, o livro tem seu ponto mais forte na utilização de ampla gama de fontes: entrevistas com militantes e ex-militantes que conviveram com Prestes, tanto dos que continuaram próximos ou admiradores do legado do líder comunista, quanto de críticos e desafetos históricos, permitindo uma análise da trajetória do biografado no interior da máquina partidária; entrevistas realizadas com familiares, que possibilitaram vislumbrar os aspectos pessoas dessa trajetória; fontes do regime soviético e da Internacional Comunista pesquisadas em Moscou e, por fim, mas muito relevantes, gravações em áudio de reuniões do Comitê Central do PCB realizadas no exílio. O acesso às gravações, até então inéditas, permitiu a análise das percepções de parte dos dirigentes do PCB em relação a situação do partido na conjuntura que antecede a volta do exílio, em 1979, e, com isso, o próprio posicionamento de Prestes naquele momento. Os debates realizados pelo Comitê Central no exterior, que aparecem nas gravações, ajudam também a entender o afastamento de Prestes do PCB no decorrer da década de 1980.

Em um livro dessa natureza, sempre haverá quem aponte a falta de certos temas, a necessidade de aprofundamento desse ou daquele aspecto da trajetória de Prestes, bem como das abordagens implícitas da história do país ou do comunismo. São os casos, por exemplo, das relações do PCB e do próprio Prestes com os trabalhadores no decorrer do século XX. Do mesmo modo, pode-se discordar de uma interpretação, que permeia o livro, sugerindo que as opções de Luís Carlos Prestes teriam sido apostas em um sonho impossível: a realização de uma revolução socialista no Brasil. Caberia talvez expandir a análise e lembrar que no decorrer do século XX revoluções ocorreram em países nos quais não eram esperadas, além da vitória de lutas de vários povos do Terceiro Mundo a partir do pós-guerra.

Há ainda quem tenha apontado alguns equívocos factuais na narrativa, mas que, a meu ver, não causam danos importantes no texto, ainda que envolvam questões relevantes da vida pessoal do biografado. Porém, a opção do autor e da editora por uma forma de citação através da qual, em alguns momentos, não se consegue localizar completamente as fontes utilizadas para amparar as análises do livro, tem gerado desconforto, principalmente entre historiadores.2 Se, por um lado, a opção editorial tem como aspecto positivo permitir uma narrativa fluida, necessária em um livro de mais de quinhentas páginas, observa-se, em contrapartida, a imprecisão das citações. Essa característica do trabalho, que seria controversa em qualquer livro de história, agiganta-se ao se tratar de um tema por si só polêmico como é a vida e legado de Luís Carlos Prestes, tornando-se quase inevitáveis as críticas e divergências.

Como se vê, o livro apresenta aspectos superlativos e complexos, o que retrata a própria vida de Prestes. As divergências em torno do seu resultado denotam a complexidade do trabalho realizado. Assim, concordando ou discordando das análises de Daniel Aarão Reis, trata-se de leitura incontornável para os que querem conhecer a história de Prestes e do comunismo no século XX.

Jean Rodrigues Sales – Programa de Pós-Graduação em História, Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro (UFRRJ). Nova Iguaçu, RJ,Brasil. E-mail: [email protected].

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Biography of a Hacienda: Work and Revolution in Rural Mexico – NEWMAN (RAHAL)

NEWMAN, Elizabeth. Biography of a Hacienda: Work and Revolution in Rural Mexico. Tucson: University of Arizona Press, 2014. Resenha de: ÁLVAREZ, Hernández. Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana, Buenos Aires, v.1, n.9, p.89-94, 2015.

A pesar de su importancia histórica, el estudio arqueológico de las haciendas mexicanas de la época porfiriana (1876-1910) es aún incipiente en la arqueología, aunque ha comenzado a generar cierto interés entre algunos investigadores extranjeros y locales. Aquellos que han decidido tomar el reto se han abocado a indagar, principalmente, sobre la vida cotidiana de la clase trabajadora de las haciendas y sus familias, debido a la escasez de documentos al respecto y a los sesgos de la historia oficial con respecto a las condiciones en que vivían estos peones acasillados (Hernández 2014; Meyers 2012; Sweitz 2012). En este sentido, el libro de Elizabeth Newman constituye otro intento por comprender el impacto que tuvo la incorporación del sistema capitalista en la identidad de los individuos y la comunidad que laboró y habitó en una hacienda de producción agrícola, San Miguel Acocotla, de la región de Atlixco, Puebla, en la zona central de México.

A partir de una narrativa salpicada de anécdotas personales, pasajes íntimos, ficción realista e incluso disertaciones auto reflexivas, la autora pretende involucrarnos en las vicisitudes de su experiencia personal en el estudio arqueológico de una hacienda poblana y las motivaciones que la llevaron a emprender esta investigación histórica. Su intención en este trabajo es criticar las suposiciones tradicionales sobre las experiencias cotidianas de los trabajadores –jornaleros, peones, capataces, rancheros y sus familias– al interior de las haciendas. Sin embargo, también se ocupa de la familia de los hacendados, de sus conflictos y ansiedades sobre las consecuencias que traería la Revolución Mexicana (1910) y, por ende, la pérdida de sus privilegios de clase.  La fortaleza discursiva y la rigurosidad histórica del texto de Newman son producto del uso de variadas fuentes de información como los archivos oficiales, los mapas, la historia oral, el estudio etnoarqueológico de la comunidad descendiente y, por supuesto, la investigación arqueológica de los lugares de habitación de los trabajadores de San Miguel Acocotla. Por ejemplo, la evidencia material obtenida a partir de la excavación del conjunto habitacional de los peones le permitió conocer los patrones de consumo al interior de esta hacienda y considerar que los análisis clasistas, en este caso de los más desprovistos, son importantes para entender las dinámicas sociales de sitios multiétnicos como lo fueron las haciendas mexicanas de la época revolucionaria.

El libro se compone de ocho capítulos en donde se presenta el devenir histórico de San Miguel Acocotla desde la época colonial hasta la actualidad. En el primer capítulo se comenta sobre el contexto en el que surgieron las primeras haciendas mexicanas durante la época colonial (1519-1810) y su consolidación durante la etapa del México independiente. No obstante, la autora advierte que resulta difícil tratar de categorizar las haciendas mexicanas ya que sus características han sido muy variadas a través del tiempo y el espacio.

De acuerdo con Newman, la narrativa oficial señala que después de la Independencia (1810) las poblaciones rurales se vieron desprotegidas durante un largo período de tiempo debido a la inestabilidad política derivada de la guerra contra la dominación española. Estos procesos derivaron en conflictos sociales, económicos y políticos que se prolongaron por varias décadas y tuvieron su momento álgido durante la Revolución Mexicana de 1910. Este movimiento social armado fue una consecuencia de los constantes conflictos entre las comunidades indígenas y los terratenientes, generalmente de origen español, que buscaban mantener sus privilegios. El conflicto se agudizó debido a los problemas derivados de la enajenación de las tierras y las presiones sociales derivadas de la erosión de los modos de vida rurales y la introducción de los nuevos modos de trabajo y organización derivados del modelo capitalista industrial, como en el caso de los distintos tipos de haciendas mexicanas –ganaderas, henequeneras, mineras- del siglo XIX.

San Miguel Acocotla fue una de esas haciendas cuya historia se remonta al período colonial pero cuya época de esplendor sobrevino con la implementación de un sistema de peonaje, acasillamiento y explotación laboral de los campesinos poblanos para la producción de trigo y maíz a escala industrial. En el segundo capítulo del libro Newman presenta lo que será su estudio sobre dicha hacienda. Como ella misma manifiesta, su intención fue registrar los procesos de cambio social acaecidos en San Miguel Acocotla y llenar las lagunas de la historia escrita con datos materiales provenientes de una investigación arqueológica exhaustiva. La investigación de Newman en Acocotla busca acercarnos a la vida cotidiana de los trabajadores de la hacienda a partir de la excavación de su lugar de habitación: la calpanería. Además, entre las estrategias empleadas para cumplir con los objetivos planteados, y contrastar la evidencia material, se incluyeron otros procedimientos metodológicos como la investigación etnográfica, el trabajo etnoarqueológico y la recopilación de la historia oral entre la comunidad descendiente.

El capítulo tres aborda la historia escrita, disponible en el Archivo General de la Nación, sobre la hacienda San Miguel Acocotla. Los archivos históricos consultados contienen información sobre los distintos dueños de la hacienda, datos sobre la división de tierras, mapas, además de descripciones sobre las comunidades colindantes. Esta información abarca la historia de la propiedad entre los siglos XVIII y XIX. Para Newman, esta información histórica es importante para acercarnos al contexto en el que se desarrolló la finca, pero si queremos obtener mayor detalle sobre los pobladores resulta imprescindible ampliar las fuentes de información. Por lo tanto, al incluir las historias orales, la etnoarqueología y la investigación arqueológica, la autora busca añadir unas cuantas notas más a la melodía que trata de reconstruir.  El cuarto capítulo resulta bastante interesante ya que versa sobre la investigación etnoarqueológica y de recuperación de la historia oral de los antiguos habitantes de San Miguel Acocotla que ahora viven en la comunidad de La Soledad, Morelos. Durante esta fase de la investigación, se recolectaron historias orales, datos etnográficos y etnoarqueológicos sobre las formas de vida y los espacios domésticos de dicho poblado, con la intensión de generar información comparativa para los datos arqueológicos. Newman describe cómo se aventuró, junto con estudiantes y ayudantes de campo, a indagar sobre la arquitectura vernácula, el uso del espacio doméstico y las historias de vida de los pobladores descendientes de los trabajadores de la hacienda. Comunidades como La Soledad crecieron a raíz de la disolución de las haciendas y la repartición de tierras a los campesinos producto de la Reforma Agraria (1915).  A partir del estudio sistemático de los espacios residenciales y la arquitectura doméstica de 381 terrenos del poblado, además de entrevistas sobre las actividades domésticas y la vida cotidiana de los actuales pobladores de La Soledad, Newman encontró varias implicaciones conductuales y simbólicas producto del estudio etnoarqueológico. Por ejemplo, la autora observa que en las casas tradicionales el espacio exterior llega a ser más importante que el espacio interior, este varía de persona a persona, además, la cocina tiene una importancia vital y la función de los cuartos puede ser difícil de discernir. A partir de estas premisas, la autora espera llegar a entender los vestigios espaciales, arquitectónicos y materiales que serán investigados arqueológicamente en la hacienda.Landa 2015: 89-94(Reseña) 92  En el quinto capítulo se reconstruye el proceso de intervención arqueológica en la Hacienda San Miguel Acocotla. Las actividades se centraron en el estudio y excavación de la calpanería, el espacio doméstico de los peones de la hacienda. Se trata de un edificio, hecho de bloques de adobe y tejas, que tenía 37 cuartos de 3.5 m² a manera de celdas. Se supone que cada uno de estos cuartos pudo albergar a una familia nuclear. A partir de las actividades de prospección, muestreo y excavación de espacios exteriores e interiores se pudo conocer la historia constructiva del edifico y recuperar diversos objetos que, aunque insignificantes, muestran aspectos de la vida cotidiana de los trabajadores y sus familias. Además, a partir de esta intervención arqueológica fue posible contrastar los patrones observados en los espacios domésticos habitados por la comunidad descendiente.  El capítulo seis versa sobre la arquitectura, la vida doméstica, el poder y el control social al interior de la hacienda de Acocotla. Newman menciona que la arquitectura es uno de los medios confiables para analizar las dinámicas sociales del pasado y las constantes negociaciones entre las necesidades del hacendado y los trabajadores agrícolas. Por ejemplo, en las haciendas, los dueños construyeron casas para sus trabajadores, esto les permitió controlar la mayoría de los aspectos de su vida cotidiana y les sirvió para crear un medioambiente que promovió una jerarquía social estratificada. A través de la arqueología histórica es posible acercarnos a estudiar estas tensiones y negociaciones que generalmente no aparecen manifiestas en la historia oficial.  Los modos de alimentación y la evidencia cerámica son tema del séptimo capítulo. Este apartado se basa en el hallazgo de diversos artefactos domésticos, principalmente restos de vasijas cerámicas, y los huesos de animales que se encontraron en un basurero dispuesto al exterior de la calpanería. Se recuperaron diversos tiestos cerámicos de barro vidriado, loza fina y porcelana que nos hablan del comercio de cerámica suntuaria y utilitaria en la región central mexicana hacia finales del siglo XIX, siendo Puebla una de las regiones productoras por excelencia del país. Además, las distintas formas de los cacharros indican el uso de estas vasijas para preparar tortillas, caldos o salsas. Aunque también hubo candelabros y braceros que se usaron en diversas prácticas rituales.

Por otra parte, se recuperaron poco más de 3000 huesos de animales, de los cuales cerca del 90% fueron mamíferos domésticos como vacas, cerdos, cabras, ovejas y conejos. Igualmente hubo restos de aves como pollos, patos y pavos que son una muestra de los patrones de alimentación que, al parecer, se han mantenido constantes a través del tiempo en las zonas rurales de México.

Finalmente, en el último capítulo Newman hace un recuento de los pequeños hallazgos producto de las intervenciones arqueológicas en los cuartos de la calpanería. Estos objetos, al parecer poco significativos, son una muestra de la presencia de ciertos agentes que generalmente has sido olvidados en la narrativa oficial como son las mujeres, los niños y los ancianos. Entre los artefactos femeninos se hallaron candeleros y otros objetos rituales como cruces, rosarios y pendientes. También hubo algunas cuentas de joyería, aretes, decoración para ropa y ciertos amuletos. Destaca la presencia de tres malacates y un dedal que sirvieron para el hilado y el tejido. Entre la cultura material vinculada a los infantes se encontraron fragmentos de botellas de medicina, una figa que servía como amuleto para proteger a los niños del mal de ojo, cinco canicas, 41 figurillas que sirvieron como juguetes y varios objetos de origen prehispánico a manera de reliquias.  En conclusión, el estudio transdiciplinario emprendido por Newman en una hacienda porfiriana de la región poblana es un excelente ejemplo de las nuevas tendencia en la investigación en arqueología histórica. Su preocupación por generar una narración alternativa que incluya a los actores frecuentemente olvidados es fundamental para acercarnos de una manera diferente al pasado reciente. Además, su constante preocupación por entender las dinámicas sociales y la negociación de los distintos estratos sociales, tanto históricos como actuales, es una enseñanza que debemos valorar y un ejemplo a seguir en nuestras propias investigaciones.

Referências

Hernández Álvarez, Héctor 2014. Corrales, chozas y solares: estructura de sitio residencial de la Hacienda San Pedro Cholul, Yucatán. Temas Antropológicos. Vol. 36 N° 2: 129-152.

Meyers, Allan 2012. Outside the Hacienda Walls: The Archaeology of Plantation Peonage in Nineteenth-Century Yucatán. University of Arizona Press. Tucson.

Sweitz, Sam, R. 2012. On the Periphery of the Periphery: Household Archaeology at Hacienda San Juan Bautista Tabi, Yucatán, Mexico. Springer. New York.

Héctor Hernández Álvarez – Es Licenciado y Maestro en Ciencias Antropológicas con especialidad en Arqueología por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Doctor en Estudios Mesoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Trabaja como Profesor-Investigador en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán. Director del Proyecto Arqueología Histórica en la Hacienda San Pedro Cholul. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Autor del libro Etnoarqueología de grupos domésticos mayas: identidad y espacio residencial de Yaxunah, Yucatán (2014) publicado por la UNAM y editor del libro Identidades y cultura material en la región maya (2010), publicado por la UADY.

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Desenvolvimento, inovação e sustentabilidade: contribuições de Ignacy Sachs | Carlos Lopes

Desenvolvimento, inovação e sustentabilidade: contribuições de Ignacy Sachs atualiza sobre o pensamento do economista e situa o leitor quanto às políticas públicas de promoção do desenvolvimento sustentável elaboradas por bancos de desenvolvimento como o BNDES-Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social. Por meio da exposição das obras e experiência de Ignacy Sachs, os autores argumentam a respeito da ação do Estado na distribuição equitativa de recursos e na geração de emprego e renda frente a um cenário de reflexão acerca da indústria no Brasil. Questões indispensáveis para os historiadores e historiadoras que problematizam as relações entre homem, sociedade e natureza neste início de século.

Ignacy Sachs é exemplo de uma geração de intelectuais que formaram a comunidade técnico-científica do mundo pós-segunda guerra. Polonês, formado em economia no Brasil, doutorado na Índia, integrante do Ministério das Relações Exteriores na Polônia socialista, acolhido pela EHESS- École des Hautes Études en Sciences Sociales após exílio -instituição na qual criou o Centro de Pesquisas sobre o Brasil Contemporâneo, interlocutor das questões ambientais perante as Nações Unidas. Seu cosmopolitismo contribuiu para a formulação do conceito de ecodesenvolvimento em um período que gestou o debate acerca da manutenção dos recursos naturais e a decorrente inflexão da teoria do desenvolvimento. Leia Mais

Another Black Like Me: the construction of identities and solidarity in the African diaspora / Nielson R. Bezerra

Another Black Like me, editado por Elaine Rocha e Nielson Bezerra, discute a questão racial, na América Latina e no Caribe, a partir da perspectiva dos negros, sejam estes escravizados ou descendentes de pessoas que passaram pelo cativeiro. Para tanto, os autores ressaltam que é de negros, e não de afrodescendentes, que estão tratando. E o fazem como forma de pontuar e trazer para o debate as complexidades e subjetividades às quais a percepção da negritude esteve submetida, desde o início da diáspora africana até os tempos atuais. Procurando contemplar uma ampla gama de recortes temporais e conceituais, o livro abrange temáticas diversas, que vão, desde o gênero até a resistência, passando por questões ligadas à territorialidade, mobilidade espacial, abolicionismo e identidade.

Esse livro é fruto do esforço de seus dois editores em unir perspectivas e abordagens, das mais diversas, acerca da diáspora africana na América Latina. Oferecendo uma abordagem sólida para tais questões, essa obra consegue agregar artigos que dialogam e fazem sentido quando unidos. Os pesquisadores ora reunidos, apesar de oriundos de diferentes instituições e formações, convergem em uma direção que dá sentido à obra, que é o que toda coletânea precisa (e deveria) ter.

Como é de se esperar em um trabalho feito a muitas mãos, as fontes utilizadas são das mais diversas. Destaco o uso de relatos de viajantes que, nessa obra, servem a diferentes análises. Ygor Rocha Cavalcante os utiliza para identificar os locais de esconderijo dos escravos fugidos bem como para visualizar o cotidiano das localidades por ele analisadas; já Luciana da Cruz Brito acessa tais relatos como forma de analisar a percepção internacional sobre a mítica democracia racial brasileira. Além de tais fontes, o livro ainda apresenta trabalhos que contam com o uso da literatura, história oral, fontes processuais, registros cartoriais, entre outras.

Another Black Llike me nos leva, então, do Brasil à Porto Rico, passando pelo Caribe Britânico e, de volta à África, até Gana. Apesar do livro não possuir nenhuma divisão em partes ou seções, ao lê-lo, consigo identificar dois eixos norteadores do trabalho. Estes correspondem, também, a uma divisão temporal, que pode ser marcada pelo progressivo fim do escravismo nos países da América Latina. Dois momentos, por assim dizer, que se organizaram de diferentes maneiras, nas diferentes sociedades ora abordadas, mas que guardam convergências e similaridades e permitem aproximação em uma única obra.

Dessa forma, esse livro apresenta um primeiro eixo, que corresponde a uma América Latina pós-escravista, que precisa lidar – tanto política, como social e economicamente – com suas questões raciais, suas desigualdades e pertencimentos. E um segundo eixo, que trata dos séculos XVIII e XIX, correspondente ao período escravista da América Latina. Lidando com resistências, construções de identidades e com o abolicionismo, esse segundo eixo trata, principalmente, do Brasil e dos desdobramentos das questões afro-brasileiras.

Analisando o livro nessa chave de leitura, o primeiro eixo que identifico, neste trabalho, compreende os quatro primeiros artigos, de autoria de Elaine Rocha, Ronald Harpelle, Victor C. Simpson e Rhonda Collier. Rocha debate a identificação dos afrodescendentes na América Latina, seja ela imposta ou escolhida. A autora discute questões ligadas à identificação racial, e às formas como essa identificação foi (e tem sido) utilizada, tanto de forma positiva, quanto de forma negativa. Harpelle lida com os grupos de descendentes de africanos na América Central que, na metade do século XX, não sabiam quais eram suas origens, que também não eram conhecidas pelas autoridades britânicas que, no século anterior, controlaram a imigração para muitas das ilhas Caribenhas, de onde a maior parte dos imigrantes saíram para a América Central continental. Simpson delineia a taxonomia racial em Porto Rico e no Caribe Anglófono, buscando, na experiência histórica da diáspora africana e do domínio colonial europeu, as raízes que, depois de séculos de interação, dominação e exclusão, deram origem às designações de cor naquelas localidades. Assim como em grande parte da América Latina, tais denominações não se resumem apenas a negro e branco, possuindo uma enorme gama de outras gradações entre essas duas. Tais divisões não se resumem apenas a tons de pele, sendo influenciadas por questões sociais e econômicas. Collier examina as condições de vida de mulheres cubanas, de ascendência africana, no século XX, enfatizando as dificuldades pelas quais passam, devido à cor de sua pele, e as consequências que os estereótipos por elas enfrentados trazem para suas vidas, como a pobreza e a prostituição. Muitas dessas mulheres são o único sustento de suas famílias, o que as empurra ainda mais fundo para essas condições.

Neste primeiro momento do trabalho, destaco o artigo de Rhonda Collier. Analisando as duras condições sociais às quais uma grande maioria de mulheres cubanas foi submetida, no final do século XX, com a queda da União Soviética e as dificuldades econômicas enfrentadas por Cuba, Collier aponta que a única saída que muitas encontravam, para sobreviver e prover a sobrevivência de suas famílias, era a prostituição. Isso gerou um estereótipo relacionado às mulheres cubanas de ascendência africana, que persiste até os dias de hoje.

A autora explora obras de poetisas cubanas, em fins do século XX, que denunciavam as condições às quais tais mulheres eram expostas, bem como o fato de que a revolução socialista, em Cuba, teria feito com que a pobreza levasse, cada vez mais, mulheres para a prostituição. Em oposição à prostituta, que se havia tornado peça de mercado, no turismo cubano, a figura que deveria emergir em seu lugar seria, então, a da mãe, valorizando o país, enquanto pátria que nutre seus filhos e filhas. A África seria, nessa visão, a mãe, na qual Cuba deveria se espelhar. Collier demonstra, nesse artigo, como a identidade da mulher cubana foi palco de disputas, por representatividade e reconhecimento, bem como por participação social e econômica.

O segundo eixo do livro, por sua vez, está articulado em torno das questões ligadas à escravidão, sem perder de vista o foco nas identidades e representações dos negros nas sociedades. Esse segundo momento do trabalho conta com cinco artigos, escritos por Flávio dos Santos Gomes, Ygor Rocha Cavalcante, Nielson Rosa Bezerra, Luciana da Cruz Brito e Marco Aurelio Schaumloeffel. Gomes analisa as experiências de fugas, nas fronteiras do Brasil colonial e da Guiana Francesa, nos séculos XVIII e XIX, atentando para as trocas culturais atlânticas, as experiências coletivas e as formas de resistência delas advindas. O autor enfatiza que as fronteiras coloniais não estabeleciam limites para tais trocas, demonstrando que as ideias circulavam entre os escravos, possibilitando, além das fugas, a migração ou a formação de mocambos, comunidades de escravos fugidos. Cavalcante também trabalha com a questão espacial, ao examinar a resistência escrava na fronteira amazônica do século XIX. Numa região marcada pelo povoamento indígena – nas regiões afastadas das cidades, pela interação entre indígenas e mestiços livres ou vivendo em diversas formas de dependência, e também pelo cultivo e preparo da borracha, atividade que exigia mobilidade – o trabalho escravo se organizava de maneiras diferentes daquelas encontradas no Sul e Sudeste, e até mesmo das regiões açucareiras do Nordeste. Dessa forma, a ação dos escravos e suas experiências acumuladas também se organizam de maneira própria. Bezerra analisa a trajetória de Mohammed Gardo Baquaqua, africano apreendido na África Ocidental e vendido como escravo, no século XIX, que, após uma verdadeira odisseia atlântica, com passagem pelo Brasil, Estados Unidos, Haiti e Canadá, conseguiu a liberdade, estabeleceu-se nos Estados Unidos e lá escreveu suas memórias, em forma de relato autobiográfico. Bezerra examina, então, a mobilidade espacial e a sociabilidade de Baquaqua, bem como seu relato, a fim de demonstrar como as pessoas escravizadas lidavam com os limites impostos pela escravidão. Brito analisa as perspectivas dos abolicionistas, dos Estados Unidos do século XIX, no tocante às relações raciais no Brasil. A autora aponta como o mito da democracia racial afetou a visão que se tinha sobre os direitos e o tratamento dado aos ex-escravos no Brasil, mostrando como tal mito espalhou-se e ganhou força mundo a fora, sendo utilizado como argumento, em querelas referentes aos direitos das pessoas de ascendência africana. Schaumloeffel encerra o livro, analisando a diáspora afro-brasileira, na África, com o caso dos Tabom em Gana. Esse grupo era formado por brasileiros descendentes de africanos que decidiram, espontaneamente, imigrar para a África, bem como por outros que, após se revoltarem, foram banidos para a África Ocidental. O autor toca nas questões relativas à formação de identidade desse grupo, bem como sua organização familiar política.

O artigo de Nielson Bezerra merece destaque, por demonstrar um exercício metodológico bastante interessante, ao preencher as lacunas da vida de Baquaqua com uma perspectiva historiográfica, a fim de entender o contexto brasileiro vivido por aquele africano. É importante notar, que o foco de Bezerra é o período que Baquaqua passou no Brasil, vivendo nas províncias de Pernambuco, Rio de Janeiro, Santa Catarina e Rio Grande. Assim, esse artigo não apenas descreve a vida de Baquaqua e o que pode ser encontrado em seu relato autobiográfico, como também analisa as relações escravistas, naquelas províncias, e seu impacto na vida dos africanos escravizados.

O uso de biografias de africanos, como fonte, é algo bastante recorrente na historiografia sobre a escravidão na América do Norte. Para o caso brasileiro, entretanto, o relato de Baquaqua é, até o momento, o único encontrado. Nesse sentido, o artigo de Bezerra pode servir, também, de reflexão, para pensarmos em outras formas de analisar trajetórias de africanos e africanas no Brasil: na ausência de relatos autobiográficos, a historiografia brasileira vem reconstruindo essas histórias, a partir de diversos tipos de fontes, como registros cartoriais, policiais e eclesiásticos. Convergir essa metodologia, com a análise feita por Bezerra, pode ser um exercício metodológico interessante.

Another Black Like Me pode ser lido, então, como um bom exercício de história social. Com sólido embasamento nas fontes, todos os nove artigos apresentam perspectivas que possibilitam compreender as pessoas escravizadas e suas descendentes como sujeitos ativos, ainda que limitados, por suas condições sociais, políticas, econômicas e históricas. Além disso, é um livro que lida com a identidade dos africanos e seus descendentes, entendidos no contexto da diáspora, no interior das formações e transformações de suas identidades, entendidas no contexto da longa história do negro na América Latina.

Daniela Carvalho Cavalheiro – Doutoranda em História Social da Cultura/UNICAMP. Campinas/São Paulo/Brasil. E-mail: [email protected].


BEZERRA, Nielson Rosa; ROCHA, Elaine (Org.). Another Black Like Me: the construction of identities and solidarity in the African diaspora. Newcastle upon Tyne, UK: Cambridge Scholars Publishing, 2015. 230 p. Resenha de: CAVALHEIRO, Daniela Carvalho. Identidades em questão: escravidão, liberdade e pertencimento no mundo atlântico. Outros Tempos, São Luís, v.12, n.19, p.268-272, 2015. Acessar publicação original. [IF].

Entre a cruz e a foice: Dom Pedro Casaldáliga e a significação religiosa do Araguaia | Mairon Escorsi Valério

Dom Pedro Casaldáliga é, sem dúvida, uma das personagens mais importantes da história da Igreja Católica brasileira e do conflito entre a instituição e o regime autoritário que se instaurou no Brasil em abril de 1964. Adepto à Teologia da Libertação, o bispo catalão se tornou a personificação de um novo ideal de cristão católico; este assumiria um compromisso ético com a justiça social e com a promoção humana, visto que os dois objetivos seriam a antecipação do Reino de Deus na terra. Diante da radicalização vivida pelo país nas décadas de 1960-1970, o projeto político-pastoral da prelazia mato-grossense entrou em conflito com o plano de integração nacional fomentado pelo governo militar que buscava, através do desenvolvimento das grandes fazendas agropecuárias, colocar a região Centro-Oeste no mapa do capitalismo brasileiro.

Nascido no ano de 1928 em Balsareny, pequena cidade da província de Barcelona, o jovem religioso Claretiano chegou à São Félix do Araguaia em julho de 1968. Em pouco tempo, Casaldáliga se tornou a mais importante figura na defesa dos camponeses e indígenas contra os grandes latifundiários e o empreendedor da solidificação da presença do catolicismo na região. Após sua sagração episcopal, em 1971, ganhou ainda mais destaque pela radicalidade com que denunciava as injustiças e pelas inúmeras vezes em que esteve em risco iminente de ser expulso do país ou assassinado por pistoleiros da região a mando de grandes fazendeiros. Leia Mais

Justa Freire o la pasión de educar: biografia de una maestra atrapada en la historia de España (1896-1965) – ANDRÉS (Asphe))

Ouvimos falar de Justa Freire pela primeira vez no seminário Autobiografías y voces escolares, dirigido pelos professores María del Mar del Pozo Andrés e Antonio Castillo Gómez, na Universidad de Alcalá de Henares. Inicialmente, ela foi citada como um exemplo de professora que foi depurada e presa pela ditadura franquista, mas que conservou muito bem os documentos escritos sobre a sua trajetória social. Em outro momento, soubemos que María del Mar terminava uma biografia sobre esta professora, que teve uma atuação considerada de vanguarda nos anos 20 e 30 do século 20 e cujos fragmentos eram comentados em aula com o entusiasmo da pesquisadora encantada pelo seu objeto de pesquisa.

Em junho de 2013 publicou-se a esperada biografia de Justa Freire, uma obra com mais de trezentas páginas e composta de vinte e cinco pequenos capítulos. A leitura desse livro se impôs como um desdobramento do seminário, bem como uma forma de revisitar a história da educação espanhola entre a abertura cosmopolita da conjuntura da belle époque e o fechamento autoritário do regime franquista, que pautou a Espanha durante boa parte do século 20. Leia Mais

Cross-cultural exchange in the Atlantic world: Angola e Brazil during the Era of the Slave Trade – FERREIRA (VH)

FERREIRA, Roquinaldo. Cross-cultural exchange in the Atlantic world: Angola e Brazil during the Era of the Slave TradeNova York: Cambridge University Press, 2012, 282 p. CORRÊA, Carolina Perpétuo. Varia História, Belo Horizonte, v. 30, no. 52, Jan./ Abr. 2014.

No início do século XIX, uma mulher negra livre chamada Francisca da Silva foi escravizada em Benguela depois de ser acusada de ter se utilizado de feitiçaria para assassinar Diniz Vieira de Lima, comerciante de escravos que, apesar de ser natural daquela cidade, falecera no Rio de Janeiro. Assim se inicia o livro de Roquinaldo Ferreira, que integra a prestigiosa série African Studies, publicada, desde 1968, pela Cambridge University Press.

Biografias de pessoas comuns, como Francisca da Silva, elaboradas a partir de documentos oficiais da época, associadas à análise de memórias e relatos de viagem, formam a base da obra, fruto de uma abordagem micro-histórica. Aliando profundo domínio dos estudos históricos recentes sobre o tema, lúcida reflexão metodológica e extensa pesquisa documental realizada em arquivos angolanos, brasileiros e portugueses, o historiador brasileiro radicado nos Estados Unidos tece um rico panorama do mundo atlântico nos séculos XVIII e XIX. O maior desafio metodológico, a feitura de generalizações a partir de exemplos reveladores – estudos de caso de indivíduos cujas vidas foram registradas para a posteridade justamente por serem, de algum modo, atípicas – é solucionado por meio da descrição densa e da atenção ao contexto. O historiador, atento, procura conectar sempre os eventos que se desenrolam no nível micro com o processo maior do qual fazem parte.

Além disso, a adoção de um recorte espacial inspirado na História Atlântica, constructo analítico segundo o qual os acontecimentos da era moderna são organizados a partir do entendimento da Bacia Atlântica como um lugar onde ocorriam intercâmbios demográficos, econômicos, sociais e culturais entre os continentes por ela banhados, permite dar ênfase a aspectos dinâmicos que transcendem as fronteiras administrativas ou nacionais.1 Essa combinação de redução da escala de análise e ampliação do recorte geográfico traz contribuições importantes tanto para a História do Brasil quanto para a História da África Centro-Ocidental.

Apesar do impacto do comércio de escravos para o Brasil, a historiografia pátria guardou silêncio quase absoluto até a década de 1990 sobre as relações entre as duas regiões. A África foi frequentemente encarada como um continente primitivo, homogêneo, estático no tempo e destituído de história, e os africanos, associados automaticamente aos escravos. Por essa razão, o trabalho de Ferreira aparece àqueles familiarizados com a produção historiográfica nacional sobre a escravidão e o tráfico de escravos como a peça faltante para que o quebra-cabeça adquira seu pleno sentido. Vem, portanto, ao revelar a face africana do negócio negreiro, somar novos conhecimentos aos importantes trabalhos que pensam o tráfico do ponto de vista do Brasil, como os de Manolo Florentino e Jaime Rodrigues.

Entretanto, só teremos uma percepção adequada do alcance da obra, se a analisarmos sua contribuição para a História da África Centro-Ocidental. Em 2004, Boilley e Thioub2 argumentavam que, durante o século XX, a escrita da história da África, influenciada, por um lado, pelos combates anticoloniais e, por outro, por modelos eurocêntricos, tendeu a considerar que, depois do contato com o ocidente, a África e os africanos se tornaram vítimas de um sistema que, rompendo com o curso normal da história, constitui a causa principal, senão exclusiva, do lugar subalterno que o continente ocupa nos negócios contemporâneos do mundo. Pensando em como a produção acadêmica sobre o comércio de cativos poderia superar essas limitações, os autores sugeriam que era preciso compreender as implicações dos africanos nos processos históricos, analisando a arquitetura social, bem como os sistemas locais de produção, de troca, de dominação e de exploração da força de trabalho. A chave seria explorar as dinâmicas internas sem silenciar quanto aos interesses e ao envolvimento de atores autóctones no negócio negreiro.

Ferreira desempenha tal tarefa com maestria, mergulhando na sociedade centro-africana durante o período do comércio de escravos. Filia-se, assim, a uma tradição historiográfica inaugurada na década de 1970 por estudiosos como Jill Dias, Beatrix Heintze, Isabel Castro Henriques e Joseph Millerque procura superar o caráter etnocêntrico das análises sobre as regiões africanas engajadas no comércio atlântico e abordar a política, a economia e a sociedade locais em sua historicidade e em sua complexidade.

Esses autores pioneiros, muitas vezes mesclando métodos e abordagens próprios da história, da antropologia e da etnografia, abriram novas possibilidades para o estudo da África Centro-Ocidental, desenvolvendo trabalhos com fontes inéditas encontradas em arquivos angolanos e portugueses. Ademais, elaboraram sofisticadas reflexões teóricas sobre o lugar da África na História Mundial, o papel do historiador ao se relacionar com fontes de natureza diversa (tradição oral, achados arqueológicos, documentos escritos) e os métodos para lidar com os filtros por meio dos quais estrangeiros (os autores da documentação consultada e os próprios pesquisadores) apreenderam a realidade africana. Inovaram ao abordar temas que, durante o período colonial, eram tabus difíceis de serem rompidos, como a fragilidade da dominação portuguesa na região e a participação dos africanos no comércio de escravos, atribuindo a eles um protagonismo em sua história que lhes foi frequentemente negado.

Na contemporaneidade, uma nova geração de historiadores veio se juntar a esses pesquisadores já consagrados, desvendando novos aspectos da sociedade centro-africana no contexto do comércio atlântico. Um bom exemplo é Mariana Cândido3 que empreendeu um estudo sobre Benguela entre 1780 e 1850, argumentando que o tráfico negreiro ajudou a fundar ali uma sociedade crioula, na qual pessoas oriundas de culturas diversas acabaram forjando uma identidade comum.

Em sua dissertação de mestrado, Ferreira já havia se ocupado de Angola, mas investigando os impactos econômicos da proibição do tráfico negreiro para o Brasil entre 1830 e 1860. Em Cross Cultural Exchange in the Atlantic World, o historiador recua no tempo, analisando aquela sociedade durante o auge do comércio atlântico, tecendo para Angola uma análise em muitos sentidos equivalente a que Law e Mann dedicaram à Costa dos Escravos.4 Como esses autores, chega a conclusões abrangentes a partir de histórias individuais, enfatizando as conexões culturais e sociais transatlânticas.

A primeira seção se inicia com a narrativa de uma expedição comandada pelo ex-capitão de navios negreiros Francisco Roque Souto, em 1739, ao Reino de Holo, cujo intento era proporcionar à administração portuguesa contatos comerciais diretos com essa região fornecedora de escravos. A análise do episódio possibilita o exame da intensificação do comércio itinerante no interior de Angola, no contexto do aumento da demanda por cativos no Brasil no século XVIII, decorrência das descobertas de ouro na região das Minas. Tal comércio, conduzido nos sertões africanos por intermediários conhecidos como pumbeiros e sertanejos, consistia na troca de mercadorias importadas por escravos, que eram então conduzidos até os portos de embarque no litoral.

São os impactos do incremento dessa atividade comercial nas estruturas sociais e econômicas de Angola que o autor se propõe a desvendar, e o faz narrando vários casos retirados das fontes, como o de três africanos que tinham chegado a Benguela em 1789, fugidos após todos os outros 25 carregadores da caravana na qual trabalhavam terem sido embebedados e posteriormente escravizados pelo sertanejo Jerônimo Corrêa Dias. Partindo desses estudos de caso, o autor analisa o aumento de formas de escravização não militar, decorrentes de endividamento ou de acusações de feitiçaria, o desvirtuamento de formas de dependência temporária tradicionais e a ampliação progressiva da esfera de atuação dos Tribunais de Mucanos, cortes competentes para conhecer casos de escravização injusta, oriundas das práticas legais Mbundu.

A segunda seção é dedicada ao panorama cultural, religioso e político de Angola durante o período estudado. O historiador explora a demografia e a economia de Luanda, expondo uma sociedade dinâmica, na qual eram fluidas as fronteiras entre escravidão e liberdade e frequentes as oportunidades de convivência entre indivíduos de condições sociais e origens diversas. Nesse mundo cosmopolita, no qual a administração portuguesa tinha dificuldades de se impor, europeus e outros forasteiros acabavam aculturados pelos locais, conforme atestam a prevalência do quimbundo sobre o idioma português.

Especial atenção é dada à religião e à cultura africanas, exploradas a partir da fascinante história de Mariana Fernandes, uma mulher negra livre acusada de feitiçaria e presa em Luanda em 1726. O estudo do processo movido contra Mariana pela Inquisição revela uma mulher dotada de grande autonomia, poder e influência, decorrentes de sua atuação como ganga, autoridade religiosa de Angola. Da leitura emerge a força da religiosidade africana, que perpassava todas as camadas sociais, unindo indivíduos oriundos de realidades muito diversas.

O autor analisa, a seguir, a vida social de Luanda e de Benguela tomando como ponto de partida a história do escravo Manoel da Salvador, que, criança, fora enviado ao Rio de Janeiro, retornando, já adulto, a Luanda, onde, em 1771, é acusado de assaltar a casa de um taberneiro. Para rebater a acusação, Salvador alega que a elevada soma de dinheiro encontrada em sua posse não era produto do roubo, mas fruto da venda de mercadorias enviadas a ele pelo irmão, que continuava a residir no Brasil. Embora boa parte da versão de Salvador pareça ter sido uma mentira, o crédito dado às suas alegações, em um primeiro momento, pelas autoridades, ajuda

a revelar a grande mobilidade geográfica no mundo Atlântico. O estudo de dezenas de outros casos mostra que pessoas livres e escravas atravessavam o oceano em razão de punições por crimes e comportamentos inadequados, mas também para aprender uma profissão, buscar instrução, conduzir negócios e visitar parentes.

Os laços culturais, políticos e comerciais que uniam essas regiões africanas ao Brasil eram tão robustos, que, em 1824, prósperos comerciantes de Benguela, liderados por um homem negro nascido no Rio de Janeiro, de nome Francisco Ferreira Gomes, iniciaram um movimento rebelde que pretendia romper os laços com Portugal e anexar a província ao Brasil recém-independente. A tentativa de secessão, longe de ser uma empreitada fantasiosa, era coerente com a conjuntura da época, sendo mesmo esperada pelas autoridades portuguesas.

Ao enfatizar a organicidade entre as possessões portuguesas, o autor evidencia a esterilidade dos embates em torno dos conceitos “crioulo” e “crioulização”, rótulos estáticos que, segundo ele, dificilmente são capazes de abarcar toda a complexidade dessas mutáveis sociedades, nas quais os indivíduos manipulavam as diferentes esferas culturais, religiosas e jurídicas existentes de acordo com suas necessidades momentâneas.

A obra, inspirador exercício de erudição e imaginação histórica, adiciona mais uma peça ao intrincado quebra-cabeças do Atlântico Português, dando rara ênfase à dimensão humana das sociedades africanas setecentistas e oitocentistas, contribuindo, como sugere Miller, para que “a história atlântica se apoie solidamente em três pernas”,5 e que os africanos, como os outros, assumam o seu lugar como “atores inteligíveis” na trama do passado.

1 RUSSEL-WOOD, A. J. R. Sulcando os mares: um historiador do império português enfrenta a “Atlantic History”. História, São Paulo, v.28, n.1, p.17-70, 2009.         [ Links ] 2 BOILLEY, Pierre; THIOUB, Ibrahima. Pour une histoire africaine de la complexité. In AWENENGO, Séverine; BARTHÉLÉMY, Pascale; TSHIMANGA, Charles (eds.). Écrire l’histoire de l’Afrique autrement?. Paris: L’Harmattan, 2004, p.23-45.
3 CÂNDIDO, Marina P. Enslaving frontier: slavery, trade and identity in Benguela, 1780-1850. Toronto: York University, 2006 (História, Tese de Doutorado).         [ Links ] 4 LAW, Robin; MANN, Kristin. West Africa in the atlantic community: the case of the Slave Coast. The William and Mary Quarterly,Third Series, v. 56, n.2, p.307-334, apr. 1999.         [ Links ] 5 MILLER, Joseph. History and Africa/Africa and History. The American Historical Review, v.104, n.1, p.1-32, feb. 1999.         [ Links ]

Carolina Perpétuo Corrêa – Instituto de História Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), Rio de Janeiro (RJ), Brasil, e-mail: [email protected].

Encontro de Antropologia: homenagem a Eduardo Galvão – MAGALHÃES et al (BMPEG-CH)

MAGALHÃES, Sônia Barbosa; SILVEIRA, Isolda Maciel da; SANTOS, Antônio Maria de Souza (Orgs.). Encontro de Antropologia: homenagem a Eduardo Galvão. Manaus: Editora da UFAM; Belém: Museu Paraense Emílio Goeldi, 2011. 560 p. Resenha de: SCHRÖDER, Peter. Homenagem tardia. Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Humanas. Belém, vol.9, n.1, jan./abr. 2014.

Estranheza. Esta foi uma das primeiras reações ao folhear esta coletânea com seu motivo de capa atraente. A razão? Não o tema do livro, mas o tempo que levou para ser lançado. Trata-se de um conjunto de exposições e comunicações apresentadas por ocasião do Seminário Eduardo Galvão, realizado no Museu Paraense Emílio Goeldi (MPEG), de 2 a 5 de setembro de 1997.

O objetivo do evento era, como fica evidente com a leitura das contribuições, tanto uma homenagem quanto uma avaliação crítica de vida e obra de Eduardo Galvão (* 25/01/1921, Rio de Janeiro – † 24/08/1976, Rio de Janeiro) no contexto da antropologia brasileira, ou seja, um tema que pode ser justificado com facilidade. Mas resta a questão por que levou 14 anos (ou talvez 16, quando se leva em conta algumas divulgações de lançamento em meados de 2013?) para se publicar as contribuições ao evento. Geralmente, o interesse por anais de eventos, por exemplo, dissipa-se depois de poucos anos, a não ser que fossem publicados alguns papers excepcionais, apreciados por especialistas. Na coletânea resenhada, no entanto, não é possível encontrar a resposta pela questão do hiato temporal entre evento e publicação.

Organizar um evento para avaliar as contribuições e os impactos de um pesquisador importante em sua área e depois publicar as conferências e comunicações não são tarefas cotidianas nas ciências humanas, mas nenhuma coisa incomum. Entre os diversos aspectos que podem ser citados com relação a tais homenagens críticas figura a distância entre o falecimento do homenageado e o ano do evento. Será que um intervalo de vinte anos permite uma avaliação historicamente equilibrada e sóbria sobre o homenageado? Ou será que as impressões subjetivas ainda exercem influências muito fortes nas avaliações? Parece ser mais fácil garantir tal distanciamento em casos de pesquisadores temporalmente mais afastados, como Nimuendajú ou Radcliffe-Brown.

No caso da coletânea resenhada, porém, pode ser apresentada uma justificativa importante: o fato de Galvão quase ter desaparecido, desmerecidamente, das leituras canônicas em antropologia brasileira, tanto nas graduações quanto nas pós-graduações. Desse modo, o livro podia ser um estímulo para ‘redescobrir’ um autor importante na história da antropologia brasileira. No entanto, sempre existe o perigo, no caso de eventos com publicações como a coletânea, de produzir uma obra cujas contribuições majoritariamente têm pouco a ver com o homenageado, como já aconteceu no caso de um colóquio, realizado em Jena, Alemanha, em 2005, por ocasião do sexagésimo aniversário da morte de Nimuendajú (Born, 2007).

O título do livro é uma alusão explícita a “Encontro de sociedades”, coletânea com textos de Galvão postumamente publicada em 1979. Infelizmente, não se encontra, como se podia esperar, uma síntese biográfica do homenageado e nem uma lista de suas publicações (como em Galvão, 1996). A “resenha biográfica” no final do livro, de basicamente uma página (p. 551-552), não faz jus a Galvão.

Em toda a coletânea, há apenas quatro artigos, de 32, no total, que de fato se concentram em aspectos da vida e obra de Galvão. O primeiro, de Orlando Sampaio Silva, é uma sistematização descritiva dos enfoques regionais e temáticos na obra de Galvão, relacionando as áreas onde este realizou suas pesquisas de campo com as publicações resultantes. O autor chama a atenção para as delimitações temáticas e situacionais de Galvão nos estudos de aculturação realizados nas décadas de 1950 e 1960, a distinção sistemática entre mudança cultural e aculturação, os exercícios classificatórios (áreas culturais) e as referências teóricas (principalmente, a antropologia americana da época), porém, a síntese da obra ficou inacabada nesse texto. Neste sentido, o segundo artigo, de Pedro Agostinho, oferece uma abordagem interpretativa mais abrangente, embora trate ‘apenas’ do “tempo de Brasília” de Galvão (1963-1965). O artigo de Roque Laraia, por sua vez, destaca a importância histórica da obra de Galvão no contexto da antropologia brasileira. Além disso, é uma bela reflexão sobre sense e nonsense de publicar diários de campo. Chama a atenção que este assunto também é discutido na introdução escrita pelos organizadores da coletânea. No caso dos diários de campo de Galvão (1996), a questão principal é se eles revelam novidades sobre o autor ou sobre suas pesquisas publicadas, e o fato de esta dúvida existir é revelador em si.

O quarto artigo, de Heraldo Maués, focaliza os ‘pais fundadores’ da antropologia institucionalizada no Pará: Galvão, no MPEG, e Napoleão Figueiredo, na Universidade Federal do Pará. De forma imprevista, a estupidez da máquina ditatorial, que afastou Galvão de Brasília, favoreceu o fortalecimento da antropologia em Belém. Como Maués bem observa, com isso foi rompido certo padrão de relacionamentos profissionais de antropólogos com a região, já que por muito tempo a Amazônia foi considerada exclusivamente como ambiente para coletar informações a serem analisadas em contextos institucionais fora da região.

Há mais quatro artigos na primeira parte do livro, sobre as contribuições de Galvão à antropologia brasileira, porém estes textos, de Yonne Leite, Samuel Sá, Isidoro Alves e Mark Harris, focalizam menos o pesquisador Galvão do que os quatro anteriores. A segunda parte do livro, por sua vez, está composta por fragmentos de mitos coletados por Galvão e por quatro álbuns fotográficos muito interessantes (do alto Xingu, do alto rio Negro, dos Kaiowá e dos Tenetehara), inclusive mostrando diversos colaboradores e interlocutores de Galvão.

A terceira parte, com 24 artigos, representa mais de dois terços do livro, mas os textos muitas vezes não têm nada a ver com Galvão ou estão relacionados com sua obra apenas indiretamente, por afinidade temática ou regional. Às vezes, Galvão é citado ‘de alguma maneira’, sem que isto tenha consequências para as análises apresentadas; e em várias contribuições nem se encontra referência bibliográfica alguma a ele. Até um leitor muito ingênuo pode se perguntar: onde estão as conexões com o tema do evento?

Uma parte das contribuições parece representar projetos de pesquisa em andamento, porém certamente já concluídos em 2011 (por exemplo, o artigo de Denize Genuína da Silva Adrião sobre concepções de natureza e cultura no médio rio Negro). Certos temas ou conjuntos temáticos, por sua vez, predominam: por exemplo, estudos sobre populações pesqueiras e suas práticas econômicas, com dez artigos, o que evidentemente tem a ver com os interesses de Galvão. Também há diversos textos sobre meio ambiente e sobre saúde.

Na introdução à coletânea, os organizadores explicitam sua visão da obra de Galvão: por um lado, caracterizada por perspicácia analítica, por outro lado, ultrapassada em termos epistêmicos. Certos aspectos de sua atuação acadêmica são destacados: sua capacidade de formar novos pesquisadores, seus estímulos inovadores, seus interesses bem articulados numa antropologia prática e suas contribuições à institucionalização da antropologia na Amazônia. Também é abordada a questão de qual foi a linhagem acadêmica constituída por Galvão.

Os organizadores também explicam que ainda há muito material documental nos arquivos do MPEG, que poderia servir de base empírica para pesquisas futuras sobre vida e obra de Galvão. Em todos os casos, o livro resenhado é muito interessante, tem diagramação bastante agradável e permite uma primeira abordagem ao homenageado, mas não fornece uma base de consulta sistemática. E certamente esta nem era a intenção da publicação, a qual, de alguma forma, representa um estado da arte: aquele da pesquisa antropológica na Amazônia em meados dos anos 1990.

Referências

BORN, Joachim (Org.). Curt Unckel Nimuendajú – ein Jenenser als Pionier im brasilianischen Nord(ost)en. Wien: Praesens, 2007. (Beihefte zu “Quo vadis, Romania?”, 29).         [ Links ]

GALVÃO, Eduardo. Diários de campo de Eduardo Galvão: Tenetehara, Kaioá e índios do Xingu. Organização, edição e introdução de Marco Antonio Gonçalves. Rio de Janeiro: Editora UFRJ/Museu do Índio/FUNAI, 1996.         [ Links ]

Peter Schröder – Universidade Federal de Pernambuco. E-mail: [email protected]

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[MLPDB]

 

Mujeres en el cambio social en el siglo XX mexicano – FERNÁNDEZ (RHYG)

FERNÁNDEZ, María Teresa. Mujeres en el cambio social en el siglo XX mexicano. Ciudad de México: Siglo XXI Editores y Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social CIESAS, 2014. 348p. Resenha de: ULLOA INOSTROZA, Carl. Revista de Historia y Geografía, Santiago, n.31, p.179-182, 2014.

Mujeres en el cambio social en el siglo XX mexicano es la culminación de un largo proceso de investigación que llevó a cabo la Dra. María Teresa Fernández Aceves como epílogo a su tesis doctoral y a una vasta experiencia en trabajos dedicados a la historiografía de mujeres en México. Centrado en la historia de la participación política y cultural de cinco pioneras, el libro expone el ingreso de las mujeres al debate por una sociedad don­de gocen de derechos, libertad y autonomía, tanto en México como en Hispanoamérica. Desde un renovado estudio biográfico (que enfatiza la agencia transregional y los flujos de ideas) esta investigación descubre la importante obra que realizaron Belén de Sárraga (1872-1950), Atala Apo­daca (1884-1977), María Arcelia Díaz (1896-1939), Guadalupe Martínez Villanueva (1906-2002) y Guadalupe Urzúa Flores (1912-2004) a favor del impulso de las mujeres cívicas y sobre todo de la autorreflexión, autocrea­ción y autoevaluación de ellas mismas. Estas cinco mujeres ingresaron a partidos políticos y formaron parte de directivas, fueron cacicas o gestoras, fueron activistas por las mujeres y activas opositoras de la pobreza y el sufrimiento de los otros. Leia Mais

José Bonifácio. O patriarca vencido | Miriam Dolhnikoff

De súdito fiel do Império português à Patriarca da Independência do Brasil, eis a trajetória que emerge do livro de Miriam Dolhnikoff – José Bonifácio. O patriarca vencido – inserido na Coleção Perfis Brasileiros, destinada tanto a especialistas quanto ao público em geral.

Por algumas décadas, a biografia ficou relegada à situação marginal no meio acadêmico por sua ligação com a história política événementielle, centrada na vida dos grandes homens. No final do século XX, no entanto, propiciada por novos olhares e atribuições, ela ressurgiu como outra possibilidade de abordagem, ainda capaz de desmistificar a história dos heróis, mas igualmente de revelar, na visão de Philippe Levillain,1 a condição humana em sua diversidade. A tentativa de reconstruir a trajetória científica, política e pessoal de José Bonifácio de Andrada e Silva mostra-se um trabalho de fôlego de Miriam Dolhnikoff. Conhecedora dos textos de José Bonifácio, que reuniu, em parte, no livro Projetos para o Brasil2, a historiadora, especialista em Brasil Império, revela-se agora uma experiente analista das diversas facetas que compõem a personalidade complexa desse homem: a de formador das primeiras estruturas do Brasil independente, a de homem de ciência, a de poeta e a de um ser comum, que conhecia paixões e abrigava ambições como qualquer indivíduo a partir de certa época.

Não é fácil trazer à tona figura tão rica, que soube viver um momento de mudanças profundas no Império português e no Império do Brasil. Inserido entre as cinzas do Antigo Regime e uma nova ordenação do mundo, a que designamos por modernidade, José Bonifácio surge da pena de sua biógrafa como “um homem formado em determinado contexto material e marcado por um conjunto de ideias”, mas que pode “tentar mudar esse contexto através de uma ação individual baseada em novas concepções por ele formuladas”. Assim, a autora apresenta um indivíduo que, para além de sua ação central nos episódios da Independência, passou grande parte de sua vida na Europa, dedicando-se à carreira de naturalista.

Nesse sentido, o enfoque de Dolhnikoff não se restringe apenas a José Bonifácio enquanto Patriarca da Independência e que se tornou, por algum tempo, o poderoso ministro de Pedro I. Mostra diversas conexões que enriquecem a vida de uma existência, que ultrapassam o frio explicar de uma trajetória e que privilegiam certos elementos entre o jogo de possibilidades do construir de uma vida.

Verifica-se que José Bonifácio é tanto fruto de seu tempo, cuja ação é possibilitada pelas concepções políticas e culturais de uma época, pois cada sociedade apresenta um código de interpretação em que sistemas de valores são comuns a seus membros, quanto foi capaz de tentar moldar essa mesma época segundo sua visão e opinião. Coube assim à biógrafa construir pressupostos e procurar projetar uma vida que não se esvaiu mesmo depois da morte.

Por conseguinte, nesta obra, José Bonifácio se faz ver, em geral, por meio do contexto em que esteve inserido. Não um contexto rígido e imóvel, mas através de sua ação, possibilitando interpretar suas vicissitudes biográficas à luz da conjuntura que vivenciou – o final do século XVIII até 1838, quando faleceu. Dessa maneira, ela procura estabelecer uma relação de reciprocidade entre a personagem e seu campo de atuação: a América portuguesa, local em que nasceu Bonifácio em 1763; a sede do Império (1783), onde estudou e passou a maior parte da vida, até retornar novamente ao Brasil (1819), trazendo larga bagagem intelectual de homem público.

No entanto, não chegava mais na antiga colônia de Portugal, mas sim em território ultramarino do Reino Unido de Portugal, Brasil e Algarves. Muitos anos se tinham passado. A terra que havia trocado pela sede do Reino se modificara profundamente, ganhando novas instituições políticas que preparavam sua autonomia, consagrada em 1822 com a Independência. Apesar de defender fortemente a monarquia dual, na perspectiva do Império luso-brasileiro, José Bonifácio teve grande atuação nesse processo, a fim de fazer do Brasil uma monarquia constitucional centralizada nas mãos de um Bragança. Liberal, pois não aceitava as ações do despotismo, como demonstra Dolhnikoff, não foi um revolucionário, pois acreditava no poder das reformas, especialmente na capacidade do conhecimento enquanto instrumento eficaz para transformar a sociedade e gerar a imagem de grandeza que o novo Império na América parecia anunciar.

Como convém a um trabalho de história, uma pesquisa aprofundada, compreendendo fontes diversas, e referências historiográficas atualizadas sobre a época da Independência e do Primeiro Reinado constituem o fundamento de Dolhnikoff para levar adiante seu estudo. Deve-se destacar que José Bonifácio publicou um livro de poesias e alguns trabalhos científicos. Produziu, porém, muitos manuscritos, que segundo a autora eram “papéis soltos que rabiscava em seu gabinete de trabalho”, projetos de leis, discursos no Parlamento, correspondência abundante tanto com amigos quanto com políticos, e artigos de jornais, amplamente utilizados pela pesquisadora.

Partindo da discussão de uma vertente nacionalista da historiografia, que considerou José Bonifácio “Patriarca da Independência”, como a obra de Otávio Tarquínio de Sousa,3 uma das biografias mais completas sobre ele, e chegando a trabalhos recentes, que procuram desmistificar um pouco o grande herói, como o de Berenice Cavalcante,4 ou os que apontam aspectos distintos – como faz o de Alex Varela5 com o cientista José Bonifácio – a autora traça a trajetória de sua personagem, pontuada por elementos diversos das estruturas culturais, políticas, sociais e econômicas de seu tempo.

Do menino nascido em Santos, emerge um homem que aperfeiçoa seus conhecimentos em Coimbra e nas viagens como naturalista por diversos países da Europa, considerada então sinônimo de civilização. Em seguida, o cientista ingressa na administração portuguesa, integrando um grupo seleto de letrados em torno da figura de Rodrigo de Sousa Coutinho, que tinha por objetivo primordial transformar o Império sem cair nas armadilhas que os novos tempos revolucionários ofereciam. Veio a ocupar, assim, diferentes cargos de prestígio, inclusive o de sócio da Academia das Ciências de Lisboa.

Como fiel súdito do Império português, participou das lutas contra os invasores franceses. E se, no fundo, desejava o regresso ao Brasil, precisava fazê-lo enquanto funcionário da Coroa, cujo retorno autorizado assegurasse uma pensão real. Ao chegar ao Brasil, pretende ser somente o naturalista. Logo depois da Revolução Vintista do Porto e de suas repercussões no lado de cá do Atlântico, no entanto, José Bonifácio volta-se para a política por longo período, tentando garantir que o novo Império se erija com base nas concepções que partilhava com a maior parte da elite ilustrada lusa. Vitorioso, foi ministro do Império; “patriarca vencido”, nas palavras de Miriam Dolhnikoff, viu-se exilado. Ao retornar, seu mérito não deixou de ser reconhecido por Pedro I que, quando da abdicação, dele fez tutor do filho e herdeiro. Nos últimos anos, porém, acabou desprestigiado por antigos inimigos políticos, passando a viver em Paquetá, em relativo ostracismo, dedicado às ciências e às letras, em companhia de uma filha natural, já legitimada.

A maior parte dos eventos talvez seja conhecida, mas Miriam Dolhnikoff sabe entremeá-los com dados novos e curiosos, como, por exemplo, o caráter autoritário e a paixão pelas mulheres. Desse modo, por meio de uma narrativa instigante das ações, das atitudes e dos possíveis pensamentos e sonhos que fizeram parte da vida de José Bonifácio de Andrada e Silva, que ela consegue situar dentro de uma moldura histórica, extrapolando a simples descrição da vida de uma grande personagem, esta biografia converte-se em um caminho de mão dupla entre o indivíduo e a sociedade, entre o passado e o presente, entre a memória construída de uma nação e o projeto de país que se pretendia edificar. Merece, por isso, ser lida por todos aqueles que desejam conhecer melhor esse período decisivo da História do Brasil.

Notas

1. LEVILLAIN, Philippe. Os protagonistas: da biografia. In: Rémond, René (org.). Por uma História Política. Rio de Janeiro: Editora UFRJ/Fundação Getúlio Vargas, 1996, pp. 143-150.

2. DOLHNIKOFF, Miriam. Projetos para o Brasil: José Bonifácio de Andrada e Silva. São Paulo: Companhia das Letras, 1998.

3. SOUSA, Octávio Tarquínio. José Bonifácio. Belo Horizonte/São Paulo: Itatiaia/Editora da Universidade de São Paulo, 1988 (Coleção Fundadores do Império do Brasil, v. 1)

4. CAVALCANTE, Berenice. Razão e Sensibilidade. José Bonifácio. Uma História em três tempos. Rio de Janeiro: Editora da Fundação Getúlio Vargas, 2001.

5. VARELA, Alex G. Varela. Atividades Científicas na “Bela e Bárbara” na Capitania de São Paulo (1796-1823). São Paulo: Annablume, 2009 e “Juro-lhe Pela Honra de Bom Vassalo e Bom Português”: Análise das Memórias Científicas de José Bonifácio de Andrada e Silva (1780-1819). 1. ed. São Paulo: Annablume, 2006.

Lucia Maria Bastos Pereira das Neves –  Universidade do Estado do Rio de Janeiro. E-mail: [email protected]


DOLHNIKOFF, Miriam. José Bonifácio. O patriarca vencido. São Paulo: Companhia das Letras, 2012. Resenha de: NEVES, Lucia Maria Bastos Pereira das. Revista Maracanan. Rio de Janeiro, v.10, n.10, p. 155-157, 2014. Acessar publicação original [DR]

Norberto Bobbio – Trajetória e obra | Celso Lafer

Tanto do ponto de vista pessoal quanto do ponto de vista intelectual, é possível que não haja nome mais autorizado no Brasil para escrever sobre o filósofo italiano Norberto Bobbio quanto o jurista Celso Lafer, que conhece a obra do grande filósofo italiano como pouquíssimos no Brasil e cujos pontos de interseção com o mesmo não são pouco numerosos. Como o próprio autor lembra no texto de apresentação a Norberto Bobbio – Trajetória e obra (2013), Lafer conhecera Bobbio pessoalmente quando da vinda deste ao Brasil, em 1982, oportunidade em que o mesmo palestrou na UnB e na USP, além de oferecer algumas entrevistas a jornais do país. Desde então, uma singela amizade entre ambos permitiu que Lafer pudesse participar de eventos acadêmico-científicos ao lado de Bobbio, visitar seu apartamento, trocar cartas, conhecer seu maior discípulo Michelangelo Bovero (que escreve na contracapa da obra), além de – o que considero a honra maior – ter seu grande livro A reconstrução dos direitos humanos (1988), sobre o pensamento de Hannah Arendt, citado na introdução de L’età dei diritti (1990), uma das últimas grandes obras bobbianas.

A obra que aqui resenhamos colige a grande produção de textos esparsos escritos por Lafer sobre a pessoa e, especialmente, o pensamento de Bobbio entre 1980 e 2011, dividido em cinco partes, dedicadas aos temas “perfil”, “relações internacionais”, “direitos humanos”, “teoria jurídica” e “teoria política”. Uma característica marcante e preciosa da obra são as pequenas comparações entre o pensamento bobbiano e o pensamento arendtiano que são oferecidas ao longo de todos os textos. Como Bobbio (positivista) e Arendt (anti-positivista) se ignoraram intelectualmente em praticamente toda a sua produção intelectual, tal comparação soa como uma leitura especialmente (ou talvez mesmo exclusivamente) laferiana do pensamento de Bobbio; em outras palavras, um encontro que apenas Lafer poderia, pelo menos entre nós, proporcionar. Leia Mais

João Goulart: uma biografia – FERREIRA (Tempo)

FERREIRA, Jorge. João Goulart: uma biografia. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2011. 714 p. Resenha de: DELGADO, Lucília de Almeida Neves. João Goulart: do limbo à escrita da história. Tempo v.19 no.34 Niterói jan./jun. 2013.

A história e a memória, embora diferentes em suas formas de registro e manifestação, são férteis interlocutoras. Ambas, como bem acentua Jacques Le Goff, são dotadas de expressivos poderes, entre eles destacam-se, por exemplo, os de construção do esquecimento, da desqualificação e da interdição de registros. Por outro lado, a memória e a história também ganham poderosa expressão ao construírem versões positivas e elogiosas de eventos e pessoas. Quando assim acontece, essas características muitas vezes contribuem para alicerçar dinâmicas de mitificação de pessoas e processos sociais. As duas situações, desqualificação e mitificação, distorcem a realidade. Ao conhecimento histórico analítico e bem fundamentado, cabe romper com a cadeia nebulosa construída por essas estratégias referentes ao vivido e ao acontecido.

O livro João Goulart: uma biografia, do historiador Jorge Ferreira, alcança com esmero o objetivo de construir um conhecimento histórico sólido, posto que é interpretativo e bem fundamentado. Trata-se de um texto que inclui inúmeras contribuições para um melhor entendimento da história do Brasil no pós-1945. O mesmo teve como mérito especial romper com pressupostos e chavões que ilharam o ex-presidente Goulart, no âmbito de uma memória de esquecimento, de desqualificação ou de interdição, e trazê-lo para o campo da história do conhecimento.

Desde a tomada do poder pelos generais presidentes em 1964, a memória do presidente João Goulart tem frequentado a zona etérea e nebulosa do limbo. Uma pátina de esquecimento há muitos anos encobre sua trajetória, que, ao contrário do que está consolidado no senso comum, apesar de permeada por crises, foi rica e marcada por expressiva e destacada participação em cargos públicos.

Tal estratégia da construção de uma memória de esquecimento sobre o ex-presidente consolidou-se graças ao forte empenho dos adversários políticos que o depuseram. A mesma teve dois objetivos: justificar o próprio golpe de estado e construir uma possível legitimidade para o regime autoritário. Porém outros fatores também integram o caleidoscópio que a explica e a reproduz. Entre os mesmos, destaca-se a construção interpretativa produzida em especial nas décadas de 1970 e 1980 por intelectuais de renome, como Florestan Fernandes, os quais identificam em Jango uma forte fragilidade política e uma ambiguidade escorregadia quanto à sua opção ideológica à esquerda. Ainda, o silêncio recorrente de jornais e revistas, de expressiva circulação, adensou o caldo da desqualificação e do esquecimento sobre Goulart.

A biografia de Jango, escrita por de Jorge Ferreira, é baseada em sólida pesquisa documental e bibliográfica. São informações retiradas de livros, crônicas, documentos oficiais, artigos de revistas e jornais, manifestos, discursos, fotos, livros de memória, e articuladas em um texto que tem o mérito de ser denso, mas fluente. O autor ainda recorreu à realização de entrevistas que trouxeram grande contribuição e um toque de emoção à sua escrita. Por essas qualidades, o livro, redigido com clareza e cuidado estético, contribui de forma efetiva para a desconstrução da injustiça referente aos eventos que levaram à desqualificação do presidente Jango como um homem público. Desqualificação elaborada com esmero estratégico que não poupa o uso frequente de adjetivos negativos para identificar o ex-presidente, entre eles destacam-se expressões como demagogo, incompetente, irresponsável, boêmio e populista.

A combinação das estratégias de construção e reprodução do esquecimento e da difusão de críticas generalizadas sobre João Goulart teve como desdobramento um grande silêncio sobre sua trajetória política. Tal fato fica mais evidente quando compara-se o número de livros e artigos publicados sobre o líder com a profusão de publicações sobre Getúlio Vargas e Juscelino Kubitschek, que atuaram na mesma fase histórica em que Jango alcançou projeção nacional. Cabe lembrar que Goulart foi ministro do trabalho durante o Governo Vargas (quando ganhou projeção nacional), deputado federal pelo Rio Grande do Sul, vice-presidente de Juscelino Kubitschek e de Jânio Quadros e, por fim, presidente da República.

Jorge Ferreira, embora atento às ambiguidades que marcaram a trajetória de Jango, está na contramão da solidificada imagem negativa do ex-presidente. Sem cair na tentação de se apresentar como redentor da memória do presidente deposto em 1964, o autor escreveu um texto ponderado, sério e marcado por qualidades inerentes à construção do conhecimento histórico: pesquisa, registro dos fatos e interpretação do processo. Foram dez anos dedicados à investigação e redação de uma longa e agradável biografia. Dez anos de persistência e dedicação meticulosa a um objetivo que teve um resultado impressionante, combinando registro biográfico e história.

O livro percorre a trajetória de vida de João Goulart desde sua infância até sua morte, no exílio em 1976. Buscou, nas entranhas do Rio Grande do Sul e nas características familiares de Jango, elementos de formação da personalidade de um político, que, apesar de ter herdado sólida fortuna e de tê-la multiplicado com efetiva competência, sempre possuiu uma afinidade eletiva com os segmentos mais empobrecidos da população brasileira. Essa opção preferencial do ex-presidente — trabalhadores urbanos e rurais — jamais foi compreendida e aceita pelos setores mais conservadores da sociedade brasileira, que se articularam na aliança político-social atuante na deposição do ex-presidente. Esta aliança era formada pelos seguintes protagonistas: expressivos segmentos das forças armadas, partidos como a União Democrática Nacional, grandes proprietários de terra — que o viam como traidor, membros da igreja católica conservadora, governadores de estado — como Minas Gerais, Guanabara e São Paulo, empresas de capital externo que investiam no Brasil e organizações internacionais que se tornaram guardiãs do sistema capitalista no tempo da Guerra Fria.

Ferreira demonstrou que, desde jovem, Jango, como era conhecido em São Borja, sua cidade natal, tinha algumas qualidades merecedoras de importância e que foram melhor elaboradas ao longo de sua vida de homem público. Era paciente e exímio negociador, como demonstrou durante seu mandato de vice-presidente à época do governo de Kubitschek. Sobretudo, tinha vocação para a arte da política e, em especial, à formação de consensos. A essas virtudes, contudo, somaram-se defeitos, como os de muitas vezes buscar a construção da conciliação com adversários e frágeis apoiadores. Esses últimos não hesitaram em chamuscá-lo com o que atualmente é denominado de ‘fogo amigo’. Essa orientação do presidente, ou seja, buscar a conciliação mesmo quando os sinais indicavam sua inviabilidade, poderia ser um estilo e uma estratégia, mas acabou sendo identificada como vacilação, incapacidade decisória e demagogia populista.

O escritor também argumenta, de forma correta e bem fundamentada, que, diferentemente do que é disseminado, não se pode definir Jango como um populista sem méritos e sem tradição histórica. Ao contrário, identifica-o como o principal herdeiro de Vargas — embora dele se diferenciasse — e um dos maiores líderes não do populismo, mas do trabalhismo brasileiro. Para ele, a principal opção política de Goulart era o trabalhismo, desdobrado em nacionalismo, desenvolvimentismo, distributivismo social e intervencionismo estatal. Certamente, Jango estava sintonizado com expressivos políticos e intelectuais da sua época, os quais consideravam ser de responsabilidade do Estado a adoção e a administração de políticas públicas sociais e econômicas.

A biografia de Goulart coroa renovadora contribuição historiográfica de Ferreira a respeito do período entre 1945 a 1964. Seu principal investimento no que se refere à política desses anos situa-se no esforço para desconstruir a teoria do populismo. Discorda da conceituação dela decorrente, que identifica populismo como manipulação e demagogia. Portanto, diverge veementemente da utilização desse conceito como explicativo daquele período, pois entende que trabalhismo e nacional desenvolvimentismo são ideias mais consistentes e melhor explicativas de uma opção política, hegemônica à época e orientada por um projeto nacional caracterizado por definições precisas e objetivos estabelecidos. Entre as metas destacavam-se valorização do trabalho, distributivismo social, planejamento estatal, valorização dos investidores nacionais, política previdenciária sólida e reformismo social, com ênfase para a reforma agrária.

Sem se descuidar dos aspectos privados da trajetória do ex-presidente, que gostava dos prazeres da vida boêmia e do cotidiano na área rural, Jorge Ferreira também registrou, em três densos capítulos, a vida do líder no tempo do exílio. Foram anos de amargura, saudade e solidão. Nessa derradeira fase de sua vida, à Goulart só restou o prazer de cuidar de suas extensas criações de gado que, contudo, estavam, em grande parte, situadas na Argentina e no Uruguai e não em sua pátria.

Jango rumou para o exílio, pensando que o mesmo duraria pouco, tão logo os militares ascenderam ao poder em 1964. Seguiu acompanhado de sua mulher Maria Tereza e de seus filhos João Vicente e Denize. Sua opção foi a de não resistir ao golpe que o destituíra. Para muitos de seus aliados seu grande erro foi exatamente o de não ter reagido ao golpe. No entanto, Ferreira argumenta que o presidente preferiu o caminho do exílio, com toda sua imprevisibilidade, ao recurso da resistência, que, com grande probabilidade, mergulharia o Brasil em uma guerra civil. Essa mesma orientação o levou a concordar, embora contrariado, com a adoção do parlamentarismo, em 1961, quando da renúncia do presidente Jânio Quadros.

A decisão de não resistir ao Golpe de 1964 contrariou diferentes tendências das esquerdas brasileiras, que ganhavam envergadura no efervescente pré-1964. Ansiosas para chegarem ao poder, as esquerdas jamais perdoaram a opção de recuo de João Goulart quando as botas dos militares alcançaram o Palácio do Planalto, os marines americanos rondavam as costas brasileiras e o Congresso Nacional, apesar dos protestos de alguns deputados, declarou vaga a Presidência da República, mesmo estando Goulart em território nacional. Esqueceram-se de que Jango jamais foi um homem de conflito. Ao contrário, sempre escolheu a via da conciliação e da negociação, entendida por ele como inerente à democracia.

O mesmo João Goulart, que sempre fora conciliador e trabalhista, abraçou, com vigor, o radicalismo reformista no final do ano de 1963 e início de 1964. Após inúmeras tentativas, sem ressonância, de negociação com os setores mais conservadores da sociedade brasileira, recorreu ao apoio das esquerdas para sua sustentação no poder. Tal estratégia orientou a regulamentação da lei, que controlava a remessa de lucros por empresas de capital internacional instaladas no Brasil, e a adoção de medidas como a da reforma agrária, anunciada no comício de 13 de março de 1964.

Para Ferreira, a conspiração conservadora a depô-lo ganhou forma e envergadura a partir desse contexto. Portanto, concluímos que nesse ponto o autor carregou um pouco na tinta, pois em 1954, quando da crise política que levou ao suicídio de Getúlio Vargas, os acontecimentos de 1964 já haviam sido anunciados. As circunstâncias adversas do governo Jango e o movimento das peças no xadrez da história somente definiram o tempo exato desse desfecho.

Finalmente, vale ressaltar que, nesta alentada biografia, Ferreira esclareceu seu entendimento sobre qual foi o papel, no contexto do imediato pré-golpe de 1964, das divergentes forças políticas que atuavam naqueles anos. Considerou que a conjuntura foi marcada por marchas e contramarchas e por um forte radicalismo à direita e à esquerda. Esse processo radical dificultou uma avaliação melhor acurada dos possíveis desdobramentos decorrentes da extrema polarização conjuntural. Nesse quadro de crescente intransigência, também alimentada pelos acontecimentos da Guerra Fria, a vocação negociadora de Goulart não encontrou eco e não teve força persuasiva. À uma determinada altura dos acontecimentos, que define como o ano de 1963, não foi mais possível conter o avanço da oposição ou neutralizar a força da radicalização política à esquerda que se movimentava sob forte influência do brizolismo. Contudo, mesmo reafirmando a tese do crescente radicalismo, deixou registrado que os opositores do trabalhismo, do nacionalismo e do reformismo foram os protagonistas principais do golpe de 1964. Em outras palavras, os responsáveis pelo golpe situavam-se no campo da direita.

Uma biografia do porte e da qualidade de escrita do historiador Jorge Ferreira é leitura indispensável para quem quer conhecer melhor o tempo polêmico e efervescente do pré-1964 e seus terríveis desdobramentos, uma vez que o livro se estende até a morte de Goulart, em 1976, quando o presidente ainda estava no exílio. Entre os méritos do autor, que são muitos, destaca-se o da ousadia de se contrapor à história hegemônica e à construção do esquecimento coletivo sobre quem foi um protagonista vencido e não vencedor. Mais do que isso, o historiador demonstrou que Jango foi um homem público de grande envergadura, merecendo transitar, de forma definitiva, do limbo para as páginas da história.

Lucilia de Almeida Neves Delgado – Historiadora; Professora do Curso de Pós-Graduação em História da Universidade de Brasília (UnB); Professora do Programa de Pós Graduação em Direitos Humanos da UnB; Pesquisadora do Programa de História Oral da Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG); autora, entre outros, do livro: PTB: do Getulismo ao Reformismo (1945-1964). 2 ed, São Paulo, LTr, 2011. E-mail[email protected].

Três Vezes Zumbi: a construção de um herói brasileiro | Jean Marcel Carvalho França e Ricardo Alexandre Ferreira

Fruto do trabalho em conjunto de dois historiadores, Três Vezes Zumbi: a construção de um herói brasileiro é uma obra que não esconde o desejo de causar desconforto para alguns historiadores. Jean Marcel Carvalho França e Ricardo Alexandre Ferreira, ambos professores da Unesp, tecem uma revisão bibliográfica sobre a história do mais recente herói brasileiro, Zumbi dos Palmares. Seu trabalho problematiza o processo de construção da figura de Zumbi ao longo da historiografia brasileira. E já no título indica, provocativamente, que Zumbi não é um, Zumbi é muitos, e tudo depende de “onde” e de “quem” esta falando.

Não é uma obra escrita para ser lida apenas na academia, seu texto claro e agradável, e até mesmo o cuidado com que as citações são utilizadas, deixam evidente a intenção dos autores de atingir um público “não especializado”. Um livro aparentemente despretensioso – que não chega a atingir 200 páginas – mas que ao organizar sua análise entre três extratos narrativos que enfatizam a descontinuidade das versões sobre Zumbi, coloca em cheque a possível unidade da figura do herói. Leia Mais

Todo Chávez: De Sabaneta al socialismo del siglo XXI / Eleazar D. Rangel

Introdução

Todo Chávez se trata da publicação de uma entrevista de Hugo Chávez com o jornalista Eleazar Díaz Rangel. A obra parte das origens de Chávez até seu alçamento à presidência da república – e as suas dificuldades para montar um governo, o qual se distanciava das correntes políticas tradicionais do país. A entrevista se inicia com perguntas sobre a infância e adolescência de Chávez, um rapaz aficionado por baseball, até a seu contato com o Exército e, posteriormente, com a sua vida política.

A obra se divide em diferentes partes. Nas três primeiras, estão contidas a entrevista. Nesta parte, Chávez é indagado e discorre sobre sua infância, ingresso no Exército e a articulação do golpe de 4 de Fevereiro de 1992. Na segunda, há uma abordagem sobre o seu governo e a ideologia bolivariana. Na terceira parte, temos uma análise do golpe de abril de 2002. Leia Mais

Como Shakespeare se tornou Shakespeare | Stephen Greenblatt

Stephen Greenblatt em Como Shakespeare se tornou Shakespeare realiza uma biografia bem particular. Ele não segue, como nas biografias tradicionais, a simples evolução da vida de seu personagem. Greenblatt, que comprova ser um bom conhecedor da Inglaterra de fins do século XVI, vai até as obras do dramaturgo inglês em busca de provas daquilo que mostrou ao leitor através da pesquisa histórica. Esse é um método interessante e que, a princípio, mostra como Shakespeare utilizou, na criação de suas peças, os elementos primordiais da vida social ao seu redor. Mas como em todo gênio do drama, Shakespeare não reproduz de forma direta os acontecimentos (históricos) que lhe tocaram de forma mais intensa.

Aqui, percebe-se o trabalho de Greenblatt: ele preenche esse hiato entre história concreta e criação cultural. Neste ponto, a obra Como Shakespeare se tornou Shakespeare é de grande valor. Isto porque prova que em Shakespeare não há só o gênio da criação cultural, mas também o atento observador do universo social de uma Inglaterra pré-revolução burguesa. Neste caso, vamos dar dois exemplos. Greenblatt explica dessa forma a criação de Hamlet: Leia Mais

O Epaminondas Americano – trajetórias de um advogado português na Província do Maranhão | Yuri Costa e Marcelo Cheche Galves

As mais recentes teorias que amparam a investigação sociológica têm em comum a crença de que o processo social é fruto da relação dialética entre sujeito e estrutura, dinâmica que gera e reproduz o social. Em “O Epaminondas Americano” os autores apresentam os resultados de uma análise que parte desse pressuposto, especialmente valioso também para a nova história social. Nos territórios de Clio, esse movimento tem sido entendido como “a volta do sujeito”.

Perseguindo as trajetórias do advogado português Manoel Paixão dos Santos – que, além de adicionar o apêndice “Zacheo”, “o puro”, ao seu sobrenome, adotou outros epítetos, como “Epaminondas Americano” – os autores penetram no emaranhado período final da experiência colonial, abarcando as conjunturas de Portugal, do Brasil e do Maranhão. A partir da perspectiva extremamente singular da experiência do indivíduo – que vivenciou e que foi agente no contexto observado – a obra nos leva ao cerne de movimentos importantes que ocorriam paralelamente e que se articulavam de formas bastante variadas. Zacheo nos leva a testemunhar um momento importante na história do pensamento jurídico, atravessado por transformações profundas no final do século XVIII. Aproxima-nos das grandes renovações políticas e sociais também em andamento, e permite que se vislumbre a expressão desses fenômenos no Brasil, condicionados pelas circunstâncias singulares do país. Leia Mais

João Goulart: uma biografia | Jorge Ferreira

A obra de Jorge Ferreira intitulada João Goulart: uma biografia, lançada em 2011, retrata a vida pessoal e política do presidente deposto pelo golpe militar em 1964. Logo em sua introdução, o autor trata de desmistificar a imagem, recorrente em boa parte da historiografia, de João Goulart como um político demagogo e impotente diante das crises políticas do período em que foi presidente. Ferreira demonstra que essa alegoria sobre Goulart foi criada pelas administrações políticas subsequentes, interessadas em afetar a imagem de qualquer liderança que estivesse ligada ao trabalhismo ou demonstrasse complacência com a corrente comunista.

Professor titular de História do Brasil da Universidade Federal Fluminense, Ferreira também publicou outros livros que focaram a política nacional, especialmente o chamado populismo, entre eles: O imaginário trabalhista – getulismo, PTB e cultura política popular; Prisioneiros do Mito – cultura e imaginário político dos comunistas no Brasil (1930-1956); além de ter organizado O populismo e sua história, debate e crítica2 . Graduado em História pela mesma instituição na qual leciona, obteve o título de doutor em História Social pela Universidade de São Paulo. Atualmente, lidera um grupo de pesquisa na própria UFF chamado Brasil Republicano – Pesquisadores em história cultural e política e é pesquisador também em outro grupo dessa universidade denominado Núcleo de pesquisa e estudos em história cultural. Leia Mais

O Alufá Rufino: Tráfico, Escravidão e Liberdade no Atlântico Negro (c. 1822 –c. 1853) / João J. Reis

Na trajetória da História Social dos últimos 40 anos, o interesse dos historiadores abandonou a análise das estruturas –que produziam resultados cada vez menos capazes de apreender a complexidade da realidade histórica, e que falhavam em oferecer respostas satisfatórias a novos questionamentos –em favor de observações qualitativas, preocupadas em conferir como as pessoas reais lidaram com os desafios e condições de seu tempo. Diminuiu a convicção sobre teorias e modelos, já que a observação das experiências vividas punha em xeque a validade de tais postulados. Talvez a corrente historiográfica que mais fielmente tenha encarnado os novos valores da historiografia seja aquela rotulada de micro-história. Estudos ligados a essa metodologia buscam reunir eixos que haviam sido apartados: estrutura e experiência. A historiadora Hebe Castro -em artigo publicado na obra coletiva “Domínios da História” –afirma que tais estudos encontram “agentes históricos por trás dos discursos”, rompem “excessos de agregação e da simplificação das variáveis”, deixam claro a “liberdade e a inteligibilidade da ação humana na história”.

O “Alufá Rufino” de Reis, Gomes e Carvalho é um trabalho que enfeixa todas estas considerações historiográficas. Amparada numa extensa bibliografia e em documentação histórica levantada em três continentes e em vários estados do Brasil, a obra foi definida pelos autores como uma “história social do tráfico e da escravidão no Atlântico”. O que se observou não foi um Atlântico genérico, impessoal e ideal, e sim o Atlântico de Rufino José Maria, o contexto onde a vida tumultuada e incerta deste africano se desenrolou. Um Atlântico particular que, se por um lado estava marcado por condições que determinaram a trajetória daquele africano, ao mesmo tempo era espaço para suas manobras, negociações e decisões. Como resultado, os autores delinearam não um quadro mecânico, devorador de vidas e vontades ao sabor de suas leis, mas um espaço de possibilidades, uma demonstração do poder do indivíduo frente ao que se lhe impõe. A reboque destas realizações historiográficas, extraídas do emprego inteligente da micro-análise, os autores contribuíram ainda com “quadros” ricos de diversos aspectos do período estudado, observações que cobrem temas tão díspares quanto uma vida humana, uma “experiência”, pode abarcar.

Sobre a África de Rufino, para começar, a obra faz ver o tumultuado contexto de lutas étnicas que estabeleciam com o tráfico humano uma relação de estimulação mútua. No início do século XIX, a África Ocidental da região dos golfos de Benim e Biafra e seus sertões era uma colcha de retalhos étnica, onde grupos islamizados de diversos matizes (desde ortodoxos até aqueles mais abertos a sincretismos com as religiões tradicionais africanas), disputavam entre si pelo controle dos territórios e se sucediam no governo de pequenos reinos, estados e califados. Oriundo de um reino outrora poderoso mas então em crise, o africano que no Brasil viria a se chamar Rufino, membro de uma família malê (iorubá islamizada), foi aprisionado e remetido ao porto litorâneo por membros de outra etnia islamizada, que agora detinha o poder na região.

Saindo de uma África deflagrada, Rufino se deparou, na Bahia, com mais conflitos: tratava-se da Guerra de Independência, que na região de Salvador opôs militares portugueses –que controlavam a capital –aos fazendeiros brasileiros entrincheirados na região do Recôncavo. O fato de ter sido vendido a um boticário de renome foi oportunidade para que os autores explorassem as particularidades desta atividade, demonstrando detalhes da medicina e do comércio da Bahia de inícios do século XIX.

É também seguindo Rufino para o Rio Grande do Sul onde, ainda na condição de escravo, ele acompanha o filho de seu senhor, que os autores acabam penetrando nas fímbrias da Revolução Farroupilha. Perseguindo a sinuosa trajetória daquele africano, que parecia destinado a viver em regiões belicosas, aproximaram-se da rotina de José Maria de Salles Gameiro de Mendonça Peçanha, o desembargador Peçanha, chefe de polícia da Província gaúcha. Peçanha seria o novo senhor de Rufino. Aproveitando-se desta parada na acidentada trajetória atlântica de Rufino, os autores oferecem um olhar sobre a Porto Alegre do início dos oitocentos, especialmente sobre as condições da escravidão naquela região, que tinha fama de ser dura com os cativos. Transparecem, por meio dos documentos policiais, dos relatos de viajantes, das informações colhidas em jornais daquele tempo, as táticas de resistência e repressão empregadas por escravos e senhores. Mostram ainda as faíscas iniciais, detectadas nos relatórios do senhor de Rufino aos seus superiores no governo, da grande rebelião que tomaria o sul do país por uma década, a Farroupilha.

Outro aspecto importante da obra, também ligado à trajetória de Rufino, é a discussão que se faz sobre as etnias africanas no Brasil, sua distribuição territorial e profissional, e sobre as representações feitas sobre elas pelos senhores. Escravos minas, chamados malês na Bahia, eram temidos e perseguidos naquele momento. Pairava sobre eles uma endêmica suspeita de conspiração, um medo que servia inclusive aos fins políticos dos conservadores, que se apoiavam nele para adotar medidas de exceção e perseguir seus oponentes (segundo a acusação dos liberais). O domínio da escrita e o emprego do idioma árabe eram fatores que tornavam os minas ainda mais perigosos aos olhos dos senhores e das autoridades.

O Rio de Janeiro, destino seguinte de Rufino, era uma “extraordinária Babel africana” (REIS et alii, 2010, p. 71), a maior cidade africana das Américas. Ali desembarcaram, nas três primeiras décadas do século XIX, entre 500 e 900 mil africanos. Apesar de serem minoria no Rio de Janeiro –cuja população negra era composta majoritariamente de africanos de Angola, Congo e Moçambique –os minas apareciam desproporcionalmente em documentos policiais. Eram também majoritários nas atividades de ganho, o que os tornavam mais aptos à conquista da liberdade. Nessa época, 45% das alforrias pagas beneficiaram africanos minas, que representavam algo em torno de 5% da população africana carioca. A massa africana no Rio de Janeiro provocava um clima de tensão e repressão constante, traduzindo uma intensa pressão emancipatória dos escravos. Na Bahia, a presença de africanos oriundos da Costa da Mina, falantes do iorubá e familiares a Rufino, era maior.

Segmento essencial da obra aparece após a alforria de Rufino, diante da decisão que este toma sobre o que fazer com a sua liberdade: é aí que se penetra nos bastidores do tráfico humano do Atlântico. Livre, Rufino ingressa no comércio de escravos, na função de cozinheiro assalariado (o que lhe dava a chance de ser também pequeno comerciante transatlântico). É oportunidade para que os autores desvendem as intrincadas tramas deste negócio lucrativo e, a partir de 1831, ilegal, que juntava interesses e fazia fortunas nos dois lados do Atlântico. Eles demonstram as condições aviltantes da travessia, onde a falta de espaço, de alimentação e hidratação corretas e os precários padrões sanitários vitimavam, em média, 12% dos cativos. Através da análise do caso de Rufino e de outros correlatos e coevos, demonstra-se o funcionamento interno de uma embarcação traficante clandestina, destacando-se a importância do papel do cozinheiro. Evidenciam-se os esquemas absurdos erigidos pelos traficantes para “enganar” as autoridades brasileiras, que na verdade faziam vista grossa para o movimento incessante do tráfico negreiro. Aparecem as nuances das redes internacionais do tráfico, as conexões entre traficantes radicados nas duas extremidades do Atlântico; demonstra-se o caráter familiar de muitos desses empreendimentos escravistas, passados de pai para filho. Os “patrões de Rufino” são desmascarados neste segmento, que revela os meandros da atividade escravista.

Finalmente, aparece o papel da repressão inglesa, devidamente desmistificada e vinculada a interesses nada humanitários. O pragmatismo da marinha inglesa, que por motivos jurídicos tentava preservar a “cena do crime”, contribuía para um aumento absurdo das taxas de mortalidade nos tumbeiros. Os autores apontam ainda o cuidado que os ingleses tinham para evitar que a repressão ao tráfico interviesse nos seus interesses comerciais: os navios negreiros quase nunca eram capturados antes de tocar o solo africano e trocar as mercadorias trazidas do Brasil (muitas delas de origem inglesa) por africanos escravizados. Transparece também o caráter negocial das apreensões de navios traficantes, cuja captura gerava bônus para os perseguidores e que, levados para Serra Leoa e leiloados, produziam lucros para os potentados locais.

Radicado em Recife na década de 1840, Rufino torna-se alufá, espécie de sacerdote, contando para isso com os ensinamentos que recebeu na comunidade islâmica em Serra Leoa, onde passou duas temporadas de estudos. Emerge neste ponto da narrativa uma reflexão sobre o processo de sincretismo, em pleno desenvolvimento, entre religiosidades multicontinentais. Ao islamismo africanizado de Rufino, marcado pelo apego a patuás e amuletos, somavam-se crenças, conceitos e ritos brasileiros, estes também já bastante marcados pelo contato com outras religiosidades. Analisando o depoimento de Rufino, tomado em 1853, os autores detectaram o emprego de termos usados comumente por negros católicos no Brasil. A parada de Rufino em Recife, outro ponto do Atlântico sinalizado por este viajante incansável, dá ensejo ainda a análises sobre o espaço urbano recifense e sobre as tensões sociais subjacentes a sua vida cotidiana.

Além de todo o trabalho detetivesco feito pelos autores, verdadeiro exercício de faro fino, e da reunião e análise de uma extensa bibliografia que desse conta dos contextos percorridos por Rufino em sua trilha atlântica, sobressai do trabalho grande nota de sinceridade, de reconhecimento de limites. Durante todo o trajeto, quando necessário, os autores deixam claro a fragilidade de suas constatações. Não raras vezes encontraram pontos cegos, ausências e falhas na documentação, vicissitudes que não permitiram apontar com precisão total os passos dados pelo protagonista ou por aqueles que o cercavam. Os autores, diante dessas lacunas, oferecem conjecturas e possibilidades, mas o fazem de maneira a permitir que o leitor acompanhe o raciocínio, pese as possibilidades e julgue por sua conta. A própria decisão de publicar como anexos documentos importantes ligados à trajetória de Rufino, na íntegra, demonstra essa escolha de exibir os caminhos que levaram a esta ou aquela interpretação, no lugar de oferecer um produto fechado, inviolável e que se deve aceitar no todo e sem questionamentos.

Ao explicitar o modus operandi de seu trabalho, mostrando as escolhas interpretativas que fizeram, os argumentos que sustentam suas afirmações, os autores fazem um convite à reflexão, levando o leitor a adotar uma postura crítica, que poderá ser estendida a todas as outras leituras que ele vier a realizar. A escolha da micro-análise, a perseguição do indivíduo e de sua experiência, o abandono das análises totalizantes, ao contrário do que alguns apregoam, é um caminho vantajoso para os estudos de história. Longe de impedir a formação de uma compreensão maior, o estudo da trajetória de Rufino demonstrou exatamente o contrário, que a análise qualitativa é capaz de oferecer dados sólidos para a compreensão de um determinado contexto. A obra é, afinal, um grande tratado sobre a escravidão africana, um contributo valioso para a historiografia sobre o tema.

Daniel Rincon Caires – Instituto Brasileiro de Museus –IBRAM.


REIS, João José; GOMES, Flávio dos Santos; CARVALHO, Marcus J. M. de. O Alufá Rufino: Tráfico, Escravidão e Liberdade no Atlântico Negro (c. 1822 –c. 1853). São Paulo: Companhia das Letras, 2010.Resenha de: CAIRES, Daniel Rincon. Outros Tempos, São Luís, v.10, n.15, p.250-254, 2013. Acessar publicação original. [IF].

O Alufá Rufino: tráfico, escravidão e liberdade no Atlântico Negro (c.1822-c.1853) | João José Reis e Flávio dos Santos Gomes

Nas últimas páginas de Alufá Rufino os autores ressalvam, talvez tardiamente, sobre as impressões que os leitores possam ter a respeito de uma inversão na imagem da escravidão atlântica, na verdade não uma inversão, mas outra versão, em que o binômio bom/mau se torna difuso. Tradicionalmente, a idéia de maldade para o catolicismo, o pecado (o mau) como oposição às coisas de Deus, como pensava São Tomás de Aquino, poderia ser aplicada para opor a religiosidade de Rufino, um Alufá – um mestre de sabedoria para uma corrente do islamismo – a sociedade branca oitocentista brasileira, mas não é o que acontece nas entrelinhas de sua história.

A religiosidade de Rufino não é vista neste livro como um fardo para o africano Rufino, ao contrário, tornar-se Alufá faz parte de uma série de escolhas que fizeram ímpar sua trajetória. Outros ex-escravos, vindos também da África e com uma vida dissonante da grande maioria, amealharam dinheiro, algumas vezes originário do tráfico negreiro, ou gozaram de certa relação privilegiada na comunidade, geralmente da relação com os cultos adivinhatórios, como mostrou João José dos Reis, um dos autores aqui, em seu livro sobre Domingos Sodré.

É preciso lembrar que os leitores referidos não são necessariamente historiadores ou aqueles que já leram as obras mais recentes que tratam da complexa rede que estruturou a escravidão, textos que discutem o fato de que não só na África houve comércio de escravos por negros. No Brasil, alguns libertos conseguiram adentrar, em pequeno volume, neste negócio.

Como o livro parece ter sido escrito para um público leitor maior do que o alvo de obras acadêmicas, as explicações sobre as nuanças mostradas sobre a vida de Rufino podem ter uma intencionalidade, talvez uma escrita que queira ser mais próxima de uma narrativa romanceada, com um personagem multifacetado que vai se modificando ao passar das páginas. Claro que Rufino não se transforma num personagem caricato aos moldes dos folhetins, suas experiências em diversas partes do Brasil e depois em navegações atlânticas o conduzem a uma série de oportunidades, como possivelmente ter aprendido o preparo de ungüentos com seu senhor, um boticário; ter se tornado um pequeno comerciante transatlântico e talvez de escravos; e ainda ter estudado em escolas islâmicas, aprendendo inclusive a ler e escrever árabe, o que provavelmente possibilitou sua condição de “mestre” em Pernambuco.

Estas oportunidades que levam Rufino a uma condição singular na história do tráfico negreiro do século XIX, também possibilita que os autores do livro o utilizem como um guia para diversos assuntos, como a empresa marítima do tráfico ilegal, a diversidade étnica e religiosa dos escravos e a sociedade branca brasileira, esta última através das páginas de jornal que noticiaram o caso da prisão de Rufino.

Algumas questões chamam a atenção neste livro, primeiro à alforria de Rufino, que além de inusual em sua forma, um documento que mais se aproxima de um alvará, o que podia ser uma forma também diferente dos padrões para um acordo com seu senhor, nos mostra sua desenvoltura na sociedade escravista, já que parece ter conseguido arrecadar o valor que se pagaria por um escravo no Rio Grande do Sul e assim comprar sua alforria. Segundo, a maneira que ele transitava no universo mercantil atlântico, com certas regalias, como a de levar caixas de goiabada numa embarcação, possivelmente de tráfico, para serem comercializadas na costa africana. E depois, continuar pleiteando os direitos a reparação de sua carga apreendida no Ermelinda, detida por acusação de tráfico de escravos.

Também é curiosa a certa tolerância de uma sociedade dominante cristã a religião do Islã praticada pelos africanos, sendo eles ladinos, mais experientes nas relações com os brancos, ou boçais, que deveria trazer suas convicções religiosas mais firmes, pelo menos com as práticas mais frescas na memória.

A curiosidade sobre a alforria de Rufino é que ele pode ter negociado sua liberdade através de um acordo muito particular, o que talvez justifique um documento que normalmente não serviria para este fim. Sendo Peçanha, senhor de Rufino, uma autoridade jurídica, atuando nesta peça como juiz e senhor, o documento tem até um peso maior, dando plenos direitos à liberdade, sem citar o valor de contrato. Isto mostra que havia um dinamismo na relação senhor-escravo2 que permitia certos acordos, os autores levantam a possibilidade que Rufino tenha pagado ao senhor 600 mil-réis, mas este dado não está incluído no documento por ser este um ato jurídico, como já dito, de uma atuação dupla, de autoridade e interessado ao mesmo tempo. Acredito que esta negociação pode ainda ter outros ingredientes que não foi possível demonstrar na pesquisa.

Se então Rufino pagou a importância declarada por ele, mostra que sua ladinização fora frutífera, talvez, como mostram os autores, ele já tivesse amealhado alguma importância ainda nas ruas da Bahia. A atividade comercial, feita por escravos de ganho, tornou-se tão disseminadas em algumas cidades brasileiras que gerou pressões de comerciantes sobre as autoridades. Em Salvador uma medida tentou regularizar a atividade comercial de rua, em 1835 a câmara da cidade editou lei que obrigava a fazer uma matrícula com nome, nome do senhor (caso fosse escravo), tipo de venda, tendo que ser atualizada mensalmente (Reis, p18, 1993).3

Sobre a capacidade de Rufino de utilizar as brechas existentes na sociedade escravagista brasileira é interessante também sua história atlântica, depois de ter vindo agrilhoado nos porões insalubres dos tumbeiros, alguns anos depois, já liberto, comandava a cozinha de embarcações que provavelmente alternavam sua carga entre mercadorias e escravos. A cozinha, como os autores destacam incisivamente, seria muito importante para o negócio ultramarino de cargas vivas, principalmente porque estar em alto-mar não permitia que as pessoas tivessem boas chances de permanecer vivas ante alguma doença violenta, as condições de transporte eram as piores possíveis. Uma provável condição de conhecedor das práticas de um boticário aumentaria o cartaz de Rufino, controlar a qualidade mínima dos alimentos e ainda ter algum tipo de conhecimento para aliviar um mal que pudesse ser tratado ali deveria fazer dele um profissional desejado pelas companhias atlânticas.

Decerto esta importância facilitou com que Rufino tivesse a oportunidade dele mesmo fazer um comércio atlântico, se ele conseguiu mesmo os 600 mil-réis que disse ter pagado por sua alforria, o preço médio de um escravo, não seria estranho pensar que ele tivesse certo traquejo para a negociação. O que também chama a atenção é que, de volta ao Brasil, seus contatos com os donos do Ermelinda não cessaram, provavelmente pelo interesse mútuo, se Rufino queria ser ressarcido por suas goiabadas estragadas, também seu nome constava como papel importante no processo de apreensão da embarcação.

Na última viagem de Rufino à África, ele continuou se aperfeiçoando nos estudos, desta vez o tempo que passou na escola de Fourah Bay parece ter sido suficiente para lhe preparar para ser um mestre islâmico, um Alufá, quando voltara para o Brasil. Apesar dos documentos que foram utilizados na pesquisa do livro se tratar de uma prisão e sua repercussão na imprensa, parece que em certa medida a religião de Maomé era mais tolerada que os cultos dos orixás. O que era estranho em vários sentidos, pois também praticavam adivinhações e uso de objetos rituais simbólicos em suas práticas.

Rufino, por exemplo, sobrevivia de curar males, prever o futuro e até mesmo retirar feitiço. E se a imprensa chamava quem praticavam tais atos de velhacos e oportunistas, é de se estranhar que Rufino tenha sido tratado diversas vezes por mestre ou por homem de sabedoria. Talvez a sua capacidade de escrever e ler árabe o colocasse numa posição diferente dos demais cultos, ou mesmo a sua clientela fosse a responsável por esta diferenciação. Ou seja, alguns brancos também acreditavam na capacidade espiritual do Alufá, não se sabendo quantos ou se os mesmo eram influentes.

Rufino dá margem para pensarmos que a relação entre negros e a sociedade branca brasileira, pelo menos nos subterrâneos, era permeável e que possibilitava até mesmo uma inversão de lugares, o Alufá era o mestre que propiciava conhecimento a quem o procurava, como podemos imaginar pelo relato de Rufino não eram somente os negros.

O livro termina deixando claro que Rufino foi um personagem da história brasileira, ou de uma história atlântica, que soube utilizar as fissuras da sociedade para sobreviver à violência da escravidão. Alguém que reconstruiu seu espaço, se colocando num outro lugar da embarcação negreira, os autores mostram que ele literalmente mudou de lado em relação à caldeira.

Esta reconstrução do espaço, dentro de possibilidades, é claro, se deu não só na relação econômica, mas em sua atividade social, reafirmando sua crença islâmica, ser Alufá o colocou numa posição de destaque numa pequena comunidade de escravos e libertos malês, e em certa medida, também o destacava na sociedade dominante. Rufino foi um guia dos autores para revelar relações que ocorriam na penumbra, que não são percebidas num rápido passar de olhos, mas que são importantes para entendermos a formação da sociedade brasileira, que se pensarmos em Gilberto Freyre, se tornaria cada vez mais matizada.

Notas

2. Para compreender mais sobre essa relação ver CHALLOUB, Sidney. Visões da Liberdade: uma história das últimas décadas da escravidão na corte. São Paulo: Companhia das Letras, 1990.

3. João José Reis. A Greve Negra de 1857 na Bahia. Revista USP, 18, 1993.

Tissiano da Silveira1 – Mestrando do Programa de Pós-graduação em História na Universidade Federal de Santa Catarina, bolsista CNPq. E-mail: [email protected]


REIS, João José; GOMES, Flávio dos Santos; CARVALHO, Marcus Joaquim de. O Alufá Rufino: tráfico, escravidão e liberdade no Atlântico Negro (c.1822-c.1853). São Paulo: Companhia das Letras, 2010.Resenha de: SILVEIRA, Tissiano da. A trajetória singular de Rufino. CLIO – Revista de pesquisa histórica. Recife, v.30, n.2, jul./dez. 2012. Acessar publicação original [DR]

 

Cláudio Manuel da Costa: o letrado dividido | Laura de Mello e Souza

A coleção Perfis Brasileiros, coordenada por Elio Gaspari e Lilia Moritz Schwarcz, tem oferecido aos leitores biografias, algumas delas de excelente nível, prestando importante serviço ao gênero biográfico. Agora vem a lume Cláudio Manuel da Costa: o letrado dividido, da historiadora Laura de Mello e Souza, o que só confirma o acerto dos editores em mobilizar pesquisadores de qualidade acadêmica para biografar personagens de relevo pertencentes ou conectados à tradição histórica brasileira.

A narrativa da vida e morte de Cláudio Manuel da Costa – poeta mineiro do setecentos, quase esquecido fora dos círculos literários mais eruditos ou dedicados aos estudos arcádicos – é mais que a biografia do homem que virou nome de rua em Belo Horizonte, Sorocaba ou Curitiba. Mais do que uma mera biografia, o livro é um mergulho na história das Minas do século XVIII. Sem abdicar da força da erudição histórica, nem desconsiderar a contribuição da cultura acadêmica mais atualizada, a autora soube produzir um texto elegante e fluído que, ao narrar a vida de um homem, estabelece o fundo histórico no qual ele viveu.

Ao reconstruir a trajetória do poeta, Laura de Mello e Souza alude à formação histórica de uma das mais remotas e importantes províncias do Império português. Para o pequeno Reino de Portugal, e seu vasto Império, que se estendia por três continentes, o século XVIII amanheceu sob o impacto da descoberta de ouro no interior da América, que viria rapidamente a se tornar o fulcro de todo o sistema português. A atenção da Coroa e de seus agentes – bem como de reinóis e colonos, modestos ou afidalgados – voltou-se para os ermos do continente, muito além da Serra da Mantiqueira. Ao abordar o homem, a autora expõe a sociabilidade urbana de Ribeirão do Carmo, depois denominada Mariana, e Vila Rica, depois Ouro Preto, com suas festas, igrejas e ordens religiosas. No texto aparecem as relações políticas entre os homens bons e a Coroa. Ou ainda as estratégias de ascensão social, típicas das sociedades do Antigo Regime, ávidas por insígnias, nas quais as relações sociais estavam assentadas em critérios de fidelidade, parentesco, amizade, honra e serviço. Também aparece o peso da escravidão, “talvez o elemento mais importante da sociedade surgida nas Minas: sociedade conflituosa, tensa, complexa e mestiça desde o nascedouro” (p.34). Ao narrar a morte do poeta já idoso – rico e prestigiado, mas inconfidente e preso – a autora contempla em discretas e precisas pinceladas a Inconfidência Mineira, amparada pela leitura dos autos e por fina interpretação histórica, em que o rigor analítico dialoga com a leitura dos poemas.

Cláudio, dilacerado

Cláudio Manuel da Costa nasceu no distrito da Vargem do Itacolomi, perto do Ribeirão do Carmo, hoje Mariana, no dia 5 de julho de 1729. Seu pai, um modesto português de nome João Gonçalves da Costa, e sua mãe, Teresa Ribeiro de Alvarenga, de antiga e tradicional família paulista, haviam sido atraídos pelo ouro, como milhares de outras pessoas. E prosperaram, pois tiveram escravos, terras, minas e honra. Mas não se tornaram verdadeiros potentados da terra, como sugere a documentação relativa ao inventário da morte de João, pai de Cláudio: “A simplicidade da vida material dos cônjuges contrastava vivamente com o fato de terem enviado cinco filhos – todos os homens que nasceram – para estudar em Coimbra” (p.40). Se João e Teresa reuniram recursos o suficiente para mandarem seus rapazes a Coimbra, é lícito imaginar que amealharam alguma riqueza, tiveram gana de ascensão social e certa sofisticação cultural, além de amigos importantes. Entre eles estava o poderoso contratador João Fernandes (pai de outro João Fernandes, talvez ainda mais poderoso e célebre por esposar Chica da Silva). João Fernandes, o velho, era amigo de João Gonçalves da Costa e padrinho de seu filho, o menino Cláudio.

Aos 15 anos o jovem Cláudio atravessa as Gerais a fim de estudar no colégio jesuíta, no Rio de Janeiro. E aos 18, cruza o Atlântico. No dia primeiro de outubro de 1749, já matriculado na Universidade de Coimbra, inicia sua carreira de homem de letras. Às margens do Mondego, entre aulas, leituras e convivências – e versos – começa a construir sua fama de erudito. Cláudio foi capaz de adquirir uma sólida bagagem cultural humanista permanentemente alimentada ao longo da vida.

Em 1754, aos 24 anos, contrariado, retorna a Minas, de onde nunca mais sairia. Jamais abandonou os versos, mas ganhou a vida (e fez fortuna) como advogado e homem de Estado, exercendo diversas funções, de almotacé a cargos na Fazenda pública e na Câmara de Vila Rica. Ao narrar a vida pública de Cláudio, a autora traça interessante perfil do modo como Estado e a administração atuavam, com seus meandros, labirintos e interesses (lícitos e escusos). Naquele mundo bruto, Cláudio jamais deixou de ser poeta e foi capaz de transpor à sua obra a contradição expressa na convivência tensa entre uma cultura urbana e letrada e outra matuta e iletrada, tão característica das Minas do século XVIII, na qual se sentia “vítima estrangeira” na própria terra.

O poeta não apenas viveu em Minas, mas a expressou, sem jamais esquecer a cultura árcade da Europa. O confronto e a convivência entre a civilização e a barbárie no Novo Mundo é um tema recorrente na Ilustração. A saudade da civilização do Reino é sempre lembrada para falar da desolação de sua terra. “Ser letrado na aldeia não o livrava contudo dos tormentos internos. Em 1768, no ‘Prólogo’ à Obras, desabafou que as boas influências recebidas em Coimbra – ‘alguns influxos, que devi às águas do Mondego’ – estavam destinados a sucumbir, uma vez retornado às Minas: ‘aqui entre a grossaria dos seus gênios, que menos pudera eu fazer que entregar-me ao ócio, e sepultar-me na ignorância!’” (p.138).

A saudade – e o sentimento de inferioridade – perante a Europa, que já acometia Cláudio Manuel da Costa, parece ser um antigo traço do homem de letras brasileiro. Um século e meio depois das saudades metropolitanas de Cláudio, Mário de Andrade, em carta a Carlos Drummond, repreendendo-o, diria: “O dr. Chagas descobriu que grassava no país uma doença que foi chamada de moléstia de Chagas. Eu descobri outra doença mais grave, de que todos estamos infeccionados: a Moléstia de Nabuco. (…) Moléstia de Nabuco é isto de vocês andarem sentindo saudade do Sena em plena Quinta da Boa Vista e é isso de você falar dum jeito e escrever covardemente colocando o pronome carolinamichaelisticamente” (referência à filóloga portuguesa Carolina Michaëlis). (Lélia Coelho Frota, Carlos e Mário, 2002, p.128). Muitos dos conflitos vividos por Cláudio, ainda antes da modernidade, são dramas existenciais constantemente reatualizados por certos estratos da elite brasileira, que vivem cindidos entre a crença profunda de pertencer ao Ocidente e o sentimento igualmente profundo de estar à margem.

Concepção e narrativa

Narrar a vida – e de certo modo a obra – de um homem e seu mundo é uma luta com o tempo e com as palavras. Luta ainda mais árdua quando o acervo documental é exíguo e já se vão mais de dois séculos entre o tempo do narrador e do narrado. Reconstruir um tempo e um mundo que já nos são estrangeiros é tarefa por excelência do historiador, cuja missão é traduzir o passado, reconstruindo demoradamente filias e fobias, conceitos e projetos, paixões e ódios, decifrando códigos cuja fluência se perdeu. O Cláudio Manuel exumado por Laura nem é o “verdadeiro”, irremediavelmente perdido, nem é um personagem inventado à maneira de um ficcionista, mas um Cláudio reconstruído a partir de um acurado tratamento documental e bibliográfico, assentado em seu contexto histórico. Para que esse Cláudio exista foi necessário imaginar – ao modo dos grandes historiadores do XIX, como Jules Michelet, que, primando pela qualidade da reflexão e pela exploração crítica das fontes, não recusaram o estilo e a potência interpretativa, capazes de criar uma perspectiva autoral, inconfundível.

Para narrar a viagem de Cláudio Manuel entre o Rio de Janeiro e as Minas, na longa volta para casa, em 1754, depois de seus anos de estudo em Coimbra, a historiadora soube encontrar soluções aos problemas que a pesquisa impunha: na falta de quaisquer documentos relativos à viagem do jovem bacharel, a autora utilizou o relato do reinol Costa Matoso, que na qualidade de ouvidor nomeado àquela capitania, registrou a viagem em minúcias, em 1749; assim, ficamos sabendo que nos estreitos e tortuosos caminhos de Minas não raro a bagagem senão as próprias mulas despencavam ribanceira abaixo; que as chuvas de verão praticamente impediam a viagem entre novembro e março. Narra a biógrafa que, à “medida que a baía do Rio de Janeiro ia ficando para trás, encoberta por véus esgarçados de neblina, ficava também o oceano que ligava a colônia à metrópole, ficavam os navios atracados no cais, as igrejas, os conventos, o palácio dos governadores, o mundo mais lusitano e mais polido que havia desempenhado um papel tão importante na sua formação, e ao qual ele se ligara profundamente, com admiração e culpa” (p.70).

A riqueza do texto, submetido ao rigor da pesquisa histórica, garante à narrativa pelo menos duas camadas de leitura: o leitor especializado encontrará acurada perspectiva analítica, ancorada em erudição bibliográfica e documental; já o leitor não especialista reconhecerá no texto sabor e interesse.

No livro não há notas de rodapé, nem longos balanços historiográficos, como é comum nos textos vazados em linguagem acadêmica. No entanto, no fim do volume, já depois dos agradecimentos, entre as páginas 201 e 215, há uma importante contribuição aos estudantes e estudiosos das Minas do século XVIII. Em “Indicações e comentários sobre bibliografia e fontes primárias” a autora, professora do Departamento de História da Universidade de São Paulo, oferta aos interessados um valioso roteiro de leitura, com comentários acerca da bibliografia e da documentação.

Uma das qualidades da abordagem de Laura está na construção de um retrato de Cláudio e sua época que transcende a dimensão local ou mesmo “nacional”. Inclusive porque o Brasil enquanto nação não existia, nem existiam as nações modernas, com suas sensibilidades românticas e seus projetos de unidade política, cultural, linguística e legal. Consciente de que a história de Cláudio transcorre numa província do Império português, não é de se estranhar que um dos poucos autores citados no livro seja Charles Boxer, historiador que não escreveu sob a égide do estruturalismo e dos recortes estritos (embora aprofundados) no espaço e no tempo, de onde emerge o particular. A obra de Boxer, mais tributária da hermenêutica documental do que da especulação teórica, construiu grandes painéis interpretativos, narrativos, abertos à multiplicidade temporal e espacial da história, como em O império marítimo português, 1415-1825 ou Portuguese Society in the Tropics. The Municipal Councils of Goa, Macao, Bahia, and Luanda, 1510-1800. Quando as historiografias brasileira e portuguesa – por melhor que fossem – ainda estavam presas aos recortes nacionais, Boxer já praticava uma historiografia de dimensão imperial, o que não significa menosprezar as instituições locais, como a Câmara, ao contrário, pois era através dela que o braço régio atingia os lugares mais remotos do império. Na “vereação de 1781”, da qual Cláudio fazia parte, todos os membros da Câmara, com exceção de um deles, também pertenciam à Santa Casa da Misericórdia, “compondo, assim, o modelo da oligarquia local detectado pelo historiador britânico Charles Boxer para o conjunto do Império português: quem não estava na Câmara, estava na Misericórdia, quando não estava nas duas” (p.90).

A biógrafa é especialista nas Minas do século XVIII, o que, por certo, ajudou a assentar o biografado no chão histórico em que viveu o poeta árcade. Quanto à apreciação propriamente histórico-literária da obra de Cláudio Manoel da Costa, a historiadora travou diálogo com Sérgio Alcides, autor de Estes penhascos. Cláudio Manuel da Costa e a paisagem das Minas (1753-1773) e com a incontornável referência de Sérgio Buarque de Holanda, em Capítulos de literatura colonial. Como Lucien Febvre, nos seus Combates pela História, a autora apostou na contextualização e na humanização do personagem, sem, contudo, desconsiderar o enquadramento do estilo retórico de Claudio Manuel e sua época.

Mapas e viagens

“Viagem dilatada e aspérrima” é a frase com a qual Cláudio descreveu o périplo empreendido pelo governador da capitania, entre agosto e dezembro de 1764, comitiva da qual era integrante. Este é também título do capítulo 15 do livro, em que Laura narra a viagem de 40 léguas, ou 2640 quilômetros, pelo interior selvagem das Minas. A viagem expõe os caminhos, as vilas, os rios, as montanhas, os índios, os negros, os sertanistas, os contrabandistas. O lugar seria perfeito (em linha com a criativa concepção do livro) para presentear os leitores com os esforços cartográficos produzidos nas Gerais do século XVIII. Afinal, mapas ocupavam a imaginação do poeta: “Cláudio guardava duas imagens de santos dentro de redomas de vidro, que ficavam em cima de algum móvel ou dentro de um oratório, ou ainda quem sabe ao pé da cama: as paredes, ele reservava para uma de suas paixões, os mapas” (p.144). Não é possível resgatar os mapas das paredes da casa de Cláudio, mas teria sido interessante imaginá-los, especulando (e integrando ao texto) mapas da época, que nelas poderiam ter estado. Há no livro, no entanto, dois pequenos e extraordinários mapas: um que apresenta a setecentista Vila Rica, em que aparece circulada a fazenda de Cláudio Manuel da Costa (e que havia sido do casal João e Teresa, seus pais); e outro que exibe uma vista panorâmica de Mariana. Mas outros poderiam ter sido evocados, inclusive algum que mostrasse o traçado do caminho que havia sido percorrido por Cláudio (e descrito por Costa Matoso) entre o Rio e as Minas. Ele próprio, conta a autora, havia preparado um mapa, hoje desaparecido, para o governo local. Mapas eram uma das suas obsessões, aliás, não apenas sua, mas de seu tempo.

Honra, lei e a vida

Cláudio Manuel da Costa – um luso-brasileiro branco, educado em Coimbra, enriquecido nas lidas de advogado de prestígio, e um dos maiores poetas da língua portuguesa de seu tempo – jamais se casou, porém viveu por mais de 30 anos com Francisca Arcângela de Souza, negra, provavelmente escrava alforriada, com quem teve ao menos cinco filhos (tampouco se sabe o número exato). Para um homem de sua posição, casar-se com uma moça branca, de sua extração social, teria sido fácil, mas naquele mundo, assumir Francisca impunha um custo elevadíssimo.

Em seu esforço para se nobilitar, Cláudio empenhou-se em ingressar na Ordem de Cristo, a mais aristocrática das ordens militares portuguesas, fundada na Idade Média e herdeira dos templários. Na época dos descobrimentos, o “mestre” da Ordem era El Rei D. Manuel, o Venturoso, o que denota a importância da honraria, cujo valor era simbólico, destinando-se a “homens que haviam se distinguido tanto em feitos de armas como em outras ações dignas de nota, nas letras, no governo, na religião” (p.110). Além disso, pessoas que trabalhassem com as mãos ou fossem de “raça infecta” (ou casadas com gente de “sangue impuro”), por ascendência moura, judaica, negra ou indígena, estavam legalmente impedidas de pertencer à Câmara, às ordens militares ou à Santa Casa da Misericórdia. “Cláudio não podia. Nem casar com a companheira negra que lhe deu cinco filhos, e com quem permaneceu até o final. Como ficariam as honrarias que perseguia, o hábito de Cristo, o cargo de procurador da Fazenda, tudo amarrado pelas exigências restritivas do status e da legislação sobre pureza de sangue?” (p.160). Cláudio – cultor de Ovídio, leitor de Góngora, em termos políticos razoavelmente simpático às reformas do despotismo ilustrado de Pombal – foi, e não poderia deixar de ser, um “homem de seu tempo e de seu país”, parafraseando Machado de Assis (Instinto da Nacionalidade. Obra completa, vol.3, 1994, p.811). Afinal, vivia numa sociedade escravocrata e num Império cioso da pureza de sangue. Apesar da sóbria simpatia que lhe dedica, a biógrafa não deixa de revelar as contradições do poeta: “Cláudio se afeiçoou a uma negra pobre e não teve a coragem do desembargador João Fernandes de Oliveira, filho de seu padrinho, que, milionário e poderoso, assumiu publicamente tanto Chica da Silva quanto a filharada que nasceu da união” (p.141).

Cai o mundo de Cláudio

A partir da década de 1780 vigia, nas Gerais, um clima de sedição e conspiração, manifesto no que Laura de Mello e Souza chamou de “conversas perigosas”. O descontentamento prevalecia entre os grandes da terra – num contexto pós-pombalino, em que o governador nomeado por Lisboa, Luís da Cunha Meneses, gozava de péssima reputação, na medida em que buscava cortar foros e privilégios da elite local. A inquietação se agravava com a rígida política tributária que onerava as finanças dos endividados homens bons. Nesse clima, abundavam reuniões frequentadas pelo cônego de Mariana Luís Vieira da Silva, por Alvarenga Peixoto, que vivia em São João del Rei, por Tomás Antônio Gonzaga e Cláudio Manuel da Costa, entre muitos outros, como Domingos de Abreu Vieira, Joaquim Silvério dos Reis e, decerto, Tiradentes.

O sentimento de contradição – que opunha interesses locais e o dever de lealdade à Coroa – deve ter calado fundo no já atormentado Cláudio, de certo modo tão português, mas também sensível às coisas do mundo em que habitava. Além dos conflitos latentes, havia um pano de fundo que a autora nota com muita sensibilidade, o que nem sempre percebem os historiadores ávidos de concretude e pouco afeitos a interpretações mais ousadas: “para completar seu desespero, (Cláudio) deve ter percebido com clareza que os luso-brasileiros não eram, no fundo portugueses: nem se sentiam mais assim, nem eram vistos como tais, quando olhados do Reino” (p.180).

O desastre era iminente. A devassa havia começado no Rio de Janeiro, onde Tiradentes fora encarcerado. Em Minas, na manhã de 22 de maio de 1789 fora preso Tomás Antônio Gonzaga. Outra escolta prendera Abreu Vieira. No dia 24, Alvarenga Peixoto e o padre Toledo foram presos. Todos seguiram para o Rio, “montados em cavalos que os soldados puxavam pelas rédeas e, humilhação das humilhações, agrilhoados nos pés e nas mãos” (p.182). Cláudio contava sessenta anos, era o mais velho dos inconfidentes e estava doente, talvez n’alma também. Ele, cavaleiro da Ordem de Cristo, educado em Coimbra, membro ativo da elite imperial, estava prestes a ser preso por alta traição ao Rei. Na madrugada do dia 25 de maio sua casa fora cercada. O poeta de prestígio, proprietário de escravos, advogado de quase todos os grandes contratadores, rico o suficiente para emprestar dinheiro aos ricos, estava preso. Ele que conhecia como poucos a legislação do Reino, agora era réu e devia depor. O depoente, alquebrado e acovardado, acostumado ao outro lado do balcão, foi logo incriminando amigos e confessando. “Mal lhe perguntaram se desconfiava do motivo que o levara a tal situação e já confessava o terror que o acometera ao saber do envolvimento de Gonzaga ‘numa espécie de levantamento com ideias de República’ e o receio de que o considerassem ‘sócio consentidor ou aprovador de semelhantes ideias’” (p.184). Além de trair seu Rei, traía seus amigos, convivas da Rua Gibu de poucas semanas antes. Ele, que tanto lutara por honra, já não a tinha. Os cargos, já não valiam mais nada. O hábito de Cristo devia soar ridículo.

No dia 4 de julho de 1789 Cláudio decidiu pôr termo à vida.

Ele que, talvez, nem desejasse um efetivo rompimento com a metrópole, contentando-se com maior autonomia da Capitania, um governo mais ilustrado e menos voraz e, principalmente, mais sensível às demandas locais. Cláudio Manuel da Costa foi a primeira vítima da Inconfidência. Antes do degredo de Gonzaga e Alvarenga, ou da morte esquartejada de Tiradentes, fora ele o primeiro a sucumbir.

Laura de Mello e Souza, convincentemente, opta pela tese do suicídio, o que seria visto como algo herético pela historiografia patriótica do século XIX (e por vários outros autores), para quem Cláudio foi assassinado, o que jamais saberemos. Resta ao historiador compreender, reunindo documentos, observando contextos, cotejando informações e refletindo sobre o passado – esse país estrangeiro que, à maneira de um etnógrafo, deve ser inquirido. O historiador não é um ficcionista, mas pode ser um narrador criativo, embora refém das fontes – por isso é também um detetive. Cláudio Manuel da Costa: o letrado dividido é um painel das Minas do século XVIII, acessado a partir da leitura de um homem e suas circunstâncias. Empresa intelectual em que se percebe a influência do historiador italiano Carlo Ginzburg – não por acaso, um cultor do método indiciário. E, ainda mais se nota a herança de Sérgio Buarque de Holanda, que leu a poesia árcade de Cláudio como “o contraste entre o espetáculo da rudeza americana e a lembrança dos cenários europeus (…). Nos poemas que, restituído a terra natal, passa a compor, domina insistente e angustiada a nostalgia de quem – são palavras suas – se sente na própria terra peregrino” (Sergio Buarque de Holanda, Capítulos de história colonial, Brasiliense, 1991, p.227). Laura narrou a vida cindida de Cláudio, como Sérgio havia compreendido a obra cindida do poeta.

Alberto Luiz Schneider – Professor temporário de História Colonial no Departamento de História da Universidade de São Paulo (FFLCH /USP-São Paulo/Brasil). E-mail: [email protected]


SOUZA, Laura de Mello e. Cláudio Manuel da Costa: o letrado dividido. São Paulo: Companhia das Letras, 2011. Resenha de: SCHNEIDER, Alberto Luiz. A vida (e a morte) de Cláudio Manuel da Costa: poeta árcade, escravocrata e inconfidente. Almanack, Guarulhos, n.4, p. 168-173, jul./dez., 2012.

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 João Goulart: uma biografia – FERREIRA (RBH)

FERREIRA, Jorge. João Goulart: uma biografia. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2011. 714p. Resenha de: MOTTA, Rodrigo Patto Sá. Revista Brasileira de História. São Paulo, v.32, n.63, 2012.

João Goulart, ou Jango, é um dos personagens mais controvertidos da história brasileira e, por que não dizer, dos mais trágicos também. Presidiu a um governo que mobilizou as esperanças de milhares de pessoas sob a promessa de reformar o Brasil e atenuar suas mazelas sociais, projetos que provocaram medo e insegurança em outros grupos sociais, os mesmos que o derrubaram do poder em 1964. Dono de imagem inevitavelmente polêmica, a suscitar tanto admiração quanto desprezo, a importância de Goulart no contexto que levaria ao golpe é inquestionável, pois suas ações e projetos, mas sobretudo a maneira como foram interpretados, desempenharam papel chave no processo.

O livro João Goulart: uma biografia, de autoria do professor Jorge Ferreira, constitui extensa e cuidadosa análise sobre o ex-presidente e traz contribuição inestimável ao estudo do controverso líder, bem como do contexto político em que atuou. Trata-se de trabalho de grande fôlego, com base em pesquisa abrangente que inclui entrevistas, memórias, documentos pessoais, registros da imprensa e consulta a numerosa bibliografia, resultando em obra de mais de setecentas páginas. Dado o escopo do trabalho, resenhá-lo adequadamente em poucas linhas torna-se um desafio. Adotando postura realista, preferiu-se aqui apontar alguns traços fortes da obra, como um convite ao leitor para ler o trabalho e formular seu próprio juízo.

Motivado pela percepção de que a memória sobre Jango está presa aos eventos de 1964, Ferreira procurou lançar luz sobre outros pontos da trajetória política do ex-presidente, de modo a permitir visão mais ampla. Moveu o autor, também, o desejo de ir além das apreciações críticas ao político gaúcho, dominantes na literatura e na memória, e revelar as qualidades positivas do líder que, aliás, explicam sua ascensão. A intenção foi produzir análise mais equilibrada sobre Jango, fugindo das críticas que o rotulam de populista e fraco e o acusam de responsável pela crise que levou ao golpe. Isso não significa que o autor tenha escamoteado as críticas a Goulart, pois, no seu texto, aparecem referências aos erros cometidos pelo ex-presidente, principalmente em 1964; mas ele tende a destacar mais traços positivos como lealdade (ao varguismo, em especial), talento para a negociação e sensibilidade social. Goulart foi de fato político hábil, fiel ao estilo de seu mestre, e por isso mesmo conseguiu fazer carreira rápida no campo varguista e trabalhista, com o detalhe de defender projeto social bastante mais avançado em comparação às ações adotadas por Getúlio. A obra oferece excelente análise da trajetória inicial de Goulart, justamente a fase menos conhecida da sua vida, começando pelos primeiros contatos com Vargas, de quem era vizinho em São Borja, e prosseguindo pelos laços construídos por Jango com os sindicatos e a esquerda. Merece destaque a análise sobre a construção do relacionamento entre Goulart e os sindicalistas, no início dos anos 1950, graças à sua atuação como ministro do Trabalho na tormentosa segunda metade do mandato constitucional de Vargas, bem como a análise de suas atividades como presidente do Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), no mesmo período, as quais forneceram os pilares para toda sua carreira política.

Naturalmente, a biografia apresenta dados sobre a vida pessoal do político, como a explicação para o defeito na perna de Goulart, assim como suas aventuras amorosas com as mulheres. A propósito, os dois fatos tinham relação, as aventuras sexuais e o problema físico. Porém, Ferreira não se deixou levar pela atração fácil do escândalo e do espetáculo e, ainda que não tenha omitido informações úteis para o entendimento do personagem, tratou sua vida privada com sobriedade. Outro aspecto da vida privada de Jango analisado com propriedade pelo autor foi o talento empresarial do político gaúcho. Goulart herdou os negócios rurais do pai, mas ampliou consideravelmente a fortuna da família ao desenvolver notável faro para ganhar dinheiro, característica que seria muito útil na sua futura vida de exilado. Mas a biografia se concentra mais nos aspectos públicos da vida de Goulart, a sua atuação como líder que começou como afilhado político de Vargas e terminou no exílio, onde encontrou a morte, após tumultuado e inconcluso período como presidente.

Nesse percurso, Ferreira analisou os grandes eventos e processos políticos vivenciados por Jango nos anos 1950 e 1960, fase decisiva na história brasileira. No livro encontramos narrativas cuidadosas de alguns momentos importantes, como a passagem de Goulart pelo Ministério do Trabalho, a crise do governo Vargas e seu suicídio, a renúncia de Jânio Quadros e o movimento pela ‘legalidade’ (ou seja, pela posse do vice-presidente João Goulart), o comício de 13 de março de 1964 e outros acontecimentos às vésperas do golpe. O livro oferece informações e análises imprescindíveis ao conhecimento da nossa história política recente, aliás, pouco conhecida pelo grande público. Do período pós-1964 até a morte de Goulart, em fins de 1976, a biografia nos mostra os padecimentos da vida no exílio, dele e dos familiares, que viram as amarguras do desterro se associarem à angústia da insegurança, pois Uruguai e Argentina, países escolhidos por Goulart por sua proximidade com o Brasil, logo seriam convulsionados por episódios de violência política semelhantes aos experimentados no Brasil.

O autor demonstra certa simpatia/empatia pelo biografado, o que lhe permite analisar os objetivos políticos de Jango de maneira compreensiva, embora não indulgente. Mesmo que aponte algumas atitudes autoritárias do presidente, principalmente no controle do PTB, e não deixe de considerar o projeto pessoal de poder do político gaúcho, Jorge Ferreira nos mostra um Goulart sinceramente empenhado nas causas anunciadas em seus discursos. Ele desejava melhorar a vida dos mais pobres e reduzir a dependência externa (ou emancipar a nação, nos termos da época), e pretendia consegui-lo por meio de negociações e acordos, que evitassem rupturas revolucionárias. Não desejava questionar as bases do sistema capitalista, afinal era grande fazendeiro e negociante, mas queria construir modelo econômico menos injusto e mais ‘nacional’.

A análise do autor é convincente ao mostrar que o principal impulso do projeto político de Goulart era realizar reformas, e não utilizá-las para tornar-se ditador ou golpear as instituições. De fato, há poucos indícios de que Jango desejasse ou tenha planejado instituir um regime autoritário. Não obstante, o presidente aceitou e adotou uma estratégia de pressionar o Congresso Nacional para obter as reformas, fazendo uso de comícios e outros meios de pressão que deixaram no ar a dúvida sobre suas reais intenções e semearam confusão e intranquilidade no campo político. Os aliados de esquerda do ex-presidente fizeram movimentos mais agudos nessa direção, principalmente Leonel Brizola, com discursos agressivos dirigidos ao Congresso que podiam ser interpretados como ameaça às instituições liberais. Pessoalmente, Goulart repeliu sugestões de fechar o Congresso, porém, entre seus aliados nem todos pensavam assim.

Na correta avaliação de Jorge Ferreira, os principais erros de Goulart foram cometidos no front militar, e esses foram decisivos para sua queda. Ele confiou em oficiais pouco capazes que trouxe para seu círculo íntimo, e, no episódio da revolta dos marinheiros (março de 1964), chancelou uma solução para a crise totalmente favorável aos rebeldes, decisão considerada equivocada até por oficiais comunistas ligados ao governo. Com a libertação dos marinheiros, o presidente permitiu que a oficialidade o imaginasse favorável à quebra da hierarquia militar, e isso jogou contra o governo a maioria da corporação militar, até então neutra e na expectativa. Outro erro grave do presidente no campo militar e político foi sua atitude no episódio do pedido de estado de sítio, em outubro de 1963. Ele aceitou a sugestão dos ministros militares para solicitar ao Congresso a medida extrema, decisão incompreensível ainda hoje e surpreendente em vista da esperteza política do presidente. Como concordou com medida que não tinha apoio de nenhuma força política significativa, e que o deixou isolado tanto à esquerda quanto à direita, lançando insegurança e ansiedade em todos os quadrantes?

Por fim, vale destacar a análise de Jorge Ferreira sobre as razões para Goulart ter abdicado de resistência armada ao golpe, o que rendeu muitas acusações e críticas ao ex-presidente. Ao contrário de fraqueza, o autor viu no episódio a manifestação do cuidado de Jango em preservar o país de guerra civil, que possivelmente teria resultado em intervenção dos Estados Unidos. O desmoronamento do apoio militar ao governo e a fraca capacidade dos grupos de esquerda para arregimentar-se contra o golpe, apesar de honrosas e corajosas exceções, demonstram que as chances de vitória em caso de guerra civil eram poucas, e a decisão de Goulart bem pode ter poupado o país de violências ainda maiores. Mas é possível, também, que, além da violência da guerra civil, o presidente desejasse evitar outro desdobramento: a resistência armada poderia gerar radicalização esquerdista muito além do seu projeto político.

Enfim, trata-se de obra escudada em sólida pesquisa e análises consistentes, que se constitui em texto indispensável para os pesquisadores do tema e também para o público mais amplo. É produto maduro de historiador experiente, que passa a integrar o rol de leituras obrigatórias sobre a história política recente do Brasil.

Rodrigo Patto Sá Motta – Departamento de História, Universidade Federal de Minas Gerais. Avenida Antônio Carlos, 6627, Pampulha. 31270-901 Belo Horizonte – MG – Brasil, E-mail: [email protected]

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Cláudio Manuel da Costa: o letrado dividido – MELLO E SOUZA (RBH)

MELLO e SOUZA, Laura de. Cláudio Manuel da Costa: o letrado dividido. São Paulo: Companhia das Letras, 2011. 240p. FERREIRA, Cristina. Revista Brasileira de História. São Paulo, v.32, no.63, 2012.

A biografia de Cláudio Manuel da Costa, escrita pela historiadora Laura de Mello e Souza, integra a Coleção “Perfis Brasileiros”, editada pela Companhia das Letras sob a coordenação do jornalista Elio Gaspari e da antropóloga Lilia Moritz Schwarcz, portanto, cabe pensá-la no âmbito desses pressupostos editoriais, do contrário, correria o risco de praticar um equivocado isolamento e ignorar a simbiose entre o perfil editorial e as escolhas metodológicas feitas pela autora. A coleção destina-se tanto aos leitores em geral quanto aos especialistas no assunto, e contempla a vida de personalidades brasileiras, com destaque para estadistas, artistas e intelectuais. Os biógrafos, em sua maioria, são historiadores ou profissionais ligados às Ciências Humanas e se dedicam a trabalhar a história de personagens por meio de um texto conciso e pesquisa documental diversificada.

Esses parâmetros definem a linha editorial, o formato da obra e a opção da historiadora em escrever um texto com o mínimo possível de interrupções e citações. Laura de Mello e Souza faz um trabalho pautado em uma vasta bibliografia e alguns dados documentais inéditos. A citação das fontes de pesquisa consta em um dos itens finais da obra, sob a denominação “Indicações e comentários sobre bibliografia e fontes primárias”, com uma breve descrição da aplicabilidade e do uso das fontes, sistematizadas por temáticas no decorrer da obra. A obra contém imagens que retratam lugares – Rio de Janeiro e interior de Minas Gerais – e retratos atribuídos ao biografado, bem como personagens ‘ilustres’ contemporâneas a ele, sua assinatura e reproduções de trechos do principal documento original utilizado pela autora – o inventário de João Gonçalves da Costa, pai de Cláudio Manuel da Costa. Todas as imagens estão legendadas e referenciadas quanto aos acervos de origem, mas reunidas no centro do livro, característica editorial que não permite a sua integração com o texto.

Cláudio Manuel da Costa, poeta e advogado, homem de grande prestígio, viveu entre 1729 e 1789, a maior parte do tempo em Ouro Preto, na época Vila Rica, a capital das Minas Gerais. Sua educação formal aconteceu no colégio jesuíta do Rio de Janeiro, e a formação de bacharel foi obtida na Universidade de Coimbra. Morreu solteiro, mas viveu por trinta anos com Francisca Arcângela de Sousa, nascida escrava e alforriada quando deu à luz o primeiro filho de Cláudio. Foi a companheira de sua vida toda e mãe de seus cinco filhos, um indelével indicativo de que o costume suplantou a legislação, mas não na íntegra, porque segundo a letra da lei, os bacharéis a serviço do Império não podiam casar-se com mulheres ‘da terra’. Cláudio Manuel da Costa não era português, mas sim luso-brasileiro, e não conseguiu superar sua formação jesuítica e escolástica, que de certo modo o aprisionava às leis, para de fato desenvolver coragem suficiente e assumir publicamente sua relação com uma negra.

A dupla atuação como homem de lei e de governo permitiu a Cláudio Manuel da Costa tornar-se um exemplo típico do que foi a promoção social em Minas, passados entre 25 e 30 anos do início da mineração, porque diferentemente das regiões do litoral, Minas era uma região nova, aberta no final do século XVII, e a consolidação das elites locais acontece apenas ao longo do século XVIII. A poesia fez dele um homem de letras, que “nunca abandonou os livros e as musas da história”, mas seus conflitos internos o dilaceravam e dividiam entre direitos políticos e comércio ilícito, liberdade e valores do Antigo Regime, corroído pela delação que fez de seus amigos e envolto em uma morte conflituosa e controversa.

Laura de Mello e Souza faz uso da personagem para definir vários elementos que compõem a biografia, desde temas e periodização até a definição dos espaços de análise. Um aspecto evidente na obra é a opção da autora em deixar a personagem garantir o tom de originalidade à pesquisa, situação que se exemplifica por meio da divisão dos capítulos em temas como: significado do nome, pais, infância, formação, poesia, profissão, amizades, prisão e morte. Ainda assim, a autora não cai na armadilha de se deixar enredar por privilegiar a temática da Inconfidência, sua firme decisão de historiadora-biógrafa está originalmente pautada na personagem, em seus conflitos, sua poesia e os sentidos de sua vida. Laura de Mello e Souza dialoga, de fato, com a vasta tradição historiográfica sobre a Inconfidência Mineira, amplia o debate sobre as incongruências e conflitos dos indivíduos envolvidos nesse processo histórico e investiga também os problemas relacionados à documentação e aos laudos inconsistentes que constituem os autos da Devassa.

A concepção de tempo adotada na obra remete a uma espécie de fluidez, pois as fases da vida do biografado não estão encerradas em si mesmas, muito menos aparecem como rígidas e imóveis, portanto, há constantes retomadas a diferentes momentos, seja no passado ou no futuro de Cláudio Manuel da Costa. É nítida a recusa da historiadora à forma tradicional, linear e factual na composição biográfica, pois o tempo comporta rupturas e não há como conceber a constituição de modelos de racionalidade que estabeleçam personalidades estáveis ou coerentes aos seres humanos. A autora demonstra que a vida do biografado não cessa com sua morte, o que leva a um ponto de vista interessante: escrever a vida é um trabalho inacabado e infindável, porque sempre se abrem pistas novas que podem arrebatar o pesquisador para outros caminhos epistemológicos, com uma única certeza: dificilmente o biógrafo ficará livre das incertezas, por mais que circunscreva sua pesquisa em fontes e documentos.

A autora não cita as leituras específicas que realizou sobre os ‘usos da biografia’, porém, faz referência aos importantes textos sobre o assunto cedidos pela historiadora Vavy Pacheco Borges, a quem a biógrafa dedica o livro. Arrisco dizer que sua escolha metodológica remete à proposta de Giovanni Levi, que relaciona Biografia e Contexto também no sentido de preencher lacunas documentais em relação ao biografado, por intermédio de comparações com outras personagens com as quais ele conviveu.

Cláudio Manuel da Costa é dado a conhecer, em geral, por meio do contexto que, por sua vez, elucida aspectos relacionados à Minas Gerais setecentista. A autora utiliza a biografia para se aproximar do contexto, não com o propósito de reconstituí-lo, mas com a intenção de estabelecer uma relação de reciprocidade entre a personagem e seu campo de atuação. A historiografia brasileira acerca do período colonial em Minas Gerais, consolidada e em constante renovação, é o alicerce da autora e gera uma combinação que demonstra sua familiaridade com as fontes e arquivos relacionados às temáticas e ao período histórico analisado.

O problema mais emblemático com o qual a biógrafa lida na pesquisa é a escassez de documentos que relacionem, em um sentido direto, o biografado. A estratégia de Laura de Mello e Souza para apresentar novidades em torno da vida de ‘seu’ biografado consiste na valorização do Inventário de João Gonçalves da Costa (pai de Cláudio); dos processos de habilitação para o hábito de Cristo de dois de seus irmãos e, em especial, alguns documentos autógrafos de Cláudio Manuel da Costa. Mas, parte do ofício de historiador consiste em viver “às voltas com os limites fluidos entre a verdade e a mentira, o fato e a ficção, a narrativa e a ciência” (p.190) e deixar-se dominar pela vontade de compreender a personagem em seus aspectos conflitantes e notáveis.

O poeta foi biografado por conta de algumas inquietações da autora em relação a aspectos de sua vida que se relacionam diretamente com o espaço e lugar do vivido. Cláudio era considerado um poeta obsessivo, um cultor da forma perfeita, mas um dado instigante é o fato de que sua poesia conquista pouco espaço na lírica brasileira e, embora seus sonetos sejam belíssimos, não têm uma característica de universalidade, pelo contrário, apresentam uma linguagem muito marcada por sua época.

Toda a vida do poeta foi estigmatizada pela ambiguidade e pela contradição, e sua morte permanece até hoje sob o signo da incerteza, tendo se tornado um dos objetos mais controvertidos da historiografia brasileira, criando-se verdadeiras facções que, ou defendem o assassinato, ou sustentam o suicídio. Laura de Mello e Souza, ao referendar os riscos e necessidades que a compreensão impõe ao historiador, não se esquiva em se posicionar: “se entendi o homem que foi Cláudio Manuel da Costa, sou levada a afirmar que decidiu pôr um termo a sua vida. Nunca se saberá se o fez por desespero ou excesso de razão. Se porque viveu dividido e nunca se encontrou, ou porque, dividido que era, resolveu, afinal, juntar os pedaços. A seu modo” (p.190).

Essa é uma clara indicação de que a biógrafa não está obcecada por uma ‘verdade histórica’ irrevogável sobre sua personagem, mas sim em busca de uma concebível integração entre realidade e possibilidade, plausível ou verossímil. Os impedimentos naturais para recorrer a uma vasta documentação ‘direta’ permitiram à autora a legitimação do uso de conjecturas e inferências. Em vários momentos a biógrafa faz um exercício de imaginação histórica e aplica, na dosagem certa, uma espécie de imaginação ‘controlada’, amplamente referenciada nas fontes. Essa opção metodológica é garantia de uma narrativa elegante e instigante, por isso, a obra merece ser lida e relida por todos que se interessam em descobrir as sutilezas e incongruências da vida humana.

Cristina Ferreira – Doutoranda em História Social na Unicamp. Departamento de História – Universidade Regional de Blumenau. Rua Antônio da Veiga, 140. 89012-900 Blumenau – SC – Brasil, E-mail: [email protected].

Um Homem Bom | Rui Afonso

Nos últimos anos, pesquisadores de diferentes áreas vêm demonstrando um interesse cada vez maior na postura de diplomatas que se viram diante de perseguidos pelo nazismo na Europa, sobretudo na história daqueles que arriscaram suas vidas e carreiras para ajudar tais pessoas. No Brasil, livros como “Quixote nas Trevas” (2002), de Fábio Koifman, que conta a história de Luís Martins de Souza Dantas,1 e “Justa” (2011), de Monica Raisa Schpun, sobre Aracy de Carvalho, 2 ilustram bem esta problemática. “Um Homem Bom”, do escritor português Rui Afonso, lançado em 2011 no Brasil pela Casa da Palavra e objeto desta resenha, também pode ser visto como exemplo desta linha de investigação. Mas diferente dos personagens de Koifman e Schpun, ambos brasileiros, Rui Afonso se debruça sobre a história de um conterrâneo seu: Aristides de Sousa Mendes.

Um dos aspectos que mais chama a atenção em “Um Homem Bom” – que é uma de suas maiores virtudes – é a sua não opção por um manjado modelo teleológico de narrativa biográfica, isto é, aquela narrativa que destaca o crescimento exponencial do biografado, da infância até o épico episódio que inspirou seus biógrafos a escreverem sua história. No livro de Rui Afonso, nem sinal de hagiografias. Uma decisão bastante acertada, diga-se de passagem, não só pela artificialidade que este tipo de narrativa engendra, mas também por uma questão de justiça, pois, como a própria leitura do livro deixa bem claro, Aristides de Sousa Mendes foi um homem de “carne e osso”, um homem simples – além de bom – e imerso nas contradições e vicissitudes de quem está dado na vida. Leia Mais

João Goulart – uma biografia – FERREIRA (EH)

FERREIRA, Jorge. João Goulart – uma biografia. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2011. 713 p. Resenha de: NAPOLITANO, Marcos. João Goulart: um personagem em busca de uma história. Estudos Históricos, v.25 n.49 Rio de Janeiro Jan./June 2012.

João Goulart é um dos personagens mais polêmicos e menos estudados da história do Brasil. Dizer isso soa como um clichê, mas é inevitável. Mais que um interesse meramente biográfico, o estudo de sua vida e trajetória política é, necessariamente, um exercício de análise da história do Brasil. Qualquer estudo biográfico sobre o personagem é um convite à polêmica e exige do analista um jogo de aproximação e de distanciamento a um só tempo.

O livro do historiador Jorge Ferreira consegue construir o perfil de um líder com qualidades e defeitos, faturas e fracassos, que ao longo de sua curta trajetória na política brasileira – de pouco mais de 14 anos – mexeu profundamente com nossa modorrenta e conservadora vida política. Para tanto, Jorge Ferreira explicita de saída sua estratégia: analisar Jango para além dos dois dias finais de seu governo, aqueles que se plasmaram para sempre na história do biografado.

O livro resgata aspectos da vida privada e pública de Jango, traçando um perfil coerente de uma personalidade política que ajudou a formular um projeto para o Brasil, designado como trabalhismo reformista de corte nacional-popular (p. 137-140). Jango tornou-se, na memória e na história, o personagem síntese deste projeto fracassado, tragado por uma bem-sucedida conspiração direitista. Personagem que acabou visto como um arremedo de Vargas e Perón, sem a grandeza trágica ou a coragem política dos dois.

A biografia ganha especial importância, reposicionando criticamente algumas questões e matizando as visões negativas e moralistas sobre Jango, sua época – a “República de 46” – e seu governo. O distanciamento do autor, cioso do seu oficio de historiador, não se traduz em uma visão pretensamente neutra. O biografado Jango que se desenha nas 690 páginas de texto é um líder lúcido, ponderado, coerente. Mas também manipulador, contraditório e, em muitos (e fatais) momentos, hesitante. Nem vilão, nem herói, Jango é reconhecido como um político importante que esboçou um projeto e uma agenda de reformas profundas.

O texto é marcado pelo equilíbrio entre a biografia e o ensaio acadêmico de história política. Cabe aqui destacar o importante trabalho que Jorge Ferreira vem desenvolvendo há algum tempo na recuperação historiográfica da “República de 46”, apontando para a necessidade de outras pautas de pesquisa que deem conta do período, para além das categorias clássicas “populismo” e  “desenvolvimentismo”.

Há uma impressionante quantidade de fontes primárias e secundárias, muito bem articuladas pelo autor: livros de memórias, crônicas, documentos oficiais, cartas, manifestos políticos, matérias de imprensa partidária e comercial. Mas não deixa de ser curioso que o biografado, nos momentos em que esteve no poder – como deputado, presidente do PTB, ministro do trabalho, vice-presidente ou presidente da República – pouco fale de si através das inúmeras fontes primárias citadas. Ao contrário, as fontes em primeira pessoa escritas por Jango surgem apenas no contexto do exílio, dando o tom dos dois últimos capítulos da biografia escrita por Jorge Ferreira. Nestas fontes, entretanto, predominam o gosto amargo da derrota e os balanços negativos de sua trajetória e legado, impedindo qualquer tipo de monumentalização histórica, sempre muito comum em biografias. Jango, em certo sentido, mergulhou no esquecimento ou no ostracismo, apesar do esforço de alguns poucos correligionários e historiadores em dar-lhe uma sentença mais justa no tribunal do tempo.

Nesta linha, Jorge Ferreira resgata um aspecto ainda pouco estudado da trajetória política de Jango: sua passagem pelo Ministério do Trabalho do segundo governo Vargas (capítulo 3). O detalhamento desta fase da vida política do futuro presidente é uma das grandes contribuições historiográficas do livro. No comando da pasta, Goulart mudou completamente o papel do Estado na negociação entre patrões e trabalhadores (urbanos) e, mesmo inclinando-se para o lado destes últimos, nunca abriu mão da estratégia de mediação e negociação de conflitos. As bases sociais e políticas ali constituídas deram-lhe força para esboçar um projeto reformista que, na verdade, foi muito mais uma agenda do que um projeto, abortada pelo golpe de 1964.

Ferreira recusa duas explicações clássicas sobre o golpe: a tese da “grande conspiração da direita”, bem como a tese do “colapso do populismo”. Ambas trabalham com a idéia de inexorabilidade do processo histórico. A primeira minimiza os erros políticos da esquerda ao destacar a sagacidade da direita, e a segunda vê o governo Jango apenas como um soluço final no grande terremoto estrutural que moveu a história, porque a lógica de acumulação do capital assim o quis. Há no livro uma percepção detalhada sobre as “marchas e contramarchas” do tempo histórico na direção do golpe de estado, evitando a inexorabilidade do evento que selou o destino do personagem e do seu tempo. Mas ao recusar estes paradigmas para explicar o golpe militar de 1964, Ferreira se aproximou de outro, que, a meu ver, mereceria mais exame crítico. Aqui me refiro à maneira como Jorge Ferreira utilizou o livro de Argelina Figueiredo, Democracia ou reformas (publicado no início dos anos 1990), e incorporou, em certo sentido, o paradigma do colapso da democracia como obra do radicalismo dos atores de esquerda e direita (p. 429). Fruto de uma excelente e acurada pesquisa empírica e dotado de coerência teórico-metodológica e plausibilidade argumentativa, o livro de Argelina consolidou a retomada da história política para compreender a crise política que desaguou no golpe militar de 1964. Entretanto, sua perspectiva de análise funcionalista parte do princípio de que as instituições políticas devem absorver e neutralizar os “interesses” e “conflitos” protagonizados pelos atores.

Mesmo se pautando pela tese do radicalismo generalizado, Jorge Ferreira deixa bem claro que o golpe foi da direita, evitando diluir as responsabilidades pelo conjunto de atores. Mas defende a tese de que o ambiente político criado pela radicalização das esquerdas (leia-se, a esquerda brizolista, sobretudo) inviabilizou a liderança janguista na condução de um projeto negociado de reformas e acabou fazendo com que o centro político fosse para a direita (p. 412, 429). Jorge Ferreira demonstra que a habilidade de negociador de João Goulart encontrou seu limite neste ponto. Mas como negociar reformas em um ambiente político e institucional conservador que transformou o lugar da negociação – o Congresso Nacional – em um bunker do antirreformismo?

Neste ponto, seria oportuno revisar o conteúdo histórico do pretenso “radicalismo” das esquerdas que teriam ajudado a construir o golpe da direita. Olhando mais de perto, a grande radicalização das esquerdas entre 1962 e 1964, bravatas retóricas à parte, era propor uma reforma agrária contra o latifúndio improdutivo, disciplinar a remessa de lucros para o exterior e apostar em um novo poder constituinte.

Ainda que mantenha certas perspectivas sobre a crise final do governo e sobre o golpe que poderiam ser mais problematizadas, Jorge Ferreira deu uma grande contribuição no sentido de reposicionar Jango criticamente na tessitura do tempo histórico sem tomá-lo como farsante ou herói mal compreendido. Esta é uma das grandes qualidades da obra, que, inclusive, valoriza a erudição na qual se apoia. João Goulart – uma biografia sem dúvida entrará para a galeria das biografias clássicas da história do Brasil. A partir dele, Jango deixa o território da memória (ou melhor, do esquecimento) para retornar à história.

Marcos Napolitano – Marcos Napolitano é doutor em História Social e livre-docente pela Universidade de São Paulo, onde leciona História do Brasil desde 2004 ([email protected])

Noturno do Chile | Roberto Bolaño

O aclamado Roberto Bolaño, na época com 47 anos, lança em 2000 o livro Noturno do Chile. Bolaño, nascido em 1953, em Santiago do Chile2, tem 12 obras traduzidas para o português3 e mais de 20 obras em sua língua de origem4, distribuída por todo o mundo. Em 1968, foi com a família para o México. Com ideias revolucionárias, retorna ao Chile em 1973 e é preso após o golpe de mesmo ano. Seguiu para o exílio em El Salvador, voltou ao México e finalmente assentou-se na Espanha em 19775 até sua morte em 2003.

A obra Noturno do Chile é contada em apenas dois parágrafos, sob a narrativa de 1ª pessoa, a vida do religioso, soberbo e como Bolaño dita: lamentável6, padre Sebastián Urrutia Lacroix, um crítico literário, escritor e padre, que delirante em seu leito de morte confronta-se consigo mesmo os erros e acertos do passado, que revela em uma fomentada e quase polêmica voz a sua conduta, que pouco condiz com sua batina, ou sua carapuça, como o próprio diz. Isso pode ser visto quando o personagem repudia camponeses por sua feiura e até a velhice de seu amigo, que o induziu ao mundo intelectual, o crítico literário e amigo pessoal de Pablo Neruda, Farewell. Há também uma culpa impregnada na narrativa, que nos é permitida sentir pela figura do jovem envelhecido, que provoca e aborrece o doente padre: é o próprio, debochando de seu estado atual. Leia Mais

Diccionário Biográfico Español (1808-1833), de los orígenes del liberalismo a la reacción absolutista – NOVALES (LH)

NOVALES, Gil, Alberto, Diccionário Biográfico Español (1808-1833), de los orígenes del liberalismo a la reacción absolutista. Madrid: , Fundación Mapfre (Instituto Cultural), 2010. (3 volumes + CD interativo). Resenha de: PEREIRA, Miriam Halpern. Ler História, n.62, p. 197-199, n. 62, 2012.

1 O autor é um prestigiado especialista das origens do liberalismo em Espanha. Doutorou-se na Faculdade de Direito da Universidade de Saragoça, tendo continuado a sua carreira na Alemanha, Estados Unidos e, ao regressar a Espanha, após um período de alternância entre as Universidades de Madrid e Barcelona, acabou por estabilizar na Universidade Complutense. É atualmente professor emeritus desta Universidade. Dirige desde 1983 a revista Triénio- Ilustración y liberalismo.

2 A sua obra mais recente é o Diccionário biográfico español (1808-1833), de los orígenes del liberalismo a la reacción absolutista, fruto de mais de três décadas de investigação. Este culminar de uma vida de labor científico insere-se numa obra em que o interesse pela origem do liberalismo espanhol foi acompanhada desde longa data pela valorização do papel do indivíduo na história. Principiando por uma abordagem clássica no estudo sobre Joaquim Costa (tese defendida na Faculdade de Direito da Universidade de Saragoça), desde cedo sucedeu-lhe uma abordagem prosopográfica no amplo estudo sobre as Sociedades Patrióticas, inovadora análise sobre a sociabilidade política: Las Sociedades Patrióticas (1820-1823): Las Libertades de expresión y de reunion en el origen de los partidos políticos (Madrid, 1975, 2 vols.). Alberto Gil Novales veio a Lisboa, creio que pela primeira vez a uma reunião científica, quando participou no colóquio O Liberalismo na Península Ibérica na 1ªmetade do século XIX, a primeira de um conjunto de intervenções em colóquios portugueses que viria a realizar nos anos subsequentesSeria extremamente interessante ouvi-lo agora falar-nos sobre esta sua recente obra, que inclui um CD interativo, permitindo dois tipos de pesquisa, uma simples pesquisa alfabética, e um tipo de pesquisa livre, pela palavra ou pelo nome no conjunto da obra.

3 O objetivo do Diccionário é, retomando palavras do autor «refletir as vidas, ideias, vicissitudes e aspirações dos nossos compatriotas de aqueles anos e dos não-espanhóis que estavam em contacto próximo com eles». Conhecer as vivências de um indivíduo ajuda a compreender não só as suas ideias, como as suas atitudes. A rede de relações sociais, de parentesco e de amizade, os altos e baixos do percurso individual esclarecem comportamentos porventura menos previsíveis. Estudo biográfico e estudo da sociedade em que viveu o biografado completam-se e cruzam-se nesta obra.

4 Esta monumental obra inclui 25.000 notícias biográficas, de todos os que tiveram um papel relevante, por pequeno que tenha sido, durante o reinado de Fernando VII. Recorde-se que durante este reinado tiveram lugar acontecimentos decisivos na história de Espanha: a Guerra da Independência, correspondente ao que em Portugal tem a designação de invasões francesas, as Constituições de Cádiz e de Bayonne, a independência das colónias sul-americanas e o Triénio Liberal. Trata-se de uma obra elaborada pelo autor ao longo de 35 anos. Foi sendo precedida de publicações parciais, colocando-se à disposição da comunidade científica e do público interessado sucessivos conjuntos já em si muito valiosos. Os Dicionários do Triénio Liberal (em colaboração, 1991), Dicionários biográficos de Extremadura (1998) e o aragonês (2005), precederam este grande marco da historiografia espanhola.

5 O período abrangido não se cinge às balizas temporais anunciadas, naturalmente há personagens que nasceram no século XVIII e outros que só desapareceram na década de 70 do século seguinte. Nestas notícias biográficas, intercaladas de algumas pequenas biografias mais alargadas (como é o caso de General Álava, Flórez Estrada, Riego, entre outros) estão presentes dominantemente homens. A presença feminina é menor do que se poderia desejar, nas palavras do autor, mas a época não permite mais.

6 Permitiu sim ao autor percorrer os diversos estratos da sociedade espanhola. Desde os burgueses e pequeno burgueses, capitalistas, empresários, comerciantes, industriais, viajantes, proprietários, lavradores, homens do campo, artesãos, operários, toureiros, oficias do Exército e da Marinha, guerrilheiros, conspiradores, agentes de polícia, espias, ladrões, bandidos, e até escravos residuais. O clero também está presente – frades e sacerdotes, bispos, algumas freiras milagrosas – assim como a aristocracia, a família real (recobrindo três reinados, Carlos IV, Fernando VII, José I), os altos funcionários administrativos, os chefes políticos, os deputados, das províncias e das Cortes, o corpo diplomático estrangeiro residente no reino e o espanhol em funções no estrangeiro, os jornalistas, os escritores, os poetas, os atores e atrizes de teatro, os artistas, os homens de ciência, os juristas e os eruditos, num desfile colossal de personagens que permitem reconstituir a trama social desta época. Não só todas as regiões de Espanha estão presentes, mas também gente das Américas e de outras zonas do mundo. Naturalmente que todas posições ideológicas, religiosas e políticas estão presentes nesta magnífica obra. Para sua realização, a enorme erudição e o profundo conhecimento desta época pelo autor foi determinante na meticulosa e inteligente análise de grande variedade de fontes, entre as quais se contam: registos paroquiais, guias vários, atas de sociedades, colégios e instituições de ensino, ordens religiosas e de igrejas seculares, imprensa, folhetos, correspondência privada.

7 O Dicionário biográfico encontra-se disponível na Biblioteca Nacional de Portugal, onde, face ao reduzidíssimo intercâmbio cultural luso-espanhol, entendi dever colocar à disposição do público português o exemplar que me foi oferecido, guardando para mim unicamente o CD, dada a inexistência de um serviço de documentos audiovisuais nesta instituição.

Miriam Halpern PereiraProfessora catedrática emérita do ISCTE-IUL e investigadora do CEHC, ISCTE-Instituto Universitário de Lisboa. E-mail: [email protected]

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Diógenes, o cínico | Luis E. Navia

Diógenes é um dos mais intrigantes personagens da história social e cultural do mundo antigo. Nascido na cidade grega de Sinope – situada na costa sul do Mar Negro e que, à época do nascimento do filósofo, exercia importante papel como ponto de intercâmbio cultural e comercial entre o Ocidente (a cidade esteve sob a influência política de Atenas desde 444 a.C.) e o Oriente (tanto o Oriente grego, com a presença de homens de Mileto e de outras cidades jônicas da Ásia Menor, quanto o Oriente não grego, com a presença de persas e indianos que chegavam à cidade na esteira de rotas comerciais) – Diógenes, condenado e expulso, viveu a maior parte de sua vida em Atenas e Corinto. Não possuía casa – passava as noites em um grande jarro de cerâmica, que carregava com ele ao longo do dia como um caracol que carrega sua casa às costas – e nem qualquer propriedade, vivendo de esmolas e oferendas. Nas ruas, além de esmolar, costumava satisfazer suas necessidades fisiológicas. Uma anedota conta que “por ocasião de um banquete, algumas pessoas lançaram-lhe ossos como a um cão; ao sair, Diógenes urinou sobre eles, como um cão”; outra anedota conta que ele tinha por hábito se masturbar em plena ágora e que teria exclamado certa feita a um indivíduo que se escandalizara com seu gesto: “ah, seu eu pudesse aliviar a fome também apenas esfregando a barriga”; um outro relato diz que, durante os Jogos Ístmicos, em Corinto, Diógenes interrompeu um discurso que pronunciava para, diante de seus ouvintes, acocorar-se e defecar. Leia Mais

Memórias das Trevas: uma devassa na vida de Antônio Carlos Magalhães – GOMES (REi)

GOMES, João Carlos Teixeira. Memórias das Trevas: uma devassa na vida de Antônio Carlos Magalhães. São Paulo: Geração Editorial, 2001. Resenha de: TAFFAREL, Celi Zulke. Revista Entreideias, Salvador, n. 01, p. 139-143, jan./jun. 2012.

A obra de João Carlos Teixeira Gomes, membro da Academia de Letras da Bahia, poeta, jornalista, contista e ensaísta, um dos intelectuais mais respeitados da Bahia, é composta por 766 páginas das quais constam: uma capa onde consta um retrato de Antônio Carlos Magalhães (ACM) de óculos escuros que refletem militares enfileirados, seguindo-se nas orelhas do livro o anúncio da obra, o prefácio, a apresentação e mais sete capítulos com as conclusões.

Trata-se da história do jornalista que encarou o suposto Leão da Bahia, ou, segundo Teixeira Gomes “o feitor de um estado que vive nas trevas sob o domínio do medo e da intimidação”. O jornalista Teixeira Gomes enfrentou o então governador biônico da Bahia para que não se apagasse a chama do único jornal que ainda resistia ao cerco imposto pela fúria do delegado da ditadura. História que inicia em 1969, em plena vigência do Ato Institucional Número 5, quando Antônio Carlos, prefeito biônico de Salvador tenta silenciar o Jornal da Bahia encontrando em seu redator-chefe, o jovem Teixeira Gomes, uma sólida barreira. Acostumado a dobrar vontades a sujeitar consciência no grito, Antônio Carlos encontrou em Teixeira Gomes a disposição da resistência. A obra retrata como “a coragem e a dignidade prevalece, sobre a opressão e a tirania.

Memórias das trevas inicia com citações de clássicos entre os quais se destacam Victor Hugo com a frase “Uma sociedade de carneiros acaba por gerar um governo de lobos”.Culmina com Hannah Arendt com a frase “Não há esperança de sobrevivência humana sem homens dispostos a dizer o que pensam” e Karl Marx com a frase “Até hoje pensava-se que a formação dos mitos cristãos durante o Império Romano só havia sido possível porque a imprensa ainda não havia sido inventada”. “Hoje, a imprensa diária e o telegrafo, que difundem os seus inventos por todo o universo num abrir e fechar de olhos fabricam em um só dia mais mitos do que aqueles que se criavam antes em um século”. O prefácio escrito por Gilberto Felisberto Vasconcellos, em Petrópolis, março de 2000, inicia fazendo alusão ao livro de Euclides da Cunha Os Sertões e ao personagem o vingador, que permitirá ao leitor do livro tomar consciência do que há de épico e heroico na luta de um jornalista e intelectual contra a tirania de um governador empenhando em destruir o Jornal da Bahia de 1969 a 1975, sobretudo durante a ditatura de Garrastazu Médici, governador este, também prefeito biônico de Salvador, assinou a Lei de Segurança Nacional em uma época em que prisioneiros políticos eram torturados, mortos ou simplesmente desapareciam. Vasconcellos ressalta no prefácio que um dos muitos méritos do livro é um depoimento da gênese, e consolidação de um doge, ágrafo e truculento, que sempre usou de todas as armas para se manter no poder. O corajoso depoimento de Teixeira Gomes conferiu um excepcional significado ao texto como advertência democrática e lição de resistência. Registra-se neste livro, toda uma fase do jornalismo baiano e brasileiro, com farta documentação tornando-se um depoimento da maior envergadura no jornalismo nacional. Ressalta Vasconcellos que a face mais perversa da Bahia pode ser resumida neste embate que é reflexo do golpe militar de 1964 onde a sigla ACM tomou vulto com a ditadura e atingiu seu zênite com a democracia videofinanceira que expos o Brasil aos apetites neoliberais globalizantes e seus aliados internos. Ministro das Comunicações de José Sarney, ACM articulou de cima para baixo a comunicação de massa da democracia pós-militar sendo o braço forte do monopólio televisivo da Rede Globo instaurando no Brasil o “cabestro eletrônico” para sujeitar a consciência do povo.
Teixeira Gomes traça no livro um painel do servilismo da mídia diante do poder criticando de forma contundente as ideologias do PSDB e dos governos de Fernando Henrique Cardoso, promotor do casuísmo da reeleição e da dilapidação do patrimônio nacional.

Na apresentação, João Carlos Teixeira Gomes inicia com Shakespeare e sua frase “Os covardes morrem muitas vezes antes da própria morte”. Reporta-se ao patrono da imprensa Brasileira Jornalista Hipólito José da Costa, fundador do Correio Brasiliense, que em seu livro “Narrativas da Perseguição” oficializa uma das primeiras denuncias de um brasileiro contra a tirania e a opressão e onde se testemunha o triunfo da inocência sobre a opressão. O livro escrito por Teixeira Gomes conta uma saga de resistência, uma luta de sacrifícios e heroísmos que levou o Jornal da Bahia a defender a sobrevivência contra as perseguições que lhes foram sistematicamente movidas pela ditadura militar de 1964 e seu delegado na Bahia, prefeito de Salvador e Governador da Bahia Antônio Carlos Magalhães. O relato do livro está ancorado em farta transcrição de dados, datas e documentos. O livro trata da luta entre a liberdade e o despotismo. O livro demonstra que homem nenhum pode arrogar-se o direito (?) de constranger a consciência e a liberdade de seus semelhantes. Teixeira Gomes ressalta que durante toda a sua vida jornalística testemunhou a existência de um Brasil acuado e sofrido, malgovernado por suas elites políticas e econômicas, garroteado, em suma, em todas as suas potencialidades, pais rico para poucos e pobre para a imensa maioria de marginalizados sociais invariavelmente submetidos a catastróficas experiências econômicas que traduzem a arrogância dos governantes.

Destaca ainda que o maior risco deste final de milênio e início de um novo século é a dependência e submissão e a transformação em uma grande “senzala da globalização”. Os neocolonizadores chegaram com mais força do que nunca alerta Teixeira Gomes, sustentados pela espúria parceria globalizante interna. O Brasil continua impondo processos do passado colonial. Cinco séculos de exaurida expropriação, exauridos por todas as concessões permanecemos recipiendários. As parcerias internacionais não são em proveito dos dependentes. Abrimos nossa economia escancaramos ao capital externo, motivado pelos objetivos dos lucros, submetendo o Brasil à ordem capitalista privatizando patrimônio nacional. Destaca Teixeira Gomes que quando seu livro seguia para a editora, o jornalista Aloysio Biondi publicava o livro O Brasil p rivatizado – Um balanço do Desmonte do Estado (São Paulo, Editora Fundação PerseuAbramo, 1999)denunciando a maneira lesiva como o Governo de Fernando Henrique Cardoso (FHC) vinha privatizando o patrimôniopúbliconuma operação predatória, socialmente lesiva aos interesses do pais. Destaca ainda Teixeira Gomes, o aumento do endividamento do país na era FHC, fechando- -se acordos com o FMI que majoraram tarifas de setores fundamentais, incrementando demissões e acelerando privatizações.

“Quando um pais não mais respeita os seus velhos é porque já chegou a uma etapa degradante de decadência moral”. Destaca Teixeira Gomes que nos umbrais do terceiro milênio o Brasil tem um povo sufocado pelo arrocho salarial, com a miséria e os guetos sociais se alastrando, Conclui ressaltando que a nação é grande demais para deixar-se abalar pelo desânimo. Valendo-se da poética de Nicolas Guillén destaca que “arde em nossas mãos à esperança.

A aurora é lenta, mas avança”. Sempre. Na sequencia do livro vamos encontrar no primeiro capítulo a descrição da união entre Antônio Carlos Magalhães a ditatura contra o Jornal da Bahia. Encontramos ainda a descrição do fascínio de Teixeira Gomes pela teoria marxista, pelo seu conteúdo humanístico, com uma reaçãoorganizada contra a brutal exploração capitalista imposta pela revolução industrial.

Faz menção aos estudos detidos de Marx sobre a situação do operariado europeu. E com base na teoria marxista, volta aos fatos concretos e a ditatura militar que encontra na Bahia seu interposto – Antônio Carlos Magalhães. No segundo capítulo, Teixeira Gomes trata do início das hostilidades entre Antônio Carlos Magalhães e o Jornal Da Bahia e demonstra a dificuldade de se escrever editoriais durante a ditadura. Com seguidas denúncias sobre as farsas do governo, Teixeira Gomes é julgado pela justiça militar. No capítulo III, trata-se, portanto do caso de um jornalista no banco dos réus, acionado pela Lei de Segurança Nacional e que vence Antônio Carlos Magalhães obtendo o caso repercussão nacional, solidariedade na imprensa e um convite para ser deputado que foi recusado.

Teixeira Gomes retira as lições da perseguição. O capítulo IV trata de descrever com riquíssimos detalhes como Antônio Carlos Magalhães consegue comprar o Jornal da Bahia e a saída de Teixeira Gomes, agora com a saúde combalida, da redação do jornal. O período de trevas que viveu a Bahia é documentado em farto material jornalístico, fotos que demonstram como as três décadas de poder, transformaram Antônio Carlos Magalhães em déspota e tirano, um verdadeiro “Rei da Bahia”, um reinado baseado no medo, na intimidação e na vingança. Com o chicote em uma mão e o dinheiro na outra,Antônio Carlos Magalhães elegeu governadores e dominou os poderes na Bahia segundo Teixeira Gomes como um dos mais perversos políticos da história do país. Com riquíssimos detalhes documentais, no capítulo VI Teixeira Gomes descreve minunsiosamente suas viagens ao exterior e os enfrentamentos ocorridos em diferentes países do continente Africano, Latino Americano e Europeu. No capítulo VII Teixeira Gomes descreve com detalhes para além das rotativas, a produção dos livros e a ação nas salas de aulas. Nas conclusões,este autor estabelece com muita riqueza de detalhes as relações entre imprensa e poder e demonstra com dados riquíssimos as mentiras dos governos de FHC e os rumos de uma política privatista que mais beneficiou banqueiros do que universidades e que tem em Antônio Carlos Magalhães na Bahia, um fiel aliado, tutorado pelo judiciário. Teixeira Gomes concluí afirmando que “A longa permanência de Antônio Carlos Magalhães no cenário politico brasileiro…tem sido ela, na verdade, consequência da incomum habilidade de adaptação ditada por um apego sem limites ao poder…e a inconsistência da própria politica brasileira, que não se ampara em doutrinas ou posições ideológicas coerentes, mas em um senso de pragmatismo que, não raro, se confunde com oportunismo, motivo pelo qual é possível a sobrevivência de muitos políticos em fases tão diferentes (e mesmo antagônicas) do nosso processo histórico.” Diz, complementado que se sentiria recompensado e feliz se, “em algum momento do tempo, alguém consultando o presente livro sinta-se estimulado a dizer algo”. Li o livro e sinto-me estimulada a dizer…

Leiam todos, para compreenderem o que é o carlismo e porque não devemos permitir que continue hegemônico na Bahia.

Celi Zulke Taffarel – Professora Titular da Faculdade de Educação da Universidade Federal da Bahia (Departamento III – Educação Física). Pesquisadora 1 D do CNPq. E-mail: [email protected]

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Itinerario y trayectos heréticos de José Carlos Mariátegui | Osvaldo Fernández Díaz

El libro que en esta ocasión nos entrega el profesor Osvaldo Fernández, corresponde, en principio, a la reedición de otro que vio la luz hace ya quince años atrás, titulado Mariategui o la experiencia del otro, publicado en Lima por la misma Empresa Editora Amauta que fundara el pensador peruano en los años veinte del siglo pasado. Partamos primero por describir aquello que se conserva para luego hacer frente a los problemas que se nos plantean a partir de las modificaciones introducidas en la presente edición.

La pregunta por la peruanidad que, como se sabe, adquiere especial urgencia para Mariátegui una vez concluida su estadía en Europa, es el eje principal del presente trabajo. En esta pregunta se plantea no solo lo obvio: la definición de la nacionalidad, sino un entramado de problemas epistemológicos, éticos y políticos. En dicha pregunta se juega la lectura de la especificidad histórica como conocimiento de lo real para elaborar el proyecto de un socialismo peruano. Desde luego lo que se pone a prueba son las lecturas eurocentristas, positivistas, evolucionistas y, en este sentido, el propio marxismo tal como imperaba en aquel tiempo en la versión de la Internacional Comunista. Todas las facetas de esta tensión están escrupulosamente desarrolladas en el presente libro, en particular en los capítulos primero al cuarto, titulados respectivamente: I. La convocación como discurso, II. La pregunta por la peruanidad, III. Amauta, o la peruanidad como acción y IV. Objeto y sujeto en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Los siguientes dos capítulos merecen una atención especial. Leia Mais

Cabeza de Vaca – MARKUN (HU)

MARKUN, P. Cabeza de Vaca. São Paulo: Companhia das Letras, 2009. 283 p. Resenha de: KALIL, Luis Guilherme Assis. Comentários sobre Cabeza de Vaca. História Unisinos 15(3):468-471, Setembro/Dezembro 2011.

Cabeza de Vaca não descobriu novas terras, não colonizou territórios, não encontrou as riquezas da Serra de Prata, não manteve o controle sobre seus subordinados e não conseguiu ser absolvido nos tribunais espanhóis. Apesar da sequência de negativas acima, seu biógrafo afirma que este personagem foi um dos grandes “heróis” do século XVI.

A decisão de escrever sobre um personagem pouco estudado pela historiografia brasileira coube a Paulo Markun, escritor e jornalista que já havia publicado outras biografias, como a dedicada a Anita Garibaldi. Fruto de uma extensa pesquisa (cujo resultado pode ser consultado no site criado pelo biógrafo, onde foram disponibilizadas centenas de documentos relativos ao personagem), a obra acompanha a vida deste navegador que, ao longo do século XVI, realizou duas viagens ao Novo Mundo.

Descendente de nobres espanhóis nascido no final do século XV, Álvar Núñez Cabeza de Vaca (cujo sobrenome remete à guerra contra os mouros, quando um de seus ancestrais indicou a melhor rota para os cristãos através do crânio de uma vaca) viajou pela primeira vez à América, em 1527, como tesoureiro real da esquadra comandada por Pánfilo de Narváez à região da Flórida. As tempestades e furacões, aliados a uma série de decisões equivocadas, resultaram em uma sequência de naufrágios que, acompanhados pelo desconhecimento sobre a região e os embates contra grupos indígenas, dizimaram os espanhóis.

Da fracassada expedição restaram apenas quatro tripulantes. A fome extrema e a insegurança acabaram levando esses homens a atuarem como curandeiros dos indígenas, realizando rituais descritos pelo viajante em um de seus relatos:

Vimo-nos, pois, numa situação de tanta necessidade, que tivemos que fazer algo, na certeza de que não seríamos punidos por isso […] A forma como procedíamos em nossas curas era fazendo o sinal da cruz, soprando sobre os doentes, rezando um pai-nosso, uma ave-maria e rogando a Deus nosso senhor que lhes desse saúde e fizesse com que nos tratassem bem. Quis Deus Nosso Senhor, em sua divina misericórdia, que todos por quem pedimos e que abençoamos dissessem aos outros que estavam curados. Por causa disso nos tratavam bem e deixavam de comer para nos alimentar; nos davam peles e outras coisas (Markun, 2009, p. 56-57).

Com o “sucesso” das curas, os denominados “filhos do sol” passaram a ser acompanhados por milhares de indígenas, que lhes forneciam abrigo, alimento e proteção. Cerca de oito anos depois de desembarcarem na América, os quatro sobreviventes alcançaram a Nova Espanha, sendo Cabeza de Vaca o único que decidiu retornar à Europa. De volta à Espanha, publicou os Naufrágios, obra que, como o próprio título aponta, descreve os infortúnios enfrentados em sua viagem. O fracasso, contudo, não o impediu de continuar a investir suas posses na busca pelas riquezas que acreditava estarem ocultas no interior do Novo Mundo. Diante da negativa da Coroa para que chefiasse uma nova expedição à Flórida, o navegador aceitou o cargo de governador e adelantado da região do rio da Prata.

Neste trecho da biografia, Markun deixa de lado, por alguns momentos, a trajetória de Cabeza de Vaca para analisar as disputas entre Portugal e Espanha pelo controle da região onde estaria localizada a mítica Serra de Prata, com suas riquezas incalculáveis2. Como apontado por Sérgio Buarque de Holanda (1969), em seu clássico Visão do Paraíso, os contatos iniciais com esta parte da América ocorreram após a chegada à Europa dos primeiros carregamentos de metais preciosos do Peru e da Nova Espanha, o que reforçava a crença na existência desses minerais.

Quando as primeiras expedições chegaram à região, muito do “esperado” pelos europeus foi “confirmado” pelas próprias características das novas terras3 e também através das informações dadas pelos grupos indígenas – que, segundo os relatos, faziam recorrentes indicações sobre a existência de metais preciosos nas terras do interior –, o que fez com que o início da presença europeia na região fosse marcado por inúmeras expedições em direção às riquezas existentes em locais como a Serra de Prata, o reino do Rey Blanco, a cidade dos Césares, o reino dourado das Amazonas, entre outros.

O autor passa, então, a centrar suas atenções na segunda viagem de Cabeza de Vaca ao Novo Mundo, marcada pelas frustradas expedições em busca de metais preciosos e pelas constantes disputas de poder com Domingos Martinez de Irala, organizador de um motim que conseguiu aprisionar o governador e enviá-lo de volta à Espanha. Seus últimos anos de vida são descritos como um período marcado por longas disputas judiciais, onde o navegador tentou, sem sucesso, comprovar sua inocência. Ao mesmo tempo, Cabeza de Vaca publicou, em conjunto com seu escrivão, Pero Hernández, sua segunda obra: Comentários.

Imprescindíveis para um estudo sobre a trajetória do navegador, os dois textos publicados por Cabeza de Vaca são amplamente utilizados por Paulo Markun como fontes de informações. Ao longo do livro, entretanto, o biógrafo acaba tomando para si a tarefa de determinar em quais trechos das obras o viajante se aproximava ou se afastava da narrativa “real” dos fatos. Dessa forma, enquanto Markun elogia alguns trechos dos Naufrágios, por permitirem ao leitor observar como eram os hábitos dos indígenas da região do atual Texas, através de descrições “dignas de um antropólogo aplicado” (Markun, 2009, p. 59), o conteúdo dos Comentários é criticado, por se tratar de “um oba-oba sobre o tumultuado governo de Cabeza de Vaca, em que, no mais das vezes, Pero Hernández aproveitava cada lance para ressaltar a coragem, o altruísmo, o espírito cristão e o bom senso de seu chefe” (Markun, 2009, p. 256).

Acreditamos, entretanto, que a análise dos relatos coloniais ganha em relevância quando são abandonadas as pretensões em buscar o que haveria de “verdadeiro” em seu conteúdo para analisar o processo de construção das representações sobre o Novo Mundo. Dessa forma, seguimos as premissas apontadas pelo historiador francês Roger Chartier: “O real assume assim um novo sentido: o que é real, de fato, não é somente a realidade visada pelo texto, mas a própria maneira como ele a visa, na historicidade de sua produção e na estratégia de sua escritura” (Chartier, 2002, p. 56).

Essa postura é adotada por Paulo Markun em alguns momentos de sua obra. Como exemplo, podemos citar a análise das passagens dos Naufrágios em que o viajante descreve sua atuação como curandeiro, chegando a indicar a ressurreição de um indígena4. Segundo o biógrafo, havia uma preocupação do conquistador em exaltar sua atuação entre os nativos sem, contudo, sugerir poderes que pudessem ser interpretados como heresia pelo Santo Ofício. O mesmo ocorre quando o biógrafo identifica aproximações entre o conteúdo das narrativas de Cabeza de Vaca com o de passagens bíblicas, como o trecho onde o navegador afirma que teria morrido se não tivesse encontrado uma árvore em chamas (semelhante à sarça ardente vista por Moisés). Para Markun, essas aproximações fariam parte de um processo de “autoglorificação” de seu personagem, que se descreve como um líder diferente dos outros espanhóis por ter conseguido manter um contato pacífico com os indígenas, o que explicaria as revoltas contra seu governo e sua expulsão do Novo Mundo.

É interessante observarmos que esta imagem construída por Cabeza de Vaca em suas obras acabou sendo reiterada por vários autores ao longo dos séculos. Um deles é Henry Miller. O célebre escritor norte-americano descreve o navegador espanhol como um dos poucos seres humanos que “viram a luz”:

Qualquer análise mais profunda deste livro [Naufrágios] eleva seu drama a um plano que pode ser comparado a outros eventos espirituais na cadeia dos esforços incessantes do homem em busca da autolibertação. Para mim, a importância deste registro histórico não está no fato de que de Vaca e seus homens foram os primeiros europeus a atravessar o continente americano […] mas sim porque, em meio a suas provações, depois de anos de infrutíferas e amargas peregrinações, um homem que já havia sido um guerreiro e um conquistador, fosse capaz de dizer: “Ensinarei o mundo a conquistar pela bondade, não pela matança”. […] a experiência deste espanhol solitário e deserdado no sertão da América anula toda a experiência democrática dos tempos modernos. Creio que, se vivesse hoje e lhe mostrassem as maravilhas e horrores de nosso tempo, ele voltaria instantaneamente ao modo de vida simples e eficaz de quatro séculos atrás. Acredito que São Francisco faria o mesmo, assim como Jesus, Buda e todos aqueles que viram a luz (Núñez Cabeza de Vaca, 1987, p. 10-13).

Ponto de vista semelhante é adotado na introdução da única tradução – parcial – para o português dos Naufrágios e Comentários5, onde o viajante é descrito como alguém que, com sua “utopia plausível”, poderia ter alterado os rumos da conquista do Novo Mundo: “Mesmo que tenha permanecido apenas alguns meses em terras hoje brasileiras, sua experiência poderia ter significado uma radical mudança de curso no trágico relacionamento entre brancos e índios neste país – e em todo o continente.

Caso suas estratégias de ação tivessem encontrado eco entre os demais conquistadores, o genocídio dos povos indígenas, as dificuldades pelas quais passaram os próprios colonizadores e talvez até a destruição dos ambientes selvagens – tudo poderia ter sido evitado” (Núñez Cabeza de Vaca, 1987, p. 18)6.

Postura diferente é adotada por Paulo Markun em sua biografia: “O mítico conquistador fracassado e sonhador – cujos planos para outro modelo de conquista, mais humano, teriam sido destruídos pela ganância dos subordinados – revelou-se um homem de seu tempo, repleto de contradições. A vivência entre os índios norteamericanos afetou sua visão de mundo, mas foi incapaz de produzir uma alternativa eficiente e humana para a conquista – pelo simples fato de que tal hipótese não se sustenta, sejam quais forem os protagonistas desse tipo de intervenção” (Markun, 2009, p. 261).

Ao concluir sua obra problematizando a imagem de Cabeza de Vaca como um injustiçado defensor do contato pacífico e harmônico com os indígenas, Markun tenta escapar da postura adotada por muitos escritores, que tentam “absolvê-lo” ou “condená-lo”, para enfatizar a força da narrativa deste “soldado, alcoviteiro, conquistador, náufrago, escravo, comerciante, curandeiro, governador, prisioneiro e escritor”.

Por fim, julgamos ser necessário deixar claro que a premiada7 obra de Paulo Markun não tem o propósito de ser uma análise aprofundada da trajetória de Cabeza de Vaca e/ou de suas narrativas sobre o período em que esteve no Novo Mundo. Destinada ao público leitor não especializado, este livro segue uma estrutura diferente da presente nos trabalhos acadêmicos, o que exige uma análise diferenciada. Como apontado pelo professor da Universidade de São Paulo Elias Th omé Saliba, esse tipo de produção do conhecimento histórico é tão válido quanto os outros, mas responde a lógicas próprias8. Dessa forma, acreditamos que, apesar de, em certos momentos, apresentarem uma visão reducionista do processo histórico (como a tentativa de equiparar a atuação de Cabeza de Vaca com as de Hernán Cortés e Francisco Pizarro), obras como a analisada nesta resenha têm o mérito de aproximar algumas questões históricas a um grupo não especializado de leitores que vêm crescendo nos últimos anos.

Referências

AGUIAR, R. [s.d.]. Cronistas europeus e a etno-história carijó na ilha de Santa Catarina”. In: A. ESPINA BARRIO (ed.), Antropología en Castilla y León e Iberoamérica – IV Cronistas de Indias. Salamanca, Ediciones Universidad Salamanca, p. 324-335.

CHARTIER, R. 2002. À beira da falésia: a história entre certezas e inquietude.

Porto Alegre, Editora Universidade/UFRGS, 277 p.

HOLANDA, S. 1969. Visão do Paraíso – motivos edênicos no descobrimento e colonização do Brasil. São Paulo, Edusp, 380 p.

NUNES CABEÇA DE VACA, A. 1893. Comentários. Revista Trimensal do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, s.n., tomo LVI (pt. 1), p. 193-344.

NÚÑEZ CABEZA DE VACA, A. 2000. Naufragios y comentarios.

Madrid, Editora Dastín, 356 p.

NÚÑEZ CABEZA DE VACA, A. 1987. Naufrágios e comentários. Porto Alegre/São Paulo, L&PM Editores, 180 p.

SALIBA, E.T. 2011. Conhecimento não é monopólio acadêmico. História Viva, 8(90):16-18.

Notas

2 A crença na existência de um monte composto de prata foi impulsionada pela New zeutung ausz presillandt (conhecida em português com o título de “Nova Gazeta da Terra do Brasil”). Inspirado nos escritos de Américo Vespúcio, esse folheto anônimo foi editado em 1515, na cidade de Augsburg, e obteve uma ampla repercussão, sendo republicado diversas vezes nos anos seguintes. Seu conteúdo descreve uma expedição realizada à região sul da América, local este que, além de cruzes e marcas dos passos de São Tomé, possuiria grandes reservas de metais preciosos.

3 Cabeza de Vaca afirmou que, durante uma de suas expedições, avistou uma região cuja “falta de árvores e ervas” indicaria a presença de metais preciosos. Entretanto, tais metais não teriam sido extraídos devido à grande quantidade de doentes e à falta de aparelhos de fundição (Núñez Cabeza de Vaca, 2000, p. 252).

4 “O que estava morto e fora tratado diante deles havia se levantado, redivivo, andado, comido e falado com eles; e todos os outros que haviam sido tratados estavam sãos e muito alegres” (Markun, 2009, p. 80).

5 Alguns trechos dos Comentários também foram publicados na Revista trimensal do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, em 1893. Contudo, Tristão de Alencar Araripe, tradutor desta versão, afirma ter se dedicado apenas às partes que “interessavam a nossa história pátria” (Nunes Cabeça de Vaca, 1893, p. 193-344).

6 Em artigo sobre os índios Carijós, Rodrigo L.S. de Aguiar também chega a uma conclusão similar. O autor apontou que, certamente, foi Cabeza de Vaca quem estabeleceu o contato mais pacífico com os indígenas, fruto do período que passou entre os nativos da América do Norte durante sua primeira viagem ao Novo Mundo, que “mudou seu conceito de mundo” e sua compreensão de que “aqueles povos da América eram humanos livres, com costumes próprios, e não bárbaros, servos por natureza. Tal visão, ao contrário à da maioria dos conquistadores, veio a lhe custar o exílio, anos mais tarde” (Aguiar, s.d., p. 334-335).

7 Prêmio APCA (Associação Paulista dos Críticos de Arte) de melhor biografia de 2009.

8 “As obras de difusão mais popular da história operam segundo uma lógica reducionista: um princípio organizador simples é usado para explicar acontecimentos que a história acadêmica considera infl uenciados por princípios múltiplos. Isso produz uma nitidez argumentativa e narrativa que falta aos trabalhos universitários e parece responder plenamente às perguntas sobre o passado. Ao contrário da boa história acadêmica, essas obras não partem de um problema específico, não oferecem um sistema de hipóteses, mas certezas, ainda que circunstanciais. Esse é o seu principal defeito. Por outro lado, como se trata de uma história fundamentalmente narrativa, ela pode produzir conhecimento novo ao redescobrir significados inéditos. Contar a história de outra maneira também pode mudar o foco e estimular novas pesquisas. Essa é a grande virtude desses livros. Obras desse tipo cumprem também o papel de trabalhar com estudos monográficos e dar a visão geral para o público. Isso deveria ser papel do historiador. Se ele não faz isso, ele fracassou. Mas esses livros desempenham uma função de divulgação que eu acho extremamente importante” (Saliba, 2011, p. 17).

Luis Guilherme Assis Kalil – Universidade Estadual de Campinas Rua Cora Coralina, s/n 13083-896, Campinas, SP, Brasil . E-mail: [email protected].

João Goulart. Uma biografia – FERREIRA (AN)

FERREIRA, Jorge. João Goulart. Uma biografia. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2011. 713p. Resenha de: WASSERMAN, Cláudia. Anos 90, Porto Alegre, v. 18, n. 33, p. 281-285, jul. 2011.

“Jango era um conciliador porque buscava o entendimento entre as partes. Seu objetivo era alcançar acordos e compromissos políticos.” Jorge Ferreira

Para que serve a biografia de um ex-presidente do Brasil? Para esquadrinhar a história de vida de um personagem importante do século XX brasileiro, conhecer suas motivações, sua vida pessoal, suas dúvidas ocultas e suas realizações palpáveis. Neste trabalho, Jorge Ferreira gastou dez anos de sua vida profissional, pesquisando, explorando e indagando sobre João Goulart. Os outros tantos anos que Ferreira tem de estrada no ofício de historiador serviram como bagagem cognitiva para que a biografia de Jango não fosse apenas o retrato do personagem, mas também se configurasse como uma análise aguçada sobre nossa história contemporânea.

O livro desenrola-se em ordem cronológica, desde antes do nascimento de Janguinho, em 1919, até sua morte, em 1976, sem deixar de examinar os desdobramentos decorrentes das investigações sobre a hipótese de assassinato, concluídas com o arquivamento do processo de averiguação em 2010.

A tendência de construir uma ilusão biográfica, identificada pelo sociólogo francês Pierre Bourdieu (A Ilusão Biográfica, 1996), não se confirma para a biografia construída por Jorge Ferreira, ainda que o autor de Jango: uma biografia tenha recorrido à “sucessão cronológica, às sequências ordenadas e às relações inteligíveis” (BOURDIEU, 1996, p. 75). Essas, no entanto, não cedem à “ilusão retórica” (p.76), porque foram desenhadas a partir de pesquisa minuciosa, que deixa entrever “a estrutura da rede” (p. 81).

Mesmo fiel à diacronia, Ferreira rejeita os conceitos de unidade e coerência do sujeito, fornecendo ao leitor suficientes elementos para compreender que João Goulart teve uma sinuosa trajetória, perpassada pelo mutável panorama da sociedade brasileira: “[…] não procurei montar um quebra-cabeças para, ao final, encontrar um quadro de coerências. Também evitei, o equívoco, tão comum ao relatar a vida de um personagem, de apontar suas diversas incoerências.” (p. 18). Em outras palavras, Jorge Ferreira conseguiu driblar a “ilusão biográfica”. Para tanto, valeu-se de infl uências teóricas consistentes – entre as quais ele menciona Jean-René Pendaries, Phillipe Levillain, Giovanni Levi, Chrisopher Lloyd, Vavy Pacheco Borges – e do quase infalível procedimento de “[…] recorrer a uma multiplicidade de fontes” (p. 16-17).

O controle da técnica, a consistência teórica e a profusão de fontes não fazem do volume um compêndio enfadonho com centenas de citações. O livro tem uma linguagem propositadamente fl uida, mas não peca pelo excesso de empiria. Ao contrário, seu primeiro mérito é realçar duas polêmicas, presentes, nem sempre tão evidenciadas, na historiografia brasileira. Em primeiro lugar, a respeito da ausência/quase-supressão de João Goulart dos estudos históricos do nosso país e, em segundo lugar, sobre a personalidade dessa personagem e sua suposta vacilação diante do golpe de 1964.

Ao realçar esses dois pontos, Ferreira evidencia sua admiração pela personagem. Mas o que poderia parecer falta de objetividade, merece ser investigado. Ferreira consegue, com habilidade indisfarçável, compreender a origem dessas características da historiografia brasileira em relação a Jango. Explica – a partir da noção de “[…] usos políticos do passado” – porque e por quais grupos sociais Jango foi acusado de covarde, bem como que setores da sociedade se interessaram, ao longo da história recente, por esquecer/eclipsar a sua passagem pela presidência da república. Com isso, apesar da aparente admiração pelo biografado, o que Ferreira procura é despersonalizar a história, evitando recair sobre o indivíduo todo o peso do passado.

Ao longo do livro, Jorge Ferreira vai mostrando que a construção da personalidade de Jango não estava definida a priori, mas que foi sendo moldada a partir de infl uências, de lealdades e até mesmo, fruto da ingenuidade e da inconsistência política que caracterizaram seus primeiros passos na vida pública. A profusão de outras personagens da história do Brasil, algumas altamente estudadas pela historiografia e outras desconhecidas, obscurecidas pelo tempo e pelas omissões propositais, é um mérito adicional do livro. Nesse aspecto, o livro também aborda instituições – algumas delas igualmente pouco estudadas pela historiografia brasileira – como a trajetória do Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), lugar privilegiado de militância ao qual Jango dedicou sua vida inteira; o sindicalismo brasileiro, que cresceu enormemente na década de 1950, acompanhado de perto pelo percurso do político João Goulart. A imprensa, as forças armadas, o parlamento são algumas outras instituições brasileiras abordadas no livro. Foram evidenciados também processos, tais como a industrialização e o capitalismo brasileiros, oscilantes entre os ideólogos do nacional-desenvolvimentismo e do desenvolvimento integrado ao capital monopólico.

Os capítulos oito e nove, respectivamente, De março a março: rumo à radicalização e Rumo ao desastre, são eletrizantes. Ferreira utiliza grande parte da bibliografia disponível a respeito do golpe civilmilitar e narra o desenrolar daquele processo através da figura presidencial, de seu apreço pela democracia e pela conciliação. O título do capítulo dez, Dois dias finais sugere o início de uma narrativa linear dos fatos que se sucederam entre os dias trinta de março e primeiro de abril de 1964, mas o capítulo surpreende com um intenso debate historiográfico, motivação principal do livro e de toda a pesquisa.

De um lado, Ferreira não aceita que políticos, cientistas sociais e historiadores tenham responsabilizado Jango pelo golpe, ou que tenham atribuído o desfecho trágico daqueles dias à clara indisposição do presidente em resistir ao golpe. Para corroborar sua perspectiva e explicar os motivos desse uso abusivo do passado, o autor da biografia de Jango ressalta a personalidade conciliadora do presidente, ressaltando que “Conciliação, aliás, era o termo mais insultoso entre as esquerdas naquele momento. Em uma conjuntura política de crescente radicalização, aquele que não fosse radical era considerado conservador ou, mesmo, reacionário” (FERREIRA, 2011, p. 292).

Acompanhando o raciocínio de Ferreira: o Brasil vivia um dos períodos mais democráticos de toda a sua história. A participação e as reivindicações das classes subalternas, antes ignoradas e/ou mantidas sob rígido controle coercitivo, somente aumentavam em ritmo alucinante. Um dos horizontes desses grupos sociais era o socialismo que, segundo eles próprios, e a partir do exemplo cubano, deveria ser desencadeado a partir de uma revolução.

Neste contexto, as propostas de conciliação só poderiam soar como um obstáculo concreto ao seu projeto e, portanto, como adesão velada ao projeto antagonista. Sendo que os antagonistas da transição ao socialismo e da revolução brasileira também não confiavam que a postura conciliadora de Jango pudesse garantir a continuidade do sistema econômico, político e social por eles defendido.

Por isso, a postura conciliadora do presidente João Goulart foi tão veementemente contestada. Porque ser conciliador, em meio ao contexto de polarização, não significava ficar em cima do muro, mas adquiria sentido de um firme posicionamento político, nesse caso, contrário às transformações sistêmicas.

Restaria discutir criticamente esse termo tão difuso para nosso campo da história e tão caro aos cientistas políticos: o conceito de conciliação. Buscar o entendimento entre as partes, procurar fazer acordos e compromissos políticos é um comportamento louvável nos homens públicos, que pode impedir graves crises políticas.

Mas, até onde pode ir o acordo, o entendimento e a conciliação? Até onde se pode abrir mão das próprias convicções? Diante de projetos antagônicos de sociedade e de nação, as convicções devem ser abandonadas pelos homens públicos em nome da conciliação?

Por outro lado, Ferreira tem razão, não foi efetivamente essa personalidade conciliadora de Jango que provocou o golpe nem uma atitude mais consistente poderia ter impedido o desfecho, mas isso também não vem ao caso. A história não é mestra da vida, certamente não teremos uma repetição desses episódios que possam desmentir uma ou outra interpretação.

Fato emblemático e, ao mesmo tempo, curioso, no entanto, é que o apelo à conciliação e à boa acolhida a essa postura de negociação pacífica dos confl itos sociais, harmonização das relações etc.

esteve presente nos dois momentos mais polarizados da nossa história contemporânea: o período pré-64 e a luta pela redemocratizado por volta dos anos 80. No primeiro período, a posição conciliatória não impediu o golpe de morte à democracia e, no segundo, essa harmonização impediu que a sociedade brasileira soubesse de verdade quem foram os responsáveis por esse atentado.

A pesquisa sobre o exílio do presidente Goulart foi primorosa, ajuda a compreender as relações entre exilados, os ambientes dos países de acolhida, as relações entre os militares dos países assolados por ditaduras e as tentativas de articulação política para o retorno ao país. Jango voltou morto ao Brasil em 1976, para ser enterrado em São Borja, segundo Ferreira, uma concessão do governo militar; não sabemos como ele agiria politicamente caso tivesse sido anistiado em 1979. Mas sabemos o que disse Leonel Brizola ao chegar ao país, o mesmo Brizola impaciente que tanto criticou a “falta de atitude” do cunhado presidente. Entrou no Brasil por Foz do Iguaçu no dia 06 de setembro de 1979 e falou pouco, deixando claro que aqueles que o seguissem no retorno ao Brasil deveriam ter “cautela, paciência e prudência”. Um indício de que a ideia da conciliação voltaria a assombrar a história recente do país.

Claudia Wasserman – Professora do PPG-História da UFRGS. E-mail: [email protected].

O pequeno x: da biografia à história – LORIGA (RBH)

LORIGA, Sabina. O pequeno x: da biografia à história. Belo Horizonte: Autêntica, 2011. 231p. Resenha de: ARIENTI, Douglas Pavoni. Revista Brasileira de História. São Paulo, v.33, no.66, JUL./DEZ. 2013.

Em obra publicada na França sob o título de Le Petit x: de la biographie à l’histoire, que foi recentemente traduzida e publicada no Brasil pela Editora Autêntica, integrando a coleção “História e historiografia”, sob o título de O Pequeno x: da biografia à história, a historiadora e professora da École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), de Paris, Sabina Loriga revisita a historiografia do século XIX e nos brinda com um trabalho que discute o espaço destinado ao indivíduo no Século da História. Retomando a discussão sobre biografia, já trabalhada no capítulo “A biografia como problema”, publicado no livro organizado por Jacques Revel e traduzido no Brasil como Jogos de escala, a autora se aprofunda e nos oferece uma análise acerca da atualidade de obras soterradas em nome de uma história mais científica.

Com uma produção acadêmica conhecida no Brasil, seu primeiro trabalho traduzido foi “A experiência militar”, publicado no livro História dos Jovens, organizado por Giovanni Levi e Jean-Claude Schmitt. Destaquemos aqui também o capítulo “A tarefa do historiador”, do livro Memórias e narrativas (auto)biográficas; o artigo “A imagem do historiador, entre erudição e impostura”, da coletânea Imagens na história: objetos de história cultural; o artigo intitulado Ser historiador hoje, publicado pela revista História: debates e tendências, e duas entrevistas: para a revista Métis: história e cultura, realizada por Benito ­Schmidt e intitulada “Entrevista com Sabina Loriga: a História Biográfica”, e outra mais recente, realizada por Adriana Barreto de Souza e Fábio Henrique Lopes, professores da Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro (UFRRJ) e disponível na Revista História da Historiografia, intitulada “Entrevista com Sabina Loriga: a biografia como problema”.

Profissional atenta ao estado atual do debate historiográfico, a autora tem se dedicado a compreender os desafios e os limites do trabalho historiográfico e as tarefas da história nos aspectos epistemológicos e teóricos, a relação entre história e biografia, memória e história e construção do tempo histórico. Assim, O Pequeno x se junta a outros trabalhos que se dedicam a discutir a tão em voga relação entre história e biografia, como, por exemplo, o trabalho de François Dosse, publicado no Brasil em 2009 sob o título de O desafio biográfico. Embora tanto Dosse como Loriga centrem suas discussões na relação biografia-história ou indivíduo-coletivo, as duas obras se distinguem principalmente pelo foco: a autora opta pelo século XIX, ao passo que o historiador francês passa pelo gênero biográfico de maneira mais geral, dos gregos à publicação de sua obra. Com o objetivo de discutir do ponto de vista teórico o que é escrever uma vida, o autor identifica três tipologias que, apesar de não serem estanques, permitem localizarmos temporalmente os diferentes gêneros de narrativas biográficas: os modelos heroico, modal e hermenêutico. Segundo Dosse, a biografia modal “consiste em descentralizar o interesse pela singularidade do percurso recuperado a fim de visualizá-lo como representativo de uma perspectiva mais ampla … O indivíduo, então, só tem valor na medida em que ilustra o coletivo” (Dosse, 2009, p.195).

Esse momento que o autor intitula de “eclipse da biografia”, localizado no século XIX, período em que a disciplina se aproxima das outras ciências sociais ávidas por cientificidade, principalmente da sociologia durkheimiana, contribui para o desdém dos historiadores (mas não só destes) em relação à biografia. É exatamente esse o período em que se centra a obra de Sabina Loriga. Ao recuperar autores como Carlyle, Humboldt, Meinecke, Burckhardt, Dilthey e Tolstoi, ela nada contra a corrente e busca perceber a importância das individualidades em um período marcado por explicações totalizantes, cujas preocupações obscureciam os sujeitos históricos ou até os excluíam das narrativas.

Tomando o indivíduo como mote do seu trabalho, embora não se restrinja a discutir somente aspectos referentes à biografia, Loriga escreve uma história da historiografia em um período posterior aos abalos provocados pelo linguistic turn na História, e chega a ser bastante ácida nas suas críticas aos relativismos da pós-modernidade. Assumindo explicitamente que não se trata de um “retorno à ordem”, acredita ter encontrado no século XIX trabalhos heurísticos ainda úteis aos historiadores contemporâneos, obras essas que a autora analisa de uma perspectiva hermenêutica.

Pouco contextualizados, por vezes lançados num vazio, segundo a visão dos menos íntimos da historiografia europeia do século XIX, tais autores aparecem como figuras valorizadas sob uma análise interpretativa crítica. A autora dá voz à imaginação ao aproximá-los às preocupações atuais dos historiadores – são obras do seu tempo lidas por um olhar do século XXI. Além do trabalho de transposição temporal e de inserção desses autores em um debate contemporâneo, Loriga aproxima-os dos problemas enfrentados atualmente na escrita da história, sem deixar de nos apresentar os limites, contradições e paradoxos presentes em suas obras. Todavia, inegavelmente, advoga em favor deles com base em fontes convencionais para quem trabalha com historiografia, principalmente livros e conferência, por vezes cruzados a missivas. Dessa forma, a autora lê e interpreta, mergulha nas obras e proporciona um debate entre autores em que ela atua como árbitro, selecionando e orientando as falas, criando coesões e dando sentido aos textos, pinçando os pontos positivos aos olhares do historiador contemporâneo e elucidando projetos distintos daqueles vencedores, ou cristalizados como vencedores, que expulsaram os indivíduos das narrativas históricas no século XIX.

Apresentando-nos esses velhos historiadores como sábios anciãos, Loriga demonstra que muitas críticas e preocupações consideradas pós-estruturalistas já estariam presentes nesses autores do século XIX: como as críticas de Droysen à ideia de origem, comungada por Tolstoi, e a assumida perspectiva hermenêutica do autor, assim como o posicionamento acerca da impossibilidade de reconstrução do passado, apregoada pelo autor a partir da metáfora de que a justaposição de todos os cacos de um prédio não o recriaria. Também nos expõe as denúncias de Hintze às naturalizações e de Meyer às generalizações, além da valorização da subjetividade do historiador como fonte de conhecimento por parte de Meinecke. O assumido posicionamento de Dilthey acerca da impossibilidade da racionalidade humana pura e da sua perspectiva analítica que considerava a dinamicidade da vida, e que por isso não deveria ser fragmentada na escrita da história, também entra na pauta da historiadora. Já para Carlyle, como a vida não era coesa, não era função dos historiadores atribuírem sentido a ela.

Humboldt, por sua vez, valorizava a imaginação do historiador, mas se afastava da ficção, o que, para a autora, pressupõe o dever do historiador. Loriga também analisa Dilthey com base na assumida postura do autor diante da relação entre indivíduo, meio e temporalidade, suas relações estabelecidas com as expectativas do futuro, suas memórias e seu presente. O historiador da arte Burckhardt também nos é apresentado com base em sua relação com o tempo, ou melhor, em seu problema com o próprio tempo. Além da valorização dos mitos por parte do autor suíço, suas críticas à ideia de progresso – uma vez que para ele o único ponto positivo da modernidade seria a consciência histórica –, a autora mobiliza fragmentos da sua obra que ilustram a sua descrença na existência de um método universal para a história e destaca a importância da imaginação do historiador, ideia comungada por Humboldt quando este se refere aos preenchimentos lacunares.

Em O Pequeno x, a perspectiva multicausal de Tolstoi também é valorizada. Ademais, as diferenças existentes entre a realidade e a narração histórica, o passado compreendido como inacessível e as causas dos fenômenos inalcançáveis à razão, as relações do autor com a memória e o testemunho, a possibilidade de alcançar a liberdade apenas como experiência interior e suas estratégias narrativas, possibilitam uma leitura heurística das obras de Tolstoi. A lucidez desses autores, ou a lucidez dos desenhos criados por Loriga desses intelectuais é surpreendente.

Partindo desses autores, Sabina Loriga retorna ao século XIX e, longe de propor uma análise acusatória contra historiadores que excluíram os sujeitos da história, pinça os que atuaram na valorização das individualidades e escreveram histórias que se aproximavam do que a autora aprecia atualmente no fazer historiográfico, sobretudo com base na atual importância adquirida pelas biografias. Por mais que existam silenciamentos, recortes e por vezes uma demasiada valorização dessas obras, o livro de Loriga possibilita questionarmos a pretensa hegemonia das explicações que excluíam as atuações individualizadas dos sujeitos no século XIX e problematizarmos a construção e valorização de uma memória científica da História. Além disso, sua leitura proporciona o debate sobre as atuais análises críticas ao modelo científico de história que tem proliferado nos trabalhos que discutem historiografia e que excluem de suas narrativas obras que fogem aos modelos que buscavam bases científicas, estáveis e objetivas para a história, seus alvos principais.

Douglas Pavoni Arienti– Mestrando, Programa de Pós-Graduação em História, Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC). Bolsista CNPq. [email protected].

A História do Embaixador Morgenthau: O Depoimento Pessoal sobre um dos Maiores Genocídios do Século XX | Henry Morgenthau

Dizer que de forma unitária ou coletiva o homem é capaz de crueldades não revela nenhuma novidade, praticamente toda a história humana é salpicada de lutas cruentas, guerras e genocídio desde o momento em que a pedra foi lascada e o ferro se transformou em seta. O livro de Kenneth Waltz, O Homem, o Estado e a Guerra, havia procurado investigar as reais motivações da natureza humana que conduzem o homem à violência, mas sem concluir, com fórmulas apressadas e mecânicas, como a de que o homem é necessariamente mal (Waltz, 2004). Isto porque se a humanidade produziu seres como Hitler, do outro lado, ela é também foi capaz de criar Martin Luther King e Tereza de Calcutá. No fundo, tudo depende da correlação de forças políticas e morais que conformam o mundo para a guerra e para paz.

A violência humana, expressada em guerras, genocídios e lutas gerais, nos acompanha até a atualidade, citemos Ruanda e ex-Iugoslávia nos anos 1990. Se a Primeira Guerra Mundial revelou o empenho “profissional” para aprimorar a morte por meio de invenções, já a Segunda o aprofundou e o sistematizou por intermédio de estudos e enquadramentos burocráticos que fez com que Hannah Arendt escrevesse livro para compreender como ocorreu a racionalidade da morte em mentes burocratizadas que cumpriram seu dever na eliminação de judeus em campos de concentração, como Adolf Eichmann (Arendt, 1999). Leia Mais

Em terreno movediço: biografia e história na obra de Octávio Tarquínio de Sousa – GONÇALVES (HH)

GONÇALVES, Marcia de Almeida. Em terreno movediço: biografia e história na obra de Octávio Tarquínio de Sousa. Rio de Janeiro: EdUERJ, 2009, 348 p. Biografia e historiografia brasileira. Resenha de: TOLENTINO, Thiago Lenine Tito. Biografia e historiografia brasileira. História da Historiografia. Ouro Preto, n. 6, p.199-203, março 2011.

Apesar de, historicamente, preencher espaços volumosos nas estantes de bibliotecas e nos catálogos editoriais, o gênero biográfico brasileiro é objeto de poucos estudos no âmbito da história da historiografia brasileira. Desde a criação do IHGB, em 1838, até meados do século XX, o fazer biográfico esteve, não sem sofrer mudanças significativas nos modos da escrita e das concepções acerca do gênero, sempre no horizonte da atividade do historiador brasileiro. O livro de Marcia de Almeida Gonçalves, fruto de sua tese de doutorado defendida em 2003 na FFLCH/USP, contribui, nesse sentido, de forma primordial aos estudos acerca do gênero biográfico brasileiro. A obra revela a riqueza de um debate, hoje esquecido, que, já nos anos 1920, pautava-se em torno de questões como as das relações da biografia com a história e com a literatura, assim como, no reconhecimento do gênero biográfico como perspectiva capaz de contemplar a importância da compreensão do indivíduo durante o pós-guerra, em diálogo com as descobertas psicanalíticas e com a consolidação da sociedade burguesa.

Na construção de uma análise historiográfica acerca do gênero biográfico, a autora optou por ter um personagem como ponto de partida: Octávio Tarquínio de Sousa. A escolha é bastante acertada. Tarquínio de Sousa (1889-1959), historiador/biógrafo relativamente desconhecido, foi o autor de uma série de biografias que, em 1958, foram reunidas sob o título de História dos Fundadores do Império do Brasil (1958). Vinte anos, porém, separam a História dos Fundadores da publicação da primeira biografia escrita pelo autor: Bernardo Pereira de Vasconcelos e seu tempo (1937). Durante todos esses anos, as reflexões de Octávio Tarquínio acerca do gênero biográfico ganharam variados contornos relacionados às diferentes influências intelectuais com as quais teve contato.

O livro de Gonçalves é particularmente fértil, justamente, na recomposição das perspectivas desenvolvidas acerca da biografia desde os anos 1920 até a década de 1950. Tais perspectivas tiveram ressonâncias distintas no interior da obra de Tarquínio de Sousa.

A produção biográfica de Tarquínio de Sousa desenvolveu-se em uma época que foi tida pelos escritores contemporâneos como um período de uma “epidemia biográfica”. Essa constatação pode ser verificada no fato de o gênero biográfico figurar, nos anos 1930/40, entre os cinco mais publicados pelas grandes editoras da época, como, por exemplo, a Cia Editora Nacional, a José Olympio, a Editora Globo e a Editora Irmãos Pongetti. A expressão “epidemia biográfica” foi cunhada pelo crítico literário e líder católico Tristão de Ataíde (Alceu Amoroso Lima). Segundo Tristão, o fenômeno seria motivado pela emergência de um “estado de espírito”, na sociedade daquela época, que estaria desenvolvendo uma “grande tendência à realidade”. A ideia de uma sedução realista que compeliu a intelectualidade a desenvolver um esforço cognitivo para decifrar e para apreender a realidade, principalmente, a realidade nacional, encontra ressonâncias em, praticamente, toda produção dos anos 1930 subscrita no topos “Estudos Brasileiros”.

O fazer biográfico, porém, era mobilizado segundo diferentes perspectivas e foi, justamente, em relação a este “anseio realista” que as biografias revelaram-se ora fugidias à exigência realista do conhecimento historiográfico, devido a suas relações com o literário e o ficcional; ora como, fundamentalmente, apropriadas à construção do saber histórico, justamente, por sua capacidade de humanização dos processos passados ao revelar suas conexões mais intrínsecas. Uma das concepções acerca da biografia que mais teria gerado debates na intelectualidade brasileira, durante os anos 1930/40, foi a “biografia moderna”.

A autora retrata a trajetória da “biografia moderna” desde seus criadores europeus – André Maurois, na França, Emil Ludwig, na Alemanha, e Lytton Strachey, na Inglaterra – até sua recepção pela intelectualidade brasileira.

Identificada com o contexto posterior à primeira guerra mundial, a “biografia moderna” estava inserida em um contexto de revolta antipositivista “revolta antipositivista”, no qual emerge uma nova concepção de natureza humana mediada pelo conceito de inconsciente, pela valorização do meio histórico e cultural na compreensão das possibilidades e limites da ação dos indivíduos no mundo, pela junção, em escalas diferenciadas, do intuitivo e do racional nos métodos cognitivos (GONÇALVES, 2009, p. 154-155).

A recepção da “biografia moderna” em terras brasileiras rapidamente assumiu um sentido de identificação entre o fazer biográfico e a criação literária.

Em 1929, o crítico literário Humberto de Campos comemorava o fato de, a partir do surgimento da “biografia moderna”, ficar reservado ao Instituto Histórico a “missão soturna e benemérita de arquivar certidões de batismo, de coligir testemunhos de contemporâneos, de colecionar citações de historiadores eminentes” (CAMPOS apud GONÇALVES, 2009, p. 110). As biografias, porém, seriam agora escritas por “homens de pensamento – pelos romancistas, pelos poetas, pelos críticos literários –, porque ela deixará de ser história, isto é, ciência, para tornar-se arte em uma de suas expressões mais puras e legítimas” (CAMPOS apud GONÇALVES, 2009, p. 110). A “biografia moderna” passou, então, a ser sinônimo de biografia romanceada, contrapondo-se às biografias históricas.

Autores como Sérgio Buarque de Hollanda, Alceu Amoroso Lima, Lúcia Miguel Pereira, Sylvio Elia, Nelson Werneck Sodré e Luiz Viana Filho iriam, nos anos 1930/40, compor o debate intelectual em torno da biografia, ora defendendo seu caráter histórico, ora promovendo sua relação com a ficção.

Na maior parte dos casos, procurava-se uma conciliação entre as duas perspectivas.

Octávio Tarquínio de Sousa, fio condutor da obra de Gonçalves, percebia o sentido daquela epidemia biográfica como um sintoma de uma época que seria caracterizada pela “inumana anulação do indivíduo” (SOUSA apud GONÇALVES, 2009, p. 207) e que, por “reação inevitável” (SOUSA apud GONÇALVES, 2009, p. 207), era ávida por livros em que os “homens apareçam de alma nua, homens particulares, homens diferentes uns dos outros, homens como a vida modela e destrói […] a vida, toda a vida em suas mais opostas e diversas faces” (SOUSA apud GONÇALVES, 2009, p. 207).

E foi a partir de um teórico reconhecido por seu destaque à importância do conceito de ‘vivência’ [Erlebnis] para a compreensão nas ciências humanas que Octávio Tarquínio sintetizou suas perspectivas acerca do fazer biográfico.

De fato, segundo o biógrafo brasileiro, “sua tarefa biográfica inspirou-se em boa parte das lições de Dilthey” (SOUSA apud GONÇALVES, 2009, p. 296).

Nota-se, portanto, que Octávio Tarquínio de Sousa percebia no gênero biográfico um viés valioso para a compreensão das realidades passadas. Reconhecia o valor historiográfico inestimável de biografias clássicas como Estadista no Império (1897-1898), de Joaquim Nabuco, e Dom João VI no Brasil 1808-1821 (1908), de Oliveira Lima. Ao mesmo tempo, Octávio Tarquínio considerava como fundamentais as inovações trazidas ao gênero biográfico por meio do surgimento da “biografia moderna”. Não obstante, foi com base no teórico alemão Wilhem Dilthey (1833-1911) que Tarquínio de Sousa conseguiu sistematizar o valor do gênero biográfico para a compreensão da história.

Tratava-se de se perceber a “conexão estrutural de uma época ou período” não em que o indivíduo e o mundo histórico tornam-se distintos, porém, infinitamente, relacionados: assim como os homens não podem ser compreendidos se extraídos de sua época histórica, seria impossível compreender os processos históricos sem a atuação dos indivíduos.

Nesse sentido, observa-se, em Octávio Tarquínio, a possibilidade de indivíduos tornarem-se representativos de determinadas épocas, pois os sujeitos seriam um “ponto de cruzamento” de nexos efetivos e estruturais expressivos de comunidades e de sistemas culturais históricos. As trajetórias individuais trazem como que marcada, em seus corpos e em suas mentes, todo um mundo histórico que assume sentidos singulares através de cada experiência individual. Ao mesmo tempo, considera-se a existência de “sujeitos supraindividuais” como o direito, a arte, a religião e a nação. Eles seriam “um sujeito especial, preso a uma unidade que envolveria muitos sistemas particulares” (GONÇALVES, 2009, p. 306). A compreensão em ciências humanas e, especificamente, na historiografia, teria, portanto, um caráter hermenêutico marcado pela compreensão e pela revivência e sempre associado ao reenvio constante dos feitos individuais aos traços mais gerais de um mundo histórico.

A perspectiva historista trazia em seu bojo o caráter irrepetível do passado, a sua desvinculação de qualquer sentido teleológico (providência, progresso, liberdade) e a impossibilidade de redução da vivência histórica a uma explicação que a esgotasse.

Conforme demonstra a autora, Octávio Tarquínio de Sousa foi seletivo na apropriação tanto do pensamento de Dilthey, quanto das demais perspectivas com as quais teve contato. De fato, em sua busca pela renovação e, mesmo, pela validação do gênero biográfico como viés epistemologicamente legítimo à produção do conhecimento historiográfico, Octávio Tarquínio de Sousa sistematizava uma série de referências na composição da narrativa biográfica: Documentos de época, como cartas, jornais e atas oficiais, eram relacionados tanto com a historiografia mais antiga sobre a história do Brasil, como Southey e Armitage, quanto com autores renovadores do saber histórico brasileiro, como Gilberto Freyre. O gênero biográfico traduziria tanto uma inovação, fruto da demanda contemporânea por uma interpretação das realidades passadas segundo significados que remetessem à “compreensão” e à “vivência”, quanto um esforço revisionista, que objetivava reavaliar e reestruturar o saber histórico constituído.

O livro de Gonçalves traz, portanto, uma inestimável contribuição à história da historiografia nacional, justamente, por abordar discussões acerca de gêneros pouco, ou quase nunca, observados pelos especialistas da disciplina. De fato, o que a renovação dos estudos em história da historiografia brasileira deve revelar é a complexidade de temáticas e de perspectivas nas quais os historiadores brasileiros debruçavam-se, principalmente, entre o fim do século XIX e a metade do século XX. As relações da história com a literatura, da história com a época na qual é produzida, as possibilidades da história na constituição das identidades regionais e nacional, os conflitos em torno do passado mais legítimo e verdadeiro e, portanto, os sentidos políticos inerentes à produção historiográfica constituíram temáticas centrais nas discussões historiográficas brasileiras do período citado. Trata-se, portanto, de revisitar autores e obras que, por muito tempo, foram considerados como, justificadamente, esquecidos, e tantos outros sequer lembrados, em função de seu atraso segundo uma concepção evolucionista da “ciência” histórica. Em tempos de problematização acerca do sentido evolucionista da “ciência histórica”, o diálogo com aquela produção passada torna-se, cada vez mais, inescapável à reflexão historiográfica contemporânea.

Referências

NABUCO, Joaquim. Estadista no Império. Rio de Janeiro: H Garnier, 1897- 1898. 3 vols.

LIMA, Oliveira. Dom João VI no Brasil 1808-1821. Rio de Janeiro: Tipografia do Jornal do Comércio, 1908.

SOUSA, Octávio Tarquínio de. Fundadores do Império do Brasil. Rio de Janeiro: José Olympio, 1958. 10 vols.

SOUSA, Octávio Tarquínio de. Bernardo Pereira de Vasconcelos e seu tempo. Rio de Janeiro: José Olympio, 1937. Coleção Documentos Brasileiros.

Thiago Lenine Tito Tolentino – Doutorando Universidade Federal de Minas Gerais [email protected] Rua Henrique José Ribeiro, n 30, Trevo 31545010 – Belo Horizonte – MG Brasil.

Pierre Nora- homo historicus – DOSSE (RBH)

DOSSE, François. Pierre Nora- homo historicus. Paris: Perrin, 2011. 660p. Resenha de: SILVA, Helenice Rodrigues da. Revista Brasileira de História. São Paulo, v.31, n.61, 2011.

Dando sequência ao gênero de ‘biografia intelectual’ de autores franceses que marcaram a segunda metade do século XX (Michel de Certeau, Paul Ricoeur, Gilles Deleuze/Félix Guattari), François Dosse completa um extenso trabalho sobre Pierre Nora. Figura singular no espaço intelectual francês, esse autor atravessa, de maneira discreta e silenciosa, diferentes domínios de produção e difusão (literatura, jornalismo, edição e ensino) nestes últimos 50 anos.

Conhecido pelos historiadores como um dos coordenadores (com Jacques Le Goff) de “Fazer a história” e o idealizador dos “lugares da memória”, Pierre Nora é, sobretudo, visto como o editor da maison Gallimard e o criador da famosa “Bibliothèque des sciences humaines”. Nessa coleção, a ‘nata’ da intelligentsia francesa e estrangeira (Michel Foucault, Georges Dumézil, Émile Benveniste, entre tantos outros) promove, nas décadas de 1960 e 1970, “os anos dourados das ciências humanas”.

Professor universitário (assistente na École des Hautes Études en Sciences Sociales e no Institut d’Études Politiques, nas décadas de 1970 e 1980), idealizador de diferentes coleções de ciências humanas (inicialmente na editora Julliard, em seguida na Gallimard), fundador (com Marcel Gauchet), em 1980, da revista Le Débat (importante mídia intelectual ancorada na crítica de ideias e nas análises da atualidade), imortal (eleito para a Académie Française em 2002), Pierre Nora ocupa ainda uma posição de destaque nos debates atuais da Cité (esfera pública) no que diz respeito, notadamente, aos imbróglios da memória, da história e do patrimônio francês.

No entanto, autor de um único livro, publicado durante a guerra da Argélia, Les Français d’Algérie, e de numerosos artigos (jamais agrupados) sobre história do presente e epistemologia da história, Pierre Nora encarna o intelectual solitário, o escritor de talento que duvida do caminho a seguir, e que se sente incapacitado para edificar uma obra individual.

Ao longo de um trabalho denso e detalhado, graças, notadamente, a uma extensa documentação do arquivo pessoal do biografado, François Dosse reconstitui os diversos itinerários desse historiador, buscando entender o enigma do acadêmico ‘fora da norma’. Como bem mostra a biografia, o paradoxo de Nora, editor de grandes livros em todas as disciplinas – da linguística à economia, da antropologia à história, da filosofia à política – residiria na sua impossibilidade de se afirmar como autor de uma obra.

Sensível à recepção de novas ideias, Pierre Nora publica, desde a década de 1960, textos até então inéditos e originais, produzidos na França e no estrangeiro. De As palavras e as coisas, de Michel Foucault, a Montaillou, povoado occitâneo, de Leroy Ladurie (300 mil exemplares vendidos), Pierre Nora, na Gallimard, lança os best sellers das ciências humanas e sociais. No entanto, duas obras de peso que marcaram seu tempo constituíram exceções. Tristes trópicos, de Lévi-Strauss, e A era dos extremos, de Eric Hobsbawm, foram recusados pela editora.

Ora, como explicar a trajetória de um autor sem obra, mas que parece ter feito de sua existência sua própria obra? Tal interrogação constitui um ‘desafio biográfico’ (título de um dos livros de François Dosse). Pierre Nora seria mais solícito a ideias de seus autores que à produção de suas próprias ideias. Escritor talentoso, ele teria dito: “os melhores editores são, certamente, escritores reconvertidos, reprimidos, transformados”.

Pautada por sucessos e fracassos, sua trajetória intelectual é reveladora de um Ser em busca permanente de si mesmo. Nora coloca em dúvida seu percurso, critica as normas acadêmicas e recusa fechar-se dentro de uma disciplina. Mas, ao lado de aparentes frustrações e insucessos (os concursos de admissão para a École Normale Supérieure, a renúncia a uma tese já iniciada, a desistência de trabalhos coletivos) encontram-se incontestáveis conquistas. Graças a seu dom de escritor, a sua visão antecipada e a sua incansável curiosidade, Pierre Nora obtém a difícil agrégation em história (concurso para se tornar professor da Educação Nacional), antecipa a criação de novos modelos historiográficos e consegue sobreviver à crise das ciências humanas e sociais, criando, em 1980, uma revista aberta aos debates intelectuais.

Relatar essa ‘aventura intelectual’ solicita, por parte de um bom biógrafo, recursos da psicanálise. François Dosse é, assim, levado a ressaltar uma experiência traumática, vivida pelo jovem Pierre aos 12 anos. De origem judia, totalmente assimilada à República francesa, a família Nora (originalmente Aron, antes do século XIX) se considera, no entanto, “uma família judia mais francesa do que francesa”. Refugiado com os parentes no sul da França, no momento da ocupação alemã, Pierre se salva de uma rafle (uma blitz para prender judeus) organizada pela Gestapo. Nas palavras do biógrafo, esse episódio drástico acrescentará certa inquietação e gravidade a sua existência, marcando-o para sempre.

Na opinião de François Dosse, a lembrança desse acontecimento incidirá, provavelmente, sobre seu trabalho intelectual posterior, levando-o a repensar as categorias da memória e da história: “[Esta] será, incontestavelmente, a contribuição mais decisiva de Pierre Nora à historiografia; a sua singularidade de judeu o leva a valorizar a memória – o Zakhor [‘lembre-se’] -, mas a submete a uma artilharia ininterrupta da crítica à disciplina histórica, à vigilância histórica”.

Outras pistas que podem explicar suas escolhas ou suas recusas são recenseadas: o autoritarismo do pai, o sucesso de um irmão mais velho (aluno brilhante na prestigiosa École Nationale d’Administration – ENA, alto funcionário das finanças e conselheiro de Mendès France, presidente do conselho de ministros da IV República), a paixão inicial pela literatura e poesia, o espírito crítico em relação à retórica e à filosofia ensinadas na juventude. Este último aspecto justificaria seu triplo fracasso no concurso de admissão para a École Normale Supérieure. Destinada aos futuros filósofos, a ENS constitui um dos ‘lugares de passagem’ da elite intelectual e ‘republicana parisiense’.

No entanto, a escrita de Les Français d’Algérie (1961) despertará seu interesse pelos arquivos. Nora idealiza, ainda na editora Julliard, o lançamento de uma coleção de bolso que apresentaria aos leitores a integralidade dos arquivos, acompanhados de comentários por parte de especialistas. Intitulada “Archives”, essa coleção, publicada em 1964, parece renovar a disciplina história. Seu projeto de lançamento de novas coleções, desta vez na editora Gallimard, se concretizaria na “Bibliothèque des sciences humaines”, na “Bibliothèque des histoires” e na coleção “Témoins”.

Seus sucessos editoriais, no entanto, o impedem de elaborar seu próprio pensamento. Em carta redigida no final da década de 1960, Edgar Morin demonstra sua inquietude e afirma:

cada vez mais, você encarcera sua primeira personalidade, que penso que é sonhadora, meditativa, afetuosa, plena de curiosidades profundas que vão alhures. Não existe uma solução em vista, mas existe um caminho: cultive sua própria filosofia. Isto não quer dizer: faça uma tese ou um livro, ou ande a cavalo. Isto quer dizer, apenas, que é hora de partir em busca da expressão daquilo que mais conta dentro de você mesmo.

Ora, segundo François Dosse, a grande obra na vida de Pierre Nora realizar-se-á através de sua ligação íntima com a França, por intermédio dos ‘lugares da memória’; ele até afirma que um ‘momento Nora’, semelhante a um ‘momento Michelet’ e a um ‘momento Lavisse’, marcará a historiografia francesa.

Esse empreendimento ‘memorial’, coordenado por Pierre Nora, tem por origem seu seminário sobre história do presente, na École des Hautes Études en Sciences Sociales, e durará mais de 10 anos, concluído em 1993 com a publicação do último tomo dos “Lugares da memória”. Propondo o retorno ao questionamento sobre a nação mediante a análise dos ‘lugares da memória’ (material, simbólico, funcional), o primeiro tomo consagra-se à “República” (1 volume sobre o século XIX), o segundo (3 volumes) à “Nação” (a partir da Idade Média), e o terceiro (3 volumes) às “Franças” (les France).

Trabalho historiográfico e epistemológico notável na trajetória intelectual de Nora, esse ‘empreendimento’ ocupa um espaço central em sua biografia. No capítulo intitulado “A fábrica dos lugares da memória”, François Dosse descreve a confecção dessa produção historiográfica lembrando que, nas décadas de 1980 e 1990, a expressão ‘lugares de memória’ passa a integrar a linguagem corrente. Se a noção da memória emerge no território dos historiadores franceses, ela se apresenta como coadjuvante da categoria da história. Através dos ‘lugares da memória’, Pierre Nora fornecerá “uma resposta histórica pessoal a esta situação ‘ambígua’ do intelectual francês judeu; desta [situação] resulta sua relação passional com este monumento editorial”.

No entanto, a partir da década de 1970, a França conhece o ressurgimento das memórias ocultas, reprimidas e recalcadas pela história oficial. Consequentemente, o fenômeno do après coup, do traumatismo, expresso pelos sobreviventes das catástrofes do século XX, modificará sensivelmente a abordagem do passado. Contudo, longe de exprimir a dialética da memória e do esquecimento (da memória coletiva), os ‘lugares da memória’ (responsáveis pelo retorno da questão nacional, por intermédio da memória e da política) se erigem como um estudo do patrimônio francês.

Embora reconhecendo seu valor heurístico, compartilho as críticas emitidas por alguns historiadores franceses (citadas por Dosse). Enquanto patrimônio nacional (simbólico e material), os ‘lugares da memória’ sacralizam a história oficial, os mitos da nação, os lugares de culto. Assim, os sete volumes que formam os três tomos dessa coletânea não deixam de representar um ‘monumento histórico’, uma celebração da história nacional francesa. Voltados à trilogia – a República, a Nação e as Franças – os ‘lugares da memória’, injustificadamente, não levam em conta a análise do passado colonial, ou seja, do império francês e da guerra da Argélia, esquecendo-se dos traumatismos da memória coletiva (o governo de Vichy, a guerra da Argélia e o tráfico de escravos, dentre outros).

Analisar, retrospectivamente, o chamado ‘momento Nora’ nos tempos atuais da vigência do paradigma da global history leva os historiadores a exprimir sérias reservas em relação à matriz histórica do Estado-nação. Além do mais, a noção de ‘identidade nacional’ (intrínseca e explícita a esta obra), que se transformou em uma categoria polêmica e perigosa na França atual, obriga os historiadores a rever as interpretações históricas e historiográficas das décadas anteriores.

Em contrapartida, é de fundamental importância o empreendimento posterior de Pierre Nora para a história intelectual. Criada em 1980, a revista Le Débat (dirigida por Pierre Nora, Marcel Gauchet e Krzysztof Pomian) se propõe a repensar novos modelos intelectuais e/ou ‘a mudança de paradigmas’ nas ciências humanas. Aberta à inovação, à reflexão, às contribuições estrangeiras e, sobretudo, à heterogeneidade das ideias, ela se instala na paisagem intelectual como uma referência obrigatória.

“A palavra-chave para caracterizar Le Débat é a abertura, uma vontade de descompartimentalização, de romper as fronteiras, tanto disciplinares como nacionais.” Ao longo dos 30 anos de sua existência, o espírito de renovação e a sensibilidade em relação às mutações históricas e intelectuais do momento da revista permanecem atuais.

Conjugando história do intelectual, história intelectual e história da historiografia francesa (dos últimos 50 anos), este estudo biográfico oferece ao leitor um estimulante percurso através das ideias. Abordando diferentes cenários – instituições, pessoas, obras e redes sociais -, François Dosse reconstitui tensões políticas e intelectuais, debates ideológicos, modelos de análise etc. através do percurso original de um discreto ‘aristocrata de esquerda’..

Helenice Rodrigues da Silva Silva – Professora Associada, Universidade Federal do Paraná. Rua General Carneiro, 460. 80060-150 Curitiba – PR – Brasil. E-mail: [email protected].

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Salazar: uma biografia política – MENESES (Tempo)

MENESES, Filipe Ribeiro de. Salazar: uma biografia política. 3. ed. Lisboa: D. Quixote, 2010. Resenha de: MARTINHO, Francisco Carlos Palomanes. A monografia de um tempo português. Tempo v.17 no.31 Niterói  2011.

Em 2007, a RTP (Rádio e Televisão de Portugal) promoveu um concurso intitulado “Os Grandes Portugueses”, a fim de escolher o nome mais representativo de sua história. Concorrendo com personagens da grandeza de Camões, Vasco da Gama e Fernando Pessoa, entre outros, o ditador do Estado Novo Oliveira Salazar saiu vencedor com pouco mais de 40% dos votos.12

A despeito de sua “representatividade”, Salazar ainda não havia sido objeto de um trabalho acadêmico rigoroso. A lacuna foi, entretanto, preenchida com a chegada do estudo de Filipe Ribeiro de Meneses.

Publicada originalmente para um público não português, a obra consiste em um aprofundado estudo que integra as vidas pessoal e pública de um professor de Economia, católico e solteirão que incorporou para si a tarefa de fazer os portugueses viverem habitualmente, conforme disse ao pensador católico francês Henri Massis. O viver projetado por Salazar consistia em uma ditadura alheia às aventuras revolucionárias dos fascismos clássicos alemão e italiano ou mesmo do militarismo de pendor cesarista de seu vizinho espanhol. Filipe de Meneses consegue perceber os importantes traços de continuidade entre o filho de Santa Comba Dão, o ex-seminarista que, quando ingressou como professor da Universidade de Coimbra, apresentou uma tese defensora da pequena propriedade agrícola, e o chefe de governo que nunca deixou de afirmar a superioridade do campo sobre a cidade, esta lugar dos “vícios dissolventes” da tradição portuguesa.

Filho caçula de uma família pobre, com quatro irmãs, Salazar estudou no seminário de Viseu. Destacado aluno, ingressou na Universidade de Coimbra, onde se formou em 1911. Dessa época o livro aponta para relações de amizade que permaneceram ao longo de toda a vida do futuro ditador, como Mário de Figueiredo e Manuel Gonçalves Cerejeira, o futuro patriarca da Igreja Católica em Portugal.

Militante na Universidade do Centro Católico, Salazar foi sempre fiel aos valores legados de um pensamento social católico que tem na Encíclica Rerum Novarum a sua principal referência. Foi, por isso, um forte opositor tanto do liberalismo e da democracia parlamentar quanto do comunismo e dos movimentos socialistas. Seu projeto político-ideológico sempre foi a constituição, em Portugal, de um regime centralizado e fiel às tradições que, a seu ver, marcam a formação portuguesa: um catolicismo marcado por uma forte vocação messiânica, cruzadista e expansionista.

O livro é rico em exemplos que demonstram a capacidade de Salazar em mediar com interesses conflitantes no seio do regime autoritário. Como ministro das Finanças, arquitetou a transição de uma ditadura militar para uma ditadura civil e corporativa sob o seu controle. Mantendo sempre um militar na presidência, não deixou de acalentar as esperanças dos monarquistas ávidos pela mudança do regime. Na montagem do governo, incorporou à sua máquina republicanos conservadores, católicos e até mesmo militantes do integralismo lusitano, a versão portuguesa do fascismo. Nesse caso, sobretudo, trouxe para a esfera da administração jovens universitários que, em breve tempo, teriam espaço e importância crescente no regime, como Pedro Teotónio Pereira e Marcello Caetano. Ciente do complexo leque de alianças que o apoiava, Salazar dissolveu o Centro Católico e criou um partido único, um “não partido”, de acordo com suas palavras, a União Nacional. A constituição aprovada em 1933, corporativa e autoritária, manteve, entretanto, um verniz liberal quer na permanência de uma Câmara, aliás duas, se contarmos a Câmara Corporativa, quer na eleição, por sufrágio universal, do presidente da República.

Apesar da preocupação em analisar a vida privada de Salazar, o livro cresce nos momentos em que relata as crises vividas pelo Estado Novo português e as medidas tomadas por Salazar. Como durante a Segunda Guerra Mundial, quando a incerteza a respeito da continuidade do Estado Novo era motivo de euforia para seus opositores e preocupação para seus adeptos. Naquela conjuntura, Salazar adotou uma política de neutralidade, ao mesmo tempo em que envidava todos os esforços para impedir que a vizinha Espanha aderisse ao conflito. Neutralidade que, entretanto, não impediu a cessão para os Aliados da Base Militar dos Açores. A estratégia do ditador garantiu a entrada imediata de Portugal na OTAN (Organização do Tratado do Atlântico Norte) e a continuidade do regime no pós-guerra. No final da década de 1950, novo período de instabilidade, com a campanha à presidência da República de Humberto Delgado. Uma campanha de massas, “à americana”, estranha e incômoda ao regime. Também na década de 1950, Salazar se viu obrigado a mediar as disputas entre setores “conservadores”, sob a liderança de Santos Costa, e “modernos”, capitaneados por Marcello Caetano.

Mas foi na década de 1960 que o “caldo” começou de fato a entornar. Os estudantes saíam às ruas e misturavam reivindicações tanto acadêmicas como políticas. Nas relações diplomáticas, a Europa tornava-se um parceiro cada vez mais constante, relativizando a natureza atlântica, tão cara aos adeptos do Estado Novo. Mas, sobretudo na África, os movimentos de libertação começavam, em 1961, a defender a ruptura com a antiga metrópole. Apesar de tentativas de mediação por parte das diplomacias americana, brasileira, espanhola ou mesmo do Vaticano, Salazar recusava-se a ceder ou mesmo negociar. “Estamos cada vez mais orgulhosamente sós”, foi o que disse em resposta às insistentes pressões internacionais. Em 1968, ano em que sofre o acidente caseiro que o impossibilita de continuar a governar, a guerra colonial já não tinha retorno. Com ela, o país vê seus braços partirem. Para o ultramar alguns. Para a França ou para o Brasil outros. Que se a participar de um conflito que não compreendiam e não aceitavam, pelo menos não a ponto de se alistarem na tropa. Um paradoxo: o ditador recusava-se a mover qualquer palha em um país que já não vivia mais “habitualmente”. Essa última década de vida política de Salazar foi também a que sofreu mais questionamentos, inclusive internos. A recusa de ceder no caso africano reproduzia-se também na relação com o poder. Cedê-lo pressupunha a possibilidade de ser criticado por sucessores. Nesse caso, a aparência franciscana podia também ser confundida com arrogância e alhea-mento para com os outros.

Disse Gramsci que a trajetória de um homem pode ser a monografia de seu tempo. O livro de Filipe Ribeiro de Meneses, sólido, erudito, bem-documentado, é uma referência obrigatória para o entendimento da recente história portuguesa.

Francisco Carlos Palomanes Martinho – Professor do Departamento de História da USP e pesquisador do CNPq.

 

 

 

MENDONÇA, Sonia Regina de. O Patronato Rural no Brasil Recente (1964-1993). Rio de Janeiro: Editora da UFRJ, 2010. Resenha de: MOTTA, Márcia. Uma zona de sombra: o rural de nossos dias. Tempo v.16 no.30 Niterói  2011.

Uma zona de sombra da historiografia. É com estas palavras que a historiadora Sonia Mendonça apresenta o tema de sua trajetória acadêmica, mais uma vez registrada em livro. Ao perseguir as relações intraclasse dominante agrária, Mendonça discute em “O Patronato Rural“, como se estabelecem as relações e os fortes interesses dos grandes proprietários rurais no interior das agências estatais, entre os anos de 1964 a 1993.

O objeto de pesquisa por si só não é dos melhores, se entendemos uma obra a partir do registro de um passado festivo, cheio de glórias e comemorações.

O tema é feio e seus efeitos são ainda piores, mas eles fazem parte do lado obscuro de nossa história, ainda tão presente e tão pouco estudado. Como fantasmas, seus efeitos perseguem alguns poucos historiadores, suficientemente preparados para desvendá-los por detrás dos véus.

Na contracorrente de uma história bonita, Mendonça dilacera nossas visões mais otimistas e demonstra que estamos ainda longe de um país mais generoso para com os seus. Ao perseguir e esquadrinhar os sentidos das “modernizações”, a autora nos revela as estratégias utilizadas pelos terratenentes para chamar de nossos os seus interesses.

O livro exige leitura atenta, cuidadosa, já que a rigor o leitor mais desavisado, há de ter alguma dificuldade para acompanhar as principais ilações ali registradas. Para os mais interessados, asseguro: o esforço vale a pena. O próprio estilo da autora expressa uma resistência, contra as leituras prazerosas e superficiais de nossos dias. O leitor não estará lendo um resumo dos argumentos da imprensa diária, sempre pronta a falar sobre o que não sabe e a construir juízos de valor acerca de grupos sociais que desconhece. Também não há de encontrar ali um estilo poético, pois não há nada de poesia nos mecanismos de dominação/convencimento empregados pelos “nossos fazendeiros”.

O capitulo primeiro é uma aula, dessas que – como dizíamos quando jovens – só mesmo a Sônia Mendonça para ministrar. Ao deslindar as propostas presentes no Estatuto da Terra do governo Castelo Branco, a autora nos oferece uma oportunidade ímpar de conhecer a fundo quais eram os distintos projetos políticos da Sociedade Nacional de Agricultura e da Sociedade Rural Brasileira – entidades patronais – na “luta travada entre elas pela condição de porta-vozes autorizados e legítimos das facções agrárias da classe dominante agrária”. Mas se havia divisão, havia também união, cumplicidade; principalmente em relação aos projetos de reforma agrária dos setores de esquerda, na conjuntura que culminou com o Golpe de 64. É em oposição à mobilização camponesa e sua proposta de reforma que irão se insurgir as agremiações patronais, contra aquilo que consideram o mais grave dos crimes: o ataque à grande propriedade e ao direito de ser proprietário.

Não é preciso repetir aqui o que todos sabem e naturalizam. A partir do Golpe de 64, a grande propriedade rural é absolvida e consagra-se a ideia de que ela não deve ser discutida, questionada, mas estimulada. A concentração territorial não é mais um pecado; é, quanto muito, a expressão de nossa especificidade, num país que orgulhosamente chamamos de continental.

Não á toa, os anos de abertura política reinauguraram as tensões entre as entidades patronais, sempre dispostas a defender a política de modernização da agricultura com subsídios fiscais. Mas a abertura também implicou a renovação da esperança, a expectativa de um acerto de contas com o passado, expresso – por exemplo – na promulgação do Plano Nacional de Reforma Agrária do governo Sarney, cuja proposta, a princípio, visava atender às demandas sociais mais urgentes no campo, principalmente em relação aos conflitos fundiários. O fracasso da proposta expressou, mais uma vez, que a despeito das diferenças, as entidades patronais não estiveram dispostas a construir um consenso político a favor das mudanças.

O papel específico da Sociedade Nacional da Agricultura é o tema do capítulo dois. Nele, Mendonça analisa a revista A Lavouracorpus documental raras vezes utilizado pelos historiadores. Enquanto entidade de classe, a SNA defendeu suas propostas a partir de cinco eixos: a modernização da agricultura, a difusão do cooperativismo como instrumento de desenvolvimento agrícola, a necessidade de se empreender algum tipo de reforma agrária, a implementação de uma justiça agrária e o combate ao tabelamento de preços. Para além da excepcionalidade da entidade na defesa de algum tipo de reforma agrária e de justiça social (questões ausentes da pauta de outras entidades patronais) destaca-se também o apelo nos últimos anos em favor da causa ecológica, no esforço de consagrar-se como a legítima e histórica entidade preocupada com as questões ambientais.

O terceiro capítulo é dedicado à Sociedade Rural Brasileira, cujas visões de classe são expressas em outra revista A Rural, também pouquíssimo explorada por historiadores. Coerente com suas bases sociais, a entidade procuraria defender os interesses dos grandes cafeicultores, agropecuaristas e empresas agroindustriais. Em nome deste grupo, a SRB se poria radicalmente contra qualquer alteração da estrutura fundiária no país, na defesa de uma posição assentada na intocabilidade da propriedade territorial. Mas a entidade também criou uma dada concepção de reforma agrária que se consubstanciou na defesa de uma política agrícola e na construção de uma nova imagem do “moderno” produtor rural, “de cujos atributos a entidade ressaltava o uso da tecnologia/pesquisa de ponta”.

Mas se a história do campo brasileiro tem a marca da complexidade, parece-nos óbvio que suas demandas e perspectivas não se resumem apenas a duas entidades de classe. Para além do dualismo e das disputas entre a SNA e a SRB, o quarto capítulo é dedicado ao estudo da Organização das Cooperativas Brasileiras, umas das mais jovens agremiações patronais que, após a abertura política, tornar-se-ia a grande força dirigente do patronato “agrário” nacional. Na OCB, o foco é o apelo ao cooperativismo, enquanto expressão maior da democracia e do igualitarismo. Entende-se assim que a reforma agrária defendida pela entidade está assentada na ideia do cooperativismo. Seus dirigentes se veem como os porta-vozes do que há de mais moderno: o agronegócio, modernizando a agricultura brasileira em bases empresariais e internacionalizadas. A atuação da entidade é ainda o exemplo emblemático das estratégias de construção de hegemonia e de representação política no interior do Estado Brasileiro.

O coroamento desta hegemonia – expressa na consolidação do papel e importância do agronegócio – é exemplificado pela criação da Associação Brasileira de Agribusiness, objeto do último capítulo. Em nome do novo – o agronegócio – e da necessidade de encontrar novos canais de representação política, a ABAG, como é comumente chamada, constitui-se na face mais obscura do poder dos empresários rurais, não apenas como uma entidade patronal de defesa de seus interesses de classe, mas como uma agremiação de empresas. A “responsabilidade social dos empresários do agronegócio com a sustentação alimentar de uma comunidade internacional altamente ‘globalizada’ seria o grande argumento de sua legitimação e da produção do consenso em âmbito nacional”. Na construção deste discurso e na falácia do consenso, a sociedade brasileira condena – sem ao menos se dar a conhecer – a pequena produção familiar que, mais uma vez, é refém de valores sociais que lhe são impostos de fora: atrasada, antiprodutiva, sem função.

Há, em suma, um novo projeto para a agricultura brasileira, vendido em prosas e versos nas campanhas publicitárias, nas propostas do governo, nas telenovelas, nos jornais. Tal projeto – o agribusiness – dificulta o nosso olhar sobre os problemas e mazelas do campo brasileiro e deslegitima e condena ao esquecimento a trajetória e luta dos pequenos agricultores deste país, responsáveis – eles sim – por parte ainda importante da produção de alimentos do Brasil. Eu conto nos dedos quantos historiadores estão cientes desta elementar informação…

Márcia Motta – Doutora em Historia e Professora da Universidade Federal Fluminense.

Antropólogas, politólogas y sociólogas (género, biografia y cc. sociales) – LEÓN; FÍGARES (REF)

LEÓN, María Antonia García de; FÍGARES, María Dolores Fernández. Antropólogas, politólogas y sociólogas (género, biografia y cc. sociales). Madrid (España): Plaza y Valdés S. L., 2008. 256 p. Resenha de PAULILO, Maria Ignez. Feminismo e disputas pela memória na Espanha. Revista Estudos Feministas v.18 n.3 Florianópolis Sept./Dec. 2010.

As últimas décadas do século XX colocaram em pauta o instante, o presente em contraposição ao “império do passado”. Contudo, as mesmas décadas que evidenciaram a dissolução do passado e sua celebração também trouxeram com força a expansão memorialística, com suas museificações e institucionalização de passados-espetáculos,1 e, no campo das relações sociais, as disputas pelas memórias. O passado e seus usos, bem como a construção dos acontecimentos e a institucionalização de algumas memórias em detrimento de outras passaram a ser importantes para diferentes grupos. Sobre isso Pierre Nora já chamava a atenção em 1978, dando conta de que o esfacelamento, a mundialização, o aceleramento e sua democratização, chaves para o entendimento do “breve século XX”, multiplicaram as memórias coletivas, os grupos sociais preocupados em preservar ou recuperar seus próprios passados.2 Essa preocupação com o passado, com a construção de uma memória para as mulheres feministas espanholas, parece ser o eixo central por onde se distribuem as questões e as discussões do livro Antropólogas, politólogas y sociólogas (género, biografia y cc. sociales), das autoras espanholas María Antonia García de León e María Dolores Fernández Fígares.

E esse, a nosso ver, constitui um dos principais motivos para apresentarmos esta obra às feministas brasileiras (e também aos feministas, convém não esquecer). É que esse tipo de preocupação não é comum no Brasil, ou seja, ver a importância heurística que tem a biografia das estudiosas feministas para compreendermos sua própria obra e o contexto em que foi escrita. Mas há uma importância mais primária: fazê-las aparecer como protagonistas na história da humanidade, pois, se dependêssemos da história e da imprensa oficiais, elas seriam esquecidas. Como diz Marina Subirats, autora do prólogo,3 poder e memória são inseparáveis e sem poder não se pode criar e legitimar um novo relato, uma nova maneira de ver a posição das mulheres no mundo. E sem memória fica difícil cumprir uma das principais etapas do pensamento científico crítico “a reflexividade”, à qual as autoras dão grande importância na medida em que sentem falta, na Espanha, de mentores que façam esse trabalho de apreciação, avaliação e ancoragem do conhecimento que está sendo produzido. Leia Mais

O mundo prodigioso que tenho na cabeça – Franz Kafka: um ensaio biográfico | L. Begley

Se existe um ‘significado inteligente’ a ser encontrado em ‘O veredicto’, Na colônia penal, A metamorfose, Amerika, O processo ou O castelo é a reação que essas obras provocam no leitor (BEGLEY, 2010, p. 240).

De que modo um romancista traduz sua ‘experiência de vida’ para a ‘criação literária’? Como compreender o movimento entre realidade, imaginação e romance? Por que ao reconstruir imaginativamente a realidade o romancista proporciona a possibilidade de refazer a própria experiência do vivido no leitor? Se essas perguntas são enigmáticas e instigantes para a grande maioria dos intérpretes dos romancistas modernos, para o caso de Franz Kafka (1883-1924) elas parecem ainda mais pertinentes, na medida em que seus livros se tornaram uma das chaves interpretativas dos ‘regimes totalitários’, das engrenagens dos sistemas burocráticos, e da própria Modernidade. Contudo, quando a questão é entender sua obra, seu pensamento e quem a produziu não existe nenhum tipo de consenso (ANDERS, 2007). Pelo contrário, ora se atribui a autor e obra uma mera reprodução dos sistemas, numa extensão global, de modo a fazer com que todos estejam encobertos por uma rede interconectada de ideologias, e que imporiam um efeito alienante constante (KOKIS, 1967), ora um delírio enigmático, formado por labirintos que em nada se aproximam da ‘realidade’, ou se o fazem é sempre de forma indireta (COSTA, 1983), ora manifestando a experiência traumática do autor, refeita em seus personagens (CALASSO, 2006), ora demonstrando a ‘visão de mundo’ teológica, produto do judaísmo de sua época (MANDELBAUM, 2003), ora criando a figura de um ‘anti-herói’, prisioneiro das organizações estatais e da burocracia, para as quais este não teria saída, muito menos o que poder fazer (NUNES, 1974), ou ainda, produtor de um projeto inconformista, ao mesmo tempo crítico da modernidade e de suas instituições, e insubmisso a elas (LOWY, 2005).

Não sendo indiferente a essas observações, Louis Begley tentou circunstanciar de que modo Kafka elaborou em suas narrativas ‘o mundo prodigioso que tinha na cabeça’. Para isso, o autor reviu a trajetória problemática do romancista com o pai; quais as relações que teria mantido com os judeus e interpretado suas histórias; de que modo viveu seus relacionamentos amorosos; como essa experiência é refeita na obra, produzindo uma nova experiência artística; e por que seus romances fincaram raízes profundas no Ocidente, por justamente conseguir pormenorizar as conseqüências da burocracia, das instituições e dos regimes totalitários, antes mesmo que estes alcançassem seu auge nos anos de 1930 e 1940. Em suas palavras:

O processo, com sua célebre primeira sentença – ‘Alguém certamente havia caluniado Josef K., pois uma manhã ele foi detido sem ter feito mal algum’ – e os trâmites movidos contra K. por um sistema judicial secreto, parecem prefigurar tão claramente a vida sob os regimes totalitários no século XX, com suas leis secretas e seu terror de Estado policial, que inevitavelmente os leitores se admiraram do descortino que Kafka teve da história e da política. Poderia esse romance, publicado em 1925 mas escrito entre o outono de 1914 e janeiro de 1915, portanto antes dos eventos seminais dos regimes bolchevique, fascista e nazista, ter sido uma profecia velada? Esse autor apolítico e reservado teria antevisto a chegada de uma catástrofe que ainda era invisível para grandes estadistas? Nada nos diários de Kafka, em sua correspondência ou nas recordações de seus amigos sugere isso. A resposta há de ser que a visão de Kafka, que consistia tão somente nas coisas tais como elas eram, revelou-se misteriosamente congruente com a realidade do futuro próximo. O amplo material que a formou incluiu: a experiência de Kafka como um súdito Habsburgo e, como estagiário no Tribunal de Praga, com a esclerosada mas ainda toda-poderosa burocracia do império e seus procedimentos labirínticos, ‘kafkianos’; o íntimo conhecimento da burocracia e da arcana regulamentação do Instituto de Seguro; o trato com vítimas de acidente de trabalho cujas reivindicações chegavam às suas mãos, e contra às quais ele às vezes era obrigado a litigar; o virulento e onipresente antissemitismo tcheco, que lhe ensinou lições inesquecíveis sobre o significado de ser rejeitado e desprezado por seus vizinhos; e, obviamente, tudo aquilo que ele censurava em seu pai: brutalidade, veleidade e injustiça (p. 213-14).

Para alcançar esses objetivos, Begley toma como base as correspondências, os diários e os textos produzidos pelo autor. Com o intento de analisar como essa documentação foi produzida, como foi sendo articula, que relações estabeleceu com a obra, como exemplifica em:

Depois de mais uma sessão intensa de estudos no ano acadêmico de 1905-6, Kafka passou raspando nos exames de qualificação e em 16 de junho de 1906 recebeu o grau de doutor em direito. Já fizera um estágio não remunerado de dois meses no escritório de um advogado em Praga, e foi então estagiar durante o ano acadêmico de 1906-7 no tribunal de Praga, primeiro na área civil, em seguida na criminal. Esse treinamento era pré-requisito apenas para o ingresso no funcionalismo público da Áustria, e portanto desnecessário no caso de Kafka. No entanto, revelou-se uma dádiva, pois deu-lhe acesso a material que ele aproveitou quando escreveu sobre o tribunal em O processo. Ele adquiriria mais material valioso – a experiência pessoal no funcionamento da burocracia estatal – trabalhando para a empresa que o empregaria por toda a vida, uma seguradora semiestatal, de meados de 1908 até meados de 1922, e o usaria em O castelo e O processo (2010, p. 36).

E:

É bem comum que filhos incompreendidos de pais filisteus deixem a casa paterna, especialmente depois de, como Kafka, obterem um emprego que lhes permita um grau razoável de independência financeira. Escritores pobres demitiram-se de empregos seguros para atender ao chamado da Musa, enfrentando com bravura a penúria e coisas piores. Kafka não era desse feitio. Ele não abriu mão do Instituto de Seguro antes de seu médico declará-lo incapaz para o trabalho. Quando deixou Praga em setembro de 1923 e foi para Berlim, era um homem desesperadamente doente, e mesmo então manteve a ficção de que era apenas uma mudança temporária e de que logo retornaria (p. 51).

A mesma sensibilidade foi dedicada ao examinar como Kafka interpretou as práticas religiosas judaicas, e como elas serviram para que este pudesse pensar seu mundo. Para ele, “Kafka era um mestre da dialética e raramente se punha apenas de um lado em uma argumentação” (p. 80). Mas, o “purismo do alto alemão da prosa de Kafka, a austeridade de sua linguagem e as ocasionais singularidades de sua grafia e uso da língua também são produtos de sua educação praguense” (p. 78).

De igual modo se aplicou a investigar como foram seus relacionamentos e que experiências absorveu deles. Em suas palavras:

Com exceção dos momentos de triunfo nos quais ele escreveu suas melhores obras e, a partir de 1917, dos momentos que marcaram o avanço de sua doença, os eventos que se destacam na vida de Kafka são suas peripécias atrás de mulheres seguidas por frenéticas tentativas de escapar delas. Duas de suas amadas, Felice Bauer e Milena Jensenská, foram imortalizadas em cartas que ele lhes escreveu e quis que fossem destruídas. Outras foram importantes: Dora Diamant, a moça judia polonesa que se amasiou com Kafka no fim do verão de 1923; a pequena Julie Wohryzek, sua noiva durante um breve período que se seguiu ao término definitivo do relacionamento com Felice e se encerrou com a entrada em cena de Milena, em 1920; a jovem cristã por quem ele esteve brevemente enamorado durante uma temporada de duas semanas em um sanatório de Riva no outono de 1913; Hedwig Weiler, jovem estudante de Viena, que ele conheceu em Triesch no verão de 1907; e uma misteriosa e nunca identificada mulher madura que foi paciente no mesmo sanatório em que ele esteve internado em 1905 em Zuckmantel (p. 88).

Ainda demonstra a importância que as correspondências tinham para o autor, principalmente, quando não obtinha resposta de suas cartas, e transparecer uma reação histérica e compulsiva ao escrever outras cartas procurando saber por que as anteriores não haviam sido respondidas. Preocupa-se em deixar claro quais as aproximações e os distanciamentos entre seus relacionamentos amorosos e a sua produção literária, em especial, no momento em que compôs partes de O processo, entre 1914 e 1915. Para ele:

A vida de Kafka comanda tão imperativamente o nosso interesse porque seus textos curtos e novelas estão entre as mais originais e magistrais obras da literatura do século XX. Sem eles, pouco restaria para que nos lembrássemos dele: esse homem reservadíssimo e introvertido teria sido apenas mais um judeu germanófono entre os 146 098 cristãos e judeus falantes do tcheco e do alemão que morreram na Tchecoslováquia em 1924, no mesmo ano que ele (p. 159).

Mas, ao se voltar mais diretamente para a obra, o autor indica: primeiro, de que modo Kafka a pensou e a articulou, em seguida, quais suas principais características e objetivos. No primeiro caso, detêm-se sobre ‘O foguista’, A metamorfose e ‘O veredicto’, indicando que um tema em comum entre esses textos diz respeito a maneira como os filhos, de uma forma ou de outra, além de estarem dependentes dos pais, sendo submissos a suas vontades, também seriam impotentes ao tentarem se rebelar ou procurar mudar o exercício dessas relações de dominação; as quais o autor pensou em até publicá-las em conjunto sob o título de Os filhos. Para o segundo ponto, vale indicar alguns pequenos exemplos. Para ele:

A família Samsa de A metamorfose fica horrorizada e em choque ao ver que Gregor transformou-se num gigantesco inseto, mas nem o pai nem a irmã evidenciam algo parecido com espanto. Na história de Na colônia penal, o explorador acha repugnante o sistema judiciário, mas nunca lhe ocorre indagar se poderia estar no meio de um pesadelo. Em O processo, a truculência de Josef K. segue o ritmo de sua crescente compreensão do bizarro funcionamento dos trâmites jurídicos, mas ele não contesta sua realidade. Em vez disso, diz ao Inspetor que não está ‘de modo algum muito surpreso’ com as estranhas circunstâncias de sua prisão. No mundo de Kafka, a história é o que é: a realidade é como é retratada (p. 178).

O universo argumentativo de Kafka se moveria formando diversos labirintos, em que, quase sempre, ninguém “houve e ninguém responde”, por que os “circundantes, se houver algum, se mostrarão tão indiferentes quanto o explorador de Na colônia penal, e igualmente pouco propensos a ajudar” (p. 202). E:

Semelhante nesse aspecto a ‘O veredicto’, O processo é um romance com um pé na tradição realista do século XIX. Lendo pela primeira vez o primeiro capítulo, poderíamos pensar que estamos entrando em um mundo ficcional aparentado com os de Gogol, Dostoievski e Flaubert. Essa impressão dissipa-se com o prosseguimento da leitura: percebemos que por trás dos cenários e eventos minuciosamente descritos opera uma força que os distorce e cria uma contrarrealidade. No centro da contrarrealidade estão os tribunais especiais, desconhecidos por K., e a constituição e a lei vigentes em seu país. Entretanto, praticamente todos os demais parecem estar a par do segredo: a sra. Grubach e a srta. Bürstner, os três funcionários que trabalham no banco de K., o tio de K. e o industrial, cliente do banco de K., que o encaminha ao pintor Titorelli. Isso sem contar os que são empregados periféricos dos tribunais, como a lavadeira e seu marido, e os que estão envolvidos nos trâmites da justiça: o advogado Huld e sua enfermeira e criada, Leni, e o comerciante Block, que também tem um caso pendente no tribunal. A ingenuidade e ignorância de K. são verdadeiramente espantosas (p. 218-19).

Assim, “cada pessoa está completamente só”, e é “possível que Josef K. descubra essa verdade em seu último instante de consciência, e que o mesmo se dê com outras grandes vítimas da ficção de Kafka”; esse talvez “seja o segredo por trás da anomia do explorador” (p. 241). Em todo caso, para ele:

O castelo é um romance mais rico do que O processo na amplitude da narrativa, no desenvolvimento de personagens secundários cativantes e inesquecíveis (Frieda, Olga, Amália, as duas albergueiras da aldeia, Pepi e Bürgel, entre outros) e nas descrições da aldeia sem nome coberta de neve e dos interiores de estalagens e cabanas de camponeses que fazem lembrar as pinturas de Peter Bruegel. […] No centro do romance há uma busca incansável e inquietante: a de K., um andarilho, um estranho, cuja identidade limitase a uma inicial. Ele deixou uma terra distante de nome não mencionado, à qual talvez não lhe seja possível retornar. Ostensivamente, K. procura assumir o cargo de agrimensor da aldeia, para o qual as autoridades do castelo podem ou não tê-lo contratado. O castelo domina sobranceiro a aldeia aonde K. chegou, e abriga a toda-poderosa administração a serviço de seu senhor, o conde Westwest. Se K. realmente foi contratado pelo castelo, pode ter sido por engano. Entretanto, há uma versão diferente para a busca de K., que ele revela quando o romance está a meio caminho: K. gostaria de ter chegado à aldeia sem ser notado, sem alarde, para poder encontrar um bom trabalho estável como agricultor. Essa questão nunca é esclarecida, e as intenções de K. não se tornam claras. Mesmo o desejo mais modesto, porém, muito provavelmente teria sido negado (p. 229).

Ainda que esta seja a obra de Kafka que menos desafie “a credulidade do leitor”:

Há muitas ligações temáticas entre O processo e O castelo, o complexo, atravancado e comovente belo último romance de Kafka. Os dois protagonistas – Josef K. no primeiro, K. no segundo – lutam em um labirinto que às vezes parece ter sido concebido de propósito para frustrá-los e derrotá-los. Mais frequentemente, o oposto parece valer: não há um propósito; o labirinto simplesmente existe. Josef K. busca justiça, absolvição de um crime que ele desconhece e do qual o acusam. O objetivo de K. é menos certo (p. 228-29).

Portanto, movendo-se pela vida e a obra de Kafka, e pelas circunstâncias que a deram origem, o autor, embora refaça seus caminhos e estabeleça nexos de identificação plausíveis com outras leituras, como a de Hanna Arendt e de Walter Benjamin, não há como negar que, para ele, autor e obra estariam imersos num circulo de submissões ao sistema institucional e burocrático, cerceado por labirintos e efeitos alienadores. Kafka seria apolítico, o que talvez pareça ingênuo, dadas as suas ligações estreitas com o anarquismo, mesmo que não diretamente partidárias (LOWY, 2005). Ainda assim, seus méritos são evidentes. De leitura agradável e envolvente, este livro permite que o leitor sobrevoe e reencontre o ‘mundo prodigioso que’ Kafka tinha ‘na cabeça’.

Referências

ANDERS, G. Kafka: pró & contra. Tradução, posfácio e notas de Modesto Carone. São Paulo: Cosac Naify, 2007 (1ª ed. 1951, e a nacional de 1969).

CALASSO, R. K. Tradução de Samuel Titan Jr. São Paulo: Companhia das Letras, 2006.

COSTA, F. M. Franz Kafka – o profeta do espanto. São Paulo: Brasiliense, 1983.

KOKIS, S. Franz Kafka e a expressão da realidade. Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro, 1967.

LOWY, M. Franz Kafka: sonhador insubmisso. São Paulo: Azougue Editorial, 2005 (1ª ed. 2003).

MANDELBAUM, E. Franz Kafka: um judaísmo na ponte do impossível. São Paulo: Perspectiva, 2003.

NUNES, D. Franz Kafka: vida heróica de um anti-herói. Rio de Janeiro: Bloch, 1974.

Diogo da Silva Roriz – Doutorando em História pela UFPR, bolsista do CNPq. Mestre em História pelo programa de pós-graduação da UNESP, Campus de Franca. Professor do departamento de História da Universidade Estadual de Mato Grosso do Sul (UEMS), Campus de Amambai, em afastamento integral para estudos. E-mail: [email protected]


BEGLEY, L. O mundo prodigioso que tenho na cabeça – Franz Kafka: um ensaio biográfico. Tradução de Laura Teixeira Motta. São Paulo: Companhia das Letras, 2010. Resenha de: RORIZ, Diogo da Silva. O enigmático mundo de Franz Kafka (1883-1924). Caminhos da História. Montes Claros, v. 15, n. 2, p.143-148, 2010. Acessar publicação original [DR]

Caio Prado Júnior: o sentido da revolução – SECCO (HH)

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SECCO Paulicéia Caio Prado Júnior POSTLincoln Secco. Foto: Francisco Emolo

SECCO, Lincoln. Caio Prado Júnior: o sentido da revolução. São Paulo: Boitempo Editorial, 2008. MONTALVÃO, Sergio.[1] Biografia intelectual como exercício de escrita da história. História da Historiografia, Ouro Preto, n.4, p.306-313, mar. 2010.

Ensina-nos Ítalo Calvino que os clássicos são livros acerca dos quais não se costuma dizer: “estou lendo”. E sim: “estou relendo”. Desde a sua publicação, nas décadas de 1930 e 1940, a obra histórica de Caio Prado Júnior foi lida de diferentes maneiras, suscitando aplausos e críticas, de acordo com o próprio deslocamento da historiografia, mantendo vivo, no entanto, o interesse dos leitores. Chegado o ano de 2008, pouco depois de completar-se o centenário de nascimento do autor de Evolução Política do Brasil (1933) e Formação do Brasil Contemporâneo (1942), a sua biografia, feita por Lincoln Secco em Caio Prado Júnior: o sentido da revolução, da editora paulistana Boitempo, apresenta não apenas o intelectual dedicado à interpretação do Brasil, mas o ativista e parlamentar de esquerda, o publisher da editora Brasiliense. Voltado para o grande público, esse estudo não perde, em nenhum momento, o rigor analítico, tendo o mérito de reunir o pensador e o homem de ação, de traçar um retrato de corpo inteiro de um dos mais formidáveis historiadores do século XX.

O livro de Lincoln Secco se beneficiou da voga de estudos caiopradianos que se sucederam a partir da segunda metade da década de 1990 (IUMATTI, 1998 e 2007; MARTINEZ, 1998; RICUPERO, 2000, GNERRE, 2001 e SANTOS, 2001). A abertura dos arquivos do Departamento de Ordem Política e Social de São Paulo (DEOPS/SP) e a descoberta dos cadernos políticos de Caio Prado Júnior – parcialmente apresentados na tese de Paulo Iumatti, que elegeu as anotações sobre o ano de 1945, o último do Estado Novo de Vargas –, hoje abertos à consulta pública no Instituto de Estudos Brasileiros da Universidade de São Paulo (IEB-USP), abriram um campo sobre o qual historiadores e cientistas sociais puderam descortinar as suas relações políticas e pessoais.

A nova ordem documental levou à mudança de foco, da historiografia ao historiador. Este movimento acompanhou as possibilidades de pesquisa atuais, que permitem maior variação nos jogos de escala. Parte evidente do regime de historicidade do século XIX, a biografia, depois de impactada pela história estrutural, renasceu a partir do final da década de 1960, em pesquisas que tiveram como objetivo revelar o cotidiano e a cultura dos “excluídos da história” (LORIGA, 1998). A partir de então teve início um movimento de revisão da história social, até então seduzida pelos expedientes de quantificação da chamada história serial. A crise do “paradigma galilaico” implicou na saturação da ideia de se levar a história ao limite de uma ciência em construção (GRENIER, 1998). A fortuna da biografia, porém, não se limitou apenas à história social, mas teve acolhida e espaço crescentes na história política renovada, que se dispôs a refletir sobre a ação dos indivíduos na esfera pública e de poder, recusando não somente a abordagem heróica, que fazia com que poucos personagens do passado gozassem de dignidade pessoal, mas também a abordagem totalizante, prefigurada em concepções teleológicas, que negavam o valor da experiência e do vivido.

A arte de tornar pública a sua opinião, criação, interpretação ou tese, que caracteriza os intelectuais e o seu relacionamento com a pólis, se inicia como atividade solitária e permanece associada ao autor ou à autora dos diferentes de obras e intervenções. Mesmo no caso dos “intelectuais orgânicos”, conforme o conceito gramsciniano, o empenho em servir a uma classe social depende de esforço próprio, que não pode ser delegado a terceiros. Na política, o intelectual está constantemente envolvido com processos e escolhas, nem sempre coerentes, de um lado e de outro. As suas escolhas políticas se fazem em meio a processos e acontecimentos históricos. Guerras, revoluções, torturas, genocídios, injustiças e desrespeito ao que consideram direitos individuais ou coletivos marcaram a entrada dos intelectuais na arena pública. Denúncias, acusações de desvios ou exacerbações daqueles que eles próprios apoiaram em um primeiro momento, levaram-nos à contestação ou ao silêncio. Se sujeito a tantas singularidades e idiossincrasias, haveria como tratar o intelectual além da biografia? Este me parece o desafio do livro de Lincoln Secco: tornar a biografia de Caio Prado Júnior um exercício de história política e, ao mesmo tempo, um exercício de história da historiografia.

O livro resenhado divide-se em cinco partes: “Os anos de formação”, “O parlamentar”, “O revolucionário”, “O historiador” e a “Questão agrária”. É interessante acompanhar esta divisão e, a partir dela, ver a atualidade e a originalidade dos enfoques utilizados. A origem familiar de Caio Prado Júnior, nascido do casamento de Caio da Silva Prado com Antonieta Penteado da Silva Prado, remete de imediato à elite paulistana, tendo Lincoln Secco ressaltado a importância do ramo materno, geralmente esquecido, ao escrever que “uma parcela importante da fortuna de seus pais provinha da família Penteado, que enriqueceu com a fabricação de sacos de juta demandados pela comercialização do café” (SECCO, 2008, pp. 19-20). Assim, a educação escolar e o convívio com os hábitos e a cultura da alta burguesia levaram Caio Prado Júnior a seguir os padrões típicos de sua classe social, identificáveis na frequência à Faculdade de Direito do Largo de São Francisco, pela qual recebeu o título de bacharel em 1928, e no casamento com Hermínia Cerquino, em 1929, no Mosteiro de São Bento.

A participação política do historiador teve início no movimento de cisão da oligarquia paulista, sintomaticamente demonstrada pela criação do Partido Democrático em 1926, do qual participou ativamente, inclusive na campanha presidencial de Getúlio Vargas e João Pessoa para as eleições de 1930. A revisão da sociedade oligárquica e a ânsia pela sua democratização formam o emblema político de Caio Prado Júnior. O fracasso da Revolução de 1930 em desarmar o pêndulo que, para o historiador, a fez retroceder mais do que avançar no sentido da autêntica superação do mando tradicional, ancorado na permanência da estrutura colonial e dependente da economia brasileira, o fez procurar, entre as opções da época,[2] a forma mais pertinente de expandir o radicalismo de suas ideias.

O comunismo dos anos 1930 foi vivido por Caio Prado Júnior como a experiência mais autêntica e radical de democratização e modernização aceleradas, conhecida pessoalmente por ele em sua viagem à União Soviética, depois defendida em sua possível aplicação ao Brasil, pelo que demonstram seus artigos na imprensa, escritos no tempo da Aliança Nacional Libertadora (ANL), da qual foi vice-presidente da regional de São Paulo. A crença nas ideias do marxismo soviético[3] e a imobilidade dessa crença no decorrer da sua vida levaram Caio Prado Júnior a se engajar numa “quase religião laica”. A expressão foi retirada por Lincoln Secco da autobiografia de Eric Hobsbawm e expõe, muito elucidativamente, o sentimento de dois intelectuais e historiadores marxistas de grande expressão em face daquilo que conformou as suas respectivas identidades públicas. Passar à esquerda comunista significava fazer parte de uma comunidade doutrinária, com regras e direcionamentos de difícil questionamento, e aceitar o modelo soviético como exemplo incontestável de sucesso político. Os posicionamentos de Caio Prado Júnior sempre revelaram a sua retidão em relação aos cânones da era stalinista, não passando por revisões e autocríticas devido a comportamentos heréticos, como outros intelectuais do partido, entre os quais podemos citar Astrojildo Pereira, Heitor Ferreira Lima e Octávio Brandão. A prisão em 1935 e o exílio na Europa nos primeiros anos da ditadura varguista tornaram-no um exemplo da inteligência engajada.

Mesmo sem negligenciar a importância desses anos de formação, nos quais Caio Prado Júnior escreveu os dois livros mais importantes de sua bibliografia, Lincoln Secco destaca a sua experiência parlamentar, no final da década de 1940, durante o pequeno intervalo de legalidade do Partido Comunista do Brasil (PCB). Depois de não ter apoiado a causa da “constituinte com Getúlio”, preferindo uma aliança tática dos comunistas com a União Democrática Nacional (UDN), o historiador e proprietário da Editora Brasiliense,[4] lançou-se candidato a deputado estadual pelo PCB, foi eleito e compôs a bancada comunista com mais dez deputados. Os Anais da Assembleia Legislativa de São Paulo (ALESP) o apresentam em debates nos quais demonstrou o trato polido e a fina ironia das suas colocações. Segundo Lincoln Secco, o ápice da sua presença no parlamento foi o projeto destinado à criação de uma fundação de amparo à pesquisa científica, concessora de bolsas e incentivos a estudantes e professores universitários.

A cassação do registro eleitoral do PCB causou novamente a prisão de Caio Prado Júnior e o fez ingressar, nos anos 1950 e 1960, em ativa “luta cultural”, entrincheirado na Revista Brasiliense. Foi nesta publicação que o historiador avaliou o tempo presente e discutiu o tema da revolução brasileira.

Sabe-se que Caio Prado Júnior olhava com desconfiança o governo João Goulart (1961-1964) e toda a agitação em torno da sua persona. O personalismo da política brasileira, germe do populismo e de toda a desgraça da esquerda que havia entendido a política de massas, induzida a partir dele, como a antecâmara da política revolucionária, chegava ao clímax em 1963, após o plebiscito de 6 de janeiro, que encerrou o período parlamentarista iniciado dois anos antes e devolveu a Goulart a inteireza dos poderes presidenciais. Reforma agrária na lei ou “na marra”, superação dos “resquícios feudais”, “dispositivo militar”, “burguesia nacional-progressista” e a máxima de Luís Carlos Prestes dizendo-se próximo ao poder, na visão de Caio Prado Júnior, pouco acrescentavam à revolução brasileira, que representava a passagem da colônia à nação e não ocorreria de maneira explosiva, no tempo curto dos acontecimentos políticos.

A entrada do historiador no debate político teve a retaguarda do filósofo.

Neste ponto, é muito interessante a contribuição de Lincoln Secco, pois a filosofia de Caio Prado Júnior pouco tem sido investigada e quando inquirida se apresenta com outras matrizes teóricas que não o marxismo. Encontra-se nela a recepção do positivismo lógico de Bertrand Russel e do Círculo de Viena, a partir da qual Caio construiu uma apreciação da história em que só há processos e relações, sem um sentido encontrado de antemão. Essa observação já havia sido feita por Jacob Gorender (1989, p.261), mas ganhou um destaque especial na biografia aqui comentada, pois é apresentada como fundamento lógico-teórico das análises políticas do historiador, sempre avessas a esquemas classificatórios feitos a priori.

As páginas sobre a circulação das ideias de Caio Prado Júnior acerca do tema da revolução brasileira, da maneira pouco entusiasmada como foram recebidas entre a intelectualidade de esquerda à sua consagração, materializada pela entrega do prêmio Juca Pato, de intelectual do ano de 1966, demonstram o conhecimento de Lincoln Secco sobre a história do marxismo no Brasil. É o que se pode notar pela seguinte passagem da biografia: Independentemente da opinião que temos sobre aquele livro [A revolução brasileira, 1966], ele enfim fez com que Caio Prado Júnior deixasse de ser apenas um comunista politicamente marginal no interior do partido para se situar no centro de uma polêmica sobre as razões da derrota da esquerda.

Isso porque sua leitura do Brasil agora encontrava um novo ambiente cultural e o próprio marxismo cedia lugar a uma era de vários marxismos, como já vimos. Caio Prado Júnior se tornou o novo paradigma das leituras críticas da nossa história e passou da condição de herege à do mais brilhante e modelar pensador marxista brasileiro. (SECCO, Op. Cit. pp. 117-118).

Enquanto a consagração de Caio Prado Júnior como intelectual de esquerda teve que aguardar a derrota da sua vanguarda política, o mesmo não aconteceu com o historiador que utilizou o materialismo histórico como método de investigação. A quarta parte de O sentido da revolução se inicia com a frase: “A história estava no alfa e ômega do seu pensamento” (Idem, p. 153). A história e não o marxismo. Mesmo que tenha sido reverenciado como o primeiro a retirar os frutos advindos dos conceitos de Marx para entender os cinco séculos da História do Brasil e sua relação com o capitalismo na Idade Moderna e Contemporânea, Caio Prado Júnior cultivou, em toda a sua trajetória de pesquisador, o melhor dos hábitos tradicionais de leitura e interpretação das fontes históricas. No entanto, não se pode deixar de incluí-lo no sopro de renovação dos estudos históricos e sociais da década de 1930. A intenção de Evolução Política do Brasil foi superar a tradicional historiografia do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro (IHGB) e, ao mesmo tempo, contestar os devaneios acerca da presença do feudalismo em nossa formação social, presente numa incipiente produção de autores marxistas. O capítulo sobre o período regencial expõe o ímpeto revisionista da historiografia caiopradiana. Nele se encontra a primeira tentativa de se chegar ao solo dos conflitos políticos do século XIX, colocando o povo em cena. Organizado como síntese, o livro traça um roteiro das revoltas acontecidas na década de 1830, revelando personagens como os irmãos Antônio e Francisco Vinagre, que lideraram os cabanos do Pará, e o escravo Cosme, fundador de um quilombo no Maranhão durante a Balaiada. A entrada do povo na política não foi vista com ingenuidade. Francisco Vinagre, após se insurgir contra o governo de Félix Clemente Malcher e controlar o poder, buscou se aproximar do governo imperial e negociou um acordo (PRADO JÚNIOR, 1991 [1933], pp. 75-76). O escravo Cosme, logo intitulado “imperador, tutor e defensor de todo o Brasil”, “vendia a seus companheiros títulos e honrarias” (Idem, p. 80).

A interpretação histórica do Brasil feita por Caio Prado Júnior encontra a sua metodologia mais definida em Formação do Brasil Contemporâneo e História Econômica do Brasil.[5] Ambos obtiveram apreciável aceitação crítica, estando na raiz da história econômica praticada na Universidade de São Paulo (USP), como se observa da leitura de Portugal e Brasil na crise do Antigo Sistema Colonial, de Fernando Novais. Críticas a essa interpretação e, em especial, aos excessos relativos à determinação externa da economia brasileira e à falta de acumulação interna de capitais viriam mais de três décadas depois. Ao apresentar essa polêmica, Secco defendeu o biografado contra as acusações da sua obra marxista ter-se apoiado mais nos aspectos da circulação de capitais (movimentos do mercado mundial capitalista da era moderna) do que nos aspectos da produção, mais especificamente do modo de produção predominante na colônia, apresentado como escravista.[6] Escreveu que os críticos: não atentaram para o fato de que, na periferia, o estudo da esfera da distribuição é que conduz à totalidade. Isso porque o dinamismo do modo de produção está no centro do sistema e é este que dita a lógica da reprodução global sistêmica ou, nas palavras de Caio Prado Júnior, dá o ’sentido da colonização’ (SECCO, Op. Cit. p. 177).

O capítulo final, Questão agrária, tratou também da atualidade de Caio Prado Júnior. Foi este um ponto de atrito entre o intelectual e o partido no início dos anos 1960, quando, em artigos da Revista Brasiliense, Caio defendeu a introdução da legislação trabalhista no campo e criticou as propostas do agrarismo pecebista. A especificidade do trabalhador rural, sujeito a relações capitalistas e à nossa herança rural, leia-se patriarcal e autoritária, levaram o historiador a bater-se pela cidadania daqueles que então eram a maior parte da população nacional. O problema segue até hoje e mostra a complexidade de tempos históricos embutidos na modernidade brasileira.

Para finalizar, é importante destacar a qualidade do projeto gráfico do livro, o caderno de fotos que revela os hábitos sociais do biografado e, sobretudo, os documentos anexados à edição. Entre estes documentos, a carta enviada a Carlos Nelson Coutinho comentando um escrito acerca da revolução baiana de 1798 diz muito sobre a concepção de história de Caio Prado Júnior. Não vou comentá-la aqui, preferindo deixar a curiosidade aos leitores que tiverem a oportunidade de ler esse valioso estudo sobre um dos fundadores de nossa moderna historiografia.

Bibliografia

CALVINO, Ítalo. Por que ler os clássicos? São Paulo: Cia. das Letras, 2007.

CÂNDIDO, Antônio. “A revolução de 30 e a cultura”. Novos Estudos CEBRAP, vol. 2, São Paulo: 1984, pp. 27-36.

GNERRE, Maria Lúcia Abaurre. A Forma e a Nação: Estilo Historiográfico em Formação do Brasil Contemporâneo. Campinas: Universidade Estadual de Campinas (Dissertação de Mestrado em História), 2001.

GORENDER, Jacob. “Do pecado original ao desastre de 1964”. In. D’INCAO, Maria Ângela. História e ideal: ensaios sobre Caio Prado Júnior. São Paulo: Brasiliense/UNESP, 1989, pp. 259-269.

__________. Escravismo colonial. São Paulo: Ática, 1988.

GRENIER, Jean Yves. “A história quantitativa ainda é necessária?” In. BOUTIER, Jean e JULIA, Dominique. Passados recompostos: campos e canteiros da história. Rio de Janeiro: Ed. UFRJ/Ed. FGV, 1998.

IUMATTI, Paulo Teixeira. Diários políticos de Caio Prado Júnior. São Paulo: Brasiliense, 1998.

__________. Caio Prado Júnior: uma trajetória intelectual. São Paulo: Brasiliense, 2007.

LORIGA, Sabina. “A biografia como problema”. In. REVEL, Jacques (Org.) Jogos de escalas: a experiência da microanálise. Rio de Janeiro: Ed. Fundação Getúlio Vargas, 1998.

MARTINEZ, Paulo Henrique. A dinâmica de um pensamento crítico: Caio Prado Júnior (1928-1935). São Paulo: Universidade de São Paulo (Tese de Doutorado em História), 1998.

NOVAIS, Fernando. Portugal e Brasil na crise do Antigo Sistema Colonial (1777-1808), 8ª edição. São Paulo: Hucitec, 2006.

PRADO JÚNIOR, Caio. Evolução política do Brasil, 19ª edição. São Paulo: Brasiliense, 1991.

RICUPERO, Bernardo. Caio Prado Júnior e a nacionalização do marxismo.

São Paulo: Editora 34, 2000.

SANTOS, Raimundo. Caio Prado Júnior na cultura política brasileira. Rio de Janeiro: Mauad, 2001.

[1] Doutorando Fundação Getúlio Vargas (CPDOC/FGV) [email protected] Praia de Botafogo, 190/14º andar Rio de Janeiro – RJ 22250-900 Brasil.

[2] Escrevendo sobre a Revolução de 1930 e a cultura, Antônio Cândido tratou das diversas formas de radicalização do período, decorrentes do “convívio íntimo entre a literatura e as ideologias políticas e religiosas” (1984, p. 30), que levaram os intelectuais a vivenciar experiências radicais no catolicismo, no fascismo e no comunismo.

[3] Aqui penso o marxismo soviético enquanto ideologia e razão de Estado, não enquanto interpretação histórica das sociedades.

[4] Fundada em 1943, a Editora Brasiliense teve como demais sócios: Arthur Neves, Caio da Silva Prado e Leandro Dupré.

[5] Este livro retoma em grande parte as teses do livro anterior, sobretudo em relação ao período colonial.

[6] 5 A tese do modo de produção escravista colonial foi defendida por Jacob Gorender em um estudo que procurou encontrar sua lógica interna, descrita em leis específicas de reprodução histórica.

Nzinga Mbandi: mulher, guerra e escravidão | Selma Pantoja

Escrito pela historiadora Selma Pantoja, o livro Nzinga Mbandi: mulher, guerra e escravidão, aborda alguns elementos da história de Angola durante o século XVII. Com o prefácio de Alberto Costa e Silva, a obra mostra o mito da rainha Nzinga que ascendeu ao poder rompendo as normas estabelecidas pelas linhagens tradicionais, que não admitiam uma mulher no poder. Além de também, dentre outras questões, Selma Pantoja traz as especificidades da escravidão dentro do continente africano.

As peculiaridades da história da África Negra trouxeram desafios para a historiografia. Sobre as fontes escritas percebe-se uma visão estereotipada dos africanos e suas sociedades, são relatos feitos por viajantes europeus carregados de superioridade. Com uma população ágrafa temos a tradição dos testemunhos orais que necessitam de uma técnica especial.

A obra traz um extenso relato sobre as características do povo Mbundu, bem como as especificidades da escravidão africana que tanto difere da praticada nas Américas. Deixa claro que ela é muito mais antiga do que se pensa, que era imanente naquele continente, mas de nenhuma forma benévola. E permeando toda a obra está a presença de Nzinha Mbandi que bravamente lutou contra o domínio português no Ndongo.

Sobre a escravidão africana vale ressaltar algumas características relativas à ela como o sistema de parentesco, os direitos pessoais, o escravo como propriedade, e este como sendo um dos tipos de dependência.

A autora também destaca a importância da mulher na sociedade africana, onde ela é o principal trabalhador agrícola e está diretamente ligada a produção e reprodução.

Selma Pantoja diz não ser adequado identificar a escravidão a partir do atributo propriedade, pois justifica que seus direitos são negociáveis, que tanto pessoas livres como escravos poderiam se negociados como propriedade.

Nota-se como característica marcante dos escravos africanos a ausência de parentesco, a não-integração com a linhagem ou etnia local. Para tanto era necessário que este indivíduo fosse retirado de local de origem, enfatizando sua procedência estrangeira. A guerra, o seqüestro, as razias eram as formas mais comuns de escravização e ao contrário que se imagina, aqui, o escravo não trabalhava somente em atividades produtivas, poderia este desempenhar cargos políticos e sociais.

E como o escravo está presente na estrutura econômica de uma sociedade africana? A autora mostra que, quando esta mesma sociedade depende do escravo, temos uma sociedade escravista. Porém a simples presença da escravidão e do escravo não necessariamente a define desta maneira.

Selma Pantoja dedica um capítulo de seu livro mostrando a organização e características da sociedade na África Central Ocidental. Primeiramente os povos de língua bantu onde há apenas uma breve amostra de características dessa sociedade, tais como prática da agricultura e da metalurgia, que possuíam um regime de descendência matrilinear, patrilinear e até de descendência dupla.

Após a autora enfatiza os povos coletores, existentes na África Central Ocidental, chamado de bosquímanos. Estes foram grupos nômades e tiveram sua população absorvida pelos povos de língua bantu, que resultou em um violento impacto no modo de vida dos povos caçadores.

Importante ressaltar que com a relevância da introdução do ferro na agricultura, facilitando na abertura de clareiras, que foi ideal para o cultivo de banana, tão importante na dieta bantu, fez com que o ferreiro tivesse muito prestigio dentro da sociedade, tornando-se o mais importante artesão da aldeia. Uma unidade política organizada em confederação de linhagem é mostrada como exemplo dentro da complexidade do sistema político da região, os Mbundu.

Uma característica marcante desta população eram os laços de parentesco além de muitos dependentes. Como no caso da mulher, que vivendo em uma sociedade polígama, tinha seu trabalho apropriado pelo homem.

A região do litoral da África Central criou estados que se apoiavam na autonomia de linhagem. Eles baseavam-se em uma relação social ou de parentesco consanguíneo, neste ultimo podendo ser matrilinear ou patrilinear. No caso dos Mbundu são predominantemente matrilineares, porém patriarcal, ou seja, segue-se a linhagem materna, mas sempre representado pelo homem.

Há um trecho onde podemos tornar a imagem de Angola mais real, com os aspectos geográficos da região. No que diz respeito às demarcações do domínio dos povos, estas eram feitas pelos rios e mares. O mar litorâneo era de domínio dos reis africanos, já o alto mar pertence aos europeus. O clima angolano é descrito como sendo intertropical, com o índice pluviométrico aumentando quando se afasta do litoral, já ao sul o clima é árido devido ao deserto.

Agora a autora adentra na história do Congo e do estado do Ndongo, onde viviam os Mbundu.

O Congo era divido entre cidades e a população das aldeias, sendo os títulos pertencentes aos habitantes das cidades. Quanto à religião houve um processo de cristianização que se operou somente à elite congolesa.

O governo central era mantido pela cobrança de impostos, estes eram pagos com tecidos, marfim ou cativos.

Uma expedição vinda de Portugal vinda de Portugal, em 1482, estabeleceu contato com o Congo, com interesses comerciais, os lusos introduziram na costa africana o comércio de manufaturas. No início esta relação luso-bakongo era amistosa, até a cristianização ter sido posta de lado pelo interesse no comércio de escravos.

O escravo era utilizado como pagamento no estudo dos africanos em Portugal. Sua venda rendia também impostos para o Manikongo, chefe do Congo. Em 1512 este comércio tornou-se monopólio real.

Durante o século XVII o Congo foi invadido pelo grupo dos yagas, que foi na verdade um golpe para os chefes locais, os Manikongos e comerciantes portugueses, estes guerreiros lutaram ao lado dos Mbundu. Foi então que resultou na hegemonia do Ndongo na região.

Os Mbundu era inicialmente organizado em forma de aldeia constituído por grupos de filiação. Os membros destes grupos tinham o controle das terras para o seu cultivo.

Sobre o soberano, era chamado de Ngola, este passava por um ritual relacionado à posse de objetos considerados sagrados.

Toda a população, aparentemente, estava submetido ao Ngola, mas havia diferença na forma de submissão, dentre as mais comuns formas de dependência estavam os prisioneiros de guerra, escravos por dívidas ou por punição de algum crime, estes não estavam inseridos em nenhum sistema de parentesco. Eram os cativos e as mulheres que se dedicavam à produção agrícola.

E é neste contexto que surge a figura de Nzinga Mbandi, e foi durante seu governo que o Ndongo sofreu sua fase mais tensa, a luta contra os lusos no comércio de escravos e o ataque dos Mbangalas. Nzinga destaca-se por conseguir equilibrar-se neste período de crise no governo.

Nota-se que o mito da rainha Nzinga também serve para autora enfatizar por várias vezes a importância da mulher na sociedade africana, tanto no poder como o principal produtor agrícola.

Voltando ao assunto do contato Portugal-África, foi em 1540 que os lusos tiveram contato com os soberanos Mbundu, e foram estes que buscaram contato com os europeus. O Ngola pediu aos portugueses que enviassem ao Ndongo padres e comerciantes. Mas quando o capitão Novais, enviado pelo reino português, chegou a região e o novo Ngola não quis recebê-lo e após alguns meses de espera o capitão avançou para o interior. O Ngola não apenas se recusou a ser convertido ao cristianismo, como prendeu Novais juntamente com o padre Gouveia.

Para incrementar o comércio de escravos os portugueses combateram contra os Mbundu ao longo do século XVII, e esta tarefa foi difícil pois os portugueses encontraram a resistência de Nzinga Mbandi.

Os portugueses usavam diversos pretextos para iniciar uma campanha militar com intuito de capturar mais escravos. Mas sem o apoio dos africanos os portugueses não poderiam ter acesso às rotas de comércio. A resistência de Nzinga vai dificultar todo comércio de escravos por todo século XVII.

Com a morte de Ngola Mbandi em 1617, houve uma disputa pelo poder entre Kia Mbandi e Nzinga. Ela fugiu para Matamba, onde não poderia mais reivindicar o título, já que para as linhagens tradicionais não aceitavam uma mulher no poder.

Seu irmão teve um governo marcado por inúmeras guerras, devastando o Ndongo. O governador empreendeu uma campanha militar contra o Ndongo e acabou que com sua capital destruída.

Para que a paz fosse restabelecida precisou de alguém com habilidade de negociação, Nzinga, uma mulher com capacidades não só diplomáticas como de guerra como demonstrou dentro de seus quilombos.

O Ngola Mbandi entra em contato com sua irmã Nzinga, que desempenha as negociações entre Ndongo e Portugal na negociação de paz entre os dois estados. Durante a década de 20 os portugueses conseguiram estabelecer aliança no Ndongo. O Ngola Mbandi falece e Nzinga detentora das insígnias reais apodera-se do poder.

Os dois últimos capítulos são onde Nzinga Mbandi está mais presente na obra de Selma Pantoja.

Nzinga adotou os costumes dos Mbangalas, e não aceitou a proposta dos portugueses para que o Ndongo tornassem seus tributários. Ela pediu em carta à Portugal, que enviassem padres ao Ndongo e em troca devolveria os escravos que haviam fugido dos portugueses e refugiaram-se no quilombo.

Porém os portugueses expulsaram Nzinga e colocaram um chefe submisso aos interesses lusos, Aire Kiluanji, que abriu as rotas comerciais do Ndongo. Os chefes Mbundu não reconheciam o Ngola, por ele não pertencer à linhagem. O que permeava esta resistência era o sentimento anti-português da região.

Após um assalto à ilha de Kwanza empreendido pelo governador, Nzinga foge para Matamba e ela passa a adotar os costumes e as formas militares dos Mbangalas.

O confronto militar do Ndongo com os portugueses resultou na demolição das bases do estado, além da propagação da varíola que despovoou aldeias inteiras.

É sempre recorrente falar em escravos que eram acolhidos pela Nzinga e este fato servia de argumentação para justificar a guerra contra a rainha Mbundu. Nzinga era soberana no Matamba, rompeu com as regras estabelecidas, sendo uma mulher no poder usando de força militar para consegui-lo.

Em 1641, Nzinga apóia a ocupação de Luanda pelos holandeses, o qual deseja seu apoio político. Nzinga usou a presença dos holandeses para expulsar de vez os portugueses e reaver o Ndongo. Os portugueses foram reduzidos à posição de intermediários ao comércio de escravos. Em 1648 os holandeses unidos a Nzinga avançaram contra os portugueses.

Os maiores rivais dos portugueses passaram a ser Matamba e o Congo. Foi durante o governo de Vidal de Negreiros que ocorreu o golpe fatal ao Congo deixando-o enfraquecido, mas este continuaria existindo até o século XIX.

Sobre Matamba, foi assinado um acordo de paz com os portugueses, para tal os lusos teriam  que libertar a irmã de Nzinga e ela comprometia-se em entregar alguns escravos. A rainha Nzinga se e converteu ao cristianismo e aceitou a presença dos missionários na região. Neste momento era impossível lutar mais contra os portugueses, pois não havia possibilidade de reorganizar um exercito no Ndongo, já despovoado.

Foi durante o século XIX que a África tornou-se mais vulnerável as invasões européias, pois antes a malária era uma espécie de barreira natural, e neste século foi descoberto o quinino, que ajudou os portugueses a driblar esta barreira.

Nzinga faleceu em 1663, ela foi temida por não só ter sobrevivido a varíola como por ter adotado os ritos Mbangalas.

As conseqüências da disputa pelo comércio de escravos foram grandes, como a redução da população local, o aumento do numero de cativos, a redução da população local e a escravização de pessoas livres.

O Ndongo foi o principal fornecedor de escravos para Luanda, em um momento em que tive uma relação estreita com o comercio atlântica durante o século XVII.

Segundo Cavazzi, na região do Ndongo existiam três tipos de escravos: os quísicos, que eram filhos de outros escravos; os prisioneiros de guerra, que poderiam ser usados em sacrifício; e os escravos de fogo, que viviam em perpetuo serviço até a morte de seu proprietário.

Aos escravos eram negados direitos e privilégios, diferenciados dos demais membros da sociedade devido à ausência de parentesco. Tanto os escravos como as mulheres estavam subordinados aos mais velhos da linhagem.

Foi por meio do apoio destes escravos que Nzinga Mbandi conseguiu subir ao poder no Ndongo e tornar-se um mito não só no continente africano, mas para todos os afrodescendentes.

Nota

Resenha apresentada à Disciplina de História da África, ministrada pela Professora Dra. Fabiane Popinigis na Universidade Federal de Santa Catarina-UFSC.

Mariana Ouriques – Graduanda do curso de História – UFSC.


PANTOJA, Selma. Nzinga Mbandi: mulher, guerra e escravidão. Brasília: Editora Thesaurus, 2000. Resenha de: OURIQUES, Mariana. O universo negro-africano e suas peculiaridades: a escravidão, o tráfico e o mito da Rainha Nzinga. Cadernos de Clio. Curitiba, v.1, p.116-120, 2010. Acessar publicação original [DR]

O Desafio Biográfico: escrever uma vida | François Dosse

O historiador francês, François Dosse tornou-se reconhecido em seu meio como um analista da situação intelectual francesa no século XX e especialmente como crítico da chamada Nouvelle Histoire, ou também conhecida como terceira geração da Escola dos Annales. As concepções de Dosse a respeito dessas temáticas podem ser lidas em muitas de suas obras publicadas no Brasil, tais como: “A História em Migalhas: dos Annales à nova história” (1994), “História do Estruturalismo” (1994), “A História a prova do tempo: da história em migalhas ao resgate do sentido” (2001), “Império do Sentido: a humanização das ciências humanas” (2003), entre outras. Em seu “Desafio Biográfico: escrever uma vida” esses temas não deixaram de ter lugar, mas agora diluídos em outros objetivos, quais sejam: analisar historicamente as produções biográficas, inserindo as mais diferentes publicações em seus contextos de produção, verificar os momentos de maior ou menor intensidade na escrita de biografias e como o historiador profissional relacionou-se com o biográfico pelo menos durante o decorrer dos últimos dois séculos.

Dosse intenta construir uma espécie de panorama histórico das produções biográficas, demonstrando assim, as diferentes concepções a respeito dessa forma de escrita durante o tempo. Para tanto, recorre a uma divisão metodológica das biografias, traçada por ele próprio. Assim sendo, as primeiras obras datadas da antiguidade clássica até a modernidade passam a integrar a idade heróica. Posteriormente, as biografias produzidas durante o século XX, por suas características singulares são denominadas modais. E por fim, as biografias que expressam a heterogeneidade e a multiplicidade de identidades da contemporaneidade pertencem à era hermenêutica. Leia Mais

Grande Otelo: uma biografia – CABRAL (HP)

CABRAL, Sérgio. Grande Otelo: uma biografia. São Paulo: Editora 34, 2007, 320p. Resenha de: SANTOS, Tadeu Pereira dos. Grande Otelo sob o olhar de Sérgio Cabral. Histórias & Perspectivas, Uberlândia,  v. 22, n.41 – Jul./Dez. 2009.

O livro “Grande Otelo: uma biografia” foi escrito pelo jornalista Sérgio Cabral1, a partir do acervo particular de Sebastião Bernardes de Souza Prata/Grande Otelo, como resultado de um projeto dirigido pela Sarau (Agência especializada em espetáculos musicais e teatrais) e apoiado pela Petrobrás. A obra está estruturada em 25 tópicos, nos quais se evidencia a experiência de Sebastião Prata em um enredo que vai do seu nascimento à morte. Trata dos aspectos centrais da vida de Grande Otelo, em um processo em que presente e passado se mesclam na interpretação do autor.

O enredo sobre Grande Otelo destaca o imaginário construído sobre e para Sebastião Prata, como ator cômico, travestido no seu personagem Grande Otelo, fazendo dos principais meios de comunicação de circulação nacional (revistas e periódicos), ao longo do século XX, vozes suportes dessa memória.

Na interpretação de Cabral, Otelo ocupa o lugar central da narrativa pela seletividade de seu passado oferecido a ler em um movimento de heroicização. Assim sendo, a sua narrativa é construída com o propósito de que os acontecimentos sobre Otelo tenham o caráter de grandeza, transformando-o em herói do cinema e do teatro enfatizando a sua notoriedade, o seu brilhantismo e a sua genialidade. Essa constitui a espinha dorsal da escrita do autor, pelo manuseio do passado na construção de uma memória sobre Grande Otelo, isto é, como escritor/jornalista, é a partir de 2006 que ele interpreta a trajetória de vida do artista desde seu nascimento à morte, tomando a infância do mesmo como ponto de partida de sua interpretação. Destaca as suas experiências na cidade de Uberlândia, na Estação Mogiana, nas ruas e em um Circo Mambembe em trânsito pelo Triângulo Mineiro e Alto- Paranaiba.

Ao tratar do seu deslocamento para São Paulo, credita a essa experiência, tutelada por Abigail Parecis, o suporte de sua formação artística e sua inserção nas Companhias Negras de Teatro de Revistas. Cabral narra relações de Bastiãozinho com figuras públicas do campo artístico, referenciais marcantes na sua afirmação como Grande Otelo. O autor destaca amplamente jornais dos estados de São Paulo, Minas Gerais, Rio de Janeiro, Pernambuco e Bahia onde Otelo figurava como atração dos espetáculos.

Além disso, narra suas experiências em São Paulo, explicitando a sua passagem pelo Patronato de Menores e sua posterior adoção pela família Queiroz que oportunizou seus estudos no Liceu Coração de Jesus, no qual se destacava nas apresentações cênicas, convencendo seus pais adotivos de que o potencial artístico fluía em seu ser. Cabral descreve ainda o seu retorno às atividades artísticas com Zaíra Calvacante e posterior engajamento com Jardel Jardecolis, que o leva ao exterior. Após seu retorno, estabelece- se na cidade do Rio de Janeiro.

Cabe ressaltar, que a infância é interpretada por Cabral como uma vivência marcada por aventura, sofrimento, mas, sobretudo, como reveladora da “predestinação” de Otelo ao mundo das artes, pois desde criança já se constituía em sucesso por onde passava e ocupava lugar de destaque na imprensa nacional.

Posteriormente à interpretação das experiências de Otelo em Minas e São Paulo, Cabral direciona-a para o Rio de Janeiro, descrevendo os acontecimentos reveladores da transformação de Sebastião Prata em seu personagem Grande Otelo, destacando Jardel Jardecolis como definidor de seu nome artístico Grande Otelo e dos múltiplos significados por ele assumidos na sua vida, a exemplo de sua iniciação no cinema, local de encontro com Mesquitinha, um dos seus mestres na vida.

A narrativa do período de 1935 a 1940 delineia o processo em que Otelo vai assimilando o Rio de Janeiro e se afirmando com as participações em peças teatrais e filmes da Cinelândia, espaços em que conheceu Noel Rosa, Mário Lago, Mesquitinha. Ao trabalhar com Ari Barroso em “Batuque”, fez parceria com Déo Maria ao interpretar e cantar a música “No tabuleiro da Baiana”. Destaca o autor que, em 1940, Sebastião Prata já era Grande Otelo e assumia lugar na escrita jornalista, como cartaz de peças de teatro e como alvo dos críticos da época.

O Cassino da Urca é dado a ler por Cabral como central na vida artística de Otelo por lá ter conhecido, na década de 1940, grandes destaques como Orson Welles, Carmem Miranda, Wilson Batista, Ataulfo Alves e Herivelto Martins, seu grande amigo. Contudo, leva o leitor a outros universos freqüentados por Otelo em seus trabalhos em rádio, cinema e música. Sobretudo, explicita os filmes dos quais participou, as dificuldades enfrentadas enquanto desempregado, sua participação na imprensa e suas relações familiares antes de integrar-se à Atlântida.

Tendo como suporte da sua escrita a imprensa da época, Cabral revela ao leitor uma fase definitiva na transformação de Sebastião em seu personagem Grande Otelo, em um processo em que faz do mesmo o suporte definidor do imaginário dos significados a ele atribuídos. Consoante aos propósitos de sua interpretação, intercala as suas glórias e frustrações, com destaque aos filmes O Moleque Tião e a Dupla do Barulho, ao seu exercício jornalístico na Revista Fiu-Fiu e à tragédia de 1949, quando da morte de Chuvisco, seu enteado, e suicídio da sua esposa. Como biógrafo transforma episódios pessoais do artista em grandes acontecimentos, ressaltando as suas glórias, os seus feitos, em um procedimento que lhe confere natureza de grande herói do cinema e do teatro: No primeiro semestre de 1943, os jornais andaram publicando também notas sobre as atividades futuras de Otelo no cinema. Ademar Gonzaga, o grande comandante da Cinédia, anunciou a realização do filme Alma do Morro, tendo o ator como protagonista. Pouco depois, a revista Cena Muda informou que a Atlântida faria vários filmes de curta-metragem e que o primeiro deles focalizaria Grande Otelo. Certo mesmo que, em 1943, ele seria definitivamente consagrado como um Grande astro do cinema brasileiro.2 O enredo de Cabral cristaliza uma dada versão sobre Otelo, a que está no imaginário de diferentes gerações, manifesta nas lembranças sobre ele. Esta versão corrobora as avaliações de seus trabalhos pelos meios de comunicação, reveladores da sua versatilidade, ponto importante na configuração da sua memória.

Cabral direciona a sua narrativa para explicitar a participação de Otelo no cinema brasileiro, em um percurso que vai da Atlântida ao Cinema Novo, entrecruzando suas atividades em rádio, televisão e teatro, em formato de um catálogo localizador do tempo e do espaço onde estava Otelo. No período entre a segunda metade da década de 1950 e a década de 1980 mapeia os passos de Otelo, agregando suas experiências nos diferentes canais de TV da época, tais como as TVs Excelsior, Tupi e o início da sua participação na Rede Globo, em que trabalhou até à década de 1990.

Além do catálogo das atividades de trabalho, Cabral também faz um mapeamento de figuras públicas dos campos artístico e político com as quais Otelo conviveu ao longo da sua trajetória de vida, evidenciando-as em cada fase.

A catalogação efetuada por Cabral revela os grandes feitos de Otelo, em um processo constitutivo da sua imagem como homem que viveu para o mundo das artes, doando sua vida para o cinema e o teatro do país, sacrificando sua família, justificando suas escolhas na sua condição de herói, por estar presente nos grandes momentos da atividade cultural no país. Cabral referencia o filme Macunaíma (1969), apresentado ao leitor como o trabalho de maior repercussão do artista pelas homenagens no país e exterior, o que lhe deu visibilidade nos diferentes meios de comunicação.

Dessa forma, leva o leitor às experiências de Otelo na década de 1970, destacando a sua participação em novelas e programas da TV Globo, com referências às suas participações no teatro e no cinema.

Em relação à década de 1980, Cabral constrói a sua narrativa de maneira a apontar Otelo já direcionando o enredo para sua morte. Isto é, ao elaborar uma relação, das homenagens a ele prestadas no Rio de Janeiro, em São Paulo e em Minas Gerais, destaca a comemoração dos seus setenta anos, em 1985, a sua passagem por Uberlândia e, sobretudo, explicita sua participação no movimento pela Separação do Triângulo Mineiro e Alto-Paranaiba em que o artista fora garoto propaganda do Estado, contrariando seus conterrâneos uberlandenses. Nesse universo, entremeado por atividades de trabalho, Otelo é apresentado como um sujeito que indaga como fora e era tratado, revelando as suas angústias e, ao mesmo tempo, os seus problemas de saúde. Cabral o mostra como um sujeito que lutava pela vida e que permaneceu ativo até o seu último instante; isto é, um sonhador e lutador mesmo com saúde precária, decorrente da sua vida boêmia e idade.

Por exercer estreita relação com as atividades do cinema e do teatro, Otelo sempre recomeçava a sua vida, desta vez com o filho Pratinha, por meio da produtora Go-Up Produções Artísticas, agregando-se a isso o seu trabalho na Escolinha do Professor Raimundo da TV Globo, homenagens, amores e os sonhos de escrever livros e produzir filmes. Essas eram experiências de Otelo na década de 1990, relatadas por Cabral quando definitivamente ausentava-se do cinema e do teatro em razão da sua morte em 1993, por não resistir ao último infarto sofrido em plena Paris, onde receberia sua última homenagem. Desde o final da década de 1970, seu agravado estado de saúde o obrigara a hospitalizar-se em sua terra natal (Uberlândia) e em seguida por diversas vezes no Rio de Janeiro.

No enredo construído por Cabral, Otelo é o centro da narrativa, na medida em que a sua história, o entrecruzamento entre seus trabalhos, principalmente no cinema, são peculiares aos propósitos do autor em fazer de Otelo um herói na sua trama. Por isso, os personagens a ele vinculados são apresentados na medida em que possibilitam afigurar-lhe grandioso, um homem que se fez do porte dos demais, grande entre as grandes figuras públicas do país. Ao destacar a publicação do livro Bom Dia, Manhã, de autoria de Grande Otelo, Cabral seleciona do prefácio um parágrafo que destaca a importância do ator na vida nacional: Não sei de brasileiro vivo mais importante no cenário da vida nacional – seja ele político, esportista, artista, escritor – do que Sebastião Prata, pouco conhecido pelo nome inscrito no registro civil. Mas quem não conhece Grande Otelo? Os brasileiros mais célebres e amados – o poeta Drumond, o arquiteto Niemeyer, a atriz Fernanda Montenegro, o atleta Pelé, para citar apenas quatro expoentes – serão tão grandes, mas não serão maiores do que este pequeno homem de carapinha grisalha, nascido na pobreza do povo brasileiro, de imenso talento, de irremediável vocação para a arte, criador sem igual, a força e a graça. Nosso povão não possui quem seja tão sua imagem, que o simbolize com tamanha verdade.3 Decorrente desse movimento de escrita, observamos as poucas referências a familiares, talvez pela opção de quem sacrificou a família em função do cinema e do teatro. No cotidiano do artista, vida conflituosa com as mulheres, a boemia, os atrasos aos compromissos, a lida trabalhista (fugas) e as relações de convivência com alguns diretores, nos indicam as tensões vividas.

A biografia assume relevância para estudiosos ou simpatizantes da temática na medida em que lhes possibilita perceber uma interpretação sobre Otelo vinculada ao cinema, em um movimento transformador de Sebastião Prata em Grande Otelo, construída com suporte na grande imprensa brasileira. Aos historiadores, possibilita problematizar os procedimentos adotados pelo biográfico como recurso peculiar à escrita da história, analisando o propósito do autor e a materialidade da narrativa. Nesse movimento, são percebidos os recursos utilizados para a construção de uma versão sobre o sujeito por aquele que se propõe a “contar” sua vida.

As minúcias narradas constituem a estrutura do enredo em que texto e iconografia produzem sentidos configuradores de verdade.

A narrativa é construída de modo a criar uma falsa impressão no leitor de que os acontecimentos contados, e a maneira como o são, encerram a experiência do biografado, quando, ao contrário, o que se apresenta é apenas uma interpretação condicionada ao uso de documentos e às questões propostas pelo autor.

Nesse movimento, a escrita também revela concepções de história que se explicitam na maneira de narrar. Como se trata de uma história para fazer do biografado um herói, coloca-se em evidência os seus grandes feitos: sua participação pelos diferentes meios cinematográficos (Chanchadas, Cinema Novo, Cinema Marginal); sua inserção pelo jornalismo; seu mergulho no mundo musical por meio da composição de samba; sua trajetória no rádio, no teatro e na televisão, nos quais o aspecto factual assume relevância na narrativa, ao transformar experiências do artista em grandes manchetes, o que possibilita engrandecê-lo e heroicizá-lo.

Devemos ainda considerar que essa forma de reconstruir o passado a partir do presente ocupa lugar singular no mercado editorial.

Ou seja, essas narrativas transformadas em mercadorias têm nele espaço cativo e são dadas a ler como História.

Desse modo, muitas biografias evidenciam uma concepção de História centrada nos “grandes” homens e acontecimentos, valorizando a ideia do detalhe travestido em data, personificação, ao subjugar a história à trajetória de apenas alguns, o que leva a um movimento cristalizador de uma dada forma de interpretar, reveladora de uma concepção restritiva onde alguns sujeitos são considerados agentes históricos dignos de terem suas vidas biografadas.

Aqui, o sujeito Sebastião Prata dá lugar ao artista Grande Otelo. Suas agruras do cotidiano, seus anseios, enfim, sua experiência no meio social cede espaço, na ótica do biógrafo, aos festejos e dotes artísticos apresentados por Otelo. Cabral não enxerga no artista o homem e, despeja sua análise no caráter singular do artista, deixando de lado as ações do sujeito. Nos flashes literários promovidos por Cabral, nas fotos, no palco da história, o sujeito é Grande Otelo quem surge, Sebastião Prata é apenas coadjuvante nas lentes do biógrafo.

1 Sérgio Cabral é jornalista, músico, compositor e escritor. Escreveu as seguintes obras: Pixinguinha: vida e obra (1977), com a qual venceu o concurso de monografias da Funarte sobre MPB; No tempo de Almirante (1991); No tempo de Ari Barroso (1993); As Escolas de Samba do Rio de Janeiro (1996); Antonio Carlos Jobim: uma biografia (1997); Mangueira: nação verde e rosa (1998) e Nara Leão: uma biografia (2001), entre outras. Cabral é presença constante em programas de diferentes canais da televisão brasileira e participante ativo de festivais de música como jurado.

Notas

2 CABRAL, Sérgio. Grande Otelo uma biografia. São Paulo. Editora 34, 2007. p104.

3 AMADO, Jorge & OLINTO, Antônio. Prefácio do livro Bom dia, manhã de autoria de Grande Otelo. In. CABRAL, Sérgio. Grande Otelo: uma biografia. São Paulo: Editora 34, 2007. p. 290.

Tadeu Pereira dos SantosMestre em História pela Universidade Federal de Uberlândia, pesquisador da vida e obra de Sebastião Prata/Grande Otelo e bolsita Capes sob orientação da Professora Drª Heloisa Helena Pacheco Cardoso.

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Os dentes falsos de George Washington: um guia não convencional para o século XVIII | Robert Darnton

Na verdade, tudo o que se refere ao século XVIII é estranho, quando examinado em detalhe (DARNTON, 2005: 8).

Para Robert Darnton, o século XVIII é bem mais estranho do que imaginamos corriqueiramente. Seus personagens, e suas formas de agir e pensar, conforme argumenta, nos fariam ter uma sensação de estranhamento abissal. Após publicar um grande número de livros sobre o século XVIII, em parte já traduzidos no Brasil, como: Boemia literária e revolução (1987), O lado oculto da revolução (1988), O grande massacre de gatos e outros ensaios (1988), O beijo de Lamourette (1990), Edição e sedição (1992), O Iluminismo como negócio (1996), Os best-sellers proibidos da França pré-revolucionária (1998) e Democracia (2001), o autor apresenta um guia, segundo ele nada convencional, para se entender o século XVIII, ou melhor, parte dele e de seus temas.

Neste livro, Os dentes falsos de George Washington (2005), em suas palavras, procurou oferecer um guia “para o século XVIII, não para todo esse período (o que exigiria um tratado em vários volumes), mas para alguns de seus recantos mais curiosos e singulares, e também para seu tema mais importante, o processo do Iluminismo” (DARNTON, 2005: 9). Para tanto, o autor expos relatos de campo, de parte de suas pesquisas, embora não dando um mapa completo do século XVIII, mas se concentrando em alguns de seus temas, como: “conexões franco-americanas, a vida na República das Letras, modos de comunicação e, por fim, formas de pensamento peculiares ao Iluminismo francês” (DARNTON, 2005: 10). Neste percurso sua tese “não é de que o século XVIII era estranho em si mesmo […] mas de que é, sim, estranho para nós”, em função das profundas transformações históricas que se deram do passado ao presente e, nesse sentido, preocupou-se em “abrir linhas de comunicação com o século XVIII e, ao segui-las até suas origens, compreender o século ‘como ele realmente era’, em toda a sua estranheza” (DARNTON, 2005: 14). Leia Mais

Jacques Ardoino: pédagogue au fil du temps – VERRIER (RF)

VERRIER, Christian. Jacques Ardoino: pédagogue au fil du temps. Préface de René Barbier. Paris: Téraèdre, 2010. 244p. Resenha de: MACEDO, Roberto Sidnei. Revista FACED, Salvador, n.16, p.139-140, jul./dez. 2009.

Jacques Ardoino: pedagogo no fio do tempo, é um trabalho de biografia analítica realizado por Christian Verrier, como nós, ex-aluno deste provocante e refinado epistemólogo das ciências da educação e antropossociais, que por diversas vezes visitou o Brasil para debater suas ideias, vinculadas principalmente ao seu mais fecundo e principal conceito neste campo da pesquisa e da formação educacional, o conceito de multirreferencialidade.

Enquanto uma obra que caracteriza bem as biografias analíticas, Jacques Ardoino: pédagoque au fil du temps procura traçar a itinerância do epistemólogo das ciências da educação de uma forma tal que sua vida não se descola dos seus conceitos fundamentais, das suas ideias e da personalidade forte e empreendedora do formador e pesquisador, que tinha um gosto quase compulsivo pela criticidade e pela argumentação voltada para os grandes desafios epistemológicos e ontológicos produzidos pelo movimento da temporalidade a que estava implicado. Nestes termos, a obra explicita o conjunto de diálogos provocantes entre Ardoino, Morin, Castoriadis, Mafesoli, Lourau, entre outros intelectuais contemporâneos, que desafiam as fronteiras da contemporaneidade, daí sua preferência por teorizar a partir dos meios e práticas educacionais a problemática da complexidade.

Mas é a ideia de multirreferencialidade que aparece capitaneando a obra e entretecendo as inúmeras contribuições do pesquisador emérito da vanguardista Universidade de Paris 8, para se compreender a formação e intervir nas coisas da educação.

Verrier tem a competência de, através dos argumentos implicados de Jacques Ardoino, nos colocar no centro dos sentidos construídos pelo epistemólogo a respeito daquilo que mais lhe entusiasmava nas suas diversas conferências e conversas com seus alunos, ou seja, a heterogeneidade como riqueza irredutível da emergência humana e a identidade constituída por identificações fundadas na negatricidade dos sujeitos sociais em movimento de afirmação das suas alteridades, alteridades que só podem emergir, segundo Ardoino, na medida em que, em relação, alteram e ao mesmo tempo criam incessantemente inacabamentos. Dá-se aqui a inarredável e trágica necessidade do outro. É nestes termos que a pluralidade implica numa ética e numa política que vai muito além de uma “comemoração” diante da emergência da diversidade.

Entretanto, é a densidade da ideia-força de multirreferencilidade que a obra evidencia de forma intencional.

Verrier nos mostra que o grande mérito do pensamento de Ardoino e da sua práxis educacional é fazer entrar de forma original e fecunda na epistemologia das ciências da educação e antropossociais, um sistema de pensamento e uma perspectiva de práxis, onde a heterogeneidade é o ponto de partida epistemológico, ético, político e formativo, reconhecida como ineliminável para se pensar a formação do Ser do homem em sociedade. Motivo da publicação de números específicos de algumas revistas de mérito no campo das ciências da educação na Europa e no Brasil, a epistemologia e a práxis multirreferencial de Ardoino faz do seu argumento instituinte sobre a alteridade/alteração, um potente analisador crítico e um fundante dispositivo de formação, que deslocam, destrivializam e desnaturalizam as compreensões e práticas educacionais forjadas nas palavras de ordem, nas respostas pré-digeridas, nos lugares-comuns, nos conceitos protegidos, significados autoritários e nas interpretações de pretensões monossêmicas. É assim que a existência e a cultura, no plural, radical e relacionalmente concebidas, alimentam e fazem brotar uma epistemologia da educação e, a fortiori, uma compreensão da formação e da sua mediação, implicadas à emergência culturalmente singular e relacional da nossa human-idade. É este viés que identifica Ardoino como um epistemólogo das situações e ações educacionais, que prefere pensar e atuar de dentro das vibrações produzidas pelas temporalidades vividas. Aliás, é orientado por esta perspectiva, que Verrier cunha o título da sua obra, que, ademais, vai marcar o conjunto de escritos que na Europa começam a realçar a singularidade universal do pensamento inquieto e radicalmente pluralista do nosso também professor Jacques Ardoino.

Roberto Sidnei Macedo – Universidade Federal da Bahia (UFBA). E-mail: [email protected]

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Becos da memória – EVARISTO (REF)

EVARISTO, Conceição. Becos da memória. Belo Horizonte: Mazza, 2006. Resenha de: OLIVEIRA, Luiz Henrique Silva de. “Escrevivência” em Becos da memória, de Conceição Evaristo. Revista Estudos Feministas v.17 n.2 Florianópolis May/Aug. 2009.

“Homens, mulheres, crianças que se amontoaram dentro de mim, como amontoados eram os barracos de minha favela” (p. 21).

Evaristo, 2006, p. 21.

Maria da Conceição Evaristo de Brito nasceu em Belo Horizonte, em 1946. De origem humilde, migrou para o Rio de Janeiro na década de 1970. Graduou-se em Letras pela UFRJ, trabalhou como professora da rede pública de ensino da capital fluminense e da rede privada de ensino superior. É mestre em Literatura Brasileira pela PUC-Rio. No momento, está concluindo doutorado em Literatura Comparada na Universidade Federal Fluminense. Em sua pesquisa, estuda as relações entre a literatura afro-brasileira e as literaturas africanas de língua portuguesa. Participante ativa dos movimentos de valorização da cultura negra em nosso país, estreou na arte da palavra em 1990, quando passou a publicar seus contos e poemas na série Cadernos Negros, suporte de que se utiliza até hoje.

Em 2003, veio a público o romance Ponciá Vicêncio, pela editora Mazza, de Belo Horizonte. Seu segundo livro, outro romance, Becos da memória, foi escrito em fins dos anos 1970 e início dos 1980. Ficou engavetado por cerca de 20 anos até sua publicação, em 2006. Desde então, os textos de Evaristo vêm angariando cada vez mais leitores, sobretudo após a indicação de seu primeiro livro como leitura obrigatória do Vestibular da UFMG, em 2007. A escritora participou ainda de publicações coletivas na Alemanha, na Inglaterra e nos Estados Unidos. Sua obra de estreia foi traduzida para o inglês e está em processo de tradução para o espanhol.

A obra em prosa de Conceição Evaristo é habitada, sobretudo, por excluídos sociais, dentre eles favelados, meninos e meninas de rua, mendigos, desempregados, beberrões, prostitutas, “vadios” etc., o que ajuda a compor um quadro de determinada parcela social que se relaciona de modo ora tenso, ora ameno, com o outro lado da esfera, composta de empresários, senhoras de posses, policiais, funcionários do governo, dentre outros. Personagens como Di Lixão, Duzu-Querença, Ana Davenga e Natalina, presentes no universo dos contos publicados nos Cadernos Negros; Ponciá Vicêncio, Vô Vicêncio, Luandi, Nêngua Kainda, Zé Moreira, Bilisa e Negro Glimério, listados em Ponciá Vicêncio; Maria-Nova (desdobramento ficcional da autora?), Maria Velha, Vó Rita, Negro Alírio, Bondade, Ditinha, Balbina, Filó Gazogênia, Cidinha-Cidoca, Tio Totó e Negra Tuína, de Becos da memória, exemplificam, no plano da ficção, o universo marginal que a sociedade tenta ocultar.

Becos da memória é marcado por uma intensa dramaticidade, o que desvela o intuito de transpor para a literatura toda a tensão inerente ao cotidiano dos que estão permanentemente submetidos à violência em suas diversas modalidades. Barracos e calçadas, bordéis e delegacias compõem o cenário urbano com que se defrontam os excluídos de todos os matizes e gradações, o que insinua ao leitor qual a cor da pobreza brasileira. No entanto, a autora escapa das soluções fáceis: não faz do morro território de glamour e fetiche; tampouco, investe no traço simples do realismo brutal, o qual acaba transformando a violência em produto comercial para a sedenta sociedade de consumo.

Os fragmentos que compõem Becos da memória procuram aliar a denúncia social a um lirismo de tom trágico, o que remonta ao mundo íntimo dos humilhados e ofendidos, tomados no livro como pessoas sensíveis, marcadas, portanto, não apenas pelos traumas da exclusão, mas também por desejos, sonhos e lembranças. Violência e intimismo, realismo e ternura, além de impactarem o leitor, revelam o compromisso e a identificação da intelectualidade afrodescendente com aqueles colocados à margem do que o discurso neoliberal chama de progresso.

Sabendo que é possível à obra (re)construir a vida, através de “pontes metafóricas”, pelo projeto literário de Conceição Evaristo vislumbram-se pistas de possíveis percursos e leituras de cunho biográfico. Na configuração do romance em questão pululam aqui e ali, ora na ficção, ora em entrevistas, ora em textos acadêmicos, peças para a montagem de seu quebracabeça literário e biográfico. Uma das peças desse jogo parece ser a natureza da relação contratual estabelecida entre o leitor e o espaço autoficcional em que se insere Becos da memória. Aqui, a figura autoral ajuda a criar imagens de outra(s) Evaristo(s), projetada(s) em seus personagens, como Maria-Nova, por exemplo. Em outras palavras, processa-se uma espécie de exercício de elasticidade de um eu-central. Desliza-se com facilidade na prosa de Evaristo entre o romance e a escrita de si. Se, tradicionalmente, aquele se preocupa com o universal humano e esta, com o particular ou com o indivíduo, a autora propõe a junção dos dois gêneros, pois, para ela, pensar a si é também pensar seu coletivo. Do ponto de vista formal não é diferente: não se utilizam capítulos, mas fragmentos, bem a gosto do narrador popular benjaminiano. Nessa perspectiva, vê-se o mundo através da ótica dos fragmentos e dos indivíduos anônimos que compõem boa parte da teia social.

Neste livro de corte tanto biográfico quanto memorialístico, nota-se o que a autora chama de escrevivência, ou seja, a escrita de um corpo, de uma condição, de uma experiência negra no Brasil. Tanto na vida da autora quanto em Becos da memória, a leitura antecede e nutre as escritas de Evaristo e de Maria-Nova, razão pela qual lutam contra a existência em condições desfavoráveis. Ler é também arquivar a si, pois se selecionam momentos e estratégias de elaboração do passado, o qual compõe as cenas vividas, escritas e recriadas em muitos de seus personagens. Finalmente, decodificar o universo das palavras, para a autora e para Maria-Nova, torna-se uma maneira de suportar o mundo, o que proporciona um duplo movimento de fuga e inserção no espaço. Não menos importante, a escrita também abarca estas duas possibilidades: evadir para sonhar e inserir-se para modificar.

O lugar de enunciação mostra-se solidário e identificado com os menos favorecidos, vale dizer, sobretudo, com o universo das mulheres negras. E o universo do sujeito autoral parece ser recriado através das caracterizações físicas, psicológicas, sociais e econômicas de suas personagens do gênero feminino. Maria-Nova, presente em Becos da memória, aos nossos olhos, compõe-se, mais do que todas as personagens, de rastros do sujeito autoral: menina, negra, habitante durante a infância de uma favela e que vê na escrita uma forma de expressão e resistência à sorte de seu existir. Uma ponte metafórica que arriscamos instalar permite ver em comum, ainda, o fato de serem provenientes de famílias sustentadas por matriarcas lavadeiras, transitantes entre os mundos da prosperidade e da miséria, ou seja, Conceição e Maria-Nova cumpriram, no espaço familiar em que estiveram, o papel de mediação cultural que aperfeiçoou o processo de bildung (confirma palavra em inglês?) de uma e de outra.

A obra se constrói, então, a partir de “rastros” fornecidos por aqueles três elementos formadores da escrevivência: corpo, condição e experiência. O primeiro elemento reporta à dimensão subjetiva do existir negro, arquivado na pele e na luta constante por afirmação e reversão de estereótipos. A representação do corpo funciona como ato sintomático de resistência e arquivo de impressões que a vida confere. O segundo elemento, a condição, aponta para um processo enunciativo fraterno e compreensivo com as várias personagens que povoam a obra. A experiência, por sua vez, funciona tanto como recurso estético quanto de construção retórica, a fim de atribuir credibilidade e poder de persuasão à narrativa. No livro em questão, a voz enunciativa, num tom de oralidade e reminiscência, desfia situações, senão verdadeiras, verossimilhantes, ocorridas no “morro do Pindura Saia”, espaço que bem se assemelha ao da infância da autora. Arriscamos dizer que há “jogo especular”, portanto, entre a experiência do sujeito empírico e de Maria-Nova, para além da simetria do espaço da narrativa (favela) e do espaço da infância e da juventude da autora (idem).

Outro bom exemplo de jogo especular consiste em uma situação por que realmente passou Evaristo e que se repete com Maria-Nova. Aliás, tem sido realmente um verdadeiro trauma para crianças negras estudar na escola tópicos relativos à escravidão e seus desdobramentos. Enquanto a professora se limitava à leitura de um conteúdo abstrato e com visão eurocêntrica acerca do passado escravocrata, Maria-Nova não conseguia enxergar naquele ato – e na escola – sentido para a concretude daquele assunto. Afinal, ela e a autora viviam e sentiam na pele as consequências da exploração do homem pelo homem na terra brasilis. Sujeito-mulher-negra, abandonada à própria sorte a partir do dia 14 de maio de 1888,

Maria-Nova olhou novamente a professora e a turma. Era uma história muito grande! Uma história viva que nascia das pessoas, do hoje, do agora. Era diferente de ler aquele texto. Assentou-se e, pela primeira vez, veio-lhe um pensamento: quem sabe escreveria esta história um dia? Quem sabe passaria para o papel o que estava escrito, cravado e gravado no seu corpo, na sua alma, na sua mente (p. 138).

A garota, ciente de que a história das lutas dos negros no Brasil começava já com as primeiras levas diaspóricas, parece repetir o célebre questionamento de Gayatri Spivac: “pode o subalterno falar?”. Mais que isso: falar, ser ouvido, redigir outra história, outra versão, outra epistemologia, que leve em conta não o arquivamento das versões dos vencidos, mas que valorize o sujeito comum, anônimo, do dia a dia. Talvez Maria-Nova nem tenha se dado conta de que o que ela havia pensado era exatamente a fundamentação de boa parte dos Estudos Pós-Coloniais e da História Nova. Nesse sentido, os corpos-textos de Maria-Nova e Conceição Evaristo possuem em comum a missão política de inventar outro futuro para si e para seu coletivo, o que lhes imbui de uma espécie de dever de memória e dever de escrita. Vejamos: “agora ela [Maria-Nova] já sabia qual seria a sua ferramenta, a escrita. Um dia, ela haveria de narrar, de fazer soar, de soltar as vozes, os murmúrios, os silêncios, o grito abafado que existia, que era de cada um e de todos. Maria-Nova, um dia, escreveria a fala de seu povo (p. 161).

E a escrita acompanhará a pequena até a última página do livro, o que nos permite pensar que a missão ainda está em processo: “não, ela [Maria-Nova] jamais deixaria a vida passar daquela forma tão disforme. […] Era preciso viver. ‘Viver do viver’. […] O pensamento veio rápido e claro como um raio. Um dia ela iria tudo escrever” (p. 147).

E escreveu em seu mundo de papel. Coube a Evaristo registrar o desejo de Maria-Nova e, logo, seu próprio desejo. O desdobramento de uma em outra e as pontes metafóricas que pretendemos instaurar não esgotam as possibilidades de leituras, mas permitem a possibilidade de muitas outras, que despertem o afã de também escrever.

Luiz Henrique Silva de Oliveira – Universidade Federal de Minas Gerais.

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Osvaldo Sangiorgi – um professor moderno – VALENTE (Bo)

VALENTE, W. R. (Org.). Osvaldo Sangiorgi – um professor moderno. São Paulo: Editora Annablume/CNPq/GHEMAT, 2008.Resenha de: WANATABE, Renate. BOLEMA, Rio Claro, n.32, p.255-258, 2009.

Escrito por membros do GHEMAT (Grupo de Pesquisa da História da Educação Matemática no Brasil), sob a coordenação do professor Dr.Wagner Rodrigues Valente, o livro contém uma coleção de textos que retrata, fortemente apoiado em depoimentos e documentos, o Movimento da Matemática Moderna no Brasil, nas décadas 60, 70 e início de 80, movimento este, bem como o livro, centrados na figura carismática do Professor Osvaldo Sangiorgi.

O livro inicia com um tocante prefácio, escrito pela filha Vera Maria Sangiorgi, seguido de uma apresentação feita pela professora Regina Maria Pavanello, testemunhando a influência que Sangiorgi teve na sua vida e na de tantos outros professores de Matemática.

O Capítulo I foi escrito por Wagner Rodrigues Valente. Após uma breve descrição do ambiente educacional da primeira metade do século XX, o autor analisa a trajetória de Osvaldo Sangiorgi, dos livros didáticos de Matemática da Editora Nacional e os anos iniciais do Movimento da Matemática Moderna. O autor apóia-se em cartas, publicações, entrevistas com Osvaldo Sangiorgi, em dados estatísticos obtidos da Editora Nacional e em artigos publicados em jornais, revistas da época. Os três temas, fortemente interligados, descritos numa linguagem atraente, de fácil leitura, oferecem um quadro global do ensino da Matemática no Brasil nas décadas de 50 a 80.

O Capítulo 2, escrito por Elizabete Búrigo, retrata o pensamento de Sangiorgi e de matemáticos de outros países nas passagens do ensino “antigo” da Matemática para um ensino “moderno” e deste para a fase pós-matemática moderna. Descreve os considerados defeitos do então ensino tradicional da Matemática, ressalta a necessidade de mudança sentida em vários países e o desejo de tornar prazeroso e eficiente o ensino de uma Matemática ao mesmo tempo mais fácil e mais próxima daquela ensinada nas universidades. O capítulo contém muitos trechos transcritos de livros das coleções “Matemática-curso ginasial” (edições dos anos 60-65) e “Matemática-curso moderno” (edições dos anos 67-71), mostrando como conceitos básicos – número natural, fração e muitos outros – são apresentados numa e noutra coleção. O capítulo destaca as crenças fundamentais de Sangiorgi, que o levaram à introdução da Matemática Moderna no ensino brasileiro, e analisa quais crenças permaneceram e quais sofreram mudanças com o passar dos anos.

O Capítulo 3 é dedicado à Geometria e foi escrito por Maria Célia Leme da Silva. Menciona três correntes para o ensino da Geometria que tiveram defensores na Europa e nos Estados Unidos: o ensino via Álgebra Linear, via Transformações Geométricas e um ensino modernizado, porém apoiado nos postulados de Euclides. Novamente, a ênfase do capítulo é mostrar como Sangiorgi transferiu as várias idéias “modernas” para os seus livros didáticos, sem se comprometer com nenhuma das correntes. O procedimento segue as linhas do Capítulo 2: é feita uma comparação entre a Geometria apresentada no livro “Matemática para a 3ª série ginasial” (78ª edição, 1964) e “Matemática-curso moderno”, 3º volume, 1969. São comparados os prefácios, nos quais Sangiorgi expõe seus pensamentos sobre Geometria e o seu ensino, antes e após o aparecimento da Matemática Moderna. Comparação análoga é feita com os índices dos dois livros, bem como com alguns conceitos. O capítulo contém também uma listagem de livros e documentos produzidos em outros países que embasaram a Geometria apresentada por Sangiorgi em seus livros da coleção “Matemática-curso moderno”.

O Capítulo 4 tem como tema o GEEM – Grupo de Estudos do Ensino da Matemática, tratado pelas professoras Laurizete Passos e Flainer Lima. Contrariamente aos anteriores, esse capítulo, ligeiramente confuso, parece apoiar-se, na sua essência, no depoimento de duas pessoas. Descreve atividades do GEEM, mas contém alguns erros factuais, principalmente nas páginas 112 e 113 que poderão ser corrigidos por meio de uma errata. Há uma omissão: uma das atividades mais importantes do GEEM foi a publicação de livros, dez ao todo, destinados a professores do primário e secundário, que continham as idéias e tópicos da Matemática Moderna. No início da década de 60, esses tópicos estavam contidos apenas em livros avançados de Matemática, a maioria deles em inglês ou francês e, portanto, fora de alcance para a maioria dos professores. Os livros publicados pelo GEEM, escritos por professores universitários, usados nos cursos, continham os conhecimentos básicos da Matemática Moderna, num nível e numa dosagem considerados adequados para a atualização dos conhecimentos dos professores de Matemática da época.

No Capítulo 5, de autoria da professora Neuza Bertoni Pinto, lê-se a história de uma professora normalista que no início dos anos 60 foi convidada a assumir as aulas de Matemática da 1ª série ginasial, numa pequena cidade do Paraná. A professora (hoje doutora e titular da PUC do Paraná) relata a influência muito positiva dos livros de Sangiorgi no seu aprendizado, no seu desempenho na sala de aula e a sua reação, bem como a de seus alunos, perante a adoção dos livros de Matemática Moderna do mesmo autor.

O Capítulo 6, escrito por Viviane da Siliva e Wagner Rodrigues Valente, descreve a desilusão face à Matemática Moderna que começou ganhar vulto, no Brasil e em outros países, na segunda metade dos anos 70. Estão transcritos vários trechos do livro O Fracasso da Matemática Moderna de Morris Kline, “referência internacional para as críticas ao ensino da Matemática Moderna” (p.146). Concentra-se, a seguir, na leitura que Sangiorgi fez dessas críticas e, apoiado em documentos por ele escritos a partir de 1976, mostra sua inabalável fé nos benefícios do movimento que ele iniciou e liderou aqui no Brasil.

O livro termina com cerca de 80 páginas contendo uma lista dos 1600 itens que constituem o APOS (Arquivo Pessoal Osvaldo Sangiorgi), material esse que está à disposição dos interessados no GHEMAT, em seu Centro de Documentação.

Em poucas palavras, “OSVALDO SANGIORGI – Um Professor Moderno” é um belo livro do ponto de vista humano, bem como um precioso registro do Movimento da Matemática Moderna no Brasil.

Renate Watanabe – Professora titular do Centro de Ciências e Humanidades da Universidade Presbiteriana Mackenzie. E-mail: [email protected]

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[MLPDB]

Aleijadinho e o aeroplano: o paraíso barroco e a construção do herói nacional – GRAMMONT (Bo)

GRAMMONT, G. Aleijadinho e o aeroplano: o paraíso barroco e a construção do herói nacional. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2008. Resenha de: GARNICA, Antonio Vincente Marafioti. Da Historiografia: campos, mitos, biografias. Bolema, Rio Claro, n. 34, p. 283-294, 2009.

“Toda vida narrada, biográfica ou auto-biográfica, é sempre habitada por uma dupla tentação: transformar os acasos e imprevistos de uma existência numa implacável necessidade; sustentar, com irredutível singularidade, o que foi um destino fragmentário.” (Roger Chartier)

“It ain’t necessarily so

It ain’t necessarily so

De things dat yo’ liable to read in de Bible

It ain’t necessarily so

/…/

Dey tell all you chillun de debble’s a villain But ‘taint necessarily so.”

(Gershwin)

Na apresentação ao recente livro de Guiomar de Grammont – sua tese de doutorado em Literatura Brasileira defendida na Universidade de São Paulo em 2002 – Roger Chartier sensatamente avalia o trabalho como uma demonstração de que “é possível escrever a história sem ficar prisioneiro de fórmulas herdadas”. O tema, bem como o esboço de cada um dos cinco capítulos, vem explicitado na Introdução da autora: “Esta não é a história de um personagem. É a história de uma imagem que se desdobra em outra e outra”. Trata-se, portanto, não de apresentar Antônio Francisco Lisboa, o Aleijadinho, e suas obras, mas de descortinar a trajetória que alçou o personagem à condição emblemática de mito, herói nacional, genial expressão do espírito barroco. Os mitos e heróis são predestinados a serem e fazerem aquilo que se deseja que sejam e façam, sendo suas existências atestadas, grande parte das vezes, à revelia de documentação que as sustente. Uma vasta busca em arquivos e uma cautelosa análise das referências bibliográficas fundadoras da mitificação permite à autora afirmar que a história do Aleijadinho (e de sua obra), “reconstituída, na medida do possível, apenas a partir dos dados que se encontram nos documentos, resulta prosaica e comum, muito menos espetacular do que se supunha. Como costuma ser, aliás, a maior parte das vidas humanas.” O tom configurador desse mito barroco é inaugurado pelo texto de Rodrigo José Ferreira Bretas1, obra meticulosamente analisada pela autora.

Fundado em 1838 e tendo como patrono o imperador Pedro II, o Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro (IHGB) esforça-se para iniciar uma historiografia nacional, da qual necessariamente faria parte o resgate de personagens, localidades e eventos que, em seu conjunto, definiriam “a” identidade nacional. O IHGB, com a intenção enunciada de apropriar-se do passado como fonte de experiência que visasse a uma sustentação para o futuro da Nação, praticava uma história teleológica, não só “conferindo ao historiador um papel central na condução desse fim último, que seria o patriotismo, o amor pelas instituições monárquicas e o sentimento religioso” como também, nas palavras de Lilia Schwarcz, “nas mãos de uma forte oligarquia local, associada a um monarca ilustrado, o IHGB se autorepresentará, nos certames internos e externos, enquanto uma fala oficial em meio a outros discursos apenas parciais”. Nesse cenário não é estranha a criação de um prêmio, em 1842, aos melhores trabalhos estatísticos e históricos sobre as províncias brasileiras. Particularmente interessantes seriam as notas biográficas sobre nossas “celebridades”, das quais surgiria um panteon de heróis nacionais. Tendo ou não sido escrita com a intenção específica de permitir a Bretas o ingresso no IHGB, o certo é que a obra sobre o Aleijadinho abre a ele as portas do Instituto, do qual passa a fazer parte como sócio-correspondente.

A obra de Bretas cria o Aleijadinho e torna-se não um texto a ser lido segundo a perspectiva da ficção – como são os retratos biográficos encomiásticos – mas como uma síntese documental encorpada com fontes orais e, portanto, a descrição de um conjunto de “fatos reais”. E “o retrato realizado por Bretas não apenas servirá à invenção romântica do artista como monstruoso gênio que a doença teria tornado taciturno e solitário, mas também provocará leituras da obra do monstro como retrato expressivo da sua personalidade atormentada. /…/ Na urgência de destacar um personagem da massa anônima dos artesãos coloniais, já não se sabe quem é autor, quem é obra”. O Aleijadinho de Bretas carrega a pesada cruz dos heróis, cujos destinos são sempre acompanhados de provação e dor. O sofrimento é condição essencial para que os consumidores de mitos reconheçam, nesses heróis, sua própria finitude e com eles sejam solidários, tornando-se co-criadores e perpetuadores dos heróis, apropriando-se inclusive de sua redenção e vitória sobre o mal. “Em Bretas”, afirma a autora, “já se inicia a associação entre o artista sofrido, martirizado (como Cristo, naturalmente) e a idéia, germinal, de nação. Aleijadinho e a nacionalidade brasileira nascem juntos na mesma manjedoura, ou seja, envoltos pela força da Igreja, força que atravessou, incólume, um século XIX de transição para a República, marcado por conflitos sangrentos, mas setorizados. Aleijadinho chega quase a tornar-se um mártir a serviço da pátria: ‘jazeu por quase dois anos, tendo um dos lados horrivelmente chagado, aquele que por suas obras de artista distinto tanto havia honrado a sua pátria!´.”

Embora a documentação existente não dê garantias sobre a paternidade do Aleijadinho, Bretas a atribui a Manuel Francisco Lisboa, artesão branco e relativamente reverenciado nas Minas dos Oitocentos: “Na sociedade rigidamente hierarquizada de então, o ‘homem bom’ é aquele que tem um bom nascimento. O filho de um homem sábio e honrado será necessariamente sábio e respeitado2. Além disso, note-se que, ao fazê-lo, Bretas dá a seu personagem uma origem branca, que o dignifica, mesmo no século XIX, quando, supõe-se, essas clivagens raciais fossem um pouco mais tênues do que no século anterior”.

Também os viajantes, interessados em explorar a exótica terra brasilis e descrevê-la a seus conterrâneos, criam uma imagem da arte mineira e, por conseguinte, operam no sentido de atribuir uma identidade ao Brasil frente ao mundo civilizado que representam. Essa visão estrangeira será por vezes negada e por vezes servirá de fundamentação aos modernistas, nas primeiras décadas do século XX, ainda que sustentando discursos em sentidos distintos: “No discurso dos viajantes do século XIX, como Saint-Hilaire, Burton, Eschwege e outros, observamos sempre a comparação implícita com manifestações artísticas e monumentos europeus, para fornecer imagens verossímeis, que possam aproximar mais da visão de seus leitores aquilo que descrevem. A comparação, contudo, sempre é efetuada segundo um padrão de inferioridade da colônia americana em relação à Europa /…/. No discurso modernista, o movimento é contrário: a ordem é revalorizar a arte local para integrá-la no vasto programa de ‘redescoberta’ das raízes da arte brasileira, enfatizando aspectos como a miscigenação racial e cultural, projeto no qual foi integrado o mito do Aleijadinho. O que chamamos de ‘redescoberta’, contudo, em nossa perspectiva, significou, efetivamente, a invenção de um país que é o Brasil modernista, baseado na invenção das raízes culturais. O barroco teria um papel fundamental na constituição dessas ‘raízes’.”

Para o viajante estrangeiro, as artesanias nacionais sempre foram arremedos da alta arte praticada nos países “centrais” dos quais provinham; interessava-lhes mais a fauna e a flora exóticas e as possibilidades que elas abriam ao desenvolvimento das ciências européias. Os relatos dos viajantes, entretanto, convém notar – como ressalta a própria autora – “costumam ser utilizados como fontes históricas ‘primárias’, capazes de fornecer informações de ‘primeira mão’ sobre os acontecimentos. Raramente essas obras são analisadas como ficção literária em si mesmas /…/. Não são apenas ‘fontes históricas’, mas fontes privilegiadas, em acordo com o pressuposto positivista de que a distância conferiria certa ‘imparcialidade’ ao olhar.” O modernismo, ao contrário, tenderá a valorizar as produções nacionais, ávido por repensar nossa identidade. O projeto de constituição dessa identidade, entretanto, afasta-se daquele anteriormente praticado pelo IHGB que era, ao mesmo tempo, uma continuidade da tradição ilustrada já iniciada no século XVIII e uma alteração quanto aos seus objetivos: no século XIX, o IHGB “tinha o objetivo completamente novo de produzir uma reflexão sistemática sobre os problemas da nação e do Estado emergentes, como um projeto civilizatório de uma elite, uma vez que /…/ a maior parte de seus membros pertencia aos aparelhos burocráticos e administrativos da hierarquia dominante no Império.” Apostando na construção da idéia de Nação num momento em que a escravidão ainda existia e parametrizado por uma visão de História apoiada na noção de progresso, não caberia identificar a cultura nacional a uma arte produzida por mulatos e indivíduos situados em escalas sociais inferiores (daí a necessidade, em Bretas, de “clarear” Antônio Francisco Lisboa e aproximá-lo da casta mais nobre, atribuindo-lhe um pai branco e até certo ponto endinheirado). Os “mitógrafos do império” tenderão, de forma mais ou menos clara, mais ou menos explícita, a desvalorizar a arte barroca ou jesuítica. No Modernismo, ao contrário, a intenção de repensar a identidade nacional não teme a aproximação com a discussão sobre a identidade racial: torna-se visceral a idéia da pluralidade étnica e, conseqüentemente, passam a ser valorizadas as contribuições dadas pela mistura de raças diferentes, ainda que as relações entre o Modernismo (leia-se Mário de Andrade) e o Estado Novo (leia-se Gustavo Capanema) não tenham sido totalmente cordiais principalmente devido ao desacordo quanto a essa questão das etnias raciais3. Do modernismo surge o Aleijadinho mulato genial, representante de uma artesania emblemática que simbolizaria a riqueza e a originalidade da arte brasileira, expressão mesmo da “alma nacional”.

Se os três primeiros capítulos do livro de Guiomar de Grammont voltam-se mais à biografia (lacunar) e à constituição do mito do artista genial a partir dessas caracterizações biográficas e interesses diversos, o capítulo quarto inicia uma discussão mais pormenorizada sobre a produção do Aleijadinho que, se já havia sido evocada nos capítulos anteriores – dada a vinculação sempre estabelecida entre autor e obra – começa então a ser tratada com mais detalhamento. O pressuposto da autora, enunciado já no primeiro parágrafo do capítulo, é o de que técnicos e historiadores da arte, via-de regra, operam “sem questionar a historicidade das categorias nas quais se baseiam para construir seus objetos. Fundamentando-se em pressupostos como ‘estilo’, ‘autoria’, ‘diretos autorais’ etc., os críticos costumam analisar obras de tempos e lugares diferentes do seu, aplicando, anacronicamente, categorias de análise contemporâneas.”

A noção de autoria – cujas origens Foucault supõe radicadas no final do século XVIII e início do século XX e que Chartier, preenchendo as lacunas cronológicas deixadas por Foucault, fixa no começo do século XVIII – pressupõe a construção de um autor que, de alguma forma, teria a prerrogativa de propriedade em relação a sua obra. Ainda que atualmente a idéia de autoria – em vários campos, mas principalmente no da arte, onde autoria está diretamente vinculada à questão financeira – nos seja usual, ela só é consolidada no século XVIII, embora tenha começado a desenhar-se na idade média (“com o revivescimento das cidades [e] a conseqüente formação das corporações de ofícios”) e fortalecida durante o Renascimento. Certamente a autoria encontra ressonância e tem sua importância maximizada num mundo que transforma tudo em mercadoria. Os ateliers mineiros do século XVIII, entretanto, funcionavam como uma coletividade produtora de obras cuja execução era “arrematada” em leilões pelos mestres desses núcleos que congregavam os mais distintos artesãos. Dessa feita, os mestres coloniais seriam bons negociantes, mas não necessariamente os artistas mais hábeis de sua corporação. Sem ater-se a esses “pormenores”, a atribuição de obras ao Aleijadinho passou a ser feita a partir de um suposto “estilo próprio”, categoria bastante interessante ao ideal onipresente de destacar, dentre a multidão de artífices mineiros, os criadores originais e, dentre eles, o genial criador dentre os criadores. Do estilo Aleijadinho, segundo os críticos, destacam-se, “além dos polegares na mesma posição dos outros dedos, /…/ os olhos amendoados, o furo no queixo, o nariz afilado com as ventas bem marcadas, as maçãs salientes do rosto; os bigodes e a barba bem delineados, apontando para baixo, barba partida no queixo /…/ etc.” O estilo é a norma a partir da qual todo o resto é definido como mesmice e vulgaridade. A discussão sobre os parâmetros que dariam conta da autenticidade da obra, assentados em princípios anacrônicos, despreza tanto as lacunas documentais relativas às obras quanto despreza as condições reais de produção à época: “em um tempo em que a locomoção de uma cidade a outra não era nada fácil, Aleijadinho teria trabalhado em cerca de trinta igrejas em diversas cidades de Minas, e realizado um número incalculável de pequenas imagens, oratórios, castiçais etc. Quantos artífices anônimos não se ocultam sob a sombra desse mito?”.

Junto aos critérios de autoria e estilo surge, para os historiadores da arte, a difícil questão da originalidade. Estudos sobre Manoel da Costa Ataíde mostram claramente que a originalidade não era um critério a nortear os trabalhos dos artífices coloniais. Há evidências eloqüentes quanto à existência de modelos prévios, gravuras e desenhos comercializados e/ou disponíveis em bíblias e outras obras. A originalidade do Aleijadinho – defendida chamando à cena seu autodidatismo, suas limitações físicas, a enorme produção em um período de tempo tão exíguo – sempre foi uma prova de sua genialidade. Há que se considerar, entretanto, que não há prática – artística ou qualquer que seja – genuinamente autóctone, e as evidências face às cópias e emulações naturais à artesania colonial levaram a uma redefinição no conceito de originalidade de modo a perpetuar mitos de genialidade artística: aos originais, o artista genuinamente genial agrega características próprias, que definem a arte nacional frente aos modelos importados. As igrejas de Aleijadinho, por exemplo, seriam “borromínicas”, mas sua apropriação do estilo seria nova e consistiria em algo totalmente diferenciado.

“Em sua definição contemporânea” – afirma Chartier logo na apresentação do livro – “a obra [de arte] supõe a originalidade da expressão, fortes relações entre as experiências do artista e suas criações e a inalterável propriedade do criador sobre os produtos de sua imaginação. É sobre tais categorias que, a partir do século XIX, foram escritas as histórias da literatura, da pintura e da escultura”. Aplicadas anacronicamente à produção artística de um escultor (ou de vários escultores) mineiro do século XVIII, esses postulados vão se conformando para sustentar a genialidade de um personagem intencionalmente constituído para louvar a nação e provê-la com uma identidade. Na confluência desses fatores tantos surge um Aleijadinho inventado a partir de documentos que, ao mesmo tempo, servem para diferentes fins, “na medida em que se imponha a eles a interpretação desejada”. Constrói-se, pois, o Aleijadinho, e tal construção – alerta Chartier – atua como um silogismo: “Aleijadinho é o escultor barroco por excelência; o barroco é a expressão mais completa da identidade brasileira; portanto, o barroco é a nação brasileira em sua essência e Aleijadinho seu profeta, reconhecido como tal pelo Estado e suas instituições. Guiomar de Grammont retira (como se diz em relação à restauração de um quadro) as diferentes camadas de verniz depositadas sobre o traço histórico do Aleijadinho”.

O que justifica, entretanto, uma resenha deste trabalho, elaborado em searas aparentemente tão distantes, num Boletim de Educação Matemática?

A aproximação de outros campos de produção cultural e acadêmica – temos defendido – é vital para repensarmos nossas próprias práticas e, num processo de apropriação criativa, dão novo fôlego e permitem a configuração de novos rumos às nossas investigações. Assim, alguns elementos claramente perceptíveis no livro de Grammont podem, sim, servir de guia principalmente aos que atualmente exercitam-se na interface entre História, Matemática e Educação Matemática.

Como primeira contribuição, aponta-se a clareza com que a autora – e o prefácio de João Adolfo Hansen, orientador da pesquisa que originou o livro – explicita a posição do IHGB que, como sabemos, é uma das matrizes – se não a matriz – da historiografia nacional e, especificamente, da historiografia da Educação. Não parece ser vão entender os mecanismos de favores e interesses que sustentavam o projeto historiográfico elitista e teleológico do Instituto, afinando-o como um aparelho ideológico cuja função precípua era inventar a nacionalidade de modo a propagar os valores imperiais. São, essas, algumas das raízes do nosso modo de conceber e produzir História, e aliar-se ou afastar-se dessas intenções talvez seja uma opção mais adequadamente feita ao se analisar versões sobre suas “origens”. Note-se, entretanto, que nem todas essas versões sobre o IHGB são tão radicais. A reportagem “Os inventores do Brasil”, de Lorenzo Aldé, publicado na Revista de História da Biblioteca Nacional em comemoração ao aniversário de 170 anos do IHGB, relativiza a situação do Instituto e seus sócios em relação à tutela do Império: “D. Pedro II foi assíduo freqüentador dos debates. O fato de ter o imperador como patrono e mecenas costuma render à instituição o rótulo de ‘chapa branca’. Embora não haja dúvidas sobre o monarquismo do IHGB no século XIX, essa impressão soa anacrônica, segundo Lúcia Guimarães: ‘Era um espaço de contraposição de interpretações. As idéias eram debatidas, não impostas. A versão sobre a independência que se consolidou nos livros didáticos tinha opositores no Instituto. Varnhagen combatia a idéia de que o episódio tinha sido fruto da vontade de José Bonifácio, D. Pedro I e do povo’ /…/. Ou seja, a idéia de ´chapa branca´ faz sentido atualmente, mas não é adequada para se pensar um tempo em que os contornos do Brasil mal existiam. Literalmente falando. Em 1841, convocado ao Parlamento para expor informações sobre os limites do país, o Ministro dos Negócios Estrangeiros, Aureliano de Souza Coutinho, teve que confessar que…não sabia. Quando D. João voltou para Portugal, em 1821, levou com ele os mapas originais.”

Nas práticas do IHGB ficam claras as intenções quanto à construção de um panteon nacional de heróis a partir de biografias. O fascínio pelas biografias, entre alguns, perdura até hoje, e por vezes a elaboração de descrições de personagens e situações “como realmente ocorreram” confunde-se com a própria função da historiografia. Dos livros didáticos (inclusive dos de Matemática) provêm grandes contribuições para a divulgação dessa concepção distorcida de história. A “ilusão biográfica”, expressão cunhada por Bourdieu, nos dá “a ilusória unidade de uma identidade específica, aparentemente sem contradições, mas que não passa de uma máscara sob a qual se oculta uma miríade de fragmentos e versões. A utopia biográfica”, continua Grammont, “é a ilusão de que a narrativa pode reconstituir autenticamente um destino”. Esforços contemporâneos, portanto, têm a intenção de “desnudar essa utopia, de desconstruir – a contrapelo – uma história tornada verdade pela repetição e por sua adequação aos diversos interesses de momentos específicos da historiografia brasileira”. O desnudamento da utopia, porém, implica trazê-la à cena: por que as verdades fabricadas deveriam ser rechaçadas, postas à margem do histórico? Não somos também as verdades que nos impomos e segundo as quais pretendemos ou quereríamos viver? Qual o problema em aceitar o relato de uma vida que se faz relato exatamente para que o passado seja purgado, para que o presente seja mais aceitável? Tal relato não nos diz tanto quanto o relato que o nega? E ainda que alguma checagem fosse feita, ainda que alguma divergência nos surgisse no processo mesmo sem checagem alguma, não seria mais produtivo indagar-se por que essa divergência? O que ela nos ensina sobre o sujeito, sobre suas verdades, sobre seu tempo e seu modo de constituição do mundo? Recentemente numa revista nacional de grande circulação debatia-se, na seção de cartas dos leitores, sobre a autoria da conhecida frase “O Brasil não é um país sério”. Foi Charles De Gaulle, afirmam alguns. Foi Celso Vieira, embaixador brasileiro na França, rebatem outros. Foi um assessor de De Gaulle? Foi Carlos Alves de Souza, embaixador em Paris? Perguntaríamos: o que faz com que o eco dessa frase ressoe tão significativamente até hoje? Por que esse fascínio com uma autoria? O que esse fascínio nos revelaria? Que percepção de país a frase nos permite vislumbrar? Na História da Matemática, Gauss realmente determinou com presteza, quando ainda criança, a soma dos cem primeiros naturais? Como saber? Como garantir a isenção dos biógrafos de Gauss? Por que essas perguntas afetam de modo tão inclemente os historiadores da Matemática? Não seria mais operativo perguntar-se que tipo de concepção essa afirmação – e sua trajetória pelos tempos – desvela? Qual Gauss esse registro permite construir? Qual Gauss esse registro quer construir? Obviamente, na esteira de uma história-problema, não se negam as questões: afirma-se a necessidade de analisá-las sob diferentes perspectivas.

Ademais, a criação de mitos e heróis para defender posições e construir verdades “compartilhadas” não é nova, não foi inventada pelo IHGB, nem termina com o Império.

Joaquim José da Silva Xavier – apelidado Tiradentes pela habilidade em arrancar dentes sem ter formação específica para isso – é um dos maiores heróis nacionais, tido como mártir do movimento que levou o Brasil à independência de Portugal. Tiradentes foi enforcado no Rio de Janeiro em 21 de abril de 1792. Tanto sua biografia quanto os traços de seu caráter são incertos, vagamente registrados: de Tiradentes não conhecemos um esboço fisionômico confiável, nem podemos decidir se foi um consistente revolucionário ou apenas uma personagem útil às causas da República implantada no país em 1889. Dentre tantos revolucionários de biografia mais documentada, com configuração de caráter e fisionomias menos lacunares, foi Tiradentes o escolhido a representar o sucesso da causa republicana: tão logo proclamada a República, já o dia 21 de Abril de 1890 foi feriado. O regime militar, em 1965, declarou Tiradentes “Patrono da Nação Brasileira”.

Os espaços em branco no registro de sua trajetória permitiam que ele fosse visto por uns como o defensor dos valores que os militares pretendiam representar e, por outros, como um revolucionário contrário aos valores defendidos pelos militares. Sobretudo, agradava à população a fusão de dois aspectos – o Tiradentes herói defensor da Pátria e o Tiradentes ícone religioso que, como um quase-Cristo protagonizou uma paixão, percorrendo seu calvário. Mas, principalmente – e este é o traço que pretendemos realçar – Tiradentes havia nascido no estado de Minas Gerais. Ao contrário de outros estados brasileiros onde viveram grandes revolucionários, defensores das causas da Pátria, Minas Gerais constituiria, já em meados do século XIX, com os Estados de São Paulo e Rio de Janeiro, o centro político do país.

IHGB, Modernismo, Império, República, Tiradentes, Aleijadinho… em tantas alterações, quantas permanências. Face a essas observações, mantemos (e defendemos como legítima) a posição de que se escreve história a partir da detecção e análise dos mecanismos – ora contrários, ora complementares – que sustentam alterações e permanências, de que é possível escapar à sina de escrever História a partir de estratégias consagradas – muitas vezes pelo senso comum –, apostando na história-problema, querendo com isso significar que “a história não deveria ser propriamente vista como uma ciência do passado, mas como uma disciplina que procuraria estabelecer um  ‘diálogo do presente com o passado, e no qual o presente tomaria e conservaria a iniciativa’”, como aponta Miguel. Essa não é, definitivamente, uma posição hegemônica dentre aqueles que, em Educação Matemática, se inscrevem na região cujas preocupações orbitam no binômio História – Educação Matemática. Dentre as tantas justificativas possíveis, essa talvez seja a que mais eloqüentemente indique a pertinência da leitura, entre nós, educadores matemáticos, do livro de Guiomar de Grammont.

Notas:  

1 Traços biográficos relativos ao finado Antônio Francisco Lisboa (o Aleijadinho), publicado no Correio Oficial de Minas em 1858.

2 Segundo a autora, o postulado de que os filhos se assemelham a seus pais está radicado na noção de genus, da retórica de Quintiliano que Bretas – especialista em retórica – certamente conhecia.

3 Segundo Guiomar de Grammont, o projeto do governo Vargas propunha a erradicação das raças, ao contrário do Modernismo que defendia a integração e louvava a miscigenação: “Houve, então, um prepotente esforço do governo nacionalista de criar as bases de um novo conceito de nacionalidade por meio da educação, da cultura e de versões oficiais da história, visando, pela unificação da língua e padronização do ensino, à ‘erradicação das minorias étnicas, lingüísticas e culturais’ em todos os níveis.”

Referências

ALDE, L. Os inventores do Brasil. Revista de História da Biblioteca Nacional. Ano 4, n. 39. Rio de Janeiro: Sociedade de Amigos da Biblioteca Nacional, pp. 56-61. Dez./ 2008.

CARVALHO, J. M. de. A Formação das Almas: o imaginário da república no Brasil. São Paulo: Companhia das Letras, 1990.

GRAMMONT, G. Aleijadinho e o aeroplano: o paraíso barroco e a construção do herói nacional. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2008.

HORTA, J.S.B. O hino, o sermão e a ordem do dia: a educação no Brasil (1930-1945). Rio de Janeiro: Editora da UFRJ, 1994.

NEMER, J.A. A mão devota: santeiros populares das Minas Gerais nos séculos 18 e 19. Rio de Janeiro: Editora Bem-Te-Vi, 2008.

VIDAL, D.G., A escrita da História da Educação e seus múltiplos olhares In: SEMINÁRIO NACIONAL DE HISTÓRIA DA MATEMÁTICA.PACHECO, n. 7, 2007, Guarapuava. Anais… Guarapuava: SBHMat, 2007. p. 97-108.

Antonio Vicente Marafioti Garnica.

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Fórmula para o caos: a derrubada de Salvador Allende 1970-1973 | Luiz Alberto Moniz Bandeira

“Fórmula para o caos”, expressão extraída de um telegrama da Agência Central de Inteligência dos Estados Unidos (CIA), é o nome que o historiador Luiz Alberto Moniz Bandeira escolheu para seu livro sobre o golpe de Estado que depôs Allende, no Chile. O autor parte do pressuposto de que seria impossível se chegar à efetivação do modo de produção socialista pela via democrática como desejava Allende, e menos ainda pelo caminho das armas, como defendiam alguns movimentos revolucionários, já que a conjuntura local, regional e internacional era totalmente desfavorável. Recorre à história das guerras pela independência e da formação do Estado nacional na América Latina para explicar o surgimento do militarismo, que gerou o caudilhismo e que, por sua vez, criou a cultura do golpe de Estado contra projetos nacional-populares.

Não se pode esquecer, no entanto, que o triunfo da Unidade Popular em 1970, não se deu apenas por conta de uma divisão interna na classe dominante, mas culminou de um prolongado esforço de formação de consciências, de organização popular e de lutas comunitárias, cujas origens remontam ao início do século XX, no Chile. Por isso, a transição ao socialismo chegou a ser uma possibilidade nos anos 1970, pois não se tratava de um projeto de um grupo de intelectuais ou de uma ação limitada de alguma vanguarda desvinculada das massas, mas sim de algo surgido dessas mesmas massas e das organizações que não falavam em nome do proletariado, mas que efetivamente o representavam orgânica e ideologicamente. Os trabalhos desenvolvidos por Cueva e Vuskovic apontam para essas ideias2 Leia Mais

A raiz das coisas – Rui Barbosa: O Brasil no mundo | Carlos Henrique

O Chefe da Delegação Brasileira na Segunda Conferência de Paz de Haia de 1907 é um personagem central da história da primeira república, mas curiosamente, pouco estudado como diplomata e pensador dos fundamentos da inserção internacional do Brasil. A lembrança mais freqüente da atuação política de Rui Barbosa é do seu perfil de tribuno civilista e de opositor da tutela militar sobre a República nascente. Seria exagero, portanto, afirmar que o jurista baiano Rui Barbosa tenha sido injustamente esquecido pela historiografia brasileiro – de fato não o foi – mas a sua presença no pensamento diplomático brasileiro foi certamente eclipsada pela obra dos seus contemporâneos, sendo o mais importante o Barão do Rio Branco.

Esse esquecimento injusto é motivo da obra do diplomata de carreira e professor da Universidade de Brasília Carlos Henrique Cardim intitulada “A raiz das coisas – Rui Barbosa: O Brasil no mundo”, que vem a ser a mais completa análise da visão de mundo que Rui destilou ao longo da sua importante atuação como diplomata e que, em alguma medida, fundamenta até os dias de hoje, os princípios da ação internacional do Brasil. Leia Mais

Jango: as múltiplas faces – FERREIRA; GOMES (AN)

FERREIRA, Jorge; GOMES, Angela de Castro. Jango: as múltiplas faces. Rio de Janeiro: Editora FGV, 2007, 272p. Resenha de: TEIXEIRA, Wagner da Silva. Anos 90, Porto Alegre, v.15, n.28, p.279-287, 2008.

de História do Brasil na Universidade Federal Fluminense (UFF). Doutora em Ciência Política pelo Instituto Universitário de Pesquisas do Rio de Janeiro (IUPERJ), Angela de Castro Gomes é pesquisadora do CPDOC/FGV e autora de diversos livros, entre eles Burguesia e trabalho: política e legislação social no Brasil (1979), A invenção do trabalhismo (1988) e História e historiadores: a política cultural do Estado Novo (1996). Doutor em História pela USP, Jorge Ferreira é pesquisador do CNPq e já publicou uma série de livros, tais como Trabalhadores do Brasil: o imaginário popular (1997), Prisioneiros do Mito: cultura e imaginário político dos comunistas no Brasil (2002) e O Imaginário trabalhista: getulismo, PTB e cultura política popular (2005).1 Escrever uma biografia certamente não é tarefa fácil, descrever uma vida inteira já é complexo, ainda mais analisar todo o período de uma existência, levando em conta seu contexto, suas especificidades, seus meandros, as visões que outras pessoas têm do mesmo personagem.

Uma biografia pode tender a contar a história de uma vida de forma linear, os fatos parecem encadeados, numa seqüência que pode dar a idéia de ser imutável, como se a vida das pessoas não pudesse ser alterada, como se não houvesse alternativas possíveis, escolhas a serem feitas. Nesse sentido, Giovanni Levi afirma que, muitas vezes, “seguindo uma tradição biográfica estabelecida e a própria retórica de nossa disciplina, contentamo-nos com modelos que associam uma cronologia ordenada, uma personalidade coerente e estável, ações sem inércia e decisões sem incertezas” (LEVI, 1989, p.169). Sobre isso, vale lembrar a advertência de Pierre Bourdieu em A ilusão biográfica: “não podemos compreender uma trajetória sem que tenhamos previamente construído os estados sucessivos do campo no qual ela se desenrolou” (BOURDIEU, 1986, p. 190).

O livro de Angela e Jorge escapa a essa cilada, com uma linguagem objetiva e direta, que diz claramente o que pretende. Os autores realizaram um trabalho que mostra diversas visões e diferentes opiniões sobre João Goulart. Sua trajetória é contada de forma que parece muito mais o sujeito da história do que um objeto de análise.

O livro é composto por sete capítulos, organizados de forma que cada capítulo é dividido em duas partes, uma primeira escrita pelos autores, na qual se apresenta o contexto político do período abordado e a trajetória de Jango, e uma segunda formada por entrevistas e documentos. Os relatos dos entrevistados dão vida à narrativa, é a fala de quem conviveu com Jango, quem o viu de perto e teve contato com ele, pessoas que estavam ao seu lado ou contra ele, que trabalharam em seu governo ou que articularam a sua queda. Os documentos também são outra fonte de vitalidade para o livro, demonstram as preocupações, as decisões e as escolhas que foram realizadas no momento em que foram escritos. A obra compreende a trajetória de Jango, de seu nascimento em São Borja em 1919, até sua morte em uma de suas fazendas na Argentina, na fronteira com o Brasil em 1976.

No primeiro capítulo, Jango em pessoa nos é apresentado sua infância no campo entre a estância e a escola, a convivência com os peões e o gado. A adolescência marcada pela expulsão da escola e pela conquista do campeonato gaúcho juvenil de futebol pelo Internacional.

A realização do curso de Direito, a preocupação com os negócios particulares da família e, no final de 1945, o contato cada vez maior com Getúlio Vargas, exilado dentro de suas fazendas em São Borja. Seguindo conselho de Vargas, entrou no Partido Trabalhista Brasileiro (PTB) e se elegeu deputado estadual em 1947; em 1950 participou da Campanha de Getúlio para a Presidência e se elegeu deputado federal; em 1952, foi definitivamente para o Rio de Janeiro onde teve um escritório político dentro do Palácio do Catete: estava pronto “para novas funções no PTB e no governo” (p.19).

No segundo capítulo, Tempos de formação, são exatamente as atuações de Goulart na presidência do PTB e depois no Ministério do Trabalho que passam a ser analisadas. Em 1950, o partido aumentou sua bancada federal de 22 para 51 deputados, neste mesmo período, consolidaram-se novas lideranças no interior da legenda, nomes como o do próprio Jango, Leonel Brizola e Fernando Ferrari passaram a representar uma nova postura do partido, orientada pelo nacionalismo e pelo reformismo. Em 1952, passou a ocupar a presidência nacional do PTB e, em sua gestão, procurou reduzir as disputas internas e promover o crescimento do partido entre a classe operária. Em 1953, assumiu o Ministério do Trabalho e inovou ao retirar duas das principais amarras dos sindicatos – a necessidade de atestado ideológico e as intervenções quando alguma chapa de oposição era eleita. De acordo com o depoimento transcrito de Hugo de Faria, “foi a época de maior liberdade sindical” (p. 63).

O terceiro capítulo aborda a relação entre Jango, o movimento sindical e as esquerdas. A atuação de Jango no Ministério do Trabalho e na presidência do PTB propiciou uma aproximação com as esquerdas, principalmente o Partido Comunista do Brasil (PCB), mas também com as esquerdas de forma geral, em especial as que atuavam no movimento sindical. Naquele momento, o movimento sindical estava cada vez mais ativo, com um forte discurso nacionalista, reivindicativo e reformista. João Goulart foi se tornando um elo entre sindicalistas e governo. De acordo ainda com Hugo de Faria, Jango era um ministro que sempre dialogava com os sindicalistas, independente do seu grupo político: “tinha abertura política para discutir com um dirigente sindical sem se preocupar se aquele dirigente era comunista, socialista, trabalhista, petebista ou o que fosse” (p. 93).

O quarto capítulo, Jango vice-presidente, trata de sua ascensão à vice-presidência da República em 1955 e sua reeleição em 1960. Naquele período, o vice era eleito de forma direta e independente, isso implicava ter um projeto político e partidário próprio. Sua campanha tinha vida própria na disputa dos votos dos eleitores. O vicepresidente exercia ainda a presidência do Senado e tinha funções diplomáticas, isso “significava possuir espaços políticos próprios extremamente visíveis e valiosos politicamente” (p. 111). Como vice de Juscelino Kubitschek, exerceu uma função de mediação entre governo e sindicatos. Nas eleições de 1960, presidente e vice foram eleitos por chapas diferentes. Com a renúncia de Jânio Quadros e a tentativa de golpe dos ministros militares, teve início um forte movimento de resistência ao golpe, liderado pelo então governador do Rio Grande do Sul, Leonel Brizola. Depois do acordo parlamentarista que pôs fim à crise, “João Goulart e seu partido, o PTB, chegavam ao poder; um poder esvaziado e conquistado de forma muito tensa” (p. 117).

Jango presidente da República é o título do quinto capítulo, que mostra a conjuntura crítica na qual Jango assumiu a presidência e governou o país entre 1961 e 1964. Sua posse, nas palavras de Raul Ryff, deu-se diante de uma “situação completamente adversa, com crise política, crise militar, crise econômica, inflação em marcha, tudo isso” (p. 158). Nessa situação, suas primeiras medidas foram no sentido de garantir sua permanência no poder. Na fase parlamentarista, uma postura de “conciliação nacional” foi aos poucos sendo substituída por uma estratégia de enfraquecimento do parlamentarismo.

Após o plebiscito de janeiro de 1963 e o retorno ao presidencialismo, as esquerdas deram início a uma luta cada vez mais radical pelas reformas. De outro lado, a conspiração civil/militar para derrubá-lo ganhava cada vez mais espaço. As iniciativas de San Thiago Dantas de tirar Goulart do isolamento político depois da tentativa de decretação do Estado de Sítio em setembro de 1963 se viram frustradas. A opção de João Goulart foi de se reaproximar das esquerdas.

O tema do sexto capítulo é Jango e o golpe de 1964. Os autores destacam o papel que os vários grupos políticos e militares envolvidos tiveram naquele momento, evitando assim colocar somente sobre João Goulart a responsabilidade sobre aquele evento. De um lado, o alinhamento político de Goulart com o movimento sindical e as esquerdas radicais em defesa das reformas de base. De outro, a postura agressiva da oposição ao governo na Marcha da Família com Deus pela Liberdade em São Paulo. O impacto da Revolta dos Marinheiros nas Forças Armadas, a quebra da hierarquia e a anistia significaram “um golpe profundo em sua integridade profissional, sustentada pelos valores de disciplina e hierarquia militar” (p.193). No dia 31 de Março, o jornal Correio da Manhã publicou o editorial “Fora”; Auro de Moura Andrade manifestou o rompimento do Senado com o governo; o General Mourão Filho partiu de Juiz de Fora ruma à Guanabara. No dia 1º de abril, Jango foi do Rio para Brasília e de lá para Porto Alegre. O Congresso decretou a vacância do cargo. O presidente estava deposto e chegava ao fim aquele período democrático.

O isolamento final de Goulart no país e sua saída para o Uruguai são os temas do último capítulo Jango no Exílio. Para os autores, seu exílio teve início logo no dia 2 de abril quando foi para uma de suas fazendas em São Borja. Tentou permanecer no Brasil até o dia 4 quando o cerco militar apertou e, “sem alternativas, pediu asilo ao governo uruguaio” (p. 229). Após uma expectativa de retorno imediato, viu aos poucos os militares se consolidarem no poder.

Do ponto de vista pessoal, a estadia no Uruguai permitiu a Jango uma recuperação financeira. Houve tentativas de retorno à ação polí tica, uma reaproximação com Brizola e depois a formação da Frente Ampla com JK e Carlos Lacerda. O aumento da vigilância e das perseguições a ele e a sua família após o golpe militar, em 1973, no Uruguai, forçaram a mudança para Buenos Aires. Em 1975, diante das ameaças da Operação Condor, foi para Londres, onde realizou vários exames, pois sua saúde física e psicológica estava muito debilitada.

Foram várias as tentativas de retorno ao Brasil, todas elas sem sucesso. Em dezembro de 1976, às vésperas de uma nova tentativa de atravessar a fronteira, sofreu um infarto fulminante.

Uma das grandes contribuições do livro é jogar luzes sobre a vida de João Goulart, já que alguns trabalhos anteriores sobre Jango cometiam um equívoco indicado por Norbert Elias em sua biografia sobre Mozart. Segundo Elias, tal equívoco ocorre quando “o interesse é apenas por sua obra, e não pelo ser humano que a criou” (ELIAS, 1995, p. 10). No livro, aparece o João Goulart político: deputado, líder partidário, ministro, vice-presidente e presidente; mas também o gaúcho de São Borja: filho de estancieiro, estudante, jogador de futebol, pecuarista, pai e avô. A obra também não foge ao debate de assuntos polêmicos, como a crise que culmina com o golpe em 1964. Evita o caminho percorrido por outros trabalhos, nos quais a imagem de Jango aparece quase sempre de forma negativa, definindo-o como o único responsável por aquele desfecho. Prefere resgatar a participação de outros personagens políticos: os militares, as direitas, as esquerdas e as forças estrangeiras, enfatizando que todos eles tiveram sua parcela de responsabilidade nos acontecimentos de março e abril de 1964 que resultaram na instauração da ditadura militar.

O texto é muito bem escrito, com uma linguagem direta e explicativa. Sua originalidade fica por conta da forma como foram usados os depoimentos, do grande número de entrevistados e da transcrição de diversos documentos da época. O livro cumpre o seu objetivo ao permitir o encontro do leitor com as múltiplas faces do ex-presidente João Goulart. As diversas falas, algumas de pessoas de seu convívio pessoal, como sua esposa Maria Theresa; auxiliares diretos, como Hugo de Faria; aliados, como o comunista Hércules Correia e o trabalhista Almino Afonso; ou inimigos políticos, como os militares Ernesto Geisel e Antonio Carlos Muricy.

O livro conta ainda com a inclusão inovadora de um CD com discurso de Jango pronunciado na Câmara Municipal de Juiz de Fora (MG), em 31 de maio de 1963, no qual pode-se ouvir, entre outras coisas, a defesa da Reforma Agrária.

Outros elementos que enriqueceram o livro são as fotografias e notas explicativas. Ambas auxiliam o leitor na visualização e compreensão de diversos fatos e personagens citados pelos autores ou pelos depoentes ao longo da obra. Sobre as notas, vale ressaltar que os autores poderiam ter aproveitado melhor este recurso, inserindo- as também para apresentar os dados biográficos dos entrevistados, possibilitando ao leitor elementos para um melhor entendimento das opiniões expostas sobre Goulart e sobre o contexto político de sua trajetória. A lista de depoentes colocada ao final do livro permite essa contextualização, porém se os dados biográficos estivessem distribuídos ao longo do texto tornariam mais fácil a leitura da obra.

Essa é a primeira biografia escrita pelos autores, ambos com uma larga experiência no trabalho historiográfico, especialmente na temática do trabalhismo. O livro foi lançado num momento muito importante, em que se refletiam ainda as discussões em torno dos 30 anos da morte de João Goulart. Sem dúvida nenhuma, o livro dos historiadores Ângela de Castro Gomes e Jorge Ferreira constitui um marco na historiografia sobre o passado recente do Brasil, tocando em feridas ainda não cicatrizadas. Para isso, utilizam a trajetória de um dos principais personagens daquele período. Uma leitura que se torna indispensável para quem pretende conhecer ou pesquisar a história política brasileira do tempo presente.

Notas

1FERREIRA, Jorge. O Imaginário trabalhista: getulismo, PTB e cultura política popular.

Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2005. FERREIRA, Jorge. Prisioneiros do Mito: cultura e imaginário político dos comunistas no Brasil. Niterói/Rio de Janeiro: Eduff/ Mauad, 2002. FERREIRA, Jorge. Trabalhadores do Brasil: o imaginário popular. Rio de Janeiro: Fundação Getúlio Vargas, 1997. GOMES, Angela de Castro. A Invenção do Trabalhismo. São Paulo/Rio de Janeiro: Vértice/IUPERJ, 1988. GOMES, Angela de Castro. Burguesia e trabalho: política e legislação social no Brasil. Rio de Janeiro: Editora Campus, 1979. GOMES, Angela de Castro. História e Historiadores: a política cultura do Estado Novo. Rio de Janeiro: Fundação Getúlio Vargas, 1996.

Referências

BOURDIEU, Pierre. A Ilusão Biográfica. In. AMADO, Janaína e FERREIRA, Marieta de Moraes. Usos e Abusos da História Oral. 5. ed. Rio de Janeiro: Editora FGV, 2002.

ELIAS, Norbert. Mozart: Sociologia de um gênio.Tradução Sérgio Góes de Paula. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 1995.

LEVI, Giovanni. Usos da Biografia. In. AMADO, Janaína e FERREIRA, Marieta de Moraes. Usos e Abusos da História Oral. 5. ed. Rio de Janeiro: Editora FGV, 2002.

Wagner da Silva Teixeira – Tem graduação e mestrado em História pela Universidade Estadual Paulista (UNESP/FRANCA) e doutorado em História Social pela Universidade Federal Fluminense (UFF). E-mail: [email protected]

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The Life Writings of Mary Baker McQuesten, Victorian Matriarch – ANDERSON (CSS)

ANDERSON, Mary J. (Ed.). The Life Writings of Mary Baker McQuesten, Victorian Matriarch. Waterloo, ON: Wilfred Laurier University Press, 2004. 337p. Resenha de: CLARK, Penney. Canadian Social Studies, v.41, n.1, p., 2008.

This fascinating book traces the both ordinary and extraordinary life story of Victorian matriarch, Mary Baker McQuesten (1849-1934). It is part of the life writing series published by Wilfred Laurier University Press, which is intended to promote autobiographical accounts, diaries, letters and testimonials written and/or told by women and men whose political, literary, or philosophical purposes are central to their lives (ii).

Editor, Mary J. Anderson has divided the book into four parts. Pa5rt One is a biography of Mary Baker McQuesten. Part Two describes her work with the Presbyterian Missionary Societies and includes selections from her Missionary Society Addresses. Part Three situates this family story within a broader narrative of Victorian middle-class urban life in Canada. The final section, which is the most lengthy by far, is a collection of primary source materials: selections from the collection of 1000 letters extant in Mary Baker McQuestens hand, her eulogy, and excerpts from her will. There are also extensive and scholarly footnotes. The written text is accompanied by a charming collection of family photographs, including several of Whitehern, the family home in Hamilton, Ontario.

The editor deliberately sets out to make her task transparent, describing her discovery of the source materials and decisions she made as she used them to construct her account. The letters in this collection are unusual in that they seem to have been consciously written with posterity in mind. After they circulated among family members, they were collected and carefully stored. The letters and other papers, as well as the family home, were bequeathed to the city of Hamilton in 1968 by Marys last surviving child, Calvin, so that everyone may enjoythe beautiful rooms of Whitehern and eat their lunches in its pleasant garden (67). The home is now a museum and archives. The editor notes that it is a virtual time capsule because little beyond the essentials was changed after the family became impoverished in 1888. Even the garden has been maintained in its 1930s state, when Marys son Tom undertook a major landscaping project.

Whitehern was the family home for 116 years. The stately home was purchased by Dr. Calvin McQuesten, a wealthy industrialist, in 1852. The following year, Mary Baker married Calvin McQuestens son, Isaac. Isaac was a successful lawyer and received a large inheritance, which included Whitehern, at his fathers death in 1885. However, at the time of Isaacs own death three years later, of an apparent suicide, he was bankrupt. At his death, thirty-eight year old Mary and their six living children, who were between the ages of fourteen and three, went abruptly from wealth and ease to genteel poverty. Fortunately, the house had been placed in trust for Mary and she and the children were able to remain living in it. The family state of genteel poverty continued for twenty years.

As the editor points out, the most vital recurring themes in her writings are those of family finances, health, education, the Presbyterian missionary societies, and Victorian society and culture (52). She adds they also reveal the gradual development of the character of Mary Baker McQuesten from a privileged young matron into a powerful matriarch and a forceful social activist (52). Mary was very active in the public sphere, assuming executive positions in Womens Missionary Societies and traveling throughout Ontario and the western provinces to establish auxiliaries or to inspect missions. She was also a member of the National Council of Women and was instrumental in the establishment of a local chapter of the Young Womens Christian Association (YWCA).

Marys six children did not marry. The two eldest daughters, Mary and Hilda, lived out their days caring for home and family. Older son, Calvin, spent most of his working life as a semi-volunteer chaplain at the Hamilton Mountain Sanatorium for the treatment of tuberculosis. He suffered from what seems to have been an inherited family tendency toward mental depression. Daughter, Ruby, worked as a teacher long enough for her brother, Tom, to complete school with her financial assistance. She then succumbed to tuberculosis and spent much of her time in sanatoriums until her death at age thirty-two. Edna had several mental breakdowns, eventually receiving shock treatments and a partial lobotomy. Second son, Tom, blessed with energy and good health, became a successful lawyer and well respected politician, honoured for his active participation in the city beautiful movement. Among his lasting accomplishments are his substantial involvement in the relocation of McMaster University to Hamilton, the building of the Niagara Parkway and Parks system, and the rebuilding of several forts in the Niagara peninsula.

As a reader, I confess that I was unable to arouse as much sympathy toward Mary Baker McQuesten as the editor seemed to have. There is no doubt that she was a loving mother and an intelligent woman with indomitable courage. She contributed both within her own family circle and to the larger society. However, as I read, I puzzled about her children, who, with the possible exception of her younger son, Tom, led curiously thwarted lives. There is no doubt that only the cruel hand of fate can be blamed for a part of this outcome. However, it is intriguing to contemplate the role that Mary played in their lives. For example, given the archival information with which Anderson acquaints us, there can be no question that she intervened in the romances of daughters, Hilda and Ruby, and son, Tom. I also could not help think about her two eldest daughters and how they spent their lives running the household. In fact, it was their support in the domestic sphere that allowed their mother to engage so enthusiastically in the public domain. She apparently made a deliberate decision, upon her husbands untimely death, that this was the way it was going to be, and so it was. She ran her adult childrens lives down to the most minute details; even advising her adult son, Calvin to rub the [toilet] seat as hard as possible with paper (170) when forced to use public washrooms. On one occasion, she wrote to her son, Tom, we pray God that he will mercifully spare you as long as my life lasts adding as an afterthought, That sounds selfish does it not? (202). Perhaps it does, just a little.

Mary J. Anderson might have been bolder in her interpretations of the wealth of sources available to her. For example, she comments that the mystery of why none of the children were married must be left to the readers judgment (51-52). Since she is the one who has spent time with the primary sources, it seems reasonable to expect that she could be more insightful on this question than her readers.

The book is complemented by a website, the Whitehern Museum Archives (www.whitehern.ca). At this time, the website contains a searchable database of nearly 2000 letters (and will eventually have 3000), 200 photographs, essays, newspaper articles, and sermons; detailed timelines; analysis and commentary based on Mary J. Andersons doctoral thesis; and information about Whitehern itself.

The book, the website, and the home are treasure troves of primary source material for teachers and students interested in womens or family history, upper middle-class urban life in the Victorian and Edwardian eras, Presbyterian Missionary Societies, or even medical history, in Canada. Because the editor makes her work so transparent, the book offers a helpful glimpse of how one can go about working with primary source materials to weave a coherent and well supported narrative.

Penney Clark – University of British Columbia. Vancouver, British Columbia.

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Domingos Sodré, um sacerdote africano: escravidão, liberdade e candomblé na Bahia do século XIX / João J. Reis

De africano escravizado a liberto na Bahia. Senhor de escravos e chefe de junta de alforria. Sacerdote de candomblé, sendo afamado babalaô, e homem católico, membro de irmandade negra. Essas são algumas facetas da vida de Domingos Sodré, narradas pelo historiador João José Reis, conhecido especialista da escravidão. Se a Bahia já possuía tradição em estudos sobre o candomblé, o livro de João Reis apresenta uma nova perspectiva.

Amparado em ampla pesquisa documental e utilizando a metodologia micro-histórica, o autor descortina a vida desse personagem, ao mesmo tempo em que analisa a formação do Candomblé na Bahia do século XIX.

No capítulo inicial, “A polícia e os candomblés no tempo de Domingos”, Reis apresenta ao leitor o aparato policial da Bahia oitocentista, responsável por reprimir as práticas culturais dos africanos, em especial os batuques e principalmente o candomblé, visto pelas elites como um obstáculo à civilização almejada na província. Mas o perigo representado pelo candomblé e sua supressão não era ponto pacífico entre as autoridades. As políticas de repressão e permissão em relação às praticas religiosas de matriz africana foram pontos delicados. Como mostra o autor, “as autoridades policiais com frequência se desentendiam” (p. 25), e subdelegados eram amiúde acusados de permissividade em relação aos candomblés que batiam alto sob seus olhos e ouvidos.

Entretanto, outras autoridades estavam especialmente decididas a extinguir tais práticas do seio da população, adotando uma linha dura contra os candomblés. Temos como exemplos o chefe de polícia Antônio de Freitas Henriques e o subdelegado da freguesia de São Pedro, Pompílio Manoel de Castro, responsáveis pela prisão de Domingos Sodré em 25 de junho de 1862. Mas a despeito da repressão mais ferrenha de alguns personagens em particular, o candomblé conseguiu sobreviver na Bahia oitocentista. Como explica João Reis, “a tolerância constituía um movimento discreto entre os envolvidos com o candomblé e as autoridades diretamente responsáveis pelo policiamento nos diversos distritos da cidade, fossem subdelegados ou inspetores de quarteirão” (p. 52), isto é, gente que lidava mais diretamente com os “sacerdotes, devotos e clientes”.

No capítulo seguinte, “De africano em Onim a escravo na Bahia”, João Reis narra as aventuras e desventuras de Domingos entre as duas margens do Atlântico, desde seu nascimento no final do século XVIII na cidade de Onim (atual Lagos, Nigéria), passando pelo conflito que envolveu os meio-irmãos Osinlokun e Adele pelo trono de Lagos, em 1823, até seu desembarque na Bahia. Domingos foi adquirido pelo coronel de milícias Francisco Maria Sodré Pereira, vivendo durante esse período em escravidão no engenho Trindade, no Recôncavo baiano, ao lado de uma maioria de escravos que, como ele, eram nagôs, o nome étnico dado aos africanos falantes de iorubá, convivendo ainda com escravos de outras nações africanas. Embora não tenha encontrado informações sobre essa época da vida do africano, o autor utiliza informações referentes a outros escravos que trabalhavam nesse engenho para recriar a atmosfera em que vivia Domingos – recurso frequentemente utilizado pelo autor, como mostrarei adiante.

A alforria de Domingos data de 1836, concedida após a morte de seu senhor. E como liberto, Domingos teria agora de se adaptar mais uma vez às novas condições. A paranóia que se seguiu ao levantes dos malês (1835) tornou a vida dos africanos libertos – e dos nagôs, em particular – ainda mais difícil, com o recrudescimento de medidas de controle, como a repressão aos festejos e comemorações africanas, os chamados batuques. Diante de toda essa legislação anti-africana, o autor conclui que “quando se tratava de africano, uma linha tênue dividia a condição de escravo daquela de liberto” (p. 92).

Domingos conseguiu negociar alguns espaços de autonomia na sociedade escravista, o que lhe permitia atuar como adivinho. Esse é o tema do capítulo seguinte. No quilombo de Domingos – foi assim que as forças policiais descreveram as moradias coletivas de africanos – as autoridades policiais encontraram “diversos objetos de feitiçaria”. O autor descreve os objetos rituais encontrados na casa de Domingos – roupas, jóias, panos-da-costa etc. -, mas presta especial atenção aos objetos de culto e seus significados. Esse, aliás, é um ponto alto do livro. A desenvoltura com que o autor navega na bibliografia africanista – e mais especificamente naquela referente à religião tradicional dos orixás, o èsin ibílè – é realmente notável. Graças a esse conhecimento e sensibilidade etnográfica, foi possível a João Reis imaginar – ou em seus próprios termos, “adivinhar” – o significado dos objetos rituais, a exemplo dos búzios, contas e “santos de pau”.

Domingos atuava principalmente como adivinho, “babalaô”, um sacerdote de Ifá, divindade da adivinhação, sendo provavelmente um maioral entre eles, um “papai”, como se referia o jornal O Alabama aos líderes dos candomblés. Ele sem dúvida adaptou e inovou certos procedimentos rituais na diáspora, embora mantivesse certas regras de adivinhação, que trouxe da África. Sua competência como babalaô seria testada pelos seus parentes de nação, os nagôs, “acostumados com estavam a consultar constantemente adivinhos em suas próprias terras” (p. 136).

Domingos Sodré foi preso por sua prática de adivinhação e suposta feitiçaria, cuja relação é analisada no capítulo 4. O Código Criminal do Império não tinha uma legislação específica sobre essas práticas, vistas como “superstições” no discurso desqualificador da época. Além disso, candomblé e feitiçaria era uma combinação perigosa, pois através de sortilégios os escravos adquiriam remédios para “amansar senhor” e promoviam a alforria à revelia senhorial – a principal chave na qual aparentemente atuava Domingos.

Após sua prisão, Domingos teve de assinar um termo de obrigação no qual se comprometia a “mudar de vida”, abandonando a vida de “candomblé e feitiçaria”, sob pena de ser expulso para a África, dispositivo utilizado pelas autoridades para punir os africanos envolvidos em candomblé, sobretudo seus líderes. Alguns tiveram esse destino, como Grato e Gonçalo Paraíso. A liberta nagô Constança do Nascimento também foi deportada para a África, mas não sem antes protestar bastante, levando o caso até o ministro da Justiça. Apesar dessa ferrenha repressão, o candomblé conseguiu resistir, entre outras razões, graças ao recrutamento de gente poderosa, branca e “engravatada”.

Em “Feitiçaria e alforria”, João Reis examina, através do processo movido por Domingos Sodré contra Elias Seixas, a atuação do papai enquanto chefe de uma junta de alforria, organização de crédito que visava a libertar africanos escravizados. Era provavelmente baseada no esusu, instituição de crédito iorubá. Sua atuação como chefe de junta de alforria é exemplo do respeito e importância enquanto líder religioso que Domingos usufruía entre outros africanos. Mas as atividades de Domingos, seja como adivinho ou como chefe de junta interferia num domínio exclusivo dos senhores, a alforria, expediente fundamental da política de controle paternalista, algo que preocupava as autoridades baianas.

Na introdução do livro, João Reis afirma que “o leitor perceberá que nosso personagem sai frequentemente de cena para dar lugar ao seu mundo e a outros personagens que o povoam, através dos quais sua história é em grande medida contada” (p. 16). É exatamente o que acontece no sexto capítulo, “Uns amigos de Domingos”. Nele, o autor narra a história de três africanos libertos, também envolvidos com candomblé: Manoel Joaquim Ricardo, haussá, envolvido com o tráfico de escravos enquanto ainda era ele mesmo um cativo, tornando-se mais tarde um próspero comerciante e um dos libertos mais ricos da época; Cipriano Pinto, também haussá, que teve seu candomblé invadido em 1853 e terminou sendo levado para o Aljube e posteriormente deportado para a África. Por fim, Antão Pereira, liberto bem sucedido, mas que terminou preso no final de 1872 sob a acusação de estupro, embora pesasse sobre ele também a fama de candomblezeiro. Terminou seguindo a sina de outros líderes de candomblé: a deportação para a África.

Os três casos reforçam a ideia de que os libertos lideravam o candomblé oitocentista, talvez em virtude da mobilidade e capacidade de levantar recursos. Ademais, demonstram como as fronteiras étnicas não impediam o contato entre as lideranças, com a circulação de pais e mães-de-santo de diferentes grupos étnicos, como Domingos, nagô, Joaquim Ricardo e Cipriano Pinto, haussás, Mariquinhas Velludinho, jeje, e tantos outros.

O capítulo final, “Domingos Sodré, africano ladino e homem de bens”, destrincha outras passagens da vida do liberto, como sua experiência no grêmio católico, embora não abandonasse sua atividade como sacerdote do candomblé. Domingos tinha as religiões como complementares, e não como sincréticas. Embora nascido na outra margem do Atlântico, Domingos lutava para legitimar-se membro da nação brasileira, como se comprova pelo ato de vestir uma farda de veterano da independência no momento de sua prisão. E assim como outros libertos, africanos ou não, Domingos também era senhor de escravos, embora fosse um pequeno escravista. Suas escravas eram todas nagôs como ele, tendência comum entre os libertos, que escravizavam gente da mesma nação. Mas Reis questiona se realmente essas escravas eram “sua própria gente”, isto é, se ele escravizou gente vinda de Lagos ou não. Caso sim, ele abandonou certas regras africanas de escravização.

Com o fim do tráfico transatlântico de escravos, Domingos buscou novas atividades para investir, como os bens imóveis. Mas na década de 1880, já velho e provavelmente doente, o liberto depositou certa quantia na Caixa Econômica, instituição financeira privada.

Entretanto, ao morrer em 1887, com estimados noventa anos, não deixou muito para sua esposa Delfina, presa com ele em 1862. Ela morreria em agosto de 1888, na miséria, após anos auxiliando seu marido, quem sabe até ritualmente.

Em sua conclusão, João Reis faz uma crítica ao conceito de crioulização, que poderia ser utilizado para definir a vida de Domingos Sodré. Ele poderia ser ainda definido como “crioulo atlântico”, outro termo consagrado na bibliografia internacional. Para substituí-los, João prefere o uso da noção de ladinização. Na sociedade escravista, o ladino era o africano que já tinha aprendido a língua e os costumes dos brancos, sem esquecer necessariamente seus valores da África. Nesse sentido, o uso de ladinização serve para “todas as gerações de africanos natos que […] tiveram com o tempo de adaptar, reinventar e criar de novo seus valores e práticas culturais, além de assimilar muitos dos costumes locais, sob as novas circunstâncias e sob a pressão da escravidão deste lado do Atlântico” (p. 317). E por sua grande capacidade de adaptar elementos culturais do mundo dos brancos às práticas que trouxe da África, negociando posições e cultivando relações dentro e fora da comunidade africana, Domingos era um mediador cultural, “um perfeito ladino” (p. 319).

Depois de ler essa obra e escrever essa resenha, posso afirmar que estamos diante de um trabalho cuidadoso, na melhor tradição da história social, onde personagens se cruzam todo o tempo no universo social e cultural de Domingos Sodré. O leitor encontrará profundidade analítica, num texto que realça as conexões entre África e Brasil – uma tendência nos estudos sobre a escravidão -, sobretudo para os libertos como Domingos. Há de acentuar também o trabalho etnográfico desenvolvido nesse livro, que buscou interpretar os significados dos objetos de culto relacionados ao biografado, bem como aos outros líderes do candomblé na Bahia oitocentista. Aliado a esses aspectos, o texto apresenta uma narrativa leve e fluida, característica presente em outros trabalhos de João Reis. Enfim, só nos resta agora aguardar e tentar adivinhar qual a próxima surpresa o autor terá a nos oferecer.

Carlos Francisco da Silva Jr. – Mestrando em História (UFBA). E-mail: [email protected].


REIS, João José. Domingos Sodré, um sacerdote africano: escravidão, liberdade e candomblé na Bahia do século XIX. São Paulo, Companhia das Letras, 2008. 463 p. Resenha de: SILVA JR., Carlos Francisco da Silva. Outros Tempos, São Luís, v.7, n.10, p.287-291, 2010. Acessar publicação original. [IF].

Jango: as múltiplas faces – GOMES; FERREIRA (RBH)

GOMES, Ângela de Castro; FERREIRA, Jorge Ferreira. Jango: as múltiplas faces. Rio de Janeiro: Ed. FGV, 2007. 280p. Resenha de: MONTENEGRO, Antonio Torres. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.28, n.55  jan./jun. 2008.

O livro Jango: as múltiplas faces, de autoria dos professores Ângela de Castro Gomes e Jorge Ferreira, vem de forma muito própria ampliar o debate em torno da trajetória pública de um político que teve participação fundamental na história do Brasil, particularmente na segunda metade do século XX.

Em que pese essa participação ampla e ativa nos acontecimentos, sobretudo políticos, econômicos e sociais, produziu-se em torno do ex-presidente João Goulart uma história carregada de significados negativos. E essa produção (como assinalam os autores) foi instituída tanto por setores adversários (partidos e grupos políticos dos mais diferentes matizes ideológicos e segmentos da sociedade civil) como pelos partidos e grupos políticos que o apoiavam. Em razão desse cenário, desconstruir essa história que hoje opera como uma memória não é algo instantâneo nem uma operação que ofereça facilidade aos historiadores.

É nessa trincheira de uma história a contrapelo que este livro irá se posicionar. E o primeiro movimento para quebrar o quadro monolítico das adjetivações de Jango indeciso, Jango sem controle da situação política do País, Jango dominado pelos comunistas, Jango de quem todos desconfiavam, é trazer à tona uma série de atores constituidores desses discursos e confrontá-los com outros atores e outros discursos que apontam em sentido diametralmente oposto. O segundo movimento é romper com um relato e uma imagem que comumente reduz a trajetória de Jango ao seu período como presidente. Assim, os autores ao reconstruírem a trajetória de Jango, desde seus primeiros encontros com Vargas em São Borja em 1945, depois deputado estadual pelo PTB no Rio Grande do Sul, deputado federal, secretário do Interior e Justiça do governo de Ernesto Dornelles no Rio Grande do Sul, presidente do PTB, ministro do trabalho de Getúlio em 1953-1954 e depois vice-presidente de Juscelino entre 1956 e 1960, instituem a história de um político que acumulou uma larga experiência ao longo da vida.

Entretanto, para todos que acompanham os artigos e livros dos professores Ângela de Castro e Jorge Ferreira, não é difícil perceber que tanto esse período da história do Brasil, como a atuação de João Goulart, constantemente atravessam as trilhas de seus escritos, mesmo quando o foco de suas narrativas históricas é outro. Este registro é importante, pois sem um amplo conhecimento do período e de uma documentação bastante diversificada, não seria possível construir uma contra-história que rompesse a rede de significações estabelecidas. Afinal, constitui-se um grande desafio aos historiadores que se dedicam a pesquisar esse período, não subsumir a sua produção a uma lógica dualista e teleológica que, de maneira ‘apriorística’, institui uma visão histórica positiva ou negativa acerca de João Goulart.

Em razão do exposto, qual engenharia escriturística montaram estes historiadores? Poderiam ter escrito uma biografia política tradicional. No entanto, optaram por um caminho muito mais sinuoso. Poder-se-ia dizer uma meta-história. Mas não reduzida à perspectiva lingüística, em que o sentido ou os significados se estabelecem a partir das figuras da linguagem, e sim, fundamentalmente por meio de um caleidoscópio documental. Neste, a história de vida e, sobretudo política de Jango, apesar de se apresentar narrada em sete capítulos ou períodos referenciais, adquire formas as mais diversas à medida que lemos o conjunto documental em que se apóia cada capítulo. Dessa maneira, desafia o leitor a realizar uma leitura difícil, articulando, detalhando a trama que obriga à reflexão a todo instante, pois os distintos documentos e imagens emitem signos de diferentes matizes. E, possivelmente, as pessoas que buscam uma resposta pronta, uma representação sem paradoxo, sem conflitos, sem dúvidas, não terão neste livro uma leitura fácil.

Ao percorrer atentamente as linhas labirínticas que instituem essa história, descobre-se como mãos extremamente habilidosas operaram no limiar ou na fronteira da unidade e da pluralidade de sentidos e significados. Os autores, ao afirmarem “que se buscou não foi a homogeneidade e a convergência de pontos de vista, ‘fechando’ a biografia, mas justamente o inverso: o confronto, o debate de opiniões, ‘abrindo’ a trajetória de Jango a leituras variadas”, possibilitaram ao leitor conhecer relatos de aliados e de adversários de Jango, produzindo as mais diferentes análises, avaliações e pontos de vista. Entretanto, essa pluralidade/diversidade caleidoscópica está montada para nos causar a sensação ou o efeito literário de que o acaso, a incerteza e a dúvida não são apenas atributos da história cotidiana, mas, também da reconstrução historiográfica.

A seleção de alguns pequenos trechos de relatos presentes no livro possibilita ao leitor antever como essa diversificada e paradoxal documentação sugere a potencialidade de distintas histórias, ou talvez a impossibilidade de uma história conclusiva. Observa Raul Ryff, secretário de imprensa da presidência de Jango, o qual abre a sessão de documentos do capítulo VI, “Jango e o golpe de 1964”:

Ele incentivou a sindicalização rural, mexeu numa área perigosa, uma área de coronéis, no sentido de chefia política. Lutou pela reforma agrária; estabeleceu a Lei da Remessa de Lucros controlando, colocando normas para essa remessa e diminuindo a taxa de retorno do capital estrangeiro; desapropriou as refinarias particulares entregando-as à Petrobras. Enfim, tomou várias medidas importantes. Foi um governo notadamente nacionalista, popular e democrático.

Ainda numa perspectiva muito próxima a esse depoimento de Ryff, poder-se-ia apontar nesse mesmo capítulo o depoimento de Hércules Correia, membro do PCB que no dia do golpe acompanhou o diálogo ao telefone entre Jango e um dos militares golpistas:

Aí o Kruel ligou e Jango pediu que um de nós fosse para o telefone na extensão. O Oswaldo Pacheco pediu: “Vai você”. Aí eu fui para a extensão e ouvi a conversa. O Kruel disse que a única forma de evitar um golpe era dissolver oficialmente a CGT e prender todo mundo. Naquela época, seria prisão de mais ou menos 500 dirigentes sindicais aqui do Rio e dos estados; as principais cabeças. E o Jango não aceitou. Respondeu na hora, disse que não, que não ia prender, não ia fazer aquilo. A partir daí não tinha mais condições de ficar na presidência. Então foi para Brasília e, de Brasília, pegou outro avião e foi para o Uruguai.

Esses fragmentos positivam a atuação e o comportamento do presidente João Goulart. No entanto, há nos autores uma clara opção por uma trilha marcada por paradoxos que recolocam a dúvida e a incerteza, desconstruindo a possibilidade de instituir uma história conclusiva. E nesse sentido é revelador o relato de Hugo Faria, que conhece Jango ainda no período em que este assumiu o Ministério do Trabalho de Getúlio, vindo posteriormente a se tornar seu amigo e conselheiro:

E chegou um ponto em que ele me disse: “Hugo, você sabe por que tirei você da Casa Civil?”. Eu respondi: “Saber eu não sei, mas desconfio. O senhor não tem condições de aceitar críticas, e como eu sou por natureza um crítico, o senhor se encheu. Como é meu amigo, me deu uma outra posição. Na verdade, o senhor não aceita crítica”. Ele concordou: “É, você me enchia… Todo o dia era notícia ruim, notícia ruim…”. Não era. Eu estava mostrando a evolução, ele não queria acreditar. Não fui eu só, não! Juscelino foi três vezes ao palácio alertar Jango de que a revolução ia estourar. E na última vez Jango disse: “Eu boto esse pessoal nas ordens em meia hora, uma hora. O Assis Brasil tem um esquema montado”. Ele preferia acreditar nas bazófias do general Assis Brasil…

Este pode ser visto como um fragmento de um relato crítico de um amigo, que foi preterido como voz aconselhadora quando tentou (da mesma forma que outros também o fizeram) alertar Jango acerca do perigo de uma conspiração golpista que se avizinhava. Ou seja, o presidente não era receptivo a críticas e às boas avaliações na visão do amigo de longa data, Hugo Faria.

Um relato do campo adversário, também instituindo uma perspectiva negativa da imagem de Jango, encontra-se no relato do general Geisel. Este irá apontar para uma grande resistência a Jango, apenas contornada provisoriamente enquanto se manteve o regime parlamentarista: “A conspiração começou a tomar vulto quando o Jango derrubou o parlamentarismo, foi para o presidencialismo e passou a ser dominado pelo Dante Pellacani e uma série de outros líderes sindicais que mandavam e desmandavam”.

Revela o general que, no momento em que o presidente obteve por meio de um plebiscito amplamente favorável os poderes constitucionais de presidente, o movimento conspiratório foi colocado em marcha.

Estes fragmentos oferecem ao leitor uma pequena visão da riqueza e diversidade documental dessa narrativa que elege a figura emblemática de Jango para estudo e que faz recordar Foucault com sua crítica ferrenha às biografias, que instituem representações fechadas, acabadas e na maioria das vezes heróicas dos seus personagens. Ou ainda, por que não lembrar Pirandello e seu maravilhoso Moscarda em Um, nenhum, cem mil?

Ao mesmo tempo, confirma-se o compromisso político da prática historiográfica dos autores, aliando o fazer intelectual a uma busca incessante de novas compreensões de uma realidade em que passado e presente são ressignificados em uma nova forma de fazer política, permanentemente desafiando nosso agir social. É possivelmente com esse espírito que os autores finalizam esta biografia com um pequeno texto manuscrito de Jango, datado de 18 de julho de 1975, portanto um ano antes de sua morte: “Os últimos acontecimentos não podem e não devem ser julgados apressadamente. Não podemos viver placidamente quando milhões de Brasileiros estão sofrendo inúmeros sacrifícios. Peço fé e confiança. Estarei sempre ao lado dos que sofrem em defesa de seus direitos e de nossos ideais”.

Antonio Torres Montenegro – Universidade Federal de Pernambuco (UFPE) – Pesquisador do CNPq. Rua Acadêmico Hélio Ramos s/n – Cidade Universitária. 50670-901 Recife – PE – Brasil. [email protected]

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Octávio Augusto Dias Carneiro, um pioneiro da diplomacia econômica | Teresa Dias Carneiro || Paulo Nogueira Batista: o diplomata através de seu arquivo | Suely Braga da Silva

O indivíduo não é uma entidade amorfa, figura que atua ao sabor do ambiente operacional que o circunda. Sua capacidade de ação é constrangida, sim, mas está longe de refletir os predicados deterministas simplórios que periodicamente varrem a academia. Essa é uma tese controversa, mas, no fundo, apelativa. Até Karl Marx, reputado por alguns como pensador determinista, traz a lição de que são “os homens fazem a história”, mesmo não o fazendo ao seu modo, muito menos em circunstâncias escolhidas por eles próprios.1 Esse relevante ensinamento é um alerta para qualquer pesquisador que estude a sociedade e suas instituições: por mais que seja constrangido por forças estruturais, o homem importa.2

Quando partimos para o campo específico da análise da política externa dos Estados, essa lição é ainda mais importante. Antes, ainda no clássico Concerto Europeu, as ações estatais pareciam ser derivadas, em última instância, de monarcas absolutos ou de pequenas elites – no fundo, de indivíduos, o que facilitava o entendimento do impacto de suas ações nos fluxos da realidade.3 Agora, com o agigantamento estatal, cada vez mais o indivíduo aparenta ser uma peça dentro de uma engrenagem complexa de rotinas, instituições e regras.4 Essa nova situação traz grandes desafios, pois a tentação de abstrair as ações humanas é muito grande. Leia Mais

Jango: as múltiplas faces | Ângela de Castro Gomes e Jorge Ferreira

Em primeiro de abril de 1964, um furioso editorial intitulado “Fora” era publicado pelo jornal carioca Correio da Manhã. O golpe civil-militar efetivava-se no país, sem que a ordem de resistência, esperada por muitos, fosse dada pelo Presidente João Goulart.

O personagem, centro da crise instaurada a partir da renúncia de Jânio Quadros, do qual fora vice-presidente, sofreu, a partir de então, como toda a sociedade brasileira, as conseqüências do golpe civil-militar desencadeado contra o seu governo, amargando o exílio no qual morreu em dezembro de 1976. A partir do golpe, sofreria também constante julgamento de aliados, colaboradores e adversários dos mais diversos lugares sociais e políticos. Leia Mais

Jango: as múltiplas faces – FERREIRA; GOMES (AN)

FERREIRA, Jorge; GOMES, Ângela de Castro. Jango: as múltiplas faces. Rio de Janeiro: Editora da FGV, 2007. 272p. Resenha de: RODEGHERO, Carla Simone. Anos 90, Porto Alegre, v.14, n.26, p.235-242, 2007.

Jango: as múltiplas faces, de Ângela de Castro Gomes e de Jorge Ferreira, é um livro que foi pensado a partir do reconhecimento de que a memória e a história sobre João Goulart se concentram no período da presidência da República e a partir da percepção de que, ainda hoje, esse personagem histórico continua suscitando paixão e polêmica. Para mostrar que a atuação política de Jango foi muito mais longa do que seu mandato presidencial, os autores optaram por produzir uma narrativa biográfica acompanhando a trajetória de Jango e contemplando tanto sua dimensão política quanto a pessoal. (p. 9). Optaram também por mostrar que essa trajetória foi multifacetada. Segundo Gomes e Ferreira, as múltiplas faces de Jango vão além da pluralidade constitutiva do homem moderno., já que Goulart pode ser caracterizado, por excelência, como um personagem assinalado pelo contraditório, sendo, por isso, um desafio para interpretações que se queiram unívocas e lineares. (p. 9).

Essa percepção ganha corpo, a cada capítulo do livro, com a apresentação de um vasto conjunto de depoimentos e de alguns pessoal de Jango aí retratado. Assim, após uma exposição elabora- da pelos autores e acompanhada por imagens, são transcritos os depoimentos e os demais documentos, que possibilitam que o leitor se confronte com a diversidade dos pontos de vista a respeito de João Goulart. Com esta estratégia, os autores buscaram escrever uma biografia aberta à interpretação dos leitores., (p. 10) sem, no entanto, descartar o auxílio e a mediação dos historiadores.

A maior parte das entrevistas foi recolhida no acervo de depoimentos do Setor de História Oral do Centro de Pesquisa e Documentação de História Contemporânea do Brasil, da Fundação Getúlio Vargas. São entrevistas realizadas no contexto de diferentes projetos de pesquisa, desenvolvidos desde a década de 1970. Outras, mais recentes e relacionadas à trajetória pessoal de Jango, foram recolhidas pelos autores. Entre os depoentes estão familiares e pessoas próximas da família, como a esposa, Maria Thereza; a filha, Denise; o procurador Bijuja. Outro grupo é formado por membros do PTB e do governo deposto, como Abelardo Jurema, Ministro da Justiça entre 1963-1964; Almino Afonso, Ministro do Trabalho e da Previdência Social, em 1963; Evandro Lins e Silva, Chefe do Gabinete Civil da Presidência da República e Ministro das Relações Exteriores, em 1963; Hugo de Faria, Ministro do Trabalho em 1954, Chefe do Gabinete Civil da Presidência da República em 1963 e Presidente do Banco do Brasil em 1964; Leonel Brizola, governador do Rio Grande do Sul entre 1958 e 1962 e deputado federal pela Guanabara, eleito em 1962; Raul Ryff, Secretário de Imprensa da Presidência da República entre 1961 e 1964; e Wilson Fadul, Ministro da Saúde, entre 1963 e 1964. Também são apresentados depoimentos de apoiadores e de opositores políticos, que revelam os diferentes níveis de apoio e de oposição que se fizeram sentir ao longo da trajetória política de Jango. No primeiro caso, têm-se, entre outros, Francisco Julião, Deputado federal e líder das Ligas Camponesas, e Hércules Correia, ser citados Afonso Arinos de Mello Franco, da UDN, e os milita- res ligados ao golpe, Antônio Carlos Muricy e Ernesto Geisel.

Os depoimentos são apresentados ao final de cada capítulo, aprofundando, exemplificando, complexificando e enriquecendo a narrativa dos autores. No final do livro, o leitor encontra um quadro com a relação dos depoentes, com um breve currículo dos mesmos, a data da entrevista e o nome dos entrevistadores. Porém, como boa parte dos entrevistados não é automaticamente reconhecida pelo leitor comum e mesmo pelo especializado, fica faltando, no momento em que cada depoimento é apresentado, a remissão a uma nota de rodapé que permita situar, com rapidez, quem está falando, qual sua relação com os fatos em discussão, para quem está falando e quando concedeu a entrevista. Este de- talhe técnico beneficiaria o leitor, já que a consulta ao quadro final quebra o ritmo da leitura e prejudica a avaliação sobre as escolhas feitas pelos autores quando da seleção dos depoimentos. Por outro lado, várias notas explicativas acompanham os capítulos, mas elas se referem a personagens, fatos, instituições, leis que são, muitas vezes, de maior conhecimento público do que a trajetória ou filiação política dos depoentes.

Feita esta breve apresentação da obra, antes de entrar no relato das múltiplas faces de Jango., é preciso lembrar que a trajetória de pesquisa de Gomes e Ferreira sobre os temas do getulismo e do trabalhismo torna-os altamente qualificados para escrever sobre João Goulart. Ao longo das últimas décadas, seus trabalhos têm contribuído para repensar fenômenos da história brasileira pós- 1930, especialmente no que diz respeito ao período que é inaugurado com a redemocratização de 1945 e com a Constituição de 1946.

Boa parte das manifestações políticas e sindicais desse período havia sido alvo de severas avaliações e críticas, construídas a partir do conceito de populismo, ao longo dos anos 1960 e 1970.

Gomes e Ferreira têm realizado trabalhos pioneiros que permitem repensar tais interpretações. Além disso, o próprio personagem João Goulart já foi alvo de atenção direta de ambos os autores, em diversas oportunidades.

Ao longo do primeiro capítulo, o leitor acompanha João Goulart desde seu nascimento, em 1919, até sua entrada no mundo da política. Fica sabendo a respeito das posses da família em São Borja, do curso de Direito realizado em Porto Alegre e da posterior volta à terra natal para assumir os negócios, após a mor- te do pai. Acompanha, em São Borja, a rotina do jovem Jango transformada com a chegada de Getúlio Vargas, no final de 1945, seu posterior envolvimento com a criação do PTB e sua eleição para a Assembléia Legislativa gaúcha em 1947. É informado sobre o aprofundamento da sua atuação política nas articulações para a eleição de Vargas em 1950, ano em que Goulart também é eleito deputado federal. Neste capítulo, ainda é descrito o período de 13 meses, durante o qual Jango se afastou do mandato para atuar como Secretário do Interior e da Justiça no Governo de Ernesto Dornelles, no Rio Grande do Sul. Sabe-se, finalmente, que ao reassumir o cargo, no Rio de Janeiro, Vargas lhe concedeu um gabinete de trabalho no Palácio do Catete. Lá, Jango seria muito mais visto do que no Congresso Nacional.

Essa trajetória de envolvimento na política se consolidou com a passagem de Jango pelo Ministério do Trabalho, em 1953, o que é tratado no segundo capítulo da obra. Neste momento, teria se revelado a capacidade de negociação de Goulart, mediando questões entre empresários e trabalhadores, como aconteceu na greve dos marítimos. Medidas como a abolição do atestado ideológico para dirigentes sindicais permitiram a atuação em conjunto de lideranças trabalhistas e comunistas. A informalidade com que Jango se dirigia a essas lideranças aceitando, inclusive, convites para churrascos em final de semana para discutir demandas sindicais de trabalhadores, segundo relatam os autores, chocou setores da sociedade brasileira. A estada no Ministério culminou com militares com ampla repercussão levou à saída de Goulart da pasta do Trabalho.

Antes da entrada no Ministério, porém, Jango havia assumi- do a Presidência do PTB. O terceiro capítulo trata do sindicalismo no período entre 1945 e o começo da década de 1960, mostrando as aproximações entre os trabalhistas e o PCB. Em parte desse período, Jango viria a ocupar a vice-presidência da República (nos governos Juscelino Kubitschek e Jânio Quadros). Naquela época, como se lê no quarto capítulo da obra, ser vice-presidente exigia fazer uma campanha à parte e, depois de eleito, assumir, entre outros encargos, a presidência do Senado. Segundo os autores, ser vice-presidente significava possuir espaços políticos próprios extremamente visíveis e valiosos. (p. 111). A junção das possibilidades oferecidas pelo cargo com a prévia experiência de diálogo de Jango. que mantinha forte influência sobre o Ministério do Trabalho com o movimento sindical, teria contribuído para a estabilidade política do governo JK. O relacionamento com Jânio, todavia, teria sido mais difícil, já que o presidente fazia questão de demonstrar seu distanciamento em relação ao vice, eleito pela chapa oposta. O episódio da renúncia de Jango e a campanha da Legalidade também são narrados neste capítulo.

No capítulo seguinte, os autores se debruçam sobre o período em que Jango esteve na Presidência da República. Nesta parte, são enfatizados, entre outros aspectos, o seu programa nacionalista mínimo; as dificuldades com os credores internacionais; a falta de apoio no Congresso, onde PSD e PTB divergiam sobre questões essenciais do programa de governo; o afastamento das forças reformistas da estratégia da luta parlamentar; as substituições de gabinetes e o plebiscito que aprovou a volta do presidencialismo.

A partir dessa fase, é apresentado o Plano Trienal, com suas metas e a conjuntura que levou ao seu abandono. O capítulo é concluído com o tratamento da crescente radicalização política que atingiu optativas de negociação, aproximando-se das organizações que, ao longo do tempo, mais abertamente o sustentaram: o movimento sindical e as esquerdas radicais. (p. 144).

O golpe de 1964 é tratado no penúltimo capítulo do livro, que narra os acontecimentos que se seguiram ao comício de 13 de março: a revolta dos marinheiros e fuzileiros navais, o compareci- mento do presidente à solenidade de posse da nova diretoria da Associação dos Sargentos, no Automóvel Clube, o levante em Minas Gerais e a movimentação de Goulart até sua saída para o Uruguai. O não-apelo à resistência estaria ligado à percepção do Presidente de que havia um alto risco de guerra civil. (p. 196).

Jango no exílio. é o capítulo que encerra a biografia. Aí é tratado o rompimento definitivo entre Goulart e Brizola, depois de uma curta aproximação. Fica-se sabendo que após um ano de exílio, Jango passou a se dedicar a investimentos agropecuários no Uruguai. Por conta disso, além de engordar bois, tornou-se um dos maiores fornecedores de arroz daquele país. São brevemente descritas as articulações em torno da Frente Ampla, logo tornada ilegal. Vigiado pelo Serviço Nacional de Informações (SNI), o ex-presidente afastou-se de qualquer atividade política, voltando a se dedicar exclusivamente a seus negócios pessoais. (p. 231). Sofreu um enfarte em 1969, viu a sua situação e a da família se com- plicarem com o golpe de 1973, no Uruguai. Em 1974, passou a residir em Buenos Aires. Na Argentina, continuou com seus negócios agropecuários e comprou propriedades. Sua saúde, no entanto, estava debilitada: Jango alimentava-se mal, fumava e bebia muito, sofrendo de bruscas quedas de pressão arterial, desmaios e dores no peito. (p. 232). Em 1976, após receber ameaças de que seus dois filhos seriam seqüestrados, Goulart os enviou para Londres. Fez gestões para voltar ao Brasil. Em 6 de dezembro daquele ano, morreu no exílio, vítima de um enfarto fulminante.

para os autores do livro, o conjunto dos depoimentos e documentos apresentados instiga o leitor a tirar suas próprias conclusões, dialogando com a narrativa dos capítulos. Os autores resgataram também a própria voz de João Goulart, apresentando alguns discursos por ele proferidos, um dos quais no formato de CD. Tal material permite empreender uma série de comparações e de questionamentos. Avaliações absolutamente contrastantes sobre Jango convivem, em tais documentos, com diferentes valorações atribuídas a certas características pessoais ou políticas de João Goulart. A leitura dos depoimentos suscita questionamentos sobre como era visto e como foi descrito o preparo (ou a falta de preparo) de Jango para o cargo de Presidente da República; sobre as avaliações a respeito da consistência do seu programa de reformas de base e sobre a sinceridade no propósito de realizá-las; sobre o paradoxo de o rico proprietário de terras propor uma reforma agrária; sobre a sua capacidade de dialogar e de construir consensos, em situações nas quais os interlocutores eram sindicalistas e quando o diálogo precisou ser feito com os setores mais conserva- dores da sociedade brasileira. O perfil que os autores apresentam de Jango, como um governante que queria dialogar e, ao mesmo tempo, fazer as reformas acontecerem, faz pensar sobre o papel da conciliação e da radicalização na política brasileira, dos anos 1960 aos dias atuais.

Finalmente, é preciso chamar a atenção, no livro de Gomes e Ferreira, para a importância do recurso à memória na escrita da história recente do Brasil e para as contribuições da História Oral nesta tarefa. Isso é particularmente fecundo no caso de Jango, um personagem polêmico que, apesar de ter uma longa trajetória política, ainda é associado quase exclusivamente à derrota representada pelo golpe de 1964. Isso se deve, creio, ao fato do golpe e do regime militar serem, ainda hoje, marcos fundamentais da nossa da ditadura ainda permeiam boa parte das discussões políticas no Brasil. Ao mesmo tempo, cada vez mais, instigam historiadores a se voltarem a este período e àquele que o antecedeu. Desta tendência fazem parte livros como Jango: as múltiplas faces.

Notas

1 Sobre outras publicações dos autores sobre o assunto ver: Ferreira, Jorge. O governo Goulart e o golpe civil-militar de 1964. In: Jorge Ferreira; Lucília de Almeida Neves Delgado. (org.). O Brasil Republicano O tempo da experiência democrática – Da democratização de 1945 ao golpe civil-militar de 1964. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2003, v. 1, p. 343-425; Ferreira, Jorge. A estratégia do confronto: a Frente de Mobilização Popular. Revista Brasileira de História, São Paulo, v. 24, n. 47, p. 181-212, 2004. Ferreira, Jorge. O imaginário trabalhista. Getulismo, PTB e cultura política popular (1945-1964). Rio de Janeiro: Editora Civilização Brasileira, 2005 (especialmente os capítulos: O ministro que conversava: João Goulart no Ministério do trabalho; A legalidade traída: os dias sombrios de agosto e setembro de 1961 e O último ato: sexta-feira 13 na Central do Brasil). Ver ainda: Ferreira, Jorge (org.). O populismo e sua história. Debate e crítica. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2001. No que se refere a Ângela de Castro Gomes, ver: GOMES, A. M. C. . O Populismo e as Ciências Sociais no Brasil: notas sobre a trajetória de um conceito. Revista Tempo, Niterói – RJ, v. 1, n. 2, p. 59-72, 1996; GOMES, A. M. C.  Memórias em disputa: Jango, ministro do Trabalho ou dos Trabalhadores? In: FERREIRA, Marieta de Moraes (org.) João Goulart entre a memória e a história. Rio de Janeiro: FGV, 2006; e GOMES, A. M. C. O Populismo e as Ciências Sociais no Brasil: notas sobre a trajetória de um conceito. Revista Tempo, Niterói, v. 1, n. 2, p. 59-72, 1996.

Carla Simone Rodeghero – Professora do Departamento e do Programa de Pós-Graduação em História da UFRGS.

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Rondon: o marechal da floresta – DIACON (E-CHH)

DIACON, Todd A. Rondon: o marechal da floresta. São Paulo: Companhia das Letras, 2006. Resenha de: CATELLI, Rosana Elisa. p.333-339. Especiaria – Cadernos de Ciências Humanas, Ilheus, v.10, n.17, p.333-339, jan./jun., 2007.

Rondon: o marechal da Floresta é o título do livro do historiador Todd A. Diacon, da Universidade do Tenessee, Estados Unidos, lançado pela Companhia das Letras, em 2006. Diacon fez uma extensa pesquisa nos arquivos documentais, como o Museu do Exército e o Museu do Índio, ambos no Rio de Janeiro, a fim de recuperar a trajetória de Cândido Mariano da Silva Rondon (1865-1958), o oficial do exército que formulou uma das primeiras políticas para os povos indígenas no Brasil.

No final do século XIX, o governo brasileiro iniciou uma política de povoamento e ocupação que abrangia uma vasta região: do Mato Grosso ao Amazonas. A idéia era colonizar estas regiões com população não indígena, construir estradas, educar os índios e instalar meios de comunicação que ligassem o interior ao litoral. Em 1900, Rondon, jovem oficial do Exército, tornou-se o chefe da Comissão de Linhas Telegráficas do Estado do Mato Grosso e em 1907 comandou a Comissão Estratégica de Instalação de Linhas Telegráficas do Mato Grosso ao Amazonas, concluída em 1915. Diacon concentra sua análise nesta última Comissão, que percorreu 1600 quilômetros de mata cerrada, com rios largos, povos indígenas e poucos mapas para guiarem os homens nesta empreitada. O autor procura reconstituir o cotidiano desta Comissão e as dificuldades que enfrentaram ao explorar uma região totalmente desconhecida. Acompanhados de 58 mulas e 100 bois, carregavam comida, máquinas de costura, fuzis, morfina, baterias, cabos de aço, gramofone, mesas, tendas etc. No decorrer da viagem, várias dificuldades acometiam estes homens: os animais sucumbiam, faltavam suprimentos, eram atacados pela malária e pelos indígenas.

A descrição que Diacon faz da passagem da Comissão pelos inóspitos territórios do Mato Grosso e do Amazonas enfatiza o caráter de aventura que deve ter sido abrir estes caminhos pela selva. A chance de explorar este Brasil desconhecido, isolado da nação, é o que parecia animar Rondon, que não se deixava abater pelas perdas, pela malária e pelo cansaço. Integrar o sertão à nação brasileira e expandir a autoridade do Estado Central eram os propósitos centrais da Comissão. Diacon mostra que para compreender o processo de integração destas terras e dos povos indígenas, proposto por Rondon, é importante “levar a sério” os ideais positivistas que o acompanharam durante sua formação como engenheiro militar e depois como estrategista da ocupação do interior do Brasil. O positivismo seria a chave, na análise de Diacon, para compreender a obstinação de Rondon em sua aventura pela selva e a sua postura com relação aos índios.

Rondon entrou em contato com as idéias positivistas na Academia Militar do Rio de Janeiro. Adotou o mote positivista de servir à humanidade por ações que fomentassem o progresso científico, a industrialização e a modernização. Suas Comissões eram compostas por botânicos, zoólogos, antropólogos, todos com o objetivo de estudar a natureza e descobrir formas de usá-la para o bem da humanidade. Em plena floresta amazônica, Rondon e seus homens, praticavam os rituais positivistas: seguiam o calendário positivista, tocavam o Hino Nacional num gramofone que os acompanhava nas longas caminhadas, hasteavam a bandeira, comemoravam as datas cívicas. Rondon fazia sempre discursos para seus homens a fim de convertê-los ao positivismo.

Este afinco de Rondon a estes ideais explica, segundo Diacon, a forma como a política indigenista foi formulada pela Comissão.

Seguindo estes pressupostos, a integração deveria ocorrer pacificamente e não pela exclusão dos povos indígenas. A opção de Rondon foi a de proteger e assimilar culturalmente os índios, pela promoção da educação destes povos, que incutiria novos hábitos e promoveria a civilização dos mesmos. No ideário positivista, diríamos que os índios passariam do estado fetichista ao estado científico-industrial e para que esta passagem ocorresse de fato, ela precisava acontecer por “aceitação” e não pela força.

Os positivistas brasileiros criticavam a ação da Igreja Católica em relação aos índios, por forçá-los a abandonar as suas crenças em nome do catolicismo. Segundo os preceitos da Igreja Positivista, os índios, enquanto estivessem num estágio inferior da evolução social, não deveriam ser forçados a abandonar as suas crenças. Eles não eram vistos como uma raça inferior, mas num estágio de evolução inferior. Com base nestes pressupostos, Rondon foi o primeiro diretor do Serviço de Proteção ao Índio, de 1910 a 1915.

Com relação à política indigenista, Diacon faz uma discussão confrontando as obras de caráter mais biográfico, que louvavam as ações de Rondon e as revisões contemporâneas que tecem intensas críticas à ação da Comissão em relação aos índios.

Para Diacon, os estudos recentes, realizados por antropólogos, concebem que ações como as de assistência, proteção e pacificação escondem a violência da Comissão Rondon e o objetivo de conquistar estes povos. Diacon concorda, em parte, com esta tese dos chamados revisionistas, salientando a ambigüidade das ações da Comissão que, com uma visão etnocêntrica, contribuiu para a deturpação da cultura indígena, mas também afirma que Rondon foi o primeiro a defender as terras indígenas e a soberania destes povos. Segundo o autor, se Rondon optou por uma política de assimilação do índio aos hábitos culturais do homem “civilizado”, isto pode ter representado um avanço para a época se comparamos com propostas muito piores existentes naquele momento. Para Diacon, seria um anacronismo supor que Rondon concebesse os índios como um “outro”, com uma cultura própria. Para ele e os demais positivistas da época, o índio era um homem primitivo, que deveria ainda chegar ao estágio da civilização com o auxílio dos órgãos oficiais, que implantariam políticas educacionais e de proteção ao índio.

Este processo de assimilação dos povos indígenas proposto pela Comissão Rondon pode ser verificado também pelas imagens produzidas no decorrer de sua trajetória. A Comissão Rondon produziu vários registros fotográficos e cinematográficos de valor inestimável para os estudos etnográficos e imagéticos, arquivados em grande parte no Museu do Índio do Rio de Janeiro.

Há também a preciosa coleção de filmes etnográficos, alguns já perdidos e outros que foram preservados pela Cinemateca Brasileira, entre eles: “Rituaes e festas bororo” (1917), “Ao redor do Brasil: aspectos do interior e das fronteiras brasileiras” (1932), “Romuro, selvas do Xingu” (1924), “Os carajás” (1932), “Viagem ao Roraima” (1927), “Parimã, fronteiras do Brasil” (1927) e “Inspectoria de Fronteiras” (1938) (TACCA, 2001). A Comissão tinha como integrante o Major Luiz Thomaz Reis, responsável pela Secção de Cinematograhia e Photographia, criada em 1912. O Major Thomaz Reis tinha conhecimentos sofisticados de cinema e fotografia e realizou um dos primeiros registros etnográficos do mundo. Este material tem sido objeto de estudos sobre o uso da imagem no início de século e das relações estabelecidas com os índios. Rondon tinha consciência da importância da publicidade de suas ações e, principalmente, da repercussão que a veiculação destas imagens poderia ter. Os filmes de Thomaz Reis eram projetados para o público de cidades como o Rio de Janeiro e São Paulo e causavam grande polêmica. Para um público ávido por imagens, curioso a respeito do sertão brasileiro, os filmes de Thomaz Reis lotavam as salas e proporcionavam um grande “marketing” da Comissão. Na perspectiva nacionalista da comissão, os filmes e as fotografias tiveram grande importância na criação de um imaginário coletivo em torno do tipo nacional, do sertão e dos povos indígenas.

Segundo Diacon, nas fotografias da Comissão podemos encontrar representações de caráter positivista: índios segurando a bandeira nacional, a figura feminina como símbolo da nação, Catelli, Rosana entre outras. Imagens estas que eram utilizadas como forma de publicizar as ações da Comissão para o Exército e para o governo brasileiro, como também formar uma opinião pública a respeito da nação. Este uso institucional da imagem está entre uma das ações pioneiras da Comissão Rondon, que será seguida em vários projetos políticos posteriores.

A divulgação de imagens do interior do Brasil compunha não só um conjunto de representações internas do território nacional, como também contribuía para a construção da imagem do Brasil no exterior. Rondon sabia da importância de boas relações internacionais no auge do imperialismo americano e por isso aceita o pedido do Ministro das Relações Exteriores, em 1913, para guiar o ex-presidente Theodore Roosevelt que pretendia realizar um safári pelo noroeste brasileiro. Apesar de esta viagem significar uma interrupção nos trabalhos de Rondon, ele a aceitou por entender que isto possibilitaria a divulgação das potencialidades do Brasil no exterior, como também faria a publicidade de seu projeto telegráfico pelo interior do país.

Diacon descreve a trajetória desta expedição Rondon-Roosevelt com detalhes dos locais percorridos, os suprimentos e as dificuldades enfrentadas. Os jornais do Rio de Janeiro e de São Paulo da época divulgaram amplamente esta expedição, o que satisfez os objetivos de Rondon.

A Comissão Rondon oferece várias possibilidades de análise para compreendermos o Brasil do final século XIX e início do século XX. Diacon salientou aspectos como o ideário positivista presente na formação de Rondon e as conseqüências deste ideário para a política indigenista. Mas muitos outros pontos de vista poderiam ainda ser analisados, dada a riqueza de documentos textuais e imagéticos produzidos por esta Comissão. O trabalho de Diacon representa um importante levantamento histórico para percorrermos a trajetória de Rondon pelas selvas do Brasil e compreendermos as ações desta Comissão na construção de um imaginário sobre o índio e sobre a nação brasileira.

Referências

BIGIO, Elias dos Santos. Cândido Rondon: a integração nacional. Rio de Janeiro: Contraponto/ Petrobrás, 2000.

MACIEL, Laura Antunes. A nação por um fio: caminhos, práticas e imagens da “Comissão Rondon”. São Paulo: EDUC, 1998.

TACCA, Fernando de. A imagética da Comissão Rondon: etnografias fílmicas estratégicas. Campinas: Papirus, 2001.

Rosana Elisa Catelli – Professora do curso de Comunicação Social da UESC e doutora em Multimeios – Cinema, pela Unicamp. E-mail:[email protected]

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Pancho Villa – una biografía narrativa | Paco Ignacio Taibo II

O México se prepara para comemorar o centenário de sua Revolução, considerada por vários historiadores daquele país não apenas um evento nacional, mas de alcance latinoamericano. Alguns líderes do processo revolucionário, como Emiliano Zapata e Venustiano Carranza, se referiam em seus discursos e escritos à influência regional desta primeira revolução social da América Latina, no século XX.

A historiografia mexicana sempre dedicou um grande espaço à Revolução, mas a partir das décadas de 1960 e 1970 começam a surgir novas interpretações deste evento, assim como o resgate de alguns de seus personagens, até então marginalizados e tratados de forma preconceituosa. O livro do historiador Adolfo Gilly (La revolución interrumpida. México: El Caballito, 1971), por exemplo, mostra não apenas como o processo revolucionário é o resultado de um extraordinário avanço de um capitalismo primário-exportador que aprofundou a dependência do país em relação aos centros desenvolvidos, agudizando uma guerra de classes, mas também a periodização completa do ciclo revolucionário de 1910 a 1920 e sua correlação com a conjuntura mundial. Para Gilly, a curva da revolução ocorreu em dezembro de 1914, quando as forças camponesas tomam a capital do país, e não em fevereiro de 1917 com a nova constituição. Se para a história oficial a Revolução Mexicana termina em 1917, para outros ela vai até 1920, com a retirada de Villa e o assassinato de Zapata um ano antes. Leia Mais

Dicionário Crítico Câmara Cascudo | Marcos Silva

Desde o primeiro momento em que me deparei com o Dicionário Crítico Câmara Cascudo e, depois, à medida que o lia – ou melhor, saboreava cada página – uma pergunta se impunha: que outro escritor brasileiro poderia ser comparado a Câmara Cascudo, seja pelo volume de livros publicados, seja pela impressionante contribuição que deu aos mais diferentes campos do conhecimento? Que outro mereceria a organização de um dicionário para reunir e explicar sua produção intelectual? E, apesar de alguns nomes me ocorrerem, nenhum parecia superar o norte-rio-grandense, tal o inegável impacto de seu trabalho para a cultura brasileira. Como poucos, Cascudo introduziu no cenário nacional o testemunho de uma experiência sertaneja e a cosmovisão de um mundo nordestino, até então muito pouco conhecido e geralmente ignorado pela elite intelectual do país.

A vasta bibliografia de Câmara Cascudo (1898-1986) contabiliza cerca de uma centena de obras e se encontra espalhada pelos campos da história, da etnografia, da antropologia, da literatura, da crítica literária, da cultura popular, da religião, da geografia e, principalmente, do folclore. Como se não bastasse, há ainda um importante detalhe: seja qual for o tema estudado, o texto cascudiano prima por ser também literário. O escritor norte-rio-grandense desenvolveu ao longo de sua produtiva vida intelectual um estilo muito próprio, cujo ponto alto é justamente uma especial habilidade no trato com a linguagem, que resulta sempre em um texto sedutor, leve e singular, pontuado de imagens e de expressões poéticas que encantam o leitor e aliviam com muita sensibilidade a aridez da informação documental. Leia Mais

História das mulheres no Brasil – DEL PRIORI (RIHGB)

DEL PRIORE, Mary (org.). História das mulheres no Brasil. São Paulo: Contexto, 1997. SCHUMAHER, Schuma; BRAZIL, Érico (Org.). Dicionário Mulheres do Brasil: de 1500 até a atualidade – biográfico e ilustrado. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2000. MOTT, Luiz. Homosexuais da Bahia. Dicionário biográfico, século XVI-XIX. Salvador: Grupo Gay da Bahia, 1999. Resenha de: MARQUES, Teresa Cristina de Novaes. Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, Rio de Janeiro, v.167, n.430, p.319-327, jan./mar., 2005.

Teresa Cristina de Novaes Marques – Doutora em História Social pela UnB. Professora Adjunta pela mesma Universidade.

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Canada and the Nobel Prize: Biographies, Portraits and Fascinating Facts – BLACK (CSS)

BLACK, Harry. Canada and the Nobel Prize: Biographies, Portraits and Fascinating Facts. Markham, ON: Pembroke Publishers, 2002. 120p. Resenha de: BRADLEY, Jon G. Canadian Social Studies, v.38, n.3, p., 2004.

Canadians do not like heroes, and so they do not have any
(George Woodcock, 1970, Canada and the Canadians).

Designed to be an introduction to that rarefied arena of the Nobel Prize, this little book sets out to highlight those notables who have had some kind of connection with Canada. Structurally, the book is divided into three parts: (1) an introductory section briefly describing the life and times of Swedish chemist and inventor of dynamite Alfred Nobel along with the creation of the prizes that bear his name (13 pages); (2) a much longer section, the heart of the book if you will, that describes the selected twenty-two individuals and one organization who have a Canadian connection and who have been honoured with a Nobel (88 pages); and (3) a small index and reference list (11 pages) that rounds out the publication.

In many ways, Canada and the Nobel Prize: Biographies, Portraits and Fascinating Facts is an uneven publication. In the first place, the overall orientation and selection criteria are problematic. The age-old question of nationality is raised and the author himself acknowledges some unease with this orientation. Designed to highlight those Nobel Laureates who have had a significant link to Canada (p. 9), the author seems to be really hunting at times to find these so-called significant Canadian links. I am somewhat surprised that those Nobel winners who may have visited the CN Tower, the Columbia ice fields, and/or traveled the Cabot Trail are not included in the text. Clearly, some liberties have been taken with the word significant such that just about any old connection will do. My guess is that a much slimmer volume would have resulted if a more stringent allocation had been made.

Some of the notables do indeed have a major and/or personal connection with Canada: John Polanyi (Chemistry, 1986) spent formative years at Canadian universities; Robert Mundell (Economics, 1999) was born in Ontario and schooled in British Columbia; and, Charles Higgins (Medicine, 1966) was born and raised in Nova Scotia. Unfortunately, too many less secure connections abound. Other than being born in Vancouver, William Vickrey’s (Economics, 1996) Canadian credentials are weak but may well be stronger than those of William Giauque (Chemistry, 1949) who is included in this stellar list simply by the oft-putting and totally unanticipated event of being born in Canada of American citizens who were on a short pleasure trip. Notwithstanding Ernest Hemingway’s (Literature, 1954) brief sojourn at the Toronto Star, his inclusion in this so-called Canadian list seems questionable. Similarly, Saul Bellow’s (Literature, 1976) few early years in Montreal seem tenuous, at best, as solid grounds for a meaningful Canadian connection.

The twenty-two biographies and one institutional history take up the bulk of the pages of Canada and the Nobel Prize. Arranged alphabetically, each biography opens with a clear and attractive pen and ink sketch by the author. This personal touch is nice and softens those all too formal and staged photographs that usually accompany such histories. Even here, unfortunately, the overarching unevenness of the book continues in that some winners, such as, Andrew Schally (Medicine, 1977), Ernest Rutherford (Chemistry, 1908) and David Hubel (Medicine, 1981), are allocated a page or so while truer Canadians, the likes of Frederick Banting (Medicine, 1923), Lester B. Pearson (Peace, 1957) and Michael Smith (Chemistry, 1993), get the royal treatment of four or more pages.

Even the individual biographies themselves contribute to this reviewer’s sense of unease by a tone and word choice that can best be described as put-down ness. In other words, instead of using this opportunity to instruct, explain, and really make known the achievements of these notables, the author too often couches difficult topics in a jocular vernacular that does little other than confuse and confound. This reviewer finds statements such as Taube’s discoveries may seem vague and somewhat esoteric if you are not a chemist or biochemist (p. 100) along with the description of William S. Vickrey as a saint (p. 109) somewhat lacking in focus. The use of such ill-defined and grandiose verbiage may titillate a word connoisseur but does little to educate the general public. Furthermore, what are middle and/or secondary school students to make of such observations? True, the discoveries of some of these folks can often be described as cutting edge and many of the science awards are indeed advanced, theoretical and a trifle difficult for the average lay person to comprehend. However, this challenging and instructional role should have been a major thrust of this book and, in this reviewer’s eyes, a wonderful opportunity was missed by not attempting to communicate in every day language the achievements, accomplishments and impact of these many and varied discoveries.

In spite of my many reservations and concerns, I think that Canada and the Nobel Prize has a special place in every middle/high school library. This volume must be used by teachers and librarians for the simple reason that it highlights academic accomplishment and long-term intellectual investigations. It is a counterweight to all of those other volumes that depict physical prowess or artistic ability as the only worthy virtues in contemporary society. Our libraries are filled with biographies, autobiographies and novels (many of which are nothing more than self-serving renditions) depicting the accomplishments of those with little education, who do not even value formal education, and who are athletes, or sports super and even less than super stars, or others who have been temporarily elevated to an icon status through some questionable artistic ability based on hype rather than talent. Additionally, the contemporary fascination with such television shows as Canadian Idol strengthens the all too prevalent concept among too many young people that academic achievement and intellectual excellence are not worthy endeavors within our society.

This perceived imbalance has been partially rectified by Black’s small polemic. He certainly describes and highlights the pinnacles reached by these giants of the academic world. It is a pleasure to read about people who made academic pursuits, in all forms, a life long goal. Canada and the Nobel Prize is needed! I wish that it had been stronger in certain areas and that it had taken on more of an educational orientation. Nonetheless, it fills a void and I hope that Harry Black will seek out other Canadians who have made meaningful long-term contributions to humankind and tell their stories.

References

Woodcock, George. (1970). Canada and the Canadians. London: Faber.

Jon G. Bradley – Faculty of Education. McGill University. Montreal, Quebec.

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Palácio para guardar doidos: uma história das lutas pela construção do hospital de alienados e da psiquiatria no Rio Grande do Sul | Yonissa Marmitt Wadi || Arquivos da loucura: Juliano Moreira e a descontinuidade histórica da psiquiatria | Vera Portocarrero

O tema da constituição da psiquiatria no Brasil, que há algumas décadas vem sendo estudado em diferentes áreas — da psiquiatria às ciências sociais —, ganha agora mais duas contribuições importantes: Palácio para guardar doidos, de Yonissa Marmitt Wadi, e Juliano Moreira e a descontinuidade histórica da psiquiatria, de Vera Portocarrero. Os dois trabalhos são, respectivamente, frutos de dissertações de mestrado na área da história e da filosofia, abordando os desenvolvimentos da psiquiatria em cidades e períodos históricos distintos. O livro de Wadi trata do processo de construção do primeiro hospício da província de São Pedro do Rio Grande do Sul — que culminou em 1884 com a criação do Hospício São Pedro. Analisa o lugar que a medicina ocupou nesse processo e em seus desenvolvimentos até os anos 1940. Já a dissertação de Portocarrero — defendida em 1980, e agora felizmente publicada através da iniciativa da Coleção Loucura & Civilização — toma como objeto a transformação da ciência e da assistência psiquiátrica no Brasil, no início do século XX, representada no pensamento do psiquiatra baiano Juliano Moreira. Leia Mais

Missão na selva. A aventura brasileira de Emil Odebrecht – CASTRO (RIHGB)

CASTRO, Moacir Werneck de. Missão na selva. A aventura brasileira de Emil Odebrecht. 2ed. Rio de Janeiro: Versal Editores, 2003. 176p. Resenha de: RODRIGUES, Lêda Boechat. Revista do Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, Rio de Janeiro, v.164, n.420, p.269-270, jul./set., 2003.

Lêda Boechat Rodrigues – Sócia emérita do IHGB.

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Entre a história e a liberdade: (Luce Fabbri e o anarquismo contemporâneo) – RAGO (RBH)

RAGO, Margareth. Entre a história e a liberdade: (Luce Fabbri e o anarquismo contemporâneo). São Paulo: UNESP, 2001. 368 p. Resenha de: LEITE, Miriam Lifchitz Moreira. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.23, n.46, 2003.

Margareth Rago teve uma oportunidade raríssima: conversar com Luce Fabbri na casa dela, em Montevidéu. Enquanto a autora italiana (1908-2000) se empenhava em terminar de escrever a biografia de seu pai, Luigi Fabbri (1877-1935), relata à brasileira etapas de sua vida e o desenvolvimento de suas idéias.

Apesar da diferença de aproximadamente 40 anos, a historiadora brasileira e a italiana tinham, como professoras universitárias, um universo de discurso comum. Partilhavam inúmeras idéias e aspirações, não só políticas como educacionais. Encontraram as condições ideais para uma troca produtiva de idéias, raramente atingida em entrevistas comuns.

Assim como a biografia de Luigi Fabbri estava inserida na história do anarquismo europeu, a de Luce insere-se na do anarquismo europeu e sul-americano. Houve, portanto, não apenas a oportunidade de comparar experiências, como também a possibilidade de discutir o processo de trabalho que estavam realizando. As duas recuperavam, através de vida intelectual, uma história de que eram representantes e que tem sido desmerecida, deformada e ocultada pela história dos poderosos.

Para Luce, os instrumentos de trabalho e as fontes provinham de amigos de infância, textos escritos, documentos recolhidos através da vida organizados por critério diversos dos da história oficial. Para Margareth Rago, com um gravador e um computador, bolsas de estudo e visitas sucessivas à casa, à biblioteca e ao arquivo de uma anfitriã erudita, tão interessada no seu, como no trabalho da jovem anarquista.

As duas estavam conscientes de estar revelando aos contemporâneos o sentido da libertação social do anarquismo, que vem sendo desprezado como utopia pré-capitalista e soterrado sob o título de utopias românticas. Esta corrente de elos históricos vem desde Malatesta (1853-1922), que no maior Congresso Anarquista, em Amsterdã, em 1907, já teria apresentado o então jovem Luigi como seu “filho.” Esta, amigo de Malatesta até a morte, encarregou-se de sua biografia. O anti-autoritarismo fundamental do anarquismo, a sua busca de uma liberdade solidária e fraternal como um meio de vida e a rejeição os poderes macros e micros da vida social vêm sendo revelados em inúmeras de suas faces por esses biógrafos sucessivos. E agora, através das línguas italiana, castelhana e portuguesa, pelas duas militantes contemporâneas.

A casa em que Luce nasceu tinha um ambiente de compreensão e liberdade sem imposições externas — nem de opiniões, nem de atitudes, nem de religiões. Eram todos antiautoritários e solidários. Nem sequer o anarquismo lhes foi imposto. O pai explicou aos filhos os seus pensamentos a respeito, pediu-lhes que refletissem sobre isso e decidissem quando se sentissem capazes de fazê-lo. Luce estudou Letras na Universidade de Bolonha e seu irmão tornou-se marceneiro, sem qualquer ingerência em suas vocações, nem apelos aos seus gêneros. O pensamento de cada um era respeitado, o que é comprovado pela contestação que Luce, ainda muito jovem, fez ao pensamento de Malatesta, já figura proclamada do pensamento anarquista.

Nessa casa de uma harmonia invejável, Luce teve contato desde muito cedo com os amigos de seu pai, um professor primário e depois secundário, criador de uma Biblioteca popular para os operários, por volta de 1917. Esses contatos constituíram um outro perfil de educação, além da educação formal pequeno-burguesa, e revelou a sua vocação teórica em trabalhos de literatura, história e crítica política que publicava nos jornais criados pelos amigos de seu pai.

O respeito a essa vocação fez com que sua mãe, e depois no Uruguai, seu marido — um operário italiano imigrado e autodidata — a eximissem das “obrigações femininas” da vida privada (com comida e crianças) para que pudesse desenvolver sua vocação. Neste sentido, não passou pelos problemas de gênero que sufocaram inúmeras feministas, proibidas de estudar, proibidas de pensar e de trabalhar fora, consideradas como elementos de Segunda classe. A questão feminina não se apresentava como prioritária em suas reflexões. Considerava que resolvido o problema social, o sexual estava automaticamente decidido. Mais tarde, retomou a questão verificando a possibilidade das mulheres, habituadas a administrar situações não-lucrativas, como cuidar de crianças, de velhos e doentes, serem mais capazes de administrar as associações solidárias.

Sofreu desde a infância as injustiças e os temores provocados pela perseguição política infringida ao seu pai pela polícia fascista. Viver vigiada pela polícia foi uma experiência de toda a vida. Seu pai perdeu o cargo de professor, conquistado em concurso, por não Ter jurado fidelidade ao fascismo italiano, o que ela veio a repetir por ocasião de seu doutoramento na Universidade de Bolonha, com uma tese sobre o geógrafo anarquista Eliseé Reclus.

Perderam assim o direito a ter passaporte, e para sobreviver foram obrigados a sair clandestinamente da Itália, através do auxílio de núcleos anarquista capazes de se articularem sob a truculenta polícia fascista.

Nas mais difíceis condições e deixando para trás o irmão, a família Fabbri emigrou para Montevidéu, onde uma grande população de italianos imigrados os acolheu e auxiliou.

Luigi Fabbri sofreu muito com o afastamento do filho e da terra em que sempre vivera e da qual se afastara obrigado. Luce ainda moça, conhecendo a língua e com um entusiasmo militante, teve condições de aproveitar as características sociais do país a que tinha chegado, com suas associações e ateneus, além de um clima bem mais ameno que o de Bolonha. Ademais, veio a encontrar aí, em sua própria casa, o marido. Trabalhou inicialmente como professora de História, e mais tarde, na Universidade, pôde voltar-se para sua paixão pela literatura italiana, que nunca a abandonara.

Em Montevidéu, formara-se a Comunidad del Sur e uma editora, a Nordan-Comunidad, que funcionavam de acordo com os princípios anarquistas, de autogestão, incorporando a tecnologia contemporânea. A liberdade individual era cultivada como meio de criatividade e desenvolvida por formas educacionais alternativas, através de jornais, panfletos e trabalhos que levavam em conta pensamentos e sentimentos dos componentes da comunidade.

Uma questão mal estudada e que preocupou Luce Fabbri foi o autodidatismo dos trabalhadores. A necessidade de absorver o conhecimento com que ela conviveu desde muito cedo e a sede de instrução que sentiu entre homens e mulheres, sem oportunidade de contar com educação formal, que freqüentavam a Biblioteca Popular, depois de um dia de dez horas de trabalho estafante, estimularam os seus esforços didáticos e suas reflexões dirigidas para a auto-educação. “Caracteres e importância del autodidactismo obrero”, que publicou em Brecha, jornal de Montevidéu, em 1998, foi apenas uma de suas abordagens desse aspecto da educação.

Intercalando as entrevistas com cenas do convívio diário, Margareth Rago nos apresenta uma obra restauradora da confiança no ser humano e em sua capacidade de viver o presente. Embora disfarce as dificuldades da tarefa interlingüística a que se propôs com um entusiasmo contagiante, é possível constatar o esforço exigido para organizar uma bio-bibliografia de tais proporções e de tal conteúdo.

Mostra claramente como a idéia de anarquismo não deve ser pensada como ponto fixo ao qual se deve chegar, mas como um caminho a seguir, como Luce escreveu em 1952, em La Strada. Esse caminho que Luce continuou a percorrer pela vida afora, sempre preocupada em inventar um presente que permitisse a descoberta e a criação de novas alternativas. O conhecimento do passado e das tradições nos é necessário como solo onde é possível enraizar-se e fortalecer-se, para politizar constantemente as palavras e reconhecer o seu poder e a magia da produção poética por sua capacidade criadora. Ao trabalhar sobre a reforma do secundário, insistiu no ensino da língua castelhana em todos os graus, como o grande instrumento de comunicação e congraçamento.

Escrito como tese para obtenção do título de livre-docência, ele deve ser lido mais como um ato de militância e de esperança no momento presente.

Miriam Lifchitz Moreira Leite – Universidade de São Paulo.

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Historien, acteur du rapprochement judéo-chrétien – KASPI; ISAAC (CC)

KASPI, André; ISAAC, Jules. Historien, acteur du rapprochement judéo-chrétien. Paris: Plon, 258p. Resenha de: HEIMBERB, Charles. Le cartable de Clio – Revue romande et tessinoise sur les didactiques de l’histoire, Lausanne, n.2, p.283-284, 2002.

On connaît surtout la figure de Jules Isaac pour la fameuse série dite « Malet-Isaac » de manuels d’histoire. Une récente biographie d’André Kaspi nous permet aujourd’hui de mieux prendre la mesure de la très grande richesse du parcours de cet historien et citoyen. En réalité, c’est un peu par hasard, et pour arrondir des fins de mois alors difficiles, que Jules Isaac, historien agrégé et collaborateur occasionnel des Cahiers de la Quinzaine, se lança d’abord dans des adaptations des manuels qui avaient été écrits par Albert Malet. Contrairement à ce que l’on pourrait croire, il a d’ailleurs très peu connu celui avec En prenant la responsabilité de leur refonte, Jules Isaac introduisit dans ces manuels, au fil de son récit historique, des documents authentiques, qui exprimaient parfois des points de vue différents, pour aider les élèves à construire leur esprit critique. Il exprima aussi quelques intentions ou points de vue louables, et fort modernes, comme celui-ci: « la vérité historique n’a pas de patrie, ne porte pas d’écharpe tricolore » (cité en page 93). Son œuvre, à nouveau remise sur le métier à partir de 1937, joua d’ailleurs un rôle de vecteur de l’innovation pédagogique. Les rapports que laissa le désormais inspecteur général montrèrent par ailleurs qu’il appelait de ses vœux un usage distancié de ce manuel conçu comme un instrument de travail au service des activités des élèves. Et même si cette immense entreprise pédagogique restait fille d’un temps où l’enseignement ne s’adressait qu’à une partie limitée des enfants de la République, elle n’en demeure pas moins d’une grande valeur documentaire tant pour l’histoire de l’éducation que pour nos réflexions d’aujourd’hui sur l’histoire enseignée.

D’autres aspects, et non des moindres, de la vie publique et privée de Jules Isaac sont encore abordés dans cette biographie. Ses recherches d’histoire, par exemple, portèrent beaucoup sur des thèmes qui n’étaient pas sans lien avec sa propre vie. Ainsi, au cours de l’entre-deuxguerres, l’ancien combattant Isaac s’occupa-til beaucoup de l’histoire de la Première Guerre mondiale, et s’engagea-t-il de manière originale dans le débat sur les responsabilités, rejetant l’idée facile de les faire porter aux seuls Empires centraux. Mais surtout, alors que l’historien s’interrogeait sur les racines profondes de l’antisémitisme et qu’il préparait une étude à ce sujet, au cœur des drames de la Seconde Guerre mondiale, il échappa de peu à des rafles qui coûtèrent la vie à ses proches, sa femme Laure et sa fille Juliette, juste parce qu’elles s’appelaient Isaac.

Dès lors, comment survivre au désastre? Jules Isaac survécut notamment par ses travaux érudits sur l’antisémitisme, Jésus et Israël et Genèse de l’antisémitisme (qui a récemment été réédité dans la collection 10/18), par sa dénonciation systématique du terrible décalage entre les textes bibliques et l’enseignement chrétien comme source de l’antisémitisme et par son engagement, à la fin de sa vie, pour un rapprochement entre judaïsme et christianisme.

Dans sa thèse sur l’histoire de l’enseignement de l’histoire dans les lycées, Evelyne Hery évoque elle aussi à plusieurs reprises la figure de Jules Isaac et le caractère novateur, pour l’époque au cours de laquelle il a exercé la fonction d’inspecteur général, de ses propositions. Par ailleurs, nous l’avons vu, la vie de cet historien a été marquée par des drames personnels et toute une série d’engagements. Cela dit, André Kaspi insiste avec force, dans la conclusion de cette fort belle biographie, sur le fait que, décidément, Jules Isaac reste à ses yeux parfaitement inclassable…

Charles HeimbergInstitut de Formation des Maîtres (IFMES), Genève.

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O poder e a peste | Lira Neto

A produção editorial acerca da história da saúde pública no Brasil tem sido bastante expressiva nas duas últimas décadas. O tema vem sendo visitado freqüentemente por cientistas sociais e historiadores, psicólogos e médicos, preocupados tanto com questões mais localizadas, como também o surgimento de amplos debates sobre o papel do Estado nas políticas públicas de saúde. Vale ressaltar que há muitas publicações acerca de epidemias de febre amarela, cólera e varíola no século XIX, e as ações de médicos, farmacêuticos e autoridades governamentais, já no século XX, todos empenhados em combatê-las (Chaloub, 1996; Hochman, 1998; Beltrão, 1999; Fernandes, 1999).

O livro do jornalista Lira Neto é mais uma excelente iniciativa em ambas as direções. Conta a história do farmacêutico baiano Rodolfo Marcos Teófilo (1853-1932), e sua trajetória junto à população da cidade de Fortaleza, assolada por sucessivas epidemias de cólera e varíola, ao longo da segunda metade do século XIX. Leia Mais

As Relações entre o Brasil e o Paraguai (1889-1930): do afastamento pragmático à reaproximação cautelosa | Francisco M. Doratioto || José Martí e Domingo Sarmento: duas idéias de construção da hispano-América | Dinair A. Silva || Segurança Coletiva e Segurança Nacional: a Colômbia entre 1950-1982 | César Miguel Torres Del Rio || Entre Mitos/ Utopia e Razão: os olhares franceses sobre o Brasil (século XVI a XVIII) | Carmen L. P. Almeida || A Parceria Bloqueada: as relações entre França e Brasil/ 1945-2000 | Antônio C. M. Lessa || Políticas Semelhantes em Momentos Diferentes: exame e comparação entre a Política Externa Independente (1961-1964) e o Pragmatismo Responsável (1974-1979) | Luiz F. Ligiéro || Dimensões Culturais nas Relações Sindicais entre o Brasil e a Itália (1968-1995) | Adriano Sandri || Opinião Pública e Política Exterior nos governos Jânio Quadros e João Goulart (1961-1964) | Tânia M. P. G. Manzur || O Parlamento e a Política Externa Brasileira (1961- 1967) | Antônio J. Barbosa || Los Palestinos: historia de una guerra sin fin y de una paz ilusoria en el cercano oriente | Cristina R. Sivolella || Do Pragmatismo Consciente à Parceria Estratégica: as relações Brasil-África do Sul (1918-2000) | Pio Penna Filho || Entre América e Europa: a política externa brasileira na década de 1920 | Eugênio V. Garcia

As relações internacionais, enquanto objeto de estudo, vêm se desenvolvendo de maneira satisfatória nos últimos anos no Brasil. Parte desse avanço é devido ao surgimento de cursos de pós-graduação na área, que colocam o estudo das relações internacionais, de modo geral, e a inserção externa do Brasil, em particular, no centro das preocupações de pesquisa. O primeiro programa de pós-graduação em História das Relações Internacionais na América do Sul foi criado na Universidade de Brasília, em 1976. Em torno desse Programa formou-se uma tradição brasiliense de estudo de relações internacionais. Ao longo de mais de vinte anos de atuação, o Programa produziu cerca de sessenta dissertações de mestrado e, com a implantação do doutorado em 1994, doze teses.

Uma particularidade das teses de doutorado do Programa é a diversidade temática. A ampliação dessa linha de pesquisa permitiu a modernização da História das Relações Internacionais. Assim, junto com os estudos que privilegiam as relações bilaterais do Brasil, inseriram-se novos temas e objetos de investigação. Com efeito, há estudos que aprofundam a análise das parcerias estratégicas, a opinião pública, a imagem, a segurança internacional, o pensamento político, as relações internacionais do Brasil e as relações internacionais contemporâneas. Tais estudos evidenciam a diversificação de olhares sobre a inserção internacional do Brasil. Leia Mais

Historien, acteur du rapprochement judéo-chrétien – KASPI; ISAAC (CC)

KASPI, André; ISAAC, Jules. Historien, acteur du rapprochement judéo-chrétien. Paris: Plon, 258p. Resenha de: HEIMBERB, Charles. Le cartable de Clio – Revue romande et tessinoise sur les didactiques de l’histoire, Lausanne, n.2, p.283-284, 2002.

On connaît surtout la figure de Jules Isaac pour la fameuse série dite « Malet-Isaac » de manuels d’histoire. Une récente biographie d’André Kaspi nous permet aujourd’hui de mieux prendre la mesure de la très grande richesse du parcours de cet historien et citoyen. En réalité, c’est un peu par hasard, et pour arrondir des fins de mois alors difficiles, que Jules Isaac, historien agrégé et collaborateur occasionnel des Cahiers de la Quinzaine, se lança d’abord dans des adaptations des manuels qui avaient été écrits par Albert Malet. Contrairement à ce que l’on pourrait croire, il a d’ailleurs très peu connu celui avec En prenant la responsabilité de leur refonte, Jules Isaac introduisit dans ces manuels, au fil de son récit historique, des documents authentiques, qui exprimaient parfois des points de vue différents, pour aider les élèves à construire leur esprit critique. Il exprima aussi quelques intentions ou points de vue louables, et fort modernes, comme celui-ci: « la vérité historique n’a pas de patrie, ne porte pas d’écharpe tricolore » (cité en page 93). Son œuvre, à nouveau remise sur le métier à partir de 1937, joua d’ailleurs un rôle de vecteur de l’innovation pédagogique. Les rapports que laissa le désormais inspecteur général montrèrent par ailleurs qu’il appelait de ses vœux un usage distancié de ce manuel conçu comme un instrument de travail au service des activités des élèves. Et même si cette immense entreprise pédagogique restait fille d’un temps où l’enseignement ne s’adressait qu’à une partie limitée des enfants de la République, elle n’en demeure pas moins d’une grande valeur documentaire tant pour l’histoire de l’éducation que pour nos réflexions d’aujourd’hui sur l’histoire enseignée.

D’autres aspects, et non des moindres, de la vie publique et privée de Jules Isaac sont encore abordés dans cette biographie. Ses recherches d’histoire, par exemple, portèrent beaucoup sur des thèmes qui n’étaient pas sans lien avec sa propre vie. Ainsi, au cours de l’entre-deuxguerres, l’ancien combattant Isaac s’occupa-til beaucoup de l’histoire de la Première Guerre mondiale, et s’engagea-t-il de manière originale dans le débat sur les responsabilités, rejetant l’idée facile de les faire porter aux seuls Empires centraux. Mais surtout, alors que l’historien s’interrogeait sur les racines profondes de l’antisémitisme et qu’il préparait une étude à ce sujet, au cœur des drames de la Seconde Guerre mondiale, il échappa de peu à des rafles qui coûtèrent la vie à ses proches, sa femme Laure et sa fille Juliette, juste parce qu’elles s’appelaient Isaac.

Dès lors, comment survivre au désastre? Jules Isaac survécut notamment par ses travaux érudits sur l’antisémitisme, Jésus et Israël et Genèse de l’antisémitisme (qui a récemment été réédité dans la collection 10/18), par sa dénonciation systématique du terrible décalage entre les textes bibliques et l’enseignement chrétien comme source de l’antisémitisme et par son engagement, à la fin de sa vie, pour un rapprochement entre judaïsme et christianisme.

Dans sa thèse sur l’histoire de l’enseignement de l’histoire dans les lycées, Evelyne Hery évoque elle aussi à plusieurs reprises la figure de Jules Isaac et le caractère novateur, pour l’époque au cours de laquelle il a exercé la fonction d’inspecteur général, de ses propositions. Par ailleurs, nous l’avons vu, la vie de cet historien a été marquée par des drames personnels et toute une série d’engagements. Cela dit, André Kaspi insiste avec force, dans la conclusion de cette fort belle biographie, sur le fait que, décidément, Jules Isaac reste à ses yeux parfaitement inclassable…

Charles HeimbergInstitut de Formation des Maîtres (IFMES), Genève.

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América Latina no século XIX: tramas, telas e Textos – PRADO (RBH)

PRADO, Maria Ligia Coelho. América Latina no século XIX: tramas, telas e Textos. São Paulo: EDUSP; Bauru: EDUSC, 1999, 228 p. Resenha de: FUNES, Patrícia. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.21, n.40, 2001.

Em América Latina no Século XIX: Tramas, Telas e Textos, Maria Ligia Prado trabalha tanto tópicos clássicos do pensamento político latino-americano do século XIX quanto novos temas, produto das últimas revisões da história política: velhos e novos problemas abordados a partir de uma perspectiva atualizada e inovadora1. Borges, resgatando o processo da leitura e da interpretação, certa vez escreveu: “A veces creo que los buenos lectores son cisnes aun más tenebrosos y singulares que los buenos autores.”

Maria Ligia lê e analisa biografias, novelas, relatos de viajantes, quadros e pinturas para interpretar as sociedades latino-americanas do século XIX, especialmente no que se refere à produção de idéias e de imaginários políticos.

Procedamos por círculos concêntricos, partindo de fora para dentro. O livro (editado pela EDUSP e EDUSC em 1999) é um objeto primorosamente elaborado, impresso com esmero e acompanhado por ilustrações muito bem escolhidas, que se tornam imprescindíveis, como no caso do artigo sobre as representações pictóricas da natureza nos Estados Unidos e no Rio da Prata (“Natureza e Identidade Nacional nas Américas”). Este cuidado estético não pretende ser trivial, uma vez que se encontra associado a uma das preocupações da autora com relação ao suporte material da leitura: como se lê, como circulam os textos e para quem estão dirigidos (remeto ao artigo sobre novelas voltadas a um público feminino, editadas pela Imprensa Régia no Brasil Joanino). Maria Ligia também incorpora epígrafes e citações literárias, que em geral são pedras de toque um tanto misteriosas, mas que sempre sugerem uma intenção a decifrar.

A autora nos propõe sete ensaios de história das idéias políticas e das representações e imaginários sociais, tecendo uma trama menos visível e mais sutil, mas sempre operante, aludida no próprio título do livro.

Dissemos que a autora revisa alguns problemas clássicos da historiografia do século XIX, as emblemáticas questões sobre a Independência, enfocada aguda e originalmente em dois dos ensaios. O primeiro analisa a participação das mulheres no processo revolucionário e, mais concretamente, o apagamento e o nivelamento deste protagonismo na historiografia do século XIX a partir dos relatos biográficos. Assim, nos apresenta o processo independentista pelo reverso da tela e mostra os mecanismos de ocultamento e “feminilização” desta participação contestatória e rebelde, operação pedagógico-moralizante dirigida a fixar imagens de “bom comportamento”. Este interessantíssimo contraponto que Maria Ligia realiza entre a recuperação e a reconstrução do papel político das mulheres (Juana Azurduy, Manuela Sáenz, Leona Vicario, Policarpa Salavarrieta) e estas biografias, escritas por homens, desvela um imaginário de nação no qual a família é a metáfora. O lugar da mulher corresponde à moral católica de “mãe e esposa”, à ordem privada e não à pública; em síntese, a valores tradicionais, precisamente num momento em que se recusa esta ordem e em que a vocação é pretensamente secularizadora na ordem política.

O outro ponto abordado na questão da Independência é o das relações entre a Igreja e o processo de ruptura revolucionária e, dentro disto, o papel do clero revolucionário: Hidalgo, Morelos, Camilo Torres, Luis Vieira são associados aos movimentos das classes subalternas. É interessante aqui a reflexão aguda de Maria Ligia acerca das tensões entre os novos e velhos princípios de legitimidade política no interior do clero – cruzado por referências ideológicas diversas, mas explicáveis em seu contexto sociopolítico – e também e particularmente no caso de Hidalgo é instigante a análise da autora a respeito dos dilemas entre liberdade e violência dentro de um contexto revolucionário.

A brecha entre utopias políticas e resultados na construção de uma nova ordem – a distância entre os sonhos e as desilusões – é uma questão que Maria Ligia problematiza neste artigo e em outros dois: refiro-me ao inteligente trabalho sobre as visões acerca da soberania popular, seus recortes e adaptações no pensamento de Luis María Mora e Esteban Echeverería e também em sua leitura de Facundo, de Sarmiento (“Para Ler o Facundo de Sarmiento”). As peripécias na construção dos estados e nações, das identidades e do poder, e o papel da igreja, da ciência e do positivismo, objetivados na criação de instituições universitárias, são analisados com destreza pela autora, comparativamente em três países: Brasil, México e Chile (“Universidades, Estado e Igreja na América Latina”).

Mais do que me referir pontualmente a cada um deles, gostaria de assinalar uma preocupação historiográfica e interpretativa, subjacente a vários trabalhos do livro e que, a meu juízo, está na base das intenções da autora ao pensar na relação entre as idéias e a política. Consideramos que o livro de Maria Ligia nos propõe abordagens sugestivas e instigadoras do ponto de vista da disciplina e da metodologia. Grande parte dos trabalhos é comparativa, estratégia que lança luz sobre traços comuns das sociedades e da política latino-americanas, mas particularmente sobre as especificidades e singularidades de cada processo. O exercício comparativo é uma ferramenta que permite romper com o componente “nacionalitário” e “nacionalizante” que teve a história política tradicional, e ao mesmo tempo abrir a análise a visões menos endogâmicas e autofágicas.

Maria Ligia adverte: “Para defender-se das habituais acusações de elitista, ideológica, particular, factual, nacionalista, a história política teve que repensar suas abordagens e indicar caminhos de investigação inovadores.” Assim, a atuação humana, as subjetividades, a longa duração, a fixação de símbolos identitários são buscas às quais a autora recorre em seu rigoroso trabalho, com resultados muito férteis e explicativos.

Por outra parte, já no terreno das idéias políticas e em épocas de orfandades e intempéries teóricas globalizadoras, em nosso entender a autora não cai em alguns riscos aos quais estão expostos aqueles que trabalham com a produção textual e discursiva. Mais concretamente, Maria Ligia evita o risco do “reducionismo lingüístico ou discursivo” que, no limite, chega a delinear a natureza exclusivamente ficcional da narrativa histórica.

Pensamos que ao abordar o campo das idéias, das ideologias, do pensamento, da produção intelectual, corre-se o risco da análise enredar-se em dois tipos de atitudes: a de pensar em uma “soberania” do mundo das idéias, em que estas se geram e se reproduzem com uma autonomia absoluta numa espécie de território “nebuloso” cujo império é o das meras representações, situadas em algum lugar “acima” das sociedades. Uma segunda atitude é a da ultra-simplificação da linguagem política, que se autolegitima circularmente por estar impregnada do social. A esta complexidade haveria que acrescentar ainda uma outra, já “clássica” entre os analistas das sociedades latino-americanas: a obsessão pela cópia ou a originalidade do pensamento latino-americano, já anunciada nos debates sobre as idéias inspiradoras do processo independentista. A velha visão entre o universal e o particular, inerente à modernidade, cobra, nessas sociedades nas quais a modernidade foi e é um tema controverso, uma vigorosa centralidade. Assim, aqueles que sublinham o caráter de mera “cópia” ou “reflexo” no campo das idéias não deixam de dar uma explicação muito tranqüilizadora no momento de analisar os limites e frustrações dessas ideologias para entender estas sociedades, e de atribuir a essa “colonização” ideológica uma quota de responsabilidade nada desdenhável para explicar suas “disciplinas pendentes”. O avesso desta atitude que, entretanto, circula na órbita do mesmo eixo, é considerar os “modelos clássicos”, as “idéias originais” (o liberalismo, o positivismo, o romantismo, o naturalismo e também os nada vernáculos “nacionalismos”, por exemplo) corpos fechados e acabados que, ao serem contrastados com as “indóceis” sociedades latino-americanas e com suas produções intelectuais (tão obstinadamente resistentes a disciplinarem-se no perímetro destes marcos) dão como resultado uma caracterização destas sociedades como “incompletas”, “inacabadas”, “disformes”, ou sob o império interpretativo dos “proto” ou dos “sub”.

Maria Ligia adverte para estes riscos, por exemplo, ao referir-se a positivistas e liberais, refletindo: “Não se trata, como afirmam tantos, de uma má compreensão ou de uma deformação das idéias matrizes, e sim de uma consciência bastante clara desses atores, para quem as idéias estão sempre a serviço de uma causa político-social, fato que os levou a fazer leituras peculiares dos textos filosóficos clássicos. As ambigüidades encontradas explicam-se, para o historiador, pela análise dos cruzamentos entre os vários campos e por seu entendimento dentro de cada contexto social particular.”2

O caminho que Maria Ligia elege – a nosso ver, com êxito – para evitar estes deslizamentos, é o de trançar a produção ideológica aos contextos sociopolíticos, (re)situando as idéias no tabuleiro do poder, forma pela qual consegue diferenciar-se tanto das visões teleológicas como das essencialistas.

Para não me alongar demasiado, agrego um pequeno parágrafo sobre o astuto e sensível ensaio a respeito das possíveis leituras da natureza na conformação das identidades nacionais; em minha opinião, este é um artigo cheio de criatividade que estimula pensar a respeito de variadas questões, tanto por sua construção quanto por sua análise. A natureza para o historiador, diz-nos Prado, é um objeto sobre o qual se elaboram representações que comportam visões de mundo, repertórios diversos constitutivos da identidade, do território e da nacionalidade. Neste sentido, sua comparação das obras de Turner e Sarmiento, acompanhada pela leitura das imagens dos pintores do Rio Hudson e dos viajantes do Rio da Prata no começo do século XIX, parece-nos um exercício analítico muito agudo e perspicaz, no qual a autora desenha as cumplicidades entre natureza, política e história.

Pinturas, biografias, novelas, telas e textos são suportes nada convencionais que Maria Ligia entrelaça para aproximar-se das sociedades latino-americanas do século XIX, de suas idéias e seus horizontes de pensamento, sem perder de vista a atualidade de algumas problemáticas ou como estas rebatem no presente – lugar explícito onde a autora se instala para realizar sua análise.

Para concluir, gostaria de reproduzir a epígrafe de Karl Bauer que abre o artigo sobre a leitura de novelas no Brasil joanino: “A postura forçada e a ausência de movimento físico durante a leitura, combinada com essa sucessão tão violenta de idéias e sentimentos […] cria preguiça, conglutinação, inchaço e obstrução das vísceras, em uma palavra, hipocondria, que, como se sabe, afeta em ambos os sexos os órgãos sexuais e conduz a estancamentos e corrupção do sangue, aspereza e tensões no sistema nervoso, e, em geral, ao enfraquecimento de todo o corpo.” Karl Bauer, 17913

Não se preocupem. Nada disso ocorre com a leitura deste livro. Ao contrário, por sua escritura ágil e fluida nosso corpo se alonga e se estira. Ativa e estimula novas perguntas e ressignifica velhos problemas através de proposições criativas e originais que nos aproximam da compreensão das sempre complexas e fascinantes sociedades latino-americanas.

Notas

1 Este texto foi lido por ocasião da apresentação do livro no Centro de Estudos Brasileiros da Universidade de San Martín, organizada por este Centro e pelo Instituto Gino Germani, da Universidade de Buenos Aires, em 8 de junho de 2000. Tradução de Stella Maris Scatena Franco.

2 PRADO, M. Lígia C. América Latina no século XIX: tramas, telas e textos. São Paulo: EDUSP; Bauru: EDUSC, 1999, p. 116-117.

3 Id., p. 119.

Patrícia Funes

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Mare nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos / Fauzi Arap

Dramaturgo, diretor e ator de teatro a partir dos anos 1960 (nasceu em 1938 e morreu em 2013), o paulistano Fauzi Arap publicou em 1998 seu livro autobiográfico Mare nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos,um relato livre sobre a “verdade” encontrada pelo artista após seu primeiro contato com o LSD. “Por uma temporada me transformei num tagarela que só falava sobre seu assunto favorito, o ácido lisérgico, e não percebia o enorme escândalo que ia provocando”, relata Arap [2], que diz posteriormente ter passado a suspeitar que viveuuma possessão “por uma espécie de arquétipo messiânico” naquela época, em que agia com uma “compulsão de pregador” proveniente da “euforia vinda do sentimento de libertação que eu experimentara, e que fazia o desejo de repartir irresistível”.

Deslumbrado com o que via como possibilidades revolucionárias e transformadoras da experiência com LSD, Arap queria compartilhar as boas novas com o mundo, tornando-se o que o sociólogo Lewis Yablonsky [3] qualifica como “high priest” em seu livro The hippie trip, em um trocadilho com o duplo sentido da palavra “high” nesse contexto, podendo ter tanto o sentido de “grandes” ou “principais” quanto de “chapados” na qualificação da palavra “priest”, pregador.

Acontecia com Arap o mesmo que com outros integrantes de sua geração que se identificavam com a contracultura nos anos 1960 e 1970, sendo os estadunidenses Ken Kesey e Timothy Leary,provavelmente,os representantes mais famosos desse tipo de pregador do ácido lisérgico e da psicodelia. Com meios diferentes, tinham os mesmos princípios e fins: transformar os males de um mundo à beira da catástrofe atômica com a “abertura da mente” das pessoas através do uso de psicodélicos. Os livros Flashbacks,autobiografia de Leary, e O teste do ácido do refresco elétrico, de Tom Wolfe sobre Kesey e seus seguidores, sublinham bem tanto as diferenças quanto as conexões entre vida e obras de ambos.

Yablonsky tinha 43 anos e era professor universitário quando decidiu percorrer comunidades e eventos hippies no fim dos anos 1960, e o resultado está no livro já mencionado, que foi publicado pela primeira vez em 1968. O autor faz um interessante panorama do momento e do movimento contracultural, com entrevistas de diversos ativistas e moradores de comunidades e também com reflexões pessoais sobre as próprias transformações ocorridas durante essas viagens e encontros. Com abagagem de diversas idas a comunidades e de centenas de entrevistas gravadas, além de outras centenas feitas por questionário, de forma quantitativa, Yablonsky,em dado momento [4],afirma que todasas experiências e eventos que ouviu ou com as quais se relacionou durante sua pesquisa tiveram, de alguma maneira, conexões com o “fenômeno do LSD”.

Mesma ênfase dada por David Farber [5], para quem o uso de drogas ilícitas pelos jovens nos Estados Unidos,neste momento,significou uma “rebelião cultural” e uma “nova orientação cultural”.

Também no Brasil, seja no momento ou em análises posteriores, houve quem relacionasse diretamente a contracultura com o consumo de drogas, sobretudo maconha e LSD. Após apresentar uma citação do poeta Chacal, para quem “cada ácido que a gente tomava era parte de uma busca”, Lucy Dias [6] afirma que a contracultura brasileira “criou um novo modo de pensar o mundo”, dentro do qual a“experimentação com os psicotrópicos era elemento fundamental das descobertas estéticas e políticas empreendidas por esse movimento”. Estes consumos e experiências estariam “integrados a uma nova atitude, naqual a experimentação se ligava à expansão das possibilidades da consciência e ao exercício de novas formas de sensibilidade”. Opinião alinhada ao jornalista Luiz Carlos Maciel [7] –ele também certamente um “high priest” brasileiro –,em seu livro As quatroestações, no qual escreve que “as drogas alucinógenas foram privilegiadas pelos hippies porque ajudavam a vislumbrar a nova realidade”. Maciel[8] qualifica como “fundamental” a presença das drogas, “drogas alucinógenas –bem entendido –, do LSD ao ayahuasca”, para a “expansão dessa consciência, em lugar da constrição intelectual”.

O encontro de Fauzi Arap com o LSDdeu-se, portanto, dentro docontexto em que a substância começava a ser conhecida e difundida dentro e fora do Brasil, vista como possível chavepara abrir a porta de um outro presente e futuro, e que não seria reprimida antes de 1970. Assim como em outros casos que venho identificando e analisando para minha pesquisa de Doutorado, sobre drogas e contracultura no Brasil nos anos 1960 e 1970, ocorridos principalmente em São Paulo e no Rio de Janeiro, o primeiro acesso do dramaturgo à experiência lisérgica deu-sepor vias médicas. A partir de então, entrou de cabeça nessa busca de autoconhecimento e novas perspectivas, chegando a ser visto e tratado como louco por seus colegas e amigos.

Sintetizado pela primeira vez em 1938 pelo químico suíço Albert Hoffman, o LSD só voltou a receber atenção de seu “descobridor” em 1943, data do famoso passeio de bicicleta posterior a uma ingestão acidental, através da pele, da substância no laboratório. A partir daí a empresa Sandoz, para quem Hoffman trabalhava, passou a buscar utilidades medicinais para o ácido lisérgico a fim de viabilizar sua comercialização em escala internacional. Em troca dos dados resultantesdas experiências, a substância era fornecida gratuitamente para médicos de diversos países –Arap inclusive relata ter tido contato com folhetos de divulgação produzidos pelos suíços. Após sua introdução nos Estados Unidos, no último ano da década de 1940através de doações da Sandoz, o LSD foi bem recebido pela comunidade científica, e no final dos anos 1950 mais de mil artigos científicos haviam sido produzidos, com o número de pacientes envolvidos aproximando-sedos 40 mil [9].

Pelo que pude observar em minhas pesquisas, dois médicos foram fundamentais nesse processo de pioneirismo experimental lisérgico no Brasil durante a década de 1960: Cesário Morey Hossri e Murilo Pereira Gomes. Ambos experimentaram a substância em si mesmos e em seus pacientes, combinando a viagem psicodélica com procedimentos e reflexões provenientes da psiquiatria, da psicologia e, no caso de Hossri, inclusive da parapsicologia.

Em seu livro Prática do treinamento autógeno & LSD, Hossri [10] afirma que a Regional Santo André da Associação Paulista de Medicina criou em 1965 uma seção de “Lisergismo e Parapsicologia”, formada por 32 médicos das cidades de Santo André, Santos e São Paulo com o objetivo de “estudar a fenomenologia lisérgica”. Os resultados das pesquisas teriam revelado que oLSD permite uma “nova abordagem” para o estudo da personalidade humana e pode ser considerado “a droga mais poderosa conhecida hoje como meio ‘revelador do inconsciente’(individual e coletivo) tendo a peculiar propriedade de manter o indivíduo ‘consciente e lúcido’”. Hossri coordenou cursos sobre o uso terapêutico do LSD e também publicou diversos artigos científicos e na imprensa sobre o tema, como uma série de seis artigos escritos na Folha de São Pauloa partir de 12 de maio de 1965, sob o título de “Ácido lisérgico e lucidez”.

Já Murilo Pereira Gomes teve seus primeiros contatos com o LSD em setembro de 1962, como atesta uma reportagem do projeto de jornalismo multimídia Ultraalice [11], naqualé citada uma intervenção dele no XV Congresso Nacional de Medicina. Ali Gomes relata ter experimentado a substância pela primeira vez em setembro de 1962, “atendendo ao convite de um colega”: “Percebi que se abriam de par em par as portas de um campo inteiramente novo e promissor que oferecia a possibilidade de compreender o modo de vivenciar o mundo e a sua patologia”, afirmou então.

Fauzi Arap relata em Mare Nostrumque seu contato com o Dr. Murilo Gomes foi incentivado e mediado por uma “jovem atriz” com quem ele contracenava em uma peça de teatro em 1963, no Rio de Janeiro. Foi ela quem lhe contou a “grande novidade” de que havia “um novo tipo de terapia que se valia de um novo tipo de substância”. “Poucos, na época, saberiam dizer o que era o tal de ácido lisérgico. Em minha ignorância, imaginei tratar-se de algum tipo de remédio muito eficaz, e não mais que isso”, prossegue Arap, apontando que o que conhecia sobre o assunto no momento baseava-sena leitura de alguns artigos publicados pelo escritor Paulo Mendes Campos na revista Mancheteepelos livros de Aldous Huxley.

Segundo seu relato, no momento havia “uma série de artistas plásticos paulistas que vinham se submetendo à experiência para terapia e experiências visuais”, e no Rio de Janeiro quem conduzia esse tipo de procedimento era o médico Murilo Pereira Gomes. Sua amiga informou-lheque o tratamento acontecia com sessões a cada quinze dias e que além delas havia também entrevistas preparatórias e de avaliação. Em seu primeiro encontro com Gomes, o médico teria prometido a Arap [12] que este encontraria “sua essência” no uso terapêutico do LSD –que se dava num consultório, com ingestão através de injeção muscular.

O relato dessa primeira experiência ocupa sete páginas de Mare Nostrum e inclui gargalhadas, medos, um passeio de carro até um parque com o médico, uma experiência de regressão até o útero materno e a sensação final de importantes descobertas, de ter atingido uma “dimensão mágica”: “Uma superconsciência, um self, um si mesmo, tanto faz. E o LSD me propiciara a oportunidade de descobrir que essa consciência preexistia, quem sabe desde o momento da fecundação”, descreve.

Murilo Pereira Gomes também foi quem conduziu a primeira experiência do escritor Paulo Mendes Campos. Publicada na revista Manchete e depois no livro Cisne de feltros [13],a série de textos “Experiência com LSD” narra que o interesse do escritor pelo tema também surgiu através da leitura das obras de Huxley sobre a mescalina. Nesse caso,a ingestão deu-sepor “bolinhas coloridas” na sala do apartamento do médico, e os efeitos surpreenderam o escritor sobretudo por conta de uma mudança na percepção do tempo: “o tempo não está interessado em nós e portanto não podemos nós estar interessados nele”. “Certo ou errado, o primeiro contato com o ácido lisérgico me deu a impressão muito razoável de se tratar de um elemento útil à pesquisa da natureza humana”, concluiu.

Segundo Arap, o Dr. Murilo Gomes conduziu outras experiências com escritores e artistas, e inclusive Clarice Lispector teria participado. Relata também que foi apresentado em 1965 pelaatriz Maria Alice Vergueiro a um psiquiatra que atendia num consultório na Avenida Paulista e também trabalhava com LSD –neste caso o uso também se dava por comprimidos. O diretor de teatro não seguiu a relação com este médico, mas vemos por esse depoimento que havia diversos médicos trabalhando com a substância no Rio e em São Paulo.

“Foi com o uso do LSD, no ano de 1963, que eu vi descortinar-se toda uma realidade paralela que eu estava acostumado a ignorar em meu cotidiano”, afirma Arap na introdução [14] de Mare Nostrum. Posteriormente [15], ele aponta que o LSD passou a lhe servir de “reaferidor de minha consciência, e até mesmo de apoio para que eu conseguisse reconhecer meus limites”. “Ele vinha sendo o veículo que me facultava o aprofundamento necessário para fazer leituras da realidade descondicionadas do senso comum”, complementa.

Céu ou inferno, o LSD evidencia a natureza subjetiva de nossa viagem. No fundo a ética do viajante acaba refletida na experiência. Ninguém escapa de si mesmo através de uma viagem lisérgica. E até por isso não existe vício. O desejo de repetir a experiência, quando acontece, é mais um anseio natural por completá-la ou aprofundá-la, o mesmo desejo que leva alguns a estenderem suas sessões de análise por oito ou dez anos. Nem porisso psicanalistas são acusados de serem o vício de seus pacientes. É claro que pode acontecer uma crise, a exemplo do que acontece na Psicanálise, pela desorganização temporária dos valores e da racionalidade do sujeito. Mas isso é fatal em qualquer transformação profunda [16].

Instruído por seu “guia”, o Dr. Murilo Gomes, o dramaturgo diz ter descoberto “um sentido subjacente à vida, muito mais abrangente que qualquer ideologia materialista ou teoria científica, e um sentido surpreendente para a palavra cura, que converge para a mesma ideia difundida por seitas que acreditam no milagre como caminho”. “Ao lado de Murilo, descobri um patamar não-físico de existência, no qual a palavra doença perde totalmente o sentido, diante da possibilidade de sua transmutação alquímica na compreensão do que seria sua concreção”, escreveu na introdução do livro [17].

Arap frequentou o consultório de Gomes entre 1963 e 1965, prosseguindo por conta própria em suas experiências posteriores –em algumas ocasiões, passou a exercer ele mesmo com amigos o papel de “guia”. Ocupa espaço importante no livro o relato de uma casual e talvez mística conversa entre o dramaturgo e o artista plástico Mário Gruber, na qual este lhe conta sobre a morte de Gomes, de quem também era discípulo –isso ocorreu logo depois, em 1966. Em paralelo ao crescimento profissional, no meio teatral, o livro mostra a evolução espiritual de Arap, que agregou a seu “barômetro espiritual”, como disse Baudelaire, uma série de outros elementos e experiências provenientes do espiritismo, da astrologia, da ayahuasca, da meditação, do candomblé etc.

Além disso, o livro rememora o trabalho do artista comNise da Silveira, psiquiatra que se tornaria referência para o posterior movimento antimanicomial brasileiro.

Escrito de forma pouco formal e bastante fluida, Mare Nostrum é a descrição das descobertas decorrentes dabusca espiritual do autore das buscas decorrentes de sua descoberta do LSD. Reflexões filosóficas e místicas são entremeadas por relatos de alguns eventos e momentos da vida do jovem ator no contexto de efervescência política e cultural dos anos 1960 e 1970 no Brasil. Em sua trajetória tão única, Arap repetiu os passos de tantos outros integrantes de sua geração, ávidos por mudanças no mundo, na família, no cotidiano, em si mesmos. Em meio a tantos outros relatos e livros de artistas que viveram os anos contraculturais como ele, o texto de Arap é único em sua forma e conteúdo, sendo uma leitura tão interessante quanto prazerosa.

Notas

  1. Resenha submetida à avaliação em junho de 2017 e aprovada para publicação em novembro de 2017.
  2. ARAP, Fauzi. Mare Nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos.São Paulo: Senac, 1998. p. 45.
  3. YABLONSKY,Lewis. The hippie trip. Califórnia: toExcel, 2000.
  4. YABLONSKY, op. cit., p. 224.
  5. FARBER, David. The intoxicated state/ Illegal nation: drugs in the sixties counterculture.In:BRAUNSTEIN, Peter;DOYLE, Michael William. Imagine nation: the American Counterculture of the 1960s and 70s. Nova York, London: 2002. p.18
  6. DIAS, Lucy. Anos 70: enquanto corria a barca. São Paulo: Senac, 2003.p.97.
  7. MACIEL, Luiz Carlos. As quatro estações. Rio de Janeiro: Editora Record, 2001.p. 40.
  8. Ibid., p. 154.
  9. LEE, Martin A.;SHLAIN, Bruce. Acid dreams: the complete social history of LSD. NovaYork: Grove Press, 1992.
  10. HOSSRI, Cesário Morey. Prática do treinamento autógeno & LSD.São Paulo: Martin Claret, 1984.p. 161.
  11. MAC CORD, Ciro. Um resgate da pesquisa psicodélica no Brasil. Ultralice: projeto de conclusão de curso em Design Gráfico,2009. Disponível em http://projetoultralice.blogspot.com.br/2009/05/materias-um-resgate-da-pesquisa.html.
  12. ARAP, op. cit., p. 30.
  13. CAMPOS, Paulo Mendes. Cisne de feltro. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2001.p. 113.
  14. ARAP, op. cit. p.25.
  15. Ibid.p.207.
  16. ARAP, op. cit., p. 271
  17. Ibid., p.26.

Júlio Delmanto – Doutorando em História Social. Universidade de São Paulo (USP). [email protected].


ARAP, Fauzi. Mare nostrum: sonhos, viagens e outros caminhos. São Paulo: Senac SP, 1998. Resenha de: DELMANTO, Júlio. O LSD dentro da busca espiritual de Fauzi Arap. Outros Tempos, São Luís, v.14, n.24, p.273-278, 2017. Acessar publicação original. [IF].

The Life and Letters of Annie Leake Tuttle – WHITELEY (CSS)

WHITELEY, Marilyn Fardig (ed). The Life and Letters of Annie Leake Tuttle. Waterloo: Wilfred Laurier University Press, 1999. 147p. Resenha de: SENGER, Elizabeth. Canadian Social Studies, v.35, n.2, 2001.

Oral history is a very special genre of research and writing, and The Life and Letters of Annie Leake Tuttle is a wonderful example of a Canadian oral history rich in tradition and cultural images. Fardig Whiteley has collected and selectively edited the firsthand musings of a Nova Scotia woman of the late 19th century. Annie Leake Tuttle comes alive in these pages and we come to know her through her personal struggles. This work is additionally important because it focuses on women’s experiences. This segment of society has been sadly neglected in the traditional recording of history.

Fardig Whiteley has skillfully selected and edited a variety of pieces from the collection of writing left by this extraordinary, ordinary woman. The story of Annie Leake Tuttle is the story of countless women who lived, dreamed and died in Canada during the late nineteenth century. She was, by contemporary standards, an average, unexceptional woman who lived and sought meaning in her life in relatively unremarkable ways, yet her story is all the more powerful because of its conventionality.

Reading through these pages one can clearly identify with a woman who understood her own failings and sought to discover her strengths. She overcame a number of obstacles in pursuing her desire to teach and in her search for spiritual meaning. She never stopped learning about herself and the world in which she lived; in her life is a lesson for all people who believe they do unremarkable things. The fact that she left such a detailed account of her life and times is a major accomplishment in itself and a great legacy to those of us who come after her. Whether we be teachers, or not, women, or not, she has a powerful message to deliver to us all.

The book is relatively short and flows easily from Tuttle’s early musings to the last letters she wrote late in life. It offers an insightful and important glimpse into the life of ordinary people – she talks at length about friends and family and their adventures, as well as her own. Annie wrote these accounts in order to leave a record for her nieces and nephews. Her intimate, conversational, self effacing style comes across as sincere and informative. As I read through her letters and journal entries, I felt a very personal connection to this woman. This is a characteristic that is sadly lacking in many academic works of history and, because of this, The Life and Letters of Annie Leake Tuttle would be an excellent resource in any Canadian history classroom. It could be used as a required reading piece to help students at the high school or secondary level to understand the deeper, more personal aspects of historical study, especially oral histories.

This book is laid out as Annie intended. She identified chapters of her life, labeled them with intriguing titles, and noted the years covered by each chapter. The flow of the book is logical and easy to follow and Fardig Whiteley inserts commentary which serves to enhance and clarify the text. A map at the beginning of the book orients the reader to the area in Nova Scotia where most of the action took place. A number of family portraits and photographs which illustrate the countryside and the home in which Tuttle spent the last years of her life are also included. These pictures are thoughtfully selected and help the readers orient themselves in time, just as the map facilitates a geographical orientation. A small family tree and basic chronology of Annie Leake Tuttle’s life – again, meaningful personal touches which make Annie’s story more real – are included at the end of the book.

Finally, Fardig Whiteley includes a brief commentary on the primary sources used to compile the book and an extensive bibliography for those who wish to pursue the fascinating topic of oral histories in general, and Annie’s story in particular. This book is one of the Books in the Life Writing Series and the list of other available titles is thoughtfully included at the end. The Life and Letters of Annie Leake Tuttle would be a wonderful addition to any historian’s collection; it is a piece which brings ordinary history alive and helps us to make a personal connection to our past.

Elizabeth Senger – Henry Wise Wood High School, Calgary.

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Dos micróbios aos mosquitos/ febre amarela e revolução pasteuriana no Brasil | Jaime Larry Benchimol

Há ainda uma certa historiografia da medicina que costuma tratar daqueles feitos que abriram novos caminhos e possibilitaram desco-bertas de grande importância. A medicina é analisada segundo a perspectiva do “progresso”, da descoberta de tal remédio ou instrumento que tenha salvado mais vidas e/ou minimizado o sofrimento das pessoas. Nesta abordagem, quando trata de personalidades importantes na história da medicina, só há lugar para aqueles cujos trabalhos científicos sejam considerados como contribuições ao que se chama de “avanço” da medicina.

Nestes termos, o livro de Jaime Larry Benchimol, Dos micróbios aos mosquitos, febre amarela e revolução pasteuriana no Brasil, vem no sentido contrário desta corrente, no que é muito bem-vindo. Traz um tema que para o leitor moderno, do mundo ocidental e urbano, tornou-se desconhecido: o da realidade da “peste”, no seu sentido mais amplo de doença mortal que se propaga, ceifadora de vidas numa proporção que já esquecemos tanto sua dimensão quanto seu significado. Leia Mais

Memórias revisitadas: o Instituto Aggeu Magalhães na vida de seus personagens | Antonio Torres Montenegro

Para uma antropóloga que nunca tomei como objeto de estudo as relações sociais ou a ‘cultura’ do campo da saúde no Brasil, entrar em contato com a memória de alguns profissionais ligados à criação e à sustentação de um importante instituto de pesquisa biomédica do país foi um exercício instigante e extremamente revelador. Não que já não tivesse, em relação a muitos atores e instituições dessa área, a impressão clara de um pioneirismo na formulação e implementação de políticas públicas relevantes para a sofrida população brasileira. Nem que não concordasse com diversos analistas da história de nossa ciência sobre a qualidade e o avanço de sua produção acadêmica.

O fato é que Memórias revisitadas: o Instituto Aggeu Magalhães na vida de seus personagens, trabalho de compilação e organização sensível de Antonio Montenegro e Tania Fernandes, acrescenta muito mais. Por um lado, acompanha, “por dentro”, trajetórias individuais de vários profissi-onais, mulheres e homens, enquanto misturam suas carreiras a suas vidas, em conjunturas e ao sabor de contradições que se sucedem na história recente do país. Por outro, retraça a trajetória coletiva de um grupo de atores sociais — que vai além dos entrevistados e alcança tantos outros por eles relembrados — em seu empenho de construir e preservar um projeto. Assim, além da rica contribuição à reconstituição da história de uma época, do campo da saúde no Brasil, de uma instituição pública, de uma geração de técnicos e pesquisadores, o livro levanta várias questões de ordem substantiva e metodológica que vale a pena tentar registrar aqui. Leia Mais

Anibal – LANCEL (PR)

LANCEL, Serge. Anibal. Barcelona: Sn. 1997. 309p. Resenha de: EGEA, Alejandro. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.4, p. 1998.

Una nueva biografía sobre uno de los estrategas más geniales que ha dado la historia, Aníbal, es eltrabajo que nos ofrece este catedrático de arqueología en Grenoble, conocido por sus estudiosdentro del campo de la arqueología púnica, concretamente por sus excavaciones en la propia Cartago. La bibliografía que mana cada año sobre Aníbal y todo lo relacionado con la 2ª Guerra Púnica es muy complicado de rastrear y las monografías sobre este tema son muy abundantes encualquier librería o biblioteca. Sin embargo, el estudio que Crítica propone al lector es presentado, apriori, como un detallado, imparcial y riguroso estudio sobre el hombre que emprendería una de lasaventuras más geniales que nos han transmitido las fuentes.

El autor sigue muy fielmente los textos de Polibio de Megalópolis y Tito Livio, recurriendo a otrasfuentes literarias (Apiano, Silio Itálico, Diodoro o Nepote) y a la arqueología cuando las lagunas deaquellos obligan a ello. Estructurado ordenadamente y estudiando, previamente, los antecedentes, ya posteriori las consecuencias históricas de la figura protagonista, el núcleo central de la obra sebasa, como no, en la “expedición de conquista” que inicia Aníbal en Cartago Nova y que lo lleva alas mismas puertas de Roma. Frente a otros biógrafos que simplemente plasman las fuenteslinealmente en su obra, aquí los textos literarios son, normalmente, contrastados y estudiados,dejando en simple hipótesis los relatos no muy fiables, según el punto de vista, siempre discutible,del autor.

En nueve capítulos va relatando los inicios, desarrollo y culminación de un proyecto imposible, queestuvo a punto de cambiar la historia. Desde que Amílcar Barca sale de Cartago con su hijo Aníbal(con sólo nueve años de edad), se investiga paulatina y atentamente la forja de un personajehistórico único, verdadero actor principal de toda una guerra: desde sus primeras campañas contrapueblos de Iberia, el sitio de Sagunto, el maravilloso relato del paso de los Alpes, las victorias queponen a Roma al borde del abismo (Tesino, Trebia, Trasimeno y la hecatombe de Cannas), donde elestratega muestra sus verdaderas posibilidades, el estancamiento de la operación, la pérdida deCartago Nova y la consecuente pérdida de Iberia, el fracaso, la derrota en Zama y el exilio final.

Todo ello contrastado siempre con la visión de la guerra desde Roma: su caos interno, la sucesiónde mandos militares y cónsules que se ven impotentes y apabullados uno tras otro, la magnitudpolítica del clan de los Escipiones y en especial un seguimiento cuantioso a la persona de PublioCornelio Escipión (más tarde llamado Africanus), verdadero y único contrapeso que Roma expuso ala increíble calidad de Aníbal.

Gracias a un buena documentación gráfica, los acontecimientos quedan perfectamente encuadradosen el espacio, siguiendo los sucesos relatados muy fácilmente y sin perderse, en ningún momento,entre tal cantidad de nombres propios y de lugares antiguos que abundan en el libro. Las batallas yestrategia militar seguida por uno y otro bando son razonadas claramente y en ellas el autor hahecho un buen seguimiento, planteándolas a su vez gráficamente, mediante una recopilación demapas, lo cual es de agradecer.

Como punto curioso y valorable frente a otras semblanzas del personaje sorprende el últimocapítulo, donde dedica unas páginas a comprobar la herencia, la leyenda y la imagen de Aníbal quesurgen tras su muerte y permanecen hasta nuestro tiempo, en el mundo del arte, de la literatura, dela ciencia militar y la historia en general.

En resumen, una biografía bastante completa, muy recomendable y fácil de leer, sobre unossucesos, archiconocidos, acontecidos a finales del siglo III a.C., pero que son despedazadossabiamente para que logremos una visión total y sencilla de lo que fue la 2ª Guerra Púnica y lo quesignificó Aníbal en su desarrollo. No olvida ningún escenario de la guerra (Hispania, Grecia,Cartago, Roma, Sicilia, etc.), si bien, estamos seguros que no será, ni mucho menos, la biografíadefinitiva. El motivo de esta afirmación no es la calidad, siempre cuestionable del libro, sino laincreíble atracción que ejerce Aníbal sobre los historiadores y estudiosos de la antigüedad. Enpalabras del autor, las cuales comparto totalmente: “sin el golpe de látigo que dio al mundo de sutiempo, nuestra herencia no sería la misma”.

Alejandro Egea

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A majestade do Xingu Z Moacyr Scliar

O novo romance de Moacyr Scliar, A majestade do Xingu, parece ser, a princípio, uma biografia romanceada do médico sanitarista Noel Nutels, imigrante russo de origem judaica que dedicou vida e profissão a cuidar dos índios brasileiros. Até aí não haveria nada de especial a destacar, uma vez que o romance seria unicamente a moldura que permitiria narrar a vida do biografado. A literatura seria apenas o expediente para cativar o leitor, e o interesse do texto reduzir-se-ia às peripécias da vida do médico. Mas, felizmente para a literatura, para a medicina e especialmente para o leitor, estamos diante de um texto que vai muito além de qualquer mecanismo mercadológico daquela espécie.

Felizmente para a literatura porque, ao invés de ser uma biografia romanceada, o livro constitui, antes de tudo, um romance, em que a biografia funciona como um catalisador, um ponto de partida e não de chegada. A diferença é vital: mais do que a vida do “médico dos índios”, o que importa ao autor são as relações dessa vida com o mundo que a cerca e, por extensão, com o mundo que nos cerca, a nós leitores. Não por acaso, a figura do narrador, um homem comum no leito de morte, meditando sobre sua vicia, ganha muito mais vulto do que a personagem de Noel Nutels. O médico paira sobre o texto, mas nunca é o seu centro absoluto, servindo antes de contraponto à vida e à narrativa desse moribundo, de onde emerge uma reflexão sobre a própria condição humana. Leia Mais

“Engenheiro Aarão Reis: O Progresso como Missão” – SALGUEIRO (VH)

SALGUEIRO, Angotti Heliana. “Engenheiro Aarão Reis: O Progresso como Missão”. Belo Horizonte, Fundação João Pinheiro. Centro de Estudos Históricos Culturais, 1997. Resenha de: DUTRA, Eliana Regina de Freitas. Varia História, Belo Horizonte, v.13, n.18, p. 500-507, nov., 1997.

No momento em que a cidade de Belo Horizonte comemora o seu primeiro centenário, reveste-se de significativa relevância a iniciativa da Fundação João Pinheiro, com o concurso da historiadora Heliana Angotti Salgueiro, de preparar uma biografia de Aarão Reis, engenheiro chefe dos trabalhos da Comissão Construtora da da capital.

A tarefa de construção de uma biografia, ainda hoje, é um impreendimento delicado, que afugenta muitos historiadores temerosos de serem identificados à antiga história tradicional, em parte herdeira do paradigma do indivíduo iluminista, com o seu clássico acento sobre as ações dos atores, preferencialmente aqueles que se fazem visíveis no mundo das grandes decisões políticas.. Pruridos à parte, é certo, porém, que a biografia enquanto gênero historiográfico tem retornado aos poucos a ocupar um discreto, mas significativo, lugar dentre os recentes escritos históricos Tal fato tem sido, em parte, atribuido aos desdobramentos, no campo do conhecimento histórico, do advento da pós-modernidade com a prerrogativa da passagem do “sujeito” ao “indivíduo”. Na linha do estabelecimento de uma relação entre pós-modernidade e biografia tem sido alinhados, como pontos para a reflexão dos historiadores, questões tais como a perda do sentido da história e o enfraquecimento ou mesmo o fim dos grandes discursos legitimadores do sujeito ,conquanto inerentes à chamada crise da modernidade.

Por seu turno, os sociólogos, como é o caso de, Bourdieu, manifestam seus cuidados teóricos preocupados em bem distinguir o indivíduo concreto — a personalidade individual e biológica capaz de atuar em diferentes campos, — do indivíduo construido, ou agente eficiente em um dado campo do social, precavidos em não se deixarem capturar pela “ilusão biográfica”. A recomendação nesse caso é de que a compreensão de uma “trajetória” — de eventos biográficos — seja condicionada à construção preliminar dos estados sucessivos do “campo” onde ela se desenrolou, portanto o conjunto das relações objetivas que uniram o agente considerado ao conjunto de outros agentes implicados no mesmo campo e afrontados ao mesmo espaço de possíveis. Só assim se evitaria conceber que uma vida individual é uma “História” e a narrativa desta História, no que também concordam os historiadores.

Noutra ponta do debate historiográfico, e sem negligenciar a refelexão teórico-metodológico em torno da biografia, Heliana Angotti Salgueiro se impõem a tarefa de biografar Aarão Reis optando por fazer uma “biografia intelectual”, dentro de um novo campo da história social, qual seja, o da “micro-história”. Por esse caminho ela reconcilia a ação social com as escolhas e o poder de decisão do indivíduo, cruzando num jogo de escalas, o espaço das ações individuais com o espaço dos sistemas coletivos, portanto a micro com a macro-história. Deste cruzamento, a noção histórica de indivíduo aparece resignificada, pois não mais fragmentada e desterritoralizada, ou mesmo não mais anulada, por uma inexorável determinação, uma vez que o “individual” é complementar ao “social”.

Baseada em um cuidadoso, e minucioso, trabalho de pesquisa de fontes, sobretudo primárias, no qual se destacam um precioso levantamento iconográfico; a seleção de vários, e diversificados, escritos de Aarão Reis; bem como das obra dos autores que deixaram sobre ele uma marca intelectual mais decisiva; e utilizando-se de fartas referências bibliográficas, calcadas em historiadores franceses, Heliana Angotti Salgueiro realiza um trabalho sério e competente.

Pela trajetória intelectual e política de Aarão Reis , seu ponto de partida, somos levados de encontro a uma trilha do pensamento social brasileiro da segunda metade do século XIX e da primeira metade deste, e à fronteira da formação técnica, das referências culturais e dos campo de atuação, e efetiva intervenção, dos engenheiros na sociedade e na administração pública no Brasil dos oitocentos. Também, seguindo as pegadas de Aarão Reis, é possível vislubrar os projetos de reforma social postulados ou em curso, naqueles anos, seja no campo da instrução pública, do planejamento urbano ou mesmo da difusão do progresso científico e tecnológico, bem como às suas respectivas filiações ideológicas, e representações utópicas e imaginárias.

A autora definiu um plano para a obra pelo qual essa se divide em duas partes. Na Parte I , designada “Traços”: Formação e trajetória de Aarão Reis — Pensamento e ação de um engenheiro da Politécnica no Brasil do século XIX”, ela desenha o perfil do homem , do intelectual, do engenheiro. A formação politécnica; a militância republicana, na juventude; sua participação na diretoria do Club de Engenharia; sua atividade no jornalismo, inclusive na imprensa abolicionista; seu trabalho como professor — inicialmente no ensino secundário e posteriormente na Escola politécnica do Rio de Janeiro — e como tradutor de autores franceses do porte de Littré, Condorcet, Laboulaye, entre outros, que estarão nas bases do ideário que marcará seu engajamento em grandes obras públicas; a publicação de tratados científicos, panfletos, opúsculos, através dos quais ele opta por difundir , no dizer da autora,” os princípios de economia social que dominavam sua geração”.

Há que se destacar nesse ponto da obra, alguns momentos importantes na análise empreendida. Por um lado a estratégia metodológica adotada onde a idéia de “esboço” surge em complementaridade à de “traços” impedindo que o leitor apreenda uma imagem estática e linear da vida e obra do biografado. O pensamento e a ação de Aarão Reis, não obstante sua coerência — garantida pela adesão ao “cientismo”, onde a razão e a ciência devem orientar a tomada de decisões políticas e o engajamento na construção de um “Brasil moderno” — aparecem em movimento, abertos à mudanças de influências e sujeitos à deslocamentos. Assim é que podemos acompanhar a multiplicidade de suas idéias, o ecletismo de sua biblioteca e sua relação, em diferentes níveis de temporalidades, com os autores que lê: “parte de Condocert, passa por Saint- Simon e pelo positivismo heterodoxo da ala littreísta, para finalmente abraçar os estereótipos comtianos mais conservadores na sua obra de maturidade”.

Por outro, ao se deter em alguns dos principais escritos de Aarão Reis — entre eles “A Instrução Superior no Império” e “Economia Política e Finanças” — com vistas a estabelecer as relações entre eles e sua ação, suas possíveis contradições, a repercusão dos pensadores que ele leu e “convocou”, sua relação com a memória cultural do século XIX, sua afinidade com o pensamento dos engenheiros reformistas de sua geração, sua articulação com os problemas vividos pelo Brasil, e, sobretudo com a futura concepção de Belo Horizonte, a autora traz à luz um panorama rico sobre o itenerário intelectual de Aarão Reis. O que vemos é um homem culto, com uma erudição marcada, embora não limitada, aos filósofos e engenheiros franceses, com os quais se sintoniza e compartilha a crença em uma filosofia e ciência positivas e com seus valores, e instrumentos , voltados para a instrução pública, o progresso e a modernização do país, guardando sempre, em nome de uma ciência social tecnocrática, uma proposital distância dos partidos políticos, porém, cultivando a crença na autoridade do Estado .

É de se lamentar, no entanto que a atuação do Club de Engenharia, o papel da Escola Politénica do Rio de Janeiro e mesmo a história da constituição da engenharia enquanto um campo de saber técnico e especializado no Brasil não tenham merecido por parte da autora a atenção devida .Aliás surpreende a sua afirmação de que “No processo de modernização urbana, os engenheiros, dentre os quais Aarão Reis, cuja polivalência de pensamento e de ação no desenvolvimento do país não foi ainda levada em conta de forma aprofundada”. Uma simples consulta à obras, entre várias outras, como as Maria Alice Rezende de Carvalho, ”Quatro vezes Cidade”; Jaime Larry Benchimol, “Pereira Passos — Um Haussmman Tropical; Mário Barata, “Escola Politécnica do Largo São Francisco — Berço da Engenharia Brasileira”; Maria Inês Turazzi, “A Euforia do Progresso e a Imposição da Ordem: a engenharia, a industria e a organização do trabalho na virada do século XIX”; Oswaldo Porto Rocha, “A era das demolições: cidade do Rio de Janeiro — 18701920; José Murilo de Carvalho, A Escola de Minas de Ouro Preto: O peso da glória; bastariam para descaracterizar a afirmação acima e reafirmar a existência, de longa data no país, de um conhecimento já estabelecido sobre o tema. Um diálogo com essa literatura certamente teria fornecido novos e ricos elementos para a biografia intelectual de Aarão Reis e para a sua trajetória dentro do campo de atuação possível dos engenheiros do seu tempo e no espaço das iniciativas de modernização e progresso.

Na Parte II, intitulada “Temáticas, Glosas, Referência , são selecionadas, nos escritos de Aarão Reis, temáticas expressivas e emblemáticas, tais como a instrução pública e a reforma do ensino, os ideais humanitários de liberdade e fraternidade, o desenvolvimento tecnológicco, o planejamneto do espaço e do território e a administração das cidades; capazes de inscrever o pensamento e a ação de Aarão Reis, bem como de engenheiros e administradores seus contemporâneos, como uma dimensão particular, e não externa, ou fora do lugar, do fluxo do pensamento ocidental sobre a modernidade. A opção pelo procedimento analítico que privilegia, na biografia intelectual, a noção de apropiação/circulação cultural permite a autora exorcizar a tese das “idéias fora do lugar”, revelando um fundo comum de questões e problemáticas que se cruzam. e circulam, num âmbito internacional de referências, numa corrente cultural geral, e que serão traduzidas em diferentes regimes de historicidade “em face de situações vividas ou condições de sua aplicação”.

No “primeiro segmento “Da instrução pública e do nacionalismo” somos levados de encontro à marcas do romantismo e do naturalismo , na obra de Aarão Reis, no âmbito do seu discurso pedagógico e patriótico que clama pela educação profissional, se desdobra no discurso de regeneração e transformação e intervenção no espaço urbano-arquitetural, e nas iniciativas de representar a pátria no espaço da cidade. A toponímia das ruas e praças de Belo Horizonte, seriam, nesse caso, manifestações exemplares da utilização do espaço, pelo poder, para educar. Ë pena que a autora não tenha se detido um pouco mais nesse ponto explorando a questão da educação popular/ educação e instrução ,e sua relação com o projeto e o ideário republicanos no Brasil, sinalizadas e esboçadas, na primeira parte, à luz do engajamento de Reis com a causa da educação e a transformação do país. A intencionalidade pedagógica presente em boa parte do material iconográfico distribuido ao logo da obra, se trabalhado nesta parte certamente teria permitido comparações e aprofundamentos.

Na sequência , “Do bem comum e social: a Liberdade e a Fraternidade”, encontramos Reis , em outra faceta, às voltas com a questão abolicionista , com iniciativas mutualistas, e com o desafio de conciliar sua condição de pensador, afinado com as idéias humanistas, com a de administrador público, o que lhe impôem, entre outras, a “melindrosa” tarefa de realizar as desapropiações no arraial e lidar com os habitantes desalojados.

Na seção “Da história da técnica: eletricidade e mobilidade” o panorama dos textos escritos por Reis é, como bem diz a autora , uma “crônica dos avanços do século e da sua repercusão no país”, tomadas como ícones do triunfo da civilização e da medida da solidariedade entre os homens. A eletricidade e as estradas de ferro enquanto expressão do progresso científico/tecnológico/material, legitimam a atuação pública de um engenheiro, como Aarão Reis, e conferem visibilidade — através dos seus artigos, relatórios, e outras publicações- à sua erudição técnica internacional, as quais ele não dissocia, dada sua perspectiva ideológica, do debate histórico e político do período Os textos aqui escolhidos nos introduzem a um só tempo à alguns ângulos da história da técnica no Brasil do século XIX, às opiniões de Reis sobre a implantação dessas tecnologias e o seu impacto social e cultural , bem como ao estágio das políticas públicas no país.

Ainda na parte II, no segmento “Do funcionário republicano em face das vicissitudes da política e da administração das obras públicas”, uma outra dimensão da biografia intectual de Reis, é explorada: aquela das delicadas relações emtre o intelectual, o agente responsável, e os tortuosos caminhos do poder e da administração pública. Um republicano convicto com Reis, “porta-voz de uma engenharia nascente”, como afirma a autora, imbuído da missão de levar o progresso ao país e de modernizar as cidades, vai vivenciar a dura realidade dos desencontros ente o que é ditado pela razão técnica e o que é imposto pelo poder político na gestão urbana.. Nos relatórios e nas correspondências se destacam as recomendações técnicas ignoradas pelos governantes e as queixas e desabafos do engenheiro. O descontentamento entre o ritmo demandado pelos funcionários científicos e e o que imposto pelo poder público, por um lado, levam Reis a propor uma alianças entre o Estado e a iniciativa privada para a realização de obras públicas, o que faz tendo como referência o debate entre individualismo e socialismo, ou seja, sem se afastar dos seus referentes de doutrina.

Reiteremos, nessa parte, as mesmas observações feitas anteriormente à I Parte, acerca do papel do engenheiro, uma vez que a autora reafirma que se “pesquisou pouco” sobre a história do funcionalismo científico e admnistrativo no Brasil .

Por fim o ultimo segmento “Da leitura do território ao planejamento urbano: o caso de Belo Horizonte” contempla as intervenções diretas sobre o território e a cidade, que vira a ser Belo Horizonte. A temática escolhida dá à obra um fechamento lógico e coerente: o pensamento e a ação de Aarão Reis, com seus matizes, seus pontos de apoio, suas configurações e sua expressão material, parecem convergir em uníssono para a construção da nova capital.

O Relátório da Comissão d’Estudo das Localidades Indicadas para a Nova Capital, a Planta Geral , os projetos dos prédios públicos, a Exposição de Aarão Reis, na Revista Geral dos Trabalhos, são alguns, entre vários outros, documentos bem retrabalhados pela autora rumo à compreensão do discurso urbanístico, do modelo de cidade e da utopia do espaço, que nortearam a planificação urbano-territorial de Belo Horizonte. Esses pontos têm sido objeto de análise exaustiva e minuciosa por parte de historiadores, sociólogos e urbanistas empenhados igualmente na sua decifração no caso belorizontino. Mantidas as diferenças de enfoques entre eles, é possível encontrar na análise de Heliana Angotti e em alguns desses trabalhos, várias preocupações analíticas comuns. Surpreende, no entanto que a autora não faça nenhuma menção à sua existência, o que pode significar um desconhecimento de farta bibliografia, ou pouca disposicão para a troca de idéias. Quanto aos possíveis antagonismos interpretativos e de método, que poderiam advir da utilização dessa numerosa literatura, ressente-se pela perda da riqueza do contraditório e do diálogo com a diferença.

Para exemplificar, no que diz respeito à analise interna da Comissão d’Estudos — que registre-se, não é desconhecida nos anais da história do urbanismo no Brasil — como forma de penetrar o discurso de Reis, o texto perde em não contrastar e até mesmo aprofundar algumas convergências com o texto de Maria Esther Saturnino Reis, “A cidade paradigma e a república: O nascimento do espaço Belo Horizonte em fins do século XIX”, que adota um procedimento arqueológico na análise do texto da commissão de d’Estudos. Sobretudo quando ambas percebem a importância do recurso aos saberes físicos e biológicos, a fundação de um conhecimento ecológico, a preocupação com a salubridade e a higiene, a centralidade e a inscrição dessas condições na Economia Política da época.

Também quando a autora se detém no exame da Planta da cidade e nas leituras e modelos de Aarão Reis na montagem da sua cidade ideal, é impossivel não se ressentir da referência, e da convocação, dos trabalhos de Paulo Henrique Ozório Coelho, “La Creation de Belo Horizonte: Jeu et enjeu politiques”, Letícia Julião, “Belo Horizonte: Itinerários da Cidade Moderna”, de Luiz Mauro Dos Passos, “A Metrópole Cinquentenária. Fundamentos do saber arquitetônico e imaginário social da cidade de Belo Horizonte —1897-1947, para ficar apenas em alguns poucos, que se debruçam em minúcias sobre a mesma Planta Geral. A concepção de Aarão Reis sobre a cidade e o território; a presença do Estado na regulação da ocupação e do crescimento; a pluralidade das referências e das disposições, modernas e arcaicas, na elaboração do plano urbano da nova Capital; a relação entre o desenho da planta e a topografia local; o suposto caráter rígido do projeto de Reis, são pontos que mais afastam do que aproximam os autores da interpretação de Heliana Angotti, comportando leituras em sua maioria divergentes, incorporando elementos não menos importantes para o entendimento das estratégias e objetivos de Reis, capazes de propiciar rica interlocução e ampliar o escopo da análise histórica.

A autora conclui a biografia intelectual de Aarão Reis reafirmando o conteúdo ideológico progressista de Aarão Reis, centrando na idéia de metamorfose a expressão da sua utopia. A fé littreana de Reis, a qual segundo ela ligava “o progresso da ciência à evolução dos costumes, daí o combate à miséria, vista como obstáculo aos progressos morais e ao bem-estar social da humanidade”, é o pressuposto que sustenta a sua tese de que a concepção de Belo Horizonte, do Reis engenheiro, não é um projeto político ou social, mas parte de uma “missão”, que ele considera sua. Quer concordemos ou não com essa conclusão, chegamos ao final dessa biografia com uma compreensão mais alargada do cenário intelectual e político do final do século XIX no qual transitavam e atuavam homens da estatura de um Aarão Reis, cujo perfil de homem público é esboçado com responsabilidade na presente obra.

Para terminarmos esta resenha um comentário final sobre a edição da Fundação João Pinheiro a qual, muito embora primorosa, como de hábito — quanto ao acabamento da obra, a qualidade do papel , da impressão e das reproduções fotográficas — pecou pelo excesso , ou seja , pelo rebuscamento visual e pela saturação gráfica, as quais dispersam a atenção do leitor, pertubando a leitura das notas e desvalorizando a significativa linguagem das “imagens” tão bem utilizada pela autora.. Uma maior sobriedade estaria em melhor acordo com a natureza do texto e, por que não dizer, com o perfil do biografado.

Eliana Regina de Freitas Dutra – Professora do Departamento de História da UFMG.

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Mauá, empresário do Império – CALDEIRA (RBH)

CALDEIRA, Jorge. Mauá, empresário do Império. São Paulo: Companhia das Letras, 1996. 550p. Resenha de LEAL, Marília Helena Paulos. Revista Brasileira de História, São Paulo, v.17, n.33, 1997.

Marília Helena Paulos Leal – Doutoranda pela Universidade de São Paulo.

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Marcus Aurelius. A biography – BIRLEY (PR)

BIRLEY, Anthony. Marcus Aurelius. A biography. London: 1966, 230p. (Edición revisadade 1993). Resenha de: MANCEBO, Sacramento Cantero. Panta Rei – Revista de Ciencia Y Didáctica de la Historia, Murcia, n.1, p.102-103, 1995.

Sacramento Cantero Mancebo

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O Marquês de Paraná: inícios de uma carreira política num momento crítico da história da nacionalidade | Aldo Janotti

JANOTTI, Aldo. O Marquês de Paraná: inícios de uma carreira política num momento crítico da história da nacionalidade. Belo Horizonte: Itatiaia; São Paulo: Editora da Universidade de São Paulo, 1990. Coleção reconquista do Brasil. 2.série, v.159. Resenha de: BARBOSA, Bartira Ferraz. CLIO – Revista de pesquisa histórica. Recife, v.15, n.1, p.225-227, jan./dez. 1994.

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